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ALGUNAS CONSIDERACIONES

SOBRE EL C O N C E P T O D E
DISTANCIA EN LAS FOBIAS

por JORGE MüM (BUENOS AIRES)

Los trabajos de Fairbairn, Melanie Klein y Hana Segal, entre otros,


aclararon en gran parte el problema de la Histeria. En sucesivos trabajos
sobre Histeria de Angustia, a partir de 1953, destaqué la importancia
básica de las ansiedades y mecanismos esquizo-paranoides postulándolos
como subyacentes en la estructura fóbica. Caractericé la disociación in-
terna y externa del Yo, de los objetos, del espacio y del tiempo, compar-
tiendo -y pareciéndome fundamental- la opinión de Fairbairn sobre
la identidad entre la disociación histérica y esquizoide. Subrayé, asimismo,
la disociación de la angustia, que denominé "las dos clases de angustia";
además del enérgico control para mantener por cualquier medio la diso-
ciación, destacando que el fin de dicho control es preservar al fóbico de
la unión destructiva de los aspectos disociados; unión ésta, sentida como.
destructiva en virtud de las profundas ansiedades esquizo-paranoides.
En base a estos conceptos consideré fundamental en las fobias, al
menos en la agorafobia, la angustia a la soledad. En mi opinión está
siempre presente, subyacente a la fobia manifiesta y constituyendo algo
así como la "fobia fundamental", siendo la otra, la fobia al "afuera"
una técnica defensiva cuyo fin es "crear" y mantener dos espacios diso-
ciados en lugar del espacio único e indiferenciado de la soledad.
Es decir, que al hablar de dos espacios disociados estoy postulando el
concepto de distancia entre ellos, o de barrera; o "baluarte" como destacó
en una oportunidad una paciente agorafóbica. Y esta distancia o barrera
se hace para lograr una diferenciación entre "adentro" y "afuera ", en-
tre el mundo interno y el mundo externo. Como una tentativa de cam-
biar la concepción indiferencia da y sin límites en la cual el YO y el
NO YO, el afuera y el adentro se confunden o "no existen" i Y en la que
no hay una discriminación del objeto ni una valoración de él, de acuerdo
a ciertos valores que habitualmente conceptuamos, ya que el objeto es
simplemente considerado en términos de. la posibilidad de identificar pro-
yectivamente en él un aspecto o parte del sujeto. Y separándose así de
sí mismo al "meterse" en otra persona, consigue el sujeto fábico la ubi-
cación y los límites tan necesitados adquiriendo así FORMA, palabra y con-
cepto que recalco por su importancia fundamental. Y adquiriendo, ade-
más, a través del otro, en el que identificó proyectivamente una parte,
una noción y dimensión de "algo" afuera, separado de él. De un mundo
externo o un espacio afuera. Es decir, que utiliza un objeto para lograr
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espacios. Y así solucionar su importante problema de una cosa única, indi-


