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Universidad de Chile

Facultad de Filosofía y Humanidades


Departamento de Literatura
Seminario de Análisis del Discurso
Profesora: Kemy Oyazún.
Ayudante: Cristóbal Montalva.
Alumno: Ignacio Cornejo W.

TÍTULO. Barreras epistémicas en El reino de este mundo de Alejo Carpentier.

RESUMEN. La presente investigación, busca evidenciar y analizar los rasgos propios del
pensar eurocéntrico que trasunta el autor y el narrador en la obra El reino de este mundo
(1948) de Alejo Carpentier a través de las <<barreras epistémicas>> -discursivas- entre
ambos mundos representados -civilización europea colonizadora y subalternidad
afroamericana- que dan cuenta de la imposibilidad de la obra de acceder a los <<modos de
representación>> subalternos. A través de marcas textuales -pasajes de la obra- se explicitará
la cercanía del narrador -y sus distintas focalizaciones- con el lector, poseedor de un modo
de representación mental eurocéntrico. De este modo, se podrán en evidencia las
contradicciones en que cae el autor al dar preponderancia a su propia episteme eurocéntrica,
por sobre la subalterna. En relación al prólogo de la obra, se problematiza en torno a la
génesis del término <<real maravilloso>>, como un concepto que surge para posicionar la
‘verdad’ de América Latina en un contexto de crisis cultural europea y de amplia
proliferación y relativización de distintas ‘verdades’ acerca de la historia, a raíz de la
desorientación intelectual europea, suscitada por los debates en torno a las relativizaciones
de la ‘verdad’ del holocausto. Finalmente, se propone -para futuras investigaciones- abordar
el problema de la barrera epistémica en El reino de este mundo, como la búsqueda de una
identidad latinoamericana.

Palabras clave: barrera epistémica, modo de representación, real maravilloso, ‘verdades’.

DESCRIPCIÓN DEL CORPUS (MATERIAL). Carpentier, Alejo. El reino de este


mundo. Santiago de Chile: Editorial Universitaria, 2013.
ANTECEDENTES DEL TEMA A INVESTIGAR. En cuanto a lo que nosotros llamamos
<<barrera epistémica>> en El reino de este mundo, vale decir, aquella diferencia
irreconciliable entre modos de representación -discursos- poseen dos o más comunidades
humanas -culturas-, la literatura es más bien escasa, sin embargo, si escrutamos, podemos
encontrar bibliografía que cumple la función de soporte teórico para analizar discursivamente
la episteme eurocéntrica de la obra. Los antecedentes previos a nuestro análisis, se enmarcan
en el texto de Amaryll Chanady: “La focalización como espejo de contradicciones en El reino
de este mundo”. El texto analiza las contradicciones que poseen las focalizaciones empleadas
en la obra que evidencian la cercanía epistémica del narrador con el lector eurocéntrico. En
este sentido, se plantea que en la obra existe una constante una yuxtaposición de visiones de
mundo -los amos blancos y la subalternidad esclava- que revela, más que un experimento
estilístico del autor, la superposición de la episteme europea por sobre la subalterna.

PREGUNTAS INVESTIGATIVAS.

- La obra de Alejo Carpentier, El reino de este mundo, ¿reproduce la episteme eurocéntrica,


pese a la intención de autor de representar la episteme subalterna en el universo narrativo?

- El concepto <<real maravilloso>> delimitado en el prólogo de la obra El reino de este


mundo, en cuanto concepción creada por un autor intelectualmente eurocéntrico, ¿en qué
medida tributa de la episteme europea?

OBJETIVO GENERAL.

- Analizar y evidenciar los elementos epistémicos -discursivos- eurocéntricos apreciables en


la obra El reino de este mundo de Alejo Carpentier, cuestionando su capacidad de representar
cabalmente al subalterno, debido a las diferencias de <<modos de representación>> entre el
autor-narrador-focalizaciones y la subalternidad de la obra.
OBJETIVOS ESPECÍFICOS.

- Definir el concepto de <<representación>>.

- Reflexionar acerca de la irrepresentabilidad subalternidad.

- Evaluar los vínculos entre el autor y el pensamiento eurocéntrico.

- Cuestionar el concepto de <<real maravilloso>> como un concepto nacido desde el


eurocentrismo de su autor.

- Evidenciar la <<barrera epistémica>> de la obra a través de marcas textuales halladas en el


narrador y focalizaciones.

HIPÓTESIS. Sostenemos que la obra El reino de este mundo de Alejo Carpentier, lejos de
construir un modo de pensar paralelo al eurocentrismo intelectual imperante, se erige como
parte de la <<episteme>> europea, ya que reproduce el discurso -modo de pensar-
característico de la cultura europea colonizadora, expresada en la imposibilidad de
representar la sublevación de los sujetos <<subalternos>> -situados en un modo de
representación epistémicamente ajeno al autor y al narrador- sin acudir a conceptos e
interpretaciones europeas que evidencien una <<barrera epistémica>>.

