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¡UNIDOS POR UNA JUSTICIA SANA!

Carlos E. Polanco Gutiérrez


Juez 7mo. Juzgado Especializado
En lo Civil de Arequipa

“El legislador que derogue la ley del


menor esfuerzo, buen legislador será”

Un país en camino hacia el desarrollo como el nuestro, necesita el aporte de todos


quienes lo habitan, pues al fin y al cabo nuestro bienestar personal y familiar depende de
ello. Necesitamos un país viable, al cual, entre otras formas, se puede llegar
fortaleciendo las instituciones que existen, lo cual no es fácil debido a que la gran
mayoría de nuestros líderes y población están fundamentalmente preocupadas en sus
personas y futuro personales, que no tienen tiempo para más, con el agravante en los
funcionarios públicos, que es justamente ello por lo que fuimos contratados y percibimos
nuestras remuneraciones. Ahora bien, existe en gran parte de la sociedad peruana un
amor único al escándalo, a la banal pérdida de tiempo en cosas sin trascendencia, a la ley
del menor esfuerzo, a la defensa de intereses ocultos de beneficio personal aunque dañe a
muchos, al creernos perfectos, a la envidia, al escarnio del ajeno, que llegamos a
convertirnos en nuestros propios enemigos.

Se señala, con mucha razón, a la falta de educación como uno de nuestros males, que en
algún momento consideré que era la estrategia de las clases dominantes para tener mano
de obra barata y hoy estoy plenamente convencido que también es el anhelo de la
mayoría de dirigentes populares, pues les permite contar con adeptos que los siguen sin
preguntarse hacia que despeñadero van y sin razonamiento alguno repiten y marchan
conforme se les dice. Sí, desgraciadamente tenemos un pueblo o que no lee o que su
nivel cultural se limita a leer, escuchar y “creer” lo que dice la prensa que cuesta menos
de un Nuevo Sol (y sobre todo si en la noticia hay violencia, sexo, futbol y/o escándalo).
Como los medios informativos saben ello, existen algunos que garantizan las ganancias
del día o el “rating”, con historias de escándalos cualquiera o lo que es aún más rentable
aún con escándalos sobre futbolistas iletrados que gastan mal sus ingresos en perjuicio de
su persona y bienestar de sus familias, cuando en la semana anterior estaban inclusive
reclamando para ellos ser titulares en nuestra selección de fútbol.

Lo expresado líneas arriba es más que una reflexión agravada con esa negación a ver
nuestros defectos, por lo que nos perdonamos cualquier “pecadillo” que hubiéramos
cometido, lo cual es imperdonable en el prójimo que, por hacer lo mismo que nosotros,
está completamente descalificado. Nos creemos sabios del futuro y aun más cada vez
que observamos un fracaso ajeno, hemos sido nosotros los que sabíamos que así
terminarían las cosas desde mucho antes.

Como nuestra falta de educación ha distorsionado los conceptos de correcto e incorrecto,


muchas personas lo han asimilado al concepto de rating o aprobación en las encuestas,
que cuando son desfavorables, se deben a problemas de no haber sabido expresar de
manera apropiada nuestras virtudes. “¡Es mi culpa no haber hecho saber a los demás lo
bueno que soy!”, o que la encuesta se ha realizado sobre una muestra no representativa.
“¿Acaso a Usted lo han encuestado?”; empero cuando las encuestas son favorables “las
tomamos con humildad” que nos muestra lo más soberbios que podamos ser. Vea Usted,
que cuando uno hace una entrevista para conocer a una persona e inquiere por sus
defectos, encontrará como respuesta una lista de virtudes: “que soy bastante terco,
cuando me propongo algo sigo adelante así encuentre muchos obstáculos”; “que soy
muy sincero, cuando ello no está bien en nuestros días”, “que soy perfeccionista”, “que
confío en la gente” y más cosas por el estilo.

