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que por medio del análisis estructural «procura dscubrir en su mitología las
concepciones o estructuras a partir de las cuales se desenvuelven los principios
de la organización social» (Esteva 1973, 232).
Hemos de tener en cuenta, evidentemente, este tipo de análisis objetivo
— o «desde fuera», como dice Esteva (1973, 2 3 2 ) — en el momento de realizar
un estudio sobre mitología. Consideramos, sin embargo, que esto no es suficien-
:e: debe estudiarse, además, la estructura narrativa y la semántica profundas,
y ambas dependen de la cultura en que el mito se encuentra, ya que el universo
semántico no es el mismo en todas las culturas. Estamos, pues, de acuerdo con
Esteva en que «el modelo estructural ve en la razón cultural el marco de refe-
rencia que permite formular el modelo de la acción. E l contexto situacional es,
así, un contexto de control para el método estructural» (1969, 51). E n conse-
cuencia, la formalización estructural que presentamos se efectúa sobre un
conocimiento a priori de la cultura. Existe, pues, u n d e t e r n i n i s m o cultural q u e
actúa sobre el significado del mito. Recíprocamente, el mito actúa como u n
elemento que ayuda a mantener la cultura mediante los mensajes que transmite.
En este sentido, un análisis estructural nos ayudará a establecer los condiciona-
mientos y relaciones entre un mito y su cultura.
En cuanto a la función de transmitir mensajes (sistemas de valores, normas,
etc.) estamos de acuerdo con Barthes (1957, 2 5 1 ) y Dorfles (1969, 119) en que
el mito puede ser tratado como u n sistema de comunicación. Todo sistema
de comunicación implica la existencia de un emisor, un receptor y un objeto.
Se precisa, además, que emisor y receptor utilicen u n mismo código de señales,
pues de lo contrario no es posible la comunicación (Malmberg, 1970). Si apli-
camos al mito estas condiciones generales de todo sistema de comunicación,
encontraremos que el emisor coincide con la sociedad, y el receptor con los
individuos que integran dicha sociedad. El mito intenta transmitir un mensaje,
que podrá estar integrado por normas, sistemas de valores, formas de com-
portamiento, etc., lo cual es el objeto que ha provocado que se inicie la trans-
misión. Para que se haga efectiva la comunicación, es preciso que emisor y
receptor pertenezcan a la misma cultura, la cual constituye el código a que ambos
se refieren. Es comprensible, pues, que el mito no cumpla su cometido cuando
se traslada a una cultura diferente, ya sea en el espacio o en el tiempo, porque
entonces ya no es aplicable el mensaje que transmite.
El mito intenta, por consiguiente, comunicar ciertas normas y patrones de
comportamiento que sean pertinentes en la cultura en que se encuentra, y
que funcionen como mantenedores de la solidaridad social. Para ello, entre
todos los elementos de la cultura, se seleccionan unos cuantos «paradigma), los
cuales se actualizan en el mito (sintagma).
El proceso de comunicación consiste en que el emisor i la sociedad) quiera
transmitir algo (sistemas de valores, normas, etc.). Para ello utiliza un código
apropiado (cultura) y, realizando lo que se llama un proceso de codificación,
7 DOLORES COMAS DE «GEMIR
elige del código aquellos signos que le servirán para sustituir el objpto del
mensaje. Una vez hecho esto, el mensaje se transmite de una forma física. En el
caso de un mito, el mensaje puede ser transmitido por medio de las instituciones
que la sociedad asigna para realizar esta función, o bien por medio de una tra-
dición oral o escrita.
Con el receptor el proceso es inverso: recibe las señales físicas por medio de
la tradición o de las instituciones pertinentes, y para comprender el mensaje
mítico ha de referirlo al mismo código que emplea el emisor, la cultura. Es
realizando una descodificación como puede comprender el sentido del mensaje.
Se puede esquematizar este proceso como sigue:
CULTURA
(código)
i
SOCIEDAD - MITO - - INDIVIDUOS
(emisor) (mensaje) (receptor)
OBJETO
(normas, sistemas de
valores, etc.)
I. EL M I T O DE H U I R ACOCHA
ANALISIS ESTRUCTURAL
0. H u i r a c o c h a existe antes q u e el m u n d o .
1. H u i r a c o c h a crea el m u n d o oscuro.
2. H u i r a c o c h a crea a los h o m b r e s a su semejanza.
3. H u i r a c o c h a p o n e e n p r e c e p t o a los h o m b r e s , a m e n a z a n d o con destruirlos
si n o le c u m p l e n .
4. Los h o m b r e s o b e d e c e n el p r e c e p t o d e H u i r a c o c h a .
5. L o s h o m b r e s t r a n s g r e d e n el p r e c e p t o de H u i r a c o c h a .
6. H u i r a c o c h a castiga a los h o m b r e s .
7. H u i r a c o c h a d e s t r u y e t o d o lo creado.
Estructura narrativa.
en que
a = Huiracocha
b = hombres (Tahuapacac, indios Canas)
u = autoridad
v = rebeldía
U » ) : M b ) : : f„(b) : f . - , ( y )
en la cual
QS : Q R : : FS : FR
Actores y funciones.