METODOLOGÍA/ MARCO TEÓRICO. Podemos establecer nuestro proceder


metodológico en un encuadre teórico que considera los siguientes ejes y definiciones:

1.- Definición de <<representación>> a partir de reflexiones en torno al tema de Stuart Hall,


quien describe el enfoque <<construccionista>> -utilizado por los Estudios Culturales- en su
vertiente semiótica (Saussure) y discursiva (Foucault).

2.- Dar cuenta del enfoque de Michael Foucault respecto al <<discurso>> como un <<sistema
de representación>>. A través de este enfoque, accederemos a la definición de
<<episteme>>: <<discurso>> característico de un modo de pensar o de un estado del
conocimiento en un determinado tiempo.

3.- Vincular el concepto de <<episteme>> con la distancia de los <<modos de


representación>> entre la civilización europea colonizadora y la subalternidad
afroamericana.
4.- Revelar la génesis del concepto <<real maravilloso>> como parte de la crisis intelectual
europea que suscitaron los hechos posteriores a la segunda guerra mundial en cuanto a la
relativización de las representaciones de la ‘verdad’ del holocausto.

5.- Finalmente, utilizaremos una reflexión de Zygmunt Bauman acerca de la <<identidad>>


para abrir un campo de posibles investigaciones futuras en relación a la búsqueda de una
identidad latinoamericana en El reino de este mundo.

DISCUSIÓN BIBLIOGRÁFICA.

1.- Representación: Para establecer un entendimiento respecto al concepto de


<<representación>>, nos valemos de las reflexiones de Stuart Hall, quien entiende la
<<representación>> como un parte esencial de un proceso de producción de sentido que se
intercambia entre los miembros de una misma cultura. A través del enfoque
<<construccionista>> de la representación, en sus enfoques semióticos (Saussure) y
discursivo (Foucault), Hall describe como trabajan los <<sistemas de representación>> para
producir sentido mediante el uso de un lenguaje. No obstante, Michael Foucault, es quien da
un giro en el entendimiento de la <<representación>>, puesto que no estudia el leguaje como
un sistema de representación, sino que el <<discurso>>, el cual define y produce los objetos
del conocimiento. En este sentido, Foucault llama <<episteme>> al discurso característico
de un modo de pensar o de un estado del conocimiento en un determinado tiempo, en
consecuencia, nada significativo existe fuera de los límites de éste

2.- Relativización: El periodo posterior al término de la segunda guerra mundial, trae consigo
un debate en torno a las distintas ‘verdades’ del holocausto. La intelectualidad eurocéntrica,
tras el holocausto, al ver trastornadas las condiciones de vida de Occidente y relativizada la
‘verdad’ acerca de la <<solución final>>, considera imperativo que se sostenga una
pretensión de ‘verdad’ de quienes son silenciados en otras ‘verdades’. El reino de este mundo,
se enmarca en este contexto intelectual eurocéntrico, pues pretende hacerse cargo la ‘verdad’
de los oprimidos latinoamericanos -cuya ‘verdad’ ha sido suprimida- en el circuito de las
diversas ‘verdades’ entorno a América Latina. Carpentier da cuenta del posicionamiento de
una ‘verdad’ latinoamericana en el ‘Primer Congreso de Artistas y Escritores Cubanos’,
desarrollado en La Habana en 1961.
3.- Contradicciones: Amaryll Chanady analiza las contradicciones epistémicas que poseen
las focalizaciones empleadas en la obra que evidencian la cercanía epistémica del narrador
con el lector eurocéntrico. Se plantea que en la obra existe una constante una yuxtaposición
de visiones de mundo -los amos blancos y la subalternidad esclava- que supone la
superposición de la episteme europea por sobre la subalterna.

