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1- Introducción.
Las actividades motoras se organizan jerárquicamente en el sistema nervioso central.
La médula espinal, el cerebro medio, el cerebelo, el ganglio basal y la corteza cerebral,
cada uno posee funciones motoras características. Cada nivel contribuye a una calidad
específica de organización y respuesta motora a la actividad motora total. La
disfunción de cada nivel contribuye sus propias características a la anormalidad de la
función que se observa clínicamente. Las manifestaciones clínicas de la disfunción son
resultado de las distorsiones de las actividades, de las actividades sensoriales o de los
efectos de la experiencia para modificar la actuación funcional. Los daños a los centros
motores o a las trayectorias pueden provocar trastornos o pérdida de la función
motora, por una parte, o pérdida de la inhibición o de la modulación de las actividades
del sistema nervioso central residual por otra.
5- Corea y atetosis.
La corea y la atetosis aparecen a menudo juntas (coreoatetosis). La corea y la atetosis
son la antítesis de la enfermedad de Parkinson, al contrario de esta se manifiestan con
un exceso de actividad dopaminérgica en los ganglios basales.
. Corea de Huntington.
Fue descrita en primer lugar por George Huntington, en 1872 es una enfermedad
neurológica, degenerativa, hereditaria, autosómica y dominante. Cada hijo/a de un
padre o madre con la enfermedad tiene una probabilidad del 50% de heredarla,
independientemente de si sus hermanos/as la han heredado o no. Si el hijo/a no
hereda de sus padres el gen causante de la enfermedad, no tendrá la EH y tampoco la
transmitirá a sus descendientes. Afecta por igual a ambos sexos.
Es una enfermedad neurológica, afecta determinadas áreas del cerebro, las neuronas
(células cerebrales), van degenerándose y finalmente mueren.
Características y síntomas. Se caracteriza por atrofia del núcleo caudado. Las
manifestaciones más importantes de la Corea de Huntington son movimientos
involuntarios incontrolados, pérdida de las funciones intelectuales (demencia) y
además desarreglos psíquicos. Comienza a manifestarse entre los 30 y los 50 años
aunque puede comenzar a cualquier edad, y no solo desde el punto de vista físico sino
intelectual . Los primero síntomas pueden ser en forma de deterioro físico, intelectual
o emocional. Puede suceder que haya una pérdida en la memoria reciente, se reduce
la capacidad para realizar las actividades que pudiera haber realizado siempre. Desde
loo emocional pueden existir períodos de apatía e irritabilidad. la enfermedad
progresa con el decursar de el tiempo siendo cada vez más dependiente para realizar
cualquier actividad.
Pronóstico y tratamiento. La evolución de la enfermedad es inexorablemente
progresiva. Con el tiempo, los pacientes acaban perdiendo la capacidad de cuidar de sí
mismos, tanto física como mentalmente. La deambulación se vuelve imposible, la
deglución difícil y la demencia es profunda. La mayoría de los pacientes requieren
institucionalización en el estadio final de la enfermedad.
6- Ataxia.
Significa que los movimientos son incoordinados y fuera de tiempo. Se pierde la
capacidad de los músculos de trabajar en equipo, se dificulta tanto el inicio como la
terminación del movimiento que también es dismétrico. Se presentan problemas en el
habla, la disinergia y los problemas que la acompañan hacen que el discurso sea
entrecortado se le llama escandida. Cuando la lesión es central puede deberse a
deficiencia de la información aferente al cerebelo y a la corteza, haciendo que el
individuo desconozca su posición en el espacio, en este caso el cerebelo no puede
llevar a cabo los ajustes posturales necesarios ni el SNC recibe la información del éxito
de los movimientos.
La ataxia se acompaña de nistagmo que es una forma de disinergia ocular. Tienen
también dismetría, apreciación incorrecta de la distancia en los movimientos o de la
extensión de los mismos, se lo observa en la exageración de los movimientos.
En los atáxicos los reflejos tendinosos profundos están disminuidos o ausentes, las
articulaciones son laxas, el equilibrio y sentido de posición son pobres y las masa
musculares dan la sensación de una blandura semifluida. Generalmente se encuentra
temblor y nistagmo y se presenta dificultad en la coordinación mano nariz.