FASE I
actores: Huiracocha
hombres
74 DOLORES COMAS D E «GEMIR
f u n c i o n e s : creación (secuencias 1 y 2 )
a u t o r i d a d aceptada (secuencias 3 y 4 )
autoridad rechazada (secuencia 5 )
destrucción (secuencias 0, 6 y 7 )
E s t r u c t u r a actancial:
HUIRACOCHA
(sujeto)
FASE I I
actores: Huiracocha
hombres
criados
Tahuapacac
indios Canas
E s t r u c t u r a actancial:
TAHUAPACAC
CRIADOS ->
INDIOS CANAS
(ayudante) (sujeto) (oponentes)
Estructura semántica.
^ Fi autoridad aceptada
F 2 autoridad rechazada
F 3 creación
F4 destrucción
lo cual tiende a polarizar los términos y a formar una estructura más compleja:
Fi vs F2
F3 vs F4
por lo cual
F, F3 F, F2
~ •>. ~
F2 F4 F3 FA
creación destrucción
76 DOLORES COMAS DE «GEMIR
Estas funciones constituyen los ejes o categorías sémicas bajo las que se
agrupan las diversas unidades de contenido (sememas):
Autoridad Autoridad
aceptada Creación rechazada Destrucción
0
1
2
3
4 5
6 7
8
9
10 11
12 13
14
15 16
17
18
19 20
21 22
23 24
25 26
27 28
29 30
.¡quellos que son pertinentes, es decir, los que actúan como elementos diferen-
adores, y por tanto son los que proporcionan información y pueden .ser uti-
lizados para establecer comparaciones entre dos o más sememas.
Como las secuencias se agrupan en categorías sémicas, es lógico suponer
que los rasgos distintivos pertinentes de las secuencias que constituyen un
mismo haz guardarán una relación entre sí, relación que puede ser de identidad
o de oposición. Es por ello que para analizar los semas no tomaremos las
secuencias según el orden en que aparecen en la narración, sino según su
agrupación en categorías sémicas.
Los rasgos distintivos que se opongan en un mismo grupo de sememas cons-
tituirán una dicotomía, la cual caracterizará a su vez a la unidad de contenido
mayor, es decir, a la categoría sémica.
categorías
Prestigio Poder Semas Huiracocha/hombres sémicas
+ + A « autoridad» / sumisión
autoridad
aceptada
+ — B prestigio/respeto
— + C dictadura / obediencia
autoridad
rechazada
— — D no-autoridad/ transgresión
78 DOLORES COMAS DE «GEMIR
H U I R A C O C H A *± hombres
Huiracocha HOMBRES
Huiracocha *t HOMBRES
Sememas Semas
3 B. prestigio
4 B. respeto
5 D. transgresión
6 C. dictadura
10 B. prestigio
HUIRACOCHA Y QUFTZALCÓATL
11 D. transgresión
12 C. dictadura
15 A. autoridad
17 A. autoridad
18 A. sumisión
19 B. prestigio/respeto
20 D. transgresión
21 C. dictadura
23 C. obediencia
25 B. prestigio/respeto
27 A. autoridad
28 D. transgresión
29 C. dictadura
Categorías
Vida Muerte Semas sémicas
+ — V. vida
creación
+ + X. no vida
— + Y. no muerte
destrucción
Z. muerte
V I D A Tf. Muerte
V I D A *± muerte
80 DOLORES COMAS DE «GEMIR
vida # MUERTE
vida" * MUERTE
Sememas Semas
0 Y. no-muerte
1 X. no-vida
2 X. no-vida
7 Z. muerte
8 Y. no-muerte
9 V. vida
13 Y. no-muerte
14 V. vida
16 V. vida
22 Z. muerte
24 X. no-vida
26 V. vida
30 Z. muerte
alegorías categorías
: ¡ncionales sémicas sememas semas
ANALISIS F U N C I O N A L
recorren las tierras haciendo salir las figuras ya con vida. Estas esculturas en
barro o piedra se identifican con las que se encuentran en la ciudad de Tiahua-
naco, y que los quechuas consideraban como hombres petrificados de culturas
más antiguas. Los hombres surgen de debajo de la tierra, lugar donde se en-
cuentra el reino de los muertos. Este lugar es también, por tanto, el origen
de los hombres. Estos surgieron de debajo de la tierra por fuentes, árboles,
cuevas, ríos, etc. formando la población de un lugar determinado. Por ello, cada
pueblo adora uno de estos puntos geográficos, como lugar de origen de sus
primeros antecesores.
Huiracocha no crea únicamente los hombres, sino que también crea por el
mismo procedimiento los lugares en que vivirán, las plantas y animales de que
se alimentarán, etc., y después de la creación realiza un viaje, en el transcurso
del cual enseña a los hombres cómo han de vivir. En este sentido, Huiracocha
no es sólo creador, sino que también conserva y asegura la continuidad de lo
creado.
En su viaje Huiracocha es atacado por los indios Canas, y para castigarles
envía fuego del cielo. Betanzos (1968, 11) describe el estado en que queda el
cerro quemado. También Sarmiento de Gamboa (1965, 209) dice que las piedras
perdieron su peso después del incendio. Este hecho parece describir la erupción
de un volcán, ya que los relatos se refieren a un gran campo de lava que se
encuentra en Cacha.
Como dios de la creación, Huiracocha combina en su personalidad dos
aspectos diferentes. N o es, únicamente, un dios que personifique el poder crea-
dor de la naturaleza, proporcionando subsistencia a los hombres, volviendo
fértiles valles y llanuras, y haciendo que el calor del sol produzca plantas y con-
serve la vida. Representa también el poder destructor de la naturaleza, dejando
caer fuego que devora montañas enteras, ahogando a los hombres en inmensas
inundaciones y provocando destrucciones en general.