CONTEXO HISTÓRICO DE LA OBRA. Carpentier en su prólogo anuncia que la


narración tratará de hechos extraordinarios en la isla de Santo Domingo en una determinada
época que no alcanza lapso de vida humana (14). Pero advierte que la obra fue escrita con
documentación que respeta la verdad histórica de los acontecimientos y personajes. De esta
manera, es fácil dilucidar que la obra es la representación ficcional de la Revolución de Haití
que culmina con la independencia del gobierno y la abolición de la esclavitud en 1804. El
antecedente inmediato del proceso emancipador haitiano es la Revolución francesa de 1789,
la cual repercute profundamente en la dividida clase dirigente de la isla de Santo Domingo,
ya que los amos blancos deseaban un gobierno autónomo con derechos exclusivamente para
ellos, rechazando cualquier tipo de participación de los hombres libres de color, entre quienes
había plantadores (Klein y Vinson 109). El estallido del conflicto es propiciado por el debate
acerca de las libertades básicas que acaecía en la metrópolis francesa y por el hecho de que
las tres colonias francesas de las Antillas fueron, en 1789, las primeras en enviar
representantes al parlamento francés. El movimiento abolicionista dirigido por los Amis des
Noirs logra, en 1791, que los Estados Generales de París, luego de largos debates, aprobaran
el derecho a voto de los hombres libres de color de las Antillas. Como era de esperarse, el
gobierno local realista y los plantadores blancos, se rehúsan a observar la legislación,
desatando el conflicto. En medio de las disputas entre distintos grupos sociales: “personas
libres y plantadores mulatos contra plantadores blancos, pobres de color contra europeos y
criollos pobres” (Klein y Vinson 109), los esclavos de las haciendas de los llanos del norte,
principales productores azucareros, se sublevan en agosto de 1791. Luego de tres meses de
enfrentamientos que costaron la vida de 2.000 blancos, 1.000 plantaciones arrasadas y 10.000
esclavos muertos, no quedaron plantadores que continuaran con la industria azucarera. En
1793 la sublevación esclava se apodera de Cabo Francés, último baluarte blanco de norte.
Tras estos hechos, el ejército jacobino de Santo Domingo, declara su primera emancipación.
No obstante, la ocupación inglesa de la isla, durante cuatro años y un periodo de
independencia bajo el gobierno de Toussaint, retrasaron por un tiempo la destrucción total
de los sistemas de plantación. En 1800 se desmoronaron los embalses que irrigaban los llanos
del sur y del oeste, a lo que siguieron años de intenso combate contra el ejército napoleónico
que había invadido la isla con la intención de restaurar la esclavitud. Finalmente, el gobierno
haitiano declara su independencia y abole la esclavitud en 1804.

ANÁLISIS. La idea de <<representación>> es un concepto fundamental que debemos


manejar para ser capaces de realizar un análisis profundo al problema epistémico que suscita
la obra de Alejo Carpentier, El reino de este mundo (1948). Stuart Hall nos brinda luz
respecto a las implicancias teóricas de la noción de <<representación>>. A simple vista, el
concepto puede definirse como el uso del lenguaje para decir algo con sentido sobre el
mundo, o para representarlo de manera significativa a otras personas (489). Es esencial
agregar que la <<representación>> es parte central de un proceso de producción de
<<sentido>> que se intercambia entre los miembros de una cultura determinada. Tal proceso
implica el uso del lenguaje, de los signos e imágenes que están en lugar de las cosas o las
representan. A fin de cuentas, reflexionar acerca de la <<representación>>, supone hacerlo
en relación a cómo es utilizado el lenguaje para representar el mundo. Hall se dedica
principalmente a examinar el enfoque <<construccionista>> de la representación, el cual
sostiene que el <<sentido>> es construido en el lenguaje y mediante él. La variante semiótica
del enfoque construccionista, fuertemente influenciada por Ferdinand de Saussure, a grandes
rasgos, tiene su base en que la <<representación>> es la producción de sentido de los
conceptos que residen en la mente a través del lenguaje (490). De esta manera, hay dos
sistemas de representación -procesos- que unidos nos conducen a la <<representación>>. El
primer, conlleva correlacionar toda suerte de objetos, gentes y eventos con un conjunto de
<<representaciones mentales>>, sin las cuales, sería imposible representar el mundo, ya que
el <<sentido>> depende del sistema de representaciones formado en el pensamiento, cuya
existencia nos permite referirnos al mundo y a sus fenómenos. Es importante ahondar en la
calificación de ‘sistema’ que recibe este primer proceso de <<representación>>, pues no
consiste en nociones individuales, sino que en relaciones complejas de organización y
calificación de conceptos. Por ejemplo, señala Hall, que se utilizan los principios de
semejanza y diferencia para establecer relaciones entre conceptos y distinguirlos unos de
otros (490). Si bien, cada ser humano posee una manera única de interpretar el mundo, somos
capaces de comunicarnos, ya que compartimos ampliamente una gran parte de nuestras
representaciones mentales del mundo. En otras palabras, los miembros pertenecientes a una
misma cultura, manejan prácticamente el mismo espectro de conceptos, interpretaciones de
mundo, o dan sentido a las cosas de manera cada idéntica (491). El segundo sistema de
representación, involucrado en el proceso de producir sentido, es el lenguaje. Las
representaciones mentales, solo pueden ser expresadas cuando se dispone de un lenguaje
compartido entre miembros de una misma cultura. El espectro de representación de conceptos
compartido, debe ser traducido a un lenguaje común, de tal modo, que sea posible vincular
los conceptos e ideas con palabras, sonidos o imágenes que porten sentido, es decir,
<<signos>>. Los signos representan las relaciones conceptuales que residen en la mente
humana: su conjunto es lo que llamamos <<sentido de nuestra cultura>>. En resumen, lo que
entendemos como <<representación>>, es un proceso -en el centro de la producción de
sentido dentro un lenguaje- que relaciona ‘cosas’, objetos y signos, convirtiéndolos en un
conjunto denominado como <<representaciones>>.

