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Derecho a su existencia
Así como ha llegado a consagrarse el derecho al debido proceso no solamente para los actos individuales de la
administración, sino también para los actos generales, con el alcance de que los de tal naturaleza requieren previa
audiencia pública, así también puede hoy en día sostenerse que el debido proceso incluye la existencia de organismos
imparciales e independientes del poder concedente, que se ocupen en sede administrativa de la tutela de los derechos e
intereses de los usuarios, sujetos al necesario contralor jurisdiccional. Queda con ello dicho que la administración central
carece de facultades para exigirles aportes al presupuesto nacional de sus respectivos presupuestos de control: hacerlo
importa tanto como atentar contra la efectividad y existencia misma del control que deben constitucionalmente ejercer,
máxime cuando sus recursos provienen de los aportes obligatorios de los concesionarios con destino legal afectado al fin
específico del ente. Privar a los usuarios de un órgano de control imparcial e independiente del poder central concedente
destruye la imparcialidad objetiva prevista por la Constitución y afecta también la imparcialidad del órgano decisor,
siendo la imparcialidad un principio cardinal del procedimiento.
Independencia y estabilidad
Ya explicamos la tendencia de la Constitución actual de crear autoridades administrativas independientes, algunas en el
marco del Congreso como la Auditoría General de la Nación o el Defensor del Pueblo, otras en el ámbito del Poder
Judicial como el Consejo de la Magistratura, el Jurado de Enjuiciamiento o el Ministerio Público. Tales autoridades
administrativas independientes incluyen, también en el derecho comparado europeo, a los entes reguladores, según el
modelo genérico norteamericano que cada país adopta en sus trazos generales.
Facultades regulatorias
Después de la reforma de 1994, que en el art. 76 priva al Poder Ejecutivo de la delegación en materia administrativa,
puede admitirse delegación o subdelegación, o más precisamente atribución de competencias propias, solamente en
los entes reguladores, a los que la Procuración del Tesoro de la Nación ha reconocido el carácter de entidad
descentralizada. Dicho en otras palabras, la prohibición del art. 76 no resulta de aplicación en el caso de estos entes. La
facultad regulatoria, dentro del marco de la ley respectiva, es propia y específica de estos entes y debe considerarse
separada del poder concedente. La doctrina y jurisprudencia es amplia en cuanto a las facultades que tiene la autoridad
competente para reglamentar el servicio, incluso modificando las condiciones de su prestación para adecuarlo a las
cambiantes circunstancias fácticas y tecnológicas.
En la doctrina nacional es vieja la conclusión de que "la concesión crea dos situaciones jurídicas: a) una legal o
reglamentaria, que es la más importante y domina toda la operación; b) otra contractual, pero que no es necesariamente de
derecho civil, sino de derecho administrativo y que, como acto administrativo que es, atribuye derechos e impone
obligaciones al concesionario.
También recuerda BIELSA la opinión de HAURIOU cuando aquél dice que "la situación reglamentaria obedece a dos
principios [...] el servicio público deberá ser mejorado por nuevas reglamentaciones [...] En suma, los usuarios [...] no
deben sufrir las consecuencias que pudieran derivar del hecho de que el servicio haya sido concedido; el servicio debe
conservar su flexibilidad institucional."
En igual sentido expresa más recientemente MARIENHOFF que "Todo lo atinente a la «organización» o al
«funcionamiento» del servicio público puede ser modificado en cualquier momento por el Estado. Es éste un «principio»
establecido «ab - initio» por los constructores de la teoría del servicio público.
La audiencia pública
Es conocido que la audiencia pública previa a modificaciones tarifarias o aprobación de grandes proyectos, exigida por
las leyes regulatorias existentes, ya se considera hoy en día un principio constitucional cuyo incumplimiento, o defectuoso
cumplimiento, afecta la validez del acto que se dicte con su omisión o en su consecuencia. La doctrina y la jurisprudencia
se han inclinado por compartir los principios señeros establecidos por el régimen de audiencias públicas del ENRE, Ente
Nacional Regulador de la Electricidad.
Amparo
El art. 43 de la Constitución nacional prevé la acción de amparo para la defensa de estos derechos de los usuarios y
consumidores y de los derechos de incidencia colectiva en general. "Toda persona puede interponer acción expedita y
rápida de amparo, siempre que no exista otro medio judicial más idóneo, contra todo acto u omisión de autoridades
públicas o de particulares, que en forma actual o inminente lesione, restrinja, altere o amenace, con arbitrariedad o
ilegalidad manifiesta, derechos y garantías reconocidos por esta Constitución, un tratado o una ley. En el caso, el juez
podrá declarar la inconstitucionalidad de la norma en que se funde el acto u omisión lesiva." "Podrán interponer esta
acción contra cualquier forma de discriminación y en lo relativo a los derechos que protegen al ambiente, a la
competencia, al usuario y al consumidor, así como a los derechos de incidencia colectiva en general, el afectado, el
defensor del pueblo y las asociaciones que propendan a esos fines, registradas conforme a la ley, la que determinará los
requisitos y formas de su organización."