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Cine Colombia se convirtió en una de las joyas de la corona para el Grupo Santo Domingo
y es líder indiscutible en un mercado que ya registra 44 millones de espectadores al año.
Munir Falah lidera esta revolución en el negocio del entretenimiento.
Hoy por hoy, Cine Colombia factura $300.000 millones y genera un Ebitda cercano a los
$80.000 millones, que crece a 15% anual. Su ritmo de crecimiento en ingresos es uno de
los más altos entre las compañías de propiedad de Valorem, la holding de inversiones de
la familia Santo Domingo.
El ascenso de un magnate
Culver City es una ciudad significativa en la historia del cine de Estados Unidos. Allí,
funcionaron algunos de los más importantes estudios, como el de Metro Goldwyn Meyer,
en los años dorados de Hollywood. Allí se produjeron clásicos del séptimo arte, como el
Ciudadano Kane, la primera versión de King Kong, el Mago de Oz, 2001 Odisea del Espacio
y Drácula. También se originaron allí muchos grandes éxitos de taquilla, como Hombres de
Negro, El Código Da Vinci y Quantum of Solace, de la saga de James Bond, entre muchos
otros títulos.
Falah nunca pensó que su infancia en Culver City le llevaría al negocio del cine, pero así
fue. A su regreso a Colombia, terminó el bachillerato en Buga y luego viajó de nuevo a
Estados Unidos, donde estudió ingeniería y francés en el California State University e hizo
un MBA en la University of Southern California. Apenas se graduó, se fue a trabajar con
Northrop, una de las principales proveedoras de aeronaves para el Departamento de
Defensa de Estados Unidos. Viajó un año a Europa y luego regresó a Colombia.
A lo largo de esta experiencia profesional, Falah se formó como financiero. Por eso se
vinculó a la Corporación Financiera del Valle, presidida entonces por Julio Manuel Ayerbe.
Estando allí, una de las tareas que le encomendaron fue diseñar una estrategia de
refinanciación para el sector siderúrgico del Grupo Mayagüez. El resultado gustó tanto a
los accionistas del conglomerado, que le pidieron que continuara como vicepresidente
financiero de las siderúrgicas del grupo. Eduardo Holguín, el hombre fuerte del grupo
empresarial valluno, lo llevó a esa posición.
Cuando Mayagüez adquirió Cine Colombia, en 1988, Holguín necesitaba un gerente para
ese negocio. Al considerar las capacidades que tenía Falah para la reorganización de
empresas, Holguín consideró que ese joven de 30 años podría ser el indicado para darle la
vuelta a la compañía. Falah aún recuerda la forma como Holguín le propuso que se hiciera
cargo de Cine Colombia, cuando le dijo: “Tengo una compañía que no entiendo. Unos
meses gana, otros pierde. Es Cine Colombia”. Holguín apeló al destino como argumento
para convencer a Falah: “Usted, que se crió en la ciudad donde se dio la materia prima de
este negocio, debería hacerse cargo de Cine Colombia”. Y Falah se le midió al reto.
“Yo me veo como administrador de una compañía. Una vez se tienen claros los principios
de la administración, se aplican igual en todo negocio. Lo importante es rodearse muy
bien y tener suficientes elementos de juicio. El sector en que se está es indiferente, si los
principios de administración son los mismos. Es importante también que al administrador
le guste el sector y el negocio”, explica Falah. Un par de años antes de asumir la
presidencia de Cine Colombia, Falah contrajo matrimonio con Patricia Tascón, una caleña
perteneciente a una familia relacionada con negocios de caña de azúcar y servicios
inmobiliarios en el Valle del Cauca. Tienen dos hijas: Natalia, que es politóloga e
internacionalista y ya se ha iniciado en los medios de comunicación, y Vanessa, quien
continúa estudiando.
En esa época, el negocio del cine en Colombia mostraba un perfil crítico. Jorge Enrique
Gutiérrez, gerente de Procinal, otra cadena exhibidora colombiana, recuerda que en los
años 80 el cine había recibido un duro golpe por cuenta de la aparición del video. “Eso
acabó con el cine en los municipios de Colombia. Yo recuerdo que tuvimos años de 90
millones de espectadores, cuando no había video y el precio de las boletas era controlado
por el Estado. Todo lo hacíamos con grandes volúmenes de personas en todos los
municipios del país”.
