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la aparición del subsuelo.

Sobre la cultura de la Revolución Mexicana

Carlos Monsiváis

Delimito el tema. Porestavez,al hablarde"Re- La otra casta divina


volución Mexicana" me refiero estrictamente a
la lucha armada y la emergencia de los ejércitos En 1910 la mayoría de los intelectuales no ob-
campesinos en el periodo que va de 1910 a 1917 jetan demasiado la dictadura de Porfirio D (az.
o, según otros criterios, de 1910 a 1930. Por cul- sr, es una gerontocracia; pero si un pa (s bárbaro
tura entiendo, especificando, tanto el modo de sólo dispone de una franja de civilización posible
vida y las ideas y creencias de una sociedad, co- y quienes all ( habitan se hurtan del destino fatal
mo una dimensión prestigiosa vinculada con Oc- de los mexicanos. Y hay dos pruebas culturales de
cidente. Dejo fuera la vinculación forzada de su excepcionalidad: el conocimiento de lo euro-
"cultura estatal" con "cultura de la Revolución peo y. el reconocimiento del gobierno de D íaz.
Mexicana". Para ellos, civilización es abandono individual del
Por lo común, se identifica a la cultura de la anonimato del atraso, yeso le ofrece la dicta-
Revolución Mexicana con las tendencias culmi- dura a los hombres de letras y de pensamiento en
nantes en los veintes: la Escuela Mexicana de Pin- compensación por la ausencia de un público am-
tura (Drozco, Rivera, Siqueiros); la narrativa cu- plio, de una fama local y nacional, y de mínimos
yo aprovisionamiento temático es el destino del apoyos. A los poetas y novelistas se les obsequian
pueblo en batallas y sublevaciones y cuyas cum- diputaciones, o se les concede el honor de escri-
bres son Mariano Azuela y Martín Luis Guzmán; bir un poema, dedicarlo a Don Porfirio o a su au-
la m ística educativa que se despliega en las misio- gusta Doña Carmelita Romero Rubio de Draz, y
nes rurales y en la fe en la alfabetización como recitarlo en una ceremonia pública, con voz pre-
redención literal; la brevísima presentación en feriblemente sonora.
sociedad del pueblo tal y como se congela en No se reconoce la disidencia ("bandidaje" "te-
las fotos del Archivo Casasola; la fuerza nostál- rrorismo") y lo que es más elocuente, es muy di-
gica del corrido que es cantar de gesta y perio- fícil percibir la crítica social. Es tanta la fuerza
dismo cantado; la identificación, en suma, de de la dictadura que induce a un método de lectu-
cultura de la Revolución con un nacionalismo ra. El escritor puede odiar a la sociedad, denun-
cultural que, a diferencia del teorizado por Ig- ciar las injusticias, irritarse ante la opresión y las
nacio Manuel Altamirano en la República Res- funciones ornamentales de la cultura pero a su
taurada, no se obstina en legitimar la existencia heterodoxia la borra la óptica dominante. Manuel
múltiple de la nación y proclama -desde la fe Gutiérrez Nájera y Angel del Campo son cronis-
en la primera revolución del siglo- el orgullo de tas ácidos, que filtran en numerosos relatos y
la singularidad. crónicas su desdén por la dictadura yla horrenda

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moral social. "El costumbrista" Angel del Campo, de Gabino Barreda que anheló un idioma inteligi-
Micrós, es rencoroso y virulento (La Rumba de- ble que cohesionara a la nación y buscó la eman-
nuncia el atroz darwinismo social; El Chato Ba- cipación mental de México, "caracterizada por la
rrios, la injusticia educativa), y Gutiérrez Nájera gradual decadencia de las doctrinas antiguas y su
protesta en 1887 por los crímenes de Mier y Te- progresiva sustitución por las modernas". Nadie
rán (el favorito de O íaz, quien asesina a unos jó- define la emancipación mental y la burocracia
venes veracruzanos luego de recibir el telegrama porfirista degrada la utop ía de 8arreda y la con-
del dictador: "Mátalos en caliente"): vierte en una "religión de la ciencia" que en mu-
cho contribuye a hacer del fin de siglo una época
en la tremenda lucha que lidiamos regida por la imitación y la sensación de falta (ya
tiene el crimen su código: no importa no somos hispánicos, todavía no somos mexica-
que la verdad con el error combata nos) que justifica el signo de carácter paródico
si un brazo se levanta ... se le corta; señalado por el escritor colombiano Hernando
si un cerebro piensa. .. Ise le matal Valencia: la gran desdicha de las letras hispano-
"El 25 de junio". americanas ha sido la falta de autenticidad; el
gran azote de nuestras letras ha sido la búsqueda
Ellos protestan y la mayoría de sus lectores só- de autenticidad. As(, el XIX mexicano es un en-
lo encuentran el dulce y ameno costumbrismo, treveramiento de periodos marcados por la Soli-
las figuras queribles amparadas en los seudónimos citud de Acceso a la cultura occidental, y por la
Duque Job y Micrós. Mariano Azuela en sus no- Pretensión de Originalidad.
velas pre-revolucionarias (Mala yerba, Los fracasa- La pertenencia lejana a Occidente compensa
dos) ataca la vida en los pequeños pueblos y se a la élite de las desventajas de la falta de público
burla de la idealización de la provincia. No intere- y editoriales, del desastroso sistema educativo,
sa; es un novelista local. Una censura obsesiona- del hecho doloroso de que Occidente (las metró-
da por los brotes de sexualidad, no admite que polis) desconozca su lealtad y esmero. En la ma-
la crítica social en literatura lo sea deveras,y en yoría de los casos saberse tan lejos de la fama y
vez de la persecución a los narradores se prefiere tan cerca de la ignorancia induce al veloz aban-
implantar profundamente la autocensura. (Un dono de las ambiciones intelectuales, a la sustitu-
caso notable de disidencia: el teniente Heriberto ción de la cr ítica por la red de elogios mutuos.
Frías, quien al ver calificado de "subversivo" su En honor de la autocomplancencia se declara a
relato Tomochic, sobre la incursión genocida del la novela el gran espejo de la sociedad, a la poe-
ejército profiriano en el pubelo de ese nombre, sía la educación final del Alma, a la música el
debe esconderse por un tiempo, a pesar de que la remanso del Espíritu, a las artes plásticas la coro-
publicación era anónima). na de la sensibilidad.
En el porfiriato, y oficialmente, la literatura
es el mayor ornato social, y la incovenicneica de
~t¡jd¡js"I¡js"dras;"bkHist¡ji:iac""los;cambios;viéllen"
tos y vertiginosos en la vida de un pueblo- le ce-
Educativamente, a lo. largo de la dictadura de de el paso a la estabilidad, y se cree y se dice que
O íaz se arruina y desaparece el sueño pedagógico la excelsitud del gobernante es el preámbulo pa-

