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LA PROPORCIÓN ÁUREA
Roberto Assagioli
Fuente: http://www.psykosyntese.dk/a-103/
Traducción: José Antonio Rodríguez
Un editor de Psychology Today viaja a Florencia para decidir por si mismo si la psicosíntesis
es la unión de lo mejor de la psicología moderna o una ensalada ecléctica que se reduce a un
juego de palabras. Sam Keen
Hace más de medio siglo, cuando Freud estaba creando el psicoanálisis en Viena, Roberto
Assagioli M.D. se encontraba desarrollando la psicosíntesis en Italia. Hasta hace poco su
trabajo no era muy conocido ni dentro ni fuera de Italia, pero en la última década los institutos
de psicosíntesis han ido floreciendo alrededor del mundo y los libros de Assagioli están siendo
traducidos a muchos idiomas.
La estimación de sus logros varía ampliamente. Algunos creen que ha devuelto el acto de
voluntad a la psicología, elaborado un concepto viable del yo transpersonal, y ensamblado una
tecnología terapéutica que refleja la sabiduría más alta que la moderna psicología puede
ofrecer. Mike Murphy y Stuart Miller de Esalen piensan que la psicosíntesis provee una visión
comprehensiva que parece realizar un casamiento entre las psicologías humanista,
transpersonal y de investigación. Otros ven la idea de la voluntad de Assagioli como un
retroceso victoriano, su yo transpersonal como un disfraz tomado prestado de la teología
idealista, y sus técnicas como un batiburrillo ecléctico.
Un miasma de moderación
En una primera lectura, encontré “Psicosíntesis” y “El acto de voluntad” completos, pesados y
soporíferos. Los análisis de Assagioli eran tan equilibrados, sus diagramas tan inclusivos y sus
soluciones tan globales que todo parecía empantanado en un miasma de moderación.
La proporción áurea de Aristóteles puede generar una vida dulce pero contribuye a una prosa
sin drama. La visión de “un desarrollo completo y armonioso de la personalidad humana” y “la
eliminación de todos los conflictos y obstáculos que pudieran bloquear este desarrollo”
perecen optimista en el mejor caso e ingenua en el peor.
Unas pocas semanas y un vuelo transcontinental después, encontré difícil seguir siendo crítico
y objetivo. El renacimiento resuma de cada pulgada de Florencia que no se encuentra cubierta
por Fiats y turistas. El David de Miguel Ángel da testimonio de la visión clásica de la
proporciones.
La Venus de Botticelli está aún surgiendo del mar con ojos almendrados y verde oliva, no muy
diferentes de los de la dependienta de una pequeña tienda en el Ponte Vecchio. El Duomo se
levanta como un monumento a la gloria invisible que existió una vez en el corazón de la
ciudad. Antes de que entrara al Instituto para la Psicosíntesis en Via San Domenico 16, ya era
vulnerable a cualquier esperanza de que una psicología mayestática diera soporte al espíritu
moderno.
La oficina de Assagioli es una pequeña habitación en su apartamento, que está encima de las
oficinas principales del Instituto. Hay libros en dos de las paredes. Ralph Waldo Emerson,
Herman Keyserling, Abraham Maslow y Carl Gustav Jung parecen ser los favoritos.
En el penúltimo estante Jonathan Livingstone Seagull descansa entre Rollo May y Erik Erikson.
La mesa es antigua y cubierta de objetos y papeles (talismanes del chamán): flores frescas
(parecidas a los lirios tigre que conocía en Tennessee); un barómetro, un reloj, una alarma de
cocina, una balanza, una bandera de la Naciones Unidas, un globo terráqueo, dos tarjetas con
palabras – Energía y Buena Voluntad. Las paredes, una vez blancas, habían amarilleado como
huesos viejos. Un relleno sillón victoriano está echado en una de las esquinas de la habitación.
