Sie sind auf Seite 1von 14

Retiro de Cuaresma.

Si conocieras el don de Dios.

1. Meditación: La sed del hombre se encuentra con la sed de Dios.


La Samaritana
Introducción
Jn 4, 1-4: Cuando Jesús se enteró de que los fariseos habían oído decir que él tenía más discípulos
y bautizaba más que Juan – en realidad él no bautizaba, sino sus discípulos – dejó la Judea y
volvió a Galilea. Para eso tenía que atravesar Samaría.
El evangelista narra que Jesús tenía que atravesar Samaria. No fue una necesidad de tipo
geográfica. Hubo otro camino para volver a Galilea al lado del río Jordán. Jesús tenía que pasar
por Samaria para encontrarse con la Samaritana.

Dame de beber
Jn 4, 5-10: Llegó a una ciudad de Samaría llamada Sicar, cerca de las tierras que Jacob había
dado a su hijo José. Allí se encuentra el pozo de Jacob. Jesús, fatigado del camino, se había
sentado junto al pozo. Era la hora del mediodía. Una mujer de Samaría fue a sacar agua, y Jesús
le dijo: «Dame de beber». Sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar alimentos. La
samaritana le respondió: «¡Cómo! ¿Tú, que eres judío, me pides de beber a mí, que soy
samaritana?». Los judíos, en efecto, no se trataban con los samaritanos. Jesús le respondió: «Si
conocieras el don de Dios y quién es el que te dice: «Dame de beber», tú misma se lo hubieras
pedido, y él te habría dado agua viva».
 Dame de beber
Primero, podemos contemplar a Jesús. Había viajado toda la mañana desde Jerusalén para regresar a
Galilea. Estaba cansado. Tenia sed. Sentía hambre, pero no tenia la energía para ir al pueblo con sus
discípulos. Ellos fueron, dejando Jesús allí, al lado del pozo. Mira a Jesús. Contempla su humanidad. Es
verdadero Dios y verdadero hombre, semejante a nosotros en todo, menos el pecado. Tiene momentos
de cansancio, pero no estaba demasiado cansado para evangelizar.
Después contempla la Samaritana acercándose con su cantero. Viene buscando agua. No estaba
buscando Dios, pero Jesús estaba buscando ella.
Normalmente, las mujeres fueron a traer su agua temprano en la mañana. Van a tener tiempo para
platicar, mientras cada una está sacando su agua. No van a medio día, cuando el calor es lo peor.
Además que van a necesitar agua desde la mañana.
Entonces, hay algo un poco extraño, ver la Samaritana acercándose sola a medio día para sacar agua.
Como vamos a escuchar después, tenía una reputación. Tenía 5 esposos. Como no podría encontrar el
amor de su vida.
Es Jesús que inicia la conversación: Dame de beber. Jesús tenía sed. Quería algo de esta mujer. Más que
recibir,

1
Normalmente, los judíos no tenían nada de contacto con los samaritanos, y mucho menos un hombre
con una mujer. Pero, Jesús, con muchísima humildad pide algo de ella, pide un poco de agua.
Su petición sorprende la Samaritana. «¡Cómo! ¿Tú, que eres judío, me pides de beber a mí, que soy
samaritana?»
Eso lo que ella ve, un hombre, un judío. Todavía no puede ver con los ojos de la fe. Entonces, el
propósito de Jesús es precisamente esto. Abrir sus ojos. Dar el don de la fe, y entrar en una relación
personal con ella. Quiere llevarla a la plenitud de la fe. Y así, se vaya desarrollando un dialogo entre
Jesús y la Samaritana.
Jesús abre su corazón. Manifiesta lo que quiere de ella y a la vez lo que ofrece a ella. Pero, ella no tenía
ninguna idea lo que estaba buscando, más que un poco de agua para llenar su cantero. Viene buscando
agua, pero tenia una sed muchísima más profunda.
Ella tenia que tomar cuenta de su propio corazón. Que no estaba contento con su vida. Que tenia un
vacío interior. Que poco poquito fue aislándose de los demás.
Es medio día, y ella solita fue a buscar su agua. Normalmente las mujeres hicieron esto temprano en la
mañana, antes que sale todo el color del sol. Ella no. Algo no estaba bien, aunque no sabemos el porque
en este momento de su historia.
No sabia las necesidades de su propio corazón. Así somos. Podemos estar tan metido en tantas
actividades, corriendo de un lado al otro lado, de una cosa a otra cosas, que no tomamos tiempo para
reflexionar.
Estamos como afuera de nosotros mismos. Metidos en mil asuntos. No estamos presentes a nosotros
mismos.
El fin de un retiro es eso. Separarnos un poco de las actividades ordinarias para platicar con Dios sobre
nuestra vida. Contemplar las necesidades de nuestros corazones, y abrirnos a todo lo que Jesús quiere
ofrecernos.
¿Cómo estoy? ¿Qué me pide mi corazón, qué necesito????
Como cristiano en el estado de vida, Jesús mora en mi corazón. Cuando no estoy presente a mi mismo.
Cuando estoy afuera, metido en mil cosas en el mundo. ¿Qué significa? Que no estoy presente a Jesús.
Jesús está en mi corazón, esperándome, y estoy afuera.
Un encuentro con Jesús es siempre un encuentro conmigo mismo.
¿Cómo he llegado aquí? ¿Cómo está mi corazón?
Podemos saber que algo no está bien, sin saber exactamente qué. Podemos buscar de llenar el vacío de
nuestro corazón con mil cosas, pero, no llena el vacío interior.
Somos hechos para Dios. Somos hechos para su amor. Existimos gracias a su bondad y su amor.
Jesús quiere estar con nosotros. Nos espera. Nos espera aquí en la hacienda.
Aquí está esperándonos.
 Si conocieras el don de Dios y quién es el que te dice.
Vemos que hay dos misterios para aclarar. ¿Qué es el don de Dios, y quién es Jesús?

