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(Decreto Supremo N° 119-80-AA)

“ELABORACIÓN DEL PLAN MAESTRO DEL


SANTUARIO HISTORICO QUINUA”
Ayacucho
Ayacucho (fundada como San Juan de la Frontera de Huamanga y conocida también
como Huamanga) es una ciudad del Perú, capital de la provincia de Huamanga y
del departamento de Ayacucho. Se encuentra situada en la vertiente oriental de
la cordillera de los Andes a una altitud de 2746 msnm y se caracteriza por su clima
agradable, templado y seco, con brillo solar todo el año. Es uno de los conjuntos
arquitectónicos y artísticos más notables del Perú. Se le conoce como la «Ciudad de las
Iglesias», por sus numerosos templos coloniales, y como «Ciudad Señorial» por su
arquitectura, tradición y arte.

La ciudad tiene fama tanto nacional como internacional gracias a sus piezas de
artesanía, motivo por el cual fue declarada como «Capital del Arte Popular y de la
Artesanía del Perú». Destacan los tallados en alabastro (material conocido en la zona
como piedra de Huamanga), la alfarería -en especial los toros e iglesias de Quinua-, la
filigrana del barrio de Santa Ana y principalmente los cotizados retablos
ayacuchanos. En honor a esta ciudad peruana y a la batalla de independencia ocurrida
en su suelo, los países andinos de Argentina, Bolivia, Ecuador y Venezuela, refundaron
una ciudad denominada 'Ayacucho' en su territorio.

QUINUA
Por la frescura de su aire y sutileza de las casitas que adornan el
ambiente mezclado de verde y marrón, el Pueblo de la Quinua es una
gran opción para los amantes de la alfarería, debido a que la mayor
parte de su población se dedica a este noble arte.

Se encuentra ubicado a 37 kilómetros de la ciudad de Ayacucho, y se puede


acceder a él en 60 minutos en ómnibus. En su plaza Mayor podemos visitar su
histórico Museo, en el cual se llevó a cabo la firma de la Capitulación de
Ayacucho, lo cual oficializó la autonomía del país.
Así también es interesante la construcción de sus iglesias, algunas de ellas en
base a barro, lo que demuestra las notorias habilidades del oriundo del lugar. De
igual manera, a un kilómetro se encuentra el Santuario Nacional de la Pampa de
la Quinua, donde tuvo lugar la célebre Batalla de Ayacucho, y donde resalta un
obelisco de 44 metros de altitud, en memoria de los caídos por la lucha de la
independencia nacional, la cual es de fácil acceso al público.

SANTUARIO HISTÓRICO DE LA PAMPA DE AYACUCHO

HISTORIA DE MONUMENTO
Para el aniversario del sesquicentenario de la batalla, el Ministerio de Guerra del
Perú dispuso erigir un monumento a los combatientes en la pampa. Mediante
concurso público en 1968, se eligió como ganador la propuesta de un obelisco
en mármol blanco, obra del artista español Aurelio Bernandino Arias. Según su
autor, La obra representa, cerca de medio siglo de lucha por la libertad e la
independencia americana, desde la Revolución de Túpac Amaru en 1780 hasta
su culminación victoriosa en este lugar.

Capitulación de Ayacucho, donde se consolidó la independencia de América.

El monumento cuenta con una estructura de concreto armando recubierta


exteriormente con mármol blanco. Tiene una altura de 44 metros. Las estatuas
de bronce de 3 metros de altura representan a los generales que estuvieron en
comando en la batalla: Sucre, Gamarra, La Mar, Córdova, Lara y Miller. Un
medallón con la efigie del libertador Simón Bolívar evoca la dirección estratégica
de las operaciones.

Desde su mirador se puede observar el hermoso paisaje de santuario histórico.


Para los ayacuchanos, el obelisco forma parte de la identidad y orgullo de la
provincia de Huamanga y el departamento por ser el lugar donde se alcanzó la
libertad peruana y sudamericana
HISTORIA(SIMBOLISA)

Rebelión realista del general Olañeta en el Alto Perú


Sorprendentemente, a principios del año 1824, el ejército realista en el Alto Perú
(actual Bolivia) se rebeló, encabezados por el general Pedro Antonio Olañeta un
realista absolutista contra el virrey del Perú José de la Serna (de tendencia
liberal), después de recibir la noticia de que había caído el Gobierno
Constitucional en España

De hecho, el monarca Fernando VII de España y sus seguidores absolutistas


recuperaron el gobierno, apoyado por 132.000 soldados franceses del ejército
de la Santa Alianza, que ocuparon España hasta el año 1830. El general Rafael
del Riego fue ahorcado el 7 de noviembre de 1823 y la gente del movimiento
liberal fue ejecutada, expulsada o exiliada de España. El 1 de octubre de 1823,
el monarca decretó la abolición de todo lo aprobado en los últimos tres años de
gobierno constitucional, lo que dejó sin efecto la designación de La Serna como
virrey del Perú.

la Batalla de Ayacucho(preparativos)

Don José de San Martín había hecho la Proclamación de la independencia del


Perú el 28 de julio de 1821, sin embargo, a finales de 1824, los realistas todavía
tenían el control de la mayor parte del sur del Perú, así como del Fuerte Real
Felipe en el puerto del Callao.

