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El ojo absoluto
MANANTIAL
Buenos Aires
Título original: L'oeil absolu
Éditions Denoel, 2010
(D Éditions Denoél, 2010
Wajcman, Gcrard
El ojo absoluro. - la cd. - Buenos Aires : Mananria!, 2011.
280 p . ; 2 2 x 1 4 cm.
Derechos reservados
Prohibida la reproducción parcial o toral, el almacenamiento, el alqui-
ler, la transmisión o la transformación de este libro, en cualquier forma
o por cualquier medio, sea electrónico o mecánico, mediante fotocopias,
dígitalización u otros mérodos, sin el permiso previo y escriro del editor.
Su infracción está penada por las leyes 11.723 y 25.446.
índice
Nueva civilización 15
El apocalipsis de lo visible 21
El animal hipermoderno 24
El hombre neuronal 27
El principio de transparencia 33
El niño imagen 35
La galaxia Argos 39
El derecho a lo oculto 42
La antinomia Dubuffet 46
El elogio de la sombra 47
Microcosmos 49
Contemplación 53
8 Gérard Wajcman
La fábrica de lo real 54
M u r o de pantallas 61
Civilización paranoica 69
Gramática de la mirada 72
Política de la mirada 73
Sociedad de transparencia 76
Oz is the World 86
Z o n a de delincuencia 89
La parre oscura 98
A D N y videovigilancia 101
TV 103
Elisión 118
Fiasco 120
Un héroe h i p e r m o d e r n o 139
El ojo absoluto 9
El h o m b r e invisible 156
Un a r t e de lo invisible 158
M o s t r a r , esconderse 161
Identidad 162
Prever 164
M i r a d a develada 195
Autopsia 200
Develamiento 211
En memoria 245
Elephant 257
No litnit 260
lo sono sempre vista.
Una paciente
No se ve nada.
Daniel ARASSE
Una mutación sin precedentes está teniendo lugar en la histor
ria de los hombres.
Ella cambia nuestra relación con el m u n d o , con nuestro cuerr
po, hasta con nuestro ser. Esa mutación no se realiza en secre-
to, sino ante nuestra vista. Sin embargo, no la distinguimos con
precisión y en t o d a su a m p l i t u d . No es una evolución, ni una
revolución, ni un accidente; t a m p o c o es u n a oscura a m e n a z a ,
un complot; no la ha deliberado ninguna conciencia, no la efect
túa ninguna potencia oscura. No hay Estados que denunciar ni
S.P.E.C.T.R.E. que combatir por parte de algún James Bond sal-
vador de la humanidad.* Ella se produce. H e m o s e n t r a d o en otro
m u n d o . El siglo X X I acaba de ponerse en marcha y ya se revela
que ha nacido una nueva modernidad, una nueva civilización.
Hechos dispersos se hacen notar aquí y allá, pero son tan nume^
rosos, proliferan con ral rapidez y en tantas direcciones al mismq
tiempo, que no tenemos tiempo de detenernos en cada uno ni la
suficiente distancia para considerarlos todos juntos. Ellos pueblan
nuestra cotidianeidad, la habitan, insensiblemente la cambian. Algu*
nos nos sorprenden, pero todo va tan rápido que no hay tiempo para
pensar en ellos y, apenas surgidos, ya los miramos como si formaran
NUEVA CIVILIZACIÓN
N o s miran.
Es un rasgo de esta época. El rasgo. Somos mirados t o d o el
tiempo, p o r todas partes, bajo todas las costuras. N o , c o m o anta-
ño, por Dios en la cumbre del cielo o, c o m o m a ñ a n a , p o r moni-
gotes verdes desde las estrellas; nos m i r a n aquí y a h o r a , hay ojos
p o r t o d o s lados, de t o d o tipo, extensiones m a q u í n i c a s del ojo,
prótesis de la mirada. Y en definitiva, siempre hay en algún lado
alguien que supuestamente ve lo que ven esos ojos.
«La h u m a n i d a d q u e a n t a ñ o , con H o m e r o , había sido objeto
de contemplación p a r a los dioses olímpicos, a h o r a ha p a s a d o a
serlo para sí misma.» Walter Benjamín ya escribía esto en los
a ñ o s treinta. Pero la contemplación supone a d e m á s u n a mira-
da desprendida de t o d o interés, d e p u r a d a . Hoy, la mirada se ha
acercado terriblemente y se ha vuelto muy interesada, recelosa
e intrusiva. D i g a m o s que el gigante griego de cien ojos, Argos
Panoptes, aquel que ve t o d o , f u e reclutado p o r las p o t e n c i a s
terrestres p a r a vigilar al r e b a ñ o del m u n d o . Lo alojaron en la
c u m b r e del O l i m p o h i p e r m o d e r n o , d o n d e se lo honra c o m o a
un dios. En verdad, este dios omnividente fue fabricado por la
ciencia y la técnica. El gigante Argos regresa, pero en condición
de baliza. Los tiempos h i p e r m o d e r n o s de la m á s alta tecnología
se a u n a n con el tiempo de los dioses, pero la ciencia ha reducido
a los Gigantes y dioses al silencio, ha t o m a d o el poder. Ahora es
el a m o de la m i r a d a , que ella telecomanda y puede dirigir a su
a n t o j o , la orienta hacia la Tierra, sobre nosotros, o hacia el cielo,
c o m o en el sitio Google E a r t h , E a r t h o Sky.