2
La Samaritana veía un hombre, un judío, cansado, sentado al lado del pozo. Pero, Jesús es mucho más.
Lo que se ve externamente no es todo el misterio de su persona. Quien es Jesús y qué es ese don que
nos ofrece. Qué es el agua viva.
Más tarde, Jesús explica que es Dios mismo. Es el Espíritu Santo.
El don del Espíritu Santo.
Jn 7, 37-39. El que tenga sed, que venga a mí, y que beba el que cree en mi. Lo dice la Escritura:
De él saldrán ríos de agua viva. Decía esto Jesús refiriéndose al Espíritu Santo que recibirían los
que creyeran en Él. Todavía no se comunicaba el Espíritu, porque Jesús aun no había entrado en
su gloria.
¿Quién es Jesús para mi?
¿Qué es el don que quiere darme?
Catecismo 2560: “Si conocieras el don de Dios”(Jn 4, 10). La maravilla de la oración se revela
precisamente allí, junto al pozo donde vamos a buscar nuestra agua: allí Cristo va al encuentro
de todo ser humano, es el primero en buscarnos y el que nos pide de beber. Jesús tiene sed, su
petición llega desde las profundidades de Dios que nos desea. La oración, sepámoslo o no, es el
encuentro de la sed de Dios y de la sed del hombre. Dios tiene sed de que el hombre tenga sed
de Él (San Agustín, De diversis quaestionibus octoginta tribus 64, 4).
Junto al pozo, allí está Jesús buscándome. Hoy Jesús está aquí buscándome. Me ama con pasión. Viene
para darme el regalo de su amor, su gracia, su vida. Y tiene sed, sed por mi amor.
Cuando se ama, quiere estar con la persona. Jesús me busca. Me llama. Me atrae a Él. Aquí estoy,
porque Jesús lo quiso. Movió mi corazón para querer estar aquí con Él. Su deseo profundo se encuentra
con mi deseo por Él.
Lo que más necesito en el mundo, está aquí amándome. Llamándome pasar un ratito con Él. Entonces,
debemos dedicar este tiempo a él. Poner de un lado las distracciones y estar atento a Él.
Si conocieras el don de Dios. Jesús mismo es don. El Espíritu Santo es don de amor dado a nosotros. Dios
mora en mi corazón por su gracia, como fruto de su amor. ¿No es una maravilla?
No tengo que irme lejos para encontrarme con Jesús. Está aquí. Está en mi corazón. Paso al mundo
exterior para encontrarle en el pozo de mi corazón. Allí me espera. Quiere platicar un ratito conmigo
hoy.
Gracias, Señor. Gracias por su amor. Gracias por su don de la oración. Ayúdame. No sé cómo
orar como debo. Ayúdame. Platicas a mi corazón. Ayúdame estar atento a ti, escuchando su voz.
Tenemos este tiempo para dedicarnos a Jesús, a platicar con Él, para escuchar su voz. La oración es un
encuentro personal con Jesús, un dialogo del amor. Jesús nos revela su amor. Abre su corazón para
manifestar todo su cariño, todo su amor, todo lo que espera de nosotros, y todo lo que quiere darnos.
La oración es este encuentro entre la sed de Dios y la sed del hombre.
San Agustin
“Nos hiciste, Señor, para ti, y nuestro corazón está inquieto, hasta que descanse en ti.”

