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Las huelgas que responden al “Domingo rojo” del 9 de enero de 1905 son acompañadas
por la creación de los primeros sindicatos independientes. Éstos son ilegales, ya que casi
ninguna ley reconoce su existencia. Desde el día siguiente a la manifestación del 9, el
comité de Petersburgo del POSDR (bolcheviques) difunde dos folletos. Llama a la huelga
general y a la lucha armada contra la autocracia y llama al mismo tiempo a constituir
sindicatos, a los cuales entonces, se les da el nombre vago de “unión”: la palabra rusa que
designa a los sindicatos desde fines de 1905, Professionnalny soiuz, o abreviado, Profsoiuz
que, por otra parte, quiere decir más exactamente “Unión profesional”. El comité afirma:
“Sin la unión, sin asociación, no puede haber fuerza. Incluso la huelga —este medio
potente de la lucha del proletariado— no puede triunfar si los trabajadores asalariados
(los obreros) no se reúnen primero en las uniones”.1
El reflujo del movimiento de huelgas a partir de marzo frena la creación de sindicatos. Así,
la tentativa del 11 de junio de constituir un sindicato de empleados de comercio (hay más
de 150.000 empleados y funcionarios de todos los órdenes en Petersburgo, capital
1
Listovski petersburgskij bolchevikov, 1902-1917, Tomo I, Moscú, 1939, pág. 218.
2
V.V. Sviatlovski : Istoria professionanlnogo Dvijenia v Rosii ot vosniknovenia rabotcego klassa do 1917 goda,
Leningrado, 1925, pág. 99.
3
Profsoiuzy SSSR. Dokumenty i materialy, Moscú, 1963, págs. 87-88.
2
—Para las mujeres embarazadas, un mes de licencia paga antes del nacimiento y un mes
después;
—La política unificada de la patronal para oponerse a este movimiento e impedir a los
trabajadores que obtengan la satisfacción de sus reivindicaciones.
Poco antes, se había constituido una Unión de uniones (no industriales), donde entran las
uniones profesionales recientemente formadas de docentes, ingenieros, médicos y
abogados.
En el mismo camino, los sindicatos que se constituyen cada semana intentan rápidamente
centralizar su actividad: el 6 de noviembre de 1905, los representantes de seis sindicatos
(los madereros, los gráficos, los sastres, zapateros, tejedores y jardineros) constituyen un
“Buró central de los sindicatos de San Petersburgo”, que elige un secretariado presidido
por el militante socialdemócrata menchevique M. Grinevich (seudónimo de M. Kogan).
Entre los miembros del secretariado, se encuentra el futuro bolchevique y especialista
mundial en Marx y Engels, David Riazanov. Este Buró central de los sindicatos de la ciudad,
cuyo rol es coordinar la actividad de los sindicatos con los que está en relación y publicar
un boletín o una revista de información, de análisis y consejos, designa dos diputados con
voz deliberativa al comité ejecutivo del soviet. Decide publicar una revista regular, titulada
El Sindicato.
Los sindicatos que adhieren a él le aportan la suma extremadamente exigua del 2 % del
monto de sus cotizaciones;
4
V.I. Nossach: Profsoiuzy Sankt-Peterburga (1905-1930), San Petersburgo, 2001, pág. 36.
6
Puede comprar libros con descuentos y revenderlos a precio normal para sustraer
recursos;
Los recursos de este Buró central de los sindicatos son absolutamente insignificantes. El
informe financiero para 1906 establecido por este Buró central en febrero de 1907 da las
siguientes cifras: los recursos mensuales del buró eran un promedio de 144 rublos y 32
kopekcs. De esta suma, 36 rublos y 29 kopecks provienen de cotizaciones aportadas por
los sindicatos miembros. Los abonos y venta de revistas y folletos brindan una ganancia
media de 52 rublos y 3 kopecks, la actividad de coedición con sindicatos le aportaban 50
rublos. A esta suma muy modesta, se le añaden 5 rublos de ganancias anexas.
Se puede juzgar la insignificancia de estas sumas comparándolas por ejemplo, con la grilla
de salarios de los obreros panaderos arrancada por su sindicato a principios de 1906: el
salario mínimo mensual de un obrero panadero es de 50 rublos, el de un obrero pastelero
es de 40, el de un aprendiz 35 rublos y el de un contramaestre pastelero es de 70 rublos.
Así, el conjunto de las cotizaciones aportadas por los sindicatos miembros del Buró central
de los sindicatos a este último era igual al salario mínimo mensual de un aprendiz. Su
presupuesto mensual era igual al salario mensual de tres obreros panaderos, todos
recursos asombrosos. Este Buró central de los sindicatos no tenía entonces ninguna
posibilidad de coordinar o de centralizar nada.
5
Idem, pág. 50.
