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¿QUÉ ES EL SIGNIFICADO?
Para un lingüista tradicional no parece ser una pregunta difícil. Sin embargo,
Derrida afirma que pocos filósofos se han preguntado por el tema del lenguaje.
Se podría decir todo hombre tiene relación con el significado, en cuanto tal, por
el simple hecho de tener contacto con los entes. Ya que el entendimiento elabora
de ellos un significancia. En algunos mayor que en otros. Aunque se tenga en
conocimiento las cosas de modo exhaustivo o científico, el entendimiento no
prescinde de tener una experiencia del significado de las cosas.
Es cierto que la relación, de modo íntimo, con las cosas ofrece un mayor
significado que otras relaciones superficiales. También las cosas de mayor
valor suelen significar más que las de menor valor. No es difícil ser conscientes
de que en el entendimiento hay significados de las cosas particulares o inclusive
de lo universal. Pues para interpretar conceptos abstractos es necesario
comprender su significado. Este, a pesar de ser algo inteligible, se manifiesta en
lo sensible. Cabe dentro de la materialidad del lenguaje. Si fuera inexistente, los
significantes serían inconcebibles. Pero también, sin estos, el significado sería
incomunicable. En efecto, el lenguaje es un problema. Es más, muchos
problemas de la filosofía lo son del mismo.
Algunos filósofos hicieron ciencia sin someter a crítica el lenguaje. Para estos
fue evidente su carácter de verdad. Aunque otros, como Nietzsche, Derrida o
Heidegger han negado tal carácter. Algunos otros, como Wittgenstein, lo
emplearon con un carácter instrumental y positivo. En tales posturas el lenguaje
sigue siendo un problema. Derrida afirmó que el ‘significado’ quedó en el
olvido y lo que existen son meros ‘significantes de significantes’, incluso
diseminados al interior de la conciencia. En caso de que se suponga que el
significado no es un significante, entonces no cabría hablar de él, porque si no
se manifiesta de modo sensible sería imposible su estudio científico. Pero
también puede suceder que para el realismo ingenuo, por estar inmerso en un
lenguaje de significados abstractos y delimitados, el lenguaje no es problema,
aunque tales conceptos no digan nada a la vida. Por ello, el pensamiento
tradicional ha relucido, no tanto por tener un concepto sobre el significado
positivo o negativo, sino en negar que el este no es un problema. Por lo tanto,
el metafísico debe dar razones sobre el ‘significado del ser’ y el
descontructivista debe sostener las razones en las que afirma la ‘ausencia’ del
mismo problema. No se trata de un estudio científico tradicional. Pues el
significado no puede ser un ‘objeto’ más. Por eso, es necesario afirmar que la
finalidad de esta exposición no es tratar el ‘significado en cuanto tal’, sino su
fenómeno inteligible. Porque la experiencia de la significación es inmanente,
trascendente e histórica. Es decir, se concreta en la inmanencia de la conciencia
y la materia; en la trascendencia del lenguaje y el pensamiento; y en la
permanencia de la historia y memoria.
La búsqueda del ‘sentido del ser’ profundizada por Heidegger, deja ver que el
mismo significado tenga un sentido. Por ello, tal sentido no puede quedar
perdido a pesar del avance de la ciencia. El significado y su sentido jamás
pueden quedar al olvido sino que están inmanentemente en significantes
determinados, pero también del mismo modo lo están en la conciencia. La
experiencia del significado en la conciencia, es debido a su facultad espiritual.
Pues el entendimiento está compuesto de operaciones que forman el significado.
Su funcionamiento conlleva una causa que origina el contenido inteligible. Es
necesario investigar cómo éste se instala en la estructura psíquica. Su
experiencia en la conciencia conlleva una fuerza capaz de verdad pero también
un límite que puede originar el error o limitar la verdad.
Las representaciones del significado tienen un poder que pueden despertar las
disposiciones afectivas que configuran a los individuos. Pues, nada puede
despertar el deseo o rechazo sino por el significado que conllevan las cosas.
Sólo así se pueden despertar las disposiciones afectivas que generan acciones
que tienden a dar sentido a la realidad. En lo que respecta a la experiencia de la
conciencia no existe una sola mera disposición.