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CIUDAD TRAICIONERA

Radiografía a la delincuencia
en el corazón de Chile

A modo de introducción

Este libro no tiene costo. No tiene pretensión


comercial alguna. Fue escrito con otras
motivaciones. Las mismas que me inspiraron
hace una década a iniciar el camino del
servicio público y que hoy me mueven a
continuar ejerciendo como concejal en Pedro
Aguirre Cerda, una de las comunas más
populares de Santiago. Este trabajo fue
escrito como un gesto de afecto con la
ciudadanía.

Es una parte de nuestro persistente intento


de contribuir a hacer más vivible la vida en
el país y, particularmente, en las grandes
ciudades. Esas que en la superficie parecen
ejemplos de modernidad y progreso, pero
que no han logrado erradicar la pobreza y
la exclusión social, las raíces de una
delincuencia que cada día es más violenta
y más temor provoca en los ciudadanos, en
la exacta y misma medida que crecen las
expectativas de consumo.

Por eso, pretendemos que este libro llegue


a la mayor cantidad de personas posibles.
No sólo con una edición en papel de
distribución gratuita, sino con su instalación
completa en el sitio denunciemos.cl,

7
que de este modo reafirma su propósito de
transformarse en una tribuna de los
ciudadanos sin voz y de las preocupaciones
cotidianas de la gente de Chile.

Este libro no hubiera sido posible sin la


colaboración de incontables personas, que
en forma voluntaria y gratuita asesoraron
en la elaboración de esta investigación. De
ellos, destacamos al comunicador social
Nelson Escobar, quien colaboró en la
planificación de la recolección de datos; el
ingeniero comercial Alvaro Undurraga, que
coordinó la encuesta; el relacionador público
Osvaldo Silva, que proporcionó valiosos
consejos respecto de la orientación del
trabajo.

También es imprescindible mencionar el


abogado Cristián Mönckeberg, quien
contribuyó con un capítulo y colaboró con
recomendaciones legales; al diseñador
Cristian Silva, que delineó la línea gráfica
del libro; el periodista Víctor Osorio, director
de Extensión de la Universidad
Iberoamericana, que accedió a corregir el
estilo de los originales.

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A Tino G. y Rafael Hernández, mi eterno
agradecimiento por su confianza y por darme
el mejor de los elementos, que un ser
humano puede r e c i b i r, UNA
OPORTUNIDAD.

A todos los carabineros y policias


de investigaciones en retiro, quienes ahora
sin uniforme y más allá de su vinculación
profesional, continúan siendo servidores
públicos.

A Todos ellos mi agradecimiento y apoyo


desinteresado. Tengo el sagrado compromiso
de guardar celoso secreto de sus nombres
y de no olvidar su patriótico gesto cueste lo
que cueste.

Los errores en que pudiéramos haber


incurrido, ciertamente, son de nuestra
responsabilidad.

Julio Ibarra Maldonado


Concejal de Pedro Aguirre Cerda
director de denunciemos.cl
julioibarra@hispavista.com

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....Parecía un buen fin de mes

Ese mes había sido un poco mejor en lo


monetario que los anteriores en pleno año
de crisis. Eran los últimos días de noviembre,
y me disponía a concurrir al banco para
cobrar una cifra cercana al millón y medio
de pesos. Para no ir solo, le solicité a Carla,
mi esposa, que me acompañara. Concurrimos
a una sucursal bancaria del centro de
Santiago, a cobrar el mentado cheque, para
redepositarlo a continuación y cumplir con
mis deudas, particularmente con el pago de
los sueldos de quienes trabajan conmigo.

Todo fue normal. No observé nada extraño


mientras hacía la prolongada fila que me
aproximaba gradualmente al cajero para
cobrar la cifra signada en el cheque. Luego,
junto con mi señora procedimos a contar el
monto entregado, guardándolo enseguida
en la profundidad de mi bolsillo derecho.
Salimos a un soleado Paseo Huérfanos, justo
cuando el cañón centenario del Santa Lucía
anunciaba estruendosamente el mediodía.

Nuestro presuroso caminar alcanzó a durar


sólo unos cuantos metros. En la intersección
de Huérfanos con calle Mac Iver, sentí
un fuerte empujón que me hizo trastabillar
y caer violentamente a la acera.

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– ¡Párate, punga!… –le grité
desesperadamente a un sujeto corpulento
que desaparecía como un felino por entre la
gente, mientras los transeúntes observaban
atónitos mi cara de espanto.

Rápidamente me incorporé. El bolsillo donde


llevaba el dinero estaba roto y éste ya no
estaba. Comencé a correr desesperadamente
y a pedir ayuda. Todos me miraban
desconcertados y temerosos, pero nadie me
auxiliaba. Tampoco no había ningún
carabinero o alguno de esos guardias de
seguridad dispuestos por la Municipalidad
de Santiago. Parecía que los sujetos se
perdían en forma irremediable en la distancia.

Sin embargo, el antisocial tropezó


abruptamente, acortándose la distancia.
Como un gato acorralado, giró en el suelo
y me arrojó un fajo de billetes.

– ¡Ahí tenís, huevón!… Pa’ que te quedís


tranquilo –me escupió, obligándome a
detenerme. Pensé que había frustrado el
robo, que recuperaba el dinero. No fue así.
Solo era un distractivo. Los delincuentes
huyeron con la casi totalidad del botín...

11
Lo que acabo de relatar no es otra cosa que
el modus operandi de uno de los tantos
grupos delincuenciales que se han adueñado
durante años del centro de la capital. Creo
no equivocarme al señalar que mi experiencia
es la misma de otras miles de personas que
han enfrentado y sufrido una similar situación.

Tal fue mi rabia e indignación que, junto con


iniciar el burocrático trámite de denuncia,
me prometí denunciar a la comunidad esta
cáfila de antisociales, que han hecho del
centro de la capital su “espacio laboral”. Así
tal cual, porque –por si usted no lo
sabe–tienen rutinas horarias y lugares
definidos de funcionamiento.

Lo más increíble: ante la carencia de


facultades legales de las policías,
necesariamente se debe cohabitar con estos
sujetos, los cuales en la práctica constituyen
mafias familiares con oficio hereditario.
Carabineros lo único que puede hacer ejecutar
una labor disuasiva de escaso beneficio y
resultados, ya que esta lacra sigue enquistada
en el corazón de la ciudad capital de Chile.

Yo tuve un poco de suerte. Por mi condición


de personaje público, pude insistir y
finalmente conseguir la captura y detención
del hampón que me asaltó. Sin embargo,
ello de nada sirvió. No habían transcurrido
más allá de cuatro meses y el delincuente
gozaba de la más absoluta libertad.

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Ello, a pesar de haber interpuesto la querella
criminal respectiva y haberme desgastado
en un trámite judicial que, desgraciadamente,
no llego a un desenlace de justicia.

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El fenómeno de la delincuencia

No existe precisión respecto de los comienzos


de la delincuencia en el mundo, pero sí es
claro que en Chile la delincuencia primero
tuvo carácter rural y, a medida que las
ciudades aumentaron en densidad
poblacional, fueron larvándose allí los sujetos
amigos de lo ajeno. Santiago comenzó a
visualizar la delincuencia cuando se
incrementó la migración del campo a la
ciudad en la época de la industrialización a
fines de las décadas de los 40 y 50 en el
siglo pasado. Tal fenómeno se ha agudizado
conforme a la evolución de los factores
propios de los ciclos económicos

Los expertos coinciden en señalar que, en


el último tiempo, la delincuencia se explica
más por el predominio de un sistema social
que fomenta la conquista del éxito económico
y que, por lo tanto, valora a las personas
por lo que tienen y no por lo que son. En el
caso de Santiago, algunas personas
procedentes de sectores socio–económicos
desmejorados, ante la opulencia de otros,
concluyen que el camino más fácil para
abandonar la pobreza y la marginalidad es
el robo.

