Beruflich Dokumente
Kultur Dokumente
El Análisis del Ciclo de Vida (ACV) es un proceso para evaluar, de la forma más objetiva
posible, «las cargas ambientales asociadas a un producto, proceso o actividad identificando y
cuantificando el uso de materia y energía y los vertidos al entorno; para determinar el impacto
que ese uso de recursos y esos vertidos producen en el medio ambiente, y para evaluar y llevar
a la práctica estrategias de mejora ambiental.
El estudio incluye el ciclo completo del producto, proceso o actividad, teniendo en cuenta las
etapas de: extracción y procesado de materias primas; producción, transporte y distribución;
uso, reutilización y mantenimiento; y reciclado y disposición del residuo.» (SETAC, s.f.)[2].
De esta forma un ACV completo permite atribuir a los productos «todos los efectos
ambientales derivados del consumo de materias primas y de energías necesarias para su
manufactura, las emisiones y residuos generados en el proceso de producción así como los
efectos ambientales procedentes del fin de vida del producto cuando este se consume o no se
puede utilizar.
El ACV consiste por tanto en un tipo de contabilidad ambiental en la que se cargan a los
productos los efectos ambientales adversos, debidamente cuantificados, generados a lo largo
de su ciclo de vida.» (Antón Vallejo, 2004).
Orígenes
Los primeros estudios enfocados sobre algunas etapas del ciclo de vida de ciertos productos se
remontan hacia fines de la década de los años 60 y principios de los 70. Esos estudios pusieron
el énfasis en el análisis de la eficiencia, en el consumo de la energía y sus fuentes, el consumo
de materias primas y, en menor medida, en la disposición final de los residuos generados.
Casi treinta años después, el ACV ha avanzado bastante pero, como expresa la norma IRAM-
ISO 14040, «se reconoce que el ACV está todavía en una etapa temprana de su desarrollo», y
hay quienes dicen que en realidad está en su primera infancia.
Puntos fuertes: una herramienta para medir el impacto sobre el medio ambiente
Una de las principales virtudes del ACV, al igual que ocurre con otros indicadores como la
Huella Ecológica, es que permite integrar en un solo valor la complejidad de los sistemas de
producción y consumo de productos, haciendo visibles impactos que otros indicadores no
reflejan. En su cálculo se ha conseguido reflejar el factor duración y los ciclos de reutilización
y reciclaje. Dado su enfoque integral permite saltar entre disciplinas relacionando diseño,
fabricación, construcción y mantenimiento. Finalmente, en relación al sistema de consumo
actual, permite valorar los productos desde el punto de vista de su impacto sobre el medio
ambiente contrastando el simple enfoque económico del mercado.
Complejidad
Su desarrollo como método de valoración está todavía en sus etapas iniciales y cargado de
polémica:
El ACV es una herramienta que por su complejidad resulta en procesos que requieren
tiempo y recursos materiales y humanos, muchas veces incompatibles con la capacidad
actual de la industria de desarrollar este tipo de iniciativas.
La información relativa a los inventarios de impactos ambientales en el ACV requiere un
elevado nivel de información sobre materiales y procesos, que puede no estar
disponible para un amplio espectro de situaciones.
La aplicación del ACV en productos complejos, en los que los límites del sistema se
extienden en una multiplicidad de actividades, puede resultar en grados de complejidad
incompatibles con evaluaciones fiables del Ciclo de Vida. Es este el caso de la
construcción en el que la complejidad es evidente.
El ACV incide sobre una gran diversidad de variables que no poseen siempre el mismo
sentido, es decir, puede darse el caso de que la mejor opción energética no sea la que
genere menos residuos o emisiones. Además de este condicionante, hay que considerar
cuestiones como la definición de escalas comunes de evaluación entre variables y
situaciones distintas.
Subjetividad
Uno de los puntos débiles de la metodología del ACV es la subjetividad de la que depende en
algunos pasos del cálculo:
La utilización de modelos para el cálculo de los impactos resulta a su vez una fuente de
subjetividad. Un modelo es una representación simplificada de los fenómenos y mecanismos que
se dan en la realidad. La elección de dónde y de qué simplificación introducir no deja de ser
parcialmente subjetiva. Diferentes investigadores pueden desear usar diferentes modelos que
corresponden a diferentes premisas y simplificaciones.
