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LA JOMA. CALIFORNIA

Proceedings of a Workshop on
Development of Mineral, Energy, and
Water Resources and Mitigation of
Geologic Hazards in Central America

Curso de Acción de un taller sobre

Desarrollo de Recursos Minerals,
Energía, y Agua y Mitigación de Riesgos
Geológicos en Centroamerica

Prepared in cooperation with the U.S.

Agency for International Development

Preparado con la cooperación de la

Agenda para el Desarrollo Internacional

DEPOSITORY ITEM

FEB 1 9 1988
Proceedings of a Workshop on
Development of Mineral, Energy, and
Water Resources and Mitigation of
Geologic Hazards in Central America

Edited by Richard D. Krushensky, Simon M. Cargill, and Gary L. Raines

Curso de Acción de un taller sobre

Desarrollo de Recursos Minerales,
Energía, y Agua y Mitigación de Riesgos
Geológicos en Centroamerica

Redactado por Richard D. Krushensky, Simon M. Cargill, y Gary L. Raines

U.S. GEOLOGICAL SURVEY CIRCULAR 1006

Prepared in cooperation with the U.S.

Agency for Internationa/ Development

A workshop concerning needs and

opportunities for resource development

Preparado con la cooperación de la Agenda

para el Desarrollo Internacional

Un taller concerniente a las necesidades y

oportunidades para el desarrollo de recursos
DEPARTMENT OF THE INTERIOR
DONALD PAUL HODEL, Secretary

U.S. GEOLOGICAL SURVEY

Dallas L. Peck, Director

Any trade names in this publication are

used for descriptive purposes only and do
not constitute endorsement by the U.S.
Geological Survey.

UNITED STATES GOVERNMENT PRINTING OFFICE : 1987

Free on application to the Books and Open-File Reports Section,

U.S. Geological Survey, Federal Center, Box 25425, Denver, CO 80225

Library of Congress Cataloging In Publication Data

Development of mineral, energy, and water resources and
mitigation of geologic hazards in Central America.
(U.S. Geological Survey circular ; 1006)
English and Spanish.
"Prepared in cooperation with the U.S. Agency for
International Development."
Supt. of Docs, no.: I 19.4/2:1006
1. Mines and mineral resources— Central America-
Congresses. 2. Geology— Central America-
Congresses. 3. Hydrology— Central America—
Congresses.
I. Krushensky, R.D. II. Cargill, Simon M. III. Raines,
Gary L. IV. United States. Agency for International
Development. V. Title: Desarrollo de recursos
minerales, energía, y agua y mitigación de riesgos
geológicos. VI. Series.
TN30.D48 1988 553'.09728 87-600167
CONTENTS

INDICE

Introduction 1
Objectives 1
Participants 1
Specific subjects discussed 1
Agenda 2
Introducción 5
Objetivos 5
Participantes 5
Sujetos específicos 5
Agenda 6
Geological Situation in Guatemala, by Oscar Salazar 9
Situación Geológica en Guatemala, por Oscar Salazar 11
Current Geological Situation in El Salvador, by Ricardo Burgos 13
Situación Actual de la Geología en El Salvador, por Ricardo Burgos 19
Current Geological Situation in Honduras, by Carlo Hugo Rivera 25
Situación Actual de la Geología en Honduras, por Carlo Hugo Rivera 28
Use of Water, Energy, and Mineral Resources and the Reduction of Geologic Risks
in Panama, by Jose Saenz 31
Aprovechamiento de los Recursos Hidrológicos, Energéticos, y Minerales y la
Disminución de los Riesgos Geológicos en Panama, por Jose Saenz 33
Present Geological Situation in Costa Rica, by Rolando Castillo 35
Situación Actual de la Geología en Costa Rica, por Rolando Castillo 45
Report on Geological Work in Belize, by Prasada Rao and Clinton Gardiner 56
Reporte sobre el Trabajo Geológico Realizado en Belice, por Prasada Rao y
Clinton Gardiner 58
The Interamerican Development Bank and the Development of Minerals and Fossil
Fuels in Central America, by Bernardo F. Grossling 61
El Banco Interamericano de Desarrollo y el Desarrollo de Minerales y Recursos
Energéticos en America Central, por Bernardo F. Grossling 63
An Integrated Program of Energy and Mineral Resources Support for Central
America, by Ronald K. Lohrding and John T. Whetten 65
Programa de Asesoramiento Integrado de Recursos Minerales y Energéticos para
América Central, por Ronald K. Lohrding y John T. Whetten 67
Developing a Comprehensive Data Base for Mineral-Resource Planning and
Development in Central America, by Byron R. Berger, Dennis P. Cox, James E.
Case, Donald A. Singer, Carroll A. Hodges, John P. Albers, and Roger P.
Ashley 69
Creación de una Base de Datos Completos para el Planeamiento y Desarrollo de
Recursos Minerales en América Central, por Byron R. Berger, Dennis P. Cox,
James E. Case, Donald A. Singer, Carroll A. Hodges, John P. Albers, y Roger P.
Ashley 83
Coal Resource Assessment in Central America, by Edwin R. Landis 98

Contents III
 Evaluación de Recursos Carboníferos en América Central, por Edwin R.
Landis 100
Offshore Resources, by N. Terence Edgar 102
Recursos de Aguas Afuera, por N. Terence Edgar 104
Minerals and Agriculture in Central America, by Thomas D. Fouch, James B.
Cathcart, Richard A. Sheppard, and David Z. Piper 106
Los Minerales y la Agricultura en América Central, por Thomas D. Fouch, James
B. Cathcart, Richard A. Sheppard, y David Z. Piper 109
Geothermal Resource Assessment for Central America, by Wendell A.
Duffield 113
La Evaluación de Recursos Geotérmicos en Centroamérica, por Wendell A.
Duffield 114
Selecting a Strategy for Reducing Landslide Losses, by Russell H. Campbell 115
Selección de Una Estrategia para Reducir las Pérdidas por Derrumbes, por Russell
H.Campbell 118
Volcano Hazards in Central America, by Wendell A. Duffield 122
Riesgos Volcánicos en Centroamérica, por Wendell A. Duffield 123
USGS Cooperative Earthquake Hazard-Reduction Programs in Central America:
A Review, Some Significant Results, and Recommendations, by Randall A.
White 124
Programas Cooperativos del Servicio Geológico de los Estados Unidos para
Reducción de Riesgos por Terremotos en Centroamérica: Una Revisión,
Algunos Resultados Significativos, y Recomendaciones, por Randall A.
White 129
The Bureau of Mines— Functions and Capabilities, by Harold J. Bennett 134
Oficina de Minas— Funciones y Aptitudes, por Harold J. Bennett 137
Management and Development of Surface and Ground Waters, by Ferdinand
Quiñones Márquez 140
El Manejo y Desarrollo de las Aguas Superficiales y Subterráneas, por Ferdinand
Quiñones Márquez 150
Water Resources Development—The Experience of the U.S. Bureau of
Reclamation, by.Richard H. Ives 160
Desarrollo de los Recursos Hídricos— Experiencia de la Oficina de Recuperación
de los Estados Unidos, por Richard H. Ivés 162
Regional Geological Framework Studies—A Necessary Foundation for Resource
Development Programs, by Robert C. McDowell 165
Estudios Regionales de la Estructura Geológica— Una Base Necesaria para los
Programas de Desarrollo de Recursos, por Robert C. McDowell 167
Library Resources, Information Management, and National Earth-Science
Programs, by George Goodwin 170
Recursos para Biblioteca, Manejo de Información, y Programas Nacionales de las
Ciencias de la Tierra, por George Goodwin 172
Precious-Metal Deposits in Volcanic Terranes, by Roger P. Ashley and Byron R.
Berger 174
Depósitos de Metales Preciosos en Terrenos Volcánicos, por Roger P. Ashley y
Byron R. Berger 183
Deposit Models in Resource Assessment and Mineral Exploration, by Dennis P. Cox
and Donald A. Singer 192
Modelos de Yacimientos en Distribución de Recursos y Exploración Mineral, por
Dennis P. Cox y Donald A. Singer 194
The Application of Electrical Geophysical Methods to Resource Assessment in the
Tropics, by Donald B. Hoover 196
La Aplicación de los Métodos Geofísicos Eléctricos en la Evaluación de los
Recursos en los Trópicos, por Donald B. Hoover 200

IV Content*
Geochemical Exploration for Mineral Resources in Tropical Environments of
Central America and the Caribbean, by Sherman P. Marsh 205
Exploración Geoquímica de Recursos Minerales en los Ambientes Tropicales de
Centroamérica y el Caribe, por Sherman P. Marsh 210
Expert Systems Research in Regional Resource Evaluation: Experiences in the
Application of Microcomputer Technologies, by Richard B. McCammon 216
Sistemas Idóneos de Investigación en Recursos de Evaluación Regional:
Experiencias en la Aplicación de Tecnologías Microcomputarizadas, por Richard
B. McCammon 217
Current Geobotanical Remote-Sensing Techniques for Humid Regions, by Nancy
Milton 218
Técnicas Geobotánicas Actuales de Percepción a Distancia para Regiones
Húmedas, por Nancy Milton 223
Discussion Group 1: The Role of Geologic Framework Studies in a National
Earth-Science Program 228
Grupo de Discusión 1: El Papel que Desempeñan los Estudios de Estructura
Geológica en un Programa Nacional de Ciencias de la Tierra 230
Discussion Group 2: Geologic Hazards 232
Grupo de Discusión 2: Peligros Geológicos 236
Discussion Group 3: Water-Resource Management 240
Grupo de Discusión 3: Manejo de Recursos de Agua 242
Discussion Group 4: Mineral Resource Assessment 244
Grupo de Discusión 4: Asesoría de Recursos Minerales 246
Discussion Group 5: Regional-Resource Assessment 248
Grupo de Discusión 5: Asesoramiento de Recursos Regionales 249
Discussion Group 6: The Future of Exploration in Central America 250
Grupo de Discusión 6: El Futuro de la Exploración en Centroamérica 252
Discussion Group 7: Training, Technology Transfer, and Information
Management 254
Grupo de Discusión 7: Entrenamiento, Transferencia de Tecnología y el Manejo
de Información 256
ICAITIs Role as a Regional Geological Center, by Gabriel Dengo 258
Función del ICAITI como Organismo Geológico Regional, por Gabriel Dengo 261
Conclusions 264
Conclusiones 265
Invited Participants 266
Participantes Invitados 266

Contents V
Development of Mineral, Energy, and Water Resources

and Mitigation of Geologic Hazards in Central America:

A Workshop Concerning Needs and Opportunities for

Resource Development

Edited by Richard D. Krushensky, Simon M. Cargill, and Gary L. Raines

INTRODUCTION

A meeting entitled, "Development of Mineral,
Energy, and Water Resources and the Mitigation of
Geologic Hazards in Central America: A Workshop
Concerning Needs and Opportunities for Resource
Development," was convened by the U.S. Geological
Survey (USGS) in Antigua, Guatemala, April 21-27,
1985. Funding was provided by the U.S. Agency for
International Development (USAID) and the U.S.
Department of the Interior; the USGS was assisted by the
Instituto Centroamericano de Investigacion y Technologia
Industrial (ICAITI). Contributions to the workshop were
translated by ICAITI staff and supplemental translations
were made by Mrs. Amalia Guerriero, USGS.
OBJECTIVES
The workshop was conducted under the assumption
that, in order to be effective, contributions to the eco
nomic self-sufficiency of the nations of Central America,
and possibly to the political stability of the region, must
reduce the problems related to balance of payments in the
region, substitute local for imported commodities, aug
ment the availability of local jobs, increase the efficiency
of agricultural production, and transfer technology, so
that local scientists can conduct future geoscience work
without dependence on outside assistance. The workshop
was designed to solicit the opinions of Central American
experts both as to the state of geoscience development in
each of the participating countries and as to priorities for
resource development and hazards mitigation in the region
and in each country.
Objectives of the workshop were to make an initial
assessment of the nature, scope, and availability of earth-
and water-resource data; to identify the potential for
geologic hazards in the region; to identify opportunities
for resource development and hazards mitigation; to
identify those factors that might inhibit resource develop
ment; and to identify those programs needed to further
appropriate development.
PARTICIPANTS
Participants at the workshop included representa
tives from Belizean, Guatemalan, Honduran, Salvadoran,
Costa Rican, and Panamanian governmental agencies
concerned with earth and water resources and geologic
hazards, officials of the Inter-American Development
Bank (IDB), specialists in resource development and
geologic hazards from the USGS, U.S. Bureau of Mines,
U.S. Bureau of Reclamation, the Los Alamos National
Laboratory, and interested persons from the private and
academic sectors.
SPECIFIC SUBJECTS DISCUSSED
Specific subjects discussed during the workshop
included:
o Assessment of present knowledge of the basic geo
logic framework; mineral, energy, and water
resources; and geologic hazards for each of the
participating Central American countries.
0 Examination of new technologies that could be
used to identify, explore, and exploit new or already

Introduction 1
 known mineral, energy, and water resources and to
mitigate hazards.
Discussion of new concepts for discovery and devel
opment of various mineral and energy commodi
ties.
Examination of the potential and need for develop
ment of energy resources such as coal, oil, gas,
geothermal power, and hydropower.
Review of the means to predict and mitigate geo
logic and hydrologic disasters.
Assessment of the availability and skills levels of
personnel trained in the earth sciences, and the
needs for further training.
The workshop met in plenary session for 2 days,
during which time Central American representatives pre
sented assessments of the state of and need for mineral-,
energy-, and water-resource development and hazards
mitigation in each of their countries and other partici
pants presented topical papers on a large variety of
subjects related to resource development and hazard
mitigation.

AGENDA
Monday, April 22, 1985
0800-0900 Registration
0900-1030 Inaugural Ceremony
1030-1100 Coffee Break
Moderator: Richard D. Krushensky
1100-1130 The Situation in Guatemala Oscar Salazar (Instituto Geográfico Militar)
1130-1200 The Situation in El Salvador Ricardo Burgos (Centro de Investigaciones
Geotecnicas)
1200-1230 The Situation in Honduras Carlo Hugo Rivera (Dirección General de Minas
e Hidrocarburos)
1230-1300 The Situation in Panama Jose Saenz (Instituto de Geociencias)
1300-1430 Lunch— The Transfer of Technology, Its Gregorio Escalante (Independent Consultant)
Potential Benefits
1430-1500 The Situation in Costa Rica Rolando Castillo (Escuela Centroamericana
de Geología)
1500-1530 The Situation in Belize Prasada Rao (Ministry of Natural Resources)
1530-1600 Coffee Break
1600-1630 The IDB and the Development of Minerals and Bernardo F. Grossling (Interamerican
Fossil Fuels in Central America Development Bank)
1630-1730 An Integrated Program of Mineral and Energy Ronald K. Lohrding, (Los Alamos National
Resources for Central America Laboratory)
Tuesday, April 23
Moderator: Gregorio Escalante
0800-0900 Developing a Comprehensive Data Base for Byron R. Berger (USGS)
Mineral Resource Planning and Development
in Central America
0900-0930 Coal Resource Assessment in Central America Edwin R. Landis (USGS)
0930-1000 Coffee Break
1000-1030 Offshore Resources N. Terence Edgar (USGS)
1030-1100 Minerals and Agriculture in Central America Thomas D. Fouch (USGS)
1100-1130 Geothermal Resource Assessment for Central Wendell A. Duffield (USGS)
America
1130-1200 Selecting A Strategy for Reducing Landslide Russell H. Campbell (USGS)
Losses
1200-1230 Volcanic Risks in Central America Wendell A. Duffield (USGS)
1230-1300 USGS Cooperative Hazard-Reduction Randall A. White (USGS)
Programs in Central America
1300-1400 Lunch
1400-1430 An Integrated Program of Energy and Mineral Ronald K. Lohrding (Los Alamos National
Resources in Central America Laboratory)
1430-1500 The Bureau of Mines: Functions and Harold J. Bennett (U.S. Bureau of Mines)
Capabilities
1500-1530 Coffee Break
1530-1600 Management and Development of Surface and Ferdinand Quiñones M. (USGS)
Ground Water
1600-1630 Water Resources Development: The Bureau of Richard H. Ives (Bureau of Reclamation)
Reclamation Experience

2 Mineral, Energy, and Water Resources and Geologic Hazard*, Central America
1630-1700 Regional Geologic Framework Studies: A Robert C. McDowell (USGS)
Necessary Foundation for Resource
Development Programs
1700-1730 Library Resources, Information Management, George Goodwin, Jr. (USGS)
and National Earth-Science Programs
Informal Paper
1930-2000 Hydrology in Central America Luis Garcia (Comitd Regional de Recursos
Hidraulicos de Amdrica Central)
Wednesday, April 24
0800-0830 Organization of the Discussion Groups Gabriel Dengo (ICAITD
0830-1200 Poster Sessions U.S. Department of the Interior-Los Alamos
National Laboratory participants
1200-1330 Lunch
1330-1700 Continuation of Poster Session Informal Papers
1930-2000 The Eruption of El Chichon 1982: Experience Wendell A. Duffield (USGS)
in Risk and Evaluation of Resources
2000-2300 Recent Microseismicity and Hazards Mitigation Randall A. White (USGS)
Studies in Central America
Thursday, April 25
0800-1300 Discussion Groups Meet
1300-1430 Lunch
1430-1730 Discussion Groups Meet
Informal Paper
1930-2000 Geological Problems in the Tunnels of the Rodolfo Alvarado (Hydroelectric Study of the
Chixoy Hydroelectric Project, Guatemala Usumacinta)
Friday, April 26
0800-1200 Preparation of Discussion Group Reports
1200-1330 Lunch
1330-1730 Plenary Session for Discussion Group Reports
1730-1800 The Function of ICAITI as a Regional Gabriel Dengo (ICATTI)
Organization
1800-1815 Closing Comment Francisco Aguirre (ICAITI)
Saturday, April 27
Departure of the Participants

Abstracts, in both Spanish and English, summarize of Microcomputer Technology, by Richard B.

the presentations noted in the agenda and are included in
this report as a record of the proceedings. Informal
papers, for which no abstracts were supplied, are not
included in this report. Poster sessions papers, not listed
in the agenda, but included in this report include the
following:
Deposit Models in Resource Assessment and
Mineral Exploration, by Dennis P. Cox and Donald
A. Singer (USGS)
The Application of Electrical Geophysical
Methods to Resource Assessment in the Tropics, by
Donald B. Hoover (USGS)
Geochemical Exploration for Mineral
Resources in Tropical Environments of Central
America and the Caribbean, by Sherman P. Marsh
(USGS)
Expert Systems Research in Regional
Resource Evaluation: Experiences in the Application
McCammon (USGS)
Current Geobotanical Remote Sensing Tech
niques for Humid Regions, by Nancy Milton (USGS)
Representatives participated in discussion groups
for 2 days to determine regional and local needs and
opportunities for development of indigenous resources.
The groups, each chaired by a Central American repre
sentative, discussed the following topics: Geologic Frame
work Studies, Geologic Hazards, Water-Resource Man
agement, Mineral-Resource Assessment, Regional
Energy-Resources Assessment, Future of Exploration in
Central America, and Training, Technology, and Informa
tion Transfer. Although recommendations of the discus
sion groups varied widely, all agreed upon the following
priorities:
0 Need for training (both for professional growth and
for basic academic instruction) conducted chiefly
within the region and preferably at the Central

Introduction 3
 American School of Geology, University of Costa
Rica;
Utilization of ICAITI as a unique Central Ameri
can center for geoscience and related technology;
and
Centralization, in one institution within each of the
participating Central American countries, of all
geoscience activities.
Summaries of the considerations and recommenda-
tions by each discussion group are included as part of this
report.

4 Mineral, Energy, and Water Resources and Geologic Hazards, Central America
Desarrollo de Recursos Minerales, Energía, y Agua y

Mitigación de Riesgos Geológicos en Centroamerica:

Un Taller Concerniente a las Necesidades y

Oportunidades para el Desarrollo de Recursos.

Redacto por Richard D. Krushensky, Simon M. Cargill, / Gary L. Raines

INTRODUCCION

Un taller denominado "Desarrollo de Recursos
Minerales, Energía, y Agua y Mitigación de Riesgos
Geológicos en Centroamérica: Un Taller Concerniente a
las Necesidades y Oportunidades para el Desarrollo de
Recursos", fue presentado por el U.S. Geological Survey
(USGS) en Antigua, Guatemala, desde el 21 al 27 de abril
de 1985. Los fondos fueron proporcionados por la Agen
cia para el Desarrollo Internacional (USAID), y el USGS
fue apoyado por el Instituto Centroamericano de Invest
igación y Tecnología Industrial (ICAITI). Las contribuci
ones al taller fueron traducidas por el personal de ICAITI
y las traducciones suplementarias por la Sra. Amalia M.
Guerriero del U.S. Geological Survey.
Los objetivos del taller tuvieron como fin hacer una
evaluación del carácter, propósito y disponibilidad de
datos sobre recursos de agua y tierra, identificar el
potencial de riesgos geológicos en la región, identificar
oportunidades para el desarrollo de recursos y mitigación
de riesgos, identificar aquellos factores que pudieran
inhibir el desarrollo de recursos, e identificar aquellos
programas que pudieran favorecer el desarrollo
adecuado.
PARTICIPANTES

Agencias gubernamentales relacionadas con los

OBJETIVOS recursos de agua y tierra y riesgos geológicos de países
tales como Belize, Guatemala, Honduras, El Salvador,
Costa Rica, y Panama estuvieron representadas como así
El taller fue llevado a cabo con la suposición de que
también el Banco Interamericano de Desarrollo, especi
contribuciones a la autosuficiencia económica de las
alistas del U.S. Geological Survey (Servicio Geológico),
naciones de América Central y posiblemente para la
Oficina de Minas (U.S. Bureau of Mines), Oficina de
estabilidad política de la región, para ser eficaz debe
Reclamación (U.S. Bureau of Reclamation), el Labora
reducir los problemas de pagos internacionales en la
torio Nacional de los Alamos (Los Alamos National
región, substituir productos locales por importados,
Laboratory) y el sector privado y académico.
aumentar la disponibilidad de trabajos locales, aumentar
la eficiencia de la producción agrícola, y transferir tecno
logía, de manera que los científicos locales puedan llevar
a cabo trabajos geocientíficos en el futuro sin necesidad SUJETOS ESPECIFICOS
de ayuda exterior. El taller fue diseñado con el propósito
de solicitar opiniones de los expertos centroamericanos
en lo referente al actual desarrollo geocientífico de cada Las siguientes tareas específicas fueron llevadas a
uno de los países participantes y las prioridades para el cabo durante el taller:
desarrollo de recursos y mitigación de riesgos en la región o Evaluación de conocimientos actuales sobre la
y en cada país. estructura geológica, mineral, recursos de energía y

Introducción 5
 agua y riesgos geológicos de cada uno de los países
participantes de Centroamérica.
Estudio de nuevas tecnologías que puedan ser
utilizadas para identificar, explorar, y explotar recur
sos nuevos o conocidos de energía, minerales y
agua, como asi también para la mitigación de
riesgos.
Análisis de conceptos nuevos que puedan afectar el
potencial para el descubrimiento y desarrollo de
varios productos minerales y energéticos.
Estudio del potencial y necesidad para el desarrollo
de recursos energéticos como carbón, petróleo y
gas, fuerza geotérmica e hydroeléctrica.
o Revisión del método para predecir desastres geoló
gicos e hydrológicos y para su mitigación.
o Evaluación de la disponibilidad de personal entrena
do en las ciencias de la tierra, el nivel de habilidad
adquirida y la necesidad de fomentar entrena
miento.
El taller estuvo en sesión plenaria durante dos días
durante los cuales los representantes centroamericanos
presentaron evaluaciones del estado y requisitos para el
desarrollo de recursos minerales, energía y agua y
mitigación de riesgos en cada uno de los países, como así
también la presentación de otros tópicos sobre el desarro
llo de recursos y mitigación de riesgos. Se adjunta la
agenda en español.

AGENDA
Lunes, Abril 22
0800-0900 Registro
0900-1030 Ceremonia Inaugural
1030-1100 Coffee Break
Moderador: Richard D. Kmshensky
1100-1130 Situación en Guatemala Osear Salazar (Instituto Geográfico Militar)
1130-1200 Situación en El Salvador Ricardo Burgos (Centro de Investigaciones
Geotecnicas)
1200-1230 Situación en Honduras Cario Hugo Rivera (Dirección General de Minas y
Hidrocarburos)
1230-1300 Situación en Panamá José Saenz (Instituto de Geociencias)
1300-1430 Almuerzo— Transferencia de Technología, sus Gregorio Escalante (Consultor)
Beneficios
1430-1500 Situación en Costa Rica Rolando Castillo (Escuela Centramericana
de Geología)
1500-1530 Situación en Belize Prasada Rao (Ministry of Natural Resources)
1530-1600 Coffee Break
1600-1630 El BID y el Desarrollo de Minerales y Bernardo Grossling (Banco Interamericano
Recursos Energéticos en América Central de Desarrollo)
1630-1730 Un Programa Integrado de Recursos Minerales Ronald K. Lohrding (los Alamos National
y Energéticos para America Central Laboratory)
Martes, Abril 23
Moderador: Gregorio Escalante
0800-0900 Una "Base de Datos" de Recursos Minerales Byron R. Berger (USGS)
Para la Planificación y desarrollo en
América Central
0900-0930 Evaluación de Recursos de Carbón de America Edwin R. Landis (USGS)
Central
0930-1000 Coffee Break
1000-1030 Evaluación de Recursos Geológicos Marinos N. Terrence Edgar (USGS)
1030-1100 Minerales y Agricultura en América Central Thomas D. Fouch (USGS)
1100-1130 Evaluación de Recursos Geotérmicos en Wendell A. Duffield (USGS)
América Central
1130-1200 La Selección de Estrategias para Reducir Russell H. Campbell (USGS)
Pérdidas por Derrumbes
1200-1230 Riesgo Volcánico en América Central Wendell A. Duffield (USGS)
1230-1300 Programa de Cooperación de USGS para Randall A. White (USGS)
Mitigación de Riesgos Sísmicos en América
Central
1300-1400 Almuerzo
1400-1430 Un Programa Integrado de Energía para Ronald K. Lohrding (Los Alamos National
América Central Laboratory)
1430-1500 Funciones y Capacidad Técnica del U.S. Bureau Harold J. Bennett (U.S. Bureau of Mines)
of Mines

6 Mineral, Energy, and Water Resources and Geologic Hazards, Central America
1500-1530 Coffee Break
1530-1600 Manejo y Desarrollo de las Aguas Ferdinand Quiñones M. (USGS)
Superficiales y Subterráneas
1600-1630 La Experencia del Bureau of Reclamation en Richard H. Ivés (U.S. Bureau of Reclamation)
el Desarrollo de los Recursos Hidráulicos
1630-1700 El Marco Geológico Regional Como una Base Robert C. McDowell (USGS)
Necesaria para Programas de Desarrollo
de los Recursos
1700-1730 Manejo de Información de Recursos en George Goodwin, Jr. (USGS)
Programas Gentílicos Nacionales
Trabajo Informal
1930-2000 Hidrología en América Central Luis García (Comité Regional de Recursos
Hidráulicos de América Central)
Miércoles, Abril 24
0800-0830 Organización de los Grupos de Discusión Gabriel Dengo ÍICAITI)
0830-1200 "Poster Session" Participación del U.S. Department of the Interior
y Los Alamos National Laboratory
1200-1700 Continuación del "Poster Session"
Trabajos Informales
1930-2000 La Erupción del Chichón de 1982^ Experiencia Wendell A. Duffield (USGS)
sobre Riesgos y Evaluación de Recursos
2000-2300 Estudios Recientes en Micro-Sismicidad Randall A. White (USGS)
y Mitigación de Riesgos Geológicos
Jueves, Abril 25
0800-1300 Grupos de Discusión
1300-1430 Almuerzo
1400-1730 Grupos de Discusión
Trabajos Informales
1930-2000 Problemas Geológicos en los Túneles del Rodolfo Alvarado (Estudio Hidroeléctrico del
Proyecto Hidroeléctrico Chixoy, Guatemala Usumacinta)
Hemes, Abril 26
0800-1200 Preparación del Informe
1200-1330 Almuerzo
Moderador: Gabriel Dengo
1300-1730 Sesión plenaria y presentación de los informes de
los Grupos de Discusión
1730-1800 Resumen del Seminario Gabriel Dengo (ICAITI)
1800-1815 Clausura Francisco Aguirre (ICAITI)
Sobado, Abril 27
Salida de los participantes

Extractos en Ingles y Español resumen las presen
taciones mencionadas en la agenda y están incluidos en
este informe como constancia. Documentos informales,
los cuales no fueron suministrados con extractos no están
incluidos en este informe. Documentos "poster session"
que no figuran en la agenda, pero están incluidos en este
documento incluyen lo siguiente:
Depósitos de Metales Preciosos en Terrenos
Volcánicos por Roger P. Ashley and Byron R. Berger
Modelos de Yacimientos en Distribución de
Recursos y Exploración Mineral por Dennis P. Cox y
Donald P. Singer
La Aplicación de los Métodos Geofísicos
Eléctricos en la Evaluación de los Recursos en Los
Trópicos por Donald B. Hoover
Exploración Geoquímica de Recursos Minera
les en los Ambientes Tropicales de Centroamérica y
el Caribe por Sherman P. Marsh
Sistemas Idóneos de Investigación en Recur
sos de Evaluación Regional: Experiencias en la
Aplicación de Tecnologías Microcomputarizadas por
Richard B. McCammon
Técnicas Geobotánicas Actuales de Percep
ción a Distancia para Regiones Húmedas por Nancy
Milton

Introducción 7
 Posteriormente los representates participaron en
grupos donde se llevaron a cabo debates para determinar
oportunidades y requisitos locales para el desarrollo de
recursos autóctonos. Los grupos, los cuales estaban pres
ididos por representantes centroamericanos, incluyeron
temas tales como: Estudios de la Geología Básica,
Riesgos Geológicos, Control de los Recursos de Agua,
Evaluación de los Recursos Minerales, Evaluación de los
Recursos Regionales de Energía, Exploración Futura en
Centroamérica, y Entrenamiento, Tecnología, y Transfer
encia de Información. Aunque las recomendaciones der
8 Mineral, Energy, and Water Resources and Geologic Hazards, Central America
ivadas de las discusiones en grupos fueron sumamente
variadas, todos concordaron en lo siguiente:
o Necesidad de entrenamiento (ambos para el desarro
llo profesional e instrucción básica) para ser llevada
a cabo en la región y preferiblemente en la Escuela
Central de Geología, Universidad de Costa Rica.
o Utilización de ICAITI como el único centro de
América Central relacionado con geociencias y
tecnología.
o Centralizar por medio de un instituto en cada país
las actividades geocientíficas.
GEOLOGICAL SITUATION IN GUATEMALA
By Oscar Salazar1

GOVERNMENTAL INSTITUTIONS National Institute of Seismology, Volcanology, Meteor

ology, and Hydrology
Ministry of Energy and Mines International Atomic Energy Agency
Minerals, petroleum, coal, and new sources of energy Study of Lake Peten with an enlargement of the
National Institute of Seismology, Volcanology, Meteorol study of ground water
ogy, and Hydrology National Institute of Military Geography
Seismology, volcanology, hydrology, and meteorology U.S. Geological Survey
National Institute of Electricity Study of movement on the Motagua Fault
Geothermal studies U.S. Geological Survey and International Geologic
Usumacinta hydroelectric project Correlation Program
National Institute of Military Geography Worldwide comparison of characteristics of major
Geologic maps active faults
U.S. Universities (Rice University, University of
Technical Assistance Programs Texas at Austin, Louisiana State University, Uni
versity of Texas at Arlington, State University
Past
of New York at Binghampton, Dartmouth
Ministry of Energy and Mines
College, University of Washington, University
(1965-1970) United Nations Development Fund
of Missouri at Colombia, University of Pitts
(1976-1978) Japanese Mission to Guatemala
burgh.
(1979-1980) United Nations Development Fund
Circum-Pacific Council for Energy and Mineral
Petroleum Policy and Development
Resources
National Institute of Seismology, Volcanology, Meteor
ology, and Hydrology Geologic map of Central America
In Process
U.S. Geological Survey
Ministry of Energy and Mines
Seismic Risk Program
United Nations Revolving Fund
National Institute of Military Geography
Mineral studies
(1973-1975) U.S. Geological Survey
Taiwan Mission to Guatemala
\folcano Monitoring Program
Nonmetallic mineral studies
(1977-1980) United Nations Development Fund University of Oklahoma
Ground-water study
Topographic leveling in the area of Peten
(1967-1970) German Geologic Survey
National Institute of Seismology, Volcanology, Meteor
Geologic mapping (scale 1:50,000)
ology, and Hydrology
National Institute of Electricity
Japanese Mission to Guatemala
Japanese Mission to Guatemala
Flood control studies
Geothermal studies
U.S. Agency for International Development
Present
Volcanic disaster prevention in the area of El
Ministry of Energy and Mines
Palmar
(1985-1986) United Nations Development Fund
Technical assistance in petroleum geophysics and
geology
HUMAN RESOURCES

1 Inairulo Geográfico Militar. Avenida de las Americas, 5-76, Zona 13, Guatemala,
Existing
Ministry of Energy and Mines

Geological Situation In Guatemala 9

 Directorate of Mining: four geologists, two mining
engineers
Directorate of Hydrocarbons: four geologists, three
geophysicists
National Institute of Military Geography: one geolo
gist
National Institute of Seismology, Volcanology,
Meterology, and Hydrology: two geologists, two
hydrogeologists
National Institute of Electricity: four geologists, one
geophysicist
The scarcity of geoscientists in Guatemala is very
apparent. However, we note that the Ministry of
Energy and Mines, at this time, has approximately
40 students on scholarship in the Americas who
are receiving training in geology, geophysics, and
other related sciences.
PRESENT STATE OF KNOWLEDGE OF THE
GEOLOGICAL SCIENCES
The Institute of Military Geography is charged with
the preparation of the geologic map of Guatemala and
includes, to this time, the following:
10 Mineral, Energy, and Water Resources and Geologic Hazards, Central America
1) Geologic map of the country, scale 1:500,000
2) Geologic maps, scale 1:250,000 (2 maps pub
lished and 6 in process)
3) Geologic maps, scale 1:50,000 (36 quadrangles
published, seven in process (number of quad
rangles remaining for complete coverage of the
country, 224)
It is apparent that geologic knowledge, based on
careful and systematic geologic mapping, is necessary for
the execution of programs of mineral resource studies of
an area. Without doubt, some presently known problems
should be studied immediately before they become worse.
Lake Peten It/a and the eutrophication of Lake Aman-
titlan, are two examples.
To close, perhaps it would be useful to make a
comment in regard to human resources. We noted previ
ously that there are a number of students on scholarships
abroad who are receiving professional training in the
geological sciences. These young scientists who return to
Guatemala should be made good use of and their knowl
edge put to use and developed, but we will have to to be
able to assure them of an adequate salary and job security.
SITUACIÓN GEOLÓGICA EN GUATEMALA
Por Osear Salazar1

INSTITUCIONES GUBERNAMENTALES Presente

Ministerio de Energía y Minas
(1985-1986) Fondo de Desarrollo de Naciones
Ministerio de Energía y Minas Unidas
Minerales, petróleo, carbón y nuevas fuentes de Asistencia técnica en geofísica de petróleo y geo
energía logía
Instituto Nacional de Sismología, Volcanología, Meteo - Instituto Nacional de Sismología, Volcanología, Meteor
rología, e Hidrología ología, e Hidrología
Sismología, volcanología, hidrología y meteorología Agencia Internacional de Energía Atómica
Instituto Nacional de Electricidad Estudio del Lago Peten con una ampliación del
Estudios geotérmicos estudio de aguas subterráneas
Proyecto hydroeléctrico Usumacinta Instituto Nacional de Geografía Militar
Instituto Nacional de Geografía Militar (1976- ) U.S. Geological Survey, control de corrimi
Mapas geológicos ento en un sector de la Falla Motagua
Programas de Asistencia Técnica Servicio Geológico de Estados Unidos y el Programa
Internacional de Correlación Geológica
Comparación mundial de características de prin
Pasado
Ministerio de Energía y Minas cipales fallas activas
(1965-1970) Fondo de Desarrollo de Naciones Universidades de Estados Unidos: Rice University, Uni-
Unidas versity of Texas in Austin, State University of
(1976-1978) Misión Japonesa en Guatemala Louisiana, University of Texas in Arlington, State
(1979-1980) Fondo de Desarrollo de Naciones University of New York at Binghampton, Dart-
Unidas mouth College, University of Washington, Univer
Plan de Petróleo y Desarrollo sity of Missouri at Columbia, University of Pitts-
Instituto Nacional de Sismología, Volcanología, burgh.
Meteorología, e Hidrología Circum-Pacific Council para Energía y Recursos
Servicio Geológico de Estados Unidos Minerales
Programa de Riesgos Sísmicos Mapa Geológico de Centroamérica
Instituto Nacional de Geografía Militar En Proceso
(1973-1975) Servicio Geológico de Estados Unidos Ministerio de Energía y Minas
Programa de Observación Volcanológica Fondo rotativo de Naciones Unidas
(1977-1980) Fondo de Desarrollo de Naciones Estudio de Minerales
Unidas Misión de Taiwan en Guatemala
Estudio de aguas subterráneas Estudios minerales no-metálicos
Servicio Geológico Alemán Universidad de Oklahoma
Mapeo Geológico (escala 1:50.000) Nivelación topográfica en el área de Peten
Instituto Nacional de Electricidad Instituto Nacional de Sismología, Volcanología, Meteor
Misión Japonesa en Guatemala ología, e Hidrología
Estudios Geotérmicos Misión Japonesa en Guatemala
Estudios de control de inundación
1 Iunruto Geográfico Militar, Avenida de las Americaa, 5-76, Zona 13, Guatemala,
Agencia Estado Unidos para el Desarrollo Inter
-V nacional

Situación Geológica en Guatemala 11

 Prevención de desastres volcánicos en el área de El
Palmar
RECURSOS HUMANOS
En existencia
Ministerio de Energía y Minas
Dirección de Minas: 4 geólogos, 2 ingenieros de
minas
Instituto Nacional de Geografía Militar: 1 geólogo
Instituto Nacional de Sismología, Volcanología,
Meteorología e Hidrología: 4 geólogos, 3
geofísicos
Instituto Nacional de Electricidad: 4 geólogos, se
necesita un geofísico
La escasez de geocienti fíeos en Guatemala es muy
aparente, sin embargo cabe mencionar que el
Ministerio de Energía y Minas durante este
tiempo tiene aproximadamente 40 estudiantes en
America Latina y Estados Unidos recibiendo entr
enamiento en geología, geofísica y otras ciencias
relacionadas.
ESTADO ACTUAL SOBRE LAS CIENCIAS
GEOLÓGICAS
El Instituto de Geografía Militar se encarga de la
preparación del mapa geológico de Guatemala e incluye
lo siguiente:
12 Mineral, Energy, and Water Resources and Geologlc Hazards, Central America
1) Mapa geológico del país, escala 1:500.000
2) Mapas geológicos, escala 1:250.000 (2 mapas
publicados y 6 en proceso)
3) Mapas Geológicos, escala 1:50.000 (36 cuad
riláteros publicados, siete en proceso (numero
de cuadriláteros que quedan por cubrir la
totalidad del país, 224)
Es aparente que el conocimiento geológico basado
en un sistemático y cuidadoso mapeo geológico es nece
sario para la ejecución de programas de estudio de
recursos minerales de un área. Sin duda, hay problemas
actuales que deberían ser estudiados inmediatamente
antes de que puedan tornarse peor. Tal es el caso del Lago
Peten Itza y la eutroficación del Lago Amantitlan como
ejemplos.
Para terminar, tal vez sería útil hacer un comentario
con respecto a los recursos humanos. Observamos
previamente que hay un número de estudiantes becados
en el exterior los cuales están recibiendo entrenamiento
profesional en las ciencias geológicas. Todos estos jóvenes
que retornan a Guatemala deben ser utilizados en la
conducción de programas donde sus conocimientos pue
dan ser empleados y desarrollados, pero para estos
propósitos debemos asegurarles un sueldo adecuado y
trabajo estable.
CURRENT GEOLOGICAL SITUATION IN
EL SALVADOR
By Ricardo Burgos1
In 1955, the National Geological Survey was orga
nized in El Salvador as an agency of the Ministry of Public
Works. This office was under the direction of German
geologists until 1963. During this time, a preliminary
geological map of El Salvador was prepared, geothermal
fields were studied and a series of hydrogeological studies
were carried out in different parts of the country.
In 1964, the National Geological Survey merged
with the Soil Laboratory, which gave rise to the the
Geotechnical Research and Studies Center (Centro de
Estudios e Investigaciones Geotécnicas), which later
changed its name to Geotechnical Research Center
(Centro de Investigaciones Geotécnicas). It has always
been an entity of the Ministry of Public Works. Activities
of this organization consist of the engineering study of
sous and construction materials, and geological and seis
mic investigations.
Between the years 1968 and 1976, the German
Geological Mission was assigned to El Salvador; in 1972,
it finished field work related to the geological cartography
of the country, and, in 1973, it delivered to the Salvador
ean Government geological maps at a scale of 1:500,000
and sets of six sheets each at a scale of 1:100,000.
During the past few years, the Geotechnical
Research Center has undertaken geological surveys in
more limited areas where investigations regarding metal
lic and nonmctallic minerals have taken place.
The small number of geologists in El Salvador
presents problems in the development of government and
private projects. It is, therefore, of the utmost importance
that the Central American School of Geology, in San Jose,
Costa Rica, advertises and promotes itself in El Salvador.
El Salvador needs geologists and civil engineers in
the following areas:
- Geochemistry: Training is needed in the techniques
of sampling of rocks, soils, sediments, water, etc., as
well as in the interpretation of results obtained from
geochemical analyses.
1 Dirtoor, Center for Geotechnical Studio, Calle la Chacra, contiguo Talleres el
Coro. San Salvador. B Salvador.
Geophysics: Training is needed in the techniques of
geophysical prospecting, which includes operation
of equipment and interpretation of results obtained
in the search for minerals, or ore deposits, and
underground water, as well as the geotechnical
study of soils.
Geology: Training of personnel is needed in geo
logic hazards, such as landslides, subsidence, set
tling, etc., as well as in other problems which might
arise as a consequence of floods. This includes
corrective measures to avoid or diminish damage
resulting from such phenomena.
Mining: Training of personnel at an artisan level is
needed for the development of metallic mineral
deposits.
MINING IN EL SALVADOR
The search for minerals, especially precious metals,
has always aroused man's interest since ancient times;
such minerals as gold and copper have been known since
18,000 and 12,000 B.C, respectively.
In El Salvador, mining development has undergone
a series of ups-and-downs; that is to say, some fairly good
times have alternated with other times of total inactivity;
thus, mining has never played an important role in the
national economy.
The gold-silver mining industry in El Salvador is
centralized in the eastern part of the country and occu
pies an area of some 360 km2 in the provinces of San
Miguel, Morazán, and La Unión. Less important centers
exist in the provinces of Cabanas and San Salvador. Gold
and silver minerals are found in epithermal veins of
Upper Tertiary rocks. Small iron-ore and base-metal
deposits exist in the jurisdiction of Metapán and immedi
ate vicinity at the farthest northeast side of the country.
During the colonial period (1525-1821), small
amounts of iron ore were extracted. This ore was mainly
limonite and geothite, or contact metamorphic iron ore in
Current Geological Situation In El Salvador 13
the Metapan district. In accordance with investigations
carried out by the Geotechnical Research Center (1965),
during the last decade of the XIX century and continu
ously until 1951, the following were produced: a) 48.9
tons of lead and silver minerals; b) 55 tons of hand-
cobbed copper-lead-zinc-silver minerals; c) approxi
mately 40 tons of copper carbonate. However, documen
tation for the mining industry in the colonial period is
generally not available.
Historical records began approximately in 1780
with the opening of mines in the provinces of Morazan
and La Union.
The modern era started with the development of the
Butters Salvador Mining Company, between 1900 and
1905. The mining industry reached its high point in the
years 1907-1917, after which it declined until the years
1934 and 1938 when Central American Mines Inc. reac
tivated mining in the province of San Miguel. El Salvador
reached a second high point at the end of the '40s through
the beginning of the '50s. After 1952, difficulties and
problems introduced by a new Labor Code led to a
decrease in mining. In 1960, mining had almost ceased; to
the present date, the mining industry in El Salvador has
remained almost static, without any substantial or mate
rial contributions to the development of the Salvadorean
economy.
Legal Aspects
In El Salvador, four stages of mining legislation
exist as follows:
1. Colonial Stage: From the discovery of the country to
the implementation of the legal code in 1876. The
Mining Ordinances of the Old Viceroyalty of Mex
ico, known as the Ordinances of New Spain, gave to
the King all control over mines, and, at the same
time, granted the property owners certain responsi
bilities and conditions which were: a) that they
should pay a tax for the minerals extracted; and b)
that the King did not permanently relinquish such
deposits because he had granted such a licence.
2. The Mining Code of 1876 was enforced through
1922, when a new code was issued. The Code of
1876 had as a basis Spanish law, as well as other
codes from countries where mining industry was
given special preference.
A Special Senate Committee during that time
could dispose of mines or deposits belonging to the
Republic, but any person of any nationality could
acquire a right and take possession thereof, under
provisions set forth by the Committee.
3. The Current Mining Code of August 17, 1922, was
sanctioned, and published in the Official Gazette
(No. 183, Volume 93). It remains the governing
Code to the present. This Code has been supple
mented by Decree No. 930 dated January 19, 1953,
14 Mineral, Energy, and Water Resources and Geologic Hazards, Central America
wherein new regulations are set forth for the Min
ing Commissioners. These specify a new inspection
and supervision system.
Decree No. 106, dated July 23, 1937, as
amended by Decree No. 65, dated October 4, 1940,
creates a tax exemption and a special franchise.
Later, Decree 23-26, dated February 20, 1957, as
supplemented by Decree No. 583 of February 20,
1960, assigned some duties to the present Bureau of
Industry and Tourism in connection with jurisdic
tion over the mining sector.
The Code in force does not differ from the
System of Mining Domain, inasmuch as it sets forth
the State's control over every mine and mineral
substance. The State grants licenses for the devel
opment of these resources, but once such a license
has expired, the mine reverts to the Government
which is able to grant the use of the deposit or mine
to a new concessionaire.
4. The Political Constitution of 1962. In accordance
with this primary law, all subsoil is the property of
the State, which shall be entitled to grant develop
ment licenses. There does not exist any provision
whatsoever authorizing the disposal or sale of real
estate which is the property of the State. This
contradicts the Mining Code, and makes clear the
need to draw up new mining legislation that is in in
agreement with the Political Constitution and gen
eral guidelines of a new mining policy.
GEOLOGY IN EL SALVADOR AND ITS
CONTRIBUTION TO MINERAL RESEARCH
Traditionally, development of mineral resources in
El Salvador has been centered on gold and silver, and to
a lesser extent on iron and lead. However, limestone
development has been increased notably in the cement
industry during the most recent years.
In the last 20 years, mining research was favored
through technical assistance and cooperation given by the
United Nations Mining Development Program and by the
German Geological Mission in El Salvador.
Between the years 1967 and 1970, the United
Nations investigated all existing mineral resources in the
northern zone of the country by means of geological,
geochemical, and geophysical studies and drilling. Those
minerals which were studied included lead, zinc, copper,
gold, and silver in the project "Assessment of Ore Depos
its in Northern El Salvador". As a result, mining may
contribute more to the national economy in the future, as
commercial deposits of lead, zinc, and silver are found
favorable for development.
The German Geological Mission, which was
assigned to El Salvador in the '70s, contributed to the
following areas:
 - Nonmetallic minerals industry, and industrial use
of rocks and soils in El Salvador.
- Cement raw materials, caustic lime and pozzolana.
- Rock beds for engraving stones in El Salvador.
- Raw material for fine ceramics.
- Raw material for glass manufacturing in El Salva
dor.
- Road construction materials.
- Perlite beds in El Salvador.
- Raw material for brick and roof-tile ceramics.
- Diatomite and sulfur beds in El Salvador.
- Market research in El Salvador and neighboring
countries.
- Mineral wool, Salvadorean raw materials and Cen
tral American markets.
- Economic-geological investigations with regard to
the reopening of VIDESA.
- Pozzolana: Beds and possibilities for its utilization.
- Salvadorean perlite: Beds and possibilities for its
utilization.
- Counseling in pumice stone, ceramics, pozzolana,
limestone, perlite.
- Raw material for ceramics, clays.
CURRENT SITUATION ON GOLD AND
SILVER PRODUCTION IN EL SALVADOR
El Salvador has produced 65,769.46 Troy ounces of
gold and 2,445,178.70 Troy ounces of silver from two
mines developed in the period 1971 through 1982.
The Mining Commissioners indicate that ingots
produced by the "Central Minera" at San Sebastián
contain approximately 95 percent gold and 1.5 percent
silver and trace impurities, whereas the San Cristobal
mine produced ingots containing 95 percent silver and 1.5
percent gold and remaining impurities.
At the present, because of civil unrest, no mines are
in operation.
SEISMOLOGICAL INVESTIGATIONS
Introduction
Seismological investigations in El Salvador have
been characterized by periods of advancement and
retrenchment. At present, seismic studies show definite
development in spite of conditions prevailing in the coun
try.
Starting in 1983, the Geotechnical Research Center
(CIG) began setting up an 11-station seismic telemetric
network. All stations are working as of April 1985.
Instrumentation for the recording of seismic move
ments has been considerably increased. International
cooperation has provided us with data-processing systems
which open new possibilities and determine new priorities
regarding areas needing study so as to actually reduce
risks.
The following activities have been undertaken: com
pilation of a seismic catalogue; expansion of the seismo
logical network, data analysis and interpretation; investi
gation of local geological effects; utilization of some
seismological stations in order to observe volcanoes; and
improvement of observation and logging equipment.
In spite of the fact that on September 19, 1982,
there was a mud flow in the San Salvador volcano and even
though there are risks originating from the uncontrolled
development of quarries located next to the metropolitan
area of San Salvador (Area Metropolitana de San Salva
dor), as well as continuing hydrological risks, very little
has been done to mitigate these risks except for the
emplacement of a seismological station in the San Salva
dor volcano, which has the capacity to register the move
ments of future mud flows from this volcano.
Historic Research
The majority of nations located in the world's
seismic zones understand seismic conditions in their ter
ritories. In the western hemisphere, many countries have
already achieved this understanding or are in the process.
There exist in El Salvador some publications con
cerning seismicity, among which the most important are:
"Cronología Sísmica y Eruptiva de la República de El
Salvador a partir de 1950" ("Seismic and Eruptive Chro
nology of the Republic of El Salvador as of 1950"), by
Maximiliano Hernández Martinez, 1978; a compilation
made by Jorge Larde in 1920, which was just recently
condensed in one paper entitled "Obras Completas"
("Complete Works"); and the 1985 work by the Montes-
sus de Bailore entitled "Earthquakes and Volcanic Erup
tions in Central America" ("Temblores y Erupciones
Volcánicas en Centro América").
Such publications constitute the reference frame
work for seismological studies. It is important to note that
these focus on the theme from a chronological point of
view. Present work attempts to compile all data available
in such a way so as to use this compilation as support
material for more specific works in addition to discover
ing primary references.
Given the small size of our country and the seismic
complexity of the area, collaboration from other neighbor
ing countries is most desirable.
Seismic Engineering Studies
After the earthquake of May 3, 1965, and at the
suggestion of foreign experts, a seismic network was
Current Geological Situation In El Salvador 15
initiated to record seismic activity. Equipment was donated
by the United States Geological Survey (USGS), and
other equipment was acquired by the Ministry of Public
Works (MOP) and by the private sector at the request of
the MOP.
By 1981, 14 seismoscopes and 7 accelerographs
were installed at the AMSS and 5 seismoscopes distrib
uted in the interior of the Republic. Together with these
telemetric stations, two new accelerographs were pur
chased and installed in 1982. The complete network was
projected to have 10 accelerographs. Two have been set
up, one at Ahuachapan and the other at Santiago de
Maria.
HYDROCARBONS AND GEOTHERMY
A program for exploration of hydrocarbons was
begun in 1975, under the control of the National Petro
leum Commission (CONAPE, Comisi6n Nacional de
Petr61eos). With the assistance of the United Nations, an
aeromagnetic survey was completed in 1979, in the marine
territory of El Salvador, and, subsequently, seismic and
gravimetric studies were carried out in order to comple
ment previous information.
The El Salvador Hydrocarbons Law became offi
cial in 1983, and the Rio Lempa Hydroelectric Commis
sion (CEL, Comisi6n Hidroeldctrica del Rio Lempa)
became the entity responsible for hydrocarbon exploration
programs in the country. The marine littoral of El Salva
dor was recently leased as so-called Risk Contracts.
Subsequently, exploration programs for land areas have
been implemented, of which part shall be considered risk
contracts and the other part at CEL's risk.
In 1953, CEL, as the entity responsible for the
development of energy resources of the country, began
preliminary studies in collaboration with the National
Geological Survey, and, in 1961, an inventory of superfi
cial geothermic findings was completed. Preliminary geo
logical surveying was also conducted.
Between 1965 and 1971, CEL, after securing the
financial and technical assistance from the United Nations
Development Program (UNDP), carried out a two-phase
plan to investigate and assess the country's geothermic
resources and to determine the possibility of generating
electricity on a commercial scale:
Phase 1: Research with deep wells drilled in Berlin,
Ahuachapan and Lempa.
Phase 2: Determination of technical and economical
feasibility of field development in Ahua
chapan.
At the end of 1971, consulting services were hired
for exploration and development in Ahuachapan. In 1972,
CEL decided to set up the first generating unit for 30
16 Mineral, Energy, and Water Resource* and Geologic Hazard*, Central America
megawatts within a 95 MW Project. In 1975, this unit
began operations and, in 1976, a second unit for 30 MW
was installed. The third unit, with a 35 MW capacity, was
set up in 1980.
Present production may be summarized as follows:
Berlin Central, 55 MW; Chipilipa Feasibility, 55 MW; San
Vicente Feasibility, 55 MW. Some investigations have also
taken place at the Coatepeque area.
In 1982, 61.5 percent of the nation's electricity was
produced by the hydroelectric plant and 34.3 percent was
produced through geothermic facilities, placing El Salva
dor in 7th place in the world with regard to installed
geothermical capacity.
HYDROLOGY IN EL SALVADOR
From a meteorological point of view, El Salvador
has a dry season and a rainy season, and two transitional
periods: from dry to rainy and from rainy to dry. Conse
quently, all rivers show the following periods:
- High-water period, from June through October.
- Low-water period, from December through April.
- Transitional periods in May and November.
Variations in volume of flow experienced by rivers
throughout the year are important for planning and the
use of resources.
In order to analyze and assess resources of a
hydrographic basin, systematic and continued data should
be available by means of which rainfall evaporation
(escorrentia) and infiltration may be determined.
Taking into account some characteristics such as
geology, vegetation, topography and climate, the Salvador
ean territory has been divided into 11 great basins, as
follows:
1. The Rfo Lempa Basin
2. The Rfo Paz Basin
3. Basin located between the San Francisco and
Copinula Rivers
4. Basin located between the San Pedro Sensunapan
and Banderas Rivers
5. Basin located between the Poluluya and Com-
alapa Rivers
6. The Rfo Jibra Basin
7. Basin located between the Jalponga and other
rivers
8. Basin located between El Potrero and El Molino
Rivers
9. The Rfo Grande Basin
10. Basin located between the Grande de San Miguel
and Sirama Rivers
11. Basin located among the Goascoran -Sirama' and
other rivers
The Rio Lempa Basin
Basin Lake Elevation
Natural lake area
(km3) area
(km3) , v.
(m) (masl) Type
This basin extends into Guatemalan and Hondur-
ean territory and makes up almost half of Salvadorean Ilopango 184.9 72.0 245 440.14 Dystrophic
Territory. The highest elevation along the basin is the Coatepeque 70.3 240 120.0 744.35 Ologotrophic
Guija 2,767.6 44.0 150.0 425.29 Eutrophic
"Cerro del Litoral" (2,730.06 m above sea level) located in Olomega 18.0
the Alotepeque-Metapan Cordillera. rson-usaDle
Along its course, the right margin of the Lempa Artificial lakes Area (km3) Storage (m8) volume
(m»)
receives domestic and industrial wastes from the most
Cerron Grande Reservoir 135 1,430 million 750 million
important population centers; along the left margin, the November 5 Reservoir 19 100 million
Lempa receives a high concentration of sediments from San Lorenzo (Sept. 15) 35 390 million
the deforested zones; waters entering from this forested Reservoir
area are oxygen-rich and contribute to water quality. Water Production and Consumption
Water production recorded by ANDA*
Sixty-eight percent of all hydraulic resources of the
country flow through the Lempa Basin. Its most impor Production** Consumption
tant present use is for the hydroelectric plant. Eighty-five 1982 4.7 m5/s 85.2 million m'
1983 4.3 m'/s 89.9 million m'
percent of the underground water and 48 percent of the
* Administracion Nacional de Acueductosy Alcantarillados
irrigated area of El Salvador lie within this basin. (Waterways and Sewerage National Administration).
More than 3 million cubic meters of sediments are ** Water production decreased from 1982 to 1983; however, it has
deposited in the Rio Lempa delta resulting in an annual recently increased as a consequence of the increment in public services
in San Salvador's metropolitan area.
loss of 0.17 mm of agricultural soil from its watershed
(without taking into account volumes retained at reser Water production per zone
voirs). Zones 1982 (LPS)* % 1983 (LPS)* %
The Lempa River, in its low zone, is sufficient to Metropolitan 2,300 48.3 2,983 68.3
supply irrigation for the agricultural development of the Central 710 15.0 613 14.1
Western 920 19.31 763 17.6
Coastal Alluvial Plateau. Eastern 829 17.4 —
Total 4,759 100.0 4,335 100.0
'Liters per second.
Median
Area Perimeter Length Eleva- Median
Grade
The AMSS (Metropolitan San Salvador) is the
(km3) (km) (km) tion percent most densely populated center of the country; it is esti
(masl)
mated that 841,000 inhabitants reside in this area, repre
Lempa River 18,240 933 389 665 11 senting 17 percent of the country's overall population, and
(56.2%)* 67.7 percent of the total urban population of the country.
Paz River 2,011 268.4 83 852.5 22.3
(42.9%)* Water Consumption in AMSS
San Francisco- 647 32.4 20.8 335 22.3
Copinula Rivers 1982 51.5 millions m*
San Pedro 875 342 25.6 450 15.2 1983 54.4 millions m*
Sensunapan-Banderas
Rivers The water consumption in Metropolitan San Salva
Pululuya-Comapala 1,400 53.9 26 393 28.6 dor, is estimated as follows:
Rivers 72.4% domestic
Jiboa River 575 139 50 513 22.9 15.9% industrial and commercial
Jiboa-Lempa 958 216 35.2 169 7 11.7% governmental and municipal institutions
Rivers
B Potrero-FJ 971 258 10 180 7 Water consumption per user's class in the country
Molino Rivers (1983) is estimated as follows:
Rio Grande de 2,247 232 127 279.6 12.5
San Miguel Private 86.1%
Between Grande 804 225 7 275 24 Government 8.0%
San Miguel- Municipal 3.2%
Sirami Rivers Irregular settlements 1.4%
Between 2,718 300 29.4 298 19.7 Autonomous institutions 1.1%
Guascoran-
Sirami Rivers Drinkable water Sewerage
( ' ) % of the basin that is in Sarvadoran territory. Urban Rural Urban Rural
72.6% 43.7% 52.8% - Domiciliary
Reservoirs in the country are classified as lakes and 32.2% 34.3% Lavatories and
lagoons. septic tanks

Current Geological Situation in El Salvador 17

 55.9 and 55.7 percent of the total population enjoys
Construction of Deep Wells
drinkable water and sewerage services, respectively. With
Province 1981 1982 1983
respect to municipalities, they have:
San Salvador 13 11 11
Chalatenango 2 0 -
Waterways Sewerage La Libertad 1 2 2
Under ANDA's responsibility 176 (67.4%) 80 (30.65%) Santa Ana - 1 2
Under the MUNICIPALITY'S 70 (26.8%) Cuscatlan - 2 1
responsibility The Northern Zone Project has covered additional
Areas lacking such services 15 ( 5.7%) 181 (69.35%) demand from the AMSS.

18 Mineral, Energy, and Water Resources and Geologic Hazards, Central America
SITUACIÓN ACTUAL DE LA GEOLOGÍA EN
EL SALVADOR
Por Ricardo Burgos1
La Geología comenzó a desarrollarse de una man
era más intensiva en El Salvador a partir del año 1955,
con la fundación del Servicio Geológico Nacional, adscrip-
to al Ministerio de Obras Públicas. Esta oficina estuvo,
hasta el año 1963, bajo la dirección de geólogos de
nacionalidad alemana. En este período se elaboró el
mapa geológico preliminar de El Salvador, se comenzaron
a estudiar los campos geotérmicos del país, así como
también se hizo una serie de estudios hidrogeológicos en
diferentes partes del territorio.
En el año de 1964, el Servicio Geológico Nacional
fue fusionado con el Laboratorio de Suelos, originándose
de esta manera el Centro de Estudios e Investigaciones
Geotécnicas, que más tarde cambió su nombre a Centro
de Investigaciones Geotécnicas, siempre perteneciendo al
Ministerio de Obras Públicas. Las actividades de esta
oficina consisten en el estudio ingenieril de los suelos, de
los materiales de construcción y en investigaciones geo
lógicas y sísmicas.
Entre los años de 1968 a 1976, estuvo destacada en
El Salvador la Misión Geológica Alemana. En 1972
concluyó las labores de campo relativas a la cartografía
geológica del país, entregando al Gobierno Salvadoreño
en el año de 1973 cierta cantidad de mapas geológicos
1:500.000 y de juegos de seis hojas cada uno 1:100.000,
conteniendo también la geología de El Salvador.
En los últimos años, el Centro de Investigaciones
Geotécnicas ha realizado levantamientos geológicos en
áreas más limitadas, donde se han efectuado investigaci
ones de minerales metálicos y no metálicos.
El número de geólogos es muy escaso en El Salva
dor, por lo que existen ciertos proyectos de carácter
gubernamental y privado que confrontan problemas para
su desarrollo; por lo que es de imperiosa necesidad que la
Escuela Centroamericana de Geología, con sede en San
José, Costa Rica, se promocione más con el objeto de que
la juventud salvadoreña se interese por la carrera de
Geología.
1 Director, Centro de I nvesl igactones Geotécnicas, Calle La Chacra, Contiguo
Tañeres E) Coro, San Salvador, B Salvador.
Es conveniente que en El Salvador se lleve a cabo
ciertos eventos que sirvan para capacitar a geólogos e
ingenieros civiles en las siguientes áreas:
- Geoquímica: en las técnicas de muestreo de rocas,
suelos, sedimentos, aguas, etc.; así como también en
la interpretación de resultados de análisis
geoquímicos.
- Geofísica: adiestramiento en prospección geofísica,
lo cual implica técnicas de operación de aparatos e
interpretación de los resultados obtenidos en la
búsqueda de yacimientos minerales, aguas subter
ráneas, así como también en el estudio geotécnico
de los suelos.
- Geología: adiestramiento de personal en eventos
relacionados con movimientos de tierra, tales como
deslizamientos, desprendimientos, hundimientos,
asentamientos, etc. y otros problemas que puedan
surgir como consecuencia de las aguas que corren
sobre la superficie sin ninguna clase de control.
Esto implica las medidas correctivas que deben ser
consideradas, para evitar o disminuir los daños que
resulten de estos fenómenos.
- Minería: adiestramiento de personal en la explo
tación de yacimientos de minerales metálicos a nivel
artesanal, tomando en cuenta que los recursos
mineros de El Salvador son bien limitados.
MINERÍA en el salvador
La búsqueda de minerales, especialmente de los
llamados preciosos, ha sido algo que desde tiempos muy
remotos ha despertado el interés del hombre, de tal
manera que minerales como el oro y el cobre, ya se
conocían unos 18.000 y 12.000 A.C. respectivamente.
En lo que respecta a El Salvador, el desarrollo de la
minería ha tenido una serie de altibajos, es decir, se han
combinado épocas bonancibles con otras de total inactiv
idad en este campo, por lo que esta industria nunca ha
desempeñado un papel decisivo en la economía nacional.
Situación Actual de la Geología en El Salvador 10
 La industria minera de oro y plata existente en El
Salvador ha estado centralizada en el oriente del país,
ocupando un área de unos 360 km2 en los departamentos
de San Miguel, Morazán y La Unión. Centros secundarios
se han desarrollado en los departamentos de Cabañas y
San Salvador. Tales minerales se encuentran en vetas
epitermales del Terciario Superior. Yacimientos pequeños
de hierro y metales básicos existen en la jurisdicción de
Metapán y alrededores inmediatos, en el extremo Noro
este del país.
Durante el período Colonial (1525-1821), se extra
jeron pequeñas cantidades de hierro, principalmente
limonita y goetita, de capas de hierro de metamorfismo de
contacto en el distrito de Metapán. De acuerdo a las
investigaciones realizadas por el Centro de Investigaci
ones Geotécnicas (1965), durante la última década del
siglo XIX e intermitentemente hasta 1951, se produjeron:
(a) 48.9 Ton. de minerales de plomo y plata; (b) 55 Ton.
de broza de plomo-zinc-plata seleccionada a mano; (c)
más o menos 40 Ton. de carbonato de cobre. Cabe
mencionar que este período colonial está poco docu
mentado.
Los registros históricos comienzan aproximada
mente en 1780, con la apertura de algunas minas en los
departamentos de Morazan y La Unión.
La era moderna comenzó con la intervención de la
Compañía Butters Salvador Mines, entre 1900 y 1905. La
industria minera alcanzó su punto más alto en los años de
1907 a 1917. Luego de un declive, entre 1934 y 1938, la
Central American Mines Inc. reactivó la zona minera del
departamento de San Miguel, de tal manera que logró
que el país alcanzara un segundo auge al final de la
década del cuarenta y principios del cincuenta. Después
de 1952 se perdió el impulso debido en parte, a dificulta
des introducidas por un nuevo código laboral. En 1960, la
actividad minera se terminó casi completamente, y desde
entonces hasta la fecha, la industria minera en El Salva
dor se ha mantenido casi estática, sin aportes sustanciales
al desarrollo de la economía Salvadoreña.
Aspecto Legal
La legislación minera, como se sabe, es preponderan
te en el desarrollo de este sector.
En El Salvador existen cuatro etapas en lo que a
legislación minera se refiere; estas son las siguientes:
1. Etapa Colonial. Comprende desde el descubrimiento
hasta la dotación del Código de 1876. Las Orden
anzas de Minería del Antiguo-Virreinato de Mexico,
conocidas como las Ordenanzas de Nueva España,
consagraban el dominio patrimonial de la corona
sobre las minas, y al mismo tiempo otorgaban a los
particulares un derecho de propiedad sobre ellas,
pero bajo dos condiciones que eran: (a) el pago de
una contribución por el laboreo y el disfrute de las
minas; y (b) el monarca no separaba las minas de su
20 Mineral, Energy, and Water Resources and Geologic Hazard*, Central America
real patrimonio, por el hecho de la concesión.
2. Código de Minería de 1876. Este período comprende
todo el tiempo transcurrido hasta el año de 1922, en
que se dicta un nuevo código. El código de 1876 tuvo
como base la legislación española, así como otros
códigos de países donde la industria minera fue
objeto de particular preferencia.
La Comisión Especial del Senado de esa época,
disponía que las minas pertenecían a la Républica,
pero toda persona de cualquier nacionalidad podía
adquirir el dominio y posesión de ellas, mediante las
prescripciones que establecidas.
3. Actual Código de Minería. Con fecha 17 de agosto de
1922 se promulgó el nuevo código de Minería,
publicado en el Diario Oficial No. 183, Tomo 93, el
cual rige y mantienen su vigencia. Este código ha sido
complementado por el Decreto No. 930 del 19 de
Enero de 1953, el cual establece nuevas regulaciones
a los Comisionados de Minas con un enfoque distinto
de un sistema de inspección y vigilancia.
El Decreto No. 106 del 23 Julio de 1937, modifi
cado por el Decreto No. 65 del 4 de Octubre de 1940,
establece franquicia y excepciones de impuestos, pos
teriormente, el Decreto 23-26 del 20 de Febrero de
1957, complementado por el Decreto No. 583 del 20
de Febrero de 1960, asigna atribuciones a la actual
dirección de Industria y Turismo relacionadas con la
competencia en el sector minero.
El Código vigente no difiere al Sistema del
dominio minero, ya que establece el dominio del
Estado sobre todas las minas y sustancias minerales.
El Estado, por su parte, da concesiones para la
explotación de estos recursos, pero una vez que ha
caducado la concesión, la mina vuelve a su dominio,
para poder otorgarle a un nuevo concesionario.
4. Constitución política de 1962. De acuerdo a esta ley
primaria, el subsuelo pertenece al Estado, el cual
podrá otorgar concesiones para su explotación. En
ella no existe ninguna disposición en que se autorize
la enajenación de los bienes raices propiedad del
Estado. Todo esto entra en contradicción con el
Código Minero en vigencia, por lo que es de urgente
necesidad elaborar una nueva legislación minera, que
esté en concordancia con la Constitución Política y los
lineamientos de una nueva política minera.
GEOLOGIA EN EL SALVADOR Y SU
CONTRIBUCION A LA INVESTIGACION DE
MINERALES
Por tradición, la explotación de los recursos mineros
en El Salvador se ha concentrado en el oro y la plata, en
menor escala el hierro y el plomo; sin embargo, en los
últimos años la explotación de la caliza se ha incrementa
do notablemente en la industria del cemento.
En los últimos 20 años, la investigación minera se
vio favorecida a través de la cooperación y asistencia
técnica prestada por el Programa de Desarrollo Minero
de las Naciones Unidas y por la Misión Geológica
Alemana destacada en El Salvador.
La Naciones Unidas investigaron entre los años
1967 a 1970, los recursos minerales existentes en la Zona
Norte del país, mediante estudios geológicos, geo
químicos, geofísicos y de sondeos mecánicos. Los minera
les investigados fueron plomo, zinc, cobre, oro y plata en
el proyecto "Evaluación de los Depósitos de Minerales en
el Norte de El Salvador", con el resultado de que la
minería podrá aportar más en el futuro, ya que se
detectaron depósitos de plomo, zinc y plata favorables
para su explotación comercial.
La Misión Geológica Alemana destacada en El
Salvador en la década de los años 70, contribuyó con las
siguientes investigaciones:
- La industria de minerales no metálicos y de rocas y
de suelos de uso industrial en El Salvador.
- Materia prima para cemento, cal caustica y puzo
lana.
- Yacimiento de rocas para piedras talladas en El
Salvador.
- Materia prima para cerámica fina.
- Materia prima para la fabricación de vidro en El
Salvador.
- Materiales para construcción de carreteras.
- Yacimientos de perlitas en El Salvador.
- Materia prima para cerámica de tejas y ladrillos.
- Yacimientos de diatomitas y azufre en El Salvador.
- Investigaciones de mercado en El Salvador, y países
vecinos.
- Lana mineral, materia prima salvadoreña y mer
cado en Centroamérica.
- Investigaciones geológica-económicas sobre
reaperatura de VIDESA.
- Puzolana-Yacimientos y posibilidades de util
ización.
- Perlita salvadoreña-yacimientos posibilidades de
utilización.
- Asesoramientos en pómez, cerámica, puzolana, cal
iza, perlita.
- Materia prima para cerámica, arcilla.
SITUACIÓN ACTUAL DE LA PRODUCCIÓN
DE ORO Y PLATA EN EL SALVADOR
El Salvador ha producido solamente en dos minas
oro y plata en explotación, desde 1971 a 1982 la suma de
65.769.46 onzas troy de oro y 2.445.178.70 onzas troy de
plata, que representan 2.114.54 Kilogramos de oro y
76.614.31 Kilogramos de plata.
De acuerdo a los informes de los Comisionados de
minas y de los ensayos de laboratorio, las barras de metal
fundidas que produjo la Central Minera de San Sebastián,
contienen una proporción de más o menos 95% de oro,
1.5% de plata y el resto de impurezas; en tanto—que la
mina San Cristóbal produjo barras con un 95% de plata,
1.5% de oro y el resto de impurezas.
El momento actual, debido a la situación anormal
que se vive en el país, ninguna mina se encuentra en
operación.
ESTUDIOS SISMOLÓGICOS
Introducción
El desarrollo de las investigaciones sismológicas en
El Salvador se ha caracterizado por períodos de avance y
estancamiento. El actual, puede afirmarse que es un
momento que inicia un claro desarrollo; esto a pesar de
las condiciones prevalecientes en el país.
A partir de 1983, El Centro de Investigaciones
Geotécnicas (CIG), comienza a trabajar en la instalación
de la Red Telemétrica Sísmica que al momento (Abril de
1985), cuenta con 11 estaciones instaladas y funcionando.
El instrumental para registro de movimientos violen
tos ha tenido una considerable ampliación. La coopera
ción internacional nos ha provisto de sistemas de proce
samiento de datos, que abren nuevas posibilidades y
determinan nuevas exigencias. Con la idea clara de las
áreas necesarias de investigar, para poder disminuir los
riesgos de una manera real.
Se han emprendido las siguientes actividades: inves
tigación histórica tendiente a la elaboración de un catálogo
sísmico del país, ampliación de la red sismológica y de
movimiento violentos, análisis e interpretación de los
datos obtenidos de ambas redes, investigación de los
efectos geológicos locales, utilización de algunas estacio
nes sismológicas para la observación de volcanes y mejo
ramiento del instrumental de observación y registro.
A pesar de que el 19 de Septiembre de 1982 hubo
un flujo de lodo en el volcán de San Salvador y los peligros
provenientes de la explotación incontrolada de las can
teras cercanas al Área Metropolitana de San Salvador
(AMSS) y en el interior de la República, así como los
peligros hidrológicos presentes, muy poco se ha hecho en
este sentido a excepción de la estación sismológica en el
volcán de San Salvador que seguramente registraría el
movimiento de un futuro flujo de lodo en ese volcán.
Investigación Histórica
La mayor parte de naciones, en todas las zonas
sísmicas del mundo, cuentan ya con una recopilación
histórica sísmica de su propio territorio. En el continente
Situación Actual de la Geología en El Salvador 21
americano ya muchos países lo han realizado o se encuen
tran realizándola.
En El Salvador, existen algunas publicaciones en las
que ya se ha abordado el tema, las principales son:
"Cronología Sísmica y Eruptiva de la República de El
Salvador a partir de 1520", por Maximiliano Hernández
Martínez, 1978; la recopilación realizada por Jorge Larde
en 1920, que recientemente ha sido condensada en un
solo Montessus de Ballore, quien en 1885 publicó su libro
"Temblores y Erupciones Volcánicas en Centro América".
Dichas publicaciones forman el marco de referen
cia para esta investigación. Es importante comentar, que
ellas enfocan el tema bajo el punto de vista cronológico,
descuidando o desechando alguna información relativa.
En el trabajo que se está realizando, se trata de recopilar
todos los datos de manera que en el se puedan apoyar
trabajos más específicos, además se pretende llegar a
fuentes de primera mano.
Dado el tamaño pequeño de nuestro país y la
compleja sismicidad del área, es necesaria la colaboración
de países vecinos.
Investigaciones de Ingeniería Sísmica
Después del terremoto del 3 de Mayo de 1965 y a
sugerencia de los expertos que visitaron el país en esta
época, se comenzó a implementar una red de estaciones
para registro de movimientos violentos, con equipo don
ado por el Servicio Geológico de los Estado Unidos
(USGS), otros adquiridos por el Ministerio de Obras
Públicas (MOP) y por empresas privadas a requerimiento
de este Ministerio.
Para 1981 se contaba con 14 sismoscopios y 7
acelerografos instalados en el AMSS y 5 sismoscopios
distribuidos en el interior de la República. Junto con las
estaciones telemétricas, también se adquirieron nuevos
acelerografos, comenzándose su instalación en 1982. La
red completa fue proyectada para instalar 10 acelero
grafos en el interior del país, de los que solamente se han
instalado 2, uno en Ahuachapán y el otro en Santiago de
María.
HIDROCARBUROS Y GEOTÉRMICA
En el año 1975 se inició un Programa de Explo
ración de Hidrocarburos, siendo COANPE, Comisión
Nacional de Petróleos, la entidad encargada de llevar a
cabo el programa. Con la ayuda de las naciones Unidas, se
efectuó en 1977, prospección e rom agné tica en el mar
territorial de El Salvador y posteriormente estudios de
gravimetría y sísmica para ampliar la información anter
ior.
Desde 1983 la ley de hidrocarburos es oficial y
quedó CEL, Comisión Hidroeléctrica del Río Lempa,
22 Mineral, Energy, and Water Resources and Geologic Hazards, Central America
como la entidad encargada en los programas de explo
ración de hidrocarburos. Recientemente se efectuó una
licitación internacional para explorar el mar territorial de
El Salvador, con la modalidad de contratos de riesgo.
Posteriormente has sido implementados programas de
exploración en el área terrestre, la cual en parte, va a ser
por contratos de riesgo y otra parte a riesgo de CEL.
En el año 1953, CEL, como responsable del desarro
llo de los recursos energéticos del país, inició en colabo
ración del Servicio Geológico Nacional, las primeras
investigaciones, habiéndose establecido en 1961 un inven
tario de manifestaciones geotermales superficiales. Se
hicieron levantamientos geológicos preliminares.
Entre los años 1965-71, CEL, con la ayuda finan
ciera y técnica del PNUD se llevó a cabo un plan de
operaciones en dos faces para investigar y evaluar los
recursos geotérmicos del país y determinar la posibilidad
de generar electricidad a nivel commercial.
1* Fase: Investigación con pozos profundos en Berlin,
Ahuchapán y Lempa.
2a Fase: Determinar factibilidad técnica y económica
de la explotación del campo de Ahuachapán.
A fines de 1971 se contrató consultoría para explo
ración y explotación en Ahuachapán. En 1972 CEL tomo
la decisión de instalar la 1" unidad generadora de 30
Megavatíos dentro de un proyecto de 95 Megavatios. En
1975 entró en operación la Unidad y en el 76 la 2* unidad
se 30 Megavatios. La 3* con capacidad de 35 Megavatios
en 1980.
El desarrollo actual se resume así: Central de
Berlin 55 Megavatios, factibilidad Chipilipa, 55 Megava
tios, factibilidad San Vicente 55 Megavatios, se realizan
investigaciones en el área de Coatepeque.
En 1982 el 61.5% de la energía eléctrica fue de
origen hidroeléctrica y el 34.3% de origen geotérmico,
ocupando el 7o lugar en el mundo, con respecto a la
capacidad geotérmica instalada.
HIDROLOGÍA DE EL SALVADOR
Desde el punto de vista meteorológico se ha esta
blecido que en el país, hay dos estaciones: la seca y la
lluviosa, las cuales dan origen a dos transiciones, la
seca-lluviosa y la lluviosa-seca. A consecuencia de esto,
los ríos presentan los siquientes períodos acuáticos:
- Período de aguas altas, de junio a octubre.
- Período de aguas bajas, de diciembre a abril.
- Períodos de transición en mayo y noviembre.
Las variaciones de caudal que experimentan los ríos
en el transcurso del año son importantes, especialmente
para la planificación y aprovechamiento de los recursos.
Para analizar y evaluar los recursos de una cuenca
hidrográfica, se debe contar con datos sistemáticos y
continuos por medio de una red de estaciones de medición Long. Elev. Pend.
de los parámetros que constituyen el ciclo hidrológico: Cuenca Area (Km3) Perímetro Cauce
(Km) (Km) Media Media
precipitación, evaporación, escorrentia e infiltración.
Tomando en consideración algunas características Río Lempa 18.240 933 389 665.SNM 11
como geología, la cobertura vegetal, la topografía y el (56.2%)'
clima, el territorio salvadoreño se ha dividido en 11 Río Paz 2,011 268.4 83 852.5 22.3
(42.9%)*
Grandes cuencas a saber. Entre Ríos San 647 32.4 20.8 335 22.3
Francisco-Copinula
1. Cuenca del Río Lempa Entre Ríos San 875 342 25.6 450 15.2
Pedro Sensunapan
2. Cuenca del Río Paz Banderas
3. Cuenca entre los ríos San Francisco-Copinula • % de la cuenca correspondiente al territorio salvadoreño
4. Cuenca entre los ríos San Pedro Sensunapan-
Banderas Long. Elev. Pend.
5. Cuenca entre los ríos Pululuya-Comalapa Cuenca Area (Km3) Perímetro
(Km) Cauce
6. Cuenca del Río Jibra (Km) Media Media
7. Cuenca entre los ríos Jalponga y otros Entre Ríos Pululuya 1,400 53.9 26 393 28.6
8. Cuenca entre los ríos El Potrero y El Molino Comalapa
Río Jiboa 575 139 50 513 22.9
9. Cuenca del Río Grande Entre Ríos 958 216 35.2 169 7
10. Cuenca entre los ríos Grande de San Miguel- Jiboa-Lempa
Siramá Entre Ríos El 971 258 10 180 7
Potrero-El Molina
11. Cuenca de los Goascorán-Siramá y otros Río Grande de San 804 225 7 275 24
Miguel-Siramá
Entre Ríos 2,718 300 29.4 298 19.7
Guaseoran-Siramá
Cuenca del Rio Lempa
En el país los embalses son clasificados en lagos y
lagunas.
Comprende parte de los territorios de Guatemala,
Honduras y casi mitad del territorio salvadoreño (13° 10'
y 14" 43' LM y 87° 45' y 90° 10' LWG). La mayor Area Area
elevación en el interior de la cuenca, es el cerro del litoral Lago Natural Cuenca Lago (nfsNM) Tipo
(Km3) (Km3)
(2730.06 mts. SNM) situado en la cordillera Alotepeque-
Ilopango 184.9 72 245 440.14 Distrófico
Metapán. Coatepeque 70.3 240 120 744.35 Ologotrófico
En su curso, el Lempa recibe numerosos afluentes, Guija 2767.6 44 150 425.29 Eutrófico
Olomega 18
los de la margen derecha están contaminados por ser
Area Almacenamiento Vol. no
receptores de desechos domiciliares e industriales de los Lagos Artificiales utilizable
centros poblacionados más importantes. Los afluentes de (Km3) («*) («n»)
la margen izquierda poseen alta concentración de sedi Embalse Cerrón Grande 135 1430 millones 750 millones
mentos en suspensión, provenientes de la zona deforest- Elbalse 5 de Noviembre 19 100 millones
ada; son ricos en oxígeno, contribuyendo a majorar la Embalse San Lorenzo 35 390 millones
(15 Sept)
calidad del agua.
Por la cuenca del Lempa, cuyo drenaje es dentrítico,
Producción y consumo de agua
fluye el 68% de los recursos hidráulicos del país; la La producción de agua registrada por ANDA (*)
utilización más importante es la hidroeléctrica, su abas
1982 4.7 M'/seg. 85.2 millones M'
tecimiento representa el 85% a base de aguas subter 1983 4.3 M3/seg. 89.9 millones
ráneas y el 48% del area regada del territorio salvadoreño (*) Administración Nacional de Acueductos y Alcantarillados
corresponde a esta cuenca. Se vio disminuida por comprender zonas conflictivas (M'/seg) sin
En el delta del río se depositan 3.16 millones m3 de embargo se ha dado un aumento como consecuencia del crecimiento
de los servicios en el área metropolitana de San Salvador.
sedimentos los que representa una pérdida anual de 0.17
mm de suelo agrícola, sin tomar en cuenta los vólumenes Producción de agua for zonas
retenidos en los embalses. Zonas 1982 (LPS) % 1983 (LPS) %
Metropolitana 2300 48.3 2983 68.3
El potencial hídrico del Lempa en su zona baja es Central 710 15.0 613 14.1
capaz de abastecer el desarrollo agrícola que pueda Occidental 920 19.3 763 17.6
inducirse en la Planicie Aluvial Costera, siempre y Oriental 829 17.4 V—
Total 4759 Toao 4335 Toao
cuando se haga un aprovechamiento integral del recurso.

Situación Actual de la Geología en El Salvador 23

 El AMSS es el centro urbano mas densamente Agua potable Alcantarillado
poblado del país, se estima que en esta área residen 841 Urbana Rural Urbana Rural
mil habitantes, lo cual representa el 17 por ciento de la
72.6% 43.7% 52.8% - Domiciliar
población total del país y un 67 por ciento de la urbana. 32.3% 34.3 Letrinas y tanques
sépticos

El consumo de agua en el AMSS El 55.9 y 55.7% de la población total tiene servicios

1982 51.5 millones M*
de AP y alcantarillados respectivamente. Referido a
1983 54.4 millones Ms municipios se tiene:
Acueducto Alcantarillado
La estructura del consumo en el AMSS, se estima
Atendidos por ANDA 176 (67.4%) 80 (30.65%)
que tiene el siguiente comportamiento: (en %) Atendidos por Municipalidad 70 (26.8%)
72.4 consumo particular Carecen de Servicio 15 ( 5.7%) 181 (69.35%)
15.9 consumo industrial y comercial
11.7 consumo de instituciones gubernamentales y municipales Construcción de pozos profundos
Departmento 1981 1982 1983
Consumo de agua por clase de usuario en el país San Salvador 13 11 11
Cha la te nango 2 0 0
(año 1983) La Libertad 1 2 2
Particular 86.1% Santa Ana 1 2
Gobierno 8.0% Cuscatlan 2 1
Municipales 3.2%
Asentamientos Irregulares 1.4% El Proyecto Zona Norte, ha venido a cubrir las
Instituciones Autónomas 1.1% demandas en al AMSS.

24 Mineral, Energy, and Water Resources and Geologic Hazards, Central America
CURRENT GEOLOGICAL SITUATION IN HONDURAS
By Carlo Hugo Rivera1
GEOLOGICAL MAPPING
Geological mapping of Honduras was started by the
General Bureau of Mines and Hydrocarbons (Dirección
General de Minas e Hidrocarburos) (DGMH) through
use of aerial photographs and topographic maps at a
scale of 1:50,000. Mapping continued with the coopera
tion of the DGMH and the Central American Institute of
Industrial Investigation and Technology (ICAITI), the
U.S. Agency for International Development (USAID),
the University of Texas, Austin, the University of Connect
icut, and the Peace Corps. To the present, the National
Geographic Institute has issued 16 geological map sheets,
one is in the Department of Santa Barbara. An area of
35,341 km2, representing 31.5 percent of the national
territory, has been mapped geologically.
MINING
The General Bureau of Mines and Hydrocarbons
(DGMH) is the branch of the Government Office for
National Resources (Secretaría de Recursos Naturales)
(SRN) that is in charge of technical and administrative
control of minerals, petroleum, and coal through the
application of the mining regulations and the Petroleum
Law and its regulations. In respect to minerals, this
institution is in charge of the control, inspection, and
surveillance of all those activities directly or indirectly
related to inspection and exploration of mines and quar
ries of special mineral substances, of free exploitation
minerals, including treatment, transformation, benefit,
and transportation of the extracted mineral substances
and of mining promotion and production.
1 Dirección General de Minas e Hidrocarburo*, Tequcignlpa, Honduras.
HYDROCARBONS
DGMH's functions, according to the Petroleum
Law and its regulations, include all that is related to the
exploration of the national territory in the search for
petroleum, asphalt, natural gas, and other hydrocarbons,
their field exploitation, whatever their origin and location,
and to the transformation and refining, transportation of
oil pipelines, gas pipe lines and storage of the exploited
substances.
COAL
The General Bureau of Mines and Hydrocarbons,
jointly with the Latin American Organization for Energy
(Organización Latinoamericana de Energía) (OLADE),
has carried out some research studies on coal.
The National Investments Corporation (Corpo
ración Nacional de Inversiones) (CNI), in November
1971, also conducted a study by means of detailed geo
logical mapping, diamond drilling, sampling, topographic
location and coal sampling in the San Antonio area,
western Honduras, which has determined the existence of
a thick coal bed.
The General Bureau of Mines and Hydrocarbons
also studied the El Pataste area, Municipality of Teupas-
enti in the Department of El Paraiso in 1956.
GEOTHERMAL RESOURCES
The National Enterprise for Electric Power (Empr
esa Nacional de Energía Eléctrica) (ENEE) has a Geoth-
ermal Energy Department in charge of geothermal
research studies at a national level. In Honduras, as many
as 65 individual geothermal areas are known, of which 30
have been studied. They are distributed in seven areas: El
Triunfo, Pavana, Nacaome, Comayagua, San Ignacio, La
Masica and Jutiapa.
Current Geological Situation in Hondura* 25
VOLCANIC SEISMOLOGY
This activity is not included in the purview of any
government institution, but it does concern the Physics
Department of the National Autonomous University of
Honduras.
HYDROLOGY
This function is under the direction of the General
Bureau of Water Resources (Direccion General de Recur-
sos Hidricos) (DGRH), which is a branch of the Govern
ment Office for National Resources (SRN). It is respon
sible for the research study, design, and construction of
irrigation systems, as well as for the administration, oper
ation, the maintaining of projects, and the rendering of
technical irrigation services in the state districts, espe
cially those that contribute to a growth in national pro
duction.
UNDERGROUND WATERS
The General Bureau of Water Resources has stud
ied underground waters in the Alianza area in southern
Honduras and in Comayagua, Siguatepeque, Choluteca,
Jamastran, Talanga, and Quimistran. At present, the
Servicio Nacional de Acueductos y Alcantarillados
(SANAA) is undertaking a study of underground waters
in the sector of Amarateca, some 25 km from the capital
city.
TEACHING
A career in only geology does not exist in Hondu
ras. At present, the National Autonomous University of
Honduras offers geology courses as part of the Civil
Engineering curriculum.
PAST TECHNICAL ASSISTANCE PROGRAM
During the period 1970-74, Honduras received
technical assistance from the United Nations in an area of
10,800 km2, located in northern Honduras. Twenty-one
maps at a scale of 1:50,000 were made photogeologically,
in quadrangles of about 500 km2. These were summa
rized on maps (scale of 1:250,000) published by United
Nations together with the booklet entitled "Geology of the
Northwestern Region of Honduras" ("Geologi'a de la
Region Nor-Oeste de Honduras"). Field mapping of
26 Mineral, Energy, and Water Resources and Geologic Hazards, Central America
10,800 km2 and photogeologic interpretation of 9,367
km2 was the basis for the work.
In 1974-78, the General Bureau of Mines and
Hydrocarbons carried out regional geological mapping at
a scale of 1:50,000 in the west part of Olancho with its
own personnel directed by Chilean geological engineers.
Field geology in 8,125 km2 and geology by photographic
interpretation in 731 km2 was the basis for this mapping.
An agreement with the Government of Japan
resulted in technical assistance from that country from
1977 through 1979 and covered an area within the area of
the Mining Project of the United Nations, Sector of
Minitas and Vucltas del Rio. Geology was mapped at a
scale of 1:50,000. The area covered by the Japanese was
about 1,000 km2. Their work culminated in a series of
drillings; results of this work are given in a six-volume
report entitled, "Report of Geological Survey of the
Western Area" (including maps).
The area in which regional geochemistry was car
ried out by United Nations in western Honduras, plus
what has been done in the Department of Olancho covers
about 19.27 percent of the national territory. These
regional geochemical studies have been the basis of the
mining research in both projects. By means of these
studies, it was possible to determine two important min
eralized areas, that of Vucltas del Rio and the Sector of
Petoa (Minitas) in the Department of Santa Barbara and
the Sector of La Conce in the Department of Olancho.
In 1974, the General Bureau of Irrigation, through
the Columbus Company of Baden, Switzerland, carried
out geological mapping in the Sector of "Brasilar" and the
"Bocon" on the rivers Nacaome, Guacerope, and Sermil,
in the south of the Republic.
The General Bureau of Mines, with the cooperation
of the Canadian Government, carried out the following
work: December 1977-June 1979 (Placer Gold in Hon
duras) a study of gold placers in the Rio Guayape, Patuca,
and other areas; research studies on radioactive minerals
in the Department of Santa Barbara, Sectors of San
Nicolas, San Jos6 de Colinas, and Yamala; report relating
to the regulations that the companies with rights of
Concessions on Exploration and Exploitation must follow
(John Glover Report, July 1978). The Canadian Govern
ment also assisted in the conduct of some geological
profiles in various sectors to determine the stratigraphy of
the country. They also organized the mining registry and
donated written materials and geophysical equipment.
GEOTHERMAL STUDIES
In 1968, the General Bureau of Mines and Hydro
carbons made an inventory of about 65 scattered geo-
thermal areas, in about half of the country. This informa
tion was the basis for a study, the objective of which was
the identification of geothcrmal areas throughout the
country, under the direction of United Nations in 1976, in
collaboration with the National Enterprise for Electric
Power (ENEE) and the General Bureau of Mines and
Hydrocarbons.
ENEE negotiated a contract with an expert com
pany, "Geonomics Inc." of Berkeley, California, U.S.A.,
which was to be responsible for carrying out preliminary
research in geothcrmal activity in different parts of the
country, as well as for carrying out more detailed explo
ration, in order to select sites for drilling and deep
exploration. This project was financed by ENEE. Because
ENEE did not comply with its contract, the reports
remain incomplete.
FUTURE PROJECTS
The General Bureau of Mines and Hydrocarbons
will be the executory unit of a project for making of the
mining inventory of Honduras, by means of an agreement
signed with the Interamerican Development Bank (Banco
Interamericano de Desarrollo) (BID). The purpose of
the project is to strengthen the Mines and Hydrocarbons
Bureau by means of formal training and the transfer of
techniques in disciplines associated with mining explora
tion, and to obtain precise information on the mineralized
zones of Honduras that may serve as a guide to national
and foreign mining investors.
A geothermal project will be carried out with the
United Nations Development Program and the Govern
ment of Italy. The international funds are to be given as a
grant. This project is about to start; the bidding of
consultants is done by United Nations in New York; field
research will start probably in September 1985. The
document was signed in January 22, 1985.
A geothermal project is to be carried out in collab
oration with the Los Alamos National Laboratory, U.SA.,
through USAID. With a grant from the U.S. Agency for
International Development (USAID) the studies will last
one year. Presently, three technicians from the Los
Alamos Laboratory are in Honduras to do preliminary
field visits. No agreement has yet been signed. This
project is part of a group of projects in Central America.
In Honduras, the funds are for geothermal studies only.
HUMAN RESOURCES
In Honduras there are few geologists, and all of
them completed their studies abroad, because in Hondu
ras a degree in geology is not available. Most of these
geologists have been given scholarships by the General
Bureau of Mines and Hydrocarbons. Because this orga
nization cannot offer sufficient salaries, the geologists are
commonly employed by ENEE. The only existing mining
engineer works with private enterprise. The General
Bureau of Mines and Hydrocarbons has two geologists
and two petroleum engineers. ENEE has two geologists
and the National University has two geophysicists.
PRESENT KNOWLEDGE OF GEOLOGICAL
RESOURCES
When the Mining Inventory, May 1, 1985, is com
plete the following will be available:
a) A national geological and metallogenic map.
b) A set of specific recommendations for the genera
tion of mining projects in the areas of major prior
ity, and
c) A set of proceedings and instructional material to
keep the mining inventory and the metallogenic and
geological map up-to-date.
NEEDS OF THE COUNTRY
The priority needs of the country are:
a) Professional training of human resources in geol
ogy, mining engineering, economic geology, and
geophysics.
b) Training, through work and short-duration grants,
for the personnel of the General Bureau of Mines
and Hydrocarbons.
c) Acquisition of geological and geophysical equip
ment for mineral exploration.
d) Upkeep for the laboratory of the General Bureau of
Mines and Hydrocarbons for the purpose of min
eralógica! analysis.
e) Financing for specific projects.
f) Increased funds available to the General Bureau of
Mines and Hydrocarbons in order to retain person
nel in geology.
Current Geological Situation In Honduras 27
SITUACIÓN ACTUAL DE LA GEOLOGÍA
EN HONDURAS
Por Cario Hugo Rivera1

MAPEO GEOLÓGICO HIDROCARBUROS

Las atribuciones respecto a la Ley del Petróleo y su

El mapeo geológico de Honduras fue iniciado por
reglamento conciernen a todo lo relativo a la exploración
la Dirección General de Minas e Hidrocarburos util
del territorio nacional en la búsqueda de petróleo, asfalto,
izando fotografías aéreas y mapas base topográficos a
gas natural y otros hidrocarburos, en la explotación de
escala 1.50.000 y continuando en cooperación con el
yacimientos de los mismos cualquiera que sea su origen y
Instituto Nacional y el Instituto Centroamericano de
colocación a la tranformación o refinación transporte de
Investigación y Tecnología Industrial (ICAITI), el AID,
oleoductos, gaseoductos y almacenamiento de las sustan
Las Universidades de Austin, Texas, y Connecticut, y el
cias explotadas y otras que su manejo requiera.
Cuerpo de Paz U.S.A., habiendo levantado hasta la fecha
mapas de 16 hojas, editados por el Instituto Geográfico
Nacional y actualmente se encuentra en proceso el del
Departamento de (Santa Barbara); existiendo a la fecha CARBÓN
mapeo geológico en un área de 35.341 Kilómetros cuadra
dos, que representan un 35.8% del territorio Nacional.
La Dirección General de Minas e Hidrocarburos,
conjuntamente con la Organización Latinoamericana de
Energía (OLADE), ha realizado algunos estudios sobre
MINERÍA carbón mineral.
También la corporación Nacional de Inversiones, en
noviembre de 1971 realizó un estudio mediante mapeo
geológico detallado, perforaciones de diamante, extrac
La Dirección General de Minas e Hidrocarburos es
ción de testigos, localización topográfica y muestren
la dependencia de la Secretaría de Recursos Naturales,
sistemático de carbón de la zona de San Antonio,
encargada del control técnico y administrativo de los
Municipio de Sensenti en el Departamento de Oco-
minerales e hidrocarburos, mediante la aplicación del
código de minería y la Ley del Petróleo y sus respectivos tepeque, al Occidente de Honduras, que han determinado
la existencia de un grueso manto de carbón.
reglamentos. En relación a los minerales, se encarga del
La Dirección General de Minas e Hidrocarburos
control, inspección y vigilancia de todos aquellas activ
también realizó un estudio de la zona de el Pataste,
idades que directa o indirectamente se relacionan con el
Municipio de Teupasenti en el Departamento de El
reconocimiento exploración de las minas y canteras, de las
Paraíso en 1956.
sustancias minerales especiales, de los de libre aprove
chamiento, inclusive del tratamiento, transformación,
beneficio y transporte de las sustancias minerales extraí
das y del fomento y producción de la minería. RECURSOS GEOTÉRMICOS

La Empresa Nacional de Energía Eléctrica (ENEE)

posee un Departamento de Geotermia, encargado de los
estudios geotérmicos a nivel nacional. En Honduras se
1 Dirección Ocneral de Minas y HidrocutMroa. Teguágalpa, Hondura*. conocen alrededor, de 65 afloramientos individuales de

28 Mineral, Energy, and Water Resources and Geologic Hazards, Central America
los cuales se han investigado casi 30, distribuidos en 7
regiones: El Triunfo, Pavana, Nacaome, Comayagua, San
Ignacio, La Masica y Jutiapa.
SISMOLOGÍA volcánica
Esta actividad no corresponde a ninguna institución
gubernamental, sino al Departamento de Física de la
Universidad Nacional Autónoma de Honduras.
HIDROLOGÍA
Esta función está a cargo de la Dirección General
de Recursos Hídricos, dependencia de la Secretaría de
Recursos Naturales, quien es responsable por el estudio,
diseño, y construcción de sistemas de riego, así como de la
administración, operación, mantenimiento de proyectos y
la prestación de servicios técnicos de riego en los distritos
estatales y particularmente que constituyan incremento a
la producción nacional.
AGUAS SUBTERRÁNEAS
La Dirección General de Recursos Hídricos ha
hecho estudios de investigación de aguas subterráneas, en
el sector de Alianza al Sur de la República y Comayagua,
Siguatepeque, Choluteca, Jamastran, Talanga y Quimis-
tran. Actualmente el Servicio Nacional de Acueductos y
Alcantarillados (SANAA) desarrolla un estudio de aguas
subterráneas en el sector de Amarateca a unos 25 km de
la capital.
ENSEÑANZA
En Honduras no existe la carrera de geología,
actualmente se imparte la clase de geología en la carrera
de Ingeniería Civil de la Universidad Nacional Autónoma
de Honduras.
PROGRAMA DE ASISTENCIA TÉCNICA
PASADA
En el período (1970-74) se recibió asistencia téc
nica de Naciones Unidas que comprendió una superficie
de 10.800 km2, situado al noroeste de Honduras se
levantaron fotogeológicamente, 21 mapas a escala
1.50.000, en cuadrángulos de 500 km2 aproximadamente
los que se resumieron en un solo mapa a escala 1.250.000
que fueron publicados por Naciones Unidas, conjunta
mente con el folleto "Geología de la Región Nor-Oeste de
Honduras." La geología cubierta en el campo por Nacio
nes Unidas fué de 10.800 km2 y por fotointerpretación
fué de 9.367 km2.
En 1974-78, La Dirección General de Minas e
Hidrocarburos con su propio personal dirigido por los
ingenieros geólogos Chilenos, hizo mapeo geológico
regional a escala 1.50.000 en la parte Oeste de O lancho,
habiéndose realizado geología de campo en 8.125 km2 y
geología por fotointerpretación 731 km2.
Mediante convenio suscrito con el Gobierno de
Japón se obtuvo asistencia técnica de ese país en el
periodo 1977-79 el que cubrió un sector mineralizado
dentro del área de Proyecto Minero de Naciones Unidas
Sector de Minitas y Vueltas del Rio, con geología detalla
da a escala 1.50.000, el área cubierta por los japoneses es
de aproximadamente 1000 km2. El trabajo de la misma
empresa culminó con una serie de perforaciones diaman
tinas y sus resultados se encuentran en un informe de seis
volúmenes con sus mapas "Report of Geological Survey
of the Western Área."
El área cubierta con geoquímica regional, hecho
por Naciones Unidas en el occidente del país, más lo
hecho en el Departamento de Olancho es del orden del
19.27% del territorio nacional. Estos trabajos de
geoquímica regional han sido la base de las investigaci
ones mineras en ambos proyectos, mediante cuyos estu
dios se logró determinar dos áreas mineralizadas impor
tantes como son la de Vueltas del Río y el sector de Petoa
(Minitas) en el Departamento de Santa Bárbara y el
sector de la Gonce en el Departamento de Olancho.
En 1974, La Dirección General de Irrigación, a
través de Cia Columbus de Badén Zuiza, realizó mapeo
Geológico y algunos perfiles geológicos en el sector de
"Brasilar" y el "Bocón" en los Ríos Nacaome, Guacerope
y Semil, en el Sur de la República.
La Dirección General de Minas obtuvo también la
cooperación del Gobierno de Canadá a través de CIDA,
realizó varios trabajos. Diciembre 1977-Junio 1979
(Gold Placer in Honduras) estudio de oro de placer, Rio
Guayape, Patuca, etc. Estudios de minerales radioctivos
en el Departamento de Santa Bárbara, sectores de San
Nicolás, San José de Colinas y Yamalá, etc. Informe
relacionado con las regulaciones a seguir por parte de las
compañías con derechos de concesiones de Exploración y
Explotación (Informe John Glover Julio 1978). Real
izaron también perfiles geológicos en algunos sectores
para determinar la estatigrafía del País. Organizó el
registro minero y donaron literatura y equipo Geofísico.
Situación Actual de la Geología en Honduras 29
ESTUDIOS GEOTERMICOS
En 1968, La Dirección General de Minas e Hidro
carburos, efectuó un inventario de aproximadamente 65
puntos termales dispersos, en casi la mitad del país,
información que sirvió de base para un posterior recono
cimiento de manifestaciones geotérmicas en el país a
cargo de Naciones Unidas en 1976, en colaboración con la
Empresa Nacional de Energía Eléctrica y la Dirección
General de Minas e Hidrocarburos.
La Empresa Nacional de Energía Eléctrica buscó la
contratación, una compañía especializada, "Geonomics
Inc." de Berkeley, California, U.SA. la cual se com
prometió a realizar un reconocimiento preliminar limita
do de la actividad geotérmica en diversas partes del país y
a realizar una exploración más detallada, para seleccionar
sitios para perforación y exploración profunda proyecto
que fué financiado por el BIRF con recursos propios de la
Empresa de Energía Eléctrica (ENEE). La Empresa
incumplió su contrato y los informes quedaron incon
clusos.
PROYECTOS FUTUROS
La Dirección General de Minas e Hidrocarburos
será la unidad ejecutora de un Proyecto para la elabo
ración del Inventario Minero de Honduras mediante
convenio suscrito con el Banco Interamericano de Desarro
llo cuyo objetivo es fortalecer la Dirección General de
Minas e Hidrocarburos mediante el adiestramiento for
mal y en servicio de técnicas nacional en disciplinas
asociadas con la exploración minera y obtener infor
mación precisa sobre zonas Mineralizadas de Honduras
que puedan servir de guía a los inversionistas mineros
nacional y extranjero.
Proyecto Geotérmico A Realizarse Con Pro
grama De Las Naciones Unidas De Desarro
llo Y El Gobierno De Italia
Los fondos internacionales son en carácter de dona
ción. Se está por iniciar la licitación de los consultores
(Lo hace Naciones Unidas en New York) las investigaci
ones de campo iniciarán probablemente en Sept./85. El
documento se firmó el 22/1/85.
Proyecto Geotérmico A Realizarse Con El
Laboratorio Los Alamos De U.S.A. Y A
Través De AID
Donación por $1.400.000 los estudios duraran un
año. En esta fecha están en Honduras 3 técnicos de Los
Alamos para las visitas preliminares de campo. No se ha
firmado todavía ningún documento. Forma parte de un
paquete a nivel Centroamericano. En Honduras, los fon
dos son solo para geotermia.
30 Mineral, Energy, and Water Resource* and Geologic Hazards, Central America
RECURSOS HUMANOS
En Honduras existen pocos geólogos, todos los
cuales son egresados del exterior al no existir a nivel
nacional la carrera de geología. La mayoría de ellas han
sido becadas de la Dirección General de Minas e Hidro
carburos que al no disponer de sueldos atractivos no
puede retenerlos y son absorbidos por la Empresa Nacio
nal de Energía Eléctrica. El único ingeniero en minas que
existe trabaja con la empresa privada la Dirección Gen
eral de Minas e Hidrocarburos, solo dispone de 2 geólo
gos y dos ingenieros petroleros. La Empresa de Energía
Eléctrica también tiene dos geólogos y la Universidad
Nacional tiene 2 Geofísicos.
ESTADO ACTUAL DEL CONOCIMIENTO DE
LOS RECURSOS GEOLOGICOS
Debido a que no se tiene con certeza un cono
cimiento de los recursos Geológicos del país, en la
ejecución del Inventario Minero que se inicia en Mayo del
presente año se va a obtener:
a) Un mapa geológico y metalogenético nacional, en
donde se condensara la información minera y geo
lógica que se recopile.
b) Un conjunto de recomendaciones específicas para
la generación de proyectos mineros en las áreas de
mayor prioridad y
c) Un conjunto de procedimiento e instructivas para
mantener actualizado el inventario minero y el
mapa geológico y metalogenético que se elaboren.
NECESIDADES DEL PAIS
Las necesidades prioritarias del país son:
a) La formación profesional de recursos humanos en
el área de geología, ingeniería de minas, geología
económica, y en geofísica.
b) Capacitar mediante entrenamiento en el trabajo o
becas de corta duración al personal de la Dirección
General de Minas e Hidrocarburos.
c) Adquisición de equipo geológico y geofísico para la
exploración de minerales.
d) Darle mantenimiento al laboratorio de la Dirección
General de Minas e Hidrocarburos para los análisis
de mineralogía.
e) Financiamiento para proyectos específicos.
f ) Incrementar las disponibilidades económicas de la
Dirección General de Minas e Hidrocarburos a fin
de retener el personal del área de geología.
USE OF WATER, ENERGY, AND MINERAL
RESOURCES AND THE REDUCTION OF
GEOLOGIC RISKS IN PANAMA
By Jose Saenz1
GOVERNMENTAL AGENCIES RESPONSIBLE
FOR:
GEOLOGIC Dirección General de Recursos
MAPS: Minerales del Ministerio de
Comercio e Industria (DGRM).
MINING- DRGM through the Departa
mento de Exploraciones y Estud
ios Geológicos-Mineros and the
Departamento de Minas y Can
teras y Registro Minero, in addi
tion to the Corporación de Desar
rollo Minero (CODEMIN).
HYDRO Dirección General de Hidro
CARBONS: carburos del Ministerio de Comer
cio e Industria. Exploration by
means of concessions to private
companies under special con
tracts. Supervision of oil refiner
ies.
COAL: DGRM through the Departa
mento de Exploraciones y Estud
ios Geólogicos-Mineros and the
Instituto de Recursos Hidraúlicos
e Electrificación (IRHE) through
the Dirección de Desarrollo.
GEOTHERMAL Instituto de Recursos Hidraúlicos
RESOURCES: y Electrificación (IRHE), through
the Dirección de Desarrollo,
Departamento de Estudios -
Sección de Investigaciones Geoló
gicas.
UNDER DGRM through the Sección de
GROUND Aguas Profundas, Departamento
WATER de Exploraciones y Estudios Geo
lógicos, the Ministerio de Desar-
k Apart«do Poslal 6-3912, P
Water, Energy, and Mineral Resources and Geologic Risks, Panama 31
rollo Agropecuario and the Banco
Nacional through the program on
shallow underground water; the
Instituto de Acueductos y Alcan
tarillados Nacionales.
SEISMOLOGY: Instituto de Geociencias, Univer
sity of Panama.
VOLCANOLOGY: DGRM and the Instituto de Geo
ciencias, University of Panama.
HYDROLOGY: Dirección General de Recursos
Hidráulicos and Electrificación
(IRHE), Comisión del Canal de
Panamá.
INDUSTRIAL Empresa Estatal de Cemento
MINERALS: Bayano and Sector Privado.
EDUCATION: Universidad Tecnológica through
the Escuela de Geología.
II. TECHNICAL ASSISTANCE PROGRAMS:
PREVIOUS PROGRAMS:
1. Cadastral Land and Water Project: From 1963 to 1965,
with the assistance of the Alliance for Progress of
United States of America. Seven volumes resulted from
this study of which volume three corresponds to geol
ogy and volume four to water.
2. Azuero Mining Project: From 1966 to 1968, the United
Nations Development Program (PNUD) and the
national counterpart, DGRM, produced a three-
volume study and one detailed volume on anomaly 65
named the "Pórfiro de Petaquilla-Botija" (Pórfiro
Cuprífero). This project covered an area of 17,000
km2. Base-map scale was 1:250,000.
3. Mining Project Phase II: From 1969 to 1972, the
PNUD and the national counterpart, DRGM, pro
duced a four-volume study. It covered four regions
which comprise an area of 15,400 km2. Base-map
scale was 1:250,000.
4. Peninsula de las Palmas-Soná and Isla de Coiba: From
1973 to 1974, this study, which was called Phase III,
 was carried out by DGRM and yielded very important
geological information.
5. Independent of former projects, DGRM was in charge
of the study of underground waters of the Llanos de
Coció and the reconnaissance of aquifers in the prov
inces of Herrera and Los Santos. In addition, a pre
liminary reconnaissance of 24 geothermal fields was
done over most of the territory, a study of sands and
gravel was completed by the United Nations, a study of
magnetite sands was made and a reconnaissance of
semiprecious stones derived from amorphous silica
was also completed. In addition, DGRM has provided
and will provide its support to national and foreign
enterprises in the search for metallic and nonmetallic
minerals, among them gold and hydrocarbons.
PRESENT PROGRAMS:
Presently, the DGRM handles the following pro
grams:
1. Proyecto Centro Minero Metalúrgico de Panamá (CIM-
MPA): This program is being carried out with the
assistance of the Agencia Internacional de Cooper
ación Tecnical del Japón (J1CA) and its national
counterpart, Dirección General de Recursos Miner
ales del Ministerio de Comercio e Industrias. Through
this program, equipment is provided for laboratory
analysis, sampling, and technological transfer at the
professional level.
2. Volcanological Mining Project-Vallede Antón: This
project is proceeding very slowly because of austerity
measures imposed by the Government of Panama. The
project covers an area of 600 km2.
3. Peninsula de Azuero Project: This project is proceeding
very slowly because of the austerity measures imposed
by the Government of Panama. The project, which
covers an area of 11,000 km2, is directed toward the
search for precious and nonmetallic minerals (fertil
izers and construction materials).
32 Mineral, Energy, and Water Resource» and Geologic Hazards, Central America
FUTURE PROGRAMS:
DGRM is developing future programs which will
need national and foreign support (through organizations
or international enterprises). These are as follows:
1. Mining Inventory. DGRM is awaiting a delegation from
the Banco Interamericano de Desarrollo (BID) whose
purpose is to obtain information and, in conjunction
with our technicians, to plan the activities of the future
project which should start as soon as possible.
2. Project on the Pequeña Minería We consider this a very
important project since it organizes the activities of the
small precious-metal mines in the province of Darien.
Being proposed.
3. Project on Radioactive Minerals. In 1984, the United
Nations carried out a program on preliminary regional
exploration. The report submitted recommends the
continuance of studies at a regional scale. Being pro
posed.
4. Coal Project in the Province of Bocas del Toro. Being
proposed.
5. Bauxite Project. Being proposed.
6. Remote-Sensing Project. Creation of a geographical
system of permanent information and the quantifica
tion and evaluation of the natural resources of the
country utilizing remote sensing are under consider
ation. Outside funds from the Interamerican Develop
ment Bank.
HUMAN RESOURCES:
DGRM needs to strengthen its professional staff in
order to respond to projects and problems. Panama needs
to know its resources and it is essential that the interna
tional agencies cooperate with the geological investiga
tions in the Central American area. We will face the
demands of development in the same way that nature
challenges us. Therefore, we expect from the seminar aid
and solid support.
APROVECHAMIENTO DE LOS RECURSOS
HIDROLÓGICOS, ENERGÉTICOS Y MINERALES
Y LA DISMINUCIÓN DE LOS RIESGOS
GEOLÓGICOS EN PANAMÁ
Por José Saenz1

I. INSTITUCIONES GUBERNAMENTALES ENCAR

GADAS DE:
MAPA GEO Institución responsable, Dirección
LÓGICO: General de Recursos Minerales
del Ministerio de Comercio e
Industrias.
MINERÍA: Instituciones responsables, Direc
ción General de Recursos Minera
les, a través de los Departamentos
de Exploraciones y Estudios
Geológicos-Mineros y el Depar
tamento de Minas y Canteras y
Registro Minero, además de
la Corporación de Desarrollo
Minero (CODEMIN).
HIDRO Institución responsable, Dirección
CARBUROS: General de Hidrocarburos del
Ministerio de Comercio e
Industrias. Exploraciones por con
cesiones a empresas privadas bajo
contratación especial. Supervisión
de la Refinería de Petróleo.
CARBÓN- Instituciones responsables Direc
ción General de Recursos Minera
les a través del Departamento
de Exploraciones y Estudios
Geológicos-Mineros y el Instituto
de Recursos Hidráulicos y Elec
trificación (IRHE) a através de la
Dirección de Desarrollo.
GEOTERMIA: Institución responsable, Instituto
de Recursos Hidráulicos y Elec-
Intimio de Geoaenciaa, Univeraidad de Panamá. Apañado Poüal 6-3912, Panamá
6A. Panamá.
trificación (IRHE), a través de la
Dirección de Desarrollo, Departa
mento de Estudios-Sección de
Investigaciones Geológicas.
AGUAS SUB Instituciones responsables, Direc
TERRÁNEAS: ción de Recursos Minerales a
través de la Sección de Aguas
Profundas, Departamento de
Exploraciones y Estudios Geológi
cos; el Ministerio de Desarrollo
Agropecuario y el Banco Nacional
a través de programa de aguas
subterráneas a poca profundidad
para ganadería y riesgo; el Insti
tuto de Acueductos y Alcantaril
lados Nacionales (IDAAN) a
través del programa para consumo
humano, con equipo propio.
SISMOLOGÍA: Institución responsable, Instituto
de Geociencias de la Universidad
de Panamá.
WLOlWOLOGH.Tnstitución responsable, Dirección
General de Recursos Minerales y
el Instituto de Geociencias de la
Universidad de Panamá.
HIDROLOGÍA: Instituciones responsables, el
Instituto de Recursos Hidráulicos
y Electrificación (IRHE). Comi
sión del Canal de Panamá.
MINERALES Instituciones responsables. Empr-
INDUSTRIALES: esa Estatal de Cemento Bayano y
Sector privado.
ENSEÑANZA: Institución responsable, Univer
sidad Tecnológica, a través de la
Escuela de Geología.

Recurso* Hidrológico*, Energético* y Minerales y Riesgo* Geológico*, Panamá 33

II. PROGRAMAS DE ASISTENCIA TÉCNICA:
PROGRAMAS ANTERIORES:
1. Proyecto de Catastro Rural de Tierras y Aguas, de 1963
a 1965 con la asistencia de la Alianza para el Progreso
de los Estados Unidos de América. Este proyecto
arrojó un estudio de 7 volúmenes, en el cual el volumen
III corresponde a geología y el volumen IV corres
ponde a aguas.
2. Proyecto Minero de Azuero, de 1966 a 1968 con la
asistencia del Programa de Naciones Unidas para el
Desarrollo (PNUD) y la contraparte nacional, Direc
ción General de Recursos Minerales. Este proyecto
arrojó un estudio de 3 volúmenes y 1 volumen detal
lado de la anomalía 65 denominado el Pórfiro de
Petaquilla-Botija (Pórfiro Cuprífero). Este Proyecto
abarcó una área de 17.000 Km2. Mapa base a escala
1:250.000.
3. Proyecto Minero Fase II, de 1969 a 1972 con la
asistencia del Programa de Naciones Unidas para el
Desarrollo (PNUD) y la contraparte nacional, Direc
ción General de Recursos Minerales. Este proyecto
arrojó un estudio de 4 volúmenes. Abarcó 4 regiones
en el país que totalizan una extensión de 15.400 Km2.
Mapa base a escala 1:250.000.
4. Proyecto Península de las Palmas-Sonáe Isla de Ceiba,
denominado Fase III, 1973 a 1974. Este estudio lo
efectuó la Dirección General de Recursos Minerales y
arrojó un informe de gran valor geocronológico.
5. Independiente de los proyectos anteriores, la Direc
ción General de Recursos Minerales estuvo a cargo de
los Estudios de Aguas Subterráneas (Hidrogeologia)
de los Llanos de Coclé, además de reconocimiento de
mantos acuíferos en las Provincias de Herrera y Los
Santos. Por otra parte se realizó el reconocimiento
preliminar de 24 campos geotérmicos en todo el
territorio, el estudio de las arenas y gravas con un
experto de Naciones Unidas, el estudio de las arenas
magnetíticas y el reconocimiento de las piedras semipr-
cciosas derivadas de la sílice amorfa. Debemos añadir
que nuestra Dirección brinda y brindará todo su apoyo
a las empresas nacionales e internacionales, en la
búsqueda de minerales metálicos y no metálicos, entre
ellos el oro e hidrocarburos.
PROGRAMAS PRESENTES:
En la actualidad la Dirección General de Recursos
Minerales atiende los siguientes programas:
1. Proyecto Centro Minero Metalúrgico de Panamá (CIM-
MPA), este programa se desarrolla con la asistencia de
la Agencia Internacional de Cooperación Técnica del
Japón (JICA) y su contraparte nacional, Dirección
General de Recursos Minerales del Ministerio de
Comercio e Industrias. El programa consiste en
34 Mineral, Energy, and Water Resources and Geologic Hazards, Central America
equipos para análisis del laboratorio, maquinaria con
tinua para análisis y pruebas y transferencia tecnoló
gica a nivel profesional. El avance del proyecto es de
un 50%.
2. Proyecto Volcanológico Minero-Valle de Antón, este
proyecto se realiza con mucha lentitud, debido a las
medidas de austeridad. Su extensión es de 600 Km2.
3. Proyecto Península de Azuero, este programa marcha
con lentitud, debido a las medidas de austeridad. Su
extensión es de 11.000 Km2. El programa está dirigido
para la búsqueda de minerales metálicos preciosos, no
metálicos (fertilizantes y la construcción).
PROGRAMAS FUTUROS:
La Dirección General de Recursos Minerales, se
proyecta hacia el futuro con algunos programas ambici
osos que necesitan el apoyo nacional e internacional (via
organismos o empresas transnacionales) son ellos:
1. Inventario Minero Territorial, al momento de escribir
este memorándum, estamos presto para recibir la
misión del Banco Interamericano de Desarrollo (BID)
cuya finalidad es la de recabar la información y
conjuntamente con nuestros técnicos, programar las
actividades del futuro proyecto, que deberá empezar lo
más pronto posible.
2. Proyecto sobre la Pequeña Minería, este proyecto lo
catalogamos de mucha importancia, sobre todo para
cooperativizar las actividades de los pequeños mineros
en la Provincia del Darien, en relación con la minería
de minerales preciosos. En perspectiva.
3. Proyecto de Minerales Radioactivos, Naciones Unidas a
través de la OIEA, efectuó en el año 1984 un progra
ma de exploración regional preliminar. El informe
presentado recomienda proseguir los estudios a escala
regional. En perspectiva.
4. Proyecto de Carbón en la Provincia de Bocas del Toro
En perspectiva, a través del IRHE.
5. Proyecto de Bauxita. En perspectiva.
6. Proyecto de Sensores Remotos: Creación de un sistema
geográfico de información permanente y la cuantifi-
cación y evaluación de los Recursos Naturales del país
utilizando sensores remotos. Fondos del BID y
Panamá Dirección del MIPPE.
RECURSOS HUMANOS:
La Dirección General de Recursos Minerales,
necesita fortalecer el personal professional con la finali
dad de dar respuestas a los proyectos y problemas.
Panamá necesita conocer a cabalidad sus recursos,
es imprescindible que las agencias internacionales
coadyuguen a la investigación en el área centroamericana.
En la medida en que enfrentemos el reto a la naturaleza,
en esa misma medida estaremos dando respuesta a los
problemas que demanda el desarrollo. Por lo tanto esper
amos del seminario ayuda y sólido apoyo.
PRESENT GEOLOGICAL SITUATION IN COSTA RICA
By Rolando Castillo1
1. DISTRIBUTION OF GEOLOGICAL
ACTIVITY PER INSTITUTION
The different government institutions in charge of
the development of the geological activities per fields of
actions are described below.
1.1 Geological Cartography
1.1.1 Geological Map of Costa Rica
Mandated by law by the Directorate of
Geology, Mines, and Hydrocarbons Bureau
(DGMH), Ministry of Industry, Energy and
Mines (MIEM).
1.1.2 Other Tasks of Geological Cartog
raphy
Several institutions perform geological
cartography tasks at different scales according
to the objectives of the projects designed by each
of them.
Thus, the Institute of Electricity of Costa
Rica (ICE) performs geological cartography
related to petroleum and coal exploration
projects. The Development Corporation of
Costa Rica (CODESA), at present by means of
its subsidiary Minera Nacional, S. A.
(MINASA), carries out geological mapping
related to exploration and evaluation of mineral
prospects, especially gold prospects. The
National Service of Underground Water and
Surface Water (SENARA) deals with those geo
logical cartography tasks which relate to the
investigation and utilization of underground and
superficial waters of the country. The Central
American School of Geology (ECG) performs
geological mapping at different scales in line
with its educational and investigational activities,
including thesis works. The Volcanologic and
1 Director, Central American School of Geolotf, Univerury of Coau Rica, San Jose,
Coo* Ma.
Seismologic Observatory of the National Univer
sity performs geologic mapping in line with its
volcanologic and seismologic investigation
projects.
1.2 Mining
DGMH (MIEM), whose main activity is
administration and control of mining , besides geolog
ical mapping of the country, according to the Mining
Code, also performs other supporting activities such
as the rcgionalization of the mining activity and the
computerization of the Mining Registry. In addition, it
also initiates some exploration and mining develop
ment projects in relation to gold and industrial min
erals.
The Development Corporation of Costa Rica
(CODESA) through its subsidiary, the Minera Naci
onal S. A. (MINASA), dedicates itself to the initiation
and execution of mining projects at the exploration
level, mainly in the field of mineral resources, even
though at present it dedicates itself to projects related
to gold mining and to the prospecting for radioactive
minerals, the latter with the participation of the United
Nations, financed by the Italian Government. Special
attention is given to gold projects (vein and dissemi
nated type) in the Cordillera Tilaran and alluvial gold
projects with the technical assistance of the Swedish
Government in the Osa Peninsula.
1.3 Petroleum and Carbon
The Refinadora Costarricense de Petróleo
(RECOPE) is commissioned by the Costa Rican
Government to carry out exploration and exploitation
for petroleum and coal resources.
In 1980, after 5 years during which no explor
atory activity was performed in the country, the Gov
ernment of Costa Rica decided to reinitiate explora
tion of oil and gas. This task was assigned to
RECOPE. As a result of its activities, more complete
and precise information is now available, remarkably
enlarging our information on the petroleum potential
of the different sedimentary basins of the country. The
Present Geological Situation In Costa Rica 35
 combined area of these basins is now known to cover
35,000 km2.
As to superficial geology, in the late '80s
RECOPE initiated exploration activity using both field
and laboratory studies. The Limón Sur and San
Carlos areas were studied and, at present, studies on
the North and South Pacific areas are beginning.
These emphasize sedimentological and geochemical
analyses.
As to seismic studies, the areas of Limón Sur
and Limón Norte were studied by CODESA and
RECOPE. Afterwards, the marine seismic tasks on
the Pacific and Atlantic shelf were entrusted to the
GSI Enterprise.
Areal and marine magnetometrics was
entrusted to the Aero Service Enterprise, which cov
ered the areas of Limón Sur, Limón Norte, South
Pacific, North Pacific, and the Atlantic and Pacific
shelves.
The gravimetric studies were initiated all along
the Atlantic shelf by an agreement with the British
Columbia University (UBC) and the cooperation of
the GSI Enterprise. For its part, RECOPE covered
the areas of Limón Sur, Limón Norte, San Carlos, and
at present is working on the South Pacific zone.
Except for the volcanic areas, RECOPE had the
task of photointerpreting practically all the country.
Its chief emphasis was on areas of Limón Sur, Limón
Norte, San Carlos, and South and North Pacific.
For exploratory purposes, RECOPE had the
task of drilling many shallow test holes (200 meters
average). From these, it has been possible to carry out
lithostratigraphic and biostratigraphic evaluations, as
well as geochemical analyses. Among all of these
holes, the San José Well No. 1, located in the zone of
Limón Sur, has greatly contributed to the knowledge
of the general stratigraphy of the country.
In order to completely evaluate the potential of
this country's resources, up-to-date studies of prefe-
asibility and feasibility for specific studies have been
carried out. These studies are located, preferentially,
in the areas of Limón Sur and San Carlos.
1.4 Geothermal Resources
Geothermal investigations performed by ICE
have been centralized in the Miravalles geothermal
field, located on the west side of the Guanacaste
Cordillera. At present, ICE is prepared to generate a
power of 30 MW with the development of such fields.
1.5 Underground Water
The research, development, and control of
underground waters is performed by the National
Service of Underground and Surface Water
36 Mineral, Energy, and Water Resources and Geologic Hazards, Central America
(SENARA) through the Underground Waters and
Basic Studies Bureau (DASEB). At present, the main
activities of SENARA on this field have been centered
on the following three objectives:
(a) Research on the hydrogeological potential of the
gold-bearing alluvium on the Tempisque River, in
order to implement three watering projects by
underground water.
(b) Research and development of aquifers of the
Central Volcanic Plateau, in order to determine
the potential for underground water supply for
the San José metropolitan area aqueduct.
(c) A national-level advisory group on hydrogeology,
sanitary landfill, exploitation of coastal aquifers,
contamination control, and so on.
It has been shown that in Costa Rica 80 percent
of the drinking water supply comes from impounding
of underground water, hence the importance of inves
tigation, development, and control of this resource for
the country.
1.6 Seismology and Volcanology
The following government institutions carry out
scismologic and volcanologic research: (a) the Central
American School of Geology (ECG) of the University
of Costa Rica (UCR) and (b) the Volcanologic and
Seismologic Observatory of the National University.
ECG (UCR) carries out this task together with
the Geology Department of the Institute of Electricity
of Costa Rica (ICE) and has formed a Nationwide
Seismologic Network (RSN) for approximately the
last 5 years, even though the seismological research
activity has been under the ECG control since 1974.
RSN is a network of five stations within the
Central Valley with direct registry at each site. Equip
ment was obtained from OAS between 1974 and 1979.
The RSN also has a seismic station at la Lucha
(7 components: 3 long period, 3 middle period, and 1
short period, using a digital display system). The RSN
also has equipment for the registration and analysis of
microtremors.
The Volcanologic and Seismologic Observatory
(VSO) of the National University in Heredia, Costa
Rica, has been carrying out research since 1974. From
then until 1983, it has collected and gathered informa
tion on seismic data together with ICE.
In 1977, the VSO was fully dedicated to volcanic
study and surveying of the volcanoes of Costa Rica. In
1983, the VSO started a project with the National
University (UNA) and the Agency for International
Development (AID) through the Office of Foreign
Disaster Assistance (OFDA), for the installation of a
nationwide seismographic network with the technical
advice of the University of California in Santa Cruz.
The coordination and execution of the project is
invested in VSO into which all volcanologic and
seismologic functions have been merged.
As part of the volcanic surveying program, sys
tematic measurement of temperature and analysis of
fumarolic condensates are carried out, as well as
sampling of high-temperature gases, water geochem
istry, gas traps (Sakrashima method), studies on the
environmental impact of acid rain of volcanic origin,
measurement of radon, dry tilt and study of active
lavas, study of tephrites (tefras) for the evaluation of
volcanic risk, gravimetry, magnetometry, petrology,
gcomorphology, volcanic and seismicity studies.
This program is carried out on the Turrialba,
Irazú, Poás, and Arenal volcanoes. However, applica
tion of some of the methods noted are planned for
Barba, Planatar, and Rincón de la Vieja volcanoes.
In the area of seismology, a permanent and
nationwide seismologic net is being installed, with 18
stations strategically distributed throughout the coun
try.
At present, 10 short-period and vertical compo
nent stations and one of three short-period compo
nents are installed and in operation. Three of these
stations are located in the northern part of the coun
try: the COBANO (CAO) station on the southern end
of the Nicoya Peninsula, the JUAN DIAZ (JUD)
station, 12 km west of Nicoya, and the RINCÓN
(RIN) station, 5 km south of the crater of the Rincón
de la Vieja volcano.
In the central region, because of the large
number of cities, seven stations have been installed:
the ESPARZA (EPA), PONTENCIANNA (PTCR)
at Puriscal, QUEPOS (QPS), POAS (POA), HER-
EDIA (HDC), CERRO DE LA MUERTE (CDM),
and IRAZU (IRZ) stations. The POAS and IRAZU
stations are located near the craters of those volca
noes. The HEREDIA (HDC) station registers in
three components with W-A response.
In the south, only one station has been installed:
the PUNTA BURICA (PBC) station, 25 km SE of
Golfito.
The remaining seven stations will be installed in
1985 and will be distributed as follows: three in the
south (Isle del Caño, Cerro Tigre, and Cotón), one on
Turrialba Volcano, one at Limón, one on the North
Atlantic slope, and the last on Arenal Volcano.
1.7 Hydrology and Geotechnics
This task is principally carried out by ICE by
means of its hydroelectric, geothermal, and water
projects, in connection with SENARA.
The Ministry of Public Works and Transporta
tion (MOPT) also carries out tasks in the geotechnical
field related to the construction of roads, bridges, and
several other types of public works.
1.8 Academic Education
The Institution in charge of academic education
in the geological sciences, which awards degrees at the
Masters level, is the Central American School of
Geology (ECG) of the University of Costa Rica
(UCR). Geological investigations of different techni
cal and scientific nature are also performed, with the
participation of teachers and students by means of
theses.
During geological meetings held in Costa Rica
and Guatemala in 1965 and 1967, respectively,
emphasis was placed on the great need of training
professionals in geological disciplines and on the great
urgency of establishing a School of Geology. Repre
sentatives of the governments of the region and of
Central American institutions for university education
participated in those meetings. They studied the prob
lems and established the pertinent measures needed to
form a Central American School of Geology. Partici
pants at the meetings proposed the University of Costa
Rica as the site for the school. The UCR welcomed the
proposal and approved the establishment of a geology
degree program in April 1967. Afterwards, the Upper
University Council (CSUCA) was asked to give the
program a regional character; at its 12th ordinary
meeting, held in Managua in August 1967, its region-
alization was approved. The Central American School
of Geology opened its doors in March 1979, offering
the first courses pertaining to this curriculum. At
present, the school offers a Masters degree in geology
and Masters degree in geology with emphasis on
mining geology. The Bachelors degree was eliminated
in 1983.
In order to fulfill the established program
according to Appendix I, 20 professors (9 full-time, 3
half-time, 510 quarter-time) have been appointed.
There are 9 professors with Academic Doctorates, 6
professors with Masters degrees, the other 5 special
ize in various fields; others are pursuing post
graduate studies. Furthermore, at present, there are
12 interim professors (5 with Masters degrees and 5
with Bachelors degrees).
The student population is 244, of which 14 are
Central American. As of April 1985, the school has
graduated 94 geologists (Bachelors and Masters), of
which 17 are Central American. The school is working
on the improvement of its academic program for
which reason great efforts are being made to attract
foreign specialized professors who can teach
advanced courses.
The school is working on the implementation of
specialized specific courses and postgraduate courses
Present Geological Situation In Costa Rica 37
 in several fields, such as mining and petroleum geol
Future Work
ogy, geotechnics, and geophysics, in order to offer
them to the National and Central American profes The Aguacate Mining with
the USGS is in the planning
sional community.
Teaching of some of the courses in geological
and nongeological sciences which support several 2.1.2 Central American School of Geol
curricula, and the development of geological research ogy (ECG), University of Costa Rica
projects, is conducted by the National University
through the School of Land and Sea Sciences, where Since the establishment of the ECG, the
these courses are taught. However, the major activity CSUCA and the University of Costa Rica have
is carried out by the VSO. communicated with different international insti
tutions in order to obtain technical and eco
nomic assistance. In this way the UNES-
2. ASSISTANCE PROGRAMS CO/PNUD project was initiated and gave the
initial support to the school for 4 years. Parallel
2.1 Past and Present Programs Per Insti with this project, the University Exchange Ser
tution (DGMH) vice (DAAD) of the Federal Republic of Ger
many gave assistance in 1973 and continues to
2.1.1 Directorate of Geology, Mines, and contribute with professors, scholarships, and
Hydrocarbons, Ministry of Industry, equipment, including a recent expansion (1985)
Energy, and Mines (MIEM). of the project in Central America. The OAS, in
DGMH is the oldest government institu 1973 and 1980, contributed equipment and
tion concerned with the specific field of geology. scholarships in the seismologic and vulcanologic
It has received greater and diverse assistance in field. The Dutch Government cooperated by
several fields, especially in geological mapping, sending two professors in 1973 to 1981. The
mining, volcanology, seismology, petroleum geol Japanese Government, through the Interna
ogy, and coal geology. tional Cooperation Agency (JICA), has contrib
Among the past technical assistance pro uted since 1980 seismologic equipment and
grams of this institution the following are note training scholarships. Lately, the ECG has
worthy: obtained the collaboration of the School of Geo
logical Sciences of the Universidad Complutense
Completed Work of Madrid.
Project or 2.1.3 Underground and Surface Waters
Consultant
(SENARA)
U.S. Geological USGS/AID approx. Several geological works on
Survey 1960-65 eruptions of Volcan Irazu and SENARA has received technical assis
geological cartography of part
of the Central Valley. tance from different institutions affiliated with
United Nations UNO 1972 Mining exploration of the the United Nations which led to the establish
Development country. ment of the National Underground Water Ser
Program
Thomas Walde UNO March Revision of the Mining Godes. vice (SENAS).
83 For several years, it has kept assistance
J. P. Stone UNO June 84 Mechanization of the Mining and research agreements with the Geological
Registry
A. Stockmayer UNO Jury 84 Mining Legislation (theme). Survey of Great Britain, specifically oriented to
Omar Frugoni CIM Sept.- Bank of Geological Data. hydrogeologic research in the area of San Jos6.
Argentinian Oct. 84 Through international institutions such as
Govern
ment OAS, UNESCO, and the British Council, the
W. C. Robinson UNO Oct. 84 Mining Inspection Tasks. training of technical and professional personnel
Work Underway in hydrogeologic and geophysics fields has been
Project or possible.
Institution Year Work Being Performed
Consultant
2.1.4 Petroleum Refinery of Costa Rica
Swedish Geo Swedish 1984 Mining training.
logical Service Govern (RECOPE)
ment
Improvement AID 1984 Implementation and training For petroleum hydrocarbons and coal car
of the Mining for the mechanization of the bon exploration activities, RECOPE has collab
Registry National Mining Registry.
orated with the following technical assistance

38 Mineral, Energy, and Water Resource* and Geologic Hazards, Central America
 programs: PEMEX, YPF, University of British 2.1.6 School of Sciences of Land and
Columbia (UBC), ARPEL, OLADE, World Sea, National University, Volcanolo-
Bank, AID, USGS, Technical Cooperation gic and Seismologic Observatory
Agency of Japan (JICA), and the Los Alamos
National Laboratory, United States. Likewise, it This institution has received financial
has received the advise of several professionals assistance from AID since 1983, for the instal
and internationally well-known firms. lation of a national seismographic network, with
technical advise from the University of Califor
2.1.5 Development Corporation of Costa nia, Santa Cruz.
Rica (CODESA)
2.1.7 Electrical Institute of Costa Rica
CODESA has received technical assis
tance from the Geological Survey of Great Brit Sufficient information was not received
ain for alluvial, vein, and disseminated gold; for this section.
from the Canadian Foreign Administrative Ser
vice (CESO); from METARON Enterprise, 3. HUMAN RESOURCES
Rumania, on the Bauxite Project; from Kaiser Present and needed human resources by each insti
Enterprises, United States; from Asland, Spain, tution, according to their own estimates, are as follows:
on cement projects; and from ESI Engineering
of Canada on a sulphur field-evaluation project. 3.1 Bureau of Geology, Mining, and Hydro
In 1984, it also received technical assistance carbons
from the Government of Argentina, in order to
establish a mining data bank for the planning of 3.1.1 Existing human resources
mining development. CODESA, in 1985, 6 Geologists
received technical assistance from the Swedish 3 Assistant geologists
Government for the Alluvial Gold Project that 2 Lawyers
CODESA has initiated on the Osa Peninsula. 2 Assistant lawyers
Table 1 summarizes the technical assistance 2 Drillers
received. 2 Programming assistants
TABLE 1 .— International technical cooperation received by
CODESA
1 Biologist
3.1.2 Necessary human resources
Nemetof Government or
Type of Advising Duration Date
Personnel institution 6 Geologists
O. Frugoni Argentina Geological 2 months 1984 2 Program operators
Data Bank
J. B. Berrange British Photogeology 5 months 1984 3.2 Central American School of Geology
Geological of Osa
Institute
A. Stockmayer United Mining 6 weeks 1984
3.2.1 Existing human resources
Nations contracting
S. Simpson United Uranium 2 months 1983
a) Professors: 30
Nations analysis b) Administrative: 21
P. Donovan U.N. Revolv Gold veins 1 month 1982-83
D. Giles ing Fund 3.2.2 Necessary Human Resources
A. Beard Canada Gold refinery 3 months 1982
B. Amos British Mining explo 7 months 1981-82 a) Professors: 9-10 (approximately)
P. Rogers Geological ration at the Mining geology 1
Institute Tilaran
Mountains Sedimentary and petroleum geology 1
J. Syme Canada Gold veins 3 months 1981 Mineral benefit and mining economy 1
(CESO) Applied geophysics 1
D. Pringle Canada Gold veins 3 months 1981
(CESO) Geotechnics 1
A. Furiotti United Uranium 4 months 1980 Volcanology 1
Nations prospecting Seismology 1
N. Stanescu Rumanian Bauxite 4 months 1979
Government studies Palynology 1
Y.L. Roberts British Techniques 6 months 1979 Vertebrate paleontology 1
Geological of geochem- b) Administrative:
Institute ical analyses
A.G. Stratton United States Atomic 1 month 1979 Programmer 1-2
absorption Laboratory assistants (geochemistry, geo
analysis physics, mining geology, mineral beneficia

Present Geological Situation In Costa Rica 39

 tion, sedimentary and petroleum geology, vol-
canology, palynology and vertebrate paleon Existing Human Resources
tology) 8-10 (approximate figure) Gravity workers 1
Draftsmen 2 Welders 2
Auto mechanics 3
Secretaries 2
Industrial mechanics 1
3.3 National Underground and Surface TOTAL 76
Water Service (Bureau of Under Administrative personnel 31
ground and Surface Water) Nonclassified personnel 104
TOTAL 135
3.3.1 Existing Human Resources
3.5 Development Corporation of Costa
4 Hydrogcologists Rica (CODESA) National Mining
2 Geologists (Ml NASA)
1 Geophysicist
5 Technicians in hydrogeology and geophysics 3.5.1 Existing Human Resources

3.3.2 Necessary Human Resources 6 Geologists

2 Chemists
3 Hydrogeologists 1 Lawyer
4 Geologists 2 Draftsmen
4 Hydrogeology technicians 23 Administrative
1 Geophysicist
3.5.2 Necessary Human Resources
4 Professional drilling technicians
1 Topographer
3.4 Petroleum Refinery of Costa Rica 1 Financial analyst
(RECOPE). Exploration management
3.6 School of Sciences of Land and Sea:
3.4.1 Existing Human Resources National University, Volcanologic and
Professionals 1985 Seismologic Observatory
Geologists and mining engineers 26
Civil engineers 10 3.6.1 Existing Human Resources
Geophysical engineers 3 2 Seismogram readers
Industrial engineers 1 1 Data analyst, computing technician
Electrical engineers 2 2 Technicians in electronics
Chemical engineers 4 1 Geodosist
Chemists 1 1 Geochemist analyst
Librarian 1 2 Researchers on seismologic and volcanologic
TOTAL 48 fields
Technicians 1 Secretary
Drillers 9 Two members of the Observatory are
Geologic aides 2 studying for their doctorates at the University of
Geophysical aides 4 California, Santa Cruz; one in seismology and
Gravity aides 1 the other in volcanology.
Topographic aides 5
3.6.2 Necessary Human Resources
Laboratory aides 1
Engineering aides 3 It would be wise to increase the scientific
Drilling aides 20 research personnel in the fields of seismology
Electricians 2 and volcanology
Garage aides 1
Geologic assistants 7 3.7 Electric Institute of Costa Rica (ICE).
Geophysical assistants 1 Geology Department
Topographic assistants 2
3.7.1 Existing Human Resources
Laboratory assistants 1
Heavy equipment operators 7 15 Geologists
Construction assistants 3 4 Administrative

40 Mineral, Energy, and Water Resources and Geologic Hazards, Central America
 3.7.2 Necessary Human Resources
20 Geologists
5 Administrative
4. KNOWLEDGE OF GEOLOGIC
RESOURCES AT PRESENT
This subject is complex and difficult to deal with
inasmuch as there are several institutions in the country
dealing in diverse geological studies. It seems to me that
this is a subject to be analyzed in joint participation with
the representatives of the various institutions attending
this seminar.
In general terms, we can state that there does not
exist a definite and systematic program of geologic map
ping of the country (responsibility of DGMH) that could
produce a geological map at a scale more detailed than
the l:200,000-scale map series published by DGMH.
Geological mapping is conducted independently by each
of the institutions mentioned according to their project's
goals, and without coordination.
Nor is there a systematic mining exploration pro
gram for Costa Rica. The efforts, even when valid,
performed by the involved institutions, are rather indepen
dent and in accordance with the interests of each institu
tion.
In regard to petroleum exploration initiated by
RECOPE in 1980, it would be of interest to hear the
views of the RECOPE representative as to the program as
well as the goals attained. The same should be said about
the other specific tasks conducted by institutions such as
SENARA in relation to the hydrogeological projects and
CODESA in connection with its mine development
projects, especially in the area of gold.
Generally speaking, one could say that the knowl
edge of geological resources has expanded since the '70s,
when the Central American School of Geology was estab
lished. This is due to the academic training of students
who are now working for various institutions noted above
and in the diverse specialized fields of geological sciences
represented (for instance: stratigraphy, tectonics, paleon
tology, petroleum, mining, geotechnics, hydrogeology,
seismology, and volcanology).
5. NEEDS OF COSTA RICA
The estimate of present specific needs in order to
increase the geological knowledge of the country is some
thing that must also be especially considered at this
seminar by all the different attending institutions.
However, we might mention some of the needs that
the country will be required to resolve in order to improve
its social-economic level, such as:
1) Compilation of the geological map of the country,
starting at 1:50,000 scale so that it can be used in fields
such as mining, petroleum, water, infrastructure
works, and so on.
2) Development of a systematic mineral-resources explo
ration program from initial exploration to develop
ment.
3) Development of other geologic research programs,
intended for the use and development of various
resources such as water for hydroelectric power and
irrigation projects, and for geothermal resources for
production of electric power, as well as water-supply
services.
4) Development of technical and economic support for
the preparation of sufficient and qualified personnel,
trained in different fields of the geological sciences, at
graduate and postgraduate levels, in order to have
sufficient qualified professionals in charge of planning
and execution of specific geological development pro
grams in mining, petroleum, water, hydroelectric and
geothermal projects, infrastructure works, and studies
on the prevention and mitigation of geological hazards.
Present Geological Situation In Costa Rica 41
 APPENDIX NO. 1 -SUBJECTS FOR MASTERS DEGREE IN GEOLOGY, 1984

FIRST YEAR
Hours Credits
Theory P/Lab*
Hours Credits
Theory P/Lab* CYCLE IV
CYCLE I EG- Seminar national
EG-0000 Fine arts I 2 0 1 reality 2 0 2
EG-0001 Sports I 2 0 0 FS-0302 Laboratory, general
EG-0123 Integrated course physics I 0 3 1
on humanities I 6 0 6 FS-0303 General physics II 5 0 5
MA-0101 Mathematics 3 3 4 G-0315 Optical mineralogy 2 4 4
FS-0112 Basic physics 2 2 3 G-0316 Geomorphology 2 3 3
Q-0104 General chemistry I 4 0 3 G-3002 Geological
Q-0105 Laboratory, general drawing II 2 3 3
chemistry I 0 3 1 TOTAL 26 18
TOTAL 27 18

Hours Credits THIRD YEAR

Theory P/Lab*
CYCLE II Hours Credits
Theory P/Lab*
EG-0000 Fine arts II 2 0 1
EG-0002 Sports II CYCLE V
2 0 0
EG-0123 Integrated course G-0024 Introductory
on humanities II 6 0 6 geophysics 3 2 3
MA-0201 Calculus I 5 0 4 G-0327 Petrography
Q-0106 General chemistry igneous rocks 3 3 4
II 4 0 3 G-4112 Introductory
Q-0107 Laboratory, general geohydrology 2 4 3
chemistry II 0 3 1 G-4214 Field geology I 3 4 4
G-0212 General geology I 3 3 3 XS- General statistics
TOTAL for geologists
28 18
TOTAL 29 18
SECOND YEAR

Hours Credits
Theory P/Lab* Hours Credits
Theory P/Lab*
CYCLE III
CYCLE VI
EG- Repertoire (Social EG- Seminar national
or Literature) 4 0 3
FS-0201 General physics reality II
5 0 4 G-0421 Introductory
MA-0301 Calculus II 5 0 4 geotechnics 2 4 3
G-0213 General geology II 3 2 3 G-0124 Applied geophysics 2 4 3
G-0224 General mineralogy 2 4 3 G-4110 Structural geology 4 2 4
G-3001 Geological
G-5117 Nonmetallic
drawing I
minerals 3 2 3
TOTAL 28 19 G-0023 Introductory
geochemistry 2 3 3
• Practice and/or laboratory, according to the professors' dictate.
TOTAL 30 18

42 Mineral, Energy, and Water Resource* and Geologic Hazards, Central America
 FOURTH YEAR Hours Credits
Theory P/Lab*
Hours Credits
CYCLE X
Theory P/Lab*
G-0038 Micropaleontology 3 3 4
CYCLEVH Optional 2 3 3
G-
G-0020 Photogeology 2 3 3 G- Optional 2 3 3
G-4113 Stratigraphy 2 3 3 G- Optional 2 3 3
G-4222 Petrography G- Optional 2 3 3
sedimentary rocks 3 3 4 G-9502 Directed
G-0419 General research III 0 0 0
paleontology 3 3 4 16
TOTAL 26
G-4215 Metallic mineral
deposits 3 3 3 TOTAL CREDITS: 180

TOTAL 28 17 TOTAL HOURS: 279 (exeludirig field

geology)
Hours Credits
Theory P/Lab*
CYCLE vni MASTER'S DEGREE IN GEOLOGY
WITH EMPHAS1S ON MINING GEOLOGY
G-3270 Petrography meta-
morphic rocks 1 2 2
G-5116 Field geology II 2 5 4 Hours Credits
G-4111 Historie geology 2 1 2 Theor>< P/Lab*
G-5120 Volcanology 2 3 3
CYCLE VII
G-4120 Sedimentology 3 4 4
CI-0202 Principies of G-4222 Petrography
information I 4 0 4 sedimentary rocks 3 3 4
G-9500 Directed research 0 0 0 G-4117 Structural
geology II 3 2 3
TOTAL 29 19
IC- Topography for
geologists 2 4 3
Hours Credits G-0233 Applied
Theory P/Lab* geochemistry 2 3 3
G-4220 Drilling techniques 2 3 3
SUMMER COURSE Metallic mineral
G-4215
G-5216 Reíd geology 0 0 2 deposits 3 3 3
TOTAL 33 19
FIFTH YEAR

Hours Credits
Hours Credits
Theory P/Lab*
Theory P/Lab*
CYCLE IX CYCLE VIII

G-5217 Field geology 0 5 2 G-5116 Field geology II 2 5 4

G-4114 Geotechnics 3 2 3 G-0125 Mining geophysics 2 4 3
G-4213 Soil mechan ics G-0142 Mining geology I 3 3 4
for geologists 2 3 3 CI-202 Principies of
G-0233 Applied information I 4 0 4
geochemistry 2 3 3 G-3270 Petrography meta-
G- Optional 2 3 3 morphic rocks 1 2 2
G- Optional 2 3 3 G- Stratigraphy and
G-9501 Supervised sedimentology 2 4 3
research II 0 0 0 G-9500 Directed research 0 0 0

TOTAL 30 17 TOTAL 32 20

Present Geological Sltuation In Costa Rica 43

 Hours Credits
Theory P/Lab*
SUMMER COURSE
G-5216 Field geology 0 0 2

FIFTH YEAR

Hours Credits
Theory P/Lab*
CYCLE IX
G-5217 Field geology 0 5 2
G-4104 Prospection and
mining exploration 2 3 3
G-0021 Rock mechanics 2 4 3
G-0145 Mineral treatment
and metallurgy 2 3 3
G-0028 Metallography and
engraving 2 3 3
G- Optional 2 3 3
G-9501 Directed research __0 0 0_
TOTAL 31 17

Hours Credits
Theory P/Lab*
CYCLE X
G-4107 Economic geology 3 2 3
G-0143 Mining geology II 2 3 3
G-5125 Geological
legislation 3 0 2
G-5219 Mining economy 3 2 3
G- Optional 2 3 3
G-9502 Supervised
research III
TOTAL 23 14

TOTAL CREDITS: 181

TOTAL HOURS: 285 (excluding field
geology)

44 Mineral, Energy, and Water Resources and Geologic Hazards, Central America
SITUACIÓN ACTUAL DE LA GEOLOGÍA
EN COSTA RICA
Por Rolando Castillo1
1. DISTRIBUCIÓN DE LA ACTIVIDAD
GEOLÓGICA POR INSTITUCIÓN
A continuación se señalan las diversas instituciones
del Estado, que se encargan de desarrollar actividades
geológicas por campos de acción.
1.1. Cartografía Geológica
1.1.1 Mapa Geológico De Costa Rica
Lo efectúa por ley la Dirección de Geo
logía, Minas e Hidrocarburos (DGMH), Minis
terio de Industria, Energía y Minas (MIEM).
1.1.2 Otras Labores De Cartografía
Geológica
Diversas instituciones realizan labores de
cartografía geológica, a diversas escalas, de
acuerdo con los objetivos de los proyectos que
cada una de ellas desarrolle.
Es así como el Instituto Costarricense de
Electricidad (ICE) efectúa cartografía geoló
gica en acorde con sus proyectos hidroeléctricos
y geotérmicos. La Refinadora Costarricense de
Petróleo (RECOPE) en relación con el proyecto
de exploración petrolera y carbón. La Corpo
ración Costarricense de Desarrollo (CODESA),
en la actualidad por intermedio de su subsi
diaría Minera Nacional S.A. (MINASA), efec
túa cartografía geológica más vinculada a labo
res de exploración y evaluación de prospectos
minerales, en especial auríferos. El Servicio
Nacional de Aguas Subterráneas Riego y Avena
miento (SENARA) se ocupa de trabajos de
cartografía geológica que tengan que ver con la
investigación y aprovechamiento de las aguas
subterráneas y superficiales del país. La Escuela
Centroamericana de Geología (ECG) efectúa
1 Director, Ontroameriauía de Geología, Universidad de Costa Rica, San
Joae. Cbata Riol
cartografía geológica a diversas escalas, de
acuerdo con sus actividades docentes y de inves
tigación, incluyendo los trabajos de tesis. El
Observatorio Vulcanológico y Sismológico de la
Universidad Nacional efectúa estas labores a
escalas desde luego de acuerdo con la naturale
za de su proyecto de investigación vulcanológica
y sismológica.
1.2 Minería
La DGMH (MIEM), cuya actividad principal
es la administración y control minero, además de la
elaboración del mapa geológico del país, de acuerdo al
Código de Minería, también desarrolla otras activi
dades de apoyo a las labores principales como por
ejemplo el plan de regionalización de la actividad
minera, la automatización del Registro Minero. Com
plementariamente también impulsa algunos proyectos
de exploración y desarrollo minero en relación con oro
y minerales industriales.
La Corporación Costarricense de Desarrollo
(CODESA) por medio del anterior Departamento de
Desarrollo Geológico y Recursos Minerales, hoy
convertido en la empresa subsidiaria Minera Nacional
S.A. (MINASA) se ocupa de impulsar y ejecutar
proyectos mineros a nivel de exploración, prin
cipalmente en el campo del desarrollo de los recursos
minerales en general, aunque en la actualidad se
ocupa principalmente de proyectos relacionados con
la minería aurífera y de la prospección de minerales
radioactivos, este último con la participación de las
Naciones Unidas financiada por el Gobierno Italiano.
Con especial atención desarrolla los proyectos
auríferos (tipo veta y diseminado) en la Cordillera de
Tilaran, y en la Península de Osa, proyectos de oro
aluvional con la asistencia técnica del Gobierno de
Suecia.
1 .3 Hidrocarburos Y Carbón
RECOPE es la entidad encargada por el Estado
costarricense para efectuar la exploración y explo
tación de los recursos hidrocarboríferos y carbón.
Situación Actual de la Geología en Costa Rica 45
 En 1980, después de cinco años sin realizarse
ninguna actividad exploratoria en el país, el Gobierno de
Costa Rica decidió reiniciar la exploración de aceite y gas.
Se le asignó esta tarea a la Refinadora Costarricense de
Petróleo S. A. (RECOPE). Como resultado de las activi
dades de RECOPE, se ha hecho disponible una infor
mación más completa y precisa, ampliando notablemente
nuestra información del potencial hidrocarborífero en las
diversas cuencas sedimentarias del país, cuya área combi
nada se conoce ahora que alcanza los 35.000 m2.
A finales de 1980 inicia RECOPE sus actividades
de exploración. Lo hace a través de una revisión global de
campo y gabinete, en cuanto a geología superficial se
refiere. Se cubrieron las áreas de Limón Sur y San Carlos,
y a la fecha se inician los estudios en las áreas de Pacífico
Norte y Sur, dando énfasis en lo que respecta a análisis
sedimentológico y geoquímico.
En cuanto a sísmica se cubrieron las áreas de
Limón Sur y Limón Norte, laborando en forma conjunta
COMESA y RECOPE. Posteriormente, se le encomendó
a GSI las labores de sísmica marina en las plataformas
Pacífica y Atlántica.
Tanto la magnetometría aérea y marina le fué
encomendada a la Empresa Aéreo Service, la cual cubrió
las áreas de Limón Sur, Limón Norte, Pacífico Sur,
Pacifico Norte y las plataformas Atlántica y Pacífica.
Los estudios gravimétricos se iniciaron a todo lo
largo de la plataforma Atlántica, a través de un convenio
con la Universidad de Columbia Británica (U.B.C.) y el
concurso de la Empresa G.S.I. Por su parte, RECOPE,
cubrió las áreas de Limón Sur, Limón Norte, San Carlos,
y a la fecha se encuentra laborando en la zona del Pacífico
Sur.
Exceptuando las áreas volcánicas, RECOPE se dio
a la tarea de fotointerpretar prácticamente todo el país. Se
abocó principalmente, a las áreas de Limón Sur, Limón
Norte, San Carlos, Pacífico Sur y Pacífico Norte.
Con fines puramente exploratorios, RECOPE se
dio a la tarea de realizar múltiples perforaciones someras
(200 metros promedio) a partir de las misma se han
podido realizar evaluaciones litoestratigráficas, bioestra-
tigráficas, así como análisis geoquímicos. De la totalidad
de perforaciones, se destaca el Pozo San José No. 1,
ubicado en la zona de Limón Sur, el cual y sin lugar a
dudas ha venido a dar un gran aporte al conocimiento de
la estratigrafía general del país.
Con el fin de evaluar en forma integral el potencial
que de este recurso posee el país, se han realizado a la
fecha estudios de pre y faclibilidad de Proyectos especí
ficos. Se ubican dichos estudios y en forma preferencial
en las áreas de Limón Sur y San Carlos.
1.4 Geotermia
La investigación geotérmica que la efectúa el ICE,
se ha centralizado en el campo geotérmico de
46 Mineral, Energy, and Water Resources and Geologlc Hazard», Central America
Miravalles localizado en el flanco oeste de la Cordille
ra de Guanacaste. En la actualidad dicha institución
se encuentra próxima a generar 30 Mw de potencia
con el desarrollo de dicho campo.
1.5 Aguas Subterráneas
La investigación, desarrollo y control de las
aguas subterráneas la efectúa el Servicio Nacional
de Aguas Subterráneas, Riego y Avenamiento
(SENARA) por medio de la Dirección de Aguas
Subterráneas y Estudios Básicos (DASEB). Al pres
ente las principales actividades del SENARA en este
campo se han centralizado en los siguientes tres
objectivos:
a) Investigación del potencial hidrogeológico de los
acuíferos aluviales de la margen derecha del río
Tempisque, con el objeto de implementar proyec
tos de riego por agua subterránea.
b) Investigación y desarrollo de los acuíferos de la
Meseta Volcánica Central, con el objeto de deter
minar el potencial de abastecimiento de agua
subterránea para el acueducto del Área Metropo
litana.
c) Asesoría a nivel nacional en hidrogeología, sis
temas de rellenos sanitarios, explotación de acuí
feros costeros, control de contaminación y otros.
Cabe señalar que en Costa Rica, el abastecimiento
de agua potable proviene en un 80% de captaciones
de aguas subterráneas, de ahí la importancia que tiene
para el país la investigación, desarrollo y control de
este recurso.
1.6 Sismología y Vulcanologia
Dos instituciones del estado realizan invest
igación sismológica y vulcanologica: a) la Escuela
Centroamericana de Geología (ECG) de la Univer
sidad de Costa Rica (UCR) y b) el Observatorio
Vulcanólógico y Seismológico de la Universidad Nacio
nal.
La ECG (UCR) realiza esta labor en conjunto
con el Departamento de Geología del Instituto Costar
ricense de Electricidad (ICE) y han conformado una
Red Sismológica Nacional de Cobertura Nacional
(RSN) desde hace approximadamente cinco años,
aunque la actividad de investigación sismológica ha
estado en manos desde 1974 de la ECG.
La RSN está constituida por una red básica de
cinco estaciones dentro del Valle Central con registro
directo en cada sitio. Este equipo se obtuvo de la
OEA entre 1974 y 1979.
También se cuenta con una estación sismológica
en La Lucha (7 componentes: 3 periodo largo, 3
período medio y 1 período corto y además registro
controlado por sistema de disparo). También se
dispone de un equipo para registro y análisis de
microtemblores.
El Observatorio Vulcanológico y Sismológico
de la Universidad Nacional, con sede en Heredia,
Costa Rica, viene realizando investigación en el área
de la geociencias desde 1974. Desde ese año hasta
1983, trabajó en la recopilación y recolección de
información de datos sísmicos en conjunto con el
Instituto Costarricense de Electricidad (ICE).
En 1977, se incorporó de lleno en el estudio y
vigilancia volcánica a través del proyecto de estudio de
los Volcanes de Costa Rica. En 1983, comenzó un
proyecto entre la Universidad Nacional (UNA) y la
Agencia Para el Desarrollo Internacional (AID) a
través de la Oficina para Desastres (OFDA), para la
instalación de una red sismográfica de cobertura
nacional con la asesoría técnica de la Universidad de
California en Santa Cruz. Por parte de la Universidad
Nacional el coordinador y ejecutor del proyecto es el
OBSERVATORIO VULCANOLÓGICO Y SISMO
LÓGICO de dicha institución, organismo en el cual
se fusionaron todos los programas y proyectos de
vulcanología y sismología de dicha entidad.
Como parte del programa de vigilancia volcánica
se efectúan mediciones sistemáticas de temperatura y
análisis de condensados en fumarola, muestrario de
gases a alta temperatura, geoquímica de aguas,
trampa de gases (Método Sakurashima), estudios de
impacto ambiental de la lluvia acida de origen volcáni
co, emanometría de gas radon, inclinometría seca y
lavas activas, estudio de tefras para evaluación de
riesgo volcánico, gravimetría, magnetometría, petro
logía, geomorfología y estudios de sismicidad volcáni
ca.
Este programa se viene desarrollando en los
volcanes Turrialba, Irazu, Poas y Arenal, sin embargo
algunos de los métodos anteriores se planea aplicarlos
a los volcanes Barba, Platanar y Rincón de la Vieja.
En el área de sismología se está instalando una
red sismográfica permanente y de cobertura nacional,
con 18 estaciones estratégicamente distribuidas en
todo el país.
Actualmente se tienen instaladas en todo el país
y en operación 10 estaciones de período corto y
componente vertical y una de tres componentes de
período corto. Tres de estas estaciones se encuentran
en la región norte del país: la estación COBANO
(CAO) en el extremo meridional de la Península de
Nicoya, JUAN DÍAZ (JUD) a 12 Km al W de Nicoya
y RINCÓN (RIN) a 5 Km al sur del cráter del volcán
Rincón de la Vieja.
En la región central, dada la mayor cantidad de
ciudades y la consecuente concentración de la
población se han ubicado siete estaciones: ESPARZA
(EPA), PONTENCIANA (PTCR) in Puriscal, QUE-
POS (QPS), POAS (POA), HEREDIA (HDC),
CERRO DE LA MUERTE (CDM), e IRAZU
(IRZ). Las estaciones POAS e IRAZU, se encuen
tran cerca del cráter de los volcanes del mismo nom
bre. La estación HEREDIA (HDC) registra
en tres componentes con respuesta WOOD-
ANDERSON.
En la región sur se ha instalado únicamente una
estación: PUNTA BURICA (PBC), a 25 Km SE de
Golfito.
Las restantes siete estaciones serán instaladas
en 1985 y distribuidas de la siguiente manera: tres en
el sur (Isla del Cano, Cerro Tigre y Cotón) en el
Volcán Turrialba, en Limón, en la Vertiente del Atlán
tico Norte y otra en el Volcán Arenal.
1.7 Hidrología y Geotecnica
Esta labor la efectúa principalmente el ICE en
sus proyectos de desarrollo hidroeléctrico, geotérmico
y de riego, en conección con el SENARA, y básica
para las obras de infraestructura que construye.
También el Ministerio de Obras Públicas y
Transportes (MOPT) efectúa labor en el campo geo-
técnico relacionada con la construcción de carreteras,
puentes y diversos tipos de construcciones públicas.
1.8 Enseñanza Académica
En lo que respecta a la enseñanza académica de
las ciencias geológicas en general con grados univer
sitarios terminativos a nivel de Licenciatura, la
Escuela Centroamericana de Geología (ECG) de la
Universidad de Costa Rica (UCR) es la encargada al
respecto. También se desarrollan investigaciones geo
lógicas de diversa índole técnica y científica, con la
participación de profesores y de estudiantes en sus
tesis de grado.
En las reuniones geológicas de América Cen
tral celebradas en Costa Rica y Guatemala en 1965 y
1967, respectivamente, se insistió en la apremiante
necesidad de formar profesionales en las disciplinas
geológicas y en la urgencia de establecer una Escuela
de Geología para formar los recursos humanos que la
región necesitaba en estas disciplinas. En esos congre
sos participación representantes de los gobiernos
de la región y de instituciones centroamericanas de
educación universitaria, quienes estudiaron el proble
ma y establecieron las medidas pertinentes para crear
una Escuela Centroamericana de Geología. Los par
ticipantes en los congresos propusieron como sede de
la Escuela, a la Universidad de Costa Rica; - esta
acogió la propuesta y aprobó la creación de la Carrera
de Geología, en abril de 1967. Posteriormente se
solicitó al Consejo Superior Universitario, CSUCA, el
carácter regional de la carrera y en su XII reunión
Situación Actual de la Geología en Costa Rica 47
 ordinaria, celebrada en Managua en agosto de 1967, geológicas, es la que ha recibido mayores y más
se aprobó su región al i /ación. La Escuela Centro variadas ayudas en campos diversos prin
americana de Geología abrió sus puertas en marzo de cipalmente cartografía geológica, mineriá,
1970, ofreciendo los primeros cursos propios de la vulcanología, sismología, hidrocarburos, y
carrera. En la actualidad la Escuela ofrece las siguen- materiales carbonosos.
tes carreras: Licenciatura en Geología y Licenciatura Dentro de los programas de asistencia
en Geología con énfasis en Geología Minera. El técnica pasados de esta institución merecen
Bachillerato fue eliminado en 1983. citarse los siguientes:
Para cumplir con los programas establecidos,
según el Anexo 1 adjunto, hay nombrados en propi Proyecto o
Organismo Ano Trabs|o realizado
Consultor
edad un total de 20 profesores (9 de tiempo completo,
3 de 1/2 T, 10 de 1/4 tiempo). Hay 9 profesores con Servicio Geo USGS/AID1 aprox. Diversos trabajos geológicos
lógico de los 1960-65 sobre erupciones Volcán Irazu
doctorado académico, 6 profesores con maestría y los Estados y cartografía geológica de
restantes, 5 son profesores con especialización en Unidos parte del Valle Central.
diversos campos y otros siguen estudios de postgrado Programa de ONU 1972 Exploración minera del país
las Naciones
en el exterior. Además actualmente hay 12 profesores Unidas para
con título nombrados en forma interina (5 Licenci el Desarrollo
ados y S Bachilleres). Thomas Walde ONU Marzo Revisión Código de Minería
83
En la actualidad la población estudiantil es de J. P. Stone ONU Junio Mecanización Registro
244, de los cuales 14 son centroamericanos. Al pres 84 Minero
ente (abril 1985) la Escuela ha graduado 94 geólogos A. Stockmayer ONU Julio 84 Legislación Minero (tema)
Ornar Frugoni CIM Set-Oct Banco Geológico de Datos
(entre Bachilleres y Licenciados) de los cuales 17 son Gobierno 1984
centroamericanos. La Escuela se encuentra en la tarea Argentino
permanente de mejorar su nivel académico para lo W. C. Robinson ONU Oct 84 Labores de Inspección Minera
cual se están haciendo los esfuerzos del caso para
atraer profesores extranjeros especializados que Los programas de asistencia presentes son los
enseñan cursos avanzados, incluso del nivel de Postgra siguientes:
do.
Proyecto o
Se esta trabajando en la implementación de Consultor
Institución Ano Trabajo en ejecución
cursar específicos especializados y de postgrado en Servicio Geo Gobierno 1984 Capacitación Minera
diversos campos como la geología minera y petrolera, lógico de de Suecia
la geotécnica y la geofísica con el afán de ofrecerlos a Suecia
la comunidad profesional nacional y centroamericana. Mejoramiento AID 1984 Implementación y capacitación
del Registro de la mecanización del Regis
En lo que respecta a la enseñanza de algunos Minero tro Nacional Minero.
cursos en ciencias geológicas de apoyo a carreras
diversas, no geológicas, y de desarrollo de algunos Con proyección al futuro se encentra en trámite
proyectos de investigación geológica, la Universidad d Proyecto Minero de los Montes del Aguacate
Nacional, por intermedio de la Facultad de las Cien con el Servicio Geológico de los Estados Unidos
cias de la Tierra y del Mar, en donde se ubican los (U.S. Geological Survey).
cursos y, el Observatorio Vulcanológico y Sismológico
de dicha institución, están dedicados a desarrollarlos. 2.1.2 Escuela Centroamericana De
Sin embargo, la principal actividad se relaciona con Geología (ECG), Universidad De
aquella que se realiza en el Observatorio antedicho, la Costa Rica
cual se detalla en el punto 1.6. Desde la fundación de la ECG, el CSUCA
y la Universidad de Costa Rica se dirigieron a
2. PROGRAMS DE ASISTENCIA diferentes organismos internacionales con el
2.1 Programas Pasados Y Presentes Por objeto de obtener asistencia técnica y económica
para lograr su funcionamiento con un adecuado
Institución nivel académico inicial. Fué así como se logró el
2.1.1 Dirección De Geología, Minas E proyecto UNESCO/PMUD que le dio el debido
Hidrocarburos, Ministerio De Indus apoyo inicial a la Escuela por cuatro años.
tria, Energía Y Minas (MIEM). Paralelamente a este proyecto el Servicio de
Intercambio Universitario (DAAD) de la
Por ser la institución del Estado más República Federal de Alemania dio una ayuda
antigua en el campo específico de las actividades en 1973 con aporte de profesores, becas y

48 Mineral, Energy, and Water Resources and Geologlc Hazards, Central America
equipo que en la actualidad continúa, incluso
con una ampliación reciente (1985) del proyecto
a nivel centroamericano. La OEA de 1973 a
1980, colaboró con equipo y becas en el área de
sismología y vulcanología. El Gobierno Holan
dés cooperó, mediante el envió de dos profeso
res de 1973 a 1981. El Gobierno Japonés, por
medio de la Agencia de Cooperación Internacio
nal (JICA), desde 1980 al presente, ha venido
colaborando principalmente con equipo sismo
lógico y becas de adiestramiento. Últimamente,
se ha logrado la colaboración de la Facultad de
Ciencias Geológicas de la Universidad Complu
tense de Madrid.
2.1.3 Servico Nacional De Aguas
Subterráneas, Riego Y
Avenamiento (SENARA)
El SENARA ha recibido varias asistencias
técnicas de diversas instituciones con las Nacio
nes Unidas que dio lugar a su establecimiento
como Servicio Nacional de Aguas Subterráneas
(SENAS).
Administativo Canadiense en el Exterior), de la
empresa METAROM de Rumania en el Proye
cto Bauxita, de las empresas Kaiser de los
Estados Unidos y Asland de España en los
proyectos de cemento, de la empresa consultora
ESI Engineering de Canadá en un proyecto de
evaluación de un yacimiento de azufre. También
recibió en 1984, asistencia técnica del Gobierno
Argentino, con el propósito de instaurar un
sistema de información o Banco de Datos Geo
lógico Minero para la planificación del desar
rollo minero.
A partir de este año (1985), CODESA ha
estado recibiendo asistencia técnica del Gobier
no Sueco en el Proyecto de Oro Aluvional que
dicha institución desarrolla en la Península de
Osa. Tabla 1 resume la asistencia técnica
recibida.
TABLA 1.— Corporación Costarricense De Desarrollo Cooperación
Técnica Internacional Gratuita Recibida En Los Proyectos Mineros
De Codesa
Nombre del Gobierno o
Tipo of Aseroría Duración Fecha
Personal Institución

Ha mantenido durante varios años conve O. Frugoni Argentina Banco de 2 meses 1984
nios de asistencia e investigación con el Servicio Datos
Geológicos
Geológico de Gran Bretaña (BGS) especifi- J. B. Berrange Inst. Geol. Fotogeologfa 5 meses 1984
camente orientados a las investigaciones hidro- Británico en Península
geológicas en el Área Metropolitana. (IGB) de Osa (Oro
Aluvional)
A través de organismos internacionales A. Stockmayer Naciones Contratación 6 semanas 1984
como OEA, UNESCO, British Council ha sido Unidas Minera
posible el entrenamiento de personal técnico y S. Simpson Naciones Análisis de 2 meses 1983
Unidas Uranio
profesional en el campo de la hidrogeología y P. Donovan Fondo Filones 1 mes 1982-83
geofísica. D. Giles Rotatorio Auríferos
A. Beard Canadá Refinería de 3 meses 1982
2.1 .4 Refinadora Costarricense De Oro
B. Amos Inst. Geol. Exploración 7 meses 1981-82
Petróleo (RECOPE) P. Rogers Británico Minera en la
Cordillera
Para la realización de las actividades de de Tilaran
exploración de hidrocarburos y carbón, J. Syme Canadá Filones 3 meses 1981
RECOPE ha contado, entre otros, con los sigui (CESO) Auríferos
D. Pringle Canadá Filones 3 meses 1981
entes programas de asistencia técnica: PEMEX, (CESO) Auríferos
YPF, Universidad de Columbia Británica A. Furlotti Naciones Prospección 4 meses 1980
(UBC), ARPEL, OLADE, Banco Mundial, Unidas Uranio
N. Stanescu Gobierno Estudios de 4 meses 1979
AID, USGS, Agencia de Cooperación Técnica Rumano Bauxita
del Japón (JICA), Laboratorio Los Alamos, Y. L. Roberts Inst. Geol. Técnicas de 6 meses 1979
Británico Análisis
Estados Unidos. Asimismo ha contado con la Geoquímicos
consultoría de varios profesionales y empresas A. G. Stratton Varían Análisis por 1 mes 1979
de prestigio internacional. Estados Absorción
Unidos Atómica
2.1.5 Corporación Costarricense De
2.1.6 Facultad De Las Ciencias De La
Desarrollo (CODESA)
Tierra Y Del Mar. Universidad
Esta institución ha recibido asistencia Nacional. Observatorio Vulcanoló-
técnica del Servicio Geológico de la Gran gico Y Sismológico.
Bretaña en los proyectos de oro aluvional y Esta institución ha recibido asistencia
Gloniano y/o diseminado, de CESO (Servicio financiera de la AID desde 1983, en cuanto a

Situación Actual de la Geología en Costa Rica 49

 instalar una red sismográfica de cobertura nacio mineral, geología sedimentaria y
nal, con la asesoría técnica de la Universidad de petróleo, vulcanología, palinología y
California en Santa Cruz. paleontología de vertebrados) 8-10
(dato aprox.)
2.1.7 Instituto Costarricense De
Dibujantes 2
Electricidad
Secretarias 2
No se recibió información suficiente para
esta parte. 3.3 Servicio Nacional De Aguas Subter
ráneas (Dirección de Aguas Subter
3. RECURSOS HUMANOS ráneas y Estudios Básicos).
A continuación se señalan los recursos humanos 3.3.1 Recursos Humanos Existentes
existentes y necesarios por institución de acuerdo con su
propia información. 4 Hidrogeólogos
2 Geólogos
3.1 Dirección De Geología, Minas E 1 Geofísico
Hidrocarburos 5 Técnicos hidrogeología y geofísica
3.1 .1 Recursos Humanos Existentes 3.3.2 Recursos Humanos Necesarios
6 Geólogos 3 Hidrogeólogos
3 Asistentes de geología 4 Geólogos
2 Abogados 4 Técnicos en hidrogeología
2 Asistentes de abogado
1 Geofísico
2 Perforadores
4 Técnicos profesionales en perforación
2 Auxiliares de programación
1 Biólogo 3.4 Refinadora Costarricense De Petróleo
3.1.2 Recursos Humanos Necesarios (RECOPE). Gerencia de Exploración.

6 Geólogos 3.4.1 Recursos Humanos Existentes:

2 Operadores de programa Profesión 1985
Geólogos e ing. mineros 26
3.2 Escuela Centroamericana De Ingenieros civiles 10
Geología Ingenieros geofísicos 3
3.2.1 Recursos Humanos Existentes Ingenieros industríales 1
Ingenieros eléctricos 2
a) Profesores: 30 Ingenieros químicos 4
b) Administrativos: 21 Químicos 1
Bibliotecólogos 1
3.2.2 Recursos Humanos Necesarios TOTAL 48
a) Profesores: 9-10 (dato aproximado)
Técnicos
Geología minera 1
Perforadores 9
Geología sedimentaria y petróleo 1
Auxiliares de geología 2
Beneficio mineral y economía
Auxiliares de geofísica 4
minera 1 Auxiliares de gravimetría 1
Geofísica aplicada 1 Auxiliares de topografía 5
Geotécnica 1 Auxiliares de laboratorio 1
Vulcanología 1 Auxiliares de ingeniería 3
Sismología 1 Auxiliares de perforación 20
Palinología 1 Auxiliares de electricidad 2
Paleontología de vertebrados 1 Auxiliares de taller 1
b) Administrativos: Asistente de geología 7
Programador 1-2 Asistente de geofísica 1
Asistentes de laboratorio (geoquímica, Asistente de topografía 2
geofísica, geología minera, beneficio Asistente de laboratorio 1

50 Mineral, Energy, and Water Resources and Geologic Hazards, Central America
 Operadores equipo pesado 7 3.7 Instituto Costarricense De Electricidad
Operarios de construcción 3 (ICE). Departamento de Geología.
3.7.1 Recursos Humanos Existentes
Recursos Humanos Existentes
Operarios de gravimetría 1 15 Geólogos
Soldadores 2 4 Administrativos
Mecánicos automotrices 3
Mecánico industrial 1 3.7.2 Recursos Humanos Necesarios
TOTAL 76 20 Geólogos
5 Administrativos
Personal administrativo 31
Personal no calificado 104 4. ESTADO ACTUAL DEL CONOCIMIENTO
DE LOS RECURSOS GEOLÓGICOS
TOTAL 135
Este tema es algo difícil de tratar en su real
3.5 Corporación Costarricense De magnitud, dado que en el país existen diversas instituci
Desarrollo (CODESA). Minera ones, como se ha podido determinar anteriormente, que
Nacional (MINASA). se dedican a muy diversos campos del estudio de los
recursos geológicos. Me parece que este punto deberá ser
3.5.1 Recursos Humanos Existentes analizado en conjunto con la participación de los repres
entantes de las diversas instituciones que asisten a este
6 Geólogos seminario.
2 Químicos Sin embargo en términos generales se puede
1 Abogado señalar que no existe, por ejemplo, un programa definido
2 Dibujantes y sistemático de cartografía geológica del país (de respon-
23 Administrativos sibilidad de la DGMH) que vaya a producir un mapa
geológico, a escalas de mayor detalle geológico que el de
3.5.2 Recursos Humanos Necesarios 1:200.000 publicado por la DGMH, es decir escalas como
1 Topógrafo 1:50.000. La cartografía geológica se realiza independi
1 Analista Financiero entemente en cada una de las instituciones mencionadas
de acuerdo con los objetivos de sus proyectos.
3.6 Facultad De Ciencias De La Tierra Y El Tampoco existe un programa sistemático de explo
ración minera del territorio nacional. Los esfuerzos,
Mar. Universidad Nacional. Observa valiosos al fin, que al respecto realizan las instituciones
torio Vulcanológico Y Sismológico involucradas, son más bien independientes y de acuerdo
3.6.1 Recursos Humanos Existentes con los intereses propios de cada institución.
En cuanto a la exploración petrolera del territorio
2 Lectores de sismogramas nacional iniciada por el Estado en 1980, sería interesante
1 Analista de datos, técnico en computación escuchar la participación del representante de esta insti
2 Técnicos en electrónica tución con el fin de evaluar la programación establecida y
1 Geodesta los objetivos logrados. Lo mismo habría que decir de las
1 Analista geoquímico otras labores específicas desarrolladas por instituciones
3 Investigadores en los campos de sismología y como SENARA en relación con los proyectos hidrogeo-
vulcanología lógicos, CODESA en conección con sus proyectos de
1 Secretaria desarrollo minero, especialmente en el campo aurífero.
En términos generales, se puede decir que el cono
Ademas dos miembros del Observatorio,
cimiento de los recursos geológicos ha avanzado mucho a
se encuentran cursando estudios de doctorado
partir de la década del 70, al establecerse la Escuela
en la Universidad de California en Santa Cruz,
Centroamericana de Geología. Esto por cuanto esta
uno en sismología y el otro en vulcanología. unidad académica ha preparado suficiente recurso
3.6.2 Recursos Humanos Necesarios humano el cual ha venido elaborando para las diferentes
instituciones mencionadas y en diversos - campos de
Podría ser conveniente aumentar el per especialidad de las Ciencias Geológicas (por ejemplo:
sonal científico investigador en los campos de estratigrafía, tectónica, paleontología, petróleo, minería,
sismología y vulcanología. geotécnica, hidrogeología, sismología, vulcanología).