3
Reflexionar sobre su corazón. ¿Tengo sed de Dios, de su amor, de su presencia? ¿Estoy inquieto?
¿Corriendo en mil direcciones en mil actividades, buscando qué?????
Un descanso en el Señor. Estar con Él, disfrutando su amor, su conversación.
Jn 4, 11-14: «Señor, le dijo ella, no tienes nada para sacar el agua y el pozo es profundo. ¿De
dónde sacas esa agua viva? ¿Eres acaso más grande que nuestro padre Jacob, que nos ha dado
este pozo, donde él bebió, lo mismo que sus hijos y sus animales?». Jesús le respondió: «El que
beba de esta agua tendrá nuevamente sed, pero el que beba del agua que yo le daré, nunca más
volverá a tener sed. El agua que yo le daré se convertirá en él en manantial que brotará hasta la
Vida eterna».

 ¿De dónde sacas esa agua viva?


Agua viva podría significar agua fresca que sale de una fuente en lugar de una estanque. Agua buena,
fresca. La Samaritana no entiende todavía lo que Jesús está ofreciéndole. Pero su confusión permite el
diálogo continuar. Jesús quiere llevarle a la plenitud de la fe.
Si conocieras el don de Dios. ¿Qué es el don que Dios quiere ofrecerme hoy? ¿Qué pido? ¿Qué ofrezco?

 ¿Eres más grande que nuestro padre Jacob?


La Samaritana no entiende. Quizás, piensa que Jesús está bromeando que ella, ofreciéndole agua
cuando no tiene nada para sacarlo del pozo. Entonces, juega un poco con él. ¿Eres más grande que
Jacob?
Aquí vemos la ironía de Juan. Sí, Jesús es más grande. Es más grande que todos los hombres. Dios mismo
se encarnó y habitó entre nosotros. Viene para ofrecernos agua viva.
El agua que se convierte en manantial. En nosotros es una manantial, que brota hasta la Vida eterna.
Quien bebe de este agua, nunca más volverá a tener sed. Va a satisfacer todas las necesidades. Basta
Dios. Basta Jesús. Basta su amor.
En mi corazón mora el Espíritu Santo, fuente del amor y de la vida. Ir dentro al corazón. Encuentra Jesús.
Encuentra el amor.
Suma de la perfección. San Juan De la Cruz
Olvido de lo criado,
memoria del Criador,
atención a lo interior
y estarse amando al Amado.
Atención a lo interior. Mi sed De Dios. Verlo. Pedirlo. Necesitamos Dios profundamente, absolutamente.
Aquí está.
El bien de las amistades. El bien del amor. Jesús me ofrece todo, y más…
El hombre tiene sed de Dios. Tiene necesidad De Dios. Este una necesidad profunda para Él. Es una sed,
que Dios me ha dado, porque quiere que le busco y le encuentro.

4
Examinar su corazón. ¿Cómo estoy? ¿Qué necesito de Dios? Intenciones. Necesidades. Nosotros,
amigos, familiares. Podemos tenerlo todo presente en nuestras oraciones hoy. Temor. Angustia.
Tristeza. ¿Cómo está mi corazón? Alegre, paz, confianza.
Obviamente han llegado aquí buscando a Jesús. Hay ese deseo santo en su corazón. ¿Qué más? ¿Otros
deseos santos? ¿Cómo Dios está trabajando en mi corazón?

Preguntas de reflexión

 Dame de beber
¿Cómo estoy llegando al retiro? Tomar conciencia de las disposiciones y las actitudes. ¿Estoy abierto,
atento, queriendo estar con Jesús? ¿Estoy distraído, preocupado, triste, etcétera? Lo bueno, lo que va a
ayudarme, aprovechar. Lo que me estorba, tratar de poner a un lado, poner en manos de Dios.

¿Cómo quiero salir? ¿Qué necesito de Jesús? ¿Sanar una herida? ¿Un poco luz para el camino?
¿Fortaleza para tomar mi cruz? ¿Qué necesito de Jesús?

¿Cómo está mi corazón? ¿Qué necesito? ¿Qué me pide mi corazón?

¿Tengo sed de Dios? Siento una necesidad por su amor, su presencia, su acción?

 «Si conocieras el don de Dios y quién es el que te dice: «Dame de beber», tú misma se lo hubieras
pedido, y él te habría dado agua viva».
¿Quién es Jesús para mi? ¿Tengo la capacidad de verlo en mi vida? ¿Tengo fe en su amor, en su
presencia, en su acción?

¿Qué son las cosas que me ayuda acercarme a Él, y qué me estorba?