La ciencia y la técnica han provisto a su nuevo dios de ojos
q u e nunca duermen, semejantes a los de la G o r g o n a Medusa de
la mitología, aquella que tenía «la muerte en los ojos». El dios
de cien ojos tendría, por lo t a n t o , m á s bien los mil ojos del doc-
16 G é r a r d Wajcman
EL APOCALIPSIS DE LO VISIBLE
La imagen llama a la imagen, pide que haya cada vez más, que
se multipliquen. Ya no hay que pensar la imagen «en la época de su
reproducibilidad técnica», c o m o decía Benjamín, porque la repro-
ducibilidad es el m o d o de la imagen, lo múltiple, su esencia.
N u e s t r a civilización es idólatra de la imagen.
La f o t o g r a f í a es el culto que se le rinde. Y c o m o a h o r a , con el
celular, t o d o el m u n d o tiene u n a c á m a r a de fotos en el bolsillo,
cada cual es susceptible de oficiar. Fue J e a n - L u c G o d a r d quien,
en El soldadito, de 1961, al hacer el elogio del cine, enunció la
teología de la f o t o g r a f í a : B r u n o Forestier (Michel Subor) saca u n a
f o t o a Verónica Dreyer (Anna Karina) y dice: «La f o t o g r a f í a es
la verdad. Y el cine es la verdad veinticuatro veces p o r segundo».
A lo cual Brian De Palma respondió: «La c á m a r a miente t o d o el
tiempo. Miente veinticuatro veces por segundo».
Lo m á s importante es, sin embargo, que esa creencia en la ima-
gen, en el Todo Visible, deja resonar en su cara opuesta o t r o pensa-
miento: si t o d o lo real es visible, entonces lo que no se ve no es real.
Correlato lógico, nacido de la fe en lo visible. Correlato trágico.
La creencia en lo Todo Visible contiene un negación ismo en potencia.
Por otra parte, la aparición pública de la doctrina negacionista en
diciembre de 1978 en una carta de Robert Faurisson publicada p o r
un diario titulada «El problema de las cámaras de gas, o el r u m o r
de Auschwitz» y cuya lectura sacudió dramáticamente a Primo Levi,
hace eco a la tesis que proclama que todo real es visible. Para Fauris-
son, el «rumor» viene a ocupar el lugar de la imagen de que no hay
cámaras de gas. Lo que no tiene imagen se vuelve rumor.
Sólo creo en lo q u e veo. Esta teología de la imagen consuena
c o n el d i s c u r s o de la ciencia y, a la inversa, el proyecto de la cien-
cia comulga con san Lucas, aquel que dijo: «Pues n a d a hay oculto
que no haya de m o s t r a r s e y nada secreto q u e no deba conocerse
y salir a la luz» (Lucas 8, 17]. El d i s c u r s o que dice q u e n a d a es
oscuro, que lo secreto y lo escondido no son, en s u m a , sino lo
visible en potencia, a la espera de revelación, es creyente.
Por su fe en lo visible, hoy en día es la ciencia la q u e se encarga
de escribir un nuevo Libro del Apocalipsis, es decir, del devela-
miento, de la revelación según san J u a n : «Escribe, pues, lo que
has visto, lo q u e es, y lo que ha de o c u r r i r luego» [Apocalipsis, 1,
19]. Lo que es, es lo q u e h a s visto.
La h i p e r m o d e r n i d a d es el apocalipsis de lo visible.
24 G c r a r d Wajcman
EL A N I M A L H I P E R M O D E R N O
EL H O M B R E NEURONAL
EL P R I N C I P I O DE T R A N S P A R E N C I A
EL N I Ñ O IMAGEN
LA GALAXIA A R G O S
* C o m p a ñ í a f r a n c e s a de m e d i c i ó n de a u d i e n c i a s (n. de t.).
El o j o a b s o l u t o 43
LA ANTINOMIA DUBUFFET
EL ELOGIO DE LA SOMBRA
GETOUT OF MY MIND
MICROCOSMOS
1. H a y - s i e m p r e - u n a - o b r a - d e - B r u c e - N a u m a n - a d c c u a d a - a - l a - s i t u a c i ó n .
50 Gérard Wajcman
CONTEMPLACIÓN
tor que dijo que la pintura era cosa mentale, cosa de la mente, del
espíritu, hoy se apela tan sólo a tecnologías y a ciencia, a todas
esas máquinas que ven y eximen de pensar, ya que lo que se espe-
ra de ellas es que nos hagan ver directamente la verdad. ¡Fuera
la historia del arre! Hágase lugar a los rayos X y al arte transpa-
rente; la reflexión está acabada, ¡viva la reflectografía! Ya no es
época de Edipos conminados a responder a un enigma: hoy, Edi-
po pasaría a la Esfinge por la IRM. También en pintura, ahora la
verdad es lo que se ve en la radiografía o en el microscopio.
He aquí, pues, una jornada sobre Leonardo da Vinci que
prueba ser una jornada de dimisión del pensamiento: ¿dimisión
o derrota, u odio?
Sin duda, era fatal que haya sido justamente en relación con
Leonardo como se propuso demostrar que la pintura no era cosa
mentale sino cosa visuale. El Ojo universal parece haber entrado
en el museo y ya lo ha devorado todo. El laboratorio de investi-
gaciones de los museos de Francia ha invadido las salas de expo-
sición. La gran galería de las pinturas es ahora la gran galería
del Ojo.