Actualmente se encuentran muchas páginas en la red que ofrecen sus servicios a empresas
para calcular el ACV de sus productos. Gracias a cierta inquietud en los consumidores, las
responsabilidades legales, sociales y políticas que pueden implicar los impactos ambientales, y a
algunas medidas que empiezan a tomarse, como el ecoetiquetado, ciertas empresas empiezan a
interesarse por el ACV; especialmente en realizar estudios comparativos para determinar las
ventajas y desventajas medioambientales relativas de productos que pueden desarrollar la
misma función. Esto les permite identificar hacia dónde deberían dirigir prioritariamente los
esfuerzos para minimizar dichos impactos, al tiempo que ofrecen una imagen de preocupación
por el medio ambiente al consumidor. Si continuaran y se apoyaran este tipo de iniciativas se
podría lograr que cada fabricante se hiciera responsable de saber de dónde vienen sus
materias primas, su energía y sus insumos, y cuál será el destino final de sus productos. El ACV
podría por tanto tener aplicaciones interesantes si se pone esa información de cada producto a
disposición del consumidor.
Numerosos autores, como Margarita de Luxán (1996), reivindican el ACV como una herramienta
necesaria en una arquitectura más sostenible:
Si se analiza la actividad entera que implica una construcción, se habrá de valorar su incidencia
medioambiental en todo el proceso:
Al relacionar cada una de estas fases con los principales problemas medioambientales actuales,
se descubre la verdadera extensión de las repercusiones derivadas de la construcción:
Cuadro 1: Actividades relacionadas con la contrucción y su incidencia medioambiental
Rocas Fabric
Mant
Industri Fabri. . Constr Gasto Reutil
Gasto en. Derrib
ales elemen sistem Transpo uc. energé iz.
energé agua o.
Minerale tos as, rte a Puesta tico cambi
tico usos Aband
s constr equipo obra en climáti o de
ilumin. vario ono
Material uc. , obra z. uso
s
es instala
MUNDIALES
Cambio
climático
e x x x x x x x x
invernade
ro
Agotamie
nto del x x x x x
ozono
Deforesta
x x x x x
ción
Pérdida
de
x
biodiversi
dad
Contamina
ción de x x x x x x
mares
Gasto de
recursos
no x x x x x x x
renovable
s
LOCALES
Contamina
ción
x x x x x x x
atmosféri
ca
Contamina
ción de
aguas x x x x x
continent
ales
Deterioro
del mar y x x x x x x
costas
Residuos
x x x x x x x x
tóxicos
Riesgos
industrial x x x
es
Erosión y
desertiza x x x x
ción
Abuso de
recursos
x x x x
renovable
s
Ocupación
de suelo
x x x x x
con
vertidos
Por tanto, para resolver los problemas generados a lo largo del proceso de edificación se debe
revisar e intervenir en la fase a la que están ligados:
Para apreciar su importancia, y a falta de muchos datos precisos, cabe comentar como
ejemplo que la energía gastada en la fabricación de los elementos básicos, sin equipos
de instalaciones, de una vivienda de 75m2 útiles, convencional, en bloques de 3 plantas,
del nivel correspondiente a las exigidas para la vivienda de promoción pública en España
en los años 80, representa el equivalente al consumo en calefacción de la misma
vivienda durante aproximadamente 45 años en el área de Madrid y 51 en el área de
Barcelona.
La fase en la que deviene del transporte a obra depende del aprovechamiento de
materiales y elaboraciones del entorno, del tipo de transporte y de las distancias de
recorrido a las que se vean obligados.
La adecuación y reorganización que cabe irse planteando en la puesta en obra implica la
apreciación de las mejoras en rendimientos de maquinarias y su diseño, y un mayor
cuidado en el tratamiento provisional y temporal de las condiciones naturales del
entorno afectado.
Las fases siguientes: las que habitualmente se ligan a la edificación, son también
determinantes; no podemos olvidar que el mantenimiento de los edificios representa el
33 por 100 de la energía gastada, de la que el 12,5 por 100 del consumo total en España
corresponde a las viviendas, lo que equivale al 40 por 100 del consumo por habitante;
que el consumo eléctrico de las viviendas absorbe el 70 por 100 del producido; y que el
50 por 100 de la contaminación que sufrimos, deriva del alojamiento.
Por tanto «la importancia en la elección de los elementos y materiales es fundamental, y tiene
una incidencia mucho mayor de lo que se supone generalmente en el comportamiento de
adecuación de los edificios y el gasto energético» (Luxán, 1996).
