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Bogotá, Agosto 19 de 2010.

Observación preliminar para mi futuro y desconocido lector:

El texto que presento para este certamen no trata ningún tema puntual o trascendental

sobre el arte contemporáneo en Colombia. El texto que propongo enuncia un problema

y una necesaria reflexión, y que sin duda hace parte de las producciones plásticas del

arte colombiano en la actualidad, “sus historias, sus instituciones y su mercado”.

Presento en este ejercicio, que por primera vez trasciende las aulas, un problema que

nos compete de base a todos los interesados en las Humanidades, la Literatura y las

Artes: la delicada labor de la escritura en la producción de pensamiento y la necesaria

visión de considerar la lectura como un ejercicio de generosidad entre un escritor y un

lector. Tan simple pero necesario, un tema tan implícito para la producción intelectual,

que le da constancia y sustancia a cualquier tipo de comunicación; esa es mi

preocupación al lanzarme al vacío ante un tema aparentemente tan neutro e

imperceptible, como el más común de los hábitos: el de leer y escribir, escritura y

lectura, no importa su orden: es una relación amorosa implícita.

Ante tantos estudios por adelantar y brechas conceptuales que cerrar sobre el arte

colombiano actual, considero que es pertinente cualquier tipo de reflexión frente al

oficio de la escritura en las artes, teniendo en cuenta que nuestro acervo contemporáneo

en estas lides, se ha concentrado en los últimos diez años a un círculo académico y de

gran resonancia entre los medios de comunicación especializados: revistas y galerías,

fundaciones y museos, han fomentado la producción escrita en artes con resultados a

veces muy áridos para el gremio. No lo considero árido en su contenido pero sí en la

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forma en que se conforman las ideas, desde quién lo escribe hasta el que lo recibe, el

lector. De hecho si aludo a continuación y por primera vez a la palabra crítica, es

porque más que una crítica a la forma de escribir de los artistas, filósofos e

historiadores, teóricos formados y amateurs, quiero destacar la urgencia de incentivar y

entender el valor del oficio de la escritura y la lectura, pero sobretodo, lo que aquí nos

reúne: cómo escribimos, nosotros los artistas, determinados temas y problemáticas,

cómo dialogamos con un lector que con frecuencia se nos convierte en los mismos ocho

o diez colegas y amigos, y en donde el resultado se torna críptico, afectado e

incomprensible. Y eso si hablamos del caso capitalino, que escribe en la mayoría de los

casos sobre los fenómenos del arte y los artistas de Bogotá. Se hace evidente un vacío

en la investigación histórica y teórica de los procesos artísticos de la periferia, de la

provincia, de la localidad, de la tierra caliente o más fría que esta, como quieran

llamarle. Se agotan y trillan los temas, se desvanecen en el olvido los clásicos ( artistas

e instituciones) de las diferentes regiones del país, se desintegran sus archivos a pesar de

estar en boga su estudio y manejo; queda mucho por escribir, mucho por mapear y

mucho por descentralizar. Se siente entonces una especie de red de pocos ungidos por

la escritura y muchos temerosos por lanzarse a un vacío que no resulta tan profundo;

pienso que algunas de las pre-ocupaciones que deben tenerse en cuenta están esbozadas

en la carta que le invito a leer, después de esta introducción.

Mi postura crítica frente al oficio de la escritura y el deber del lector al exigir cohesión,

ritmo y coherencia, se debe a que considero ausente su soltura y dinamismo en el campo

de las artes contemporáneas en Colombia. Cada vez la academia promueve y exige

resultados frente a los estudiantes, pero lastimosamente enfocan sus fuerzas para la

formación académica en maestrías y doctorados. Mi interés por presentar una carta a

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manera de ensayo y producto de un ejercicio final de clase corresponde a una pregunta

que me hago constantemente: ¿Por qué se presta tan poca atención formativa al oficio

de la escritura y la lectura? ¿Por qué tenemos un lector en artes tan poco exigente?.

Vale la pena señalar que reflexionar sobre la escritura y su receptividad en el medio

artístico colombiano se hace pertinente, vigente y de permanente revisión.

La carta que se presenta a continuación corresponde a un ejercicio final de clase para el

curso Taller de Escritura. No vale la pena dar mayores detalles sobre la maestría que

cursaba ni la identidad de mi destinatario. Esta carta enuncia un contexto desconocido

para usted mi querido nuevo lector; no importa, considero que los argumentos expuestos

en ella resultan universales en su uso y se ajustan a cualquier iniciativa en el oficio de la

escritura y el carácter devocional del lector.