Esto es particularmente cierto si el delito


está amparado en un sistema judicial fácil
de vulnerar por lo leve de las penalidades.
A eso se agrega que el delincuente –que,
dicho sea de paso, “se las sabe por libro”–

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está al corriente de las diferentes categorías
de delitos y de los costos aflictivos que estos
tienen en la eventualidad de ser detenidos.

No cabe duda que, en un sentido general,


la superación del fenómeno de la delincuencia
pasa por cambios estructurales en el sistema
social, que –entre otras cosas– permitan
establecer relaciones de equidad y aumentar
el acceso de los beneficios económicos y
culturales a todas las capas sociales.
Sin embargo, en lo inmediato, son urgentes
medidas de contención efectivas para evitar
que este flagelo prolifere.

Las debilidades evidentes e históricas en


las políticas de seguridad ciudadana han
transformado este tema en una cuestión
prioritaria para quienes habitamos los
espacios urbanos.

¿Cómo logramos construir una ciudad más


amable y con espacios seguros?

Ojalá sea una contribución este catastro de


quienes pululan a la caza del ciudadano
indefenso en el corazón de Chile, un lugar
por la que circulan millones de ciudadanos
cada día, sean o no residentes de la comuna
de Santiago. Esperemos que desde hoy los
“carteristas”, “lanzas a chorro”, “achacadores”,
“mostaceros”, “pesaos”, “punteros”,
“cuenteros” y otros especímenes de la fauna
urbana comiencen su cuenta regresiva.

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Pretendo describir una realidad cuyos detalles
hasta ahora han permanecido inéditos.
Nuestro propósito inmediato no es intervenir
en las controversias que, en el campo de la
criminología, han surgido respecto de las
estrategias para enfrentar el combate a la
delincuencia.

Tampoco pretendemos enjuiciar la labor


que, en este terreno, han realizado las
autoridades de diferente nivel y orientación
política. Más bien pretendemos dejar al
descubierto una red delincuencial que ha
visto en el centro de la capital un nicho de
mercado altamente rentable para cometer
sus fechorías.

Con esta denuncia esperamos poner a


disposición de la comunidad un aporte que
permita a todos los estamentos sociales
generar un plan integral para erradicar la
delincuencia, por lo menos en el centro de
Santiago.

Para los efectos de esta investigación,


desarrollamos una técnica de investigación
llamada “observación participante”. En el
terreno mismo recabamos información de
personas, lugares y hechos que a
continuación presentamos, a modo de
“radiografía” de la delincuencia en el centro
de Santiago.

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Para ello, me dejé crecer la barba e incluso
me la teñí. En el fondo, procedí a
mimetizarme con la “fauna callejera”,
recurriendo para ello a la colaboración de
ex delincuentes que me orientaron en el
“modus operandi” y “modus vivendi” del
hampa criolla.

De esta forma, hemos configurado un manual


obligado de antecedentes, que permitan
conocer cuáles son los “puntos calientes” del
delito cotidiano.

Junto con contribuir a la imprescindible


tarea de la prevención, nuestro sueño es
contribuir a la esperanza de soñar con
un Santiago más seguro.

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A un costado de la Biblioteca
Nacional

Son las 8 de la mañana de cualquier día del


año. Usted, quizás, ha iniciado su rutina
laboral, va camino a su trabajo en un carro
apretujado del Metro. Lo más probable es
que no haya percibido la sutileza de quien
suavemente desliza sus manos por entre sus
ropas hasta capturar su billetera. Usted no
sentirá nada. Tampoco reparará nada hasta
llegar a su lugar de trabajo. Con espanto,
allí se dará cuenta que le birlaron sus
documentos y su dinero.

Si tiene suerte, recuperará su carné de


identidad en la estación Moneda, lugar a
donde van a parar estas cosas. Ya que, sepa
usted, el ladrón que “trabaja” en nuestro
“subte” sólo hace uso del dinero “recolectado”.
El resto lo bota en uno de los tantos depósitos
de basura dispuestos en el recinto.

Lo cierto es que el personal de vigilancia del


Metro, se ve sobrepasado en este ámbito.
Por lo general, al interior del Metro “trabajan”
redes de ladrones (cuatro o más), que
durante el día se dedican –literalmente– a
apretar suavemente a la víctima y generar
múltiples distracciones, mientras uno de ellos
mete las manos en sus pertenencias.
Habitualmente, esto ocurre en horarios de
alto flujo en ciertas estaciones de preferencia,
como Los Héroes y Baquedano.

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Mientras esto ocurre bajo tierra, afuera ya
han llegado a sus respectivos “espacios
laborales” el Salao, el Indio, el Turco, el
Américo, el Bam–Bam, el Potrillo y el Labio.

Ellos son los “lanzas a chorro” más habituales


del centro de Santiago. Probablemente son
los mismos que usted ha visto en la televisión,
cuando se han transmitido escenas desde la
central de monitoreo de Carabineros. Allí se
los ha visto seguir y asaltar a sus víctimas,
arrebatarles la cartera, la billetera, los aros,
el collar o la mochila, y luego salir huyendo,
hacer una “posta” con lo robado y guarecerse
en alguna calle aledaña para cambiar su
apariencia.

La experta en criminología de la Universidad


de Chile, Doris Cooper, ha elaborado
exhaustivas investigaciones que dan cuenta
del perfil del hampa criolla.

“El hampa chilena se caracteriza más bien


por su falta de perfeccionamiento y
capacitación técnica. Se trata de una
delincuencia subdesarrollada.

La mayor parte de los delincuentes


profesionales que en la actualidad se ha
dedicado al Asalto, eran especialistas en
‘monra’, es decir, en robos con fuerza a
domicilios o locales comerciales (los últimos
denominados especialistas en cortinas) y
solamente en los últimos años cambiaron
de rubro’.

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Por esto, muy pocos (…) han tenido
verdaderamente éxito y muchos dicen
encontrarse fracasados

“Es probable que este ‘cambio de rubro’ de


monrero a asaltante, sin la preparación
educacional adecuada y sin la experiencia
socio-laboral anterior en el hampa,
conjuntamente al hecho del mayor control
ejercido por Carabineros de Chile e
Investigaciones, haya hecho fracasar a
muchos principiantes.

“Es necesario señalar que la mayor parte


de los asaltos a domicilio y ‘cogoteos’ que
han implicado además la comisión de
homicidio o violación, son cometidos
generalmente por ladrones no–profesionales.

Los ladrones–ladrones (como se


autodenominan los ladrones profesionales),
sustentan un Código ético contracultural,
entre cuyos preceptos destaca como un valor
principal el ‘no hacer daño innecesario’
a sus víctimas (salvo que se encuentren en
juego sus vidas o su libertad o la de sus
compañeros o ‘machucaos’).

Los ladrones no–profesionales,


h a b i t u a l m e n t e j ó ve n e s p a n d i l l e r o s ,
se caracterizan, como ha sido ya señalado,
por cometer sus robos bajo los efectos de
las drogas y /o el alcohol y de allí el mayor
grado de violencia innecesaria ejercida sobre
las víctimas”.

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En el afán de compenetrarme en el tema
de la delincuencia, un día observamos la
rutina de los lanzas de Miraflores con
Alameda. Para ello, aproximadamente a las
8 de la mañana de un día cualquiera, llegué
hasta las escalinatas de la Biblioteca Nacional.

A esa hora, la gente transita rumbo a sus


trabajos: oficinistas que concurren
apresuradamente a sus pegas, algunos
estudiantes y, en general, mucha gente que
desarrolla oficios diversos.

A esas alturas, ya me había “dateado” acerca


de la identidad de los delincuentes que aquí
“trabajan” y pude observar como en el
transcurso de la mañana iban dejándose
caer, uno a uno, a sus respectivos puntos
de “trabajo”. A los primeros que vi llegar
fue al Indio con el Turco, quienes se apostaron
en una de las salidas del Metro, casi en la
esquina de Miraflores, a un costado de ese
templo de los saberes que es la Biblioteca
Nacional.