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ra la madurez de la nación. Versos frívolos ama· les capitalinos están ajenos al trabajo de la im-
jestuosos, narraciones amenas, crónicas de coso - prenta de Venegas Arroyo, y sus admirables grao
tumbres, afirman el crecimiento de una sociedad badores Manuel Manilla y José Guadalupe Posa-
y sus ventajas. La liberación formal de la poesía da; y el crecimiento de una cultura de resistencia
y la prosa modernistas permite textos magn ífi- que se da en todo el pa ís, contradice las euforias
cos, vivifica el periodismo, confirma la adicción cortesanas y las riñas por el honor de estrenar
general a la musicalidad de la palabra y salda poemas en ceremonias ungidas por el resplandor
cuentas con los lastres de una prosa "castiza" de Don Porfirio.
(detenida en la conversación del último virrey) y Se ha unificado en demasía -insisto- el perio-
de una poesía encajonada por la monoton ía ro· do porfirista. Fue sí, desde una vertiente que cul-
mántíca. El "delicioso extranjerísmo" (el afran· mina en las Fiestas del Centenario, boato, creen-
cesamiento) de muchos escritores es, más que cia en el éxtasis social que ignora los horrores cir-
evasión, acto de arraigo en la cultura del porve- cundantes, haz de sensaciones plácidas. Debajo
nir. Como todavía acontecerá en los veintes, a de la complacencia muy real de una minor(a, hay
fines y principios de siglo ser "francés" es conce· disgusto, el encono al saber que "el primitivis-
derle a un país periférico el brillo de las mentali- mo" -la vida infrahumana de los trabajadores, la
dades avanzadas.· Considerar a Manuel Gutiérrez esclavitud agrícola y laboral- termina ahogándo-
Nájera "un parisiense de México" es elogiar el lo todo. El mismo Federico Gamboa, a quien na-
respiradero cosmopolita que alivia el tedio pro- die acusó de radical, consigna el regreso del ha-
vinciano. cendado y sus peones, al término de la jornada.
Esta idea de el porfiriato, universo cerrado y Los peones van hacia la capilla, avanzando de ro-
monolítico, que apenas perturban unos cuantos dillas y prorrumpiendo en alabanzas:
audaces (los intelectuales del Ateneo de la Juven-
tud), es parte del engaño que atrasa la com pren- De dos en dos y nunca cantando junto a
sión de las transformaciones aceleradas en el pe- mí, los sombreros en las manos, indios me-
riodo 1910-1920. A tal ilusión de la cúpula la dios desnudos, los parias, los ilotas, que tra-
fortalece un hecho: es tan escasa la vida pública bajan de sol a sol; no disponen de tiempo ni
del pensamiento revolucionario que son pocos los siquiera para pensar ... tan sólo la bestial
enterados de su existencia. Eso conduce a Alfon- tarea. En una canción tan desoladora, de
so Reyes (en El Pasado Inmediato) a un exceso sufrimiento, de infinita miseria, que tenía
fantástico al describir un homenaje al promotor que escucharla con la cabeza descubierta.
del positivismo Gabino Barreda en 1908: "En el
orden teórico, no es inexacto decir que all í ama- La "unidad cultural" del porfirismo es actitud
neció la Revolución". Al decir esto, y seguramen- ante la literatura, y ansiedad por la condición pe-
te de buena fe, Reyes ignora el desarrollo del riférica. ¿Cómo ser occidental desde fuera? Se
grupo de Flores Magón y los alcances de su órga- lee y se imita a la novela de folletín, se prodiga
no teórico Regeneración, las tareas de los anti- la novela histórica, se persiste en las pasiones ro-
rreeleccionistas, los ensayos sobre problemas del mánticas, se cultiva el temperamento clásico, se
país y acumulación del capital .. , y el sentido cree fantasiosamente en el realismo y e~,~1 natu-
mismo del Ateneode,la Juventúd.Lbsintelectua, ralismo; iriYautoresni·lectóres·perciben'cómo

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el ánimo revenrencial ante Eugenio Sué, Walter dignos de admirarme) se trasmina a la época si-
Scott, V (ctor Hugo, Zolá, Tolstoi, Pérez Galdós, guiente y all r sufre la metamorfosis considerable
Turgueniev, Dickens, Balzac, se transforma tedio- que tarda en aceptarse.
sa o, en ocasiones, convenientemente, en el reco-
nocimiento social que es habilitación literaria, la
originalidad que surge sin proponérselo en Payno, La transición al caos
en los modernistas o en ejemplos aislados, como
las novelas prerrevolucionarias de Mariano Azue- Del ensueño porfiriano se exceptúan los dibu-
la, con su odio expreso a la hipocres(a del porfi- jantes satíricos de publicaciones como El hijo del
riato y su red de complicidades que involucra ahuizote y de El Colmillo Público, los radicales
gobernantes, clérigos, latifundistas, comercian- en la provincia y los anarcosindicalistas agrupa-
tes, profesionistas liberales, falsos intelectuales. dos en torno de Regneración y de Ricardo Flo-
Antes de 1910, fuera de las obsesiones margi- res Magón, los especialistas como Andrés Molina
nales (le ídas apreciativamente mucho después y Enríquez. Y ya en las postrimerías, jóvenes pro-
que entonces no hallan público), la narrativa sue- fesionistas como Luis Cabrera y José Vasconce-
le divulgar psicologías lineales que se ajustan a los, hartos del oprobio de un régimen ni siquiera
tramas inertes (grandes excepciones: Los bandi- capaz de darle oportunidades a los jóvenes de la
dos de Río Frío de Payno, La Rumba de Angel élite. En la obsesión del cambio algunos confían
del Campo, o personajes poéticos insólitos como en la intervención civilizadora de los escritores
el enamorado crepuscular de El idilio salvaje de (en 1910, el término intelectual, surgido con el
Manuel José Othón). En esto cuentan razones affaire Dreyfus, aún no se populariza). Los hom-
"mercadotécnicas": no hay todavía espacio en la bres de cultura se dividen y mientras hay quien
literatura o en la sociedad para la "complejidad conspira a favor del antirreeleccionismo, algunos
psicológica", los lectores no aceptarran que se eligen el florido cinismo. As(, Federico Gamboa,
dejara algo a su interpretación, y las pasiones son, evoca en el segundo tomo de su Diario, la noche
a la vez, elementales y enunciativas, más verba- del 15 de septiembre de 1910. El es subsecreta-
lizadas que actuadas, más operáticas que proba- rio de Relaciones y conversa en el balcón de Pa-
bles. En todo caso, dictaminarían las gentiles se- lacio con el embajador especial de Alemania,
ñoras y los apuestos caballeros que conversan por Karl Bünz. En la esquina de Plateros se inicia un
separado en esta velada, ignoremos las ambigüe- "arremolinamiento de gente rijosa" y se oyen
dades peligrosas y patrocinemos los comporta- dos fogonazos:
mientos ejemplares.
Los "miembros distinguidos"del porfiriato (un -Tiros, lverdad?- exclamó Bünz.
periodo histórico que es un modo de conducta -Posiblemente -repuse- cohetes o tiros
oligárquica y una geogratra del decoro y la De- disparados por el júbilo que la fecha provoca .
,a. ·.
..t¡~I}¡:i¡¡lL.f!!?pIJ8.~r+~n+,Iª±:'.9fi.l¡J ¡iJ4siºf,E;.lJnil,¡;!J!t4 +.. ¿ •.•",.EJ'I:l'n:J0.)ino¡;avarZliYiy,Jjega+.frenLt;¡.<!+Pala'
en la cumbre, gozada por unos cuantos miles, un cio. Los manifestantes levantan un cromo
esfuerzo artfstico destinado a la nación visible. de Madero, al que vitorean.
Esta herencia del escamoteo de realidades y la -lQué gritan?- me preguntó Bünz.
certidumbre pasmosa (Si no los conozco no son -Vivas a los héroes muertos y al presidente

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D íaz- le dije. nas y libres, sin más señor que el ideal, el
-y el retrato, ¿de quién es?- tornó a pre- ideal que encuentran en las filosofías socia-
guntarme. les. .. Y van a parar siempre a una nueva
-Del general D íaz- le repuse sin titubeos. legalidad, a una legalidad que significa un
- iCon barbas!- insistió algo asombrado. progreso sobre el Estado social anterior. Si
-Sí -le mentí con aplomo-, las gastó de esto no sucede, la revolución es un fracaso;
joven y el retrato es antiguo. para evitarlo debe concluir su misión.

Si no todos los "mexicanos de excepción" son 2. La revolución es la continuación de la Refor-


tan abiertamente pícaros, la mayoría cree en que ma Liberal, interrumpida por la dictadura, y por
el régimen que los honra es por fuerza honorable. tanto es de esencia human ista y nada tiene que
La revolución -es comprensible- los alarma, y ver con los excesos de las tropas campesinas.
envuelve en sensasiones apocal ípticas, y a tal 3. La revolución es un inicio justo y una perver-
punto identifican al pueblo con lo primitivo, sión casi inmediata. A un origen inobjetable (la
que las haciendas porfiristas no les resultan la terquedad de la dictadura, la miseria inhumana de
barbarie, sino una etapa -quizá penosa, pero los peones) ,la transforman sobre la marcha lasápe-
nada más- de la construcción del pa (s. tencias y las falaces ambiciones de los caudillos.
A estas líneas argumentales -esquemáticamen-
te descritas- corresponden actitudes, interpreta-
ciones, comportamientos. En la práctica, los cau-
El debate de ideas dillos.se .apegan a la primera versión, y hacen de
la lucha armada su fuente legal y moral. Los es-
A lo largo de la década del 10, tres ideas luchan critores adoptan la tercera, y la narrativa de la
por imponerse: Revolución, de Mariano Azuela en adelante, insis-
1. La revolución es la revolución. La frase de te en las traiciones al movimiento, en el sacrifi-
Luis Cabrera resume una sensación generalizada, cio de los idealistas y el encumbramiento de los
la lucha armada se justifica por su propio impul- bribones. Esa es la perspectiva posible entonces,
so, y se legitima por su validez intrínseca. Esto que no acepta pagar los altos precios de sangre y
lo especifica Vasconcelos en el documento que corrupción por la creación de instituciones. Pasa-
envía a la Convención de Aguascalientes: do el entusiasmo, se cree que la revolución no lo
fue en verdad, sólo un millón de muertos que pa-
Una revolución es la transformación violen- vimentaron el acceso de unos cuantos vivos a la
ta de un orden de cosas opresivo e injusto Si lIa Presidencial.
. " Por esto la revolución es antítesis de Al lado de las ideas sobre las caracter ísticas de
Constitución. La Constitución condensa las la revolución, regresan otras ideas largamente
prácticas, las leyes, los convenios estableci- acumuladas, que se pensaban o superadas por las
dos por los hombres para vivir en sociedad circunstancias o enterradas en publicaciones clan-
... Las revoluciones comienzan por la rebe- destinas. La más notoria: el anticlericalismo, por
lión, se colocan desde luego fuera de la Ley, más de 30 años reducido a forcejeos entre el es-
son antilegalistas y .por.ceso mismo csobera' tado'ylaiglesia;'con pJenavictoriadelclero"en

