Hoy en día sabemos que la globalización es un proceso inminente, por lo cual es
conveniente analizar cómo el vivir en este “mundo globalizado” afecta nuestra condición de ciudadanos. Primero es necesario abordar dos conceptos por aparte, el concepto de ciudadanía y el concepto de globalización. Del concepto de ciudadanía se ha hablado desde hace mucho tiempo, mientras que de la globalización se habla más recientemente pero este fenómeno no es nuevo es solo que en la actualidad tiene unas dimensiones diferentes. La “Ciudadanía” aunque se trate de una de las grandes ideas del pensamiento político occidental, no tiene una definición simple y definitiva dada su naturaleza cambiante y los distintos enfoques o interpretaciones, sin embargo para este caso y basándome en el artículo “Ciudadanía y Globalización” de Jordi Borja, podría decir que la ciudadanía es un concepto evolutivo, dialéctico: entre derechos y deberes, entre status e instituciones, entre políticas públicas e intereses corporativos o particulares. La ciudadanía es un proceso de conquista permanente de derechos formales y de exigencia de políticas públicas para hacerlos efectivos. El concepto de globalización se utiliza de un modo amplio y vago, sin embargo basándome en las palabras de Arcadi Oliveras, podría decirse que cuando hablamos de globalización nos referimos al proceso de creciente integración de las economías nacionales en una única economía de mercado mundial, creando "una enorme interdependencia que hace que muchas de las decisiones que nos afectan se tomen muy lejos de nuestro país, y que tengamos la sensación de que el mundo se ha vuelto mucho más pequeño", pero aunque se habla de la globalización fundamentalmente en el campo económico, es cierto que en la actualidad transciende este ámbito, y se refiere también a la cultura, el medio ambiente, la legislación, la educación, la política, los movimientos sociales, nada ni nadie se escapa hoy al fenómeno de la globalización.