Situación Actual de la Geología en Costa Rica 51

5. NECESIDADES DEL PAÍS
La estimación de las necesidades reales específicas
para ampliar d conocimiento geológico del país, es algo
que también debe de considerarse específicamente en
este seminario con la participación de las diversas insti
tuciones participantes.
Sin embargo, se podrían mencionar algunas nece
sidades que el país requiere solventar con el propósito de
tratar principalmente de lograr mejorar el nivel socio
económico, estos son en términos generales a saber:
1) Levantar el mapa geológico del país, empezando con
el de escala 1:50.000, por cuanto sería de uso en
diversos campos como el minero, petrolero, aguas,
obras de infraestructura, etc.
2) Desarrollar un programa sistemático de exploración
de recursos minerales por fases progresivas de detalle
52 Mineral, Energy, and Water Resources and Geologic Hazarda, Central America
mediante diversos y adecuadas metodologías de explo
ración.
3) Desarrollar otros programas sistemáticos de investi
gación geológica que tiendan al uso y desarrollo de
diversos recursos geológicos como las aguas para
proyectos hidroeléctricos y riego, y recursos geotér
micos para la producción de energía eléctrica.
4) Lograr apoyo técnico y financiero para la preparación
de suficientes elementos capacitados en las diversas
disciplinas de las ciencias geológicas, a nivel de pre-
grado y post-grado, con el propósito de disponer de
suficiente profesional capacitado que se encargue de
planear y ejecutar programas específicos de desarrollo
geológico en el campo de la minería, el petróleo, las
aguas, los proyectos hidroelétricos, geotérmicos, de
obras de infraestructura y los estudios de prevención y
mitigación de riesgos de origen geológico.
ANEXO NO. 1-PLAN DE ESTUDIOS, 1984, ASIGNATURAS PARA UCENCIATURA EN
GEOLOGIA

PRIMER ANO Horas Creditos

Teorfa P/Lab*
Horas Creditos G-0224 Mineralogfa
Teorfa P/Lab* General 2 4 3
qclo i G-3001 Dibujo Geol6gico I 1 2 2
EG-0000 Actividad 2 0 1 TOTAL 28 19
Artfstica I
EG-0001 Actividad 2 0 0 Horas Creditos
Deportiva I Teorfa P/Lab*
EG-0123 Curso Integrado de CICLO IV
Humanidades I 6 0 EG- Seminario Realidad
MA-0101 Matem£tica de Nacional I 2 0 2
Ingreso 3 3 4 FS-0302 Laboratorio Ffsica
FS-0112 Ffsica B4sica 2 2 3 General I 0 3 1
Q-0104 Qufmica General I 4 0 3 FS-0303 Ffsica General II 5 0 5
Q-0105 Laboratorio G-0315 Mineralogfa Optica 2 4 4
Qufmica General I 0 3 G-0316 Geomorfologfa 2 3 3
TOTAL 27 18 G-3002 Dibujo
Geol6gico II 2 3 3
Horas Creditos TOTAL 26 18
Teorfa P/Lab*
CICLO II TERCER ANO

EG-0000 Actividad Horas Creditos

Artfstica II 2 0 1 Teorfa P/Lab*
EG-0002 Actividad
Deportiva II 2 0 0 CICLO V
EG-0123 Curso Integrado de G-0024 Geoffsica
Humanidades II 6 0 6 Introductiva 3 2 3
MA-0201 Calculol 5 0 4 G-0327 Petrograffa
Q-0106 Qufmica General II 4 0 3 Rocas Igneas 3 3 4
Q-0107 Laboratorio Quim G-4112 Geohidrologfa
ica General II 0 3 1 Introductiva 2 4 3
G-0212 Geologfa General I 3 3 3 G-4214 Geologfa
TOTAL 28 18 de Campo I 3 4 4
XS- Estadfstica Gral.
SEGUNDO ANO para Geologos 3 2 4
TOTAL 29 18
Horas Creditos
Teorfa P/Lab* Horas Creditos
CICLO III Teorfa P/Lab*

EG- Repertorio CICLO VI

(Sociales o Letras) 4 0 3 EG- Seminario Realidad
FS-0201 Fisica General I 5 0 4 Nacional II
MA-0301 Calculo II 5 0 4 G-0421 Geotecnica
G-0213 Geologfa Introductiva 2 4 3
General II G-0124 Geoffsica Aplicada 2 4 3
G-4110 Geologfa
Estructural 4 2 4
G-5117 Yac. Minerales
' Labomono y.O practka de acuerdo con el criterio del Profesor del cureo. No MetaMicos 3 2 3

Sltuacl6n Actual de la Geologla en Costa Rica 53

G-0023 Geoquímica G- Optativa 2 3 3
Introductiva G- Optativa 2 3 3
TOTAL 30 18 G-9501 Investigación
Dirigida II 0 0 0
CUARTO AÑO TOTAL 30 17
Horas Créditos Horas Créditos
Teoría P/Lab* Teoría P/Lab*
CICLO VII CICLO *
G-0020 Fotogeología 2 3 3
G-0038 Micropaleontología 3 3 4
G-4113 Estratigrafía 2 3 3
G- Optativa 2 3 3
G-4222 Petrografía Rocas G- Optativa 2 3 3
Sedimentarias 3 3 4 G- Optativa 2 3 3
G-0419 Paleontología 3 3 4 G- Optativa 2 3 3
General G-9502 Investigación
G-4215 Yacimientos Dirigida III 0 0 0
Minerales TOTAL 26 16
Metálicos
TOTAL 28 17 TOTAL DE CREDITS: 180
TOTAL DE HORAS: 279 (sin Campana
Horas Créditos Geológica)
Teoría P/Lab*

CICLO VIII LICENCIATURA EN GEOLOGÍA

G-3270 Petrografía Rocas CON ÉNFASIS EN GEOLOGÍA MINERA
Metamórficas Horas Créditos
G-5116 Geología Teoría P/Lab*
de Campo II 2 5 4 CICLO VII
G-4111 Geología Histórica 2 1 2
G-5120 Vulcanología 2 3 3 G-4222 Petrografía Rocas
G-4120 Sedimentología 3 4 4 Sedimentarias 3 3 4
CI-0202 Principios de G-4117 Geologia
Información I 4 0 4 Estructural II 3 2 3
G-9500 Investigación IC- Topografía para
Dirigida I 0 0 0 Geólogos 2 4 3
G-0233 Geoquímica
TOTAL 29 19 Aplicada 2 3 3
Horas Créditos G-4220 Técnicas de
Teoría P/Lab* Perforación 2 3 3
G-4215 Yacimientos
CURSO DE VERANO Minerales
G-5216 Campana Metálicos
Geológica TOTAL 33 19

Horas Créditos
QUINTO AÑO
Theoría P/Lab*
Horas Créditos CICLO VIII
Teoría P/Lab*
CICLO IX G-5116 Geología
de Campo II 2 5 4
G-5217 Laboratorio G-0125 Geofísica Minera 2 4 3
Campana G-0142 Geología Minera I 3 3 4
Geológica 0 5 2 CI-202 Principios de
G-4114 Geotectónica 3 2 3 Informática I 4 0 4
G-4213 Mecánica de Suelos G-3270 Petrografía Rocas
p/Geólogos 2 3 3 Metamórficas 1 2 2
G-0233 Geoquímica G- Estratigrafía y
Aplicada 2 3 3 Sedimentología 2 4 3

54 Mineral, Energy, and Water Resources and Geologic Hazards, Central America
G-9500 Investigación
Dirigida I 0 0 0
TOTAL 32 20
Horas Créditos
Teoria P/Lab*

COSTO DE VERANO
G-5216 Campana
Geológica 0 0 2

QUINTO AÑO
Horas Créditos
Teorfti P/Lab*
CICLO IX
G-5217 Laboratorio
Campana
Geológica 0 5 2
G-4104 Prospección y
Exploración
Minera 2 3 3
G-0021 Mecánica de Rocas 2 4 3
G-0145 Tratamiento
Mineral y
Metalurgia 2 3 3
G-0028 Metalografía y
Calcografía 2 3 3
G- Optativa 2 3 3
G-9501 Investigación
Dirigida II 0 0 0
TOTAL 31 17
Horas Créditos
Teoría P/Lab*
CICLO X
G-4107 Geología
Económica 3 2 3
G-0143 Geología Minera II 2 3 3
G-5125 Legislación
Geológica 3 0 2
G-5219 Economía Minera 3 2 3
G- Optativa 2 3 3
G-9502 Investigación
Dirigida III 0 0 0
TOTAL 23 14
TOTAL DE CRÉDITOS: 181
TOTAL DE HORAS!: 285 (sin Campana
Geológica)

Situación Actual de la Geología en Costa Rica 55

REPORT ON GEOLOGICAL WORK IN BELIZE
By Prasada Rao and Clinton Gardiner1
INTRODUCTION
Belize includes a little more than 8,000 square miles
on land and about 6,000 square miles in the offshore.
About 80 percent of the area consists of sedimentary
rocks, and the remaining 20 percent is either igneous or
metamorphic terrain. Systematic geological mapping of
the entire country has not been done to date, but Wilson
(1885), Ower (1928), Dixon (1955), Bateson (1972), and
others have conducted geological work in parts of Belize.
Several companies, mostly interested in oil exploration,
have made several traverses of the country. Some students
from the United States (U.S.) have come down to Belize
in connection with the preparation of their Masters or
Doctoral dissertations, but many of these are not available
in Belize. Geological work is also being done on recent
sediments on the cayes, in the lagoon, and in the barrier
reef by universities and individual consultants. Some oil
companies organize annual field trips to the cayes and the
reef to train their geologists in modern carbonate sedi
mentation. The American Association of Petroleum Geol
ogists has also organized field trips to the reef.
EXPLORATION FOR MINERALS
Exploration for minerals such as gold, tin, barytes
and gypsum has been attempted by several governmental
agencies and individuals, but so far commercial deposits
have not been discovered. Of late, there is a renewed
interest in exploring for gold, and at least a couple of
applications for license are pending with the Government.
Gold and tin are believed to occur at the contact of granite
and Paleozoic rocks, but are usually found in the streams
as placers. Barytes has been prospected for by the
Anschutz Corporation in the Maya Mountains, but was
not considered commercial. For the last couple of years,
interest has arisen in limestone and gypsum, with a view
to building a cement factory. Although the first efforts in
l Ministry of Natural Resources, Belmopan. Belize.
56 Mineral, Energy, and Water Resource* and Geologic Hazards, Central America
prospecting for limestone received a setback because of
the high magnesium content of the rock, large gypsum
deposits were discovered recently in late Cretaceous
rocks. Inasmuch as large tracts of limestone terrain are
exposed in Northern Belize, there is a very good possibil
ity of finding limestone of appropriate quality. Clays
appropriate to the manufacture of cement, and derived
from the granite terrain, are present. The only require
ment for a cement factory that the country does not have
is energy.
Belize consumes a million barrels per annum of
petroleum products, and this is a heavy drain on the
foreign exchange reserves. All sources of energy in the
country are petroleum products, except for a small hydro
electric plant built by the Mennonites. There was an
energy project under the auspices of the United Nations
Development Program (UNDP) from 1980 to 1982, and
investigations for indigenous sources of energy were made
in a preliminary manner. These sources included waste
products from sugar factories (bagasse), wood burning,
hydroelectric, and solar energy. Unfortunately, none of
these sources proved practicable. A Petroleum Office was
set up in the Ministry of Natural Resources on the advice
of a consultant brought in for the energy project. Work in
this office was initiated with a petroleum geologist and a
lands office; gradually expanded over a period of 3 years
to include specialists such as a log interpreter, a carbonate
petrographer, a micropaleontologist, and a seismic inter
preter. The Petroleum Office was given the task of attract
ing companies to explore for oil in Belize.
Since the setting up of the Petroleum Office, most
of the country has been leased to oil companies. Despite
the many speculators and promoters, at least two wildcat
wells are being drilled each year. Forty-four test holes
have been drilled, many of which had noncommercial oil
shows in the Upper Cretaceous. Whereas 1982 and 1983
witnessed a period of negotiations and signing of con
tracts with the oil companies, in 1984 four major compa
nies, namely Pecten (the international division of Shell
U.S.), Atlantic Richfield, Marathon, and Occidental, car
ried out 1,500 line kilometers of production and experi
mental seismic work offshore and on land. In these 3
years, six wildcat holes were drilled. 1985 is expected to be
a year of processing and interpretation of seismic data
accompanied perhaps by further seismic field work. At
least three wildcat wells are expected to be drilled this
year. One was already spudded-in on April 18. By 1986,
there should be a number of relinquishments and/or a
number of wildcat wells drilled.
OTHER ACTIVITIES
Other activities in the country include preparation
of an oil spill contingency plan, preparation of an inven
tory of oil seepages, field work as and when necessity
arises during the dry season, and helping the various
departments like the United Nations High Commission
for Refugees, the Directorate of Peace Corps, and the
Army in exploring for underground water.
CURRENT ACTIVITIES OF THE PETROLEUM
OFFICE AND ITS RESPONSIBILITIES
The main responsibility of the Petroleum Office is
to act as a technical liaison between the Ministry of
Natural Resources and the oil companies, other compa
nies, and individuals exploring for minerals. At present,
there is a project of the UNDP for Petroleum Resources
Development with international staff and national coun
terparts. Three Belizian students underwent training in
the U.S. in petroleum drafting, petroleum accounting, and
geophysics, respectively, mainly with the help of the
UNDP and the U.S. Agency for International Develop
ment (USAID). International experts are working on the
carbonate petrography of the samples of various wells,
establishing foraminiferal biostratigraphy, structural and
stratigraphic interpretation of the seismic data, prepara
tion of rock stratigraphy with logs and samples, and basin
analysis in collaboration with Belizean scientists. These
studies are to be integrated, and promotional reports are
to be presented soon for the benefit of the oil companies.
All of this work hopefully would bring the country nearer
to the goal of finding oil.
The Petroleum Office is involved in other geological
activities, as described above. The most important activity
that the office is going to take up is to prepare a good
country-wide geological map at a scale of 1:50,000. We
approached the International Union of Geological Sci
ences (IUGS) for this purpose so that mapping of Belize
could be brought under an International Geological
Correlation Program (IGCP) project. Unfortunately, the
IGCP was unable to support the proposal. The World
Bank is operating a UNDP project for the entire Carib
bean studying the oil potential, but this would not help us
in the aspect where we need it the most— namely,
geologic mapping. The World Bank project, however,
promised to help us in other fields like conversion of
seismograms to transparencies, digitization of logs, and
holding of regional seminars. The IUGS has assisted us in
helping carry out gravity surveys in the country by donat
ing a gravimeter and by training personnel. A plan of work
has been made and will soon be submitted.
AREAS WHERE AID IS NECESSARY
The rainfall in different parts of the country ranges
from 50 to 150 inches per annum. There is a dry season of
at least 3 months during which time there is temporarily
a shortage of potable water. Although many villages have
lined wells and a few have protected water supply, a need
is obviously felt for a large-scale survey of the under
ground water resources. There is no department that has
been designated exclusively for this purpose. Whenever
the need arises, the Agriculture Department of the Min
istry of Natural Resources, the Ministry of W)rks, the
Petroleum Office, and other agencies and individuals do
the exploration. Consequently, there is no concerted and
organized effort. A groundwater section could be started
first in the Petroleum Geology Office and slowly could be
converted into a department.
A good geological map at a scale of 1:50,000 is an
absolute necessity for the country, so that exploration for
minerals, groundwater, selection of dam sites, and so,
could be facilitated. Since most of the outcrops are
covered by thick forests, equipment and funds are needed
for making trails and for camping. A good four-wheel-
drive vehicle is also needed. Supplies such as topo sheets,
aerial photographs, sketch master, and other small equip
ment needed by a field geologist exists.
TRAINING FACILITIES
Trained nationals are not available in geology. Only
two nationals with undergraduate qualifications are avail
able, but unfortunately these two are not in geology.
Attempts are being made to attract these into the Petro
leum Office, but there is further need to attract young
sters to geology, perhaps from "A" level students. These
could be sent abroad for higher studies. Simultaneously,
they can work during vacation time back home. This is
what is being done in the case of a national who is doing
his undergraduate work in geophysics at Texas A&M
University.
Finally, we thank Dr. Dengo, the Director of
ICAITI, the USGS, and the USAID for sponsoring our
trip to this beautiful country.
Report on Geological Work In Belize 57
REPORTE SOBRE EL TRABAJO GEOLÓGICO
REALIZADO EN BELICE
Por Prasada Rao y Clinton Gardiner1
INTRODUCCIÓN
Belice es un territorio de poco más de 8.000 millas
cuadradas de terreno y aproximadamente 6.000 millas
cuadradas de cayos e islas en el mar. Aproximadamente el
ochenta por ciento (80%) de esta área consiste de rocas
sedimentarias y el veinte por ciento (20%) restante es
terreno igneo o metamórfico. El mapeo geológico siste
mático del país en su totalidad no ha sido realizado hasta
la presente fecha, pero Wilson (1885), Ower (1928),
Dixon (1955), Bateson (1972) y otros si realizaron cierto
trabajo geológico en partes de Belice. Varias compañías,
principalmente interesadas en petróleo realizaron un
número de travesías. Algunas Universidades de los
Estados Unidos han enviado a sus estudiantes a Belice
para trabajo relacionado con la preparación de sus tesis
para maestrías o doctorados, pero muchos de estos
archivos no están disponibles. El trabajo geológico esta
también llevándose a cabo sobre sedimentos recientes en
los cayos, en la laguna, y en el arrecife de coral por parte
de universidades y de consultores individuales. Algunas
de las compañías petroleras organizan viajes anuales de
campo a los cayos y al arrecife para entrenar y adiestrar a
sus geólogos en sedimentación carbónica moderna.
Algunas veces, también la American Association of Petro
leum Geologists (AAPG) organiza viajes de campo a los
arrecifes.
EXPLORACIÓN PARA BUSCAR MINERALES
La exploración para minerales como oro, estaño,
baritas, yeso, fue intentada por varias agencias y personas
individuales, pero a la fecha no se han descubierto
depósitos comerciales. Últimamente ha habido un
renovado interés en la exploración de oro y por lo menos,
1 Ministry of Natural Resources. Belmopan, Belize, C.A.
58 Mineral, Energy, and Water Resources and Geologic Hazards, Central America
están pendientes de resolución por parte del Gobierno
unas dos solicitudes para licencias de exploración. Se cree
que existe oro y estaño al contacto de rocas de granito y
paleozoicas, pero usualmente se encuentran en corrientes
tales como placeres (lavaderos de oro, o aluviones
auríferos). La sociedad Anschutz Corporation exploró en
busca de baritas en las montañas Mayas, pero los pros
pectos no se consideraron comerciales. Durante los dos
últimos años ha habido cierto interés en piedra caliza y
yeso, con miras a construir una fábrica de cemento. Aún
cuando los primeros esfuerzos para los prospectos y
perspectivas de piedra caliza recibieron una negativa
debido al alto contenido de magnesio, se descubrieron
grandes depósitos de yeso recientemente en las rocas
cretáceas más antiguas. Debido a que grandes extensiones
de terreno de piedra caliza están expuestas en el norte de
Belice, existe una muy buena posibilidad de encontrar
piedra caliza pura. Los barros o arcillas derivados del
terreno granítico están presentes. El único requisito para
una fábrica de cemento es el del renglón energético, el
cual no parece estar disponible er ' país.
Belice consume un millón ae barriles por año de
productos de petróleo lo cual constituye un drenaje
sumamente pesado para las reservas de divisas. Todas las
fuentes de energía en el país son productos petroleros,
exceptuándose una pequeña planta hidroeléctrica cons
truida por los Menonitas. Existía un proyecto de energía
bajo los auspicios de United Nations Development Pro-
gram (UNDP) de 1980 a 1982, y se llevaron a cabo de
manera preliminar, ciertas investigaciones para otras
fuentes de energía que son indígenas. Estas fuentes
incluían productos de desecho de los ingenios azucareros
(bagazo), quema de leña, plantas hidroeléctricas y energía
solar. Desafortunadamente, ninguno de estos tuvo ningún
progreso. Se instaló una Unidad de Petróleo dentro del
Ministerio de Recursos Naturales, según consejo de un
asesor contratado para el proyecto energético. Esta
unidad principió con un geólogo especializado en petró
leo y un oficial de tierras, y a lo largo de un periodo de
tres años, se ha ido expandiendo gradualmente, y en la
actualidad cuenta con especialistas tales como un
intérprete de registros geológicos, un petrógrafo en
carbonatos, un micropaleontólogo, y un analista sísmico.
A la Oficina de Petróleos se le encomendó la tarea de
atraer compañías que estuvieran interesadas en explorar
petróleo en Belice.
Después del establecimiento de la Oficina de Petró
leo, la mayor parte del país está rentada a compañías
petroleras. Aún cuando hubo muchos especuladores y
promotores que solo vinieron a "curiosear", cada año se
están perforando por lo menos dos pozos exploratorios. A
la fecha, el total de pozos perforados es de 44, muchos de
los cuales no han dado indicios de ser comerciales en la
parte cretácea alta, pero por lo menos si ha habido un
descubrimiento sub-comercial. Mientras que los años
1982 y 1983 fueron testigos de un período de negociacio
nes y firma de contratos con las compañías petroleras, en
1984 cuatro compañías más importantes, como lo son,
Pectén (la división internacional de Shell U.S.), Atlantic
Richfield, Marathón y Occidental, llevaron a cabo
trabajos costa afuera y en tierra sobre experimentos
sísmicos y producción en un área que cubría 1.500
kilómetros. Todavía en estos tres años se perforaron otros
seis pozos exploratorios. Se espera que 1985 sea un año
dedicado al procesamiento e interpretación de los datos
sísmicos, los cuales quizas sean acompañados de mayor
trabajo de campo sísmico. Por lo menos se espera que se
perforen tres pozos exploratorios más durante esta año.
Por lo menos, el 18 de abril ya se inició la perforación de
uno. En 1986 deberá haber un número de cesiones y/o un
número de pozos exploratorios perforados.
OTRAS ACTIVIDADES
Otras actividades en el país incluyen la preparación
de un plan de contingencia para el derrame de petróleo
con la ayuda de una Agencia de las Naciones Unidas, la
preparación de un inventario de filtraciones petroleras,
trabajo de campo respecto a cuando pueden originarse
las necesidades en la estación seca, y la ayuda a varios
departamentos como la Alta Comisión de las Naciones
Unidas para los Refugiados, el Directorio del Cuerpo de
Paz y el Ejército en la exploración de las aguas sub
marinas.
ACTIVIDADES ACTUALES EN LA OFICINA
DE PETRÓLEO Y SUS
RESPONSABILIDADES
Las responsabilidades principales de la Oficina de
Petróleo incluyen el actuar como un oficial técnico de
enlace entre el Ministerio de Recursos Naturales y las
compañías petroleras y otras compañías y personas indivi
duales que están explorando minerales. Por el momento,
existe un proyecto de la UNDP para el Desarrollo de
Recursos Petroleros con personal internacional y homó
logos nacionales. Tres de los profesionales nacionales
asistieron a adiestramiento en los Estados Unidos en las
especialidades de dibujo en petróleo, contabilidad petrol
era y geofísica, respectivamente, con la asistencia prin
cipalmente de la UNDP y parcialmente de la USAID. Los
expertos internacionales junto con los nacionales están
trabajando en petrografía carbónica de las muestras de
varios pozos, estableciendo la bio-estratigrafía foramini-
feral, la interpretación estructural y estratigráfica de los
datos sísmicos, preparación de la estratigrafía rocosa con
registros y muestras, y en análisis de la cuenca. Todos este
estudios deberán ser integrados y se espera que pronto
sean presentados los reportes promocionales para el
beneficio de las compañías petroleras. Todo este trabajo,
según se espera, hará que el país se acerque más a su
meta de encontrar petróleo.
Además de lo anterior, la Oficina de Petróleos está
involucrada en otras actividades de tipo geológico como se
describe anteriormente. La actividad más importante que
la Oficina va a emprender, es la elaboración de un buen
mapa geológico a una escala de 1:50.000. Nosotros nos
comunicamos con el IUGS (sic) con este propósito, con el
fin de que el mapeo de Belice pudiera realizarse bajo un
proyecto IGCP. Desafortunadamente no logramos
obtener ningún opoyo por parte de IUGS. El Banco
Mundial esta operando un proyecto de la UNDP para
toda el área del Caribe, estudiando el potencial petrolero,
pero esto no nos ayudaría en el aspecto en donde nosotros
más lo necesitamos, o sea, en el mapeo geológico. El
proyecto del Banco Mundial, no obstante, prometió
ayudarnos en otros campos, como lo son la conversión de
sismogramas a transparencias, la digitización de registros
y la celebración de seminarios regionales. El IUGS nos ha
asegurado que nos ayudará en la realización de los
estudios de gravedad en el país, donando un gravímetro y
adiestrando personal. Nosotros ya elaboramos un plan de
trabajo el cual estaremos presentando en breve. Confia
mos en que a tres o cuatro años plazo, los estudios de
gravedad habrán cubierto todo el país.
ÁREAS EN LAS CUALES SERIA NECESARIA
LA AYUDA
(1) La precipitación en diferentes partes del país
varía de 50" a 150" por año. Hay una estación seca de por
lo menos tres meses durante los cuales se experimentan
muchos problemas y dificultades en la obtención de agua
potable. Aún cuando muchas poblaciones cuentan con
Reporte Sobre el Trabajo Geológico Realizado en Belice 59
pozos recubiertos y algunas tienen suministro de agua
protegido, se siente una necesidad obvia para la reali
zación de un estudio a gran escala de los recursos
hidrológicos subterráneos. No existe ninguna oficina
exclusivamente dedicada a este propósito. Siempre que
surge la necesidad, el Departmento Agrícola del Minis
terio de Recursos Naturales, el Ministerio de Obras
Públicas, la Oficina de Petróleos y otras agencias y
personas individuales, hacen la exploración. Consecuente
mente, no existe un esfuerzo organizado ni concertado.
Primeramente, debería crearse una sección de aguas en la
Oficina de Geología de Petróleos, la cual poco a poco
podría convertirse en un departamento o agencia.
(2) Un buen mapa geológico a una escala de
1:50.000 es absolutamente necesario para el país, con el
fin de facilitar la exploración de minerales, de agua
subterránea, la selección de sitios para presas, etc. Debido
a que la mayoría de los afloramientos están cubiertos por
densos bosques, se necesita equipo y fondos para abrir
brechas y hacer un campamento. Igualmente, se necesita
un vehiculo de tracción en las cuatro ruedas. Otras
60 Mineral, Energy, and Water Resources and Geologic Hazards, Central America
facilidades como hojas de topografía, fotografías aeras,
equipo maestro para dibujo y otro equipo pequeño
necesario para un geólogo de campo ya existen.
(3) Facilidades para adiestramiento: Nacionales
adiestrados no existen en geología. Únicamente dos nacion
ales, con calificaciones de estudiantes universitarios, se
encuentran disponibles, pero desafortunadamente, no
precisamente en el campo geológico. Se está tratando de
atraerlos a la Oficina de Geología de Petróleo, pero existe
una mayor necesidad de atraer más jóvenes para que se
interesen en la geología, quizá dentro de los estudiantes
con niveles "A" en sus estudios, a quienes podría enviarse
al extranjero para realizar estudios superiores, y luego,
simultáneamente, ellos podrían trabajar durante sus
vacaciones en el país. Esto es lo que se está haciendo en
el caso de un nacional que está estudiando para obtener
una licenciatura en geofísica en la Universidad de Texas
A&M.
Finalmente, agradecemos al Dr. Dengo, al Director
del ICAITI, al USGS y a la USAID por haber patro
cinado nuestro viaje a este bello país.
THE INTERAMERICAN DEVELOPMENT BANK
AND THE DEVELOPMENT OF MINERALS
AND FOSSIL FUELS IN CENTRAL AMERICA
By Bernardo F. Grossling1
First, I would like to thank the U.S. Geological
Survey and the U.S. Agency for International Develop
ment for inviting me to this workshop.
In this speech, I will briefly refer to the following:
1) nature of the Interamerican Development Bank (IDB);
2) IDB's performance in the fields of mining, coal, oil, as
well as natural disasters; 3) policy and strategies for these
fields; and 4) reflections on the handicaps to the develop
ment of Central America's mining resources. By Central
America, I mean the countries from Guatemala through
Panama.
I brought with me copies of the material distributed
by the IDB, which might be of interest to you: guides for
the preparation of mining and marine seismology
projects, and a study of the legal regulations for hydro
carbons. In addition, Mr. Gustavo Calderón gave me
copies of guides to bio-energy and new and nonconventi-
onal energy development projects, areas within his
responsibility in the IDB.
The IDB is an international organization founded
almost 25 years ago for the purpose of stimulating the
economic and social development of Latin America. Such
an institution, long desired by the Latin American coun
tries, finally obtained support from the Latin American
nations and the United States. Work of Juscelino Kubits-
chek, President of Brazil, finally brought the IDB into
being. In the United States, it was President Dwight
Eisenhower who understood the importance of the move
ment, and proposed it to the U.S. Congress.
To the end of 1984, the IDB had approved loans for
approximately 28 million dollars, corresponding to a total
project cost of around 100 million dollars. During the
1984 fiscal year, loans were approved for an amount of
3.567 million dollars, and in addition, nonreimbursable
projects for technical cooperation had been approved to a
level of 48 million dollars. Of the total loans approved in
1 Inleramencan Development Bank. 1300 New York Avenue. Washington. D.C.
The Interamerican Development Bank and the Development of Mineral* and Fossil Fuels In Central America
1984, 32 percent were granted to urban-, 28 percent to
energy-, and 23 percent to agriculture-sector projects. It
is expected that IDB may soon establish a new phase: the
Interamerican Investment Corporation, directed to the
private sector.
Policies concerning the mining field are extensive;
they thus allow projects involving prospecting, exploration,
development, exploitation, mineral processing and con
centration, refining, transportation, and shipping projects,
as well as other infrastructure projects. In the bank there
is a great flexibility which adjusts to conditions at each
stage, inasmuch as the policies do not specify priorities.
The policies of the IDB in the petroleum sector,
located within broader energy policies, are likewise wide
and flexible. They allow for projects that range from
geological studies through all intermediate stages up to
refining. In the process of analysis and approval by the
IDB directorate, priorities can be adjusted to needs at
each stage. IDB policies concerned with natural disasters
allow for assistance to countries which have suffered
damages brought about by earthquakes, tsunamis, hurri
canes, volcanic eruptions, floods, droughts, plagues, forest
fires, and soil erosion. In response to natural disasters, the
bank reacts with maximum speed and flexibility.
The IDB examines each loan project proposal
exhaustively. The examination assesses technical, eco
nomic, institutional, and financial feasibility. The potential
profitability of the project, mineral prices on the world
market, the general situation of the world commodity
markets, and alternative sources of financing are exam
ined in particular.
By the end of 1984, the bank had approved 30 loans
for the mining sector for a total amount of 848 million
dollars, which corresponds to a project cost of 3,000
million dollars. These loans were chiefly destined to
mining countries of South America (Chile, Brazil, Mex
ico, Peru, Bolivia). In regard to minerals produced, 398
million dollars was directed to copper projects, 233
million to coal, 72 million to iron, 33 million to lead/
61
zinc/silver, and 12 million dollars to tin. The most signif
icant projects were, perhaps, the rehabilitation of
nationalized mines of Bolivia (1961-1966), the expansion
of the iron-mining capacity of the "Vale de Rio Doce"
company of Brazil, and the support of small- and
medium-sized mining ventures in Bolivia and Peru. The
rehabilitization of the Bolivian mining industry was in
recognition of a critical situation, and had the support of
the United States, the Federal Republic of Germany, as
well as the IDB. The support given to the Vale de Rio
Doce was an important stage in the process of the
expansion of this company, which has now become the
largest exporter of iron ore in the world. Support to small
and medium mining companies had helped resolve a
situation, at times precarious, which might have had
important social repercussions.
By the end of 1984, IDB had approved 28 loans for
the petroleum sector for a total of 730 million dollars
which corresponds to projects having a total cost of 1,600
million dollars. These loans for technical cooperation
were directed to 11 Latin American countries (Bolivia,
Argentina, Chile, Peru, Brazil, Jamaica, Ecuador, the
Dominican Republic, Colombia, Uruguay, and Haiti).
These projects included 2 regional geologic assessment
studies, 3 ore deposit assessment studies, 6 projects in
seismicity, S projects in marine seismicity, 2 projects in
subsurface structural studies, 1 project in subsurface
stratigraphic studies, 4 projects in subsurface exploration,
1 project in developmental wells, 15 gas and petroleum
pipeline projects, 4 refinery projects, and 2 projects in gas
distribution. The most significant of these projects were:
gas pipelines for Argentina and Bolivia, and marine
seismic studies in various phases. The IDB has financed
a total of 4.357 km of gas pipelines and 131 km of marine
seismic lines. As an example, the marine seismic project
in Brazil led to the discovery of 530 million barrels of
petroleum.
Until the end of 1984, the IDB had approved about
12 operations in response to natural disasters at a cost of
about 200 million dollars. Six operations were related to
earthquakes (Peru, 1970; Nicaragua, 1973; Guatemala,
1976; Colombia,1980; Colombia, 1983), 2 operations were
in response to hurricanes (Honduras, 1977; the Domini
can Republic, 1980), and 4 operations were in response to
floods (Paraguay, 1981; Bolivia, 1982; Argentina, 1983;
and Peru, 1983). Technical cooperation projects that were
approved as reimbursable loans or reimbursable contin
gency loans are worthy of note here. For example, an
62 Mineral, Energy, and Water Resource* and Geologic Hazards, Central America
institutional building loan of 1.2 million dollars was
approved for Honduras.
Even though priorities may not have been explicit, it
might be noted that strategy in the mining sector has
been: 1) selective support of mining activities in countries
which have a mining tradition; 2) encouragement of
mining exploration in countries with potential for mineral
resources, in which there has been no mining or in which
mining is at an initial stage of development, and 3) the
support of small- and medium-scale mining.
In regard to hydrocarbons, two areas have been
emphasized: construction of gas pipelines and regional
seismic studies. Natural gas may be extremely important
to the internal economy of a country; for example,
Argentina, which has large natural gas resources, has
built an enormous network of gas pipelines, with the
financial cooperation of the IDB. Marine and on-land
seismic studies have contributed and will contribute to the
discovery of hydrocarbons. In addition, these studies have
helped to enlarge the exploration horizons and to over
come certain geological prejudices to exploration.
A proposal for financing that has been submitted to
the IDB has undergone several stages in its development:
project identification, promotion, analysis, negotiation,
execution, and assessment of the final results. Of these
stages, I would like to emphasize those which I consider
to be the most critical. In several countries there is not a
good appreciation of the importance of the mining sector.
Existing legislature in certain countries may discourage
private enterprises, and there may be insufficent financial
resources to produce a feasible project. The factor of
greatest importance is to obtain a so-called natural pri
ority, one that originates at a high level in the government
and not in the technical organizations of the mining and
petroleum sectors. In a fiscal feasibility analysis of the
proposed project there are certain critical questions that
must be answered. These are: what is the role played by
private enterprises; what is the role of private financing;
what is the macroeconomic impact of the project; what is
the capacity to carry out and improve the project.
Finally, it is appropriate to say that a country, like a
man, has, without constraints, the right to know itself.
That is to say, the comprehensive study of a country's
subsurface should be made easy. To prevent or inhibit this
self knowledge may place a country in a position of
ignorance or inferiority regarding their resources, if they
are to negotiate with external companies.
EL BANCO INTERAMERICANO DE DESARROLLO Y
EL DESARROLLO DE MINERALES Y RECURSOS
ENERGÉTICOS EN AMERICA CENTRAL
Por Bernardo F. Grossling1
En primer lugar quiero agradecer la invitación del
Servicio Geológico de los Estados Unidos y de la Agencia
para el Desarrollo Internacional (US) para asistir a este
Seminario.
En esta charla me refiero brevemente a los sigui
entes puntos: 1) que es el BID; 2) lo que ha hecho en los
sectores minería, carbón, petróleo y en cuanto a desastres
naturales; 3) políticas y estrategias para esos sectores; y
4) reflexiones sobre impedimentos al desarrollo de los
recursos mineros de Centroamérica. Al decir Centro
America incluyo los países desde Guatemala hasta
Panamá.
Traje conmigo algunas copias de material de difu
sión del BID, que puede ser de interés para ustedes: guias
para la preparación de proyectos de minería, sísmica
marina, y un estudio de los regímenes legales de hidro
carburos. Además, el Ing. Gustavo Calderón del BID me
dio copias de guías para proyectos de bio-energía, y
energías nuevas y no convencionales, que corresponden al
sector de su responsabilidad.
El BID (Banco ínter-Americano de Desarrollo) es
un organismo internacional fundado hace casi 25 años
atrás, con el objeto de estimular el desarrollo económico
y social de la América Latina. Tal institución era una
aspiración de los paises latinoamericanos, que finalmen
te, logró el apoyo de los países latinoamericanos y los
Estados Unidos. El Presidente de Brasil, Juscelino Kubits-
chek hizo el llamado final que puso el proceso de
formación del BID en marcha. En los Estados Unidos fué
el Presidente Dwight Eisenhower quien comprendió la
importancia de la iniciativa y la propuso a su Congreso.
Hasta fines de 1984 el BID habiá aprobado présta
mos por alrededor de $28.000 millones de dólares, corres
pondiendo a un costo total de proyectos por alrededor de
S 100.000 millones de dólares. En el último ejercicio,
1984, se aprobaron préstamos por $3.567 milliones de
dólares, y además proyectos de cooperación técnica no
reembolsable o contingente por $48 milliones de dólares.
Inlcnunencu» de Deiorollo, 1300 New York Avenue. Washington, D.C.
El Banco Interamerlcano de Desarrollo y el Desarrollo de Minórale» y Recurso* Energéticos en America Central
Del total de préstamos acordado en 1984 los proyectos
para el sector urbano recibieron 32 por ciento, para
energía 28 por ciento, para agricultura 23 por ciento del
total prestado. Se espera que pronto el BID establezca
una nueva faceta: la Corporación Interamericana de
Inversiones, que está dirigida al sector privado.
Las políticas sobre el sector minero son amplias
permitiendo hacer proyectos de prospección, exploración,
desarrollo, explotación, beneficio y concentración de
minerales, refinación, transporte y embarque y obras de
infraestructura. Hay una gran flexibilidad para adaptarse
a las condiciones de cada época, ya que las políticas, de
por si, no especifican prioridades.
Igualmente las políticas sobre el sector petróleo,
que están dentro del marco de políticas sobre energía, son
amplias y flexibles. Permiten hacer proyectos que abarcan
desde estudios geológicos, y todas las etapas intermedias
hasta refinación. Las prioridades se pueden ajustar a las
necesidades de cada época, en el proceso de análisis y
aprobación por el Directorio del BID.
La política sobre desastres naturales permite
ayudar a los países cuando sufren daños por: terremotos,
maremotos, huracanes, erupciones volcánicas, inunda
ciones, sequías, plagas, incendios de bosque, y erosiones
de suelos. En cuanto a estos desastres la respuesta del
BID, es de máxima celeridad y flexibilidad.
El BID hace un examen exhaustivo de cada pro
yecto de préstamo, examen que abarca: factibilidad
técnica, factibilidad económica, factibilidad institucional,
y factibilidad financiera. Se examina en especial la tasa de
rentabilidad del proyecto, precios del mineral en el mer
cado internacional, situación del mercado internacional y
fuentes alternativas de financiamiento.
Hasta fines de 1984 el BID había aprobado 30
prestamos en el sector de minería por un monto total de
$848 milliones de dolares, correspondiendo a proyectos
por un costo total de $3.000 millones de dolares. Estos
prestamos fueron dirigidos principalmente a países
mineros de la región (Chile, Brasil, México, Perú,
Bolivia). En cuanto al mineral, a proyectos de cobre
correspondió $398 millones, de carbón $233 millones, de
63
hierro $72 millones, de plomo / zinc / plata $33 millones,
de estaño $12 millones. Los proyectos más significativos
tal vez son la rehabilitación de la minería nacionalizada de
Bolivia (1961-1966), la expansión de la capacidad de
mineral de hierro de la compañía Vale do Rio Doce
(CVRD, Brasil), y el apoyo a la pequeña y mediana
minería de Bolivia y Perú. La rehabilitación de la minería
de Bolivia fué en reconocimiento a una situación crucial,
que logró el apoyo de los Estados Unidos, la República
Federal de Alemania, y del BID. El apoyo a CVRD fué
una etapa importante en la marcha de expansión de esta
Compañía que ha llegado a ser la exportadora más grande
de mineral de hierro en el mundo. El apoyo a la pequeña
y mediana minería ha ayudado a resolver la situación a
veces precaria de sectores importantes con repercusiones
sociales.
Hasta fines de 1984 el BID había aprobado 28
préstamos en el sector petróleo por un monto total de
$730 millones de dólares, correspondiendo a proyectos
por un costo total de $1.600 millones de dólares. Estos
préstamos o cooperaciones técnicas fueron dirigidos a
once países latinoamericanos (Bolivia, Argentina, Chile,
Perú, Brasil, Jamaica, Ecuador, República Dominicana,
Colombia, Uruguay y Haití). Estos proyectos incluyen 2
sub-proyectos de evaluación geológica regional, 3 sub-
proyectos de evaluación geológica de yacimientos, 6 sub-
proyectos de sísmica terrestre, 5 sub-proyectos de sísmica
marina, 2 sub-proyectos de pozos estructurales, 1 sub-
proyecto de pozos estratigráficos, 4 sub-proyectos de
pozos de exploración, 1 sub-proyecto de pozos de desar
rollo, 11 gasoductos, 3 oleoductos, 1 poliducto, 4 refin
erías, 2 sub-proyectos de redes de distribución de gas. Los
proyectos más significativos tal vez son: gasoductos en
Argentina y Bolivia, y sísmica marina en varios países. El
BID ha financiado un total de 4.357 km de gasoductos y
131.318 km de sísmica marina. El proyecto de sísmica
marina en el Brasil condujo al descubrimiento de 530
millones de barriles de petróleo, por ejemplo.
Hasta fines de 1984 el BID habia aprobado unas
doce operaciones en respuesta a desastres naturales por
unos doscientos millones de dólares. Hubo 6 operaciones
relacionadas con terremotos (Perú, 1970; Nicaragua,
1973; Guatemala, 1976; Colombia, 1980; Colombia,
1983), 2 operaciones relacionadas con huracanes (Hon
duras, 1977, República Dominicana, 1980) y 4 operaci
ones relacionadas con inundaciones (Paraguay, 1981;
Bolivia, 1982; Argentina, 1983; Perú, 1983). Hay que
hacer notar los proyectos de cooperación técnica, que se
64 Mineral, Energy, and Water Resources and Geologíc Hazards, Central America
aprueban en algunos casos como préstamos o reembols-
ables o de recuperación contingente. Para Honduras se
aprobó un proyecto de apoyo institucional e inventario
minero por $1.2 millones de dólares, por ejemplo.
Aún cuando las prioridades puedan no haber sido
explícitas, se puede decir que la estrategia en el sector
minero ha sido: a) apoyo selectivo a la minería en los
países tradicionalmente mineros; b) estímulo a la explo
ración minera en países con potencial minero y aún no
productores, o con un desarrollo incipiente, y c) apoyo a
la pequeña y mediana minería.
En cuanto a hidrocarburos se ha enfatizado dos
áreas: construcción de gasoductos, y estudios regionales
sísmicos. El gas natural es de mucha importancia para la
economía interna de un país. Por ejemplo la Argentina,
que tiene grandes recursos de gas ha construido una vasta
red de gasoductos, lo que ha contado con la cooperación
financiera del BID. Los estudios sísmicos marinos y
terrestres han contribuido y contribuirán al descubri
miento de hidrocarburos. Han ayudado a ampliar el
horizonte de exploración y a vencer ciertas barreras de
percepción geológica.
Un proyecto de financiamiento que llega a ser
presentado al BID, ha pasado por varias etapas en su
desarrollo: identificación del proyecto, promoción, análi
sis, negociación, ejecución y evaluación del resultado
final. De estas quisiera destacar, los que juzgo ser más
cruciales. En varios países no hay una buena apreciación
de la importancia de la minería. La legislación existente
en ciertos países, puede tal vez desalentar la acción
privada. Puede ser que no hayan recursos financieros
suficientes para producir un proyecto de factibilidad. Lo
que es muy importante es lograr obtener lo que se llama
prioridad nacional, que se origina en niveles altos de los
gobiernos y no en los organismos técnicos del sector
minero y petróleo. En el análisis del proyecto para un
posible financiamiento hay que sobrevivir ciertas cuestio
nes cruciales: que rol puede tener la empresa privada?,
que rol puede tener d financiamiento privado? cual es el
impacto macroeconómico del proyecto? y cual es la
capacidad para ejecutar y mejorar el proyecto?
Finalmente hay que decir que un país, tal como el
hombre, tiene el derecho sin inhibiciones para conocerse
a si mismo. Es decir se debe facilitar el estudio amplio de
la constitución geológica del subsuelo de un país. Impedir
o inhibir ese conocimiento puede colocar a los países en
una posición de ignorancia e inferioridad en cuanto a sus
recursos si van a negociar con compañías externas.
AN INTEGRATED PROGRAM OF ENERGY AND
MINERAL RESOURCES SUPPORT FOR CENTRAL
AMERICA
By Ronald K. Lohrding and John T. Whetten1
The Central American Energy Resources Project is
a new USAID project designed to assist Central Ameri
can countries in finding, assessing, and developing indig
enous natural resources—particularly in the areas of
energy and minerals. The project was formally
announced by USAID Director Peter McPherson and
.New Mexico Senator Peter Domenici on February 22,
1985, from the White House, after receiving very strong
endorsement by President Reagan on the same day.
The project will be coordinated and managed by
Los Alamos National Laboratory, a U.S. National Labo
ratory operated by the University of California for the
U.S. Department of Energy. Los Alamos employs about
7,800 people, including many scientists and engineers who
work on energy-related research and development
projects. The Laboratory's strengths in geothermal
resource assessment and development, geothermal instru
mentation, peat-resource assessment, mineral-resource
assessment, energy-technology development, cost engi
neering, and economic analysis and forecasting in the
energy and mineral sectors fit remarkably well with
opportunities and needs that exist in Central America.
The following are the objectives of the project:
1. Identify, quantify, and assess the natural resources
of Central America. This includes energy resources
that can be used to substitute for presently
imported energy sources, predominantly petro
leum, as well as energy and other resources that
could be used to decrease import of nonenergy raw
materials and increase revenues earned from export
of both energy and nonenergy materials.
2. Create an analytical framework that allows rapid
comparisons of energy and mineral development
options in terms of balance of trade, import substi
tution, direct cost, job creation, and so on.
1 Lh Alamos National Laboraloiy, Lot Alamos, New Mexico
An Integrated Program of Energy and Mineral Resource* Support for Central America
3. Through the activities identified in objectives 1 and
2, build technical and managerial skills so that a
self-sustaining economic development process is
established. This objective will be achieved predom
inantly by on-the-job training associated with the
project components, training workshops, sponsored
graduate student participation and visits by regional
technicians to Los Alamos and other U.S. institu
tions.
4. Involve the local and U.S. private sector so that the
resource assessment and development activities
lead to job-creating investments in commercial and
industrial activities based on the energy and other
natural resources that will be identified:
• Analysis and Assessment of Nontraditional Energy
Resources. A team from Los Alamos, U.S. univer
sities, and the Empresa National de Energía Eléc
trica (Honduras) has already begun a comprehen
sive geothermal resource assessment of Honduras,
and later this year we intend to provide a modern
geothermal well-logging truck equipped with cable
and logging tools capable of operating at tempera
tures up to 275°C for the exclusive use of Central
American countries.
• We will begin a study of the possible uses of low and
medium heat from geothermal areas in Central
America. Finally, we will assess the peat resources
of Costa Rica, and at the same time, study possible
end-uses of Central American peat.
• Mineral-Resource Evaluation. Asystematicmineral-
resource evaluation is being planned for Costa Rica.
A mineral sector profile will be compiled for each
of the Central American countries.
• Training. Specific areas of training have been iden
tified in all of the above-mentioned subprojects.
The overall goal of this project is to improve the
economic condition in Central America and help create
employment through increased and more efficient utiliza
65
tion of the region's energy and mineral resources. The
project will introduce technologies into the region that
will allow each of the participating future energy needs, to
develop nontraditional sources of energy such as geother-
mal and fossil fuels, and to more efficiently utilize the
energy resources found in the region.
Although Los Alamos will take the lead in this
project and use many of its technical personnel, it is
expected that other highly qualified people from univer
sities, other national laboratories, the U.S. Geological
Survey, and the private sector will also participate. This
will require close teamwork involving economists, tech
nologists, and geoscientists. Most importantly, the U.S.
team must work closely and effectively with Central
American counterparts in order to enhance the science,
engineering, and management base of the region. It is
expected that appropriate scientists, engineers, econo
mists, and technologists from the region will be full
participants in the project. Furthermore, training to
increase the highly capable but relatively small Central
American technical community is an important priority
for this project.
Initial funding for this project is $10.2 million. It is
expected that additional funding will be made available
late in 1985 or 1986 and that the program will continue to
be incrementally funded for several years. We seek the
help of in-country experts to help us define the most
66 Mineral, Energy, and Water Resources and Geologic Hazards, Central America
urgent priorities. The following subprojects have begun
or are in the planning stage:
• Energy Situation Analysis. An update for each of
the Central American countries, including data
collection, computerization, economic analysis, and
modeling.
We believe this project is an important new concept
in U.S. foreign assistance programs which has the poten
tial for a large return-on-investment in terms of major
benefits to Central American economies. The project is
an attempt to cure the chronic problem of under
development, instead of treating just the symptoms.
The project is entirely in accord with the report of
the U.S. National Bipartisan Commission on Central
America, which states that "The United States and other
donor nations possess relatively inexpensive technology
that could be used in the region to identify and explore
local energy resources." This could lead to "more diver
sified exports (which) would help insulate the region from
some of the swings in the international economy."
We again emphasize the need for the support and
participation of technical, governmental, and private sec
tor personnel from Central American countries to help us
implement this project. Suggestions for projects are
needed, and we welcome your participation in all aspects
of their execution. We urgently need— and call for— a
team effort to carry this project forward.
PROGRAMA DE ASESORAMIENTO INTEGRADO DE
RECURSOS MINERALES Y ENERGÉTICOS PARA
AMERICA CENTRAL
Por Ronald K. Lohrding y John T. Whetten 1
El Proyecto de Recursos Energéticos para América
Central es un proyecto nuevo de la USAID, diseñado para
asesorar a los países centroamericanos en la búsqueda,
evaluación y desarrollo de los recursos naturales indíge
nas, particularmente, en las áreas de energía y minerales.
El proyecto lo dio a conocer formalmente el director de la
USAID, señor Peter McPherson y el Senador de Nuevo
México, señor Peter Domenici, desde la Casa Blanca
después de haber recibido todo el apoyo del Presidente
Ronald Reagan el mismo día.
El proyecto será coordinado y manejado por el
Laboratorio Nacional Los Alamos, un laboratorio nacio
nal estadounidense operado por la Universidad de Cali
fornia para el Departamento de Energía de los Estados
Unidos. Los Alamos emplea aproximadamente 7.800
personas, incluyendo científicos e ingenieros que trabajan
en investigaciones relacionadas con la energía y desarrollo
de proyectos. Los potenciales del laboratorio en recursos
de desarrollo y evaluación geotérmica, instrumentación
geotérmica, evaluación de recursos de turba, evaluación
de recursos minerales, desarrollo de energía tecnológica,
costo de ingeniería asi como análisis económico y proyec
ción de los sectores energéticos y minerales que encajan
bien con las oportunidades y necesidades en América
Central.
Los objetivos de este proyecto son los siguientes:
1 . Identificar, cuantificar y evaluar los recursos natura
les de Centroamérica. Esto incluye recursos
energéticos que pueden ser utilizados para subs
tituir las fuentes de energía que se importan
actualmente, entre las cuales predomina el petró
leo, energía y otros recursos que podrían ser usados
para disminuir la importación de materia prima
no-energética y aumentar ingresos obtenidos de la
exportación de materiales energéticos y no energé
ticos.
1 Lo* Alimn National Labonuory, Loa Alamos. New México, EEUU
Programa do Atesoramiento Integrado de Recursos Minerales y Energéticos Para América Central
2. Crear un cuadro de trabajo analítico que permita
comparaciones rápidas de opciones de desarrollo
energético y mineral, en términos de balance de
intercambio, substitución de importaciones, costos
directos, creación de trabajos, etc.
3. Estructurar, a través de las actividades identificadas
en los objetivos 1 y 2, destrezas técnicas y de manejo
para que un proceso autosuficiente de desarrollo
económico sea establecido. Esto se logrará con
entrenamiento en el trabajo asociado con los com
ponentes del proyecto, talleres de entrenamiento,
participación de becados y visitas de técnicos
regionales a Los Alamos y otras instituciones de los
Estados Unidos.
4. Involucrar al sector local y sector privado estadouni
dense con el objeto de que la evaluación de recursos
y desarrollo de actividades logren inversiones para
crear trabajos en actividades comerciales e indus
triales, basados en la energía y otros recursos
naturales que se identificarán.
• Análisis y Evaluación de Recursos Energéticos
No-tradicionales. Un grupo de los Alamos, univer
sidades de los Estados Unidos y la Empresa Naci
onal de Energía Eléctrica (Honduras) ya han comen
zado una evaluación geotérmica comprensiva de
Honduras y más tarde durante este año tendremos
como propósito proveer un equipo móvil geotér
mico, equipado con cables y herramientas para
operar a temperaturas hasta de 275°C, única y
exclusivamente para el uso de los países centro
americanos.
• Comenzaremos un estudio de los posibles usos de
calor geotérmico, bajo y mediano, en las áreas de
América Central. Finalmente, evaluaremos la
situación de recursos de turba en Costa Rica, así
como un estudio sobre los usos finales de la turba
centroamericana.
• Evaluación de Recursos Minerales. Una evaluación
sistemática de recursos minerales se está planeando
67
 para Costa Rica. Un perfil del sector mineral sera
recopilado para cada uno de los países centro
americanos.
• Entrenamiento. Se han identificado áreas específi
cas de entrenamiento en todos los proyectos anterior
mente mencionados.
La meta general de este proyecto es la de mejorar la
condición económica en Centroamerica y ayudar a crear
trabajos por medio de un mejor y más eficiente uso de los
recursos minerales y energéticos de la región. El proyecto
introducirá tecnologías en la región, las cuales permitirán
a los países participantes analizar y evaluar de mejor
forma sus necesidades energéticas actuales y futuras, y a
desarrollar fuentes de energía no-tradicionales, tales
como combustibles geotérmicos y fósiles, así como a
utilizar más eficientemente los recursos de energía encon
trados en la región.
A pesar de que Los Alamos estará a la cabeza de
este proyecto y utilizará a muchos miembros de su
personal técnico, se espera que otras personas altamente
calificadas de las universidades, de otros laboratorios
nacionales, la inspección geológica de los Estados Unidos
y el sector privado también participen. Esto requerirá
trabajo de grupo, involucrando a economistas, tecnolo-
gistas y geocientíficos. Lo más importante es que el grupo
de los Estados Unidos trabajara, eficazmente con la
contra-parte centroamericana, incrementando ciencia,
ingeniería y manejo de la región. Se espera la parti
cipación de científicos, ingenieros, economistas y tecnolo-
gistas de la región. Además, otro aspecto importante del
proyecto es el de entrenar a la pequeña comunidad
técnica capacitada en Centroamerica.
El fondo inicial para este proyecto es de $10.2
millones. Se espera recaudar fondos adicionales a finales
68 Mineral, Energy, and Water Resources and Geologic Hazards, Central America
de 1985 o 1986, asimismo, que dicho proyecto será
patrocinado por muchos años. Nosotros buscamos la
ayuda de expertos en el campo para definir las prior
idades más urgentes. Los siguientes sub-proyectos han
dado inicio o están en etapa de planeamiento:
* Análisis de la Situación Energética. Un dato actuali
zado para cada país centroamericano, incluyendo:
agrupación de información, computarizacion, análi
sis económico y modelo.
Consideramos que este proyecto es un concepto
nuevo importante dentro de los programas de asesora-
miento extranjero de los Estados Unidos, el cual tiene un
potencial bastante grande en recuperación de capital
invertido, lo cual es de gran beneficio para la economía
centroamericana. Este proyecto tiene como objetivo
resolver el problema crónico de sub-desarrollo, en vez de
tratar únicamente los síntomas.
El proyecto está completamente de acuerdo con el
reporte de la Comisión Nacional Bipartita Centroameri
cana de los Estados Unidos, la cual declara que "los
Estados Unidos y otras naciones donantes poseen tecnolo
gía relativamente barata que podría ser utilizada en la
región, con el objeto de identificar y explorar recursos
energéticos locales." Esto podría conllevar a "exporta
ciones más diversificadas, las cuales ayudarían a aislar a
la región de los altibajos de la economía internacional."
Nuevamente, enfatizamos la necesidad del apoyo y
participación de personal técnico, del sector guberna
mental y privado de los países centroamericanos para que
nos ayuden a implementar este proyecto. Se necesitan
sugerencias para proyectos y damos la bienvenida a los
participantes. Necesitamos urgentemente y hacemos un
llamado para que se haga un esfuerzo en grupo para
llevar este proyecto adelante.
DEVELOPING A COMPREHENSIVE DATA BASE FOR
MINERAL-RESOURCE PLANNING AND
DEVELOPMENT IN CENTRAL AMERICA
By Byron R. Berger, Dennis P. Cox, James E. Case, Donald A. Singer, Carroll A. Hodges,
John P. Albers, and Roger P. Ashley
INTRODUCTION
A strong agricultural and industrial base in any
country is contingent upon dependable supplies of critical
minerals. To assure a stable economy and an adequate
standard of living, governments need up-to-date informa
tion on existing and new sources of mineral commodities.
The short- and long-range planning of minerals policy,
land-use, minerals exploration, and development strate
gies requires a sound data base from which to make
decisions. The synthesis of current mineral deposit con
cepts with existing data on geology, mineral occurrences,
geochemistry, geophysics, and mineral economics can
provide the data base for this planning as well as a base for
understanding the national resource endowment, inducing
private investment in mineral-related industries, and
encouraging expanded import and export markets.
A key ingredient to natural resource planning is the
use of a systematic methodology for synthesizing data that
allows the reliable identification of geological environ
ments favorable for different types of mineral deposits.
On the basis of multidisciplinary regional resource-
assessment studies in North America, the U.S. Geological
Survey (USGS) has developed a mineral-appraisal meth
odology that outlines geologic provinces or terranes per
missive for specific types of mineral deposits. By analogy,
even areas having little known basic geologic information
and (or) poorly explored areas may be appraised. This
regional assessment methodology was applied in
Colombia, South America, in a cooperative study
between the USGS and the Instituto Nacional de Investiga
ciones Geológico-Mineras) (INGEOMINAS) (Hodges,
Zambrano-Ortiz, and others, 1984). The methodology
used in the Colombian study is applicable to all parts of
the western and southern Caribbean region. The purpose
of this present report is to summarize the substance of the
Colombian assessment and to show how the premises of
Developing a Comprehensive Data Base for Mineral-Resource Planning and Development
the Colombian resource appraisal may be applied to
Central America.
ASSESSMENT METHODOLOGY IN
COLOMBIA
Basic Information
The USGS-INGEOMINAS cooperative project in
Colombia brought together a multidisciplinary team of
specialists that assessed in a 1-year period the potential
for non-fuel, primarily metallic mineral resources based
on existing data. The basic input data required for the
assessment and the final products are summarized in
table 1.
The revised geologic map of Colombia was com
piled by INGEOMINAS from diverse sources including
INGEOMINAS geologists, other Colombian government
agencies, university professors, student theses, private
mining and petroleum corporations, and visiting non-
Colombian geologists. No new mapping was done in
conjunction with the cooperative project.
The regional geologic data were combined with
geophysical data to derive a geologic terrane map (fig. 1).
A knowledge of crustal composition and structure was
derived from rock chemistry, seismic data, regional gravity
data and regional aeromagnctic data. The geophysical
data were compiled from a variety of sources. Magnetic
surveys and aeromagnetic data were obtained from petro
leum companies and academic groups. Gravity data were
obtained from the Instituto Geográfico Agustín Codazzi,
petroleum companies, and various foreign sources. The
geologic terrane map represents an effort to identify
coherent geologic provinces. The provinces differ in strat
igraphy, history, and styles of deformation, magmatic
activity, and certain types of mineral deposits.
Regional stream-sediment geochemical data, wher
ever available, were evaluated to (1) help identify areas
69
TAB LE 1 . — Summary of types of input and output data from
the USGS-INGEOMINAS assessment of mineral resources in
Colombia, S.A.
INPUT DATA
1. Newly compiled geologic map at scale 1:1,000,000 (unpublished)
2. Available geologic quadrangle maps and reports
3. Maps and reports of known mineral occurrences
4. Available geophysical data
a. Regional magnetic maps
b. Regional gravity maps
c. Seismic surveys and regional seismicity
d. Satellite imagery
5. Regional stream-sediment geochemical data
6. Conceptual ore-deposit models
7. Mineral deposit grade-tonnage models
OUTPUT DATA AND INFORMATION
1. Geologic terrane map at scale 1:1,000,000 (unpublished)
2. Mineral-resource assessment tables for each domain based on
terrane map
a. Favorable deposit types in each domain
b. Known example deposits
c. Rock environments
d. Comments on special geologic, geophysical, and geochemical
features
3. Maps showing domains predicted to contain selected deposit
types
a. Deposit descriptions
b. Tonnage and grade characteristics
c. Expected geologic environments in Colombia
d. Exploration guides and recommendations
4. Maps summarizing areas of occurrence of selected commodities
(metallogenic map)
having mineral-resource potential; (2) provide supportive
data as to the differences between geologic terranes; and
(3) assist in the mapping of terrane boundaries beneath
covered areas such as alluvium-filled valleys and young
volcanic rocks.
Descriptive conceptual models of different types of
ore deposits (Cox, 1983a, 1983b) were assembled for the
assessment in order to (1) use a uniform deposit classi
fication scheme to which mineral occurrences, favorable
geologic environments, favorable geochemical anomalies,
and tonnage-grade models could be related; (2) provide
data on the environments of ore deposition so that favor
able rocks, structures, and tectonic settings could be
readily recognized; and (3) relate, where possible, the
associations of elements in geochemical data sets to
specific deposit types. An example of a deposit model for
epithermal gold-silver-base metal mineralization related
to shallowly emplaced volcanic domes is given in table 2.
The ore-deposit grade-tonnage models (Singer and
Mosier, 1983a, 1983b) were derived from estimated
premining tonnages and average grades of well-explored
deposits. The grade-tonnage models are presented as x-y
cumulative frequency plots and are designed to be used in
conjunction with the ore-deposit models. An example of a
70 Mineral, Energy, and Water Resources and Geologic Hazard*, Central America
grade-tonnage model for epithermal gold-silver deposits,
quartz-adularia type, is given in figure 2.
Known ore deposits, prospects, and occurrences
were compiled from a variety of maps, reports, and
scientific papers. Descriptive information about the
deposits was compared with the ore-deposit models in
order to appropriately classify the deposits, and examples
of Colombian deposits were, in turn, incorporated into the
models where appropriate. An example of a mineral
occurrence compilation is given in figure 3.
Mineral resource tracts were derived from the
recompiled geologic map and the map of geologic ter
ranes. Each tract consists of one or more geologic ter
ranes and is characterized by a geologic environment
permissive for specific mineral deposit types. A table for
each tract was compiled containing information on rele
vant potential deposit types, known deposits, and rock
environments. Pertinent comments were included, as
appropriate, on geological, geophysical, and geochemical
characteristics. The relevant deposit types are cross-
referenced to the ore-deposit models.
For selected, important deposits types, tract maps
were made with additional information on descriptions of
the deposit, tonnage and grade characteristics, appropri
ate details on geologic environments in Colombia, and
exploration guides and recommendations. Table 3 is an
example of a tract write-up for the northern Cordillera
Central region. Figure 4 shows a typical deposit tract map
and write-up for an epithermal gold-silver-base metal
deposit, quartz-adularia type.
Using the Basic Information
The component maps and tables in the final report
on Colombia (Hodges, Zambrano-Ortiz, and others, 1984)
are all interrelated and can be used for decision-making
based upon a number of different starting points. For
example, if there is interest in a specific commodity such
as gold, the selected deposit-types listings (fig. 4) refer to
the appropriate geologic mineral-resource domains, the
pertinent ore-deposit models, and the grade-tonnage mod
els appropriate for those deposit models. Likewise, the
grade-tonnage models are keyed to the deposit models so
that the initial decision-making process can take into
account mineral economics.
Ground and aeromagnetic surveys are of general
use in defining locations of intrusive and extrusive rocks.
Centers of mineralization may be identified by using
magnetic data and various electromagnetic techniques in
conjunction with geochemical data (Case and others,
1984). Altered areas may be expressed by flat or negative
magnetic anomalies and by spectral induced polarization
(IP) anomalies.
Let us assume, as an example in the use of compo
nent data from the assessment, that it is most desirable to
develop a gold mine that is mineable with low-cost mining
Figure 1 . Geologic terrane map of Colombia, South America.

Developing a Comprehensive Data Bate for Mineral-Resource Planning and Development 71

TABLE 2.-/4 descriptive, conceptual model for an epithermal precious-metal, base-metal type deposit (after Cox, 1983a)
DEPOSIT TYPE: Epithermal Au-Ag-Base Metal SUBTYPE: Quartz-AduUria
AUTHOR: Byron R. Berger, Donald A. Singer, and others DATE: February, 1985
APPROXIMATE SYNONYM: Precious- and base-metal veins
DESCRIPTION: Precious metals (native, sulfides, sulfosalts) in open-space filled banded quartz veins with pyrite, tetrahedrite, sphalerite,
galena, and arsenopyrite
GENERAL REFERENCES: Buchanon (1980), Berger and Eimon (1983)
GEOLOGICAL ENVIRONMENT
Rock Types: Areas of subaerial, calc-alkaline volcanism—andesite, dacite, quartz latite, rhyodacite, rhyolite; calc-alkaline batholithic complexes
Textures: Porphyritic
Structures: Shallowly emplaced domes, dikes
Age Range: Predominantly Tertiary to Quaternary for bonanza deposits, but may be any age
Depositional Environments: Centers of volcanism and associated intrusive activity such as through-going normal faults, rift zones, and caldera
complexes for bonanza deposits; batholithic complexes
Tectonic Settings: Major, normal faults, fractures related to doming, calderas (especially ring-fracture zones), joint swarms
Associated Deposit Types: Placer gold, porphyry copper-molybdenum (batholiths)
Metal Concentrations: Au + As, Ag+Au + Pb + Zn + Cu, Ag + Pb + Zn + Cu + W + Bi
DEPOSIT DESCRIPTION
Ore Minerals: Native gold+electrum+pyrite±arsenopyrite±galena±sphalerite in high Au:Ag deposits. Native gold + electrum + tetrahedrite
+argentite+pyrite+galena+sphalerite±barite±rhodochrosite in high Ag:Au deposits in hypogene oxidized areas of supergene
zones gold+ruby silver+native silver
Texture/Structure : Banded veins, open-space filling, lamellar quartz, stockworks
Alteration: Top to bottom of system: quartz+kaolinite+montmorillonite+zeolites±barite±calcite; quartz+illite; quartz+adularia± illite;
quartz+chlorite; presence of adularia is variable
Ore Controls: Through-going, anastomosing fracture systems
Weathering: Bleached country rock, goethite, jarosite, alunite—supergene processes often important factor in increasing grade of deposit
Geochemical Signature: Higher in system Au+As+Sb+Hg; Au+ Ag+Pb+Zn+Cu; Ag+Pb + Zn; Cu+Pb+Zn; in some geologic provinces Se,
Te, and W
Examples References
Comstock, Nevada Becker, 1888
Guanajuato, Mexico Buchanon, 1980, and Wandke and Martinez, 1928
Creede, Colorado Steven and Ratte, 1965
Comments: Minor amounts of base metals in deposits in geologic provinces with basement of carbonate-poor miogeoclinal or eugeodinal rocks
and metamorphic equivalents. Higher amounts of base metals in deposits overlying carbonate-bearing miogeoclinal rocks or
evaporites or where seawater is solution source.

methods and at the same time provides employment for a
large number of people. By consulting cumulative
frequency-tonnage models for several different types of
gold deposits (fig. 5), it is apparent that carbonate-hosted,
quartz-adularia type, and volcanogenic-type gold deposits
offer the highest likelihood for a deposit of sufficient size
to meet the initial economic criteria. The geological
characteristics for each of these three deposit types are
determined from the appropriate ore-deposit model (Cox,
1983a; Hodges, Zambrano-Ortiz, and others, 1984).
Those mineral-resource tracts characterized by geologic
environments permissive for these gold-deposit types are
listed in table 4. If we assume that the known occurrence
of high-grade lode-gold deposits enhances the chances of
finding a large, open-pit mineable deposit, then the
Cajamarca and Romeral terranes (fig. 1) in the northern
Cordillera Central region are the best geographic loca
tions in which to focus an exploration effort, because they
contain a large number of lode-gold deposits near Ibague
and in the vicinity and to the north of Manizales (fig. 3).
A decision to focus attention on the northern part of the
Cordillera Central limits the appropriate ore-deposit
models to volcanogenic gold and epithermal, quartz-
adularia precious-metal deposits. Table 3 and figure 4 list
the best geochemical and geophysical exploration guide
lines that can be combined with the geologic attributes
given in the ore-deposit model to establish an approach to
exploring the tracts.
The Cajamarca and Romeral geologic terranes
were determined from the input data for the assessment
(table 1) to have the appropriate geologic framework in
which to explore for volcanogenic and epithermal
precious-metal deposits based on several descriptive cri
teria. These criteria and analogies elsewhere in the Amer
ican Cordillera are as follows:
1. The Romeral terrane contains an older, metamor
phosed melange of mafic, marine volcanic rocks,
ophiolite fragments, and blueschist and Mesozoic
oceanic sediments (including shale and sandstone
with calcareous beds; where metamorphosed, the

72 Mineral, Energy, and Water Resource* and Geologic Hazards, Central America
 1.0

0.8 n = 117

0.6r-

0.4h

0.2h

J I •i •
0.0 _l_
10 2 10"1 1 101 102 103 104 0 4 9 16 25 36
Megatonnes Gold grade, g/t
1.0r»

n = 117

5l_l I
0 180 320 510 730 990 1300 0 1 4 9 16 25
Silver grade, g/t Zinc grade, %
1-Or

0.8 n = 1 17
n = 117

0.6

0 0.12 2 6 12 10"1 1
10'
Lead grade, % Copper grade, %

Figure 2. A grade-tonnage model for an epithermal precious-metal, base-metal, quartz-adularia type, ore deposit
(from Singer and Mosier, 1983a).

Developing a Comprehensive Data Base for Mineral-Resource Planning and Development 73

 75°30'
Figure 3. Geologic map of a portion of the Cordillera Central in Colombia showing the locations of the principal mines.
Areas denoted with black circles are either active thermal springs or hydrothermal alteration related to now inactive
thermal springs. The geologic map units are as follows: Pc - Paleozoic Cajamarca schist; Pu - Paleozoic undifferentiated
sediments and volcanic rocks; P - Paleozoic Payande limestone; Jis - Triassic to Jurassic sediments; H1 -
undifferentiated Mesozoic sediments; J| - Jurassic intrusive rocks; Ksv - Cretaceous sedimentary and volcanic rocks;
Kg - undifferentiated Cretaceous volcanic and sedimentary rocks; K| - Cretaceous intrusive rocks; Tj - Tertiary intrusive
rocks; TGv - Tertiary to Quaternary volcanic rocks.

74 Mineral, Energy, and Water Resource* and Geologic Hazard*, Central America
TABLE 3.— Example of a tract write-up for the northern Cordillera Central region
Domain #4. -CAUCAPATIAROMERAL
Cyprus type Paso de Bobo, (Cauca),
massive sulfide La Marina, (Valle)
Volcanogenic Mn Numerous occurrences La Loma,
Santa Barbara (Antioquia)
Porphyry Cu El Pisno Piedra, Sentada
(Cauca), Alumbral (Narino)
Epithennal Au Ag Marmato, Buenos Aires,
Almaguer Districts
Volcanic hosted None
massive replacement
Silica-carbonate Hg None
Disseminated Hg Aranzazu
Podiform chromite Santa Elena, numerous small
occurrences
Ni laterite None
Porph. Mo La Teta (Cauca)
Bauxite (7.1) Morales-Cajibio (Cauca)
Domain #5.-SEGOVlA REGION
Epithennal Au, Ag Segovia District
Quartz adularia
Domain #8. -CORDILLERA CENTRAL, NORTH
Epithennal Au, Ag Numerous small veins,
generally rich in galena and
stibnite, locally cinnabar.
Guadalupe (Antioquia)
Sedimentary exhalative Small chalcopyrite,
Pb-Zn, Cu-Zn pyrrhotite occurrences
Terrenes: Cajamarca-Cauca-RomeraJ
Pillow basalt, diabase, chert, Steep gravity gradients indicate that the
sedimentary rocks Cauca-Patia-Romeral zone serves as
boundary between oceanic crust to the west
and continental or transitional crust to the
east. Copper anomalies associated with
high calcium and magnesium.
Copper anomalies from upper levels of
La Loma.
Felsic intrusive rocks Anomalous copper, molybdenum, lead, and
of Tertiary age zinc.
Veins and stockworks in various Numerous anomalies Au, Ag, As, Sb in Cu,
rocks usually in or near Tertiary Pb, Ag, Zn.
intrusive stocks. Deposits cluster
around Tertiary-Quaternary
volcanic fields
Serpentine and siltstone Anomalies of mercury, arsenic, and thallium.
Cretaceous clastic rocks near Localized along Romeral fault zone
andesitic dikes Anomalous mercury, arsenic, antimony.
Dunite, peridotite, serpentinite Detailed gravity and magnetic data used in
prospecting in Medellin region.
Peridotite underlying weathering High Ni, Cr, Co, Fe in soil.
surfaces of low relief
Dacite porphyry Mo anomalies, peripheral Cu, Au; also zinc,
tungsten, bismuth.
Laterites of Popayan Formation
Terrane: Puqul-Campamento
Hornblende diorite host rocks Sparse gravity data suggest transitional
(age 160 m.y.), metamorphic or continental crust.
wall rocks Anomalous gold, silver, arsenic antimony,
zinc, lead, and copper.
Terrane: Cajamarca
Alteration zones in Cajamarca Numerous anomalies Au, Zg, As, Sb in Cu,
Schist near dacitic stocks Pb, Sb.
(5-6 m.y.). Also in Antioquia Veins localized along Palestine fault and
batholith and near areas other northeast-trending faults.
of recent voleanism (QTv) in
south end of domain
Graphitic schist, metavolcanic Sparse gravity data suggest that crust is
volcanic rocks continental or transitional in this domain
Anomalous Zn, Pb, Ba.

rocks are mica schist and graphitic schist) intruded
by post-accretion Tertiary and Quaternary calc-
alkaline igneous rocks (fig. 3). In other parts of the
Cordillera of the Americas, epithermal gold is
found in such a setting (for example, McLaughlin
deposit, California).
The Cajamarca terrane contains a Precambrian
continental crust composed primarily of highly
metamorphosed calc-alkaline igneous rocks and
pelitic sedimentary rocks. Paleozoic quartz-sericite
schist, graphitic schist, greenschist, quartzite, and
amphibolite overlie the Precambrian, the composi
tions being suggestive of an original composition of
intercalated andesite to rhyolitic marine volcanic
rocks, mafic intrusions, shale, chemical chert(?),
and carbonate-bearing rocks. Rocks of similar com
position in southeastern California, northern Mex
ico, and the Canadian Shield contain numerous

Developing a Comprehensive Data Base for Mineral-Resource Planning and Development 75

 10'

I 200 km |

Figure AA. Mineral-resource domain map for western Colombia. Patterns [used here as examples
and not explained] show those regions or mineral-resource domains deemed to have potential for
the occurrence of an epithermal precious-metal, base-metal type of deposit.

76 Mineral, Energy, and Water Resources and Geologic Hazards, Central America
 Epithermal Precious Metal, Quartz-Adularla Type Domain*

OepoaK Description

Open-space vein filling and associated stockwork deposits of complex silver sulfides, simple base-metal sulfides, and some
native gold with pyrite— Large, open fissures are commonly filled with banded quartz (occasionally amethystine quartz and adularia).
Wallrock alteration consists mainly of illite, adularia, chlorite, epidote, and calcite. Deposits occur most commonly within or adjacent
to nonmarine volcanic rocks and (or) hypabyssal intrusions (Cox, 1983a).

Tonnage and Grade Characteristic

Fifty percent of epithermal gold-quartz-adularia deposits contain 0.7 million tonnes or more; 10 percent contain 14 million
tonnes or more. Gold grades range from 4.3 g/t or more for the richest half of the deposits to 19 g/t or more in the richest tenth
of the deposits. Silver grades range from 130 g/t, or more, in the richest half of the deposits to 600 g/t or more in the richest 10
percent. Copper grades are low, and reported zinc grades are low for most deposits, but 10 percent of the deposits contain 5.1 percent
or more zinc (Singer and Mosier, 1983a).

Geologic Environment in Colombia

Epithermal fissure-vein gold-silver deposits are widespread in South America, with the largest deposits occurring in
nonmarine intermediate to silicic volcanic rocks. Smaller deposits occur peripheral to and (or) within the upper parts of felsic igneous
stocks. Nonmarine volcanic environments favorable for epithermal deposits occur on the Guajira Peninsula, near Manizales, and in
the vicinity of Popayan.

Exploration Guides and Recommendations

The Tertiary-Quaternary volcanic fields should be the highest priority exploration areas. Areas of subvolcanic intrusions in
conjunction with through-going fracture systems are likely targets. Commonly favorable structures include large normal faults,
ring-fracture zones around calderas, and keystone grabens. Altered zones hundreds of meters wide commonly exist around these
deposits characterized by chlorite-epidote-pyrite and Fe-rich carbonates. Using wet chemical techniques, altered rocks should be
analyzed for gold, silver, arsenic, antimony and zinc; stream sediments should be analyzed for arsenic, antimony, zinc, and mercury.
Gold in these types of deposits is usually very fine grained and detectable only by chemical analysis, thus explaining why they were
often missed by early prospectors.

Figure AB. A summary of pertinent descriptive information, tonnage and grade characteristics, geologic
environments and exploration guidelines for epithermal-type precious-metal, base-metal deposits in Colombia.

large-tonnage gold deposits where Paleozoic and
Mesozoic sedimentary rocks containing significant
volcanogenic components overlie metamorphic
rocks. Mesozoic and Tertiary plutonic rocks as well
as Quaternary volcanic rocks intrude the older
complexes.
3. Active and inactive geothermal areas are wide
spread throughout much of the region, probably
related to Pliocene to Recent intrusive and extrusive
andesitic volcanic activity (fig. 3). Similar domal
intrusions in subaerial volcanic complexes com
monly contain significant gold deposits such as in
the western cordillera of Mexico and the United
States.
4. Geochemical data from stream sediments and rocks
collected in these terranes contain specific elements
such as silver and arsenic, thought to be, pathfind
ers to gold deposits.
5. The occurrence of many precious-metal deposits
(fig. 3) as well as deposits of mercury and antimony
which are commonly spatially related to gold
deposits.
In summary, a comprehensive mineral resource
assessment in Colombia combined mineral deposit, geo
logic, geochemical, geophysical, and mineral economic
data (fig. 6) to derive a geologic terrane map and mineral-
resource tract maps in order to identify areas favorable
for the occurrence of specific ore deposit types.

Developing a Comprehensive Data Base for Mineral-Resource Planning and Development 77

TABLE A.— Mineral-resource tracts and geologic terranes ASSESSING MINERAL RESOURCES IN
permissive for the occurrence of carbonate-hosted, quartz-
adularia, and volcanogenic-type precious-metal deposits CENTRAL AMERICA

1. Carbonate-hosted gold deposit

a. Cordillera Central-South Tract A long-range mineral-resource development plan in
Terranes: Cajamarca
Payande Central America is an important component to the eco
b. Upper Magdalena Valley Tract nomic vitality of the region. The mining industry has not
Terrane: Payande historically been a significant economic force in Central
c. San Lucas Tract America, and at present, with the exception of Honduras,
Terrane: San Lucas the minerals industry contributes less than 1 percent to
2. Epithermal precious-metal deposits, quartz-adularia type each country's gross national product (Cunningham and
a. Cordillera Occidental Tract others, 1984). Partly because of this small contribution of
Terranes: Dagua
Canas Gordas mining, little current information is available on mineral
Cauca resources in the region (Salas, 1982). The method of
Romeral resource assessment used by the USGS in Colombia has
b. Cauca-Patia-Romeral Tract considerable value in that a comprehensive up-to-date
Terranes: Cajamarca information source using a compilation of existing data is
Cauca
Romeral established upon which mineral-resource planning and
c. Segovia Region Tract development can be based.
Terranes: Puqui The complex geologic framework in Central Amer
Campamento ica is similar in many respects to that in western Colom
d. Cordillera Central-North Tract bia. The rocks in Central America represent the north
Terrane: Cajamarca
e. Pasto and North to Popayan, East of Manizales Tract western extension of those in the northern Andes and
Terranes: Dagua intervening basins in Colombia, and the southeastern
Cauca extension of those in Mexico. Pre-Mesozoic continental
Romeral rocks form a cratonic basement in northern Central
Cajamarca America extending from southern Mexico into Guate
Payande
f. Upper Magdalena Valley Tract mala, Belize, Honduras, northern EI Salvador, and north
Terrane: Payande ern Nicaragua (Kesler, 1978). To the south, the basement
g. Guajira 1 - North Tract consists of oceanic rocks (Case, 1974). Island arcs devel
Terrane: Alta Guajira oped on those basement rocks with volcanism occurring in
h. Guajira - South Tract several cycles from the late Mesozoic to the present
Terrane: Cosinas
i. Santa Marta - Southeast Tract (Kesler, 1978). The most extensive volcanic activity took
Terrane: Santa Marta - Southeast place in the Oligocene and Miocene epochs. The present-
j. Santa Marta - South Tract day complex, tectonic configuration can be generalized
Terrane: Santa Marta - South into a series of distinct geologic provinces to which the
k. Santander Massif Tract known mineral occurrences can be related (fig. 7).
Terrane: Santander
The known mineral deposits in Central America
3. Volcanogenic gold deposit display a systematic variation in metal composition
a. Baudo-Gorgona Tract (Kesler, 1978). These variations appear to be related to
Terranes: Baudo
Gorgona changes in the chemical composition of the basement and
b. Cordillera Occidental Tract near-surface rocks in the various geological terranes
Terranes: Dagua enclosing the deposits. Cumming and Kesler (1976) noted
Canas Gordas that mineral deposits in Central America become
Cauca depleted in lead and relatively more enriched in gold and
Romeral
c. Merida Andes Extension Tract copper from northwest to southeast. They note that
Terrane: Santander districts in western Guatemala such as Chiantla and
d. Cordillera Central Coban contain primarily lead and zinc with low silver
Terrane: Cajamarca concentrations. These areas have early Paleozoic,
carbonate-bearing basement rocks. Silver is considerably
more important to the southeast at El Mochito and El
Rosario in Honduras and Monte Cristo in El Salvador.
Gold-bearing deposits such as La Libertad and the cop
per deposit at Rosita in Nicaragua have a basement of
Mesozoic to Tertiary clastic marine sediments and basalt-

78 Mineral, Energy, and Water Reeourcea and Geologic Hazard*, Central America
Figure 5. Cumulative-frequency tonnage models for four types of gold deposits. The shaded areas show the
proportion of each deposit type inferred to have adequate tonnages to employ a large number of people in a low-cost
mining operation (from Singer and Mosier, 1983a).

Developing a Comprehensive Data Base for MIneral-Reaource Planning and Development 79

 Geology Mineral Occurrences

S 0
Tectonics jC—'
MINERAL Metallogenic Data
Geochemist TERRANEMAP RESOURCE MAP

"i. • r
Geophysics

Tcrranes with similar Tracts favorable lor Mineral Data File

geologic history and specific mineral deposits
environmcnr of formation

f
MINERAL RESOURCE
ASSESSMENT
Tract Deposits
1 Porphyry tvp»-^'
2
3 Lat*r
4 y

E
Land Guidelines
use tor new
h
Worldwide Data on
Grade and Tonnage of Deposit
Exploration
and
development
strategy

Figure 6. Data utilized and derived map products for the comprehensive mineral resource assessment of Colombia.

andesite lavas (Ferencic, 1971). There has been only
minor lead production in Panama where no older, thick
continental crustal rocks occur; however, Panama con
tains the large porphyry-type copper deposits at Cerro
Colorado and Petaquilla.
The published literature contains a considerable
amount of information on the regional geology, igneous
petrochemistry, and tectonics of Central America. In con
junction with the available information on mineral depos
its, these data permit the derivation of an excellent
geologic terrane map on which to base a systematic,
detailed mineral-resource assessment of the region.
Resultant products included in the assessment would be
a) the concepts, technologies, and background informa
tion used to effect the assessment, b) up-to-date compi
lations of the geology and mineral resources of the region,
c) an outline of those geologic terranes (mineral-resource
tracts) permissive for the occurrence of a wide variety of
strategic and critical minerals, and d) the geological,
geochemical, and geophysical exploration methods appli
cable in the geological, geomorphic, and climatological
environments in Central America.

80 Mineral, Energy, and Water Resources and Geologic Hazards, Central America
 Figure 7. Map of the geologic terranes in Central America (from Case, Holcombe, and Martin, 1984). The lined area
in the Yolaina and Chortis terranes shows the distribution of Cenozoic volcanic rocks.

ACKNOWLEDGMENTS REFERENCES CITED

The methodologies used in the assessment of min

eral resources in Colombia were the result of the work of
numerous North American geologists both in and outside
of the U.S. Geological Survey. The final products from the
Colombia assessment were the result of cooperative and
open interchange between numerous scientists in
INGEOMINAS and the USGS. We wish to extend our
thank you to our Colombian friends for their excellent
assistance and hospitality.
Becker, G. F., 1888, Geology of the Quicksilver deposits of the
Pacific slope: U.S. Geological Survey Monograph 13, 486
P
Berger, B. R., and Eimon, P. I., 1983, Conceptual models of
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82 Mineral, Energy, and Water Resources and Geologic Hazards, Central America
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Murillo-Rodriguez, A., Jose-Diaz, M., Duque-Caro, H.,
Vargas-Higuera, R., Nunez-Tello, A., Alvarez-Aguadelo,
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1^4.
CREACIÓN DE UNA BASE DE DATOS COMPLETOS
PARA EL PLANEAMIENTO Y DESARROLLO DE
RECURSOS MINERALES EN AMERICA CENTRAL
Por Byron R. Berger, Dennis P. Cox, James E. Case, Donald A. Singer, Carroll A. Hodges,
John P. Albers, y Roger P. Ashley
INTRODUCCIÓN
Una fuerte base agrícola e industrial en cualquier
país depende de los suministros confiables de minerales
críticos. Para asegurarse una economía estable y un nivel
de vida adecuada, los gobiernos necesitan tener infor
mación actualizada sobre los productos minerales ya
existentes y sobre las nuevas fuentes de los mismos. La
planificación a corto y largo plazo de una política minera,
el aprovechamiento de la tierra, la exploración en busca de
minerales, y las estrategias de desarrollo exigen una base
de^ datos seguros y confiables de donde poder tomar
decisiones. La síntesis, o fusión, de los conceptos actuales
de depósitos minerales con la información existente
respecto a geología, descubrimientos minerales, geoquimi-
ca, geofísica, y económica mineral, pueden proporcionar
una base de datos para esta planificación así como
también una base para comprender la riqueza de los
recursos nacionales, dando lugar a la inversión privada en
industrias relacionadas con la mineralogía, y promoviendo
una expansión de los mercados de importación y export
ación.
Un ingrediente clave en la planificación de los
recursos naturales es el empleo de una metodología
sistemática para sintetizar la información que permita
lograr la identificación confiable de ambientes o sitios
geológicos favorables para diferentes tipos de depósitos
minerales. El Servicio Geológico de los Estados Unidos
de América (USGS), basado en los estudios realizados
multidisciplinarios sobre la evaluación de recursos
regionales en America del Norte, ha desarrollado, o
creado una metodología para la evaluación de minerales
que delinea o esboza las provincias o terrenos geológicos
permisibles con clases específicas de depósitos minerales.
Por analogía, aún áreas de las cuales se tiene muy poca
información geológica y/o áreas probablemente explo
radas pueden ser evaluadas. Esta metodología regional de
Creación de una Base de Dato* Completos para el Planeamiento y Desarrollo de Recursos Minerales
evaluación fue aplicada en Colombia, en Sud América, en
un estudio cooperativo entre el USGS y el Instituto
Nacional de Investigaciones Geológico-Mineras
(INGEOMINAS) (Hodges, Zambrano, Ortiz, y colabo
radores, 1984). La metodología usada en el estudio
colombiano es aplicable a todas las regiones del Caribe
sur-occidental. El propósito de este reporte es resumir la
esencia de la evaluación colombiana y demostrar como las
premisas de la evaluación de recursos colombianos puede
ser aplicada a América Central.
METODOLOGÍA DE EVALUACIÓN EN
COLUMBIA
Información Básica
El proyecto cooperativo entre USGS-INGEO-
MINAS en Colombia, reunió a un grupo multídisciplinario
de especialistas que evaluaron en un período de un año, el
potencial de recursos minerales principalmente metáli
cos, no combustibles, basado en información ya existente.
Los datos básicos de entrada requeridos para la
evaluación y los productos finales, se resumen en la
Tabla 1.
El mapa geológico revisado de Colombia fue
recopilado por INGEOMINAS a partir de una diversidad
de fuentes, incluyendo a geólogos, otras dependencias
gubernamentales de Colombia, profesores universitarios,
tesis estudiantiles, firmas privadas dedicadas a la minería
y al petróleo, y con geólogos visitantes, no colombianos.
No se realizó ningún mapeo nuevo junto con el proyecto
cooperativo.
La información geológica regional se combinó con
la información geofísica para crear un mapa del terreno
geológico (Figura 1). El conocimiento de la composición
y estructura de la corteza terrestre se dedujo de los datos
sísmicos, de la química de las rocas, trie datos sobre la
83
TABLA 1.— Resumen de las clases de información de
entrada y salida de la evaluación de recursos minerales
realizada por USGS-INGEOMINAS en Colombia, America del
Sur
INFORMACIÓN DE ENTRADA
1. Mapa geológico recientemente necopilado a una escala de
1:1.000.000 (no publicado)
Z Mapas geológicos cuadrangulares y reportes disponibles
3. Mapas y reportes de depósitos minerales conocidos
4. Datos geofísicos disponibles
a. Mapas magnéticos regionales
b. Mapas regionales sobre la gravedad
c. Estudios sísmicos y sismicidad regional
d. Imágenes por satélite
5. Información geoquímica regional sobre el sedimento en riós
6. Modelos conceptuales de depósitos metalíferos
7. Modelos del grado de tonelaje de los depósitos metalíferos
INFORMACIÓN Y DATOS DE SAUDA
1.Mapa del terreno geológico, a una escala de 1:1.000.000 (no
publicado)
2. Tablas de evaluación de recursos minerales para cada territorio,
con base en el mapa del terreno
a. Tipos de depósitos favorables en cada territorio
b. Depósitos tipo conocidos
c. Ambientes rocosos
d. Comentarios sobre aspectos especiales geológicos, geofísicos y
geoquímicos
3. Mapas que muestran los territorios ya mencionados que contie
nen tipos selectos de depósitos
a. Descripciones de los depósitos
b. Características del tonelaje y grados
c. Ambientes, o zonas geológicas esperadas en Colombia
d. Guías y recomendaciones de exploración
4. Mapas que resumen las áreas donde existen los productos
seleccionados (mapa matalogénico)
gravedad regional, y de información aeromagnética
regional. Los datos geofísicos se recopilaron tomando
como base una variedad de fuentes. Los estudios mag
néticos y la información aeromagnética se obtuvieron con
compañías petroleras y grupos académicos. Los datos
sobre la gravedad se obtuvieron en el Instituto Geográfico
Agustín Codazzi, compañías petroleras, y otras varias
fuentes extranjeras. El mapa del terreno geológico repre
senta un esfuerzo por identificar las provincias geológicas
en forma coherente. Las provincias difieren en su estrat
igrafía, historia y estilos de deformación, actividad
magmática, y en ciertos tipos de depósitos minerales.
Los datos regionales geoquímicos sobre sedimento
en ríos, o pluvial, donde se encontraron disponibles,
fueron evaluados para (1) ayudar a identificar áreas con
potencial de recursos metalúrgicos; (2) para suministrar
datos de apoyo respecto a diferencias entre los terrenos
geológicos; y (3) ayudar en el mapeo de las fronteras, o
límites del terreno debajo de áreas cubiertas tales como
valles rellenos por tierras provenientes de aluviones y por
rocas volcánicas jóvenes.
Los modelos conceptuales descriptivos de diferen
84 Mineral, Energy, and Water Resources and Geologlc Hazards, Central America
tes tipos de depósitos metalíferos (Cox, 1983a, 1983b),
fueron reunidos para la evaluación, para (1) emplear un
patrón uniforme para la clasificación de depósitos al cual
pudieran relacionarse los hallazgos mineralógicos, los
ambientes favorables geológicos, las anomalías favorables
geoquímicas y los modelos de grado-tonelaje; (2) suminis
trar datos sobre los ambientes de los depósitos o yacimien
tos metalíferos, con el fin de reconocer con la mejor
facilidad y rapidez las formaciones rocosas favorables,
estructuras, y posiciones tectónicas; y (3) relacionar,
donde sea posible, las asociaciones de elementos en
juegos de datos geoquímicos con tipos específicos de
depósitos. Un ejemplo de un modelo de depósito para la
mineralización metálica epitermal con base oro-plata
relacionada con las bóvedas volcánicas superficialmente
situadas, se proporciona en la Tabla 2.
Los modelos del tonelaje-grado para depósitos
metalíferos (Singer y Mosier, 1983a, 1983b) se obtuvieron
de tonelajes estimados premineria y grados promedio de
depósitos bien explorados. Los modelos tonelaje-grado se
presentan como lotes de frecuencia acumulativa x-y y
están diseñados para usarse junto con los modelos de
depósitos metalíferos. Un ejemplo del modelo de tonelaje
grado para depósitos epitermales de ore-plata, tipo
cuarzo-adularía, se proporciona en la Figura 2.
Los depósitos metalíferos conocidos, los potencia
les y los hallazgos fueron recopilados de una variedad de
mapas, informes, y documentos científicos. La infor
mación descríptica acerca de los depósitos se comparó
con los modelos de depósitos metalíferos para poder
clasificar correctamente los depósitos, y, a su vez, los
ejemplos de los depósitos colombianos fueron incorpo
rados a los modelos cuando así se juzgó apropiado. La
Figura 3 proporciona un ejemplo de una recopilación de
hallazgos minerales.
Los cursos o trayectorias de los recursos minerales
se obtuvieron del mapa geológico recopilado y del mapa
de terrenos geológicos. Cada trayectoria consistió de uno
o más terrenos geológicos y se caracterizó por un ambien
te geológico que permitía buscar, o localizar, tipos espe
cíficos de depósitos metalíferos. Una tabla, o gráfica, para
cada trayectoria o curso fue recopilada, la cual contiene
información sobre los tipos de depósitos potenciales más
importantes, depósitos conocidos, y sobre características
geológicas de los ambientes rocosos. Se incluyeron comen
tarios pertinentes, conforme se estimaron apropiados,
sobre características geoquímicas, geofísicas y geológicas.
Los tipos de depósitos más importantes se encuentran
relacionados, por medio de referencias cruzadas, con los
modelos de depósitos minerales.
Se elaboraron mapas de los cursos para tipos de
depósitos importantes, seleccionados, con información
adiciona] sobre las descripciones de los depósitos, tone
laje y características del grado, incluyendo detalles apropia
dos sobre los ambientes geológicos en Colombia, asi como
 75° 70°

Figura 1. Mapa del terreno geológico de Colombia, S.A.

Creación de una Base de Datos Completos para el Planeamiento y Desarrollo de Recursos Minerales BS
TABLA 2.— Modelo descriptivo, conceptual, de un depósito de tipo de metal-base, metal-precioso, epitermal (según Cox,
1983)
TIPO DE DEPOSITO: Metal epitermal de base Au-Ag (oro-plata) SUBTIPO: Cuarzo-Adularia
AUTOR: Byron R. Berger, Donald A. Singer, y otros FECHA: febrero de 1985
SINONIMO APROPIADO: Venas de metal base - metal precioso
DESCRIPCION: Metales preciosos (nativo, sulfuros, sulfosales) en venas abiertas rellenas de pirita, tetrahedritos, esfalerila, galena, y
arsenopirita
REFERENCIAS GENERALES: Buchanon (1980), Berger y Eimon (1983)
AMBIENTE GEOLOGICO
Oases de Rocas: Areas de rocas subáereas, andesita—volcánica cal-alcalina, decita, latita de cuarzo, riodacita, riolita; complejos batolfticos
cal-alcalinos
Texturas: Porfíricas
Estructuras: Bóvedas superficialmente situadas, diques
Epoca: Predominantemente Terciaria a Quaternaria para los depósitos bonanza, pero podría ser cualquier edad
Medios Circundantes de los Depósitos: Centros de actividad volcánica y asociada intrusiva, tal como fallas normales profundas de paso, zonas
agrietadas, y complejos de caldera para depósitos de vetas minerales; complejos batolfticos
Posiciones Tectónicas: Fallas y fracturas normales e importantes, relacionadas con las bóvedas, calderas (especialmente en zonas de fracturas en
cadena), enjambres en conjunto
Tipos de Depósitos Asociados: Placer (lavadero de oro); molibdeno de cobre pórfido (batolitos)
Concentraciones Metálicas: Au+As, Ag+Au+Pb+Zn+Cu, Ag+Pb+Zn+Cu+W+Bi
DESCRIPCION DE LOS DEPOSITOS
Minerales Metálicos: Oro natio +electro (oro argentftero)+pirita±arsenopirita±galena±esfaIerita en depósitos de alto contenido de oro
argentífero (Au:Ag). Oro natio+electro+tetrahedrita+argentita+pirita+galena+esfalerita±barita±rodocrosita en
depósitos de alto contenido de Au:Ag, en áreas de hipógeno oxidado de zonas supergene de oro+rubíy plata + plata natural
Textura/Estructura: Venas por fajas, rellenos al aire libre, cuarzo laminar, trabajos de bodega
Alteración: De arriba para abajo del sistema: cuarzo+caolinita+montmorillonita+ceolitas+barita+calcita; cuarzo+illite; cuarzo+ adularía
+ ilita; cuarzo-f clorita; la presencia de adularía es variable
Controles Metálicos: Sistemas profundos, sin interrupción de fracturas anastomizantes
Intemperismo: Roca descolorida del campo, goetita, jarosita, alunita-procesos supergenes que con frecuencia son factor importante en
incrementar el grado del depósito
Indicativo, o Identificación, Geoquímica: Superior en el sistema Au+Ag+ Sb+Hg; Au+Ag+Pb+Zn+Cu; Ag+Pb+Zn; Cu+Pb+Zn; en algunas
provincias geológicas Se, Te, y W
Ejemplos Referencias
Comstock, Nevada Becker, 1888
Guanajuato, México Buchanon, 1980, y Wandke y Martinez, 1928
Creede, Colorado Steven y Ratte, 1965
Comentarios: Cantidades menores de metales base en depósitos en las provincias geológicas con un basamento o fundamento de equivalentes
metamórficos y de rocas eugeoclinales o miogeoclinales pobres en carbonato. Cantidades mayores de metales base en depósitos
que yacen sobre rocas miogeoclinales productoras de carbonato, o evaporitas o en cualquier lugar donde el agua de mar sea una
fuente de solución.

guías de exploración y recomendaciones. La Tabla 3 es un tipos de depósitos seleccionados (Figura 4) se refieren a

ejemplo del trazado de un curso para la región norte de la
Cordillera Central. La Figura 4 muestra un mapa típico
del curso de un depósito y el trayecto de un depósito
epitermal de metal base oro-plata, del tipo de cuarzo-
adularía.
UTILIZACION DE LA INFORMACION BASICA
Los mapas y tablas al final del reporte sobre
Colombia (Hodges, Zambrano-Ortiz, y colaboradores,
1984) están interrelacionados y pueden ser utilizados para
la toma de decisiones basada en un numero de puntos de
partida diferentes. Por ejemplo, si existe inteises en un
producto específico tal como el ore, los listados de los
los territorios geológicos de recursos minerales apropi
ados, a los modelos pertinentes de depósitos metalíferos,
y a los modelos de tonelaje grado apropiados para esos
modelos de depósitos. Igualmente, los modelos de
tonelaje-grado están diseñados para los modelos de depós
ito, con el proposito de que el proceso inicial de la toma
de decisiones pueda tomar en consideración también los
puntos de la economía mineral.
Los estudios del suelo y aeromagnéticos son de uso
general para definir las localizaciones de rocas intrusivas
y extrusivas. Los centros de mineralización pueden iden
tificarse utilizando la información magnética y varias
técnicas electromagnéticas junto con información geo
química (Case y colaboradores, 1984). Las áreas altera
das o modificadas pueden ser expresadas mediante

86 Mineral, Energy, and Water Resource* and Geologic Hazard*, Central America
 Lead grade, % Copper grade, %

Figura 2. Un modelo de los tonelajes-grado para un depósito metalífero de tipo epitermal de metal precioso, metal
bas, cuarzo-adularía. (Singer y Mosier, 1983a).

Creación de una Bate de Datos Completo* para el Planeamiento y Desarrollo de Recursos Minerales 87
 75°30'
Figura 3. Mapa geol6gico de una porcion de la Cordillera Central en Colombia, mostrando las ubilicaciones de las
minas principales. Las areas sehaladas con ci'rculos negros constituyen ya sea yacimientos termicos activos o
alteraciones hidrotermicas relacbnadas con fuentes termicas inactivas en la actual idad. Las unidades del mapa
geoldgico son las siguientes: ; Pc - Esquisto paleozoico de Cajamarca; Pu - sedimentos y rocas volcanicas paleozoicas
no diferenciadas; P - Piedra caliza paleozoica de Payande; J^s - Sedimentos triasicos y jurasicos; H1 - Sedimentos
mesozoicos no diferenciados; Jt - rocas intrusivas jurasicas; Ksv - rocas volcanicas y sedimentarias cretaceas; Ky -
rocas volcanicas y sedimentarias cretaceas no diferenciadas; Kj - rocas intrusivas cretaceas; T( - rocas intrusivas
terciarias ; TQy - rocas volcanicas de la edad terciaria a la cuaternaria.

88 Mineral, Energy, and Water Resource* and Geologic Hazards, Central America
TABLA 3.— Ejemplo de una evaluación de la parte norte de la región de la Cordillera Central de Colombia

Territorio #4.-CAUCA-PATIA-R0MERAL Terreno»: Cajamarca-Cauca-Romeral

Sulfuro masivo Paso de Bobo, (Cauca), Rocas sedimentarias de basalto, Los gradientes empinadas de gravedad indican
Tipo Chipre La Marina, (Valle) diabasa, variedad de cuarzo que la zona Cauca-Patia-Romeral sirve de
límite entre la corteza oceánica hacia el oeste
y la corteza continental o transicional del este.

Mn Volca nólogico Numerosos hallazgos en La Loma, Las anomalías cupríferas asociadas con gran
Santa Barbara (Antioquia) cantidad de calcio y de magnesio de La Loma

Cu porfírico El Pisno Piedra, Sentada Rocas intrusivas félsicas Cobre anómalo, mobildeno, plomo y zinc
(Cauca), Alumbral (Narino) de la edad Terciaria

Au Ag Epitermal Marmato, Buenos Aires,
Distrotos de Almaguer
Venas y trabajos en varias rocas Numerosas anomalías de Au, Ag, As, Sb,
casi siempre o cerca de las en Cu, Pb, Ag, Zn
bases intrusivas Terciarias.
Los Depósitos se aglomeran
alrededor de terrenos volcánicos
terciarios-cuaternarios

Restitución massiva Ninguna

volcánica

Hg de Sílice carbonato Ninguna Serpentina y lodos de aluvión Anomalías de mercurio, arsénico, y talio

Hg diseminado Aranzazu Rocas clásticas cretáceas cerca Localizado a lo largo de la zona de la falla de
de diques de andesita Romeral. Mercurio, arsénico, antimonio
anómalo o irregular

Cromita podiforme Santa Elena, hallazgos Dunita, periodotita, serpentinita Gravedad detallada y datos magnéticos
pequeños numerosos utilizados en la búsqueda de minerales
en la región de Medellin

Laterita Ni Ninguna Superficies desgastadas por Alto contenido de Ni, Cr, Co, Fe en el suelo
tiempo e intemperie subyacentes
periodotitas de bajo relieve

Mo. porf. La Teta (Cauca) Dacita porfira No hay irregularidades, Cu, Au periférico; tam
bién zinc, tungsteno, bismuto

Bauxita Morales-Cajibio (Cauca) Lateritas de Fm. Popayan

Territorio «.-REGIÓN DE SEGOVIA Terreno»: Puquí-Campamento

Au, Ag Epitermal;
cuarzo-adularía
Distrito de Segovia
Rocas huésped de diorita
hornablendifera (edad 160 m.
anos), roca estéril metamorfica
Información escasa sobre la gravedad sugiere
una capa transicional o continental. Oro,
plata,
arsénico, antimonio, zinc, plomo y cobre
irregulares

Territorio #6. -CORDILLERA CENTRAL, NORTE Terrenos: Cajamarca

Au, Ag. Epitermal
Numerosas vetas pequeñas,
generalmente ricas en galena y
estibnita, localmente cinabrio.
Guadalupe
zonas alteradas en Cajamarca. Numerosas anomalías en Au, Ag, As, Sb en Cu,
Esquiste cerca de bases dacíticas Pb, Sb. Vetas localizadas a lo largo de la Falla
(5-6 m. años) También en Palestina y otras fallas con ubicación noreste
Antioquia, batolito y en áreas
cercanas de volcanismo (QTv) en
el extremo sur del territorio

Pb-Zn, Cu-Zn exhaltivo Pequeños hallazgos de pirita de Esquisto grafitico, rocas Información escasa sobre la gravedad sugiere
sedimentario cobre (calcopirita) y pirrotita volcánicas, metavolcánicas que la corteza es continental o transicional en
este terreno. Zn, Pb, Ba irregular

anomalías o irregularidades planas o negativas, magnéti
cas, y mediante anomalías de polarización inducida por
espectro (IP).
Como un ejemplo de utilización de los datos de los
componentes a partir de la evaluación, asumamos que es
de lo más ventajoso explotar una mina de oro que es
susceptible de ser trabajada con los métodos de minería
de bajo costo y que sin embargo, proporciona trabajo a un
gran número de personas. Consultando los modelos
acumulativos de la frecuencia-tonelaje para varios tipos
diferentes de depósitos de oro (Figura 5), es aparente que
depósitos tipo de carbono-huésped, cuarzo-adularia, y

Creación de una Base de Dato* Completo* para el Planeamiento y Desarrollo de Recursos Minerales 89
 10'

5o-

I 200 km |

75°

Figura AA. Mapa de territorio de recursos minerales para Colombia oeste. Las áreas sombreadas
muestran las regiones que se consideran tener un potencial para el hallazgo de un depósito de
metal-precioso epitermal, metal base.

90 Mineral, Energy, and Water Resources and Geologic Hazards, Central America
 Tipos de Metala* Epitermales Preciosos, Cuarzo-Adularla. Territorios

Descripción de los Depósitos

Los depósitos de venas al aire libre y bases asociadas de sulfuros de plata complejos, sulfuras simples de metal-base, y algunas
fisuras abiertas de oro natural con pirita, están corrientemente rellenas con cuarzo en franjas (ocasionalmente cuarzo amatistino).
La alteración de la roca estéril consiste principalmente de iluta, adularía, clorita, epidota y calcita. Los depósitos se encuentran con
mayor frecuencia dentro de, o adyacentes a rocas volcánicas no marinas y(o) instrusiones "hypabyssal" (Cox, 1983).

Características de Grado y Tonelaje

El cincuenta por ciento de los depósitos epitermales de orocuarzo-adularía contienen 0.7 millones de toneladas o más; el diez
por ciento contiene 14 millones de toneladas o más. Los grados oro varían de 4.3 g/t o más para la mitad más rica de los depósitos
a 19 g/t o más en el décimo más rico de los depósitos. Los grados oro varían de 130 g/t o más en la mitad más rica, mientras que
el diez por ciento de los depósitos contiene 600 g/t o mas. Los grados cobre son bajos, y los grados zinc reportados son bajos en la
mayoría de depósitos, pero el diez por ciento de los depósitos contienen un 5.1 por ciento o más de zinc (Singer y Mosier, 1983a).

Medio Ambiente Geológico en Colombia

Los depósitos epitermales con vetas-fisura de oro-plata se encuentran muy esparcidos en la América del Sur, econtrandose
los depósitos más grandes en rocas volcánicas no-marítimas intermedias a silfcicas. Existen otros depósitos pequeños adyacentes o
periféricos a y/o dentro de las partes superiores de bases ígneas félsicas. Los ambientes volcánicos no-marítimos favorables para
depósitos epitermales se encuentran en la Península Guajira, cerca de Manizales, y en las zonas cercanas y vecinas de Popayan.

Recomendaciones y Gulas de Exploración

Los campos volcánicos de la era Terciaria-Cuaternaria deberían clasificarse como áreas de exploración de la más alta
prioridad. Áreas de intrusiones sub-volcánicas en conjunto con sistemas de disyunción directa son objectivos similares. Estructuras
comunmente favorables incluyen grandes fallas normales, zonas desyuntivas en cadena alrededor de calderas, y cuencas
fundamentales. Cientos de metros de zonas alteradas existen comunmente alrededor de estos depósitos caracterizados por
pinta-clorita-cpidc.ua y carbonates ricos en hierro. Utilizando técnicas químicas húmedas, debería analizarse a las rocas modificadas
en busca de oro, plata, arsénico, antimonio y zinc; los sedimentos pluviales deberían ser analizados en busca de arsénico, antimonio,
zinc y mercurio. El oro en estas clases de depósitos es, generalmente, de grano muy fino, que puede ser detectado únicamente
mediante análisis químicos, explicándose consecuentemente, el porque se les pasaba por alto en la antigüedad al ser vistos por los
investigadores primitivos.

Figura 45. Un resumen de información descriptiva pertinente, tonelaje y características de grado, ambientes
geológicos y guías de exploración para tipos de metales preciosos epitermales, depósitos de metal básico en
Colombia.

tipo volcanógeno de oro, ofrecen la probabilidad más
grande de encontrar un depósito de tamaño suficiente
para cumplir con los criterios económicos iniciales. Las
características geológicas para cada uno de estos tres
tipos de depósito se determinan del modelo apropiado de
depósitos metálicos (Cox, 1983a; Hodges, Zambrano-
Ortiz, y colaboradores, 1984). Los cursos de recursos
minerales caracterizados por los medio ambientes geoló
gicos permitidos para estos tipos de depósitos auríferos
están enumerados en la Tabla 4. Si asumimos que los
hallazgos conocidos de depósitos de alto grado de oro en
vitas aumenta las oportunidades de encontrar un gran
depósito minero abierto, entonces los terrenos Cajamarca
y Romeral (Figura 1) en el norte de la Cordillera Central
constituyen las mejores localizaciones geográficas para
centrar el esfuerzo de la exploración, debido a que los
mismos contienen un gran número de depósitos de vetas
auríferas cerca de Ibague y en los alrededores, y hacia el
norte de Manizales (Figura 3). Una decisión para centrar
la atención en la parte norte de la Cordillera Central
limita los modelos apropiados de depósitos metálicos a
los depósitos de oro volcanogénico y epitermal, de cuarzo-
adularia metal precioso. La Tabla 3 y la figura 4
enumeran las mejores directrices de exploración geo
química y geofísica que pueden ser combinadas

Creación de una Base de Datos Completos para el Planeamiento y Desarrollo de Recursos Minerales 91
con los atributos geológicos dados en el modelo de TABLA A.—Extensions, o trechos, de los recursos minerales
depósito metálico para establecer un enfoque de como y de los terrenos geológicos permisivos para el hallazgo de
explorar los cursos. depósitos de metales preciosos de tipo vo/canogénico y de
cuarzo-adularía y como huésped del carbono
Los terrenos geológicos de Cajamarca y Romeral
fueron determinados a partir de la información de entra 1. Depósitos auríferos en carbono
da para la evaluación (Tabla 1) para poder tener el marco a. Extensión Sur de la Cordillera Central
de trabajo geológico adecuado donde explorar en busca de Terrenos: Cajamarca
Payando
depósitos volcanogénicos y epitermales de metales preci b. Tramo del Valle del Alto Magdalena
osos basados en varios criterios descriptivos. Estos crit Terreno: Payande
erios y analogías en cualquier otro lugar en la Cordillera c. Trecho de San Lucas
Americana son los siguientes: Terreno: San Lucas
1. El terreno Romeral contiene una mezcla muy 2. Depósitos de metales preciosos epitermales, del tipo cuarzo-
antigua transformada, de rocas volcánicas marinas, adularía
fragmentos ofiolíticos, y de sedimentos oceánicos de a. Extensión de la Cordillera Occidental
esquistos azules y mesozoicos (incluyendo lutita y Terrenos: Dagua
Canas Gordas
arenisca con estratos calcáreos; en los lugares Cauca
donde se han transformado, o sufrido alguna Romeral
metamorfosis, las rocas con esquistos de mica y b. Tramo Cauca-Patia-Romeral
esquistos grafiticos) con intrusiones de rocas Ígneas Terrenos: Cajamarca
cal-alcalinas post-acrecentamiento terciario y cua Cauca
Romeral
ternario (Figura 3). En otras partes de la Cordillera c. Trecho de la Región de Segovia
de las Américas, el oro epitermal se encuentra en Terrenos: Puqui
una localización tal (por ejemplo, el depósito Campamento
McLaughlin, en California). d. Trecho Norte de la Cordillera Central
Terreno: Cajamarca
2. El terreno Cajamarca contiene una corteza conti e. Extensión de Pasto y Norte a Popayan, Este de Manizales
nental Precambica, compuesta principalmente de Terrenos: Dagua
rocas Ígneas cal-alcalinas altamente transformadas Cauca
y de rocas sedimentarias políticas. Los esquistos Romeral
Cajamarca
paleozoicos de cuarzo -sericítico, esquisto grafitico, Payande
esquisto verde, cuarcita, y anfibolita descansan f. Tramo del Valle del Alto Magdalena
sobre la Precambica, sugiriendo tales composi Terreno: Payande
ciones la existencia de una composición original de g. Guajira 1 - Tramo Norte
Terreno: Alta Guajira
andesita intercalada a rocas volcánicas marinas h. Guajira - Tramo Sur
riolíticas, intrusiones máficas, lutita, variedad de Terreno: Cosinas
cuarzo químico (?), y rocas carboníferas. Rocas de i. Santa Marta Trecho SE
composición similar en la parte sudeste California, Terreno: Santa Marta - Sud-Este
j. Santa Marta Trencho Sur
en el norte de México y en la capa canadiense, Terreno: Santander
contienen numerosos depósitos auríferos de gran k. Extensión Masifa de Santander
tonelaje donde las rocas sedimentarias paleozoicas y Terreno: Santander
mesozoicas con componentes importantes volcano 3. Depósito aurífero volcanogénico
génicos descansan sobre rocas metamórficas. a. Trencho Baudo-Gorgona
Rocas plutónicas mesozoicas y terciarias, así como Terrenos: Baudo
Gorgona
rocas volcánicas cuaternarias se encuentran en b. Extensión de la Cordillera Occidental
otros complejos más antiguos. Terrenos: Dagua
3. Las áreas geotérmicas activas e inactivas están Canas Gordas
ampliamente diseminadas a lo largo de una gran Cauca
Romeral
parte de la región, probablemente relacionadas con c. Extensión Metida Andes
la actividad volcánica andesítica extrusive e intrusiva Terreno: Santander
desde la época pliocenica a la reciente (Figura 3). d. Cordillera Central
Intrusiones en forma de bóvedas similares en com Terreno: Cajamarca

plejos volcánicos sub-aéreos comunmente contie

nen depósitos auríferos importantes, tales como los Los datos geoquímicos procedentes de los sedimen
de la cordillera occidental de México y los Estados tos pluviales y de rocas coleccionadas en estos
Unidos. terrenos contienen elementos específicos tales

92 Mineral, Energy, and Water Resources and Geologlc Hazards, Central America
 Oro epitermal, tipo quarzo adularía Oro epitermal, tipo quarzo alunita

n =s 36

1 10' 10

c
o Oro carbonatado Oro volcanogénico

Megatones

Figura 5. Modelos de tonelaje de frecuencia cumulativa para cuatro tipos de depósitos de oro. Las áreas
sombreadas indican la proporción de cada tipo de depósito inferido con tonelaje adecuado para el empleo de un gran
número de personas en una operación minera de bajo costo. (Según Singar and Mosier, 1983a)

Creación de una Base de Datos Completos para el Planeamiento y Desarrollo de Recursos Minerales 93
 Geology Mineral Occurrences

MINERAL Metallogenic Data

Geochemistry TERRANE MAP RESOURCE MAP

•.* > • «■
n. • r
Geophysics

Terranet with similar Tracts favorable for

geologic hiitory and specific mineral deposits
environment of formation

F Porphyry I "
Tonnage [J
MINERAL RESOURCE
ASSESSMENT
r T ^iec ■woe
Tract Deposits
1 Porphyry typ»^
2 Masalvju^
3 Lajjer Porphyry Í
Grade }i
4 ¿ II» \ .
;«
r. v.

I
Land Guidelines
usa tor new
decisions research
Worldwide Data on
Grade and Tonnage of Deposit
Explotatxxi
development
strategy

Figura 6. Datos utilizados y productos derivados del mapa para una evaluación completa de los recursos minerales
de Colombia.

como plata y arsénico de los que se cree son
pioneros en la búsqueda de sendas hacia depósitos
de oro.
5. El hallazgo de muchos depósitos de metales precios
os (Figura 3) así como de depósitos de mercurio y
antimonio que son comunmente relacionados en el
aspecto especial con depósitos de oro.
En resumen, una evaluación completa de los recur
sos minerales en Colombia, combinada con datos sobre
depósitos minerales, geológicos, geoquímicos, geofísicos
y de economía metalúrgica (Figura 6) para dar lugar a un
mapa de terreno geológico y mapas de extensiones de
recursos minerales para poder identificar las áreas favo
rables al hallazgo de tipos específicos de depósitos de
minerales.
EVALUACION DE LOS RECURSOS
MINERALES EN CENTRO AMERICA
Un plan de desarrollo de largo alcance para la
explotación de los recursos minerales en Centro América
es un importante componente para la vitalidad económica
de la región. La industria minera no ha sido histórica

94 Mineral, Energy, and Water Resources and Geologic Hazards, Central America
mente una fuerza económica importante en CentroAmér-
ica y, en la actualidad, exceptuándose a Honduras, la
industria de los minerales contribuye en menos de un 1%
al producto nacional bruto de cada país (Cunningham
ycolaboradores, 1984). Debido, en cierta escala, a esta
pequeña contribución de la minería, existe muy poca
información actualizada disponible sobre recursos mine
rales en la región (Salas, 1982). El método de evaluación
de los recursos utilizado por el USGS en Colombia tiene
un valor considerable en el sentido de que establece una
fuente de información actualizada completa mediante la
utilización de una recopilación de los datos existentes
sobre los cuales puede fundamentarse la planificación y
desarrollo de los recursos minerales.
El complejo marco de trabajo geológico en la
América Central es, en muchos aspectos, similar al de
Colombia occidental. Las rocas en Centro América repre
sentan una extensión noroccidental de aquellas de los
Andes del norte y cuencas que intervienen en Colombia, y
la extensión sureste, de aquellas de México. Las rocas
continentales Pre-mesozoicas de una base cratónica en la
parte norte de la América Central se extienden desde la
parte sur de México hasta Guatemala, Belice, Honduras,
la parte norte de El Salvador, y la parte norte de
Nicaragua (Kesler, 1978). Hacia el sur, el basamento
consiste de rocas oceánicas (Case, 1974). Los arcos
isleños se desarrollaron sobre esas mismas rocas base con
ocurrencia volcánica en varios ciclos desde la época tardía
mesozoica hasta el presente (Kesler, 1978). La actividad
volcánica más extensa tuvo lugar en las épocas oligocena
y miocena. La configuración tectónica completa actual
puede ser generalizada en una serie de distintas provin
cias geológicas a las cuales pueden relacionarse los hallaz
gos metalíferos conocidos. (Figura 7).
Los depósitos minerales conocidos en la América
Central muestran una variación sistemática en la com
posición metálica— (Kesler, 1978). Estas variaciones pare
cen estar relacionadas con cambios en la composición
química de rocas del basamento y próximas a la superficie
en los varios terrenos geológicos que comprenden los
depósitos. Cumming y Kessler (1976), indicaron que los
depósitos minerales en la América Central se agotaron en
lo que al plomo se refiere, y relativamente están enrique
cidos en oro y cobre desde el noroeste hasta el sudeste.
Ellos indicaron que los distritos en el occidente de Gua
temala, tales como Chiantla y Coban contienen prin
cipalmente plomo y zinc con bajas concentraciones de
plata. Estas áreas cuentan con rocas subterráneas
carboníferas de la época paleozoica temprana. La plata es
considerablemente más importante hacia el sudeste en El
Mochito y El Rosario, en Honduras, y en Monte Cristo,
en El Salvador. Depósitos auríferos en la Libertad, y
depósitos de cobre en Rosita, en Nicaragua, tienen un
basamento de sedimentos marinos clásticos desde la edad
mesozoica a la terciaria, y lavas andesito-basáltico (Fer-
Creación de una Base de Dato* Completos para el Planeamiento y Desarrollo de Recurso* Minerales
encic, 1971). Únicamente ha habido una producción
menor de plomo en Panamá, en donde no existen rocas
gruesas, antiguas de la corteza continental; sin embargo,
Panamá contiene depósitos muy grandes de cobre tipo
porfírico en Cerro Colorado y Petaquilla.
La literatura publicada contiene una cantidad con
siderable de información sobre la geología regional,
petroquímica ígnea, y tectónica de la América Central.
Junto con la información disponible sobre depósitos
minerales, estos datos permiten inferir y realizar un
excelente mapa del terreno geológico sobre el cual se
puede basar una evaluación sistemática y detallada de los
recursos minerales de la región. Los productos resultan
tes incluidos en la evaluación, serian: a) los conceptos,
tecnologías, e información básica empleados para los
propósitos de la evaluación; b) recopilaciones actuali
zadas sobre geología y los recursos minerales de la
región; c) un esbozo de los terrenos geológicos (extensi
ones de recursos minerales) permisivos para el hallazgo
de una gran variedad de minerales estratégicos y críticos,
y; d) los métodos de exploración geológica, geoquímica y
geofísica aplicables en los ambientes geológicos, geomór-
ficos y climatológicos de Centro América.
RECONOCIMIENTOS
Las metodologías utilizadas en la evaluación de los
recursos minerales en Colombia fueron el resultado del
trabajo de numerosos geólogos de los Estados Unidos,
pertenecientes y no pertenecientes al Servicio Geológico
de los Estados Unidos. Los productos finales de la
evaluación de Colombia fueron el resultado de un inter
cambio amplio y cooperativo entre números científicos de
INGEOMINAS y el USGS. Deseamos agradecer a nues
tros amigos colombianos por su excelente ayuda y hospi
talidad.
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96 Mineral, Energy, and Water Resource* and Geologic Hazarda, Central America
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Wandke, A., y Martínez, J., 1928, El distrito minero de
Guanajuato, Guanajuato, México: Geología Económica, v.
23, p. 1-44.
97
COAL RESOURCE ASSESSMENT IN CENTRAL
AMERICA
By Edwin R. Landis
A coal-resource assessment is an analysis of all
data concerned with an area's coal resources and reserves
with the objective of reaching a judgment about the
geologic nature and economic potential of the coal
resources and reserves of a particular area (Wood and
others, U.S. Geological Survey Circular 0891, "Coal
Resource Classification of the U.S. Geological Survey",
1983).
An assessment is not the same as an estimate,
which is a determination of the amount of coal in an area.
An estimate, or quantity judgment, is only one of many
types of data needed for assessment. For example, infor
mation about the quality of the coal is generally vital to
assessment. Because assessment is based on the data
available at a particular time, a new assessment, or
reassessment, may be needed when a sufficient amount of
new data becomes available. For this reason, many, or
most, assessments are dated. An example is U.S. Geolog
ical Survey Bulletin 1412 "Coal Resources of the United
States, January 1, 1974."
An assessment can only be as complete as the data
used for the analysis. One of the virtues of an assessment
is the fact that in addition to analyzing available data, the
assessment will usually show obvious deficiencies in the
data. Data bases may be deficient in types of data, in
quantity and quality of data, and in the distribution of
available data. An example of an assessment that showed
data deficiencies, and proposed methods that would rem
edy the deficiencies, is U.S. Geological Survey Project
Report IR CS-25, "Coal in Costa Rica, A Progress
Report (1981)."
In most cases, the sequence of coal exploration and
the succeeding studies usually present the data needed for
coal assessment. The sequence of studies can begin with
a pre-reconnaissance stage, during which the presence or
absence of coal is established, and end with an exploita
tion, or mining stage. The coal exploration stages in which
the U.S. Geological Survey has extensive experience can
be defined as follows:
Reconnaissance Stage. The objective of this
stage is the establishment of the presence of coal in a
98 Mineral, Energy, and Water Resource* and Geologic Hazards, Central America
geographical area and the gathering, compilation,
and synthesis of enough information to allow reason
able inferences to be made about the location and
general distribution of potential coal-bearing rocks
and coal beds in the area.
Early Exploration Stage. Once the presence of
coal in an area has been established or reasonably
inferred, a research stage is undertaken during which
the pre-existing data base is collated and evaluated to
determine the feasibility of proceeding with the
exploration using drill and geophysical survey tech
niques. The aim of this stage, therefore, is to make
reliable assumptions as to the likely number, depth,
extent, quality, and commercial potential of coal
seams within the prospect. The existing information
may be supplemented by carrying out geological
reconnaissance mapping, using both photogeological
studies and ground surveys, to assist in the selection
of drilling targets based on geological criteria.
Exploration Stage I (regional evaluation). Dur
ing this stage, the correlation and lateral continuity of
the coal seams and strata is determined as well as the
possible exploitation methods and utilization poten
tial for various possible end uses. This is achieved by
the drilling of a number of boreholes, mostly cored,
on a widely spaced drill pattern. Surface geophysical
techniques may also be used, to assist in denning the
geological structure. Down-hole instrumental log
ging techniques may also be used. The stage is
completed when potentially economic coal beds have
been positively located and defined and resources
calculated to indicated status.
Exploration Stage 2 (precommercial evaluation).
In Stage 1, the geological structure was delineated
and seams correlated. Information obtained on the
quality and quantity of reserves as well as possible
mining and preparation methods was, however, indic
ative only. In this next stage, the information must be
raised to higher confidence levels to provide the basis
for evaluation of mining methods, costs, and poten
tial markets by mining engineers and mining econo
 mists. The aim of this stage is, therefore, to make a
confident estimation of coal resources, coal quality,
mining conditions, and (for potential surface mines)
overburden quantities for preliminary mine and pro
duction planning, costing studies, and market survey.
This is usually achieved by an increased density of
drilling of small-diameter cored holes, the cores
being tested on a probable mining section calculation
of the resources to a higher status.
Coal is known or reported to be present in many
areas in Central America. In many, or most, of the areas
where coal is reported, pre-reconnaissance and (or)
Reconnaissance Stage studies are needed. In very few
areas, Early Exploration Stage studies are warranted. To
the authors knowledge, only a part of the Baja Talamanca
area of Costa Rica is, or soon will be, ready for an
Exploration Stage 2 study.
A preliminary unpublished coal resource estimate
for Central America, made by G. H . Wood, Jr, of the U.S.
Geological Survey, totals 355 million short tons, much of
which is in the hypothetical resource category. No
resources were estimated for many of the reported coal
localities because too little, or no, data are available. Peat,
the precursor to coal, is known to be present in Costa
Rica and is very likely present in some other areas in
Central America. To date, interest in exploration for peat
in Central America is practically nil, but may be war
ranted, particularly from the standpoint of an overall
energy-resource inventory.
Coal Resource Assessment in Central America 99
EVALUACIÓN DE LOS RECURSOS CARBONÍFEROS
EN AMERICA CENTRAL '
Por Edwin R. Landis
Una evaluación de recursos carboníferos consiste
en un análisis de todos los datos relacionados con las
reservas y los recursos carboníferos de una zona, con el
objeto de determinar la naturaleza geológica y el poten
cial económico de las reservas y los recursos carboníferos
del área (Wood y otros, 1983).
Una evaluación no es lo mismo que una estimación;
esta última es una determinación de la cantidad de carbón
en un área. Una estimación o una apreciación cuantitati
va, es solamente uno de los muchos tipos de datos que se
necesitan para una evaluación. Por ejemplo, la infor
mación sobre la calidad del carbón, es, en general,
esencial para una evaluación. Puesto que la evaluación
está basada en los datos disponibles en un momento
dado, será necesaria una nueva evaluación, o reeval
uación, cuando se logre obtener una cantidad de nuevos
datos. Por esta razón, muchas evaluaciones, si no la
mayoría, no están al día. Un ejemplo de ello es el Boletín
1412 del Servicio Geológico de los Estados Unidos:
"Recursos Carboníferos de los Estados Unidos, 1 de
enero de 1974."
Una evaluación no puede ser más completa que los
datos que se han utilizado en el análisis. Uno de los
méritos de una evaluación es el hecho de que, además de
analizar los datos disponibles, la evaluación indica
usualmente las deficiencias obvias de los datos. Los
bancos de datos pueden tener deficiencias en cuanto a
tipos de datos, cantidad y calidad de los datos, y en la
distribución de los datos disponibles. Un ejemplo de una
evaluación que señaló deficiencias en los datos, y propuso
métodos que deficiencias, es el Informe de Proyecto del
Servicio Geológico de los Estados Unidos (IR CS-25,
"Carbón en Costa Rica, un Informe de Progreso (1981)."
En la mayoría de los casos, la secuencia de explo
ración carbonífera y los estudios subsiguientes presentan,
en general, los datos que se necesitan para la evaluación
carbonífera. La secuencia de estudios puede iniciarse con
una etapa de pre- reconocimiento, durante la cual se
establece la presencia o ausencia de carbón, y se termina
con una etapa de explotación o extracción minera. Las
etapas de exploración carbonífera en las que el Servicio
100 Mineral, Energy, and Water Resources and Geologlc Hazards, Central America
Geológico de los Estados Unidos tiene amplia experiencia
pueden definirse de la manera siguiente:
Etapa de reconocimiento. El objetivo de esta
etapa es establecer la presencia de carbón en un área
geográfica y recoger, compilar y resumir suficiente
información que permitan sacar deducciones
razonables sobre la ubicación y la distribución gene
ral de las rocas portadoras de carbón y las capas de
carbón en el área.
Etapa de exploración primaria. Una vez que se
haya establecido o deducido razonablemente la pres
encia de carbón en un área, se emprende una etapa
de investigación durante la cual los datos preexisten
tes son cotejados y evaluados para determinar la
viabilidad de proseguir la exploración mediante el
uso de métodos de perforación y de levantamientos
geofísicos. El objetivo en esta etapa es, por consigui
ente, establecer suposiciones confiables con respecto
al número, profundidad, extensión, calidad y poten
cial comercial de los filones dentro del área de
exploración. La información existente puede suple-
mentarse mediante el mapeo de reconocimiento geo
lógico, empleando tanto estudios fotogcológicos
como levantamientos de suelos, con el fin de ayudar
en la selección de puntos de perforación basados en
criterios geológicos.
Etapa de exploración 1 (evaluación regional).
En el curso de esta etapa, se determinan la corre
lación y la continuidad lateral de los filones y las
capas de carbón y también los posibles métodos de
explotación y el potencial de utilización para diversos
usos finales. Esto se consique mediante la perfo
ración de varios taladros, en su mayoría con testigo,
dentro de una amplia zona de perforaciones. Cabe
emplear, asimismo, técnicas geofísicas de superficie,
con el fin de ayudar a determinar la estructura
geológica. Se pueden emplear también técnicas de
registro por instrumentos en agujeros descedentes.
Esta etapa queda terminada cuando los yacimientos
de carbón que tienen posibilidades económicas han
sido ubicados y determinados y cuando los recursos
se calculan al nivel indicado.
Etapa de exploración 2 (evaluación precomer-
cial ). En la Etapa 1 se ha determinado la estructura
geológica y se han correlacionado los filones. Sin
embargo, solamente es indicativa la información
obtenida sobre la cantidad y la calidad de las reservas
y la posible explotación minera y métodos de extrac
ción. En la presente etapa la información debe
llevarse a niveles de confiabilidad mayores para
sentar las bases para la evaluación de los métodos de
minería, los costos y los posibles mercados. Estas
evaluaciones son realizadas por ingenieros mineros y
economistas en minería. El objetivo de esta etapa es,
por lo tanto, hacer una estimación confiable de los
recursos carboníferos, la calidad del carbón, las
condiciones de minería y (para posibles minas de
superficie) las cantidades excesivas para la minería
preliminar y el planeamiento de la producción, los
estudios de costo y una investigación del mercado.
Esto se consigue usualmente mediante una mayor
densidad de perforaciones de agujeros con testigo de
poco diámetro. Los testigos del sondeo se prueban
en acción minera por un cálculo de los recursos de
Evaluación de lot Recursos Carboníferos en América Central
una probable sección de extracción minera que es
llevada a un estado superior.
Se sabe que hay o se ha informado que existe
carbón en muchas áreas de América Central. En muchas
o en la mayoría de las áreas donde se ha informado que
hay carbón, se necesitan estudios en las etapas de pre-
reconocimento y/o reconocimiento. En muy pocas áreas
se justifican estudios en la Etapa de Exploración Prelimi
nar. Según el conocimiento de los autores, solamente una
parte del área de Baja Talamanca, en Costa Rica, está
lista, o pronto lo estará, para un estudio de Etapada de
Exploración 2.
Una estimación preliminar inédita de los recursos
carboníferos de Centroamérica, hecha por G. H. Wood,
Jr., del Servicio Geológico de los Estados Unidos, da un
total de 365 millones de toneladas cortas, muchas de las
cuales están en la categoría hipotética de recursos. No se
han estimado los recursos en muchas de las áreas donde
se ha reportado la existencia de carbón, debido a que hay
muy pocos, o no hay, datos disponibles. La turba, el
precursor del carbón, se sabe que existe en Costa Rica y
muy probable que se encuentre en otras áreas de América
Central. A la fecha, casi no hay interés en Centroamérica
en la exploración de la turba, pero si puede justificarse,
especialmente desde el punto de vista un inventario global
de recursos energéticos.
101
OFFSHORE RESOURCES
By N. Terence Edgar
The experience gained by the U.S. Geological Sur
vey (USGS) in its evaluation of the offshore petroleum
potential in many geological settings can be applied to the
offshore in Central America.
The USGS has been engaged in marine research for
more than 20 years and has a demonstrated capability in
investigations relating to oil and gas potential as well as to
minerals on the continental shelf.
For more than a decade, the USGS has been
engaged in an intensive study of the sedimentary basins
offshore of the United States, including Alaska. A rela
tively broad grid of the order of 50 km line spacing of
multichannel seismic data has provided the basis for
interpretation of the regional geologic framework. Com
plementary geologic information was derived from
onshore geology, well data, piston cores, and dredging.
The combined data formed the basis for evaluation of the
petroleum potential in terms of oil and gas resource
estimates.
The offshore areas of eastern Central America have
been explored, and about 30 wells have been drilled; only
one well contains significant quantities of oil. The lack of
oil discoveries in this area has been attributed in part to
relatively low heat flow and poor porosity at depth. In
general, there has been relatively extensive exploration by
industry, and additional extensive studies of a regional
nature do not appear to be warranted.
This is not the case for the Pacific margin of Central
America, where a major basin extends from Guatemala
to northern Costa Rica. This basin contains as much as 15
km of sediment but has been tested by only a few wells.
Exxon has drilled a single well to about 3,750 m off the
coast of Guatemala, but it was dry. No other wells have
been drilled in that area, but several wells were drilled off
Honduras in 1974. Although these wells apparently had
significant shows, no additional wells were drilled. In view
of the extent of the area having petroleum potential, a
systematic seismic survey of the region would provide the
basis for understanding the geologic framework and for
evaluating the subsidence and heat-flow history and pre
paring oil and gas estimates based on all available data.
These data and interpretations may provide industry with
prospects for exploration activity.
102 Mineral, Energy, and Water Resources and Geologic Hazards, Central America
The involvement of the USGS in offshore minerals
includes surveys in Alaska and off the west coast of the
United States during the 1960's and early 1970's (at
present, placer mineral deposits are being sought actively
off the U.S. Atlantic coast). The greatest potential in the
Alaskan offshore is for gold, platinum, and tin. In Norton
Sound, gold prospecting and mining permits cover the
entire coastal area out to the limit of State jurisdiction, or
3 miles. Off the Pacific coast, the USGS has studied the
potential for gold in relict beaches, buried river channels,
and in reworked Pleistocene gravels. In addition, major
chromite deposits have been mined from modern and
ancient beaches, but offshore resources have not yet been
evaluated.
Recently, a systematic evaluation of placer-mineral
concentrations has been initiated off the U.S. Atlantic
coast. The project deserves attention because of the
application of computer analysis and other new mineral
extraction and processing techniques to the investigations.
For example, reconnaissance sampling is guided using
indirect evidence, available placer heavy-mineral deposi-
tional models, and other statistical modeling techniques.
New high-speed, highly efficient heavy-mineral separation
techniques have been developed permitting the rapid
processing of a large number of samples. The results of
the processing and subsequent numeralogic analysis are
incorporated into data bases where the data can be easily
manipulated. This greatly facilitates evaluation of
resource distribution and geologic interpretation. In addi
tion, the data bases can be searched, sorted, and updated
for a variety of applications, such as economic analysis of
resource concentrations.
Separate procedures for reconnaissance analysis of
regions and detailed analysis of regions are made where
quantitative resource estimates are justified. Analyses
include determinations of mineral assemblages, mineral
concentration zones, cumulative concentrations, economic
concentrations, spatial correlation, statistics of quantity
and distribution, and mapping. The results of the analysis
are then used to qualitatively and quantitatively define the
placer heavy-mineral resources. In addition, the analyses
will permit the development of an offshore placer heavy-
mineral class system to facilitate interpretation and
extrapolation to deduce the origin and modes of occur
rence and to apply computer models for forecasting
offshore placer heavy-mineral deposits using indirect
evidence.
As in the case for petroleum, the experience the
USGS is gaining in the application of modern techniques
to the evaluation of offshore mineral concentrations can
be applied to the continental shelf off Central America.
The Pacific coast of Central America is a region that has
potential for placer-mineral deposits based on onshore
mineral occurrence, in particular, gold. An initial review
of previous sampling results in the region would guide the
overall structure of a reconnaissance high-resolution seis
mic and sampling program. The results of the analyses of
the reconnaissance survey would be used as a guide to
detailed sampling and surveying in selected areas. The
detailed surveys would be planned in such a way that
results will be statistically valuable in estimating possible
resources.
Offshore Resources 103
RECURSOS DE AGUAS AFUERA
Por N. Terence Edgar
La experiencia adquirida por el Servicio Geológico
de los Estados Unidos en esta evaluación del potencial de
petróleo en recursos de aguas afuera en muchas estruc
turas geológicas pueden ser aplicadas a los recursos de
mar adentro en América Central.
El Servicio Geológico de los Estados Unidos se ha
comprometido en investigaciones marinas por cerca de 20
años y ha demostrado capacidad en investigaciones,
relacionadas con potencial de petróleo y gas así como en
minerales en la plataforma continental.
Pbr más de una década, el Servicio Geológico de los
Estados Unidos se ha comprometido en un estudio inten
sivo de recursos de aguas afuera de las cuencas sedimen
tarias de los Estados Unidos, incluyendo Alaska. Una
relativamente extensa red del orden de los 50 km de lineas
separadas de datos multicanales sísmicos ha suministrado
las bases para la interpretación de la estructura geológica
regional. Información complementaria geológica se ha
derivado de la geologíaá continental, datos de pozos,
sondeos de testigo y dragado. Los antecedentes combi
nados forman la base para la evaluación del potencial del
petróleo en términos de recursos estimados de gas y
aceite.
Las áreas aguas afuera del oriente de América
Central han sido exploradas, y cerca de 30 pozos han sido
perforados; solamente un pozo contiene cantidades
significativas de petróleo. Los descubrimientos de la falta
de petróleo en esta área han sido atribuidos en parte al
flujo de temperatura relativamente bajo y la mala porosi
dad en la profundidad. En general, ha habido relativamen
te extensa exploración por la industria, y no se justifican
estudios adicionales extensos de naturaleza regional.
Este no es el caso para margen Pacífico de América
Central, en donde una cuenca mayor se extiende desde
Guatemala hasta la parte norte de Costa Rica. Esta
cuenca contiene mucho más de 15 km de sedimento pero
ha sido analizada mediante solamente algunos pozos.
Exxon ha perforado un único pozo de cerca de 3.750 m
fuera de la costa de Guatemala, pero estaba seco. No han
sido perforados otros pozos en esta área, pero varios
pozos fueron perforados lejos de Honduras en 1974.
Aunque estos pozos aparentemente mostraban ser
significativos, no se perforaron más pozos. En vista de lo
104 Mineral, Energy, and Water Resource* and Geologic Hazards, Central America
extenso del área de potencial petrolero, una investigación
sísmica sistemática de la región proveería las bases de
entendimiento del marco geológico y la evaluación del
bajo flujo de temperatura y la preparación de los
estimados de gas y petróleo basados en todos los datos
disponsibles. Estos datos y las interpretaciones podrían
proveer a la industria de probabilidades para la actividad
de exploración.
El compromiso del Servicio Geológico de los
Estados Unidos en minerales aguas fuera incluye estudios
en Alaska y fuera de la costa oeste de los Estados Unidos
durante los sesentas y principio de los setentas (en la
actualidad, depósitos de placeres minerales se buscan
activamente fuera de la costa atlántica de los Estados
Unidos). El gran potencial aguas fuera de Alaska es oro,
platino y estaño. En Norton Sound, la exploración y
minería de oro permite cubrir el área completa de la costa
hasta el limite de la jurisdicción del estado, o 3 millas.
Fuera de la costa del Pacífico, el Servicio Geológico de los
Estados Unidos ha estudiado el potencial para oro en
playas abandonadas, canales de rio enternados, y en
gravas pleistocenas retrabajadas. En adición, depósitos
mayores de cromita han sido explorados en playas
antiguas y modernas, pero los recursos de aguas afuera
todavía no han sido evaluados.
Recientemente, una evaluación sistemática de las
concentraciones de placeres minerales ha sido iniciada
fuera de la costa atlántica de los Estados Unidos. El
proyecto merece atención por la aplicación del análisis
computarizado y la extracción de otros minerales nuevos
y técnicas de procesamiento para la investigación. Por
ejemplo, muestreo de reconocimiento es guiado usando
evidencia indirecta, placeres disposibles de modelos de
depósito de minerales pesados y otras técnicas estadísti
cas de modelos. Una técnica muy eficiente de alta velo
cidad de separación de minerales pesados ha sido desarro
llada, lo que permite el rápido proceso de un gran
número de muestras. Los resultados del proceso y los
subsecuentes análisis numeralógicos están incorporados
dentro de las bases de los antecedentes, donde los datos
pueden ser fácilmente manipulados. Esta evaluación
facilita grandemente la distribución de recursos y la
interpretación geológica. En adición, las bases de los
detalles pueden ser investigados, adaptados, y actuali
zados para una variedad de aplicaciones, tales como
análisis económico de recursos de concentración.
Procedimientos separados para análisis de recono
cimiento de las regiones y análisis detallado de las
regiones se han hecho en donde los estimados cuantita
tivos de los recursos son justificados. El análisis incluye
determinación de grupos de minerales, zonas de concen
tración de mineral, concentraciones acumulativas, concen
traciones económicas, correlación de espacio, estadísticas
de distribución y cantidad, y mapeo. Los resultados del
análisis se usan entonces, para definir cual y cuantitati
vamente los recursos de placeres minerales pesados. En
adición, los análisis permitirán el desarrollo de un placer
de minerales pesados de aguas afuera, clase de sistema
para facilitar la extrapolación e interpretación para
deducir el origen y modos de ocurrencia y para aplicar
modelos de computadora para pronosticar placeres de
depósito de minerales pesados de aguas afuera usando
evidencia indirecta.
Como en el caso del petróleo, la experiencia que el
Servicio Geológico de los Estados Unidos está adquirien
do en la aplicación de técnicas modernas para la
evaluación de concentraciones de mineral de aguas
afuera, puede ser aplicable a las capas horizontales de
roca fuera del continente de America Central. La costa del
Pacífico de America Central es una región que tiene
potencial para depósitos de placeres minerales basados en
ocurrencia de mineral de aguas afuera, en particular, oro.
Una revisión inicial de los resultados de muestreo previos
en la región guiarían a toda la estructura de un programa
de resolución alta de reconocimiento de muestreo sís
mico. Los resultados del análisis del estudio de reconoci
miento podrián ser usado como una guía para detallar el
muestreo y la topografía en áreas selectivas. Los estudios
detallados serian planeados según el resultado sea valioso
estadísticamente para estimar posibles fuentes de
recursos.
Recursos de Aguas Afuera 105
MINERALS AND AGRICULTURE IN CENTRAL
AMERICA
By Thomas D. Fouch, James B. Cathcart, Richard A. Sheppard, and David Z. Piper
As agricultural workers throughout the world
attempt to increase crop and animal production, greater
attention is being given to various mineral materials that
function as soil fertilizers, soil amendments, and dietary
supplements in animal husbandry. Mineral deposits of
chiefly agricultural importance to Central America are
phosphate, zeolite minerals, and sulfur. Phosphate is one
of the primary compounds used in fertilizers. Sulfur is
needed in the synthesis of proteins, vitamins, enzymes and
chlorophyll. The seemingly attractive properties of zeo
lites, including cation-exchange capacity, nitrogen fixation,
adsorption, and reversible dehydration, promise increased
agricultural productivity, especially in regions where food
production is generally low.
The element phosphorus is a necessary growth
element in all plants and animals. The world's supply of
phosphorus comes from mineral deposits, where it is
contained in one of the minerals of the apatite group— a
calcium phosphate. About 90 percent of the phosphate
mined is used in the fertilizer industry; the rest is used to
produce a variety of chemical products.
Phosphate deposits are of three basic types, which
in order of importance are (1) marine sedimentary
deposits (phosphorites), (2) deposits of igneous origin
(apatite), and (3) deposits of guano or deposits derived
from guano. About 80 percent of the world's production
of phosphate is from sedimentary deposits, 18 percent is
from igneous apatite deposits, and only about 2 percent is
from guano deposits. Certain factors are common to each
of the three types of deposits, and these factors can be
used to construct models that will aid in the search for
undiscovered deposits.
Marine sedimentary phosphate deposits are the
most important of these deposits. Large deposits have
formed on continental shelves at low to middle latitudes
where clastic sedimentation is minimal and oceanic upwell-
ing is optimal. Areas having these characteristics have
existed along the western continental shelves in the trade-
wind belts, along the eastern shelves of continents that
experience poleward-moving marine coastal currents, and
along the equatorial shelves of Mediterranean seas.
1 06 Mineral, Energy, and Water Resources and Geologic Hazards, Central America
Large marine sedimentary phosphate deposits are
known in rocks of Late Cretaceous age in Colombia and
Venezuela, in rocks of Miocene age in Venezuela and
Peru, and in rocks of Oligocene age in Mexico (table 1).
In this region of the world, marine sedimentary rocks of
these ages should be primary exploration targets. An
attempt should be made to determine the paleogeogr-
aphy of these time intervals. The next step could be to
construct geologic maps of potentially favorable areas so
that rock types characteristic of phosphate deposits could
be outlined. Because marine phosphatic rocks commonly
contain uranium, radiometric surveys could be useful in
delineating areas of interest.
Areas of marine sedimentary rocks of Cretaceous
or middle Tertiary ages are somewhat restricted in areal
extent in Central America and the Caribbean islands;
thus, it is unlikely that phosphate deposits of very large
size could be found in those areas. However, even small
mines and grinding plants, regardless of deposit type,
could produce usable phosphate fertilizer at an afford
able price for local use and would decrease dependence
on expensive imports.
Igneous apatite deposits in the Caribbean region
are known only in the Precambrian Shield area of Vene
zuela but may be present in Colombia. Airborne surveys
should be helpful as an exploration tool.
Carbonatites are plug-like intrusive bodies of calcite
that commonly contain small amounts of apatite. The
apatite is residually enriched by chemical weathering in a
tropical environment. The carbonatites of Brazil are excel
lent examples of this type of material. According to Simon
Rodriguez (written commun., 1984), in Venezuela
apatite-rich zones associated with carbonatites have been
discovered in the Precambrian shield in Northern
Amazonas Territory and Estado Bolivar.
Circular, pluglike bodies can be delineated by
side-look radar, gravity, or radiometric surveys. Such
surveys can cover large areas rapidly and are particularly
effective in tropical areas that are jungle-covered.
Guano is dried excrement of sea birds or bats and is
a valuable fertilizer because of its high content of water
Table 1 .—Known phosphate deposits-Caribbean area
at Formation name Location
Holocene Unknown Aruba
Curacao
Los Roques Island
Margarita Island
Mona Island
Malpelo Island
Miocene Hawthorn Florida, Georgia, U.S.A.
Capadare Estabo Falcon, Venezuela
Oligocene Monterrey Baja California, Mexico
Cretaceous La Luna Colombia and Venezuela
Jurassic La Caja Mexico, Zacatecas
Precambrian Unknown Venezuela
Unknown Unknown Cerro Papayal, Nicaragua
soluble phosphorus and nitrogen. Most deposits are small
and are found in bat caves or on islands that are or were
bird rookeries. Production is only a few thousand metric
tons per year. Deposits of bird guano are known from
Venezuelan islands in the Caribbean-Los Roques and
Margarita. Deposits in bat caves are known from Oaxaca
in Mexico, and many deposits may be present elsewhere
in the Caribbean region. Deposits derived from guano are
more abundant than are the deposits of guano itself. Such
deposits on islands in the Pacific and Indian Oceans
contain as much as several score millions of tons of
phosphate rock. Where guano is underlain by carbonate
rock, the soluble phosphate combines with the carbonate
to form apatite. Such deposits that contain apatite are
known in the Caribbean from the island of Curacao,
where resources may be a few million tons, and from
Mona Island, where deposits are small—probably tens of
thousands of tons. Where the guano is underlain by
igneous or volcanic rock, iron and aluminum phosphate
deposits are formed; such deposits may contain resources
of hundreds of thousands of tons. An example is the
deposit of iron and aluminum phosphate on Malpelo
Island off the Pacific Coast of Colombia.
Guano or guano-derived deposits are known on
several islands in the Caribbean, but except for the deposit
at Curacao, they are too small to be economic. Deposits
in caves are not known but may be present in the area.
Small deposits could be useful as a local source of
fertilizer phosphate.
A group of silicate minerals, known as zeolites, has
recently been shown to have high potential for applica
tions in a variety of agricultural processes. Encouraging
results have been obtained with zeolites that act as
slow-release fertilizers for nitrogen and potassium, as
carriers for herbicides and pesticides, as traps for heavy
metals in soils amended with sewage sludge, and as
decaking agents for feed and fertilizer storage. Zeolites
added to the diets of swine, poultry, and ruminants have
resulted not only in increased body weights and feed
efficiencies but also in lower incidence of intestinal dis
Deposit type and mineral type Resources (Ions)
Guano derived, Fe, Al phosphate Thousands
Guano derived, Ca phosphate Millions (tens)
Guano derived, Ca, Fe, Al Thousands
phosphates
Thousands
Guano derived (cave) Ca phosphate Thousands
Guano derived, Fe, Al phosphate Thousands
Marine phosphorite, calcium phosphate Billions
Secondary, redeposited calcium phosphate Millions (tens)
Marine phosphorite, calcium phosphate Billions
Marine phosphorite, calcium phosphate Millions (hundreds)
Marine phosphorite, calcium phosphate Millions (scores)
Carbonatite intrusive No data
Phosphatic sandstone Small (?)
eases. Zeolites are effective in deodorizing and increasing
the nutrient content of animal wastes, and they are useful
in the removal of toxic ammonia from fish-hatchery
waters. Zeolites also have been used as adsorbents in
solar refrigeration units in areas where electricity is
unavailable or very expensive, so that dairy and animal
products can be stored.
The use of natural zeolites in the various agricul
tural processes probably will not require a new technol
ogy or special equipment. Crushed zeolitic material can
be applied directly to fields or to the manure accumula
tions or mixed with normal feedstuffs for livestock. Most
applications could be done by hand with, of course,
instructions as to the correct amount to be applied and
the timing of the applications.
About eight zeolites occur in sufficient abundance
in sedimentary deposits to be considered mineable.
Clinoptilolite, a generally siliceous and alkali-rich species,
is by far the most common zeolite in sedimentary deposits
throughout the world. Zeolites occur in rocks that are
diverse in age, lithology, and depositional environment,
but they are most common in sedimentary rocks that
originally contained abundant volcanic glass. The zeolites
generally formed during diagenesis by alteration of the
vitric material. Most zeolite deposits occur in rocks that
are Cretaceous or younger in age. Because of their very
small crystal size (commonly less than 20 micrometers),
they generally cannot be positively identified in the field.
X-ray powder diffraction analysis of bulk samples is the
technique generally applied for their identification in
sedimentary rocks. This method also permits a semiquan
titative estimate of the abundance of the zeolites and
associated minerals in the sample.
Zeolites were recognized in sedimentary deposits of
Puerto Rico in the 1960's and in southern Mexico in 1972,
but most of the reported or known zeolite deposits in the
Caribbean countries were discovered in the last decade
(table 2). Three areas of Mexico are known to contain
large zeolite deposits: (1) clinoptilolite and phillipsite in
the Magdalena-Hermosillo area, (2) clinoptilolite in the
Mineral» and Agriculture In Central America 107
Table 2.—Zeolites in sedimentary deposits ofthe Caribbean help of local geologists, Cretaceous and Cenozoic
Countiy Am Deport Zeolite volcaniclastic sedimentary rocks could be sampled. Brief
visits interspersed by laboratory studies are necessary to
Antigua Near Saint Johns Tertiary marine Clinoptilolite
tuffs Mordenite determine the occurrence of zeolites and to assess their
Cuba Central Cuba Tertiary marine Clinoptilolite grade and extent.
tuffs Mordenite Phase III is intended to be entirely a laboratory
Guatemala South-central Late Tertiary tuffs Clinoptilolite
Guatemala study. Selected samples should be further evaluated by
Mexico Magdalena- Tertiary continental Clinoptilolite X-ray powder diffraction, scanning electron microscopy,
Hermosillo ruffs Phillipsite and chemical analysis. In addition, cation-exchange
San Luis Potosi- Tertiary continental Clinoptilolite
Guanajuato tuffs capacity and the adsorption capacity of samples for vari
Oaxaca-Huajuapan Tertiary continental Clinoptilolite ous gases must be determined. These data are used in
de Leon tuffs Mordenite determining the potential roles the zeolitic materials may
Analcime
Panama Rio Chiriqui Basin Tertiary tuffs Clinoptilolite play in the broad field of agriculture.
Puerto Near Coamo Late Cretaceous Clinoptilolite Sulfur is one of the elements essential to life. Both
Rico and early Tertiary Heulandite plants and animals contain about as much sulfur as they
volcaniclastic rocks Mordenite
Analcime contain phosphate, which underscores the importance of
Laumontite the element. Soils throughout much of the United States
and Latin America are deficient in sulfur because of
excessive leaching and intensive agriculture.
San Luis Potosi-Guanajuato area, and (3) clinoptilolite, Sulfur resources are widespread. Sulfur occurs as
mordenite, and analcime in the Oaxaca-Huajuapan de the element in volcanic rocks and in the cap rock of salt
Leon area. The zeolite deposits of Puerto Rico have not domes, in the minerals gypsum and anhydrite, as sulfur-
been studied sufficiently to determine their size and bearing metallic minerals, and as organic or inorganic
purity, but clinoptilolite, mordenite, analcime, and compounds in most fossil fuels. In the Caribbean area,
laumontite have been reported. Cuba apparently has sulfur resources include elemental sulfur in tuffaceous
large deposits of clinoptilolite and mordenite. The other rocks associated with the Andean volcanoes in Colombia,
Caribbean countries where zeolites are reported or and as a by-product from base-metal smelters in Mexico.
known are Guatemala (clinoptilolite), Panama (clino Sulfur may be present in the effluents of oil refineries and
ptilolite), and Antigua (mordenite and clinoptilolite). All gas-processing plants.
of the zeolites in the Caribbean countries occur in volcani The use of complex chemical fertilizers which do
not contain sulfur necessitates the addition of elemental
clastic rocks that are Cretaceous or younger in age. Only
sulfur to the fertilizer product. These complex fertilizers
the clinoptilolite and mordenite deposits of Mexico and
are very expensive, and, as a result, many individuals may
Cuba are known to be mineable. An exploration and
be unable to use them. Sulfur is not only a necessary
assessment program for zeolites in the Caribbean coun
fertilizer ingredient, it is also essential as sulfuric acid in
tries could be conducted in three phases. the manufacture of chemical fertilizers.
Phase I should include visits to two or more Carib Phosphate, zeolites, and sulfur materials have
bean countries where zeolites are known to occur in become increasingly important minerals to agriculture
sedimentary deposits. Such visits would be useful in and animal husbandry. The development of domestic
ascertaining the patterns of alteration in the volcaniclastic sources of these minerals by countries would enable them
rocks and for the formulation of one or more occurrence to utilize their own natural resources and to reduce their
models that will aid in exploration for zeolites in other dependency on foreign sources of expensive chemical
Caribbean countries. fertilizers and animal feeds. As a result, a geologically
Phase II should be conducted in several other based program to identify and develop these resources has
Caribbean countries where the occurrence of zeolites is the potential to significantly increase a country's agricul
suspected. On the basis of known geology and with the tural productivity.

108 Mineral, Energy, and Water Resource* and Geologic Hazard*, Central America
LOS MINERALES Y LA AGRICULTURA EN AMERICA
CENTRAL
Por Thomas D. Fouch, James B. Cathcart, Richard A. Sheppard, y David Z. Piper
Mientras los agricultores de todo el mundo tratan
de aumentar las cosechas y la producción animal, cada
vez se presta mas atención a los diversos materiales
minerales que se utilizan como fertilizantes de suelos y
como suplemento dietético en la crianza de ganado. Los
yacimientos minerales de mayor importancia en la agricul
tura de América Central son los fosfatos, los minerales de
zeolita y el azufre. El azufre es uno de los componentes
principales de los fertilizantes. El azufre se emplea en la
síntesis de las proteínas, las vitaminas, las enzimas y la
clorofila. Las propiedades útiles de las zeolitas inclusive la
capacidad de intercambio de cationes, la fijación de
nitrógeno, la absorción y la deshidratado n reversible,
prometen una mayor productividad en la agricultura,
especialmente en regiones en que la producción alimen
taria es generalmente baja.
El elemento fósforo es una substancia necesaria
para el crecimiento de todas las plantas y animales. El
abastecimiento mundial de fósforo proviene de yacimien
tos minerales, donde se encuentra en un mineral del
grupo de la apatita, a saber: un fosfato de calcio. Cerca del
90 por ciento de los fosfatos minados se emplea en la
industria de fertilizantes; el resto se utiliza para producir
una variedad de productos químicos.
Los yacimientos de fosfatos se clasifican en tres
tipos básicos, cuyo orden de importancia es como sigue:
(1) yacimientos sedimentarios marinos (fosforitas); (2)
depósitos de origen ígneo (apatita), y (3) depósitos de
guano o derivados del guano. Aproximadamente un 80%
de la producción mundial de fosfato de calcio proviene de
yacimientos sedimentarios, el 18% de depósitos ígneos de
apatitas, y un 2% de guano. Algunos factores son
comunes en los tres tipos de depósitos. Estos factores
pueden ser utilizados para la construcción de modelos que
ayudarán a la investigación de yacimientos no descubier
tos.
Los yacimientos sedimentarios marinos de fosfato
son los más importantes. Grandes yacimientos se han
formado en los lechos de roca continentales entre lati
tudes bajas y medianas en donde la sedimentación clástica
es mínima y las marejadas del océano son óptimas. Áreas
con estas características han existido a lo largo de las
plataformas continentales occidentales, en las fajas de los
vientos alisios, a lo largo de las plataformas orientales del
continente que están sujetas a corrientes marinas costeras
en dirección a los polos, y a lo largo de las plataformas
ecuatoriales del Mediterráneo.
Grandes yacimientos de fosfato sedimentario
marinos se encuentran en rocas de la Edad Cretácea
Tardía en Colombia y Venezuela, en rocas de la Edad del
Mioceno en Venezuela y Perú, y en rocas de la Edad del
Oligoceno en México (tabla 1). En esta región del mundo,
el objectivo de la exploración deberían ser las rocas de
sedimentos marinos de esas Edades. Se debería hacer un
intento para determinar la paleogeografía de estos
períodos de tiempo. El siguiente paso sería elaborar
mapas geológicos de áreas favorables de modo que se
puedan delinear las características de tipos de rocas de
yacimientos de fosfato. Debido a que las rocas de fosfato
marinas contienen uranio, las investigaciones radio-
métricas son útiles para delinear las áreas de interés.
Las áreas de rocas sedimentarias marinas del Cret
áceo o el Terciario Medio tienen una extensión un tanto
restringida en Centroamérica y las islas del Caribe; por
consiguiente, es poco probable que en estas áreas se
encuentren grandes yacimientos de fosfato. Sin embargo,
aún minas y plantas de pulverización pequeñas, sea cual
fuere el tipo de yacimiento, podrían producir fosfato
fertilizador a un precio razonable para uso local y
disminuyendo así la dependencia de importaciones cos
tosas.
Los yacimientos ígneos de apatita en la región del
Caribe se conocen solamente en el área del Escudo
Precámbrico de Venezuela, pero pudieran existir en Vene
zuela. Las investigaciones aereas serían muy útiles como
un instrumento de exploración.
Las carbonitas son cuerpos intrusivos tipo tapón de
calcita que comunmente contienen pequeñas cantidades
de apitata. La apatita es enriquecida en forma residual
por intemperización en un ambiente tropical. Las
carbonitas del Brasil son excelentes ejemplares de este
tipo de material. Según Simón Rodríguez (comunicación
Los Minerales y la Agricultura en América Central 109
TABLA 1 .— Depósitos de Fosfatos Conocidos—Area del Caribe
Edad Nombre de la formación Ubicación
Holoceno Desconocida Aruba
Curaco
Isla Los Roques
Isla Margarita
Isla de Mona
Isla Malpelo
Mioceno Hawthorn Florida, Georgia, Estados Unidos
Capadare Estado Falcón, Venezuela
Oligoceno Monterrey Baja California, México
Cretáceo La Luna Colombia y Venezuela
Jurásico La Caja Mexico, Zacatecas
Precámbrico Desconocida Venezuela
Desconocida Desconocida Cerro Papayal Nicaragua
escrita, 1984), en Venezuela se han descubierto zonas
ricas de apatita asociadas con carbonitas en el Escudo
Precámbrico en el Territorio de Amazonas Septentrional
y en el Estado de Bolívar.
Cuerpos redondos como tapones pueden ser delinea
dos por radar lateral, gravedad o investigaciones radiomé-
tricas. Estas investigaciones pueden cubrir rápidamente
áreas grandes y son especialmente eficaces en áreas
tropicales que están cubiertas por servas.
El guano es excremento seco de aves marinas o
murciélagos y es fertilizante valioso por su alto contenido
de fósforo y nitrógeno solubles en agua. La mayoría de los
depósitos son pequeños y se encuentran en cuevas o en
islas que eran o son criaderos de aves. La producción
alcanza solamente unos miles de toneladas métricas por
año. Los depósitos de guano de aves se conocen en las
islas de Venezuela en el Caribe, a saber: Los Roques y
Margarita. Los depósitos en las cuevas de murciélago se
encuentran en Oaxaca, México, y muchos otros depósitos
se dan en otras partes de la región del Caribe.
Los depósitos derivados del guano son más abun
dantes que los propios yacimientos de guano. Tales
depósitos en islas en los Oceános Pacífico e Indico
contienen millones de tonelades de rocas de fosfato.
Cuando rocas de carbonatos están subyacentes al guano,
los fosfatos solubles se combinan con el carbonato para
formar apatita. Esos depósitos que contienen apatita se
encuentran en el Caribe en la isla de Curacao, en donde
los yacimientos podrían alcanzar millones de toneladas y
la isla Mona, en donde hay depósitos pequeños, probable
mente décimos de miles de toneladas. Un ejemplo es el
yacimiento de fosfato de hierro y de aluminio en la isla de
Mapelo, en la costa del Pacífico en Colombia.
El guano o los depósitos derivados del guano se
encuentran en varias islas del Caribe, pero salvo los
depósitos en Curacao, son demasiado pequeños para ser
económicos. Los yacimientos en las cuevas también son
conocidos en esta área. Los depósitos pequeños podrían
ser útiles como una fuente local de fosfatos fertilizantes.
110 Mineral, Energy, and Water Resources and Geologic Hazards, Central America
al
Tipo de depósito y tipo de mineral Recursos (Ions)
Derivado del guano, Fosfato de Fe, Al Miles
Derivado del guano, Fosfato de Ca Millones (décimas)
Derivado de guano, Ca, Fe, Al Miles Fosfatos
ditto Miles
Derivados del guano (cueva) Fosfatos de Ca Miles
Derivados del guano, Fe, Al Miles
Fosforita marina fosfato de calcio Billones
Secundario, fosfato de calcio redepositado Millones (décimas)
Fosforita marina, fosfato de calcio Billones
Fosforita marina, fosfato de calcio Millones (cientos)
Fosforita marine, fosfato de calcio Millones (señales)
Carbonita intrusiva no hay datos
Arenizca fosfática Pequeña (?)
Un grupo de minerales de silicatos, que se conocen
como zeolitas, han demostrado poseer un gran potencial
para aplicaciones en una gran variedad de procesos
agrícolas. Se han obtenido resultados alentadores con las
zeolitas que actúan como fertilizantes de liberación lenta
en cuanto a nitrógeno y potasio, como portadores de
herbicidas y plaguicidas como trampas para metales
pesados en suelos compuestos con lodos de aguas servi
das, y como agentes de descomposición para almacena
miento de alimentos para animales y de fertilizantes. Las
zeolitas agregadas a las dietas de porcinos, aves y rumian
tes han resultado no solo en aumento de peso corporal y
eficiencias alimentarias, sino también una menor inciden
cia de enfermedades intestinales. Las zeolitas son eficaces
para desodorizar y aumentar el contenido de nutrientes de
los desechos animales, y son útiles en la remoción del
amoníaco tóxico de las aguas de criaderos de peces. Las
zeolitas se han empleado, asimismo, como absorbente en
unidades de refrigeración solar en lugares donde no hay
electricidad o es muy cara, de modo que se puedan
almacenar los productos lácteos y animales.
El uso de zeolitas naturales en los diversos procesos
agrícolas no necesitará probablemente una nueva tecno
logía o equipo especial. El material zeolítico triturado
puede utilizarse directamente en los suelos o en las
acumulaciones de estiércol o bien mezclado con alimentos
corrientes para animales. La mayor parte de las aplica
ciones se pueden efectuar a mano según instrucciones
respecto a la cantidad correcta que debe usarse y el
momento apropiado de las aplicaciones.
Unas ocho zeolitas ocurren en suficiente abundan
cia en los yacimientos sedimentarios, por lo que se
consideran aptos para ser extraídos por minería. La
dinoptilolita, una variedad generalmente silícea y rica en
álcalis, es la zeolita mas común en los yacimientos
sedimentarios en todo el mundo. Las zeolitas se encuen
tran en rocas de diversas edades, litología y ambientes de
sedimentación, pero son más comunes en las rocas
sedimentarias que originalmente contenían abundantes
vidrios volcánicos. Las zeolitas se formaron generalmente TABLA 2.—Zeolitas en Yacimientos Sedimentarios del
durante la diagénesis por la alteración del material vitreo. Caribe
La Mayoría de los depósitos de zeolita ocurren en rocas Deposílo Zeolita
que son de la edad Cretácea o más jóvenes. Debido al Antiqua Cerca de Tufas Terciarias Clinoptilolita
tamaño tan pequeño del cristal (corrientemente menos de Saint Johns marinas Mordenita
20 micrometros), no pueden ser identificadas positiva Cuba Cuba Central Tufas Terciarias Clinoptilolita
marinas Mordenita
mente en el campo. El análisis por difracción de rayos X Guatemala Guatemala Tufas Terciarias Clinoptilolita
de las muestras en bloque es el método que generalmente Surcentral tardías
se usa para su identificación en las rocas sedimentarias. México Magdalena- Tufas Terciarias Clinoptilolita
Hermosillo continentales filipsita
Este método también permite hacer una estimación San Luis Potosf- Tufas Terciarias Clinoptilolita
semicuantitativa de la abundancia de las zeolitas y los Guanajuato continentales
minerales asociados en la muestra. Oaxaca-Huajuapan Tufas Terciarias Clinoptilolita
de León continentales Mordenita
Las zeolitas se reconocieron en yacimientos Analcime
sedimentarios en Puerto Rico en 1960, y en el sur de Panamá Cuenca del río Tufas Terciarias Clinoptilolita
Chiriqui
México en 1927, pero la mayoría de los depósitos repor Puerto Rico Cerca de Coamo Cretáceo tardío y Clinoptilolita
tados o conocidos de zeolitas en los países de las Antillas rocas volcánicas Heulandíta
fueron descubiertos en la ultima década (tabla 2). En tres del Terciario Mordenita
temprano Analcime
zonas de México se sabe que hay grandes depósitos de Laumontita
zeolitas: (1) clinoptilolita y filipsita en el área de
Magdalena-Hermosillo; (2) clinoptilolita en el área de
San Luis Potosí-Guanajuato, y (3) clinoptilolita, morden-
ita y anaclime en el área de Oxaca-Huajuapán de León. nuevamente mediante difracción por rayos X, exploración
Los yacimientos de zeolita de Puerto Rico no han sido por microscopio electrónico, y análisis químicos.
estudiados suficientemente para determinar su tamaño y Además, deben determinarse las capacidades de inter
pureza, pero se ha reportado la existencia de clinoptilol cambio de cationes y de absorción en muestras de varios
ita, mordenita, analcime y laumontita. Al parecer Cuba gases. Estos datos se emplean para determinar el posible
tiene grandes depósitos de clinoptilolita y mordenita. Los papel que los materiales zeolíticos desempeñarían en el
otros países del Caribe en donde se han encontrado amplio campo de la agricultura.
zeolitas son Guatemala (clinoptilolita), Panamá (clino El azufre es uno de los elementos esenciales para la
ptilolita), y Antigua (mordenita y clinoptilolita). Todas las vida. Tanto las plantas como los animales contienen tanto
zeolitas en los países del Caribe ocurren en rocas volcano- azufre como fosfato, lo cual subraya la importancia del
elásticas que son de edad Cretácea o más jóvenes. Sola elemento. Los suelos en muchas partes de los Estados
mente los yacimientos de clinoptilolita y mordenita de Unidos y de América Latina son deficientes en azufre a
México y Cuba son viables de explotación minera. Un causa del deslave y la agricultura intensiva.
programa de evaluación y exploración de zeolitas en los Los recursos de azufre están ampliamente distrib
países del Caribe podría efectuarse en tres etapas. uidos. El azufre ocurre en las rocas volcánicas y en la roca
La Etapa I debería comprender visitas a dos o más superior de los domos de sal, en los minerales yeso y
países del Caribe en donde se sabe que hay zeolitas en anhidrita, que son minerales metálicos portadores de
depósitos sedimentarios. Esas visitas serían útiles para azufre, y en compuestos orgánicos e inorgánicos en la
determinar los patrones de alteración en las rocas mayoría de los combustibles fósiles. En el área del Caribe,
volcanoclásticas y para formular uno o más modelos de los recursos de azufre comprenden azufre elemental,
ocurrencia que ayudarán a la exploración de las zeolitas rocas tufáceas asociadas con los volcanes andinos en
en otros países del Caribe. Colombia, y como subproducto de los beneficios de
metales en México. El azufre se encuentra en los efluen
La Etapa II debería realizarse en varios otros
tes de las refinerías de petróleo y en las plantas de
países del Caribe en donde se sospecha la ocurrencia de
procesamiento de gases.
zeolitas. Con base en la geología conocida y con ayuda de
El empleo de fertilizantes químicos complejos que
geólogos locales, se tomarían muestras de rocas sedimen
no contienen azufre requiere la adición del azufre elemen
tarías volcanoclásticas del Cretáceo y el Cenozoico. Breves tal al producto fertilizador. Estos fertilizantes complejos
visitas suplementadas con estudios de laboratorio son son sumamente caros y, en consecuencia, muchas perso
necesarios para determinar la ocurrencia de zeolitas y nas no pueden emplearlos. El azufre no es solamente un
evaluar su ley y abundancia. ingrediente fertilizador necesario, sino también es esen
La Etapa III sería completamente un estudio de cial como ácido sulfúrico en la manufactura de fertilizan
laboratorio. Las muestras seleccionadas se evaluarían tes químicos.

Los Minerales y la Agricultura en América Central 111

 Los fosfatos, las zeolitas y los materiales con azufre
son minerales cada vez más importantes en la agricultura
y la crianza de animales. La explotación de fuentes locales
de estos minerales permitiría a los países utilizar sus
propios recursos y reducir así su dependencia en fuentes
foráneas de fertilizantes químicos caros y de alimentos
para animales. Por consiguiente, un programa basado en
la geología para identificar y explotar estos recursos tiene
el potencial para aumentar significativamente la produc
tividad agrícola del país.

112 Mineral, Energy, and Water Resource* and Geologic Hazards, Central America
GEOTHERMAL RESOURCE ASSESSMENT FOR
CENTRAL AMERICA
By Wendell A. Duffield
Geothermal resource assessment is the estimation
of the amount of thermal energy that might be extracted
from the Earth, in economic competition with other
energy sources, and used by mankind at some future time.
Such resource assessment is regional in scope and is
intended to provide information that is needed by
decisionmakers involved with establishing long-term
energy policy. In contrast, geothermal reserves constitute
the part of the resource that is known to be economically
exploitable in the current marketplace. Knowledge of
reserves is needed to guide decisions that have immediate
or short-term impact. A logical and efficient sequence of
geothermal studies is characterized by resource assess
ment that is periodically updated as new data become
available, and that is complemented by definition of
reserves as actual development and exploitation of geoth
ermal energy becomes warranted.
Geothermal resources occur at various tempera
tures and in a variety of geologic environments.
Electrical-grade resources (temperatures of 150°C or
greater), however, generally are associated with geologi
cally young or active volcanoes. The magmatic roots of
volcanoes serve as heat sources for hydrothermal-
convection systems. The chain of more than 80 active or
dormant volcanoes that links Central American countries
in a zone about 50-100 km inland from the parallel to the
Pacific coast is clearly an area of high geothermal poten
tial. Such surface manifestations as hot springs and
fumaroles are obvious indications of geothermal
resources, and other resources not directly expressed at
the surface undoubtedly exist along the volcanic chain.
For sound national and multinational energy plan
ning in Central America, an up-to-date geothermal
resource assessment is required. A systematic and consis
tent methodology of assessment must be used throughout
the region to avoid possible confusion in comparing
resources in one part of the region with those in another
part. A first attempt at such an assessment will identify
areas where additional field data are needed, which in
turn will lead to successive updating of a growing
resource inventory. Meanwhile, definition and exploitation
of reserves can go forward as the marketplace and
national needs dictate. In view of the abundance of active
volcanoes and currently successful initial exploitation of
geothermal energy in El Salvador and Nicaragua, one can
reasonably speculate that geothermal energy may one day
provide energy for much or most of the electrical needs of
Central America; low-temperature uses of geothermal
energy may also prove to be a significant factor in the
energy equation. The results of regional resource assess
ment could remove these ideas from the realm of specu
lation and provide decisionmakers with information
needed to evaluate long-term options for energy in this
part of the world.
Geothermal Resource Assessment for Central America 113
LA EVALUACION DE RECURSOS GEOTERMICOS EN
CENTROAMERICA
Por Wendell A. Duffield
Una evaluación de recursos geotérmicos consiste
en la estimación de la cantidad de energía térmica que
pudiera extraerse de la tierra, en competencia económica
con otras fuentes de energía, y que la humanidad util
izaría en una fecha futura. Dicha evaluación de recursos
es de amplitud regional y tiene el propósito de proporci
onar información que necesitan las personas que toman
decisiones y están involucradas en formular políticas
energéticas a largo plazo. Por el contrario, las reservas
geotérmicas constituyen la parte del recurso que se sabe
que es económicamente explotable en el mercado actual.
El conocimiento de las reservas es necesario para orien
tar las decisiones con efectos inmediatos a corto plazo.
Una secuencia lógica y eficiente de los estudios geotér
micos se caracteriza por la evaluación de recursos que es
actualizada periódicamente a medida que se recaban
nuevos datos, y que es complementada por la definición
de las reservas en cuanto se justifica el desarrollo y la
explotación actuales de la energía geotérmica.
Los recursos geotérmicos ocurren a varias tem
peraturas y en una gran variedad de ambientes geológicos.
Los recursos de categoría eléctrica (temperatura de
150°C o mayores) están asociados, por regla general, con
volcanes geológicamente jóvenes o activos. Los orígenes
magmáticos de los volcanes sirven como fuentes de calor
para sistemas hidrotérmicos de convección. La cadena de
más de 80 volcanes activos o latentes que enlazan los
países de Centroamérica en una zona de unos 50-100 km
tierra adentro del paralelo a la costa del Pacífico, es
claramente una zona de mucho potencial geotérmico. Las
manifestaciones superficiales tales como las aguas ter
114 Mineral, Energy, and Water Resources and Geologic Hazards, Central America
males y las fumarolas son indicaciones evidentes de
recursos geotérmicos, y es indudable que a lo largo de la
cadena volcánica existen otros recursos que no se manifi
estan directamente.
Para formular un plan energético multinacional y
racional en Centroamérica, se necesita una evaluación
actualizada de los recursos geotérmicos. Una metodo
logía sistemática y consecuente de evaluación debe empl
earse a lo largo de la region toda para evitar la posible
confusión al comparar los recursos de una parte de la
región con otra parte. Un primer intento de dicha
evaluación identificaría las áreas donde se necesitan datos
de campo adicionales, los cuales a su vez conducirán a
una actualización sucesiva de un creciente inventario de
recursos. Entretanto, se puede proceder a la determina
ción y la explotación de las reservas según lo exijan las
necesidades nacionales y el mercado. En vista de la
abundancia de volcanes activos y la explotación inicial de
energía geotérmica que se ha realizado con éxito en El
Salvador y Nicaragua, se puede conjeturar racionalmente
que la energía geotérmica generará en lo futuro para
satisfacer la mayor parte de la energía eléctrica de
Centroamérica; los usos a baja temperatura de la energía
geotérmica también podrían llegar a representar un fac
tor significativo en la ecuación energética. Los resultados
de la evaluación de los recursos regionales podrían
desalojar estas ideas del campo de las conjeturas y propor
cionar a los que toman decisiones en la información
necesarias para evaluar opciones de largo plazo para
aprovechamiento de energía en esta parte del mundo.
SELECTING A STRATEGY FOR REDUCING
LANDSLIDE LOSSES
By Russell H. Campbell
The development of land resources inevitably
brings people face-to-face with active earth processes,
such as landslides, that can be hazardous to life and
property. Regional topographic, geologic, and hydrologic
information can be used to predict the likelihood that
proposed development will place people or property at
risk from landslides; such information is critical to cost-
effective land development in regions of potential land
slide risk. Of all the types of potentially hazardous active
earth processes, landslides are probably the most readily
amenable to loss-reduction measures. Petak and Atkisson
(1982) have estimated that if appropriate grading regula
tions were applied to new construction throughout the
United States, about 60 percent of all U.S. building losses
from landslides could be avoided. (This 60-percent loss
reduction for landslides compares to 8 percent for earth
quakes, 24 percent for expansive soils, 27 percent for
hurricanes, 18 percent for severe winds, 24 percent for
tornadoes, 64 percent for riverine floods, 59 percent for
storm surges, and 25 percent for tsunamis.)
As with floods, earthquakes, and hurricanes, miti
gation activities to reduce landslide losses can take vari
ous approaches, including hazard warning insurance,
disaster assistance, land-use restrictions (planning and
zoning), and local building-code grading requirements.
Public programs using these approaches, singly or in
combinations, can reduce an individual's risk of loss from
landslides. Public programs, however, generally assume a
broad exposure to the risk by society as a whole, which
may not represent the actual risk to individual sites within
a specific community. Subsidy and adverse-selection
aspects of some programs have received increasing public
attention in the United States. Even where major loss
reductions have been demonstrated, their cost-effec
tiveness has come under question. It is becoming increas
ingly clear, therefore, that the implementation of public
programs requiring individuals to undertake mitigation
activities should be based on a rational strategy for
selecting the areas where those added costs will be
imposed.
In the United States, reduction of landslide losses is
viewed primarily as a local responsibility. Whereas the
Federal government plays a key role in research, in the
development of mapping techniques, and in landslide
management on Federal lands, the reduction of landslide
losses through land-use management and the application
of building and grading codes is a function of local
government. State, regional, and local community plan
ning and land-use management programs in the United
States vary considerably from one jurisdiction to another,
and there are no widely accepted procedures or regula
tory approaches for taking landslide hazards into account
during, or prior to, the selection of sites for development.
Building and grading codes are the chief regulatory
vehicles through which local governments ensure proper
design and construction practices, but their provisions
generally apply to the stabilization of specific sites that
have already been selected. Collectively, U.S. efforts to
reduce landslide losses lack a consistent strategy for
implementing appropriate mitigation approaches. How
ever, many of the technological tools and scientific and
engineering skills needed for effective mitigation have
been, or are being developed.
Landslide prediction and warning: Deaths and inju
ries due to rapidly moving large and small landslides have
occurred all over the world. During the period 1971-74,
an average of nearly 600 people per year were killed by
slope failures (Varnes, 1981). About 90 percent of those
deaths occurred within the Circum-Pacific region. In the
United States, the loss of life from landsliding is compar
able to the total loss of life from floods, earthquakes, and
hurricanes (Krohn and Slosson, 1976), or about 25 to 50
deaths per year. Although some techniques for predicting
life-threatening landslide occurrence have been proposed,
and some research has been carried out on the use of
early warning systems to alert the public to individual
local landslides, extensive implementation of an early
warning system awaits the successful completion of fur
ther research and technological development. In any given
region, however, the success of attempts to anticipate
catastrophic landslide activity, and to provide early warn
ing, will depend greatly on basic regional information
Selecting a Strategy for Reducing Landslide Losses 115
about the character of the landslide processes that are
common in the area and the factors controlling their
distribution.
Avoidance ofrisk: The selection of sites, whether for
residences or for critical facilities, is often one of the
earliest decisions in the sequence of political and eco
nomic decisions regarding land use and development.
When site preparation is begun before a potential for
landslide hazard is recognized, and unexpected slope
movements are triggered by construction activities, con
struction costs greatly increase. Some sites may be dis
covered to be unusable for the intended purposes in early
stages of site preparation, and relocation to other sites
may be the most efficient remedy. At other sites, failure
may begin slowly, the loss potential may not be recognized
until construction is complete (or nearly so), and full use
of a facility may be prevented. Even at sites that are
themselves stable, the occurrence of a landslide event on
adjacent property can cause disastrous losses. Regional
assessments of the potential for landslide occurrence
provide the basic information needed to guide land-use
decisions that minimize expected losses from landslides by
avoiding attempted development in areas of greatest sus
ceptibility to landsliding.
Codes for design, grading, and construction: Site
investigations can determine a site-specific potential for
hazard, and, where appropriate, suitable measures to
remedy stability problems can be designed. In the Los
Angeles region, for example, implementation of hillside
grading codes based on site-specific investigations has
been demonstrably successful in reducing losses for new
construction by 92 to 97 percent (Slosson and Krohn,
1982). However, the codes require professional examina
tions for every proposed hillside building site, effectively
treating all sites as having equal initial likelihood of
failure. The site examinations determine whether special
engineering design and construction activities will be
required for site stabilization. These requirements can
impose mitigation costs on individuals that exceed the
expected return on investment from the property, and they
may not be the most efficient approach to community
mitigation. Excessive costs can be avoided if a community
can discriminate among different levels of susceptibility in
different areas within its jurisdiction using regional infor
mation.
Control and stabilization : Remedial activities to sta
bilize active landslides are generally extremely expensive
in comparison to the costs of preventive control measures
that can be taken if the potential for failure is identified
before construction begins. If that potential can be iden
tified rapidly and inexpensively before site preparation
begins, limited resources of equipment and technical
manpower can be efficiently utilized to control factors
that might trigger failure on marginally stable slopes or
reactivate old landslides. Although stability-analysis tech
116 Mineral, Energy, and Water Resources and Geologic Hazards, Central America
niques permit quantitative assessment of specific sites,
acquiring sufficient geologic information at every candi
date site for construction, in sufficient detail to adequately
assess the potential for hazard, is too costly and time
consuming to keep up with the land-use needs of expand
ing populations. Consequently, informed decisions must
be made on the basis of information that is already
available, that can be acquired rapidly (preferably at low
cost), that can be manipulated for analysis rapidly and
inexpensively, and that is applicable to broad regions or
dominant hazardous processes.
Mitigation strategies: The decisions controlling the
way in which public safety rules and regulations are
implemented to require activities designed to reduce the
likelihood of public and personal losses from landslides
constitute a strategy for mitigation. These decisions will
be influenced by regional scientific data about the natural
settings and the mechanisms by which the landslide
processes operate. A successful mitigation strategy uses
rules and regulations in a way that yields positive net
social and economic benefits to the community; that is,
the benefits of implementing specified mitigation activities
exceed the costs of performing those activities. The
optimum strategy would use those rules and regulations
that yield the highest positive net benefits to the commu
nity, and generally would include a decision process
regarding the identification of areas where specified miti
gation activities must be implemented (Bernknopf and
others, 1985). Basic to that decision process is the ability
to discriminate among areas having different potentials
for landslide hazard. Regional geologic and topographic
information can be used to provide that capability which,
in most areas, can be greatly improved by research for the
more rapid acquisition of basic regional data, improved
delineation of key materials and recurring triggering
factors, and the accurate identification of the suite of
landslide processes unique to each region. A working
mitigation strategy should provide for continued improve
ment through research, even though immediate imple
mentation must use existing data and analytical proce
dures.
The role of research in a strategy for reducing land
slide losses: The goal of landslide research is a scientific
understanding of landslide processes sufficient to enable
the use of cost-effective mitigation activities to eliminate
or reverse the progressive growth of landslide losses.
USGS landslide research has contributed to many parts of
the ongoing, and growing, efforts to reduce landslide
hazards in the United States. These contributions range
from essential geologic and topographic maps and hydro-
logic data to the development of quantitative, analytical
understandings of the surficial geologic systems in which
specific landslide processes operate. With adequate earth -
science data and analytical tools, quantitative evaluations
of slope stability can be made for communities at risk. In
the United States, the Geological Survey has lead respon
sibility for 1) research on the mechanics and rates of
landslide processes and on the natural earth materials
involved; 2) research on techniques for hazards delinea
tion; 3) research on methods for prediction and early
warning; and 4) providing national leadership in technol
ogy transfer and technical assistance.
The objectives of the present USGS research pro
gram in landslide hazards include a) field and laboratory
studies of landslide processes focused on the identification
of topographic, geologic, and hydrologic factors that
affect landslide activity and occurrence; b) landslide prob
ability studies to develop optimum landslide mitigation
strategies through determination of those landslide pro
cess factors that most control regional landslide activity
and occurrence; c) development of computer-mapping
technologies to rapidly and cheaply identify landslide-
prone areas where landslide mitigation techniques can
most profitably be applied; and d) conducting demonstra
tion projects in populous landslide-prone areas. Current
USGS research for new methods and technology, under
way at all three USGS centers, includes work on instru
mentation and telemetry for early warning, computer
manipulation of digital elevation models and their analy
tical use to identify landslide probability, experimentation
with computer-driven plotters for map reproduction, and
instrumentation for improved field investigation and inter
pretation of potential landslide hazards.
References Cited
Bernknopf, R.L., Brookshire, D.S., Campbell, R.H., Shapiro,
D., and Fleming, R.W., 1985, The economics of landslide
mitigation strategies in Cincinnati, Ohio, a methodology
for benefit-cost analysis, chapter D in Feasibility of a
nationwide program for the identification and delineation
of hazards from mud flows and other landslides: U.S.
Geological Survey Open-File Report 85-276-D, 35 p.
Krohn, J.P., and Slosson, J.E., 1976, Landslide potential in the
United States: California Geology, v. 29, no. 10, p.
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Petak, WJ., and Atkisson, AA., 1982, Natural hazard risk
assessment and public policy: New York, Springer-Verlag,
489 p.
Slosson, J.E., and Krohn, J.P., 1982, Southern California land
slides of 1978 and 1980, in Storms, floods and debris flows
in southern California and Arizona, 1978 and 1980: Pro
ceedings of a Symposium, National Research Council, and
Environmental Quality Laboratory, California Institute of
Technology, Pasadena, California, September 17-18,
1980: Washington, D.C., National Academy Press, p.
291-319.
Varnes, DJ., 1981, Slope-stability problems of the circum-
Pacific region as related to mineral and energy resources, in
Halbouty, M.T., ed., Energy resources of the Pacific
region: American Association of Petroleum Geologists,
Studies in Geology, no. 12, p. 489-505.
Selecting a Strategy for Reducing Landslide Losses 117
SELECCIÓN DE UNA ESTRATEGIA PARA REDUCIR
LAS PERDIDAS POR DERRUMBES
Por Russell H. Campbell
El desarrollo de los recursos de terreno inevitable
mente nos enfrenta con los procesos activos de la tierra,
tales como los derrumbes, que también pueden constituir
un peligro para la vida y la propiedad. La información
topográfica, geológica e hidrológica regional puede ser
utilizada para predecir la posibilidad de que un proyecto
de desarrollo pueda poner a la gente o a la propiedad en
peligro, a causa de los derrumbes; tal información es
crítica cuando se considera el desarrollo económico de
terrenos, en regiones con riesgo potencial de derrumbe.
De todos los tipos de procesos activos de la tierra potencial-
mente peligrosos, los derrumbes posiblemente son los que
con mayor facilidad pueden sujetarse a medidas para la
reducción de pérdidas. Petak y Atkisson (1982) han
estimado que si se aplicaran las regulaciones adecuadas
de nivelación a toda nueva construcción, a través de los
Estados Unidos, podría evitarse cerca del 60 por ciento de
todas las pérdidas por derrumbe, ocurridas en los
Estados Unidos. (Esta reducción del 60 por ciento en las
pérdidas por derrumbe se compara con el 8 por ciento
por terremotos, el 24 por ciento por suelos expansivos, el
27 por ciento por huracanes, el 18 por ciento por vientos
severos, el 24 por ciento por tornados, el 64 por ciento por
inundaciones fluviales, el 59 por ciento marejadas de
tormenta y el 25 por ciento por tsunamis.)
En igual forma que con las inundaciones, ter
remotos y huracanes, las actividades de mitigación para
reducir las pérdidas por derrumbe pueden ser enfocadas
desde diferentes ángulos, incluyendo avisos de peligro,
seguro, asistencia por desastre, restricciones para el uso
de terrenos (planificación y /unificación) y requisitos de
nivelación como parte de los códigos locales de construc
ción. Los programas públicos que usan estos enfoques, en
forma individual o combinada, pueden reducir el riesgo
de una persona a sufrir pérdidas por derrumbes. Sin
embargo, los programas públicos generalmente conside
ran una amplia exposición al riesgo de la comunidad
entera, lo cual puede no representar el riesgo real de sitios
individuales dentro de una comunidad específica. Los
subsidios y los aspectos de selección adversa de algunos
programas han recibido un incremento en la atención del
118 Mineral, Energy, and Water Resources and Geologlc Hazards, Central America
público en los Estados Unidos. Aún cuando se ha demons
trado una gran reducción en las perdidas, su efectividad
económica ha sido puesta en tela de juicio. Por lo tanto,
cada vez es más claro que la implantación de programas
públicos que requieren la intervención de individuos en
las actividades de mitigación, debe estar basada en una
estrategia racional al seleccionar las áreas donde estos
costos adicionales serán impuestos.
En los Estados Unidos, la reducción de las pérdidas
por derrumbe es vista, principalmente, como una respon
sabilidad local. Aunque el gobierno Federal juega un
papel importante en la investigación, en el desarrollo de
las técnicas para levantamiento de mapas y en el control
de derrumbes de las tierras federales, la reducción de las
pérdidas por derrumbes, a través del control del uso de la
tierra y de la aplicación de códigos de construcción y
nivelación, es una responsabilidad del gobierno local. En
los Estados Unidos, los programas estatales, regionales y
locales de planificación y uso controlado de la tierra
varían considerablemente de una jurisdicción a otra, y no
hay procedimientos ampliamente aceptados o enfoques
reguladores para considerar los peligros de derrumbe,
con anterioridad o durante la selección de sitios a desarro
llar. Los códigos de construcción y nivelación son los
principales medios reguladores, a través de los cuales los
gobiernos locales se aseguran de que se apliquen las
prácticas adecuadas para el diseño y la construcción, pero
sus regulaciones generalmente se refieren a la estabili
zación de sitios específicos que ya han sido seleccionados.
En forma colectiva, los esfuerzos de los Estados Unidos
para reducir las pérdidas por derrumbes carecen de una
estrategia consistente para implantar medidas de
mitigación apropiadas. Sin embargo, ya se han desarro
llado o están en desarrollo muchos de los instrumentos
tecnológicos y conocimientos científicos y de ingeniería
necesarios para lograr una mitigación efectiva.
Predicción y advertencia de derrumbes : Las muertes
y daños personales, causados por derrumbes grandes y
pequeños de rápido movimiento, han ocurrido en todas
partes del mundo. Durante el periodo de 1971-74,
murieron aproximadamente 600 personas por año, como
promedio, a causa de deslizamientos de laderas (Varnes,
1981). Cerca de un 90 por ciento de estas muertes ocurrió
dentro de la región circundante del Pacífico. En los
Estados Unidos, la pérdida de vidas por derrumbes es
comparable con la pérdida total de vidas a causa de
inundaciones, terremotos y huracanes (Krohn y Slosson,
1976), o sea aproximadamente, 25 a 50 muertes por año.
Aunque se han propuesto algunas técnicas para la predic
ción de derrumbes peligrosos y aunque se ha llevado a
cabo alguna investigación con respecto al uso de sistemas
de advertencia anticipado para alertar al público sobre la
posibilidad de derrumbes locales, la implantación extensa
de un sistema de aviso anticipado está a la espera de que
se concluyan exitosamente las investigaciones adicionales
y el desarrollo tecnológico. En una región específica, sin
embargo, el éxito de los intentos para predecir una
actividad catastrófica de deslizamiento de tierra y propor
cionar un aviso anticipado dependerá en gran parte de la
información básica regional con respecto al carácter de
los procesos de deslizamiento de tierras, que son comunes
en el área, y de los factores que controlan su distribución.
Prevención del riesgo : La selección de sitios, ya sea
para residencias o para instalaciones importantes, es a
menudo una de las primeras en la secuencia de decisiones
políticas y económicas, relacionadas con el uso y desarro
llo de terrenos. Cuando se inicia la preparación del sitio,
antes de haber reconocido el peligro potencial de der
rumbe, los costos de construcción pueden aumentar con
siderablemente, al presentarse movimientos inesperados
del terreno, provocados por las actividades de construc
ción. En las primeras etapas de la preparación del sitio, se
puede descubrir que algunos terrenos no son utilizablcs
para los propósitos a los cuales estaban destinados, y el
traslado del proyecto a otro sitio puede ser el remedio más
eficaz. En otros sitios la falla puede empezar lentamente,
la pérdida potencial puede no ser reconocida hasta que la
construcción esté terminada (o casi terminada) y puede
ser necesario evitar el uso total del edificio. Aún en sitios
que por si mismos son estables, un derrumbe ocurrido en
una propiedad adyacente puede causar pérdidas desas
trosas. Las evaluciones regionales de la potencialidad de
derrumbes proporcionan la información básica necesaria,
para orientar las decisiones con respecto al uso de tierras
y reducir las pérdidas por derrumbe estimadas, al evitar el
desarrollo de proyectos en áreas altamente susceptibles
de derrumbe.
Códigos de diseño, nivelación y construcción: Las
investigaciones de sitios pueden determinar el peligro
potencial de un sitio específico y permitir el diseño de
medidas adecuadas para remediar los problemas de esta
bilidad, en donde sea necesario. En la región de Los
Angeles, por ejemplo, la implantación de códigos de
nivelación de laderas, basados en investigaciones especí
ficas del sitio, ha tenido un éxito demostrado en la
reducción de pérdidas de las construcciones nuevas, de un
Selección de una Estrategia para Reducir la* Pérdidas por Derrumbes
92 a un 97 por ciento (Slosson y Krohn, 1982). Sin
embargo, los códigos requieren que para cada sitio locali
zado en una ladera, en el cual se proyecta construir, se
lleve a cabo un examen profesional, tratando efectiva
mente todos los sitios como si tuvieran la misma posibili
dad inicial de falla. El examen del sitio determina si se
requieren diseño y construcción especiales para la esta
bilización del sitio. Estos requisitos pueden imponer
costos de mitigación individuales que exceden la rentabil
idad esperada de la propiedad y pueden no ser el enfoque
más eficaz de mitigación, a nivel de la comunidad en
cuestión. Los costos excesivos pueden evitarse si una
comunidad es capaz de discriminar entre los diferentes
niveles de susceptibilidad de las diferentes áreas dentro de
su jurisdicción, utilizando la información regional.
Control y estabilización: Las medidas correctivas
para estabilizar deslizamientos activos de tierra son gener
almente demasiado caras en comparación con los costos
de las medidas preventivas de control, que pueden ser
tomadas si la posibilidad de una falla es identificada antes
de iniciar la construcción. Si dicha posibilidad puede ser
determinada rápida y económicamente antes del inicio de
la preparación del sitio, los recursos limitados de equipo
y mano de obra pueden ser eficientemente utilizados para
controlar los factores que podrían provocar una falla en
laderas marginalmcntc estables, o reactivar viejos desli
zamientos. A pesar de que las técnicas de análisis de
estabilidad permiten la evaluación cuantitativa de los
sitios específicos, sí se consideran las necesidades de
terreno de la población en crecimiento, la recabación de
suficiente información geológica en cada sitio elegido
para la construcción, con todos los detalles necesarios
para evaluar adecuadamente el peligro potencial, es
demasiado costoso y requiere demasiado tiempo. En
consecuencia, una decisión acertada debe ser tomada en
función de la información conocida, que pueda ser obten
ida rápidamente (de preferencia a bajo costo), que pueda
ser manejada para un análisis rápido y económico y que
sea aplicable a regiones extensas o procesos predominante
mente peligrosos.
Estrategias de mitigación : Las decisiones que con
trolan la forma en la cual las normas y regulaciones de
seguridad pública son implantadas para exigir medidas
diseñadas para reducir la posibilidad de pérdidas, tanto
personales como públicas, causadas por derrumbes, cons
tituyen una estrategia de mitigación. Estas decisiones
serán influidas por los datos científicos de la región,
relacionados con las estructuras naturales y los mecanis
mos a través de los cuales ocurren los procesos de
deslizamiento. Una estrategia efectiva de mitigación es
aquella que emplea las normas y regulaciones de una
manera tal, que brinda a la comunidad positivos benefi
cios socioeconómicos esenciales; es decir, los beneficios
de implantar las medidas específicas de mitigación exce
den a los costos de poner a funcionar estas medidas. La
119
estrategia óptima emplearía aquellas normas y regula
ciones que pudieran brindar los más altos beneficios
netos positivos a la comunidad y, generalmente, incluiría
un proceso de decisión con respecto a la identificación de
áreas en donde las medidas de mitigación determinadas
deben ser implantadas (Bernknopf y otros, 1985). Dentro
de este proceso de decisión, es básica la abilidad para
discriminar entre áreas con diferente potencialidad de
peligro de derrumbe. La información geológica y topográf
ica de la región puede ser utilizada para proporcionar esa
capacidad que, en la mayoría de las áreas, puede ser
considerablemente mejorada a través de la investigación
para obtener más rápidamente los datos básicos de la
región, de una mejor delineación de los materiales clave y
de los factores causantes repetitivos, y a través de la
identificación exacta de la serie de procesos de desl
izamiento que son particulares de cada región. Para que
una estrategia de mitigación pueda funcionar, se debe
proveer el mejoramiento continuado a través de la inves
tigación, aun cuando para su implantación inmediata se
tengan que utilizar los datos y procedimientos analíticos
ya existentes.
El papel de la investigación en una estrategia para
reducir las pérdidas por derrumbes: El objetivo de la
investigación de derrumbes es una comprensión científica
de los procesos de deslizamiento de tierra, que permita el
uso de medidas de mitigación económicas y efectivas,
para eliminar o invertir el crecimiento progresivo de las
pérdidas por derrumbes. La investigación de derrumbes
realizado por el "USGS" ha contribuido en gran parte a
los esfuerzos actuales y en desarrollo, para lograr reducir
los peligros de derrumbe en los Estados Unidos. Está
contribución comprende desde los mapas geológicos y
topográficos esenciales hasta los datos hidrológicos para
el desarrollo de un entendimiento cuantitativo y analítico
de los sistemas geológicos de la superficie, en los cuales
se presentan procesos específicos de derrumbe. Contando
con los datos científicos adecuados y con los instrumentos
analíticos, se pueden efectuar evaluaciones cuantitativas
de estabilidad de laderas para las comunidades en peligro.
En los Estados Unidos el "Geological Survey" tiene la
principal responsabilidad en (1) la investigación de los
mecanismos y grados de los procesos de derrumbe y de
los materiales naturales de la tierra involucrados en estos;
(2) la investigación de técnicas para la delineación de
peligros; (3) la investigación de métodos para predicción
y advertencia anticipada, y (4) la dirección, a nivel nacio
nal, en la transferencia de tecnología y la asistencia
técnica.
Los objectives del actual programa de investigación
del "U.S. Geological Survey" de los peligros de derrumbe
incluye: (a) estudios de campo y de laboratorio de los
procesos de derrumbe, dirigidos hacia la identificación de
los factores topográficos, geológicos e hidrológicos que
afectan la actividad de deslizamiento de tierra y propician
120 Mineral, Energy, and Water Resources and Geologic Hazards, Central America
el derrumbe; (b) estudios de probabilidad de derrumbe,
para desarrollar óptimas estrategias de mitigación, a
través de la determinación de aquellos factores, dentro del
proceso de derrumbe, que por lo general controlan la
actividad de deslizamiento y los derrumbes que ocurren
en la región; (c) desarrollo de técnicas para levantamiento
de mapas por computadora, con el objeto de identificar,
de forma rápida y económica, las áreas con propensión a
derrumbes, en las cuales es posible aplicar las técnicas de
mitigación con la máxima utilidad, y (d) proyectos de
demonstración realizados en áreas populosas con propen
sión a derrumbes. En la actualidad, la investigación de
nuevos métodos y tecnología, llevada a cabo por el
"USGS" en cada uno de sus tres centros, incluye trabajos
sobre instrumentos y telemetría para advertencia anti
cipada, manipulación por computadora de modelos digi
tales de elevación y su uso analítico para identificar
probabilidad de derrumbe, experimentación en la repro
ducción de mapas por computadora, e instrumentos para
mejorar la investigación de campo y la intrepretación de
la potencialidad de riesgo de derrumbe.
REFERENCIAS CITADAS
Bernknopf, R.L., Brookshire, D.S., Campbell, R.H., Shapiro,
CD., y Fleming, R.W., 1985, La economía de las estrate
gias de mitigación de derrumbes en Cincinnati, Ohio, una
metodologiá para el análisis del costo-beneficio, capitulo
D en Posibilidad de un programa nacional para la identi
ficación y delineación del peligro de corrientes de fango y
otros deslizamientos de tierra: Informe Abierto 85-276D
del U.S. Geological Survey, p. 35. ["The economics of
landslide mitigation strategies in Cincinnati, Ohio, a meth
odology for benefit-cost analysis - Chapter D in Feasibility
of a nationwide program for the identification and delin
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USGS Open-File Report 85-276D, 35 p."]
Krohn, J.P., y Slosson, J.E., 1976, Potencialidad de derrumbes
en los Estados Unidos: Geologiá de California, v. 29, no.
10, p. 225-231. ["Landslide potential in the United States:
California Geology, v. 29, no. 10, p. 22—231."]
Petak, WJ., y Atkisson, AA., 1982, Evaluación y política
pública de los riesgos naturales y política pública: Nueva
York, Springer-Verlag, p. 489. ["Natural hazard risk
assessment and public policy: New York, Springer-Verlag,
489 p."]
Slosson, J.E., y Krohn, J.P., 1982, Derrumbes del sur de
California en 1978 y 1980, en Tormentas, inundaciones y
corrientes de detrito en el sur de California y Arizona,
1978 y 1980: Actas de un simposio, Consejo Nacional de
Investigación y Laboratorio de Calidad ambiental, Insti
tuto de Tecnologiá de California, Pasadena, California,
17-18 de Septiembre de 1980: "National Academy Press",
Washington D.C, p. 291-319. ["Southern California land
slides of 1978 and 1980, in Storms, floods, and debris flows
in southern California and Arizona, 1978 and 1980: Pro
ceedings of a Symposium, National Research Council, and
 Environmental Quality Laboratory, California Institute of
Technology, Pasadena, California, September 17-18,
1980: Washington, D.C., National Academy Press, p.
291-319."]
Varnes, DJ., 1981, Problemas de establidad de laderas en la
región circundante del Pacífico, relacionados con recursos
minerales y energéticos en Halbouty, M. T., ed., Recursos
energéticos de la región del Pacifico: Asosiacion Ameri
cana de Geólogos del Petróleo, Estudios de Geología, no.
12, p. 489-505. ["Slope-stability problems of the Circum-
Pacific region as related to mineral and energy resources,
in Halbouty, M. T., ed., Energy resources of the Pacific
region: American Association of Petroleum Geologists,
Studies in Geology, no. 12, p. 489-505."]

Selección de una Estrategia para Reducir las Perdidas por Derrumbes 121
VOLCANO HAZARDS IN CENTRAL AMERICA
By Wendell A. Duffield
Scores of volcanoes form a serrate spine along
nearly the entire Central American region; more than 80
are active or potentially so and are distributed 50-100 km
inland, parallel to the Pacific coast, from northern Pan
ama to the Guatemala-Mexico border. Many eruptions
have occurred since mankind first settled in this region,
and some volcanic activity is almost always a part of
contemporaneous daily life. For example, Santiaguito
Volcano in Guatemala has been active continuously for
the past 62 years, during which it has produced lava
domes and flows, block and ash flows, vertically directed
pyroclastic explosions, and mudflows. Earthquakes are a
normal part of the volcanic process, and earthquake-
induced landslides add to the list of potential volcano-
related hazards.
Human activities must accommodate themselves to
volcanism and related hazards, and workable accommo
dation comes through knowledge of volcanic behavior at a
level that is sufficient to guide planning for mitigation of
the hazards. A long-term program of systematic geologic
mapping of individual volcanic edifices and their outlying
deposits will define types and time-related patterns of
past behavior that serve as a reasonable basis to forecast
future activity. Lack of eruption for scores of years or
centuries should not be mistaken to indicate that a
particular volcano poses little or no threat. In many
122 Mineral, Energy, and Water Resources and Geologic Hazards, Central America
instances, worldwide, detailed studies have shown that the
volume and vigor of an eruption are a direct function of
the length of the preceding period of repose. The 1982
eruption of El Chichón in Mexico, following a repose of
about 600 years, is a graphic reminder of this situation.
In addition to systematic volcano-by-volcano geo
logic mapping, day-to-day visual and instrumental moni
toring of currently or recently active volcanoes provides
information that might foretell of impending eruption. A
minimum-level program of such monitoring should
include a network of seismometers that can record
changes in volcano-related seismicity and a cadre of
observers trained to evaluate the seismic records and to
note visual changes in behavior (for example, vigor of
fumaroles) that may give clues to impending eruption. A
more complete program of monitoring includes geodetic
surveys to define rates and patterns of ground deforma
tion, determination of species and amounts of fumarolic
gases, and the measurement of electrical and magnetic
fields. Recognition of repeated patterns of behavior of a
particular volcano may help guide decisions on appropri
ate future use of undeveloped nearby land, and early
recognition of signs of impending eruption may provide
sufficient lead time to minimize the impact of a volcanic
event on life and property.
RIESGOS VOLCÁNICOS EN CENTROAMERICA
Por Wendell A. Duffield
Múltiples volcanes forman una columna estriada a
lo largo de casi toda la región de Centroamerica. Más de
80 volcanes son activos o potencialmente activos y están
distribuidos a 50-100 km tierra adentro, en linea paralela
a la costa del Pacífico, desde la parte norte de Panamá
hasta la frontera entre México y Guatemala. Muchas
erupciones han ocurrido desde que el hombre se estable
ció en esta región, y alguna actividad volcánica es casi
siempre parte de la vida cotidiana. Por ejemplo, el volcán
Santiaguito, en Guatemala, ha estado en continua activ
idad durante los últimos 62 años. En el transcurso de ese
período ha producido domos y flujos de lava, flujos de
bloques y cenizas, estallidos piroclásticos dirigidos verti-
calmente, y corrientes de lodos. Los sismos son una parte
normal de los procesos volcánicos, y los deslizamientos o
aludes de tierra causados por los sismos se suman a la
lista de posibles riesgos vulcanológicos.
Las actividades humanas deben acomodarse al
vulcanismo y a los peligros relacionados con este
fenómeno, y una acomodación viable se logra mediante el
conocimiento del comportamiento de los volcanes a un
nivel que es suficiente para guiar el planeamiento para el
alivio de los riesgos. Un programa a largo plazo de mapeo
geológico sistemático de los edificios de cada volcán y sus
depósitos salientes definiría los tipos y los patrones de
tiempo de comportamiento pasado que servirían de base
para pronosticar futuras actividades. La falta de erupcio
nes durante años o siglos no debe tomarse como una
indicación de que un volcan particular no pudiera ser
peligroso. En muchos casos en todo el mundo, los estu
dios en detalle han indicado que la fuerza y el volumen de
una erupción están en función directa del largo del
período precedente de reposo. La erupción de 1982 de El
Chichón, en México, tras un reposo de 600 años, es una
prueba fehaciente de esta situación.
Además de un mapeo geológico sistemático de cada
volcán, una inspección visual diaria y una vigilancia por
instrumentos de los volcanes activos o recientemente
activos proporcionan información que puede predecir una
inminente erupción. Un programa minimo de vigilancia
debería comprender una red de sismómetros que puedan
registrar cambios en la sismicidad de los volcanes y un
equipo de observadores entrenados para evaluar los
registros sísmicos y advertir los cambios visuales en
comportamiento (por ejemplo, la fuerza o las fumarolas)
que puedieran indicar posibles erupciones inminentes.
Un programa mas completo de vigilancia comprende
levantamientos geodésicos para definir la velocidad y los
patrones de la deformación terrestre, la determinación de
las especies y las cantidades de los gases de las fumarolas,
y la medición de los campos eléctricos y magnéticos. El
reconocimiento de los patrones repetidos de comporta
miento de un volcán particular pueden ayudar a guiar las
decisiones sobre el uso apropiado en lo futuro de las
tierras aledañas inexplotadas, y al temprano recono
cimiento de indicios de erupciones inminentes pueden
proporcionar suficiente tiempo de avance para reducir al
mínimo los efectos de un evento volcánico en la vida y la
propiedad.
Riesgos Volcánicos en Centroamerica 123
USGS COOPERATIVE EARTHQUAKE HAZARD-
REDUCTION PROGRAMS IN CENTRAL AMERICA:
A review, some significant results, and
recommendations
By Randall A. White
Serious earthquakes are common in Central America
and Panama, causing heavy local damage at an average
rate of once every 4 years . Many people are familiar with
the statistics of recent earthquakes in Central America:
the 1965 San Salvador earthquake killed 125 people and
caused about $25 million in damage, the 1972 Managua
earthquake killed 11,000 and caused $800 million in
damage, and the 1976 Guatemala earthquake killed
23,000 and caused $1.1 billion in damage. Such figures
would be expected to be significantly larger for similar
future earthquakes because local populations are increas
ing. It is less well known that seismic hazard reduction
programs have begun in each of these countries, through
cooperative programs with the U. S. Geological Survey, to
study such earthquakes and to mitigate their effects. I will
present a brief history of the recent USGS involvement in
seismic hazard-reduction work in Central America, some
significant results of both the historical earthquake cata
loguing effort and the microearthquake cataloguing pro
grams, and a brief outline of the next steps that could be
taken to reduce the impact of future earthquakes in the
region.
I. History of recent USGS involvement in Central Amer
ican seismic hazard-reduction work :
a) A cooperative project between the government of
Nicaragua and the USGS began in 1975 with the
installation of a 17-station seismograph network in
western Nicaragua. An observatory was established,
technicians trained in station maintainance, and sci
entists trained in basic seismology. By 1980, the
Nicaraguan observatory was operating autonomously,
producing yearly catalogs of microseismicity and
carrying out its own studies on such subjects as the
crustal structure and soil amplification of particular
sites.
b) A cooperative project between the government of El
Salvador and the USGS began in 1983 with the
124 Mineral, Energy, and Water Resources and Geologic Hazards, Central America
installation of a 12-station seismograph network in
the northwestern part of the country. Technicians
were trained in station maintainance and scientists
given hands-on training in basic seismology and data
reduction. The network will be expanded during the
next couple of years, but the observatory is now
essentially autonomous, carrying out its own studies
of seismicity and site amplification,
c) A cooperative project between the government of
Guatemala and the USGS began in 1975 with the
installation of a 6-station seismograph network
around Guatemala City. In 1979, the network was
expanded to about 25 stations extending over most of
southern Guatemala. Technicians and scientists were
trained, and the observatory, though understaffed
considering the high levels of seismicity, is nearly
autonomous and produces its own yearly catalogs of
microseismicity.
II. Results of the Historical Earthquake Cataloguing
Program: The USGS has begun a program to catalog
historical earthquake documents and has determined the
location, magnitude, and occasionally the depth of more
than 50 destructive historical earthquakes in Central
America, many of which were previously unknown.
Results:
a) The chain of active volcanoes is the area of greatest
seismic hazard because earthquakes are most fre
quent here, because thick layers of volcanic ash
amplify ground motions, and because the population
is concentrated here. Shallow events with magnitudes
as great as 6.5 occur as often as 30 years apart at some
sites. Figure 1 shows the areas damaged by the
shallow earthquakes of magnitude 6 or greater that
occurred within Central America during this century.
Of a total of 23 such earthquakes, 18, or 78 percent,
occurred along the chain of active volcanoes, and all
but one of these caused heavy local damage. Sites of

Mixteo S 4i*
Area of Damage, MM ¿VII
«3 Other Historical Damage
• Volcanoes j^J'
Figure 1. Areas damaged by shallow earthquakes of magnitude 6 or greater that occurred within Central America during this
century.
earlier volcanic-chain earthquakes are also shown.
Such heavily damaging earthquakes can be expected at
an average rate of every 4 years somewhere in Central
America
b) The region between the Pacific coast and the chain of
active volcanoes is a region of considerable hazard
because large subduction zone earthquakes, though
less frequent than volcanic-chain shocks, interact
with thick coastal-plain alluvium to produce wide
spread damage. Earthquakes with magnitudes of 7.5
to 8.0 occur as often every 70 to 200 years at most
sites along the coast.
c) Most of central Guatemala from the highlands to
Lago Izaba! is an area of high seismic hazard from
numerous active faults associated with the Motagua
and Chixoy-Polochic fault system. The Motagua and
Chixoy-Polochic faults appear to control a regional
cycle of seismic quiescence alternating with seismic
activity that is terminated by an earthquake of about
magnitude 7.5 (and aftershocks) on either of the
faults.
d) Most of Nicaragua northeast of the chain of active
volcanoes is aseismic or nearly so, and of very low
seismic hazard.
e) Most of El Salvador northeast of the chain of active
volcanoes is an area of low seismic hazard with very
infrequent earthquakes.
f) Most of the Peten region of northern Guatemala is of
low seismic hazard.
in. Significant results of microseismicity studies : Figure
2 shows the epicenters of recent shallow (less than 15 km
deep) microearthquakes located during cooperative
USGS Cooperative Earthquake Hazard-Reduction Program* in Central America 125
* \
projects between the USGS and Nicaragua from 1975 to
1978, Guatemala during 1982, and El Salvador during
1984. Notice that over 90 percent of the epicenters lie
along the chain of active volcanoes, at the same locations
as most of the recent damaging earthquakes in the region,
shown in figure 1.
a) Along the chain of active volcanoes we have recog
nized at least four different types of earthquakes, all
of which may produce damage.
1) One type, called tectonic earthquakes, occurs at
the offsets in the volcanic chain and is character
ized by a mainshock followed by aftershocks.
2) A second type, called volcanic earthquakes,
occurs just beneath or within active volcanoes
and usually is accompanied by volcanic erup
tions. These earthquakes occur in swarms char
acterized by a slow growth of seismic energy and
later, volcanic activity, with the largest earth
quakes near the middle of the period of seismic
activity, preceeding or accompanying the initial
eruption.
3) The third and most common type may be called
tectono-volcanic earthquakes.- These earth
quakes occur between the volcanoes as frequent
swarms of (usually) low-level seismic energy.
These swarms are characterized by a short
period of rapidly increasing seismic energy, fol
lowed by a main shock, followed by large num
bers of small aftershocks. These earthquakes are
probably related to the subsurface movement of
magma beneath these volcanoes but are never
accompanied by eruptions. Occasionally a
swarm will produce damaging earthquakes.
Figure 2. Recent shallow microearthquakes located during cooperative projects between the USGS and Nicaragua
(1975-78), Guatemala (1982), and El Salvador (1984).
4) The last type is probably associated with the
collapse or slumping of part of the caldera roof
and may be less frequent than the others. It
appears that many of the damaging earthquakes of
types 2 and 3 may be forecast a few days in
advance because of the periods of growing pre
cursory seismicity that usually precede the main
shock. One such earthquake was forecast in late
September 1979 by Ing. Eddy Sanchez of
INSIVUMEH, Guatemala. Because of an alarm
ing increase in seismic activity, he advised local
homeowners to sleep outside, undoubtedly pre
venting many injuries when the main shock
struck a few days later.
b) Normal faults associated with the back side of the
Nicaragua Depression appear to be the sites of
low-level seismic activity, whereas most of northeast
ern Nicaragua is seismically quiet.
c) Most of El Salvador northeast of the volcanic chain is
seismically quiet.
d) Across central Guatemala, several mapped faults
have been found to be active and several additional
active faults have been discovered.
e) Contouring of the subduction zone interface has
begun. Figure 3 shows the subduction zone earth
quakes located during the 1975 to 1978 cooperative
program with Nicaragua. Contrary to results from
other studies, the contours of the subduction zone
seismicity vary smoothly through this region and no
evidence of any tears has been found. In some areas
where large earthquakes are known to recur, the level
of background seismicity has been observed to
decrease prior to the occurrence of a large event.
Section 2 of the subduction zone was ominously quiet
126 Mineral, Energy, and Water Resource* and Geologic Hazards, Central America
during this recent period. It has been so since at least
1950 and continues to be quiet today. As it is known
to have been the location of a great earthquake
(magnitude > 7 V*) in 1898, it is currently considered
a high-order hazard.
Recommended follow-on work: The results men
tioned above go a long way toward an improved under
standing of the regional earthquake hazards yet consider
able follow-on work needs to be addressed in order to
incorporate this information directly into the design of
structures and communities.
1) Neighboring countries need to begin cooperative
data exchange programs with each other in order
to better understand the seismicity in the off
shore areas. Also, technical exchange programs
are recommended as individual governments
may need help with the maintenance or renova
tion of their microearthquake networks. Stand
ardization of equipment and data processing
techniques would facilitate such cooperation.
2) Seismicity lineaments discovered by the micro-
earthquake networks should be investigated by
geologists for evidence of as yet unmapped
faults. Known faults discovered to be active
through the use of local microearthquake net
works, need to be investigated by trained geolo
gists for evidence of recent movements.
3) For active faults that have associated micro-
seismicity, the lateral extent and depth of the fault
can be estimated from the distribution of the
microearthquakes. Combined with geologic evi
dence for Holocene slip rates and amount of slip
ejnBy X uoipnpqng euoz se^enbiiuee peieooi 6uunp am eAijEJsdooo ujej6ojd MUM en6ejeojN wojj 1 9/6 o; '8/61-

SOSD •A|i«j»doo3 aj|«nbiflj«3 uo|j3np«a-pJ«»H •w«j6ojc| u| |«J»ueo eo|jeujv iZi

 per event, this data can then be used to estimate
the seismic hazard of the fault.
4) Recurrence intervals need to be estimated for
each fault either from historical catalogs or
through trenching in the field, if possible.
5) Strong-motion instruments need to be deployed
at all major population centers in order to deter
mine the response of the surface sediments
during major local earthquakes.
6) Site-specific estimates of return times for high
128 Mineral, Energy, and Water Resource* and Geologic Hazards, Central America
accelerations need to be calculated from the
above data.
7) Building codes need to be formulated in accor
dance with the estimates of return times for high
accelerations.
8) Most countries need more personnel trained in
engineering seismology and and engineering
geology to help with this work and to revise and
update the building codes as new information
becomes available.
PROGRAMAS COOPERATIVOS DEL SERVICIO
GEOLÓGICO DE LOS ESTADOS UNIDOS PARA
REDUCCIÓN DE RIESGOS POR TERREMOTOS EN
CENTROAMERICA: Una revisión, algunos resultados
significativos y recomendaciones
Por Randall A. White
Los terremotos fuertes son comunes en Centroamér-
icay Panamá, y causan severos daños a intervalos promedio
de una vez cada 4 años. Mucha gente se ha familiarizado
con las estadísticas de terremotos recientes en Centro-
américa: el terremoto de San Salvador en 1965 causó 125
victimas y daños por valor de casi $25 millones; el
terremoto de Managua en 1972 ultimó a 11.000 personas
y causó un daño de $800 millones, y el terremoto de
Guatamala en 1976 tuvo a 23.000 victimas y causó un
daño de $1.1 billones. Tales cifras se espera que sean más
significantes en futuros terremotos similares, porque la
población está creciendo. No se sabe bien que programas
de reducción de riesgos sísmicos se hayan emprendidos
en cada uno de estos países, a través de programas
cooperativos con el Servicio Geológico de los Estados
Unidos, para estudiar tales terremotos y mitigar sus
efectos. Presentaré una breve historia de los recientes
trabajos de reducción de riesgos sísmicos para América
Central, en los que se ha involucrado el Servicio Geoló
gico de los Estados Unidos, algunos resultados significa
tivos de ambos el esfuerzo de catalogamiento de ter
remotos históricos y programas de catalogamiento de
microsismos, y un breve bosquejo de los siguientes pasos
que podrían ser tomados para reducir el impacto de
futuros terremotos en la región.
I. Historia reciente del trabajo en que se ha involucrado
el Servicio Geológico de los Estados Unidos para reducir
los riesgos sísmicos en Centroamérica ;
a) Un proyecto cooperativo entre el gobierno de Nica
ragua y el Servicio Geológico de los Estados Unidos
empezó en 1975 con la instalación de 17 estaciones
sismográficas en el oeste de Nicaragua. Se estableció
un observatorio, se entrenaron a ténicos en el man
tenimiento de la estación, y a científicos en sismolo
gía básica. Por el año de 1980, el observatorio
Programas Cooperativos del Servicio Geológico de los Estados Unidos para Reducción de Riesgos por Terremotos
nicaragüense ya estaba operando autonómicamente,
produciendo catálogos anualmente sobre micro-
sismología y llevando a cabo sus propios estudios
sobre tales aspectos como estructura de la capa
terrestre y ampliación del suelo en sitios privados.
b) Un proyecto cooperativo entre el gobierno de El
Salvador y el Servicio Geológico de los Estados
Unidos empezó en 1983 con la instalación de una red
de 12 estaciones sismográficas en la parte noroeste
del país. Técnicos fueron entrenados en el manten
imiento de la estación y científicos dieron una mano
en el entrenamiento en sismología básica y reducción
de datos. La redes serán ampliadas durante los
siguientes dos años, pero el observatorio es ahora
esencialmente autónomo, llevando a cabo sus
propios estudios de sismología y ampliación del lugar.
c) Un proyecto cooperativo entre el gobierno de Gua
temala y el Servicio Geológico de los Estados Unidos
empezó en 1975, con la instalación de una red de 6
estaciones sismográficas alrededor de la ciudad de
Guatemala. En 1979, la red se amplió a unas 25
estaciones que se extienden más hacia el sur de
Guatemala. Técnicos y científicos fueron entrenados,
y el observatorio, aún con escaso personal consideran
do los altos niveles sísmicos, es casi autónomo y
produce sus propios catálogos microsísmicos una vez
al año.
II. Resultados del programa de catalogamiento de ter
remotos históricos : El Servicio Geológico de los Estados
Unidos ha empezado un programa para catalogar
documentos de terremotos históricos y ha determinado el
lugar, la magnitud, y ocasionalmente, la profundidad de
más de 50 terremotos históricos destructivos en Centro
américa, muchos de los cuales no fueron previamente
detectados.
129
Figura 1. Las zonas dañadas por terremotos de magnitud 6 o mayor que ocurrieron en America Central durante este
siglo.

Resultados :
nado con actividad sísmica que termina con un
a) La cadena de volcanes activos es el área más grande de
terremoto de magnitud cerca de 7.5 (y seguido de
riesgos sísmicos porque los terremotos son más
temblores) en cualesquiera de las fallas.
frecuentemente aquí, ya que capas gruesas de cenizas
d) La mayor parte de los volcanes activos en la cadena
volcánicas amplifican los movimientos de la tierra y
noreste de Nicaragua son asísmicos o parecidos, y de
que la población está concentrada alli. Temblores
un bajo riesgo sísmico.
superficiales con magnitudes hasta 6.5 ocurren frecuen
e) La mayoría de los volcanes activos de la cadena
temente a intervalos de 30 años en algunos lugares . La
noreste de El Salvador es un área de bajo riesgo
Figura 1 muestra las áreas damnificadas por terre
sísmico con no muy frecuentes terremotos.
motos de la magnitud de 6 o mas grandes que
f) La mayor parte de la region noreste de Peten, en
ocurrieron dentro de Centroamérica durante este
Guatemala, es de bajo riesgo sísmico.
siglo. De un total de 23 terremotos, 18 o 78% ocurrió
m. Resultados significativos de los estudios de micro-
a lo largo de la cadena de volcanes activos, y todos
sismología: La Figura 2 muestra el epicentro de micro-
salvo uno de estos, causo daños locales severos.
terremotos superficiales recientes (menos que 15 km de
También se han visto terremotos en lugares de cade
profundidad) localizados durante proyectos cooperativos
nas volcánicas nuevas. Se pueden esperar daños fuertes
entre el Servicio Geológico de los Estados Unidos y
por terremotos en un lapso de cada 4 años en alguna
Nicaragua del año 1975 a 1978; Guatemala durante el año
parte de Centroamérica.
1982, y El Salvador durante el año 1984. Nótese que
b) La región entre la costa pacífica y la cadena de
cerca del 90% de los epicentros están situados a lo largo
volcanes activos es una zona de riesgo considerable
de la cadena de los volcanes activos, en el mismo lugar que
porque la larga zona de subducción de terremotos,
muchos de los recientes terremotos que han causado
aunque menos frecuentes que los de las cadenas
daño en la región, que se muestran en la Figura 1.
volcánicas, interaccionan con aluvión de las planicies
a) A lo largo de la cadena de volcanes activos, hemos
costeras para producir daño en derredor. Los terre reconocido por lo menos cuatro diferentes tipos de
motos con magnitud de 7.5 a 8.0 ocurren frecuent terremotos, los cuales todos producen daños.
emente cada 70 a 200 años en muchos sitios a lo 1) Una clase llamada terremoto tectónico, ocurre
largo de la costa. fuera de la cadena volcánica y está characteri-
c) La mayoría de Guatemala central desde el altiplano zada por un temblor principal seguido de
al lago Izaba! es un área de riesgos sísmicos grandes temblores.
debido a numerosas fallas activas asociadas con el 2) Una segunda clase, llamada terremotos vol
sistema de fallas del Motagua y del Chixoy-Polochic. cánicos, ocurren solo debajo de los volcanes
Las fallas del Motagua y del Chixoy-Polochic parecen activos y dentro de ellos, y usualmente van acom
controlar un ciclo regional de quietud sísmica alter pañados de erupciones volcánicas. Estos terre-

130 Mineral, Energy, and Water Resources and Geologic Hazards, Central America
 México
~V V
%
9 7*=T > V
Hondura! Nicaragua
X" Guataraala /j «'
¿
V! •• • • ^u-n/'-v, "r •••
*• /"" El Salvador **">- V .. ' -

Figura 2. Los epicentros de recientes terremotos de poca profundidad (menos de 15 km de profundidad) localizados
durante proyectos cooperativos entre el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS) y Nicaragua desde 1975 hasta 1978,
Guatemala durante 1982 y El Salvador durante 1984.

motos ocurren en multitudes caracterizadas por
un bajo crecimiento de energía sísmica y, luego,
actividad volcánica, con los mayores terremotos
cerca del medio de los periodos de actividad
sísmica, precedentes o acompañados de
erupción inicial.
3) El tercero y el tipo más común se puede llamar
terremoto tectónico-volcánico. Estos terremotos
ocurren dentro de volcanes como frecuentes
multitudes de (usualmente) bajo nivel de energía
sísmica. Estas multitudes son caracteracter-
izadas por un corto período de energía sísmica
que se incrementa rápidamente, seguido por un
temblor principal, seguido por largo número de
pequeños temblores. Estos temblores son proba
blemente relacionados con el movimiento super
ficial de magma debajo de estos volcanes, pero
no son acompañados de erupciones. Ocasional
mente una multitud producirá daños por terre
motos.
4) El último tipo es probablemente asociado con el
colapso o hundimiento de parte del techo de la
caldera y puede ser menos frecuente que los
otros. Parece que muchos de los daños por ter
remotos de los tipos 2 y 3 pueden serpronosticados
unos días antes porque hay periodos precursores
de crecimiento sísmico que usualmente preceden
al principal temblor. Se predijo un terremoto a
finales del mes de septiembre de 1979 por el Ing.
Eddy Sánchez del INSIVUMEH, Guatemala.
Debido a un alarmante crecimiento de actividad
sísmica, el advirtió a los habitantes locales a que
durmieran afuera, indubablemente previniendo
mayores daños cuando el principal temblor
golpeara días más tarde.
b) Fallas normales asociadas con la Depresión de Nica
ragua, parecen ser los lugares de baja actividad
sísmica, mientras que muchos del noreste de Nicara
gua es sísmicamente tranquila.
c) La mayor parte de la cadena volcánica del noreste de
El Salvador es sísmicamente tranquila.
d) A lo largo de la parte central de Guatemala, muchas
fallas cartografiadas se han encontrado activas y
algunas fallas adicionales activas.
e) Se ha empezado el perfil de la zona de subducción.
La Figura 3 muestra la zona de subducción de
terremotos localizados durante el año 1975 al 1978
del programa cooperativo con Nicaragua. Al contra
rio de los resultados de otros estudios, el perfil de la
zona sísmica de subducción varía muy poco a través
de esta región y no se ha encontrado evidencia de
ningún desprendimiento. En algunas áreas en donde
se conoce que han ocurrido terremotos grandes, el
nivel de antecedentes sísmicos se ha observado que
ha decrecido antes de la ocurrencia de grandes
eventos. La sección 2 de la zona de subducción
estuvo ominosamente tranquila durante este reciente
periodo. Desde que se ha conocido la localización de
un terremoto (magnitud mayor de IV*) en 1898, se
considera corrientemente un riesgo de orden supe
rior.
Recomendaciones para el trabajo ha realizarse en el
futuro : Los resultados mencionados arriba van encamina
dos hacia un entendimiento mejorado de los riesgos
regionales sobre terremotos ya considerados como un
trabajo que seguirá las necesidades dirigidas para poder

Programa* Cooperativos del Servicio Geológico de los Estados Unidos para Reducción de Riesgos por Terremotos 131
Figura 3. La zona de subducción de terremotos localizada durante el programa cooperativo con Nicaragua de 1975 a 1978.