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provincia. Ante los ataques del clero, los revolu- el archivo temático que después se refinará y des-
cionarios recurren al anticlericalismo y lo descu- doblará en el "Renacimiento Mexicano"; all (
bren emoción fundamental de un sector. Un mes también y fundamentalmente, una "revolución
antes del asesinato de Madero, la iglesia ha con- cultural" impone con rapidez convicciones y ac-
denado públicamente las tendencias de su gobier- titudes nuevas, cancela la negación de la historia
no calificándolas de "socialistas", y de algún mo- que caracterizó al porfiriato, introduce con furia
do interviene en la caída. A Huerta, la iglesia le nuevos elementos, y pese a lo que se diga, huma-
otorga préstamos y favores eclesiásticos. En su niza a la conciencia pública. Para empezar, esen-
turno, el carrancismo ya no se empeña en respe- cialmente, la "revolución cultural" despeja de sus
tar un pacto desigual, y el resultado histórico prestigios sacros a la trinidad. El Hacendado -el
son art(culos constitucionales sobre enseñanza, li- Cura- el Poi ítico, y le da la dignidad de la rabia
bertad de expresión y de creencias, y comporta- y el arrojo suicida al peón victimado, al esclavo
miento del clero. comprado en 45 dólares en Valle Nacional yase-
sinado de fatiga y hambre en siete meses, a los tra-
bajadores vendidos literalmente por los "pagos
La revolución cultural en adelantado" y la tienda de raya, a los acasilla-
dos y eventuales que son perseguidos con méto-
De los años veintes al d (a de hoy, se efectúa la dos no muy distantes de los descritos por los in-
operación transformadora de la cultura oficial (no vestigadores de la esclavitud negra en Norteamé-
estrictamente la posición de cada uno de los go- rica. En un lapso brevísimo, estos seres resultan
biernos, sino la síntesis de acuerdos sociales, vigo- irreconocibles. Refiere Arturo Warman:
rizada por las campañas públicas). Un hecho ca-
tegóricamente político (el nacionalismo) y un La barrera étnica fue derribada. Ser catrín
concepto m ftico (la energ ía proteica que desata o parecerlo dejó de ser un privilegio para
la justicia popular) representan, en esa perspecti- convertirse en un riesgo. Algunos ciudada-
va, a la cultura "revolucionaria" que, las más de nos fueron asesinados por los revoluciona-
las veces, es ya producto de la estabilidad. Una rios por su apariencia y actitud. El color, el
tesis impl ícita: la cultura de la Revolución es po- traje y la actitud habían sido instrumentos
sible por la buena memoria, y por la solidez de de opresión que en cierta medida funciona-
las instituciones. En los años de la extrema vio- ron como frontera entre los bandos enfren-
lencia nada se pod ía hacer. Nadie lee y anota a tados. Verdad que algunos catrines se fue- ·1
Virgilio ante un pelotón de fusilamiento, nadie ron a la revolución, pero al hacerlo dejaron
pinta entre turbas que saquean residencias, el sen- de ser catrines.
tido del riesgo torna superfluas las preocupacio-
nes intelectuales y ante el caos, la alta cultura se Este es el eje del cambio, el derrumbe de las
sUIl1~rg~ p~rabrot~r de,spué~"c(;>nr~novado,~~' f!1~r'lU~~9~.L~.¿f!le~f1.~ft'?L~,~.o;r....)~iO,~,12'?~.HM~ll,~9~si;, ,
plendor,:,,'l..osmovlrr¡ientbs'armaéfossuspendeno tan tanto los movimientos de justicia social como
inhiben la vitalidad artística. el proceso de industrialización capitalista. Dos
En estas notas parto de una hipótesis distinta: fragmentos de Mariano Azuela ilustran el vuelco
la década 1910-1920 no es el mero preámbulo ni mental. En Andrés Pérez maderista (1911), Vi-

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cente, uno de los escasos revolucionarios verdade- Desde el punto de vista de la moral feudal que
ros, se enfrenta con el sanguinario coronel porfi- imperaba, lo ocurrido es ciertamente una revolu-
rista Hernández que, al ver el triunfo maderista, ción. Por ejemplo, las decenas de miles de viola-
exige ser reconocido como jefe de la fuerza. Hay ciones, las decenas de mi les de mujeres forzadas
un forcejeo ... a la prostitución, la relativización del valor de la
vida. Si algo, el porfiriato consigue que se crea
Pero entonces ocurrió lo inverosímil, lo externamente en una moral absoluta, y una socie-
inexplicable, lo absurdo. El monstruo dad regida por los valores indestructibles. En un
(Hernández) fascina con sus gritos salvajes año, esto se viene abajo. La Revolución
a los infelices peones de Esperanza. Ya los -origina una intensa movilidad social ascendente
propios hombres de Vicente les ordena que -obliga a los campesinos a un amplio desplaza-
lo desarmen, lo aten y le formen cuadro. Vi- miento geográfico que liquida el determinismo
cente cayó desplomado con los ojos abier- de los pueblos como horizontes de eternidad
tos, asombrado sin duda de ver a los que -le permite a la tropa conocer, a través de la fe-
nacieron esclavos ... esclavos todavía, escla- rocidad sexual en la toma de pueblos, el derecho
vos, esclavos hasta morir .. ' leternamente de pernada de los hacendados
esclavosl -introduce un humor obsceno públicamente, en
los teatros popu lares
No tan eternamente. Cuatro años después, en
-y, last but not least, se enfrenta con el gran ta-
Los de abajo, Azuela muestra la ferocidad inde-
bú, la iglesia. En su Autobiografía, José Clemen-
pendizada de los revolucionarios, que así todavía
te Orozco es testigo inmejorable:
imite a la barbarie de los amos, ya ha perdido lo
que se suponía "respeto ancestral" ante los de
Al llegar a Orizaba, lo primero que se hizo
arriba. Y lo impensable se resquebraja o pulveri-
fue asaltar y saquear los templos de la po-
za en muchas otras instancias, por ejemplo, la
blación ... El templo de El Carmen fue a-
marginación absoluta de la mujer. En Los de a-
saltado también y entregado a los obreros
bajo, el personaje de La Pintada, a medio camino
de "La Mundial" para que vivieran allí. Los
entre la soldadera y la mujer independiente, reve-
santos, los confesionarios y los altares fue-
la con su puro acto de.presencia la contundencia
ron hechos leña por las mujeres, para coci-
de una "revolución cultural":
nar, y los ornamentos de los altares y de
La Pintada azuzó su yegua negra y de un sal- los sacerdotes nos los llevamos nosotros.
to se puso codo a codo con Demetrio. Muy Todos salimos decorados con rosarios, me-
ufana, lucía vestido de seda y grandes arra- dallas y escapu larios.
cadas de oro; el azul pálido del talle acen-
tuaba el tinte aceitunado de su rostro y las Al generalizarse las conductas "prohibidas",
manchas cobrizas de la avería. Perniabierta, disminuye o se desvía el "sentimiento de culpa"
su falda se romangaba hasta la rodilla, y se (el hábito del viejo orden) y en la intensidad de
veían sus medias deslavadás y con muchos unos cuantos meses se liquidan reverencias califi-
agujeros. Llevaba revólver al pecho y una cadas.de. inamovi~l~s,se confirman enérgi~~m~n­
a
cartúcheracrúzadá·· sobre: I cabezada la teimpulsoscuyaexistenéiáséngnofal:Ja, séagHé-
silla.

