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Universidad Externado de Colombia

Comunicación Social y Periodismo


Pensamiento Económico
Prof.: Efraín Pachón
Juan Manuel Piñarete Franco
Parcial de primer corte

El conflicto y la pobreza: Un problema social, económico y político

El conflicto y la pobreza han jugado un papel determinante en la historia de


Colombia (e incluso, en diversos países donde hubo o hay conflicto) donde los
principales problemas que causa esto es la lentitud en el desarrollo de las
ciudades, municipios e incluso de departamentos en su totalidad. El conflicto ha
dejado una gran carencia de provisión de oportunidades, una alta concentración
de la capacidad de influir en la sociedad, altas tasas de pobreza y baja capacidad
de prevenir y evitar el comportamiento violento.

Pero la pregunta es, ¿cómo el conflicto genera que la economía se desfavorezca e


incluso, pase a ser un problema doble para el estado colombiano?

El desespero en la pobreza hace que haya una sola salida ante las pocas
oportunidades para salir adelante: el conflicto hace que se asuman conductas de
mayor riesgo. Pero esto no es solo del conflicto armado rural, también viene desde
que el narcotráfico, en los años 80, reclutara menores de edad de los sectores
más pobres de Medellín, entre otras urbes.

Por ende, las instituciones son menos capaces de resolver las disputas de manera
pacífica. La inseguridad humana, la destrucción del capital social, el debilitamiento
de las instituciones y las pérdidas materiales que la violencia implica tienden a
profundizar las condiciones de pobreza, donde se crea una trampa entre conflicto
y pobreza que afecta el problema.

Actualmente, Colombia está en posconflicto, por lo que la paz no solo trae


beneficios sociales y políticos sino también beneficios económicos. La paz
dinamiza el crecimiento de la economía porque mejora las expectativas que
favorecen la inversión nacional e internacional. De lo contrario, si hay guerra, en
última instancia afecta a los 48 millones de colombianos en sus posibilidades de
trabajar, de tener acceso a mejores servicios sociales y de mejorar su calidad de
vida. La razón es que la economía y la guerra interactúan y se condicionan
mutuamente y si los objetivos sociales no se consideran como parte integral de
esta complicada situación quedan postergados hasta que se vuelva a la
normalidad que puede tomar décadas. Quizás, teníamos que vivir todo este
conflicto, para darnos cuenta de lo importante que es dejar un arma de lado y ver
qué beneficios trae estar en paz y tranquilidad.

Según una estadística hecha por el Departamento Nacional de Planeación (DNP),


en el 2005 los territorios más afectados por el conflicto armado se desembocaron
en una baja dinámica económica y mayores niveles de pobreza. En el mapa se
puede observar que los municipios con mayor incidencia del conflicto armado
también tienen altos Índices de Pobreza Multidimensional Rural (IPM).

En conclusión, los conflictos violentos afectan a las personas que están en estado
de pobreza de manera directa por la destrucción y la paralización de producción y
desarrollo, por los asesinatos y desplazamientos, además de los daños de
infraestructura como puentes, oleoductos, entre otros. “Las condiciones
económicas, como empleo, ingreso, producción agrícola, inversión pública y
privada y de crecimiento, tienden a ser afectadas de manera directa y negativa por
la presencia de conflictos violentos”, (Stewart, Huang y Wang, 2001; Collier,
Hoeffler y Pattillo, 2002; Hoeffler y Reynal-Querol, 2003). Ahora sugiero una
pregunta para aquellos que defienden la guerra sobre la tranquilidad: ¿aún sigue
siendo mejor el conflicto que la paz, cuando la guerra solo trae desigualdad y la
paz más desarrollo? Algo para reflexionar.

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