Simbolismos
a) Personalización de Huiracocha.
Huiracocha es descrito varias veces como un hombre alto y con barbas que
vestía una túnica larga y ancha. Unas culebras se le enroscaban en los brazos
y entre las piernas sobresalía la cabeza de un animal que Molina (19616, 107) y
Garcilaso (1963, 180) confunden con un león, pero que en realidad debía
tratarse de un jaguar, animal que aparece repetidas veces en la mitología ame-
ricana.
Las culebras son símbolo de fecundidad y de destrucción a la vez. Represen-
tan la materia y reúnen las cualidades de la tierra y del agua (ya que la culebra
es una serpiente de agua). Por su complexión y las formas que adopta, la ser-
piente es símbolo de transformación y metamorfosis, y a veces se la identifica
con la caída de los relámpagos. El jaguar representa en cambio la parte instin-
tiva del hombre, pero no el instinto en forma peyorativa, sino como expresión
de los sentimientos más nobles que, si son domados y adecuados, constituirán
grandes cualidades.
Esta descripción nos muestra un dios antromorfizado, aunque su aspecto
era muy distinto al de los demás incas, ya que éstos eran bajos de estatura,
tenían la tez de color oscuro, eran lampiños y llevaban una indumentaria muy
distinta. Esta diferencia en la constitución física entre el dios y '.os hombres es
vastante común en los relatos mitológicos, y parece tener su explicación en una
doble necesidad: la de dar, por una parte, una complexión humana a los dioses,
con 1o cual parecen estar más cerca de las cuestiones de la tierra y, por otra
parte, la de diferenciar al dios-hombre de los hombres corrientes, y esto
último se logra fácilmente dando a los dioses una complexiór física distinta,
ío: DOLORES COMAS DE & R O E M I R
b) El nombre de Huiracocha.
Parece ser que antes de que los incas dominaran la región andina los anti-
guos peruanos adoraban a un dios al que atribuían la creación del mundo y de
los hombres, y también su cuidado. N o tenía un nombre fijo, y como creador
se le llamaba Pacharurac (el que crea el mundo), y como conservador y pro-
vidente se le denominaba Pachacamac (el que anima el mundo).
Los cronistas hablan de un creador con nombres distintos en diferentes par-
tes del Perú. A este creador se le llama indistintamente «Illa Tici», «Con Tici»,
«Pachayachachic» y «Pachacamac» (Pachacamá en realidad, como veremos más
adelante, ya que el nombre de Pachacamac es sólo un atributo del dios como
conservador del mundo). Todos estos nombres se agrupan bajo la denominación
única de Huiracocha (que los cronistas escriben Viracocha, motivando errores
de pronunciación). Este nombre f u e dado por los incas al dios que se apareció
al Inca Huiracocha y al que se atribuyó un mito de origen quechua.
E n t r e los cronistas hay confusión entre Huiracocha y Pachacamá, y n o hay
un acuerdo en si se trataba d e un dios único con nombres diferentes (como
sucedía con los demás nombres), o bien si se trataba de dos divinidades dis-
tintas. Según Garcilaso (1963, 174), Pachacamá era un dios creador y conserva-
dor de la vida, invisible y desconocido, y que «hace con el universo lo que el
alma con el cuerpo». El sol era su aspecto visible y Huiracocha no era más
que un h i j o j e l sol. Parece ser, sin embaTgo, que en realidad Huiracocha se ado-
raba en las montañas, en tanto que Pachacamá era adorado en las regiones
costeras.
La confusión entre Pachacamá y Pachacamac es demostrada por D. G .
Brinton (1969, 191). Se debe a la similitud fonética de los nombres, aunque
hay una clara diferenciación semántica entre ellos. Pachacamá está compuesto
por «ppacha», origen, y «camá», todo, y por tanto significa «el origen de todas
las cosas». El nombre de Pachacamac, en cambio, está compuesto por «pacha»,
IIUIRACOCIIA Y QUETZALCÓATL 89
lugar o mundo, y por «camac», participio presente del verbo «camani», yo animo,
v del que también proviene la palabra «camakenc», el alma. Por tanto, el nom-
bre de Pachacamac significa «el que anima el mundo», y no se usa nunca como
nombre, sino como atributo, al igual q u e Pacharurac. E s t o está confirmado
por el poema quechua:
oían sido enviados por el dios, se les denominó «huiracochas», que en la actua-
lidad se emplea para significar «señor», y se dirige a los hombres blancos, es-
pecialmente si son españoles.
J. J. von Tschudi traduce el nombre de Huiracocha como «mar de los
vientos», con lo cual esta divinidad sería también un dios del viento, y se
relacionaría con el papel de Con citado anteriormente, cuya marcha hacia el
Norte produce la aridez de la costa peruana. La causa real de la aridez es el
viento del Sur que sopla hacia el Norte. Debido a estas coincidencias se podría
asociar el mito de Huiracocha con un mito de vientos, aunque no nos parece
que ésta sea una interpretación correcta.