¿Qué me pide? ¿Qué me ofrece? ¿De qué quiero pedirle?

¿Qué es la conversión de corazón que está pidiéndome?

5
2. Meditación. Mi pozo, mi historia personal.

Jn 4, 11-14: «Señor, le dijo ella, no tienes nada para sacar el agua y el pozo es profundo. ¿De
dónde sacas esa agua viva? ¿Eres acaso más grande que nuestro padre Jacob, que nos ha dado
este pozo, donde él bebió, lo mismo que sus hijos y sus animales?». Jesús le respondió: «El que
beba de esta agua tendrá nuevamente sed, pero el que beba del agua que yo le daré, nunca más
volverá a tener sed. El agua que yo le daré se convertirá en él en manantial que brotará hasta la
Vida eterna».
La Samaritana vió que Jesús no tenía nada para sacar el agua. Quizás Jesús estaba burlando de ella, o
quizás la Samaritana quería jugar un poco con Él. ¿Eres acaso más grande que nuestro padre Jacob, …?
Pero, en esto podemos ver la ironía de Juan. De hecho, sí, Jesús es más grande. Muchísimo más grande
que Jacob. Es la Palabra de Dios. Es el enviado del Padre, que ha bajado del cielo para dar Vida al
mundo. Pero, todavía la Samaritana le falta fe en Él. No sabía quien era Jesús, ni el don que estaba
ofreciéndola.
Si conocieras el don de Dios y quién es el que te dice: «Dame de beber», tú misma se lo
hubieras pedido, y él te habría dado agua viva».
La identidad de Jesús es el misterio central del evangelio de San Juan. ¿Quién es Jesús? ¿Qué es el don
que está ofreciendo? ¿Es más grande que Jacob?
Lo que Jesús quiere lograr con la Samaritana es llevarla a la plenitud de la fe para vivir la plenitud del
amor. El que beba del agua viva nunca más volverá a tener sed. Es capaz de saciar plenamente la sed
que la Samaritana llevaba en su corazón.
El que beba de esta agua tendrá nuevamente sed, pero el que beba del agua que yo le daré,
nunca más volverá a tener sed. El agua que yo le daré se convertirá en él en manantial que
brotará hasta la Vida eterna.
Será una fuente interior. Se convertirá en ella en manantial de vida. Es una experiencia interior, no
exterior. No dependerá en cosas externa, en personas, en circunstancias de la vida. La persona tiene en
si todo lo que necesita para vivir una vida plena.
Más tarde Jesús va a presentarse en el Templo, en publico, para ofrecer a todos el don de agua viva.
Jn 7, 37-39: El último día, el más solemne de la fiesta, Jesús, poniéndose de pie, exclamó: «El que
tenga sed, venga a mí; y beba el que cree en mí». Como dice la Escritura: "De su seno brotarán
manantiales de agua viva". El se refería al Espíritu que debían recibir los que creyeran en él.
Porque el Espíritu no había sido dado todavía, ya que Jesús aún no había sido glorificado.
Jesús invita a todos venir a Él. Quien tiene sed de su amor, le invita beber. Juan especifica que ese don
de la agua viva es el Espíritu Santo. Este es el don increado.
Carta Encíclica del Juan Pablo II, sobre el Espíritu Santo, Dominum et Vivificantem.
10. Dios, en su vida íntima, « es amor », amor esencial, común a las tres Personas divinas. El
Espíritu Santo es amor personal como Espíritu del Padre y del Hijo. Por esto « sondea hasta las
profundidades de Dios », como Amor-don increado. Puede decirse que en el Espíritu Santo la vida
íntima de Dios uno y trino se hace enteramente don, intercambio del amor recíproco entre las