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,
tan los prejuicios culturales que en grado seme- cial". Y al crujir de dientes de una burguesía y
jante a las estructuras económicas apuntalan el unas clases medias que le apostaron todo a la "evo-
pensamiento feudal. Mucho queda en pie, pero lución pacífica" (la dictadura inapelable) explica
desaparece lo suficiente para que, en su acepción su estolidez cultural. El shock of recognition de
estricta de insurgencia popu lar y guerra civil, la la oligarquía (que después se nos servirá bajo el
revolución se convierta en hecho cultural, pese honroso título de "México se reveló a sí mismo")
al rencor o el espanto de algunos protagonistas no sólo es miedo físico;es sacudimiento convulso
evidentes. Incluso en el asco y la desilusión ante ante intuiciones del fin del mundo (de su mundo)
las matanzas (del que Mariano Azuela es vocero) que les prueban que, no obstante sus residencias
se transparenta -desde nuestra ventajosa posi- y sus viajes y su lustre, nunca han dejado de vivir
ción-, la mudanza extrema que, en el caos, ocu- en México. Continúa el visionario Lozano:
rre con precisión casi insensible.
Emiliano Zapata no es un bandido ante la
gleba irredenta que alza sus manos en señal
Los espectros de la conciencia porfirista de liberación. Zapata asume las proporcio-
nes de un Espartaco, es el reivindicador, es
En la voz del tribuno José Mar(a Lozano en 1912, el libertador del esclavo, es el prometedor de
un orden cultural anuncia su pavor apocal íptico. riquezas para todos; ya no está aislado, ha
Convulso¡ Lozano invita a sus compañeros dipu- hecho escuela, tiene innumerables proséli-
tados a presenciar la confrontación trágica de tos; en el Estado de Jalisco, pronto (desven-
Ormuz y Arimán y añade: turado Estado, mi Estado Natal) un candi-
dato, un "Iisandro" abominable, compran-
La ciudad de México corre riesgo próximo do votos con el señuelo de promesas anár-
e inmediato de ser el escenario lúgubre del quicas, ha ofrecido reparto de tierras y la
festín más horrendo y macabro que haya prédica ya empieza a dar sus frutos; los in-
presenciado nuestra hostoria; no es Catilina dios se han rebelado: Zapata está a las puer-
el que está a las puertas de Roma, es algo tas de la ciudad de México; próximamente
más sombrío y siniestro; es la reaparición Banderas en Sinaloa, destruirá todo. Es un
atávica de Manuel Lazada "El Tigre de AIi- peligro social, señores diputados, es senci-
ca" en Emiliano Zapata, el bandolero de la llamente la aparición del subsuelo que quie-
Villa de Ayala. re borrar todas las "luces de la superficie".

Los destinarios del pánico del diputado Loza- El diputado Lozano con genio involuntario,
no son seres formados en el porfirismo, seguros consigna en una sola frase el gran aporte de la re-
de la infinitud de su calma magn ífica y de sus volución: la aparición del subsuelo. Y luego, uno
merecidas distinciones. Ellos han leído aterrados
eI1el8:5d~;feftl.iftcf¡¡;(jeFai'6faa6Fp¡;f~iWb""Dfai·· .
.
tras .(*e~ y."en.dJs1i.ntosámpitos, .. se . . sllc~cle[lJc¡s....
.. 8lScursbsaliF;pudi6í]uW;m¡¡Cii5"¡¡Ti1ue;!oprÓtago-
que dimite obligado por "bandas milenarias arma- nista de la nación. En su alegato hoy inmerecida-
das" y quien asegura: "No conozco hecho alguno mente desconocido el diputado Lozano previene
imputable a mí, que motivara este fenómeno so- c.ontra "las turbas que ya gustaron del placer del

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botín, que ya llevan en el paladar la sensación de ban permanentes. En su libro imprescindible El
todos los placeres desbordantes de las bestias en águila y la serpiente, Martín Luis Guzmán utili-
pleno desenfreno". En 1913, el publicista de la za su prosa admirable para dar rienda suelta a su
pel (cula Sangre hermana convoca a los especta- resentimiento, el de la casta injuriada por los de-
dores a un horrible debut: rechos (efímeros) adquiridos a punta de rifle. En
el capitulo "Los zapatistas en Palacio", narra
El público verá maravillado verdaderos com-
una visita a Palacio Nacional de Eulalia G utiérrez
, bates zapatistas. Apreciará el valor de nues-
(el Presidente de la Convención de Aguascalien-
tros soldados (los federales). Pueblos en el
tes), de José Isabel Robles y del propio Guzmán:
momento de ser incendiados. Trenes volados
por la dinamita, zapatistas ejecutados y to-
... Un grupo de zapatistas nos observaba a
dos los herreros de la Revolución del Sur.
corta distancia, desde el cuerpo de guardia;
Con un valor a toda prueba; con una deci-
otros nos velan pero entre las pilastras. La
sión ejemplar, hábiles cinematografistas me-
áctitud de aquellos grupos ¿era humilde?
xicanos se aventuraron en los campos infes-
¿era desconfiada? Su aspecto más bien des-
tados por las hordas turbulentas ... El pú-
pertó en m( un mero sentimiento de curio-
blico, sin peligro alguno, podrá seguir la
sidad, por el escenario del que formaban
huella de lo que tanto dolor ha causado a la
parte. Porque, a no dudarlo, aquel palacio,
patria y admirará la abnegación de nuestro
que tan idéntico a si mismo se me habia
ejército.
mostrado siempre, me hacia ahora, vado
'El público, ciertamente sin peligro, atestigua casi y puesto en manos de una banda de re-
la irrupción de masas aún marcadas con el nom- beldes semidesnudos, el efecto de algo muy
bre de sus caudillos, pero cuya persistencia prue- nuevo y muy raro.
ba la imposibilidad de seguir gobernando sin al- No subimos por la escalera monumental,
go concederles (como si su invisibilidad social, al sino por la de honor. Como portero que en-
concluir las labores del d (a, fuese también su seña una casa que se alquila, Eufemio iba
inexistencia física). Por eso, la mayor aportación por delante. Con su pantalón ajustado -de
cu Itural de la revo'lución armada es su existencia ancha ceja en las dos costuras exteriores-;
misma, que amplra la visión nacional, refuta de con su blusa de dril -anudada sobre el vien-
un solo golpe la propaganda (vuelta modo de vi- tre- y con su enorme sombrero ancho, pa-
da) sobre la inmortalidad de las instituciones y, recia simbolizar, conforme ascendfa de
al desolemnizar a fuerzas el poder público crea, escalón en escalón, los históricos d (as que
entre otras cosas, el público que permitirá cre- estábamos viviendo, los simbolizaba por el
cientemente la democratización de una cultura contraste de su figura, no humilde, sino za-
antes confinada al círculo más exiguo. fia, con el refinamiento y la cultura de que
En la desolemnización intervienen las premuras la escalera era como unanuncio~.l,l~I~jlXB.~.
, "de,·J¡¡?g,llerr;<l¡,Jasjdiferencias"dé.;t:I¡jié~{la;sb·lemrii f '" a~Fplíl¡¡~fo\"''tfrt;~lféro;;úi12'm1¡pTeado;''un'" ,
dad campesina es distinta por entero a la de los embajador, habr(an subido por aquellos es-
dignatarios porfiristas), y el hecho de que "la bar- calones sin desentonar: con la dignidad,
barie" devasta rituales y protocolos que se soña- grande y pequeña, inherente a su oficio y

168
armónica dentro de la jerarqu la de las demás lización evidente de la vida cotidiana y la destruc-
dignidades. Eufemio subla como un caba- ción de las tiran ías del verso neoclásico. Verbigra-
Ilerango que se cree de súbito presidente. cia: de 1911 a 1915 José Clemente Orozco crea
Habla en el modo como su zapato pisaba la su serie Las casas del l/anta (los burdeles), por-
alfombra una incompatibilidad entre baran- que ya es permisible la representación visual de
dilla y mano. Cada vez que movía el pie, el las prostitutas. Verbigracia: en 1921, los estri-
pie se sorprend ía de no tropezar con las dentistas concluyen su manifiesto proclamando
breñas; cada vez que alargaba la mano, la "IMuera el Cura Hidalgol" o "IViva el mole de
mano buscaba en balde la corteza del árbol guajolotel" porque la revolución es también un
o la arista de la piedra en bruto. Con sólo convincente alegato contra la rigidez. Verbigra-
mirarlo a él se comprendia que faltaba allí cia: en 1911 Mariano Azuela escribe su casi sáti-
. todo lo que merecla estar a su alrededor, y ra Andrés Pérez maderista, burlándose de los re-
que sobraba, para él, cuanto ahora se veia volucionarios "al vapor" porque ya el humor ha
en su entorno. ido de las revistas clandestinas a la vida pública.

