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PANÓPTICOS Y LABERINTOS

Subjetivación, deseo y corporalidad


en una cárcel de hombres

Rodrigo Parrini Roses

'

1
CENTRO DE ESTUDIOS SOCIOLÓGICOS
PROGRAMA INTERDISCIPLINARIO 1 EL COLEGIO
DE ESTUDIOS DE LA MUJER DE MÉXICO
11

305.31
P2613p
Parrini Roses, Rodrigo.
Panópticos y laberintos : subjetivación, deseo y corporalidad
en una cárcel de hombres/ Rodrigo Parrini Roses. --l a ed. CONTENIDO
-- México, D. F. : El Colegio de México, Centro de Estudios
Sociológicos, Programa Interdisciplinario de Estudios de la
Mujer, 2007.
288 p. ; 21 cm
Agradecimientos 11
Incluye bibliografía: p . 269-277
ISBN 968-12-1269-X Introducción 15
¿Cuál alma? ¿Qué cuerpo? 19
1. Masculinidad -- México -- Ciudad de México. Jardín de senderos que se bifurcan: los significados y las prácticas 22
2. Identidad de género -- México -- Ciudad de México. Los argumentos, los textos y la perplejidad: ¿cómo pensar
3. Subjetividad -- Aspectos sociales -- México -- Ciudad la cárcel y el género? 24
de México. 4. Sexo -- Aspectos sociales -- México -­
Ciudad de México. 5. Cuerpo humano -- Aspectos sociales 29
I. Una delgada línea: género, performatividad y subjetivación
-- México -- Ciudad de México. 6. Deseo. 7. Presos -- México
La mano y el sexo: dos cuentos 30
-- Ciudad de México. 1. t.
El orden de las semejanzas y los géneros múltiples 33
¿Qué hay detrás de una máscara? La genealogía y la identidad 35
La performati vidad. Entre la actuación y la repetición 40
¿Se pueden hacer cosas con palabras? 43
Alguien llama. La voz de la ideología 46
Subjetivación y corporalidad: los dispositivos y los tropos 51
Deseos, fuerzas y multiplicidades. El dispositivo disciplinario 54
Saber quiénes somos. El dispositivo de la sexualidad 57
¿Tiene cuerpo el género?, ¿tiene sexo el alma? 60
Primera edición, 2007
II. Tiempo, espacio y poder: el orden social carcelario 63
D°'R. © El Colegio de México, A. C. El incesante rumor de las cárceles 64
Camino al Ajusco 20 Una sintaxis del encierro. El lenguaje en la cárcel 69
Pedregal de Santa Teresa Un rostro funesto: tiempo, memoria y condena 71
10740 México, D.F. 72
El tiempo de la institución. Antes y después
www.colmex.mx
El tiempo de los internos. Viejo y nuevo 73
"¿Quién llega?" Trayectorias 76
ISBN 968-12-1269-X
Antes y después: formas de integración y de vulnerabilidad 79
Impreso en México El encierro y la extrañeza: un proceso de adaptación 83

7
8 PANÓPTJCOS Y LABERfNTOS CONTENIDO 9

El jardín de las especies: clasificación y paso a los dormitorios 86 PIiegues, aromas y vanidades: los putos 217
Las celdas, los camarotes: construcciones del espacio 89 Otra vuelta de tuerca: el caqu[n 236
Los órdenes del espacio 90 La tierra prometida: cuerpo, género e identidad 245
Arriba o abajo 90
Dentro o fuera 91 V. Seducción, masculinidad y cuerpo: a manera de epílogo 255
Una celda, un infierno y un camino. Las construcciones del espacio 94 La escena de la seducción 256
Espacio "escatológico" 94 Masculinidad y puntos nodales 261
Espacio moral 96 El cuerpo como un "resto": los fantasmas 265
Espacio social 98
Espacio imaginario 99 Bibliografía 269
Las reglas de uso 100 Anexo 1 279
Regla de la antigüedad 101 Anexo 2 283
Regla de la verticalidad 101
Regla de la administración 102
Monstruos y mamds: las posiciones 102
Dueño y señor: las mamds 103
Limpiar y obedecer: los monstruos 110
El silencio y la muerte: coordenadas de un orden social 124
Un régimen de silencio: la borrega 125
La Ley de Herodes: la muerte como una doble frontera 131
Lo que siempre ha existido: la cárcel como mito 135

lll. Almas d6ciles: configuración de la masculinidad 139


Mínima masculinidad: significados de ser hombre 140
Hombre vivo, hombre muerto. Masculinidad y encierro 147
Lo morado se quita... Masculinidad en la cárcel 153

IV. El cuerpo, la intimidad, los deseos: masculinidad y erotismo 163


Intimidad y sexualidad: visitas, amigas y esposas 165
Una intimidad vigilada: la visita conyugal 166
Un cuarto propio: las cabañas 170
Chamacos y travestís: dos sistemas de prostitución 177
Mujeres parciales: prostitución de hombres jóvenes
Caminar por los pasillos: prostitución travestí
178
188
\
Comprar cdrcel: fetichismo, intercambio y deseo 196
Miradas, gestos y palabras. Homoerotismo en la cárcel 202
Huir por los pasillos. Seducción y mirada 205
Lo que se es y lo que se parece. Los sujetos involucrados 214
AGRADECIMIENTOS

Este libro está dedicado a Palmira Roses Pera, Este libro es resultado de la buena voluntad y cooperación de muchas
con un profundo cariño y una gran admiraci6n. personas en distintos momentos. Agradezco al Programa Interdisciplina­
rio de Estudios de la Mujer de El Colegio de México la oportunidad que
me dio para estudiar su maestría en estudios de género, cuyo producto
final es esta publicación. Asimismo agradezco el financiamiento que hizo
factible que la investigación se realizara. En este mismo sentido mani­
fiesto mi gratitud al Programa de Salud Reproductiva y Sociedad de El
Colegio de México por su apoyo financiero.
Agradezco a la Dirección General de Prevención y Readaptación
Social del Gobierno del Distrito Federal el haberme permitido entrar al
Reclusorio Varonil Norte a su cargo y autorizarme a realizar las entrevis­
tas que constituyen el material fundamental de este texto. Reconozco el
trato gentil <;lel personal del Reclusorio Norte y su ayuda para facilitar la
realización de las entrevistas. El respaldo de la doctora Elena Azaola fue
fundamental para llevar a buen puerto estas gestiones.
Agradezco de forma especial a los internos en dicho reclusorio que
accedieron a ser entrevistados, especialmente por la confianza que depo­
sitaron en m( y por su disposición a compartir ciertas partes de sus vidas,
muchas veces duras, difíciles de contar. No tengo otra retribución que lo
aquí escrito y la honestidad con la que utilicé lo que me refirieron.
La ayuda y el apoyo de la doctora lvonne Szasz ha sido fundamental,
tanto que estos agradecimientos resultan escuetos al percibir la impor­
tancia que ha tenido su respaldo para la realización del libro y para mi
estadía en México.
La doctora Nattie Golubov ha sido también un apoyo fundamental.
Las largas conversaciones en las que abordamos casi todo lo que aquí
está escrito, así como su brillantez intelectual, están diseminadas a lo
largo de todo el texto. Su amistad ha sido para mí una guía importante y
significativa.

11
12 PANÓPTICOS Y LABERINTOS

Agradezco a la doctora Soledad González su paciencia, su lectura y


su confianza en que este material fuera publicado. Sin duda su partici­
pación ha sido fundamental para llegar a los resultados que se exponen.
Asimismo reconozco la lectura atenta y detallada del manuscrito y los
comentarios profundos y relevantes del doctor Joan Vendrell.
Expreso también mi gratitud a Josefina Recillas por su trabajo de
transcripción de las entrevistas realizadas para esta investigación; su ge­
nerosidad y su profesionalismo fueron una gran ayuda. Reconozco, del
mismo modo, el respaldo del personal de la Biblioteca Daniel Cosío Vi­
lJegas, tanto porque la calidad del acervo fue fundamental para acceder Donde tuvo lo que es su origen,
allí es preciso que retorne en su caída.
a gran cantidad de lecturas y autores que han sido centrales para lo que ANAXIMANDRO, Fragmentos
he escrito y pensado, como porque su profesionalismo y disponibilidad
me permitieron encontrar materiales en diversas bibliotecas y leer con ' Me dije que si el paisaje con lluvia era hermoso
tranquilidad y detenimiento. -como ver algo en penumbras­
Finalmente, agradezco de modo general a México el que me haya /o sería también sin ella.
BASHO, Las sendas de Oku
acogido y que me permitiera estudiar e investigar en su tierra. Ha sido,
tal vez, la experiencia más enriquecedora de mi vida y tendrá un lugar
permanente en mi memoria.
1

INTRODUCCIÓN

Tras muchos cambios y variaciones llegué a un título que estimé defi­


nitivo para este libro: Panópticos y laberintos: subjetivación, deseo y
corporalidad en una cárcel de hombres. Esta última versión condensa los
cambios que el texto experimentó a lo largo de su proceso de escritura.
Diría que el título llegó hasta mí, que de alguna manera se impuso y dejó
atrás otros matices y ámbitos que me habían interesado desde el princi­
pio. Privilegié en un primer momento el tema de la disciplina, pero se
impusieron el deseo y la corporalidad. A ninguno de ellos lo había consi­
derado desde el inicio. Llegaron por su propio peso, por la insistencia con
que hablaban sobre su cuerpo y el de los otros los presos que entrevisté;
sobre su deseo y el de los otros.
Permaneció, eso sí, el concepto de subjetivación. Para mí, cuan­
do comencé a escribir este libro, era una noción nueva que tomaba de
las lecturas de Foucault; luego me pareció que podría ser un concepto
central para los estudios sobre género y sexualidad, ámbito en el que
participo. Central por dos razones: primero, porque permite entender
que la subjetividad es una construcción enraizada en ciertas coorde­
nadas histórico-políticas y en determinadas conformaciones simbóli­
cas e imaginarias; además, si bien en los estudios de género se afirma
de modo insistente que los sujetos son construidos, cuando se llega
hasta ellos, se les pregunta, y se investigan sus vidas, sus deseos, sus
prácticas y sus significados, se trabaja como si todo estuviera allí de
modo consistente. Digámoslo: se trata a los sujetos como anteceden­
tes y no como consecuentes. ¿Consecuentes de qué? De una historia
o de muchas, de dispositivos ideológicos e institucionales, de tramas
simbólicas, de arreglos políticos. Segundo, si se evita pensar en cons­
trucciones imaginando esencias, se puede entender de modo más radi­
cal el funcionamiento de los elementos señalados en la conformación
histórica de los sujetos. Nuevos tipos de sujetos nacen de distintas tec-