Por último, Cieza de León nombra al Huiracocha más viejo Taupaca (Tahua-
pacac). Así también le denomina Pachacuti, y en algunos himnos peruanos
aparece como Huiracocha Tarapaca (Tahuapacac). E n el mito Tahuapacac es
identificado, en cambio, con el criado que desobedece las órdenes del dios. Esta
identificación de dos nombres con significado contradictorio se debe, según
Krickeberg (1971, 250), a que posiblemente Tahuapacac sería el antiguo nom-
bre del dios creador entre los aymaras y que, al pasar a los incas, tomó la
forma de un principio malo, como a veces sucede con los pueblos que han sido
dominados.
c) El número cuatro.
El número cuatro era para los incas un número sagrado, que se deriva de
la relación del hombre con la Naturaleza: cuatro son los puntos cardinales, las
estaciones del año, las extremidades del hombre, los vértices de la tierra, etc.
Al reconocer la recurrencia de este número en los fenómenos naturales f u e
aumentando su carácter sagrado, que pasó a manifestarse en otros aspectos de
la cultura.
La figura de la tierra era para los incas cuadrada, y según este criterio, el
territorio del imperio fue dividido en los cuatro cuartos, en el centro de los
cuales se hallaba la ciudad de Cuzco. Como resultado de ello los gobernadores-
jefe eran cuatro y toda la organización administrativa adquirió forma cuadru-
plicada. El título oficial del Inca era el de «Señor de los Cuatro Cuartos». Las
carreteras dependían de esta división territorial y las ciudades principales esta-
ban cruzadas por calles que corrían orientadas según los puntos cardinales. Este
simbolismo se manifestó asimismo en la forma y orientación de edificios públi-
cos, palacios, tumbas, templos, etc.
El simbolismo del número cuatro lo hallamos también en el mito. Tres son
los hombres que el dios salva del diluvio y que, junto con el dios, suman el
número de cuatro. Es especialmente significativo el recorrido geográfico que
realizan. Inician el viaje desde la parte más meridional del Imperio y el reco-
rrido que hacen responde a las divisiones territoriales del Imperio: un criado
HUIRACOCHA Y QUETZALCÓATL
creación destrucción
H u i r a c o c h a m u e s t r a en el m i t o los p a t r o n e s adecuados d e c o m p o r t a m i e n t o
en este sentido. E s t o s p a t r o n e s f u e r o n utilizados c o m o m o d e l o s en la c u l t u r a
c u a n d o se r e p e t í a n las situaciones q u e se relatan e n el m i t o . V e m o s q u e H u i r a -
cocha n o d u d a ni u n m o m e n t o e n castigar d u r a m e n t e a los q u e contradicen sus
órdenes. A los p r i m e r o s h a b i t a n t e s d e la tierra los d e s t r u y ó p o r q u e q u e b r a n -
taron sus preceptos al nacer «vicios d e soberbia y d e codicia e n t r e ellos».
( S a r m i e n t o d e G a m b o a 1 9 6 5 , 2 0 7 ) . E l h e c h o d e q u e se citen ú n i c a m e n t e estos
dos pecados es m u y significativo, p u e s a m b o s indican lo q u e p u e d e constituir
un peligro para la organización política d e los incas. Los individuos en q u e
se desarrolla la soberbia y la codicia n o p u e d e n e s t a r satisfechos con u n sistema
político f u e r t e m e n t e dictatorial, q u e n o p e r m i t e la l i b e r t a d d e acción ni d e ad-
quisición, p o r t e n e r unas clases sociales m u y estables y m u y poca movilidad.
O t r o de los castigos lo infligió H u i r a c o c h a a T a h u a p a c a c p o r q u e «le des-
obedecía y contradecía en t o d o » ( S a r m i e n t o d e G a m b o a 1 9 6 5 , 2 0 8 ; Casas
1957, vol. I I I , 4 3 3 ) , lo cual m u e s t r a t a m b i é n algo c o n s i d e r a d o c o m o pernicioso
por los incas, ya q u e éstos m a n t e n í a n su i m p e r i o sobre la base de la obediencia
y sumisión d e sus individuos.
E l h e c h o m i s m o de la creación de los h o m b r e s se realiza p o r m e d i o d e u n o s
criados que obedecen las instrucciones de H u i r a c o c h a l l a m a n d o a los h o m b r e s
para que vivan en la tierra, y éstos obedecen a su vez a los criados o a Huira-
cocha d i r e c t a m e n t e , y sólo por este acto de obediencia surge de n u e v o la vida en
aquellas tierras.
C u a n d o ¡os h o m b r e s cumplen las órdenes de H u i r a c o c h a y le sirven hu-
m i l d e m e n t e son recompensados con bienes materiales, consejos, instrucciones,
etc. Si no sucede así, son castigados severamente, a n o ser q u e decidan arre-
(
92 DOLORES COMAS DE «GEMIR
II. EL M I T O DE QUETZALCOALT
ANALISIS ESTRUCTURAL
(') Fray Bernardino de Sahagún, 1938, vol. I, 17-18, 68-69, 267-270, 278-282; vol. III.
114-115; vol. IV, 29.
( ! ) Torquemada, 1723, vol. I, 161, 255. 256, 282, 380; vol. II, 20, 48-52, 71, 79-80,
288. 351.
(') Anales de Cuauhtitlan. — No nos ha sido posible obtener !a versión original com-
pleta de estos anales; por tanto, la versión que se ha consultado ha sido la que aparece en
la obra de Krickeberg (1971, 40, 48, 50-59;. La numeración de las páginas corresponde
también al mencionado libro.