Ya no haré hoy el elogio de Daniel Arasse diciendo, como
tiempo atrás, que él era The Look, la más formidable mirada
de la historia del arte de su tiempo. Porque ta mirada era en él
un arte, un arte leonardiano, un arte de pensamiento. Este arte
parece ahora perderse y el sentido de esa mirada haberse olvi-
dado y hasta reprimido, o directamente excluido. Hoy, el Ojo
universal ha engullido el ojo de Daniel Arasse, ha mordisqueado
el pensamiento, roído la pintura, tragado el arte, ingerido a Leo-
nardo. Por otra parte, ese ojo ha terminado de comer. Está en
vías de triunfar sobre todo, sobre todo el arte, porque su mirada
ya no mira la pintura y los cuadros, ni de lejos ni de cerca, sino
dentro de la pintura y detrás de los cuadros. Esa mirada abre,
penetra, escruta, analiza, revela, es decir que ya no ve nada.
Si la intención era demostrar, en mi lugar y por mí, que todo
museo de arte está destinado a convertirse en un museo de cien-
cias y técnicas, yo no podía haber esperado demostración más
magistral que la que administra en Internet el sitio Google Earth-
Museo Nacional del Prado. Debo al buen tino de una amiga el
haberme descubierto la existencia de ese fenómeno milagroso
destinado a multiplicarse rápidamente.
58 Gérard Wajcman
MURO DE PANTALLAS
CIVILIZACIÓN PARANOICA
GRAMÁTICA DE LA MIRADA
zación actual reclama esta puesta al día. Ver, verse, ser visto,
hacerse ver, el orden de lo visible se despliega hoy en todas las
voces de la gramática de la mirada, que recorre la gama entera
de la visión. ¿Entera?
En 2007, el museo K21 de Düsseldorf organizó una importan-
re retrospectiva de la obra de Lawrence Weiner. Se titulaba: As
Far As The Eye Can See (Tan lejos como el ojo puede ver, o Tan
lejos como liega la vista). En cualquier caso, este título indicaba
que, en suma, a la declinación gramatical del ver, verse, ser visto,
hacerse ver, Lawrence Weiner agregaba, treinta años después,
una quinta «voz», algo así como la voz imposible, que inscribiría
en el campo de la visión una zona de no-ver: no ver nada o ver
nada. Lo más allá de lo visible o, más bien, de lo que se puede
ver, esta zona involucra directamente al arte. Mostrar lo que no
se ve es una de sus tareas. Lo no visto es la voz que el arte viene
a sumar a la gramática de la mirada.
Esto supone, pues, que hay cosas que el ojo no puede ver. Aho-
ra bien, es muy importante no descuidar lo que esto significa: la
implicación de esta simple suposición pone al arte y la ciencia en
discordancia; significa también esa ideología cientificista domi-
nante que se ha metido en la cabeza y nos mete en la cabeza la
idea de que todo es visible.
El arte hace resistencia. En todo caso, hace su juego, parte esencial
en el juego de la verdad que debe movilizar hoy al pensamiento.
POLÍTICA DE LA MIRADA
SOCIEDAD DE TRANSPARENCIA
" U t i l i z a m o s el n e o l o g i s m o «previdencia-» p a r a t r a d u c i r el v o c a b l o
f r a n c é s prévoyartce, e n t e n d i e n d o q u e el a u t o r lo utiliza a q u í no s ó l o en
s u s e n t i d o c o r r i e n t e d e « c o n d u c t a p r u d e n t e d e q u i e n t o m a las m e d i d a s
n e c e s a r i a s p a r a e n f r e n t a r a l g u n a s i t u a c i ó n » («previsión»), sino t a m b i é n
en el m á s literal de « p r e - v i d e n c i a » , de un ver p r e v i o al s u c e s o f u t u r o .
A c o n t i n u a c i ó n , el a u t o r a s o c i a esta - p r e v i d e n c i a » a lo q u e él l l a m a
survoyattcc, t é r m i n o a su vez n e o l ó g i c o q u e t r a d u c i m o s l i t e r a l m e n t e p o r
« s u p e r v i d e n c i a » (n. de t.).
El ojo absoluto 81
OZ ¡S THE WORLD
Z O N A DE DELINCUENCIA
C A C H E O VIRTUAL DEL C U E R P O
LA PARTE OSCURA
ADN Y VIDEOVIGILANCIA
TV
ser inocenre es no tener nada que ocultar; no tener nada que ocultar
es aceptar ser visto; por lo tanto, ser inocente es aceptar ser visto.
Ahora bien, este deslizamiento gradual de la inocencia a la acepta-
ción de la mirada contiene en germen tres ideas altamente tóxicas.
La primera es imprecisa, la segunda funesta, la tercera fatal. La
imprecisa concierne a la índole religiosa de un razonamiento en
el que la vigilancia tiende a confundirse con un dios omnividente
y omnisciente, capaz, más allá de ver un acto, de «sondear los
corazones y los ríñones», como se dice en los Salmos (7,10). Jesús
afirma saber lo que hay en el corazón del hombre (Juan, 2,25),
pero sólo Dios puede sondear también los ríñones. La ciencia y
la técnica inventaron ta cámara de alma y la urografía moral. La
idea funesta es la creencia absoluta en la imagen. Dejarse ver es
por fuerza no mentir. Así pues, la imagen diría siempre la verdad.
Semejante inocencia ante la imagen nos deja sin voz. Aún resta la
idea fatal. Ella constituye una amenaza mayor para la sociedad. Al
suponer que el inocenre no tiene nada que ocultar, que de no tener
nada que ocultar se sigue el tener que mostrarlo rodo, y por lo tanto
que la negativa a ser visto determina automáticamente una sospe-
cha, se les niega de hecho a los sujetos, a t o d o sujeto, sea inocente
o culpable, tenga o no algo que callar, un derecho esencial, funda-
mental, fundador, que sin embargo no se formula en ninguna ley,
en ningún código, en ninguna constitución: el derecho a ocultar.
La sociedad del Todo Visible es de moral kantiana. Quiero decir
que en ella cada cual está sometido a un imperativo de verdad.