6
Personas divinas, y que por el Espíritu Santo Dios « existe » como don. El Espíritu Santo es pues la
expresión personal de esta donación, de este ser-amor.38 Es Persona-amor. Es Persona-don.
Tenemos aquí una riqueza insondable de la realidad y una profundización inefable del concepto
de persona en Dios, que solamente conocemos por la Revelación.
Al mismo tiempo, el Espíritu Santo, consustancial al Padre y al Hijo en la divinidad, es amor y don
(increado) del que deriva como de una fuente (fons vivus) toda dádiva a las criaturas (don
creado): la donación de la existencia a todas las cosas mediante la creación; la donación de la
gracia a los hombres mediante toda la economía de la salvación. Como escribe el apóstol Pablo:
« El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido
dado ».39
Son dos párrafos densos. Dios en su vida intima es amor. Dios es una comunión de vida y amor, el Padre,
el Hijo y el Espíritu Santo. Es una comunión de tres personas. Dentro de la Santísima Trinidad, el Espíritu
Santo aparece como amor personal. Es amor hecho persona y esa persona-amor fue dado al hombre por
el Padre y el Hijo. Viene a nosotros como el Espíritu del Padre y del Hijo.
Es Amor-don increado. Hay muchas dones creados. El agua. El sol. Pero, hay un don increado. Dios
mismo viene a nosotros como don. El que crea en Él, el que viene a Jesús recibe este Amor-don
increado.
Es ser-amor. Es persona-amor. Es persona-don. Dado a nosotros.
Una cita de San Pablo – El amor De Dios ha sido derramado en nuestras corazones por el Espíritu Santo.
Rm 5, 5: el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo,
Dios mora en mi corazón. El Espíritu Santo llena mi corazón con su ser-amor. Por eso, es capaz de saciar
toda sed. El que beba de esta agua, jamas tendrá sed.
Por qué a veces, quizás muchas veces, tengo sed. Me falta fe. Me falta irme al pozo para estar con Jesús.
Tengo que abrir mi corazón a Jesús y quedar con Él. Tiempo para que su amor y su presencia penetran
mi corazón. Es la situación ahora con la Samaritana. No conoce a Jesús. No entiende de todo el don que
estaba ofreciéndole, pero, Jesús va a ayudarle, y llevarle a la plenitud de la fe.
El dialogo sigue:
Jn 4, 15-18: «Señor, le dijo la mujer, dame de esa agua para que no tenga más sed y no necesite
venir hasta aquí a sacarla». Jesús le respondió: «Ve, llama a tu marido y vuelve aquí». La mujer
respondió: «No tengo marido». Jesús continuó: «Tienes razón al decir que no tienes marido,
porque has tenido cinco y el que ahora tienes no es tu marido; en eso has dicho la verdad».
La Samaritana no entendió las palabras de Jesús. Le parece que Jesús está ofreciendo agua mágica. Pide
esa agua. No quiere seguir llegando al pozo al medio día para sacar agua. Está en cierto sentido cansada
con su vida. Está sola. Viene a medio día, para evitar las otras damas del pueblo. Está sola. Está cansada
con su vida, su situación, sin saber qué hacer. Dame de esa agua.
Está reconociendo su sed. O quizás está bromeando con Jesús para ver lo que hace. Pero broma o no
broma, el chiste termina con la petición de Jesús: Ve, llama a tu marido y vuelve aquí.
En este momento, la Samaritana tenía opciones. Podría mentir. Podría decir que su esposo estaba
enfermo o que estaba lejos. Podría terminar la conversación enojada, y regresar a su casa. Pero, el
hecho es que tenía que confrontar la verdad de su pasado para recibir el don de Dios, el don increado.

7
Un encuentro con Dios es siempre un encuentro consigo mismo.
La Samaritana contestó con algo de la verdad. “No tengo marido”. Pero, Jesús sabía toda su historia y
podría complementar lo que su confesión faltaba. “Tienes razón al decir que no tienes marido, porque
has tenido cinco y el que ahora tienes no es tu marido; en eso has dicho la verdad.”
La verdad es difícil. Pero, sin confrontarlo, no se puede sanarlo. La persona que esconde su herida, no
puede recibir ayuda de un médico. Hay que aceptar la verdad de su situación y asumir la responsabilidad
de ella.
Un encuentro con Jesús es un encuentro consigo mismo.
Queremos contemplar ese momento. Con qué delicadeza, con qué amor, Jesús tocaba el tema.
Contempla su amor, su caridad, y como ese amor abre poco poquito el corazón de la Samaritana. No
está condenando ella. No está rechazando ella por su pasado y su pecados. Está ofreciéndola el don de
la Vida. Quiere una relación con ella.
Jesús sabía toda su historia, y sigue platicando con ella. Sabía todo, pero la pide algo de beber. Sabía
toda su historia, pero le ofrece agua viva. Si conocieras el don de Dios y quién es el que te dice: «Dame de
beber», tú misma se lo hubieras pedido, y él te habría dado agua viva.
Jesús quiere una relación con ella, pero ella tenía que confrontar la verdad de su vida. Tenía que abrirse
para que Jesús podría tocar y sanar esas heridas llevaba en el corazón.
Diálogo con mi pasado. Mis heridas. Mis pecados.
Platicar con Jesús sobre mi pasado. ¿Qué conversión de corazón Jesús quiere de mi? Tengo que
permitirle entrada a mi corazón. No me ayuda esconder cosas. Necesitamos mucha humildad. No es
fácil.