Assagioli se levanta para saludarme. Es viejo, de huesos finos y débil, pero la vitalidad y alegría
de su cara hacen sentir vigorosa su presencia. Su perilla afilada y su chaqueta de terciopelo
salmón le dan un aire de autoridad del viejo mundo.
Roberto Assagioli: Debo pedirle que me escriba las preguntas que le gustaría hacerme porque
como sabe no oigo.
Sam Keen: (Esta va a ser una extraña conversación. Tendré que llevar dos diálogos separados:
uno con la grabadora y otro con Assagioli. Para llevar el registro de sus respuestas tendré que
leer las preguntas escritas a la grabadora. También tendré que grabar mis elaboraciones,
metapreguntas, dudas y voces ocasionales. Será difícil captar matices porque solo puede
responder a preguntas específicas. Pero la mayoría de las personas son sordas a la
metaconversación, los pensamientos más allá de las palabras. Hay cuatro partes en un diálogo.
Dos son silenciosas.)
Keen: Las características que ha mencionado hasta ahora son en gran medida teóricas. ¿Es su
tecnología terapéutica diferente en algún aspecto de la del psicoanálisis? (Sorprende siempre
al lector de la retórica de la logoterapia o de la psicoterapia existencial descubrir que no
introducen innovaciones perceptibles en la práctica terapéutica – lo que significa que no han
aportado ninguna diferencia práctica.)
Assagioli: La psicosíntesis hace uso de más ejercicios y técnicas de las que es posible enumerar
aquí. Tenemos ejercicios sistemáticos para desarrollar cada función de la personalidad. Al
comienzo exploramos todos los aspectos conscientes e inconscientes de la personalidad
haciendo que los pacientes escriban autobiografías, lleven un diario, contesten cuestionarios, y
realicen todo tipo de tests proyectivos (TAT, dibujo libre, etc.). A medida que procede la
terapia, usamos relajación, música, arte, respiración rítmica, concentración mental,
visualización, imaginación creativa, símbolos visuales y palabras evocadoras, y meditación.
Pero quiero poner de relieve que cada individuo es diferente y ninguna técnica puede serle
aplicada de forma automática.
Assagioli: Así es. En 1910 Freud era desconocido en Italia. Mi comité doctoral era reticente,
pero al final me permitieron realizar mi tesis doctoral sobre el psicoanálisis. Fui a Zurich a
estudiar con Eugen Bleuler, el inventor de la esquizofrenia. Cuando volví, comencé a practicar
el psicoanálisis en Italia pero pronto descubrí sus limitaciones.
Assagioli: Nunca me encontré con Freud personalmente, pero nos escribíamos y él escribió a
Jung expresándole su esperanza de que yo promoviese la causa del psicoanálisis en Italia. Pero
pronto me convertí en un hereje. Con Jung tuve una relación más cordial. Nos encontramos
muchas veces a lo largo de los años y teníamos charlas deliciosas. De todos los psicoterapeutas
modernos, Jung es el que más se acerca a la teoría y práctica de la psicosíntesis.
Quizás la manera de establecer las diferencias sea mediante un diagrama de las funciones
psíquicas. Jung diferencia cuatro funciones: sensación, sentimiento, pensamiento e intuición.
La psicosíntesis dice que las cuatro funciones de Jung no proporcionan una descripción
completa de la vida psicológica. Nuestro punto de vista puede visualizarse de la siguiente
manera: mantenemos que la imaginación o la fantasía es una función diferenciada. Existe
también un grupo de funciones que nos impele hacia la acción en el mundo exterior. Este
grupo incluye instintos, tendencias, impulsos, deseos y aspiraciones. Y aquí llegamos a uno de
los fundamentos centrales de la psicosíntesis: existe una diferencia fundamental entre los
impulsos, los deseos y la voluntad. En la condición humana se producen conflictos frecuentes
entre el deseo y la voluntad. Y situamos la voluntad en una posición central en el corazón de la
autoconciencia o ego.
