Sie sind auf Seite 1von 16

LA PERSEVERANCIA

(APOYO BÍBLICO: En el monte de los Olivos – Mt 26, 36-44)

Charla para retiristas Juan XXIII


28 de febrero de 2018

1. INTRODUCCIÓN

Hermanos, todos quienes estamos aquí hemos vivido un retiro espiritual de Juan
XXIII… ¡LO RECORDAMOS!

Pues bien hermanos, hay un cuarto día que se suma al Retiro… éste es el día de
Perseverancia… un día que comienza el lunes después del Retiro y dura toda
nuestra vida, hasta la muerte.

El día de Perseverancia, es el tiempo que nos queda para hacer realidad toda esa
propuesta de cambios que le hicimos a Dios mientras vivíamos la experiencia del
Retiro… Y ese es el título de esta charla.

2. ORACIÓN
- Invocación al Espíritu Santo –

3. CITA BÍBLICA

Hermanos, nos ponemos de pie para escuchar la cita bíblica que nos servirá para la
reflexión de esta noche.
En el monte de los Olivos. San Mateo 26, 36-44

36 Entonces fue Jesús con ellos a una propiedad llamada Getsemaní, y dijo a los discípulos:
«Sentaos aquí, mientras voy allá a orar.»
37 Tomó consigo a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, y comenzó a sentir tristeza y angustia.
38 Entonces les dijo: «Mi alma está triste hasta el punto de morir; quedaos aquí y velad
conmigo.»
39 Él se adelantó un poco, cayó rostro en tierra, y suplicaba así: «Padre mío, si es posible, que
pase de mí esta copa, pero no sea como yo quiero, sino como quieres tú.»
40 Volvió después donde los discípulos y los encontró dormidos. Dijo entonces a Pedro:
«¿Conque no habéis podido velar una hora conmigo?
41 Velad y orad, para que no caigáis en tentación; que el espíritu está pronto, pero la carne es
débil.»
42 Y alejándose de nuevo, por segunda vez oró así: «Padre mío, si esta copa no puede pasar
sin que yo la beba, hágase tu voluntad.»
43 Volvió otra vez y los encontró dormidos, pues sus ojos estaban cargados.
44 Los dejó y se fue a orar por tercera vez, repitiendo las mismas palabras.
EN GETSEMANI
Jesús fue con sus discípulos a una propiedad llamada Getsemaní. Mt 26, 36
36 Entonces fue Jesús con ellos a una propiedad llamada Getsemaní, y dijo a los discípulos:
«Sentaos aquí, mientras voy allá a orar.»
Sólo a tres (Pedro, Santiago y Juan), les pidió que le acompañasen en esta hora, la
más dramática de su vida. Eran los tres que habían estado junto a él en la
transfiguración (Mt 9,2), los tres que habían presenciado la resurrección de la hija de
Jairo (Mc 5,37): estaban mejor preparados que los demás para soportar sin
escándalo cuanto iba a suceder.
LLEGA LA TRISTEZA
Mt 26,37; Mc 14,33
37 … comenzó a sentir tristeza y angustia.
Los dos evangelistas lo subrayan: COMENZÓ. La ola de la tristeza no cesaría
entonces de crecer. Y confió su tristeza a sus amigos: Mt 26,38; Mc 14,34
38 … Mi alma está triste hasta el punto de morir…
Pedro, Santiago y Juan hubieran querido hacer algo para aliviar esa angustia. Pero
vieron que su tristeza no era de este mundo, que nada podían hacer ellos por
remediarla.
Se equivocaban: algo podían hacer, lo que él más necesitaba en ese momento,
acompañarle.
Les dijo: Mt 26,38
38 … quedaos aquí y velad conmigo.
Luego se alejó de ellos unos treinta pasos, “como un tiro de piedra”, dice San Lucas.
A la luz de la luna, los apóstoles podían verle claramente y hasta oírle, si su oración
fue, como era costumbre oriental, en alta voz.
EL MIEDO RESCATADO
Jesús experimentó miedo. Tenemos que preguntarnos por la realidad y el sentido de
ese miedo.
En este pasaje de la Pasión, Jesús nos demuestra que el miedo no es malo.