132 Mineral, Energy, and Water Reaourcea and Geologic Hazarda, Central America
incorporar esta información directamente al diseño de
estructuras y comunidades.
1) Los paises vecinos necesitan empezar programas
cooperativos de intercambio de datos con cada
uno para entender mejor la sismología en las
áreas costaneras. También, programas de inter
cambio se recomiendan en vista de que los
gobiernos puedan necesitar ayuda con el man
tenimiento o renovación de sus redes de micro-
terremotos. La estandarización del equipo y
ténicas de procesamiento de datos facilitarían tal
cooperación.
2) Los lincamientos de sismología descubiertos por
las redes de microterremotos deberían ser inves
tigados por geólogos para evidenciar las fallas
que todavía no se encuentran en un mapa.
3) Para las fallas microsísmicas activas que han sido
asociadas, la extensión lateral y la profundidad
de la falla puede ser estimada desde la distri
bución de los microterremotos. Combinada con
la evidencia geológica para rapidez de desli
zamientos del Holoceno y cantidades de desli
zamiento por evento, esta información puede
Programas Cooperativo» del Servicio Geológico de lo* Estado» Unidos para Reducción de Riesgos por Terremotos
después ser usada para estimar el riesgo sísmico
de la falla.
4) Los intervalos de recurrencia necesitan ser
estimados para cada falla ya sea mediante los
catálogos históricos o mediante zanjas en el
campo si fuera posible.
5) Instrumento de fuerte movimiento necesitan ser
desplegados en todos los centros de mayor
población para determinar la respuesta de los
sedimentos de la superficie durante los ter
remotos mayores locales.
6) Estimados de los lugares específicos de tiempos
de retorno para aceleraciones altas necesitan ser
calculadas según lo mencionado arriba.
7) Se necesita formular códigos de construcción de
acuerdo con los estimados de tiempos de retorno
para aceleraciones altas.
8) Muchos países necesitan más personal entren
ado en ingeniería sismológica y en ingeniería
para ayudar con este trabajo y para revisar a la
fecha los códigos de construcción mientras que
la nueva información esté al alcance.
133
THE BUREAU OF MINES-FUNCTIONS AND
CAPABILITIES
By Harold J. Bennett1
The Bureau of Mines, U.S. Department of the
Interior, is the principal Federal Government agency
responsible for conducting research and for collecting,
interpreting, and analyzing information involving mineral
reserves and production, consumption, and recycling of
mineral materials. The objectives are to assure the nation,
at low human, social, and environmental cost, of adequate
mineral supplies necessary to maintain national security,
employment, and continued economic growth, and to help
stimulate the private sector in the production of minerals.
Towards these objectives, the Bureau of Mines
performs the following functions: (1) collects and inter
prets information on minerals, the minerals industry, and
sources of minerals throughout the world; (2) identifies
and analyzes mineral problems relative to the nation's
requirements; (3) formulates policy options and recom
mendations to meet these needs; and (4) attempts to
provide technological advances to improve efficiency and
recovery from mineral deposits and processing systems, to
reduce undesirable environmental effects, and to improve
health and safety, economic, and national security aspects
of producing, using, recycling, and disposing of mineral
materials.
To address these functions, the Bureau is organized
into four principal program areas, which are (1) Miner
als Information; (2) Mineral Data Analyses; (3) Mining
Research; and (4) Minerals and Materials Research.
Each of these program areas has its own expertise and
capabilities which assist in the development of minerals
policy, efficient use of natural resources and the abate
ment of adverse environmental effects stemming from the
production and disposal of mineral-based materials.
To aid in understanding the type of expertise and
capabilities that could be made available to the govern
ment representatives present at this workshop, each of the
program areas will be discussed.
The Minerals Information Program area involves
gathering, evaluating, and reporting statistical, economic,
1 US. Bureau of Mines, Bldg. 20. Denver, Colorado.
134 Mineral, Energy, and Water Resource* and Geologic Hazard*, Central America
and related information on minerals. Information is col
lected from all government, commercial, industrial, and
consumer activities in and related to the minerals indus
tries, both domestic and, to the extent it is available,
foreign. Program personnel include both commodity spe
cialists for the some 100 commodities and country area
specialists for each of the world nations.
The objective of this program is to provide a reliable
data and information base to support development of
effective national minerals policy by interpreting and
disseminating worldwide data and information on the
production and consumption of nonfuel minerals. Current
activities encompass the producing/consuming minerals
companies for more than 100 commodities through more
than 150 formal canvasses. The data obtained from these
canvasses are audited, tabulated, and interpreted by com
modity specialists and their statistical staffs to evaluate
developments in the nonfuel mineral industry and to
assess the impact of these developments.
This information is disseminated through an estab
lished series of publications, special papers and reports,
and through technical assistance and consultant services
by the commodity specialists and foreign area specialists.
Services performed by commodity and country spe
cialists include responses to numerous data requests from
government, academia, and industry representatives.
Industry requests, representing mineral producers and
consumers and industry suppliers, address items such as
production patterns, changes in technology and areas of
competition. Perhaps the program areas that have the
greatest potential for assisting in the assessment of known
mineral resources are the Bureau programs of Minerals
Data Analysis, Minerals and Materials Research, and
Mining Research. Within Minerals Data Analysis is the
Minerals Availability Program which was established to
evaluate the availability of minerals to the U.S. economy
from domestic and foreign sources. The program is
designed to systematically measure and classify, on an
individual-deposit basis, identified domestic and foreign
mineral resources for 34 specific commodities. Evalua
tion of the resources takes into consideration the geo
graphic location, quantity and quality, applicable technol
ogies for recovery, and the capital and operating costs
associated with production. The data obtained from these
site-specific engineering and economic analyses can then
be used to formulate both domestic and foreign mineral
policies and supply analyses, and can be of direct benefit
to programs concerned with stockpile assessment, min
eral exploration, extraction-technology research, tax struc
turing, substitute-mineral studies, land utilization, and
regulatory-impact analysis.
Deposits subjected to this analysis are existing
operations, developing deposits, and explored deposits;
sufficient geologic and mineralogic data must exist to
develop a mining and processing method and to estimate
the costs of producing and marketing the contained
minerals. Considered in the analysis of the applicable
country are specific tax structures, depreciation sched
ules, inflation and exchange rates, and productivity differ
ences.
Results, on a deposit basis, are presented as the
average total production cost per unit of output and the
total units available. The cost can be determined at a
break-even situation (return of invested capital with no
profit) or at a specific return on invested capital. This
average total production cost can then be compared to the
current market price to indicate the viability of the
project. Also, the current market price could be assigned
to the commodity to determine the rate of return for the
operation.
Data for the deposits of a particular industry are
aggregated and provide a means of noting total availabil
ity and the position of a deposit relative to others concern
ing costs of reproduction and quantity of commodity
available. Currently, data on 195,000 mineral occurrences
reside as a computerized data base, more than 6,000 of
which are foreign deposits including IS in the countries of
Costa Rica, Guatemala, Honduras, Panama, and Nicara
gua; by contrast, 205 and 138 are in Mexico and Colum
bia, respectively.
Numerous products— including techniques, hand
books, and computer software— have been developed to
conduct the evaluations and analyses. A system has been
developed to provide estimates of capital and operating
costs for nonfuel minerals. The system is available in a
handbook and in a computerized version. Available, also,
are 13 country-specific indexes for 95 countries covering
labor-wage rates, equipment, transportation, exchange
rates, and other production-cost items. These indexes are
used in updating capital and operating costs and in
transposing equipment and production costs from nation
to nation.
The computer software consists primarily of a
mine-simulation (MINSIM) program which simulates the
operation for a specified period of time utilizing input
parameters of capital and operating costs; production
information and profitability factors, such as net present
value, rate-of-return on investment, or required commod
ity price also are provided. Sensitivity analyses can be
performed, noting impacts in changes in input data,
commodity prices, inflation, and tax structure.
Because of their specialized engineering and min
eral economic expertise and their access to the informa
tion developed due to the broad scope of the Minerals
Availability Program, Bureau personnel are frequently
involved in special engineering and mineral economic
projects for domestic and foreign governmental agencies.
Such projects have included engineering and costing of
mineral properties, property economic analyses, analyses
of proposed tax regulations, and financing of mineral
operations.
If requested by the involved representatives of the
various nations, engineering, economic, and production
potential could be evaluated on a deposit basis. In the
process, training of personnel and transfer of computer
software would take place.
Minerals and Materials Research Program pro
vides fundamental scientific and technical information
essential to accelerate technological advances in the
Nation's nonfuel minerals industry. The program empha
sizes basic studies designed to determine new fundamen
tal scientific concepts in extractive metallurgy, materials,
and recycling technologies. Such work also provides the
on-the-shelf technology that could be used in times of
national emergency to treat otherwise uneconomic
domestic resources, thereby helping to offset shortfalls in
supply caused by the cutoff of foreign sources.
Concern over the Nation's dependence on foreign
sources for certain mineral raw materials continues to be
a preeminent criterion for allocating resources to miner
als research. For critical and strategic minerals there are
three principal research-oriented approaches to address
ing this national problem: (1) devise new extractive met
allurgy for treating domestic low-grade and complex
resources; (2) seek substitute and alternative materials;
and (3) reduce imports through conservation and recy
cling. The Minerals and Materials Research Program
actively pursues all three approaches with the fundamen
tal high-risk research necessary to provide solutions.
The Bureau's Mining Research Program seeks to
improve the health and safety of mineral-industry employ
ees, and to develop, or refine, various practices in the
mining operation to improve resource recovery and
increase productivity.
The Bureau's Health and Safety Technology Pro
gram seeks to provide information and technology which
will reduce health and safety hazards of mineral-industry
workers.
Despite the progress that as been made, health and
safety problems in mines remain very costly. Mining
employs about 1 percent of the Nation's workforce, but
The Bureau of Mines— Functions and Capabilities 135
accounts for approximately 10 percent of its occupational
fatalities. The cost of mining fatalities and injuries for
1983 was more than $232 million, computed from medical
treatment costs, compensation from occupational insur
ance, and Social Security and union losses in production
due to inefficiency or mine shutdowns following acci
dents. The cost of compensation for black-lung disease in
coal miners is approximately $1.7 billion annually.
The Health and Safety Program currently addresses
the following areas: respirable dust, noise control, radia
tion hazards, industrial hygiene, ground control, industrial
hazards, and disaster prevention.
The objective of the Mining Technology Program is
to provide the technological advances needed to stimulate
the mining of domestic deposits containing critical, stra
tegic, and other essential minerals, including coal. At the
same time, mining must be done in compliance with
existing regulations and at costs sufficiently low to be
competitive in world markets. Research efforts are
directed toward improving fundamental understanding of
processes involved in the production of minerals. The
overall goals are accomplished by investigating alternative
mining methods to increase domestic production of criti
cal and strategic minerals from low-grade deposits;
expanding the technology for the economic and efficient
extraction of minerals consistent with cost-effective com
136 Mineral, Energy, and Water Resource* and Geologic Hazards, Central America
pliance with environmental regulations; and advancing the
technologies needed to insure an adequate supply of coal.
Current research topics in Mining Technology
include coal-mining technology, metal and nonmetal min
ing technology, and environmental issues such as solid
wastes, acid mine drainage, abandoned mine fire control,
and subsidence.
Recognizing the benefits of technical information
exchange and sharing research resources and facilities,
the Bureau is currently engaged in international scientific
and technological cooperation with mining research orga
nizations in several countries, including Canada, West
Germany, South Korea, the United Kingdom, and Yugo
slavia. Information exchanges with many other countries
are maintained.
In summary, the expertise and capabilities available
from the Bureau of Mines encompass all aspects of
mineral production from development through production
of marketable products. Assistance can be provided in the
testing and design of mining and processing techniques,
and in engineering and economic analyses to determine
costs and the commercial potential of production from
identified deposits. Training in the use of technology also
can be made available, and engineers and scientists of
participating nations can participate in the analyses and in
the metallurgical processing and testing of material.
OFICINA DE MINAS-FUNCIONES Y APTITUDES
Por Harold J. Bennett1
La Oficina de Minas, Departamento del Interior de
los Estados Unidos, es la agencia Federal Gubernamental
principalmente responsable de dirigir investigaciones, así
como de recabar, interpretar y analizar información
relacionada con reservas minerales, producción, consumo
y reciclaje de materiales minerales. El objetivo es propor
cionar a la nación, a un costo humano, social y ambiental
bajo, abastecimientos minerales necesarios para man
tener la seguridad de la nación, empleos y un continuo
desarrollo económico y ayudar al sector privado en la
producción de minerales.
Con estos objetivos en mente, la Oficina de Minas
tiene a su cargo las siguientes funciones: 1) Recabar e
interpretar información sobre minerales, la industria de
minerales y fuentes de minerales de todo el mundo; 2)
Identificar y analizar problemas minerales relacionados
con los requerimientos de las naciones; 3) Formular
opciones de políticas y recomendaciones para estas nece
sidades; y 4) Procurar proporcionar avances tecnológicos
para mejorar la eficiencia y la recuperación de los
depósitos minerales y sistemas de proceso con el objeto
de reducir efectos ambientales no deseados; también,
mejorar los aspectos de salubridad, seguridad y protec
ción nacional al producir, usar, reciclar y desechar materia
les minerales.
Para dirigir estas funciones, la oficina ha sido
organizada en cuatro programas de áreas principales, las
cuales son: 1) Información mineral; 2) Análisis de infor
mación mineral; 3) Investigación minera; y 4) Inves
tigación minerales y materiales. Cada uno de estos progra
mas de área tiene su propia especialidad y aptitud que
ayuda al desarrollo de políticas minerales, uso eficiente de
recursos naturales y disminución de efectos ambientales
adversos provenientes de la producción y desecho de
materiales a base de minerales.
Todos los programas de áreas serán discutidos con
los representantes gubernamentales presentes en el taller
de trabajo, con el objeto de darles a conocer las especia
lidades y aptitudes que podrían estar a su alcance.
1 US. Bureau of Minex, Blog. 20. Denver. Colorado, United Slates of America.
El programa de información mineral del área
incluye recabación, evaluación e información estadística y
económica, relacionados con información sobre minera
les. La información es recabada de fuentes gubernamen
tales, comerciales, industriales y actividades del consumi
dor, relacionadas con la industria mineral, tanto nacional
como, si fuero posible, extranjera. El programa de per
sonal incluye especialistas en la materia (para unos 100
productos) y especialistas del área de campo de cada una
de las naciones del mundo.
El objetivo de este programa es proveer datos e
información confiables para poder amparar el desarrollo
efectivo de la política mineral por medio de interpretacio
nes y diseminaciones de información y datos de la
producción y consumo de minerales no-combustibles en
todo el mundo. Las actividades corrientes abarcan las
compañías productoras/consumidoras de minerales para
más de 100 productos a través de más de 150 encuestas
(investigaciones) formales. La información que se
obtiene de estas encuestas es auditada, tabulada e interpre
tada por especialistas en la materia y por su personal
estadístico, con el fin de evaluar los desarrollos de la
industria de minerales no-combustibles y para asesorar el
impacto de estos desarrollos.
Esta información es diseminada por medio de una
serie de publicaciones, papeles especiales y reportes
especiales a través de asistencia técnica y servicios con
sultores por los especialistas en la materia así como
especialistas de área extranjeros.
Los servicios llevados a cabo por especialistas de
productos y del campo incluyen dar respuesta a
numerosas peticiones por parte de representantes del
gobierno, academia e industria. Los requerimientos
industriales de representantes de productores/consumi
dores minerales y abastecedores industriales se refieren a
asuntos tales como patrones de producción, cambios en
tecnología y áreas de competencia. Posiblemente el pro
grama de área que tiene gran potencial para poder ayudar
en el asesoramiento de recursos minerales conocidos son:
Análisis de Información Mineral, Investigaciones de
Materiales y Minerales e Investigación Minera.
Dentro de los Análisis de Información Mineral se
encuentra el Programa de Disponibilidad de Minerales, el
Oficina de Mina*— Funcionas y Aptitude* 137
cual fué establecido con el objeto de evaluar los minerales
disponibles para la economía de los Estados Unidos
provenientes de fuentes nacionales y extranjeras. El pro
grama está diseñado para medir y clasificar sistemáti
camente en bases de depósitos individuales, recursos
minerales, nacionales y extranjeros, identificados para 34
productos específicos. En la evaluación del recurso se
considera la ubicación geográfica, cantidad y calidad,
tecnología aplicables para recuperación, así como el capi
tal y costo de operación relacionado con la producción.
La información obtenida del análisis económico e ingen
iería puede entonces ser utilizado, para formular la polí
tica mineral, nacional y extranjera, y además proporcionar
análisis, siendo a la vez de gran beneficio para programas
relacionados con asesoramiento en información, explo
ración mineral, investigación de extracción tecnológica,
estructuración de impuestos, estudios sobre substitutos
minerales, utilización de tierras y análisis de impactos
regúlatenos.
Los depósitos. sujetos a este análisis son las opera
ciones existentes, depósitos en desarrollo y depósitos ya
explorados; debe existir suficiente información geológica
y mineralógica para poder desarrollar un método minero
y de proceso así como para determinar el costo de la
producción y mercadeo de los minerales. También se
consideran en el análisis del país aplicable estructuras de
impuestos específicos, depreciación de horarios,
inflación, porcentajes de cambio y diferencias en produc
tividad.
Los resultados, en base de depósito, son presenta
dos como el costo total promedio por unidad de produc
ción y del total de unidades disponibles. El costo puede
ser determinado en bases iguales (recuperación del capi
tal invertido sin ganancia alguna) o bien con cierta
recuperación del capital invertido. Este total promedio de
producción puede ser entonces comparado con los
precios corrientes en el mercado para indicar la viabilidad
del proyecto. El precio corriente del mercado se puede
asignar al producto para determinar la ganancia de la
operación.
La información de depósitos de una industria, en
particular, se agrega a la vez que provee un medio para
hacer notar la disponibilidad total y la posición relativa de
un depósito a otro, relativo al costo de reproducción y
calidad del producto disponible. Actualmente, se encuen
tran computarizados datos sobre 195.000 ocurrencias
minerales, más de 6.000 son depósitos extranjeros
incluyendo 15 en los países de Costa Rica, Guatemala,
Honduras, Panamá y Nicaragua; por contraste, 205 y 138
se encuentran en México y Colombia respectivamente.
Numerosos productos— incluyendo técnicos, libr
etos y programa de computadora "software"— han sido
desarrollados para llevar a cabo evaluaciones y análisis.
Un sistema ha sido elaborado con el objeto de proporci
onar costos estimados de capital y operación para miner
138 Mineral, Energy, and Water Resources and Geologlc Hazards, Central America
ales no-combustibles. El sistema se encuentra disponible
en libreto, y en una versión computarizada. Asimismo, se
encuentra disponible un índice con 13 áreas de campo
específicas de 95 países, que cubre porcentajes de suel
dos, equipo, transporte, porcentajes de cambio y otros
artículos de costo de producción. Estos índices se utilizan
para poner al día los costos de capital y operación, así
como costos para trasladar equipo y producción de una
nación a otra.
El programa "software" de la computadora con
siste, primordialmente, en un programa de simulación
minera (MINSIM) el cual simula una operación para un
período específico utilizando parámetros de capital y
costos de operación establecidos; también se provee
información de producción y factores de ganancias, tales
como: valores netos, tasa de recuperación de la inversión
y precios del producto requerido. El análisis de suscepti
bilidad se puede llevar a cabo notando los cambios en la
información establecida, precios de productos, inflación y
estructura de impuestos.
El personal de oficina se ve con frecuencia involucra
do en proyectos especiales de ingeniería y economía
mineral tanto nacional como de agencias gubernamenta
les extranjeras, debido a la especialización que han tenido
con el Programa de Disponibilidad de Minerales.
Un depósito base podría ser evaluado en los aspec
tos de ingeniería, economía y potencial de producción si
así fuese requerido por los representantes de varias
naciones involucradas. En dicho proceso podría existir la
necesidad de entrenar personal y cambiar el sistema de la
computadora.
El Programa de Investigación Mineral y Material
proporciona información científica y técnica esencial con
el objeto de acelerar los avances tecnológicos de la
industria de minerales no-combustibles de la nación. El
programa hace énfasis en estudios básicos diseñados para
determinar conceptos científicos nuevos y fundamentales
en la extracción metalúrgica, materiales y tecnologías de
reciclaje. Dicho trabajo también provee tecnología al
alcance de la mano que podría ser utilizada en casos de
emergencia nacional para tratar recursos nacionales no
económicos, ayudando a compensar la falta de recursos
extranjeros.
La preocupación de la dependencia nacional de
recursos extranjeros (materia prima de minerales) conti
núa siendo la razón mayor para continuar buscando
nuevos recursos minerales. En lo que se refiere a miner
ales críticos y estratégicos existen 3 acercamientos orien
tados a la investigación para tratar este problema: 1)
Hacer un mecanismo para extracción metalúrgica para
tratar recursos nacionales complejos y de nivel bajo; 2)
Buscar materiales alternativos y substitutos; y 3) Dis
minuir las importaciones por medio de la conservación y
reciclaje. El programa de investigación de minerales y
materiales se dedica a estos tres acercamientostratando
fundamentalmente de encontrar respuestas a los mismos.
La Oficina del Programa de Investigación Minera
se empeña en mejorar los aspectos de salubridad y
seguridad de los empleados de la industria minera, así
como desarrollar o refinar varios métodos en la operación
minera con el objeto de mejorar la recuperación de
recursos e incremento en productividad.
El programa de Tecnología de Salubridad y Seguri
dad tiene como finalidad proveer información y tecno
logía que reduzca peligros de salubridad y seguridad a los
trabajadores de la industria minera.
A pesar del progreso obtenido, los problemas de
salubridad y seguridad en las minas es muy costoso. La
industria minera emplea aproximadamente un por ciento
de la fuerza de trabajo nacional pero únicamente se hace
responsable del 10 por ciento de las fatalidades ocupacio-
nales. El costo de fatalidades y lesiones mineras para el
año 1983 fue más de $232 millones, computarizado de
costos de tratamientos médicos, compensaciones del
seguro ocupacional, pérdidas de Seguro Social y sindicato
de trabajadores (pérdidas debido a ineficiencias o cierre
de mina debido a accidentes). La compensación por
enfermedades de pulmón-negro (black-lung disease) en
los mineros abarca un costo anual de $1.7 billones.
Actualmente, el Programa de Seguridad y Salubri
dad se refiere a: polvo respirable, control de ruidos,
peligros de radiación, higiene industrial, control de tierra,
peligros industriales y prevención de desastres.
El objetivo del Programa de Tecnología Minera es
proveer los avances tecnológicos necesitados para estimu
lar los depósitos mineros nacionales que contienen minera
les críticos, estratégicos y esenciales, incluyendo el
carbón. Al mismo tiempo, la minería se debe llevar a cabo
de conformidad con las regulaciones existentes y con
costos suficientemente bajos para que puedan ser com
petitivos en el mercado mundial. Todos los esfuerzos de
investigación están orientados a mejorar el entendimiento
fundamental de procesos involucrados en la producción
de minerales. Las metas generales son llevadas a cabo por
medio de investigaciones de métodos mineros alternativos
para aumentar la producción nacional de minerales
estratégicos y críticos de depósitos de bajo grado;
expander la tecnología para la extracción económica y
eficiente de minerales estando de acuerdo con las regu
laciones ambientales; y avance de tecnologías necesarias
para asegurar el abastecimiento de carbón.
Tópicos de investigación actuales sobre Tecnología
Minera incluyen: tecnología en minas de carbón, tecno
logía minera metal/no-metal y temas del ambiente tales
como: desechos sólidos, drenaje minero de ácidos, control
de incendios minero abandonado y depósitos.
Reconociendo los beneficios de intercambiar infor
mación técnica y de compartir recursos de investigación,
así como facilidades, la Oficina de Minas se encuentra
comprometida en cooperación científica y tecnológica
internacional con organizaciones mineras de investi
gación en varios países, incluyendo Canadá, Alemania
Oriental, Corea del Sur, Reino Unido y Yugoeslavia. Se
mantienen intercambios de información con muchos
otros países.
En resumen, la especialidad y aptitudes disponibles
en la Oficina de Minas abarcan todos los aspectos de la
producción mineral desde el desarrollo a través de
productos en el mercado. Se puede proprocionar asesoría
en el muestreo y diseño de minería y técnicas de proceso,
así como en ingeniería y análisis económico para deter
minar costo y potencial comercial de la producción de
depósitos identificados. Asimismo, se puede proporcio
nar entrenamiento en el uso de tecnología, ingenieros y
científicos de las naciones participantes pueden tomar
parte en el análisis de los materiales.
Oficina de Minas—Funciona* y Aptitudes 139
MANAGEMENT AND DEVELOPMENT OF SURFACE
AND GROUND WATERS
By Ferdinand Quinonez Marquez
The handling and development of water resources
in any country requires a series of elements. Integration of
these elements into an action plan necessitates the cre
ation of organizations and infrastructure related to water
resources. The organization of such a plan depends, at the
same time, on the source of such resources; that is to say,
whether superficial or ground waters should be predom
inant. Problems with regard to water quality also depend
on the source to be used.
The main element for the handling and optimum
development of water resources is the existence or cre
ation of a central agency responsible for determining the
amount, quality, and occurrence of water resources. In
many countries, these responsibilities are unfortunately
divided among several regional and national agencies. The
need for one sole entity is based on the following:
1. Economic factors: Avoids the duplication of person
nel and efforts, optimizing the use of available
resources.
2. Methodology and quality control: Sets forth methods
and uniform proceedings for data collection, analy
ses, and processing.
3. Establishes a central deposit for all hydrologic infor
mation as well as for its distribution and disbursement
through publications.
Several models for the central organization that will
be responsible for hydrologic research exist. In some
countries, all work is divided into the two most important
branches of hydrology: surface and ground water. Even
though there are instances in which the water-quality
aspect appears to be a separate task, this practice is not
desirable. Water quality is very closely related to its origin.
The organizational model used by the U.S. Geolog
ical Survey (USGS) is based on a central structure where
research for ground and surface waters is combined,
integrating at the same time, the quality determination for
such waters. In this structure (fig. 1), fundamental divi
sions move around the collection of the so-called "basic
data" and hydrological investigations. A semi-independent
unit is responsible for the operation of all hydrological
networks, including flow determination in river beds,
140 Mineral, Energy, and Water Resources and Geologic Hazards, Central America
levels of superficial and ground water, meteorological
data, and water quality. Personnel in this unit are also
responsible for the processing and analysis of information
received from hydrological networks, including prepara
tion of its publication. Publication of annual volumes
constitutes the culmination of the duties of the "Basic
Data Unit" as it is the source for many practical applica
tions and future investigations (fig. 2).
In addition to the basic data unit, the USGS orga
nizational model includes a unit for "hydrological investi
gations." This unit is responsible for designing, planning,
and implementing special investigation projects in specific
disciplines or in regional areas. Personnel in this unit,
generally hydrologists, geologists, engineers, and hydrol
ogy technicians' teams, are responsible for all investiga
tions from their initial design, up to the publication of final
reports. A close coordination exists between this unit and
that of the "Basic Data Unit" because special investiga
tions require field information . The administrative unit,
through the Director, serves as the needed liaison.
In mountainous countries similar to those of Cen
tral America, superficial waters are the most common
water resource. The optimum handling of superficial
water resources requires an investigation and develop
ment plan involving the following elements:
1. Designing and setting up of optimum networks to
determine available flow or volume in the area of
interest. The design of a hydrological network
includes, generally, three types of gaging stations:
a. Short-term stations designed to obtain drafting
data for water structures and water facilities.
This type of station may be automatic (instru
ments measure indirectly the continuous water
flow), or manual (an observer writes down the
relative raising or water elevation several times a
day). Short-term stations are usually designed
with specific purposes and a 2-5 year duration.
One of the classic problems encountered with this
type of station is the tendency to keep them
operating after their short-term objective has
been accomplished.
 EXPLANATION

A High Plains
A, Southern High Plains
A2 Central High Plains
A3 Northern High Plains

B Central Valley

C Southeastern Carbonate Aquifers

0 Atlantic Coastal Plain

E Basin and Range Lowlands, Arizona

Figure 1. Areas adversely affected by excessive extraction of ground water in central United States.

b. Long-term stations with statistical purposes. The
most important component of a hydrological
network for superficial waters is long-term sta
tions. The long-term stations network provides all
information needed for statistical analyses which
in turn serve as a basis for studies about flood
frequency, average flows, maximum and mini
mum flows, water dam and filtration plants
design. The main problem in a long-term stations
network is, usually, an excess of stations. Once
again, reluctance or unwillingness to discontinue
such stations is shown. There exist statistical
methodologies, even applying economical com
ponents, to optimize long-term networks.
c. Special-use stations. This type of station answers
unique demands for flow data, such as the neces
sity of a business or industry to know the flow at
a certain point so as to comply with legal or
environmental requirements and dispositions.
2. The second component consists of data processing,
analysis and publication. This calls for:
a. Technically correct methods for data processing
and analysis. The basic problem in this area is the
diversity of methodologies used by different enti
ties or agencies within the same country. It is
necessary to produce uniform and standard man
uals and guides in this respect, and to carry out
practical training shops to implement such meth
ods.
b. Equipment and modern facilities for data pro
cessing, storage, handling, and withdrawal. Nor
mally, the volume of hydrological data becomes

Management and Development of Surface and Ground Waters 141


AREA DE MANAT!
PUERTO
Figure 2. Areas adversely affected by saline intrusion on the northern coast of Puerto Rico.
so large that it surpasses institutions' capacities
for its processing and storage. A classical prob
lem in this area is storing data which later on is
difficult or almost impossible to withdraw for
use. Computers' systems provide the necessary
tools for carrying out this task (fig. 3). Techno
logical progress in microprocessors permits the
installation processing and analysis systems with
a minimum capital investment,
c. Mechanisms for publishing and releasing infor
mation. In many countries, a great amount of
hydrological data is stored in files and records of
the organizations which collect them. Such infor
mation is unknown to researchers and engineers
due to lack of publications. It is thus necessary to
publish basic data promptly and frequently in
annual books (for example, see figs. 4-9).
The third component for the handling of superficial
waters is the implementation of regulations for the
use, extraction, and maintenance of the quality of
such waters. Traditionally, in countries where super
ficial waters are abundant, this stage of the handling
of this resource is not considered important. How
ever, international experience shows that it is of the
utmost importance to establish necessary mecha
nisms to optimize the use of and to preserve water
resources even under conditions of abundant sup
plies. With this purpose in mind, it is necessary to set
up mechanisms for:
a. Regulating the volume of extractions from each
basin, so as to warrant existing rights and future
needs.
b. Regulating the quality of discharges to super
ficial water bodies so as to reduce to a minimum
their pollution.
c. Regulating the use of basin terrains in order to
142 Mineral, Energy, and Water Resource* and Geologic Hazards, Central America
San Juan
AREA DE CAMPANILLA
RICO
minimize changes in flow patterns and sediment
production.
The optimum handling of ground-water resources
calls for a series of measures and regulations similar to
those utilized for superficial waters:
1. The establishment of short- and long-term station
networks so as to determine the levels of the phreatic,
or subsurface, stratum as well as water quality. The
design of networks should follow a logical process
based on the knowledge of hydraulics of ground
waters and water-bearings involved. Similarly to the
case of surface water stations, there exists a trend to
operate excess stations for long periods of time. This
trend is even more pronounced when taking samples
from wells for chemical and physical analyses. Statis
tical analysis provides a mechanism to optimize net
works at phreatic levels and to minimize the collection
of data with regard to well-water quality.
2. Determination of the amount, occurrence, and move
ment of ground waters. In the USGS' system, this
duty belongs to the Hydrological Research Unit,
where projects are designed for this purpose. The
definition of ground-water resources in a basin or
area undergoing special investigations requires
important investments both in money and time. For
this purpose, it is necessary that agencies involved in
research activities should have:
a. Highly qualified personnel in hydrogeology, geo
chemistry, ground-water hydraulics, simulation of
water-bearing, or aquiferous systems, as well as in
other sciences related to hydrology.
b. Field equipment and office and laboratory instal
lations and facilities for the collection and pro
cessing of field data. Normally, equipment for
wildcat drilling is needed, as well as equipment
for aquiferous sampling, and well and geo-
phyaical testing, together with computers for data
 DISTRICT
DIRECTOR
ADMINISTRATION
PUBLICATIONS
BASIC DATA
FIELD LABORATORY
COMPUTING
ANALYSIS
Figure 3. A typical organization chart of an office in the Division of Water Resources of the U.S. Geological Survey.
processing and simulation of ground-water flow
c. Facilities and personnel for the preparation, pub
lication, and release of basic data and results
obtained from special investigations in the area of
ground water. Publication of basic data may be
put together with those of superficial water in one
sole annual book, which should also include the
quality of both types of waters. Special projects
require separate volumes at the end of the inves
tigation.
Development and implementation of structures,
mechanisms, and regulations so as to optimize the
use of ground-water resources. This element should
comprise:
a. Legal mechanisms for the possession of ground
waters in accordance with existing rights and the
Management and Development of Surface and Ground Waters 143
DATA
PROCESSING
HYDROLOGY
PROJECT CHIEFS DRILLING
reasonable use and benefit. In many countries,
special "water laws" have been passed, including
systems for designing permits and well drilling,
water extraction, as well as tariff systems for
different kinds of uses.
b. Regulations for protection of ground waters,
especially those water-bearings which are mainly
used for potable water. These regulations control
domestic discharges, as well as agricultural and
industrial discharges into water-bearing basins,
minimizing the pollution thereof.
c. Design and implementation of systems such as
mathematical models to maximize the use of
ground waters. Modern technology permits the
implementation of such models at a minimum
cost.
 Water Resources Data

Puerto Rico and the

U.S. Virgin Islands

Water Year 1983

by Russell E. Curtis, Senen Guzrr.an-Rios, and Pedro L. Diaz

U.S. GEOLOGICAL SURVEY WATER DATA REPORT PR-83-1

Prepared in cooperation with the Commonwealth of Puerto Rico,

the Government of the U.S. Virgin Islands, and other agencies

Figure 4. Typical publication giving basic data on the flow, quality of water, and phreatic levels.

144 Mineral, Energy, and Water Resource* and Geologic Hazard*, Central America
 WATER RESOURCES IN

PUERTO RICO AND THE

U.S. VIRGIN ISLANDS:

A REVIEW

VOLUME 4 NUMBER 2 JANUARY 1985

Figura 5. Boletín informativo del U.S. Geological Survey en Puerto Rico resumiendo condiciones hidrometereológicas.

b. Reglamentos para la protección de las aguas
subterráneas, especialmente aquellos acuíferos
que son utilizados principalmente para agua
potable. Estos reglamentos controlan las
descargas domésticas, agrícolas e industriales a
los acuíferos, minimizando su contaminación.
c. Diseño e implementación de sistemas tales como
modelos matemáticos para optimizar el uso de las
aguas subterráneas. La tecnología moderna per
mite la implementación de dichos modelos a un
costo mínimo.

El Manejo y Desarrollo de las Aguas Superficiales y Subterráneas 155

 WATER RESOURCES OF THE SABANA SECA
TO VEGA BAJA AREA. PUERTO RICO
By Arturo Torns-Gonzíliz end José' R. Díaz

U.S. Geological SnrvB}

Waler-Resourcas ImittlgitioBt Riporl 82-4115

Preparad la cooperation alta tai

Puarlo Rico Dapartaaenl of Agrleulturi

Sia Juan. Puerto Rico

1984

RESTORATION OF FRESHWATER IN THE

CANO TIBURONES AREA. PUERTO RICO
B| Alloa L. Zock and Angel Class-Cache

U.S. Geological Survey

Water Resources Inmtigotloos Report 83-4071

Prepared ¡a cooperation with the

Puerto Rice Department ol Agriculture

Sia Join. Puerto Rica

1984

WATER RESOURCES OF THE LOWER RIO GRANDE

DE MANATÍ VALLEY. PUERTO RICO
By Fernando Goinez-Go'raiz

U.S. GEOLOGICAL SURVEY

Water Resources lavesllgatleos Report 83-4199

Prepared In cooperation with tea

PUERTO RICO DEPARTMENT OF AGRICULTURE

SaaJata. Puerto Rico

1984

Figure 6. Typical publications of the U.S. Geological Survey in Puerto Rico

summarizing the hydrological investigations in areas of the country.

146 Mineral, Energy, and Water Resources and Geologic Hazards, Central America
 Caribbean District
Open-File Report:

UNITED STATES
DEPARTMENT OF THE INTERIOR
Geological Survey

A PROPOSED STREAMFLOW-DATA PROGRAM

FOR PUERTO RICO

by
Miquel A. López and Fred K. Fields
U. S. Geological Survey

Prepared in cooperation with

COMMONWEALTH OF PUERTO RICO

August 1970

SURFACE WATER DATA NETWORK

ANALYSIS FOR PUERTO RICO
By Patrick W. McKintey

U.S. GEOLOGICAL SURVEY

WATER-RESOURCES INVESTIGATIONS
REPORT 83-4055

Prepared in cooperation with the

PUERTO RICO DEPARTMENT OF NATURAL RESOURCES

San Juan,
1985
Puerto Rico

Cost Effectiveness of the

Stream-Caging Program in Maine-
A Prototype for
Nationwide Implementation

By R. A. Fontaine. M. E. Moss, J. A. Smath,

and W. O. Thomas, Jr.
U. S. CEOlOGICAL SURVEY WATER-SUPPLY PAPER 22-U

Figure 7. Summary of publications on techniques to optimize surface-water

data network.

Management and Development of Surface and Ground Water* 147

 ESTADO LIBRE ASOCIADO DE PUERTO RICO
DEPARTAMENTO DE RECURSOS NATURALES

Para El

APPROVECHAMIENTO, USO,

CONSERVACION Y

ADMINISTRACION DE LAS

AGUAS DE PUERTO RICO

Septiembre, 1984

DEPARTAMENTO
DS RECURSOS
NATURALES

Figure 8. Regulation on the use and development of water in Puerto Rico.

148 Mineral, Energy, and Water Resources and Geologic Hazards, Central America
 3000

o 500
.*- "-^ . T"í"T i i i > i . ¡ i
1 lililí , ! I !
i : ! SURFACE WATER
i ! !
1960 1965 1970 1975 1680

Figura 9. Información típica obtenida en programas de uso de agua.

El Manejo y Desarrollo de las Aguas Superficiales y Subterráneas 159

WATER RESOURCES DEVELOPMENT-THE
EXPERIENCE OF THE U.S. BUREAU OF
RECLAMATION
By Richard H. Ives1
The original title of this presentation, "Hydrologic
Resources in Hydroelectric Power Assessment," reflected
a topic that would be extremely limited when compared to
the overall water-resources development program of the
U.S. Bureau of Reclamation (hereafter referred to as
Reclamation). Thus, the topic has been expanded to
discuss a range of topics related to Reclamation's domes
tic and international programs.
BACKGROUND
When many people think of the opening of the arid
lands of the American West, they frequently think of the
U.S. Bureau of Reclamation. At the turn of the century,
private water-resources development projects in the arid
western United States were struggling and frequently
failing. Thus, Reclamation was formed in 1902 to provide
a Federal program to assist farmers in the 17 western
states in developing irrigated agriculture. The original
intent of Reclamation was to provide water to irrigate
family farms, and it is still the central focus of the
Reclamation program.
It was recognized that substantial regulation of
western rivers was required to store the melting snowpack
that became the spring runoff. In many areas of the
western states, the spring snowmelt is a substantial
amount of the annual streamflow. Thus, at its outset, the
role of Reclamation was to evaluate opportunities to
develop water-resources projects and then to design,
construct, and ultimately operate and maintain the most
promising projects to provide irrigation water to thirsty
lands. The initial Reclamation projects were primarily
designed solely to provide for irrigation, but the concept
evolved to multipurpose as power, flood control, munici
pal and industrial water supply, and recreation became
recognized as project functions.
1 US. Bureau of Reclamation, Department of the Interior. Washington. D C.
160 Mineral, Energy, and Water Resources and Geologic Hazards, Central America
The Boulder Canyon Project on the Colorado River,
which includes Hoover Dam, was Reclamation's first and
probably most notable multipurpose project. The com
pletion of Hoover Dam in 1936 did much to change the
unruly Colorado River into a natural resource and the
Boulder Canyon Project became the model for later
multipurpose projects.
While Reclamation was developing a reputation as
the major developer of multipurpose projects in the
western United States, it continued to produce innovative
designs for smaller, mostly agricultural projects. Some
projects were designed to store streamflow and then
permit diversion of water to irrigate relatively small
service areas. Other projects have been developed which
rely totally on available ground water supplies to provide
water for irrigation as well as for municipal needs.
Unlike other public works programs, the Reclama
tion program has from the beginning been based upon the
principal of repayment by direct beneficiaries (irrigation
districts, municipalities, and power customers). Repay
ment of the public investment is designed to recover all
statutory reimbursable costs. Some of the project costs
assigned to specific functions such as flood control, rec
reation, and environmental enhancement are nonreimbur
sable.
Reclamation deals with all phases of the planning,
design, construction, and operation and maintenance of
water-resource projects. To respond to the diverse com
plex issues associated with the development of water and
related land resources in arid lands, Reclamation employs
a professional staff with broad-ranging talents. Reclama
tion has civil, mechanical, electrical, and chemical engi
neers, scientists in various disciplines, technicians, cul
tural and environmental specialists, and economists to
cover all facets of project development and operations.
Reclamation has actively sought to use new cost-
effective techniques, materials, and equipment in project
planning and construction. The Reclamation planning
process has been used as a model for planning multipur
pose water projects worldwide. The planning process,
involving appraisal, reconnaissance, and feasibility levels
of study, requires greater levels of detail in each subse
quent stage of the investigation. The most detailed infor
mation is contained in the feasibility stage which provides
the basis for the decision on proceeding into the construc
tion phase.
Over the years, Reclamation has been involved in
much innovative research such as the use of new concrete
mixes with fly-ash waste products, sterilized carp to eat
aquatic weeds, power-system stabilizers now used world
wide, and plastic pipe used in varying climatic conditions.
Several new processes or techniques have been recently
utilized in construction of water-project facilities which
show great promise for other applications. These include
roller-compacted concrete as a less costly method of
construction, reinforced earth technology on a dam to
alleviate a safety concern by raising the height of the dam
to surcharge the spillway and accommodate possible
larger floods, and using a labyrinth spillway on a dam
which increased the spillway capacity without costly
expansion of the existing structure.
Reclamation is using a considerable amount of
resources to rehabilitate projects constructed in an earlier
era and is attempting to use state-of-the-art materials and
equipment both to reduce the cost of rehabilitation and to
ensure their long-term productive life. On some water
projects, radio- or satellite-linked data-collection plat
forms collect meteorological and hydrological data in
remote areas. The ability to monitor watershed conditions
on a real-time basis has greatly improved project opera
tions. Other techniques such as remote sensing have
proved useful in a variety of ways including monitoring
snowpack conditions and agricultural production. In the
area of total water management, Reclamation has inves
tigated evaporation suppression and weather modification
techniques.
EXPERIENCE IN CENTRAL AMERICA
The Central American region has a vastly different
climatic regime than the American West where precipita
tion is perhaps one-tenth of that received in the tropics.
The seasonal nature of precipitation in the tropics requires
some carryover storage of streamflow although not the
extent that the arid American West has required. Although
water in Central America is generally abundant, there can
be problems due to the location of water in relation to
population and economic activity.
In many areas of the western United States, the
water provided from Reclamation storage reservoirs is the
Water Resource* Development—The Experience of the U.S. Bureau of Reclamation
primary source for irrigation and in some cases is merely
a supplemental water supply enabling farmers to have
more than one growing season. However, the common
denominator between the Reclamation and the Central
American water-resource development programs is the
need to design and implement a program that adequately
manages the available water resources. The successful
development of a nation's water resources can contribute
to its economic self-sufficiency. The two principal
responses to water-management problems are either (1)
to design and construct engineering solutions or (2) to
achieve more efficient use of water with existing facilities.
Engineering solutions are oftentimes selected because
programs designed to provide for better water manage
ment with existing facilities seem to be more difficult to
conceive and can require changing water user habits.
Water-management problems are worldwide, and they
challenge us to find innovative solutions to meet our
needs.
In general, the Central American region has been
blessed with an abundance of hydropower potential that
has been barely tapped. The development of this resource
requires careful evaluation of the energy-generation
alternatives, country load growth forecasts, power-
transmission opportunities, site-development costs, and of
course, the hydrologic regime at the proposed damsite.
The review of these requirements will ultimately deter
mine the viability of developing the resource on a site-by-
site basis.
TECHNICAL ASSISTANCE AND TRAINING
Since its inception, Reclamation has had a program
to assist others in developing their water resources in a
variety of ways. The international reputation of Reclama
tion in the field of water-resource development has
resulted in many requests for technical assistance to other
nations both directly and through such organizations as
the Agency for International Development, the Inter-
american Development Bank, and the World Bank. Assis
tance can include sending individuals or teams abroad on
various engineering or resource-development assign
ments, or training visitors from other nations in pertinent
water-resource development techniques and procedures.
Reclamation is not authorized to fund any technical
assistance or training programs, and reimbursement must
be provided. The training program offered by Reclama
tion is extremely extensive and covers the following facets
of water-resource development: planning, design, opera
tion and maintenance, geology, and construction.
161
DESARROLLO DE LOS RECURSOS HIDRICOS-LA
EXPERIENCIA DE LA OFICINA DE RECUPERACION
DE LOS ESTADOS UNIDOS
Por Richard H. Ivés1
Mientras que el título original para la presentación
de esta oficina de Recuperación era "Recursos hidroló
gicos en la evaluación de distribución de la energía
hidroeléctrica," podría reflejar un tema que podría ser
extremadamente limitado cuando se compara con los
recursos hídricos que abarcan el desarrollo del programa
de Recuperación. De este modo, el tema se ha ampliado
para abarcar una variedad de temas relacionados con los
programas de Recuperación internacionales y nacionales.
ANTECEDENTES
Cuando mucha gente piensa en orificios de tierras
áridas del oeste americano, frecuentemente piensan en la
Oficina de Recuperación. En el curso del siglo, se hacían
esfuerzos para realizar proyectos privados de desarrollo
de recursos hídricos en el oeste americano de los Estados
Unidos y estos frecuentemente fracasaban. De este modo,
la Oficina de Recuperación se formó en 1902 para
proveer un programa Federal para asistir a los granjeros
en los 17 estados del oeste para desarrollar agricultura
por regadió. El propósito original de la Oficina de
Recuperación fue proveer agua para regadios a las fami
lias de granjeros y es todavia el foco principal del progr
ama de Recuperación.
Se reconoció que se necesita un regimen substan
cial de los riós del oeste para almacenar las grandes masas
de hielo que se derriten y se convierten en escorrentía en
la primavera. En muchas áreas de los estados del oeste, la
nieve que se derrite en primavera es una cantidad anual
substancial de escorrentía. De este modo, a su salida, el
papel de la Oficina de Recuperación fue evaluar las
oportunidades para desarrollar proyectos de recursos
hídricos y luego diseñar, construir y por ultimo operar y
mantener los mejores proyectos prometedores para pro-
1 US. Bureau of Reclamation, Departmem of the Interior, Washington. D.C.
162 Mineral, Energy, and Water Resources and Geologic Hazards, Central America
veer agua para regadíos a las tierras áridas. Los proyectos
iniciales de la Oficina de Recuperación fueron diseñados
primera y únicamente para proveer regadío, pero el
concepto desarrollado para multiples usos como la
energía, el control de los ríos, el abastecimiento del agua
municipal e industrial, fue reconocida como una función
de proyecto.
El proyecto del Canon Boulder en el río Colorado,
que incluye la presa Hoover, fue el primero y probable
mente el más notable proyecto de múltiples propósitos de
la Oficina de Recuperación. La finalización de la presa
Hoover en 1936 hizo mucho para cambiar el caudaloso
río Colorado en una fuente natural, y el proyecto del
Canon Boulder se convirtió en un modelo para proyectos
de múltiples propósitos después.
Mientras que la Oficina de Recuperación se gran
jeaba una reputación como el mejor realizador de proyec
tos de múltiples propósitos en el oeste de los Estados
Unidos, continuó produciendo diseños innovativos para
pequeños proyectos, especialmente de agricultura.
Algunos proyectos fueron diseñados para almacenar
caudales de agua y luego permitir su desviación para
regar relativamente pequeñas áreas de servicio. Se han
desarrollado otros proyectos que cuentan totalmente con
suministros de agua subterránea para proveer agua para
regadíos, así como para satisfacer necesidades munici
pales.
A diferencia de otros programas de trabajo
públicos, el programa de la Oficina de Recuperación se
fundamentó desde el principio en el retorno de costo para
los beneficiarios directos (distritos de regadío, municipali
dades, y clientes de energía). El retorno de la inversión
pública está diseñado para recobrar todos los costos
reembolsables establecidos por la ley. Algunos de los
costos del proyecto asignados para funciones específicas
tales como control de crecientes, recreación, y mejora
miento de ambiente, no son reembolsables.
La Oficina de Recuperación se ocupa de todos las
fasas de planeamiento, diseño, construcción, manteni
miento y operación de los proyectos de recursos hídricos.
Para responder a los resultados complejos asociados con
el desarrollo de agua y recursos de la tierra relacionados
en tierras áridas, la Oficina de Recuperación emplea a
personal profesional con una amplia variedad de talento.
La Oficina de Recuperación tiene ingenieros civiles,
mecánicos, eléctricos y químicos, científicos de varias
disciplinas, técnicos, y especialistas en el ambiente y
culturas, y economistas para cubrir todas las fases del
desarrollo y operación del proyecto.
La Oficina de Recuperación ha visto activamente el
uso de nuevas técnicas de costo efectivas, materiales y
equipo en el planeamiento y construcción del proyecto. El
proceso de planeamiento de la Oficina de Recuperación
ha sido usado como modelo para planear proyectos
hidricos de multiuso de alcance mundial. El proceso de
planeamiento que implican avaluó, exploración y posibil
idad de niveles de estudios, requiere grandes niveles de
detalle en cada subsecuente grado de investigación. La
información más detallada está contenida en el grado de
posibilidad que proveen las bases para la decisión para un
procedimiento dentro de la fase de construcción.
A través de los años, la Oficina de Recuperación ha
sido involucrada en muchas investigaciones innovativas
tales como el uso de nuevas mezclas de concreto con
productos de desechos de cenizas, carpas esterilizadas
para atrapar hierbas acuáticas, sistemas estabilizadores
de energía que se usan en todo el mundo, y tubería
plástica que se emplean condiciones de clima variables.
Varios procesos o técnicas nuevas han sido recientemente
utilizadas en construcción de facilidades de proyectos
hídricos los cuales deparan una gran esperanza para otras
aplicaciones. Estas incluyen: cilindro compactado de con
creto como un método de bajo costo para la construcción,
technología de tierra reforzada en una presa para reducir
los riesgos levantando el alto de la presa para sobrecargar
el vertedero y acomodar posibles grandes efluentes, y usar
un laberinto de vertedero en una presa que aumenta la
capacidad del vertedero sin aumentar el costo en la
estructura existente.
La Oficina de Recuperación está usando una con
siderable cantidad de recursos para rehabilitar proyectos
construidos anteriormente y está intentanto el uso de
materiales y equipo modernos, ambos para reducir el
costo de rehabilitación y asegurar su vida útil a largo
plazo. En algunos proyectos hídricos, el uso de radio - o
plataformas de datos vinculados via satélite se usan para
reunir datos meterológicos e hidrológicos en áreas remo
tas. La habilidad de escuchar en un receptor las condi
ciones de una cuenca en una base real de tiempo ha
mejorado grandemente las operaciones del proyecto.
Otras técnicas tales como la percepción a distancia ha
probado ser útil en una variedad de maneras, incluso
condiciones de percepción de nieve apretada y produc
ción agrícola. En el área de manejo total de agua, la
Resarrollo de los Recursos Hídricos— la Experiencia de la Oficina de Recuperación de los Estados Unidos
Oficina de Recuperación ha investigado supresión de la
evaporación y técnicas para modificación del tiempo.
EXPERIENCIA EN CENTROAMERICA
Se reconoce que Centroamérica tiene un amplio y
diferente régimen de condiciones climáticas que el oeste
de los Estados Unidos en donde la precipitación es tal vez
de uno a diez de la que recibe el trópico. La naturaleza de
las estaciones de precipitación en el trópico requiere
algunos almacenamientos continuados de una corriente
de agua, si bien no como ha requerido las extensiones del
oeste estadounidense. Mientras que el agua en América
Central es generalmente abundante, pueden haber proble
mas debido a lo localización del agua en relación a la
población y la actividad económica.
En muchas áreas del oeste de los Estados Unidos, el
agua almacenada de los depósitos de la Oficina de
Recuperación es una fuente primaria para regadíos y en
algunos casos es simplemente un abastecimiento de agua
suplementaria que permite a los finqueros tener más que
de una estación de crecimiento. De cualquier modo, el
común demoninador entre la Oficina de Recuperación y
los programas de desarrollo de recursos de agua
centroamericanos es que necesitan diseñar y ejectuar un
programa que maneje adecuadamente las fuentes de
agua disponibles. El desarrollo satisfactorio de los recur
sos de agua de una nación puede contribuir a su sufici
encia económica. Cabe hacer hincapié en que hay dos
repuestas principales a los problemas del manejo del
agua, uno u otro (1) diseñar y construir soluciones de
ingeniería, o (2) ejectuar más eficientemente el uso del
agua con facilidades existentes. Las soluciones de ingeni
ería son muchas vecas seleccionadas porque los pro
gramas diseñados para proveer el mejor manejo del agua
con facilidades existentes parecen ser más difíciles de
concebir y pueden requerir cambios en los hábitos del uso
del agua. Los problemas del manejo del agua son mundi
ales y no exigen encontrar soluciones innovativas para
satisfacer nuestras necesidades.
En general, la región centroamericana ha sido
dotada de un potencial abundante hidroenergético que ha
sido escasamente aprovechado. El desarrollo de este
recurso requiere evaluación cuidadosa de opciones de
generación de energía, plan de crecimiento de carga
eléctrica de un país, oportunidades de transmisión eléc
trica, situación del desarrollo de costos y, por supuesto, el
régimen hidrológico en el sitio de la cuenca propuesta. La
revisión de estos requisitos determinará la viabilidad del
desarrollo del recurso en un lugar por bases de localiza
ción.
163
ASISTENCIA TÉCNICA Y ENTRENAMIENTO
Desde su comienzo, la Oficina de Recuperación ha
tenido un programa para ayudar a otros en al desarrollo
de sus recursos hídricos, en forma variada. La reputación
internacional de la oficina de recuperación en el campo
del desarrollo de recursos hídricos ha resultado en muchas
peticiones de asistencia técnica para otras naciones, ambas
directamente y a través de tales organizaciones como la
Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Inter
nacional, el Blanco Interamericano de Desarrollo, y el
164 Mineral, Energy, and Water Resources and Geologic Hazarda, Central America
Banco Mundial. La asistencia puede incluir envios individ
uales o equipos por todas partes para varias asignaciones
de desarrollo de recursos de ingeniería, o entrenamiento
para visitantes de otras naciones en técnicas de desarrollo
pertinentes a los recursos hídricos y procedimientos. La
Oficina de Recuperación no está autorizada para finan
ciar asistencia técnica o programas de entrenamiento y los
beneficiarios deben sufragar los gastos. El programa e
entrenamiento ofrecido por la Oficina de Recuperación
es extremadamente extensa y cubre las siguientes fases
del desarrollo de recursos hídricos: planeamiento, diseño,
operación y mantenimiento, geología y construcción.
REGIONAL GEOLOGICAL FRAMEWORK STUDIES-A
NECESSARY FOUNDATION FOR RESOURCE
DEVELOPMENT PROGRAMS
By Robert C. McDowell
Effective planning for the development of natural
resources and for reducing the ill effects of geologic
hazards depends on the availability of basic geological
information. Establishment of the geologic framework of
a region and determination of the processes that shaped it
provide the fundamental data on which to base programs
directed toward the discovery and assessment of mineral
resources, analysis of environmental problems, and avoid
ance of geologic hazards.
The geologic framework of a region is the arrange
ment in space and time of the geologic materials; their
distribution, nature, origin, and interrelationships. Frame
work studies involve field and laboratory investigations of
the geology, geochemistry, and geophysics of the region.
Careful and thorough research, leading to a broad under
standing of the regional geologic framework, provides
various direct and indirect benefits. In addition to fur
nishing a data base for resource and hazards evaluations
by various governmental agencies, academic institutions,
or private industry, such studies can increase scientific
expertise in the local scientific community. They also may
stimulate continuing research projects within the commu
nity by revealing challenging new geological problems.
Initial findings always pose new questions, the investiga
tion of which leads to further research. Many important
geologic discoveries have had their roots in basic frame
work investigations.
Geologic framework studies involve three main
areas of research: 1) geologic mapping, 2) age determi
nations, and 3) study of geologic processes. These areas
are commonly interrelated. For example, compilation of a
geologic map generally requires knowledge of the relative
ages of the map units, and information on ages may
provide clues to rates or sequences of rock-forming
processes. Such research thus requires expertise in a
variety of fields: stratigraphy, structural geology, paleon
tology, isotope geology, petrology, geochemistry, geophys
ics, and others.
Geologic mapping is basic to framework studies. A
Regional Geological Framework Studies— A Necessary Foundation for Resource Development Programs
carefully prepared geologic map is a powerful tool for the
solution of many geologic problems. It constitutes the
foundation for most of the research carried out in frame
work studies. Detailed geologic maps show the structure
and distribution of rock types at the Earth's surface.
Knowledge about the temporal relationships of these
units, combined with an understanding of geologic pro
cesses, makes it possible to project what lies below the
surface. The preparation of geologic maps, especially in
unexplored areas, although time-consuming and labori
ous, is a critical step in providing fundamental geologic
data for the region.
Preparation of a good geologic map is not simple.
Unlike a topographic map, which is generally a routine
compilation of mechanically acquired data, a geologic
map requires a skillful combination of observation and
interpretation; it is somewhat subjective. The best and
most useful geologic maps are products of high-level
research.
In planning a program of geologic mapping, several
factors must be considered: the complexity of the geology
and degree of exposure of the map units; supplementary
information available from drill holes, mines, geophysical
surveys, and the like; amount and quality of previous
work; type of base map available; time and manpower
available; and in some cases, the specific purposes of the
map. This combination of factors determines the scale of
the map. At a large scale, more information can be
presented, but less area can be covered with a given
amount of effort. Most detailed general-purpose geologic
mapping in the United States is done today at a publica
tion scale of 1:24,000. Intermediate-scale maps are now
produced by the U.S. Geological Survey at 1:62,500 and
1:100,000. Reconnaissance maps at 1:125,000 and espe
cially 1:250,000 are common. The latter represent about
the smallest scale at which the relationship between map
units and topography can be shown. Maps at scales
smaller than 1:250,000 are best adapted for broad
regional planning, or for depicting interregional to global
165
relationships in dealing with such subjects as the compo
sition and evolution of continental plates and ocean basins.
Knowledge of the age of rock units and the timing
and sequence of geologic events is fundamentally impor
tant in establishing the geologic framework of an area.
Determination of numerical age (sometimes referred to
as absolute age) is based on the rate of decay of radioac
tive elements in rocks and minerals, or much less com
monly upon amino acid racemization or upon counting
such features as varves and tree rings. Relative age is
determined from the interrelationship of geologic units,
which in some cases is revealed only by detailed mapping,
or from the fossils in the strata, which can be related to
established evolutionary sequences of plant and animal
life. Age determinations and the associated correlation of
rock units or geologic events lead to many useful appli
cations. Among these are the determination of rates of
accumulation of sediments, the frequency of earthquakes
or volcanic eruptions, and rates of change of geologic
processes and of environmental factors such as climate or
sea level. An important benefit of age dating is a fuller
understanding of the geologic history of the region.
An understanding of the processes by which geo
logic units and structures have been produced and mod
ified is also important in determining the geologic frame
work of a region. This area of research includes
determination of depositional environments, provenance,
and paleogeography of sedimentary strata; of the pro
cesses of formation of igneous and metamorphic rocks;
and of the way in which chemical reactions between
various rock units take place and are affected by heat and
pressure.
There are many examples of the successful appli
cation of geologic framework studies. Geologic explora
tion of the western United States in the 1870's by several
small scientific parties, later consolidated to form the U.S.
Geological Survey, led to many important discoveries and
to the development of new principles of geology, as well as
to the cataloguing of the natural resources of a vast,
largely unknown area. Much of the stratigraphic and
166 Mineral, Energy, and Water Resource» and Geologic Hazards, Central America
structural framework of the United States was established
by mapping at 1:62,500 in the early 1900's.
Recent work by the U.S. Geological Survey has
included extensive detailed mapping in many areas of the
country. For example, the entire State of Kentucky, an area
in east-central United States of 104,636 km2, about the
size of Guatemala, was mapped in detail between 1960
and 1978. This program required 661 professional man-
years and resulted in the production of 707 geologic
quadrangle maps at 1:24,000. The total cost of the
program was 21 million dollars. Rough estimates of the
benefits of the mapping program have suggested a return
of about a billion dollars, based on the value of mineral
deposits discovered and savings realized by engineering
and environmental planners. This is about 50 times the
total cost of the program. The maps are widely used in
exploration for coal, oil, gas, fluorspar, limestone, and
clay, and for planning highways and dams, in evaluating
foundation and excavation conditions, and in land-use
planning.
Another significant example is the geologic map of
the Wenatchee quadrangle in the western State of Wash
ington, published in 1982 at 1:100,000. The map shows
131 map units with an exceptionally complex history,
including 60 Quaternary units. This map, which forms the
basis for engineering studies as well as for development of
sand and gravel resources, has been in great demand by
the minerals-exploration industry. Other geologic map
ping, together with geochemical sampling, in the States of
Washington and Idaho, has established an association
between tungsten-molybdenum-gold-silver mineralization
and several plutons of a particular granitic rock type.
A review of framework-type studies conducted by
the U.S. Geological Survey clearly shows that such stud
ies provide the basic data that are needed by both govern
mental agencies and the private sector. These data are
necessary for the efficient application of geological prin
ciples to the location and use of natural resources, as well
as to various scientific problems and thus are a necessary
foundation for resource development programs.
ESTUDIOS REGIONALES DE LA ESTRUCTURA
GEOLOGICA-UNA BASE NECESARIA PARA LOS
PROGRAMAS DE DESARROLLO DE RECURSOS
Por Robert C. McDowell
La planificación efectiva para el desarrollo de los
recursos naturales y para la reducción de los efectos
dañinos de los riesgos geológicos depende de la disponi
bilidad de la información geológica básica. El estable
cimiento de la estructura geológica de una región y la
determinación de los procesos que le dieron forma pro
veen los datos fundamentales sobre los cuales se basan
los programas dirigidos hacia el descubrimiento y la
evaluación de los recursos minerales, el análisis de los
problemas ambientales y la prevención de los riesgos
geológicos.
La estructura geológica de una región es la
disposición, en el espacio y en el tiempo, de los materiales
geológicos, su distribución, naturaleza, origen e interre-
laciones. Los estudios de la estructura involucran inves
tigaciones de campo y de laboratorio de la geología, la
geoquímica y la geofísica de la región. La investigación
cuidadosa y concienzuda, dirigida hacia un amplio enten
dimiento de la estructura geológica regional, provee div
ersos beneficios directos e indirectos. Además de propor
cionar una base de datos para las evaluaciones de los
recursos y de los riesgos, realizadas por diferentes agen
cias gubernamentales, instituciones académicas, o por la
iniciativa privada, estos estudios pueden incrementar la
experiencia científica en la comunidad científica local.
También pueden estimular la continuación de proyectos
de investigación dentro de la comunidad, al revelar nuevos
problemas geológicos que constituyen un reto. Los
descubrimientos iniciales siempre plantean nuevas
preguntas, cuya investigación lleva a una mayor investi
gación. Muchos descubrimientos geológicos importantes
han tenido sus raices en las investigaciones de las estruc
turas básicas.
Los estudios geológicos de las estructuras involu
cran tres áreas principales de investigación: 1) levanta
miento de mapas geológicos, 2) determinación de edades
geológicas y 3) estudio de los procesos geológicos. Estas
áreas están usualmente interrelacionadas. Por ejemplo,
para lograr la recopilación de un mapa geológico, general
Estudios Regionales de la Estructura Geológica— Una Base Necesaria para los Programas de Desarrollo de Recursos
mente se requiere el conocimiento de las edades geológi
cas relativas de las unidades del mapa y la información
sobre las edades geológicas puede proveer claves sobre
los grados o secuencias de los procesos de formación de
rocas. Por lo tanto, tal investigación requiere experiencia
en una variedad de campos: estratigrafía, geología estruc
tural, paleontología, geología isotópica, petrología, geo
química, geofísica y otras.
El levantamiento de mapas geológicos es básico
para los estudios de las estructuras. Un mapa geológico
cuidadosamente preparado es un instrumento poderoso
para la solución de muchos problemas geológicos. Con
stituye la base para la mayoría de las investigaciones
llevadas a cabo dentro de los estudios de las estructuras.
Los mapas geológicos detallados muestran la estructura y
la distribución de los tipos de roca en la superficie de la
tierra. El conocimiento de las relaciones temporales de
estas unidades, hace posible la proyección de lo que yace
debajo de la superficie. La preparación de mapas geoló
gicos, especialmente en áreas no exploradas, a pesar de
que requiere mucho tiempo y esfuerzo, es un paso
importante para la obtención de datos geológicos fun
damentales de la región.
La preparación de un buen mapa geológico no es
simple. A diferencia de un mapa topográfico, el cual es
generalmente una recopilación rutinaria de datos adquiri
dos mecánicamente, un mapa geológico requiere una
combinación hábil de la observación y la interpretación;
es en cierta forma algo subjetivo. Los mejores y más útiles
mapas geológicos son producto de un alto nivel de
investigación.
Para la planificación de un programa de levanta
miento de mapas geológicos, diversos factores deben ser
considerados: la complejidad de la geología y el grado de
exposición de las unidades del mapa; la información
suplementaria disponible, obtenida de las perforaciones,
minas, investigaciones geofísicas, etc.; la cantidad y cali
dad del trabajo previo; el tipo de mapa base disponible; el
tiempo y la fuerza humana disponibles; y en algunos
167
casos, los propósitos específicos del mapa. Esta combi
nación de factores determina la escala del mapa. Una
gran escala, puede mostrar mayor información, pero
cubrir un area menor con una cantidad dada de esfuerzo.
En los Estados Unidos, la mayoría de los mapas geológi
cos detallados para propósitos generales son hechos hoy
en una escala de publicación de 1:24.000. Los mapas a
escala intermedia son producidos ahora por el Servicio
Geológico de los Estados Unidos a 1:62.500 y 1:100.000.
Son comunes los mapas de reconocimiento a una escala
de 1:125.000, y principalmente de 1:250.000. Este último
representa aproximadamente la escala mas pequeña en la
que puede mostrarse la relación entre las unidades de los
mapas y la topografía. Los mapas a escalas menores de
1:250.000 se adaptan mejor a una amplia planificación
regional o a una representación de las relaciones inter
regionales y globales con respecto a materias tales como
la composición y evolución de las placas continentales y de
las cuencas oceánicas.
El conocimiento de la edad geológica de las
unidades de roca y la cronología y secuencia de los
eventos geológicos es fundamentalmente importante para
establecer la estructura geológica de un área. La deter
minación de una edad numérica (algunas veces denomi
nada edad absoluta) está basada en la tasa de deterioro de
los elementos radioactivos en las rocas y los minerales, o,
en forma menos común, en la racemización aminoácida y
en la consideración de características tales como varves y
anillos de árboles. La edad relativa es determinada por la
interrelación de las unidades geológicas, la cual es en
algunos casos revelada solo por un levantamiento detall
ado de mapas, o por los fósiles en los estratos, que pueden
ser relacionados para establecer secuencias evolutivas de
la vida de las plantas y de los animales. La determinación
de la edad geológica y la correlación resultante de las
unidades de roca o de los eventos geológicos conducen a
muchas aplicaciones útiles. Entre estas está la determin
ación de las tasas de acumulación de sedimentos, de la
frecuencia de los terremotos o de las erupciones
volcánicas y de las relaciones de cambio tanto de los
procesos geológicos como de los factores ambientales,
como el clima o el nivel del mar. Un importante beneficio
logrado a través de la determinación de la edad geológica
es un conocimiento más completo de la historia geológica
de la región.
Una comprensión de los procesos a través de los
cuales las unidades geológicas y las estructuras han sido
producidas y modificadas es también importante para
determinar la estructura geológica de la región. Esta área
de investigación incluye la determinación de los ambientes
propicios para la formación de sedimentos, del origen de
la paleogeografía de los estratos sedimentarios; de los
procesos de formación de rocas ígneas y metamórficas, y
de la forma en la cual ocurren las reacciones químicas
entre varias unidades de roca, así como de la manera en
168 Mineral, Energy, and Water Resources and Geologic Hazards, Central America
que estas reacciones son afectadas por el calor y la
presión.
Hay muchos ejemplos de aplicación exitosa de los
estudios geológicos de las estructuras. La exploración
geológica del oeste de los Estados Unidos en la década de
1870, realizada por varios pequeños grupos científicos,
más tarde consolidados para formar el Servicio Geológico
de los Estados Unidos, condujo a muchos descubri
mientos importantes y al desarrollo de nuevos principios
de geología, asi como a la catalogación de los recursos
naturales de una vasta area desconocida en su mayor
parte. Mucho de la estratigrafía y del sistema estructural
de los Estados Unidos fué establecido a través del levanta
miento de mapas a una escala de 1:62.500, a principios de
la década de los 1900.
El trabajo reciente del Servicio Geológico de los
Estados Unidos ha incluido el levantamiento amplia
mente detallado de mapas en muchas áreas del país. Por
ejemplo, todo el Estado de Kentucky, una área del centro-
oeste de los Estados Unidos con 104.636 km2, aproxi
madamente del tamaño de Guatemala, fué presentada en
mapas detallados entre 1960 y 1978. Este programa
requirió de 661 años-hombre profesional y dió como
resultado la producción de 707 mapas geológicos cuadran
glares a una escala de 1:24.000. El costo total del
programa fue de 21 millones de dólares. Un cálculo
aproximado de los beneficios del programa de levanta
miento de mapas ha sugerido una utilidad de más o
menos un billón de dolares, basado en el valor de los
depósitos minerales descubiertos y en los ahorros obten
idos por los planificadores ambientales y de ingeniería.
Esto representa aproximadamente 50 veces el costo total
del programa. Los mapas son ampliamente usados para la
exploración de carbón, petróleo, gas, fluorita, piedra
caliza y arcilla, y para la planificación de carreteras y
presas (evaluando las condiciones de cimentación y
excavación), así como para la planificación del uso de las
tierras.
Otro ejemplo significativo es el mapa geológico del
cuadrángulo Wenatchee en el Estado occidental de Wash
ington, publicado en 1982 a una escala de 1:100.000. El
mapa muestra 131 unidades de mapa, con una historia
excepcionalmente compleja, incluyendo 60 unidades cua
ternarias. Este mapa, que constituye una base para los
estudios de ingeniería, así como para el desarrollo de los
recursos de arena y grava, ha tenido gran demanda de
parte de la industria de la exploración de minerales. Otro
levantamiento de mapas geológicos, a la par de un
muestreo geoquímico, realizado en los Estados de Wash
ington y Idaho, ha establecido una asociación entre la
mineralización de tungsteno-molibdeno-oro-plata y varias
rocas plutónicas de un particular tipo granítico.
Una revisión de los estudios de tipo estructural,
llevados a cabo por el Servicio Geológico de los Estados
Unidos, muestra claramente que tales estudios propor
donan datos básicos que son requeridos, tanto por las uso de los recursos naturales, así como hacia la solución
agencias gubernamentales como por el sector privado. de varios problemas científicos, constituyendo asi una
Estos datos son necesarios para la aplicación eficiente de base necesaria para los programas de desarrollo de
los principios geológicos dirigidos hacia la localización y recursos.

Estudios Regionales de la Estructura Geológica— Una Base Necesaria para los Programas de Desarrollo de Recursos 169
LIBRARY RESOURCES, INFORMATION
MANAGEMENT, AND NATIONAL EARTH-SCIENCE
PROGRAMS
By George Goodwin
Books, periodicals, maps, photographs, and field
notes are among the principal assets of an earth-science
library. Information managers or librarians, skilled in
searching bibliographies, catalogs, online databases, and
other reference works, are the key with which the scientist
is able to unlock this storehouse of knowledge.
No national earth-science program is likely to meet
the expectations of its sponsors, planners, and managers if
the geoscicntist is unable to transform his raw data into a
report because library resources are unsatisfactory or
information managers are ineffective. National program
goals stand little chance of being fully realized if there is
no clear and early recognition of the need to plan for,
develop, and sustain a strong information base.
Assume that (1) a Central American country in this
workshop has decided to embark upon a national earth-
science program, (2) long-term goals and short-term
objectives of such a program have been identified, (3)
funding commitments have been received from govern
ment agencies, banks, or other financial institutions, (4)
information and easy access to it has been deemed critical
to the ultimate success of that national program, and (5)
it has been determined that the available information base
is inadequate and that remedial action is needed. What
next?
The first requirement is to decide if the information
base should be worldwide, regional, or national in scope.
For an earth-science program in a participant country, a
worldwide, in-depth collection would be too large, unnec
essarily expensive, and require a large staff. A national
collection - that is, one containing only material about a
country's own geology - might be too small and extremely
limited in its usefulness. It is upon a regional collection,
one whose holdings would, at minimum, include the
equivalent of several national collections, that attention
should be focused.
How can the term regional be defined within the
context of Central American geoscience information
needs? Can regional be broadened to include all or part of
170 Mineral, Energy, and Water Resources and Geologic Hazards, Central America
Mexico, all of Central America, Colombia, and the Carib
bean area? Library resources which included retrospec
tive and current materials covering such a large geo
graphic area would provide a strong information base.
Further assume that each participant country has
determined that its national program aspirations are best
supported by a regional-size information base. What
then?
To achieve responsive library service and effective
information management, each of the following must be
addressed: (1) physical facilities, (2) space, (3) trained
staff, (4) collection development and acquisition, (5) cat
aloging and classification, and (6) user services. Success
ful resolution of those critical areas will enable the infor
mation center to achieve its ultimate objective of
providing the geoscicntist with what he wants, when he
wants it.
How can participant countries develop or be
assured of access to an information center which incor
porates all or most of the criteria noted above? Four
options are offered for consideration.
• First, each country could decide to build, staff, equip,
stock, fund, and operate its own center without regard
to what other participant countries do.
• Second, each participant country could contract inde
pendently for the full range of information services to
be provided by established geoscience libraries or
commercial vendors.
• Third, one facility could be identified as best qualified
to function as the regional center of excellence for
geoscience information throughout all of Central
America.
• Fourth, participant countries could opt for some com
bination of the three choices just described.
Before evaluating these options, each participant
country must determine how much of the funding avail
able to carry out its national program is required to
establish an effective geoscience information center and
to provide for its continuing operation. Identifiable costs
include, but may not be limited to (1) facility planning, (2)
space, (3) equipment, (4) retrospective acquisitions, (5)
staff, (6) binding and collection preservation, (7) equip
ment maintenance, (8) staff training, (9) current acquisi
tions, and (10) recurring expenses. Having calculated the
approximate level of funding required to establish and
maintain an information center, participant countries
should be better able to evaluate the options.
The first option, while providing the full range of
services, would require substantial financial outlay for
facilities, equipment, collections, and staff. The initial
thrust of any national earth-science program could gen
erate only modest use of in-depth library resources, and a
national program could find it difficult to justify the
expenditures to acquire such material given competing
demands for funding. Establishment in any participant
country of a regional-size information center intended to
meet only that country's needs is not recommended.
The second option, establishment of contractual
agreements with geoscience libraries or independent con
tractors outside Central America to provide a pre
determined range of services, has much to recommend it.
Participant countries might contract for online searching
of specific databases, the acquisition, cataloging and
processing of publications, the hiring of trained special
ists, or the complete package of all functions necessary to
successfully operate an information center.
The third option, selecting one Central American
library to serve as the regional center of excellence for
geoscience information, merits serious consideration. Any
assessment of existing information centers must (1) eval
uate each facility's strengths and weaknesses in the vital
areas of collections, staff, and services, (2) calculate if
significant growth in any or all of these areas is acceptable
to and can be assimilated by the facility, its staff, and the
parent organization, and (3) judge if the facility, given
additional resources and an expanded mandate for ser
vice, can function successfully. Such evaluations would
culminate in the identification of one facility to serve as
the regional center and clearing-house for Central Amer
ican geoscience information and to be funded and staffed
accordingly.
The fourth option is a recommendation that partici
pant countries use a dual approach in improving their
information capability. In the first place, each country
Library Resources, Information Management, and National Earth-Science Programs
should acquire a comprehensive collection of its own
earth-science literature. Augmenting these holdings
would be a core collection of international monographs,
journals, and up-to-date textbooks intended to keep the
geoscientist informed about current developments in his
specialty. Collectively, such materials are the foundation
of a country's geoscience information base.
In the second place, each participant country
should support the concept of a center of excellence for
geoscience information. Although the center undoubt
edly would contain much of the information to be found
in the library of any given participant country, the attrac
tiveness and strength of a regional center would be the
diversity and depth of its other holdings and the ability of
a trained staff to promptly identify, locate, and deliver
information which is not available within the requesting
country.
Because its collections and acquisitions mandate
would be limited by the definition applied to regional, a
Central American regional information center cannot
hope to satisfy all the demands placed upon it by partici
pant countries. In such cases, access to library resources
outside Central America, as a result of interlibrary coop
erative programs and (or) contractual agreements with
qualified vendors, would be the most effective, efficient,
and economical resolution.
A consultant should be engaged to work with and
assist participant countries and funding agencies inter
ested in developing an information services system. A
consultant could, for example (1) define and develop the
requirements for a national information center, (2) iden
tify and evaluate existing facilities to determine the best
site for a regional center, (3) generate guidelines for
collection building, (4) develop minimum qualification
requirements for staffing, (5) devise plans for an inter
active, microcomputer-supported, Central American
geoscience information network, (6) contract for essential
services to be provided by selected and qualified libraries
and contractors, and (7) monitor all outstanding contracts
to insure that appropriate services are being provided.
What has been proposed would provide Central
America with library resources and information manage
ment sized to national and regional requirements and
fully capable of supporting and complementing national
and regional earth-science programs.
171
RECURSOS PARA BIBLIOTECA, MANEJO DE
INFORMACIÓN, Y PROGRAMAS NACIONALES DE
LAS CIENCIAS DE LA TIERRA
Por George Goodwin
Libros, publicaciones, mapas, fotografías y archivos
de notas están dentro de los principales elementos de una
biblioteca de ciencias de la tierra. Gerentes de infor
mación o bibliotecarios, altamenta calificados en la
búsqueda de bibliografía, catálogos, datos de referencia
en linea y otros trabajos de referencia, son la llave con la
cual se les facilita a los científicos abrir esta bodega de
conocimientos.
No se encuentran programas prometedores de la
ciencia de la tierra que deparen esperanzas de sus patro
cinadores, tracistas y gerentes, si el geocientífico no es
capaz de transformar sus datos nuevos en un informe,
porque los recursos bibliográficos son insatisfactorios o la
información de los gerentes es inefectiva. Las metas del
programa nacional tienen pocas probabilidades de reali
zarse a cabalidad si no hay un pronto y claro recono
cimiento de la necesidad para planear, y desarrollar una
base de información fuerte.
Suponiendo que (1) un país centroamericano en
este seminario hubiera decidido embarcarse en un pro
grama nacional de ciencias de la tierra, (2) metas a largo
plazo y objetivos a corto plazo de tal programa han sido
identificados, (3) compromisos de fondos se han recibido
de las agencias de gobierno, bancos y otras instituciones
financieras, (4) el fácil acceso e información se ha con
siderado decisivo para el buen resultado final de ese
programa nacional, y (5) se ha determinado que la
información base accesible es inadecuada y que son
necesarias acciones para remediarlo. Que sigue?
El primer requisito es decidir si la información base
debería ser de alcance mundial, regional o nacional. Para
un programa de ciencia de la tierra en un país parti
cipante, una colección profunda y mundial sería muy
grande, innecesariamente cara y requiere de mucho per
sonal. Una colección nacional que contiene solamente
material acerca de la geología del propio país, podría ser
muy pequeña y extremadamente limitada en su uso. Es
sobre una colección regional, cuya tenencia seria el
172 Mineral, Energy, and Water Resources and Geologic Hazards, Central America
mínimo, incluyendo el equivalente de varias colecciones
nacionales, en que esa atención debería ser enfocada.
Como podrían ser definidos los términos regionales
dentro del contexto de la información de geociencia
necesaria para Centroamérica? Puede ser ampliamente
regional para incluir toda la parte de México, toda
Centroamérica, Colombia y el área del Caribe? Los recur
sos de biblioteca incluyen retrospectivamente y materiales
actuales que cubren esa gran área geográfica y que
proveería una fuerte información base.
Suponiendo adicionalmente que cada país parti
cipante haya determinado que sus aspiraciones al progra
ma nacional son bien amparadas por una base de info
rmación de tamaño regional. Después que?
Para llevar a cabo el servicio responsable de biblio
teca e información y manejo efectivo, cada uno de los
siguientes aspectos debe considerarse: (1) facilidades
físicas, (2) espacio, (3) personal entrenado, (4) desarrollo
de colección y adquisición, (5) clasificación y cataloga-
gación, y (6) servicios para el usuario. Resoluciones
favorables para esas áreas críticas permitirán llevar a cabo
al centro de información sus últimos objetivos de proveer
al geocientífico con lo que el quiera, y cuando el lo quiera.
Como pueden los países participantes desarrollar o
estar asegurados del acceso a un centro de información
que incorpore todo o parte de todos los principios
mencionados arriba?
• Primero, cada país puede decidir construir, proveer
personal, equipo, abastecer, financiar y manejar su
propio centro independientemente de lo que los otros
países participantes hacen.
• Segundo, cada país participante podria contratar
independientemente para la completa duración del
servicio de información que serían proporcionados
por bibliotecas de geociencia establecidas o vende
dores comerciales.
• Tercero, una institución podría ser identificada como
la mejor calificada para funcionar como centro
 regional de excelencia de información geocientífica a
través de toda Centroamérica.
• Cuarto, los países participantes podrían optar por
alguna combinación de las tres opciones acabadas de
mencionar.
Antes de evaluar estas opciones, cada país parti
cipante debe determinar cuanto hay de sus fondos aprov
echables para llevar a cabo su programa nacional, para
establecer un efectivo centro de información de geocien
cia y para mantener su operación continua. Los costos
identificables incluyen, pero no pueden ser limitados a (1)
facilidades de planeamiento, (2) espacio, (3) equipo, (4)
adquisiciones retrospectivas, (5) personal, (6) encuader
nado y preservación de las colecciones, (7) manteni
miento de equipo, (8) entrenamiento de personal, (9)
adquisiciones actuales, y (10) gastos periódicos. Habien
do calculado el nivel aproximado de los fondos deseados
para establecer y mantener un centro de información, los
países participantes deberían ser más capaces de evaluar
las opciones.
La primera opción mientras se provee la completa
duración de los servicios requeriría financiamiento de
desembolso substancial para facilidades, equipo, colec
ciones y personal. El paso inicial de cualquier programa
nacional de ciencias de la tierra podría generar solamente
un uso moderado de recursos bibliográficos en el fondo, y
un programa nacional podría encontrarlo difícil de justi
ficar los gastos de adquirir tal material, dando exigencias
adecuadas para los fondos. No se recomienda el estable
cimiento en cualquier país participantes de un centro de
información de tamaño regional, encaminado a encontrar
solamente las necesidades de ese país .
La segunda opción, se recomienda el estableci
miento de convenios contractuales con bibliotecas de
geociencia o empresarios independientes fuera de Améri
ca Central para proveer una predeterminada gama de
servicios. Los países participantes deberían contratar
para búsqueda en linea de antecedentes de publicaciones,
la contratación de especialistas entrenados, o el paquete
completo de todas las funciones necesarias para operar
satisfactoriamente un centro de información.
La tercera opción, la selección de una biblioteca
centroamericana que sirva como centro regional de exce
lencia para información geocientífica, merece una conside
ración seria. Cualquier distribución de un centro de
información existente debe (1) evaluar cada facilidad de
seguridad y debilidad en las areas vitales de colecciones,
personal y servicios, (2) calcular si el crecimiento signifi
cante en cualquiera o en todas estas áreas es aceptable y
puede ser asimilado por los medios, su personal y por la
organización principal, y (3) juzgar si los medios, dando
recursos adicionales y un mandato para servicio, puede
funcionar satisfactoriamente. Tales evaluaciones deberían
culminar en la identificación de un medio que sirva como
Recurso* para Biblioteca, Manejo de Información, y Programa» Nacionales de las Ciencias de la Tierra 173
centro regional y bolsa de compensación para la infor
mación de geociencia Centroamericana y puede ser con
solidado y en efecto proveído de personal.
La cuarta opción, es la recomendación de los países
participantes a usar una doble vía de acceso para mejorar
su capacidad de información. En primer lugar, cada país
debería adquirir una amplia colección de su propia
literatura de la ciencia de la tierra. Al aumentar estas
posesiones habría una colección central de monografías
internacionales, revistas y libros de texto actualizados
encaminados a mantener informados a los geocientíficos
acerca del actual desarrollo en su especialidad. Colectiva
mente tales materiales son la fundación de la base de
información de geociencia de un país.
En segundo lugar, cada país participante debería
mantener el concepto de un centro de excelencia de
información de geociencia. Mientras que el centro
indudablemente debería contener mucha de la infor
mación que debería ser encontrada en la biblioteca de
cualquier país participante dado, el atractivo y la confian
za de un centro regional debería ser la diversidad y la
profundidad de sus otras posesiones, y la habilidad de un
personal entrenado para identificar de inmediato, colocar
y enviar información que no está al alcance dentro de los
países solicitantes.
Debido a que el mandato de adquisición de colec
ciones debería ser limitado por el término regional, un
centro de información centroamericano no puede esperar
satisfacer todos los pedidos hechos por los países parti
cipantes. En tales casos, el acceso a las fuentes de
biblioteca fuera de Centroamérica, como un resultado de
programas cooperativos inter biblioteca y/o convenios
contractuales con vendedores calificados, debería ser la
solución más efectiva y económica.
Un consultor debería comprometerse a trabajar y
asistir a los países participantes y agencias financieras
interesadas en desarrollar sistemas de servicios de infor
mación. Un consultor podría, por ejemplo, (1) definir y
desarrollar los requerimientos para un centro nacional de
información, (2) identificar y evaluar facilidades existen
tes para determinar el mejor sitio para un centrol
regional, (3) establecer pautas para construir colecciones,
(4) desarrollar requerimientos mínimos de calificación
para personal, (5) proyectar planes para un sistema de
información interactivo de asistencia microcomputar-
izada de geociencia en América Central, (6) contratar
servicios vitales que serían proporcionados por biblio
tecas seleccionadas y calificadas y contratistas, y (7)
analizar todos los contratos principales para asegurar que
se están dando los servicios apropriados.
Lo que ha sido propuesto proveería a Centro
América con recursos de biblioteca y manejo de infor
mación con capacidad nacional y regional y completa
mente capaz de soportar y complementar programas de
ciencia de la tierra nacionales y regionales.
PRECIOUS-METAL DEPOSITS IN VOLCANIC
TERRANES
By Roger P. Ashley and Byron R. Berger
INTRODUCTION
Epithermal precious-metal deposits occur in conti
nental volcanic terranes in arc and back-arc provinces
throughout the world. Because these deposits are formed
at shallow depths, most of those having significant pro
duction are found in the Cenozoic volcanic belts of the
Circum-Pacific and Caribbean regions. The Tertiary vol
canic terranes that occupy approximately 125,000 km2 in
Central America constitute a large prospective area for
these deposits, and significant occurrences are presently
known. The relatively small size and high grade of these
deposits make them economically attractive to small and
medium-sized mining operations.
This report presents conceptual descriptive and
genetic models for the two main types of epithermal
precious-metal deposits associated with volcanic rocks,
here termed quartz-adularia type and quartz-alunite
deposit types.
FEATURES COMMON TO ALL DEPOSITS
Volcanic-hosted epithermal precious-metal depos
its are associated with volcanic centers of all types,
including stratovolcanoes, dome fields, calderas, and maars
(Sillitoe and Bonham, 1984). Ore bodies occur in perme
able zones including regional and local fault systems (such
as caldera ring fractures), fragmental volcanic and
volcaniclastic deposits, volcanic explosion breccias associ
ated with both domes and maars, and hydrothermal
explosion breccias. Volcanic host rocks range in composi
tion from intermediate (andesite or rhyodacite) to silicic
(rhyolite) and are rarely basaltic. Ore deposition occurs
during waning volcanism or shortly after volcanism ceases
in the host volcanic center. The vertical extent of the
productive ore horizon, whether it is found in veins,
stockworks, or breccia bodies, is most commonly between
200 and 600 m. Most districts show an abrupt bottoming
174 Mineral, Energy, and Water Resource* and Geologic Hazards, Central America
of ore shoots at a more or less constant elevation.
Geologic considerations indicate that paleodepths to top
of ore were less than 500 to 600 m for most deposits.
Quartz is always an important member of the
gangue assemblage. Quartz and its contained fluid inclu
sions have yielded much of the fluid-composition, oxygen-
isotope, and hydrogen-isotope data presently available
for these deposits. Although this data base is still quite
limited, it shows that the fluids that deposited both gangue
and ore minerals had low salinities (typically 1 to 3 weight
percent, maximum 14 weight percent NaCl equivalent),
and were dominated by meteoric water (less than 10
percent magmatic water component). Sulfur isotope data
for various sulfides show that sulfur is usually of mag
matic origin. Fluid-inclusion temperatures during main-
stage ore deposition show a range of several tens of
degrees Centigrade between 290°C and 220°C, with
median temperature most commonly around 250°C. Evi
dence of boiling has been observed in at least a dozen
deposits.
FEATURES OF QUARTZ-ADULARIA
DEPOSIT-TYPE
The distinction between the two major deposit-
types described here is based on important differences in
fluid chemistry, which are reflected in ore, gangue, and
alteration mineral assemblages, and principal by-product
base metals. In the quartz-adularia deposit-type, potas
sium feldspar (adularia) is present with quartz as a
gangue mineral in the veins. Other gangue minerals
include carbonate (calcite, ankerite, siderite, rhodochros-
ite), barite, fluorite, or manganese oxides. Altered rocks
immediately adjacent to the veins often have the assem
blage quartz-adularia. The quartz-adularia zone grades
outward into a quartz-sericite (illite) zone, which grades
in turn into an argillic zone that includes various combi
nations of kaolinite, illite, montmorillonite, and mixed
layer illite-montmorillonite. The argillic alteration is
superimposed on widespread propylitizau'on.
 Several subtypes of the quartz-adularia deposit-
type may be defined based on ore mineralogy, which
determines the dominant precious metal and the impor
tance of by-product base metals. Silver-rich deposits
(Ag:Au > 30:1) usually contain acanthite as a major silver
mineral, and may contain silver sulfosalts or electrum.
The accompanying base-metal sulfides are typically
sphalerite, galena, chalcopyrite, sometimes tetrahedrite,
and pyrite. In deposits that are relatively base-metal rich,
these same base-metal sulfides are simply more abun
dant. In gold-rich deposits, native gold is important, and
acanthite and electrum may also be present. The suite of
base-metal sulfides remains the same, but these minerals
are usually unimportant economically.
FEATURES OF QUARTZ-ALUNITE
DEPOSIT-TYPE
In the quartz-alunite deposit-type, adularia is
absent, and alteration adjacent to ore bodies is advanced
argillic rather than potassic. The most intensely altered
rocks, which always host the ore, contain quartz and any
combination of the following: alunite, pyrophyllite,
diaspore, kaolinite (dickite), or zunyite. The advanced
argillic assemblages give way outward to argillic (quartz-
kaolinite) or phyllic-argillic (quartz-sericite-kaolinite)
assemblages. These kaolinite-bearing rocks grade into
argillic rocks bearing montmorillonite or mixed layer
illite-montmorillonite, or both. The argillic rocks give way
to propylitized rocks that predate the main episode of
alteration.
Unlike the quartz-adularia deposit-type, ore-
mineral assemblages of the quartz-alunite deposit-type
always include copper sulfosalts, the most prominent
being enargite or luzonite-group minerals. Tetrahedrite
and tennantite are also important, as are native gold,
silver sulfosalts, covellite, bismuthinite, and occasionally
tellurides. Pyrite is always abundant. Although this
deposit-type includes distinct silver-rich (Ag:Au>3:l)
and gold-rich subgroups, copper is almost always a by
product. Gangue minerals other than quartz include
alunite, kaolinite, and sometimes barite. Carbonates are
absent. Limited fluid-inclusion data indicate that temper
atures and salinities of fluids were generally in the same
ranges as in the quartz-adularia type deposits, but maxi
mum temperatures and salinities may have been some
what higher. Evidence for boiling is common.
GENETIC MODELS
Berger and Eimon (1983) present three conceptual
genetic models to encompass all variants of the quartz-
adularia deposit type, including the closed-cell convection
model, the stacked-cell convection model, and the hot-
springs deposition model. The closed-cell convection
model (fig. 1) treats the relatively simple case of meteoric
water heated at depth (most likely by a subvolcanic
intrusion) and rising buoyantly in a large, open,
moderately- to steeply dipping structure (usually a fault).
In this situation hydrostatic pressures prevail over a large
vertical range, but at shallow to intermediate depths silica
deposition, owing to temperature decrease, produces epi
sodic self-sealing and boiling. The changes in solution
chemistry produced by boiling (mainly by loss of H2S and
C02) are important in causing deposition of precious
metals, and, along with temperature decline and mixing
are also important in producing vertical zoning in veins.
Implications of this model regarding wall-rock alteration
have been considered in detail by Buchanan (1981).
Quartz-adularia and quartz-sericite assemblages are asso
ciated with the vertical interval in which boiling occurs.
Above this interval is a vapor-dominated zone character
ized by illitic or argillic alteration, where condensation of
steam and oxidation of H2S to H2S04 produce acid
conditions. The most important aspect of this model is the
unrestricted vertical flow of fluid, resulting in vertical
zoning patterns that are much more prominent than
lateral variations.
The stacked-cell convection model (fig. 2) treats a
situation similar to the closed-cell model, but takes into
account the possibility that relatively cold fresh meteoric
water may cap the circulating cell of relatively hot, weakly
to moderately saline metal-bearing fluid. As in the closed-
cell model, chemical changes associated with boiling
beneath the cap are important in precious-metal deposi
tion. Here, however, fluid flow will not be predominantly
vertical throughout the system, but will be predominantly
lateral along the top of the ore-fluid cell. In this zone of
lateral flow, fluid mixing and possibly spatially-associated
boiling form complex high-grade base- and precious-
metal ores with conspicuous lateral zonation.
Hydrothermal systems that develop conditions of
rapid upflow and voluminous surface discharge may
deposit precious metals very near the surface. The hot-
springs deposition model (fig. 3) is an attempt to describe
such systems. Here, rapid temperature decrease near the
surface combined with rapid upflow causes dumping of
silica at and near the surface. Fluid overpressures develop
beneath the sealed cap, which, when broken, produces
violent flash boiling and hydrothermal explosions.
Repeated episodes of sealing and flash boiling result in
complex brecciation and rebrecciation. Precious-metal
deposition results mainly from changes in fluid chemistry
produced by boiling. Ore bodies consist of fine-grained to
microcrystalline quartz or chalcedony filling the explosion
breccias or forming stockworks. Carbonate or adularia
may accompany the silica, sulfide minerals (mostly pyrite
Pracloua-Metal Deposits in Volcanic Terranes 175
 Barren qtz ♦ calclte t
, Muorlte ♦ barile

Siliclllcation
_Qtz ♦ illlte ♦ pyrita ♦ native
: metals ♦ sulfosalts

Qtz ♦ lllite ♦ native metals ♦

sulfarsenides ♦ sulfantlmonidts ♦
Ag-sulfldes ♦ base-metal sullides.

Bonanza and/or stockwork ores

Qtz ♦ adularla ♦ lllite ♦

Ag sulfides + base-metal sulfides

Pre- 'higher level' qtz *

7*- illite ± kaolinlte ♦ sulfide
capping

Early qtz ♦ Ag-sulfides

base-metal sulfides ♦
adularla

Vein atructure

Figure 1 . A schematic cross section of open-vein deposition in the closed-cell convection model including two
levels of mineralization resulting in stacked ore bodies, in this case separated by a barren zone. From Berger
and Eimon (1983).

176 Mineral, Energy, and Water Resources and Geologic Hazards, Central America
 'Barren* qtz + calcite tfluorite ± barite
Qtz + barite ♦ native metals +
sulfosalts + pyrlte as
replacements
Qtz ♦ Ulite + barite + carbonates +
native metals + sulfosalts + sulfides
Figure 2. A schematic cross section of open-vein deposition in the zone of fluid mixing in the stacked-cell convection
model including areas of stockwork fracturing and replacement-type deposits. From Berger and Eimon (1983).
or marcasite) are scarce, and precious metals are
accounted for by extremely fine-grained native gold, elec-
trum, and silver sulfosalts. The ore zone is always char
acterized by pervasive and intense silicification, zoned
outward to quartz-illite alteration, montmorillonite-
alteration, and finally pervasive propylitization. Zones of
acid leaching marked by kaolinite, porous opaline silica,
and alunite veins occur above, within, and laterally
around ore zones, and are sometimes locally super
imposed on the ore horizon.
A general picture of the environment of deposition
of quartz-alunite-type deposits has been presented by
Bethke (1984). Several important features of these depos
Qtz + kaolinite ♦ montmorillonite +
alunite + zeolites
Sfliclfication
_ Qtz + illite + pyrite +
. native metals + sulfosalts
Qtz + Illite ♦ native metals +
y sulfarsenides ± sulfantlmonides ♦
\ argentite + pyrite + base-metal sulfides
Bonanza and/or stockwork ores
Qtz + adularia + illite ♦ Ag-sulfldes +
pyrite + base-metal sulfides
(qtz pseudomorphs after calcite)
Qtz + chlorite ± adularia +
- pyrite ♦ base-metal sulfides +
AQ-sultides
its must be taken into account in modelling. First, the
characteristic intense acid-sulfate alteration and the
sulfosalt-bearing ore bodies are always closely related
spatially and temporally to porphyritic domes or flow-
dome complexes. The second important feature is the
highly sulfidized character of both hydrothermally altered
rocks and ores. Clearly, sulfur was abundant in the fluids,
and a relatively large proportion of the sulfur was present
as sulfate. The third important feature is common brec-
ciation of advanced argillic alteration zones, which are
sites for ore deposition (fig. 4).
Although not all features of these deposit-types and
the processes that formed them are presently understood,
Precious-Metal Deposits In Volcanic Terranes 177
 Hydrothermal explosion breccia
, Bedded fallout material .Silica sinter
Sb, As. Au, Ag. Hg in seams
<Z2> Q, 5~?-*-Opalized rock or porous, vuggy silica
Native S, cinnabar
"^Pervasive silicification
Dispersed As, Sb, Au, Ag, Tl

Base of silicification Stockwork veins

Au, Ag, As, Tl, Sb in qtz, chalcedony

Acid leaching
Kaolinite.alunite, silica, Jarosite

Breccia dikes
Hydrothermal brecciation
(low-angle veins)
Au, Ag, As, Sb, Tl sulfides and qtz

Qtz-sulfide veins
Au. Ag. As. (Cu, Pb.Zn) in sulfides with adularia

Qtz-sulfide veins
Cu. Pb. Zn. (Au. Ag) in sulfides with chlorite

Figure 3. Schematic cross section of the hot-springs deposition model showing the spatial relationships of alteration
and trace-element geochemistry and some of the more important structural features of this deposit type. From Berger
and Eimon (1983).

the characteristics described above can be explained in a
preliminary model. Igneous bodies intrude a volcanic
center such as a dome field or stratovolcano at shallow
levels, releasing plumes of S02-rich magmatic gas which
move upward and mix with ground water to establish a
hydrothermal circulation system characterized by strong
vertical temperature gradients and a high sulfur flux. With
declining temperature, S02 disproportionates to yield
S04 and with further temperature decrease, H2S04 dis
sociates to produce the highly acid solutions responsible
for hypogene leaching and advanced argillic alteration.
Episodic sealing, hydrofracturing, and flash boiling are
important in quartz-alunite type systems as well as quartz-
adularia type systems (Ashley, 1982). The mode of evo
lution from the acid-sulfate-alteration stage to the ore-
deposition stage is not well understood. Detailed studies
are needed to delineate the conditions of ore sulfosalt and
sulfide deposition.
Advanced argillic alteration and associated copper
sulfosalt veins and masses have been recognized in the
upper parts of several porphyry copper systems, raising
the possibility that some quartz-alunite-type deposits may
be related to porphyry-copper mineralization at depth, as
discussed by Wallace (1979) and Sillitoe (1973).
OCCURRENCE MODELS FOR EXPLORATION
AND REGIONAL ASSESSMENT
Geological, geochemical, and some geophysical
attributes of quartz-adularia-type deposits are given by
Berger and Eimon (1983), Berger (1982), Barton (1982),

178 Mineral, Energy, and Water Resources and Geologic Hazard*, Central America
 Hydrothermal explosion
breccia •
Base of pervasive acid
leoching and silicificatlon
Ore body
Enargite, luzonitel tetrahedritev
tennantite, covellite, bismuthintte,
gold, tellurides
Propylitic alteration
Propylitic alteration
Figure 4. Schematic cross section of the quartz-alunite deposit model showing the spatial relationships between
alteration zones, ore bodies, and other features.
Silberman (1982), and Giles and Nelson (1982).
Attributes of quartz-alunite-type deposits are given by
Ashley (1982). Useful summary lists of attributes are
given by Berger for quartz-adularia-type (excluding hot-
springs type deposits), quartz-alunite-type, and hot-
springs-type deposits in Cox (1983), and are reproduced
here (tables 1-3). In regional assessment, the geological
environment attributes are most useful, along with evi
dence of hydrothermal alteration obtained through field
or remote-sensing studies. Regional aeromagnetic and
gravity data may be useful in recognizing volcanic centers,
subvolcanic intrusions, and significant fracture systems;
Silica sinter
Argillic alteration
Quartz, kaollnite, montmorlllonite,
mixed layer clays, pyrite
Advanced argillic alteration
Quartz, alunite, pyrophyllite, diaspore,
kaolinite, pyrite
Propylitic alteration
Quartz-pyrite veins with
quartz-serlcite-pyrite selvages
Quartz-sulfide veins with K-feldspar alteration
Fe, Cu, Mo suffldes
silver, arsenic, antimony, and lead are the elements most
likely to be seen in anomalous amounts in regional
stream-sediment geochemical surveys where these depos
its are present.
In exploration, the attributes listed in the deposit
description sections of the summary lists are most useful.
The first stage of exploration is to identify intermediate to
silicic volcanic centers that have been slightly to no more
than moderately eroded. Favorable features within volca
nic centers include permeable volcanic and sedimentary
units, ring-fracture zones, and fractures related to dom
ing; exposures of hydrothermally altered rocks, veins, or
Precious-Metal Deposits In Volcanic Terranes 179
Table 1 —Summary occurrence model for quartz-adularia-type deposits, from Cox (1983)
DEPOSIT TYPE: Epithermal Gold SUBTYPE: Quartz-adularia
AUTHOR: Byron R. Bcrger DATE: December 1982
APPROXIMATE SYNONYM: Precious metal, base-metal veins OF (REFERENCE)
DESCRIPTION: Gold in vuggy quartz veins with abundant pyrite, arsenopyrite, sphalerite, and galena
GENERAL REFERENCE:
GEOLOGICAL ENVIRONMENT
Rock Types: Areas of volcanism: andesite, dacite, quartz latite, rhyodacite, rhyolite
Textures: Porphyritic
Age Range: Mainly Tertiary for bonanza deposits, but may be any age
Depositional Environment: Centers of volcanism and associated intrusive activity for bonanza deposits; batholiths
Tectonic Setting(s): Through-going fracture systems; major normal faults, fractures related to doming, ring-fracture zones, joints
Associated Deposit Types: Placer gold
Metal Concentrations: Ag+Pb+Zn, Ag+W+Bi+Pb+Zn
DEPOSIT DESCRIPTION
Ore Minerals: Native gold+electnim+pyrite±arsenopyrite±galena±sphalerite in high Au:Ag deposits. Native gold+electrum+tetrahedrite+
pyrite+galena+sphalehte±barite±rhodochrosite in high Ag:Au deposits. In hypogene oxidized areas or supergene zones
gold+ruby silver+native silver
Texture/Structure: Banded veins, open space filling, lamellar quartz, stockworks
Alteration: Top to bottom of system: quartz+kaolinite+montmorillonite±zeolites±barite±calcite; quartz+illite; quartz+adularia±illite;
quartz+ chlorite. Presence of adularia is variable
Ore Controls: Through-going, anastomosing fracture systems
Weathering: Bleached country rock, geothite, jarosite, alunite. Supergene processes often important factor in increasing grade of deposit
Geochemical Signature: Higher in system Au+As+Sb+Hg; Au+ Ag+Pb+Zn+Cu; Ag+Pb+Zn, Cu+Pb+Zn. Base metals generally higher in
deposits with silver
Examples References
Jarbidge, Nevada
Comstock, Nevada
Guanajuato, Mexico

Table 2.— Summary occurrence model for quartz—a/unite-type deposits, from Cox (1983)
DEPOSIT TYPE: Epithermal Gold SUBTYPE: Quartz-alunite
AUTHOR: Byron R. Berger DATE: December 1982
APPROXIMATE SYNONYM: Enargite gold OF (REFERENCE)
DESCRIPTION: Gold, pyrite, and enargite in vuggy veins and breccias in zones of advanced argillic alteration related to felsic volcanism
GENERAL REFERENCE:
GEOLOGICAL ENVIRONMENT
Rock Types: Volcanic: dacite, quartz latite, rhyodacite, rhyolite. Hypabyssal intrusion or domes
Textures: Porphyritic
Age Range: Generally Tertiary, but can be any age
Depositional Environment: Within the volcanic edifice, ring-fracture zones of calderas, or areas of igneous activity with sedimentary evaporites
in basement
Tectonic Setting(s): Through-going fracture systems; keystone graben structures, ring-fracture zones, normal faults, fractures related to doming,
joint sets
Associated Deposit Types: Porphyry copper, active or fossil acid-sulfate hot springs, hydrothermal clay
Metal Concentrations: Copper, arsenic, antimony
DEPOSIT DESCRIPTION
Ore Minerals: Native gold + enargite+pyrite+silver-bearing sulfosalts±chalcopyrites±bornite±precious-metal tellurides. May have hypogene
oxidation phase with chalcocite+covellite±luzonite with late-stage native sulfur
Texture/Structure: Veins; breccia pipes, pods, dikes; replacement veins often porous, vuggy
Alteration: Highest temperature assemblage: quartz+alunite+pyrophyllite; may be early stage of quartz+ alunite with pervasive alteration of host
rock and veins of these minerals; zoned around quartz-alunite is quartz+alunite+kaolinite+montmorillonite; pervasive propylitic
alteration
Ore Controls: Through-going fractures, centers of intrusive activity
Weathering: Abundant yellow jarosite and geothite, white argillization with kaolinite, fine-grained white alunite veins, hematite
Geochemical Signature: Higher in system Au+As+Cu with increasing base metals at depth. Also Te
Examples References
Goldfield, Nevada
Summitville, Colorado
Kasuga mine, Japan

180 Mineral, Energy, and Water Resource* and Geologic Hazards, Central America
Table 3— Summary occurrence model for hot-springs gold subtype of quartz-adularia-type deposits, from Cox (1983)
DEPOSIT TYPE: Epithennal Gold SUBTYPE: Hot Springs gold
AUTHOR: Byron R. Berger DATE: December 1982
APPROXIMATE SYNONYM: OF (REFERENCE)
DESCRIPTION: Fine-grained silica and quartz in silicified breccia with gold pyrite, and Sb and As sulfides
GENERAL REFERENCE:
GEOLOGICAL ENVIRONMENT
Rock Types: Areas of volcanic activity: rhyolite
Textures: Porphyritic
Age Range: Mainly Tertiary
Depositional Environment: Rhyolitic volcanic centers, rhyolite domes
Tectonic Setting(s): Through -going fracture systems
Associated Deposit Types: Quartz veins, breccia pipes
Metal Concentrations: Mo, W, Ag-sulfosalts, placer gold
DEPOSIT DESCRIPTION
Ore Minerals: Native gold+pyrite+stibnite + realgarorarsenopyrites±sphalerite+chalcopyrite±fluoriteornative gold +Ag-selenideortellurides+
pyrite
Texture/Structure: Banded veins, stockworks, breccias (uncemented or cemented with silica)
Alteration: Top to bottom of systems: chalcedonic sinter, massive silicification, stockworks and veins of quartz + adularia and breccias cemented
with quartz, quartz + chlorite. Veins generally chalcedonic
Ore Controls: Through-going fracture systems, brecciated cores of intrusive domes; cemented breccias important carrier of ore
Weathering: Bleached country rock, yellow jarosite and goethite, fine-grained alunite, hematite
(ieochemical Signature: Au+As+Sb+Hg+Tl higher in system, increasing Ag with depth, decreasing As+Sb+Tl + Hg with depth
Examples References
McLaughlin, California
Round Mtn., Nevada
Delamar, Idaho

surface sinters; and shows of mineralization. Vein and
altered rock exposures must be sampled in detail to
confirm whether a geochemical signature typical of the
higher parts of one of these deposits is present. If so,
further detailed geological and geochemical surface inves
tigations should be carried out to delineate permeable
rock units and structures, alteration zoning, and geo
chemical zoning. Drill holes can then be located to intersect
zones of maximum alteration intensity and enclosed veins
or stockworks at a level where maximum concentration of
precious metals is likely. Exploration geophysical methods
may be of some use in tracing faults and veins and
detecting alteration minerals and sulfides at depth.
REFERENCES CITED
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its, in Erickson, R.L., compiler, Characteristics of mineral-
deposit occurrences: U.S. Geological Survey Open-File
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Barton, Paul, 1982, Silver/base metal epithermal deposits, in
Erickson, R.L., compiler, Characteristics of mineral-
deposit occurrences: U.S. Geological Survey Open-File
Report 82-795, p. 127-130.
Berger, B.R., 1982, The geological attributes of Au-Ag-base
metal epithermal deposits, in Erickson, R.L., compiler,
Characteristics of mineral-deposit occurrences: U.S. Geo
logical Survey Open-File Report 82-795, p. 119-126.
Berger, B.R., and Eimon, P.I., 1983, Conceptual models of
epithermal precious-metal deposits, Chapter 15, in Shanks,
W.C., III, ed., Cameron volume on unconventional min
eral deposits: Society of Mining Engineers of the Ameri
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Engineers, Inc., p. 191-205.
Bethke, P.M., 1984, Controls on base and precious-metal
mineralization in deeper epithermal environments: U.S.
Geological Survey Open-File Report 84-890, 14 p.
Buchanan, L.J., 1981, Precious-metal deposits associated with
volcanic environments in the Southwest: Arizona Geolog
ical Society Digest, v. 14, p. 237-262
Cox, D.P., editor, 1983, U.S. Geological Survey—INGEO-
MINAS mineral resource assessment of Columbia, ore
deposit-models: U.S. Geological Survey Open-File
Report 83-423, 49 p.
Giles, D.L., and Nelson, C.E., 1982, Principal features of
epithermal lode gold deposits of the Circum-Pacific rim:
Presented at Circum-Pacific Energy and Minerals
Resource Conference, Honolulu, Hawaii, August 22-28,
1982: Lakewood, Colorado, Cimarron Exploration, Inc.,
12 p.
Silberman, M.L., 1982, Hot-spring type, large tonnage, low-
grade gold deposits, in Erickson, R.L., compiler, Charac
teristics of mineral deposit occurrences: U.S. Geological
Survey Open-File Report 82-795, p. 131-143.
Sillitoe, R.H., 1973, The tops and bottoms of porphyry copper
deposits: Economic Geology, v. 68, p. 799-815.
Sillitoe, R.H., and Bonham, H.F., Jr., 1984, Volcanic landforms
and ore deposits: Economic Geology, v. 79, p. 1286-1298.

Precious-Metal Deposits In Volcanic Terrenes 181

Wallace, A.B., 1979, Possible signatures of buried porphyry- esis of Ore Deposits (IAGOD), 5th Quadrennial Sympo
copper deposits in middle to late Tertiary volcanic rocks of sium Proceedings, Vol. II: Nevada Bureau of Mines and
western Nevada, in International Association for the Gen Geology Report 33, p. 69-76.

182 Mineral, Energy, and Water Resources and Geologic Hazards, Central America
DEPOSITOS DE METALES PRECIOSOS EN
TERRENOS VOLCANICOS
Por Roger P. Ashley y Byron R. Berger
INTRODUCCION
Los depósitos epitérmicos de metales preciosos se
presentan en todo el mundo en los territorios continen
tales volcánicos de las áreas situadas en el arco y detrás del
arco. Debido a que estos depósitos se forman a poca
profundidad, la mayoría de ellos con una producción
significativa se encuentran en las fajas volcánicas cenozoi
cas de la región en tomo al Pacifico y de la región del
Caribe. Los territorios volcánicos terciarios que ocupan
aproximadamente 125.000 kilómetros cuadrados en
Centroamérica, comprenden una extensa área con poten
cialidad para la presencia de estos depósitos, y en la
actualidad se conoce la existencia de depósitos importan
tes. El tamaño relativamente pequeño y el alto grado de
estos depósitos hacen que sean económicamente atrac
tivos para las operaciones mineras pequeñas y medianas.
El propósito de este informe es presentar modelos
descriptivos conceptuales y genéticos de los dos prin
cipales tipos de depósitos epitérmicos de metales precio
sos, asociados con rocas volcánicas, los que aqui se
denominan depósitos tipo cuarzo-adularía y tipo cuarza-
alunita.
CARACTERISTICAS COMUNES DE TODOS
LOS DEPOSITOS
Los depósitos epitérmicos de metales preciosos de
origen volcánico se asocian con centros volcánicos de todo
tipo, incluyendo los estratovolcanes, campos de domos,
calderas y diatremas (Sillitoe y Bonham, 1984). Los
cuerpos minerales se presentan en zonas permeables,
incluyendo los sistemas de fallas regionales y locales
(como las fracturas anulares de calderas), los depósitos
volcánicos fragmentarios y volcanoclásticos, las brechas de
explosión volcánica asociadas tanto con domos como con
diatremas y las brechas de explosión hidrotérmica. Las
rocas volcánicas varían en su composición desde las
intermedias (andesita o riodacita) hasta las silícicas (rio-
lita) y raras veces son basálticas. Las acumulaciones de
mineral se realizan durante la disminución de la actividad
volcánica, o poco después de que esta cesa en el centro
volcánico de origen. La extensión vertical del horizonte
mineral productivo, ya sea que se encuentre en forma de
vetas, intrusiones o brechas, por lo general alcanza los
200 a 600 metros. La mayoría de los distritos muestran
una sedimentación abrupta de columnas de mineral a una
elevación más o menos constante. Los estudios geológicos
determinaron que para la mayoría de depósitos la profun
didad paleozoica hasta la parte superior del mineral era
menor a los 500 a 600 metros.
El cuarzo es siempre un componente importante de
la formación filoniana. El cuarzo y su contenido de
inclusiones fluidas han proporcionado una gran parte de
los datos de que se dispone en la actualidad para estos
depósitos, con respecto a composición fluida, isótopo de
oxígeno e isótopo de hidrógeno. A pesar de que esta base
de datos es aún bastante limitada, muestra que los fluidos
que depositaron tanto el material de ganga como el
mineral contenian baja salinidad (generalmente de 1 a 3
en porcentaje de peso, máximo 14 por ciento en peso de
equivalente de NaCl), y predominaba en ellos el agua
meteórica (menos del 10 por ciento en componente
magmático del agua). Los datos del isótopo de azufre de
varios sulfuras muestran que el azufre es, usualmente, de
origen magmático. Las temperaturas de la inclusión de
fluida durante la etapa principal de acumulación de
mineral muestran una variación de varias decenas de
grados centígrados, oscilando entre los 290°C y los 220°C,
con una temperatura media generalmente alrededor de
los 250°C. Por lo menos en una docena de depósitos se ha
observado evidencia de ebullición.
CARACTERISTICAS DE LOS DEPOSITOS
DEL TIPO CUARZO-ADULARIA
La distinción entre los dos principales tipos de
depósitos que se describen aquí está basada en impor
Depósltos de Metales Preciosos en Terrenos Volcánicos 183
tantes diferencias en la composición química del fluido,
reflejadas en las formaciones de mineral, ganga y altera
ción, así como en los principales metales de subproducto.
En el depósito del tipo cuarzo-adularia, el feldespato de
potasio (adularía) está presente en las vetas como un
mineral de ganga, junto con el cuarzo. Otros minerales de
ganga incluyen el carbonato (calcita, ankerita, siderita,
rodocrusita), la baritina, la fluorita o los óxidos de
manganeso. Las rocas alteradas, directamente adyacentes
a las vetas, a menudo contienen la formación de cuarzo-
adularia. La zona de cuarzo-adularia se torna gradualmen
te en una zona de cuarzo-sericita (ilita), la que a su vez se
convierte gradualmente en una zona argilosa que incluye
varias combinaciones de caolinita, ilita, montmorillpnita y
una capa mixta de ilita montmorillonita. La alteración
argilosa aparece superpuesta sobre una propilitización
propagada.
Varios subtipos del depósito de cuarzo-adularia
pueden ser definidos con base en la mineralogía del
material, que determina el metal precioso dominante y la
importancia de los metales subproducto. Los depósitos
ricos en plata (Ag:Au>30:l) generalmente contienen
acantita como un mineral argentífero principal, y pueden
contener sulfosales argentíferas o electro. Los sulfuras
metálicos básicos que aparecen en la composición
usualmente son esfalerita, galena, calcopirita y a veces
tetraedrita y pirita. En depósitos que son relativamente
ricos en metales básicos, estos mismos sulfuras metálicos
de base simplemente son más abundantes. En los
depósitos ricos en oro, el oro nativo es importante y la
acantita y el electro también pueden estar presentes. El
conjunto de sulfuras metálicos básicos permanece igual,
pero estos minerales por lo general carecen de importan
cia económica.
CARACTERÍSTICAS de los depósitos
DEL TIPO CUARZO-ALUNITA
En los depósitos del tipo de cuarzo-alunita no existe
la adularía y la alteración adyacente a los cuerpos de
mineral es argilosa avanzada, en lugar de potásica. Las
rocas más intensamente alteradas, que siempre dan origen
al mineral, contienen cuarzo y cualquier combinación de
lo siguiente: Alunita, pirofilita, diasporo, caolinita (dik-
ita), o zunita. Las capas argilosas avanzadas hacen surgir
las formaciones argilosas (cuarzo-caolinita) o filicoarg-
ilosas (cuarzo-sericita-caolinita). Estas rocas que conti
enen caolinita gradualmente se tornan en rocas argilosas,
conteniendo montmorillonita o una capa mixta de ilita-
montmori llonita, o ambos tipos de material. Las rocas
argilosas dan lugar a la formación de rocas propilitizadas,
que preceden la etapa principal de la alteración.
A diferencia de los depósitos del tipo cuarzo-
adularia, las formaciones minerales de los depósitos del
184 Mineral, Energy, and Water Resources and Geologlc Hazards, Central America
tipo de cuarzo-alunita siempre incluyen sulfosales de
cobre, de las cuales las más prominentes son la enargita o
los minerales del grupo de la luzonita. La tetraedrita y la
tenantita también son importantes, como lo son el oro
natural, las sulfosales argentíferas, la covelita, la bismuti-
nita y, ocasionalmente, los telururos. La pirita siempre es
abundante. Aunque este tipo de depósito incluye sub-
grupos distintos ricos en plata (Ag:Au >3:1) y en oro, el
cobre casi siempre aparece como un subproducto. Los
minerales de ganga, aparte del cuarzo, incluyen alunita,
caolinita y a veces baritina. No existen carbonatos. Los
datos de la inclusión limitada de fluido indican que las
temperaturas y la salinidad de los fluidos tenían general
mente las mismas variaciones que los depósitos del tipo
de cuarzo-adularia, pero las temperaturas y la salinidad
máximas pueden haber sido un poco más altas. Es común
la evidencia de ebullición.
MODELOS GENÉTICOS
Berger y Eimon (1983) presentan tres conceptos de
modelos genéticos para encerrar las variantes del depósito
del tipo cuarzo-adularia, incluyendo el modelo de convec
ción de celda cerrada, el modelo de convección de celda
apilada y el modelo de depósito de aguas termales. El
modelo de convección de celda cerrada (fig. 1) se refiere
al caso, relativamente simple, del agua meteórica que se
calentó en la profundidad (seguramente por una intru
sión subvolcánica) y surgió vigorosamente a través de una
gran estructura abierta, con un declive desde moderado
hasta empinado (usualmente una falla). Bajo estas cir
cunstancias, las presiones hidrostáticas prevalecen a lo
largo de una gran gama vertical; sin embargo, a poca
profundidad o profundidad intermedia los depósitos de
silice, causados por la reducción de la temperatura,
producen autosellado episódico y ebullición. Los cambios
en la química de la solución, producidos por la ebullición
(principalmente por la pérdida de H2S y C02) tienen
importancia en la provocación del depósito de metales
preciosos y, junto con el descenso y la mezcla de la
temperatura, tienen también importancia en la produc
ción de zonificación vertical en las vetas. Las implica
ciones de este modelo con respecto a la alteración de
pared-roca han sido consideradas detalladamente por
Buchanan (1981). Las formaciones de cuarzo-adularia y
cuarzo-sericita están asociadas con el intervalo vertical en
el cual ocurre la ebullición. Por encima de este intervalo
existe una zona en la que predomina el vapor, caracteri
zada por una alteración ilítica o argilosa, en la cual la
condensación del vapor y la oxidación del H2S al H2SO«
producen condiciones acidas. El aspecto más importante
de este modelo es el flujo vertical libre del líquido que da
como resultado patrones de zonificación vertical, que son
mucho más prominentes que las variaciones laterales.
 Barren qtz ♦ calcita ♦
(tuorlte i barita
V
Qtz ♦ kaollnlte ♦
alunita *■ zeolites .

A0T SUicIfleatlon
' Qtz ♦ ¡Hita ♦ pyrita ♦ nativa
g metals ♦ sullosalts

Qtz ♦ illlte ♦ nativa metala ♦

sulfarsenidea ♦ sulfantimonides ♦
Ag-sulfldes ♦ base-metal sulfides.

Bonanza and/or stoekwork ores

Qtz ♦ adularla ♦ Ulite ♦

Ag sulfides ♦ base-metal sulfides

Pre- 'higher level* qtz ♦

j*- illite ± kaolinlte ♦ sulfide
capping

Early qtz ♦ Ao~sulfides ♦

base-metal sulfides ♦
adularla

Vein structure

Figura 1 . Un corte transversal esquemático de depósito de veta abierta en el modelo de convección de celda
cerrada, incluyendo dos niveles de mineralización en forma de cuerpos minerales apilados, en este caso
separados por una zona estéril. De Berger y Eimon (1983).

Depósitos de Metale* Precioso* en Terreno* Volcánico*

 'Barren' qtz + calcíte ± fluorita ± barite

Qtz + kaollnite + montmorillonite +

alunite + zeolites
\

Slllclfication
_ Qtz + illite + pyrlte +
native metals ± sulfosalts
Qtr + barite + native metals +
Qtz + illite + native metals +
sulfosalts + pyrlte as y - sulfarsenides ± sulfantimonides +
replacements \ argentite + pyrite + base-metal sulfides

Qtz + Hlite ± barite * carbonates + ^ Bonanza and/or stockwork ores

native metals + sulfosalts + sulfides

Qtz + adularía + illite ♦ Ag-sulfldes +

pyrite + base-metal sulfides
(qtz pseudomorphs after calcite)

Qtz + chlorite ± adularla +

pyrite ♦ base-metal sulfides ♦
Ag-sulfides
i
Figura 2. Un corte transversal esquemático de depósito de veta abierta en la zona de mezcla de fluidos del modelo de
convección de celda apilada, incluyendo áreas de fracturas de intrusión y depósitos del tipo de restitución. De Berger y
Eimon (1983).

El modelo de convección de celda apilada (fig. 2) se
refiere a una situación similar a la del modelo de celda
cerrada, pero toma en consideración la posibilidad de que
el agua meteórica fresca, relativamente fría, pueda cubrir
la celda circulante de fluido metálico ligero a moder
adamente salino, el cual está relativamente caliente. Al
igual que en el modelo de celda cerrada, los cambios
químicos asociados con la ebullición debajo de la capa de
cubrimiento son importantes para el depósito del metal
precioso. En este caso, sin embargo, el fluido no correrá
en forma predominantemente vertical a través del sistema,
sino que lo hará en forma predominantemente lateral, a
lo largo de la parte superior de la celda de mineral fluido.
En este zona de flujo lateral, la mezcla del fluido y,
posiblemente, la ebullición espacialmente asociada
forman una base compleja de alto grado y mineral
metálico precioso con conspicua zonificacion lateral.
Los sistemas hidrotérmicos que desarrollan condi
ciones de raudal de flujo ascendente y la voluminosa
descarga superficial pueden depositar metales preciosos
muy cerca de la superficie. El modelo de depósito de
aguas termales (fig. 3) intenta describir tales sistemas. En
este caso, el descenso de la temperatura cerca de la
superficie, combinado con el flujo ascendente del raudal,
provoca la descarga de silice en y cerca de la superficie del
sistema. Debajo de la capa sellada de cubrimiento se

186 Mineral, Energy, and Water Resource* and Geologic Hazards, Central America
 Hydrothermal explosion breccia
/Bedded fallout material .Silica sinter
Sb, As, Au, Ag. Hg in seams
O-«-0pallzed rock or porous, vuggy silica
Native S, cinnabar
Pervasive silicification
Dispersed As, Sb, Au, Ag, Tl

Base of sllicification Stockwork veins

Au, Ag, As, Tl, Sb in qtz, chalcedony

y
Acid leaching
Kaolinite.alunite, silica, jarosite

Breccia dikes
Hydrothermal brecciation
(low-angle veins)
Au. Ag. As, Sb, Tl sulfides and qtz

Qtz-sulfide veins
Au. Ag. As. (Cu. Pb.Zn) in sulfides with adularía

_^_Qtz-sulfide veins
Cu¿ Pb. Zn. (Au. Ag) in sulfides with chlorite

Figura 3. Corte transversal esquemático del modelo de depósito de aguas termales, mostrando las relaciones
espaciales de la geoquímica de alteración y elementos-pista, y algunas de las características estructurales de mayor
importancia de este tipo de depósito, De Berger y Eimon (1983).

desarrollan sobrepresiones de fluido, y al romperse la alteración de cuarzo-ilita, luego a una alteración de

capa estas producen ebullición instantánea y violenta, asi
como explosiones hidrotérmicas. Los repetidos episodios
de sellado y ebullición instantánea dan como resultado
complejas brechaciones y rebrechaciones. La acumu
lación de metales preciosos proviene, principalmente, de
los cambios en la química del fluido, producidos por la
ebullición. Los cuerpos de mineral están formados por
cuarzo desde fino hasta microcristalino, o por calcedonia
que llena las brechas causadas por la explosión o forma
intrusiones. La silice puede estar acompañada por
carbonato o adularia; los minerales sulfurosos (en su
mayoría pirita o marcasita) son escasos y los metales
preciosos aparecen como oro natural de grano extre
madamente fino, electro y sulfosales argentíferas. La
zona mineral siempre se caracteriza por silicificación
penetrante e intensa, que gradualmente surge a una
montmorillonita y, finalmente a una propilitización
penetrante. Las zonas de lixiviación ácida, marcadas por
caolinita, silice opalina porosa y vetas de alunita, aparecen
encima de las zonas de mineral, dentro de estas y alred
edor de estas, en forma lateral, y a veces están superpue
stas localmente sobre el horizonte de mineral.
Un cuadro general del ambiente de acumulación de
los depósitos del tipo de cuarzo-alunita ha sido presenta
do por Bethke (1984). Varias características importantes
de estos depósitos deben ser consideradas al hacer los
modelos. En primer lugar, la característica alteración
acidosulfática intensa y los cuerpos minerales con conten
ido de sulfosales siempre están muy relacionados,
espacial y temporalmente, con los domos porfiríticos o
con complejos de flujo-domo. La siguiente característica a
considerar como importante es la naturaleza altamente

Depósitos de Metales Preciosos en Terrenos Volcánicos 187

 Hydrothermal explosion
breccia
Base of pervasive acid
leoching and silicif ication
Ore body
Enargite, luzonitet tetrahedrite^
tennonlite, covelltte, bismuthinite,
gold, tellurides
Propylitic alteration
Propylitic alteration
Figura 4. Corte transversal esquemático del modelo de depósito de cuarzo-alunita, mostrando las relaciones
espaciales entre las zonas de alteración, los cuerpos de mineral y otras características.
sulfurosa tanto de las rocas como de los minerales
alterados hidrotérmicamente. Se ve con claridad que el
azufre era abundante en los fluidos y que una proporción
relativamente grande de azufre estaba presente en forma
de sulfato. La tercera característica importante a consid
erar es la brechación común de las zonas con alteración
argilosa avanzada, las cuales son sitios para la acumu
lación de mineral (fig. 4).
A pesar de que no todas las características de estos
depósitos ni los procesos que los formaron son compren
didos en la actualidad, las características descritas arriba
pueden ser explicadas en un modelo preliminar. Los
188 Mineral, Energy, and Water Resource* and Geologic Hazards, Central America
Silica sinter
Argillic alteration
Quartz, kaolinite, montmorlllonite,
mixed layer clays, pyrite
Advanced argillic alteration
Quartz, alunite, pyrophyllite, diaspore,
kaolinite, pyrite
Propylitic alteration
Quartz-pyrite veins with
quartz-serlcite-pyrite selvages
Quartz-sulfide veins with K-feldspar alteration
Fe, Cu, Wo sulfides
cuerpos ígneos se introducen, a niveles de poca profun
didad, en centros volcánicos como los campos de demos o
los estratovolcanes, liberando fumarolas de gas magma-
tico rico en S02, el cual se mueve hacia arriba y se mezcla
con el agua subterránea, estableciendo un sistema de
circulación hidrotérmica caracterizado por fuertes
graduaciones verticales de temperatura y alto flujo de
azufre. Con el descenso de temperatura el S02 se
desproporciona para producir S04 y, con una reducción
adicional de temperatura, el H2 S04 se separa y produce
las soluciones altamente ácidas que dan lugar a la
lixiviación hipogénica y a la alteración argilosa avanzada.
Tabla 1 .—Resumen del modelo de depósito tipo cuarzo-adularía, de Cox (1983).

TIPO DE DEPOSITO: Oro Epitermal SUBTIPO: Cuarzo adularía

AUTOR: Byron R. Berger RECHA: Diciembre de 1982
SINÓNIMO APROXIMADO: Metal precioso, vetas de base metálica DE (REFERENCIA)
DESCRIPCIÓN: Oro en vetas cristalizadas de cuarzo, con abundancia de pirita, arsenopiríta, esfalerita y galena
REFERENCIA GENERAL:
AMBIENTE GEOLÓGICO
Tipos de Rocas: Áreas de volcanismo: Andesita, dacita, latita de cuarzo, riodacita, ríolita
Texturas: Porfiríticas
Clasificación de Era: Para los depósitos de veta valiosa, principalmente Terciaria, pero puede ser cualquier era
Ambiente del Deposito: Para los depósitos de veta valiosa, centros de volcanismo y actividad de intrusión asociada; batolitos
Marco(s') TectonicoCsV Sistemas de fracturas continuas; fallas mayores normales, fracturas relacionadas con domos, zonas de fracturas anulares,
grietas
Tipos de Depósito Asociados: Oro placerico
Concentraciones Metálicas: Ag+Pb+Zn, Ag+W+Bi+Pb+Zn
DESCRIPCIÓN DEL DEPOSITO
Minerales: Oro natural+electro+pirita±arsenopirita±galena±esfalerita en depósitos altos de Au:Ag. Oro natural+electro+tetraedríta+
p¡rita+galena+esfalerita±baritina±rodocrosita en depósitos altos de Ag:Au. En áreas hipogénicas oxidizadas o zonas supergenéti-
cas, oro+plata roja+plata natural
Textura/Estructura: Vetas estratificadas, llenado de espacio abierto, cuarzo laminado, intrusiones
Alteración: De la parte superior al fondo del sistema: Cuarzo+caol¡n¡ta+montmorillonita±zeol¡tas±baritina±calcita; cuarzo+ilita; cuarzo+
adularia±ilita; cuarzo +clorita. La presencia de adularía es variable
Controles del Mineral: Sistemas de fracturas anastomizantes continuas
Meieorizacion: Roca madre blanqueada, geotita, jarosita, alunita. Los procesos supergenéticos son a menudo un factor importante para
aumentar el grado del depósito
Señal Geoquimica: Más alta en los sistemas Au+As+Sb+Hg; Au+Ag+Pb+Zn+Cu; Ag+Pb+Zn, Cu+Pb + Zn. Los metales básicos gene
ralmente son más altos en los depósitos que contienen plata
Ejemplos Referencias
Jarbidge, Nevada
Comstock, Nevada
Guanajuato, México

El sellado episódico, las hidrofracturas y la ebullición
instantánea son importantes en los sistemas del tipo de
cuarzo-alunita, así como en los del tipo de cuarzo-
adularia (Ashley, 1982). Aún no se ha comprendido bien
como se efectúa el desarrollo desde la etapa de alteración
acidosulfática hasta la de acumulación del mineral. Se
necesitan estudios detallados para delinear las condicio
nes de los depósitos de sulfosales minerales y sulfuro.
En las partes superiores de varios sistemas de cobre
porfirítico se han reconocido alteraciones argilosas
avanzadas, asociadas con vetas y masas de sulfosales
cúpricas, lo cual presenta la posibilidad de que algunos
depósitos del tipo de cuarzo-alunita puedan estar relacio
nados con la mineralización porfirocúprica a niveles
profundos, según discutido por Wallace (1979) y Sillitoe
(1973).
MODELOS DE DEPÓSITOS PARA
EXPLORACIÓN Y EVALUACIÓN REGIONAL
Las características geológicas, geoquímicas y
algunas geofísicas de los depósitos del tipo de cuarzo-
adularia son proporcionadas por Berger y Eimon (1983),
Berger (1982), Barton (1982), Silberman (1982), y Giles
y Nelson (1982). Las características de los depósitos del
tipo de cuarzo-alunita son proporcionados por Ashley
(1982). Útiles listas resumidas de características son
proporcionadas por Berger para el tipo de cuarzo-
adularia (excluyendo los depósitos del tipo de aguas
termales); las características del tipo de cuarzo-alunita y
del tipo de aguas termales se encuentran en Cox (1983) y
aparecen reproducidas a continuación (tablas 1-3). En la
evaluación regional, son muy útiles las características del
ambiente geológico, junto con la evidencia de alteración
hidrotérmica obtenida a través de estudios de campo o de
detección remota. Los datos regionales aeromagnéticos y
de gravedad pueden ser útiles para reconocer centros
volcánicos, intrusiones subvolcánicas y sistemas importan
tes de fracturas; plata, arsénico, antimonio y plomo son
los elementos que con mayor seguridad pueden ser vistos
en cantidades anómalas, al realizar estudios geoquímicos
regionales de sedimento fluvial, en el cual estos depósitos
están presentes.
Para la exploración son muy útiles las características
detalladas en las secciones de descripción de depósitos de
las listas resumidas. La primera etapa de exploración es la
identificación de los centros volcánicos, de intermedios a
silícicos, que han sufrido erosión de liviana a no más que

Depósitos de Metales Preciosos en Terrenos Volcánicos 189

Tabla 2.— Resumen del modelo de depósito tipo cuarzo-alunita, de Cox (1983)
TIPO DE DEPOSITO: Oro Epitermal SUBTIPO: Cuarzo-alunita
AUTOR: Byron R. Berger FECAH: Diciembre 1982
SINONIMO APROXIMADO: Oro enargftico DE (REFERENCIA)
DESCRIPCION: Oro, pirita y enargita en vetas y brechas cristalizadas en zonas de alteración argilosa avanzada, relacionada con volcanismo
petrosilíceo
REFERENCIA GENERAL:
AMBIENTE GEOLOGICO
Tipos de Rocas: Volcánicas: Dacita, cuarzo latita, riodacita, riolita. Intrusion "hypabyssal" o domos
Texturas: Porffriticas
Clasificación de Era: Generalmente Terciaria, pero puede ser cualquier era
Ambiente del Depósito: Dentro de la estructura volcánica, zonas de fracturas anulares de calderas, o áreas de actividad ígnea con evaporitas
sedimentarias en el basamento
Marcofsl Tectónico(s1: Sistemas de fracturas continuas, estructuras de clave de arco "graben", zonas de fracturas anulares, fallas normales,
fracturas relacionadas con domos, series de grietas
Tipos de Depósito Asociados: Gobre porfírico; aguas termales con contenido de sulfato ácido, activo o fósil; arcilla hidrotérmica
Concentraciones Metálicas: Cobre, arsénico, antimonio
DESCRIPCION DEL DEPOSITO
Minerales: Oro natural+enargita+pirita+sulfosales conteniendo plata+calcop¡rita±bornita±telururos de metales preciosos. Puede haber fase
de oxidación hipogénica, con calcocita+covelita±luzonita, con sulfuro natural de última etapa
Textura/Estructura: Vetas; brechas cilindricas, ranuras, diques; vetas de restitución a menudo porosas, cristalizadas
Alteración: Formación de alta temperatura: cuarzo+alunita + pirofilita; puede haber etapa temprana de cuarzo + alunita, con alteración
penetrante de roca encajante y vetas de estos minerales; la zonificación alrededor del cuarzo-alunita es cuarzo+alunita+caolinita+
montomorillonita; alteración propilítica penetrante
Controles de Mineral: Fracturas continuas, centros de actividad intrusiva
Meteorización: Jarosita amarilla y geotita abundantes, argilización blanca con caolinita, vetas de alunita blanca de grano fino, hematita
Señal Geoquímica: Más alta en el sistema Au + As + Cu, con aumento de los metales básicos en la profundidad. También Te
Ejemplos Referencias
Goldfield, Nevada
Summitville, Colorado
Mina Kasuga, Japón

moderada. Las características favorables dentro de los
centros volcánicos incluyen unidades volcánicas per
meables y sedimentarías, zonas de fracturas anulares y
fracturas relacionadas con la formación de domos;
exposición de rocas alteradas hidrotérmicamente, vetas o
tobas superficiales, e indicios de mineralización. Las
exposiciones de vetas y rocas alteradas deben ser some
tidas a un muestreo detallado para confirmar la existencia
de una señal geoquímica típica de las partes más altas de
uno de estos depósitos. Si así fuera, se deben realizar
detalladas investigaciones geológicas y geoquímicas adicio
nales de la superficie para delinear las unidades y estruc
turas de roca permeable, la alteración por zonas y la
zonificación geoquímica. Se pueden localizar perforacio
nes para cortar transversalmente las zonas con máxima
intensidad de alteración y las vetas o intrusiones encerra
das, a un nivel en el cual es posible encontrar la máxima
concentración de metales preciosos. Los métodos de
exploración geofísica pueden ser de alguna utilidad para
descubrir las fallas y vestas y determinar los minerales y
sulfuras alterados, a niveles profundos.
CITAS BIBLIOGRAFICAS
Ashley, R.P., 1982, Modelo de ocurrencia para depósitos de
oroenergita en Erickson, R.L., recopilador, Características
de ocurrencias de depósitos minerales: Servicio Geológico
de los Estados Unidos, Reporte de Archivo Abierto
82-795, p. 144-147.
Barton, Paul, 1982, Depósitos epitermales de plata y metales
bajos, en Erickson, R.L. recopilador, Características de
ocurrencias de depósitos minerales: Servicio Geológico de
los Estados Unidos, Reporte de Archivo Abierto 82-795,
p. 127-130.
Berger, B.R., 1982, Los atributos geológicos de depósitos de
Au-Ag y de metales bajos epitermales en Erickson, R.L.
recopilador, Características de ocurrencias de depósitos
minerales: Servicio Geológico de los Estados Unidos,
Reporte de Archivo Abierto 82-795, p. 119-126.
Berger, B.R. y Eimon, P.I., 1983, Modelos conceptuales de
depósitos de metales preciosos epitermales, Capitulo 15 en
Shanks, W.C. III, ed., tomo de Cameron sobre depósitos
minerales no convencionales: Sociedad de Ingenieros
Mineros del Instituto Americano de Minería, Metalúrgica
e Ingenieros de Petróleo, Inc. p. 191-205.
Bethke, P.M., 1984, Controles en la mineralización de
yacimientos bajos y preciosos en ambientes epitermales
profundos: Servicio Geológico de los Estados Unidos
84-890, 14 p.
Buchanan, LJ., 1981, Depósitos de metales preciosos asociados
con ambientes volcánicos en el Sudoeste de los Estados
Unidos: Compendio de la Sociedad Geológica de Arizona,
t. 14, p. 237-262.

190 Mineral, Energy, and Water Resource* and Geologic Hazard*, Central America
Tabla 3.— Resuman del modelo del subtipo aurífero hidrotérmico de depósito tipo cuarzo-adularía, de Cox (1983).
TIPO DE DEPOSITO: Oro Epitermal SUBTIPO: Oro hidrotérmico
AUTOR: Byron R. Berger FECHA: Diciembre de 1982
SINONIMO APROXIMADO: DE (REFERENCIA)
DESCRIPCION: Sílice y cuarzo de grano fino en brecha silicificada con oro, pirita y sulfures de Sb y As
REFERENCIA GENERAL:
AMBIENTE GEOLOGICO
Tipos de Rocas: Areas de actividad volcánica: Riolita
Texturas: Porfirfticas
gasificación de Era: Principalmente Terciaria
Ambiente del Deposito: Centros volcánicos riolíticos, domos de riolita
Marcofsl Tectonicofsl: Sistemas de fracturas continuas
Tipos de Deposito Asociados: Vetas de cuarzo, brechas cilindricas
Concentraciones Metálicas: Mo, W, Sulfosales de Ag, oro placerico
DESCRIPCION DEL DEPOSITO
Minerales: Oro natural + pirita +estibnita+rejalgar, o arsenopirita±esfalerita+calcopirita±fluorita, u oro natural + Ag-seleniuro, o telururos+
pirita
Textura/Estructura: Vetas estratificadas, intrusiones, brechas (cementadas o no con sílice)
Alteración: De la parte superior al fondo del sistema: sinter calcedónica, silicificación fuerte, intrusiones y vetas de cuarzo + adularía y brechas
cementadas con cuarzo, cuarzo+clorita. Las vetas son generalmente calcedónicas
Controles del Mineral: Sistemas de fracturas continuas, núcleos brechados de domos intrusivos; las brechas cementadas son importantes por
tadoras de oro
Meteorización: Roca madre blanqueada, jarosita amarilla y goetita, alunita de grano fino, y hematita
Señal Geoquímica: Au+As+Sb+Hg+Tl más altos en el sistema; con la profundidad aumenta el Ag y disminuye el contenido de As+ Sb+
Tl+Hg
Ejemplos Referencias
McLaughlin, California
Round Mtn., Nevada
Delamar, Idaho

Cox, D.P., editor, 1983, Servicio Geológico de los Estados
Unidos— Evaluación de recursos minerales de Colombia
por INGEOMINAS, modelos de yacimientos minerales:
Servicio Geológico de los Estados Unidos, Reporte de
Archivo Abierto 83-423, 49 p.
Giles, D.L., y Nelson, CE., 1982, Características principales de
depósitos veteados de oro epitermales del circum-pacífico:
Presentado en la Conferencia de Recursos de Energía y
Minerales, Honolulu. Hawaii, Agosto 22-28, 1982: Lake-
wood, Colorado, Cimarron Exploración, Inc., 12 p.
Silberman,m M.L., 1982, Tipo fuente de aguas termales, gran
tonelaje, depósitos de oro de bajo ley en Erickson, R.L.,
recopilador, Características de ocurrencias de depósitos
minerales: Servicio Geológico de los Estados Unidos,
Reporte de Archivo Abierto 82-795, p. 131-143.
Sillitoe, R.H., 1973, Parte superior e inferior de los depósitos de
cobre porfirio: Geología Económica, t. 68, p. 799-815.
Sillitoe, R.H., y Bonham, H.F., Jr., 1984, Formas terrestres
volcánicas y yacimientos minerales: Geología Económica,
t. 68, p. 1286-1298.
Wallace, A.B., 1979, Posibles indicaciones de depósitos de
cobre porfirio subterráneos en rocas volcánicas de la Etapa
Terciaría media a tardía de la zona oeste de Nevada, en la
Asociación Internacional para el Génesis de Yacimientos
Minerales (IAGOD), Quinto Simposio Cuadrienal de
Procedimientos, Tom II: Oficina de Minas y Reporte
Geológico 33, p. 69-76.

Depósito» de Metales Precioso» en Terreno» Volcánico» 191

DEPOSIT MODELS IN RESOURCE ASSESSMENT
AND MINERAL EXPLORATION
By Dennis P. Cox and Donald A. Singer
The data needed to carry out a mineral-resource
assessment or to design a mineral-exploration program
include geologic maps, mineral-occurrence data, geo-
chemical and geophysical data, and a history of previous
exploration efforts. Also needed is a detailed description
of the deposit or deposits being assessed or explored for.
This description, here referred to as a deposit model,
consists of three interrelated parts: the attributes of the
lithologic-tectonic-geochemical environment of the
deposit; the attributes of the deposit itself, namely miner
alogy, texture, alteration, ore controls, weathering charac
teristics, and geochemical and geophysical signature; and
the tonnage and grade distributions of known deposits of
the same type.
Deposit models are useful in all stages of resource
assessment and mineral exploration. At the planning
stage, preliminary geologic and tectonic information
about the area being assessed can be matched with
attributes of favorable environments for a number of
deposit types. For example, if the region is known to
contain ophiolitic rocks, then podiform chromite, placer
platinum, and Cyprus-type massive sulfide deposits might
be expected because ophiolites are favorable environ
ments of these deposits. Advanced knowledge of possible
deposits makes it possible to plan geochemical sampling
methods and analytical procedures in such a way as to test
for the presence of these deposits. For example, in an
ophiolite terrane, one might wish to collect heavy-mineral
concentrates from stream sediments and analyse them for
platinum.
In planning mineral-exploration programs one may
wish to compare tonnage and grade distribution for
various deposit types in order to select deposits which
could be mined to the greatest economic advantage.
Then, having selected the deposits, one can use the model
to provide data useful in selecting the most appropriate
exploration methods and in narrowing the area of search
to the most favorable host rocks and tectonic environ
ments for the deposits.
During the course of a mineral-resource assess
ment program, deposit models are used as an aid in
192 Mineral, Energy, and Water Resources and Geologic Hazards, Central America
interpretation of incomplete data from mineral occur
rences enabling the user to classify some occurrences into
probable deposit types. The models' greatest use is in
delineating areas within the region being assessed that
have the greatest likelihood of containing undiscovered
deposits of a given type.
Finally, at the conclusion of a resource assessment,
deposit models are used to describe the probable tonnage
and grade of undiscovered deposits within the region
being assessed. This enables the user to make a prelimi
nary determination of the probable economic value of the
undiscovered resources.
The following examples of manganese, tin, and
copper deposits illustrate the manner in which deposit
models have been used in understanding mineral
resources. Of the various types of manganese deposits,
sedimentary and volcanogenic deposits can be compared
in terms of geologic environment and tonnage. Sedimen
tary deposits are associated with margins of euxinic shale
basins, and volcanogenic deposits are associated with chert
and marine volcanics in eugeosynclinal environments.
Median tonnage of sedimentary manganese deposits is
about 20 million tons and of volcanogenic deposits about
1 million tons. In the assessment of Colombian manga
nese deposits, it was concluded that, if employment of
large numbers of miners was an important goal, volcano
genic deposits, which are abundant in the Western Cor
dillera, should be developed. If metal production for
foreign trade was important, then exploration for sedi
mentary deposits should be carried out. Sedimentary
deposits have not been discovered to date in Colombia but
are believed to exist in the Cretaceous basins of the
Eastern Cordillera.
In North America, rhyolite-hosted type of tin
deposit is widespread and has attracted considerable
attention as a future source of tin. Data on the tonnage of
known deposits of this type show, however, that discovery
of such deposits will not affect tin supply because the
tonnage of the richest 10 percent of a sample of 131
deposits is only 4,000 to 10,000 tons of ore.
Analysis of gold and molybdenum grades of por
phyry copper deposits has made it possible to divide this
deposit-type into three subclasses having different geo
logic characteristics. Porphyry copper-molybdenum
deposits have molybdenum values in percent that are less
than one third of the gold grade in grams per ton (g/t).
Porphyry copper-gold deposits have gold grades (in g/t)
30 times the molybdenum grade (in percent). Porphyry
copper-molybdenum deposits are emplaced at deep levels
in granitic terrane whereas porphyry copper-gold deposits
are emplaced at higher levels in the crust and are com
monly associated with coeval volcanic rocks. High gold
grades in porphyry copper deposits are also associated
with high magnetite to pyrite ratio in the potassic alter
ation zone. Intermediate between these end-members is a
subtype that contains important amounts of both gold and
molybdenum.

Deposit Model* in Resource Assessment and Mineral Exploration 193

MODELOS DE YACIMIENTOS EN DISTRIBUCIÓN DE
RECURSOS Y EXPLORACIÓN MINERAL
Por Dermis P. Cox y Donald A. Singer
Los antecedentes requeridos para llevar a cabo la
distribución de recurso mineral o para designar un pro
grama de exploración mineral incluye mapas geológicos,
antecedentes de ocurrencia mineral, antecedentes
geoquímicos y geofísicos, y una historia de esfuerzos
previos de exploración. También se necesita una descrip
ción detallada de depósitos que necesitan ser evaluados o
explorados. Esta descripción aqui se refiere a un modelo
de depósito, que consiste de tres partes interrelacionadas:
las características de la cercanía litológica-tectónica-
geoquímica del depósito; las características del depósito
en si, es decir mineralogía, textura, alteración, controles
minerales, características de desgaste, y signatura geofís
ica y geoquímica; y el tonelaje y grado de distribución de
los depósitos conocidos del mismo tipo.
Los modelos de depósito son útiles en todas las
etapas de distribución de recursos y exploración mineral.
En la etapa de planeamiento, información geológica y
tectónica preliminar acerca de áreas a ser evaluadas
pueden ser igualadas con las características de ambientes
favorables para un número y tipo de depósitos. Por
ejemplo, si la región es conocida por contener rocas
ofiolíticas por consiguiente cromita podiforme, se
podrían prever depósitos sulfurosos de placeres de platino
y Chipre porque las ofiolitas son favorables en los ambi
entes de este depósito. Un conocimiento adelantado de
los posibles depósitos hace posible el planeamiento de
métodos de muestreo geoquímicos y procedimientos
analíticos en tal forma como para ensayar la presencia de
estos depósitos. Por ejemplo, en una serie continua de
rocas ofiolíticas, uno podría desear coleccionar concent
rados minerales pesados de sedimentos de corrientes de
agua y analizarlos para determinar si contienen platino.
En programas de planeamiento de exploración mine
ral uno podría desear comparar tonelaje y grado de
distribución para varios tipos de depósito para seleccionar
depósitos que podrían ser explotados con la mayor ventaja
económica. Luego, habiendo seleccionado los depósitos,
el modelo puede proveer antecedentes útiles en la selec
ción de los más apropiados métodos de exploración y
limitando el área de búsqueda para las más favorables
194 Mineral, Energy, and Water Resources and Geologlc Hazards, Central America
rocas hospederas y ambientes tectónicos para los
depósitos.
Durante la marcha del programa de la distribución
de recursos de un mineral, los modelos de depósito son
usados como una ayuda en la interpretación de antece
dentes incompletos de ocurrencias minerales, la que
permite al usuario clasificar algunas ocurrencias en
probables tipos de depósito. En adición, los modelos
encuentran su máximo uso trazando áreas dentro de la
región que está siendo evaluada que tienen el máximo de
probabilidad de contener depósitos no descubiertos de un
tipo dado.
Finalmente, a la conclusión de una distribución de
recurso, los modelos de depósito son usados para descri
bir el grado y tonelaje probable de depósitos no descubier
tos dentro de la región que está siendo evaluada. Esto
permite al usuario obtener una medida del valor económi
co probable de los recursos no descubiertos.
Ejemplos de cómo han sido usados los depósitos
modelo para conocer los recursos minerales incluyen
depósitos de manganeso, estaño y cobre. De los varios
tipos de depósito de manganeso, depósitos vulcanológicos
y sedimentarios pueden ser comparados en términos de
ambiente geológico y tonelaje. Los depósitos sedimen
tarios se encuentran asociados con márgenes de pizarra
euxinita de cuencas y los depósitos vulcanológicos están
asociados con variedades de calcedonia y depósitos
volcánicos marinos en ambientes eugeosinclinales. El
tonelaje de los depósitos sedimentarios de manganeso
promedia alrededor de 20 millones de toneladas y los
depósitos vulcanológicos cerca de 1 millón de toneladas.
En el avalúo Colombiano se concluyó que sí empleaban
un gran número de mineros era una importante meta,
depósitos vulcanológicos, que son abundantes en la cor
dillera occidental, deberían ser desarrollados. Si la
producción de metales para el comercio extranjero es
importante, entonces la exploración para depósitos
sedimentarios deberán ser llevados a cabo. Estos
depósitos no han sido descubiertos a la fecha en Colom
bia, pero se cree que existen en las cuencas Cretáceas de
la Cordillera oriental.
 En medio de los depósitos de estaño, el tipo hospe
dero riolita está esparcido en Norte América y ha atraído
considerablemente la atención como una futura fuente de
estaño. Antecedentes sobre el tonelaje de los depósitos
conocidos de este tipo muestran, de cualquier modo, que
el descubrimiento de tales depósitos no afectara el sumin
istro de estaño, porque el tonelaje del gran 10 porciento
de una muestra de 131 depósitos es solamente de 4.000 a
10.000 toneladas de mineral.
Los análisis de oro y grados de molibdeno de
depósitos de cobre pórfido ha hecho posible que se pueda
dividir este tipo en tres subclases que tienen característi
cas geológicas diferentes. Depósitos pórfidos de Cu-Mo
tienen valores de molibdeno en un porcentaje que es
Modelo* de Yacimiento* en Distribución de Recurso* y Exploración Mineral
menor que una tercera parte del grado de oro en gramos
por tonelada. Depósitos pórfidos de Cu-Au tienen grados
de oro (en g/t) treinta veces más que el grado de Mo (en
porciento). Los depósitos pórfidos de Cu-Mo están
emplazados en niveles profundos de series de rocas
graníticas en donde como depósitos de Cu-Au están
emplazados a altos niveles en la capa y son comúnmente
asociados con rocas volcánicas contemporáneas. Altos
grados de Au en depósitos pórfidos de cobre también se
asocian con alta magnetita para una porción de pirita en
la zona de alteración de potásicas. Intermedio entre estos
miembros finales hay un subtipo que contiene cantidades
importantes de ambos Au y Mo.
195
THE APPLICATION OF ELECTRICAL GEOPHYSICAL
METHODS TO RESOURCE ASSESSMENT IN THE
TROPICS
By Donald B. Hoover
INTRODUCTION
Geophysical exploration techniques are unique in
their ability to use measurements on the surface to
characterize the properties of rocks at depth. Because
most near-surface resources have now been found, this
ability to directly measure physical properties of rocks at
depth makes geophysics a necessary element in any
modern resource assessment or exploration program.
A thorough understanding of the ways that different
geophysical methods detect physical-property boundaries
is a prerequisite to designing an effective program of
surface and airborne geophysics for resource assessment.
The sequence and mix of geophysical tools to be applied
is determined by the geologic setting of an area, the
expected physical property contrasts that may be found
there, and by the technical capabilities of the different
methods that are available.
Geophysical data typically are used to study the
geometry of interfaces where physical properties change.
Of course, not all lithologic changes in rock units lead to
corresponding changes in a particular physical property.
Classical potential field methods— gravity, magnetic, self-
potential and some electrical techniques—derive this geo
metrical information from the variation of field strength
along horizontal transects: specifically, from the spatial
wavelengths of anomalies, which are the linear distances
over which irregularities in the measured field are
detected. Thus, the number of measuring sites must be
sufficient to define the spatial wavelength of an anomaly
before the depth to the source can be estimated. Mea
surements at a single site provide no depth information.
Additionally, these methods cannot measure depths to
horizontal interfaces in regions underlain entirely by
uniform, flat-lying rock strata, regardless of how many
sites are used.
Electrical sounding techniques and seismic meth
ods, by contrast, can measure depths to horizontal inter
196 Mineral, Energy, and Water Resource* and Geologic Hazards, Central America
faces. Electrical soundings that are made using two or
more electrodes can provide depth information through a
comparison of the electrical responses measured using
different electrode spacings (geometric sounding) or dif
ferent frequencies of electromagnetic energy (parametric
sounding). In general, a greater separation between elec
trodes or a lower frequency reflects the influence of more
deeply buried structures. However, the greater the depth
of investigation, the more uncertain the interpretation of
the readings becomes.
Seismic methods and radar techniques depend on
the transit time of sonic or electromagnetic waves to map
interfaces and are capable of providing the greatest
resolution of all the geophysical methods. Their most
common application is in defining horizontal, stratified
rock units.
Seismic and classical potential methods are
explained more thoroughly by Telford and others (1976)
and radar is explained in Ulriksen (1982). This paper is
primarily a review of electrical field methods, and it will
emphasize techniques that (1) are used by the U.S.
Geological Survey in resource assessment; (2) are used
on a regional or semiregional scale, rather than for the
identification and exploration of specific targets; and (3)
are most applicable to the tropical environment of Central
America.
ELECTRICAL GEOPHYSICAL TECHNIQUES
Electrical geophysical methods measure the ability
of Earth materials to: 1) naturally create current flow, 2)
transport electrical currents, and 3) store electrical charge.
The development of currents by oxidation of metallic
mineralization or through movement of fluids within
rocks leads to a spatial variation in voltage (potential) that
can be measured at the Earth's surface, using the self-
potential (SP) method. Different types of rock have
different abilities to transport electric current, which may
be measured as conductivity or as its reciprocal, resistivity.
Resistivity is measured by galvanic and inductive methods.
In galvanic methods, electrical current is transmitted into
the ground, and the resulting voltage is measured at
various distances and directions from the source elec
trode, revealing a spatial pattern of voltage variations.
Inductive methods use currents which are induced to flow
in the Earth. These induced currents can be created from
naturally flowing currents in the Earth's ionosphere or by
a controlled source, such as currents injected into a loop
of wire just above and insulated from the ground surface.
The ability of Earth materials to store electrical charge is
measured by induced polarization (IP) methods, which
measure the strength and duration of electrical currents
that remain in the ground after the electrical source is
switched off. These measurements are usually made
galvanically, but inductive methods are applicable in some
geologic environments.
Electrical geophysical surveys can be made from
aircraft or on the ground. Only inductive electrical meth
ods can be used in airborne surveys. Ground surveys can
be used to estimate the vertical electrical structure of the
Earth (sounding mode) or to detect lateral variations in
resistivity (profiling mode). Combinations of sounding
and profiling are possible. Sounding and profiling induc
tive electrical measurements can be made either in the
frequency domain or the time domain. In frequency-
domain techniques, changes in the amplitude and phase
of the received signal relative to the source signal are
measured as a function of frequency. Time-domain meth
ods measure the amount of time taken for the transient
decay of voltage at the end of a transmitted pulse.
Figure 1 lists some of the different types of electri
cal geophysical-survey methods. An explanation of each
of these is beyond the scope of this brief discussion. The
main point is not to understand each method but to
illustrate that geophysicists have a wide selection of tech
niques to apply in mineral-resource appraisal programs.
Keller and Frischknecht (1966) give the basic theory of
electrical methods, and Telford and others (1976) illus
trate many applications.
ELECTRICAL TECHNIQUES FOR TROPICAL
ENVIRONMENTS
There are two principal problems in the application
of electrical methods in a tropical environment. First is the
problem of access, because of a lack of roads for transport
of equipment and the presence of heavy vegetation that
can make the deployment of electrodes, cables, and other
equipment difficult. Second is the presence in many areas
of a thick weathered surface layer that is electrically
The Application of Electrical Geophysical Method* to Resource Assessment In the Tropics 197
conductive and acts like a short-circuit, masking the
response from deeper horizons.
Access problems are best addressed by the use of
airborne methods, which, by necessity, are all electromag
netic rather than just electrical. Airborne electromagnetic
(AEM) techniques can be used with either fixed-wing or
helicopter aircraft. This flexibility permits the collection of
data in all but the most rugged terrain. Low-level (100 m)
flying is required, and the sensors are often flown at a
ground clearance of 50 m or less. Two distinct modes of
operation are available: one is designed to detect narrow,
conductive, vertical structures, and the other is used in a
resistivity mapping mode. Magnetic data are normally
obtained as an integral part of any airborne EM program.
The major disadvantages of AEM techniques are
their high cost per line-mile (about $50-$150 U.S.) in
comparison with aeromagnetic data (about $12 U.S.) and
their limited depth of exploration. Although the cost
appears high, in comparison with ground-acquired data it
is quite reasonable, particularly in tropical areas (for a
breakdown of actual costs by area and method in a recent
year, see Senti, 1984). The limited exploration depth of
AEM techniques and the thick conductive cover in many
tropical areas require the use of the deeper penetrating
AEM methods such as DHEM, INPUT and TURAIR
(see fig. 1), which explore to depths of 100 m or more
beneath the surface. Airborne AFMAG, a method using
natural fields, may have distinct advantages in the tropics
where signal sources are stronger. AFMAG, although not
now much used, is the deepest looking of all AEM
methods and warrants further research.
Most ground-electrical methods are applied to
deposit-scale exploration, after other geological,
geophysical, and geochemical evidence has identified
restricted target areas. Induced polarization (IP) can
provide a direct measure of polarizable minerals in the
subsurface (that is, minerals that retain an electric charge,
such as clays, metallic luster sulfides, graphite, zeolite)
and is probably the most important electrical method in
defining drilling targets for metallic ore deposits, partic
ularly of the disseminated type. IP is a promising tool for
detailed assessment in areas of intermediate to acidic
volcanism in Central America. IP and resistivity measure
ments have recently been applied by the USGS to identi
fication and grade estimation of bauxite deposits in Hun
gary (Smith and others, in press). Additional research is
needed in tropical areas on the geophysical signature of
bauxite to determine if the results from Hungary may be
extended to these regions. An example of IP work on
deposits in the tropics is reported by Pelton and Smith
(1976).
In the past, only gravity and magnetic methods were
generally applied on a regional or semiregional scale;
electrical methods were not, in part because of the cost
and the limitations of the techniques. Recently, however,
198 Mineral, Energy, and Water Resource* and Geologic Hazard*, Central America
regional-scale electromagnetic surveys have been con
ducted, particularly using natural-source methods.
Magnetotelluric (MT) methods measure the natural mag
netic and electrical fields of the Earth and compare the
values obtained at different sites. These methods have
become important in regional studies related to petro
leum, geothermal, and broad structural investigations
(Stanley, 1984, and Stanley and others, in press). Besides
being capable of giving broad regional cover, MT sound
ings also measure to great depth, 20 km or more, provid
ing information about the full thickness of the Earth's
crust. Telluric and audio-magnetotelluric (AMT) tech
niques are variants of the basic MT method and also may
be used for regional-scale studies. AMT exploration uses
higher frequencies than MT methods and typically
achieves exploration depths of 2 km or less. The USGS
has used AMT surveys extensively in geothermal and
mineral resource-assessment programs (Hoover and oth
ers, 1984). These natural-source methods have distinct
advantages over other electromagnetic methods in that
large artificial sources and great lengths of wire are not
required for deep exploration. This advantage is very
important in areas where vegetation and topography
make most controlled-source methods impractical
(Hoover and others, 1984). The principal disadvantage of
the natural-source methods is the scattering of data due
to the weak and random nature of the signal sources used.
Tellurics, AMT, and MT methods are best used for
reconnaissance investigations or where information about
deep structure is required.
For site-specific resource assessment, one of several
controlled-source electrical techniques may be selected.
Here again, a demonstrated ability to accurately detect
formations under the conductive overburden is of primary
importance. Other factors— such as the availability of
equipment and trained personnel, need for and experi
ence of contracting groups, and availability of service and
maintenance—will help determine which particular
method should be used. In particular, some of the time-
domain methods are important because they can function
with shorter lengths of cable and produce higher resolu
tion than conventional galvanic methods. Of course,
where operational considerations allow, galvanic methods
will continue to be used because of the simplicity of
equipment and operations.
Problems and Opportunities
Besides the physical problems of exploration in
tropical countries, technology transfer may be hampered
by the scarcity of people trained in geophysical methods.
Among the Central American countries, Panama, Guate
mala, the Dominican Republic, and Costa Rica presently
have one member each in the Society of Exploration
The Application of Electrical Geophysical Methods to Resource Assessment in the Tropics 199
Geophysicists. A clear need exists for both university and
practical training of personnel for exploration geophysics.
Airborne electrical methods should have particular
importance in tropical regions because of the ease of data
acquisition. The need for deeper looking AEM methods
is an obvious area where added research is needed.
Further development of airborne AFMAG may be war
ranted. The USGS is also currently working on an air
borne system using signals from power lines. This method
has the potential for deeper exploration and should be
considered for application in tropical environments.
The electrical nature of the conductive overburden
needs to be better understood. Both laboratory and
in-situ studies are needed to better determine the mech
anisms of conduction and the mineralogy of lateritic soils.
In particular, we need to know how the characteristics of
weathered overburden are affected by underlying rock
type. These problems greatly affect the application of the
various electrical methods and the interpretation of
geophysical data. A multidisciplinary team is needed to
study all aspects of lateritic soils in detail.
REFERENCES CITED
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LA APLICACIÓN DE LOS MÉTODOS GEOFÍSICOS
ELÉCTRICOS EN LA EVALUACIÓN DE LOS
RECURSOS EN LOS TRÓPICOS
Por Donald B. Hoover
INTRODUCCIÓN
La capacidad de las técnicas de exploración geofís
ica en el uso de las medidas de la superficie para
caracterizar las propiedades de las rocas en la profun
didad no puede ser igualada. Debido a que la mayoría de
los recursos cercanos a la superficie ya han sido encon
trados, esta capacidad para medir directamente las propi
edades físicas de las rocas en la profundidad hace que la
geofísica sea un elemento necesario en cualquier
evaluación moderna de recursos o programa de explo
ración.
Una comprensión completa de las formas en que los
diferentes métodos geofísicos descubren los limites de las
propiedades físicas es un requisito previo para diseñar un
programa efectivo de geofísica de superficie o aerea,
destinado a la evaluación de recursos. La secuencia y
mezcla de los métodos geofísicos a ser aplicados se
determina por la posición geológica de una área, los
contrastes en las propiedades físicas que se espera encon
trar en el lugar y por las capacidades técnicas de los
diferentes métodos que pueden ser utilizados.
Los datos geofísicos se usan generalmente en el
estudio de la geometría de las zonas interfaciales, cuando
las propiedades físicas cambian. Por supuesto, no todos
los cambios litológicos en las unidades de roca tienen
como resultado cambios en una propiedad física particu
lar. Los métodos de campo clásicos basados en el poten
cial (técnicas de gravedad, de magnetismo, de auto poten
cial y algunas eléctricas) derivan esta información
geométrica de la variación de la intensidad del campo a lo
largo de cortes transversales horizontales de muestreo:
Especificamente de las longitudes de onda espacial de las
anormalidades, que son las distancias lineales sobre las
cuales se descubren las irregularidades en el campo
medido. Por lo tanto, el número de los sitios a medir debe
ser suficiente para definir la longitud de onda espacial de
una anormalidad, antes de poder estimar la profundidad
200 Mineral, Energy, and Water Reeources and Geologlc Hazards, Central America
hasta la fuente. Las medidas en un sólo sitio no proveen
información sobre la profundidad. Además, indepen
dientemente de cuantos sitios sean usados, estos métodos
no pueden medir profundidades hacia zonas interfaciales
horizontales en regiones con estratos subyacentes de roca
uniformes y planos.
Por el contrario, las técnicas de sondeo eléctrico y
los métodos sísmicos pueden medir profundidades hacia
zonas interfaciales horizontales. Los sondeos eléctricos
que se efectúan usando dos o más electrodos pueden
proveer información sorbre la profundidad, a través de
una comparación de las respuestas eléctricas medidas,
usando diferentes separaciones de electrodos (sondeo
geométrico), o diferentes frecuencias de energía elec-
tronmagnética (sondeo paramétrico). En general, una
mayor separación entre los electrodos o una frecuencia
más baja refleja la influencia de estructuras existentes a
mayor profundidad. Sin embargo, mientras más grande
sea la profundidad de la investigación, más incierta llega
a ser la interpretación de las lecturas.
Los métodos sísmicos y las técnicas de radar depen
den del tiempo de tránsito de las ondas sónicas o elec
tromagnéticas para levantar un mapa de las zonas
interfaciales y, de todos los métodos geofísicos, tienen la
capacidad de proveer la máxima resolución. Su más
común aplicación es para definir las unidades de roca
horizontales y estratificadas.
Los métodos clásicos y sísmicos, basados en el
potencial, son explicados más completamente por Telford
y otros (1976) y el radar es explicado por Ulriksen (1982).
Este documento es principalmente una revisión de los
métodos eléctricos de campo y enfa tizará las técnicas que
(1) son utilizadas por el "U.S. Geological Survey" en la
evaluación de recursos; (2) son utilizados a escala
regional o semiregional, en vez de usarse para la identifi
cación y exploración de objetivos específicos; y (3) son las
más aplicables al ambiente tropical de Centro América.
TÉCNICAS GEOFÍSICAS ELÉCTRICAS
Los métodos geofísicos eléctricos miden la habili
dad de los materiales de la tierra para: (1) crear natura
lmente circulación de corriente; (2} transportar corrien
tes eléctricas y (3) almacenar carga eléctrica. El desarrollo
de las corrientes por oxidación de la mineralización
metálica o por el movimiento de fluidos dentro de las
rocas conduce a una variación espacial en el voltaje
(potencial) que puede ser medido en la superficie de la
tierra, usando el método autopotencial ("SP" por su
nombre en inglés). Los diferentes tipos de roca tienen
habilidades diferentes para transportar la corriente eléc
trica, la cual puede ser medida como conductividad o
como su recíproca, resistividad. La resistividad se mide
por métodos galvánicos e inductivos. En los métodos
galvánicos, la corriente eléctrica es transmitida hacia la
tierra y el voltaje resultante se mide a varias distancias y
direcciones del electrodo fuente, revelando un patrón
espacial de variaciones de voltaje. Los métodos inductivos
usan corrientes que son inducidas a fluir en la tierra.
Estas corrientes inducidas pueden ser creadas por corrien
tes que fluyen naturalmente en la ionosfera de la tierra o
por medio de una fuente controlada, como las corrientes
inyectadas en un aro de alambre colocado encima y
aislado de la superficie de la tierra. La capacidad de los
materiales de la tierra para almacenar carga eléctrica se
mide por métodos de polarización inducida ("IP" por su
nombre en inglés), los cuales miden la intensidad y
duración de las corrientes eléctricas que permanecen en
la tierra después de haberse apagado la fuente eléctrica.
Estas medidas generalmente son hechas por métodos -
galvánicos; sin embargo, los métodos inductivos son
aplicables en algunos ambientes geológicos.
Las investigaciones geofísicas eléctricas pueden
hacerse desde una nave aerea o en la tierra. En las
investigaciones aereas solamente se pueden usar los
métodos inductivos eléctricos. Las investigaciones en
tierra pueden utilizarse para calcular la estructura eléc
trica vertical de la tierra (modalidad de sondeo) o para
detectar variaciones laterales en la resistividad (modali
dad de perfil). Es posible hacer combinaciones de los
métodos de sondeo y de perfil. Las medidas eléctricas
inductivas de sondeo y de perfil pueden hacerse ya sea en
el dominio de la frecuencia o en el dominio del tiempo. En
las técnicas del dominio de la frecuencia, los cambios en la
amplitud y fase de la señal recibida en relación a la señal
fuente son medidos en función de la frecuencia. Los
métodos del dominio del tiempo miden la cantidad de
tiempo necesario para la caída transitoria del voltaje al
final de un impulso emitido.
La figura 1 detalla algunos de los diferentes tipos de
métodos de investigación geofísica eléctrica. Una
explicación de cada uno de éstos está más allá del alcance
La Aplicación de los Métodos Geofísicos Eléctricos en la Evaluación de los Recursos en los Trópicos
de esta breve discusión. El punto principal no es com
prender cada método sino ilustrar que los geofísicos
tienen una amplia selección de técnicas a aplicar en los
programas de evaluación de los recursos minerales. Keller
y Frischknecth (1966) dan la teoría básica de los métodos
eléctricos y Telford y otros (1976) ilustran muchas
aplicaciones.
TÉCNICAS ELÉCTRICAS PARA LOS
AMBIENTES TROPICALES
Hay dos problemas principales en la aplicación de
métodos eléctricos en una zona tropical. En primer lugar
está el problema del acceso, porque la carencia de caminos
para - transportar el equipo y la presencia de vegetación
espesa pueden hacer que el desplazamiento de electrodos,
cables y otro equipo se vuelva dificultoso. En segundo
lugar, está la presencia, en muchas áreas, de una gruesa
capa superficial, alterada por la intemperie, la cual es
conductora de electricidad y actúa como un cortocircuito,
encubriendo la respuesta de los horizontes más profun
dos.
Los problemas de acceso son enfrentados de mejor
manera con el uso de los métodos aéreos, los cuales, por
necesidad, son todos electromagnéticos en lugar de sólo
eléctricos. Las técnicas aero-electromagnéticas (AEM)
pueden usarse con naves aereas de alas fijas o con
helicópteros. Esta flexibilidad permite la recopilación de
datos en todos los terrenos, excepto en los más esca
brosos. Se requiere un vuelo a baja altura (100 m) y los
sensores generalmente se llevan a una distancia de la
tierra de 50 m o menos. Se utilizan dos diferentes
modalidades de operación: Una está diseñada para detec
tar angostas estructuras verticales que son conductivas; y
la otra es usada en una modalidad de elaboración de
mapas de resistividad. Los datos magnéticos se obtienen
usualmente como una parte integral de cualquier pro
grama aero-electromagnético.
Las desventajas principales de las técnicas AEM
son su alto costo por milla de cable (aproximadamente
US$50-US$150) en comparación con los datos aero-
magnéticos (aproximadamente US$12) y su profundidad
limitada de exploración. A pesar de que el costo parece
alto, comparado con los datos adquiridos en tierra es
bastante razonable, particularmente en las áreas tropi
cales. (Para obtener un detalle de los costos reales por
área y método en un año reciente, vea Sentí, 1984.) La
profundidad limitada de exploración de las técnicas AEM
y la espesa cubierta conductiva en muchas áreas tropi
cales hacen necesario el uso de los métodos AEM de
penetración más profunda, como los métodos "DHEM",
"INPUT" y "TURAIR" (vea la figura No. 1), los que
exploran a profundidades de 100 m o más bajo la super-
201
202 Mineral, Energy, and Water Resources and Geologic Hazards, Central America
ficie. El método aéreo "AFMAG", que usa campos
naturales, puede tener ventajas precisas en los trópicos, -
donde las fuentes de señal son más fuertes. De todos los
métodos AEM, el método "AFMAG", a pesar de que no
se utiliza mucho, es el que alcanza mayor profundidad y
garantiza investigación adicional.
La mayoría de los métodos eléctricos de tierra se
aplican en la exploración a escala de depósitos, después de
que alguna otra evidencia geológica, geofísica y geoquími
ca ha identificado las áreas-objetivo restringidas. El
método "IP" puede proveer una medida directa de minera
les polarizables en la subsuperficie (es decir, minerales
que retienen una carga eléctrica, tales como arcillas,
sulfuras metálicos de lustre, grafito, ceolita) y es proba
blemente el método eléctrico más importante al definir
los objetivos de excavación para los depósitos minerales
metálicos, particularmente del tipo diseminado. El
método "IP" es un medio prometedor para la evaluación
detallada en las áreas centroamericanas de volcanismo
desde intermedio hasta ácido. El "USGS" ha aplicado
recientemente el método "IP" y las mediciones de resis
tividad para identificar y estimar el grado de los depósitos
de bauxita en Hungría (Smith y otros, en imprenta). Se
requiere investigación adicional en áreas tropicales sobre
las señales geofísicas de la bauxita, para determinar si los
resultados de Hungría pueden extenderse a estas
regiones. Un ejemplo de la aplicación del método "IP" en
los depósitos tropicales es presentado por Pelton y Smith
(1976).
En el pasado, únicamente los métodos de gravedad
y magnetismo eran aplicados en forma general a niveles
regionales o semiregionales; los métodos eléctricos no
eran aplicados, en parte debido al costo y a las limita
ciones de las técnicas. Sin embargo, recientemente se han
llevado a cabo investigaciones electromagnéticas a nivel
regional, usando, particularmente, los métodos de recur
sos naturales. Los métodos magnetotelúricos (MT)
miden los campos eléctricos y magnéticos naturales de la
tierra y comparan los valores obtenidos en diferentes
sitios. Estos métodos han cobrado importancia en los
estudios regionales relacionados con el petróleo, la
energía geotérmica y las amplias investigaciones estruc
turales (Stanley, 1984, y Stanley y otros, en imprenta).
Además de ser capaces de dar una cobertura regional
amplia, los sondeos MT también miden a gran profun-
didd, 20 Km. o más, proveyendo información acerca del
espesor completo de la corteza terrestre. Las técnicas
audio-magnetotelúricas (AMT) son variantes del método
básico MT y también pueden usarse para los estudios a
nivel regional. La exploración con técnicas AMT utiliza
frecuencias más altas que las de los métodos MT y
usualmente logran profundidades de exploración de 2
Km. o menos. El - "USGS" ha utilizado extensamente las
investigaciones AMT en los programas de evaluación de
recursos geotérmicos y minerales (Hoover y otros, 1984).
La Aplicación de lo» Métodos Geofísicos Eléctricos en la Evaluación de los Recursos en los Trópicos 203
Estos métodos, basados en fuentes naturales, tienen
ventajas precisas sobre otros métodos electromagnéticos,
puesto que no se requiere de grandes fuentes artificiales
ni de grandes cantidades de cable para la exploración a
profundidad. Esta ventaja es muy importante en las áreas
donde la vegetación y la topografía pueden causar que los
métodos de fuentes controladas no sean prácticos
(Hoover y otros, 1984). La desventaja principal de los
métodos de fuentes naturales es el esparcimiento de
datos, debido a la naturaleza débil y casual de las fuentes
de señal utilizadas. Los métodos telúricos AMT y MT son
más efectivos en las investigaciones de reconocimiento o
cuando se requiere información acerca de las estructuras
profundas.
Puede seleccionarse una de varias técnicas eléctri
cas de fuente controlada para la evaluación de recursos en
un sitio específico. También, en este caso, una capacidad
probada para determinar con certeza las formaciones
bajo la sobrecapa conductiva es de importancia primor
dial. Otros factores (tales como la disponibilidad de
equipo y personal entrenado, la necesidad y la experiencia
de contratación de grupos y la disponibilidad de servicio y
mantenimiento) ayudarán a determinar cuál método en
particular debe ser usado. En especial, algunos de los
métodos del dominio del tiempo son importantes porque
pueden funcionar con menores cantidades de cable y
producir una resolución más alta que la obtenida con los
métodos galvánicos convencionales. Por supuesto,
cuando las condiciones de operación lo permitan, los
métodos galvánicos seguirán siendo utilizados, debido a
la sencillez del equipo y de las operaciones.
Problemas y Oportunidades
Además de los problemas físicos de la exploración
en los países tropicales, la transmisión de tecnología
puede dificultarse por la escasez de personas entrenadas
en los métodos geofísicos. Entre los países centroameri
canos, actualmente Panamá, Guatemala, la República
Dominicana y Costa Rica tiene un miembro cada una en
la "Society of Exploration Geophysicists" (Asociación de
Exploradores Geofísicos). Existe una evidente necesidad
de adiestramiento, tanto académico como práctico, de
personal para la exploración geofísica.
Considerando la facilidad en la recopilación de
datos, debería darse particular importancia a los métodos
aeroeléctricos en las regiones tropicales. La necesidad de
métodos AEM que permitan una búsqueda a mayor
profundidad constituye una área en la cual se requiere
mayor investigación. El desarrollo ulterior del método
aereo AFMAG puede ser garantizado. El "USGS" está
trabajando actualmente en un sistema aéreo que utiliza
las señales provenientes de las líneas eléctricas. Este
método tiene el potencial para realizar una exploración
más profunda y debería ser considerado para su aplicación
en ambientes tropicales.
 La naturaleza eléctrica de la sobrecapa conductiva
necesita comprenderse mejor. Para una mejor determina
ción de los mecanismos de conducción y de la mineralogía
de los suelos de laterita, se necesitan estudios tanto de
laboratorio cómo de campo. En particular, necesitamos
conocer como son afectadas las características de la
sobrecapa expuesta a la intemperie por el tipo de roca
subyacente. Estos problemas afectan grandemente la
aplicación de diversos métodos eléctricos y la interpreta
ción de los datos geofísicos. Se necesita de un equipo
multidisciplinario para estudiar en detalle todos los aspec
tos de los suelos de laterita.
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GEOCHEMICAL EXPLORATION FOR MINERAL
RESOURCES IN TROPICAL ENVIRONMENTS OF
CENTRAL AMERICA AND THE CARIBBEAN
By Sherman P. Marsh
INTRODUCTION
The term "mineral resource" refers to a concentra
tion of naturally occurring solid, liquid, or gaseous mate
rial in or on the Earth's crust in such a form and amount
that economic extraction is currently or potentially feasi
ble (Brobst and Goudarzi, 1984). In a program to assess
the mineral resources of an area or a country, both the
estimation of the amount and grade of identified mineral
resources and the assessment of the potential for the
presence of undiscovered mineral resources is made.
The first phase in any mineral-assessment program
is to make a preliminary evaluation based on all relevant
published and unpublished data on the area or country.
This is accomplished most efficiently by visiting the host
country and working with resident geoscientists to com
pile and interpret existing data in the fields of geology,
geochemistry, and geophysics. This information is synthe
sized and integrated in terms of the most up-to-date
theories in the geosciences, including ore deposit-models,
and then compared with data from areas that have iden
tified mineral deposits. The resulting preliminary
mineral-resource assessment becomes the basis for plan
ning a comprehensive mineral-resource assessment that
includes detailed topical studies in areas of mineral-
resource potential.
Integrated studies by scientists in three of the major
disciplines of earth science, geology, geochemistry, and
geophysics are necessary for a comprehensive and accu
rate mineral-resource assessment. The geology portion,
which provides the basic framework for the mineral-
resource assessment, is accomplished through compila
tion of existing information on geologic environments in
the area, geologically mapping the area of interest, and
then comparing the results with similar geologic environ
ments elsewhere in the world that are known to be
favorable for the occurrence of mineral resources. The
geochemical portion identifies areas of mineral occur
Geochemical Exploration for Mineral Resources In Tropical Environments of Central America and the Caribbean
rence through analyses of surficial materials and provides
information on the chemistry of the rock units in the area.
The geophysical portion provides information on subsur
face features that would be otherwise difficult, if not
impossible, to discern.
The resulting report integrates the three parts of
the mineral-resource assessment and ties all of the studies
together. This comprehensive report includes descriptions
of the area and the studies conducted, assessments of the
known and the potential for additional mineral resources,
interpretive maps upon which the mineral-resource
assessment has been made, and recommendations for
additional studies.
CHEMICAL EXPLORATION
Geochemical exploration is a discipline of earth
science that involves sampling and chemical analysis of
surficial materials in order to evaluate known and undis
covered mineral resources. The data generated are inter
preted and integrated with data from other earth science
disciplines to form an estimate of the potential for the
occurrence of mineral resources.
Geochemical exploration is a tool used in the world
wide search for mineral resources, in tropical as well as in
temperate environments. Unlike the more temperate
areas of the world, tropical environments contain tele
scoped climatic zones. As a result, care should be taken in
the design of geochemical sampling programs in the
tropics. Semi-arid, rain forest, savannah, and alpine cli
mates may all be present on a small island; thus, an
exploration geochemical program needs to be developed
for each different climatic zone. The sample media and
chemical method suitable for the evaluation of one cli
matic zone may not be suitable in an adjacent but
different zone. The experience gained in geochemical
exploration programs conducted over several decades
205
indicates that several types of sample media are com
monly necessary in order to adequately evaluate these
climatically complex areas. The chemical techniques used
in the analyses of these diverse samples are also varied
and complex and require an understanding of their geo
logic environment, mineralogic composition, and chemi
cal properties.
The geochemical exploration program can be
divided into two phases. The first phase involves a
regional sampling program to define the geochemical
character of the area, to identify areas of known
resources, and to delineate areas of mineral-resource
potential. The second phase involves a more detailed
sampling of the areas of identified resources and mineral-
resource potential in order to focus on the potential for
the occurrence of ore deposits.
Geochemical exploration can provide a direct link
to mineral resources because traces of mineralization
detected in the samples collected (stream sediment,
panned concentrate, soil, rock, water, and vegetation) may
reflect a mineralized source. That is, the samples may be
derived from weathered mineral occurrences or from
leakage of mineralization from hidden or buried deposits
along faults and fractures. An accurate interpretation of
the geochemical data is needed to focus additional studies
on areas that have the greatest potential for mineral
resources. However, because the geochemical data is
directly influenced by the types of sample media collected
and the chemical analyses used, it is extremely important
that the initial sampling program be designed correctly.
Three major factors that influence the design of
geochemical exploration programs for mineral resources
are (1) the geologic terrane, (2) the topographic terrane,
and (3) the climatic environment. All three factors must
be carefully considered when planning, executing, and
interpreting the exploration geochemical portion of a
mineral-resource assessment in Central America and the
Caribbean because any of these factors may change
dramatically over a relatively small area. The selection of
the best representative sample media, the preparation of
the sample, and chemical analysis is of vital importance to
the correct interpretation of the resulting data.
TROPICAL ENVIRONMENT
Tropical environments are essentially confined
between latitudes 23 °N. and 23 °S. (the tropics of Cancer
and Capricorn), and they constitute a large portion of the'
Earth's land area. Nearly 23 million square kilometers of
the tropics is rain forest (Singh, 1982). The tropical
environment of Central America and the Caribbean can
be extremely varied over a relatively small area. A tropical
rain forest may exist on the windward side of an island,
206 Mineral, Energy, and Water Resources and Geologic Hazards, Central America
whereas on the leeward side a semi-arid environment may
exist. In many mountainous areas it is possible to ascend
from a tropical rain forest at sea level, through several
intermediate climatic environments, to an alpine environ
ment at 2,000-3,000 m. This rapid change of climatic
environment in relatively small areas complicates the
design of a geochemical exploration program.
Four main types of climatic environments are
present in the Central American and Caribbean tropical
environment: (1) rain forest, (2) savannah, (3) alpine, and
(4) semi-arid.
Rain Forest. —A deeply weathered and densely veg
etated terrane usually with thick lateritic soils. These are
generally areas of low relief having dendritic stream
patterns. Rainfall is abundant.
Savannah. —Gently rolling grasslands and open for
ests having moderate relief. This terrane is often deeply
weathered, and rock outcrops are sparse. Lateritic soils
prevail. Streams have dendritic patterns but often are
deeply incised. Rainfall is moderate with distinct wet and
dry seasons.
Alpine. —Alpine environments exist in the tropics at
the higher elevations of mountainous areas. Although the
plant species differ from their temperate counterparts,
their physical aspects are similar. These areas commonly
have high relief, with deeply incised, straight flowing
streams. Rock outcrops are abundant, especially along
streams. Soils are developed mainly along ridgetops.
Rainfall is variable.
Semi-arid.— Semi-arid areas are commonly found
on the leeward side of islands that have high topographic
relief and in the rain shadow of mountain ranges. Some
coastal deserts are caused by cold ocean currents. Vege
tation is sparse, and the relief may be low to steep.
Streams, when there is sufficient water, tend to flow
straight and are incised. Soils are poorly developed and
rainfall is sparse.
SAMPLE MEDIA AND TECHNIQUES
Six major types of samples should be considered
when planning an exploration geochemical program, and
any or all could be applied in the tropical environment of
Central America and the Caribbean. These sample types
are: (1) stream sediment, (2) panned concentrate, (3) soil,
(4) rock, (5) water, and (6) vegetation.
In the tropical environment of Central America and
the Caribbean hydromorphic weathering and dispersion
are more intense than they are in more temperate envi
ronments where clastic weathering and dispersion are
more important. The type of sample medium collected
and its analysis are consequently different than that from
a more temperate environment.
 Stream Sediment— Stream sediment is a traditional
sample medium that has been widely used with good
success for many years in geochemical exploration pro
grams. There are, however, some interpretive problems.
In temperate and desert climates having high relief,
stream sediments contain large amounts of common rock
forming mineral detritus that can mask or dilute elements
related to mineralization. In the rain-forest climate, the
deep lateritic soils contribute large amounts of secondary
iron and clay minerals to streams (Von Gaertner, 1963),
and this may mask other elements. In addition, a rain
forest environment is one of rapid chemical weathering,
and elements derived from mineralized rocks are com
monly adsorbed onto grains of secondary iron and man
ganese minerals. Consequently, special chemical treat
ment of these stream-sediment samples is often necessary
to extract ore-related elements. Stream-sediment samples
from a tropical environment often consist of clays and
silica and resístate minerals, as other mineral species
susceptable to chemical weathering have been removed.
Panned Concentrate. —The panned-concentrate
sample can be a more diagnostic sample medium of
mineralization than stream sediments, especially if metal
lic sulfide grains are present. In the tropical environment,
weathering breaks down surficial rocks to tens of meters
deep, and this deep zone of weathering often obscures
mineralization. The panned-concentrate medium is par
ticularly useful as it takes advantage of this deep weath
ering which liberates heavy and resístate minerals com
monly associated with mineral resources (Overstreet,
1963).
The panned concentrate consists of the heavy, resís
tate fraction of soil-derived stream sediment that com
monly contains the minerals associated with ore deposits.
Special attention must be given to the interpretation of
panned-concentrate data as the analytical determinations
represent a many-fold enhancement of elements related to
heavy minerals. It is also important to know the mineral-
ogical composition of the concentrate, as it has a direct
relationship to known ore deposits and ore deposit-
models.
Soil— In a tropical environment, soils generally
represent the in-place weathering of bedrock (Bradshaw
and Thomson, 1982). The trace elements found in soil
samples generally reflect the composition of the bedrock
beneath. In deeply weathered areas, metallic elements are
often concentrated at deep levels through the weathering
process, and they also may be removed and transported by
ground water. Soil sampling is most effectively used as
part of a follow-up study in areas having mineral-resource
potential as defined in the regional surveys.
Rock— Rock samples provide information about
very specific areas. Analysis of rock samples is used most
effectively in areas where potential mineral resources
have been identified where more information is needed to
Geochemical Exploration for Mineral Resource» In Tropical Environments of Central America and the Caribbean 207
define the suspected mineral resource. Rock samples are
also used to determine the trace-element content of the
rock units in the area as part of the overall geochemical
exploration program. In the tropical environment, rock
samples are often difficult to obtain as surficial rock
exposures are often weathered and chemically leached.
Wilier—Water can be a particularly useful sample
medium in the tropical environment because of the deep
weathering, abundant rainfall, and high temperatures.
Ground water in this environment is chemically active and
has high leaching power (Pasquali and Lopez, 1982).
Water passing through a weathered zone above an ore
deposit may contain high concentrations of sulfate and
trace metals related to ore deposits and can be used as a
diagnostic factor in the geochemical-exploration program.
Vegetation. —Dense vegetation is common in tropi
cal environments, and biogeochemical methods of explo
ration can be useful. Growth of vegetation in tropical
environments is rapid, and major concentrations of soil
minerals are held in the living vegetation (Hans Shack-
lette, written commun., 1984). The rapid growth and
death of plants in tropical environments tends to concen
trate and hold metallic elements near the site where they
were weathered by recycling them into new plant growth.
The concentrations of the metallic elements may be higher
in the vegetation than in the soils in which the plants are
growing. Species identification may also be an important
indicator of potential mineral resources. Certain plants
will not grow in soils enriched in certain elements,
whereas other plants thrive in soils enriched in specific
elements. The observed abundance or scarcity of a par
ticular plant species is another factor that can be used in
the assessment of mineral resources.
Pilot studies are recommended prior to the selec
tion of any sample media. Pilot studies are tests to
determine the relative effectiveness of various sample
media in areas that contain known mineral resources.
These pilot studies should emphasize the detection of the
various types of mineralization and ore deposits that are
anticipated in the study area. An evaluation of the pilot
studies is based on knowledge of ore-deposit models and
elemental associations known to be related to mineral
resources. Pilot studies should also examine soil profiles
to determine horizons, or layers, of optimum metal
content, examine the length of metal dispersion trains in
sediments and water, and examine the extent and compo
sition of metal zoning patterns around known deposits . It
is not uncommon to find that several sample media are
necessary to satisfactorily assess the mineral-resource
potential of a large area.
Stream-sediment, panned-concentrate, and water
samples are more often used in broad regional studies to
define areas of mineral potential that warrent further,
more detailed, study. These studies have a relatively low
cost per unit area. Soil, rock, and vegetation samples are
used in more detailed studies of small areas that usually
have some identified mineral potential. These studies
have a relatively high cost per unit area.
CHEMICAL ANALYSES AND TECHNIQUES
The chemical techniques used in the geochemical
exploration for mineral resources are many and varied,
and are chosen on the basis of sample medium and the
nature of the exploration environment. Usually the best
analytical method is one that gives maximum contrast
between background and anomaly. Background is the
normal elemental concentration of a given rock unit, and
an anomaly is a significant deviation from the back
ground.
The extraction of metallic elements of interest is one
of the concerns in the chemical analysis. A much greater
contrast between background and anomaly can often be
achieved by selectively dissolving the sample. Many disso
lution techniques are used, some totally dissolve the
sample, whereas others involve only partial dissolution. A
partial extraction (or leaching) may be particularly useful
in the tropical environment of Central America and the
Caribbean where metals are concentrated in secondary
oxides and the oxides are preferentially adsorbed onto
mineral grains in a sample. Ground waters in the tropical
environment are commonly acidic and can carry dissolved
metallic elements until changing physical and chemical
conditions cause precipitation as oxides or hydroxides.
Interpretation of the resulting partial dissolution data is
dependent on an understanding of the chemistry of the
technique used.
Some chemical techniques do not require dissolu
tion of the sample, but rather use the whole sample in the
analysis. In dealing with vegetation, the sample is often
ashed prior to the dissolution process.
There are numerous procedures for analyzing geo
logic materials (Ward and others, 1963, and Allcott and
Lakin, 1978). Three of the most commonly used are
emission spectrographic analyses, induction-coupled
plasma spectrographic analyses, and atomic-absorption
analyses.
Emission spectrographic analysis involves vaporiz
ing a very small measured portion of a powdered sample
in an electric arc and recording the emitted spectra on
film. A trained operator then "reads" the film and records
the concentration of the elements observed. This method
is fast and is very useful for reconnaissance work, but
because the analysis is total, elemental concentrations
must be interpreted with the mineralogical composition of
the sample in mind. Many minerals contain metallic
elements in their structure that are not indicative of
mineral resources. This method is not precise, and the
208 Mineral, Energy, and Water Resources and Geologic Hazards, Central America
analytical results should be considered semiquantitative.
For some elements, the sensitivity of this method is not
sufficient for exploration work, and for these few elements
other analytical techniques must be used.
The induction-coupled plasma spectrographic tech
nique involves dissolving the sample and analyzing the
resulting solution. As in most solution techniques, not all
the sample is dissolved, and the interpretation of the
analytical results must take into account the mineralogi
cal composition of the original sample. This method has
good precision.
Atomic-absorption methods are used to determine
several elements that cannot be determined with sufficient
sensitivity on the emission spectrograph, and to obtain
more precise analyses for other elements important in the
exploration for ore deposits. In using this method, the
sample is dissolved, and a portion of the resulting solution
is sprayed into a flame atomizer and burned. The
absorbed spectrum is analyzed and the concentration
measured. Both the precision and accuracy of this method
are high.
RESULTS OF MINERAL-RESOURCE
ASSESSMENT
No regional mineral-resource assessment can delin
eate the exact limits or determine the economic worth of
an ore deposit. It can, however, define the areas of
greatest mineral-resource potential, estimate the proba
bility for ore deposits, and recommend further, more
detailed, studies. None of the three earth-science disci
plines of geology, geochemistry, or geophysics can, by
itself, give an accurate assessment of the mineral resources
of an area. The integration of results of studies from the
three disciplines is required to generate a single compre
hensive interpretive report. Without input from all three
disciplines the information available to make an evalua
tion would not be adequate. The following factors should
be included in a mineral-resource assessment report: (1)
recognition criteria for mineral occurrences, (2) geo
chemical character of the various geologic terranes, (3)
discussion of suites of elements related to mineralization,
and (4) resource assessment of the area studied outlining
and describing areas of mineral-resource potential. An
integral part of the report should consist of maps showing
the geology of the area, results of geochemical analyses
that support the areas of resource potential, and
geophysical maps that describe some of the subsurface
characteristics of the area. Recommendations for further
studies should be included in the report, focusing on areas
of sufficient resource potential to warrant the additional
work. Topical studies in selected areas and the delineation
of exploration targets would result from the mineral-
resource assessment as the next phase of exploration.
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U.S. Geological Survey: U.S. Geological Survey Bulletin
1152, 100 p.
209
EXPLORACIÓN GEOQUÍMICA DE RECURSOS
MINERALES EN LOS AMBIENTES TROPICALES DE
CENTROAMERICA Y EL CARIBE
Por Sherman P. Marsh
INTRODUCCIÓN
El término "recurso mineral" se refiere a una
concentración de material sólido, líquido, o gaseoso que
se presenta en forma natural, sobre la corteza terrestre,
en tal forma y cantidad que su extracción económica es
factible de manera inmediata, o es potencial (Brobst y
Goudarzi, 1984). En un programa para evaluar los recur
sos minerales de un área o de un país, se estima tanto la
cantidad y el grado de los recursos minerales identifi
cados, como la existencia potencial de recursos minerales
aún no descubiertos.
La primera fase en cualquier programa de
evaluación de un recurso mineral es la realización de una
estimación preliminar, basada en todos los datos pertinen
tes sobre el área o país, publicados o no publicados. Esto
se lleva a cabo en forma mas eficiente si se visita el país en
cuestión y se trabaja con los geólogos residentes, para
recopilar e interpretar los datos existentes en los campos
geológicos, geoquímicos y geofísicos. Esta información se
sintetiza y se integra en términos de las teorías más
actualizadas de las ciencias de la tierra, tomando en
cuenta modelos de depósitos de mineral, y luego se
compara con los datos de áreas que tienen depósitos
minerales ya identificados. El resultado de la evaluación
preliminar del recurso mineral se convierte en la base
para planificar una evaluación extensa del recurso min
eral, que incluye estudios temáticos detallados en áreas
con presencia potencial de recursos minerales.
La integración de los estudios realizados por cien
tíficos de las tres principales disciplinas de la ciencia de la
tierra (geología, geoquímica y geofísica) es necesaria para
obtener una evaluación extensa y exacta del recurso
mineral. La porción geológica, que proporciona el marco
básico para la evaluación del recurso mineral, se lleva a
cabo a través de la recopilación de información existente
sobre los ambientes geológicos del área, del levantamiento
de un mapa geológico del área de interés y de la compar
210 Mineral, Energy, and Water Resources and Geologlc Hazards, Central America
ación posterior de los resultados obtenidos con lo que se
encuentra en ambientes geológicos similares de cualquier
otra parte del mundo, los cuales son conocidos como
favorables para la existencia de recursos minerales. La
parte geoquímica identifica las áreas con presencia de
mineral, a través de análisis de los materiales de la
superficie, y proporciona información sobre la com
posición química de las unidades de roca existentes en el
área. La parte geofísica provee información de las carac
terísticas del subsuelo, que de otra manera sería difícil, si
no imposible, determinar.
El informe resultante integra las tres partes de la
evaluación del recurso mineral y une todos los estudios.
Este informe extenso incluye descripciones del área y de
los estudios realizados, evaluaciones de los recursos
identificados y de la existencia potencial de recursos
adicionales, mapas interpretativos que han servido de
base para la evaluación del recurso mineral y recomen
daciones para estudios adicionales.
EXPLORACIÓN GEOQUÍMICA
La exploración geoquímica es una disciplina de la
ciencia de la tierra que involucra el muestreo y el análisis
químico de los materiales de la superficie, para evaluar
los recursos minerales conocidos y los aún no descubier
tos. Los datos obtenidos se interpretan e integran con los
datos de otras disciplinas de la ciencia de la tierra, para
lograr una estimación de la existencia potencial de recur
sos minerales.
La exploración geoquímica es un instrumento utili
zado en la búsqueda mundial de los recursos minerales,
en ambientes tanto tropicales como templados. A diferen
cia de las áreas más templadas del mundo, los medios
tropicales contienen zonas climáticas condensadas. Como
resultado, se debe tener cuidado en el diseño de pro
gramas de muestreo geoquímico en los trópicos. Climas
semiáridos, selváticos, tipo sabana y alpinos pueden todos
estar presentes en una pequeña isla; por lo tanto, se
necesita desarrollar un programa de exploración geo
química para cada zona climática diferente. Los medios
de muestreo y el método químico adecuado para la
evaluación de una zona climática pueden no ser
adecuados para una zona adyacente, que es, sin embargo,
diferente. La experiencia lograda en los programas de
exploración geoquímica realizada a través de varias
décadas, indica que varios tipos de medios de muestreo
son generalmente necesarios para evaluar en forma
adecuada estas áreas de complejidad climática. Las
técnicas químicas usadas en el análisis de estas diversas
muestras son también variadas y complejas y requieren
una compresión de su ambiente geológico, de su com
posición mineral y de sus propiedades químicas.
El programa de exploración geoquímica puede ser
dividido en dos etapas. La primera etapa involucra un
programa de muestreo regional para definir el carácter
geoquímico del área, identificar las áreas de recursos ya
conocidos y delinear las áreas con existencia potencial de
recursos minerales. La segunda etapa involucra un mue
streo más detallado de las áreas con recursos minerales ya
identificados o potenciales, para enfocar la potencialidad
de existencia de depósitos minerales.
La exploración geoquímica puede proporcionar un
vínculo directo con los recursos minerales, porque los
vestigios de mineralización encontrados en las muestras
reunidas (sedimento fluvial, concentrado aurífero, tierra,
roca, agua y vegetación) pueden reflejar la existencia de
un recurso mineralizado. Es decir, las muestras pueden
derivarse de existencias minerales alteradas por la intem
perie o por mineralización filtrada desde depósitos escon
didos o subterráneos, a lo largo de las fallas y fracturas.
Para poder enfocar los estudios adicionales en áreas que
tienen la mayor potencialidad de existencia de recursos
minerales, es necesaria una interpretación precisa de los
datos geoquímicos. Sin embargo, debido a que los datos
geoquímicos están directamente influidos por los tipos de
muestras reunidos, es de suma importancia que el pro
grama de muestreo inicial sea correctamente diseñado.
Los tres factores principales que influyen en el
diseño de los programas de exploración geoquímica de
recursos minerales son: (1) el terreno geológico, (2) el
terreno topográfico y (3) el ambiente climático. Todos
estos tres factores deben ser cuidadosamente consider
ados al planificar, ejecutar e interpretar la parte geoquími
ca de la exploración al evaluar un recurso mineral en
Centroamérica y el Caribe, ya que cualquiera de estos
factores puede cambiar dramáticamente dentro de una
área relativamente pequeña. La selección de las muestras
más representativas, su preparación y su análisis químico
son de vital importancia para la correcta interpretación de
los datos resultantes.
Exploración Geoquímica de Recurso* Minerales en los Ambientes Tropicales de Centroamérica y el Caribe
AMBIENTE TROPICAL
Los ambientes tropicales están esencialmente com
prendidos entre las latitudes 23 norte y 23 sur (los
trópicos de Cáncer y Capricornio) y constituyen una gran
porción de las áreas de tierra firme del planeta.
Aproximadamente 23 millones de kilómetros cuadrados
de las zonas tropicales son selvas (Singh, 1982). El
ambiente tropical de Centroamérica y el Caribe puede ser
extremadamente variado dentro de un área relativamente
pequeña. En una isla puede existir una selva tropical en el
lado expuesto al viento, mientras que en el lado no
expuesto al viento el posible encontrar un ambiente
semiárido. En muchas áreas montañosas es posible ascen
der desde una selva tropical, situada al nivel del mar,
pasando por diversos ambientes climáticos, hasta un
ambiente alpino situado entre los 2.000 y los 3.000 metros
de altura. Este rápido cambio de ambientes climáticos en
áreas relativamente pequeñas complica el diseño de un
programa de exploración geoquímica.
Hay cuatro tipos de ambientes climáticos que pue
den encontrarse en las áreas tropicales de Centroamérica
y el Caribe: (1) selva, (2) sabana, (3) alpino, y (4)
semiárido.
Selva — Un terreno intensamente alterado por la
intemperie y densamente cubierto de vegetación, usual-
mente con gruesas capas de suelo laterítico. Estas son
generalmente áreas de bajo relieve, con patrones fluviales
ramificados. La precipitación pluvial es abundante.
Sabana— Prados ligeramente ondulados y bosques
abiertos, con relieve moderado. Este terreno a menudo
está intensamente alterado por la intemperie y la presen
cia de rocas es escasa. Predominan los suelos lateríticos.
Las corrientes fluviales tienen patrones ramificados, pero
a menudo se encuentran profundamente cortados. La
precipitación pluvial es moderada, con dos distintas esta
ciones: una húmeda y una seca.
Alpino. — Los ambientes alpinos existen en los trópi
cos en las zonas más altas de las áreas montañosas. A
pesar de que las especies de plantas difieren de sus
contrapartes en las zonas templadas, sus aspectos físicos
son similares. Estas áreas generalmente tienen alto
relieve, con ríos, profundamente cortados, que fluyen
rectos. Hay abundancia de rocas, especialmente a lo largo
de los ríos. La tierra se desarrolla principalmente a lo
largo de los cerros. La precipitación pluvial es variable.
Semiárido.— Las áreas sem ¡áridas generalmente se
encuentran en el lado no expuesto al viento de las islas
que tienen una topografía de alto relieve y a la sombra de
las cordilleras. Algunas zonas desérticas son provocadas
por las corrientes frías del océano. La vegetación es
escasa y el relieve puede ser desde bajo hasta escarpado.
Los ríos, cuando hay suficiente agua, tienden a fluir rectos
y son cortados. La tierra tiene un pobre desarrollo y la
precipitación pluvial es escasa.
21 1
MEDIOS Y TECNICAS DE MUESTREO
Existen seis tipos principales de muestras que
deberían ser considerados al planificar un programa de
exploración geoquímica y algunos, o todos, podrían ser
aplicados en los ambientes tropicales de Centroamérica y
el Caribe. Estos tipos de muestra son: (1) sedimento
fluvial, (2) concentrado aurífero, (3) tierra, (4) roca, (5)
agua, y (6) vegetación.
En los ambientes tropicales de Centroamérica y el
Caribe la alteración y la dispersión hidromórficas son más
intensas que en los ambientes más templados, en los
cuales la alteración y la dispersión fragmentarias tienen
mayor significación. El tipo de muestra obtenida y su
análisis son, en consecuencia, diferentes a los de un
ambiente más templado.
Sedimentos fluviales.— El sedimento fluvial es un
medio de muestreo tradicional que ha sido ampliamente
utilizado, con gran éxito, durante muchos años en pro
gramas de exploración geoquímica. Existen, sin embargo,
algunos problemas de interpretación. En los climas
templados y desérticos con alto relieve, los sedimentos
fluviales contienen grandes cantidades de detrito mineral
que forma roca común, el cual puede ocultar o diluir
elementos relacionados con la mineralización. En el clima
selvático, los profundos suelos lateríticos aportan a los
ríos grandes cantidades de hierro secundario y minerales
de arcilla (Gaertner, 1963) y esto puede ocultar otros
elementos. Adicionalmente, un ambiente selvático es un
tipo de ambiente de alteraciones químicas rápidas y los
elementos derivados de rocas mineralizadas se adhieren
generalmente a las partículas de hierro secundario y de
minerales de manganeso. En consecuencia, a menudo es
necesario someter estas muestras de sedimentos fluviales
a un tratamiento químico especial, para extraer los elemen
tos minerales. Las muestras de sedimentos fluviales
tomadas en ambientes tropicales, a menudo consisten de
arcillas y sílice, y los minerales resistentes, así como otras
especies minerales susceptibles a las alteraciones
químicas, han sido removidos.
Concentración materiales pesados en recipiente.— La
muestra de concentrado aurífero puede ser un medio de
diagnóstico de la mineralización más efectivo que el
sedimento fluvial, especialmente si contiene partículas de
sulfuro metálico. En los ambientes tropicales la alteración
causada por los agentes atmosféricos rompe las rocas de
la superficie hasta profundidades de decenas de metros, y
esta profunda zona de alteraciones a menudo oculta la
mineralización. La muestra de concentrado aurífero es
particularmente útil, ya que aprovecha esta alteración
profunda que libera minerales pesados y resistentes,
generalmente asociados con los recursos minerales
(Overstreet, 1963).
La concentración de materiales pesados en recipi
ente aurífero consiste de la fracción pesada y resistente de
212 Mineral, Energy, and Water Reaource» and Geologic Hazarda, Central America
la tierra, derivada del sedimento fluvial, que generalmente
contiene los elementos asociados con los depósitos de
mineral. Se debe prestar atención especial a la interpre
tación de los datos del concentrado aurífero, ya que las
determinaciones analíticas representan un múltiple
aumento de elementos relacionados con los minerales
pesados. Es también importante conocer la composición
mineralógica del concentrado, ya que esta guarda una
relación directa con los depósitos ya conocidos de mineral
y con los depósitos modelo.
Tierra.— En un ambiente tropical los suelos general
mente representan la alteración local, provocada por
agentes atmosféricos, del lecho de rock (Bradshaw and
Thomson, 1982). Los vestigios encontrados en las mues
tras de tierra, usualmente reflejan la composición del
lecho subterráneo de roca. En las áreas más intensamente
alteradas por los agentes atmosféricos, los elementos
metálicos con frecuencia son concentrados en los niveles
profundos, a través de los procesos de alteración, y
pueden ser removidos y transportados por el agua subterrá
nea. El análisis de las muestras de tierra es utilizado más
efectivamente como parte de un estudio de seguimiento
en áreas con potencialidad de existencia de recursos
minerales, determinada en los estudios regionales.
Roca.— Las muestras de roca proporcionan infor
mación acerca de áreas muy especificas. El análisis de las
muestras de roca es utilizado mas efectivamente en áreas
en las cuales la potencialidad de existencia de recursos
minerales ha sido determinada y, por lo tanto, se requiere
mayor información para definir el recurso mineral que se
espera encontrar. Las muestras de roca también son
utilizadas para determinar el contenido de elementos
indicadores presentes en las unidades de roca del área,
como parte de un programa completo de exploración
geoquímica. En el ambiente tropical, a menudo es difícil
obtener las muestras de roca, ya que las partes expuestas
de la roca con frecuencia son sometidas a alteración,
provocada por agentes atmosféricos, y a lixiviación
química.
Agua—E\ agua puede ser una muestra de particu
lar utilidad en el ambiente tropical, por la intensa altera
ción provocada por los agentes atmosféricos, precipita
ción pluvial abundante y altas temperaturas. En este
ambiente al agua subterránea es químicamente activa y
tiene un alto poder de lixiviación (Pasquali y Lopez,
1982). El agua que pasa a través de una zona alterada,
por encima de un depósito mineral, puede contener
elevadas concentraciones de sulfato y vestigios metálicos,
relacionados con depósitos de mineral, y puede ser utili
zada como un factor de diagnóstico en el programa de
exploración geoquímica.
Vegetación.— La vegetación densa es común en los
ambientes tropicales y los métodos biogeoquímicos de
exploración pueden ser útiles. El crecimiento de la vege
tación en los ambientes tropicales es rápido y las plantas
guardan altas concentraciones de minerales del suelo
(Shacklette, "written communo."). La rapidez de creci
miento y muerte de las plantas en los ambientes tropicales
tiende a concentrar y conservar elementos metálicos cerca
del lugar en donde fueron meteorizadas, al reciclarlas y
convertirlas en nuevas plantas. Las concentraciones de los
elementos metálicos pueden ser más altas en la vegetación
que en los suelos en los cuales las plantas han crecido. La
identificación de especies puede ser también un impor
tante indicador de la existencia potencial de recursos
minerales. Ciertas plantas no crecerán en suelos enrique
cidos con ciertos elementos, mientras que otras prosper
arán en suelos ricos en elementos específicos. La obser
vación de la abundancia o escasez de una especie de
planta en particular es otro factor que puede ser utilizado
en la evaluación de los recursos minerales.
Se recomiendan estudios guía antes de seleccionar
cualquier tipo de muestra. Los estudios guía son pruebas
para determinar la efectividad relativa de varios tipos de
muestra en áreas que contienen recursos minerales cono
cidos. Estos estudios guía deben enfatizar el descubri
miento de los diversos tipos de mineralización y depósitos
minerales que se espera encontrar en el área de estudio.
Una evaluación de los estudios guía se basa en el cono
cimiento de los depósitos minerales modelo y de las
asociaciones elementales que se saben relacionadas con
los recursos minerales. Los estudios guía deberían tam
bién examinar los perfiles del suelo para determinar
horizontes o capas de óptimo contenido metálico,
examinar la longitud de las secuencias de dispersión
metálica en sedimentos y agua y examinar la extensión y
composición de los patrones de zonificación, alrededor de
depósitos conocidos. Es común encontrar que varios tipos
de muestra son necesarios para evaluar satisfactoria
mente la existencia potencial de recursos minerales de
una extensa área.
Las muestras de sedimentos fluviales, concentrado
aurífero y agua son utilizadas con más frecuencia en
amplios estudios regionales para determinar las áreas de
existencia potential de minerales, que garanticen un
estudio ulterior, más detallado. Estos estudios tienen un
costo relativamente bajo por área. Las muestras de suelo,
roca y vegetación son utilizadas en estudios más detella-
dos de áreas pequeñas que usualmente tienen alguna
existencia potencial de mineral que ha sido determinada.
Estos estudios tienen un costo relativamente alto por
área.
ANAUSIS Y TÉCNICAS QUÍMICAS
Las técnicas químicas utilizadas en la exploración
geoquímica de recursos minerales son muchas y variadas,
Exploración Geoquímica de Recursos Minerales en los Ambientes Tropicales de Centroamérica y el Caribe
y han sido escogidas en función del tipo de muestra y de
la naturaleza del ambiente de exploración. Usualmente el
mejor método analítico es el que proporciona el máximo
contraste entre la información básica y la irregularidad.
La información básica es la concentración normal de
elementos de una unidad de roca determinada y una
irregularidad es una desviación significativa de esta infor
mación básica.
La extracción de elementos metálicos de interés es
uno de los objetivos del análisis químico. Un contraste
mucho mayor entre la información básica y la irregulari
dad puede, a menudo, ser logrado diluyendo la muestra
en forma selectiva. Muchas técnicas de dilución son
utilizadas, algunas diluyen totalmente la muestra mientras
que otras involucran solamente una dilución parcial. Una
extracción parcial (o lixiviación) puede ser particular
mente útil en los ambientes tropicales de Centroamérica y
el Caribe, en donde los metales están concentrados en
óxidos secundarios y los óxidos están especialmente
adheridos a partículas de mineral en una muestra. Las
aguas subterráneas en el ambiente tropical son general
mente acidas y pueden arrastrar elementos metálicos
disueltos, hasta que los cambios en las condiciones físicas
y químicas causan precipitación de óxidos o hidróxidos.
La interpretación de los datos resultantes de una dilución
parcial depende de la comprensión de la química de la
técnica empleada.
Algunas técnicas químicas no requieran la dilución
de la muestra, sino que utilizan la muestra completa en el
análisis. Cuando se trata de vegetación, la muestra es a
menudo convertida en ceniza antes del proceso de
dilución.
Existen numerosos procedimientos para el análisis
de materiales geológicos (Ward y otros, 1963, y Allcott y
Lakin, 1978). Tres de los más usados son los análisis
espectrográficos de emisión, los análisis espectrográficos
de plasma de acoplamiento inductivo y los análisis de
absorción atómica.
Los análisis espectrográficos de emisión se realizan
por medio de la vaporización en un arco eléctrico de una
porción medida muy pequeña de una muestra en polvo, y
el registro en film del espectro emitido. Un operador
entrenado "lee", entonces, el film y registra los elementos
de concentración observados. Este método es rápido y es
muy útil para realizar trabajos de reconocimiento, pero
debido a que el análisis es total, las concentraciones
elementales deben ser interpretadas tomando en cuenta la
composición mineralógica de la muestra. Muchos minera
les contienen elementos metálicos en su estructura que no
son indicativos de la existencia de recursos minerales.
Este métado no es preciso y los resultados analíticos
deben ser considerados scmicuantitativos. En el caso de
algunos elementos, la sensibilidad de este método no es
suficiente para llevar a cabo un trabajo de exploración y,
213
para estos pocos elementos, se deben utilizar otras
técnicas analíticas.
En la técnica de análisis espectrografía) de plasma
de acoplamiento inductivo, la muestra se diluye y la
solución resultante es analizada. Como en la mayoría de
técnicas que utilizan dilución, no toda la muestra se diluye
y la interpretación de los resultados analíticos debe tomar
en cuenta la composición mineralógica de la muestra
original. Este método es muy preciso.
Los métodos de absorción atómica son usados para
determinar un número de elementos que no pueden ser
determinados con suficiente sensibilidad en el análisis
espectrográfico de emisión, asi como para obtener anál
isis más precisos de otros elementos importantes en la
exploración de depósitos minerales. Al utilizar este
método, la muestra se diluye y una parte de la solución
resultante se roda en un atomizador de llama y se quema.
El espectro absorbido es analizado y se mide la concen
tración. Tanto la precisión como la exactitud de este
método son altas.
RESULTADOS DE LA EVALUACIÓN DE
RECURSOS MINERALES
Ninguna evaluación regional de recursos minerales
puede delinear los límites exactos o determinar el valor
económico de un depósito mineral. Sin embargo, puede
determinar las áreas con mayor potencialidad de existen
cia de recursos minerales, estimar la probabilidad de que
existan depósitos minerales y recomendar estudios adi
cionales más detallados. Ninguna de las tres disciplinas de
la ciencia de la tierra (geología, geoquímica, o geofísica)
puede, por si misma, proporcionar una evaluación exacta
de los recursos minerales de una área. Se requiere la
integración de los resultados de los estudios bajo las tres
disciplinas, para producir un solo informe amplio e
interpretativo. Sin el aporte de datos obtenidos de las tres
disciplinas, la información disponible para efectuar una
evaluación no sería adecuada. En un informe de
evaluación de recursos minerales, deben ser considerados
los siguientes factores: (1) los criterios para reconocer la
presencia de minerales, (2) carácter geoquímico de los
diversos terrenos geológicos, (3) discusión de las series de
elementos relacionados con la mineralización y (4)
evaluación de recursos del área estudiada, esbozando y
describiendo las áreas con existencia potencial de recursos
minerales. Parte integral del informe debería estar cons
tituida por mapas que muestren la geología del área,
resultados de los análisis geoquímicos que respaldan las
áreas de existencia potencial de recursos y mapas
geofísicos que describan algunas de las características
subterráneas del área. Dicho informe debería también
incluir recomendaciones para estudios ulteriores, dirigi
214 Mineral, Energy, and Water Resources and Geologic Hazards, Central America
dos hacia las áreas con suficiente existencia potencial de
recusos para garantizar trabajos adicionales. El desarrollo
de estudios temáticos en áreas seleccionadas y la delinc
ación de objetivos de exploración constituyen la siguiente
fase en el proceso de exploración, como resultado de la
evaluación del recurso mineral.
REFERENCIAS CITADAS
Allcott, G.H., y Lakin, H.W., 1978, Tabulación de datos
geoquímicos suministrados por 109 laboratoríes de mues
tras referencia provenientes de seis exploraciones
geoquímicas: Informe abierto 78-163 del "U.S. Geological
Survey", p. 199. ["Tabulation of geochemical data fur-
nished by 109 laboratoríes for six geochemical exploration
reference samples: U.S. Geological Survey Open-File
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fícos para el Desarrollo Internacional, p. 62-75. ["Geoch
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forest environments, in Laming, DJ.C, and Gibbs, A.K.,
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forest áreas: Association of Geoscientists for International
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potencial de mineral en las servas vírgenes— Evaluación de
existencia potencial de recursos minerales en las tierras del
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mento Científico 1300 del "U.S. Geological Survey", p.
1-10. ["Introduction in Marsh, S.P., Kropschot, SJ., and
Dickinson, R.G., eds., Wilderness mineral potential—
Assessment of mineral-resource potential in U.S. Forest
Service lands studied in 1964-1984: U.S. Geological Sur
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Reconocimiento regional de mineral pesado como una
guía para determinar los depósitos minerales en áreas con
una capa subyacente profunda de rocas cristalinas meteo
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técnicas de prospección geoquímica: Desarrollo de Recur
sos Minerales de las Naciones Unidas, Serie No. 21, p.
57-60. ["Heavy-mineral reconnaissance as a guide to ore
deposits in áreas undcrlain by deeply weathered crystaline
rocks, in Proceedings of the seminar on geochemical
prospecting methods and techniques: United Nations Min
eral Resources Development, Series No. 21, p. 57-60."]
Pasquali Z, J., y López E, C.J., 1982, Prospección geoquímica
en climas tropicales húmedos en Laming, DJ.C, y Gibbs,
A.K., eds., Riqueza Inexplorada: Técnicas de exploración
en áreas selváticas tropicales: informe No. 7 de la Asocia
ción de Geocientíficos Para el Desarrollo International, p.
 221. ["Geochemical prospecting in humid tropical cli
mates, in Laming, DJ.C., and Gibbs, A.K., eds., Hidden
Wealth: exploration techniques in tropical forest areas:
Association of Geoscientists for International Develop
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Problemas e instrucciones practicas, en Laming, D.J.C., y
Gibbs, A.K., eds., Riqueza Inexplorada: Técnicas de explo
ración en areas selváticas tropicales: Informe No. 7 de la
Asociación de Geocientíficos para el Desarrollo Interna
cional, p. 22-27. ["Mineral exploration in tropical rain
forests: practical problems and directions, in Laming,
DJ.C., y Gibbs, A.K., eds., Hidden Wealth: exploration
techniques in tropical forest areas: Association of Geosci
entists for International Development, Report No. 7, p.
22-27."]
Exploración Geoquímica da Recursos Minerales en los Ambientes Tropicales de Centroamériea y el Caribe 215
Von Gaertner, H.R, 1963, Geoquímica de los depósitos laterí-
ticos: algunos patrones generales de la meteorízación
laterítica, en Las actas del seminario sobre métodos y
técnicas de prospección geoquímica: Desarrollo de Recur
sos Minerales de las Naciones Unidas, Serie No. 21, p.
67-75. ["Geochemistry of laterític deposits: some general
patterns of laterític weathering, in Proceedings of the
seminar on geochemical prospecting methods and tech
niques: United Nations Mineral Resources Development
Series No. 21, 202 p."]
Ward, F.N., Lakin, H.W., Canney, F.C., y otros, 1963, Métodos
analíticos utilizados en la exploración geoquímica por el
"U.S. Geological Survey": Boletín 1152 del "U.S. Geol
ogical Survey", p. 100. ["Analytical methods used in geo
chemical exploration by the U.S. Geological Survey: U.S.
Geological Survey Bulletin 1152, 100 p."]
EXPERT SYSTEMS RESEARCH IN REGIONAL
RESOURCE EVALUATION: EXPERIENCES IN THE
APPLICATION OF MICROCOMPUTER
TECHNOLOGIES
By Richard B. McCammon
muPROSPECTOR, patterned after SRI's expert sys
tem PROSPECTOR, is designed to aid the geologist in
evaluating the potential mineral resources within a given
geographic area. The central idea is the encoding of
deposit models by expert economic geologists that can be
matched against observations made by field geologists.
muPROSPECTOR is a microcomputer-based system that
can be applied to problems in regional mineral-resource
evaluation. To date, the knowledge base that has been
incorporated in muPROSPECTOR consists of deposit
models constructed as part of the mineral-resource
assessment in the Sherbrooke-Lewiston 1° X 2° quadran
gles in New England. Included are models for volcanoge-
nic massive sulfide, sediment-hosted lead-zinc-silver, tin
griesen, porphyry copper, vein-type uranium, uraniferous
peat, and tin-placer deposits. These models are repre
sented in the knowledge base as a set of rules derived from
recognition criteria developed for each deposit type.
In a normal consultation with muPROSPECTOR,
the geologist is asked a series of questions that relate to
various pieces of evidence that might be present in an
area. Answers to these questions lead muPROSPECTOR
to an evaluation of the potential mineral resources in an
area. The evaluation consists of a probabilistic estimate
for one or more deposits occurring in the area for each of
the deposit types being considered and the reasons upon
which the evaluation for each deposit type is based. At any
time during the consultation, the geologist can ask for
muPROSPECTOR to summarize and make an evaluation
based on the current information. The intent is to provide
the geologist with services that could be provided by
216 Mineral, Energy, and Water Resource* and Geologic Hazards, Central America
having telephone access to a panel of experienced eco
nomic geologists, each an authority on a particular type of
deposit.
The experience with muPROSPECTOR has indi
cated that improvements in designing future expert sys
tems for regional resource evaluation are needed in 1)
knowledge representation, 2) reasoning mechanisms, and
3) knowledge acquisition.
Current limitations in knowledge representation are
the result of insufficient expressiveness of the language
used to encode deposit models. The lack of sufficient
general geologic knowledge for most of the models that
have been constructed is also a major problem. What is
needed are methods for matching observations volun
teered by geologists about the general geologic, geo-
chemical, and geophysical setting in an area with the
attributes of existing models.
With respect to reasoning mechanisms, control
strategies are needed to take into account the fact that the
characteristics of one deposit type grades more or less
imperceptibly into those of other types. Current control
strategies make restrictive assumptions about the interde-
pendency of multiple sources of evidence and the manner
in which they combine.
With respect to knowledge acquisition, methods are
needed for a) screening data bases compiled for ore
deposits, b) formulating less-than-perfect models that
others can subsequently modify easily, and c) computer-
assisted instruction in deposit modeling. Future develop
ments in muPROSPECTOR will require a close working
relationship with economic and field geologists.
SISTEMAS IDONEOS DE INVESTIGACION EN
RECURSOS DE EVALUACION REGIONAL:
EXPERIENCIAS EN LA APLICACION DE
TECNOLOGIAS MICROCOMPUTARIZADAS
Por Richard B. McCammon
El PROSPECTOR, que tuvo como modelo el sistema
idóneo SRI PROSPECTOR, está disenado para ayudar al
geólogo a evaluar los recursos potenciales de mineral
dentro de un área geográfica dada. La idea central es
codificar los modelos de depósito por geólogos expertos
en economía que puedan ser comparadas con observa
ciones hechas por geólogos de campo. El PROSPECTOR
es un sistema de base microcomputarizada que puede ser
utilizado para resolver problemas en la evaluación de
recursos minerales regionales. A la fecha, el cono
cimiento base qua ha sido incorporado en El PROSPEC
TOR consiste en modelos de depósito construidos como
parte de recursos minerales distribuidos en el cuadrán
gulo Sherbrooke-Lewiston Io X 2o en Nueva Inglaterra.
Hay incluidos modelos para sulfuro masivo vulcanológico,
sedimento hospedero de zinc-plata, estaño, cobre pórfido,
uranio tipo veta, turbas uraníferas, y placeres de depósito
de estaño. Estos modelos son representados en la base de
conocimiento como un grupo de reglas derivadas de
criterios de reconocimiento desarrollados para cada tipo
de depósito.
En una consulta normal con el PROSPECTOR, se le
pregunta al geólogo una serie de preguntas, que rela
cionan las varias piezas de evidencia que se puedan
presentar en un área. La respuestas a estas preguntas
conduce al PROSPECTOR a una evaluación de recursos
minerales potenciales en un área. La evaluación consiste
en un estimado de probabilidades para uno o más
depósitos que aparezcan en un área para cada uno de los
tipos de depósitos que se consideran y son las razones en
las cuales se basa la evaluación de cada tipo de depósito.
En cualquier tiempo durante la consulta, el geólogo
puede preguntar al PROSPECTOR, que resuma y haga
una basada evaluación en la información presente. El
propósito es proporcionar al geólogo servicios que pue
Sistemas Idóneos de Investigación en Recursos de Evaluación Regional 217
dan ser dados mediante acceso telefónico a un panel de
geólogos con experiencia en economía, cada integrante es
una autoridad en un tipo particular de depósito.
La experiencia con el PROSPECTOR ha indicado
que el progreso en el diseño de sistemas idóneos futuros
para evaluación de recursos regionales, se necesitan para
1) representación de conocimiento, 2) mecanismos de
rezonamiento y 3) adquisición de conocimientos.
Las limitaciones actuales en la representación de
conocimientos son el resultado de la insuficiencia de la
expresión del lenguaje usado para codificar modelos de
depósito. La falta de conocimientos geológicos generales
suficientes para muchos de los modelos que han sido
construidos es también un gran problema. Lo que se
necesita son métodos para observaciones que cotejen las
observaciones hechas por los geólogos acerca de geología
general, geoquímica, y geofísica, en un área con los
atributos de modelos existentes.
Con respecto a los mecanismos de razonamiento, se
necesitan estrategias de control para tomar en cuenta el
hecho de las características del grado de un tipo de
depósito más o menos imperceptibles dentro de aquellos
otros tipos. La estrategias de control actuales hacen
suposiciones restrictivas acerca de la interdependencia de
los recursos múltiples de evidencia y en la manera de
como se combinan.
Con respecto a la adquisición de conocimientos, se
necesitan métodos para a) poner en pantalla los datos
básicos recopilados para depósitos minerales, b) la
formulación de modelos de depósito menores que otros
puede ser modificada fácil y subsecuentemente, y c)
instrucción para la asistencia computarizada de modelos
de depósito. Los futuros desarrollos en el PROSPECTOR
requerirán una relación muy estrecha de trabajo con
geólogos de campo y economistas.
CURRENT GEOBOTANICAL REMOTE-SENSING
TECHNIQUES FOR HUMID REGIONS
By Nancy Milton
In the humid regions of the world, bedrock and soils
are often obscured by several layers of forest canopy,
subcanopy, groundcover, and leaf litter. A variety of
geobotanical techniques have been developed to aid in
geologic mapping and mineral exploration in such areas.
These techniques take advantage of the natural tendency
of plants to respond to growth factors in the environment
that are controlled by substrate. Theoretical information
from plant ecology, phytogeography, plant physiology,
biogeochemistry, and biophysics is used to predict changes
in vegetation with respect to substrate, or empirical
observations are used with some prior knowledge of
"normal" conditions for a given area to detect differences
in substrate by means of anomalous variations in vegeta
tion.
Current geobotanical techniques can be catego
rized according to the size of the area being investigated
and the scale of the remote-sensing imagery. The geolog
ical applications possible will depend upon the scale used.
Low-resolution data include images acquired by the Land-
sat Multispectral Scanner (MSS) and Thematic Mapper
(TM); these two image types are generally appropriate
for regional geologic mapping applications. High-
spectral-resolution data are available from the Shuttle
Multispectral Infrared Radiometer (SMIRR) and several
aircraft instruments, including the Mark IV spectroradi-
ometer, developed by Collins and others (1983), and the
Airborne Imaging Spectrometer (AIS). The high-
resolution data are used for mineral exploration by mea
suring spectral changes in vegetation associated with
mineral deposits, or the data are used for detection of
changes in plant communities expressed spectrally in the
near-infrared part of the electromagnetic spectrum.
At the U.S. Geological Survey, both high- and
low-resolution spectral reflectance data are used for min
eral exploration and geologic mapping. Landsat MSS and
TM data have been used to identify plant communities
associated with specific lithologics in the Piedmont prov
ince of Virginia and North Carolina. Before analysis, the
data were enhanced by using a principal-component
transformation (Krohn and others, 1981). In Virginia, the
218 Mineral, Energy, and Water Resource* and Geologic Hazard», Central America
distribution of one plant community, characterized by the
dominance of chestnut-oak, coincided with several litho-
logic types, including a gold-bearing metavolcanic unit
(ME, fig. 1; Milton and Krohn, 1982). In North Carolina,
the same community was associated with hydrothermally
altered, potentially mineralized andesites, and with topo
graphically high felsite ridges, also potentially mineral
ized (R.G. Schmidt and M.H. Koslow, written communi
cation). Thematic Mapper data of Virginia were used to
separate three different coniferous communities (Krohn
and Milton, 1983) by using spectral differences in TM
band 4 (fig. 2).
High-resolution data from the Mark IV spectroradi-
ometer have been used to delineate mineralized zones
through the effect of heavy metals on spectral reflectance
of plants in the chlorophyll absorption region centered
near 680 nanometers. Such an effect has also been
observed by Power and others (in press) and Milton and
others (in press) in greenhouse-grown and metal-stressed
plants (fig. 3). The presence of heavy metals in the leaves
of canopy trees growing over mineralized zones has been
reported for many areas of the world (Brooks, 1983). At
Pilot Mountain, Randolph County, North Carolina, the
spectral shift seen in airborne data was closely associated
with the presence of anomalous metals in soils and leaves
of canopy trees (Milton and others, 1983).
Two other high-resolution instruments, SMIRR and
AIS, have been used to demonstrate the use of high-
resolution infrared data for identification of clay minerals
and for separation of plant communities based on their
water content, respectively. Spectra of plant communities
in Virginia were extracted from SMIRR data, but the
difficulties of instrument calibration, identification of the
precise geographic position of the measurement on the
ground, and the experimental nature of the instrument
make these data essentially unavailable for geobotanical
work. The application of AIS data to geobotany depends
upon better availability of the data, but its potential is
especially promising. Preliminary results from a test site
in southwest Oregon have shown a correspondence
between AIS and ground spectral data for detecting
 SC SCHIST

| GG | GRANITE, GNEISS AND GABBRO

• CHESTNUT-OAK
ROAD TRANSECTOCCURRENCE

Figure 1. Occurrence of chestnut-oak with respect to lithologic types on transects across the Virginia
Piedmont (from Milton and Krohn, 1982).

