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La dependencia, entonces, puede describirse como el reflejo de un funcionamiento
modificado del ámbito del espacio sináptico (el lugar de los neurotransmisores,
receptores e iones que actúan comunicando las neuronas entre sí). Esta
“deformación” de la sinapsis (contacto entre neuronas) se produce en forma
paulatina en la medida en que el consumo es regular, y -una vez instalada la
deformación- ella no suele removerse sino con una nueva modificación que se
mantenga por un tiempo similar y en igual potencia –por ejemplo una abstinencia
extendida por varios años y eventualmente con medicamentos específicos que
colaboren en el proceso de restitución del espacio sinaptico-. Según esto, la
neuroadaptación del funcionamiento sináptico dada al consumo crónico se
comporta como una cicatriz neuroquímica –en algunos casos apenas una
escoriación y en otras un queloide- que condicionará en forma continua el
procesamiento psíquico de la persona y que se traduce en síntomas clínicos
singulares que se diferencian de la clásica semiología psiquiátrica. La traducción
en síntomas de esta cicatriz no es directa, unívoca y generalizable –la afectación
de la conducta a partir de los sustratos neurobiológicos nunca lo es sino que
involucra una gran cantidad de fenómenos que final e indirectamente impactan en
el psiquismo y así en la conducta-
LA DEPENDENCIA COMO MODIFICADOR DE LOS SISTEMAS DE STRESS-
ANTISTRESS
Las sustancias psicoactivas intervienen y alteran el espacio sináptico,
los neurotransmisores clásicos (noradrenalina, dopamina, serotonina, opiáceos,
GABA) y sus receptores, según lo ya descripto, tal acción podría describirse como
el efecto farmacológico más evidente y espectacular de dichas sustancias. Sin
embargo existe un funcionamiento subyacente que podría conformar un ámbito
preferencial del impacto neuroendócrino de la dependencia.
En efecto algunas estructuras del sistema nervioso -similares en la morfología,
inmunohistoquímica y conectividad- conocidas como gran amígdala (conformada
por la amígdala propiamente dicha, stria terminalis, núcleo accumbens, area
tegmental ventral, hipocampo lateral y proyecciones del sistema límbico) y el eje
hipotalámico-hipofisario regulan las principales neurohormonas que administran
los diferentes aparatos del cuerpo (cardiovascular-respiratorio, gastrointestinal-
renal, inmunológico entre otros).
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La articulación del eje hipofiso-hipotalámico con la gran amígdala tiene por objeto
el control de los sistemas de stress-antistress (obsérvese que aquí se utiliza el
concepto de stress no restringido a la acepción psiquiátrica sino como a cualquier
evento que requiera que el cuerpo se predisponga para una situación de exigencia
y que implica una adecuación del ritmo cardiaco y respiratorio, redistribución
vascular hacia los grandes músculos, inhibición de la función gastrointestinal y
modificación del tono psíquico entre otros).
El impacto de las sustancias psicoactivas en esta área tiene como partícipe
principal a los glucocorticoides, la hormona antidiurética, las dinorfinas, las
orexinas y el neuropéptido Y, los cuales intervienen regulando la función
inmunológica y modulando la respuesta al stress esto es ni ineficiente ni
exagerada-. Efectivamente, el factor liberador de corticotrofina (CRF) se activa en
la dependencia alcohólica y forma parte de la motivación a consumir.
Específicamente la abstinencia alcohólica gatilla el aumento de CRF en la
amígdala en lo que parece participar en la respuesta ansiosa que surge al
discontinuar el consumo. El incremento de la expresión de receptores CRF1
estaría vinculado al consumo de alcohol inducido por stress (en la forma del
etilismo como ansiolítico). Finalmente y dentro del grupo glococorticoideo, se
describe la sensibilización del eje hipotálamo-hipofisario en la dependencia etílica
con lo cual ante mínima reexposición la respuesta es desmesurada y aún
paradojal.-
En el área de la gran amígdala también intervienen la hormona antidiurética, las
dinorfinas, las orexinas y el neuropéptido Y, cada uno de los cuales participa
modulando la respuesta corporal al stress. Ellos son individual y colectivamente
modificados por las sustancias psicoactivas más usuales con lo cual todo el
dispositivo neuroquímico de respuesta y modulación del stress está alterado.