Michael Foucault, perteneciente al mismo enfoque construccionista que acabamos de


describir, da un giro en cuanto al centro de atención que tuvo la reflexión respecto a la
<<representación>> hasta ese momento. De este modo, Foucault, no estudia el leguaje como
un sistema de representación, sino que el <<discurso>>, es decir, lo que interesa son las reglas
y prácticas que producen enunciados con sentido y que regulan el discurso en diferentes
periodos históricos. La idea de <<discurso>> manejada por Foucault, no es solo un concepto
puramente lingüístico, por el contrario, se escinde del componente ahistórico de los análisis
enfocados en lenguaje. En esta línea, entenderemos por <<discurso>>, aquella noción que
define y produce los objetos de nuestro conocimiento, gobernando el modo en cómo se puede
hablar y razonar acerca de un <<tópico>>, el cual es construido por el discurso. Foucault
llama <<episteme>> al discurso característico de un modo de pensar o de un estado del
conocimiento en un determinado tiempo (Hall 513). El modo de pensar señalado, aparecerá,
no en un enunciado, un texto o una acción, sino que, a través de un rango de textos, y como
una forma de conducta -práctica-, en la institucionalidad de una sociedad. Es clave para
nuestro análisis, advertir que Foucault llama <<formación discursiva>> a una serie de
eventos discursivos que comparten el mismo objeto, estilo, estrategia y patrón institucional
(513).

Sostenemos que la obra El reino de este mundo de Alejo Carpentier, lejos de construir
un modo de pensar paralelo al eurocentrismo intelectual imperante, se erige como parte de la
<<episteme>> europea, ya que reproduce el discurso -modo de pensar- característico de la
cultura europea colonizadora, expresada en la imposibilidad de representar la sublevación de
los sujetos <<subalternos>>1 - situados en un modo de representación epistémicamente ajeno
al autor y al narrador- sin acudir a conceptos e interpretaciones europeas que evidencien una
barrera epistémica. La irrepresentabilidad de la subalternidad, posee fuerza teórica a la luz
de la idea de que el discurso produce objetos de conocimiento y que nada significativo existe
fuera de los límites de éste. Esto no niega la existencia material o conceptual de ‘cosas’ ajenas
al modo de pensar eurocéntrico, sino que hace explícita nuestra incapacidad de representar
lo que se halla fuera de nuestras fronteras conceptuales, puesto que el concepto de
<<discurso>> esgrimido por Foucault, no se pregunta si las cosas existen realmente, sino
sobre de dónde proviene su sentido (Hall 514).

Cristóbal Colón escribió una carta fechada el 15 de febrero de 1493, dando cuenta
de sus descubrimientos al escribano de ración de los Reyes Católicos, Luis de Santángel,
señalando: “Y cantava el ruiseñor i otros paxaricos de mil maneras en el mes de Noviembre
por allí donde io andava. Ay palmas de seis o de ocho maneras, que es admiración verlas por
la diformidad fermosa d'ellas, mas * * * así como los otros árboles y frutos e iervas” (2). Es
significativo para nuestro ejercicio analítico, dar cuenta de la inmediata barrera
epistemológica que sufre Colón al intentar representar la realidad americana –‘virgen’ a sus
ojos- que observó al llegar a nuestro continente, puesto que la descripción que elabora, está
imbuida en el modo de representación eurocéntrico de su época. Al hacer referencia al canto
de ruiseñor -ave que no existe en América- revela que lo observado pertenece a un modo de
representación ajeno al suyo. Es decir, que, para lograr describir la naturaleza americana,

