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CRÓNICA SUBTERRÁNEA

El otro lado de la historia

Agarthi en el Sur

Continuamos explorando nuestros Andes, en busca del mundo subterráneo. Desde Argentina nos
llega este relato novelado.

AG A R T H I E N E L S U R - Primera Parte

porEduardoGrosso

CAPITULO 1:

A MODO DE INTRODUCCIÓN

¿Cómo comenzar a escribir este relato?

A veces la vida nos trae experiencias que están mas allá de nuestra capacidad de expresión, del
manejo del lenguaje y de la descripción desapasionada que suele ser moneda corriente en el
periodista profesional, o en el mesurado escritor acostumbrado a llevar por el laberinto de su
relato al desprevenido lector o al más avezado de ellos.

Hoy reconozco mis limitaciones y lo siento como un pecado capital ya que tal vez me imposibilite
llevar con toda la riqueza expresiva mi experiencia.

¿Debe ser esto un impedimento para callar? No quiero asumir que lo que viví no pueda ser
conocido por otros, en especial si mi semejante siente un deseo irremediable de aprender y
comprender los misterios insondables que aún, en este tiempo de vorágine globalizada, subsisten
en nuestro mundo.

Alguna vez escuche la cita de un filósofo (no recuerdo quién) que decía que “hay muchos mundos
pero están en éste”, siempre me pareció sin sentido este pensamiento, sin embargo hoy
comprendo que hay sutiles influencias que pensamos se originan en nuestro pensamiento y sin
embargo es fruto de alguna mente (por decir un término) superior a nuestra naturaleza humana.

¿Por qué Yo? Muchas veces nos hacemos esta pregunta, ante la enfermedad, el accidente, la
circunstancia desafortunada; casi nunca nos cuestiona el poseer un feliz matrimonio, la existencia
de verdaderos amigos o el reconocimiento profesional.

La sociedad nos condiciona a creer únicamente en lo obvio, lo que se ve, lo que está
perfectamente establecido; aquellos que salen de esa norma son vistos con desconfianza, como si
se tratara de anarquistas con el único pensamiento de socavar los valores fundamentales y
descarriar a aquellas personas “normales” que trabajan de ocho de la mañana a cinco de la tarde y
comulgan con sus pares los domingos en la parroquia.

Sin embargo suceden acontecimientos que están más allá de la norma, incluso de nuestra
condicionada imaginación.

Sucesos que ocurren a gente corriente, como yo, sin ser un héroe del cine o un astro del deporte,
ni siquiera con la posibilidad de tener un coeficiente intelectual superior a la media, pero sin
embargo, de la noche a la mañana nos convertimos en dueños de nuestra propia aventura
trascendente que nos lleva por senderos secretos e insondables.

He querido mantener mi anonimato, no busco la gloria o la fortuna sin razón; he ganado mi propio
cielo personal y lo sé.

De nada me serviría discutir con escépticos o refutadores una experiencia de vida. Confío en mis
amigos y lectores, a los que daré poder para incorporar de este relato lo que quieran, con la
esperanza que ayude a otros a satisfacer el deseo de su corazón en concordancia con los deseos
de su mente.

El Saber es el norte de muchos de nosotros y también el de “ellos”; el saber es el punto de unión,


el nexo, que une a dos intelectos en perfecta comunión.

Déjeme llevarlo en este relato hacia una realidad de otra era presente.

CAPITULO 2:

EL CONTACTO

Aquella lluviosa y fría tarde de Junio del año dos mil, estaba en mi casa-estudio de “La Horqueta”,
el aristocrático barrio de Lomas de San Isidro, peleando con aquellos disquetes provistos por mis
clientes para calcular el anticipo del Impuesto a las Ganancias, uno de esos impuestos que vinieron
por “única vez”, y se quedaron para siempre, cosa habitual en nuestra Argentina.

Yo, Carlos G., de treinta y cinco años, Contador Público Nacional, divorciado, había aprendido dos
cosas en estos diez años de ejercer la profesión: La primera era cómo hacer el trabajo mecánica y
eficientemente, y la segunda el darme cuenta de cuánto me aburría, era como contar porotos en
un partido de truco. Pero claro, había que vivir, mantener el chalet, el Audi que descansaba en el
garaje, el velero y además, terminar de pagar la cuota del divorcio...

Aquella semana particularmente había sido caótica, mi pobre notebook había comenzado la
semana con un comportamiento psicótico, para a continuación sufrir de catalepsia, bastaba que
me sentara ante ella y tocara alguna tecla para que la pantalla se pusiera en blanco.

El colmo de la situación fue que ese mismo día se descompuso la cafetera y el equipo de música.
Un contador puede vivir sin su música preferida, pero... ¿Cómo reemplazar el café?

Por supuesto, como soy un profesional extremadamente capaz, realicé lo que mi educación
superior me dictaba. Llamé a Antonio, el técnico electrónico que vive al lado del estudio.
Al rato llegó Antonio, flaco, alto, desgarbado, con su melena pelirroja a lo Pat Methenny y su
infaltable pipa sostenida en sus labios.

Después de estudiar el comportamiento y desarmar los aparatos, el dictamen fue terminante:

-Doctor (me dijo poniendo cara de Epicúreo y sosteniendo su pipa como Albert Einstein), los
artefactos funcionan perfectamente, los he probado a todos y no he tenido problemas. Me debe
$50 por la visita.

Después de comprobar que era realidad lo que me informaba (los aparatos y mi notebook
funcionaban perfectamente) y de convencerme que a lo mejor fue la lluvia, la humedad, los iones
cargados o el discurso (del odiado por todos) Ministro de Economía de la Nación, mi peludo e
ingenioso vecino se fue silbando alegremente, aunque no sin antes brindarme (gratuitamente,
obvio), un consejo.

-Doctor, Ud. está muy nervioso, necesita tomarse unas vacaciones o al menos disfrutar de un fin
de semana.

Por segunda vez tenía razón. Las obligaciones y los compromisos habían hecho de mi vida una
agenda completa sin tiempo para volver al yoga y a la meditación, disciplinas que había cultivado
por años.

¿Qué me había pasado? ¿En qué máquina me había convertido?

Hacía años que no me preguntaba: ¿Quién soy? ¿De dónde vengo? ¿Hacia dónde voy?

Las preguntas fundamentales seguían allí, dentro de mí, pero sepultadas por toneladas de
condicionamientos sociales y laborales.

Aquella noche terminaría siendo un punto de inflexión.

Medité profundamente sobre mi existencia, el por qué de mi divorcio, mis prioridades y el futuro
laboral, social y sentimental.

Ya no le di importancia al mal funcionamiento de los aparatos electrónicos y ni siquiera tomé café.

Estaba deprimido y “salvo error u omisión”, como decimos los contadores, había perdido
motivación en mi vida. Me sentía vacío.

Aquella noche, me tiré en mi sillón preferido y después de buscar infructuosamente alguna


película que me gustara en el cable, y totalmente aburrido, me fui a dormir (y para colmo solo, sin
nadie que me “rascara la espalda”, como dicen ene el campo).

-¡Carlos! ¡Carlos!

Una voz poderosa y sonora me despertó con estrépito aquella noche, encendí la luz y mire con
susto mi habitación.
Estaba solo y únicamente se escuchaba el siseo de la pequeña estufa de tiro balanceado. Me
levanté de la cama y revisé concienzudamente el resto de la casa, flor de susto me había dado ese
mal sueño (porque supuse que de eso se había tratado), de paso fui al baño porque me habían
dado unas terribles ganas de orinar.

Hacía dos años que me había divorciado de mi esposa y el recuerdo de ese sufrimiento me
aterraba, no quise volver a tener una pareja para volver a discutir y sufrir. Me había acostumbrado
a la soledad y al silencio durante las noches.

Pero: ¡Esa voz había sido tan real! Nunca me había pasado de tener alucinaciones auditivas.

A la mañana siguiente todo volvió a la normalidad, o casi todo.

Me sumergí en los Balances y en los Cuadros de Resultados, tratando que mis clientes pagaran lo
mínimo al Fisco y que por el contrario, se sintieran muy felices con su Contador.

Tomé consecuentemente una tras otra varias tazas de café. Luché con la computadora y su mal
funcionamiento, pero a pesar de ello me sentía ausente, falto de concentración, como si mi mente
estuviera ocupada, trabajando en paralelo, como si estuviera en otro lugar aparte de mi cerebro.

¿Qué me pasaba?

Y de pronto comenzaron los chillidos, mi oído derecho parecía que se partía con un zumbido
agudísimo que llenaba la oficina, o al menos eso me parecía. Ninguno de mis empleados lo notaba.

¿Cómo podía ser?

-¡Carlos, Carlos! Otra vez aquella voz. Pero ahora era de día, las once de la mañana. Era como el
gruñido de Dios. ¡Esquizofrenia, lo que me faltaba! Al mismo tiempo, otra vez esas terribles ganas
de orinar.

Nunca entendieron mis empleados el porqué de aquella mañana, en que su jefe les dio un franco
por el resto del día. Susana, Martha y Jorge, mis leales empleados, me miraron en forma extraña,
pero con paso firme y seguro, salieron alegremente a disfrutar del día libre.

Me faltan las palabras para describir el horror que sentí en ese momento. Mi mundo se
desmoronaba, perdía mi profesión, mi status, como había perdido a mi esposa y el deseo de tener
hijos. ¡Seguramente mi futuro se circunscribía a una habitación en un loquero! ¡De San Isidro al
Borda, sin escalas!

A pesar del frío, ese mediodía salí de mi oficina y en pocos instantes, sin querer, me encontré en la
entrada de la Parroquia de Santa Rita, un lugar que por lo general es muy concurrido en ese
horario, extrañamente no había nadie y pude sentarme en un banco cerca del atrio, tal vez
buscando inconscientemente ayuda en un lugar donde presumimos se encuentra lo sagrado.

Nuevamente esa voz: ¡Carlos, Carlos!


Sólo atine a responder ¿Quién es, qué quiere de mí?