15
INTRODUCCIÓN 17
16 PANÓPTICOS Y LABERINTOS

de poder e institucional que delimita las coordenadas de la subjetividad,


nologías de poder -dice Foucault-. Lo que hicimos fue tomar esta sino que también reformulan esos mismos resultados, los desplazan y se
afirmación al pie de la letra. los aprop�an. Entre una institución y los sujetos institucionalizados existe
Nuestros sujetos fueron los hombres presos en una cárcel del Distrito una trama densa de resistencias y especificaciones que no forman parte
Federal, al norte de la ciudad. Diez mil individuos en una cárcel construi­ de un proyecto global ni de un programa particular, sino de una dinámica
da para la �tad de ese número. Una ciudad tras las rejas. Hacinamiento, cotidiana y permanente. Microfísica no sólo del poder, sino también de
nsas, corrudas, trabajo, sexo. Emociones y silencio, violencia y ternura. sus reveses, de sus rcacomodos y de las resistencias que se le oponen y
El amor Y la furia. Una ciudad. Un rumor incesante entraba por las ven­ lo desplazan.
tanas del pe� ueño recinto donde conversé con algunos de ellos, como si Panópticos y laberintos. Ambos conjugados y actuantes, ambos im­
nunca se dejara de hablar, de decir algo; no una voz individual, sino una bricados. Panópticos y laberintos que se deslizan y se concretan en las
voz colectiva, soterrada y pulsante que me cobijaba. Alguna vez pensé en subjetividades, en los deseos y en los cuerpos. Encontramos, de este
uno de los can�os de la Ant{gona de Sófocles en que el coro se interroga modo, que cuatro partes del cuerpo condensaban el funcionamiento de
_
s? bre el m1steno de la condición humana y su destino aciago. Un miste­ cuatro regímenes diferenciados de poder y subjetivación. El primero,
no que llegaba en forma de rumor, un canto doloroso y vivo tras las rejas. situado en la boca, determinaba un régimen de silencio y de habla, que
Gente vestJda de color beige, viejos y jóvenes, algunos acicalados como castigaba duramente la delación. Segundo régimen, ubicado en los ojos:
mujeres, otros como raperos marginales. Algunos sucios, caminando sin un régimen erótico que organizaba el deseo y que estipulaba las for­
rumbo; otros pulcros, desplazándose con certeza. Guardias vestidos de mas de elusión y de acercamiento. Tercero: la cara, punto en el que la
negro. Una paleta de colores que se movía ante mis ojos. Un mundo: ésa subjetivación se expresa como múltiples identidades estableciendo un
sería la definición más indicada. Un mundo que traté de reconstruir en régimen de vida y de muerte, y de pertenencia o extrañeza. Leandro,
algu1 �as de sus partes, pero que es infinitamente complejo y diverso. Mi uno de nuestros entrevistados, aseguró que él tenía dos caras: la de un
trabajo es un trozo de ese mundo. hombre vivo y la de otro muerto. Último régimen: uno de sexo/género,
Ya he esbozado varios panópticos y diversos laberintos. La noción que se condensa en el culo. Tal vez la cita más importante del libro hable
de panóptico también es foucaultiana. Bentham rescatado de los archi­ de esto: Nico nos dijo que "la Paz es un cabrón" y que le dice a todos
v�s Una forma en �ue el poder se materializa en dispositivos arquitec­ que "lo puto lo tiene en el culo", pero que "le puede dar unos madrazos"
_- _
tomc ?s, pero tamb1en en un régimen de la mirada. Un proyecto de verlo a quien se le cruce en el camino. La Paz es un travestí ya viejo que vive
Y vigilarlo todo desde un solo punto. La cárcel sería, en este sentido la desde hace muchos años en el Reclusorio. Nunca la entrevistamos, pero
institución panóptica por excelencia. En determinado número de met�os su voz llegó hasta nosotros para develar, tal vez, la clave del funciona­
cuadrados se encierra durante cierta cantidad de tiempo a algunos indivi­ miento de los regímenes subjetivos y de poder en la cárcel. Ella esbozó
duos para qu� sean vigilados y reformados y regresen un día postrero a el camino hasta los laberintos que los presos construían cotidianamente.
1� soc1eda�, dispuestos a hacer, por fin, el bien. Panóptico no sólo físico, Llegó como un rumor, como la voz de un coro de presos y sus vidas.
_
smo tamb1en moral. Empezamos buscando panópticos, pero encontramos Antígona del encierro.
labe�intos. �orno si entre los objetivos polvorientos de la institución y su ¿Por qué nos dio la clave? Porque nos describió cómo funcionaba el
func1onarruento efectivo se interpusiera una gran cantidad de errores y orden carcelario, al menos en el ámbito del género y la sexualidad. Ella
de malos entendidos, de desidias y de acomodos. Tal vez la conclusión anunciaba un mapa de identidades y posiciones que nos fue muy difícil
más relevante de nuestro estudio sea ésa: la institución carcelaria en su desentrañar. No había jerarquías estrictas ni posiciones fijas y estables.
funcionamiento �fectiv� es muy distinta de la descrita en sus archivos y Las identidades se traslapaban y fluían. Cuando la Paz realiza esta ope­
document?s. La mst1tuc1ón es apropiada y recreada de múltiples maneras ración que mencionamos y dice que lo puto lo tiene en el culo, lo que
por los sujetos que le son destinados. Esto otorga un nuevo matiz al tema refiere es un orden performativo de las identidades y de la subjetividad.
de la subjetivación, pues no sólo los sujetos resultan de una tecnología
18 PANÓPTICOS Y LABERINTOS
JNTRODUCCTÓN 19
Ella misma pasa por su cue
rpo de lo puto a lo cabrón
da en una zo na intermedia , y por lo tanto que­
, en un entre permanente rias- Pero no lo hac e sólo ella; todo s lo ha�e_n mediante un régimen de
sólo cabrón. Es ambos . No es sólo puto ni · ..
a la vez, y consecutivam desconoc1m1ento'. de s�ber y de poder mi crof1s1co y local.
ti nuábamos adheridos a ente. Ento nces,
la pola ridad femenino/m si co n­ La masc uhmdad tJene dos c_a racterísticas centrales en su fun ciona-
jer, creyen do qu e el gén ero asculino, hombre/mu­ .
corresponde a la diferen miento, al menos en la cárcel. Pnmero, siempre debe constituir un a tata-
discretas, lo que ella nos ciación de unidades .
decía no tenía sen tido alg lidad y nun�a �ue_ de �er parc . d S e undo los hombres que la portan
fue ponernos entre, y ent uno. Lo que hicimos �
en der al gé nero como u n
a línea cu yos costados como una insignia siemp re ; �:n �an! ner �n estatuto de sujetos � �o
son trazados des
de dentro: se está en est . .
entre, y luego se dirime, e campo inde termi
nado, se está
pueden ser ob�etua1·zados
1 · Son dos..mati ces de u na misma ope.ra c10 n :
po r decirlo así, hombre
y mujer, masculin o y . a 1 os hombres y a la mascu1m1da d del fluJ·o del deseo y situarlos
exclu1r
femenin o.Antes, Boris n . . .
os había relatado una esc en un lugar d efi nitivo, sm ong en, mcuest"onado 1 . Pero ahí van la Paz Y
i ntentaba seducirlo... él ena en q ue un i n

reconocía un lado y lo
le dijo que no iba por "
ese lado". lado,
terno
¿ cómo
ª
su culo dic iendo qu e e i! tamb"é 1 n es cabrón y re corda'n doles que si pe r-
dife renciaba del otro si manecen en un lado ? � n el otro u co n ocen ambo s. Hablamos
Sucedía lo mismo con e no los conocía ambos?
l deseo y la sed ucción: s de silenc io: la masc ulm1dad tambi:� �;�� �aberinto qu e p ermite que los
en tre ellos, tocá i los presos cotorreaban .
n dose e insinuánd
ose unos a otros , entonc sigmfi cados_ vayan_ por un lado y 1. as pra, c1·icas por otro pa r a que nunca
torreo sano q ue nada ten es era un co­
ía que ver con el sexo. coin cidan m a nadie se le ocurra pedir coherenc ia.Se impone, en tonces,
serio", en tonces era sedu Si alguien lo hacía "en . .
cció n y todos h
u ían por los pas un silen cio n_guroso bajo la éo1da de 1a v1·olen cia· No importa lo que se
pregu nta: ¿cómo podían illos. La misma
diferenciar un cotorreo haga, lo que importa es lo queº se diga El oder actúa mi crofísicamente
que estu vieran entre, qu del otro? Era necesario .
e conociera n am sobre el habla y las palabras, para qu e nun �a se junten con las cosas que
los lados. El correcto, por bos, pero que eligieran .
así decirlo. uno de
enuncian. Nuev O laberinto esta vez sust entado en el lengu aje. Panóptico
Pero la Paz y estos interno
s nos llevaro n a
las dos conclu siones cen­ también de las palabras, os' cun"dad de las co nduc ta s Terminamos como
trales de este texto. Si e .
lla podía ser cabrón y put empezamo s : panóptico s y laberintos.
entonces la masculinidad, o de forma alternada,
nuestro objeto de estudio
rimir los lados y de posicio , era una forma de di­
narse en ellos. La mascu
rebosan te al principio de linidad, que creímos
la investigación, surgió com ¿CUÁL ALMA? ¿QUÉ CUERPO?
c omo un pu nto o un espacio vac ío,
que condensaba significa
n inguno en espe
dos, pero que n o co rrespo . .
cial. La masculinidad er n día a
a, ante todo, for Dice Fouc ault que el obJ et1� o de sus últimos vein te años de trabajo fue
do. Diremos que funciona ma y no conteni­ .
com opu nto nodal: fija sig crear una h istona · "de )os d1ferentes modos de subiJetivació n del ser hu -
la, pero sólo como una op nificados y los vincu­ •• ,
e ración perform mano en n ues tra cultura" (Fou cault 1988· 227). Esta hi storia p enrutma
que determinara contenid ativa, no como algo sustan .
os con a ntelac ión.Luego, tivo realiza r una genealogía del alma mo,derna como "correlato a ctual de cier­
sobre cómo perc ibía el esto exigía refl e ,,
gén ero su propio funcio xio nar
namiento. Consideramos ta tecnología del poder sobre e1 c uerpo que se ejerce "sobre aquellos a
que construye una escena
de la identidad en que los quienes se cas(iga, de una. mane ra más gene ral sobre aquellos a qui enes
ponden con las formas, los conte nidos corres­ . ,,
signifi cados con las prá c
ticas y los sujetos con se v1g1·1a, se educa y corrige (Foucault, 2003.. 36,. las cu rsivas son nues-
sus intenc ion es.
D e la mano de la Paz, sig tras). En un párrafo ya fam �s� agre q sta alma, "real e incorpórea",
garon como una voz colec uie ndo sus palabras que t, :
nos lle­
tiva, diremos que hay que
pensar una escena de "no es en ab soluto sust� cia . es e e e e�to en el que se articulan los
la seducción en la que un
orden n o sólo puede ser efe c tos de d eterminado tipo de poder la refer encia a un saber [ ... ] El
tido: la Paz es hombre y subvertido, sin o rever­
mujer, puto y cabrón, fem
en ino y mascu lino
alma, efecto o instrumento de una ana / om1'a política·, el alma, pri sión del
porque los mezcle, si no ; no
porque alterna cada pola cuerpo" (ídem).
y se sitúa en su flujo - se ridad en su propio .
ductivo- antes que en las cu erpo
unidades -identita- Nos hemos detemdo n esta fo de comprender la subjetividad
porque n os lleva a formu;ar un pro �::a·. re conoc er y señalar los me-
21
20 PANÓPTICOS Y LABERINTOS INTRODUCCIÓN