IIUIRACOCIIA Y QUETZALCÓATL 93
Estructura narrativa.
en q u e
a = Quetzalcóatl
b = tentadores
u = sumisión
v = transgresión
U * ) : fy(b) : : f*(b) : f a . , ( y )
en la cual
a = tentadores
b = Quetzalcóatl
x = muerte
y = vida
QS : Q R :: FS : FR
en que
a = tentadores (transgresión)
b = Quetzalcóatl (sumisión)
x = muerte
y = vida
Lectura: Los tentadores, que se caracterizan por transgredir las normas o bien
en hacerlas desobedecer a otros, tienen como función el producir muerte;
mientras que Quetzalcóatl, que se caracteriza por su sumisión y acatamiento a
las normas, tiene como función el dar la vida (como creador y propagador d e
una civilización). Cuando Quetzalcóatl toma su función contraria, la de la
muerte, comete un pecado y se produce una permutación de la función de los
Tentadores que da como resultado que se produzca la vida y que además se
extienda.
Actores y funciones.
FASE. I
i.rores: Quetzalcóatl
Quetzalpétlatl
tentadores
hombres
(
V6 DOLORES COMAS DE «GEMIR
f u n c i o n e s : n o r m a s aceptadas (secuencias 1, 2 , 4 , 9 )
creatividad (secuencia 3)
n o r m a s rechazadas (secuencias 5, 6, 7, 8 )
destrucción (secuencias 10, 11, 12)
E s t r u c t u r a actancial:
HOMBRES
TENTADORES
QUETZALPETLATL
(ayudantes) (sujeto) (oponentes)
E s t a e s t r u c t u r a c o r r e s p o n d e a u n m o m e n t o inicial del m i t o e n q u e el o b j e t o
p e r s e g u i d o p o r Q u e t z a l c ó a t l es el q u e h e m o s d e n o m i n a d o « p e r f e c c i ó n » , en el
s e n t i d o d e q u e p r e t e n d e vivir g u a r d a n d o todas las n o r m a s , o f r e c i e n d o sacrifi-
cios, y realizando autosacrificios sobre su p r o p i o c u e r p o . E s t a f o r m a d e vida
r e p e r c u t e sobre su m i s m a p e r s o n a y t a m b i é n s o b r e los h o m b r e s q u e viven con
él, ya q u e t o d o s ellos son d e s t i n a t a r i o s d e la p r o s p e r i d a d q u e reina e n la ciudad.
Sin e m b a r g o , esta e s t r u c t u r a n o se m a n t i e n e , s u f r e u n proceso d e t r a n s f o r m a -
ción al cambiar de o b j e t o y v a r í a n con ello las posiciones d e los actantes.
TENTADORES
HOMBRES
QUETZALPETLATL
(ayudantes) (sujeto)
FASE I I
actores: Quetzalcóad
tentadores
hombres
Estructura actancial:
HOMBRES TENTADORES
(ayudantes) (sujeto) (oponentes)
Estructura semántica
p F i normas aceptadas
F 2 normas rechazadas
creación
F(C)<
F 4 destrucción
A! igual que en el mito de Huiracocha, se puede con ello formar una estruc-
tura elemental, que será:
F(N) = (F, + F 2 )
F(C) = (F, + F 4 )
cuyo proceso sigue un desarrollo idéntico al del mito anterior, dando como resul-
tado la siguiente analogía:
Fi Fj Fi
F2 F« F3 f4
creación destrucción
9»! DOLOKES COMAS BE AÍGF.MIR
F ( N ) > F(C)
normas normas
aceptadas creatividad rechazadas destrucción
1
2 3
4 5
6
7
8
9 10
11
12
13 14
15
16 17 18 19
20
21
22
2}
24 25
Actitud respecto a las normas. La actitud respecto a las normas puede variar
en diferentes grados, entre una sumisión total o bien una transgresión a las
mismas, variando la intensidad de aceptación según se den ambas condiciones
o falte una de ellas.
Categoría
Sumisión Transgresión Semas sémica
+ — A. sumisión
normas
+ + B. tentación aceptadas
— + C. indiferencia
normas
D. transgresión rechazadas
Q ~¡~\'normas
Q ] normas
Q +jr\ normas
n o r m a s
Q±4
Sememas Semas
1 A. sumisión
2 A. sumisión
4 B. tentación
5 C. indiferencia
6 D. transgresión
7 D. transgresión
8 C. indiferencia
9 A. sumisión
13 A. sumisión
16 D. sumisión
18 D. transgresión
24 A. sumisión
Categorías
vida Muerte Semas sémicas
+ — V. vida
creatividad
+ + X. n o vida
— + Y. n o muerte
destrucción
Z. muerte
Sememas Semas
3 X. no vida
10 Z. muerte
11 Y. no muerte
12 Z. muerte
14 V_ vida
15 V. vida
17 V. vida
19 Z. muerte
20 V. vida
21 V. vida
22 V. vida
23 V. vida
25 V. vida
ío: DOLORES COMAS DE &ROEMIR
Categorías Categorías
funcionales sémicas Sememas Semas
ANALISIS FUNCIONAL
.,n. que se mantiene próspera mientras el rey se ajusta a unas normas, pero
,;e Ha de someterse al destierro cuando ha sido su rey quien ha caído en
vcjdo.
El cuerpo jurídico reforzaba los sistemas de valores transmitidos por el
:.to castigando los delitos antisociales y los que hacían perder la dignidad. E n
„' mito tenemos que uno d e los pecados de Quetzalcóatl f u e el de la embria-
guez, que llevó consigo otras secuelas, y por el que perdió el bienestar que an-
—nórmente disfrutaba.