Después del retiro de José de San Martín por la falta de éxitos militares de la
expedición chileno-argentina en suelos peruanos. Simón Bolívar ingreso al Perú
para apoyar a los independisistas peruanos en el año 1820-1822 a petición del
Congreso en Lima para promover la emancipación del país. En primer lugar, tuvo
que resolver el conflicto interno entre los patriotas y luego preparar su campaña
para liberar al Perú
BATALLA DE AYACUCHO (9 de diciembre de 1824)
La primeras horas del día se pasaron con fuegos de artillería y de los cazadores.
A las diez de la mañana los realistas situaron al pie del cerro Condorcanqui cinco
piezas de artillería. El general Sucre ordenó a sus tiradores forzar la nueva
posición artillera, y ésta fue la señal de comienzo de la batalla.

El mariscal Valdés (derecha) ordenó a sus batallones atacar la división del


general La Mar (izquierda). Los españoles atacaron con tal ímpetu y empuje que
obligó a los batallones de La Mar a ceder y retroceder. En la refriega, un batallón
de Valdés se adelantó más de lo debido y sufrió un potente ataque enemigo que
le mató a su jefe, el coronel Rubín de Celis; por su parte, los dos escuadrones
de húsares de Valdés, San Carlos y Flanqueadores de la Guardia, también
fueron batidos en esos primeros momentos.

Visto el éxito del ala derecha, los mariscales Monet (centro) y Villalobos
(izquierda) adelantaron sus divisiones para atacar el centro y derecha de la línea
enemiga. Sin embargo, esta maniobra fracasó gracias al contraataque que
realizó inesperadamente el general Sucre. En efecto, el general Sucre, que
observaba la batalla desde un lugar llamado la Sabaneta, se dió cuenta de que
las tropas del centro realista no estaban aún ordenadas y que el ataque del
general Valdés aún no se había resuelto. Por ello ordenó al general Córdoba
(derecha) que atacara al centro de la línea realista protegido por la caballería del
general Miller, mientras reforzaba la maltrecha división del general La Mar,
primero con el batallón Vencedor y luego con el Vargas, dejando al batallón Rifles
en reserva.

Recibida la orden de ataque, el general Córdoba desmontó su caballo, desnudó


su espada y lo mató. Luego arengó a sus tropas diciendo: "Soldados, yo no
quiero medios para escapar y sólo conservo mi espada para vencer. Adelante,
paso de vencedores.". Y así comenzó la carga de la división del general Córdoba,
que se lanzó cayó sobre dos batallones del general Villalobos protegido por ocho
escuadrones del general Miller.
Al verlo, el brigadier Ferraz comprendió el peligro en que se encontraba Monet
de ver envuelta su ala izquierda, por lo que lanzó a la carga los cuatro
escuadrones que tenía disponibles, pues los demás aún no habían descendido
al valle, contra la caballería enemiga. Los escuadres de Miller retrocedieron un
momento ante el impetuoso ataque de los realistas, efectuada a unos cien pasos
de distancia de la línea de infantería propia; pero la infantería del general
Córdoba continuó inalterable su carga, acabó con la caballería de Ferrar, que
tuvo que retirarse con graves pérdidas y arrolló la infantería realista.

El general Lara marchó por el centro con la reserva y continuó la persecución.


Desechas ya las fuerzas realistas del centro y la derecha de los generales Monet
y Villalobos, solo quedaba el general Valdés luchando briosa y
desesperadamente en la izquierda. Viendo lo inútil de sus esfuerzos, logró, por
medio de una hábil maniobra, situarse a retaguardia del ala izquierda enemiga y
atacarla con decisión. Pero todo fue en vano, porque el general La Mar, que se
había unido a la persecución de los realistas, sostuvo con firmeza el ataque y
rechazó a las fuerzas de Valdés con el apoyo de la caballería de Miller. Como
resultado, las tropas del general Valdés tuvieron que retirarse precipitadamente
hacia las cumbres de Condorcauqui. Valdés trató de suicidarse, pero, rodeado
de algunos cuantos jefes y oficiales españoles, se unió al teniente general
Cantera, quien pudo replegarse a las alturas con unos 200 escasos hombres de
caballería.

La derrota española fue completa y absoluta. La fuerza realista perdieron unos


1.800 muertos y 700 heridos, catorce piezas de artillería, dos mil quinientos
fusiles y muchos artículos de guerra; la mayor parte de la tropa realista se escapó
furtivamente abandonando las armas. Por su parte, las pérdidas de los rebeldes
independentistas fueron 310 muertos y 709 heridos. Tan sangrienta batalla duró
unas cuatro horas y revela el tesón y ensañamiento con que se combatieron
ambos ejércitos.

CUNA DE LA LIBERTAD AMERICNA

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