Dicha perturbación del sistema consolida el craving y el requerimiento
motivacional a consumir, así como es responsable de algunos de los efectos
adversos que el consumidor crónico experimenta tal como pánico, episodios
paranoides, explosividad o raptos melancólicos entre otros.
El sistema stress-antistress es el esqueleto sobre el cual se amalgaman los
diferentes “reflejos” del sistema nervioso con lo cual su deformación repercute
alterando todos los modos de respuesta automática.
Adicción y causalidad genetica
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Los psiquiatras nos hemos hecho reconocidos por los genetistas y
neuroendocrinólogos por nuestras precarias asociaciones de causa-efecto,
creyendo y pronosticando que a partir de tal fenotipo se produciría tal trastorno
psiquiátrico. Los especialistas se desgañitan recordándonos que las conductas
son la consecuencia de una multiplicidad de factores y que en dicha policausalidad
indirecta, realizar extrapolaciones simplistas puede ser tentador pero con certeza
no es científico. Sin embargo es de interés la investigación que se lleva adelante
con la COMT (catecol-metil transferasa), con el gen de la proteína transportadora
de serotonina y el gen del BDNF (factor neurotrófico encefálico)
Dependencia como automedicación
En cuanto a las causas del consumo, el mismo suele anclarse en el sujeto según
la capacidad que demuestren de regular reacciones o emociones que el sujeto
percibe como insuficientes o desajustadas de lo que pretende de sí mismo; tal
como la vivencia de que el contacto social le produce una ansiedad displacentera,
que ante situaciones de cierto stress se inhibe, que su nivel de desinhibición social
es escaso o su nivel de alerta psíquico es insuficiente (“estar afilado”). También
puede percibir que se fatiga con demasiada facilidad o que no puede relajarse
espontáneamente, entre otras descripciones que son singulares y características a
cada sujeto. La presencia de una disarmonía percibida compensable tóxicamente
es donde se anuda el cuadro de dependencia (cualquiera sea ella). Por ello toda
adicción es una autoprescripción, que modula o regula una disfuncionalidad
psíquica percibida preexistente y que la estabiliza precariamente generando un
trastorno psíquico per se que se suma al trastorno temperamental que lo causa.
En resumen, la dependencia no surge por una desviación de la voluntad o una
cuestión moral –“viciosa- sino que se erige sobre un terreno predispuesto hecho
de disarmonías intrapsíquicas que –paradójicamente- compensa en lo agudo pero
que agrava en lo crónico (un ejemplo algo burdo sería pensar en un sujeto
cocainómano que buscara compensar su inhibición con una desinhibición
instantánea pero que en el largo plazo su inhibición se complementaría con una
paranoia crónica que solidificaría la inhibición social).
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accionar que toma cocaína para poder abordar relaciones nuevas en una salida
nocturna pero el verdadero motivo es el consumo mismo) o bien, considere que
puede “manejar” el consumo y no fuera consumo quien lo maneja a él.
Priming: Habiendo la persona suprimido el consumo por un período de tiempo
extenso, ya superada la etapa de deshabituación, la exposición a una cantidad
aún mínima de estupefacientes detona un fenómeno de abstinencia importante
como sino hubiera transcurrido tanto tiempo. Este fenómeno puede también
desencadenarse con otras sustancias psicoactivas a las de consumo habitual, lo
cual lo predispone a generar otras dependencias. Un ejemplo es que la persona
se abstuvo de fumar nicotina por tres años y, en una ocasión que considera
controlable, fuma nuevamente. Este cigarrillo desencadena un episodio de
abstinencia desproporcionada habida cuenta el tiempo transcurrido.
En cuanto a otros síntomas propios de la dependencia la misma cursa con
trastornos preponderantes en la esfera de la voluntad y del animo, no tanto el área
del pensamiento, atención y memoria como en otros cuadros. En el área volitiva
se observa impulsividad (actos que la persona no puede controlar), compulsividad
(actos que el sujeto debe cumplir aún no deseándolo) que se presentan al
momento del examen como múltiples antecedentes de acciones de esta índole.
