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El comenzar la narración con una escena sexual nos brinda una perspectiva íntima de la
manera en que se establece la relación, el primer dialogo y la descripción que lo acompaña
ayuda a comprender la forma de ser de Armando Cota y el estado reflexivo por parte de
Patricia: “— ¡Termina, morrita, por favor!— procuro concentrarme. ¿El orgasmo será una
cuestión de tiempo? […]”, entre el ruego que emite su esposo y la pregunta retórica se
comienza a gestar un ambiente de inconformidad. Las descripciones sensoriales son
constantemente referidas, el olor, el tacto, incluso la forma en que ve a su esposo tendido en
la cama, nos ayudan a adentrarnos cada vez más en el pensamiento de la protagonista y nos
muestra el ahora asco que siente por su esposo.
El sentimiento de repulsión que la protagonista tiene hacia su marido llega a tal
punto que la lleva a cuestionar su matrimonio, el proceso comienza cuando en medio de la
narración, la protagonista utiliza una frase que, en una primera lectura puede pasar
desapercibida: “A tientas alcanzo la toalla, me seco la cara y abro los ojos”, la expresión
abrir los ojos, según nuestra cultura, es un eufemismo para describir la acción de darse
cuenta de la verdad, curioso y poco inocente es que aparezca justamente después del acto
sexual donde tuvo que soportar a un cuerpo por el cual siente repulsión encima de ella, en
el momento en que se libera de él y puede limpiarse, que también tiende a lo simbólico,
puesto que limpiar añade un sentido de proceso de purificación, es decir que al momento de
limpiarse saca de sí misma a su esposo, se libra de aquel ente repulsivo, al momento de
terminar esta acción, es cuando por fin ella puede abrir los ojos.
Otra de las acciones que marcan ese proceso de mejoramiento incumplido es la
decisión que toma, después de varias reflexiones sobre su esposo, de regresar a la casa de
sus padres. Esta última escena del cuento es muy rápida, un pequeño párrafo que ayuda a
dar un final sorpresivo. El hogar es visto como un retroceder del tiempo, el lugar donde ella
puede volver a tomar el control de su vida, donde podrá optar por otra dirección hacia su
futuro, pero esta acción, cuando está a punto de tocar la puerta, se interrumpe por el marido
de Patricia, aquí ese deseo por mejorar, por dirigirse a un lugar mejor se deshace, es decir
que regresa a la zona de degradación.
Un análisis estructuralista podría parecer algo muy superficial o superado, pero creo
que la propuesta de Bremond ayuda a entablar un dialogo más profundo con el texto debido
a que la estructura del mismo juega un papel importante dentro de la historia, tanto la forma
como el fondo están en sintonía.
Como dije al inicio del trabajo, muchas veces la literatura puede cumplir una labor
social, ya sea de manera consciente o inconsciente, puesto que al ser una abstracción de la
realidad o ficción que se basa en la realidad, es común que presente aspectos de la sociedad
en la que se basa. En el caso del cuento de Estela Davis, nos presentan a personajes que
son comunes en nuestro estado, se reflejan modelos sociales de los cuales constantemente
somos participes. Estas prácticas sociales son las que plasman a nuestro estado dentro de su
literatura, lejos del común exceso de copiar una jerga regional en el habla de los personajes,
la literatura se encarga de llevar a la ficción esa esencia de la sociedad y, al momento de
abstraerla, abre las puertas a la reflexión de la misma.
Tanto Patricia Hernández, como Armando Cota, los padres, incluso las amigas de
Patricia cumplen roles sociales que imitan a los de nuestra sociedad, es aquí donde la
función de la literatura se hace presente y nos permite cuestionar sobre las acciones que
constantemente repetimos como herencia de las generaciones pasadas, ¿Hasta qué punto
nosotros mismos estamos generando nuestro propio proceso de degradación? No es
sorpresa que nuestra sociedad tenga el estereotipo de pasividad del cual es acusada
constantemente, entonces ¿Patricia es un caso aislado o algo que nos representa? Puesto
que asume esta condición hasta el punto de llevarla al máximo, de cuestionarse hasta que
toca fondo.