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TIPOS DE ASILO

¿Qué es un asilo?

-En su acepción más amplia asilo es aquella garantía de los derechos humanos consistente
en la protección que el Estado presta, dentro de su ámbito de soberanía, a los extranjeros
que hayan penetrado en su territorio para huir de la persecución política o de las
condiciones económicas o medioambientales de su país de origen, como asegura el
Instituto de Estudios Políticos para América Latina y África.

En el artículo 14. de la Declaración Universal de Derechos Humanos, se establece que en


caso de persecución, toda persona tiene derecho a buscar asilo, y a disfrutar de él, en
cualquier país. 2. Este derecho no podrá ser invocado contra una acción judicial realmente
originada por delitos comunes o por actos opuestos a los propósitos y principios de las
Naciones Unidas.

¿Cuántas clases de asilo existen?

El Derecho Internacional reconoce dos clases de asilo: El diplomático y el territorial. Se trata


en ambos casos de medios para socorrer al perseguido y brindarle protección humanitaria
necesaria para librarlo de sus perseguidores, explican juristas argentinos en la web
Espacios Jurídicos.

Sobre el asilo diplomático

Es el otorgado en legaciones, navíos de guerra y campamentos o aeronaves militares o


personas perseguidas por motivos políticos o delitos políticos. Se fundamenta en el principio
de la extraterritorialidad de las sedes diplomáticas y se basa en razones humanitarias. La
Convención sobre Asilo Diplomático aprobada en la Conferencia de Caracas de 1954, es
el instrumento que regula este principio.
Sobre el asilo territorial

Se conoce con este nombre a la institución por la cual el perseguido por razones políticas
busca protección en el territorio de otro Estado. En América existe una Convención sobre
Asilo Territorial.

En suma, como recuerda la Fundación del Español Urgente, el asilo diplomático es el


derecho que tienen las misiones diplomáticas de albergar y proteger a cualquier persona
perseguida por motivos políticos. No debe confundirse con el asilo político o territorial que
es la acogida dispensada por un Estado en el territorio de su soberanía a los extranjeros
que buscan refugio en él por encontrarse perseguidos en sus países de origen por razones
políticas, raciales o religiosas.

¿En qué consiste la Protección Internacional?

-La Agencia de la ONU para los refugiados, Acnur, asegura que la mayoría de las personas
pueden buscar de parte de sus gobiernos la garantía de que sus derechos básicos sean
respetados así como asegurar su seguridad física. Pero en el caso de los refugiados, el
país de origen ha probado ser incapaz o no muestra su disposición de proteger tales
derechos. Así, el ACNUR ha recibido el mandato de asegurar que los refugiados sean
protegidos en el país de asilo, asistiendo a los gobiernos en la medida de los posible a
cumplir con esta tarea.

PROTECCION DE LOS REFUGIADOS

Protección de los refugiados

¿Quiénes son los refugiados?

La Convención de 1951 relativa al estatuto de los refugiados los define como:

«La persona que, por temor justificado de ser perseguida por su raza, religión, nacionalidad,
pertenencia a un grupo social concreto u opinión política, se encuentra fuera del país de su
nacionalidad y no puede o, debido a ese temor, no quiere aprovechar la protección que le
ofrece dicho país» »Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los
Refugiados

La práctica de conceder el asilo a personas que huyen de la persecución en países


extranjeros constituye uno de los hitos más antiguos de la civilización. Encontramos
referencias en textos escritos de hace 3500 años, cuando prosperaban los grandes
imperios antiguos como el de los hititas, los babilonios, los asirios y los egipcios en Oriente
Medio.

Más de tres milenios después, la protección de los refugiados se ha convertido en el


mandato fundamental del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados
(ACNUR), creado en 1951 para ocuparse de éstos, en particular de los que deseaban volver
a su país a finales de la Segunda Guerra Mundial.

Desde entonces, el ACNUR ha proporcionado protección y asistencia a decenas de


millones de refugiados y ha hallado soluciones sostenibles para un gran número de ellos.

Refugiados y migraciones económicas

Mujeres y niños uzbekos

Mujeres y niños uzbekos refugiados siguen conmocionados tras los actos violentos en
Kirguistán en junio de 2010. Foto ONU/EPA

Los modelos mundiales de migración son cada vez más complejos en el mundo
contemporáneo, al implicar no solo a los refugiados sino también a millones de migrantes
económicos. Sin embargo, los refugiados y los migrantes económicos son
fundamentalmente diferentes aunque suelan tomar los mismos caminos. Por esa razón,
reciben un trato muy distinto por parte del derecho internacional moderno.