Las degeneraciones espinocerebelosas son un grupo de trastornos caracterizados por
ataxia progresiva debido a la degeneración del cerebelo, el tronco del encéfalo, la
médula espinal, los nervios periféricos. pueden clasificarse de forma genérica en
ataxias predominantemente espinales, ataxias cerebelosas y atrofia de múltiples
sistema.
Ataxia de Friedreich
Se le llama por el nombre del médico Nicholas Friedreich, que describió inicialmente la
condición en la década de 1860. Es la enfermedad tipo de ataxia espinal. En la ataxia
de Friedreich, la ataxia resulta en la degeneración del tejido nervioso en la médula
espinal y de los nervios que controlan los movimientos musculares en los brazos y en
las piernas. La médula espinal se hace más delgada y las células nerviosas pierden
algunos de sus cubrimientos de mielina.
La herencia es autosómica recesiva (que significa que el paciente ha de heredar dos
genes afectados, uno de cada uno de los padres, para que la enfermedad se
desarrolle).
El primer síntoma en aparecer es la inestabilidad de la marcha entre los 5 y los 15
años, seguida de ataxia de miembros superiores y disartria. En el curso del tiempo, los
músculos comienzan a debilitarse y a atrofiarse, en especial en los pies, las partes
inferiores de las piernas y las manos y aparecen deformidades.
Generalmente existe un deterioro de las funciones cognitivas. El temblor, si existe, es
un síntoma menor. Los pacientes presentan arreflexia y pérdida de las modalidades
sensitivas dependientes de fibras gruesas (sensibilidad vibratoria y de posición)
pérdida de reflejos de los tendones, en especial en las rodillas y en las muñecas y los
tobillos. Es frecuente la asociación de pies cavos, escoliosis y miocardiopatía
progresiva.
Aparece disartria (lentitud en la dicción o dicción indistinta) y la persona se cansa con
facilidad. Son comunes los movimientos rítmicos, rápidos e involuntarios del globo
ocular (nistagmus).
S?NDROMES MOTORES
SINDROME PARAPLEJICO
Sindromogénesis o fisiopatología
La paraplejía fláccida se produce por una lesión de la segunda neurona motora, la
neurona del asta anterior de la médula o motoneurona espinal. Quedan entonces
abolidas sus funciones, entre las cuales, dos importantes, el trofismo del músculo y el
arco reflejo medular, resultan afectados prontamente (amiotrofias y arreflexia). Si la
lesión de esta neurona se produce directamente en el asta anterior donde están los
cuerpos celulares, o en las raíces anteriores, el trastorno será puramente motor
(ejemplo: poliomielitis). Si la lesión se produce en su axón, después de la raíz anterior,
existirán trastornos sensitivos asociados, puesto que los axones forman parte de los
nervios periféricos que son mixtos (polineuropatía). En estos casos no hay trastornos
esfinterianos, puesto que no están afectados los centros y vías medulares que
gobiernan los esfínteres. Un caso especial es la paraplejía fláccida que puede
acompa?ar al síndrome de la cola de caballo, en el que los trastornos esfinterianos son
marcados (ver “Alteraciones de la sensibilidad”, Capítulo 51).
El tono muscular, resultado de influencias piramidales, extrapiramidales y cerebelosas,
resulta afectado (hipotonía) porque todas estas funciones se realizan a través de esta
segunda neurona motora. No hay Babinski porque la vía piramidal está intacta.
Exploraciones complementarias
La electromiografía muestra signos de degeneración.
Etiología
Polineuritis (diversas causas).
Polineurorradiculitis de Guillain-Barré.
Poliomielitis anterior aguda o enfermedad de
Enfermedad de Charcot-Marie-Tooth (atrofia muscular peronea progresiva).
Paraplejia espástica
Sindromogénesis o fisiopatología
La paraplejía espástica se produce por lesión de la vía piramidal a nivel de la médula;
por lo tanto, se lesiona la primera neurona motora.
Como en toda lesión de esta neurona, existirá hipertonía, hiperreflexia y clonus. Como
se sabe, el signo de Babinski es patognomónico de las lesiones piramidales. De acuerdo
con ello la paraplejía flascospástica es también una paraplejía por lesión de la primera
neurona motora, en la cual existe una inhibición funcional de la segunda neurona
motora, relacionada con la forma súbita de la compresión o lesión medular. (Esta
paraplejía aparece en otros textos como paraplejía fláccida medular.)