Quetzacóatl proporcionó el conocimiento y desarrollo de la agricultura. Se
¿ atribuye, además, el descubrimiento del maíz, del q u e se llega a decir q u e
'as mazorcas alcanzaban el tamaño de una persona en la época en q u e vivía
Quetzacóatl (Sahagún, t. I, 2 6 8 ; T o r q u e m a d a , t. I I , 49). Esta divinidad es
también el p a d r e de la artesanía, y el mito destaca constantemente la riqueza
en que vivía: Su casa de ayunos era de productos exóticos (Anales d e
í'uauhtitlán, 40; Sahagún, t. I, 2 6 7 ; Torquemada, t. I I , 48), y a veces em-
pleaba para sus sacrificios piedras preciosas o plumas d e quetzal. E n los
Anales de Cuauhtitlán (p. 4 8 ) se menciona la gran cantidad de productos pre-
c i s o s que descubrió y de qué forma labraba y pintaba todos sus utensilios.
Enseñó todas estas artes a los hombres: «los vasallos q u e tenía eran todos ofi-
ciales de artes mecánicas y diestros para labrar las piedras verdes, que se lla-
man chalchihuites, y también para f u n d i r plata y hacer ot¡ras cosas, y estas artes
todas hubieron origen del dicho Qutzalcóatl» (Sahagún, t. I , 267). Con esto
mismo coincide T o r q u e m a d a (t. I I , 48). Para expiar su pecado Quetzalcóatl
tuvo que desprenderse de todas sus riquezas, enterrándolas o echándolas p o r
diversos lugares. Así f u e posible que estas riquezas se extendieran fuera d e la
ciudad de Tula y que los artesanos tuvieran que establecerse en otras poblacio-
nes distintas por la misma razón.
Respecto al campo religioso, Quetzalcóatl no era el único de los dioses d e n t r o
de la religión azteca, ni tampoco era un dios supremo, sino q u e compartía su
poder con otras muchas divinidades. H a b í a algunos dioses que intervenían in-
directamente en los asuntos humanos y que solían constituirse como tutelares
de una población. E n t r e este grupo de divinidades se hallaba Quetzalcóatl.
En el mito encontramos un antagonismo entre Tezcatlipoca y Quetzalcóatl,
1
o cual parece deberse a la superposición de la cultura nómada a la que perte-
necían los aztecas, con la más civilizada de los toltecas. Quetzalcóatl, como
-.ventor de las artes, la escritura y el calendario, constituía la expresión de ¡a
v:da civilizada, fácil y feliz. Tezcatlipoca, por el contrario, representaba ¡a
competición de la vida cotidiana, tanto en la guerra como en las actividades
comerciales o de los artesanos. Tezcatlipoca era el dios del cielo nocturno, de
ia guerra y de los encantamientos y logra expulsar de la ciudad al dios bien-
hechor.
... c
1 OÍS DOLORES COMAS DE ARGEMIR
Uno de los aspectos más destacados del ritual es el de los sacrificios humanos
y, sin embargo, ya hemos dicho que Quetzalcóatl no quiso nunca realizarlos.
Los sacrificios eran realizados por los sacerdotes, que tenían el nombre etimo-
lógico de «quetzalcóatl», e incluso se realizaban sacrificios a este dios. Esta
contradicción es debida, una vez más, a la superposición de las culturas que
constituyeron el pueblo azteca. Los aztecas conservaron al dios tolteca Quetzal-
cóatl, pero continuaron con su costumbre de realizar sacrificios humanos.
HUIRACOCHA Y Q U E T Z A L C Ó A T L
Simbolismos.
a) El nombre de Quetzalcóatl
veces visible, y que se distingue por tener sólo dos dedos delanteros. Esto parece
indicar que los mayas y los hablantes nahuas estaban en contacto en la época
de Quetzalcóatl, pues el pájaro quetzal se encuentra únicamente en tierras
mayas, y no en el altiplano. «Cóatl» es una palabra nahua q u e significa cu-
lebra, y que se puede descomponer a su vei en dos elementos, «co», palabra
genérica de serpiente, y «atl», agua. Quetzalcóatl es, por consiguiente, una
figura mitológica que reúne a la vez las cualidades del agua, de la tierfa y de
las aves.
C o m o pájaro Quetzalcóatl representa el cielo o las características espirituales
del hombre. Asociado además con el quetzal, difícil d e capturar e incluso de
ver, tiene para los nahuas el significado del alma humana libertada del armazón
del cuerpo. Sin embargo, este alma n o se encuentra sola, Sino que se halla
incluida en la materia, representada por la serpiente de agua (culebra). El
espíritu se incluye, pues, en la tierra, símbolo del tiempo. E s t o n o debe inter-
pretarse como u n a negación de la creación o como una degradación del espíritu,
sino al contrario. E l espíritu da vida y forma a la materia, y la materia ha de
transcenderse y convertirse en espíritu. E l quetzal desciende a la materia y se
junta con la serpiente para convertirse en p a r t e del movimiento d e la vida
orgánica.