Cabodevilla escribe: “Puesto que Cristo tuvo miedo, el miedo no es una pasión
indecorosa”
Tomás Moro precisa: “… no importa cuan perturbado y estremecido por el miedo esté
un soldado, si, a pesar de todo avanza cuando lo manda el capitán, y marcha y lucha
y vence al enemigo, ningún motivo tiene para temer que aquel su primer miedo pueda
disminuir el premio. De hecho debería recibir incluso mayor alabanza, puesto que
hubo de superar no sólo al ejército enemigo, sino también su propio temor; y, esto
último, con frecuencia, es más difícil de vencer que el mismo enemigo.”
Debemos proclamar que no es más santo el que lucha sin miedo que el que sigue
luchando con él. Recordar que puede haber santos débiles como hay santos fuertes.
Esto es, sí, lo que cuenta: que Jesús, con miedo o sin él, entró en la oración, que, en
lugar de huir, rezó y esperó. Porque, realmente, frente al miedo no hay otra respuesta
que la oración.
LA ORACIÓN DE JESÚS
La postura para ora de Jesús, en esta ocasión, no es la tradicional de los judíos, que
lo hacían de pie y con los brazos extendidos. Jesús se postró en tierra. Mt 26, 39.
39 Él se adelantó un poco, cayó rostro en tierra, y suplicaba así: «Padre mío, si es posible, que
pase de mí esta copa, pero no sea como yo quiero, sino como quieres tú»
En Jesús, hay una voz de angustia y miedo.
En este pasaje se desvelan enteramente las dos naturalezas que en Jesús convivían.
Era enteramente hombre, la naturaleza humana actuaba en él plenamente y, como
hombre, experimentaba todo lo que los humanos experimentan, menos el pecado.
Se horrorizaba ante la idea de la muerte, el dolor, la soledad, la idea de la cruz y los
látigos.
El misterio permanece: ¿Cómo su unión con la divinidad no impedía que
experimentara esos terrores? ¿Es que en ese momento la divinidad lo abandona?
Los teólogos han buscado mil explicaciones. Mejor será no intentar explicar lo
inexplicable y que nos atengamos a los hechos: Cristo aquí en Getsemaní es
abandonado por su Padre.
O sería, más bien, que todo ese terror tenía que quedar plasmado a un nivel al cual
el hombre sí podría entenderlo, asimilarlo, vivirlo, razonarlo, … ¿o es que acaso no
nos estremecemos cuando pensamos que nuestros pecados, de ayer y de ahora,
son los causantes de su pasión y muerte?
LOS DORMIDOS
Probablemente los apóstoles habrían luchado con el sueño durante la primera parte
de la oración de Jesús. Pero habrían terminado vencidos por el cansancio de tantas
cosas sucedidas en las últimas horas, y la confianza, a lo mejor, que como tantas
otras veces, Jesús saldría vencedor.
En los labios de Jesús hubo una mezcla de ternura e ironía, al recriminarlos. Mt 26,40
40 Volvió después donde los discípulos y los encontró dormidos. Dijo entonces a Pedro:
«¿Conque no habéis podido velar una hora conmigo?
Poco antes había hecho mil protestas asegurando que estaba dispuesto a morir, a ir
a la cárcel por su Maestro y, ahora, ni velar un rato con él podía. Y, como queriendo
añadir él mismo un atenuante a su abandono prosiguió. Mt 26, 41
41 Velad y orad, para que no caigáis en tentación; que el espíritu está pronto, pero la carne es
débil.
Había en sus palabras una triste ternura y los apóstoles no sabían qué contestar. Le
miraban y casi les costaba reconocerlo: había envejecido en aquella hora. Su cuerpo
se mostraba encorvado. Su cabello estaba sucio y cubierto de barro. Sus ojos no
tenían la luz de las grandes horas.