El texto de Guzmán es muy explícito y su


complemento indispensable es la foto del Archi- las atribuciones del porfiriato
vo Casasola; los zapatistas en el restaurante por-
firista Sanborns. En el choque de las dos cultu- Periodistas y narradores ven en la revolución a
ras, lo que más les irrita de las masas campesinas la barbarie que todo lo corroe y, queriéndolo o
a los "testigos de la calidad" es la jerarquización no, hacen del porfiriato sinónimo de civilización.
de la vida social desde la mera presentación, la Con ánimo sombrio contempla Juan A. Mateas
ausencia forzada de todos los méritos que ellos a don Porfirio: "Así cayeron Carlos I y Luis XVI.
acumularon para obtener el visto bueno de Occi- Derrumbar es el placer de las multitudes, la revo-
dente. Por su parte, los soldados que por prime- lución es una fiebre que todo lo devora, un océa-
ra vez acceden a un tren, los "alzados" que lle- no que todo se traga, una tormenta que todo lo
gan con mirada inaugural a las residencias con arrebata y despedaza ... ". y en 1912, amones-
mansardas, las soldaderas que practican el an- ta López Velarde: "incapaz de discurrir sobre te-
tes inconcebible "desarraigo"; todos los parias mas especulativos (el populacho) simpatiza con
que la revolución extrae de sus confinamientos Zapata porque éste representa el pillaje para sa-
vislumbran estruendosamente el para íso que es- ciar el hambre. Zapata aparece a los ojos de las
ta vez tampoco será suyo. mu Ititudes agobiadas por la miseria, con el pres-
Volver a lo relativo -y no solamente desde el tigio del volador de trenes que les dará el bocado
punto de vista de las situaciones de riesgo mortal- opíparo del dinero y la honra ajena", (Subraya-
es un adelanto cultural y un triunfo de la secula- dos de C.M.). Sin iron ía alguna, un gran poeta
rización. Al resquebrajarse barreras morales y responsabi liza a los despose ídos por su falta de
mentales muchas obras son pensables y posibles. vuelo matafísico y su hambre irreductible. Y la
Verbigracia: el poeta Ramón López Velarde en- irracionalidad de López Velarde no expresa tan-
troniza una fiebre erótica a nombre de la devo- todisposiciones reaccionarias como la fuerza de
ción. religi()s~y de . lanostalgia,graciasa)ase)(ua- una.mentalidad,que;sólo:bajo·presión;canside o

169
ró al ind ígena, al artesano, al peón, al paria, co- ¿medrará en la pérgola al pie del busto de
mo seres presumiblemente humanos, en el senti- Julián de Médici? ... y aquellos rincones
do de individuos dotados de mínima sensibilidad. donde cae la hojarasca del otoño y que amo
La leyenda del porfiriato civilizador oculta visitar al crepúsculo ¿tendrán como siempre
durante décadas la dimensión cultural (en el sen- una honda poesía romántica de abandono y
tido amplio y en el estricto) de lo que sí fue una de olvido como para evocar la suave memo-
revolución social, por su composición y sus efec- ria de Clara l'Ellebeuse ... ?
tos. ¿En qué consistía en 1910 la "civilización Nada más haré este domingo ... IOjalá y
mexicana"? Un analfabetismo que incluía por lo ningún hálito de pasión humana venga atur-
menos al 80% de la población, un muy débil sis- bar mi recogimiento m ístico, ojalá y ningu-
tema educativo que en provincia manejaba el cle- na infamia de la vida, ninguna degradante
ro, una nación escasamente comunicada, una éli- vulgaridad traspase los muros de mi jard ín
te persuadida de la inhumanidad de los siervos, y venga a recordarme que soy un hombre,
millones de mujeres perennemente marginadas, un m ísero ciudadano de la patria que ase-
una educación superior y una investigación cien- sinan y despedazan carrancistas y zapatis-
tífica no muy perceptibles, escritores que juntan- tas ... I
do varios empleos apenas se ganaban la vida. En
este panorama, la aparición del subsuelo revela A la "insolencia" de los ejércitos campesinos
lo que el sector ilustrado se negó a ver: la inte- que hostilizan los deliquios en los jardines, la oli-
gración inevitable del país, la perfecta comple- garqu ía responde con rabia, desconcierto y pa-
mentación de ind ígenas despreciados y aristócra- vor, y su catastrofismo se expresa como reacción
tas pulqueros. Se pulveriza el sueño de una mi- humanista. Zapata será el "Atila del Sur", lo dis-
noría aislacionista. Cuando despertó, las masas tintivo de la revolución será el "primitivismo" de
todavía estaban allí. sus dirigentes. En su mayoría, los intelectuales
cOQsagrados o casi salen del pa ís, decoran su "exi-
lio interior" con dicterios y profecías o, en 1913,
¿Qué estará leyendo el Atila del Sur? se inclinan ante el golpe de Estado contra Made-
ro. Así por ejemplo, Victoriano Huerta tiene co-
La violencia apenas disminuye en 1920 y provo- mo sucesivos ministros de Relaciones Exteriores
ca ajustes generales. En noviembre de 1913, Ta- al erudito Francisco León de la Barra, al novelis-
blada expresa sofisticadamente las agitaciones de ta Federico Gamboa, al jurista Querido Moheno,
la élite: y al novelista José López Portillo y Rojas. El poe-
ta Enrique González Martínez es subsecretario
Mañana de domingo en que me propongo de Instrucción Pública, los poetas Salvador D íaz
un amplio "farniente" sólo interrumpido Mirón y Luis G. Urbina escriben incansablemen-
. por.la insp~.ccióndet~nida.de.tocj.asJas.nO: .. .. te.,erL .•g/lJlpau;ial,:defllnsas••cjll•. la,djctarUH!N:el
vedades q~~ en la semanahayanocurriclo en intelectual catÓIiCoN~mesjoGari::(a Narailjó y el
mi jardín. Los peces del Japón en el lago, pintor Joaqu ín Clausell son miembros del Gabi-
¿habrán resentido las primeras heladas? ... nete huertista. Mejor un usurpador que las hordas.
La rosa "candidísima" recién transplantada Quien identifica "barbarie" con "revolución" se