En su esencia, la carta alude a un ejercicio de costura: hilvanar autores y experiencias

entorno a un intercambio de textos que nos confrontan con la escritura y la lectura.

Para esta participación en el Premio Nacional de Crítica, se editó en mínimos detalles

algunos de sus apartes, revisando por cuarta o quinta vez su tejido hasta considerarlo

como un traje a la medida para mi receptor, que en ese caso era Santos Domecq: para

que pueda usarlo y ajustarlo a su medida. De hecho lo invito a usted lector, a que sea un

nuevo Santos Domecq.

¿Por qué lo invito a leer este escrito? Porque rompe el halo de intimidad entre el

verdadero Santos y yo; porque la escritura es un acto público, una ceremonia que

depende del entendimiento y el gusto que yo le suscite a usted. Lo único que espero es

que sea de su agrado.

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Finalmente, la iniciativa de poner a rodar este texto se la dedico a William Gómez

Sanabria (q.e.p.d), quien fue el motivo para que ésta carta-ensayo saliera a la luz por

primera vez. Eternamente gracias por tu sonrisa y tu amistad.

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Bogotá, 5 de Junio de 2009

Querido Santos Domecq:

En realidad, quiero confesarte que sé quien eres.

Cursamos Historia Urbana en el III semestre de la Maestría y quedamos antojados de

México, Madrid y la isla de Manhattan …

Noté tu gusto por la literatura y tu buen tono en la lectura de las reseñas que

presentábamos. Eso del tono suena subjetivo quizás, pero así es: cuando leías lo que

escribías en clase sonaba muy bien, con coherencia y concreción. Ahora, a manera de

ejercicio final de clase, debemos revisar y comentar un texto; dicho texto que tengo en

mis manos es tu trabajo final de Historia Urbana y debo revisarlo con minuciosa

atención y hacerte una cuantas observaciones sobre tu forma de escribir. Esta carta

también es una reflexión sobre mi lectura y escritura, a partir de tu experiencia.

Ya sabes que este escrito contiene el sentido coloquial y sin presiones formales de una

carta, aunque en algunos momentos rompa la regla epistolar: pasar de una escritura “a

chorro”, redactada casi como se habla, a modular un poco el tono íntimo para mi

interlocutor. Tratar la escritura, y más en el sentido de una carta, me parece un buen

ejercicio.

Es por eso que comentaré tu texto titulado ( ¡un momento, no sé!, quede con la duda si

la cita introductoria con la que iniciabas el texto era el título o una cita sin pie de página

y nota aclaratoria) “ A falta de pan, tortillas” … uhm!!… de entrada puedo intuir de qué

me vas a hablar, pero de eso nos ocuparemos más adelante.

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Como te venía diciendo, no quiero ser formal en esta carta, no quiero concebirla como

tal. Quiero que sea un momento charlado, entre tu y yo, así pierda su tono de privacidad

el martes 9 de Junio a las 7 am.

Quiero sacarle provecho al sentido íntimo y confiado del género epistolar. En este

espacio podré conjugar un poco la escritura formal con la coloquial, tal como te hablo

en el corredor del SINDU. Te advierto que de todas formas tendré que utilizar

formalismos, reglas y normas de conducta en este texto, así sea una sencilla carta.

Encontrarás pies de página, normas APA, ojalá bien referenciadas, entre otros

artilugios. Hasta el tipo de letra que hoy empleo la pensé para la ocasión.

Este carta quiere hablarte sobre tu escrito; no tanto de la forma en que analizaste el tema

que presentaste, sino cómo lo escribiste, qué puedo decir de tu escritura y qué puedo

decir como lector de esa partecita de México que de entrada me dejó antojada y hasta

con apetito, pero al final me dejó con un huequito. O más bien con un huecote, porque

sentí que me hablabas de tres temas sin desarrollar, en donde prevalecía el discurso

sobre uno en particular: el de la cocina mexicana y sus estrechas relaciones con el

proceso de mestizaje y su larga duración en la historia del país azteca, además de cómo

estos componentes culinarios nos cuentan una historia de ciudad y nos dan luces para

entender la manera de historiar la ciudad contemporánea.