Current Geobotanical Remote-Sensing Techniques for Humid Region* 219

 60

.4.

55

WHITE PINE

50 LOBLOLLY PINE
XXX X
XXX
VIRGINIA PINE
XX XXX
X$XX$X X
X
45 X X

<
ffl
40 o o
ooo
oSoDO
008000
008 00
35

30 h

25 ±
10 15 20 25 30 35
TM BAND 3 (DN)

Figure 2. Scatter plots of three coniferous forest types from Landsat-4 Thematic Mapper data (from fig. 3 in
Krohn and Milton, 1983).

220 Mineral, Energy, and Water Resource* and Geologic Hazards, Central America
 -CONTROL

0,40 0.45 0,50 0.55 0.60 0.65 0,70 0.75 0.80

WAVELENGTH (MICROMETERS)

Figure 3. Change in reflectance near 700 nanometers in heavy-metal-stressed greenhouse-grown plants (from
Power and others, in press).

Current Geobotanical Remote-Sensing Technique* for Humid Region* 221

vegetation types and vegetation-defined rock types
(Mouat, written communication).
References cited
Brooks, R.R., 1983, Biological methods for prospecting for
minerals: New York, John Wiley and Sons, 322 p.
Collins, William, Chang, S.-H., Raines, Gary, Canney, Frank,
and Ashley, Roger, 1983, Airborne biogeophysical map
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Krohn, M.D., Milton, N.M., Segal, Donald, and England,
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unit for geologic mapping by means of a principal-
component enhancement of Landsat multi-spectral scan
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Milton, N.M., Collins, William, Chang, S.-H., and Schmidt,
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Mountain, Randolph County, North Carolina: Economic
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press, The use of high-resolution spectral-reflectance data
for geobotanical mineral exploration: International Sym
posium on Remote Sensing of Environment, Fourth The
matic Conference, San Francisco, California, Proceedings.
Power, M.S., Milton, N.M., and Ager, CM., in press, Green
house and field experiments on the effects of heavy metals
on spectral reflectance of plants: American Institute of
Biological Sciences Annual Meeting Ft. Collins, Colo
rado, Proceedings.
TECNICAS GEOBOTANICAS ACTUALES DE
PERCEPCION A DISTANCIA PARA REGIONES
HUMEDAS
Por Nancy Milton
En las regiones húmedas del mundo, los lechos de
roca y los suelos están frecuentemente ocultos por capas
de cubierta forestal, subcubierta, cubiertas subterráneas y
desechos de hojas. Se ha desarrollado una gran variedad
de técnicas geobotánicas para ayudar en el mapeo geoló
gico y la exploración mineral en esas áreas. Estas técnicas
de crecimiento en ambientes regidos por substratos. La
información teórica proveniente de la ecología de plantas,
la fitogeografía, la fisiología de plantas, la bioquímica y la
biofísica se utilizan para predecir los cambios en la
vegetación de plantas, la fitogeografía de plantas, la
bioquímica y la biofísica se utilizan para predecir los
cambios en la vegetación con respecto al substrato, o bien
las observaciones empíricas se usan, con conocimiento
previo de las condiciones "normales" de una área dada
para detectar las diferencias de substrato mediante las
variaciones anómalas de la vegetación.
Las técnicas geobótanicas actuales se pueden
catalogar de acuerdo con el tamaño del área que se
investiga y la escala de la imagen de la percepción a
distancia. Las posibles aplicaciones geológicas depen
derán de la escala que se utilice. Los datos de baja
resolución comprenden las imágenes obtenidas con el
Landsat Multispectral Scanner (MSS) y el Thematic
Mapper (TM); estos dos tipos de imágenes son apropi
ados generalmente para aplicaciones de mapeo geológico
regional. Los datos de alta resolución espectral se pueden
obtener con el Shuttle Multispectral Infrared Radiometer
(SMIRR) (Radiómetro Infrarrojo Multiespectral) y
varios instrumentos de aeronaves, incluso en espectro-
radiómetro Marca IV, desarrollado por Collins y otros
(1983), y el Airborne Imaging Espectrometer (AIS). Los
datos de alta resolución se utilizan para la exploración
mineral por medio de la medición de cambios del espectro
en la vegetación afin a los depósitos minerales, o bien los
datos se emplean para detectar los cambios en las comuni
dades de plantas que se manifiestan en la parte cerca del
infrarrojo del espectro electromagnético.
En el Servicio Geológico de los Estados Unidos, se
Técnicas Geobotánica* Actúala* de Percepción a Distancia para Reglone* Húmeda* 223
utilizan los datos de reflectártela de baja y alta resolución
para exploración mineral y mapeo geológico. Datos del
Landsat MSS y el TM se han empleado para identificar
comunidades de plantas relacionadas con litologías espe
cíficas en la provincia Piedmont en Virginia y Carolina del
Norte. Previo al análisis, los datos se abonaron con el uso
de una transformación principal de componentes (Krohn
y otros, 1981). En Virginia, la distribución de una comun
idad de plantas, caracterizada por la predominancia de
castaños y robles, coinciden con varios tipos litológicos,
incluso un cuerpo petavolcánico portador de oro (ME,
fig. 1; Milton y Krohn, 1982). En Carolina del Norte, la
misma comunidad litológica estaba asociada con andesi-
tas hidrotérmicamente alteradas y posiblemente mineral
izadas, y con serranías de felsita, también potencialmente
mineralizadas (R.G. Schmidt y M.H. Koslow, comuni
cación escrita). Los datos obtenidos con el Thematic
Mapper en Virginia se emplearon para separar tres
diferentes comunidades de coniferas (Krohn y Milton,
1983), mediante las diferencias del aspecto en la banda 4
TM (fig. 2).
Los datos de alta resolución obtenidos con el espec
tro radiómetro Marca IV se han empleado para delinear
zonas mineralizadas por medio de los efectos de metales
pesados en la reflectancia espectral de plantas en la
región de absorción de la clorofila centrada cerca de los
680 nanometros. Tales efectos también han sido obser
vados por Powers y otros (en impresión) y Milton y otros
(en impresión) en plantas que crecen en invernaderos y
sujetas a esfuerzos de metales (fig. 3). La presencia de
metales pesados en las hojas de los árboles que cubren
zonas mineralizadas han sido señaladas en muchas partes
del mundo (Brooks, 1984). En la Montana Pilot, condado
de Randolph en Carolina del Norte, el corrimiento espec
tral advertido en los datos aéreos tenía relación directa
con la presencia de metales anómalos en los suelos y hojas
de los árboles de cubierta (Milton y otros, 1983).
Otros dos instrumentos de alto resolución, el
SMIRR y el AIS, se han empleado para demostrar el uso
 SANDSTONE AND SHALE

| ME | METAVOLCANICS

| GN I GNEISS
KDKILOMETERS
SC SCHIST

[ 6G | GRANITE, GNEISS AND GA8BR0

• CHESTNUT-OAK OCCURRENCE

—— ROAD TRANSECT

Figura 1. Ocurrencia de castaño-roble con respecto a los tipos litológicos a lo largo de Piedmont - Virginia
(de Milton y Krohn, 1982).

224 Mineral, Energy, and Water Reaourcee and Geologic Hazarda, Central America
 60

.4.
55

WHITE PINE

50 LOBLOLLY PINE
XXX X

XXX
VIRGINIA PINE
XX XXX
XXXXXX X
X
X X
o 45

<
CD
40 o o
ooo
OODO
008000
008 00
35

30

25 -L
10 15 20 25 30 35
TM BAND 3 (DN)

Figura 2. Lotes dispersos de tres tipos de bosques de coniferas a partir de datos del Landsat-4 Thematic
Mapper (de la figura 1 en Krohn y Milton, 1983).

Técnica* Geobotánica* Actúale* de Percepción a Distancia para Reglones Húmeda* 225

 30

20
-CONTROL

10

-10

lu 50
o
z

o 40
ÜJ
_J
Li.
Lü
or 30 CONTROL

20

10

CONTROL^
i ± J
0,40 0.45 0,50 0.55 0.60 0.65 0.70 0.75 0.80

WAVELENGTH (MICROMETERS)

Figura 3. Cambios de reflectance cerca de 700 nanometres en plantas de invernadero con metales pesados (de
Power otros, en impresión).

Mineral, Energy, and Water Resources and Geologic Hazards, Central America
de los datos infrarrojos de alto resolución para la identi
ficación de minerales de arcilla y para la separación de
comunidades de plantas con base en su contenido de
agua, respectivamente. Los espectros de comunidades de
plantas en Virginia se obtuvieron de los datos del SMIRR.
Sin embargo, estos datos no están disponibles esencial
mente para trabajos geobotánicos debido a las dificult
ades de calibración del instrumento, la identificación de la
posición geográfica exacta de la medición en el punto
terrestre, y la naturaleza experimental del instrumento.
La aplicación de los datos del AIS a la geobotánica
depende una mejor disponibilidad de los datos, pero sus
posibilidades son muy prometedoras. Los resultados pre
liminares obtenidos de un sitio de un de prueba en
Oregon Sur indican una correspondencia entre los datos
AIS y los datos terrestres para detectar tipos de vege
tación y tipos de roca de vegetación definida (Mouat,
comunicación escrita).
CITAS BIBLIOGRÁFICAS
Brooks, S.R., 1983, Métodos biológicos para la prospección de
minerales: Nueva York, John Wiley e hijos, p. 322.
Collins, William, Chang, S.-H., Raines, Gary, Canney, Frank,
and Ashlcy, Roger 1983, Mapeo biogeofísico aéreo trans
portado de depósitos minerales escondidos: Geología
Económica, t. 78, no. 4, p. 737-749.
Técnicas Geobotánicas Actúalas da Percepción a Distancia para Reglone» Humadas
Krohn, M.D., y Milton, N.M., 1983, Potencial Geobotánico de
Landsat-4 de bandas espectrales de "Thematic Mapper":
el Congreso Americano de Fotogrametria, Falls Church,
Virginia, Procedimientos, p. 675-684.
Krohn, M.D. Milton, N.M. Segal, Donald, and England,
Anthony, 1981, Discriminación de un bosque de árboles de
castaños y robles para mapeo por medio de un componen
te principal de Landsat de realce multi-espectral explo
rador: Cartas de investigación geofísica, t. 8, no. 2, p.
151-154.
Milton, N.M., and Krohn, M.D., 1982, Distribución del
Chestnut-Oak (Quercus prinus L.) en las tierras bajas de
Virginia como ayuda en el mapeo geológico (resumen):
Revista de Ciencias de Virginia, v. 33, no. 3, p. 128.
Milton, N.M., Collins, William, Chang, S.H., and Schmidt, R.
G., 1983, Detección remota de anomalías de metales de
Pilot Mountain, Randolph County, North Carolina: Geo
logía Económica, v. 78, no. 4, p. 605-617.
Milton, N.M., Power, M.S., Ager, C.M., and Purdy, T.L., 1985,
El uso de información espectral-reflectora de alta reso
lución para exploración mineral geobotánica [resumen]:
Symposio Internacional de Sensores Remotos del Ambi
ente, Cuarta Conferencia Temática, San Francisco, Cali
fornia, Procedimientos.
Power, M.S., Milton, N.M., and Ager, C.M., 1985, Experimen
tos en el campo sobre los efectos de metales pesados en la
reflección espectral de plantas [resumen]: en Instituto
Americano de Ciencias Biológicas, Conferencia Anual, Ft.
Collins, Colorado, Procedimientos.
227
DISCUSSION GROUP 1 : THE ROLE OF GEOLOGIC
FRAMEWORK STUDIES IN A NATIONAL
EARTH-SCIENCE PROGRAM
A geologic framework is a necessary and valuable
tool that, based on careful and detailed geologic mapping,
provides the foundation for natural resources assessment,
regional, mineral, and energy investigations, and geologic
hazard-prevention programs. The lack of geologic map
ping has resulted in the inhibition of mining exploration
activities and geological input to development programs.
In this region, the lack of an adequate geologic
framework can lead to structure failure, incorrect and
incomplete analysis on which base-planning for mineral
and energy resources and geologic hazard programs have
been developed, hence bringing about economic losses
and reducing the effectiveness of development programs.
All earth-science disciplines use critical data pro
vided by a geologic framework. This information is needed
in order to plan, evaluate, and develop a given project if
results and objectives are to give rise to maximum eco
nomic gains (see flow chart, fig. 1).
Geologic framework studies produce indirect ben
efits when correctly applied by other disciplines. Basic
geologic mapping directly produces basic impact when
mineral or energy resources are discovered.
An effective geologic framework consists of geolog
ical, geochemical, and geophysical data bases.
Recommendations
1. Create geological mapping programs at a regional
scale of 1:2,000,000; compilation on a country basis
of 1:250,000, using a field working scale of 1:50,000.
2. Coordinate with the Interamerican Geodetic Survey
(LAGS), gravity and magnetic data and put this
information in a regional context.
3. Each country should find the means of centralizing
all geophysical data and use these data at whatever
scale is appropriate for regional, local, or project
needs.
4. Map, as a priority, mineralized areas that are asso
ciated with particular rock types, especially those
228 Mineral, Energy, and Water Resource* and Geologic Hazards, Central America
that may contain quantities of precious metals, suf
ficient for economic return.
5. Produce derivative maps that may be used for
geological and nongeological uses, such as:
a) Metallogenic provinces; for example, gold and
platinum placer deposits
b) Energy-minerals resource evaluation
c) Hydrological maps for ground-water quantity
and quality, particularly contamination
d) Areas of aquifer recharge
e) Urban planning for future urban growth and
development; land-use maps and their social
and economic impact
f) Areas of geological hazards, including land
slides, erosion, reservoir siltation, and others
g) Maps for flood control
h) Maps showing sources of fertilizers, soil
amendments, construction materials, and
geobotanical data
6. Establish priorities for mapping areas, based on:
a) Evaluation of precious and strategic metal pros
pects
b) Energy sources for local as well as for regional
use
c) Hydrological basin assessments
d) Severe geological risks
e) Agricultural needs for fertilizers, such as phos
phate rock, dolomite, zeolites, and sulfur.
7. Develop, as appropriate for each country's priority,
a geological mapping program, as a basic tool for
energy and mineral-exploration programs
8. Designate an appropriate local agency to be the
center for collection and preservation of geological
data to be used by all governmental agencies in their
development programs
9. Coordinate this basic geologic-mapping program
with resources-exploration and hazard-mitigation
programs, both local and regional
10. Stimulate the appropriate Central American Gov
ernmental agencies to aid ICAITI as the regional
center for science and technology
 GEOLOGIC MAPPING

GEOLOGICAL INFORMATION

Geochemistry Geophysics General Geology

Faults, landslides, rock types, siltation, sedimentation, erosion slope

stability, geo thermal areas, seismic risk, minerals — metallic and non-

metallic, aquifers, hydrocarbon evaluation, and so on.

I
USES

OF

EAKIH-SCIENCE DATA

Figure 1. Row chart of a national earth-science program.

Discussion Group 1 229

GRUPO DE DISCUSION 1 :
DESEMPEÑAN LOS ESTUDIOS DE ESTRUCTURA
GEOLOGICA EN UN PROGRAMA NACIONAL DE
CIENCIAS DE LA TIERRA
La determinación de la estructura geológica es un
instrumento valioso y necesario que, con base en un
mapeo geológico cuidadoso y detallado, proporcione las
bases para programas de evaluación de recursos natura
les, de investigaciones regionales de minerales y energé
ticos, y de prevención de peligros de origen geológico. Por
consiguiente, la falta de mapas geológicos ha redundado
en la inhibición de las actividades de exploración minera y
del aporte geológico a los programas de desarrollo.
En este campo, la falta de una estructura geológica
adecuada puede conducir a análisis incompletos e incorrec
tos con base en los cuales se han elaborado programas de
planeamiento de recursos minerales, energéticos y de
peligros de origen geológico. Esto entraña, por lo tanto,
perdidas económicas y reduce la eficacia de los pro
gramas.
Todas las disciplinas de las ciencias de la tierra
utilizan los datos críticos que se obtienen de un perfil
geológico. Esta información se necesita para planear,
evaluar y elaborar un proyecto, si los resultados y obje
tivos han de redundar en beneficios económicos máximos
(diagrama de fluvo, fig. 1).
Los estudios de estructuras geológicas rinden
beneficios indirectos cuando otras disciplinas los utilizan
correctamente. El mapeo geológico básico redunda en
efectos económicos favorables al descubrirse recursos
minerales y energéticos.
Una estructura geológica eficaz consiste en un
banco de datos geofísicos, geoquímicos y geológicos.
Recomendaciones
1. Establecer programas de mapeo geológico a una
escala regional de 1:2.000.000; una compilación a
nivel de país a escala de 1:250.000, y utilizando una
escala de trabajo de campo de 1:50.000.
2. Coordinar con el Servicio Geodésico Interameri-
cano (LAGS), los datos geofísicos, magnéticos y
gravitacionales, y compilar esta información en un
contexto regional.
230 Mineral, Energy, and Water Resource* and Geologic Hazards, Central America
EL PAPEL QUE
3. Cada país debe encontrar los medios para centrali
zar todos los datos geofísicos y utilizar estos datos
en calquier escala que sea apropiada para las nece
sidades locales, regionales o del proyecto.
4. Hay que cartografiar, como prioridad, las áreas
mineralizadas que están asociadas con tipos de roca
particulares, especialmente los que pudieran con
tener cantidades de metales preciosos que sean
suficientes para obtener un beneficio económico.
5. Elaborar mapas derivados que puedan emplearse
para usos geológicos y no geológicos, a saber:
a) Provincias metalogenéticas: por ejemplo,
placeres (minería de lavado) de oro y platino
b) Evaluación de los recursos minerales energéti
cos
c) Preparación de mapas hidrológicos de las can
tidades y la calidad de las aguas subterráneas,
especialmente contaminación
d) Areas de recarga de aquíferos
e) Planeamiento urbano sobre el crecimiento y
desarrollo urbanos en lo futuro. Mapas de uso
de la tierra y sus efectos económicos y sociales
f) Areas de peligros de origen geológico, inclusive
derrumbes, erosión, azolvamiento de embalses y
otras
g) Mapas de control de inundaciones
h) Mapas que muestren fuentes de fertilizantes,
enmiendas de suelos, materiales de construc
ción y datos geobotánicas.
6. Establecer prioridades para áreas de mapeo, con
base en:
a) La evaluación de perspectivas de búsqueda de
metales preciosos y estratégicos
b) Las fuentes de energía para usos regionales y
locales
c) La evaluación de las cuencas hidrológicas
d) Los peligros graves de origen geológico
e) Las necesidades agrícolas de fertilizantes, tales
 MAPEO GEOLÓGICO

INFORMACIÓN GEOLÓGICA

Geoquímica Geofísica Geología General

Fallas, derrumbes, tipos de roca, azolves, sedimentación, estabilidad contra

la erosión de taludes, áreas geotérmicas, riesgos sísmicos, minerales:

metálicos y no metálicos, aquíferos, evaluación de hidrocarburos, etc.

I
USUARIOS

DE
DATOS DE CIENCIAS DE LA

TIERRA

Minas e Exploración Peligros

Hidrocarburos de Energía Geológicos

Opcional

Centro de Datos Hidrología

Figura 1. Diagrama de flujo de un programa nacional de geociencias.

como rocas de fosfatos, dolomitas, zeolitas,
azufre, etc.
7. Formular, según la prioridad pertinente de cada
país, un programa de mapeo geológico, como una
herramienta básica para programas de exploración
minera y energética
8. Designar a una organización local apropiada para
que sea el centro de compilación y preservación de
datos geológicos que han de ser utilizados por todas
las instituciones gubernamentales en sus programas
de desarrollo
9. Coordinar este programa básico de mapeo geoló
gico con programas de exploración de recursos y de
mitigación de peligros de índole geológica, tanto
locales como regionales
10. Estimular a las instituciones apropiadas de los gobier
nos de América Central a que ayuden al ICATTI
como el centro regional de ciencia y tecnología

Grupo de Discusión 1 231

DISCUSSION GROUP 2:
1. Given the high level of vulnerability, what disas
ter preparedness actions have been taken to prevent or
mitigate the damaging consequences of earthquakes, vol
canic eruptions, and landslides?
—state of application of sciences and engineering.
—gathering and analyzing disaster data relative to
such things as prediction and warning assessment,
structural stability, and land-use.
—development of national disaster plans and organi
zations.
—organization and training of local disaster units,
—creation of disaster stockpiles of essential supplies,
equipment, and systems for their distribution,
—prearranging systems and methods for coordinating
internal and international disaster relief,
—the conduct of hazard and vulnerability analysis.
In reference to disaster preparedness actions
regarding mitigation of geological hazards, almost noth
ing has been done apart from preparation for civil defense
or national emergency disasters.
Organizations. These have been assigned the
responsibility of responding to geologic disasters, but very
little planning has been done concerning gathering disas
ter data relative to prediction of events, structural stability,
land use; that is, for mitigation of effects. Very little exists
also in the way of planning for disaster relief, coordination
of internal and international disaster responses, organi
zation and training of local disaster units, planning of
parallel or backup systems for drinking water, power,
communications, sewage disposal, transportation, and
medical facilities. No hazard- or vulnerability-analysis
studies have been made, and not even general economic
studies have been made in any of the countries of Central
America.
2. Determine areas of each country that are
seismically and volcanologically active; determine if suf
ficient information exists to assign levels of risk to each
area? What levels of disaster risk are acceptable and who
should define them?
The entire Pacific coast of Central America from
the Mexican border to Panama is highly active seismically,
more active than most other parts of the world. This belt
of high activity includes the entire Pacific coastal plain and
232 Mineral, Energy, and Water Resources and Geologic Hazards, Central America
GEOLOGIC HAZARDS
the volcanic chain and extends a couple of tens of kilome
ters farther inland. Additional areas of high activity
include the Chixoy and Motagua faults that cut Guate
mala and the area of the Colombia border with Panama.
The rest of Central America is considerably less active
seismically, yet it still should be considered an area of
some seismic risk. The chain of active volcanoes which
runs the length of Central America near the Pacific coast
contains about 80 Quaternary volcanoes, some six or
seven of which are currently erupting.
National geoscience entities in each country, if nec
essary in consultation with international geoscience agen
cies, should define acceptable levels of disaster risk.
3. Determine recurrence periods and locations
for major earthquakes, volcanic eruptions, and locations
of potential landslides.
Rough estimates of the expected recurrence inter
vals of shallow earthquakes (less than 15 km deep) of
magnitude 6.0 to a maximum 6.5 along the active volcanic
chain range from 30 to 80 years, varying both with time
and with particular sites.
For the subduction zone, the recurrence interval of
earthquakes of magnitude 7.5 to a maximum of 8.1 ranges
from 40 to 150 years, varying along the coast and proba
bly with time. For the zone of strike-slip faults that cross
Guatemala, the Motagua and Chixoy-Polochic fault
zones, the recurrence interval for earthquakes of magni
tude 7.0-7.6, is somewhat longer, probably 200-500
years.
For the rest of Central America, in particular in that
area on the Atlantic side of the volcanic arc, Honduras,
Nicaragua, Costa Rica, and Panama, return times appear
to be longer, probably from 100 to more than 700 years
for earthquakes of maximum magnitudes from 5 to 7.
Volcanic eruptions are variable in magnitude and period
of recurrence. Several Central American volcanoes are in
relatively mild eruption as we write this report. Larger
magnitude and potentially very destructive eruptions are
sure to occur in future years. Studies of many volcanoes at
many localities worldwide indicate that, in general, the
longer the period of quiesence, the more violent the
initiation of future eruptive activity.
This comment generally may be applied to volca
noes of Central America, but detailed studies of specific
volcanoes are needed to document the past history of
eruption as a basis for evaluation of the possible charac
ter, timing, and magnitude of future eruptions. Studies of
this sort are virtually nonexistent at this time.
Landslides, sometimes extremely large, depend on
conditions of the terrain and on meteorological and
volcanological factors.
4. What are the current techniques and capabili
ties for monitoring and mitigating natural hazards in
Central America?
Panama: The Institute of Geosciences of the Uni
versity of Panama employs two B.S.-level physicists and
one B.S.-level geologist. They operate the six-component
World-Wide Seismic Station Network (WWSSN) Station.
They also own three portable stations, including one
telemetered station, not yet installed. They had been
planning a small network near the Panama Costa Rica
border, before AID funds were cut off. They also have
three strong-motion accclerographs (not installed); there
is no Panamanian volcanology program.
The seismic hazard is greatest near the Colombian
border, and at the Costa Rican border where the Panama
fracture zone is being subducted. Several magnitude-8
earthquakes have occurred along this zone during this
century. Hydroelectric projects, the trans-isthmus petro
leum pipeline, and other developments in the area are at
considerable risk, and the Panamanian Government
wishes to expand its seismic-hazard monitoring program
to study the region. Any such effort must be cooperative,
and work closely with Costa Rica as one major seismic-
hazard area, the Panama fracture zone, straddles the
border.
The one geologically recent volcano in Panama,
Baru, should be mapped and its eruptive products dated.
Costa Rica: The National University of Costa Rica
has installed 11 seismic stations and is about to install one
more. By means of funding through AID, they had
originally planned to install 23 stations. This was later
reduced to 18. The Costa Rican power company (ICE)
has installed eight seismic stations, but the National
University has not been able to obtain this data, and so,
cannot analyze it.
The University also owns eight portable seismome
ters which are always ready to go to the field in the event
of an earthquake or volcanic eruption.
The National University publishes a monthly seis
mic bulletin and a semi-annual volcanological bulletin. A
strong-motion program is being carried out by the engi
neering department of the University of Costa Rica.
Objectives of the seismic program are to indicate seismic
hazard zonation and to improve building codes.
Volcano monitoring is carried out by the National
University including monthly electronic and dry-tilt,
radon-gas-emission, and seismic measurements.
The National University of Costa Rica employs one
B.S.-level seismologist and one about to receive a Ph.D. in
seismology. In volcanology there are also two B.S.-level
experienced volcanologists and one about to receive a
Ph.D.
No actual landslide program exists, nor is risk
analysis done for seismic, volcanic, or landslide hazards.
El Salvador: The Center for Geotechnical Investi
gations (CIG) is the only organization studying geologic
hazards in El Salvador. All information collected is sent to
the Committee of Emergency Preparedness. An annual
seismology bulletin is published by CIG.
CIG has two B.S.-level engineering seismologists,
two B.S.-level seismologists, and one B.S.-level equipment
specialist.
CIG owns 17 telemetered seismic stations of which
11 have been installed. CIG also maintains four on-site
recording stations including a six-component WWSSN
station.
CIG plans to install one station on each of the five
largest Quaternary volcanoes in El Salvador.
CIG owns 29 strong-motion accelerographs of
which 13 have been installed. Other agencies maintain six
accclerographs, but send CIG the records for analysis.
CIG owns 25 seismometers of which 19 are installed.
CIG carries out some soil dynamics studies, but
needs assistance in this work.
Currently the CIG has no volcanology program nor
does it employ a volcanologist.
In landslide studies, CIG receives some help from
two geologists with the Department of Mines, but they are
available only part time.
Because AID funding is ending, CIG feels that it
will need help with the acquisition of spare parts, technical
assistance, and additional formal training especially in
hazard analysis.
Honduras: The National University of Honduras
employs two Ph.D.-level geophysicists and operates one or
two seismographs intermittently.
The Honduran power company owns some acce
lerographs, but data collected are not available for analysis
outside the company. There is currently no Honduran
Government seismology program although Honduras is
interested in beginning a program, possibly with a per
manent station installed near microwave repeaters or
possibly with a portable network. Several large faults have
been recognized recently.
No volcanology program exists in Honduras
although there are several Quaternary volcanoes, includ
ing that on Amapola Island.
Landslide studies are not being carried out, even
Discussion Group 2 233
though Honduras has some serious problems with land
slides.
As of now, no mechanism exists that would force
construction engineers to make preliminary studies to
take geologic hazards into consideration. Therefore, little
forethought is given by them to geologic concerns.
Guatemala: The National Institute of Seismology,
Volcanology, Meteorology and Hydrology (INSIVUMEH)
employs two B.S.-level engineers with graduate studies,
two B.S.-level seismologists and one B.S.-level physicist
with graduate studies in volcanology.
INSIVUMEH owns three strong-motion stations
(three components each) and 33 seismic stations of which
24 are operating.
INSIVUMEH regularly publishes seismicity cata
logs, but they are just beginning to formulate preliminary
seismic-hazard analyses through an AID-funded project
with USGS. Because this program is being cut off after
the first phase, INSIVUMEH will have great difficulty
finishing the proposed seismic-hazard analysis, and it
foresees difficulty in obtaining spare parts, maintaining
the network, and acquiring technical training.
Although INSIVUMEH has just employed a volca-
nologist, no volcanic-hazard program yet exists.
INSIVUMEH had hoped to obtain AID's assistance in
setting up a volcano-monitoring program (seismic, tilt,
electronic, and gas-emission stations) at each of the three
active volcanoes. A seismic station already exists on each
of these volcanoes.
No landslide program now exists in Guatemala
although there is a very serious mudflow problem at El
Palmar that has inundated an area that has 40,000 inhab
itants.
Belize: There is no interest in either volcanology or
landslide studies in Belize. There are no volcanoes and
landslides are confined to a few road cuts.
Belize is interested in obtaining two seismographs
to function as onsite recorders in the north and south of
Belize. The objective is to monitor levels of seismic
activity on the Chixoy and de Chana faults which extend
into southern Belize from Guatemala. These seismo
graphs would be maintained by the Department of Mete
orology. The Government of Belize employs one M.S.-
level geophysicist responsible for seismic interpretation.
General Recommendations
a) It should be stressed that AID-funded cooper
ative seismic-risk programs have begun between the
USGS, Guatemala, El Salvador, and Panama. Another
AID-funded cooperative seismic-risk program already
exists between the University of California, Santa Cruz,
and Costa Rica. In each of these programs, seismic
networks have been installed or renovated, basic-data
collection has begun, seismicity catalogs have been pub
234 Mineral, Energy, end Water Resource* and Geologic Hazards, Central America
lished, and historical earthquake damage has been
recorded.
We recommend that these existing cooperative pro
grams continue to be funded, through AID or other
sources, in order to achieve the long-range goal (about 5
years) of producing national seismic-hazard and micro-
zonation maps and seismic-risk analyses.
We recommend that seismic networks be funded in
Panama and Honduras also, although possibly on a
slightly smaller sale, for the same purposes.
b) We recommend the initiation of volcanology
studies in Guatemala, El Salvador, and Panama.
As a first step, we recommend that mapping of the
eruptive products of volcanoes be initiated. This mapping
is also valuable for geothermal exploration and landslide
studies.
As a second step, a telemetered seismic station
should be installed on each active or potentially active
volcano that does not already have such an installation.
Eventually, gas-emission measurements should be
undertaken as well as tilt measurements on the most active
volcanoes.
c) We recommend that within each country, a
single organization carry out national geologic-hazards
studies. This organization should seek official mandate
from its government as the sole repository or archive for
all seismic and (or) volcanic and (or) landslide data. This
needs to be done to end internal conflicts and to encour
age cooperation concerning the exchange and analysis of
data.
d) We recommend that a meeting of seismic
observatory or seismic service directors from each coun
try be convened possibly with the assistance of the USGS.
The purpose of the meeting will be to encourage regional
cooperation in seismic studies and the exchange of raw
data.
We recommend discussions on standardization of
seismograph equipment throughout the region.
We recommend that national seismic services
acquire compatible personal computers for analyses. With
such systems, raw data may be transmitted cheaply and
quickly between countries.
We recommend that a regional seismic and volca-
nological data bank be created.
We also recommend that directors in each country
give serious consideration to forming a regional organi
zation of cooperating seismic observatories, similar to
CERESIS, the organization of cooperating seismic obser
vatories in South America, or perhaps even joining CER
ESIS itself. Economically this makes good sense as pool
ing of professional seismologic, volcanologic, geologic and
technical expertise would be possible.
We further recommend that all known faults and
volcanoes be compiled onto maps at 1:50,000 or
1:100,000 for all of Central America and Panama.
e) We recommend that a search be made for
funding sources for Ph.D.- and Masters-level training for
seismologists, volcanologists, engineering seismology,
engineering geology, and soils engineering. We also rec
ommend that a search be made for funding sources to
train instrument specialists and to fund some level of
international scientific exchange among professionals.
f) We recommend that each country conduct at
least a general survey and evaluation of potential landslide
and mudflow hazards.
Discussion Group 2 235
GRUPO DE DISCUSIÓN 2: PELIGROS
GEOLÓGICOS

1. Dado el alto grado de vulnerabilidad, ¿que mica y volcánica, y existe suficiente información para
acciones de preparación se han tomado para prevenir o adjudicar niveles de riesgo a cada área? ¿Que niveles de
aminorar las consecuencias de terremotos, erupciones peligro de desastre son admisibles y quien debiera defi
volcánicas, y derrumbes? nirlos?
Toda la costa del Pacífico de Centroamérica, desde
—estado de aplicación de las ciencias y la ingeniería. la frontera de México hasta Panamá, exhibe una gran
—recolección y análisis de datos de desastres relativos
actividad sísmica, más activa que cualquier otra parte del
a aspectos tales como evaluación de pronósticos y
mundo. Esta faja de gran actividad sísmica abarca toda la
alertas, estabilidad estructural, y uso de la tierra.
planicie costera del Pacífico y la cadena volcánica, y se
—desarrollo de organizaciones y planes para enfren
extiende unos veinte kilómetros tierra adentro. Otras
tar los desastres nacionales.
razones de gran actividad sísmica comprenden los valles
—organización y entrenamiento de unidades para
del Chixoy y el Motagua que dividen Guatemala, y la
enfretar los desastres locales.
frontera entre Colombia y Panamá. El resto de América
—creación de reservas para desastres consistentes en
Central tiene mucho menos actividad sísmica, pero, aún
suministros esenciales equipo y sistemas para su
así, debieran considerarse como zonas de peligros
distribución.
sísmicos. La cadena de volcanes activos que corre a lo
—sistemas y métodos preestablecidos para coordinar
largo de toda Centroamérica cerca de la costa de Panamá,
el socorro internacional e interno para aliviar el
comprende 80 volcanes cuaternarios de los cuales seis o
desastre.
siete están actualmente en erupción.
—la realización de análisis de vulnerabilidad y
Los niveles admisibles de riesgos de desastre deben
riesgos.
ser definidos por los organismos nacionales de cada país.
Con respecto a las acciones preparatorias que se A tal efecto, pudiera ser necesario consultar con organi
han tomado para aminorar los peligros de origen geoló zaciones internacionales.
gico, casi nada se ha hecho, salvo el organizar la defensa
3. ¿Cuales son los períodos previstos y las ubica
o la emergencia nacionales.
ciones de recurrencia de sismos destructores, erupciones
Organizaciones. A estas se les ha asignado la
volcánicas y derrumbes?
responsibilidad de enfrentar los desastres geológicos,
Las estimaciones aproximadas de los posibles tiem
pero se ha efectuado escaso planeamiento pertinente a la
pos de retorno de sismos de poca profundidad terrestre
recolección de datos de desastre relativos a la predicción
(menos de 15 km) de magnitud 6.0 a un máximo de 6.5,
de eventos, estabilidad estructural, uso de la tierra, es
a lo largo de la cadena volcánica activa, varían entre 30 y
decir, mitigación de los efectos. Existe muy poco, asi
80 años, tanto en función del tiempo como de una
mismo, en cuanto respecta a la forma de planear la ayuda
ubicación particular.
para desastres, coordinar la ayuda interna e internacional
En la zona de subducción el tiempo de recurrencia
del desastre, organizar y entrenar unidades locales para
de sismos de magnitud de 7.5 a un máximo de 8.1 es de
afrontar el desastre, planear sistemas paralelos o de 40-150 años, con variantes a lo largo de la costa y
reserva de suministro de agua potable, potencia,
probablemente con respecto al tiempo. En cuanto a las
comunicaciones, alcantarillados, transporte, y medios de
fallas transcorrientes que dividen a Guatemala por la
reparación.
mitad, a saber: las fallas del Motagua y del Chixoy-
En ninguno de los países, se han llevado a cabo Polochic, el tiempo de recurrencia de sismos de magnitud
estudios de análisis de vulnerabilidad y peligros, incluso
7.0-7.6 máximo, es un tanto mayor, probablemente
estudios económicos generales.
200-500 años.
2. ¿Que áreas de cada país tienen actividad sís Para el resto de América Central, especialmente la

236 Mineral, Energy, and Water Resources and Geologlc Hazards, Central America
parte posterior de Honduras, Nicaragua, Costa Rica y
Panamá, los períodos de recurrencia parecen ser más
largos, probablemente entre 100 y mas de 700 años para
sismos de magnitudes máximas de 5 a 7. Las erupciones
volcánicas varían en magnitud y período de recurrencia.
Varios volcanes de Centroamérica estaban en erupciones
livianas en el momento de redactar este informe. En los
años futuros ocurrirán de seguro erupciones de mayor
magnitud y sumamente destructoras. Los estudios de
muchos volcanes en varias ubicaciones mundiales indican
que, en general, mientras más largo sea el período de
inactividad, más violenta es la erupción que ha de ocurrir.
Esta aseveración general puede ser válida para los
volcanes de Centroamérica, pero se necesitan estudios en
detalle de volcanes específicos para documentar la pasada
historia de las erupciones y poder sentar las bases para
evaluar el posible carácter, cronograma y magnitud de las
erupciones futuras. Actualmente casi no existen estudios
de esta Índole.
Los aludes, que algunas veces son sumamente
grandes, dependen de las condiciones del terreno y de
factores meteorológicos y vulcanológicos.
4. ¿Cuales son las técnicas y capacidades presen
tes para vigilar y alivar los peligros de origen natural en
América Central?
Panamá: El instituto de Geociencias de la Univer
sidad de Panamá tiene empleados a dos físicos de nivel
B.S. y un geólogo de nivel B.S. Ellos manejan la Red de
Estaciones Sísmicas Mundiales (WWSSN) (6 componen
tes). Disponen de tres estaciones portátiles inclusive,
aunque todavía sin instalar, una estación de telemedición;
han estado planeando instalar una pequeña red cerca del
Tin de Costa Rica, pero se interrumpieron los fondos
proporcionados por AID. Hay 3 acelerógrafos para movi
mientos fuertes (no instalados), y no existe un programa
de vulcanología.
Los riesgos sísmicos son mayores cerca de la fron
tera con Colombia y la frontera con Costa Rica, en donde
la zona fracturada de Panamá se esta substrayendo.
Varios sismos de magnitud 8 han ocurrido a lo largo de
esta frontera durante el presente siglo. Los proyectos
hidroeléctricos, el oleoducto transísmico, y otras obras de
desarrollo de la región corren un riesgo considerable, por
lo cual Panamá desea expandir su programa de vigilancia
sísmica para estudiar la región toda. Cualquier esfuerzo
de esta índole debe ser cooperativo, y hay que colaborar
estrechamente con Costa Rica, ya que el área de peligro
se encuentra a ambos lados de la frontera.
El único volcán de Panamá, a saber: el Baru, debe
ser cartografiado y debe obtenerse datos de los productos
de la erupción.
Costa Rica: la Universidad Nacional ha instalado 1 1
estaciones sísmicas y está a punto de instalar otra. La
AID tenía planeado instalar, originalmente, 23 esta
ciones. Pero más tarde el número se redujo a 18. La
empresa de fuerza eléctrica ICE ha instalado 8 estaciones
sísmicas, pero la Universidad Nacional tiene problemas
para obtener los datos para incluirlos en sus análisis.
La Universidad también cuenta con 8 sismógrafos
portátiles que siempre están listos para ser llevados al
campo en caso de una emergencia, inclusive una emer
gencia volcánica.
La Universidad Nacional publica un boletín sísmico
mensual y un boletín vulcanológico semestral. Un pro
grama de detección sísmica de movimientos fuertes se
lleva a cabo por los departamentos de ingeniería de la
Universidad de Costa Rica. El propósito del programa
sísmico consiste en incluir alguna zonificación de riesgo y
mejorar los códigos de construcción.
La vigilancia de actividad volcánica se realiza por
medio de la Universidad, e incluye registros electrónicos
mensuales, y mediciones de radón, gases y sísmicas.
La Universidad Nacional de Costa Rica cuenta con
un sismólogo de grado B.S., y otro que está próximo a
obtener el doctorado (PhD). En volcanología hay dos
vulcanólogos de nivel B.S. con experiencia, y otro que está
por recibir su doctorado en la materia.
No existe programa alguno sobre aludes o desliza
miento de tierras, ni tampoco se lleva a cabo un análisis
de riesgos sísmicos, volcánicos o de derrumbes.
El Salvador: el Centro de Investigaciones Geotécni-
cas (CIG) es la única institución que se dedica al estudio
de los peligros de origen geológico en El Salvador. Toda la
información recabada es enviada el Comité de Prepara
tivos de Emergencia. El CIG publica un boletín sismoló
gico anual.
El CIG tiene dos ingenieros sismólogos a nivel de
B.S., dos sismólogos a nivel de B.S. y un especialista en
equipo a nivel de B.S.
En cuanto respecta a estudios sismológicos, el CIG
cuenta con 17 estaciones sísmicas de telemetría, de las
cuales 11 ya están instaladas. El CIG también mantiene 4
estaciones de registro de campo que comprende una
Estación Sismográfica Mundial (WWSSN) de 6 compon
entes.
El CIG tiene previsto instalar 1 estación en cada
uno de los cinco volcanes cuaternarios.
El CIG posee 29 acelerógrafos de fuerte movi
miento. Entre estos ya han sido instalados 13. Otras
instituciones tienen instalados 6 acelerógrafos, pero
envían el CIG los registros para su análisis. El CIG posee
25 sismo scopios de los cuales hay 19 instalados.
El CIG lleva a cabo algunos estudios de dinámica
de suelos, pero se necesita ayuda en este campo.
Actualmente, no existe ni un programa de vulcano
logía, ni se cuenta con un volcanólogo.
En cuanto a estudios de deslizamiento de tierras, el
Grupo de Discusión 2 237
CIG recibe ayuda de dos geólogos del Departamento de
Minas, pero solamente en forma parcial.
El financiamiento de la AID está por terminar. El
CIG sustenta la opinión de que necesitará ayuda para la
compra de piezas de repuesto, asistencia técnica y entrena
miento extra forma, especialmente en el campo del análi
sis de riesgos.
Honduras: la Universidad Nacional emplea a 2
geofísicos con grado de Doctorado. La Universidad tiene
en funcionamiento esporádico 1 o 2 sismógrafos.
La Empresa Electric posee algunos acelerógrafos,
pero los datos no están disponibles. No existe acualmente
un programa sismológico, aunque Honduras tiene interés
in iniciar un programa, probablemente con estaciones
permanentes instaladas cerca de repetidores de micro-
ondas o posiblemente con una red portátil. Se han recono
cido recientemente varias fallas grandes.
No existe en Honduras un programa de vulcano-
logía, a pesar de que existen varios volcanes cuaternarios,
incluyendo la Isla Amapola.
A pesar del problema de derrumbes existente en
Honduras aún no se han hecho estudios de los mismos.
El problema actual en Honduras es que no tienen
un mecanismo que obligue a los ingenieros contructores
a hacer estudios preliminares sobre los peligros geológi
cos.
Guatemala: el Instituto Nacional de Sismología,
Vulcanonlogía, Meterorología e Hidrologií (INSIVU-
MEH) contrata 2 Bachilleres en Ciencias con estudios
superiores a nivel de ingeniería; emplea 2 sismólogos y un
Bachiller en Ciencias a nivel físicas con estudios
superiores en vulcanología.
INSIVUMEH es propietario de 33 estaciones
sísmicas, de las cuales están operando 24 y tres estaciones
de movimientos fuertes (cada una con tres componentes).
INSIVUMEH imprime regularmente catálogos
sísmicos pero recien empiezan a formular los análisis
preliminares sobre peligros sísmicos a través de un pro
yecto entre AID y USGS. En vista de que este programa
está siendo cortado después de la primera parte,
INSIVUMEH tendrá mucha dificultad para terminar los
análisis de peligros y prevee dificultades para obtener
repuestos para mantener esta red de trabajo, asi como
para adquirir el entrenamiento técnico.
A pesar de que INSIVUMEH acaba de emplear un
vulcanólogo, aún no tiene un programa de peligros
volcánicos. INSIVUMEH tenia la esperanza de obtener
ayuda de la AID para colocar un monitor (sísmico,
inclinado, electrónico, cerca de nueve puestos de emisión
de gas) en cada uno de los tres volcanes activos. Una
estación sísmica ya existe en cada uno de estos volcanes.
Actualmente no existe un programa de derrumbes
a pesar de que la cantidad de lodo es un problema
238 Mineral, Energy, and Water Reeourcea and Geologlc Hazarda, Central America
bastante serio y ha inundado El Palmar, un área cuya
población es de 40.000 personas.
Belize: no hay interés de llevar a cabo estudios de
vulcanología o derrumbes en Belize. No existen volcanes
en esta área y los derrumbes se limitan a unos extravíos.
A Belize le interesa obtener sismógrafos que per
manezcan grabando en el campo, uno en el norte y el otro
en el sur de Belize, para monitorear d nivel de actividad
de las fallas Chixoy y Chana que se extienden desde
Guatemala al sur de Belize. Estos estarían a cargo del
Departamento de Mcterología. Belize tiene una persona
con un master en geofísica responsable de la interpre
tación sísmica.
Recomendaciones Generales
a) Se debe hacer énfasis en que los programas
cooperativos de riesgos sísmicos fundados por la AID
acaban de principiar entre la USGS y Guatemala, El
Salvador y Panamá. Un programa de estos y existe entre
la Universidad de California de Santa Cruz y Costa Rica.
En cada uno de estos dos programas se ha instalado una
red sísmica o bien renovado; la recopilación de infor
mación básica ha empezado, sísmica, producción de
catálogos e historial de daños causados por terremotos
investigados.
Recomendamos que estos programas cooperativos
existentes continúen fundándose, y sea a través de la AID
u otra fuente, con el objecto de lograr llegar a la meta
(aproximadamente 5 años) de elaborar mapas de peligros
sísmicos, mapas de micro /unificación y análisis de
riesgos sísmicos.
Recommendamos que redes sísmicas sean fun
dadas en Panamá y Honduras, aunque tal vez en una
escala menor para los mismos propósitos.
b) Recomendamos la iniciación de estudios
vulcanológicos en Guatemala, El Salvador y Panamá.
Como primer paso, recomendamos la inciación de
mapeo de los productos volcánicos eruptivos. Este mapeo
es muy valioso para la exploración geotérmica y estudios
de derrumbes.
Como segundo paso, una estación con distanció-
metro sísmico deberá ser colocado en cada uno de los
volcanes potencialmente activos que aún no lo tengan.
Eventualmente se tomaran mediciones de emisión
de gas así como medicines de inclinación en los volcanes
más activos.
c) Recomendamos que dentro de cada país, solo
una organización realice los estudios de peligros geológi
cos. Esta organización deberá solicitar authorización ofi
cial del gobierno, siendo esta la única responsable de los
archivos con información sísmica, volcánica y de
derrumbes. Esto se debe llevar a cabo con el propósito de
evitar o finalizar con los conflictos internos y alentar la
cooperación relacionada con el intercambio de infor
mación.
d) Recomendamos una reunión de directores de
observatorios sísmicos o servicios sísmicos de cada país,
con la posible asistencia de la USGS. El propósito de esta
reunión sería el de alentar al cooperación regional en
estudios sísmicos y el intercambio de información nueva.
Recomendamos discusiones para estandarizar el
equipo sismógrafo.
Recomendamos que los servicios sismocos nacio
nales adquieran computadoras para análisis. Con estos
sistemas, la información nueva podría transmitirse entre
países a un precio más bajo y más rápidamente.
Recomendamos que sea creado un banco de infor
mación vulcanológica regional.
Asi mismo recomendamos que el director piense
seriamente en la posibilidad de formar una organización
regional de observatorios sísmicos cooperativos, parecida
a CERESIS, la organización de observatorios sísmicos
cooperativos en Sudamérica, o tal vez asociarse con
CERESIS. Esto, económicamente, tiene sentido ya que
sería posible tener al alcance profesionales en sismología,
vulcanología, geología y expertos técnicos.
Además, recomendamos que todas las fallas y
volcanes conocidos sean incluidos en mapas de 1:50.00 o
1:100.00 para toda Centroamérica y Panamá.
e) Recomendamos que se haga un estudio de
fuentes de fondos para PLD y entrenamientos a nivel de
master para sismólogos, vulcanólogos, ingenieros en
sismología, ingenieros geológicos e ingenieros de tierras.
También recomendamos que se haga una búsqueda de
fuentes patrocinadoras para entrenar a especialistas de
instrumentos para fundar un intercambio científico inter
nacional entre profesionales.
f) Recomendamos que cada país asistente presen
te cuando menos un reconocimiento o evaluación de
peligros potenciales de los derrumbes y lodazales.
Grupo de Discusión 2 239
DISCUSSION GROUP 3:
MANAGEMENT
The group decided to address the issue of water-
resource management in a broad sense, that is, including
not only the resource evaluation aspect, but also the
development, use, and management of the resource within
the framework of the development of the Central Ameri
can region.
First, a general assessment of the water-resource
situation within the region was made. The resource avail
ability, both as surface water and ground water was
reviewed, as well as present knowledge about its charac
teristics. This includes its geographical location, its vari
ability with time, its gravity, and its quality in a broad
sense.
The principal problems involved in its use for
development of the region as well as the necessary condi
tions for its adequate management were discussed on a
regional basis.
As a result of the discussion, the group considers
that the following issues are those that require immediate
attention:
1. Most of the countries do not have a master water-
resource management plan. It was felt that for the
proper development and management of its water
resources, each country should develop such a plan.
The main elements of this plan should be:
a) An overall assessment of the quantity, quality,
and availability of both surface and ground
water.
b) Status of present use of the water resources for
various needs.
c) Determination of future demands to the year
2020 in regard to domestic and industrial water
supply, agriculture production, hydroelectric
power generation, and other uses.
d) The plan should be based on defined policies
for water use in each country and should be
supported by an adequate legal framework
(water law) and appropriate institutional
arrangements.
e) The plan should be comprehensive and consider
all the beneficial uses of water; it should opti
mize the overall economic and social benefits of
water use for each country.
240 Mineral, Energy, and Water Resource* and Geologic Hazard», Central America
WATER-RESOURCE
2. There is a need to continue and reinforce present
surface- and ground-water data-gathering pro
grams, as proper water-resource management
depends upon the continuous measurement of the
principal hydrologic variables. Although water
quantity has been measured to some extent, water
quality including sediment loads has not received
proper attention, and this aspect should be empha
sized in the plan.
3. An inventory of the available data in the region and
development of a regional data bank are urgently
needed.
4. It was considered that problems of saline intrusion
in coastal areas have begun to appear, and that this
problem, although not now of high priority, should
be documented for proper future attention.
5. There is an urgent need to document the occurrence
of extreme events of rainfall and runoff on a regional
basis, in order to determine their frequency of
occurrence.
6. Large water-resource projects that are now under
way in the region and which require large invest
ments are in need of flow forecasting for their
proper operation. In general, methods available for
this purpose are not adequate, and a gradual upgrad
ing of these techniques is needed to reach real-time
flow forecasting.
7. Although all countries somehow manage to acquire
standard hydrological equipment, there are serious
limitations on the acquisition of special equipment
needed for bathymetric studies, geophysical studies,
telemetric data transmission, micro-computers, and
so on. There is also a marked lack of laboratory
equipment for water-quality determinations such as
heavy metals and pesticides. It should also be noted
that the replacement of standard equipment encoun
ters major budgetary problems.
8. Although professional training in surface-water
hydrology has been covered to some extent, there is
acute lack of trained professionals in hydrogeology
in Central America. The number of trained techni
cians both in the field and the office is inadequate.
Training is needed at all levels. It was felt that this
 training should be accomplished in as much as
possible within the countries themselves, using the
existing local and regional training institutions, with
both local and foreign visiting professors and
instructors and with provision for scholarships for
participants within the region.
9. A regional information center in hydrology and
water resources is needed for the dissemination of
Spanish-language training manuals, results of local
research, technical publications, and so on. Such a
center could also serve as a clearinghouse for trans
lation into Spanish of relevant material produced
elsewhere. It could also prepare and distribute
abstracts of pertinent literature and information
about upcoming technical and scientific events.
10. It is appropriate to promote the creation of a
regional hydrology and water resources professional
association and to organize an annual regional water
resources symposium, the first one of which could
be held within the next 12 to 15 months.
11. Proper water laws need to be implemented in all of
Central America to regulate the use of the resource,
especially ground water in heavily used aquifers.
12. The group considered that the major issues that
need to be addressed pertaining to the water
resources problems common to the region were
within the following areas:
a) Hydrolog of small watersheds (less than 50
km2).
b) Study of flood-flows.
c) Sediment transport.
d) Real-time flow forecasting in certain areas.
e) Study of low-flows.
f) Hurricanes.
g) Karst hydrology in some areas.
h) Institutional and human-resources aspects.
General Recommendations
1. Creation of a regional information center for hydrol
ogy and water resources.
First year: creation, staffing and acquisition of
equipment for the center of existing literature in
hydrology and water resources in the region. Trans
lation and publication of five annual reports (U.S.
$50,000).
Second year: Full operation of the center (U.S.
$25,000).
2. Reconnaissance of surface- and ground-water qual
ity of the region, including sediment transport.
Includes publication of a final report by the above
center.
First year: Field work (U.S.$50,000).
Second year: Data interpretation and publication
($25,000).
3. Regional analysis of extreme events to develop sta
tistical tools for prediction of maximum and mini
mum flows in ungaged areas.
First year: Compilation of data.
Second year: Analysis and publication of report
(total cost: $30,000).
4. Creation of a regional hydrology and water-
resources association. Convene a regional sympo
sium in 1986-1987 as a vehicle for horizontal coop
eration within the region and for technology transfer
into the region. Will include workshops and mini-
courses ($30,000).
5. Training of professionals and technicians in hydrol
ogy by means of a 1-year course for professionals at
a regional center ($30,000 per year) and a 4-week
roving course ($15,000 per year) in each country
per year.
6. Regional assessment of small-watershed hydrology
to provide design data for rural water-supply
projects, small irrigation projects, and low-head
hydropower generation. Includes extreme events.
Includes the equipment of 15 small representative
watersheds for different climatic and hydrologic
conditions in the region.
First year: Selection of the watersheds, acquisition
and installation of equipment ($200,000).
Second year: Initial calibration and operation
($50,000).
Finally, the group recommends that all projects and
activities be implemented through the appropriate existing
local and regional organizations.
Discussion Group 3 241
GRUPO DE DISCUSIÓN 3:
DE AGUA
El grupo decidió entrar al tema de manejo de
recursos de agua con sentido bastante amplio. Ejemplo:
incluyendo no solamente el aspecto de evaluación de
recursos pero también el desarrollo, uso y manejo del
recurso dentro del marco de desarrollo de trabajo de la
región Centroamericana.
Primeramente, una asesoría de la situación de
recursos de agua dentro de la región fue hecha. La
disponibilidad de recursos, tanto de agua en superficie así
como subterráneas, fue revisada, asimismo, las caracter
ísticas conocidas. Esto incluye: ubicación geográfica,
variedad a través del tiempo, gravedad y se calidad en todo
el sentido de la palabra.
Los problemas principales involucrados en su uso
para el desarrollo de la región asi como las condiciones
necesarias para su manejo adecuado fueron discutidas en
base regional.
Como resultado de la discusión, el grupo considera
que los siguientes temas requieren atención inmediata:
1. La mayoría de los paises no tienen un patrón para el
plan de manejo de recursos de aqua. Cada país debe
desarrollar un plan apropiado para el desarrollo y
manejo de recursos de aqua. Los elementos princi
pales de este plan deberán ser:
a) Una asesoría general en cuanto a la cantidad,
calidad y disponibilidad de los recursos, tanto
en la superficie como subterráneos.
b) Status actual del uso de los recursos de agua así
como de sus necesidades.
c) Determinar necesidades futuras para el año
2020 relacionadas con abastecimiento de agua a
hogares e industria, producción agrícola, genera
ción de fuerza hidroeléctrica y otros usos.
d) El plan debe estar basado en políticas definidas
para el uso del agua en cada país y debe ser
respaldado por el cuadro legal de trabajo (ley
del agua) y los arreglos institucionales pertinen
tes.
e) Este debe ser un plan compresivo, considerando
todos los usos benéficos del agua, sobre todo
optimizando los beneficios del agua en el sector
económico y social de cada país.
2. Existe la necesidad de continuar reforzando los
242 Mineral, Energy, and Water Resources and Geologic Hazards, Central America
MANEJO DE RECURSOS
programas de recopilación de datos sobre aguas
subterráneas y superficiales, debido a que el manejo
apropiado de recursos de agua depende de la medi
ción continua de los variables hidrológicos prin
cipales. A pesar de que la cantidad de agua ha sido
medida hasta cierto punto, la calidad de la misma
incluyendo sedimentos no han recibido la atención
adecuada y es este un aspecto que se debe enfatízai.
3. Se necesita con urgencia un inventario con infor
mación regional disponible y un banco de infor
mación regional.
4. Se consideró el problema salino en las áreas de la
costa que recientemente ha surgido y aunque este
problema no es de mucha importancia en la actuali
dad, debe ser documentado para darle la atención
debida en el futuro.
5. Existe la necesidad de registrar sucesos eventuales
de mayor auge ya sea lluvias o deslaves en bases
regionales, con el objeto de poder determinar la
frecuencia de los mismos.
6. Los proyectos grandes de recursos de agua que se
están llevando a cabo en la región y para los cuales
se requieren grandes inversiones necesitan para una
mejor operación el pronóstico de inundaciones. En
general, los métodos disponibles para esta opera
ción no son adecuados y se necesita una mejoría
gradual de las técnicas usadas para que eventual-
mente se pueda pronosticar las inundaciones.
7. A pesar de que todos los países se las arreglan para
obtener el equipo hidrológico normal, encuentran
limitaciones serias para obtener el equipo especial
para estudios batimétricos, estudios geofísicos, trans
misión de información telemétrica, micro-com
putadoras, etc. Asimismo falta el equipo de labora
torio para determinar la calidad del agua tales como
metales pesados y pesticidas. También se debe
mencionar que reemplazar el equipo standard nor
mal representa muchos problemas presupuestarios.
8. A pesar de que el entrenamiento profesional en
hidrología de agua superficial ha sido abarcado a
cierto punto, existe la falta de profesionales entrena
dos en hidrología. El número de técnicos entrena
dos tanto en el campo como en las oficinas es
 inadecuado. Por lo tanto, es imprescindible entrenar
a todos los niveles. Se considera que este entrena
miento se debe llevar a cabo dentro de cada país,
haciendo uso de las instituciones de entrenamiento
locales y regionales, teniendo instrucción local y
extranjera de profesores visitantes. Asimismo, otor
gar becas para los participantes de la región.
9. Se necesita un Centro Regional Hidrológico y
Recursos de Aguas para la diseminación de
manuales de entrenamiento, resultados de investi
gaciones locales, publicaciones técnicas, etc. (en
español). Este centro también serviría para hacer
traducciones relevantes de material producido en
otro lugar. También podría preparar y distribuir
literatura e información de eventos científicos y
técnicos por llevarse a cabo.
10. Sería conveniente promover la creación de una
asociación regional profesional de hidrología y
recursos de agua y la organización anual de
simposios de recursos de agua regionales, cuya
primera reunión se podría llevar a cabo dentro de
los próximos 12 a 15 meses.
11. Es una necesidad implantar leyes de agua apropi
adas en todos los países para regular el uso de los
recursos, especialmente el agua subterránea de los
acueductos más usados.
12. El grupo consideró que los problemas más comunes
y grandes de recursos de agua de la región son los
siguientes:
a) Hidrología de las cuencas de agua (menos de 50
km2).
b) Estudio de fuentes de inundaciones.
c) Transporte de sedimentos.
d) Pronóstico de inundaciones en ciertas áreas.
e) Estudios de corrientes bajas.
f) Huracanes.
g) Hidrología cárstica en algunas áreas.
h) Aspectos de recursos institucionales y huma
nos.
Recomendaciones Generales
1. La creación de un centro regional de información
hidrológica y recursos de agua.
Primer año: creación, reclutamiento de personal y
adquisición del equipo para el centro. Inventario de
literatura existente de hidrología y recursos de agua
en la región. Traducción y publicación de 5
manuales ($50.000).
Segundo año: operación completa del centro
($25.000).
2. Reconocimiento de la calidad del agua subterránea
y superficial, incluyendo transporte de sedimentos.
Incluye la publicación del reporte final del centro.
Primer año: Trabajo en el campo (US $50.000)
Segundo año: Interpretación de datos y publicación
(US $25.000)
3. Análisis regional de eventos extremados para desar
rollar herramientas estadísticas para pronosticar, el
-máximo y mínimo, corrientes en estas áreas.
Primer año: recabación de información.
Segundo año: análisis y publicación del reporte
(costo total: $30.000).
4. Creación de una asociación regional hidrológica y
de recursos de agua. Covenir en un simposio
regional a llevarse a cabo en 1986-1987 como
medio cooperativo dentro de la región y tranferencia
tecnológica a la región. Esto incluirá talleres de
trabajo y mini-cursos (US $30.000).
5. El entrenamiento de profesionales y técnicos en
hidrología, curso de un año en un centro regional y
un curso de 4 semanas de duración en cada país
cada año.
Curso Curso de un año Curso rotativo
regional $30.000 $15.000
6. Asesoría regional de una pequeña cuenca hidroló
gica con el fin de proveer información de diseño
para los proyectos rurales de abastecimientos de
agua, proyectos pequeños de irrigación, y una
generación de fuerza hidráulica de baja cabeza.
Incluyendo los eventos extremados. Incluye el
equipo de 15 pequeñas cuencas para distintas con
diciones.
Primer año: selección de las cuencas, adquisición en
instalación del equipo ($200.000).
Segundo año: calibración inicial y operación
($50.000).
Finalmente, el grupo recomienda que todos los
proyectos y actividades sean canalizados a través de las
regiones existentes locales y regionales.
Grupo da Discusión 3 243
DISCUSSION GROUP 4: MINERAL-RESOURCE
ASSESSMENT
Exchange of information and the collection of min
eral resource assessment data have taken place for some
time in Central America, yet the need for continuous
support for the development of the mineral sector as an
important part of national and regional development
policies still exists. After discussion of the particular
requirements of individual countries, a basic recommen
dation of the group was the creation of an active, infor
mation and technical center, with the organization and
purpose given below:
Summary Charter
1. Purpose
To develop earth sciences and technologies with
respect to Central America and Panama (the goal of
natural resource development) and to encourage the
natural resource sector, emphasizing mineral
resources, to become a significant part of economic
development.
* Disseminate scientific information and skills.
* Train local geoscientists.
* Exchange information with public and private
sectors, and focus new technologies from out
side.
* Coordinate the planning and promotion of geo
logical sciences and technology (coordinate,
plan, and promote the application of geological
science and new technologies).
* Promote the effective and efficient interaction
of member countries, by providing the basic
facilities (physical space, equipment, advisory
personnel) directed to the investigation and res
olution of problems related to natural resources,
specifically minerals, and development of the
area.
* Assist in financial resource acquisition and fund
gathering.
The regional geosciences center would be located in
the capital of one of the participating Central American
countries. It would address especially the needs both in
applied and academic geosciences of the member coun
tries. A technical staff employed by the center would have
as their chief objectives the conduct of applied and basic
244 Mineral, Energy, and Water Resources and Geologic Hazards, Central America
science and the training of students in the geosciences.
The center would need technical guidance and financial
support from outside the region at first. Ideally, it would
eventually depend on the participating geoscience com
munity and member countries for guidance and financial
support.
Notes
• This center would be a research facility, not
commercial; however, private sector use would
be permitted, on a fee basis. This allows for
coordinated research efforts and dissemination
of collected data. All research conducted in this
facility will be available to the public.
• It was also decided to request ICATn to serve
initially as coordinator for immediate action
which should develop into a program which
includes the various recommendations of this
conference. ICAITI should coordinate with
international agencies to obtain funds for this
activity.
Issue Questions
1. What are the various mineral-resource assessment
methods that can be transferred to Central American
countries?
It was agreed that Central American countries have
been exposed to all methods; the need now is to update
and promote these assessment technologies and ideas
such as:
1) Mapping techniques
2) Geochemical surveys
3) Remote-sensing methods
4) Geophysical methods
5) Deposit models
Discussed these in detail, and agreed that ore-
deposit models are valid parts of a mineral-
assessment program; suggest recompilation of
data using model ideas as part of a preliminary
regional mineral resource.
6) Encourage the search for mineral resources in
geographic areas areas not previously investi
gated (for instance, offshore). One of the first
 activities of the foremen tioned regional center
would be to call a meeting of representatives of
participating countries with USGS marine
geologists to map out a cruise and design an
offshore minerals-investigation program.
7) Assess development requirements for each
country with an integrated approach to miner
als.
8) Conduct interdisciplinary studies to help
understand and resolve problems of develop
ment, in particular the agricultural field (agri
cultural minerals, ground water, and so on).
2. What are the expected information bases to be pro
vided by mineral assessment activities in Central Amer
ica?
An inventory of existing information related to
minerals resources (regional and local), remote-sensing
data, mineral occurrences, and other information includ
ing:
a) Inventory of material existing within each coun
try.
b) Inventory of material existing outside each
country, such as: geoscience series, private
reports, thesis studies, maps, and so on.
The question of handling information management,
publication, and distribution was introduced with the
agreement that information managers should establish
and follow editorial standards accepted by the geologic
community.
It was also agreed that legal and mineral codes were
important considerations, and that legal, labor, and envi
ronmental issues should be considered as significant in
mineral development; however, the proposed regional
center would not be involved in policy fabrication, but
would only provide basic data upon which individual
governments would make decisions on these issues. In
addition, a regional group, like SIECA, should be an
appropriate group to look into these issues.
3. What time frame can be projected for implementation
of mineral-resource assessment activities in developing
countries?
Discussion here centered about the meaning of
"time frame" and "activities" and it was agreed that
mineral-resource assessment is a continuous effort taking
into account changing economic conditions, new technol
ogies and other factors. It was agreed that specific pro
grams as follows could begin immediately:
a) Secure financial backing for proposed regional
center.
b) Establish data compilation and basic data, bib
liographic research (legal code revision).
c) Establish a time for a follow-up meeting to
access progress results of this gathering, sug
gesting September 30, 1985.
d) Procure "long-term" funding for regional cen
ter, but only if initial studies show such a center
is viable.
4. Is long-term training or development of country sci
entists by the USGS the most feasible and fruitful in terms
of mutual benefit?
The USGS was considered an important, but not
unique, participant in the training and development of
local scientists; it was agreed that the best and most
appropriate trainers would be those who responded best
to and fulfilled most adequately local program needs. It
was noted that an important activity of the proposed
geosciences center was to adapt technologies and to train
people in technologies developed elsewhere and to
emphasize local examples and applications in this training.
With respect to ASAIP-sponsored scholarships, we
urge that training be closely related to local or regional
programs so that graduates will be appropriately
employed upon completion of their studies.
5. What short- and long-term benefits accrue to existing
program as a result of science and technology transfer to
Central American countries?
The general idea to "promote the economic well-
being and social and political stability" of Central Amer
ica and Panama was discussed, with concurrence on such
benefits as:
a) Local employment through small-mine devel
opment.
b) Local impact through industrial-mineral devel
opment.
c) Implementation of short-term programs with
long-term benefits, with emphasis on mutual
cooperation on regional projects.
d) Implementation of local "workshop" or schools
for the improvement of the utilization of indus
trial minerals
Discussion Group 4 245
GRUPO DE DISCUSIÓN 4: ASESORÍA
DE RECURSOS MINERALES
Intercambio de información y la recaudación de
información mineralógica para asesoramiento se han
llevado a cabo por bastante tiempo en Centroamérica,
más sin embargo, la necesidad de tener ayuda continua
para el desarrollo del sector mineral, como parte del
desarrollo de políticas nacionales y regionales, aún existe.
Después de discutir requisitos particulares de cada país,
el grupo emitió la recomendación básica de crear un
centro de información técnica, con una organización y
propósito como se detalla a continuación:
Sumario
1. Propósito
Desarrollar tecnologías de ciencias de suelos rela
cionadas con Centro América y Panamá y alentar el
sector de recursos naturales, enfatizando los recursos
minerales, con el objeto de convertirse en parte
significativa del desarrollo económico.
• Diseminar información y destrezas científicas.
• Entrenamiento de científicos locales.
• Intercambio de información con los sectores
públicos y privados y dedicarse a tecnologías de
afuera.
• Coordinar, planear y promover la aplicación de
ciencia geológica y nuevas tecnologías.
• Promover la interacción efectiva y eficiente
entre los países miembros, proveyéndolos de las
facilidades básicas (espacio físico, equipo, per
sonal consejero) para investigar y resolver los
problemas de los recursos naturales, especifi-
camente minerales, desarrollo del área.
El centro regional de geociencias estará ubicado en
la capital de uno de los países participantes de América
Central. Estará dirigido especialmente a las necesidades
de la geociencia aplicada y académica de los países
miembros. El personal técnico del centro tendrá por
objetivo principal el manejo de la ciencia aplicada y básica
y el entrenamiento de los estudiantes en geociencias. El
centro necesitará asesoramiento y apoyo financiero
externo al principio pero eventualmente dependerá de la
comunidad de geociencia y los países miembros para
asesoramiento y apoyo financiero.
246 Mineral, Energy, and Water Resource» and Geologlc Hazard», Central America
Notas
Este centro sería de investigación, no de carácter
comercial; sin embargo, el sector privado sería permitido
hacer uso del mismo cobrando una cuota base. Toda
investigación llevada a cabo en este centro está disponible
al público.
Asimismo, se decidió solicitar al ICAITI que fun
cione como coordinadora al inicio para tener una acción
inmediata, al cual debe desarrollarse dentro de un pro
grama que incluya varias de las recomendaciones de la
conferencia y otras recomendaciones de seminarios sim
ilares, ejemplo: IPGH y BID. El ICAITI deberá coordi
nar con agencias internacionales para la recaudación de
fondos para esta actividad e informales a las agencias
participantes.
1. ¿Cuales son los métodos asesores de recursos varios
que pueden ser enviados a los países Centroamericanos?
Se estuvo de acuerdo en que los países Centro
americanos han sido expuestos a todos los métodos; la
necesidad presente es la de poner al día y promover estas
tecnologías de asesoramiento e ideas tales como:
1) Técnicas de mapeo
2) Estudios geoquímicos
3) Métodos sensores remotos
4) Métodos geofísicos
5) Métodos de depósitos
Los anteriores se discutieron en detalle y se
acordó que los depósitos modelos son partes
válidas en el programa de asesoramiento mine
ral; sugieren recabación de información usando
ideas modelo como parte de una asesoría
regional de recursos minerales preliminar.
6) Alentar la investigación de recursos minerales
en áreas geográficas no investigadas antes (ejem
plo: lejos de la playa). El centro convocaría a
una sesión de representantes de cada país par
ticipante con la USGS, geólogos marinos harían
un mapa de viaje y diseñarían un programa de
investigación de minerales lejos de la playa.
7) Asesorar los requisitos de desarrollo de cada
país con un acceso integrado a los minerales.
8) Conducir estudios interdisciplinarios con el
 objeto de ayudar a comprender y resolver los
problemas de desarrollo, en particular el campo
agrícola (minerales agrícolas, agua subter
ránea, etc.).
2. ¿Cuales son las bases informativas esperadas de las
actividades asesoras minerales en Centroamérica?
Un inventario de la información de recursos minera
les existente (mapas subterráneos y aéreos), información
sensora a control remoto, sucesos minerales, etc., incluye
ndo:
a) Un inventarío del material existente en cada
país.
b) Inventario de material existente fuera del país
tal como: reportes privados, tesis, estudios y
mapas.
La pregunta de manejo de información, pu
blicación y distribución fue enfocada con el acuerdo de
que las personas encargadas del manejo de información
deberán establecer y seguir normas editadas y aceptadas
por la comunidad geológica.
Fue acordado que códigos legales y minerales
deberían ser considerados de importancia y que los temas
ambientales, laborales y legales deberían ser considerados
como factor significativo en el desarrollo mineral; sin
embargo, el centro regional propuesto proveería la infor
mación básica sobre la cual cada gobierno decidiría.
Además, un grupo regional, parecido a SIECA,
sería un grupo apropriado para que profundizara en estos
temas.
3. ¿Que marco de tiempo se puede proyectar para la
implementación de actividades de asesoría de recursos
minerales en paises desarrollados?
La discusión en esta parte se centralizó en el
significado de "marco de tiempo" y actividades y se
acordó que la asesoría de recursos minerales es un
esfuerzo continuo, tomando en cuenta las condiciones
cambiantes en la economía, tecnologías nuevas y otros
factores. Se acordó que programas específicos de varias
índoles podrían dar inicio inmediatamente.
a) Asegurarse del respaldo financiero para el
centro regional propuesto;
b) Recabación de información y establecimiento
de información básica, investigación de bi
bliografías, (revisión legal de códigos).
c) Establecer cierto tiempo para una reunión de
seguimiento para asesorar los resultados del
progreso de esta recabación, sugiriendo el 30 de
septiembre de 1985.
d) Obtener fondos para largo plazo para el centro
regional, siempre y cuando los estudios iniciales
de dicho centro hayan indicado que el centro es
viable.
4. ¿Es el entrenamiento a largo plazo o científicos de los
países desarrollados por la USGS los más factibles y
productivos en términos de beneficio mutuo?
La USGS fue considerada importante pero no la
única participante en el entrenamiento y desarrollo de los
científicos locales; fue acordado que los mejores y entren
adores más apropiados serían aquellos que respondieran
mejor y llenaran adecuadamente las necesidades de cada
programa. Fué notado que una actividad importante de
este centro sería adaptar tecnologías y entrenar personal
en tecnologías desarolladas en otro lugar y hacer énfasis
en ejemplos locales y sus aplicaciones en el entrena
miento.
Con relación a becas patrocinadas por ASAIP,
sugerimos que el entrenamiento sea relacionado lo más
cerca posible a programas regionales o locales para que
los graduados sean contratados al finalizar sus estudios.
5. ¿Que clase de beneficios a corto y largo plazo se
pueden atribuir como resultado de tranferencias de cien
cia y tecnologías a los países Centroamericanos?
El ideal general de "promover bienestar económico
y estabilidad social y política" de Centroamérica y
Panamá fue discutido, estando de acuerdo con los benefi
cios tales como:
a) Empleos locales a través de pequeñas minas de
desarrollo.
b) Impacto local a través del desarrollo mineral
industrial.
c) Realización de programas de corto plazo con
beneficios a largo plazo, con énfasis en cooper
ación mutua en proyectos regionales.
d) Realización de grupos de trabajo locales o
escuelas para el mejoramiento de la utilización
del mineral industrial.
Grupo de Discusión 4 247
DISCUSSION GROUP 5: REGIONAL-RESOURCE
ASSESSMENT
The resources considered include conventional
energy sources onshore and (or) offshore (for example,
hydrocarbons, coal, peat, geothermal).
The issues are:
1. The status of the inventory of energy mineral
resources in the nations of Central America.
2. The required information base in terms of long-range
demand for energy minerals, to enable policy plan
ning and decision making.
3. The required information base, in terms of geological
and geophysical knowledge, to enable regional
energy-resource assessment to be made, revised, and
(or) updated.
4. The existing, or needed, institutional mechanisms for
implementing a program of energy-resource assess
ment, regionally and (or) country by country.
5. The existing, or needed, institutional mechanisms for
implementing the development of energy resources
when and if they are found.
After discussion it became evident that there are
different levels of development of energy resources
throughout the region. Whereas one country has an
advantage in one resource it may be lacking in another.
For example, Guatemala is the only petroleum-producing
country in the region, but this production is insufficient
for its needs. All the other Central American countries
are importers of petroleum. Guatemala also has coal,
geothermal energy, and possibly peat resources.
Peat has been identified in Costa Rica and Belize,
and it is thought to be present in the rest of Central
America.
Coal is present in Costa Rica and smaller amounts
248 Mineral, Energy, and Water Resources and Geologic Hazards, Central America
are known to exist in El Salvador and Honduras. This
resource is yet to be identified in Belize.
Geothermal energy is commercial in Guatemala, El
Salvador, and Nicaragua and exists, but has not been
developed, in Costa Rica and Honduras. However, the
potential for geothermal energy in Belize is unknown.
Consequently, the question of inventory without addi
tional work becomes difficult if not impracticable at this
time.
The institutional infrastructure in Central America,
although organized and developed at different levels, is
quite similar from one country to another. In each, there
is a Ministry responsible for policy and one or more
departments which have executive responsibility for the
exploration and development of energy and mineral
resources.
Whereas one country may have a well-developed
and trained cadre of personnel, another may have none or
too few.
Discussion, however, has shown that most countries
have some similar needs. It is evident that all countries
need assistance for laboratory facilities, equipment, tech
nological transfer and management, planning, and tech
nological training of personnel to varying degrees.
As to the means of assistance, it was suggested that
this may be desirable on a government to government
basis in certain instances and (or) through regional
coordinating institutions in other instances.
Because of limited human and financial resources,
regional studies for planning and identifying the establish
ment of priorities is recommended.
Finally, it is the recommendation of the group that a
decision as to which avenue is desirable should be taken at
the political level by the policy makers.
GRUPO DE DISCUSION 5: ASESORAMIENTO DE
RECURSOS REGIONALES
Los recursos considerados incluyen fuentes de
energía convencionales cerca y lejos de la playa (ejemplo:
hidrocarburos, carbón, turba, geotérmica).
Los temas discutidos son:
1. Un estado del inventario de energía mineral en las
naciones de Centroamérica.
2. Información sobre demandas en términos bases de
larga duración para energía mineral, con el propósito
de permitir la planeación de políticas asi como toma
de decisiones.
3. La base de información requerida, en términos de
conocimientos geológicos y geofísicos, que permita
que la asesoría de recursos regionales se lleve a cabo,
revisada y/o puesta al día.
4. Ya existente o necesitado mecanismo institucional
para implementar el desarrollo de recursos de energía
regionales y/o país por país.
5. Ya existente o necesitado mecanismo institucional
para al realización del desarrollo de recursos energé
ticos cuando sean encontrados.
Después de la discusión fue evidente que existen
diferentes niveles de desarrollo de recursos de energía en
la región. Mientras que un país tenga ventajas con un
recurso puede ser que le haga falta otro. Por ejemplo:
Guatemala es la única productora de hidrocarburos de la
región, más sin embargo, su producción es muy baja para
sus necesidades. Todos los otros países son importadores
de este recurso. Guatemala también tiene carbón, energía
geotérmica y posiblemente turba.
La turba ha sido identificada en Costa Rica y Belize
y se calcula que se encuentra en el resto de Centroamér
ica.
Hay carbón en Costa Rica y se sabe que existe en El
Salvador y Honduras también, pero en una cantidad
menor. Esta fuente todavía está por ser hallada en Belize.
Energía geotérmica es comercial en Guatemala, El
Salvador y Nicaragua y existe en Costa Rica y Honduras;
sin embargo, Belize tiene un potencial desconocido, hasta
la fecha, de este recurso. Por lo tanto, el asunto de un
inventario es difícil si no impráctico.
El marco institucional de trabajo de todos los
países, a pesar de que estén desarrollados y organizados
a distintos niveles, son bastante similares. Hay un minis
tro responsable de la politica y de uno o más departa
mentos que llevan a cabo las responsabilidades ejecutivas
para la exploración y desarrollo de recursos energéticos
minerales.
Mientras que un país puede que tenga un número
de personal bien desarrollado puede ser que no tenga
ninguno o un número insuficiente.
Sin embargo, después de la discusión, es obvio que
todos o casi todos los países tienen necesidades similares.
Es evidente que todos los países necesitan la asesoría de
laboratorios, equipo, transferencias tecnológicas y mane
jo, planeamiento y entrenamiento tecnológico de personal
a diferentes grados.
Con lo relacionado a medios de asistencia fue
sugerido que esto será en base a gobierno por gobierno,
en algunos casos, y en otros casos a través de instituciones
coordinadoras regionales.
En vista de la necesidad de hacer énfasis del uso
limitado de estudios de recursos humanos y financieros
para planeamiento e identificar prioridades son recomen
dados.
Finalmente, otra recomendación del grupo es la de
decidir que nivel de política deberán seguir los que hagan
la política.
Grupo de Discusión 5 249
DISCUSSION GROUP 6: THE FUTURE OF
EXPLORATION IN CENTRAL AMERICA
1. a) Are increased levels of exploration activity a
desirable thing in Central America?
We feel that increased levels of exploration
from all sources would be of benefit to all of
Central America,
b) What are the critical types of geologic informa
tion that are needed to stimulate exploration
activity?
We feel that there is a critical need for more
basic geological information in Central America
including the following:
1) An up-to-date geologic map for each coun
try, preferably at a scale of 1:50,000;
2) An updated, organized stratigraphic lexicon
for each country;
3) Regional mapping of all types including geo-
chemical and geophysical maps;
4) The establishment of a bulletin or journal
for the publication of articles on the geology
of Central America in order to increase the
exchange of knowledge and ideas and to
stimulate more professional interaction;
5) The creation of seminars, meetings, and field
trips for Central American scientists; and
6) The reactivation of the Commission for
Stratigraphic Nomenclature in Central
America.
2. What commodities are present that have a ready
market and a reasonable expectation of being found
in economic deposits?
We feel that the following commodities are most
important in the Central American region:
1) Energy commodities such as coal, petroleum,
and geothermal energy sources
2) Gold and silver;
3) Platinum group metals, particularly in ultrabasic
rocks;
4) Heavy-mineral beach placers or near-shore accu
mulations.
3. a) What technical problems are inhibiting explora
250 Mineral, Energy, and Water Resource* and Geologic Hazards, Central America
tion activity in the environments of Central
America?
We feel that the lack of adequate numbers of
trained professional and technical personnel is
inhibiting resource exploration and development
in Central America. An inventory of the pool of
trained talent in Central America should be
made by a pan Central American Organization.
Furthermore, an inventory of equipment should
be made by the same organization.
There should be a centralized institution,
such as ICAITI, for vocational training. This
regional institution could also serve as a central
chemical laboratory with standardized methodol
ogy and technology,
b) What research should be done to assist explora
tion?
A centralized regional office could flag
problems that are being encountered by diverse
groups in Central America, and could serve as a
focus for important research, both applied and
basic.
4. What high-risk, large-return commodities might be
found in Central America?
The commodities of most interest are tin, rare-
earth elements, platinum, titanium, sedimentary man
ganese and phosphate, and new environments for
known commodities such as gold. Additionally, tech
nological changes in extractive metallurgy may open
up new possibilities; for example, such as for sulfur in
Guatemala, EI Salvador, and Costa Rica.
5. What financial and political incentives might be avail
able?
We feel that there is a need to provide better
professional advice to governments and that it would
be desirable to have scientific and technical input into
the law-making process at the executive level.
6. What mix of government and commercial exploration
activity is desired in Central America?
We feel that all governments should clearly
establish the rules and regulations that govern
resource exploration and development. The rules infrastructures. The rules and regulations should
should include environmental or conservation mea- stimulate economic growth and provide incentives to
sures and responsibilities for developing necessary the private sector for resource development.

Discussion Group 6 251

GRUPO DE DISCUSION 6: EL FUTURO DE LA
EXPLORACION EN CENTROAMERICA
1. a) ¿Son los niveles de actividad exploratoria en
Centroamérica deseados?
Consideramos que una exploración de todos
los recursos a un grado de nivel más alto redun
daría beneficiosa para toda Centroamérica.
b) ¿Cuales son los tipos críticos de información
geológica que se necesitan para estimular la
actividad exploratoria?
Sentimos que existe una necesidad muy
grande de obtener más información geológica
básica en Centroamérica, la que incluye:
1) Un mapa geológico reciente de cada país, de
preferencia en escala de 1:50.000
2) Un estratigráfico lexicón al día para cada
país.
3) Mapeo regional de todo tipo incluyendo
mapas geoquímicos y geofísicos.
4) El establecimiento de un boletín o periódico
para publicar artículos sobre geología
Centroamericana para aumentar el inter
cambio de conocimientos e ideas asi como
estimular una interacción más profesional.
5) La creación de seminarios, sesiones y viajes
al campo para los científicos Centroameri
canos, y
6) La reactivación de la Comisión Centro
americana de Nomenclatura estratigráfica.
2. ¿Que mercancías puede mencionar que ya tengan
mercado y expectativa razonable en depósitos
económicos?
Consideramos que las siguientes mercancías son
las más importantes en la región Centroamericana:
1) Minerales de energía, tales como: carbón,
geotérmica y petróleo (considerado, primor-
dialmente, por el otro grupo de discusión);
2) Oro y plata;
3) Grupo de metales de platino, particular
mente en rocas ultrabásicas; y
4) Yacimientos minerales costeros o acumula
ciones costeras.
3. a) ¿Que problemas técnicos inhiben la actividad
252 Mineral, Energy, and Water Resources and Geologic Hazards, Central America
exploratoria en los ambientes Centroameri
canos?
Sentimos que lo que inhibe la exploración
de recursos y desarrollo en Centroamericana es
la falta de un número adecuado de profesionales
y personal técnico entrenado en este campo. Una
organización Centroamericana debería hacer un
inventario del grupo de personal entrenado en
Centroamérica. Asimismo, esta organización
debería hacer un inventario del equipo existente.
Debería existir una institución centralizada,
tal como el ICAITI, para entrenamientos vocacio-
nales. Esta institución regional serviría como
laboratorio central con tecnologías y metodolo
gías estandarizadas,
b) ¿Que investigación se puede llevar a cabo con el
objeto de asesorar la exploración?
Una oficina regional centralizada podría dar
a conocer los problemas que se encuentran por
los diversos grupos Centroamericanos y podría
servir como punto de referencia para ivestiga-
ciones importantes, ambas aplicadas y básicas.
4. ¿Que productos de alto nivel de riesgo e ingreso
pueden surgir en Centroamérica?
Los productos de mayor interés son Sn, ele
mentos raros de la tierra, Pt, Ti, magnesio y fosfato
sedimentario y nuevos ambientes para mercancías
conocidas como el oro. Adicionalmente, cargos
tecnológicos en extracciones metalúrgicas pueden
ofrecer nuevas posiblidades tales como: azufre en
Guatemala, El Salvador y Costa Rica.
5. ¿Que incentivos financieros y políticos estaran
disponibles?
Consideramos que es necesario dar consejos
profesionales a los gobiernos y que sería conveniente
tener la opinión científica y técnica en el proceso de
emisión de ley a un nivel ejecutivo.
6. ¿Que mezcla de gobierno y actividad exploratoria
comercial se necesita en Centroamérica?
Sentimos que los gobiernos deben establecer
claramente las reglas y regulaciones que gobiernan
los recursos de exploración y desarrollo. Las reglas estructuras necesarias. Las reglas y regulaciones
deben incluir medidas ambientales o de conservación, deben estimular el crecimiento económico y proveer
asi como responsabilidades para desarrollar infra- incentivos para el desarrollo de recursos.

Grupo de Discusión 6 253

DISCUSSION GROUP 7: TRAINING, TECHNOLOGY
TRANSFER, AND INFORMATION MANAGEMENT
The goals of international cooperation in the earth
sciences between the Central American countries and
various agencies and universities in the United States are
thought of in two perspectives for Central America. The
first perspective is based upon the needs of an individual
country, a national perspective. The second perspective, a
regional perspective, is derived from the common thread
of these national perspectives. Thus, there are goals
unique to each country and there are regional goals for
Central America.
In order to define these regional goals, a planning
process is required. The first step of this process is to
define the national goals. When these national goals are
evident; then the regional goals can be defined. From this
process, a prioritized list of earth-science programs most
beneficial to Central America could be presented to
international funding agencies.
The first recommendation of the committee is that
the Central American Research Institute for Industry
(ICAITT) is the appropriate forum for the Central Amer
ican countries to formulate regional goals in the earth
sciences. Furthermore, the earth-science agencies of the
U.S. Government are solicited for advice concerning
these regional goals.
As such regional goals are lacking at this time, the
second recommendation of the committee is that there
should be three high-priority goals: library resources,
information management, and training. The earth-science
agencies of the U.S. Government are solicited to assist in
achieving these goals.
Everyone agreed that well-maintained, comprehen
sive libraries are needed to meet the needs for informa
tion. These needs include references to relevant earth-
science literature and storage and access to the geologic
information concerning Central America. Although
numerous governmental agencies are creating geologic
information on various parts of Central America, much of
this information is not available or accessible. The appro
priate mechanism for establishing such a library system
should be defined. Possibly the mechanism is to establish
national libraries at the national universities within each
country. The options considered are national libraries and
regional libraries. These options include whether a
254 Mineral, Energy, and Water Resources and Geologic Hazard*, Central America
national library should be comprehensive or should
resources be shared so that the whole is comprehensive.
The Committee recognizes that comprehensive national
libraries are expensive but also that there are problems in
shared regional libraries.
Therefore, the third recommendation of the com
mittee is that each country should compile a bibliography
of earth-science publications and that these should be
updated at least annually. Furthermore, an annual report
of earth-science research activities should be written.
These bibliographies and annual reports of research
should be widely distributed internationally. This Com
mittee believes that this should be the first step in
addressing the information needs in Central America.
Training in earth sciences is a priority goal for all of
Central America. The need for training is of two sorts,
academic and professional. Academic training addresses
education of new scientists to increase the number of
professional earth scientists in Central America. Profes
sional growth addresses education to introduce profes
sionals to new developments and to broaden their capa
bilities.
A consideration of paramount importance when
considering training is that the training must consider the
resources available in Central America. This is not to
suggest that expensive modern equipment is not or will
not be available in Central America. Because of this
awareness of the availability of resources, the fourth
recommendation of the committee is that major empha
sis, both for academic and professional growth, should be
placed on training in Central America. In the area of
academic training, the faculty of the Central American
School of Geology should be enhanced by providing U.S.
experts to teach while the local faculty training is
upgraded in the teaching of such courses. To maintain the
focus and expertise of the School of Geology, an advisory
council of geoscientists from the Central American coun
tries and appropriate U.S. agencies should be considered
by Costa Rica to advise the school concerning earth-
science education. Consideration of the potential employ
ment market for earth scientists should not be neglected.
Training for professional growth can take many
forms. It should include sending individuals to U.S.
laboratories for short-term training in use of specific
equipment or techniques. It should include short courses
taught in Central America using U.S. experts in cooper
ation with Central American experts, designed to enhance
the facilities and capabilities of the Central American
School of Geology to give training for professional
growth. It should include on-the-job training as part of
cooperative projects. Thus, professional growth can
address specific needs of existing national programs,
university academic staff, and components of new regional
programs.
The types of training needs identified by the com
mittee are in the following areas: economic geology,
mining engineering, petroleum geology, geothermal stud
ies, engineering geology, hydrology, and geologic hazards.
Economic geology includes exploration and mineral
inventory or assessment, especially including geochemis
try, remote sensing, and geophysics. Also included, are
mine evaluation and development aspects of economic
geology.
Mineral engineering includes mineral economics,
development of mines, mineral-dressing, metallurgical
considerations, and those techniques necessary to develop
and operate a mine.
Petroleum geology is at a formative stage in Central
America, so emphasis should be on the exploration
aspects of petroleum geology.
Geothermal studies address the full spectrum of
studies from regional studies to the identication of poten
tial geothermal sites to site-specific studies appropriate to
the evaluation of geothermal reservoirs. For geothermal
reservoirs that are poorly known, consideration of the
availability of high-cost sophisticated equipment and drill
ing techniques is not appropriate until a sufficient level of
knowledge and economic evaluation has been gained.
Engineering geology includes the broad spectrum
of techniques that are necessary to plan and create
structures. This includes everything from locations of
individual villages to the complex considerations for a
hydroelectric dam.
Hydrology training from an earth science perspec
tive includes primarily those techniques for finding and
evaluating subsurface water. Monitoring and evaluation of
surface water is primarily a problem of obtaining suffi
cient equipment to do the job.
Finally, geologic hazards studies include identifica
tion, monitoring, and mitigation of the broad spectrum of
geologic hazards. These hazards include earthquakes,
landslides, volcanic eruptions, and floods.
Discussion Group 7 255
GRUPO DE DISCUSIÓN 7: ENTRENAMIENTO,
TRANSFERENCIA DE TECNOLOGÍA Y EL MANEJO
DE INFORMACIÓN
Las metas de la cooperación internacional en la
ciencia de los suelos, entre los paises Centroamericanos y
otros organismos del gobierno americano, son divididos
en dos perspectivas en Centroamérica. La primera pers
pectiva se basa en las necesidades de cada país individual
mente, o sea una perspectiva nacional. La segunda pers
pectiva, una perspectiva regional, se deriva del hilo
común de estas perspectivas nacionales. Hasta la fecha
hay metas únicas para las metas nacionales de cada país y
existen metas de todas las metas regionales de los países
de Centroamérica.
Para poder definir estas metas regionales es nece
sario un proceso de planeamiento. La primera etapa de
este proceso es definir las metas nacionales. Teniendo las
metas nacionales a la mano, las metas regionales pueden
ser definidas. De este proceso se puede presentar una
lista de programas sobre la ciencia de los suelos benéfico
para Centroamérica a las agencias patrocinadoras.
La primera recomendación del comité es que el
ICAITI actúe como foro para los paises Centroameri
canos para formular metas en la ciencia de los suelos.
Además, a las agencias norteamericanas de ciencia de los
suelos (gubernamenales) se les solicitará consejo rela
cionado a las metas regionales.
No teniendo las metas regionales en este momento,
la segunda recomendación del comité es que hay dos
metas de mucha prioridad, recursos de biblioteca y entre
namiento. A las agencias de ciencia de los suelos del
gobierno de los Estados Unidos se les solicita asesorar el
desarrollo de recursos de biblioteca y el entrenamiento.
Todos estuvieron de acuerdo en que la necesidad de
mantener bibliotecas bien documentadas es importante.
Esta necesidad incluye referencias sobre literatura de
ciencia de los suelos y para almacenar y dejar accesible la
información Centroamericana geológica. Es muy recono
cido el hecho de que muchas agencias gubernamentales
están creando información geológica en varias partes de
Centroamérica pero si bien se sabe está información no
está disponible. El problema radica en saber definir un
mecanismo apropiado para establecer el sistema de
biblioteca. Las opciones consideradas son bibliotecas
256 Mineral, Energy, and Water Resources and Geologic Hazards, Central America
nacionales y bibliotecas regionales. Estas opciones
incluyen que la biblioteca nacional sea completa o que los
recursos se compartan de manera tal que todo esté
completo. Se reconoce que las bibliotecas nacionales
completas resultan bastante costosas y que existen proble
mas para compartir con las bibliotecas regionales.
Por lo tanto, la tercera recomendación del comité es
que cada país debe recopilar publicaciones de bibliografía
de ciencias de suelos y que las mismas sean mantenidas al
día, por lo menos anualmente. También, anualmente se
deberá emitir un reporte de actividades de investigaciones
de ciencias de los suelos. Estas bibliografías y reportes
anuales de investigación se deben circular entre las per
sonas interesadas. Este es considerado el primer paso
para dirigir las necesidades de información en Centro
américa.
El entrenamiento en ciencias de los suelos es una
meta de prioridad en Centroamérica. La necesidad de
entrenamiento es de dos clases, de tipo académico y de
crecimiento profesional. El entrenamiento académico se
dedica a la educación de nuevos científicos para incre
mentar el número de profesionales en las ciencias de los
suelos en Centroamérica. El crecimiento profesional se
dedica a la educación e introducción de profesionales a
desarrollos nuevos y para ampliar sus habilidades.
Algo muy importante que se debe tomar en cuenta
cuando se está pensando hacer un entrenamiento es que
el entrenamiento debe considerar los recursos disponibles
en Centroamérica. Esto no quiere decir que equipo
moderno y caro no está disponible o no estará disponible
en Centroamérica. La cuarta recomendación del comité
es de que se ponga mayor énfasis en el entrenamiento
académico y de crecimiento profesional en Centro
américa. En lo que se refiere al entrenamiento acadé
mico, la consideración del mercado potencial de empleo
para científicos de suelos no se debe deshechar.
El entrenamiento de crecimiento profesional puede
adoptar varias formas. Este debe incluir el enviar indivi
duos a laboratorios en los Estados Unidos para entrena
mientos cortos de piezas de equipo o técnicas específicas.
Debe incluir entrenamiento en el trabajo como parte de
proyectos cooperativos. Debe incluir, asimismo, cursos
llevados a cabo en Centroamérica con presencia de exper
tos norteamericanos en conjunto con expertos Centro
americanos. Hasta este momento el crecimiento profesio
nal puede satisfacer necesidades específicas de
programas nacionales existentes y componentes de pro
gramas nuevos regionales.
Las necesidades de entrenamiento identificadas por
el comité son las siguientes: geología económica, inge
niería mineral, geología petrolera, evaluación de reservas
geológicas, ingeniería geológica, hidrología y peligros
geológicos.
La geología económica incluye exploración e inven
tario mineral o asesor, especialmente incluyendo geo
química, sensores a control remoto y geofísica.
También se incluye la evaluación minera y aspectos
de desarrollo de la geología económica.
Ingeniería mineral incluye el desarrollo de una
mina, envestimiento mineral, consideraciones metalúrgi
cas y esas técnicas necesarias para desarrollar y operar
una mina.
La geología del petróleo está en una etapa forma-
tiva en Centroamérica, por lo tanto se debe hacer más
énfasis sobre los aspectos de exploración de petróleo
(geología del petróleo).
Evaluación de reservas geotérmicas se dirige a las
técnicas geológicas, geoquímicas y geofísicas que son
necesarias para evaluar los usos potenciales de una
identificada o especulativa reserva geotérmica.
Para las reservas especulativas que no son muy bien
conocidas, no es apropiado considerar la disponibilidad
de equipo sofisticado ni técnicas de perforación sino que
se debe hacer hasta que el nivel de conocimiento obtenido
sea suficiente.
Ingeniería geológica incluye un aspecto bastante
amplio de las técnicas necesarias para planear y construir
estructuras. Esto incluye todo abarcando desde las ubi
caciones de pueblitos individuales hasta la consideración
compleja de una presa hidroeléctrica.
Por último, los peligros geológicos incluyen: identi
ficación, monitereo y mitigación del espectro amplio de
los peligros geológicos. Estos peligros incluyen terremo
tos, derrumbes e inundaciones.
Grupo de Discusión 7 257
ICAITI'S ROLE AS A REGIONAL GEOLOGICAL
CENTER
By Gabriel Dengo1
The Central American Research Institute for
Industry (ICAITI) is an independent institution chartered
as a nonprofit organization. It was founded in July, 19SS,
by the governments of the five Central American Repub
lics, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, and
Nicaragua.
ICAITI is the technological institution of the Cen
tral American Program for Economic Integration. Other
institutions, although founded afterwards, are also part of
that program, namely, the Permanent Secretariat of the
General Treaty for Economic Integration (CABEI), and
the Central American Monetary Council (CMCA).
As a multidisciplinary institution, one of ICAITI's
functions, according to its Charter is, "To cooperate with
the offices concerned of the governments of the Central
American Isthmus, universities, technical organizations
and other bodies, whether governmental or not, in the
promotion of scientific and industrial research and the
training of researchers and technical experts...."
From the outset of its activities in January 1956,
with the support of the United Nations Special Fund,
ICAITI had a geologist and then a mining engineer
provided by the supporting organization.
In 1964, because of the increasing demand for
geological and mining advice both from governments and
private institutions, the Applied Geology Division was
staffed with more professional personnel, mostly Central
Americans. A main objective of this Division has been to
assess mineral resources which can be utilized as raw
materials for regional industry, and to render geological
services to both governmental and private institutions. It
is worth mentioning that, during those years, the national
geological institutions could not completely satisfy the
geological needs of each country and, therefore, ICAITI's
services were essential for support.
From the onset, ICAITI cooperated with all Central
American countries, including Panama, in the preparation
1 Instituto Centroamericano de Investigación y Tecnología Industrial Avenida La
Reforma 4-47, Zona 10, Apartado Poatal 1332, Guatemala.
258 Mineral, Energy, and Water Resources and Geologic Hazards, Central America
of proposals to the United Nations for the implementation
of Projects for Investigation of Mineral Resources. The
Institute also took some part in the execution of these
projects and in the organization of a brief course on
exploration techniques of minerals resources for Central
American geologists.
The following are some of the most important
geoscience services that ICAITI has performed.
1. Advice to INSAFT, El Salvador, on evaluation of
mineral resources.
2. Evaluation of Agalteca iron deposits for the Central
Bank of Honduras.
3. Geological surveys for geothermal studies in El
Salvador for the Hydroelectrical Executive Commis
sion of Rio Lempa.
4. A systematic surveying program of geological maps
in Honduras by means of an agreement with the
General Administration of Mines and Hydrocar
bons, in collaboration with the University of Texas,
Austin, and the financial support of the U.S. Agency
for International Development, Regional Office for
Central America and Panama (USAID/ROCAP).
5. Study of the mineral potential for fertilizers in Latin
America through a contract with the Inter-
American Development Bank.
6. Geological study of Xaya-Pixcaya for water supply
to Guatemala City.
7. Geological advice for the study of the highway from
San Jose to Limon, in Costa Rica.
8. Advice to the Central Bank of Nicaragua for a
support program for the National Geological Ser
vice.
9. Geological advice to the Central Bank of the
Dominican Republic.
10. Compilation of all geological information on coal
resources in Central America.
In addition to these, and many studies for private
companies in all Central American countries, ICAITI has
played an important role at international level and has
fostered the participation of Central American geologists
in several projects, as well as the execution of scientific
geophysical and geological studies in Central America for
international scientific organizations.
ICAITTs personnel collaborated from the begin
ning with the U.S. Geological Survey, the Canadian Geo
logical Survey and the Mexican Council of Mineral
Resources in the commission of the Metallogenic Map of
Central America. As part of these activities, ICAITI
prepared and published in 1969 the Metallogenic Map of
Central America together with the corresponding descrip
tive text.
Within Latin America, and with the financial sup
port of the Organization of American States, ICAITI
took part in the organization of the Latin American
Mineralogy Association (ALAMI), established in Concep
ción, Chile, in 1966. The Institute also participated in
founding the Consultative Council of Directors of Latin
American Geological Services, in Caracas, Venezuela, in
1972, and since then, ICAITI has closely collaborated
with the Executive Secretariat of that organization.
With the Inter-Gubernamental . Oceanographic
Commission, whose Secretariat is part of UNESCO,
ICAITT collaborated and fostered the participation of
Central American geologists in the Symposium of
Geophysical and Geologic Resources of the Caribbean
Region, held in Kingston, Jamaica, in 1975, as part of the
International Decade of Marine Exploration.
ICAITI also collaborated with that Commission in
the Symposium on Environmental Geology in the Coastal
Areas of the Caribbean, held in Port of Spain, Trinidad-
Tobago, in 1978. In this Symposium, the Atlantic Coast of
Costa Rica was selected as one of the areas for pilot
studies.
The participation of an ICAITI geologist in the
Council of the International Program of Geological Cor
relation, sponsored by UNESCO and the International
Union of Geological Sciences, spurred the preparation of
several important projects not only for Central America,
but also for Latin America.
ICAITI collaborated with the Institute of Marine
Sciences of the University of Texas, Austin, in a
geophysical survey of the marine areas of Central Amer
ica. This was a preliminary step in the selection of drilling
sites for scientific research as part of the Deep Sea
Drilling Program. Later, ICAITI collaborated in legs 67
and 84 of this program in which drilling was carried out in
the Pacific continental slope of Central America. Central
American geologists participated in these legs.
As part of other activities for spurring development
of geological sciences, ICAITI convened the First Meeting
of Central American Governmental Geologists in 1957.
The establishment of a regional school of geology was
proposed, but the necessary financial support was not
obtained. A few years later, in 1965, ICAITI promoted
and organized, with the cooperation of a group of Costa
Rican geologists, the First Meeting of Central American
Geologists at a scientific conference. Similar meetings
were held later in Guatemala, Costa Rica, Honduras and
Nicaragua. The proceedings of these meetings were pub
lished in a series titled "Geological Publications of
ICAITI."
Several recommendations from these meetings,
have been implemented, others unfortunately remained
only in writing. Among those recommendations imple
mented, it is worthwhile to mention the preparation and
publication of geological maps for each country, the
setting up of national seismic networks, and the founding
of the Central American School of Geology at the Uni
versity of Costa Rica, one of the most important activities
for the development of the scientific and professional
capacity of the region. ICAITI participated in the estab
lishment of the School of Geology through technical and
financial requests placed before UNESCO and the offi
cials of the University of Costa Rica. Later, the ICAITI
also collaborated in the organization and conduct of a
geological field course in Guatemala for students of the
School.
During the Fourth Meeting of Central American
Geologists held in Tegucigalpa, Honduras, in 1974, the
Second Meeting of Governmental Geologists was also
held, for the purpose of establishing a procedure for
future scientific meetings and the meetings with govern
ment representatives. On this occasion, ICAITI was
designed as the Permanent Secretariat for both types of
events.
Unfortunately, the Fourth Meeting of Central
American Geologists held in Managua, in 1984, did not
follow the outlines agreed upon in Honduras.
Finally, some comments that might hopefully guar
antee the carrying out of recommendations of this work
shop are appropriate. Hopefully these recommendations
will not simply remain a statement of the desires of
Central America as to needs in the fields of mineral,
hydrologic, and energy resources as well as geological
hazards.
In previous years, repeated efforts were made by
the Central American countries and ICAITI to obtain
technical and financial assistance for geological activities.
Although in a few cases the requests were successful, the
projects did not achieve the expected results because of
their short duration because of lack of funds and an
adequate follow-up.
This Workshop has opened a new expectation for a
strong, well-planned international collaboration, both at
national and regional levels. This cooperation should
actually contribute to fostering the economic develop
ment of the Central American countries through the study
and rational utilization of geological resources, as well as
the upgrading of the human resources in the earth
sciences.
The responsibility and support given to ICAITI by
ICAITI'» Role •• a Regional Geological Center 259
virtue of several recommendations compels it to place funding institutions so that efforts made here will have a
requests for financial assistance before international chance of being implemented for the benefit of the region.

260 Mineral, Energy, and Water Resources and Geologic Hazards, Central America
FUNCION DEL ICAITI COMO ORGANISMO
GEOLOGICO REGIONAL
Por Gabriel Dengo1
El ICAITI es una institución autónoma con carác
ter no-lucrativo. Fue establecida en julio de 1955 por los
gobiernos de Guatemala, El Salvador, Honduras, Nica
ragua y Costa Rica.
Es una de las instituciones del llamado Programa de
Integración Económica Centroamericana, del cual tam
bién forman parte, aunque fueron creados posterior
mente, la Secretaría Permanente del Tratado General de
Integración Económica (SIECA), el Banco Centroameri
cano de Integración Económica (BCIE), Administración
Pública (ICAP) y el Consejo Monetario Centroamericano
(CMCA).
Como organismo multídisciplinario, una de las fun
ciones del ICAITI, de acuerdo con el convenio de su
creación en colaborar con las oficinas respectivas de los
gobiernos del Istmo Centroamericano, universidades,
organizaciones técnicas y otras entidades, gubernamen
tales o no, para promover la investigación científica e
industrial y la preparación de investigadores y expertos
técnicos..."
Desde que inició sus actividades en enero de 1956,
con apoyo del entonces llamado Fondo Especial de las
Naciones Unidas, el ICAITI contó con un geólogo y luego
con un ingeniero de minas de la entidad de apoyo.
En 1964, debido a la demanda de asesoría en el
campo geológicominero tanto de parte de los gobiernos
como de la iniciativa privada, se estableció la División de
Geología Aplicada con más personal profesional, en su
mayoría centroamericanos. Unas de las finalidades prin
cipales de esta División han sido evaluar los recursos
minerales que pudieran servir como materias primas para
la industria del área, y prestar servicios tanto en los
gobiernos como a empresas privadas en estudios geoló
gicos. Debe anotarse que en esos años la capacidad de las
oficinas geológicas nacionales no era suficiente para
llenar las necesidades de cada país y por tanto el ICAITI
podía servir de apoyo o de complemento.
Imiluto Centroamericano de Investigación y Technology Industrial. Avenida La
4-47, Zona 10, Apartado Fonal 1332, Guatemala, Guatemala.
Desde su inicio el ICAm colaboró con los países,
incluyendo Panamá, en la formulación de propuestas ante
las Naciones Unidas para la ejecución de Proyectos de
Investigación de Recursos Minerales y participó en parte
durante la ejecución de dichos proyectos así como en la
organización de un curso corto sobre técnicas de explo
ración de recursos minerales para geólogos centroameri
canos.
Algunos de los trabajos de mayor relevancia que el
ICAITI ha efectuado en el campo geológico han sido los
siguentes:
1. Asesoría al INSAFI, El Salvador, en evaluación de
recursos minerales.
2. Evaluación del yacimiento de hierro de Agalteca
para el Banco Central de Honduras.
3. Levantamientos geológicos para estudios de geoter
mia en El Salvador para la Comisión Ejecutiva
Hidroeléctrica del Rio Lempa.
4. Programa de levantamiento sistemático de mapas
geológicos en Honduras mediante un convenio con
la Dirección General de Minas e Hidrocarburos de
dicho país, colaboración de la Universidad de Texas,
Austin, y con apoyo financiero de ROCAP.
5. Estudio del potencial de minerales para fertilizantes
en America Latina mediante un contrato con el
Banco Interamericano de Desarrollo.
6. Estudio geológico del Proyecto Xaya-Pixcaya para
un acueducto para introducción de agua a la ciudad
de Guatemala.
7. Asesoría geológica durante el estudio de la carre
tera San José-Limón, en Costa Rica.
8. Asesoría al Banco Central de Nicaragua para un
programa de apoyo al Servicio Geológico Nacional.
9. Asesoría geológica al Banco Central de la República
Dominicana.
10. Compilación de toda la información geológica sobre
recursos de carbón en América Central.
Además de estos, y de numerosos estudios para
empresas privadas en todos los países del area, el ICAITI
ha tenido una participación importante en el ámbito
internacional y ha promovido la participación de geólogos
Función dot ICAITI como Organismo Geológico Regional 261
centroamericanos en varios proyectos, asi como la eje
cución de estudios científicos de carácter geológico y
geofísico en América Central por parte de organizaciones
científicas internacionales y extranjeras.
Personal del ICAITI participó desde el inicio con el
USGS, el Servicio Geológico de Canadá y el Consejo de
Recursos Minerales de México en la Comisión del Mapa
Metalogenético de Norte América y colaboró con la
Comisión homologa de Sur América. Dentro de estas
actividades el ICAITI elaboró y publicó en 1969 el Mapa
Metalogenético de América Central con el texto explica
tivo correspondiente.
En el ámbito latinoamericano, y en apoyo finan
ciero de la Organización de los Estados Americanos, el
ICAITI participó en la organización de la Asociación
Latinoamericana de Mineralurgia (ALAMI), establecida
en Concepción, Chile, en 1966. También participó en el
establecimiento del Consejo Consultivo de Directores de
Servicios Geológicos de Latinoamérica en Caracas, Vene
zuela, en 1972 y desde entonces ha colaborado estre
chamente con la Secretaría Ejecutiva de dicho organismo.
Con la Comisión Oceanógrafica Interguberna-
mental, cuya secretaría es parte de UNESCO, el ICAITI
colaboró y propició la participación de geólogos centro
americanos en el simposio sobre Geología, Geofísica y
Recursos de la Región del Caribe en Kingston, Jamaica,
en 1975 como parte de la Década Internacional de
Exploración Marina.
También con dicha Comisión colaboró en el sim
posio sobre Geología Ambiental en las Áreas Costeras del
Caribe celebrado en Port of Spain, Trinidad and Tobago,
en 1978. En este simposio se propuso tomar como una de
las áreas para estudios piloto la costa atlántica de Costa
Rica.
La participación de un funcionario del ICAITI en el
Consejo del Programa Internacional de Correlación Geo
lógica, auspiciado por UNESCO y la Unión Internacional
de Ciencias Geológicas, permitió la elaboración de varios
proyectos de importancia no solo para América Central
sino para América Latina.
El ICAITI colaboró con el Instituto de Ciencias
Marinas de la Universidad de Texas, Austin, en un
lavantamiento geofísico de las áreas marinas de América
Central, preliminar a la selección de sitios de perforación
para investigación científica del Programa de Perforación
en Aguas Marinas Profundas (Deep Sea Drilling Pro-
gram). Posteriormente colaboró en las travesías 67 y 84
de este programa durante las cuales se perforó en la parte
marina centroamericana en el Pacífico. En dichas
travesías tembién participaron geólogos centroameri
canos.
En otro tipo de actividades para estimular el desarro
llo de las ciencias geológicas, en 1957 el ICAITI convocó
al I* Reunión de Geólogos de América Central. En la
misma se propuso la creación de una escuela regional de
262 Mineral, Energy, and Water Resources and Geologlc Hazards, Central America
geología pero no fué posible hacerlo pues no se obtuvo el
financiamiento correspondiente. Varios años después, en
1965, el ICAITI promovió y organizó con la colaboración
de un grupo de geólogos de Costa Rica, la Primera
Reunión de Geólogos de América Central como una
conferencia científica. En igual forma se organizaron
posteriormente reuniones similares en Guatemala,
nuevamente en Costa Rica, Honduras y Nicaragua. Las
memorias de estas conferencias fueron publicadas en la
serie intitulada "Publicaciones Geológicas del ICAITI."
De las varias recomendaciones emanadas de las
Reuniones de Geólogos se han cumplido varias y desafor
tunadamente otras han quedado en el papel. Entre las que
se han cumplido cabe destacar la elaboración y
publicación de mapas geológicos a nivel de cada país, el
establecimiento de redes sismológicas nacionales y, la más
importante para el desarrollo de la capacidad profesional
y científica de la región, la creación de la Escuela
Centroamericana de Geología en la Universidad de Costa
Rica. El ICAITI participó en el establecimiento de la
escuela mediante gestiones de colaboración técnica y
financiera con UNESCO así como con gestiones ante las
autoridades superiores de la Universidad de Costa Rica.
Posteriormente también colaboró en la organización y
conducción de un curso de geología de campo para
estudiantes de la escuela efectuado en Guatemala.
Paralelamente a la IV Reunión de Geólogos de
America Central en Tegucigalpa en 1974 se celebró la II
Reunión de Geólogos Gubernamentales con el objeto de
establecer un procedimiento para los futuros congresos o
conferencias científicas así como para las reuniones de los
representantes de los gobiernos. En esa ocasión por
consenso se acordó designar al ICAITI como Secretaria
Permanente de ambos tipos de evento.
El VI Congreso Geológico de América Central
celebrado en Managua en 1984, desafortunadamente se
apartó de los lineamientos aprobados en Honduras por
los representantes de los gobiernos.
Finalmente, como resultado de las recomenda
ciones emanadas en este Seminario, es apropiado hacer
unos comentarios de tipo general con el fin de que se les
pueda hacer el seguimiento correspondiente y no queden
nada más como una declaración de lo que los Centro
americanos aspiran realizar en el campo de los recursos
minerales, energéticos, hidrológicos y de riesgo geológico.
En años anteriores se hicieron repetidos esfuerzos
por parte de los países del istmo así como por parte del
ICAITI para obtener asistencia técnico-financiera para
actividades geológicas. Aunque en algunos casos las gesti
ones fructificaron, los proyectos efectuados no dieron los
resultados esperados por ser de corta duración, por falta
de un seguimiento adecuado o por limitaciones de fondos.
Este Seminario ha abierto una nueva expectativa
para una colaboración internacional fuerte, bien planifi
cada tanto en el ámbito regional como a nivel nacional,
que realmente permita coadyuvar al desarrollo económi
co de los paises centroamericanos mediante el estudio de
sus recursos geológicos y su aprovechamiento racional,
asi como mediante el fortalecimiento de los recursos
humanos en las ciencias de la tierra.
La responsabilidad y el apoyo que se le han dado al
ICAITI en varias de las recomendaciones lo compro -
menten a continuar gestionando ante entidades interna
cionales de financiamiento los medios necesarios para
que el esfuerzo hecho conjuntamente durante el Semi
nario pueda llegar a convertirse en proyectos específicos
para beneficio de la región.
Función del ICAITI como Organismo Geológico Regional 263
CONCLUSIONS
In most of Central America, the various geoscience
disciplines have developed unevenly, resources have not
been assessed, and little organized information has been
assembled. In some countries, prior work in some agen
cies has resulted in basic geologic data sufficient to allow
sophisticated assessments of mineral, energy, and water
resources; in other countries, collection of basic data has
just begun. Although geoscience agencies in the region
are commonly understaffed and underfunded, the techni
cal staff available is commonly young, enthusiastic, will
ing, and able to absorb additional training. Importantly,
agencies within all of the Central American countries
represented here are working on the acquisition of geo
logic knowledge, and the application of this knowledge to
their problems. The workshop was successful in that the
264 Mineral, Energy, and Water Resource* and Geologic Hazards, Central America
Central American participants did establish their own
priorities for short-and long-term geoscience programs.
In doing so, they have also recognized the utility of
geologic information in planning the futures of Central
American nations.
United States agencies have the expertise and per
sonnel needed to assist the nations of Central America in
every aspect of the science, but, in particular, the United
States can assist geoscientists and geoscience agencies of
the region in training, data integration and application,
and program design. Possible activities range from assist
ing local governments in the consolidation of activities in
fewer agencies to the conduct of geoscience data acquisi
tion in the region.
CONCLUSIONES
En casi toda América Central los conocimientos
geocientíficos no han sido desarrollados uniformemente,
los recursos no han sido evaluados y muy poca infor
mación ha sido compilada. Mientras que en algunos
países, trabajos previamente realizados dieron por resul
tado suficiente información básica de geología que per
mitió la evaluación sofisticada de minerales, energía y
recursos hídricos, en otros países la compilación de
información ha comenzado recientemente. Cabe señalar,
que agencias en casi todos los países representados de
América Central están trabajando en la adquisición de
conocimientos geológicos y la aplicación de estos cono
cimientos a los problemas relacionados con los mismos. A
pesar que las agencias geocientíficas en la región no
poseen suficiente personal y tampoco suficiente fondos
monetarios, el personal técnico disponible es joven,
entusiasta, deseoso y capaz de asimilar entrenamiento
adicional. El taller fué un éxito ya que permitió que los
participantes tuvieran la oportunidad de establecer priori
dad con respecto a programas de larga y corta duración,
como así también reconocer la importancia y la utilidad
de la información geológica como parte del futuro de los
países centroamericanos.
Las agencias de Estados Unidos tienen la experien
cia y el personal necesario para apoyar los países de
Centro América con respecto a ciencia, pero en particular
Estados Unidos puede apoyar a los geocientíficos y a las
agencias mismas en entrenamiento, compilación de infor
mación y su aplicación como también en el diseño de
programas. Estas actividades varian desde el apoyo a
gobiernos locales a la adquisición de información en la
región.
Conclusiones 265
INVITED PARTICIPANTS

PARTICIPANTES INVITADOS

BELIZE 5. PROTTI Q., JORGE MARINO

Geólogo
1. GARDINER, CLINTON Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Costa
National Project Director Rica
Petroleum Office, Ministry of Natural Resources Universidad Nacional
34-36 Unity Blvd. HEREDIA Apartado 86
BELMOPAN, BELIZE, CA. Telephone: 37-32-57
Telephone: 08-26-51 6. PROTTI Q„ ROBERTO
2. RAO, PRASADA Geólogo
Petroleum Geologist Jefe Departamento Hidrogeología
Ministry of Natural Resources SENARA
P.O. Box 157 100E 50N Estación Pacifico
BELMOPAN BELICE, CENTRAL AMERICA Apartado 5262
Telephone: 08-21-78 Telephone: 22-02-65
Telex: 101 MF INVEST B2 67 Cable: AQUASUB
7. RAMIREZ E , OLDEMAR
Director de Recursos Carboníferos y Turb.
COSTA RICA Refinadora Costarricense de Petróleo (RECOPE)
1. CASTILLO, ROLANDO Apartado 4351, zona 1000
Director SAN JOSE, COSTA RICA
Escuela Centroamericana de Geología Telephone: 33-03-33
Universidad de Costa Rica
SAN JOSE, COSTA RICA EL SALVADOR
Telephone: 25-79-41 1. AGUILAR, CARLOS
2. CASTRO M, JOSE FRANCISCO Geólogo
Scretario Técnico Sub-Sector Minas Centro de Investigaciones Geotécnicas
Ministerio de Industria Energía y Minas Final Avenida Peralta
Apartado 4752 SAN SALVADOR, EL SALVADOR
SAN JOSE 1000, COSTA RICA Telephone: 22-90-11
Telephone: 33-45-33 2. BURGOS O, RICARDO
3. ESCALANTE, GREGORIO Director
Geólogo Centro de Investigaciones Geotécnicas (MOP)
Consultoría Geológica Calle la Chacra, Contiguo Talleres el Coro
Apartado 74, PAVAS, SAN JOSE SAN SALVADOR, EL SALVADOR
Telephone: 32-33-05 (office) 32-42-01 (Lab.) Telephone: 22-90-11
4. FERNANDEZ C, MARIO 3. BAXTER, SCOTT
Director Geólogo en Jefe Sección Geofísica y Sísmica
Hidrogeoconsulta, SA. CEL
Apartado 40-1.200 Centro de Gobierno
SAN JOSE, COSTA RICA SAN SALVADOR, EL SALVADOR
Telephone: 32-1856 Telephone: 71-08-55

266 Mineral, Energy, and Water Resource* and Geologic Hazards, Central America
4. CUELLAR, GUSTAVO 6. BLOOM, REYNOLD
Jefe del Programa de Geotermia AGDO
OLADE (Organizaci6n Latinoamericana de ROCAP
Energfa) Hotel El Dorado Americana
P.O. Box 01^78 GUATEMALA
SAN SALVADOR, EL SALVADOR Telephone: 31-77-77
Telephone: 23-51-83
7. BONIS, MATTE
5. ESPINOSA CH„ NOEL Geologa
Superintendente Planificaci6n y Estudios 23 avenida 7-76, zona 15, V.H. I
Comision Ejecutiva Hidroelectrica del Rio Lempa GUATEMALA
(CEL) Telephone: 69-09-27
Centra de Gobierno
SAN SALVADOR, EL SALVADOR 8. BONIS, SAMUEL
Telephone: 71-2056 - 20303 Geologo
6. GONZALEZ M, JOSE ANTONIO Consultor, Bonis, Bonis y Bonis
Jefe del Departamento de Sismologfa 23 avenida 7-76, zona 15
Centra de Investigaciones Geotecnicas (MOP) GUATEMALA
Apartado Postal 109 Telephone: 69-09-27
SAN SALVADOR, EL SALVADOR
Telephone: 22-90-11 9. CARBALLO H, MIGUEL ANGEL
Geologo Petrolero
Direcci6n General de Hidrocarburos
GUATEMALA Ministerio de Energfa y Minas
Diagonal 17, 29-78, zona 11
GUATEMALA
1. ALEGRIA R., LUCRECIA Telephone: 79-06-79/82
Jefe Departamento Percepcidn Remota
Instituto Geografico Militar 10. CARR, CLARA
Avenida Las Amdricas 5-76, zona 13 Deputy Program Officer
GUATEMALA USAID/GUATEMALA
Telephone: 63281-3 c/o American Embassy
2. ALMENGOR CH„ JULIO ROBERTO GUATEMALA
Jefe del Departamento de Topograffa y Estudios Telephone: 31-15-41
Cuerpo de Ingenieros del Ejdrcito
13 avenida 16-61, zona 13 11. CATALAN C, RICARDO ENRIQUE
GUATEMALA Jefe Unidad Plan Maestro
Telephone: 67291 - 67691 INDE
3. ALVARADO, RODOLPO 6a. avenida 2-73, zona 4
Geologo GUATEMALA
INDE Telephone: 31-53-87
Edificio INGUAT, Nrvel II, zona 5
GUATEMALA 12. DENGO, GABRIEL
Telephone: 31-82-32 Consultor
ICAITI
4. ALVAREZ, FRANCISCO '
Avenida Reforma 4-47, zona 10
Geologo
GUATEMALA
INSIVUMEH
Telephone: 31-74-66 - 68-34-03
7a. avenida 14-57, zona 13
GUATEMALA 13. FERNANDEZ CESAR
Telephone: 31-49-67 Director
5. ASTURIAS, MARCO Centra Estudios Superiores Energfa y Minas
Director Facultad de Ingenierfa
Instituto Geografico Militar USAC
Avenida Reforma 5-76, zona 13 Ciudad Universitaria, zona 12
GUATEMALA GUATEMALA
Telephone: 31-61-80 Telephone: 76-04-23

Invited Participants 267

14. GODOY H„ JUAN CARLOS 22. MONROY DE GOMEZ CARLOTA
Coordinador Técnico Jefe Departamento Zoología
CECON Escuela de Biología Universidad de San Carlos
Avenida La Reforma 0-63, zona 10 Calle Mariscal Cruz 1-56, zona 10
GUATEMALA GUATEMALA
Telephone: 31-09-04 Telephone: 31-09-04
15. GORDILLO M, VICTOR ROLANDO 23. MONROY E., VIOLETA
Jefe Sección Pequeña Minería Asesor Técnico
Dirección General de Minería UNICAP
Ministerio de Energía y Minas Unidad de Coordinación de la
Diagonal 17, 29-78, zona 11 Administración Pública
GUATEMALA Telephone: 76-06-79/82 6a. avenida 4-19, zona 1
Telex (372) 55516 PETGUA-GU GUATEMALA
16. HERNANDEZ F, SERGIO Telephone: 53-89-09 - 51-71-13
Jefe Sección Agua Superficial
24. ODLE LAWRENCE
INSIVUMEH
Oficialde Prestamos
7a. avenida 14-57, zona 13
USAID/GUATEMALA
GUATEMALA
c/o Embajada de Estados Unidos
Telephone: 31-49-86
Telephone: 31-15-41
17. LEMMERHOFER, CARLOS P.
Jefe de Planeamiento y Control 25. ORDONEZ 0., JOSE LUIS
Instituto Geográfico Militar de Guatemala Director de Limites y Aguas Int.
Avenida Las Americas 5-76, zona 13 Dirección de Limites y Aguas Internacionales
GUATEMALA 14 calle "A" 9-49, zona 1
Telephone: 63281/3 GUATEMALA
18. LOPEZ M., EFRAIN Telephone: 53-16-25 - 53-56-12
Jefe de la División de Estudios Geográfico 26. PELLECER S, ANTONIO
Instituto Geográfico Militar Ingeniero Encargado de la Frontera con Honduras
Avenida Las Américas 5-76, zona 13 Dirección de Limites y Aguas Internacionales
GUATEMALA 14 calle "A" 9-49, zona 1
Telephone: 63281 GUATEMALA
19. MARTINEZ G., CARLOS Telephone: 53-16-25
Jefe Departamento Sistemas Geofísicos 27. PINZON, OSCAR ENRIQUE
INSIVUMEH Jefe del Departamento de Investigación Minera
7a. avenida 14-57, zona 13 Dirección General de Minería
GUATEMALA Ministerio de Energía y Minas
Telephone: 31-49-67 - 32-47-22 Diagonal 17, 29-78, zona 11
20. GIRON M, RAFAEL GUATEMALA
Ingeniero III Telephone: 76-06-97/82 Ext. 135
DIRYA (Direc. Técnica de Riego y Avenamiento) Telex: 5516 PETGUA
7a. avenida 12-90, zona 13
GUATEMALA 28. RECINOS P, CESAR ENRIQUE
Telephone: 31-49-67 - 32-47-22 Consultor
21. MENDEZ L„ RODOLMIRO Blvd. Cipresales 11-08, zona 5, Col. Asuncion
Asesor Técnico Telephone: 50-09-72
Unidad de Coordinación de la 29. SALAZAR, OSCAR D.
Administración Pública Jefe Division de Geología
UNICAP Instituto Geográfico Militar
6a. avenida 4-19, zona 1 Avenida Las Américas 5-76, zona 13
Telephone: 53-89-09 - 51-71-13 - 22424 Ext. 260 GUATEMALA
GUATEMALA Telephone: 63281/83

268 Mineral, Energy, and Water Resource* and Geologic Hazards, Central America
30. SAMATOA, JOSÉ FERNANDO TEGUCIGALPA, HONDURAS
Representante EMPAGUA Telephone: 33-11-04 - Telex 1390 HO
Empresa Municipal de Agua -EMPAGUA 3. FLORES, RAÚL
16 avenida "B" 19-68, zona 6, Proyecto 4-4 Gerente General
GUATEMALA Empresa Nacional de Energía Eléctrica
Telephone: 56-64-94 Apartado Postal 99
31. SÁNCHEZ B, EDDY TEGUCIGALPA, D.C. HONDURAS
Subdirector General Telephone: 22-84-66
INSIVUMEH 4. LOPP, CAROL
7a. avenida 14-57, zona 13 GEOLOGIST
GUATEMALA Instituto Geográfico Nacional
Telephone: 31^9-67 c/o E. Fertsch, Apartado 611
32. TOBAR, CARLOS ALBERTO TEGUCIGALPA, D.C., HONDURAS
Coordinador Área Geología, Minas y Petróleo Telephone: (504) 33-76-03 74
Facultad de Ingeniería - USAC 5. MASS, MARCO ANTONIO
Ciudad Universitaria, zona 12 Sub-genente de Ingeniería y Construcción
GUATEMALA Empresa Nacional de Energía Eléctrica
Telephone: 76-03-65 - 93-00-86 Apartado 99
33. TOBÍAS G, EDGAR TEGUCIGALPA, D.C., HONDURAS
Ingeniero Supervisor General Telephone: 22-43-73 - Telex 1128 HT
INDE 6. RIVERA, GARLO HUGO
San José Villa Nueva - Guatemala Sur Geólogo-Coordinador Promoción Petrolera
GUATEMALA Dirección General de Minas e Hidrocarburos
Telephone: 03-10-32 Blvd. Centroamérica
34. VELASQUEZ V, ESTUARDO TEGUCIGALPA, D.C, HONDURAS
Director General Telephone: 32-67-21, 32-78-48
INSIVUMEH Telex: 1404 SERENA HO
7a. avenida 14-57, zona 13 7. PEREDES, RODRIGO
GUATEMALA Geólogo
Telephone: 31-49-67 Empresa Nacional de Energía Eléctrica - ENEE
35. ZETINA, MIGUEL ÁNGEL Apartado 99
Ingeniero Proyectos Especiales TEGUCIGALPA, HONDURAS
ICAITT Telephone: 22-85-10 - 22-24-32 Ext. 277-225
Avenida Reforma 4-47, zona 10 8. WAIMIN, MARCO ANTONIO
GUATEMALA Jefe de la División de Ingeniería Civil
Telephone: 31-74-66 Empresa Nacional de Energía Eléctrica - ENEE
Apartado 99
HONDURAS TEGUCIGALPA, HONDURAS
1. ANDREWS, ATHENA Telephone: 22-85-10 - 128 ENEEHT (Telex)
Geologist
Instituto Geográfico Nacional/Cuerpo de Paz ICAITI
Apartado C-51 1. LIC. FRANCISCO AQUIRRE B.
TEGUCIGALPA D.C., HONDURAS Director
Telephone: 32-17-53 ICAITI
2. GARCÍA, LUIS Apartado Postal 1552
Representante del Secretario Ejecutivo Avenida Reforma 4-47, zona 10
Comité Regional de Recursos Hidráulicos (CRRH) GUATEMALA
P.O. Box 718 Telex: 5312 ICAITI-GU

Invlted Particlpants 269

 2.LIC. FERNANDO MAZARIEGOS Dept. of Interior
ChieC Analysis & Testing Division Denver Federal Center
ICAITI DENVER, COLORADO 80225
Apartado Postal 1552 Telephone: 303/236-5200
Avenida Reforma 4-47, zona 10 4. BERGER, BYRON
GUATEMALA Chief, Branch of Exploration Geochemistry
Telephone: 317466 Telex: 5312 ICAITI-GU USGS
3. ING. LUDWIG INGRAM 5956 Mclntyre Street
Deputy Director GOLDEN, COLORADO 80403
ICAITI Telephone: 303/776-1800
Apartado Postal 1SS2 5. BOLIVAR, STEPHEN
Avenida Reforma 4-47, zona 10 Staff Geochemist
GUATEMALA Los Alamos National Laboratory
Telex: 5312 ICAITI-GU M.S. D462
LOS ALAMOS, NEW MEXICO 87545
Telephone: 505/667-1868
PANAMA 6. CARGILL, SIMON
Branch of Resource Analysis
1. RAMIREZ, ARTURO USGS
Jefe de Investigaciones Geologicas 920 National Center
IRHE - Panama RESTON, VIRGINIA 22092
Apartado 63046 EL DORADO Telephone: 703/648-6147
PANAMA 7. CAMPBELL, DONALD
Telephone: 073575 621726 Geofisico
2. ROQUEBERT, JAIME LAGS
Presidente 4227 Hilton Head
Empresa de Cobre Cerro Colorado, S.A. SAN ANTONIO, TEXAS 78217
Apartado 5312 Telephone: 512/221-7735
PANAMA 5, PANAMA 8. CAMPBELL, RUSSELL
3. SAENZ, JOSE Geologist
Administrator USGS
Inst, de Geociencias RESTON, VIRGINIA 22092
Universidad de Panama Telephone: 703/648-6784
Apartado Postal 6-3912 - Panama 6A 9. COX, DENNIS
PANAMA Geologist
Telephone: 63-7671 - 63-7703 USGS, MS 41
345 Middlefield Road
MENLO PARK, CALIFORNIA 94025
UNITED STATES Telephone: 415/323-8111
10. CARR, MICHAEL
1. ARCHER, ROBERT Professor
Energy Officer Rutgers University, Geological Sciences
AID NEW BRUNSWICK, NEW JERSEY
Dept. of State Telephone: 201/932-3619
WASHINGTON, D.C. 20523 11. COHEN, ROBERT
Telephone: 202/632-0212 Con suitor
2. ASHLEY, ROGER 8402 Donnybrook Drive
Geologist CHEVY CHASE, MARYLAND 20815
USGS Telephone: 301/565-0439
345 Middlefield Road, MS 41 12. CHAVEZ, WILLIAM
MENLO PARK, CALIFORNIA 94025 Professor of Geological Engineering
Telephone: 415/323-8111 New Mexico Institute of Minine & Technology
3. BENNETT, HAROLD Dept. of Geological & Mining Engineering
Chief, Minerals Availability Field Office SOCORRO, NEW MEXICO 87801
U.S. Bureau of Mines Telephone: 505/835-5317

270 Mineral, Energy, and Water Resources and Geologic Hazards, Central America
13. EDGAR, TERRY 22. KRUSHENSKY, RICHARD
Geologist Deputy Chief, Latin America
USGS Office of International Geology
915 National Center USGS
RESTON, VIRGINIA 22092 917 National Center
Telephone: 703/648-5301 RESTON, VIRGINIA 22092
14. EVANS, DOYLE Telephone: 703/648-6060
Los Alamos National Laboratory 23. LANDIS, EDWIN
LOS ALAMOS, NEW MEXICO 87545 Geologist
Telephone: 505/667-3644 USGS
Box 25046, MS 972
15. POUCH, THOMAS Denver Federal Center
Chief, Branch of Energy Minerals DENVER, COLORADO 80225
USGS Telephone: 303/776-7756
R0. Box 25046, MS 916 24. LEWIS, JOHN
Denver Federal Center Professor
LAKEWOOD, COLORADO 80225 George Washington University
Telephone: 303/776-1644 WASHINGTON, D.C. 20052
16. GROSSLING, BERNARDO Telephone: 202/626-6287
Natural Resources Advisor 25. LUKIS, PANDELIS
Inter-American Development Bank Jefe Proyecto
801-17th Street Defense Mapping Agency
WASHINGTON, D.C. 20577 Inter American Geodetic Survey
Telephone: 201/634-8583 U.S. Embassy
17. GOODWIN, JR., GEORGE GUATEMALA
Chief Librarian Telephone: 67770
USGS 26. LOHRDING, RON
950 National Center Assistant Director
RESTON, VIRGINIA 22092 Los Alamos National Laboratory
Telephone: 703/648-^305 LOS ALAMOS, NEW MEXICO 87545
18. HESTER, JAMES Telephone: 505/667-4960
Chief, Environmental Officer 27. MCDOWELL, ROBERT
USAID Geologist
WASHINGTON, D.C. 20523 USGS
Telephone: 202/632-0207 928 National Center
RESTON, VIRGINIA 22092
19. HORNE, GREGORY
Telephone: 703/648-6929
Geologist
Wesleyan Univ. 28. MORGAN, BENJAMIN
MIDDLETON, CONNECTICUT Assistant Chief Geologist
Telephone: 203/347-949 USGS
911 National Center
20. HOOVER, DONALD RESTON, VIRGINIA 22092
Geophysicist Telephone: 703/648-6640
USGS 29. PLUNKETT, JERRY
Box 25046, MS 964 Vice Chancellor-Research & Technology
Denver Federal Center University of Denver
DENVER, COLORADO 80225
DENVER, COLORADO 80208
Telephone: 303/776-1326
Telephone: 303/871-2368
21. IVES, RICHARD 31. QUINONEZ, FRED
Foreign Activities Specialist/Hydrologist Director Distrito
Bureau of Reclamation USGS
Room 7633 SAN JUAN PUERTO RICO
WASHINGTON, D.C. 20240 GVO BOX 4424 San Juan, PR. 00936
Telephone: 202/343-5236 Telex: 248613 DOTA UR Telephone: 809/753-4414

Invited Participants 271

 32.RAINES, GARY FLAGSTAFF, ARIZONA
Deputy Chief, Office of Mineral Resources Telephone: 602/527-7205
USGS
36. WHETTEN.JOHN
913 National Center
Division Leader
RESTON, VIRGINIA 22092
Earth & Space Sciences Division
Telephone: 703/648-6111
Los Alamos National Laboratory
33. SABADELL, ALBERTO
LOS ALAMOS, NEW MEXICO 87544
Project Manager, Office of Energy
Telephone: 505/667-3644
USAID
WASHINGTON, D.C. 20523 37. WHITE, RANDALL
Telephone: 703/235-8918 Sismologo
34. TROCKI, LINDA USGS
Mineral Economist 345 Middlefield Road
Los Alamos National Laboratory MENLO PARK, CALIFORNIA 94025
MS F605, P.O. 1663 Telephone: 415/323-8111
LOS ALAMOS, NEW MEXICO 87544 38. ZOELLNER, DAVID
Telephone: 505/667-2234 Assistant Administrator, Int'l Programs Division
35. DUFFIELD, WENDELL National Rural Electric Cooperative Association
Geologist 1800 Massachusetts Avenue, N.W
USGS WASHINGTON, D.C. 20036
2255 North Gemini Drive Telephone: 202/857-9696 Telex: 64260

272 Mineral, Energy, and Water Resources and Geologic Hazards, Central America • U.S. G.P.O. 198?-201-933,600?0
 WU/fc«^JTY Of CALIFORNIA, pan rvr —
U JOLLA. <-«! (frriow

U.S. GEOLOGICAL SURVEY CIRCULAR 1007

Manmade Organic Compounds

in the Surface Waters of the

United States—A Review of

Current Understanding

DEPOSITORY IUM

MAR 2 li 1988

CcmKAt. L-iwwi
DOCUMENTS DOT.
UCSD

I
Manmade Organic Compounds

in the Surface Waters of the

United States—A Review of

Current Understanding

By JAMES A. SMITH, PATRICK J. WITKOWSKI and

THOMAS V. FUSILLO

U.S. GEOLOGICAL SURVEY CIRCULAR 1007

DEPARTMENT OF THE INTERIOR

DONALD PAUL HODEL, Secretary

U.S. GEOLOGICAL SURVEY

Dallas L. Peck, Director

UNITED STATES GOVERNMENT PRINTING OFFICE: 1988

Free on application to the Books and Open-File Reports Section,

U.S. Geological Survey, Federal Center, Box 25425, Denver, CO 80225

Library of Congress Cataloging In Publication Data

Smith, James A. (James Albert)
Manmade organic compounds in the surface waters of the
United States.
(U.S. Geological Survey circular ; 1007)
Bibliography: p.
SuptofDocs.no.: 119.4/2:1007.
1. Organic water pollutants—United States. 2. Organic
compounds. I. Wrtkowski, P.J. (Patrick J.) II. Fusillo,
Thomas V. III. Title. IV. Series.
TD427.07S55 1988 363.7'394 87-600258
CONTENTS

Abstract 1
Introduction 1
Background 1
Purpose and scope 2
Processes affecting the fate and distribution of organic compounds 2
Sorption 2
Definitions 2
Adsorption and partitioning 3
Sorption of nonionic organic compounds 3
Importance of particulate organic matter 6
Importance of dissolved organic matter 8
Sorption of ionic organic compounds 8
Organic acids 9
Organic bases 9
Bioaccumulation 11
Importance of biological lipid reservoirs 11
Biomagnification 14
Transformation processes 15
Photolysis 16
Hydrolysis 18
Biodegradation 19
Volatilization 21
Polychlorinated biphenyls and chlorinated insecticides 25
Uses, production, properties, and regulatory limits 25
Environmental fate 27
Environmental distribution 32
Carbamate and organophosphorus insecticides 36
Uses, production, properties, and regulatory limits 36
Environmental fate 37
Environmental distribution 39
Herbicides 39
Uses, production, properties, and regulatory limits 39
Environmental fate 40
Environmental distribution 43
Phenols 44
Uses, production, properties, and regulatory limits 44
Environmental fate 45
Environmental distribution 49
Halogenated aliphatic and monocyclic aromatic hydrocarbons 50
Uses, production, and properties 50
Environmental fate 52
Environmental distribution 55
Phthalate esters 56
Uses, production, and properties 56
Environmental fate 57
Environmental distribution 59

Content* III
 Polychlorinated dibenzo-p-dioxins 60
Uses, production, and properties 60
Environmental fate 62
Environmental distribution 63
Polycyclic aromatic hydrocarbons 64
Uses, production, and properties 64
Environmental fate 66
Environmental distribution 70
Summary 73
Selected references 74

FIGURES

1-10. Plots showing:

1. Correlation of octanol-water partition coefficient with water
solubility for selected aromatic liquids and solids at 25 0C 4
2. Soil-water equilibrium isotherms of some neutral organic
compounds at 20 °C 4
3. Typical soil-water equilibrium isotherms for 1,3-dichlorobenzene
and 1,2,4-trichlorobenzene as single solutes and as binary solutes
on a Woodburn silt loam soil at 20 °C 5
4. Soil organics-water sorption coefficients plotted as a function of
the aqueous solubilities of selected neutral organic
compounds 5
5. Sorption coefficient normalized for organic-carbon content as a
function of compound water solubility and octanol-water
partition coefficient 7
6. Adsorption isotherms of paraquat in soils 10
7. Correlation of bioconcentration factor versus octanol-water
partition coefficient showing the correlations of Veith and others
(1979), Neely and others (1974), and Mackay (1982a) 12
8. Relation between log water solubility of pesticides and log
bioconcentration factor for Triaenodes tardus egg masses 13
9. Correlation of log bioconcentration factor on the basis of fish
lipid content with log triolein-water partition coefficient for a
variety of nonionic organic compounds 14
10. Relation between microbial specific growth rate and substrate
concentration 20
11. Structural diagrams of selected chlorinated insecticides and a
polychlorinated biphenyl 25
12. Plot showing relation of summer mean polychlorinated biphenyl (PCB)
concentrations in water and lipid-based PCB concentrations in fillets of
whole yearling pumpkinseed collected September 1977-83 at Stillwater,
N.Y. 35
13. Frequency of detection of organochlorine insecticides in water and
bed-material samples from stations in the U.S. Geological Survey-U.S.
Environmental Protection Agency Pesticide Monitoring Network,
1975-80 35
14. Structural diagrams of selected carbamate and organophosphorus
insecticides 36

IV Content*
15, 16. Plots showing:
15. Cumulative 14C02 (percentage of added ring-labeled
14C-insecticide) evolved in a soil planted to rice under flooded
and nonflooded conditions 38
16. Trends in national use of herbicides and insecticides on major
crops, 1964-82 40
17, 18. Structural diagrams of:
17. Selected herbicides 40
18. Selected phenolic compounds 44
19. Structural diagrams showing degradation pathway of pentachlorophenol in
soils 48
20. Structural diagrams of selected halogenated aliphatic and monocyclic
aromatic hydrocarbons 51
21. Graph of predicted volatilization rates of methylene chloride and
dichlorobenzene in the Rio Grande River, N. Mex. 55
22. Structural diagrams of some common phthalate esters 57
23, 24. Structural diagrams showing:
23. Degradation of di-n-butyl phthalate, mono-n-butyl phthalate, and
phthalic acid by different microorganisms: organisms isolated
with di-n-butyl phthalate as carbon source for enrichment, stock
cultures, and bacteria isolated from phthalic acid enrichment
medium 59
24. Formation of 2,3,7,8-tetrachlorodibenzo-p-dioxin as a byproduct
in the synthesis of 2,4,5-trichlorophenoxyacetic acid 60
25. Structural diagrams of selected polycyclic aromatic hydrocarbons 66
26. Structural diagrams showing proposed degradation pathway of
phenanthrene by soil pseudomonads 70

TABLES
1. Contrasting characteristics of adsorption and partition processes 3
2. Selected anionic and cationic organic compounds of environmental
significance 9
3. Approximate molecular composition of some Aroclor mixtures 26
4. Some uses of polychlorinated biphenyls suggested by the manufacturer 27
5. Detection limits, water-quality criteria, and use data for selected organo-
chlorine insecticides 28
6. Experimentally determined octanol-water partition coefficients, solubilities, and
vapor pressures of selected polychlorinated biphenyls and chlorinated insecti
cides at room temperature 29
7. Experimentally determined sorption coefficients for some polychlorinated
biphenyls and organochlorine insecticides 30
8. Experimentally determined bioconcentration factors for some polychlorinated
biphenyls and organochlorine insecticides 31
9. Means and ranges of detectable sediment residues of polychlorinated biphenyls
and organochlorine insecticides 33
10. Detectable residues of polychlorinated biphenyls and organochlorine insecti
cides in biota 34
11. Experimentally determined octanol-water partition coefficients, solubilities, and
vapor pressures of selected organophosphorus and carbamate insecticides at
room temperature 36

Contents V
 12. Detection limits, water-quality criteria, and use data for selected
organophosphorus insecticides 37
13. Characteristics of selected carbamate insecticides 38
14. Approximate persistence of pesticides in soils 38
15. Detection limits, water-quality criteria, and use data for some common
herbicides 40
16. List of and magnitude of application of herbicides in 11 agricultural water
sheds in Ontario, 1975 41
17. Experimentally determined aqueous solubilities and vapor pressures of
selected herbicides at room temperature 41
18. Structural groupings of selected herbicides 41
19. Herbicide residues in North American surface waters 43
20. World production of phenol in 1978 45
21. Experimentally determined physicochemical properties of selected phenolic
compounds at room temperature 46
22. Phenol bacteria present during the winter and (or) summer season in St.
Lawrence River water and maximum phenol levels that could be tolerated 47
23. Time required for bacteria to use 95 percent of parent substrate 48
24. Photolysis of phenols and their degradation products 48
25. Experimentally determined sorption coefficients of nonionized chlorinated
phenols for different natural sorbents 49
26. Concentration of phenol and some of its chlorinated derivatives in municipal
and industrial wastewater 50
27. U.S. production of selected halogenated aliphatic and monocyclic aromatic
hydrocarbons 51
28. Uses of selected halogenated aliphatic and monocyclic aromatic hydro
carbons 52
29. Experimentally determined octanol-water partition coefficients, solubilities, and
vapor pressures of selected halogenated aliphatic and monocyclic aromatic
hydrocarbons at room temperature 53
30. Evaporation times for 50 and 90 percent removal of chlorinated aliphatic
hydrocarbons (1 milligram per liter) at 25 CC, 200 revolutions per minute of
stirring, and a depth of 6.5 centimeters 54
31.Ratios of overall transfer coefficients for selected aliphatic and monocyclic
aromatic hydrocarbons to overall transfer coefficients for oxygen 54
32. Uses of phthalate esters in the United States 57
33. Solubilities and vapor pressures of selected phthalate esters 58
34. Selected bioconcentration factors of phthalate esters in aquatic systems 58
35. Chlorinated dibenzo-p-dioxins found in commercial pesticides 61
36. Single oral doses of dioxins necessary to kill 50 percent of exposed
animals 62
37. Bioconcentration factors of 2,3,7,8-tetrachlorodibenzo-p-dioxin for a variety of
aquatic organisms 62
38. Estimated annual inputs of polychlorinated dibenzo-p-dioxins to the Canadian
environment from major sources 64
39. Residues of chlorodibenzo-p-dioxins in soil samples from various locations in
the United States 65
40. Mean and maximum concentrations of detected residues of 2,3,7,8-
tetrachlorodibenzo-p-dioxin in a variety of freshwater and marine fish 65

VI Content»
41. Residues of polycyclic aromatic hydrocarbons in oils, gasoline, bitumen, and
sludge 67
42. Estimated annual benzo(a)pyrene emissions to the atmosphere 68
43. Experimentally determined octanol-water partition coefficients, solubilities, and
vapor pressures of selected polycyclic aromatic hydrocarbons 68
44. Calculated and experimental sediment-water sorption coefficients normalized
for organic carbon for a variety of polycyclic aromatic hydrocarbons 69
45. Bioconcentration factors for selected polycyclic aromatic hydrocarbons 69
46. Sediment residues of polycyclic aromatic hydrocarbons 71
47. Residues of polycyclic aromatic hydrocarbons in biota 72

Contents VII
ABBREVIATIONS

A Angstroms mg/L Milligrams per liter

atm-m3/mol Atmosphere-cubic meter Mg/yr Megagrams per year
per mole mi Miles
°C Degrees Celsius min Minutes
cm Centimeters mm Millimeters
cm/h Centimeters per hour mo Months
d Days mol/L Moles per liter
g/d Grams per day mol/m3 Moles per cubic meter
g/L Grams per liter m/s Meters per second
h Hours ng/L Nanograms per liter
kcal/mol Kilocalories per mole nm Nanometers
kg Kilograms pg/L Picograms per liter
kg/d Kilograms per day ppb Parts per billion
kg/ha Kilograms per hectare ppm Parts per million
kgfyr Kilograms per year ppt Parts per trillion
km Kilometers rpm Revolutions per minute
lb Pounds t Metric tons
Ibtyr Pounds per year torr-L/mol Torr-liters per mole
L-torr/K-mol Liter-torr per degree Kelvin- torr/molar Torr-liters per mole
mole yr Years
m Meter fig Micrograms
m2/h Square meters per hour ng/g Micrograms per gram
m3 Cubic meters Mg/kg Micrograms per kilogram
mg/kg Milligrams per kilogram ng/L Micrograms per liter

VIII Abbreviation*
Manmade Organic Compounds in the
Surface Waters of the United States—
A Review of Current Understanding
By James A. Smith, Patrick J. Witkowski, andlhomas V. Fusillo
Abstract
This report reviews the occurrence and distribution of
manmade organic compounds in the surface waters of the
United States. On the basis of their aqueous solubilities,
nonionic organic compounds partition themselves among
water, dissolved organic matter, particulate organic matter,
and the lipid reservoirs of aquatic organisms. Ionized organic
compounds can be adsorbed to sediments, thereby reduc
ing their aqueous concentrations. Transformation processes
of photolysis, hydrolysis, biodegradation, and volatilization
can attenuate organic compounds, and attenuation rates
commonly follow a first-order kinetic process.
Eight groups of manmade organic compounds are
discussed:
1. Polychlorinated biphenyls and organochlorine insecti
cides,
2. Carbamate and organophosphorus insecticides,
3. Herbicides,
4. Phenols,
5. Halogenated aliphatic and monocyclic aromatic hydro
carbons,
6. Phthalate esters,
7. Polychlorinated dibenzo-p-dioxins, and
8. Polycyclic aromatic hydrocarbons.
For each compound group, data pertaining to use, produc
tion, and properties are presented and discussed. Processes
that influence the environmental fate of each group, as
determined primarily through laboratory studies, are
reviewed, and important fate processes are identified. Envi
ronmental concentrations of compounds from each group in
water, biota, and sediment are given to demonstrate repre
sentative values for comparison with concentrations deter
mined during ongoing research. Finally, where data are
sufficient, regional and temporal contamination trends in the
United States are discussed.
INTRODUCTION
Background
Because of the dramatic increase in the production
and use of manmade (anthropogenic) organic com
pounds in the United States over the past 50 yr, the quality
of our Nation's surface-water systems has gradually dete
riorated. Organic contaminants have been detected in the
water, sediments, and biota of rivers, estuaries, and lakes
throughout the United States. Shackelford and Keith
(1976) documented the occurrence of 1,258 organic
compounds in 5,720 observations in 33 water types from
1970 to 1976. Gilliom (1985) reported the detection of
one or more pesticides in almost 20 percent of sediment
samples collected from more than 150 river sites in the
United States. Residues of persistent organochlorine
compounds have been detected around the world, includ
ing in antarctic snow (Peterle, 1969) and fish from depths
of 2,500 m in the Atlantic Ocean (Barber and Warlen,
1979).
Manmade organic compounds enter surface-water
systems in point-source discharges, nonpoint-source run
off, atmospheric deposition, and ground-water discharges.
The discharge of polychlorinated biphenyls (PCB's) into
the Hudson River (N.Y.) by two capacitor-manufacturing
plants is a notorious example of point-source contamina
tion. Over a 30-yr period, these plants combined to
discharge PCB's to the Hudson at an average rate of 14
kg/d (Brown and others, 1985). Although the discharge of
PCB's to the Hudson by these plants was stopped by 1977,
significant residues of the persistent organochlorine con
taminants remain in both the sediment and the biota.
Nonpoint-source discharges also can contribute to
surface-water contamination (Novotny, 1980), particu
larly with regard to pesticides applied to farmland and
forests. In many areas, sediment resulting from eroded
soil contains elevated concentrations of sorbed pesticides
and is regarded as the primary source of contamination of
Introduction 1
the surface-water system. Based on land-use data, greater
than 97 percent of land area in the United States is a
potential source of nonpoint contaminant discharges
(McElroy and others, 1975). Atmospheric deposition of
organic contaminants into surface waters also has been
documented. Heit and others (1984) determined that
PCB contamination of four remote lakes in Rocky Moun
tain National Park (Colo.) was attributable to the atmos
pheric transport and subsequent deposition of the organic
contaminants. They found that surficial sediments in the
lakes had total PCB concentrations as high as 540 ftg/kg
dry weight. Finally, ground water also can supply a
surface-water system with organic contaminants (Frank
and others, 1981), but the persistence of soluble ground
water contaminants in surface waters is typically not great
because of their volatility (Connor, 1984b).
Purpose and Scope
The increasing production and use of manmade
organic compounds coupled with their ease of transport
into surface-water systems makes knowledge of their
environmental behavior essential to the management of
the Nation's freshwater resources. The purpose of this
report is to provide an interpretative, critical review of the
scientific literature with regard to the occurrence, distri
bution, and fate of manmade organic compounds in the
surface-water systems of the United States. More specif
ically, the review examines organic-contaminant inter
actions with bottom and suspended sediment, the water
column, and the biota of rivers, estuaries, and lakes. Both
laboratory and field studies are reviewed, and, where
applicable, their results are compared and contrasted.
Examples of organic-contaminant concentrations reported
in field studies are given to serve as a means of compar
ison with ongoing research. Special emphasis is given to
the environmental variables and the physicochemical prop
erties of the organic compounds that are intrinsic to the
distribution and fate of the contaminant. Finally, where
data are sufficient, the regional and temporal distribution
patterns of manmade organic compounds in the surface-
water systems of the United States are discussed.
PROCESSES AFFECTING THE FATE AND
DISTRIBUTION OF ORGANIC COMPOUNDS
This section is divided into three main parts. The
first part reviews sorption interactions between sediments
and organic contaminants, the second discusses bioac-
cu mutation of organic contaminants, and the third reviews
transport and transformation processes affecting organic
contaminants in surface-water systems.
2 Manmade Organic Compounds In the Surface Water* of the United States
Sorption
Water quality has traditionally been assessed in
terms of concentrations of dissolved constituents. How
ever, certain organic contaminants can be sorbed to
suspended and bottom sediment and may be present in
sediment at concentrations that are orders of magnitude
higher than their dissolved concentrations. Sediments can
be a reservoir for many persistent organic compounds,
causing the compounds to remain in the surface-water
system years after input of the contaminant has stopped.
Additionally, the sorbed organic contaminant may repre
sent a large fraction of the total mass of contaminant
transported downstream. The ability to predict the extent
of sorption for a contaminant in a surface-water system
may, therefore, be extremely important in assessing water
quality.
Definitions
Unlike aqueous concentrations, concentrations of
anthropogenic organic compounds sorbed to sediment or
soil are expressed as a ratio of the mass of contaminant to
the mass of sediment or soil (for example, pg/g, ng/kg.
mg/kg). The extent to which an organic contaminant is
sorbed to a given sediment at equilibrium is quantified by
its distribution (sorption) coefficient, K,j , which is defined
as
where C, is the concentration of a contaminant sorbed to
a specific weight of sediment and Ce is the concentration
of the same contaminant dissolved in an equal weight of
water (Olsen and others, 1982).
For a given contaminant-sediment combination, C,
is a function of Ce and commonly is related to Ce by the
empirical Freundlich isotherm, given by
C,=KCe(1/n) ,
where K and n are empirical constants that are a function
of the sorbent and sórbate. If n has a value of unity, a plot
of C, versus Ce will be linear and K will equal the
previously defined sorption coefficient.
The sorption coefficient commonly is expressed on
an organic-matter basis and is defined as
Ko, -ik
where fom is the fractional mass of organic matter in the
sediment. Similarly, the sorption coefficient expressed on
an organic-carbon basis is defined as

KoC =
f
where foc is the fractional mass of organic carbon in the
sediment. The values of f4m and foc can be related by the
Van Bemmelcn factor of 1.724 (Allison, 1965), which
assumes that soil or sediment organic matter is composed
of 58 percent carbon. This conversion factor is, however,
only an approximation, and determinations of ioc and fom
typically are obtained by laboratory analyses.
An organic compound's octanol-water partition
coefficient, Kow, is defined as the ratio of the compound's
concentration in a known volume of n-octanol to its
concentration in a known volume of water after the
octanol and water have reached equilibrium.
Adsorption and Partitioning
Sorption of organic compounds by sediments can be
accomplished by either an adsorption or a partition proc
ess. Adsorption is a surface phenomenon that involves
formation of either a physical or a chemical bond between
the organic compound and a site on the sediment particle's
surface. Physical adsorption is caused by van der Waal's
forces, whereas chemical adsorption (chemisorption) is
the result of formation of a chemical bond between the
organic compound and the sediment (Khan, 1978). Ion
exchange is an example of chemical adsorption. For a
partition process, the organic compound distributes itself
between water and the sediment organic matter by molec
ular forces common to solution, similar to the distribution
between water and an organic solvent such as octanol
(Chiou and others, 1979; Hassett and others, 1980;
Chiou, 1981; Chiou, Schmedding, and Manes, 1982;
Chiou, Porter, and Schmedding, 1983).
Table 1 contrasts the characteristics of partition and
adsorption processes (Chiou and others, 1979; Chiou,
Porter, and Schmedding, 1983). Adsorption is a surface-
condensation process that occurs with high exothermic
heat in compensation for losses in entropy. The enthalpy
change for adsorption of a solute from water must be
greater than the solute's heat of condensation from water
(except when adsorption is very weak). For a partition
process, the heat of sorption equals the difference between
the molar enthalpies of solution of the solute in the
organic and water phases and typically is less exothermic
than the solute's heat of condensation. Adsorption pro
cesses are characterized by nonlinear isotherms, whereas
partition processes yield linear isotherms over a wide
range of solute solubility. An adsorption process is also
characterized by a competitive effect between solutes for a
fixed number of surface sites, while a partition process
involves independent sorption between individual solutes.
Finally, the magnitude of the partition coefficient of an
organic solute between an organic phase and water is
Processes Affecting the Fate and Distribution of Organic Compounds 3
Table 1 . Contrasting characteristics of adsorption and par
tition processes
Characteristics
AtePITtion Partition
High heats of sorption Low heats of sorption
Nonlinear isotherms Linear isotherms
Competitive sorption Noncompetitive sorption
Solubility dependence
determined primarily by the solute's solubility in water.
The dependence of the octanol-water partition coefficient
on solute-water solubility has repeatedly been demon
strated for various organic solutes (Chiou and others,
1977; Chiou and Freed, 1977; Mackay, 1977; Chiou,
Schmedding, and Manes, 1982; Miller and others, 1985);
water solubility was found to be the major factor affecting
the partition coefficient. In analogy to the solvent-water
system, Chiou, Porter, and Schmedding (1983) demon
strated that solute solubility also was the primary factor
influencing the partitioning of 12 nonionic organic com
pounds between water and soil organic matter. The
relation between aqueous solubility and K„w developed by
Chiou, Schmedding, and Manes (1982) is given in figure
1.
Because of significant differences between the
adsorption and partition processes, it is important to
determine the mechanism responsible for the sorption of
manmade organic compounds to sediments in surface-
water systems. Although the issue was considered unset
tled by some investigators (Kyle, 1981; Mingelgrin and
Gerstl, 1983; Curl and Keoleian, 1984; Maclntyre and
Smith, 1984), there is strong evidence that sorption of
nonionic and acidic organic compounds from water by soil
or sediment is caused primarily by the partitioning of the
solute into the soil/sediment organic matter (Chiou and
others, 1979, 1985; Chiou, Porter, and Schmedding, 1983;
Witkowski and others, 1987). Sorption of organic bases,
on the other hand, appears to occur primarily by adsorp
tion.
Sorption of Nonionic Organic Compounds
The sorptive behavior of nonionic organic com
pounds characteristic of a partitioning process has been
repeatedly observed. Chiou and others (1979) calculated
low heats of sorption for 1,2-dichlorobenzene and 1,1,1-
trichloroethane sorbed to a Willamette silt loam. Pierce
and others (1974) calculated low isosteric heats of sorp
tion for dichlorodiphenyltrichloroethane (DDT) sorbed
 to several types of particulate matter ranging from -2 to
+4 kcal/mol. Because the heat of condensation for DDT
is approximately 10 kcal/mol, an adsorption process would
o '
SÉ require at least 10 kcal/mol (exothermic). The low heats
o
O
_l
calculated by Pierce and others (1974) are in keeping with
K- 6 a partition process. Khan (1974b) also witnessed low
z
UJ isosteric heats of sorption of the weakly acidic herbicide
¡fc 5 2,4-D when sorbed to a fulvic acid-clay complex, again
ui
O indicating a partition process.
o
Figure 2 presents sorption isotherms for a variety of
2 4- nonionic organic compounds partitioned between water
< and a Willamette silt loam (Chiou and others, 1979). All
Q.
3 - the isotherms are linear, and, for 1,2-dichloropropane and
12 1,2-dichlorocthane, the isotherms are linear up to equi
Aromatic liquid» and solids:
librium aqueous concentrations that are 75 and 95 per
2 -
O log Kow • -0.862 log Sw + 0.710
cent of the solute's solubility. This observation, along with
z
(r ■ 0.994; n ■ 36) the low exothermic heat, cannot be reconciled by an
o
o adsorption model. Lotse and others (1968) observed
approximately linear sorption isotherms for lindane
sorbed to lake sediments. Karickhoff and others (1979)
-7 -6 -5 -4 -3 -2 -I 0
observed isotherm linearity for the sorption of pyrene and
SOLUBILITY IN WATER. LOG Sw, (MOLES PER LITER)
methoxychlor to natural sediments. Pierce and others
Figure 1. Correlation of octanol-water partition coefficient (1974) and Picer and others (1977) witnessed linear
with water solubility for selected aromatic liquids and solids at Freundlich isotherms for DDT sorption to natural sedi
25 °C. The solubilities of solid compounds in the plot are ments. Hassett and others (1980) reported linear iso
those of their supercooled liquids at 25 °C. [Reprinted with
permission from Environmental Science and Technology, v. therms for dibenzothiophene sorption to a variety of soils
16, 9 (1982). Copyright 1981 by the American Chemical and sediments. Finally, Herbes (1977) also observed
Society.]

1200 1 1 1—l—T i—i—i—i—r 1 " ' i ' " A

5 2 1000 -

200 400 600 800 1000 1200 1400 1600 1800 2000 2200 2400
EQUILIBRIUM CONCENTRATION, Ce, IN PARTS PER MILLION

Figure 2. Soil-water equilibrium isotherms of some neutral organic compounds at 20 °C. The soil used is a Willamette silt
loam with 1.6 percent organic matter, 26 percent clay, 3.3 percent sand, and 69 percent silt. [Reprinted with permission from
Science, v. 206, p. 831 (1979). Copyright 1979 by the American Association for the Advancement of Science.]

4 Manmade Organic Compounds In the Surface Waters of the United States

linear isotherms for anthracene sorption to particulate i 1 1 1 1 r
organic matter. All these examples of linear isotherms are
indicative of a partition process rather than an adsorption
process.
The noncompetitive effect of binary nonionic sol
utes on sorption isotherms was demonstrated by Chiou,
Porter, and Schmedding (1983), Chiou and others (1985),
and Chiou and Shoup (1985). Figure 3 presents soil-water
isotherms for single and binary solutes (Chiou, Porter,
and Schmedding, 1983). No competitive effects are
observed. Instead, the data indicate independent sorption
that is characteristic of a partition process. Additionally,
both isotherms are linear up to 60 to 90 percent of solute
saturation.
The solubility dependence of the sorption process
also has been observed. Senesi and Testini (1980) noted
increased sorption of some nitrogenated herbicides with
decreasing solubility. Sharom and others (1980a) noted EQUILIBRIUM CONCENTRATION. Ca,
IN MILLIGRAMS PER LITER
that the sorption of 12 insecticides by three types of soil
was inversely correlated with the insecticides' solubilities. Figure 3. Typical soil-water equilibrium isotherms for 1,3-
dichlorobenzene and 1 ,2,4-trichlorobenzene as single sol
Figure 4 presents data from Chiou and others (1979) utes and as binary solutes on a Woodburn silt loam soil at 20
showing the linear log-log relation between solubility and °C. [Reprinted with permission from Environmental Science
the soil organic matter-water distribution coefficient (K^) and Technology, v. 17, p. 229 (1983). Copyright 1983 by the
for a variety of nonionic organic compounds. The data American Chemical Society.]
demonstrate that the distribution coefficient decreases
with increasing solubility. The observed solubility depend-

I I I I I I I I
2A5,2',<5'-PCB
^s^ODT
10*
^\JJ,5,2',5'-PCB

10 - \^.2,4'-PCB

^^s^Tetrachloroelhene
l,2-Dichlorobenzene*V. J,|,|-Tfichloroethane _
7Z .„2
10 l,2-Bromo-3 chloropropane^L 1,1,2,2 -Tetro-
1,2-Dibromoethane*^ chloroethane
l^-Dichloropropane^
I I i i i i I 1,2-Dichloroethane
10 .-3
10" 10" 10' I 10 10 10 10 10 10
SOLUBILITY IN WATER. IN MICROMOLES PER LITER, LOG SCALE

Figure 4. Soil organics-water sorption coefficients plotted as a function of the aqueous solubilities of selected neutral
organic compounds. [Reprinted with permission from Science, v. 206, p. 831 (1979). Copyright 1979 by the American
Association for the Advancement of Science.]

