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Democracia, Monarquía y Estado

Nixon Stiven Jiménez Páez

Víctor Pinzón

Corporación unificada nacional de educación superior

Gobierno y sociedad

Bogotá

2018
Democracia:

Pese a ser un concepto utilizado habitualmente en el lenguaje político, el significado de la


democracia dista de ser completamente preciso. Más bien, actualmente existen algunos
desacuerdos sobre lo que la democracia es o debería ser. En este contexto, es útil la distinción
entre concepto y concepciones que propone Dworkin. Según esta clasificación, el concepto
tiene un nivel de abstracción mayor y no es controvertido, mientras las concepciones
presentan posiciones controvertidas y rivales a un nivel más específico. (Dworkin, 1987: 71).
Por tanto, el punto de partida de este artículo es que existen concepciones sobre la democracia
que aportan visiones algo distintas sobre su alcance, procedimientos y objetivos. Como
recuerda Bobbio, la tipología clásica distinguía la democracia de la monarquía y la
aristocracia. De esta forma, la democracia, “es la forma de gobierno en la que el poder es
ejercido por todo el pueblo, o por el mayor número, o por muchos, y en cuanto tal se distingue
de la monarquía y de la aristocracia en las que el poder es ejercido, respectivamente, por uno
o por pocos.” (Bobbio, 1992: 191) Más actual es la contraposición entre democracia y
autocracia que propone Kelsen donde, en democracia, políticamente libre es el individuo que
se encuentra sujeto a un ordenamiento jurídico de cuya creación participa, mientras que en
la autocracia, los súbditos se encuentran excluidos de la creación del ordenamiento jurídico,
por lo que en ninguna forma se garantiza la armonía entre dicho ordenamiento y la voluntad
de los particulares. (Kelsen, 1995: 337).

(http://www.scielo.org.co/pdf/cohe/v9n16/v9n16a03.pdf)

Monarquía:

Forma de gobierno o de Estado, según las épocas, en la cual la magistratura suprema de


la organización política tiene un carácter no representativo y corresponde a una sola persona
-rey, príncipe- llamada a su función con carácter vitalicio, generalmente por ley
de herencia y a veces por elección o designación, exenta de responsabilidad. Algún autor la
define hoy como forma de la jefatura del Estado. La configuración de la monarquía varía en
su evolución histórica. En la Edad Media nace la monarquía estamental, forma de
gobierno propia del denominado «Estado feudal», fundada en el dualismo que contrapone al
rey con el reino, integrado éste por los estamentos; estos dos poderes, independientes y
enfrentados entre sí, se limitan recíprocamente; del enfrentamiento surgirá un vencedor:
el parlamento en Inglaterra y el rey en Europa continental. La victoria del rey da lugar a
la monarquía absoluta, que puede calificarse como forma de Estado, ya que el poder del
monarca se extiende a toda la vida política, afectando a los elementos sustantivos del Estado;
el rey es titular único de la soberanía; la distinción entre monarquía (principado)
y república efectuada por Maquiavelo responde a esta concepción. A medida que desaparece
el absolutismo y nace el Estado democrático, el rey pierde paulatinamente poderes efectivos
y la monarquía se va convirtiendo en forma de gobierno. La monarquía constitucional
representa un primer paso en esta pérdida de poderes efectivos del rey; el monarca, como los
demás órganos del Estado, ostenta los poderes que le confiere la constitución, ya no son
ilimitados aunque sí muy extensos: el rey es cabeza del poder ejecutivo y los ministros son
responsables ante él, no frente al parlamento; la iniciativa legislativa es ejercida con
frecuencia por el rey, al igual que el veto a las iniciativas parlamentarias. En algunos casos,
la monarquía constitucional se entiende como aquella en la que al rey le corresponden todos
los poderes no expresamente atribuidos por la constitución a otros órganos del Estado.
La monarquía parlamentaria constituye el último tramo en el proceso racionalizador y
democratizador de la institución; es una monarquía constitucional, puesto que el rey sólo
tiene los poderes que la constitución le otorga; pero, además, tales poderes son
meramente formales y simbólicos: el rey reina pero no gobierna, es un pouvoir neutre; el
poder auténtico, material, se distribuye entre los demás poderes del
Estado: parlamento, gobierno y jueces (V. jefatura del Estado).