La impulsividad en particular es un aspecto fundamental que se estudia en sí
mismo y se subdivide en el acto irreflexivo propiamente dicho y la conducta de
delay-aversión que es aquella en la que el sujeto no tolera postergar la
recompensa aún sabiendo que la gratificación a largo plazo será mayor.
En relación al afecto, pesquisar si el mismo es oscilante, lábil, inestable, con
desmesuradas variaciones ante estímulos menores. También el ánimo puede
adoptar formas espasmódicos tales como explosividad, crisis melancólicas y otras
en la cual el afecto determina comportamientos que no se supeditan a la actividad
de pensamiento y por lo tanto son desajustados (riñas, sobrereacciones, raptos de
tristeza u otros).
Estos síntomas, nos permiten inferir o extrapolar en modo aproximado la
severidad de la cicatriz neuroquímica ya mencionada, se los observa, tanto en el
examen, como a lo largo de la historia del sujeto y se gradúan desde formas leves
hasta graves como en cualquier otro trastorno médico. Esta graduación, consiste
en un factor relevante a la hora de establecer un pronóstico acorde a la gravedad
de la disfunción neuroquímica que subyace a ella y permite establecer
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medicación tiene como objetivo atemperar las alteraciones del espacio sináptico, a
fin de minimizar aquellos aspectos que el paciente refiere como padecimiento y
previniendo los fenómenos que detonarán sus recaída en el consumo (cuyo
principal detonante es el craiving). La medicación permite al paciente cierto
margen de estabilidad para poder avanzar en el tratamiento psicoterapéutico.
En cuanto a la cura, la misma varía desde la recuperación en los trastornos leves
o moderados mientras que se prevee cronicidad en los casos graves,
dependiendo su progreso, del tratamiento instalado y la efectividad del mismo. En
virtud de la cronicidad previsible en los pacientes dependientes severos se puede
desarrollar una estrategia terapéutica que permita al paciente mejorar
sustancialmente su calidad de vida.
ASPECTOS ASISTENCIALES
El sistema sanitario psiquiátrico argentino en general, y el de Buenos Aires en
especial, cuenta con una importante infraestructura tanto edilicia como de calidad
del recurso humano que, sin embargo, no ha podido dar respuesta suficiente al
crecimiento de los trastornos por Dependencia de las últimas décadas. Como
causas probables se describe la modificación progresiva del perfil epidemiológico
de los cuadros psiquiátricos, tomando preponderancia los trastornos de conducta:
alimentarios, disociales, impulsivos, adictivos y otros.
Los servicios hospitalarios fueron diseñados en las postrimerías del siglo XIX y
primera mitad del siglo veinte, época histórica en la cual el diagnostico de las
psicosis ocupaba una parte sustancial del debate sanitario en las grandes urbes.
En forma consecuente se diseñaron los grandes hospitales monovalentes
psiquiátricos que hasta hoy perduran. Los mencionados hospicios estaban
previstos para la estadía prolongada o permanente de aquellos pacientes a los
cuales no se les encontraba otro tratamiento mejor que el aislamiento mismo.
Durante la segunda mitad del siglo, la psicofarmacología alcanza mejores
resultados y la gran mayoría de los cuadros se estabilizan con medicación
dispensando de menores períodos de internación. Pese a ello las salas de
internación psiquiatrica continúan atestadas de personas que no tienen donde
alojarse y cuyas familias no los reciben. La inexistencia de un abordaje eficiente
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-.Decision-Making Dysfunctions
in Psychiatry—Altered
Homeostatic Processing?
Martin P. Paulus Science 2007
-.Decision-making consists of selecting an action.
REVIEW
Decision Theory: What “Should”
the Nervous System Do?
Konrad Körding. Science 2007
-.The purpose of our nervous system is to allow us to successfully REVIEW
Anterior Prefrontal Function and the
Limits of Human Decision-Making
Etienne Koechlin* and Alexandre Hyafil Science 2007