SALMO 32
Introducción
1 ¡Feliz el que ha sido absuelto de su pecado y liberado de su falta!
2 ¡Feliz el hombre a quien el Señor no le tiene en cuenta las culpas, y en cuyo espíritu no hay
doblez!
Es una bienaventuranza. Es un estado objetivo de felicidad. Felices los que han recibido el perdón de
Dios. Es un gran don que Dios quiere darnos, sobre todo en este periodo de Cuaresma, como
preparación para la Pascua.
¿Qué es el bien del perdón? ¿Qué beneficios me trae? Y la revés. Ir reflexionando sobe las
consecuencias del pecado. ¿Qué me traen los pecados?
Una buena confesión. Los frutos de una buena confesión.
El pasado
3 Mientras me quedé callado, mis huesos se consumían entre continuos lamentos,

8
4 porque de día y de noche tu mano pesaba sobre mí; mi savia se secaba por los ardores del
verano.
5 Pero yo reconocí mi pecado, no te escondí mi culpa, pensando: «Confesaré mis faltas al Señor».
¡Y tú perdonaste mi culpa y mi pecado!

Aquí vemos dentro del corazón del salmista, y su lucha para confrontar su pecado y confesarse. No es
fácil. Necesitamos mucha humildad. Vemos el sufrimiento antes al arrepentimiento.
Mientras me quedé callado, mis hueso se consumían entre continuos lamentos.
Es el sufrimiento. Está lucha en nuestra conciencia ver la verdad de nosotros mismos, la verdad de
nuestros pecados. A veces, es porque tenemos una mala visión de Dios. Pensamos en un Dios como un
juez enojado que quiere castigarnos. Dios no es así. Es un padre misericordioso. Es la misericordia con
que Jesús trataba con la Samaritana.
La lucha en la conciencia entre La Luz y las tinieblas.
Por fin, llega el perdón. Y tú perdonaste mi culpa.
Sin la confesión no hay perdón. Sin el arrepentimiento no hay perdón. ¿Qué conversión de corazón, Dios
quiere de mi?
El presente
6. Por eso, que todos tus fieles te supliquen en el momento de la angustia; y cuando irrumpan las
aguas caudalosas no llegarán hasta ellos.
7 Tú eres mi refugio, tú me libras de los peligros y me colmas con la alegría de la salvación.
Lecciones aprendidas. Dios es misericordioso. Solamente podemos experimentar la misericordia de Dios
tocando, aceptando, confesando la miseria de nuestros pecados.
Dios es nuestro refugio. Nos libra de todos los peligros. Podemos confiar en Dios.
El futuro
8 Yo te instruiré, te enseñaré el camino que debes seguir; con los ojos puestos en ti, seré tu
consejero.
9 No sean irracionales con el caballo y la mula, cuyo brío hay que contener con el bozal y el freno
para poder acercarse.
10 ¡Cuántos son los tormentos del malvado! Pero el Señor cubrirá con su amor al que confía en
él.
El salmista ahora mira el futuro. Compromete ser transmitir las lecciones que había recibido. Ponga a
instruir los demás.
Tenemos que transmitir lo que hemos recibido y aprendido.
Dos caminos ante nosotros: del malvado o del discípulo. El Señor cubrirá con su amor al que confía en É.

9
Conclusión
11 ¡Alégrense en el Señor, regocíjense los justos! ¡Canten jubilosos los rectos de corazón!

Fruto de la confesión – alegría. Alabar a Dios, por su amor, por su bondad, por su perdón. Aquí el
salmista nos anima a todos cantar ese canto de alabanza.

10
3. Meditación. Mi futuro.