Keen: (Cuidado – territorio peligroso – cuando quiera que el deseo se opone a la voluntad
aparece un conflicto trágico que solo puede resolverse mediante la intervención de un hombre
fuerte. Sospecho que la mano de hierro de la voluntad de poder acecha bajo el guante de
terciopelo de la síntesis.) ¿Por qué sitúa la voluntad en el centro del ego? ¿Está abogando por
una nueva forma de voluntarismo? ¿Deberíamos rectificar a Descartes para que diga:
pretendo, luego existo?
contradicción con la experiencia directa que todo ser humano tiene de si mismo. En algún
momento, quizás en medio de una crisis en la que un peligro amenaza, se produce un
despertar en el que el individuo descubre su voluntad. Esta revelación de que el yo y la
voluntad están íntimamente conectados puede cambiar toda la percepción de un hombre
sobre si mismo y sobre el mundo. Observa que es un sujeto viviente, un actor dotado con el
poder de elegir, relacionar, producir cambios en su propia personalidad, en los demás y en las
circunstancias. Y esta percepción conduce a un sentimiento de totalidad, seguridad y alegría.
Debido a que la psicología moderna ha descuidado la posición central de la voluntad, ha
negado que tenga una relación directa con el yo. Con la certeza de que uno posee una
voluntad llega la realización de la conexión íntima entre voluntad y yo. Esta es la experiencia
existencial de la percepción directa de la autoconciencia pura. Es la autoconciencia lo que
separa al ser humano de los animales.
Los seres humanos son conscientes pero también saben que son conscientes. Podemos
expresar la importancia de la autoconciencia, la unidad de ser y volición diciendo (por
contraposición a Descartes): “Yo soy consciente de ser y de tener voluntad”, o “Yo soy un yo
que pretende” .
Assagioli: No. Es indescriptible. Es una cuestión de experiencia directa, igual que la experiencia
directa del rojo o el azul. ¿Puede decirme como es la experiencia del azul?
Keen: (El Sagrado de los Sagrados está siempre vacío. En el corazón de todo sistema reside lo
inefable. Pregunta a un racionalista como capturar una idea clara y distinta, o a un freudiano
como detectar un complejo de Edipo, o a un positivista verificar el principio de verificación y la
Assagioli: No. El élan vital es en mi opinión el verdadero concepto de la libido, sin la específica
connotación sexual que le dio Freud. Es el dinamismo, el poder, la energía que subyace a la
vida. La voluntad es más el agente director en la personalidad que la fuerza vital.
Keen: Pero asume que existe una sola voluntad, una sola fuerza directriz. Desde los tiempos de
San Pablo a los de San Freud la experiencia de la división de la voluntad ha dejado perpleja a la
humanidad. “El bien que quiero no lo hago” y la voluntad de vivir en oposición al instinto de
muerte. ¿Cómo unifica las voluntades en conflicto?
Assagioli: Es cierto que existe una multiplicidad en el yo, pero la voluntad es esencialmente la
actividad del yo que permanece por encima de la multiplicidad. Dirige, regula y equilibra las
demás funciones de una manera creativa. No creo que exista ninguna división fundamental,
ningún conflicto irreconciliable en el ser humano. No creo que exista una voluntad de morir
oponiéndose a la voluntad de vivir. Lo que se denomina informalmente “voluntad dividida”
puede reconocerse en la realidad como el conflicto entre la voluntad central y una multitud de
impulsos, urgencias y deseos. Esta es una experiencia universal.
Los conflictos se hayan presentes en todo individuo normal. ¡Sin ellos no habría necesidad de
psicoanálisis ni de psicosíntesis! Cada elección implica algún conflicto, bien quedarse dentro y
leer o salir a dar un paseo – no puedes hacer las dos cosas al mismo tiempo. En el conflicto
neurótico hay un desesperado intento de tener dos cosas incompatibles al mismo tiempo.