Por lo tanto, los tipos de paraplejías resultantes de una lesión o compresión medular
están en relación directa con la intensidad de la lesión espinal y la rapidez con que se
ha producido esta lesión.
Existen paraplejías con pérdida de la motilidad, de la sensibilidad y de los reflejos por
debajo de la lesión, que aunque funcionalmente esta corresponde a una sección
medular, anatómicamente la lesión no existe, lo que deja abierta la posibilidad de
recuperación (shock medular).
En los casos de compresión medular lenta, como esta se produce por lo general desde
fuera de la médula, resultan comprimidas primero las raíces medulares, lo que explica
su inicio por los dolores radiculares.
En la paraplejía espástica por mielopatía la lesión puede limitarse al haz piramidal en la
médula, por cuya razón pueden faltar los trastornos sensitivos y esfinterianos.
Etiología
Paraplejía espástica por compresión medular lenta:
Cáncer vertebral.
Tumores medulares.
Mal de Pott.
Paraplejía flascospástica
Si la compresión medular es súbita se producirá una paraplejía flascospástica.
En efecto, la forma más típica de esta paraplejía es el llamado síndrome de sección
medular completa o síndrome de Bastián, que reconoce más a menudo una etiología
traumática.
La paraplejía en estos casos es total; todo movimiento es imposible por debajo de la
sección y existe anestesia total y flaccidez.
Hay arreflexia, signo de Babinski y trastornos esfinterianos marcados. Los trastornos
tróficos son intensos, se acompa?an de las llamadas úlceras de decúbito o escaras.
Etiología
Sección medular completa.
Shock medular traumático.
Compresión medular aguda o subaguda no traumática.
Mielitis transversa aguda.
Recuento anatomofisiológico
El sistema extrapiramidal es el responsable de la regulación, la integración y el control
de la actividad motora involuntaria. Este sistema debe considerarse como un sistema
integrante que contribuye al mecanismo del movimiento, al tono muscular y al
automatismo, y no como un sistema independiente.
Está compuesto por un conjunto de estructuras suprasegmentarias complejas,
estrechamente relacionadas entre sí por abundantes conexiones que forman un
intrincado sistema de integración entre la corteza cerebral, la corteza cerebelosa y la
médula espinal.
Se diferencia del sistema piramidal en que tiene trayectos cortos, que hacen escalas;
no obstante, tienen un punto final común que es la neurona motora del asta anterior
de la médula espinal.
En su constitución intervienen los eslabones siguientes:
Eslabón cortical. Constituido por las áreas somatosensorial, motora y premotora y las
áreas corticales de asociación parietal posterior, temporal y cortical, desde donde se
origina y se proyecta hacia el sistema estriopalidal.
Eslabón nuclear. Está constituido por seis pares de núcleos basales: el núcleo caudado
y el putamen (cuerpo estriado), el globo pálido, el núcleo subtalámico (cuerpo de
Luys), el núcleo rojo y la sustancia nigra. También intervienen en su formación los
núcleos del techo mesencefálico, el núcleo olivar inferior y la sustancia reticular.
Del putamen parten fibras destinadas al pálido y este envía conexiones al núcleo rojo,
al núcleo subtalámico (Luys) y a la sustancia nigra, a los núcleos del techo y al olivar
inferior.
Las vías aferentes. Se explican en el pie de la fig 54.1. En síntesis, el sistema
extrapiramidal recibe sus estímulos (aferencias) de los cuatro sectores siguientes:
cerebelo; sistema reticular, lemnisco interno (vía sensitiva) y corteza cerebral. En
realidad, en el estado actual del conocimiento, no se puede hablar de una “vía” bien
definida sino de eslabones que el tiempo aclarará.
Vías de descargas o eferentes. Debemos considerar sin mucha rigidez conceptual que
gran parte de las eferencias se hacen a través del pallidum interno (fig. 54.2); pero
ellas no son las únicas. Consideraremos las vías siguientes, cuyos trayectos van:
Del pallidum interno al núcleo ventrolateral del tálamo óptico, el que a su vez,
reexpide el impulso hacia la región precentral cerebral.
Hacia el cuerpo de Luys, el que, por su parte, recibe impulsos del lado opuesto.
Hacia el núcleo rojo.
Hacia la sustancia nigra posterior.
Hacia la formación reticular (del mesencéfalo, protuberancia y bulbo).