Pues bien, estas ideas nos llevaron en el seno de la Junta Directiva de la Asociación
Distrital de Magistrados de Arequipa (ADMA), presidida por el Dr. Francisco Miranda
Molina, periodo 2004-2005, a repensar nuestro trabajo y antes de pedir cifras o culpar a
terceros, partimos de una premisa que respiramos en las calles: Nuestro trabajo y nuestra
Institución están desprestigiados y tiene mayoritario rechazo de la población, la que
considera que somos un poder ineficiente en el que existe corrupción. Quien ingresa a
laborar en el Poder Judicial, desde el primer día lleva sobre sus hombros el desprestigio
nacido en la demora de los procesos judiciales, la diversidad de criterios y
contradicciones utilizados para resolver un caso parecido, las denuncias de pagos ilegales
y otros cargos más que de alguna manera nos amoldan a una indiferencia que hace que la
mayoría de magistrados tratemos de concentrarnos en nuestro trabajo, perdiendo la visión
de nuestra Institución. Buscamos ser mejores jueces, en vez de buscar una mejor
administración de justicia.

Ante tal panorama y, antes de culpar a terceros de nuestros males (deporte rey en el Perú,
más que el fútbol), decidimos iniciar una cruzada con tres objetivos, el primero
acercarnos a la sociedad civil en su conjunto, el segundo a reconocer nuestros errores y
no perder la visión de la administración de justicia, y el tercero que junto con nuestras
autoridades judiciales y trabajadores, construyamos una visión compartida del Poder
Judicial, que se aprecie en un mejor servicio de administración de justicia. Estos
objetivos, motivaron el lanzamiento de la campaña denominada ¡Unidos por una Justicia
Sana!, en la que todos (poder judicial y sociedad civil), somos necesarios.

Un mérito de esta campaña, es que fue la primera en nuestra historia en ser lanzada y
liderada por los propios magistrados y se planificó en el año dos mil cinco, es decir, antes
del escandaloso acto de corrupción cometido más de un año después por un Vocal
Supremo Provisional, de apellido Palacios que jamás debemos olvidar (Sólo le pido a
Dios que si un traidor puede mas que muchos, esos muchos no lo olviden tan fácilmente).

Escuchar que el Poder Judicial tiene pésima aceptación ciudadana nos duele, pero antes
de exigir pruebas específicas a cada caso (que la sociedad civil percibe como excusa o
justificación), debemos buscar la solución. Unidos por una Justicia Sana implicó poner a
debate nuestros puntos de vista y acercarse al litigante.

El punto de partida de esta campaña fue combatir la indiferencia que nos venía ganando
sobre los problemas de corrupción e ineficiencia. No somos indiferentes a la corrupción,
reconocemos que existe en el Poder Judicial y debemos combatirla entre todos. Los
Magistrados no recibimos pagos extras (coimas) de parte de los litigantes y si hay alguno
que los recibe, hagamos un esfuerzo para destituirlo por el bien de todos. Sabemos de
buena fuente que existen abogados (no la mayoría) que piden dinero a sus clientes para
arreglar juicios, simulando algún arreglo con el Magistrado, pero que en realidad es una
forma de tener mayores ingresos ilícitos. Cuando se inicia un proceso judicial un
abogado puede saber si la razón le asiste a su cliente o no, pero la mayoría de abogados
afirma a su cliente, aun en los casos sin posibilidad de triunfo que ganarán dicho proceso
(lo hace de mala fe o por poco conocimiento, consecuencia de una deficiente preparación
universitaria y un fácil examen de grado profesional), abogado de escaso nivel
preocupado solamente en convencer a su cliente que se cometió una injusticia en su caso
y justificarse a sí mismo. Y allí se desarrolla la corrupción porque el litigante se queda
con la sensación que necesita algo más que la razón y el derecho para tener una
resolución favorable. Nuestro Sistema judicial empieza a ser corrompible en las aulas
universitarias, donde se producen profesionales del derecho en cantidades exorbitantes,
sin la preparación necesaria, que aumentan la lista de desempleados en este país, donde la
única manera de tener éxito no es el conocimiento y el sacrificio, sino el resultado, no
importando los medios utilizados para conseguirlo.

Por ejemplo, en esta cultura del resultado sin sentido, está causando furor entre los
nuevos profesionales, más que en los antiguos: “el certificado” (que solamente requiere
ser pagado y no ganado). Al respecto en la Junta Directiva 2004 – 2005 de la Asociación
Distrital de Magistrados de Arequipa – ADMA, luego de realizar varios cursos de
capacitación, tomamos cargo de conciencia en haber entregado certificados, a quienes
francamente no los merecen.

