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214 CARLOS R.

PEREYRA

tiene toda la apariencia del discurso correcto; frases enteras con


van su sentido al lado de los más grandes dislates. La sfntesi 1
conjunto expresado no permite adivinar la más mínima inteJH 1c
Los giros rebuscados o caprichosos alternan con las expres10
naturales y a cada instante se quiebra un tema a mitad del desa, ,
llo, se sigue con otro, o se retorna sorpresivamente, sin elasticul1
ni encadenamiento. En forma br.usca, saltona e inesperada. La l 1, TRASTORNOS DEL CONTENIDO
dez y la relativa indemnidad intelectual probada en los cuestw, DEL PENSAMIENTO
rios aislados completan el contraste con las demás formas de incc,t
rencia.
Debe advertirse sin embargo que eventualmente los esquiz 1 1.os modos del conocimiento. - El juicio, el razonamiento, la intuición, la
nicos excitados, e intensamente alucinados se hallan también conl ividad creadora. - Creencia, duda, fe, convicción. - Ideas falsas, menti­
sos. Entonces sus parlamentos se caracterizan por la particip ra. - Ideas obsesivas. - Ideas fijas o sobrevaloradas. - Ideas delirantes. -
de ambos trastornos incoherencia confusional y disgregación l' q1 Ideas delirantes según formalidad lógica del pensar (verosímiles). - Ideas
lirantes ilógicas (absurdas). - Ideas delirantes mágicas. - Mecanismo:
zofrénica, no siendo extraño que predominen los síntomas comunt erpretativo, alucinatorio, retrospectivo, intuitivo, onírico, imaginati-
la confusión, excitación u onirismo. • - Dirección afectiva de las ideas delirantes: expansivas, depresivas,
ensivas. -Tipos de ideas delirantes: celosas, pleitistu, reivindicadoras,
de jnvención, místicas, persecutorias. Necesaria diferenciación del tono
6ctivo. - Organizacion de las ideas. Sistematización y poliformismo.

Alguien ha dicho, con razón, que psicológicamente hablando,


> los juicios son asertóricos. Con más o menos rigor metodológico
'n el objeto y los propios materiales del conocimiento, se llega a
firmación de algo que resulta de una relación entre dos o más
ptos, sea esta conclusión afirmativa o negativa. De este modo
bace un juicio. Un sinnúmero de juicios han ido sedimentando en
s tantos conceptos que constituyen el acervo cultural y el saber
riencial (ya hemos dicho que para la psicología no existe concep­
in juicio previo) de cada individuo. Cuando las circunstancias lo
wen: importancia de la conclusión, significación afectiva del re-
la do, o aún sin demanda especial alguna, se busca la verdad
·ante un proceso discursivo que enlaza varios juicios entre sí, y
llega también a una conclusión cuyo resultado es, necesariamen­
la :eonsecuencia de los contenidos y enlaces anteriores. Entonces
habla de razonamiento. Pero el juicio y el razonamiento no son las
acas formas de saber. Muchas veces el psiquismo se satisface con
prehensión inmediata de los objetos del conocimiento. Trátase
t.onces de una intuición; acto simple del espíritu en virtud del cual
papta una realidad ideal, según la definición de García Morente.
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La conciencia relacionante, establece súbitamente una forma de v1· 1 ormal, entendiendo aquí por normal, la inmensa mayoría de los
dad provisoria que acepta, y que puede o no ser objeto de ulteri on• res y no el término medio, ideal y escaso, de los hombres. Partiendo
reflexiones. Además la imaginación, en cuanto crea, establece d, esta base, se comprenderá hasta qué punto necesitará ser cauto,
una manera conjetural nuevas relaciones, adelanta hipótesis y d11 1que investigue, para considerar los contenidos del pensamiento y
cubre analogías no advertidas y sienta también verdades. Es ei,; t 1 mo resultará de difícil a veces, sino imposible, señalar el límite que
una actitud libre, que avanza, merced a un estado tensional y a 1111 para lo normal de lo patológicc(]
clima de inspiración no sujeto al riguroso proceso de la reflexi111i Además , cada contenido, no decide por sí el carácter anormal y
pura. a de saber verse siempre la función de la total estructura indivi-
Cuando se trata de un saber reflexivo, el pensamiento apreh<•11 ual, tanto en lo congénito como en lo adquirido.
de por simple analogía, por inducción o por deducción. Esta últi111h A un hombre inculto le están permitidas ciertas convicciones
forma _g§ la más certera y menos expuesta a las múltiples causas d, ue le han sido legadas tradicionalmente, del mismo modo que eran
error ....Lo adquirido mediante la intuición y la imaginación es sieu1 dmisibles en tiempos pasados, algunas ideas ya hoy anacrónicas.
pre un saber provisorio que necesita de la actividad psíquica reflex 1 la formalidad del discurso deriva también la singularidad de los
va p~a su ratificaci@ ntenidos. La superficialidad imaginativa y el natural apartamien-
lSi se analizan la mfinidad de conocimientos que como verdadt> de la realidad, del histérico obligará a concederle valor escaso,
válidas sirven a un sujeto maduro, para la conducción de sus acto:-; , mo propio de su modalidad, a ciertas ideas. La ligereza de las
la adaptación pragmática de su existencja, se advertirá que en 111 nclusiones del excitado constitucional hipomaníaco, debe también
:1~ formación de su experiencia, caben todas las posibilidades gnoseolo r valorada en relación con su volubilidad. Tales errores no serán
'- gicas:)\.1:uy pocos de sus juicios, llevados a una ratificación concient1 • misibles, en cambio, como errores intrascendentes, en el razona-
111 resisten las estrictas exigencias de validez de la lógica. Muchas d, iento inductivo y deductivo agotante y minucioso del paranoico; en
11 1 sus convicciones han sorteado las pruebas del rigor reflexivo, y u11.1 n, la personalidad toda en cuanto tiene de heredado y de inducido
gran parte de su material conceptual dimana de intuiciones, anal11 r el medio ambiente, ha de cotejarse con la idea para deducir de
gías superficiales y relaciones casuales, frutos de una experienc111 lo su valor como expresión patológica.
1 .1 personal, no siempre igualmente válidas para el resto de los semt• Ni que advertirse tiene, que los temas abstractos, metafísicos,

1 l jant~s.
Quiere esto decir que, los modos del pensar son tales, que au ,,
cuan o su objeto sea la captación de la verdad, conducen incesant1•
ligiosos, políticos, inaccesibles a la demostración científica, darán
amplio margen a las especulaciones de las gentes y que de su
nificación intrínseca, no podría deducirse nunca la normalidad
·1' mente al error, pero una mínima parte de esa realidad captada, P ormalidad de la idea; aun mismo en el terreno de lo probable, lo
1
suficiente, para llenar las necesidades adaptativas de un hombrl' uevo y anticipado a la época, plantea dudas sobre el alcance de la
., 1
normat) ea. En todos estos casos, ella es o no patológica según quien la
Náturalmente que los errores serán menos abundantes cuando stente.,utero hizo historia al iniciar la reforma protestante; Co-
mayor sea la cultura. Además dentro del conocimiento técnico y es rnico revolucionó Ja ciencia al destruir el sistema de Ptolomeo;
pecializado de cada uno, hay muy poco margen para las ideas falsa~ ateur descubrió un mundo invisible de influencias insospechadas;
Se trata solamente de subrayar que lo que con!3tituye el conocimien ro de entonces a aquí cuántos "émulos" han albergado los manico-
to general de un hombre, tomado al azar, admite, sin desmedro de s,, los~
normalidad, una infinidad de ideas falaces, creencias, supersticic, 'ta misma duda que sugiere lo científicamente indemostrable,
nes, ideas mágicas, intuiciones, conceptos sobrevalorados y, en fi11, 'ará lo que técnicamente no está en el dominio de quien investiga;
11 1 un caudal de conocimientos que siendo subjetivamente válido, para s que nunca, será necesario prevenirse y establecer las relaciones
qui~ los sustenta, carece de significación estrictamente lógica. cesarías entre lo expresado y quien lo expresa.
Esto en realidad, acontece con el contenido del pensamiento Si los conceptos varían extraordinariamente en cuanto a su
¡_...
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) sujeto obra por razón, e ignora siempre la participación de su


coincidencia con lo real, tiene también muy distinto vigor Y arrai1•1 to a diferencia de la fe y de la creencia.
en la mente de quien los alberga. Esto depende en primer lugar de lo CTodos estos contenidos falsos o verídicos, reflexivos, intuitivos
modos del conocimiento: reflexivo, intuitivo. En segundo lugar de 111 timentales; inseguros como una duda o firmes como una conVIc- _
necesidades del sujeto. Según sus actividades, ciertas ideas fun di lón · anidan en el pensamiento humano sin significación patológica.
das las más de las veces en la experiencia, apoyadas por la reflexió car� pueden tenerla en cualquier momento, merced a su hipertrofia.
deben ser claras, inequívocas y tener el valor de convicciones irn•I 11 asta la misma razón es patoló�ca, cuando es. m�eJ!da por un
tables; otras indiferentes para el individuo pueden ser vagas, i1;11-p11 n L�able querulante que subordina todo a su vmdietl!:,.\
cisas sin decidirlo siquiera a una creencia más o menos sostenida, LSe deduce de ello que lo anormal no d?pende exc�usivame�� de
En tercer lugar las tendencias afectivas, resuelven el vigor , 1 1 falsedad de la idea, s�de su influencia, valoración y participa­
ciertas ideas prescindiendo de la reflexión. La fe, ciertas creenc11t ion del psiquismo total.J,n �al sentido el error suele carecer de
tradicionales, algunas supersticiones, coincidencias de hechos succ .
••1�·.....cación en tanto sea rectificable. Ya hemos visto que nutre una
sivos que se vinculan como causa y efecto a pesar de las contradicct•• lluena parte' de nuestras opiniones. La mentira es un� altera �ión
nes lógicas, por la experiencia individual, etc. Tales conceptos infl11 iberada y conciente de lo que tenemos por verdad, solo adquiere
yen, alternativamente, y de muy distinto modo, en el psiquismo y 1 cteres patológicos cuando prevalece sin sentido de utilidad ni se
la determinación de la conducta. ulla socialmente obligada, como ocurre en los mitómanos. Las ideas
En el psiquismo equilibrado y en circunstancias normales, cacl , rbosas por otro lado pueden no ser totalmente falsas. Muchos
uno de estos conceptos se acomºpaña de un claro estado de concienc: rantes parten de un hecho verídico, que resiste a la confrontación
acerca de su validez universal y se refleja adecuadamente en la con , los hechos; algunos obsesos se sienten obligados a especular so�re
ducción de los actos. Las creencias implican una aprobatividad, un • mas filosóficos, metafísicos o ciel}.t,íficos que en sí mismo están leJos
aceptación del espíritu fundada en meras apariencias gnoseológic 1 ser preocupaciones deleznablesU.,o anormal resíde en estos casos,
o en oscuras inclinaciones sentimentales, que el individuo reserv n la :repercusión afectiva de la idea, en la valoración o en el carácter
para sí. El que las tiene, lo sabe y sólo en circunstancias de excepcic11 · atoriamente forzado de la misma.
pueden determinar la imposición a terceros. Por el contrario, susten Los trastornos del contenido del pensamiento han de ser pues,
tada anonnalmente, cobra un poder inusitado y decide la acción. preciados en su esencia, no como simples errore� judicativos,
La duda es la falta de inclinación definida, es lo contrario h lno por sus múltiples vínculos morbosos a la personalidad total.
toda creencia y la expresión de una coexistencia valorativa de cont, Esto es lo que nos inclina a considerar la idea obsesiva entre los
nidos en equivalencia. Su resonancia psíquica puede ser nula, aplt tornos del contenido del pensamiento, al lado de las ideas fijas y
cada a los objetos indiferentes, e insoportable frente alas situacionc ideas delirantes, malgrado sus diferenciasJ
valiosas. En todo caso repercute en la conducta como 'Una suspensid11
de los actos volitivos.
La fe, a la inversa, entraña una confianza y una seguridad qu, IDEA OBSESIVA
determina a la acción a pesar de su carácter irreflexivo y de su orig1•11
sentimental. Del mismo modo a veces actúan las supersticiones y la La idea obsesiva, desde la definición de Westphal (1877) acos­
falsas relaciones causales fundadas en la experiencia individual. pibra a ser descrita entre los trastornos del curso del pensamiento.
La convicción, afirmativa o negativa tiene el consenso pleno d, n fecto, este autor, destacaba como su carácter esencial el de en­
la personalidad, por su origen claramente reflexivo y razonante ecer y dificultar el curso ordinario del pensamiento. Cualquier
orienta definidamente y en todo momento la conducta. Para nacl , 1•11 que por procesos psicológicamente explicables tiende a predo�
tiene que ver que la razón equivoque su curso y se aparte de lo real, n, lnar en la conciencia, disfruta de esta cualidad de desviar el curso
tampoco, que las determinantes afectivas de la conclusión razonad 1 nsamiento, sin embargo su importancia no radica en esto sino
se halle anticipada a la conciencia por inclinaciones sentimental(
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en su contenido. Más que en la idea fija, dice Janet, interesa el con l ,; 1 mismo carácter común de representación no justificada, tiene en
nido en la idea obsesiva y añade: /5u contenido merece llamar nu 1.•
los insomnes y en los fatigados, la repetición obstinada de aconteci-
icmtos del día, frases, escenas, que se repiten incesantemente, aquí,
tra atenció~ues él juega un rol importante en la evolución d1 1
a con el carácter de lo verdaderamente inoportuno, innecesario ,
enfermedad" Les Obsessions et La Psychiastenie. P. Janet, P un
rovocando una sensación de malestar.
1919). Ni uno ni otro de estos fenómenos es asimilable a la obsesión en
Ante todo, la obsesión, dista de ser un fenómeno puram<'tll•
uestra opinión. En ambos se trata de una exageración de una ten-
intelectual y por consiguiente excede en mucho de los límites dt• In encia perseverativa que como se sabe es psicológica. Normalmente
actividad del pensamiento. Esto no obstante lo que más la caracl,•1·1, cilita la fijación, la automatización, la reproducción y la asociación
za es la singularidad de la idea. A ella se vinculan de ordinn , ,,, las representaciones. En el primer caso lo que impregna el psi-
trastornos netos de la esfera volitiva y de la esfera afectiva. TaleR 'illf\ uismo ni siquiera molesta y sobre todo se manifiesta sólo en ocasión
las impulsiones , los ceremoniales, los actos defensivo s, 1,, absoluta libertad y despreocupación del espíritu. Cualquier t a-
indecisiones por un lado, las emociones, las angustias y las fobias p111 a, cualquier aplicación esforzada y voluntaria de la atención, las
el otro. nhibe, y las anula por completo, sin dar lugar a que importunen.
La obsesión es un fenómeno subjetivamente activo, se carad , En el segundo caso, subjetivamente molesto, de insomnes ,
riza por la reaparición constante e inoportuna de determinados p1• 1, ubrefatigados, febriles, etc., el trastorno tiene los caracteres del
samientos , que se acompañan, por lo general, de una clara concí1· 11 entismo . El tema de lo representado, a pesar de que persevera, es
cia de su falsedad o por lo menos de su absoluta inutilidad. El qu t' 1 , cnos circunscrjpto que la idea obsesi va ; es con frecuencia
tiene se esfuerza por consiguiente, por desalojarla, sin conseguir lo v cenificado y fundamentalmente reproductor. Es decir, son hechos
a pesar de su carácter extraño y a menudo absurdo, siempre se ex¡u 1 cual, que nada tienen que ver con una acción futura , que n o
rimen ta la íntima impresión de que no es sugerida, y que proviene d, lnntean una duda, ni entrañan una acción responsable. Es como si
lo ro~' s rofundo de su psiquismo. estuviera obligado a ver interminablemente una cinta que no
Los pacientes, la padecen en el más alto sentido de la expresio 11 teresa . Si el sujeto se aflige y se angustia, es primordialmente , por
La c sideran desde el primer instante como patológica y sol,, incapacidad de apartarlo de su conciencia y no por la significación
parox:ísticamente, pueden aceptarse sus contenidos, como reales 11 su contenido. Este último carácter de monopolio de la conciencia ,
provenientes de una íntima anomalía que los justifique. Esto lleva 11 1 las secuelas afectivo emocjonales, establecen el punto de contacto ,
malestar subjetivo, con sensación de privación de libertad; a la cn l 1 n 1a obsesión y explica que puedan hallarse fenómenos de tránsito ,
ca de la idea y a una noción general de enfermedad que desgraciad11 nún, que Chaslin, considerara el mentismo como exclusivo de l a
mente no siempre desemboca en la consulta. Estos atributos h at1•1 1 urastenia psíquica (psiquiastenia).
de la idea obsesiva el prototipo de la idea parásita. Sus relaciones c111 , Pero la idea obsesiva , es ante todo una idea, no en el sentido de
otros fenómenos que aquejan al curso y contenido del pensamiento 'I a representación, de una imagen mnémica, sino en el más amplio
también sus diferencias, fijarán más sus condiciones especialésj un pensamiento activo: ¿Qué ocurriría si esto fuera de tal o cual
Algunos autores han hablado de obsesiones fisiológicas o sem,1, nera? ¿Qué pasa con las estrellas que se apagan? ¿A dónde van las
riales refiriéndose a ciertos fenómenos que todos'hemos tenido opt11 mas? (manía de profundizar). ¿Habré hecho mal las cosas? ¿A quién
tunidad de comprobar en nosotros mismos, como un anticipo co111 rjudicará? (duda y escrúpulo de lo hecho). ¿Qué decisión tomaré?,
prensible de la obsesión verdadera. Se refiere esto a la persistern•11 ué pasará luego? (duda del futuro). ¿Si dejo esto como está, no
tenaz en la conciencia de una imagen sensorial, generalmente u11 11 orirá fulano? (tendencia coercitiva al acto y fobia ), etc. Es verdad
tonada, la letra de un verso , un estribillo o una imagen visual. D11 e en ciertas impulsiones o agitaciones forzadas, mentales y motri -
l, como las llama Janet: necesidad de pensar en hechos banales ,
rante un tiempo, estas representaciones puras persisten sin objel 11
ni motivo que las justifiquen y luego desaparecen, sin dar lugar, 1' 11 nía de contar, impulsión a arrojarse al agua o al vacío , etc ., los
momento alguno, a estados emocionales ni a serias preocupacionl' nómenos parecen más elementales y primitivos que los de una idea
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TRASTORNOS DEL CONTENIDO DEL PENSAMIENTO
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· irresistibf
propiamente dicha, apareciendo más como un . impulso físico, esta sensación subjetiva de idea surgida de lo íntimo no
pero siempre difiere de la mera representación y �stá� ligad. os mn . promete de inmediato los sentimientos del paciente. Todo se
que nunca a la acción, se vinculan a 1� perspectiva mmediat�
_ dduce entonce�, al fastidio que provoca la inoportunidad, la esclavi­
individuo y llevan en mismo el cont�mdo emoc�onal, o lo susc�tn11 ud del pensamiento, la obligación de discriminar interminablemen­
si no son satisfechos.�n todo caso la idea obsesiva es algo_ active, sobre cosas innecesarias, especulando inútilmente. Mas cuando
que determina a la ac 16n, positiva o negativ�, y ésta es la diferenc 1 1 te surgir de adentro de la idea, este venir de los estratos más
eséncial a mi ver con el fenómeno del mentismo:J fundos, es para golpear en sus cosas más queridas. Cuando el
Po; la mism� razón nos parecen discutibles l�s represen�aa ntenido de la idea es sobre todo antagónicá con la moral, las cos­
nes obsesivas a que se refieren otros autores. Por e3emplo, la �in¡ 11 mbres y las normas de la vida del sujéto, entonces, el espíritu se
lar persistencia de un recuerdo que molesta aunque haya p�rdido _
recoge rápidamente. El que cree en Dios, y piensa en obscenida­
su originaria significación afectiva; la muerte de un ser próximo, u11 en la iglesia; la que ama a su hijo y se representa sin motivo como
escena más o menos impresionante. Son todos hechos representat 1 l "deseo de su muerte"; el que es pulcro y meticuloso y tiene tentacio­
vos que en tanto sean principalmente mnésicos o rel?roductores 1 1 1 s de �ometer irreve�encias entre las personas que más respeta; la
entran, por su pasividad en la categ�ría de las obsesiones patol 1 ue estima su reputación de personas que más respeta· la que estima
cas. Son perseverancias, representaciones prevalentes con una 1d u Jeputación de honestidad y se le ocurren los má� desbordados
cua�ustificación psicológica.
travíos sexuales e infinidad de casos que registra la clínica. Enton­
l!,a idea obsesiva aunque se r�fi�ra al pasado, se �.ncula ti
, la crítica que siempre se ejerce al principio sobre la idéa tiende a
futuro, nace en un espíritu dudoso, incierto, llen� de e�c�upulo Y 1 1
er. La idea por a�surda, se deshecha una y otra vez, p�rece tan
responsabilidad, que busca sin saQerlo, la perfección e immputabilt
ícula como cualqmera de las otras; pero la insistencia del fenóme­
dad de sus actos y de sus pensamient� . n Y su carácter aparentemente instintivo, prende la duda en esta
Por estas mismas razones debe verse acción, en la idea que pe,, .
contraste, es inhlbitoria, puesto que lo perfecto rara vez se logf11 . s16n, sobre el propio yo, sobre su íntima e ignorada estructura y el
&Qeto acaba p�r �reguntarse con angustia, ¿no será ésta mi índole?,
nun� hay decisión bastante para hacer nada.
. . o seré yo asi sm saberlo un falso religioso; una madre mala; un
Iba idea obsesiva, surge con una energía tiramzante e irru upuloso; una prostituta?
en el curso del pensamiento, aunque ése nada tenga que ver Y care
ca de relación lógica con el tema de que se trata: Yo no pensaba 1•11 a ob_sesión antagónica sobre la que luego iilSistiremos, con o
, pulsiones? es la que más fácilmente puede ofuscar al paciente
esto, acostumbran decir los enfermos, estaba �reocu�a� o en ot r nando su crítica: No ya sob�e la idea, sino sobre sí mistno, acompa­
cosa sin relación ninguna y aparece. Da la sensación sub3etiva de q1u ndose de la terrible angustia de la negación de sus más preciad
viene con tal pujanza que lo domina todo! o�liga a �ensar _ en elli, lores. De ahí la enorme importancia del contenido de la obsesió�
cualquiera sea su contenido. Esta forma tlóg¡ca d� i�p1r, est • Hasta ahora, nos hemos estado ocupando de la idea en si, por­
falta de relación con el propio discurso es lo que la diferencia funda l' esto. es lo más característico y también lo que concierne al tema
. mentalmente de la idea fija, ya lo que le da el carácter de extral\
. uestión, �ero ?l fenómeno es por lo general mucho más complejo y
Extraña en el sentido de anómala, pero no ele extraña a sí �s�o, 1 1
mo se ha dicho mvolucra una serie de trastornos afectivos y voliti­
enfermo siente que surge de él, que no le es impuesta por nadie ru p, que las preceden, las acompañan o las siguen.
nada y que emerge de lo más profundo, de lo más íntimo, puesto QUI La �asuística, que a este respecto es enorme, registra los casos
apar;ce en su razón cuando su razón no la b�sca ni la �uie°re) ú �ariados, pero de un modo un tanto esquemático los tipos clíní­
Cuando el contenido de la idea es relativamente mocuo para 1 1 lllente pueden presentarse didácticamente así: Obsesión ideativa·
individuo: manía de profundizar, metafísica, origen del m111:1-do Y_ 1 t. 1 sión impulsiva; obsesión fóbica; con lo que se señala el carácte;
hombre· certidumbre de la esencia de las cosas, etc., es decir, m1en alente de la idea, de la tendencia al acto involuntario o del
tras po; su contenido la idea, no entraña la duda del propio yo mor 1 clcto.
224 CARLOS R. PEREYRA TRASTORNOS DEL CONTENIDO DEL PENSAMIENTO 225