ento, asa ltándolo y a gitándolo:


¿cuál alma?,
ca nismos específic os de producción del sujeto , entendido co mo resul­ guiendo su propio razonami
tado de determinadas relaciones y de ciertas tecnologías sociales.1 Así, ¿qué cuerpo?
nos motivó una inqui etud central: conocer las formas contempo ráneas de o,
. . III encontra ron un
nuevo lugar par a el castig
subjetivación qu e suceden o son permitidas por ciertos contextos institu­ Los J uristas del s.iglo XV · a t que h bí n leg ido po-
una vez q�e ab a n
donaron el c. uerpo sup 1·1c1
los
cionales, y su vínc ulo con los mod os de construcción de subjetividades se espera que
a a e

q _- Es sob r e el alma donde


generizadas. 2 Elegimos un espacio específico , la cárcel, y una subjeti­ deres mediev ales y mo nár bicua de la
or cierto·· al ma u
ualquier a 1 ma, p
uic os

vidad particula r, la masculina , pa ra rastrear el nacimiento de "formas la pena surta efec.to . No c y de la norma1.•-
orma, alma es�
ec1'fi c de l tratamiento
to ta lmente nuev as de suj eto s", sust enta das en cierta s práctic as sociales y enseñanza y l a re' �os d iagnósticos. En un párra fo de
a d1sc 1p ma y
do minios de saber, según un a piez a liter al del "program a " de Fou cault. zació n, alma tangible de l perficie para l.a .apli-
En este sentido no s pregunta mo s si existiría una form a específica de sub­ . ar, d nd se anot a este cambio de su
l cuerpo e inicio de
nsión de la tortura sobre e
Vigilar y cast1g o e

ca ción del castigo -suspe


_
jetivación que sucediera en la cárcel. Asimismo otra pregunta nos apre­
mod"fi 1 1quc sus d rrot eros funestos-,
el alma p ara qu�
miaba: ¿Hemos tomado en serio, reconociendo todas sus consecuencias las incita ciones d . n0 corporal?" Enuncia la
e

. . Qué sena un cas ttg


a nalíticas y polític a s, los pla nt ea mientos d e Fouc a ult a cerca d e l a hist ori­ Foucault se 111terrog a . ".1, modo no podía responder-
o

pregunta , pero ! d ep· · respuesta 0e a1 gu, n


sm
cida d radic al de cualquier -de toda - subjetivid a d? . estigación y un re
corrido inverso al
ía otro upo de i�v
a
Si dicha historicidad es correcta , el alma que Fo ucault intercepta en la , porque se requer liz d s ' de sus almas y de
artir d e los suJ etos .111st"tu 1 ciona
formas de poder, en historias, en estrategias y saberes, esa a lma derruida , q él a r 1z 6 : P . n y para comprender
a o

sus cuerpos, pa ra estudia . r los efectos de 1 a mstitució


ue re
pero oper ante -no como ilusión sino como ma teria lidad de una tecno­
e un ca st1go.
logía de producción de subjetividad-, no deja rá de ser "incorpórea", l a dimensión no corfor al d ,, . rce sobre el cuerpo, correl ato
que
como el a lma de la te ología, si no se la piensa sexua da y generizada. A Si l a "tecnologi a de poder i os penu ri a s,
sino que inci­
de �\;;
su vez el cuerpo , prisionero de dicha alma , su presa final y absoluta , será de! " alma m oderna", no sólo s&�:� y si el �odir no está en ningún lugar
ª

suficientemente ma terial sólo si se lo entiende conformado por determi­ t a deseos y ord ena pro y ectos de
· ,' hay una pirámide que esgrim
lo eJ· erce " algu1. en , Y no
a
nadas relaciones de género. Entonces debemos preguntar a Fouca ult, si- cspcc1'fi , s1 no rm nd un a red , 111-
·
. tá en toda. s partes - c nfo
su diagrama y, ma's bien , es
co

s y almas -,
a o
.
o

s y .
dtsp s1c10n es, obtura ndo cuerpo
citando comport mi nt s libr os, en 1 os
rchiv os en l
que buscar1o s61o. en .los· a
e o o
1 Según Laclau y Mouffe, algunos de los debates contemporáneos más significativos a

entonces, no h a y
' s, s1110 en
o

uci onal de disc rs


a prod ucc1 6n nstit
están marcados por una crítica del esencialismo filosófico, la asignación de un papel nuevo
s; no só en l
dministran y corrigen
o
nt
u
regl m .
quienes las ms·'tt·t·uciones a
para el lenguaje en la conformación de las relaciones sociales y ·'Ja reconstrucción de la lo

l as �oces de a�uellos a.
a e o

en su efecuv'. . . d ad
categoría de 'sujeto"' (Laclau y Mouffe, 1987: vii). Los dos primeros temas de este debate
os decir). Busca rlo no sólo
(vigilan y casugan, deb1e,ram eslices.
han producido una crisis en la categoría de sujeto, dicen los autores, "aquella unidad carte­
. irrita ión y en s s d
.
y en su .111tenc1.6n, s 111 · 0 en su desv. a n,o, en su
siana que era atribuida por las ciencias humanas tradicionales a los agentes sociales" (ibid.: u
orma , pero
c

ien, 111 pcr ant e. Poder que transf


viii). Esta transformación ha llevado a concebir al sujeto como 'descentrado', constituido
. 1ado, per t mb . intentado
Poder d1fum11 s
. 1_a_z.a. EsO es lo que hem
"a través de la unidad relativa y débilmente integrada de una pluralidad de 'posiciones de a o

se resiste y se de
sp
o

al que también o ; p a rtir


o

icarl inver tid


"'

foucaul tt ano, pero apl


sujeto (idem). Este 'descentramiento' del sujeto ha sido fundamental para una orientación
·
hacer: asumir _e1 �rogr. ama , . ra lle"' aar a las instituciones en su fun-
significativa de la teoría feminista y los estudios de género, uno de cuyos gestos ha sido o

uc1 ona hz . a dos pa


de los suj . etos 111st1t cerlo en un ámbito
historizarlo y marcarlo sexualmente (Colaizzi, 1990).,Se marca y se historiza al sujeto uni­

la árcel en . este ca so -, Y ha
cionam1ento a ctu - . 1
tario y universal: el 'hombre' del humanismo; un movimiento ya iniciado por De Beauvoir
'. . v1"dades signadas por el género.
n de subJett
y continuado, con diversos matices y orientaciones, por gran pane del feminismo. a c
2 El término es un neologismo, pero no encontramos otro que pudiera significar la
específico: l a configurac16
configuración de la subjetividad en relación con el género. Emendemos por subjetividades
generizadas -o podría decirse, genéricamente constituidas- aquellas formas y dimensio­
nes de la subjetividad que están marcadas y son conformadas por un orden sociocultural
de sexo/género.
22 PANÓPTICOS Y LABERJNTOS
INTRODUCCIÓN 23
JARDÍN DE SENDEROS QUE
SE BIFURCAN;
LOS SIGNIFICADOS y LAS PRÁ ne que toda práctica social está inscrita en un lenguaje y que todo lengua­
CTJCAS
je es, en alguna medida, una práctica social.4 De este modo es posible,
Este libr� tiene su origen como indica Ortí, "relacionar la orientación ideológica de los discursos
en una investigación que
rante el �no 2004 en el Rec llevamos a cabo du­
lusorio YaroniJ Norte del Dist con la génesis y reproducción de los procesos sociales" (Ortí, J994: 184).
.
un estud 10 cualitativo para rito Federal · Fue Esto apunta a la historicidad de los discursos, que son dispositivos situa­
e 1 cua1 h'1c1m · os
. 15 entrevis tas en profundidad
(Alonso 1995) a inte . rnos de dich dos social y culturalmente en un tiempo histórico determinado, y que se
o penal (véase el anexo l).
que ª/ z Los análisis reproducen a la vez que se transforman. El discurso, como noción, per­
s s nt n
fuer;: � �:: :. �:: : :n est�s materia�es de manera exclusiva; mite evitar una concepción ahistórica de las significaciones culturales y
1 p a p 1 g una interpretación
d' h . de los discursos que
º a la masculinidad, la sex una comprensión estrictamente abstracta de ellas y posibilita su estudio
c;;rr�: ;;�;s::;,r�;;:� ;� �;� ualidad, el en- específico, contingente y particularizado (Belsey, 1980). Esta perspectiva
d
' ' La noción de discurso no desconoce los ámbitos extradiscursivos, tal como lo apunta Foucault
intenta relevar la imbricación
s1 t1vos cu ,turales de s·g 1·fi . , . entre los d1'spo- (2002b), pero atiende a una dificultad metodológica para estudiarlos,
ac16n, 1 as prac ticas sociales