En este objetivo de acercarnos a la sociedad civil, la Asociación Distrital de Magistrados


de Arequipa, buscó prevenir al litigante de actos de corrupción en los cuales ellos
mismos no reparan que son quienes la fomentan. El primer mensaje de la campaña
Unidos por una Justicia Sana, fue el siguiente, dirigido a los litigantes, tanto por prensa
escrita, radial y modestos afiches pegados en las instalaciones judiciales y del Ministerio
Público, fue:

Señor litigante, CORROMPER ES

… Pagar algo para que cumplamos con nuestro trabajo. Ningún trabajador
judicial, incluidos magistrados, tienen porqué pedirte algo;
… Enviar sándwiches, gaseosas y otros “regalitos” a los Secretarios judiciales,
Especialistas, técnicos y asistentes judiciales y/o fiscales;
… Hablar en voz baja a los servidores jurisdiccionales, cuida que lo que digan
otros se escuche y que lo que digas tú, también;
… Dar dinero a tu abogado para que se lo pase al Juez o al Fiscal. LOS
MAGISTRADOS NO COBRAMOS a los litigantes ni abogados;
… Dejar de denunciar al Magistrado o Servidor jurisdiccional que pide algo
para favorecer tu proceso judicial. !
NO SEAS PARTE DE LA CORRUPCION
NO FOMENTES LA CORRUPCION
SE PARTE DE LA SOLUCION

De manera simultánea a través del Boletín “El Magistrado al Día” y también utilizando
afiches y la prensa, en los cuáles la Administración de la Corte Superior y diversos
servidores, colaboraron con entusiasmo, la ADMA elaboró un decálogo del litigante
honesto, el mismo que debe ser perfeccionado, para que llegue de mejor manera al
litigante y éste de conozca sus derechos y obligaciones y actúe ejerciendo de la manera
más amplia su derecho de defensa.
El Decálogo del Litigante Honesto (o lo que debiera serlo), no solamente fue público en
Arequipa, sino también llegó a las diferentes Cortes Superiores de Justicia de la
República, existiendo casos (como en la Corte Superior de Justicia de Chiclayo), que el
decálogo fue publicado junto a los avisos judiciales y fue asumido como un aporte
importante en la lucha por la construcción de un mejor Poder Judicial. En Arequipa el
decálogo está al acceso de todos en cualquier local Judicial. El Decálogo es el siguiente:

I. Sé diligente
Un proceso judicial necesita ser observado por el interesado. Visita con
frecuencia el juzgado o fiscalía donde tienes algún litigio y pregunta
sobre el estado de tu proceso.
II. Sé paciente
El proceso toma tiempo para reflexionar sobre las alegaciones de las
partes y evaluación de las pruebas aportadas.
III. Sé tolerante y consciente
Debes saber que no siempre tienes la razón. El derecho no es una
ciencia exacta y tu interpretación no es necesariamente la correcta. Tu
abogado también puede equivocarse. Los Magistrados se equivocan. De
considerar que no se te ha hecho justicia, apela a la instancia superior de
manera respetuosa.
IV. Condúcete con la verdad
Expresa la verdad de una manera simple. Si complicas el proceso quizás
la verdad no está contigo. Tú, mejor que alguien, sabes cuando mientes.
V. Habla con el Magistrado directamente
Los Magistrados están obligados a atender a todos los litigantes, dentro
de un horario establecido. Puedes ir solo o con tu abogado.
VI. Condúcete con serenidad
No por mucho que te exaltes o vociferes se te dará la razón; los procesos
judiciales se resuelven con las pruebas aportadas en él.
VII. Fomenta la honestidad
No creas en tu abogado cuando te pide dinero “para arreglar tu juicio”.
No fomentes la corrupción, no seas un corrupto más.
VIII. Sé Valiente
Si alguien te pide algo, denúncialo. Si tu denuncia es verdadera dicho
Magistrado será destituido y limpiarás el Sistema Judicial. Haz algo por
tu país
IX. Tienes derechos, pero también debes respetar al Magistrado y a la
otra parte.
Si utilizas al Sistema Judicial sólo para pleitear o ganar tiempo y no
buscas justicia, recuerda que la otra parte hará lo mismo. Exige Justicia,
sé Justo y respetuoso.
X. No pases por encima de tu conciencia.
Sé un litigante probo, que sea enemigo de las injusticias que conozcas,
pero siempre oyendo la voz de tu conciencia sobre lo que consideras
justo.