-No te asustes, no estás loco, hemos estado ajustando la señal psiónica para poder comunicarnos
contigo. No nos rechaces. Eres parte de un plan. Los siete debemos reunirnos en el templo en la
fecha del solsticio. ¡Es importante!

Salí de la parroquia y corrí y corrí, hacia donde la gente se agolpaba para tomar los colectivos, no
quería estar solo. ¡Además necesitaba un baño!

Desesperado entré en un cafetín oscuro y sudoroso de la Avenida Márquez y pedí una ginebra,
que el mozo, luciendo una barba de varios días y un uniforme que clamaba que lo lavaran, trajo sin
embargo prontamente, sin duda acostumbrado a tratar con desdichados faltos de razón.

Mareado, con náuseas y dando tumbos regresé esa tarde a mi casa, sabiendo que nada volvería a
ser igual.

Aquella mañana siguiente desperté cerca del mediodía con una resaca digna del Libro Guiness.

El café puro, negro, espeso como el barro, de poco sirvió y me demostró que lo que se aprende
con las películas de Hollywood es por lo general falso. De hecho acrecentó mi acidez y las náuseas.

Pero lo importante había sido logrado: Nada de voces extrañas en mi cabeza, salvo el dolor
inconmensurable producido por la ginebra...

Desde que me levanté sentí una extraña sensación en la espalda, en mi columna vertebral. No era
dolor, tal vez podría decir que era una molestia, pero sin embargo no podía definir la sensación;
era un hormigueo que corría desde debajo de la cintura hasta la coronilla, como un fluir sin
interrupción, con una descarga de energía al llegar a mi cabeza para volver a comenzar una y otra
vez.

Me sentía horrible, a pesar de ello trataba de recordar las palabras que habían resonado dentro de
mi cráneo: “Señal psiónica”, “Los siete debemos reunirnos en el templo al momento del solsticio”.
¿Tenía sentido algo de ello? ¿Por qué las había imaginado si de eso se trataba?

Las pulsaciones eléctricas en mi espalda se estaban acrecentando produciendo como una


sensación orgásmica, comencé a añorar el sexo y a arrepentirme de mis dos años de soledad.

Tomé la determinación de llamar a Norberto, mi buen amigo médico, al que había conocido hacía
quince años en las clases de yoga, y rápidamente concerté una cita para esa misma tarde.

Al llegar al consultorio y verme, el bueno de Norberto exclamó: ¡Pareces Boris Karloff, maquillado
para una película de terror, era hora que vinieras!

Norberto, además de ser un buen amigo, era lo más parecido a un médico brujo. No es que le
faltaran títulos universitarios y otros honores, pero siempre me pareció que poseía una
sensibilidad especial para tratar a sus pacientes y trataba a éstos desde un conocimiento holístico,
como un todo en relación con el universo, no dudaba en usar métodos no convencionales para
tratar las dolencias.

Sus conocimientos en herboristería, homeopatía y medicina chamánica resultaban de invalorable


ayuda. Además sabía escuchar e interpretar lo que su paciente explicaba, no solamente en
palabras sino a través de sus gestos y expresiones.

Es una persona baja y delgada, con una incipiente calvicie, de esas que empiezan a los cuarenta y
pico, y a veces se me antojaba asociar su figura con un pájaro, porque se movía de manera muy
similar a un ave, con movimientos rápidos y saltando de aquí para allá.

Me sinceré con él y conté con lujos de detalles toda mi extraña experiencia. Después de hacerme
una revisión en el iris y pedirme algunos análisis, me interrogó con su cadencia suave pero firme
mientras tomábamos un té de jazmín.

-Carlos, debo hacerte unas preguntas: ¿Usas algún tipo de droga, algún ácido?

-No tomo drogas, ni siquiera fumo o bebo, salvo lo de anoche; nunca tuve problemas de ese tipo.

Norberto jugueteaba con su lápiz anotando esporádicamente unos datos sobre mi ficha personal
(odiaba las computadoras y todo lo electrónico), entonces preguntó:

-¿Has notado que orines mucho, quiero decir, más que de costumbre?

Aquella pregunta me tomó por sorpresa ya que no lo había asociado con mi problema, pero no
tuve más opción que asentir y a modo de explicación le dije: - En la última semana me levanté
varias veces a la noche para orinar, y sobre todo, después de escuchar esa voz extraña.

Norberto siguió garabateando jeroglíficos sobre mi ficha durante un tiempo prolongado, al fin me
miró profundamente y me dijo:

-Durante estos últimos años, en especial desde tu divorcio con Cristina, te has estado avocando
excesivamente al trabajo, siempre que te encuentro estás con las carpetas de tal o cual impuesto,
o yendo apresurado a dar tus clases en la facultad. Te encuentro en un estado de estrés
psicofísico; no creo que tengas problemas neurológicos o que estés mentalmente desquiciado. Te
convendría tomar vacaciones y volver a practicar nuevamente las azanas de yoga que aprendimos
en el ashram.

Norberto se levantó de su escritorio, me ofreció otra taza de té y terminó su concepto:

-Tal vez no me creas, pero pienso que tus experiencias tienen que ver con algo que va mas allá de
lo cotidiano. Tiene algunos elementos que me hacen considerar esto que te digo. El chillido en el
oído derecho, la voz profunda y sonora, la excesiva descarga de orina, esa sensación en la espina
dorsal...quiero que veas a unos amigos míos versados en ocultismo y esoterismo, es buena gente y
son muy reservados.

-¡Ocultismo! ¿Adónde me envías?- Dije sorprendido.


-No temas, se llaman Eduardo y Liliana, tienen una oficina en Villa Devoto, llámalos de parte mía y
ve a verlos esta misma semana. Personalmente les voy a adelantar tu caso. -

Salí confundido, con mi mente ocupada en otros pensamientos que me eran extraños, sentía que
podía percibir los sentimientos y los pensamientos de las personas que pasaban a mi lado: amor,
odio, preocupación, atracción sexual, podía sentir (o imaginar creía yo) aquellas sensaciones como
si fueran mías propias. Era todo extrañísimo. Mi espalda vibraba como una cuerda, era molesto y
agradable a la vez. Mi estómago, sin embargo, se contraía en un nudo nervioso de incertidumbre y
desasosiego.

Realicé aquella llamada para concertar la cita y a los pocos días, después de un pequeño trayecto a
través del Acceso Norte y la Avenida General Paz, arribé al simpático barrio de Villa Devoto,
estacioné el auto junto a las amplias veredas llenas de árboles, tan típico de ese barrio y juntando
valor, lamé al timbre colocado junto a la puerta metálica de un antiguo edificio de oficinas.
Después de subir una larguísima escalera, ingresé en una pequeña oficina que no difería mucho de
la mía. Algunas computadoras, pantallas, equipos electrónicos y muchísimos libros en los
anaqueles. Sinceramente me esperaba algo diferente de una pareja ocultista.

-Buenas tardes, soy Eduardo y ella es mi esposa Liliana, Norberto nos hablo de ti, tal vez podamos
ayudarte.

Me sentí bien, comprendido y protegido.

Con un lenguaje simple y ameno me hicieron entender que tal vez estaba inmerso en una
experiencia espiritual, aunque mi grado de estrés y angustia me impedía avanzar hacia una
experiencia plena y clarificadora.

-Tenemos técnicas para ayudarte a que te relajes- me explicaba Liliana – tenemos que
armonizarte, hacer que tus centros sensitivos y energéticos se alineen, lograr que aflore tu
subconsciente. Debemos abrir el canal psiónico para que la comunicación sea fluida y logres una
buena recepción.

-¡Canal psiónico! De eso me hablaron – asentí presuroso -.

-Es una especie de fluido electromagnético –acotó Eduardo- que sirve de base a una comunicación
que suele confundirse con la telepatía, por lo general produce interferencia eléctrica con los
aparatos electrodomésticos, éstos suelen descomponerse y arreglarse solos poco tiempo después.

-¡Eso es lo que me pasó! Mi computadora, la cafetera, el equipo de CD, todos se descompusieron


en un momento y volvieron a funcionar al otro. Pero díganme, ¿quién está detrás de esa voz?
¿Qué significan los siete en el templo?

-Tienes que tener paciencia, valor y determinación, eres el único que puede contestar esas
preguntas. Debemos abrir tus canales receptivos. Debes comprometerte con el deseo de tu
corazón. ¿Hasta dónde quieres llegar?

No dudé ni por un momento, quería llegar al fondo de todo.


No importaba el costo, sentía un nuevo impulso que le daba sentido a mi existencia, o al menos
una enorme sensación de curiosidad.

Había algo más en nuestro mundo además de los balances, el banco y los clientes. Emprendía una
aventura. ¿Qué consecuencias afrontaría? Volvía a ser un joven lleno de preguntas e inquietudes.

Tomamos decisiones todos los días, salvo que ésta cambiaría mis conceptos sobre la vida, mis
creencias (o falta de ellas) y mi pequeño papel a favor de nuestra humanidad.

Comenzaba en aquellos momentos una aventura introspectiva con ribetes metafísicos que me
llevarían por un camino sinuoso y provisto de numerosas pruebas que me permitirían descubrir
(como dicen mis amigos Eduardo y Liliana) esa “otra realidad” que convive con nosotros y no es
asequible por el conocimiento científico-racional.

CAPITULO 3:

INTROSPECCIÓN

Ese mismo día decidimos realizar las técnicas necesarias para lograr entablar una comunicación
con “la voz”.

Debo decir que tenemos una idea equivocada de los cultores del “ocultismo”, lejos de trabajar con
“sapos y culebras”, tenebrosos rituales y extrañas pócimas, me encontré con un confortable diván,
una música lenta y cadenciosa y una iluminación sobre la base de tonalidades azules.

La dulce y tranquila voz de Liliana comenzó, en forma monótona y precisa, a impartir órdenes para
que comenzara a relajarme.

A cada frase pronunciada me sentía más pesado y confortable, relajé paso a paso cada músculo de
mi cuerpo, desde mi cabeza hasta las extremidades inferiores.

Imaginaba una pequeña esfera luminosa, tibia e hipnótica, que penetraba por mi coronilla e iba
tocando cada centro energético de mi cuerpo.