: :;::::�',:��,::::�i:;;:r;:�::��:���::::;i.�":
del sujeto (Ibáñez J9 2� � ; . y la constitución pues incluso cuando se da cuenta de ellos se les debe ceñir a un lenguaje
y a un discurso. Asimismo, rechaza la noción que hace equivaler el dis­
curso con una versión hablada de lo social; más bien se entiende que el
s: despliegan las pr�cti�as sociales lenguaje es un plano constitutivo de las relaciones sociales y de la pro­
� . Por lo tanto, el discurso1fav
1 cceso tanto a 1� s1g111fica or�:�;; ducción social en general, que articula -en el discurso- posiciones de
. ción cultural como a las
SUJetos o los colectivos sost prácticas que 1 os
ienen. No obstante, como . poder, historia, significaciones, imaginarios e instituciones, entre otros
y Mouffie ( J 987), �o es pert . ad vierten Laciau
mente realizar una distinci aspectos de lo social.5
discurso y la práctica, com ón tajante entre el
o si el discurso sólo fuera De este modo, hemos considerado los contextos prácticos y de sig­
en la realidad social· más un habla srn
. e �ectos
' bien ' el vrnc nificación que conforman la cotidianidad en la cárcel. Ésta es, también,
, u 1 O entre ambas dimensi
ones supo-
4 Estos autores exponen: "a) todo objeto se constituye como objeto de discurso, en
3 A la investigación en cárceles . la medida que ningún objeto se da al margen de toda superficie discursiva de emergencia;
se o ne un sene de problemas éticos que intenta­
mos atender y subsanar durante
la investí� g c,.6n: �os internos están en la b) toda distinción entre los que usualmente se denominan aspectos lingüísticos y prácticos
voluntad, en estricto sentido Se . cárcel contra su (acción) de una práctica social, o bien son distinciones incorrectas, o bien deben tener lugar
. tras umplen . 1 es h a suspendido temporal ' 'nente una sene .
m1en una cond ena, o se 1es somete a proceso. de derechos como diferenciaciones internas a la producción social de sentido. que se estructura bajo la
. � La cárce1 es una mstn . .
organi¿a en muchos sentidos seg.un un m .
. ar . ución forma de totalidades discursivas" (Laclau y Mouffe, 1987: 119).
. ode1o milit ·
Así' ex1s te una trama de relacio-
nes institucionales de poder que . 5 En tal sentido Laclau y Mouffe ( 1987) indican que esto no resuelve ni niega la
son msos1ayables' tanto para acce .
como para analizar los materiale der a• 1os entrevista dos existencia de un exterior al pensamiento. Explican que un terremoto sucede de manera
. ' s. Dad o este contexto evita . tipo
. strativa que supusiera
adm1111 . ' mos cual' qu1er . de gestión
coacción obre 1os internos que independiente del discurso, lo mismo que la caída de un ladrillo. pero su construcción en
serían entrevistados. Cada
cual participó de manera voluntari
a en ;a entrevista y leyó y firmó tanto "'fenómenos naturales ' o como 'la expresión de la ira de Dios', depende de la estruc­
formado para acceder a ella. s·1 a un consentimiento in- turación de un campo discursivo". "Lo que se niega -argumentan- no es la existencia.
1gu1e n no quer
libertad para elegir Asimismo• cuida. ía ser entrevista · do, se le dejó en completa
externa al pensamiento. de dichos objetos. sino la afirmación de que ellos puedan consti­
· 'mos d e Ia confidencialidad mien · tras reali·zamos cada
entrevista y de igual modo en los
., ál.,s,s.
'n, . .,,__, s las cuas
'uua . que
.aqu,• reprod ucun. os llevan
tuirse como objetos al margen de toda constitución discursiva de emergencia" (p. 123) . Una
un seudónimo y no el nombre .. postura más radical sobre esta dependencia del lenguaje, para que la realidad se constituya
· real de 1a persona entrevista da . Por o tra parte, cuando un
inter no accedía a ser entrevista'do tení como un campo fenoménico diferenciado y específico, es la de Humberto Maturana, quien
a 1·be
' rtad para responder las pregunta
conveniente y obviar las que no s que estimara plantea -postura común a lo que se denomina "biología del conocimiento"- que el len­
. quis·•era contestar· El entrevista
miento como psicólogo y psic do r cuenta con entrena- guaje genera las distinciones mismas que permiten diferenciar la realidad de la subjetivi­
ºterap
. euta, 1o que le permitió c ont
cuando abordaban temas difíc'I1 es, . ener a 1os entrevistados dad, la mente del cuerpo, o el objeto del sujeto. Una piedra que est,í en medio del desierto,
as,
. • como evita 'r los da-nos emocionales que pudi
resultar de las entrevistas. eran dice, no existe hasta que alguien tropieza con ella mientras camina. Véase Maturana y
Varela. 1984; y Maturana. 1995.
24
PANÓ PTICOS y LABERINT
OS
25
una disti_ nción formal,
INTRODUCCIÓN
pero que estimamos pertin .
que los 111ternos sostie ente, pues l as
nen y los co prácti cas el término se integra a cierto sentido común, especialmente de tipo polí­
t,an en alguna medida n texto s en que se pu ed
en desplegar es-
tanto a las relacio nes
determ111 ª .
. dos por ciertas sig
rn·ficac 1· ones, referidas tico e i nstitucional. El género se multiplica en las bocas de los técnicos,
social es en ge� eral como los profesionales y los burócratas. De pro nto donde siempre hubo sexo
No obstante, unas y otros a la cárcel en particular.
no necesariamente coi ahora encontramos género; pero no sabemos si sólo se remplazaro n los
de determ1. 11ación estric nc·d1 en; 1a relaci.ón no es
· · ta ,
, s·1110 mas b"1en de confi . términos o se tran sformaron las lógicas. Luego, se arriba a determinado
pos1c 1 ones diferenciale gurac1·6n : "un siste ma de
s" Lo que se hace no · acuerdo: el gé nero es la construcció n cultural y social de la difere ncia
tentarse de manera i ne · n e ces, ta sostenerse ni sus-
ludible en Io que se cree · sexual. Tal acuerdo siempre estuvo apolillado y nació tuerto, pues cuan­
se realiza. Los valores . , lll· e n 1a 111terpretación
que se enuncia n .no necesar 1·
que do apenas se formulaba ya tenía detractores, pero al me nos permitía la
conductas que se ejecutan amente orientan las
· L.o que se esgrime argu constitución de cierto campo reflexivo y académico. No obstante, la de­
16g1. camente- se desdi . men ta ment
1 e -o ideo-
ce en 1as pract , icas finición fue debatida y rebatida desde el i nicio, y su consensualidad sólo
Hemos intentado recup · fácticamente, por así decirlo.
erar estas d'.1 vergencias . es una ilusión momentánea. Cuando se enu ncia n la construcción cultural
mos que son cruciales porque conside
para comprend_er ámbit. ra-
y la diferencia sexual ya se han leva ntado voces diversas que las cuestio­
enu nciación de una ide os como la sexualidad o
ntidad mascu l111a la nan, que desmienten sus certezas y que desarman sus supuestos.
. ·
conceptualmente no tiene . . La cohere nc 1a que se esperaría
por que, ex1st1 Mencionamos ambas dificultades para esbozar nuestros propios ar­
.
diana y en las relaci r empíricamente .
ones real es en la vida coti-
co nsigo mismos. La in sp c1'ficas d� los
s�jetos entre ellos y gumentos. Creemos necesario profu ndizar la comprensió n teórica de la
� ;
cohere nci�' a ivergen
tradicción son factores c1a, eJ s111sentido y la co noción de género y evitar la reproducción de un sentido común en sus
que hemos tomado en n-
ª ! 0 argo cue nta Y que destac
terrenos. Al menos la academia tiene ese deber, que no se le puede exi­
1 de nuestros análisis (D aremos
. e Ieu�e, l 970). De al gir en primer lugar al Estado o a los activistas. Lo que está en juego es
es siempre un contexto guna form a un orden
entró 1 co y s'. nérg1co que el potencial teórico, heurístico y político de la categoría. Por otro lado,
lo man tiene n y de otras ¡ dispone de fuerzas que
que o desm1enten O Jo la distinción tajante entre la empiria y la teoría es cada vez más débil.
orden del encierro un horadan. No daremos aJ
plus de coh erenc 1. a que ¿Cómo se puede comprender y atender a cierta dimensión de lo social
hemos encontrado cmp no tiene, o que
1'r1·camente.
al menos no
sin determinada mirada teórica?; ¿todo habla por sí mismo o es inter­
pretado?; ¿la interpretación debe permanecer muda en sus presupues­
tos y en sus estrategia s, o debe especificarlos?; ¿qué es una descripción,
Los en sentido estricto? No intentaremos re solver tales puntos en este texto,
�RGUMENTOS, LOS TEXTOS y LA PERP
p ero sí tomaremos cierta posició n. Hemos realizado dos trabajos qu e en
¡;CÓMO PENSAR LA LEJIDAD·
CÁRCEL y EL GÉNE
algún se ntido son disti ntos, pero que finalm ente resultaro n imbricados.
RO?
��nea han sido un camp
o homogéneo , ni siqui. U n trabajo teórico sobre las pregunta s que antes referimos, y uno empíri­
ultima década los estud· era consensual,
10s de g énero -y el fem· . pero en la co sobre los materiales que arrojó el trabajo de campo. Uno y otro están
d0 de manera intensa . 1111smo- han diversifica
su s O · c1on es. A
- relacionados, pues el análisis parte de una discusión teórica. Estudiamos
sión de ll egar a un conse :O�� _ lgunos todavía ope ra n con la ilu­
e permita una compre subjetivación, gé nero, corporalidad, deseo y performatividad, entre otras
se dice. Por otra parte
n
nsión llana de lo que
el ge,nero como conc nociones. Luego, teníamos u n conjunto de discursos que sobre diversos
difusión crecie nte en dist· epto ha experimen tado
111tos camp os académ· una temas pronu nciaron hombres encarcelados. Dos lenguajes muy distintos.
y en ciertas institucion . icos, en 1 a opinión públi
es estatales e 111tern . · ca Procedimos engarzando u nos con otros a partir de nuestras interroga ntes.
conqu1· sta política que
remplaza e 1 v1e . . ac1onales.
· Lo que impl ica una
signadas, de las quietas Jº leng uaJe de las iden Engarzar no es traducir o remitir uno al otro, porque so n y siguen sie ndo
.
ese11cias y de 1 tidades de-
ne un atolladero teórico os cuerpos ca1mos, ta diferentes. Se trata de tramar con ellos una exposición y una interpre­
1·1nportante, al menos mbién supo-
por dos razones. Prim tación posibles, que no pretenden objetividad. Nunca quisimos realizar
ero, una etnografía, pero tuvimos qu e describir más de lo esperado para po-
27
INTRODUCCIÓN
26 PANÓPTICOS Y LABERINTOS
hab lamos en p lural,
tr
.
os rru smos,
por eso ca.si siempre del recia-
der comprender el objeto de estudio qu e delimitamos. Para las ciencias otr o s y de nos o
del a utor n lar TaJ vez detrás
tid d ivil : � ;;o r: su exige ncia de elud� la
aunque la iden
a c
sociales del país las cárce les son lugares secretos,6 y t uvimos que as umir ac er desapar
e
n d h pluralidad
ulti ma's a'mp lio de una
e
m o fouca a o
esta ausencia de conocimiento como un desafío. Así, int entamos recons­
nt p r l id entl ·d ad. , se abra .el campo La escri tur a es, ante
truir las coordenadas de la vida cotidiana en el penal estudiado y las re­ pregu a o a
c'. tas. retruécanos.
diver sid d de sible . En-
subietiv a, de una
a
impo
laciones entre los internos, y luego abordamos los ámbitos que más nos e tiene
· un pnnc1p10 � 1·nc·1erto y un fin �itas ,
, , un pro ces q l s, s
este texto, sus capítu
u us
interesa ban. No obstante, este ord en es una ilusión, porq ue unos y otros todo o . o
mento y el otr o se cn�taliza y sus o lvidos.
tre un m o . us arbitrarie
d ade s
-la dis trib ución del e spacio y los enunciados sobre la masculinidad, por én su s orrus1ones, s q ue lo
ejemplo- eran mec anismos y modos de subjetivación, implicaban de­ sus tonos ; pero tambi t n o m n tampoco más. Sólo
Éste, como cua Jquier ot ro te x �; _ : ::· su lecto r, lo abra za y lo ex-
seos e identidades, disponían relaciones de género y de poder, suby ac ían
ast, coroo Bau .
de lrure m. c r p · c1a · es un
anunci am o. s, a y la c1en
sex ualidades. De este modo , si bien no tratam os de realizar una etnogra­ · po._ La d1fere . nc1a entre l a litera tur
uj· etos q u e
fía, advertimos q ue el text o puede ser leído como una descripción y como pulsa al rrusmo ttem . i alguien es c ribie r a de s
a 1ma�mac1"ó
una narra ción -en caso de q ue fueran términ os distintos-: descripción su puesto de la mism 1:ter at ura, pero si
escribe sobre e sca­
en es carabaJ OS h a n�-
a
a un ton o
se transfo rm a n ciencia . Si adopt
de un espacio social y sus participantes, y narración de la construc c ión de
que p ul uI a� en l a
tierra, entonces h ace fuera
.
im� i_
rat"vo
ra bajos at ura; pero si
ciertas categ orías teóricas y analítica s. Y vi ceversa.
omit nte; en_ tonces es liter 1en s
elu sivo y con de s c1a
o la dura par adoja
c a la c