Benjamín Constant defendió, contra Kant, el derecho del sujeto a
mentir y esconderse. Debe decirse que en su siglo XVIII dos cosas
podían llenar de admiración el corazón de Kant: «El cielo estrella-
do encima de mí y la ley moral en mí» [Crítica de la razón práctica,
V, 77f). Fórmula admirable y conmovedora. Pero hoy, encima de
mí, el cielo está constelado de satélites provistos de instrumentos
capaces de observar tanto nuestras acciones y gestos como nues-
tras palabras y pensamientos; basta evocar, por ejemplo, la Red
Échelon, sistema planetario de intercepción de comunicaciones ela-
borado, al terminar la guerra, por la National Security Agency
norteamericana, el Reino Unido, C a n a d á , Nueva Zelanda y Aus-
tralia. La ley moral no está «en mí», gira en órbita encima de mí. En
nosotros hay un fibroscopio o una videocápsula, y lo que nos llena
el corazón es un trazador para la exploración centellográfica.
106 Gérard Wajcman
MIRADA M O R A L
ELISIÓN
FIASCO
guir entre las dos vertientes cuestionadas. Ambas atañen a las dos
funciones que debe cumplir un sistema de videovigilancia: como
a r m a disuasiva por un lado, y c o m o herramienta de investigación
por el otro. Se utilizan de este m o d o los dos aspectos de una cáma-
ra: ésta es a la vez mirada y medio para grabar las imágenes. Estas
dos dimensiones pueden no funcionar conjuntamente. La cámara
puede ser tan sólo una mirada. Así sucede en el caso de los señue-
los, falsas c á m a r a s de plástico en las que parpadea una lucecita
roja. O bien la cámara es tan sólo un medio para grabar imáge-
nes. Es el caso de la c á m a r a de espionaje, oculta, miniaturizada.
Por supuesto, a m b a s dimensiones pueden estar combinadas, como
sucede casi siempre. Estos dos empleos ponen simplemente en fun-
ción dos estados de visibilidad de la c á m a r a : visible o invisible.
Verificado el derroche económico, la primera crítica del siste-
ma concierne a la eficacia de las imágenes c o m o medio para per-
seguir a los delincuentes. Para el Detective Chief Inspector de la
Oficina de Imágenes, Identificaciones y Detecciones Visuales, «se
gastaron millones de libras en c á m a r a s , pero nadie pensó en la
manera en que la policía y la Justicia iban a utilizar las imágenes.
Fue un completo fiasco: sólo el 3% de los delitos [perpetrados en
Londres en la vía pública] se resolvieron gracias a los C C T V » .
En s u m a , p o r lo que a t a ñ e al problema de las imágenes c o m o
medio identificatorio y a la dificultad para manejar un banco de
imágenes inmenso, en el fondo se trata de defectos técnicos que
seguramente será posible remediar.
O t r o p u n t o de la declaración del Chief llama la atención. Con-
cierne a la función preventiva de la videovigilancia. D a d o que no
es aquí mi preocupación denunciar un discurso securirario, no voy
a f r o t a r m e las m a n o s ante la comprobación confesa de un fracaso
en el corazón de la metrópolis de la vigilancia, ni amplificar la
crítica formulada por un e x p e r t o en la materia. No estoy seguro
de que Mick Neville haya medido lo q u e su confesión pone en
juego. La potencia explosiva que contiene alcanza hoy a la función
política de la mirada. En efecto, Mick Neville habla de la propia
naturaleza del sistema de c á m a r a s de vigilancia y dice: «Al princi-
pio, el C C T V era considerado c o m o un medio preventivo». Donde
sea, instalar c á m a r a s no es simplemente poder ver y controlar; es,
en primer término, disuadir. Por eso es i m p o r t a n t e que las cáma-
ras sean visibles, de m o d o que a veces se utilizan simples señuelos.
122 Gérard Wajcman
EL H I L O Y LA F R O N T E R A
ricana tan infinita que parece no tener edad: Law and Order
(difundida en Francia bajo los títulos de New York District o
New York Pólice judictaire, con el impasible Sam Waterston en el
papel de Jack McCoy, Executive Assistant District Attorney). Los
personajes centrales son el policía y el fiscal. Figuras tradiciona-
les de las historias policiales, es decir, ni expertos científicos que
sepan hacer hablar a los objetos, ni a n a t o m o p a t ó l o g o s que sepan
hacer hablar a los cadáveres, ellos buscan a los criminales vivos
para quitarles la capacidad de hacer d a ñ o . Son los defensores de
la sociedad, de las instituciones, de la ley, los ángeles guardianes
de una civilización de derechos.
Esto es lo que otorga a la serie un estilo de atractivo algo anti-
cuado. Porque se está ya en el día después. Se está en el tiempo de
las deploraciones desesperadas p o r la pérdida del sentido de auto-
ridad y de los valores, t i e m p o en el que se vitupera el incremento
de los desórdenes y de la irrespetuosidad, dejando a algunos sólo
la nostalgia de un inundo de principios y reglas y la esperanza,
cada vez m á s incierta, de u n a restauración posible. Ese m u n d o de
a n t a ñ o ha hecho agua gravemente. Por otra parte, es su n a u f r a g i o
lo que J a m e s C a m e r o n c o n t a b a en Titanic, de 1997. Bien se perci-
be que esa civilización ya no existe, q u e no tiene sino imágenes en
blanco y negro. La longevidad de la serie Law and Order podría
deberse a que sería el refugio de esa nostalgia del tiempo de orden
y de ley, en un estilo bastante «republicano» sin ser por ello reac-
cionario (uno de sus actores recurrentes, Fred Dalton T h o m p s o n
- D A A r t h u r B r a n c h - fue elegido senador del Estado de Tennessee
en 1994 y se presentó a las p r i m a r i a s republicanas en 2008).