170
angustia ante el juicio del "concierto de las na- sueños de un México cu Ito hab ían sido va-
ciones" al derrumbarse la paz porfiriana y, típi- nos. Eso que desfilaba ante nuestros ojos era
camen·te, confunde el fin de su tiempo con el fin México, el verdadero en toda su terrible
de los tiempos. realidad ...
Para el Establishment de la época, lo más ame-
drentador es la presencia de las masas, de "la ola Entonces como ahora, el horror al México
de sangre y fango". En sus momorias (El río de Bronco anima las pesadillas de una oligarqu (a te-
mi sangre), el intelectual Genaro Fernández Me merosa de las acciones y la persistencia física de
Gregor, quien sería rector de la UNAM, describe los seres de "aspecto torvo", rebosantes de ven-
la llegada de los revolucionarios a la capital, lue- ganza, desprovistos de cualquier sensibilidad. En
go de la huida de Huerta: el porfiriato, el tema de la revuelta popular dis-
gusta y altera a la Gente Decente, que exhuman
Las tropas carrancistas entraron a la ciudad la expresión consagrada la bola ("en una palabra,
a mediados de agosto. La curiosidad lanzó a escribe Emilio Rabasa en 1888, la revolución es
la calle al populacho. Los individuos de la hija del progreso del mundo, y ley ineludible de
clase media nos quedamos en nuestros do- la humanidad; la bola es hija de la ignorancia y
micilios. Yo me engolfé con mi amigo Ho- castigo inevitable de los pueblos atrasados"). Al
norato Bolaños en la lectura de Fedra, la precisarse la bola en imágenes exterminadoras, al
tragedia griega de D'Annunzio, recitándola transformarse los episodios locales en fenómenos
en voz alta. Aquella vibración de arte me históricos, los intelectuales se proponen domesti-
servía para aminorar la zozobra del presen- car el término, limpiándolo de visiones parox ísti-
te. El verbo d'annunziano encendra nues- cas: temas de ciudades, disputas por el botín, re-
tras imaginaciones y elevaba nuestro entu- sidencias en ruinas, batallas, irrupción (breve pe-
siasmo. De pronto, en la calle, ruido de ca- ro intensa) de un panorama odioso, donde indios
ballerías. Suspendimos la lectura y nos aso- yaquis disparan al aire o, apoyados los hombres
mamos a la ventana. Entraban a México, contra las paredes de Palacio Nacional, se mastur-
provenientes de la Villa de Guadalupe, los ban obscenamente (G. Fernández Mac Gregor).
dragones de Lucio Blanco: hombres de cIa- Se obedece a una de las tradiciones predilectas
se proletaria, campesinos atezados, vestidos de la élite: la homogeneización de la apariencia.
abigarrada mente los unos, y los otros casi Tan sólo unos años antes, en las Fiestas del Cen-
sin vestir, pero eso s( cruzados los pechos y tenario, El Imparcial propone que se niegue el
las cinturas por triples cananas. La caballa- acceso al centro de la ciudad a "calzonudos, ro-
da era de todos los pelajes y alzadas. Los ji- tos o descosidos", por lo menos durante septiem-
netes revolucionarios llevaban el fusil con la bre de 1910, y el gobernador de la ciudad, don
culata apoyada en el muslo derecho, y con Guillermo de Landa y Escandón, ordena deste-
la mano en el gatillo. No se dignaban mirar rrar a "vagos y mendigos".
hacia las casas. Como iban en dos filas, su De modo expl ícito en artículos y libros, de
marcha frente a mi casa duró más de una modo impl (cito en poemas y relatos, se rechaza
hora. Los contemplamos en silencio, ru- a la gleba: éste no essu lugar, campesinos, 8,US-
miando. pensamientos ,amargos,. Nuestros tedes en el mejor. de los casos les corresponde

171
afianzar el paisaje rural y venerar la tradición. Hay En la implacable dialéctica de Los de abajo
que repetirlo: México es un país civilizable yeso (1915) y Los caciques (1917) la barbarie de los
quiere decir visualmente armónico. Que sea un revolucionarios es consecuencia pedagógica de la
paréntesis fugaz la sublevación de los calzonudos. vida en las haciendas. No serán eternamente es-
El repudio íntimo y público de lo popular es, clavos quienes combaten y se explican su vida a
como se le quiera ver, un problema fundamental la luz de su muerte inminente.
de los intelectuales. Formados en un medio don-
de el clasismo es parte sustantiva de la naturaleza
social, los escritores y los artistas suelen ver en el La hora de la serenidad
pueblo el eterno menor de edad. (No otra será la
Oigo la multitud que canta y llora sin que
posición de los realistas socialistas que amonestan turbe mi paz. Y la oportuna campana de_los
y enseñan al Pueblo idolatrado, eterno aprendiz, tiempos, da ,la hora de la serenidad baja la
luna.
ignorante de sus propias condiciones de vida). Y
Enrique González Mart(nez
si los conservadores rechazan por principio a la (agosto de 1915)
"grey astrosa" (López Velardel, los liberales la
defienden en abastracto pero rechazan sus mani- En la década 1910·1920, la revolución es, en
festaciones especificas y asi por ejemplo, Orozco los crrculos urbanos, oprobio, huida, temores
y Mariano Azuela condenan la servidumbre psico- compartidos, la piedra que deshace la fiesta. Es
lógica de las masas cuya liberación efectiva des- también la oportunidad de quebrantar la féru la
criben y ensalzan, desprecian al vulgo al que moralista y el espionaje parroquial. Orozco des-
otorgan fisonom ra épica, y le niegan calidades cribe la capital en 1913: "Para arbitrarse recur-
heroicas al movimiento a cuya consolidación his- sos, don Victoriano (Huerta) estableció garitos
tórica tanto ayudan. por toda la ciudad de México. Hab ía más casas
A Orozco la revolución le resulta "el más ale- de juego que cantinas y pulquerras, una o dos en
gre y divertido de los carnavales", y según Azue- cada cuadra. Las había lujosas, para desplumar a
la en sus novelas Andrés Pérez maderista, Las los burgueses y otras que podríamo~ llamar pro-
moscas, Domitilo quiere ser diputado y Las Tri- letarias, en donde dejaban la raya obreros y cam-
bulaciones de una familia decente, la revolución pesinos en albures hasta de cinco centavos ...
es púnica mente farsa, la comedia de equivocacio~ Por la noche, la ciudad era algo fantástico. Los
nes donde los bribones medran y los idealistas numeros(simos centros de juerga estaban atesta-
parecen martirizados. En Andrés Pérez, quizás el dos de oficiales del ejército huertista y de muje·
primer relato sobre la revolución, el protagonista res ligeras. Hab ía capitanes de dieciocho años y
sale de México de vacaciones y es confundido coroneles de veinticinco".
con un agente de Francisco 1. Madero. Todo es En esa capital liberada a ratos por el "Iiberti-
grotesco y risible, menos el fin trágico de los ver- naje", se asume como se puede el desorden pro-
d aderos sostenedoresde>la<, revolución" Todos visional',del,ma,ndo'y"el ,¡:ambio> ino'tan'''provisio'
són venales~~noslos mártires. nal) de actitudes mentales. El paisaje es variad í-
Al mensaje ideológico lo desmiente la cons- simo: agitación incensante, migraciones obliga-
trucción literaria, y de tal pugna de intereses se das que recomponen la provincia y se desbordan
desprende la perdurabilidad de la obra de Azuela. hasta Estados Unidos, interrupción de libros y

172
revistas extranjeros, casi inexistencia de publica- liberalismo vacío, de los jacobinos. Sin fun-
ciones y editoriales, dificultad o imposibilidad de dar clubes, la obra de Caso era más trascen-
imprimir libros, transformación del periódico en dental que la de no importa cuál pol¡'tica
el único medio cultural. Los sacudimientos revo- militante.
lucionarios precipitan la inconformidad. Estalla
la rebelión contra la inercia imitativa en pintura Ni Caso defend (a tan en privado a D (az (en
(huelga en la Academia de San Carlos en 1911' 1910, el filósofo de la libertad metafísica es el
creación de la Escuela al Aire Libre de Sant~ presidente de las Juventudes Reeleccionistas
que apoyaban a Porfirio Díaz y Ramón Corral)'
Anita en 1913). En un afán de corresponder al
momento, los miembros del Ateneo de la Ju- ni es fundamentalmente por Caso que el darwi:
ventud fundan la Universidad Popular. Se nismo social deja de ser dogma (atribúyanse más
cierran teatros y el cine mudo cobra una popula- bien los cambios al impulso revolucionario) ni
ridad que algo debe a los gritos impunes durante nadie evitó el retorno de los jacobinos, de la
los noticieros y mucho a un deslumbramiento Constitución de 1917 a la lucha por el control
ante su calidad de museo de gestos y actitudes de la enseñanza de 1920 a 1940. Pero los atene ¡'s-
que es invocación contra lo que acontece fuera tas suelen atribuirse los mayores logros, por
de los salones. incapacidad de reconocer méritos en aquellos
que carecen de valor intelectual.
A lo largo de la década, el impacto de la revo-
lución en los círculos ilustrados se ajusta y me- El humanismo como solipsismo. El 25 de
diatiza gracias a una doble estrategia: declararla junio de 1911, en el banquete en honor del
cabalgata apocal íptica y/o impugnarle cualquier ateneísta y maderista José Vasconcelos éste
peso o existencia culturales. De tan implacable formula un programa poi ítico: "Cuando se
estrategia no se libra el grupo del Ateneo de la fomente entre nosotros la clase de los intelec-
Juventud. José Vasconcelos, en U/ises Criollo, tuales y el poder público se acostumbre a respe-
da su versión de los hechos: tarlo en los asuntos que le incumben, tendremos
una verdadera cultura y conjuraremos el peligro
El grupo del Ateneo se manten ¡'a ajeno a la que cada cambio de ministerio renueva; la auda-
poli'tica, pero su mayor parte simpatizaba cia del especialista, la ignorancia del abogado o
con el maderismo. Caso, en privado, nos del médico que deducen del triunfo poi (tico,
hada la defensa de Porfirio D (az, lo juzgaba derechos sobre la enciclopedia universal de los
el mal menor de un pueblo inculto sin espe- conocimientos". Vasconcelos solicita, sin dema-
~iados trámites, el poder cultural para ellos, los
ranza. Pero ideológicamente, Caso segu (a
siendo jefe de una rebelión más importante Jóvenes, pero entrevera tan elocuente praxis con
una descripción id (lica de los tiempos:
que la iniciada por el maderismo. En las
manos de Caso segu (a la piqueta demoledora Hasta esta cumbre sobre la montaña donde
del positivismo. La doctrina de la selección el pensamiento medita a través de las eda-
natural aplicada a la sociedad, comenzó a des, llega el estrépito de la revolución triun-
ser discutida y dejó de ser dogma. La cultu- fante. Aqu¡' acogeremos la tempestad con
ra y el talento de Caso aplicados a la ense- la firmeza con que los árboles del bosque
. ñanzaevitaban,asimismo,el:.J.etorno:.del .'se. entregan al. :vendaval, soltando :al':soplo