El ACV de la arquitectura considera el Ciclo de Vida de los edificios o estructuras físicas que
constituyen el espacio urbano. Se podrían considerar las siguientes etapas:
Orígenes
En la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo llevada a cabo en
Río de Janeiro en 1992 [también llamada Cumbre de la Tierra] se suscribió La Declaración de
Río sobre Medio Ambiente y Desarrollo, la que contiene principios aprobados por los Estados
para lograr acuerdos internacionales que respeten los intereses de todos y protejan la
integridad global del ambiente. Específicamente, el Principio 16 dice: «Las autoridades
nacionales deben tratar de promover la internacionalización de los costos medioambientales y
la utilización de instrumentos económicos teniendo en cuenta el enfoque que, en principio, los
que contaminan deben asumir el costo de la contaminación sin menoscabo del interés público y
sin distorsionar el comercio ni la inversión internacional.»
Se consideró que era responsabilidad de cada país definir criterios de control de acuerdo con
su realidad interna y teniendo en cuenta el efecto regional o global. Para ello se deberían
considerar criterios ambientales, niveles de contaminantes, evaluaciones de riesgos para el
ambiente y la salud, y especificaciones tecnológicas para productos y procesos.
Como resultado del trabajo del SAGE, en enero de 1993, la ISO creó el Comité Técnico 207,
encargado del desarrollo de normas sobre Sistemas de Gestión Ambiental (SGA), las que
deberán incluir un amplio rango de disciplinas ambientales. Estas normas están agrupadas en la
ISO 14000.
La finalidad fundamental es promover una gestión más eficaz del medio ambiente en las
empresas u otras organizaciones y proporcionar instrumentos útiles (prácticas óptimas de
organización) para recopilar, interpretar y transmitir información ecológicamente pertinente a
fin de mejorar la actuación ambiental.
El conjunto de normas y guías ISO 14000 define la esencia de un sistema de gestión ambiental
y los procedimientos de auditoría necesarios para la verificación. También define tres
conjuntos de herramientas importantes de implementar en un Sistema de Gestión Ambiental:
evaluación del ciclo de vida, evaluación del desempeño ambiental y etiquetado ecológico.
«El ACV es una técnica para determinar los aspectos ambientales e impactos potenciales
asociados a un producto: compilando un inventario de las entradas y salidas relevantes del
sistema; evaluando los impactos ambientales potenciales asociados a esas entradas y salidas, e
interpretando los resultados de las fases de inventario e impacto en relación con los objetivos
del estudio.»
ISO 14040, 1997
ISO/TR 14047: Ilustrative examples on how to apply ISO 14042: Life cycle
assessment, Life cycle impact assessment (2002).
Proporciona un ejemplo de cómo aplicar la norma ISO 14042.
ISO/CD TR 14048: Environmental management Life cycle assessment LCA data
documentation format (2002).
Este documento proporciona información relacionada con los datos utilizados en un
estudio de ACV.
ISO/TR 14049: Ilustrative examples on how to apply ISO 14041 (1998).
Este informe técnico proporciona ejemplos para realizar un ICV de acuerdo con
ISO 14041. Estos ejemplos deberán entenderse como no exclusivos y que reflejan
parcialmente un ICV.
Tal y como ilustra la figura siguiente estas cuatro fases no son simplemente secuenciales. El
ACV es una técnica iterativa que permite ir incrementando el nivel de detalle en sucesivas
iteraciones.
En esta fase se define el tema de estudio y se incluyen los motivos que llevan a realizarlo. Un
objetivo podría ser por ejemplo comparar dos o más productos diferentes que cumplen las
mismas funciones, para aplicar la información que se obtenga en la comercialización o en la
reglamentación del uso de alguno de ellos. Otra meta podría ser determinar posibilidades
concretas de introducir mejoras en el diseño de productos existentes, o en la innovación a
través del diseño de nuevos productos, etc.
También en esta fase se establece la unidad funcional. La unidad funcional describe la función
principal del sistema analizado. Un ACV no sirve para comparar productos entre sí, sino
servicios y/o cantidades de producto que lleven a cabo la misma función. Por ejemplo, no es
válido comparar dos kilos de pintura diferentes que no sirvan para realizar la misma función,
cubrir un área equivalente con una duración similar.