&1 elemento común es la naturaleza coercitiva, obligada e 11141 charlo. El tema es circunscripto y esto es lo que más la diferencia
"''°'
pendiente de la propia voluntad. La angu$tia acompaña geneJ los fenómenos del mentismo, a los que sin erobargo más se apro:,J:i-
mente a determinados momentos del proceso psíquico, a veces a por su relativa inocuidad sentimental. Si a posteriori el sujeto se
una secuela, otras como un fondo difuso y originario. Los actoa 1 stia es por su impotencia y esclavitud y no por la significación
también primitivos o secundarios. Si en ocasiones la idea, corno la idea en sí misma, desprovista de aparente afectividad.
presentación intelectual es lo que parece dominar. en otras p(11 Otro es el caso, cuando la idea obsesiva recae sobre un hecho
contrario, es el sentimiento, o simple impulsióni de ahí que lo 11, as o menos cierto y de significación valiosa para el paciente. El
apropiado para la designación de este complejo fenómeno, sea l 1 ,1 tJ.jeto no puede apartar su pensamiento de un defecto desmesurada­
vivencia obsesiva que resume en sí todas ht�qflibi,lidag.es con qui ante valorizado; a veces recae sobre el físico: es demasiado bajo o
trastorno puede presentarse a la conciencia.j Jto; la cabeza no tiene las proporciones ordinarias, las facciones
even a risa y le crean una inferioridad social; otros atañen a lo
quico: no es bastante inteligente, es menos valeroso que los de­
OBSESIÓN IDEATIVA O PROPIAMENTE DICHA s, carece de simpatía, etc. Aquí la idea obsesiva limita con la idea
n o sobrevalorada. El punto de partida es un hecho más o menos
Aquí se trata de un pensamiento claramente surgido en la , 111 al, o por lo menos, de un acontecimiento aceptado en alguna medi­
ciencia y cuyo contenido puede ser por lo demás ·variable. Este 1 como cierto por la propia experiencia. El paciente puede ser alto o
hecho primitivo. Si se trata de una mera re.presentación: mt•l1 l111 i)ezón, su actuación pasada puede haberle dejado eomparativa­
escenas, frases, etc.) más o menos desnuda de todo �ecto, ya he111 nte, una desazón, por sus exigencias de propia perfección. Pero
dado nuestra opinión que por su pasividad no e_ntra en los fenómc•,,1 n así difiere de la idea fija. En esta última el hecho es totalmente
obsesivos propiamente dichos. ptado. Se impone naturalmente como una verdad a la suma de
Si la idea reaparece por su potencial afectivo, aoarde co, ecimientos y determina una conducta y un sentimiento adecua­
psiquismo del sujeto: Episodio desgraciado; circunstancia pe1111 o . La idea obsesiva, aunque incida sobre un hecho con una raíz
que aún influye en el estado de ánimo actual; recuerdo de hE , 1, �rta, suscita la crítica de quien la padece por su desmesurada pro­
verídicos suscitados a favor de un clima humoral del mismQ lu1 ck'ción. El sujeto advierte que esto puede ser así pero la magnitud
(depresión); tampoco se trata de idea obsesiva. Es preciso que e 11 ue le ha dado al defecto, la repercusión afectiva y el tono angustioso
sea importuna y de entrada se reconozca su carácter absurdo o ,. 11 11 ue lo acompañan, denuncian su carácter patológico. Lucha contra
do menos su absoluta inutilidad o desmesurada magnitud valor d lla y en discursos inagotables arriba a conclusiones salvadoras, la
va. echa como a una calumnia, se serena pero una y otra vez vuelve,
En tal sentido entran como fenómenos obsesivos ideativo111 • • portuna, obstinada, y con la angustia, prende la duda desespe-
marios la manía de profundizar. El sujeto se pregunta inoesa111 nte sobre el propio valer.
mente por el misterio de la muerte; la demostración de los princip1 Próximo a ella y denunciando un mismo origen estructural se
primeros; la existencia de otros mundos; la realidad del infierno • t llan las obsesiones antagónicas. Como hemos visto más arriba,
Todo esto le es, sin embargo, absolutamente.indiferente como lE "u llas :representan la antítesis del propio ideal: ateísmo y concupis-
ma tendencia especulativa.No pretende ser un filósofo; ni le inte11 ncia en los religiosos; feminidad en los que radican todo en la
la teología, ni la metailSica; es una imperiosa necesidad de pensa, bría; sensualismo, licencia, obscenidad, en los puritanos; ocu­
ello sin objeto finalista, sin provecho propio, sin afán científico 1 ncias que se presentan como deseos desastrosos para los seres
decir, no es en sí mismo una preocupación, como fruto material 1 11s queridos o respetados. No puede escapar al análisis, que esta
sus orientaciones, sino que acaba por preocupar por su earácter 11 11 se de ideas tiene un estrecho nexo con las anteriores. Es verdad
rasitario y acaparador, del todo extraño a sus reales deseos. De 1111 ue no se trata aquí de ningún hecho verosímil, sino de un surgir
mano sabe de la esterilidad del esfuerzo, pero en vano se agotll ,., usco precisamente contrario a toda norma o. costumbre. Pero la
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226 CARLOS R. PEREYRA

similitud radica en que la idea contiene algo valioso e insoportal,11 rables de daños sobre terceros; donde se denuncia una vez más el
para el que la padece, de todo punto de vista incompatible en an:1h1 l,crupuloso exigente de sí mismo, temeroso ante todo del concepto y
de su desempeño ante la sociedad: Si se hubiera dejado la llave del
1

casos con el ideal de existencia. Uno exagera hasta la monstruos1d11 1


para caer precisamente en lo contrario de lo que asp�ra; el otro, 1 1 gas abierta y ocasiona la desgracia de alguien; si algún niño se enve­
raíz visible llega de golpe a idéntica situación. Pero s1 se ahonda II t nena con un tóxico o un remedio dejado al alcance; si por su culpa en
poco, se advierte, que toda idea cuanto más importan�e, más lll· el desempeño de sus tareas burocráticas, alguien se perjudica econó­
implícita la contraria como algo latente. El que ama a Dios por sob1 iljeamente; si se ha prescripto una dosis letal en una receta; una y
todas las cosas, teme no servirle con bastante fervor; la madre 1¡111 otra vez el escrupuloso que por serlo, pone en cada acto, por insignifi­
ansía la salud y la felicidad de su hijo, precave constantemente dt 1 , cante que sea, un cuidado especial, se ve precisado sin embargo, a
enfermedad y la desgracia; el deseo desmesurado de parecer 1, , , , �.olver sobre sus pasos y ratificar lo hecho. Desandando constante-
ante los demás, se nutre constantemente de una apariencia desdoro. 111ente en su labor,jamás está satisfecho, a pesar de todas las precau­
Tales ideas, no surgen en realidad como algo insólito, del todo nu« lliones y si las circunstancias no le permiten comprobar la corrección
e inexplicable psicológicamente. Son el reverso constante de l 1,11, · de sus actos, la angustia se apodera de él y llega hasta el paroxismo.
querer, coexisten con tanto más vigor cuanto más caro es el se11l1 Otras veces la relación parece más ligada a los propios intereses.
miento positivo que lo engendra. lJna de mis enfermas, por lo demás crónica, tenía necesidad de revi­
La sujeción a esta clase de ideas y sentimiento� es la norma •ar .cuidadosamente sus ropas y las de su hijo, porque no hubiera
silenciosamente orientan con utilidad hacia los propósitos claramt'f11 bada que no fuera de su pertenencia, y nunca estaba cierta de que lo
definidos como el mal ejemplo, es lo no querido, lo odiado o lo tem 1, I que encontraba era de su propiedad realmente. Evocaba la fecha y el
lo que ha� que prevenir y evit�r. Sólo un des�q�librio circunstn11 lugar de la compra, revisaba las boletas cuidadosamente guardadas,
cial, que desarrolla en un espíntu dud�so d� s1 m1�mo, le saca dt ·, otc., porque no se creyera que podía haberlo robado. Esto era estúpi­
plano profundo y pasivo y le lleva con musitado vi�or a la luz de l do, pero no podía remediarlo. Los objetos brillantes particularmente
conciencia. Aparece entonces como una monstruosidad. la llesquiciaban, obligándole una y otra vez a asegurarse que no era
Como se ve no es del todo nueva, la idea ya existía en él; como 1 11na alhaja o una piedra preciosa ajena y que comprometiera su repu­
raíz cierta del obseso que exagera su defecto, este escrupuloso q1 · tación. En todos los casos al dudoso aunque le asalte la idea de su
ansía la perfección, exagera necesariamente la duda de su pro¡, lvjuicio, piensa más que en su reputación que en el propio daño
impureza. No es aceptable, al menos para e�tos casos, c�mo sostu , laaterial. Cuando se trata de un vuelto, siempre teme equivocarse en
el freudismo, que la obsesión tenga un senti�o que radica en de1 1 1 1 qontra de los demás y si él es el damnificado, el hecho adquiere
reprimidos, pues ello equivaldría a darle validez a est?s espu, �eo. 11,portancia, sólo si tiene que rendir cuentas a alguien. Siempre está
_ p_!esente el yo desmesuradamente sensible y en cierto modo
contradictorios sentimientos que conspiran contra el ideal ético 1,
los seres más exigentes consigo mismo. Tal conclusión sería tambu • tDertrófico en una eterna rendición de cuentas ante la sociedad.
desoladora e injusta. En todos existe en potencia lo opuesto
contrario, sólo la rotura de un equilibrio lábil, permite su prevah 11
cia o ocasiona su tortura. OBSESIÓN IMPULSIVA
Las dudas ocupan un lugar de tránsito. La idea aparece en 11,,
primer plano, pero mueve casi de inmediato a la acc�ón. En sí milu11 El impulso puede ser la primera vivencia del paciente. Frente a
_ na ventana, arrojarse por ella; a la visa de un arma, usarla contra
la idea no lleva como en otros casos, sus elementos 1mpuls1vos, P< ,
por su contenido insoportable determina la necesidad de verif11 , 1 seres más queridos; destruir, incendiar, etc. Como se comprende
ción. Casi siempre así se trate de dudas aparentemente banah todo esto no pasa de ser una tentación, el esbozo de un deseo súbito,
,, hacer algo horripilante que felizmente jamás desemboca en la
ellas comprometen de un modo u otro la responsabilidad. No se t1 ,1 ,
tanto del perjuicio personal directo, sino de las consecuencias 1 rri P · *'ción.
CARLOS R. PEREYRA TRASTORNOS DEL CONTENIDO DEL PENSAMIENTO 229
228