La industria llegó diezmada a la década de los 90. Las cifras de espectadores cayeron.
Desde entonces, y hasta mediados de la década pasada, no se pudo superar una cifra de
asistencia de 17 millones de espectadores al año. En la época dura de la guerra contra la
droga, en las ciudades los hábitos de los colombianos cambiaron y la gente tenía miedo de
salir a la calle en la noche. A finales de los 90, la mayor crisis económica de la historia
golpeó fuertemente la capacidad de consumo de las personas. Sin embargo, Falah no se
amilanó. Se dio cuenta de que el negocio de la exhibición y distribución de cine estaba
pasando por un revolcón mayor, debido al cambio en el modelo de negocio a nivel global.
En Colombia, además, se sumaba una tendencia económica de gran alcance, expresada en
el ascenso de la clase media y la transformación de las ciudades causada por este motivo.
Todo esto implicaba cambios de gran envergadura que podrían ser aprovechados como
una oportunidad extraordinaria.
Como resultado, las películas que logran el éxito lo hacen a gran velocidad. Por ejemplo,
este año la película de terror El Conjuro está a punto de lograr el millón de espectadores,
algo que no ocurría hace tiempo con este tipo de filmes. Entre 2008 y 2013 más de 30
películas lograron asistencias superiores a 1,1 millones de personas. El año pasado, La era
del hielo 4 (en 3D), estuvo a punto de lograr los 3 millones de asistentes.
La tecnología hace parte de la experiencia desde el comienzo hasta el final. Los cortos se
ven a través de la red (uno de los mejores predictores del éxito de una película es el
número de veces que el trailer ha sido visto en youtube.com). Las boletas se reservan y se
compran también por internet. La tarjeta de fidelización, otra expresión de la sofisticada
plataforma tecnológica sobre la que funciona el negocio, se ha convertido en un elemento
indispensable para los adictos al cine. La gente ve sus películas en un centro comercial
cercano y va varias veces cada mes.
Actualmente, 95% de los teatros de Cine Colombia son propios. “Queremos tener en 2017
más de 400 pantallas”, explicó Falah. En ese momento, se espera que la asistencia haya
crecido 50% y que el total de pantallas de todas las exhibidoras, que hoy está por encima
de las 700, haya llegado a 1.000.
Los resultados están a la vista. Según el más reciente informe de Valorem, la utilidad neta
de la compañía alcanzó $24.505 millones en el corte a junio de 2013, un incremento de
26,68% sobre el mismo periodo del 2012.
Hacia adelante, se espera que Cine Colombia entre también en un proceso de expansión
internacional. La empresa hizo su apuesta importante para internacionalizarse,
participando en una convocatoria para comprar la cadena de cines Hoyts en Argentina.
Esto fue en 2011 y la pelea estuvo dura; Cine Colombia presentó propuestas hasta el
último momento, pero al final Cinemark le ganó y se quedó con 40% del mercado
argentino. Falah dice que la aspiración de expandirse al exterior no ha menguado y que
está mirando mercados interesantes, como el de Perú. Probablemente ya no sería por la
vía de adquisiciones, sino estableciendo cines propios. En esta película, la acción apenas
comienza.
Munir Falah ve el futuro con optimismo. La expectativa es lograr superar los 60 millones
de espectadores al año en Colombia dentro de pocos años y por eso las metas de
inversión son ambiciosas. Hasta ahora el crecimiento ha sido bueno, pero esto podría ser
apenas el abrebocas de una etapa de gran expansión para esta empresa en el ámbito
regional. Las salas 3D La tecnología de proyección en tercera dimensión ha marcado una
verdadera ruptura en el mercado. Según Munir Falah, el punto de quiebre fue la
proyección de Avatar, porque “la gente mantuvo el hábito de ir a ver cine en 3D. Hoy, 40%
de la taquilla son películas de estas”.
Cine Colombia fue la primera en traer proyección digital al país entre 2006 y 2007. Hoy
todos los operadores ofrecen este servicio y cuentan con pantallas 3D. Entre 2009 y 2012
ha habido 20 películas de estas entre las más taquilleras y sumadas todas, han llevado a
cine más de 30 millones de personas. Definitivamente, esta tecnología llegó para
quedarse.