se l man a c1enc 1a. CI pul lar del


o conclus ivo, l a
�sformación com o
el u
Por otr a part e, ¿p odría cuestio narse la noción de sujeto y dejar intacta es que tan to 1 a :a mos este es-
la de texto? La crític a del s ujeto es extensiva a la crítica del texto, del humanas y sociaJes ntes y son posibles. Acepta
1
_es s n re lev a de
esc arabajo so� re anóp t1cos .
los propios p
a o
signific ado y de l a escritura. Así también, la petición de verdad q ue se , ermite referir
d1 ono p orq ue nos p , q e a vec es
le h ace a u n texto es consecutiva a la exigencia de verdad que se levanta tat uto cont · ra ct
atos, asi, como
los laberintos u

ed · rruen t os y los mand ope, h em s teJ·i do


los pr oc 1
dulce Penél o
sobre los sujetos. Ambos, atentos a lo que hemos dicho antes, son formas constat amos . Com. o la textos, verdades,
entrelazadas de disciplinar lo s saberes y los individ uos. Formas, ta mbién, creamos o que sólo at n 1 , n. Y,oc es, ci tas,
prem r a y con e c o
mam os a
, con ades. Nos su
u
en las que se imbrican saber y poder. No se p uede ser crítico en los s u­ y destejido voluntad, perplejid
cros, e boz os, d olores, la c ndici ón hu-
simul tes, que canta
a s o
puestos y conservador en los procedimie ntos. Por tanto, el camino q ue e men , cionamo . s an ad a por l a
un coro, como el qu de An íg n a , desga rr
hem os elegido exige atención a las formas en que en el mismo texto se especifico y smgular
t o

despliegan estos acertijos: poder, verdad, sujeto, saber, signifi cado, iden­ mana ante el dol or
tidad, s ubjetivación. Es trictamente, un texto -ést e o cualquiera - es u n fidelidad y la l ey.
instrumento subjetivan te, y la autor(a un modo de establece r verdad. Lo s
índices y l os capít ulos son estrategias para orde nar y constreñir; las ci­
tas, formas de asir la identidad. Pero éstos son los lími tes de cierta pro­
ducción del conocimiento que también nos comprometen a nosotros. El
horizonte de un texto son sus lecturas posibles, pero también está c ons­
tit uido por las múltiples voces, los subtextos, las intrincadas formas que
permiten la cristalización de una idea, de cierta reflexión o de una ima­
gen. El sujeto que escribe no es más ni menos sólido q ue aq uellos sobre
quienes escribe . No suponemos integridad y esencialidad para nosotros
y contingen cia e historicid ad p ara lo s otros. Muchas voce s, muchas. De
6 Con la notable excepción del trabajo de Elena Azaola. Véase Azaola 1996, 1995 y
1990; Azaola y José, 1996.
I. UNA DELGADA LfNEA: GÉNERO,
PERFORMATIVIDAD Y SUBJETIVACIÓN

Tres palabras consecutivas: género, performatividad y subjetivación. De­


biéramos sumar poder, disciplina y corporalidad. Arcanos de una dis­
cusión posible, formas específicas para formular un problema y para
mencionar ciertas estrategias interpretativas. Tenemos, por un lado, los
planteamientos sobre la performatividad de género que ha elaborado Ju­
dith Butler durante más de 15 años. Luego, los desarrollos de Foucault
sobre la subjetivación, la disciplina y el poder. Tenemos cie1tos dispositi­
vos discursivos e ideológicos. En medio, y en tanto, se abre un campo no
esclarecido (tampoco hay necesidad de que lo esté) para la vinculación
de estas nociones: implica establecer algunas relaciones, formular ciertas
preguntas, interrelacionar determinadas ideas. No es necesario imponer
un acuerdo ni avizorar un consenso. Las teorías dialogan y se contradi­
cen; se pueden interceptar en un punto y desarraigar en otro. No somete­
mos nuestras lecturas y orientaciones a la tiranía de una univocidad. Tal
vez sea necesario que aprendamos a escribir en un lenguaje fractal, que
consiga cierta armonía, pero sólo perentoria; que abra algunos caminos,
pero temporalmente. Quizás podamos detectar en el fondo de estas dis­
cusiones una preocupación por el sujeto, la subjetividad, las formas en
que el poder se imbrica en el interior de ellos, constituyéndolos. Lo he­
mos expuesto antes. Por otro lado encontramos una atención al lenguaje.
Derrida indica al inicio de su libro canónico De la gramatología (2003)
que el problema del lenguaje no es cualquiera entre otros, sino el asunto
central en los debates contemporáneos. Algo semejante manifiesta Ha­
bermas (1990) en su Pensamiento posmetaj(sico. Dos maestros vienen
en nuestra ayuda.
Un recorrido es sólo un camino posible. Se pueden seguir otros. Los
mapas son contingentes. Trazarnos tres puntos, tres arcanos. Hilamos en­
tre ellos un diálogo. Contaremos algunos cuentos que nos sirvan para
comprender mejor. Pequeñas fábulas, parábolas diminutas para acom-