Pues bien, estas dos acciones que combatió nuestra indiferencia, nos hizo saber de la
necesidad de unión entre nosotros, magistrados y servidores jurisdiccionales, en torno a
objetivos comunes para fortalecernos como Institución (también se aplica al Ministerio
Público).

Sabemos que no existe Institución que logre sus objetivos si es que sus integrantes no
van en una misma dirección. Todos somos necesarios para una mejor administración de
justicia en nuestro país.

Casi de manera simultánea se convocó a reuniones con instituciones representativas de la


sociedad civil, tales como las universidades, Colegio de Abogados de Arequipa y otras
instituciones gremiales. Aunque no se realizaron todas las reuniones programadas, a
través del Boletín El Magistrado Al Día, hicimos conocer cuáles fueron las críticas que
los terceros realizan a nuestra labor. Estas críticas deben permitirnos reconocer errores y
con ello mejorar nuestro trabajo. Por ejemplo, nos criticó el Colegio de Abogados de
Arequipa, que muchas de nuestras sentencias en lugar de tener argumentación jurídica,
tienen un discurso académico en el que se hace abuso del copiar y pegar informático
(“copy and paste”). Esta crítica debería llevarnos a pensar un instante en nuestras
sentencias y reflexionar si es que estamos tratando de resolver un caso o estamos tratando
de dictar una charla magistral o estamos tratando de demostrar que tenemos
conocimientos profundos. Tal vez el conocimiento práctico de magistrados ya retirados
nos esté haciendo falta. Debemos reflexionar sobre si las citas que utilizamos son para
nosotros o son para que el litigante comprenda mejor nuestros fallos.

Otro ejemplo, también nacido de la crítica del Colegio de Abogados, fue la diversidad de
criterios que tenemos al resolver un caso similar; ello ha llevado a jueces del área civil a
tratar de discutir sus criterios y unificarlos en la medida de lo posible; estas reuniones
requieren renuncias a ser dueños de la verdad sin comprometer la independencia de la
labor jurisdiccional, pero buscan que los litigantes tengan una respuesta similar a
situaciones similares. Un Juez expone la sentencia que va a dictar en un caso y escucha a
sus colegas; si están de acuerdo se lo harán saber sino, intercambiarán ideas expresando
las diferencias. El Juez que expone puede aceptar el consejo o no de sus colegas. La
reunión concluye con el aprendizaje de compartir criterios y servirá para futuras
sentencias. Si existe un acuerdo unánime sobre una sentencia, en su forma original o
luego del debate, los demás jueces están moralmente obligados a aplicar este criterio en
su trabajo y si deciden apartarse del “precedente”, llevarán el caso nuevo y expondrán sus
nuevos puntos de vista. Esta sentencia la llamamos “Sentencia Corporativa”. Entre
todos compartimos lo que sabemos y aprendemos de los demás. Llegará el momento en
que nuestras sentencias, que deben ser publicadas en la web, no solamente lleven el
conocimiento propio de cada juez, sino el aprendizaje de un equipo de jueces; de esta
manera los litigantes podrán ser beneficiados. Hay varias críticas que nos deben obligar
a reflexionar sobre nuestra labor (segundo objetivo de nuestra campaña, en el que cada
Juez debe trabajar).

El tercer objetivo de Unidos por una Justicia Sana, es la construcción de una visión
compartida del Poder Judicial. Sabemos que la actual Junta Directiva de la Asociación
de Magistrados 2006-2007, tiene la intención de proseguir con estas acciones, por lo que
creemos que debe llevar a cabo la creación de esta visión compartida. Para construir una
visión compartida debe tenerse presente qué es una visión.

Visión es “aquella idea o conjunto de ideas que se tienen de la organización a


futuro”(Serbanescu: 2006). Senge (1990), señala que la visión es el “qué”, la imagen del
futuro que procuramos crear; el propósito (o “misión”) es el porqué, la respuesta de la
organización a la pregunta “¿por qué existimos?”; en tanto que los “valores centrales”
responden a la pregunta ¿Cómo queremos actuar, en coherencia con nuestra misión, a lo
largo de la senda que conducirá al logro de nuestra visión?

Tradicionalmente la visión en una organización era de una sola persona o de un grupo


directivo que se imponía a los demás miembros de la misma, exigiendo acatamiento y no
compromiso. Los integrantes del Poder Judicial, magistrados y servidores, cuando
recibimos la visión y la estrategia de nuestra Institución, nos podemos limitar a cumplir
lo que se ha ordenado, en la medida de las posibilidades, sintiendo que lo ordenado no es
su visión. Tenemos que comprometernos con la visión.