1
Entendemos el concepto de subalterno como un sujeto en posición de inferioridad, ya sea por su clase, raza,
género, casta, edad, oficio o por alguna otra razón (Szurmuk y Mckee 256)
tuvo que acudir al conjunto de ideas, conceptos e imágenes pertenecientes a sus
representaciones mentales eurocéntricas, sin las cuales, le sería imposible referirse a su
entorno y trasmitir a los miembros de su cultura, quienes manejan un simular espectro de
interpretaciones -representaciones- que dan sentido al mundo. En esta misma línea, resulta
aún más decidor, en cuanto a la irrepresentabilidad de un mundo ubicado más allá del
conocimiento propio de su tiempo -discurso-, la expresión diformidad fermosa que emplea
Colón para exaltar lo desconcertante que es para él, observar una gran variedad de tipos de
palmas. Al igual que la referencia al ruiseñor, Colón otorga sentido a lo que ve, vinculando
lo nuevo que surge a su alrededor con el conjunto de ideas, conceptos e imágenes de que
dispone su cultura para representar la realidad. Sin embargo, el sustantivo diformidad -
deformidad- da cuenta de un discurso característico -episteme- del modo de pensar
eurocéntrico apreciable, e institucionalizado, en la literatura latinoamericana. La diformidad
de las palmas, alude a la carencia de forma regular y natural -según criterios eurocéntricos-
de la realidad americana. Es corriente hallar referencias literarias latinoamericanas -a lo largo
de su historia- que describen su propia realidad como algo inabarcable, indómito, bárbaro, o
simplemente como un mundo en que ocurren fenómenos situados en el terreno de lo mágico.
A partir de lo anterior -en consideración a la hipótesis de nuestro análisis- creemos válido
interpretar que la obra El reino de este mundo, se enmarca dentro de una formación discursiva
de textos latinoamericanos que comparten el mismo patrón de situar su propia realidad en un
terreno epistémicamente inalcanzable para el modo de representación eurocéntrico
institucionalizado de sus productores. En consecuencia, la irrepresentabilidad del subalterno,
a causa de las barreras epistémicas del autor, es parte de la formación discursiva
latinoamericana que no puede desligarse de sus modos de representación eurocéntricos.

El posicionamiento de la subalternidad y su cosmovisión dentro del concierto de


temáticas del género novelar, es propiciado por un conjunto de escritores latinoamericanos,
Carpentier es uno de ellos, comprometidos con el acontecer político de América Latina en el
siglo XX. Tales escritores realizan un incesante movimiento de búsqueda y constante
renovación con el fin de apropiarse de su presente -realidad latinoamericana- a través de un
modo de producir literatura que tensionara el eurocentrismo imperante en la literatura de
Occidente. En este contexto, aunque años después de la publicación de El reino de este
mundo, Alejo Carpentier, en el ‘Primer Congreso de Artistas y Escritores Cubanos’,
desarrollado en La Habana en 1961, ensalza el compromiso de los intelectuales
latinoamericanos del siglo XIX contra la opresión colonial y su lucha más allá de las
contingencias inmediatas, para reprochar la amoralidad del artista de las primeras décadas
del siglo XX que permaneció inactivo ante las lamentables condiciones de vida de los pueblos
latinoamericanos. Sin embargo, destaca que desde los años veinte, a causa de grandes
acontecimientos mundiales, los artistas latinoamericanos buscan viajar a Europa, no con el
ánimo de expatriarse, sino con el de volver a influir en el destino político y social de América
Latina. Los grandes acontecimientos mundiales que señalamos, tienen su máxima expresión
en la etapa posterior al término de la segunda guerra mundial, periodo en que se abre un
amplio debate historiográfico respecto a la validez y rectitud moral de las distintas
interpretaciones que pueden darse al holocausto judío. Saul Friedlander, apunta en este
respecto, que durante los años sesenta del siglo XX, el cine y la literatura, le abrieron paso a
un nuevo discurso, dispuesto a recepcionar distintas ‘verdades’ acerca del holocausto (22).
La intelectualidad eurocéntrica, de la cual Carpentier forma parte, tras los acotamientos del
holocausto -Auschwitz-, ve alteradas las condiciones de vida de Occidente, por lo que
permanecer incólumes ante los acotamientos es imposible. De acuerdo con esto, y con las
relativizaciones de los hechos que buscan registrar el pasado reprimiendo la memoria de los
oprimidos, es imperativo que se posicione una pretensión de ‘verdad’ (Friedlander 24) que
apele a la consolidar, en un relato mayor, la ‘verdad’ de los oprimidos -subalternidad- en
respuesta a los modos de representar el pasado que distorsionan y banalizan la ‘verdad’ del
otro oprimido. El reino de este mundo, si bien no refiere a una ‘verdad’ del holocausto, sí,
como parte de una obra propia de su tiempo, revela la pretensión de posicionar la ‘verdad’
de los oprimidos latinoamericanos -esclavos afroamericanos- en el circuito de las diversas
‘verdades’ entorno a la historia de América Latina. Las tradiciones y formas de vida ajenas
al eurocentrismo se hacen acreedoras de una serie consideraciones, no obstante, Carpentier,
trata de acceder a las representaciones subalternas, a través de sus propios modos de
representación eurocéntricos, por lo que, pese al desmantelamiento político de Europa, ésta
siguió irradiando sus representaciones mentales a la intelectualidad latinoamericana,
volviendo vanos sus esfuerzos traspasar las fronteras discursivas -epistémicas- hacia una
representación auténtica de la ‘verdad’ americana silenciada. El prólogo de la obra, da cuenta
del impulso que siente Carpentier de contrastar la <<maravillosa>> realidad que observó en
su paso por Haití en 1943, a la agotante pretensión de suscitar lo maravilloso que caracteriza
a las literaturas europeas a través fórmulas consabidas: “lo maravilloso se queda en paraguas
o langosta o lo que sea, sobre una mesa disección, en el interior de un cuarto triste, en un
desierto de rocas” (10). El autor propone que lo verdaderamente maravilloso surge de una
inesperada alteración de la realidad, de una iluminación inhabitual o de una ampliación de
las categorías y escalas de la realidad. Lo maravilloso es descrito por el autor como una
sensación que es apreciable mediante el presupuesto de fe de quienes coexisten con lo
maravilloso en su cotidiano. De este modo, lo maravilloso que es representado desde el
descreimiento -como lo hicieron los surrealistas- no es más que una artimaña literaria o una
literatura onírica “arreglada” que ya se agotó. La visita de Carpentier a Haití, y sus posteriores
reflexiones, hacen que considere que su experiencia forma parte de lo que él define como lo
real maravilloso: “Pisaba yo una tierra donde millares de hombres ansiosos de libertad
creyeron los poderes licantrópicos de Mackandall, a punto que esa fe colectiva produjera un
milagro el día de su ejecución” (12). La fe en sucesos que parecen inverosímiles es lo que
destaca Carpentier en su viaje, sin embargo, no considera que sea solo patrimonio de Haití,
sino que de América Latina en su totalidad. El autor, señala en su prólogo, a modo de
ejemplo, que la literatura maravillosa europea estaría representada por el sexto canto de
Maldoror, en el que el héroe es perseguido en San Petersburgo por toda la policía del mundo,
consiguiendo escapar al adoptar el aspecto de distintos animales y haciendo uso de su
capacidad de teletrasportarse a otras ciudades del mundo. Por otro lado, en América Latina,
donde no se cultiva la escritura de relatos maravillosos, existió un Mackandall dotado de
teriomorfismo por la fe de sus contemporáneos y que alentó la sublevación haitiana.

