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La demanda de energía eléctrica de una ciudad, región o país tiene una variación a lo
largo del día. Esta variación es función de muchos factores, entre los que destacan: tipos
de industrias existentes en la zona y turnos que realizan en su producción, climatología
extremas de frío o calor, tipo de electrodomésticos que se utilizan más frecuentemente,
tipo de calentador de agua que haya instalado en los hogares, la estación del año y la
hora del día en que se considera la demanda. La generación de energía eléctrica debe
seguir la curva de demanda y, a medida que aumenta la potencia demandada, se debe
incrementar la potencia suministrada. Esto conlleva el tener que iniciar la generación con
unidades adicionales, ubicadas en la misma central o en centrales reservadas para estos
períodos. En general los sistemas de generación se diferencian por el periodo del ciclo
en el que está planificado que sean utilizados; se consideran de base la nuclear y la
eólica, de valle la termoeléctrica de combustibles fósiles, y de pico la hidroeléctrica
principalmente (los combustibles fósiles y la hidroeléctrica también pueden usarse como
base si es necesario).
Las centrales térmicas que convierten la energía térmica producida por la ignición de un
combustible a energía mecánica mediante el uso de una turbina de vapor se denominan
centrales de ciclo convencional. Su funcionamiento está basado en el ciclo
termodinámico Rankine de potencia para agua-vapor. El ciclo Rankine refleja el
comportamiento de un sistema formado por cuatro unidades donde se aplican cuatro
procesos al fluido de trabajo.
En las centrales térmicas de vapor se utilizan como máquinas motrices las máquinas de
vapor, o las turbinas de vapor o, en algunos casos, ambos tipos de máquinas; además
de accionar los generadores eléctricos principales, en las centrales térmicas de vapor,
también se utilizan las máquinas anteriormente citadas, para el accionamiento de
equipos auxiliares, tales como bombas, hogares mecánicos, ventiladores, excitatrices,
etc. El vapor necesario para el funcionamiento de las máquinas motrices, se produce en
calderas, quemando combustible en los hogares que forman parte integrante de las
propias calderas; desde éstas, el vapor se conduce por medio de canalizaciones hasta
las máquinas o las turbinas de vapor.
Circuito de combustible
La vaporización del agua se realiza en la caldera que es, un depósito de agua que se
calienta hasta que el agua se convierte en vapor. Como el vapor, a la salida de la caldera,
contiene todavía partículas líquidas, se le convierte en vapor recalentado haciéndole
pasar por el circuito secundario de uno o más recalentadores primarios, situados en la
trayectoria de los gases de combustión.
Desde la caldera (o desde los recalentadores si los hubiere) el vapor a presión y a alta
temperatura, se conduce hasta la turbina o hasta la máquina de vapor, donde se
expansiona produciendo energía mecánica. En las turbinas modernas se realizan
extracciones de vapor, conduciéndolo de nuevo hacia los recalentadores secundarios de
la caldera donde el vapor sufre nuevos recalentamientos para ser posteriormente
introducido en los siguientes cuerpos de las turbinas o en otras turbinas independientes.
En las turbinas también se realizan extracciones de vapor que se conducen a los circuitos
primarios de los precalentadores del agua de alimentación, para calentar ésta.
Como una central térmica de vapor tiene tanto mejor rendimiento cuanto más frío esté el
vapor de escape, a la salida de la turbina, el vapor se hace pasar por un condensador
que no es más que un dispositivo de refrigeración donde el vapor se condensa y se
transforma nuevamente en agua; la condensación se realiza introduciendo agua fría a
presión en el condensador, a la que se obliga a circular por unos serpentines de
refrigeración.
Requiere fuel-oil como materia prima principal, pero se combina con la combustión de
gas natural en cantidades variables. Al tratarse de un hidrocarburo líquido, presenta las
ventajas de que la manipulación de la materia prima antes de quemarse es más simple
que la de otras tecnologías, además de que no contiene ningún tipo de ceniza inerte y
por tanto no se desperdiciará energía en calentar el sólido. El proceso consiste en
bombear el fuel-oil a una presión por encima de los 20 bar para transportarlo hasta los
quemadores, que se encuentran en los laterales de la caldera. Dependiendo de la
composición de fuel-oil, puede ser necesario un precalentamiento para reducir la
viscosidad y que la atomización se produzca en las mejores condiciones.
La caldera requerida, ver Figura 1-VIII, trabaja a menos presiones y la superficie termo-
intercambiadora de calor se maximiza mediante el empleo de tubos de gran longitud poco
espaciados entre sí. La potencia obtenida no es tan alta como para otro tipo de calderas
–como las radiantes, utilizadas para quemar carbónya que se trata de una tecnología
aplicada para usarse en calderas de menor tamaño y menor producción energética.
(Gilchrist, 1969).
Para un ciclo convencional que utilice fuel-oil y gas, los rendimientos térmicos obtenidos
son algo más altos que para una tecnología PCC o lecho fluidizado, alcanzado una
eficiencia del orden del 39%. Casi todas las pérdidas de eficiencia se concentran en los
humos liberados de la caldera, casi el 60%, lo que implica una contaminación térmica a
la atmósfera fuerte. Sin embargo, la utilización de gas natural como combustible principal
contribuye a la limpieza de la atmósfera, no siendo tan perjudicial como el uso de carbón.
(Rizhkin, 1980).