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En el concurso la búsqueda de un nuevo coche tras las puertas, el jugador elige inicialmente la
puerta 1. El presentador le abre la puerta 3, le revela que hay una cabra y le ofrece la posibilidad de
elegir la puerta 2 en vez de la 1.
Índice
[ocultar]
1La premisa
o 1.1La premisa original
o 1.2La premisa completa
2La solución
o 2.1Suposiciones iniciales
o 2.2Un estudio probabilístico
o 2.3¿Por qué sucede esto?
3¿Por qué solemos equivocarnos?
4Explicación matemática
o 4.1Ejemplo con tres puertas
o 4.2Ejemplo con 100 puertas
5Explicaciones alternativas
o 5.1El problema con las 100 puertas
o 5.2Imaginar que el presentador es otro concursante
o 5.3Una explicación gráfica
6Otra explicación gráfica e intuitiva: sobres y cajas
7Curiosidades
8Referencias
9Véase también
10Enlaces externos
La premisa[editar]
El concursante debe elegir una puerta entre tres (todas cerradas); el premio consiste en
llevarse lo que se encuentra detrás de la elegida. Se sabe con certeza que tras una de
ellas se oculta un automóvil, y tras las otras dos hay cabras. Una vez que el concursante
haya elegido una puerta y comunicado su elección a los presentes, el presentador, que
sabe lo que hay detrás de cada puerta, abrirá una de las otras dos en la que haya una
cabra. A continuación, le da la opción al concursante de cambiar, si lo desea, de puerta
(tiene dos opciones). ¿Debe el concursante mantener su elección original o escoger la otra
puerta? ¿Hay alguna diferencia?
Esa pregunta generó un intenso debate. Como la respuesta correcta parece contradecir la
intuición, es aparentemente una paradoja.
La premisa original[editar]
A continuación se expone el enunciado más famoso del problema, extraído de una
carta [1] de Craig F. Whitaker a la columna de Marilyn vos Savant en Parade Magazine en
1990 (como la citan Bohl, Liberatore y Nydick).
Supón que estás en un concurso, y se te ofrece escoger entre tres puertas: detrás
de una de ellas hay un coche, y detrás de las otras, cabras. Escoges una puerta,
digamos la nº1, y el presentador, que sabe lo que hay detrás de las puertas, abre
otra, digamos la nº3, que contiene una cabra. Entonces te pregunta: "¿No prefieres
escoger la nº2?". ¿Es mejor para ti cambiar tu elección?
En la carta posterior de Selvin a American Statistician (agosto de 1975) aparece la que
parece ser la primera mención del término "problema de Monty Hall".
Un problema análogo denominado "problema de los tres prisioneros" apareció en la
columna Mathematical Games, de Martin Gardner, en 1959. La versión de Gardner
hace el proceso de elección explícito, evitando las suposiciones de la versión original.
Una forma de visualizar la mejor estrategia, si cambiar o no, es observar que la
frecuencia de veces en que el vehículo esté en la primera puerta elegida es 1 de cada
3 y de que esté en alguna de las otras dos no elegidas, es 2 de cada 3.
La frecuencia de veces que el vehículo esté en la primera puerta no cambia cuando el
presentador indica, de las 2 puertas no elegidas, cuál tiene la cabra. Entonces la
frecuencia de cambiar es ganadora 2 de cada 3 veces, mientras que la de no cambiar
es ganadora 1 de cada 3 veces.
La premisa completa[editar]
Se ofrece un concurso cuya mecánica es la siguiente:
La solución[editar]
Suposiciones iniciales[editar]
Esta solución se basa en tres suposiciones básicas:
Explicación matemática[editar]
Si utilizamos como ejemplo el concurso de las tres puertas y la cabra, el problema se
visualiza así:
Se puede explicar fácilmente con una simple ecuación matemática, donde hay que
saber el número total de puertas, cuántas se eligen al principio y en cuántas se ha
enseñado que no está el coche.
donde:
se pueden partir), y .
son del .
Ejemplo con tres puertas[editar]
La probabilidad sería:
Explicaciones alternativas[editar]
El problema con las 100 puertas[editar]
Una forma más clara de verlo es replantear el problema.
Si en lugar de haber sólo tres puertas hubiese 100, y tras
la elección original el presentador abriese 98 de las
restantes para mostrar que tras de ellas hay cabras. Si no
cambiase su elección, ganaría el coche sólo si lo ha
escogido originalmente (1 de cada 100 veces); mientras
que si la cambia siempre, ganaría cada vez que no lo
haya escogido originalmente, o sea, 99 de cada 100
veces. Si en un juego particular la puerta correcta fuese la
30, por poner un ejemplo, tenemos los siguientes casos:
1- El concursante elige la puerta 1. El presentador
revela todas menos la 1 y la 30. Se gana
cambiando.