Cual junior atrasado, procedieron a comer,


con toda calma, sendas sopaipillas con ají,
con su respectivo vaso de té. Terminado el
“desayuno”, el Indio acusó algunos gestos
de nerviosismo, mirando rápidamente para
todos lados, en búsqueda de algún sapo.

A los pocos minutos, llegó el Potrillo, nombre


que el resto de sus colegas del hampa le
adjudicaron por lo pequeño de estatura y

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por las evidentes facciones equinas que le
dan su rostro alargado.

Caminaron juntos, como tres buenos amigos,


intercambiando pareceres, como colocándose
de acuerdo en torno a los objetivos del día.
De pronto, tomaron distancia uno del otro.
El Turco le pidió al Potrillo –con un gesto
facial– que siguiera una señora que llevaba
una enorme cartera en su hombro, y que
lucía además un collar con un pequeño
crucifijo de oro.

La señora era bastante gordita y llevaba


sus dos manos ocupadas, con una sujetaba
su cartera y en la otra arrastraba un bolso
de hule. El Potrillo se le “pegó” por la espalda,
teniendo la vista fija en la cartera.

Mientras tanto, el Turco se ha situado


estratégicamente a unos cuantos metros de
donde estoy. A la vez, el Indio se ha
adelantado al acceso del Metro.

Faltando escasos metros, el Potrillo ágilmente


le arranca el crucifijo a la veterana,
propinándole un empujón que la hace
trastabillar y caer casi a los pies del Turco,
el cual –en un gesto de fingida compasión–
la ayuda a levantarse. En paralelo, el Potrillo
se ha perdido entre la multitud, cruzando
temerariamente la Alameda, para luego
perderse por calle San Isidro. Luego, todo
es aparente normalidad. Carabineros
registró este atraco como uno más de los
tantos que se producirán a lo largo del día.

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Son casi las 9 de la mañana.

Doris Cooper señala: “Desde una perspectiva


económico–laboral, los ladrones–ladrones,
según se autodefinen con orgullo, son
personas que viven exclusivamente del robo,
consideran el robar un trabajo e incluso un
arte, y la gran mayoría tiene establecidos
sectores o áreas ecológicas de trabajo, días,
horarios, etc., que son los que consideran
apropiados para realizar sus acciones, según
la especialidad delictual.

“Hay algunos tipos de robos que deben ser


realizados en determinados horarios y
sectores, como por ejemplo los que se
dedican a las ‘cortinas’, es decir a robar en
tiendas, para lo cual tienen que ‘reventar
cortinas’.

Esto naturalmente funciona de noche y en


los horarios entre 3 y 5 de la mañana, que
suele ser el horario de menor circulación de
las Fuerzas de Orden. Por ejemplo un grupo
de ladrones (o un dúo), puede elegir como
área de trabajo Patronato, el sector de
San Diego, Arturo Prat, etc.

“Otros, como lo es caso de trabajan en la


mañana en el centro, como por ejemplo
algunos lanzas que se especializan en bancos
y esperan las víctimas a la salida de la
entidad, previa información del "compañero"
que ha observado en el interior del
establecimiento donde guardó el dinero la
persona.

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Otros lanceros sencillamente "timbran" a la
persona (le tactan el bulto del dinero) y lo
lancean. Los monreros profesionales, trabajan
en el barrio alto, para lo cual habitualmente
utilizan un automóvil que suele ser taxi, en
el cual trasladan los bienes robados; tienen
sistemas ingeniosos para saber si hay o no
moradores, como tocar el timbre o botar
una pelota en el patio para solicitar
recuperarla, observar durante algunos días
los horarios de salida de los moradores, etc.

“Los monreros de mayor estatus, que


trabajan en barrios de clase alta o media
alta, sólo roban joyas y dinero. También
establecen días y horarios que consideran
adecuados y muchos hacen caso de su
intuición para elegir el día apropiado: pueden
tener buenos o malos presentimientos acerca
del posible peligro del día en cuestión.

Los ejemplos son numerosos y serán


expuestos más adelante. Lo que nos interesa
señalar, es el hecho de que el hampa se
caracteriza por sustentar roles de ladrones,
que lo consideran una profesión y muchos
también un arte (especialmente los que
trabajan de mano, es decir lanzas de mano,
por la habilidad manual que exige esta
profesión), que salen a ‘trabajar’ muchos de
ellos en días específicos (por ejemplo 4 veces
a la semana o todos los días hábiles),

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tienen lugares ecológicos definidos para
realizar sus actividades y que estos territorios
son respetados por otros ladrones, en el
sentido de áreas delimitadas donde trabajan
determinadas personas.

Esto es muy relevante, particularmente en


el centro de Santiago, donde no se acepta
la ‘invasión’ de determinados recorridos por
otros ladrones. Es así como las calles y sus
cuadrantes se encuentran asignadas”.

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El “Triángulo de las Bermudas” de
quienes hacen trámites bancarios

Es fin de mes y son las 9.15 de la mañana.


El Topo y el Rata se han paseado
nerviosamente desde las 8.30 en las
inmediaciones de Huérfanos con Morandé.

Las miradas de estos dos carteristas se


han centrado en un conocido banco ubicado
en las inmediaciones. Presumo que debe
existir un tercer sujeto, que al interior de la
entidad bancaria observa a una potencial
víctima. Por experiencia propia sé que algún
sujeto de apariencia gentil y de presencia
formal, estará detrás del incauto o incauta
p a ra h a c e r l e u n a p e q u e ñ a m a r c a .

En este caso, es un sujeto apodado el


Pinganilla, el que hace el marcaje.
Habitualmente es una señal insignificante,
pero ahora será un escupo en la espalda de
una señora de mediana edad, que luego de
hacer la fila respectiva, guardó los 315.000
de su pensión y abandono el banco hacia
la calle Huérfanos en dirección a una
multitienda en Ahumada. Recién había
cruzado la calle Bandera cuando la aborda
el Topo:

– Señora, señora… ¡lleva su blazer sucio


con un gargajo!

La señora, con cara de sorpresa, comprueba


que está siendo observada por la gente que
transita a su lado.

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En un gesto inconsciente, se saca su
chaqueta para observarla, quedando
semi–amarrada con esa prenda de vestir.

Es allí cuando el Topo, que hasta ese


entonces se mostraba gentil, cual galán de
la vieja escuela, le propina a su víctima un
fuerte empujón.

– ¡Cuidado, vieja de mierda!…

Lo que vino a continuación, es el estrellón


de la víctima contra el pavimento y el veloz
arrebato de la cartera donde la señora llevaba
su dinero.

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Un transeúnte intentó seguir al delincuente,
pero allí entró en escena el Rata, quien dio
un fuerte empujón al gentil caballero, que
por poco no termina bajo las ruedas de una
micro.

De la confusión inicial se pasa a la impotencia


y a la desesperanza de sentir que el dinero
sencillamente se perderá en forma
irreparable, entre el asalto y el desgano de
un trámite judicial inútil.

Un episodio más ha concluido por ahora en


el centro de Santiago. Unas cuantas cuadras
más allá, en un cabaret de mala muerte en
calle Bandera, casi al llegar al Centro
Cultural Estación Mapocho y muy cerca
del Cuartel Central de Investigaciones,
el Rata y el Topo se reparten el botín.

29
Las tentaciones de la Tercera Edad

Don Julio es uno más de esos jubilado de


cabello completamente blanco que pululan
por las calles céntricas.

Su rutina diaria se reparte en la lectura del


diario, muy temprano a la mañana, y un
posterior recorrido hasta la Plaza de Armas,
a juntarse con sus amigos para jugar una
partidita de ajedrez.