ferenciada, sin límites y que, por la amplitud que puede llegar a tener po-
dría llegar a configurar o "crear" un espacio vacío representativo de
una imagen vaciada.
Tomemos un agorafóbico como ejemplo de una Histeria de Angustia.
Cuando el agorafóbico sale a la calle no va a cualquier lado, ni tampoco
va, salvo por excepción, muy lejos. Yo planteo el problema de si se trata
de un factor negativo cualitativo o cuantitativo. Así, una enferma agora-
fóbica que había -tomenzado a salir me dijo una vez que había llegado
hasta una avenida cercana y muy amplia y que al mirar a lo lejos y no
ver dónde terminaba pensó que podría llegar hasta donde llegaba su
vista, porque no tenía angustia; al instante experimentó una crisis de
angustia que la hizo volver corriendo a su casa.
Para el agorafóbieo, como en este caso, la. falta de límites, de algo in-
terpuesto -que ya da, por sí mismo, la noción de la existencia de cosas
separadas por ese límite o barrera- condiciona un espacio indiferenciado
y único. Yeso es lo tremendamente angustioso y vivido como peligro de
destrucción y aniquilación; porque si en ese lugar o espacio único exis-
tiesen dos cosas, dos impulsos, cuya coexistencia fuese sentida como im-
posible, la existencia de un solo e indiferenciado espacio impediría la
posibilidad de colocar uno en un lado y otro en otro.
La agorafobia implica, en términos generales, que uno tiene miedo al
" afuera". Entonces, no sale afuera. & De dónde no sale ~ Del "adentro".
Es decir, que está implícito que hay dos lugares, dos espacios, pudiendo
dividir, disociar, separando distintos aspectos. La soledad implica un
personaje, un lugar, un espacio, no pudiéndose, así, disociar. Y cuando
esta situación se da, es cuando sobreviene la angustia más tremenda.
y creo que esto es o por tener todas sus "cosas" con y en él, porque no
hay NO EL (y no poder, entonces, separar lo que es bueno de lo que es
malo, por ejemplo) o por poder tener un espacio tan grande, tan en des-
proporción con lo que él tiene, que prácticamente sus "cosas" se pierdan
condicionando una única y vacía sensación.
y el agorafóbico está en constante lucha para diferenciar. Retomando
al caso del agorafóbico que sale a la calle hasta cierto punto, notemos que
ya está configurado algo distinto, diferenciado, algo a lo que él teme.
y en ese momento él teme a esa zona, digamos situada más allá de esa
línea. Bueno, ya está señalando dos zonas y un algo entre las dos; la
de acá, donde está tranquilo y la de allá, donde estaría intranquilo. Y más.
Puede sentirse un poco angustiado ante la idea nada más, de lo terrible
que sería ir "allá". Pero esa cierta angustia está adscripta al "estar
allá". Pero como está "acá" tiene este espacio (el de acá) y como
tiene angustia referida al "allá" tiene también aquel espacio (pero es-
tando siempre acá). Ahora bien, todo eso a condición de tener la angus-
tia al allá pero estando acá, sin pasar la "zona o distancia" o barrera
que delimita la diferenciación. Si no, cae nuevamente en la indiferen-
ciación.
y en relación con esto, me gustaría plantear como hipótesis, el que la
angustia, que excepcionalmente abandona al agorafóbieo, sea realmente
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el verdadero acompañante de él. Y no sólo porque siempre esté con él


sino porque la angustia caracteriza, diría, la existencia del otro espacio,
del temido, sí, pero en síntesis, y que es lo que importa, del otro.
Las consideraciones sobre el agorafóbico en la calle, habiendo salido
afuera, no nos eximen de la contemplación de un otro problema, que es el
de por qué sale el agorafóbico, O mejor, por qué cuándo y para qué sale
el agorafóbico, y más aún, si pensamos en el riesgo que corre de anular
la distancia al límite que condiciona la disociación.
La situación que referí de la agorafóbica en la avenida, pudiendo ir
hasta donde quisiera, es clara. Porque podía ir porque no tenía angustia
y en seguida tuvo una angustia intensísima, dada por la falta de diferen-
ciación.
Una agorafóbica destacó que necesitaba angustia para vivir o mejor
dicho, durar. Y que en esos días se le había ido el motivo de angustia y
estaba como enloquecida, pensando en que se iba a la calle. La situación
que parece rara se explicaría así: la angustia de la paciente era porque
-la hermana quería siempre irse de la casa, pues era muy diferente a ella.
De golpe la hermana fué cambiando y ya no quería salir. T.eóricamente
la paciente se debería haber tranquilizado. Y así fué. Pero en seguida,
casi enloqueció, hasta el punto de arreglarse para salir.
y creo que el momento decisivo es ese, el de no tener angustia. Porque
ahí desaparece el otro y se indiferencian las cosas, y es en situaciones
más O menos de este tipo, que el agorafóbico sale para adscribir esa an-
gustia -señal de no tener angustia, a un elemento conocido y dominable
(la calle, a la cual si no quiere, no va). Pero ya ha diferenciado y ha pre-
venido la aparición de la otra angustia, la angustia traumática de soledad,
de indiferenciación, sentida como muy profundamente destructiva. Y se
comprende la postulación de mi paciente sobre la necesidad de angustia,
ya que mientras la tuviese, habría objeto, espacio externo, diferenciación.