Si se busca un remedio para la nostalgia, un despertar brutal,
basta m i r a r ciertas series de la costa Oeste y, tratándose de poli-
cías, poner simplemente en paralelo la imagen del prolijo t á n d e m
legal de los detectives Lennie Briscoe y Reynaldo Curtis en Law
and Order, y la figura del detective Vic McKey de la LAPD en la
serie The Shield (interpretado p o r el movedizo Michael Chiklis),
policía m á s que d u d o s o y muy jefe de p a n d i l l a , violento, c o n -
d u c t o r de t u r b i o s a s u n t o s en caóticos barrios de Los Ángeles
devenidos en zonas de ilicitud y en sedes de tráficos de t o d o tipo.
Territorios devueltos al salvajismo, en ellos la única autoridad
son las a r m a s y el dinero, el único poder es el de las redes y pan-
dillas. Y la ley que ha a b a n d o n a d o las calles ya ni siquiera es ley
126 G é r a r d Wajcman
H i s t o r i a s d e instituciones percibidas c o m o d i o s e s a n t i g u o s
q u e deciden ta suerte de cada cual, la serie relata sobre r o d o su
d e s c o m p o s i c i ó n . The Wire es El crepúsculo de los dioses en Bal-
t i m o r e . Si hubiese que resumirla en un solo rasgo, sería relatar
de q u é m o d o el p o d e r , i m p o t e n t e para hacer la ley, es reducido a
la m i r a d a . Su divisa p o d r í a ser: vigilar, a falta de castigar. Pero
c u a n d o la vigilancia no s u r t e efecto (pocos arrestos e inculpa-
ciones) y ella m i s m a es vigilada p o r los «vigilados», pierde su
sentido, se convierte en u n a m i r a d a m u e r t a . El q u e muestra The
Wire es un O j o vacío, u n a m i r a d a f r u s t r a d a , que ve p e r o no
c o n t r o l a n a d a . De a h í la impresión de u n a misión de vigilancia
a b s u r d a , loca, que s u m e a los p r o p i o s policías en una depresión
cada vez m á s p r o f u n d a .
T o d a s las ciudades del m u n d o , de la m á s g r a n d e a la m á s
p e q u e ñ a , quieren d o r a r s e hoy de u n a red electrónica de vigilan-
cia. C o n The Wire, la impotencia de s e m e j a n t e red tiene ya su
serie televisiva, y su o b r a m a e s t r a . C r e a d a p o r David Simón y
coescrita p o r Ed B u r n s , fue emitida de 2 0 0 2 a 2 0 0 8 p o r la red
H B O (en Francia s e d i f u n d i ó e n p a r t e , d e s d e 2 0 0 4 , p o r C a n a l
Jimmy). El título f r a n c é s c o n f u n d e en c u a n t o a la n a t u r a l e z a de
la serie q u e en cinco t e m p o r a d a s t r a z a el r e t r a t o de u n a ciudad
y de la vida n o r t e a m e r i c a n a s . Desde allí, lo q u e se abre es u n a
v e n t a n a a n u e s t r o m u n d o . El r e t r a t o de B a l t i m o r e se eleva a
c u a d r o del m u n d o c o n t e m p o r á n e o . Es u n a p i n t u r a en el g r a n
sentido, es decir, no una imagen del m u n d o , sino un p e n s a m i e n -
to, una cosa ntentale.
Baltimore es la d u o d é c i m a ciudad m á s peligrosa de Estados
Unidos con 1.754,5 crímenes cada 1 0 0 . 0 0 0 habitantes (estudio
llevado a c a b o en 2 0 0 6 por C N N ) . Según estadísticas del FBI de
2 0 0 3 , la criminalidad sobre las personas era allí 2 , 9 veces supe-
rior a la media de Estados Unidos, mientras que los delitos c o n t r a
la propiedad eran del 3 2 % . Ciudad negra en un 6 4 % , Baltimore
es la que presenta m á s homicidios entre a f r o a m e r i c a n o s (Black
On Black Crime) de t o d o Estados Unidos.
No se trata de destruir las redes de n a r c o t r á f i c o , en lo q u e ya
nadie cree, sino de localizarlas, limitarlas, algo así c o m o limitar el
goce. Eventualmente, esto se resumiría en individualizar los luga-
res de deal, en precisar algunas m a n z a n a s d o n d e el deal estaría
establecido, barrio en el que la droga estaría, si no legalizada, al
128 G é r a r d Wajcman
triunfa en todas partes, sobre las leyes, los ideales, los Estados, la
política misma; es decir q u e el goce triunfa por sobre t o d o . Esto
es lo nuevo. Pues h u b o un tiempo no tan lejano en que lo que
regulaba a la sociedad era, al contrario, la prohibición del goce,
y ello con su a p a r a t o de censura y de coacciones de toda clase.
Los sujetos eran subditos de la ley, la prohibición tenía peso. Y
esto otorgaba rodo su valor, y su sal, a las transgresiones. A h o r a
bien, c o m o este d u r o régimen de represión e n f e r m a b a , t u v o que
elevarse la voz de Freud para llamar a la liberación de los goces.
Sin embargo, es i m p o r t a n t e d a r toda su publicidad a lo q u e hace
un tiempo c o m p r o b ó Jacques-Alain Miller: que después de Freud
los tiempos c a m b i a r o n , que hoy no sólo el goce no está prohibi-
do, sino que se habría vuelto un t a n t o obligatorio. ¡ C o n s u m a n !
