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El Código Napoleónico

El Código Civil de los franceses, fue promulgado por el entonces Cónsul Napoleón
Bonaparte, próximo emperador francés, el 21 de marzo de 1804, y aprobado legalmente,
tres días después.

Ya había habido una intención del proceso revolucionario, la de elaborar un Código Civil
durante el mandato de la Convención Nacional, a cargo del jurista Cambàcéres, que no
prosperó pero fue tomado muy en cuenta para la elaboración del Código de 1804.

La redacción de este último, estuvo a cargo de una comisión, que tenía el mandato de aunar
en un cuerpo legal la tradición jurídica nacional, basándose en el Corpus Iuris Civilis,
heredado del antiguo Derecho Romano, que había resurgido tras la caída de Imperio
Romano de Oriente, con la obra de los glosadores, que sentaron sobre su base y las
realidades históricas y jurídicas de su tiempo, los cimientos para la elaboración de un
Derecho Común en Occidente. El estudio del Derecho Romano llegó a Holanda, en el siglo
XVII, a través de la Escuela de Derecho Natural fundada por Hugo Grocio, quien falleció en
1645, y fue quien elaboró esta teoría del derecho común a los pueblos, basado en el
Derecho de Gentes de los romanos, que tuvo influencia también en Francia. Otra fuente fue
el Derecho franco-germánico y el Derecho Canónico.

Integraban la comisión, Portalis, un oficial administrativo prestigioso, el ex parlamentario,


Bigot de Préameneu, Tronchet, presidente de Corte de Casación y un juez de la misma,
llamado Malleville. En cuatro meses el proyecto fue remitido para su observación a la Corte
Superior y a la de Casación, y posteriormente al Consejo de Estado, bajo la presidencia de
Napoleón, para luego ser remitido al Parlamento. Sufrió varias observaciones, y enmiendas,
pero salió airoso, ante la insistencia del propio Napoleón.

El método utilizado en el código se basó básicamente en las Institutas de Justiniano,


dividiendo los derechos en los referentes a las personas, a las cosas, y a las acciones.

La idea se basaba en lograr las mismas leyes civiles para todas las provincias francesas, ya que
las del norte de París, seguían las costumbres germánicas, y en las del sur predominaba el
Derecho Romano, desterrando para siempre los privilegios feudales, e imponiendo las
libertades individuales, las de conciencia y las de trabajo, en un estado laico.

El desorden legislativo no podía concebirse en una época predominantemente


enciclopedista, donde las leyes eran producto de la razón humana y debían estar sometidas,
por lo tanto, a un orden racional. Fue un Código de ideología liberal, laico e individualista.

Poseía un Título Preliminar donde hacía referencia a la publicación, a los efectos y a la


aplicación general de las leyes.

El Libro Primero, trataba de las personas y del Derecho de Familia.

El Libro Segundo, trataba sobre los bienes, las cosas y su clasificación, la propiedad y las
servidumbres.
El Libro Tercero se refería a los modos de adquirir la propiedad, comprendiendo las
sucesiones, las donaciones, los testamentos, las obligaciones, los contratos, el contrato
matrimonial (lo consideraba un contrato consensual, mostrando la fuerte concepción laica
del instituto) los privilegios, las hipotecas y la prescripción. Como vemos la propiedad ocupó
un lugar destacado ,en una sociedad donde el poder de la burguesía exigía el reconocimiento
legal de sus cuantiosos bienes.

Una Ley del 9 de septiembre de 1807, le impuso el nombre de Código Napoleón.

Durante su prisión en Santa Elena, el mismo Napoleón, reivindicó al Código Civil como su
obra más suprema y perdurable, ya que según sus propios dichos, todas sus victorias en el
campo de batalla , se verían eclipsadas, por su derrota en Waterloo.

A partir de su sanción, provocó una gran repercusión, y el movimiento codificador se


impuso tanto en Europa como en América. Así influyó en Bélgica, Luxemburgo, Renania, El
Palatinado, Darmstad, Hesse, Saboya, Ginebra, Piamonte, Piacenza, Parma, y Holanda.
También en los códigos de Sicilia de 1819, de los Estados Sardos de 1837, del estado de
Louisiana en 1824, en Haití y Bolivia, en 1843, en Italia en el año 1865, y en España en
1888.

El Código Civil chileno en América Latina, a través de su autor, Andrés Bello, recogió una
enorme influencia del Código Civil Francés. En Argentina penetró a través de sus
comentaristas, especialmente de Aubry y Rau.

CAPÍTULO V. – DE LAS OBLIGACIONES NACIDAS DEL MATRIMONIO

Artículo 205
Los hijos están sujetos a un deber de alimentos ante su padre y madre o ante cualquier otro
ascendiente que
se encuentre en situación de necesidad.
Artículo 206
Los yernos y nueras están asimismo sujetos, en estas mismas circunstancias, a un deber de
alimentos ante su
suegro y suegra, aunque dicha obligación cesará cuando hubiesen fallecido el cónyuge que
generase la afinidad
y los hijos nacidos de su unión con el otro cónyuge.
Artículo 207
Las obligaciones derivadas de estas disposiciones poseen carácter recíproco.
No obstante, cuando el propio acreedor hubiese incumplido gravemente sus obligaciones
ante el deudor, el
juez podrá descargar a este último de la totalidad o una parte de la deuda de alimentos.
Artículo 208
La obligación de alimentos se impondrá exclusivamente de forma proporcional a la
necesidad del que la
reclame y del patrimonio del que esté sujeto a ella.
El juez podrá, incluso de oficio y dependiendo de las circunstancias del caso, acompañar la
pensión
alimenticia de una cláusula de variación permitida por las leyes vigentes.
Artículo 209
Cuando la persona que proporcione o reciba alimentos se encuentre en una situación tal que
el primero no
pueda ya darlos, o el segundo haya dejado de necesitarlos total o parcialmente, podrá
solicitarse la
exoneración o reducción de la obligación correspondiente.
Artículo 210
Cuando la persona sujeta a un deber de alimentos ante otra justifique que no puede pagar la
pensión
alimenticia, el Juez de Familia podrá, con conocimiento de causa, ordenarle que reciba en su
domicilio,
alimente y mantenga a dicha otra persona.
Artículo 211
El Juez de Familia decretará asimismo si procede eximir del pago de la pensión alimenticia al
padre o madre
que se ofrezcan a recibir, alimentar y mantener, en su domicilio, al hijo ante el que posean
un deber de
alimentos.

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