Tiempo atrás quedó viudo, pero a sus 70


años aún se mantiene físicamente activo. Es
un hombre vital y viril. Un simple juego de
ajedrez no basta para calmar una libido que
aún está ardiente.

La pasión clandestina de don Julio pasa por


echar una “canita al aire”, como él dice,
visitando un par de veces a la semana uno
de los tantos cines pornográficos o “Triple
X” que se han instalado en el centro de
Santiago.

30
Allí, se topa disimuladamente con otros
abuelos como él, que se solazan con el
voyerismo cinematográfico.

En una de esas tantas rutinas, a la salida


de un cine, la chica Sandra, una conocida
“achacadora” del sector le hace un par de
guiños a don Julio. Este se deja querer.

Seguramente aún flota en su cabeza el


erotismo brutal y salvaje, desplegado de
manera generosa en la película recién vista.

La chica Sandra no está mal, a pesar de


sus 40 carreteados años y de sus rollos que
se apretujan en su escotado vestido rojo.
Se ve seductora la chica. Para un viejo como
don Julio, con el erotismo gastado, es una
buena oportunidad para llevarla a su
departamento en la calle Merced.

Cruzan las primeras palabras y la chica


Sandra le da sus “tarifas” y le pide que antes
pasen por el restaurante “Turín” a tomarse
“un copetito” para encender los motores.

Lo que el ardiente don Julio no sabe es que


la copita de vino que se sirve contiene un
fuerte somnífero que, al poco rato, se le deja
caer en la consciencia como “hachazo en
medio de la nuca”. El pobre viejo se duerme
completamente ebrio en la lúgubre mesa en
donde los restos del brujo brebaje se esparce
sucio en la cubierta.

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La chica Sandra, en ese preciso instante,
saca un celular y llama a la Paloma, su yunta.
Juntas sacan a don Julio del boliche y
proceden a trajinarlo hasta sacarle todo lo
de valor que llevaba.

Son las diez de la noche, don Julio esta


botado en la acera semidesnudo.
Afortunadamente un vecino lo reconoce y
lo lleva a su departamento.

Don Julio aprendió la lección.

32
El drama de los Juzgados

A diferencia de otras personas que,


sencillamente, no hacen ninguna denuncia
frente al hurto de la cual son objeto, me
decidí a dar la batalla frente al delincuente.
Para suerte mía, logró ser capturado con
parte de mi dinero, luego que uno de sus
propios cómplices lo denunciara a la policía,
en venganza por no haber cumplido el pacto
de reparto de dinero previamente concertado.
Era el Alar rande.

El trámite judicial, en particular los protocolos


burocráticos de los tribunales, hacen que la
víctima reviva nuevamente el trauma de la
agresión sufrida.

33
Concurrí con mi esposa al careo respectivo
y allí estaba el delincuente y toda su familia.
Parece que la idea era una marcación
personal, ya que mientras el “gato de campo”
me insultaba y profería amenazas en mi
contra, su mujer, con un niño de pocos meses
en sus brazos, hacía lo propio.

– No te da vergüenza chucha e’ tu madre


cagar así a los pobres –señalaba la mujer
frente al actuario que procedía a tomarnos
las declaraciones. Y añadía: “¿Que voy a
hacer con la guagua, chucha e’ tu mare,
mientras el loco está preso? ¿Tu me vai a
dar de comer chucha e’ tu madre?…

Por su parte, el mismo Alar rande


me espetaba: “Yo sé donde vivís, concha e’
tu mare, espérate no más culiao”
– sin levantar la vista del suelo, pero
a un volumen de voz lo suficientemente alto
como para que escuchara. “Ya te voy a pillar
en la calle, culiao”, agregaba.

Para colmo de males, todos los involucrados


en el procedimiento judicial, estábamos
sentados en la única banca que había dentro
del tribunal.

Es decir, víctimas y victimarios en una


antesala común, sin ningún resguardo para
la integridad de quien denuncia, a excepción
de la voz enérgica de la actuaria que, en esa
ocasión, le hizo ver al acusado la
improcedencia de sus amenazas.

34
Obviamente, no estoy diciendo nada nuevo.
No cabe duda que miles de ciudadanos han
vivido una experiencia similar. O quizás peor,
ya que, en muchos casos, el delincuente
cumple su palabra de agredir a la víctima
que lo denuncio.

Con ello, se va corrompiendo el sistema,


pues el miedo se transforma en un factor
que anula la posibilidad efectiva de ejercer
justicia. Lo peor de todo es que el acto de
amedrentamiento, se hace en muchos casos
a vista y paciencia del juez respectivo,
el cual nada puede hacer frente a un sujeto
que se maneja con otros códigos de conducta.

El desenlace de esta historia tampoco es


original. Cuatro meses después, el Alar rande
salió en libertad por falta de méritos, luego
de negar reiteradamente su participación en
el delito y de conseguir un abogado
especializado en excarcelaciones.

Y volvió a sus correrías delictivas, para los


cuales se entrena físicamente todos los días,
trotando durante 30 minutos en las canchas
del Paradero 30 de Santa Rosa, en la comuna
de La Pintana.

Luego, cual Sebastián Keitel, practica algunas


repeticiones de velocidad, se baña y luego
parte nuevamente hacia el centro de
Santiago. ¡Es todo un profesional!…

35
El peligro de comer en el centro

Más de 200 delincuentes “trabajan” en el


centro, dedicados a los más diversos delitos
como los ya descritos en los capítulos
precedentes. A veces son familias completas,
que actúan impunemente en los más diversos
lugares, como el caso de aquellos que tienen
como “nicho laboral” las cadenas de comida
rápida o los multicines.

Dentro de los personajes más conocidos


se encuentran la familia Riffo, el Manquehue,
el Tachuela, el Chicha, el Chicha Chico,
el Chico Sandro, el Camilo, el Mike y el Rony,
de los cuales presentamos sus caricaturas
con la apariencia física aproximada, para
que el lector los sepa reconocer en la calle
y, sobre todo, en los lugares indicados.

36
La denominación “mostacero” surgió de la
mostaza que existe en abundancia en los
expendios de comida rápida. Generalmente,
actúan coludidos dos o tres sujetos en las
filas de dichos establecimientos, “tirando la
mano”, es decir, trajinando al cliente en un
momento de descuido.

También operan mediante el hurto de


especies que los clientes de manera distraída
dejan en las sillas o en las mesas de los
restaurantes. Al menor descuido, toman
carteras, chaquetas, bolsos, lo que
encuentren disponible, escabulléndose
ve l o z m e n t e e n t r e l o s t ra n s e ú n t e s .

En uno de los tantos recorridos que


realizamos por la zona céntrica, recopilando
antecedentes para este trabajo, observamos
al más experto de los mostaceros: el chico
Sandro. Es un sujeto que, tal como lo muestra
la infografía, arrebata en un dos por tres las
chaquetas de los clientes de los locales del
Paseo Estado.

Cuando no puede, ágilmente mete las manos


en los bolsillos de los transeúntes para robar
celulares, billeteras y otros adminículos.

Ese día vimos como el chico Sandro y el


Chicha “trabajaban” en una concurrida
gelatería del Paseo Ahumada.

37
Mientras una agraciada joven de aspecto
universitario, con su mochila a la espalda,
hacía la cola para comprar un helado, Sandro
se le instaló por atrás. Utilizando de pantalla
un diario, trajinó ágilmente la mochila donde
la joven guardaba sus pertenencias.

En tanto, el Chicha se acercó a la niña para


consultarle algo, desviando la atención de
la víctima. En ese preciso instante, el chico
Sandro aprovechó para romper la mochila
con una hoja de afeitar y proceder a robar
los documentos y otros objetos, entre ellos
un Personal Estéreo. Todo fue sin dolor. La
operación duró menos que lo que tardamos
en escribirla.

La joven se quedó llorando en Ahumada,


frente a la mirada –mezcla de curiosidad e
indiferencia– de los ciudadanos que pasaban
presurosos, sin pausa.