Esto último fue lo que yo entendí del texto. Pero ahora que estas hablando de cocina e

ingredientes que componen el amasijo histórico de Ciudad de México, y yo, de tu

escritura y mi lectura, te regalo la siguiente cita de Daniel Cassany, escritor catalán

experto en los problemas de la escritura y autor de “La Cocina de la escritura”.

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Cassany invita a pasar para complementar sus ideas a Gloria Serrés. Ella comenta muy

al modo de tu cocina ( mexicana):

“ El proceso de escribir me recuerda a los preparativos para una fiesta. No sabes

a cuánta gente vas a invitar, ni qué menú escoger, ni qué mantel poner…. Ensucias

ollas, platos, vasos, cucharas y cazos. Derramas aceites, lo pisoteas, resbalas, vas por los

suelos, sueltas cuatro palabrotas, maldices el día en que se te ocurrió la feliz idea de

complicarte la existencia. Finalmente, llegan los invitados y todo está limpio y

reluciente, como si nada hubiera pasado. Los amigos te felicitan por el banquete y tú

sueltas una de esas frases matadoras: “ Nada… total media hora…¡ Todo lo ha hecho el

horno”. (Cassany,1993;31p)1

La cita de Cassany nos indica querido Santos que la escritura es un acto de generosidad

y del buen anfitrión. Así al final el escrito se vaya en la lectura de unos cuantos minutos,

su proceso previo fue largo y agotador; y cómo en todo acto público, la escritura y la

lectura serán siempre una fiesta: a algunos les gustará lo que hiciste, a otros no.

De hecho ésta carta ya no te pertenecerá en el preciso instante de ser leída por otro que

no seas tú.

Quiero contarte que sobre la relación entre lo que hablamos y cómo lo escribimos,

Susan Sontag lo presenta claramente en su ensayo “ El Hijo Pródigo”; en éste ensayo, la

investigadora estadounidense se refiere al ensayo como aquel “género” literario que

fluctúa entre todos los ejercicios creativos de escritura, que ilustra la vida con mayor

1
CASSANY, D.(1993). La cocina de la escritura. Séptima Edición. Barcelona: Anagrama S.A.

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soltura que la misma novela, la poesía, la reseña y que cómo un hijo pródigo, vuelve a

casa, vuelve a su origen vital y refrescante constantemente.

De una vez te adelanto que los referentes o autores que dialogan en este texto conmigo,

son para ti, para que los recuerdes y te sirvan de punto de partida a manera de legado

para tus propios intereses; considero que ese es el verdadero objetivo de las citas, las

notas aclaratorias y referentes bibliográficos: dejarte el mapa de un territorio que tu

puedes ampliar. Ahora si vamos con Susan Sontag:

“La palabra ensayo viene del francés essai, intento - y muchos ensayistas,

incluido el más grande de todos, Montaigne, han insistido en que una seña distintiva del

género es su carácter aproximativo, su suspicacia ante los mundos cerrados del

pensamiento sistemático. No obstante, su rasgo más marcado es la tendencia a hacer

afirmaciones de un tipo u otro.(…)

La escritura ensayística surgió en la cultura literaria de Roma como una combinación de

las energías del orador y del escritor de cartas”. 2 (Sontag,1997;2 y 3p)

Ya entrando en materia, entre tu y yo, tu escrito lo leí en dos ocasiones, a conciencia,

incluso revisándolo como buena maestra con lapicero de colores. Ambas lecturas me

dejaron dos impresiones bien definidas.

La primera, como una lectura rápida e introductoria, me presentó los sabores de México

de manera explícita y colorida. Revisé algunas formalidades de tu escritura: era la

reseña de tu ensayo final para el curso, un texto de 7 páginas, a doble espacio, letra

2
SONTAG, S. (1997). El Hijo Prodigo. Prólogo a The Best American Essays. EN: revista El
Malpensante. Bogotá.

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redonda y clara y con un buen uso general de las formalidades técnicas para hacer

referencias bibliográficas (citas y pie de página), marcando algunas excepciones de las

que posteriormente haré referencia. En la segunda lectura me detuve más a mirar qué

decías, cuántas voces percibía en el texto, cuántos planteamientos quedaron sin resolver.

Por el momento puedo adelantarte que sentí tres Santos que me hablaban con tres

intenciones sobre la ciudad contemporánea, y en donde al final, sólo uno ganó la

partida, dejando a sus compañeros - argumentos totalmente rezagados.