Vamos el crecimiento de la fe de la Samaritana en los nombres de Jesús. Primero paso es verle como
algo más que simplemente un judío.
Jn 4, 19-24: La mujer le dijo: «Señor, veo que eres un profeta. Nuestros padres adoraron en esta
montaña, y ustedes dicen que es en Jerusalén donde se debe adorar». Jesús le respondió:
«Créeme, mujer, llega la hora en que ni en esta montaña ni en Jerusalén se adorará al Padre.
Ustedes adoran lo que no conocen; nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación
viene de los judíos. Pero la hora se acerca, y ya ha llegado, en que los verdaderos adoradores
adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque esos son los adoradores que quiere el Padre.
Dios es espíritu, y los que lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad».
Veo que eres un profeta. ¿Qué podría significa por la Samaritana un profeta?
Es un hombre de Dios. Alguien que comunica la palabra de Dios, el mensaje de Dios. Es puente entre
Dios y el hombre.
Como representante De Dios, la Samaritana le puso una cuestión teológica. ¿Dónde tenia que irse para
encontrarse con Dios, Jerusalén o otro lugar.
Respuesta – no es un lugar. Es una persona.
Ya Juan había plantado esa idea en el inicio en la purificación del templo. Juan 2.
Jn 2, 18-21: Entonces los judíos le preguntaron: «¿Qué signo nos das para obrar así?». Jesús les
respondió: «Destruyan este templo y en tres días lo volveré a levantar». Los judíos le dijeron: «Han
sido necesarios cuarenta y seis años para construir este Templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres
días?». Pero él se refería al templo de su cuerpo.
No es un lugar es una persona. En Jesús, encontramos Dios. En Cristo, somos purificado, somos
redimidos, somos hechos hijos De Dios. EN JESÚS.
Tenemos que irnos a Él. Aquí está. Buscarle. Pasar ratitos de nuestro día con Él. Nos hace mucho bien.
Aquí estamos para eso. Y en la manera que pasamos este tiempo con él, vamos a tener un buen retiro.
Adorar el Padre en espíritu y en verdad.
¿Quién son los que adoran al Padre en espíritu y en verdad? Son los que habían nacido del alto. Son los
que habían creído en su Nombre. Son los que habían bautizado en el Espíritu y agua. Son los que habían
recibido el agua viva del Espíritu Santo. Y así regenerados en el Espíritu y empujados por sus
inspiraciones, pueden ofrecer al Padre la adoración que Él quiere. Estos son los verdaderos adoradores
que adoran al Padre en espíritu y en verdad.

Jn 4, 25-26: La mujer le dijo: «Yo sé que el Mesías, llamado Cristo, debe venir. Cuando él venga,
nos anunciará todo». Jesús le respondió: «Soy yo, el que habla contigo».
Aquí llegamos al último paso, le pregunta sobre el Mesías. También los Samaritanos esperaban el
mesías, un mesías para enseñarles toda verdad. Y en este momento, Jesús confesó, “Soy yo”. Con estas

11
palabras la Samaritana fue llevada a la plenitud de la verdad sobre la identidad de Jesús, y podemos
pasar a otro grupo. Y entra en la escena los discípulos regresando del pueblo con la comida.
Hubo un trabajo también con ellos. Van a estar presente durante los siguientes pasos. Me parece que
Jesús querría sanar las heridas entre los dos pueblos.
La Samaritana había llamado Jacob el padre de su pueblo.

Jn 4, 12: ¿Eres acaso más grande que nuestro padre Jacob, que nos ha dado este pozo, donde él
bebió, lo mismo que sus hijos y sus animales?».

Jacob era el padre de los Israelitas; Dios había cambiado su nombre a Israel. Los Samaritanos era un
pueblo mixto, desde la perspectiva de los israelitas. Pero, es lo que quedaba de los 10 tribus del reino
conquistado por los asirios.
Recordamos que en sus orígenes hubo 12 tribus. 10 tribus separaron del Reino de David con la muerte
de Salomón. Formaron un Reino aparte, con su capital en Samaria. Fueron conquistados por los Asirios
en el año 721 a. C. Y según las políticas de aquel entonces, muchos fueron deportados para vivir en el
emporio de los asirios, y otros pueblos trasplantados allí, para vivir en el territorio conquistado. Los
samaritanos fueron este mes la entre 5 pueblos importados y los israelitas que quedaban. No
deportaron todos.
Tenía sus propios templos, pero esto ya desde la fundación del Reino en Samaria, en 721 a. C.
Eran enemigos de los judíos como hemos comentado. Habían peleado por siglos. Pero, Jesús estaba
evangelizando una Samaritana. Y ahora sus discípulos.
Jn 4, 27: En ese momento llegaron sus discípulos y quedaron sorprendidos al verlo hablar con
una mujer. Sin embargo, ninguno le preguntó: «¿Qué quieres de ella?» o «¿Por qué hablas con
ella?».
La sorpresa de los discípulos. Jesús hablando con una mujer y una samaritana. Normas sociales.
Expectaciones.
Jn 4, 28-30: La mujer, dejando allí su cántaro, corrió a la ciudad y dijo a la gente: «Vengan a ver
a un hombre que me ha dicho todo lo que hice. ¿No será el Mesías?». Salieron entonces de al
ciudad y fueron a su encuentro.
En el crecimiento en la fe, la Samaritana llegó a ser no simplemente un discípulo. También es apóstol. Se
preocupaba para la evangelización de su pueblo. No era contenta llegando a la fe en Jesús como mesías.
Tenía que transmitirlo a todos.
Esto es su futuro. Una conversación sobre su pasado, para sanarlo y purificarlo. Pero después, hacia un
futuro y una misión. También por los discípulos.
Jn 4, 31-38: Mientras tanto, los discípulos le insistían a Jesús, diciendo: «Come, Maestro». Pero él
les dijo: «Yo tengo para comer un alimento que ustedes no conocen». Los discípulos se
preguntaban entre sí: «¿Alguien le habrá traído de comer?». Jesús les respondió: «Mi comida es
hacer la voluntad de aquel que me envió y llevar a cabo su obra. Ustedes dicen que aún faltan
cuatro meses para la cosecha. Pero yo les digo: Levanten los ojos y miren los campos: ya están
madurando para la siega. Ya el segador recibe su salario y recoge el grano para la Vida eterna;