Comencé a caer en un sopor, un sueño profundo que me invitaba a dejarme llevar, a ser un
pasajero privilegiado en este viaje interior.

Poco a poco perdí la conciencia de mis miembros, era como una mente pura, sin cuerpo, flotando
en el espacio, más allá del tiempo.

Mi vida pasó ante mi mente resaltando los hechos significativos: el rostro de mi esposa, la “facu”,
mi primer amor, mis viejos...ahora era un niño, más adelante un bebé lloroso, mas allá un ser
inmaterial flotando alrededor de un feto a punto de nacer.
Liliana no dejaba de ordenarme sutilmente la dirección de mi experiencia.

Pronto me sentí caer como en un pozo sin fondo. No sentí miedo alguno. Era una sensación
gratificante.

Me sentía como una mente pura en comunión con el Universo, como una gota de agua de mar
flotando en el océano.

Poco a poco llegó el chillido que antes me había espantado, ahora lo sentía como la nota musical
con la que comienza el concierto, la “voz” nuevamente me habló y esta vez llenó mi ser con una
sensación de iluminación y gozo.

-“Soy Itzal, mi nombre significa en el antiguo idioma de los dioses, el Senzar, “el custodio de la
tradición”. No es importante en estos momentos que conozcas los pormenores de mi misión, ni
“quién” o “qué” soy. Tu estado de receptividad es óptimo en estos momentos, pero ha sido
dificultoso comunicarnos contigo anteriormente. Hemos estado trabajando sobre la composición
de tu densidad molecular haciéndote menos denso, estamos activando tu sistema glandular
especialmente potenciando tu vórtice energético de base. Todo esto tiene gran importancia para
una misión que debes realizar. Has sido seleccionado, al igual que otras 5 personas en esta región,
de acuerdo a los valores superlativos de ciertos elementos en tu sangre. La naturaleza de la misión
nos inhibe de ayudarte en demasía, debes superar los escollos por ti mismo; sin embargo no
estarás solo, encontrarás primero a una persona, el Hermano Javier, que te ayudará a prepararte.
Debes estar listo para enfrentar tu destino (y el de la humanidad) en el atardecer del solsticio de
invierno en el Templo de Kuam-Shu”.

Poco a poco fui saliendo de la relajación, nuevamente la pequeña esfera luminosa y tibia fue
pasando por todos los órganos de mi cuerpo, iluminándolos y otorgándoles energía.

Finalmente la esferita salió de mi interior a través de mi coronilla.

Comencé a sentir mi cuerpo. ¡Qué pesado que es! Los brazos y piernas estaban rígidos y
molestaban. Tiritaba de frío.

La voz de Liliana seguía dando indicaciones de manera suave pero firme. Abrí los ojos recordando
absolutamente todo.

Siempre fui un orador locuaz, me había acostumbrado a ello dando clases en la facultad, sin
embargo estaba tan asombrado en estos momentos que no sabía por donde empezar.

Me sirvieron, para recuperar la lucidez, té de jazmín. ¿Todos beben lo mismo?

Liliana y Eduardo comprendieron perfectamente lo que yo expresaba, para ellos este tema era tan
normal como hablar de un clásico de fútbol.

Me explicaron que Kuam-Shu es un nombre que se pierde en el origen de los tiempos, fue según
las doctrinas esotéricas, una figura que llegó del norte y enseñó el arte de la agricultura, de la
medicina y la astronomía. Dictó las leyes fundamentales que permitieron el auge de una antigua
civilización hace 12.000 años en el norte de India; es similar al Hermes griego y a Viracocha y
Quetzcatcoatl en América.

Me informaron que aún en nuestros días las leyendas y mitos hablan de antiguas cofradías y
sociedades secretas que son custodios de aquellas enseñanzas antiquísimas, la llamada “Tradición
Primordial”, las Escuelas de Misterios siguen actuando hoy en día con un puñado de adeptos e
iniciados en los lugares más recónditos del mundo.

-El solsticio de invierno es el día 24 de Junio. Este es el último del milenio. Faltan 15 días, es mejor
que te prepares para partir.- Fue el consejo de ambos.

-¿Partir? (respondí yo). ¿Hacia dónde? Además ¿Quién es el Hermano Javier y dónde lo
encuentro?

Salí de la oficina entusiasmado, aunque ansioso por el porvenir.

Debo decir que cinco minutos después ya estaba un poquito preocupado y una hora mas tarde me
comía los codos...no podía dejar de pensar en ese Hermano Javier. ¿Sería un sacerdote? ¿Cómo
podría ayudarme?

Fue un fin de semana torturante, aburrido, frío y lluvioso.

Entre el tiempo y los nervios había desarrollado un aspecto de hongo rancio.

La voz de Itzal estaba ausente a pesar de mis deseos, mi espalda seguía ronroneando y ni noticias
de mi ayudante. Pasé de la euforia a la depresión.

Me cuestioné si todo había sido un proceso alucinatorio. Seguramente mi amigo médico y la


pareja ocultista estaban locos; como dicen los pibes: “se les aflojó un tornillo”. “Únicamente existe
lo que vemos, lo demás es mentira”, con este pensamiento trataba de convencerme a mí mismo.

Todo había sido una cuestión de estrés y listo. Cuando en el cielo saliera el solcito me tomaría el
día y todo arreglado...

Cinco días habían pasado desde la sesión hipnótica, mi vida había transcurrido sin sobresaltos y
recordaba los sucesos de la semana pasada como ocurridos en un sueño.

Tres clientes habían pagado mis honorarios, por lo que exultaba bondad hacia mis congéneres. ¡La
vida es bella! ¡Pum para arriba!

Era hora de sacar a pasear a mi fiel amigo Sultán, un pequeño buldog, blanco con manchas negras
y con cara de boxeador británico, para que olfateara e hiciera otras cosas en su árbol preferido de
la plaza de la Catedral de San Isidro; de hecho, el paseo en automóvil y “regar” el árbol eran sus
pasatiempos favoritos.
Llegamos en un santiamén a la hermosa plaza, a la sombra de la gloriosa catedral y Sultán bajó del
auto como un bombero frente a un incendio. Era su momento de exaltación juguetona y así me lo
hizo saber moviendo el rabo y dando un par de ladridos.

-Se va a secar el árbol un día de éstos- Fue el comentario de una persona de unos 40 años, bajo.
“gordito”, con apariencia de artesano, vestido con una “bombacha” bien campera, alpargatas y un
saco tipo safari color caqui, rematado con una bufanda multicolor y una gorra escocesa, a pesar de
lo llamativo de su atuendo, era de aspecto similar a las decenas de puesteros que se instalan en la
feria de la plaza, los fines de semana.

-San Isidro fue fundado hace casi trescientos años, supongo que este árbol debe haber resistido a
una buena cantidad de perros –fue mi lacónica respuesta.

-Seguro que sí, pero es difícil que el árbol se queje, tal vez sea su karma. ¿No te parece, Carlos?-
contestó con una sonrisa.

¡Pum, knock out! Un derechazo de Tyson hubiese sido más suave.

-¿Lo puedo ayudar en algo?, parece que me conoce. – Me atreví a preguntar temiendo la
respuesta.

- Creo que soy yo el que puede ayudarte, es imperioso que lo haga si quieres enfrentar tu misión.
Soy Javier, me han enviado contigo.

-Pero, no eres sacerdote. Ni siquiera traes una sotana.-agregué estúpidamente mientras el brioso
Sultán le hacía fiestas.

-Vamos, debemos apurarnos si queremos llegar mañana temprano a Tandil. Allí comenzará tu
instrucción, no poseemos tiempo de más. No me pidas respuestas, no es mi función. Otros están
en el mismo camino que tú. Nadie debe fallar.-

La sociedad nos hace desconfiados, pero la personalidad y la mirada de Javier me inspiraban


confianza; irradiaba sabiduría y sencillez. Hubiera podido pasar por ayudante de algo si no se
hablara con él. Después era intimidatorio, mi alma quedaba al descubierto. Además la voz de Itzal
me lo había presagiado, no podía dudar de algo así.

Aquella noche, después de instruir a mi secretaria Susana en el manejo del estudio y convencerla
que cuidara del amoroso paquete con patas, llamado Sultán, partíamos raudamente para Tandil.

CAPITULO 4:

EN CAMINO
El viaje transcurrió en medio de un silencio sepulcral, mis lances iniciales para poder sacarle
información a Javier resultaron infructuosos; yo manejaba mi automóvil de manera
desacostumbrada, lento y falto de concentración.

En realidad creo que no quería que terminara el viaje ya que me enfrentaría con algo desconocido
e intrigante.

Javier, mientras tanto, había sintonizado la radio en una estación que pasaba música de la década
del 60, creí reconocer temas de Bee Gees y los Beatles; ahora mismo, él estaba disfrutando de un
tema en especial. Con la intención de hablar de algo y romper el muro de silencio impuesto, acoté
fingiendo un aire casual:

-¿Quiénes son, los Creedence?

-En realidad, los Monkees – me dijo mirando hacia la oscuridad del paisaje.

-No me parece una música muy espiritual.

-Nuestra mente dificultosamente imagine lo que es un espíritu, por lo tanto es difícil que
encontremos una música que los represente.

Contestó con una sonrisa. Fue el fin de la charla por otra media hora.

Seguíamos avanzando hacia el sur por aquella ruta, los faros del automóvil rompían la oscuridad
que nos rodeaba. Una noche increíble, con cielo estrellado y la Luna en cuarto creciente.

Comenzaba a sentir hambre, había sido un día largo y hacía horas que no comía, y aunque
estuviera en la puerta del paraíso o del infierno, mi estómago seguiría rezongando y reclamando
mi atención.

-Yo también tengo hambre – dijo Javier como al pasar.

-¿Es que acaso puedes leer los pensamientos?

-Con un poco de entrenamiento, también tú podrás hacerlo, sin embargo te diré que tu estómago
hace tanto ruido que no es difícil imaginar lo que te pasa. Paremos en esa estación de servicio y
comamos algo. En los próximos días no podremos darnos ya estos pequeños lujos. ¡Además
podríamos tomar una copa de un buen Cabernet Sauvignon!