Pero en la persona normal la voluntad puede funcionar para disminuir o eliminar el conflicto
reconociendo una jerarquía de necesidades y haciendo arreglos para la satisfacción adecuada
de todas ellas. La voluntad central distribuye las tareas a las demás partes de la personalidad.
Permítame usar una analogía que es central a mi pensamiento. La voluntad es como el directo
de una orquesta. No es autoafirmativa sino más bien el humilde sirviente del compositor y de
la partitura.
Keen: (Oigo voces femeninas en las alas: “La filosofía y la psicología en occidente han sido
siempre formas enrarecidas de charlas masculinas, que terminan por lo general con cigarros
después de la cena y un escondido chauvinismo. ¿Que hay de la perspectiva femenina? ¿Está
describiendo la condición de la psique masculina o de la psique humana?”) ¿Situar la voluntad
en el centro del yo no traiciona una perspectiva marcadamente masculina? En términos
tradicionales, dirección, control, aserción y agresión se consideran atributos masculinos. Las
mujeres de la especie se supone que son más receptivas, nutrientes y fluidas. ¿Reconoce un
componente del yo esencialmente “femenino”? ¿O de la voluntad?
Puedo formular el mismo punto de una manera diferente. En el corazón del yo existe tanto un
elemento activo como uno pasivo, un agente y un espectador. La autoconciencia implica que
somos un testigo – un testigo puro, objetivo, amoroso – de lo que está sucediendo dentro y
fuera. En este sentido el yo no es un yo dinámico sino un punto testimonial, un espectador, un
observador que contempla el flujo. Pero existe otra parte del yo interior – el agente que decide
o dirige – que interviene activamente para orquestar la diversas funciones y energías de la
personalidad, establecer cometidos e instigar actividad en el mundo externo. Así que en el
centro del yo tenemos una unidad entre los masculino y lo femenino, de voluntad y amor, de
acción y observación.
Keen: (Ambos más bien que uno u otro. Aquí tenemos el principio de síntesis uniendo lo que por
lo general se mantiene separado. La filosofía oriental sitúa la esencia del hombre en un
observador atemporal. La filosofía occidental, desde el surgimiento de la tecnología, sitúa la
dignidad principal del hombre en su habilidad para controlar el mundo, en actuar. Assagioli
casa oriente con occidente. ¿Funcionan los matrimonios mixtos, o producen bastardos
filosóficos?)
Keen: ¿Cómo entrena la psicosíntesis a las personas para crear esta actitud olímpica de poder
desapegado?
Assagioli: Las técnicas se relacionan siempre con la situación del individuo, así que es difícil
generalizar. Pero podemos discutir dos técnicas básicas: desidentificación y entrenamiento de
la voluntad.
Puedo comenzar por un principio psicológico fundamental: estamos dominado por todo
aquello con lo que nuestro yo se identifica. Podemos dominar y controlar todo aquello de lo
que nos desidentificamos. El error normal que todos cometemos es identificarnos nosotros
mismos con algún contenido de la conciencia antes que con la conciencia misma.
Algunas personas obtienen su identidad de sus sentimientos, otros de sus pensamientos, otros
de sus roles sociales. Pero esta identificación con una parte de la personalidad destruye la
libertad que surge de la experiencia del “yo” puro.
Keen: Esta técnica es similar a la meditación budista vipassana en la que uno simplemente
observa pasar pensamientos, sensaciones e imágenes.
Keen: (Peligro: la práctica de la desidentificación puede producir una persona con mucha luz
pero poco fuego. El amor es una desmesura; por lo tanto siempre estamos ciegos o tuertos.
Aíslo una mujer, un lugar, un trabajo con una cantidad desproporcionada de atención .