7
de lo que va a pasar en los años siguientes. Una vez sembradas las semillas de la
organización, el régimen podrá intentar ahogarlas pero no podrá extirparlas.
El gobierno, confrontado a la potencia del joven movimiento obrero a pesar del reflujo de
la ola revolucionaria, no puede contentarse sólo con la represión. Decide entonces
autorizar legalmente a los sindicatos, intentando al mismo tiempo, encorsetarlos con
disposiciones extremadamente restrictivas. Promulga, el 4 de marzo de 1906, un decreto
titulado “Reglas provisorias sobre las sociedades y las uniones”. Estas reglas provisorias
ponen en el mismo plano a los sindicatos de los asalariados y a las organizaciones
patronales, como se lo ve claramente en la lectura del párrafo 1 del título II reproducido al
final de este artículo. Ellas definen la esfera de actividad autorizada para los sindicatos,
limita su campo de reclutamiento prohibiendo el derecho a sindicarse a los empleados de
los ferrocarriles del Estado y privados, y de los servicios telefónicos que les pertenecen.
Las reglas provisorias quieren reducir el sindicato al rol de sociedad de ayuda y socorros
mutuos y encerrarlo en la colaboración con la patronal, limitando su actividad a la de un
organismo de discusión con esta última para alejar todo tipo de conflicto, reducido a una
incapacidad de compresión. Es un esbozo de “diálogo social” con intervención de una
instancia de mediación.
El historiador del movimiento sindical en San Petersburgo, Nossach, subraya otro aspecto
de los límites estrechos en los cuales la ley quiere encerrar la actividad de la organización
sindical: “La ley limitaba las posibilidades de unión de los sindicatos a nivel de la ciudad,
de la provincia y del país”6, es decir, prohibía constituir uniones locales o provinciales
interprofesionales y federaciones de oficios o de industria ¡y, por supuesto, una
confederación! El párrafo 6 de la segunda parte estipula, en efecto, explícitamente: “Está
prohibida la unión de dos o varias sociedades profesionales (es decir, sindicatos) en una
sola unión”.
Esta disposición no alcanzará para impedir que sindicatos de oficios de una misma ciudad
se unan en sindicatos de metalúrgicos, obreros textiles, panaderos u otros de Petersburgo
o de otra ciudad, ni para impedir que los diputados de sindicatos de diversas ciudades
organicen conferencias o reuniones comunes, pero estos encuentros no pueden abrir el
paso a la constitución de instancias regulares. La ley alcanzará efectivamente para impedir
la formación de uniones interprofesionales a nivel local y provincial y federaciones.
6
Idem, pág. 49.
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obreros de Putilov deciden, sin esperar, constituir un sindicato de los metalúrgicos del
distrito de Narva. Con la ayuda del Buró central de los sindicatos, 2.000 metalúrgicos se
reúnen el 30 de abril y constituyen “La Sociedad profesional de los obreros del metal”. La
asamblea elige una dirección provisoria, formada por tres diputados de cada dirección de
distrito. La reunión elige por unanimidad a Iosif Ianisevich como presidente del sindicato,
el tesorero electo es Mijhail Tomski, el futuro dirigente bolchevique, futuro presidente de
los sindicatos soviéticos y futuro miembro de la “Oposición de Derecha” junto a Bujarin y
Rikov. El secretario electo es Roman Malinovski, que se convertirá cuatro años más tarde
en agente provocador pagado por la policía, luego en 1912, diputado bolchevique, antes
de ser obligado a dimitir en 1914, será fusilado en 1918 cuando regresó a Rusia.
Sin duda es la principal lección que sacan entonces los militantes sindicales rusos al inicio
de una lucha muy difícil. En los años siguientes, en efecto, el reflujo de la ola
revolucionaria, el crecimiento de la desocupación (de enero a agosto de 1906, el número
de desocupados en Petersburgo pasa de 22.000 a 42.000) y la brutalidad de la represión
policial y patronal hacen perder a los sindicatos a la mayoría de sus adherentes, pero no
alcanza a destruirlos.
7
En 21 empresas metalúrgicas que empleaban a 10.825 trabajadores, obtuvieron la reducción de la jornada
de trabajo a 8 o 9 horas. En otras 21 empresas que empleaban a 21.400 trabajadores, obtuvieron su
reducción a 9,5 o 10 horas. En 1907, la patronal hará subir la duración de la jornada de trabajo a 11 horas o
más con reducción del salario.
8
V. I. Nossach, ídem, pág. 56
9
Pero el movimiento que había sublevado a los obreros y obreras en 1905 y 1906, a pesar
de sus apariencias, no había sido anulado, los sindicatos, incluso desmantelados, incluso
prohibidos e impedidos de coordinarse en uniones y federaciones, no habían sido
destruidos. Gobierno y patronal iban a darse cuenta de ello cuando el movimiento obrero,
a partir de 1911, retoma su ímpetu.