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ESTÉTICA ACTUAL
Represión y libido emergente
(Teoría crítica)
Gina Panzarowsky
Ensayo largo
ESTÉTICA ACTUAL
La acusación de pansexualista por la que fue señalado Sigmund Freud en su tiempo, revela
irregular de la libido en las fronteras que definen la dimensión sexual del deseo debilitando
las decisiones éticas que gobiernan la vida social. Se puede considerar que en el cuerpo de
esta vida social se acopla otro componente: la vida privada, y en la conjunción de estos
engranajes se traman delicados hilos que fijan patrones y rigen comportamientos al deseo,
afectando la libertad del individuo, pieza clave para el emprendimiento que gobierna el
controlado por la voluntad, donde la energía volitiva aparece controlada por la ética social,
en el campo de la libido.
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Esa dimensión erótica que parece estar en el centro de acción del individuo, genera
La consideración estética básica habla de una afiliación de los sentidos frente a los
artefactos del arte, es decir, cuando se activa la emoción de los sentidos en una especie de
reconciliación entre el ser social y el ser íntimo. Este mecanismo que dispara esta
experiencia que producen los bienes tangibles del arte los hace auténticos, activando la
reprimida. De esta manera se formaliza una vieja promesa - la reconciliación – que cumple
¿Cómo ha evolucionado este deseo?, ¿cuáles son esos mecanismos de adaptación que ha
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través de las diferentes revoluciones de carácter sexual que las sociedades han integrado en
sus legislaciones de lo público, como expresiones de órdenes privados que han perdido su
latencia y su aislamiento.
considerados como sujetos que actúan por fuera del ordenamiento - las esferas de lo erótico
contestatarios de la norma que excluye sus apetitos particulares. Sin embargo, estas nuevas
categorías de la libido emancipada definen comportamientos que atrapan a los géneros, las
inclinaciones sexuales y los apetitos eróticos en códigos que alcanzan zonas de afectación
Una zona afectada no infiere una geografía completa, tan sólo una pequeña porción, una
especie de micro esfera que se identifica por su carácter minoritario, marginal, que se
descubre ante el territorio como una extrañeza ligeramente aceptada dentro de un orden que
digiere estas especialidades sin renunciar a las consideraciones éticas del pasado.
conciencia social viejas demandas de reivindicación. Aun así el deseo persiste, obstinado,
mediante las clásicas dicotomías entre eros y tánatos, la vida y la muerte, al dibujar con
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precisión los signos habituales de un tejido que se modula por el absurdo y que es inherente
a la condición humana.
social, entraña una revisión a los diferentes movimientos, luchas y desarrollos de estos
detendré ahí. Para el objetivo de esta discusión no es vital esa revisión sociológica. Sólo
En este nuevo contexto de emergencia para que las sexualidades ilegítimas aborden el
espacio social surge un grupo de preguntas que inquieren por la forma y los alcances de
jurisprudencia que acepta los códigos de la libido emancipada por medio de su inclusión en
el espacio social, ¿qué cambios operan para que la sanción social desaparezca
La culpa se puede ver, más allá de su consideración teológica, como un universo que
corporiza las alarmas de control interno en el individuo cuando sus maquinaciones llevan
para sí la interiorización del código ético que rige la vida en sociedad, es decir, la ética
emancipación erótica frente al statu quo, debe escoger entre la ética del discurso que
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ofrecen los nichos recién aceptados por la sociedad: homosexualidad, transexualismo y
bisexualidad.
libido, vista en el pasado como defectuosa a la hora de integrarse en los códigos que la
Ahora bien, ¿quién legisla y ordena estos regímenes? ¿Hablamos de un saber que se define
por la experiencia que aportan estas minorías, cuando emergen al espacio social y se
enfrentan con los saberes, derechos y obligaciones que la legitimidad operante les ofrece
Un ejemplo clásico para ordenar la traza que guía esta disertación se da cuando los
formato de identidad sagrada para ellos. En estas negociaciones, los órdenes viejos y
nuevos operan una suerte de simbiosis en donde cada uno de los componentes se integra
felizmente, dejando por fuera algunos aspectos radicales que se ignoran en cuanto no son
significantes para cada una de estas especialidades. El aspecto clave de esta negociación
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heterosexual – homosexual, sacralización de la pareja como soporte económico, captura de
Cabe anotar además, que esta emergencia del discurso gay permite a otras comunidades
homosexuales.
científico en la medida que se incorpora para su análisis no sólo al cuerpo social sino al
cuerpo físico como materia que se revela o desafía las presunciones de género a partir de la
genitalia.