2- El concursante elige la puerta 2. El presentador
revela todas menos la 2 y la 30. Se gana
cambiando.
3- El concursante elige la puerta 3. El presentador
revela todas menos la 3 y la 30. Se gana
cambiando.
...
98- El concursante elige la puerta 98. El
presentador revela todas menos la 98 y la 30. Se
gana cambiando.
99- El concursante elige la puerta 99. El
presentador revela todas menos la 99 y la 30. Se
gana cambiando.
100- El concursante elige la puerta 100. El
presentador revela todas menos la 100 y la 30. Se
gana cambiando.
La única manera de ganar manteniendo la elección inicial
es si al principio el concursante eligió la puerta 30. Esto
es, debe haber acertado la correcta teniendo 100
posibilidades.
Imaginar que el presentador es otro
concursante[editar]
Dado que desde el punto de vista del presentador,
seleccionar la puerta que debe abrir entre las dos
restantes es lo mismo que seleccionar la puerta que no
debe abrir, a éste puede imaginársele como otro
concursante y la puerta que deja cerrada es su elección.
A diferencia del primer participante, él tiene la ventaja de
conocer el contenido de cada una de las puertas. Si fuera
el primero en escoger, sería libre de elegir siempre la
puerta del carro, por lo que podría ganarlo el 100% de las
veces. Pero tiene el inconveniente de que otro
concursante va a seleccionar primero, y luego él tiene que
escoger una que no haya sido la puerta del primero. Si el
primer concursante elige la puerta del carro, lo cual ocurre
1/3 de las veces, el presentador sólo podrá escoger una
puerta con una cabra, pero si el primero falla, lo cual
ocurre en los 2/3 restantes, el presentador ganará.
Decidir cambiar es equivalente a apostar por que ganó el
presentador, es decir, por el concursante que conocía los
contenidos, y decidir no cambiar es equivalente a apostar
por el concursante que hizo una selección al azar. Un
concursante tiene ventaja sobre el otro. De este modo, se
aprecia que la segunda elección en el problema de Monty
Hall no es una decisión aleatoria entre dos puertas
indistinguibles, en cuyo caso las probabilidades sí serían
del 50%. En este caso tenemos dos posiciones bien
diferenciadas: puerta de cambiar y puerta de no cambiar.
El hecho de que el carro se encuentre en una o en otra
depende de dos eventos con distinta probabilidad. Estará
en la puerta de no cambiar si y sólo si al principio se
acertó (1/3), y estará en la otra si y sólo si al principio se
falló (2/3).
Una explicación gráfica[editar]
Por si no se ve claro, aquí va una explicación gráfica:
Tenemos tres cajas:
([?]) vs ([?][?]) ahora hay dos grupos: la caja que se
escogió (con probabilidad 1/3 y el grupo de las otras dos
cajas (con probabilidad 2/3).
([?]) vs ([?][?]) = 1/3 vs (1/3,1/3)
Se descubre una cabra del grupo de las dos cajas.
([?]) vs ([B][?]) = x vs (0,1-x)
Curiosidades[editar]
En el capítulo 200 (9x18) de la temporada 9 de la
serie Los Cazadores de Mitos titulado "La rueda de la
mitofortuna" estudian el problema de Monty Hall.
En un episodio de la serie Friends, Chandler Bing hace
referencia a Monty Hall en la cena previa a la boda
de Ross Geller y Emily Waltham, cuando hace lo que él
llama un "brindicito".
En el capítulo 101 del libro El curioso incidente del perro a
medianoche (2003), Christopher recurre al problema de
Monty Hall para demostrar que la intuición puede hacer
que nos equivoquemos, mientras que la lógica puede
ayudarnos a deducir la respuesta correcta.
En la película 21 blackjack (2008), durante una clase de
matemática avanzada, el profesor Mickey Rosa (Kevin
Spacey) desafía a Ben Campbell (Jim Sturgess) a que
descifre un problema acerca de tres puertas con cambios
variables (problema de Monty Hall); éste lo resuelve con
éxito.
También se describe esta paradoja en el capítulo 15 de la
novela Operación Dulce de Ian McEwan.
En el episodio octavo de la cuarta temporada de Brooklyn
Nine-Nine también los personajes tienen que resolver
esta paradoja.