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EL FENÓMENO DEL SIGNIFICADO

¿QUÉ ES EL SIGNIFICADO?

POR MARTÍN CLETO GUTIÉRREZ

Para un lingüista tradicional no parece ser una pregunta difícil. Sin embargo,
Derrida afirma que pocos filósofos se han preguntado por el tema del lenguaje.
Se podría decir todo hombre tiene relación con el significado, en cuanto tal, por
el simple hecho de tener contacto con los entes. Ya que el entendimiento elabora
de ellos un significancia. En algunos mayor que en otros. Aunque se tenga en
conocimiento las cosas de modo exhaustivo o científico, el entendimiento no
prescinde de tener una experiencia del significado de las cosas.

Es cierto que la relación, de modo íntimo, con las cosas ofrece un mayor
significado que otras relaciones superficiales. También las cosas de mayor
valor suelen significar más que las de menor valor. No es difícil ser conscientes
de que en el entendimiento hay significados de las cosas particulares o inclusive
de lo universal. Pues para interpretar conceptos abstractos es necesario
comprender su significado. Este, a pesar de ser algo inteligible, se manifiesta en
lo sensible. Cabe dentro de la materialidad del lenguaje. Si fuera inexistente, los
significantes serían inconcebibles. Pero también, sin estos, el significado sería
incomunicable. En efecto, el lenguaje es un problema. Es más, muchos
problemas de la filosofía lo son del mismo.

Algunos filósofos hicieron ciencia sin someter a crítica el lenguaje. Para estos
fue evidente su carácter de verdad. Aunque otros, como Nietzsche, Derrida o
Heidegger han negado tal carácter. Algunos otros, como Wittgenstein, lo
emplearon con un carácter instrumental y positivo. En tales posturas el lenguaje
sigue siendo un problema. Derrida afirmó que el ‘significado’ quedó en el
olvido y lo que existen son meros ‘significantes de significantes’, incluso
diseminados al interior de la conciencia. En caso de que se suponga que el
significado no es un significante, entonces no cabría hablar de él, porque si no
se manifiesta de modo sensible sería imposible su estudio científico. Pero
también puede suceder que para el realismo ingenuo, por estar inmerso en un
lenguaje de significados abstractos y delimitados, el lenguaje no es problema,
aunque tales conceptos no digan nada a la vida. Por ello, el pensamiento
tradicional ha relucido, no tanto por tener un concepto sobre el significado
positivo o negativo, sino en negar que el este no es un problema. Por lo tanto,
el metafísico debe dar razones sobre el ‘significado del ser’ y el
descontructivista debe sostener las razones en las que afirma la ‘ausencia’ del
mismo problema. No se trata de un estudio científico tradicional. Pues el
significado no puede ser un ‘objeto’ más. Por eso, es necesario afirmar que la
finalidad de esta exposición no es tratar el ‘significado en cuanto tal’, sino su
fenómeno inteligible. Porque la experiencia de la significación es inmanente,
trascendente e histórica. Es decir, se concreta en la inmanencia de la conciencia
y la materia; en la trascendencia del lenguaje y el pensamiento; y en la
permanencia de la historia y memoria.

Tal fenómeno sólo pertenece a la realidad humana. Quizá la complejidad no


reside en el fenómeno en cuanto tal, sino en que el hombre mismo es un
problema. Por eso se debe preguntar ¿Qué es lo que constituye el fenómeno del
significado? ¿Cuál es el punto común con las otras formas de expresión?

El tema del lenguaje, en cuanto tal, tiene un origen bastante reciente. El


atomismo lógico, el desconstructivismo tiene un auge actual. Derrida propuso
la Gramatología como una ‘ciencia del lenguaje’. El propósito de esta es un
estudio formal de la lengua. Sin embargo, el mismo filósofo, afirmó que tal
ciencia no podría expresar su objeto, y dice bien, en razón del difícil estudio del
campo inteligible. Por eso, es necesario considerar que tal ciencia, más que
estudiar su objeto, debe centrarse en el fenómeno de dicho objeto; es decir en
su manifestación histórica. Por tal razón, para el estudio del fenómeno del
significado es necesario ir más allá de la experiencia en la mera conciencia.

Al parecer, el significado ya era entendido mediante mitologías por Heráclito,


Anaxágoras y Platón. Este último consideró la pertenencia del significado al
mundo de las ideas como un mundo perfecto en razón de su inteligibilidad e
inmutabilidad. Pero también para Aristóteles afirmó que este mundo de
perfección es un efecto de la misma realidad. Algunos filósofos mejor optaron
por el camino del escepticismo en el tema del lenguaje. Esto da pie a la retirada
de la metafísica y una mirada al estudio de la filosofía del lenguaje. En la etapa
patrística y medieval, la reflexión sobre el significado está relacionado con el
cúmulo de conceptos teológicos. Pero nunca hubo un estudio exhaustivo como
tal. Su objetivo de tales conceptos giró a un orden apologético frente a las
concepciones distintas a la cristiana. En ello, se pueden distinguir de modo
general tres tipos de significados: De las cosas naturales; de las cosas artificiales
y de las cosas sobrenaturales.

