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MINORÍAS Y MAYORÍAS

¿Por qué y cómo la mayoría y la minoría son capaces de ejercer una influencia?

Cada miembro del grupo, independientemente de su rango, es una fuente y un receptor


potencial de influencia, la minoría, el individuo y el subgrupo ahora puede mirarse
también como emisores de influencia y creadores de normas en potencia.

Dos puntos son notorios a partir de esta hipótesis: primero que la influencia se ejerce en
dos direcciones, lejos de ser un efecto unilateral de la fuente sobre blanco, es un
proceso recíproco que implica acción y reacción tanto de la fuente como del blanco; y
segundo que cada parte de un grupo debe ser considerada como emisor y receptor
simultáneo de influencia, más concretamente, cuando hay influencia, cada individuo y
su grupo, independientemente de su status, actúa sobre los otros, que al mismo tiempo
lo hacen sobre ellos. Es imposible separar la emisión de influencia de su recepción.

Cuando una minoría accede a una posición de mayoría, debe ser capaz de comprender
las motivaciones y las opiniones que va a adoptar, lo que implicará un proceso de
adaptación y de modificación de estas motivaciones y estas ideas que se ajusten en lo
posible al marco de referencia existente de la minoría.

¿En qué condiciones tomará la influencia la forma de innovación o la de


conformidad?
Las sociedades establecen normas, reglas, principios, códigos (lo que es permitido y lo
que no) que rigen las relaciones sociales de convivencia de los miembros que la
integran y se espera que sean una respuesta mayoritaria. De ahí que todas las
acciones sociales se dividirán en lo que está permitido y lo que está prohibido, lo que
está incluido y lo que está excluido.

La existencia de un conflicto interior, o el desfase entre los grados de adhesión a las


normas y a los juicios, crea una predisposición al cambio. La minoría puede incitar a la
mayoría a modificar su comportamiento su actitud, para inducirla a ser más tolerante
con lo que antes estaba excluido o prohibido, obteniendo así, un efecto liberador.

La fuerza del consenso que interviene directa o indirectamente depende del grado de
unanimidad que suscita. La minoría puede siempre rehusar este consenso,
confiriéndose una fuerza considerable con este rechazo, su desacuerdo tiene un efecto
de bloqueo que proporciona a las minorías el medio de ejercer una influencia, por ello,
casi siempre la mayoría intenta ceder un poco ante la minoría.
Un desviante, precisamente por serlo, puede ejercer un atractivo considerable muy
superior con frecuencia al de la persona que se dice normal. Esto por dos razones, la
primera porque los comportamientos desviantes sugieren la posibilidad de
desobediencia, dan acceso a lo original, a lo desconocido y lo sorprendente.

La segunda razón es la culpabilidad social, muchas categorías desviantes y de minorías


representan grupos colocados en situación de inferioridad, excluidos de la idea de
normalidad de la sociedad mediante diversas formas de discriminación, están privados
de derechos sociales. Este contraste entre los principios y la realidad no sólo crea
conflictos internos, sino también un sentimiento de culpabilidad.

Un individuo minoritario aun cuando no tenga necesariamente la simpatía, puede


suscitar admiración por su valor, sinceridad, su originalidad, etc. y esto le permitirá
desarrollar toda una gama de iniciativas cuando intente actuar sobre la mayoría.

¿Cuáles son las cualidades que en un individuo facilitan la aparición del cambio
en el grupo una sociedad?
La desviación implica una carencia de medios psicológicos o sociales que permiten
percibir o reconocer la norma o la respuesta dominante; por otra parte, también implica
un rechazo de la norma o (dominante) en razón de la existencia de una alternativa.

Para esto es necesario hacer la distinción provisional entre grupos e individuos nómicos
y grupos e individuos anómicos. Las minorías individuos o subgrupos anómicos, son
definidos porque el grupo al que pertenecen no posee normas y respuestas propias;
mientras que las minorías nómicas, adoptan una posición distinta por contraste o por
oposición al sistema social más amplio. El primer carácter distintivo de la minoría es que
aparece, o bien como pasiva (anómica), o bien como activa (nómica).

Conviene tener en cuenta la dirección de la divergencia del desviante o de la minoría;


en suma, el hecho de que la minoría, es o bien ortodoxa (pro-normativa), o bien
heterodoxa (contra-normativa). La primera pone el énfasis en la norma mayoritaria,
mientras que la segunda le pone una norma minoritaria.

Podría suponerse que sólo una minoría ortodoxa influye en el grupo al reafirmar una
norma ya aceptada, pero Moscovici dice que no es verdad, pues la minoría heterodoxa
ofrezcan algo nuevo al grupo y por ello provoque un conflicto que puede impulsar al
grupo a cambiar. Así, plantea una premisa: a medida que se reduce la distancia entre la
posición de una minoría heterodoxa y la mayoría, hay mayor probabilidad de influencia
(contraste y dirección).
Moscovici retoma el término de punto medio psicológico que es el que “separa en dos
orientaciones: el propio campo y el contrario”. Según esta premisa, un individuo elegirá
un mensaje que pertenezca a su campo y rechazará el adverso a su posición. Pero si
las diferencias son débiles, el sujeto cambiará su actitud, ya sea que el mensaje sea de
su propio campo o del contrario, incluso puede que el campo contrario logre influenciarlo.

Una minoría heterodoxa es más influyente cuando la divergencia respecto a la mayoría


no sobrepasa determinado umbral. Cuando esta minoría se vuelve extremista, sus
posibilidades de influir a la mayoría disminuyen. En ciertas circunstancias el hecho de
ser una minoría heterodoxa es en realidad una ventaja, porque está posición
corresponde a ciertas preferencias de la mayoría.

Pero no solo las minorías heterodoxas ejercen influencia, puesto que una minoría
ortodoxa es a menudo capaz de obligar al grupo a compartir sus actitudes y sus
convicciones, mientras que en las mismas condiciones, una minoría heterodoxia
provoca una ruptura en las actitudes y creencias del grupo, al ser rechazada tendría el
resultado inverso al pretendido.

La polarización de las actitudes de los grupos, durante y después de la interacción


social los grupos tienden a adoptar posiciones más extremas que las de sus miembros
antes de la interacción. Según Sherif y Hovland, los receptores del mensaje modifican
su actitud en la dirección que se aproxima la fuente del mensaje, cuando la posición de
la fuente es próxima a la suya: efecto de asimilación, y en dirección opuesta a la actitud
de la fuente del mensaje, cuando su posición está alejada de la actitud de sus
receptores: efecto de contraste. Estos efectos separados conducen a veces a la
conformidad y otras a la polarización.

En conclusión es el carácter nómico o anómico de un grupo social lo que importa, y no


el hecho de ocupar o no una posición de poder o de constituir o no a una mayoría.

La ortodoxia implica una mayor uniformidad de opiniones y de creencias en el grupo,


una influencia global del punto de vista de la minoría. La heterodoxia, al bloquear la
comunicación y las interacciones entre los miembros del grupo y al hacer imposible el
consenso, provocó una diferenciación neta de las opiniones y las creencias del grupo y
un desplazamiento en sentido opuesto a la norma del grupo.

Referencias bibliográficas

Moscovici, S. (1996). Psicología de las minorías activas. Madrid: Ediciones Morata, S. L.

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