Ahora ya sabe que no hay otro camino para regresar al Padre que el que pasa por la
muerte. Y por eso ya no pedía ser salvado de la muerte. Se limitaba a inclinarse ante
la decisión tomada. Mt 26,42
42 Padre mío, si no es posible que pase este cáliz sin que yo lo beba, hágase tu voluntad.
Y nuevamente sintió la necesidad de los suyos.
ANGEL Y SANGRE
Después de esta tercera oración, se le apareció un ángel ¿Qué podía, en realidad,
ayudar un ángel allí donde la misma divinidad unida a su humanidad era inútil? Poco
pudo ayudar, ante la magnitud de lo que ocurría. Es precisamente tras esta aparición,
cuando los evangelistas señalan: Lc 22,43
43 … entró en agonía y comenzó a orar más intensamente.
La palabra agonía habla de una lucha suprema, de las convulsiones que
preceden a la muerte.
Por eso añaden en este momento que: Lc 22, 44
44 … se hizo un sudor, como de grumos de sangre, que caían hasta el suelo.
¿Era verdadera sangre? No es necesario buscar una explicación milagrosa del
fenómeno. Los científicos le llaman HEMATIDROSIS, y se da en personas sometidas
a una fortísima situación de stress en las horas previas a una ejecución cierta,
irrevocable y extremadamente cruel. Los capilares subcutáneos se dilatan de tal
modo que revientan al ponerse en contacto con las glándulas sudoríparas, con los
que gotas de sangre salen mezcladas con las de sudor.
4. CONCLUSION
Ahora tenemos que preguntarnos por qué este miedo terrible, por qué este espanto
inédito. ¿Simple temor a la muerte? ¿Pánico ante la cruz y los azotes? ¿Terror a la
soledad?
Explicación teológica: En este momento Jesús penetra, vive en toda su profundidad
la hondura de lo que la redención va a ser para él. En este instante Jesús asume en
plenitud todos los pecados por los que va a morir. San Pablo se atreve a decir que,
en este momento, Cristo “se hace pecado”.
5. PERSEVERANCIA
Cristo se valió de las parábolas –ejemplos- para hacer enseñar su doctrina salvífica
a los discípulos... Pero en esta ocasión la enseñanza es directa, no hay parábola, Él
mismo es el protagonista de la historia que nos instruye para ser buenos creyentes.
Hermanos, como sucede con todos los pasajes bíblicos, de un solo pasaje se pueden
sacar diferentes enseñanzas… En este pasaje, de la pasión de nuestro Señor en
Getsemaní, vamos a reflexionar sobre la PERSEVERANCIA.
La perseverancia es la capacidad para seguir adelante a pesar de los obstáculos,
dificultades, desánimo, aburrimiento, frustración, o los propios deseos de rendirse.
La persona perseverante termina lo que ha empezado, vuelve a intentarlo tras un
fracaso inicial, persigue sus objetivos y se mantiene concentrada y trabajando en su
tarea.
Hermanos, Cristo, Nuestro Señor, vino al mundo con una sola misión: LIBERARNOS
DEL PECADO. Tal liberación estaba previsto que sea a través de su muerte… una
muerte en la cruz, con los peores tormentos que la maldad humana podía imaginar…
Tan solo recordemos que la muerte en cruz estaba destinado para los criminales más
detestables.
Jesús lo sabía… tenía un camino a seguir… Y ya había empezado este trajinar
cuando se retiró al desierto por 40 días.
Él sabía que esa noche iba a ser entregado a sus enemigos… y los momentos previos
a ese desenlace se vieron envueltos en un tumulto de vivencias… El pasaje bíblico
nos menciona que Jesús SINTIÓ MIEDO… que hizo oración pidiendo a nuestro
Padre Dios no pasar por ese cáliz de amargura… que todo su ser se estremeció al
punto de desprender sudor con sangre…