Los pueblos bárbaros, a pesar de no tener conformidad en costumbres al hombre


contemporáneo, no prescindieron del uso de significados naturales, artificiales
y sobrenaturales. Pese a la disparidad de culto, en los significados siempre hay
puntos comunes en la búsqueda de algo superior. De este modo, queda
manifiesto que no sólo el pensamiento filosófico moderno fue consciente del
anhelo por un significado trascendente de las cosas. Pues los mismos sofistas
ya sospechaban de la ‘ausencia del ser’. Por ello, Martín Heidegger, al retomar
la pregunta sobre el ser, hace ver que este tema ya se planteaba en la obra
platónica El sofista. Esto produjo un serio análisis sobre tal cuestión. En la
ilustración, el significado parece ser inútil, es algo que raya entre lo verosímil y
lo falso. Ya que lo verdadero son las impresiones sensibles o la percepción.

Es un hecho que el significado existe. Este tiene la necesidad de ser expresado,


tiene una esencia, posee un sentido intrínseco y extrínseco, es subsistente en
cuanto que puede representar las cosas materiales prescindiendo de la materia,
por último, exige una respuesta. Además está vinculado con las disposiciones
afectivas. Porque algo es más o menos significativo en el modo en que las cosas
afectan los sentimientos. No se puede perder de vista la historia del individuo
que produce el significado. Por lo tanto este quedará determinado por la
condición histórica y el bagaje cultural de cada persona. Entonces, es importante
afirmar que el significado es un fenómeno cultural. Porque es elaborado por el
ser humano de acuerdo a un momento determinado de la historia. La cultura
determina la concepción del significado.

En el estudio del significado, ha habido un avance y claridad, pero también una


cierta confusión o error en la comprensión de él. No se puede desligar el
significado de lo que es el significante. El primero tiene un sentido y, en su
progreso, puede retomar los mismos contenidos formales o puede haber
cambios, con el fin de ser más perfecto. Por el sentido, parece tender siempre
en forma lineal a un progreso.

El fenómeno del significado está estrechamente vinculado con significantes


determinados. De estos depende su sentido. Por ello, el fenómeno del
significado es un fenómeno significante. No se puede hacer un análisis del
significado, en cuanto tal, prescindiendo del carácter significante. El significado
está ligado a la experiencia de significantes específicos. Ya que la comprensión
del primero depende de la visión en lo segundo. Lo inteligible tiende a
externarse en la contingencia de lo sensible. Ambos caracteres están
estrechamente vinculados. No se pueden separar pero sí distinguir.

El sentido del significado da orden y estructura al conjunto de significantes.


Estos sin el primero no tendrían subsistencia. Por lo tanto, el significado es el
principio del juego de significantes. Es principio de estructuración. Para otros
pensadores, el significado podría carecer de un enfoque positivo. Wittgenstein,
al afirmar que los límites del mundo son los límites del lenguaje, el significado,
en cuanto tal, no puede ser un objeto de estudio determinado, sería un
sinsentido.

Existen tres clases de significados para entender la realidad. Un significado de


las cosas naturales para comprender lo natural. De lo sobrenatural para entender
la causa de lo natural. Y por último, de lo artificial, cuyo fin es referir la técnica
para el dominio o manipulación de lo natural. El segundo modo, tiene que ver
más con el significado y el tercero con los significantes. Las ciencias del
lenguaje estudian como tal, los significantes manifiestos ya sea en la escritura
o en el habla.

Ahora bien, sería necesario preguntar si el significado que se produce en la


mente de algo que origina el ser de los entes o simplemente es un producto de
las necesidades del hombre. ¿El significado entiende la verdad por la verdad de
las cosas o por el ideal de verdad que rige en el hombre? ¿El significado de la
verdad es un reflejo del ideal del entendimiento o es una abstracción de las cosas
mismas? ¿Es el conjunto de todas las excelentes propiedades que hay en los
entes y hacia ello tiene su deseo? ¿Está en las cosas o el hombre lo crea para
satisfacer su contingencia? ¿Puede falsear la realidad del hombre o darle su
plenitud? ¿Libera o esclaviza la conciencia en algo que aparenta ser y no lo es?
¿El significado en cuanto a su naturaleza inteligible puede ser una renuncia a la
realidad? ¿Es la dimisión al estudio de lo inteligible o es una apertura a la verdad
de lo real?

El significado es necesario para la existencia del significante. Este último


constituye el lenguaje como sistema. Lo importante es centrarnos en la pregunta
por el sentido del significante. El significado tiene la capacidad de dar sentido
a la existencia de los signos. Es más, es fuente de sentido. Es cierto que los
significantes, por su uso, se caracterizan por su tecnicismo. Este enfoque
utilitarista del significante es un modo de conocimiento científico de la realidad.