-No te entiendo, se supone que estás aquí para ayudarme, asistirme o entrenarme o alguna otra
cosa, pero el hecho que escuches a los Monkees o ingieras alcohol me hace dudar de todo esto.

Por un momento Javier contempló el firmamento, respiró ese aire frío proveniente del sur y
haciéndome una seña me señaló una mesa un tanto destartalada; nos sentamos en silencio.
-La pureza o el camino hacia otros planos de evolución en el humano, no viene dado porque
tomemos una posición extrema en nuestra vida – Javier conversaba conmigo con una actitud
despreocupada, casi ausente, mientras saboreaba una copa de un tinto abocado – No seremos
mejores si nos convertimos en anacoretas, mutilando nuestro cuerpo o transitando nuestra
existencia dentro de los márgenes de la miseria, tampoco por vestir sotana seremos más santos.
De la misma manera el pensamiento actual del occidental hacia una sociedad consumista y de
valores superficiales nos lleva hacia un círculo vicioso de nunca colmar nuestras expectativas;
cuando compramos el mejor automóvil queremos el barco, después el avión, y una vez conseguido
esto siempre nos fijamos el objetivo de algo que esté mas allá. Nunca estamos satisfechos,
pasamos nuestra vida anhelando cosas materiales sin las cuales sentimos angustias y pesares.
Debemos rescatar las palabras de Buda: “El equilibrio está en el justo medio”. Una copa de vino
significa una pequeña gratificación para nuestro cuerpo al que debemos cuidar como un templo.
Un tema musical (aunque no pertenezca a la llamada música culta) puede hacer aflorar nuestros
sentimientos más nobles. El conocimiento es una fuente de agua pura que siempre nos satisfará y
nos rescatará de la ignorancia. Jesús dijo sabiamente: “La verdad os hará libres”. El conocimiento
nos enaltece.

-¿Por qué he sido seleccionado? Necesito saber. –Mi pedido era casi angustioso.

-Debemos llegar a mi cabaña de la Sierra de las Ánimas. Mañana comenzaremos tu preparación.


Deberás realizar en su momento una ceremonia que se ejecuta desde el principio de los tiempos.
A su debido momento sabrás él por qué. Solo puedo decirte que tu origen no es lo que supones.
Perteneces a una noble raza que aún subsiste en las sombras. La potencialidad dentro de ti es
inmensa pero debes aprender a canalizarla. Tu vida ya no volverá a ser la misma. El verdadero
conocimiento te espera. Acabas de cumplir treinta y cinco años en Diciembre. ¿No es así?

Asentí con un movimiento de cabeza mientras pensaba en las cosas que Javier me decía.

-Deberás acostumbrarte a que tu vida, salvo algún accidente, será larga y productiva. A diferencia
de ti, cumplo mis años en Agosto, nací el día 12 de Agosto de 1879. Hace ya muchísimos años.

Debo haber puesto cara de estúpido, aunque mi asombro no tenía límites. Las cosas se tornaban
demasiado complicadas y prometían evolucionar peor, hacia la total irracionalidad que tanto nos
disgusta a los profesionales universitarios. Pasaba de ser un “cuenta porotos contable” a
convertirme en un participante de “Alicia en el País de las Maravillas”.

-Terminemos la cena y partamos. - ¿Podía decir algo? Que sea lo que Dios quiera.

Transitábamos un serpenteante camino de tierra entre las Sierras del Macizo de Tandil.

Nos detuvimos dos veces para abrir tranqueras que nos franqueaban el camino.

Al fin arribamos a una pequeña cañada donde tuvimos que dejar el automóvil.

Caminamos alrededor de seis horas trepando las empinadas sierras a la luz de las estrellas, que
finalmente dejaron el camino abierto al brillante sol del amanecer.
El frío era intenso y cortaba el aliento. Al fin llegamos a la cabaña de troncos enclavada en la
ladera de un cerro con forma de cabeza humana.

A mí me pareció que entraba al mejor hotel de Montecarlo. A pesar del cansancio me sentía
estupendamente y con ganas de conversar.

¡Tenía tanto que preguntar!

Ante la negativa de Javier, nos fuimos a dormir y a esperar que el día llenara las páginas de
nuestro libro de vida.

CAPITULO 5:

PRIMER OBJETIVO

Aquel mediodía, habiendo dormitado apenas algunas horas, salimos de la cabaña pertrechados
con equipo de supervivencia.

Nuestro objetivo era pernoctar desde esa tarde en la cima de una sierra a tres horas de camino.

El ascenso fue fácil, sin contratiempos.

Llegamos a una pequeña “pampita” a cien metros de la cumbre. Ahí armamos nuestro
campamento.

Comenzaba mi entrenamiento bajo un Sol deslumbrante y con ese aire limpio que únicamente
encontramos en la montaña, lejos de las ciudades.

Una sensación de euforia me invadió, mi coronilla y la base de mi espalda vibraban como un


diapasón, me sentía relajado y lleno de vida.

¡Que simple era ser feliz! Aquí arriba me sentía más allá de las preocupaciones mundanas. ¡Al
diablo con los clientes y los bancos!

Cuando niño sentía que no pertenecía a este mundo, no es que me considerara marciano o algo
así, pero había un vacío que ninguna religión lograba llenar, sin embargo tenía anhelos espirituales
y percibía como una conexión con alguien en un nivel superior, algo así como mi ángel de la
guarda o “guía” que nunca había podido ver y tampoco escuchar.

No lo recordé hasta ese momento cuando contemplaba el horizonte. Tal vez Itzal siempre había
estado conmigo, esperando... ¿qué?

Era hora de revelaciones.


-Al cumplir los 35 años, nosotros, hombres y mujeres descendientes de los pobladores de las siete
ciudades, sufrimos un cambio psicofísico. – Javier hablaba como siempre, de manera lenta y
cadenciosa – Nuestros padres poseían una rica y evolucionada civilización que se había
desarrollado a través de milenios. Nuestros sabios cultivaron las capacidades innatas de muchos
de nuestros ancestros y las incentivaron a través de selección artificial hasta un grado sumo.
Pudieron con el tiempo modificar los filamentos del ADN para que determinadas características
físicas y mentales se mantuvieran inalterables en su descendencia. No desarrollaron una
tecnología que envenenara su medio ambiente, hoy serían propuestos como los primeros en tener
una actitud ecológica. Las máquinas contaminantes y los desechos tóxicos producto de una
actividad industrial eran nulos por el simple hecho que no eran parte del desarrollo tecnológico.
Sus adelantos eran consecuencia de lo que hoy podríamos llamar “tecnología mental aplicada”.
Eso les permitió escudriñar de la misma manera el Universo y el interior del hombre, su cuerpo y
su psiquis. La mente humana era su herramienta. La mente y sus capacidades infinitas como única
energía libre en el Cosmos.

Dentro de ti, tu glándula pineal ha crecido casi un ochenta por ciento más que en el común de la
población, de la misma manera tu retina tiene una conformación algo diferente en sus células
perceptoras, no solamente ves con ella, también captas los campos energéticos sutiles alrededor
de nosotros, llamados aura. Aunque la ciencia oficial todavía no lo descubra, eventualmente se
llegará a la conclusión que en la retina y en la glándula pineal está la respuesta a los fenómenos
paranormales de la telepatía y la clarividencia. Esto es innato en ti, el hecho de que se haya
avanzado tan poco en la comprensión de estos fenómenos se debe a que hay muy pocos seres
humanos que cumplan los requerimientos mínimos. Tú eres un “sangre real”, ni mejor ni peor que
los demás, tampoco eres un príncipe, solamente que tu línea de ADN no ha sufrido mutaciones
que te hayan perjudicado en tu capacidad, de hecho nuestro ADN tiene la característica de volver
a su conformación original cada cien generaciones en tu línea de sangre, ese es tu caso. Por eso
has sido elegido, no hay mas de 100 personas en el mundo exterior que cumplan las condiciones
para la ceremonia. Tú eres una de ellas.-

-¿Cómo se llama esa civilización, dónde está? Pregunté ya sin asombrarme de nada.

-Pronto la verás, no tiene ningún nombre establecido en conjunto, son siete ciudades que se
ubican en todos los continentes, en puntos de máxima concentración energética, telúrica y
cósmica, los chakras del planeta. Derivan en su conjunto de una comunidad primigenia llamada
Thule “la tierra donde el Sol jamás cae”, desaparecida en el período en que la Tierra se cubrió de
glaciares. A lo largo de milenios, esta civilización que algunos denominan Hiperbórea, se desarrolló
en diferentes puntos del planeta: India, América Central y del Sur, Egipto, Afganistán, Indonesia y
Grecia. La superioridad mental e intelectual siempre fue un escollo para la convivencia pacífica con
los pueblos vecinos, el miedo y la ignorancia de éstos llevó a un conflicto casi permanente. A pesar
de ser pacíficos, nuestros ancestros debieron enfrentar continuas guerras, incluso con facciones
disidentes de nuestra propia civilización. Las crónicas de los Vedas, antiguo libro sagrado de India,
están basadas en estas luchas intestinas. Esta guerra casi acaba por completo con nuestra gente.
Grandes zonas del planeta hervían literalmente en sangre. La barbarie se apoderó de todo. La
oscuridad había llegado a nuestro mundo.

