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UNIVERSIDAD AUTONOMA DE BUCARAMANGA

Grupo de investigación “Violencia, Lenguaje y Estudios culturales”


Proyecto: Estudio del Seminario I de Jacques Lacan
Texto: Obras Completas (tomo XII)/ Autor: Sigmund Freud
Relatoría del capítulo: “Sobre la dinámica de la trasferencia (1912)
Por: Sebastián Patiño Villegas
Fecha: 5 de Diciembre del 2017

En el presente texto, Freud se encamina a realizar algunas puntualizaciones sobre el fenómeno de la


transferencia y de la forma en que esta opera en el tratamiento psicoanalítico. Así, comenzará por señalar el
hecho de que en todo ser humano se establecen unas condiciones de amor, unas pulsiones por satisfacer y
unas metas que se fijan. No obstante, solo un sector de esas mociones determinantes de la vida amorosa se
encuentra disponible para la personalidad consciente, mientras que otra parte de dichas mociones está apartada
de la personalidad consciente y solo ha de desplegarse en la fantasía o ha permanecido por entero en el
inconsciente. Advierte Freud que ambas porciones de libido harán parte –en situaciones de amor
insatisfecho― de la configuración de unas representaciones-expectativa libidinosas dirigidas hacia cada nueva
persona. En este sentido, para Freud resulta normal que aquella investidura libidinal que yace en la expectativa
de un sujeto parcialmente insatisfecho, se vuelva hacia el médico. De esta manera, la figura del médico se
inserta en una de las series psíquicas que el paciente ha erigido hasta el momento.

En relación a lo anterior, el autor puntualizará dos elementos de especial interés para el psicoanálisis y que se
han de configurar como un enigma: primero, el hecho de que la transferencia resulte más intensa en personas
neuróticas bajo análisis que en otras, no analizadas; y segundo, el por qué, en el análisis, la transferencia emerge
como la más fuerte resistencia al tratamiento, aun cuando fuera de este figure como condición del éxito. En
torno a los problemas enunciados anteriormente, Freud desmentirá el hecho de que la transferencia se
presente con mayor intensidad fuera de análisis. Para ello pondrá como ejemplo la situación de enfermos
nerviosos que, si bien no han sido tratados analíticamente, han de evidenciar las máximas intensidades de una
transferencia, de manera que aquellos caracteres de la transferencia serán adjudicados a la neurosis. Por otro
lado, para desentrañar lo concerniente al asunto de la transferencia como máxima resistencia, Freud ilustrará
el mecanismo de introversión de la libido. Una vez se disminuye el sector de la libido susceptible de conciencia,
aumenta el sector de ella inconsciente. Así, la libido termina por obedecer al camino de la regresión y reanima
los imagos infantiles, situación que persigue la cura analítica con el fin de volverla asequible a la conciencia. En
consecuencia, la investigación analítica entrará en disputa con las fuerzas causantes de la regresión de la libido,
elevadas ahora al orden de resistencias. La liberación de la libido estará dada, entonces, en la medida en que
se logre cancelar la represión de las pulsiones inconscientes y sus producciones.

En este orden de ideas, la resistencia debe ser tenida en cuenta como un fenómeno que acompaña todos los
pasos del tratamiento. Y bien, como señala Freud, en dicho trabajo de investigación sobrevendrá la
transferencia. De ello darán cuenta las ocurrencias que se anuncian mediante los indicios de una resistencia;
“se adelanta hasta la conciencia la parte del complejo susceptible de ser trasferida, y es defendida con la máxima
tenacidad”. En esta vía, el enfermo, a fin de encubrir el material patógeno, terminará por valerse de la
desfiguración por transferencia, lo cual apunta a que los conflictos, de una u otra manera se libren en el
terreno de la transferencia.

Con el fin de precisar el asunto de la trasferencia esbozado hasta el momento, Freud se pregunta ¿A qué debe
la transferencia el servir tan excelentemente como medio de la resistencia? Para dar respuesta a dicho
interrogante, el autor propone pensar la dificultad que reside en el hecho de confesar una moción de deseo
prohibida ante la misma persona sobre quien esa moción recae, situación a la que el analizado quiere apuntar
al hacer coincidir sus mociones con el médico. No obstante, advierte Freud, es consabido que ante semejantes
situaciones el fenómeno de la transferencia actúa igualmente como facilitador de la confesión. En este punto,
el autor introduce una disyunción en relación a la transferencia; así, será preciso hablar de una transferencia
«positiva» y una «negativa», esto es, las transferencia de sentimientos tiernos y la de sentimientos hostiles, las
cuales deberán recibir diferente tratamiento. La positiva, a su vez, se descompone en la de sentimientos tiernos,
susceptibles de conciencia, y la de sus continuaciones en lo inconsciente. A partir de lo anterior afirma Freud
que “las personas de nuestra realidad objetiva meramente estimadas o admiradas pueden seguir siendo objetos
sexuales para lo inconsciente en nosotros”. En este sentido, la transferencia sobre el médico solo resulta
apropiada dentro de la cura en la medida en que se trate de transferencia negativa, o una positiva de mociones
eróticas reprimidas. De manera que, en esa medida, los resultados del psicoanálisis se basan en la sugestión,
entendida esta como influjo sobre el ser humano por medio de fenómenos transferenciales posibles con él.

A modo de conclusión, Freud señala que es menester prestar atención a otro aspecto del fenómeno
transferencial: se trata de la lucha entre médico y paciente, entre intelecto y vida pulsional, la cual se
desenvuelve casi exclusivamente en torno de los fenómenos transferenciales. Si bien esta empresa resulta harto
compleja para el psicoanalista, advertir y dominar los fenómenos de la transferencia será fundamental, como
señala Freud “para volver actuales y manifiestas las mociones de amor escondidas y olvidadas de los pacientes;
pues, en definitiva, nadie puede ser ajusticiado in absentia o in effigie”.

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