\Enjoy\: tal es la gran consigna de esta época. Niños de C o c a - C o l a
de todos los países: ¡unios! Convertirlo t o d o en goce es la regla
del m u n d o . De ahí que p o r todas partes se deploren los estragos
causados p o r la d r o g a , se movilicen los Estados, los médicos, los
ejércitos, se desplieguen medios considerables para combatir esa
plaga, pero se rehuse advertir q u e ella es casi un efecto lógico de
la civilización del empuje-a-consumir, p u r o p r o d u c t o de la llama-
da al goce. Después de t o d o , la conminación permanente a entrar
en el hipermercado del m u n d o , de la que se encarga el ministerio
de p r o p a g a n d a - d i g a m o s , la p u b l i c i d a d - constituye por su misma
lógica una invitación al desenfreno y una estimulación ferviente
- a u n necia e i r r e s p o n s a b l e - a la adicción.
La adicción es la ley n a t u r a l del mercado. Por un lado, pre-
o c u p a n los desarreglos de la pulsión oral, el c o n s u m o excesivo
de alcohol, cigarrillos, alimentos que multiplica la a p e r t u r a de
s u p e r m e r c a d o s -¿el d o m i n g o ? - , y p o r el o t r o , hay e m p e ñ o en
limitar el c o n s u m o de alcohol, cigarrillos, alimentos, e m p e ñ o q u e
multiplica las imágenes publicitarias para todos los productos que
se venden en supermercados. Vivimos una curiosa época.
La invitación a s u m a r s e a la gran farándula de los goces que
por un lado empuja a «ganar más», finalmente se cumple también
en el discurso de «la fiesta». Lejos del rato de libertad que posibi-
litaba en el pasado, la ideología de «la fiesta» corresponde a h o r a
al régimen obligatorio. H a y un totalitarismo de «la fiesta». Y la
rave party, pese a su c o s t a d o espontáneo y de locura juvenil, m a r -
ginal, alternativo y hasta contestatario, se inscribe perfectamente
130 Gcrard Wajcman
NEW FRONTIER
UN HÉROE HIPERMODERNO
EL H O M B R E INVISIBLE
E n v e r d a d , estos m e t a m a t e r i a l e s a p a r e c e n c o m o u n f u n d a -
m e n t o de la nueva c u l t u r a , c o m o el p r o d u c t o m á s p u r o , espíritu
e n c a r n a d o de la civilización de la m i r a d a . Pues a los ojos de los
científicos, u n a de las primeras aplicaciones de estos m e t a m a t e -
riales p o d r í a ser, en efecto, la fabricación de lentes especiales que
p e r m i t i r í a n ver o b j e t o s infravisibles, incluso virus o moléculas
de A D N . Lo p r i m e r o q u e llamó la atención es el potencial de
estos nuevos materiales en c u a n t o a realizar u n a fantasía, el viejo
sueño de invisibilidad. Se d e j ó , pues, un p o c o de l a d o su o t r o
p o d e r óptico, el de hacer visible. Ahora bien, lo notable de estos
m e t a m a t e r i a l e s es, precisamente, que en ellos se asocian las dos
potencias opuestas: la hipervisibilidad y la invisibilidad.
Se acaba de crear, entonces, un material paradójico, u n a mate-
ria o x í m o r o n cuya propiedad esencial es doble y c o n t r a d i c t o r i a :
hacer ver la materia y disimular la materia; lo cual s u p o n e , ade-
m á s , la capacidad reflexiva de disimularse ella m i s m a . La cualidad
esencial de esta materia, esencialmente nueva, h i p e r m o d e r n a , es,
p o r lo t a n t o , el h e c h o de que no consiste en la materialidad sino
en la visibilidad. Un material para el ojo, only for your eyes.
Es preciso d e s t a c a r t o d o el alcance de esta invención p o r q u e
implica la sorprendente idea de u n a materia que no valdría p o r
sus cualidades propias, reales - d e resistencia, plasticidad, conduc-
tividad, e t c . - , sino p o r sus cualidades p a r a la m i r a d a . Es decir que
se t r a t a de u n a materia para el O t r o , o, h a b i d a cuenta de su poder
de disimulo, de u n a «no materia» para el O t r o . Un O t r o vidente.
¿ C ó m o volver no vidente a un vidente sin a f e c t a r sus ojos? Una
materia e n g a ñ a - o j o s |trompe-l'aeil). Podemos decir, entonces, q u e
el observador está inscripto en ta materia m i s m a , un p o c o c o m o
el espectador está inscripto en la construcción perspectiva, pre-
c i s a n d o sin e m b a r g o que, en c u a n t o a los metamateriales, no se
trata ni de ilusión ni de c a m u f l a j e ni de m i m e t i s m o , sino de u n a
materia sustraída a lo visible.
Por supuesto, el h e c h o de que este material p u e d a volver visi-
ble y ser vuelto visible no lo sustrae a lo real y a la ley de hierro
del Full T V , según la cual t o d o lo real es visible. Basta pensar
que, a u n q u e t o d o lo real sea visible, no t o d o lo real es visible p o r
t o d o s . H a y un saber de la invisibilidad que lo vuelve visible para
algunos, q u e no lo vuelve visible sino para algunos. T r a t á n d o s e
de los metamateriales, es f u n d a m e n t a l que a l g u n o s vean. Lo invi-
158 Gérard Wajcman
UN ARTE DE LO INVISIBLE
MOSTRAR, ESCONDERSE
IDENTIDAD
PREVER
EL HORROR ESTÉTICO
q u e a a t e m p e r a r l o , a volverlo s o p o r t a b l e y h a s t a c o n m o v e d o r ,
es decir, a traicionarlo, t r a i c i o n a n d o con la verdad a las propias
víctimas al hacerles creer, m e d i a n t e n u e s t r a s b o n d a d o s a s lágri-
m a s , que s a b r í a m o s algo de lo que f u e su muerte. Por su parte,
los t e r r o r i s t a s d a n a ver el h o r r o r e s p e r a n d o q u e las imágenes
inspiren sentimientos de t e m o r , a d m i r a c i ó n y gloria. Una nueva
exaltación trágica, m o r t í f e r a .