Processes Affecting the Fate and Distribution of Organic Compounds 5

ence of the sorption process again lends support to the
hypothesis that partitioning between water and sediment
organic matter is primarily responsible for the sorption of
nonionic organic compounds by sediments.
Adsorption of nonionic organic compounds appears
not to be a significant mechanism in sediment-water
systems because of the ability of polar water molecules to
compete successfully with nonionic organic solutes for
mineral adsorption sites (Yaron, 1978; Chiou, Peters, and
Freed, 1981; Chiou, Schmedding, and Block, 1981; Chiou
and Shoup, 1985; Chiou and others, 1985). On the other
hand, sorption of nonionic organic compounds in the
absence of water may result primarily from an adsorption
mechanism. Yaron and Saltzman (1972) found that
parathion sorption from a hexane solution decreased with
increasing soil-moisture content. Chiou and others (1985),
when observing parathion and lindane sorption from
hexane onto dry and partially hydrated Woodburn soil,
observed nonlinear isotherms, strongly exothermic heats
of sorption, competitive sorption effects, and dependence
on clay content. Additionally, increased soil-moisture con
tent decreased sorption. In the absence of the competitive
effects of water for surface adsorption sites, the two
nonionic insecticides were apparently adsorbed to the
mineral surfaces. In hexane solution, little solute would
partition into the soil organic matter because of its high
solubility in the organic solvent. A slight increase in the
soil-moisture content, however, resulted in a sharp decline
in sorption owing to adsorptive competition by the water
molecules. Similar moisture-content effects have also
been observed by Yaron (1978) for the sorption of
organophosphorus insecticides to soils. Strong sorption of
organic vapors by dry soils has also been attributed to
adsorption by minerals since water is not present to
compete with the nonionic organic molecules for adsorp
tion sites (Chiou and Shoup, 1985).
The above hypothesis explains the results of Walker
and others (1975), who observed greater extraction effi
ciencies for petroleum hydrocarbons from dry sediment
when a more polar solvent was used. Polar solvents, such
as methylene chloride, can replace nonionic organic com
pounds that are weakly adsorbed to the sediment mineral
surfaces more effectively than can non polar solvents, such
as hexane (Chiou and Shoup, 1985). Likewise, the sorp
tion of a nonionic organic compound from a polar solvent,
such as methanol or methylene chloride, onto dry soil or
sediment would likely be insignificant (Chiou and others,
1985). The compound's high solubility in the solvent
would greatly limit partitioning into the soil or sediment
organic matter, and the polar solvent would successfully
compete with the solute for surface-adsorption sites. This
observation is in agreement with the data of Nkedi-Kizza
and others (1985), who observed decreased sorption of
anthracene, atrazine, and diuron from water onto soil
when methanol or acetone was added as a cosolvent. The
6 Manmade Organic Compounds in the Surface Waters of the United States
cosolvent enhanced solute solubility (thus reducing the
partition of solute into organic matter), while significant
adsorption by minerals was prevented by the polar mixed
solvents. In surface-water systems, however, sorption of
nonionic organic compounds will always occur from water.
Therefore, adsorption processes are likely to be insignif
icant compared with the partition of the organic com
pound into the sediment organic matter
Importance of particulate organic matter
Because sorption of nonionic organic compounds
appears to be caused by partition between water and
sediment organic matter, sediments having large organic-
matter contents would be expected to sorb greater
amounts of solute than sediments having small organic-
matter contents. A correlation between organic-matter
content and sorption has been observed by numerous
investigators (Pierce and others, 1974; Spencer and oth
ers, 1974; Choi and Chen, 1976; Herbes, 1977; Rao and
Davidson, 1979; Hassett and others, 1980; Sharom and
others, 1980a; Abdullah and Ringstad, 1982; Banwart
and others, 1982; Hassett and Anderson, 1982; Nkedi-
Kizza and others, 1983; Glotfelty and others, 1984; Oliver
and Charlton, 1984; Brown and others, 1985; Stamer and
others, 1985) and is an important consideration when
comparing sorption data obtained from different sedi
ments. Two sediment samples collected from the same
river cross section may have significantly different con
taminant concentrations if their organic-matter contents
are dissimilar.
To allow comparisons of sorption coefficients
obtained from different sediments, Karickhoff and others
(1979) normalized experimentally determined sediment-
water sorption coefficients by dividing by the organic-
carbon content of the sediment. The resulting organic-
carbon sorption coefficient, K,,,., differed little from
sediment to sediment. Rao and Davidson (1979) meas
ured soil-water sorption coefficients for several pesti
cides using three soil types. The sorption coefficients
varied greatly with soil type, but when the coefficients
were adjusted to reflect the organic-carbon content of the
soils used, the resulting K,,,. values showed much greater
independence from soil type. Similarly, Nkedi-Kizza and
others (1983) observed that soil-water sorption coeffi
cients obtained using six particle-size fractions of a Web
ster soil differed by a factor of 7, while calculated Koe
values differed by a factor of only 1.5. In a field study of
atrazine and simazine sorption, Glotfelty and others
(1984) also observed much less variability in K„c values
than in sorption coefficients not normalized for the
organic-carbon effect. The results of these studies indi
cate that sorption coefficients normalized for sediment
organic-carbon content will best reflect spatial contami
nation trends by eliminating much of the variability caused
by different concentrations of organic matter in sedi
ments.
Because solute solubility in water (S) is the primary
factor affecting both the soil organic-matter sorption
coefficient (Chiou, Porter, and Schmedding, 1983) and
the octanol-water partition coefficient (Chiou, Schmed
ding, and Manes, 1982), a relation can be established
between S or Kow and the sediment organic-carbon sorp
tion coefficient. Such a relation is depicted in figure 5 for
10 nonionic organic compounds partitioned between
water and the coarse-silt fractions of two sediments
(Karickhoff and others, 1979). Sorption differences
caused by different solute types are accounted for by S or
Kow, and differences caused by different sediment types
are accounted for by organic-carbon content. Similar
relationships have been developed by Banwart and others
(1982) and Oliver and Charlton (1984). Chiou and others
(1979), Chiou, Porter, and Schmedding (1983) also have
developed such relations, but they have normalized the
sediment-water sorption coefficient by the organic-matter
content rather than the organic-carbon content.
Relations such as the one depicted in figure 5
potentially are very useful because they allow prediction
of the sediment-water sorption coefficient for a multitude
of nonionic organic contaminants with a knowledge of
only the sediment organic-matter content and the solute's
solubility or octanol-water partition coefficient. The Kom
(or K^) value for a given compound will likely show some
variation from sediment to sediment because of variations
in the composition of the sediment organic matter (Means
and others, 1982; Chiou, Porter, and Schmedding, 1983;
Chiou and others, 1984). However, this variation is small
compared with variations in the sediment-water sorption
coefficient prior to normalization for organic-matter con
tent.
In general, sediment organic-matter content has
been shown to increase with decreasing particle size (Choi
and Chen, 1976; Frank and others, 1979; Scott and others,
1982; Simmons and Kotz, 1982; Ricci and others, 1983;
Stamer and others, 1985). Therefore, the highest sorbed
contaminant concentrations are commonly found in the
silt and clay fractions of surface-water sediments. Bottom
sediments containing large percentages of silts and clays
typically accumulate in areas of low water velocity, such as
along the banks of rivers or lakes. Hunter and others
(1980), in a study of an Oklahoma stream, observed the
highest PCB concentrations in areas of sediment deposi
tion. Routh (1972) likewise detected elevated DDT con
centrations in Salinas River (Calif.) sediments in areas of
low velocity.
It should be noted that although the highest con
taminant concentrations are usually found in the silt- and
clay-size fractions of a sediment (because of their usually
high organic-carbon content), numerous exceptions have
been documented. Stainken and RoIIwagen (1979) found
Processes Affecting the Fate and Distribution of Organic Compounds 7
LOG WATER SOLUBILITY (MOLE FRACTION x 109)
1O0 -10 0 1.0 2j0 3j0 4j0 50
ao
A Octanol/Water
0 Water solubility
80
70 -
60
u
o
o 5j0
o
_l
4X3
ao /
20
10
f%
°<) 1 2 3 4 5 6 7
Figure 5. Sorption coefficient normalized for organic-
carbon content (r^J as a function of compound water
solubility and octanol-water partition coefficient (KoJ).
[Reprinted with permission from Water Research, v. 13, p.
247 (1979). Copyright 1979 by Pergamon Press Ltd.]
no correlation between percent silt-clay and PCB concen
trations in sediment samples from Raritan Bay (NJ.). Van
Luik (1984) similarly found no correlation between per
cent silt-clay and either PCB or polycyclic aromatic
hydrocarbon (PAH) concentrations in sediment samples
from the Calumet Sag Channel (111.). In a laboratory study
of dibenzothiophene sorption to soils and sediments,
Hassett and others (1980) observed no relation between
the partition coefficient and either the cation-exchange
capacity, the clay mineralogy, the percentage of clay, or the
surface area of the soil-sediment. However, a positive
correlation was observed between the partition coefficient
and the organic-matter content of the soil-sediment.
Organic-matter content, therefore, seems to be the most
important indicator of a sediment's sorptive capacity for
nonionic organic solutes.
Frank and others (1979, 1981), Frank, Thomas,
Braun, and others (1980), and Frank, Thomas, Holdrinet,
and Damiani (1980), after observing the relatively low
sorptive capacity of the sand-size fraction of Great Lakes'
sediment compared with the silt- and clay-size fractions,
corrected their sorption data for the variable content of
sand in the different samples. Although this correction
was an improvement, the approach depended on the
relation between organic-carbon content and particle size
and did not consider differences in the organic-carbon
contents of the different sediment samples. The studies by
Frank and others dealt with nonionic sorbates, such as
PCB's and organochlorine insecticides, that will likely
sorb by partition into the sediment organic matter. There
fore, a better normalization approach might have been to
divide the sorbed contaminant concentration by the
organic-matter content of the sediment sample, as illus
trated by Smith and others (1987). This approach does
not depend on the organic-matter content to increase with
decreasing particle size. It also accounts for differences in
the organic-matter contents of the silt-clay fractions of the
different sediment samples.
Importance of dissolved organic matter
Although the sorption coefficient is strongly influ
enced by sediment organic-matter content, the presence
of dissolved organic matter (DOM) also can influence the
sorption coefficient by serving as an additional organic
phase into which a solute can partition. In this manner,
DOM increases the apparent solubility of the solute in
water while the amount of solute partitioned into the
sediment organic matter may remain relatively unchanged
because of low concentrations of DOM. The resulting net
effect will be a decrease in the sediment-water sorption
coefficient. Chiou and others (1986) have demonstrated
that the apparent aqueous solubilities of DDT and two
PCB isomers increase linearly with DOM content, with
no indication of competitive effects. They attribute the
solubility enhancement of highly water insoluble organic
solutes by DOM to a partitionlike interaction of the
compounds with the microscopic organic environment of
the high-molecular-weight DOM. The solubility enhance
ment caused by DOM has also been observed by other
researchers for DDT (Wershaw and others, 1969; Carter
and Suffet, 1982; Caron and others, 1985), phthalate
esters (Matsuda and Schnitzer, 1971), and the alkanes,
hexadecane and eicosane (Boehm and Quinn, 1973). For
more soluble compounds such as lindane, however, DOM
concentrations up to 100 mg/L have been shown to have
no significant enhancement effect on solute solubility
(Caron and others, 1985; Chiou and others, 1986), which
is in agreement with the proposed partition interaction
between solute and DOM. Therefore, only relatively
insoluble organic compounds, such as DDT or PCB's, are
likely to exhibit enhanced solubility and reduced sorption
coefficients in the presence of sufficient concentrations of
DOM.
The ability of DOM to affect the sorption coeffi
cient helps to explain the phenomenon known as the
"solids effect," or the observed decrease in sorption
coefficients with increasing sediment concentration. This
effect has been studied by numerous researchers (Lotse
8 Manmade Organic Compounds in the Surface Waters of the United States
and others, 1968; Grover and Hance, 1970; Herbes, 1977;
O'Connor and Connolly, 1980; Horzempa and Di Toro,
1983b; Koskinen and Cheng, 1983; Voice and others,
1983; Curl and Keoleian, 1984; Bowman and Sans, 1985a;
Gschwend and Wu, 1985; Voice and Weber, 1985), and in
some cases an order of magnitude increase in the sedi
ment concentration resulted in a decrease of comparable
magnitude in the sorption coefficient. Voice and others
(1983) and Gschwend and Wu (1985) have found that
increased sediment concentrations result in increased
DOM concentrations. Because increased DOM can
reduce the apparent sorption coefficients of relatively
insoluble organic compounds, the relation between the
sediment concentration and the sorption coefficient can be
at least partially attributed to the solubility-enhancing
effect of DOM (Voice and others, 1983; Chiou and
others, 1984; Gschwend and Wu, 1985; Voice and Weber,
1985).
DOM, therefore, may be very important in deter
mining the environmental fate of extremely hydrophobic
organic pollutants. Sorption coefficients may differ
greatly between bottom sediments and suspended sedi
ments because of the large variation in sediment concen
tration and, consequently, DOM concentration (Voice and
Weber, 1985); organic compounds that partition strongly
to DOM may not exhibit the same bioavailability as they
would if they existed in a free, solubilized state. Similarly,
other fate-influencing processes such as volatilization,
hydrolysis, or photolysis also may be substantially
affected by the partitioning of organic compounds into
DOM. However, available data suggest that under typical
environmental conditions the solubilities of only the least
soluble organic compounds will be enhanced by DOM,
and that the extent to which these compounds partition
into DOM will depend on the polarity and size of the
dissolved organic molecules along with the solute's solu
bility (Chiou and others, 1986).
Sorption of Ionic Organic Compounds
Herbicides and phenolic compounds represent the
majority of environmentally significant ionic organic com
pounds. Compared with nonionic organic compounds,
such as PCB's and chlorinated insecticides, they generally
have much higher aqueous solubilities, and, as a result,
solute partitioning into sediment organic matter is greatly
reduced. Their solubilities are functions of system pH, so
sorption can be expected also to vary with pH. Ionic
organic compounds dissociate to either cations or anions,
and, based on the surface charge of sediment particles,
the ionized organic compound may be able to compete
successfully with water molecules for surface adsorption
sites. Table 2 lists some of the environmentally important
anionic and cationic organic compounds.
Table 2. Selected anionic and cationic organic compounds
of environmental significance
Anionic Cationic
Dalapon Ametryn
D i camba Atrazine
2,4-D Cyperquat
2,4,5-T Difenzoquat
Glyphosate Diquat
Ficloram Paraquat
Phenol Benzidine
Chlorophenols Prometon
Nitrophenols Prometryn
Cresols
Organic acids
The solubility of organic acids increases with pH as
a result of increased deprotonation and the resulting
anion formation. The organic anion presumably does not
displace polar water molecules (or other inorganic cat
ions) bound to surface adsorption sites inasmuch as
particle surfaces, like the organic anion, generally are
negatively charged (Khan, 1974c, 1980; Hayes and others,
1975; Jackson, 1975; Wang, 1975; Mulholland, 1981;
Davis, 1982; Olsen and others, 1982). Therefore, because
increased dissociation of the organic acid will not cause
increased adsorption and because increased solute solu
bility will reduce solute partitioning into the sediment
organic matter, the sorption of organic acids will be
reduced at elevated pH.
Schellenberg and others (1984) noted decreased
sorption coefficients for chlorinated phenols when pH was
increased from 6.5 to 8.5. The sorption isotherms were
linear even at the higher pH values, indicating that solute
adsorption was small compared with solute partitioning
into the sediment organic matter despite the presence of
the phenolate anion. This is consistent with the hypothesis
that organic anions are repelled from negatively charged
particle surfaces. Linear isotherms for phenolic com
pounds also have been determined by Scott and others
(1982). Khan (1974b) observed nearly linear isotherms
and low isosteric heats of sorption for 2,4-D sorption by a
fulvic acid-clay complex, despite the fact that more than
50 percent of the 2,4-D was present in its anionic form.
Nkedi-Kizza and others (1983) observed approximately
linear isotherms for 2,4-D sorption to different soil
particle-size fractions and noted the dependence of the
sorption coefficient on the soil's organic-matter content.
Linear isotherms also have been observed for 2,4,5-T
sorption onto soil from water (Koskinen and Cheng,
1983). These results indicate that the organic anions
present in solution generally do not exhibit appreciable
Processes Affecting the Fate and Distribution of Organic Compounds 9
adsorption owing to their negative charge, and that any
sorption that does occur is attributable primarily to
partitioning of the undissociated organic acid into the
sediment organic matter (Chiou, 1981). Sorption of
organic acids as influenced by partitioning will be reduced
at higher pH because of increased solute solubility and
decreased undissociated solute concentration in accord
ance with the results of Schellenberg and others (1984).
Organic bases
Sorption of organic bases to sediment also will be
largely controlled by pH, but, in contrast to organic acids,
adsorption of the protonated organic cation to particle
surfaces (presumably by ion exchange or ion pairing) can
be a significant sorption mechanism. Khan (1972a) has
noted that sorption of basic herbicides is greatest at pH
values close to the herbicides' pKj, (-log base dissocia
tion constant) values. At pH > > pK,,, the basic herbi
cides are almost completely in their neutral form and will
be unable to compete with water molecules for mineral
adsorption sites of the sediment because of their neutral
charge. Partitioning into the sediment organic matter may
also be low owing to the generally high solubility of the
basic herbicides. At pH < < pK„, the organic base will be
almost completely in its cationic form, but adsorption will
be retarded because of the high hydrophilicity of the
cations in combination with the increased protonation of
many of the acidic functional groups on the sediment
organic matter. This counteracting effect makes the effi
ciency of the adsorption process a maximum at pH
around pK„.
Zierath and others (1980) found that system pH
controlled the sorption of benzidine to soils and sediments
by varying the amount of benzidine present in the cationic
form. Benzidine sorption increased as pH was lowered to
values approaching the compound's pK^ Sorption of the
ionized species also was correlated with the surface area
of the soil-sediment used. Narine and Guy (1982)
observed diquat sorption to humic acid to increase as pH
was raised from 2.0 to 9.0. Because diquat is essentially
100 percent in its cationic form within this experimental
pH range, the increased diquat sorption at high pH can be
attributed to a charge interaction (ion exchange or ion
pairing) of diquat with the negatively charged acidic
phenolic and carboxylic functional groups (having pK,
(-log acid dissociation constant) values of about 10 and
4, respectively) of the humic acid. The increased pro
tonation of the functional groups at low pH decreases the
availability of adsorption sites for the organic cations. The
importance of the adsorption process to the sorption of
organic bases is demonstrated by the data in figure 6 (Juo
and Oginni, 1978), which presents sorption isotherms for
paraquat using a variety of soils. The nonlinear isotherms
are indicative of an adsorption process. Distinctly nonlin
ear isotherms also have been reported by Karickhoff and
 100 150 200 250 350
C. MILLIGRAMS PER LITER
Figure 6. Adsorption isotherms of paraquat in soils. The X-axis denotes the paraquat concentration, C, in
water. [Reprinted with permission from Journal of Environmental Quality, v. 7, p. 11 (1978). Copyright 1978 by
the American Society of Agronomy, Crop Science Society of America, and Soil Science Society of America.]

Brown (1978) for the sorption of paraquat by sediment
and by Khan (1974a) for the sorption of paraquat and
diquat.
Organic cations appear to be adsorbed primarily by
an ion-exchange mechanism, as is evidenced by the
infrared spectroscopic analyses of Khan (1974a) and
Senesi and Testini (1980). The adsorption process is,
therefore, sensitive to both the charge and atomic radius
of the saturating cation associated with the sediment.
Khan (1974c) stated that the sediment-associated cations
that enhanced adsorption of both diquat and paraquat to
a humic acid followed the sequence Al+3 < Fe+3 < Cu+2 <
Ni+2 < Zn+2 < Co+2 < Mn+2 < H+ < Ca+2 < Mg+2. This
relation is inversely related to the stability of the element
when complexed with humic acid (Khan, 1974c). The
stability of an element typically increases with both
valence and ionic radius. Strongly bound cations, such as
Al+3 or Fe+3, are more resistant to displacement by an
organic cation than are weakly bound cations, such as
Ca+2 or Mg+2. The variation in organic-cation sorption as
a function of the type of inorganic cation saturating the
soil or sediment also has been observed by El-Dib and
Aly (1976b) and Hayes and others (1975). Hayes and
others (1975) also noted that while different saturating
inorganic cations may influence the sorption of bipyridyl-
ium herbicides, this influence will also depend on the type
of clay mineral present. Karickhoff and Brown (1978)
observed sorption coefficients for paraquat to be corre
lated with the cation- exchange capacity of different
particle-size fractions of a natural sediment. Zierath and
others (1980) similarly noted that benzidine sorption
increased directly with particle surface area.
Because sorption of organic bases, such as the
bipyridylium herbicides, is due primarily to an adsorption
process, solute solubility and sediment organic-matter
content may not be sufficient parameters to predict
sorption coefficients. As described above, the solute's pK„
and sediment factors, such as cation exchange capacity,
surface area, or the charge or atomic radius of the
saturating inorganic cation, also may be important in
determining a sorption coefficient. System parameters,
such as pH and ionic strength (Narine and Guy, 1982),
may also influence sorption. For these reasons, predictive
sorption modeling is more complex for organic bases than
for organic acids or nonionic organic compounds. How
ever, the environmentally significant compounds that

10 Manmade Organic Compounds In the Surface Waters of the United States

exhibit the greatest tendency to sorb to surface-water
sediments are the hydrophobic, nonionic organic com
pounds, such as the organochlorine insecticides and
PCB's.
Bioaccumulation
Bioaccumulation (or bioconcentration) is the uptake
of organic compounds by biota from either water or food.
Many toxic organic chemicals attain concentrations in
biota several orders of magnitude greater than their
aqueous concentrations, and, therefore, bioaccumulation
poses a serious threat to both the biota of surface waters
and the humans that feed on these surface-water species.
The extent to which an organic compound tends to
accumulate in an aquatic organism is quantified by the
bioconcentration factor (BCF). Chiou (1981) defines
BCF as the ratio of the concentration of a contaminant in
an organism or the tissue of an organism to the concen
tration in water. BCF also can be defined as the ratio of an
organism's accumulation rate to its depuration rate (Neely
and others, 1974). BCFs have been applied to quantify
organic-contaminant concentrations in a variety of
surface-water organisms. Agarwal and others (1982) doc
umented the accumulation of DDT isomers by the fresh
water ciliate Tetmhymena piriformis. Barker (1984) noted
the bioconcentration of organochlorine compounds at
four different trophic levels in the Schuylkill River (Pa.)
Belluck and Felsot (1981) observed pesticide bioaccumula
tion by caddisfiy egg masses. Birmingham and Colman
(1983) documented diquat accumulation by freshwater
plants. Microorganisms also have been shown to accumu
late organic compounds (Grimes and Morrison, 1975;
Paris and others, 1977; Blair and others, 1982). Addition
ally, numerous examples of organic-compound bioac
cumulation have been documented for fish and shellfish
(Biddinger and Gloss, 1984).
Importance of Biological Lipid Reservoirs
Hamelink and others (1971) first proposed that the
uptake of hydrophobic compounds by fish is accom
plished primarily by exchange equilibria between the
water and blood followed by storage in the fish's lipid
reservoirs. Since then, researchers have investigated the
importance of lipid-water partitioning with regard to
bioaccumulation.
Hansch and others (1968) implied that the bioac
cumulation of organic contaminants from water is com
parable to the partitioning of the contaminant between
water and an organic solvent such as octanol. In surface-
water systems, hydrophobic organic contaminants will
partition themselves between water and the lipid reser
voirs of biological organisms, with solute solubility in
water being a primary factor affecting the magnitude of
Processes Affecting the Fate and Distribution of Organic Compounds 1 1
the BCF for any given organism. However, unlike a
solvent-water system, biological lipid-water systems do not
attain rapid equilibrium. Slow solute diffusion to the lipid
reservoir, combined with metabolic breakdown or aque
ous phase transformation processes, can delay or even
prevent the attainment of an equilibrium condition (Chiou,
1981). Generally, stable organic compounds having low
aqueous solubility exhibit the longest equilibration times.
Sanders and Chandler (1972) did not observe an equilib
rium condition for PCB uptake from water by crayfish
even after 21 d of exposure. Similarly, DDT uptake by
goldfish did not result in steady-state concentrations even
after 50 d (Rhead and Perkins, 1984). Oliver and Niimi
(1983) monitored the bioconcentration of a variety of
chlorinated benzenes by rainbow trout and noted that, as
compound solubility decreased, the time to reach equili
bration generally increased. Dichlorobenzene isomers
attained equilibrium after 10 d, but pentachlorobenzene
did not reach a steady-state concentration after 119 d. The
tri- and tetrachlorobenzenes reached equilibrium after
about 15 and 50 d, respectively. For the more soluble
organic compounds, such as the herbicides alachlor and
dinoseb, bioaccumulation by fathead minnows has been
observed to reach equilibrium after only 24 h (Call and
others, 1984).
The time required to reach equilibrium has also
been shown to be a function of fish size. Murphy (1971),
in a laboratory bioaccumulation study using female mos
quito fish, observed that the larger fish accumulated DDT
from the water at a slower rate than smaller fish exposed
to the same aqueous concentration. Similar results have
been observed for the bioaccumulation of dieldrin (Rein-
ert, 1972).
The hypothesis that bioaccumulation is caused pri
marily by partition into the lipid reservoirs of aquatic
organisms is supported by the repeated observation of
increased BCFs with increased lipid content. Canton and
others (1977) noted that the greatest accumulation of
hexachlorocyclohexane occurred in Chlamydomonas cells
having the greatest lipid contents. Helwig and Hora
(1983) confirmed the lipophilicity of PCB's by quantifying
the compound's elevated concentration in fat tissue rela
tive to meat tissue in Minnesota snapping turtles. Niimi
(1979) measured the concentrations of hexachloro-
benzene (HCB) in lake trout, rainbow trout, and coho
salmon from Lake Ontario. The mean fat contents of each
species of fish were proportional to their whole-body
HCB concentrations. Additionally, HCB concentrations in
fish samples within each species increased with fish size.
Similar lipid-content effects were observed by Rudling
(1970) with pentachlorophenol accumulation, by Ryan
and others (1984) for dioxin and PCB accumulation, and
by Seguchi and Asaka (1981) for diazinon accumulation.
Skea and others (1979) placed fish in submerged cages in
the Hudson River (N.Y.) to quantify the bioaccumulation
 1
1 10 102 103 104 105 108 107 108 109
K
ow
Figure 7. Correlation of bioconcentration factor (BCF) versus octanol-water partition coefficient (Kow)
showing the correlations of Veith and others (1979), Neely and others (1974), and Mackay (1982a) (labeled
"this work*). Only solid points are included in the regression. [Reprinted with permission from Environmental
Science and Technology, v. 16, p. 277 (1982). Copyright 1982 by the American Chemical Society.]

of PCB's. Again, the highest PCB concentrations were
found in the largest fish (which possessed the highest lipid
contents). The results of these studies indicate the impor
tance of lipid content to the bioaccumulation of organic
compounds. For a given exposure level, organisms having
the highest lipid contents can be expected to accumulate
the greatest amount of organic solute on a concentration
basis. Similarly, the accumulated contaminant will likely
concentrate itself in an organism's lipid reservoirs.
The extent to which an organic compound is bioac-
cumulated by a given aquatic organism depends largely on
its aqueous solubility. As discussed earlier, decreasing
solubility correlates with increasing K,,,,. Because bioac
cumulation appears to be a partitioning process, the BCF
can be expected to vary inversely with solubility. Also, the
BCF can be expected to vary with K,,,, such that increas
ing KoW yields increasing BCF. Examination of the scien
tific literature reveals that these relations have been
demonstrated in the laboratory. Mackay (1982a) compiled
data from a variety of sources to develop figure 7, in
which the BCFs based on whole-fish mass are used. The
majority of the data are from the work of Veith and others
(1979); their plot of log versus log BCF is labeled in
the figure along with the plot developed by Neely and
others (1974). By selectively disregarding some of the
data in figure 7, Mackay (1982a) developed his own
relation (labeled "this work" in the figure), having the
equation
log BCF=log K^-132
with a correlation coefficient of 0.95. The data of Neely
and others (1974), not included in the above correlation,
resulted in the following relation:
log BCF=0.52 log K,,,, +0.124
with a correlation coefficient of 0.948. Casserly and others
(1983) also correlated KoW with BCF for the green alga
Selenastmm capricomutum and established the equation
log BCF=0.46 log K^+2.36
with a correlation coefficient of 0.83. Similar correlations
have been reported by Oliver and Niimi (1983, 1985),
Konemann and van Leeuwen (1980), and Southworth and
others (1978a, 1978b). Figure 8 presents a plot of BCF as
a function of aqueous solubility for a variety of pesticides

12 Man made Organic Compounds In the Surface Waters of the United States
 10~3 10~2 10"1 1 101 102 103 104

LOG SOLUBILITY, IN MICROMOLES PER LITER

Figure 8. Relation between log water solubility of pesticides and log bioconcentration factor (BCF) for Triaenodes
tardus egg masses. HCB is hexachlorobenzene. [Reprinted with permission from Bulletin of Environmental Contami
nation and Toxicology, v. 26, p. 304 (1981). Copyright 1981 by Springer-Verlag New York, Inc.]

accumulated by caddisfly egg masses (Belluck and Felsot,
1981). Again, a linear log-log relationship is assumed and
defined by the equation
log BCF=-0.52 log S+1.67.
Other solubility-BCF relations have been demonstrated by
Chiou and others (1977) and Metcalf and others (1975).
These relations indicate the dependence of the BCF on
organic compound solubility and on Kow. The BCF tends
to increase with decreasing solubility and (or) increasing
octanol-water partition coefficient.
Although numerous researchers have successfully
performed regression analyses for BCFs as a function of
either solubility or octanol-water partition coefficient, the
BCFs for a given compound predicted by many of the
correlation equations are significantly different, some
times by orders of magnitude. Chiou (1981, 1985) has
suggested that these differences are accounted for largely
by differences in the lipid contents of the aquatic organ
isms used to develop the different correlations. To account
for this effect, Chiou (1985) normalized BCF values
obtained from the work of Kbnemann and van Leeuwen
(1980) and Oliver and Niimi (1983) by dividing them by
the fraction of lipid present in the organism. Figure 9
presents a log-log plot of the lipid-normalized BCFs for
rainbow trout and guppies versus the triolein-water par
tition coefficients (K,w) for a variety of organic com
pounds. The parameter KIW was used instead of K„w
because triolein more closely resembles the fish lipid than
does octanol. The data are well correlated, and the
regression equation takes the form
log BCF= 0.957 log K,w+ 0.245
with n=18 and a correlation coefficient= 0.915. Unlike
previous regressions, no systematic differences between
the two fish species are evident. Just as sorption coeffi
cients can be estimated from sediment organic-matter
content and a compound's solubility, or K,,,, the above
correlation allows the prediction of the BCF from only a
knowledge of the organism's lipid content and the
compound's K,w. Chiou (1985) also related K,w to K,,,, so
the BCF can also be determined from the compound's KoW

Processes Affecting the Fate and Distribution of Organic Compounds 13


Figure 9. Correlation of log bioconcentration factor (BCF)
on the basis of fish lipid content with log triolein-water
partition coefficient (!<„») for a variety of nonionic organic
compounds. Vertical limits of bars for rainbow trout are the
minimum and maximum BCF's reported. [Reprinted with
permission from Environmental Science and Technology, v.
19, p. 61 (1985). Copyright 1984 by the American Chemical
Society.]
using the following equation:
log BCF= 0.893 log K„w+ 0.607
with n=18 and a correlation coefficient=0.904.
Differences between predicted and actual BCF's
can arise because of a variety of factors (Chiou, 1985).
The BCFs determined in figure 9 are assumed to be at an
equilibrium condition. If a compound is unstable in water
or is metabolized at a rate greater than the rate of
equilibration with the organism's lipid reservoir, actual
BCFs will be lower than predicted values. Also, partition
ing of an organic compound into the nonlipid phases of an
organism may be significant for compounds of high
aqueous solubility. Third, dissolved organic matter may
enhance the solubility of organic compounds, which in
turn would result in lower apparent BCFs than predicted
by a compound's K„w. Finally, Niimi and McFadden
(1982) and Oliver and Niimi (1983) have observed that
BCFs increase slightly with increasing solute concentra
tion (although Isensee and Jones (1975) and Canton and
others (1977) did not observe variance of BCFs with the
solute's aqueous concentration). Despite these possible
sources of variation in the prediction of BCFs, consider
14 Manmade Organic Compounds In the Surface Water* of the United States
ation of the lipid contents of different aquatic organisms
will likely result in better comparability of BCFs.
Biomagnification
There has been considerable debate as to whether
bioaccumulation of organic compounds in aqueous sys
tems is based on the physicochemical properties of the
compound acting in combination with the physiology of
the aquatic organism or is attributable to the trophic
transfer of these compounds through the food chain
(Biddinger and Gloss, 1984). The latter concept of
aqueous-system biomagnification, or the accumulation of
organic compounds through trophic transfer, is not well
substantiated by the scientific literature.
Previous assumptions of biomagnification have been
based on data that neglected to account for physiological
differences between organisms. In most cases, reports of
aqueous system biomagnification were confused with the
concept of bioaccumulation resulting from the uptake of
organic chemicals directly from water. To determine if
biomagnification is an important process in aqueous
systems, recent studies have been conducted to isolate the
relative importance of food and water to the uptake of
organic compounds by aquatic organisms. The results of
these studies have indicated that the uptake of contami
nants through food has only a small effect on the accu
mulation of organic contaminants by aquatic organisms
relative to uptake resulting from exchange equilibria with
water.
Canton and others (1975) studied the bioaccumula
tion of hexachlorocyclohexane (HCH) using the following
food chain combinations: algae-daphnia, daphnia-guppy,
and guppy-trout. When compared with contamination by
water alone, the transfer of HCH through the food chain
was minimal, and the authors concluded that uptake of
HCH from water was much more important than uptake
through food. In a study of atrazine uptake by freshwater
mollusks and fish, Gunkel and Streit (1980) illustrated
that the feeding of contaminated food to the organisms
did not increase their equilibrium whole-body atrazine
concentration above the level obtained by exposure to
contaminated water only. Additionally, by noting that the
highest BCFs were occurring in the organs of the fish
that had high blood circulation, they postulated that
atrazine is taken in by the gills and transported in the
blood to the organs. They went on to use tritiated-water-
balance calculations to determine that the swallowing of
water and the exchange of water through the skin are of
little importance to either the fish's water balance or its
accumulation of atrazine. Niimi and Cho (1983) analyzed
fish from Lake Ontario representing two trophic levels
and noted that pentachlorophenol (PCP) levels in the fish
from the different trophic levels were not significantly
different. In an earlier study, Niimi and McFadden (1982)
illustrated that rainbow trout exposed to aqueous PCP
concentrations of 35 ng/L and 660 ng/L accumulated 9 /ig
and 115 ng of PCP, respectively, after an exposure period
of 1 15 d. Although the fish's diet had a PCP concentration
of 3 Mg/kg, the authors estimated that no more than 2 fig
of PCP were accumulated through diet. Southworth and
others (1979) also confirmed the importance of the
uptake of organic contaminants from water. They showed
that the uptake rates of acridine by freshwater fish via
ingestion of contaminated invertebrates (0.02 /ig/g/h) or
by ingestion of contaminated sediment (0.01 fig/g/h) were
insignificant relative to the rate of direct uptake from
water (1.40 figlglh).
In further support of the hypothesis that aqueous
solute concentrations control the extent of bioaccumula-
tion are the data of Canton and others (1977) and Paris
and others (1977). The former study determined that the
accumulation of HCH by the marine algae Chlamydo-
monas was the same for both living and dead cells. The
study of Paris and others (1977) reported the same results
for the bioaccumulation of toxaphene by a variety of
aquatic microorganisms. The metabolic processes of the
aquatic organisms, therefore, had no measurable effect
on the equilibria established between the water and the
lipid reservoirs of the microbes.
Some laboratory studies have noted that the uptake
of organic contaminants from food has significantly con
tributed to the bioaccumulation of the compound in the
aquatic organism. However, many of these studies did not
allow an equilibrium condition (essentially zero change of
contaminant concentration in the aquatic organism with
time) to be established. Rhead and Perkins (1984) found
that either dietary exposure or solution exposure of DDT
to goldfish could be the dominant source of accumula
tion, depending on their relative concentrations. However,
equilibrium conditions were apparently not obtained in
any of their experiments. Therefore, their experiments
demonstrated only that dietary exposure to DDT can
significantly enhance the rate of DDT bioaccumulation. It
did not demonstrate that dietary exposure could increase
the magnitude of an equilibrium BCF determined from
water exposure only. In a similar study, Shannon (1977)
observed the relative importance of food versus water
uptake to the bioaccumulation of dieldrin by channel
catfish. Catfish exposed to 2 mg/kg of dieldrin through
their diets combined with exposure to 75 ng/L of aqueous
dieldrin accumulated significantly more of the compound
than catfish exposed only to aqueous dieldrin. Here again,
however, an equilibrium condition was not attained in
either of the exposure experiments. Skea and others
(1981) fed brook trout a mirex-contaminated diet for 100
days and noted a substantial accumulation of the com
pound in the fish. Equilibrium conditions were not
attained, and no comparison was made with mirex expo
sure through water only. These studies indicate that prior
Processes Affecting the Fate and Distribution of Organic Compounds
to equilibrium, uptake of organic contaminants by aquatic
organisms can occur through both dietary and aqueous
exposures, but they do not support the concept of
biomagnification.
In some cases, increases in BCF's are mistakenly
attributed to biomagnification when, in fact, they are
caused by differences in lipid content. In a study of four
different trophic levels in the Schuylkill River (Pa.),
Barker (1984) reported PCB levels of 56 ¿ig/kg in the
primary producers, 125 figñng in the primary consumers,
and 650 to 700 ng/kg in the secondary and tertiary
consumers. Although data such as these commonly are
attributed to biomagnification, Barker attributes the vari
ations primarily to differences in the lipid contents of the
trophic levels along with other physiological factors such
as age, sex, sex cycle, and diet. Of the aquatic organisms
examined by Barker, the highest organochlorine residues
were detected in the American eels, which typically have
very high lipid contents relative to other aquatic organ
isms.
The studies discussed above indicate that the pop
ular concept of biomagnification in aquatic systems is not
well supported by the scientific literature. Future studies
need to take into account physiological differences
between aquatic species (and even different specimens),
and BCFs should be compared only if the values are
obtained at an equilibrium condition. The available data
suggest that accumulation of organic contaminants by
aquatic organisms is caused primarily by solute partition
ing between water and the lipid reservoirs of the organ
ism.
Transformation Processes
This section reviews the following four transforma
tion processes that remove organic contaminants from
aqueous solution:
1. Photolysis,
2. Hydrolysis,
3. Biodegradation, and
4. Volatilization.
Each process attenuates the concentration of an organic
compound in solution by a different chemical, physical, or
biological mechanism. The magnitude of the attenuation
depends on the combination of physicochemical proper
ties of the compound and the environmental conditions of
the water body in which the compound is present. The
removal mechanism, as well as the environmental and
compound-specific properties influencing the rate of
removal, are reviewed for each of the four processes.
In addition to detailing the environmental and
physicochemical factors influencing the removal of con
taminants by these four processes, this section also exam
ines the kinetics of the removal processes. Each transfor
mation process can be represented, mathematically, by a
15
first-order rate law. Other representations, such as higher
order rate laws, also are reviewed where appropriate. The
first-order rate law is emphasized because it is the sim
plest kinetic description and is applicable to all four
processes. The rate law for each process is described by a
constant whose magnitude reflects the influence of both
environmental factors and physicochemical properties.
Consequently, the rate constant is useful as a relative
measure for determining which of the four competing
processes dominates the organic-contaminant removal
under a specific set of environmental conditions.
Photolysis
The study of photochemistry in natural waters is a
relatively new and emerging field. Only in the last decade
has the knowledge obtained about atmospheric photo
chemistry during the last century been extended to the
photochemical processes in marine and fresh waters
(Miller, 1983; Zafiriou and others, 1984). The environ
mental photolysis of organic compounds is a complicated
series of processes that depends on
1. Properties of the particular organic molecule,
2. Characteristics of the water body, and
3. Input of sunlight.
This subsection reviews the component factors from these
three categories that appear to have the greatest influence
on the process of photolysis in surface-water systems.
Photolysis is the degradation of compounds by the
action of light. The aqueous photochemical reactions
collectively referred to as photolysis can be further cate
gorized as direct and indirect (or "sensitized") photolysis
(Zepp and Cline, 1977). Direct photolysis is defined as
the absorption of light by a compound causing a chemical
reaction involving the energized molecule. The absorbed
radiation causes the molecule to become excited, and it
has a tendency to react in order to return to a more stable
ground-state configuration. The possible resulting reac
tion mechanisms can include, but are not limited to,
molecular rearrangement, dissociation, and oxidation.
Indirect photolysis refers to those photochemical
reactions in which an organic compound interacts with
other previously energized molecules rather than directly
with solar radiation. Natural waters provide an abundance
of potential reactive species that can absorb radiation and
then react with organic contaminants by indirect photo-
lytic mechanisms. These light-absorbing species (called
chromophores) include humic substances, transition-
metal ions, organic-free radicals, and oxidizing species,
such as peroxides, singlet oxygen, and ozone (Miller,
1983). Because it is difficult to separate and isolate the
dominant photochemical mechanisms in natural waters,
most studies do not attempt to differentiate between the
different types of photolytic reactions (Callahan and
others, 1979). Much of the available laboratory data and
16 Man made Organic Compounds In the Surface Waters of the United States
the remainder of the current discussion focuses on the
physicochemical properties and environmental variables
that influence the direct photolysis of organic contami
nants.
The importance of photolysis to the degradation of
organic compounds in surface-water systems is measured
by the photolysis-rate constant, which is a measure of an
organic compound's photodecomposition over time. The
magnitude of the photolysis-rate constant depends on the
amount and wavelength of the solar radiation that reaches
a particular compound and on the ability of the compound
to absorb that energy source. Environmental variables
determine the intensity and spectral distribution of wave
lengths of light available to a compound. Physicochemical
properties, such as the light-absorption coefficient, deter
mine the efficiency of the conversion of the energy into the
photochemical transformation of the compound.
The intensity and spectral distribution of solar radi
ation is attenuated in the atmosphere through absorption
by gases— for example, ozone— and scattering by mole
cules and aerosols. The degree of attenuation varies with
time of day, season, geographic location, and thickness of
the ozone layer. At the air-water interface, the two sources
of radiation originating from the atmosphere are direct
radiation and sky radiation. The latter type of radiation is
derived from the scattering of direct radiation into the
water body. The radiation reaching the air-water interface
either is reflected back into the atmosphere (generally
less than 10 percent) or is refracted into the water body at
an angle different from the angle of incidence. Once in the
bulk solution, light is further attenuated by absorption and
scattering. Light is absorbed by water molecules, dis
solved solids, and suspended sediment. Absorption of light
also occurs as a result of the biological activity of photo-
synthetic organisms. Attenuation by scattering in the
water column has a smaller impact than absorption on the
penetration of light and is generally ignored in obtaining
first-order approximations of light intensity (Zepp and
Cline, 1977).
In addition to the environmental variables, the
photolysis rate also depends on certain characteristics of
the organic contaminant. Of the light that reaches the
compound, only light absorbed by the chemical can cause
photolytic degradation. The percentage of available light
absorbed by the contaminant depends on its molar extinc
tion coefficient and its concentration. In other words, the
presence of the solute changes the value of the absorption
coefficient of the solution from the value attributable
solely to pure water. Based on the fundamental law of
photochemistry, the average photolysis rate, at a specific
wavelength in a completely mixed water body, is directly
proportional to the rate of light absorption by the solute
per unit volume (Zepp and Cline, 1977). To obtain the
actual, average photolysis rate, this relation is summed
over all the wavelengths in the ultraviolet- and visible-light
range and multiplied by a constant. The constant, called
the quantum yield of the reaction, represents the effi
ciency of usage of the absorbed radiation by the solute for
the particular photochemical reaction. From the intensity
of radiation at a particular depth in a water body, the
average photolysis rate is estimated from the properties of
the solute— namely, the molar extinction coefficient, the
concentration, and the quantum yield for the photochem
ical reaction.
The most commonly used representation for a
direct photolytic process is a first-order kinetic expres
sion,
d[q/dt— k„[q.
In this expression, the rate of change (d/dt) of a
compound's concentration (C) (resulting from photolysis)
is directly proportional to the concentration of the com
pound multiplied by a first-order rate constant, kp, with
units of reciprocal time.
The first-order rate constant is the product of the
rate constant for the absorption of light by the chemical,
k,, and the quantum yield (Q) (the efficiency of energy
conversion for the photochemical reaction), or
kp-OO (Q).
The determination of the absorption-rate constant takes
into account the environmental variables for a specific
system, such as time of day, season, latitude, ozone
thickness, and depth in the water body, as well as the
absorption characteristics, such as the molar extinction
coefficient, of the particular compound.
The influence of the compound's absorption prop
erties on the rate of direct photolysis is illustrated by the
following example. Zepp and Cline (1977) calculated the
direct photolysis rates for carbaryl (a carbamate insecti
cide) and trifluralin (a dinitroaniline herbicide). The
compounds have similar quantum yields for reactions in
air-saturated water, but their peak absorption of radiation
occurs in different parts of the ultraviolet- and visible-
light ranges. Consequently, for the same set of environ
mental conditions (midday, midsummer, latitude 40° N.),
the absorption rate for trifluralin is 400 times larger than
that for carbaryl, and the direct photolysis of trifluralin is
two orders of magnitude more rapid than that of carbaryl
(Zepp and Cline, 1977).
The intensity and spectral distribution of light are as
important as the absorption properties of the compound
in determining the photolysis rate. The data of Zepp and
Cline (1977) illustrate the difference that chemical prop
erties can have on the photolysis rate. This difference is
not constant, but varies with environmental conditions.
Different combinations of time of day, season, latitude,
and ozone thickness will selectively filter out different
Processes Affecting the Fate and Distribution of Organic Compound* 17
wavelengths of light. Because the two compounds absorb
radiation of different wavelengths, this filtering process
may alter the intensity of usable radiation available to the
compounds. Thus, for the same set of environmental
conditions, two compounds can photolyze at different
rates because of differences in the energy content of the
range of solar radiation (the specific set of wavelengths)
they absorb.
Using the first-order rate equation for direct pho
tolysis, an expression can be derived for a compound's
half life. The half life (originally devised to measure the
decay of radioactive material) refers to the time required
for one-half of the initial concentration of a compound to
be removed solely by direct photolysis. The half-life
expression for a first-order, direct photolysis process is
1^0.693/kp,
and it is dependent on only the quantum yield and the
absorption coefficient for a particular compound. Com
pounds that have high absorption coefficients and high
quantum yields will have low half-life values, indicating
rapid removal of the compound by photochemical proc
esses. Because the half-life concept provides an indica
tion of the rate of reaction in units of time (as opposed to
rate constants in units of reciprocal time), it is a tangible
measure for comparing photolysis with other first-order
rate processes, such as hydrolysis, volatilization, and bio-
degradation.
Although estimates of the photolytic half-lives of
certain organic chemicals account for many environmen
tal and compound-specific properties, additional factors
should be considered to improve the approximation of the
photolytic degradation of an organic contaminant. For
example, cloud cover can reduce the intensity of ultravi
olet radiation by as much as 50 percent and thereby alter
the degradation kinetics of an organic compound. In
contrast, variations in the elevation of a stream within a
geographical area can increase light intensity by 15-20
percent for every kilometer increase in elevation. Also, the
thickness of the ozone layer can vary daily as much as 30
percent, causing changes in atmospheric scattering and
absorption.
The influence of other factors on the photolysis
process has not been well quantified. For example, it has
yet to be determined how varying concentrations of
chromophores, such as dissolved and particulate organic
matter, affect the rate and extent of indirect photolysis
reactions. In many studies, the effect of light scattering in
the water column is ignored, but it may be significant in
turbid lakes and rivers. Finally, the mixing of water
continually changes the temporal and spatial distribution
of available sunlight and chemical concentrations. Cur
rent photolysis models still assume a spatially homoge
neous distribution of the contaminant throughout the
depth of the water column.
Although laboratory protocols and kinetic repre
sentations for direct photolysis have been fairly well
established, similar procedures for indirect photolysis are
only beginning to be understood. Indirect photolysis is a
much more complicated phenomenon, and it is mediated
by any one of a variety of natural compounds. The
chemical kinetics are represented by a second-order proc
ess where the rate of removal depends on both the
compound's concentration and the concentration of the
reactive intermediate (U.S. Environmental Protection
Agency, 1979b). The difficulty encountered in applying
this kinetic approach is in experimentally measuring the
concentrations of the reactive intermediates, which fre
quently have half-lives on the order of microseconds or
less (Zafiriou and others, 1984). Nevertheless, Miller
(1983) states that the contribution of indirect photolytic
processes to the overall photolysis rate may be significant.
The increasing ability of researchers to isolate, monitor,
and measure the chromophores present in natural waters
(for example, humic substances, transition metal ions, and
free radical and other oxidizing species) will likely result
in an increased understanding of both indirect and direct
photolysis of anthropogenic organic compounds in
surface-water systems.
Hydrolysis
Hydrolysis is a transformation process that changes
the chemical speciation of an organic contaminant. Like
photolysis, biodegradation, and volatilization, the extent of
contaminant removal by hydrolysis depends on both the
chemical properties of the organic compound and the
aqueous medium. Also, like other transformation proc
esses, the hydrolysis of organic contaminants is mathe
matically represented by a first-order kinetic process.
This subsection summarizes some of the equations and
physicochemical factors influencing the rate and extent of
the hydrolysis reaction for different classes of organic
compounds.
Hydrolysis is the reaction of a compound with water
resulting in an exchange of some functional group, X",
from the organic molecule with a hydroxyl group, OH-,
from the aqueous medium. The overall mechanism can be
represented by the following reaction sequence
RX+H20— ROH+HX,
where RX is the organic molecule and X is a particular
functional group. The individual reaction steps involve the
formation of one or more intermediates which combine to
transform the compound by the simplified mechanism
given above. On the basis of this mechanism, the hydrol
ysis rate is expressed by a first-order rate law such that
18 Manmade Organic Compounds In the Surface Waters of the United States
-d[RX]/dt=Kh[RX],
where
-d[RX]/dt=rate of hydrolysis of compound RX
(mass volume- 'time-1),
Kh= hydrolysis rate (time-1), and
[RX]= concentration of compound RX (mass
volume-1).
In a manner similar to other transformation proc
esses, the rate of contaminant removal by hydrolysis
depends on the chemical structure of the compound, the
influence of pH, temperature, and ionic strength, and the
presence of other compounds, such as humic substances.
The contribution of each factor to the overall rate of
hydrolysis is accommodated by modification of the first-
order rate law, given above, to explicitly account for the
additional variable. For example, the rate of hydrolysis
depends on the pH of the aqueous solution. Depending on
the particular organic compound, the hydrolysis rate is
increased by the addition of acid or base to the system. In
this case, the rate expression is rewritten to reflect the
explicit dependence of the reaction rate on the concentra
tion of acid, [H+], and base, [OH-]:
-d[RX]/dt=K,[H+][RX]+Kb[OH-][RX]+Kn[RX]
= Kh[RX],
where K, and K^ are second-order rate constants (mass
volume-1 time-1). This relation shows that the rate of
hydrolysis depends on the product of the acid or base
concentration and the contaminant concentration. K^ is
the first-order rate constant for the pH-independent reac
tion.
Incorporation of the effects of acid- or base-
promoted catalysis increases the order of the overall
hydrolysis expression from first to second order. The rate
now depends, explicitly, on the concentration of two
components, [RX] and [OH-] or [H+]. Rearranging the
rate equation to express it solely in terms of [H+] is done
using the expression for the dissociation of water,
Kw=[OH-][H+], and by canceling the [RX] in each term.
From the above equation, this gives
Kh=KbKw/[H+]+K,[H+]+Kn.
From this expression, it is apparent that at elevated pH,
the overall rate constant is controlled by the first term on
the right side of the equation (assuming I^K» is suffi
ciently large). Under acidic conditions, the elevated H+
concentration makes the second term on the right side
dominate in the determination of the overall rate constant
(assuming K, is sufficiently large). At neutral pH, the last
term on the right side controls the rate of reaction. Thus,
for a particular reaction, the rate depends on the pH of the
aqueous medium as well as on the relative magnitude of
the three rate constants, K,, K,,, and K„. Because the
order of the reaction varies with pH (second order for
acid or base conditions and first order at neutral pH), the
overall hydrolysis rate constant, Kh, is sometimes termed
a pseudo-first-order constant (Mabey and Mill, 1978). It
is the observed or estimated rate constant for hydrolysis at
a constant pH.
In addition to pH, other factors influence the rate of
hydrolysis of organic contaminants; these include temper
ature, ionic strength of the solution, and presence of other
natural organic compounds, such as humic substances. In
general, the rate of hydrolysis increases with temperature,
and this observation follows the commonly cited Arrhen-
ius equation. This equation relates the rate constant of a
chemical reaction to the absolute temperature of the
system and, for a specific reaction, takes the form
k=A exp [-E/RT],
where k is the rate constant, A is a constant, E is the
activation energy, R is the universal gas constant, and T is
the absolute temperature.
The presence of dissolved ions in solution also can
increase or decrease the rate of hydrolysis. The extent of
this effect depends on the organic contaminant and spe
cific ions and their concentrations. In some natural waters,
the total concentration of dissolved anions and cations is
low (less than 0.01 molar) and the influence of ionic
strength on the rate of reaction is small (Mabey and Mill,
1978). In other types of waters, such as brackish, estua-
rine, and marine, the significance of the effect increases
with dissolved-ion concentration.
Many of the recent investigations of dissolved
organic matter, including humic substances, show that
these substances collectively play an important role in the
kinetics of contaminant hydrolysis. Humic substances can
increase or decrease the rate of hydrolysis depending on
the concentration of organic matter and the pH of the
solution (Purdue, 1983). In general, humic substances will
inhibit base-catalyzed hydrolysis reactions (for example,
2,4-D ester; Purdue, 1983) and accelerate acid-catalyzed
hydrolysis reactions (for example, atrazine; Li and
Felbeck, 1972). The ability of humic substances to parti
tion certain organic contaminants affects the rate of
hydrolysis, because the reactivity of the humic-
contaminant mixture differs from that of the free dis
solved contaminant in solution (Purdue, 1983). Conse
quently, whether the contaminant is free or partitioned
influences the overall rate of hydrolysis as well as the
extent of catalysis of the reaction based on changes in pH.
Processes Affecting the Fate and Distribution of Organic Compounds
Biodegradation
Microorganisms decompose organic compounds
through enzymatically mediated reactions. The driving
force behind these reactions is the microorganisms' need
for energy, carbon, and other essential nutrients. Some
manmade organic compounds can serve as organic sub
strates which are degraded by enzymes and used for
cellular growth. Consequently, the degradation of an
organic contaminant can be monitored by examining the
growth of a microbial population that uses the compound
as a substrate. In addition to the chemical structure of the
organic compound and the type of microbial population,
certain environmental factors influence the biodegrada
tion process. Among the most important are temperature,
pH, and amount of oxygen present in the system. These
factors are discussed in this subsection, along with the
kinetics of the biodegradation process.
The rate of biodegradation is a function of the size
of the microbial population and the concentration of the
organic contaminant. To achieve a noticeable amount of
contaminant degradation, a sufficiently large microbial
population must be present. In addition, for a single
substrate system, sufficient contaminant must be present
to result in enough cell growth to sustain the microbial
population. Under ideal conditions (a large resident pop
ulation and ample substrate for growth), the rate of
growth is limited by the cellular metabolic and reproduc
tive systems of the microbial population.
The rate of biodegradation of an organic contami
nant is examined in terms of the rate of microbial growth,
assuming all of the consumed contaminant is converted
into mass for biological growth and no other competing
substrates are available. The relation between growth rate
and substrate concentration is represented by the Monod
equation for microbial growth:
[C]
M-M«
%+[C]'
where
H = specific growth rate, which represents the
rate of growth per unit amount of biomass
(time-1),
fira„ «maximum specific growth rate (time-1),
[C] «contaminant or substrate concentration
(mass volume-1), and
K, «concentration of contaminant corresponding
to a growth rate, ft, equal to (imtx/2 (mass
volume-1).
Figure 10 graphically depicts the relation between sub
strate concentration and specific growth rate (Benefield
and Randall, 1980). At low substrate concentrations, the
specific growth rate increases linearly with an increase in
substrate concentration. At high substrate concentrations,
the growth rate approaches and maintains a limiting
growth rate that is independent of substrate concentration.
19

SUBSTRATE CONCENTRATION, S
Figure 10. Relation between microbial specific growth rate
n, and substrate concentration. K. is the contaminant con
centration corresponding to a growth rate equal to one-half
the maximum specific growth rate.
Because the rate of biodegradation and consequently the
rate of microbial growth is the result of many enzyme-
catalyzed processes, the Monod equation is sometimes
replaced by the analagous Michaelis-Menten equation for
enzymatic reactions (Banerjee, Howard, and others,
1984). The mathematical forms of the Monod and
Michaelis-Menten equations are the same. The difference
lies in the scale of observation used to interpret the
equation parameters and variables. The Monod equation
applies specifically to microbial growth, whereas the more
general Michaelis-Menten equation applies to any bio
chemical process whose rate of substrate reaction is
catalyzed by enzymes.
Using the Monod equation for microbial growth, an
expression for the rate of contaminant removal is formu
lated in terms of the contaminant concentration and the
size of the microbial population. This expression is written
as
[C] X [C]X
-d[C]/dt=í^=ít„ 'K,+[C]Y -Kb
M,K,+[C]'
where
X =biomass per unit volume (mass volume-1),
Y = the growth yield, equal to the biomass pro
duced per unit amount of chemical con
sumed, and
K,, = biodegradation rate constant (time-1).
The constants /im„, K,, and Y depend on the character
istics of the microbes, pH, temperature, and the presence
of other nutrients. For example, the amount of biomass
produced for a unit amount of contaminant consumed, Y,
depends on the ease of assimilation and conversion of that
20 Manmade Organic Compound» In the Surface Waters of the United State*
substrate into cellular components. Values of Y vary with
the species of microbes, the chemical structure of the
contaminant, and the environmental conditions of the
system.
The above kinetic equation for the rate of contam
inant removal simplifies under a number of specific
environmental conditions. For example, at high contami
nant concentration, [C] > > K,, the equation reduces to
the following form:
-d[C]/dt=Kb X.
In this case, the rate of degradation is first order and
depends only on biomass concentration. Another possible
and more likely case is that the contaminant concentration
is very low, [C] < < K, . In this case the equation becomes
-d[C]/dt=K„ [C] X/K.=K„2 [C] X,
where K^ is the second-order rate constant. The rate of
degradation depends on both the contaminant concentra
tion and the biomass population size. A third possibility is
common to many surface waters and occurs when the
biomass population is relatively large and constant. In
addition, the contaminant concentration is relatively low,
so that the consumption of contaminant will not radically
alter the population concentration. These conditions rep
resent the specific case in which microbes are acclimated
to the chemical and actively use the compound. In this
case, the degradation rate is termed pseudo-first order
and is represented mathematically as
-d[C]/dt=Kb' [C],
where
K»,' —1^,2 X.
The above equations show that the two primary
factors influencing the rate of biodegradation of an
organic contaminant are microbial-population density
and concentration of the contaminant (substrate). Differ
ent combinations of substrate concentration and popula
tion density can significantly alter the shapes of substrate-
disappearance curves that are functions of time (Simkins
and Alexander, 1984; Alexander, 1985). Additional fac
tors are embedded within the biodegradation rate con
stant. These include differences in assimilability between
contaminants as well as differences between various spe
cies of microbes responsible for converting the contami
nants into biomass. Microbial populations are sensitive to
variations in environmental conditions, and different com
binations of temperature, pH, and oxygen content of the
water may provide an advantage to one species competing
with another species for the same substrate. The contri
butions of these environmental variables to the rate of
biodegradation commonly are significant.
 A change in temperature can alter the balance of
competition between microbial species using a contami
nant as substrate. Each class of bacteria has an optimum
temperature range within which a maximum growth rate
is attainable assuming a sufficient supply of all other
essential nutrients. Bacteria are commonly classified on
the basis of the temperature range within which their
optimum growth occurs. Psychrophilic bacteria grow best
at temperatures ranging from -5 to 30 °C. Mesophiles
grow best at temperatures between 15 and 45 CC. Ther
mophilic (heat-loving) bacteria grow best at temperatures
ranging from 45 to 75 °C (Benefield and Randall, 1980).
Within the temperature range of each group of bacteria,
the rate of biochemical reaction approximately doubles
for every increase of 10 °C. However, this relation, known
as the van't Hoff rule, is valid over only a limited range for
bacteria, because further increases in temperature even
tually break down the cellular growth and reproductive
mechanisms (Benefield and Randall, 1980). Other, more
complicated relations describing the influence of temper
ature on the rate of reaction are based on the Arrhenius
equation. These relations include correction factors that
show how temperature affects the microbial-growth and
decay rate, the dominant organism groups, and the avail
ability of nutrients— factors that contribute to alteration
of the rate of contaminant removal (Novak, 1974).
Like temperature, the oxygen content of a water
system contributes to the determination of which class of
microbes can best degrade a particular organic contami
nant. Depending on the mechanism by which microorgan
isms obtain their energy, different classes of organisms
can exist under aerobic, anaerobic, or anoxic conditions.
Thus, the oxygen content of the water-sediment system
determines which group of microorganisms competes for
the contaminant as a substrate and, ultimately, the rate of
the contaminant's degradation.
In summary, the biodegradation of an organic com
pound is primarily determined by two components of the
system: the microorganisms and their substrate (the
organic contaminant). The microorganisms are sensitive
and responsive to the condition of their immediate envi
ronment, including temperature and oxygen content, as
well as to the chemical nature of the organic substrate.
For rapid removal and conversion into biomass, the
substrate must be readily decomposable and more assim
ilable than other available organic compounds. For this
system, the rate of biodegradation depends largely on the
density of the microbial population and the concentration
of the contaminant. The reaction dynamics are approxi
mated by a kinetic relation that is limited by the maximum
growth rate of the microbial population. The order of the
reaction rate for the degradation of the contaminant
depends on the abundance of the microorganisms and the
organic substrate. For many environmental cases, charac
terized by a stable microbial population and a small
Processes Affecting the Fate and Distribution of Organic Compounds
contaminant concentration, the equation simplifies to a
pseudo-first-order expression. Only one parameter— the
biodegradation rate constant— is needed to parameterize
this kinetic representation. In this approach, the rate
constant is specific for a single organic compound, a
particular population of microorganisms, and the temper
ature and oxygen content characterizing the aqueous
system.
Volatilization
Volatilization and condensation are two complemen
tary processes contributing to the exchange of organic
compounds across the air-water interface. Both processes
involve phase changes of the organic compound, either
from gas to liquid or from liquid to gas, and are driven by
concentration gradients between the respective bulk
phases. Volatilization, in the present context, refers to the
evaporation and vapor-phase transport of an organic
compound from aqueous solution into the atmosphere.
This subsection examines only volatilization, even though
condensation and volatilization of organic compounds are
controlled by many of the same chemical properties and
environmental variables.
A number of compound properties and system
variables combine to determine the extent of volatilization
of an organic chemical. The most important chemical
properties are vapor pressure and water solubility. Com
monly, the ratio of these two properties is expressed as the
Henry's law constant, where the constant, H, is equal to
vapor pressure divided by water solubility. The Henry's
law constant represents the equilibrium distribution of
concentrations of the organic chemical between the air
and water phases at equilibrium. Air and water temper
atures are important environmental variables controlling
volatilization. In addition, the degree of air turbulence
caused by the wind and the amount of subsurface mixing
generated by velocity gradients in the water have a signif
icant influence on the rate of volatilization. This subsec
tion discusses the relative contributions of these chemical
and environmental factors and examines some models
currently used to represent the volatilization process.
From a physical standpoint, the potential volatility of
an organic compound in a pure solution is related to its
vapor pressure. In a natural water body, the actual rate of
volatilization depends on the extent to which the environ
mental conditions attenuate the potential volatility of the
compound. Competing processes, such as sorption with
water-column particulates, act to suppress the vapor
pressure attainable if all of the compound remained in a
dissolved and unassociated state. In general, however, the
greater the vapor pressure of a compound, the greater its
mass loss rate (flux). Other factors also influence the
volatilization rate, but most do so through their effect on
vapor pressure or on the movement of the compound
21
away from the air-water interface. Vapor pressure, for
example, increases with temperature and thereby increases
the rate of volatilization. In addition, increasing the tem
perature also increases the rate of diffusion, which serves
to enhance the movement of organic molecules away from
the interfacial boundaries.
Volatilization is a transformation process that acts
to establish an equilibrium between the concentrations of
a compound in the bulk phases of air and water. The
driving force behind this process is the difference in
concentrations (more precisely, the chemical potentials)
of the compound in the two bulk phases. The retarding
forces that prevent the instantaneous attainment of an
equilibrium state are those that reduce the chemical
potential difference of the compound between the two
bulk phases. The overall resistance can be considered to
be the sum of the resistance experienced in a different
part óf the entire physical system. The greatest of the
component resistances serves to control the rate for the
overall movement of a compound from the water to the
air.
If the physical system is assumed to consist of two
bulk phases-air and water— separated by a stagnant
near-surface water layer and a stagnant near-surface air
layer, the component resistances in the system can be
examined. These include the resistance to diffusion in the
(1) water column, (2) near-surface water layer, (3)
surface-film layer (if any), (4) near-surface air layer, and
(5) air column. Ignoring the presence of surface films
(such as oil spills) for now, the majority of the resistance
occurs in the near-surface gas and liquid layers (Smith
and others, 1980). The magnitude of the resistance in
these interfacial layers varies with the thickness of the two
interfacial layers; layer thickness, in turn, depends on
such factors as temperature, wind and water turbulence,
and the specific properties of the compound of interest—
for example, diffusivity and (or) molecular weight.
Many investigators use a first-order process as a
mathematical representation of volatilization (Mackay and
Leinonen, 1975; Dilling, 1977; Mackay and others, 1979,
1983; Southworth, 1979; Chiou and others, 1980; Smith
and others, 1980, 1981, 1983; Rathbun and Tai, 1982,
1984; Chiou, Kohnert, and others, 1983). For this repre
sentation, the rate of removal of a compound from the
water phase by volatilization depends on the concentration
of the compound in solution and on the volatilization rate
constant. An expression for this relation is
d[C]/dt=Kv [C],
where [C] is the dissolved concentration of the compound
in solution and K^ is the volatilization rate constant. The
usefulness of this approach depends on the ability to
obtain an accurate estimate of the volatilization rate
22 Manmade Organic Compounds In the Surface Water* of the United States
constant for a particular compound and a given set of
environmental conditions.
Initial attempts to estimate volatilization rates were
based on the belief that organic compounds codistill with
water into the atmosphere (Aeree and others, 1963;
Mackay and Wolkoff, 1973). The codistillation hypothesis
implies that the simultaneous evaporation of water and
organic compounds somehow enhances the volatility of
the organic compound to rates not normally expected
solely on the basis of the chemical's physical properties.
From a theoretical standpoint, it has been shown that the
volatilization of organic compounds and water are mech
anistically independent processes, and no evidence for a
thermodynamic coupling has yet been presented (Spencer
and others, 1973; Chiou and Manes, 1980). In addition,
Chiou and Manes (1980) have reported experimental
results demonstrating that, under certain conditions,
organic solutes evaporate while water vapor condenses.
The use of the term "codistillation" should be avoided
because it incorrectly implies that water loss enhances
volatilization of organics by codistillation and that water
loss is necessary for volatilization of significant quantities
of organic compounds (Spencer and others, 1973).
Estimation of the volatilization-rate constant is
based on a two-film-layer model because, for many com
pounds, the resistance to volatilization occurs in either the
gas or the liquid near-surface layer. This approach is
based on the two-film, mass-transfer model originally
proposed by Whitman (1923). The model assumes uni
formly mixed air and water phases separated by thin films
of air and water in which transport is by molecular
diffusion. The model's volatilization-rate constant is
expressed in terms of the mass-transfer rates of the
organic compound across the liquid-phase and gas-phase
boundary layers. The general expression for the volatil
ization rate constant is
^"lAk/Hk/ '
where K,, is the volatilization-rate constant (h_1), L is the
depth (cm), which equals the interfacial area divided by
the liquid volume, k,is the liquid-film mass-transfer coef
ficient (cm/h), R is the gas constant (L-torr/K-mol), T is
the absolute temperature (K), H is the Henry's law
constant (torr-L/mol), and kg is the gas-film mass-transfer
coefficient (cm/h). The first term within parentheses
represents the liquid-film resistance, and the second term
represents the gas-film resistance. An important assump
tion behind the two-film-layer model is that the organic
solute is at equilibrium between the water and air phases
at the interface (Smith and others, 1983). This equilib
rium is described by the Henry's law constant, which is the
organic-solute concentration in the air (mol/m3) divided
by the organic-solute concentration in water. Because
atmospheric concentrations are frequently expressed in
partial pressures, P, they can be converted to mol/m3 by
using the ideal-gas law (n/V=P/RT).
From the above expression, it is seen that the
volatilization-rate constant depends on the Henry's law
constant for the organic compound as well as on the liquid
and gas mass-transfer coefficients. The Henry's law con
stant is a function of the compound properties, whereas
the mass-transfer coefficients are a function of both the
compound properties and environmental variables. The
liquid-film, mass-transfer coefficient is expressed as the
diffusion coefficient (D, in m2/h) for the given organic
solute divided by the thickness of the stagnant liquid film.
The diffusion coefficient in a particular phase is related to
the molecular weight of the organic solute. Transport in
the boundary layer is by molecular diffusion, because the
air and liquid films are considered stagnant. The thickness
of the liquid film depends on the level of water turbulence
in the system. In other words, the thickness of the stagnant
water layer decreases with increasing water velocities
(turbulence). The same relations hold true for the gas-
film, mass-transfer coefficient except that they apply to
the gas phase and air turbulence imparts the wind-
shearing force. Consequently, the rate of volatilization
depends on the diffusion properties of the organic com
pound in the respective stagnant film phases. Diffusion, in
turn, is related to the molecular weight of the organic
molecule, the concentration or vapor density of the
organic compound, and temperature, which influences
both the vapor density and the diffusion process.
The difficulty in applying the two-film model is
trying to measure or estimate the liquid and gas mass-
transfer coefficients accurately in actual water bodies.
The overall mass-transport rate of a substance may
depend on liquid-phase and (or) gas-phase resistance,
based on the relative magnitude of kj and Hkg. A simpli
fying approach is to determine, from the two-film equa
tion, which film-phase resistance dominates for particular
values of the Henry's law constant (Dilling, 1977; Mackay,
1979; Mackay and others, 1979; Smith and others, 1980,
1981, 1983). Smith and others (1980) found that, for
compounds having Henry's law constants greater than
3,500 torr/molar (4.4X10-3 atm-mJ/mol), the liquid-
phase resistance controlled approximately 95 percent of
the mass transfer for alkanes and benzene. The com
pounds having constants above the 3,500-torr/molar
demarcation are considered highly volatile. For com
pounds having constants below 10 torr/molar (1.2X10-3
atm-m3/mol), the gas-phase resistance controls mass
transfer, and these compounds are considered to be of low
volatility. For compounds having Henry's law constants
between 10 and 3,500 torr/molar, the liquid- and gas-
phase resistances are significant, and both terms in the
two-film equation must be included in the calculation of
the volatilization-rate constant. These compounds are
Processes Affecting the Fate and Distribution of Organic Compounds 23
considered to have intermediate volatility— for example,
DDT (Mackay, 1979). These three groupings, based on
Henry's law constants, provide a convenient way to cate
gorize the potential volatility of organic substances so that
experimental methods can be devised to measure mass-
transfer coefficients for the phase (air, water, or both)
imparting the dominant resistance to volatilization.
Smith and others (1980) have proposed a method of
predicting the volatilization rate of highly volatile organic
compounds in streams on the basis of laboratory meas
urements. Highly volatile compounds experience resis
tance to mass transport, primarily in the liquid-film
phase, whereas resistance in the gas film is considered
negligible. Consequently, estimation of the volatilization -
rate constant simplifies to estimation of only the liquid-
phase, mass-transfer coefficient. Using oxygen as a high-
volatility reference compound, Smith and others (1980)
used results of previous studies to show that the ratio of
the liquid-film, mass-transfer coefficient of an organic
compound to the reaeration coefficient for oxygen is
constant over a wide range of turbulence levels. If this
ratio is measured in the laboratory, and if the oxygen
reaeration constant is measured in an actual water body,
the corresponding field liquid-phase, mass-transfer coef
ficient can then be calculated for the organic compound.
Theoretical justification for the constancy of the mass-
transfer coefficient ratio for the organic compound and
oxygen as well as a test of the method of predicting
volatilization of benzene and six other chlorinated hydro
carbons is reported in Smith and others (1980).
The rate of mass transfer of low-volatility com
pounds is controlled by resistance in the gas film, whereas
resistance in the liquid film is relatively small. Smith and
others (1981, 1983) suggest the use of water as a refer
ence compound, because its rate of evaporation is con
trolled entirely by gas-phase, mass-transfer resistance.
The ratio of the mass-transfer coefficients for water and
the organic compound is constant, and any effect of
gas-phase turbulence is equal for the two compounds
(and therefore is canceled). Based on the ratio, the
gas-film, mass-transfer coefficient is estimated from field
measurements of the water evaporation flux, relative
humidity, and air temperature. Smith and others (1981,
1983) demonstrated this approach for two organic com
pounds of low volatility and two organic compounds of
intermediate volatility. For compounds of intermediate
volatility, estimates are required for both the gas-film and
liquid-film, mass-transfer coefficients. These cannot be
estimated by a single experiment; independent measure
ments of each coefficient are required. Methods of
obtaining these estimates are described by Southworth
(1979) and Smith and others (1981, 1983).
Despite the fact that the two-film theory is com
monly used to model volatilization, it has several impor
tant limitations. One of the basic assumptions of the
two-film theory is that the surface layer of the solvent
(water) is stationary and is not evaporating, so that a
solute has to move to the liquid surface by diffusion to
evaporate. This assumption applies only to solutes that
are evaporating much faster than the solvent; it breaks
down when the loss rate of the solvent is comparable to or
greater than the loss rate of the solute. For the latter case,
the solute is not required to diffuse to the liquid surface to
evaporate, inasmuch as the solvent at the old surface is
gone. Therefore, even if no diffusion occurred, the solute
would then be at the newly generated surface and would
evaporate. The failure of the two-film theory to account
for solvent evaporation may make the model somewhat
inaccurate for describing the evaporative behavior of
solutes that are relatively nonvolatile. Another possible
weakness of the two-film theory is its emphasis on the
diffusion of the solute and lack of consideration that the
solvent also is diffusing. Because the solvent is the domi
nant component of the mixture, its diffusive motion may
cause additional movement of the solute to the surface.
Therefore, the size of the solute molecule may not have a
strong influence on solute diffusion in water; in other
words, the solute may be "pushed" by the solvent's
diffusive motion. Finally, the two-film theory treats the
concentration gradient of the solute in the liquid film as
the driving force for evaporation. In fact, the concentra
tion gradient is merely the result of uneven evaporative
loss rates between solute and solvent and should not be
treated as the driving force for evaporation of the solute.
Chiou and others (1980; Chiou, Kohnert, and oth
ers, 1983) have presented an alternative first-order model
for volatilization that explicitly accounts for the effects of
solute concentration and system turbulence. The model
differs from the previously described two-film approach
in that it explicitly treats the influence of air turbulence
and subsurface mixing on the evaporative behavior of
organic solutes of different volatility. In addition, although
the two-film model gives only relative resistances, the
model proposed by Chiou and others (1980; Chiou,
Kohnert, and others, 1983) gives relative as well as
absolute resistances. The absolute liquid-phase and air-
phase resistances are based on pure liquid and vacuum as
the reference states.
Chiou and others (1980; Chiou, Kohnert, and oth
ers, 1983) report that for compounds that have small
Henry's law constants (low volatility and gas-phase-
controlled diffusion), the rate of volatilization is enhanced
by air turbulence but not by subsurface mixing. On the
other hand, the volatilization rate of volatile solutes
increases with air turbulence and subsurface mixing. The
degree of enhancement by liquid mixing is a function of
the magnitude of the Henry's law constant. In addition,
Chiou, Kohnert, and others (1983) examined the influ
ence of system conditions on the ratio of mass-transfer
coefficients for different organic-solute combinations in
24 Manmade Organic Compound* In the Surface Waters of the United States
watet They found that the ratios of mass-transfer coeffi
cients for organic solutes are constant with respect to
changes in air turbulence and water mixing if the organic
compounds have similar or low Henry's law constants.
The ratios are not constant for compounds that have
vastly different or high Henry's law constants. These
results show that careful examination of compound prop
erties and system conditions is necessary before reference
compounds, such as oxygen, can be used to estimate
volatilization rates for organic compounds in natural
waters.
A number of statistical approaches have been pro
posed to estimate mass-transfer coefficients (either liquid
or gas, or both) of organic compounds from field prop
erties that characterize the degree of air and water
turbulence. For example, Rathbun and Tai (1982) meas
ured liquid-film, mass-transfer coefficients for ethylene
and propane and correlated their magnitudes with a
number of hydraulic and geometric properties of streams
(stream energy, depth of flow, average velocity, and stream
slope). The regression equations derived for ethylene and
propane are then used to estimate mass-transfer coeffi
cients for other highly volatile organic compounds, after
the proper adjustment is made on the basis of molecular
diffusivity, molecular weight, or molecular diameter.
Mackay and Yeun (1983) used a similar statistical
approach but chose for their correlation studies stream
and compound properties different from those used by
Rathbun and Tai. Mackay and Yeun (1983) developed
separate regression equations for the gas- and liquid-film,
mass-transfer coefficients. They used friction velocity as
the hydrodynamic parameter and the Schmidt number to
characterize differences between organic solutes. The
Schmidt number (viscosity divided by density multiplied
by diffusivity) incorporates the solute-diffusion properties
as well as a temperature dependence, whereas the friction
velocity is related to the windspeed. The correlations were
found to yield reasonable results for 11 organic com
pounds under a number of windspeed conditions.
Although these correlations do allow estimates of mass-
transfer coefficients necessary to apply the two-film
model to the process of volatilization, they also show that
more research needs to be conducted to increase under
standing of factors that control the mass-transfer coeffi
cients in the gas and liquid films.
In summary, the current approach to representing
the volatilization of organic compounds from surface-
water bodies is through the use of a first-order-rate
expression. In this form, the rate of volatilization depends
on the concentration of the compound in solution and on
the volatilization-rate constant. The most common way to
represent the volatilization-rate constant is by the two-film
resistance model. This model is parameterized by the
Henry's law constant and a gas-film and liquid-film,
mass-transfer coefficient. In some cases, depending on the
magnitude of the Henry's law constant of the compound cci, cci, CHCI.
of interest, the resistance to volatilization can be approx I 2
CH
imated by the gas-film resistance and (or) the liquid-film
resistance. Generally, the Henry's law constant is obtain
able from independent measurements of the organic DDT DDE DDD
compound's water solubility and vapor pressure. Vapor
pressures can be estimated from correlation equations
CICI ^ c,'Cl^v^ ^r. CI CI CI CI
based on boiling or melting points (Mackay and others,
1982) or by experimental procedures. Burkhard and -^r -c-^
others (1985) review and assess the predictive ability of 1 1 CI
CI CI
methods as they are applied to 15 chlorinated biphenyl
A Id rIn Dieldrln Chlordan*
isomers. Because of the large number of existing
approaches to estimating the Henry's law constant, the
usefulness of the two-film model depends on obtaining CI
values for the gas- and liquid-film, mass-transfer coeffi CI f^h^fc.
cients. CIil CI
The difficulty in estimating the gas- and liquid-film, CI
mass-transfer coefficients stems from their dependence Lindane HCB
on system conditions (such as temperature, wind tur
bulence, and water mixing) and compound properties CI
OK CI
(such as diffusivity and molecular weight). Statistical c. cT
approaches have tried to correlate mass-transfer coeffi CI lei
cients with system variables for organic compounds for CI
CI
which some experimental data are available. These cor F1 '
Mirex CI PCB
relation equations are extrapolated to other organic sol
utes of similar volatility by making corrections on the basis Figure 11. Structural diagrams of selected chlorinated
of diffusivity, molecular weight, or molecular diameter. insecticides and a polychlorinated biphenyl (PCB). HCB is
hexachlorobenzene.
Experimental approaches derive estimates by the use of
reference compounds— for example, oxygen, carbon diox
ide, radon, or other organic solutes— whose variation in
stants can be used to determine the transformations that
parameter values is constant relative to the organic com
control the aquatic fate of an organic compound.
pound of interest over a particular range of conditions.
These studies indicate that no entirely satisfactory
method has been developed to estimate the different POLYCHLORINATED BIPHENYLS AND
mass-transfer resistances (gas or liquid) over the full CHLORINATED INSECTICIDES
range of volatilities exhibited by the organic solutes.
Although the two-film model is a promising
approach to quantifying the volatilization rate of organic Uses, Production, Properties, and
compounds, a number of other factors still need to be Regulatory Limits
incorporated in the model. The presence of natural or
Polychlorinated biphenyls (PCB's) and chlorinated
manmade organic films (or surface-active agents) creates
insecticides have been grouped together in this section
another layer that acts to further retard volatilization. This
because of their similar behavior in surface-water sys
surface film possesses a characteristic thickness and a
tems. As a group, they are the most persistent anthropo
resistance to diffusion that has to be considered in addi genic organic compounds introduced into the environ
tion to the air- and water-boundary layers already treated ment since the lead and arsenic pesticides of the early
in the two-film model (Smith and others, 1980; Mackay, 1900's. Although the use of many of these contaminants
1982b). The two-film model gives the theoretical maxi has been banned in the United States for more than a
mum volatilization rate for a given set of environmental decade, significant residues contaminate the sediment,
conditions. Other water and atmospheric phenomena water, and biota of the country's surface waters. Figure 1 1
(such as stratification and aerosol formation) as well as shows the structural diagrams of 2,2',4,4',5,5'-PCB and
competing processes (such as sorption, photolysis, hydrol some of the more common chlorinated insecticides.
ysis, and biodegradation) reduce the amount of organic PCB's are synthetically produced by the catalyzed
solute available for volatilization. For some of these chlorination of biphenyl. Because of their chemical and
processes, relative comparisons of first-order rate con- thermal stability, inertness, and dielectric nature, they

Polychlorinated Biphenyls and Chlorinated Insecticides 25

 Table 3. Approximate molecular composition of some Aroclor mixtures
[nd, not detected. From Hutzinger and others, 1974]

Percentage in each Aroclor mixture

Empirical Molecular Percent

formula weight chlorine 1016 1221 1232 1242 1248 1254 1260

C12PlO 154.21 0 <0.1 11 <0.1 <0.1 nd <0.1 nd

c12H9a 188.65 18.79 1 51 31 1 nd < .1 nd

C12H8C12 223.10 31.77 20 32 24 16 2 .5 nd

C12H7C13 257.54 41.30 57 4 28 49 18 1 nd

c12H6a4 291.99 48.56 21 2 12 25 40 21 1

ClPfL3 326.43 54.30 1 < .5 4 8 36 48 12

ClÍ4a6 360.88 58.93 < .1 nd < .1 1 4 23 38

C1^3a7 395.32 62.77 nd nd nd < .1 nd 6 41

Average molecular weight 257.9 200.7 232.2 266.5 299.5 328.4 375.7

have been used as plasticizers, as hydraulic lubricants in
gas turbines and vacuum pumps, in heat-transfer systems,
and as dielectric fluids in electrical capacitors and trans
formers. Aroclor1 is the trade name for one manu
facturer's PCB's. Aroclors are mixtures of a variety of
polychlorinated bi- and terphenyls that are identified by a
four-digit number. The first two numbers refer to the type
of molecule primarily used in the mixture (12- refers to
biphenyl, 54- refers to terphenyl), and the second two
numbers specify the percent chlorine (by weight) in the
mixture. Aroclor 1016 was marketed more recently in
response to the environmental problems associated with
the persistence of the other Aroclor mixtures. This prod
uct contains predominantly mono-, di-, and trichlorobi-
phenyl isomers. The approximate molecular compositions of
Aroclor mixtures are given in table 3. Additionally, some
uses of PCB's suggested by the manufacturer are detailed
in table 4.
PCB's were first synthesized in 1929, with produc
tion escalating in the United States during the 1960's.
Production reached a peak in 1970, when 38,600 t were
produced (Moore and Ramamoorthy, 1984). The manu
facturer voluntarily decreased and eventually ceased pro-
1 Use of trade names in this report is for identification purposes
only and does not constitute endorsement by the U.S. Geological
Survey.
duction of PCB's during the 1970's. Because of the
environmental persistence and toxicity of PCB's, their
production, sale, distribution, and disposal were first
regulated under the provisions of the Toxic Substances
Control Act of 1976. In the same year, the U.S. Environ
mental Protection Agency (USEPA) set 0.001 /ig/L as the
water-quality criterion for PCB's to protect freshwater
and marine aquatic life (U.S. Environmental Protection
Agency, 1976). In 1977, PCB use was restricted by the
USEPA, and in 1979, all manufacture, sale, and distribu
tion of PCB's in the United States was prohibited (Haley,
1984). Despite the cessation of production, PCB's are
estimated to be present in 2 million transformers and 2.8
million capacitors currently in use in the United States
(Moore and Ramamoorthy, 1984).
The use of organochlorine insecticides began with
the discovery of the insecticidal properties of DDT by
Paul Miiller in 1939. In that year, DDT was chosen as the
most promising new synthetic organic insecticide. Muller
was awarded the Nobel Prize for his discovery 9 yr later
(Reutergardh, 1980). Technical-grade DDT contains
approximately 80 percent p,p'-DDT and 15-20 percent
o,p'-DDT (Verschueren, 1983). The metabolic-
degradation products of p,p'-DDT are p,p'-DDE and
p,p'-DDD, and their residues are commonly found in the
environment.
Following the discovery of DDT, numerous other
organochlorine insecticides were developed and used.

26 Manmade Organic Compound» In the Surface Waters of the United States

 Table 4. Some uses of polychlorinated biphenyls suggested by the manufacturer
[From Moore and Ramamoorthy, 1984]

Type of Aroclor
used and its Purpose of Aroclor use
Base material percent content and beneficial result
in final product

Polyvinyl chloride 1248, 1254, 1260 (7-8%) Secondary plasticlzers to

increase flame retardance
and chemical resistance
Polyvinyl acetate 1221, 1232, 1242 (11%) Improved quick- track and
fiber- tear properties
Polyester resins 1260 (10-20%) Stronger fiberglass;
reinforced resins and
economical fire retardants
Polystyrene 1221 (2%) Plasticizer
Epoxy resins 1221, 1248 (20%) Increased resistance to
oxidation and chemical
attack; better adhesive
properties
Styrene-butadiene 1254 (8%) Better chemical resistance
co-polymer
Neoprene 1268 (40%) Fire retardant
(1.5%) injection moldings
Crepe rubber 1262 (5-50%) Plasticizer in paints
Nitrocellulose 1262 (7%) Co-plasticizer
lacquers
Ethylene vinyl 1254 (41%) Pressure-sensitive adheslves
acetates
Chlorinated rubber 1254 (5-10%) Enhances resistance, flame
retardance, electrical
insulation properties
Varnish 1260 (25% of oil) Improved water and alkali
resistance
Wax 1262 (5%) Improved moisture and flame
resistance

Lindane, the gamma isomer of hexachlorocyclohexane
(HCH), was found to be an effective insecticide in 1942,
followed by chlordane in 1945, and heptachlor, aldrin,
dicldrin, and toxaphene in 1948. Toxaphene is produced
by the chlorination of terpene derivatives and is a mixture
of more than 170 components. Endrin and endosulfan
were first introduced in the 1950's. Mirex was first
prepared in 1946 but was not used extensively until 1969,
when it was used to control fire ants in the Southern
United States. The degradation product of mirex is
kepone. Methoxychlor also became widely used in 1969 in
response to the ban of DDT in the United States. In the
past 10 yr, it has been estimated that the quantities of
insecticides applied has decreased owing to the use of
more potent insecticides, such as the pyrethroids perme-
thrin and fenvalerate, which require much lower applica
tion rates than older organochlorine insecticides, such as
toxaphene (Gilliom, 1985).
The production of organochlorine insecticides in
the United States has been greatly curtailed over the last
15 yr owing to their environmental persistence, toxic
effects, and lipophilic nature. DDT and aldrin/dieldrin
use peaked in the mid-1960's at annual values of 70,000
and 9,000 t, respectively. By 1970, these values had
decreased to 36,000 and 5,000 t, respectively. Currently
(1987), production of these compounds in the United
States is negligible. The use of other organochlorine
insecticides currently applied to crops (such as toxa
phene) is being restricted (Moore and Ramamoorthy, 1984).
Additional use data for these and other chlorinated
insecticides, along with detection limits and water-quality
criteria, are presented in table 5.
Environmental Fate
Organochlorine insecticides and PCB's are charac
terized by relatively low aqueous solubilities and high
octanol-water partition coefficients (table 6). Because low
solute solubility correlates with high sediment-water sorp
tion coefficients for nonionic organic compounds, it is
expected that PCB's and organochlorine insecticides
would strongly partition into sediment organic matter and

Polychlorinated Biphenyls and Chlorinated Insecticides 27

Table 5. Detection limits, water-quality criteria, and use data for selected organochlorine insecticides
[Hg/L, micrograms per liter, lbfyr, pounds per year. From Gilliom, 1985]

Water-Quality Total use,

Criteria Principal National use on farms 1981
Detection
limit Human ,Iquatic sources lb/yr)
Chemical (M9/D1 health2 life2 1966 1971 1976 19823

Aldrin 0.01 0.0007 0.002 Corn 15 7.9 0.9 nr 0.8

Chlordane .15 .005 .004 Corn, termites, 0.5 1.9 nr nr 9.6
general purpose (Most farm uses cancelled in 1974)
D00 .03 .0002 .001 Fruits and vegetables, 2.9 0.2 nr nr 0
degradation product (Cancelled in 1972)
of DDT.
DDE .03 .0002 .001 Degradation product nr nr nr nr 0
of DDT and DDD.
DOT .05 .0002 .001 Cotton, fruits, 27 0.1 nr nr 0
vegetables, general (Cancelled in 1972)
purpose.
Dieldrin .03 .0007 .002 Termite control, deg 0.7 0.3 nr nr 0
radation product or (Host farm uses cancelled in 1974)
•Idrin.
Endrln .05 .1* .002 Cotton, wheat 0.6 1.4 0.8 nr 0.3
Heptachlor .01 .003 .004 Degradation product 1.5 1.2 0.6 nr 2.0
epoxide of heptachlor: used oni
corn and termites.
Lindane .01 .4* 0.08 Livestock, seed 0.7 0.7 0.2 nr 0.8
treatment, general purpose.
Methoxychlor .10 100* .03 Livestock, alfalfa, 2.6 3.0 3.8 0.6 5.0
general purpose.
Toxaphene .25 .007 .013 Cotton, livestock 35 37 53 5.9 16
nr = none reported
1. Detection limits are for water samples. Bed-sediment detection limits are 10 times greater end in units of micrograms
rer kilogram (Lucas and others, 1980).
xcept for values marked with an asterisk, which are from U.S. Environmental Protection Agency (1977), all criteria
are from U.S. Environmental Protection Agency (1980b). The human health criteria from the 1980 publication represent
the average concentrations associated with an incremental increase in cancer risk of 10"5 (one additional cancer per
100.000 people) over a lifetime of exposure. The aquatic life criteria are for freshwater environments and represent
24-nour average concentrations.
3. Data for 1966, Eichers and others (1970); for 1971 Andrilenas (1974); for 1976, Eichers and others (1978); for 1982,
U.S. Department of Agriculture (1983). Data for 1982 do not include use on livestock or use in California, Colorado,
Connecticut, Maine, Massachusetts, Nevada, New Hampshire, New Jersey, New Mexico, Oregon, Rhode Island, Utah,
Vermont, West Virginia, and Wyoming.

dissolved organic matter. Laboratory and field studies
have corroborated this hypothesis.
Table 7 presents some partition coefficients that
have been determined for PCB's and chlorinated insecti
cides in laboratory and field studies. The values for the
distribution coefficient, Kj, and the distribution coeffi
cients normalized for organic carbon, K,,,., or organic
matter, Kom, are very high, especially for DDT, DDE, and
the PCB's. These high sorption coefficients indicate the
strong tendency of these compounds to partition into the
sediment organic matter. Even lindane, one of the more
soluble of the organochlorine insecticides, has been doc
umented as having values greater than 800 (Sharom
and others, 1980a).
As a result of their high sorption coefficients,
insecticides and PCB's having low dissolved concentra
tions in water (in the parts-per-trillion range) can still
have very high concentrations in sediment (up to the
parts-per-million range). In an Oklahoma stream, Hunter
and others (1980) determined that PCB concentrations in
sediment ranged from 0.23 to 7.2 ppm, yet the concentra
tion of PCB's in the water was undetectable. Likewise, at
one location in the Hudson River (N.Y.), Nadeau and
Davis (1976) detected PCB concentrations in sediment of
almost 3,000 ppm, even though the aqueous concentration
in the overlying water was only 3.0 ppb. These studies
indicate the importance of sorption to the transport, fate,
and distribution of organochlorine insecticides and PCB's
in surface-water systems.
In addition to their affinity for sediment organic
matter, these chlorinated organic compounds also tend to
partition strongly into the lipid reservoirs of aquatic
organisms. The resulting concentration of the compound
in the biota can be as much as 1 million times greater than
the compound's aqueous concentration. Table 8 presents
bioconcent ration factors (BCF's) for a variety of PCB's

28 Manmade Organic Compounds In the Surface Waters of the United States

 Table 6. Experimentally determined octanol-water partition coefficients (K„J, solubilities,
and vapor pressures of selected polychlorinated biphenyls (PCB's) and chlorinated
insecticides at room temperature
[mg/L, milligrams per liter, mm, millimeters. Dash indicates no data available]

Compound Log K Solubility Vapor pressure Reference

ow (mg/L) (mm of Hg)

B i phenyl 4.09 7.5 1.8 1,2,3

2,4'-PCB 5.10 - 0.28 4,3
4,4' -PCB 5.58 0.062 8.99 X 10" 5.2,3
2,5,2',5*-PCB 5.81 0.016 4.27 X 10"* 5,2,3
2,4,5.2'5'-PCB 6.11 0.010 - 5,2
2,4,5,2' ,4\5'-PCB 6.72 0.00095 4.57 X 10" 5,2.3
p,p'-DDT 6.36 0.0031 1.9 X 10" 1.2,6
o,p'-DDT - 0.026 5.5 X 10"" 6
p,p'-DDD 5.99 0.020 10.2 X 10"7 6
o,p' -DDD 6.08 - 18.9 X 10"7 6
p,p' -DDE 5.69 0.040 6.5 X 10"* 6
o,p'-DDE 5.78 - 6.2 X 10" 6
Lindane 3.70 7.87 1.6 X 10" 7.7,6
Aldrln - 0.017 6.0 X 10" 6
Dieldrin - 0.195 1.8 X 10" 6.2
Chlordane 5.48* 0.056 1.0 X 10' 8,6,6
Toxaphene - 0.74 0.2 - 0.4 6
2 X 10*T
Endrin - 0.26 6
Heptachlor - 0.056 3 X lo"* 6
a-Endosulfan - 0.53 i x io"6 6
* - Value calculated from structural parameters according to Mabey and
others (1982)
1. Chiou, Schmedding, and Manes (1982) 5. Chiou and others (1985)
2. Verschueren (1983) 6. Callahan and others (1979)
3. Burkhard and others (1985) 7. Chiou and others (1986)
4. Chiou, Porter, and Schmedding (1983) 8. Mabey and others (1982)

and chlorinated insecticides and for a variety of aquatic
organisms ranging from microorganisms to fish. Differ
ences in the BCF values among different compounds
result largely from differences in each compound's solu
bility in water. For a given compound, the BCF can be
expected to vary with the lipid contents of the different
organisms. BCFs greater than 10,000 have been observed,
and even the more soluble insecticides such as lindane
have been bioconcent rated to values hundreds of times
greater than the compound's aqueous concentration.
Therefore, even low aqueous concentrations of organo-
chlorine insecticides and PCB's can produce environmen
tally significant concentrations of these compounds in
aquatic organisms.
In addition to their typically low solubilities and
high octanol-water partition coefficients, PCB's and chlo
rinated insecticides also are characterized by relatively
low vapor pressures (table 6). Compounds that have low
vapor pressures typically have low mass-loss rates (fluxes)
from solution. However, PCB's and some of the chlori
nated insecticides in water are relatively volatile, because
their low water solubilities cause relatively high rates of
loss from water. The rate of volatilization for a given
compound depends on such factors as suspended-
sediment concentration and the compound's organic-
matter content, the concentration of dissolved organic
matter, temperature, and water turbulence. Increased
concentrations of organic matter result in increased sorp

Polychlorinated Biphenyls and Chlorinated Insecticides 29

 Table 7. Experimentally determined sorption coefficients for some polychlorinated bi-
phenyls (PCB's) and organochlorine insecticides
[OC, organic carbon; OM, organic matter, Kj, distribution coefficient; and K^, distribution
coefficients normalized for organic carbon and organic matter, respectively. Dash indicates no data available]

Compound Soil/sediment PC or OM (%> Kd Koe °r Kom Reference

2.4,4»-PCB Silt loam 1.9 (om) 460 24,000

2,5,2'-PCB Suspended river 4.1 (oc) 10,000 250,000
sediment
Hexachloro- Lake Michigan 2.9 (oc) 9,000 310,000
biphenyl sediment
Hexachloro- Suspended river 4.1 (oc) 13,000 300,000
biphenyl sediment
Aroclor 1254 Lake Michigan 1.7 (oc) 7.000 410,000
sediment
DDT Marine sediment 2.7 (oc) 48,000 1,800,000 5
DDT Soli samples -(om) 140.000 6
p,p' -DDE Suspended river 4.1 (oc) 41,000 1,000.000 2
sediment
Lindane Silt loam 1.9 (om) 14 740 7
Creek sediment 2.8 (om) 24 860 8
a-chlordane Suspended river 4.1 (oc) 13,000 300,000 2
sediment
/J-chlordane Suspended river 4.1 (oc) 10,000 250,000
sediment
Endrin Sand 0.7 (om) 58 8.300 8
Kepone Estuarine sediment 1,700 9
Methoxychlor Clay 1.2 (oc) 1,100 90,000 10
1. Chiou, Porter, and Schmedding (1983) 6. Chiou and others (1979)
2. Oliver and Charlton (1984) 7. Chiou and others (1985)
3. Voice and others (1983) 8. Sharom and others (1980a)
4. Voice and Weber (1985) 9. Huggett and others (1980)
5. Pierce and others (1974) 10. Karlckhoff and others (1979)

tion and, consequently, decreased volatilization (Haque
and others, 1974; Callahan and others, 1979). Increases in
temperature or turbulence, however, will increase the rate
of volatilization.
Volatilization from solution and other atmospheric
discharges (such as incineration) combine with atmo
spheric transport to contribute to the widespread distri
bution of PCB's and some of the chlorinated pesticides.
Munson (1976) detected both toxaphene and PCB's in
rainwater collected at Sollers Point, Md. Heit and others
(1984) have determined PCB concentrations up to 194
jig/kg in the sediments of remote Rocky Mountain lakes
that had not been directly affected by point source
discharges of PCB's. They concluded that PCB's present
in the lakes were due to atmospheric deposition of the
contaminants. Similarly, atmospheric deposition has been
considered the primary source of PCB contamination to
the Great Lakes (Murphy and Rzeszutko, 1977; Eisen-
reich and others, 1979). Haines (1983) found residues of a
variety of organochlorine insecticides in brook trout taken
from six remote lakes in New England. Because the lakes
were surrounded by forested land that had not been
treated with pesticides for at least 80 yr, it was concluded
that the contaminant residues were atmospherically
deposited. Volatilization, atmospheric transport, and sub
sequent deposition, therefore, partly explain the numer
ous detections of PCB's and organochlorine insecticides
around the globe.

30 Manmade Organic Compound* In the Surface Waters of the United States

 Table 8. Experimentally determined bioconcentration factors for some polychlorinated
biphenyls (PCB's) and organochlorine insecticides

Aquatic Bioconcentration
Compound organista factor Reference

PCB Fish 12,000 Metcalf and others (1975)

PCB Largemouth bass 2,800 Martell and others (1975)

Aroclor 1254 Guppies 200 Gooch and Hamdy (1983)

4 -PCB Brown trout 4,025 Sugiura and others (1979)

DDE Fish 12,000 Metcalf and others (1975)

trans -chlordane B. Subtllis 2,300 Grimes and Morrison (1975)

cis-chlordane B. Subtllis 2,000 Grimes and Morrison (1975)

q-HCH Chlamvdoroonas 310 Canton and others (1977)

fi-HCH Brown trout 658 Sugiura and others (1979)

Lindane B. Subtllis 100 Grimes and Morrison (1975)

Lindane Brown Trout 442 Sugiura and others (1979)

Toxaphene B. Subtllis 3,400 Paris and others (1977)

Endrin Algae 140-222 Grant (1976)

Dieldrin B. Subtllis 1,200 Grimes and Morrison (1975)

Heptachlor B. Subtllis 800 Grimes and Morrison (1975)

Epoxide

In addition to their ability to partition into organic
matter and biological lipid reservoirs and their tendency to
volatilize and be transported atmospherically, the chlori
nated insecticides and PCB's are, in general, highly
resistant to chemical or biological transformation. As a
result, they are extremely persistent environmental con
taminants whose residues commonly remain years after
use at the source of contamination has ceased.
The biodegradability of PCB's decreases with
increased chlorination of the molecule, with the more
highly chlorinated biphenyls being extremely resistant to
biodegradation (Sayler and others, 1977). The biotransfor
mation of PCB's is enhanced by an increase in the
number of C-H bonds available for hydroxylation by
microbial enzymes (Haley, 1984). Increased chlorination
decreases the number of C-H bonds and, therefore,
inhibits biodegradation. PCB's also are extremely resis
tant to oxidation and to both acidic and basic hydrolysis
(Callahan and others, 1979). Neither oxidation nor hydrol
ysis are likely to transform PCB's significantly in the
environment. There is some evidence that PCB's can be
partially dechlorinated by photolysis, particularly when
exposed to short-wave ultraviolet light. Bunce and Kumar
(1978) calculated that highly chlorinated biphenyl mole
cules would lose one chlorine molecule per year in
shallow waters. In the same 1-yr period, however, they
predicted that only 5 percent of the lesser chlorinated
biphenyls would lose a chlorine molecule photolytically.
Although both biodegradation and photolysis transform
PCB's at a very slow rate, they may be the most significant
long-term transformation processes because of the negli
gible degradative affects of hydrolysis and oxidation.
The chlorinated insecticides also are relatively resist
ant to biodegradation. Aldrin has been shown to be
biotransformed to dieldrin, but this product is strongly
resistant to further degradation (Callahan and others,
1979). Likewise, DDT has been biotransformed to both
DDD and DDE in natural systems, with the latter com
pound being highly resistant to continued biodegradation.
Microbial decomposition of DDT occurs primarily

Polychlorinated Biphenyls and Chlorinated Insecticides 31

through DDD formation by reductive dechlorination under
anaerobic conditions (Johnsen, 1976). Other chlorinated
insecticides such as chlordane, endosulfan, heptachlor,
toxaphene, and mirex do not appear to biodegrade at
significant rates in natural surface-water systems (Cal
lahan and others, 1979; Aslanzadeh and Hedrick, 1985).
Lindane is one of the few chlorinated insecticides that has
been shown to biodegrade at significant rates in natural
systems, with documented degradation products being
penta- and tetrachloro-1-cyclohexanes and penta- and
tetrachlorobenzenes (Moore and Ramamoorthy, 1984).
Oxidation of the organochlorine insecticides is not
an important factor affecting their fate, with the possible
exception of the oxidation of aldrin to dieldrin in the
presence of oxygen or ozone (Callahan and others, 1979).
Hydrolytic half-lives for the chlorinated insecticides typi
cally are greater than 1 yr, with the exception of hepta
chlor, which is rapidly hydrolyzed to 1-hydroxychlordene.
Photolytic reactions degrade the chlorinated insecticides
in laboratory experiments, and this process may be impor
tant to the long-term fate of these compounds. Moore and
Ramamoorthy (1984) state that sunlight reaching the
Earth may have enough energy to cleave aromatic C-Cl
bonds or an aliphatic alcohol's C-H bonds but not aro
matic C-C and H-OH bonds.
Environmental Distribution
Because of the tendency of PCB's and chlorinated
insecticides to partition into sediment organic matter and
biological lipid reservoirs, elevated concentrations of these
contaminants have been reported in soils, sediments, and
aquatic organisms throughout the United States and other
parts of the world. Tables 9 and 10 present some of the
documented residues of PCB's and organochlorine insec
ticides in sediments and biota, respectively. The highest
sediment PCB residues have been observed in the Hudson
River (N.Y.) near the former discharges of two capacitor-
manufacturing plants. It has been estimated that more
than 150,000 kg of PCB's were discharged to the Hudson
River from these two plants over a 30-yr period ending in
1976 (Brown and others, 1985). Sediment residues have
been reported to be greater than 2,000 mg/kg (Nadeau
and Davis, 1976). The sediments of Los Angeles Harbor
have also been grossly contaminated with high concentra
tions of organochlorine compounds, including dieldrin
(1,800 /ig/kg), total DDT (770 Mg/kg), and PCB's (140
/ig/kg) (Choi and Chen, 1976).
Biota from diverse locations across the United
States also have been contaminated with organochlorine
residues (table 10). Again, the Hudson River serves as an
example of the "worst-case" PCB contamination, with
concentrations approaching 100 mg/kg found in the livers
of Atlantic tomcods (Klauda and others, 1981). Brown
and others (1985) have documented lipid-based PCB
32 Manmade Organic Compounds In the Surface Waters of the United States
concentrations greater than 1,000 mg/kg in the fillets of
whole yearling pumpkinseeds in the Hudson River. The
8-yr discharge of kepone into the James River estuary in
Virginia also caused extreme contamination of biota, with
concentrations as high as 10 mg/kg in the muscle of white
perch (Huggett and others, 1980). Concentrations of
organochlorine insecticides and PCB's commonly are
highest in American eels, inasmuch as this species has a
relatively high lipid content (Zitko, 1971; Barker, 1984).
In contrast to sediment and biological residues,
aqueous concentrations of PCB's and chlorinated insecti
cides are typically low, with values typically in the parts-
per-trillion range. In a study of a Tennessee river, Jaffe
and others (1982) detected the insecticides hexachloro-
benzene, heptachlor, aldrin, chlordane, dieldrin, and endrin
in water samples at mean concentrations of 5.3, 3.2, 5.1,
16.7, 0.8, and 1.2 ppt, respectively. Rihan and others
(1978) similarly detected aqueous concentrations of aldrin
(0.01 to 0.49 ppt), lindane (0.02 to 0.16 ppt), p,p'-DDT
(2.73 to 12.31 ppt), and heptachlor (undetectable to 0.18
ppt) in the surface waters of northern Mississippi. These
concentrations are typical of contaminated surface waters,
and their low magnitudes are consistent with the low
solubilities of the contaminants.
PCB's and chlorinated insecticides have been shown
in field studies to be extremely persistent and ubiquitous
environmental contaminants. Nevertheless, increased
restrictions on the use and production of these com
pounds generally have resulted in a slow but steady
decline of their environmental residues over the last 10 to
15 yr.
Several researchers have noted decreases in biolog
ical residues of PCB's and chlorinated insecticides over
time. Wszolek and others (1979) determined that DDE
concentrations in 12-yr-old fish from Cayuga Lake in
central New York had decreased from 11.7 to 3 to 4 ppm
over an 8-yr period. Over the same timespan, PCB
residues exhibited less of a decline, with concentrations
decreasing only from 15.7 to 13 ppm. As a result of an
accidental discharge of PCB's to Escambia Bay, Fla., in
1969, Wilson and Forester (1978) monitored PCB con
centrations in the bay's oysters from 1969 to 1976. Despite
the fact that no known point-source discharges of PCB's
contaminated the bay after 1969, residues in the oysters
showed only a slight decline over the study period, with an
apparent equilibrium PCB concentration of about 0.5
ppm recorded in 1976. Sullivan and others (1983)
reported that PCB concentrations in fish of the lower Fox
River, Wis., had declined steadily from 1976 to 1981.
Figure 12 presents some of the temporal trends in PCB
contamination in water and fish of the Hudson River at a
site approximately 50 km below two capacitor-
manufacturing plants that had formerly discharged PCB's
 Table 9. Means and ranges of detectable sediment residues of polychlorinated biphenyls
(PCB's) and organochlorine insecticides
[fig/kg, micrograms per kilogram]

Mean Range Sampling

Compound Locality (fgAg) (/JgAg) method Ref.

PCB Delaware River 123 2-830 core 1

PCB Los Angeles Harbor 140 900-4500 grab 2
PCB Lake Ontario 0.02 0.002-0.038 grab 3
shoreline marsh
PCB Rocky Mountain 277 98-540 grab 4
National Park
PCB Southern Puget 25.8 0.7-330 no data 5
Sound. WA
PCB Niagara River, 65.7 47.7-121.5 suspended 6
Lake Ontario sediment
PCB Rock Reservoir, IA 13 5.7-28.5 core 7
PCB Bay of Quinte, 385 200-620 dredge B
Lake Ontario
PCB Raritan Bay, NY 212 3-2035 grab 9
Aroclor 1016 Hudson River, NY 2047* 6.6-6700 grab 10
**
t-DDT Los Angeles Harbor 768 115-3212 grab 2
t-DDT Salinas River, CA no data 1-190 grab 11
DDT Trinity River, TX 16.3 0.25-53.6 grab 12
DDE Rock Reservoir, IA 2.4 1.1-7.4 core 7
DDD Rock Reservoir, IA 2.4 0.6-7.3 core 7
Chlordane Belmont Lake, NY 171 20-580 core 13
Chlordane Trinity River, TX 13.7 0.15-64.0 grab 12
Mirex Lake Ontario 0.01 no data grab 3
shoreline marsh
Mirex Niagara River, 7.1 3.9-18 suspended 6
Lake Ontario sediment
Dieldrin Los Angeles Harbor 1800 900-4500 grab 2
Dieldrin Rock Reservoir, IA 2.9 0.3-6.4 core 7
Endrin Trinity River, TX 9.4 0.15-20 grab 12
Heptachlor Trinity River, TX 5.28 0.7-9.3 grab 12
Heptachlor Rockaway River, NJ 4.5 0.7-10 grab 14
Epoxide
Lindane Trinity River, TX 0.32 0.1-0.7 grab 12
a- and 0-HCH Niagara River, 14.3 6.9-33 suspended 6
Lake Ontario sediment
* Concentrations for mean and range in units of milligrams per kilogram
** Denotes total DDT (includes all DDT, DDE, and DDD Isomers)
1. Hochreiter (1982) 8. Scott (1980)
2. Choi and Chen (1976) 9. Stainken and Rollwagen (1979)
3. Glooschenko and others (1981) 10. Nadeau and Davis (1976)
4. Helt and others (1984) 11. Routh (1972)
5. Mowrer and others (1977) 12. Qasim and others (1980)
6. Oliver and Charlton (1984) 13. Wood and others (1986)
7. Ricci and others (1983) 14. Smith and others (1987)

(Brown and others, 1985). The data demonstrate a dis
tinct decline in aqueous and lipid concentrations of PCB's
with time.
Organochlorine residues in sediments have also
shown a general decline over time. Gilliom (1985)
reported the results of the U.S. Geological Survey-U.S.
Environmental Protection Agency Pesticide Monitoring
Network, which monitored selected pesticides in the water
and bottom sediments of more than 150 river sites across
the United States. The number of detections of chlori
nated insecticides in bed sediment decreased steadily
from 1976 through 1978, but increased slightly in 1979
(fig. 13). In the monitoring network, 36 station-chemical
combinations exhibited statistically significant trends in
pesticide concentration; 29 trends decreased with time.
Five of the seven increasing trends occurred in the Black
River in Kingstree, S.C., and most of these trends involved
either DDD, DDE, DDT, chlordane, or dieldrin.

Polychlorinated Biphenyls and Chlorinated Insecticides 33

 Table 10. Detectable residues of polychlorinated biphenyls (PCB's) and organochlorine
insecticides in biota
[fig/kg, micrograms per kilogram. Dash indicates no data available]

Aquatic Mean Maximum

Compound Locality organism (MgAg) (pgAg) Reference

PCB Schuylkill River American eel 3,700 8,100 1

Reading, PA
PCB Milwaukee River, Red horse 6,630 " 2
VI sucker
PCB New Bedford Mussel - 17,000 3
Harbor
PCB Hudson River Atlantic 37,500 98,200 4
tomcod liver
PCB New York Harbor Lobster 230 410 5
PCB Utah Lake Carp 115 • 6
PCB Long Island Wlndowpane 1,500 2,300 7
<ff
Sound flounder liver
t-DDT Atlantic Ocean Deep sea fish 7,100 27,000 8
t-DDT Milwaukee River, Red horse 150 - 2
WI sucker
t-DDT Lake Superior Lake trout 3,250 9,780 9
p.p'-DDE New England Brook trout 18 34 10
lakes
Dieldrin Atlantic Ocean Deep sea fish 20 30 8
Dleldrin New England Brook trout 4 7 10
lakes
a-HCH New England Brook trout 11 19 10
lakes
p-aca Milwaukee River, Red horse 60 - 2
WI sucker
Lindane Lake Superior Lake trout 190 . 9
Heptachlor Lake Superior Lake trout 1,630 2,770 9
Heptachlor Milwaukee River, Red horse 20 . 2
epoxide WI sucker
Chlordane Schuylkill River, American eel 180 270 1
Reading , PA
Endrin Schuylkill River, American eel 9 19 1
Reading, PA
Aldrin Lake Superior Lake trout 120 220 9
Endosulfan Milwaukee River, Red horse 20 - 2
WI sucker
Toxaphene Louisiana lakes Spotted gar 410 800 11
* Denotes total DDT (includes all DDT, DDE, and DDD isomers)
1. Barker (1984) 7. Greig and others (1983)
2. DeVault (1985) 8. Barber and Warlen (1979)
3. Farrington and others (1983) 9. Parejko and others (1975)
4. Klauda and others (1981) 10. Haines (1983)
5. Roberts and others (1982) 11. Winger and Andreasen (1985)
6. Smith and others (1974)

PCB contamination trends in sediment generally
have been constant or have slowly declined over the last
10 yr. Ricci and others (1983) collected sediment cores
from an Iowa reservoir and determined that PCB residues
were greatest in the deepest sections of the core, indicat
ing that the more recently deposited sediments were less
contaminated with PCB's. They observed similar trends
for DDE and DDD. Van Luik (1984), on the other hand,
found no correlation between PCB concentration and core
depth for sediment cores collected from the Calumet Sag
Channel (111.). Sediment PCB concentrations in the
Hudson River have gradually decreased since the mid-
1970's, but much of this decrease can be attributed to
substantial dredging operations that have removed an
estimated 500,000 m3 of sediment over a 25-yr period
(Brown and others, 1985). Also, some of the Hudson
River's contaminated sediment has been transported into
Raritan Bay and is believed to be accumulating (Stainken
and Rollwagen, 1979). Sullivan and others (1983),
although observing a decline in PCB concentrations in
fish from the Fox River, Wis., observed no significant
decline in the sediment PCB concentrations in the river

34 Manmade Organic Compounds in the Surface Waters of the United States

 1200 1 T— 1 T ■ !
(16)
(Sample number) CO I I Bed eedimante
a Z
t 06% Upper confidence Ml o M3 Water
2j 1000 - i
I
Mean
Median O
60 1 100 Detectlona are
1 86* Lower confidence limit 111 possible in each
I- 100 aamplea
ill <n
UJ
2 °^
< <± 60
a.
a (25)/ os < No data
rr w for bed
111
CO oo sediments
a. 2 *- 40 In 1980
CO 800 - Z
s
<cr * ff111
(26) / UJ D.
a d4) y o
O <
K 400 (26)1/1 rr 20
O ui
>
2 <

200
1 1 1 1
I U.S. Geological Survey-U.S. Environmental Protection
O.lf 4 f 0.2 0.3 f 0.4 0.6
1882 | 1861 1880 1878
1883
PCB, IN MICROGRAMS PER LITER
Figure 12. Relation of summer mean polychlorinated bi-
phenyl (PCB) concentrations in water and lipid-based PCB
concentrations in fillets of whole yearling pumpkinseed
collected in September 1977-83 at Stillwater, N.Y.
[Reprinted with permission from Environmental Science and
Technology, v. 19, p. 659 (1985). Copyright 1985 by the
American Chemical Society.]
from 1976 to 1981. These studies indicate the extreme
persistence of PCBs and also may indicate that, despite
the cessation of their production, PCB residues in capac
itors and transformers throughout the United States may
still be contaminating surface waters.
Regionally, the highest PCB concentrations typi
cally are found near industrial areas. Martel and others
(1975), in a study of a northern Virginia watershed,
observed that the highest sediment PCB concentrations in
the watershed were near the most industrialized areas.
Similarly, Mowrer and others (1977) found the highest
PCB residues in sediments and mussels of Puget Sound,
Wash., in industrialized and heavily populated areas and
the lowest concentrations in sparsley populated areas
surrounding the bay. Farrington and others (1983) ana
lyzed mussels from 62 locations in the eastern and west
ern coastal waters of the United States from 1976 to 1978.
In all 3 yr of the study, mussels from water near urbanized
areas had PCB concentrations at least an order of mag
nitude greater than mussels from water near rural areas.
Nationally, PCB concentrations were generally highest
along the northeastern coast from Chesapeake Bay to
Cape Ann, Maine.
Residues of chlorinated insecticides are not neces
sarily highest in industrialized regions. Gilliom (1985)
described pesticide use as being "strongly regional, with
1976
Figure 13. Frequency of detection of organochlorine insec
ticides in water and bed-material samples from stations in the
(0.6
Agency Pesticide Monitoring Network, 1975-80. (Reprinted
from Gilliom, 1985.)
most use of each chemical occurring in only one or two
regions of the country." Because compounds such as
DDT and toxaphene are applied primarily in cotton-
growing areas, their residues are likely to be highest in
these areas. Compounds such as aldrin and chlordane are
applied principally to corn and, therefore, are expected to
be found in corn-producing areas. However, residues in
industrial areas also can be high, as evidenced by the data
of Qasim and others (1980). They determined that aque
ous pesticide concentrations in the Trinity River, Tex.,
were highest in the central reach of the river, which
drained cropland, pasture, and forest. However, sediment
pesticide concentrations were highest in the upper reaches
of the river, which drains the metropolitan areas of Dallas
and Fort Worth. The authors attribute the latter con
tamination to numerous point-source discharges of
wastewater-treatment plants. When surface-water contam
ination can be attributed to runoff from cropland, the
highest concentrations are likely to be observed after a
heavy rain (Pfaender and others, 1977).
PCB's and chlorinated insecticides have severely
affected our environment, and, despite their drastically
declining use over the last 10 to 20 yr, their residues are
likely to persist in the sediment, water, and biota of the
Nation's surface-water systems for many years to come.
At present, these compounds are being replaced by less
persistent organic compounds. New insecticides, such as
the carbamate and organophosphorus insecticides dis
cussed in the next section, have found increasing use.
PCB's have similarly been replaced by such compounds
as phenylxylylethanes, di-isopropylnaphthalenes, and
isopropylbiphenyls (Addison and others, 1983).

Polychlorinated Biphenyis and Chlorinated Insecticides 35

CARBAMATE AND CARBAMATE INSECTICIDES
ORGANOPHOSPHORUS INSECTICIDES H,CS
CH,SCCH • NOCONHCH, NCOC -NOCONHCH.
H.0' i
OH.
OH,
Uses, Production, Properties, and Oxamyl
Regulatory Limits OCONHCH.

In response to the environmental concern over the OCONHCH,

persistence of the chlorinated insecticides, the carbamate C.rbofgr.n

and organophosphorus insecticides have seen increasing

use over the last 20 yr because of their relatively short ORGANOPHOSPHORUS INSECTICIDES
half-lives in the environment. In addition, they have been 3
ii
H O
I It
increasingly recommended for the control of pests that are * i i
CH.-O-P-8-C-C-O-CH.CH, ■ ■ CH,CH,-0-P-0-CH,CH,
O CH.-C-O-CH.CH O
not specifically controlled by the organochlorine insecti I
OH,
" N
O
"

cides. Figure 14 presents the structural diagrams of some Malathion

of the more common carbamate and organophosphorus NO,
Parathion
insecticides. The octanol-water partition coefficients, sol
ubilities, and vapor pressures of some of these com 8
II
•
■
pounds are given in table 11. <C,H,0>,-P-8-CH,-S-P(OC,H,>, (CH,0), PSO ■Q: NO,
Table 12 presents usage data for some of the Ethlon CH.

organophosphorus insecticides (Gilliom, 1985). Of the

group, malathion and parathion have probably seen the CH,

most widespread use. The use of parathion, although it is H,C

CH-<<r¿J-0-PN
°C,H,
/ r*^ ii» *OC.H,
relatively nonpersistent in the environment, has decreased H,C :,H,

considerably in recent years because of its high toxicity to

mammals. The compound inhibits the activation of the
acetylcholinesterase enzyme in the nervous systems of Figure 14. Structural diagrams of selected carbamate and
organophosphorus insecticides.
animals (Baum, 1982), and its use has resulted in numer
ous deaths of humans involved in its manufacture and
application. Decline in the use of parathion is evidenced
by its production decrease from 50.6 million lb in 1969 to phosphorus insecticides and has been used to protect
15 million lb in 1971 (Mulla and others, 1981). In livestock, to control fleas in kennels, and to control other
contrast, malathion is the least toxic of the organo- household and garden pests (Baum, 1982). Its low toxic-
Table 11. Experimentally determined octanol-water partition coefficients (■<„„), solubili
ties, and vapor pressures of selected organophosphorus and carbamate insecticides at
room temperature
[mg/L, milligrams per liter, mm, millimeter. Numbers in parentheses indicate references; dashes indicate
no data available]

Compound Log K Solubility Vapor pressure

ow (mg/L) (mm of Hg)

Malathion 2.89 (1) 145 (1) 1.25 X 10"s <D

Parathion 3.81 (1) 24 (1) 0.57 X 10" (1)
Dime thylparathion 2.04 (2) 55-60 (2) -
Diazinon - 40 (3) s
Ethion - 2 (3) 1.5 X 10"5 (2)
Fenitrothion 3.38 (2) 30 (2) 5.4 X 10" (2)
Chlorpyrifos 5.11 (2) 0.4 (2) " .4
Aldlcarb - - 1.0 X 10 (2)
Carbaryl - 40 (2) <0.005 6 (2)
Carbofuran • 320 (2) 2.0 X 10" (2)

1. Mulla and others (1981)

2. Verschueren (1983)
3. Gilliom (1985)

36 Manmade Organic Compounds In the Surface Waters of the United States

Table 12. Detection limits, water-quality criteria, and use data for selected organophosphorus insecticides
[fig/L, micrograms per liter, lb/yr, pounds per year. From Gilliom, 1985]

Water-quality 3 Total use,

criteria Principal National use on farms 1981
Detection uses and (million lb/yr) (million
limit Human Aquatic sources lb/yr)
Chemical health2 life
(MA)1 1966 1971 1976 1982

Diazirton 0.10 nd nd Corn, general 5.6 3.2 1.6 0.3 9.0

purpose
Ethion 0.2S nd nd Citrus fruits 2.0 2.3 nr nr 2.0
Malathion 0.25 nd 0.1 General purpose 5.2 3.6 2.8 1.6 28
Dimethyl 0.25 nd nd Cotton, wheat 8.0 28. 23. 11. 20
parathion
Methyl 0.50 nd nd Not identified nr nr nr nr 0.1
trithion
Parathion 0.25 nd 0.04 Wheat, corn, sorghum 8.5 9.5 6.6 4.0 5.0
Trithion 0.50 nd nd General purpose nr nr nr nr 0.1

1. Detection limits are for water samples. Bed-sediment detection limits are 10 times greater and in units of micrograms
per kilogram (Lucas and others, 1980).
2. U.S. Environmental Protection Agency (1977).
3. Data for 1966, Eiehers and others (1970); for 1971. Andrilenes (1974); for 1976, Eichers and others (1978); for 1982,
U.S. Department of Agriculture (1983). Data for 1982 do not include use on livestock.

ity to animals is attributed to carboxyesterases that
degrade malathion to nontoxic metabolites in birds, mam
mals, and resistant insects (Mulla and others, 1981). The
production of malathion in the United States reached a
high in 1971 of 30 million lb (Mulla and others, 1981).
Table 13 presents some usage data for the carba
mate insecticides. Carbaryl, first synthesized in 1953 and
introduced in 1958, is the most widely used of the
carbamate insecticides and has been shown to control
more than 150 major pests (Rajagopal and others, 1984).
Environmental Fate
As is evidenced from the half-lives in table 14, the
carbamate and organophosphorus insecticides are among
the least environmentally persistent pesticides. This is
primarily attributable to their relatively rapid chemical
and biological degradation in both soil and surface-water
systems.
Several researchers have documented the chemical
and biological attenuation of the organophosphorus insec
ticides. Walker (1976) determined that 97 percent of
malathion added to sterile and nonsterile river water was
degraded after 18 d incubation in the dark. Parathion was
more persistent, with only a 16- to 23-percent loss after
40 d. Microorganisms capable of degrading both com
pounds were isolated. Sudhakar-Barik and Sethunathan
(1978) noted the biological hydrolysis of parathion in
soils, water, and sediments and the formation of a degra
dation product, p-nitrophenol, within 6 h after the second
or third additions of the insecticide. Sharom and others
(1980b) found that 40 percent of the ethion and leptophos
and essentially 100 percent of the diazinon and mevinphos
added to natural water samples was degraded within 16
weeks. In a study of malathion degradation in soil, Gibson
and Burns (1977) observed malathion half-lives of about
1 d. When the soil's organic matter was removed, however,
degradation was three to six times slower. The authors
hypothesized that the organic matter has a catalytic effect
(by acting as a stable enzyme) on the degradation of
malathion. Wolfe and others (1977) modeled the chemical
degradation of malathion as a function of pH and temper
ature. Acid degradation was slow (malathion half-life of 4
yr at pH=4), but alkaline degradation was fast enough to
be a competitive degradation pathway in the environment
(malathion half-life of 22 h at pH=8.2). Weinberger and
others (1982) documented both hydrolytic and photolytic
decomposition of fenitrothion in aquatic microcosms.
Eidt and others (1984) applied fenitrothion formulations
to two Canadian streams and observed that the
compound's aqueous concentration was rapidly attenu
ated in both streams. These studies indicate that the
organophosphorus insecticides are generally susceptible
to rapid chemical and microbial degradation in natural
systems.
Numerous studies also have documented the chem
ical and biological degradation of the carbamate insecti
cides. Carbaryl is rapidly hydrolyzed at alkaline pH
(Wolfe and others, 1978), and it has been biologically
degraded to 1-naphthol in the laboratory (Rajagopal and
others, 1984). Aldicarb has similarly been observed to
have hydrolytic half-lives of 55 and 6 d at pH values of

Carbamate and Organophosphorus Insecticides 37

 Table 13. Characteristics of selected carbamate insecticides

Compound Type Uses Trade name(s)

Aldicarb Oxime carbamate Insects, mice, Temik

nematodes
Oxamyl Oxlme carbamate Insects, nematodes Vydate
Arprocarb N-methylcarbamate Insects Baygon, TJnden,
(propoxur) Sendran, Suncide,
Blatanex
Carbaryl N-methylcarbamate Insects Sevin
Carbofuran N-methylcarbamate Soil insects Furadan

25.0i 1 r 1 , , , , r
Table 14. Approximate persistence of pesticides in soils
[From Metcalf, 1972]

Approximate half- life,

Pesticide years

Lead, arsenic, copper, mercury 10-30

Chlorinated insecticides 2-4
Trlazina herbicides 1-2
Benzoic acid herbicides 0.2-1
Urea herbicides 0.3-0.8
Chlorinated herbicides 0.1-0.4
Organophosphorus insecticides 0.02-0.2
Carbamate insecticides 0.02-0.1

8.85 and 9.95, respectively (Given and Dierberg, 1985).

Sharom and others (1980b) determined that essentially
100 percent of the carbofuran added to sterile and
nonsterile natural water was degraded after 16 weeks
incubation. Carbaryl was degraded even more rapidly, with
almost 100 percent removal after only 4 weeks. Compar
ison of the sterile-water and nonsterile-water degradation
data revealed that, for both compounds, chemical degra
dation appeared to be of primary importance to the
attenuation, with biological processes playing only a sec
ondary role. Figure 15 compares the 14C02 evolved from
three ring-labeled 14C-insecticides (parathion, carbaryl,
and carbofuran) applied to flooded and nonflooded soils
(Rajagopal and others, 1984). These data in combination
with the results of Sharom and others (1980b) indicate
that while the initial chemical or biological transformation
step of carbaryl or carbofuran may be rapid, ring cleavage
of the molecules may be slow (less than 3 percent of
Figure 15. Cumulative 14C02 (percentage of added ring-
labeled 14C-insecticide) evolved in a soil planted to rice under
flooded and nonflooded conditions. [Reprinted with permis
sion from Residue Reviews, v. 93, p. 113 (1984). Copyright
1984 by Springer-Vertag New York, Inc.]
ring-labeled 14C evolved as 14C02 for either carbaryl or
carbofuran after 30 d).
Sorption to sediments and bioaccumulation gener
ally are not significant fate processes for most of the
carbamate and organophosphorus insecticides because of
their relatively high solubilities and low octanol-water
partition coefficients. However, sediments having high
organic-matter contents or aquatic organisms having high
lipid contents may accumulate significant residues if

38 Manmade Organic Compounds In the Surface Waters of the United States

aqueous concentrations are high. Aquatic plants exposed
to 10 ppm fenitrothion for 5 d accumulated between 216
and 286 ppm of the contaminant on a dry-weight basis
(Weinberger and others, 1982). These residues decreased
rapidly, however, as the fenitrothion was chemically and
biologically degraded in the water column. Sharom and
others (1980a) observed the sorption of a variety of
organophosphorus and carbamate insecticides to soils
and sediments and noted that increased sorption corre
lated with both decreased solubility and increased soil or
sediment organic matter. The order of sorption to soil was
leptophos > ethion > chlorpyrifos > parathion > diazinon >
carbaryl > carbofuran > mevinphos. Sorption coefficients
(Kj) for the sediment (2.8 percent organic carbon) ranged
from 158 (ethion) to less than unity (mevinphos). Belluck
and Felsot (1981) measured BCF's between 1 and 10 for
carbofuran and malathion partitioned between water and
caddisfly egg masses, indicating that bioaccumulation was
minimal.
Bioaccumulation and sorption of the carbamate and
organophosphorus insecticides, therefore, will vary with
such factors as compound solubility and aqueous concen
tration, sediment and dissolved organic matter concentra
tion, and lipid contents of the aquatic organisms. Because
the partitioning of these solutes into sediment organic
matter and biological lipid reservoirs are reversible pro
cesses, biological and sediment residues are likely to be
short-lived as a result of the rapid chemical and biological
attenuation of these compounds in surface-water systems.
Environmental Distribution
Despite extensive use of carbamate and organo
phosphorus insecticides in the United States, they are not
detected frequently in surface waters. Additionally,
because they have relatively high solubilities (and there
fore a low tendency to partition into organic matter and
biological lipid reservoirs), their residues are even less
frequently detected in sediment and biota.
The U.S. Geological Survey-U.S. Environmental
Protection Agency Pesticide Monitoring Network moni
tored the occurrence of several of the organophosphorus
insecticides at 161 surface-water stations throughout the
United States from 1975 to 1980 (Gilliom and others,
1985). Compared with chlorinated insecticide residues,
which also were monitored, organophosphorus insecti
cides were only occasionally detected in water samples.
Methyl parathion, the organophosphorus insecticide used
most heavily on farms, was detected in only 3 of almost
3,000 water samples. The low number of detections of
organophosphorus insecticides was attributed to their
relatively low persistence and high aqueous detection
limits (table 12). Diazinon was detected most frequently
(34 detections in 2,861 water samples), and this was likely
related to the fact that, of the organophosphorus insecti
cides included in the analysis, diazinon is the most persis
tent and has the lowest detection limit. For all the
organophosphorus insecticides monitored, the number of
sediment detections was less than the number of aqueous
detections, which agrees with laboratory data demonstrat
ing that the organophosphorus insecticides do not strongly
partition into sediment organic matter. Because of the
small number of detections of organophosphorus insec
ticides by the Pesticide Monitoring Network, no regional
trends were observed for either water or sediment sam
ples.
No studies documenting regional or temporal trends
of carbamate-insecticide contamination in the United
States were found in the reviewed literature. However,
because the behavior and persistence of the carbamate
and organophosphorus insecticides are similar, it is
expected that contamination of surface waters of the
United States by these compounds will not be widespread,
and that any existing residues will rarely persist for more
than several weeks. Carbamate and organophosphorus
insecticide residues are expected to be highest in shallow
ground water beneath agricultural areas and in streams
draining these areas.
HERBICIDES
Uses, Production, Properties, and
Regulatory Limits
In contrast to the declining use of insecticides in
recent years, herbicide use on major crops in the United
States has been steadily increasing, as is evidenced by the
data in figure 16 (Gilliom and others, 1985). Herbicides
also are applied extensively to surface waters to control
aquatic vegetation that may impede water flow, navigation,
and recreation. The majority of herbicide use in the
United States can be attributed to atrazine and 2,4-D.
From 1971 to 1976, they accounted for 50 percent of all
herbicide use (Gilliom, 1985). Since 1976, however, their
share of total herbicide application has decreased slightly.
Atrazine use, for example, declined from 41 percent of the
total amount of herbicide applied to corn in 1976 to 33
percent by 1980 (Gilliom, 1985).
Detection limits, water-quality criteria, and U.S.
farm usage data for some of the most common herbicides
are presented in table 15 (Gilliom, 1985). Table 16 lists
the quantities of herbicides applied in 11 agricultural
watersheds in Ontario during 1975 (Frank and others,
1982). Both tables indicate that atrazine and 2,4-D are the
most heavily applied herbicides in those areas.
The herbicides are characterized by high aqueous
solubilities and low vapor pressures (table 17). As a
result, they generally do not bioconcentrate, sorb to
sediments, or volatilize from solution to an appreciable
Herbicides 39
 600 I ■ I i—i—i—r- T—|—i—i—r-i—r
CO ■ -(Q-OCH. ci-rtn-ocHjCOOH
O
z ci ci

O J.4-D Í.4.8-T
0l
+1 •ft

2Br~ [•%-ooH 2CI"

Dlquat

0 CI
Ci-( ^ft-NH-C-N(CH, >,
CI NH-CH
I
DIuron CH,
Atrazin*

HyCj~N— CjH^

ci^tt^cooh

Plelorara
Trilluralln

CI CH-
Cl
Cl' COOH
1064 1966 1971 1976 1982 Silva»

Figure 16. Trends in national use of herbicides and insec
ticides on major crops, 1964-82. [Reprinted from Gilliom and
others, 1985).]
extent. Figure 17 presents the structural diagrams of some
of the more common terrestrial and aquatic herbicides.
Based on their structural characteristics, the herbicides
are broken down into four groups. The organochlorine
herbicides have phenoxy, acetic, or benzoic acid functional
groups attached to an aromatic ring. The other three
groups are the nitrogen-substituted, urea-substituted, and
dinitroaniline herbicides. Table 18 lists the four groups
Figure 17. Structural diagrams of selected herbicides.
along with some of their associated herbicides. Paraquat
and diquat, commonly referred to as the bipyridylium
herbicides, are highly potent salts that exist in solution as
divalent organic cations with associated chloride or bro
mide.
Environmental Fate
The herbicides are, in general, nonpersistent envi
ronmental contaminants. Their high solubilities greatly

Table 15. Detection limits, water-quality criteria, and use data for some common herbicides
[ ug/L, micrograms per liter, lbtyr, pounds per year. From Gilliom, 1985]

Water quality Total use.

Criteria* Principal National use on farms 1981
Detection (uQ/L) usee and (mill i on Ib/vr) (million
limit Hunan Aquatic sources Ib/yr)
Chemical (pg/L)1 health Ufa 1966 1971 1976 1982

2.4-D 0.5 100 nd Wheat, rangeland, 4 31 38 23 60

general purpose
2.4.5-T 0.5 10 nd Rice, rangeland. 0.8 nr nr nr 2.2
general purpose
Silvex 0.5 nd nd Sugarcane, rice, nr nr nr nr 0.4
rangeland
Atrazine 0.5 nd nd Corn 24 54 90 76 92
nr ■ none reported; nd » no data available.
1. Detection limits are for water samples. Bed-sediment detection limits are 10 times greater and in units of micrograms
per kilogram (Lucas and others, 1980).
2. U.S. Environmental Protection Agency (1977).
3. Data for 1966, Eichers and others (1970); for 1971, Andrilenes (1974); for 1976, Etchers and others (1978); for 1982,
U.S. Department of Agriculture (1983).

40 Manmade Organic Compounds In the Surface Waters of the United States

 Table 16. List of and magnitude of application of herbicides in 1 1 agricultural watersheds
in Ontario, 1975
[kg, kilograms. From Frank and others, 1982]

Amounts applied

1-10 kg 11-100 kg 101 -1000 kg 1001-10,000 kg >10,000 kg

Bromacil Amltrole Bentazon Alachlor (2755)* Atrazlne

Nonuron Cypraz lne 2,4-DB Butylato (1708) (10,570)
Nitrofen DCPA Dlphenamld Chloramben (1979)
Pic loram Dlallate EPTC Cyanazlne (2468)
Dlcamba Llnuron 2,4-D (3098)
Dinitramine MCPA Metobromuron (1012)
Dlnoseb Metribuzin Simazine (1389)
Hacoprop Paraquat
Monolinuron 2,4.5-T
Naptalam Trlfluralin
Pebulate
Prometon
Terbacll

Values in parentheses are actual amounts applied in kilograms.

Table 17. Experimentally determined aqueous solubilities

and vapor pressures of selected herbicides at room temper
ature Table 18. Structural groupings of selected herbicides
[mg/L, milligrams per liter, mm, millimeter. Dash indicates no data
available]
Organochlorine (phenoxy, Dlnitroanlllne
acetic, and benzoic acid) herbicides
Solubility Vapor pressure
Compound (-8A) (aa of Hg> Reference
Amiben Bene fin
2,4-D Butralin
2,4-D B90 6.0 X 10', Dalapon Dinltramlne
2,4.5-T 271 6.5 X 10'T Dlcamba Ethalfluralln
Atrazlne 70 3.0 X 10*
Slaazlna 5 DNBP Fluchloralln
Monuron 230 s.o Fenac Isopropalin
Diuron 42 3.1 MCPA Nitralln
Llnuron 73 1.1 Methoxy fenac Oryzalin
Monolinuron 735 1.5
Propanll (St F-34) 50-225 9.0 Pic loram Penoxalin
Picloraa 430 6.2 Silvex Profluralln
Ben*fin .1 3.9 2.4.5- T Prosulfalin
Frofluralln .1 6.9 2.3.6- TBA Trlfluralin
Trlfluralin 4 2.0
Silvex 140 TCA
Dlquat 700,000 Trlcamba
Paraquat ■iselble
1. Verschueren (1983)
2. Ballsy and others (1968) Orfianonltroften (trlazlnes) Substituted urea
3. Helling (1976)
Atrazlne Buturon
reduce solute partitioning into sediment organic matter or Alachlor Cycluron
biological lipid reservoirs. Although their low vapor pres Aaetryn Diuron
Atraton Fenuron
sures and high solubilities combine to make volatilization Prom*ton* Llnuron
an insignificant fate process, many of the herbicides are Prometryne Monuron
rapidly biodegraded by microbial populations or are chem Propazine Neburon
ically attenuated by photolytic or hydrolytic reactions. Secbumeton Norea (Herban)
Documented sediment-water sorption coefficients Simazine
Simetryn
(K,,) for the herbicides are small relative to such com Terbutryn
pounds as the organochlorine insecticides, indicating that

Herbicides 41
sorption generally is not an important fate process. Bovey
and others (1974) applied a 1:1 mixture of picloram and
2,4,5-T at a rate of 1.12 kg/ha to pastureland and then
analyzed soil and runoff water for both compounds.
Concentrations in runoff water (400 to 800 ppb) were
significantly higher than concentrations in soil (undetect
able to 238 ppb). El-Dib and Aly (1976b) studied the use
of bentonite clays to remove the herbicides IPC, CIPC,
linuron, and monuron from contaminated surface waters
and concluded that the clay minerals would be unable to
remove significant amounts of the herbicides from solu
tion. End o ih all, an aquatic herbicide, was shown to have a
sorption coefficient of 0.958 in a sediment-water system
investigated by Reinert and Rodgers (1984). Similarly,
Muir and others (1980) determined that distribution
coefficients for fluridone sorption to pond and river
sediments were relatively low, ranging from 20 to 137.
Wauchope and Myers (1985) observed atrazine and
linuron sorption to freshwater sediments to be rapid and
reversible. Once again, sorption coefficients were low,
ranging from 1.3 to 18 for atrazine and 1.5 to 24 for
linuron.
Although the majority of herbicides do not sorb
appreciably to sediments, there are some exceptions. The
dinitroaniline and bipyridylium herbicides have demon
strated a strong tendency to sorb to sediments. Juo and
Oginni (1978) observed that sorption maximums for
paraquat sorbed to a variety of tropical soils ranged from
1,200 to 7,500 mg/kg of soil. Karickhoff and Brown
(1978) reported similar paraquat concentrations for the
silt- and clay-size fractions of five natural sediments, with
the extent of sorption increasing with the sediment
fraction's cation exchange capacity. Distribution coeffi
cients were greater than 1,000 for the clay fraction of one
of the sediments. Khan (1974c) noted that paraquat and
diquat sorb by ion exchange and that their magnitudes of
sorption are comparable. LaFleur (1979) noted that
sorption of trifluralin to several model soils was extensive
and rapid, with practically 100 percent of the applied
herbicide being sorbed to the soil within 100 min of batch
mixing. Therefore, the low solubilities of the dinitro
aniline herbicides (relative to the other herbicides) and the
strongly cationic nature of the bipyridylium herbicides
cause them to strongly sorb to natural sediments.
The herbicides are not readily bioaccumulated
because of their high solubilities and the ability of biota to
metabolize them easily. Muir and others (1980) observed
that BCFs for minnows exposed to fluridone in small
ponds ranged from less than 1 to 64. BCFs for duckweed
in the ponds were also low, ranging from 19 to 85.
Hoeppel and Westerdahl (1983) noted only minor accu
mulations of 2,4-D by fish in a Georgia lake treated with
the dimethylamine (DMA) and butylethanol (BEE) salts
of 2,4-D. All fish collected 13 d after application of the
herbicide contained nondetectable residues of 2,4-D.
42 Manmade Organic Compounds In the Surface Waters of the United States
However, fish subjected to the 2,4-D BEE treatment
initially appeared to accumulate greater amounts of
2,4-D than fish subjected to the treatment with 2,4-D
DMA. In a laboratory study documenting the BCFs of a
variety of pesticides by caddisfly egg masses, Belluck and
Felsot (1981) observed that monuron had the lowest BCF
of the group, having a value of approximately unity.
Monuron's low BCF was attributed to its high solubility
relative to the other pesticides studied. With regard to the
herbicides as a group, bioconcentration varies inversely
with herbicide solubility, with some of the dinitroaniline
herbicides probably exhibiting the greatest ability to
bioconcentrate.
The majority of the herbicides are rapidly degraded
in surface-water systems and, therefore, are not persistent
environmental contaminants. Averitt and Gangstad (1976)
observed the dissipation of 2,4-D in static water as a
function of water depth, temperature, and time. Using a
treatment rate of 4.48 kg acid equivalent per hectare, they
observed a 58-ppb residue decrease for each 0.61 m
increase in water depth, a 115-ppb residue decrease for
each 7 °C increase in temperature, and a 53-ppb concen
tration decrease for every 7-d interval after treatment.
Delaune and Salinas (1985) found that anaerobic condi
tions retard microbial degradation of 2,4-D and that rapid
degradation is most likely to occur in the oxidized surface
layer of sediments. Complete degradation of 2,4-D to C02
has been reported, with interim soil degradation products
of 2,4-dichlorophenol and 2,4-dichloroanisole being
detected (Smith, 1985). Jones and others (1982) docu
mented half-lives of atrazine in an aqueous estuarine
environment to range from 3 to 12 d, with the major
metabolite being hydroxyatrazine. In contrast to 2,4-D
degradation, oxygen levels had little effect on atrazine
degradation. Humic substances have been shown to inhibit
base-catalyzed hydrolytic reactions and to accelerate acid-
catalyzed hydrolytic reactions (Purdue, 1983). For exam
ple, Li and Felbeck (1972) have shown that the hydrolytic
half-life of atrazine decreases with decreasing pH and
increasing humic acid concentration. Muir and others
(1980) reported fluridone half-lives in pond water ranging
from 4 to 7 d. Similarly, Bovey and others (1974) observed
that picloram and 2,4,5-T applied to pastureland dissi
pated rapidly with no evidence of accumulation.
Some herbicides have demonstrated greater persis
tence than such compounds as atrazine and 2,4-D. Ander
son (1985) determined that residues of chlorsulfuron and
metsulfuron (two sulfonylurea herbicides applied to win
ter wheat and barley) were persistent in soils for as long as
500 d. Their ultimate attenuation was attributed to hydrol
ysis and biodegradation, the rates of which decreased
with decreasing temperature. El-Dib and Aly (1976a,
1976c) investigated hydrolysis and biodegradation of some
of the phenylamide herbicides. They found that hydrolysis
was a significant degradation process only at pH values
 Table 19. Herbicide residues in North American surface waters
[ppb, parts per billion]

Mean, Maximum,
Compound Locality ppb ppb Reference

Atraz ino Rhode River, Maryland 0.13 3.3 1

Atrazine Ontario surface waters 5.5 32 2
Atraz ine Saylorville Reservoir, Iowa .22 ,67 3
2,4-D New Iberia, Louisiana 359 ■ 4
2,4-D 5.2 320 2
2.4,5-T Runoff; Reisel, Texas 26 287 S
Picloram Runoff; Reisel, Texas 10 19 5
Dluron Pearl Harbor, Hawaii .33 1 6
Alachlor Saylorville Reservoir, Iowa .08 .41 3
Slmazlne Ontario surface waters .37 3.4 2
Cyanazine Saylorville Reservoir, Iowa .09 .32 3
1. Wu and others (1980) 4. Averitt and Gangstad (1976)
2. Frank and others (1982) 5. Bovey and others (1974)
3. Leung and others (1982) 6. Green and others (1977)

above typical environmental levels. Additionally, the
phenylamide herbicides were not significantly biode-
graded by mixed microbial cultures taken from Nile River
water. Biodegradation did occur, however, when Bacillus
cereus was added to the aqueous system. Despite these
examples, the herbicides are relatively nonpersistent con
taminants of surface-water environments, with aquatic
half-lives usually less than 60 d.
Environmental Distribution
Because the herbicides do not readily partition into
sediment organic matter or the lipid reservoirs of aquatic
organisms, the highest environmental residues of these
compounds are typically found in the aqueous phase of
surface-water systems. Bovey and others (1974) observed
that picloram and 2,4,5-T residues in runoff from pasture-
land were primarily in the aqueous phase, with only
small amounts sorbed to soil particles. Green and others
(1977) noted that diuron residues in Hawaiian estuaries
were transported primarily in solution. In a study of an
Iowa reservoir, Leung and others (1982) detected resi
dues of only atrazine, alachlor, and cyanazine in the
aqueous phase. In samples from more than 150 surface-
water stations across the United States during a 3-yr
period, Gilliom and others (1985) reported that all her
bicide detections were in water samples, with no detec
tions in bed-sediment samples. Table 19 presents some
herbicide residues that have been detected in natural
surface waters in the United States.
Herbicides enter surface-water systems in a variety
of ways, including application of aquatic herbicides directly
to a body of water to control aquatic vegetation. As a
result, residues of aquatic herbicides will be greatest
immediately following application. Terrestrial herbicides
are carried into surface waters by runoff and base flow,
and, consequently, surface-water residues are highest if a
heavy rain immediately follows application of the herbi
cide. During the spraying season, residues are commonly
the result of misuse of equipment which leads to acciden
tal discharges of the herbicide into surface waters. Frank
and others (1982) noted that 82 percent of the pesticides
lost to water in 11 agricultural watersheds in Canada
during the spraying season could be attributed to careless
use of the pesticides near surface waters. On an annual
basis, however, spills accounted for only 22 percent of the
loss to water, while runoff accounted for 60 percent and
base flow for 18 percent of the pesticide loss.
No definitive regional trends in contamination by
herbicides in U.S. surface waters have been reported in
the literature, but regional herbicide-contamination trends
can be expected to parallel use patterns. For example,
Gilliom and others (1985) noted that stations in the U.S.
Geological Survey-U.S. Environmental Protection Agency

Herbicides 43
Pesticide Monitoring Network where atrazine was detected OH OH
more than once were all located downriver from large
corn-producing areas in which atrazine is heavily applied.
The low persistence of the herbicides coupled with rela 2-Ch!orophanol 2,4-Diohlorophenol
tively high analytical detection limits, however, prevented
any other determinations of regional trends.
Aside from the fact that the highest herbicide
residues in surface-water systems usually occur during OH OH OH

spraying seasons, there are few data in the literature

indicating temporal contamination trends in U.S. surface V CI
DOC Ú""
waters. Frequency-of-detection data for some of the chlo- 2,4,4 -Trio hiera phenol
rophenoxy and triazine herbicides monitored in the Pes
ticide Monitoring Network program were inconclusive
with regard to temporal trends (Gilliom, 1985). This is
OH OH
primarily attributable to the relatively short persistence of
the herbicides combined with the fact that herbicide data
at most stations in the network were collected only during NO, MO, CH.

1976, 1977, and 1978. Atrazine and 2,4-D were the most 4-Nltreph,nol 2,4-Dinltrophonol 2.4-Dlm«thylph.nol

frequently detected herbicides; this can be explained by

the heavy agricultural use of these two compounds.
Atrazine also was the most frequently detected herbicide OH OH un
in the water of 11 Canadian agricultural watersheds from
1975 through 1977 (Frank and others, 1982). Although Ó "XT* 0°
Cf NO,
the available literature does not reveal any clear temporal
trends in herbicide detection in the United States, the P-chloro-m-crosol 4,0-Dlnltro-o-crotol CiUchol

escalating use of herbicides over the last 20 yr (fig. 16) Figure 18. Structural diagrams of selected phenolic com
indicates that the amount of herbicides in the Nation's pounds.
surface waters is not likely to decrease in the near future.

Structural diagrams of some of the more common phe

PHENOLS
Uses, Production, Properties, and
Regulatory Limits
Phenols are a widely used group of compounds
characterized by a benzene ring with one or more hydroxyl
groups. The dihydroxy phenols can have the second
hydroxyl on the ortho, meta, or para position of the
benzene ring, and these isomers are commonly referred
to by their trivial names, catechol, hydroquinone, and
resorcinol, respectively. Although phenols were first pro
duced (in 1834) by the distillation of coal tar, most current
production on a commercial scale employs the cumene
(isopropylbenzene) process, the toluene oxidation proc
ess, or the benzene sulfonation process (U.S. Environ
mental Protection Agency, 1980a). The basic phenol
molecule can then be amended with chlorine, nitro, or
methyl groups. In addition to manufacturing processes,
chlorophenols are produced by the chlorination of treated
wastewaters and drinking waters containing phenol. In
solutions containing as little as 10 mg/L phenol and 20
mg/L chlorine, 2-chlorophenol has been synthesized in a
1-h period (Callahan and others, 1979). Similar results
have been reported for di- and trichlorophenol isomers.
nolic compounds are presented in figure 18.
Phenol, C6H5OH, is a monohydroxybenzene that
exhibits the properties of a weak acid (pK„= 10) owing to
the derealization (via resonance) of the negative
phenoxide ion throughout the benzene ring (Baum, 1982).
It is this acidity that differentiates phenols from the
alcohols. Phenol is a colorless, crystalline solid having a
characteristic taste and odor. It is primarily an industrial
chemical used as an intermediate in the production of
other compounds such as phenolic resins, germicides,
pharmaceuticals, fungicides, dyes, herbicides, plastics
(such as Bakelite), explosives (such as picric acid or
2,4,6-trinitrophenol), antiseptic throat lozenges, and skin
medications. Production data for phenol are presented in
table 20.
Established U.S. Environmental Protection Agency
criteria for phenol state that chronic toxicity to freshwater
aquatic life will occur at a concentration of 2.56 mg/L, and
a limit of 3.5 mg/L is imposed as the maximum level
allowable to ensure a lack of hazardous effects to humans
(U.S. Environmental Protection Agency, 1980a). In addi
tion, to avoid undesirable tastes and odors in stream
water, phenol concentrations must not exceed 0.3 mg/L.
Monochlorophenols are primarily used as interme
diates in the production of more highly chlorinated

44 Manmade Organic Compounds In the Surface Water* of the United State*

 Table 20. World production of phenol in 1978
[From Moore and Ramamoorthy, 1984]
iproduction
Country (10 metric tons)
North America
Canada 50
Mexico 25
U.S. 1,589
South America
Argentina 12
Brazil 65
Far East
Japan 289
Other 22
phenols, and their approximate annual production in the
United States is 18,800 t— significantly less than the
39,000-t production of 2,4-dichlorophenol (Moore and
Ramamoorthy, 1984). This compound is used extensively
to manufacture the herbicide 2,4-D. Trichlorophenols are
used as antimicrobial agents and as antimildew agents for
textiles, and in the manufacture of wood and glue preser
vatives. More specifically, 2,4,5-trichlorophenol is used to
manufacture 2,4,5-T and 2,4,6-trichlorophenol is used to
produce tetrachlorophenol. The combined annual produc
tion of tri- and tetrachlorophenols in the United States is
less than 7,000 t (Moore and Ramamoorthy, 1984).
Pentachlorophenol (PCP) has probably seen the
most extensive use of all the chlorophenols, and it is
manufactured primarily by the organic chemical and
pesticide industries. PCP was the second most heavily
used pesticide in the United States in 1977, when approx
imately 80 million lb were produced (Guthrie and others,
1984). As a herbicide in Japan, it accounted for 50
percent of all herbicide use in the country until its use was
regulated in 1971 (Murthy and others, 1979). It is also
used extensively as a wood preservative, as a fungicide and
bactericide in cooling tower water, and as an additive in
adhesives, construction materials, textiles, leather, paint,
paper, and oil-well-drilling mud.
Annual U.S. production of 2-nitrophenol, 3-nitro-
phenol, 4-nitrophenol, and 2,4-dinitrophenol has been
estimated to be 6,800, less than 500, 19,000, and 500 t,
respectively (Moore and Ramamoorthy, 1984). For the
most part, the nitrophenols serve as intermediates in the
production of pesticides, pharmaceuticals, dyes, explo
sives, and wood preservatives.
Only sparse production data were found for some
of the other phenolic compounds. Moore and Rama
moorthy (1984) noted that annual U.S. production of
3production
Country (10 metric tons)
Western Europe
Belgium/Luxemborg 140
France 125
West Germany 420
Italy 280
United Kingdom 267
Eastern Europe >360
Australia 17
World Total 3,711
4-methyl-2,6-dibutyl phenol is about 16,000 t, and that
annual U.S. production of nonylphenol was about 69,000
t in 1981. The latter compound's uses include nonionic
surfactants, phenolic resins and plasticizers, adhesives,
lube oil additives, stabilizers, and petroleum demulsifiers
(Verschueren, 1983).
Table 21 presents some physicochemical data for
the phenols. In general, they have high solubility and
relatively low vapor pressures and octanol-water partition
coefficients. Among the chlorinated phenols, however,
compound solubility decreases and octanol-water parti
tion coefficient increases with increased chlorination of
the aromatic ring. PCP, the most highly chlorinated
phenol, has a solubility of only 14 mg/L and an octanol-
water partition coefficient of 5.0.
Environmental Fate
Primary fate mechanisms for phenolic compounds
include biodegradation and photolysis. Sorption to natural
sediments and bioaccumulation are generally minor, with
the exception of the highly chlorinated phenols. Volatil
ization, hydrolysis, and nonphotolytic oxidation are also
relatively insignificant fate processes.
Numerous researchers have documented biological
degradation of the phenols. Studies by Baird and others
(1974), Hickman and Novak (1984), and Tabak and
others (1964) reported significant phenolic biodegrada
tion in activated sludge systems. Other researchers (Chu
and Kirsch, 1972; Knackmuss and Hellwig, 1978; Tabak
and others, 1981; Banerjee, Howard, and others, 1984)
have noted biodegradation of phenols by isolated bacterial
cultures.
Biodegradation of phenol in surface waters has also
been observed. Borighem and Vereecken (1978) used in
Phenols 45
 Table 21. Experimentally determined physicochemical properties of selected phenolic
compounds at room temperature
[mg/L, milligrams per liter, Kg,, octanol-water partition coefficient; pK„ -log acid dissociation constant.
From Callahan and others, 1979]

Compound Solubility K Vapor pressure

(mgA) ow (torrs) a

Phenol 93,000 1.46 0.53 10.02

2-Chlorophenol 28,500 2.17 2.2 8.52

2,4-Dichlorophenol 4,500 2.75 0.12 7.85
2,4,6-Trlchlorophenol 800 3.38 1.0 5.99
Pentachlorophenol 14 5.01 0.00011 4.74
2-Nitrophenol 2,100 1.76 1.0 7.21
4-Nltrophenol 16,000 1.91 2.2 7.15
2,4-Dinitrophenol 5,600 1.53 - 4.09
2,4- Diraethylphenol 17,000 2.50 0.0621 10.60
p-Chloro-m-cresol 3,850 2.95 - -

4,6-Dlnltro-o-cresol - 2.85 - 4.35

situ batch studies in both polluted and unpolluted reaches
of the River Samber in Belgium to determine the effects
of certain parameters on the degradation of phenol. They
found that biodegradation rates increased with both
increased oxygen transfer to the water and increased
initial phenol concentration. Visser and others (1977)
used in situ studies in the St. Lawrence River, Canada, to
quantify phenol biodegradation. During summer, they
observed that phenol concentrations as high as 125 ppb
were reduced to less than 10 ppb within 4 h. Phenol
degradation was accompanied by a concurrent increase in
the microbial population in the river-water sample. Dur
ing the coldest part of winter, however, phenol biodegra
dation was negligible, probably owing to the absence of
phenol-degrading bacteria. Table 22 lists the bacteria
present in the St. Lawrence River water during the winter
and summer months and the maximum phenol levels they
tolerated after adaptation. Other microorganisms that
have been shown to degrade phenol include Pseudomonas
putida, Bacillus stearothermophilus, and yeast such as
Oospora, Saccaromycetes, Candida, Debarymyces, and
Trichosporon cutaneum (Callahan and others, 1979).
Most of the other phenols have been biodegraded
under laboratory conditions. Using mixed microbial cul
tures obtained from soils and sediments, Tabak and others
(1964) measured the biotransformation of 95 percent of a
variety of parent phenolic compounds in 1 to 10 d (table
23). Knackmuss and Hellwig (1978) reported biodegra
dation of a variety mono- and dichlorophenols by a strain
of 4-chlorophenol-grown cells. With the exception of 3,5-
and 2,4-dichlorophenol, all half-lives were less than 12 d.
Stanlake and Finn (1982) isolated a variety of PCP-
degrading bacteria from soil, water, and sewage and noted
that the length of the lag phase for bacterial growth on
PCP decreased when pH was raised from 6.8 to 7.8.
Murthy and others (1979) examined PCP degradation in
aerobic and anaerobic soils and noted that pentachloroan-
isole was a primary degradation product of PCP, along
with 2,3,5,6- and 2,3,4,5-tetrachlorophenols and 23,6-
trichlorophenol. Their proposed degradation pathway of
PCP is presented in figure 19.
The biodegradability of the chlorophenols differs
with chlorine substitution. However, increased biodegrad
ability does not always correlate with decreased chlorina-
tion of the phenolic molecule. In a study involving a
variety of phenolic compounds, Alexander and Aleem
(1961) found that chlorine substitution in the meta posi
tion of the aromatic ring increases the ring's resistance to
biological cleavage. With the exception of these metachlo-
rophenols, the authors observed virtually 100 percent ring
cleavage of all the chlorophenols in a soil suspension
within 47 d. Under aerobic, room-temperature conditions,

46 Manmade Organic Compound* In the Surface Waters of the United States

 Table 22. Phenol bacteria present during the winter and (or) summer season in St.
Lawrence River water and maximum phenol levels that could be tolerated
[mg/L, milligrams per liter. From Visser and others, 1977]

Maximum phenol
levels tolerated
after adaptation
Bacterial species Winter Summer (mg/L)

Achromobacter eurydice X 2,400

A. cycloclastes or guttatus X X 1,200
A. iophagus X 1,200
Arthrobacter terregens X 1,200
Azotobacter agilis X 2,400
Bacillus brevis X 2,400
B. cereus X 600
B. circulans X 600
Brevibacterium maris X 2,400
B. sulfureum X 150
Brevibacterium sp. X X 600
Clostridium carnis or tertium X 300
Flavobacterium aquatile X X 600
F. breve or peregrinum X 1,200
F. lutescens X 600
F. marinum X X 300
F. solare X 150
Flavobacterium (marinum ?) X X 600
Flavobacterium sp. X 1,200
Micrococcus conglomeratus X 1,200
Micrococcus (?) X 600
Mycobacterium phlei X 600
Paracolobactrum coliforme X 2,400
Pseudomonas fragi X X 600
Pseudomonas sp. X 150
Pseudomonas sp. X 300
Pseudomonas sp . X 600
Pseudomonas sp. X X 1,200
Pseudomonas sp. X 2,400
Sarcina flava X 1,200
S . hansenii X 2,400

Banerjee, Howard, and others (1984) observed zero-
order biodegradation kinetics for a variety of phenolic
compounds in natural water samples. They also stated
that degradation rates decreased with increased chlorine
substitution. However, biodegradation studies in their
second collection of river water indicated that
2,4-dichlorophenol was more resistant to biodegradation
than 2,4,5-trichlorophenol, which in turn was more resis
tant to degradation than PCP. Data indicating that
decreased phenolic biodegradation rates do not strictly
correspond to increasing chlorination of the aromatic ring
have also been reported by Tabak and others (1964),
Alexander and Aleem (1961), and Smith and Novak (1987).
Available data indicate that photolytic oxidation
may also be a significant fate mechanism for many
phenols. Phenol can be photolytically degraded to a
reddish, high-molecular-weight material. Photolytic end
products of phenol degradation include 4,4'-, 2,4'-, and
2,2'-dihydroxybiphenyl, hydroquinone, and catechol (Jos-
chek and Miller, 1966). Callahan and others (1979) have
indicated that the absorption maximums of metal-
coordinated phenols can be significantly extended. In the
near-ultraviolet spectral region, the absorption maximum
of phenol does not extend beyond 290 nm. However, when
phenol is complexed with metal cations such as Fe(III),
the absorption maximum is extended to 600 nm. Similarly,

Phenols 47
Table 23. Time required for bacteria to use 95 percent of OCH3
parent substrate
[From Tabak and others, 1964]

*
Compounds degraded in:

1 to 2 days 3 to 6 days 7 to 10 days

Pentachloroanlaole

Phenol o -Nltrophenol 2,4-Dlnltrophenol OH

Catechol B-Hltrophenol 2 ,6-Dimethylphenol
Resorelnol p-Nitrophenol (200 ppm) CI Cl^-^—-ijs^CI CI
Quino 1 2,4, 6 • Trini trophanol 2 , 4-Dlchlorophenol
Phlorogluclnol (250 ppm) (200 ppm)
o- Cresol 2 - Chloro-4 -nltrophenol 2.4,6-Trichloro-
■-Cresol 2,6-Dlchloro- phenol CI CI
p-Cresol 4 -nltrophenol
B-Chlorophenol (ISO ppm) 2,3.6.8- 2,3.6-
p-Chlorophenol Tatrachloropheno! Trlchlorophenol
o-Phenylphenol (100 ppn)
Thyaol (ISO ppm)

Initial concentration vae 300 parts per Billion (ppn)

unless noted In parentheses.

the aqueous Fe(III) complex with 2-chlorophenol has an

absorption maximum of about 550 nm, which is signifi
cantly greater than the absorption maximum of the chlo-
rophenolate anion (310) or undissociated 2-chlorophenol
(290 nm). Table 24 details some of the photolytic degra
dation products of the phenols.
Based on their relatively high solubilities, low
octanol-water partition coefficients, and anionic nature,
most of the phenols do not strongly sorb to sediments or
bioaccumulate. However, increased chlorination of the
phenol molecule decreases compound solubility and
increases octanol-water partition coefficients. Therefore,
the more highly chlorinated phenols such as PCP or the
tetrachlorophenols can exhibit significant sorption and
bioaccumulation in surface-water systems.
2.3.4.5-Tetrach|orophenol
Figure 19. Structural diagrams showing degradation path
way of pentachlorophenol (PCP) in soils. [Reprinted with
permission from the Journal of Environmental Science and
Health, v. B14, p. 13 (1979). Copyright 1979 by Marcel
Dekker, Inc.]
Table 25 lists experimentally determined sorption
coefficients (K,j, equal to the equilibrium solute concen
tration in sediment divided by its equilibrium aqueous
concentration) of nonionized chlorophenols sorbed to
four different natural sediments (Schellenberg and others,
1984). The authors determined that in natural waters of

Table 24. Photolysis of phenols and their degradation products

[nm, nanometer, ppm, parts per million. From Callahan and others, 1979]

Compound Light source Experimental conditions Products

Phenol 254 nm Aqueous, oxygenated solutions 4,4'-, 2,4'-, and 2,2'-dihydroxybiphenyl;

hydroquinone; catechol
2-Chlorophenol 313 nm Aqueous alkali Catechol
4-Chlorophenol 254 and >290 nm Aqueous solution with cyanide 4-cyanophenol

2,4-Dichlorophenol Solar radiation Aerated aqueous solution Complete disappearance after 10 days;
Insoluble, dark, tarry substance produced

2,4,6-Trichlorophenol In presence of electron acceptor 2,6-dichlorophenoxyl semiqulnone radical

anion

Pentachlorophenol Sunlight 2X solution of NePCP 50% degradation after 10 days; products:

chloranilic acid, tetrachlororesorcinol, and
several complex chlorinated benzoqui nones

4-Mtrophenol Sunlight Aqueous solution of 200 ppm Degraded in 1-2 month period to hydroquinone,
4-nitrocatechol, and a dark, acidic polymer

48 Manmade Organic Compounds In the Surface Waters of the United States

Table 25. Experimentally determined sorption coefficients tration of 3,000 Mg/L. Similarly, a 72-h exposure to 100
of nonionized chlorinated phenols for different natural sor- Hg/L PCP resulted in a 900-fold concentration increase of
bents the compound in goldfish, indicating that PCP can be
[From Schellenberg and others, 1984]
bioaccumulated in substantial amounts. For the other
phenols, bioaccumulation is likely to be an insignificant
Sorption coefficient for sorbent fate process owing to the compounds' generally low
octanol-water partition coefficients.
Compound 1 2 3 4 Volatilization, nonphotolytic oxidation, and hydrol
ysis are not significant fate processes for the phenols.
2,3-DCP 21 12 5 <1 2-Chlorophenol has the highest vapor pressure of the
phenols, but its high solubility prevents any substantial
2.4-DCP 25 17 6 <1
volatilization losses. Phenol can be oxidized in aqueous
2,4,6-TCP 78 34 9 <1 solution by molecular oxygen, but the more highly chlori
74
nated phenols are resistant to oxidation under typical
2,4,5-TCP 165 20 <1
environmental conditions (Moore and Ramamoorthy,
3,4,5-TCP 276 115 31 <1 1984). The phenols also are resistant to hydrolysis,
2,3,4,6-TeCP** 56S 200 52 <3
because the high negative charge density of the aromatic
ring makes the covalent bonds relatively stable (Moore
2,3.4.5-TeCP 1237 362 105 7 and Ramamoorthy, 1984).
**
PCP 3670 930 200 <13

1. Lake sediment; organic carbon content (OC) - 9.4%
2. River sediment; OC - 2.6%
3. Aquifer material; OC - 0.84%
4. Aquifer material; OC - 0.03%
Sorption coefficients for compound calculated from
chromatographic data.
low ionic strength (less than 103 mol/L) and of pH not
more than one log unit greater than the phenolic
compound's pK„, sorption of the phenolate anion can be
ignored. The data indicate that sorption coefficients
increase with increasing chlorination of the phenolic com
pound and with increased sediment-organic-matter con
tent. The less chlorinated phenols are not sorbed signifi
cantly to any of the soils. In soils having low organic-
matter content, even sorption of PCP will not be
substantial. Similarly, Scott and others (1982) observed
that phenol did not sorb strongly to soils, with sorption
coefficients ranging from 0.57 to 1.19. For the case of the
higher chlorinated phenols such as PCP, sorption will
likely be greatest in acidic soils and sediments having high
organic-matter contents.
Similar to sediment sorption, phenols are not readily
bioaccumulated in surface-water systems, but increased
accumulation has been correlated with increased chlori
nation of the phenol molecule (Biddinger and Gloss,
1984). Few bioaccumulation data were found in the
reviewed literature for the majority of the phenols, with
the exception of PCP. Callahan and others (1979) cite
several studies that found that PCP was accumulated to
concentrations well beyond its aqueous concentration. An
eel exposed to pulp-mill discharge bioaccumulated an
aqueous PCP concentration of 3 ¿ig/L to a tissue concen
Environmental Distribution
Phenols may enter surface-water systems directly as
components of industrial effluents and indirectly as trans
formation products of other compounds. For example,
pulp-mill effluents commonly contain elevated concentra
tions of phenolic compounds (Landner and others, 1977),
and the chlorination of wastewaters can convert phenol to
monochlorophenol, dichlorophenol, or even trichloro-
phenol (Callahan and others, 1979). Table 26 lists the
concentrations of phenol and some of its chlorinated
derivatives in municipal and industrial wastewater.
Because of their generally high solubilities, the
phenols can be found in relatively high aqueous concen
trations in natural surface waters. Sheldon and Hites
(1979) detected isomers of bromochlorophenol, dibromo-
phenol, dichlorobromophenol, and dibromochlorophenol
in water of the Delaware River near Philadelphia.
Yasuhara and others (1981) reported extremely high
concentrations of PCP in the waters of the Hayashida
River in Japan. Concentrations ranged from 306 to 895
Mg/L and were attributed to the unregulated discharge of
leather-tannery wastewaters. Visser and others (1977)
observed that ambient phenol concentrations in the waters
of the St. Lawrence River, Canada, were approximately 10
to 15 fig/L. Borighem and Vereecken (1978) noted that
phenol levels in polluted stretches of the River Samber in
Belgium were considerably higher, ranging from 0.2 to 0.7
mg/L. In a study of water and sediment quality in the
Netherlands, Wegman and van den Broek (1983) detected
all the isomers of mono-, di-, tri-, tetra-, and penta-
chlorophenol in water samples from the Ijssel River near
Kampen. Maximum compound concentrations ranged
from 0.02 (2,3,4,5-tetrachlorophenol) to 3.4 /ig/L (3-
chlorophenol). Despite these detections, the ability of

Phenol* 49
Table 26. Concentration of phenol and some of its chlori by Wegman and van den Broek (1983). They determined
nated derivatives in municipal and industrial wastewater that 100 percent of the sediment samples collected from
lng/L, micrograms per liter. From Moore and Ramamoorthy, 1984] Lake Ketelmeer in the Netherlands were contaminated
with 2,5-dichlorophenol, 2,3,5- and 2,4,5-trichlorophenol,
Compound Concentration Source 2,3,4,5- and 2,3,4,6-tetrachlorophenol, and PCP. The
(esA) respective median concentrations were 6.3, 2.4, 6.4, 0.9,
1.7, and 8.4 fig/kg. The authors also noted that areas of
Phenol 0.03-20 Treated aewage, European
cities
highest phenol contamination were near industrial areas.
200-3,016,000 3 petroleum refineries (USA) Biological phenolic residues also have been
3200 2 coal gaalfacatlon planta
(USA) reported. DeVault (1985) found that fish from harbors
38,000-1,240,000 Coke plant (USA) and tributary mouths of the Great Lakes contained PCP
10-300 Specialty chemical plant
(USA) concentrations ranging from <0.08 to 4.52 mg/kg. In
2,4-DCP 220 Chemical plant (Vancouver) Lake Ontario, Niimi and Cho (1983) found lower PCP
<0.1 Wood preservation plant
(British Colunbla) concentrations in a variety of sampled fish; mean residue
<0.1 Landfill leachate (Vancouver)
2,6-DCP 220 Chemical plant (Vancouver)
levels ranged from 0.3 to 24 fig/kg. Rudling (1970)
2.4 Vood preservation plant analyzed fish from a lake into which PCP had been
(British Columbia)
1.2-5.6 Landfill leachate (Brltlah discharged and determined that concentrations in the
Columbia) tissues of pike, perch, and eel were 0.2, 0.15, and 3.0
2,4,5-TCP <0.05 Treated sewage, 4 plants
(Vancouver) mg/kg, respectively. The elevated PCP concentrations
0.5-2400 2 chealcal plants (Vancouver) found in the eel were attributed to the relatively high lipid
<0.05 Wood preservation plant
(Brltlah Columbia) content of eels. Similarly, Landner and others (1977)
0.05-2 Landfill leachate (Vancouver)
2.4,6-TCP <0.05-l Treated sewage, 4 plants
analyzed perch and northern pike caught in the vicinity of
(Vancouver) a pulp mill. Phenolic residues were concentrated in the
<0. 05-3120 3 chemical plants (Vancouver)
0.5-1 Vood preservation plant liver fat of the sampled fish, with mean concentrations of
(British Columbia) 2,4,6-trichlorophenol, trichloroguaiacol, and tetrachloro-
0.4-1 Landfill leachate (Vancouver)
25-115 Pulpmlll effluent (Vancouver) guaiacol of 1.2, 5.0, and 4.4 mg/kg fat, respectively. In
2,3,4,6-TeCP 0.6-28 Treated sewage, 4 plants general, biological residues of phenolic compounds
(Vancouver)
1.2-8270 4 wood preservation plants depend on aqueous concentrations, biological lipid con
(British Columbia) tent, and the solubility of the phenolic compound.
0.3-166 3 chemical plants (Vancouver)
0.2-0.8 Landfill leachate (Vancouver)
PCP 0.5-4.7 Treated sewage, 4 planta
(Vancouver)
0.25-1.3 Treated sewsge, 6 cities HALOGENATED ALIPHATIC AND
(Ontario) MONOCYCLIC AROMATIC HYDROCARBONS
0.05-2760 Vood preservation plants
(Brltlah Columbia)
5.400,000 Chemical plant (Philadelphia)
0.6-42 Landfill leachate (Vancouver)
Uses, Production, and Properties
The aliphatic hydrocarbons are straight-chain mol
ecules composed of only hydrogen and carbon. The
phenolic compounds to be biologically and photolytically
saturated aliphatic hydrocarbons, commonly referred to
attenuated makes them relatively nonpersistent contami
as the alkanes or paraffin hydrocarbons, are molecules in
nants. This is confirmed by data from the U.S. Environ which each carbon atom is bonded covalently to four
mental Protection Agency, which reported that of 110
other atoms by single bonds. The general formula for
raw-water samples taken throughout the United States,
alkanes is CnH2n+2. Because of double and triple carbon-
phenol was detected in only 2 (U.S. Environmental Pro
carbon bonds, unsaturated aliphatic hydrocarbons contain
tection Agency, 1980a). fewer hydrogen atoms per carbon atom than the alkanes.
Sediment residues of phenols rarely exceed the The family of unsaturated aliphatic hydrocarbons contain
micrograms-per-kilogram range. However, higher resi ing carbon-carbon double bonds are called the alkenes, or
dues have been reported occasionally. For example, Van olefins. The family of compounds containing carbon-
Luik (1984) reported that phenol concentrations in the carbon triple bonds are called the alkynes, or acetylenes.
sediments of the Calumet Sag Channel (111.) ranged from The general formulas for the alkenes and alkynes are
1 to 6.9 mg/kg. Pierce and others (1977) documented CnH2n and CnH2n_2, respectively. The industrial haloge-
sediment PCP concentrations in a small stream ranging nation of the aliphatic hydrocarbons results in the pro
from 1.1 to 1.3 mg/kg as a result of an accidental duction of many toxic chemicals that are widely used as
discharge of the compound. Concentrations typical of a solvent degreasers, refrigerants, and fumigants and in
phenol-contaminated surface-water system were reported dry-cleaning operations and the pharmaceutical industry.

50 Manmade Organic Compounds in the Surface Waters of the United States

 Benzene, first isolated in 1825 by Michael Faraday, H CI H
i I I
exhibits the common structural feature of the aromatic Cl-C-H H-C-C-H
hydrocarbons. The benzene molecule consists of six car I I I
CI CI H
bon atoms bound together in a cyclic structure. Each
Dlchloromethane 1.1-Dlchloroethane
carbon atom also is bound to one hydrogen atom. X-ray
diffraction analysis of benzene indicates that all the
carbon-carbon bonds have a length of 1.39 A, intermedi OK ,CI
ate to the length of a carbon-carbon single bond (1.54 A) C=C c=c
^Cl ^Cl
and a carbon-carbon double bond (1.34 A) (Baum, 1982).
The molecule's stability and intermediate carbon-carbon Vinyl chloride Tetrachloroe thy lena
bond length are attributable to a resonating electron
structure within the molecule. Benzene and other aro
matic compounds having halogens or other functional CH,

groups substituted for hydrogen atoms have found wide CH,

industrial use. Many of these compounds are highly toxic
and, therefore, pose a serious threat to surface-water
quality. Figure 20 gives the structural diagrams of some of
the more common monocyclic aromatic hydrocarbons Toluene o-Xylena
(MAH's), together with some of the halogenated aliphatic
hydrocarbons.
Table 27 presents U.S. production data for the
halogenated aliphatic and MAH's. Benzene, toluene,
xylene, 1,2-dichloroethane, vinyl chloride, ethyl benzene,
carbon tetrachloride, and nitrobenzene are among the
compounds that have seen the largest production over the
last 20 yr. Although production of some of the compounds Ethyl benzene Chlorobenzene

in table 27 has slowed since 1979, the data indicate that

production of both the halogenated aliphatic and MAH's Figure 20. Structural diagrams of selected halogenated
was significantly greater in 1981-82 than production of aliphatic and monocyclic aromatic hydrocarbons.
these compounds from 1965 to 1969. Table 28 documents

Table 27. U.S. production of selected halogenated aliphatic and monocyclic aromatic hydrocarbons
[In metric tonsX 10*. ' From Moore and Ramamoorthy, 1984]

Compound 1961-65 1966-70 1971-75 1976 1977 1978 1979 1980 1981 1982

ChloTomethane 5.5 14.9 20.8 17.1 21.6 20.6 21.0 16.4 18.4 16.0
Dichloromethane 6.9 14.5 19.0 24.4 21.7 25.9 28.7 25.5 26.8 23.8
Chloroform 3.6 9.1 11.6 13.2 13.7 15.8 16.1 16.0 18.3 13.5
Carbon tetrachloride 21.8 36.5 45.9 38.9 36.7 33.4 32.4 32.1 32.9 nd
Chloroethane 26.6 23.1 28.1 30.4 27.8 24.5 26.4 17.9 14.7 13.1
1,2-dichloroethane 82.1 234.8 379.2 364.6 498.7 498.9 534.9 503.7 452.3 nd
1,1, 1-tri chloroethane nd 14.0 21.9 28.6 28.8 29.2 32.5 31.4 27.8 25.0
Chlorodif luoromethane nd nd nd 7.7 8.1 9.3 9.6 10.3 11.4 nd
Trichtorof luorome thane 5.6 10.4 13.6 11.6 9.7 8.8 7.6 10.3 7.4 nd
D i chlorodif luoromethane 9.6 15.1 19.9 17.8 16.2 14.8 13.3 13.4 14.7 nd
Vinyl chloride 63.8 142.1 223.1 257.5 271.5 315.8 289.7 293.2 311.7 nd
Trichloroethylene 13.9 24.5 18.8 14.3 13.5 13.6 14.5 12.1 11.7 8.1
Tctrachlorocthylene 14.2 27.0 32.3 16.3 27.8 32.9 35.1 34.7 31.3 nd
Bromoform 0.6 0.9 1.2 nd 1.6 1.6 nd nd nd nd
Ethylene dibromide nd 13.8 14.0 9.1 11.1 10.4 13.0 8.8 7.6 nd
Benzene 62.6 104.8 125.8 142.5 143.5 148.8 167.2 200.7 133.9 107.0
Toluene 39.1 70.2 87.5 99.9 101.8 105.4 101.0 101.7 85.6 105.2
Xylene 31.9 44.9 53.2 72.2 81.1 84.5 97.2 90.8 88.2 73.0
Monoch I orobenzene 25.0 25.0 17.2 14.9 14.8 13.4 14.7 12.8 12.9 nd
1 , 2 - d i ch I orobenzene 1.9 2.7 2.7 2.2 2.1 1.9 2.6 2.2 2.3 nd
1.4-di chlorobenzene 3.2 2.9 2.9 1.7 3.0 1.9 3.8 3.4 3.3 nd
Alkyl benzenes 28.3 29.4 23.6 nd 23.6 23.8 28.4 40.6 24.2 nd
2,4 ♦ 2,6-dlnitrotoluene nd 12.6 18.6 18.0 nd 29.8 31.2 nd 22.8 nd
Ethyl benzene 106.1 184.7 246.9 261.7 376.9 380.3 383.1 346.5 354.3 299.7
Nitrobenzene 9.7 19.1 20.2 18.6 25.0 26.1 43.2 27.7 40.8 nd

For benzene, toluene, and xylene, units are X 10 gallons.

Annual average
nd - no data available

Halogenated Aliphatic and Monocyclic Aromatic Hydrocarbons 51

Table 28. Uses of selected halogenated aliphatic and monocyclic aromatic hydrocarbons
[From Verschueren, 1983]

Compound Uses

Chloromethane Mfg. of silicones, tetraethyllead, synthetic rubber and methyl cellulose; refrigerant
mfg.; mfg. of organic Chemicals (methylene chloride, chloroform, etc.); mfg. of funigants;
extractant
Dichloromethane Paint stripping and solvent degreasing; mfg. of aerosols, photographic film, synthetic
fibers; refrigerant; fumigant; solvent; textil» and leather coatings; pharmaceutical;
spotting agent
Chloroform Mfg. of rluorocarbon refrigerants and propellants and plastics; mfg. of anesthetics and
pharmaceuticals, primary source for chlorodif luoromethane; fumigant; solvent; sweetener
Carbón tetrachloride Mfg. of fire extinguishers; dry cleaning operations; mfg. of refrigerants, aerosols and
propellants; mfg. of chlorof luoromethanes; extractant; solvent; veterinary medicine; metal
degreasing; fumigant; chlorinating organic compounds
1,2-dichloroethane Mfg. of vinyl chloride; mfg. of tetraethyllead; intermedíate insecticidal fumigant
(peachtree borer, japanese beetle, root-knot nematodes); tobáceo flavoring; constituent in
paint, varnish and finish removers, metal degreaser, soaps and scouring compounds
Vinyl chloride Mfg. of polyvinyl ehlorides and copolymers; adhesives for plastics
Trfchloroethylene Dry cleaning operations; metal degreasing; solvents for fats, greases, waxes: solvents for
greases and waxes from cotton, wool, caffeine for coffee; solvent for cellulose ester and
ethers; solvent for dyeing; refrigerant and heat exchange liquid; organic synthesis;
fumigant
Tetrachloroethylene Dry cleaning operations; metal degreasing; solvents for fats, greases, waxes, rubber, gums,
caffeine from coffee; remove soot from industrial boi lers; mfg. of paint removers
Ethylene dibromide Seavenger for lead in gasoline; grain and fruit fumigant, general solvent, waterproof ing
preparations, organic synthesis, insecticide
Trichlorof luoromethane Mfg. of aerosol sprays: mfg. of eonmereial refrigeration equipment; blowing agent for
polyurethane foams; cleaning compounds; solvent; fire extinguisher
Benzene Mfg. of styrene, phenol, detergents. organic Chemicals, pesticides, plastics and resins,
synthetic rubber, aviation fuel, pharmaceuticals, dye, explosives, flavors and perfumes,
paints and coatings; nylon intermediates; food processing; photographic chemicals
Toluene Mfg. of benzene derivativas, caprolactam. saccharin, medicines, dyes, perfumes, THT;
solvent recovery plants: component gasoline; solvent for paints and coatings, gums,
resins, rubber and vinyl organosols; diluent and thinner m nitrocellulose lacquers
Xylene Mfg. phthalic acid and anhydride; mfg. of terepthalic acid for polyester; solvent recovery
plants; specialty chemical manufacture; mfg. isophthalic acid, aviation gasoline,
protective coatings mfg.; solvent for alkyd resins, lacquers, enamels, rubber cements; dye
mfg.
Chlorobcnzcnc Solvent recovery plants; intermedíate in dyestuffs mfg.; mfg. anilinc, insecticide, phenol,
ch l orón i t robenz ene
1 , 2-di ch l orobenzene Mfg. of 3,4-diehloroaniline; solvent; dye mfg.,-fumigant and insecticide; metal polishes;
industrial odor control
1,4-dichlorobenzene Mfg. moth repellants, mfg. air deodorizers, mfg. dyes and intermediates; pharmaceuticals
mfg.; soíl fumigant; pesticide
1,2,4-trichlorobenzene Solvent In chemical manufacturing; dyes and intermediates; dielectric fluid; synthetic
transformer oils: lubricants; insecticides
2,6-dinitrotoluene Mfg. of TNT; urethane polymers, flexible and rigid foams and surface coatings, dyes;
organic synthesis
Ethyl benzene Styrene mfg.; acetophenone mfg.; solvent; asphalt constituent: naphtha constituent
Nitrobenzene Mfg. aniline and dyestuffs; solvent recovery plants; mfg. rubber chemicals, drugs,
photographic chemicals; refining lubricants oils; solvent in TNT production; solvent for
cellulose ethers; cellulose acétate mfg.
Bromobenzene Solvent (fats, waxes, or resins); intermediates in specialty organic chmeicals synthesis;
additive to motor oil and fuels
■ - manufacturing.

the numerous uses of the halogenated aliphatic and
MAH's.
With the exception of the phenols discussed previ-
ously, the halogenated aliphatic and MAH's are charac-
terized by high vapor pressures, high solubilities, and low
octanol-water partition coefficients. Table 29 quantifies
these physicochemical parameters.
Environmental Fate
The primary fate of most of the halogenated ali
phatic and MAH's in surface-water systems is volatiliza-
tion followed by photolytic degradation in the atmosphere.
Dilling and others (1975) studied volatilization, sorption,
and chemical degradation of five chlorinated aliphatic
compounds at aqueous concentrations of 1 ppm. In water
at 25 °C and stirred at 200 rpm, all five compounds
(methylene chloride, chloroform, 1,1,1-trichloroethane,
trichloroethylene, and tetrachloroethylene) demonstrated
50 percent volatilization in less than 30 min and 90
percent volatilization in less than 90 min. Addition of
other material (clay, limestone, sand, salt, peat moss, and
kerosene) to the water had little effect on rate of volatil
ization, indicating that sorptive processes were unable to
compete with solute evaporation. Furthermore, the
authors determined that chemical degradation half-lives
for the five compounds ranged from 6 to 18 mo. Table 30
presents the times for 50 and 90 percent removal of the
five compounds from water, along with the evaporation
times of 22 other chlorinated aliphatic hydrocarbons as
determined by Dilling and others (1975).

52 Manmade Organic Compounds in the Surface Waters of the United State»

 Table 29. Experimentally determined octanol-water partition coefficients (K^), solubili
ties, and vapor pressures of selected halogenated aliphatic and monocyclic aromatic
hydrocarbons at room temperature
[mg/L, milligrams per liter; mm, millimeters. Dash indicates no data available]

LogK Solubility Vapor pressure

Compound (mg/L) (nun of Hg) Refs.

Olchlorone thane - 20,000 349 1

Chloroform 1.97 7,950 160 1.2
Carbon tetrachloride 2.64 800 90 1.2
1,2-Dichloroethane - 8,450 61 1.3
1,1,1-Trlchloroethane - 1,360 100 1.3
1,1,2 , 2-Tetrachloroethane - 3,230 5 1.3
1 , 2-Dlbromoethane - 3,520 11 1,3
Vinyl chloride - 2,700 2,660 4.1
Trichloroe thy lene 2.29 1,100 57.9 5
1,1,2,2 -Tetrachloroe thylene 2.60 400 14 1.2
Bromoform - 3,190 5.6 1
1 , 2-Dichloropropane - 3,570 42 1.3
Benzene 2.13 1,780 76 1.2.6
Toluene 2.69 470 22 1.2
o -Xylene 2.77 175 5 1
Chlorobenzene 2.84 448 8.8 1.2
1 , 2 - Dichlorobenzene 3.38 148 1.5 1,3
1,4-Dichlorobenzene 3.38 79 0.6 1.2
1,2, 4-Tr Ichlorobenzene 4.02 19 - 1.7
Ethyl benzene 3.15 152 7 1.7
Nitrobenzene 1.85 1,900 0.15 1
Fluorobenzene 2.27 1,540 . 2
Bromobenzene 2.99 446 3.3 1.2
Iodobenzene 3.25 340 - 2
1. Verschueren (1983)
2. Chiou and others (1977)
3. Chiou and others (1979)
4. Dilling (1977)
5. Callahan and others (1979)
6. Mackay (1977)
7. Chiou, Porter, and Schmedding (1983)

Other researchers similarly have noted the impor
tance of volatilization. Helz and Hsu (1978) determined
that evaporative losses were the primary cause of the
attenuation of halogenated aliphatic hydrocarbons dis
charged into the Back River estuary in Maryland. Hill and
others (1976) found that the rate of bulk exchange of
gaseous vinyl chloride between water and air is about
twice that of oxygen, and they concluded that volatilization
probably is the most important process in its distribution.
Within an 8-d period, Jensen and Rosenberg (1975)
observed 80 percent removal of trichloroethylene from an
open aquarium kept in the light. Concentrations of chlo
roform, 1,1,1-trichloroethane, and tetrachloroethylene
were decreased by 40 to 50 percent over the same period.
When the same compounds were incubated in closed
systems (both light and dark), compound disappearance
typically was less than 5 percent, indicating that solute
volatilization was the most important fate process. Simi
larly, Wakeham and others (1983) stated that volatiliza
tion appeared to be the major process responsible for the
removal of a variety of aromatic and chlorinated aromatic
hydrocarbons from seawater.
Using theoretical considerations, Cadena and others
(1984) presented a model to predict the aqueous concen
trations of volatile organic contaminants (compounds
having Henry's law constants greater than 1.6X10"*
atm-m'/mol) in streams as a function of traveltime and
stream-reaeration coefficient. The derived relationship is
given by
C/Q-exp (-K2t(K/K')),
where C/C¡ is the ratio of the concentration of the
contaminant at traveltime t to its initial concentration, K2
is the stream reaeration constant, and K/K' is the ratio of
the overall transfer coefficient for the volatile contaminant

Halogenated Aliphatic and Monocyclic Aromatic Hydrocarbons 53

Table 30. Evaporation times for 50 and 90 percent removal of discharge. The authors state that other halogenated
of chlorinated aliphatic hydrocarbons [1 milligram per liter] at aliphatic and MAH's also are likely to volatilize at similar
25 °C, 200 revolutions per minute of stirring, and a depth of rates, inasmuch as methylene chloride and dichloro
6.5 centimeters
[From Dilling and others, 1975] benzene represent the extremes in volatility of the com
pounds tested in this study.
Time (minutes) for Once volatilized from solution, many halogenated
evaporation from water aliphatic and MAH's are degraded photolytically in the
atmosphere. In laboratory experiments simulating atmos
Compound 50 percent 90 percent pheric conditions, photolysis half-lives for vinylidene chlo
ride, cis- and trans-dichloroethylene, trichloroethylene,
Chlorome thane 27 91 and vinyl chloride ranged from 5 to 12 h under bright
Dichlorome thane 19 60 sunlight and in the presence of nitric oxide (Dilling and
Chloroform 20 68
Carbon tetrachloride 29 97 others, 1976). Half-lives for chlorobenzene, tetrachloro
Chloroethane 21 79 ethylene, and 1,1,2-trichloroethane were slightly longer,
1, 1-Dichloroe thane 22 109 ranging from 20 to 40 h. Methylene chloride and 1,1,1-
1 , 2 -Dlchloroe thane 29 96
1 , 1 , 1 - Tr lchloroe thane 20 65 trichloroethane, however, were resistant to photolysis,
1 , 1 , 2 - Tr ichloroe thane 21 102 with respective half-lives of > 250 and > 1,700 h reported.
1,1,1, 2 -Tetrachloroe thane 43 >120 While the aqueous photodecomposition of many of the
1 , 1 , 2 , 2 - Te t rachloroe thane 56 >120
Pentachloroethane 48 >140 halogenated aliphatic and MAH's will not be consider
Hexachloroe thane 45 >120 able because of rapid volatilization, atmospheric photo-
Vinyl chloride 26 96 decomposition of these compounds may be their ultimate
1,1-Dichloroethylene 22 B9 fate (Hill and others, 1976; Helz and Hsu, 1978).
cis- Dlchloroe thylene 18 64
trans-Dichloroethylene 24 83 Analysis of available data suggests that some of the
Trichloroethylene 21 63 halogenated aliphatic and MAH's can be biologically and
Tetrachloroethylene 25 86 (or) chemically degraded in surface-water systems, but
1,1,2,3 -Tetrachloropropane 51 >120
1,2,2,3 -Tetrachloropropane 47 >120
3-Chloropropene 27 89
2 - Chloropropene 29 110
1 - Chloropropene 16 59 Table 31. Ratios of overall transfer coefficients for selected
2,3-Dichloropropene 20 68 aliphatic and monocyclic aromatic hydrocarbons (K) to over
1,3-Dlchloropropene 31 98 all transfer coefficients for oxygen (K')
(els and trans)
1,2, 3 -Tr ichloropropene 49 >140 [From Cadena and others, 1984]

Compound K/K'
to the overall transfer coefficient of a tracer compound.
The value of K2 is given by 1 , 4-Dichlorobenzene 0.45
1 , 2-Dichlorobenzene .46
K2-5.015 v"e9/L'-"3, 1 , 3 -Dichlorobenzene .46
Chlorobenzene .49
1 , 1 , 2-Trichloroethane .49
where v is stream velocity (m/s) and L is mean stream Tetrachloroethylene .50
depth. The value of Kj can be corrected for temperature Carbon tetrachloride .51
by multiplying K2 at 20 °C by (1.0238)T20, where T is
Benzene .53
stream temperature in degrees Celsius. Ratios of K/K' are Trichlorofluoroma thane .54
presented in table 31 for a variety of halogenated aliphatic Chloroform .55
and MAH's. 1 , 1-Dichloroethane .55
Cadena and others (1984) verified their model by a 1 , 2-Dichloropropane .57
1", 2-Dlcrrlo*roetrtaTie" .58
pilot study using benzene and chlorobenzene at a variety
Dichlorodifluorome thane .58
of concentrations and reaeration rates. Figure 21 presents Acrylonltrile .59
the results of their model applied to a hypothetical con Chloroethane .61
tamination problem in the Rio Grande River in New Dichlorome thane .62
Mexico. The concentrations of both methylene chloride Vinyl chloride .66
and dichlorobenzene are predicted to be below 10 percent Methylene chloride .73
of their initial concentration within 60 km from the point

54 Manmade Organic Compounds In the Surface Water* of the United State*

 DISTANCE. IN KILOMETERS
10 20 30 40 SO 60
1.0
0.5
O
0.6 0.8 1.0
TIME, IN DAYS
Figure 21. Graph of predicted volatilization rates of methyl
ene chloride and dichlorobenzene in the Rio Grande River,
N. Mex. C/C, is the ratio of the concentration of the contam
inant at travel time t to its initial concentration. [Reprinted with
permission from Journal of the Water Pollution Control Fed
eration, v. 56, p. 460 (1984).]
degradation rates are slow compared with volatilization
rates for these compounds. Helz and Hsu (1978) noted
that many halogenated aliphatic compounds were rapidly
volatilized from a Maryland estuary. However, they also
observed nonconservative downstream mixing of the con
taminants during winter, when the river was ice covered
and substrate evaporation was minimal. They concluded
that some biological or chemical degradation also was
occurring. Wakeham and others (1983) also reported that
volatilization was the primary fate process for aromatic
hydrocarbons in seawater, but they noted that summer
biodegradation of these compounds can also be an impor
tant process. In closed systems that were incubated in the
dark, Jensen and Rosenberg (1975) observed slow degra
dation of 1,1,2-trichloroethane and 1,1,2,2-tetra-
chloroethylene. Other compounds, such as vinyl chloride,
are highly resistant to biological or chemical degradation
in natural surface waters (Hill and others, 1976).
Because of their high solubilities and low octanol-
water partition coefficients, the majority of the halo
genated aliphatic and MAH's will not strongly partition
into sediment organic matter or biological lipid reservoirs.
However, some of the chlorinated benzenes have been
observed to bioaccumulate. Konemann and van Leeuwen
(1980) found that the increasing octanol-water partition
coefficients of the chlorobenzenes correlated with
increased BCFs. Guppies exposed to aqueous chloro-
benzene concentrations exhibited lipid-normalizcd BCF's
ranging from 1,800 (1,4-dichlorobenzene) to 72,000
(1,2,3,5-tetrachlorobenzene). Oliver and Niimi (1983)
observed a similar bioconcentration trend for the chloro
benzenes accumulated by rainbow trout, with BCFs as
high as 4,100 reported for 1,3,5-trichlorobenzene. Lower
BCFs were reported for the less chlorinated benzenes.
Sediments rich in organic matter also can accumulate
appreciable amounts of tri- and tetrachlorobenzenes.
Chiou, Porter, and Schmedding (1983) reported organic-
matter-normalized sorption coefficients of 500 and 190
for 1,2,4-trichlorobenzene and 1,4-dichlorobenzene par
titioned between water and a Woodburn silt loam soil
having 1.9 percent organic-matter content. In contrast,
the distribution coefficient for chlorobenzene was only 50.
Based on their tendency to rapidly volatilize from
solution, aliphatic and MAH's are not persistent environ
mental contaminants in surface-water systems. Secondary
1.6
fate processes include biological and chemical degrada
tion, but these rates are slow relative to evaporative loss
rates. With the possible exception of some of the highly
chlorinated benzenes, sorption and bioaccumulation are
not important fate mechanisms.
Environmental Distribution
Aliphatic and MAH's are natural components of oil
deposits and commonly find their way into surface waters
as a result of discharges from refineries, waste oil dis
posal, and accidental spills. Municipal wastewater dis
charges also have been recognized as sources of aliphatic
and MAH discharges (Barrick, 1982). Chlorinated ali
phatic hydrocarbons are commonly found in chlorinated
water and wastewater effluents and in industrial dis
charges. Chlorinated benzenes may enter the environ
ment as a result of their use as solvents, heat-transfer
fluids, flame retardants, or chemical intermediates or as
waste products of the electro-industry (Jan and Malner-
sic, 1980).
Point discharges have contributed large amounts of
aliphatic and MAH's to surface waters. Barrick (1982)
determined that primary sewage effluent from Seattle
discharges an average of 475 Mg/yr of aliphatic hydrocar
bons into central Puget Sound. Eganhouse and Kaplan
(1982) similarly noted that southern California treatment
plants discharge hydrocarbons into coastal waters at an
annual rate of 17,400 Mg. Brooks and others (1981)
documented concentrations of aliphatic hydrocarbons with
5 to 14 carbon atoms to be as high as 400 ¿ig/L as the
result of an oil well blowout in the Gulf of Mexico.
Middleditch and Basile (1980) have reported that oil
platforms in the northwest portion of the gulf routinely
discharge 200 g/d of alkanes. Halogenated aliphatic and
MAH's such as methylene chloride (3 to 8 ppm), toluene
(13 to 20 ppm), and chlorobenzenes (0.50 ppm) have
been detected in the effluents of chemical-manufacturing
plants (Jungclaus and others, 1978; Sheldon and Hites,
1979). Because of the volatility of the halogenated ali
phatic and MAH's, however, these effluent concentrations
are usually rapidly reduced to much lower levels.
Halogenated Aliphatic and Monocyclic Aromatic Hydrocarbon* 55
 Because of the large quantities of halogenated
aliphatic and MAH's produced annually in the United
States, these compounds are ubiquitous contaminants in
surface waters. Their aqueous concentrations, however,
are usually in the parts-per-billion range as a result of
their tendency to volatilize into the atmosphere. Higher
concentrations usually are limited to specific discharge
points. While Brooks and others (1981) reported volatile
hydrocarbon residues as high as 400 ftg/L in the vicinity of
an oil-well blowout, residues 6 and 12 mi down plume
were reduced to 63 and 4 ftg/L, respectively. Oliver and
Nicol (1982) reported low concentrations of chloroben-
zenes in the Great Lakes, with the highest mean concen
tration being observed for 1,4-dichlorobenzene (45 ng/L)
in Lake Ontario. Parts-per-trillion residues have also
been reported by Schwarzenbach and others (1979) in
Lake Zurich, Switzerland. Concentrations of 1,4-dichloro
benzene and tetrachloroethylene in the lake's upper basin
were 10 and 40/ng/L, respectively.
With the possible exception of some of the chloro-
benzenes, biological residues of the aliphatic and the
MAH's are generally in the parts-per-billion range. Fer
rarlo and others (1985) detected a variety of chlorinated
aliphatic and MAH's in clams and oysters from Lake
Pontchartrain, La. Detectable concentrations ranged from
0.04 ppb for chlorobenzene to 310 ppb for 1,1,1-
trichloroethane. Jan and Malnersic (1980) reported total
chlorobenzene residues in fish from Yugoslavian surface
waters to range from 1.8 ppm (expressed on a fat basis)
near industrial areas to 0.2 ppm near agricultural and
wooded areas. Oliver and Nicol (1982) also quantified the
concentrations of a variety of chlorobenzenes in trout
from the Great Lakes. Again, residues were in the
parts-per-billion range, varying from 0.05 (1,2,3,5-tetra-
chlorobenzene) to 12 ppb (1,2,3,4-tetrachlorobenzene).
Similar to biological residues, sediment residues of
halogenated aliphatic and MAH's are typically in the
parts-per-billion range. Chlorobenzene residues in the
surficial sediments of Lake Ontario have been reported to
range from 1 to 320 ppb (Oliver and Nicol, 1982). Lower
concentrations were reported for Lakes Superior, Huron,
and Erie. Chlorobenzenes sorbed to suspended sediments
in the Niagara River also had concentrations in the
parts-per-billion range, with the highest concentration
reported for 1,4-dichlorobenzene (160 ppb) (Oliver and
Charlton, 1984). Benzene (21 ppb) and chloroform (18
ppb) had the highest concentrations of a variety of chlo
rinated aliphatic and MAH's detected in the sediments of
Lake Pontchartrain, La. (Ferrario and others, 1985). In a
study of the effects of an industrial discharge on a stream,
Jungclaus and others (1978) found that effluent toluene
and methylene chloride concentrations of 13 to 20 and 3 to
8 ppm, respectively, caused no detectable residues of
either compound in the stream sediment.
56 Manmade Organic Compounds in the Surface Waters of the United States
Few data were found in the reviewed literature with
regard to spatial or temporal contamination trends in the
United States; however, based on production and use data,
some general conclusions can be drawn. The production
of halogenated aliphatic and MAH's increased signifi
cantly until the late 1970's, when production of many of
the compounds either slowed or declined (table 27).
Therefore, temporal trends in surface-water contamina
tion are likely to mirror production. Sediment-core data
from the Great Lakes confirm this hypothesis. Oliver and
Nicol (1982) reported that chlorobenzene residues in
Great Lakes sediments increased rapidly from about 1940
(6- to 7-cm sediment core depth) to the early 1970's (1- to
2-cm sediment core depth). Surficial sediment residues
(0- to 1-cm sediment core depth), however, were generally
lower than residues at a 1- to 2-cm depth, paralleling the
decreased production of chlorobenzenes in the late 1970's.
Despite this decline, surficial sediment residues were still
higher than sediment residues at the 2- to 3-cm depth
(1965-71).
Halogenated aliphatic and MAH's are found prin
cipally in industrial and municipal wastewater effluents,
and, as a result, significant environmental residues of
these contaminants are most commonly found near indus
trial areas (Jan and Malnersic, 1980). Surface waters
draining agricultural or forested areas are less likely to
have significant residues of halogenated aliphatic and
MAH's than are densely populated and industrialized
areas. Nonhalogenated aliphatic and MAH's also are
commonly found in coastal waters near oil-drilling and
oil-production areas because of their presence in natural
oil.
PHTHALATE ESTERS
Uses, Production, and Properties
The phthalate esters are derivatives of phthalic acid
(the ortho isomer of benzene dicarboxylic acid) and are
characterized by the following structure:
O
ii
C— O — R
C— O — R
II
O
where R is either an alkyl or aryl group. Structural
diagrams of some of the phthalate esters are presented in
figure 22.
The phthalate esters are manufactured by the oxi
dation of either naphthalene or o-xylene to produce
phthalic anhydride, which is subsequently combined with
the desired alcohol (Peakall, 1975). Phthalate esters are
used extensively as plasticizers to produce useful products
from polymers of vinyl chloride, propylene, ethylene, and
 Table 32. Uses of phthalate esters in the United States
[From Peakall, 1975]

Percentage
of total use
o-Dlmethyl phthalate Diethyl phthalate
A. As olastlc izers

Building and construction

O
II Hire and cable 21
C-0-C4H# Flooring 17
Swimming pool liners 2
C-0-C4H, Miscellaneous h
II
O
Home furnishings
Dl-n-butyl phlhalale Dl-n-octyl phthalate Furniture upholstery 10
Wall coverings
Houseware 3
Miscellaneous 6
O
II
C-0-CHtCH(CtH,)C4H, C-0-C4H, Cars (upholstery, tops, etc.) 13
Wearing apparel 8
C-0-CH,CH(CIH§)C4H1 C-O-CH. Food wrapping and closures 3
II Medical tubing and Intravenous bags
O O 3
Total as plasticlzers 94
Bia(2-ethylhexyl) phthalate
B. As nondasticlzers
Butyl beniyl phthalate
Pesticide carriers
Figure 22. Structural diagrams of some common phthalate Oils
esters. Insect repellent
Total as nonplasticizers 6

styrene. Commonly, their contribution to the weight of the A dash indicates that exact data are not available.

plastic is second only to the weight of the polymer itself

(Mathur, 1974). Uses of plastics include home construc
tion, appliances, furnishings, automobiles, apparel, and
food containers and wrappings. Table 32 documents the
relative use of phthalate esters for these various products
in the United States, along with the small proportion of
nonplasticizer use. The amount of solid waste generated
from these uses has been estimated to be in excess of 12
billion kg annually in the United States (Mathur, 1974).
The manufacture of phthalate esters in the United
States has increased rapidly over the last 25 yr. Production
from 1961 to 1970 increased at an average annual rate of
10 percent (Peakall, 1975). Total annual production of
phthalate esters in the United States reached nearly
5X108 kg in 1978 and has continued to increase (Giam
and others, 1978). World production has been estimated
to be three to four times the U.S. production, and some of
the leading foreign manufacturers of phthalate esters
include Japan, the U.S.S.R., and Germany (Peakall,
1975). Of the various esters of phthalic acid, bis(2-
ethylhexyl) phthalate is one of the most widely used, with
158.8 million kg produced in the United States in 1970
(Mathur, 1974). As a result of their large-scale produc
tion, phthalates are frequently identified as contaminants
in the water, sediment, and biota of surface-water systems.
The phthalate esters are relatively stable, colorless
liquids of medium viscosity and low volatility. Table 33
presents some of the physicochemical properties of the
phthalate esters.
Environmental Fate
The reviewed literature contained only sparse infor
mation on the environmental fate of the phthalate esters,
and most studies were limited to bis(2-ethylhexyl) phthal
ate. Based on the available data, however, biodegradation,
sorption, and bioaccumulation appear to be important
fate-determining processes.
Phthalate esters have been metabolized by both
isolated and mixed bacterial cultures, undergoing primary
and ultimate biodegradation by enzyme-catalyzed hydrol
ysis. Of the group, bis(2-ethylhexyl) and di-n-octyl phthal
ate have been determined to be the most resistant to
biodegradation, but data indicate that even these two
compounds can be at least partially degraded (Tabak and
others, 1981). Mathur and Rouatt (1975) isolated a
bacterium, Sermtia marcescens Bizio, capable of using
both bis(2-ethylhexyl) phthalate and di-n-octyl phthalate
as sole sources of carbon and energy. The primary
degradation product of these phthalates appeared to be
o-phthalic acid. Fairbanks and others (1985) observed the
degradation of bis(2-ethylhexyl) phthalate to C02 in
sludge-amended soils. Half-lives ranged from 8 to 72 d,
and after 146 d, 76 to 93 percent of the phthalate ester
was degraded to C02. A strain of Enterobacter aerogenes,
isolated from the inside of plastic tubing used as an outlet
for deionized water, degraded dimethyl phthalate as a sole
carbon source (Perez and others, 1977). The culture

Phthalate Esters 57
 Table 33. Solubilities and vapor pressures of selected phthalate esters
[mg/L, milligrams per liter, mm, millimeters]

Solubility Vapor pressure

Compound (mg/L) (mm of Hg) Reference

Dimethyl phthalate 5000 (20 C) 0.01 (20°C) 1

Diethyl phthalate 896 (25 C) .05 (70 C) 1

Dl-n-butyl phthalate 13 (20 C) .10 (115 C) 1

Dl-n-octyl phthalate 3 (25 C) .20 (150 C) 1

Bls(2-ethylhexyl) phthalatei 0.4 (25 C) 2 X 10* (20°C) 1

Butyl benzyl phthalate 2.9 8.6 X 10' (20°C) 1,2

1. Callahan and others (1979)

2. Verschueren (1983)

degraded a dimethyl phthalate concentration of 1,000 ppm Table 34. Selected bioconcentration factors (BCF's) of
to less than 400 ppm in 41 d. Engelhardt and Wallnofer phthalate esters in aquatic systems
(1975) determined that a variety of microorganisms were [From Callahan and others, 1979, and Sanborn and others, 1975]
capable of degrading di-n-butyl, di-n-octyl, bis(2-
ethylhexyl), and dimethyl phthalates and suggested that Exposure
mixed microbial populations can readily metabolize Phthalate ester Aquatic organism time (days) BCF
phthalate esters. Their proposed pathway for the degra
dation of di-n-butyl phthalate by different soil micro Bls(2-ethylhexyl) Fish - 130
organisms is presented in figure 23. Bls(2-ethylhexyl) Sowbug 14 230
As a result of their low solubilities, some of the
Bls(2-ethylhexyl) Fathead minnow 28 800
phthalate esters strongly partition into the lipid reservoirs
of aquatic organisms and sediment organic matter. Table Bls(2-ethylhexyl) Scud 14 13,400
34 documents BCFs for bis(2-ethylhexyl), di-n-octyl, and Bls(2-ethylhexyl) Snail ■ 21,000
di-n-butyl phthalates for a variety of aquatic organisms
Bls(2-ethylhexyl) Mosquito larvae - 100,000
(Sanborn and others, 1975; Callahan and others, 1979).
The data indicate that all three compounds exhibit signif Dl-n-octyl Daphnla 33 2.600
icant bioaccumulation. The BCFs range from 130 to Dl-n-octyl Fish 33 9,400
100,000, with variations reflecting differences in organism
Dl-n-octyl Algae 33 28 . 500
lipid content, compound solubility, and duration of expo
sure. Few sorption data are available for the phthalate Dl-n-butyl Uaterflea 14 5,000
esters. However, Matsuda and Schnitzer (1971) pre Dl-n-butyl Scud 14 6,700
sented data indicating that a variety of dialkyl phthalates
can partition into dissolved fulvic acid, significantly
enhancing their apparent solubilities. Using batch sorp
tion studies with solution/soil ratios ranging from 5 to 300, Nonbiological hydrolysis, volatilization, and photol
Fairbanks and others (1985) noted that as much as 87 ysis do not appear to be significant fate-determining
percent of the bis(2-ethylhexyl) phthalate added to centri processes for the phthalate esters. Estimated hydrolytic
fuge tubes was sorbed to the glass. Of the amount half-lives range from 3.2 yr for dimethyl phthalate to
remaining, 96 to 99 percent was sorbed to the soil, 2,000 yr for bis(2-ethylhexyl) phthalate (Callahan and
suggesting that significant sorption to sediments may others, 1979). Evaporative losses of phthalate esters from
occur in natural systems. Because phthalate esters have surface waters also are minor because of their relatively
been frequently detected in surface-water sediments and low vapor pressures. Fairbanks and others (1985), for
biota, it is likely that both bioaccumulation and sorption example, detected no volatilization of bis(2-ethylhexyl)
will influence their environmental fate. phthalate applied to three sludge-amended soils. Finally,

58 Manmade Organic Compounds in the Surface Waters of the United States

 o the possible natural origins of these compounds and
C-O-C.H
ii * been detected in wood and in the oxidation products of
0
a.b.c
further
degradation
Figure 23. Structural diagrams showing degradation of
di-n-butyl phthalate (DBP), mono-n-butyl phthalate, and
phthalic acid by different microorganisms: (a) organisms
isolated with DBP as carbon source for enrichment, (b) stock
cultures, (c) bacteria isolated from phthalic acid enrichment
medium. [Reprinted with permission from Bulletin of Environ
mental Contamination and Toxicology, v. 13, p. 344 (1975).
Copyright 1975 by Springer-Verlag New York, Inc.]
although no data were found on the photodecomposition
of phthalate esters in aquatic systems, it is unlikely that
they are degraded photolytically since they do not possess
significant absorption maximums in the ultraviolet and
visible regions of the electromagnetic spectrum (Callahan
and others, 1979).
Environmental Distribution
Reported environmental levels of anthropogenically
produced phthalate esters may be inaccurate because of
sample contamination by plastic sample containers. There
is strong evidence that phthalate esters have natural as
well as anthropogenic origins. Ortho-phthalic acid has
lignin, and as the product of the chemical and biological
oxidation of compounds, such as naphthalene and its
derivatives (Mathur, 1974). Phthalides also appear to be
common constituents of plants, with phthalates serving as
intermediates in biochemical pathways. Mathur (1974)
has stated that, because phthalates and aliphatic alcohols
are present in plants, it is reasonable to assume that
phthalate esters are synthesized naturally in the environ
ment. Additionally, phthalate esters in plastic sample
containers can easily contaminate natural water, sedi
ment, or biological samples. For example, phthalate esters
have been found in extracts of the lining of plastic bags
and in uncontaminated sand shaken in the bag (Mathur,
1974). As a result, reported environmental residues of
phthalate esters may not simply reflect the anthropogenic
origins of this group of compounds.
Peakall (1975) has ranked the uses of phthalate
esters according to likelihood of escape into the environ
ment. Nonplasticizer uses, such as pesticide carriers,
insect repellent, cosmetics, fragrances, and oils, have the
highest likelihood of escape, because the phthalate ester
is not encased in a polymer matrix. Phthalate ester
plasticizers used directly in contact with water pose the
second-greatest risk of escaping to the environment and
include swimming-pool liners, garden hoses, and medical
uses. Other plasticizer uses that involve only contact with
air are the least likely to result in phthalate ester loss to
the environment. Additionally, phthalate esters have been
reported in industrial discharges. Sheldon and Hites
(1979) reported concentrations of dibutyl, butyl benzyl,
and bis(2-ethylhexyl) phthalate in an industrial effluent of
50, 40, and 200 ppb, respectively.
Phthalate esters have been detected in numerous
coastal- and inland-water samples. Giam and others
(1978) reported concentrations of di-n-butyl phthalate as
high as 0.471 ppb and concentrations of bis(2-ethylhexyl)
phthalate as high as 0.316 ppb in water samples from the
Gulf of Mexico. Both of these compounds also have been
detected in the Tama River near Tokyo, Japan, with
concentrations ranging from 0.4 to 6.8 ppb (Morita and
others, 1974). Jungclaus and others (1978) reported even
higher concentrations in a small, freshwater river; concen
trations of bis(2-ethylhexyl) phthalate ranged from 1 to 50
ppb, and concentrations of di-n-octyl phthalate ranged
from 1 to 20 ppb. Sheldon and Hites (1979) also reported
the presence of aqueous phthalate esters, with concentra
tions in the Delaware River near Philadelphia as high as
0.6 ppb for butyl benzyl phthalate and 1.0 ppb for
bis(2-ethylhexyl) phthalate. Similarly, maximum bis(2-
ethylhexyl) phthalate concentrations of 1.98 and 3.10 ppb
Phthalate Esters 59
were reported by Thuren (1986) in water samples from
the Rivers Svartan and Ronnebyan, respectively, in south
ern Sweden.
Sediment residues of phthalate esters also have
been reported frequently, with detected concentrations
usually ranging from a few parts per billion to a fraction of
a part per million. In a study of the Chester River in
Maryland, Peterson and Freeman (1984) reported maxi
mum sediment residues of diethyl, diallyl, diisobutyl,
dibutyl, dihexyl, bis(2-ethylhexyl), and di-n-octyl phthalate
of 44, 5.5, 27.6, 900, 6.4, 4,800, and 62 ppb, respectively.
The maximum concentrations of dibutyl phthalate (69
ppb) and bis(2-ethylhexyl) phthalate (248 ppb) found in
sediment samples from the Gulf Coast and Mississippi
River Delta were slightly lower (Giam and others, 1978).
Much higher sediment concentrations were reported by
Jungclaus and others (1978) and Van Luik (1984). The
former study detected both bis(2-ethylhexyl) and di-n-
octyl phthalate at concentrations ranging from 250 to
56,000 ppb in sediment samples collected downstream
from a chemical manufacturing plant's discharge. The
study by Van Luik (1984), which analyzed sediments from
the Calumet Sag Channel (111.), determined that the
average sediment concentration of bis(2-ethylhexyl)
phthalate was 29,800 ppb, with a high value of 63,770 ppb.
Laboratory studies have indicated that phthalate
esters can bioaccumulate, and these results have been
confirmed in field studies identifying significant residues
of phthalate esters in aquatic organisms. Despite aqueous
bis(2-ethylhexyl) phthalate concentrations of 0.316 ppb or
less, biota from the Gulf of Mexico contained concentra
tions ranging from 1 to 135 ppb (Giam and others, 1978).
DeVault (1985) detected high concentrations of both
bis(2-ethylhexyl) and di-n-butyl phthalate in two fish from
the Menominee and Kinnickinnic Rivers in Wisconsin.
Unfortunately, no aqueous concentrations were reported.
The ubiquity of phthalate esters is evidenced by the data
of Stalling and others (1973), who detected residues of
bis(2-ethylhexyl) phthalate in fish collected throughout
the United States. Concentrations ranged from 0.2 to 10
ppm and appeared highest near industrialized areas.
POLYCHLORINATEDDIBENZO-P-DIOXINS
Uses, Production, and Properties
The polychlorinated dibenzo-p-dioxins (PCDD's)
are characterized by the following structure:
nCI
Chlorination of the molecule can produce a total of 75
chlorinated species, ranging from monochlorodibenzo-p-
dioxin to octachlorodibenzo-p-dioxin.
Although not deliberately manufactured and having
no commercial use, PCDD's are produced inadvertently
during the manufacture of 2,4,5-trichlorophenol (2,4,5-T)
from 1,2,4,5-tetrachlorobenzene (fig. 24). Because 2,4,5-
T is used in the production of a variety of pesticides along
with tetra- and pentachlorophenol, PCDD's have been
found as contaminants in many of these compounds.
Table 35 documents the detected residues of tetra-, hexa-,
hepta-, and octachlorodibenzo-p-dioxin in several pesti-

0 Na

CICH2C02Na
CI

1,2, 4, 5-Tetrachloro benzene

C

TCDD
Figure 24. Structural diagrams showing formation of 2,3,7,8-tetrachlorodibenzo-p-dioxin
(TCDD) as a byproduct in the synthesis of 2,4,5-trichlorophenoxyacetic acid (2,4,5-T).
[Reprinted with permission from Journal of Environmental Quality, v. 7, p. 172 (1973).
Copyright 1973 by the American Society of Agronomy, Crop Science Society of America,
and Soil Science Society of America.]