El hombre que aspira ser mujer o viceversa implican un necesario desafío de la naturaleza a
sus propias creaciones, pero en el ámbito de la cultura social no amenazan los patrones
contenidos con que la cultura y la legislación social definen roles y modelan estructuras de
comportamiento.
Su mejor marca es el maquillaje como elemento clave del disfraz. Y en esta breve
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ausencia de maquillaje que caracterizan al hombre cultural; y la voz suave, la delicadeza y
Un esquema puntual que cimienta esta estructura del deseo ilegítimo reside en el carácter
un hombre.
El transexual con sus tetas grandes, la exageración de los gestos femeninos, la exaltación de
modales), sugiere una bofetada a las presunciones que el establecimiento hetero sexocial1
conserva como marca de identidad. Sin embargo, el transexual opera en un campo que
desafía a las formas de identidad sexual establecidas, sin cuestionar los contenidos
culturales con que se han estatuido estos modelos de legitimación del deseo, entre lo que
patrones que edifican los sustentos de género, sino que los enfatiza como esquemas
aceptados e incuestionables. En este caso, hay que subrayar que existen dos fenómenos
importantes que se deben aclarar antes de continuar: por una parte, el rol físico que juega la
etapa prenatal; y por otra, las consideraciones que ofrece el transgenerista, pues los hábitos
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Neologismo que integra los conceptos sexual y social.
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transexual las operaciones quirúrgicas de reasignación de sexo pueden ser un hecho vital,
casos por la tiranía de usos y costumbres sociales. La habitual dicotomía entre el nacer
mujer y hacerse mujer mediante las costumbres culturales, que en su momento expresó
modulaciones de ambas partes, es decir, tanto del componente biológico como del cultural.
que en cualquiera de los dos casos permite una primacía de alguna de estas dos categorías,
psicológico.
sexuales; simboliza el cuestionamiento más puro que se le puede hacer al edificio que
sustenta la cultura del macho y de la hembra y a las máquinas de dominación que legislan
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sobre lo que supuestamente somos cada uno de nosotros, estratificados en el binomio
hombre - mujer. La mirada pública que se detiene frente a este espectáculo sabe sancionar -
mediante los códigos éticos de la vida social - que el individuo transexual es lo que no se
debe ser, y en este caso puntual la normatividad se asegura un triunfo como mecanismo
repara en los mecanismos de construcción que implementan tales roles, especialmente los
del rol femenino o en la sujeción a criterios de falsa superioridad como en el caso del rol
los géneros primarios, donde los dispositivos masculinos aparecen como señales
lo femenino aparece como una regresión que invade negativamente el espacio masculino.
homosexualidad masculina.
integración porque son los menos estudiados y son los que ofrecen mayor reparo a la hora
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de negociar sus propios códigos de comportamiento con la normatividad imperante, aun
Este tercer grado de las economías sexuales emergentes es una condición que, más que
enfrentar una crisis del cuerpo, representa una crisis de los modelos culturales de
relacionarnos mediante el deseo y el afecto, y una manera crítica frente a las construcciones
de género a partir de su componente psicológico; componente este último que supone una
una exaltación maniquea del género contrario, sin afectar el statu quo en que se realiza, la
homosexual o heterosexual.