En s u m a , las m i s m a s i m á g e n e s p u e d e n servir a designios
o p u e s t o s . Las m i s m a s imágenes de las torres q u e t r a s t o r n a r o n
a i n n u m e r a b l e s telespectadores r e g o c i j a r o n a o t r o s , y son ellas
m i s m a s las que los servicios secretos y la policía e x a m i n a r o n p a r a
sus investigaciones.
En este sentido, ya lo he dicho, los atentados de Londres de julio
de 2 0 0 5 dieron lugar a u n a equívoca combinación entre la socie-
d a d del espectáculo y la sociedad de la vigilancia. El 12 de julio
de 2 0 0 5 , cinco días después de los a t e n t a d o s en el subterráneo,
Scotland Yard identificó a c u a t r o sospechosos en las grabaciones
de una c á m a r a de vigilancia de la estación King's Cross, fecha-
d a s el 7 de julio de 2 0 0 5 a las 8:30. Estas imágenes permitieron a
los policías identificar a algunos de los criminales y condujeron a
detenciones. A h o r a bien, en el m i s m o m o m e n t o se transmitieron
las m i s m a s imágenes p o r la cadena Al-Jazira, que las d i f u n d i ó una
y otra vez. Pero en esta ocasión, lejos de servir a la Justicia, sirvie-
ron a la gloria de esos hombres que elegían m a t a r y m a t a r s e p o r
la gloria de Dios.
M i r a r el crimen del 11-S c o m o u n a o b r a r e s p o n d e , en verdad,
a la i n f a m i a de u n o s criminales q u e se propusieron hacer g o z a r
con el espectáculo de su crimen. Lo i n s o p o r t a b l e es no sólo sentir
la exaltación de h o m b r e s d a n d o a ver con a g r a d o el Happy Slap-
pittg, las imágenes de su c r i m e n , sino i m a g i n a r q u e s u p o n í a n así
en los o t r o s h o m b r e s un deseo i n f e c t o de ver la destrucción de
sus semejantes. Los terroristas islamistas a f i r m a r o n u n a política
de la imagen en un gesto de estetización de la política que Ben-
j a m í n s e ñ a l a b a c o m o c a r a c t e r í s t i c o de la p r o p a g a n d a fascista:
i n s t r u m e n t a l i z a c i ó n del g o c e estético colectivo. Y de h e c h o se
p u d o asistir, aun c u a n d o f u e r a en p a r t e , al r e t o r n o del espectro
de esa h u m a n i d a d «lo b a s t a n t e alienada a sí m i s m a c o m o p a r a
ser c a p a z de vivir su propia destrucción c o m o un goce estético de
primer orden».
190 G é r a r d Wajcman
LOFT PRINZ1P
MIRADA DEVELADA
EL SINDROME SALOMÉ
Salomé al forense. Es decir que hay una serie que va del examen a la
observación, luego a la radiografía, para terminar en la autopsia. El
problema es que, tratándose de ver, la autopsia parecería ser la ver-
dad de toda la serie. O sea: que, en cuanto se trata de ver el interior,
el cuerpo es mirado como un cadáver. Incluso vivo. La radiografía,
como el rey Herodes, es indiferente al hecho de que Salomé esté viva.
La ciencia es herodiana en este sentido, también es indiferente al
vivo. Vale decir que para ella t o d o cuerpo, esté vivo o muerto, está
muerto. Herodes debería ser considerado el inventor de la autopsia.
Al m i s m o tiempo, lo que el buen rey H e r o d e s busca ver bajo
los velos, en el c u e r p o de Salomé, es el secreto de su deseo, lo que
causa su erección. Y en este p u n t o , lo q u e Alphonse Aliáis da a
entender es que los velos caerán u n o s tras o t r o s , q u e H e r o d e s
podrá sin d u d a poner los huesos al d e s n u d o y m u t a r la d a n z a
perversa de Salomé en u n a d a n z a de muerte, que el strip-tease no
tendrá fin. No hay nada que ver.
Esto explica que Lacan dé primero la razón a Herodes: el cuer-
po visible es un velo; pero después, para moderar la conducta de
Herodes, para evitar tanto salvajismo, previene que hay sin duda
un objeto bajo los velos del cuerpo, un objeto que encierra el secre-
to del deseo, pero que el secreto de este objeto es que se trata de
un objeto sin imagen, de un objeto supuesto: de hecho, este objeto
que se infiltra y se desliza bajo los velos es la mirada de Herodes
mismo. Tal es ia otra lección, lacaniana, de Alphonse Aliáis.
Pero Ja ciencia de nuestros días no lee a Alphonse Aliáis, ni a
Lacan. Prefiere ver.
De m o d o que, para ella, para la captación médica de imáge-
nes, t o d o s somos Salomé. ¡Vengan los H e r o d e s de los tiempos
modernos! M e n o s salvajes, por supuesto.