Pero, hermanos, en estos momentos críticos de su existencia, Cristo es un ejemplo
viviente de PERSEVERANCIA… Él sabía lo que le esperaba: recibir el desprecio de
la gente que le había escuchado, la traición de quienes le habían seguido, la
deslealtad de quienes había ayudado, a más de todos los suplicios, vejámenes,
torturas, y muerte por parte de sus captores… Y Él siguió adelante… no cayó en el
desánimo, la frustración… no se rindió… Más bien con la humildad de un verdadero
hombre de fe, se dispuso a acatar la decisión de su Padre: “… hágase tu voluntad”.
Ser perseverante en la fe implica ser un seguidor de Jesús por siempre, constantes.
No como esos luceros del firmamento que se prenden y se apagan… sigo a Jesús a
veces si, a veces no… lo sigo en algunas cosas, en otras no… por una temporada
estoy con él, por otras me desaparezco.
Nuestra vida cristiana debe ser un discipulado constante (discípulo = seguimiento).
Cuántas veces hermanos nos dejamos vencer a las primeras dificultades que se nos
presentan en el camino y nos dan ganas de no continuar y dejar todo abandonado…
(DETALLAR SITUACIONES VIVENCIALES)
Pero, esa perseverancia no es fácil, y por eso muchos no perseveran porque ven
dificultades… Decía un sacerdote: “Al Cielo no se llega por aviones, porque en
el Cielo no hay aeropuertos. Al Cielo se llega por un camino estrecho, lleno de
espinas, siguiendo las huellas ensangrentadas de alguien que va a delante: es
Jesús. “
Perseverar no es fácil. Y muchos de los que estamos aquí estamos de acuerdo: ES
CIERTO. “Yo ya no persevero, o yo ya no sigo adelante porque ya no aguanto estos
problemas en mi casa, en el grupo, en el trabajo, problemas económicos, problemas
de salud. YO YA NO QUIERO PERSEVERAR”.
Hay que seguir adelante: permanecer y perseverar. Esa es la invitación que el Señor
nos hace y no es fácil.
¿Pero sabe por qué no es fácil? Porque todo lo que vale cuesta. Usted quiere
tener un celular, un vehículo, una casa, etc., tiene que trabajar, a lo mejor
esforzarse años de trabajo. Usted quiere graduarse, tiene que estudiar, que
desvelarse, tiene que trabajar, años de inversión para lograr ese título o esa
profesión deseada.
Todo lo que vale cuesta. En cambio lo que no vale, no cuesta.
Si yo voy a la tienda o al supermercado y pido arroz, carne, leche, huevos, etc.,
Y a la hora de pagar le entrego una piedra al cobrador, ténganlo por seguro que
no me la van a recibir. E incluso hasta me la pueden mandar por la cabeza
porque la piedra no vale. ¿Por qué no vale? Porque no cuesta, se la encuentra
por todas partes regadas por el suelo. En cambio, un billete de 20 o 50 dólares
no se los encuentra por ahí regados, hay que trabajar mucho para ganárselos.
Cuanto más en las cosas de Dios. Las cosas que más valen, son las cosas que más
cuestan. Así lo dice la Palabra de Dios: esfuércense por pasar por la puerta estrecha.
Hermano ¿quieres seguir adelante? Te va a costar pero persevera, permanece unido
a Cristo.
Seguir al Señor es difícil, pero no imposible.
Hay que ser verdaderos discípulos del Señor, seguirlo, a pesar de los problemas y
las dificultades. Debemos permanecer unidos a Jesús, separados de él no podemos
hacer nada. Así nos dice él: “Yo soy la vid y ustedes los sarmientos”. Si arranco una
rama del tronco, la rama está destinada a morir, a secarse; por más que la pegue, la
amarre al tronco, la rama no vivirá.
Debemos dejarnos llevar por el Señor. Con él podemos crecer, sin él seguro vamos
a morir. Hay que permanecer unido a Cristo, perseverar en el Señor.
