Sistemas de partidos, legitimidad y responsabilidad
Los sistemas de partidos pueden contribuir a hacer posible la democracia ayudando a
establecer la legitimidad. Cuando una democracia goza de legitimidad, los problemas que inevitablemente encaran todos los gobiernos son más fáciles de enfrentar y no suscitarán tan fácilmente crisis imposibles de resolver. La legitimidad democrática descansa en reivindicaciones que no pueden avanzarse sin partidos y sin elecciones. Las elecciones deben ser justas y deben ser el medio para constituir gobiernos»; en este sentido la participación popular es decisiva. Los partidos otorgan a la gente un canal para la participación política, estableciendo un vínculo entre la ciudadanía y el gobierno. Los sistemas de partidos institucionalizados son importantes para la generación de legitimidad, pues ayudan a estructurar para los ciudadanos opciones relativas a qué tipo de líderes desean. La democracia confiere a los ciudadanos una oportunidad institucionalizada, regular y no-violenta (elecciones) para reemplazar a los líderes políticos y a los representantes. En democracias con sistemas de partidos institucionalizados, los partidos determinan más activamente las preferencias políticas que en el caso de sistemas incipientes. Cuando un sistema de partidos es menos institucionalizado, resulta difícil deslindar responsabilidades. Si las elecciones son antes que nada competencias personalistas, los individuos sufragan por líderes personales más que sobre la base de un perfil de partido. Los problemas de la responsabilidad política en ausencia de un sistema de partidos institucionalizado han sido evidentes en Bolivia, Brasil, Ecuador y Perú. Sistemas de partidos y gobernabilidad Un sistema de partidos razonablemente institucionalizado facilita el gobernar y la gobernabilidad. Los sistemas de partidos institucionalizados pueden ayudar a controlar y contener el conflicto, desviándolo hacia canales electorales y legislativos. Los sistemas de partidos institucionalizados también facilitan la gobernabilidad porque los lazos entre el ejecutivo, los legisladores y los dirigentes partidistas son generalmente más fuertes que en los casos de sistemas de partidos incipientes. Los problemas de gobernabilidad en democracias con sistemas de partidos incipientes han sido más que claros en Brasil, Ecuador, Perú y, también, Bolivia, durante la mayor parte de la década de los ochenta. La existencia de un sistema de partidos institucionalizado generalmente reduce la incidencia de la corrupción y, al hacerlo, contribuye a tornar más efectivo al gobierno. Inversamente, la corrupción se ve facilitada por la ausencia de un sistema de partidos institucionalizado porque los mecanismos de control y regulación se hallan menos desarrollados. Sistemas de partidos incipiente e incertidumbre
En democracias, con instituciones democráticas débiles, la incertidumbre es mucho más
abundante. Allí donde los partidos están institucionalizados, existe un grado considerable de certidumbre relativa a la política democrática. Si bien existe una incertidumbre inherente en la política democrática, un exceso de incertidumbre es una desventaja. Hay un efecto interactivo: la estabilidad democrática alienta la institucionalización de un sistema de partidos; un sistema de partidos institucionalizado hace más probable que emerja una democracia estable.