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Canto de alabanza
Peticiones de Perdón
No habéis recibido un espíritu que os convierta en esclavos, de nuevo bajo el régimen del
miedo. Invoquemos la misericordia de Dios, confiando en el poder salvador de su diestra.
Señor, ten piedad.
De las estructuras que socavan la dignidad humana e imponen nuevas formas de esclavitud,
líbranos, Señor.
Señor, ten piedad.
De las decisiones y de las acciones que imponen pobreza, marginación y discriminación a
nuestros hermanos y hermanas, líbranos, Señor.
Señor, ten piedad.
Del miedo y la sospecha que nos separan unos de otros y que ponen límites a la esperanza y a
la salvación, líbranos, Señor.
Señor, ten piedad.
El Señor es mi fortaleza y mi refugio, él es nuestra salvación. Que el Señor, que nos ha
redimido, nos lleve a la morada de la santidad.
Amén.
1
- y enséñanos tus normas.
2
El Señor está conmigo, nada temo,
¿qué podrá hacerme el mortal?
El Señor está conmigo, es mi ayuda,
prevaleceré sobre mis enemigos. R/
Romanos 8, 12-27
Hermanos, nosotros no somos deudores de la carne, para vivir de una manera carnal.
Si ustedes viven según la carne, morirán. Al contrario, si hacen morir las obras de la carne por medio
del Espíritu, entonces vivirán.
Todos los que son conducidos por el Espíritu de Dios son hijos de Dios.
Y ustedes no han recibido un espíritu de esclavos para volver a caer en el temor, sino el espíritu de
hijos adoptivos, que nos hace llamar a Dios
El mismo espíritu se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que somos hijos de Dios.
Si somos hijos, también somos herederos, herederos de Dios y coherederos de Cristo, porque
sufrimos con él para ser glorificados con el.
Yo considero que los sufrimientos del tiempo presente no pueden compararse con la gloria futura que
se revelará en nosotros.
3
En efecto, toda la creación espera ansiosamente esta revelación de los hijos de Dios.
Ella quedó sujeta a la vanidad, no voluntariamente, sino por causa de quien la sometió, pero
conservando una esperanza.
Porque también la creación será liberada de la esclavitud de la corrupción para participar de la
gloriosa libertad de los hijos de Dios.
Sabemos que la creación entera, hasta el presente, gime y sufre dolores de parto.
Y no sólo ella: también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente
anhelando que se realice la redención de nuestro cuerpo.
Porque solamente en esperanza estamos salvados. Ahora bien, cuando se ve lo que se espera, ya no
se espera más: ¿acaso se puede esperar lo que se ve?
En cambio, si esperamos lo que no vemos, lo esperamos con constancia.
Igualmente, el mismo Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad porque no sabemos orar como es
debido; pero es Espíritu intercede por nosotros con gemidos inefables.
Y el que sondea los corazones conoce el deseo del Espíritu y sabe que su intercesión en favor de los
santos está de acuerdo con la voluntad divina.
Un Aleluya adecuado puede ser cantado antes y después de la proclamación del Evangelio
Marcos 5, 21-43
Jesús, entonces, atravesó el lago, y al volver a la otra orilla, una gran muchedumbre se juntó en la playa
en torno a él.
En eso llegó un oficial de la sinagoga, llamado Jairo, y al ver a Jesús, se postró a sus pies
suplicándole: «Mi hija está agonizando; ven e impón tus manos sobre ella para que se mejore y siga
viviendo.»
Jesús se fue con Jairo; estaban en medio de un gran gentío, que lo oprimía.
Se encontraba allí una mujer que padecía un derrame de sangre desde hacía doce años.
Había sufrido mucho en manos de muchos médicos y se había gastado todo lo que tenía, pero en lugar
de mejorar, estaba cada vez peor.
Como había oído lo que se decía de Jesús, se acercó por detrás entre la gente y le tocó el manto.
La mujer pensaba: «Si logro tocar, aunque sólo sea su ropa, sanaré.»
Al momento cesó su hemorragia y sintió en su cuerpo que estaba sana.
Pero Jesús se dio cuenta de que un poder había salido de él, y dándose vuelta en medio del gentío,
preguntó: «¿Quién me ha tocado la ropa?»
Sus discípulos le contestaron: «Ya ves cómo te oprime toda esta gente ¿y preguntas quién te tocó?»
Pero él seguía mirando a su alrededor para ver quién le había tocado.
Entonces la mujer, que sabía muy bien lo que le había pasado, asustada y temblando, se postró ante él
y le contó toda la verdad.
Jesús le dijo: «Hija, tu fe te ha salvado; vete en paz y queda sana de tu enfermedad.»
Jesús estaba todavía hablando cuando llegaron algunos de la casa del oficial de la sinagoga para
informarle: «Tu hija ha muerto. ¿Para qué molestar ya al Maestro?»
Jesús se hizo el desentendido y dijo al oficial: «No tengas miedo, solamente ten fe.»
Pero no dejó que lo acompañaran más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago.
