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Fabrizio Sinisi
«¿Qué puede hacer el hombre por sí mismo?». «¿Puede conservar su humanidad?». El director ruso LEV DODIN, que participará en el
próximo Meeting de Rimini, habla de su teatro, de su experiencia y del lema del evento. Ante la pérdida de lo humano hace falta «decir
la verdad». Hace falta el arte. «Un dolor encarnado» que nos haga sentir al otro como si fuera uno mismo
Lev Dodin es uno de esos maestros que crean algo nuevo “prosiguiendo” lo que otros hicieron. Su referencia a Konstantin Stanislavski,
al cabo de un siglo, es todavía viva y visible. Dodin es uno de los mejores directores rusos actuales. Desde 1973 dirige el Malyj Drama
Teatr, el teatro más importante de San Petersburgo. Su trabajo es un coloquio con las raíces que lo nutren: la experiencia humana y la
vida de “su” pueblo. En sus giras ha recorrido los teatros de la Rusia rural con la memorable versión de Vida y destino de Vasili
Grossman. Ha llevado a escena algunas de las mejores adaptaciones de obras de Dostoievski. Por ejemplo, la de Los demonios, de
1992: inolvidable. En particular, la escena en que el terrorista Verchovenski va a visitar a Kirilov antes de que este se suicide. Quiere
pedirle que, antes de morir, se autoinculpe dejando una nota en la que asume las culpas de futuros atentados, liberándole a él de
acusaciones y sospechas. Tras un breve diálogo se ven, en los extremos opuestos de una misma mesa, el terrorista que devora un pollo
asado y Kirilov, que ensaya su propio suicidio con una pistola. Durante diez minutos la escena permanece en silencio: el único sonido es
el de las mandíbulas que mastican el pollo. Teatro verdadero. El espectador tiene la percepción física y terrible de cómo la urgencia
dramática de la vida puede desembocar en la más absoluta indiferencia; de cómo “una emergencia: el hombre” es un hecho que ya no
podemos seguir evitando. Lev Dodin será uno de los invitados del próximo Meeting de Rimini, donde hablará de su teatro, de su
experiencia y del lema de esta edición.
Maestro, ¿usted cree que existe realmente una situación de “emergencia” acerca de lo que es el hombre y lo humano?
El hombre está siempre en peligro. Desde arriba nos viene el don de la libertad, del querer, y esto no es sólo un bien incalculable, sino
también una gran responsabilidad que, lamentablemente, el hombre no siempre es capaz de asumir y utilizar de manera adecuada. La
historia de opciones equivocadas comienza con el pecado original y continúa hasta hoy. Siempre será así. A pesar de que hoy hablemos
de victoria de la civilización y concibamos al hombre como personalidad individual, como criatura excepcional en cuanto ser espiritual,
cada vez se hace más difícil preservar lo que es propiamente humano.
¿Cuál es el peligro?
En estos días, por ejemplo, con las amenazas de Corea del Norte, se asoma la posibilidad de una guerra nuclear como si fuera una
cosa que se da por descontado. Hablamos de la posibilidad de exterminar a la humanidad como especie, y nuestra imaginación se
niega ya a representarse un evento de este tipo. Si la imaginación se niega a ver este posible horror, tampoco se busca ni se produce la
vacuna contra él. El alma hace oídos sordos, el alma se vuelve insensible.
¿Por qué?
Muchas veces se le ha reprochado a Chejov el hecho de que no daba respuestas. Pero planteaba las preguntas de un gran maestro:
hoy todavía podemos encontrar respuestas nuevas a estos interrogantes. La perfección es inalcanzable. No es posible agotar el
conocimiento del mundo. Sólo podemos tratar de llegar a ambos por aproximación. Por ello, en nuestra vida las preguntas son a
menudo más importantes que las respuestas. También forman parte del conocimiento del hombre las preguntas que plantea el arte.
Añado que la fuerza del arte, desde mi punto de vista, tiene presupuestos biológicos y físicos.
¿Por qué?
Muchas veces se le ha reprochado a Chejov el hecho de que no daba respuestas. Pero planteaba las preguntas de un gran maestro:
hoy todavía podemos encontrar respuestas nuevas a estos interrogantes. La perfección es inalcanzable. No es posible agotar el
conocimiento del mundo. Sólo podemos tratar de llegar a ambos por aproximación. Por ello, en nuestra vida las preguntas son a
menudo más importantes que las respuestas. También forman parte del conocimiento del hombre las preguntas que plantea el arte.
Añado que la fuerza del arte, desde mi punto de vista, tiene presupuestos biológicos y físicos.