El cuidado profundo siempre implica cierto fetichismo. La pasión nos deja desequilibrados. Y
algunas veces el camino más rápido al corazón de las cosas es rendirse a fuerzas, impulsos y
deseos que no podemos comprender – i.e., trascender. ¿Es la pasión compatible con la
psicosíntesis? Norman O. Brown: “Todos somos fracciones. Estamos rotos”. En la tradición
cristiana la curación proviene de aceptar nuestra quiebra, no de sintetizar partes en un todo
perfecto. El ideal de totalidad, de realización del pleno potencial humano, transcendiendo las
contradicciones y alcanzando la iluminación me intriga.
Pero sospecho que es un sustituto secular del Reino de Dios (que está siempre llegando
mañana). Quizás la condición humana está coloreada de modo inevitable por la parcialidad y la
tragedia. Quizás. Pero me debo a mi mismo dudar de mis dudas. Mi resistencia a la idea de
vida más allá del conflicto puede ser la manera en que mi ego se apega a la contradicción.
¿Sería todavía yo si fuese felizmente sintetizado?)
Keen: Veo como llega a la pura experiencia del yo como observador, pero sin embargo, ¿puede
defender que la voluntad es capaz de regular y dirigir todo el resto de funciones psicológicas?
Con frecuencia la voluntad parece impotente para dominar los impulsos infantiles. A veces es
un prisionero impotente gobernado por un tirano infantil. Cuando golpea la depresión, surge
la ira, o burbujea el deseo sexual, el poder de la voluntad parece débil, más parecido a un
pariente envejecido que a un viril manager de la personalidad.
Keen: (Cuando alguien me habla de desarrollar el poder de la voluntad, surgen ante mi dos
imágenes contradictorias. 1) El hombre que se hace a si mismo: Horatio Alger, Dale Carnegie, y
“Como desarrollar un yo poderoso en 30 días”. Sospecho superficialidad. 2) La víctima. La
neurosis es pasividad interna. La depresión es desamparo aprendido. Sin una voluntad fuerte
una persona sigue siendo una víctima. Quizás. La ambivalencia sobre el concepto de voluntad
en la psicología moderna, o más bien su descuido, es un reflejo de la turbación que suscita el
deseo de poder personal. Nuestro impulso de poder ha sido exteriorizado y canalizado hacia la
ciencia y la tecnología, la política y la guerra. ¿Por qué no tener el desarrollo de la potencia
interna como meta oculta?)
Aconsejamos también realizar algunos “ejercicios inútiles” cada día para fortalecer la
autodisciplina. Puede decidir permanecer en una silla diez minutos o correr una milla al día o
controlar un temperamento violento. Desarrollar una voluntad habilidosa es más difícil. Si la
voluntad se sitúa en oposición directa a sentimientos o impulsos fuertes se verá sometida, de
modo que tenemos que crear una estrategia para lograr los fines que pretendemos. Tomemos
por ejemplo una persona con un deseo obsesivo del que quisiera librarse. Entre más se
concentra en su obsesión, más fuerte se vuelve ésta. Pero puede retirar su atención y
sustituirla por un nuevo interés; puede cultivar una “obsesión” beneficiosa.
Keen: (¿Es esto simpleza mental o un uso juicioso de las respuestas automáticas entre cuerpo y
mente? No estoy seguro. Confesión: una noche puse la tarjeta con la palabra Gloria en la
habitación del hotel y esperé los resultados. Por la mañana desperté entre sábanas revueltas
bañado en rayos de sol, el sonido de las campanas y un día dorado impregnado de café
florentino, Leonardo da Vinci, y – ciertamente – gloria. Pero todos sabemos que tales cambios
de actitud se deben al poder de la sugestión, ¿no es así?)
Keen: La buena voluntad parece pertenecer más a la religión que a la psicoterapia, ¿no puede
la voluntad ser saludable sin ser buena?