29
30
PANÓPTICOS Y LABER
INTOS
pañar la lectura, como las
UNA DELGADA LÍNEA: GÉNERO, PERFOMATIVIDAD Y SUBJETIVACIÓN 31
.
ilustraciones de un libr . .
hablemos primero de una o mento no . No es que
cos� y Iuego de la otra, mujer!", agrega qu e "no es razonable, puede que inclu so esté loco". Ya
dividido en capítulos · De aunq ue así lo hayamos
aIgun modo siempre es hacia el final del cu ento el joven entiende su error; cu riosamente luego
lo mismo. El género s ' t amos refiriéndonos a
e construye perfo rmativamen te, d'ice Butler. de volver se loco "comprendió la horrible equivocación, crimen incl u­
s ubjetivación La
es un proceso' que.1�. bne. al s so, qu e había cometido al pedir algo tan bárbaro como la mano de una
Somos engendrados por � ujeto con el poder: Fo ucault.
. d1spos1t1vos discursivos . chica". Se lo dice a uno de sus captores y él le responde: "¿Qué error?
nales , por tecnologías tant , por estrategia s mate-
o par 1antes como opera . ¿Pedir la mano de una chica? Lo mismo hice cuando me casé". El joven
cuerpo, el deseo se anud . ad el
t'•vas. L a identid
º y se d'ispers�n sintió que es taba loco sin remedio y s e negó a comer... murió tiempo
pítulo lo dedicar:ios a es e� tales meandros. Este
/ con r una historia �a­ despu és.
llegamos a s er quienes : posible acerca de cómo
so��s , a esear lo que ¿Pu ede volver loco a alguien la confusión entre una mano y otra,
hacemos. Relato sobre un deseamos, a hacer lo que
c uerpo o muchos que se entre la mano como símbolo de un contrato matrimonial y como extre­
ven a reunir Historia de . despedazan y se vuel-
las . us midad de u n cuerpo, con cinco dedos, piel y coyunturas? No nos inte­
clamor y esb ozo· Tres pro ! h ficaciones y de los sentidos. Método' resa la locu ra en este caso, sino poner en liza una serie de obviedades
ced11rnentos pos i'bles.
teratura, otra vez. Voces. Algunos cuentos. La Ii-
que ya no brillan por sí mismas y que es preciso revisar y cuestionar.
Una mano, u na torpe o hermosa mano, nos introduce en un laberinto de
problema s que han sido trabajosamente estudiados. Es la frontera entre
LA MANO y EL SEXO: DOS las palabras y la s cosas formulada por Saus sure; límite aciago, dice
CUENTOS
Deleuze, espacio mismo del sentido -una frontera entre la s palabra s
Hay un pequeño cuento
. de Patricia Highsrrut. h (20 y las cosas.
mos Ilu strativ o de ¡ 0 que 02) que considera-
. aqu,, queremos abordar· Ésta es una discusión amplísima que no intentaremos abarcar, y
Y empieza con dos líneas.· "U . . . Se i u¡ a "La mano"
ft
n opera má s bien como contexto. Nuestro derrotero es delimitar el funcio­
hija y la recibió en una . : Joven le p1d�ó a un padre la mano de su namiento del lenguaje en la constitución del género, como elemento es­
c aJa, era su mano izqu
convencional, diremos s . ierda. " p·id1·ó una mano
imbólica' y r ec1b1ó . una mano material, la tructurador de relaciones sociales y de subjetividades. M ás bien diremos,
real. Son líneas cortas ' mano
pero retle1ai1 una tens ión ' cierto funcionamiento del lenguaje, todo con carácter de hipótesis.
P 1 orar: la relación 110 caus que nos ·interesa ex-
a1 entre un significan te . . Otro cuento: había una mujer francesa llamada Herculine Barbin, in­
capacidad performativa . Y un s1g mficado; la
del 1 enguaJ� q ue genera realidades sui terna en una escuela para s eñoritas. Un día los médicos "descubren" que
la opacidad del s entido
que se despliega en un generis· no es "ella" sino "él", y las autoridades lo obligan a cambiar de "sexo"
�ano que es promesa, que Jue
· go de e 1 ementos : una
establece un contrato -la (el uso de la s comillas se amerita en es te caso). Ella o él escribe un diario
tr1monio- y q ue a s u mano en tanto ma-
' vez, esboza aIgo omino . con sus desventuras, el tortuoso viaje para llegar a ser quien se debe ser,
se otorga textualmente s o, una mano pedida
s e u, 1 a pa 1 abra, . que el ejercicio imposible de ser otro u otra, de mudar la subjetividad según
en una caja. El c uento c' . a qu ien la solicita:
la
onl mua,� Y el Joven anuncia e11 recib ió la ley. El caso interesó sobremanera a médicos y legistas; se publicó en
quien· · Jos pen· odi
, ·
dice ser su esposa - Ia cos qu e 1860 un libro sobre él, sintomáticamente llamado Question d'identité,
. duena
_ de la mano, por s upu e
h abita con él. Lo que . s to- no co-
. . se habia' esta blec1d o no era un matnm . . . . anuncio de la obsesión -que abarcaría más de un siglo- por delimitar
reltg1oso, s in embargo el on10 civil 0
jov t 111, 1 de ella - "y había firmado y establecer identidades "verdaderas". En su acta de nacimiento se espe­
un recibo cuan
do le entregar�: :1 P:q:: �
a
cifica que ha nacido un infante de "sexo femenino"; pero en el estudio
o

le dice a la Policía (las te -. El mu chacho recla


mayu'scu 1 as son de la autor ma, y q u e se realiza sobre el caso, el perito informa que corresponde al "más
mano enterrada en el a) que, aunque tien . e Ja
. J·ard'm de su casa' su p rop · · cruel y doloroso ejemplo de las fatales consecuencias que provoca un
el mterlocutor, espant ietana no es su mujer;
.
ado' 1 e responde.. .. ¡T iene error cometido en el momento del nacimiento en el establecimiento del
su mano, pero no es su
es tatu s civil"; el médico advierte sobre las serias secuelas generadas por
33
Y SUBJETIVACIÓN
G�NERO, PERFOMATIVIDAD
32 PANÓPTICOS y LABERINTOS UNA DELGA DA LINEA:
PLES9
. . JANZAS Y LOS GÉNEROS MÚLTI
una " decl aració n errónea del sexo d e un recién nacido" (Foucau lt, 1980: EL ORDEN DE LAS SEME
123). En el texto se retuercen I os p rono mbres y ella es permanentemente y las cosas u n cuento.
prefacio de Las palabras
él , Y e"l un ella capturado, i mp osible .? Foucault comenta en el china. U cic lopedia que clas
ifica
a enciclop edia
na en
. . Borg o r e un la ' i taxis 'y
de antemano
b
¿Cómo vincula r la mano del cuento de Highsrruth y el J oven que de es s
es, que "arruinan
s n

acaba loco por no saber que' hacer con ell a con el sexo de Hercuhne'
. objetos de modos imposibl ella meno ev i d ent e q ue h ace
e l as fras es - aqu
s
. '
que te rrruna suici dándo se porqu e no puede adaptar se a su nueva su bjeti- no sólo la que construy d l otr as) a las p alabr
as y las cosas"
nt ' (u nas l l ad o e as
j e J u dith B ut-
a
v·1 da d? Recurrimos a los do s reI atos p ara esb ozar e l po der performativo ' ma nt e ner se u as
nmoción es la qu
mismo tipo de co
.
de1 1engu aje y el derrotero lingu. 1,st1c
. o de l a subj etivación, así como de (Foucault, 1969: 3). Ese "constr cción " de algo
nada nos dice qur. sea la
u
la con fig u ración del gén ero N o stamos , fun dame ntal mente, ante suce­ ler realiza con el gé nero: co de lo st ud io s de género y
anteamiento clási
s e
ex -pl
sos físicos: una mano u n s�xo.
;iremos, los sucesos se sostienen en el dado c o m o e l s o
ración pri m a de dis­ r
que es en sí mi sm o una ope
a i

lenguaje: una mano q�e no s e deb e cortar para ser. pe d"I da , un sexo que del feminismo -, sino ién entre " sexos". But-
ntre "géner os", pero tamb
es v erdadero en tanto que se d"ispone de una rel ación n ecesaria entre la tinción, que diferencia e permanecen i mpávid as
al lado
s, las cosas ya no
"cosa"8 y la "palabra" · E11 eI cuen to de l a High smi"th, e1 v1.e.Jo tema del ler con mueve esa sintaxi as frontera , los reg ímen es d e cor res­
vicevers a; todas l
s
. . de las palabras, y
mtercamb io de muJ·eres, el ac uciante asunto de las re1ac1on · es de género ·' dad h an sido agr ietado
s y sudan su ruina
za i e t
pondencia , seme j les.
e d n i
mprendido aminos m últip
an
en el diario de Herculin e, eI noved oso t ema de las J"dent1"dades , el debate c
las cosas han e
·
vertigi.noso sobre la subj etivida d. cercana . Las palabras y tes. H c li ne B arbin
sificados en formas hil aran er u
Objetos imposibles, cla enciclopedia: un "monst r
uo"
e tr adas en la mentada
podría ser u na de las n
por la literali da d de la cl as ifi ca ­
or su s comillas,
que pugna por su l ugar, p ic s n l g ran cl asificar
ejemplo: "ciertos afás o o o
ci ón. Foucault agrega un ulticolores que s e
les p resen­
ente l m adejas de lana m
r c h r er e s
4) La propuest e Butl
as
d e m ane a o e . a d
. consigna . una mesa" (ibid.:
7 Otro texto compilado junto al diario de H ercuhne
tan sobre la superficie de
que un doctor rev·1so' for mas ; fun­
lizar
ra leer el sexo y para
sus
su cadáver luego de su ·suicid. ,o · B uscab a signos. de s1 'fil",s que explicaran la "apatía y pos- visua
.
trac1ón moral" de la víctima-
L pero se encontró con . una ..gran anormalidad en los órganos generalizar la afasia pa p e discordante: "(S)
i por el mome
nto
g ne o e un a l ectu ra s iem r
nte q
i
'

, d r el é r n
, no es ev ue la
bilidad del sexo binar io
ge111tales externos y reconoció uno de los más up,cos

casos de hermafroditismo masculi- a de


no" (ibid.: 129). La verdad de la in' 10rt·unada Alexrne se deve 1a también · en la muerte·' que damos por sentada la esta ultado e xcl i vame nte cuerp os
es' dará como res
us
constr ucción de 'hombr meninos" (Bu ­
. .
requiere, ella misma' un sexo verdad " ero para aceptar un nuevo retono - en sus territorios E·
· e ' i t rpr et e n sólo cuerpos fe
GOUJOn, · el médico que escribe los trozos
. citados. ' rel at a que, Junto
. a otros colegas' le so- q las 'muje r s n e
ma c lin o ue
mbr es y muje res ya
: poner entre comillas ho
s u os
r,c,tó ,
· un permiso al J"efe de poi·icia -otra vez la Policia- para que les permitiera realizar
tler, 2001 a: 39). Atendamos nte, hace r­
'
su di stancia fun da
.
una autopsia y remover las diferentes pan es de Ia a110111alía que les preocupaba. Todo para
es separar l as palab
ras de las cosas, indicar , a l fragilidad
que la ciencia no perdiera la oponun.1d: ,l d de estudiar tan notable caso . El cuerpo desnudo as a su s int a xi s a
a" pa ra con ducirl
-suponemos- de Herculine no deJ. a de causar sorpr esa y espanto entre los testigos· La las salir de su "sustanci ú ima i ta ncia " n o hay razón
Butler observa que en
lt ns
desnudez reclama ser inscn· ta en un orden de J eg,"bTd ' ' a d, nunca pasa a ser simplemente de su gramática. berán seguir sien do sólo
dos"
cosa, siempre. mantiene un vínculo con la pa Iabra.
para suponer q ue también los géneros de v m s b zarse ot ro
8 Nótese que en el caso de Herculine Barbin 1a " cosa" puede ser entendida de manera izoramos un der
rotero teórico , e o es o