Pero el que lo padece no está tan seguro de su inocuidad. Los lllt,méricamente enormes y por otro lado tan difundidas que casi no
· pulsos de esta naturaleza son también antagónicos en cuanto a la son una rareza, sobre todo, parecen ser comunes a todos los seres
i:1gitimidad de los deseos, y por ello van acompañados de un es�d� lolocados en situacionés azarosas: mesa de juego, deportes, prueba
emocional intenso. Secundariamente se instala el temor de la perd1 de llOmpetencia. Ello prueba que como las supersticiones, con las que
da de todo control y el sujeto elude las situaciones que de un modo u 9Uarda estrecha relación, se hallan latentes en el fondQ de la natura­
otro puedan provocarlos: acercarse a una ventana, a un arma cortan leza humana, como expresión constante del temor del más allá, de lo
te frente a un ser querido, subir a las alturas, �te: �sto puede pare�er la,cierto, y pertenecen en esencia, al "inconsciente colectivo" (Jung).
una fobia, pero en realidad arranca de ui:ia pr!mitiva representación ( El yo y lo inconseiente�),.
de un acto, en sí mismo nocivo o contradictorio. Los actos determinados por esta incertidumbre cobran verda­
La impulsión a hacer se concreta en actos sólo cuando �sto1 dero sentido patológico, cuando por su frecuencia y núme,ro, acosan a
carecen de trascendencia para los demás. El desmesurado escrupuh, Wiario al individuo fuera de toda situación valiosa y con más imperio
del psiquiasténico es una absoluta garantía y representa un poten aún que el ordinario; Uno de mis pacientes evitaba ver toda cifra
cial más efectivo que todas las tentaciones. Por_ eso qu_e esta clase d1 11D1presa en grandes caracteres porque estaba obligado a sacar, papel
enfermos no incurren en realidad en crímenes, mee!1dios, r?bos, et� n mano, todos los múltiplos y submúltiplos (aritmomanía). Otro
00 siéndole imputables los casos diversos de agresiones, pll'omama clebía bajar apresuradamente del tranvía a comprar un diario para
_
cleptomanía, etc. Del mismo modo re�ri�e� en sociedad actos, cuy 1 er en él la silueta de un barco, pues había visto dos, en el mismo
realización inútil los consumen en la mtnmdad del hogar. . . leriódico de otros pasajeros, y en determinadas circunstancias debía
Por el contrario, cuando la impulsión no involucra la com1s1ó1 ..mpre completar tres. Si el acto no se satisfacía sobrevenía angus­
de un delito, y cuando su significación no pasa de u�a rare� a o ex�ra R, pero una determinada relación con acontecimientos funestos, no
vagancia ociosa, sólo perjudicial para él mismo, el �mpu�sivo resiste alnstía.
mal O cae vencido por la impulsión. Entonces la eJe�ución del ac11 El impulso es menos primordial en la determinación de los ac­
adquiere las proporciones de lo irresistible y si no se eJectttan, �rovo ' cuando éstos suceden a una clara representación. Entonces se
can un estado de inquietud, que frecuentetnente llega a la. ansiedacl ata en realidad, y antes que nada de cualquiera de las formas ya
De este modo puede verse al comptlllsivo, esclaviz�do p�r mnum �r t tadas de ideas obsesivas: Obscenidades, coprolalia en un lugar
bles y estériles extravagancias y dominado por el imperio de reahz.1 table; necesidad de reír en un velo:cio. Obsesiones antagónicas
ciones infructíferas. . ndradas en el contradictorio juego del deseo y el temor; volver
Algunas se aproximan a la� impulsio�es más puras, sm q111 bre lo hecho: cerrar varias veces una puerta, comprobar si están
pueda advertirse su conexión con ideas definidas, �omparables coJnc n las direc'ciones una y cien veces, acudir al testimonio forzado de
los actos de ciertos chicos: caminar sobre una hilera de baldos1, otros, sobre lo que uno ha visto y oído nítidamente, etc. Necesidad
tocar todas las puertas; dar vueltas alrededor de un p�nto; volvj ' l8tificación nacida de la duda obsesiva; arreglar los cuadros, o
insistentemente sobre la marcha en ciertas circunstancias, etc. 1 1 lltintos objetos; repasar incansablemente los detalles de la toilette,
otros casos, el nexo entre el acto y una idea es más _visibl�, a111 . , manía de perfección. Fondo de escrúpulo y de duda. Hacer tal
cuando ésta tampoco sea muy concreta. E�tran .aquí ciertas cál1 a para que no pase esta otra, tics de defensa que tienden a la
las" y necesidades de conjurar peligros o des� aéias, que emanan d 1 •matización y se reproduce siempre el mismo en identidad de
una exaltada incertidumbre sobre el porverur: Para que no ocu1 1 ,tanstancias.
nada· para que todo salga bien; etc.: Golpear tres veces sobre 1 Los actos realizados o suspendidos, tienen todavía una más
mesa'; dar vueltas a un objeto; nombrar cinco veces a una person ra situación de dependencia con vivencias anteriores cuando se
tocar sistemáticamente ciertas partes de los muebles, o de la escu l• ta de las llamadas fobias. Entonces el hecho significativo es una
ra· poner el pan hacia arriba, abstenerse de hablar o de actuar 1,ción inexplicable frente a una circunstancia banal. Secundaria­
determinados momentos; etc. Las posibilidades de este orden te la acción transita por la vertiente del temor.
230 CARLOS R. PEREYRA
- TRASTORNOS DEL CONTENIDO DEL PENSAMIENTO
e tx: e

análisis de los hechos revela concomitancias y lazos inadvertida­


mente desprendidos de otras situaciones originarias. Es sabido que
231

OBSESIÓN FÓBICA el Psicoanálisis, ve un sentido en las fobias que necesariamente las


'Vincula a vivencias complejas del pasado hundido en el inconsciente.
En el temor morboso designado por las fobias se abarca un La misofobia sería un ejemplo un tanto simplista de estas relaciones.
sinnúmero de fenómenos próximos ente sí pero no iguales. El factot IJJt el acto de lavarse incesantemente, habría algo más que la idea de
que les da homogeneidad es la primacía del estado emo� ional sobre lt suciedad fisica, alcanzando el valor de un símbolo extendido a lo
la representación, la idea, o la impulsión. Pero como qwera que sea ID.oral. Sin acudir a este género de interpretaciones sistemáticas
que esta participación del afecto es grande en cualquiera de los tras llfecesa�iamente tortuosas en el ajuste a cada caso, los· hechos s�
tornos ya cónsiderados, resulta a veces una sutileza distinguir una llenunc1an a veces con bastante claridad. Uno de mis enfermos pre­
idea obsesiva, de una impulsión o de una fobia. Tal ocurre con • 1 íaentaba una fobia exclusiva ante los grandes espacios abovedados la
impulso a tirarse, necesariamente engendra la fobia a las alturas. La que hizo eclosión por primera vez al pretender realizar una ope�a­
duda de sí mismo y el sentimiento de responsabilidad, provoca 1 1 ción en una institución bancaria. Sin que pensara en nada y aparen­
horror a todos los cambios o todas las situaciones nuevas. La obse �m�nte tranquilo, se vio acometido críticamente por opresión y an-
sión antagónica lleva un germen de impulsión (por ejemplo comete1 111stia con sensación de muerte inminente. Hubo de retirarse y re­
irreverencias en un lugar sagrado) y secundariamente origina l · lwnciar a su intento, repitiéndose el proceso cuantas veces lo acome­
fobia ante todas las circunstancias que puedan suscitarla. El tránsi tió. Finalmente tuvo que dar un poder para resolver la situación.
to de uno a otro fenómeno es verdaderamente insensible. Además 1 • I Una anamnesis escrupulosa puso al descubierto que durante largo
examen ligero de las formas más conocidas lleva a comprender l. '5empo y al final de su jornada de trabajo, era esperado en el hall de
una gran estación ferroviaria por un allegado a su familia quien le
1

diversidad de procesos en la determinación de las fobias.


La misofobia (temor a la suciedad), la nosofobia (a las enferme ilaformaba día a día de la dolorosa marcha de un proceso cu;o desen­
dades) la ereutofobia (a ruborizarse), la zoofobia (temor a los anima lace conside�aba fatal. Cuando se aproximaba al lugar, se desperta­
les), et�.• tienen un substracto común, que reconocen una idea come, ba la angustiosa expectativa, racionalmente vinculada a la idea con­
hecho primitivo, malgrado la preponderancia y descomunal propot breta de lo que �ebía ocurrir. Cuando esto tuvo lugar, los hechos
.
ción de lo afectivo frente a lo ideatorio. tllnscurrieron sm otra alternativa que la pena comprensible. A pe­
Por el contrario, en la agorafobia (temor a los espacios abier sar de que el suceso era de honda repercusión en su vida había
tos), claustrofobia (a los cerrados), panofobia (temor difuso, miedo d, �scurrido el tiempo suficiente para la atenuación de su re�uerdo.
tener miedo), etc., la idea justificativa o simplemente precedente, ne. Sm embargo, de una manera definitiva y por lazos estrictamente
aparece. Reduciéndose todo, en apariencias, a la primitiva vivenoi , alictivos, habían quedado vinculados el ambiente (gran espacio cu-
de opresión, de vértigo o de angustia en una situación dad�. Esto 1,ie�to) Y su emoci�n angustiante, en una suerte de experiencia vital
lo que fal vez induce a Schneider a considerar acertado, designar r 11 lfai.Junta, de relación por contigüidad o si se prefiere de una única
el nombre de fobias, solamente a las "omisiones obsesivas primaria, .atructura. Al reaparecer como estímulo uno de los términos el es­
(Las personalidades psicopáticas, pág. 91). pacio abovedado, el otro se suscitaba automática e inconscientemen­
No obstante, si con la expresión, no se pretende significar ot1 , te. Pero esto ya no era psicológicamente comprensible par el pacien­
cosa que la preponderancia de lo afectivo, las distinciones son inn1 t., pues no estaba vinculado a ningún acontecimiento actual o tenía
cesarías, desde que el término comprende la participación de todc1 lfesente ni establecía un nexo con el recuerdo de su pasada tortura.
los procesos ideatorios, volitivos y sentimentales, los que por. ot 1 En realidad, como sostiene Bumke, los vínculos afectivos más
. Jllt,durables y sólidos que los lazos lógicos, permiten con frecuencia
lado son psicológicamente indivisibles. Malgrado su apanenc1a 11 1
hay emociones, ni ideas, ni impulsiones puras. En última instanci , l lltsurgi�ento de relaciones que han existido como tales, pero que
aunque así se presenten a la conciencia de quien las padece, u 1 memoria no las reconoce, la razón no las comprende y adquieren
232 CARLOS R. PEREYRA TRASTORNOS DEL CONTENIDO DEL PENSAMrENTO 233

en situaciones valiosas o en sujetos pu.lsilánimes, proporciones hostil, inasible y azaroso: Los impulsos y las inhibiciones, los sobre­
fantasmales. altos, las angustias sin causa, las preocupaciones obsedantes y los
Un intento de clasificación de las distintas fobias resulta banal, mbruptos de todo orden, se ofrecen en tumulto de vivencias. Raros
porque toda idea por insignificante o complicada que parezca, puede son los emotivos, inclinados al ensueño y la ambición, que no han
comprenderla. De ahí que los términos un tanto presuntuosos con pasado por estas tragedias. En esa edad las obsesiones no tienen
que se pretende rotularlas, no tengan objeto. Importante es señalar eeesariamente significación neurótica. Sin embargo, parece ser cier�
que lo ordinario es ver cómo una fobia sucede o se reemplaza por otra to, que esta edad se perpetúa en el desequilibrio afectivo y en el
o bien alterna o comparte con �ualquiera de las manifestaciones defecto caracterológico de los neuróticos. Hasta qué punto es estruc­
obsesivás o impulsivas, estando unas más disimuladas que otras. En tural o vicioso este modo de ser del adulto, es problema que hay que
un momento dado una determinada vivencia parece acapararlo todo esolver en cada caso.
pero puede transcurrir un lapso variablemente largo, y el tema cam La vivencia obsesiva no degenera de ordinario en idea deliran­
bia o se sustituye en importancia en el suceder del tiempo. Esto te. La crítica indemne y naturalmente exaltada, la rechaza; sólo
subraya un hecho capital: Las obsesiones, los impulsos y las fobias. , �esionalmente el angustiado puede creer en ella (obsesiones anta­
dan generalmente, en los mismos sujetos, predispuestos a padect· ónicas). Sin embargo, los autores han descripto casos que contra­
indi�tintamente diversidad de trastornos. Ellas tienen entre sí, por rían esta r�gla. Pitres y Regis (Las obsesiones y los impulsos, por N.
consiguiente, además de las semejanzas formales ya considerada Pitres y E. Regís, J., 1910, pág. 265 y siguientes), historiando estos
un factor común, que es el terreno en cual nacen. Sin duda ésta es lu echos, recuerdan que el Congreso de Francia de 1889 aceptó las
comprobación más interesante y útil. La idea, la impulsión y la fobi nclusiones de la memoria de M. J. Falret en el sentido de que las
no son en sí mismo nada y sus diferencias tampoco son significativa sesiones no terminan en locura. Todos estaban acordes, y Magnan
Su importancia radica en que son el trasunto, las más de las veces d y l,egrain suscribieron esta opinión anotando (pág. 273): "'Pero es un
una estructura, esencialmente insegura de sí misma, sensible • 1 hecho notable el que jamás en estos casos se observa la menor modi-
grado extremo a las influencias ambientales, ambiciosa, tímida , cación del síndrome, el cual permanece siempre semejante a sí
imaginativa por compensación, con altos ideales éticos, bipercrític 1 srúsmo. No evoluciona, no se transforma, jamás llega a producir un
e inhibida, que sufre inexorablemente en contacto con la realidad elirio propiamente dicho" ... etc. Meynert, Schafer, Wille,
por la hiperestesia de un yo incierto, que tan pronto se exalta como · ·nghaus, Kraepelin, Wernicke, Tuczeek, Morselli, Friedmann
deprime. Estos caracteres generales convienen a los que Janet califl y J. Mickle, sostienen la hipótesis opuesta. Estos enfermos caían a
có como Psiquiastenia. Y en realidad son n.euróticos psiquiasténicc, 111enudo en "una forma de delirio paranoico". Seglas la comparte
la mayor parte de los que experimentan estos trastornos; pero aqu1 c;eptando la frecuente derivación hacia delirios hipocondríacos y
es preciso agregar, que eventualmente y en el curso de su evoluci elirios sistemáticos de persecuciones, etc.
el individuo humano se aproxima naturalmente a esta condicion Pitres y Regís, encuentran después de historiar 400 casos, 9 de
psíquica. Es propio de la pubertad y la adolescencia, aún sin un, sicosis indudable y concluyen en que (pág. 277): "Los resqltados de
estructura predisponente, la inestabilidad, la incertidumbre y 1 , estas observaciones nos parecen bastante significativos y podemos
constantes oscilaciones valorativas del yo, frente a un mundo nuev, Mtrnrinar diciendo que, en ciertos casos, la obsesión verdadera puede
pleno de promesas, de revelaciones y también de responsabilidad4 vertirse en enajenación mental".
Alternan en él la suficiencia y la cobardía; la tendencia especulati� , Janet dice haber aislado en su casuística, 23 casos que cayeron
la manía de profundizar, las preguntas ociosas sobre el sentido de 1 1n inelancolía ansiosa, fobias, estados paranoicos y delirio de perse­
cosas; se forjan ideales desmesurados y la magra realidad inmedi,1 l ción, etc., lo que le permite hablar de la psicastenia delirante.
se encarga de las profundas decepciones, que acarrean la minusva 1t Indudablemente, algunos de esos psicasténicos eran esquizo­
el desgano y la abulia. Hasta que la madurez no es suficiente 1 1 nicos como se desprend·e de la atenta lectura de sus historias,
equilibrio no se restablece. La duda del propio valer crea un muudt erimos en este sentido a la opinión dada al respecto por Dide y
234 CARLOS R. PEREYRA TRASTORNOS DEL CONTENIJ?O DEL PENSAMIENTO

Guiraud. El deslinde cada vez más cuidadoso y el mejor conocimiento ral personalidad neurótica. Esto es lo más importante a extraer del
de las enfermedades mentales permite tal vez hoy arrojar mayor luz síntoma: que alterna generalmente y a veces toma caracteres de
sobre el particular. Los procesos obsesivos, hasta donde éstos pue­ persistente uniformidad, o por el contrarío, surge como un acceso
den considerarse puros no degeneran jamás en verdaderos delirios; único en la vida del sujeto.
volvemos así a la opinión de los antiguos. Otra cosa es que un gran El concepto de psiquiastenia impuesto por Janet, involucra la
número de afecciones puedan tener un comienzo psiquiasteniforme, mayor parte de los obsesos, pero los hay también episódicos que
pero un examen minucioso descubre casi siempre la distinta natura­ responden a las causas ya invocadas sin que el terreno deje de tener
leza de la enfermedad. La esquizofrenia sobre todo, se inicia a menu­ transitoria similitud.
do de esta manera e induce fácilmente a error pronóstico. El hecho La obsesión fue considerada en sus comienzos como fenómeno
comprensible, porque dada la edad en que frecuentemente se instaura eséncialmente intelectual bajo las más diversas y a veces confusas
la afección, el paciente responde con los medios propios de un psi­ nominaciones: "obsesiones, ideas fijas, miedos enfermos, fobias,
quismo juvenil; tan próximo en su inestabilidad, en su duda, en su ;mpulsíones conscientes» (Pitres y Regís, Loe. Cit.). Tal síntoma se
retraída timidez o en sus impulsiones súbitas, a la modalidad adscribía a las psicopatías: manía sin delirio (Falret), monomanía
psiquiasténica. Sin embargo, como creo haberlo hecho notar en mi Esquirol), locura lúcida (Trelat), locura con conciencia (Falret,
Tesis, siempre hay síntomas de diferenciación. La insolente e insípi· aillarger, Ritti), paranoia rudimentaria (Arndt, Morselli), mono­
da majadería; el carácter saltón y desconcertante de las oscilaciones manía abortiva (Spitzka). Magnan y su escuela lo reconocieron como
humorales; la inadecuación de los actos y de los contenidos del pen · tomatología degenerativa.
samiento y el desprendimiento profundo de los bienes materiales; la Lo capital del fenómeno se hacía radicar en la idea de la cual
impermeabilidad sentimental en el contacto humano y sobre todo, la élependía todo. Las emociones y los impulsos serían manifestaciones
insuficiencia real de lo volitivo, orientan hacia el grave diagnóstico •ecundarias en todos los casos. La definición de Westphal {1877) a la
de la esquizofrenia. El esquizofrénico obsedado expone con frialdad, que adhirieron la mayor parte de los autores, contribuyó eficazmen­
dice y da la impresión de que no oye a su interlocutor. te a la afirmación de este concepto. Él decía: "Comprendo por repre-
En los melancólicos, particularmente ansiosos, las ideas monó ntaciones obsesivas aquellas que, con una inteligencia intacta, por
tonas y persistentes, acompañadas de angustia, antes de que el cua lo demás, y sin estar condicionadas por un estado sentimental o
dro alcance su plenitud, pueden simular la obsesión, pero aquí es ectivo, se presentan en el primer plano de la conciencia, en contra
más fácil aún despistarlas. La constancia del humor, la falta dt• de la voluntad del sujeto afectado, que no se dejan ahuyentar, que
alternativas en el curso del día, la incapacitación real de lo pragma bnpiden o dificultan el curso normal de las representaciones y que el
tico, la falta de esperanza, etc., son otros tantos elementos valorati aciente reconoce siempre como anómalas y extraftas a él y a las
vos de la psicosis. cuales se opone con una conciencia sana."
En mi experiencia, no he visto derivar la obsesión a ninguno d4• El estudio analítico que de la misma hacen Bumk.e y Schneider,
estos cuadros, sólo un error de apreciación, en el comienzo pudo ha la destruyen totalmente. En el curso de este capítulo hemos visto que
cernos dudar que fuera psiquiastenia lo que en realidad era una ealmente lo afectivo nunca está ausente en la obsesión verdadera,
psicosis enmascarada de tal modo. Jamás por otro lado he podido que el fenómeno es siempre complejo y no se deja desmembrar, exis­
comprobar que una idea obsesiva se transforme en delirante. No ha) tiendo toda clase de transiciones de lo que parece una simple idea a
que olvidar cuán difícil es, a veces, diferenciarla de ciertas ideas fijat una angustia difusa y más o menos pura; que por otro lado el pacien­
ingratas al paciente, verdadera matriz de los delirios. te no la considera extraña a él, lo que supondría una procedencia
Ya hoy no se discute que la obsesión se instala sobre un fondo terna, como ocurre con las ideas de influencia de los esquizofréni­
común, dudoso, inestable y escrupuloso, trátase de un estado trans1 cos, sino que siendo de él, son extrañas a su voluntad, a su deseo y
torio, pubertad, adolescencia, convalecencia; o definitivo y estructu 1obre todo a sus ideales éticos.
236 CARLOS R.. PEREYRA
TRASTORNOS DEL CONTENIDO DBL PENSAMIENTO 237