En aquellos momentos remotos existía un rey mitológico, llamado AM- AUM, éste llegó al jardín
que en aquella época era la tierra del Nilo, fundó las bases de una nueva civilización y construyó
los primeros monumentos que hoy conocemos como la Esfinge y las estructuras piramidales,
recordando las antiguas construcciones de Thule. De ese grupo nació Toth, que se convirtió en el
gran científico y estadista, conocido como Hermes en Grecia y como Mercurio en Roma; Hermes
Trismegisto, “el tres veces grande”, rescató del olvido parte de aquella sabiduría convirtiendo a
Egipto en una civilización sin par durante cinco mil años. Nuestro pueblo comprendió la necesidad
de preservar nuestro pensamiento y tecnología en grandes bibliotecas que fueran inexpugnables
en caso de conflagración o acción de agentes geológicos o de otro tipo. Comenzaron a construir
depósitos de conocimientos en grandes grutas subterráneas especialmente acondicionadas; se
construyeron túneles horadando la roca sólida para comunicar las distintas galerías. Poco a poco
nuestra civilización buscó refugio en esas cavernas ante sus enemigos y los cataclismos globales.
Los hiperbóreos se convirtieron en ciudadanos del interior del planeta, su capital mundial se
ubicaba en las profundidades del Tíbet, cerca de lo que hoy es la cadena de Kuam-Lum y del
Desierto del Gobi; Agharti es su nombre, “la Ciudad de Cristal”, el hogar de los rishis y del Rey del
Mundo. Tú eres descendiente directo de esa estirpe-

Seguía el relato de Javier con avidez y en estado casi hipnótico, no sé como, pero a medida que
avanzaba la historia, mi mente asentía como si todo este conocimiento ya se me hubiera dado de
alguna forma. No era extraño este conocimiento, yo lo sabía aunque pareciera haber estado
dormido muy dentro de mí. ¿Porqué, cómo?

Medité por un momento mis palabras, era todo tan mágico que temía preguntar algo indebido. Sin
embargo quería saber, ahora el deseo indeclinable de mi corazón podía realizarse.

-Quiero cumplir mi misión, reunirme con mi verdadero pueblo, saber sobre mis ancestros. Todo en
mí me señala este camino aunque apenas sea creíble. ¡Entréname, por favor!

-Esta noche realizaremos la ceremonia para despertar tu supraconsciencia, el despertar de la


energía Kundalini. Tus sentidos nunca serán lo mismo, tu mente se abrirá a nuevas percepciones
que están más allá de tus sentidos habituales. Estarás libre de la materia, allende el espacio y el
tiempo. Recibirás tu memoria de raza.-

-Preparemos la ceremonia entonces, estoy dispuesto.

Pocos minutos después dejamos la “pampita” y nos dirigimos un poco hacia el oeste, no más de
200 metros; Javier me mostró una cueva que ahí existía. Tendría 10 metros de profundidad y unos
3 metros de altura; dentro de ella había algunos elementos y una olla vieja y gastada.

Javier enseguida encendió un fuego con leña que había en el interior de la cueva.

Extrajo con sumo cuidado una bolsa de dentro de su mochila, parecían hongos secos.

Puso agua dentro de la olla, le añadió unas yerbas y los hongos. Comenzó a revolver y a cantar un
motivo que no podría definir si era originario de América o de India, era una melodía agradable y
en cierto sentido melancólico.

Durante dos horas siguió con su labor, la mezcla había tomado una coloración rojiza, hervía
produciendo algunos globitos dentro de la espesura, su olor era horrible y llenaba el ambiente.
Mientras tanto él me pidió que realizara algunas azanas y ejercicios de respiración pránica (que
sabía de mis años en el ashram) y que mantuviera el ayuno. Debía llegar a esta experiencia en el
estado de máxima depuración posible.

Javier se acercó lenta y pausadamente, como era su costumbre, tratando de no incomodar mi


meditación.

-Como te había dicho, esta experiencia que realizaremos tiene por objetivo despertar tu mente
supraconsciente, o sea aquel plano mental que está mas allá de lo ordinario, de lo cotidiano. En
otra persona esto se consigue con años de trabajo y sacrificio, de hecho muchos hombres que no
han pertenecido a nuestra raza lo han logrado en grado sumo. En tu caso es distinto porque estás
acondicionado por nacimiento, tus genes son los responsables, aunque tu carrera universitaria y tu
estilo de vida en los últimos años pueden trabarte en estos momentos. No debes racionalizar lo
que vivirás, no te cuestiones o quieras explicarlo de manera lógica. Lograrás este estado a través
de un hongo llamado comúnmente Peyote, muy utilizado en esta parte del continente por los
maestros chamanes, el Peyote tiene un potente alcaloide, la Amanita Muscaria, que ingresa en tu
sistema nervioso de manera agresiva, no te asustes, puedes tener descomposturas y náuseas al
principio, al igual que alucinaciones, es normal. La energía Kundalini se manifiesta con una serie de
molestias en tu espina dorsal, algo así como una sensación de electricidad, esto te ha estado
pasando desde hace algunos días, tu chakra o vórtice energético denominado Mulhadara ha
comenzado a activarse paulatinamente. Las condiciones están dadas. ¡Comencemos!.-

CAPITULO 6:

MEMORIA DE RAZA

Sabía de la Amanita Muscaria, el Peyote, la Ayahuasca, la llamada soga del muerto.

Había asistido a una conferencia de un antropólogo mejicano especializado en chamanismo,


recordaba la referencia a Castaneda, a Leary y a muchos otros que habían experimentado con
estas sustancias naturales.

A diferencia del LSD estas prácticas no eran adictivas, siempre y cuando se acotaran a ceremonias
específicas. Poseían un compuesto activo llamado DMT que según había informado el
antropólogo, existía en nuestro cerebro de manera natural.

A pesar de que nunca me había interesado contactarme con el mundo de la drogas alucinógenas
(sabía perfectamente que es un camino rápido a la denigración y la muerte), no podía dejar de
preguntarme sobre estos alcaloides naturales que se utilizaban desde hacía milenios.

En un viaje de vacaciones a Brasil, con mi esposa, veía como algunos jóvenes recogían unos
hongos que crecían en la bosta animal, el famoso “Cucumelo”, y así nomás lo ingerían.

En ese momento quería experimentar algo nuevo, me tentó la idea, al fin y al cabo estaba de
vacaciones y sin compromisos, ¿Sería la llave hacia algo diferente?
Estaba tan deprimido y ausente en esos momentos, que me deje tentar con la idea de evadirme a
través del alucinógeno.

El solo comentárselo a mi esposa, se convirtió en la gota que derramó el vaso de la discordia,


ahondando los conflictos por los que pasaba la pareja.

Ingerir algo que crecía en la materia fecal de los animales, con el objeto de alucinar y evadirme de
la realidad que me rodeaba, era algo que definitivamente superaba la comprensión de ella.

Un mes antes habíamos pensado que unas buenas vacaciones resolverían todo. Yo, poco a poco,
había abandonado el yoga, mis lecturas filosóficas, el teatro...sentía que caía en el mundo de lo
material, lo superficial; pero esto agradaba a Cristina.

Las fiestas, el Audi en el garaje, la casa en La Horqueta, el barco, todo se convertía al fin en ganar
mucho dinero, acumular status, codearse incluso con el poder...sin embargo lo único que
logramos fue aparentar, incluso sin éxito; estábamos a años luz el uno del otro.

Tuvimos una crisis profunda; finalmente nos separamos en malos términos.

A pesar de eso nada cambió en mi vida, estaba acostumbrado a una forma de vida que me
resultaba imposible dejar, todo se remitía al trabajo, mirar la TV, pasear al perro y dejarme ver en
la náutica los domingos.

¡Cómo cambia la vida en un segundo! Los hechos que me trajeron a esta maravillosa sierra me
devolvieron la curiosidad, el deseo, la motivación, el sentido de pertenencia.

Ahora me encontraba en la antesala de beber la “Ambrosia”, “el Soma”, el “Elíxir de los Dioses”, la
curiosidad me superaba. Nunca pude prever la experiencia que me habría de deparar el
“honguito”.

Al caer los últimos rayos del Sol sobre el horizonte, en medio de una tonalidad rojiza hacia el
oeste, nos introdujimos en la gruta.

El Peyote estaba elaborado, burbujeando estrepitosamente, Javier seguía canturreando y


realizando extraños símbolos en el piso del lugar.

-Ven y siéntate aquí, al lado del fuego, comenzaremos la ingesta.-

Javier tomó un cucharón de madera que había utilizado para revolver la mezcla y a continuación
tomó un sorbo de la pócima; aprobándolo me pasó el cucharón y me indicó que lo tragara a pesar
de su gusto.

Efectivamente el gusto era desagradable, amargo, y quemaba el paladar y la garganta.

Mi primera reacción fue una arcada.


En la siguiente hora realizamos otras dos “tomas” y comencé a sentirme realmente mal.

Tenía diarrea y me dolía terriblemente la cabeza, sentía mareos y la vista nublada; comencé a
pensar que la Amanita no me haría efecto.

Abrí los ojos y miré a Javier. ¡Estaba haciéndose transparente! Lo mismo ocurría con la pared de la
gruta, veía todo traslúcido y con chisporroteos en forma de espirales.

De pronto un ruido me sobresaltó, era como estar en medio de una turbina de avión; al mismo
tiempo tenía la sensación de caer “hacia adentro”, en un pozo profundo que existía dentro de mí.

La caída era eterna, sentía que me convertía en algo muy pequeño...un átomo en medio de una
negrura total.

Después el silencio y un ruido saliendo de mi pecho. No tenía miedo.

Inmediatamente me sentí flotar, ganar altura, fue una sensación liberadora; miré hacia abajo y vi
mi cuerpo arrumbado junto a la fogata, me separaba de él a gran velocidad pero seguíamos unidos
a través de un filamento luminoso, ¡el Cordón de Plata tantas veces descripto por innumerable
cantidad de personas! Realmente existía y yo lo contemplaba.

Me sentía plenamente consciente, con infinitos pensamientos y percepciones. “Veía los sonidos y
escuchaba los colores”, mis sentidos se compenetraban...mezclándose en sensaciones increíbles.

Mis pensamientos eran objetos tangibles no solamente pertenecientes al mundo de lo abstracto.

Había llegado al espacio, pero ¿Qué espacio? Allí no existían las estrellas ni la Luna. Había muchas
más dimensiones que en nuestro mundo; además de la altura, el ancho y el espesor, confluían una
increíble cantidad de planos. ¡No tengo lenguaje para describirlo!

El tiempo no existía, pasado, presente y futuro eran lo mismo y se combinaban. Era todo luz,
blanca y acogedora, como una hermosa sábana que nos invitase a dormir por una eternidad.