, (idem). D o n d e av
equivoca, albur por medio. Puede ser la "cosa"
" como referente de una palabra o la "cosa"
como eufemismo del pene·' las madres Ie d 1cenasush·· político y utópico. permite otra opera-
. IJOS pequenos - "no se loque La cosa"
za ent re sexo y gé nero
eunosamente,
· la "cosa" adqu·,ere un senttdo . ,mpre_v·1sto,. no sólo las cosas flotan en un Pero desarmar la seme jan de Butler: romper con
de los i ntereses centr ales
mundo de palabras, sin asidero seguro , sino que también son investi das por una cierta libido ción, que constituye uno ión que per­
que las reenvía tanto al mundo de I·as palabras como al sen dero de una empiri'l'· El "doble te impugnada por la distinc
sujeto ya está potencialmen
senil"do" se establece en ese 11m1te, . -entre palabras y cosas- para socavarlo, para deslizar 9 "lL]a unidad del retació n múltiple del sexo"' (2001 a: 38-39).
interp
sus aprontes, para develar sus misterios. mite que el género sea una
r 34 PANÓPTICOS Y LABERINTOS UNA DELGADA LINEA.·
GlíNERO PERFOMATIVID
AD y SUB JETIVACIÓN 35

ero , la se-
. h �n salta do por ol s aires; prim
la semej anza entre sexo, género y deseo.Ésta le permite de sba ra tar l a he­ Los órdenes de l a s emeJ anza c l b l anatomía
m smo, 1a r egla que vi n u a a a
terosexualida d como forma "na tural" del deseo, como orden necesario, mejanza del sexo con el sexo 1 de tino co l a bio logía . Lue-
i ad , el cuerpo con el a m l a, el s n
con 1a i'dent'd atomia
legítimo: "la co herencia o unidad interna de cu alquier género, hombre
j ntre l xo y e1 _ g énero, la frontera entre la an
o mujer, requiere una heterosexualidad estable y de oposición" (Butler, go, l a seme anz a e e se
. , . l con sec uencia
" y su mterpretac1on "con
a
2001 a : 55). En el fundamento de la heterosex ualidad, dispuesta según y su lectura, entre 1a " c�sa o u cu rpo de mujer
pueden si.gnificar ta nt n e
una diferen cia bi naria entre lo masculino y lo femenino, se en cuentra, t al de que hombre y masculino nto o de hom br e como un o
como u no de hombre y muj . . er y femenino t a un
vez paradójicamente, la semej anza: en tanto hombres y muje re s son he­ slinda aquello que
de mujer" (ide m; � s c r iv�� son de Ia autora) Se de
o r l o mismo,
a u s
terosexuales d es ean d e modo equiv alente, y viceve rsa; la estructura bina­ a a ren�e" y ue, p
q
Foucault ca ractenza como d1s�
rso
ria d e los sexos y de los géneros s e corre sponde con la heterosexualida d \/•reco gerse en las identidades"
lo �g1ta, d ,
del d eseo . Pe ro, asimism o , la hetero sexualidad reglamen ta el género, de por ese vaivén si nuoso que . elementos dis-
9) El "ar t1fic 10 vago� acop1· a ' entonces,
modo que los términos se ordenan en una relación binaria que distingue (Foucault, 1969: · . h diseñado para
que parece, F rank enstein a
lo femenino de l o masculino. Es un resultado a l a vez q ue una necesida d, persos y su puestos: nada e s ol t te jid por e l afán de
ha de trozos, de par es a
y la operación se construye mediante el ensamblaje y la coherencia entre el nosotros u na identidad hec , 1 1
ivocoS .
sexo, el género y el deseo . IO El orden q ue analiz a Bu tler es especular, coherencia, saturada de equ
el género relleja a l deseo y el deseo al género.En tanto u no y otro sean
unívocos y conci sos, el reflejo será el espera do: hombres y mujeres re fle­ MÁSCARA?
jarán el deseo de unos o unas por otr as u otros. La he terose xualidad será ¿QUÉ HAY DETRÁS DE UNA
LA GENEALOGfA y LA IDENTIDAD
un requ isito , a la vez q ue el resultado querido , de un orden d e género:
o lla
"Esa heterosexualidad institucional requiere y produce la univocidad de . método. Aquí Butler desarr
ca da uno de los términos de género que constit uyen el límit e de la s posi­ Atendamos a un pu_nto importante·· el ietzsch a y n
crica· es eminentemente n
ea
a geneal �º
bilidad es de los géneros" (B utler, 2001 a : 55). su pr opia tray�cton prende r la ope­
n_c1a a1 �étodo es difícil com
El género no había terminado por salir de cierta "ingenuida d" e n su foucaultiana.. Stn una refere 1 inció sexo" y "géne-
n "
mitió deshace r Ia d'st
lectura: desba rató u na prime ra semejanza entre la anatomía y el destino, ra ción an alítica que le per categoría de las
gene log1'a fem ta de l a inis
pero dejó l as otras impertérritas. Presenciamos un movimiento de radi­ ro". La autora habla de " una . f i � esii mism as de género e identidad,
re1 cac1on
caliza ción de una lógica . Foucault afirma que ninguna semejanza , pero mujeres" que impugne las siglo
s rar com o un. envés del que se inicia en el
tampoco ningu na distinción, es posibl e sino mediante la "aplicación de 11 Este movimiento se puede con·ide . c1a en t re los sexo s com o mat riz exph-
ue i nstala la d1fere ,
XVIII, en palabras de Laqueur, Y q supoma
n
de
un criterio previo". Dicho criterio previo instaura un orden para las co­
"remp 1azo" de otra que
, un sexo um . co que se ordenaba según gradosque
sas, sustenta do en una mirada, en u n lenguaje (Foucault, 1969: 5). Butler cativ a, en
u .
lmo a 1 a cabeza ) El histo riador refiere que "lo
masc_
desplaza el criterio previo y propone otro orden para la mirada que orga ­ perfección (con los hombres y lo c1tamente vmcu!�do
. s en el modelo de ' sexo único' .
niza las cosas del "sexo". Asegura que una vez que sexo y género se teo­
llamamos sexo y género estaban exph a tene r un rang o soc•
. al · un lugar en la sociedad, asumir
,,
[...l Ser hombre o muJ·er . ·
s1g n ·
i ficab ( -
sexos inconmensurables a
L
rizan de forma independien te -"radicalmente independiente ", dice-, , no ser org á me ame nte de uno u otro de dos ese terre o
un rol cult ural n se ubicará en n
"el género mismo se co nvierte en un artificio vago" (B utler, 2001 a: 39). queur, 1994: 27-28. ;_ 1as cursiv · as son del autor). Luego, la' razó , entonces lo que �e debe
d e tre los .. sexo s" Si al gO así ha sucedido
de inconmensurab . 1 hda a decir sobre
. trm"do e1 sexo, "todo lo que se dese
n
ha cons
10 Paradójicamente, cuando Herculin e se transforma en Bonnegens deviene hetero­ hacer es una historia sob re eó,no se para el género. El sexo tanto en el mundo de un sexo
el sexo 1 ... 1 ya ha s1·do re1v · ·1ndicado las batallas en torno
sexual, a la ve, que hombre. Los escarceos que tuvo con sus compañeras en el internado
dos sexo s[ ... ] sólo puede exp ' r,carse dentro del contexto de
adquieren un estatuto de legitimidad inesperado: una vez corregida su identidad según su como el de
anatomía, su deseo se torna ··correcto". Un hombre, según la ley, puede desposar a una al género y al poder" (ibid.: 33). orrido inverso a 1 que hemos esbozado para las palabras
mujer. No sabemos si la desadapwci611 radical de Alexina fue antes respecto a la hetero­ 12 La reificación sena - 1a un rec . sforman en cosas. Bottomore
y las cosa s. E su form ulac ión marxista, las pa1abras se tran
sexualidad que a la masculinidad civil. n
36
PANÓPTICOS Y LABE
RJNTOS
entendidas como r UNA DELGADA L!NEA.· GÉNERO PERFOMATIVIDAD y SUBJETIVACIÓN 37
equisitos tan to políticos
lógicos . En el corazó como normativos y
metodo ­
La. genealogía de
n de su for mulac
ión performativa del como causa. Indica que " la s_upos ición aquí es que el 'ser ' del género es
la moral de Nietzsche ( género, cita ,
tuar, 13 '·no hay una 1997): n o hay ser detrás un efecto' , que ha st·d o c_onstgna do como t aI mediante "la comprens ión
identidad de género detrá del ac­ .
ro, esa identidad se s de las expresion es de de la produccio . , n d"iscursiva y de c1ertas configuracion es cultur ales [... l
constituye performativ gér.e ­ . .
La gen ealogía impu amente" (Butler, 2001 a: que [hac e n) plaus1ºble esa relación bºmana y [... l toman el lugar de •1o
58).
emergen los hechos
ron, ansiosos de ser
gna el "origen" como
sinuosamente, replegados
lugar, o momento, del
s obre lo que
siempre fue­
que
real' y consolidan y aume n n
turalización" (Butler, 2001 a
ii
rn
)
h e nonía a través de esa feliz autona-
.
ii �
enealogi sta describe la estrategia
lo que eran en su man .
buscar tal origen "es 1
antial. 4 Foucault escribe de legitimación qu e con�orma un am , bºto
t de lo real y que establece un
intentar encontrar 'lo que
intentar levantar las que estaba ya dado '[ ... orden, en este ca so bina rio.
másca ras, para develar ] Es . .
tidad" (Foucault, J 9 finalmente una primer La genealogía hace profesión de _r tsa,. sonríe ante lo que se co nsi-
87: 1 O). La gen ealogía a iden ­ •
de las apar iencias exorciza una ilusión: detrá der a serio, sustancioso, p1en o de sentl d o. E n Butler' la identida d es u n
no en contraremos una
verdad, detrás de las con cepto que debe ser d�rru1·do·, la geneaJ og1 'a ha i· niciado el ataque: tras
s
un ros tro cie rto, o máscaras
detrás del trazo una man la identidad un ívoc a habita un plura: 1 " nume rosas almas" en vez de una
le permite a Butler o que es cribc.15 Este
s eñala r los método
nada; así como la disfrac es que, tr as de -rastro persever ante de un monote1smo-. Disociación sistemática de
operación de naturaliza sí, n o contienen . .
ción que instaura un la identidad, dtce Foucau1t, "porque est a 1'dent'1dad , bien debtl , por ot ra
efecto
parte, que intentamos asegurar y e sambl ar bajo una máscara, no es más
la define, en su Diccio � )
actoJ de transformar
nario del pensamiento
marxista, como "-el acto que una pa rod.1a"(Foucault' 1987. 2 8 · Bu tier insiste: la afirmación de
propiedades. relaciones y - lo . .
nes y acciones de cosas acciones humanas en propie resultado del hombres y mu1eres subordina la noc1. 6n de ge'nero a la de 1dentt·dad Y
artificiales que han alcanL dades, relacio­
[sicl y gobiernan su
vida. Tamb ado la indep endencia [ ...1 conduce a la conclusión "de qu: un a persona es de un género y lo es en
del
seres parecid os a cosas que ién se refiere a la transformación de los seres humahombre virtud de su sexo,. [1 e e:,oénero) s trve como pnn . cipio unificador" (Butler,
leyes del mundo material" no se compor tan de una nos en · .,
mane
(Boltornore et al., 1984: 640: ra humana sino conforme a las 2001a: 55; las cursivas son de la autora) · El sexo' y tambien el gé nero,
13 Nietzsche indica, las cursiva s son nuestras). .
específicamente, que "no hay operan como una mterpretac1'ón que umºfi ca Y aglutina que entrega cohe-
actuar. del devenir. el '
agente' ha sido íicticiamcnte ningún 'ser' detrás del hacer, del rencia y sent1"do, que orienta y cercena, que integra y excl uye.16 Lo que la
(Nietzsche. 1997: 51-52). añadid o al hacer. el hacer es . .
14 ·'El origen está todo" genealogía muestra es que "e ¡.hormigueo . d e los hechos' la mult1p1·1c 1"dad
del tiempo: está del ladosiempre ame� de la caída, ames del cuerpo, ames del de la s intencio . nes, 1
.
e anudam1ento de1as accwnes no pueden ser refe n-
.
el comienzo histórico de los dioses. y al narrarlo se canta siempre una teogo mundo y do s a ningun
. . .
, sistema de d etermmac1one s capaz de dar una interpretación
es bajo, no en el sentido de nía. Pero
paloma, sino irrisorio, iróni modesto o discreto como el . . .
co, pro icio a deshac er paso de la raciona 1 - se diría, de enun ciar . la s1gm.ficac1. 6n y la s causas-" (Chart1er,
100-1 1 J). p todas las fatuidades" (Foucault, .
15 Roger Chartier 1987: 1 998· 136-137; la traducción es nuestra).
observa que Foucault realiza ·
origen y de totalidad Su una crítica devastadora de las Una pe dagog1a , de1 a un1·d ad y de la profu nd·dad 1 ha sido impugnada.
sus presupuestos, a sab . objetivo es la historia -como disciplina- en su versió ideas de Se descascara un reg1me , ·
.
n de semeJan zas que será ce ntral para la de l!-
er: "cada momento histórico n
una significación ideal prese es una totalidad homogénea, canónica; .
mitación de sexos Y de géneros d1scre to s, de id entidade s naturales, d e
es organizado como una nte en cada una de sus manifestaciones, que el deveni dotada de · . , pretende
r
en un ílujo inintcr nrmp continuidad necesaria; que los hechos se encadenan o se histórico disposiciones necesarias, de destmos unfvocos · La genealog1a
ido, engendran
tier, 1998: 135; la traducciónque permite decidir que uno es 'causa' u 'origen' del "percibir la smg . u ·
1and ad de los sucesos fuera de toda finalidad monótona
es otro''
totalidad, significación trasc nuestra). Atendamos, el genealogista impugna las nocio(Char­ [... ] b usca los aspectos superfi eiales de los acontecimientos, los peque nos
que dictara en el College enden te, contin uidad. encadenamiento y causal idad nes de
de En un curso detalles, los cambios menores y los contornos sutiles" (Dreyfus y Rab1-
cia de una serie de .\liberes France, Foucault expuso que la genealogía pcrmi1ió. la
emergen­
etc ). a condición de que sometidos (el del enfem10, el del prisionero, el del siqui . . entera de una 'cosa'' de un órgano, de un uso,
16 Escribe Nietzsche que " la h1storra
. "se eliminara la tiranía de los atrizado,
quíHs y todos los privilegios de sabere
las vanguardia, teórica s" (Foucs englobadores, con sus jerar­ Pueden ser así una rnrnterr�mpr"da cadena de .rntcrpre
. . . taciones y reajustes siempre nuevos,
p