38
Cómo roban los “compro–dólares”

Eran las 3 de la tarde de un día cualquiera


de enero. En Agustinas con Bandera,
comienzo a recorrer con aire distraído las
diferentes casa de cambio de moneda
extranjera. No pasaron ni unos minutos
cuando se me acercó el Picho, uno de los
tantos punteros del lugar.

Con la mayor candidez que puedo disimular,


le pregunto si me puede recomendar una
buena casa de cambio. Me pregunta que
cuanto dinero quiero cambiar. Le señalo que
son US$ 1.000, que me mandó mi hermano
de Australia.

Al Picho le dicen así porque viste elegante,


a pesar que se percibe que sus ropas fueron
compradas en tiendas de vestuario europeo
de segunda mano.

39
Me señala que conoce una oficina en donde
pagan un par de puntos más que las casas
de Agustinas. Se ofrece para acompañarme
y me invita a seguirlo. Juntos bajamos a un
subterráneo aledaño a la fuente de soda
“Dominó”. “Venga p’ acá comparito”

–me dice, afable.

El lugar es obscuro y lúgubre. Me ofrece un


cigarro para que me calme, ya que parece
intuir que estoy nervioso. La verdad es que
lo estoy, pero fundamentalmente por el
riesgo que estoy corriendo, voluntariamente,
y por el miedo a que alguien me reconozca.

– Eche fuera, comparito. Contemos la


plata – me dice.

– ¿Dónde está la oficina? –le pregunto


yo, sin responder a su requerimiento. De
paso, le solicito que me indique como es el
procedimiento.

– Tranquilo, comparito. Aquí estamos


seguros. ¿No ve que este lugar tiene
guardias? –La verdad no se ve ninguno.

Ya un poco impaciente, me dice: “Mire tata,


contemos la plata, me la pasa, yo entro
a esta oficina, y al tiro le entrego lo suyo”.

40
Me indica que, mientras tanto, lo espere
sentado en una banca de madera cercana a
la puerta de una oficina, al parecer
inexistente.

Previamente, habíamos urdido un plan con


un periodista interesado en conocer los
resultados de esta investigación.
En el momento de mayor tensión de la
supuesta transacción de dinero, sonaría mi
celular y yo simularía que era una llamada
extremadamente urgente. Luego saldría
corriendo. Así fue.

Justo en el momento oportuno, ya que el


Picho parecía estar apercibiéndose de que
todo era un tongo. Como “puntero” hábil,
le había hecho una seña a uno de sus
secuaces, el cual comenzó a acercarse con
cara de no muy buenos amigos, justo en el
instante que emprendíamos la retirada.

En la práctica, si todo hubiese ocurrido de


acuerdo a lo habitual, le habría entregado
los dólares al Picho, este habría entrado a
la pseudo oficina y habría salido por otra
puerta. O, sencillamente, habría huido con
el dinero.

No es casual el momento en que ocurrió esta


historia. Los punteros trabajan con horario:
entre las 14.00 y las 18.00 horas. ¿Por qué?
Ocurre que los avezados delincuentes
descubrieron que en ese lapso el contingente
policial destinado al centro disminuye en un
50 por ciento.

41
Sólo queda operando un piquete de 20
carabineros: obviamente una cantidad exigua,
casi impotente.

A más de alguno le debe estar ocurriendo


en este preciso instante en el centro de
Santiago.

42
Los taxistas movidos

Roberto Patricio Contreras Pardo, 32 años,


alias el gato Juanito, estuvo años robando
en el centro de Santiago. Hoy se rehabilita
del consumo de pasta base en el norte del
país, convirtiéndose poco a poco en un
ciudadano útil para la sociedad.

Su historia, no es muy diferente a la del


resto de quienes se mueven en las fronteras
de la delincuencia. En su afán de revertir
lo vivido, nos cuenta parte de sus peripecias.

Recuerda el tiempo en que estuvo coludido


con varios taxistas, con los cuales, mediante
señas, “calaban” a una potencial víctima.

El gato Juanito esperaba a su cómplice


y éste le indicaba si el pasajero iba “peinado”
(con plata). Para tales efectos,
disimuladamente el taxista le hacía un gesto
con una de sus manos sobre el cabello.

43
A partir de esa señal, Juanito abordaba otro
taxi (“yunta”), y seguían a la víctima hasta
su domicilio, en donde procedían a arrebatarle
el dinero.

El mismo modus operandi se desarrollaba


con algunos choferes de radiotaxis. Allí, el
método era más sofisticado, ya que el Juanito
contaba con un radiotransmisor de VHF, con
el cual estaba al tanto de la ruta que seguía
el móvil. Para ello, el chofer enviaba ciertos
mensajes en clave que uno de sus
compinches, apodado el Picholo, sabía
decodificar. Partía entonces en rauda
persecución de la víctima.

Hay que reconocer que la existencia de este


tipo de delito ha ido en franca disminución,
fundamentalmente por el accionar policial y
porque el método esta “manoseado”, según
explican los delincuentes.

En lo particular, el gato Juanito terminó


sus últimos trabajos en el mundo marginal
como “tarjetero”, es decir, una especie de
proxeneta híbrido que lleva “clientes” a
prostitutas asiladas en los numerosos
“saunas” del centro. Por ello, recibía
la respectiva comisión.

44
El viejo cuento del tío

El Cholo es un delincuente que se ha


especializado en embaucar incautos,
explotando esa vieja debilidad humana
llamada ambición. Su lugar predilecto son
las grandes tiendas, en particular las vitrinas
de la tienda Falabella ubicada en el Paseo
Ahumada. Su truco es simple, sin embargo
requiere el manejo de verdaderas técnicas
de prestidigitación para poder acometerlo.

Para lo anterior, aprovecha la existencia de


ofertas de temporada, particularmente
pequeños artículos electrónicos o
electrodomésticos de valor considerable,
como por ejemplo un pequeño televisor color
portátil, cuyo precio de referencia comercial
oscila entre los 60.000 y los 80.000 pesos.

45
¿Cómo opera?

El Cholo, rebautizado así por su aspecto


negroide caribeño, detecta a su víctima,
principalmente mujeres, a las cuales
previamente ha observado en actitud
interesada en un artículo en oferta.

Luego, se acerca gentilmente, hablando un


castellano extranjerizado y tipo cubano,
señalándole a la víctima que posee el mismo
artículo, nuevo, pero por sólo 15.000 pesos.
Una ganga. Y antes que la persona abordada
alcance a imaginar una duda, se lo exhibe
a su víctima.

El artículo en cuestión es efectivamente real


e incluso está embalado en su caja de fábrica.
La víctima toca el aparato y se convence de
la “veracidad” de los argumentos.

A continuación viene la “negociación”.


El Cholo le dice que aproveche la oportunidad,
ya que lo está vendiendo porque tiene que
regresar a su país. En caso que la víctima
le diga que no tiene esa cantidad, él le
pregunta cuanto dispone en ese momento.
La víctima responde que, por ejemplo, sólo
tiene siete mil pesos. “Bueno –le dice el
Cholo, con un gesto de cristiana resignación–
que le vamos a hacer, páseme ese dinero y
aquí tiene el televisor”

… La invita entonces a desplazarse a un


lugar más privado, para consumar la
transacción lejos de miradas indiscretas.

46
La víctima accede. Por el precio, infiere que
el origen del artefacto no es legal.

Cuando la víctima cree haber hecho el


negocio del año, el Cholo ha hecho frente a
la dama un rápido movimiento de manos,
imposible de describir mediante la palabra
escrita, e introduce en una bolsa negra la
caja con el supuesto artefacto, para
entregarlo a cambio del dinero pactado.
Cuenta el dinero, da las gracias y se retira
perdiéndose, a paso tranquilo pero rápido,
entre los transeúntes.

