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- Toda persona tiene en su vida una vocación o, mejor dicho, dos vocaciones:
una general y otra concreta.
Pero además cada hombre y cada mujer tienen una vocación concreta de su
vida. Puede ser el matrimonio, el sacerdocio, la vida religiosa o misionera.
Estas vocaciones específicas son caminos o proyectos de vida para realizar
aquella vocación general.
* COMUNIDAD DE VIDA
- El matrimonio, pues, supone una auténtica comunión, mucho más perfecta que
cualquier otra clase de comunidad o de unión entre dos personas: más que la
amistad, más que cualquier otra agrupación económica, cultural o política. Y la
razón es evidente: el matrimonio comporta una comunión total que abarca lo
corporal, lo afectivo y lo espiritual. Se comparte, de esta manera, toda la vida
en todas sus dimensiones.
* COMUNIDAD DE AMOR
3. MATERIALES COMPLEMENTARIOS
B. Se dividen en subgrupos, cada cual con una misión y un trabajo sobre (1 Coro 13,
4-7).
Celebra el amor, es decir, el amor con futuro. El lenguaje del amor añade al "te
quiero", su complemento obligado: "para siempre". El sacramento, siguiendo la
dirección básica de la fe, exige respeto absoluto al amor, entrega total a él, confianza
ilimitada y empeño indomable por recomponer cualquier fisura.
Celebra el amor, es decir, la fidelidad a quien se ama, hasta ser capaz de dar la vida
por él. El lenguaje del amor junto al "te quiero" une, también el "a ti solo". A pesar de
que toda entrega es balbuciente, en ella hay un deseo de totalidad, de dar sin
reservas, de entregarlo todo. De lo contrario el amor es falso.
Aunque el amor es la vocación básica del hombre, no todos llegan a él, ni a todo
sentimiento se le puede llamar amor. No se debería confundir el amor con sus
encaminamientos o aprendizaje. El amor supone una madurez personal; no tiene por
que coincidir con determinados años. Quede, por tanto, constancia de que casarse es
uno de los pasos más serios de la vida de un hombre y una mujer.
La alianza matrimonial, por la que un hombre y una mujer constituyen una íntima
comunidad de vida y amor, fue fundada y dotada de sus leyes propias por el Creador.
Por su naturaleza está ordenada al bien de los cónyuges así como a la generación y
educación de los hijos. Entre bautizados, el matrimonio ha sido elevado por Cristo
Señor a la dignidad de sacramento.
El sacramento del matrimonio significa la unión de Cristo con la Iglesia. Da a los
esposos la gracia de amarse con el amor con que Cristo amó a su Iglesia; la gracia del
sacramento perfecciona así el amor humano de los esposos, reafirma su unidad
indisoluble y los santifica en el camino de la vida eterna.
Este texto sólo puede ser utilizado para fines de formación juvenil. Se prohíbe el uso
lucrativo con cualquier contenido de este material.