El estudio del progreso del significado en los significantes escritos ha llevado a


abandonar el estudio del primero. Se manifiesta la pérdida de la relevancia de
este en su origen y se ha hecho un mero uso positivo del lenguaje. El estudio
del lenguaje ha renunciado al ‘más allá’ en el uso de los significantes. Derrida
tiene razón cuando afirma que la positividad del lenguaje creó un divorcio entre
ambos elementos. Sin embargo, aún así, el mecanicismo de la escritura no hace
perder el peso del significado. Quizá ha sido relegado a su relación con la
conciencia. Porque el significado busca trascender en los distintos campos de la
vida humana, en la economía o política. Quizá no pueda influir solo en los
significantes tradicionales, sino en otros tipos de lenguaje. El significado, a
pesar de su aparente declive a causa del uso logicista del lenguaje, no deja de
ocultar su verdad. Esta tiene sentido en razón de su origen significante.

Este es un tipo de conocimiento que ha adquirido su verdad por medio de un


significado materializado en el habla o escritura. Por lo tanto, el significado es
producto de la actividad humana. Este resultado, al ser objetivado, tiene
subsistencia propia como significante. Esta objetivación escritural o hablada
tiende a dominar incluso a su origen (significado). En efecto, el significado es
un producto humano objetivable. Este, dentro del lenguaje, es parte de un
lenguaje de significantes. Un signo no puede ser sino significante y va
adquiriendo sentido dentro del lenguaje. Este es reinteligido por el
entendimiento y se va trasformando en un elemento del lenguaje interior del
sujeto. Y así, el significante se aloja en la conciencia del sujeto recobrando su
sentido originario. También puede existir una perspectiva racionalista del
significado en el enfoque hegeliano. Esta percepción puede hacer del
significado una experiencia del él. Después de ello, desprenderse de la
enajenación que yacía en la naturaleza y autoposeerse de nuevo en la
conciencia. Aunque esto puede llevar a un fenómeno relativista, pues el
significado no se regiría entonces por la objetividad de las cosas sino por la
subjetividad de la experiencia. Por lo tanto, la verdad dependería más de la
experiencia que de las cosas. Ello conlleva el peligro de que la pérdida de la
objetividad de las cosas puede propiciar la incerteza respecto a lo que se dice
creer. Sin embargo, el sentido de trascendencia no se agota sino que aparece la
incertidumbre de que lo concebido en el significado tenga su carácter de verdad
o no.

La búsqueda del ‘sentido del ser’ profundizada por Heidegger, deja ver que el
mismo significado tenga un sentido. Por ello, tal sentido no puede quedar
perdido a pesar del avance de la ciencia. El significado y su sentido jamás
pueden quedar al olvido sino que están inmanentemente en significantes
determinados, pero también del mismo modo lo están en la conciencia. La
experiencia del significado en la conciencia, es debido a su facultad espiritual.
Pues el entendimiento está compuesto de operaciones que forman el significado.
Su funcionamiento conlleva una causa que origina el contenido inteligible. Es
necesario investigar cómo éste se instala en la estructura psíquica. Su
experiencia en la conciencia conlleva una fuerza capaz de verdad pero también
un límite que puede originar el error o limitar la verdad.

Las representaciones del significado tienen un poder que pueden despertar las
disposiciones afectivas que configuran a los individuos. Pues, nada puede
despertar el deseo o rechazo sino por el significado que conllevan las cosas.
Sólo así se pueden despertar las disposiciones afectivas que generan acciones
que tienden a dar sentido a la realidad. En lo que respecta a la experiencia de la
conciencia no existe una sola mera disposición.

Parece ser que la experiencia de la conciencia hace más referencia a un proceso


de abstracción que aun modo de estudiar el significado. Ante la contingencia
del significante, ¿el significado es un modo ilusión en la que el significante ve
una plenificación trascendental? Entonces es necesario preguntar ¿Es el ideal
del significado o la contingencia del significante lo que mueve?

Ante la carencia, limitación y mutabilidad del significante surge la elaboración


del contenido formal con el fin de acceder a la verdad estable de la realidad.
Ante la precariedad del lenguaje nace la esperanza de un elemento inteligible
que no perezca al mismo tiempo o que sea universal. Pero tal inteligibilidad se
podría entender como una especie de afección que distancie al significante de
lo que es la realidad y encierre esta en meros conceptos abstractos que no
refieren al ser. Así se podría entender el significado como una alteración del
sentido que niegue la existencia concreta de las cosas.

Existe el significado lo de las cosas binarias, el bien y el mal, la vida y la


defunción. Se tiene conciencia de que el hombre tiende a obrar el mal y tiende
a la muerte. Por ello, también existe un anhelo por ir más allá del límite que se
antepone al hombre. Se elabora un significado de bien perfecto y de la vida
eterna que no competen en este mundo. Parece que el significado hace un huir
de la realidad del mundo. Se busca vivir una vida que sustituye a la vida
concreta. La vida perfecta es una sustitución de la vida propia. Parece ser que
el significado es el efecto de vivir una vida frustrada porque lo único que existe
es la finitud; es decir, con la realidad de la muerte del significante. Entonces
¿cómo se debe entender el fenómeno de la muerte del significante?

Entonces el paso siguiente será investigar sobre la muerte del significado


propiciado por la materia del significante.

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