Los migrantes, en particular los económicos, eligen desplazarse para buscar mejores
perspectivas para ellos y para sus familias. En cambio, los refugiados se ven obligados a
desplazarse si quieren salvar sus vidas y preservar su libertad. No obtienen protección por
parte de sus Estados, y a menudo es su propio gobierno el que amenaza con perseguirlos.
Si otros países no les dejaran entrar y no les ayudaran una vez que están dentro, en su
país podrían condenarlos a muerte o a vivir en condiciones intolerables, en secreto, sin
medios de subsistencia ni derechos.
CONVENCIONES INTERNACIONALES

Derecho de asilo

Declaración Universal de los Derechos humanos (1948)

Artículo 14

1. En caso de persecución, toda persona tiene derecho a buscar asilo, y a disfrutar de él,
en cualquier país.

2. Este derecho no podrá ser invocado contra una acción judicial realmente originada por
delitos comunes o por actos opuestos a los propósitos y principios de las Naciones Unidas.

Convención Americana sobre Derechos Humanos (1969), Pacto de San José

Artículo 22 - Derecho de Circulación y de Residencia

7. Toda persona tiene el derecho de buscar y recibir asilo en territorio extranjero en caso
de persecución por delitos políticos o comunes conexos con los políticos y de acuerdo con
la legislación de cada Estado y los convenios internacionales.

Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre (1948)

Artículo XXVII - Derecho de asilo.

Toda persona tiene el derecho de buscar y recibir asilo en territorio extranjero, en caso de
persecución que no sea motivada por delitos de derecho común y de acuerdo con la
legislación de cada país y con los convenios internacionales.

Asilo político y situación del refugiado

Seminario realizado en La Paz, Bolivia, 19 – 22 de abril de 1983


Conclusiones:

PRIMERA.- Afirmar el principio del asilo como el derecho subjetivo de buscar y recibir
protección en territorio extranjero en caso de fundado temor de persecución por motivos de
raza, religión y nacionalidad, pertenencia a un determinado grupo social u opiniones
políticas o en caso de persecución por delitos políticos, de acuerdo con la definición
contenida en la Convención de Naciones Unidas de 1951 y el protocolo de 1967, sobre el
estatuto de los refugiados y en seguimiento de los más recientes desarrollos del derecho
interamericano consagrados epecialmente en el artículo 22° N° 7 de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos de 1969, (Pacto de San José).

Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea (2000)

Artículo 18 - Derecho de asilo

Se garantiza el derecho de asilo dentro del respeto de las normas de la Convención de


Ginebra de 28 de julio de 1951 y del Protocolo de 31 de enero de 1967 sobre el Estatuto de
los Refugiados y de conformidad con el Tratado constitutivo de la Comunidad Europea.

CONVENCIONES INTERNACIONALES

CONVENCIÓN SOBRE ASILO

(Firmada en La Habana, el 20 de febrero de 1928 en la Sexta Conferencia Internacional


Americana) Deseosos los Gobiernos de los Estados de América de fijar las reglas que
deben observar para la concesión del Asilo en sus relaciones mutuas, han acordado
establecerlas en una Convención, y al efecto han nombrado como Plenipotenciarios:
[Siguen los nombres de los Plenipotenciarios] Quienes, después de haberse cambiado sus
respectivos Plenos Poderes, que han sido encontrados en buena y debida forma, han
convenido lo siguiente: Artículo 1 No es lícito a los Estados dar asilo en Legaciones, navíos
de guerra, campamentos o aeronaves militares, a personas acusadas o condenadas por
delitos comunes ni a desertores de tierra y mar. Las personas acusadas o condenadas por
delitos comunes que se refugiaren en alguno de los lugares señalados en el párrafo
precedente deberán ser entregadas tan pronto como lo requiera el gobierno local. Si dichas
personas se refugiaren en territorio extranjero la entrega se efectuará mediante extradición,
y solo en los casos y en la forma que establezcan los respectivos Tratados y Convenciones
o la Constitución y leyes del país de refugio. Artículo 2 El asilo de delincuentes políticos en
Legaciones, navíos de guerra, campamentos o aeronaves militares, será respetado en la
medida en que, como un derecho o por humanitaria tolerancia, lo admitieren el uso, las
Convenciones o las leyes del país de refugio y de acuerdo con las disposiciones siguientes:
Primero: El asilo no podrá ser concedido sino en casos de urgencia y por el tiempo
estrictamente indispensable para que el asilado se ponga de otra manera en seguridad
Segundo: El Agente Diplomático, Jefe de navío de guerra, campamento o aeronave militar,
inmediatamente después de conceder el asilo lo comunicará al Ministro de Relaciones
Exteriores del Estado del Asilado, o a la autoridad administrativa del lugar si el hecho
ocurriera fuera de la capital. Tercero: El Gobierno del Estado podrá exigir que el asilado sea
puesto fuera del territorio nacional dentro del más breve plazo posible; y el Agente
Diplomático del país que hubiere acordado el asilo, podrá a su vez exigir las garantías
necesarias para que el refugiado salga del país respetándose la inviolabilidad de su
persona. Cuarto: Los asilados no podrán ser desembarcados en ningún punto del territorio
nacional ni en lugar demasiado próximo a él. Quinto: Mientras dure el asilo no se permitirá
a los asilados practicar actos contrarios a la tranquilidad pública. Sexto: Los Estados no
están obligados a pagar los gastos por aquel que concede el asilo. Artículo 3 La presente
Convención no afecta los compromisos adquiridos anteriormente por las Partes
Contratantes en virtud de acuerdos intemacionales. Artículo 4 La presente Convención,
después de firmada será sometida a las ratificaciones de los Estados signatarios. El
Gobierno de Cuba queda encargado de enviar copias certificadas auténticas a los
Gobiernos para el referido fin de la ratificación. El instrumento de ratificación será
depositado en los archivos de la Unión Panamericana en Washington, quien notificará ese
depósito a los Gobiernos signatarios; tal notificación valdrá como canje de ratificaciones.
Esta Convención quedará abierta a la adhesión de los Estados no signatarios. En fe de lo
cual los plenipotenciarios expresados firman la presente Convención en español, inglés,
francés y portugués, en la ciudad de La Habana, el día 20 de febrero de 1928. [Siguen las
firmas de los Plenipotenciarios] RESERVA HECHA AL FIRMAR LA CONVENCIÓN Los
Estados Unidos de América, al firmarse la presente Convención, hacen expresa reserva,
haciendo constar que los Estados Unidos no reconocen y no firman la llamada doctrina del
asilo como parte del Derecho Internacional.