Una forma de unirnos al Dios es a través de la oración… así nos lo muestra nuestro
Señor en el Getsemaní… se retiró a orar en soledad… a los tres apóstoles que lo
acompañaban les pidió hacer lo mismo, orar por Él… La oración es un arma
poderosa para superar obstáculos y vencer al enemigo de Dios… Y así como lo hizo
Jesús con los tres apóstoles, en ese momento de tribulación, debemos buscar apoyo
espiritual en esos amigos comprometidos y en los sacerdotes, buscando sus
consejos y la oración de intercesión como lo hizo Jesús.
Nuestra meditación y oración diaria, nos mantendrá vigilantes ante el enemigo que
no duerme: "vigilad y orad para que no caigáis en tentación..." Y nos hará fuertes
para sobrellevar y vencer tentaciones y dificultades. Si nos descuidáramos
perderíamos la alegría y nos veríamos sin fuerzas para combatir y dar testimonio de
la Verdad.
PERSEVERAR es un constante seguir al Señor. Nosotros decidimos seguir al
Señor en un Retiro. Salimos motivados, felices, pero una vez que salimos dejamos
a Jesús. Decidimos seguirlo en los momentos alegres, pero en cuanto volvemos a
vivir los momentos duros, salimos corriendo. Como en la crucifixión todos salieron
corriendo, solo quedaron cuatro mujeres y San Juan. ¿Hermano, tú sales corriendo
o te quedas con Jesús a pesar de que lleves la Cruz?
Esto nos lleva a recordar el ejemplo del BALÓN DE FUTBOL.
Hoy la tecnología ha crecido, es mucho más avanzada que en tiempos anteriores. Para hacer un
balón de futbol hoy, se usa tecnología de punta. Casi todos los procesos están robotizados, y si en
algún momento lo topa la mano del hombre, lo hacen usando guantes.
Imagínense ustedes si el balón de futbol pudiera pensar. El balón de futbol diría:
¿Para qué me están cuidando tanto? ¿Para qué me están atendiendo tanto? ¿Para qué me
están protegiendo tanto?
El balón se imaginará muchas cosas, pero cuando al fin lo llevan al estadio y mira a toda la gente
ahí: gritando, un hombre de negro que lo lleva en sus manos acompañado de otros dos hombres
de negro. Salen al campo de juego y el balón cree que es por él todos esos aplausos y la algarabía
de la gente. Entonces él se pone feliz y dirá “Gracias, por mí son esos aplausos”. Pero ya se pone
preocupado cuando el hombre de negro lo coloca en el suelo y dirá:
¿Bueno y éste por qué me puso aquí? Se ha de haber equivocado. Lo voy a perdonar.
Cuando en eso, el primer pitazo, la primera patada, y el balón se da cuenta que lo querían y lo
cuidaron tanto para patearlo. Para eso fue tanto cuidado.
Cuantas veces con Jesús nos puede pasar lo mismo. Sucede que le vamos a seguir,
le prometemos muchas cosas en el Retiro, pero cuando vamos al campo de la vida
lo volvemos a patear, lo volvemos a tratar mal… Y eso pasa cuando estamos en
pecado, cuando en la vida nos portamos mal con el prójimo… cuando en la vida ya
no está Jesús.
Permanecer y perseverar quiere decir que mi fe va a estar siempre siguiendo a
Jesús. No sólo por momentos, sino va a ser una situación constante y fiel como María,
un SÍ que va desde la anunciación hasta su asunción, pasando por la crucifixión.

Para tener presente nuestra PERSEVERANCIA, podemos rezar con frecuencia a


modo de jaculatoria la oración universal del Papa Clemente XI:

"Quiero lo que quieres, quiero porque quieres, quiero como lo quieres, quiero hasta
que quieras (Misal Romano, Acción de gracias después de la Misa, oración universal
de Clemente XI)"

Das könnte Ihnen auch gefallen