Assagioli: No. Una persona se encuentra siempre en un contexto social; no es una unidad
aislada. De modo que entre más conflicto existe, más energía se desperdicia. Si hemos de
conseguir una paz profunda, ello depende de la armonización de las voluntades. Estar
centrado en uno mismo es profundamente destructivo para la cooperación sin la que una
persona no puede vivir una vida plena en comunidad. ¿Por qué deberíamos considerar la
buena voluntad una virtud prescindible, una cuestión solo de interés para los religiosos? Puedo
incluso ir más allá. El mismo principio se aplica a la relación del individuo con la naturaleza y
con el universo. Ninguna persona puede adoptar una postura arrogante y considerarse a si
mismo sin relación con el universo. Le guste o no, el ser humano es parte de la voluntad
universal y debe de alguna manera sintonizarse y participar voluntariamente en los ritmos de
la vida universal. La armonización y la unificación de la voluntad individual y la universal – la
identificación china con el Tao, la aceptación de los Estoicos con el destino, o la Voluntad de
Dios cristiana – es una de las metas humanas más elevadas, aún siendo apenas alcanzada.
Tenemos una nueva “cuarta fuerza” en psicología – la psicología transpersonal – que intenta
explorar esas necesidades y aspiraciones que van más allá de la psicología humanista y de la
autorrealización.
Keen: En tiempos de Freud se produjo una vasta conspiración cultural para reprimir la libido,
para forzarla a permanecer en el inconsciente. ¿Diría que existe una conspiración paralela para
reprimir el impulso religioso? Parecemos tan avergonzados de nuestra sed de significado como
la sociedad victoriana lo estaba de las erecciones y de palpitaciones que no fuesen las de
corazón.
Muchas psicologías han alentado la adopción de una autoimagen degradada con el argumento
de que todos los impulsos religiosos o espirituales son meras sublimaciones de los instintos
sexuales. Este tipo de reduccionismo ignora el hecho de que muchas de las personas más
creativas de la historia relatan experiencias de naturaleza transpersonal. ¿Con que derecho
podemos negar que los impulsos espirituales son menos reales, básicos o fundamentales que
los impulsos sexuales o de agresión?
Keen: ¿Qué llevaría a las personas a reprimir lo sublime? ¿Qué resulta tan amenazante del
paraíso?
Assagioli: No es más misterioso que la represión del éxtasis sexual. Tememos lo sublime
porque nos es desconocido y porque si admitimos la realidad de los valores superiores nos
vemos comprometidos a actuar de manera más noble. La bondad, la cooperación, la pérdida
del egocentrismo y la responsabilidad del crecimiento espiritual vienen de la mano del
reconocimiento del yo superior.
Keen: ¿Cuál es la naturaleza del yo transpersonal? ¿Está hablando de una entidad separada del
yo que experimentamos directamente en la autopercepción?
El lenguaje resulta totalmente inadecuado para hablar sobre las experiencias transpersonales
o espirituales. Toda expresión de las mismas es altamente simbólica, y se han usado una gran
variedad de símbolos: iluminación, descenso al inframundo de la psique, despertar,
purificación, transmutación, alquimia psicoespiritual, renacimiento y liberación.
Keen: Asumo que tiene técnicas de psicosíntesis para desarrollar la conciencia del yo
transpersonal.
Assagioli: Así es. Entre ellas, la técnica del diálogo interior funciona bien. Imagine un hombre
muy sabio que conoce todas las respuestas a los problemas que afronta. Si pudiera conseguir
una entrevista con este hombre, ¿qué le diría? Es su maestro interno…
Keen: (Me temo que mi gurú interno esté senil. Parece ofrecer consejos contradictorios:
tómatelo con calma, trabaja duro; arriésgate, no te muevas de donde estás; atrévete a la
locura, cultiva la cordura. Nunca puede decidir si está del lado de Dionisos o de Apolo.)
Assagioli: A la misma dirección que envía las cartas furiosas cuando le dice a un amante o a un
enemigo todas las cosas que piensa sobre él.
