Con respecto al patrimonio y las políticas públicas relacionadas a éste, solemos
considerar que los únicos agentes con incidencia en él son los relacionados con el estudio del pasado (restauradores, arqueólogos, historiadores o antropólogos), y de hecho son ellos quienes casi exclusivamente estudian y toman decisiones acerca de todo ello. Pero esta praxis no corresponde con la reformulación que se hizo del concepto de patrimonio cultural, los cambios realizados fueron los siguientes:
a) El patrimonio no sólo incluiría expresiones muertas de la cultura como sitios
arqueológicos, arquitectura colonial, objetos antiguos en desuso, etc.; también incluiría el llamado patrimonio vivo, las manifestaciones culturales actuales. b) En las nuevas políticas patrimoniales la conservación y administración de dichos bienes se extiende a los usos sociales contemporáneos, c) Anteriormente, se privilegiaba los bienes culturales producidos por la aristocracia (ej. basamentos piramidales, palacios, etc.), pero ahora, se consideran también como patrimonio de la Nación, los producidos por la cultura popular.
Esta ampliación del concepto de patrimonio aún no posee la legislación suficiente
para proteger todas estas manifestaciones culturales. Por lo tanto, García Canclini (1994) menciona cinco de las nuevas cuestiones políticas y teóricas que aún requieren ser trabajadas:
Relación del patrimonio cultural con la desigualdad social.
Los usos simbólicos en contraposición con los usos mercantiles del patrimonio. El papel de los usuarios en la preservación, desarrollo y valoración del patrimonio. Los nuevos desafíos presentados al patrimonio en la época de las industrias culturales. La definición de criterios filosóficos y estéticos que orienten las políticas culturales en el nuevo panorama y medien las prácticas concretas.
1. Patrimonio cultural y desigualdad social: a pesar de que a simple vista el
patrimonio parece pertenecer a todos y luzca como si todos nos relacionáramos en igualdad de condiciones con él, esto no es así. Desde la teoría de la reproducción social podemos observar diferencias derivadas de nuestros capitales económicos y culturales, incluso siendo gratuitos los museos, no asimilaremos el conocimiento proporcionado de la misma manera, debido a las limitaciones educacionales o de otro tipo de algunas personas. De igual forma, dentro de la manera en que simbolizamos la vida social existen jerarquías: el arte sobre las artesanías, la medicina alópata frente a la tradicional, la cultura escrita sobre la oral. Por ello, al realizar la reformulación del patrimonio puede ser visto como un proceso social capaz de ser acumulado, renovado, que produce rendimientos y es apropiado desigualmente por los distintos sectores.
2. Apropiación del patrimonio y participación social. Como espacio de disputa
económica, política y simbólica, el patrimonio se ve atravesado por la acción de tres tipos de agentes: el sector privado, el Estado y los movimientos sociales. Con respecto al ámbito privado cabe destacar que debido al interés por la acumulación de capital se ha explotado, a veces de manera indiscriminada tanto del patrimonio natural como cultural, y no se puede englobar los intereses mercantiles ya que estos grupos tampoco son homogéneos, incluso puede llegar a haber contradicciones también entre ellos.
Debido a esta situación, la defensa y eso del patrimonio se volvió de interés
para los movimientos sociales, preocupados por la expansión demográfica y su impacto en los bienes patrimoniales, pero esta preocupación tampoco es compartida, ya que los grupos populares, en este caso, dadas sus circunstancias, no sólo se ven poco involucrados en esta defensa, o llega a no interesarles.
Han surgido nuevos planteamientos en el debate sobre el patrimonio por
parte de algunos de estos sectores, que pueden resumirse en tres rasgos:
a) La cuestión del patrimonio ambiental (natural y urbano) no se ve como
responsabilidad exclusiva del gobierno. b) Se comprende que si no hay movilización social por el patrimonio, es difícil que el gobierno lo vincule con las necesidades actuales y cotidianas de la población, c) El rescate efectivo del patrimonio incluye su apropiación colectiva y democrática, o sea, crear las condiciones materiales y simbólicas para que todas las clases puedan compartirlo y encontrarlo significativo.