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El cuento llamado ‘’el campeón de la muerte’’ transcurre en los andes peruanos y está

atravesado por un suceso fatal: la muerte de Faustina, hija de Liberato Tucto, a manos de
Hilario Crispín. Este suceso es el detonante de la historia, es su esencia.

Tenemos a un padre esperando días enteros el regreso de su hija raptada. Tucto es para
nuestro autor el indio por excelencia, en él se encarnan las virtudes del indio, a saber: la
impasibilidad, la resignación, etc. El retrato de Tucto es interrumpido por la aparición de
Crispín de entre las sombras, Crispín encarna los vicios de la comunidad: dejado a la bebida,
cruel, ocioso, etc. Estas características, nos dice Albújar, son para el indio indignas, innobles y
merecedoras de desprecio. Crispín entrega, con la mayor falta de sensibilidad, el cadáver
descuartizado de Faustina, la añorada doncella de Tucto. Crispín se muestra amenazante
frente a Liberato, pero este le responde de manera irónica, resaltando sus despreciables
cualidades.

Pasada esta primera impresión, aparecerá Juan Jorge, un Illapaco (tirador). El autor nos relata
la caracterización del pueblo de Jorge, Pampamarca, tierra de tiradores. Nos resalta las
cualidades de este tirador, difíciles de comprender por su labor de asesino. Mencionan sus
dotes artísticas y su fama de certero asesino. Ambas cualidades, nos dice el autor, se deben a
sus dos grandes maestros: el maestro Ruiz, quien le enseño a leer y escribir, y Ceferino
Huaylas, su maestro de tiro. El maestro Ruiz no es un personaje importante en la vida de Juan
Jorge, mientras que Ceferino Huaylas será acreedor de todo el respeto de su discípulo. El autor
nos va relatando sus hazañas como tirador, tanto en su época de alumno como en su
desenvolvimiento inicial en la labor de Illapaco. Para resaltar su capacidad mortífera se nos
relata su primer trabajo, que su maestro consideraba como el más peligroso puesto que a él
mismo le había temblado la mano. Su víctima chacchaba coca y él se encontraba a dos
cuadras de distancia, relata con mucho orgullo el haberle puesto una bala en la boca a aquel
sujeto. Su maestro reconoce su habilidad, pero le aconseja lo siguiente: Tienes que llevarte los
ojos de tu victima para que no te siga; la boca para que no te culpe; y el corazón para comerlo
si es de un hombre valiente.

Luego de esta aclaración sobre Juan Jorge, se da el encuentro entre el Illapaco y Martina, la
madre de la inocente víctima de Crispín. Se le pide a Jorge que mate a Crispín, específicamente
se le pide diez balas; el tiro de gracia debería ser en el pene. En un primer momento Juan Jorge
rechaza la oferta, por parecerle muy baja para tan osada labor; Jorge consideraba a Crispín
como buen cholo, un hombre valiente. Se llega a cerrar el trato y a los pocos días emprende la
búsqueda de Hilario junto a Tucto, quien quería disfrutar de la agonía del asesino de su amada
hija. Albújar nos relata lo agotador de la campaña: geografía accidentada, cansancio, etc.
Pasados dos días de espera Juan Jorge se impacienta, piensa que su presa ya está muy lejos de
aquellas tierras y que la espera es inútil. Tucto, por otro lado, tiene la convicción de que Crispín
se esconde en algunas de las cuevas que se encuentran cerca de la quebrada. Al poco rato de
esta efímera discusión ven aparecer un hombre que jalaba un carnero, era Crispín. Juan Jorge
se aleja un poco para tener la distancia ideal…. El arma que llevaba Crispín cae al suelo,
mientras su mano derecha queda mutilada. Luego le disparará en las piernas para evitar la
huida de su presa. Una hora lo hizo sufrir. Ambos se acercaron al cuerpo y Tucto, con su
cuchillo, le saca los ojos a Crispín y le corta la lengua. Juan Jorge al ver el proceder de Liberato
le reclama el corazón, puesto que Hilario Crispín es para él un buen cholo, un hombre valiente.

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