Carpentier, desde las limitaciones su modo de representación europeo, trata de influir


en el proceso político y social de América Latina a través de una narrativa que tensionara el
eurocentrismo literario imperante. Para ello se vale de su noción de lo real maravilloso que
objetiva los sucesos inexplicables acaecidos en el espacio latinoamericano, imposibles de ser
representados en Europa. El gesto político del autor, radica en que categoriza al espacio
americano como un lugar único en que los acontecimientos maravillosos son una ‘verdad’
histórica y en que, así como lo hizo Martí en “Nuestra América”, se hace cargo de las
subalternidades del continente: “…carga con sus indios y con sus negros con la “sangre
natural del país”, con todas sus realidades buenas o malas en espera del día en que “los
hombres buenos americanos” pudiesen saludarse de un pueblo a otro con “los ojos alegres
de los trabajadores””. (Carpentier “Tientos y diferencias” 79).

No se pude discutir que, gracias a Carpentier, y a otros escritores contemporáneos, se


abre un lugar en la literatura mundial que valora a América Latina como un espacio único de
representación literaria. No obstante, es válido cuestionarse acerca de qué tanta vinculación
epistémica existe entre el autor y las subalternidades de las que dice hacerse cargo. Carpentier
es heredero de una casta de escritores que, rodeados de multitudes analfabetas, toman
conciencia de su nacionalidad y criollismo en el siglo XIX. En este sentido, el autor no
pertenece al ámbito cultural subalterno, puesto que las relaciones de dominancia de la
sociedad en que nació, lo situaron bastantes escalafones más arriba de las subalternidad que
representa literariamente. Es destacable que Carpentier considere que lo maravilloso surge
inequívocamente a raíz de una repentina alteración de la realidad. Tal concepción se asemeja
mucho a la idea de <<grotesco>> manejada por Wolfgang Kayser, para quien se explica en
tanto no somos capaces de conocer los poderes que trastocan sorpresivamente el orden de lo
real, pues lo grotesco provoca la pérdida de confianza en una realidad que de improviso no
nos permite orientarnos y que se nos torna absurda, esto implica que lo grotesco excede las
representaciones mentales del lector. Sin embargo, la diferencia entre ambos conceptos,
reside en que lo maravilloso presupone la fe en que el elemento intempestivo que altera la
realidad, no es ajeno al mundo, sino que está objetivado como parte de éste. Podríamos
explicar lo real maravilloso como la representación literaria de la realidad concreta que vive
una sociedad cargada de elementos que, para un sujeto ajeno a esa comunidad, resultan ser
inexplicables y alteradores de su orden de mundo, pero que, para un miembro, son parte del
cotidiano. En consecuencia, planteamos que Carpentier elabora el concepto de lo real
maravilloso a causa de la repentina alteración en su visión eurocéntrica que le provocó
enfrentarse a la realidad haitiana. Teniendo en cuenta que el autor no puede desligarse de su
pensamiento eurocéntrico, se limita crear un tipo de literatura que ficcionaliza una episteme
-discurso- subalterna que conlleva el depósito de ‘fe’ en hechos extraordinarios por parte de
los personajes subalternos de la obra, con la pretensión de otorgar relevancia a la ‘verdad’
subalterna latinoamericana.
Para demostrar la irrepresentabilidad epistémica de la subalternidad en la obra,
recurriremos a marcas textuales que vuelven explícita esta situación. Amaryll Chanady
subraya la originalidad y renovación estilística presentes en El reino de este mundo con que
Carpentier representa novelescamente a América Latina, no obstante, la teórica, destaca que,
más allá de la estilística novedosa de la obra, se hallan importantes experimentos con la
focalización. El término <<focalización>> proviene de la narratología moderna de Gérard
Genette, el cual se emplea para distinguir entre <<voz narrativa>> y el <<punto de vista>>,
es decir, la instancia que ve y piensa en el relato. Chanady, pese a las críticas que reciben los
análisis literario sobrepoblados de terminología estructuralista, utiliza el concepto de Genette
