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contexto cultural del comportamiento humano, luego realice las acciones siguientes:
A-Presente una investigación acerca del regionalismo del lenguaje dominicano y enliste las
palabras de origen taíno y africano de uso cotidiano en las diferentes regiones.
Presentación
Universidad: Universidad Abierta para Adultos UAPA
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La pregunta dista mucho de ser un tópico simplemente académico pues son muchos los
dominicanos que están convencidos de ser descendientes de los pobladores originales
de la isla aun cuando no puede definir o describir en qué consiste su “indianidad”.
Los antropólogos y lingüistas tienen respuestas para esa pregunta cuando señalan que
los dominicanos han heredado un cuerpo de vocablos de uso cotidiano procedente del
idioma taíno, el cual ha pasado ya a la lengua española como una supervivencia de la
sociedad aborigen.
Mucha gente no sabe que esos vocablos son de origen taíno, a menos que lo hayan
aprendido en la escuela, en donde a veces se enseña que las palabras maíz, yuca,
casabe, bohío, batey, maní, caníbal, Caribe, lerén, entre otras, son supervivencias de la
cultura taína.
Entre las palabras de ese diccionario hay muchas que no sólo son de uso corriente
porque describen cosas físicas, sino también las hay que nombran fenómenos naturales,
como es el caso de los ríos Ozama, Yuna, Yaqué, Yuma, Baja bonico; o lugares como
Macorís, Neiba, Bahoruco, Jaragua, Jánico, Higüey, Yaguana, y otros.
De la misma manera, también sobrevivieron los nombres de personas, tal vez por
influencia del indigenismo romántico que dominó la literatura en la segunda mitad del
siglo 19, y por ello hoy es tan común encontrar gente que responde a los nombres de
Hatuey, Caonabo, Guarionex, Anacaona, Guarocuya, Cotubanamá y Tamayo, para sólo
mencionar los más comunes.
No sólo han quedado las palabras taínas, también han quedado algunas costumbres
asociadas a ellas o descritas por ellas como es el uso de la coa, la macana, la canoa
(palabras taínas), la agricultura de tumba y quema, la construcción de los bohíos
campesinos.
Estas herencias taínas han sido bien estudiadas y existen varios estudios y ensayos que
las han descrito en detalle, lo mismo que otras herencias más lejanas, como son muchas
palabras y costumbres de origen africano que forman parte de la cultura criolla.
Hace más de cuarenta años los antropólogos señalaron que entre las supervivencias
africanas más comunes en las sociedades caribeñas está la costumbre de las madres de
cargar en sus caderas a sus niños pequeños.
Lo mismo ocurre con San Lorenzo de Los Mina, que se formó con esclavos libertos
procedentes de Mina, Angola, que escaparon de las plantaciones francesas de la colonia
de Saint-Domínguez.
El plátano es una de esas plantas (ya hemos mencionado el ñame), que aunque no vino
directamente de África, sino de las Islas Canarias, su origen africano es indisputable,
como lo es también el llamado monicongo, hoy casi en desaparición pero todavía de
consumo corriente en algunos campos de San Cristóbal en ciertas épocas del año.
Hay supervivencias más sutiles, pero no por ello menos visibles o poderosas, como son
las creencias religiosas importadas de África y reprimidas desde un principio por los
amos esclavistas.
Para proteger sus creencias los esclavos aceptaron hacerse “cristianos” y se disfrazaron
de una religiosidad aparentemente católica que ocultaba una santería más cercana a los
panteones dahomeyanos y de Guinea que al santoral católico romano.
En el caso de Haití, que a finales del siglo 18 hizo una revolución emancipadora que
eliminó la esclavitud y borró durante muchos años casi toda la influencia europea sobre
la sociedad rural haitiana, las religiones tribales africanas confluyeron para constituir el
vudú, una nueva religión americana.