60 Manmade Organic Compounds in the Surface Waters of the United States

 Table 35. Chlorinated dibenzo-p-dioxins found in commercial pesticides
[From Helling and others, 1973]

Chlor odibenzo -p - dioxin

detected Samples
Pesticide Tetra- Hexa- Hepta- Octa- Contaminated Tested

2,4.5-T ** ** - - 23 42
Silvex * - - 1 7
2,4-D - * - - 1 24

2,4-DB - - - - 0 3
2,4-DEP - - - - 0 2
Dichlorprop - - - - 0 1
Erbon - - - ** 1 1
Sesone - * - - 1 1
Dicamba - - - - 0 8
Chlorophenols

Tri- - * * * 4 6
Tetra- - ** ** ** 3 3
Penta- ■ ** ** ** 10 11
Others - ** ** * 5 22
* Concentration of at least one sample was between 0.5 and 10 parts
per million (ppm)
** Concentration of at least one sample was greater tban 10 ppm
Concentration was less than the 0.5 ppm detection limit
DMPA, ronnel, and tetradifon had chlorodioxin residues; chloroneb,
hexachlorophene , neraatocide , and nitrofen had no detectable
residues

cides that were manufactured between 1950 and 1970.
Although the extent of contamination is likely to vary with
manufacturer, one company produced 2,4,5-T from 1966
to 1968 that typically contained 10 ppm of 2,3,7,8-
tetrachlorodibenzo-p-dioxin (TCDD). Of 42 samples of
2,4,5-T tested, 23 contained detectable residues of
PCDD's. One analyzed sample of pentachlorophenol
contained nearly 1,000 ppm of both hepta- and
octachlorodibenzo-p-dioxin (Helling and others, 1973).
More recent commercial production of such compounds
as 2,4,5-T has resulted in much lower residues, with
TCDD concentrations usually less than 0.1 ppm (Isensee
and Jones, 1975).
PCDD's are extremely toxic compounds. They were
first identified as environmental contaminants in 1970 as
a result of a report by the Office of Science and Technol
ogy noting that mice given a relatively large dose of the
herbicide 2,4,5-T during early pregnancy produced an
abnormally high number of deformed offspring (Helling
and others, 1973). Analysis of the 2,4,5-T given to the
mice revealed that it contained approximately 27 ppm of
TCDD. Subsequent studies have shown that PCDD's
have very high mammalian toxicities. Table 36 reports the
single oral doses of some PCDD's required to kill 50
percent of the exposed animals (LD30). TCDD appears to
be the most toxic of the PCDD's, with an LD30 of just 2
/ig/kg for guinea pigs. TCDD LDJ0 values of 10 fig/kg for
rabbits and 0.6 pg/kg for guinea pigs have also been
documented (Isensee and Jones, 1975).
Some of the less severe effects of PCDD exposure
to humans include changes in skin color, skin rashes,
excessive hair growth, tingling and numbness of the arms

Polychlorinated Dibenzo-p-dloxins 61
Table 36. Single oral doses of dioxins necessary to kill 50
percent of exposed animals (LD50)
[fig/kg bw, micrograms per kilogram of body weight. From Kriebel,
1981]
U>6 0
Dibenzo-p-dioxin Animal (/*g/kg bw)
tetrachloro- Guinea pig 2 Duckweed
Rat (male) 22
Rabbit 115
Mouse 284
1,2,3,7,8-
pentachloro- Guinea pig 3
Mouse 338
1,2,3,4.7,8-
hexachloro- Guinea pig 73
Mouse 825
and legs, and liver damage (Kriebel, 1981). TCDD expo
sure has also been linked to certain cases of birth defects.
Pregnant women living near Alsea, Oreg., experienced a
significant increase in the number of spontaneous abor
tions during the months of June and July from 1972 to
1977. From March to June of each of these years,
herbicides, including 2,4,5-T, were routinely applied to
nearby forests (Kriebel, 1981). Similarly, many Vietnam
veterans claim that PCDD's in Agent Orange (approxi
mately a 1:1 mixture of 2,4,5-T and 2,4-D) applied to
Vietnamese forests have caused birth defects in their
children (Kriebel, 1981). These examples indicate that
even the low residues of PCDD's found in certain herbi
cides may cause adverse health effects owing to the high
toxicity of the PCDD's.
Inasmuch as PCDD's are not deliberately manufac
tured, only gross estimates of production can be made.
Based on a combined annual production figure of 30,000
t for 2,4,5-T, and tri-, tetra-, and pentachlorophenol in the
United States, and assuming that the production of each
kilogram of the technical grade formulation results in the
production of 1 mg of PCDD, then approximately 30 kg
are produced each year from these sources. Similarly,
more than 40,000 t of Agent Orange were sprayed over
the jungles of Southeast Asia, with the formulation having
a mean TCDD concentration greater than 1.9 mg/kg
(Crosby and Wong, 1977).
Although PCDD's are produced as byproducts in
the manufacture of trichlorophenol, their properties and
environmental behavior more closely resemble those of
the chlorinated insecticides. As a group, they are spar
ingly soluble, lipophilic compounds of relatively long
environmental persistence. Increased chlorination corre
lates with decreased solubility and increased lipophilicity.
62 Manmade Organic Compounds In the Surface Waters of the United States
Table 37. Bioconcentration factors (BCF's) of 2,3,7,8-tetra-
chlorodibenzo-p-dioxin (TCDD) for a variety of aquatic organ
isms
[From Isensee and Jones, 1975]
Organism Exposure time, days BCF
Algae 30 2.000-18,600
30 1,200-5,000
Snails 30 1.400-47,100
Daphnids 30 7,800-48,000
Mosquito fish 3 1,000-63,300
Catfish 6 2,000-27,900
TCDD, which has been the subject of most of the
research on PCDD's, has a solubility of about 3 to 5 ppb
(Biddinger and Gloss, 1984) and an octanol-water parti
tion coefficient of 4.24X106 (Marple and others, 1986).
Environmental Fate
Almost all the published data on the fate of the
PCDD's is limited to TCDD. As a result, any conclu
sions about the environmental fate of the PCDD's are at
best qualitative.
As a result of their relatively low solubilities, the
PCDD's are likely to strongly sorb to sediments and to
bioaccumulate in aquatic organisms. Chemical and bio
logical degradation processes appear very slow, making
the PCDD's persistent environmental contaminants. Few
data are available regarding the volatilization of PCDD's
from surface-water systems.
Extremely low concentrations of PCDD's can cause
significant residues in surface-water biota. By contami
nating aquatic microcosms with TCDD sorbed to sedi
ment, Isensee and Jones (1975) found that BCFs for a
variety of organisms ranged from 1,000 to 63,300. After
30 d of exposure, equilibrium aqueous concentrations of
TCDD as low as 50 pg/L caused TCDD concentrations in
daphnids to be as great as 2.4 fig/L (corresponding to a
BCF of 48,000). Other bioconcentration data from their
study are summarized in table 37. Callahan and others
(1979) have reported that mosquito larvae bioaccumu-
lated TCDD to concentrations 2,800 to 9,200 times greater
than the aqueous concentration. BCFs determined for
brine shrimp and silversides were 1,600 and 54, respec
tively. Unfortunately, no bioaccumulau'on data were found
for the other PCDD's. Based on the strong tendency of
TCDD to bioconcentrate, however, it is likely that other
PCDD's of equal or greater chlorination will also be
readily bioaccumulated.
 Available data based on studies of TCDD indicate indicating the lack of a significant photolytic influence. In
that the PCDD's strongly partition into sediment organic aquatic systems, it is likely that PCDD's will be rapidly
matter. The solubility of TCDD (3 to 5 ppb) is approxi sorbed to sediments or bioaccumulated by aquatic organ
mately equal to the solubility of DDT, which has been isms.
documented as having sorption coefficients (Kd) greater
than 104 and organic carbon/organic matter normalized
sorption coefficients (K,,^,,,) greater than 106 (table 7). Environmental Distribution
Helling and others (1973) have noted that TCDD applied
Because PCDD's are byproducts of any manufac
to fields coincident with 2,4,5-T application will not
turing process that involves the production or use of
undergo significant leaching by runoff. Only transport
trichlorophenol, they are commonly discharged to surface
due to soil erosion would be likely. Ward and Matsumura
waters in effluents from chemical manufacturing plants,
(1978) confirmed the conclusions of Helling and others
leather tanneries, kraft-pulp mills, wood-processing plants,
(1973) in a study employing anaerobic sediment-water
or sewage-treatment plants (Moore and Ramamoorthy,
microcosms dosed with radio-labeled TCDD. They found
1984). For example, VanNess and others (1980) analyzed
that typically 93 to 96 percent of the recovered radio
a series of industrial effluents and determined that 5 of
activity was from the sediment and speculated that much of
the 20 samples contained detectable amounts of TCDD,
the remaining TCDD was associated with dissolved
with concentrations ranging up to 100 ppt. PCDD's also
organic matter. Similar results also were reported by
enter the environment in conjunction with the application
Isensee and Jones (1975), who observed that 85 to 99
of pesticides, as discharges from chemical disposal sites,
percent of the TCDD originally added to a model ecosys
and from fly ash from municipal incinerators. Table 38
tem remained in the sediment after a 39-d period.
gives estimates of the input of TCDD's into the Canadian
PCDD's appear to be highly resistant to both
environment from a variety of sources.
chemical and biological degradation. In a laboratory
There is some evidence that PCDD's can be pro
sediment-water system incubated under anaerobic condi
duced by the combustion of trichlorophenol or its deriva
tions, the half-life of TCDD was found to be approxi
tives. Small quantities of TCDD have been produced by
mately 600 d (Ward and Matsumura, 1978). Similarly,
burning 2,4,5-T under conditions simulating a forest fire
Helling and others (1973) reported that TCDD applied to
(Kriebel, 1981), and it has been estimated that as much as
moist soils exhibited half-lives of approximately 1 yr in the
1 ng of PCDD's will be produced for every square meter
laboratory. TCDD half-lives in soil greater than 10 yr also
of forest that burns immediately after a herbicide treat
have been documented (Moore and Ramamoorthy, 1984).
ment. Additionally, 2,4,6-trichlorophenol applied to dried
There is some evidence that the PCDD's can be
leaves and allowed to burn resulted in a residual TCDD
chemically degraded by photolysis; however, photolytic
concentration of 2,100 ppm, about 100,000 times greater
decomposition rates will probably be unable to compete
than the TCDD concentration in the original aliquot of
with sorption and bioaccumulation rates in surface-water
trichlorophenol (Kriebel, 1981).
systems. Crosby and Wong (1977) demonstrated that
Upon entering surface-water systems, PCDD's
TCDD dissolved in organic solvents and exposed to
strongly partition from water into sediments and biota. As
natural sunlight on leaves and glass plates was rapidly
a result, aqueous residues of PCDD's are generally below
photodegraded, with half-lives of less than 6 h. The
detectable limits, even with a significant input of PCDD's
organic solvent was believed to serve as a hydrogen donor,
to the system. Despite low aqueous concentrations, sedi
because in its absence photolytic degradation was greatly
ment and biological residues of PCDD's have been
reduced. Longer half-lives were observed for TCDD on
reported in the parts-per-trillion to parts-per-billion range.
soils, and this was attributed to upper soil particles
VanNess and others (1980) analyzed soil samples
shading lower soil particles. The soil's protective effect
from a trichlorophenol-manufacturing plant. Eighty-five
against the photolytic degradation of TCDD also has been
percent of the soil samples contained detectable residues
noted by Plimmer (1978). In surface-water systems, the
of TCDD, with concentrations ranging from < 20 ppt to
rapid sorption of TCDD to sediments greatly reduces the 600 ppb. O'Keefe and others (1984) detected a TCDD
amount of light reaching the TCDD molecules, thereby concentration of 10 ppt in a sediment sample collected
reducing the rate of photodecomposition. This is con from the lower Hudson River (N.Y.). Two other samples
firmed by an experiment by Ward and Matsumura (1978), from the lower Hudson, however, contained TCDD con
who compared the degradation of TCDD in sediment- centrations of less than 7.3 ppt. Kriebel (1981) summa
water microcosms incubated in the dark with identically rized the results of a study by Dow Chemical Company
prepared microcosms incubated in the light. After 39 d, that reported PCDD residues in soils from a variety of
the average recovery of TCDD from the "dark" micro locations in the United States, including soils from the
cosms was 93.29 percent and the average recovery of grounds of one of Dow's own chemical-manufacturing
TCDD from the "light" microcosm was 89.45 percent, plants. The ranges of the detectable concentrations are

Polychlorinated Oibenzo-p-dioxins 63
 Table 38. Estimated annual inputs of polychlorinated dibenzo-p-dioxins to the Canadian
environment from major sources
[From Moore and Ramamoorthy, 1984]
Annual inputs , In kilograms
British
Source Columbia Prairies
Pentachlorophenol 570
usage
2,4-D usage .3
Precipitated fly < .1
ash
Airborne fly ash < .1
Total 570
presented in table 39. Most of the detectable concentra
tions were less than 3 ppb, with the exception of soil
samples taken from the Dow plant, which were highly
contaminated with isomers of tetra-, hexa-, hepta-, and
octachlorodibenzo-p-dioxin. Based on these data, contam
inated soils carried into surface waters by runoff can be a
significant source of sediment TCDD residues.
Because of the high toxicity of PCDD's, and partic
ularly TCDD, numerous researchers have documented
biological residues of these compounds in edible fish. As
a result of the heavy application of Agent Orange to South
Vietnamese forests, carp and catfish sampled downstream
from the sprayed areas contained average TCDD residues
ranging from 70 to 810 ppt (Kriebel, 1981; Moore and
Ramamoorthy, 1984). TCDD residues as high as 57 ppt
have even been detected in the fat of some Vietnam
veterans (Kriebel, 1981). Table 40 summarizes the
detected residues of TCDD in a variety of fish from both
fresh and marine waters. Although few studies have
reported on the more highly chlorinated dioxins, they
have also been detected in aquatic organisms. Concentra
tions as high as 388 (octa-), 304 (hepta-), 203 (hexa-), and
80 (penta-) ppt have been found in carp from the Niagara
River (Moore and Ramamoorthy, 1984).
POLYCYCLIC AROMATIC HYDROCARBONS
Uses, Production, and Properties
The polycyclic (or polynuclear) aromatic hydrocar
bons (PAH's) are a large group of environmentally impor
tant compounds. Although little is known about their
64 Manmade Organic Compounds In the Surface Waters of the United States
Ontario Quebec Maritimes
360 350 110 130
8.9 < .1 < .1 < .1
< .1 1.6 5.1 < .1
1.5 2.2 2.2 .6
370 354 117 131
toxicities, several of the PAH's have been identified as
carcinogens or mutagens. As a group, the PAH's are
structurally characterized by two or more fused-ring
compounds based on benzene, with properties intermedi
ate between benzene and olefinic hydrocarbons (Harrison
and others, 1975). Two aromatic rings are considered to
be fused when carbon atoms from each ring are shared.
The environmentally significant PAH's have from two
(naphthalene) to seven (coronene) rings. Structural dia
grams of some of these compounds are given in figure 25.
PAH's originate from both natural and anthropoge
nic sources; however, it is believed that their occurrence in
aquatic systems is due primarily to anthropogenic inputs
(Cossa and others, 1983). PAH's are produced mainly by
high-temperature (>700 °C) pyrolytic reactions such as
municipal incineration or forest fires. Their residues also
have been detected in fossil fuels and wood-preservative
sludges (table 41).
A few of the simpler PAH's are produced commer
cially. Naphthalene is used in several chemical manufac
turing processes to produce moth balls, pesticides, fungi
cides, dyes, wetting agents, synthetic resins, cutting fluids,
solvents, and lubricants (Verschueren, 1983). Commercial
production of petroleum naphthalene in the United States
was 4.9X104 t in 1976, 4.7X104 t in 1980, and 6.5X10* t
in 1981 (Moore and Ramamoorthy, 1984). The produc
tion of chloronaphthalenes (used in automobile capacitors
and as oil additives for fabric dyeing and engine cleaning)
is much less, with U.S. production probably less than 270
t per year (Moore and Ramamoorthy, 1984). Commercial
uses of other PAH's such as anthracene, acenaphthene,
and phenanthrene are small and limited primarily to dye
and plastics manufacturing (Verschueren, 1983). Pyrolitic
Table 39. Residues of chlorodibenzo-p-dioxins (micrograms per kilogram) in soil samples
from various locations in the United States
[From Kriebel, 1981]

Range of detectable concentrations

Location Tetra- Hexa- Hepta- Octa-

In and around
Dow Chemical plant 1-120 7-280 70-3200 490-20,000
Metropolitan area .005-. 03 .03-. 3 .1-3 .4-22

Urban area nd .03-1.2 .03-2 .05-2

Rural area nd nd 0.05 0.2

nd - no sample exceeded the limit of detection

Table 40. Mean and maximum concentrations of detected residues of 2,3,7,8-

tetrachlorodibenzo-p-dioxin in a variety of freshwater and marine fish
[ppt, parts per trillion]

Aquatic Mean Maximum

Locality organism (PPt) (PPt) Reference

Rhode Island coast Striped bass 3.4 5.0 1

Little Neck Bay, Long Striped bass 16.3 39 1
Island, NY
Newark Bay, NJ Striped bass 37.8 67 1
Lower Hudson River Striped bass 61.4 120 1
Chesapeake Bay, MD Striped bass 2.8 3.5 1
Great Lakes Yellow perch 3.8 4.3 2
Great Lakes Brown bullhead 6.0 8.6 2
Great Lakes White sucker 3.0 4.0 2
Great Lakes Channel catfish 15.5 17.7 2
Great Lakes American eel 19.8 38.5 2
Great Lakes Rainbow smelt 20.0 32.9 2
Lake Ontario Lake trout 61.2 ■ 3
East coast of Canada Ocean haddock 3.6 ■ 3
Lake Huron Lake trout 30.4 3
Lake Ontario Rainbow trout 32.3 3
Michigan rivers Channel catfish 157 695 4
Michigan rivers Carp 55 153 4
Michigan rivers White sucker 11 21 4
Lake Ontario Brown trout 14 162 4
Lake Ontario Brown bullhead 4 5 4
Lake Erie Coho salmon 1.4 1.9 4

1. O'Keefe and others (1984)

2. Ryan and others (1984)
3. Ryan and others (1983)
4. Moore and Ramamoorthy (1984)

Polycyclic Aromatic Hydrocarbons


lnd*no(1,2,3-cd)pyr«na Coronan*
Figure 25. Structural diagrams of selected polycyclic aro
matic hydrocarbons.
sources are probably the major input of PAH's to the
environment. It has been estimated, on the basis of data
from 1966 to 1969, that the global emission of
benzo(a)pyrene from anthropogenic sources is about 4.6
million kg/yr (Edwards, 1983). Table 42 lists the sources
and approximate amounts of benzo(a)pyrene emitted to
the atmosphere.
In general, the PAH's are compounds having rela
tively low solubilities and vapor pressures and high
octanol-water partition coefficients. These properties vary
with the number of compound rings, as indicated in table
43. As the number of rings increases, compound solubility
and vapor pressure generally decrease, whereas the
octanol-water partition coefficient increases. Acute toxic
ity is greatest for the low-molecular-weight PAH's, such as
naphthalene, and increases with alkyl substitution (Van
Luik, 1984). Benzo(a)pyrene is perhaps the most highly
carcinogenic compound of the group, but other com
pounds, such as benzo(b)fluoranthene, benzo(j)fluoran-
66 Manmade Organic Compounds In the Surface Waters of the United States
thene, benzo(a)anthracene, chrysene, and indeno(l,2,3-
cd)pyrene, also have been recognized as carcinogens
(Harrison and others, 1975).
Environmental Fate
The PAH's are persistent surface-water contami
nants. Because of their low solubilities and high octanol-
water partition coefficients, they strongly partition from
water into biota and particulate and dissolved organic
matter. As a result, even low aqueous concentrations can
result in environmentally significant sediment and biolog
ical residues. There is some evidence that PAH's can be
photolytically degraded in the water column, but the
importance of this process in natural systems is likely to
be small because of the strong sorption of PAH's to
sediments. The ultimate fate of the PAH's probably is
sorption to sediments followed by slow biodegradation.
Other transport and transformation processes, such as
volatilization and hydrolysis, are not important fate proc
esses.
Several laboratory studies have investigated the
sorption of PAH's to sediments. Gardner and others
(1979) exposed sand and salt marsh sediment to crude oil
containing small amounts of anthracene, fluoranthene,
benzo(a)anthracene, and benzo(a)pyrene. Sorption of all
four compounds was extensive, with the sediments having
the highest organic-matter content sorbing the greatest
amount of PAH's. PAH concentrations as high as 10
mg/kg also have been reported in rapid-sand-filter solids
(Harrison and others, 1975). In a study comparing anthra
cene sorption to organic matter (yeast cells) and mineral
particulate matter (powdered calcite), Herbes (1977)
observed that the particulate organic matter rapidly
sorbed the anthracene in solution, with equilibrium
reached in minutes. In the presence of a 250-mg/L
yeast-cell concentration, 72 percent of an initial anthra
cene concentration of 0.02 ng/L was sorbed by the
organic matter. In contrast, the concentration of calcite
required to sorb just 30 percent of the initial anthracene
concentration was 300 g/L, indicating that anthracene is
sorbed by partitioning into organic matter and that adsorp
tion to mineral surfaces is relatively insignificant. Hassett
and others (1980) also noted the importance of organic
matter in the sorption of dibenzothiophene to several soils
and sediments. Laboratory-measured sorption coeffi
cients ranged from 5.8 to 388.
The sediment-water partition coefficients normal
ized for organic-carbon content (K,,,.) for a variety of the
PAH's can be calculated from solubility data using the
empirical relation derived by Banwart and others (1982):
log ^=-0.686 log S+ 4.273,
where S is compound solubility, in milligrams per liter.
The relation was developed from data from Karickhoff
Table 41. Residues of polycyclic aromatic hydrocarbons (PAH's) in oils, gasoline, bitumen, and sludge
[In parts per million except for wood preservative sludge, which is in grams per liter of raw sludge; km, kilometer. Dash indicates no data available.
From Verschueren, 1983]

Residue, in
Wood preserv Motor oil
Compound Gasoline Crude oil Bitumen ative sludge Fresh Used Used
(5.000 km) (10.000 km)

Anthracene 1.55-2.59 - - • - - -
Benzo(a)anthracene 0.04-0.27 1.7-2.3 0.13-0.86 5.18 - - -

Benzo(b)fl uoran t hene 0.16-3.9 <1.0 0.40-1.60 - 0.08 45-82 56-141

BenzoC j ) f luoranthene 0.009 <1.0 • 0.31 - - -
Benzo(k)f luoranthene 0.009 <1.3 0.34-1.41 - - - -
Benzo(gf h, i )pery lene 0.32-9 <1.6 1.37-5.50 - 0.12 109-208 153-289
BenzoC a)pyrene 0.13-8. 28 0.4-2.8 - - 0.02-0.1 83.2-162 110-242
Chrysene 0.05-2.96 6.9-17.5 1.64-5.14 - 0.56 86-190 129-237
Coroner* 0.06-1.9 - - - 0.00 25-37 28-63
D i benzf. a, h) anthracene 0.167 - - 0.07 - • -

F luoranthene 0.70-7.56 2.9-5.0 - 26.47 0.11 109-173 129-270

Fluorene - - - 6.61 - - -
Indenod ,3,3-ccDpyrene 0.04-2.88 - - - 0.03 34-59 47-83
Phenanthrene 15.7-20.5 26-70 - - - - -
Pyrene 1.55-17.1 3.5-4.5 0.17-0.80 24.2 0.29 286-450 330-700

and others (1979) and Banwart and others (1980), along
with original sorption data for three nitrogen-heterocyclic
compounds. Table 44 presents the calculated values of
K,,,. for some of the PAH's along with experimentally
determined Koc values for additional PAH's from
Karickhoff and others (1979). The K,,,. values indicate
that a sediment sample having only 0.1 percent organic-
carbon content may have an equilibrium benzo(a)pyrene
concentration of 8.6 X 10s X 0.001, or 860 times greater
than the compound's concentration in the surrounding
water. Means and others (1980, 1982) also determined
K,,,. values for several PAH's sorbed to 14 sediment and
soil samples. Mean values for the 14 samples ranged from
517 (anthracene-9-carboxylic acid) to 1.8X106 (3-
methylcholanthrene). These data indicate the strong tend
ency of benzo(a)pyrene and other PAH's of similarly low
solubilities to partition into sediment organic matter.
In addition to their tendency to sorb to sediments,
PAH's also accumulate in the lipid reservoirs of aquatic
organisms, with BCFs generally increasing as compound
solubility decreases. This observation is confirmed by the
data of Southworth and others (1978b), who studied the
bioaccumulation of seven PAH's by Daphnia pulex. They
determined that the octanol-water partition coefficients of
the PAH's were good estimators of BCF's, with
laboratory-measured BCFs ranging from 100 for naph
thalene to 10,000 for benzo(a)anthracene. Casserly and
others (1983) also found that BCF's increase with
decreasing solubility. Exposure of the alga Selenastrum
capricornutum to aqueous residues of naphthalene, phen
anthrene, and pyrene resulted in BCFs of 12,600, 24,000,
and 36,300, respectively. BCFs as great as 10,000 also
have been documented for PAH's bioaccumulated by fish
(Mackay, 1982a). Table 45 lists BCFs determined for a
variety of PAH's. For a given compound, differences in
BCFs determined for different organisms are at least
partially attributable to differences in the lipid contents of
the organisms. For a given compound, BCF's will increase
with increasing lipid content of the aquatic organism.
In aqueous systems, PAH's are photodegraded by
reactions with oxygen resulting in the formation of qui
ñones (Smith and others, 1978). Although several labo
ratory experiments have documented short photolytic
half-lives for PAH's in distilled water samples, photo-
decomposition in natural systems may be relatively insig
nificant owing to the strong partitioning of PAH's into
particulate and dissolved organic matter. Smith and others
(1978) measured photolytic half-lives of several hours for
benzo(a)anthracene and benzo(a)pyrene in oxygen-
saturated distilled water exposed to sunlight. However,
when half-lives were similarly determined in natural
waters or in distilled water containing dissolved humic

Polycyclic Aromatic Hydrocarbon* 67

Table 42. Estimated annual benzo(a)pyrene (BaP) emis
sions to the atmosphere
[kg, kilogram. Values in parentheses are percentages of the total
emission. From Edwards, 1983]
Sources
Heating and power
Industrial processes
Enclosed Incineration
Coal refuse burning
Forest and agricultural fires
Other refuse burning
Trucks and buses
Autoaobllaa
TOTAL
* 91 percent from cosl and 8 percent from wood
** 99 percent fron coke production
acids, photolysis was significantly retarded. The low
absorbance of the natural water used indicated that light
screening alone probably was not responsible for the
differences in photolysis rates. Partition of the two PAH's
into the dissolved organic matter, however, may have
Concentration (kg X 10*)
altered the reactivity of the molecules and thereby
reduced the photolysis rates. Photolytic degradation of
United States Global
PAH's may be an important fate process only when the
0.43 (36.8)* 2.36 (51.6)*
PAH's are present in oil slicks or in shallow, low-turbidity
** waters with low dissolved-organic-matter content (Cal
.18 (15.4) .95 (20.8)**
lahan and others, 1979).
.03 (2.6) .09 (2.0) Several studies have documented the biodegrada-
.31 (26.5) .62 (13.6) tion of PAH's. Low-molecular-weight PAH's, such as
.13 (11.1) .38 (8.3)
naphthalene, acenaphthene, and acenaphthylene, have
been rapidly degraded in laboratory cultures, with greater
.07 (6.0) .13 (2.8)
than 90 percent degradation of initial concentrations of 5
.01 (0.8) .03 (0.7) to 10 mg/L occurring within 7 d (Tabak and others, 1981).
.01 (0.8) .01 (0.2) PAH's of higher molecular weights, such as fluoranthene,
benzo(a) anthracene, chrysene, benzo(a)pyrene, and
1.17 4.57 anthracene, however, are much more resistant to biode-
gradation. For example, Smith and others (1978) were
unable to develop a microbial culture capable of degrad
ing benzo(a)pyrene or benzo(a)anthracene when they
were present as sole carbon sources. Figure 26 presents a
proposed degradation pathway for phenanthrene by soil
pseudomonads that is typical for three-ring PAH's (Har
rison and others, 1975).

Table 43. Experimentally determined octanol-water partition coefficients (KoJ, solubili

ties, and vapor pressures of selected polycyclic aromatic hydrocarbons (PAH's)
[mg/L, milligrams per liter, mm, millimeters. From Callahan and others, 1979]

Number of Log K Solubility,, Vapor pressure,,

. o (mg/L at 25 C) (mm of Hg at 20 C)
PAH rings

Naphthalene 2 3.37 34.4 0.0492

Phenanthrene 3 4.46 1.00 6.8 X 10*

Anthracene 3 4.45 0.045 1.95 X 10"

Pyrene 4 nd 0.14 6.85 X 10

Benzo (a) anthracene 4 5.61 0.014 5 X 10

Benzo(k) fluoranthene 4 nd nd 9.59 X 10

Chrysene 4 5.61 0.002 nd

Benzo (a) pyrene 5 6.04 0.0038 5 X 10

Benzo (ghi)perylene 6 nd 0.00026 nd

* - vapor pressure determined at 25 C.

nd - no data available.

68 Manmade Organic Compounds In the Surface Waters of the United States

Table 44. Calculated and experimental sediment-water There is evidence that PAH's are slowly biode-
sorption coefficients normalized for organic carbon (Koc) for a graded after they have been sorbed to sediments. Gardner
variety of polycyclic aromatic hydrocarbons (PAH's) and others (1979) exposed fine sand, medium sand, and
* marsh sediment to crude oil enriched with benzo(a)py-
Solubility K rene, benzo(a)anthracene, anthracene, and fluoranthene.
PAH (milligrams per liter) oc Based on initial PAH concentrations ranging from 7.6 to
73.9 /tg/g dry sediment, the percent degradation per week
Naphthalan* 34.4 1.3 X 10* (E)
of the four PAH's ranged from 0.84 to 3.5 percent, with
Fhenanthrene 1.00 2.3 X 10* (E) benzo(a)pyrene having the slowest degradation rate. The
Fluoranthene .265 4.7 X 10* (C) authors also noted that the presence of a polychaete
worm, Capitella capitata, enhanced the degradation of the
Pyrene .14 8.4 X 10* (E)
PAH's either by improving the sediment conditions for
Anthracene .043 2.6 X 10* (E) microbial degradation or by metabolically degrading the
Benzo (a) anthracene .014 3.5 X 10 (C) PAH's themselves. In a similar study, Varanasi and others
Banzo (a) pyrene (1985) determined that over a 4-week period, PAH's,
.0038 8.6 X 10 (C)
including benzo(a)pyrene, present in sediments were not
Chryeene .002 1.3 X 10* <c> significantly degraded. However, benzo(a)pyrene was
Benzo (ghi)peryl !IU .00026 5.4 X 10* (C) metabolized by both shrimp and fish exposed to the
C - Calculated according to Banwart and others (1982). contaminated sediment. These studies indicate that a
E - Experimental values are from Karickhoff and others possible fate of PAH's in surface-water systems is sorp
(1979).
* • All solubility data are froa Callahan and others (1979) tion to sediments followed by slow biodegradation.
except for fluoranthene, vhlch is froa Harrison and Based on their relatively low vapor pressures (table
othera (1975).
43), PAH's are not expected to volatilize from water at a
significant rate, and this observation has been confirmed
in laboratory studies. Southworth (1979) predicted the

Table 45. Bioconcentration factors (BCF's) for selected polycyclic aromatic hydrocarbons
[Dash indicates no data available]

Exposure
Compound Organism time (days) BCF Reference

Naphthalene Daphnia pulex 1 131 1

Naphthalene S, caprlcornutum 1 12,500 2
Naphthalene Fish 427 3
Chloronaphthai ene s Grass shrimp 3 50-300 4
Acenaphthene Fish 389 3
Phenanthrene Daphnla pulex 1 325 1
Phenanthrene S. caprlcornutum 1 23,800 2
Phenanthrene Fish 2,630 3
2-Chlorophenanthrene Fish 4,266 3
2-Methylphenanthrene Fish 3,020 3
Anthracene Daphnla pulex 1 917 1
Anthracene Fish 912 3
9-Methylanthracene Daphnla pulex 1 4,583 1
9 -Methylanthracene Fish 4,571 3
Pyrene Daphnia pulex 1 2,702 1
Pyrene S . caprlcornutum 1 36,300 2
Pyrene Fish 2,692 3
Fluorene Fish 1,288 3
Benzo (a) anthracene Daphnia pulex 1 10,109 1
Benzo (a) anthracene Fish 10,000 3
Benzo (a) pyrene Fish 22 4
Benzo (a) pyrene Snail 3,000 4
Perylene Daphnia pulex 1 7,191 1

1. Southworth and others (1978b) 3. Mackay (1982a)

2. Casserly and others (1983) 4. Biddinger and Gloss (1984)

Polycyclic Aromatic Hydrocarbon* 69


or-Hydroxymuconlc a«fnfald«hyd*
Figure 26. Structural diagrams showing proposed degra
dation pathway of phenanthrene by soil pseudomonads.
[Reprinted with permission from Water Research, v. 9, p. 337
(1975). Copyright 1975 by Pergamon Press Ltd.]
volatilization rates of several PAH's and determined that
volatilization would not be a significant attenuation
method in streams with depths greater than 1 m and
average velocities less than 1 m/s. In a stream 1.0 m deep
at 25 °C, predicted volatilization half-lives of benzol-
anthracene and benzo(a)pyrene were greater than 100 h
for current and wind velocities up to 1 and 4 m/s,
respectively. Similarly, volatilization half-lives of benzo(a)-
pyrene and benzo(a)anthracene in aqueous solutions
stirred at a fast rate have been determined to be 22 and 89
h, respectively (Smith and others, 1978). The presence of
sediments will likely increase these experimental half-lives
as a result of PAH sorption.
The structure of PAH's, for the most part, prevents
hydrolytic degradation, and this process is not expected to
be an important fate process in surface-water systems
(Callahan and others, 1979).
Environmental Distribution
PAH's enter surface-water systems in a variety of
ways, including atmospheric deposition, surface runoff
70 Manmade Organic Compounds in the Surface Waters of the United States
and soil leaching, industrial discharges, and municipal
wastewater effluents. Heit and others (1984) presented
data indicating that fluoranthene is atmospherically depos
ited in remote lakes in Rocky Mountain National Park.
Similarly, Heit (1985) determined that atmospheric dep
osition is the prime source of PAH's for Cayuga Lake,
N.Y. Runoff into the Delaware River estuary between
Trenton and Philadelphia has been found to contain both
particulate and dissolved quantities of petroleum hydro
carbons, many of which were identified as PAH's (Whipple
and Hunter, 1979). Naphthalene concentrations ranging
from 1 to 4 mg/L have been reported by Jungclaus and
others (1978) in the wastewater of a specialty chemicals
manufacturing plant. Barrick (1982) estimated that
approximately 1 t per year of 3- to 7-ring PAH's are
discharged to Puget Sound from Seattle's primary munic
ipal wastewater effluents. Likewise, Eganhouse and
Kaplan (1982) determined that southern California's
wastewater-treatment plants annually discharge more than
17,400 t tons of aliphatic and aromatic hydrocarbons to
coastal waters.
The origin of PAH residues in surface waters
commonly can be determined by the ratio of the concen
tration of parent hydrocarbons to their methyl isomers.
PAH's of petroleum origin consist of homologous series
in which the methyl and higher alkyl-substituted isomers
greatly outnumber the parent compounds (Pancirov and
Brown, 1977). In contrast, PAH's of pyrolitic origin (such
as the combustion of fossil fuel or wood) contain predom
inantly the parent hydrocarbons (Pancirov and Brown,
1977). Therefore, PAH's in a water, sediment, or biota
sample having a high concentration of pyrene relative to
methylpyrene are likely to be of pyrolytic origin, while
PAH's in samples having a high methylpyrene concentra
tion relative to pyrene are likely a result of direct contam
ination from petroleum or petroleum-derived products.
The limitation of this reasoning is the assumption that
both the parent hydrocarbon and its methyl isomer have
the same aquatic fates. If, for example, pyrene is biode-
graded at a faster rate than methylpyrene, the initial
parent/methyl isomer ratio will be upset.
Because of their relatively low solubilities, PAH's
are usually found only at low aqueous concentrations in
surface waters. Sheldon and Hites (1979), for example,
measured aqueous methylnaphthalene concentrations of
0.02 and 0.2 /ig/L at two locations in the Delaware River
estuary. Similarly, Stainken and Frank (1979) detected 2-
to 5-ring PAH's at concentrations ranging from 2 to 20
fig/L in the bottom waters of Raritan Bay (NJ.). Down
stream from a chemical manufacturing plant's effluent,
Jungclaus and others (1978) reported low concentrations
of naphthalene (6 to 10 jig/L) in river water. Harrison and
others (1975) have also reported low aqueous concentra
tions of PAH's. Their maximum reported concentration
 Table 46. Sediment residues of polycyclic aromatic hydrocarbons
[fig/kg, micrograms per kilogram. Dash indicates no data available]

Mean Max .
Compound Locality (/JgAg) (pgAg) Reference

Benzo ( a) py rene Adirondack acid lake 409 690

region, NY
Benzo(a)pyrene Western U.S. lakes 38,000 305,000 2
Banzo ( a) py rene Lake George, NY - 30 3
Benz o ( a ) pyrene Casco Bay, MB 122 805 4
Phenanthrene Adirondack acid lake 239 324 1
region, NY
Fhenanthrene Lake George, NY . 150 3
Pyrene Lake George, NY • 150 3
Pyrene Calumet- Sag Channel 6,300 10,000 5
Fluoranthene Lake George, NY • 160 3
Fluoranthene Rocky Mountain lakes 165 375 6
Perylene Adirondack acid lake 443 605 1
region, NY
Perylene Lake George, NY 16 . 3
Perylene Cayuga Lake, NY 207 510 7
Benzo(g,h,i)- Adirondack acid lake 830 1,356 1
perylene region, NY
Benzo (k) fluor Casco Bay, ME 77.8 193 4
anthene
Anthracene Adirondack acid lake 27 32 1
region, NY
Benzo (a) anthracene Lake George, NY . 30 3
Oibenzo(a,c/a,h) - Cayuga Lake, NY 54 120 7
anthracene
Indeno ( c , d ) pyrene Adirondack acid lake 805 1,294
region, NY
Coronene Adirondack acid lake 495 801
region, NY
Acenaphthene Casco Bay, ME 293 1,150
Chrysene/ Cayuga Lake, NY 176 605
trlphenylene

1. Heit and others (1981) 5. Van Luik (1984)

2. Heit (1979) 6. Heit and others (1984)
3. Heit and others (1980) 7. Heit (1985)
4. Larsen and others (1983)

for any of the PAH's in several European rivers was only
0.76 Mg/L.
As a result of their generally low aqueous solubili
ties and high octanol-water partition coefficients, PAH's
will strongly partition into sediment-associated organic
matter, and, consequently, sediments act as a reservoir for
PAH's. Although aqueous PAH concentrations in surface
waters are typically in the parts-per-trillion to low parts-
per-billion range, sediment PAH concentrations can be
several orders of magnitude higher. For example, Jung-
claus and others (1978) detected significant residues of
phenanthrene (0.2 to 25 ppm), fluorene (2 to 10 ppm),
acenaphthylene (0.2 to 5 ppm), and pyrene (0.5 to 75
ppm) in the sediment of a river downstream from a
chemical manufacturing plant's discharge. Aqueous res
idues of these same compounds, however, were not
detected. Table 46 presents documented residues of a
variety of PAH's in sediment samples collected from U.S.
surface waters. Benzo(a)pyrene concentrations greater
than 300 ppm have been detected in the sediments of
Lake Hansen, Los Angeles, and numerous researchers
have reported sediment PAH concentrations ranging from
10 ppb to 10 ppm.
In addition to strongly partitioning into sediment
organic matter, PAH's also accumulate in the lipid reser
voirs of aquatic organisms. Table 47 presents mean and
maximum reported concentrations of PAH's in aquatic
organisms and illustrates that residues greater than 400
ppb have been reported. The data in table 47 from Brown
and Pancirov (1979) are concentrations of PAH in fish

Polycyclic Aromatic Hydrocarbons 71

 Table 47. Residues of polycyclic aromatic hydrocarbons in biota
[ug/kg, micrograms per kilogram. Dash indicates no data available]

Aquatic Mean Max.

Compound Locality organism (^gAg) (/jgAg) Reference

Pyrene Baltimore Canyon Summer flounder 2.7 4.1 1

Pyrene Manhasset Neck, NY Mussels - 370 2
Pyrene Lake George, NY Mussels - 90 3
Benzo (a) pyrene Lake Erie Fish stomachs 7.1 15.5 4
Benzo(a)pyrene U.S. east coast Shellfish 1.3 3.0 S
Methylpyrene Baltimore Canyon Summer flounder 1.9 2.7 1
Indeno (1,2,3 • Lake Erie Fish stomachs 15 13 4
c,d)pyrene
Fluoranchene Biloxi, MS Mussels - 90 2
Fluoranthene Lake George, NY Mussels - 60 3
Benzo (a) - Baltimore Canyon Summer flounder 0.7 1.1 1
anthracene
Benzo(a) - U.S. east coast Shellfish 2.0 8.0 5
anthracene
Dibenz(a.h)- Lake Erie Fish stomachs 2.3 4.1 4
anthracene
Chrysene/benz- Kinnickinnic River, Carp - 460 6
(a) anthracene WI
Chrysene Lake Erie Fish stomachs 13.1 26.1 4
Naphthalene Biloxi, MS Mussels - 120 2
Phenanthrene Lake George, NY Mussels - 60 3
Perylene Lake George, NY Mussels - 300 3
Fluorene Lake Erie Fish stomachs 15.4 15.4 4
1. Brown and Pancirov (1979) 4. Maccubbin and others (1985)
2. Farrington and others (1983) 5. Pancirov and Brown (1977)
3. Heit and others (1980) 6. DeVault (1985)

from the Baltimore Canyon area off the coast of New
Jersey and Delaware. Despite the lack of any oil or gas
production in the area, biological residues of PAH's were
still found at significant concentrations (up to 4.1 ppb),
indicating their strong tendency to bioaccumulate.
Although no studies have addressed temporal con
tamination trends of PAH's in surface waters across the
Nation, several localized studies have reported data indi
cating that PAH residues in sediments have been increas
ing over time. In a study of two New York lakes, Heit and
others (1981) analyzed sediment cores for a variety of
PAH's. They determined that with the exception of peryl
ene, anthropogenically derived PAH concentrations
decreased with increasing sediment depth until a back
ground concentration was reached at a depth at which
sediment was estimated to be about 30 yr old. Hurtt and
Quinn (1979) examined PAH residues in sediment cores
collected from Narragansett Bay, R.I, and also discovered
that PAH residues steadily decreased with sediment core
depth, with concentrations stabilizing at a depth of 20-25
cm. Likewise, Heit and others (1984) observed that the
highest fluoranthene concentrations in Rocky Mountain
National Park occurred in the surficial sediments of four
lakes. Lower concentrations were observed in deeper
sediments. Finally, Bates and others (1984) noted that
PAH concentration changes in the sediments of the central
main basin of Puget Sound, Wash., paralleled the urban
ization of Seattle.
Several studies have also investigated regional PAH
contamination trends and determined that the highest
PAH residues are typically found near highly populated,
industrialized areas. Larsen and others (1983) reported
strongly regional PAH contamination trends in the sedi
ments of Casco Bay, Maine. In general, total PAH con
centrations in the bay's upper and middle sections were
less than 900 ppb. Sediment samples from stations near
the metropolitan area of Portland, however, had total
PAH concentrations in excess of 2,000 ppb. Heit (1979)
noted similar results after collecting and analyzing sedi
ment samples from a variety of western lakes for residues
of benzo(a)pyrene. The highest concentrations of the
carcinogenic PAH were found in Lake Hansen, which is
located in the urban environment of Los Angeles. Far
rington and others (1983) sampled mussels from 62
locations along the Atlantic and Pacific coasts of the
United States and analyzed them for PAH residues.
Again, mussels sampled from stations near urban areas
had elevated PAH concentrations relative to mussels from
stations near rural, sparsely populated areas.

72 Manmade Organic Compounds in the Surface Waters of the United States

SUMMARY In natural systems, aqueous concentrations of PCB's and
chlorinated insecticides are typically low (in the parts-per-
trillion range), but sediment and biological concentrations
This report critically reviews the scientific literature
in the parts-per-million range have been reported. Region
with regard to the processes influencing the occurrence
ally, the highest PCB residues are commonly found in
and distribution of manmade organic compounds in
waters near highly populated, industrial areas, while the
surface-water systems. The distribution and concentration
highest chlorinated insecticide residues are often found in
of organic compounds in surface-water systems are
surface waters draining agricultural areas. Surface-water
affected by sorption, bioaccumulation, photolysis, hydrol
residues of PCB's and chlorinated insecticides in the
ysis, biodegradation, and volatilization.
United States appear to be slowly decreasing, and this is
In aqueous systems, nonionic organic compounds
attributable to North American bans on production and
are sorbed by partitioning between water and the
sediment-associated organic matter. Adsorption does not use of most of these compounds.
Organophosphorus and carbamate insecticides have
contribute significantly to sorption owing to the compet
seen widespread use in recent years as replacements for
itive advantage polar water molecules have for surface
many of the chlorinated insecticides. They are readily
adsorption sites. Sediments having high organic-matter
degraded by both chemical and biological processes, and,
contents exhibit the greatest sorption capacity for nonionic
as a result, they are among the least environmentally
organic compounds, and compounds having low aqueous
persistent pesticides. Their generally high aqueous solu
solubilities exhibit the strongest tendency to partition into
bilities prevent significant partitioning into organic phases,
sediment organic matter. Ionic organic compounds may
and, therefore, the organophosphorus and carbamate
be able to compete successfully with polar water mole
insecticides do not tend to accumulate in sediments or
cules for surface adsorption sites and, therefore, may be
biota. When present in surface-water systems, their high
sorbed by an adsorption process.
est concentrations are typically found in aqueous samples,
Organic compounds can similarly partition into the
but these residues typically do not persist for prolonged
lipid reservoirs of aquatic organisms, and available data
indicate that the extent of bioaccumulation depends pri periods.
Herbicides, characterized by high aqueous solubili
marily on an organism's lipid content rather than its
ties and low vapor pressures, have been increasingly
position in the aquatic food chain. The popular concept of
applied to major crops in the United States, with atrazine
biomagnification in aqueous systems is not well supported
and 2,4-D being the most extensively used. Similar to the
by the scientific literature.
organophosphorus and carbamate insecticides, the herbi
Photolysis, hydrolysis, and biodegradation act to
cides are relatively nonpersistent environmental contami
reduce the concentration of an organic compound by
nants that are readily biodegraded or chemically attenu
either a chemical or a biological transformation. Volatil
ated by photolytic or hydrolytic reactions. Herbicide
ization also reduces the solute's concentration in the
bioaccumulation and sorption to sediments is minor, with
surface-water system, but does so by physically partition
the possible exception of the dinitroaniline and bipyridyl-
ing the solute into the atmosphere. The rates of all four
ium herbicides. In natural systems, herbicide residues are
processes are commonly modeled by first -order kinetics,
generally found in the aqueous phase. Aquatic herbicides
in which the rate of transformation and (or) transport is
are applied directly to water bodies, and their residues are
proportional to the solute's concentration in the water.
therefore greatest immediately following application. Ter
Both the compound and environmental parameters that
restrial herbicides are transported to surface waters pri
influence these processes are discussed.
marily in the dissolved phase of surface runoff, and,
Data regarding production and use, environmental
consequently, residues of these herbicides are usually
fate, and environmental distribution are presented for
greatest if a heavy rain immediately follows application of
eight groups of anthropogenic organic compounds.
the herbicide. In view of the increasing use of herbicides
Polychlorinated biphenyls (PCB's) and chlorinated insec
in the United States, it is unlikely that herbicide residues
ticides, despite almost complete cessation of their produc
in surface waters will decrease in the near future.
tion more than 10 yr ago, remain at significant concentra
Phenols are a widely used group of compounds
tions in the sediments and biota of surface waters across
the United States and around the world. Their low manufactured primarily by the organic chemical and
solubilities cause them to strongly partition into particu pesticide industries. As a group, the phenols are of
late organic matter and biological lipid reservoirs. They generally high solubility. However, increasing chlorination
are extremely persistent organic contaminants and are of the molecule results in decreased solubility and
highly resistant to biodegradation, photolysis, and hydrol increased octanol-water partition coefficients. Phenols are
ysis. Although their vapor pressures are relatively low, attenuated primarily by biodegradation and photolysis.
their unusually high activities in water permit them to be Sorption to sediments is generally minor, inasmuch as the
volatilized from solution and transported atmospherically. relatively high solubility of phenols prevents substantial

Summary 73
partitioning of the solute into sediment-associated organic
matter and the negative charge of particle surfaces min
imizes adsorption of phenolate anions. Sediments having
high organic-matter contents, however, have been observed
to sorb appreciable amounts of the highly chlorinated
phenols because of their lower solubilities. Similarly,
phenols are not readily bioaccumulated, with the excep
tion of the highly chlorinated phenols such as pentachlo-
rophenol. Phenols commonly enter surface waters in
industrial or municipal effluents, and chlorination of
these effluents can convert phenol to mono-, di-, or even
trichlorophenol isomers. Despite their large-scale produc
tion, phenolic residues in surface waters usually are not
found at concentrations greater than 1 ppm.
Halogenated aliphatic and monocyclic aromatic
hydrocarbons are industrial chemicals that have a variety
of uses, including solvent degreasers, refrigerants, and
styrene and dye manufacturing. They are highly soluble in
water, and their'primary fate in natural waters is volatil
ization followed by atmospheric photolysis. While many
of these compounds have been biologically and chemi
cally degraded in the laboratory, the degradation rates are
generally not fast enough to compete successfully with
volatilization from the water body. Sorption to sediments
and bioaccumulation are not important fate processes,
with the possible exception of the chlorinated benzenes.
Because of the large quantities of halogenated aliphatic
and monocyclic aromatic hydrocarbons produced annu
ally, they are ubiquitous surface-water contaminants. Sed
iment, biological, and aqueous environmental residues,
however, rarely exceed the parts-per-billion range. Spa
tially, halogenated aliphatic and monocyclic aromatic
hydrocarbons are typically found near industrial and
highly populated areas. Temporally, there is some evi
dence that environmental residues have decreased slightly
since the late 1970's, paralleling a similar decrease in
production of these compounds in the United States.
Phthalate esters represent a relatively new class of
environmental pollutants. They are extensively used as
plasticizers to produce useful products from polymers of
vinyl chloride. As a result of their low solubilities and
nonionic nature, they tend to strongly partition into par
ticulate organic matter and biological lipid reservoirs.
Therefore, aqueous residues exceeding 50 ppb rarely
have been reported, whereas sediment and biological
residues exceeding 1 ppm have been reported. Reported
environmental levels of phthalate esters should be viewed
with caution, however, because there is strong evidence
that they may be produced naturally. Additionally, envi
ronmental samples can be contaminated with phthalate
esters by the use of plastic sampling containers. The
ultimate fate of phthalate esters in surface waters appears
to be biodegradation.
Although not deliberately manufactured and having
no commercial use, polychlorinated dibenzo-p-dioxins
74 Manmade Organic Compounds In the Surface Waters of the United States
(PCDD's) enter the environment as impurities in com
pounds whose production involves the use of 2,4,5-
trichlorophcnol. These compounds include many pesti
cides and both tetra- and pentachlorophenol. Although
the quantity of PCDD's produced each year is probably
very small, they are extremely persistent contaminants
that have been shown to be highly toxic to laboratory
animals (particularly 2,3,7, 8-tetrachlorodibenzo-
p-dioxin). PCDD's strongly sorb to sediments and soils,
and erosion of soil treated with PCDD-contaminated
pesticides is a likely input of PCDD's to surface-water
systems. PCDD's also strongly partition into biological
lipid reservoirs, and aqueous concentrations as low as 50
pg/L have resulted in biological concentrations as great as
2.4 fig/L. There is some evidence that PCDD's can be
degraded photolytically; however, the majority of PCDD's
in surface waters will probably be unavailable for photol
ysis owing to their rapid sorption to sediments. The
highest PCDD residues in surface-water systems are
found in the sediments and biota, with reported concen
trations typically in the parts-per-trillion to parts-per-
billion range.
Polycyclic aromatic hydrocarbons (PAH's) are pro
duced by high-temperature pyrolytic reactions, such as
municipal incineration, forest fires, and fuel combustion.
Their residues also have been detected in fossil fuels and
wastewater sludges. Important environmental-fate proc
esses include sorption and bioaccumulation, and the
ultimate fate of PAH's in surface-water systems may be
sorption to sediments followed by slow biodegradation.
Photolytic degradation of PAH's has been demonstrated
in laboratory studies, but in natural systems it is uncertain
if photolysis is a significant fate process owing to the rapid
sorption of PAH's to sediments. Because of their low
solubilities, aqueous residues of PAH's in natural systems
are typically low relative to sediment and biological con
centrations. Based on sediment core data, PAH residues
in surface-water systems appear to be increasing with
time, and concentrations seem to parallel industrialization
both temporally and spatially.
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Science, v. 129, no. 5, p. 277-281.
Zitko, V., 1971, Polychlorinated biphenyls and organochlorine pesti
cides in some freshwater and marine fishes: Bulletin of Environ
mental Contamination and Toxicology, v. 6, no. 5, p. 464-470.
Zsolnay, A., 1979, Coastal colloidal carbon: A study of its seasonal
variation and the possibility of river input: Estuarine and Coastal
Marine Science, v. 9, p. 559-567.
'. U.S. GOVERNMENT PRINTING OFFICE:1988-201-985/74Hi
 APR 09 1987
SCRJPPS INSTITUTION OF OCEANOGRAPHY LIBRARY
UNIVERSITY OF CALIFORNIA, SAN DIEGO
LA JOLLA. CALIFORNIA

> Landslides of
•; Eastern North America

U.S. GEOLOGICAL SURVEY CIRCULAR 1008

Index map of site-specific landslides (■) of Eastern North America and generalized boundaries of physiographic provinces discussed
in this Circular. Numbers adjacent to landslide locales refer to the papers discussing these landslides; numbers beneath province
names refer to the papers discussing landslides in these provinces.

OPPOSITE: Landsat multispectral scanner (MSS) band 5 (0.6-0.7 pm) image mosaic of the Eastern United States compiled in 1974
by the U.S. Department of Agriculture Soil Conservation Service.

v
Landslides of Eastern North America

ARTHUR P. SCHULTZ and C.SCOTT SOUTHWORTH, editors

DEPARTMENT OF THE INTERIOR
DONALD PAUL HODEL, Secretary

U.S. GEOLOGICAL SURVEY

Dallas L Peck, Director

UNITED STATES GOVERNMENT PRINTING OFFICE: 1987

Free on application to the Books and Open-File Reports Section,

U.S. Geological Survey, Federal Center,
Box 25425, Denver, CO 80225
CONTENTS
Introduction, by Arthur P. Schultz and C. Scott Southworth VII
1. Recent slope movements in Vermont, by Charles A. Baskerville and Gregory C.
Ohlmacher 1
2. Landslide susceptibility and processes in the Maryland Coastal Plain, by John S.
Pomeroy 5
3. Debris flows triggered by a tropical storm in Puerto Rico, by Randall W.
Jibson 9
4. Preliminary results from a study of natural slope failures triggered by the storm
of November 3-5, 1985, Germany Valley, West Virginia and Virginia, by Robert
B. Jacobson, Elizabeth D. Cron, and John P. McGeehin 11
5. Frequency and susceptibility of debris avalanching induced by Hurricane
Camille in central Virginia, by Jeffrey J. Gryta and Mervin J. Bartholomew 16
6. Debris slides and debris flows on Anakeesta Ridge, Great Smoky Mountains
National Park, Tennessee, by G. Michael Clark, Patrick T. Ryan, Jr., and Eric
C. Drumm 18
7. Block fields, block slopes, and block streams in the Great Smoky Mountains
National Park, North Carolina and Tennessee, by G. Michael Clark and C.
Allen Torbett III 20
8. Colluvial diamictons in the Valley and Ridge province, West Virginia and
Virginia, by J. Steven Kite 21
9. Prehistoric giant rockslides of the Appalachian Valley and Ridge province:
Types and characteristics, by C. Scott Southworth 24
10. Failure kinematics of ancient giant rock block slides and rock slumps, southern
Appalachian Valley and Ridge province, by Arthur P. Schultz 32
11. Recognition of disaggregated rock block slides in a structurally complex terrane
in Virginia, by Thomas M. Gathright II and Eugene K. Rader 21
12. Regional contrasts of landslides in the Appalachian Highlands, by William E.
Davies 35
13. Slope instability in the Appalachian Plateaus province, West Virginia:
Numerous cases, numerous causes, few cures, by Robert E. Behling 35
14. Relation between landslides and bedrock in the central Appalachian Plateaus,
by William F. Outerbridge 36
15. Microcomputer software for comprehensive stability analyses of potential
rockslides, by Chester F. Watts 38
16. Sinking Creek Mountain, Virginia, rock block slide complex: Excerpt from the
Southeastern Section Geological Society of America Field Trip Road Log, by
Arthur P. Schultz 40
17. Landslide Information Center, by Don Nichols 43

Contents III
 FIGURES
1.1. Location map of Vermont 2
1.2. View of Dorset Mountain slide scars as seen on a synthetic aperture radar
(SAR) image 3
1.3. Photograph of a portion of the 3.5-mile-long debris flow channel on Dorset
Mountain, Vermont 4
2. 1. Generalized location map of eastern Maryland showing the Coastal Plain and
places referred to in text 5
2.2. Photograph of a slope failure in the Patapsco Formation southeast of
Baltimore, Maryland 7
2.3. Photograph of a slope failure of Marlboro Clay south of Washington,
D.C. 7
2.4. Photograph of slightly tilted old slump surface on Elk Neck peninsula,
Maryland 8
2.5. Photograph of steeply dipping stress release joint in the Chesapeake Group
clay at Calvert Cliffs, Maryland 8
3.1. Isohyetal map of Puerto Rico showing rainfall from tropical storm Isabel,
October 6-7, 1985 10
4. 1A. Isohyetal map of Germany Valley, West Virginia and Virginia, showing
rainfall from tropical storm Juan, November 3-5, 1985 11
4. IB. Isohyetal map of Germany Valley, West Virginia and Virginia, showing total
rainfall in October 1985 11
4.2. Location map of Germany Valley, West Virginia and Virginia, showing
quadrangles referred to in text 12
4.3. Rainfall intensity data of Germany Valley, West Virginia and Virginia,
region 13
4.4/4. Photograph of slump-mudflows in Germany Valley, West Virginia, triggered
by tropical storm Juan 14
4AB. Photograph of a source-area scar of a debris avalanche in Germany Valley,
West Virginia 14
4.5. Aerial photograph of a portion of Germany Valley, West Virginia, showing
slump-mudflow scar on pasture slopes IS
5. 1. Index map of Nelson County, Virginia, showing the number of debris
avalanches related to Hurricane Camille in those quadrangles contained in
the study area 16
5.2. Aerial photograph index showing a portion of the area affected by debris
avalanches induced by Hurricane Camille in 1969 17
5.3. Photograph of the Blue Ridge Mountains, Virginia, showing debris avalanche
chutes that resulted from Hurricane Camille in 1969 17
6.1. Location map showing the Great Smoky Mountains National Park, Tennessee
and North Carolina, and Anakeesta Ridge 18
7.1. Location map of the Great Smoky Mountains National Park, Tennessee and
North Carolina, showing block deposits 20
8. 1. Stratigraphic cross section of a colluvial fan-alluvial terrace complex near
Cabins, West Virginia 22
9.1. Index map to prehistoric giant rockslides in the Appalachian Valley and
Ridge province 25

IV Contents
9.2. A, Aerial photograph of the Lost River, West Virginia, debris avalanche. B,
Aerial photograph of the Mill Ridge, Virginia and West Virginia, rock
slump. C, Side-looking airborne radar image of Elkhorn Mountain, West
Virginia, rock avalanche. D, Aerial photograph of a portion of the Sinking
Creek Mountain, Virginia, rock block slide complex 28
9.3. A, Generalized geologic map of the Lost River, West Virginia, debris
avalanche. B, Generalized geologic map of the Mill Ridge, Virginia and West
Virginia, rock slump. C, Generalized geologic map of the Elkhorn Mountain,
West Virginia, rock avalanche. D, Generalized geologic map of a portion of
the Sinking Creek Mountain, Virginia, rock block slide complex 29
9.4. Digital elevation model data of the Elkhorn Mountain, West Virginia, rock
avalanche and the Gap Mountain, West Virginia, rock block slide 31
10.1. Schematic geologic maps and cross sections of typical giant rock block slides
and rock slumps in the southern Appalachian Valley and Ridge
province 33
11.1. Stereo-pair aerial photographs and geologic map of the Narrows, Virginia,
rock block slide complex 34
14.1. Index map of the Jenkins 1°X2° quadrangle of Kentucky, West Virginia, and
Virginia 36
15.1. Flow chart of ROCKPACK slope stability programs illustrating the
recommended sequence of use 39
16.1. Index map and regional geologic map of the Sinking Creek Mountain,
Virginia, slide complex 40
162. Detailed geologic map and cross sections of rock block slides and rock
slumps on the southeast limb of the Sinking Creek Mountain anticline 41
163. Aerial photograph of part of the Sinking Creek Mountain, Virginia, slide
complex 42

TABLES
2.1. Maryland Coastal Plain stratigraphic units 6
9. 1. Characteristics of the four primary types of prehistoric giant rockslides in
the Appalachian Valley and Ridge province 26
9.2. Characteristics of named prehistoric giant rock slumps, rock avalanches,
debris avalanches, and rock block slides in the Appalachian Valley and Ridge
province 27
14.1. Rock types in eastern Kentucky and their typical styles of failure 37

Contents V
INTRODUCTION

Arthur P. Schultz and C. Scott Southworth

The extended abstracts in this Circular are summaries of papers presented at a

symposium on "Landslides of Eastern North America." The symposium was held
during the Geological Society of America Southeastern Section meeting in Norfolk,
Virginia, on March 26, 1987. The purpose of the symposium was to develop working
models of landslide processes in the various geologic and physiographic provinces of
Eastern North America. Geologists from academia, State geological surveys, and the
U.S. Geological Survey who are presently engaged in studies of slope failures
participated in the symposium. Presentations on a wide variety of geologic and
physiographic settings of all types of landslides in Eastern North America were
welcomed.
Slope failures resulting from single, high-rainfall events were included in this
symposium. Geologic settings of slope failures range from areas where high slopes are
underlain by metamorphic and (or) clastic sedimentary rocks to areas where gentle
slopes are underlain by coastal sediments. Several papers discuss the influence of
periglacial climate on mountain slope deposits in the Appalachian Highlands. Stable
weathering mechanics and stratigraphy of Appalachian mountain slope deposits are
presented. Ancient giant rockslides of the Appalachian Valley and Ridge province are
discussed with special emphasis on the kinematics of failure. Landslide types in specific
physiographic provinces are presented, and landslide processes are related to climate,
bedrock type, geologic structure, and slope disturbance caused by man. The impor
tance of computer applications to slope stability models is the final contribution to the
symposium. A field trip guide of the Sinking Creek Mountain, Virginia, rockslide
complex, part of the Southeastern Geological Society of America premeeting field trip,
is included. A description of the Landslide Information Center of the U.S. Geological
Survey and a list of its goals are provided to further the exchange of landslide
information.
It is hoped that this collection of articles will stimulate continued study of
landslides in Eastern North America and open cooperative projects of interdisciplinary
nature related to slope failures.

Introduction VII
 LANDSLIDES OF EASTERN NORTH AMERICA
Arthur P. Schultz and C. Scott Southworth, editors
1. RECENT SLOPE MOVEMENTS IN VERMONT
Charles A. Baskerville and Gregory C. Ohlmacher
Recent slope movements in Vermont, studied from
the spring of 1983 through the fall of 1986, included
debris slides and flows in till and glacial sand and gravel
deposits, earth flows and slumps in glacial lake clays, as
well as rock falls, block slides, and debris slides on bedrock
slopes. Slope classifications are after Varnes (1978). Of
the many slope movements investigated, the debris flows at
Dorset Mountain (figs. 1.1-1.3) and the large rock falls at
Smugglers Notch near Stowe were the most spectacular.
Only a few slope failures were found in the north
eastern part of the State, on the basis of both field and
remotely sensed reconnaissance. For example, soils are
generally coarse boulder tills derived mostly from the large
area of igneous rock found there. Most of the coarse
glacial soils found here do not have the usual clay-silt
content found in other areas where failures are common,
so drainage during heavy precipitation takes place.
Standard aerial photographic, synthetic aperture
radar (SAR) (fig. 1.2), and some infrared photographic
images were examined for evidence of recent slope move
ments, such as soil slopes with rills and exposed bedrock
cliffs ( > 10 m). In addition, slope configurations indicative
of potential failure, such as steep (>27°) soil-covered
slopes, and evidence of older slope movements, such as old
headscarps and hummocky slopes, were identified. Field
investigations verified what we saw on the remotely sensed
images and also located historic and recent slope move
ments that were not obvious on the images. Geologic and
engineering data, such as areal measurements, thick
nesses of slide masses, types of deposit, material types,
and estimates of material strength, were collected in the
field to help determine the causes and mechanics of
failure.
The largest number (about 60 percent) of slope
movements occurred in clayey glacial till on steep to
moderately steep (100 percent-45 percent) slopes. The
distribution of clayey tfll appears to be related to micace
ous schists and phyilites, common in the Silurian and
Devonian formations in eastern Vermont. Slope failures
were also common in the rhythmite deposits of clayey
glacial lakebeds. These include the deposits of the ancient
glacial Lake Hitchcock, the clays of which crop out along
the Connecticut River valley and in the tower reaches of its
tributaries (fig. 1.1). Gay rhythmite deposits of smaller
glacial lakes at higher elevations, such as those along the
Connecticut River valley (Stewart and MacClintock,
1969), were also found to be slide prone. Mechanical
analyses showed the soils involved in the slope movements
to contain anywhere from 2 to 90 percent silt- and
clay-sized particles.
Failures on bedrock slopes generally developed in
highly jointed or foliated rocks where the major joint sets
or foliation planes are parallel to the free faces of cliffs. In
areas of slope movements, these joint or foliation surfaces
generally are nearly vertical; some of these surfaces either
dip into or parallel the slope face. Freeze-thaw action
along these surfaces of weakness over a number of winters
was found to move large masses of rock.
Intense precipitation is the major factor contributing
to most of the Vermont slope failures. Heavy rains asso
ciated with Hurricane Belle triggered four debris flows on
the southern side of Dorset Mountain (figs. 1.1-1.3) in
1976 (Ratt6 and Rhodes, 1977). Several heavy rainstorms
in May and June of 1984, which followed a period of
above-normal precipitation, caused numerous slope move
ments throughout central Vermont as well as other sites
around the State. In May 1986, several debris flows and
rock falls occurred at Smugglers Notch near Stowe (fig.
1.1) as a result of a late spring storm (Burlington Free
Press, 1986).
The slope movements that occurred in 1984 fol
lowed a period of above-normal precipitation (from a low
of 3 to a high of nearly 10 inches a month) that began
during the fall of 1983 (National Oceanic and Atmo
spheric Administration, 1983, 1984). This precipitation
saturated the soils, raised the ground-water table, and
Recent Slope Movement* in Vermont 1
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Smugglers Notch
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78° 15'

Figure 1.1. Location map of Vermont showing places referenced in the text. The shaded box is index to figure 1.2.

2 Landslide* of Eastern North America

Figure 1.2. View of Dorset Mountain slide scars (arrow) as seen on a synthetic aperture radar (SAR) image. The location of
this feature is on the east side of the village of Dorset. See figures 1.1 and 1.3.

Recent Slope Movements in Vermont 3


Figure 1.3. View of a portion of the 3.5-mile-long debris
flow channel on Dorset Mountain.
thus elevated pore water pressures in these soils. The May
and June 1984 storms contributed an average of 11 inches
of precipitation in central Vermont alone, triggering
numerous earth flows and block slides. These storms also
elevated the pool levels behind several flood control dams.
As levels in reservoirs were subsequently drawn down, the
rate of lowering of the ground-water table discharging
from the sous could not keep pace with the falling pool
levels, so earth flows resulted, which Terzaghi (1950)
described elsewhere. One earth flow in the Ottauquechee
Reservoir (fig. 1.1) exposed a very permeable sand
deposit. Water escaping from this permeable unit removed
some of the sand so as to leave piping cavities within the
layer.
Debris flows have occurred throughout the Green
and Taconic Mountains. The most recent debris flows
occurred in 1986 at Smugglers Notch. There were at least
five separate debris flows along a I-mué stretch of Ver
mont Route 108, which traverses the Notch. The largest of
the flows, which measured 2,300 feet (700 m) along its
axis, traveled across the road and cut off all traffic through
the Notch. These failures occurred as a result of nearly
continuous rains in late May of 1986. According to the
records, precipitation was 0.13 in. on May 20, 0.73 in. May
21, 0.64 in. May 22, 2.42 in. May 23, and 0.52 in. on May
24 (Mr. Edward Salvas, station WCAX-TV on Mount
Mansfield, Vt., pers. comraun.). A similar series of debris
flow failures occurred in weathered schists on the south
side of Dorset Mountain in 1976 (figs. 1.2 and 1.3). The
Dorset Mountain debris flows traveled about 3.5 miles and
involved hundreds of thousands of cubic yards of rock, soil,
and trees covering 100 acres.
Among the most catastrophic slope movements
studied in Vermont were rock falls and debris flows. At
Smugglers Notch, blocks of very hard schist, weighing as
much as 11,000 tons, were involved in rock falls in 1983
and again in 1986. A block that fell in 1983 did not come
down onto the roadway; however, blocks from older rock
4 Landslides of Eastern North America
falls were deposited along both sides of the road. The only
fall of record to close the Notch was that of May 1986
(Burlington Free Press, 1986). Although the exact cause
of failure is uncertain, it is felt that time-dependent
fracture propagation driven by gravity, freeze-thaw action,
fluid pressure in joints, or a combination of these may have
been involved. A potentially hazardous rock fall is in the
Cheshire Quartzite at East Dorset (fig. 1.1). Here the cliff
face is densely jointed and is continually moving down and
outward. The movement of this mass is being monitored
and has shown at least a foot of settlement in 2 years (ET.
Lee, 1986, pers. commun.). The cliff face has developed a
"sackungen" (Radbruch-Hall and others, 1976), or grav
itational spreading (bowed), appearance.
Slope movements found in surficial deposits
included earth flows, rotational slides (slumps), and debris
slides. Most of the slope movements involving glacial
lakebed rhythmites were of the earth flow type
(Ohlmacher and Baskerville, 1985). These flows were
numerous in the steep banks adjacent to flood control
reservoirs and on steep faces of terraces along the Con
necticut and Black Rivers (fig. 1.1). Although the domi
nant failure mode was earth flow, rotational sliding was
observed in a few cases, notably near North Springfield
(fig. 1.1). Another example of a large slump involved
clayey glacial till located near Castleton (fig. 1.1). This
slump has been active continually for several years
(Charles A. Ratté, Vermont State Geologist, pers. com
mun.). Debris slides in glacial tills, outwash deposits, and
kames have been observed by the authors throughout
Vermont. Most are caused either by streams undercutting
their banks or by the oversteepening of cut sbpes along
road shoulders.
ACKNOWLEDGMENTS
This paper resulted from work done as part of a
cooperative project between the U.S. Geological Survey
and the Vermont Geological Survey. We deeply appreciate
the assistance given us by the U.S. Army Corps of
Engineers at the North Hartland and North Springfield
flood control dam sites and the U.S. Forest Service at
Manchester Center, Vermont.
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Krizek, RJ. , eds., Transportation Research Board, Special
Report 176, p. 11-33.

2. LANDSLIDE SUSCEPTIBILITY AND PROCESSES IN THE MARYLAND COASTAL PLAIN

John S. Pomeroy
Slope failures take place in virtually all of the
exposed Cretaceous, Tertiary, and Quaternary units in the
Coastal Plain of Maryland (fig. 2.1). Susceptibility to
landsliding ranges from very low (post-Potomac Group
Upper Cretaceous units and Aquia formation, table 2.1)
to very high (Potomac Group clays and Marlboro Clay,
table 2.1, figs. 2.2, 23). Susceptibility to landsliding is
defined as the probable degree of response of the uncon
solidated stratigraphic units and their derivative soils to
natural events or to artificial slope modifications. Gay
layers within the stratigraphic units have caused stability
problems.
In order to gain a better understanding of the
geologic environment and mass movement processes,
slope movements were mapped in suburban Prince
Georges County in both the relatively steeply sloping (high
relief) terrane of the southwestern part and the more
gently sloping (low relief) terrane of the eastern part.
Geologic maps by Glaser (1978, 1981, 1984) facilitated
the investigation. Ground traverses were also conducted in
highly slide-prone areas southwest of Baltimore and along O 20 Miles
the west side of Elk Neck peninsula at the head of
Chesapeake Bay. Most of the shoreline comprising the 0 32 Kilometers
Calvert Cliffs along the west side of Chesapeake Bay was
examined at least twice during the study. Figure 2.1. Generalized location map of eastern Maryland
showing the Coastal Plain and places referred to in text. B,
Slope movements in both the Potomac Group and Baltimore; C, Calvert Cliffs; CB, Chesapeake Bay; E, Elk
Marlboro Clay are either slumps, earth flows, or a com Neck peninsula; F, Fort Washington; PG, Prince Georges
bination of the two forms. The present investigation sug County; W, Washington, D.C.
gests that heretofore undocumented large old slumps (fig.
2.4) along Elk Neck peninsula might have been induced by Group (table 2.1) includes ubiquitous spalls; soil, sand,
faulting. On the basis of an interpretation of aeromagnetic and earth falls; and translational sb'des. Topples, slumps,
data, pre-Miocene(?) faulting in this region has been and debris flows are less common.
inferred by Higgins and others (1974). One old slump- Large old landslides are commonly difficult to dis
earth flow is still moving and is responsible for a 200-m- cern, on the basis of morphologic criteria, but a few, as
wide zone of accretion along a shoreline where elsewhere much as 200 m wide, are identifiable in terranes underlain
erosion is the dominant geomorphic process. An array of by the Potomac Group clays. Large blocks on the Aquia
landslide types along the Calvert Cliffs in the Chesapeake formation, which forms a shoreline bluff of low relief

Landslides In the Maryland Coastal Plain 5

 Table 2.1. Maryland Coastal Plain stratigraphic units (modified from Cleaves and others, 1968; Glaser, 1971)

Stratigraphic Thickness
System Series Croup unit (feet) Lithologic character

Quaternary Undifferentiated gray to buff sand

Deposits and gravel, gray to brown llgnltlc
undivided silt and clay, occasional boulders,
and rare ahell beds.
Quaternary Holocene Lowland 0-150 Interbedded quartz gravel, medium
to Pleistocene Deposits to coarse sand, and silt-clay;
grayish-white to dark greenish-gray ;
peat, and sparse mollusc an fauna.
Upland 0-90 Cravel, sand, eilt and clay. Moatly
Deposits croas-bedded, poorly sorted, medlum-
(Eastern to coarse-grained white to red sand
Shore) and gravel; boulders near base; minor
pink end yellow silts end clays.
Pliocene(7) Upland 0-70 Quartz gravel and medium to coarse sand
Deposits overlain by massive slit; orange to
(Western reddish-brown where ozldized, otherwise
Snore) pale-gray; rsre plant fossils.
St. MaryI 0-80 Interbedded blulsh-grsy sllt-clsy and
Formation fine argillaceous sand, glauconltlc in
part; fossillferous.
Miocene Chesapeake Choptank 0-55 Interbedded bluish-gray to gray-green
Croup Formation sllt-clsy and abundantly foaalllferoua
fine to medium aand.
Tertiary Calvert 0-150 Olive-gray to olive-brown, fine argillaceous
Formation sand, alit and clay; diatomaceous silt near
base; some beds abundantly fossillferous.
Nanjemoy 0-120 Dsrk greenish-gray, argillaceous, glauconltlc
Formation sand and silt; minor dark-gray sllty clay;
fossillferous.
Eocene Marlboro 0-30 Pale-red to silvery-gray plastic clay with
Pemunkey Clay thin lenses of pale-gray silt; sparingly
Croup llgnltlc.
Aqula 0-100 Dark greenish-gray, fine to medium glauconltlc
Formation sand and silt; sporadic calclte-cemeated sand
Pal eocene stone; fossillferous.
Brightseat 0-20 Dark green to gray-green, argillaceous, highly
Formation glauconltlc, well-sorted, fine- to medium-grained
sand.
Monmouth 0-40 Dark greenish-gray to black, sometimes glsuconltlc.
Formation fine micaceous clayey sand snd silt; quartzose gravel
at base; fossillferous.
Mat am 0-70 Dsrk- gray , micaceous, glauconltlc, argillaceous.
Formation fine-grained sand and silt.
Magothy 0-60 Loose, white, cross-bedded, "sugary," lignite sands
Formation and dark gray, laminated sllty clsys.
Cretaceous Potomac Patapaco 0-800 Red and gray mottled sllty clay and fine to medium.
Group Formation gray to yellow sand; rsre plant fossils.
Arundel 0-100 Dark gray and msroon llgnltlc clsys.
Clay
Patuzent 0-250 White or light gray to orange-brown, moderately
Formation sorted, crosa-bedded, argil laceoua , angular ssnde
snd subrounded quarts gravela; silts and clays
subordinate, predominantly pale grey.

6 Landslides of Eastern North America

Figure 2.2. Slope failure in Patapsco Formation southeast
of Baltimore. Note the floor crack in the concrete slab and the
slanted trees.
adjacent to Potomac Group clays at Fort Washington,
attest to prehistoric slumping. In another example near
the head of Chesapeake Bay, Upper Cretaceous marine
glauconitic sands occupy an interval 150 m wide along the
shoreline between exposures of the Lower and Upper
Cretaceous Patapsco Formation (table 2.1).
The vast majority of slope failures relate either
directly or indirectly to precipitation, and the relationship
is complex. Long periods of abnormally high precipitation
are more likely to initiate slope movements than isolated
summer thunderstorms of high intensity but of short
duration. High pore pressures in the soil are caused by
rising ground-water levels. Slope failures generally take
place when the ground-water table is high.
Figure 2.3. Failure of Marlboro Clay and overlying fill in
backyard south of Washington, D.C.
Climatic records for the Maryland Coastal Plain
(National Oceanic and Atmospheric Administration,
1960-1986) indicate that the 1960's generally were drier
than normal, whereas the period beginning with 1971 and
extending to the end of that decade had been wetter than
normal. High summer rainfall in 1972, 1975, and 1979
was caused by a combination of drenching rains from
tropical storms together with abnormally high rainfall at
other times during the same season. Several residential
subdivisions developed during the 1960's in southwestern
Prince Georges County did not experience landsliding
until the 1970's. Significant landsliding took place at one
subdivision during and after a tropical storm in Septem
ber 1975. Major landslide activity has not taken place
Landslide* In the Maryland Coastal Plain 7
Figure 2.4. Slightly tilted old slump surface overlying
Potomac Group clay, Elk Neck peninsula at head of
Chesapeake Bay. Bare steep slope in background is head
scarp.
there since that time despite a record maximum discharge
at a nearby creek in September 1979 following a tropical
storm (U.S. Geological Survey, 1980) and an unusually
wet spring in 1983. A possible explanation for the cessation
of major landslide activity might be that the slopes have
adjusted to the surface modification resulting from con
struction in the 1960's and, therefore, have reached a state
of equilibrium. Precipitation during the 1980-86 period
has been below normal except for 1983.
The landsliding process takes place in the zone of
weathering. All units susceptible to sliding have high-angle
joints (Obermeier and others, 1984). Depending upon
moisture conditions and a relative position of a clay
horizon in the section, a perched water table commonly
lies above the impermeable layer. Seeps are widespread at
this contact along the slope face. The clay surface may
serve as a slide surface when water percolates through the
overlying more permeable sand or silt and moves laterally,
lowering fricubnal resistance, to the slope face. Not all
failures, however, begin at this position. Fractures in the
clay allow for downward migration of water. Thin horizon
tal and vertical silt zones within a clay unit (Woodward-
Clyde Consultants, 1976) become conduits for water and
may also serve as loci for landsliding.
Nowhere is the slope movement process more
clearly seen than in excavations and pits, especially in early
spring. Elsewhere, shallow surface excavations made with
a trenching tool along minor drainages at this time of year
reveal the development of "minislides" where the contact
of the permeable cover and underlying clay horizon is
exposed. The Calvert Cliffs furnish a dynamic environ
ment for observing various forms of slope failure.
Ground-water seepage is present at several places along
the Calvert Cliffs. This process induces sapping of loose
noncoherent sand and sflt lying above the line of seepage.
8 Landslide* of Eastern North America
Figure 2.5. Steeply dipping stress release joint in
fossiliferous silty clay, Chesapeake Group, Calvert Cliffs.
Slickensides along joint face indicate planar movement.
The removal of support of the overlying sediments results
in a collapse failure. Translational (planar) movements at
shallow depths controlled by subvertical stress release
joints may result from the failure of the overlying, mainly
sandy material. Spalling takes place both above and below
the seepage line along subvertical joints dipping steeply
toward Chesapeake Bay (fig. 2.5). This process is contin
uous throughout the year but accelerates during the cooler
months when freezing and thawing occur along the joints.
Wave action can induce slope failure by a removal of
material from the toe of the slope. Observations at various
time intervals have led to the conclusion that a series of
closely spaced spalls above the beach can lead to massive
failure of the overlying slope material.
REFERENCES CITED
Cleaves, E.T., Edwards, Jonathan, Jr., and Glaser, J.D. (com
pilers), 1968, Geologic map of Maryland: Maryland Geo
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vey, scale 1:24,000.
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Survey, scale 1:24,000.
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Georges, Anne Arundel, and Calvert Counties, Maryland:
Maryland Geological Survey, scale 1:24,000.
Higgins, M.W., Zietz, Isidore, Fischer, G.W., 1974, Interpreta
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central Atlantic seaboard region— speculations: Geology,
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64-89, no. 13.
Obermeier, S.F., Swanson, P.G., Jones, J.S., Jr., and Schnabel,
JJ., 1984, Engineering geology and design of slopes for
Cretaceous Potomac deposits in Fairfax County, Virginia
and vicinity: U.S. Geological Survey Bulletin 1556, 88 p.
3. DEBRIS FLOWS TRIGGERED BY A TROPICAL STORM IN PUERTO RICO
Randall W. Jibson
On October 5-8, 1985, a tropical wave, which later
developed into tropical storm Isabel, produced extraordi
nary rainfalls on the island of Puerto Rico. At some
places, the 24-hr rainfall exceeded 560 mm (fig. 3.1), and
local intensities reached 70 mm/hr. The storm center was
over the south-central coast, where the intense rainfall
caused severe flooding and widespread landsliding. By far
the most abundant type of slope movement produced by
this rainfall was debris flow— the mobilization and flow of
water-saturated rock and soil down steep slopes, com
monly in preexisting gullies or depressions. The majority
of the thousands of debris flows triggered by the storm of
October 5-8 occurred within the 400-mm isohyet (fig.
3.1), although other debris flows were scattered over much
of south-central Puerto Rico (Jibson, 1986).
Debris flows generated by the storm were not
limited to a particular topographic or geologic setting, but
rather formed on slopes having a wide variety of topo
graphic characteristics, lithologies, and geologic struc
tures. The flows in Puerto Rico formed on slopes
underlain by limestone, mudstone, volcanic rock, and
granitic rock; on dip slopes, reverse-dip slopes, jointed and
unjointed rock masses; and on planar as well as irregular
slopes. Locally, however, geologic factors did influence the
distribution of debris flows, such that on some hillsides,
debris flows were initiated along the outcrop of a partic
ularly susceptible lithologic unit.
Most of the debris flows developed on bedrock
slopes covered by a veneer of colluvium and (or) residuum
no more than 1 to 2 m deep. Some debris flows formed in
preexisting swales or gullies, others on relatively planar
slopes. Even those debris flows that were generated in
preexisting gullies, however, were mobilized in areas hav
ing only thin accumulations of surface soils. This differs
significantly from other documented processes of debris-
flow initiation, such as the evacuation of deep, colluvium-
filled bedrock hollows in California (Reneau and others,
1986). Debris-flow source areas in south-central Puerto
Rico generally were disk shaped; diameters were as great
as 15 m, and thicknesses ranged from 0.5 to 1.5 m.
After mobilization, the debris generally flowed down
preexisting drainage gullies or depressions on the hillsides.
U.S. Geological Survey, 1980, Water resources data for Mary
land and Delaware: U.S. Geological Survey Water-Data
Report MD-79, 398 p.
Woodward-Clyde Consultants, 1976, Geotechnical investiga
tion, Chalfont Avenue landslide, Forest Knolls subdivi
sion, Prince Georges County, Maryland: Rockville, Mary
land, 20 p., plates and appendix.
In most flows, the debris scoured the overh/ing colluvium
down to bedrock, and in flows where preexisting gullies
were filled with thick accumulations of colluvium, the
debris scoured channels as deep as 7 m. On many slopes
composed of mudstone, deeply incised drainage channels
were present before the debris flows formed. The flowing
debris further incised and eroded these drainage channels,
which destabilized the gully walls and resulted in addi
tional thin debris slides into the channel. These secondary
debris slides contributed substantial mass to the debris
flow. These two processes, channel scouring and incision
triggering slide-slope debris sliding, contributed most of
the material to the final debris-flow deposits. The volume
of material from source areas at the heads of the debris-
flow tracks generally constituted no more than 5 percent of
the total volume of the debris-flow deposits.
Most of the debris flows appear to have been
triggered by buildup of pore pressure resulting from the
intense, prolonged rainfall of October 5-8. Of those flows
well constrained in time, all developed during peak rainfall
intensity, early in the morning hours of October 7. Several
flows formed at or near the slope break marking the
boundary between nearly vertical bedrock faces above and
steep colluvium-covered slopes below; it thus appears that
the infiltration of sheetwash from the overlying bedrock
face elevated pore pressures enough to mobilize the soil at
the tops of the colluvium-covered slopes.
In one area about 10 km west of Ponce (fig. 3.1),
field evidence indicates that a debris flow was triggered by
rock falls onto the top of a colluvium-covered slope. At
this site, a 40° colluvial slope containing several debris-
flow tracks abuts a vertical-to-overhanging limestone bed
rock face. All the debris-flow tracks head directly below
fresh rock-fall scarps in the limestone, and the boulders
that failed are visible in the deposits at the base of the
hillside. The uppermost parts of the debris flows at this
site are distinctive from other debris-flow source areas in
the region: only a portion of the colluvium beneath the
rock-fall scarps mobilized, and bedrock is not exposed;
only farther down slope has scouring exposed bedrock at
the site. This evidence and other field evidence indicate
that the debris flows here were triggered by rock falls onto
Debris Flows In Puerto Rico 9
 ATLANTIC OCEAN
18°
SAN JUAN 30'

FAJARDO

18°
00'

40 km

CARIBBEAN. SEA
! J_
67° 00' 66° 30' 66° 00'
Figure 3.1 . Map showing 24-hour rainfall amounts (in millimeters) throughout Puerto Rico from 8:00 a.m. (local time) October
6 to 8:00 a.m. October 7, 1985 (from U.S. Geological Survey, 1985). Isohyet intervals 50 and 100 mm.

the top of the colluvium-covered slope that either (1)
generated a large, instantaneous increase in pore pressure
leading to mobilization or (2) mechanically disaggregated
the saturated colluvium, which then began to flow down-
slope.
Analysis of geologic, climatic, and topographic data
bases in Geographic Information System (GIS) format is
proceeding that will allow quantification of factors related
to debris-flow distribution from the storm. Understanding
both the factors influencing debris-flow distribution and
the mechanisms of debris-flow initiation, propagation, and
deposition will facilitate modeling and prediction of the
relative susceptibility to debris-flow hazards of different
areas subjected to a given model storm.
REFERENCES CITED
Jibson, R.W., 1986, Evaluation of landslide hazards resulting
from the 5-8 October 1985, storm in Puerto Rico: U.S.
Geological Survey Open-File Report 86-26, 40 p.
Reneau, S.L., Dietrich, W.E., Dorn, R.I., Berger, C.R., and
Rubin, Meyer, 1986, Geomorphic and paleoclimatic impli
cations of latest Pleistocene radiocarbon dates from
colluvium-mantled hollows, California: Geology, v. 14, no.
8, p. 655-658.
U.S. Geological Survey, 1985, Water resources in Puerto Rico
and the Virgin Islands— a review: Caribbean District of the
Water Resources Division, v. 4, no. 7, 7 p.

10 Landslides of Eastern North America

4. PRELIMINARY RESULTS FROM A STUDY OF NATURAL SLOPE FAILURES TRIGGERED BY
THE STORM OF NOVEMBER 3-5, 1985, GERMANY VALLEY, WEST VIRGINIA AND VIRGINIA

Robert B. Jacobson, Elizabeth D. Cron, and John P. McGeehin

INTRODUCTION meteorological controls on the distributions of slope fail

During the first five days of November 1985, a
low-pressure system in the Ohio River valley combined
with a low-pressure system referred to as Tropical Storm
Juan to produce heavy rainfall in the Potomac, James, and
Rappahannock River basins. Severe flooding accompa
nied the rainfall; 43 lives were lost and the flood was
estimated to be the most expensive natural disaster of
1985 in the United States (Scatena, 1986).
The rainfall also triggered many slope failures. An
especially large concentration of slope failures was associ
ated with an area of moderate rainfall centered in the
Germany Valley in Pendleton County, West Virginia (fig.
4.L4). This report describes some preliminary results
from our continuing research into the geological and
ures in the Germany Valley area.
The Germany Valley is the first major anticlinal
valley in the Valley and Ridge province east of the
Allegheny structural front (Diecchio, 1986). Our interest
is focused on the portion from near Mouth of Seneca,
West Virginia, in the Onego 7.5-minute quadrangle, to
near Mill Gap, Virginia, in the Mustoe 7.5-minute quad
rangle (patterned in figs. 4.1 and 4.2). This area was a
natural experiment for studying the effects of the storm
because rainfall varied systematically from southwest to
northeast along the valley, while bedrock lithology and
structure are nearly constant. Furthermore, variation of
rock types across the valley allows comparisons among
lithologies at given levels of precipitation.

Figure 4.1 . A, Storm-total isohyetal map, November 3-5, 1985. Shaded area is the Germany Valley study area. Diamonds are
rain gage locations. B, Isohyetal map for total rainfall in October 1985. Also shown are locations of six hourly recording rain
gages (•) whose data are shown in figure 4.3.

Natural Slope Failures, German Valley, West Virginia and Virginia 1 1


79°45
38°45 H-
3^15 i o
79 45
Figure 4.2. Location map of Germany Valley study area
showing quadrangles referred to in text.
The valley is floored by Ordovician carbonates of
the Trenton, Black River, and St. Paul Groups and shales
of the Martinsburg (Reedsville) Shale. The ridges are
formed by sandstones of the Tuscarora and Oswego
Sandstones, and the Juniata formation. The southwestern
quarter of the valley is drained by Back Creek of the
James River basin, and the remainder of the valley drains
north and west to the North fork of the South Branch
Potomac River.
CHARACTERISTICS OF THE STORM
Moisture conditions preceding the storm of Novem
ber 1-5 are illustrated in figure 4.1B, which shows isohyets
of total rainfall during October 1985. During this period,
the northeastern end of the study area received nearly
twice as much rainfall as the southwestern end. The
isohyetal map for storm-total rainfall, November 3-5 (fig.
4.L4), shows that the rainfall distribution was dominated
by two strong cells along the Blue Ridge Mountains
(Montebello and Big Meadows gages received more than
350 mm and 300 mm, respectively); a more moderate cell
is evident in the northern part of the patterned study area.
The southern half of the study area received approxi
mately 200 mm of rainfall during the storm; just north of
the State line, rainfall increases gradually to somewhat
greater than 250 mm (Upper Tract gage was 268.7 mm).
12 Landslides of Eastern North America
Rainfall intensity measurements by hourly recording rain
gages are widely scattered (fig. 4.LB). Data indicate that
peak rainfall intensities near Germany Valley were low
(7.6-38.3 mm/h) but that appreciable rain fell almost
continually from midnight of November 4 to mid-morning
of November 5 (fig. 43). Compared to Hurricane Camflle
in 1969, these rainfall values are not high. In Nelson
County, Virginia, Camille produced 300 to 700 mm of rain
in 7 to 8 hours; peak hourly intensities were 37.5 to 87.5
mm/h (Williams and Guy, 1973).
Runoff from the November storm caused severe
flooding in the Potomac and James River drainage basins.
Many of the gages on the South Branch Potomac River
reported record floods having estimated recurrence inter
vals in excess of 100 years (Lescinsky, 1986).
SLOPE FAILURES
We have classified slope failures triggered by the
November storm into two general categories: (1) slumps
and slump-mudflows and (2) debris avalanches-debris
flows (after Varnes, 1978). Slump-mudflows are shown in
figure 4.4/1, and a debris avalanche scar is shown in figure
4.45. Slumps have rotational to planar sliding movement at
their heads; when fine-grained sediment flows from a
slump, it is termed a slump-mudflow. The feature in the
center of figure 4.4/1 is a slump-mudflow that has had the
slump block partially removed from the head by flowage.
The mass of flowing muddy sediment has moved down-
slope over pasture turf, depositing a trail of sediment as
lateral levees and a hummocky mass at the snout. The
slope failure to the right in the photo is also a slump-
mudflow but here most of the original slump block has
remained intact. The term debris avalanche is used here
to denote a slope failure that begins as a rapid slide of
noncoherent rock or regolith; most debris avalanches
become debris flows as they funnel into preexisting chan
nels downslope. Although there are no eyewitness
accounts of the debris avalanches described here, evi
dence that debris masses ran up on the outside walls of
bends suggests that they had considerable velocity.
Slumps and slump-mudflows triggered by the
November 3-5 storm are abundant on slopes underlain by
residuum of the Martinsburg Shale and some slopes
underlain by carbonates. The aerial photograph in figure
4.5 shows a small drainage basin in the northern half of
the Circleville 7.5-minute quadrangle where failures in
Martinsburg Shale residuum are especially numerous.
Close inspection of figure 4.5 shows that many slump-
mudflows delivered sediment directly to streams, an obser
vation that has led us to hypothesize that stream channel
erosion and flood damage are closely tied to upstream
slope failures. Preliminary observations also suggest that,
for failures triggered by this storm, there are no generally
preferred slope aspects and that more failures occurred on
pasture land than on forest-covered slopes.
 mm rainfal per hour Mathias 466793 mm rainfal per hour Dale Enterprises 442208

40- 40

20 .15.2 20 H
7.6
0 i I ^i ij i nil iniH 1 1 ji I u^ukjuyli i illllilij ilm (

Elkins 462718 Mustoe 445880

40 -i 40 H
22.9
20 14.0 20

0 ,( | i ij . n |Ll . ill lllllllllil)Li—,W 0 I'M' ' I ' up " HJ'l ' iU_L

Valley Head 469086 Hot Springs 444128,

38.3
40 H 40 H
20.3
20 A 20 H

i -JiidpilLulitiiu , ■
3 4 5 2 3 4
Days during November 1985

Figure 4.3. Rainfall-intensity data from hourly recording rain gages. Data are in mm/h, with peak value noted.

All types of failures are virtually absent on the clean,
karstic limestones of the St. Paul Group, and slumps and
slump-mudflows are rare on slopes underlain by residuum
and colhivium of the sandy lithologies underlying ridges.
Five large debris avalanches-debris flows were trig
gered in the study area by the November storm; all had
source areas high on ridge slopes underlain by sandstones
of the Tuscarora Sandstone and Juniata Formation. They
are much larger than individual slump-mud flows, with
source-area scars larger than 100 m2. In traveling down-
slope (exceeding hundreds of meters distance), the debris
avalanches converted to debris flows and scoured channels
to bedrock. Significantly, four of the five debris avalanches
began on dip slopes (fig. 4.4B). Such slopes may be more
susceptible to slope failure under given meteorologicalcon-
ditions because slip is facilitated along bedding planes.
Also, it is interesting that the source area of the debris
avalanche (fig. 4.4B) began as a planar rock block slide
which preferentially removed bedrock instead of adjacent
old colluvium shown in the lower right foreground of the
photo. The fifth debris avalanche was initiated on a scarp
slope at the contact between the Tuscarora and the
Juniata. Landowners who bst their turkey shed to this
debris flow reported that it occurred at dusk on November
4. This observation is coincident with the timing of the
peak rainfall intensity recorded at Mathias, West Virginia,
the nearest hourly-recording rain gage (fig. 4.3).
Within the Germany Valley study area, the distribu
tion of slope failures is strongly related to the distribution
of rainfall. Although our analysis is incomplete at this
time, slope failure density (number of failures per unit
area) clearly increases to the northeast along the valley,
coincident with increasing rainfall. Preliminary failure
density estimates for slopes underlain by Martinsburg
show a steady increase from approximately 14.5/km2 in
the Mustoe quadrangle to 45.2/km2 in the Snowy Moun
tain quadrangle to 81.8/km2 in the Grcleville quadrangle
(fig. 4.2). The proportion of failures delivering sediment to
streams also apparently increases with increasing precip
itation.

Natural Slope Failures, German Valley, West Virginia and Virginia 13

Figure 4.4A Slump-mudflows triggered by the Novem
ber storm on gentle slopes underlain by fine-grained resid
uum weathered from the Martinsburg Shale.

PRELIMINARY CONCLUSIONS AND

CONTINUING RESEARCH

Our continuing research in this area will employ an

automated geographic information system (GIS) to
develop quantitative tests for hypotheses relating failures
triggered by the storm to meteorologic and geologic
variables. Until we have completed the more rigorous
analysis our observations indicate the following prelimi
nary results: (1) The type and number of slope failures
triggered by the November 1985 storm were strongly
controlled by the underlying lithology; fine-grained resid
uum from the Martinsburg Shale and some Ordovician
carbonates were more susceptible to failure under condi
tions of this low-intensity storm than were colluvium and
residuum of the sandier lithologies. Slumps and slump-
mudflows on fine-grained regolith are smaller but more
numerous than the rare, large debris avalanche-debris
flows occurring on the sandier lithologies. (2) A slope-
aspect preference is not readily apparent; fewer failures on
tree-covered slopes may indicate that trees play an impor
tant role in stabilizing these slopes. (3) Because four out of
five debris avalanches (occurring in an area where rainfall
intensity probably did not vary widely) initiated on dip
slopes on the Tuscarora Sandstone, it is evident that these
dip slopes are significantly more susceptible to failure
under these meteorological conditions than comparable
scarp slopes. (4) Association of stream-channel damage
with the presence of upstream slope failures suggests that
sediment from slope failures influences downstream ero
sion, deposition, and general flood damage. (5) Slope
failure density increases with increasing storm-total rain
fall along a transect where lithology and structure are
constant.
Figure 4.45. Source-area scar of a large debris avalanche
in Upper Tract 7.5-minute quadrangle, West Virginia. This
failure began on a 36° dip slope underlain by Tuscarora
Sandstone.
Figure 4.5. Aerial photograph of a small drainage
basin underlain by Martinsburg Shale in the Circle-
ville 7.5-minute quadrangle, West Virginia. Many
failures can be seen on pastured slopes; a high
proportion are slump-mudflows that delivered sed
iment directly to stream channels.
REFERENCES CITED
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general geology in the vicinity of the Allegheny Front in
Pendleton County, West Virginia: Geological Society of
America Centennial Field Guide -Southeastern Section, p.
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Scatena, F.N., 1986, Floodplain reconnaissance study, Novem
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14 Landslide* of Eastern North America

Natural Slope Failure*, German Valley, West Virginia and Virginia 15
 Johns Hopkins University, Department of Geography and
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tional aspects of Hurricane Camille in Virginia, 1969: U.S.
Geological Survey Professional Paper 804, 80 p.

5. FREQUENCY AND SUSCEPTIBILITY OF DEBRIS AVALANCHING INDUCED BY HURRICANE

CAMILLE IN CENTRAL VIRGINIA
Jeffrey J. Gryta1 and Mervin J. Bartholomew2
During August 1969, Hurricane Camille dumped
27 to 28 inches of rain in 8 hours over Nelson County,
Virginia, resulting in extensive debris avalanche activity
(Williams and Guy, 1971). Williams and Guy suggested
that debris avalanche activity was not bedrock controlled.
Inadequate definition of the basement rocks at the time of
their study precluded interpretations involving associations
between debris avalanche occurrence and bedrock type.
Debris avalanche activity associated with Hurricane Cam
ille occurred within several localized areas in the vicinity of
Nelson County. To assess landslide susceptibility as related
to bedrock, a much broader area was studied, one in
which bedrock geology has been mapped and which
encompasses the localized areas of aval ¡inching. Conse
quently, all avalanche chutes occurring in the Nelson
County area, identified on l:40,000-scale 1971 aerial
photographs (figs. 5.1 and 5.2), were plotted on 7.5-
minute geologic quadrangle maps based on geology taken
from Bartholomew and Lewis (1984). Landslide suscep
tibility was based on bedrock geology as well as slope
aspect.
Preliminary results indicate that nearly 1,100 debris
avalanches were triggered within approximately a 405-
km2 area, resulting in an average of 2.7 debris avalanches
per square kilometer. The greatest concentration of debris
avalanching occurred within the Horseshoe Mountain and
Lovingston 7.5-minute topographic quadrangles (fig. 5.1).
Three susceptibility classes were defined on the basis of
debris avalanche frequency: slight (0-2 landslides/square
kilometer), moderate (2-7 landslides/square kilometer), Km
and high (greater than 7 landslides/square kilometer).
Data suggest that 5 of the 12 bedrock units identified in
the area are particularly susceptible to debris avalanching.
The Crossnore Complex plutonic rocks are highly suscep
tible to debris avalanche activity, the Archer Mountain Figure 5.1. Index map of Nelson County, Virginia, showing
Suite of Sinha and Bartholomew (1984) is moderately the 7.5-minute quadrangles contained within the 405 km*
susceptible, while the Pedlar River Charnockite Suite of study area Numbers of debris avalanches related to Hurri-
„. . r ,' , , ,4.„,. _ x, i t j cane Camille are shown in each quadrangle. Shaded box is
Sinha and Bartholomew (1984), Stage Road Layered index to figure 5 2

Gneiss of Sinha and Bartholomew (1984), and the Hills

1 Department of Geology, Kent State University, Kent,
OH 44242. Mountain Granulite Gneiss of Bartholomew and others
3 Montana Bureau of Mines and Geology, Montana Tech., Butte, (1981) are only slightly susceptible. The debris avalanche
MT 50801. activity associated with Hurricane Camille predominantly

16 Landslide* of Eastern North America

 occurred on northeast-, east-, southeast-, and northwest-
facing slopes. Past debris avalanche activity has been
documented throughout the central and southern Appa
lachians (Gryta and Bartholomew, 1983; Hack and
Goodlett, 1960; Holmes, 1971; Moneymaker, 1939; String-
field and Smith, 1956; and U.S. Geological Survey, 1949).
During periods of intense rainfall, as associated with
Hurricane Camille, future debris avalanche activity is
likely to occur not only in central Virginia but also in areas
of the Blue Ridge underlain by bedrock similar to that of
Nelson County.

o 2 Mi
h -i
0.8 Km
Figure 5.2. Index of 1971 aerial photographs of a portion of
the Horseshoe Mountain 7.5-minute quadrangle that was
affected by debris avalanches induced by Hurricane Camille
¡n 1 969. Arrow refers to avalanche chutes in figure 5.3 that are
indicated there by the largest arrow.
REFERENCES CITED
Bartholomew, MJ., and Lewis, S.W., 1984, Evolution of Gren-
ville massifs in the Blue Ridge geologic province, southern
N and central Appalachians, in Bartholomew, MJ., ed., The
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Gryta, JJ., and Bartholomew, M.J., 1983, Debris-avalanche
type features in Watauga County, North Carolina, in

Figure 5.3. The Virginia Blue Ridge as seen from Blackrock Mountain at the Wintergreen recreational area (view is
southeastward). Arrows point to debris avalanche chutes scoured along naturally steep slopes during Hurricane Camille in
1969. Large arrow denotes same set of avalanche chutes indicated by arrow in figure 5.2.

Debri* Avalanchlng Induced by Hurricane Camille, Central Virginia 17

 Lewis, S.W. ed., Geological investigations in the Blue
Ridge of northwestern North Carolina, Carolina Geolog
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NATIONAL PARK, TENNESSEE
G. Michael Clark,1 Patrick T. Ryan, Jr.,1 and Eric C. Drumm2
Five major and four minor avalanche chutes (Ryan
and Clark, 1986) are located on Anakeesta Ridge in the
Great Smoky Mountains National Park, Tennessee (fig.
6.1). Anakeesta Ridge is an east-west-trending mountain,
4.5 km2 in map area. Summit elevation range is 1,200 to
1,800 m. The ridge is bounded to the north by the
second-order, dendriticalry patterned Alum Cave Creek.
To the south is the third -order Walker Camp Prong,
closely paralleled by heavily traveled U.S. Highway 441.
The underlying Anakeesta Formation includes a variety
of rock types (Hadley and Goldsmith, 1963): arkosic
pebble conglomerate, graywacke, feldspathic sandstone,
chloritoidal slate and argillitc, carbonaceous slate, and
phyllite. Iron sulfide occurs throughout the rock along
bedding and cleavage in the form of pyrite. Along joints,
bedding, and cleavage, iron sulfide occurs as limonite and
goethite.
In August 1984, a debris slide temporarily closed
U.S. Highway 441. There is widespread concern that
slides will occur in the future, so there is a need for
locational and temporal predictors (Clark, 1984a, b).
Useful indicators include morphology, drainage, vegeta
tion, tension cracks in vegetation mat, root throw sites,
and geologic structure. Present slide scars are useful in
providing failure geometry and sites for estimation of
debris volume.
Debris slide analysis involves the application of
rock and soil mechanics. Abundant bedding, joint, and
1 Department of Geological Sciences, the University of Tennes
see, Knoxville, TN 37996-1410.
3 Department of Civil Engineering, the University of Tennessee,
Knoxville, TN 37996-1410.
18 Landslide* of Eastern North America
Bartholomew, M.J., ed., The Grenville event in the Appa
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University of New York, p. 25-46.
/
*. Anakeesta Ridge
-'Great Smoky Mountain» '
^.._ —..
¿A) >/ North
r- National Park
y jr T Carolina
)
< 0 10 km
t
>
Figure 6.1 . Location map showing the Great Smoky Moun
tains National Park and Anakeesta Ridge.
cleavage discontinuities are available as failure planes
and release surfaces along Anakeesta Ridge. Chute
morphology along Anakeesta Ridge is characterized by
wedge failure planes along the flow track and a combi
nation of circular, planar, and wedge failure planes in the
upper slide scar area. Unstable hanging blocks are
located in the slide scar. This geometry indicates that
limiting-equilibrium analyses may be utilized to assess
slope stability. Factors of safety can be determined with
planar and wedge geometries using the methods of limit
ing equilibrium outlined by Hoek and Bray (1981). Data
required include slope and plane/wedge geometry, internal
material friction angle(s), and discontinuity cohesion val
ues. The factor of safety is not greatly influenced over the
expected range of internal friction angle (Kane and
Drumm, 1986), so determination of discontinuity cohe
sion is necessary. These values can be computed from the
results of direct shear tests involving joint, cleavage, and
bedding planes. Use of the STABL slope stability PC
program as outlined by Lovell and Thomaz (1986) will
enable a variety of failure surfaces to be evaluated.
As the area annually receives 200 to 240 cm of
precipitation (McMaster and Hubbard, 1970), the prime
triggering mechanism for debris mobilization may be pore
pressure increases following high precipitation (Ryan and
Clark, 1986). Such moisture may result from a season of
above-normal precipitation or from a single major precip
itation event, such as an intense low-pressure cell, a
thunderstorm, or a hurricane. Bogucki (1970) noted that
intense summer rainstorms are the major cause of debris
slides in the Appalachian Highlands. As rain gages in the
area are not continuously recording, specific temporal
information is lacking.
Scar head and scar flank wastage stations are posi
tioned on the ridge to monitor soil and vegetational mat
stability. Backwasting of soil and vegetational mats contin
ues at the scar heads; as of October 1986, the single
largest bss has been 12.5 cm for a 4.3-cm 2-day rainfall.
Some scar heads have breached the ridge crest; this
situation is generally found in association with tree throw.
As opposed to continuing scar head wastage, the chute
flanks are more stable, as indicated by undisturbed vege
tation growth.
In the park, areal extent of the Anakeesta Formation
along the Tennessee/North Carolina border is approxi
mately 155 km2. On a regional scale in the Blue Ridge
province, the following groups and formations have been
mapped on a scale of 1:500,000 as 'sulfidic' slate (North
Carolina Geological Survey, 1985): the Great Smoky
Group, the Boyd Gap Formation, and the Wehutty For
mation. These mapping units represent a large package of
pyritiferous rock. If instability on Anakeesta Ridge is
related to lithology, then mass movements in as-yet
unmonitored areas may be occurring elsewhere within the
park, and possibly, also on the regional scale.
Debris Slides and Debris Flows, Great Smoky Mountains, Tennessee 1 9
REFERENCES CITED
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Interior, National Park Service, Southeast Regional Office,
Atlanta, Georgia, in press.
 7. BLOCK FIELDS, BLOCK SLOPES, AND BLOCK STREAMS IN THE GREAT SMOKY
MOUNTAINS NATIONAL PARK, NORTH CAROLINA AND TENNESSEE

G. Michael Clark1 and C. Allen Torbett III1

Block-rich diamicton deposits mantle many moun
tain slopes in the Great Smoky Mountains National Park.
Earlier workers (King and others, 1968; Michalek, 1968;
and Richter, 1973) attributed certain features to a per-
iglacial origin of Pleistocene age. More recently, Torbett
and Clark (1984, 1985, 1986) have described feature
patterns and block fabric orientations similar to those
found in forms of known periglacial origin in present-day
cold climates. This paper describes selected block depos
its in the park (fig. 7.1) and the related ongoing research.
Block fields, block slopes, and block streams
(White, 1976) occur on and downslope from metaquar-
tzite bedrock sources that are predominantly from the
Thunderhead Sandstone in the park. Block fields display
no longer dimension evident in plan view; they range
from a few tens to hundreds of meters across. Block
slopes are contiguous rock fragment accumulations that
are elongate parallel to contour orientations and fre
quently grade upslope into talus. Block streams are
elongate in the slope direction; their lengths range from
a few tens to over 1,000 meters across. All three forms
grade laterally into other types of colluvial and alluvial
soils; they grade upslope into talus. Bedrock lithologic Figure 7.1. Location map of the Great Smoky Mountains
variations, structure, slope, slope aspect, and processes of National Park showing block deposits (undifferentiated)
block production, transport, and emplacement are the described in text.
most evident localizing factors at most sites. Features
extend downslope from bedrock sources to elevations as
low as 670 m. Hillslope angles of ten deposits surveyed analysis yields orientation data consistent with values
range from 10° to 34° and average 20°. Bordering soils obtained from active cold-climate features (Nelson,
are chiefly Lithic Dystrochrepts and Typic Umbrepts, 1982). Forthcoming absolute age dates will provide a
and all sites are forested. chronology that will relate these deposits to similar
Research techniques used to describe and charac features elsewhere within the Appalachian Highlands
terize block deposits are block fabric analysis (Caine, and will shed additional light on their origin.
1968; Nelson, 1982), soil characterization analyses of A clear understanding of genesis and age of block
underlying and bordering soils, large-scale mapping and deposits is critical to Appalachian geomorphology. Large
profiling, and the extraction of sediment samples for 14C areas of mountain slope are veneered with these depos
and thermoluminescence age dating. Field evidence of its, and they grade laterally into many other types of
slope stability includes pronounced differential weather unconsolidated hillslope and flood plain sediments.
ing on blocks, undisturbed forest cover, disintegrated Therefore, they are responsible for shaping topographic
in-place block fragments, and undeformed forest soil form, and they grade laterally into other materials which
horizons. also uphold landforms. Except in areas underlain by
Support for a paleoperiglacial hypothesis to explain bedrock outcrops, knowledge of the timing and nature of
block deposit origins comes from independent lines of regolith genesis, mobilization, and emplacement is there
evidence. Palynological studies of high-elevation organic fore critical to explanation of the morphology of unglaci-
deposits demonstrate that mountain elevations were ated Appalachian Mountain landscapes.
above the forest limit during late glacial cold phase
maxima (Delcourt and Delcourt, 1981). Block fabric
REFERENCES CITED
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20 Landslides of Eastern North America

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ground: new locality in the Appalachians, Great Smoky
8. COLLUVIAL DIAMICTONS IN THE VALLEY AND RIDGE PROVINCE,
WEST VIRGINIA AND VIRGINIA
J. Steven Kite1
A variety of colluvial deposits occurs in fans and
aprons adjacent to steep slopes in the Valley and Ridge
physiographic province. Many of these deposits are well
exposed because of scour during flooding throughout the
region during November 1985. These new exposures
allow a stratigraphic approach to the study of colluviaJ
deposits, without the effort and expense of excavation.
Although many of the newly exposed colluvial deposits
are composed of only one type of sediment, many colluv
ial landforms with simple surface expression are
underlain by very complex stratigraphies.
Most of the colluvial deposits are diamictons, non-
sorted or very poorly sorted sediments with a wide range
of grain sizes. Diamictons are further characterized by
the abundance of the coarsest clasts in the sediment. In
the following discussion, pebble diamicton refers to sed
iment ranging from clay to pebble but lacking substantial
cobble or boulder fractions. Cobble-sized clasts are the
dominant sediment in cobble-boulder diamictons,
although boulders are common. Boulder-cobble diamic
tons include roughly equal amounts of boulders and
cobbles.
Much of the variability of colluvial diamictons can
be attributed to differences in bedrock lithologies
exposed on adjacent slopes. Many bedrock units break
down into characteristic clast sizes and shapes. For
1 Department of Geology and Geography, West Virginia Univer
sity, Morgantown, WV 26506.
Mountains National Park, North Carolina/Tennessee
(abs.), in Wood, J.D., Jr., ed., Tenth Annual Scientific
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new data: Quaternary Research, v. 6, p. 77-97.
example, sandstones of the Tuscarora Formation, Mas-
sanutten Sandstone, and Pottsville Formation yield large
blocky boulders. By contrast, Devonian cherts produce
very angular cobbles and large pebbles. In general, colluv
ial deposits will be dominated by the particle sizes and
shapes that are the common breakdown products of
bedrock occurring up adjacent slopes.
In spite of the influence of local bedrock lithologies,
the complexities of many colluvial exposures indicate that
different processes have dominated nearby slopes at dif
ferent times. It is too early to determine the exact causes
of this variability in colluvial deposits, but late Ccnozoic
climatic fluctuations and catastrophic rainfall events may
have been important factors.
One of the most striking attributes of colluvium
throughout the central Appalachians is that many deposits
are capped by a concentration of large boulders. This
observation is particularly true for colluvial aprons. Many
deposits with an outward appearance of clast-supported
tajus actually have an abundant fine-grained matrix when
exposed. Some deposits have boulders at the surface that
are larger than the coarsest clast found within the remain
der of the deposit. A number of hypotheses have been
offered to explain the coarse clasts at the top of colluvial
deposits. These include inverse-grading during a single
colluvial event, a late episode of boulder deposition, the
cumulative effects of frost action during and after colluvi-
ation, postcolluvial winnowing at the surface, or post-
colluvial sieve deposition in the voids of a clast-support
framework. It is likely that each hypothesis has a given
locality at which it is correct.
Colluvial Diamictons In the Valley and Ridge Province 21
 |zone of small trees,1
East
growing on fan surface
EXPLANATION
Colluvlal dlamicton Alluvium
*«' Boulder-cobble f l'ti Sand
EJJul 8orted, raundad
Cobbla-bouldar fe'M eobbla graval
Sand Inlarbaddad
with eobblaa
Figure 8.1 . Stratigraphic cross section of a Quaternary colluvial fan-alluvial terrace complex near Cabins, West Virginia. Top
line represents the fan surface; bottom line represents the water level of the North Fork South Branch Potomac River on
September 26, 1986. No vertical exaggeration.
Multiple diamictons, similar to the "two-till" expo
sures of New England, are exposed at several locations in
colluvial aprons throughout the Valley and Ridge province
of the Virginias. A typical sequence is a thick (2-5 m)
cobble-boulder diamicton overlying a thick (>3 m) peb
ble diamicton. Both have strong down-slope clast fabrics
and the contact between the two units is abrupt. Buried
paleosols are common, both along the contact and within
the upper unit. This suggests periods of slope stability
between episodes of colluviation.
An exposure on the North Fork South Branch
Potomac River near Cabins, West Virginia (fig. 8.1), shows
the variety of deposits within colhivial-alluvial fans in the
region. The fan is located approximately 1 km west of
North Fork Gap (Hopeville 7.5-minute quadrangle) and
occurs at the mouth of a second-order drainage basin with
over 600 m of relief. Bedrock within the basin includes the
Tuscarora Sandstone, Juniata Formation, and Oswego
Sandstone (Cardwell and others, 1968). The fan has been
mapped as part of a large debris flow during a major
storm in 1949 (Felton, 1978; Stringfield and Smith, 1956),
an observation recently confirmed by local residents.
A cursory examination of the outcrop reveals a
simple stratigraphy of three unconsolidated units above
the Oswego Sandstone bedrock, 1.5 m of alluvial cobble
gravel overlain by 1 m of inverse-graded alluvial sand and
silt, which is overlain by as much as 10 m of colluvial
diamicton. Detailed work at the exposure shows that the
22 Landslides of Eastern North America
West
10 M
Raworkad colluvium Pl^j Bodrock
r« [Angular bouldars Cover
-^and eobblaa
without matrix | C | Holocena colluvium
Alluvium and cotluvium(?)
tea Sand Intarbaddad with
•^'pebble dlamicton fy"! Vagatatloa
outcrop is actually much more complex than a single
three-fold stratigraphy. Although no tree-ring studies have
been conducted, it is clear that only the central portion of
the fan is devoid of large trees that probably predate the
1949 debris flow. Evidently, parts of the fan surface
stabilized prior to 1949, so the colluvial deposits beneath
these surfaces must have formed during an earlier event,
or earlier events. The alluvial gravel is too poorly exposed
to allow definite correlation, but the sandy alluvium may
not be relict from a single flood plain surface. The sandy
alluvium occurs at slightly different elevations, is dissimi
lar from one part of the outcrop to another, and is overlain
by at least two different types of colluvial diamicton at
different parts of the outcrop. It is possible that the sandy
alluvium was deposited at nearly the same level on
different-aged flood plain surfaces that were buried by
different colluvial events. Although minor amounts of
organic matter occur in the sandy alluvium, the quantity
sampled has been insufficient for conventional radiocar
bon dating.
The colluvial units overlying the sandy alluvium are
quite varied. The central part of the fan is underlain by at
least 8 m of unstratified, boulder-cobble diamicton, the
coarsest sediment in the exposure. There is no apparent
change in particle size throughout this unit, except for a
few pods of clast-supported cobbles and lenses of cobble-
boulder diamicton. Boulders of white Tuscarora Sand
stone are most abundant in this unit, although most of the
clasts are red Juniata Sandstone. The boundary with the
adjacent cobble-boulder diamicton unit is very subtle,
although it coincides with a small ridge (debris-flow
levee?) at the break in tree size on the surface. Accord
ingly, the boulder-cobble diamicton at the center of the
exposure was probably deposited by the 1949 debris flow.
Cobble-boulder diamicton occurs at four or more
sites on the exposure. It is the uppermost sediment
exposed on either side of the fan and is adjacent to, and
somewhat overlapped by, the boulder-cobble diamicton. In
places the cobble-boulder diamicton may be very poorly
stratified. The overlying surfaces support relatively old
trees. As in the coarser diamicton, there is no obvious
change in particle size throughout the unit. The origin of
this sediment is unclear, but its gross similarity with the
probable historic debris flow suggests that the cobble-
boulder diamicton at this locality formed either during
several debris flows or during pulses in a single debris
flow. The overall finer grain size suggests these events may
have had less energy than the 1949 debris flow.
Pebble diamicton is exposed above the alluvium on
either side of the fan. It commonly is weakly stratified and
contains very few clasts of white Tuscarora Sandstone.
Pebble diamicton is very common in colluvial aprons in the
area and may represent local slope colluvium, possibly
delivered to the site by creep or debris slide.
A sequence of three relatively thin (1 to 3 m)
normally graded diamicton beds occurs just west of the
center of the fan. Cobble-boulder or cobble diamictons
are the basal sediments in these packages, which fine
upward to pebble diamicton. A few centimeters of sand
cap two of these graded beds. As in other exposures in the
region, these normally graded packages occur as repetitive
sequences that become thinner and finer grained up
sequence. The origin of this sequence is unknown, but the
poor sorting and graded bedding suggest pulses of hyper-
concentrated flow, possibly at the distal end of small debris
flows.
Small steep-sided lenses of angular boulder-cobble
gravel occur at the distal ends of gullies eroded into the
fan, apparently because of post-colluvial reworking by
overland flow or stream flow in small drainage ways.
These lenses are relatively minor in the exposure near
Cabins, West Virginia, but many other fans exposed in the
region are composed mostly of similar sediment. Indeed,
the frequency of debris flow and other colluvial events in
the region may be difficult to assess because stream flow
quickly winnows away the matrix from the diamictons and
destroys the primary colluvial landforms and sedimentary
structures.
A great variety of colluvial diamictons occur in the
Valley and Ridge province of West Virginia, especially in
colluvial-alluvial fans, such as the one exposed near
Cabins. Although excavation will remain an important tool
in the study of colluvium in most settings, there is an
urgent need to document the stratigraphy of the many
outcrops exposed during the flooding of November 1985.
Such a stratigraphic approach to the study of colluvium
should provide data pertinent to issues upon which we
have speculated for years. Indeed, we may never get a
better opportunity to see so many of these deposits
exposed.
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nomic Survey Report of Investigations No. 13, 19 p.
Colluvial Diamictons In the Valley and Ridge Province 23
 9. PREHISTORIC GIANT ROCKSLIDES OF THE APPALACHIAN VALLEY
AND RIDGE PROVINCE: TYPES AND CHARACTERISTICS
C. Scott Southworth
INTRODUCTION
Four different types of prehistoric giant rockslides
have been recognized in the Appalachian Valley and
Ridge province as a result of field mapping and photogeo-
logic analysis: rock slumps, rock block slides, rock ava
lanches, and debris avalanches, all dip-slope failures on
anticlinal fold limbs. The rockslides involve predominantly
sandstone and quartzite, with the detachment plane located
near a basal shale and (or) limestone contact. Individual
rockslides have dimensions as large as 2.5 km by 4.3 km,
although rockslide complexes as long as 96 km have been
recognized. Approximate volumes of rockslide material
range from 3 million to 1 billion cubic meters. The
displaced masses have undergone extensive erosion and
may only be remnants of what were previously much more
extensive rockslides. Various stages of rock failure and
different degrees of weathering suggest that the rockslide
process has been active for an extended period of time.
Although several rockslides still have active parts, most are
relict features. The relationship of rockslides to fluvial
terraces and the preexisting colluvial mantle suggests
formation during, if not before, the Pleistocene Epoch.
Geomorphic characteristics of the rockslides include
steep head scarps and lateral scarps that occur along joint
planes, bedding plane dip reversals and topographic slope
reversals, karstlike topography with springs, swamps, and
sag ponds, subparallel topographic benches intervening
with elliptical depressions, and large Fissures in bedrock.
Several rockslides may have been triggered by pal-
eofluvial cut-bank erosional processes. Additional trigger
ing mechanisms for the rockslides include fluctuations in
periglacial climate and seismic shaking. Gravity failures of
this magnitude suggests extreme erosive, climatic, and
perhaps palcoseismic conditions as key elements in their
formation. The identification of prehistoric giant rock
slides represents a newly recognized geomorphic process
in the Appalachian Valley and Ridge province.
BACKGROUND
The recognition of prehistoric giant rockslides in the
Appalachian Valley and Ridge province is relatively new
(Schultz, 1985; 1986). Schultz (1986) identified a zone of
rock block slides through recognition of anomalous topog
raphy and discordant stratigraphy during geologic map
ping of Sinking Creek Mountain, Virginia. Subsequent
photogeologic analysis and field mapping identified more
than 15 rockslides that could be classified into 4 general
24 Landslides of Eastern North America
types: rock slumps, rock block slides, rock avalanches, and
debris avalanches (Southworth and Schultz, 1986). Slope
failures analogous to ancient giant Appalachian rockslides
have also been identified in the Rocky Mountains (Mudge,
1965; Cruden, 1976; Braddock, 1978) and Zagros Moun
tains (Watson and Wright, 1967).
The classification of types of giant Appalachian
rockslides is modified after Varnes' (1978) and Mollard
and Jane's (1984) classification of landslides. Only rem
nants of the rockslides are preserved because of extensive
post-emplacement erosion, so description and classifica
tion of the four types of rockslides are warranted.
ROCKSLIDE TYPES
The distinction of the four types of rockslides in the
Appalachian Valley and Ridge province is based on the
form, relative rate and amount of movement, character of
the detachment surface, and character of the deposit
(tables 9.1 and 9.2), all of which have been derived from
detailed field observation of the rockslides indexed in
figure 9.1. Rock slumps consist of a combination of rock
block slides and rock falls whose present character con
sists of a jumbled mass of rock proximal to a head scarp.
Morphological characteristics of rock slumps are similar
to those of rock block slides (table 9.1); a distinction is that
rock slumps involve multiple rock blocks of smaller dimen
sion. Rock slumps may represent either in-situ disintegra
tion of large rock block slides or they may represent a
mature stage of downslope transport (see Schultz, paper
10). Field characteristics include chaotic boulders and
blocks strewn among ridge and swale topography down-
slope from a vertical rock cliff. In contrast, rock block
slides consist of single- or multiple-allochthonous rock
blocks that have been transported downslope with varying
degrees of horizontal and (or) vertical rotation. Field
characteristics include anomalous bedding and slope rever
sals, isolated knobs with a nearly flat surface, and dis
rupted drainage.
Rock avalanches are massive colluvial deposits con
sisting primarily of fragmented rock proximal to a topo
graphically high source. They can be a complex of rock-
fall, rock topple, and rockslide, which are chaotically
distributed as a lobate fan often covering a large area.
Field characteristics include gently sloping topography
mantled with sandstone or quartzite colluvium near a
topographically high outcrop. In contrast, debris ava
lanches consist of an unsorted mixture of rock, soil, and
vegetation; they are considered to be the result of rapid
 8 0* 7 8°
4 0- 40°

Pa.
Cumberland
Debris Avalanche
iiii2J(Cumberlandy *\
Md.

W.Va.
/
Appalachian Pinnacle
V Rock
Plateaus Avalanche
(Capon Spring
I
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Gap Mountain Lost River
Rock Block Slide Debris Avalanche
Elkhorn Mountain \ / (Lost City)
Rock Avalanche /'
(Petersburg East) j
Blue
\
Í Ridge
•

j Valley and
/ Ridge Va.
8 1'
3 8" -3 8°
/
Clifton Forge
f Rock Slump
Mill Ridge/jipi
(Clifton Forge)
Rocks lump I: ; i
(Allegheny) ^

-v .S ~ m Sinking Creek Mountain

Rock Block Slide Complex
(Craig Springs, Looney)

Piedmont
3 7' ■37'
8 1c
78'

Figure 9.1. Index map to prehistoric giant rockslides in the Appalachian Valley and Ridge province. Rockslides are indexed
to USGS 7.5-minute quadrangle maps in parentheses. See table 9.2 for detailed descriptions.

Prehistoric Giant Rockslides, Valley and Ridge Province 25

Landslides of Eastern North America
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Prehistoric Giant Rockslldea, Valley and Ridge Province 27

 Figure 9.2. A, Medium-altitude vertical aerial photograph of the Lost River (West Virginia) debris
avalanche (38°57'30'N., 78°48'W.) (USGS NHAP 83 513-104, acquired April 11, 1984). B, Medium-
altitude vertical aerial photograph of the Mill Ridge (Virginia/West Virginia) rock slump (37°39'33"N.,
80°8'W.) (USGS NHAP 80 458-146, acquired April 23, 1982). C, Side-looking airborne radar (SLAR)
image of Elkhorn Mountain (West Virginia) rock avalanche (38°57'N., 79°2'30"W.) (USGS SLAR CAPA
9-70 near-range, acquired September 15, 1982). D, Medium-altitude vertical aerial photograph of a
portion of the Sinking Creek Mountain (Virginia) rock block slide complex (37°20'N., 80°21'W.) (USGS
NHAP 80 589-8, acquired April 1, 1982). All data available from the EROS Data Center, Sioux Falls,
South Dakota. Approximate scene centers given.

Figure 9.3. Generalized geologic maps of the (A) Lost River (West Virginia) debris avalanche, (5)
Mm Ridge (Virginia/West Virginia) rock slump, (Q Elkhorn Mountain (West Virginia) rock avalanche,
and (£>f Sinking Creek Mountain (Virginia) rock block slide complex. Each map covers the
corresponding area shown in figure 9.2. Bar scales are 1 km.

28 Landslides of Eastern North America

Prehistoric Giant Rocktlides, Valley and Ridge Province 29
catastrophic failure. Field characteristics are active scree
slopes on the scar left by removal of debris and a iobate
deposit at the base of the slope. Because of the inferred
velocity of mass movement, debris deposits are not in
direct contact with the base of the slope.
Type examples of rock slump, rock avalanche,
debris avalanche, and rock block slide are characterized in
table 9.2 and illustrated in figures 9.2 and 93. All rock-
slides occur on the limbs of anticlinal folds. Most
"breakaway" head scarps occur along longitudinal joints at
the crest of the mountain near the axial trace of the fold;
some are restricted to the dip-slope flank. All rockslides
include sandstone or quartzite, but a few include shale or
limestone from underlying units. Most detachment sur
faces are planar at or near the sandstone contact with
limestone or shale. Some detachment surfaces are
inferred to be concave upward because of the geometry of
the slope and blocks. Interpreted morphology of a rock
avalanche and rock block slide is schematically shown in
figure 9.4.
Various stages of rock failures and variable amounts
of subsequent erosion suggest that the rockslide process
has been active for a long period of time. Large, vertical
fissures in bedrock on anticlinal limbs suggest an initial
stage of lateral spreading prior to the actual rock slump.
In places, adjacent hogbacks with opposing dip direction
suggest initial gravity collapse. The progressive stages
associated with rock block slides include (1) an initial
bulge of bedrock, (2) distinct allochthonous blocks that
can be reconstructed to their original position, and (3)
isolated remnants of blocks. Rock and debris avalanche
deposits are highly eroded and covered with an extensive
deciduous forest; the head regions, however, have active
scree slopes and debris chutes. Debris avalanche deposits
may rest on the present flood plain. In other situations,
only a massive scar on the mountain remains; the debris
apparently has been long removed by the same fluvial
erosion that probably triggered its formation.
CAUSES
Speculative causes of Appalachian rockslides include
paleofluvial cut-bank erosional processes, climatic
extremes and fluctuations, and seismic shaking. Approxi
mately half of the rockslides described in table 9.2 are
believed to have been triggered by paleofluvial cut-bank
erosion of the base of the dip slope. Present drainage at
the base of the slope and the relationship of the rockslides
to adjacent water gaps and incised, ancient fluvial terraces
suggest undercutting as a cause. High precipitation, high
rates of degradation, and temperature extremes associated
with periglacial climate of the Pleistocene may have
30 Landslides of Eastern North America
produced an acceleration factor in fluvial erosion as well as
an increase in pore pressure of rock caused by over-
saturation. The apparent clustered distribution of rock
slides near seismic zones (Schultz, 1986; Southworth and
Schultz, 1986) suggests that seismic shaking may also be
a possible mechanism for rockslide initiation. More than
13 rockslides and (or) rockslide complexes occur close to
the Giles County, Virginia, seismic zone. This zone was the
source of the second largest known earthquake in the
Southeastern United States (Bollinger and Wheeler, 1983).
In addition, three rockslides occur along a cross-strike
structural zone that is close to three noninstrumental
seismic epicenters (Southworth, 1986).
SUMMARY
Various stages of prehistoric giant rock slumps,
rock block slides, rock avalanches, and debris avalanches
have been recognized in the Appalachian Valley and
Ridge province. The different amounts of subsequent
erosion suggest that the rockslide process has been active
for a long time. The giant rockslides are relict features of
extreme erosive, climatic, and (or) seismic conditions
never before recognized in this region. Their identification
represents a newly recognized geomorphic process in the
Valley and Ridge province. Many of the rockslides have
previously been mistaken for Alleghenian-age folds and
thrust sheets. Characterization of the rockslides suggests a
consistent structural setting and dominant rock type.
Examination of similar geologic settings of dip slopes of
resistant rocks throughout the Appalachian Valley and
Ridge province may better define the relationship between
slope failure and stratigraphy, structure, stream erosion,
climate, and seismicity.
REFERENCES CITED
Bollinger, GA, and Wheeler, R.L., 1983, The Giles County,
Virginia, seismic zone: Science, v. 219, p. 1063-1065.
Braddock, WA, 1978, Dakota Group rockslides, northern
Front Range, Colorado, U.S.A., in Voight, Barry, ed.,
Rockslides and avalanches; 1, Natural phenomena: Devel
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Elsevier, p. 439-479.
Cruden, D.M., 1976, Major rock slides in the Rockies: Cana
dian Geotechnical Journal, v. 13, p. 8-20.
Mollard, J.D., and Janes, J.R., 1984, Airphoto interpretation
and the Canadian landscape: Energy, Mines and
Resources, Canadian Government Publishing Centre,
Quebec, Canada, 415 p.
Mudge, MR., 1965, Rockfall-avalanche and rockslide-
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ical Society of America Bulletin, v. 76, p. 1003-1014.
ojnBjj 6 f ouieuiosi eAijoedsjed jo |et{6jp uoiieA8|e |epoui B|Bp jo b uojyod jo em 6jnqsj8i8d ISB3 IS8AA) (b;u|6j{a / -9
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3|JO)«meJd ju«|Q '»ep||«i:x>H A»||*A put e6pia ooujAOJd It

Schultz, A.P., 1985, Mega-rockslide complex, Sinking Creek
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1986, Ancient, giant rockslides, Sinking Creek Moun
tain, southern Appalachians, Virginia: Geology, v. 14, no.
1, p. 11-14.
Southworth, C.S., 1986, Radar image analysis for mapping
Central Appalachian cross-strike structural discontinuities,
in International Symposium on Remote Sensing of Envi
ronment, Fourth Conference on Remote Sensing for
Exploration Geology, San Francisco, 1985, Proceedings:
Ann Arbor, Michigan, ERIM, v. 2, p. 539-551.
10. FAILURE KINEMATICS OF ANCIENT GIANT ROCK BLOCK SLIDES AND ROCK SLUMPS,
SOUTHERN APPALACHIAN VALLEY AND RIDGE PROVINCE
Arthur P. Schultz
Giant rock block slides and rock slumps on dip
slopes in the Appalachian Valley and Ridge province of
southwest Virginia range from individual failures involving
5,000 cubic meters of rock to rockslide complexes con
taining at least 1 billion cubic meters of rock. Field
mapping (Schultz, 1985, 1986; Southworth and Schultz,
1986) has shown that these large features are more
common than previously recognized and indicates that
large-scale dip-slope failure has been a dominant topo
graphic modification process in the Valley and Ridge
province.
The rock block slides and rock slumps are found
predominantly on southeast slopes composed of sand
stone, sfltstone, and shale of Silurian age. Characteristic
topographic breaks and vegetation changes aid in their
recognition (Schultz, 1985, 1986; Southworth and Schultz,
1986). Slide morphology is controlled by bedrock dip
(Schultz, 1986). Where beds dip steeply (45 degrees or
more), rock slides are relatively small and confined to the
uppermost parts of the slope. Where dips are less than 30
degrees, slides are larger, arealhy extensive, and have
undergone greater transport downslope. Folds within the
slide sheet may reflect the configuration of the detachment
and shear surface. This surface is inferred to be bed-
parallel high on the dip sbpe and a shear plane which
transects bedding lower on the slope. Although the slip
surface is presently not exposed, outcrops of slide rocks
within a few meters of the base are composed of alternat
ing thin-bedded sandstones and shales. Sliding probably
took place along the shale beds.
Giant rockslides and rock slumps range from incip
ient failures with minor downslope transport to eroded
remnants of large slide sheets on the lower slope. This
suggests that dip-slope failures occurred over extended
32 Landslides of Eastern North America
Southworth, C.S., and Schultz, A.P., 1986, Characteristics of
giant rockslides in the Appalachian Valley and Ridge,
Virginia, West Virginia, Maryland, and Pennsylvania: U.S.
Geological Survey Open-File Report 86-94, 4 p., 3 over
sized sheets.
Varnes, DJ., 1978, Slope movement and types and processes, in
Landslides: Analysis and Control: Transportation
Research Board, National Academy of Sciences, Washing
ton, D.C., Special Report 176, p. 11-33.
Watson, R.A., and Wright, H.E., Jr., 1967, The Saidmarreh
Landslide, Iran: Geological Society of America, Inc., Spe
cial Paper 123, p. 115-139.
periods of time. No evidence of recent movement has been
found. Relative dating of the slides based on weathering
profiles and block streams (Schultz, 1986) places them in
the Pleistocene to early Holocene.
The kinematics of the giant rock failures can be
inferred from the variety of rockslides present in the Valley
and Ridge province. Early rockslide failure (fig. 10.1)
involves downslope sagging and bulging. Bedding along the
toe and outside margins of the slide is folded. Anomalous
valleys along the ridge crest form in response to the early
separation. These internally drained depressions may have
facilitated further instability by increasing the ground
water flow along the base of the unstable block. Anticlinal
folding of the toe of the rockslide occurs to accommodate
shortening. The anticlines are preserved only in rock block
slides with minimal displacement. Continued downslope
transport of the slides occurred with brittle fracture along
lateral break-away scarps. Following these early stages of
rockslide failure, two types of rockslides developed: rock
block slides or rock slumps. Where dips of beds are
relatively high (45 degrees or more), relatively small slump
blocks (fig. 10.1) formed with little downslope displace
ment. During emplacement, possible rotation of the blocks
about a horizontal and (or) vertical axis may have resulted
in both a topographic and structural reversal high on the
dip slope. Where dips are less than 30 degrees, relatively
large rock block slides formed that moved downslope as
coherent sheets (fig. 10.1). These sheets overrode their
folded toes and were folded as they slid across the detach
ment and shear plane and eventually across the preexisting
erosion surface of the lower slope. In some cases, the
frontal sections of the rock block slides were further
modified by later rock fall and rock slumping. In other
cases, formation of large slump complexes (fig. 10.1)
reflects breakup of the large failed block during and (or) REFERENCES CITED
after slide sheet emplacement. The complexes consist of a
Schultz, A.P., 1985, Mega-rockslide complex, Sinking Creek
mass of internally rotated blocks transported varied dis anticline, Southern Appalachians (abs.): Geological Soci
tances. Hummocky topography is characteristic. The dis ety of America Abstracts with Programs, Southeast Sec
tribution of rock block slides and rock slumps and fluvial tion, v. 17, no. 2, p. 134.
terraces suggests that undercutting was not a mechanism 1986, Ancient, giant rockslides, Sinking Creek Moun
that contributed to initial slope instabilities. Paleoseismic- tain, Southern Appalachians, Virginia: Geology, v. 14, no.
ity may have contributed to slope failure, and slides are 1, p. 11-14.
Southworth, C.S., and Schultz, A.P., 1986, Characteristics of
found near presently active low-level seismic zones. Cli giant rockslides in the Appalachian Valley and Ridge,
matic conditions during the Pleistocene and earliest Holo- Virginia, West Virginia, Maryland, and Pennsylvania:
cene may have been more favorable for the initiation of United States Geological Survey Open-File Report 86-94,
slope failure than they are at present. 4 p., 3 oversized sheets.

Rock Block Slides and Rock Slumps, Valley and Ridge Province 33
 11. RECOGNITION OF DISAGGREGATED ROCK BLOCK SLIDES
IN A STRUCTURALLY COMPLEX TERRANE IN VIRGINIA
Thomas M. Gathright I I1 and Eugene K. Rader1
Multiple thrust faults, overturned horse blocks, mocky or ridged surfaces on which the hummocks or
klippen, and rock block slides in the Upper Ordovician ridges range from less than 1 m to 10 m in height and are
through Lower Devonian clastic foorwall rocks of the composed of angular fragments and ledge-forming
Narrows fault in Giles County, Virginia, presented for blocks. Some slides are sufficiently intact to preserve
midable mapping problems in distinguishing between original stratigraphic map units.
Rock block slides that developed along slope
tectonic structures and sheetlike rock block slides (fig.
planes in shale beds of the Silurian Rose Hill Formation
11.1). Thirteen incised rock block slides, coherent to
are more coherent than those developed in other rock
disaggregated, were identified on the dip slopes of East units or in overturned beds. Two slides have significantly
River and Peters Mountains and on the overturned beds offset stream courses and forced the streams to undercut
of the Piney Ridge and associated horse blocks. the opposite valley wall.
Lateral scarps, slip-off slopes, and sag ponds typical Several factors may contribute to the extensive
of rock block slides are poorly preserved on some of the disaggregation of these rock block slides. These factors
slides. These disaggregated rock block slides have hum- include the proximity of slides to thrust faults where beds
maybe extensively fractured, the dissolution of carbonate
rocks overridden by the slides with subsequent collapse
1 Virginia Division of Mineral Resources, Box 3667, Char of the slide strata, and the possibility of rapid implace-
lottesville, VA 22903. ment due to proximity to the Giles County seismic zone.

80° 50-

I I Landslide complex -< Strike and dip of bedding D Devonian

S Silurian
£¿Ü3 Rock block slide Formation contact
0 Ordovician

*"*** Landslide slip-off slope y>^ Thrust fault -C Cambrian

Figure 11.1. Stereo-pair aerial photographs and geologic map of a rock block slide complex on the east (dip) slope of East
River Mountain near Narrows, Virginia.

34 Landslide* of Eastern North America

 12. REGIONAL CONTRASTS OF LANDSLIDES IN THE APPALACHIAN HIGHLANDS
William E. Davies1
Each physiographic province in the Appalachian
Highlands has different characteristic suites of landslides.
These suites reflect different rock and sou types and their
reaction to precipitation. Landslides in the northern Pied
mont are not common and are generally small soil
slipouts. Southwards, the slides increase in number and
size and culminate in North Carolina in large, complex
slumps.
The Blue Ridge slides are dominanth/ large rock-
slides developed along joint fracture planes. Most of these
slides result from highway construction. Large debris
1 U.S. Geological Survey, retired.
13. SLOPE INSTABILITY IN THE APPALACHIAN PLATEAUS PROVINCE, WEST VIRGINIA:
NUMEROUS CASES, NUMEROUS CAUSES, FEW CURES
Robert E. Behling1
Numerous landslides occur as a result of the extrac
tion of natural resources in the Appalachian Plateaus
province in north-central West Virginia. Predictable out
comes of mining, drilling, and woodland management
include undercutting, overbading, alteration of surface
and subsurface water conditions, changes in slope config
uration, removal of vegetation, and structuring of soil to
create mine sou. It is axiomatic that the integrity of slopes
above or below such disruptions is in jeopardy. What is not
clear, however, is whether the vast number of landslides on
natural slopes are inevitable. Experience throughout the
Appalachian Plateaus in West Virginia leads this author to
believe that a substantial body of information exists that
would allow for significant mitigation of slope instability
problems.
The lack of base-line data for clay mineralogy and
coefficient of linear extensibility (COLE) values is a
significant problem. These have been a welcomed addition
of several Soil Conservation Service (SCS) county soil
surveys in the past 5 years, but coverage of the entire State
will not be available until the mid-1990's. SCS personnel
are excellent resource people in the field, but they have too
limited base-line data regarding clay minerals and COLE
values. An excellent review of landslides and slide-prone
1 Department of Geology and Geography, West Virginia Uni
versity, Morgantown, WV 26506.
avalanches and mudflows occasionally occur during peri
ods of very heavy precipitation.
Complex soil slumps, debris avalanches, and
mudflows are prevalent in the Valley and Ridge province.
Most of the slopes are stable except during periods of very
heavy rainfall. There are remnants of many prehistoric
slides, some of which involve hundreds of millions of cubic
yards of rock and sou debris.
More than half of the slopes in the Appalachian
Plateaus province are unstable. Their movement is contin
uous and results in complex soil slumps. In contrast to
landslides in the other physiographic provinces, the sudes
in the Plateaus are not directly related to variations in
precipitation.
areas in West Virginia by Lessing and others (1976)
focused on the more populated areas of the State. To date,
36 maps are available in the series. There are, however,
495 7.5-minute topographic quadrangle maps that provide
coverage of the State. In nearly every case, operators do
not have access to publications that could guide their
activities in such a way as to mitigate mass movement on
slopes adjacent to their property.
It is unreasonable to expect an operator to produce
characterization data for soils within and adjacent to
properties they wish to develop. What is needed by the
operator is a means of determining when additional
information would be strongly advised to mitigate potential
problems with respect to slope stability.
Two publications reflecting the characterization of
soils in the Appalachian Plateaus in southwestern Penn
sylvania are applicable to the prediction of landslides in
north-central West Virginia (Ciolkosz and others, 1976;
Ciolkosz and others, 1979). The work in Pennsylvania
specifically aids in the characterization of the Westmore
land, Upshur, and Guernsey residual soils in West Vir
ginia. An extension of these data, with appropriate caution,
allows for some predictions regarding the Gilpin residual
soil and the Clarksburg colluvial soil. Still further extrap
olation may allow for examination of additional landslide-
prone soils in West Virginia (the Culleoka, Dormont,
Wharton, and Zoar residual soils; the Ernest and Vandalia
colluvial sous).
Slope Instability in the Appalachian Plateaus Province 35
 Ciolkosz and others (1979) have clearly identified
two critical factors in slope stability: high clay content,
with a high proportion of clay minerals of an expandable
type, and high COLE values. In numerous case studies,
this author has noted that alteration of a slope (under
cutting, removal of vegetation, alteration of surface
drainage, etc.) established a very great potential for
landslide activity. Following prolonged rainfall or very
intense, short-term addition of water to the slope, move
ment of the soil appears to be initiated in the B horizon
as Ciolkosz and others (1979) suggest. Initial movement,
unfortunately, usually leads to complex movement of
materials on the slope.
The nature of the COLE values within profiles of
landslide-prone soils in West Virginia remains essentially
unknown. Also unknown is that detailed information
regarding the characterization of the clay-mineral analy
ses for landslide-prone soils in West Virginia must be
collected. Further, the base-line data must be applied to
the slopes prevalent in West Virginia. Armed with these
data, operators will then be able to make reasonable
predictions regarding slope stability. Only then can opera
tors significantly mitigate the effects of operations on
slopes adjacent to their properties.
REFERENCES CITED
Ciolkosz, EJ., Cunningham, R.L., Peterson, G.W., Matelski,
R.P., and Pennock, R. Jr., 1976, Characteristics, interpre
tations, and uses of Pennsylvania soils developed from
redbeds and calcareous materials: Pennsylvania Agricul
ture Experimentation Station Progress Report 316.
Ciolkosz, EJ., Peterson, G.W., and Cunningham, R.I., 1979,
Landslide-prone soils of southwestern Pennsylvania: Soil
Science, v. 128, p. 348-352.
Lessing, P., Kulander, B.R., Wilson, B.D., Dean, S.L., and
Woodring, S.M., 1976, West Virginia landslide and slide-
prone areas: West Virginia Geological and Economic
Survey, Environmental Geological Bulletin No. 15.

14. RELATION BETWEEN LANDSLIDES AND BEDROCK

IN THE CENTRAL APPALACHIAN PLATEAUS
William F. Outerbridge
Studies of landslides in the central Appalachian
Plateaus province have shown that landslides are locally
abundant and that the landslide population is closely s .
related to the lithology of the rocks that underlie the V-J
KENTUCKY WEST VIRGINIA
slopes. These relations are illustrated in the Jenkins 1 ° x 2°
quadrangle area of Kentucky, West Virginia, and Vir
ginia (fig. 14.1).
The lowest exposed bedrock unit in the Jenkins
1°X2° quadrangle is the New Albany Shale of Middle
Devonian to Early Mississippian age. In the northwest
part of the area, the New Albany Shale is about 60 m
thick. It is laminated, black, pyritic, bituminous shale.
The organic material in the shale inhibits weathering;
thus the shale lacks soil cover to support vegetation. Soil
on slopes developed on the New Albany Shale is rarely
more than 10 cm thick, and bedrock outcrops are abun Figure 14.1. Index map of Jenkins 10x2° quadrangle of
Kentucky, West Virginia, and Virginia.
dant. Commonly, the shale forms low flat-topped
benches; where the shale is exposed on long steep slopes
the surface is gullied. Rarely, debris avalanche deposits
can be found in the gullies. In general, where it is Slides readily occur in the Mississippian Borden
undisturbed, no landslides occur in the New Albany Formation (table 14.1). The Borden Formation is com
Shale, and the shale does not contribute material to posed of interbedded siltstone and shale. Either rock type
landslides originating above it. However, where dis may be locally dominant over fairly thick intervals, but in
turbed, as in vertical road cuts, the New Albany Shale will general, shale is more abundant in the base of the unit
fail as rock topples and rock falls. Along Pine Mountain and siltstone is more abundant near the top.
(fig. 14.1) the correlative Chattanooga Shale is a major The landscape that is underlain by the Borden
contributor to debris slides; the section is thicker and Formation exhibits wide valleys and steep-sided hills.
exhibits intense structural deformation. Debris slide scars and deposits are frequent. Colluvium is

36 Landslides of Eastern North America

Table 14.1. Rock types, in order of increasing tendency to
fail, and their typical styles of failure. These data are based on
observations in eastern Kentucky. Landslide classification
after Varnes (1978)
B.OCK TYPE PtmCIPtL TYPES Of LtHDSLIDCS
Bitueinoua ahale- ---------- lock falle and rock topplea
Lia'estona- - -- -- -- -- -- -- - Bock (jlli and rock topples
Dolowite- -------------- Bock falla and rock topples (dabria
dieeoleee elower than liaeetone)
Quartsite- -------------- lock falll and rock topplaa
Sandstone- Bock {alia and rock topplaa
L«ea bl luminous ahale- — ------ Earth flow
Calcareous siltstone and ahale- - — - Earth flows and debris slides
Siltstoae- Debris slides
Shale- ---------------- Earth flows sod soli fluct ion
Interbedded saodatone and shale- - - - Dabria flowa. debria avalaochee, and
eolifluctioo
Bed bade- Debria flowa, earth flowa. and
aolifluction
Colluviuaa- -------------- Slurpa, earth flowa, dabria flowa, and
aolifluction
Dolcaaitic ahale- - -- -- -- -- -- Earth flows and aolifluction
thickest at the base of the slopes. A thin unit of red and
green shale and dolomite at the top of the Borden
Formation is very weak when wet and contributes to
sapping of the overlying Newman Limestone.
The Newman Limestone, of Late Mississippian
age, is a cavernous limestone, locally cherry, but generally
almost pure. Over much of its occurrence, the Newman
Limestone crops out as cliffs above the Borden Forma
tion. It creates a rockfall problem but is generally stable
in vertical roadcuts.
Above the Newman Limestone is the Pennington
Formation, of Late Mississippian age. The Pennington
Formation is mostly a red shale unit with some siltstone
and dolomite interbeds. It has a very strong tendency to
produce landslides. Earth flows and mud flows are
characteristic failures of the Pennington Formation.
The Lee Formation, of Late Mississippian and
Early Pennsylvanian age, is a fairly clean quartzitic
conglomeratic sandstone. It is a consistent and spectac
ular cliff former; the cliff country of the Pennsylvanian
escarpment in Kentucky owes its existence to the Lee
Formation.
The Lee Formation fails mainly by rock falls and
rock topples. The sandstone begins to fail along joints as
the underlying Pennington Formation erodes away.
Large boulders topple from the cliff face and become
incorporated in down-slope debris flows. On the dip
slope of the northeast end of Pine Mountain, a sandstone
Landslides and Bedrock In the Central Appalachian Plateaus 37
block (1 km long and 0.5 km wide) of the Lee formation
has formed a block slide. The block detached on the
Raven coal bed and its underclay.
The presence of the Lee Formation has a stabiliz
ing effect on the lowermost 60 m of the overlying
Breathitt Formation. The Breathitt Formation of Early
and Middle Pennsylvanian age is mostly shale. Where the
shale is underlain by the Lee Formation, the sandstone
makes a firm foundation that supports the Breathitt
Formation and creates a zone of very few landslides.
Rockfalls and debris avalanches are characteristic
of the Breathitt Formation, which is composed of
interbedded sandstone, siltstone, shale, coal, and under
clay. The Breathitt Formation forms cliffs and can fail as
rock falls on fairly gentle hills as well as in roadcuts. Shale
or siltstone, and sandstone commonly are interbedded in
thin beds. The interbedded strata are unstable and debris
slides and solifluction occur even on fairly gentle slopes.
Where shale is thick there is usually a bench due to
weathered shale. Debris collects on the bench until it
begins to flow downslope. Steep slopes underlain by the
Breathitt Formation commonly are sites for debris ava
lanches. Debris avalanche chutes are commonly only a
couple of meters wide throughout their entire length.
Other debris avalanche chutes are roughly hourglass
shaped, with debris collected from a wide area at the top
funneled into a narrow chute and then deposited as a fan
at the bottom of the slope. They occur during torrential
rains.
Steep slopes occur where sandstone is the domi
nant bedrock. Beds of sandstone form small cliffs and
ledges in slopes that may have an average grade of 80 to
100 percent or more. Thicker beds of sandstone form
cliffs up to about 30 m high. Such slopes present a rock
fall hazard.
Excepting rock falls, rock topples, and block glides,
there is very little bedrock involvement in landslides in
the Appalachian Plateaus province. Landslides are con
fined to colluvium and to the very thin weathered zone
above bedrock. The weathering characteristics of the
underlying rock determine the characteristics and com
position of the soil that forms. It is these characteristics
that determine the type of landslide.
Observation of landslides and bedrock in the Jenk
ins, Kentucky, West Virginia, and Virginia 1°X2° quad
rangle generally suggests that the local rock types can be
listed in order of increasing likelihood of slope failures
(table 14.1).
REFERENCES CITED
Varnes, DJ., 1978, Slope movement and types and processes in
landslides: Analysis and control: Transportation Research
Board, National Academy of Sciences, Washington, D.C.,
Special Report 176, p. 11-13.
 15. MICROCOMPUTER SOFTWARE FOR COMPREHENSIVE STABILITY ANALYSES
OF POTENTIAL ROCKSLIDES
Chester F. Watts1
A package of 12 microcomputer programs, written
to analyze the stability of rock slopes along highway
roadcuts, was developed at Purdue University and has
been refined at Radford University in cooperation with the
U.S. Bureau of Mines. The new IBM-PC-compatible2
software package named ROCKPACK (for ROCK Slope
Stability Computerized Analysis PACKage) provides
detailed analyses of geologic structures that could lead to
hazardous slides in rock slopes. ROCKPACK has been
used to analyze the stabilities of building excavations,
quarries, mines, highway roadcuts, and natural rock
slopes in Virginia, New York, New Jersey, Massachusetts,
Indiana, and New Mexico. The Oregon State Highway
Division is utilizing the software package in its rockslide
mapping and inventory program.
ROCKPACK programs (fig. 15.1) are divided into
three major categories: (1) field data collection and dis
play, (2) preliminary kinematic analyses by stereonet pro
jections, and (3) detailed quantitative stability analyses of
those potential failures identified on the stereonet projec
tions.
The FTELDAT and AFTRDAT programs are for
data collecting. Detailed field surveys of the attitudes and
physical characteristics of rock-mass discontinuities, such
as joints, faults, shear zones, bedding surfaces, and folia
tions, are required for comprehensive stability analyses of
rock slopes. Among the physical characteristics which can
affect slope stability are geometry, continuity, spacing,
surface irregularities, physical properties of adjacent rock,
presence and properties of infilling material, and ground
water conditions. Field surveys conducted to collect these
data are generally time consuming and arduous.
The FIELDAT program was developed to record
the necessary structural-geologic data quickly and effi
ciently into the memory of a hand-held computer carried
in the field. The Oregon State Highway Division has found
the Hewlett-Packard HP71-B computer to be ideal for
collecting data with FIELDAT. Once collected, data are
easily transferred to desk-top computers via communica
tions interfaces. AFTRDAT may be used to enter field
data directly into desk-top microcomputers when hand
held computers are not available for use in the field. The
DISDAT program provides a computer printout and
graphic display of the recorded data.
1 Department of Geology, Radford University, Radford,
VA 24142.
2 Any use of trade names and trademarks in this publication is
for descriptive purposes only and does not constitute endorsement by
the U.S. Geological Survey.
38 Landslide» of Eastern North America
The EQNET, MRKLND, and GRTCRCL pro
grams create skeletal stereonet projections of the discon
tinuity orientations on standard dot-matrix printers. These
stereonet projections facilitate rapid identification of geo
logic structures, or combinations of structures, potentially
hazardous to existing or proposed rock excavations. To
assist in the recognition of discontinuity clusters on ster-
eonets, the RECTCON and SNETCON programs con
tour the orientation data.
The quantitative stability-analysis portion of
ROCKPACK currently consists of four programs. The
DSI program calculates a Discontinuity Significance Index
(DSI) for each discontinuity and plots the index values on
stereonets. These DSI values allow discontinuities that are
most significant to the stability of the rock mass, in terms
of dip, roughness, length, continuity, and water conditions,
to be identified so that they may receive appropriate
attention during analysis, design, and excavation. The
PLANE program is used to calculate the factor of safety
against translational sliding of a rock mass along a single
discontinuity. It uses lim it-equilibrium theory and can
account for the influences of external loading, water
pressures, rockbolt or cable forces, and earthquake or
blasting accelerations. The RAPWEDG and CMPWEDG
programs calculate the factor of safety against sliding of a
rock wedge formed by the intersection of discontinuities in
the rock mass. The wedge programs account for the
effects of water pressures and permit different cohesion
and friction parameters to be applied to the two failure
surfaces. CMPWEDG also permits the addition of tension
cracks, external loads, and rockbolt cable forces.
In Virginia, ROCKPACK software has been used to
analyze a 280-foot, nearly vertical highway rock cut at
Cedar Bluff. The analyses indicated three potential rocksl
ide areas on or near the site. The first was an area of
potential bedding-plane failures in a nearby railroad cut
extending parallel to the strike of the dipping sedimentary
strata. The second was a large potential plane failure along
a secondary thrust fault within the rock mass. The third
was a potential wedge failure formed by the intersection of
a bedding-plane fault and a joint set. Safety-factor calcu
lations indicated that the potential wedge failure was
unsafe, and subsequent failure partially closed the high
way.
Another new software package, called BACKPACK,
has been developed at Radford University at the request of
the U.S. Bureau of Mines. BACKPACK programs are
used to back-calculate rock-mass strength characteristics
from existing rockslides in surface mines and to assist in
the design of artificial support systems for rock slopes.
 ROCKPACK FLOWCHART

FIELDAT Collect Data AFTRDAT

^
Display Data DISDAT

Plot Stereonets
I
EQNET

Markland's Test for

I
MRKLND
option
RECTCON Contour
Plane Failure

Markland's Test for

Wedge Failure
+
GRTCRCL SNETCON
Data

Project Contours
to Stereonet
option

Safety Factor and

Artificial Support
I JS
DSI & CUSUMS Significance
*Cumulative Sums

for Plane Failure PLANE

NOTE: * indicates that program
not yet available for IBM PC
\
Safety Factor for
Wedge Failure RAPWEDG

Safety Factor and \

Artificial Support CMPWEDG
for Wedge Failure

Figure 15.1. Flow chart of ROCKPACK slope stability programs illustrating the recommended sequence of use.

REFERENCES CITED
Watts, C.F., 1983, Development, testing, and evaluation of a
microcomputer system for rapid collection and analysis of
geologic structure data related to rock slope stability:
Ph.D. thesis, Department of Geosciences, Purdue Univer
sity, West Lafayette, Indiana, 386 p.
Watts, C.F., and West, T.R., 1985, Electronic notebook analysis
of rock slope stability at Cedar Bluff, Virginia: Bulletin of
the Association of Engineering Geologists, v. 22, no. 1, p.
67-85.
1986, Discontinuity significance index and electronic
data collection for rock slope stability studies: Bulletin of
the Association of Engineering Geologists, v. 23, no. 3, p.
265-278.

Microcomputer Software for Stability Analyses of Rockslides 39

16. SINKING CREEK MOUNTAIN, VIRGINIA, ROCK BLOCK SUDE COMPLEX: EXCERPT FROM
THE SOUTHEASTERN SECTION GEOLOGICAL SOCIETY OF AMERICA FIELD TRIP ROAD LOG
Arthur P. Schultz
Field trip stops 2 and 3 are overlooks of the typical
geomorphic expression of giant ancient rockslides on
Sinking Creek Mountain, Virginia (Schultz, 1985, 1986).
Similar large features have recently been recognized else
where (Southworth and Schultz, 1986) and are presently
under study in the central and southern Appalachian
Valley and Ridge province. The rockslides on Sinking
Creek Mountain are comparable in size to features more
commonly associated with the high relief, active seismicity,
er^V PUJ^KI TURI5T

and climatic extremes of the Cordilleran mountain ranges.

The rockslides are located on the southeast limb of the
Sinking Creek anticline, an Alleghenian fold near the
northern terminus of the southern Appalachian fold and
thrust belt (fig. 16.1). Cambrian through Mississippian
sedimentary rocks on the southeast limb of the anticline
dip from 22° to 60° southeast and strike from N.55°E. to
N.65°E. Silurian clastic rocks are present along the crest
and southeast flank of Sinking Creek Mountain, which
rises from 350 to 650 m above the adjacent valleys. The
valley on the northwest is composed of Cambrian and
Ordovician carbonate rocks; the valley to the southeast is
composed of shale and siltstone of Devonian age. In the
absence of modifying rockslides, the Silurian Keefer Sand
stone crops out in a series of flau'rons on the dip slope of
Sinking Creek Mountain. The older Silurian Rose Hill
Formation and Silurian Tuscarora Quartzite form narrow
outcrops along the crest of Sinking Creek Mountain. The
slide complex consists of more than seven major rock
block slides and rock slumps. These range from 0.8 to 5.0
km long, from 0.25 to 0.5 km in width, and from 25 to 100
m in thickness. The blocks have been transported down-
slope from 0.5 to 1.5 km. The rockslides form anomalous,
linear, subparallel benches, isolated knobs, and slope
reversals on the dip slope and lower slopes of Sinking
Creek Mountain. These slope reversals form high, flat
areas that contain springs, small subsequent streams,
swamps, ponds, and circular to elliptical depressions from
10 to 100 m across. Evergreen vegetation, which mantles
the rockslide benches, is in contrast to the surrounding
deciduous forest developed on the younger Devonian shah/
rocks of the lower slopes. On the east face of the benches
are 10- to 30-m-high sandstone cliffs of the Middle
Silurian Rose Hill Formation and Keefer Sandstone. Bed
ding in these cliffs dips from 5° to 30° to the northwest, in
sharp contrast with bedrock on the dip slopes of Sinking
Creek Mountain. The northwest-dipping rocks are right
side up, in normal stratigraphic sequence, and strike from
5° to 30° from regional trends. Within discrete topographic
benches, the uniform bedding dips indicate that these are
intact slide blocks. The slip surface of the rockslides has
not been seen in the field; however, in valleys that incise the
80*
39* N
/
VA. O 10km
Figure 16.1. Regional index map and geologic map of the
Sinking Creek slide complex. Circles with letters are B,
Blacksburg, Virginia; N, Newport, Virginia; and P, Pearisburg,
Virginia. Age designations are M, Mississippian; D, Devon
ian; S, Silurian; 0€, Ordovician through Cambrian. Dot
pattern in rectangle is extent of Sinking Creek slide complex;
diagonally ruled area shows location of area in figure 16.2.
Dot pattern in upper left corner is part of Giles County seismic
zone.
slide blocks, right-side-up southeast-dipping Devonian
shale is exposed below outcrops of northwest-dipping
Silurian sandstone. Cross-strike topographic breaks in the
slide area are lateral break-away scarps in autochthonous
bedrock high on the dip slope and on the edges of slide
blocks farther downslope. Slide blocks truncate formation
contacts where older rocks have overridden younger rocks
along the base of Sinking Creek Mountain. Where rocks
of the uppermost Rose Hill and the Keefer have moved
downslope by sliding, the remaining part of the Tuscarora
and the Rose Hill form a dip slope on Sinking Creek
Mountain and produce an atypicalry wide outcrop belt
(fig. 16.2). All the slide blocks are extensively weathered.
Short, steep-gradient streams have dissected the slide
blocks. Boulder streams of Silurian sandstone and quartz
ite extend from the slide-block scarps downslope and
override older colluvium. Bending, tilting, or kinking of
trees was not observed in the slide area.
The topographic, structural, and stratigraphic data
suggest that large sections (100 to 500 million cubic
meters) of the southeast flank of Sinking Creek Mountain
detached along bedding planes and joints and slid down-
slope. Initial detachment was probably near the Rose Hill

40 Landslide* of Eastern North America

Figure 16.2. Geologic map and cross sections of a portion of the Sinking Creek slide complex that is seen from stop 3.
Keefer contact and (or) in the upper part of the Rose Hill
Formation. Several shale beds in this part of the Silurian
stratigraphic section could provide surfaces of weakness
for detachment and sliding. In outcrop, these shales are
weathered to clay. During the early stages of sliding, the
blocks underwent translational sliding parallel to bedding
on the upper dip slopes. Continued movement lower on the
mountain included rotational sliding, possibly along a slip
plane that cut upward to the land surface. Shortly after
emplacement and (or) during subsequent weathering,
large parts of the slide failed by slumping. The blocks
moved farther downslope, rotating both bedding and
possibly the early sb'p surface. Prolonged weathering and
erosion have reduced the original extent of the slide
blocks. Extensive colluvium derived from the rocksb'de
escarpments postdates colluvium that was present on the
dip slope prior to sliding. This older colluvium is probably
no okler than Pleistocene age, which suggests a maximum
age of no greater than 2 million years for rockslide
emplacement.
Possible triggering mechanisms for the rockslides
include undercutting of the base of the dip slope by
streams, changes in rock pore pressure related to mois
ture content (climate), catastrophic storms, and seismic
shaking.
Specific features noted from overtook stop 2 are the
large knobs on the lower slopes of Sinking Creek Moun
tain. The knobs, which are covered with evergreens,
consist of northwest-dipping sandstone and shale of Silur
ian age lying structurally and topographically above
southeast-dipping Devonian shale. The outcrop belt is the
eroded remnant of a 4-km-long, folded rock block slide
sheet.
From overlook stop 3 (figs. 16.2 and 16.3), rock-
slides of different relative ages can be seen as well as the
topographic expression of break-away scarps. Block
streams derived from the frontal scarp of the most recent
large rockslide are presently close to the valley bottom.
Numerous stages of rock block slide failures are found
here (figs. 16.2 and 16.3).
REFERENCES CITED
Schultz, A.P., 1985, Mega-rockslide complex, Sinking Creek
anticline, southern Appalachians (abs.): Geological Soci
ety of America Abstracts with Programs, Southeastern
Section, v. 17, no. 2, p. 134.
Field Trip Road Log 41
Figure 16.3. Aerial photograph of area in figure 16.2. Asterisk on photograph is in same position as on figure 16.2 near the
power line.

1986, Ancient, giant rockslides, Sinking Creek Moun-
tain, Southern Appalachians, Virginia: Geology, v. 14, no.
1, p. 11-14.
Southworth, C.S., and Schultz, A.P., 1986, Characteristics of
giant rockslides in the Appalachian Valley and Ridge,
Virginia, West Virginia, Maryland, and Pennsylvania:
United States Geological Survey Open-File Report 86-94,
4 p., 3 oversized sheets.

42 Landslides of Eastern North America

 17. LANDSLIDE INFORMATION CENTER
Don Nichols
The Landslide Information Center is a major ele
ment of the U.S. Geological Survey's Landslide Research
Program. The objectives of the Center are to acquire data
from landslide research for use in the reduction of hazards
and to promote the mitigation of such hazards through
engineering design and land-use planning. The Center
seeks to (1) provide a centralized source of bibliographic
and landslide activities information in a computerized data
slorage and retrieval system, (2) develop and maintain a
file of photographs, press releases, reports, maps, and
legislation (ordinances, land-use regulations) on land
slides, (3) develop and maintain a mailing list of research
and user-oriented people interested in landslide hazard
reduction, (4) respond to requests for information and
contribute to periodic newsletters, such as that of the
National Academy of Sciences' Committee on Ground
Failure Hazards Mitigation Research, to inform research
ers and users of activities, results, and other items of
interest on landslides, and (5) sponsor workshops
designed to transfer results of research toward the reduc
tion of landslide hazards.
To date, the Landslide Information Center has (1)
acquired more than 3,000 reports and maps on landslides
and entered these and an additional 500 references into a
computerized bibliographic data management system, (2)
compiled a computerized list of over 900 names,
addresses, and telephone numbers of landslide research
ers and users of landslide information, (3) acquired
approximately 850 copies of newspaper clippings, most of
which were contributed by Dr. C.F.S. Sharpe, dating as far
back as the 1930's, (4) maintained a file of landslide
photographs (slides and prints), (5) acquired copies of
miscellaneous codes, ordinances, and other legislation
dealing with mitigation of landslide hazards, (6) responded
to requests within the U.S. Geological Survey for infor
mation and bibliographic searches on landslides, (7) spon
sored the 3rd International Landslide Field Trip in Appa-
lachia and a 2-day conference on Landslide Mapping and
Mitigation in Reston, Virginia, and (8) sponsored a U.S
Geological Survey workshop that resulted in the publica
tion of "Goals and Tasks of the Landslide Part of a
Ground-Failure Hazards Reduction Program" (U.S.
Geological Survey Circular 880).
The Center welcomes inquiries on landslide
research and will conduct limited searches of its comput
erized bibliographic data base. Copies of a three-page list
of keywords to guide searches are available on request.
Documents in the files may be examined at the Center on
the 4th floor at 1711 Illinois Avenue, Golden, Colorado;
copies of maps and reports can be obtained at cost
through local reproduction firms. Telephone inquiries
should be made of Jean M. DeWoody at (303) 236-1675
or of Donald R. Nichols, Chief of the Landslide Informa
tion Center, at (303) 236-1599.
The Center solicits copies of reports, maps, photo
graphs, newspaper clippings, legislation, and information
on landslide research completed or in progress, and
especially on innovative methods of landslide hazard mit
igation. Such contributions should be addressed to the
Landslide Information Center, U.S. Geological Survey,
MS 966, Box 25046, Denver, CO 80225.
Landslide Information Center 43
Review of Literature on the

Finite-Element Solution of the

Equations of Two-Dimensional

Surface-Water Flow in the

Horizontal Plane

Prepared in cooperation with the

United States Department of Transportation,
Federal Highway Administration
DEPOSITORY ITEM
RECD

SEP 8 1 1987
Review of Literature on the

Finite-Element Solution of the

Equations of Two-Dimensional

Surface-Water Flow in the

Horizontal Plane

By JONATHAN K. LEE and DAVID C. FROEHLICH

Prepared in cooperation with the

United States Department of Transportation,
Federal Highway Administration

A review of computational
approaches to implementing
finite-element solutions of
the shallow-water equations

U.S. GEOLOGICAL SURVEY CIRCULAR 1009

DEPARTMENT OF THE INTERIOR

DONALD PAUL HODEL, Secretary

U.S. GEOLOGICAL SURVEY

Dallas L. Peck, Director

Library of Congress Cataloging in Publication Data

Lee, Jonathan K.
Review of literature on the finite-element solution of the equa
tions of two-dimensional surface-water flow in the hori
zontal plane.
(U.S. Geological Survey circular ; 1009)
"Prepared in cooperation with the United States Department of
Transportation, Federal Highway Administration."
Bibliography: p.
Supt. of Docs, no.: I 19.13:1009
1. Hydrodynamics—Bibliography. 2. Hydraulic
measurements—Bibliography. I. Froehlich,
David C. II. United States. Federal Highway Administra
tion. III. Title. IV. Series.
Z5853.H9L42 1986 0.16.6201 '064 85-600367
[TCI 71 ]

Free on application to the Books and Open-File Reports Section,

U.S. Geological Survey, Federal Center, Box 25425, Denver, CO 80225
CONTENTS
Abstract 1
1. Introduction 1
2. Equations of two-dimensional surface-water flow in the horizontal plane 3
3. Basic concepts of the finite-element method 5
4. Discretization of the flow domain and representation of flow variables 10
Equal-order and mixed interpolation for the shallow-water equations and
their variants 10
Discontinuous interpolation 16
Resolution of the domain and network irregularity 18
Numerical integration 19
The convective terms 20
5. Treatment of boundary conditions 21
6. Time discretization 23
Time-stepping schemes 24
Lumping 26
Comparison of time-stepping schemes 27
Spectral methods 28
7. Computation of fluid stresses 28
Bottom shear stress 28
Surface shear stress 29
Lateral stresses 30
8. Solution of systems of nonlinear finite-element equations 34
Linearization methods 34
Nonlinear iteration methods 36
Continuation methods 36
Dynamic relaxation methods 37
Perturbation methods 37
9. Solution of systems of linear finite-element equations 38
Direct methods 38
Iterative methods 39
Alternating-direction methods 41
10. Alternatives to Galerkin's method of weighted residuals 41
1 1 . Model validation 42
12. Automatic data processing 43
Automatic grid generation 44
Automatic triangulation techniques 44
Smoothing techniques 44
Coordinate-transformation techniques 46
Automatic relabeling 46
13. Summary and conclusions 48
14. References 49
Metric conversion factors 61

Contents III
 FIGURES

3.1-12.2. Sketches showing:

3.1. Examples of two-dimensional elements 8
3.2. Two-dimensional "mapping" of some elements 9
3.3. Finite-difference and finite-element discretizations 9
4. 1 . Triangulation patterns for two-dimensional finite-element
discretizations 12
12.1. Neighborhood of node / 45
12.2. Isoparametric quadrilateral element and center point located at
origin, i, of ^-coordinate system 45

IV Contents
Review of Literature on the Finite-Element Solution
of the Equations of Two-Dimensional
Water Flow in the Horizontal
By Jonathan K. Lee and David C. Froehlich
Abstract
Published literature on the application of the finite-
element method to solving the equations of two-dimen
sional surface-water flow in the horizontal plane is
reviewed in this report. The finite-element method is
ideally suited to modeling two-dimensional flow over
complex topography with spatially variable resistance. A
two-dimensional finite-element surface-water flow model
with depth and vertically averaged velocity components
as dependent variables allows the user great flexibility in
defining geometric features such as the boundaries of a
water body, channels, islands, dikes, and embankments.
The following topics are reviewed in this report:
alternative formulations of the equations of two-
dimensional surface-water flow in the horizontal plane-
basic concepts of the finite-element method;
discretization of the flow domain and representation of
the dependent flow variables; treatment of boundary
conditions; discretization of the time domain; methods
for modeling bottom, surface, and lateral stresses;
approaches to solving systems of nonlinear equations;
techniques for solving systems of linear equations;
finite-element alternatives to Galerkin's method of
weighted residuals; techniques of model validation; and
preparation of model input data. References are listed in
the final chapter.
CHAPTER 1. INTRODUCTION
In the study of surface-water flow, variations in
water-surface elevation and flow distribution frequently re
quire analysis in both horizontal spatial dimensions. The
finite-element method, which has been applied to fluid-flow
problems only during the past 15 years, is ideally suited to
modeling two-dimensional flow over complex topography
with spatially variable resistance. A two-dimensional finite-
element surface-water flow model with depth and vertically
averaged velocity components as dependent variables al
lows the user great flexibility in defining geometric features
such as the boundaries of a water body, channels, islands.
Surface-
Plane
dikes, and embankments. The modeler is able to use a fine
network in regions where geometric or flow gradients are
large and a coarse network in regions where geometry and
flow are more nearly uniform. A two-dimensional finite-
element surface-water flow model eliminates the need to use
empirical coefficients other than bottom-resistance coeffi
cients in simulating subcritical flow through constrictions.
In addition, the introduction of boundary conditions is easily
handled in the finite-element approach.
Alternative approaches to modeling surface-water
flow in two horizontal dimensions have been developed
using finite-difference methods. It is useful to compare
briefly the relative advantages and disadvantages of the
finite-element and the finite-difference approaches.
Price and others (1968) show that the finite-element
method requires fewer nodes and less computational time
than the finite-difference method to achieve comparable ac
curacy in solving the one-dimensional convection-diffusion
equation with a trapezoidal-rule scheme. Thacker (1978a,
p. 679) shows that finite-element solutions are more accu
rate than finite-difference solutions in solving the equations
of one-dimensional gravity-wave motion where both the
depth and the grid are variable.
However, any advantage that the finite-element
method has in computational time is usually lost in going
from one-dimensional problems to two- and three-
dimensional problems because the matrices generated by the
finite-element method become relatively more complex than
those generated by the finite-difference method as the num
ber of dimensions increases (Thacker, 1978b).
In particular, finite-element matrices for two- and
three-dimensional problems have larger bandwidths and are
less sparse than finite-difference matrices for the same prob
lems. Moreover, the standard finite-element approach ap
plied to time-dependent problems gives an ordinary-
differential-equation system coupled in the derivatives and
requires the solution of large systems of algebraic equations
at each time step, even for explicit time-stepping schemes.
In addition, for an explicit time-integration scheme, the
maximum allowable step size is smaller than that for the
1. Introduction 1
 corresponding finite-difference scheme (Cullen, 1973,
p. 18; Lynch, 1978, p. 3-10, 3-16, 3-17; Thacker, 1978a,
p. 677, 678; Baker and Solimán, 1979, p. 311, 312).
These considerations lead Cooke (1977, p. 2) to re
mark: "The greatest future *** appears to lie with the ap
proach of seeking at the outset the solution of steady state
equations, where the high overhead per iterative step is
offset by rapid convergence with a minimum of iterations."
In light of recent developments to be discussed later in this
report, Cooke's views on the use of the finite-element
method for transient computations may be too pessimistic.
However, in solving problems of steady free-surface flow
over variable terrain, Cooke's remarks suggest that the
finite-element method ought to be competitive with the
finite-difference approach.
In the context of computational fluid dynamics,
Roache (1975, p. 23 1-233) discounts the claimed geometric
flexibility of the finite-element method because complex
domains can be handled with regular finite-difference meth
ods together with the use of boundary-fitted coordinates
(Thames and others, 1977). Although Roache's remark is
valid for homogeneous domains, domain transformations
are not very useful for flood plains interlaced with irregular
channels. The finite-element method is much better adapted
than the finite-difference method to modeling flow over
variable terrain. A finite-element network can provide a
much more realistic representation of topography and sur
face cover for a given number of nodes than can a finite-
difference network. Cooke (1977, p. 29) states:
Hence, the future of the method, if any, in transient calcu
lations, may lie in those areas where the transformation
approach encounters difficulty, e.g., where the simple
stretching transformations are not sufficient. Here one
could envision channel flows with significant channel
curvature and irregularity in cross section which varies
with flow direction.
Although the finite-element method has potential ad
vantages, most existing modeling systems based on the
method are seriously flawed. A major difficulty is the large
expense of using such models. Extensive manpower is re
quired to prepare input data for model use if digitizing
software is not available. Most finite-element models are
costly to run in terms of both computer-core and processing-
time requirements. Often, models that are less costly are
applicable only under very restrictive hypotheses or are of
questionable accuracy. In addition, documentation and
guidelines for model use are often inadequate.
Before undertaking a program to develop an improved
modeling system, it is important to survey the published
literature on existing finite-element flow models. The litera
ture on finite-difference approaches to fluid-flow modeling
and other aspects of numerical analysis is also an important
potential source of ideas for finite-element methods that are
both more efficient and more accurate than those used in
existing finite-element models.
2 Two-Dimensional Surface-Water Flow, Horizontal Plane
Each subsequent chapter of this literature review is
devoted to a topic important in the development of an accu
rate and efficient finite-element surface-water flow model.
Chapter 2 surveys the different forms of the basic
equations used to describe two-dimensional surface-water
flow in the horizontal plane, presents appropriate boundary
conditions for each equation system, and discusses the ad
vantages and disadvantages of the different formulations.
Chapter 3 outlines the basic concepts of the finite-
element method needed to understand the chapters that fol
low.
Chapter 4 discusses the discretization of the spatial
domain and the representation of the dependent flow vari
ables. Emphasis is given to the advantages and disadvan
tages of equal-order and mixed interpolation with various
forms of the flow equations, the use of discontinuous inter
polation, the effects of the resolution of the domain and
network irregularity, numerical integration, and the han
dling of the convective terms.
Chapter 5 is devoted to ways of treating boundary
conditions. Essential and natural boundary conditions and
the relationship between model accuracy and the method of
treating the boundary conditions are discussed.
Although many problems can be handled by steady-
state analysis, it is important that a model have the capabil
ity to model unsteady flow. Moreover, time stepping is an
important method for obtaining a steady-state solution. Ap
proaches to discretizing the time domain are discussed in
chapter 6. In addition, chapter 6 contains a discussion of
lumping and a review of published comparisons of time-
stepping schemes.
Chapter 7 presents methods for modeling bottom, sur
face, and lateral stresses. Chapter 8 presents different ap
proaches to handling the nonlinear terms of the flow equa
tions, and chapter 9 discusses techniques, both direct and
iterative, for solving the large systems of linear algebraic
equations that are a major feature of most finite-element
models.
Chapter 10 presents finite-element alternatives to
Galerkin's method of weighted residuals. Chapter 1 1 pre
sents techniques for model validation. Chapter 12 discusses
the preparation of model input data, including such topics as
automatic network generation, the automation of the data-
preparation process, and the automatic relabeling of nodes
and elements. Chapter 13 presents a summary and conclu
sions.
Chapter 14 contains the references. Acronyms, such
as FEWR 1 , refer to conference proceedings or other collec
tions of papers and are defined at the beginning of chap
ter 14. Additional references are found in the reviews of
Cheng (1978) and Nome and Vries (1978).
The support of the U.S. Department of Transporta
tion, Federal Highway Administration, is gratefully ac
knowledged.
CHAPTER 2. EQUATIONS OF
TWO-DIMENSIONAL SURFACE-WATER FLOW
IN THE HORIZONTAL PLANE
Several related sets of equations are used to describe
steady and unsteady two-dimensional surface-water flow in
the horizontal plane.
The most basic formulation consists of three nonlinear
partial-differential equations, one for conservation of mo
mentum in the x -direction, one for conservation of momen
tum in the y -direction, and one for conservation of mass
(Pritchard, 1971, p. 22-30):
dU ... dU ,vdU , dH, dzo - y . ,
-di + U-dx- + V!y'+8-dx-+8 a7_2 wVs,n * „ „
(2.1)
-p77 [i(W'-)+^(»Tv)+U-T»]-0 ,
dt dx dy s dy 6 dy * momentum-correction factors is discussed by Zienkiewicz
~k & V)+ Ty (" t„)+^-t*]=0 ,
and
™+j;(H U)+jj(HV)=0 , (2.3)
where
x, ;y=Cartesian coordinates in the positive east and
north directions, respectively,
t = time,
U, V= depth-averaged velocity components in the x-
and y -directions, respectively,
H= total depth of water,
z0=bed elevation,
p= density of water (assumed constant),
w= magnitude of the angular velocity of the
Earth,
cp = latitude ,
g = gravitational acceleration,
T«> tjc>-i = components of depth-averaged effective
ly, , Tyy stress tensor,
t| , tJ =components of surface stress (wind) in the x-
and y -directions, respectively, and
t*, t*= components of bottom stress (friction) in the
x- and > -directions, respectively.
Equations 2.1 through 2.3 are commonly referred to
as the "shallow-water equations ," and the formulation
given in equations 2.1 through 2.3 is referred to as the
"primitive formulation." These equations are obtained from
the three-dimensional Reynolds equations for turbulent flow
2. Equations of Two-Dimensional Surface-Water Flow in the Horizontal Plane 3
by integrating with respect to the water depth under the
assumption of hydrostatic pressure and by making simplify
ing assumptions regarding the nonlinear terms.
The first three terms of equations 2.1 and 2.2 are
inertial-force terms, the first of the three representing tem
poral acceleration and the second and third representing
convective acceleration. The fourth and fifth terms represent
the pressure force due to the water-surface gradient. The
sixth term represents the Coriolis force, an inertial force
describing the effect of the Earth's rotation.
The seventh and eighth terms represent the combined
effect of viscous stresses, Reynolds stresses, and momen
tum transfers due to the vertical velocity distribution (Wang
and Connor, 1975, p. 64; Lean and Weare, 1979, p. 18).
Some authors (Pritchard, 1971, p. 30-32; Schaffranek,
1976, p. 51) ignore the Reynolds-stress terms and handle the
terms arising from vertical velocity shear in the depth-
averaged equations by modifying the inertial terms of the
momentum equations. This procedure requires the use of
momentum-correction factors. A special case of the use of
and Heinrich (1979), who assume that the vertical velocity
distribution is described by a shape function. None of the
other finite-element models reviewed for this study use
momentum-correction factors.
Many authors express the momentum-transfer terms
in terms of the mean-flow variables by using Boussinesq's
eddy-viscosity concept, which assumes that momentum
transfers due to turbulence and the vertical nonuniformity of
velocity are proportional to the mean-velocity gradients.
The coefficients of proportionality are referred to as "eddy
viscosities ." Positive and sometimes unrealistic values of
eddy viscosities are often used to damp spurious oscillations
in finite-element solutions of the shallow-water equations.
Approaches other than viscous damping for handling un
wanted oscillations are discussed in chapters 4 and 6.
The ninth and tenth terms in equations 2.1 and 2.2
represent surface and bottom stresses, respectively.
Equation 2.3 states that the change in storage in an
infinitesimally small control volume accounts for the net
flux of mass into or out of the control volume.
If eddy viscosities are used to represent the turbulent
stresses in equations 2. 1 and 2.2, the momentum equations
have a parabolic nature for positive, finite values of the
Reynolds number, U0 H0/e0, where U0 is a representative
velocity, H0 a representative length, and e0 a representative
value of the eddy viscosity. Large-Reynolds-number or
convection-dominated flows have been the subject of much
research in recent years (see reference FEMCDF), but rela
tively little of this research has been devoted to free-surface
flows. If the eddy viscosities are set equal to zero, the
shallow-water equations are a system of quasilinear hyper
bolic partial-differential equations (Katapodes and
Strelkoff, 1979, p. 318, 319).
 A variant of the primitive shallow-water equations The work discussed in the preceding paragraph forms
based on unit discharges is used by Norton and King (1973), a basis for more interesting approaches which retain all the
Norton and others (1973), King and Norton (1978), and terms of equations 2.1 through 2.3. Lynch and Gray (1979,
Withum and others (1979). The dependent variables are the 1980) replace the primitive continuity equation with a
unit discharges, UH and VH, and the depth, H. King and second-order wave continuity equation. Because the nonlin
Norton (1978, p. 2.82) state that the advantages of this ear terms are retained, the wave continuity equation couples
formulation include ease of representation of discharge the velocities and the depth. Thus, the wave continuity
boundary conditions and linearization of the continuity equation must be solved together with equations 2. 1 and 2.2
equation. Withum and others (1979, p. 703) mention the to obtain a solution to the shallow- water equations.
ease of ensuring the continuity of mass and momentum As a first step, equations 2. 1 and 2.2, which are given
transfer across interelement boundaries. On the other hand, in nonconservalive form , are written in conservative form
it has been observed by Teeter and McAnally ( 198 1 , p. 255) by use of equation 2.3:
and the writers that a finite-element model using the unit-
discharge formulation is much more sensitive to cross-
channel depth changes and low eddy-viscosity values than a
finite-element model formulated in terms of velocities.
Unit-discharge boundary conditions are easily handled at -2 w H V sin <f> (2.4)
discharge boundaries by incorporating the equations
UH - constant and VH = constant into the process for han
-^(«0^(«t„)^-.!]=o
dling the nonlinearities of the equations. A velocity formu
lation is used together with this procedure by Norton ( 1980).
Motivated by the experiences of earlier workers in
applying finite-difference techniques to problems of compu and
tational fluid dynamics, several finite-element researchers
have used different sets of equations to model two-
dimensional surface-water flow in the horizontal plane in an
effort to obtain more accurate and efficient solution tech
niques. +2 ci> H U sin <|> (2.5)
It has been known for some time that in using a
primitive-variable formulation of the Navier-Stokes equa
tions, it is preferable to use a second-order Poisson pressure
equation to enforce mass conservation rather than the prim
itive continuity equation (Roache, 1972, p. 194-203). In Then, differentiation of equation 2.3 yields
the finite-element literature, a Poisson pressure equation is
used in solving the Navier-Stokes equations by Olson
(1977, p. 4.191-4.194) and by Gresho, Lee, Sani, and $+s[fH+l[>v>h0' <26)
Stullich (1978, p. 18-25).
If the nonlinear terms are neglected in equations 2. 1
and 2.2, then either the velocity, U, or the depth, H, can be Substitution of equations 2.4 and 2.5 into equation 2.6 gives
eliminated and the system can be reduced to a second-order
wave equation in either U or H . A number of recent finite-
element models have been based on this linearized system.
Fugazza and Gallati (1977) use the finite-element method to
solve a wave equation for water-surface elevation obtained
from the shallow-water equations by neglecting the convec- -2 u> H V sin 4>-^ ± (H tJ+± (H tJ+tj
tive, Coriolis, and turbulence terms. In a similar model,
Mattioli (1981) neglects friction and assumes that the mo
tion is harmonic but includes the Coriolis terms. Platzman <2.7)
(1978) uses Stokes/Helmholtz potentials instead of velocity
components in his formulation of the linearized two-
dimensional tidal equations and shows (1981) that the +g H ^ +2 <o H U sin (" v)
Stokes/Helmholtz formulation is equivalent to a finite-
element wave equation. The work of other authors using a
similar approach is summarized by Lynch (1978, p. 1-31-
1-33).

4 Two-Dimensional Surface-Water Flow, Horizontal Plane

Finally, substituting equation 2.3 into equation 2.7, and
writing
T*=q, u and T*=cfc v (2.8)
where cb is a bottom-stress coefficient, the nonlinear wave
continuity equation is obtained:
+«»|!-2»HV™<,-i[j-(H,„)
_«£±p\.«v:±p),0 . (2.9)
Lynch and Gray use the second-order equation obtained by
setting Txl=TJO,=T>_t=Tw,=0 in equation 2.9.
A related approach is used by Pearson and Winter
(1977), who treat periodic shallow-water flow by Fourier
decomposition of the dependent variables, U, V, and H, in
the time domain. They obtain two coupled elliptic
Helmholtz equations for each pair of Fourier coefficients of
the depth, H. Le Provost and others (1981) employ a similar
technique to transform the hyperbolic shallow-water equa
tions into a set of elliptic Helmholtz equations for periodic
flow phenomena. The advantages of these formulations in
terms of accuracy and efficiency are discussed in chapters 4
and 6.
The appropriate boundary conditions for use with the
primitive momentum equations are discussed by Wang and
Connor (1975, p. 68-71), Herrling (1978, p. 314, 315), and
Lynch (1978, p. 1-5, 1-6). If it is assumed that the
boundaries of the flow domain are fixed, and if second-order
eddy-viscosity terms are not included in the momentum
equations, either the normal mass flux (normal discharge) or
the normal force (normal stress) must be specified at all
points on the boundary of the flow domain. If eddy-viscosity
terms are included in the momentum equations, an addi
tional boundary condition is needed at all points on the
boundary. Either the tangential mass flux (tangential dis
charge) or the tangential force (shear stress) must be speci
fied at all boundary points. The continuity equation, used to
find the elevation of the free surface, does not require any
boundary conditions (Wang and Connor, 1975, p. 71).
Katapodes (1980) discusses boundary conditions for
flows that are not completely subcritical. Pearson and Win
ter (1977) present appropriate boundary conditions for an
open tidal boundary that account for landward tidal reflec
tion.
Most researchers solving two-dimensional flow prob
lems that do not involve a free surface convert the primitive
equations of flow to a parabolic vorticity-transport equation
and an elliptic stream-function equation. Among the re
searchers who use a vorticity-stream-function finite-element
formulation to study viscous incompressible flow in two
dimensions are Cheng (1972), Baker (1973), Brebbia and
Smith (1977), Olson and Tuann (1978a), Tuann and Olson
(1978), and Moult and others (1979). Unlike the two-
dimensional Navier-Stokes continuity equation, however,
equation 2.3 couples the depth and the velocity components.
Because of this, the vorticity-stream-function approach can
not be applied to transient shallow-water flow.
Only in the case of steady flow, where the time
derivatives in equations 2.1 through 2.3 vanish, is it possi
ble to apply a vorticity-stream-function approach to two-
dimensional surface-water flow. This is of considerable in
terest because it is possible to handle as steady state most
problems involving flood-plain constrictions. Franques
(1971) and Franques and Yannitell (1974) develop such an
approach. They define the stream function, iJj, by
f = -HV and ^=HU (2.10)
dx dy
and the vorticity, £, by
H(HU)-T*{HV) (2.11)
By neglecting the convective term in the vorticity-transport
equation, the authors obtain a nonlinear elliptic partial-
differential equation in ip. The validity of the assumption
that the convective term in the vorticity-transport equation
can be neglected deserves further investigation. Boundary
conditions consist of constant values of i|/ at lateral
boundaries and zero values of the normal derivative of \\i at
upstream and downstream boundaries, which are assumed
to be normal to the flow. Water-surface elevations are ob
tained from Bernoulli's equation.
CHAPTER 3. BASIC CONCEPTS OF THE
FINITE-ELEMENT METHOD
The finite-element method is a numerical procedure
for solving the differential equations encountered in prob
lems of physics and engineering. Although it was originally
devised to analyze structural systems, the finite-element
method has developed into an effective tool for evaluating
3. Basic Concepts of the Finite-Element Method 5
a wide range of problems in the field of continuum mechan
ics. This development has been encouraged primarily by the
continued advancement of high-speed digital computers,
which provide a means of performing rapidly the many
calculations involved in the method.
The fundamental concept of the finite-element
method is that any smooth quantity can be approximated by
a discrete model composed of a set of piecewise-smooth
functions which are defined over a finite number of subdo-
mains called elements. The piecewise-smooth functions are
called interpolation, shape, trial, or basis functions, are
described in terms of the values of the smooth quantity at a
finite number of points in its domain, and are typically
polynomials of at most the third or fifth degree. The points
at which the quantity is defined are called nodes and are
usually located along the element boundaries, where adja
cent elements are considered to be connected, although
some nodes may be positioned in the element interiors.
The nodal values of the quantity being modeled along
with the selected interpolation functions completely de
scribe the variation of the quantity within each element. For
the finite-element solution of the problem, the nodal values
become the unknowns. The behavior of the solution
throughout the assemblage of elements is described by the
interpolation functions once the unknown nodal quantities
are found.
Clearly, interpolation functions cannot be selected ar
bitrarily; they should be able to approximate the true distri
bution of the field variable as closely as possible. In addi
tion, at element boundaries the field variable and any of its
partial derivatives up to one order less than the highest order
derivative of the equation being solved must be continuous.
This is known as the compatibility requirement. Elements
whose interpolation functions satisfy this requirement are
known as compatible or conforming elements. Another con
dition that must be met is that as the element size shrinks to
zero, values of the field variable and of all its partial deriva
tives up the highest order appearing in the equation being
solved must be constant over an infinitesimal part of the
solution domain. This is known as the completeness re
quirement.
At this point it is helpful to introduce a standard defi
nition and notation to describe the degree of continuity of
the interpolation function. If the interpolated variable is
continuous, it is said to have C°-continuity. If first deriva
tives are continuous, the interpolation function is said to
have C '-continuity. Continuous second derivatives imply
C2-continuity, and so on.
Suppose the functions appearing under the integrals of
the element equations contain derivatives up to the (r + 1 )st
order. To satisfy the compatibility requirement, the interpo
lation functions must be C-continuous at element bound
aries. The completeness requirement is met if the interpola
tion functions are Cr+ '-continuous within each element.
These requirements for interpolation functions representing
6 Two-Dimensional Surface-Water Flow, Horizontal Plane
the behavior of a field variable are usually sufficient to
ensure convergence to the solution as element size de
creases.
Once the finite-element model has been established
(that is, once the elements and their interpolation functions
have been chosen), the derivation of the element equations
may be achieved by direct methods, variational methods, or
weighted-residual methods.
Direct methods for deriving finite-element equations
are based on direct physical reasoning but can be applied
only for relatively simple problems and element shapes.
However, the finite-element equations that are found by
direct physical reasoning can also be derived by minimizing
an energy functional (Becker and others, 1981, p. 60) with
respect to the nodal variables. Thus, a general method for
formulating the finite-element equations is obtained by ap
plying variational principles governing the particular prob
lem of interest.
The variational approach to deriving element equa
tions is the most widely used and is the most convenient
when a classical variational statement exists for a particular
problem. However, many practical problems are encoun
tered for which classical variational principles are unknown.
In these cases, more generalized procedures must be used to
derive the element equations.
Weighted-residual methods are general techniques for
obtaining approximate solutions to linear and nonlinear
partial-differential equations and include collocation, least
squares, and Galerkin methods. In all of these, the unknown
solution is approximated by a set of interpolation functions
containing adjustable constants or functions. The chosen
constants or functions define the type of weighted-residual
method and attempt to provide the "best" approximation of
the exact solution. Although the methods of weighted resid
uals offer a more general means of formulating the element
equations, they are not directly related to the finite-element
method.
To be more specific, the differential equation for a
problem can be written as
Lu-f=0 (3.1)
on the domain R, where L is a differential operator, u is the
field variable, and / is a known function. The dependent
variable, u, is approximated as
m
u~u = 2j ty", , (3.2)
i=l
where the N¡ are the assumed interpolation functions and the
u¡ are the unknown nodal variables. When H is substituted
into equation 3.1, it is unlikely that the equation will be
satisfied; in fact, the trial solution is defined as
 L «-/=€ (3.3).
where e is the residual or error because the solution is only
approximate. The method of weighted residuals seeks to
determine the m unknowns, u¡, such that the error, e, over
the entire solution domain is as small as possible (Huebner,
1975, p. 106-110). One way of accomplishing this is to
form a weighted average of the error and require that this
weighted average vanish over the solution domain, R. If m
linearly independent weighting or test functions, W¡, are
chosen, and the integral
JL W¡tdR (3.4)
is required to vanish for each of the weighting functions
(that is, € is required to be orthogonal to the space spanned
by the W¡), then e equals zero in some average sense. Once
the weighting functions have been specified, a set of m
simultaneous equations remains to be solved for the un
known nodal variables.
The particular weighted-residual methods differ from
one another in the choice of the weighting functions. The
technique most often used to derive finite-element equations
is known as Galerkin's method. In this method, the weight
ing functions are chosen to be the same as the interpolation
functions of the trial solution, that is, W¡=N¡ for i = l,
2,...,m. Thus Galerkin's method requires that
Í Ni(Lu-f)dR=0\ 1 = 1,2 m (3.5)
The left-hand side of equation 3.5 can be written as the sum
of expressions governing the behavior of equation 3.1 on
individual elements. The variable u can be approximated on
an element as
(«) (3.6)
1=1
where the superscript (e ) denotes the restriction of the rele
vant variable or function to the element and n is the number
of unknown nodal variables assigned to the element. Then
the left-hand side of equation 3.5 can be written as the sum
of expressions of the form
f N¡e)(L ««>-/<'>) dRM; i = l,2,. ..,« . (3.7)
A set of such expressions can be developed for each element
of the system and then combined. This assembly of the
element, or local, expressions results in a set of global
algebraic equations, which must be solved simultaneously.
The assembly process will not include any spurious contri
butions as long as the interpolation functions, N¡, satisfy the
compatibility requirement discussed earlier.
In many cases, it is possible to reduce the order of
derivatives contained in the governing differential equations
by applying integration by parts to the integral expressions
of the finite-element equations. Hence, the interpolation
functions will be required to satisfy a less stringent compat
ibility condition. Not only will the choice of approximating
functions be less restricted, but the surface or line integrals
that arise from integration by parts provide a convenient
means of applying certain boundary conditions of the prob
lem. Such boundary conditions are called natural boundary
conditions. These boundary integral terms are then usually
moved to the right-hand side of the system of finite-element
equations. Although these boundary terms will appear in the
equations for every element of the system, they need only be
evaluated on boundary elements since all internal contribu
tions will cancel. Essential boundary conditions can be ap
plied to the combined system of equations once the assem
bly process is complete. Essential boundary conditions are
those that the nodal values are required to satisfy directly.
They are usually introduced by eliminating the finite-
element equations that govern the relevant nodal variables.
The basic idea of the finite-element method is that a
solution domain of arbitrary shape can be discretized by
assemblages of elements in such a way that a sequence of
approximate solutions defined on successively more refined
discretizations will converge to the exact solution of the
governing differential equations. In most cases, these ele
ments are geometrically fairly simple. Common two-
dimensional elements are shown in figure 3.1. The three-
node triangle is the simplest element that can be used to
define the linear variation of a quantity in two dimensions.
Because of its simplicity and its ability to model domains of
nearly any shape, it is the most frequently used two-
dimensional finite element. The four-node quadrilateral is
another commonly used linear two-dimensional element and
may be formed directly or by the combination of two or four
linear triangles. Elements with additional nodes are used to
define higher order approximating functions. For example,
the 6-node triangle can be used to model the quadratic vari
ation of a field variable and the 10-node triangle can de
scribe a cubic variation. Other higher order elements are
possible but are not frequently used.
It is also possible to construct elements with curved
sides. These elements, two of which are shown in figure
3.2, are useful in representing geometries of complex shape
by allowing curved boundaries to be modeled with fewer
elements. Such an element is formed by mapping a "parent"
element defined in some local coordinate system into the
distorted shape in the global coordinate system. The finite-
element equations are then evaluated by integrations in the
local coordinate system over the parent element (Huebner,
3. Basic Concepts of the Finite-Element Method 7
 *• X ♦> X
B £

Figure 3.1. Examples of two-dimensional elements: (A) Three-node triangle; (B) Four-node quadrilateral; (C) Six-node triangle;
(D) Eight-node quadrilateral; (£) Nine-node quadrilateral; (F) Ten-node triangle.

