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Todo está calculado, aun lo que hacemos por Dios. A luz de esto,
consideremos la importancia de ser fiel en lo poco. Dios no pide más que
eso. El resultado es que “sobre mucho te pondré”.
3. Es uno que confía sus bienes v. 15. Lo primero que debe notarse es
que la persona que toma la iniciativa en el llamado es el Señor de los
siervos. Él es un dueño que confía plenamente en ellos. Note lo
significativo de las palabras: “les entregó sus bienes”.
Hay en esto una gran dosis de confianza. ¡Qué tentación será manejar
tan grande suma de dinero! Los cálculos para un “talento”, que al
principio se conocía como un peso de medir, equivalían a una cuantiosa
suma del trabajo de un jornalero por muchos años. En moneda
comercial, hoy sería simplemente “mucha plata” que el Dueño entregó a
sus tres siervos.
Pero más que verlo en el contexto del dinero, los talentos llegan a ser
todas las formas cómo el Señor nos “ha confiado sus bienes”. Póngale
acá sus capacidades, si es padre a sus hijos, su tiempo, su trabajo, sus
dones espirituales y cualquier otro “tesoro” que se la haya entregado.
Los “talentos” han sido dejados en manos de sus siervos con la
esperanza que ellos pusieran a producir sus bienes. Hay en esto un
sentido de asombro y de alegría.
2. Aunque recibamos dos talentos. El que uno haya recibido solo dos
talentos significa que algunos hombres y mujeres son poco talentosos.
Hay hombres que de repente se sienten muy inteligentes y de grandes
éxitos y presuponen que todos los demás deberían tener los mismos
resultados. Pero la verdad es otra.
Pero, ¿nos hemos puesto a pensar que tales hermanos sólo tengan poco
talento, y están haciendo el mejor uso del que tiene y por tanto no
debieran ser censurados por la pequeñez de lo que son capaces de
lograr? No podemos exigirle a un hermano que produzca cinco talentos
cuando Dios lo único que le dio fueron dos. Dios no juzgará a los
hombres por las capacidades que no les haya dado. Su juicio siempre
será de acuerdo a su fidelidad.
Vea que el hombre que recibió dos talentos no se acomplejó por el que
tuvo cinco. De inmediato negoció otros dos talentos más. Él vino con el
mismo entusiasmo que el otro. Él no tuvo envidia del otro, simplemente
administró bien lo recibido. Eso es lo que al final Dios busca. Ahora
observe el mismo elogio: “Sobre podo has sido fiel, sobre mucho te
pondré”. Y este fue fiel en lo poco, comparado con cinco talentos. ¿No
es esto asombroso?
Por otro lado, bien puede el que recibió un solo talento ser la descripción
que Pablo hace de lo que Dios escogió del mundo para glorificarse a
través de ellos: “sino que lo necio del mundo escogió Dios, para
avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para
avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado
escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es…” (1 Cor. 1:27,
28).
1. Será un día de satisfacción (v. 16, 17). El hombre que recibió los
cinco talentos, en seguida comenzó a negociar. Por cuanto sabía que el
Señor le había confiado mucho, él no podía darse el lujo de desperdiciar
una oportunidad para hacer crecer el negocio de su señor. Lo mismo hizo
el que había recibido dos. Por cuando no sabían el tiempo en el que su
dueño vendría otra vez, toda su atención estaba concentrada en cómo
duplicar lo recibido.
Y el día llegó. Sin previo aviso el amo regresó del largo viaje. El texto así
lo expresa: “Después de mucho tiempo vino el señor de aquellos siervos,
y arregló cuentas con ellos” v. 19. Para estos dos siervos aquel
encuentro tuvo que ser muy emotivo. El talento era equivalente a unos 34
kg de plata, lo que era lo mismo a un sueldo de un obrero ordinario
durante quince años.
Si esto es así, el primer siervo le entregaría a su amo 170 kg de plata y el
otro 68 kg. La ganancia fue de 100%. El gozo para ambos no podía ser
mayor. Amados esta es la verdad del evangelio. No importa cuántos
talentos tengamos, tenemos que negociarlo para cuando Cristo venga.
¿Tendré la satisfacción de haberlo duplicado?
2. Será un día de premiación (v.21, 23). Las palabras del dueño son
conmovedoras. A los dos primeros les dijo: “Bien, buen siervo y fiel;
sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo
de tu Señor”. Lo primero que vemos es un elogio al carácter y a la
dedicación.
Como era justo, el amo le pidió que le rindiera cuenta sobre lo que había
hecho con el talento dado. Y, ¡qué pena! Lo de este siervo fue un lamento
desde que su señor lo increpó, hasta llegar al lamento eterno.