4
Cuando llegaron a la casa del oficial, Jesús vio un gran alboroto: unos lloraban y otros gritaban.
Jesús entró y les dijo: «¿Por qué este alboroto y tanto llanto? La niña no está muerta, sino dormida.»
Y se burlaban de él. Pero Jesús los hizo salir a todos, tomó consigo al padre, a la madre y a los que
venían con él, y entró donde estaba la niña.
Tomándola de la mano, dijo a la niña: «Talitá kumi», que quiere decir: «Niña, te lo digo, ¡levántate!»
La jovencita se levantó al instante y empezó a caminar (tenía doce años). ¡Qué estupor más grande!
Quedaron fuera de sí.
Pero Jesús les pidió insistentemente que no lo contaran a nadie, y les dijo que dieran algo de comer a
la niña.
Dios del Éxodo, que guiaste a tu pueblo a través de las aguas del mar Rojo y lo redimiste,
quédate con nosotros ahora y redímenos de toda clase de esclavitud y de todo lo que
oscurece la dignidad del ser humano.
Pon tu mano sobre nosotros, Señor, para que tengamos vida.
Dios de la abundancia, que en tu bondad provees a nuestras necesidades, quédate con
nosotros ahora y ayúdanos a vencer nuestro egoísmo y nuestra codicia y danos el valor para
ser agentes de justicia en el mundo.
Pon tu mano sobre nosotros, Señor, para que tengamos vida.
Dios de amor, que nos has hecho a tu imagen y nos has redimido en Cristo, quédate con
nosotros ahora y danos la fuerza para amar a nuestro prójimo y para acoger al extranjero.
Pon tu mano sobre nosotros, Señor, para que tengamos vida.
Dios de paz, que te mantienes fiel a tu alianza, aunque nosotros nos alejemos de ti y en Cristo
nos reconcilias contigo, quédate con nosotros ahora y pon en nosotros un nuevo espíritu y un
nuevo corazón para que podamos rechazar la violencia y ser en cambio siervos de tu paz.
Pon tu mano sobre nosotros, Señor, para que tengamos vida.
Dios de gloria, que eres todopoderoso y que en Cristo quisiste que tu hogar fuera una familia
humana y que en las aguas del bautismo nos has adoptado como hijos, quédate con nosotros
ahora y ayúdanos a mantenernos fieles a nuestros compromisos familiares y a nuestras
responsabilidades comunitarias y fortalece los lazos de comunión con nuestros hermanos y
hermanas en Cristo.
Pon tu mano sobre nosotros, Señor, para que tengamos vida.
Dios uno y trino, que en Cristo nos has hecho uno contigo y con los demás, quédate con
nosotros ahora y por el poder y el consuelo del Espíritu Santo líbranos del egocentrismo, la
arrogancia y el miedo que nos impiden caminar hacia la plena unidad visible de tu Iglesia.
Pon tu mano sobre nosotros, Señor, para que tengamos vida.
5
La Oración del Señor
Unamos nuestras manos, atadas no por cadenas sino por el amor de Cristo que ha sido derramado en
nuestros corazones y oremos al Padre con las palabras que Jesús nos enseñó
Se puede cantar el Padre nuestro.
Padre nuestro…
Canto
Oremos
Redimidos por la diestra de Dios y unidos en el único Cuerpo de Cristo, vayamos con la fuerza del
Espíritu Santo.
A El Espíritu del Señor está sobre nosotros,
porque nos ha consagrado
para llevar a los pobres
la buena noticia de la salvación;
nos ha enviado a anunciar
la libertad a los presos
y a dar vista a los ciegos;
a liberar a los oprimidos
y a proclamar un año en el que
el Señor concederá su gracia.
¡Amén! ¡Aleluya!
Buenas noches dije a mi hijo pequeño, Dije negra, amarilla, roja y blanca es,
cuando cansado se acostó, entonces me dijo con todos son iguales a los ojos de Dios
clara voz, papá, de que color es la piel de Dios.
Con grandes ojos me miró, y asombrado
De que color es la piel de Dios, preguntó,
De que color es la piel de Dios, ¿Por qué luchar a causa del color?
6
Si somos iguales ante el señor. Dije negra, amarilla, roja y blanca es,
todos son iguales a los ojos de Dios
De que color es la piel de Dios,
de que color es la piel de Dios, Dios nos ha dado otra oportunidad,
Dije negra, amarilla, roja y blanca es, de crear un mundo de fraternidad,
todos son iguales a los ojos de Dios las diferentes razas han de trabajar,
unidas con fuerza de mar a mar.
Hijo es parte de un pasado infeliz, De que color es la piel de Dios,
pero eso llegará a su fin, de que color es la piel de Dios,
debemos aprender para el porvenir, Dije negra, amarilla, roja y blanca es,
todos como hijos de Dios vivir. todos son iguales a los ojos de Dios
Todos son iguales a los ojos de Dios,
De que color es la piel de Dios, todos son iguales a los ojos de Dios.
de que color es la piel de Dios,