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Este apartado se concentra en el análisis de Leon Kass sobre la teoría de la teoría de la evolución y la
comprensión aristotélica de la naturaleza. Kass, Leon. (1985) Toward a More Natural Science. Capítulo
10: Darwinism, Teleology and The Place of Man. The Free Press, New York.
son evidentes no solamente en el ser humano, sino en múltiples especies animales
mayores?
Existen diferentes modos de entender que hay finalidad en los entes vivos. El
principio general supone que en los organismos, como totalidades o en sus partes, hay
propósitos o fines. Un animal es alimento para otro, las alas de un ave sirven a su
permanencia en un ambiente determinado, etc. “Each plant or animal has a wordly
purpose” (Kass, 1985: 253). Pero si existe un propósito, es razonable pensar que exista
un fin abarcante, debe existir una mente que lo ordene, que disponga a un fin. De ahí la
segunda clase de teleología contenida como la voluntad ordenadora de un intelecto
trascendente que diseña un mundo.
Pero, explica Kass, “The primary home of teleology thought is the internal and
inmanent purpositiveness of individual organisms, in their generation, their structure,
their activities” (Kass, 1985: 254). La primera instancia de la teleología es la posible
evidencia de un tipo de causalidad al parecer observable (“That for the sake of whish”)
en el fenómeno de la naturaleza. Aquello por lo cual las cabras andan en manadas y van
a beber al río es para mantenerse vivas, sencillamente para vivir, y es por vivir que aún
teniendo sed huyan si un león las ataca. Kass desarrolla su argumento de manera más
precisa, apartando evidencias al respecto de su concepto de teleología:
(5) Es posible hablar de una quinta instancia de finalidad entendida como bondad
o aptitud. El buen funcionamiento de un órgano y aquello para o cual es indica un estado
de completitud, perfección o fin. “This holds for machines nor less than for organism…
The end is a standard as well as a god” (Kass, 1985: 257). El examen del buen
funcionamiento de los órganos de un ser vivo, una revisión médica, por ejemplo, es
factible sólo a la luz del bien pretendido como fin.
Sin embargo, Kass es conciente de la obvia acusación de cometer una falacia por
dar a la naturaleza atributos humanos o por explicar los fenómenos de la mente desde
una perspectiva animista que ya fue superada por la bioquímica y la neurología. Su
respuesta apunta a tres direcciones: (1) hay finalidad y es notoria en el fenómeno de la
vida; (2) las explicaciones vitalistas del fantasma en la máquina o de la máquina sin
operario son insuficientes; (3) la teleología y el mecanicismo son teorías
complementarias: la máquina se entiende por el fin y el fin es la actividad de un cuerpo
materialmente organizado.
“I was not, however, able to annul the influence of my former belief, then almost
universal, that each species had been purposely created; and this lead to my tacit
assumption that every detail of structure, excepting rudiments, was of some special,
though unrecognized, service. Anyone whit this assumption in his mind would naturally
extend too for the action of natural selection…” (Kass, 1985: 261).
Es decir, la estructura de los vivientes tiene un propósito, a saber, la vida del mismo
ente. Esto se confirmaría con una segunda observación de Kass:
“Another source of conviction in the existence of God, connected with the reason and
not whit feelings, impresses me as having much more weight. This follows from the
extreme difficulty or rather impossibility of conceiving this immense and wonderful
universe, including man whit his capacity of looking far backwards and far into futurity,
as the result of blind chance or necessity. When thus reflecting, I feel compelled to look
to a First Cause having an intelligent mind in some degree analogous to that man”. (Kass,
1985: 262)
En este sentido, la jerarquía en la vida, como anota Kass, la jerarquía en las almas,
“[…] is a hierarchy of openness and pourposiveness.” (Kass, 1985: 271), cuya mayor
expresión se ve manifiesta en la vida humana, la única cuyas posibilidades y actividades
superan la mera sobrevivencia. La conclusión de Kass, que no pocos dudaran en llamarla
antropocéntria, es que, si existe una tendencia ascendente en la evolución, el hombre
ocupa el puesto máximo: su razonamiento, dice, es filosófico y no moral, pues atiende
a lo que llama “the biopscycological evidence”: “Man is the peak, both in possessing the
highest, and also in possessing the complete range of faculties of soul” (Kass, 1985: 272).
Estas facultades que superan la mera sobrevivencia por medio del cuerpo son las del
lenguaje y la inteligencia por cuya acción el ser humano ha desarrollado formas políticas,
las ciencias y las artes. No se trata, explica Kass, de detalles particulares del genoma
humano, sino de los poderes del alma.
No obstante, para Kass hablar del alma humana no importa solamente para
referir un único caso ejemplar y mostrar con él la jerarquía en los entes. El alma humana
muestra la emergencia de capacidades en los vivientes que son superiores a las de la
mera subsistencia. Estas capacidades, en su mayor desarrollo, son las del lenguaje y la
inteligencia. El punto de Kass es tratar al respecto de las posibilidades ínsitas en un ente.
La teoría darwiniana de la evolución supone la aparición de disposiciones corporales
orgánicas -y de ahí funcionales-, que favorecen o aventajan a un individuo sobre otros.
La teoría evolucionista del origen de la vida, a su vez, explica que todo emergió a partir
del azar, de la necesidad química y del tiempo. Sin embargo, explica Kass:
“What is due to chance is, perhaps, the time and circumstance in which life firs
arose and also the beings in which the first steps of further ascent were taken. But what
emerged on these occasions were possibilities already present as possibilities in the
lower forms of life, and ultimately, in matter itself. Everything present to the higher
animals, including man, must have been “present” potencially in preanimated matter”
(Kass, 1985: 274).
Además:
Modos de ser y posibilidades o potencias son eide que tienen telos. Otra forma
de expresar esta idea es que el fin de la materia fue, desde siempre, devenir en cuerpos,
algunos de los cuales son animales, vivientes, entidades completas y capaces de vivir por
sí mismas, en un medio y en el esfuerzo de persistir y en el trabajo de ejercer sus
facultades en un medio apto para ello.
La lectura que Leon Kass hace de la teoría darwiniana nos conduce a la necesidad
de considerar aspectos de la vida cuya explicación o causa no subyazca en la materia. La
consideración de la vida, según la atestiguamos en la experiencia ordinaria, habla de
finalidades, intenciones, intelecciones, pasiones, incluso cierta clase de libertad que no
se explica desde el rigorismo de la causa y el efecto de las reacciones pero que está, sin
embargo, prefigurada en la materia. Consideremos ahora las ideas de Hans Jonas al
respecto de la interioridad y la materialidad en la vida.
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Cfr., Strauss, On Genesis. Y Brague, Remi. Lo propio del Hombre.