Con esto mismo está relacionado el hecho de que en los Anales d e Cuauhti-
tlán (p. 1) se diga que Quetzalcóatl f u e concebido cuando su madre se tragó
una piedra de jade (chalchihuitl). El jade es la materia más sólida q u e se p u e d e
hallar y, por tanto, es la menos cambiante. P u e d e pues representar la materia
inerte q u e n o ha sido todavía infundida por el espíritu. Según I . Nicholson
( 1 9 6 7 ) Chilmalman, la madre de Quetzalcóatl, representa, a la inversa d e su
hijo, la solidificación del espíritu en la materia tangible. Si el Sol es espíritu
y fuerza masculina, ella es materia, fuerza femenina de la tierra q u e no puede
vivir sin la ayuda del sol. Si está sola es estéril, pero cuando llega el sol es
capaz de germinar: en ella el espíritu trascendente se vuelve tangible, y nace
Quetzalcóatl, unión del espíritu y de la materia, de lo sagrado y lo profano;
equilibrio permanente, q u e es lo q u e produce la vida.
En íu forma embrionaria la serpiente emplumada representa al Q u i n t o Sol.
E s t e es el sol del movimiento, es el que fusiona los elementos y los hace apare-
cer en sus dos vertientes opuestas. P o r esto encontramos en Quetzalcóatl estas
dicotomías, porque él mismo lo es: es el «agua que arde», el espíritu viviente
d e la materia en constante actividad, es la luz y la oscuridad. E n este sentido,
está conectado con la estrella de la mañana y la sucesión del día y d e la
aoche.
E l pecado que comete Quetzalcóatl está también relacionado con esta doble
constitución. Parece ser que en aquellos momentos Quetzalcóatl olvida su espí-
ritu, pata fijarse únicamente en su cuerpo, es decir, en su parte p u r a m e n t e ma-
HUHUCOCBA Y QUETZALCÓATL 111
rerial. Entonces cae en un doble pecado: por una parte toma pulque y se em-
borracha, lo cual está muy mal visto en la sociedad mexicana y, por otra parte,
::ene relaciones sexuales con su hermana. Sólo desprendiéndose de este cuerpo
*erá posible liberar al alma, y asi \o hace echándose a una hoguera, o bien
desapareciendo en el océano.
El hecho de que Quetzalcóatl descienda a la región de Mitlancalco, es decir,
a los infiernos, lo identifica con la estrella de la mañana, como anteriormente ya
se ha comentado, en el momento en que este planeta se sumerge en el horizonte
para volver a reaparecer.
Por fin, el hecho de que presida el mes de «ehécatl» hace que se le identi-
fique con el viento, y por ello se le representa a veces barriendo los caminos para
que pase el dios de la lluvia.
b) Personalidad de Quetzalcóatl.
c) El número cuatro.
Este era para los aztecas un número sagrado que se derivaba de la relación
'.el hombre con la naturaleza, especialmente con los puntos cardinales. Esta
afluencia puede notarse en la distribución de los días en el calendario adivi-
natorio. compuesto por doscientos sesenta días, cuya denominación resultaba
de ¡a combinación de trece números y de veinte signos. Estos veinte signos es-
aban divididos en cuatro series, cada una de las cuales estaba dominada por una
de las direcciones del espacio, tomando las características propias de cada uno
ío: DOLORES COMAS DE & R O E M I R
creatividad destrucción
El mito nos relata cómo Quetzalcóatl vivía de acuerdo con los preceptos
establecidos, pero ¿qué valores son los q u e se exaltan en la figura del dios?
Quetzalcóatl es pacífico por naturaleza, ya q u e no realiza sacrificios humanos
ni puede soportar el ver u oir dañar a los hombres; vive en castidad; es ho-
nesto, moderado, bondadoso; hace sacrificios diariamente y penitencia. De-
ello se deduce q u e el h o m b r e ha de ser humilde, ha de soportar las adversidades
v para ello ha de acostumbrarse a dominar su propio cuerpo. Se exaltan las
cualidades que enriquecen al h o m b r e en su parte espiritual, pero n o se citan
las que pueden beneficiarle materialmente, porque en este caso los beneficios
vienen desde fuera, son concedidos por añadidura. T o d o ello se corresponde con
la actitud q u e deben mantener aquellos hombres q u e viven d e n t r o de u n sistema
político que, como el de los aztecas, es f u e r t e m e n t e dictatorial, y cuya expansión
se basa en la conquista y dominación d e gran n ú m e r o de hombres por unos
pocos. Los aztecas mantuvieron su imperio sobre la base d e la sumiiión de sus
individuos, y esta sumisión sería sostenida d e m u y diversas formas, una de las
cuales es la transmisión por medio d e u n mito d e las cualidades q u e debe poseer
un hombre.
A pesar d e su perfección, Quetzalcóad comete u n pecado, pecado que se
produce cuando se olvida de su parte espiritual, q u e constituye su fuerza, y se
complace en la materia. La tentación se inicia cuando percibe su propio cuerpo
y se siente viejo y enfermo; es entonces cuando se deja convencer por sus
enemigos; y cuando se contempla bellamente adornado, privado de su fortaleza
espiritual, cae en pecados p u r a m e n t e materiales: embriaguez y relaciones sexua-
les con su propia hermana, dejando además de realizar los autosacrificios y las
penitencias acostumbradas. El pecado es un rechazo m o m e n t á n e o d e las normas
que había seguido hasta entonces. La consecuencia y castigo de este pecado se lo
administra el mismo Quetzalcóatl: cuando se da verdaderamente cuenta de cual
ha de ser la condición humana llega a la conclusión d e q u e sólo desprendiéndose
de su cuerpo, que le ha hecho caer en lo q u e no deseaba, podrá alcanzar la
eternidad. Por esto, en una versión desaparece por el mar mientras q u e en otra
construye una hoguera, porque el fuego destruirá la materia de su cuerpo, pero
liberará el espíritu y lo purificará, y de este m o d o podrá llegar hasta el cielo.