por ser de mucha utilidad para abordar textos <<mágicorealistas>>, donde un narrador
manifiestamente erudito adopta la perspectiva de un indígena -subalternidad- en que se
acepta lo sobrenatural y lo mítico como parte del orden natural (447). La novela de Carpentier
posee distintos pasajes en que se acoge una <<focalización cero>>, donde un ‘autor
omnisciente’ adopta una focalización exterior al mundo ficticio; así el focalizador permanece
anónimo, no dramatizado y no determinado explícitamente (447). Sin embargo, y aquí es
donde Chanady reconoce la contradicción de la obra, la focalización es con frecuencia
delegada a personajes dentro del relato. En El reino de este mundo se halla una yuxtaposición
constante de epistemes -amos blancos y el esclavo Ti Noel- que se excluyen mutuamente por
poseer modos de representación de la realidad que no coinciden. En el capítulo VIII de la
primera parte, El gran vuelo, cuya focalización se sitúa, la mayor parte del relato, en los
esclavos negros, que ven a Mackandall zafarse del poste de torturas donde quería quemarlo
la autoridad colonial blanca, intercaladamente, se le entrega información al lector que solo
puede provenir de un amo blanco o un focalizador anónimo (448). Cuando el narrador relata
la impresión que suscita en Lenormand de Mezy-amo de Ti Noel- la insensibilidad de los
esclavos frente a la muerte de Mackandall, nos encontramos ante un focalizar externo a la
historia y no dramatizado que ironiza a los amos blancos sin identificarse con los esclavos
que no tienen acceso a las conversaciones privadas entre blancos (448): “Y mientras
Monsieur Lenormand de Mezy, de gorro de dormir, comentaba con su beata esposa la
insensibilidad ante el suplicio de un semejante -sacando de ellos ciertas consideraciones
filosóficas sobre la desigualdad de las razas humanas, que se proponía desarrollar en un
discurso colmado de citas latinas-” (47). La contradicción epistémica que pretendemos
resaltar, se vuelve aún más evidente, al poner atención a la forma en que se relata la noticia
de que Mackandall fue ejecutado: “…Mackandall, agarrado por diez soldados, era metido de
cabeza en el fuego […] Cuando las dotaciones se aplacaron la hoguera ardía normalmente,
como cualquiera hoguera de buena leña, y la brisa venida del mar levantaba un buen humo
hacia los balcones donde más de una señora desmayada volvía en sí. Ya no había nada que
ver” (46). La focalización no dramatizada o privilegiada de los amos blancos, destruye la
focalización propia de los esclavos negros, puesto que, si el líder de la revolución esclava ha
sido ejecutado, el modo en que la subalternidad representa la escena relatada, no es digna de
fe. Por otro lado, en relación a las distancias discursivas -epistémicas- entre amos y esclavos,
es relevante la focalización de autoridad blanca que adopta el narrador, lo que crea un vínculo
discursivo entre el lector y demás personajes situados epistémicamente muy distantes a la
subalternidad. Respecto a lo anterior, el capítulo III de la primera parte, Lo que hallaba la
mano, retrata la idea de un vínculo epistémico eurocéntrico entre narrador y lector, ya que se
halla un focalizador despectivo que se identifica con Lenormand de Mezy, quien en
referencia a Mackandall, opina que: “…todo mandinga -era cosa sabida- ocultaba un
cimarrón en potencia. Decir mandinga era decir díscolo, revoltoso, demonio” (29). La
expresión ‘era cosa sabida’, apunta Chanady, es una apelación explícita al lector para hacerlo
partícipe de la focalización despectiva de amo blanco -que acoge el narrador- con la
sublevación esclava, provocando el distanciamiento entre el lector y la subalternidad de la
obra. El capítulo IV de la segunda parte, Dogón dentro del Arca, a través de la focalización
en Lenormand de Mezy, se profundiza la interpretación despectiva del subalterno, esto se
expresa en la calificación de ‘salvajes creencias’ que realiza el amo blanco del culto esclavo
al verse envuelto en una sublevación incapaz comprender: “¿Pero acaso una persona culta
podía haberse preocupado por las salvajes creencias de gentes que adoran una serpiente?”
(65)