Debido a su naturaleza global un ACV completo puede resultar extensísimo. Por esta razón se
deberán establecer unos límites que deberán quedar perfectamente identificados. Los límites
del sistema determinan qué procesos unitarios deberán incluirse dentro del ACV. Varios
factores determinan los límites del sistema, incluyendo la aplicación prevista del estudio, las
hipótesis planteadas, los criterios de exclusión, los datos y limitaciones económicas y el
destinatario previsto.
Esta fase comprende la obtención de datos y los procedimientos de cálculo para identificar y
cuantificar todos los efectos ambientales adversos asociados a la unidad funcional. De una
forma genérica denominaremos estos efectos ambientales como «carga ambiental». Ésta se
define como la salida o entrada de materia o energía de un sistema causando un efecto
ambiental negativo. Con esta definición se incluyen tanto las emisiones de gases contaminantes,
como los efluentes de aguas, residuos sólidos, consumo de recursos naturales, ruidos,
radiaciones, olores, etc. Cuando se trabaje con sistemas que impliquen varios productos, en
esta fase se procederá a asignar los flujos de materia y energía así como las emisiones al
medio ambiente asociadas a cada producto o subproducto.
La estructura de esta fase viene determinada por la normativa ISO 14042, distinguiendo entre
elementos obligatorios y elementos opcionales (ver figura 4).
Disminución de recursos.
Efecto invernadero (directo e indirecto).
Disminución de la capa de ozono.
Acidificación.
Nutrificación/eutrofización.
Formación de oxidantes fotoquímicos.
Sin embargo las siguientes categorías están peor definidas o sólo son usadas por algunos
profesionales:
También existen una serie de elementos opcionales que pueden ser utilizados dependiendo del
objetivo y alcance del estudio de ACV:
Una diferencia importante entre los diferentes métodos de evaluación de impactos reside en la
opción de analizar el efecto último del impacto ambiental, o bien, considerar los efectos
intermedios, importantes. Las categorías de impacto ambiental intermedias se hallan más
cercanas a la intervención ambiental, permitiendo, en general, modelos de cálculo que se
ajustan mejor a dicha intervención. Éstas proporcionan una información más detallada sobre de
qué manera y en qué punto se afecta al medio ambiente. Las categorías de impacto finales son
variables que afectan directamente a la sociedad, por tanto su elección resultaría más
relevante y comprensible a escala global. Sin embargo, la metodología para llegar a cuantificar
el efecto último no está plenamente elaborada, no existe el suficiente consenso científico,
como se menciona en Hertwich (2002), necesario para recomendar su uso. Por todo ello,
actualmente, es más común recurrir a categorías de impacto intermedias.
ISO 14042 define de manera implícita tres áreas de protección, AoP, como categorías de
impacto finales (salud humana, entorno natural y recursos renovables). Udo Haes et al (1999a)
en el primer informe del segundo grupo de trabajo en AICV de la Society of Enviromental
Toxicology And Chemistry (SETAC) añade una cuarta: entorno modificado por el hombre (man-
made environment). Esta cuarta área cubriría los aspectos de protección de los cultivos,
bosques productivos, edificios y materiales de fenómenos como la lluvia ácida o impactos de
ozono. Udo de Haes et al (2002) sugiere dividir el AoP, entorno natural en dos: 1.
Biodiversidad, que incluye la diversidad genética, de especies y ecosistema y 2. Funciones de
soporte a la vida, que se refiere a aquellas funciones tales como: clima, ciclos hidrológicos,
fertilidad de los suelos y ciclos biogeoquímicos que regulan la vida en la tierra.
Interpretación
La interpretación es la fase de un ACV en la que se combinan los resultados de análisis del
inventario con la evaluación de impacto. Los resultados de esta interpretación pueden adquirir
la forma de conclusiones y recomendaciones para la toma de decisiones. Permite determinar en
qué fase del ciclo de vida del producto se generan las principales cargas ambientales y por
tanto qué puntos del sistema evaluado pueden o deben mejorarse. En los casos de comparación
de distintos productos se podrá determinar cual representa un mejor comportamiento
ambiental.