Keen: Nunca puedo decidir por completo si las técnicas de psicosíntesis son ingenuas o
brillantes. Me parecen a menudo demasiado simples. (Debería admitir que después de la
sesión de ayer y de su análisis “simplista” de la neurosis como quedarse atascado vacilando en
la silla de decisiones, dejé de fumar para siempre.) Existe una vieja tradición que vincula la
sabiduría con la tontería. ¿Es un hombre sabio un simple? ¿Se tata de la simplificación que
proviene de la sabiduría de la edad o de la fatiga? ¿Y es la psicosíntesis una versión moderna
de una escuela de sabiduría? ¿Cuál es la diferencia entre un sabio y un loco?
Keen: William Blake dijo: “El camino del exceso conduce al palacio de la sabiduría.” ¿No
debería ser la juventud un tiempo de exceso más que de buscar un equilibrio prematuro?
Keen: Aquí tengo otra cita [creo que del filósofo escocés McNab] que van bien con la anterior:
“La sabiduría es una virtud en la segunda mitad de la vida pero un aburrimiento en la primera.”
¿No debería reservarse la psicosíntesis para los que pasan de los 40?
Assagioli: Me permitirá que no le de una respuesta “al por mayor”. Los individuos difieren.
Algunas personas jóvenes son psicológicamente maduras y algunos adultos son
psicológicamente infantiles. Algo de psicosíntesis personal ha de tener lugar antes de la
psicosíntesis transpersonal, pero las personas se hallan dispuestas en diferentes edades.
Keen: ¿Cuáles son los límites de la psicosíntesis? Si fuera el crítico de sus propio sistema, ¿qué
criticaría?
Assagioli: Ese debería ser su trabajo, pero lo haré yo. Es divertido. Le responderé de modo
paradójico. El límite de la psicosíntesis es que no tiene límites. Es demasiado extensa,
demasiado abarcante. Su debilidad es que acepta demasiado. Contempla demasiados lados al
mismo tiempo y eso es un inconveniente.
Keen: Hannah Arendt dice que el perdón es la llave de la acción y la libertad. Sin perdón la vida
es gobernada por la repetición compulsiva, por un ciclo sin final de resentimiento y venganza.
Pero pocos psicoterapeutas inclinan su sombrero ante ello. Algunos, como Janov, parecen
alentar el resentimiento y la ira en contra de los padres y la sociedad porque son la fuente del
dolor primal. Dígame que tiene la psicosíntesis que decir sobre el perdón, la responsabilidad y
la gratitud.
También el perdón se hace más fácil cuando entras en contacto con el sufrimiento real de la
humanidad. Una cosa que propondría en la educación es que los jóvenes hiciesen visitas
semanales a hospitales, psiquiátricos y barrios bajos para ponerse en contacto directo con el
sufrimiento humano sin intermediación de teorías, estadísticas o ideologías políticas.
Assagioli: La muerte me parece sobre todo unas vacaciones. Existen muchas hipótesis sobre la
muerte, y la idea de la reencarnación me parece la más razonable. No tengo conocimiento
Keen: (Es difícil saber lo que cuenta como válido en una visión del mundo y la terapéutica que
conlleva. Toda forma de terapia tiene tanto éxitos dramáticos como fracasos estrepitosos.
Valga como evidencia en el caso de la psicosíntesis un argumento ad hominem: hablando sobre
la muerte no hay cambio en el tono o la intensidad de la voz de Assagioli, la luz no deja de
jugar en sus ojos oscuros y su boca nunca está demasiado lejos de una sonrisa.)
Sam Keen
Editor consejero de Psychology Today, Sam Keen tiene un máster en teología por la Harvard
Divinity School y un Ph.D. en filosofía y filosofía de la religión por Princeton. Ha enseñando en
Rutgers University, Louisville Presbyterian Seminary y Prescott College's Center for the Person
in Arizona. Conferenciante y escritor independiente, sus libros incluyen Apology for Wonder , To
a Dancing God , Telling your Story y Voices and Visions .
Act. 04/12/2009