1975, p. 186). The element geometry is described by poly
nomial functions in the same manner as the field variables
using global coordinates as the nodal quantities. If the inter
polation functions for the element geometry are of the same
order as those for the field variables, the element is said to
be isoparametric. If, on the other hand, a lower order poly
nomial is used to describe the geometry than is used for the
field variable, the element is called subparametric. Super-
parametric elements are those whose geometry is defined by
a function of higher order.

8 Two-Dimensional Surface-Water Flow, Horizontal Plane

"Parent" elements in Curved-sided elements in
local coordinates Cartesian coordinates

Figure 3.2. Two-dimensional "mapping" of some elements.

Like other numerical techniques for solving

boundary-value problems, the finite-element method is
based on the concept of discretization. In contrast to finite-
difference methods, however, the idealization portrays the
body as continuous and the solution is given as a piecewise-
smooth approximation to the governing differential equation
over the entire assemblage of elements. Since these ele
ments can vary widely in size and shape within a single
network, they can be used to represent exceedingly complex
geometries. (For accuracy reasons, such variation in size
and shape should be gradual.) In addition, the finite-element
method has proved successful in modeling systems com
posed of various types of materials having very complicated
properties.
The more commonly known finite-difference method,
on the other hand, is based on a pointwise approximation to
the governing differential equation. In this method, the dif
ferential equation is replaced by a difference equation writ
ten at a discrete set of points over some continuous region.
Usually, these points are arranged in a uniform rectangular
grid. When irregular geometries are encountered, however,
boundaries must be represented in a discontinuous
"stairstep" fashion within the model. This creates a loss of
accuracy near these boundaries, where the solution is often
of greatest importance. In addition, the grid spacing re
quired to represent the most detailed portions of the study
region must be used throughout the entire solution domain
unless special mapping procedures are used. In many cases,
numerical detail is wasted in areas where a larger grid spac
ing would suffice.
B
Figure 3.3. Finite-difference and finite-element discretiza
tions: (A) Typical finite-difference grid, and (8) Typical finite-
element grid.
As an example of how a finite-difference model and
a finite-element model might be used to represent a complex
geometrical shape, consider the two-dimensional body in
figure 3.3. A uniform finite-difference grid reasonably
covers the region, but the boundaries must be approximated
in a highly discontinuous manner. On the other hand, the
finite-element representation, using the simplest two-
dimensional element, the three-node triangle, gives a much
better approximation to the region and requires fewer grid
points. Also, the boundary is approximated much more
smoothly since it is represented by a series of straight lines.
Another advantage of the finite-element method is the
relative ease with which boundary conditions of the problem
can be handled. Many physical problems have boundary

3. Basic Concepts of the Finite-Element Method 9

conditions involving derivatives and, in general, the
boundary of the region being modeled is irregularly shaped.
Using finite-difference techniques, each boundary condition
involving a derivative must be approximated by using spe
cial devices such as noncentered difference equations or
fictitious external grid points. Since the finite-element
method generally includes the boundary conditions as inte
grals in a functional which is being minimized, application
presents no special problem.
Additional information on the theory and application
of the finite-element method can be found in the books of
Desai and Abel (1972), Strang and Fix (1973), Huebner
(1975), Segerlind (1976), Pinder and Gray (1977),
Zienkiewicz (1977), Chung (1978), Becker and others
(1981), and Carey and Oden (1983).
CHAPTER 4. DISCRETIZATION OF THE
FLOW DOMAIN AND REPRESENTATION
OF FLOW VARIABLES
In simulating both steady and unsteady flow over
nonuniform terrain, the method of discretizing the spatial
domain requires the most careful consideration. The spatial
discretization determines how well variations in topography
and surface cover can be resolved and thus how well the
flow model is able to resolve velocity and water-surface-
elevation gradients. The type of discretization used is re
lated to the ability of the model to accurately approximate
the solution of the continuous flow equations.
The representation of the dependent variables of
surface-water flow is closely related to the type of spatial
discretization used and in turn influences both the numerical
methods that can be used to solve the resulting equation
systems and the accuracy of the discrete solution.
In this chapter, we review the experience of re
searchers who have used varying methods of spatial dis
cretization in solving the shallow-water equations and vari
ants of the shallow-water equations. We also review the
more extensive literature concerning the finite-element solu
tion of the Stokes and Navier-Stokes equations. Information
obtained from this work can suggest useful techniques that
may be applied to the shallow-water equations.
Equal-Order and Mixed Interpolation for the
Shallow-Water Equations and Their Variants
Many researchers solving the primitive shallow-water
equations by finite-element methods use the same order of
interpolation for both the velocity components and depth
(equal-order interpolation). Wang and Conner (1975),
Kelley and Williams (1976), Harrington and others (1978),
Kawahara, Nakazawa, Ohmori, and Hasegawa (1978),
Kawahara, Takeuchi, and Yoshida (1978), and Tanaka and
10 Two-Dimensional Surface-Water Flow, Horizontal Plane
others (1980) use equal-order linear interpolation on trian
gles in solving the primitive shallow- water equations, while
Brebbia and Partridge (1976a, 1976b) and Partridge and
Brebbia (1976) use equal-order quadratic interpolation on
triangles. Malone and Kuo (1981) use equal-order bilinear
interpolation on four-node quadrilaterals, Taylor and Davis
(1975) use equal-order quadratic interpolation on eight-node
quadrilaterals, and Gray (1977) uses equal-order biquadratic
interpolation on nine-node quadrilaterals.
Researchers using equal-order interpolation report
significant problems in obtaining solutions free of short-
wavelength noise and resort to a variety of techniques for
dealing with this problem. Gray (1977, p. 4.45) reports
oscillations in his water-surface-elevation solution. Wang
and Connor (1975), Tanaka and others (1980), and Malone
and Kuo (1981) report results at element centroids, in an
attempt to filter out internode oscillations. Lynch (1978,
p. 4-19) shows that reporting results at element centroids
has a significant smoothing effect on the solution. Walters
(written commun. , 1984) has pointed out that this procedure
is equivalent to sampling near the nodal points of an almost-
stationary short- wavelength oscillation. Brebbia and
Partridge (1976b), Kawahara, Nakazawa, Ohmori, and
Hasegawa (1978), and Malone and Kuo (1981) use smooth
ing to obtain stable solutions. Wang and Connor (1975),
Kelley and Williams (1976), Kawahara, Nakazawa,
Ohmori, and Hasegawa (1978), Kawahara, Takeuchi, and
Yoshida (1978), and Tanaka and others (1980) use eddy-
viscosity terms with equal-order interpolation to eliminate
short-wavelength noise from the solution. Gray (1980,
p. 1.126-1.128) observes that, in addition, Kawahara,
Takeuchi, and Yoshida (1978) use a time-stepping scheme
that is extremely dissipative. Brebbia and Partridge (1976a,
1976b) use unrealistically large bottom friction to obtain
results without noise. Harrington and others (1978) use arti-
fically large bottom friction, eddy-viscosity terms, and a
dissipative fully implicit time-stepping scheme to damp spu
rious oscillations.
Workers solving the primitive Navier-Stokes equa
tions have also used the same order of interpolation for both
velocities and pressure. It is now recognized, however, that
the use of equal-order interpolation is the cause of spurious
oscillations in the pressure solution, as is discussed in detail
below. Various approaches have been adopted to solve this
problem. Because these approaches are useful to researchers
applying finite-element methods to the shallow-water equa
tions, they are reviewed at length below.
A widely used approach for eliminating pressure os
cillations is the use of mixed interpolation, in which a lower
order of interpolation is used for the pressure than for the
velocity components. Hood and Taylor (1974) ascribe the
need for mixed interpolation to error consistency. They sug
gest that the order of error associated with each dependent
variable must be the same. Bratianu and Atluri (1980) state
that the ratio of discrete constraint (continuity) equations to
discrete momentum equations should be as close as possible
to the continuum value of 0.5. For several meshes with
small numbers of elements, they show that mixed interpola
tion satisfies this condition quite well and gives better results
than equal-order interpolation. Schneider and others (1978)
and Carey (1980) point out that the number of discrete
constraint equations must not exceed the number of discrete
momentum equations to avoid overconstraint of the discrete
system.
Carey (1980, p. 4.68), however, remarks that mixed
interpolation is no guarantee that overconstraint will be
avoided:
The linear velocity-constant pressure triangle offers a con
venient example. The velocity is conforming so the veloc
ity nodes are at the vertices and the pressure node at the
centroid. In an initial coarse mesh the dimension of the
velocity space may exceed that of the pressure space. As
the mesh is refined uniformly the number of elements
increases faster than the number of nodes until the number
of pressure degrees-of-freedom exceeds the number of
degrees-of-freedom for velocity. This implies that the
number of "constraint equations" in the finite element
system increases relative to the "equilibrium equations"
and the problem becomes overconstrained.
Although these observations are valid, they do not
adequately explain the difficulties that mixed interpolation
is used to solve. Olson (1977) and Olson and Tuann (1978b)
suggest that the real problem is that the system matrix result
ing from finite-element discretization of the primitive
Navier-Stokes equations is nonpositive definite because the
continuity constraint is uncoupled from the momentum
equations. Spurious pressure modes arise because of this
and mask the desired pressure solution. Mixed interpolation
can be used to eliminate the spurious modes in some cases.
It is also known that solving different forms of the
equations of flow eliminates the difficulties that mixed inter
polation is used to solve. Schneider and others (1978) ob
serve that equal-order interpolation is successful if the prim
itive continuity equation is replaced by a Poisson pressure
equation. Another approach is to replace the primitive equa
tions with the vortic ity- stream- function equations. Reddy
and Warburton (1980) adopt this approach and successfully
interpolate both vorticity and stream function with bilinear
interpolation functions on four-node quadrilateral elements.
This scheme is chosen on the basis of the observation of
Jesperson (1974) that bilinear interpolation on a patch of
rectangular elements is equivalent to a scheme of
Arakawa's, which is known to conserve mean kinetic en
ergy, mean vorticity, and mean square vorticity.
Additional research into spurious pressure modes gen
erated by some finite-element techniques for solving the
Navier-Stokes equations has accelerated in the last few
years and is leading to a deeper understanding of the prob
lem.
Huyakorn and others (1978) report the results of nu
merical experiments to compare the accuracy of several
4. Discretization of the Flow Domain and Representation of Flow Variables
mixed-interpolation elements in solving the Navier-Stokes
equations. The elements studied are the four-one, eight-
four, and nine-four rectangles and the six-three triangles.
(The first number refers to the number of velocity nodes, the
second to the number of pressure nodes. All interpolation is
continuous except that for the pressure in the four-one
rectangle.) The four-one element exhibits a spurious
"checkerboard" pressure mode in an example involving
steady free thermal convection. This spurious mode is sup
pressed by specifying pressures or total stresses on at least
one boundary. The nine-four rectangle is the most accurate
for both velocities and pressures. The performance of the
six-three triangles depends on the triangulation pattern used.
Better results are obtained when six nodes are connected to
each interior node (fig. 4. \A ) than when alternately four and
eight nodes are connected to each interior node (fig. 4. IC).
These results also illustrate that solution quality usually
decreases as the irregularity of the network increases.
Hence, one must be careful in inferring information about
specific elements from their behavior in particular arrange
ments.
Hansen and Flotow (1982) discuss standard and up
wind convection operators for the same two triangulation
patterns studied by Huyakorn and his coworkers. The solu
tions depend on the triangulation pattern used for both stand
ard and upwind elements (see the section "The Convective
Terms"). The differences are large only for Reynolds num
bers greater than 100 because only the convection operator
is nonsymmetric. For Reynolds numbers less than 100,
there is little dependence on triangulation pattern or upwind
weighting scheme.
Carey and Oden (1983, p. 96-138) and Oden and
Carey (1983, p. 99-150) explain the success of some types
of mixed interpolation for the steady Stokes equations, for
which the pressure-mode problem is the same as for the
Navier-Stokes equations. The problem is put into the con
text of constrained minimization of an appropriate discrete
functional using a Lagrange multiplier. The Lagrange multi
plier turns out to be the hydrostatic pressure, and, in gen
eral, the approximate velocity and pressure solutions lie in
different function spaces. Stability and convergence are ob
tained for velocity and pressure spaces whose elements sat
isfy a discrete Ladyzhenskaya-Babuska-Brezzi (LBB) in
equality. Bercovier and Pironneau (1977) show that this
inequality is satisfied for the following conforming approx
imations: quadratic interpolation for velocities and linear
interpolation for pressure on triangles, and biquadratic inter
polation for velocities and bilinear interpolation for pressure
on rectangles. In addition, the domain is required to be a
polygon in the plane, and not more than one element side for
triangles or two for rectangles can coincide with the
boundary of the domain. On the other hand, linear interpo
lation for velocities and constant interpolation for pressure
on triangles fails to satisfy the LBB condition (Carey, 1980,
p. 4.70).
11
Figure 4.1. Triangulation patterns for two-dimensional finite-element discretizations: (A) One-directional mesh with six nodes
connected to each interior node and diagonals of negative slope; (B) One-directional mesh with six nodes connected to each
interior node and diagonals of positive slope; (C) Mesh with alternately four and eight nodes connected to each interior node; (D)
Hexagonal mesh with six nodes connected to each interior node; (£) Mesh of (D) rotated 90 degrees; (F) Two-directional mesh
with six nodes connected to each interior node and diagonals of alternating positive and negative slope.

Fix and others (1979) and Fix (1980) present an alter
native approach for obtaining stable and convergent solu
tions to the Navier-Stokes equations. These authors estab
lish a necessary relationship between the pressure and
velocity function spaces and show that the velocity spaces
must satisfy a certain decomposition property.
By studying the behavior of the algebraic equations
derived by applying the finite-element method to small
patches of elements for steady Stokes flow, Sani, Gresho,
Lee, and Griffiths (1981) and Sani, Gresho, Lee, Griffiths,
and Engelman (1981) are able to characterize conditions
giving rise to spurious pressure modes for a number of
elements involving both equal-order and mixed interpola
tion. Since the pressure-mode problem for the steady Stokes
equations is equivalent to the pressure-mode problem for the
steady Navier-Stokes equations, and since the steady

12 Two-Dimensional Surface-Water Flow, Horizontal Plane

Navier-Stokes equations are equivalent to the steady
shallow-water equations with pressure corresponding to
depth and other appropriate identifications (Zienkiewicz and
Heinrich, 1979, p. 681), the characterizations made by Sani
and his coworkers apply equally well to the steady shallow-
water equations. It must be noted, however, that the corre
spondence between the steady Navier-Stokes equations and
the steady shallow-water equations requires that the dis
tance, h, to the bed from a horizontal reference plane be
much greater than the distance, T|, from the water surface to
the reference plane.
Mixed interpolation on isoparametric quadrilaterals
with continuous bilinear velocity and discontinuous constant
pressure exhibits a spurious "checkerboard" pressure mode.
(The discontinuous pressure approximations considered by
Sani and his coworkers use Gauss-point pressure nodes.)
Filtering and smoothing techniques (Sani, Gresho, Lee, and
Griffiths, 1981, p. 36-38) must be used to obtain useful
pressures. Equal-order interpolation with continuous bilin
ear velocity and either continuous or discontinuous bilinear
pressure on isoparametric quadrilaterals displays multiple
pressure degeneracies. The situation is worse with equal-
order interpolation on higher order elements.
Mixed interpolation with continuous biquadratic ve
locity and continuous bilinear pressure has no spurious pres
sure modes. Mixed interpolation with continuous bi
quadratic velocity and discontinuous bilinear pressure
exhibits one spurious pressure mode, which can be sup
pressed by avoiding the specification of the tangential com
ponent of velocity on the boundary of the domain. A pres
sure filter is described by Sani, Gresho, Lee, Griffiths, and
Engelman (1981, p. 177, 178) for obtaining physical pres
sures in this case.
The continuous eight-node "serendipity" velocity ele
ment with continuous bilinear pressure exhibits no spurious
pressure modes. However, the element has other difficulties
related to the imbalance in the number of nodes along the
side and through the center of the element. If discontinuous
bilinear pressure is used with the same velocity element, at
least three spurious modes occur. Mixed interpolation with
continuous biquadratic velocity and discontinuous linear in
stead of discontinuous bilinear pressure (the nine-three ele
ment) has no spurious modes. This element is also discussed
by Engelman, Sani, Gresho, and Bercovier (1982).
These results are related to those of Bercovier and
Pironneau (1977) by the fact that the existence of spurious
pressures modes implies that the LBB inequality does not
hold (Carey, 1980, p. 4.68, 4.69; Sani, Gresho, Lee,
Griffiths, and Engelman, 1981, p. 180).
Jackson and Cliffe ( 1 98 1 ) examine in detail the spuri
ous pressure modes on quadrilaterals with continuous nine-
node velocity interpolation and continuous eight-node pres
sure interpolation and show that the spurious modes can be
suppressed by including one eleven-eight element in a grid.
The overall ratio of pressure unknowns to velocity un
4. Discretization of the Flow Domain and Representation of Flow Variables
knowns is much closer to the continuum ratio of 0.5 than it
is for the continuous nine-four, eight-four, or six-three ele
ments. Jackson and Cliffe (1981, p. 1677) state: "It seems
reasonable to expect the above methods to give improved
performance over the 9-node full biquadratic velocity inter
polation 4-node bilinear pressure element, due to the higher
order of approximation of the pressure, together with the
fact that incompressibility is more closely enforced." Jack
son and Cliffe point out that this suggests the possibility of
using such special elements to suppress spurious modes with
equal-order interpolation.
The effect of isoparametric transformations on spuri
ous pressure modes has been studied by both Sani and his
coworkers and Jackson and Cliffe. Sani, Gresho, Lee, and
Griffiths (1981, p. 32-36) note that a distorted isoparamet
ric network gives rise to an "impure" spurious pressure
mode for combinations of element types and boundary con
ditions supporting "pure" spurious pressure modes. These
impure modes can be manifested in large velocity errors.
When no spurious pressure modes are present, Jackson and
Cliffe (1981, p. 1677) observe that a "small" isoparametric
transformation cannot lead to such modes. It is apparently
unknown how large the "small" can be without introducing
spurious modes.
The remainder of this section is devoted to the shallow-
water equations, which differ from the Navier-Stokes equa
tions in several respects. The behavior of solution al
gorithms for the shallow-water equations is complicated by
the coupling of depth (or water-surface elevation) and veloc
ities in the continuity equation, which now contains the
partial derivative of depth with respect to time. This added
term is responsible for the phase speed (the ratio of the
temporal frequency to the wavenumber in Fourier analysis)
being finite for the shallow-water equations but infinite for
the Navier-Stokes equations and leads to different spurious
modes for the two systems of equations (R.A. Walters,
written commun., 1984). In spite of these differences, many
of the approaches that are useful for the Navier-Stokes equa
tions are also useful for the shallow-water equations.
Success in solving the Navier-Stokes equations with
certain types of mixed interpolation led researchers working
with the shallow-water equations to apply the same tech
nique. Quadratic interpolation for velocity components and
linear interpolation for depth or water-surface elevation on
triangles is used by Norton and King (1973), Norton and
others (1973), Tseng (1975a, 1975b), King and Norton
(1978), Walters and Cheng (1978, 1980), Norton (1980),
and Gee and MacArthur (1982). Thienpont and Berlamont
(1980) use quadratic interpolation for velocity components
and bilinear interpolation for depth on eight-node quadrilat
eral elements (see p. 4.12).
In the last several years, research on the application of
finite-element methods to the shallow-water equations has
focused on the application of analytical techniques to under
stand the behavior of solution algorithms.
13
 Gray and Lynch (1977, 1979), Lynch (1978), and
Lynch and Gray (1979) apply Fourier methods to study
various time-stepping schemes for the shallow-water equa
tions with both the primitive and wave continuity equations.
These studies are done in the context of the linearized one-
dimensional shallow-water equations with a linearized fric
tion term. Equal-order interpolation is used for velocity and
water-surface elevation. These authors observe that most
schemes using the primitive continuity equation have seri
ous problems with short-wavelength noise and that none of
the schemes using the primitive continuity equation propa
gate 2Ax waves, that is, waves having a wavelength twice
the grid spacing, Ax (Gray and Lynch, 1979, p. 54, 55).
Lynch and Gray (1979, p. 214-217) show that schemes
using the wave continuity equation propagate 2A.v waves
and imply that this fact is related to the capability of wave-
equation models to yield water-surface-elevation solutions
without spurious oscillations in cases where short-
wavelength modes are forced. It remained for Platzman to
more fully explain the short-wavelength-noise problem.
Platzman (1978, 1981) studies the effect of spatial dis
cretization on model response for the linearized shallow-
water equations without friction in one and two dimensions.
(Platzman does not discretize time.) He considers both
primitive and derivative formulations. The derivative for
mulation is obtained by using Stokes/Helmholtz potentials
and is equivalent to a wave-equation formulation in surface
elevation alone. Platzman studies these different formula
tions by Fourier methods, in which the effect of the different
semidiscretizations on a single term of a Fourier-series solu
tion is analyzed. A single such term, in one dimension, is
written as
T| = T| exp [i (a) t+kx)]
(4.1)
U = U exp [i(ui+h)]
in which t is time; x is distance; /= V— T; <a is the temporal
frequency; k is the spatial frequency or wavenumber ;
t\=H -h , the difference between the total depüvtf, and the
mean depth, h ; U is the velocity; and rf and U are coef
ficients. Substituting equation 4. 1 into the linearized
shallow-water equations or the linear wave equation and
requiring the existence of a nontrivial solution yields the
requirement
u2=g h k2 (4.2)
for an exact solution. The phase velocity, c, is defined by
a)
C=~k (4.3)
Thus, for the exact solution, the phase velocity is a constant,
vgh, the celerity of a gravity wave. The frequency, w, as
a function of wavenumber, k , is called the dispersion rela
14 Two-Dimensional Surface- Water Flow, Horizontal Plane
tion. Thus, for the exact solution, the dispersion relation is
linear with slope Vg// . For the semidiscretizations consid
ered by Platzman, the phase velocity is not constant and the
dispersion relation is not linear. For equal-order linear inter
polation with the primitive formulation, the dispersion curve
is approximately linear for small wavenumbers but reaches
a maximum and decreases to zero for a wavelength of 2A.r .
Such a dispersion relation is said to be "folded" in that there
are multiple wavenumbers corresponding to each frequency.
The shape of the curve implies that forcing the model at a
given frequency will result in model response not only at a
desired small wavenumber but also at an unwanted large
wavenumber. In particular, 2Ajc waves have zero fre
quency, as noted also by Gray and Lynch (1979, p. 54, 55).
On the other hand, the wave-equation or derivative model
gives a monotonically increasing dispersion relation, and no
spurious modes exist. In particular, modes having a wave
length of 2Ax propagate.
Platzman (1981, p. 41) also states that spurious
modes can be avoided in primitive models by using linear
interpolation for velocity and quadratic interpolation for
water-surface elevation (one order higher for water-surface
elevation). Walters and Carey (1983, p. 57, 58) observe that
Platzman 's statement is based on a cutoff wavelength of
4Ax rather that 2Ax . In fact, linear interpolation for velocity
and quadratic interpolation for water-surface elevation suf
fers from multiple, spurious surface-elevation modes, as
discussed below.
Platzman (1981, p. 49-59) extends his results to the
linearized shallow-water equations in two dimensions. He
considers longitudinal motions (no motion in the y-
direction) for the triangulation patterns shown in figures
4.1£ and 4.1C. The results complement the findings of
Huyakorn and others (1978). When six nodes are connected
to each interior node, as in figure 4.1£, the results are
analogous to those for one dimension. When alternately four
and eight nodes are connected to each interior node, as in
figure 4.1C, the surface-elevation solution exhibits short-
wavelength noise when a primitive model is used. This
noise is eliminated by a derivative or wave-equation model.
Walters and Carey (1983, 1984) also use Fourier meth
ods to characterize the behavior of various kinds of interpo
lation for the linearized shallow-water equations in both one
and two dimensions. Uniform meshes are used. Walters and
Carey obtain the following results for one-dimensional
semidiscretizations. Equal-order interpolation for velocity
and water-surface elevation exhibits a spurious surface-
elevation mode. In the case of quadratic velocity and linear
surface-elevation interpolation, the 4Ax cutoff for surface
elevation eliminates spurious surface-elevation modes.
However, spurious velocity modes still exist. This explains
the need for some dissipative mechanism even when mixed
interpolation is used to solve the shallow-water equations.
For quadratic surface elevation and linear velocity,
there are a number of spurious surface-elevation modes. As
noted above, this finding differs from the statements of
Platzman (1981, p. 41). Walters and Carey also find no
spurious modes for linear velocity and constant surface-
elevation interpolation. However, for this form of mixed
interpolation, the surface elevation is discontinuous between
elements. Furthermore, linear interpolation for velocity and
constant interpolation for surface elevation may result in an
overconstrained system. The effect of this form of interpola
tion is similar to that of a staggered-grid finite-difference
scheme. Such schemes are discussed in greater detail in the
section "Discontinuous Interpolation."
Walters and Carey also study the consequences of var
ious types of discretization for the linearized two-
dimensional shallow-water equations. More spurious modes
are exhibited by two-dimensional schemes than by their
one-dimensional counterparts.
Walters and Carey analyze equal-order linear interpola
tion on triangles for the triangulation pattern shown in figure
4. 1 B , in which each interior node is connected to six adjoin
ing nodes. Three spurious modes are found. The triangula
tion pattern shown in figure 4. 1C, with alternately four and
eight nodes connected to each interior node, performs even
more poorly. Mixed six-three interpolation on triangles has
no spurious surface-elevation modes. The behavior of the
velocity solution is not discussed, but it can be inferred from
the discussion of the one-dimensional case that spatial oscil
lations in velocity exist. Mixed nine-four interpolation on
rectangles can be inferred to have no spurious surface-
elevation modes but again to exhibit spatial oscillations in
velocity. Mixed three-six interpolation on triangles has
many spurious modes. Mixed three-one triangular interpola
tion leads to an overconstrained system for meshes with
more than a few elements. Mixed four-one interpolation on
rectangles exhibits a spurious "checkerboard" mode.
Walters and Carey (1983, p. 60) discuss the relation
ship between the steady shallow-water equations and the
steady Navier-Stokes equations and observe that the evolu
tion of spurious modes is different in the shallow-water and
Navier-Stokes equations:
The analysis of steady flows for the shallow water equa
tions with H>>t) is indentical to that for the Navier-
Stokes equations: the time derivative in the continuity
equation vanishes and the spurious elevation (pressure)
modes are characterized by u>=0 as indicated in the one-
dimensional analysis. While the same modes exist for the
shallow-water and Navier-Stokes problems, the evolution
of these modes is entirely different, as is found experimen
tally and can be inferred from the equations. The spurious
modes for the Navier-Stokes equations exist independ
ently of any time-dependence of the equations. These
modes will appear at the outset and have different magni
tude with each solution iteration, and are uncoupled from
the velocity field (P. Gresho, personal communication,
1 980). On the other hand, the shallow water equations are
generally free of these oscillations at least early in the flow
simulation. When spurious modes exist, however, they
4. Discretization of the Flow Domain and Representation of Flow Variables
increase as a function of time and are coupled between
the surface elevation and velocity.
Mullen and Belytschko (1982) carry out analyses of
the two-dimensional wave equation similar to those of the
linearized shallow-water equations performed by Lynch,
Gray, Platzman, Walters, and Carey. (Recall that in the
linearized case, the shallow-water equations can be reduced
to a second-order wave equation in either velocity or surface
elevation.) Mullen and Belytschko consider different direc
tions of wave propagation in their analyses. Thus, their
results add information to that obtained by the above au
thors. Bilinear quadrilateral elements and linear triangular
elements with four different triangulation patterns are con
sidered. The ratio of the discrete-solution phase velocity to
the continuum-solution phase velocity, the dispersion ratio,
is shown to be affected by the direction of propagation.
Triangular elements yield somewhat poorer dispersion
curves than do quadrilateral elements. The four triangula
tion patterns considered are as follows: the one-directional
mesh, with six nodes connected to each interior node,
shown in figure 4.1A; the hexagonal mesh, also with six
nodes connected to each interior node, shown in figure
4. ID; the mesh with alternately four and eight nodes con
nected to each interior node, as discussed by Platzman
(1981) and Walters and Carey (1983) and shown in figure
4. 1C; and the mesh, also with six nodes connected to each
interior node, shown in figure 4. IF. The hexagonal ar
rangement performs better than the other triangulation pat
terns and also minimizes the directional dependence of the
phase velocity. Again, as in the work of Huyakom and
others (1978), solution quality decreases as the irregularity
of the network increases.
Walters (1983) summarizes some of the results of
Walters and Carey (1983). Six-three interpolation on trian
gles and nine-four interpolation on rectangles are said to be
the most successful mixed-interpolation elements. Results
of numerical experiments are reported that corroborate the
theoretical calculations of Walters and Carey (1983).
Walters uses a rectangular basin with quadratically varying
depth and reports results for both mixed-interpolation prim
itive and equal-order-interpolation wave-equation formula
tions. The mixed-interpolation formulation yields smooth
water-surface elevations, but oscillations are observed in the
velocities. Walters observes that a physically reasonable
value of the eddy viscosity is used here. Much larger values
are needed to smooth the observed velocity oscillations. The
wave-equation formulation yields smooth elevations and ve
locities.
Walters observes that an additional problem with
mixed-interpolation models is that continuity is not well
enforced because the ratio of discrete continuity constraints
to discrete momentum equations is much smaller than the
continuum ratio of 0.5. The same observation is made by
Gee and MacArthur (1978), King and Norton (1978), and
Walters and Cheng (1978, 1980).
15
 These difficulties are resolved by wave-equation
models. Equal-order interpolation can be used for velocities
and water-surface elevations, yielding a better ratio of con
tinuity to momentum equations. There are no spurious
modes, and it is not necessary to resort to unrealistically
large eddy-viscosity values to obtain smooth solutions.
Discontinuous Interpolation
Although several authors use discontinuous finite-
element approximations to model variables that are discon
tinuous (Thompson and Chen, 1970; Oden and Wellford,
1974; Chung, 1979), our concern in this section is the use
of discontinuous approximations of continuous variables.
Several discontinuous approximations, the three-one trian
gle, the four-one quadrilateral, and the discontinuous ele
ments studied by Sani and his coworkers, were discussed in
the preceding section.
One difficulty with discontinuous approximations is
that the solutions of the discrete problems may not converge
to the solution of the continuum problem as the mesh is
refined. The line integrals along interelement boundaries
that arise when the finite-element method is applied to
second-order partial-differential equations can be neglected
only if the first-derivative terms in the line integrals exhibit,
at most, a finite jump discontinuity at element interfaces. If
they do not, the finite-element algorithm is not likely to be
consistent. (A method is called consistent if the solutions of
the discrete problems converge to the solution of the contin
uum problem as the mesh size approaches zero.)
In the shallow-water equations, the line integrals that
arise from the application of Green's theorem to the second-
order viscous terms are potentially troublesome if the veloc
ity approximation is discontinuous at element boundaries.
Since only the first derivative of water-surface elevation
appears in the primitive shallow- water equations, interele
ment discontinuities in the surface-elevation approximation
present no difficulties if the terms involving surface-eleva
tion derivatives are intergrated by parts.
In general, finite-element theory requires that the inter
polation functions and their first m — 1 derivatives be contin
uous across element boundaries for a partial-differential
equation of order 2m. Approximations satisfying this re
quirement are called conforming (see chap. 3). Since m = 1
for a second-order equation, continuity of interpolation
functions across element boundaries is sufficient for an ap
proximation to be conforming.
A "patch test" was suggested by Irons and Strang (Irons
and Razzaque, 1972; Strang, 1972; Strang and Fix, 1973,
p. 174-181; Irons, 1975) for determining whether a non
conforming approximation converges to the desired contin
uum solution. Most nonconforming approximations that
pass the patch test do so only for regular grids. For irregular,
isoparametrically distorted grids, the patch test usually fails
16 Two-Dimensional Surface-Water Flow, Horizontal Plane
(Strang and Fix, 1973, p. 177). For Poisson's equation,
there is one irregular nonconforming element that does pass
the test. It involves linear functions on triangles with the
nodes placed at the midpoints of the edges (Strange and Fix,
1973, p. 178). Unfortunately, the patch test is not equivalent
to consistency. A counterexample to the patch test is given
by Stummel (1980), who proves a generalized patch test for
a class of elliptic boundary-value problems (Stummel,
1979).
The use of nonconforming approximations has re
ceived attention in solving the Navier-Stokes equations be
cause it is necessary to weaken interelement continuity con
straints to satisfy the continuity equation (du/dx + dv/dy =0)
exactly. Approximations satisfying the continuity equation
exactly are frequently referred to as "solenoidal" approxi
mations. Detailed descriptions of the use of such approxi
mations are given by Samuelsson (1978), Fortin and
Thomasset (1979), and Raviart (1980).
The use of discontinuous approximations has been
further motivated by the success of finite-difference re
searchers in solving the Navier-Stokes equations (Harlow
and Welch, 1965) and the shallow-water equations
(Leendertse, 1967) with the use of staggered grids, in which
velocity and surface elevation are defined at alternating grid
points.
Piva and others (1980) implement the staggered-grid
marker-and-cell (MAC) scheme of Harlow and Welch in a
finite-element context for the Navier-Stokes equations.
Boundary-fitted coordinates (Thames and others, 1977) are
implemented for this algorithm, but the method does not
appear capable of being generalized to completely irregular
networks.
Williams and Schoenstadt (1980) and Williams and
Zienkiewicz ( 198 1 ) show that the use of linear interpolation
for velocity and constant (within an element) interpolation
for surface elevation (or vice versa) applied to the linearized
one-dimensional shallow-water equations has the same ad
vantages as equal-order but staggered linear interpolation
for both velocity and surface elevation. Fourier techniques
are used to show the accuracy of these formulations. Al
though not as accurate as staggered linear interpolation in
one dimension, the linear-constant formulations can be
readily generalized to two dimensions. However, as noted
by Walters and Carey (1983), the two-dimensional formula
tions employing linear velocity and constant surface-
elevation on triangles and bilinear velocity and constant
surface elevation on rectangles have major difficulties (see
the preceding section).
A model employing linear surface elevation and con
stant velocity on triangles has been implemented by
Shubinski and Walton (1981). Reversing the order of inter
polation on triangles eliminates the problem of an overcon-
strained system for large grids but makes the velocity inter
polation discontinuous between elements. Shubinski and
Walton (1981 , p. 252) neglect the second-order terms in the
 shallow-water equations and thus avoid the problem of con
sistency that arises with discontinuous velocity approxima
tions in the context of second-order equations.
Platzman (1981, p. 40), in his analysis of the linearized
one-dimensional shallow-water equations, recognizes that
the advantages of staggered interpolation can be achieved by
interpolating not velocity, but the indefinite integral of ve
locity (the Stokes/Helmholtz potential). In this way, discon
tinuous interpolation of velocity is avoided, and equal-order
interpolation can be used for both dependent variables. As
discussed in the preceding section, this approach is equiva
lent to the use of a wave continuity equation.
Whenever an interpolation function is associated with
a node in the interior of an element (not on the boundary of
the element), the equations associated with that node can be
eliminated at the element level. This reduces the size of the
equation system that ultimately must be solved. Several
researchers have used discontinuous velocity fields for this
reason. Herrling (1978) solves the shallow-water equations
with a "hybrid" model, in which the momentum equations
are satisfied at the element level only and surface elevation
is solved on linear triangles. Ultimately, the velocity is
computed at element centroids. Averaging is used to report
nodal velocities. Although different terminology is used,
this approach is similar to that of Shubinski and Walton
(1981). Herrling uses second-order terms and does not ad
dress the consistency question that arises in this case.
Herrling's approach is also used by Meissner (1978a,
1978b) in solving the one-dimensional flow equations.
Another implementation of the finite-element approach
involving discontinuous approximations involves penalty
Junctions. Most of the applications of this idea have been to
the Navier-Stokes equations, but the penalty approach has
also been applied recently to the shallow-water equations.
In solving the Navier-Stokes equations in two spatial
dimensions, this approach involves the replacement of the
solenoidal velocity-field constraint,
fAy-° ■ <">
by the expression
where X>>0 is the penalty parameter and p is the pressure.
Under suitable conditions, the solution of the penalty prob
lem converges to the solution of the Navier-Stokes equa
tions as X—»+°°. Substitution of the penalty function into the
momentum equations permits elimination of the pressure
terms, thus reducing the size of the system to be solved.
It has been found that the discrete problem is overcon-
strained unless the penalty term is underintegrated. The
pressure approximation is then defined in terms of the
4. Discretization of the Flow Domain and Representation of Flow Variables 1 7
penalty term at the reduced integration points. Thus, the
pressure approximation is discontinuous across interelement
boundaries, and the pressures can be eliminated at the ele
ment level.
Bercovier (1977) discusses a number of combinations
of elements and corresponding reduced integration formu
las. Malkus and Hughes (1978) show that mixed interpola
tion for the Navier-Stokes equations is equivalent to a
penalty-function approach with reduced integration of the
penalty terms if the penalty-term integration points are the
pressure nodes of the mixed method. Malkus and Hughes
(1978, p. 71) give a table of velocity-element types,
reduced-integration formulas, and corresponding pressure-
element types that can be used with the Navier-Stokes equa
tions. If is suggested that nine-node and four-node quadrilat
erals perform better than eight-node quadrilaterals and
triangular elements, each with appropriate reduced integra
tion formulas.
Hughes and others (1978, 1979) use a penalty-function
formulation of the Navier-Stokes equations with bilinear
interpolation for velocity on quadrilateral elements and one-
point integration of the penalty term to solve a variety of
incompressible viscous flow problems.
Four-node and nine-node isoparametric quadrilaterals
with selective reduced integration are used by Heinrich and
others (1978). Heinrich and Marshall (1979) compare
penalty results using four-node, eight-node, and nine-node
rectangles. Nine-node rectangles are reported to be superior
to the other two types.
The use of the penalty method does not resolve the
problem of spurious pressure modes discussed in the preced
ing section. In the context of Stokes flow, Carey and Oden
(1983, p. 148-166) point out that the bilinear quadrilateral
with one-point integration of the penalty term exhibits the
same spurious mode that four-one mixed interpolation on
quadrilaterals exhibits. In general, Carey and Oden show
that a penalty method must satisfy a discrete LBB inequal
ity, just as mixed interpolation must.
Oden and others (1980) and Song and others (1980)
show that for certain choices of boundary conditions, bilin
ear quadrilaterals with one-point integration of the penalty
term and biquadratic quadrilaterals with four-point integra
tion of the penalty term both fail the LBB test. These results
contradict the results obtained numerically by several of the
authors cited above. On the other hand, biquadratic quadri
laterals with one-point integration and quadratic triangles
with one-point integration both satisfy an LBB inequality.
Nine-node biquadratic quadrilaterals with three-point inte
gration (and thus a discontinuous linear pressure approxima
tion) also satisfy an LBB inequality (J.T. Oden, oral com-
mun., 1981).
The statements of Oden and his coworkers are contra
dicted by numerical results presented by Sani, Gresho, Lee,
Griffiths, and Engelman ( 198 1 , p. 194-197), who find con
verging velocities and pressures for penalty formulations of
the Stokes problem using both bilinear quadrilaterals with
(hU)+-^(hV)\=v (4.7)
one-point integration of the penalty term and biquadratic
quadrilaterals with four-point integration of the penalty
[dx >]-
term. where X is the penalty function. This equation is used to
Bercovier and Engelman (1979) use the penalty eliminate the surface elevation, ij, from the weak form of
method with nine-node isoparametric quadrilaterals and the momentum equations. Four-, eight-, and nine-node
four-point integration of the penalty term (and thus a discon quadrilaterals are used with appropriate reduced integration
tinuous bilinear pressure approximation) to solve viscous of the penalty terms. Again, we note that the controversy
incompressible flow problems. It is shown that this ap about whether the penalty method converges as the mesh
proach yields a stable, positive-definite system and thus size approaches zero applies to the three elements used by
allows Gaussian elimination without pivoting. Zienkiewicz and Heinrich.
Sani, Gresho, Lee, Griffiths, and Engelman (1981,
p. 183) show that the penalty method automatically filters
the pressure and suppresses spurious pressure modes as the
mesh is refined. These authors also point out that this Resolution of the Domain and
penalty filter is very effective for the nine-node element but Network Irregularity
less so for the four-note element. Using this element,
In addition to model formulation, the topography, sur
Hughes and others (1979, p. 14) must smooth the penalty
face cover, and boundaries of the flow domain, together
pressures to eliminate spurious oscillations.
with the boundary conditions, determine the response of the
Olson and Tuann (1978a, p. 876) and Tuann and Olson
model. The modeler must be concerned with resolving not
(1978, p. 6) suggest that the penalty solutions of Hughes and
only the topography, surface cover, and boundaries of the
others (1978) suffer from an artificial diffusion caused by
flow system, but also water-surface elevation and velocity
the underintegration of the penalty term. This criticism is
gradients. In addition, the shape, grading, and positioning
investigated by Engelman and others (1982), who compare
of the elements affect the quality of the solution.
the accuracy of two implementations of the penalty method.
In the section "Equal-Order and Mixed Interpolation
The first is the standard implementation, which uses the
for the Shallow-Water Equations and Their Variants," a
original divergence constraint in the momentum equations,
number of finite-element algorithms that exhibit spurious
together with selective reduced integration. The second uses
short-wavelength oscillations are discussed. These short-
a weaker divergence constraint, obtained by projecting the
wavelength modes can be forced by network nonuniformity
original constraint onto the function space containing the
or by variations in model topography or boundaries.
discrete pressures. Consistent integration is used with this
Kelley and Williams (1976) solve the shallow-water
formulation. Engelman and his coworkers show that, in
equations with equal-order linear interpolation for velocity
general, the consistent method is more accurate than the
components and depth on triangles. Some numerical noise
selective-reduced-integration method. For the four-node bi
is observed with a uniform grid, more with a nonuniform
linear quadrilateral and one-point integration, the two meth
grid. The authors report that a low-resolution grid requires
ods are equivalent. However, for the nine-node biquadratic
a much higher eddy-viscosity value to damp the noise than
quadrilateral with 2x2 integration, the methods are equiva
does a high-resolution grid. A smoothly varying grid gives
lent only for straight-sided elements. For curved-sided ele
somewhat better results than does an abruptly varying grid.
ments, the selective-reduced-integration method is less ac
Thacker (1978b), who solves the linearized shallow-
curate than the consistent method. The situation is the same
water equations with gravity and Coriolis forces but without
for the nine-node biquadratic quadrilateral with discontinu
viscous terms, uses equal-order linear interpolation for ve
ous linear pressure.
locity components and water-surface elevation on triangles.
Zienkiewicz and Heinrich (1979) apply the penalty
He is able to obtain a stable solution for a circular basin of
method to the steady shallow-water equations. The assump
constant depth using a regular grid, but is not able to for a
tion is made that the distance, h, to the bed from a horizontal
circular basin of constant depth using an irregular grid or for
reference plane is much greater than the distance, tj, from
a circular basin of varying depth using a regular grid.
the water surface to the reference plane. This assumption
The experiences of Kelley and Williams and Thacker
makes the application of the penalty method much easier,
indicate that the spurious modes exhibited by equal-order
but it is not valid for many river flows. Following the ap
interpolation are forced by both model topography and net
proach used with the Navier-Stokes equations, the steady-
work nonuniformity. Walters (1983, p. 602) makes a simi
state continuity equation,
lar observation for mixed interpolation:
Although mixed interpolation removes the spurious
¿[(*+t|)ü]+^[(A+i|)V]=0 , (4.6) mode in sea level, it is still subject to the short wavelength
mode in velocity. There is more energy being accumu
is replaced by the equation lated than can be dissipated with realistic values of eddy

18 Two-Dimensional Surface-Water Flow, Horizontal Plane

 viscosity. This can be demonstrated numerically with the
use of constant depth, linearly varying depth, and quadrat-
ically varying depth in the rectangular network. In the first,
viscosity is not required; in the second, moderate values
are required, whereas in the last large values are required.
Refinement can be of help in that it removes the short
wavelength forcing (effectively, it moves it to longer wave
lengths) and thus does not excite the troublesome eigen-
modes. However, the problem here is clearly not the fault
of an improper subgrid-scale model; rather, it is due to the
poor phase speed accuracy at small wavelengths.
Mercer and Faust (1977, p. 1.31-1.35) claim that de
creasing element size is effective in removing oscillations at
sharp fronts for parabolic problems but not in reducing oscil
lations for hyperbolic problems. This assertion is contra
dicted by Platzman (1981), who shows that the problem is
quite complex. Platzman (1981, p. 41, 55) discusses the
effect of grid resolution on tidal-model response. Even for
primitive-equation models, a smooth response is possible in
spite of a folded dispersion relation if the grid size is small
with respect to the principal wavelength. In this case, Platz
man (1981 , p. 45, 55) shows that the spurious mode is not
significant except very close to one of the spurious reso
nances. Platzman points out that in modeling flow in a
straight channel. Gray and Lynch (1979) chose their grid
size such that the frequency of the slowest spurious reso
nance was approximately that of the second natural reso
nance. This explains the noisiness of their solution.
Nonetheless, Platzman agrees that the absence of a folded
dispersion relation in the derivative or wave-equation mod
els gives a smoother response than can be obtained with a
primitive model.
The same point is made by Cheng and Walters (1982,
p. 105), who state: "*** in space discretization one picks a
sufficient refinement such that there is little energy at the
smallest wavelengths."
Although primitive models using mixed interpolation
do not exhibit spurious surface-elevation modes (they do,
however, exhibit velocity modes), they suffer from a ratio
of discrete continuity equations to discrete momentum equa
tions that is much less than the continuum ratio of 0.5. This
can cause significant errors in mass conservation. Gee and
MacArthur (1978) show that increasing network detail is
effective in reducing these mass-conservation errors.
Even for rectangular or other simple basins having
constant or regularly varying topography, the quality of the
solution depends on the network design. In their study of the
two-dimensional wave equation, Mullen and Belytschko
( 1982, p. 14, 15) show that on a regular mesh, phase veloc
ities are a function of the direction of propagation and the
effect increases with the element aspect ratio.
Cullen (1977, 1982) and Cullen and Morton (1980)
state that the finite-element method on irregular grids is not
recommended for time-dependent problems of a hyperbolic
nature, but that the method is suitable for problems of a
parabolic nature. Linear elements on a smoothly varying
4. Discretization of the Flow Domain and Representation of Flow Variables 19
grid are recommended for hyperbolic problems. Higher
order elements on irregular grids are seen as useful only for
steady-state problems.
The effect of element shape and distortion on solution
accuracy has been studied by several researchers. The re
sults of Mullen and Belytschko (1982) have already been
mentioned. Zlamal (1968) shows that accuracy deteriorates
if element angles are allowed to approach zero. In the con
text of isoparametric elements, Strang and Fix (1973,
p. 163) state that all angles should be bounded away from
zero and it to ensure that Jacobians are bounded away from
zero. Also, element edges should be defined by polynomials
with uniformly bounded derivatives.
Engelman, Sani, Gresho, and Bercovier (1982) study
the effect of small changes in the locations of centroid and
midside nodes of nine-node isoparametric quadrilaterals on
the accuracy of solutions to the equations of incompressible,
viscous flow by the penalty method. A large effect is found
only when reduced integration of the nondiscretized penalty
term is used. For consistent integration of the discretized
penalty term, the effect is not large.
Numerical Integration
In most cases, especially those involving isoparametric
transformations, analytic evaluation of the complicated area
and line integrals that appear in finite-element formulations
of two-dimensional flow equations is difficult or impossi
ble.
The basic aspects of numerical integration for triangu
lar and quadrilateral elements are discussed in detail in
Strang and Fix (1973, p. 181-192) and Zienkiewicz (1977,
p. 195-204) and will not be repeated here. In this section
several features of numerical integration that have been re
ported in the literature and are important for finite-element
formulations of the two-dimensional surface-water flow
equations are presented.
A rule of thumb on the accuracy of a numerical integra
tion technique required for convergence, based on Irons'
intuition (Strang and Fix, 1973, p. 186), is that the integra
tion rule must be sufficiently accurate to compute the ele
ment area exactly. (As discussed below, higher order inte
gration than that necessary for convergence often gives a
more accurate solution.) Strang and Fix discuss the number
of integration points needed in an element, as does Jackson
( 198 1 ), who shows that the time matrix (also called the mass
or capacity matrix), defined by
Mij=l , (4.8)
where i|i(, 1 = 1, 2,...,N, are the interpolation functions and
fl is the discretized domain, is singular if the number of
integration points is less than the number of interpolation
functions for the element. The time matrix is important in
transient analyses, where it is multiplied by the partial
derivative with respect to time of the vector of unknowns.
Finite-element researchers solving a variety of partial-
differential equations have noted that the use of element
nodes as integration points increases the sparsity and diago
nal dominance of the time matrix and, under appropriate
conditions, yields a diagonal time matrix. Mercer and Faust
(1977, p. 1.33) make this observation in the context of
immiscible flow in porous media.
Gray (1977, p. 4.35-4.37) uses this idea in the form of
Simpson's rule for nine-node biquadratic isoparametric
quadrilateral elements. He shows that the Jacobian giving
the element area is a cubic polynomial in each of two inde
pendent variables and that a nine-point Simpson's rule is
sufficient to integrate such a polynomial exactly. With an
appropriate time-stepping scheme, the time matrix is diago
nal. This work is extended in Gray and Genuchten (1978),
where it is noted that Simpson's rule reduces the number of
operations required to compute the elements of system mat
rices. Nodal integration is also used by Lynch and Gray
(1979) with both nine-node quadrilaterals and three-node
triangles.
On the other hand, several researchers have raised
questions about whether the use of nodal lumping is suffi
ciently accurate. Huyakorn (FEWR1, p. 4.339) reports that
the accuracy with which the convective terms in the Navier-
Stokes equations are integrated significantly affects the ac
curacy of the solution.
In solving the shallow-water equations in a rectangular
basin having variable depth, Walters (1983, p. 597) notes
larger oscillations in equal-order interpolation on nine-node
quadrilaterals using nodal integration than in equal-order
interpolation on six-node triangles using seven-point Gaus
sian integration. He suggests that the difference may be due
to the lower order accuracy of nodal integration.
A related observation is made by Bercovier and
Engelman (1980, p. 317). In solving the equations for in
compressible non-Newtonian flow, they report that their
algorithm is more stable if higher order Gaussian integration
is used for the highly nonlinear terms.
The Convective Terms
The convective terms in the momentum equations are
important in modeling flows that involve circulation and
separation. (Circulation is defined as the line integral of the
tangential component of fluid velocity around a closed
curve.) Abbott and Rasmussen (1977, p. 236) point out that
these phenomena can be simulated successfully only if the
convective terms are correctly handled and the use of unre-
alistically large viscous terms is avoided. Large viscous
terms tend to suppress circulations induced in part by the
convective terms. Cheng and Walters (1982, p. 98, 99)
20 Two-Dimensional Surface-Water Flow, Horizontal Plane
make the same point. From measurements of unsteady
coastal flow, Ree and Schaap (1975) show that the convec
tive terms are significant and should not be neglected. The
importance of the convective terms is also discussed by
Lean and Weare (1979, p. 23).
In the section "Equal-Order and Mixed Interpolation
for the Shallow-Water Equations and Their Variants," the
short-wavelength noise generated by certain models is dis
cussed. The nonlinear convective terms "cascade" energy to
shorter wavelengths and thus can contribute to the spurious-
mode problem discussed there (Leendertse, 1967, p. 31-
34).
In chapter 2, both conservative (divergence) and non-
conservative (convective) forms of the momentum equa
tions were presented. In solving the steady Navier-Stokes
equations, Hughes and others (1979, p. 18) report no differ
ence in solutions using the different forms of the nonlinear
terms, but Tuann and Olson (1978, p. 9) recommend the
divergence form of the convective terms over the convective
form in schemes that alternately solve the momentum and
continuity (or Poisson pressure) equations.
Cullen (1977, p. 4.238) and Cullen and Morton (1980,
p. 257-261) consider different ways of computing the con
vective terms in a finite-element code. The authors show
that either of two two-stage methods of calculating the con
vective terms is preferable to a single-stage method.
Recently, much interest has been focused on
convection-dominated (or high-Reynolds-number) flows
(see FEMCDF), those in which the convective terms are
large compared with the viscous terms. Many numerical
solutions of such problems are plagued by spurious oscilla
tions.
Evans (1980, p. 208) points out that the convective
terms in finite-difference models are often represented by
upwind differences in order to ensure the diagonal domi
nance of the coefficient matrix and eliminate spurious oscil
lations. Upwind differencing involves the use of backward
or forward differencing (depending on the flow direction),
rather than central differencing, for the first-order (convec
tive) terms. This procedure usually eliminates numerical
oscillations but at the cost of a loss of accuracy (Tuann and
Olson, 1978).
Christie and others (1976) adapt upwinding to a finite-
element solution of the one-dimensional convection-
diffusion equation by using nonsymmetric weighting func
tions. Piecewise linear elements are used in this work.
Oscillations are eliminated but the solutions are not highly
accurate. Heinrich and others (1977) extend this approach to
two-dimensional bilinear quadrilateral elements and use it to
solve the two-dimensional convection-diffusion equation.
Heinrich and Zienkiewicz (1977) extend the procedure to
biquadratic quadrilaterals.
Hughes (1978) shows that this approach is equivalent
to the use of standard test and trial functions together with
the use of a special integration rule to evaluate the convec
tive term. This finite-element upwinding procedure is ex
tended to two-dimensional Navier-Stokes flows by Hughes
and others (1979), who use bilinear quadrilateral elements.
The work mentioned here and much more is summarized in
review articles by Zienkiewicz and Heinrich (1978) and
Heinrich and Zienkiewicz (1979).
Other applications of upwinding to the finite-element
solutions of the Navier-Stokes equations are given by Fortin
and Thomasset (1979), Hughes and Brooks (1979), and
Raviart (1980).
There is considerable controversy about finite-element
upwinding techniques. Upwinding advocates claim that
their procedures do not result in the accuracy losses that
plague finite-difference upwind solutions. On the other
hand, a number of authors (Gresho and Lee, 1979; Leonard,
1979; Leone and Gresho, 1981) state that finite-element
upwinding causes a loss of accuracy and covers up solution
features that are important to an understanding of the phys
ical phenomenon under study.
In the section "Equal-Order and Mixed Interpolation
for the Shallow-Water Equations and Their Variants," it is
shown that spurious short-wavelength oscillations can often
be removed by a variety of procedures in the context of
standard finite elements. In the section "Resolution of the
Domain and Network Irregularity" it is stated that numerous
authors suggest that adequate spatial resolution resolves
many problems involving numerical oscillations. This ap
proach is also recommended by Lam (1977), who compares
a linear finite-element scheme with an upwind finite-
difference scheme using flux-corrected transport (Book and
others, 1975) in solving the linear convection-diffusion
equation. Gresho and Lee (1979, p. 54-57) disagree with
the approach of Hughes and others (1979, p. 44-47), who
use upwinding to remove oscillations in computing flow
over a step in a channel. Gresho and Lee show that an
accurate solution can be obtained by grid refinement without
upwinding. Leone and Gresho (1981) show that a smooth
solution is not necessarily an accurate solution.
Thornton and Dechaumphai (1980) use both standard
and upwind finite elements to solve a one-dimensional con-
vective heat transport problem. They claim that the standard
method is better except in regions of large gradients, where
the upwind method performs better.
CHAPTER 5. TREATMENT OF
BOUNDARY CONDITIONS
Boundary conditions for various formulations of the
equations of two-dimensional surface-water flow in the
horizontal plane are discussed in chapter 2. The two types
of boundary conditions, essential and natural, that are used
with the finite-element method are discussed in chapter 3.
There are no unique weak differential equations of surface-
water flow, and thus there are no unique natural boundary
conditions (Strang and Fix, 1973, p. 70). Most of the possi
ble continuum boundary conditions have been implemented
as both essential and natural boundary conditions by differ
ent authors, as will be described below. Different ways of
treating a given boundary condition affect the quality of the
numerical solution.
Neumann boundary conditions (boundary conditions
involving normal derivatives of dependent variables) are no
easier to implement as essential boundary conditions in a
finite-element formulation than in a finite-difference formu
lation unless higher order elements are used in which deriva
tives are nodal variables (Cooke, 1977, p. 6). However,
Neumann boundary conditions are often easily implemented
as natural boundary conditions.
We begin by discussing the implementation of
boundary conditions for the equations of two-dimensional,
viscous, incompressible flow. Roache (1972, p. 139-173)
gives an extensive survey of approaches for handling
boundary conditions for the vorticity and stream-function
equations.
Taylor and Hood (1973, p. 78-81) discuss the treat
ment of boundary conditions for the primitive Navier-Stokes
equations. Velocity and pressure boundary conditions are
treated as essential boundary conditions, and stress and
normal-velocity-gradient boundary conditions are handled
as natural boundary conditions. Taylor and Hood (1973,
p. 82-85) also discuss the implementation of boundary con
ditions for the vorticity and stream-function equations. The
authors conclude that it is much easier to handle boundary
conditions for the primitive equations. Fix (1975, p. 67) also
notes that implementing boundary conditions for the vortic
ity and stream-function equations presents major diffi
culties.
Hughes and others (1978), who use a penalty-function
formulation to solve the steady, viscous, incompressible
flow equations, specify velocities and stresses (or tractions)
on disjoint segments of the boundary and implement them as
essential and natural boundary conditions, respectively.
Huyakorn and others (1978, p. 31, 32) use four-node
quadrilateral elements to simulate steady, free, thermal con
vection in a square cavity. The solution exhibits the spurious
"checkerboard" mode if velocity boundary conditions are
specified on the entire boundary. The spurious mode is
suppressed if either pressures or stresses are specified on at
least one side of the domain.
In solving the steady, viscous, incompressible flow
equations, McComber and others (1978, p. 133) also assert
that boundary conditions are easier to handle for the primi
tive formulation than for the vorticity-stream-function for
mulation of the flow equations. Working with the steady
Stokes equations, the authors (McComber and others, 1978,
p. 135) show that the natural boundary condition for veloc
ity can involve either stresses or velocity gradients. The
authors state that the second is easier to handle. The pressure
term can be integrated by parts or left alone. If it is inte
5. Treatment of Boundary Conditions 21
grated, pressure must be handled as part of the natural
boundary condition (McComber and others, 1978, p. 136).
Jackson and Cliffe (1981 , p. 1662, 1663) also remark
that the pressure term in the Navier-Stokes equations can be
left alone or integrated by parts. In the first case, normal-
velocity-gradient boundary conditions are used; in the sec
ond, stress boundary conditions are used.
Hughes and others (1979, p. 3, 4, 17) solve the steady
Stokes and Navier-Stokes equations with velocity and stress
boundary conditions. When velocities are specified every
where on the boundary, a consistency condition derived
from the continuity equation is used: the net flux across the
boundary is zero. Sani, Gresho, Lee, Griffiths, and
Engelman (1981 , p. 200) also point out that if velocities are
specified at all boundary nodes, an additional constraint
equation must be satisfied. Either the boundary data must be
adjusted to satisfy the constraint, or a natural boundary
condition must be applied over part of the boundary.
In both the convection-diffusion equation and the
Navier-Stokes equations, the way in which boundary condi
tions are handled greatly affects the quality of the numerical
solution. Gartling (1978) points out that an essential outflow
boundary condition is usually incorrect in a convection-
diffusion problem. The numerical solution usually exhibits
oscillations for this boundary condition. The natural
boundary condition is more appropriate. Similar observa
tions are made by Roache (1972, p. 161-165), Gresho and
Lee (1979, p. 49, 50), and Hughes and Brooks (1979,
p. 26).
Jackson and Cliffe (1981 , p. 1663, 1675), who study
mixed interpolation for the Navier-Stokes equations, note
that specifying normal stresses instead of normal velocities
on one boundary segment reduces the number of spurious
pressure modes because the number of available test func
tions is increased.
Sani, Gresho, Lee, and Griffiths (1981) and Sani,
Gresho, Lee, Griffiths, and Engelman (1981) discuss the
relationship between boundary conditions and the existence
of spurious modes in various finite-element formulations of
the Navier-Stokes equations. For example, it is shown that
for mixed interpolation with continuous biquadratic velocity
and discontinuous bilinear pressure (the pressure nodes are
located at the 2x2 Gauss points), the single spurious pres
sure mode can be suppressed by avoiding the specification
of tangential velocity components on the boundary (Sani,
Gresho, Lee, Griffiths, and Engelman, 1981, p. 177).
In solving the Navier-Stokes equations, Donea and
others (1981) show that the spurious "checkerboard" mode
on square meshes of four-node elements is caused by an
incorrect pressure equation at the boundary, which in turn is
caused by strict application of the essential tangential-
velocity boundary condition. In the context of a fractional-
steps method, the authors weaken the application of the
tangential-velocity boundary condition and remove the spu
rious mode.
22 Two-Dimensional Surface-Water Flow, Horizontal Plane
Many of the ideas used in the treatment of boundary
conditions for the Navier-Stokes equations can be carried
over to the treatment of boundary conditions for the shallow-
water equations.
Connor and Wang (1973) and Wang and Connor
(1975, p. 84-87), whose models include viscous terms,
specify flow components (including zero flow components
at solid boundaries) or water-surface elevations at boundary
nodes. Both dischage and surface-elevation boundary condi
tions are treated as essential boundary conditions. Green's
theorem is applied to the second-order viscous terms to give
line integrals involving the boundary-stress terms. When
discharge components are specified at boundary nodes, the
relevant equations are deleted from the system of equations
and the boundary-stress integrals for those nodes do not
need to be calculated. When surface elevations are specified
at boundary nodes, all forces except pressures are neglected
and the boundary-stress integrals again are not calculated.
Neglecting the boundary-stress integrals is equivalent to
assuming that velocity gradients at the boundary are zero.
The authors also point out that in a model without eddy
viscosity, the boundary-stress integrals can be justifiably
neglected at boundary nodes where normal flows are speci
fied. Wang and Connor express the momentum equations in
terms of coordinates normal and tangential to the boundary
in order to simplify the application of discharge boundary
conditions. At each node on the external boundary, unique
normal and tangential directions are determined which per
mit global conservation of mass (Wang and Connor, 1975,
p. 99-104). This procedure is also discussed by Gray (1977,
p. 4.41-4.44), Pinder and Gray (1977, p. 221-225, 275,
276), and Engelman, Sani, and Gresho (1982).
Norton and King (1973), Norton and others (1973),
King and Norton (1978), and Norton (1980), who employ
second-order terms in the shallow-water equations, specify
flow components at the inflow-boundary nodes, zero normal
flow at lateral-boundary nodes, and water-surface elevations
at outflow-boundary nodes. Like Wang and Connor, these
authors neglect the boundary-stress integrals at specified
discharge and surface-elevation boundaries. They also ne
glect these terms at specified-normal-flow boundaries and
justify this by rationalizing that shear forces along a "slip"
boundary are zero (W.R. Norton, written commun., 1977).
Walters and Cheng (1978, 1980) and Walters (1981), who
use a similar formulation, make the same assumptions. Nor
ton and King apply integration by parts to the water-surface-
gradient terms in the momentum equations. This procedure,
which is analogous to that applied to the pressure terms in
the Navier-Stokes equations by several of the authors dis
cussed above, allows specified downstream water-surface
elevations to be handled as natural boundary conditions.
This permits continuity equations at the downstream
boundary to be retained.
Isoparametric elements permit the use of smooth,
curved lateral boundaries. The improvement in accuracy
obtained by using such boundaries, together with the speci
fication of zero normal flow (tangential flow) there, is doc
umented by Gee and MacArthur (1978), King and Norton
(1978), and Walters and Cheng (1978, 1980) for the mixed-
interpolation formulation of the surface-water flow equa
tions.
Lynch (1978, p. 1-20-1-25) observes that several au
thors misapply boundary conditions. Taylor and Davis
(1975), who do not use viscous terms, specify both depth
and velocity at the open end of a rectangular channel and
apply no boundary conditions at the other end. Brebbia and
Partridge (1976a, 1976b), also using no viscosity, apply
no-slip boundary conditions at landward boundaries. In an
other application, Partridge and Brebbia (1976) use correct
boundary conditions.
In a formulation without viscosity, Katapodes (1980,
p. 5.40) overspecifies inflow-boundary conditions by speci
fying both normal and tangential velocities at the inflow
boundary.
Walters and Cheng (1978, 1980), who use a mixed-
interpolation formulation of the shallow-water equations,
treat specified water-surface elevations at an open boundary
as essential boundary conditions. Because this results in a
lack of continuity constraints at the open boundary, such a
boundary is handled by specifying the water-surface eleva
tion at only one node and specifying velocity directions at
the remaining nodes.
Walters (1981, p. 161, 162) shows how integration by
parts can be used to incorporate specified discharges,
stresses, and water-surface elevations as natural boundary
conditions.
Pearson and Winter (1977, p. 526, 527) and Jamart
and Winter (1982, p. 168-172) discuss open-boundary con
ditions with the Coriolis force included. In this case, appli
cation of a uniform elevation at the open boundary can lead
to a spurious "half eddy" in the velocity field at the
boundary. Pearson and Winter resolve the problem by speci
fying a small phase shift in the tidal elevation across the
boundary. Jamart and Winter apply the procedure of
Walters and Cheng discussed above.
Holz and Hennlich (1977, p. 4.29) describe the appli
cation of specified-velocity boundary conditions as natural
boundary conditions introduced by applying Green's theo
rem to the divergence term in the continuity equation. The
results (Holz and Hennlich, 1977, p. 4.26) are unsatisfac
tory. Gray (1978, p. 24-29, 43-47) reports similar results.
Herding (1978, p. 314-316), who uses a "hybrid"
method (see the section "Discontinuous Interpolation" in
chapter 4) and viscous terms, specifies the symmetric stress
tensor at the boundary to be zero. Specified water-surface
elevations are treated as essential boundary conditions, nor
mal discharges are introduced as natural boundary condi
tions into the continuity equation, and the specified stress
tensor is introduced as a natural boundary condition into the
momentum equations.
Withum and others (1979, p. 705) and Holz and
Nitsche (1980, p. 5.115) treat depth, normal-flow, and
stress boundary conditions as natural boundary conditions.
In their penalty-function treatment of the shallow-
water equations, Zienkiewicz and Heinrich (1979, p. 683)
treat the specified surface elevation as a natural boundary
condition, which facilitates the elimination of surface eleva
tion from the momentum equations by means of the penalty
function.
Several authors suggest neglecting the convective
terms at the boundary (Leendertse, 1967, p. 67; Wang,
1977, p. 4.77). Gray, in FEWR1 (p. 4.348, 4.349), states
that this procedure is not necessary if boundary conditions
are applied carefully.
CHAPTER 6. TIME DISCRETIZATION
The method of time discretization affects both the
efficiency and accuracy of approximate solutions to tran
sient problems. In this chapter, recent finite-element litera
ture on time discretization for both the shallow-water and
other transient equations is reviewed. Published work on the
effects of diagonalizing the time matrix and spectral meth
ods is also examined.
Most finite-element models for transient problems
employ finite-element discretization in space and finite-
difference discretization in time. There are two basic types
of finite-difference time discretization (Ames, 1977, p. 42-
54): explicit and implicit. In explicit methods, only one
unknown value at time tx is specified in terms of known
values at time f0, where tx >t0, and possibly known values at
even earlier times. In implicit methods, two or more un
known values at time tx are specified in terms of known
values at time t0 and possibly known values at even earlier
times. Typically, explicit methods do not require the simul
taneous solution of a system of equations, but stability re
quires that the size of the time step be restricted. Implicit
methods, on the other hand, require simultaneous solution
of a system of equations, but the size of the time step is
usually unrestricted by stability requirements, although it
must be restricted to obtain an accurate solution.
For most finite-element algorithms, a system of equa
tions must be solved at least once at each time step in order
to advance the numerical solution one time step, regardless
of whether explicit or implicit finite-difference time-
stepping techniques are used (Cooke, 1977, p. 12;Thacker,
1978b, p. 680; Baker and Soliman, 1979, p. 290; Malone
and Kuo, 1981, p. 4029).
Guderly and Clemm (1980, p. 30, 31) point out that
if a small element size is needed to express the solution with
sufficient accuracy, then, in principle, a small time step is
also needed. Otherwise, information contained in the initial
conditions will be lost. For accuracy reasons, one cannot use
6. Time Discretization 23
an implicit time step much larger than would be allowed in
an explicit formulation. Morton and Parrott (1980, p. 250)
make the same point, as do Hughes and others (1979, p. 40)
for the transient Navier-Stokes equations and Callen in
FEWR1 (p. 4.339) for convective problems. Katapodes and
Strelkoff (1979, p. 322, 323) claim that implicit methods are
inappropriate for the solution of hyperbolic problems be
cause only a part of the initial conditions affect the solution
at a particular point.
Cullen (1973, p. 18), Lynch (1978, p. 3-10, 3-16,
3-17), and Baker and Solimán (1979, p. 311, 312) point out
that the maximum allowable time step for an explicit finite-
element scheme is smaller than the maximum allowable
time step for a corresponding explicit finite-difference
scheme. Kelley and Williams (1976, p. 24) observe that the
maximum allowable time step for an explicit finite-element
scheme is limited by the smallest element dimension.
Weare (1976, p. 353-355) observes that all finite-
element time-stepping procedures lead to matrix-inversion
problems. The cost of generating each new nodal value is
proportional to the matrix bandwidth, which increases with
the size of the grid. In both explicit and implicit finite-
difference schemes, the cost of generating each new nodal
value does not depend on the grid size. Weare points out that
this is true for implicit methods because alternating-
direction methods are usually used. Such methods break
multidimensional problems down into a series of one-
dimensional problems.
Weare (1976, p. 356) suggests that solutions to tran
sient problems using finite-element models will become
competitive with solutions using finite-difference models
only when techniques are applied that allow transient finite-
element solutions to be obtained more efficiently. He sug
gests consideration of iterative instead of direct methods of
equation solution, the use of diagonalized time matrices,
and the adaptation of alternating-direction methods to finite-
element problems. Literature on the first and third sugges
tions is reviewed in chapter 9. Literature on the second
suggestion is reviewed in this chapter.
Time-Stepping Schemes
If we denote by u„ the value of the variable u at time
t=nAt, where At is the time increment, the simplest time-
stepping methods involve the differencing of du/dt between
time levels n and n + 1 :
du un+1-un
(6.1)
dt At
If other terms are evaluated at time level n, the explicit Euler
scheme is obtained. If other terms are evaluated by averag
ing midway between time levels n and n + 1 , the trapezoidal-
rule or Crank-Nicolson scheme is obtained. If they are eval
uated at time level n + 1 , the fully implicit scheme is
24 Two-Dimensional Surface-Water Flow, Horizontal Plane
obtained. Other implicit schemes can be obtained by evalu
ating the other terms at various points between time levels
n and n + 1 .
The Euler scheme is used by Brebbia and Smith
(1977, p. 4.212, 4.213) to solve the vorticity and stream-
function equations. The fully implicit approach is used by
Bercovierand Engelman (1979, p. 188) to solve the Navier-
Stokes equations in two dimensions and by Harrington and
others (1978, p. 2.46) to solve the shallow-water equations.
Because the Euler scheme in the finite-element context is
only marginally stable for the shallow-water equations
(Wang and Connor, 1975, p. 108-115) and the fully im
plicit scheme is first-order accurate and thus quite dissipa-
tive (Hirsch and Warzee, 1979, p. 275, 276), these methods
are little used. The trapezoidal rule, which is second-order
accurate and unconditionally stable, is used extensively in a
variety of transient finite-element codes (Baker, 1978,
p. 212; Baker and others, 1978, p. 4.55; Baker and
Solimán, 1980, p. 1.44; Connor and Christodoulou, 1981,
p. 640-643).
Harrington and others (1978, p. 2.46, 2.47) employ
both fully implicit and trapezoidal-rule time-integration
schemes in solving the shallow-water equations. The fully
implicit scheme is shown to be more stable than the trape
zoidal scheme, probably because the dissipative fully im
plicit scheme damps spurious oscillations while the more
accurate trapezoidal scheme does not.
Taylor and Davis (1975) and Partridge and Brebbia
(1976, p. 1303) use the trapezoidal rule in solving the
shallow-water equations. Wang and Connor (1975, p. 115-
1 17) consider using a trapezoidal-rule scheme in solving the
same equations but reject it because of the need to solve for
all variables simultaneously. Pinder and Gray (1977,
p. 244-252) and Lynch (1978, p. 3-11-3-14) note that the
trapezoidal rule, like most schemes, introduces both ampli
tude and phase errors for short wavelengths when friction is
included in the linearized one-dimensional shallow-water
equations.
Another two-level scheme is obtained by weighting
the terms other than the time derivative two-thirds of the
way between time levels n and n + 1 . This is equivalent to
the linear finite element in time used by Grotkop (1973),
Gray and Pinder (1974), and Taylor and Davis (1975).
Lynch's analysis (1978, p. 3-11-3-14) indicates that the
performance of this scheme is inferior to that of the trape
zoidal rule. Both the trapezoidal-rule and the finite-element-
in-time schemes are unconditionally stable (Gray and
Lynch, 1977, p. 85-87; Lynch, 1978, p. 3-1 1).
The leapfrog scheme approximates the time derivative
by
dli_un+l un-l
(6.2)
dt~ At
For the leapfrog scheme, Lynch (1978, p. 3-16, 3-17) shows
that Ai must satisfy a stability constraint that is more restric
tive than the stability constraint for the corresponding finite-
difference scheme. Like the trapezoidal-rule scheme, the
leapfrog scheme exhibits both amplitude and phase errors
for short wavelengths when friction is included in the lin
earized one-dimensional shallow-water equations (Lynch,
1978, p. 3-18). The leapfrog method is used by Kelley and
Williams (1976, p. 24, 25), Gray (1977, p. 4.39-4.41;
1978, p. 63, 64), and Gray and Lynch (1979, p. 49) in
solving the primitive shallow-water equations and by Reddy
and Warburton (1980, p. 192, 193) in solving the vorticity
and stream-function equations. Lynch (1978, p. 3-19) states
that the water-surface elevation and the velocities at the new
time levels are uncoupled and can be computed sequen
tially. He also points out that the coefficient matrices are
symmetric and time invariant and that there is no need to
iterate at each time level (Lynch, 1978, p. 5-1-5-9).
A split-step or split-time scheme is used by Wang and
Connor (1975, p. 122-127). This scheme is equivalent to
applying the leapfrog scheme at different time levels. For
example, the time derivative in the continuity equation is
approximated using time levels n + 1 and n - 1 , and the time
derivatives in the momentum equations are approximated
using time levels n+2 and n. The equations are solved
sequentially (Lynch, 1978, p. 3-19), and the matrices are
time invariant. The nonlinear terms are not centered in time
with the basic split-time scheme as they are with the
leapfrog scheme. If the nonlinear terms are centered in the
split-time scheme, iteration is required. The centered split-
time scheme exhibits amplitude and phase errors for short
wavelengths when friction is included, but the errors are less
than those generated by the leapfrog scheme (Lynch, 1978,
p. 3-21-3-23). The split-time scheme is used by Koutitas
and Xanthopoulos (1978, p. 2. 155) and Shubinski and Wal
ton (1981, p. 244)
Gray and Lynch (1977, p. 89) and Lynch (1978,
p. 3.23-3.26) discuss a second-order Adams-Bashforth
scheme, which is shown to have poor phase and amplitude
properties. Gray and Lynch (1977, p. 89, 90) and Lynch
(1978, p. 3-26-3-28) also analyze a predictor-corrector
scheme with an Adams-Bashforth predictor step and a
trapezoidal-rule corrector step. In the explicit Adams-
Bashforth step, the nontime terms are extrapolated to time
level n + '/2 from the terms at time levels n and n - 1 , and the
extrapolated values are used to predict the velocities and
water-surface elevation at time level n + 1 . These predicted
values are used in a scheme similar to the implicit
trapezoidal-rule scheme to correct the values of the water-
surface elevation and the velocities at time level n + 1 .
Lynch ( 1978, p. 3 - 28) suggests that the scheme may exhibit
instabilities. A similar scheme with a full trapezoidal-rule
corrector step is used by Gresho, Lee, Stullich, and Sani
(1978, p. 3.50, 3.51) to solve the Navier-Stokes equations
and by Cheng and Walters (1982, p. 99) to solve the
shallow-water equations. Gresho, Lee, Stullich, and Sani
(1978, p. 3.45, 3.46) assert that the scheme is stable and
second-order accurate.
Gray and Lynch (1977, p. 90, 91) and Lynch (1978,
p. 3-28-3-33) show that a Lax-Wendroff scheme, although
it damps 2A* waves, is too highly dissipative to be useful.
Gray and Lynch (1977, p. 91, 92) and Lynch (1978,
p. 3-33-3-38) analyze a three-level semi-implicit scheme,
which is presented for the full shallow-water equations by
Gray and Lynch (1979, p. 50, 51). In the momentum equa
tions, the transient terms and the water-surface-gradient
terms are treated implicitly, at time levels n + 1 and n - 1 ,
the friction terms are evaluated at time level n — 1 , and all
other terms are evaluated at time level n. The momentum
equations are differentiated and substituted into the continu
ity equation. This yields a continuity equation that is im
plicit in water-surface elevation and the second partial
derivatives of water-surface elevation. All other terms are
evaluated at time levels n and n — 1. In the semi-implicit
scheme, the surface elevation and the velocities can be ob
tained sequentially, and the time matrix is independent of
time (Lynch, 1978, p. 3-37). Short wavelengths are damped
although they do not propagate. For the linearized equa
tions. Gray and Lynch (1977, p. 92) point out that the
semi-implicit scheme is stable and similar in accuracy to the
trapezoidal-rule scheme.
A two-level semi-implicit scheme is also examined by
Gray and Lynch (1977, p. 92, 93) and Lynch (1978,
p. 3-38-3-41). Unlike the three-level scheme, the two-level
scheme requires iteration. The two-level scheme is more
accurate than the three-level scheme, is stable, and damps
short wavelengths.
Brebbia and Smith (1977, p. 4.214-4.219) use a
semi-implicit fractional-steps scheme to solve the vorticity
and stream-function equations. Bercovier and Pironneau
(1978, p. 189) suggest a semi-implicit scheme, implicit in
the viscous terms and explicit in the convective terms, to
solve the Navier-Stokes equations.
Malone and Kuo (1981, p. 4029-4031) apply to the
shallow-water equations a three-level semi-implicit scheme
similar to that of Gray and Lynch. The authors point out that
the object is to treat the terms responsible for severe time-
step restrictions implicitly and all others explicitly. In the
momentum equations, the time-dependent terms, the Cori-
olis terms, and the surface-elevation-gradient terms are
treated implicitly and the convective and friction terms are
treated explicitly. In the continuity equation, all terms are
treated implicitly except those involving the spatial deriva
tives of the product of surface-elevation and velocity. As in
the model of Gray and Lynch, matrix decomposition is
required only once for a problem, with calculation of the
right-hand side and backsubstitution at each time step. The
authors quote finite-difference results that indicate that the
semi-implicit method removes the gravity-wave constraint
on the time step. Walters (1981 , p. 165) has used the same
three-level semi-implicit scheme.
6. Time Discretization 25
 In their analysis of time-stepping schemes, Gray and
Lynch (1977, p. 93, 94) and Lynch (1978, p. 3-41-3-47)
analyze time discretization for schemes based on the wave
continuity equation discussed in chapter 2. Central differ
encing is used for the time derivative in the second-order
continuity equation. In the linearized one-dimensional case
with friction, the wave-equation schemes are shown to have
monotonically increasing dispersion relations. The accuracy
of the schemes and whether they are conditionally or uncon
ditionally stable depend on where the spatial terms are eval
uated between time levels n + 1 and n - 1 . For the explicit
wave-equation model presented by Lynch and Gray (1979,
p. 212, 213), the solutions for the surface elevation and the
velocities are uncoupled, and no iteration is required. Fric
tion is handled in a way that causes the matrices to be
independent of time.
To solve the convection-diffusion equation, Varoglu
and Finn (1978, 1980) use finite elements in space and time
with element sides oriented along the characteristic lines of
the hyperbolic equation obtained by setting the diffusion
coefficient equal to zero. Guderly and Clemm (1980) rec
ommend this approach to obtain more accurate transient
finite-element solutions of hyperbolic equations.
In conclusion, a number of time-stepping schemes
seem, on the basis of the published literature, to be promis
ing. Among the schemes deserving consideration are the
trapezoidal, leapfrog, split-step, predictor-corrector, semi-
implicit, and wave-equation schemes.
Lumping
As mentioned above, Weare (1976) suggests that the
inherent implicitness of the finite-element method can be
dealt with by diagonalizing or lumping the time matrix and
thus avoiding the need to solve a matrix equation. Of
course, lumping has an effect on the accuracy of the numer
ical solution. A number of authors address this issue.
Baker (FEWR1, p. 4.349, 4.350) comments on the
use of lumping in solving transient problems. In solving the
heat-conduction equation, he finds that lumping degrades
accuracy but that twice as many elements can be used for the
same computer cost to get accuracy comparable to that ob
tained with a consistent formulation. He also reports that for
solving the boundary-layer equations, a lumped scheme is
similar to an implicit trapezoidal-rule finite-difference
scheme.
Brebbia and Smith (1977, p. 4.224-4.228) use both
consistent and lumped Euler schemes to solve the vorticity
and stream-function equations. Lumping is done by dis
tributing the mass of the linear triangular elements equally
at the three nodes. In modeling quasi-steady flow around a
cylinder at a Reynolds number of 100, the lumped formula
tion gives distinctly inferior results. The authors point out
26 Two-Dimensional Surface-Water Flow, Horizontal Plane
that lumping will have no effect on the solution if time
stepping is used to obtain a steady-state solution.
Cooke (1977, p. 12), in studying the usefulness of the
finite-element method for solving the compressible Navier-
Stokes equations, writes: "For a nonuniform grid the lump
ing process globally lowers to first order the accuracy of the
transient solution. However, for uniform grids this occurs
only near the boundary. This deterioration in accuracy on
nonuniform grids is a compelling argument against lump
ing."
Ehlig (1977, p. 1.96) compares consistent and
lumped finite-element solutions of the one-dimensional
convection-diffusion equation. Although a lumped formula
tion is shown to be much less accurate than a consistent
formulation, there is no discussion of the accuracy that can
be obtained with the two formulations for the same com
puter cost.
Gresho, Lee, and Sani (1978, p. 339-343) study the
effect of lumping on the accuracy of the finite-element
method for convection-dominated flows. In a one-
dimensional pure convection problem, a consistent linear
formulation is shown to be more accurate than a lumped
quadratic formulation. Fourier techniques are used to com
pute the phase speed for the finite-element schemes studied
as well as for several finite-difference schemes. The results
show that lumping causes a significant phase lag, but not as
much as a second-order or even a fourth-order finite-
difference scheme. Lumping is also shown to degrade accu
racy in pure convection in two dimensions when eight-node
quadrilaterals are used. Lumped results obtained using nine-
node quadrilaterals are claimed to be relatively more accu
rate. The authors state that in one-dimensional experiments
with convection and diffusion, lumping errors increase with
the ratio of convective to diffusive transport. In a two-
dimensional convection-diffusion problem, lumping is
shown to cause a loss of accuracy.
As stated on page 25, Gresho, Lee, Stullich, and Sani
(1978, p. 3.57, 3.58) use nine-four mixed interpolation on
quadrilaterals and a predictor-corrector scheme with an
Adams-Bashforth predictor and a trapezoidal -rule corrector
to solve the time-dependent Navier-Stokes equations. They
state that lumped results are little different from consistent
results for flow through a sudden expansion at a Reynolds
number of 60 and suggest that lumping causes less loss of
accuracy at low Reynolds numbers than at large Reynolds
numbers.
Gresho, Lee, Sani, and Stullich (1978, p. 13), who
solve the same equations by the same techniques, report
additional results on lumping. In modeling quasi-steady
flow around a cylinder at a Reynolds number of about 100
with nine-four mixed interpolation, consistent and lumped
results are comparable.
Gresho, Lee, and Upson (1980) present further results
on vortex shedding behind a cylinder at a Reynolds number
of about 100. Lumping with four-one mixed interpolation is
shown to cause serious phase-speed errors.
Gresho and Lee (1979, p. 48) report on observations
made in solving the one-dimensional convection-diffusion
equation using linear elements with both consistent and
lumped schemes. That the consistent finite-element formu
lation is more accurate than a central-difference method is a
consequence of the improved phase characteristics of the
consistent finite-element coefficient matrix. Lumping is re
ported to cause these phase advantages to be lost (the
lumped approach exhibits a larger phase lag than the consis
tent approach). Gresho and Lee (1979, p. 58, 59) conclude
by remarking that the consistent formulation is to be pre
ferred with implicit schemes but that for explicit methods,
lumping is virtually mandatory for cost effectiveness in
solving higher dimensional transient problems.
Baker and Soliman (1979, p. 311, 312) report that
lumping reduces solution accuracy in finite-element solu
tions of the convection-diffusion equation. The authors state
that lumping is defensible with linear elements and an ex
plicit integration algorithm, where the lumping procedure
increases the maximum allowable time-step size.
In solving the unsteady Navier-Stokes equations with
a penalty-function formulation, Hughes and others (1979,
p. 37, 38) use nodal integration to lump the time matrix for
both four- and nine-node quadrilateral elements (see the
section "Numerical Integration" in chap. 4).
Reddy and Warburton (1980, p. 196-209) compare
consistent and lumped formulations for the vorticity and
stream-function equations using a trapezoidal-rule time-
stepping scheme. When lumping is used, six- and nine-node
elements perform much better than three- and four-node
elements. However, even with the nine-node element,
where the lumped approach does best, the consistent ap
proach is clearly superior.
Cullen (1982, p. 235) considers lumped finite-
element formulations for hyperbolic problems. He agrees
with Gresho, Lee, and Sani (1978) that eigenvalue errors
resulting from lumping are less with quadratic elements than
with linear elements. He states that eigenfunction errors are
large.
Mullen and Belytschko (1982) report results on
lumped finite-element formulations of the two-dimensional
wave equation. Like Gresho and his coworkers, Mullen and
Belytschko report that lumping results in a phase velocity
slower than the analytic value for both quadrilateral and
triangular elements. They observe that the difference opera
tor resulting from the lumped finite-element formulation for
the one-directional mesh pattern shown in figure 4.L4 is
identical to the five-point Laplacian finite-difference opera
tor.
Meissner (1978a, 1978b) uses a model for unsteady,
one-dimensional streamflow in which some nodes are han
dled implicitly (by the trapezoidal rule) and others are han
dled explicitly using a lumped time matrix. This approach is
said to yield the advantages of each method in different parts
of the domain. A similar concept is used by Neuman and
Narasimhan (1977, p. 310, 311) and Narasimhan and others
(1977).
A number of authors have applied lumping techniques
in solving the shallow-water equations. Wang (1977,
p. 4.77-4.80) uses both consistent and lumped formulations
and compares the results of the two approaches in a model
of Block Island Sound. Although differences are observed,
the author recommends use of the lumped scheme because
of its efficiency.
Gray (1977, p. 4.38-4.41) and Gray and Lynch
(1979, p. 52, 53), following Fried and Malkus (1975), use
Simpson's rule with nine-node isoparametric quadrilateral
elements and a leapfrog scheme to yield a diagonal coeffi
cient matrix. No comparison is made of the lumped results
and consistent results obtained with Gaussian integration
instead of Simpson 's-rule integration. Lynch and Gray
(1979, p. 213, 214) use nodal lumping with three-node
triangles and nine-node quadrilaterals in a wave-continuity-
equation model. Results are compared for the explicit wave
equation with and without nodal lumping (Lynch and Gray,
1979, p. 219-225) for several examples for which analytic
solutions are available. The lumped results are of accuracy
comparable to the consistent results.
Kawahara, Nakazawa, Ohmori, and Hasegawa
(1978, p. 2.134-2.138) use a lumped two-step explicit
scheme, which is shown by Gray (1980, p. 1 . 126-1 . 128) to
be excessively dissipative.
Lumping with both first- and second-order time-
stepping schemes is discussed by Withum and others (1979,
p. 708, 709). Shubinski and Walton (1981 , p. 244, 245) use
nodal integration with one-three mixed interpolation on tri
angles and a split-time scheme.
In conclusion, whether lumping is acceptable depends
on the equations, the elements, and the time-stepping
schemes used.
Comparison of Time-Stepping Schemes
A number of the authors discussed above compare
different time-stepping methods. Taylor and Davis (1975)
test an Adams-Moulton predictor-corrector scheme, a
trapezoidal-rule scheme, and a finite-element-in-time
scheme. The trapezoidal rule is selected. (See also Lynch,
1978, p. 1-20-1-22.) Wang and Connor (1975, p. 107-127)
consider an Euler scheme, a trapezoidal-rule scheme, a
predictor-corrector scheme, a fourth-order Runge-Kutta
scheme, and a split-step scheme. The split-step scheme is
selected for their work. (See also Lynch, 1978, p. 1-15-
1-20.)
6. Time Discretization 27
 After performing numerical tests with the vorticity
and stream-function equations, Reddy and Warburton
(1980) select the leapfrog scheme as superior to fully im
plicit, finite-element-in-time, and trapezoidal-rule schemes,
and a two-step scheme denoted the Matsuno scheme.
Gray and Lynch (1977) and Lynch (1978) compare a
large number of schemes using analytical methods: Euler,
fully implicit, trapezoidal-rule, leapfrog, split-step, second-
order Adams-Bashforth, partially corrected second-order
Adams-Bashforth, Lax-Wendroff, three-level semi-
implicit, two-level semi-implicit, and wave-equation
schemes. They select the leapfrog, three-level semi-
implicit, and wave-equation schemes as the most promising.
Gray and Lynch (1979) show that the three-level semi-
implicit scheme performs better than the leapfrog scheme.
Lynch and Gray (1979) show that various wave-equation
schemes perform better than either the leapfrog or the three-
level semi-implicit schemes because, as we have seen in
chapter 4, spurious oscillations are avoided by use of the
wave continuity equation.
Spectral Methods
As discussed in chapter 2, solutions to transient prob
lems that involve periodic motion can be obtained by
Fourier decomposition in the time domain and the solution
of the resulting set of elliptic equations. In general, elliptic
systems are easier to solve accurately than hyperbolic sys
tems. This approach is used with the shallow-water equa
tions by Pearson and Winter (1976, 1977), Le Provost and
others (1981), Lynch (1981), and Walters (1983, p. 594,
595). Pearson and Winter (1977, p. 521) warn that their
approach is not applicable for "1) very shallow estuaries
where nonlinear effects are large (since solution improve
ment by the iterative process will then be slow), and
2) episodic phenomena, such as storm surges, where the
present method may require the inclusion of an excessive
number of harmonics."
Kawahara and others (1977) analyze periodic tidal
flow by a finite-element perturbation method. A series of
linear equations is generated and solved sequentially for the
spectral components.
When applicable, spectral models can yield large sav
ings in computer costs. Lynch (1981) makes such a com
parison. Walters (1983, p. 598) reports that a spectral wave-
equation scheme with six-node triangles is about 50 times
more efficient than a semi-implicit scheme with six-three
mixed interpolation.
CHAPTER 7. COMPUTATION OF
FLUID STRESSES
The equations governing two-dimensional depth-
averaged surface-water flow are based on the fundamental
28 Two-Dimensional Surface-Water Flow, Horizontal Plane
laws of conservation of mass and momentum. The
conservation-of-momentum principle provides a relation be
tween the summation of forces acting on the fluid in a
vertical column and the time rate of change of the fluid's
momentum. Horizontal forces acting on the column of water
include those due to friction, pressure gradients, and the
rotation of the Earth. Frictional forces consist of bottom and
surface shear stresses caused by bed and wind resistance,
respectively, as well as lateral shear and normal stresses.
Lateral stresses on the column result from the viscous and
turbulent horizontal transport of momentum and also from
the vertical nonuniformity of velocity.
Bottom Shear Stress
The usual assumption for bottom shear stress, t*. is
that its magnitude is the same as that corresponding to
steady, uniform flow and that it acts in the direction of the
depth-averaged velocity. For one-dimensional flow, bottom
shear stress (or bottom friction) is generally computed as
T* = P*fct/2 (7.1)
in which p is the water density, kb is a dimensionless local
shear-stress coefficient which is equal to//8, where /is the
Darcy-Weisbach friction factor for conduits of noncircular
cross section, and U is the average cross-sectional velocity.
For two-dimensional flow, the directional components, t£
and t* of bottom shear stress are then given by
T?=p*fcí/(í/2+V2)1/2 (7.2)
and
T*=pA»V(l/2 + V2),/2 , (7.3)
where U and V are the depth-averaged velocities in the
horizontal x- and y -coordinate directions, respectively.
The Darcy-Weisbach friction factor,/, depends on the
bottom roughness and the Reynolds number of the flow in
fixed open channels and is recommended for use by the
Committee on Hydromechanics of the Hydraulics Division
of the American Society of Civil Engineers (1963).
Turbulent flows in most surface waters are often in the
fully rough regime, and, consequently, /depends only on
the relative roughness of the bottom surface. Since flow is
considered two dimensional, fully developed velocity pro
files for steady, uniform flow are assumed to approximately
obey a logarithmic distribution (Chow, 1959, p. 200-202).
On the basis of this assumption and the results of many
experiments, the Committee on Hydromechanics (1963,
p. 109, 1 10) suggests that a value for the resistance coeffi
cient for fully rough, uniform flow in fixed channels can
best be determined from

(7.4)
where R is the hydraulic radius, which is equal to the depth
in two-dimensional flow, and k is a length parameter charac
teristic of the surface roughness and is called the roughness
height. The ratio kIR of the roughness height to the hy
draulic radius is known as the relative roughness.
Henderson (1966, p. 94) points out that "the choice of
a value of k for a certain surface implies an equivalence
between that surface and one which is uniformly coated with
sand grains of diameter k. " If a knowledge of the bed com
position is available, values of k can be computed directly;
otherwise, estimates must be obtained from published
values based on the surface description. Without direct field
experience, however, it may not be easy to determine accu
rate values of k for some surfaces. For this reason, the
shear-stress coefficient, kb, is more often calculated from
the well-known Chezy-Manning formulation (Chow, 1959)
by the expressions
kb=-Z-2 and kb= 8"\ , (7.5)
c 2.208 H
where C is the Chezy discharge coefficient, n is the Manning
roughness coefficient, g is gravitational acceleration, and H
is the depth of flow. The roughness coefficient, n, was
presented by Manning in 1889 and by others before him (see
Chow, 1959, p. 98, 99; Henderson, 1966, p. 96). The factor
2.208 is necessary when g and H are expressed in inch-
pound units.
The Chezy discharge coefficient may be expected to
depend, like the Darcy-Weisbach friction factor, on the
Reynolds number and on boundary roughness in a fixed
channel since
C-flf . (7.6,
From equation 7.5, the coefficients C and n are related by
the expression
w'/6
C = 1.49— . (7.7)
n tions may be adjusted to give values corresponding to 10 m.
For fully rough, turbulent flow conditions, n is a constant
for each surface type.
Values of Manning's roughness coefficient, n, for
natural channels and flood plains are available in a number
of references, such as Chow (1959) and Barnes (1967). In
addition, n may be related to a characteristic size of the bed
material by any of several different formulas (Vanoni,
1975). The major problem with these estimates, however, is
that they have been developed under the assumption of
one-dimensional flow and implicitly account for the effect
of turbulence and deviations from a constant cross-sectional
velocity. For this reason, values of Manning's n determined
from calibration of a two-dimensional flow model that con
siders independently the effect of turbulence have been
found to be somewhat lower than those reported in the
literature (Lee and others, 1983, p. 30, 31).
Surface Shear Stress
As wind moves across a body of water it exerts a drag
force on the water surface. This shear stress between wind
and water sets the upper layers of water in motion in the
direction of the wind and may also cause waves to form and
break. Movement of the upper layers, especially when
waves are breaking, produces turbulent kinetic energy,
which is transported to greater depths by turbulent diffusion
or advective motion. Within a short period of time, this
shear stress will be transmitted to the entire depth of flow in
a shallow system, resulting in a mean horizontal velocity in
the direction of the wind. Thus the water will become deeper
on the leeward end of a water body and shallower on the
windward end.
The conventional method of relating surface wind
stress, t*, to wind velocity is by the quadratic expression
r*=ks pa W2 , (7.8)
where ks is a drag coefficient, pa is the density of the air, and
W is a characteristic wind velocity near the water surface. In
two-dimensional flow, the components, t* and t' of the
surface wind stress in the x- and y- coordinate directions,
respectively, are usually expressed as
tJ=*j pflW2cos»|; (7.9)
and
ty=K PaW2sini|/ , (7.10)
where ij/ is the angle between the direction of the wind and
the positive x-axis.
Wind velocity is customarily measured 10 m above
the water surface; however, velocities taken at other eleva
The drag coefficient has a nondimensional value on the
order of 10" 3 for wind velocities measured in meters per
second, but its exact value is highly variable and depends on
atmospheric parameters and water-surface conditions.
Much research has been done on determining the rela
tion between the drag coefficient and wind velocity. Garratt
(1977) and Phillips (1977) present detailed reviews of the
literature dealing with this subject. For a neutral atmos
pheric boundary layer, Garratt (1977) concludes that, for
practical purposes, the relation between the drag coefficient
7. Computation of Fluid Stresses 29
and the 10-m windspeed in meters per second is given either
by the power law
AJxl03=0.51 W0A6 (7.11)
or by the linear form
*CX103=0.75+0.067W (7.12)
over the range 4<W<21 m/s. For velocities less than 4 m/s,
the drag coefficient can be assumed to have a constant value
of 1.0XKT3.
It must be remembered, however, that factors other
than wind velocity may influence the value of the wind-
stress coefficient. For example, Hicks and others (1974)
show that as water becomes very shallow, less than 2.5 m
deep, longer period waves are not able to fully develop and
the water surface is smoother. Under these conditions, the
value of the drag coefficient remains close to 1 .Ox 10~3 for
all windspeeds.
Lateral Stresses
The three-dimensional equations of motion and conti
nuity governing turbulent fluid flow (the Navier-Stokes
equations) are concerned with the spatial and temporal vari
ations of fluid velocity and pressure. The time and space
scales of the turbulent fluid motions are so small, however,
that resolving these motions in a numerical solution is cur
rently not feasible. For this reason, it is convenient to re
place the instantaneous velocity, u¡, in the x,~ coordinate
direction with the sum of a local time-averaged value, 1T¡,
plus a fluctuating component, u{. Because the fluctuations
about the mean are both positive and negative, their local
time average is zero; however, the equations of motion
contain products of various fluctuating velocity components
which, when averaged over time, are generally not zero.
These time-averaged products of the turbulent velocity fluc
tuations express the mean transport of momentum by the
turbulent motion and act on a fluid element as stresses.
These "apparent" turbulent stresses are written as
To = - puiUj (7.13)
where p is the fluid density and u{uj is the time-averaged
product between fluctuating velocities in the xr and x¡-
coordinate directions. The turbulent stresses must be added
to the stresses caused by the mean fluid motion. Equation
7.13 was first deduced by the British physicist Osborne
Reynolds in 1883 (Schlichting, 1968, p. 528) in direct anal
ogy to the kinetic theory of gases. For this reason, the
time-averaged products of the turbulent velocity fluctuations
are commonly referred to as Reynolds stresses.
30 Two-Dimensional Surface-Water Flow, Horizontal Plane
Because of the appearance of these turbulent-stress
terms, the total number of unknowns in the governing equa
tions is greater than the total number of equations. To close
this set of equations, the unknown Reynolds stresses must
be expressed in terms of the mean-flow quantities. Many
attempts have been made to create a mathematical basis for
the investigation of mean turbulent motion with the aid of
semi-empirical formulations for the Reynolds stresses.
These equations constitute models of turbulence which at
tempt to deduce the still-missing fundamental ideas from the
results of experimental measurements.
Most of the investigations in turbulence modeling
have been carried out in the fields of mechanical and aero
nautical engineering. Various reviews are available (Laun
der and Spalding, 1972; Reynolds, 1976; Rodi, 1980a,
1980b) which provide a fairly comprehensive summary of
the state of the art of turbulence modeling in these fields.
Relatively few turbulence models have been used with the
equations governing depth-averaged surface-water flow.
The purpose of this section is to review those references to
turbulence-modeling approaches that are applicable to river-
flood-plain flow situations either directly or with minor
modifications.
The depth-averaged lateral stresses, t,-,-, that result
from vertical integration of the equations of motion include
contributions from viscous stresses, turbulent stresses, and
stresses resulting from vertical variations in horizontal ve
locities. The first of these contributions is typically quite
small compared with the others and may be safely ne
glected. Although the last term is typically ignored, Flokstra
(1977) points out that it can be important when there is
significant streamline curvature. Diffusive momentum
transport supplied by the second and third terms is necessary
to induce horizontal circulation of steady flow (Flokstra,
1977). Consequently, steady circulating flows that are pro
duced when lateral stresses are completely neglected are the
result of numerical dispersion in the solution scheme. Lean
and Weare (1979) support this conclusion through numeri
cal experiments using a finite-difference model of two-
dimensional depth-averaged flow in a rectangular channel
with an obstruction. Therefore, although cases may exist in
which the effective lateral-stress terms may be neglected,
such as flows in very shallow water bodies having large
horizontal dimensions, the computation of turbulent stresses
is, in general, an important feature of a computational flow
model.
The oldest proposal for modeling the Reynolds
stresses in three-dimensional flows was formulated in 1877
by Boussinesq (Schlichting, 1968, p. 544), who assumed
the turbulent stresses to be directly proportional to the mean-
velocity gradients. For general flow situations, this concept
is expressed as
where v, is a constant of proportionality, m, is the time-
averaged flow velocity in the xr coordinate direction at a
point in space, k=(u{u{+ u{u{ + u3'u3' )/2 is the turbulent
kinetic energy, and 8y is the Kronecker delta. The propor
tionality constant, v,, is called a turbulent-exchange coeffi
cient or an "apparent" or "eddy" viscosity and is analogous
to the coefficient of molecular viscosity.
The term in equation 7. 14 that involves the Kronecker
delta is required to satisfy the normal-stress condition (that
is, when i=j). The term involving velocity gradients would
yield by itself the normal stresses
dU] du2 du3
Tll=2pv'aI7 ' T22=2pv'"^' T"=2pv'"^-
The continuity equation
(7.15)
dXj
then would require the sum of the normal stresses to equal
zero. All normal stresses are by definition positive quanti
ties, however, and their sum is
t11+t22+t33=-2p* (7.16)
Inclusion of the last term in equation 7.14 ensures that the
sum of the normal stresses will be correct.
This concept has been extended to the vertically inte
grated equations of motion by replacing v, and k in equation
7. 14 by v, and k , which are their depth-averaged counter
parts (McGuirk and Rodi, 1978, p. 767). While not truly
depth-averaged quantities in a mathematical sense, the eddy
viscosity, v,, and the turbulent kinetic energy, k, are de
fined in such a way that when used in equation 7.14, the
proper depth-averaged turbulent stress is obtained.
Unlike the coefficient of molecular viscosity, the
eddy-viscosity coefficient is not solely a property of the
fluid but depends also on the state of turbulent motion and
therefore may vary significantly from one point to another
or with time. If not derived from another, more advanced
model of turbulence, the eddy viscosity must be obtained by
measurement or estimated on the basis of experience. Also,
the assumption of an isotropic eddy viscosity as defined in
equation 7. 14 is a simplification that is unrealistic for com
plex flows. Therefore, directional eddy viscosities are
sometimes used to define turbulent momentum transport.
Despite the shortcomings of the eddy-viscosity con
cept, it has been used with success in many practical
surface-water flow applications simply because the turbu
lent viscosity coefficient can be satisfactorily estimated in
many cases. In addition, the use of an eddy viscosity has the
desirable effect of increasing the computational stability of
a model (Pinder and Gray, 1977, p. 269). However, when
the turbulent stresses are of major importance in determin
ing the behavior of a flow, a constant-eddy-viscosity formu
lation may be insufficient to accurately describe the fluid
motion.
Eddy-viscosity terms are used in solving the primitive
shallow-water equations by Connor and Wang (1973),
Norton and King (1973), Norton and others (1973), Wang
and Connor (1975), Kelley and Williams (1976), Sunder-
mann (1977), Wang (1977), Harrington and others (1978),
Kawahara, Nakazawa, Ohmori, and Hasegawa (1978),
Kawahara, Takeuchi, and Yoshida (1978), King and Norton
(1978), Walters and Cheng (1978, 1980), Withum and
others (1979), Zienkiewicz and Heinrich (1979), Holz and
Nitsche (1980), Tanaka and others (1980), Cheng and
Walters (1981, 1982), and Kawahara and others (1982).
Authors who avoid the use of eddy viscosities include
Taylor and Davis (1975), Partridge and Brebbia (1976),
Gray (1977), Holz and Hennlich (1977), Harrington and
others (1978), Gray and Lynch (1979), Malone and Kuo
(1981), and Shubinski and Walton (1981).
In order to advance the eddy-viscosity concept ini
tiated by Boussinesq, it is necessary to find relations de
scribing the distribution of the eddy viscosity. The first such
model was suggested by Prandtl in 1925 (Schlichting, 1968,
p. 546-549) and is known as the Prandtl mixing-length
hypothesis. By assuming that eddies move around in a fluid
very much like molecules in a gas, an expression for two-
dimensional shear-layer flows was developed which relates
the kinematic eddy viscosity to the local mean-velocity gra
dient by
\du\
v, = t2m (7.17)
dy
where u is the time-averaged velocity in the x -coordinate
direction and lm is defined as the mixing length. The mixing
length is roughly analogous to the mean free path of a
molecule in the kinetic theory of gases. A result similar to
equation 7. 17 was obtained earlier by G.I. Taylor (Schlicht
ing, 1968, p. 550) on the basis of his vorticity-transport
theory.
The mixing length is a function of position because it
depends on the state of turbulence. Von Karman (Schlicht
ing, 1968, p. 551-553) attempted to relate (m to the mean-
velocity profile by the equation
duldy
(7.18)
d2uldy
in which k is a universal constant. Experiments have shown
that k is not a universal constant but may vary considerably,
having an average value of about 0.4. Other investigators
have proposed relationships describing the distribution of
the mixing length for particular types of flow. However, for
flows in general the mixing-length formulation is of re
stricted usefulness.
7. Computation of Fluid Stresses 31
 The mixing-length hypothesis may be extended to
general flows (Rodi, 1980b, p. 18) in the form
where the nonisotropic kinematic eddy viscosity is a func
tion of tm and the mean-velocity gradients. But this formu
lation as well has been used infrequently because of the
difficulty in specifying (m for flows that are more complex
than shear layers.
Von Kantian' s expression for the mixing length in
equation 7.18 may be used to derive the well-known loga
rithmic velocity distribution. On the basis of this velocity
distribution, Elder (1959) considered a flow down an in
finitely wide inclined plane and derived the expression
v-=Kd{l-d)du* (7.20)
for the vertical eddy viscosity, v% where k is von Karman's
constant, y is the vertical distance from the plane's surface,
d is the total depth of flow, and u* is the shear velocity.
Averaging over the depth and taking k equal to 0.4 leads to
the expression
vj=0.067 du* (7.21)
for the average kinematic eddy viscosity in the vertical di
rection. Experiments have shown that a similar relation ex
ists for the transverse mixing of momentum. Values of v,/
(a,du*) in straight uniform channels (where o, is the
turbulent Prandtl number) are found to generally fall be
tween 0.1 and 0.2 (Fischer and others, 1979, p. 107-112),
while curves and sidewall irregularities increase the coeffi
cient such that values of v,/(a,du*) in natural streams
hardly ever fall below 0.4. For practical purposes,
v,/(a,rf«*)=0.6±0.3 (7.22)
Higher values are likely if the channel has sharp curves or
rapid changes in geometry. Lean and Weare (1979) use such
a formulation to determine the depth-averaged horizontal
eddy viscosity in a finite-difference model of two-
dimensional, horizontal flow in a rectangular channel. A
similar relation is used by Falconer (1980) in a finite-
difference model study of tide-induced circulatory velocity
fields within narrow-entranced harbors and estuaries.
Horizontal-eddy-viscosity coefficients based on the
theory of two-dimensional flow (Kraichnan, 1967; Leith,
1968) are used by Haney and Wright (1975) in a barotropic
model of wind-driven circulation in a closed, rectangular
basin. Two-dimensional turbulence has the property that the
enstrophy (defined as one-half of the square vorticity) cas
cades from larger scales to smaller scales. To dissipate local
32 Two-Dimensional Surface-Water Flow, Horizontal Plane
enstrophy in the model, Haney and Wright introduce a non
linear eddy viscosity of the form
where ~v0 and y are constants, co is the vorticity, and Ax is
the finite-difference grid interval. The eddy viscosity, v,, is
a monotonically increasing function of the magnitude of the
vorticity gradient computed on the grid, v0 is the minimum
value of 7,, and "y determines the variation of v,. Leen-
dertse and Liu (1977) adopt a similar model for the eddy
viscosity, which is written
dig | do)
v,=y (AO3 , (7.24)
dx dy
where A£=(Ax2+Ay2) in which Ax and Ay are the finite-
difference grid intervals in the x- and y -coordinate direc
tions, respectively.
One of the main shortcomings of all the previously
mentioned models, as pointed out by Rodi (1982, p. 45). is
that they are based on the implied assumption that turbu
lence is in local equilibrium, which means that at each point
in the flow, turbulent energy or enstrophy is dissipated at the
same rate at which it is produced. Consequently, there is no
influence of turbulence production at other points or at other
times; the eddy viscosity will be computed to be zero when
ever the velocity gradients are zero.
In order to account for transport and history effects,
turbulence models have been proposed that employ trans
port equations for the turbulence quantities in three-
dimensional flows. The simplest of these are referred to as
"one-equation models." One such group of models ex
presses the eddy-viscosity coefficient as a function of the
locally available turbulent energy, k, and a length scale, L,
characteristic of the turbulent flow. The governing system
of equations is closed by introducing an expression for the
transport of k and by specifying the distribution of L. The
eddy viscosity is then computed as
(7.25)
where c'^ is an empirical constant. This formula is known as
the Kolmogorov-Prandtl expression (Rodi, 1980b, p. 21)
and relates the eddy viscosity to the velocity scale, y/k , and
the length scale, L, of large-scale turbulent motion. As with
the mixing-length model, the length scale must be empiri
cally determined. Examples of various algebraic expres
sions for the length scale are given by Launder and Spalding
(1972, p. 71-89).
The finite-element method is applied by Taylor and
others (1978) to solve two-dimensional, incompressible
pipe-flow and free-shear-flow problems using a one-
equation turbulence model of kinetic-energy transport to
determine the turbulent eddy-viscosity coefficient. Thomas
and others (1981) use a similar one-equation model in a
finite-element solution of two-dimensional confined flow
over a backward-facing step. In both cases, good agreement
is obtained between computed and measured values. How
ever, the limitation of having to specify the length scale in
equation 7.25 restricts the application of one-equation
models to mainly shear-layer flows where algebraic expres
sions for the length scale are known. Gawain and Pritchett
(1970) have developed a method for calculating the length
scale in general flows; however, it has not been tested suffi
ciently owing to its complexity (Rodi, 1980b, p. 26).
One-equation models that do not make use of the
eddy-viscosity concept have been devised. Bradshaw and
others (1967) solve a differential equation describing the
transport of turbulent shear stress in boundary-layer flows.
While this equation frees the shear stress from the local
mean-velocity gradient, it still requires the specification of
a turbulence length scale. Nee and Kovasznay (1969) pro
pose an equation that directly describes the transport of the
kinematic eddy viscosity. As in the other one-equation
models that have been discussed, a length-scale distribution
must still be prescribed.
One-equation models of turbulence have been found
to yield acceptable results in turbulent-flow computations,
provided a precise algebraic prescription of the length scale
is available. This can rarely be done for any but boundary-
layer flows, and, therefore, Prandtl's mixing-length model
may often give as good an account of turbulent fluid motion
at a much lower cost. The difficulty in finding widely valid
equations for calculating the length scale has led to the
development of models in which transport effects on the
turbulence length scale are also considered. These two-
equation models have shown great promise in the fields of
mechanical and aerospace engineering and have recently
been used in simulating open-channel flow.
Several two-equation models using various dependent
variables have been presented in the literature and are re
viewed by Launder and Spalding (1972, 1974), Reynolds
(1976), and Rodi (1980a, 1980b). In his state-of-the-art
review, Rodi (1980b, p. 33) concludes that the two-equation
model in which the dependent variables are the turbulent
energy, k, and the dissipation rate of turbulent energy, e, is
perhaps the most universal and is well suited for application
to hydraulic flow problems. Since, by dimensional reason
ing, the dissipation rate, e, is proportional to k '2/L, the
parameter pair k-E is equivalent to the pair k-L. Once the
parameters k and e have been computed, the kinematic eddy
viscosity can be found (again by dimensional reasoning) as
(7.26)
E scales by the Kolmogorov-Prandtl expression or some other
where c^ is an empirically derived constant. The distribution
of the parameters k and e, and thus v,, over the flow field
is computed by solving the transport equations for these
variables simultaneously with those governing the mean-
flow behavior.
Applications of the k- e model to the computation of
two-dimensional, turbulent shear flows are discussed by
Jones and Launder (1972), Castro (1979), and Durst and
Rastogi (1979). Two-dimensional, laterally averaged ver
sions of the k-E model are used by Raithby and others
(1978) to simulate flow over a rectangular depression, by
Schamber and Larock (1978, 1981) and Larock and
Schamber (1980) to model flow in a sedimentation basin, by
Keller and Rastogi (1975) to model flow development on a
spillway, and by Smith and Takhar (1979) to simulate long-
period waves in an open channel. Schamber (1982) dis
cusses the numerical solution of the system of finite-element
equations that are formed when using the k-E turbulence
model in the analysis of laterally averaged flow in a sedi
mentation basin. McGuirk and Rodi (1979) use the k-s
turbulence model in the calculation of three-dimensional
free-jet flows. Baker and Solimán (1981) employ the k-E
model in a finite-element solution of three-dimensional
aerodynamic flows.
McGuirk and Rodi (1978) use the k-E model in calcu
lating depth-averaged open-channel flow and transport.
Rastogi and Rodi (1978) use the k-E model to simulate both
three-dimensional and depth-averaged flow and transport in
open channels. Leschziner and Rodi (1979) use the k-E
turbulence model in computing three-dimensional flow in
strongly curved open channels. In adapting the k-E model
for use in computing depth-averaged open-channel flow,
McGuirk and Rodi (1978) and Rastogi and Rodi (1978)
assume that the local depth-averaged state of turbulence can
be characterized by the turbulent energy, k , and the dissipa
tion rate, e, and that the eddy viscosity, 7, , used in calculat
ing the depth-averaged turbulent stresses is related to these
parameters by
v,=c^4r , (7.27)
e
where, as before, c„ is an empirical constant. Terms are also
added to the transport equations to account for the produc
tion and dissipation of turbulence by bottom shear stresses.
It should also be mentioned that the terms that arise from the
nonuniformities in the vertical distribution of the velocities
are neglected in these depth-averaged models.
Although two-equation turbulence models have been
successful in simulating flows having complex geometries,
it is assumed in these models that the state of turbulence is
characterized by one length and one velocity scale and that
the individual Reynolds stresses can be related to these
relation. This concept implies an isotropic eddy viscosity,
which may not accurately simulate the effect of turbulence
on the flow. In order to determine the various Reynolds
7. Computation of Fluid Stresses 33
stresses, higher order models have been proposed that do not
use the eddy-viscosity concept but determine the turbulent
transport terms directly (Hanjalic and Launder, 1972; Laun
der and others, 1976). Second-order models provide equa
tions for the first- and second-order quantities involving the
fluctuating turbulent velocities and model the third-order
terms involving the turbulent fluctuations that appear in
these equations using the first- and second-order quantities
(Lumley, 1980). Although these models may simulate the
physical processes in a more realistic way, they involve the
solution of a relatively large number of partial-differential
equations and are therefore rather complex and expensive to
apply. At present, they are relatively untested and have not
reached the state of practical application (Rodi, 1982, p. 45,
46).
Stress-equation models do, however, offer a starting
point for the development of two-equation models using
nonisotropic algebraic stress relations. In many cases, a
simplified algebraic stress model will yield results very
close to those obtained using the complete stress-transport
equations (Meroney, 1976). Rodi (1980b, p. 41), for exam
ple, proposes an algebraic relation for Reynolds stresses
based on the assumption that the transport of u¡'uj is propor
tional to the transport of turbulent energy, k. Naot and Rodi
(1982) use such an expression to calculate the secondary
currents in both closed- and open-channel flow where the
use of an isotropic eddy viscosity would fail to produce the
observed secondary motions.
CHAPTER 8. SOLUTION OF SYSTEMS OF
NONLINEAR FINITE-ELEMENT EQUATIONS
The depth-averaged equations of motion and continu
ity that describe shallow surface-water flow are, in their
complete form, a coupled system of nonlinear partial-
differential equations. The many alternatives for numeri
cally solving the system of nonlinear algebraic equations
that results from the finite-element discretization of the gov
erning partial-differential equations present such a wide
choice that it is difficult to know which technique is best.
Processes that are economical in one context may be uneco
nomical or divergent in another. The purpose of this chapter
is to review the literature dealing with those solution meth
ods that may be applied successfully to a finite-element
analysis of the equations governing shallow surface-water
flow.
The solution of the linear equation system
Ka=f , (8.1)
where A" is a square global coefficient matrix, a is the
column vector of nodal approximations to the unknown
function or functions, and /is the column vector of nodal
forces, can usually be accomplished without difficulty by
34 Two-Dimensional Surface-Water Flow, Horizontal Plane
one of the methods discussed in the following chapter. This
is not true for a nonlinear system in which the coefficient
matrix is dependent on the state of the system, that is,
K =K(a) (8.2)
The numerical solution of the nonlinear equation sys
tem represents the major part of the cost in obtaining a
finite-element solution to fluid-flow problems. Computa
tional efficiency in terms of both time and storage space
dictates that a symmetric equation system be solved if pos
sible. The coefficient matrix that is formed, however, is
nonsymmetric owing to the presence of the nonlinear inertia
and bottom-friction terms. Attempts to modify the coeffi
cient matrix by placing all or part of the nonlinear terms on
the right-hand side have been successful only for low-
Reynolds-number flows where the nonlinear and linear
terms of K(a) are of comparable magnitude (Gartling and
Becker, 1976a, p. 55).
A number of schemes have been used in the solution
of systems of nonlinear finite-element equations that de
scribe steady or unsteady fluid flow. These methods are all
iterative in some sense and may be classified according to
the principles used to generate them as
• linearization methods,
• nonlinear iteration methods,
• continuation methods,
• dynamic relaxation methods, or
• perturbation methods.
This classification is useful even though the different classes
may overlap somewhat. In addition, some solution proc
esses may employ a combination of methods from different
classes.
Linearization Methods
The basic idea of all linearization methods consists of
constructing a linear approximation of the nonlinear equa
tion system and repeatedly solving the linear system until
convergence is obtained. After each iteration or after only
selected iterations, the system coefficient matrix is updated
using the most recent approximations of the nodal variables.
The simplest solution of this type is one of fixed-point
iteration of the form
*U) «1+!=/ . (8.3)
in which the nonlinear terms are evaluated at the known
iterate, a,, and an improved approximation is obtained as
«*+,-*(«,)-> / . (8.4)
This process is known as successive substitution or Picará
iteration and is used in finite-element solutions of incom
pressible, viscous flow problems by Taylor and Hood
(1973), Hood and Taylor (1974), Gartling and Becker
(1976a, 1976b), and Taylor and others (1978), and in finite-
element solutions of the shallow-water equations by Taylor
and Davis (1975) and Withum and others (1979), to name
just a few.
As in the case of iterative solution processes for linear
systems, it may be desirable to introduce relaxation. In
relaxation , the step between iterates is lengthened or short
ened by some factor o>, >0 by means of the equation
ai+i=a,+(a, (5,+,-a,) , (8.5)
where a1+1 is the (j' + l)st Picard iterate.
One of the most frequently used linearization schemes
is the well-known Newton method, in which the improved
approximation, a,+ 1, is given by
aI+l=a(-y(a,)-' r(fl() , (8.6)
where J (a, ) is the Jacobian, or tangent, matrix at the known
iterate and r(at) is the corresponding residual-force vector,
equal to K(at)at—f(at). In practice, J(at) is usually not
inverted; instead, the linear system
/(a,) Aa, — r(a,) (8.7)
is solved for the correction term, Aa( , with
a,+1=a,+Aa, . (8.8)
The process is usually convergent in the vicinity of the
solution; however, if the initial estimate is not sufficiently
close, divergence can occur.
The Newton method belongs to a more general class
of linearization schemes of the form
al+l-a,-s,H,f, (8.9)
for solving a set of n nonlinear equations, /(a)=0, where j,
is a scaling (or acceleration) factor, //, is an n*n matrix
determined by the particular method that is used, and
/ =/(a(). Letting A/,=y(a,)_1 and i, = l yields the Newton
method. An iterative line search may be used, however, to
compute an alternative value of s, . If //, =J(a0)~ 1 , where Oq
is the initial solution estimate, the modified Newton method
is obtained. This method overcomes the disadvantage of
having to refactor the Jacobian matrix at each iteration since
./(ao)"1 can be assembled and factored once, then stored for
further use. This saving may occur, however, at the expense
of slower convergence. A variation of this process would
allow an updating of J (a) at selected iterations. Newton
iteration and its variations have been used in a number of
finite-element solutions of fluid problems; see, for example,
Norton and others (1973), Gresho, Lee, Stullich, and Sani
(1978), and Harrington and others (1978).
To date, the linearization methods of successive sub
stitution and Newton iteration have been the most widely
used in the solution of fluid-flow problems. Gartling and
others (1977) compare these methods and find that in most
cases the Newton iteration scheme is more efficient in the
solution of the Navier-Stokes equations. Gartling and
Roache (1978) find that, for a particular finite-element grid
consisting of eight-node quadrilateral elements with 20 de
grees of freedom (16 velocity components and 4 pressures),
the full Newton algorithm is more efficient because of the
reduction in the number of Gaussian eliminations due to
more rapid convergence, even though it requires three times
the assembly effort of successive substitution.
The major disadvantage of both successive substitu
tion and full Newton iteration is the need to recompute and
refactor the coefficient matrix. These computations can be
prohibitively expensive for very large systems, especially if
a converged solution is not attained within a few iterations.
Successive substitution is linearly convergent, while New
ton iteration converges quadratically but usually has a
smaller radius of convergence. However, neither method is
very effective in computing solutions to flows with very
high Reynolds numbers. (See Engelman and others, 1981,
p. 707.)
In a subclass of linearization techniques described by
equation 8.9 and known as update, quasi-Newton, variable-
metric, or modification methods (Rheinboldt, 1974, p. 53),
//, is updated in a simple manner after each iteration rather
than recomputed entirely (as in successive substitution or
Newton iteration) or is left unchanged (as in the modified
Newton method). These techniques were first applied to
finite-element solutions by Matthies and Strang (1979) in
the analysis of structures. While those applications led to
only symmetric, positive-definite coefficient matrices,
Engelman and others (1981) apply an update procedure to
nonsymmetric coefficient matrices resulting from finite-
element analyses of fluid-flow problems. An effective tech
nique using Broyden's method to update the inverse of the
Jacobian matrix is presented. For this reason, the algorithm
may be thought of as a quasi-Newton method. It also main
tains the same general convergence properties of full
Newton iteration. Each iteration requires both the solution
of a linear equation system, for which the triangular factors
of the inverted coefficient matrix are already known, and the
vector operations which provide the corrections or updates
to the inverted matrix.
In comparing the efficiency of successive substitu
tion, Newton iteration, modified Newton iteration, and
Broyden update methods in solving nonlinear fluid-flow
problems, Engelman and others (1981, p. 717) conclude
that implementation of the Broyden update procedure can
"constitute a very effective solution by itself or in combina
tion with other basic techniques." For low-Reynolds-
number flows, it is found that significant reductions in solu
tion time can be realized using the Broyden update method.
8. Solution of Systems of Nonlinear Finite-Element Equations 35
For strong nonlinearities, however, a periodic reformation
of the coefficient matrix is required to achieve the most
efficient solution. In addition, Engelman and others (1981,
p. 717) state that "any general fluid mechanics code should
allow the user a choice of solution algorithms and, more
importantly, a possibility of combining them to form a solu
tion strategy."
Nonlinear Iteration Methods
The linearization methods just discussed involve an
iteration (Newton's method, say) in which a nonlinear-
equation system is approximated by a linear one, followed
by the solution of the system of linear equations. This proc
ess continues until convergence is achieved. An alternate
class of solution methods, referred to as "nonlinear iteration
methods" (Ames, 1977, p. 256), is derived from the solu
tion of linear equation systems by iterative processes. In the
nonlinear Jacobi iterative process , for example, the approx
imate solution at step k + l is obtained by solving the ith
equation for the ith variable using the approximate values at
step k . If relaxation is introduced, this leads to
a* + 1=a*+u>* (af+'-a?) , (8.10)
where af+l is the ith component of the Jacobi iteration at
step k + l. If, in solving for the ith variable, all the other
variables are set to their latest values, the nonlinear Gauss-
Seidel process is obtained. When combined with relaxation,
nonlinear Gauss-Seidel iteration is called nonlinear overre-
laxation (NLOR). The optimum value of the relaxation
parameter, u), lies invariably in the range l<u<2—hence
the name "overrelaxation" rather than "underrelaxation."
Linear iterative processes may be extended to the
nonlinear case in other ways. Let fi(a)=0, i = 1, 2,...,n , be
a system of n nonlinear algebraic equations in the unknown
vector a with ith component at. If the Jacobi process is
applied to one step of Newton's method, the one-step non
linear Jacobi-Newton process is obtained as
da,K
with a similar formulation for the one-step NLOR-Newton
process. (See Rheinboldt, 1974, p. 37-39.)
The primary advantage of nonlinear iteration methods
over linearization schemes is the reduction in both core and
offline storage. For this reason, these techniques are well
suited for use on small computers having limited storage. In
addition, the nonlinear iteration methods may be more effi
cient for very large systems owing to the number of opera
tions required for complete elimination of the coefficient
matrix in direct linearization-method solutions. The larger
36 Two-Dimensional Surface-Water Flow, Horizontal Plane
number of nonlinear iterations that are needed may still
demand fewer operations and thus require less computation
time.
Milthorpe and Steven (1978a) employ a "nodal solu
tion technique" using an NLOR-type iteration in the finite-
element solution of fluid-flow problems. In the nodal solu
tion technique, equations are assembled only on a local level
for a particular node in the grid. Within the assembled
subregion, an inner-boundary-value problem is solved using
the peripheral nodal values as boundary conditions, and
nodal unknowns are found using NLOR iteration. Two flow
problems are used to compare the nodal solution method
with a conventional direct bandwidth solution of the lin
earized equations. It is found that, for the smaller problem
having 300 unknowns, the conventional solution is faster,
while, for the larger problem having 540 unknowns, the
nodal solution scheme employing nonlinear iteration is
much more efficient. These results tend to confirm the com
mon belief that iterative matrix solution methods are rela
tively more efficient for larger problems.
A nonlinear iteration scheme based on a partial appli
cation of the Gauss-Seidel technique in block form is used
by Cooke and Blanchard (1977) to obtain finite-element
solutions of the steady-state, compressible Navier-Stokes
equations in primitive-variable form. The continuity and
momentum solutions are uncoupled at each iterative step.
First, the continuity equation is solved for density in terms
of the current estimates of velocities. The momentum-
equation coefficient matrices are then formed simulta
neously, in order to economize during the assembly process,
and in turn are solved for the directional velocities. At each
iterative step, the equations are solved using Crout's method
of triangular decomposition.
Continuation Methods
The behavior of iterative methods for solving systems
of nonlinear equations depends, in general, on the initial
approximation of the solution. None of the methods dis
cussed so far guarantees convergence in all instances. For
one set of initial conditions, a process may result in rapid
convergence, while a change in these data may cause the
process to take more time before reaching the neighborhood
of a solution, or it may result in divergence. Continuation
methods (also known as incremental loading or pseudoload
methods) attempt to reduce this dependence on the initial
values. Essentially, the continuation process approximates
the nonlinear problem as a series of linear problems in which
the load is applied one increment at a time using the previ
ous known solution as the initial estimate (Desai and Abel.
1972, p. 220). The procedure amounts to a piecewise lin
earization, and the number of loading increments should be
determined by accuracy requirements.
In many cases, a problem will depend naturally on
some parameter t, which will vary, say, from zero to one.
When f =0, the solution is known, and the desired solution
occurs when 1 = 1. Even if no suitable parameter t is natu
rally identifiable, it is possible to embed the equation set to
be solved within a system of equations whose solution is
already known. These equations may be written in the form
K{a„t)=tF+(l-t)F0 , (8.12)
where F is the desired loading at r = 1 , F0 is the initial
loading at t =0, and a solution is sought at fl+ 1 =f, +8/, with
i'=0, 1, 2,...,n-l such that
0=/0<f,<...<fn = l • (8.13)
Continuation methods are analogous to numerical
methods used for the integration of systems of linear or
nonlinear differential equations, such as the Euler and
Runge-Kutta techniques. Since a new coefficient matrix,
AT(a, ,f), must be computed at each loading step, it is obvi
ous that increased solution stability may be gained at the
cost of additional computational effort. Improved integra
tion schemes, such as the various Runge-Kutta methods,
improve accuracy but, again, at the cost of additional effort.
Alternatively, an iteration scheme may be employed at each
loading step that allows the governing finite-element equa
tions to be satisfied exactly (Zienkiewicz, 1977, p. 456).
Oden and Wellford (1972) employ a continuation
scheme that uses density as the "load parameter" in the
finite-element solution of the incompressible Navier-Stokes
equations. In this process, density is incremented from an
initial value at a known solution to its final desired value. At
each load level, convergence is achieved by successive sub
stitution, and the converged solution is used as the initial
guess for the next load level. Hughes and others (1978) and
Hughes and others (1979) use a similar continuation process
with Newton's method to achieve convergence for steady,
incompressible, high-Reynolds-number flows. Schamber
(1982) describes the finite-element solution of a set of
turbulent-flow equations using a Newton-continuation strat
egy. These flow equations contain a transport model of
turbulent kinetic energy and the dissipation rate of turbulent
kinetic energy, which causes the system to be highly sensi
tive to the initial conditions. The method was found to work
well in the one-dimensional flow case that was studied.
Dynamic Relaxation Methods
An alternate method of solving systems of nonlinear
equations involves using a time-stepping procedure in which
a transient problem is formulated and the steady-state solu
tion is approached asymptotically as oscillations are
damped. This technique has been applied successfully in the
context of finite-difference analyses under the name
"dynamic relaxation" (Zienkiewicz, 1977, p. 604). When
dynamic relaxation is used, storage requirements are mini
mized.
Gresho, Lee, Stullich, and Sani (1978) use a
predictor-corrector finite-element scheme to solve the time-
dependent Navier-Stokes equations. The integration time
step is varied on the basis of an estimate of the local time
truncation error. Time stepping with this scheme is sug
gested to be an effective way of solving steady flows having
large Reynolds numbers.
Bercovier and Engelman (1979, p. 199) use a fully
implicit scheme to analyze steady flow over a square step.
Convergence is obtained after 21 time steps.
Hughes and others (1979, p. 40) apply the dynamic
relaxation method to several flow problems and, regarding
its effectiveness in finite-element analyses, suggest that
"further research needs to be performed to deduce practical
guidelines in this matter." However, they report that they
have found it is often more reliable and cost effective to
obtain a steady-flow solution with a dynamic-relaxation al
gorithm than with a direct steady-flow algorithm.
Perturbation Methods
Another class of methods often considered practical in
evaluating "slightly" nonlinear problems is based on obtain
ing a solution to a perturbed system (Crandall, 1956, p. 145,
146). A perturbed system is one that differs slightly from a
known standard system. The basic idea of perturbation
methods is to expand the solution variables in the form of a
power series which is substituted into the governing equa
tions. A system of linearized equations for the series compo
nents is then formed which can be solved recursively once
the zeroth-order, or unperturbed, solution is known. The
zero th-order solution is usually formed using one of the
solution techniques already discussed.
In the previous discussion of nonlinear-equation-
system solution schemes, a steady-state problem formula
tion has been implied. Needless to say, the same iterative
techniques may be applied to implicit solution techniques
for transient problems to obtain a converged solution at each
time step. An alternative to iteration is evaluation of the
nonlinear terms at a previous time step.
When the perturbation method is applied to time-
dependent problems with periodic forcing functions, the
solution can take on a spectral form. The spectral approach
has been used in finite-element modeling of periodic tidal
motion by Kawahara and others (1977), Pearson and Winter
(1977) , Jamart and Winter (1978), Le Provost and Poncet
(1978) , and Le Provost and others (1981). The advantage of
the spectral finite-element approach over time-stepping
methods is the large reduction in computational require
ments. Le Provost and others (1981, p. 1124) point out,
however, that "such a method cannot be extended too far in
very shallow estuaries where nonlinear effects are too large,
and the method is not able to compute non-periodic phenom
8. Solution of Systems of Nonlinear Finite-Element Equations 37
ena, such as storm surges." For the general field problem
involving arbitrary forcing functions, Lynch (1981, p. 810)
states that "*** the time-stepping approach is most appro
priate."
CHAPTER 9. SOLUTION OF SYSTEMS OF
LINEAR FINITE-ELEMENT EQUATIONS
Finite-element analysis of fluid-flow problems gener
ally results in a relatively large number of linear algebraic
equations which must be solved simultaneously. This sys
tem is of the standard form
Ka=f (9.1)
where K is the square matrix of coefficients, a is the column
vector of nodal unknowns, and/ is the column vector of
nodal forces, or loads.
The two basic approaches for solving large systems of
linear equations are direct and iterative (Burden and others,
1978). Direct methods are based on Gaussian elimination
and are direct in the theoretical sense that if rounding errors
are ignored, the exact answer will be found in a finite num
ber of steps. Iterative methods, on the other hand, consist of
a series of successive corrections to an initial estimate of the
unknowns, the process being performed repetitively until
the size of the corrections becomes sufficiently small. Al
though convergence of iterative methods can often be en
sured, the amount of computation required to reach a suffi
ciently accurate solution is not known in advance. Direct
and iterative solution strategies are discussed in the follow
ing two sections. Another solution technique, known as the
alternating-direction method, which solves large multidi
mensional problems as a series of smaller one-dimensional
problems, is discussed in a separate section.
Direct Methods
Direct solution schemes based on Gaussian elimina
tion and its variants are numerous, and a detailed discussion
of these techniques is beyond the scope of this review. It is
sufficient to say that the basic objective of elimination is to
reduce the original system Ka =f to an equivalent system
Ua=g, in which U is an upper triangular matrix. This
system can be easily solved by a process of backsubstitu-
tion.
The direct solution methods that are best suited for
finite-element analysis of fluid-flow problems are those that
take advantage of the usually sparse and banded structure of
the assembled coefficient matrices. By making use of these
properties, computer storage and solution time can be
greatly reduced. Algorithms for the direct solution of non-
38 Two-Dimensional Surface-Waler Flow, Horizontal Plane
symmetric coefficient matrices such as those that arise in
finite-element analysis of fluid-flow problems are generally
based on bandwidth-, profile- (skyline-), or frontal-storage
schemes.
A significant savings in storage can be achieved if
only those nonzero terms within a narrow band running
parallel to the main diagonal of the coefficient matrix are
stored. In finite-element computations, the maximum band
width of nonzero coefficients can usually be made small in
comparison with the number of unknowns. Several com
puter programs used to solve systems of linear equations
having a banded nonsymmetric coefficient matrix are pre
sented and compared by Wells and others (1976). These
schemes employ direct triangular decomposition, no pivot
ing being used in the factorization. The lack of pivoting,
however, is not a severe restriction when solving the
shallow-water equations by finite elements since the assem
bled system exhibits strong diagonal dominance (Walters,
1980, p. 268). Even then, a partial-pivoting strategy may
still be carried out within a bandwidth-storage scheme
(Jennings, 1977, p. 177).
It is possible to reduce the required storage and com
putational effort still further by adopting a profile- or
skyline-storage scheme, in which the lower triangular por
tion of the coefficient matrix is stored by rows and the upper
triangular portion by columns (or vice versa). It is necessary
to store and compute only within the nonzero profile of the
equations (Zienkiewicz, 1977, p. 722). This method has
advantages over a diagonal-bandwidth-storage scheme since
it never requires more storage and is not severely affected by
a few long columns or rows. A solution algorithm incorpo
rating such a profile-storage scheme is presented by Taylor
(Zienkiewicz, 1977, chap. 24).
In obtaining finite-element solutions to surface-water
flow problems, the core-storage capacity of the computer
being used may be exceeded, or core storage may become
prohibitively expensive. Storage requirements can be re
duced in these instances by using a block-storage strategy.
Such schemes are presented for profile solutions by Hasbani
and Engelman (1979) and Stabrowski (1981). In a block-
storage algorithm, the coefficient matrix is partitioned into
blocks which are temporarily stored on an offline device (a
disk or tape drive) during solution. To reduce data transfer
time, it is desirable to make the number of blocks a mini
mum. In addition, the use of random-access files rather than
sequential files greatly reduces the time required to transfer
data to and from the storage device.
An alternative to blocked-profile equation-solution
schemes is the frontal method, which was applied first to
symmetric coefficient matrices by Irons (1970) and later to
nonsymmetric matrix equations by Hood (1976, 1977). The
frontal solution technique is a direct solution scheme which
is closely connected to the finite-element method. It is de
signed to minimize core-storage requirements as well as the
number of arithmetic operations needed to solve the system
of equations. The main idea of the frontal method is to
assemble and eliminate the element equations at the same
time. As soon as an equation is completely formed from the
contributions of all relevant elements, it is reduced and then
eliminated from the "active" coefficient matrix, being writ
ten to a buffer and, eventually, to an auxiliary storage de
vice. Therefore, the entire coefficient matrix is never
formed as such, the active matrix containing, at any given
instant, only those equations that have been partly assem
bled or are complete but not yet eliminated.
The number of unknowns in the front at any particular
time is called the frontwidth and will generally change con
tinually during the assembly/elimination process. The max
imum frontwidth determines the required size of the active
coefficient matrix and is determined by the order in which
the elements are assembled. When assembly is complete,
the upper triangular matrix will have been formed and will
be ready for backsubstitution. Frontal solvers are used
successfully in finite-element analyses of two-dimensional
surface-water-flow problems by Walters (1980) and Lee and
others (1983) and in a finite-element analysis of two-
dimensional confined flow by Gresho, Lee, Sani, and
Stullich (1978), to name just a few.
A possible drawback of the frontal solution as so far
described is the need to fit the entire matrix of active coef
ficients into central memory. Core storage may therefore be
exceeded when evaluating large finite-element equation sys
tems on small computers. To overcome this problem, Beer
and Hass (1982) apply partitioning to solve symmetric sys
tems. With additional programming effort, the technique
could be applied to nonsymmetric systems as well.
The question of which direct solution technique is
best to use for nonsymmetric coefficient matrices generated
by finite-element analyses of surface-water flow problems
cannot be completely answered. In general, both profile and
frontal methods will be superior to conventional band solu
tion schemes (Zienkiewicz, 1977, p. 722). In reference to
profile and frontal solution methods, R.L. Taylor
(Zienkiewicz, 1977, p. 729) states that "the issue is not clear
as to which is the better method and thus individual users
must choose between the two."
In the case of time-dependent problems that are
treated explicitly, the resulting coefficient (mass) matrix is
symmetric and positive definite. Very efficient direct solu
tion techniques making use of these properties are available.
Taylor (Zienkiewicz, 1977, chap. 24) presents a program
that performs triangular decomposition of symmetric sys
tems using a compact Crout method, which is a variation of
Gaussian elimination. Jennings (1977, p. 155) presents a
decomposition algorithm using a compact row-wise elimi
nation procedure to obtain the Choleski triangular factor of
a symmetric, positive-definite, variable-bandwidth matrix.
Cooke (1978) outlines an out-of-core solution strategy for
large symmetric systems also using Choleski decomposi
tion.
Iterative Methods
Iterative methods for solving systems of linear equa
tions may be classified broadly into stationary and gradient
methods. In each class, initial estimates of the variables are
improved by a series of iterative corrections. It is the correc
tion technique that characterizes the method. One-point iter
ation methods have the general form
Kk=Bkxk- '+e* (9.2)
This iterative process is called a stationary process if the
matrix Bk and the vector ck remain constant from one itera
tion to the next. If Bk and ck are dependent on k, the iteration
becomes a gradient process. A detailed discussion of the
many iterative solution methods is beyond the scope of this
review. The interested reader is referred to any standard text
on the subject such as Ames (1977), Jennings (1977), or
Szidarovszky and Yakowitz (1978).
The main advantages of iterative solution methods are
reduced storage requirements and possibly less computa
tional effort for very large systems. When equations have
a repetitive form, it is possible to avoid storing the coeffi
cients explicitly. In many finite-difference solutions, for
example, coefficients may be rapidly computed for each
equation at every iterative step. However, finite-element
solutions usually require much more effort to assemble and
solve an equation. The main disadvantages of iterative solu
tion methods are the following: the convergence, even if
assured, can often be slow, and hence the amount of compu
tation required to obtain an acceptable solution is not very
predictable; convergence can be guaranteed only for sym
metric, positive-definite coefficient matrices; the speed of
convergence depends heavily on the judicious choice of
iteration parameters (for example, the tolerance and the
relaxation factor). Although there has been some use of
iterative methods for large systems of equations generated in
applications of the finite-element method, most solutions
have employed direct-elimination techniques primarily be
cause of their proven versatility and reliability (Desai and
Abel, 1972, p. 19).
Taylor (Zienkiewicz, 1977, chap. 24) presents a
Gauss-Seidel iteration procedure employing successive
overrelaxation (SOR) to be used in a finite-element solution
code. This solution scheme requires storage of the entire
global coefficient matrix although an efficient storage
scheme would take advantage of its banded structure.
Taylor states, however, that "the disadvantages usually far
outweight the advantages for SOR; consequently, most
finite element solution programs today use direct solution
methods to solve the algebraic equations" (Zienkiewicz,
1977, p. 725).
Gresho, Lee, Sani, and Stullich (1978) discuss the use
and limitations of three iterative methods: block successive
overrelaxation, Chebyshev polynomial semi-iterative, and
9. Solution of Systems of Linear Finite-Element Equations 39
conjugate gradient. They note that all iterative methods be
come somewhat uncertain when addressing the nonsymmet-
ric matrices that occur in solutions to fluid-flow problems
when the advective terms are treated implicitly. They point
out, however, that there is a potentially saving feature for
time-dependent flows because the mass matrix, which is
positive definite and symmetric, is multiplied by 1/A/ (At is
the time increment) and added to the global matrix. If Af is
small enough, diagonal dominance and thus convergence is
nearly assured. Of course, if the time-step requirements are
too stringent, an implicit solution may not be cost effective
in comparison with a strictly explicit method. A successful
application using point SOR on a purely hyperbolic problem
is also mentioned. In this example, 800 time-dependent
equations were solved in the same (or less) time as when a
direct band solver was used. However, the method did not
converge as Ai became large.
Neuman and Narasimhan (1977) and Neuman and
others (1977) adopt an iterative scheme that can vary from
Jacobi to Gauss-Seidel to solve a Galerkin finite-element
formulation of diffusion processes. The method is shown to
converge when the matrix composed of the convective and
dispersive terms is locally diagonally dominant. Thacker
(1978b) uses a Gauss-Seidel type of iterative scheme in
computing oscillations in shallow, circular surface-water
basins by the finite-element method. Overrelaxation does
not improve convergence. It is possible that the failure of
overrelaxation in this case is due to the use of equal-order
interpolation on triangular elements, which leads to short-
wavelength noise.
Irons and Kan (1973, p. 508) present a solution tech
nique attributed to Rashid that is based on block Gauss-
Seidel iteration. This method is next briefly described. Let
X, Y, and Z be forces, or loads, in the x-, y-, and
z- directions, respectively; let U, V, and W be the nodal
unknowns; let R, S, and T be the residual forces at any
stage; and let K^, K^, and so forth, be partitions of the
global matrix. Then
R V
Fl
Kja ^xy Kxz
S ■=v\- "vjc
K nyy
K Kyz V (9.3)
T W
_KaKzyKB_ w the equations are diagonally dominant, fairly rapid conver
The objective is to factor only K^, Kyy, and KZ2, thus reduc
ing the cost of Gaussian elimination. This is accomplished
by block Gauss-Seidel iteration of the form
Ui+l = U,+aK„ -'/?(£/,. V„ W,)
-1 S(U,+l, V„ W,) (9.4)
-' T(Ut+u Vi+l. W¡)
where w is the overrelaxation parameter. Therefore, this
scheme represents a successive-block-overrelaxation
(SBOR) algorithm (Jennings, 1977, p. 202). This technique
is similar to the nonlinear block iterative method presented
40 Two-Dimensional Surface-Water Flow, Horizontal Plane
by Cooke and Blanchard (1977) and discussed in the pro
ceeding chapter.
The process of solving a set of n simultaneous equa
tions is similar to that of minimizing an error function de
fined over an «-dimensional space. In each step of a gradi
ent method, a trial set of values is used to determine a new
set with a corresponding smaller value of the error function.
In most gradient methods, successive direction vectors can
not be formed by means of a constant matrix; therefore,
gradient methods are considered nonstationary processes
(Jennings, 1977, p. 213).
Irons and Kan (1973) discuss the use of the conjugate-
gradient method in solving systems of linear finite-element
equations. In the method of conjugate gradients, successive
direction vector P(0), Pm, and so forth, are chosen to repre
sent, as nearly as possible, the directions of steepest descent
at their respective points, but with the condition that they be
mutually conjugate. In this case the term "conjugate" im
plies that each P(l) is orthogonal to its predecessor, P(,-1),
and hence satisfies the condition
pmgpo-Dmo, (9.5)
where K is the system coefficient matrix.
Chung (1979, p. 49) solves a primitive-variable
finite-element formulation of the Navier-Stokes equations
using Newton iteration in combination with the conjugate-
gradient method and the method of steepest descent. The
conjugate-gradient method is used to obtain a solution for
the initial Newton iteration only. The method of steepest
descent is found to produce more rapid convergence in suc
cessive Newton iterations. Pfoertner and Raabe (1977) use
an adapted version of the conjugate-gradient algorithm to
solve the Navier-Stokes equations by the finite-element
method.
Gambolati (1979) describes a modified conjugate-
gradient method for solving nonsymmetric finite-element
diffusion-convection equations. This method is similar to an
approach presented by Kershaw (1978) and combines the
gradient technique with an incomplete LU decomposition of
the coefficient matrix, A. It is found that as long as most of
gence is obtained. However, as the convective terms be
come significant and the time step, Af, becomes relatively
large, the diagonal dominance of A is reduced and the
method converges slowly. It is also found that convergence
is faster when the initial estimate is first produced by some
preliminary Newton iterations. Gambolati (1980) reports
that preliminary processing with a few Newton iterations
followed by application of the modified conjugate-gradient
method leads to greatly accelerated convergence in the solu
tion of finite-element ground-water-flow equations. The
modified conjugate-gradient method is shown to be superior
to the successive-overrelaxation technique when the system
matrix is diagonally dominant.
Alternating-Direction Methods
An approach suggested by Weare (1976) for making
transient finite-element models more efficient is to adapt
altemating-direction-implicit (ADI) methods from finite-
difference theory to the finite-element approach. Cooke
(1977, p. 32) suggests that increased efficiency may be
attained by the use of ADI methods but wonders whether
this approach may also reduce the geometric flexibility of
the finite-element method. Several authors have tried this
approach.
Hayes (1980, 1981) considers an alternating-direction
Galerkin method for solving nonlinear parabolic boundary-
value problems. The method is applicable to general curved
finite-element grids which can be mapped isoparametrically
onto a rectangle or certain unions of rectangles. The
alternating-direction procedure offers the possibility of re
duced storage requirements since large multidimensional
problems are solved as a series of smaller one-dimensional
problems. In the generalized method presented by Hayes,
alternating along coordinate lines in the master region corre
sponds to alternating along curved element boundaries in the
original grid. A local approximation of the Jacobian of the
isoparametric map is based on patches of finite elements.
Baker (1979) and Baker and Soliman (1981) imple
ment an alternating-direction scheme for the finite-element
solution of the compressible Navier-Stokes equations.
Baker and Soliman (1982) describe an alternating-direction
Galerkin method for solving the shallow-water equations.
Lapidus and Pinder (1982, p. 342-348) present an
alternating-direction Galerkin method for the two-
dimensional heat equation for rectangular regions.
CHAPTER 10. ALTERNATIVES TO GALERKIN'S
METHOD OF WEIGHTED RESIDUALS
Alternatives to Galerkin 's method of weighted residu
als are used by several authors in solving the shallow-water
and other partial-differential equations. A subdomain or
subdomain-collocation method is obtained by using elemen
tal test or weighting functions which are constant and equal
to one on some subdomain of an element containing the
node under consideration. Subdomain collocation is used by
Meissner (1978a. 1978b) and Meissner and Ratke (1980) in
solving the one-dimensional shallow-water equations and by
Siindermann (1977) in solving the two-dimensional
shallow-water equations.
A collocation or point-collocation method is obtained
if the weighting functions are Dirac delta functions at points
known as collocation points. If Gauss points are chosen as
the collocation points, the method is called orthogonal col
location. Mercer and Faust (1977, p. 1.30, 1.31) suggest the
use of orthogonal collocation to reduce the generation time
for coefficient matrices in solving the equations of immis
cible flow in porous media.
Pinder and others (1978) and Frind and Pinder (1979)
use orthogonal collocation with bicubic Hermite polynomi
als to solve Laplace's equation. Pinder and Shapiro (1979)
use orthogonal collocation with cubic Hermite polynomial
basis functions to solve the one-dimensional convection-
diffusion equation, and Celia and others (1980) use orthog
onal collocation with bicubic Hermite polynomials to solve
the two-dimensional convection-diffusion equation.
To date, collocation methods have not been used in
surface-water modeling, but application to one-dimensional
flow problems is under investigation (L.L. DeLong, oral
commun., 1983).
A third alternative to Galerkin's method of weighted
residuals is the least squares method, in which the square of
the residual is minimized over the flow domain:
min I (Lu-f)2dR , (10.1)
ueSJ R
where S is the space of trial functions, R is the domain on
which the members of S are defined, u is a member of S,
and e = Lu-f is the residual. (See eq. 3. 1 .) This is equiva
lent to a weighted-residual scheme with the weighting func
tion de/da,, where a, are the coefficients of the approximat
ing trial functions (Pinder and Gray, 1977, p. 56):
The method of least squares, which is equivalent to an
optimal control problem, is used by Glowinski, Mantel,
Periaux, and Pironneau (1978) and Mantel and others
(1979) to solve the unsteady Navier-Stokes equations, by
Glowinski, Periaux, and Pironneau (1978) to solve the
transonic-flow equations, and by Brison and others (1980)
to analyze air motion inside powerplant cooling towers.
Milthorpe and Steven (1978b) use the least squares
approach to solve the vorticity and stream-function equa
tions. Spatial gradients of the basic flow variables are intro
duced as additional variables. This is done to reduce inter-
element continuity requirements and to facilitate the
application of boundary conditions. The resulting matrices
are symmetric and positive definite.
A similar least squares approach is used by Chung and
others (1980) to solve the Navier-Stokes equations. Penal
ized constraint equations are used to reduce the order of the
Navier-Stokes equations from second to first. The method is
shown to be capable of yielding more accurate solutions at
higher Reynolds numbers than standard Galerkin methods.
In addition, the matrices generated are symmetric and posi
tive definite. Thus, iterative solution techniques may be
useful with this approach. A disadvantage is that there are
more degrees of freedom per node since all gradients of
variables must be included in the vector of unknowns.
Kanarachos (1978) introduces a modified least
squares method denoted the "discrete" least squares method.
10. Alternatives to Galerkin's Method of Weighted Residuals 41
The resulting matrix is symmetric, and iterative techniques
are used to solve the nonlinear algebraic system.
In another variant of the method of weighted residu
als, Hirsch and Warzee (1979) use weighting functions or
thogonal to the interpolation functions. The weighting func
tions lead to diagonal time matrices but cannot be
continuous at intere lenient boundaries. The accuracy of the
method is not discussed.
On the basis of the literature, both point-collocation
and least squares methods seem to offer the promise of being
effective techniques for solving the shallow-water equa
tions.
CHAPTER 11. MODEL VALIDATION
The user of a model should be aware of the conditions
under which the model is stable, convergent, and consistent.
He must also have an idea of the accuracy of the model if
he is to use it effectively. The analysis and numerical tests
that are performed to obtain this information are termed
"model validation." Such analysis and tests include (1) ana
lytical studies of the model's basic numerical algorithm for
linearized equations and regular grids, (2) application of the
techniques of numerical and functional analysis to obtain
information about the model's performance, (3) numerical
tests of the model's performance for geometrically simply
flow domains, (4) comparison of model results with existing
analytical solutions, (5) study of the model's response to
grid refinement (and refinement of the time increment for
transient models), (6) comparison of model results with the
results of already validated models, and (7) comparison of
model results with laboratory and field data.
Several analytical techniques are used frequently in
the literature to examine the behavior of numerical schemes
for solving the shallow-water and similar equations. Fourier
analysis is the most common method for studying the behav
ior of an algorithm for a linearized transient problem.
Fourier analysis in one spatial dimension is applied by Gray
and Pinder (1976) to the one-dimensional convection-
diffusion equation and by Gray and Lynch (1977), Pinder
and Gray (1977, p. 239-261), Gray (1978, p. 12-24), and
Lynch (1978, p. 3-1-3-52) to the linearized one-
dimensional shallow-water equations with friction. These
authors work with the propagation factor, or the ratio of the
velocity of a computed wave to the velocity of a physical
wave as a function of wavenumber or wavelength. In addi
tion. Lynch (1978, p. 3-53-3-92) uses the distribution fac
tor, which describes the relative magnitude and phase of the
surface-elevation and velocity solutions.
Guderly and Clemm (1980, p. 17-28) use Fourier
techniques to study the stability of finite-element schemes
for solving the wave equation.
Platzman (1981) uses Fourier methods to obtain dis
persion relations (see p. 14) for various finite-element
42 Two-Dimensional Surface-Water Flow, Horizontal Plane
schemes for solving the linearized one-dimensional shallow-
water equations without friction. Platzman extends this type
of analysis to regular two-dimensional grids but considers
only motion in the direction of the a: -axis.
Walters and Carey (1983) apply techniques similar to
those applied by Gray, Lynch, and Platzman to study vari
ous forms of mixed and equal-order interpolation. Both the
one- and two-dimensional linearized shallow-water equa
tions without friction and Coriolis terms are considered on
uniform meshes. Dispersion relations and expressions for
spurious eigenmodes are obtained.
Williams and Schoenstadt (1980) and Williams and
Zienkiewicz (1981) apply Fourier transforms in the spatial
domain to the linearized one-dimensional shallow-water
equations with Coriolis terms but without friction to com
pare the behavior of various combinations of interpolation
for surface elevation and velocity.
Mullen and Belytschko (1982) apply Fourier tech
niques to the two-dimensional wave equation to study the
effects of different types of elements, lumping, and mesh
patterns. Their analysis accounts for motion in any direc
tion.
Analytical techniques other than Fourier methods are
occasionally used. Cullen (1977) and Cullen and Morton
(1980) present a method for analyzing the error in evolution
ary problems that generalizes the concept of truncation error
used in analyzing finite-difference schemes. Carey (1979)
applies Gershgorin circle theory and oscillation matrices to
study phase and amplitude behavior of modes of the
convection-diffusion equation.
Hansen and Flotow (1982) use finite-element opera
tors to study upwind schemes. The authors (1982, p. 77)
state: "A finite element operator is formed by assembly of
sufficient elements around the node of interest, so that the
algebraic equations corresponding to that node are com
plete." Hansen and Flotow find that the use of these opera
tors is a useful method for qualitatively evaluating finite-
element schemes.
The methods of numerical and functional analysis are
frequently applied to determine the stability and conver
gence characteristics of finite-element schemes for special
classes of equations. Error bounds are usually obtained. An
example of such an analysis is the work of Luskin (1979).
who analyzes the finite-element scheme of Platzman (1978).
Another useful procedure in model validation is the
testing of model performance for geometrically simple flow
domains. Grubert (1976, p. 10) tests a finite-difference
scheme "on an 'L' shaped estuary with its axis tilted at
various angles to the grid in order to test the inner consis
tency of the model and its boundary value equations." Tests
made with no flows across the model boundaries and with
uniform depths provide checks on model consistency as well
as on network design for an already proven model
(McAnally and Thomas, 1980, p. 6.49).
 It is equally important to compare model results with
analytical solutions for those cases in which such solutions
are available. Since analytical solutions have been obtained
only for the linearized shallow-water equations, it is neces
sary to neglect or linearize the nonlinear terms in the equa
tions or to use boundary data for which the nonlinear terms
are relatively negligible.
Several authors have obtained solutions of the lin
earized shallow-water or tidal equations in two spatial di
mensions. Lamb (1945, p. 271-290) solves the shallow-
water equations without friction for an annular section with
constant bathymetry and for a rectangular basin with con
stant and linearly varying bathymetry. Ippen (1966, p. 511,
512) solves the equations with linearized friction for a
rectangular basin with constant bathymetry.
Briggs and Madsen (1973) solve the same equations
without friction for a rectangular basin with constant
bathymetry but with the gradient of surface elevation rather
than the surface elevation specified at open boundaries.
Lynch and Gray (1978) obtain analytical solutions of
the linearized two-dimensional shallow-water equations
with linearized friction and wind stress but without Coriolis
terms. The domains considered are an annular section in
polar coordinates and a rectangular section in Cartesian co
ordinates. Constant, linearly varying, and quadratically
varying bathymetry are considered. Thus, these results gen
eralize those of Lamb and Ippen.
The solutions developed by Lynch and Gray are espe
cially useful for flow-model testing because, as Gray and
Lynch (1979, p. 66) point out, "verification of a finite
element flow model by comparison of computed results with
analytic results for a flat-bottomed straight channel is not
sufficient." In a variable-depth basin, short-wavelength
modes are forced by the bathymetry, and model perform
ance can be tested for such conditions.
Other methods of model validation are the study of
model response to grid and time-step refinement, the com
parison of model results with the results of already validated
models, and the comparison of model results with labora
tory and field data. Numerous examples of these techniques
exist in the literature but will not be reviewed here.
CHAPTER 12. AUTOMATIC DATA
PROCESSING
In order to use the finite-element method to solve
surface-water-flow problems, a model must be constructed
describing the geometry, physical properties, and boundary
conditions of the system under study. For elementary prob
lems, the required input data may be conveniently computed
and assembled by hand, then keypunched or typed into a
file. For moderate to large problems, manual preparation of
the finite-element network data becomes a tedious and ex
pensive task that is prone to errors. Once an error-free model
has been constructed, however, many flow situations can be
simulated. Output from a finite-element model consists sim
ply of numbers which, for all but the most trivial of two-
dimensional problems, must be placed in a graphic format
for analysis, especially for transient problems.
Because of the large amounts of input and output data
that are associated with a finite-element model, numerous
pre- and postprocessing programs have been developed
specifically for finite-element analysis of two-dimensional
systems (Huyakorn and Dudgeon, 1975; Manhardt and
Baker, 1976; Tracy, 1976, 1977a, 1977b; Haber and others,
1978; Hoffman, 1978; Liggett and others, 1978; Gerhard,
1979; Gerhard and Greenlaw, 1979; Kamel and Navabi,
1979; Kleinstreuer and others, 1979; Merazzi and Fliick,
1979; Holdeman and Kleinstreuer, 1980; Kleinstreuer,
1980a, 1980b; Kleinstreuer and Patterson, 1980; LaGarde
and Heltzel, 1980; Thacker and others, 1980; Haber and
others, 1981). Although few of these data-processing pro
grams have been developed with surface-water problems in
mind, they all have the basic purpose of reducing the time
and effort needed to construct a finite-element model and
analyze the results.
Preprocessing programs are generally capable of edit
ing all input data and automatically generating all or part of
the network geometry (element connectivity lists, node-
point coordinates and elevations, and so forth). Many of
these programs operate in an interactive fashion with the
computer and make use of graphic input/output devices such
as digitizing tablets, interactive plotters, and graphics termi
nals. In addition, they may execute additional tasks that
contribute to greater flexibility and more efficient discretiza
tions. Such functions include the following: online and off
line plotting of the network; local network refinement and
subsequent smoothing of the element distribution; and re
labeling of elements and (or) nodal points to provide a small
bandwidth, profile, or frontwidth (depending on the solution
scheme) and thus reduce computation time when a system of
simultaneous equations must be solved.
Postprocessing programs are rather standard, taking
data from a file generated by a finite-element analysis and
plotting the output in a variety of ways. These plots may be
in the form of numbers, vectors, contours, graphs, or dis
placed grids.
Undoubtedly the most important features of these data
processors are the automatic development of all or part of
the finite-element grid and the subsequent relabeling of all
the elements and (or) node points in the network. These two
functions have the potential for reducing a major part of the
work required in constructing the grid and minimizing com
putational expenses. Haber and others (1981) estimate that,
in practice, roughly 80 percent of the total cost of analysis
may be consumed using conventional (that is, manual)
methods of data input. While this estimate is certainly prob
lem dependent, it offers some idea of the effort to be saved.
12. Automatic Data Processing 43
The logic employed in grid generation and relabeling varies,
depending on the type of application for which the preproc
essor and analysis programs have been designed. The more
successful and commonly used techniques are discussed in
the next section.
Automatic Grid Generation
Generating all or part of a finite-element grid is usu
ally accomplished by first subdividing the solution domain
into one or more regions of relatively simple shape (Haber
and others, 1981). A second-level subdivision is then im
posed on each of the initial regions to generate an orderly
assemblage of elements and nodes. The data created by this
process include nodal coordinates and lists of nodes con
nected to each element in the newly generated grid as well
as other pertinent information (such as node-point ground
elevations and element property types).
Initial subdivisions typically define areas of homoge
neous properties or areas within which the model and solu
tion gradients will be relatively constant. Input of the initial
subdivision data may be done completely by hand or with
the aid of interactive computer-graphics equipment and soft
ware. The allowable shape an initial subdivision may as
sume is governed primarily by the method used in the
second-level partitioning. The techniques most commonly
used in the second-level partitioning can be classified as
1 . automatic triangularon techniques,
2. smoothing techniques, and
3. coordinate-transformation techniques.
No single technique has proved superior in all applications,
and often two methods are combined to produce a well-
conditioned grid. A brief but thorough review of automatic
grid-generation techniques is presented by Thacker (1980).
Automatic Triangulation Techniques
Automatic triangulation techniques possess the desir
able property of being able to generate a mesh for any
two-dimensional geometry. The main disadvantage of these
techniques is that they often produce ill-conditioned grids
(Shephard and Yerry, 1983). Smoothing procedures are
often used in combination with triangulation techniques to
improve the shape of the resulting elements. The triangula
tion algorithms presented below fall into two basic classes.
In the first class of algorithms (Tracy, 1976; Sadek,
1980), the initial subdivisions are discretized by placing
nodes along their boundaries at desired locations. Triangular
elements are then formed using boundary polygons by cut
ting off sharp corners and by replacing selected points on the
boundary with new ones in the interior of the subdivision.
For example, in the routine presented by Tracy (1976), each
vertex of the polygon having an internal angle of less than
90 degrees is removed by connecting the two adjacent node
points to form a triangle. Then, starting at some vertex
44 Two-Dimensional Surface-Water Flow, Horizontal Plane
having an internal angle of less than 180 degrees, two trian
gles are formed by placing a new node inside the polygon
based on the coordinates of the vertex node and its two
neighboring nodes. If this step creates any vertices having
internal angles of less than 90 degrees, they are immediately
removed by forming a new triangular element. This process
continues until only three node points remain on the
boundary of the polygon, thus defining the last element.
The second class of triangulation techniques
(Frederick and others, 1970; Cavendish, 1974;Bykat, 1976)
also requires the initial subdivision to first be discretized by
locating node points along its boundary. Then, all node
points within the subdivision are located either manually or
automatically. The node points along the boundary and in
the interior are then connected in such a way as to form
nearly equilateral triangles.
Smoothing Techniques
Smoothing techniques (Buell and Bush, 1973;
Herrmann, 1976) involve an iterative application of a
difference-type equation to locate the nodes of a finite-
element grid. These techniques can be used alone or, as is
often the case, in combination with another technique.
The most commonly used grid-generation procedure
for regions of arbitrary geometry is the Laplacian scheme
described by Buell and Bush (1973). In this method, the
interior nodes of a rectangular grid not directly specified by
the user are located to satisfy the equations
X¡ -T \Xn +xa +xti +xi4) (12.1)
and
y¡=^(yn+ya+y^+y¡A) (12.2)
where {x¡, y¡) are the coordinates of interior node i and (*,-,-,
y,j), j=l, 2, 3, 4, are the coordinates of its directly con
nected neighbors, as shown in figure 12. \A . The method
derives its name from the fact that equations 12.1 and 12.2
constitute the Laplacian finite-difference operator for the
unknowns x¡ and y¡. The method is generalized to include
nonrectangular grids composed of arbitrary quadrilateral re
gions by the equations
N,
Zj (X»j+Xnl) (12.3)
2N,
'« = 1
and
N,
v,= (12.4)
2N, X (ynj+ym) .
'n = l
Figure 12.1. Neighborhood of node /': (A) Rectangular grid, and (S) Nonrectangular grid.

where A7, is the number of elements connected to node i and 1 N'

(x„j, y„j) and (x^, ynl) are the coordinates in neighboring X'=N ^(Xnj+Xnl-Xnk) (12.7)
element n , as shown in figure \2.\B . Since these equations ' #1 = 1
form a nonlinear system, they are usually solved by an
indirect iterative technique, which will present a large com and
putational expense for extensive grids. Meshes produced by
the Laplacian scheme often do not reflect curvatures and
nodal spacings that have been defined along the boundaries. i s
Hence, grids generated by this method often appear dis yi=jj 2 (y^+ym-ynk) . 02.8)
turbed or skewed in regions having high boundary curvature 'n = l
and irregular nodal spacings.
To remedy the insensitivity of the Laplacian grid-
generation scheme to information supplied along the
boundary, Herrmann (1976) proposes a modification to the /2
method based on a local quadratic isoparametric transforma
tion of an eight-node quadrilateral (serendipity) element.
Using the basic shape functions, the coordinates of the cen
ter point (origin) of the serendipity element shown in figure
12.2 are computed as

xi=\ [2(*n+*a+*o+*M)-(*a+**+*n+*«)] 02-5)

and

yi=\[2(jn+yn+y<)+yiA)-(y<5+yi6+yn+yi&)] ■ (12.6)

n
Equations 12.5 and 12.6 can be generalized to admit non-
rectangular grids in the same way as equations 12.1 and Figure 12.2. Isoparametric quadrilateral element and center
12.2 to yield point located at origin, i, of -n^-coordinate system.

1 2. Automatic Data Processing 45

where the variables are as defined previously for equations
12.3 and 12.4 and shown in figure 12. IB . This formulation
is termed the isoparametric generation procedure and
should not be confused with the isoparametric mapping
scheme discussed previously. Herrmann then further gener
alizes equations 12.3, 12.4, 12.7, and 12.8 by writing
N,
Xi=N (2-w) S (12-9>
1 n=1
and
N,
yi=N(2-w) * (1210)
' n=1
in which w is a weighting factor that is greater than or equal
to zero and less than or equal to one. A value of w equal to
zero yields the Laplacian scheme. When w is set to unity,
the isoparametric generation scheme is produced. Interme
diate values of w yield mixtures of the two methods called
Laplacian-isoparametric schemes . Although the "pure" iso
parametric method (that is, when w equals unity) produces
grids that appropriately reflect the boundary geometry on
the interior of the grid, it has been found that the number of
iterations required for convergence of equations 12.9 and
12. 10 increases sharply as w approaches one. Thus there is
a tradeoff between grid quality and computational efficiency
with this method.
Coordinate-Transformation Techniques
Coordinate-transformation techniques involve the
mapping of coordinates between a simple polygon (usually
a unit triangle or square in two-dimensional space) and the
actual region. A coordinate-transformation technique that is
a natural byproduct of isoparametric mappings used to rep
resent curved-sided finite elements is presented by
Zienkiewicz and Phillips (1971). In this method, the entire
solution domain is divided into a coarse subdivision com
posed of a few very large isoparametric elements. Using
polynomial interpolation functions (shape functions), a
unique coordinate mapping is achieved. A desired subdivi
sion of the simple polygon is then projected onto the actual
space to determine the Cartesian coordinates of the node
points. The main disadvantage of this method is its inability
to adequately describe regions having complex boundaries
without using a large number of initial subdivisions.
A method for generating grids that is based on a
mapping using blending functions is presented by Gordon
( 197 1 ). This procedure approximates a surface over a region
that will match the values along the boundary of that region
exactly. Sets of simple linear functions on the boundaries
may be "blended" to form more complex interpolation func
46 Two-Dimensional Surface-Water Flow, Horizontal Plane
tions over the entire region. Considering a unit square on the
edges of which a function, 4>, is specified as 4>(0,T|),
4>(1,ti), <I>(4,0), <t>(£,l), where ^ and t] are normalized
parametric coordinates, the mapping function
*(S.Tl) = (l-t|) *«,0)+T| *«.1) + (1-© <1>(0,T1)
*(1,ti)-(1-6 (1-n) 4>(0,0) (12.11)
-d-i) ti *(o,i)-5 t, <d(i,i)-€(i-ti) <ki,o)
interpolates <I> such that a smooth surface exactly reproduc
ing the boundary values is obtained. When the function <I>
describes the Cartesian coordinates of the quadrilateral re
gion, this function can be used to map any grid defined in
the unit square to the actual area. The function $ is an
example of a transfinite mapping. A transfinite mapping
describes an approximate surface that matches a desired, or
true, surface at a nondenumerable number of points.
Bamhill and others (1973) apply transfinite mapping
of a unit triangle to a region defined by three boundary
curves. Haber and others (1981) claim that linear transfinite
mappings possess excellent characteristics for use in mesh
generation and use these mapping functions to form the
basis of their graphical finite-element preprocessing pro
gram. When highly distorted boundary curves are used,
however, elements may be formed outside the region
boundaries. Gordon and Hall (1973) overcome this problem
by introducing constraint curves on the interior of the re
gion. Higher order mappings are then used to force the grid
lines to pass through the constraint curves. Another option
is to simply break up the region into smaller areas having
more regular geometry. This technique is recommended by
Haber and others (1981) for two-dimensional regions,
though the constraint-curve technique is suggested for three-
dimensional applications.
Automatic Relabeling
The finite-element method generally leads to a set of
linear algebraic equations, which may be written in matrix
form as
Ax=b , (12.12)
where A is the square coefficient matrix, x is the unknown
solution vector, and b is a vector composed of known
values. In finite-element applications, the matrix A is usu
ally sparsely populated (that is, the number of coefficients
that are zero far exceeds the number of nonzero coefficients)
since the off-diagonal matrix terms coupling any two nodal
unknowns are zero unless those unknowns are common to
the same element. It is essential that this sparseness be fully
exploited in order to reduce the computer storage require
ments and the total number of matrix operations needed to
solve the system of equations.
Most finite-element equation-solution routines have
been expressly written to take advantage of the banded na
ture of the coefficient matrix. The bandwidth of a single row
in a square matrix is defined as the number of columns
between the first nonzero coefficient in that row and the
diagonal. The maximum bandwidth of the completely as
sembled (global) coefficient matrix is the largest bandwidth
of all its rows. The profile of a matrix is defined as the sum
of all the individual row bandwidths. Solution schemes
based on maximum-bandwidth or profile storage are fairly
easy to program.
The locations of nonzero coefficients of matrix A , and
thus the row bandwidths, depend solely on the ordering of
the unknown variables. In most banded-matrix solution al
gorithms , this ordering is in some way based on the number
ing of the network node points. In finite-element applica
tions, the maximum row bandwidth, B, is typically
calculated as
B=(R + l)NDF , (12.13)
where R is the largest difference between the node numbers
in a single element of the grid (all elements are considered
in its determination) and NDF is the number of unknowns
(degrees of freedom) at each node.
More recently, equation-solution routines based on
the maximum frontwidth of the system coefficient matrix
have been used in finite-element applications. These so-
calledfrontal solution techniques were presented by Melosh
and Bamford (1969) and Irons (1970) at about the same
time. The frontwidth of a particular row in the coefficient
matrix is defined as the number of active columns in that
row. A column, j, is said to be active in a given row, i, if
j is greater than i and there is at least one nonzero coefficient
in that column in some row with index, k, greater than or
equal to i . Solution schemes based on maximum-frontwidth
storage are directly related to the element assembly process
of the finite-element method.
Frontal solution techniques are based on either the
decomposition of the system coefficient matrix or an
element-by-element assembly and factorization procedure.
If the frontal solution is based on the completely assembled
equations, the maximum frontwidth is also dictated by the
nodal-numbering scheme. However, if the element-by-
element assembly process is used, the maximum frontwidth
depends only on the sequence in which the elements are
processed and has nothing to do with the node-point num
bers.
Since, for either band or frontal solution techniques,
storage requirements are determined by the node-point num
bering scheme or the sequence in which the elements are
assembled, it is desirable to assign these numbers or se
quences in such a way as to reduce either the system band
width, profile, or frontwidth as much as possible. For small
networks, a hand labeling of node points or elements often
leads to an efficient solution. Unfortunately, for large net
works with complex topology, hand labeling becomes a
tedious and uneconomical effort with little chance of suc
cess. However, a number of algorithms have been devel
oped to automate the assignment of labels. Since it is virtu
ally impossible to investigate all the combinations of node
numbers or element sequences, these algorithms are based
on various strategies for obtaining good, but not necessarily
optimal, labeling schemes.
Although relabeling algorithms seem to have been
developed specifically to reduce either the bandwidth, pro
file, or frontwidth of a system of equations, many of these
routines are effective in reducing all of these quantities. In
addition, nodal renumbering schemes that are used to mini
mize the frontwidth of the completely assembled system of
equations are also used to define the assembly sequence for
element-by-element reduction. Moreover, frontwidth-
reduction routines based on direct resequencing of elements
may also be used to renumber node points. Therefore, in the
following discussion, no attempt has been made to classify
the relabeling algorithms; they are simply presented and
briefly described. Nor have all relabeling schemes been
examined; only those that seem best suited to two-
dimensional finite-element applications have been re
viewed. The interested reader is referred to Everstine (1979)
for an extensive bibliography of relabeling algorithms.
Perhaps the most popular relabeling technique for
finite-element applications was developed by Cuthill and
McKee (1969). This scheme employs a nodal renumbering
in a layer-by-layer fashion. Once a starting node is chosen,
the algorithm labels successively, in order of increasing
degree, those nodes not already labeled that are adjacent to
the node with label i for i = 1 , 2 N, where N is the total
number of nodes. Degree is defined as the number of unla
beled nodes that are connected to the node in question. The
algorithm is very fast and performs well in many cases of
practical interest. A modification by George (1971) is to
reverse the ordering of nodes produced by the original
Cuthill-McKee algorithm. This often reduces the profile,
although the bandwidth remains unchanged. This method is
shown to perform very well for a class of two-dimensional
finite-element problems (Liu and Sherman, 1976). Gibbs,
Poole, and Stockmeyer (1976) present an algorithm that
differs from the Cuthill-McKee strategy primarily in the
selection of starting nodes. George and Liu (1978) incorpo
rate a modified form of the Gibbs-Poole-Stockmeyer al
gorithm with the reverse Cuthill-McKee strategy to form a
technique that successfully reduces bandwidth in finite-
element networks with appendages and (or) holes. George
and Mclntyre (1978) describe another nodal renumbering
scheme based on a similar minimum-degree concept and the
grouping of nodes into cliques (that is, sets of nodes, all of
which are adjacent to one another).
12. Automatic Data Processing 47
 King (1970) developed an algorithm based on the
concept of a "minimum front growth" criterion. At each step
after the selection of a starting node, all unlabeled nodes
adjacent to already labeled nodes are considered and the one
that increases the front the least is selected. Cuthill (1972)
finds that a reverse-King relabeling scheme, in which the
nodes are labeled in the reverse order in which they are
selected, provides a superior reordering. Levy (1971) pre
sents an algorithm similar to King's except that all unlabeled
nodes are considered for selection instead of just those adja
cent to already labeled nodes. Everstine (1979) shows that
Levy's algorithm performs well in comparison with other
techniques but generally requires much more computer time
and, for some large networks, might be completely unfeasi
ble. Snay (1976) describes a procedure referred to as the
"banker's algorithm," which is also similar to King's rela
beling strategy. In this method, unlabeled nodes adjacent to
already labeled nodes, as well as unlabeled nodes adjacent
to these unlabeled nodes, are considered for selection.
Akin and Pardue (1976) present two techniques for
obtaining an efficient element-assembly sequence for frontal
solutions by minimizing the maximum frontwidth. The first
requires a previous node renumbering using the Cuthill-
McKee strategy. Then, starting with the first node and pro
ceeding in the newly computed order, each node is exam
ined and the unsequenced elements to which it is connected
are labeled starting with the element of smallest current
element degree. The term "current element degree" is de
fined as the current number of unlabeled elements adjacent
to the element in question. The second procedure is similar
to the first but employs a direct resequencing of the elements
by considering only the current element degree. Fulford
(1977) and Akin and Fulford (1979) modified the direct
resequencing technique of Akin and Pardue by adding a
series of tie-breaking strategies to be used when two or more
considered elements have the same current element degree.
Razzaque ( 1 980) developed an algorithm similar to the first
scheme of Akin and Pardue except that the elements are
resequenced in an ascending order of their lowest numbered
node.
Pina (1981) describes another two-step technique for
obtaining a good element-assembly sequence. In this
scheme, nodes are first renumbered using a strategy similar
to King's (1970). As each node is renumbered, all elements
to which it is connected and which are not yet resequenced
are labeled. Sloan and Randolph (1983) present a similar
technique which also uses a modified version of King's
algorithm to first reorder the nodes. The elements are then
assembled in an ascending sequence of the lowest ordered
node.
Bykat (1977) presents a direct element-resequencing
scheme that attempts to minimize the maximum frontwidth
of a two-dimensional finite-element network. The first ele
ment selected is the one having the fewest neighbors, where
48 Two-Dimensional Surface-Water Flow, Horizontal Plane
elements sharing a common side are considered neighbors.
The remaining elements are then chosen for assembly on the
basis of the greatest number of neighboring elements al
ready assembled. In case of a tie, the one having the most
nodes on the current wavefront is selected.
CHAPTER 13. SUMMARY AND
CONCLUSIONS
In this report, literature on various aspects of the
finite-element solution of the equations of two-dimensional
surface-water flow in the horizontal plane has been sur
veyed.
Several related formulations of the flow equations
were presented in chapter 2. These include the primitive
shallow-water equations, which consist of an equation for
conservation of momentum in each coordinate direction and
an equation for conservation of mass. These equations may
be written in either conservative or nonconservative form.
The conservation-of-mass equation may be replaced by a
wave continuity equation. Appropriate boundary conditions
were reviewed. The basic concepts of the finite-element
method were sketched in chapter 3.
The use of equal-order and mixed interpolation with
various formulations of the flow equations was discussed in
chapter 4. The short-wavelength noise that has been a major
problem with most finite-element solutions of the shallow-
water equations was reviewed in detail. It was seen that both
mixed interpolation and derivative or wave-continuity-
equation formulations are useful techniques for avoiding
spurious oscillations.
The effect of domain resolution on short-wavelength
noise and the effect of element distortion on solution accu
racy were discussed. Numerical integration of an order
higher than that needed to compute element areas exactly
may be necessary to obtain an accurate solution. Careful
handling of convective (and viscous) terms is necessary in
modeling flows involving circulation and separation. The
controversy regarding upwinding versus mesh refinement to
avoid spurious oscillations was reviewed.
The treatment of specified velocities, discharges,
stresses, and water-surface elevations as either essential or
natural boundary conditions was discussed in chapter 5. It
was seen in the literature that there are many possible ways
of handling any given boundary condition.
In chapter 6, various approaches for handling the dis
cretization of time were discussed. Among the useful meth
ods are the trapezoidal, leapfrog, split-step, predictor-
corrector, semi-implicit, and wave-equation schemes.
Lumping was seen to increase the efficiency of dynamic
models, but usually at the expense of accuracy. The severity
of the accuracy loss is a function of the equations, the
elements, and the time-stepping schemes used. Several au
thors have shown that spectral methods are more efficient
than time-stepping methods for problems involving periodic
motion.
Fluid stresses were considered in chapter 7. The treat
ment of fluid stresses has been found to differ only slightly
in various modeling approaches except for the treatment of
turbulent stresses. In cases where velocity gradients are
small, the effect of turbulence is often not even considered,
except perhaps to enhance the stability of the numerical
scheme. When turbulent stresses are important, a variety of
models have been developed to simulate their effects. These
turbulence models have quite a wide range of complexity.
The more complex the model, however, the greater the
effort required to solve the numerical expressions. The most
advanced of these turbulence models are still only in their
development stage for open-channel-flow computations.
The numerical solution of the nonlinear equation sys
tem, reviewed in chapter 8, represents by far the major part
of the cost of obtaining a finite-element solution to the
two-dimensional depth-averaged flow equations. Lineariza
tion methods have been applied to the nonlinear equation
system in all but the most stubborn cases and appear to be
the most widely used solution technique. Of the lineariza
tion methods, Newton iteration seems to have been most
successful; however, the need to recompute and refactor the
coefficient matrix for a direct solution of the equations pre
sents a major disadvantage. These computations can be pro
hibitively expensive or time consuming for very large sys
tems, especially if convergence is not achieved within just
a few iterations. Use of a modified Newton method in which
the initial factored coefficient matrix is used in successive
iterations may require fewer matrix decompositions, but at
the expense of slower convergence. A subclass of lineariza
tion techniques known as update or quasi-Newton methods
can significantly reduce the number of operations required
by updating the factored coefficient matrix in a simple man
ner after each iteration.
Techniques for solving the linear equation systems
generated by the finite-element method were reviewed in
chapter 9. Of the direct solution techniques that have been
used to solve the nonsymmetric coefficient matrices gener
ated by applying the finite-element method to fluid-flow
problems, both profile- and frontal-storage methods have
been found to be superior to conventional band-storage solu
tion methods. Which of the two is better is not clear. While
iterative solution techniques have not received as much at
tention as direct techniques in finite-element solutions of
fluid-flow problems, certain gradient methods have been
used with some success. Notable are the conjugate-gradient
method and several of its variations.
In chapter 10, several alternatives to Galerkin's
method of weighted residuals were reviewed. Both point-
collocation and least squares methods offer the promise of
being effective techniques for solving the shallow-water
equations.
Methods of model validation were discussed in chap
ter 1 1 . Much recent research has focused on such techniques
as Fourier analysis and comparison of model results with
analytical solutions for linearized equations.
Automatic processing of finite-element data, consid
ered in chapter 12, is essential for the solution of large
problems. Portions of the finite-element grid can be rapidly
generated without errors and element and (or) node order-
ings can be quickly determined. Many techniques for auto
matic grid generation and reordering have been developed.
The amount of computational effort required is directly re
lated to the complexity of the different schemes.
CHAPTER 14. REFERENCES
The references listed immediately below are confer
ence proceedings or other collections of papers that are
referred to frequently in this chapter. They are listed sepa
rately here for convenience and are referred to subsequently
by the given acronyms.
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 METRIC CONVERSION FACTORS
Factors for converting inch-pound units to the International System of Units (SI) are shown to four significant figures.

Multiply inch-pound unit By To obtain SI unit

(foot) ft 3.048 x 10" ' (meter) m

(foot per second) ft/s 3.048 x 10" ' (meter per second) m/s

Metric Conversion Factors 61

• U.S. O.P.O. 1 987-1 81 -40? ¡60032
 FEB 18 1987
«CRIPPS INSTITUTION OF OCEANOGRAPHY LIBRARY
UNIVERSITY OF CALIFORNIA, SAN DIEGO
la joluw CAuaiawiA

GOALS
of the
U.S. Geological Survey

Earth Science in the Public Service Circular 1010

 The mission of the U.S. Geological Survey is to pro
vide geologic, topographic, and hydrologic information
that contributes to the wise management of the Nation's
natural resources and that promotes the health, safety,
and well-being of the people. This information consists
of maps, data bases, and descriptions and analyses of
the water, energy, and mineral resources, land surface,
underlying geologic structure, and the dynamic proc
esses of the Earth.
GOALS
of the
U.S. Geological Survey
Circular 1010
DEPARTMENT OF THE INTERIOR
DONALD PAUL HODEL, Secretary

U.S. GEOLOGICAL SURVEY

Dallas L. Peck, Director

Library of Congress Cataloging-in-Publication Data

Goals of the U.S. Geological Survey.

(U.S. Geological Survey circular ; 1010)

Supt.ofDocs.no.: I 19.4/2:990
I. GeologicalSurvey(U.S.) I. Radlinski, W. A.
II. GeologicalSurvey(U.S.) III. Series.
QE76.G63 1986 353.0085 '55 86-600238

Free on application to the Books and Open-File Reports Section,

U.S. Geological Survey, Federal Center, Box 25425, Denver, CO 80225
 Foreword
The material needs of society are ultimately met by the resources of the
Earth—its land, water, and mineral endowment. In using these resources, we
may affect our environment and alter our options for land and other resource
uses. How can we ensure an adequate supply of this natural wealth for future
generations? In what ways are we irreversibly altering our natural environ
ment? How can we avoid undesirable or unacceptable side effects of man's use
of the land and prevent or mitigate potential hazards from active earth proc
esses? To respond to these and similar questions, continued research in basic
earth science is needed to develop knowledge about the Earth, its structure,
and its resources; to place this knowledge in a coherent scientific and global
context; and to apply it to meet society's current and future needs.
Over a century ago, the Congress of the United States determined that the
Nation needed a Federal agency "under the Interior Department" to examine
the geologic structure, mineral resources, and other products of the "national
domain" and to provide information about the Earth for use by the Congress,
Federal agencies, and the public in reaching informed decisions concerning the
development, use, and protection of our natural resources. As a result, the
Congress established the Geological Survey in 1879. Since that time, the mis
sion of the Survey has evolved in response to changing national needs and
priorities, advancements in science and technology, and additional legislation.
The Survey has been, from its very inception, an integral part of the larger
national and international earth-science community. It cooperates with other
Federal, State, and local agencies, as well as with academic and industrial
groups, both in the United States and elsewhere, to ensure a continuous and
mutually beneficial collection and exchange of information, ideas, and results.
This document describes the current goals of the Survey in response to its
mission and authorizations. It also describes the national needs for earth-
science information to which these goals are responsive. A preliminary edition
was circulated for comment to members of the Geological Survey and various
officials of Federal, State, and local earth-science-related organizations. All
suggestions received were considered in the preparation of this final document.
Both the preliminary and final editions were compiled by a Geological Survey
team consisting of W. A. Radlinski, Peter F. Bermel, Timothy E. Calkins,
Russell H. Campbell, Robert M. Hirsch, David W. Moody, Benjamin A. Morgan
III, Norman E. Schmidt, Jr., Ethan T. Smith, Frederick B. Sower, Lowell E.
Starr, Richard E. Witmer, and E-an Zen. As the needs of the Nation and the
state of the science change, the document will be reviewed and revised. Com
ments are invited.

Dallas L. Peck,
Director, U.S. Geological Survey

III
 Contents
Page
Foreword Ill
Introduction 1
Mission 2
National needs 3
Goals 7
Authorizations 11
Chronological list of authorizing legislation 14
 INTRODUCTION

The purpose of this document is to inform the gen
eral public, including potential users of services and
products of the U.S. Geological Survey, members of
Congress and other public officials, Survey em
ployees, and other interested individuals, about the
role of the Survey in satisfying the earth-science
needs of our Nation. Understanding this role can
lead to better legislation, increased cooperation, bet
ter informed management decisions, and greater
public awareness of available products and services.
Another purpose of the document, of equal impor
tance, is for internal use in setting program objec
tives, in establishing priorities, and in preparing
program proposals and budget requests. Together,
these items form the basis for a strategic plan for the
future of the Survey.
This document is organized into four sections:
(1) Mission— functions that the Survey is authorized
and funded to perform; (2) National Needs— exam
ples of problems that require earth-science informa
tion for effective and intelligent decisionmaking;
(3) Goals— a desired state, process, or product that
the Survey plans to achieve in order to fulfill its
mission and address future needs for earth-science
knowledge; and (4) Authorizations— legislative and
executive documents that have authorized and
funded Survey activities, including a chronological
list of pertinent legislation.
The Survey provides services to all segments of
society. Its clients include individuals in Federal,
State, and local governments, the U.S. Congress,
universities, private enterprise, and the general
public, as well as foreign governments and other
organizations. It distributes annually over 80,000
book publications and 7 1/2 million maps, mostly in
small-quantity individual orders. The fact that over
two dozen Federal agencies contribute funds to the
Survey for products and services and over 900 State
and local agencies cooperate with the Survey on a
cost-sharing basis indicates the broad diversity of
the Survey's work in satisfying national needs.1
'The United States Geological Survey Yearbook includes lists of these Fed
eral agencies and cooperators and is available from the Superintendent of
Documents, U.S. Government Printing Office, Washington, DC 20402. The
Yearbook contains a summary of annual accomplishments and a list of the
principal offices and officials of the Survey with addresses and telephone
numbers. The Yearbook also provides guidance on how to obtain informa
tion and publications, as does Circular 900, Guide to Obtaining USGS
Information, which is available free upon request from the Books and
Open-File Reports Section, U.S. Geological Survey, Federal Center, Box
25425, Denver, CO 80225.

Relationships among national needs, goals, and

other activities that lead to satisfaction of these na
tional needs are shown in a figure preceding the
Goals section. Objectives for each of the goals, which
in turn determine program priorities, levels of effort,
and estimates of work completion, are not included
in this document. Objectives are being set forth in a
follow-on report available from the Director, U.S.
Geological Survey.

Introduction 1
 MISSION
The mission of the U.S. Geological Survey is to
provide geologic, topographic, and hydrologic infor
mation that contributes to the wise management of
the Nation's natural resources and that promotes
the health, safety, and well-being of the people. This
information consists of maps, data bases, and de
scriptions and analyses of the water, energy, and
mineral resources, land surface, underlying geologic
structure, and dynamic processes of the Earth.
To accomplish its mission, the Survey:
• Conducts and sponsors research in geology, hy
drology, mapping, and related sciences.
• Produces and updates geographic, cartographic,
and remotely sensed information in graphic and
digital forms.
Publishes reports and maps, establishes and
maintains earth-science data bases, and dissemi
nates earth-science data and information.
Provides scientific and technical assistance for
the effective use of earth-science techniques,
products, and information.
Coordinates topographic, geologic, and land-use
mapping, digital cartography, and water-data ac
tivities.
Develops new technologies for the collection, co
ordination, and interpretation of earth-science
data.
Provides scientific support and technical advice
for legislative, regulatory, and management deci
sions.

Describes the onshore and offshore geologic Cooperates with other Federal, State , and local
framework and develops an understanding of its agencies, and with academia and industry.
formation and evolution.

• Assesses energy and mineral resources, deter

mines their origin and manner of occurrence, and
develops techniques for their discovery.

• Collects and analyzes data on the quantity and

quality of surface water and ground water, on
water use, and on quality of precipitation.

• Assesses water resources and develops an

understanding of the impact of human activities
and natural phenomena on hydrologic systems.

• Evaluates hazards associated with earthquakes,

volcanoes, floods, droughts, toxic materials, land
slides, subsidence, and other ground failures, and
develops methods for hazards prediction.

Participates in the exploration of space and pre

pares geologic and other maps of the planets and
their satellites.

2 Goals of the U.S. Geological Survey

 NATIONAL NEEDS
Sustained economic growth in the United States
during the 20th century has been accompanied by
rapid growth in population and per capita consump
tion of agricultural and industrial products. Improv
ing, even simply maintaining, this high standard of
living for a growing population places ever-
increasing demands on the Nation's land, water, en
ergy, and mineral resources. As a result, there is
growing competition for land use among, for exam
ple, food and forest production, shelter and living
space, transportation, and recreation. The manage
ment of the Nation's resources, including selections
for conservation and development with a minimum
of adverse impact on the environment, places in
creasing demands on earth science to provide de
tailed and comprehensive information to assure the
wisest choices. Some of the national needs and ways
in which earth sciences can address them are listed
below.
ENERGY
• Nearly all components of the American economy
depend on energy. Use of nonrenewable energy
resources, such as oil, gas, coal, and uranium,
requires continuing efforts by earth scientists to
locate and understand the genesis of these re
sources and to maintain current knowledge of the
worldwide energy supply, demand, and potential.
• Development of such energy resources as hy
droelectric, geothermal, solar, or fusion power re
quires informed decisions about alternative uses
of land, water, and materials.
• Extraction of some energy-producing materials
from the Earth carries with it the risk of serious
environmental damage, as well as threats to hu
man health and safety. Examples are wastes
from the mining and processing of energy-
producing materials, increased output of atmos
pheric pollutants that affect the quality of precip
itation, destruction of habitats because of mining
activity, land subsidence from subsurface with
drawals of water, oil, and coal, and pollution of
water from the disposal of energy-related wastes.
Solutions to these problems require under
standings of the geology and of the chemical,
physical, and biological processes occurring in
the air, on the land surface, and in the water and
ground.
MINERALS
• Our society consumes large quantities of mineral
resources. At the same time, urban growth, recre
ational development, and withdrawal of public
lands prevent many areas from being developed
for mineral extraction. Accurate descriptions of
mineral resources of public and private lands,
both onshore and offshore, are needed to achieve
informed policy decisions about the use of the
Nation's lands and offshore areas, to assure the
long-term availability of minerals, and to select
the most appropriate alternative land uses.
• Several major mineral districts in the United
States are nearly depleted. Important mineral de
posits either may be undetected or are not cur
rently being exploited because of low grade or
difficult accessibility. New techniques are needed
to detect undiscovered deposits and to use lower
grade mineral deposits.
• Many strategic and critical minerals needed to
sustain our society are not found in abundance
within the United States and have to be im
ported. Study of the origins of these minerals and
their world distribution may lead to the develop
ment of methods to identify new domestic de
posits and lessen our reliance on uncertain for
eign sources.
WATER
• Water is needed to sustain life and to ensure the
future growth of the economy, particularly for the
production of food and energy. Hydrologic infor
mation contributes to descriptions of the location,
quantity, quality, and use of water resources and
prediction of the effects of droughts and water
development on the adequacy of water supplies.
Planners and managers use this information to
locate, design, and operate water-supply facilities
such as reservoirs, well fields, and water-
treatment plants and to plan for regional and
local economic development.
National Needs 3
• Protection of water resources from contaminants
and from wastes discharged into streams, in
jected into aquifers, or placed on the land or
underground is essential to public health and the
quality of life. An understanding of the chemical,
physical, and biological mechanisms that affect
the transport and fate of contaminants is neces
sary to detect their presence and predict their
behavior. This kind of knowledge is essential to
planning effective management strategies for
protecting the quality of water resources and for
locating, designing, and operating waste storage
and disposal facilities.
• Allocation of water resources is based on court
decrees, interstate compacts, international
treaties, and water law. Accurate information
about our water resources is needed to apportion
available resources, monitor fulfillment of legal
obligations, and resolve disputes.
LAND
• Proper management of the land and offshore
areas requires accurate and comprehensive infor
mation about its location, characteristics, config
uration, and current and potential uses. Topo
graphic, geologic, and land-use maps, digital
cartographic data bases, and remotely sensed
data contribute to an understanding of the land
as a resource. As changes in the natural and man-
made features of the land occur, the need for cur
rent and more detailed geographic information
increases.
• The capacity of the land to support human enter
prise is finite. Multiple and conflicting demands
for land are often unavoidable, and difficult
choices among uses must be made. Examples of
possible conflicting uses include those of
wilderness, agriculture, urban growth, mineral ,
energy, and water resources development, and
waste disposal. In deciding how to use the land,
the benefits to society must be evaluated and the
effects on the land and its animal and plant life
determined.
4 Goals of the U.S. Geological Survey
FOOD AND FIBER
• A better understanding of the relationships
among geology, topography, weathering, and ero
sion is needed to identify soils that can best sup
port agricultural production. This understanding
can contribute to more effective land-use deci
sions.
• Irrigation frequently necessitates artificial
drainage to prevent water saturation of the soil
and the accumulation of naturally occurring salts
and minerals at concentrations toxic to plants or
animals. However, the drainage process itself can
lead to contamination of surface and ground
water. Understanding of soil physics and the geo
chemistry of surface- and ground-water flow sys
tems is necessary to design drainage systems that
minimize these problems and protect water sup
plies and downstream water quality.
• Geologic resource investigations are needed to as
sure the continued availability of mineral fertil
izers. Research is needed to predict the impact of
fertilizers and pesticides on soil, ground water,
surface water, and sediments to assure the con
tinued production of food without irreparable en
vironmental damage.
HOUSING AND TRANSPORTATION
• The suitability of any site developed to accommo
date our growing population depends in part on
the engineering properties of rocks and soils, the
slope of the land, and the potential for natural
hazards. Topographic, geologic, and hydrologic
maps are among the kinds of information that are
used to evaluate site suitability.
• The design and construction of transportation fa
cilities, such as pipelines, powerlines, tunnels,
bridges, waterways, roads, railroads, and air
ports, are more efficient if information on topo
graphic, geologic, and hydrologic characteristics
of the area is known before final site selection.
Better knowledge of these characteristics can
lead to more efficient, more reliable, and safer
transportation systems.
The availability of nearby sources of construction
materials, such as sand, gravel, and limestone, is
a significant cost factor in the development of
housing and transportation. Knowledge of the lo
cation, quantity, and quality of these resources is
obtained by geologic investigations and is dis
seminated in geologic maps and reports.
HEALTH AND SAFETY
Human contact with certain earth materials in
their native state or in the course of extraction,
processing, use, and subsequent disposal can pose
threats to health. Earth-science knowledge can
contribute to better decisions to protect society
from adverse consequences of or miscomprehen
sions associated with the use of these materials
by identifying those that pose potential health
hazards and by contributing to an understanding
of how such problems may be avoided or miti
gated.
NATIONAL SECURITY
• Up-to-date maps and earth-science data are
needed for an understanding of the configuration
and characteristics of the land surface and the
distribution of water supplies and earth materi
als for possible military operations in defense of
our country. Knowledge of the availability of
strategic and critical minerals on a global scale is
also necessary in planning for the Nation's secu
rity.
• Remote detection and identification of under
ground nuclear tests require knowledge of the
Earth's internal structure and of the physical
properties of rocks, and the ability to discrimi
nate such tests from earthquakes. Planning for
the containment of underground tests of nuclear
weapons and storage of weapons and associated
radioactive wastes require geologic and hydro-
logic information.

• National defense and security depend upon the

Geologic and hydrologic hazards such as earth
capability to quickly and accurately locate fea
quakes, volcanic eruptions, floods, droughts,
tures on the Earth's surface. Modern naviga
tsunamis, subsidence, and landslides threaten
tional methods for transportation systems re
public safety and can cause great economic losses.
quire extensive knowledge about the geodetic
Earth-science information is used to define flood
and geophysical characteristics and the topo
plains and other hazard zones and to evaluate
graphic and oceanographic features of the Earth.
risk. The ability to predict these hazards is essen
tial for land-use planning, engineering design,
and emergency-preparedness decisions to reduce
the loss of life, property, and natural resources.

Human activities create vast quantities of waste

material, some of which is toxic or radioactive.
Some of this waste must be isolated from the bio
sphere for a long time and be disposed of in under
ground repositories, in sanitary landfills, and off
shore. Earth-science knowledge is vital for the
safe and lasting disposition of the society's waste
materials, as well as for the possible reclamation
of the waste material and of the disturbed sites.

National Needs 5
 NEEDS AUTHORIZATIONS MISSIONS
IDENTIFIED MADE ESTABLISHED

PROGRAMS OBJECTIVES
T
GOALS
PREPARED SET DETERMINED

FUNDS WORK NEEDS

APPROPRIATED PERFORMED SERVED

Schematic diagram showing how the U.S. Geological Survey responds to national needs.