Ya no existían sensaciones, ni preocupaciones ni deseos mundanos. Esto debe ser el paraíso, sin
duda...la paz y el sentimiento de amor eran infinitos... ¡Sin duda es el paraíso!

Solo el cordón de plata me recordaba mi existencia terrenal... ¡no quería volver! Veía todo mi
entorno en el mismo momento, como si tuviera infinidad de ojos ubicados en todas direcciones, la
distancia infinita era inexistente y viceversa, estaba como flotando dentro de un diamante tallado
interiormente con infinitos cortes.

No había abajo o arriba, ni dentro ni fuera; sólo mi convencimiento de ser Yo, mi ser interno que
está mas allá de la personalidad y la existencia terrenal.

No estaba solo. Figuras luminosas, como un campo energético fluctuante pero sin un cuerpo
específico me rodeaban; recién lo percibía ya que se movían como detrás de un cortinado, la
imagen era tan sutil como el sonido de una suave brisa.
Realizaban increíbles movimientos en todas direcciones, aparecían y desparecían sin cesar, se
unían y poco después se separaban desprendiendo suaves destellos.

Lo que me dejó atónito fue el descubrir que yo era igual a esas figuras, pura energía, puro
pensamiento.

Comencé a moverme con suaves ondulaciones hacia una figura imponente, parecía que me movía
en todas direcciones al mismo tiempo, él estaba en todos lados por igual.

No supe como, pero reconocí en esa figura a Kuam-Shu, nuestro patriarca, o por lo menos supe
que esa era su esencia, su Yo interior.

Nos fundimos en una sola luz. Inmediatamente supe cosas, detalles, voces y rostros del pasado,
vidas antes de mi vida. La historia de mi pueblo, su civilización, su pensamiento y filosofía.

Me vi a mí mismo con él, encarnado en un tiempo al principio del tiempo.

Estaba recordando una vida pasada y me daba cuenta de ello. No existía el diálogo, no hacía falta,
las imágenes se sucedían junto al recuerdo de sentimientos pasados.

Contemplé nuevamente la destrucción de Thule bajo el avance vertiginoso de los glaciares,


nuestras pirámides y esculturas caían sepultadas bajo toneladas de hielo. Reviví el éxodo hacia
otras latitudes, sin sentimiento de dolor pero con la nostalgia del reino amado.

Un rostro llegó a mi recuerdo, el dulce rostro de mi esposa Freya y nuestro compromiso de amor
eterno...no quería dejar de recordar, si esto es la existencia tras la muerte no quería volver a la
vida nuevamente.

¿Cómo calcular el tiempo sin tiempo?

Podría haber estado 10 segundos o 10 horas... Mi cordón de plata se contraía y contorsionaba,


comprendí horrorizado que era el momento de volver.

De pronto una lluvia de estrellas me invadió y vertiginosamente me precipité como por un tubo
luminoso.

Sentí el peso de mi cuerpo, la respiración agitada, la presión de mi sangre.

En un momento había vuelto a mi propio tiempo y espacio, a aquella cueva de las Sierras de las
Ánimas. Javier estaba sentado enfrente de mí, el fuego se había extinguido y el Sol se levantaba
por el este hacia el firmamento.

Me sentía exhausto, pero ahora comprendía mi origen y lugar en el mundo y la reveladora verdad
de innumerables encarnaciones.
Todavía recordaba la sonrisa quinceañera de Freya y una palabra rondaba mi mente, pero no la
comprendía: Kalfa.

-¿Cómo estás? Preguntó Javier sin mover los labios.

El hecho no me sorprendió, es más, creo que sabía que sucedería.

-Estoy bien- respondí de manera telepática. Me sentía como un gran órgano de percepción sin
límites. ¿Estuve en el Paraíso?

-Tiene muchos nombres, algunos lo denominan el Archivo Akásico, otros

“Inconsciente Colectivo”; en realidad no importa darle una denominación. Pertenece a todo lo que
fuimos, lo que somos y lo que seremos. Una estación de paso en el infinito trajinar de las
encarnaciones, un lugar de absorción de experiencia directa con nuestro Ser interior, el punto
donde nuestra mente finita toca el principio del conocimiento de la Mente Infinita. Desde hoy eres
un adepto de nuestra Escuela de Misterios. Tu mente se ha ampliado considerablemente, muy
pronto podrás realizar viajes mentales al lugar o plano que desees. Ahora deberás cumplir un
último aprendizaje antes de la ceremonia en el Templo de Kuam-Shu.

-¿Qué clase de aprendizaje? Esta vez pregunté utilizando mis cuerdas vocales.

-Tu mente está preparada, pero no tu cuerpo. Has aprendido a controlar algunas capacidades de
tu psiquis, comenzarás a interactuar asimismo con lo físico y biológico a través de tu potencialidad
dormida. Vivimos en un mundo material, nunca lo debes olvidar bajo ningún concepto. Por
ejemplo, si te caes de un quinto piso, seguramente te matarás. No podemos contrariar las leyes de
la Física mientras estemos en este plano. Para llegar al Templo te espera aún una prueba de
voluntad; solo así serás aceptado y realizarás la ceremonia.

-¿Qué es un Kalfa, lo sabes? Pregunté a Javier de manera vacilante.

-Es la evolución conjunta con nuestra Alma Gemela, para llegar a ser una estrella, un Sol como el
que alumbra nuestro día. A partir de allí nos convertimos en creadores de mundos y civilizaciones.
Es el camino requerido para integrarnos al final de los tiempos en la Divinidad.-

-Entonces Freya es parte de mí y yo de ella, no podemos prescindir el uno del otro. Somos dos
personas unidas en el camino evolutivo. Debo buscarla, pero ¿Dónde? No sé como empezar. Hay
en la Tierra 6.000 millones de personas y ¡Ni siquiera podría reconocerla!

Javier comenzó a guardar los elementos que habíamos utilizado, enterró los restos de la droga,
alisó su ropa y dijo sonriendo:

-Carlos, las cosas no pasan por casualidad. Detrás de tus nuevas experiencias impera el sentido de
la causalidad, el sincronismo, la memoria de la raza... Nada está librado al azar, tampoco tallado en
piedra, nuestro libre albedrío nos permite rodear la piedra, pero el camino de nuestra evolución
nos indica que debemos cargarla tarde o temprano. Así es el aprendizaje. Tu destino y el de Freya
están unidos, nada en el Universo creado puede impedirlo. Ahora vamos, deberás partir hacia
Santa Cruz, deja que tu intuición y tus nuevas capacidades te guíen a tu destino.-

-Así sea- respondí.

CAPITULO 7:

EL HIELO ETERNO

La indicación de Javier fue clara y concisa, debía viajar hacia Río Gallegos y de allí continuar a El
Calafate, en el sur de Argentina.

Debía ubicar un Apart Hotel, “El Libertad”.

En ese lugar me encontraría con un tal Sebastián, de sobrenombre “El Grande”.

Todo parecía de lo más extraño, pero estaba metido en el baile... Ya había dejado la ciudad de Río
Gallegos de lado y seguía la ruta blanca y resbalosa hacia mi destino.

El camino, el paisaje y la vegetación, todo parecía helado, una vista monocromática que abarcaba
los 365 grados sobre el horizonte; el motor ronroneaba a 60 kilómetros por hora tratando de no
resbalar sobre el asfalto invisible, las cadenas golpeaban una y otra vez debajo de los
guardabarros.

Cuando llegué al ripio, la sensación de “holliday on ice” me invadió por completo, me sentía como
una pequeña mosca rubí (ese era el tono de mi “Audi”) sobre un mosaico blanco leche que se
extendía hasta el infinito.

Después de varias horas arribé a El Calafate, me encaminé hacia la Avenida del Libertador y a
pocas cuadras se hallaba el Apart Hotel.

Realmente era bellísimo, como encontrar un oasis en el medio del desierto, relucía la madera, el
cuero y el bronce de su construcción, su chimenea humeaba dando indicios de un calorcito
acogedor en su interior, además de un suave aroma a salmón exquisitamente cocinado... ¡tenía
hambre!

Como medida instintiva palpé mi tarjeta de crédito, no necesitaba mis capacidades precognitivas
para saber que el lugar no era barato... apenas estacioné en el “parking” un jovenzuelo alto y
vestido de uniforme se abalanzó sobre la puerta del Audi y me dijo de manera muy profesional:

“¿Can I help you Sir? Please, give me the keys. Welcome to Patagonia”.

Por un momento creí que me había raptado un ovni y había terminado en el Polo Norte, sin
embargo allí estaba la bandera argentina flameando sobre el tejado.
El lobby era espectacular, como todo en nuestro sur rezumaba un estilo alpino o nórdico, en ese
momento se acercó un hombrecillo con un bigote a lo francés, muy elegante y con voz cantarina
me encaró: “Welcome to Patagonia, I´m glad to see you”... En el secundario nunca había pasado
de la clase donde aprendíamos: “This is my pencil”, así que la cara que puse debe haber sido
bastante elocuente para el pequeño hombre.

- “¿Parlez vous francais? –replico él-

-Me temo que soy argentino y el único idioma que apenas hablo es el que corresponde a este
lugar del hemisferio- contesté un poco mal humorado.

-OUI, monsieur, ¿Qué puedo hacer por Usted? ¿Necesita una habitación?

-En realidad tengo que encontrarme aquí con una persona, se llama Sebastián, su apodo es “El
Grande”. ¿Lo conoce?

El encargado puso cara de consternación (o constipación) durante un momento y me dijo en tono


muy profesional:

-Ud. se refiere seguramente a Sebastian (sin acento) “ The Great Magician in the World”,
Monsieur. Puede encontrarlo en el salón contiguo, está dando un show para los invitados VIP.

-¿Puedo pasar? –

-Por supuesto Monsieur.-

Me introduje como pude en el salón atestado de gente rubia que no usaba desodorante y vi a un
joven alto y delgado sobre el pequeño escenario... en realidad estaba flotando alegremente sobre
la tarima.

Su show fue increíble, un digno émulo de Copperfield o Fú Man Chú, pero ¿Dónde estaban las
maquinarias, los alambres y los espejos?