173
sus ramas y cantando la elevación y la hubiesen podido evitarlo? La falta de oportuni-
grandeza. Y ase como los árboles transfor- dades ha reducido la imagen del intelectual (el
man la fuerza de los vientos en canción jurista, el médico, el escritor) a la condición de
exaltadora, el esp(ritu tonaliza los rumores apéndice decorativo de la Administración. La
colectivos, rima las notas y da voz a la élite juvenil ha criticado, para singularizarse, la
canción de la era nueva. rigidez del positivismo. Para algunos de ellos
la pol(tica es el mal. Para otros es el impulso
¿Cuánto falta para un uso libre del lenguaje,
I(rico, la grandilocuencia cuyo centro es la pala-
para nombrar a la revolución con palabras que bra "Esp(ritu". Y el proceso no se interrumpe
tengan que ver con ella, que la recuperen? El con la revolución. Los jóvenes intelectuales
neoclásico Vasconcelos aprenderá a vertir con combaten la confusión abanderándose con el
claridad pasiones y rencores en sus discursos
pasado. As(, el escritor Octavio G. Barreda re-
poi (ticos y en la furia de sus libros autobiográ- cuerda sus d(as de la Escuela Nacional Prepara-
ficos, y Julio Torri la refinará satrricamente en toria. Es 1914. y "el panorama intelectual y
su texto magistral "De fusilamientos" (escrito cultural era desastroso. Lógico y natural era que
en 1915 y publicado en 1940): el movimiento armado y la agitación consiguien-
El público a esta clase de diversiones es te en que hab(a cardo el pa(s desde dos o tres
siempre numeroso; lo constituyen gentes años antes, trajera en los planteles educativos
de humilde extracción, de tosca sensibili- un desorden y una desorientación bastante
dad y de pésimo. gusto en artes. Nada tan graves. Ligadas como estaban con el régimen, la
odioso como hallarse delante de tales miro- mayor(a de nuestros maestros habi'an huido o
nes. En balde asumiréis una actitud sobria, se hallaban amedrentados por temores o repre-
un ademán noble y sin artificio. Nadie salias, justas o injustas, del nuevo gobierno. No
los estimará. Insensiblemente os veréis existran espectáculos o manifestaciones artrsti-
compelidos a las burdas frases de los em- cas de va I(a y en cuestión de publicaciones podr(a
baucadores... Si el Estado quiere evitar decirse que éstas eran casi nulas o de una calidad
eficazmente las erosiones de los condena- insufrible. La última revista de altura -Noso-
dos a la última pena, que no redoble las tros- hab(a desaparecido, y en el horizonte no
guardias ni eleve los muros de las prisiones. se perfilaba nada alentador". (En Las revistas
Que purifique solamente de pormenores literarias de México, INBA, 1963).
enfadosos y de aparato rid (culo un acto , Del esfuerzo de Barreda, Carlos Chávez, Carlos
que a los ojos de algunos conserva todav(a Pellicer, Luis Enrique Erro y Guillermo Dávila
cierta importancia. nace Gladios (1916) que, desde el nombre quiere
separar a la literatura del estruendo bélico. Seguir
como si nada es ubicar la literatura más allá de
La canción de la Nueva Era
I~s" ,~optal11In asi 911~,~,~." ,.volv:r,I,~",., 'Da,r~Y,i 1!()s~'DElm,e
En'esosaños'es'iTÍtenso,'elcélescrlÍdltóéle ¡¡los atempora'í;'érl'obedieriéiaa losviÍforesiTÍmUtables.
intelectuales", los hombres de letras y de cien- Eso explica los versos de tema helénico y aspira-
cia, a quienes se identifica (a pesar de las valientes ción clásica yeso condiciona el montaje escénico
excepciones) con el régimen porfirista. ¿Cómo de la serenidad en medio de la conflagración. Hay

174
que condenar, por inferencia, a la agitación cir- nuevo arrasada por las invasiones! I Las
cundante, y resistir el cerco histórico, ganando grandes potencias destruyéndose entre sr,
tiempo para las meditaciones y los sortilegios agostando el sueño de paz que habla nacido
de la madurez espiritual. En un art(culo (febrero en La Haya! ¿Qué fe podr(a sostener ahora
de 1916) afirma Luis Enrique Erro: "Los paises a la humanidad? ¿Cuál redentor, salvador?
jóvenes ... miran muy poco o casi nada a lo que
La fe en que la civilización está siempre fuera,
tienen dentro de sr mismos; en la carrera que en- explica por ejemplo por quéen la revista semanal
tablan para alcanzar a los que por ley natural les
Pegaso se leen noticias sobre la revolución sovié-
preceden, olvidan casi por completo su persona-
tica y nada sobre acontecimientos nacionales.
lidad; sus poetas, pintores, monumentos y rique-
(Lo que en México ocurre pertenece a la esencia
zas les parecen indignos, pobres, atrasados. Pero bárbara). Esta tendencia coexiste con otra, que
vienen, por ley natural también, las revoluciones, desea eliminar de raíz cualquier influencia del
y detenidos en su arrebatada carrera los pueblos presente. Escribe el filósofo Antonio Caso en el
jóvenes, por sus luchas interiores, miran dentro primer número de Gladios:
de s( mismos, sienten el poder de su propio im-
pulso y comienzan a tener noción clara de su Vuelve, pues a ti, hijo mio; la mejor delec-
ser ... Es el momento en que surgen los poetas y tación de tu esp íritu es tu propio esp íritu.
los pensadores y salen a la luz de las inteligencias Tu jardín interior tiene bellas flores que
los tesoros escondidos e ignorados... Nosotros podrás cortar para tu recreo, y ya miro que
queremos aprovechar este momento en que la aroman los frutos de tu huerto: flores y
suerte nos coloca para desenterrar todo aquello frutos que te llenarán de paz y dulce hartu-
que encontramos sepulto o vivo ... " ra. Vuelve a ti, sé tu mejor tesoro. El mun-
La apreciación es elocuente y coincide con la do es la gran ilusión concomitante a tu
observación atónita de Manuel Gómez Mor(n en realidad espiritual; es uno de los aspectos
1915: "IExistran México y los mexicanosl. .. " de tu esp íritu ...
Un pars obligado por las circunstancias a ser El mundo exterior es "borrado" por un len-
"joven" y a la zaga del arte que de veras lo es, guaje pomposo que hace las veces de noble
apreciará sus logros por escasos que le parezcan, introspección. Si no hay mayor registro de las
y aprovechará el impulso para allegarse un pasa- conmociones cercanas es porque no puede haber-
do estimulante (sin nada que ver con la gleba). lo. Sólo esto explica que el escritor y editor
Por eso es preferible depositar la sorpresa moral Agustrn Loera y Chávez describa del siguiente
en los sucesos europeos, en la Gran Guerra. La modo a la Generación de 1915, en el centro de
barbarie de México se da por sentada; la de Euro- la vida polftica y militar, cientffica yartfstica:
pa estremece. Evoca Fernández Mac Gregor en "El soplo animador de tal adolescencia inspira,
El do de mi sangre, su reacción al leer la declara- con cálidas ráfagas, el nuevo palpitar de todo un
ción de guerra de Alemania a Rusia: pueblo y antójase a la vez el divino juego que al
margen de las playas del Archipiélago y a la som-
Si un rayo hubiera cardo a mis pies no me bra de los olivos de Jonia hacfan los eternos
hubiera causado mayor estupor. i La guerra moldes de nuestra cultura ... " No es únicamente
en. Europa! La. cuna de Ja;civilización de automatismo· retórico,Para>muchos¡"escribires