Al hipotálamo.
Al núcleo de Darkshevich, del lado opuesto.
A los núcleos de los nervios motores de la cara, oculares y masticadores.
Esquema de las vías aferentes del sistema extrapiramidal (la línea de trazo lleno
corresponde a las verdaderas aferencias): 1, procede del cerebelo, pero descarga o
refuerza elementos en el tálamo óptico; 2, de la sustancia reticulada pasa, al igual que
el estímulo anterior, por el tálamo óptico; 3, trae aportes del lemnisco interno (vía
sensitiva); 4 (marcada por rayas y puntos), constituida por el aporte de la corteza
cerebral. En la línea de puntos hemos marcado las conexiones.
Esquema de las vías eferentes del sistema extrapiramidal. Hacemos partir el mayor
contingente de eferencias a través del pallidus y del putamen, aunque también lo
hacen desde otros sistemas nucleares. En síntesis, las aferencias se hacen a través de
ocho caminos, pero cualquiera que fuera el camino seguido por esas vías, todas ellas
deben incorporarse finalmente para integrar un tercer sector, antes de llegar a su
destino final. Su incorporación se haría en los diversos eslabones de la vía de actividad
motora, del tono, del equilibrio, de la coordinación, etc. (Este esquema no está
destinado a los médicos especializados.)
El haz tectospinal se inicia en los núcleos del techo, decusándose y descendiendo por
el lado opuesto del puente, médula oblongada y cordón lateral de la médula, para
terminar en el asta anterior de la médula espinal.
El haz vestibulospinal nace en los núcleos vestibulares (núcleo de Dieters), desciende
por el mismo lado de la médula y termina igual que el anterior.
El haz reticulospinal nace en las células de la formación reticular del puente. Son dos:
el haz directo, desciende por el mismo lado de la médula, y el haz cruzado, que
desciende por el lado opuesto y termina en el asta anterior de la médula espinal.
Estudios fisiológicos han demostrado que uno de los principales papeles de los núcleos
basales consiste en aumentar de manera gradual la amplitud y velocidad del
movimiento y no iniciarlo aunque participa en su preparación.
El trastorno de los núcleos basales deteriora los movimientos, causando diversos tipos
de movimientos anormales.
Los trastornos extrapiramidales del movimiento se dividen en:
Hipocinesias; caracterizado por la disminución y lentitud de la movilidad.
Convulsiones
Las convulsiones o ataques convulsivos, manifestadas por contracciones musculares
que envuelven a todo el cuerpo, pueden incluirse dentro de los movimientos
anormales, pero serán descritas en detalle al hablar de las crisis de gran mal epiléptico.
Allí veremos que, en los casos completos, pueden desarrollarse según un patrón
siempre idéntico para el mismo paciente: aura, grito inicial, fases de convulsión tónica
y clónica, y manifestaciones posconvulsivas.
Hipercinesias psicógenas
Dentro de estas se pueden incluir dos grupos:
De origen histérico. En estas hipercinesias no es posible encontrar ninguno de los
movimientos antes descritos, pero sí su imitación. Los mismos se caracterizan por ser
singulares, cambiantes de tiempo en tiempo e influibles por la sugestión.
No se ha hecho todavía, desde el punto de vista descriptivo de tales movimientos, una
colección de denominaciones, pero de ellos los más frecuentes, son los tics y los
espasmos. Muchos son compulsivos y obsesivos. Aparecen bajo la influencia de un
factor afectivo emocional. Algunos autores incluyen aquí al “calambre profesional”,
hecho sumamente discutido por muchos otros. Caen dentro de los calambres
profesionales los de los escribientes, violinistas, etc., y se manifiestan por la aparición
de una contracción muscular, al iniciar o una vez iniciado el acto, que impide su
ejecución. Si bien algunos pueden ser psicógenos, no cabe duda alguna de que otros
son orgánicos. No entramos a discutir este tema que será estudiado en los tratados de
Neurología.
En pacientes mentales. Al lado de los movimientos anormales funcionales, se
encuentran otros. En este caso se halla la llamada paracinesia, en la que existe una
perversión del movimiento, que resulta extra?o, pues el paciente lo distorsiona,
remedando una mezcla de corea, atetosis o dispraxia psicomotora (olvido de los pasos
para la ejecución de un movimiento previamente conocido), sin que exista parálisis o
trastornos de la sensibilidad.