Todo lo realizaba a mano limpia y su habilidad parecía no tener límite. Su último acto fue cubrir el
salón, después de una explosión de luz, con cientos de ramos de rosas frescas ¡En Junio!

Estábamos tan absortos que costó arrancar con el aplauso, cuando así lo hicimos, Sebastián alzó su
capa, la volcó sobre sus hombros y ¡Desapareció! Buen método para cuando cae la DGI.

Un momento después sentí que alguien tocaba mi hombro.

-Pardón Monsieur, el Señor Sebastián lo está aguardando en el bar, me pidió que le informara. – El
pequeño hombrecillo con bigote se deshacía en amabilidad.

-Gracias ¿puede indicarme por donde llego al bar?


-Por aquí Monsieur – El gerente era el típico mayordomo de las películas europeas, ¡sólo esperaba
que no fuera el asesino!

Sebastián, “El Grande”, estaba recostado sobre la barra tomando un café, inmediatamente me
ofreció su mano y dijo lacónicamente: -Espero que hayas disfrutado el show, lo hice en honor a ti,
aunque llegaras tarde; el Custodio de la Tradición, Itzal, me informó de tu arribo. Ahora eres un
adepto, ya has visitado la memoria de nuestra raza y conoces parte de los secretos. Dentro de
siete días, el 24 de Junio, debes tomar parte de la ceremonia de iniciación.

-Dime ¿qué has aprendido de lo que acabas de ver?

-Tus trucos son excelentes.

-Debes alejar tu razonamiento de Contador Público Nacional. Siempre tenemos que considerar
que todo es una analogía, un lenguaje vedado a la mayoría. La lección consistía en reafirmar que
todo es una ilusión, las cosas no son lo que parecen. No solamente en un show de ilusionismo,
sino incluso en la vida misma. Lo único real es que precisamente la realidad objetiva no existe.
Esto (señalando la barra de madera labrada) que parece tan sólido, en el ámbito atómico es casi
vacío; nuestros sentidos físicos son tan imperfectos que lo vemos como un sólido, sin embargo no
lo es. ¿Cuán real es un pensamiento? Sin duda para el pensador es real, el preludio tal vez de un
objeto material; para los demás tan sólo sea un proceso cognitivo perteneciente al mundo de la
psiquis, sin existencia física real y que terminará perdiéndose en la inexistencia. ¿Quién tiene
razón? Hoy has visto prodigiosos trucos según tu juicio. Te diré algo: algunos (muy poquitos) no
fueron trucos, aunque tú estuvieras convencido de ello. ¿Qué es real y qué no?

-¿Cuál es cuál?-

-La aparición de las rosas fue producto de la materialización de un pensamiento, lo creé de la


nada, o mejor dicho, lo manifesté a través de los átomos libres que había en el salón. Lo mismo el
hecho de levitar o de los fuegos danzantes. Nuestra mente tiene la capacidad de influir en la
materia, modificando su estructura molecular o simplemente moviéndola. Es nuestra idea de la
creación del universo, nuestro Dios, el “Creador”, el “Todo” o llámalo como quieras, utilizó la
sustancia de Su Pensamiento para manifestar este cosmos que habitamos; somos parte de su
psiquis, una idealización, sin embargo, somos bien materiales, si te pego una trompada sin duda te
va a doler. ¿No? Nuestro punto de inflexión con lo Divino radica en nuestra mente y en su
potencialidad; es nuestra mejor capacidad y herramienta. Sólo a través de ella es posible
vislumbrar otros planos de existencia, como lo has vivido en tu “visita” al Registro Akásico, o
comenzar a entender la verdadera naturaleza del universo. Haz aprendido en estos días que entre
nosotros no hacen falta las cuerdas vocales, nuestra mente es una energía libre mas allá del
tiempo y del espacio, los hechos contemporáneos, pasados y futuros están a nuestro alcance.
Ahora debes aprender a focalizar tu energía para interactuar con la materia, moldearla,
modificarla; además aprenderás a controlar todos tus procesos biológicos. Deberás convertirte en
un verdadero “mago”, no-ilusionista, sino un cabal conductor de los elementales que forman la
materia. La verdadera magia existe, Merlín fue un iniciado en nuestros misterios, como lo serás tú.
Nuestra raza tiene una función importante y nuestro poderío radica en el uso que le demos a
nuestra psiquis.
-Una vez leí que “los elementales” estaban formados por gnomos, hadas, duendes, ondinas y otros
que no recuerdo. ¿Voy a ordenarles a ellos?

-En realidad esas son figuras mitológicas, sin existencia real. Estamos hablando de manejar a los
componentes de los átomos: los protones, electrones, neutrones, neutrinos y toda una familia de
pequeñísimas partículas elementales que forman todo en el Universo; las estrellas, los planetas,
las plantas, animales y tú mismo están formados con los mismos elementos. A partir de su
“manipulación”, si queremos llamarlo así, podrás realizar hechos prodigiosos, desde abrir una
montaña hasta curar una enfermedad. No existe lo imposible, solo hace falta una voluntad firme y
un corazón ardiente para aquel que quiera realizar.

-Quiero hacerte una pregunta: ¿También tienes más de cien años?

Sebastián me miró, creo que sin entender bien el porqué de la pregunta, y respondió de manera
muy seria y compungida:

-No sabía que me veía tan mal, acabo de cumplir los setenta y cuatro...-

Dejamos mi automóvil en la cochera y partimos con un Jeep IKA destartalado hacia una casa
cercana al Glaciar Perito Moreno. Allí comenzaría la segunda parte de mi instrucción.

Después de una hora de camino gélido llegamos a un paraje donde se divisaba un techo, era lo
único que se veía, sin duda era una cabaña pero en lugar de puerta había un agujero en el hielo,
era como la entrada de un iglú.

Pasamos por debajo de ese hueco y nos encontramos así en el interior de la construcción.
¡Increíblemente era igual a la de Javier en las sierras! Un recinto central con una deliciosa
chimenea, cocina y dos pequeñas habitaciones.

Pensé que era mejor que me acostumbrara a este tipo de edificación, tal vez tuviera que pasar mis
próximos cien años en una de ellas...El fuego estaba encendido y un olor a cereal inundaba el
ambiente. Pregunté mentalmente: -¿La cena?

-Es hora de comer algo si queremos empezar las lecciones- Contestó también mentalmente
Sebastián.- Ve a buscar los platos y una jarra de agua e indícale a tu estómago que deje de hacer
ruido, en un momento estará. – Sebastián era como Javier, parecían distantes y relajados, estaban
más allá de la preocupación y lo mundano. ¡Mi mente volaba hacia las estrellas, pero mi estómago
no quería despegar!

Fue una cena frugal pero exquisita, Sebastián me había informado que durante toda mi estadía no
debería comer carne, ni tomar alcohol o café. Los ejercicios que debería realizar suponían un
organismo depurado y alerta.

-Verás Carlos que tu cuerpo es más resistente de lo que parece, tus habilidades mentales se han
ido incrementando con el transcurrir de los días, esto trae aparejado que también va a repercutir
en lo físico, tu cuerpo será capaz de actuar al mismo nivel que tu mente, de hecho trabajarán en
una simbiosis sin precedente. Desde tu primera comunicación con Itzal se han estado modificando
tus glándulas y centros de energía, tu Kundalini está en su máximo rendimiento aunque de alguna
manera la tengas “desconectada”. En pocos días tu verdadera naturaleza se ha ido manifestando;
tu densidad molecular ha ido cambiando adaptándose a tus nuevas capacidades mentales. A
propósito, acostúmbrate (si ese es tu deseo) a la idea de no volver a los balances y los clientes, de
hecho en Buenos Aires te consideran desaparecido; por supuesto tu tienes la última palabra,
puedes renunciar si te place y volver a tu antigua existencia, pero deberás hacerlo en este
momento, antes de tu juramento en el Templo.

-No pienso renunciar- dije enfáticamente y esta vez completamente convencido – Mi antigua vida
ha terminado. Me encuentro a las puertas de algo nuevo y trascendente, así lo siento. ¡Llegaré
hasta el final!

-O morirás en el intento- fue su escueta respuesta.- Meditemos ahora.-

CAPITULO 8:

EL CAMPO

Todo aquel que haya practicado yoga o meditación trascendental conoce los beneficios de tales
prácticas.

De hecho en la media hora aproximada de esta sesión había descansado el equivalente de cuatro
horas de sueño profundo.

Acto seguido, Sebastián comenzó a realizar una especie de danza, una mezcla de Tai-Chi-Chuán
con danza folclórica, que además adoptaba posiciones fijas a intervalos regulares.

-¡Conozco esos movimientos!- Dije apasionadamente sin pensar. – ¡Sé su significado y conozco
todas las posturas!

Sebastián adoptó la posición del loto y dijo pausadamente:

-Sin duda durante tu experiencia en el Archivo Akásico recordaste estos movimientos


fundamentales de nuestra raza. Se practican a lo largo de toda nuestra vida, nos los enseñan
desde la infancia. Tienen un triple significado: Primero muestran nuestro abecedario, la totalidad
de las runas o símbolos de poder; segundo sirven como herramienta para desarrollar las
capacidades de nuestra mente para controlar los medios que nos rodean y por último representan
los siete principios fundamentales del Universo:
1. Mentalismo

2. Correspondencia.

3. Vibración.

4. Polaridad.

5. Ritmo.

6. Causa y efecto.

7. Generación.

-Así como nuestro Universo se divide en tres planos fundamentales: Físico, mental y espiritual,
nuestras danzas representan los tres niveles con relación a la evolución humana- Acoté, sabiendo
perfectamente a lo que me estaba refiriendo. La memoria de la raza estaba incorporada en mí,
buscando la luz a cada segundo de mi nueva existencia.

-Debes practicarlas nuevamente sin cesar durante tu estadía aquí. Son nuestra esencia y legado.
Te fortalecerán en grado sumo y permitirán que logres tu objetivo.

Durante horas ejecuté estos movimientos ganando confianza y precisión en cada nuevo intento.