La información constituye precisamente el elemento básico del siguiente principio, que hace
hincapié en la desmaterialización de los procesos. Si se consideran el conocimiento y la
experiencia como recursos fundamentales, la sustitución generalizada de flujos de materiales
por flujos de información y el énfasis en los procesos de difusión, coordinación y planificación
puede permitir un mejor aprovechamiento de los recursos materiales y energéticos en todos
los órdenes. Extendiendo el concepto a la energía humana en general, considerada como el
recurso renovable por excelencia, y dentro de ciertos umbrales, la sustitución de procesos
basados en el uso intensivo de recursos materiales por otros más volcados hacia el uso de
recursos humanos puede constituir en muchos casos la solución más innovadora y sostenible.
En relación con lo anterior, y de acuerdo con el principio relacional, cobra especial importancia
la necesidad de considerar los procesos en toda su secuencia. En el ámbito de la producción de
objetos, una herramienta esencial a este respecto es el llamado análisis mina-vertedero,
imprescindible a la hora de establecer comparaciones entre la carga ambiental asociada a
procesos diferentes destinados a conseguir fines similares. En relación con el principio de
prevención y evitación, y con la idea global de cerrar los ciclos, este análisis puede contribuir a
diseñar procesos circulares del tipo mina-vertedero-mina en el que los residuos de un
determinado proceso, reducidos al mínimo, puedan pasar a formar parte como materia prima o
producto de mina del mismo u otro proceso. Este es un campo especialmente estudiado por la
denominada economía ecológica, frente a la economía convencional que no tiene en cuenta a la
hora de establecer valores los costes asociados al impacto ambiental. Este tipo de análisis
puede ayudar a dilucidar con rigor si algunos procesos aparentemente inmateriales o de alta
eficiencia no van unidos en segunda instancia a otros procesos que pongan en cuestión la
supuesta sostenibilidad.
Conceptos relacionados
Casado, 1996
Lanting, 1996
Evaluación de Impactos del Ciclo de Vida: trata de relacionar los parámetros
identificados en la fase de inventario con medidas de preocupación medioambiental
como el calentamiento global o la reducción de las reservas.
Sistema producto (product system): la expresión sistema producto (product system, en
la bibliografía en inglés) proviene del enfoque ingenieril inherente a los procedimientos
del ACV. Los ingenieros admiten que hay una multitud de operaciones y procesos
diversos e individuales que son necesarios para extraer materias primas y energía,
elaborar productos intermedios, diseñar, formular, fabricar, transportar y usar un
producto, y gestionar los residuos generados en cada eslabón de la cadena de
producción y disposición final. Esos procesos y operaciones están vinculados en el ciclo
de vida de un producto, y ese conjunto integrado de procesos y operaciones es lo que
constituye un sistema para ese producto. (Trama y Troiano, 2001)
Ecodiseño/diseño ecológico: «Concepto que se refiere a introducir criterios
ambientales en el diseño de productos, tratando de minimizar los principales impactos
ambientales en todo el ciclo de vida del producto.» (Gonçalves, 2004)
Bibliografia:
Textos
Clements, Richard B. et al. (1997) Guía Completa de las Normas ISO 14000 Barcelona,
Ediciones Gestión 2000, S.A. (tr. del inglés: Ana García Beltrán) ISBN: 84-8088-209-3
Vázquez Espí, Mariano (2001) «Construcción e impacto sobre el ambiente: el caso de la tierra
y otros materiales», Informes de la Construcción, vol. 52, no. 471. También publicado en
Boletín CF+S 20: http://habitat.aq.upm.es/boletin/n20/amvaz.html
Construcción sostenible[4]
Daumal, Francisco y Gerardo García (1978) «La energía y el ciclo vital del edificio», CAU,
n. 50, pp 30-37.
Estevan, Antonio, Mercedes Llop, Marta Román, Alfonso Sanz y Pilar Vega (1992) Análisis
comparativo de externalidades y condicionantes de la competitividad por modos de
transporte Madrid: Dirección General de Planificación Interregional de Grandes
Infraestructuras. Ministerio de Obras Públicas y Transporte.
Woolley, Tom, Sam Kimmins, Paul Harrison y Rob Harrison (1997) Green Building
Handbook London: E & FN Spon.
Recursos en internet
Normativa:
o http://www.iso.org/iso/en/ISOOnline.frontpage
o http://www.iso-14001.org.uk/index.htm
o http://www.cepis.ops-oms.org/
http://www.cepis.ops-
oms.org/eswww/proyecto/repidisc/publica/repindex/repi063.html
ORURO - BOLIVIA