Los estudios de género en el campo bisexual destacan los permanentes clisés que enfrentan
los miembros de esta comunidad, en lo que significa relacionarse en los espacios sociales
hetero y homo. Un bisexual en una comunidad hetero será calificado como un gay indeciso
que aun discute con sus propias preferencias sexuales; y en una comunidad gay será visto
como un bicho que se refugia en la confortabilidad de la vida hetero para mejorar su propia
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aceptación social, sin asumir a plenitud la responsabilidad que su orientación sexual
En este caso la ética social sufre un ataque desde dos puntos de vista: por un lado, el de los
mujer; y por otro, el de los mecanismos legales emergentes conquistados por los grupos
social para estos grupos sexuales, y presupone la construcción de una nueva legislación que
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II
Estos nuevos mapas que trazan las economías sexuales emergentes, donde la identidad, la
cristiana, admiten la incidencia de una figura dionisiaca con unas novedosas herramientas
Apolo entra en el reino de Dionisos y domestica sus figuras revolucionarias que se expresan
mediante el deseo - que sigue siendo ilegítimo para el mundo de la ética social establecida –
tragedia” cuando contrasta las figuras de Apolo y Dionisos, que más tarde Freud resume en
el principio de la realidad y principio del placer. En un texto que retoma estas discusiones
El deseo aparece para estos autores como una fuerza primaria que integra los instintos
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Dentro del conjunto de los instintos sexuales, existen algunas fuerzas originales que son
sublimadas y puestas al servicio de la cultura, donde el arte actúa como una central de
Esta inclusión de sexualidades reprimidas permite una ampliación estratégica del marco
que gobierna la estética actual, en la medida que este orden se afirma mediante la
hablar en este caso de un deseo evolucionado, aún en su forma sublimada, que se reconoce
Este pasaje que circunscribe una instancia entre fantasía y realidad normalmente es
instinto sexual deben quedar resguardados de toda exteriorización porque infringen los
posibilidad en el mundo real: parece por momentos que aquí siempre surge un imperativo
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hacerlo aparecer en la escena de la vida cotidiana, de hacer surgir del botín que se expresa
¿Cuales son esos elementos constitutivos de la fantasía erótica? ¿Qué los puede situar en el
terreno de lo real?; o mejor, ¿de dónde obtienen esa legitimidad ficticia, que obliga a
situarlos en el espacio de lo real como ejes paralelos de un deseo que sólo encuentra su fin,
en la concreción física y real del acto invocado? ¿Por qué aceptamos, con literalidad
En estas urgentes traducciones de fantasía a realidad del mundo erótico, se pueden dar
personal artístico encerrado en la obra, según afirma Marcel Duchamp en su texto “El
acto creativo”.
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Este coeficiente es una brecha – dice Duchamp –, lo que queda faltando entre la intención
expresada como idea en la mente del artista y su concreción en el objeto que simboliza tal
deseo. En ese tránsito entre la intención y la realización queda faltando algo, se abre un
espacio de angustia, en la medida que el objeto real nunca cumple la promesa del deseo
afiliación como productor del imaginario creativo que nutre a las mercancías estéticas.
La estética en este caso aparece como un mecanismo que incorpora en sus discursos, los
trazos latentes de una sexualidad en crisis, compuesta por un imaginario constituido no sólo
El instinto sexual y las tensiones que estos provocan, no son sólo apariciones exclusivas de
un orden que aspira a su liberación inmediata en el espacio de lo social, sino que involucran
En tiempos pasados el castigo con el garrote podría ser visto como una forma de agresión
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un hombre que comete el acto contra un niño, o de orden incestuoso, si es la madre quien
Sobre este esquema, del deseo inspirado como demanda autónoma del instinto sexual o
como transformación del dolor, se puede elaborar un acercamiento a la estética actual del
arte contemporáneo, y al papel que puede jugar la violencia transmutada en fantasía erótica,
Generalizar que detrás de toda conducta artística hay una motivación sexual puede ser
que la libido y el deseo pueden jugar en aspectos de la vida cotidiana, sin llegar a
Freud saca a Eros de su guetto, y sin reducir las demás actividades a la libido, profundiza
Por lo tanto, en esa vida psíquica, donde lo erótico asume características dominantes, la
presencia de la libido multiplica sus valores hasta generar una economía sexual en el
individuo, en que la tasa de cambio transmuta y erige sus valores mediada por un
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Lyotard. Jean Francois. ¿Por qué filosofar? Cuatro conferencias. 1964. Edición electrónica de www.philosophia.cl/escuela
de Filosofía Universidad ARCIS. Cuatro conferencias dadas a los estudiantes de propedéutica en la Sorbona (octubre –
noviembre de 1964)
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En este surgir de valores y demandas, la oferta sexual ofrece inventarios que se inspiran en
de la demanda privada, aquella que perpetúa la emergencia de modelos disonantes para los
Pero persiste el agotamiento. La demanda supera la oferta. Por doquier emergen las huellas
de unos instintos sexuales que nunca encuentran concordancia en los códigos que rigen la
vida social, porque muchos de ellos exceden la capacidad ética para asimilar tales
presiones.
Allí vemos al hombre que carga un prontuario de más de 400 niños violados y asesinados;
acá el padre que convivió incestuosamente con su hija durante varios años, manteniéndola
encerrada y violándola; más allá el hombre que devora a sus amantes homosexuales, la
madre que posee a su propio hijo adolescente, el padre sustituto que convive sexualmente
con la madre y sus hijas, el hombre celoso que descuartiza a su amante, los sodomitas que
violan en grupo a un adolescente, las pandillas que acechan tras el matorral en espera de su
víctima, etc.