Creemos que, en conclusión, nuestra hipótesis se confirma, puesto que logramos demostrar
a través de marcas textuales que, efectivamente, El reino de este mundo, se construye en base
al eurocentrismo intelectual imperante y reproduce el discurso -episteme- característico de la
cultura europea colonizadora, expresada en la imposibilidad de representar la sublevación de
los sujetos <<subalternos>> sin acudir a prejuicios e interpretaciones coloniales que hacen
explícita la barrera discursiva entre ambos mundos: civilización europea colonizadora y
cosmovisión subalterna afroamericana. La confirmación de nuestra hipótesis, abre la
interrogante acerca de si la obra de Carpentier es una constante reflexión respecto a la
búsqueda y encuentro de la identidad latinoamericana. Zygmunt Bauman en relación al
problema de la identidad, postula que es una noción que surge cuando no estamos seguro del
lugar al que pertenecemos. De este modo, <<identidad>>, es el nombre que se le da a la
búsqueda de una salida a la incertidumbre de la pertenencia (41). Advierte Bauman que la
modernidad se apropia de la figura del <<peregrino>>, el cual en todas las épocas es un sujeto
que no está donde quiere y debería estar. Evidenciamos la búsqueda de identidad en la novela
a través del capítulo IV y final de la cuarta parte, Agnus Dei: Ti Noel observaba como
entraban gansos en sus tierras y decide convivir con ellos: “Cansado de licantropías azarosas,
hizo uso de sus extraordinarios poderes para transformarse en ganso y convivir con las aves
que se habían instalado en sus dominios” (137). Sin embargo, pese a que Ti Noel trató de ser
discreto para ser aceptado por la comunidad de gansos, solo encontró desprecio en ellos:
“…comprendió pronto, que aunque insistiera durante años, jamás tendría el menor acceso a
las funciones y ritos del clan. Se le había dado a entender claramente que no le bastaba con
ser ganso para creer que todos los gansos fueran iguales” (138). El esclavo comprende que
no fue aceptado por los gansos como un castigo por su cobardía, ya que, a diferencia de
Mackandall, quien se disfrazó de animal para servir a los hombres, Ti Noel lo hizo con el fin
de servirse a sí mismo y desertar del mundo humano. Adquiere sentido el rechazo de los
gansos hacia el esclavo, ya que éste actúa en base a motivaciones puramente humanas que
no están acordes a la manera en que funciona la naturaleza animal. De igual forma,
Carpentier, interpretando su vida y obra como la de criollo latinoamericano expatriado, se
encuentra en una constante pesquisa de su propia identidad y da cuenta, mediante su obra
literaria, de su inadecuación a los diversos entornos culturales en que vive. De ahí, que en su
viaje a Haití sufra una crisis epistémica -discursiva- que lo lleva plantear el concepto de lo
real maravilloso, como un mecanismo de salida a su peregrinaje en busca de identidad, no
obstante, al igual que Ti Noel, rechazado por los gansos, a causa de su incompatibilidad de
visiones, Carpentier, está lejos de caminar en el mismo terreno epistémico que las
subalternidades de las que pretende hacerse cargo.

El momento culmine de da obra se produce cuando el viejo Ti Noel, parado sobre su mesa y
declarando la guerra a los nuevos amos -mulatos-, da órdenes a sus súbditos de partir al
asalto. En ese momento: “…un gran viento verde, surgido del Océano, cayó sobre la Llanura
del Norte […] Todos los árboles se acostaron, de copa al sur, sacando las raíces de la tierra.
Y durante toda la noche, el mar, hecho lluvia, dejó rastros de sal en los flancos de las
montañas […] Y desde aquella hora nadie supo más de Ti Noel ni de su casaca verde con
puños de encaje salmón…” (139). Respecto al final de la obra, creemos que existe cercanía
con la idea de desierto de Edmond Jabès que expone Bauman, esto es, un espacio al que se
va a perder la identidad y volverse anónimo (44). En este sentido, el mensaje que transmite
el término de la novela, dialoga con el ideal revolucionario de Carpentier, quien, tácitamente,
plantea el desafío de superar la barrera discursiva -epistémica- entre los modos de
representaciones eurocéntricos y las distintas cosmovisiones ajenas al pensamiento de
Occidente. Es quizá la incapacidad del autor por representar la episteme subalterna, un gesto
de humildad intelectual que nos invita a pensar nuestro modo de representación eurocéntrico,
no como un ‘relato maestro’ de la realidad, sino como una ‘verdad’ que circula, junto a
muchas otras, en torno a América Latina.
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