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Dos mitos para mantener al mundo pobre.

La Revolución de la cuchara.

El tema de la pobreza siempre resulta sensible, pero gracias al cielo existen


nuestros magníficos economistas con estupendos planes para acabar con ella. Sin
embargo, la idea que estos economistas tienen de desarrollo y de lo que nos
conviene termina siendo bastante ingenua como lo demuestra Vandana Siva en su
ensayo Two myths that keep the world 1, sobre el libro The End of Poverty de
Jeffrey Sachs.

De la mano de Vandana Siva recorremos el libro de Sachs que empieza con el


argumento de que hace algún tiempo casi todos éramos pobres, hasta que llegó la
industrialización y con ella la riqueza, los pobres son simplemente algunos que han
sido dejados de lado, basta con incluirlos en nuestro sistema para que la pobreza
desaparezca. Más allá de lo que digan los expertos en progreso con su: “tenemos
todo bajo control” vale la pena conocer cuál es en realidad el mal que padecemos.
La historia real, como nos recuerda el ensayo de Vandana Siva, es que no hay
algunos que se han dejado de lado, sino que más bien han sido robados. De ahí la
riqueza de algunos y la pobreza de otros; Estados Unidos y Europa a un lado y
Latinoamérica, África y así, al otro. Sin el control del comercio de especias, la
esclavitud de África, la destrucción de la industria textil en India y la muerte de
tantos indígenas en América latina la revolución industrial no hubiera sido
imposible. Así que si alguien quiere mencionar alguna bondad de la revolución
industrial, que no olvide por favor mencionar sus costos. Fue la desmedida
explotación en un lado lo que causó la riqueza en el otro.

La idea de que la pobreza se curará con más industrialización, no sólo es falsa sino
que además nos enseñan una rara versión de lo que es pobre, así: Si tú no quieres
ser pobre ni se te ocurra comer de lo que tú mismo siembres, no, tienes que
venderlo para que lo exporten… y así con todo. Si te pones ropa que tú mismo
fabricas y vives en una casa hecha con elementos orgánicos y ecológicos de tu
propia región, en vez de utilizar materiales sintéticos y mucho concreto, entonces
un experto economista vendrá a explicarte: ¡oh! no, lo siento: eres un perfecto
pobre. Lo cierto es que bajo esa visión de lo pobre un detalle se escapa: la calidad
de vida. E incluyendo esto la idea cambia:
Tener acceso a comida y agua, la oportunidad de vivir en ambientes sustentables,
una sólida identidad cultural y un sentido para la vida de las personas son
medidores reales de pobreza y riqueza.
Así que los remedios a la pobreza en nombre de esa rara idea del desarrollo sólo la
aumentarán. Además ese desarrollo tampoco ha sido la constante de la humanidad
como nos recuerda Vandan Siva: “durante mucho tiempo se vivió de modo
sustentable, y con desarrollo también. Con un consumo consciente y dando su
lugar a la naturaleza, respetando sus límites”2.
La divertida dinámica del mercado deja de ser tan entretenida cuando los recursos
básicos son los que están en juego. Porque tanto desarrollo no ha logrado que
podamos dejar de depender del agua, los suelos fértiles y la diversidad genética. Y
la ausencia de esto no se puede esconder con buenos números. La muestra es que
“los indígenas del amazonas y las comunidades en los himalayas tienen una gran
riqueza ecológica así ganen menos de un dólar al día. El ejemplo del agua es obvio,
lo que antes era gratis ahora deja 1 trillón de ganancias a las corporaciones que nos
la venden. Mandan ayudas por 50 mil millones de dólares a los sitios de los que
han obtenido beneficios de 500 mil millones” puntualiza Vandana Siva.
La gente no es pobre porque le falte de ese desarrollo ofrecido, sino a causa de él.
Si tenemos un desarrollo unilateral que destruye los sistemas sociales, no se muere
por falta de ingresos sino por falta de recursos.
1. The Ecologist (July/August 2005)
2. The Ecologist (July/August 2005)

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