Sobre los procesos de composición, Cassany nos regala una cita de James B. Gray en

donde señala:

“ Escribir es un proceso; el acto de transformar pensamiento en letra impresa

implica una secuencia no lineal de etapas o actos creativos”. (Cassany,1997; 30p)3

Nadie nos dijo que escribir y dedicarnos al oficio iba a ser fácil. Es una madeja mental

supremamente difícil de organizar y tu no dejaste de ser víctima de tal orden nada

convencional; es un problema que se presenta en todos los que encaramos la decisión de

escribir.

Sobre el oficio de la escritura se me viene a la mente una frase muy coloquial y muy

linda que alguna vez escuche: “ amor no quita conocimiento”. Algo muy diferente es lo

que deseamos al escribir y otra, diametralmente opuesta, es lo que las normas nos

exigen al escribir. Hay que lograr el equilibrio entre ambas, combinar el deseo, el ir y

3
Cassany, Ibid.

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venir con la disciplina y la buena forma. Porque para escribir Santos, hay que tener buen

estado físico, aunque uno no lo crea.

Empecemos por el principio. Por lo formal, la estético de la página en blanco, el lugar

donde me permites respirar entre líneas, citas y tipo de letra. Como lector me quedó

faltando un mapa más amplio de pies de página y aclaraciones. Algunos términos sobre

el mercado o el tianguil de Tlatelolco eran necesarios. De hecho entendí que me

hablabas del mercado por el contexto mismo enunciado en el párrafo, pero era

importante que lo presentarás. No me brindes información sin presentármela… “ Mucho

gusto, el señor Sujeto es México y su escenario de dulce combate es el mercado,

termómetro del mestizaje…”. Olvidaste varias veces presentarme al sujeto y diste por

hecho más de una información para mi como lector que no conozco nada de México.

Claro, yo pase por esas calles, incluso contigo y de la mano de Germán Mejía y Carlos

Niño, pero no importa: Debes presentarlo siempre, reiterar, volver a lo dicho hasta que

quede totalmente claro.

Se te olvido paginar querido Santos; te confieso, yo tampoco lo hago, se me olvida

siempre y olvidar esos detalles mínimos pueden resultar desastrosos en un oficio como

el nuestro. Estas puntadas hacen parte de la costura final, son los sazonadores finales de

nuestra cocina a lo Cassany. Es tu taco con pico de gallo. Sin ellos, es cómo si

careciéramos de modales ante una mesa con comensales. No quiero decir con eso que

seas un grosero, todo lo contrario, eres un escritor académico en formación, como yo ,

como tus pares a los que sólo crees dedicarles las líneas sobre México. Esa dedicación

debería de ser más amplia, no te parece?. Siempre he pensado que las opiniones de los

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más ajenos al tema son las más importantes: allí no hay prejuicios. En ese tono vale la

pena escribir, resulta más inspirador y gratificante.

Volviendo. Otra cosa que perdías de vista era el sentido de la puntuación. En algunos

casos cuando exponías tus ideas, los párrafos eran muy largos, habían muchos ideas

deshilvanadas, aunque bien redactadas. Sólo retazos y eso se debe a nuestros afanes

cotidianos y académicos, no cabe duda. Ojo con lo siguiente: la puntuación, tal como lo

escuchamos en el taller de escritura, es un invento moderno. Y tales convenciones

tienen tonos que le dan música a tu texto. Le dan un ritmo y un respiro a tu lector, tal

como lo describe Estanislao Zuleta en las citas que te regalo más adelante.

Estanislao Zuleta fue un académico muy reconocido en el Departamento de Filosofía y

letras de la Universidad del Valle. Fue un estudioso del ensayo, enamorado del

pensamiento y de la lectura como provocación.