Una suerte de frenesí público dominado por el instinto sexual, aquel que transmuta sus
aspiraciones en demandas reales gobernado por una psiquis que supera cualquier control
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En esta espiral de patologías eróticas – así lo ve nuestra ética sexocial – los límites entre
emergencia como un resultado de experiencias físicas del pasado con las que nutre su
maquinaria ficcional. Es decir, la ficción es un juego con elementos reales del pasado.
Las imágenes del pasado son como cartas de naipe con las que la fantasía juega,
interpretando las posibilidades del futuro. La pulsión erótica se exacerba en la medida que
el pasado es traumático, mediando como sustituto del dolor, trocado en placer por medio de
la libido en estado de latencia. Si aceptamos – con algo de simpleza – que el placer es Eros
y el dolor Tánatos, se puede ver que Eros transmuta el impacto del dolor en energía
libidinal, aquella misma que configura actos regresivos que superan al entendimiento de las
prácticas sexociales, elaborando de esta manera conductas auto destructivas que no logran
existe o es superada.
En este orden de ideas, el arte aparece como un precursor que permite elaborar, en la
proposición simbólica, artefactos que canalizan, regulan y domestican las fuerzas de una
libido exacerbada. E iría un poco más lejos: el arte no es su medium¸ es la expresión de esa
misma tensión, es decir, tensión y expresión vendrían siendo los mismos módulos de una
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Algunos aspectos del arte actual se podrían equiparar con esta figura de la representación
como máquina que incorpora en su diseño categorías duales: belleza - fealdad, placer -
La clásica concepción de la estética como orden que habla de lo bello, ha sido superada
desde hace mucho tiempo, por una discursividad que incorpora como binomio integrado
El impulso estético sería entendido entonces como una superación del dolor o como una
crítica de arte, de aquellas tensiones que se revelan de orden erótico en el objeto de arte, e
igualmente de aquellas que sin tener una tangencialidad con la libido, generan tejido hacia
diferentes actividades humanas sin que por ello dejen de estar permeadas por la presencia
de un deseo que recorre la vida psíquica en sutiles imbricaciones que trascienden al espacio
La erótica - por ejemplo – del arte político tiene que ver con la violencia ejercida sobre el
cuerpo, sobre su carne, al extremo de extinguirla. Los cuerpos sociales en el arte político
representada por el cuerpo no está en concordancia con el resto del grupo social; es decir, la
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intolerancia ejerce una agresión brutal que transforma el placer de la convivencia social en
La estética del deseo convertida en arte habla de lo que no está presente, de aquello que el
imaginario colectivo – para el caso del arte político – descubre que no aparece en la
nace desde una tensión antagónica, donde el deseo se transforma en dolor, el contacto físico
del uno con el otro, del dominante y el dominado constituyen relaciones fundadas a partir
de la violencia ejercida sobre uno de ellos. El garrote como forma de dominación, en esta
metáfora fálica, está presente también en la exclusión social por el color, por el acento, por
La erótica del arte devendría en una suerte de estética actual, en cuanto incorpora la
elaboración, mediante la metáfora del objeto arte, de una figura erótica precedida por la
pulsiones sexuales. Pero es interesante analizar y considerar que las expresiones de la libido
no son sólo expresiones autónomas del instinto sexual, sino que su manifestación puede ser
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una construcción derivada de algún tipo de agresión física o emocional al individuo en su
etapa de formación.
No considero que la represión sexual sea en sí una máquina productora de angustia, porque
como una obsesión imperativa que busca en apariencia, mediante su adhesión a lo real, su
liberación en este acto de traducción del deseo en suceso (happening) que debe ser agotado
en el espacio de lo real.
Lo que expresa Eros no está implícito en la metáfora sexual que configura la angustia
reprimida, sino en los procesos que constituyen dicha elaboración de la ficción, y estas
máquina del cuerpo tampoco halla ahí su completa liberación. La angustia persiste en la
medida que entre ficción y realidad erótica los componentes de su construcción están en
otra parte, al igual que sucede cuando el arte traduce sus impresiones sobre la materia,
obra.