175
exorcizar las destrucciones de las hordas. En Mejor será no regresar al pueblo,
1915 ó 1916, es inconcebible un miembro de la al ec:lén subvertido que se calla
élite con perspectivas radicales, y personajes . en la mutilación de la metralla.
como los hermanos Flores Magón y el joven Hasta los fresnos mancos,
doctor Mariano Azuela son posibles por hacer los dignatarios de cúpula oronda,
suya, en cualquier nivel, la marginalidad social. han de rodar las quejas de la torre
A partir de la derrota de Zapata, Villa y los acribi liada en los vientos de fronda.
convencionalistas se modula el temor ante la
revolución y, pauiatinamente, en medio ae gran- Y la fusilerla grabó en la cal
des concesiones verbales, se recupera la fe en la de todas las paredes
evolución. El proyecto de las facciones triunfan- de la aldea espectral,
tes se expresa en la Constitución de 1917, que negros y aciagos mapas,
reconoce los derechos de campesinos y obreros porque en ellos leyese el hijo pródigo
(vuelco legal, pol(tico, económico y cultural). le a I volver a su umbral
ratifica al Estado su derecho al manejo de la edu- en un anochecer de maleficio,
cación y propone una sociedad fundada en el a la luz del petróleo de una mecha
arbitraje estatal de las desigualdades. En lo cultu- su esperanza deshecha.
ral, la breve desvinculación de Europa y las reso- De "El retorno maléfico"
nancias internas y externas de la revolución
originan un interés por el pa(s que se consoli- Además de su inmenso valor poético, la obra de
dará en una nueva tradición. Se reanuda -decla- López Velarde posee un valor testimonial. El es
rando el aislamiento sufrido- el orden "de las el primero en advertir lo irrecuperable del pasado,
artes y las letras". Restablecer la confianza no y en proponer la estetización de las tradiciones
significa negar el cambio; tan sólo, comunicar y la vida cotidiana del porfiriato. Desde perspec-
la noticia esencial: el cambio no altera la estruc- tivas distintas (la de López Velarde la más des-
tura social. interesada), será la Edad de Oro, el momento en
Ya se ha pedecido la violencia de los campesi- que la Mexicanidad (hidalgu (a, femineidad sumi-
nos; ya se sabe la ferocidad del rencor social. sa, valores católicos, criollismo de las costumbres,
Para conjurar este fantasma y esta realidad apoca- conversión de cada pueblo en una corte) alcanzó
I (pticas, la minor(a ilustrada opone su idea de su esplendor. El paso siguiente será la presenta-
tradición, sus admiraciones piramidadas y su ción de los hechos revolucionarios como funda-
temperamento al que (sólo idealmente) norma n ción estética de la nacionalidad.
los clásicos. Casi todos aceptan al nuevo estado Los caudillos vivos fundan y encarnan las
como árbitro, regidor del comportamiento legal instituciones; los caudillos muertos fundan yen-
y laboral, y ven en la Revolución (el hecho de carnan las mitologías. Si se insiste en que la Re-
. arlllas¡.,[oscfusilamjeqtos •. de ... ios[?hacenc:lados,,,el . .' voI1J9iófhl;etles9uJ:¡r.e. Orell.eliJ.aLpals. (veG1.Q15cde
mIedo d~ los capit~.lin~s al zapatismb) a una Manuel Gómez Mor(n) 'espar darle trascendencia
irrupción legendaria. De los escritores, ninguno cultural a lo que ha sido, visualmente, la explo-
es tan agudo y tan nltido en el vislumbramiento sión desolada. Al movimiento armado y al con-
de lo nuevo como Ramón López Velarde: cepto de revolución se les asimila y convierte en

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"utopfa-fuera-del-tiempo" evaporándose sus con- allegan al lector serenidad y espiritualidad: Gon-
tenidos "desagradables". Se combinan aspavien- zález Martrnez, Arriado Nervo. De la espirituali-
tos y homenajes: el populacho es deleznable/el dad se transita a una m(stica educativa tan
pueblo es noble; la dictadura fue abyecta/la pro- esperada que sólo una persona en verdad .reac-
piedad es sagrada; el rencor de los peones es ex- ciona negativamente. Afirma Cuesta en 1936:
plicable/nada justifica la violencia, ni siquiera la "Siempre sorprenderá que el movimiento revo-
experiencia del despojo y la esclavitud agraria. lucionario que se desarrolló en la poI ftica mexi·
¿Cómo aceptar sin mediaciones, la virulenta cana de 1910 a 1924 se haya visto acompañado
transformación de México? La contigüidad for- de una m fstica en el plano del pensamiento, y
zada por unos meses con esas masas levantiscas y aún sorprenderá más que esta m ística haya dado
sus dirigentes le impide a casi todos los escritores a la Revolución su programa .educativo". Y quien
la reflexión o la elaboración inmediatas. Sorpren- se hace acompañar de esta mJstica, no es "la
didos o sobrecargados, intelectuales y artistas irrupción de los bárbaros" ni un despiadado
prefieren, en los primeros años, darle una forma antecedente de los bolcheviques, sino un estado
estética a las experiencias nuevas. Escriben como que aprovecha los resultados de la violencia cam-
antes y desdeñan la infl uencia de los hechos de pesina y las necesidades de crecimiento capitalista.
armas sobre la. literatura. Dec(amos ayer... Ma- El más diestro informante del cambio.es López
nuel Gómez Mor(n convierte a 1915 en el año Velarde en su célebre texto "Novedad de la
clave de su generación: vencidos los ejércitos patria': (de 1921, recogido en El Minutero).
campesinos, hay que defender el proceso inte- López Velarde niega al pafs .del porfiriato y no
rrumpido, garantizar la continuidad de este acepta al pa(s apresurado por Villa y Zapata.
"proceso decente". A eso se abocan la editorial "Hay que concebir una patria menos externa,
Cultura y las revistas Nosotros, Gladios, LaNave más modesta y prQbabfemente más preciosa".
(1916, dirigida por Pablo Mart(nez del Rro), El no quiere despojarla de su ropaje moral y
Vida Moderna (1915, dirigida por Carlos Gonzá- costumbrista, la ama trpica y está cierto de que
lez Peña), Pegaso (1917, dirigida por Enrique si se salió de ella fue "por inconsciencia, en via-
González Martrnez, EfrénRebolledo y Ramón jes periféricos silJ otro sentido, casi, que el del di-
López Velarde), San Ev-Vank (1918, dirigida por nero. A la nacionalidad volvemos por amor ... y
Luis Enrique Erro), Revista Nueva (1919, dirigi- pobreza". López Velarde es tajante ante las
da por José Gorostiza y Enrique González Rojol. pretensiones de la élite, y su gloria fincada en
e incluso La Falange (1922-1923, dirigida por un progreso selectivo. Según él, la patria externa
Jaime Torres Bodety Bernardo Ortrz de Monte- y falsa equivalió a una "suspensión" de la nacio-
llano). Sin segundas intenciones, se reivindica la nalidad, y por eso la patria es nueva y se ha reve-
vida del Espíritu. Urge reconstruir la vida i1ustra-' lado "no histórica ni po/rtica, sino rntima"; El
dá, prololJgar las lecciones del modernismo, re- rechazo del estado y de la Constitución de 1917,
conciliarse con el mundo, volver a leer ya tradu- el llamado a sustraer a México de. una nueva
cir a losescritoresypensadoresdelas metrópolis, pompa que fortalezca la ilusión de lavidapúhlica
"".Espfritu,lapalabra clave". Antonio Caso alien- de las masas es, con su belleza Iírica,elequiva-
taen la.U ...n. . . iv...~r.sid.add. e.M. éxicO. e. Jespiritu~1 ism? lente .. de 1.,1ema ideacl.o .por <\,tªscon~e los,pa ra;;;la •
.1;~""{~!1ut[(@{7~~~rgS()f:i)~.7'Yi;soñ,;·p·ge-tas;~q¡ji enes·lé·······i.'jW¡V¡;fSiaaa?i,¡f>(f?ITiit~t¡j;H¡j5¡ajá·€í'~~¡)'fHtti':'·...••

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