En su texto compilatorio de ensayos “ El elogio de la dificultad” el maestro Zuleta

presenta su texto “ Los signo de puntuación”. El autor comenta:

“Los signos de puntuación marcan pautas y tonos.(…)

“(…) no olvidemos lo esencial: la potencia del lenguaje consiste en poderse

criticar a sí mismo; en poder tomar una distancia irónica sobre sí mismo. Por eso los

signos de puntuación son ambivalentes: el signo de admiración puede ridiculizar; los

guiones y los paréntesis pueden incluir lo esencial (…)” (Zuleta, 1994;205 y 208p)4

4
ZULETA, E. ( 1994). Elogio de la dificultad y otros ensayos. Primera Edición. Cali: Fundación
Estanislao Zuleta.

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Los signos de puntación acotan las ideas. Recuerda la frase rememorada de épocas

romanas y que resulta tan popular: “ divide y vencerás”. Haz frases más cortas con ideas

más puntuales. Sabes algo, ojala resulte tan buena consejera de mí misma con todas

estas observaciones que te hago. ¿Por qué será que es tan difícil auto editarse?. Te

confieso que yo jugaba a la ruleta rusa con los textos y a partir del ejercicio académico

de la Maestría entré en razón. Sentía cierta fascinación por escribir a chorro, mirar una

sola vez el texto y entregar. No se si contaba con mucha suerte o con mucho tino, pero

no me fue nada mal. Pero claro, ahora las exigencias son otras y no te sientes capaz de

hacer tales locuras. Evidentemente me tocó crecer.

Sobre la segunda impresión que me dejó tu escrito, te cuento que le dediqué mucha

atención a mi lectura. Me percaté en gran medida de tu forma de argumentar y cómo yo

lo digería.

“Sobre la lectura” el maestro Zuleta tiene el siguiente comentario:

“(…) hay que aprender a escuchar la factura musical de éste pensamiento, la

manera alusiva y enigmática de anunciar un tema que sólo encontrará más adelante toda

su amplitud y la necesidad de sus conexiones. Este estilo es la otra cara de un nítido

concepto de la lectura que, a medida que se hace más exigente y más minucioso, libera

la escritura de toda preocupación efectista o periodística o de toda aspiración al gran

público”. (Zuleta, 1994;191 –192p)5

5
Zuleta, Ibid.

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Te confieso Santos, que a partir de los planteamiento de Zuleta, mi lectura se volvió casi

detectivesca, traté de imaginarme qué pensabas cuando escribías sobre la ciudad de

México, ese gran sujeto que a veces me lo obviabas y en otras te embelezabas

mirándolo.

Con la segunda impresión del texto quedé antojada. La cita inicial “ A falta de pan

tortilla” hacía alusión a la comida, pero no al problema que tratabas en el texto. No me

la referenciaste en ningún pie de página, no sabía su origen.

Me quedé con las ganas de saber sobre el laboratorio de ciudad de Sergei Gruzinski,

autor del libro “ Ciudad México, Una historia”. No encontré claramente el vínculo con

el inicio del texto, donde planteas la reflexión sobre la ciudad contemporánea y cómo

los instantes representativos configuran la idea de ciudad. Sobre dichos instantes quedé

apenas intuyéndolos, porque a medida que pasa el texto, percibí que hablabas de cómo

se configura la ciudad contemporánea y un buen ejemplo de ello era el caso mexicano y

su historia contada por medio de su gastronomía; cómo están reveladas las dinámicas

históricas y culturales de la ciudad partir de su cocina.

En pocas palabras, me presentaste un aspecto importante sobre la ciudad de México,

vista desde su gastronomía, con la firme intención de un ensayo escrito.

Es curioso lo del ensayo, porque en la Maestría, nuestro ejercicio semanal han sido las

reseñas y nuestros acercamientos a la tesis, que fluctúan entre la revisión crítica

bibliográfica y el análisis a nuestro tono, es decir un ensayo, una mezcla de un “género”

y otro.

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Vuelvo a llamarte a Susan Sontag para que nos comente a ambos las siguientes

características del ensayo, sus beneficios y libertades:

“(…)La cultura regentada por las universidades siempre ha mirado el ensayo con

sospecha, como un tipo de escritura demasiado subjetiva, demasiado accesible, a duras

penas un ejercicio en las bellas letras. El ensayo, en tanto contrabandista en los

solemnes mundos de la filosofía y de la polémica, introduce la digresión, la

exageración, la travesura.(…)

“Es este punto de vista uno quintaesencial para el ensayista: convertir el mundo y todo

lo que el mundo contiene en una suerte de pensamiento. En la imagen refleja de una

idea, en una hipótesis - que el ensayista desplegará, defenderá o vilipendiará.(…)”

(Sontag, 1997; 3 y 4p)6

Teniendo en cuenta los derroteros enunciados, no te parece que vale la pena escribir?