Me sentía completamente eufórico, sin cansancio.

Mi mente funcionaba a niveles que todavía no comprendía.

Mis sentidos habituales se habían exaltado en grado sumo, percibía perfumes o colores como
nunca antes lo había experimentado.

Mi comunicación telepática con Sebastián era de una fluidez exquisita; incluso podía variar mi
ritmo cardíaco a voluntad.

No lo había notado pero el sueño había desaparecido y una taza de cereal era suficiente para
paliar muchas horas de entrenamiento.

Parecía que no hubiera tenido una vida anterior en la ciudad, era como un recuerdo de otra
persona, ese ser había sido un ente gris que ahora se había convertido en una realidad luminosa.

Poco me importaban ya el dinero, el lujo y la profesión, otrora causa de preocupaciones y


desengaños. Hoy me sentía vivo cada vez que respiraba o miraba en derredor.
Había recuperado mi naturaleza como hombre, alejado de la superficialidad. La verdadera riqueza,
noté en este apartado lugar del mundo, radica en lo que poseemos interiormente y en lo que
damos a los demás sin pedir nada a cambio.

-Carlos, ven que debemos realizar una práctica- Sebastián no se hacía rogar cuando se trataba del
entrenamiento.-Quiero que salgas al exterior de la cabaña y realices las danzas una por una de
modo lento y con intervalo prolongado entre una y otra.

-¡Debe hacer bastante frío!, va a ser dificultoso realizarlo con abrigo- Respondí temiendo la
respuesta.

-Tienes permitido usar únicamente ropa interior.

-La temperatura está por debajo de los 20 grados bajo cero. ¿No?

-Está fresco pero sin duda que podrás realizarlo.- Fue su desinteresada respuesta.

Apenas salí, fue como sentir miles de agujas que penetraban en mi cuerpo lacerándolo; mi
respiración era un duro lamento y mis ojos parecían dos cataratas de lágrimas heladas.

No creo haber llegado a los cinco minutos. El frío nublaba mi mente y destruía mi cuerpo, sentía
miedo a la hipotermia.

Me arrastré hacia el interior de la cabaña buscando ese calor de hogar que había abandonado.

-Es imposible- Sólo atiné a decir esa frase en tono de súplica.

-¡Nada es imposible para el hombre de voluntad! Tampoco debes obedecer una orden sin evaluar
las consecuencias. Debes utilizar tu intuición y buscar caminos y opciones para realizar los actos.
Has aprendido mucho en esta última semana. Has controlado tu corazón, el sueño y el hambre.

La temperatura es solo un escollo más. Podemos realizar todo lo que queramos teniendo las
herramientas adecuadas. ¡Nunca ciegamente! Es hora que obtengas algo nuevo.-

Sebastián comenzó a dibujar un círculo con tiza sobre el piso de la habitación, también garabateó
distintos símbolos rúnicos que representaban la vida, la fuerza y la voluntad.

Sólo la luz del hogar a leña iluminaba el lugar, la temperatura era agradable. Un pequeño
almohadón estaba colocado en el centro del círculo.

Sebastián me pidió que me sentara sobre éste en la posición del loto y comenzó con una lenta
entonación de diversos mantrams, también denominadas “palabras de poder”.

-Ahora te confeccionaré una zona de influencia a partir de tu cuerpo, un campo energético


omnidireccional dentro del cual podrás variar las condiciones a voluntad, una especie de “burbuja”
donde tu mente ordenará a los elementales la realización de tus pensamientos. Nunca más este
campo energético te abandonará, sólo debes aprender a dominar las dos emociones que malogran
los resultados: el miedo y la ansiedad. Debes aprender a mantener el equilibrio físico, mental y
emocional. Esto requiere disciplina y una voluntad férrea. Los elementales te obedecerán en la
medida que puedas dominarlos con seguridad, sin dudas ni dilaciones. Considéralos como tus
sirvientes personales, úsalos en armonía con las leyes primordiales y fundamentales del universo.

Sebastián se acercó a mi posición y puso sus manos sobre mi cabeza, no pude dejar de pensar en
la imagen de Jesús imponiendo sus manos sobre los enfermos.

Sentí su energía saliendo de sus manos. Sus movimientos eran lentos y accionaban principalmente
sobre mis centros energéticos, al mismo tiempo recitaba distintos mantrams y “dibujaba” extraños
símbolos en el aire.

La extraña ceremonia continuaba su curso, a veces frenéticamente seguida de silencios


prolongados, las manos de Sebastián brillaban con una tonalidad dorada.

Toda la habitación había cambiado sutilmente la iluminación hacia un tono brillante, todo relucía
por igual, las paredes, el piso, nosotros...de pronto hubo una explosión de luz, un flash que me
encegueció y sorprendió.

Todo desapareció a mi alrededor, estaba inmerso en una especie de “huevo” luminoso,


filamentoso, podía ver los remolinos de energía entrando y saliendo de la membrana transparente
en movimientos caóticos, sin sentido.

-¡Ordena los movimientos de las partículas, hazles conocer tu voluntad!- La voz de Sebastián se
dejaba oír a viva voz.

Comprendía en aquel momento que debía ordenar ese movimiento desordenado, confinar esa
energía dentro de la burbuja y fortalecer la estructura interna.

Poco a poco conseguí reducir la velocidad de esos remolinos y hacerlos formar estructuras
geométricas similares a fractales.

Comprendí que no debía luchar con la energía sino simplemente dirigirla, sugerir sutilmente un
movimiento, imponer mi voluntad con guante de seda.

Era el Dios de un pequeño universo que se extendía a apenas unos centímetros alrededor de mi
cuerpo... Sebastián se había apartado de mí y desde un rincón de la habitación observaba
cuidadosamente.

-Quiero que ahora, sin perder este estado modificado de conciencia y la estructura de tu campo de
energía, te incorpores y te dirijas al exterior de la vivienda. Ordena a tu campo que te proteja del
frío, que incremente la velocidad de las partículas, y así aumentar la temperatura dentro de la
zona de influencia. ¡Hazlo ya!

Me incorporé y cruzando sobre el hueco en el hielo ingresé a la gélida geografía.


La Luna apenas brillaba sobre el manto de hielo. Todavía apreciaba el contorno de mi burbuja en
derredor mío.

Elegí un pequeño promontorio de roca viva que dominaba el paisaje helado; cerré los ojos y me
concentré en la única idea de generar calor.

El campo reaccionaba, a veces había sutiles cambios en su geometría, se ensanchaba y retorcía en


algunos puntos, podía ver las trazas de los paquetes de energía que revoloteaban a velocidad
prodigiosa.

Pasaron algunos segundos, después minutos, dejé de contar...estaba feliz. Comencé a ejecutar las
danzas según los siete principios, lenta y cuidadosamente.

Volví tiempo después al interior de la cabaña, completamente transpirado. Sebastián me miraba


sonriéndose y asintiendo con la cabeza.

-Ahora debes tratar de materializar un objeto, tal vez una flor, una rosa sería satisfactorio.
Concéntrate en la imagen de esa flor, obsérvala desde todos los ángulos, define su peso, su color,
cómo son sus pétalos, gírala mentalmente y visualiza sus contornos. Ordena a los elementales que
conformen esa flor según tu voluntad. ¡Hazlo ahora!

Extendí mi mano hacia delante, aún brillando por la energía, seguí las indicaciones recibidas
visualizando la flor en detalle hasta que una pequeña esferita luminosa se formo en ella.

Algo parecido a un pétalo había sido materializado por mí, su delicado aroma podía sentirse en el
ambiente.

-Mejorarás con la práctica, haz dado tu primer paso en el camino de la creación.- Fue su breve
comentario-

-Quiero mostrarte algo – dijo Sebastián tomando un pequeño pero grueso telescopio portátil. –
Estamos ante una curiosa alineación planetaria que se produce en muy contadas oportunidades.
Su influencia, aunque no es reconocida por la ciencia, es poderosa. Nuestros astrólogos la han
previsto hace centurias y las variaciones zodiacales cambian el flujo de energía astral,
maximizando su absorción en la superficie planetaria. –

Poco a poco, Sebastián manipulo el instrumento y a continuación me mostró la imagen de los


planetas de nuestro sistema, alineados en un mismo cuadrante:

El rojizo Marte, con sus polos claramente visibles; el anaranjado y poderoso Júpiter, Rey de dioses,
el verdadero gigante del sistema; la joya llamada Saturno con sus increíbles anillos, que lo
circundan eternamente; los lejanos Urano y Neptuno, apenas dos puntitos en el cielo estrellado;
Venus yacía bajo el horizonte y Plutón estaba demasiado distante para observarlo con nuestro
modesto aparato; la Luna, con su poderoso brillo era la reina de la noche.
-Ya es hora de descansar – Me dijo el extasiado Sebastián - mañana te espera tu última prueba
hasta llegar al Templo. Duerme.

Caí exhausto sobre mi cama, me dormí con mil pensamientos, con sueños de eternidad y con la
felicidad de estar a punto de encontrar mis raíces.

CAPITULO 9:

CHINTAMANI

El espectáculo natural del Glaciar Perito Moreno era increíble, una mole de hielo sólido que
avanzaba sobre el Lago Argentino.

A pesar de no ser época de ruptura, los crujidos del hielo quebrándose podían escucharse
nítidamente.

Su color azulado radicaba en el oxígeno contenido en su estructura. Ese hielo que observábamos
tenía miles de años, eran ejemplo perenne de la historia geológica del planeta.

No podía dejar de recordar a esos otros glaciares que hacía 12.000 años habían destruido Thule, la
ciudad primordial de nuestra raza en la lejana tierra de Hiperbórea, en el extremo norte de
nuestro planeta.

Allí comenzó el éxodo que nos llevó al resto del globo. Aquí comenzaba mi última prueba para
arribar al templo mágico.

Era el punto de inflexión, el nexo entre la historia de la raza y la mía propia. El fin y el principio. El
alfa y el omega.

¿Qué debería hacer? Sebastián no lo había mencionado en nuestra travesía hasta el glaciar.

Publicado por Débora Goldstern en 17:13

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