Ella queda feliz. Hasta que, una vez abierta


la bolsa, comprueba que lo que allí hay no
es más que un jabón “Popeye”.

47
Las guaridas del hampa

- Iglesia San Francisco:


Aunque usted no lo crea, pareciera que la
delincuencia tiene su ángel de la guarda en
este santo, cuya casa terrenal, una hermosa
construcción de origen colonial, se ubica en
la calle homónima del centro de nuestra
capital. Cada vez que se produce un hurto
en los lugares citados en páginas
precedentes, muchos delincuentes se refugian
en esta iglesia y simulan un rezo, mientras
se reparten el dinero o las especies obtenidas.
Como Dios es generoso, los malandras se
sienten allí amparados por el Altísimo.

48
- Pool “El Manilla”:
En la conocida “Feria del Lisiado”, en las
intersecciones de Alameda con Arturo
Prat, se ubica el “Manilla”. Es un pool situado
en un gran subterráneo, en donde se
levantan unos pilares gigantescos que
sustentan una galería comercial. Este enorme
galpón es refugio recurrente de los
delincuentes del sector. Es un verdadero
centro de operaciones con apoyo logístico
incluido, ya que aquí pueden guardar la
mercadería robada y almorzar. El lugar no
se diferencia de otros similares en cuanto
estética, ya que predominan mesas de pool
con la característica cubierta verde, amen
del tubo fluorescente respectivo que cae de
manera cenital sobre los rostros de los
parroquianos, que por lo general son sujetos
de mirada dura y desconfiada.

49
El lugar también cuenta con una cocinería
a la cual se accede por el costado izquierdo
del local.

Aquí es frecuente observar a la fauna


delincuencial nutriéndose luego de una
agitada y adrenalínica jornada. Sin embargo,
la gracia del “Manilla” está por las tardes,
sobre todo después de las 16.00, horario en
el cual dicho lugar se transforma en un
verdadero garito que nada tiene que envidiar
a los tugurios del barrio del Bronx en Nueva
York. A esa hora el acceso ya es peligroso
a personas que no tienen vinculación con el
hampa, ya que es la hora en que se planifican
delitos y se reducen parte de las especies.

- La “Pica”: Este lugar es un pequeño


restaurante ubicado en París N° 796, casi
esquina de San Francisco, en donde los
delincuentes del perímetro sur del centro
suelen tomar desayuno entre las 8 y las 10
de la mañana. También lo ocupan como
escondite distractivo cuando se ven acosados.

- La Galería Imperio: Este un lugar de


uso recurrente del hampa céntrica. En el
segundo piso de la Galería Imperio se ubica
un “Food Garden”, muchos locales de comida
rápida en donde los lanzas, punteros
y mecheros hacen un alto para tomar su
colación.

50
En las tardes también suelen reunirse a
tomar una cerveza, cuando
el lugar se transforma en un centro
d i s t r i b u i d o r d e l a l c o h ó l i c o l i q u i d o.

Una situación similar se observa en las


galerías Capri y España.

- El “Touring”: Una mención aparte


requiere este lugar, denominado “turín” en
el lenguaje coa. Es un boliche tipo fuente de
soda de barrio, ubicado en una de las salidas
del metro Cal y Canto, casi en las esquinas
de Ismael Valdés Vergara y Bandera.

Este local tiene también, entrada por la calle


Aillavilu y es punto de encuentro de los
guapos del sector.

51
Es un espacio lúgubre, mezcla entre
comederos de “chicha y chancho” y cantina
decadente del Lejano Oeste norteamericano.

Predominan los olores de pipeño barato,


mortadela con ají y cebollas en escabeche.
Por lo general, la clientela esta arrimada al
bar, aparte de uno que otro parroquiano
sirviéndose una marraqueta con una
“pilsener”. Este lugar es muchas veces usado
como pasadizo para escapar de la policía,
sirviendo además de refugio ocasional cuando
la “pega está mala”.

A las afueras del tugurio, se ubican varios


cabarets de mala muerte, en cuya entrada
siempre hay un hombre o una mujer que
hace de “portero” y de paso “sapea” el
ambiente callejero, alertando por la presencia
de policías en ánimo de controlar los
antecedentes de los turbios clientes del sector
o de verificar los carnés de sanidad de las
mujeres que allí ejercen la prostitución.

Sobre el “Touring” y junto a estos locales,


se ubica el Hotel “Central”, lugar donde las
“achacadoras” suelen llevar a sus “víctimas”,
como el caso de Don Julio, que
afortunadamente “feneció” antes de llegar
a las inmundas sábanas del “Central”. Los
otros edificios aledaños, lo comparten casi
en su totalidad, decenas de inmigrantes
peruanos que han encontrado allí un lugar
barato donde residir.

52
Los ambulantes

Son un factor preponderante para el amparo


de la delincuencia céntrica. Si bien no son
delincuentes propiamente tales, se sitúan
en una frontera próxima a lo ilícito, partiendo
por su propia actividad, la cual ha llegado a
dañar severamente el comercio establecido,
aquel que paga impuestos y que da trabajo.
Por alguna razón, nunca se ha logrado su
plena erradicación, que ha producido un
enorme daño a las economías locales.

* "Tira la mano hijita.. la camara


esta apuntando para otro lado"

53
El comercio ambulante es parte de un ciclo
que conecta a sujetos que roban propiedad
intelectual, en el caso del “pirateo” de discos
y libros, como también a traficantes de
productos importados de países limítrofes
como Perú y Bolivia, y de lugares como
Paraguay, en donde el comercio de cigarros,
perfumes y relojes falsificados es el rey.

Al margen del impacto social del comercio


ambulante, una parte de las personas que
se dedican a esta actividad “trabajan”
coludidos con los delincuentes, existiendo
entre ellos “códigos” de ayuda para
protegerse mutuamente.

Además, de acuerdo a lo observado, son


personas que operan con altos niveles de
agresividad. Esto ocurre incluso entre ellos
mismos, cuando tienen que pelear por un
“territorio”. Por lo mismo, muchos de ellos
andan siempre “cargados” con armas blancas.

54
El listado de la infamia

Lo más probable es que usted, estimado


lector, piense que lo que aquí se ha narrado
es insuficiente. Sin duda, son muchos más
los delitos que pudieran describirse y que
hasta ahora solo se han tocado en forma
tangencial, como es el caso de los robos con
fuerza en horas de la madrugada, la
delincuencia infantil, o el robo a las
multitiendas.

También existen temas asociados con la


delincuencia como los café topless o la
prostitución infantil.

Es cierto. Claramente este libro denuncia


es insuficiente. Pero es el punto de partida,
la primera aproximación, a una materia en
que ningún esfuerzo está de sobra. Es parte
del camino destinado a generar conciencia
de que el tema de la delincuencia es necesario
abordarlo desde una dimensión integral, en
donde la reforma a los códigos procesales
juegan un papel gravitante.

A continuación, una lista de monreros, lanzas


y estafadores, que tienen procesos
pendientes, pero que hoy transitan libremente
por las calles de Santiago, continuando con
sus fechorías.

En el caso de los dos más famosos (el Topo


y la Kuko) adjuntamos como botón de
muestra su prontuario, aunque todos ellos
tienen una trayectoria igualmente honorable.

55
Nombre
Especialidad/alias
Carné de identidad
Jacqueline H.
Mechera
9.708...

Juan Carlos P.
Monrero / “El Guimi”
12.753...
José P.
Estafador / “El Diente de Oro”
6. 101...

Rafael C.
Estafador
10.705...

Roberto R.
Lanza / “Cara de Completo”
12.499...

Enrique F.
Monrero
15.400

Carlos C.
Monrero
8.925
Armando A.
Mechero
11.882

José M.
Lanza
7.438

Miguel V.
Lanza / “El Mosca”
7.061...

56
Walter M.
Estafador /“el Walter”
4. 431...

Ricardo P.
Lanza /“El Negro Ricardo”
9.662...