Sin embargo tal modo de apreciar las cosas prevaleció durante lmerados y en Alemania neurasténicos delirantes. Los caracteres
cierto tiempo, a pesar de que Morel (1866) había reconocido la obs( ya Niotados, duda de sí mismo, escrúpulo, sentimiento desmesurado
sión como una enfermedad emotiva y la calificó delirio emotivo, si11 lle ,esponsabilidad, sensibilidad e imaginación exagerados, senti­
dejar de ver que componía una forma de neurosis y no una psicosis ki.ento de "incompletude" y de irrealidad, etc., son el fondo común y
Pitres y Regís, reúnen en su trabajo sobre la materia, todas la, IIIH:esario para esta clase de manifestaciones, pero además, ellas
opiniones que rebaten a la teoría intelectual y que en lo fundamental nacen de una alteración de la jerarquía de las operaciones psíquicas,
radican el fenómeno en las perturbaciones de la emotividad, as1 de la que depende el sentido de lo Feal, y de la insuficiencia de la
Berger (1878) ya la consideraba una neurosis emocional;Friedenreicb llnsión psicológica, término creado por Janet, para designar la acti­
decía que la emoción era el hecho primitivo; Hans Koen considera ht 'dad que permite la unificación y concentración que comprende el
angustia "como el punto de partida necesario de la idea que obsesio c111mero y la masa de fenómenos que forma parte de la síntesis men­
na"; Feré sostiene que las ideas se originan en la emotividad morbo tal.
sa; Seglas sostiene que "la obsesión se hace siempre en un fondo , 1 El descenso de la tensión psicológica, acarreando la pérdida del
emotividad patológica", etc. Los autores mencionados apoyados en 1 1 ntido de lo real, daría la explicación de los estados psiquiasténicos.
hipótesis de Ribot sobre la primacía de la afectividad sobre toda ot1 Prescindiendo aquí, de esta parte hipotética de la función de lo
manifestación psíquica, componen su teoría emocional, como bast .real, el debilitamiento de la tensión psíquica y la noción de insufi­
explicativa de la obsesión. ncia y falta de plenitud de los actos, que se ajustan más que nada
Por su parte Freud y Hecker, crean la "angstl\eurose", neurmn1 la psicología esquizofrénica, queda en pie, desde Janet, y de una
de angustia, como una entidad aparte vinculándola a la represión ti, aanera indiscutible, que el terreno en que estos fenómenos asien­
contenidos sexuales. \an, es lo único constante y la raíz cierta de esta multiformidad de
Con Janet se abre paso la tercera teoría, la teoría de la estructu llrnifestaciones obsesivas, que al final no tienen otra cosa de común.
ra psiquiasténica, como substractum necesario y comprensible de 1 lllas nacen de un fondo de inseguridad y escrúpulo, que unido a una
obsesión. Refuta hábilmente las hipótesis precedentes fundadas 1 lquisita sensibilidad, dan su colorido fundamental a la personali­
la existencia de fenómenos aparentemente puros de una y otra nat1 ad t,sicasténica o anancástica.
raleza, emocional e intelectual; en la coexistencia, sucesión y subst Recalcamos que, si las más de las veces esta sensibilidad arran­
tución de los mismos, en el curso del tiempo en un mismo enfermo; 1 de una constitución, puede engendrarse en el curso de la vida
.
ausencia, ora de una idea concreta, ora de un sentimiento emocion
perceptible, en obsesiones innegables; el círculo frecuente, idea, eme
1
ndo lugar a las formas adquiridas y aún más, es con frecuencia un
mento en la evolución del psiquismo.
ción, sin que pueda establecerse nítidamente, qué �recede a Q\11
(ereutofobia); y en fin, la naturaleza variada y compleJa de los fenc
menos que no permiten la explicación acabada de los mismos dese , IDEAS FIJAS O SOBREVALORADAS
un punto de vista unilateral sea éste intelectual o afectivo. Arril 1
así a su concepción (pág. 479) "' ... un poco más precisa y un poco mi, Una insuficiente distinción entre la idea fija y la idea obsesiva
completa, que explica la angustia y la emotividad así como los otro dado lugar a múltiples equívocos.
fenómenos". En lugar de partir de la idea o de la emoción, de t 111 Indistintamente se la ha llamado antaño, a las ideas obsesivas:
variable participación en él trastorno, guiado por los estigm11 as, y todavía Bleuler, aunque discriminando bien su naturaleza,
psicasténicos, considera el fondo psíquico en el cual las obsesion� erva el nombre de fijas, a las ideas obsesivas.
nacen y el cual persiste en sus modalidades a pesar de la ausenct , Tal vez esta circunstancia haya influido más, que el distinto
crítica de los fenómenos. ocimiento de los enfermos, en la apreciación frecuente en los au­
Al estudiarlo encuentra en él características constantes de,, 1 1 es, de que la idea obsesiva pueda degenerar en idea delirante.
debilidad psicológica singular, que en Francia eran designados 11, La unificación de los términos arrojaría una inmensa claridad
TRASTORNOS DEL CONTENIDO DEL PENSAMIENTO 239
238 CARLOS R. PEREYRA

eiencia, y secundariamente, su influenciación en la conducta)


sobre los problemas más oscuros; por lo menos, la recíproca igual La idea fija no es discutida ni en su contenido ni en su v.alOl'a­
mente cierta, ha sido de una eficacia enorme en la confusión reinant,, ción. Ésta es la diferencia fundamental con la idea obsesiva. El con­
largamente en psiquiatría. La idea fija, la idea prevalente y la idea tenido de la idea obsesiva encuentra su primer crítico en el que la
sobrevalorada, malgrado las sutiles diferencias de los autores (Ziehen padece; sutilmente, en cambio, G idea fija se filtra en la conciencia
une bajo la denominación de prevalentes, a ideas obsesivas y del1 como un saber de nuestra propia experienci;, Aquí, este "conoci­
rantes que importunan) son para nosotros lo mismo. miento", puede tomar el carácter de creencia o de convicción. Su
Las formas típicas de las ideas fijas y las ideas obsesivas, difü alorización, es el otro elemento que a mi juicio debe destacarse,
ren notablemente. Sin embargo, existen puntos de contacto en algu pues es el único que permite dife�ciar la obsesión fundada en he­
nas de ellas, que en todo caso, harán dudar al observador no tanto chos verosímiles de la idea írja. �l obseso, aún aceptando que su
sobre su naturaleza, sino sobre la denominación que más le convie defecto físico o psíquico pueda ser cierto, "comprende" que magnifica
ne. Lo que nosotros hemos llamado ideas obsesivas con una ra1 nraordinariamente su significación y lucha contra su vivencia. El
cierta, son para otros sobrevaloradas; ya veremos qué criterios no, que padece una idea fija a este mismo respecto, cree en ella y no ve su
oriefllil para ratificar nuestra apreciación. �ageración. El contenido molesto propenderá en ambos casos a su
Ll.tna idea es írja o prevalente, cuando por su significación afecti rechazo por una posición espiritual muy distinta. El obseso trata de
va tiende a persistir dominando en la conciencia y reaparece anu, (iliuyentar un cuerpo extraño, algo que sabe es patológico y que irrum­
di;ersos estímulos de una manera lógica, e implícitamente aceptad11 pe en su discurso fuera de toda lógica. El que padece la idea fija
por quien la sustenta. molesta, la desecha por no dejarse impregnar de la inferioridad que
Generalmente nacen de la experiencia individual, no de la uni le acarrea, pero ésta se une a su discurso de una manera congruente.
versal. Un acontecimiento desgraciado o feliz, determina por mucho Siente que las cosas desgraciadamente son así, por lo menos, hasta
tiempo, o para siempre, un modo de p�nsar, o una c�e8:°cia, que que �a prueba irrefutable demuestre lo contrarii)
subsiste a pesar de los reparos de la lógica o la contradicción de las LEn los demás casos, que constituyen la inmensa mayoría, en
opiniones ajenaQ que la idea fija, no es esencialmente molesta y no obliga a su rechazo
Trátese de un hecho acontecido; de un punto de vista sobre por su significación valiosa para la propia personalidad, no caben
conceptos generales religiosos o políticos o bien de una posición pros confusiones con la idea obsesivh]
pectiva que constituye un incentivo para el futuro: aspiraciones de Las ideas fijas como las ilusiones, son un hecho ordinario, psico­
conquista, hipótesis sociales o científicas; simples aceptaciones so lógicamente comprensible desde el primer instante; la idea obsesiva
bre la bondad o nocividad de medios y sistemas de vida. La idea es siempre patológi<:_a. Creer que tal medicamento no debemos usarlo
prevalente lo es, antes que nada, por su significación afectiva. Nada porque nuestra experiencia al respecto, aunque sólo sea una vez, ha
de lo que ella comprende puede ser indiferente al individuo. Esta resultado nefasta; sentir antipatía y eludir personas, lugares y aún
relación es generalmente manifiesta, pero aún cuando no lo sea, sistemas y medios o por el contrario, inclinarse a ellos, porque a
enraíza de algún modo con las tendencias, apetitos, temores o de­ nosotros eventualmente nos ha ido bien o mal y por consiguiente
seos deÍ individuo, reconociendo de este modo su verdadero origen pensamos así, lo corriente. Cuando la opinión sustentada, choca con
catatímico. Se piensa así a favor de una corriente sentimental más la general y nuestra conducta sigue subordinada a la propia opinión
fue�e que la razón. contra todo evento, comenzamos a transitar por la amplia zona, que
\,La razón puede no hallarse en pugna con la idea, pero el vigor de sin límite divisorio, transcurre de las ideas sobrevaloradas a las
la idea no depende de su cuantía de razón, sino de s�timi,en�. Que ideas delirantes. He aquí un hecho capital. Una idea habitual, por lo
el contenido de la idea sea verídico o no, es menos importante que su general inocente, y que anida en todo cerebro humano, puede engen­
potencia afectiva, pues ésta es la que determinará en última instan­ drar un delirio. En tanto la idea obsesiva, patológica desde su inicia­
cia, no solamente la persistencia, a veces errónea de nuestro modo de ción, no se ve, en mi opinión, derivar jamás hacia el delirio.
pensar, sino su reaparición dominante en el primer plano de la con-
240 CARLOS R. PEREYRA TRASTORNOS DEL CONTENIDO DEL PENSAMIENTO 24J

5a idea fija, buena o mala para la propia personalidad, acorde o tenga el derecho de ignorarlo. Su pensar, proclive, siempre a la acep­
eo:ntradictoria con la verdad, es aceptada como un conocimiento o tación del contenido, no ha hecho más que superar la crítica, borran­
como un principio eminentemente personal. Aunque su grado de do posibilidades contrarias, por la fuerza del afecto, transformado en
convicción sea muy distinto: creencia o certidumbré.1 pasión.
En cualquier caso, y en tanto no es más que id'ea prevalente,
esta aceptación queda en el reducto de lo íntimo, es parte de nuestro
acervo puede incluso condicionar nuestros actos, pero no tiende a IDEAS DELIRANTES
imponerse a los demás Lo mismo que ciertas supersticiones: encen­
der el cigarrillo en tercer lugar; los 13 en la mesa; el sombrero sobre Delimitar la idea delirante, en una abstracción pura, es imposi­
la cama, etc., la idea fija es sentimentalmente compartida. Se puede ble. Equivale esto a decir, que ninguna idea por sí misma disfruta de
creer así, que el régimen vegetariano exclusivo, es el mejor para el :tributos tales que la hagan, aisladamente e inequívocamente, deli­
organismo humano; que la vacuna antivariólica o la anatoxina rante.
diftérica es nociva; que los hombres de cierta raza son todos, necesa­ Aquí vale repetir lo dicho por Leuret (citado por Levy-Valensi):
riamente, buenos o malos; que una costumbre vigente en la sociedad "He buscado en Chareton, en Bicetre, en la Salpetriére, la idea que
es errónea, etc. Y guiar nuestra conducta estrictamente de acuerdo a me parecía más loca; luego, cuando la he comparado con buen núme­
estos principios, prejuicios, creencias o supersticiones, sin que nada ro de las que corren por el mundo, me he sorprendido y casi me he
de esto sea alarmante. La crítica, todavía indemne, reconoce que esto ergonzado de no ver ninguna diferencia". Igualmente dice Jung
es así para nosotros, porque una educación o una experiencia indivi­ (El yo y el inconsciente, pág. 72) que acompañando a una persona
dual lo abona; que es conveniente proceder de tal o cual modo, pero lega pero inteligente en una visita por la Clínica Psiquiátrica de
sin dejar de ver, que hay razones de la contraparte; que a veces se Zurich, fue sorprendido por las manifestaciones de éste, que no ha­
trata de algo que nos avergonzaría por lo chocante de quererlo unpo­ Jjendo visitado nunca un establecimiento de esa naturaleza, se limi­
ner a los demás; que otras veces, aunque se trata de una convicción y tó a expresar que aquello era la ciudad de Zurich en miniatura. "Es la
un fruto de nuestra experiencia, no podemos hacerlo general. La idea uinta esencia de la población" y añade el autor: "Yo nunca había
es plenamente aceptada por el individuo pero queda aún la reserva nsiderado el asunto desde este lado, pero desde luego mi interlocu­
de que es así par él, no para todos y aún puede ser de otra manera, y tor tenía razón en gran parte".
por este resquicio penetra en cualquier momento, la prueba de lo La idea debe ser apreciada como delirante en la inseparable
contrario, la evidencia del error o del exagerado valor de la cosa. La }ación del contenido y la persona que la sustenta.
idea fija, en tanto no pasa de ahí, es siempre rectificable y en el peor Esto no implica negarle a la idea delirante atributos generales,
pero a condición de que en sí mismo, no sean considerados infalibles.
de los casos supone, que el psiquismo conviene, en que otras ideas Recién, con estas salvedad�, puede aventurarse en un intento
distintas de la propia, pueden estar en la verdad. En la obsesión la criptivo, qué idea delirante� una idea generalmente falsa que
vivencia "in toto" es rechazada, en la idea fija el psiquismo se inclina choca con la realidad, dotada de fuerza de convicci6n, necesariamen­
hacia ella, pero distingue todavía su naturaleza individual y acepta te rreductible, y con un potencial afectivo que de ordinario subordina
las opiniones contrarias. En la idea delirante, lo sustentado es una la Yx>nducta de quien la padece.�
verdad irrefutable y su validez es, o debe ser, absoluta. Ya hemos visto cuántas ideas falsas forman parte de nuestro
El juicio llega aquí a su extravío sin que para ello sea preciso, el · ario saber, sin que ello afecte a la normalidad. El carácter más o
descenso intelectual; basta, y así ocurre en las formas sistemáticas, snenos chocante con la realidad, la verosimilitud o absurdo aparente
que el sentimiento que impregna a la idea, impere de tal forma, que del contenido, depende tanto de la materia de que se trata, como del
lo que fue creencia se transforme en convicción y lo que era ya una '8udal intelectual, y en suma, aquello a que el sujeto está obligado a
convicción individual, se haya hecho de tal modo evidente que nadie her, según el ambiente y la educación recibida. Las ideas de daño e
242 CARLOS R. PEREYRA TRASTORNOS DEL CONTENIDO DEL PENSAMIENTO 243

influencia, de acción por participación, etc., no pueden considerarst tes que no dejan de serlo, a pesar de su indiferencia y la negligente
anormales en las sociedades primitivas, y los grupos incultos qm }J<>sición del enfermo frente a ellas.
hacen de la leyenda y el mito, transmitidos de una a otra generaci611 Ahora bien, no uno pero sí todos los atributos reunidos en una
la fuente básica donde se nutre su conociJIDento. �a seguridad y 1 , sola idea, hacen de ella, por lo general, una idea delirante. La certi­
irreducibilidad, es el principio de todos los contenidos que afianza11 dumbre de tal aserto puede imponerse de entrada frente a la enormi­
en la fe y sortean los medios silogísticos. Además, no siempre , dad de la afirmación, pero éste no es un criterio fiel de diferenciación.
dable, la prueba de lo contrario y la evidencia no se hallará en ningu Lo que parece más verosímil puede ser un delirio, y la afirmación
na parte cuando las ideas bordan sobre temas inobjetivos: Dios, con más �meraria, hallarse dentro de la realidad.
ceptos metafísicos, religiosos; y siempre que la verdad, escape , 1 �e llega así, a la conclusión ya anticipada, de que una idea para
contralor de la lógica estricta, o de lo realmente científico: idea, ser calificada de delirante, requiere siempre ser juzgada en una rela­
políticas, sociales o morales y aún aquellas anticipadas a su tiempc• ción inseparable con la personalidad y el ambiente que rodea al que
nuev.,as teorías, inventos, presuntos descubrimientos, etc. la e:xterioriza'"J
!.Que la idea tenga un alto potencial afectivo, no es tampoco en Si alguien innominado, sostiene que se halla abocado a un des­
ubrimien to que conmoverá al mundo, y consecuente con esta afir-
mismo característico. La idea sobrevalorada también lo tiene y 1
ación, sabemos que se pasa el día caviloso y ensimismado, no nos
veces en gran medida; algunas ideas delirantes, por lo demás pue11 dice en sí mismo nada. Si conocemos al exponente, y también al
les, de los paralíticos generales y los dementes, parecen desprovista medio en que desenvuelve sus actividades, es otra cosa. Aquí surgen
de todo sentimiento y esto es, a veces, sorprendente en las a.firmacio los primeros y más claros contrastes que ponen sobre la pista. Si es
nes �ciertos esquizofrénicos') un modesto peón de albañil el que pretende haber descubierto la
3:1
�a subordinación de la �?nducta, la voluntad p�e�ta serVJC�ll
.
forma de iluminar toda la ciudad de Buenos aires con un solo foco
de la idea, y por ende, la acc1on sospechosa, que en ultuna mstancu como decía recientemente un P.G.P., por lo demás lúcido; el juici�
provoca la desarmonía entre el paciente y el medio, es tal vez lo mo _
resulta obVIo. Mas frente a esta afirmación piénsese, que si tal idea
valioso. El buen sentido suele ser ampliamente tolerante frente 11 hubiera sido expresado por Edison, el mundo entero viviría en anhe­
estos casos. Mientras no haya hechos, se consienten muchas oc\1 lante expectación.
rrencias y afirmaciones extravagantes, antes de rotular a alguien d, Esta relación de la idea y la personalidad, se hace más necesa­
alienado; como si hubiera una conciencia o por lo menos un estadc ria aún cuando la idea es más verosímil. Téngase presente que la
nocional de la sociedad, acerca de la responsabilidad enorme qui mayor parte de los delirantes sistematizados interpretativos no afir­
entraña la calificación de una idea por su simple contenido. Es In man por lo general nada que no pueda ocurrir en su medio. Engaños
acción, pues, generalmente, la que en la práctica diaria define l 1 flmorosos, desposesi6n de bienes, malevolencia y ruindad de sus alle-
opiniones de los circundantes. No basta que un hombre piense: que dos, envidia y desleal competencia de sus iguales, etc., desgracia­
se le ha engañado, que se le quiere mal o que se le hostiliza, sin que l 1 , mente, todo esto abunda en el mundo que está lejos de su reden­
razón sea aparente. Todo puede ser, parecen decirse unos y otros cor, ción. Añádase que en tales casos la idea delirante puede no ser abso-
suspicacia, o con un indiferente encogimiento de hombros. Pero ba1. tamente falsa, que por lo menos en su comienzo, la realidad le
ta y sobra, para calificarlo de alienado, si consecuente con este moil, prestó su apoyo. La idea en sí misma, sería insuficiente para calificar
el delirio. La estructura de la personalidad en juego con la idea es la
de pensar se le ve en una campaña reivindicatoria, en un intento de
'linica p�uta. Si el que t�l sostiene fue siempre desconfiado, quisqui­
venganza o pasivamente aislarse� rodears�e defensas o sacrifican lloso, exigente, desconsiderado con los demás y sobreestimado siem­
do a la idea sus intereses vitales ordinario�.;.) e en sus propias virtudes, escrupuloso en demasía en todos sus
Sin embargo, no es esto por sí solo suficiente distintivo. Tod11 �sempeños, porque no se diga, porque no se piense que él tiene
idea valiosa para el individuo, independientemente de su exactitud perfecciones, pero propenso siempre a creer que se les señalan o se
mueve a la acción; por otro lado, aunque escasas, hay ideas deliran las insinúan, tal vez por su propia duda; si además hechos o actitu-
244 CARLOS R. PEREYRA TRASTORNOS DEL CONTENIDO DEL PENSAMIENTO 245