12
así el que siembra y el que cosecha comparten una misma alegría. Porque en esto se cumple el
proverbio: «Uno siembra y otro cosecha». Y o los envié a cosechar adonde ustedes no han
trabajado; otros han trabajado, y ustedes recogen el fruto de sus esfuerzos».

Mi comida es hacer la voluntad De Dios. La convicción de Jesús.


Miren los campos. Levantar los ojos para ver la situación actual. Es tiempo para la cosecha. Es tiempo
para evangelizar. Es tiempo para llevar la gente a la plenitud de la fe y la plenitud de la vida. Los
samaritanos están en camino hacia Jesús. La humanidad entera está buscándoles. Todos necesitan su
gracia, su amor, una relación intima con Él.

El dialogo el futuro. ¿Que espero de Dios? ¿Qué espera Dios de mi?


Misión. Dar a contar a todos las maravillas del Señor.
La Samaritana - se encuentra con Jesús, y después se va a su pueblo para evangelizarlos.
Evangelizar - llevar la gente a Jesús para que pueden entablar una relación personal con Él.

Jn 4, 39-42: Muchos samaritanos de esta ciudad habían creído en él por la palabra de la mujer,
que atestiguaba: «Me ha dicho todo lo que hice». Por eso, cuando los samaritanos se acercaron
a Jesús, le rogaban que se quedara con ellos, y él permaneció allí dos días. Muchos más creyeron
en él, a causa de su palabra. Y decían a la mujer: «Ya no creemos por lo que tú has dicho;
nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que él es verdaderamente el Salvador del mundo».
Muchos samaritanos habían creído gracias por el testimonio de la Samaritana. Compartir lo que has
recibido. Compartir su fe.
Quedaron 2 días. Los discípulos con él. Una evangelización. Dios quiso salvar a todos los hombres.
Salvación universal. Pero, por medio de los apóstoles. La samaritana se convirtió en un apóstol.
¿Qué es mi misión?
Jn 4, 35: Levanten los ojos y miren los campos: ya están madurando para la siega.
La cosecha. Levantan la visa y miren los campos.
Los campos para evangelizar. Qué son las necesidades de los demás. Qué es la sed que llevan en sus
corazones.
¿Qué voy a hacer?????
Tener los ojos de Jesús. Ver como el ve. Ver las necesidades de la gente y permitir sentir la compasión
por ellos. Debía movernos.

Mt 9, 36-38: Al ver a la multitud, tuvo compasión, porque estaban fatigados y abatidos, como
ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: «La cosecha es abundante, pero los

13
trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la
cosecha.
Al ver a la multitud. Levantan los ojos. Ver como Jesús ve. Toma un momento para mirar en nuestro
contorno. ¿Cómo Jesús nos ve nuestras familias, nuestras comunidades, las personas? ¿Qué son sus
heridas, sus necesidades? ¿Cómo son fatigados y abatidos?

¿Siento algo por ellos? ¿Tengo compasión? ¿Quiero ayudarles? ¿Qué puedo hacer?
Rezar. Enseñar. ANSPAC. ¿Cuantas personas podrían beneficiar de ANSPAC? Pero nos falta trabajadores.
Nos falta gente para dar unidades y dar las programas. ¿Qué puedo hacer?

Mt 11, 28-30: Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré. Carguen
sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así
encontrarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana.

Jesús ofrece a si mismo para los afligidos y agobiados. Podemos irnos a Él. ¿No debemos ofrecernos
también, para que Jesús sigue ayudando los demás Por dedicó de nosotros?

Contemplar el corazón de Jesús. Paciente y humilde.

Como la Samaritana había experimentado la misericordia de Jesús. Como el corazón de Jesús cambió el
corazón de la Samaritana. No estaba contenta guardar el Evangelio para si. Quizo transmitirlo a los
demás. Quizo invitar todos a conocer a Jesús, y conocer a su corazón.

14

Das könnte Ihnen auch gefallen