6 Goals of the U.S. Geological Survey

 GOALS
Goals identify a desired state, process, or product
and serve to guide an organization toward the fu
ture. The following goals indicate where the U.S.
Geological Survey contributes to the national wel
fare within the context of its mission. Fulfillment of
the goals requires constant improvement of our
knowledge about the Earth and its natural proc
esses, including its deep structure, its history, and
its place in the evolution of the solar system. Many
of the goals are responsive to more than one of our
national needs and several respond to most of them
in some degree. In a document to follow, the Survey
will identify the objectives it has set to meet each of
the goals. Although national needs for earth-science
information are met principally by the Survey, other
Federal, State, and local agencies, industry, and
academia make major contributions to meeting
these needs through their separate programs. Addi
tionally, the Survey works with other Federal agen
cies, State, local, and foreign governments, academic
institutions, and other members of the earth-science
community in the furtherance of its own mission, in
helping to meet their needs for earth-science data,
and in the interest of improving coordination in
earth-science research. The Survey enters into this
work under a wide variety of formal relationships.
They include Memoranda of Understanding, Intera
gency Agreements, Joint Funding Agreements, Co
operative Agreements, and Protocols, as well as
grants and contractual arrangements.
TOPOGRAPHIC MAPPING
Expand knowledge about the location and con
figuration of natural and manmade features of
the Nation's land and water areas to satisfy the
needs of government, industry, and the public
for accurate and up-to-date topographic infor
mation.
This information is required by a wide variety of
users, such as those who manage the land, develop
its resources, have responsibility for environmental
protection or national security, or seek recreational
opportunities. Map information is the basic founda
tion necessary for the efficient conduct of land-
resource and other earth-science studies. Basic data
are acquired from field surveys, use of aerial photo
graphs and other remotely sensed data, and from
other cartographic and geographic sources. This in
formation is published as topographic and other
maps at various scales and the data are maintained
in digital data bases.
GEOLOGIC FRAMEWORK
Increase knowledge of the geologic structure of
the Nation, including the continental shelf and
the Exclusive Economic Zone, to provide the
scientific framework for energy, mineral, and
hazards investigations and to meet future re
sponsibilities.
Such knowledge includes an understanding of the
deep structure and composition of the Earth, its his
tory of formation and evolution, and its relation to
other planets and moons in the solar system. The
knowledge is acquired by geological and geophysical
mapping; testing conceptual models and measuring
physical and chemical properties of rocks and miner
als; determining the absolute and relative ages of
rocks and minerals; documenting the time and char
acter of evolutionary changes in organisms and of
past changes in the Earth's climate and magnetic
field; and participating in the exploration of the
solar system.
ENERGY AND MINERAL
RESOURCE ASSESSMENT
Increase knowledge of the distribution and
quality of national and global mineral and en
ergy resources for use in the formulation of
policies that involve the long-term availability
of these resources and the wise use of the Na
tion's land, mineral, and energy resources.
Resource evaluation techniques include geologic
mapping, resource-distribution modeling, geophysi
cal and geochemical investigations, international
cooperation, open exchange of scientific information,
and basic research in these specialties. An important
aspect of this work is the need to provide estimates
of the statistical uncertainties involved and the de
velopment of methods to reduce these uncertainties.
Goals 7
WATER RESOURCES ASSESSMENT
Increase knowledge of the distribution and
quality of the Nation's ground water and
surface water resources for use in the formula
tion and evaluation of policies and programs
that assure the most efficient use of the Nation's
water resources.
This entails knowing aquifer properties, the gen
eral configuration of water levels, and patterns of
ground-water recharge, circulation, and discharge;
average runoff, its seasonal variation, and low flow
and flood characteristics of the Nation's rivers; the
chemical, physical, and biological quality of these
resources; and the quality of precipitation, including
geographic variations and time trends. This knowl
edge is developed by analyzing data collected over
many years, mapping the resources, interpreting
these observations in light of the relevant natural
and human factors, and providing estimates of
statistical uncertainties.
WATER USE
Improve knowledge of the way society uses
water so as to support water management and
to increase the accuracy of water-use forecasts.
Such information assists water resource man
agers to plan, design, and operate dams, well fields,
water distribution systems, water treatment plants,
and other water-related facilities. The development
of a full range of water management options de
pends, in part, upon the knowledge of existing
water-use processes, ways in which they may be al
tered, and the impact the processes have on water
quality and the environment. This knowledge is ac
quired by collecting and analyzing data about the
location, amount, and purposes of withdrawals from
ground water and surface water systems; the loca
tion, amounts, and quality of water returned to hy-
drologic systems; and the amount of water used.
ENERGY AND MINERAL
RESOURCE PROCESSES
Enhance the ability to discover hidden or as yet
unrecognized types of energy and mineral de
posits that may be economically important en
ergy and mineral resources by developing in
8 Goals of the U.S. Geological Survey
formation on the natural processes by which
materials in the Earth are formed, transported,
and concentrated.
Such information will improve our understanding
of the origins and occurrence of this wealth and con
tribute to predictions of the nature and locations of
new deposits. This knowledge is obtained by field
investigations, deep drilling, laboratory experi
ments and analyses, and construction and field test
ing of conceptual models.
HYDROLOGIC PROCESSES
Increase understanding of the processes that
affect the properties and movement of water
and its dissolved and suspended constituents
through hydrologic systems.
This understanding provides water resource man
agers with the capability to predict the effects of
natural phenomena and human actions on the hy
drologic system. Increased understanding is
achieved by fundamental research on and simula
tion of physical, chemical, and biological processes.
This leads to improved methods for prediction of
water availability, water-related hazards such as
floods or subsidence, and the fate and transport of
heat, chemical contaminants, and sediments carried
by water.
GEOGRAPHIC PROCESSES
Increase knowledge of the processes that affect
the location, distribution, and changes in land
use and land cover and improve predictions of
the effects of natural stresses and those caused
by man on land-resource systems.
This is accomplished by integrating and analyz
ing, in a geographic framework, information on
physical, biological, and human processes. Methods
are developed that relate the interactions of man in
his physical environment to changes in land use and
land cover. Such relationships can then be used in
planning and decisionmaking to predict the impact
of events on the environment.
 GLOBAL AND INTERNATIONAL
GEOSCIENCE
Develop initiatives that increase knowledge of
global earth science, including: the dynamics of
plate tectonics; the record of past and present
ocean basins and their circulation; the geologic
record of ancient climates; and active solid-
earth processes.
These initiatives include study of the Earth's
mantle and core, global occurrence of earthquakes
and volcanoes, comparative study of the Earth and
other planets, and long lead-time research in uncon
ventional, strategic, and critical mineral and energy
resources. The investigations are carried out by use
of advanced drilling technology, by geophysical tech
niques that provide a subsurface view of the Earth's
crust, by the use of advanced space systems, and by
sensors or orbiting satellites to monitor changes in
the physical, chemical, and biological properties and
processes of the Earth such as earthquakes, climate
patterns, pollution, and acid rain. International co
operation includes the provision of technical assis
tance for nations to design their own research efforts
and participation in joint ventures of international
scope and is carried out through international agree
ments and efforts conducted with other Federal
agencies on global geoscience projects.
GEOGRAPHIC INFORMATION
SYSTEMS
Develop and maintain geographic information
systems to satisfy national needs for the analy
sis and display of earth-science data from vari
ous sources.
Data about the location, use, ownership, and phys
ical characteristics of the land, integrated into a
standardized spatial reference system, are needed
for wise management of the Nation's resources. Such
data are acquired from various sources, identified
with coordinate values, digitized, and stored in a
computerized system that provides for ready manip
ulation, analysis, and output.
HAZARDS PREDICTION
Improve the ability to predict the location, time,
and severity of natural and manmade hazards
in order to minimize loss of life and property.
Losses from earthquakes, volcanic eruptions,
flooding, landslides, and glaciers can be reduced by
developing predictive methods and by a more com
plete understanding of the nature and rates of the
dynamic interactions of these earth processes. An
important aspect of predicting such events is the
need to provide statistical estimates of their uncer
tainty.
HAZARDS ASSESSMENT
Improve the ability to identify and delineate
areas subject to natural and manmade hazards
and to provide the means to select the most effi
cient approach to prevent or reduce the risks of
loss of life and economic disruption.
Earthquakes, volcanic eruptions, floods, subsi
dence, droughts, and landslides are potentially haz
ardous natural processes. Soil erosion, ground water
depletion, and toxic and nuclear waste contamina
tion are problems that man created whose resolution
involves active earth processes. Geological and hy-
drological investigations locate potential hazards,
determine their causes and character, and provide
the basic information for technological approaches to
diminish their effects on public health and safety,
property, and environment.
TIMELY REPORTING OF EVENTS
AND CONDITIONS
Provide timely reporting, and forecasts when
possible, of important hydrologic and geologic
events and conditions of immediate concern to
the public and to governmental bodies.
The timely reporting of hydrologic conditions is
needed for the efficient operation of water supply
and navigation facilities, for efficient water quality
and flood control, and for implementation of court
decrees, treaties, and compacts. Certain geologic
events, such as earthquakes, volcanic activity, land
slides, or magnetic field changes, require the rapid
Goals 9
determination of the location, magnitude, or nature
of the event for immediate and effective responses.
The timely documentation of these conditions and
events is accomplished by the continued operation of
networks of sensors, including stream gages and
seismometers, and by the rapid processing, analysis,
and dissemination of relevant information and
warnings.
COORDINATION
Improve the coordination of earth-science data
collection, research, and mapping so as to mini
mize duplication of effort, increase data accessi
bility, and reduce costs.
Coordination is carried out by sharing plans, re
sults of investigations, technologies, and data bases
and by standardizing information formats. Exten
sive coordination is accomplished through coopera
tive programs with State and local agencies and for
mal agreements and joint committees with other
Federal agencies and governments.
EARTH-SCIENCE STANDARDS
Establish standards for definition, accuracy,
and format of earth-science information to im
prove communication and facilitate the ex
change of information among users.
Standards are developed in operational programs
and are reviewed by professional colleagues and
users. Standards also are revised as the result of
improved technology, evolving scientific thought,
and as a result of changing user requirements. Some
standards are developed in concert with other Fed
eral agencies, professional organizations, or interna
tional councils. Selected earth-science standards are
submitted for review and promulgation as Federal
standards.
INFORMATION DISSEMINATION
Improve dissemination of the knowledge devel
oped by Survey programs so as to enhance
timely public and private sector access to an
understanding of earth-science information
and technologies.
This is achieved by publishing maps, scientific and
technical reports, popular publications, films, and
data bases in ways that are responsive to changing
10 Goals of the U.S. Geological Survey
needs. It is also achieved by issuing news releases
and by operating public information centers and
clearinghouses that enable potential users to readily
identify and obtain existing information. In addi
tion, the Survey participates in and sponsors confer
ences, symposia, workshops, and public forums.
TRAINING AND ASSISTANCE
Assist organizations outside the Survey, espe
cially academic institutions and State agencies,
to increase their capability to conduct earth-
science research, to develop and disseminate
technologies that can help solve resource-
related problems, and to train an adequate sup
ply of earth-science professionals.
This is accomplished by: cooperative programs
with State and local agencies; grants to academic
institutions (e.g., the Water Resources Research In
stitutes); grants to a variety of research organiza
tions; cosponsoring symposia with professional asso
ciations; making available to others the various
Geological Survey training activities; and providing
advice and assistance to resource-management
agencies.
MISSION SUPPORT
Provide competent personnel, adequate facili
ties, and modern equipment and instrumenta
tion in order to improve the Survey's productiv
ity and its ability to carry out its mission
effectively.
Improvements in efficiency and effectiveness are
pursued by developing and maintaining a competent
and innovative work force; by ensuring an adequate
technological base for earth-science research
through development or acquisition of state-of-the-
art instrumentation, facilities, computer hardware
and software, and other equipment; by developing
and sharing new methodologies for research; by
making maximum use of available capabilities
within the private sector, other Federal agencies,
and State and local governments; by encouraging
scientific interaction and providing access to the sci
entific community at large; and by maintaining an
ongoing program of productivity improvement
through automation, training, and review of man
agement procedures.
 AUTHORIZATIONS

The U.S. Geological Survey derives authority for
its activities from specific pieces of legislation, in
cluding its annual appropriation acts and various
executive orders. The Survey was established by an
Act of Congress on March 3, 1879, that authorized
"appropriations for sundry civil expenses of the Gov
ernment for the fiscal year ending June 30, 1880,
and for other purposes." This Act is commonly re
ferred to as the Survey's Organic Act, codified in 43
U.S.C. 31 as follows:

"The Director of the Geological Survey, which office is established, under the Interior
Department, shall be appointed by the President by and with the advice and consent of
Organic the Senate. This officer shall have the direction of the Geological Survey and the
Act classification of the public lands and examination of the geological structure, mineral
resources, and products of the national domain. The Director and members of the
Geological Survey shall have no personal or private interests in the lands or mineral
wealth of the region under survey, and shall execute no surveys or examinations for
private parties or corporations."

The Survey's authorizations were made more specific over the years by additional
legislation (listed in the following section) that clarifies its role and authority. For
example, the geographic scope of the Survey's activities was expanded beyond the
Geographic national domain when on August 23, 1958, the Secretary of the Interior was authorized
Scope by P.L. 85-743 (43 U.S.C. 1457) "to perform surveys, investigations, and research in
geology, biology, minerals and water resources, and mapping ... in Antarctica and the
Trust Territory of the Pacific Islands"; and on September 5, 1962, when the Survey was
authorized by P.L. 87-626 (43 U.S.C. 31b) to conduct "such examinations outside the
national domain where determined by the Secretary to be in the national interest."

Authority for conducting geologic surveys is expressly contained in the 1879 Organic
Act. Chemical and physical research was recognized and undertaken as an essential
part of geologic investigations. Specific appropriation for work was initially made by
Congress in an act of October 2, 1888 (25 Stat. 505, 526). The Wilderness Act of 1964 (16
Geologic U.S.C. 1131) authorized the Survey to assess the mineral resources of areas proposed or
Surveys established as wilderness. The Disaster Relief Act of 1974 (42 U.S.C. 5132) authorized
the issuance of disaster warnings. Specific authority for an earthquake hazards reduc
tion program was given to the Survey in an act of October 7, 1977 (42 U.S.C. 7701 et
seq.). Authority for the Survey's astrogeology programs comes from the National Aero
nautics and Space Act of 1958 (42 U.S.C. 2473).

Authority for making topographic surveys is inherent in the language of the 1879
Organic Act. In appropriating funds for the fiscal year 1889 (25 Stat. 505, 526), Congress
made specific provision for topographic surveys. Further recognition was given in an act
of June 11, 1896 (43 U.S.C. 38), requiring that, in making topographic surveys, eleva
tions "shall be determined and marked by iron or stone posts or permanent bench
Topographic marks"; and by the joint resolution of February 18, 1897 (43 U.S.C. 42), authorizing and
Surveys directing the dispersal of topographic and geologic maps and atlases of the United
States, made and published by the Geological Survey. Cooperative (joint) funding with
State and local government agencies was first referenced in the appropriations act of
March 7, 1928 (45 Stat. 231), which provided that the share of the Geological Survey in
any topographic investigation carried out in cooperation with any State or municipality
shall not exceed 50 percent of the cost.

Authorizations 11
 Authority for conducting water resources investigations is inherent in the language of
the 1879 Organic Act. It was further recognized in an act of October 2, 1888 (25 Stat.
505, 526), which authorized the survey of irrigable lands in arid regions, reservoir sites,
gaging of streams, etc., for irrigation. In an August 18, 1894, statute (28 Stat. 372, 398),
Congress made funds available to the Geological Survey for "gaging the streams and
determining the water supply of the United States, including the investigations of
underground current and artesian wells in arid and semi-arid sections." Authority to
Water exercise these functions by the Geological Survey is also indicated in an act of June 11,
Resources 1896 (29 Stat. 413, 453), providing that "hereafter the reports of the Geological Survey
Investigations m reiati0n to the gaging of streams and to the methods of utilizing the water resources
may be printed in octavo form . . . ."; and the joint resolution of May 16, 1902 (44
U.S.C. 260), providing that "hereafter the publications of the Geological Survey shall
consist of . . . water-supply and irrigation papers . . . ." Cooperative (joint) funding of
water resources investigations was first referenced in the appropriations act of March
7, 1928 (45 Stat. 231), which provided that the share of the Geological Survey in any
water resource investigation carried out in cooperation with any State or municipality
shall not exceed 50 percent of the cost.

The Survey's legislation authorities were supple Office of Management and Budget (OMB) and the
mented in later years by authorizations from the Executive Office as follows:

OMB Circular A-16, issued by the Bureau of the Budget on January 16, 1953, and
revised May 6, 1967, names the Department of the Interior (delegated to the Geological
Survey) as "responsible for the National Topographic Map Series of the United States
National and outlying areas of sovereignty and jurisdiction and for the National Atlas of the
Mapping United States of America." It also calls for the Department to operate a "Map Informa
Coordination tion Office" and to exercise "governmentwide leadership in assuring coordinated plan
ning and execution" of these and the "cartographic activities of other Federal agencies
related thereto. . . ." The Map Information Office has evolved into the National Carto
graphic Information Center (NCIC).

OMB Circular A-67, issued by the Bureau of the Budget on August 28, 1964, gives the
Department of the Interior (delegated to the Geological Survey) responsibility "for the
Water
Data design and operation of the national network for acquiring data on the quantity and
Coordination quality of surface and ground waters, including sediment load of streams," and respon
sibility "for exercising leadership in achieving effective coordination of national net
work and specialized water data acquisition activities."

A memorandum to heads of departments from the Director, OMB, on April 4, 1983,

assigns the Department of the Interior (delegated to the Geological Survey) the chair of
Digital
Cartographic a Federal Interagency Coordinating Committee on Digital Cartography "to improve the
Data use of digital cartographic base data within the Federal Government and to provide a
framework for its proper management. . . ." This memorandum was renewed on March
18, 1986, and is in effect until March 15, 1989.

12 Goals of the U.S. Geological Survey

 Presidential Proclamation No. 5030, dated March 10, 1983, established the Exclusive
Economic Zone (EEZ) of the United States. The EEZ extends to a distance of 200
nautical miles offshore the United States and its territories and possessions. Within the
Exclusive
Economic EEZ, the United States has the sovereign rights for the purpose of exploring, exploiting,
Zone conserving, and managing natural resources, both living and nonliving, of the seabed
and subsoil and the superjacent waters and, with regard to other activities, for the
economic exploitation and exploration of the zone. The Geological Survey conducts
programs for the geologic assessment of the EEZ in response to the President's challenge
to the Department of the Interior "to map and explore this new frontier."

A chronological list of legislation that authorizes the thorized. Wherever the language of a law gives the
programs and activities of the Geological Survey fol authority to the Secretary of the Interior, he, in turn,
lows. Appropriation acts are listed only in those has delegated the authority to the Director, U.S. Ge
cases where some significantly new activity is au ological Survey.

Authorizations 13
 AUTHORIZING LEGISLATION OF THE
U.S. GEOLOGICAL SURVEY

Popular Title Public Law

or Subject Number Date Purpose

Appropriations Act of None Mar. 3, 1879 Establishes the Geological Survey for the classification of
1879 the public lands and examination of the geological struc
ture, mineral resources, and products of the national do
main.
(43 U.S.C. 31(a))
Authorizes the publication, exchange, and sale of geologi
cal and economic maps, and reports on general and eco
nomic geology and paleontology.
(43 U.S.C. 41)

Appropriations None Oct. 2, 1888 Provides for chemical and physical research as part of ge
Act of 1889 ologic investigations, and for topographic surveys.

Appropriations None Aug. 18, 1894 Provides for gaging streams and determining the water
Act of 1894 supply.
Appropriations None June 11, 1896 Authorizes the establishment and location of permanent
Act of 1896 benchmarks used in making topographic surveys.
(43 U.S.C. 38)

Authorizes the publication of Geological Survey reports

on gaging of streams and methods of utilizing water re
sources.
(44 U.S.C. 1318)

Distribution of Maps
and Atlases, etc.
Pub. Res. 13 Feb. 18, 1897 Authorizes the Director to distribute the topographic and
54th Congress geologic maps and atlases of the United States, and pro
vides also that a copy of each map and atlas shall be sent
to each member of Congress.
(43 U.S.C. 42 and 43)

Joint Resolution of Pub. Res. 22 May 16, 1902 Authorizes publication by the Geological Survey of water
May 16, 1902 57th Congress supply and irrigation papers.
(44 U.S.C. 1318)
Sale of Date Pub. Law 383 June 30, 1906 Authorizes the Geological Survey to furnish copies of
59th Congress maps to any person, concern, institution, State, or foreign
government, with receipts to be deposited in the general
fund of the Treasury.
(43 U.S.C. 44)
Production and Sale of Pub. Law 328 Mar. 4, 1909 Authorizes the Director to produce and sell copies of pho
Photographs and 60th Congress tographs, mosaics, and other official records.
Records (43 U.S.C. 45)
USGS Share of Cost for Pub. Law 100 Mar. 7, 1928 Directs that the Geological Survey's share in any topo
Work in Cooperation 70th Congress graphic mapping or water resources investigations car
with State and Local ried out in cooperation with any State or municipality
Governments shall not exceed 50 percent of that cost.
(43 U.S.C. 50)
Extension of Coopera Pub. Law 29 June 17, 1935 Authorizes the Geological Survey to make topographic
tive Work to Puerto 74th Congress and geologic surveys and to conduct investigations relat
Rico ing to mineral and water resources in Puerto Rico.
(43 U.S.C. 49)

14 Goals of the U.S. Geological Survey

 AUTHORIZING LEGISLATION OF THE
U.S. GEOLOGICAL SURVEY-continued
Popular Title Public Law
or Subject Number Date Purpose

Production and Sale of Pub. Law 206 July 21, 1947 Authorizes the Director to produce and sell copies of
Photographs and 80th Congress aerial photographs and provides for receipts to be de
Records posited in the Treasury to the credit of the current appro
priations.
(43 U.S.C. 45)

Standardization of Pub. Law 242 July 25, 1947 Directs the Secretary to assume responsibility for all
Geographic Names 80th Congress functions relating to domestic geographic names, includ
ing staff support to the interdepartmental U.S. Board of
Geographic Names.
(43 U.S.C. 364)

Appropriations Act of Pub. Law 470 July 9, 1952 Authorizes payment of compensation and expenses of per-
Fiscal Year 1953 82nd Congress sons on the rolls of the Geological Survey appointed to
represent the United States in the negotiation and ad
ministration of interstate compacts. (Same administrative
provision appears in current appropriations acts.)

National Aeronautics P.L. 85-568 July 29, 1958 Authorizes the National Aeronautics and Space Adminis
and Space Act of 1958 tration to cooperate or contract with Federal departments
and agencies in the performance of its functions.
(42 U.S.C. 2473)

Mineral Discovery P.L. 85-701 Aug. 21, 1958 Authorizes the Secretary to provide a program for explo
Loan Program Act of ration by private industry within the United States, its
1958 territories and possessions, for minerals, excluding or
ganic fuels, and to provide Federal financial assistance.
(30 U.S.C. 641) (Activities under the Act not funded since
1974.)

Appropriations Act of P.L. 85-743 Aug. 23, 1958 Authorizes the Secretary to perform surveys, investiga
Fiscal Year 1959 tions, and research in geology, biology, minerals and
water resources, and mapping in Antarctica and the
Trust Territory of the Pacific Islands.
(43 U.S.C. 1457 note)

Acquisition of Lands P.L. 86—406 Apr. 4, 1960 Authorizes the Secretary to acquire lands on behalf of the
for Use in Gaging Geological Survey for use in gaging streams and under
Streams and Under ground resources.
ground Resources (43 U.S.C. 36b)

Examination of the P.L. 87-626 Sept. 5, 1962 Authorizes the examination of the geological structure,
Geological Structure mineral resources, and products outside the national
Outside the National domain.
Domain (43 U.S.C. 31(b))

Wilderness Act of 1964 P.L. 88-577 Sept. 3, 1964 Authorizes the Geological Survey and Bureau of Mines to
assess the mineral resources of each area proposed or es
tablished as wilderness if no prior mineral survey was
done.
(16 U.S.C. 1131)

Delmarva Peninsula P.L. 89-618 Oct. 4, 1966 Authorizes the Secretary to make a comprehensive 5-year
Hydrologic Study study and investigation of the water resources of the Del
marva Peninsula.
(42 U.S.C. 1962d-7)

Authorizing Legislation 15
 AUTHORIZING LEGISLATION OF THE
U.S. GEOLOGICAL SURVEY-continued
Popular Title
or Subject
Classes and Sizes of
Publications
Federal Water Pollu
tion Control Act
Amendments of 1972
Flood Disaster Protec
tion Act of 1973
Disaster
Relief Act
of 1974
Geothermal Energy
Research, Develop
ment, and Demonstra
tion Act of 1974
Federal Land Policy
and Management Act
of 1976
Surface Mining Control
and Reclamation Act of
1977
Earthquake Hazards
Reduction Act of 1977
Earthquake Hazards
Reduction Act Amend
ments of 1980
16 Goals of the U.S. Geological Survey
Public Law
Number Date Purpose
PL. 90-620 Oct. 22, 1968 Requires that publications of the Geological Survey shall
include maps, folios, and atlases required by law. Further
provides for printing and reprinting of Geological Survey
reports and distribution to Congress and the Library of
Congress.
(44 U.S.C. 1318)
Also authorizes the Geological Survey to send publica
tions to public libraries.
(44 U.S.C. 1320)
P.L. 92-500 Oct. 18, 1972 Directs EPA to have a water quality surveillance system
that will use the resources of the Geological Survey.
(33 U.S.C. 1254(a))
P.L. 93-234 Dec. 31, 1973 Directs the Secretary of the Interior (through the U.S.
Geological Survey) and heads of other Federal depart
ments and agencies to give high-priority assistance to the
Secretary of HUD in the mapping of flood-hazard areas
and flood-risk zones.
(42 U.S.C. 4101c)
P.L. 93-288 May 22, 1974 Directs the President to insure that all appropriate Fed
eral agencies are prepared to issue warnings of disaster
to State and local officials and that appropriate Federal
agencies provide technical assistance to State and local
governments to insure that timely and effective disaster
warning is provided.
(42 U.S.C. 5132)
P.L. 93-410 Sept. 3, 1974 Directs the Geological Survey to provide a schedule and
objectives for inventorying geothermal resources, and
names the Survey as the action agency in support of the
Geothermal Energy Coordination and Management Proj
ect, for developing a plan for a resource inventory, con
ducting regional surveys, and publishing maps.
(30 U.S.C. 1121 et seq.)
P.L. 94-579 Oct. 21, 1976 Directs the Secretary by 1991 to have the Geological Sur
vey and the Bureau of Mines conduct minerals surveys of
areas proposed to be recommended as wilderness prior to
such recommendations being finalized.
(43 U.S.C. 1782)
P.L. 95-87 Aug. 3, 1977 Establishes an Advisory Committee on Mining and Min
eral Research under the State mining and mineral re
sources and research institutes program, with the Direc
tor of the Geological Survey as a member.
(30 U.S.C. 1229(a))
P.L. 95-124 Oct. 7, 1977 Directs the Geological Survey to be part of an earthquake
hazards reduction program, which encompasses predic
tion, hazards reduction, and research.
(42 U.S.C. 7701 et seq.)
P.L. 96-472 Oct. 19, 1980 Authorizes the Director to issue earthquake predictions
or advisories after notifying FEMA.
(42 U.S.C. 7704(f))
 AUTHORIZING LEGISLATION OF THE
U.S. GEOLOGICAL SURVEY-continued
Popular Title
or Subject
Alaska National Inter
est Lands Conservation
Act
Appropriations Act of
Fiscal Year 1983
Nuclear Waste Policy
Act of 1982
Appropriations Act of
Fiscal Year 1984
Water Resources Re
search Act of 1984
Land Remote Sensing
Commercialization Act
of 1984
Barrow Gas Field
Transfer Act of 1984
High Plains States
Ground-Water Demon
stration Program Act
of 1983
Hazardous and Solid
Waste Amendments of
1984
• U.S. GOVERNMENT PRINTING OFFICEi 1986-491 -405 i 4001 9
Public Law
Number Date Purpose
P.L. 96—487 Dec. 2, 1980 Authorizes the Secretary to assess oil and gas and other
mineral resources on Federal lands in Alaska.
(16 U.S.C. 3150)
P.L. 97-394 Dec. 30, 1982 Authorizes the Geological Survey to accept contributions
from public and private sources.
P.L. 97-425 Jan. 7, 1983 Authorizes the Geological Survey to act in a consultative
and review role to the DOE for siting, building, and oper
ating high-level radioactive waste repositories.
(42 U.S.C. 10101 et seq.)
P.L. 98-146 Nov. 4, 1983 Authorizes the Geological Survey to retain receipts from
the sale of all published maps. Also transfers responsibil
ity for issuing grants to State water resources research
institutes from the Office of Water Policy to the Geologi
cal Survey.
P.L. 98-242 Mar. 22, 1984 Authorizes the Secretary to make cost-sharing grants to
designated State water resources research and technology
institutes for research and training and to make match
ing grants to those State institutes, as well as other aca
demic institutions, State or local governments, or the pri
vate sector for water research and technology
development.
(42 U.S.C. 10301)
P.L. 98-365 July 17, 1984 Encourages continued research in remote sensing in the
Department of the Interior; the legislative report recom
mends utilization of the EROS Data Center as a remote
sensing data archive.
(15 U.S.C. 4201)
P.L. 98—366 July 17, 1984 Authorizes the Secretary to transfer the Barrow gas
fields to the North Slope Borough of Alaska, and requires
the Geological Survey to provide follow-up assistance to
the North Slope Borough.
P.L. 98-434 Sept. 28, 1984 Authorizes the Bureau of Reclamation to establish
demonstration projects for ground water recharge of
aquifers in the High Plains States and directs the Bureau
to consult with the Geological Survey and other agencies
in the two-phase program.
(43 U.S.C. 390g)
P.L. 98-616 Nov. 8, 1984 Provides for establishment of a National Ground Water
Commission (NGWC); the Director of the Geological Sur
vey is to provide, if requested by NGWC, personnel on a
reimbursable basis.
Authorizing Legislation 17
Department of the Interior

5v*

/,
 AUG 1 i 1987
^CMPTS INSTITUTION
Of OCEANOGKAHi
UKriK&SfTY Of *«* Lib

U.S. Geological Survey Circular 1011

The National Geographic Names

Data Base: Phase II Instructions

/
\
The National Geographic Names

Data Base: Phase II Instructions

By DONALD J. ORTH and ROGER L. PAYNE

Supersedes Open-File Report 84-036

DEPOSITORY ITEM
RECD

AUG 1 0 1987

U.S. Geological Survey Circular 1011

DEPARTMENT OF THE INTERIOR
DONALD PAUL HODEL, Secretary

U.S. GEOLOGICAL SURVEY

Dallas L Peck, Director

UNITED STATES GOVERNMENT PRINTING OFFICE: 1987

Free on application to the Books and Open-File Reports Section,

U.S. Geological Survey, Federal Center,
Box 25425, Denver, CO 80225
 CONTENTS Page

Abstract 1
Chapter 1: The National Geographic Names Data Base
and Phase I project 2
Introduction 2
The National Geographic Names Data Base 2
Basic record information 3
Building the database 4
Phase I project 4
Chapter 2: Phase II, Part 1: The collection and map
annotation of data 6
Introduction 6
Qualifications of research personnel 6
General procedures 7
Organization and preparation 7
Acquiring work maps and required reference materials 7
Preparing work maps 8
Source documents and their selection 8
Bibliography and bibliographic codes 8
Use of Phase I computer listing 10
Special computer-generated lists 10
Required source documents 10
Primary Federal sources 11
Secondary Federal sources 11
Other information sources 12
State and local governmental publications 12
Historical and other publications and records 13
Compilation, evaluation, and annotation procedures 13
Introduction 13
Four conditions to be researched 14
Annotation procedures 14
Name categories that do not require annotation 16
Topographic map "time-gap" procedures 17
Variant names and spellings 17
Controversial names and the Board on Geographic Names 19
County and other minor civil division names 19
Major feature and regional names 19
Vague, obsolete, and vanished entity names 22
Sequential entities at the same location 22
Incorporation, subdivisions, and metropolitan areas 22
Abbreviations, generic terms, and designators 23
Numbers and numerals 25

iii
 CONTENTS (Con't.)
Page

Chapter 3: Phase II. Part 2: Preparing to encode data 26

Introduction 26
Data transfer 26
Data elements and record format 26
Introduction 26
Record number 26
Record name 28
Feature class 28
State/county codes 29
County name 30
Geographic coordinates 30
Source coordinate 31
Map/chart name 31
Elevation 33
Historical note 33
Variant names 33
Size of feature 34
Federal status 34
Special designators 34
Section, township, range, and meridian 35
Remarks 35
Bibliographic entry 35
Chapter 4: Phase II, Part 3: Encoding data 38
Appendix A: Categories of named features not included in the
Geographic Names Information System 40
B: Sources for the Geographic Names Information System 41
C: USGS topographic map preparation and instructions
for Phase II input to the Geographic Names
Information System 42
D: The Domestic Geographic Name Report form 43
E: Standard cartographic abbreviations 44
F: Glossary of feature-class terms 46
G: Map feature guide 49
H: Determining geographical coordinates 123
I: Status category classification 128
J: National bibliographic source codes 129
K: "a" Format for encoding geographic names 130
Glossary of terms 132

^LUSTRATIONS
Page
Figure 1. Example of work map preparation showing FIPS county
codes and map-cell code 9

iv
 ILLUSTRATIONS (Con't.)
Page

Figure 2. Map-face annotations and feature delineation IS

3. Map collar and face annotations 16
4. Application problems and variant names 18
5. Annotating named Federal and State entities 20
6. Identifying major named entities 21
7. Geographic Names Information System (GNIS)
Input Coding Form 27
8. Generic information form 29
9. Identifying stream/valley heads 32
10. States partitioned according to the Public Lands
Surveying System 36
11. An example of recording section, township, range,
and meridian information 37

v
 THE NATIONAL GEOGRAPHIC NAMES DATA BASE: PHASE D INSTRUCTIONS

By Donald J. Orth and Roger L. Payne

ABSTRACT

The Geographic Names Information System is a computer-based information system

developed to meet major national needs by providing information for named entities in the
United States, its territories, and outlying areas. The National Geographic Names Data Base,
a component of the Geographic Names Information System, currently contains most names
and associated information recorded on the l:24,000-scale (or largest scale available)
topographic maps of the U.S. Geological Survey. The work involved in this initial compilation
of names shown on the topographic-map series, and the development and editing of the
National Geographic Names Data Base, is referred to as Phase I.

Optimal use and effectiveness of an automated names system require that the names of fea
tures not recorded on topographic maps be added. The systematic collection of names from
other sources, including maps, charts, and texts, is termed Phase II. In addition, specific types
of features not compiled during Phase I are encoded and added to the data base. Other names
of importance to researchers and users, such as historical and variant names, are also
included. The rules and procedures for Phase II research, compilation, and encoding are
contained in this publication.

Any use of trade names and trademarks in this publication is for identification purposes only
and does not constitute endorsement by the U.S. Geological Survey.

1
 CHAPTER 1

THE NATIONAL GEOGRAPHIC NAMES DATA BASE AND PHASE I PROJECT

Introduction
Beginning about 1960, there was a growing demand for a relatively complete listing of our
Nation's named places, features, and areas. From about 19SS to 1970, multiple attempts,
costing several million dollars, were made by various Federal and State agencies and business
organizations to develop a computer-based geographic names data base designed to meet a
variety of special needs. For the most part, these attempts were limited in completeness of
name coverage and extent of name information. A single, unbiased, relatively complete
depository of geographic names, including basic or essential information about each name and
named place, was urgently needed by all levels of government, diverse users in private indus
try, and by the general public. The U.S. Board on Geographic Names (BGN) was also inter
ested because such an information depository would facilitate the standardization of geo
graphic names in the United States.

Because of the nature and size of the task, most users looked to the Federal Government for
help in developing and maintaining a master computer-based catalog of the Nation's 3 to 5
million domestic geographic names. The U.S. Geological Survey (USGS) agreed in 1978 to
undertake such a program. The Geological Survey was interested because it is responsible for
providing staff support for the domestic names activities of the Board and such a program
would provide direct support to USGS mapping missions.

The National Geographic Names Data Base

A relatively complete computerized data base of geographic names in the United States, its
territories, and outlying areas was planned by USGS as early as 1960. Although the Branch of
Geographic Names in USGS had been developing and using automated methods for handling
geographic name information since 1964, it was not until computer technology was readily
available that building such a data base became feasible. An early version of the National
Geographic Names Data Base was developed in 197S. Further development led to implemen
tation of a system called the Geographic Names Information System (GNIS). The System is
made up of four data bases, data retrieval software, ancillary software, and procedures speci
fically designed, arranged, and programmed to function as a geographic names information
system and a tool for toponymic research. GNIS is a computer-based system designed to meet
a broad spectrum of information and program needs, including:

• Cartographic support
• Standard reference
• Geographic base for special files
• National standardization
• Toponymic and other research
• Geographic inventory and control
• Gazetteer production
• Special publications.

-2-
Information in the system may be retrieved, arranged, analyzed, and manipulated for general
and specific purposes without bias. The National Geographic Names Data Base is the largest
data base in GNIS and contains a separate file for each State, territory, and outlying area.
The other data bases in GNIS are:

• National Topographic Map Names Data Base

• Reference Data Base
• Board on Geographic Names Data Base.

Information about GNIS and its products and the National Geographic Names Data Base may
be obtained from:

GNIS Manager
U.S. Geological Survey
523 National Center
Reston, Virginia 22092
Tel: 703-648-4544 (FTS 959-4544).

Basic Record Information

The effectiveness of GNIS and the National Geographic Names Data Base depends on both the
completeness and integrity of the data in the system. The geographic-names staff in the
Branch of Geographic Names has identified those basic or critical elements needed for each
name record in the system. These critical elements are:

• Written form of the full official, legal, or standard name (Record Name),

• Designation of the kind of geographic entity by a standard term (Feature Class),

• Location by State and county (State/ County Name and code),

• Location by map of a standard series (Map/Chart Name and codes),

• Identification and extent of the named entity by geographic coordinates (Geographic

Coordinates),

• Official status of the name and its application (Federal Status),

• Variant names or other names for the same geographical entity and variant spellings
of those names (Variant Names),

• Administrative responsibility of a controlled area (special designators),

• Section, township, range, and principal meridian, and

• Bibliography.

Although not critical, three other elements are considered important for a name record when
applicable and when the information is available:

• Elevation,
• Size, and
• History of the name, especially with regard to name origin and meaning.

-3-
See Data Elements and Record Format for a description of each of the primary data elements
associated with a name record.

Building the Data Base

The data base must be designed for handling information and defining required data elements.
The major task, however, was and is the collection of names and associated information to go
into the data base. Written sources of name information are extensive and varied. The
sources include both current and historical maps and charts of different scales as well as
textual material. This name-source material varies in number and form from area to area.
Only published name information was considered for use in building the data base.
The largest and most uniformly distributed coverage of current geographic names of the
United States and its territories is found on the topographic maps published by USGS. A
survey made in 1970 indicated that the large- and intermediate-scale topographic maps con
tained from SO to 70 percent of all names in current usage.
This situation provided a logical division of the work into two distinct phases:
Phase I. the collection of most names and associated information from the USGS
standard topographic map series, and
Phase n. the collection of such information from other sources.

Phase I Project
The Geological Survey began preliminary work on Phase I in 1976, a time when published
large-scale topographic maps covered more than 70 percent of this country's land surface. In
a pilot project, names published on the maps covering the States of Kansas and Colorado were
collected and recorded in machine-readable form. In the fall of 1978, a contract was awarded
to collect and record corresponding information for the remainder of the States and terri
tories. The contract was completed in March 1981. All work was monitored closely for com
pleteness, accuracy, and adherence to established procedures by the Branch of Geographic
Names in the Geological Survey's National Mapping Division. The error rate was about
2 percent.
Phase I activity for building the data base involved:
• The systematic collection of most names and attendant information from the
topographic maps on a State-by-State basis, and
• The correction and updating of this data by comparison with the official BGN files
by the National Mapping Division's Branch of Geographic Names staff.
The procedures followed for Phase I were as follows:
• Map Acquisition and Numbering
A complete collection of USGS topographic maps was acquired on a State-by-State
basis. Each 7.S- x 7.5-minute map or unpublished map cell of a State set was given
a unique sequential number. Beginning with "1" in the northwest corner of the State,
 the numbering proceeds from west to east while moving south latitudinally. The
largest-scale USGS topographic maps available in each State were used for
compilation.

• Map Annotation
The contractor identified each named place and feature on every map and assigned
each a unique number. The extent of certain features such as streams also was
annotated by hand on each map. The extent of each named feature, as well as the
location of its geographic coordinates, was identified on each topographic map on
which the feature appeared.
• Data Entry
The geographic coordinates of the four corners of the map were recorded, and the
location of each feature was digitized and stored on magnetic disk along with other
required data, such as name, type of feature, county, map. and elevation. The digi
tized x-y coordinates were converted automatically into geographic coordinates
before final processing.

• Processing and Editing

A series of computer programs was used to check the accuracy of data during
compilation.
• Format Conversion
Tapes produced by the contractor were delivered to USGS in a specific format,
designed for direct entry (file dump) into the data base.

• Data Monitoring
Names data from a random sampling of 10 percent of the l:24,000-scale maps were
retrieved from the system in printout form for data verification. The names and
feature positions also were plotted on transparent overlays for visual comparison
with the source maps.

• Editing and Updating

Data were checked against the BGN files and updated to include changes, additions,
and corrections that occurred since the topographic maps were published. The
Board's decision dates and variant names were added.
Phase I work resulted in the collection and storage of about 1.7 million name records. As
each State was completed, preliminary information was made available to users by means of
standard and specialized bound listings, computer tapes, and microfiche. Also, the data base
was made available at USGS for interactive retrieval, manipulation, arranging, and analysis
of name information.

-5-
 CHAPTER 2

PHASE H. PART 1: THE COLLECTION AND MAP ANNOTATION OF DATA

Introduction

Phase II work on compiling data for entry into the Geographic Names Information System
began in 1982. The work is divided into three parts for convenience and control:

• Part 1, Collection and map annotation of data

• Part 2, Transfer of data to coding forms
• Part 3, Encoding data for entry into the system
The main thrust of Phase II work for each State project consists of a systematic search of
selected documents in order to identify unrecorded name information and to create new name
records to add to those assembled during Phase I. This procedure includes the collection of
variant names and spellings for all name records. The procedure needs to be completed before
a State or territory volume of The National Gazetteer of the United States of America can
be published.

Phase I compilation did not include all named entities shown on the topographic maps. It was
recognized in the beginning that certain kinds of named features, such as those that were
large or scattered, or name information already in list or digital form, could be handled more
efficiently during Phase II compilation. Phase II, Part 1 compilation requires both the coding
of name records purposely omitted from Phase I compilation and the collection and recording
of names and associated information not found on the topographic maps used during Phase I.

The topographic maps do not show all geographic names that are in current use. Many names
in local and (or) published usage were unknown to the compilers when the maps were made.
Names applied to minor features often were not shown for lack of map symbols or to avoid
map clutter. The maps also do not normally show historical and obsolete names, variant
applications, and other names once used for currently named places, features, or areas.

Qualifications of Research Personnel

It is important that each person researching name information for Phase II be able to interpret
topographic maps and to relate point, line, and area symbols among maps of different and
varying scales. A researcher should be able to make reliable judgements on feature identi
fication when comparing maps and relating textual description to map symbols. This includes
expertise in translating named symbols on sketch maps for accurate identification on the
modern large-scale topographic maps.
An understanding of how people use and apply geographic names to the landscape is useful.
The researcher should understand how proper names are applied to symbols by map editors
and the limitations inherent in the process. Knowledge of the geography and history of the
area being worked will greatly improve a researcher's ability to interpret data. An important

-6-
factor, often overlooked, is the researcher's ability to print upper and lower case letters
legibly, and to print exactly what is intended to be recorded because the person keying data
will make no interpretation, but will enter exactly what is shown on the coding form.

General Procedures
The following procedures are specified for the preparation, collection, and processing of name
data during Phase II, Part 1 work. These standard procedures help ensure the relative com
pleteness and integrity of information that will go into the National Geographic Names Data
Base.

Phase II, Part 1 activity begins with the preparation, selection, and systematic review of name
source documents other than topographic maps and the annotation of the new name informa
tion on the work maps. Annotation is the procedure by which specified information derived
from other documentary sources is hand drawn/labelled directly on the work map by a pen or
pencil. The printed and annotated data on the maps are then used to create new name records
that are encoded and added to the data base. Work is accomplished in a specific order and is
carefully controlled to maintain accuracy and to prevent duplication of the data. The proce
dures for Part 1 are divided into:

• Organization and preparation

• Acquisition of source documents
• Compilation evaluation and annotation procedures.

Organization and Preparation

Before beginning, decisions need to be made concerning administrative organization for the
project, choice of persons who will do the work, limits of source-material investigation, and a
work plan to be followed to achieve Phase II goals. The project requires a leader who can
prepare reports and make decisions. Careful supervision is needed to prevent duplication and
omission, to maintain the integrity of the work, and to insure that the research workers have
adequate work-map coverage and that they are aware of and can locate source documents.

Preparation includes:

• Acquiring work maps and other required reference materials,

• Preparing work maps.

Acquiring Work Maps and Required Reference Materials

One of the first steps is the acquisition of a master set of work maps. These should be the
largest-scale topographic maps available. For the most part, they will be 1:24,000- or
l:2S,000-scale maps published by USGS. The next smallest scale, 1:62,500, should be obtained
for those areas not covered by the larger-scale maps. See figure 2 for a sample State index
of large-scale topographic map coverage. A master set of work maps is furnished by the GNIS
Manager. Complete map coverage of the State at l:2SO,000-scale and a State base map are
also furnished. Other reference items that are furnished by USGS, if needed or when appro
priate, include:

-7-
 • Federal Information Processing Standards publication 6-2 1976,
• List of required and suggested source documents,
• GNIS Users Guide,
• Map feature guide,
• List of state civil divisions,
• State index of GNIS map codes, and
• National Ocean Service charts and National Forest maps.

Preparing Work Maps

Careful map preparation helps to ensure maximum work efficiency with the minimum
possibility of error. It includes:
• Outlining all county boundaries with a felt-tipped marker of a specific color,

• Annotating State and county FIPS codes on each map collar adjacent to each county
area (fig. 1),
• In areas not covered by 1:24,000- or l:2S,000-scale maps, the individual 7.5- x
7.5-minute map names are identified and appropriately labeled on the smaller-scale
map, and
• Drawing latitude and longitude lines across each map at the 2.5-minute "ticks"
located at the neatline of each map, if geographic coordinates are to be obtained by
the use of ten-space dividers or scales (Appendix H).

Source Documents and their Selection

Bibliography and Bibliographic Codes

A bibliography and bibliographic coding procedure are built into the Geographic Names
Information System. This allows a ready reference to the sources of information for all name
records in the data base. The absence of a code indicates a Phase I name, that is, the source
of the name in the data base is a topographic map published by USGS prior to the initial com
pilation period of 1978-1981 (see Appendix J for coding topographic maps published after
Phase I work). Preparation for Phase n work requires developing a preliminary bibliography
of required and probable source documents to be reviewed. The bibliographic listing will
grow as new sources are discovered.

With the exception of the USGS topographic maps reviewed during Phase I compilation, each
source document is given a unique alphanumeric code. The first two characters of the code
are the alphabetical FIPS State code, followed by a dash (-), then the letter T (for a textual
source) or an M (for a map source), and unique number used for referencing the different
sources. The unique number may be assigned sequentially as the source bibliography is
developed for the maps (M) and texts (T). Certain codes are reserved for general use. (See
Appendix J.) Bibliographic codes are annotated on the work maps for both new name data
and variant names. Examples: ME-T1, ME-T2, ME-T3, etc. and ME-M1, ME-M2, ME-M3,
etc. (Maine text and map bibliographic codes).
If the document source is an atlas or similar publication, the map or page number should be
recorded as part of the bibliographic code. The map or page number is separated from the
code by a slash (/). Examples: AZ-T2/p.80, AZ-M14/m.24 (Arizona codes).

-8-
Figure 1. —An example of work preparation showing the annotated FIPS county codes. The
county boundaries have been manually enhanced with a felt-tip pen for easier reading.

-9-
An annotated bibliography for each source from which a name or variant name was derived
should be prepared in a standard format along with its bibliographic code:

AZ-T16 Johnson, Robert X. "Hiking Guide to the Rocky Mountains," New

York: Doubleday, Inc., 1982, 3rd Ed., 472 pp. Refers to hiking
routes with references to names of trails and physical features.
A copy of the annotated bibliography is to be submitted periodically to the GNIS Manager for
approval and documentation.

Use of Phase I Computer Listing

The Phase I listing contains name records and variants alphabetically by State or other area.
The listing is required as a reference for Phase II work. It is used to determine if variants are
already present in the data base and to obtain the necessary identification number for record
ing variants of existing name records. Researchers must use the l:24,000-scale or 1:25,000-
scale topographic maps as the main reference and, except in the case of maps published since
Phase I compilation, may assume that names already found on the maps are in the data base.
If one has interactive access to GNIS, questions may be answered by direct retrieval of
information.

Special Computer-Generated Lists

The Geological Survey will furnish selected computer-generated named feature listings for
name records not created during Phase I work because the information was already available
in more complete form in existing specialized data files. These kinds of named features are:

• airports,
• radio and television antenna sites,
• recreation and wilderness areas, and.
• current minor civil divisions.

The names of certain categories of features collected during Phase I are not complete. This
is because not all were shown in the maps used for Phase I collection. For this reason, the
following categories of features will require comparison with more complete listings:

• Dams and reservoirs, and

• Populated places (FIPS SS).

Required Source Documents

A major part of Phase II work requires the review of certain important source documents.
These documents should be reviewed in the following order:

* - USGS topographic maps published or reprinted since Phase I compilation (the

key date will be provided by the GNIS Manager),
* - National Ocean Service coast charts, river charts, and lake charts,
* - U.S. Forest Service maps.
* - U.S. Bureau of Standards FIPS 55 list,

-10-
 * - Dams and reservoirs list,
* - Federal Aviation Administration airport list,
* - U.S. National Park Service list,
* - U.S. Forest Service recreation area list,
* - Federal Communications Commission radio and television list,
* - List of shopping centers,
- County maps and listings published by the State,
- Real estate maps,
- Lists of churches and schools, and
- Historical maps, atlases, and gazetteers.
•Source documents are furnished by the GNIS Manager.

Note - Underlined sources are considered basic references for determining official standard
names.

Primary Federal Sources

The primary Federal maps should be the first sources systematically reviewed after the pre
liminary work has been completed because official names are determined by usage on these
maps. The names found on the topographic map series published by the Geological Survey are
already in the data base. For Phase II, the process involves comparing names and their appli
cations shown on the work maps with those shown on the National Ocean Service charts and
the U.S. Forest Service maps. These maps and charts are furnished to those officially partici
pating in the Phase II compilation program. Others may order them at the current price at
the following addresses.

• For topographic maps:

U.S. Geological Survey

Map Distribution
Federal Center, Bldg. 41
Box 2S286
Denver, CO 80225

• For forest maps: Contact each individual Forest Office.

• For National Ocean Charts:

National Ocean Service - NOAA

Distribution Branch - N/CG33
Riverdale, MD 20737

Secondary Federal Sources

After the primary Federal sources have been reviewed and processed, it is useful to system
atically compare name information from other listings made available by the GNIS Manager
with that shown on the work maps. Most of the named entities in the listings will already be
shown on the work maps and may only require quick visual verification. The listings, however,
are more complete and, with the exception of the FIPS SS list, represent official adminis
trative names. The other source listings, mainly Federal in origin, include:

HI-
 • U.S. Forest recreation areas
• National Park Service: National

Parks
Historical parks
Battlefields and battlefield sites
Military parks
Memorials
Historic sites
- Monuments
- Preserves
Seashores and lakeshores
Parkways
Rivers and riverways
Recreation areas
Scenic trails
• National Bureau of Standards, Federal Information Processing Standard - FIPS SS.

Other Information Sources

The success of a Phase II compilation program depends upon the availability of source mate
rials for research other than those provided by the GNIS manager. Major university and city
libraries with large historical and current map holdings and local history sections can furnish
a large amount of source information for Phase II work. Research of State and local histori
cal society publications and State, county, city, and town records is also required.

State and Local Governmental Publications

The collection of name data from the Federal documents covers most major named places,
features, and areas. Experience indicates, however, that this represents only about 50-70
percent of all names found in present-day usage. Thus, the next task of Phase II work is to
identify the names of geographic entities in use today that are not already in GNIS or re
corded on the required, primary, and secondary sources. State and local governmental publi
cations may be the best source of information of this kind. These documents include but are
not limited to:
1. Maps produced by State agencies and local governments and
2. Special State and other governmental publications dealing with -

Schools
Churches
Hospitals
Cemeteries
Shopping centers
Public landmarks
Springs and streams
Lakes and ponds
Recreation areas
Public parks and forests
Natural features

-12-
 • Historical sites and structures
• Highway rest areas
• Natural resources
• Mines and mining areas
• Industrial parks.
The names of subdivisions and real estate developments are useful records to have in the
National Geographic Names Data Base, even though many of the names may appear ephem
eral. These names represent populated areas that often are recognized by a legal process at
some level of government. Most are not named on the topographic work maps. Information
about the names and locations of real estate developments normally is available at govern
mental offices or agencies that deal with zoning or planning and through real estate multiple
listing maps.

Historical and Other Publications and Records

Almost all written material uses geographic names for locational purposes. Source documents
for Phase II, Part I work are widespread. Careful selection of sources that provide the great
est potential of new name information is important because of time limitations. After the
names information from the previously mentioned Federal and State source documents has
been collected, the remaining kinds of information needed for the data base include:

• Historical and obsolete geographic names,

• Indian and other minority group geographic names,
• Regional and area names, and
• Minor feature names.

The availability of documents from which useful information can be obtained varies among
States and among areas within a State. The more obvious possible source documents are:

• Historical maps and atlases;

• Books and pamphlets on local history;
• Old Federal reports, maps, charts, and guides including census listings, coast pilots,
postal guides, and reports on explorations;
• Land records and plats;
• State and regional geographic names studies and books;
• City plats, and county and regional maps;
• Etymological texts and materials; and
• Early written records dealing with travel, exploration, and settlement.

It is reiterated that priorities and limits need to be established to prevent an excessive

amount of research time spent on going through sources that furnish minimal results.

Compilation, Evaluation, and Annotation Procedures

Introduction

In review, the purpose of Phase II, Part I research is the collection of geographic-name data
not recorded during Phase I compilation. Use of a single set of work maps for Phase II compi
lation is crucial to a successful program for several reasons. Without exception, all names
and certain associated information collected during Phase n are recorded on the one set of
work maps.

-13-
The large-scale topographic maps published by the U.S. Geological Survey provide an ideal
base with which names data from other sources can be compared. They give us a graphic
representation of selected natural and manmade entities on the Earth's surface plotted to a
definite scale. A full set of these maps covering the Phase II research area are the work
maps that provide the reference foundation for the organized collection of geographic names
and their attendant data. Portrayal of the shape and elevation of the terrain on these work
maps is usually determined by precise engineering surveys and photogrammetric measure
ments. The scales of the maps are large enough to allow symbolism and name labeling of
relatively small features. Because each work map shows the accurate locations and shapes of
mountains, valleys, and levels, the networks of streams, bodies of water, and principal works
of man, it is easy to relate a name with the entity it identifies. If an appropriate symbol is
not shown on the map for a particular named entity, a symbol can be easily annotated directly
onto the map in a fairly accurate location by relating its position with other map symbols.
New names and additional variant names are associated with the proper map symbols and
annotated directly onto the maps along with bibliographic codes and other pertinent data.
Both the annotated data and reliable qualitative and quantitative information published on
the maps are used to develop new name records for the National Geographic Names Data
Base.

Four Conditions to be Researched

Each source document is systematically reviewed and compared with the work maps. One
source document normally is reviewed at a time in order to prevent duplication and error. If
more than one is reviewed at a time by several persons working on the project, care should be
taken to prevent duplication of work. Only one reference is needed for a Phase II name record
or variant. The following four conditions between the source documents and the work maps
are identified if encountered:

• New Name: Names in the source documents applied to geographical entities not
named on the topographic work maps (New Name means new to the data base),

• Variant Name: Different names or different spellings for the same entity,

• Variant Application: Names with the same or different spelling applied to two
different entities of the same kind, and

• Variant Application: Names with the same or different spelling applied in part to two
different entities of the same kind.

Annotation Procedures
Each name collected for Phase II, including the bibliographic code and identification of one of
the four conditions mentioned above, is annotated onto the work maps in association with the
appropriate feature symbols. Annotations on the work maps should be made so that there is
no ambiguity with regard to the names and their applications. Annotations on the map are
made carefully and neatly. Remember that a large number of annotations may be made on a
map before the work for Phase II is finished. The printed names and their symbols on the
work maps should not be obscured by the annotations.

Work maps may be annotated either at or alongside the map symbols on the face of the map
(fig. 2) or on the map collar with connecting lines to the appropriate symbols (fig. 3). De
pending on clarity and convenience, both procedures can be used on the same map. If a map

-14-
becomes cluttered, a new work map may be permanently attached to the original. The
researcher must define the extent of named features. This is done by marking or tracing
their limits or extents with pencil, pen, or different color markers on the work maps (fig. 3).
The following procedures should be followed carefully:

• Transferring name information from the various source documents should be done
carefully. Except for abbreviations, which are spelled out, print each name in upper
and lower case letters exactly as found on the source document.

• Not all landscape and cultural features are symbolized on the topographic work
maps. If an appropriate symbol is not shown on the work map, one should be anno
tated neatly in the proper location and identified by the name and bibliographic code
annotation. Remember, scale differences and map quality (especially historical
material), affect the transfer of information.

Figure 2.—An example of map-face annotations; each indicating the nature of the name [new
or variant] and bibliographic code which gives the source of information. Care is always
taken to ensure correct application of the annotated name to the feature symbolized on
the map using application lines (Deer Ridge, Parsons Hollow, Hartley Ridge, Boddy
Hollow) and lead lines/arrows (Indianton, Indian Crossing). Annotated variant names can
also be tied to the circled map name by a lead line. Note the reference (historical) is
considered part of the name for recording and data entry (Indianton).

-15-
 Annotation may be done by a fine-point felt-tipped pen, a good ball-point or standard
marking pen, or by a sharp, but not excessively hard, pencil. It is advisable to anno
tate new names in one color and variant names in a contrasting color. It is also
possible to annotate name/feature application differences in another color. The
method used should be documented and applied consistently.

Only one annotation is required to build a name record. If a new name or variant
name is encountered during document research and it has already been annotated on
the work map from a previous source, it can be ignored unless the later source con
tains additional useful information not found on the previous source. For example, it
is useful to keep an account of the earliest published use of a name. It is acceptable
to record more than one bibliographic source code if desired, but only one is required.

finarvf CmMWW

I'M» Cr**k
(W- Mis)

Une. M//

Met 6uJJi
uny-*t)

Cross CfH

Figure 3.—An example of map-collar and map-face annotations. Both methods of annotation
can be used on the same map. Clarity of name information and application are the main
determinants in annotation procedure. These factors must be obvious to any person who
may be transferring name data to the coding forms. Clarification notes can be added in
parentheses whenever needed (see note on the mouth of Cross Creek).

Name Categories That Do Not Require Annotation

As mentioned earlier, certain categories of named entities were not compiled from the
topographic maps during Phase I because the information needed to build the name records
was readily available in more complete special listings or digital files. These listings are
furnished to cooperators in the Phase II program by the GNIS Manager. Except for smaller
dams and reservoirs, the following categories of named entities need not be extracted from
the source documents and annotated onto the work maps:

-16-
 • Airports, landing strips, heliports;
• Dams and reservoirs; and
• Radio and television stations.
It should be noted that named streets, roads, and highways are not identified for inclusion in
GNIS during Phases I or II.

Topographic Map "Time-Gap" Procedures

Phase I compilation was accomplished with a cut-off date for each State between 1976 and
1981. The compilation does not contain names published on the large-scale topographic maps
after the cut-off date. A list of State cut-off dates will be furnished by the GNIS Manager.
This procedure is temporary because new names from maps published within the "time-gap"
will be compiled and added to GNIS at one time. Contact the GNIS Manager for the status of
this compilation.
Because of the time gap between Phases I and II, the first step of Part 1 compilation is to
identify additions or changes to the standard topographic map series published since the cut
off date on the work maps. The names are identified by the two-letter code "US" followed by
a dash (-) and the code M101. For example, US-M101 identifies a new name or change on a
topographic map. This name data can be determined by comparing recently published maps
with the largest-scale map coverage available for an area before the cut-off date.

Variant Names and Spellings

All variant names and variant spellings found in the source documents should be annotated on
the work maps along with their bibliographic codes for inclusion in the data base. A variant
name is defined here as a name found on any source used to refer to a particular geographic
feature, other than the official or primary entry name. A variant spelling is defined as any
spelling of what is intended to represent the same name, but which differs from the spelling
of the official or primary entry name. This includes published typographical errors and minor
spelling variations such as the inversion of "ie" and "ei" or "11" and "1." This includes variation
between names with or without the plural/possessive "s." The genitive apostrophe, however,
is not a factor for establishing variant names and should always be omitted when annotated
onto the work map and recorded onto the encoding sheet.

In all cases, the variant names should be referenced to the named entities and not to the
names (fig. 4). For example, a small settlement may be called Avon. If a post office or
railroad station a mile away is also called Avon, there are two different named entities
requiring two different records. James Creek and James Gorge, through which the stream
flows, are two different features because the former is a hydrographic (water) feature and
the latter is a hypsographic (land) feature. Early maps and maps with scales too small for
accurate name placement should be carefully interpreted in order to prevent the creation of
variant names not intended by the mapmakers. Keep in mind the logical application of a
name based on its generic element. A named cape applied to an island on a small-scale map
was probably meant to apply to what was perceived as a cape and not the island. The
relationship between a named mountain and its separately named peak or peaks should also be
carefully maintained.

-17-
A. Source Map - 1894 B. Source Map - 1909

C. Source Map - 1941 D. Work Map - Current USGS

Figure 4.—Application Problems and Variant Names. When identifying variant names, each
part of a feature or system of features uniquely named on a source map is considered a
separate entity. A variant name is associated with a record name even though it may
have been applied only to a part of the record name feature on a source document. The
record names on map D have the following variant names derived from source documents
A, B, and C:
Official Name Variant Name
Jones River - Mad Creek (in part)
Mad Creek - Jones River (in part)
Low Creek - Pike Creek
Pike Creek - Pie Creek (in part). Low Creek, Top Creek
Top Creek - North Fork Pike Creek

-18-
 Controversial Names and the Board on Geographic Names

A name controversy exists if the name of a populated place, locality, reservoir, or natural
feature or its application differs between any two of the following: (1) topographic map
(Phase I listing), (2) U.S. Forest Service map, or (3) National Ocean Service chart. If a
controversy exists, the matter should be brought to the attention of the U.S. Board on
Geographic Names. This can be done by submitting a Domestic Geographic Names Report
(Form 9-1343) (Appendix D) as soon as possible to the:

Executive Secretary for Domestic Names

U.S. Board on Geographic Names
National Center 523
Reston, Virginia 22092
Tel. 703-648-4506; FTS 959-4506

The Board or its staff will resolve the controversy and notify the informant of the decision.

If the controversy exists for entities other than populated places, localities, and natural fea
tures, an effort should be made to ascertain the name recognized by an administrative author
ity. When this name cannot be established, the researcher should arbitrarily choose what
appears to be the best one for the Record Name. All other names then become variant names.

County and Other Minor Civil Division Names

Phase I collection did not include county and other minor civil division names because such
information can be compiled best as a single effort during Phase II work rather than on a
map-by-map basis. The information is not annotated on the work maps, but instead recorded
directly on Input Coding Forms (discussed on p. 10) and designated as "civil" on line "a3,
DESIG" of the form. Phase II compilation should include counties; civil parishes; towns
(northeastern United States); named townships; grants, patents, and hundreds; and any other
named formal divisions of the land not recorded during Phase I compilation. In most cases, a
digital list of current minor civil divisions can be provided by the GNIS manager.

Major Feature and Regional Names

Other categories of named entities sometimes not collected during Phase I operations include
major natural features (such as Lake Michigan, Rocky Mountains, and Coast Range), extensive
Federal and State parks and recreation and wildlife areas, and regional names (fig. 5). In all
of these cases, no precise instructions can be given that will allow Phase II researchers to
know if the records were, or were not, established during Phase I compilation. Researchers
must check the computer listing or query the State file by means of a computer terminal in
each case. Fortunately, the total number of these entities is not large.

Those major natural features and extensive parks, recreation, and wildlife areas to be added
to the Phase II file can be plotted or outlined best on the l:250,000-scale or State base maps
furnished by the GNIS Manager. The data for building each name record can be developed
from such map annotation (fig. 6). The annotated intermediate-scale maps then become part
of the work map collection for continual reference.

-19-
Figure 5.—Annotating named Federal and State entities. As with major features, it is best to
identify scattered and large named areas that fall under the administrative authority of
a Federal or State agency on a small-scale map. This procedure helps the compiler to
understand extent and relationships not easily discernible on the larger scale work maps.
County boundaries also can be annotated on the small-scale map if it is considered
helpful.

-20-
Figure 6.—It is best to delineate major named entities on 1: 250, 000-s cale or State base maps
in order to understand their full extent and relationships with each other. Record data
can be derived from the small-scale map or the feature boundaries can be transferred to
the large-scale work maps.

-21-
Currently used names for regions are not normally found on topographic or on other base-map
series. These names often can be found in the geographic literature. Regional names used in
the past are found in the historical literature of a State or region. Because regional names
often have indefinite boundaries, the Phase II researcher must interpret the area covered by a
regional name so that an appropriate name record can be developed for the data base file.
Precise boundaries are not needed.

Vague, Obsolete, and Vanished Entity Names

The National Geographic Names Data base is designed to be a total information depository.
It contains all obtainable names (and associated information) that were once or are presently
used to identify or refer to landscape features and areas of the United States, its territories,
and outlying areas. Every geographic name, except those for streets, highways, and roads,
should be recorded as a record name or variant name. This applies to the names of features
that are no longer in use (landings, post offices, railroad stations, schools), the names of fea
tures that no longer exist (destroyed manmade and natural features), and historical and cur
rent names applied to vague entities (regions, areas). For example, Sir Francis Drake applied
the name "New Albion" to the land along the west coast of what is now the United States.
New Albion is a legitimate name record for each of the State files for California, Oregon,
and possibly Washington. When in doubt about the location of a named area or feature, an
educated guess is made and coded to indicate coordinates may be inexact. In most of the
above cases, the record name is followed by (historical).

Sequential Entities at the Same Location

Some geographical locations have had a sequence of named entities over a period of time. A
city today, for example, may be located at the site of a former or current fort which, in turn,
was located at the place where early maps show an Indian village. In such a case, all three
named entities, and their variant names and spellings, are given separate and complete rec
ords in the data base. There is normally a complete cultural and time break between the
Indian village and subsequent occupation of the site, and the fort is a different kind of feature
from that of the city. The Indian village record name and the fort record name, if no longer
used for military purposes, should be followed by (historical); for example: Blount, Fort
(historical).
For the purpose of cross-referencing sequential site features, both the Indian village and fort
record names can be listed as variants of the city name followed by (q.v.); example: Fort
Blount (q.v.). The (q.v.), quod vide, means "which see," and tells the reader that the name
also is found in the data base as a complete record. It also will be listed in The National
Gazetteer as a variant and a separate record.

Incorporation, Subdivisions, and Metropolitan Areas

Incorporation or merging often occurs when one or two (or more) nearby named populated
places grow in area until they coalesce forming one population cluster. In some cases, incor
poration boundaries also are extended to include centers of population separated by open or
rural-like areas. In either case, a name record is prepared for the legally incorporated polity.
All other names of places that are located within the boundaries of incorporation, and differ
from the incorporate name in form or spelling, are given separate name records in GNIS. For
the purpose of cross-reference, however, each is also listed in the variant field of the name
record of the incorporated entity followed by (in part, q.v.); example: Star City (in part, q.v.).

-22-
A named populated place that is part of a population cluster but outside the boundaries of an
incorporated area is a separate entity and is not listed in the variant field of the adjacent
incorporated area.
Name records are prepared for all named subdivisions of a city or suburban area. The record
name should be followed by (subdivision); example: Cleveland Park (subdivision).
The term "subdivision" is here defined in its broadest sense. It is to include:

• Named entities within the corporate boundaries of a city (subdivisions, neighborhoods,

etc.) and

• Named unincorporated populated tracts outside the boundaries of a city but having
economic or other relational ties to a city or that are considered to be part of a
metropolitan area (housing developments and similar population concentrations).
The term "subdivision," however, should not be used to identify well-established, identifiable
populated entities outside the corporate boundaries of a city, such as:
• Older populated places that have come under the influence of an expanding
metropolitan area, and

• Well defined, larger, commercially developed satellite communities that are

generally perceived to be more than a housing development and are generally
considered to be separate populated places.

The decision to add or not add (subdivision) in the name record will not always be easy.
However, a conscientious effort should be made to use the above instructions for making a
decision. A certain degree of expertise and local knowledge is helpful in applying the term
"subdivision." If the subdivision is within the boundaries of an incorporated place, it is neces
sary to record the name of the entity in which the subdivision is located. Record this name
after the preposition "in" on line al9 of the coding form (example: "in Pleasantville").

Named metropolitan areas that contain several incorporated and unincorporated places are
considered separate geographic entities and each will be given a name record for each State
that the area may cover. For example, the Washington Metropolitan Area is a valid name
record of the Virginia, Maryland, and District of Columbia files in the data base. Named
polities and places within the metropolitan area are not listed as variant names for a metro
politan area name record.

Abbreviations, Generic Terms, and Designators

Because of editorial policy or lack of space, names were sometimes abbreviated or the generic
elements of the names were not shown or recorded on the source documents. These should
not be considered variant names.

All parts of a name abbreviated on the source documents should be spelled out when annotated
on the work maps and input encoding forms. See Appendix E for standard abbreviations used
on maps and charts published by the U.S. Government. For example, "St. Johns R." on the
map or chart is annotated in its full form — Saint Johns River — on the work map and en
coding form. Other sources, however, may use a variety of abbreviations that differ from

-23-
those in Appendix F. Special care should be taken to ascertain the intended word for an
abbreviation. For example, "Br." normally used for the word "Branch," could also be intended
to mean "Brook" on historical maps and manuscripts.

The generic element should always be recorded, fully spelled out, on the work map and en
coding form. If the source document or documents do not supply a generic for one or more
names, one must be provided by the compiler for each specific part of a name that is appro
priate to the feature and the area in which the feature is located. Note that in textual
sources, the generic elements for the names of certain kinds of features (rivers, deserts, etc.)
are often omitted. If, for example, the text refers to "crossing the Poloma," and a stream is
the reference, the name recorded would be Poloma River. This is inferred because other
terms for streams (creek, bayou, run, and branch) normally require the use of a generic with
the specific term in written text.

Exceptions to the rule of supplying unwritten generic elements to names for GNIS occur when
the geographic names were never intended by users to have a standard specific-generic
form. There are three categories of such names:

1. Most populated places and locales (and rarely a mountain) do not use the generic
element (Denver, Columbia, New York) except in their political titles (City of
Denver). The political title or long term of the name should be listed as a variant
even though it has official status. Of course, many populated places have an
imbedded generic element (Greenville, Boston, Middleburg).

2. A small number of natural features have exotic or nonce-generic forms for their
names (Bald Alley, a ridge; Battle Ax, a mountain; Bold Dick, a rock formation).

3. Another small group of natural features are identified by use of the definite article
and noun/name only (The Cape, The Toothpick, La Mesa). In such cases, the definite
article is always capitalized when annotated on the work map.

Feature-class terms are an important part of each GNIS name record. The Glossary of
Feature- Class Terms (Appendix F) should be studied in the beginning of the Phase II work, and
can be used as a constant reference during work, especially when encoding data for computer
input. As mentioned above, the generic element is not used in all names and, when it is used,
it may mislead the reader as to its true reference. For example, Green River may be a popu
lated place and not a stream. Larsons Cave in Indiana may be a "basin" and not a "cave" in
the sense with which we are normally familiar. Feature-class terms, sometimes called desig
nators, are provided for all names in GNIS. These terms not only assist in feature identifi
cation and name application, but also provide an economical and efficient procedure when
making a computer search for certain kinds of name information.

The Phase II compiler must be careful that he or she does not introduce personal or profes
sional bias into the interpretation of features when selecting feature-class terms. The cross-
reference generic listing in Appendix G should be used to determine the feature class. If the
generic is not in this list, the project coordinator should be notified and a generic form (fig. 8)
should be completed. Map interpretation alone, in some cases, may be misleading. Some
generics may have multiple references in the generic list. The compiler should attempt to
view feature symbols on a map as if one were actually seeing the real feature at ground level
where the naming process normally occurs. For example, the name Silver Hills may be applied
along what appears to be a cliff or an escarpment on the map. The generic element in the
name, however, implies that the name actually refers to the broken or "hilly" landscape that
is the result of cliff or escarpment erosion. The feature-class term, then, should be "range"
and not "cliff."

-24-
In a few cases, a Phase n compiler may not be able to ascertain what a particular name
indentifies on a map. If such a problem cannot be resolved by seeking help from the project
director or other people familiar with landscape features in the area worked, the encoding
form can be tagged and referred to the Manager, GNIS.

Numbers and Numerals

Arabic numbers should normally be spelled out when they comprise part of a geographic name.
This is especially true for the names of natural features (22 Camp Hill = Twentytwo Camp
Hill). Exceptions sometimes are sanctioned by the Board on Geographic Names. Arabic
numbers are also spelled out for cultural features except when the names have certain legal
or administrative significance (School Number 22). Roman numerals, however, are always
retained because they are based on letters of the Roman alphabet.

-25-
 CHAPTER 3

PHASE A, PART 2: PREPARING TO ENCODE DATA

Introduction
Part 1 involves the collection of name data on a master set of work maps. Parts 2 and 3
require the transfer and conversion of both the annotated and printed map data into machine-
readable form for inclusion into the National Geographic Names Data Base. Although it is
possible to encode name records directly from the work maps to the computer, such a proce
dure is not normally recommended because it requires special equipment and highly skilled
operators, has a greater error factor, and is more difficult to monitor. Instead, an inter
mediate step, Part 2, is used. It involves the transfer of annotated and published map data to
an Input Coding Form for each name record (fig. 7). The Input Coding Form is then used for
data entry into the computer system.

Data Transfer
All data must be carefully and clearly printed on the Input Coding Form in upper and lower
case (or as directed) and in exactly the same form as shown on the work maps, except that no
abbreviations are permitted, all words must be spelled out.

Data Elements and Record Format

Introduction
Each name record consists of categories of information called data elements arranged in a
particular order as illustrated on the Input Coding Form (fig. 7) because they will also be
encoded for machine entry. After the completion of the names research program and map
annotation, the information is ready to be encoded for entry into the data base. This is
accomplished by transferring the map annotations and associated map data to the Input
Coding Form. The encoding form is arranged in the same order as the GNIS data input
software (GDIP). The following categories describe the data to be encoded. Any specific
entity can have only one record name in the data base. Each data element is identified by a:

• Descriptive name (column 2 on the input form),

• Format code (column 1 on the input form).

Record Number
The NUMBER line (aO) is used only for adding variants to existing records in the data base or
for minor corrections to existing information in the data base. New names and associated
new name information will never have a record number.

-26-
 Geographic Names Information System (GNIS) Input Coding Form

(aO) NUMBER

(al) NAME

(a3) DESIG

(a4) * LOC

(a5) * COUNTY

U9) *MAPNAME U6) *LATLONG

**HEADS MAPNAME (a7) HEADS

(all) ELEV

(al5) HIST

(al6) * VAR

(al7) SIZE

(al8) STATUS

(al9) SPDESIG

(a20) STR

U98) REMARKS

<a99) BIBLIO

*multiple entries required if necessary - if corrections are required

with multiple entries, then all entries must be re-entered except
variants - use the back if more room is needed.

**If the mouth and source are on the same map, no Heads Mapname will
be recorded.

Note: See Chapter 3 for detailed instructions.

Figure 7.—Input Coding Form

-27-
The information recorded here is always an eight-digit number that can be found on the
special Phase I listing supplied by the GNIS manager or that can be obtained interactively if
one has this option.

Record Name
The geographic name entered on the NAME line (al) of the Input Coding Form is the official
or primary name to which all variant names and spellings are referenced. Normal spacing and
upper-lower case spelling are to be used regardless of the type shown on the source document
(example: "Lakewood" not "LAKEWOOD"). Exceptions occur when an upper-case letter is
normally used within the body of the specific part of a name; DeKalb, LaMarr.
Except for the genitive (possessive) apostrophe, all nonletter characters that are part of the
name are to be properly recorded on the coding form. This includes the apostrophe (O'Malley
Creek), hyphen (Miller-White Ditch), and the accents acute (é), grave (é), circumflex (é), tilde
(H), and cedilla (c).
Each name is printed letter by letter, word by word, in its normal order except in those cases
where the generic part of the name of a natural (physical) feature precedes the specific part
as in Mount Adams, Lake Ann, Bay Saint Louis, and Lake of the Woods. In such cases the spe
cific or substantive part is listed first, followed by a comma, a blank space, and the remaining
parts of the names:
Adams, Mount
Ann, Lake
Saint Louis, Bay
Woods, Lake of the.
However, a populated place, locality, civil division (city, village, county, township, crossroad,
and railroad siding) or any other cultural feature named for a physical feature is always listed
in normal order even though the generic part of the name may precede the specific part. A
village or locality called "Mount Calvary" is listed in that order, while a physical feature with
the same name is shown with the specific part of the name first; that is, "Calvary, Mount."
Names containing the definite article in the initial position should be reversed. For example,
The Ditch and La Mesa become Ditch, The and Mesa, La respectively. Names for cultural and
physical features that no longer exist must be followed by the word historical in parentheses.
Similarly, the word subdivision in parentheses should follow entries that are integral parts of
populated areas.

Feature Class
The feature classes entered on the DESIG line (a3) are designed to group similar features into
broad categories to facilitate search and retrieval. The Map Feature Guide (Appendix G) pro
vides a reference for all known geographic-name generics to the appropriate broad feature
class. However, if a geographic-name generic not yet in GNIS is encountered, it should be
recorded on the "Generic Information" form (fig. 8) and submitted to the GNIS manager
through the project coordinator.

-28-
 GENERIC INFORMATION FORM

Generic or Unusual Word

GNIS Feature Class

Location of Primary Geographic Coordinates - circle one:

center mouth top dam

Standard Abbreviation (if known)

Type of feature to which THE GENERIC REFERS

Etymology or Description (if known):

An example of the use of this generic can be found on/in

MAPNAME

SCALE

STATE

OR

TEXTUAL SOURCE:

Figure 8. —Generic information form used to identify and report new

generic words found in geographic names.

State/ County Codes

"The Standard for Counties and County Equivalents of the States of the United States" (FIPS
PUB 6-2, latest edition) published by the U.S. National Bureau of Standards will be the source
for codes on the LOC line (a4) to identify the States and counties in which a named feature
occurs. The individual code is five digits. The first two digits refer to the State and the last
three digits refer to the county or county equivalent. This is an alphanumeric variable-length
field. A five-digit State/county code will be recorded for each county and State in which the
named entity is located. When more than one code is entered, the State and county in which
the primary coordinate symbol is located is listed first. The sequence thereafter is from
"mouth to source" for drainage features, referred to in GNIS as linear features, and multiple
entries are separated by blanks.

When a feature is in both United States territory and another country, the appropriate 2-
character alphabetical FIPS code will be used, for example, CA for Canada, MX for Mexico,
UR for Soviet Union, UK for the United Kingdom, and WS for Western Samoa.

-29-
 County Name
The specific part of the county name, or county equivalent name, is printed on the COUNTY
line (aS). Record all county names (separated by a comma and a blank) including counties in
other States. The county names in other States are followed by the 2-character alphabetical
FIPS code for the State enclosed in parentheses. Example: Snohomish (WA). Only the spe
cific part of the name is listed. Arlington County and Terrebonne Parish are listed as:
Arlington
Terrebonne.
If the primary coordinate is located in an independent city, the specific name of the city or
town is recorded followed by the word city in parentheses. Example: Richmond (city).

Geographic Coordinates
Geographic coordinates entered on the LATLONG line (a6) are established not only to locate
named places, features, and areas, but also to indicate the extent of certain kinds of features
and to identify all map cells on which a named entity is located. The coordinates are catego
rized into primary, secondary, and source locations of parts of some entities, such as the
mouths and heads of streams, canyons, valleys, and washes. The annotation symbols sug
gested for use on the work maps are:
* ■ primary coordinate
x = secondary coordinate
0 = source coordinate.
More complete instructions as to the locations where geographical coordinates are to be taken
may be found in the Map Feature Guide (Appendix G).
A 15-character compressed geographic coordinate is used in line a6 for primary and
secondary points. Multiple data items are separated by a blank space. If the degrees of
longitude are less than 100 a leading 0 must be present. Example: 2S0607N0713214W.
The primary and secondary coordinates are geographic coordinates that not only locate and
indicate certain feature limits, but also associate a named feature with the map or maps on
which it appears. Latitude is in degrees, minutes, and seconds followed by one alphabetical
directional character (N or S); and longitude is in degrees, minutes, and seconds followed by
one alphabetical directional character (E or W). There is a geographic coordinate associated
with each topographic map or cell on which a feature is located. The primary coordinate
followed by all secondary coordinates will be recorded after the precedence code "a6." Multi
ple entries or data items may be required. The order recorded is from mouth to source for
linear features and generally from the center outward for areal features.
All primary and secondary coordinates must be recorded within +5 seconds (about 400 feet) of
accuracy at a scale of 1:24,000 or 1:25,000. Geographic coordinates may be accurately deter
mined by means of 10-space dividers, scaling rulers, special coordinate overlays, or by the
use of an electronic digitizer. Procedures for establishing coordinates for Phase II encoding
should be arranged with the GNIS Manager (see Appendix H).
The primary coordinate entry is the first coordinate on the form and should locate a point at
the mouth of a linear feature and at the approximate center of an areal feature. Specific
instructions as to where the geographic coordinates are to be taken are found in the Map

-30-
Feature Guide (Appendix G) or may be obtained interactively by accessing the Reference
Data Base. The approximate center must be determined subjectively for areal features with
indefinite, irregular, or nondiscernible boundaries. The centers of populated places often may
be determined by locating certain features such as the town or city hall, main library, main
post office, the old central business district, or a main intersection. The mouth of a natural
feature refers to the terminus of linear entities such as streams, valleys, and canyons and is
located where the feature joins another feature of the same kind, ends in a delta, an alluvial
fan, or no longer has a discernible channel or troughlike characteristics. Primary coordinates
for entities classified as summits are recorded at the tops or highest points of the features.
The Primary Coordinate entry corresponds to the data elements county name, map name, and
State/county code.

The appropriate primary coordinate should be recorded if it is available. If the primary

coordinate is not available, enter the 15-character entry * PRIMARY COORD* followed by
all subsequent secondary coordinates related to the named feature.

The secondary coordinate is a point arbitrarily chosen to locate the named feature on maps or
cells through which it passes or on maps that do not contain the primary coordinate. Choose
only one secondary coordinate for each 7.S- x 7.5-minute cell on which the feature is
located. Its only purpose is to identify the name with the map and general extent of the
feature. The location of each secondary coordinate may be anywhere on the map as long as it
is located on the feature in question. All secondary coordinates correspond on a one-to-one
basis with multiple data items in the mapname data element.

Source Coordinate

The source coordinate is a 15-character compressed geographic coordinate identical in format

to the coordinates found in the primary and secondary coordinate field. There must be only
one geographic coordinate to represent the source of a linear feature on the HEADS line (a7).

The annotator will assign the source coordinate symbol 0 to the furthest point at the head of
the longest, straightest extension of the named feature unless its location is otherwise
defined on the map by name placement, textual description, or other influencing variable.
This procedure is in accordance with the policies of the U.S. Board on Geographic Names.
See figure 9 for examples of locating points for source coordinates. If the source coordinate
is outside the State, the appropriate coordinate should be obtained. If it is not available, the
line on the coding form will be filled in with «SOURCE COORD*.

Map/ Chart Name

The MAPNAME line (a9) on the coding form allows for the inclusion of a variable-length
mapname. The entry for this field is the name of the topographic map on which the primary
or secondary coordinate occurs even though the feature may not be named and (or) not
symbolized on the map. If a feature lies outside the bounds of topographic map coverage,
reference to a chart source should be made if applicable. For example, the reference NOS
12345 indicates that the feature is covered on National Ocean Service Chart 12345 and is
outside the bounds of the National Topographic Map Series. Record all entries for each fea
ture and separate multiple entries by a comma and a blank space. If the map lies outside the
boundaries of the State being encoded, record the name of the map followed by a blank space
and the two-character alphabetical FIPS code for the State in which the map is located.

31
Figure 9.—A source (sometimes called head) coordinate is to be taken at the extreme head of
the longest, straightest branch of a stream and the longest, straightest, or deepest
branch of a canyon. The source coordinate is established at the extreme head of
drainage determined by reentrant contour lines and not necessarily at the end of a
stream symbol or end of the name printed on the map. In the first symbol, West End
Canyon represents a borderline case. However, it appears that its source coordinate
would be best established on branch A because it is the longest and straightest branch.

32
 Elevation
Topographic maps show elevations for selected points, such as the summits of hills and moun
tains, crossroads, mountain passes or gaps, lakes and ponds, and dams. Surveyed points are
shown in black print, photogrammetrically determined elevations are in brown, and water
elevations are shown in blue. Every effort should be made to record the elevations of named
features on the ELEV line (all) when appropriate. Elevations for linear features may be
recorded at the mouth and source, and it is useful to have elevations for most named bodies
of water, such as ponds, lakes, and reservoirs. Elevations are required for all populated
places and summits. Elevations not recorded on the map can be determined by interpolating
contours.
The following rules apply to determining and recording elevations:
Only one elevation will be recorded for each name record;
Elevations are to be given in feet;
Elevations may be no longer than five characters including a negative symbol;
Elevations are to be recorded at, or very near, the primary coordinate location;
Negative values (feet below sea level) are preceded by a minus sign (-);
Elevations are determined for the highest points of summits such as mountains,
peaks, hills, mesas, ridges, mounds, and bluffs;
Elevations are determined for the lowest points of passes, gaps, notches, and basins;
Elevations for bodies of water, such as lakes, ponds, and reservoirs are determined
by water level.
Elevations for the GNIS categories of populated place (ppl) and summit, when not
published on the map, should be estimated according to the location of the primary
coordinate between the upper and lower contour lines.

Historical Note
Historical information is recorded on the HIST line (alS) and is free-form text. This infor
mation is useful but should be recorded only if it is immediately available. Extra time
researching this information is not recommended for the Phase II program. If historical
information is obtained, priority should be given to name origin and derivation and chronology
of usage.

Variant Name(s)
Variant name, recorded on the VAR line (al6), refers to all other known names or spellings
once or presently applied to the entity identified by the record name. The following rules
apply to the recording of variant names on the coding form:

33
 If more than one variant name exists for a record, they are separated by a comma
and a blank space.
The bibliographic code must be recorded and is in parentheses following the variant.
If the variant name is or was known to have been formerly applied to only a part of
the name record feature, the expression (in part) in parentheses should follow the
variant name.

Size of Feature
The size of the feature refers to a short variable length, upper/lower case, alphanumeric
description that indicates the length of linear features and the breadth of areal features in
English units. After the precedence code on the SIZE line (al7), it is possible to enter a short
phrase indicating size. Example: 41 miles long and 2 miles wide, 123 miles long, 8 acres.

Federal Status
This code indicates the status of the record name and its application as determined by U.S.
Board on Geographic Names. See Appendix I for a list of feature classes associated with
status categories. After the precedence code on the STATUS line (al8), enter an all-upper
case entry for status. The possible categories are:
BGN - the name is official according to the policies of the U.S. Board on Geographic
Names,
BGN (YEAR) - the name is official and the year of special research to resolve a contro
versy is given,
US (YEAR) - the name is official by an Act of Congress,
ADMIN - the name is official according to an administrative Federal, State, or local
organizaton,
UNOFF - the name is considered unofficial because it is not within the purview of the
U.S. Board on Geographic Names, or any other official organization.

Special Designators
Special designator on the SPDESIG line (al9) is used to indicate the named entity in which a
subdivision is located. It is also used to indicate the ownership of only administrative areas.
Entries should be made according to the following categories:
Subdivisions
• Name of area in which subdivision is located
Administrative areas
• Federally owned,
• State owned,
• Municipally owned,
• Privately owned, and
• Commercially owned.

34
 Section, Township, Range, and Meridian
The section, township, range, and meridian information should be recorded on the LTR line
(a20) if the State uses the Public Land Survey System. The information in this data element
provides location according to the system established to administer the public lands of the
United States. The public domain included all the lands ceded to the Federal Government by
the colonial States, and all subsequent lands acquired from native Americans and foreign
powers. (See figure 10.) The 13 original States, Tennessee, Kentucky, Vermont, Maine, West
Virginia, Texas, and Hawaii do not use the Public Land Survey System. In addition, present
territories, outlying areas, and commonwealths are not included.
The basic provisions of the Public Land Survey System require that the public lands be divided
by north and south lines corresponding to true meridians of longitude and by base lines
crossing the meridians at right angles, forming areas of 6 miles square called townships. The
east-west boundaries are termed township lines while the north-south boundaries are termed
range lines. Townships are normally divided into 36 sections ideally containing 640 acres each
or 1 square mile. By necessity, a section may have less than 640 acres, but it may still be
considered as a complete, numbered section.
Because the range lines follow longitudinal meridians, they converge at the poles. This con
vergence is apparent in surveying the township lines. Therefore, correction lines called stand
ard parallels are used to offset the convergence of the range lines to allow each section to
represent as nearly as possible 1 square mile.
When recording information for entry into the data base, only the section number in which
the primary coordinates of the feature are located will be recorded. However, if a feature is
in more than one township and/or range, all townships and ranges should be recorded, but no
section numbers should be recorded. The examples in figure 11 provide a guide for recording
the information.

Remarks
The REMARKS entry line (a98) is free-form text and may be used to convey anything about
the name record's research, compilation, or encoding to the GNIS manager or staff. For
example, it may be appropriate to explain why geographic coordinates are not present in the
name record.

Bibliographic Entry
The bibliographic entry on the B1BLIO line (a99) provides a ready reference to the exact com
pilation source of all names not recorded from USGS topographic maps. The absence of the
code indicates that the name was recorded on the USGS topographic map during Phase I com
pilation (1976-1981). See Appendix J for a list of national bibliographic source codes. If no
bibliographic code is available, enter the word none. The line should not be left blank because
an entry is needed to close the record. The complete annotated bibliography used in Phase II
compilation for each State will be available in the Reference Data Base. Annotated biblio
graphies and codes should be sent to the GNIS manager for approval and recording.

35
36
Figure 11.—An example of recording section, township, range, and meridian information. The
two shaded areas represent geographic features and the land survey information is
recorded as follows: Small shaded section - Sec 34, T2S, R2E, Fifth Principal Meridian;
Large shaded section - TIN. Tps 1&2 S, Rgs 1&2 E, R1W, Fifth Principal Meridian.

37
 CHAPTER 4

PHASE H, PART 3: ENCODING DATA

Once Phase II name data have been collected and annotated on the work maps, and after the
coding forms have been completed, the name records are ready to be put into machine-
readable form and become part of the National Geographic Names Data Base. Part 3 involves
the actual encoding of data for entry into the system. Technical information on the equip
ment and procedures necessary for this operation is obtainable from the GNIS Manager.
Organizations that participate in an official Phase II program (at their option) will be provided
with data entry software developed by the GNIS staff specifically for the program. This pre
designed software, known as GDIP, will save time in designing other input encoding programs.
This package is also designed to automatically generate information for certain required
categories, thereby saving data keying time as well as eliminating certain categories from
being transcribed onto the coding forms. If one elects to use the GNIS data input software,
the following data categories need not be transcribed or keyed:

a4 LOC
al8 STATUS

The GDIP software operates on any IBM or IBM-compatible personal computer, and auto
matically formats the data into the required GNIS format for entry into the data base.
Additional comments regarding current encoding procedures for the record data elements are
listed below. Changes and enhancements to the procedures may be made periodically and the
GNIS Manager should be consulted before any actual keying of data is done.

• Multiple entries: All data elements having multiple data items follow two rules.
Text data items are separated by a comma and a blank space while numeric data
items are separated by only a blank space.

• Corrections: If a correction is made to a data element with multiple data items, all
data items must be rekeyed except variants.

• Name - al: If the computer system being used does not provide for the recording of
diacritical marks, the name should be followed by a blank space followed by an
asterisk to indicate the presence of a special writing mark in the name, for example,
Canon del Norte *.

• Feature class - a3: The feature-class term is recorded and entered in lower-case
letters only.
• Elevation- all: All numerical elevations are to be aligned on the left and are not to
exceed five character spaces.

38
APPENDDCES
 APPENDIX A.—Categories of Named Features not Included in the
Geographic Names Information System

Phase I

Generally, all named features on the most-current largest-scale USGS topographic maps
were included for Phase I compilation. Some categories of named features, however, were
omitted from Phase I because more complete lists of these categories were available from
other sources. If a State or territory has been completed only through Phase I, the following
cate
gories of named features will not be present:

• Airports,
• Radio and television station towers,
• Federally administered areas greater than 30 square miles,
• Major and minor civil divisions,
• Some major or large features that are too large to be named on
7.5-minute, l:24,000-scale topographic maps,
• Regional names,
• Historical names,
• Most building names,
• Roads and highways.

Phase II

Available information from the categories not compiled during Phase I, as well as geographic
names from other sources, are added during Phase II. If a State or territory has been com
pleted through Phase II compilation, information for all known named features should be
present except for roads and highways.

40
 APPENDIX B.—Sources for the Geographic Names Information System

Primary sources in order of their research and compilation

• USGS quadrangle maps published or reprinted since Phase I compilation
• National Ocean Service (NOS) Charts and River and Lake Charts
• U.S. Forest Service Maps
• U.S. Board on Geographic Names list of names not found on USGS
maps
• U.S. National Bureau of Standards PIPS SS list
• U.S. Army Corps of Engineers Dams and Reservoirs list
• Federal Aviation Administration Airport list
• National Park Service lists
• Federal Communication Commission Radio and television station list
• Shopping Center listing
• County maps published by the State (not provided by USGS)
• Primary State maps (highway, etc.) (not provided by USGS)
• Real estate multiple listing maps (not provided by USGS)
• List of schools, and churches (not provided by USGS)
• Historical maps, atlases, and gazetteers (not provided by USGS)
Additional information must be added for:
• Counties
• Townships
• Other minor civil divisions
• State and Federal Recreation, Wildlife areas, etc.
• Missing major or large features
• Regional names
Optional Sources are:
• City plats
• Textual material having reference to geographic names
• Historical Federal sources such as old NOS charts and
pilots, old Postal Guides, etc.
• Bureau of Indian Affairs information

41
 APPENDIX C.—USGS Topographic Map Preparation and Instructions for
Phase n Input to the Geographic Names Information System

Outline county boundaries.

Annotate FIPS codes on map collar adjacent to the county.
Draw lines at 2.5-minute ticks for determining coordinates if
coordinates are determined manually.
Editing checks.
Add new variants.
Prepare annotated bibliography.
Interpolate elevations for populated places (ppl) and summits.

42
 APPENDIX D.—The Domestic Geographic Name Report form used for
submitting name problems to the U.S. Board on Geographic Names.
Form9-IJ43 (Apr. 1947)
Recommended name
UNITEDSTATES DEPARTMENT OFTHEINTERIOR Controversial name
BOARD ON GEOCRAPHIC NAMES Name change

DOMESTIC GEOGRAPHIC NAME Changed application

County
REPORT Other

Lat._ Long.. Mouth End Center (Circle one)

Lai.. — N. Long.. "W, Heading End (Circle one)

Description of feature: where appropriate, give shape, length, width, direction of flow or trend, direction and disunce
of extremities from points with established names, and section, township, range, meridian where useful, also elevation
if known.

Published Maps Using Recommended Name Map or Source Using Variant

Variant Name or Application (Map name, date, agency, fc scale)
(Map name, date, agency, & scale)

Available information as to origin, spelling, and meaning of the recommended name and/or statement concerning nature of
difference in usage or application:

AUTHORITY FOR RECOMMENDED NAME MAILING ADDRESS OCCUPATION

Submitted by:
Name Title Date

Agency Address

Person who prepared this copy if other than above: Date

Name Title

43
 APPENDDC E.—Standard Cartographic Abbreviations

Academy Acad Cráter Ctr

Agency Agcy Creek Cr
Air Forcé Base AFB Crossing Xing
Airfield Afld District Dist
Airport Aprt Ditch D
Anchorage Anch Divide Div
Aqueduct Aque División Div
Arroyo A Dock Dk
Atoll At Dockyard Dkyd
Bank Bk Elevation Elev
Bay B Entrance Entr
Bayou B Estuary Est
Beacon Bn Ferry Fy
Bottom Bot Field Fld
Branch Br Fiat Fl
Breakwater Bkwr Foot Ft
Bridge Br Ford Fd
Brook Bk Forest Fot
Building Bldg Fork Fk
Canal Can Fort Ft
Canyon Can Glacier Gl
Cape C Grade Gr
Castle Cas Grant Gt
Cemetery Cent Guien Gl
Channel Chan Gulf Gf
Chapel Ch Hammock Hmk
Chimney Chy High School HS
Church Ch Hollow Hol
Civü División Civ Hook Hk
College Col Hospital Hos
Córner Cor Institute Inst
County Co Island(s) I, Is
Cove C Islet It
Isthmus Isth Shoal Shl
 APPENDIX E.—Standard Cartographic Abbreviations—continued

Jetty Jty Siding Sdg

Junction June Slough Slu
Lagoon Ln Spring Spr
Lake(s) L Square Sq
Land Grant Ld Gt Station Sta
Landing Ldg Strait Str
Landing Field LdgFld Stream Str
Landing Strip Ldg Str Terrace Ter
Lighthouse LH Thorofare Thoro
Lookout LO Tidal Flat TidFl
Meadow Mdw Tower Tr
Monument Mod Township Twp
Mount Mt Track Tk
Mountain Mtn Tributary Trib
Mountains Mts University Univ
Ocean 0 Valley Val
Park Pk Viaduct Viad
Passage Pass Village Vil
Peak Pk Volcano Vole
Peninsula Pen Wharf Whf
Plateau Plat Windmill WM
Point Pt Yard Yd
Pond Pd
Projection Proj
Promontory Prom
Quarry Qry
Range R
Ravine Rav
Reef Rf
Refuge Rfg
Reservoir Res
River R
Rock Rd
Run R
School Sch

45
 APPENDIX F.—Glossary of Feature-Class Terms

The feature-class terms and abbreviations currently consist of up to nine letters. They were
chosen for computer search and retrieval purposes and do not necessarily represent termi
nology for the identification of all kinds of cultural and natural features. Although some of
the terms may agree with dictionary definitions, they represent more generalized categories.
Some commonly used generic names are listed at the end of each entry to assist in under
standing the range of cultural and natural entities represented by the term. Refer to the
Reference Data Base to retrieve all generics thus far encountered in geographic names
compilation (Appendix G). In most instances a plural form is listed as if it were singular; for
example, archipelago or islands would be categorized as island. The terms and the definitions
are as follows:

airport - manmade facility maintained for the use of aircraft (airfield, airstrip, landing
field, landing strip),
arch - natural arch-like opening in a rock mass (bridge, natural bridge, sea arch),
area- any one of several areally extensive natural features not included in other
categories (badlands, barren, delta, fan, garden),
arroyo- watercourse or channel through which water may occasionally flow (coulee,
draw, gully, wash),
bar - natural accumulation of sand, gravel, or alluvium forming an underwater or
exposed embankment (ledge, reef, sandbar, shoal, spit),
basin - natural depression or relatively low area enclosed by higher land (amphitheater,
cirque, pit, sink),
bay - indentation of a coastline or shoreline enclosing a part of a body of water; a body
of water partly surrounded by land (arm, bight, cove, estuary, gulf, inlet, sound),
beach - the sloping shore along a body of water that is washed by waves or tides and is
usually covered by sand or gravel (coast, shore, strand),
bench - area of relatively level land on the flank of an elevation such as a hill, ridge, or
mountain where the slope of the land rises on one side and descends on the
opposite side (level),
bend - curve in the course of a stream and (or) the land within the curve; a curve in a
linear body of water (bottom, loop, meander),
bridge - manmade structure carrying a trail, road, or other transportation system across
a body of water or depression (causeway, overpass, trestle),
building - a manmade structure with walls and a roof for protection of people and (or)
materials but not including a church, hospital, or school,
canal - manmade waterway used by watercraft or for drainage, irrigation, mining, or
water power (ditch, lateral),
cape - projection of land extending into a body of water (lea, neck, peninsula, point),
cave - natural underground passageway or chamber, or a hollowed out cavity in the side
of a cliff (cavern, grotto),
cemetery - a place or area for burying the dead (burial, burying ground, grave, memorial
garden),
channel - linear deep part of a body of water through which the main volume of water
flows and is frequently used as a route for watercraft: (passage, reach, strait,
thoroughfare, throughfare).
church - building used for religious worship (chapel, mosque, synagogue, tabernacle,
temple),
civil - a political division formed for administrative purposes (borough, county,
municipio, parish, town, township).

46
 APPENDIX F.—Glossary of Feature-Class Terms—continued

cliff- very steep or vertical slope (bluff, crag, head, headland, nose, palisades,
precipice, promontory, rim, rimrock).
crater - circular depression at the summit of a volcanic cone or one on the surface of the
land caused by the impact of a meteorite; a manmade depression caused by an
explosion (caldera, lua).
crossing - a place where two or more routes of transportation form a junction or
intersection (overpass, underpass),
dam - water barrier or embankment built across the course of a stream or into a body
of water to control and (or) impound the flow of water (breakwater, dike, jetty),
falls - perpendicular or very steep fall of water in the course of a stream (cascade,
cataract, waterfall).
flat - relative level area within a region of greater relief (clearing, glade, playa).
forest- bounded area of woods, forest, or grassland under the administration of a
political agency (see woods) (national forest, national grasslands, State forest),
gap - low point or opening between hills or mountains or in a ridge or mountain range
(col, notch, pass, saddle, water gap, wind gap),
geyser - eruptive spring from which hot water and (or) steam and in some cases mud are
periodically thrown.
glacier - body or stream of ice moving outward and downslope from an area of
accumulation; an area of relatively permanent snow or ice on the top or side of a
mountain or mountainous area (icefield, ice patch, snow patch).
gut - relatively small coastal waterway connecting larger bodies of water or other
waterways (creek, inlet, slough).
harbor - sheltered area of water where ships or other watercraft can anchor or dock
(hono, port, roads, roadstead).
hospital - building where the sick or injured may receive medical or surgical attention
(infirmary).
island - area of dry or relatively dry land surrounded by water or low wetland
(archipelago, atoll, cay, hammock, hummock, isla, isle, key, moku, rock).
isthmus - narrow section of land in a body of water connecting two larger land areas.
lake - natural body of inland water (backwater, lac, lagoon, laguna, pond, pool, resaca,
waterhole).
lava - formations resulting from the consolidation of molten rock on the surface of the
Earth (kepula, lava flow),
levee - natural or manmade embankment flanking a stream (bank, berm).
locale - place at which there is or was human activity; it does not include populated
places (ppl), mines, and dams (battlefield, crossroad, camp, farm, ghost town,
junction, landing, railroad siding, ranch, ruins, site, station, windmill),
mine - place or area from which commercial minerals are or were removed from the
Earth; not including oilfield (pit, quarry, shaft),
oilfield - area where petroleum is or was removed from the Earth.
other - category for miscellaneously named manmade entities that cannot readily be
placed in the other feature classes listed here,
park- place or area set aside for recreation or preservation of a cultural or natural
resource and under some form of government administration; not including
National or State forests (national historical landmark, national park, state park,
wilderness area).
pillar - vertical, standing, often spire-shaped, natural rock formation (chimney,
monument, pinnacle, pohaku, rock tower),
plain - a region of general uniform slope, comparatively level and of considerable extent
(grassland, highland, kula, plateau, upland).

47
 APPENDIX F.—Glossary of Feature-Class Terms—continued

ppl- populated place; place or area with clustered or scattered buildings and a
permanent human population (city, settlement, town, village).
range - chain of hills or mountains; a somewhat linear complex mountainous or hilly
area (cordillera, sierra).
rapids - fast-flowing section of a stream, often shallow and with exposed rock or
boulders (riffle, ripple).
reserve - a tract of land set aside for a specific use; does not include forests, civil
divisions, or parks,
reservoir - artificially impounded body of water (lake, tank).
ridge - elevation with a narrow, elongated crest which can be part of a hill or mountain
(crest, cuesta, escarpment, hogback, lae, rim, spur),
school- building or group of buildings used as an institution for study, teaching, and
learning (academy, college, high school, university),
sea - large body of salt water (gulf, ocean),
slope - a gently inclined part of the Earth's surface (grade, pitch).
spring - place where underground water flows naturally to the surface of the Earth (seep),
stream - linear body of water flowing on the Earth's surface (anabranch, awawa, bayou,
branch, brook, creek, distributary, fork, kill, pup, rio, river, run, slough),
summit - prominent elevation rising above the surrounding level of the Earth's surface;
does not include pillars, ridges, or ranges (ahu, berg, bald, butte, cerro, colina,
cone, cumbre, dome, head, hill, horn, knob, knoll, mauna, mesa, mesita, mound,
mount, mountain, peak, puu, rock, sugarloaf, table, volcano),
swamp - poorly drained wetland, fresh or saltwater, wooded or grassy, possibly covered
with open water (bog, cienega, marais, marsh, pocosin).
tower - a manmade structure, higher than its diameter, generally used for observation,
storage, or electronic transmission,
trail - route for passage from one point to another; does not include roads or highways
(jeep trail, path, ski trail),
tunnel - linear passageway open at both ends.
valley - linear depression in the Earth's surface that generally slopes from one end to the
other (barranca, canyon, chasm, cove, draw, glen, gorge, gulch, gulf, hollow,
ravine).
well- manmade shaft or hole in the Earth's surface used to obtain fluid or gaseous
materials.
woods - small area covered with a dense growth of trees; does not include an area of
trees under the administration of a political agency (see forest).

48
 APPENDIX G.—Map Feature Guide
(* indicates diacritical mark missing)

SOURCE
FEATURE PRIME POINT
GENERIC/WORD CLASS POINT REQ

Aa lava center
Aboiteau reservoir dam
Academy school center
Acclivity slope center
Acequia canal center
Addition locale center
Adert slope center
Adit mine center
Agency locale center
Agua stream mouth yes
Abu summit top
Aiguille pillar top
Air Facility military center
Air Force Base military center
Air Station military center
Airfield airport center
Airport airport center
Airstrip airport center
Aisle gap center
Alcove cave center
AUtbe reservoir dam
Alluvial Fan area center
Alluvium area center
Alto summit top
Ammunition Depot military center
Ammunition Plant military center
Amphibious Base military center
Amphitheater basin center
Amusement Park park center
Anabranch stream mouth yes
Anchor bar center
Anchorage harbor center
Ante bay center
Anse stream mouth yes
Aquafact pillar top
Aquatic Preserve park center
Aqueduct canal center
Arboretum park center
Arch arch center
Archipel island center
Archipelago island center
Area area center
Arete * ridge center
Arm bay center
Arm stream mouth yes
Arm summit top

49
 APPENDDC G.—Map Feature Guidc—cootinued
(* indicates diacritical mark missíng)
SOURCE
FEATURE PRIME POINT
GENERIC/WORD CLASS POINT REQ

Army Depot military center

Army Headquarters military center
Army Post military center
Arrecife bar center
Arroyo arroyo mouth yes
Arroyo stream mouth yes
Arsenal military center
Atoll island center
Awawa stream mouth yes
Back slope center
Back summit top
Backbone ridge center
Backdeep valley mouth yes
Backwater lake center
Badlands área center
Bag bay center
Bahada área center
Bahía bay center
Baie bay center
Baie gut center
Baie lake center
Baissiere lake center
Bald summit top
Baldy summit top
Balk ridge center
BaU ridge center
BaU summit top
Bally summit top
Balm cave center
Balneario beach center
Banc bar center
Banco lake center
Bank bar center
Bank levee center
Banks summit top
Bantam bar center
Bar bar center
Baraboo summit top
Barachois lake center
Barasway lake center
Barchan summit top
Barracks military center
Barranca valley mouth yes
Barre bar center
Barren summit top
Barrens área center
Barrier Beach island center

50
 APPENDDC G.—Map Feature Guide—continued
(* indicates diacritical mark missing)

SOURCE
FEATURE PRIME POINT
GENERIC/WORD CLASS POINT REQ

Barrier Island island center

Barrio civil center
Basin harbor center
Basin basin center
Basin bay center
Bassin basin center
Bath spring center
Battery military center
Battle Field lócale center
Battlefield lócale center
Batture summit top
Bay bay center
Bay lake center
Bay swamp center
Baygall swamp center
Baygul swamp center
Bayou swamp center
Bayou stream mouth yes
Bayou (flowing) stream mouth yes
Bayou (stagnant) gut center
Beach (populated) ppl center
Beach (unpopulated) beach center
Beacon tower center
Bed fíat center
Bed stream mouth yes
Beigh ppl center
Beiim summit top
Bell island center
Bell bar center
Ben peak top
Bench bench center
Bend bend center
Berg summit top
Berm ridge center
Berth harbor center
Bight bay center
Bill cape center
Bite bay center
Block pillar top
Block summit top
Blow-Me-Down cliff center
Blowhole cave center
Blowout basin center
Bluff cliff center
Boca área center
Bocea cráter center
Bog swamp center

51
 APPENDDC G.—Map Feature Guidc—continued
(* indicates diacritical mark missing)

SOURCE
FEATURE PRIME POINT
GENERIC/WORD CLASS POINT REQ

Bogan swamp center

Bogue (flowing) stream mouth yes
Bogue (still) lake center
Bois woods center
Bolly summit top
Bolsón basin center
Bonnet summit top
Borehole well center
Boro ppl center
Borough ppl center
Borough civil center
Bosquet woods center
Bosse summit top
Bot bend center
Bottleneck bay center
Bottom bend center
Bottom stream mouth yes
Bottoms fíat center
Boulder summit top
Bour stream mouth yes
Bourne stream mouth yes
Bowl basin center
Box valley mouth yes
Box Canyon valley mouth yes
Bracket área center
Brake swamp center
Brake stream mouth yes
Brake woods center
Branch swamp center
Branch stream mouth yes
Branche stream mouth yes
Brandies bar center
Bray summit top
Breachway gut center
Breakers área center
Breaks área center
Breaks cliff center
Breakwater dam center
Bridal Veil falls center
Bridge bridge center
Brisants bar center
Broad área center
Broad gut center
Brook stream mouth yes
Brow cliff center
Buckle swamp center
Buffalo Jump cliff center

52
 APPENDIX G.—Map Feature Guide—continued
(* indicates diacritical mark missing)

SOURCE
FEATURE PRIME POl
GENERIC/WORD CLASS POINT RE

Building building center

Bull summit top
Bur ppl center
Burg ppl center
Burgh ppl center
Burial cemetery center
Burn stream mouth yes
Burn area center
Burr summit top
Bury ppl center
Burying Ground cemetery center
Bute summit top
Butt summit top
Butte summit top
Buttereau summit top
Buttress cliff center
By ppl center
Cabeza cape center
Cabo cape center
Cabin locale center
Cachment reservoir dam
Cairn summit top
Cairn park center
Cajon valley mouth yes
Cala stream mouth yes
C aldera crater center
Caldron basin center
Caleta bay center
Caleta stream mouth yes
Callow area center
Cam stream mouth yes
Camas flat center
C amass flat center
Camp locale center
Campagna plain center
Campground locale center
Campus school center
Canada * valley mouth yes
Canal canal center
Canal * channel center
Candelas pillar top
Cano * stream mouth yes
Canon * valley mouth yes
Canyon valley mouth yes
Cap summit top
Cap cape center
Cape cape center

S3
 APPENDDC G.—Map Feature Guide—continuad
(* indicates diacritical mark missing)
SOURCE
FEATURE PRIME POINT
GENERIC/WORD CLASS POINT REQ

Capilla church center

Caire plain center
Carse bend center
Cas pillar top
Casa building center
Cascade falla center
C áster ppl center
Castle pillar top
Cataract rapids center
Cataract falla center
Catchment basin center
Causeway bridge center
Cave basin center
Cave cave center
Cavern cave center
Cáveme cave center
Caverns cave center
Cay island center
Caye island center
Cayo bay center
Cayo island center
Ceja cliff center
Cellar cave center
Cemetery cemetery center
Cerrillo summit top
Cenito summit top
Cerro summit top
Cestar ppl center
Cey island center
Chain range center
Champ plain center
Champaign plain center
Channel stream mouth yes
Channel (man-made) canal center
Channel (natural) channel center
Chapel church center
Charco lake center
Chasm valley mouth yes
Chenal channel center
Chester Ppl center
Chimney pillar top
Chimney summit top
Chine valley mouth yes
Chokey channel center
Chops cape center
Chuck bay center
Chuck lake center

54
 APPENDIX G.—Map Feature Guide—continued
(* indicates diacritical mark missing)

SOURCE
FEATURE PRIME POI
GENERIC/WORD CLASS POINT RE

Chuckle bar center

Church church center
Chute stream mouth yes
Chute channel center
Chute gut center
Chute rapids center
Cienaga swamp center
Cinder summit top
Cirque basin center
Cistern reservoir dam
City (administrative) civil center
City (populated place) PPl center
Civil Division civil center
Claim civil center
Clearing flat center
Cleft valley mouth yes
Cleuch valley mouth yes
Cleugh valley mouth yes
Cliff cliff center
Cliff Dwellings locale center
Clint flat center
Clove valley mouth yes
Cluse valley mouth yes
Coast beach center
Coast Guard Base military center
Coast Guard Lifeboat Station military center
Coastline beach center
Col gap center
Colina summit top
Collado summit top
College school center
Colline summit top
Colombier gap center
Column pillar top
Comb ridge center
Combe valley mouth yes
Common park center
Community ppl center
Community Center building center
Cone summit top
Confluence bend center
Confluent area center
Congress swamp center
Constriction gap center
Coombe valley mouth yes

55
 APPENDIX
(• indicates diacritical

SOURCE
FEATURE PRIME POI
GENERIC/WORD CLASS POINT RE

Cordillera range center

Corner locale center
Corner ppl center
Corner valley mouth yes
Corners locale center
Corniche cliff center
Corral locale center
Correctional Center building center
Corrider gap center
Corrie basin center
Cote beach center
Cote summit top
Cote * area center
Coteau area center
Couch ridge center
Coude bend center
Coulee arroyo mouth yes
Coulee stream mouth yes
Coulee valley mouth yes
Coulee * lake center
Couloir valley mouth yes
Coulter beach center
Country area center
Country Club locale center
County civil center
County park park center
Courant stream mouth yes
Courbe bend center
Cours stream mouth yes
Court House building center
Cove slope center
Cove (land) valley mouth yes
Cove (water) bay center
Crag cliff center
Craigs cliff center
Cran gap center
Crater crater center
Cratere crater center
Creek bay center
Creek canal center
Creek gut center
Creek stream mouth yes
Crest (linear) ridge center
Crest (top) summit top
Crete ridge center
Crevasse (earth) valley mouth yes
Crevasse (ice) glacier center

56
 APPENDIX G.—Map Feature Guide—continued
(* indicates diacritical mark missing)

SOURCE
FEATURE PRIME POINT
GENERIC/WORD CLASS POINT REQ

Clique bay center

Clique stream mouth yes
Crook bend center
Crossing crossing center
Crossroads locale center
Crown summit top
Cuchilla ridge center
Cuesta ridge center
Cul-de-sac channel center
Culvert tunnel center
Cumb valley mouth yes
Cumbre summit top
Cup summit top
Current stream mouth yes
Curve bend center
Cusp beach center
Cut channel center
Cut gap center
Cutbank levee center
Cutoff bend center
Cutoff channel center
Cypriere * swamp center
Dairy locale center
Dale valley mouth yes
Dalles cliff center
Dalles valley mouth yes
Dam dam center
Danger bar center
Deadening swamp center
Deadwater area center
Debouche gut center
Debouchure area center
Decharge stream mouth yes
Decharge gut center
Declivity slope center
Deep area center
Defile gap center
Dell valley mouth yes
Delta area center
Demoiselles pillar top
Den valley mouth yes
Depot locale center
Depression basin center
Descent slope center
Descente slope center
Desert plain center
Detroit channel center

57
 APPENDDC G.—Map Feature Guide—continued
(* indicates diacritical mark missing)

SOURCE
FEATURE PRIME POINT
GENERIC/WORD CLASS POINT REQ

Deversant slope center

Dike stream mouth yes
Dike levee center
D ingle valley mouth yes
Dismal swamp center
Distributary stream mouth yes
District civil center
Ditch canal center
Ditch stream mouth yes
Divide ridge center
División civil center
Doab cape center
Dock lócale center
Dockyard lócale center
Dol valley mouth yes
Dolina basin center
Doline basin center
Dome summit top
Donga valley mouth yes
Doubles summit top
Down fíat center
Downs lócale center
Draft valley mouth yes
Dragway lócale center
Drain (man-made) canal center
Drain (natural) stream mouth yes
Draw (deep) valley mouth yes
Draw (shallow) arroyo mouth yes
Dribble stream mouth yes
Drift summit top
Droke valley mouth yes
Droke stream mouth yes
Droke woods center
Drook woods center
Drook stream mouth yes
Drook valley mouth yes
Drop falls center
Drum summit top
Drumlin summit top
Drumlinoid summit top
Drumloid summit top
Drywash arroyo mouth yes
Dugout channel center
Dugout stream mouth yes
üump falls center
Dun summit top
Dune summit top

58
 APPENDDC G.—Map Feature Guide—continued
(* indicates diacritical mark missing)

SOURCE
FEATURE PRIME POINT
GENERIC/WORD CLASS POINT REQ

Dustwell basin center

Dwip summit top
Ears pillar top
Eau sea center
Eau lake center
Echouerie bar center
Eddy rapids center
Eddy bay center
Edge ridge center
Elbow bar center
Elbow bend center
Elevation summit top
Embankment levee center
Embayment bay center
Embouchure área center
Eminence summit top
End cape center
Ensenada bay center
Entrance gut center
Entree gut center
Erg plain center
Escarpment cliff center
Esker ridge center
Estáte lócale center
Estero bay center
Estero stream mouth yes
Estuary bay center
Everglade swamp center
Exclosure lócale center
Eye island center
Eye arch center
Eyot island center
Face cliff center
Fairgrounds lócale center
Fairway channel center
Falais es cliff center
FaU falls center
Falls stream mouth yes
Falls falls center
Fan área center
Fang summit top
Farm lócale center
Faro island center
Fault valley mouth yes
Faux chenal channel center
Feeder stream mouth yes
Fell summit top

59
 APPENDIX G.—Map Feature Guide—continued
(* indicates diacritical mark missing)

SOURCE
FEATURE PRIME POI
GENERIC/WORD CLASS POINT RE

Fells area center

Fen swamp center
Ferry locale center
Field park center
Fields flat center
Fill summit top
Filter Plant building center
Finger lake center
Finger pillar top
Fiord valley mouth yes
Fire House building center
Firetower locale center
Firing Center military center
Firing Range military center
Firn glacier center
Firth bay center
Fishing Ground area center
Fissure valley mouth yes
Fjord valley mouth yes
Flake cliff center
Flat flat center
Flatiron summit top
Flats swamp center
Flats (inundated) bar center
Flatwoods swamp center
Fleche summit top
Fleuve stream mouth yes
Flooding reservoir dam
Floodplain swamp center
Floodway channel center
Floor flat center
Flow stream mouth yes
Flow bay center
Flowage reservoir dam
Flume stream mouth yes
Flume (man-made) canal center
Flume (natural) valley mouth yes
Fly swamp center
Fly stream mouth yes
Fold summit top
Folly area center
Fond bend center
Foot locale center
Foot area center
Foot Bridge bridge center
Foothills summit top
Ford locale center

60
 APPENDIX G.—Map Feature Guide—continued
(* indicates diacritical mark missing)

SOURCE
FEATURE PRIME POINT
GENERIC/WORD CLASS POINT REQ

Ford stream mouth yes

Foredune summit top
Foreland cliff center
Foreside beach center
Forest (administrative) forest center
Forest (natural) area center
Forge locale center
Fork stream mouth yes
Fort locale center
Fortress military center
Foso stream mouth yes
Fosse canal center
Fosse cemetery center
Fosse mine center
Fosse stream mouth yes
Foulground bar center
Foundry locale center
Fount lake center
Fountain geyser center
Fourche stream mouth yes
Freshet stream mouth yes
Fulje basin center
Fumaroles geyser center
Funnel gap center
Furnace locale center
Furrow valley mouth yes
Galera ridge center
Gallery gut center
Gallery gap center
Game Management Area park center
Game Reserve park center
Gap gap center
Garden area center
Gate dam center
Gate gap center
Gate channel center
Gateway channel center
Gaze summit top
Geyser geyser center
Ghost Town locale center
Gill valley mouth yes
Gin locale center
Girdle bar center
Glacier glacier center
Glacis slope center
Glade flat center
Glen valley mouth yes

61
 APPENDDC G.—Map Feature Guide—continued
(* indicates diacritical mark missing)

SOURCE
FEATURE PRIME POINT
GENERIC/WORD CLASS POINT REQ

Gloryhole mine center

Goe cave center
Goldfield área center
Golf Course lócale center
Golfe bay center
Gorge valley mouth yes
Goulet gut center
Graben valley mouth yes
Grade slope center
Gradient slope center
Graike basin center
Grain Elevator lócale center
Grange lócale center
Grange Hall lócale center
Grant civil center
Grassland plain center
Grave cemetery center
Gravel Fan área center
Greenbelt park center
Greve beach center
Gristraill lócale center
Grotte cave center
Grotto cave center
Ground shoal center
Group área center
Grove woods center
Guard Station lócale center
Gulch valley mouth yes
Gulf (land) valley mouth yes
Gulf (water) bay center
Gulley arroyo mouth yes
Gully stream mouth yes
Gully channel center
Gully lake center
Gully valley mouth yes
Gurnet channel center
Gut bay center
Gut gut center
Gut stream mouth yes
Gut valley mouth yes
Gutter channel center
Gutter stream mouth yes
Gutter valley mouth yes
Guzzle stream mouth yes
Hall lócale center
Ham ppl center
Hamada plain center

62
 APPENDIX G.—Map Feature Guide—continued
(* indicates diacritical mark missing)

SOURCE
FEATURE PRIME POINT
GENERIC/WORD CLASS POINT REQ

Hamlet Dpi center

Hammock island center
Hamongog summit top
Hamp ppl center
Harbor (man-made) harbor center
Harbor (natural) bay center
Hassock island center
Hat area center
Hat flat center
Haut-fond bar center
Haven harbor center
Havre harbor center
Hay flat center
Hay Meadow swamp center
Haystack island center
Head island center
Head stream mouth yes
Head swamp center
Head summit top
Head (hill) summit top
Head (steep face) cliff center
Headland cliff center
Headwall cliff center
Headwaters stream mouth yes
Heath flat center
Heath swamp center
Heaven summit top
Heights summit top
High summit top
High School school center
Highland area center
Hill summit top
Hillock summit top
Hills range center
Hirst levee center
Historical Marker park center
Hogback ridge center
Hole basin center
Hole cave center
Hole channel center
Hole valley mouth yes
Hole lake center
Hole (land) bend center
Hole (water) bay center
Hollow valley mouth yes
Homestead locale center
Hono harbor center

63
 APPENDIX G.—Map Feature Guide—continued
(* indicates diacritical mark missing)

SOURCE
FEATURE PRIME POINT
GENERIC/WORD CLASS POINT REQ

Hoodoos ridge center

Hook bend center
Hook cape center
Hook bar center
Horn summit top
Horn swamp center
Horseback ridge center
Horseshoe bend center
Horseshoe lake center
Horst summit top
Hospital hospital center
Hot Spring spring center
Huerfano summit top
Hum summit top
island center
Hump summit top
Hurst summit top
Ice Patch glacier center
Ice Shelf glacier center
Icecap glacier center
Icefall glacier center
Icefield glacier center
Icesheet glacier center
Iglesia church center
lie island center
Ilet island center
Ilette island center
Hot island center
Incline trail center
Incline slope center
Indian Reservation reserve center
Industrial Park locale center
Inferno valley mouth
Infirmary hospital center
Inlet channel center
Inlet stream mouth
Inlet (channel) gut center
Inlet (water body) bay center
Inn locale center
Institute school center
Interchange locale center
Intercolline gap center
Interfluve swamp center
Intervale swamp center
Intervale basin center
Island(s) island center
Isla island center

64
 APPENDIX G.—Map Feature Guide—continued
(* indicates diacritical mark missing)

SOURCE
FEATURE PRIME POINT
GENERIC/WORD CLASS POINT REQ

Isle island center

Islet island center
Islote island center
Isthmus isthmus center
Jambs valley mouth yes
Jardins area center
Jeep Trail trail center
Jetty dam center
Jonction locale center
Jugs summit top
Jumpoff cliff top
Junction locale center
Kame summit top
Kap cliff center
Kar basin center
Karroo plain center
Karst area center
Keana cave center
Kernbut summit top
Kettle basin center
Kettlehole basin center
Key island center
Kill stream mouth yes
Kills harbor center
Kink bend center
Kipuka island center
Kipuka lava center
Kirk church center
Knap summit top
Knob summit top
Knoll summit top
Kop summit top
Kopje summit top
Kula plain center
Kwun cape center
Labyrinth island center
Lac lake center
Lae cape center
Lae ridge center
Lago lake center
Lagoon (open water) lake center
Lagoon (vegetation) swamp center
Laguna lake center
Laguna stream mouth yes
Lagune lake center
Lake flat center
Lake(s) lake center

65
 APPENDIX G.—Map Feature Guide—continued
(* indicates diacritical mark missing)

SOURCE
FEATURE PRIME POINT
GENERIC/WORD CLASS POINT REQ

Lakebed flat center

Land area center
Land Grant civil center
Landfall slope center
Landing locale center
Landing Field airport center
Landing Strip airport center
Landslide slope center
Landslip slope center
Langue cape center
Langue isthmus center
Lateral canal center
Lateral stream mouth
Lava lava center
Lava Cone lava center
Lava Delta lava center
Lava Field lava center
Lava Flow lava center
Lava Pit crater center
Lava Plain lava center
Lava Plateau lava center
Lava Tongue lava center
Lava Tube lava center
Lea plain center
Leach Hole cave center
Lead channel center
Lead ridge center
Ledge summit top
Ledge (land) bench center
Ledge (water) bar center
Ledge island center
Leg canal center
Leg bay center
Leg gut center
Lenticular summit top
Levee levee center
Level flat center
Lick area center
Lick stream mouth
Lighthouse locale center
Littoral beach center
Llano area center
Locale (little or no locale center
population)
Locality locale center
Loch lake center
Loch lake center

66
 APPENDIX G.—Map Feature Guide—continued
(* indicates diacritical mark missing)

SOURCE
FEATURE PRIME POINT
GENERIC/WORD CLASS POINT REQ

Lochan lake center

Locks dam center
Logan swamp center
Loma summit top
Loma summit top
Longshore Bar bar center
Longstone pillar top
Lookoff locale center
Lookout locale center
Lookout summit top
Loop bend center
Loop Lake lake center
Lough lake center
Lowland flat center
Lowmoor swamp center
Lua crater center
Lump summit top
Lump bar center
Lump island center
Lunatt bar center
Maar crater center
Mai Bay lake center
Malaspina glacier center
Malpais area center
Mamelon summit top
Mangrove swamp center
Mar sea center
Marais lake center
Marais stream mouth yes
Marais swamp center
Marche area center
Mare lake center
Marecage swamp center
Mareman swamp center
Marina locale center
Marine Corps Air Station military center
Marine Corps Base military center
Marker park center
Market locale center
Marsh stream mouth yes
Marsh swamp center
Mash swamp center
Mass summit top
Massif range center
Matterhorn summit top
Mauna summit top
Mead flat center

67
 APPENDDC G.—Mas Feature Guide—continued
(* indicates diacritical mark missing)

SOURCE
FEATURE PRIME POINT
GENERIC/WORD CLASS POINT REO
Meadow fíat center
Meadow s tream mouth yes
Meander bend center
Meander Core bend center
Meandre bend center
Medaño summit top
Meetinghouse church center
Memorial Garden cemetery center
Mendip summit top
Mer sea center
Mesa summit top
Meseta summit top
Mesita summit top
Midway channel center
Military Reservation military center
MUÍ lócale center
Millpond reservoir dam
Millrace s tream mouth yes
Millstream s tream mouth yes
MUltown lócale center
Mine mine center
Mineral Pile mine center
Mire swamp center
Mish swamp center
Missile Base military center
Missile Range military center
Mission church center
Mitre summit top
Mofette valley mouth yes
Moku island center
Mole dam center
Monadnock summit top
Monastery church center
Monolith pillar top
Mont summit top
Montagne summit top
Montanas * range center
Monte summit top
Monticle cráter center
Monticule cráter center
Monument island center
Monument pillar top
Monument park center
Moor fíat center
Mor fíat center
Moraine (área) summit top
Moraine (linear) ridge center

68
 APPENDIX G.—Map Feature Guide—continued
(* indicates diacritical mark missing)

SOURCE
FEATURE PRIME POINT
GENERIC/WORD CLASS POINT REQ

Morais swamp center

Morass swamp center
Moremma swamp center
Morne swamp center
Morriner ridge center
Mosque church center
Motion area center
Mott woods center
Mott summit top
Motte cliff top
Motte summit top
Mouillage harbor center
Mouillere * lake center
Mouillere * swamp center
Moulin glacier center
Mound summit top
Mount summit top
Mountain summit top
Mountain Chain range center
Mountain Group range center
Mountain Range range center
Mountain System range center
Mountains range center
Mountainside cliff center
Mouth channel center
Mouth area center
Mud Cone summit top
Mud Flat flat center
Mud Pot spring center
Mudbank bar center
Mudflow slope center
Mull cape center
Municipality civil center
Municipio * civil center
Muraille cliff center
Museum building center
Muskeg swamp center
Nap flat center
Narrow gap center
Narrows gap center
Narrows gut center
Narrows ridge center
Narrows channel center
Narrows valley mouth
Natatorium locale center
National Forest forest center
National Grasslands forest center

69
 APPENDDC G.—Map Feature Guidc—continued
(* indicates diacrítica! mark missing)

SOURCE
FEATURE PRIME POINT
GENERIC/WORD CLASS POINT REQ

National Historical Landmark park center

National Monument park center
National Park (administrative) park center
National Seashore park center
National Wilderness Área park center
National Wildlife Área park center
Natural Bridge arch center
Naval Air Station military center
Naval Base military center
Naval Shipyard military center
Naze cliff center
Neck cape center
Neck valley mouth yes
Needle pillar top
Ness cape center
Nevé * glacier center
Nez cape center
Nez summit top
Niche cave center
Nip cave center
Nipple(s) summit top
Nob summit top
Nobble summit top
Nook summit top
Nook bay center
Nose cliff center
Nose summit top
Notch gap center
Notch channel center
Novitiate church center
Nub island center
Nubble summit top
Nubble island center
Nuddicks range center
Nullah valley mouth yes
Nunatak summit top
Nursery lócale center
Oasis spring center
Obelisk tower center
Observatory building center
Ocean sea center
Océano * sea center
Offset ridge center
Offshore Bar bar center
Oil Pumping Station oilfield center
Oilfield oilfield center
OUwell well center

70
 APPENDDC G.—Map Feature Guide—continued
(* indicates diacritical mark missing)
SOURCE
FEATURE PRIME POINT
GENERIC/WORD CLASS POINT REQ

Ojito spring center

Ojo spríng center
Open fíat center
Open Bay bay center
Opening channel center
Orchard lócale center
Ordinary lócale center
Ordnance Laboratory military center
Ordnance Plant military center
Os ridge center
Osar ridge center
Outcrop summit top
Outlet channel center
Outlet stream mouth yes
Outwash plain center
Oven cave center
Overfall rapids center
Overhang cüff center
Overlook lócale center
Overpass bridge center
Oxbow bend center
Oxbow lake center
Padou gut center
Pagoda church center
Panas summit top
Pain de sucre summit top
Pali cliff center
Palisades cliff center
Pampas plain center
Pan fíat center
Panplain plain center
Paps range center
Paramula range center
Paramo área center
Parish civü center
Park (administrative) park center
Park (natural) fíat center
Pasaje channel center
Pass gap center
Pass channel center
Pass stream mouth yes
Passage (navigation) channel center
Passage (portage) lócale center
Passe gap center
Passe channel center
Pasture fíat center
Patch bar center

71
 APPENDIX G.—Map Feature Guide—continued
(* indicates diacritical mark missing)

SOURCE
FEATURE PRIME POINT
GENERIC/WORD CLASS POINT REQ

Path trail center

Paw summit top
Peak summit top
Pediment slope center
Pen locale center
Pena * pillar top
Penasco * pillar top
Peneplain plain center
Peninsula cape center
Peninsule cape center
Penitentiary building center
Pepino summit top
Pic summit top
Picacho summit top
Picnic Area locale center
Pico summit top
Piedmont range center
Piemont range center
Pier locale center
Pikes summit top
Pile summit top
Pillar pillar top
Pinacle pillar top
Pinacle summit top
Pinchgut bay center
Pingo summit top
Pinnacle pillar top
Pinnacles island center
Pit basin center
Pit mine center
Pitch rapids center
Pitch slope center
Piton summit top
Pits flat center
Place locale center
Placer area center
Plage beach center
Plain plain center
Plaine plain center
Plains plain center
Plantation civil center
Plantation ppl center
Plantation locale center
Plat plain center
Plateau plain center
Platform bench center
Platform oilfield center

72
 APPENDIX G.—Map Feature Guide—continued
(* indicates diacritical mark missing)

SOURCE
FEATURE PRIME POINT
GENERIC/WORD CLASS POINT REQ

Playa area center

Playa beach center
Plaza (cultural) locale center
Plaza (physical) area center
Plug isthmus center
Pocket basin center
Pocket swamp center
Pocosin swamp center
Pohaku pillar center
Point summit top
Point ridge center
Point (peninsula) cape center
Point (promontory) cliff center
Pointe cape center
Pointers range center
Pointu summit top
Pol island center
Polder flat center
Polje basin center
Pollack bar center
Polye basin center
Pond (man-made) reservoir dam
Pond (natural) lake center
Potior basin center
Pool (man-made) reservoir dam
Pool (natural) lake center
Port harbor center
Port ppl center
Port locale center
Port of Entry locale center
Portage locale center
Portal gap center
Portal mine center
Portal tunnel center
Porte gap center
Pot basin center
Pothole basin center
Potrero flat center
Poulier bar center
Pouroff arroyo mouth
Power Plant building center
Pozo reservoir dam
PPL (populated place) ppl center
Prairie area center
Pre flat center
Precinct civil center
Precipice cliff center

73
 APPENDIX G.—Map Feature Guide—continued
(* indicates diacritical mark missing)

SOURCE
FEATURE PRIME POINT
GENERIC/WORD CLASS POINT REQ

Presquile cape center

Priory church center
Prison building center
Projection cliff center
Promontoire cliff center
Promontoire summit top
Promontory cliff center
Prong stream mouth yes
Puddle lake center
Puddle stream mouth yes
Puerta gap center
Puertecito gap center
Puerto gap center
Puerto (land) gap center
Puerto (water) harbor center
Puffing Hole cave center
Pughole lake center
Pulpit summit top
Pumping Station building center
Punch Bowl basin center
Punta cape center
Punta summit top
Pup valley mouth yes
Pup stream mouth yes
Puragatory cave center
Puu summit top
Pyramids summit top
Quagmire swamp center
Quaking Bay swamp center
Quarry mine center
Quarry basin center
Quartermaster Depot military center
Quarters valley mouth yes
Quay locale center
Quebrada valley mouth yes
Queue bay center
Race rapids center
Race area center
Race stream mouth yes
Racetrack park center
Rade harbor center
Railroad Siding locale center
Railroad Station building center
Railroad Stop locale center
Rainpool lake center
Ramble valley mouth yes
Ramparts cliff center

74
 APPENDIX G.—Map Feature Guide—continued
(* indicates diacritical mark missing)

FEATURE PRIME
GENERIC/WORD CLASS POINT

Ranch locale center

Ranch slope center
Rancho civil center
Rang range center
Range channel center
Range range center
Ranger Station locale center
Rapide rapids center
Rapids rapids center
Rattle rapids center
Ravin valley mouth
Ravine valley mouth
Razorback ridge center
Reach channel center
Reach area center
Recif bar center
Reef ridge center
Reef bar center
Reentrant bend center
Refuge park center
Reg plain center
Relex cliff center
Remnant summit top
Remous rapids center
Resaca lake center
Resaca stream mouth
Research Station locale center
Reservacion Militar * military center
Reserve park center
Reserve forest center
Reserve reserve center
Reserve Training Center military center
Reservoir reservoir dam
Resort ppl center
Rest Area locale center
Retention Basin reservoir dam
Retreat harbor center
Retreat locale center
Revetment levee center
Ria bay center
Rib bar center
Ridge ridge center
Ridge island center
Riffle rapids center
Rift channel center
Rift valley mouth
Rig oilfield center

75
 APPENDDC G.—Map Featurc Guide—continued
(* indicates diacritical mark missing)
SOURCE
FEATURE PRIME POINT
GENERIC/WORD CLASS POINT REQ

Rigolet channel center

RUI streara mouth yes
Rira cape center
Rim cliff center
Rimrock cliff center
Rincón cape center
Rincón valley mouth yes
Rio stream mouth yes
Rip área center
Ripple rapids center
Rips rapids center
Rise slope center
Rito stream mouth yes
Rivage beach center
Rive beach center
River stream mouth yes
River Basin basin center
River Bed channel center
River Bottom bend center
River Valley valley mouth yes
Riveret stream mouth yes
Riviere stream mouth yes
Riviere * stream mouth yes
Rivulet stream mouth yes
Roads bay center
Roadstead harbor center
Roca bar center
Roche island center
Roche Moutonnee summit top
Rocher pillar top
Rocher island center
Rock bar center
Rock island center
Rock (massive) summit top
Rock (singular) pillar top
Rock Slide slope center
Rock Tower pillar center
Rockfall slope center
Rocks cliff center
Rodeo Grounds lócale center
Rognon summit top
Rookery island center
Room área center
Roost island center
Roost summit top
Rough ridge center
Roundhouse lócale center

76
 APPENDIX G.—Map Feature Guide—continued
(* indicates diacritical mark missing)

SOURCE
FEATURE PRIME POl
GENERIC/WORD CLASS POINT RE

Roundtop summit top

Route locale center
Rub slope center
Ruins locale center
Rulsseau stream mouth yes
Ruisselet stream mouth yes
Run flat center
Run stream mouth yes
Runaround stream mouth yes
Runnel stream mouth yes
Runoff stream mouth yes
Runround stream mouth yes
Saddle gap center
Saddleback ridge center
Sag gap center
Sag valley mouth yes
Sagpond lake center
Salient ridge center
Salina flat center
Salt Bottom flat center
Salt Flat flat center
Salt Lick flat center
Salt Marsh flat center
Salt Prairie flat center
Saltpan flat center
Salturn flat center
Sanctuary park center
Sand beach center
Sand Drift summit top
Sand Dune summit top
Sand Flat flat center
Sand Hills summit top
Sandbank bar center
Sandbar bar center
Sandia summit top
Sandkey island center
Sands bar center
Sandwash arroyo mouth yes
Sault rapids center
Savane plain center
Savane swamp center
Savanna plain center
Savannah swamp center
Sawback range center
Sawgrass swamp center
Scabland area center
Scabrock area center

77
 APPENDDC G.—Map Feature Guide—continued
(* indicates diacritical mark missing)

SOURCE
FEATURE PRIME POINT
GENERIC/WORD CLASS POINT REQ

Scar cliff center

Scarp cliff center
Scaur cliff center
Schloss summit top
School school center
School District civil center
Scrape área center
Scree slope center
Scrub woods center
Scrubland área center
Sea swamp center
Sea (continental) sea center
Sea (inland) lake center
Sea Arch arch center
Sea Cave cave center
Sea Mount pillar top
Sea Stack summit top
SeaWaU levee center
Seaboard beach center
Seacoast beach center
Seashore beach center
Seaside beach center
Seat summit top
Sedge island center
Sedge swamp center
Seep spring center
Seep stream mouth yes
Serrate summit top
Settlement ppl center
Sewer stream mouth yes
Shaft mine center
Shake isthmus center
Shake cave center
Shaw woods center
Sheep Camp lócale center
Sheepback summit top
Shelf bar center
Shelter lócale center
Shingle beach center
Shire civil center
Shoal bar center
Shoals stream mouth yes
Shop lócale center
Shore beach center
Shoreline beach center
Shoulder ridge center
Shoulder slope center

78
 APPENDIX G.—Map Feature Guide—continued
(* indicates diacritical mark missing)

SOURCE
FEATURE PRIME POI
GENERIC/WORD CLASS POINT RE

Shrine church center

Shutup valley mouth yes
Siding locale center
Sierra range center
Silo ppl center
SUva woods center
Sink basin center
Sinker island center
Sinkhole basin center
Site locale center
Skerries island center
Skerry island center
Ski Area locale center
Ski Trail trail center
Slag Heap mine center
Slang area center
Slash swamp center
Slash stream mouth yes
SUde slope center
Slide valley mouth yes
Slip locale center
Slofe stream mouth yes
Slope slope center
Slough lake center
Slough (flowing) stream mouth yes
Slough (stagnant) gut center
Slue stream mouth yes
Slue (not open channel) swamp center
Slue (open channel) gut center
Sluice canal center
Sluice Gate dam center
Snout summit top
Snow Patch glacier center
Snowfield glacier center
Snye stream mouth yes
Sog swamp center
Soi basin center
Solfatara summit top
Sommet summit top
Sonda bay center
Sound bay center
Sowback ridge center
Spa locale center
Space Flight Center military center
Speedway locale center
Spillway canal center
Spindle bar center

79
 APPENDIX G.—Map Feature Guide—continued
(* indicates diacritical mark missing)

SOURCE
FEATURE PRIME POINT
GENERIC/WORD CLASS POINT REQ

Spire pillar top

Spit bar center
Spoil Bank bar center
Sports Arena locale center
Spot bar center
Spring spring center
Springs spring center
Springs stream mouth yes
Spung stream mouth yes
Spur ridge center
Spur trail center
Square park center
Stack pillar top
Stadium park center
State Forest forest center
State Historic Site park center
State Park park center
State Preserve park center
Station (no population) locale center
Station (populated) ppl center
Statue park center
Stead ppl center
Steady lake center
Sted PPl center
Steephead cliff center
Steeple summit top
Steppe plain center
Steps bench center
Steptoe lava center
Still lake center
Stillwater area center
Stillwater area center
Stock Trail trail center
Stone island center
Stone cliff top
Store locale center
Strait channel center
Strand beach center
Strand swamp center
Strath flat center
Stream stream mouth yes
Stretch area center
Stretch channel center
Stringer stream mouth yes
Subsidence basin center
Suburb ppl center
Suck swamp center

80
 APPENDIX G.—Map Feature Guide—continued
(* indicates diacritical mark missing)

SOURCE
FEATURE PRIME POINT
GENERIC/WORD CLASS POINT REQ

Sugar Loaf summit top

Sugarloaf summit top
Summit (cultural) locale center
Summit (physical) summit top
Sump bar center
Sunker island center
Supply Center military center
Supply Depot military center
Swag gap center
Swale stream mouth yes
Swale valley mouth yes
Swallow basin center
Swallow Hole cave center
Swamp swamp center
Swamp stream mouth yes
Swash bar center
Synagogue church center
Tabernacle church center
Table summit top
Table Mountain summit top
Tableland (+ 3 mi. across) area center
Tableland (- 3 mi. across) summit top
Taiga woods center
Tail cape center
Talus slope center
Tank reservoir dam
Tanque reservoir dam
Tarsi swamp center
Tarn lake center
Tavern locale center
Teat summit top
Teeth bar center
Temple church center
Ten ppl center
Tepee pillar top
Terminals locale center
Terrace bench center
Terrain plain center
Terrane plain center
Terrasse levee center
Terrene plain center
Test Center military center
Test Range military center
Tete cliff center
Tete cape center
Teton summit top
Thalweg valley mouth yes

81
 APPENDIX G.—Map Feature Guide—continued
(* indicates diacritical mark missing)

SOURCE
FEATURE PRIME POINT
GENERIC/WORD CLASS POINT REQ

Thicket woods center

Thorofare channel center
Thorofare gut center
Thoroughfare channel center
Thoroughfare gap center
Thorpe ppl center
Throat stream mouth yes
Throughlet channel center
Thrum island center
Thrumcap island center
Thumb pillar top
Thurm cliff center
Thwaite flat center
Tickle gut center
Tidal Creek gut center
Tidal Flat flat center
Tidal Inlet gut center
Tidal Marsh swamp center
Tideland flat center
Tiderace stream mouth yes
Tie bar center
Tilt summit top
Timber park center
Tin ppl center
Tinaja spring center
Tipple locale center
Tit(s) summit top
Toe cape center
Toe summit top
Toll House locale center
Toll Plaza locale center
Tollgate locale center
Tolt summit top
Tomb cemetery center
Tombolo isthmus center
Ton ppl center
Tongue bar center
Tongue cape center
Tooth pillar top
Top summit top
Top cape center
Topsail summit top
Tor summit top
Torbiere summit top
Torrent rapids center
Tourelle summit top
Tournant summit top

82
 APPENDIX G.—Map Feature Guide—continued
(* indicates diacritical mark missing)

SOURCE
FEATURE PRIME POl
GENERIC/WORD CLASS POINT RE

Tower tower center

Tower (+ 500 ft. across) summit top
Tower (- 500 ft. across) pillar top
Towers range top
Towhead island center
Town civil center
Town (populated place) ppl center
Township civil center
Trace trail center
Trace stream mouth yes
Track trail center
Trail trail center
Tramway trail center
Transverse valley mouth yes
Trap lake center
Trench valley mouth yes
Trestle bridge center
Tributary stream mouth yes
Trou gap center
Trou cave center
Trough valley mouth yes
Tub basin center
Tuck woods center
Tule swamp center
Tulelands swamp center
Tump island center
Tun ppl center
Tundra plain center
Tunnel tunnel center
Turn bend center
Tusk pillar top
Tying bar center
University school center
Upbac slope center
Upland plain center
USS (permanently moored) park center
Uvala basin center
Vale valley Mouth yes
Valle valley mouth yes
Vallee valley mouth yes
Valley valley mouth yes
Vault valley mouth yes
Veldt plain center
Vereda trail center
Versant slope center
Viaduct bridge center
Village ppl center

83
 APPENDIX G.—Map Feature Guide—conti
(* indicates diacritical mark missing)

SOURCE
FEATURE PRIME POINT
GENERIC/WORD CLASS POINT REQ

Vlei valley mouth yes

Vley valley mouth yes
Vloer flat center
Vly lake center
Vly valley mouth yes
Vly swamp center
Vly stream mouth yes
Voe bay center
Volcano summit top
Wadi arroyo mouth yes
Walk stream mouth yes
Wall cliff center
Wallow basin center
Wallow valley mouth yes
Wash arroyo mouth yes
Wash stream mouth yes
Wash valley mouth yes
Washover flat center
Waste Bank bar center
Wasteland area center
Wasteway canal center
Water bay center
Water basin center
Water stream mouth yes
Water Gap gap center
Water Passage gut center
Water Pocket lake center
Water Sink basin center
Waters) lake center
Water(s) lake center
Watercourse (dry) arroyo mouth yes
Watercourse (flowing) stream mouth yes
Waterfall falls center
Waterfront harbor center
Waterhole (area) lake center
Waterhole (point) spring center
Watermill locale center
Waterpan lake center
Watershed ridge center
Watertank reservoir dam
Waterway gut center
Waterway channel center
Way channel center
Wayside locale center
Weapons Range military center
Wedge cape center
Weir dam dam

84
 APPENDIX G.—Map Feature Guide—continued
(* indicates diacritical mark missing)

SOURCE
FEATURE PRIME POINT
GENERIC/WORD CLASS POINT REQ

Well well center

Wetland flat center
Whaleback summit top
Wharf locale center
Whirlpool rapids center
Wich ppl center
Wick ppl center
Widger valley mouth yes
Wildlife Management Area park center
Wildlife Refuge park center
Wind Gap gap center
Windmill locale center
Winged Headland cliff center
Woodland woods center
Woods woods center
Worth ppl center
Y locale center
Yacht Club locale center
Yard locale center
Yardang ridge center
Zanja stream mouth yes
Zoo park center

85
 APPENDIX G.—Map Feature Guide—continued
(* indicates diacritical mark missing)

SOURCE
FEATURE PRIME POINT
CLASS GENERIC/WORD POINT REQ

airport Airfield center

airport Airport center
airport Airstrip center
airport Landing Field center
airport Landing Strip center
arch Arch center
arch Eye center
arch Natural Bridge center
arch Sea Arch center
area Alluvial Fan center
area Alluvium center
area Area center
area Badlands center
area Bahada center
area Barrens center
area Boca center
area Bracket center
area Breakers center
area Breaks center
area Broad center
area Burn center
area Callow center
area Confluent center
area Cote * center
area Coteau center
area Country center
area Deadwater center
area Debouchure center
area Deep center
area Delta center
area Embouchure center
area Fan center
area Fells center
area Fishing Ground center
area Folly center
area Foot center
area Forest (natural) center
area Garden center
area Goldfleld center
area Gravel Fan center
area Group center
area Hat center
area Highland center
area Jardins center
area Karst center
area Land center
area Lick center

86
 APPENDIX G.—Map Feature Guide—continued
(* indicates diacritical mark missing)

SOURCE
FEATURE PRIME POINT
CLASS GENERIC/WORD POINT REQ

area Llano center

area Malpais center
area Marche center
area Motion center
area Mouth center
area Paramo center
area Placer center
area Playa center
area Plaza (physical) center
area Prairie center
area Race center
area Reach center
area Rip center
area Room center
area Scabland center
area Scabrock center
area Scrape center
area Scrubland center
area Slang center
area Stillwater center
area Stretch center
area Tableland (+ 3 mi. across) center
area Wasteland center
arroyo Arroyo mouth yes
arroyo Coulee mouth yes
arroyo Draw (shallow) mouth yes
arroyo Drywash mouth yes
arroyo Gulley mouth yes
arroyo Pouroff mouth yes
arroyo Sandwash mouth yes
arroyo Wadi mouth yes
arroyo Wash mouth yes
arroyo Watercourse (dry) mouth yes
bar Anchor center
bar Arrecife center
bar Banc center
bar Bank center
bar Bantam center
bar Bar center
bar Barre center
bar Bell center
bar Brandies center
bar Brisants center
bar Chuckle center
bar Danger center
bar Echouerie center
bar Elbow center

87
 APPENDDC G.—Map Feature Guide—continued
(* indicates diacritical mark missing)
SOURCE
FEATURE PRIME POINT
CLASS GENERIC/WORE POINT REO

bar Fíats (inundated) center

bar Foulground center
bar Girdle center
bar Haut-fond center
bar Hook center
bar Ledge (water) center
bar Longshore Bar center
bar Lump center
bar Lunatt center
bar Mudbank center
bar Offshore Bar center
bar Patch center
bar Pollack center
bar Poulier center
bar Recif center
bar Reef center
bar Rib center
bar Roca center
bar Rock center
bar Sandbank center
bar Sandbar center
bar Sands center
bar Shelf center
bar Shoal center
bar Spindle center
bar Spit center
bar Spoil Bank center
bar Spot center
bar Sump center
bar Swash center
bar Teeth center
bar Tie center
bar Tongue center
bar Tying center
bar Waste Bank center
basin Amphitheater center
basin Basin center
basin Bassin center
basin Blowout center
basin Bolsón center
basin Bowl center
basin Caldron center
basin Catchment center
basin Cave center
basin Cirque center
basin Corrie center
basin Depression center

88
 APPENDDC G.—Map Feature Guide—continued
(* indicates diacritical mark missing)

SOURCE
FEATURE PRIME POINT
CLASS GENERIC/Wí POINT REQ

basin Dolina center

basín Doline center
basin Dustwell center
basin Fulje center
basin Graike center
basin Hole center
basin Intervale center
basin Kar center
basin Kettle center
basin Kettlehole center
basin Pit center
basin Pocket center
basin Polje center
basin Polye center
basin Ponor center
basin Pot center
basin Pothole center
basin Punch Bowl center
basin Quarry center
basin River Basin center
basin Sink center
basin Sinkhole center
basin Soi center
basin Subsidence center
basin Swallow center
basin Tub center
basin Uvala center
basin WaUow center
basin Water center
basin Water Sink center
bay Anse center
bay Arm center
bay Bag center
bay Babia center
bay Baie center
bay Basin center
bay Bay center
bay Bight center
bay Bite center
bay Bottleneck center
bay Caleta center
bay Cayo center
bay Chuck center
bay Cove (water) center
bay Creek center
bay Crique center
bay Eddy center

89
 APPENDIX G.—Map Feature Guide—continued
(* indicates diacritical mark missing)

SOURCE
FEATURE PRIME
CLASS GENERIC/WORD POINT

bay Embayment center

bay Ensenada center
bay Estero center
bay Estuary center
bay Firth center
bay Flow center
bay Golfe center
bay Gulf (water) center
bay Gut center
bay Harbor (natural) center
bay Hole (water) center
bay Inlet (water body) center
bay Leg center
bay Nook center
bay Open Bay center
bay Pinchgut center
bay Queue center
bay Ria center
bay Roads center
bay Sonda center
bay Sound center
bay Voe center
bay Water center
beach Balneario center
beach Beach (unpopulated) center
beach Coast center
beach Coastline center
beach Cote center
beach Coulter center
beach Cusp center
beach Foreside center
beach Greve center
beach Littoral center
beach Plage center
beach Playa center
beach Rivage center
beach Rive center
beach Sand center
beach Seaboard center
beach Seacoast center
beach Seashore center
beach Seaside center
beach Shingle center
beach Shore center
beach Shoreline center
beach Strand center
bench Bench center

90
 APPENDIX G.—Map Feature Guide—continued
(* indicates diacritical mark missing)

SOURCE
FEATURE PRIME
CLASS GENERIC/WORD POINT

bench Ledge (land) center

bench Platform center
bench Steps center
bench Terrace center
bend Bend center
bend Bot center
bend Bottom center
bend Cane center
bend Confluence center
bend Coude center
bend Courbe center
bend Crook center
bend Curve center
bend Cutoff center
bend Elbow center
bend Fond center
bend Hole (land) center
bend Hook center
bend Horseshoe center
bend Kink center
bend Loop center
bend Meander center
bend Meander Core center
bend Meandre center
bend Oxbow center
bend Reentrant center
bend River Bottom center
bend Turn center
bridge Bridge center
bridge Causeway center
bridge Foot Bridge center
bridge Overpass center
bridge Trestle center
bridge Viaduct center
building Building center
building Casa center
building Community Center center
building Correctional Center center
building Court House center
building Filter Plant center
building Fire House center
building Museum center
building Observatory center
building Penitentiary center
building Power Plant center
building Prison center
building Pumping Station center

91
 (* indicates diacritical mark missing)

SOURCE
FEATURE PRIME POINT
CLASS GENERIC/WORD POINT REQ

building Railroad Station center

canal Acequia center
canal Aqueduct center
canal Canal center
canal Channel (man-made) center
canal Creek center
canal Ditch center
canal Drain (man-made) center
canal Flume (man-made) center
canal Fosse center
canal Lateral center
canal Leg center
canal Sluice center
canal Spillway center
canal Wasteway center
cape Bill center
cape Cabeza center
cape Cabo center
cape Cap center
cape Cape center
cape Chops center
cape Doab center
cape End center
cape Hook center
cape Kwun center
cape Lae center
cape Langue center
cape Mull center
cape Neck center
cape Ness center
cape Nez center
cape Península center
cape Peninsule center
cape Point (península) center
cape Pointe center
cape Presquile center
cape Punta center
cape Rim center
cape Rincón center
cape Tail center
cape Tete center
cape Toe center
cape Tongue center
cape Top center
cape Wedge center
cape Wedge center
cave Alcove center

92
 APPENDDC G.—Map Feature Guide—continued
(* indicates diacritical mark missing)

SOURCE
FEATURE PRIME POINT
CLASS GENERIC/WORD POINT REQ

cave Batan center

cave Blowhole center
cave Cave center
cave Cavern center
cave Cáveme center
cave Caverns center
cave Cellar center
cave Goe center
cave Grotte center
cave Grotto center
cave Hole center
cave Keana center
cave Leach Hole center
cave Niche center
cave Nip center
cave Oven center
cave Puffing Hole center
cave Puragatory center
cave Sea Cave center
cave Shake center
cave Swallow Hole center
cave Trou center
cemetery Burial center
cemetery Burying Ground center
cemetery Cemetery center
cemetery Fosse center
cemetery Grave center
cemetery Memorial G arden center
cemetery Tomb center
channel Canal * center
channel Channel (natural) center
channel Chenal center
channel Chokey center
channel Chute center
channel Cul-de-sac center
channel Cut center
channel Cutoff center
channel Detroit center
channel Dugout center
channel Fairway center
channel Faux chenal center
channel Floodway center
channel Gate center
channel Gateway center
channel Gully center
channel Gurnet center
channel Gutter center

93
 APPENDDC G.—Map Fcature Guide—continued
(* indicates diacritical mark missing)

SOURCE
FEATURE PRIME POINT
CLASS GENERIC/WORD POINT REO

channel Hole center

channel Inlet center
channel Lead center
channel Midway center
channel Mouth center
channel Narrows center
channel Notch center
channel Opening center
channel Outlet center
channel Pasaje center
channel Pass center
channel Passage (navigation) center
channel Passe center
channel Range center
channel Reach center
channel Rift center
channel Rigolet center
channel River Bed center
channel Strait center
channel Stretch center
channel Thorofare center
channel Thoroughfare center
channel Throughlet center
channel Waterway center
channel Way center
church Capilla center
church Chapel center
church Church center
church Iglesia center
church Kirk center
church Meetinghouse center
church Mission center
church Monastery center
church Mosque center
church Novitiate center
church Pagoda center
church Priory center
church Shrine center
church Synagogue center
church Tabernacle center
church Temple center
civil Barrio center
civil Borough center
civil City (administrative) center
civil Civil División center
civil Claim center
civil County center

94
 APPENDIX G.—Map Feature Guide—continued
(* indicates diacritical mark missing)

SOURCE
FEATURE PRIME
CLASS GENERIC/WORD POINT

civil District center

civil Division center
civil Grant center
civil Land Grant center
civil Municipality center
civil Municipio * center
civil Parish center
civil Plantation center
civil Precinct center
civil Rancho center
civil School District center
civil Shire center
civil Town center
civil Township center
cliff Blow-Me-Down center
cliff Bluff center
cliff Breaks center
cliff Brow center
cliff Buffalo Jump center
cliff Buttress center
cliff Ceja center
cliff Cliff center
cliff Corniche center
cliff Crag center
cliff Craigs center
cliff Dalles center
cliff Escarpment center
cliff Face center
cliff Falaises center
cliff Flake center
cliff Foreland center
cliff Head (steep face) center
cliff Headland center
cliff Headwall center
cliff Jumpoff top
cliff Kan center
cliff Motte top
cliff Mountainside center
cliff Muraille center
cliff Naze center
cliff Nose center
cliff Overhang center
cliff Pali center
cliff Palisades center
cliff Point (promontory) center
cliff Precipice center
cliff Projection center

95
 APPENDIX G.—Map Feature Guide—continued
(* indicates diacritical mark missing)

SOURCE
FEATURE PRIME
CLASS GENERIC/WORD POINT

cliff Promontoire center

cliff Promontory center
cliff Ramparts center
cliff Relex center
cliff Rim center
cliff Rimrock center
cliff Rocks center
cliff Scar center
cliff Scarp center
cliff Scaur center
cliff Steephead center
cliff Stone top
cliff Tete center
cliff Thurm center
cliff Wall center
cliff Winged Headland center
crater Bocca center
crater Caldera center
crater Crater center
crater Cratere center
crater Lava Pit center
crater Lua center
crater Maar center
crater Monticle center
crater Monticule center
crossing Crossing center
dam Breakwater center
dam Dam center
dam Gate center
dam Jetty center
dam Locks center
dam Mole center
dam Sluice Gate center
dam Weir dam
falls Bridal Veil center
falls Cascade center
falls Cataract center
falls Drop center
falls Dump center
falls Fall center
falls Falls center
falls Waterfall center
flat Bed center
flat Bottoms center
flat Camas center
flat C amass center
flat Clearing center

96
 APPENDIX G.—Map Feature Guide—continued
(* indicates diacritical mark missing)

SOURCE
FEATURE PRIME
CLASS GENERIC/WORD POINT

flat Clint center

flat Down center
Hat Fields center
flat Flat center
flat Floor center
flat Glade center
flat Hat center
flat Hay center
flat Heath center
flat Lake center
flat Lakebed center
flat Level center
flat Lowland center
flat Mead center
flat Meadow center
flat Moor center
flat Mor center
flat Mud Hat center
flat Nap center
flat Open center
flat Pan center
flat Park (natural) center
flat Pasture center
flat Pits center
flat Polder center
flat Potrero center
flat Pre center
flat Run center
flat Salina center
flat Salt Bottom center
flat Salt Flat center
flat Salt Lick center
flat Salt Marsh center
flat Salt Prairie center
flat Saltpan center
flat Salturn center
flat Sand Flat center
flat Strath center
flat Thwaite center
flat Tidal Flat center
flat Tideland center
flat Vloer center
flat Washover center
flat Wetland center
forest Forest (administrative) center
forest National Forest center
forest National Grasslands center

97
 APPENDIX G.—Map Feature Guide—continued
(* indicates diacritical mark missing)

SOURCE
FEATURE PRIME
CLASS GENERIC/WORD POINT

forest Reserve center

forest State Forest center
gap Aisle center
gap Col center
gap Colombier center
gap Constriction center
gap Corrider center
gap Cran center
gap Cut center
gap Defile center
gap Funnel center
gap Gallery center
gap Gap center
gap Gate center
gap Intercolline center
gap Narrow center
gap Narrows center
gap Notch center
gap Pass center
gap Passe center
gap Portal center
gap Porte center
gap Puerta center
gap Puertecito center
gap Puerto center
gap Puerto (land) center
gap Saddle center
gap Sag center
gap Swag center
gap Thoroughfare center
gap Trou center
gap Water Gap center
gap Wind Gap center
geyser Fountain center
geyser Fumaroles center
geyser Geyser center
glacier Crevasse (ice) center
glacier Firn center
glacier Glacier center
glacier Ice Patch center
glacier Ice Shelf center
glacier Icecap center
glacier Icefall center
glacier Icefietd center
glacier Icesheet center
glacier Malaspina center
glacier Moulin center

98
 APPENDDC G.—Map Feature Guide—continued
(* indicates diacritical mark missing)
SOURCE
FEATURE PRIME POINT
CLASS GENERIC/WORD POINT REQ

glacier Nevé * center

glacier Snow Patch center
glacier Snowfield center
gut Baie center
gut Bayou (stagnant) center
gut Breachway center
gut Broad center
gut Chute center
gut Creek center
gut Debouche center
gut Decharge center
gut Entrance center
gut Entree center
gut Gallery center
gut Goulet center
gut Gut center
gut Inlet (channel) center
gut Leg center
gut Narrows center
gut Padou center
gut Slough (stagnant) center
gut Slue (open channel) center
gut Thorofare center
gut Tickle center
gut Tidal Creek center
gut Tidal Inlet center
gut Water Passage center
gut Waterway center
harbor Anchorage center
harbor Basin center
harbor Berth center
harbor Harbor (man-made) center
harbor Haven center
harbor Havre center
harbor Hono center
harbor Kills center
harbor Mouillage center
harbor Port center
harbor Puerto (water) center
harbor Rade center
harbor Retreat center
harbor Roadstead center
harbor Waterfront center
hospital Hospital center
hospital Infirmary center
island Archipel center
island Archipelago center

99
 APPENDIX G.—Map Feature Guide—continued
(* indicates diacritical mark missing)

SOURCE
FEATURE PRIME
CLASS GENERIC/WORD POINT

island Atoll center

island Barrier Beach center
island Barrier Island center
island Bell center
island Cay center
island Caye center
island Cayo center
island Cey center
island Eye center
island Eyot center
island Faro center
island Hammock center
island Hassock center
island Haystack center
island Head center
island Hummock center
island lie center
island net center
island Uette center
island Hot center
island Isla center
island Island(s) center
island Isle center
island Islet center
island Islote center
island Key center
island Kipuka center
island Labyrinth center
island Ledge center
island Lump center
island Moku center
island Monument center
island Nub center
island Nubble center
island Pinnacles top
island Pol center
island Ridge center
island Roche center
island Rocher center
island Rock center
island Rookery center
island Roost center
island Sandkey center
island Sedge center
island Sinker center
island Skerries center
island Skerry center

100
 APPENDIX G.—Map Feature Guide—continued
(* indicates diacritical mark missing)

SOURCE
FEATURE PRIME
CLASS GENERIC/WORD POINT

island Stone center

island Sunker center
island Thrum center
island Thrumcap center
island Towhead center
island Tump center
isthmus Isthmus center
isthmus Langue center
isthmus Plug center
isthmus Shake center
isthmus Tombolo center
lake Backwater center
lake Bale center
lake Baissiere center
lake Banco center
lake Barachois center
lake Barasway center
lake Bay center
lake Bogue (still) center
lake Charco center
lake Chuck center
lake Coulee center
lake Eau center
lake Finger center
lake Fount center
lake Gully center
lake Hole center
lake Horseshoe center
lake Lac center
lake Lago center
lake Lagoon (open water) center
lake Laguna center
lake Lagune center
lake Lake(s) center
lake Loch center
lake Lochan center
lake Loop Lake center
lake Lough center
lake Mai Bay center
lake Marais center
lake Mare center
lake Mouillere * center
lake Oxbow center
lake Pond (natural) center
lake Pool (natural) center
lake Puddle center
lake Pughole center

101
 APPENDIX G.—Map Feature Guide—continued
(* indicates diacritical mark missing)

SOURCE
FEATURE PRIME
CLASS GENERIC/WORD POINT

lake Rainpool center

lake Resaca center
lake Sagpond center
lake Sea (inland) center
lake Slough center
lake Steady center
lake Still center
lake Tarn center
lake Trap center
lake VTy center
lake Water Pocket center
lake Waters) center
lake Water(s) center
lake Waterhole (area) center
lake Waterpan center
lava Aa center
lava Kipuka center
lava Lava center
lava Lava Cone center
lava Lava Delta center
lava Lava Field center
lava Lava Flow center
lava Lava Plain center
lava Lava Plateau center
lava Lava Tongue center
lava Lava Tube center
lava Steptoe center
levee Bank center
levee Cutbank center
levee Dike center
levee Embankment center
levee Hirst center
levee Levee center
levee Revetment center
levee Sea Wall center
levee Terrasse center
locale Addition center
locale Agency center
locale Battle Field center
locale Battlefield center
locale Cabin center
locale Camp center
locale Campground center
locale Cliff Dwellings center
locale Corner center
locale Corners center
locale Corral center

102
 APPENDIX G.—Map Feature Guide—continued
(* indicates diacritical mark missing)

SOURCE
FEATURE PRIME
CLASS GENERIC/WORD POINT

locale Country Club center

locale Crossroads center
locale Dairy center
locale Depot center
locale Dock center
locale Dockyard center
locale Downs center
locale Dragway center
locale Estate center
locale Exclosure center
locale Fairgrounds center
locale Farm center
locale Ferry center
locale Firetower center
locale Foot center
locale Ford center
locale Forge center
locale Fort center
locale Foundry center
locale Furnace center
locale Ghost Town center
locale Gin center
locale Golf Course center
locale Grain Elevator center
locale Grange center
locale Grange Hall center
locale Gristmill center
locale Guard Station center
locale Hall center
locale Homestead center
locale Industrial Park center
locale Inn center
locale Interchange center
locale Jonction center
locale Junction center
locale Landing center
locale Lighthouse center
locale Locale (little or no
population) center
locale Locality center
locale Lookoff center
locale Lookout center
locale Marina center
locale Market center
locale Mill center
locale Milltown center
locale Natatorium center

103
 APPENDIX G.—Map Feature Guide—continued
(* indicates diacritical mark missing)

SOURCE
FEATURE PRIME
CLASS GENERIC/WORD POINT

locale Nursery center

locale Orchard center
locale Ordinary center
locale Overlook center
locale Passage (portage) center
locale Pen center
locale Picnic Area center
locale Pier center
locale Place center
locale Plantation center
locale Plaza (cultural) center
locale Port center
locale Port of Entry center
locale Portage center
locale Quay center
locale Railroad Siding center
locale Railroad Stop center
locale Ranch center
locale Ranger Station center
locale Research Station center
locale Rest Area center
locale Retreat center
locale Rodeo Grounds center
locale Roundhouse center
locale Route center
locale Ruins center
locale Sheep Camp center
locale Shelter center
locale Shop center
locale Siding center
locale Site center
locale Ski Area center
locale Slip center
locale Spa center
locale Speedway center
locale Sports Arena center
locale Station (no population) center
locale Store center
locale Summit (cultural) center
locale Tavern center
locale Terminals center
locale Tipple center
locale Toll House center
locale Toll Plaza center
locale Tollgate center
locale Watermill center
locale Wayside center

104
 APPENDDC G.—Map Feature Guide—continued
(* indicates diacritical mark missing)

SOURCE
FEATURE PRIME POINT
CLASS GENERIC/WORD POINT REQ

lócale Wharf center

lócale Windmill center
lócale Y center
lócale Yacht Club center
lócale Yard center
military Air Facility center
military Air Forcé Base center
military Air Station center
military Ammunition Depot center
military Ammunition Plant center
military Amphibious Base center
military Army Depot center
military Army Headquarters center
military Army Post center
military Arsenal center
military Barracks center
military Battery center
military Coast Guard Base center
military Coast Guard Lifeboat Station center
military Firing Center center
military Firing Range center
military Fortress center
military Marine Corps Air Station center
miltary Marine Corps Base center
military Military Reservation center
military Missile Base center
military Missile Range center
military Naval Air Station center
military Naval Base center
military Naval Shipyard center
military Ordnance Laboratory center
military Ordnance Plant center
military Quartermaster Depot center
military Reservación Militar * center
military Reserve Training Center center
military Space Flight Center center
military Supply Center center
military Supply Depot center
military Test Center center
military Test Range center
military Weapons Range center
mine Adit center
mine Fosse center
mine Gloryhole center
mine Mine center
mine Mineral Pile center
mine Pit center

IOS
 APPENDDC G.—Map Feature Guide—contimicd
(* indicates diacritical mark missing)

SOURCE
FEATURE PRIME POINT
CLASS GENERIC/WORD POINT REQ

mine Portal center

mine Quarry center
mine Shaft center
mine Slag Heap center
oilfield Oil Pumping Station center
oilfield Oilfield center
oilfield Platform center
oilfield Rig center
park Amusement Park center
park Aquatic Preserve center
park Arboretum center
park Caira center
park Common center
park County park center
park Field center
park Game Management Área center
park Game Reserve center
park Greenbelt center
park Historical Marker center
park Marker center
park Monument center
park National Historical Landmark center
park National Monument center
park National Park
(administrative) center
park National Seashore center
park National Wilderness Área center
park National Wildlife Área center
park Park (administrative) center
park Racetrack center
park Refuge center
park Reserve center
park Sanctuary center
park Square center
park Stadium center
park State Historie Site center
park State Park center
park State Preserve center
park Statue center
park Timber center
park USS (permanently moored) center
park Wildlife Management Área center
park Wildlife Refuge center
park Zoo center
peak Ben top
pillar Aiguille top
pillar Aquafact top

106
 APPENDIX G.—Map Feature Guide—continued
(* indicates diacritical mark missing)

SOURCE
FEATURE PRIME
CLASS GENERIC/WORD POINT

pillar Block top

pillar Candelas top
pillar Cas top
pillar Castle top
pillar Chimney top
pillar Column top
pillar Demoiselles top
pillar Ears top
pillar Finger top
pillar Longstone top
pillar Monolith top
pillar Monument top
pillar Needle top
pillar Pena * top
pillar Penasco * top
pillar Pillar top
pillar Pinacle top
pillar Pinnacle top
pillar Pohaku center
pillar Rocher top
pillar Rock (singular) top
pillar Rock Tower center
pillar Sea Mount top
pillar Spire top
pillar Stack top
pillar Tepee top
pillar Thumb top
pillar Tooth top
pillar Tower (- 500 ft. across) top
pillar Tusk top
plain Campagna center
plain Carre center
plain Champ center
plain Champaign center
plain Desert center
plain Erg center
plain Grassland center
plain Hamada center
plain Karroo center
plain Kula center
plain Lea center
plain Outwash center
plain Pampas center
plain Panplain center
plain Peneplain center
plain Plain center
plain Plaine center

107
 (* indicates diacritical mark missing)

SOURCE
FEATURE PRIME POINT
CLASS GENERIC/WORD POINT REQ

plain Platal center

plain Plat center
plain Platean center
plain Reg center
plain Savane center
plain Savanna center
plain Steppe center
plain Terrain center
plain Terrane center
plain Terrene center
plain Tundra center
plain Upland center
plain Veldt center
ppl Beach (populated) center
ppl Beigh center
ppl Boro center
ppl Borough center
ppl Bur center
ppl Burg center
ppl Burgh center
ppl Bury center
ppl By center
ppl C áster center
ppl Cester center
ppl Chester center
ppl City (populated place) center
ppl Community center
ppl Córner center
ppl Ham center
ppl Hamlet center
ppl Hamp center
ppl Plantation center
ppl Port center
ppl PPL (populated place) center
ppl Resort center
ppl Settlement center
ppl Silo center
ppl Station (populated) center
ppl Stead center
ppl Sted center
ppl Suburb center
ppl Ten center
ppl Thorpe center
ppl Tin center
ppl Ton center
ppl Town (populated place) center
ppl Tun center

108
 APPENDIX G.—Map Feature Guide—continued
(* indicates diacritical mark missing)

SOURCE
FEATURE PRIME
CLASS GENERIC/WORD POINT

ppl Village center

ppl Wich center
ppl Wick center
ppl Worth center
range Chain center
range Cordillera center
range Hills center
range Massif center
range Montanas * center
range Mountain Chain center
range Mountain Group center
range Mountain Range center
range Mountain System center
range Mountains center
range Nuddicks center
range Paps center
range Paramilla center
range Piedmont center
range Piemont center
range Pointers center
range Rang center
range Range center
range Sawback center
range Sierra center
range Towers top
rapids Cataract center
rapids Chute center
rapids Eddy center
rapids Overfall center
rapids Pitch center
rapids Race center
rapids Rapide center
rapids Rapids center
rapids Rattle center
rapids Remous center
rapids Riffle center
rapids Ripple center
rapids Rips center
rapids Sault center
rapids Torrent center
rapids Whirlpool center
reserve Indian Reservation center
reserve Reserve center
reservoir Aboiteau dam
reservoir Aljibe dam
reservoir Cachment dam
reservoir Cistern dam

109
 APPENDDC G.—Map Feature Guide—continued
(* indicates diacritical mark missing)

SOURCE
FEATURE PRIME POINT
CLASS GENERIC/WORD POINT REQ

reservoir Flooding dam

reservoir Flowage dam
reservoir MUlpond dam
reservoir Pond (man-made) dam
reservoir Pool (man-made) dam
reservoir Pozo dam
reservoir Reservoir dam
reservoir Retention Basin dam
reservoir Tank dam
reservoir Tanque dam
reservoir Watertank dam
ridge Arete * center
ridge Backbone center
ridge Balk center
ridge Ball center
ridge Berm center
ridge Comb center
ridge Couch center
ridge Crest (linear) center
ridge Crete center
ridge Cuchilla center
ridge Cuesta center
ridge Divide center
ridge Edge center
ridge Esker center
ridge Galera center
ridge Hogback center
ridge Hoodoos center
ridge Horseback center
ridge Lae center
ridge Lead center
ridge Moraine (linear) center
ridge Morriner center
ridge Narrows center
ridge Offset center
ridge Os center
ridge Osar center
ridge Point center
ridge Razorback center
ridge Reef center
ridge Ridge center
ridge Rough center
ridge Saddleback center
ridge Salient center
ridge Shoulder center
ridge Sowback center
ridge Spur center

110
 APPENDIX G.—Map Feature Guide—continued
(* indicates diacritical mark missing)

SOURCE
FEATURE PRIME
CLASS GENERIC/WORD POINT

ridge Watershed center

ridge Yardang center
school Academy center
school Campus center
school College center
school High School center
school Institute center
school School center
school University center
sea Eau center
sea Mar center
sea Mer center
sea Ocean center
sea Oceano * center
sea Sea (continental) center
shoal Ground center
slope Acclivity center
slope Adert center
slope Back center
slope Cove center
slope Declivity center
slope Descent center
slope Descente center
slope Deversant center
slope Glacis center
slope Grade center
slope Gradient center
slope Incline center
slope Landfall center
slope Landslide center
slope Landslip center
slope Mudflow center
slope Pediment center
slope Pitch center
slope Ranch center
slope Rise center
slope Rock Slide center
slope Rockfall center
slope Rub center
slope Scree center
slope Shoulder center
slope Slide center
slope Slope center
slope Talus center
slope Upbac center
slope Versant center
spring Bath center

111
 APPENDDC G.—Map Feature Guide—continued
(* indicates diacritical mark missing)
SOURCE
FEATURE PRIME POINT
CLASS GENERIC/WORD POINT REQ

spring Hot Spring center

spring MudPot center
spring Oasis center
spring Ojito center
spring Ojo center
spring Seep center
spring Spring center
spring Springs center
spring Tinaja center
spring Waterhole (point) center
stream Agua mouth yes
stream Anabranch mouth yes
stream Ante mouth yes
stream Arm mouth yes
stream Arroyo mouth yes
stream Awawa mouth yes
stream Bayou mouth yes
stream Bayou (flowing) mouth yes
stream Bed mouth yes
stream Bogue (flowing) mouth yes
stream Bottom mouth yes
stream Bour mouth yes
stream Bourne mouth yes
stream Brake mouth yes
stream Branch mouth yes
stream Branche mouth yes
stream Brook mouth yes
stream Burn mouth yes
stream Cala mouth yes
stream Caleta mouth yes
stream Cam mouth yes
stream Channel mouth yes
stream Cano* mouth yes
stream Chute mouth yes
stream Coulee mouth yes
stream Courant mouth yes
stream Cours mouth yes
stream Creek mouth yes
stream Crique mouth yes
stream Current mouth yes
stream Decharge mouth yes
stream Dike mouth yes
stream Distributary mouth yes
stream Ditch mouth yes
stream Drain (natural) mouth yes
stream Dribble mouth yes
stream Droke mouth yes

112
 APPENDIX G.—Map Feature Guide—continued
(* indicates diacritical mark missing)

SOURCE
FEATURE PRIME POINT
CLASS GENERIC/WORD POINT REQ

stream Drook mouth yes

stream Dugout mouth yes
stream Estero mouth yes
stream Falls mouth yes
stream Feeder mouth yes
stream Fleuve mouth yes
stream Flow mouth yes
stream Flume mouth yes
stream Fly mouth yes
stream Ford mouth yes
stream Fork mouth yes
stream Foso mouth yes
stream Fosse mouth yes
stream Fourche mouth yes
stream Freshet mouth yes
stream Gully mouth yes
stream Gut mouth yes
stream Gutter mouth yes
stream Guzzle mouth yes
stream Head mouth yes
stream Headwaters mouth yes
stream Inlet mouth yes
stream Kill mouth yes
stream Laguna mouth yes
stream Lateral mouth yes
stream Lick mouth yes
stream Marais mouth yes
stream Marsh mouth yes
stream Meadow mouth yes
stream Millrace mouth yes
stream Millstream mouth yes
stream Outlet mouth yes
stream Pass mouth yes
stream Prong mouth yes
stream Puddle mouth yes
stream Pup mouth yes
stream Race mouth yes
stream Resaca mouth yes
stream Rill mouth yes
stream Rio mouth yes
stream Rito mouth yes
stream River mouth yes
stream Riveret mouth yes
stream Riviere mouth yes
stream Riviere * mouth yes
stream Rivulet mouth yes
stream Ruisseau mouth yes

113
 APPENDDC G.—Map Feature Guille—continued
(* indicates diacritical mark missing)
SOURCE
FEATURE PRIME POINT
CLASS GENERIC/WORD POINT REQ

stream Ruisselet mouth yes

stream Run mouth yes
stream Runaround mouth yes
stream Ruimel mouth yes
stream Runoff mouth yes
stream Runround mouth yes
stream Seep mouth yes
stream Sewer mouth yes
stream Shoals mouth yes
stream Slash mouth yes
stream Slofe mouth yes
stream Slough (flowing) mouth yes
stream Slue mouth yes
stream Snye mouth yes
stream Springs mouth yes
stream Spung mouth yes
stream Stream mouth yes
stream Stringer mouth yes
stream Swale mouth yes
stream Swamp mouth yes
stream Throat mouth yes
stream Tiderace mouth yes
stream Trace mouth yes
stream Tributary mouth yes
stream Vly mouth yes
stream Walk mouth yes
stream Wash mouth yes
stream Water mouth yes
stream Watercourse (flowing) mouth yes
stream Zanja mouth yes
summit Ahu top
summit Alto top
summit Arm top
summit Back top
summit Bald top
summit Baldy top
summit Ball top
summit Bally top
summit Banks top
summit Baraboo top
summit Barchan top
summit Barren top
summit Batture top
summit Beüm top
summit Berg top
summit Block top
summit Bolly top

114
 APPBNDDC G.—Map Feature Guide—continued
(* indicates diacritical mark missing)
SOURCE
FEATURE PRIME POINT
CLASS GENERIC/1 POINT REQ

summit Bonnet top

summit Bosse top
summit Boulder top
summit Bray top
summit Bull top
summit Burr top
summit Buse top
summit Butt top
summit Butte top
summit Buttereau top
summit Caira top
summit Cap top
summit Cerrillo top
summit Cerrito top
summit Cerro top
summit Chimney top
summit Cinder top
summit Colina top
summit Collado top
summit Colline top
summit Cone top
summit Cote top
summit Crest (top) top
summit Crown top
summit Cumbre top
summit Cup top
summit Dome top
summit Doubles top
summit Drift top
summit Drum top
summit Drumlin top
summit Drumlinoid top
summit Drumloid top
summit Dun top
summit Dune top
summit Dwip top
summit Elevation top
summit Eminence top
summit Fang top
summit Fell top
summit FUI top
summit Flatiron top
summit Fleche top
summit Fold top
summit Foothills top
summit Foredune top
summit Gaze top

115
 APPENDDC G.—Map Feature Guide—continued
(* indicates diacritical mark missing)

SOURCE
FEATURE PRIME POINT
CLASS GENERIC/WORD POINT REQ

summit Hamongog top

summit Head top
summit Head(hill) top
summit Heaven top
summit Heights top
summit High top
summit HUÍ top
summit Hillock top
summit Hom top
summit Horst top
summit Huérfano top
summit Hum top
summit Hump top
summit Hurst top
summit Jugs top
summit Kame top
summit Kernbut top
summit Knap top
summit Knob top
summit Knoll top
summit Kop top
summit Kopje top
summit Ledge top
summit Lenticular top
summit Loma top
summit Loma top
summit Lookout top
summit Lump top
summit Mamelón top
summit Mass top
summit Matterhorn top
summit Mauna top
summit Medaño top
summit Mendip top
summit Mesa top
summit Meseta top
summit Mesita top
summit Mitre top
summit Monadnock top
summit Mont top
summit Montagne top
summit Monte top
summit Moraine (área) top
summit Mott top
summit Motte top
summit Mound top
summit Mount top

116
 APPENDDC G.—Map Feature Guide—continued
(* indicates diacrítica! mark missing)

SOURCE
FEATURE PRIME POINT
CLASS GENERIC/WORD POINT REQ

summit Mountain top

summit Mud Cone top
summit Nez top
summit Nipple(s) top
summit Nob top
summit Nobble top
summit Nook top
summit Nose top
summit Nubble top
summit Nunatak top
summit Outcrop top
summit Panas top
summit Pain de sucre top
summit Paw top
summit Peak top
summit Pepino top
summit Pie top
summit Picacho top
summit Pico top
summit Pikes top
summit PUe top
summit Pinacle top
summit Pingo top
summit Pitón top
summit Point top
summit Pointu top
summit Promontoire top
summit Pulpit top
summit Punta top
summit Puu top
summit Pyramids top
summit Remnant top
summit Roche Moutonnee top
summit Rock (massive) top
summit Rognon top
summit Roost top
summit Roundtop top
summit SandDrift top
summit Sand Dune top
summit SandHills top
summit Sandia top
summit Schloss top
summit Sea Stack top
summit Seat top
summit Serrate top
summit Sheepback top
summit Snout top

117
 APPENDIX G.—Map Feature Guide—continued
(* indicates diacritical mark missing)

SOURCE
FEATURE PRIME POINT
CLASS GENERIC/WORD POINT REQ
summit Solfatara top
summit Sommet top
summit Steeple top
summit Sugar Loaf top
summit Sugarloaf top
summit Summit (physical) top
summit Table top
summit Table Mountain top
summit Tableland (- 3 mi. across) top
summit Teat top
summit Teton top
summit Tilt top
summit Tit(s) top
summit Toe top
summit Tolt top
summit Top top
summit Topsail top
summit Tor top
summit Torbiere top
summit Tourelle top
summit Tournant top
summit Tower (+ 500 ft. across) top
summit Volcano top
summit Whaleback top
swamp Bay center
swamp Baygall center
swamp Baygul center
swamp Bayou center
swamp Bog center
swamp Bogan center
swamp Brake center
swamp Branch center
swamp Buckle center
swamp Cienaga center
swamp Congress center
swamp Cypriere center
swamp Deadening center
swamp Dismal center
swamp Everglade center
swamp Fen center
swamp Flats center
swamp Flatwoods center
swamp Floodplain center
swamp Fly center
swamp Hay Meadow center
swamp Head center
swamp Heath center

118
 APPENDIX G.—Map Feature Guide—continued
(* indicates diacritical mark missing)

SOURCE
FEATURE PRIME
CLASS GENERIC/WORD POINT

swamp Horn center

swamp Interfluve center
swamp Intervale center
swamp Lagoon (vegetation) center
swamp Logan center
swamp Lowmoor center
swamp Mangrove center
swamp Marais center
swamp Marecage center
swamp Mareman center
swamp Marsh center
swamp Mash center
swamp Mire center
swamp Mish center
swamp Morals center
swamp Morass center
swamp Moremma center
swamp Morne center
swamp Mouillere * center
swamp Muskeg center
swamp Pocket center
swamp Pocosin center
swamp Quagmire center
swamp Quaking Bay center
swamp Savane center
swamp Savannah center
swamp Sawgrass center
swamp Sea center
swamp Sedge center
swamp Slash center
swamp Slue (not open channel) center
swamp Sog center
swamp Strand center
swamp Suck center
swamp Swamp center
swamp Tarai center
swamp Tidal Marsh center
swamp Tule center
swamp Tulelands center
swamp VTy center
tower Beacon center
tower Obelisk center
tower Tower center
trail Incline center
trail Jeep Trail center
trail Path center
trail Ski Trail center

119
 APPENDDC G.—Map Feature Guide—continued
(* indicates diacritical mark missing)

SOURCE
FEATURE PRIME POINT
CLASS GENERIC/WORI POINT REQ

traU Spur center

traü Stock Trail center
trail Trace center
trail Track center
trail Traü center
trail Tramway center
traü Vereda center
tunnel Culvert center
tunnel Portal center
tunnel Tunnel center
valley Backdeep mouth yes
valley Barranca mouth yes
valley Box mouth yes
valley Box Canyon mouth yes
valley Cajón mouth yes
valley Canadá * mouth yes
valley Canon * mouth yes
valley Canyon mouth yes
valley Chasm mouth yes
valley Chine mouth yes
valley Cleft mouth yes
valley Cleuch mouth yes
valley Cleugh mouth yes
valley Clove mouth yes
valley Cluse mouth yes
valley Combe mouth yes
valley Coombe mouth yes
valley Córner mouth yes
valley Coulee mouth yes
valley Couloir mouth yes
valley Cove (land) mouth yes
valley Crevasse (earth) mouth yes
valley Cumb mouth yes
valley Dale mouth yes
valley Dalles mouth yes
valley Dell mouth yes
valley Den mouth yes
valley D ingle mouth yes
valley Dol mouth yes
valley Donga mouth yes
valley Draft mouth yes
valley Draw (deep) mouth yes
valley Droke mouth yes
valley Drook mouth yes
valley Fault mouth yes
valley Fiord mouth yes
valley Fissure mouth yes

120
 APPENDDC G.—Map Feature Guide—continued
(* indicates diacrítica! mark missing)
SOURCE
FEATURE PRIME POINT
CLASS GENERIC/WORD POINT REO

valley Fjord mouth yes

valley Flurae (natural) mouth yes
valley Furrow mouth yes
valley GUI mouth yes
valley Glen mouth yes
valley Gorge mouth yes
valley Graben mouth yes
valley Guien mouth yes
valley Gulf (land) mouth yes
valley Gully mouth yes
valley Gut mouth yes
valley Gutter mouth yes
valley Hole mouth yes
valley Hollow mouth yes
valley Inferno mouth yes
valley Jambs mouth yes
valley Mofette mouth yes
valley Narrows mouth yes
valley Neck mouth yes
valley NuUah mouth yes
valley Pup mouth yes
valley Quarters mouth yes
valley Quebrada mouth yes
valley Ramble mouth yes
valley Ravin mouth yes
valley Ravine mouth yes
valley Rift mouth yes
valley Rincón mouth yes
valley River Valley mouth yes
valley Sag mouth yes
valley Shutup mouth yes
valley SUde mouth yes
valley Swale mouth yes
valley Thalweg mouth yes
valley Transverse mouth yes
valley Trench mouth yes
valley Trough mouth yes
valley Vale mouth yes
valley Valle mouth yes
valley VaUee mouth yes
valley VaUey mouth yes
valley Vault mouth yes
valley Vlei mouth yes
valley Vley mouth yes
valley Vly mouth yes
valley WaUow mouth yes
valley Wash mouth yes

121
 APPENDIX G.—Map Feature Guide—continued
(* indicates diacritical mark missing)

SOURCE
FEATURE PRIME POINT
CLASS GENERIC/WORD POINT REQ

valley Widger mouth yes

well Borehole center
well Oilwell center
weU WeU center
woods Bob center
woods Bosquet center
woods Brake center
woods Droke center
woods Drook center
woods Grove center
woods Mott center
woods Scrub center
woods Shaw center
woods SUva center
woods Taiga center
woods Thicket center
woods Tuck center
woods Woodland center
woods Woods center

122
 APPENDIX H.—Determining Geographical Coordinates

There are various ways to determine relatively accurate geographical coordinates (latitude
and longitude) of a point located on a large-scale topographic map published by the U.S.
Geological Survey. Two common methods for determining latitude and longitude of a point
are described here. In each case, special tools or interpolation devices are needed; the first
method involves the use of special film-positive templates; the second requires the use of
ten-space dividers. Each method is of equal merit, once the procedures are learned.

Increasing latitude values are read from south to north in the United States. Increasing longi
tude values are read from east to west. The values are based on units of degrees divided into
60 minutes which, in turn, are divided into 60 seconds. When recorded, the latitude values
precede the longitude values; example: 47°15'20" (latitude) and 112°4S,1S" (longitude).
Latitude and longitude values are shown at each of the four corners of a topographic map.
Intermediate latitude values are designated on the right and left (east and west) margins of
the neat-line of the map by tick marks, thin lines projecting a very short distance into the
body of a map opposite the 2 1/2 minute interval values. In a similar way, intermediate
longitudinal values are designated on the top and bottom (north and south) margins of the map
at 2 1/2 minute intervals.
The purpose of the special interpolation devices is to determine latitude and longitude of a
point by degree, minute, and second values from the margins of the map. The following
instructions for the use of the film-positive templates and the ten-space dividers apply to
l:24,000-scale USGS topographic maps.

Using Film Positive Templates

This procedure requires the use of two linear scales on transparent film marked at S-second
increments, and of sufficient length to encompass 7.S minutes of latitude and of longitude.
One scale is used for latitude and the other for longitude. They are 7.S minutes long because
the latitudinal and longitudinal distances on the l:24,000-scale topographic maps are 7.5
(7 '30") minutes south to north and east to west.

The latitude scale can be used for measuring latitudinal bands on l:24,000-scale maps up to
10 degrees North and South without loss of accuracy. Meridians of longitude converge from
the Equator to the Poles and units of longitude on the map become smaller as one progresses
from south to north. For this reason, a different template is used to conveniently fit the map
scale for each degree band of latitude.

In order to determine the latitude of a point on a map, place the latitude template on the
map in such a way that the 0' mark matches the bottom (south) neatline of the map and the
7.5 (7'30") minute mark at the top of the scale intersects the top (north) neatline. The black
centerline on the template intersects the point to be measured (see fig. 1H). The minute and
second values of the point are then read and added to the latitudinal value of the bottom
(south) neatline of the map. Locations within the 5-second increments on the scale can be
visually interpolated. For example, the latitude of Country Junction on the map in the
illustration is read as 1'32". This value added to the neatline value of 42°37'30" makes the
latitude value of the road junction called Country Junction 42°39'02" N. Keep in mind that
60" equals 1'; thus 62 seconds (62") equals 1 minute 2 seconds (1*2"). Note that all points in
the fifty United States are in north latitude.

123
 800 ta" -|
42°48,|

42'30"

40*

'42O37'30*
90°07'30"

Fig. 1H.—To determine latitude (north-south), a film positive template can be used for meas
uring latitudinal bands on l:24,000-scale maps of up to 10 degrees N-S without loss of
accuracy. The template for measuring latitude is placed on the map so that the 0' tick
mark intersects the neatline of the south edge of the map. The 7' 30" tick intersects the
neatline on the north edge of the map and the centerline of the template intersects the
points being measured. Add the reading from the template to the latitude of the south
edge of the map to obtain the latitude of the point. For example, the reading on the
template for Country Junction is 1'32" from the south edge of the map at 42°37'30" +
V32T - 42°39'02" N. For longitude, see fig. 2H.

124
Figure 2H.—To determine longitude (east-west) using a film positive template on 1:24,000-
scale maps, use the following method. Because of convergence of meridians, a separate
template is needed for each 1° band of latitude. For this example, select the longitude
template for 42° latitude. Usually, this template will be slightly longer than the E-W
distance between the map boundaries. Rotate the template until the 0' tick mark inter
sects the neatline of the east edge of the map, the 7' 30" tick mark intersects the neatline
on the west edge of the map, and the centerline intersects the point being measured.
Add the reading from the template to the longitude of the east edge of the map to obtain
the longitude of the point. For example, the reading on the template for Country
Junction is 6'47" from the east edge of the map at 90°07'30" + 6'47" = 90°14'17" W.

125
 APPENDIX H.—Determining Geographical Coordinates—continued

The longitude of Country Junction is determined using the same procedure with the longitude
template. In this case, the side (east and west) neatlines of the map are used. Usually the
template is longer than the distance between the map margins and so must be rotated (angled)
in such a way that the 0' mark is on the right (east) neatline and the 7'30" mark is on the left
(west) neatline. The centerline of the template scale then intersects the road junction. In
illustration "b," the road junction is read as 6'47" on the scale. This value is added to the
longitudinal value of the right or east edge of the map; in this case 90°07'30". Thus Country
Junction is located at 90°14'17" W. longitude.

Using Spacing Dividers

A spacing divider can also be conveniently used to determine the geographical coordinates of
a point on a map. It is a metal device that can be simply adjusted by hand so that its end
points can be separated or closed to fit variable distances on a map. Any distance between
two points on a map is then divided into 10 equally spaced units. For example, the 2 1/2'
(minute) grid tick marks on the margins of a map at 1:24,000 scale can be divided into tenths
or units of IS" (seconds). Ten times IS" equals ISO" or 2'30" (60" divided into ISO" equals
2'30").

A spacing divider is not large and cannot be extended across the face of the map from edge
to edge. For this reason, it is sometimes necessary to divide the topographic map into smaller
units of area by drawing pencil lines across the face of the map connecting equal 2.5-minute
grid tick marks east and west and south and north for feature points in the center of the map.
Note that the places where the 2.5-minute grids cross each other in the body of the map are
printed with fine-line cross tick marks. These points can be used as guides for drawing the
pencil lines.
To determine the geographical coordinates of a particular point on the map, the spacing
divider is adjusted by spreading the device to the exact distance of 2.S minutes of latitude
(south-north) determined from the tick mark on the east or west side of the map. The dis
tance between each point on the divider is one-tenth of 2.5 minutes, or 15 seconds. The
spacing divider can now be moved and used to measure the latitude of the map point reading
from south to north. For example, in figure 3H, there are 6.7 divider intervals to the center
point of Anthony, counting northward from the neatline of the map. As in this case, locations
between spacing divider points are usually interpolated. Thus 6.7 x 15" = 100. 5 seconds or
1'40" (rounded off). This, added to the latitide 37°07'30" of the lower (south) base line on the
map equals 37°09'10" N. for the latitude of Anthony. The same procedure is followed to
determine longitude except that one works from right to left (east to west). The longitude of
Anthony is about 98°01'SO" W.

126
Figure 3H.—Use of the equal spacing divider for determining latitude and longitude. The geo
graphic coordinate system is indicated on the 1:24,000- and l:2S,000-scale maps of the
U.S. Geological Survey by grid ticks located along the neatline of each map 2.S minutes
apart. These grid ticks can be connected across the face of the work map by east-west
and north-south lines. When the equal spacing divider is adjusted with its end points set
at the bounds of the 2. 5 -minute area, the distance between each point represents IS
seconds of latitude or longitude on the map. For example, there are 6.7 divider intervals
counting from the bottom of the map at 3T0T3O"N + (6.7 x 15") 1'40" (rounded) =
37°09'10" N. The longitude of Anthony is determined in the same manner east-west:
98°01,50" W.

127
 APPENDIX I.—Statu* Category Classification

ADMIN - airport forest

civil park

UNOFF - bridge oilfield

building other
cemetery school
church tower
crossing trail
dam tunnel
hospital well
mine

arch cave island reserve

area channel isthmus reservoir
arroyo cliff lake ridge
bar crater lava sea
basin falls levee slope
bay flat locale spring
beach gap pillar stream
bench geyser plain summit
bend glacier DPI swamp
canal gut range valley
cape harbor rapids woods

128
 Appendix J.—National Bibliographic Source Codes

This list is used nationally and is subject to expansion as needed. Contact the GNIS Manager
for the latest list.

US - M101/YEAR - USGS topographic quadrangle maps published or reprinted

since Phase I.
US - M103/ * /YEAR - NOS ocean, river and lake charts where * is the
5-digit chart number.
US - M104/YEAR - U.S. Forest Service maps.
US - M10S/YEAR - County maps published by the State.
US - M106/YEAR - State base map - l:500,000-scale.
US - M116/YEAR - State highway maps.
US - M9***/MAPNAME/YEAR - USGS historical topographic maps where *** is a
2- or 3-digit code for map scale
24=l:24,000-scale; 25=l:25,000-scale;
62=l:62,500-scale; 63=l:63,360-scale;
125=1 :125,000-scale; 250=1 :250,000-scale; 99=other scales.
US - T102 - U.S. BGN list of names not found on USGS topographic maps.
US - T106 - FIPS 55 list (U.S. National Bureau of Standards).
US - T107 - Dams and Reservoirs list (U.S. Army Corps of Engineers).
US - T108 - Airport list (FAA).
US - T109/NAME/YEAR - National Park Service lists and brochures where NAME
refers to the name of the brochure.
US - T110 - Radio and Television Station lists (FCC).
US - Till - U.S. Forest Service recreation area list.
US - T112/YEAR - Census of Population list (Bureau of the Census).
US - T113/YEAR - NOS Coast Pilot.
US - T114/YEAR - NOS Light list.
US - Tl 15/YEAR - Census County/Township (Bureau of the Census).
US - T119/YEAR - Shopping Center Directory.
US - T120/YEAR - Public Laws (Congressional Record).
US - T121 - BGN Files after Phase I.
US - T122/DATE - USGS - Public Affairs Office - Newsletters.
US - T123/YEAR/p. _ - Bullinger's Postal and Shippers Guide.
US - T124/NAME/YEAR - National Wildlife Refuge Brochures and Maps where NAME
refers to the brochure name.
US - T125/p. Federal Writers' Project Volume.

129
 APPENDIX K.—"a" Format for Encoding Geographic Names

The "a" format is used for all three types of data to be encoded.
The three types of data include the following:

1) NEW names and associated information not in the State file.

2) VARIANTS to records currently in the State file (variants to
NEW names are included with the appropriate NEW names record).
3) Additions and corrections to records in the State file.
This will require that the three types of data be submitted in three separate files because
each will be processed differently.
This format corresponds exactly with the attached Input Coding Form. Each data element
will begin on a new 80-character format line with an "a" in the first position followed by the
appropriate data element associated number (see fig. 7). There must be a blank between the
data element number and the data.

Only the first 69 characters of the format line may be used. In some instances, a data
element will have multiple data items in which case a continuation is signaled by a quotation
mark or " in position one of the 80-character format line. The quotation mark must be
separated from the following data by a blank space.
Example:

al Big Canyon
a3 va'l y
a4 410 41039 41041 53061
aS Coos, Lane, Lincoln, Snohomish (WA)
a6 461410N1233111W 460729N1233101W 455920N1233026W
" 4S5445N1232745W 455231N1232901W
a7 454621N1231903W
a9 Knappa, Wickiup Mountain, Vinemaple, Sager Creek,
" Birkenfield, Clear Creek
al6 Bigger Canyon (OR-T43/p. 14), Big Valley (US-M105),
" Nasty Canyon (US-M104), Nowhere Canyon (OR-T301/p. 84),
" Triple Canyon (US-M105)
al7 42 miles long
al8 BGN
a20 sec 17, T4N, R7W, Willamette Meridian
a99 OR-T43/p. 14
As many continuation lines as necessary may be made as long as only the first 69 positions of
formatted line are used and the continuations follow in a logical sequence. Also, the data
should be broken at logical breaks in words or data items even if less than 69 positions are
used for that particular formatted line. There is no minimum in number of used positions in
this format, but there is a maximum of 69.

Each type of data requires a different processing procedure. NEW names records will require
as a minimum the following data elements: al, a3, a4, a5, a6, a9, al8, and a99. Elements a7,
al6, al9, and a20 are necessary if applicable. The other data elements (all, alS, al7)
enhance the information and are desirable only if obtaining that data does not significantly
interfere with the acquisition and research for the minimum required data. The element a98
is used to convey messages or problems and will not become part of the permanent entry.

130
 APPENDIX K.—"a" Format for Encoding Geographic Names—continued

The second type of data includes VARIANT names to records already in the State file. The
data element aO is followed by the appropriate record identification number (eight digits
obtained from the ID Names Listing), and the new variants are entered as data element al6.
All VARIANTS must include a bibliographic code in parentheses after the variant. Do not use
data element "a99" for this procedure. See "Variant Names," p. 00, for instructions.

The third type of data includes additions and/or corrections to records already in the State
file (variants are not included in this procedure). The data element aO is followed by the
appropriate record identification number (eight digits obtained from the ID Names Listing).
The addition or correction is then entered after the data element number. If corrections or
additions are required with multiple entries, then all entries must be re-entered for this data
element. Data element a99 is not necessary.

The final data may be submitted on magnetic tape or magnetic diskette. For data submitted
on 9-track magnetic tape, use the following format:

Record length = 80
Block size = 6160
Tape density = 6,250 or 1,600 Dpi
Character code = ASCII
nonlabeled

For data submitted on floppy diskettes the data must be an American Standard Code for
Information Interchange (ASCII) file and must have been prepared using the Disk Operating
System (DOS).

131
 GLOSSARY OF TERMS

annotated bibliography - A complete bibliographic reference including a short explanation and

worth of the source.
areal feature - Features that contain area as opposed to those that are classed as linear; the
coordinates "digitized" or recorded are at the approximate center of the feature.
bathymetric - The measurement of the depth of a water body, hence, a map with isobaths or
contour lines measuring the relief of the floor of the body of water.
Board on Geographic Names - See U.S. Board on Geographic Names.
cell - Used specifically in GNIS to refer to equal 7.S- by 7.5-minute map areas. The term is
used because GNIS references the map cell whether published or not published, and
divides "overedge" maps into two equal 7.5-minute by 7.5-minute maps.
centroid - The approximate center of an areal feature and the point represented by the pri
mary geographic coordinate.
controlled redundancy - Multiple occurrence of data or records on purpose. For example, a
name entity passing through or occurring in more than one State has a valid record in
each State file in which it is located.
Controversial Name Report - See Domestic Geographic Names Report.
database - A collection of interrelated or independent data items stored together without
unnecessary redundancy, to serve one or more applications.
data element - A basic unit of identifiable and definable information and occupies the space
provided by fields in a record, blocks, or a form.
data item - An expression of a fact of a data element. A subdivision of the data element, and
the smallest definable unit in a record.
data system - A collection of data bases.
designator - See feature class.
diacritical mark - A mark added to a letter to show pronunciation.
Domestic Geographic Names Report - The form used to annotate and submit controversial
names to the U.S. Board on Geographic Names for resolution.
entity - Something about which data are recorded. In data base management concepts, a
person, place, or object about which items or data are collected, recorded, and organized
into fields, records, and data files.
feature class - One of 63 broad categories in GNIS that groups similar features into cate
gories to facilitate search and retrieval. For example, creek, river, branch, brook, run,
etc., are all linear overland flowing bodies of water categorized as stream.
feature-class definition - The specific definition of 63 broad GNIS categories of features.
Federal Information Processing Standards (FIPS) Code - Any code developed and published by
the National Bureau of Standards; specifically, in GNIS, the five-digit numeric
State/county codes and certain two-character alphabetical codes for States and foreign
countries.
field - See data element.
FIPS Code - See Federal Information Processing Standards Code.
generic - That part of a geographic name that refers to kind or type of feature. For example,
Big Lake where lake is the generic part of the name.
geographic coordinates - An artificial system or grid expressed in degrees, minutes, and
seconds used for location on the Earth's surface - latitude measures distance north-south
and longitude measures distance east-west.

132
 GLOSSARY OF TERMS—continued

geographic name - A proper name or geographic expression by which a particular geographic

entity is or was known; a noun phrase of one or more words used consistently in spoken
and (or) written language to refer to a particular and relatively permanent place,
feature, or area on the Earth's surface or to a conceptionally related group of such
places, features, or areas.
Geographic Names Information System (GNIS) - The system composed of data bases, software,
programs, and procedures that include geographic names, their standards, and associated
information.
GNIS - An acronym for Geographic Names Information System.
interactive - The process of interacting or interfacing directly with the data base for immedi
ately retrieving and displaying information.
interface - A common boundary at which two separate systems or portions of each system join
or intersect. An interface can be mechanical, as in adjoining hardware surfaces, or it
can be electrical, as in single-level transformation points. Moreover, it can also refer to
human and machine interface, and the interaction between man and computers.
label - The established abbreviation for each data element which must be used when estab
lishing the search criteria.
linear feature - A named feature in GNIS that is linear r ather than areal in extent. Specifi
cally features that are in the feature categories arroyo, valley, and stream that are
linear and require both mouth and source geographic coordinates.
Phase I - Includes the compilation and edit of all names in the United States and its territories
from the U.S. Geological Survey topographic map series (see Appendix A).
Phase n - Includes the compilation and edit of names from most known sources in addition to
U.S. Geological Survey topographic maps (see Appendix A.)
primary coordinate - The geographic coordinate representing the center of areal features and
the mouth of linear features.
record - A group of related data elements or fields treated as a unit - specifically, a record
refers to a named feature and associated data.
redundancy - See controlled redundancy.
secondary coordinate - A geographic coordinate that associates a feature with each 7.5-
minute U.S. Geological Survey topographic map on which it is located.
software - Computer programs, procedures, rules, and documentation associated with the
operation of a computer system.
source coordinate - The beginning point of linear features expressed as a geographic
coordinate.
spatial - Refers to space or occupying space.
topographic map - A map portraying horizontal and vertical positions on a specific part of the
Earth's surface determined by geographic coordinates and specifically portraying
elevation or altitude by isohypse or contour lines.
U.S. Board on Geographic Names - A Federal body which is authorized by law to establish and
maintain uniform geographic names usage throughout the Federal Government. The
Board, composed of representatives of Federal agencies, was created in 1890 and
organized in its present form by Public Law in 1947.
variant - The term used to list and describe any other known names, forms, or spellings of a
current official name.

133

•O.S. O.P.O. 1987-181-407160011

Oh