des han ido jalonando su vida de acontecimientos que denuncian su su tiempo delirio: Copérnico y Colón, Servet y Galileo, fueron consi­
prevención exagerada y su insociabilidad; poco valor tiene entonces, erados ilusos o herejes. La opinión de los más no es necesariamente
que la idea que le acapara y subordina su conducta, sea falsa o exac­ la justa y nuestra sociedad, que los juzga hoy, tampoco ha de estar
ta. Ella es igualmente patológica. xenta de errores. La idea delirante como la idea, es inabarcable en
"Los errores que a consecuencia de condiciones previas patoló una definición, al menos tal definición, no puede comprender su
gicas, no son susceptibles de corrección mediante motivos raciona infinita variedad.
les, se denominan ideas delirantes", dice Lange, poco más o menos es Mucho más fácil y también más útil y modesto es comprender al
el criterio sustentado por Bumke, ambos suscriben así la opinión de que delira. A esto tiende nuestro esfuerzo práctico. Qué es lo que un
Kraepelin cuando éste se refiere a la "necesidad de delirio" de las jeto dice es sólo una parte; quién lo dice es el complemento indis­
personalidades paranoicas La idea delirante sólo podría diferenciar­ ensable, que nos autoriza, las más de las veces a calificar tal o cual
se por su origen claramente morboso, de las otras que aún erróneas e idea de verdaderamente delirante.
irreductibles no lo son.
Sin embargo, no puede menos que objetarse que éstas como
otras definiciones, dada la índole de la idea delirante no la abarcan IDEAS DELIRANTES VEROSÍMILES
totalmente. Tampoco resuelven nada en la práctica donde el diag­
nóstico surge del concurso de muchos factores. Éstas se desarrollan según la formalidad lógica del pensar. El
El clásico ejemplo del reivindicador o querulante que ha perdi­ ciente llega a sus conclusiones usando la deducción y la inducción.
do un pleito y que aunque inicialmente haya tenido razón, desarrolla Es V'erdad que casi siempre, el resultado obtenido estaba anticipado
una actividad sucesiva contra todas las autoridades del país y abomina por su afecto, que de un modo u otro concluye en lo que presentía y
del mundo entero, prueba que la idea en sí misma, al comienzo no que esto dista por lo general de ajustarse a los hechos. Pero de todos
necesita ser errónea; no se trata pues de un error por lo que atañe al modos él no desdeña los medios de que la razón se vale para conocer y,
jw.cio, sino de un desmesurado valor para los derechos lesionados de antes que eso, abusa de la lógica.
la personalidad, la que determinan la irrenunciable posición. Por Así un paranoico sensitivo, caído secundariamente en depre­
eso insistimos en que la idea delirante es generalmente falsa. Puede lñón, sobree�timado pero tímido, después de un duro bregar consigue
ser simplemente desmesurada y a su favor se irán acumulando luego ¡anarse el sustento en una casa de comercio. Al principio desarrolló
innúmeras falsedades y errores de jw.eio, pero esto ya no es la idea, es una labor meritoria que le vale ascensos a satisfacción. Pero el pa­
el sistema delirante. trón algo mezquino, especula con su laboriosidad, le acumula tareas
Igualmente definirla, porque ella nace de "condiciones previas que no remunera bastante y a pesar de su cortesía, se advierte que
patológicas" no es aclarar suficientemente. Más de una idea deliran­ abusa de él como un tonto. La situación de explotado comienza a
te ha sido en su comienzo una idea fija'. Esto cabe en todos los cere­ cerse insufrible. Una empleada joven y bonita, pero inservible, es
bros. ¿Cuándo, pues, sobre el mismo terreno, establecemos la condi­ bbjeto de toda clase de atenciones. Al principio extiende su odio hacia
ción previa patológica? Además, en casos excepcionales, la idea es ella, pero luego advierte que es una "pobre chica" y como él explota­
única manifestación de la enfermedad que se desarrolla. Entonces da, pues paga, innegablemente, con favores privados, las atenciones
cómo puede decirse que ella es delirante si es "morbosamente origi­ de que es objeto. La piedad y protección paternal sustituye a la anti-
nada". Una petición de principio resulta la condición previa patológi­ atía, que muy luego, se transforma en un tierno sentimiento amoro­
ca, pues se trata de una hipótesis no demostrada, que apoya en su so imposible de confesar. Un tumulto de pasiones han alterado para
inferencia. O bien, hay que admitir un estado anormal previo que no ·empre su tranquilidad. Los celos se unen al sordo rencor de someti­
es demostrable desde que dicho estado sólo se denuncia, por la exis­ do, al par que un vergonzoso sentimiento de propia culpa, le mantie­
tencia de la idea que se quiere investigar. Debe agregarse que, mu­ nen en perpetuo sobresalto. Hasta aquí un drama vulgar y compren­
chas verdades en que hoy cimenta su saber la humanidad, eran para sible. Pero desde entonces comienzan las interceptaciones. El pa-

'
246 CARLOS R. PEREYRA TRASTORNOS DEL CONTENIDO DEL PENSAMIENTO
247

trón advertido, trata de disminuirlo ante el personal para provoca, �o est�ctural, más paranoico o más sensitivo. La mayoría de las
.
ideas deh.rantes, no tienen
su r¿nuncia, con lo que privará del pan a su mujer y a sus hijos; si 11 por consiguiente tal verosimilitud, son lo
envían un empleado para que aprenda, es por que piensa sustituirle, 'b�tante groseras y chocantes como para hacer
el diagnóstico más
con él; hay menosprecio en la forma de tratarle; se hacen alusion4 fácll de lo que las discusiones teóricas permiten preve
r.
entre los subalternos, que él no puede entender, pero que se refien11 Una revisión de las ideas verosímiles delirantes
,
como seria repasar las ideas en sí: Celos, inventos, • es tan inútil•
sin duda, a su equívoca situación; la chica debe haber confesado a 1 •1 descubrimientos
(a pesar de que nada ocurrió} esto se infiere de una llamada telefóni �rs��ución, perjuicio, desposesión, enfermeda
des {hipocondría):
ca extemporánea, seguido de una prolongada entrevista que la ma ilñst1c1smo, etc., pueden ser la materia del deliri
o. Lo importante es
dre tuvo con el patrón. Las preocupacione, ya no le dan sosiego, nu recalcar que todas estas ideas apoyan de un modo u otro
en circuns­
duerme, no come, su conducta extraña a todos en la casa, donde nu tancias posibles de la vida, que eso obliga a una prueb
a meticulosa de
halla tranquilidad; en la calle se le sigue. Es necesario resolver est, los hechos, si existen, y más que esto, a la confrontac
ión escrupulosa
asunto. Racionaliza: El haµibre y el deshonor es inevitable y de todC• de la personalidad.
ello tiene la culpa su patrón que es ahora el prototipo de la ruindad El caso antes citado, en sus comienzos estaba
asistido por bue­
la sordidez. De este modo llega a la comisión de un hecho delictuoso na pa�te de razón, pues se le explotaba sin duda
alguna. He conocido
cuidadosamente preparado, que desemboca en un atentado contr 1 un s�Jeto afectado de una paranoia indudable,
_ que desarrolló un
su antiguo protector. Este enfermo después de alternativas varia del��º celoso y que en verdad era traicionado por su
mujer. Mas el
curó, haciendo una plena rectificación .. dehr10 y los hechos no marchaban parejos. Lo invoc
ado nada tenía
Partiendo de premisas tal vez ciertas, pero exageradas, hao, que ver con la realidad felizmente ignorada,
y su personalidad
deducciones falsas. Más tard�, ya puesto en marcha, induce, y,, tiobreestimada y soberbia, daba cuenta de sus múlti
ples interpreta­
todos los fenómenos ve causas, que si están anticipadas por el temor lc-iones falsas.
él no lo advierte, pues llega a ellas razonando. En ningún moment1 Estas ideas son siempre pasionales y de acuerdo a
su realismo
abandona un sistema silogístico. Busca pruebas y contra pruebw se viven dramáticamente. Exceptuando las ideas
eróticas que en
discute, espía, investiga y arriba a conclusiones, que están dadas por algún momento por la misma estulta vanidad de que
tratan pueden
la razón. No se trata de saberlo sin poderlo explicar; no es tampoc:c, dar cierta euforia, y las místicas que exaltan, todas
son dol�rosas. y
una intuición; una revelación sobrenatural; una adquisición por mE antes de ser aceptadas en su terrible amplitud provo
can una sorda
dios insólitos. Todo es lógico y la materia de que se trata, necesaria �cha; � deseo ?e expulsarlas y una discusión 1 en cuyo punto la idea
mente puede acaecer, es natural y propio del mundo circundante. fiJa y la idea delirante contactan. Su desagrado es la
única semejan­
La bibliografía, muy abundante, registra una cantidad de hit za �on la ide� obsesiva de la cual difieren en absolu
to, porque esta
torias que por lo general encuadran dentro de los caracteres de lC11 última no es Jamás aceptada como verosímil.
delirios crónicos e irreducibles. Ya se designan como delirio sistema
tizado interpretativo de Serieux y Capgras o paranoias en el sentidc,
restringido de delirio, sistematizado, no alucinatorio, que le asign11 IDEAS DELIRANTES ABSURDAS
Kraepelin.
De todos modos, tal abundancia bibliográfica, podrá hacer cree, A esta categoría pertenecen la mayor parte de los delirios.
Aun­
en su frecuencia y esto no es exacto. Una mínima parte de los delirio que las conclusiones puedan ser las mismas que en los casos
anterio­
desenvuelven tod;:t la vida bajo tales caracteres. Algunos como el caso res: se les persigue, se les dañay roba o engaña, etc., los
testimonio
antes citado, si bien se inician bajo las mismas apariencias, puede11 d? que se valen y la forma de conocer las circunstancias,
se apartan
desembocar en el absurdo y hasta en el polimorfismo, a favor de lo, l,ametralmente de la lógica. Por esto mismo y con frecue
ncia sus
componentes sensitivos y también histéricos que le acompañan (pa afirmaciones para nada tienen en cuenta la realidad
de la vid;. Un
ranoia sensitiva). Siendo su suerte varia y dependiente del predom, lwai'alítico general, afirma súbitamente, que es dueño
de todos los
248 CARLOS R. PEREYRA TRASTORNOS DEL CONTENIDO DEL PENSAMIENTO 2.49

bancos de Inglaterra y que l e pertenecen todos los barcos que surcan zo de la enfermedad las ideas delirantes, aunque absurdas, son más
el mar; no conforme con esto, su desbordado afán de riquezas lo ll eva ,accesibles. Se les influye a distancia, no se les deja pensar, se dific�l­
a verse a sí mismo hecho de oro y pretende que admiren la majestad tan sus más íntimas operacioBes, se le inculcan ,pensamientos, se le
de su miembro viril. Las más elocuentes contradicciones carecen de Jmgendran o roban sentimientos. Todas son ideas de influencia., que
valor. Afirman las cosas con convicción; se disfruta de ellas como trasuntan el vano intento de l os enfermos, para explicar su horrible
verdade& plenas de felicidad, pero se arriba a esta conclusión, porque sensación de privación de libertad, de incomprensión del mundo 1 de
sí; porque es así, sin que por asomo aparezca el más mínimo intento falta de plenitud de sus propios actos y pensamientos.
silogístic0. Todo es corno si la euforia primitiva, fraguara ideas sin Las ideas son también absurdas por lo general en los parafréni­
ton ni son. La idea no es más que una formación de su alegría. cos pero aquí hay un intento de explicación.
Igualmente la tristeza patológica sugiere a veces enormidades. Uno de los enfermos sostiene que el mundo entero depende y
Un Cotard contra toda evidencia se considera muerto; o por el con­ sufre las influencias de tres sujetos a los que conoce y que al principio
trario, es inmortal . Se ha secado por completo, no tiene ya sesos o ha eran sólo sus perseguidores. De tal modo, al denunciar sus actos y
perdido la última gota de sangre; no puede digerir porque el estóma­ sus medios, al par que se defiende salva a la humanidad, donde se
go es más pequeño que un punto, o bien, padece un tumor tan desco­ �vierte la inseparable megal omanía de estos pacientes. Su influen­
munal que amenaza invadir el mundo. Ideas de inmortalidad, enor­ cia es a distancia, por ondas, por espiritismo o por otro recurso cual­
midad, infinita pequeñez, de negación, etc., a las cuales el paciente quiera indemostrabl e, pero el enfermo, en todo caso, desea
arriba sin ningún apoyo lógico. Todo lo más pueden hallarse algunas ltmpenetrar a los demás de estas "verdades". A su manera razona, y
relaciones inmediatas entre su cenestesia desagradable y la inter­ ep buena parte lo que dice su discurso es sensato y respeta las nor­
pretación sobre la marcha de los órganos, pero ésta es también del mas generales del entendimiento. Lo absurdo y chocante del conteni­
todo antojadiza y absurda. do ideatorio base de su delirio, contrasta precisamente con su gene­
Los esquizofrénicos a menudo dicen cosas increíbles, pero aquí ral capacidad discursiva. Y es que en tales casos el modo esencial de
al absurdo, se añade la incomprensión del interlocutor. En. los casos su conocimiento descansa en la intuición. El espíritu capta una rea­
anteriores hay una concordancia entre el estado de ánimo, alegre o lidad, de un modo illmediato, que tiene, las más de las veces, el
triste, y las simplezas que le sirven de exteriorización. Por lo gene­ llrarácter de una revelación En tal punto, la diferencia con el pensar
ral, tales ligazones no pueden ser establecidas en esta clase de enfer­ �uizofrénico no es quizá rotunda. pero luego este saber no queda
rnos. Ya hemos visto cuántos trastornos, inherentes al curso del pen­ en una afirmación desnuda, sino que desarrolla en un intento explí­
samiento, pueden hacer del todo ininteligible sus ideas, pero inde­ calivo, que disfruta, por lo inverosímil, de todos los atributos de la
pendientemente de esto, en los casos en que se alcanza el sentido de lantasía. El absurdo es así una maravilla mística, un cuento infantil,
lo que se dice, se advierte con frecuencia que l a idea delirante, más una grosera superchería o una novela increíble, pero se sigue 1 se
que nunca, desprecia la lógica del pensar. Las ideas disfrutan del lci)mprende, pues en su esencia es un saber mágico. Una revelación
carácter de primitivas o ya fraguadas como dice Gruhle. Por ningún Inmediata de los fenómenos ligada inconscientemente al mundo de
lado puede verse un nexo entre premisas y conclusiones. Ven, oyen o lo sobrenatural. Lo que está en potencia en la psicología de todo ser
sienten algo y lo relacionan con significados atrabiliarios, que como l&umano. Así piensa el niño, así piensa el hombre moderno en cir­
contenidos totales, aparecen súbitamente en su conciencia. Así han lunstancias fortuitas y éste es el modo habitual de conocimiento de
pasado un peligro de muerte porque el cabo pasó por el lado �quier, los pueblos primitivos.
do; se le acusa de pederasta porque la gente ríe, salta o juega; están En la parafrenia fantástica, forma clínica la más próxima a la
llamados a grandes destinos porque a sus pies cayó una hoja seca: es 11,tt¡uizofrenia, el absurdo adquiere proporciones descomunales y los
el l enguaje de Dios, etc. El egocentrismo es l o más comprensible del Intentos razonantes y los propósitos �e persuasión son menos vigoro­
núcleo de sus ideas, todo lo que ocurre tiene que ver con ellos, para sos.
bien o para mal, pero una explicación de esto es imposible. Al comien Las ideas delirantes de los dementes en general son también
250 CARLOS R. PEREYRA TRASTORNOS DEL CONTENIDO DEL PENSAMIENTO 251