(http://www.enciclopedia-juridica.biz14.com/d/monarquia/monarquia.htm)

Estado:

Harold Laski, en su Grammar of Politics define al Estado como “una corporación de


servicio público”, en el sentido de hacer realidad la pluralidad política organizada
corporativamente como “ética de Estado”, para lograr una máxima eficiencia en la
administración pública.
Otras definiciones más amplias del Estado lo identifican como una estructura con soberanía
sobre un territorio en particular. Esta estructura cuenta con normas establecidas a través de
un conjunto de instituciones y organismos que ejerce el poder de manera legítima,
permanente y jerarquizada.

En El Hombre y el Estado, Jacques Maritain afirma que: “La función concreta del Estado –
su función principal– es velar por el orden legal y la aplicación de la ley. Pero el Estado no
es la ley”, porque, según añade en otro segmento de su obra, “el Estado no es más que un
órgano habilitado para hacer uso del poder y la coerción y compuesto de expertos o
especialistas en el orden y el bienestar públicos; es un instrumento al servicio del hombre”.
Es decir, al servicio de sus ciudadanos, reconociendo la primacía en el orden social de la
persona humana. Cualquier violación de ese orden social colocaría a la persona al servicio
del Estado, lo cual sería una perversión política.

Lo que le da sentido y razón de ser al Estado es la primacía del bien común como principio
ordenador de la sociedad. La sociedad civil inviste al Estado con el cargo de promotor y
gestor del bien común, para cuyo desempeño lo dota del deber y del derecho de intervenir en
la vida social. El Estado es garante de la justicia social, por la promoción y participación
populares, para que las personas se integren en los diversos cuerpos intermedios que la
representan y sirvan de interlocutores suyos ante el Estado. El Estado, según Maritain,
es “una parte especializada en los intereses del todo”.

Estos parámetros definen al Estado como la entidad que regula los intereses del todo sociales
y que funciona mediante una estructura de gobierno para administrar ordenadamente los
mandatos de sus ciudadanos. Si ese mecanismo político pone al ciudadano al servicio del
Estado se convierte en una aberración de abuso de poder, mientras que cualquier grado
avanzado de anarquía lo convierte, por el contrario, en una entidad fallida.

El Estado es una entidad legal al servicio de sus ciudadanos y no una “persona moral”, porque
está supeditado a los intereses del todo sin sacrificar los derechos del individuo o de una parte
minoritaria con el pretexto de justificar decisiones que supuestamente beneficien a una
“causa mayor”. La autoridad de un Estado legítimo no habilita a sus instituciones para tomar
decisiones con el pretexto de que el fin justifica los medios. La soberanía del Estado es
legítima en tanto comprenda y coordine la voluntad soberana de sus ciudadanos, administrada
por un gobierno elegido democráticamente y obligado a rendir cuentas a sus
ciudadanos. Los medios utilizados por el Estado legítimo están siempre limitados por los
derechos y las libertades fundamentales inherentes a todos y cada uno de sus ciudadanos.

(https://democraciaparticipativa.net/documentos-data-a-referenda/fundamentos-
basics/8621-el-estado-concepto-y-funciones.html)
Bibliografía:

Laski, Harold J., Grammar of Politics. London, 1925.

Maritain, J. El Hombre y el Estado. Ediciones Encuentro, Madrid, 1983, p. 31.

Cibergrafia:

(http://www.enciclopedia-juridica.biz14.com/d/monarquia/monarquia.htm)

(http://www.enciclopedia-juridica.biz14.com/d/monarquia/monarquia.htm)

(https://democraciaparticipativa.net/documentos-data-a-referenda/fundamentos-
basics/8621-el-estado-concepto-y-funciones.html)

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