Síndrome parkinsoniano
Es un síndrome extrapiramidal que se caracteriza por cuatro signos cardinales: temblor
en reposo, bradicinesia, rigidez muscular e inestabilidad postural.
Sindromogénesis o fisiopatología
Los mecanismos fisiopatológicos más aceptados en la actualidad involucrados en la
producción de los síntomas y signos de este síndrome son:
Rigidez muscular: se manifiesta por un aumento de la resistencia contra el movimiento
pasivo de una parte del cuerpo. Se ha atribuido a la desinhibición del globo pálido
originando un aumento de la activación suprasegmentaria de los mecanismos reflejos
espinales normales.
Temblor parkinsoniano.
Etiología
El médico general debe recordar que inicialmente Parkinson (neurólogo inglés)
describió bajo el nombre de “parálisis agitante” la enfermedad que justamente lleva su
nombre. Con posterioridad aparecieron numerosos cuadros clínicos que lo remedaban,
y que de acuerdo con nuestros conocimientos actuales debemos recordar que pueden
existir los siguientes estados:
Síndrome convulsivo
Crisis tónicas.
Período crítico (comienzo de la crisis). La crisis de gran mal puede comenzar de dos
formas:
El paciente pierde de manera súbita el conocimiento, cae al suelo como fulminado por
un rayo y comienza de inmediato la crisis convulsiva.
Auras visuales: escotomas claros u oscuros (visión de chispas, luces, formas oscuras o
brillantes que cruzan súbitamente el campo visual, etc.). Menos frecuentemente
pueden ser figuras complejas (auras alucinatorias).
Auras motoras: a veces el paciente presenta una desviación de la cabeza y los ojos
hacia un lado (crisis adversiva) o comienza a tener una convulsión tonicoclónica
localizada (crisis de tipo Bravais-Jackson) o levanta un brazo, como en actitud de
defensa (crisis postural).Auras vegetativas: palpitaciones, palidez, rubicundez, dolor
abdominal, entre otras.
Otras: actos más complejos (rascarse la nariz, repetir una palabra, etcétera).
Cuando la crisis de gran mal tiene aura, esto indica que ella se ha iniciado por una zona
de la corteza cerebral (ver fisiopatología).
Período convulsivo de la crisis. Como definimos, el paciente cae al suelo en forma no
solo súbita, sino también como despedido o lanzado por una gran fuerza; no cae
blandamente, desplomándose poco a poco, sino con violencia. Esta brusquedad y
violencia de la caída explica los accidentes que los enfermos pueden sufrir o causar:
fracturas, heridas, quemaduras, accidentes de automóvil, ahogamiento, caída al
espacio, y otros; ello dependerá del lugar y circunstancias en que lo sorprenda la crisis,
de la profesión, etcétera.
Fase tónica: ya en el suelo, esta es la primera fase del acceso convulsivo: la cabeza
hacia atrás, los miembros en extensión, las mandíbulas fuertemente apretadas, los
ojos fijos, el tronco en opistótonos, los dedos flexionados y la musculatura respiratoria
totalmente paralizada en espiración. A veces hay un grito inicial, por la súbita
espiración (grito epiléptico).
Esta fase dura 10-30 s, y al final de ella el paciente a menudo está cianótico.
Fase clónica, o mejor, tonicoclónica: se inicia por los miembros; en los brazos y las
piernas se suceden movimientos alternantes de flexión-extensión, el acceso convulsivo
alcanza la musculatura de la cara, lo que le confiere a la misma un aspecto
impresionante, desagradable; los maseteros sufren la convulsión, produciéndose a
veces mordeduras de la lengua; los ojos ruedan en las órbitas; los músculos
respiratorios ceden en su contracción, comienza la respiración, al inicio, en forma
entrecortada y al final, en excursiones más amplias, lo que hace que desaparezca la
cianosis de la fase tónica.
En esta fase existe participación vegetativa; hay sialorrea, aumento de las secreciones
del árbol respiratorio, hipertensión arterial, taquicardia, midriasis, micción involuntaria
y más raramente eyaculación o defecación.