A este respecto dice L. Sejourné (1964, 114): «Lo q u e hace rey a Quetzalcóatl
es su determinación por alterar el curso de su existencia, para iniciar un viaje
'orzado sólo por una necesidad interna. Es soberano porque obedece su propia
'.ey v no la de otros; porque es manantial y origen del movimiento».
La correlación entre la prosperidad y la sumisión a las normas por una parte,
y entre la desobediencia y el castigo inmediato por otra, proporciona un mo-
delo para el hombre, el cual puede aspirar a ser eterno si es capaz de sacrificar
su propio cuerpo como hizo Quetzalcóatl.
114 DOLORES COMAS DE «GEMIR
III. P A R A L E L I S M O S E N T R E LOS M I T O S D E H U I R A C O C H A
Y DE QUETZALCOATL
N I V E L ESTRUCTURAL
Estructura narrativa .
ESTRUCTURA SEMANTICA
normas) / normas 1
ace
autoridadí Ptada / autoridad}rechazada
creación / destrucción
autoridad | autoridad |
, aceptada
r , rechazada
normas) normas]
creación destrucción
ío:
DOLORES COMAS DE & R O E M I R
> «c>
NIVEL FUNCIONAL
Fenómenos naturales
!os matices se puede decir, pues, que los dioses se consideran como creadores
Je los hombres.
Sin embargo, esta relación entre el dios creador y el hombre se puede
tomar también a la inversa. En efecto, ni Huiracocha ni Quetzalcóatl
existirían si no hubieran creado a los hombres, ya que de no haber sido así na-
die podría constatar sus cualificaciones ni sus acciones. Esto quiere decir, en
general, que una cosa sólo es lo que es cuando tiene otras cosas con que com-
pararse y, por tanto, si se supusiera que Huiracocha o Quetzalcóatl pudieran
existir independientemente, sin la presencia de nadie más, serían únicamente
unos seres que, por falta de otros seres, no podrían ser ni superiores ni inferio-
res, mejores ni peores que otros, ya que no tendrían con quien establecer com-
paraciones. Por consiguiente, Huiracocha y Quetzalcóatl sólo se realizan como
dioses en u n mito, en el momento en que exteriorizan sus potencialidades hacia
las cosas y efectúan un acto como el de la creación y las demás acciones que le
preceden. Por otra parte, es más fácil comprender que los hombres no po-
drían existir sin la presencia del dios que los creó.
Por consiguiente, se puede afirmar que la relación entre el dios y los hom-
bres es dicotómica, pues a la vez que están en oposición se complementan.
Respecto al fenómeno de la creación, en ambos mitos los seres que han de
ser creados son enterrados previamente en el suelo. Los dos dioses, además
de crear a los hombres, proporcionan los medios para conservar su creación
y por ello les dan una civilización que los ayudará a evolucionar. Son, por tan-
to, unos dioses providentes.
Ambos dioses presentan la faceta de ser destructores, ya que en los mitos
se sirven de una destrucción para realizar una creación definitiva. La destruc-
ción no se debe interpretar, pues, en este sentido, como un aspecto negativo,
sino que sirve para eliminar lo que resultaba perjudicial para el desarrollo del
mundo. Desde otro punto de vista la destrucción se emplea como medio de cas-
tigo por faltas cometidas por los hombres ( o por el mismo dios en el caso de
Quetzalcóatl), por lo que también constituye un medio de salvaguardar el orden
social y la buena marcha de la cultura.
Sistemas de valores
Se puede apreciar que los valores aceptados y los sancionados son práctica-
mente los mismos en ambas sociedades; la diferencia en alguno de ellos puede
deberse a una omisión en el mito y no a que este valor no fuera apreciado en
la sociedad. En conjunto todos los valores presentan la tendencia a aceptar la
autoridad, que se manifiesta por medio de unas normas concretas. Como los
sistemas de valores tienen una función específica dentro de una sociedad, que
consiste en contribuir a mantener la estabilidad de la misma y a evitar su dis-
gregación, actúan como elementos conservadores. Estos valores q u e hemos ex-
puesto indican, pues, la presencia de unas sociedades cuyo equilibrio se basa en
la existencia de autoridad, y la correspondiente sumisión por parte de los
individuos que la componen. Contribuyen también a ajustar al individuo a las
normas sociales, mantener las estratificaciones de clase, las jerarquías y la
dependencia de unos individuos respecto a otros. En conjunto contribuyen a
conservar los imperios que constituyeron las dos sociedades.
Fenómenos sociales
a) Organización social
b) Organización política
•?z. Los dioses indican en los mitos los lugares en q u e h a n de vivir los hom-
ares y les dan un n o m b r e , justificando de esta m a n e r a una distribución pura-
mente funcional.
1 Economía
d) Religión
música, los vestidos y adornos con que se cubría y el maíz con q u e se alimen-
taba. Los nombres de las tribus, lugares geográficos y poblaciones fueron tam-
bién otorgados por estos dioses civilizadores.
Simbolismos
CONCLUSIONES
BIBLIOGRAFIA