absurdas. Un senil sostiene que por las noches se le ultraja, se ;, vista. Las ideas surgen como expresiones .sueltas, mal iladas y aun­
viola, se le envenena o se le mata y durante el día vive tranquilamt 11 que llevan una dirección definida y ésta sea persistente, al menos en
te. Contra toda evidencia un arterioesclerótico hipocondríaco se at, 1 sus matices sentimentales (terroI', misticismo, erotismo, defensa,
huye enfermedades mortales, que viene soportando sin embargo fw, 1 etc.), no se eslabonan en un discurso congruente. De su falta de
años e inventa los síntomas, a los que radica en fenómenos insign1 f 1 itlaridad y de su tumulto, es el mejor testimonio la relativa amnesia
cantes: manchas de la piel, dificultad de evacuación, parestesi 1 lbnsecutiva. Los pacientes conservan más que nada el recuerdo de
etc. su sabor sentimental: estaban exaltados, invadidos de una sensa­
Los mayores contrasentidos caben en el pensamiento de 1111 ción de potencia de facilitación y de dominio o por el contrario aterro­
paralítico general lo mismo se halle eufórico que reprimido. En todc '1zados, impedidos o inminentemente amenazados por las causas
estos casos lo más notable no es sin embargo lo absurdo de la id, 1 más extrañas. Nada de esto desarrolla en un plano lógico y su evoca­
sino su puerilidad. ción fiel resulta dificil; al quererle traducir a un lenguaje universal­
La pobreza del contenido, la falta de frondosidad, la niñería d1 mente comprensible, no se encuentran más que pobres vocablos fal­
los argumentos que denuncian la indigencia total de su intelec1, tos de elocuencia. Lo que se dice es un mísero resto de lo que se vivió.
Cuando el trastorno global todavía no es muy pronunciado, cierto El pensamiento lógico resulta un molde muy estrecho y por todos
contrastes, más que las mismas ideas delirantes orientan al exam lados rebalsa y desborda la emoción de lo vivido1 como algo inconteni­
nador. Un P. G.P. lúcido excitado, con una rápida asociación exprE ble y sin posible traducción. La grandeza, el misterio, el terror que
ideas megalómanas vinculadas a lo político y a lo social. Es corred•" tras de sí dejan estas insospechadas revelaciones del alma humana,
de comercio en el interior de la provincia de Buenos Aires; todos h, Pn"sisten a veces en el estado vigil, como un volver de algo, que
de su gremio le votarán porque es el más virtuoso, el más fuert1 famplía los circunseriptos límites de la conciencia y como un residuo
más talentoso, dirigirá la economía y las finanzas del país; por eso 11 , Jwsisten en los espíritus débiles en forma de delirio post-onírico,
venido a la ciudad. Se le pregunta sobre su salario, el tiempo q llst-crepuscular o simplemente, como una creencia que no se inten­
lleva de desempeño en el puesto, si está contento con sus patrones ta probar, pero que obliga a una íntima participación. Tales ideas
todo contesta con la misma alegría, y formula proyectos de mode1 1 , lfesiduales son frecuentes en las histéricas que han vivido un épiso­
prosperidad. Si se porta bien, ganará 10 o 20 pesos más dentro de , 1 dio de exaltación mística o erótica; en los estados climatéricos y no
meses, tal vez redondee 350 pesos mensuales, etc., y esta escuálul con poca frecuencia, en las bouffées de los débiles mentales, en donde
realidad es absolutamente compatible con su desp'roporcionada gran por lo general el contenido es menos grato tomando tintes persecuto­
deza, sin que le incomode ni note lo chocante del contraste. rios, de daño o de perjuicio.
En sus concepciones caben todas las contradicciones imagi11 Por excepción, en los estados agudos o sub-agudos, las ideas
bles: son millonarios, pero piden un cigarrillo porque hace variC• lelirantes pueden aparecer claramente expuestas, con cierta verosi­
días no tienen para fumar; mandan todas las fuerzas armadas clt 1 snilitud y persistencia. Dentro de esta categoría entran las alucino­
mundo y ruegan que se les deje salir al patio a tomar un poco de wl sis de los alemanes y las celotipias alcohólicas, formas clínicas del
están mortalmente enfermos, no tienen ya esperanza de salvacw, M.coholismo crónico, capaces de engendrar un delirio lúcido y con­
pero no quieren bañarse porque se van a resfriar, etc. lfruente de carácter persecutorio o celoso, que desarrolla con apoyo
En los procesos agudos tóxicos, infecciosos; en los episodios , le testimonios y acontecimientos reales, más o menos deformados
que el delirio es una manifestación de otra enfermedad, hist4•11 por las falsas interpretaciones o las perturbaciones sensoriales. En
epilepsía, las ideas suelen ser absurdas. Pero lo más notable en el111 tales enfermos hay que reconocer casi siempre que el factor endógeno
es su variabilidad, su falta de sostenimiento en el tiempo, como 1p, (li!)nstitución paranoica) juega. un papel preponderante al lado del
responden a hondas vivencias circunstanciales y desarrollan en 11 tóxico. Y que ello explica la lucidez y la claridad del delirio, como si el
que aparece como un fondo de ensueño. La conciencia más o mer111 tlcohol sólo hubiera puesto en marcha un mecanismo ya montado.
turbia, estados crepusculares, oníricos o confusionales, están ,1 1 Las ideas se acercan entonces a lo verosímil.
252 CARLOS R. PEREYRA TRASTORNOS DEL CONTENIDO DEL PENSAMIENTO 253

IDEAS DELIRANTES MAGICAS más o menos incongruentes, según el grado de onirismo que les acom­
paña. Entre los débiles mentales y aún entre la gente inculta. sin
Generalmente las ideas mágicas son también absurdas, en t I I frerlo, es frecuente observar esta clase de ideas en los estallidos psico­
sentido la distinción apenas tiene valor. Lo importante en ellas t páticos. Aquí el curso del delirio está anticipado por la base del pen­
que pueden padecerse sin que necesariamente impliquen, como 11 samiento ordinario y la ingenua aceptación del mito y la leyenda, que
buena parte de las absurdas, una necesaria decadencia global dt·I como un saber arcaico y colectivo se continúa a través del individuo.
psiquismo, sea ésta transitoria o permanente. Ellas revelan en suma La importancia de la comprobación de esta clase de ideas den­
uno de los tantos modos del pensar humano: imaginativo, .intuitiv<> tro del desarrollo de un delirio, radica pues, en que exterioriza de un
fantaseoso. Todas las circunstancias que apocan el juicio, exaltan 1 , modo u otro una modalidad, una mentalidad o una estructura.
�ginación y aumentan la emoción, propenden a ello, restándoh La idea absurda desprovista de imaginación, trasunta deca­
posibilidades a la crítica para desecharlas y a la voluntad par ijencia, es propia del demente. La idea verosímil, sostenida con aco­
inhibirlas. Se trata como hemos visto, de algo en pqtencia qu, pio de razones atendibles, nos habla del vigor y la tendencia a la
azarosamente en cualquier momento puede surgir, pero que en t 1 acionalización, aunque ésta se desvíe por la pasión. La idea mágica
delirio es llevado al primer plano de la conciencia, intentando a vece es el producto de la imaginería, traduce debilidad de los enlaces
racionalizarlo y obligando a la total participación del psiquismo. Lc11 lógicos y la fácil exaltación del pensamiento por las emociones, sin
afanes por conciliar esta clase de ideas, con el pensamiento lógim que esto suponga siempre escaso vigor intelectual.
procurando hacerlas accesibles a los demás, alcanza su más alt<
grado en las parafrenias; en la que se observa esa curiosa dicotom 1
de la personalidad, por un lado pragmática y ceñida a la razón, por 1 MECANISMOS DE LAS IDEAS DELIRANTES
otro imaginativa, desbordada e insensata, creyendo en la novela ml1
inverosímil. Acostúmbrase a considerar como mecanismos de los delirios
No siempre, el que padece tales ideas puede parti�iparlas )lquellos fenómenos ostensibles o aquellos procesos según los cuales
desea hacerlo, lo inasible del tema, lo fantaseoso de la ocurrencia, li se producen las ideas delirantes. Así se habla de mecanismo alucina-
hacen por otro lado difícil, pero se vive igualmente en ellas, tal ocurr, rio, interpretativo, intuitivo, imaginativo, retrospectivo (falacias
con algunas parafrenias fantásticas y numerosas ideas esquizofN de la memoria), onírico, etc. En realidad tal distinción sólo tiene un
nicas. Lo característico en cada caso es el substractum de la idea w,alor práctico, de ningún modo puede pretenderse que se trate de
Nace con cierta espontaneidad, aparentemente desligada de toda verdaderos mecanismos y, mucho menos, que ellos sean puros y los
realidad o cuando menos sin verdadero vínculo de causalidad cor verdaderos engendradores del delirio. El delirio nace de una multi­
ella. Tiene la pujanza y la fuerza de una revelación que hacen inút1 plicidad de factores complejos, que involucran y comprometen el
les todas las pruebas en contra, y exaltan el espíritu dejando un11 psiquismo todo y lo que se tienen por mecanismos generales, no es
sensación de videncia, de penetración, que al poner alas al pensa más que su modo de expresión.
miento, le despegan de sus ataduras racionales. Los histéricos, 101 Al hablar en otra parte de las alteraciones senso-perceptivas,
místicos, los mitómanos en general, pagan un pesado tributo, rev• se ha visto que las alucinaciones, por ejemplo, no son por lo general el
lando con ello simplemente, su estructura y su modalidad habituad 1 fenómeno inicial, que secundariamente obliguen a delirar, sino que
a desdeñar la lógica y las relaciones de causalidad y de identidad , I por el contrario, el paciente ya en delirio 1 capta sensorialmente, lo
los sucesos reales. Por otras razones de necesidad de alejamiento I, I que de un modo u otro existe como un contenido manifiesto o emboza­
una insoportable realidad, también toman este colorido mágico 111 do en su psique. En su enorme mayoría, estos fenómenos
pseudologías fantaseosas de los encarcelados de los síndromes I I �operceptivos pertenecen a las pseudo-alucinaciones y ellas no
Ganser y de las pseudo-demencias, Los delirios climatéricos, parti son causa, sino que resultan de una actividad psíquica anómala. Con
cularmente femeninos, se nutren por lo general con ideas mágica1 más facilidad se comprende que si un delirio se fragua a partir de un
254 CARLOS R. PEREYRA TRASTORNOS DEL CONTENIDO DEL PENSAMIENTO 255

recuerdo falaz delirio palignóstico o retrospectivo, no es cuestión d1 Irreducible y que al mismo tiempo, no puede ser rebatida por los
considerar la �dulteración de la memoria como causa del delirio. 1 1 demás. En tales casos la condición estructural paranoica tal vez no
fragilidad de los recuerdos y su insuficiente fidelidad ordinaria, l difiera en nada con la anterior. Es cosa sabida y ya señalada por
pondría constantemente a interpretaciones delirantes. Todo lo nu, Serieux y Capgras, que el interpretador en los momentos producti­
que puede admitirse es que el enfermo exhuma un recuerdo y lu vos de pasión, arrobamiento, ofuscación o extravío, puede alucinarse
altera en la medida de su necesidad delirante. Frecuentemente, lo y que por otro lado, los alucinados crónicos interpretan constante­
delirios bien sistematizados se extienden al pasado y apoyan en lo mente. Estas interpretaciones no se refieren sólo a sus alucinacio­
recuerdos, por cierto más fácil de adulterar que el presente. La in�· r nes, sino que son la forma de expresión de muchas de sus ideas
pretación, modo único de ciertas formas delirantes, no fa!ta en 0111 lelirantes. Otro es el caso de los procesos agudos y sub-agudos, don­
guna otra clase de delirio. El alucinado interpreta, es decir, por r11 de todo parece resultar de fenómenos tóxicos, que se acompafi.an
dios discursivos trata de arribar a conclusiones e infiere de los ft.11 lrecuentemente de perturbaciones de la conciencia. En tales casos el
menos que le aquejan, causas que no son extraídas por capricho, s1111 valor semiológico de la alucinación, como medio de captación deli­
por la aparente fuerza incontrastable de la razón y de los hec�os. 1 1 rante de la realidad, es altamente significativo, pues d�nuncia, con
.
interpretación, en verdad, no está ausente ru en las formas mtuit 1 Jtecuencia, este proceso subyacente de ataque e insulto a la célula
vas, post-oníricas ni imaginativas. Todo se reduce a q�e ella no es 1 lerviosa: Alcoholismo; psicosis sintomáticas. O bien esclarece la na­
única manera de saber, a que otros medios son más 1mportante1 braleza episódica de un estallido psicótico en una estructura conoci­
más convincentes para la mentalidad del enfermo, y que el proce " da: histerismo, epilepsia, esquizofrenia, etc.
discursivo es secundario, en vez de único y primitivo. Se ha dado al Paralítico General como ejemplar, para la apre­
Con todo, tales mecanismos a condición de no considerarle, liación de lo que es el delirio intuitivo. Se funda todo en que éste
exclusivos y concediéndoles sólo el valor formal de captación de 1 , afirma porque sí, sin que el más mínimo intento razonante apoye sus
realidad de una mente ya desequilibrada, conservan su extraordin, ll'eencias. Sin embargo, esto es un mal ejemplo que atenta así mismo
ria importancia y sirven para la caracterización del delirante. contra la jerarquía de la intuición como acto del entendimiento. El
sólo del punto de vista nosográfico: Delirio interpretativo; alucinatu laralítico general, en tales casos, es ante todo un demente, cuya
rioj imaginativo; post-onírico; sino también del punto de vista , visión de las cosas no se hacé a la manera de una intuición psico1ógi­
tructural de la personalidad que lo sustenta. Ello es inequívoco tamente comprensible. Caben en él, tanto las manifestadones es­
las formas netamente predominantes: El interpretador sugiere I l 1 llbntáneas como las sugeridas y éstas pueden ser así mismo contra­
personalidad paranoica. Se vale del medio ordinario del conocimit 11 lictorias. Sólo en un sentido peyorativo puede aceptarse la intuición.
to, abusa de la razón y por ello sus ideas son generalmente verosí1111 El delirio intuitivo, al menos en su aspecto típico y más próximo a lo
les y vinculadas a la realidad que le circunda; desdeña otros medu lleológicamente asequible debe reunir otras condiciones; resultan
del conocimiento, es crítico y analítico. Su pasión le antepone pren11 sí de un acto simple de captación inmediata de una realidad, pero tan
sas falsas y cuando él cree que induce de lo.s fenómenos a las caus11 llonvincente e irreductible, como la más laboriosa adquisición; creer
está coleccionando hechos con arreglo a una causa preestablecicl , en ello con la sensación de la agudeza, la penetración de lo "visto".
más o menos inconsciente. De todos modos no se aparta de la ló¡•u Sentir que se ha sorprendido una verdad, en una apretada síntesis.
del saber y su espíritu se opone a toda clase de verdades que 111 Lo que mueve a una íntima convicción. Esta semblanza psicológica
tengan una envoltura razonable. no puede ser nunca la de un paralítico general. Comprende por el
El alucinado, dada la infinita variedad de causas que detern11 11:tntrario, a muchos delirantes lúcidos en particular los parafréni­
nan ese estado, no puéde ser igualmente identificado por la natu, 1 cos, los esquizofrénicos, en ocasiones los místicos. Ellos pueden de­
leza del fenómeno. Pero los casos crónicos son altamente sugest1 e cirlo "vi de un golpe", "me di cuenta", "me fue revelado entoncés" y su
en el sentido, tal vez de una mayor gravedad y profundidad. de I, liplicación del fenómeno que alimenta su delirio, tiene todos los
trastornos. Ya no es deducir, concebir, es tomar la prueba inobJeta , 1 1,aracteres de una verdadera intuición.
256 CARLOS R. PEREYRA TRASTORNOS DEL CONTENIDO DEL PENSAMIENTO 257

La imaginación está presente, como se comprende, en toda ma tno; infecciones, intoxicaciones, sífilis, estados crepusculares, eonfu­
nifestación delirante, pero constituye el fenómeno dominante en de iionales, bouffée de los débiles, brotes esquizofrénicos, epilepsia,
terminados delirios. Con frecuencia acompaña a la intuición. Ello no etc. El estado suele ser francamente alucinatorio, pero estas pertur­
quiere significar que se trate de procesos iguales. En los parafrén1 baciones sensoriales, lo mismo que el estado de conciencia que les
cos por ejemplo, la imaginación y la intuición marchan parejas, t r1 compaña, revisten caracteres tales que en todo le asemejan a los
tanto que en los esquizofrénicos la intuición puede ser muy viva sueños. Su descripción corresponde esencialmente a los trastornos
estando la imaginación apagada. de la conciencia. Lo que aquí interesa señalar es que en ocasiones y
Los casos más típicos corresponden a los mitómanos y no rev,, t{espués de transcurrido el episodio agudo y de obnubilación, cuando
lan más que la exaltación de su modo natural de enfocar la realidad el sujeto ha recuperado su lucidez, persisten a veces manifestaciones
El delirio imaginativo de Dupré y Logre constituye una forma clínicll delirantes que afianzan en las vivencias oníricas. Lo mismo puede
de los delirios sistematizados, que en la práctica es una rareza, y qut ocurrir con un sueño normal. De una manera general, puede aceptar­
fue descrito por los autores, como el desarrollo persecutorio y ambi se, que el delirio que aparentemente reconoce este origen, desarrolla
cioso en una mitómana ya bien calificada. Lo ordinario, sin embargo en una mente pobre. La incapacidad de distinguir la realidad del
en los delirios imaginativos, trátese de mitómanos, parafrénicoa ensueño o la inclinación del juicio ante vertiades sugeridas por este
débiles, o simplemente sujetos prevalentemente imaginativos, medio, denuncian la inferioridad mental. Por eso es frecuente verlo
que el delirio tome los caracteres polimorfos que conviene a unh en los débiles que excepcionalmente toman una forma crónica. El
desbordada fantasía. En todos los casos la exuberancia de imágene delirio no progresa, ni se extiende, permanece siempre igual a sí
la frondosidad, la libertad y fluidez asociativa, denuncian en el pa ,nismo. Uno de nuestros pacientes, ha visto, en un evidente estado de
ciente, un natural despego de las normas racionales. El mayor l nubil8;ción, que su cuñado blandía un arma al pie de su cama;
menor vuelo depende de su cultura, de su jerarquía mental o de ln rronunc1ó además algunas, palabras ininteligibles, pero él con clari­
índole más o menos lesiva de la enfermedad que le aqueja. dad inusitada creyó entender que de acuerdo con su mujer habían
El delirio retrospectivo que parece fundarse en la alteración de &suelto su muerte para quedarse con el campo que le pertenecía.
un recuerdo, ilusión o alucinación de la memoria, es la base funda Esto no tiene sentido, pero despierto no puede dejar de creerlo. Toma
mental de ciertas psicosis, como el delirio de filiación natural. 11:1 todas las precauciones y organiza una defensa que obliga a su inter-
sujeto alterando ciertos sucesos de la infancia, llega a la convicción ación. Más tarde recibe la visita de los protagonistas del drama en
de que su origen es otro que el que ha tenido por cierto. De niño fut los que advierte cariño, dedicación e interés por su persona, lo reco­
raptado, una dama distinguida lo visitó en cierta oportunidad y le noce y queda agradecido a todo esto; igualmente resulta que su mu­
trató cariñosamente, sin duda era su madre. Otros recuerdos violen jer no puede beneficiar de semejante despojo. No hace otras conjetu­
tados en la dirección de sus apetencias, terminan por asegurarle ma ras sobre los nuevos sucesos que se desarrollan. Todo está bien. Pero
y más en su verdadera alcurnia. A partir de esto reivindica sus dere quello que "vio" es cierto, y la rectificación es imposible. Por meca­
chos a un título, un trono o una herencia. nismos similares tarda o no llega, la rectificación de ciertos alcohóli­
Con toda pureza, no es frecuente ver estos delirios palignóstico cos crónicos, una vez pasado el episodio sub-agudo.
la pseudo ..memoria, es más bien un atributo ordinario en el desarro Independientemente de estos casos en que el delirio post-oníri­
llo de gran parte de los delirios. Sin esfuerzo se comprende cuan co constituye toda la enfermedad, es frecuente observar ideas surgi­
fácilmente, a partir de un estado pasional, se altera el pasado a favoz das a favor de estos estados, en los delirios crónicos que progresan
de una hipótesis. Las impresiones más borrosas e inciertas se pre1 tantemente. Aquí ya no se trata de una baja mentalidad propia­
tan mejor a su deformación y el delirio que ya existe, se extiende , mente dicha, sino de "momentos productivos" en el desarrollo deli­
expensas del pretérito. rante esquizofrénico, parafrénieo y aún delirios sistematizados alu­
El delirio onírico, cubre la totalidad del episodio psicopático 1•11 atorios o no. En ocasiones el enfermo reconoce su error, se trataba
numerosas afecciones por lo general agudas o subagudas: alcoholi de un sueño y deja de lado los argumentos que por un tiempo le
258 CARLOS R. PEREYRA
TRASTORNOS DEL CONTENIDO DEL PE.NSAM.I.EblTO