Período posictal o poscrítico. Después de la crisis, el enfermo queda abatido, con gran
somnolencia. El sue?o es de duración variable. Cuando se despierta, muchas veces
tiene cefalea y dolores musculares, y aun cierto grado de confusión, pero otros
pacientes se despiertan totalmente recuperados. Raramente se puede presentar un
estado crepuscular, con confusión mental, desorientación y trastornos de la relación
con el medio ambiente, que puede durar horas. Hay un hecho capital: el enfermo no
recuerda nada de su crisis, con la única excepción del aura, si ella existe.
No se acompa?a de pérdida del conocimiento. En tal sentido debemos aclarar que una
crisis jacksoniana puede terminar desencadenando una crisis de gran mal, entonces el
enfermo perderá el conocimiento y la crisis focal dará paso a la crisis generalizada.
La crisis comienza generalmente por el brazo (tipo braquial): bruscamente el pulgar se
dobla, los dedos se flexionan, el antebrazo y el brazo en posición de flexión sobre el
tórax; se presentan convulsiones tonicoclónicas que van aumentando de modo
progresivo en intensidad, luego invaden el cuello y la hemicara correspondiente, que
aparece convulsa y desviada hacia el lado afectado; seguidamente la onda convulsiva
se extiende al miembro inferior, desde la punta a la raíz. Esta extensión, a través del
cuerpo, ha sido comparada con una mancha de aceite. En otros casos la crisis
permanece localizada en el brazo. La crisis puede comenzar por la cara, extenderse al
miembro superior y luego al miembro inferior (tipo facial). Más raramente comienza
por el miembro inferior (tipo crural) y se extiende luego al resto del hemicuerpo. A
veces, durante la crisis, el enfermo no puede hablar. Al final de la crisis (que dura unos
minutos) las convulsiones van perdiendo intensidad y se hacen más espaciadas, hasta
que finalmente desaparecen.
Después del acceso puede quedar una parálisis en el hemicuerpo afectado (parálisis de
Todd) que desaparece en unas horas. En este período se puede comprobar la
presencia del signo de Babinski del lado afecto.
Crisis tónica que se relaciona con la crisis de rigidez de descerebración. Indica siempre
un estado muy grave y se produce por compresión o lesión del tallo cerebral. En estos
casos, además de las manifestaciones de la enfermedad (generalmente un tumor
cerebral o un accidente vascular encefálico) se presentan crisis convulsivas tónicas en
las que el cuerpo se contrae en extensión, incluidos los brazos; estos se presentan en
pronación, con las manos cerradas; la crisis tónica determina un movimiento de las
manos que recuerda al del ciclista al mover los extremos del manubrio de la bicicleta.
La cabeza queda también en extensión, los ojos miran hacia arriba. Existe una
progresiva alteración del estado de conciencia; hay alteración de los reflejos pupilares
a la luz y trastornos respiratorios y circulatorios. Todos ellos atestiguan la extrema
gravedad de estas crisis.
Exámenes complementarios
En los síndromes convulsivos, tenemos fundamentalmente:
Exámenes de laboratorio clínico básicos indispensables.
Etiología
Los síndromes convulsivos pueden obedecer a las más diversas causas. Estas pueden
ser clasificadas en cuatro grupos:
Lesiones groseras, evolutivas, del encéfalo y sus cubiertas. Tumor cerebral, hematoma
epidural, hematoma subdural, embolias cerebrales, edema cerebral de cualquier
origen, meningoencefalitis, hemorragia subaracnoidea, metástasis cerebrales.
Se acepta que en algunas personas existe predisposición para las convulsiones. Ello
explicaría por qué algunos enfermos (con las mismas lesiones) tienen convulsiones y
otros no.
Síndromes Sensitivos
Disociación Periférica
Disociación tabética
Disociación Siringomiélica
1. Alteraciones Radiculares
3.Alteraciones Corticales:
Lesión a nivel del bulbo. Se pierde la sensibilidad para todo un lado del organismo o
zona y para el otro sólo se conserva la sensibilidad al dolor y a la temperatura ya que la
lesión no ha alcanzado el punto de decusación.
Daño en la corteza cerebral; el enfermo nota la sensibilidad, pero debida ese daño el
sistema crea un efecto de manera que lo ignora.
S?NDROMES SENSITIVOS
Cefalea.
La cefalea puede constituir por sí misma un síndrome o formar parte como síntoma de
otros síndromes (hipertensión endocraneana, síndrome meníngeo, hipertensión
arterial, etcétera).