_Sobre la relación con el objeto interno.

En anteriores trabajos sobre el tema (que no puedo desarrollar aquí)


destaqué que el objeto internalizado, idealizado y no asimilado del fó-
bico, fué internalizado como un "objeto muerto o moribundo"; y que
todos los esfuerzos del fóbico son destinados a "alimentar" al objeto para
devolverle o mantenerle la vida. Creo además, que los conflictos alimen-
ticios son la norma en los fóbicos en general. La relación con ese objeto
interno es el eje sobre el que gira el fóbico. Y sus ulteriores elaboraciones,
espacial, objetal externa, etc., parten de esa antedicha relación; debe re-
pararlo y alimentarlo, pues ese objeto idealizado es fundamental para m
existencia j y por dicha razón debe evitar agredirlo "creando" una dis-
tancia interpnesta. Y debe repararlo y alimentarlo, también, cuando el
objeto adquiere en la fantasía una voracidad destructiva; ya que de
aumentar la demanda del objeto acabaría, en fantasía devorando al sujeto.
La distancia interpuesta entre el sujeto fóbico, como comida, y el objeto
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voraz está expresada por lo que come y aumenta el sujeto. Y la angustia,


a la inversa.
Quisiera plantear la posibilidad de que todos los fóbieos, con todas
sus gradaciones, estén caracterizados por un conflicto alimenticio dado
por el interjuego de fantasías agresivas y reparadoras del sujeto. No co-
men para agredir o matar al "objeto parásito" y comen por angustia de
ser destruídos o destruir a ese necesitado "objeto parásito".
Una paciente agorafóbica quedó embarazada sufriendo, poco después,
hemorragias sin explicación clínica. La angustia intensa que esta ame-
naza de aborto produjo fué debida en fantasías, a la desaparición de la
distancia entre su agresión al "objeto parásito" que materializaba su
interiormente internalizado "objeto parásito" y dicho objeto, también
profundamente anhelado.
Esta misma agorafóbica empezó a comer muchísimo -y siguió- y el
embarazo se mantuvo hasta que, 3 meses después, el médico comprobó que
el feto. había crecido normalmente mientras la madre no había aumentado
nadá. La intensa angustia que apareció se basaba en la fantasía de des-
trucción de ella misma' dada por el acercamiento del "objeto invasor" en
base a la anulación paulatina de la distancia interpuesta, cuya materia-
lización era comer los tejidos maternos. Y la fantasía de destrucción se
debía a lo antedicho en el plano concreto y al igualamiento o indiferencia-
ción entre los dos, cuando el feto la ocupara íntegramente.
Aquí aparece claramente anticipada la fantasía destructiva de soledad,
ya que, cuando fueran uno, ella sería destruída. Y es esta anticipación
acompañada de a.ngustia -aunque menor que la angustia de la soledad--
lo que fuerza lo configuración de otras dietomoia«. Es como si hubiese una
angustia previa (angustia señal) que configura disociaciones y distancias
espaciales para que no aparezca la angustia de soledad (angustirlt de
sit1tación traumática).
Considero este tema de las dos angustias como capital en las fobias
y merecedor de una muy especial consideración al plantearnos el enfo-
que terapéutico. En trabajos previos he detallado este aspecto.
En base a las distintas ubicaciones que, como en el ejemplo antes f
mencionado, puede tener el '.',,);!eligro destructivo", quiero destacar que \
la sensación destructiva no depende, intrapsíqiiieamente ni espacialmente, \
de la localización interna o externa, afuera o adentro de lo destructivo, ¡
sino de la anulación de la distancia que separa el aspecto bueno o necesi-
tado ·aeI malo o destructivo.
y es la anulación fantaseada de esta distancia intrapsíquica, pero
vivida y sentida como realidad material en el cuerpo lo que determina los
ulteriores mecanismos de disociaciones parciales, con el establecimiento
de una distancia externa. La identificación proyectiva en un objeto ex-
terno de una parte o aspecto del sujeto determina el establecimiento de
una distancia entre el objeto y el sujeto, distancia necesitada de ser man-
tenida para proteger dicha disociación; y la angustia, en esta situación
estará dada ante la posibilidad de la reunión del objeto con el sujeto.
La identificación.iproyeetiva de ambos aspeetos .o partes necesitadas de
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ser disociadas, en uno o más objetos externos, determina distintas modali-
dades de "distancias externas", estando la angustia específicamente li-
gada al temor a la desaparición de ellas.

