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RECONOCIMIENTO EN RUEDA

Posted on 21 febrero, 2017

El reconocimiento en rueda es una diligencia de investigación cuya finalidad radica en determinar


la autoría de una infracción criminal, mediante la exhibición al testigo o víctima, de varias personas
de características morfológicas similares a las del investigado, y entre las que se encuentra el
sujeto sospechoso, con el objeto de reforzar o descartar la certeza sobre su autoría.

Esta diligencia de investigación se encuentra regulada en los artículos 368 a 372 de la Ley
de Enjuiciamiento Criminal (en adelante, LECrim). Es necesario precisar que no es de práctica
obligatoria, sino que se llevará a cabo cuando las circunstancias del caso lo recomienden por
existir una duda razonable sobre la identidad del sujeto infractor. Por otro lado, “si es detenido
flagrantemente, o conocido e identificado con su filiación o datos que lleven a señalar su certeza
identificativa, ya que el testigo o víctima lo conoce previamente, la práctica del reconocimiento en
rueda es innecesaria e improcedente”.

Cuando se lleve a cabo la diligencia de investigación, se confeccionará un acta donde se


consignarán los nombres de todas las personas que hubiesen formado parte de la rueda así como
el resultado de la misma. En cuanto a las características básicas de este medio de investigación, se
puede destacar:

 La rueda de reconocimiento deberá ser efectuada por el testigo o la víctima, quien tendrá
a su vista a todos los presentados, pero no será visto por éstos. La persona encargada de
realizar el reconocimiento deberá manifestar al Juez si el supuesto sujeto infractor se
encuentra entre las personas que estén realizando la rueda de reconocimiento.

 No se especifica en la ley cuántas personas deben comparecer con el sospechoso en la


rueda de reconocimiento ni si deben colocarse de alguna manera específica (suelen
ponerse en fila enfrentadas el sujeto que reconoce), pero es determinante que tengan
unas características morfológicas similares (mismo color de piel, altura, complexión,
fisonomía, etc), en aras de poder determinar la certeza del reconocimiento. Es importante
aclarar que en la rueda no se pueden colocar a hermanos gemelos, pues ello impide la
certeza de dicho reconocimiento.

 En supuestos en los que haya varios infractores y ante la falta de voluntarios de someterse
a una rueda de reconocimiento, la ley no impide que se coloquen en la misma rueda a
varios de los sospechosos. Pero en ese caso, se ha de advertir al testigo o víctima que
puede haber más de un investigado a reconocer.

Además, si el sujeto infractor por cualquier motivo no conserva la misma fisonomía que el día de
los hechos, el Juez debe advertírselo al sujeto que realiza el reconocimiento. En caso que fuesen
varias las personas que tuviesen que realizar el reconocimiento en rueda, se habrá de realizar por
separado asegurando de manera que no se comuniquen entre sí mientras que se estén llevando a
cabo dichos reconocimientos.

El Tribunal Supremo mantiene como jurisprudencia consolidada en referencia con el momento


procesal adecuado para su práctica, lo siguiente: “se trata de una diligencia probatoria que,
cuando menos en principio, es propia de la fase de instrucción o sumarial y, también por lo general,
idónea y atípica para ser practicada en el plenario o juicio oral, (…) porque como diligencia de
reconocimiento del investigado o encausado que es, se debe practicar en el sumario para sí poder
cumplimentar las exigencias que establece el artículo 369 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal”.

Además, también incide el Alto Tribunal en que “tiene la virtualidad de generar prueba
preconstituida que debe llegar practicada al – siendo posible – juicio oral, pero si el procesado
niega su identidad, es en el periodo de investigación sumarial cuando puede precisarse, y si el
procesado no está obligado a colaborar con la justicia para acreditar su inculpación, no debe ser lo
mismo cuando lo que se trata de acreditar es su inocencia, y si en el momento procesal oportuno
no niega su identidad, es lógico no se practique prueba alguna para dilucidarla, si luego en
casación pretende – rompiendo los principio de la buena fe y contradicción – suscitar el problema
de su identidad, podría constituir una cuestión nueva, imposible de ser acogida en tal trámite”.

Pese a que cuando se piensa en el reconocimiento en rueda uno se imagina su realización en sede
instructora, también es posible su realización en sede policial. La realización del mismo en sede
policial tiene como ventaja la inmediatez en su realización aunque pierde esa autenticación que
puede tener en sede judicial por confluir en ese medio los principios de inmediación y
documentación. Si bien es cierto que agiliza los trámites en cuanto al reconocimiento del presunto
infractor, el carácter de un federatario público convierte este reconocimiento en un dato más del
atestado policial, mientras que si se realiza en sede judicial se le dota del valor de un acto
instructorio, con la posible validez que tenga una posterior ratificación en el juicio oral.

En este sentido, el Tribunal Supremo ya en su sentencia de 18 de mayo de 1988 establecía que


“aunque tiene la ventaja de la inmediatividad, por sí – la policial –, no tiene más valor que el
correspondiente a una simple denuncia, que no podrá, por tanto, convertirse en prueba si no llega
a ratificarse”.

Por tanto, en cuanto a la eficacia del reconocimiento en rueda “la prueba sobre el reconocimiento
no la constituye la diligencia practicada en el sumario, sino el testimonio del identificador en el
plenario ante el tribunal de instancia, añadiendo que la diligencia de reconocimiento en rueda, aun
cuando se practique a presencia del juez de instrucción, del secretario y del letrado de la defensa,
no pasa de ser una diligencia sumarial, pero para que la identificación efectuada en la misma
adquiera la condición de prueba de cargo es necesario que, comparecido al juicio oral el
reconociente y a presencia del tribunal, pueda ser sometido al interrogatorio de las partes sobre
dicha identificación”.

En conclusión, a lo largo del artículo se ha analizado lo que mantiene la Jurisprudencia del Alto
Tribunal en cuanto al momento procesal oportuno para su práctica. Del mismo modo, se ha visto
también los requisitos exigidos para poder considerarla como prueba de cargo en un
procedimiento judicial. Quizá de todas las diligencias que se puedan practicar en la fase de
instrucción, tendentes al esclarecimiento de los hechos objeto de investigación, ésta sea la más
adecuada para ayudar a esclarecer la autoría sobre dichos hechos.

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