Sindromogénesis o fisiopatología
La cefalea presupone la existencia de receptores nociceptivos que pueden estar
situados en: cuero cabelludo, aponeurosis epicraneal, fascia, musculatura, duramadre
(en parte), senos venosos y venas, arterias extracraneales y arterias cerebrales de gran
calibre.
Hemicraneales o migra?osas:
Jaqueca común y jaqueca oftálmica.
Sindromografía y etiología
Fig. 54.4 Algunas de las causas frecuentes de cefalea.
Migra?a o jaqueca
Es una cefalea recurrente crónica que se produce por crisis o accesos generalmente
limitados a una mitad de la cabeza (hemicránea) relacionada con vasodilatación
sostenida de arterias extracraneales e intracraneales, y que se presenta en personas
predispuestas, bien hereditariamente, bien por su personalidad.
Comienzo. Generalmente media hora o una hora antes del comienzo de la cefalea
pueden aparecer las llamadas auras (avisos migra?osos), de carácter no doloroso y de
tipo visual:
Escotomas centelleantes.
Escotomas oscuros.
La hemicránea cambia de sitio, es decir, en ocasiones es del lado izquierdo y otras del
lado derecho. Las migra?as que son siempre del mismo lado deben hacer sospechar
una lesión intracraneal.
Sinusitis.
En el síndrome meníngeo (meningoencefalitis, hemorragias subaracnoideas).
Crisis de hipertensión arterial.
Procesos infecciosos, tóxicos o medicamentosos.
Cefalea pospunción lumbar.
Síndrome cerebeloso
Consideraciones generales
Dentro de la escala zoológica alcanza cierto grado de desarrollo a partir de las aves, en
las que desempe?a un importante papel en el equilibrio y la orientación. Pero alcanza
su mayor evolución en los mamíferos, que poseen movimientos coordinados en las
extremidades.
Diagnóstico positivo
Cuadro clínico
1. Ataxia cerebelosa. Es el trastorno capital del síndrome; es una ataxia tanto estática
como dinámica. En la postura de firme se comprueban oscilaciones amplias y
continuas del tronco, que se acompa?an también de tambaleo, en relación con
contracciones excesivas, alternantes, de los músculos de las piernas; a pesar de ello
el enfermo no cae si cierra los ojos, por lo que el signo de Romberg es negativo.
Durante la marcha se comprueba la ataxia dinámica: la marcha cerebelosa.
Recordaremos que es un andar vacilante, como de ebrio; la base de sustentación
está ampliada (piernas separadas), y los brazos abiertos; la marcha se realiza en
zigzag, con frecuentes desviaciones hacia uno u otro lado, como si el enfermo fuera
a caer; da pasos desproporcionados y se detiene y comienza con retraso; pero a
pesar de lo inseguro de la marcha, casi nunca se cae, y el trastorno no aumenta al
cerrar los ojos, en lo que respecta a la descomposición del movimiento, pero sí en
cuanto a la desviación de la dirección de la marcha. La marcha en estrella se
caracteriza por esta desviación sistemática hacia un mismo lado.
2. Dismetría. El movimiento, aun el más elemental, es exagerado, fuera de medida. Se
explora con las pruebas de índice-nariz y talón-rodilla (ver fig. 14.4, tomo 1).
3. Asinergia. Los movimientos complejos se descomponen, no están coordinados en el
tiempo. En el sujeto normal, si inclina la cabeza y el tronco hacia atrás, se produce
una flexión sinérgica de los pies y las rodillas para no caer. En el enfermo cerebeloso,
al hacer la misma inclinación hacia atrás, las piernas se mantienen en extensión y si
no se le sujeta, se cae (fig. 54.8).
Fig. 54.8 Asinergia cerebelosa: a, el individuo normal al inclinar la cabeza y el tronco hacia
atrás flexiona los pies y las rodillas, para compensar la inclinación y no caer; b, en el
enfermo cerebeloso estos movimientos sinérgicos compensadores dejan de realizarse y al
reclinar la cabeza hacia atrás, cae desplomado si no lo sujetan.
Síndrome mixto
Se produce por lesión del vermis y de los hemisferios. En este síndrome se imbrican los
síntomas de los dos anteriores.
Etiología
Síndromes vasculares: hemorragia cerebelosa, infarto cerebeloso.
Enfermedades desmielinizantes.