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Cristina Angélica Martínez Morales

Rodríguez Araujo (2008) parte del ejemplo de las elecciones para Jefe de Gobierno
de lo que era el Distrito Federal de 1997. Éstas representaron un cambio disruptivo
ya que el partido ganador fue uno distinto al partido que ha caracterizado
políticamente a México, que representa hasta la fecha el poder centralizado,
autoritario y perpetuado por alrededor de 80 años (el Partido Revolucionario
Institucional).
Con respecto a lo que se refiere como régimen político, cabe destacar que es
entendido como “una forma de existencia del Estado, que depende de la correlación
de fuerzas sociales y políticas en un país y en un momento dados” (Rodríguez,
2008, pp. 353). La correlación de las fuerzas sociales y políticas de un país y
momento dados.
Rodríguez Araujo hace mención de dos regímenes sobrepuestos: a) el que llama
populista autoritario, ya sea de derecha o izquierda, y no son homogéneos; y b) el
tecnocrático neoliberal, que sería también autoritario y ha sido configurado por los
gobiernos neoliberales. Ambos en crisis. El primero porque aunque no ha
desaparecido, sí ha sido sustituido en gran medida por el tecnocrático neoliberal, y
éste, representa el modelo ideológico neoliberalista, que ha sido implantado en
México y ha provocado consecuencias graves para el grueso de la población.
Sobre las crisis de ambos regímenes, es importante señalar en primer lugar, ¿a qué
se refiere con crisis política? Ésta conlleva el que otras fuerzas pongan en
contradicción, incluso en riesgo de modificación fundamental las formas de
dominación (económica e ideológica).
Las principales fuerzas externas que pueden llevar a la crisis al poder político
institucional serían: 1) exógenas: fuerzas económicas dominantes de una potencia
extranjera; 2) endógenas: que la lucha de las clases sociales ponga en crisis los
modos de dominación de un régimen político.
La crisis y posterior cambio del antiguo régimen al neoliberalista, se dio por razones
exógenas, en específico por la globalización de la economía.
Anteriormente, los factores que motivaron las crisis del antiguo régimen, fueron
internas, en específico la lucha de clases, y la solución que ha dado dicho régimen
autoritario, ha sido, sobre todo, la represión militar. A pesar de representar una
amenaza contra el modo de dominación del régimen en turno, al haber sido víctimas
de represión militar, no provocaron una crisis política.
Esta crisis se dio en el marco de la mundialización económica, con la transformación
del modelo económico mundial y su marco ideológico: el neoliberalismo; también
influyó la crisis económica de los años setenta.
Se pretendió sustituir al antiguo régimen autoritario, por uno más apegado a
modelos “científicos”, aunque esto sería sólo en teoría. Además de que ese régimen
tecnócrata también venía ser representado por el partido institucional.
Las causas de la crisis del antiguo régimen fueron las siguientes: una clara y fuerte
intervención del Fondo Monetario Internacional (FMI), Banco Mundial y el Banco
Interamericano de Desarrollo; el endeudamiento externo, el especulamiento
derivado de la petrolización de la economía, el déficit fiscal, la creciente inflación, el
agotamiento de las reservas internacionales de la banca central, y las devaluaciones
del peso frente al dólar. Fue impuesto un tope salarial a pesar de la inflación, por lo
que el poder adquisitivo de la población fue disminuyendo.
Debido a la crisis mencionada, fue impuesto un nuevo régimen, el tecnócrata, con
base neoliberal, el cual ya está en crisis, antes de ser consolidado.
Una crítica que se puede realizar al modelo neoliberal, es que la movilidad del
capital no ha producido una transferencia masiva de inversiones y empleo de los
países desarrollados a los subdesarrollados, sino que la inversión extranjera directa
(y sus beneficios) se han concentrado en las economías industriales avanzadas, en
específico en la tríada Europa, Japón y Estados Unidos; por lo tanto, estos países
pueden ejercer fuertes presiones de gobierno sobre los mercados financieros y
tendencias económicas.
Quienes han defendido este modelo neoliberal en México, suponen que las ventajas
de la globalización también favorecerían al país, cuando lo que ha ocurrido es la
destrucción de la unidad constitutiva del Estado y los capitales nacionales, se han
acentuado las desigualdades sociales y económicas, debido al desempleo masivo
y recortes presupuestales del gasto público, sobre todo social (y qué decir del sector
cultural). Esto ha llevado al gobierno a ejercer políticas autoritarias y represivas, que
van en contra de los valores promovidos por el liberalismo que dicen defender, por
lo que caen en contradicción. La democracia que ejercen se limita a las élites y sólo
enfocada al ámbito electoral.
Para las nuevas derechas, al parecer, las desigualdades son un prerrequisito para
el crecimiento y su “progreso”, donde se han sacrificado las condiciones de vida de
la mayoría de los mexicanos en pro de la globalización económica, donde se
favorecen las exportaciones e inversiones directas de capital.
La crisis económica que ha sido de larga duración, ha secundado la concentración
de capitales, y por ende, el crecimiento de la desigualdad económica y social.
Claramente observable, en el aumento de súper millonarios, y sus fortunas, quienes
incluso tienen una fuerte representación a nivel mundial (como por ejemplo, Carlos
Slim).
Una de las consecuencias de dicha situación ha sido la individualización de la
sociedad, con la pérdida de cohesión social como la solidaridad entre los miembros,
y el afloramiento de egoísmos individuales, ya no se ve por el bien común.
Debido a esto, también se ha visto el deterioro de instituciones que velaban por los
intereses de los trabajadores, como lo eran los sindicatos. Aunque, por supuesto,
esta disminución y en algunos casos desaparición de estos agrupamientos, se debe
también al individualismo mencionado, donde los líderes sindicales cayeron en
actos de corrupción para su propio enriquecimiento. Pero al no haber siquiera
organización para defender los derechos de los trabajadores, han podido ser
disminuidos los salarios de los trabajadores, al igual que ha habido otras
consecuencias como el que ya no puedan generar antigüedad en algunos casos, y
por lo tanto, no tengan derecho a pensión.

RODRÍGUEZ Araujo, Octavio (2008). “¿Crisis y cambio de régimen? En Delia


Salazar y Lilia Venegas (coord.). El siglo XX desde el XXi. Revisando un siglo.
México: INAH, pp. 353-363.

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