Eduardo P.
Lanza /“El Pinocho”
4.222...

Manuel F.
Lanza
6.735...

Miguel Angel C.
Carterista/“El Topo”

Prontuario reo por homicidio en riña,


reo por hurto, vagancia, reo por Ley 18.403,
vagancia, robo con sorpresa, vagancia,
vagancia, robo, robo, robo, Ley 18403.
Marcos B.
__________________

María M. R. F
Monrero/“El Lucho”
__________________

La Kuko
13.461....
__________________

Hurto, robo, hurto frustrado, robo con


sorpresa, hurto y estafa.

57
El sistema Penal y la delincuencia
en Chile, defectos que duran por
mas de 100 años.
Reseña Histórica

Para entender nuestro sistema penal


debemos remontarnos a sus orígenes.
Producida la emancipación de la Madre Patria,
nuestros Gobiernos se preocuparon de
sobremanera de todo aquello que diga
relación con la aplicación de la justicia
criminal, llegando a establecer en la
Constitución de la época las bases
fundamentales de los procedimientos
judiciales en lo penal.

A la fecha de la dictación del Código de


Procedimiento Penal, regían en Chile junto
con las normas procesales constitucionales
que señalamos, las siete partidas de Alfonso
Décimo del año 1257, la novísima recopilación
de 1800, la instrucción para la substanciación
de las causas criminales dada por la Real
Audiencia del año 1757,el reglamento de
administración de justicia de 1824, el decreto
supremo de 1826 decreto ley de 1837, ley
de garantías individuales de 1884, ley de
apreciación de la prueba de ciertos delitos
de 1876 y numerosos autos acordados
dictados por la Corte Suprema de Justicia.

No obstante lo anterior, nuestras autoridades


tenían presente que las normas ya eran
obsoletas y debían modificarse. Fue así como
se nombraron comisiones a partir de 1846
las cuales por diferentes causas no arrojaron
resultados, siendo el motivo principal la

58
seguidilla de muertes que afectaron a quienes
presidían dichos grupos de trabajos.

En el año 1889 se llamó a concurso público,


para la presentación de un proyecto de
Código de Procedimiento Penal, el cual tenia
por objeto regular todos los juicios penales
que ocurrieran en nuestra fronteras.

Quien ganó dicho concurso fue Manuel


Ballesteros, presentando la documentación
al Congreso Nacional, y luego de ser
examinado exhaustivamente por una
comisión mixta de Diputados y Senadores,
fue aprobada con ligeras modificaciones
como Ley de la República, promulgándose
el día 12 de Junio de1906, y empezó a regir
el día 1 de Marzo de 1907.

Como podremos apreciar, el siglo XIX, la


delincuencia, tenia normas procesales que
regían desde 1257,las cuales eran muy
añejas, y luego se dictó el código procesal
penal el cual nació a la vida lleno de críticas.
El propio Mensaje Presidencial lo critica
fuertemente por no responder a la ciencia
penal moderna, pero las limitaciones
presupuestarias reinantes en el país hacían
imposible tener algo más moderno.

Se planteó el sistema de jurados, se habló


del sistema del juez acusador, investigador
y sentenciador, pero se optó por el sistema
que ya en esa época todo el mundo criticaba,

59
vale decir, un sistema escrito, en que un sólo
juez cumplía las funciones de investigar y
luego fallar. Se creyó que instaurando el
sistema de Ministerio público ,ente destinado
a la investigación esto se solucionaba, pero
al poco tiempo el ministerio público
desapareció de los juicios de primera
instancia.

Es el propio Presidente de la República, don


Jorge Montt quien el 31 de Diciembre de
1884, literalmente pide disculpas, al Congreso
Nacional al momento de presentar dicho
proyecto.

Lo anterior, tiene por objeto demostrar las


condiciones en que se dictó y luego rigió en
Chile, hasta nuestros días toda la normativa
legal en lo relativo a los juicios criminales.

Para entender aún más los problemas que


nos ha traído este sistema procesal es
necesario explicar cada uno de los sistemas
imperantes en la ciencia penal:

- Sistema Acusatorio: Cada uno de los


sistemas procesales debe estar regido por
tres funciones, la función de investigar y
acusar, función de defensa y por último la
función de decisión. Este sistema se
caracteriza por que dichas funciones son
realizadas por tres personas distintas, y sus
puntos relevantes son los siguientes:

60
1.- El Juez no es un represente del Estado
ni un Juez elegido por el pueblo, el Juez es
el pueblo mismo, o una parte de él.

2.- El Juez no funda su sentencia, se limita


a pronunciar un monosílabo: "si" o "no".
El juez en el proceso acusatorio, no da el
motivo de su fallo, y esto se debe a dos
razones principales: La primera es de carácter
político.

El Juez como representante del pueblo,


es soberano y, como tal no tiene porque
rendir cuenta a nadie de sus actos. La
segunda razón deriva de la falta de capacidad
intelectual para motivar sentencias, puesto
que el Juez es un ciudadano cualquiera.

3.- Del hecho que el Juez sea iletrado deriva


una tercera característica, sus fallos son
inapelables. El veredicto es solo susceptible
de recurso de casación, por un tribunal que
debe examinar si se han observado las
normas del rito, o si la Ley ha sido aplicada.

4.- Es un verdadero duelo entre acusador y


acusado, el Juez permanece inactivo, éste
no tiene iniciativa propia ni poderes
discrecionales para completar la prueba que
se le ha presentado, o parar provocar una
confesión.

61
5.- Todos los actos del juicio son públicos
y orales. Las ventajas e inconvenientes de
este sistema aparecen a la vista, ya que
representa el máximo de garantías para el
acusado, pero deja en grave peligro la tutela
del derecho, siendo posible utilizar este
sistema solo por un pueblo educado en las
virtudes ciudadanas.

Sistema Inquisitorio:

1.- El juez no es un espectador y pasivo


como en el proceso acusatorio, tiene iniciativa
y poderes discrecionales para investigar.

2.- Uno de los pilares de este sistema es el


valor atribuido a la confesión del reo.

3.- El Juez no llega a la condena si no ha


obtenido una completa confesión, y para
lograrla, se usaba toda clase de medios,
incluso la tortura.

4.- En el proceso inquisitorio no hay conflicto


entre las partes, si no que es una indagación
técnica del Juez; por eso su fallo es
susceptible de recursos.

5.- Todos los actos del proceso son secretos


y además escritos.

Las ventajas de este sistema son que puso


término al derecho penal privado y es el

62
estado quien rige esta materia.
Además, normalmente el Juez es una persona
letrada y muy preparada en la materia y
existe la fundamentación de los fallos.

Su defecto principal y determinante es que


las tres funciones son realizadas por una
misma persona por lo que, quien investiga,
acusa y falla se va creando una impresión
del delincuente que va determinando su
sentencia hacia un solo sentido sin posibilidad
de cambiar el rumbo del proceso.

A todas luces se ve que ninguno de los


sistemas es el más perfecto por lo que los
Países han ido aplicando una mezcla de los
dos, lo que lo hace más eficiente.

El sistema Chileno

Nuestro País optó por el sistema inquisitorio,


pero sin los matices que lo hacían más
eficiente, asÍ nunca separó las tres funciones
y es más, cuando lo hizo creando el ministerio
público al poco tiempo lo derogó.

El proceso penal Chileno, en todo caso fue


sufriendo una serie de cambios, lo que
hicieron que al menos desde el año 1989
este proceso no se extinguiera de muerte
natural.