En realidad uno se emociona con el texto de Sontag.

Finalmente Santos, considero que lo más importante de todas estas reflexiones que te

presento es haber quedado enganchado, preocupado con todo lo que aquí te comento.

Tal como lo afirma la profesora Natalia Gutiérrez, antropóloga de la Universidad de los

Andes y maestra en nuestras aulas:

6
Sontag, Op Cit.

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“De pronto este lector “ anestesiado” necesita anzuelos para que “pique” y siga por si

sólo respondiéndole al autor, envidiándolo, discutiendo con él, transformándose”

(Gutiérrez, 2007;19p)7

Tanto la profesora Gutiérrez como los demás docentes, nos dejaron “picados” con los

consejos y las inquietudes sobre el oficio de leer y escribir, pero sobretodo, con las ideas

latentes de los autores referenciados. Y esto último, nos va a seguir susurrando al oído,

queramos o no.

Sobre Cassany, puedo decirte que me encanto conocer el origen de la disciplina

argumentativa y el alto contenido de práctica y versatilidad de los ejercicios que

propone. Las diversas lecturas que él mismo hace sobre el ejercicio del escritor, ante

todo como un profesional responsable de comunicar claramente una idea, una posición

política, un acto sincero y sin afectaciones expresado en una prosa legible, un lenguaje

claro que propicie un mejor trato entre hombres y mujeres ( muy a su estilo colmado de

respeto y consideraciones). Me encantaron sus planteamientos cuando comparaba el

inicio y lucha en la actividad de escribir con el accionar de las máquinas, el

calentamiento previo de un aparato que necesita tiempo y sustancia para dar resultados.

Querido Santos, ¿qué se siente al escribir?... Esa es una buena pregunta… Fue muy sano

cuestionarse sobre el ejercicio propio de la escritura; detecté los problemas que causan

la impotencia y la desazón al escribir. A mi siempre se me oprime el pecho por tal grado

de responsabilidad. Hay placer, hay dolor, hay momentos de júbilo y de angustia; siento

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GUTIERREZ, N. ( 2007). Mirar, Leer, Escribir. Primera edición. Bogotá: colección SinCondición.

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un gran compromiso al escribir, así este ejercicio sea por el momento formativo, es

como desnudarse mental y emocionalmente.

Algo importante que aprendí de éste taller de escritura es el ser generoso, buen anfitrión

y agradecido con el otro que nos ofrece un texto para ser leído, y a su vez, cuando

escribimos. Gracias por los aromas de México, por la receta de las tortillas, por tus

errores y tus aciertos. Gracias por todo.

Antes de despedirme, te dejo las palabras de Paul Auster en su libro “Pista de

Despegue”. Esta cita me deja la sensación de la esperanza siempre latente. No importa

cuántas páginas en blanco vengan por delante Santos ( y son muchas las que nos faltan),

siempre encontraremos la palabras que necesitamos… claro si cultivamos el hábito de la

tortuga y de la autoedición:

“ Dedico estas palabras a las cosas de la vida que no comprendo, a todas y a cada una de

las cosas que mueren ante mis ojos. Dedico estas palabras a la imposibilidad de

encontrar una palabra igual al silencio que se haya en mi interior”. (Auster, 1990; 92p.)8

Espero que te haya gustado mi epístola según el escrito de Santos. ( risas)

Un gran abrazo colega,

Q.C.

Pd: Un último regalo: las referencias bibliográficas de donde salió esta pastoral.

8
AUSTER, P. (1990). Pista de Despegue. Selección de poema y ensayos, 1970-1979. Barcelona:
Anagrama S.A.

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Bibliografía:

- AUSTER, P. (1990). Pista de Despegue. Selección de poema y ensayos, 1970-


1979. Barcelona: Anagrama S.A.

- CASSANY, D.(1993). La cocina de la escritura. Séptima Edición. Barcelona:


Anagrama S.A.

- GUTIERREZ, N. ( 2007). Mirar, Leer, Escribir. Primera edición. Bogotá:


colección SinCondición.

- SONTAG, S. (1997). El Hijo Prodigo. Prólogo a The Best American Essays.


EN: revista El Malpensante. Bogotá

- ZULETA, E. ( 1994). Elogio de la dificultad y otros ensayos. Primera Edición.


Cali: Fundación Estanislao Zuleta.

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