Cuando una organización requiere proyectarse al futuro, necesita de una visión que exija
el compromiso de todos sus miembros. El compromiso de todos sus integrantes se
denomina visión compartida. La visión compartida “es una fuerza que permite que toda
la organización se alinee a conseguir un sueño; por tanto mueve a las personas a actuar
para poder ser elementos activos en la creación de su propio futuro” (Montaner: 1997).
Senge (1990) considera que pocas fuerzas humanas son tan poderosas como una visión
compartida, que a su vez es la respuesta a la pregunta “¿Qué deseamos crear?”, si las
visiones son imágenes que la gente lleva en su cabeza y corazón, las visiones
compartidas son imágenes que lleva la gente de una organización.

Unidos por una Justicia Sana, tendrá que investigar (sea elaborando encuestas entre todos
los trabajadores jurisdiccionales, incluyendo magistrados) tratando de averiguar cuál es la
visión que tienen de lo que debería ser nuestro Poder Judicial, deberá conversar con cada
dependencia interna, con el sindicato, con los trabajadores no sindicalizados; volver a
citar a las instituciones que representan la sociedad civil, para saber que piensan ellos y
con esa información retroalimentar lo que nosotros internamente queremos.

Construir una visión compartida no es fácil, pero es posible, se ha escrito mucho al


respecto y los resultados primigenios no son alentadores, por ejemplo Roberts (1994)
considera que en las primeras fases de la creación de una visión compartida, se
experimentará dificultades ante la exigencia de los empleados por mayor información y
poder, quienes a su vez pueden considerar como la oportunidad de presentar todas sus
quejas, o considerar que tienen carta blanca para actuar de manera autónoma. Deben
alinearse, el personal y las funciones de toda la Corte Superior de Justicia.

Esta creación de visión compartida debe ser liderada por la Asociación Distrital de
Magistrados, como parte de la campaña Unidos por una Justicia Sana, y tiene que estar
en estrecha coordinación con la Presidencia de la Corte Superior de Justicia de Arequipa.
¿Porqué la ADMA?, por varias razones, la primera es que tiene prácticamente dos años
para hacerlo, la segunda es que el centralismo que existe en organizaciones inmensas,
limita en mucho las iniciativas locales. Los sistemas centralistas se caracterizan porque
lo decidido por algunos a la distancia se aplica en las demás instalaciones. La ADMA
tiene que presentar un producto terminado a la presidencia de la Corte Superior de
Justicia de Arequipa, para que ella lo eleve a nuestra Corte Suprema.
El día que se logre una visión compartida, la transmitiremos a la colectividad y veremos
cómo somos capaces de mayores logros.

Unidos por una Justicia Sana, es una campaña que necesita la participación de todos
quienes laboramos en el Poder Judicial (y en su caso para quienes laboran en el
Ministerio Público), quienes no debemos invertir tiempo en preguntarnos si las denuncias
contra nosotros son verdad o no (eso es función de la oficina de control), sino que
debemos actuar para procurar un mejor Poder Judicial.

Existen malos abogados que jamás reconocerán su escasa preparación profesional y que
viven de hablar mal de otros, no perdamos el tiempo en discusiones banales con ellos.
Nunca cambiarán y si cambiasen otros los sustituirán. Cambiemos nosotros
acercándonos a la sociedad civil, escuchando, reconociendo nuestros errores y
comprometámonos con una visión compartida de lo que deseamos sea nuestro centro de
trabajo. Si el Poder Judicial mejora, nuestra calificación profesional mejorará, porque
tengan presentes que las grandes instituciones se hacen con grandes personas (¿algún
Magistrado tiene oferta de trabajo en alguna importante institución privada? Asumiendo
que a los buenos las ofertas de trabajo los persiguen). La labor de todos no es fácil,
requiere de mucho esfuerzo, pero por nuestras acciones nos conocerán.

Depende de nosotros autoridades, magistrados y servidores judiciales, de la Asociación


de Magistrados de Arequipa, que ¡Unidos por una Justicia Sana! no sea parte de la
historia, sino algo que viva en nosotros.

Arequipa, agosto del 2006.

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