vinieron por este medio, pero sigue su delirio por el cauce principnl
nalcanzable, etc. De todos modos, la falta de sentido, no permite
Tal circunstancia puede inducir a equivocación a un observador poc 1
reconocer su verdadera correspondencia sentimental. A menudo sa­
sagaz, pues toma por amplia rectificación lo que sólo es un recono< 1
bemos que está enojado porque la mímica lo expresa de modo inequí­
miento parcial.
voco, pero lo que dice no da razón del estado emocional. Caben aquí
muchas conjeturas, la fusiones, los desplazamientos,. los neologis­
mos Y el lenguaje simbólico son responsables en diversa medida de
TONALIDAD AFECTIVA DE LAS IDEAS DELIRANTES
esta confusión. El sentimiento no ha de buscarse en lo expresado en
s� con�nido literal, sino en lo que querría decir, en la que pretende­
Tal vez lo más característico de las ideas delirantes y lo qut _
na s1gmficar.
marca la acción y la dirección del delirio, con todas sus consecuenc111
Ya se ha demostrado, hasta el cansancio, que el afecto no está
es la tonalidad afectiva. Bajo este aspecto las ideas son: expansiva
efinitivamente muerto en la esquizofrenia, sino que simplemente se
depresivas o defensivas. No debe admitirse que exi�tan ideas dt·l1
. ha desplazado hacía otros objetivos distintos que los comunes y huma­
rantes verdaderamente indiferentes. Esto no sigmfica negar qu,
l'lamente compre !1-sibles. �as ideas tal como el enfermo las percibe,
muchas de ellas � pesar de su contenido terrorífico, sean expuesta
tienen un contemdo emocional que estalla a veces con inusitada brus-
fríamente o bien que existan casos de manifestaciones residual1
uedad. 'Todo lo �ás es cierto que esta emoción, para nuestra inteligibi­
estereotip�das, que han perdido en apariencia toda condición �mo _
. lidad, es paradóJ1ea o contradictoria. Otras ideas, que no las delirantes
cional. Uno y otro caso se ven con cierta frecuencia en los vw¡, 1
ueden ser verdaderamente indiferentes para el enfermo.
delirios crónicos. La discordancia entre el contenido y el tono de lo
Los pa�afrénicos acostumbran a sorprender al observador por­
afirmado constituye precisamente un valioso signo distintivo de 1(1
que la emoción de sus relatos no surge como una participación dra­
delirios esquizofrénicos y parafrénicos. En los pri�eros Pº: la ap1 , _
matica de los hechos que describen. Se les tortura, se comete con
rente impasibilidad o el contraste (dan un conterudo trágico entr,
risas o simplemente con monotonía); en los segundos por la inexad �llos toda clase de crueldades, se les envenena, se les despoja de su
hbre albedrío y se les obliga a pensar como otros quieren, etc. Sin
correspondencia sentimental (descripción de horrores y tórturas Pf ,
bargo, nada de esto pasa de ser una narración, minuciosa en la
sonales con aires de narrador o teorizante).
que, de cuando en cuando, se pone una nota de exaltación O de entu­
En cada caso, es necesario discriminar las causas de esta pt
mo, que surge de su propia oratoria y está destinada, más que
turbada disociación de la tonalidad afectiva y el contenido de la ideh
nada, a convencer a los demás de la verdad de su teoría.
lo que constituye, por sí mismo, un síntoma de extraordinario vale,,
La explicación reside, según lo hemos sostenido en nuestro li­
En el viejo delirante crónico, como en cualquier estado pe�osa
. bro sobre la materia, en que la posición de estos delirantes es sui
psicológicamente comprensible, la emoción se h� agotado en el ben,
éneris, han adoptado dentro de su megalomanía una actitud de
po. Las ideas se han fijado en un punto estere?tipado con mo �oton11,
ladines y sa�va�ores de la humanidad, que compensa sobrada­
y sin vibración espontánea. Pero en �ualqwer momento, si �� 1
mente sus sacr1fic10s y torturas. Su sentimiento, pues no trasciende
acompaña de una verdadera demencia, todo esto P1:1ede revivir
_ . con el dolor dramático de los delirantes sistematizados, pero se hace
avivarse con sus viejas fuerzas. Basta contranarle, discutirle o qui
esente en cuanto satisface su condición de profeta, de investigador
los acontecimientos remuevan los estímulos de su entumecida Pll
o de benefactor de la sociedad.
sión. De cualquier modo, y esto es lo importante, originaria1;11ent1
las ideas no han podido nunca, ser indiferentes a su personalidad
En los esquizofrénicos lo que ocurre es mucho más compl�11'
_ IDEAS DELIRANTES EXPANSIVAS
Con frecuencia trátase, de parte del interlocutor de mcomprens1ó
de la idea. Porque ésta se expresa en forma asintáxica, porque
Pertenecen a esta categoría todas aquellas que en forma más 0
trueca el sentido de las palabras o éstas adquieren un simbolismo
menos incoercible, tienden a comunicarse con espontaneidad y se
TRASTORNOS DEL CONTENIDO DEL PENSAMIENTO 261
CARLOS R. PEREYRA
260
a. La forma exp ansi
- grandeza algunos delirios paranoides esquizofrénicos. P ero aquí el
acompa ñan por lo
gen�ral con m'a. nifiesta alegrí ambos fenómenos: deseo de comunic ar es pob re, hay más irrit abilidad qu e a legría y aún
em lo típico de
va de la P. G.P. cons�itu ye �: deza Y experimenta ésta no parece acorde, subrayando con su aspecto paradojal la carac­
nia . El suJe si·tnte su gran nada del interlo­
u
·
eufori a y megalo� terística de la e nfermedad. Algo parecido acontece con la parafrenia
� la sin importarle
la ing enua necesid�d d� pro� :� ní acos, fantástica en contraposición a la expansiva y confa bulatoria.
i n múltiples ideas de los ma cación
cutor. Son ex.pan�ivas am tri ct c lifi
�aen dentro de la es
pero ellas excepcionalmente. ene en más, un sentimiento .de v:erda-
a a

aníaco se ti ,l '
de delirantes. El m
cia, l s t E11
· fluido las ocurrencias mu t1- IDEAS DELIRANTES DEPRESIVAS
dera poten � . . ���
e
:.;�r pero' no cree en mucho de lo
r c
ur a
1
e

ples, sob l mb i t y n de su El modelo de tales ideas lo constituye el delirio de los melancóli­


: la cir;unstancial impresió
e e

que dice, brom ea. �uan :áve' rdaderos dotes O la significación de


a
:C,
ra a
cos. Lo esencial de ellos ha si do dicho por Seglas: El delirio es monó­
valía, le lleva a exagerar �us un verdadero deli­ tono, humilde, se refier e al pasado y al porvenir; es centrífugo, es
zañ s, p o s1°; q ue esto llegue a ser
sus vie j s ha e de la cundario.
ambi antes, n e a arlan totalment
a er
on c
a
rio. Lo s mo tiv os participación real de lo El paciente agobiado por un tipo de ideas, siempre la s mismas,
es co n tono/u:i;nd sfu
s
li y si lo hac n momento y la es incapaz de salir de ellas. Ni los acontecimientos de la vida, ni
do e uno a otro
I!,
e
e re c
dad
o p
rea
ic . To n
que s or el total estado de animació ,jquie ra otras ocurrencias de la actividad delirante l e desvían del
de s
a por effas, si
d e d u
í
e
con cta no gu a, pu n tema , al que vuelve un a y mil veces con tono monocorde . Es humilde,
de maní a muy agitad
que l e caracteriza. Sólo_ �n la�fr�an s pero entonce s ello debe atri-
du se ede

te como que contiene la s egurid ad de su ruina, de su mis eria moral y de


i le
;u , p¿co o mucho, generalmente sus culpas; ansioso o resign ado, su actitud es implorante o, por el
e

��;!ª:�:a:���� ! ::: :b� f:c i:n e


nt rario, desesperada y sin remedio, pero no se alza contr a nadi e ni
acoro h fo contra nada. El presente es huidizo y puntiforme, lo que da r azón de
¡��: delirios sistematizados véns �i::��::
� s ���c:� la fre cuente pérdida de la noción temporal, los días transcurre n sin
p

o s, �; :: r:
deli r ante s. Los
fo d y por 11tucesos, pues su pensamiento adelant a hacia el porvenir implacable
an <;o� espontaneida
e
ue�an ;e , :cra:
re r d

reivindicado res � q , Y llenan o la desgracia inminente o se remonta al pasado para regist rar, de­
bilsta hacerlo de viva voz
todos l ados sus i�eas . No l : g·en a todas l as autoridades y a los ltbrmados y amplificados, todos los recu erdos ingratos que son ot ros
q lri
innume�ables �ágmas ue 5 para interpretarlos
. P ero e n tantos testimonios de sus múltipl es errores, de su responsabilidad o
p ersonaJeS ra� ion alm nt an con de sus i nfamias.
i nte Las ideas se com ic sio­ un
0
ª
e e

ellos la situació�
es ; . e com� f': bli co oca Es ce nt rífugo, porque todo el mal viene de él y se extiende al
n n � eran algo del pú
placer y autosatisfac¡tn, e t� �:!s presuntos prosélitos, etc. mun do circundant e, su famili a pagar á sus culpas; la ruina, la ver­
au
nal: magist rados, ro cos, ge¡�ó i nes n� dan el fruto apeteci er­
do, l a güe nza y la condenación alcanzarán a to dos los seres queri dos y, en
Cuando el res ult a o d s n v s int los casos extremos, el mundo ent ero sufrirá las consecuencias irre-
a la expansión L s
d e us

reserv?- y l a desconfi an za su�ev: con frecuencia� a la defensa y a la


a ue a
e
arables de sus yerros. Es secundario porque el deli rio desarrolla
pretaciones pueden llevar Y sólo sobre un est ado de ánimo fun damenta l. Un clim a de melancolía
l ucha airada. el contenido de la idea y m9:yor es n ecesario para que él surja. Es un epife ó
n meno dentro de la depre­
Cuanto más megaló. roano sea rocura más fácil es ver al suJ eto sión, por sf mismo el delirio no hace pronóstico, como en las otras
que l e
sea la vani. dosa satisfacción por 1eso es q'ue 1os parafrénicos! mal- formas sistemáticas; su porvenir está subordinado esencialment e a
en la corrien te com
�· ca i
t' a,
z, per sis t en� arlfaJJlente en
la ingenua explicación de la march a del proceso afectivo.
s
grado . . luc id Este es el patrón de las ideas delirant es depresivas, per o aún
dos.
de no sentirs e creí
u e
sus dehnos, a pe.sar s de algunos histéricos satu- mismo dent ro de la varie dad de formas clínicas melancólicas, se
.
1 s d· tira nt
Son ex���1vas 1as ién por su contenido de �esenta n otros tipos de ideas dirigidas a un objeto más concre to, tal
e e
d e erot ismb . Tamb
d ea

rados de mi sticis mo o
CARLOS R. PEREYRA TitASTORNOS DEL CONTENIDO DEL J'ENSAMIENTO
262

ocurre con las ideas de salud, de negación, de enormidad, algunas d• males con la protesta, el pleito, la posesión violenta de lo que cree
tinte persecutorio, �te. lt:gítim?-ment� su!� o la _venganza criminal, según el caso. Un princi­
.
Algunos delirios que constituyen por sí mismos toda la enftr p10 �ás1co de JUst:rCJa alienta en su acc16n; sólo que la ejerce por su
medad y por consiguiente ensombrecen el pronóstico son secund , propia cuenta porque no cree ya en la equidad social. El clásico per­
riamente depresivos, pudiendo igualmente desembocar en el su1c1 seguido perseguidor no hace más que esto: defender su derecho. 'Ib­
dio. Esto acontece con muchos delirios persecutorios, alucinatorios 11 dos lo� delirios lúcidos sistematizados alucinatorios o no, ponen en
no, donde p.aradojalm.ente el enfermo huyendo de peligros imagino h,tego ideas cuyo contenido pueden variar inmensamenté pero que
rios, busca la muerte. tienen de común delWl'llÍnador, la idea del atropello o deseo�0cimi81-
Un carácter desplacentero y depresivo es común a la mayen to del yo, que impele racionalmente a la defensa.
parte de las ideas que acompañan a los proceso� climatér_i� os. Se comprende que no es lo mismo defender u n sistema político,
En los episodios delirantes de los paranoicos sensitivos, a 1 1 una �erdad evangélica o un régimen de justicia social, que el bonor,
idea básica de carácter persecutorio, se unen ideas depresivas y au 1 los bienes o el derecho elemental y propio a -wivir y trabajar en paz. El
la mMna idea de defensa está teñida de cierta tristeza, por la injust 1 �ntenido pues, de la idea, tiene mucho que ve-r cmn la índole de la
cía o el daño de que es objeto, lo que es acorde con el temperament, acción Y la violencia a que conduce el exceso de defensa. También el
sensible, temeroso y falto de verdadera combatividad. earácter ge�eral y más.o menos altruista de la idea, por oposición a fo
_
Los hebefrénicos episódicamente afectados de depresión dent, c fntimo y pr1vadp, mongera los actos pues compensa, satisfaciendo
de sus muchas BSCilaciones de ánimo, exhiben ideas igualmente tr 1 .eiertas tendencias ambiciosas. Lo que no impid� que en todas las
tes, pero como siempre la vacuidad o el absurdo del contenido ne pocas haya habido crímenes políticos y atentados d'ive.1l'Sos, incuba­
coincide con el sentimiento que le impregna. dos en la mente de un reformador o de un reivindicador social.
Es raro comprobar verdaderas ideas depresivas en los paraf'r La idea de una defensa legítima de algo, es lo que sustenta la
nicos. En los delirios sintomáticos y en las bouffées pueden ser terr, f.etividad de los delirantes sistemáticos, y ésta por procesos lógicos
rfficas., pero impelen más a la defensa. Con frecuencia menos qu�· 1 m.�o�a �ene:ralmente en actos anti�sociales. Celos; ultraje al ho­
.
expansiva, en nuestro medio, pueden_presentarse en la P. G.P. l•:11 � or; re�vind'reac1ón de de�echos a bienes; a un trono; pólíticos, etc.;
Europa últimamente parece haberse comprobado por el contra, m�enc1ón de �paratos_ o �1�temas seguidos de la idea del robo y des­
una mayor abundancia de ideas depresivas. En las psioc, 1 poJo de Jo� rmsmo!; rmsticmmo reformador; persecución lisa y llana
involutiv.a.s, las ideas de daño y de perjuicio, se acompañan casi s u , 11 por env1d1� y i:ned1ante _confabul�ción de entidades.; órdenes religio­
. sas; orgaruzac1ones nac10nales e mternaciomtle&; autoridades diver­
pre de mal humor o tristeza y otras son francamente depres1v 1
particularmente de carácter hipocondríaco. e�s, etc. Lo q':1e q';llere destacarse aquí, es que este tipo de defensa se
Las depresiones reactivas y gran parte de los procesos psi0<1 1.Jerce a conc1enc1a y razonadamente, calculando u no a uno los me­
néticos, se acompañan de un humor taciturno y .las ideas son trist dios ejecutivos para llegar a una acción deliberada y por ello más
pesimistas sin que necesariamente sean delirantes. eligrosa y difícil de prevenir.
Las ideas defensivas que aquejan a otros delirantes si bien son
almente peligrosas, se denuncian groseramente por Ía actitud y
IDEAS DELIRANTES DEFENSIVAS ermiten la protección si su estallido no ha sido por demás h1n1Sco.
Los delirios tóxicos e infecciosos y en general la mayor parte
El carácter eminentemente anti-social de los delirios emant1 11 de los estados oniroides de conciencia, resultantes de factores exó�
su contenido defensivo. Es el exceso en la defensa el que transfci, 111 pnos, se acompañan de vivencias terroríficas, representaciones de
al psicótico en peligroso agresor. Ofendido, ultrajado en su hor, • nmenaza e inminencia de muerte, que obliga a una defensa desor-
despreciados sus derechos o despojados de sus inventos o propU ti nada, huida o agresión sin cálculo ni deliberación ni p.guna. Hace
des, el delirante reacciona contra los supuestos causantes df• epción la celotipia y algunas alucinosis alcohólicas, donde, a pe-
264 CARLOS R. PEREYRA TRASTORNOS DEL CONTENIDO DEL PENSAMIENTO 265

