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PERSONAJES:
PERSONAJE PRINCIPAL:
Pedro de Urdemales: es un tipo astuto, un pillo que trata de sacar provecho de toda circunstancia.
PERSONAJES SECUNDARIOS:
El pueblerino; que intentó burlarse con un cálculo ridículo.
El atleta; lanzador de bala que quiso burlarse de Pedro.
El patrón de las tres flores y sus hijas.
Los jinetes que le compraron los chanchos y las colitas de chancho.
La abuela que guardaba charqui para Julio y su nieta despistada.
La viejita que creyó el cuento del cartero del otro mundo.
El jinete que compró a Pedro la "ollita de la virtud".
La señora que guardó lo porotos.
La señora que guardó la gallina.
El hacendado que guardó el chancho.
La hija del hacendado que dejó mal parado a Pedro Urdemales.
El comerciante que compró el "árbol de plata" de Pedro.
El gringo que compró "el huevo de yegua".
El tipo que compró "el sombrerito buen pagador".
RESUMEN
UNA VERDAD DEL PORTE DE UN CERRO
Un "pueblerino" (tipo del pueblo) queriéndole jugar una broma a Pedro Urdemales le pregunta ¿Con cuantas
camionadas podría llevarme aquel cerro alto que tiene una cruz encima? y Pedro le contesta que depende del
tamaño del camión, si el camión es de la mitad del cerro necesitará dos camionadas y si es del porte del cerro sólo
una. Ja, ja, ja, vaya ocurrencia y forma de librarse de la broma.
LA APUESTA CON UN CAMPEÓN
Un lanzador de bala le hizo una apuesta a Pedro Urdemales. le dijo que si podía lanzar la bala más lejos que él lo
invitaría a comer una parrillada. El deportista trató de engañarlo tirando una pelota de tenis desteñida, en vez de la
pelota de fierro, pero Pedro Urdemales, que es tan listo como siempre, lanzó un gorrión que tenía escondido en el
bolsillo simulando lanzar una piedra. El gorrión voló tan lejos que Pedro ganó la apuesta. El atleta sorprendido, no
podía creer lo que veían sus ojos. Y tuvo que pagar la apuesta, pues Pedro esperaba con mucha hambre el premio a
su astucia.
EL CHARQUI PA’JULIO
Una abuelita guardaba muchas cosas, como toda anciana. Dentro de las cosas que guardaba había una bolsa con
charqui que reservaba para comerlo en el mes de Julio. Tenía una nieta despistada que preguntaba todo. Preguntó a
su abuela para que guardaba la bolsa de charqui y la abuela le dijo pa’Julio. La niña entendió que lo guardaba para
una persona llamada Julio.
No se sabe cómo, pero, Pedro Urdemales supo de la bolsa de charqui y un día, cuando la abuela no estaba en casa,
tocó la puerta y dijo que venía a saludar a la abuela. La niña le preguntó cómo se llamaba y Pedro respondió que se
llamaba "Julio", ante lo cual la nieta le dijo que esperara n momento, entró y sacó la bolsa de charqui y se lo entregó,
afirmando que la abuela guardaba eso para él.
LA OLLITA DE VIRTUD
Estaba Pedro Urdemales calentando su modesta comida a orillas de un camino cuando vio venir a un jinete.
Rápidamente tapó el fuego con tierra y llevando la olla cerca al camino, comenzó a golpear la olla diciendo: "Hierve,
hierve ollita hervidora, que no es para mañana si no para ahora". El jinete bajó de su caballo para ver que sucedía.
Cuando el jinete comprobó que la olla estaba caliente sin fuego, creyó que la olla era prodigiosa y se la compró a
Pedro en mucho dinero. Pedro tuvo suerte de contar con suficiente dinero para comer muchos días y hasta
comprarse un par de zapatos usados.
EL ÁRBOL DE LA PLATA
Pedro Urdemales tenía varias monedas de plata y las puso una a una con delicada paciencia en una mata de espino
plantada en un tarro vacío y se puso a descansar en el camino. Un comerciante, que venía en coche por aquel
sendero, sorprendido por ver aquella plana rara, le preguntó qué era lo que llevaba. Pedro le dijo que era el árbol de
la plata que crecía en tierras lejanas. El hombre ofreció un gran precio por la planta, pensando que podría hacer una
gran plantación, pedro accedió vender obteniendo una gran ganancia y siguió su camino.
EL HUEVO DE YEGUA
Pedro Urdemales subía una cuesta con un pesado zapallo cuando de pronto se le cruzó en el camino un “gringo” y
le preguntó qué era eso y Pedro le dijo "un huevo de Yegua", el gringo sorprendido le propuso comprarlo y le pidió
un precio. Pedro meditó un poco y le dijo 100 dólares, el gringo se lo compró. No avanzó ni veinte pasos y el zapallo
resbaló de sus manos y rodó cuesta abajo golpeando un árbol de roble y espantando una liebre que dormía en el
lugar. El gringo pensó que había salido del "huevo de Yegua" y corrió detrás de ella gritando "atajen mi potrillo".
Tenía Pedro Urdemales un sombrero de tres puntas. Un día pasó a la zapatería, pagó unos zapatos por adelantado
y dijo que al día siguiente los pasaría a buscar, luego pasó a un restaurante, pagó una parrillada para 4 personas y
dijo que al otro día vendría a comerla. Al día siguiente junto con 3 personas pasó primero a la zapatería, se puso un
par de zapatos nuevos y luego se tocó el sombrero de 3 puntas y dijo "Ahora paga tú sombrerito buen pagador"
luego preguntó ¿Están pagados mis zapatos? Pagados están respondió el cajero. Luego fueron al restaurant,
cuando terminaron de comer tocó su sombrero y dijo "ahora paga tú sombrerito buen pagador" y preguntó al mozo
está pagada la comida, pagada está señor respondió el mozo. Uno de los señores que era curioso y avaro quiso
tener el sombrero virtuoso y ofreció mucho dinero para comprar el sombrero con el cual Pedro se compró zapatos,
traje, sombrero y guantes. El desenlace de la historia es que invitó a un hombre de negocios a comer a un
restaurante carísimo, probó a que el sombrero pague la cuenta. Esto no sucedió.
Publicado 1st September 2017 por David Condori