CUERPO EXTRAÑO
AUTOPSIA
DEVEL AMIENT O
GOOGLE EARTH Y YO
PERDIDO DE VISTA
EN MEMORIA
LA MIRADA PERDIDA
ELEPHANT
NO LIMIT
Entonces, si ya no esperan n a d a
Sé que esto les interesa a t o d o s
Busquen una chica de mirada lejana
Y si están completamente asqueados
Y la vida no vale un céntimo
Encuentren u n a chica de mirada lejana
Jagger/Richards,
Far Away Eyes, 1978.
Amit Bhaduri
Repensar la economía política.
En busca del desarrollo con equidad
Jacques Derrida
Seminario La bestia y el soberano.
Volumen I (2001-2002)
Jacques Derrida
Seminario La bestia y el soberano.
Volumen 11 (2002-2003)
Jacques Ranciére
El espectador emancipado
Alain Badiou
Segundo manifiesto por la filosofía
Bruno Latour
Reensamblar lo social.
Una introducción a la teoría del actor-red
Bruno Latour, Vincent Antonin Lépinay
La economía, ciencia de los intereses apasionados.
Introducción a la antropología económica de Gabriel Tarde
Roberto Esposito, Cario Galli, Vicenzo Vitiello
Nihilismo y política
Jean-Claude Milner
La arrogancia del presente.
Miradas sobre una década: 1965-1975
Jean-Claude Milner
Las inclinaciones criminales de la Europa democrática
Jean-Claude Milner
El judío de saber
Pierre Rosanvallon
La contrademocracia.
La política en la era de la desconfianza
Pierre Rosanvallon
La legitimidad democrática.
Imparcialidad, reflexividad, proximidad
Alain Badiou
Lógicas de los mundos.
El ser y el acontecimiento 2
Alain Badiou
El ser y el acontecimiento
Alain Badiou
El siglo
Alain Badiou
Deleuze. El clamor del ser
Homi Bhabha
El lugar de la cultura
Pierre Bourdieu
Las estructuras sociales de la economía
Robert Castel
La inseguridad social. ¿ Qué es estar protegido?
Roger Chartier
Escribir las prácticas. Foucault, de Certeau, Marin
Jacques Derrida
Introducción a "El origen de la geometría" de Husserl
Jacques Derrida
El monolingüismo del otro. O la prótesis de origen
Georges Didi-Huberman
Lo que vemos, lo que nos mira
Mladen Dolar
Una voz y nada más
Fran^ois Dupuy
La fatiga de las elites: el capitalismo y sus ejecutivos
Jean-Paul Fítoussi, Pierre Rosanvallon
La nueva era de las desigualdades
Pierre Rosanvallon
La nueva cuestión social.
Repensar el Estado providencia
Félix Guattari
Caosmosis
Fredric Jameson
El giro cultural.
Escritos seleccionados sobre el posmodernismo
Evelyn Fox Keller
Lenguaje y vida. Metáforas de la biología en el siglo XX
Bernard Lahire
El espíritu sociológico
Karin Littau
Teorías de la lectura. Libros, cuerpos y bibliomanía
Roberto Mangabeira Unger
La democracia realizada. La alternativa progresista
Ana Teresa Martínez
Pierre Bourdieu: razones y lecciones de una práctica sociológica.
Del estructuralismo genético a la sociología reflexiva
Michela Marzano
La pornografía o el agotamiento del deseo
Jean-Claude Milner
La obra clara. Lacan, la ciencia y la filosofía
Jean-Claude Milner
Los nombres indistintos
Jean-Claude Milner
Introducción a una ciencia del lenguaje
Marhieu Potte-Bonneville
Michel Foucault.
La inquietud de la historia
Marcelo Rougier y Martín Fiszbein
La frustración de un proyecto económico.
El gobierno peronista de 1973-1976
Malcom Schoíield, Gisela Striker (comps.)
Las normas de la naturales.
Estudios de ética helenística
Federico Schuster
Filosofía y métodos de las ciencias sociales
Charles Tilly
La desigualdad persistente
Paul Virilio
El arte del motor.
Aceleración y realidad virtual
Paul Virilio
La velocidad de liberación
Loíc Wacquant
Parias urbanos
Loíc Wacquant
Las cárceles de la miseria
Raymond Williams
La política del modernismo.
Contra ios nuevos conformistas
M a r k o s Zafiropoulos
Lacan y Lévi-Strauss o el retorno a Freud (1951-1957)
V e r es un arma del poder. Desde la videovigilancia hasta la
captación de imágenes en medicina, p a s a n d o por los satéli-
tes q u e b a r r e n e l p l a n e t a , i n n u m e r a b l e s dispositivos s e
e m p e ñ a n en volvernos íntegramente visibles. Se quiere ver
todo, hasta la t r a n s p a r e n c i a . Hoy día, hacer c o m p r a s en Lon-
d r e s es ser filmado más de trescientas veces. Antes se vigila-
ba a los criminales, hoy se vigila s o b r e todo a los inocentes.
Pero, más allá de la vigilancia, esa mirada global infiltra
t o d a s las zonas de nuestra vida, d e s d e el nacimiento hasta la
muerte. La ideología de la transparencia, que a m e n a z a nues-
tras existencias, el espacio privado de nuestras c a s a s y el
interior de nuestros cuerpos, disuelve un poco m á s cada día
lo que tenemos de íntimo y secreto.
La ciencia y la técnica han p e r g e ñ a d o un dios omnividen-
te electrónico, un nuevo Argos d o t a d o de millones de ojos
q u e no d u e r m e n nunca. Más q u e en una civilización de la
imagen, hemos e n t r a d o en una civilización de la mirada.
Con lenguaje brillante, d o c u m e n t a d o y de sencillo acceso,
Gérard Wajenian explora e indaga en esta ideología de lo
hipervisible.
ISBN 978-987-500-155-8
9 789875 001558