Se amplió la jurisdicción de los tribunales


chilenos; se permite el ejercicio de la acción

63
civil en los hechos punibles; se regula la
actuación de los fiscales en primera instancia;
se determina que cuando el plazo venza en
día feriado se ampliará hasta las doce de la
noche del siguiente hábil; se establecen los
derechos del inculpado; se permite la
adopción como medios de prueba, de
sistemas como la reproducción de la imagen,
y el sonido, versiones taquigráficas; se
faculta al juez para ampliar el plazo de
detención en caso que no tenga clara la
participación del delincuente en los hechos;
el procesamiento del delincuente puede ser
dejado sin efectos en cualquier momento
del proceso; la declaración del inculpado
p u e d e r e c o g e r s e m e d i a n t e ve r s i ó n
taquigráfica; si se encarga reo al inculpado
inmediatamente se le embargan los bienes;
se dispone que la contestación de la acusación
es un hecho esencial en el proceso, se prohibe
al condenado conformarse con su fallo
condenatorio, debe apelar o irá en consulta
a la Corte respectiva.

Nuestro juicio criminal se divide en dos


partes, el Sumario y Plenario, siempre llevado
y tramitado por el mismo Juez, y este proceso
se inicia por denuncia, querella, requisición
del ministerio publico, o por pesquisa judicial.

Aquí se ven los primeros problemas ya que


la forma más usual es la denuncia, la cual
depende que el denunciante ratifique y siga
adelante con el proceso.

64
La querella es el acto perfecto de inicio de
un proceso, ya que es a través de una
solicitud formal, de un abogado que
represente a la víctima, en que se pone en
conocimiento del Juez un delito y se le solicita
que investigue y eventualmente condene.

Las otras dos formas son la requisición del


ministerio público pero que es una forma
elegante de decir que existe el ministerio
público en primera instancia, pero en la
practica no opera, y por último la pesquisa
judicial consistente en el conocimiento
personal que el juez toma de un asunto
criminal sin que intervenga el ministerio
público.

Iniciado el proceso en la etapa del sumario,


el cuales secreto y normalmente los abogados
no tienen acceso a el, se produce una relación
Juez- delincuente, lo que es perjudicial, ya
que no permite el acceso y aportes que
puedan dar las partes al juicio, normalmente
todos los juicio terminan en esta fase por
falta de antecedentes y se sobreseen.

Si el juez logra pasar a la etapa siguiente


debe acusar y entrar a la fase de plenario,
la cual es inminentemente pública, pero las
posibilidades del inculpado de ser absuelto
o cambiar el criterio del Juez son casi nulas,
ya que es el mismo personaje que investigó,
quien acusa y luego recibe pruebas,
descargos de las partes y falla.

65
Se puede establecer con toda certeza, que
si alguien es acusado al término del sumario,
es claro que será condenado por el mismo
Juez.

Pero no todo es color oscuro, con la llegada


de la democracia, se inició una revisión
profunda del proceso penal y las causas de
la delincuencia, y se llegó al convencimiento
que se requería de una reforma de fondo,
de aquellas que se hablaban en 1850 pero
por falta de decisión y presupuesto se
postergaron por cien años.

Fue precisamente la Ministra Soledad Alvear,


y luego el Ministro Juan Antonio Gómez,
quienes lideraron el cambio radical en el
sistema chileno, del cual esperamos ansiosos
su aplicación en todo el País.

Haremos una breve explicación del nuevo


sistema penal chileno, el cual en todos sus
aspectos es muy superior al vigente.

1.- El proceso se inicia de tres formas, por


Iniciativa del ministerio Público, el cual tiene
el deber y no la facultad de iniciar el proceso
y la investigación auxiliado por la policía.

Luego la denuncia, la cual se debe hacer


ante Ministerio Publico, si llega a los tribunales
aunque este sea competente debe devolverla
al ministerio publico. Junto con esto nace la
autodenuncia, que es la oportunidad

66
que tiene una persona que denunciada de
concurrir al ministerio publico y solicitarle
que investigue la imputación de que fue
objeto.

Por último, la querella la cual sufre


modificaciones, ya que solo la pueden
presentar la víctima, su representante o
guardadores, la excepción está en delitos
cometidos por funcionario públicos que
impliquen una violación a los derechos
humanos, y los que afecten a la colectividad
en su conjunto.

2.- Existencia de un Juez de control o


garantía, ministerio publico o investigador y
un Juez sentenciador.

El Juez de garantía tiene las siguientes


funciones: garantizar los derechos del
imputado, y demás intervinientes en el
procedimiento, dirigir la audiencia de
preparación del juicio oral y dictar sentencia
en el procedimiento abreviado cuando
corresponda, El Juez Sentenciador, se trata
de tribunales colegiados, con tres miembros
que conocerán de los juicios no abreviados,
y su procedimiento es oral, deberán fallar y
decidir la suerte del inculpado.

El Ministerio Público tiene la labor de


investigar, es quien lleva adelante el proceso,
es quien investiga en forma exclusiva.
Por último el inculpado, quien está protegido

67
por la presunción de inocencia y su prisión
preventiva durante el proceso es excepcional,
tiene derecho a defensa a través del defensor
público.
La víctima tiene derecho a querellarse
y luego solicitar todo tipo de información al
ministerio público.

Consideración final:

Lo anterior es una breve reseña de nuestro


sistema procesal penal, el cual nunca
ha respondido a las necesidades de nuestro
país, pero hay que tener cuidado, ya que
este nuevo sistema penal que se inicia
prontamente en la ciudad de Santiago no es
la solución definitiva al problema de la
delincuencia, solo es una ayuda para hacer
más eficiente y protector de los derechos de
todos los actores involucrados en la Justicia
Criminal. La delincuencia no se termina con
procesos eficientes, esta se combate, con
educación, con cultura, con Padres
responsables frentes a sus hijos, con
desarrollo y crecimiento económico justo,
y no es tarea de algunos, es tarea de todos
los que creemos que Chile merece ser cada
día mejor.

Cristian Monckeberg Bruner


Director DENUNCIEMOS.CL

68
Estudio Seguridad Ciudadana
Comuna de Santiago

Metodología

Se seleccionan grupos de 10 manzanas y


en cada uno de estos grupos se seleccionan
30 lugares de trabajo o estudio. Luego se
selecciona individuo, el cual debe estar
diariamente más de ocho horas en la Comuna
de Santiago.

No se toma nombre ni otro dato del


entrevistado, solo se comprueba si
corresponde al patrón del perfil poblacional
necesitado. La población Objetivo fueron
todas las personas mayores de 18 que
trabajan o estudian en la Comuna de Santiago
y que están más de ocho horas diarias en
este lugar.

Procedimiento Muestral : Probabilistico

Tamaño de la Muestra: n = 800

Instrumento : Cuestionario

Se formularon 7 preguntas y de acuerdo


a los objetivos planteados.

Calculo de muestra n

Nº Encuestas: 100
M.A.S. No proporcional
n = Z a/2 * P( 100-P) Z a/2 = -2
E

Criterio : Conservador

69
Error definido arbitrariamente: 5 %
N.C. : 95,5
n= -2² * 50 (200-100) = 800

Alvaro Undurraga
Ingeniería Comercial
Universidad de Santiago

Estudio Seguridad Ciudadana


Comuna de Santiago

1. ¿Se siente seguro en la comuna


de Santiago?

Ns/Nr
1,8%

Si
No 44,7%
53,5%

70
2. ¿Ha sido victima usted o alguien
que viva en su casa o que sea de su
entorno laboral o educacional , en el
último año, de algún asalto en el centro
de Santiago?

Si
42,5%
No
57,5%

3. ¿Hizo la denuncia? Si sufrió algún


delito en Centro de Santiago

Ns/Nr
1,8%

Si
No 52,5%
45,7%

71
4. ¿Existió respuesta a su denuncia?

En Tramite Si
14,6% 8,8%

No
76,6%

5. ¿Porque no hizo la denuncia?

Ns/Nr
4% Por miedo
No supo hacerla 15%
22%

No confia en la
policia
8%
No confia en
la justicia
51%

72
6. ¿Es la comuna de Santiago más
segura que otras?

7. ¿Quién cree usted que es el


principal responsable de la seguridad
de la comuna?

73

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