VIGENCIA

Con nuevo caso de solicitud de asilo político ha logrado captar la atención internacional; si
en el caso de Assange el acento estuvo en la reticencia del gobierno británico a aceptar la
institución de asilo, en la presión y acoso que ejerció tanto sobre el asilado como en la
legación asilante, esta vez el caso Snowden está logrando exhibir los precarios argumentos
de su gobierno y la necesidad de una defensa internacional del asilo que, como queda a la
vista, sigue siendo una institución vigente y completamente necesaria.

Aparentemente Snowden es un espía que ha preferido abandonar su vieja vida y ha ha roto


con su pasado; ha dado a conocer información sobre las actividades de espionaje que
Estados Unidos ha ejercido por años sobre las embajadas de otras naciones; la doble moral
de los gobiernos es casi infantil, como si nadie lo supiera y como si nunca jamás nadie la
hubiera practicado; la presión estadunidense se ha dejado sentir y el hombre ha quedado
en tierra de nadie, en la zona de tránsito de un aeropuerto de Moscú; algunos países, con
extrema prudencia, han respondido a su solicitud y estudian el caso. Sin embargo, esta
espinosa situación pone sobre la mesa algunos hechos elementales: el país expulsor, el
perseguidor, no tiene facultades para calificar la conducta del solicitante de asilo, en este
caso se ha anulado el pasaporte de Snowden, dejándolo en completo estado de indefensión
y violentando sus más elementales derechos humanos; son Ecuador o Venezuela, ahora
que, frente a las condiciones impuestas por Rusia, el solicitante ha retirado su aspiración
de permanecer asilado en el territorio que ahora lo acoge en una extraña situación política
e internacional. Por otra parte, lo importante, más allá de cualquier otra consideración, es
la salvaguarda y la protección del ser humano, de modo que no puede ser remitido a un
país donde, por razones políticas, pueda ser sentenciado a una pena corporal o a la pena
de muerte.

Este drama de enredos, en el que todos los participantes se mueven con lentitud
desesperante, nos hace pensar que el ordenamiento internacional, así como el derecho
interno de los países, no puede funcionar si no tiene como eje central la vida y la libertad
de los sujetos; que nuestra convivencia se basa en el respeto de las personas y en el
reconocimiento de sus derechos fundamentales; más allá de ese margen no existe sino la
barbarie y el peligro.

Ayer fue Assange, hoy es Snowden, son dos que se han jugado la libertad y la vida por dar
a conocer las entretelas de los gobiernos que juegan con las personas como se juega con
las piezas de un enorme ajedrez; ante la reacción de estados valientes que deciden
acogerlos, la respuesta va de la frialdad e indiferencia hasta la presión y la negación del
derecho de asilo. En medio, los ciudadanos, los hombres de todos los días, vemos cómo
agentes, más allá de nuestra voluntad, están apostando nuestra libertad en aras de lo que
ellos llaman nuestra seguridad.

La falacia que hacía creer que sólo en tiempos de las grandes conflagraciones, de las
revoluciones y de la Guerra Fría, era necesario el derecho de asilo, ha mostrado su falsedad
y su peligrosidad. Es momento, sí, de revisar el derecho de asilo, pero para fortalecerlo,
para hacer conciencia de su importancia y de su valor, para mantener intacta la vida y la
libertad, más allá de las consideraciones y razones de Estado, más allá de la infértil
ecuación que resolvió Franklin hace más de 200 años: “Quien sacrifica su libertad a cambio
de seguridad hace un mal negocio, porque a la larga termina perdiendo ambas”.

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