Alqunos consideracumes finales.

En la situación analítica, el analista pasa a ser el depositario de un


aspecto o parte del fóbico que se disocia del resto. Lo que postula, a mi
juicio, que desempeñando la "distancia" un papel vital en la psieopato-
logía fóbica, deba ser especialmente considerada en el desarrollo del aná-
lisis. Pienso que en el "punto de urgencia" de la interpretación en las
fobias, la "distancia" da su tónica al resto.
Creo que el valor práctico del concepto de la distancia en el manejo
psicoanalítico del paciente fóbico consiste en que el analista puede desen-
cadenar angustia en el fóbico pero no sólo por ser el analista un '1 objeto
malo", cargado con la maldad proyectada del paciente, sino 'aun en los
casos en que el analista aparece como depositario de todo' lo bueno del
paciente. Y parece extraño a primera vista que las palabras de un
"objeto bueno" puedan desencadenar angustia, como se observa tan a
menudo en el análisis de sujetos fóbicos. Pero pensando en' que dichas.
palabras parten del objeto que personifica un término de la disociación y
van hacia el sujeto que contiene el otro término de la disociación, se po-
dría señalar que el peligro o la angustia no depende íntegramente del
tipo de transferencia o proyección realizado sobre el analista, sino de que,
sea cual sea su carácter, está latente la angustia a la anulación de la
distancia, que configuraría la fantasía destructiva (paranoide 'o depre-
siva) al crear el concepto de soledad e indiferenciación vivido como des-
tructivo para el fóbico.
Me parece importante considerar todo lo que el fóbico (y para ser más>
esquemático el agora o claustrofóbico) tiene que hacer para lograr y con-
servar esa diferenciación o disociación y la sensación tan profunda al
surgir la indiferenciación. Pensemos que esa indiferenciación, con la con-
siguiente angustia (y esa sí, si se produce, es, en el momento clínicamente
inmanejable al decir de Strachey) depende de la anulación de la dis-
tancia interpuesta.
. y en cierto sentido sugeriría la utilidad de en un principio despreo-
euparse, por supuesto hasta ciertos límites, de la "otra angustia", de la
angustia acompañante.
Creo por otro lado que el peligro de indiferenciación es uno de los.
elementos que más angustia al fóbico ya que su propia transferencia 10
impulsa a acortar distancias; por tal motivo, creo que el factor angustia
en la transferencia positiva aparecerá mucho más rápidamente que en
otros cuadros clínicos.
Considero así, que la interpretación debe fundamentalmente tomar
muy en cuenta este factor "distancia", des~acandb constantemente y más
que cualquier otro factor o elemento consciente o meonscíente, tal como
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por ejemplo, el contenido o carácter persecutorio o bondadoso del ana-


lista, la actitud del paciente hacia la "distancia". Diría, señalando cons-
tantemente que tal o cual manifestación, además de lo que quiere decir
tiene el significado de un acortamiento o un alargamiento de una dis-
tancia interpersonal interpuesta. Y que de ella depende fundamental-
mente la angustia.

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