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¿Es la concreción del acto erótico una garantía para su liberación? ¿Es tal la carga de
dominio y represión que me ofrece el principio de realidad, que agota cualquier signo de
liberación frente al síntoma? ¿Es la estética una forma igualmente atrapada por el principio
de realidad (la cultura), donde las mercancías son simples traducciones de un síntoma que
nunca es posible nombrar? ¿Es el artista un enfermo social que encuentra redención en el
espacio económico de las mercancías simbólicas, sin otra posibilidad de encontrar mayor
Casi todas estas preguntas, que merecen una soberbia extensión para desarrollar sus
Ese precepto que gobierna este anhelo instintivo recorre tenazmente sus demandas. El
imperativo de lo concreto, tangible y corpóreo, la sacudida de las fibras más íntimas del ser
y otro real las memorias de un deseo histórico, expulsado de la sociedad por políticas de
ordenamiento que condenan lo sexual al reino de lo prohibido de una parte; pero de otra,
surge la realidad de ese deseo ya no como materia biológica, sino como transformación de
estrategias de la violencia, que traducen el dolor en placer mediadas por las mitologías
eróticas que insisten en una réplica sobre lo real de la ponencia ficcional. En el primer caso
la aspiración del impulso sexual entra en el reino de la ética social, aquella que me dice lo
que está permitido y lo que permanece en el reino de lo prohibido, como lo eran hasta hace
psiquis en contraposición con lo biológico. Esa parte del cuerpo que incorpora los vocablos
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de un lenguaje excluido y aquella que tiene lugar en la ficción como expresión de un
síntoma que se expresa en la imaginación del sujeto, en algunos casos sin una conexión real
con su cuerpo.
De una parte, los elementos constitutivos y de otra, las fantasmagorías de una psiquis
golpeada, que muta en deseo unas imbricaciones de orden agresivo, ya sean sociales o
personales en el sujeto artístico, que son la matriz que nutre la ficción erótica como
precursora del acto a sublimar. El dolor muta en placer por medio del sexo y el arte recoge
hace el cuerpo del gesto artístico, a partir de algunos aspectos de la historia del arte, porque
en ella vemos cómo en la medida que el cuerpo se acerca o se aleja de su objeto de deseo –
entendidas cada una como un acto de mediación por el cuerpo o mediación de la máquina
psíquica.
Por ejemplo, en esa vieja discusión, nunca superada adecuadamente, entre viejos y nuevos
medios. Hablamos del dibujo, de la pintura, de ese tránsito entre representación, figuración
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sobreviene el collage que abre el mundo a la objetualidad por medio del ensamble, como
entre el ojo que es engañado y el objeto que evidencia, la discusión sale del marco de la
obra y del espacio de la galería y del museo, para trasplantar el lugar de la discusión al
espacio de lo real. Ya no es el cuerpo el que pinta sino que la pintura es el cuerpo (body
art), ya no es el paisaje que se representa en la ficción pintada sino que el paisaje deshace la
mediación y se presenta tal cual (land art); los hechos de la vida no aparecen suspendidos
en el tiempo del objeto que representa, sino que quedan congelados en la memoria del
de acá. En el performance, cuerpo y espacio, sujeto y objeto, meditan sobre un tiempo real,
su traza instantánea los jirones que quedan de una realidad donde el deseo se escapa,
porque ya no responde a una libido reprimida, sino que refleja las huellas de un dolor que
Esta relación entre cuerpo que pinta o pintura del cuerpo, entre deseo que incorpora al
cuerpo y sus lenguajes internos, en contraste con la ficción erótica como expresión del
dolor, juega en estas dicotomías de la estética actual como sintaxis entre el deseo y su
circunscripción ética.
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Cuando el cuerpo desaparece como mediador entre sujeto que pinta y objeto pintado, ese
acto que lo hace constitutivo de este proceso, como un puente, recuerda la unión entre
rigurosamente cerebral el gesto expresivo en la figura estética. Esa idea de la mente que
actúa como precursora de la obra de arte, está atada a un deseo que nace desde la metáfora
que troca el dolor en energía libidinal. Para huir de la barbarie, la figura del torturador
asume posibilidades eróticas a través del modelo estético que trueca a la crueldad en placer.
La carga que asume la disciplina estética, como elemento que recoge la energía erótica
reprimida, se observa en este análisis como una función con dos posibilidades: como
reprimida.
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Los avances de la sociedad en la incorporación de estos nuevos lenguajes, al eliminar el
De otra parte, se tiene a la libido como disfraz que construye sobre el dolor unas
espacio de lo real. Pero la metáfora sexual esconde otra situación, que la psiquis muta en
placer enajenando un dolor aún más impreciso, perdido en la memoria del sujeto individual
o social.
una parte, o por un sujeto que actúa como dispositivo del mismo cuerpo: la mente.
Las correspondencias que se pueden dar entre la imagen pensada que se convierte en arte y
la expresión que emerge de la acción artística, donde actúa más el cuerpo que la percepción
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En su investigación como elementos hipotéticos válidos, o sus posibles derivaciones desde
Gina Panzarowsky
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