sar del carácter subagudo el delirio puede ser lúcido y sistemático ·prenden, como es corriente, a la madre y los hijos por la posibili­
Otro tanto pasa en los delirios polimorfos de los desarmónicos v dad ejecutiva y por la misma razón de afecto. Mucho menos frecuente
en las bouffées de los débiles mentales donde se entremezclan idea es la agresión de un melancólico, con ánimo de represalia y para
persecutorias, melancólicas, hipocondríacas y a veces expansivas t•n recibir un castigo que él mismo, no tiene coraje para infringirse. He
tumulto o en rápida sucesión. podido comprobarlo en forma inequívoca una sola vez.
Los esquizofrénicos paranoides, aunque generalmente presun Semiológicamente, se hace necesario distinguir el carácter fun­
tuosos y megalómanos, alientan ideas de defensa que pueden desem damental: expansivo, depresivo o defensivo de las ideas delirantes.
bocar en la acción de exabrupto y sorpresivamente. Otro tanto pued4• Si con frecuencia esto es fácil pueden presentarse casos intrincados y
ocurrir con los actos de los otros esquizofrénicos, a corto circuito el error expone a serias consecuencia. Como ya se ha dicho, ciertas
pero más bien por ocurrencias subitáneas, imprevisibles, que no ideas defensivas se muestran como expansivas por la forma de pro-
traducen un verdadero delirio defensivo. amar las, por su tono de prédica orgulloso y satis�echo y por su
Los epilépticos, en estado crepuscular previa o cQnsecutiva contenido social, no privado. Esto no obstante lo esencial es la defen­
mente a una crisis, o bien, como sustituto en forma de equivalente sa. El objetivo puesto muy alto mantiene en latencia la peligrosidad.
tienen con frecuencia ideas terroríficas que les impelen a una agre El que quiere eliminar a un Jefe de Estado responsable de los males
sión brutal y destructiva, generalmente condicionada por alucina de su pueblo, no se conforma con uno de sus adeptos y aguanta con
ciones, Muy semejante es la furia que bajo la aeción alcohólica, em­ �stoicismo, las "indirecta", vejámenes y torturas de sus esbirros y
barga a las personalidades psicopáticas particularmente de tipo ex enviados especiales. Recientemente uno de nuestros pacientes afec­
plosivo, provocando la embriaguez patológica, tado de paranoia, hacía gala de su inmensa "paciencia" frente a toda
Menos ostensible es la necesidad de defensa y la consecutiva clase de persecuciones, tentativas de envenenamiento, proV'ocacio­
agresión de las representaciones oníricas histéricas, poniendo en nes, privación de libertad de trabajo para sumirlo en la miseria, etc.
evidencia una menor ofuscación que la aparente y una cierta persis­ Eso y mucho más estaba dispuesto a soportar para bien de su patria.
tencia de una verdadera conciencia relacionante. ¡¡\spiraba al trono de Yugoslavia, invocando títulos que arrancaban
Los seniles, arterioescleróticos e involucionados, extremando del siglo XV: El enemigo real era el Papa y la Iglesia Católica había
su egoísmo y apego a lo propio, acrecientan su desconfianza y su Drganizado en el mundo entero su persecución, complicando a las
temor. Periódicamente y en particular durante las noches sus ideas autoridades de nuestro país. En una entrevista que le fracasó, con el
de persecución se exaltan. Presidente de la República "tal vez hubiera arreglado todo".
La misantropía, la avaricia patológica, las medidas de seguri­ La depresión que acompafta a ciertas ideas substancialmente
dad inusitadas; las protecciones del cuerpo; el pertrechamiento de la persecutorias, pueden también inducir a error. Se piensa entonces
habitación; el recuento de los objetos y el espionaje ejercido a todas en una melancolía equivocando el pronóstico y desconociendo el ca­
horas, denuncian su posición defensiva, que a pesar de su pasividad rácter fundamental del delirio dentro de la psicosis. Las ideas hipo­
ordinaria, puede romper la contención de su cobardía y degenerar en condríacas, en particular, se prestan a esta confusión en los pocos
agresiones contra terceros e intentos suicidas. advertidos. Un delirante hipocondríaco es un constante peligro para
Es necesario subrayar aquí, que en orden de peligrosidad, las el médico a quien inculpa fácilmente de daños irreparables provoca­
ideas depresivas suceden muy de cerca de las defensivas. Las prime­ dos por su terapéutica. El carácter activo del delirio por contraste a
ras no sólo entrañan un peligro constante para quien las padece, y la verdadera pasividad melancólica, le lleva a administrarse justi­
buscan la liberación en el suicidio, sino que a veces en forma de cia. Muchos colegas han sido víctimas de estos enfermos. Aun vive en
crímenes altruistas conspiran contra terceros. En tales casos se in­ el Hospicio de las Mercedes, un peligroso "reivindicador" qu.e cuenta
tenta matar o se mata a los seres más queridos para librarlos de la con tres homicidios, el primero de los cuales tuvo lugar en la persona
penuria de una vida insoportable. La crónica roja ha registrado últi­ de un médico absurdamente inculpado de su desatención profesio­
mamente varios casos, que afectan precisamente esta forma y que nal.
266 CARLOS R. PEREYRA TRASTORNOS DEL CONTENIDO DEL PENSAMIENTO 267

El vigor de la idea como convicción propia. La tendencia relacio­ de factores acompañando al delirio; excitación, depresión, confusión,
nante con presuntas causas. La irreducibilidad, con oposición etc. También dentro del delirio, y esto es lo que nos interesa aquí, por
silogística y esfuerzos deductivos. El predominio de la acritud sobre la falta de ideas acordes, concurrentes, que marchando en una mis­
la depresión y desde luego el conocimiento temperamental del suje­ ma dirección, acrecientan el delirio en sentido de su núcleo central,
to, ponen sobre la génesis real de estos estados hipocondríacos. �in jamás contrariarle ni desviarle. Es decir, por oposición a lo que se
denomina un delirio sistematizado, es polimorfo un delirio 1 cuando
al lado de un sistema principal, desarrollan otros divergentes o para­
ORGANIZACIÓN DE LAS IDEAS DELIRANTES lelos cuya importancia puede reemplazar al anterior, cuyo contenido
· deológico puede ser, incluso, contradictorio y cuya fuente de origen
Cualquiera sea la entidad clínica delirante: Delirio crónico; epi­ no aparece clara y determinada como siendo constantemente la mis­
sódico; sub-agudo; agudo; interpretativo; alucinatorio; mixto; de es­ ma".
tructura paranoica, esquizofrénica, parafrénica, las ideas delirantes "A la verosimilitud y constancia de la temática sistematizada,
se organizan de una manera sistemática o polimorfa. se opone, de entrada el carácter absurdo y móvil de los temas deliran­
Reina en la nomenclatura y en la casuística un verdadero caos tes polimorfos. Ala característica el'l'ónea, pero silogística y deductiva
respecto a la cabal interpretación de lo que es delirio sistemático y del razonamiento sistematizado, se opone la afirmación caprichosa,
polimorfo, malgrado su aparente claridad denominativa. la improvisación o el discurso meramente descriptivo, no demostra­
Así se registran descripciones de delirios sistematizado cróni­ tivo. A la elaboración lenta, largamente meditada de las ideas de un
cos, bajo el subtítulo de manifestaciones delirantes polimorfas; o se ¡¡istematizado se opone (en el polimorfismo parafrénico), la improví­
habla de las psicosis sistematizadas de Magnan, comprendiendo los sación fraguada en el curso de un dialogo y surgida al instante como
delirios "sistematizados de los degenerados, caracterizados ya por una ocurrencia o una inspiración, sin perder por ello la fuerza de
delirios polimorfos de marcha irregular", etc. (Serieux y Capgras, �onvicción" ...
pág. 238, colección Sergent). ... "Un delirio sistematizado crónico, se nos presenta pues, con
El concepto sin duda cambia substancialmente si con la expre­ características propias por el carácter paranoico en que necesaria­
sión "sistemática" se pretende aludir a las etapas evolutivas del mente arraiga. Reúne los atributos de antiguo conocido, de tenaci­
delirio o a la esencia misma de su estructura. En el primer caso, dad, exaltación de la personalidad, abuso de la lógica y longevidad
polimorfo no tiene porqué ser opuesto de sistemático, pero en el intelectual. Se caracteriza por el dominio imperante de un tema, al
segundo sí. Como lo que puede fundamentar la sistemática evoluti­ que pueden aportarle elementos las alucinaciones, es verosímil, co­
va, como en las cuatro etapas de sucesión cronológica del delirio de herente, engendrado en el medio y circunstancias reales. Las ideas
Magnan, no puede ya sostenerse, sólo queda en pie el concepto de dotadas de una honda resonancia afectiva, subordinan de un modo
sistema en el sentido de organización del delirio y como diametral­ especial la conducta de quien lo padece, favoreciendo reacciones agre­
mente opuesto a la sistematización, que es el polimorfismo. sivas, comprensibles y semejantes a las normales, porque sus razo­
Aclarado que para nuestro criterio sistematizado y polimorfo nes se mueven dentro del mundo real y accesible".
son necesariamente contrarios, todos los delirios pueden ser consi­ Dentro de este criterio estricto, constituyen ejemplo de los deli­
derados bajo este aspecto como de una u otra organización. La impor­ rios bien sistematizados: la paranoia en el sentido de Kraepelin; el
tancia semiológica de este enfoque surge de los atributos, las carac­ delirio sistematizado interptetativo de Serieux y Capgras; algunos
terísticas, los factores etiológicos y el terreno en que se desarrollan delirios alucinatorios crónicos (la alucinación es un epifenómeno que
unos y otros. no altera la estructura substancial del delirio); algunas paranoias
Tomamos de nuestro libro "Parafrenias" (pág. 26 y siguientes) abortivas y episodios reactivos de paranoicos sensitivos; la celotipia
los conceptos antitéticos del polimorfismo y la sistematización: "El alcohólica; algunas alucinosis del mismo origen, etc. Mal sistemati­
polimorfismo puede entenderse por la simultaneidad y coexistencia zados o con un esbozo de sistematización son ciertos delirios paranoi-
CARLOS R. PEREYRA TRASTORNOS DEL CONTENIDO DEL PENSAMIENTO 269

es esquizofrénicos; algunas reacciones paranoides de involución; propósito suicida se logra a favor de una aparente rectificación y una
1ertas formas delirantes melancólicas; la forma sistemática de la máscara de engañosa tranquilidad. Las ideas delirantes de defensa
arafrenia; los delirios residuales de los débiles; etc. Son en cambio sobre todo cuando ellas tratan de temas privados, son las más difíci­
olimorfos la mayor parte de los otros delirios. Los parafrénicos son les de desentrañar. La posición del profesional puede ser muy íncó�
general delirios crónicos de ideas polimorfas, según lo he dado a moda, pues el interlocutor no justifica su presencia, no comprende
1,tender en la obra antes citada; los delirios esquizofrénicos y las que un desconocido le exija una confidencia, y sólo a este título,
ouffées de los débiles constituyen el prototipo del polimorfismo: uede él hacer el relato de sus tribulaciones.
iversidad de fuentes: alucinación, interpretación, ilusión, imagina �s todo un arte, en estos casos ganar en el breve tiempo de una
ón, etc.; movilidad y contradicción de las ideas; alternancias del �trevista médica, la posición de amistad y confianza que lleva al
¡tado de ánimo: exaltación, depresión, persecución, etc. Son igual delirante a abrir el santuario de sus intitnidade� En todo caso, los
1ente polimorfos en su contenido ideatorio casi todos los delirios datos fieles de la anamnesis sobre la conducta observada, han de
ixicos e infecciosos y los episodios reactivos delirantes de estructu anteponerse, a la reticencia, a la negativa, o al absoluto hermetismo
1 histérica: Ganserismo; pseudo-demencia, psicosis carcelaria, de del enfermo, pensando que los hechos son más valiosos que las pala�
ríos climatéricos, etc. Los delirios que evolucionan sobre taras or· bras, sobre todo, cuando es psicológicamente comprensible el propó­
1 nicas tienden al polimorfismo: traumáticos, tumorales, seniles sito de ocultación o engaño. Confrontado con los hechos es mnv difícil
rterioescleróticos, etc. disimular el delirio. El mismo montaje de la defensa es lo que a veces
Se comprende sin esfuerzo la importancia de una calificación lo revela. El cambio de actitud o la pérdida de la espontaneidad,
rme de sistematización o polimorfismo. Una apreciación correcta cuando se toca el núcleo fundamental de las ideas, la traición de los
ivide y escinde a la psicosis, eliminando de hecho a gran parte de sentim ientos que necesariamente le impregnan y aflo r an
las. resivamente, la ingenuidad relativa en que le coloca su estado
Es verdad 'que una pseudo sistematización o una marcada pre ..asional y una íntima necesidad de ser creído, de ver compartidos
tlencia de un tema dentro de ciertos delirios floridos pueden indu por alguien sus propias convicciones, llevan casi siempre al éxito en
r a error, pero los casos extremos y ejemplares se presentan clara un hábil interrogatorio.
1ente; además los otros atributos de la personalidad total contribu Excepcionalmente, lo que no be expresa de viva voz se denuncia
m a la orientación diagnóstica. por escrito. Es lo ordinario que una copiosa producción de reclamos,
No podemos cerrar este capítulo sin recordar lo que ya he dicho notas, panfletos y libelos, se acompa:ñan de la imperiosa necesidad
;ra vez: "Hay una tendencia moderna a aborrecer del polimorfismo de proclamar en todo momento sus verdades. Pero a veces el deliran­
11 vez por las vinculaciones del término con la doctrina de la degene te, �ree que sólo a alguien, colocado muy alto en su pensamiento,
lción; sin embargo, mientras se conserven las denominaciones dt [puede hacerle su revelación, entonces dice a su destinatario, por
eterna y sistemático, se halla implícitamente subsistente la d, -escrito lo que se niega a contar.
1istematización y polimorfismo, por la misma razón de que la dere De todos modos, los escritos espontáneos constituyen valiosos
1a carece de sentido, si no existe la h:quierda. ltuxiliares, que cuando menos sirven pa1a confrontar las situacio­
nes, conocer el origen y las fechas de comienzo del proceso pskótico y
'SObre todo, para oponerlos al delirante reticente o en franca disimu­
EXPLORACIÓN DE LAS IDEAS DELIRANTES lación.
Dispuesto ya el enfermo por uno u otro medio al relato de su
Observando con rigor las normas del interrogatorio todos 101 �ovela", se apreciará antes que nada la coherencia y verosimilitud
•lirios son accesibles. Se comprende que los expansivos broten so de su relato, o el absurdo y la puerilidad, o la fantasía desbordada; la
s; los depresivos se denuncian por lo general a la observación, pero 'Sistematización o el polimorfismo; el calor afectivo que impregna las
preciso tener en cuenta que más de una vez la realización de un ideas, etc.

....
270 CARLOS R. PEREYRA

El conjunto de los signos ya estudiados son suficientes, las má1


de las veces para calificar al enfermo, pero en ocasiones la pseudci
sistematización de ciertos delirios, o bien la apariencia de sistemat 1
zación que cobran en la exposición, porque el sujeto se dedica esp�,
cialmente a un tema prevalente en un momento dado; obliga al em
pleo de otros recursos para desentrañar su verdadera estructura. INTELIGENCIA
Con el nombre de la "orden intempestiva" que más bien preferí
ría lamar la "actitud intempestiva" he descrito en mi libro sobrt
parafrenias un recurso destinado a desenmascarar la verdadera na Inteligencia. - Definiciones. - Naturaleza del proceso inteligente.. -
turaleza de los delirios sistematizados, ciertos delirios bastante co Concepto de la suma de disposiciones y concepto integral. Aporte de la
herentes de algunos esquizofrénicos paranoides y los delirios para psicopatología. - Escalas valorativas. - Frenastenias u Oligofrenias. -
frénicos. Digo ahí (pág. 149), "Es importante a este respecto compro Formas clínicas. - Demencias. - Cuadros principales. - Importancia de la
bar la distinta conducta reaccional frente a una actitud estímulo que consideración intelectual en todo proceso psicopatológico.
puede llamarse la orden intempestiva. Interesándonos en el relato
de los enfermos los dejamos llegar hasta el punto culminante en que Una sumaria revisión de los distintos conceptos que se han
suponemos que están poniendo su máximo interés, e invocando una 'Vertido sobre la inteligencia, revela el carácter inconcluso del proble­
causa cualquiera les interrumpimos bruscamente pidiéndoles que se ma y la imposibilidad actual de satisfacer con una definición o con un
retiren: El delirante sistematizado cobra una actitud airada, de in juicio parcial, la esencia del intrincado proceso psíquico que llama­
dignación concebible y próxima a la normal; el parafrénico insiste en mos inteligente.
contarnos "porque lo que viene es muy interesante"; el demente pre La percepción, la atención, la memoria, la asociación, etc., con­
coz se marcha sin reclamación de ninguna especie, denotando el ciernen evidentemente a la inteligenc� pero no son por sí mismo
profundo desprecio de nuestras opiniones". más que sus antecedentes necesarios. �n el individuo humano la
En cada una de estas reacciones se advierte la saturación afee teligencia trasunta como la actividad psíquica compleja y superior
tiva de las ideas y la posición del psicótico frente al mundo circun que le faculta para la correcta C0.!1.,.qpcción de sus pensamientos hacia
dante: El delirante expone su drama; el parafrénico, narra una nove la comprensión de las relaciones...m,elaciones del objeto y el sujeto y
la o una hipótesis en la que cree y de la que quiere convencer a 101 de los objetos entre sí y que le permiten, en una última instancia,
demás, pero de ningún modo, hace de ello una cuestión vital; el esqui abstraer, generalizar, sintetizar y valerse de recursos significativos
zofrénico, dice sin calor lo que cree y no le importa la participación dE y mediatoi)La conducta es así tanto más necesariamente inteligente
los demás. cuando menos concreto e inmediato es el objeto a resolver, cuanto
más se aparta de lo meramente perceptivo y sensorial o actuante, y
más debe valerse de significaciones sustitutivas y �téticas.íEl pen­
samiento abstracto representa su máxima expresi@. Por ello ciertas
definiciones no comprenden más que este aspecto en la valoración de
lo intelectual, como la de Terman que dice:fque un individuo es
teligente en la proporción en que es .::apaz de pensar abstracta­
mente". Sin embargo su estructuración se realiza en múltiples eta­
pas antes de culminar en la verdadera actividad reflexiva. Esto es
recisamente lo que concierne a la psiquiatría por cuanto su interés
recae muy particularmente sobre los estados patológicos que impli­
can merma, desviación o insuficiencia del desarrollo intelectual'?)

...

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