ault, 2002b: 22). .


· · srq
cuyas causas no trenen ' relacionadas entre sí, antes bren a veces
· urera necesr"dad de est·ir
se suceden y se reve1an a un modo meramente causal" (Nietzsche, 1997: 88).
38
PANÓPTICOS Y LABER
INTOS
UNA DELGADA LfNEA: GÉNERO, PERFOMATIVIDAD Y SUBJETIVACIÓN 39
now, 1988: 127) El genealog
. ista a rende ue detr�,s
sólo hay superficie, que de toda p_rofundidad
la unida:y la c�her dimentos y posiciones se conforma una categoría prístina denominada
der, que en la ide ntidad se en cia son re tono
s de l po­
despl.e volun�ad; escenario fun "mujer es"? La pregunta ha rondado los debates del feminismo en forma
lo que predicamos, la gene esto de
alogí� r!�::ª los vi acuciante e insiste nte y aquí sólo la referimos para compre nde r la teoría
saber y el cuerpo. nculas entre el
poder, el de la performatividad de gén ero que e labora Butl e r. 17 Un a "e xpe riencia
Dado e ste método genealóg . común de las mujere s" o una "especificidad feme nina" sólo se puede n
ico' odem�s _diluc . idar e l
moledor que mueve la teorí
a de la pe�ormat impulso d e­ soste ner -h e mos visto la paradoja- sobr e la oposición binaria de lo
Butle r: se inicia como una ' · lVl dad de género de Judith
cr1 tica de la cate oo ' · masculino y lo femenino, "descontextualizada política y analíticame nte
la r epresentación en el fem i
nism · Lo pnm . º na d e I·dentidad y de [ ... ] de la constitución de clase , raza, etnia y otros ejes de relaciones de
ro que Butle� impugna es
pode r que constituyen la 'identidad'" (ibid.: 36). Entonces, se de be so­
existencia d e un suj e
e to transpar� t
para la representación la
femin ismo. Inicia su Gender
TirounbeLe con una afirm política del mete r la categoría de identidad a una crítica radical y se le de be situar
yor parte, la teoría feminis aci·6n: " [E ]n su ma-
e nte ndida median
sujeto . par a e l cua
=
te la ca""gona
ta ha , supuesto �ue exist

l se procura 1a r epresen
de las muJeres [··· . qu
. 1
e ciert a ide11
e constituye al
1idad
analíticame nte.
El objetivo ce ntral, el t rasfondo de la crítica de la representación y de
la identidad, es de sbaratar la cate goría de sujeto desde uno de sus ancla­
cur sivas son nuestras). Ase tación p0J 1yica " (2001a:
· gura que 1a i.nvocació .
n de un su1et ·
33; las jes más sólidos: el género, o más bien e l sexo, o ambos . Butle r retoma un
tivo para se r representado . o sustan-
e s' en s[, una ,
operac1on perf;orm_ativa planteamiento clásico del feminismo y fundante de los estudios de géne­
conde su propio trazo; la que e s-
delimitación de un antes
, que se mvoc a como
ro: si la biología no e s destino, entonces el géne ro se construye cultural­
er de•
fundamento para cualqui
"·pué..!,. desconoce que me nte. Pero inse rt a un matiz que será central e n toda su argumentación:
conforma en los meandros el SUJ·e to mism · o se
. de esa temporalid . si la biología, es decir el se xo, no es destino, tampoco es causalidad. El
ración productiva la que gen . ad faJrd 1 a, que es una ope-
era un su1eto más
presentable, operación en sí
mism exc1 u�ent�.
° menos coherente y re- género no es la elaboración cultural de un hecho dado, de un referente
objetivo, como sería el sexo. En este punto se debe abandonar la ilusión
Nos en fre ntamos a una
de un antes y un después, tal como se le debía evitar para pensar la cons­
paradoja: el discurso que po
stula ' laª emancipación surg
por el mi. smo discurso qu e o es compe .
lido
e dice im u nar titución del sujeto. Una cierta noción canónica -y además populariza­
diferencial e d:,nmac
género, situados en un eje q ue
_ pr?duc1rá SUJetos con
da- sostiene que el sexo antecede al gé nero; es como si se afirmara:
de But.l er sigue al de Foucau � 1on. El razonamie nto
lt·· el POder n o sólo . . primero fue el sexo y lue go el géne ro, que vino a lle nar de significados
·
t1vo, ·
smo productivo ' no se l e actúa de modo proh1bi-
. . puede estudºiar sólo por . la anatomía objetivamente dispue sta, suponiendo una re lación inmediata
(y en ci erta medida ingenua ) e ntre las cosas del sexo y las palabras de l
srno tambié n por lo que silen lo que enuncia,
La invocación cia.
de un "antes" se sustent . género.
.
tegndad on tológica del su1· a e n las premi·sas de
eto, de car á cter preso . una. . 111- Ha dejado de existir, e n la trayectoria de Butler, la distinción entre
el contrato social cial, pero que pos 1b1li. ta
mediante la figura "de
p rson as sexo y género. El camino genealógico la ha conducido hasta su propia
ser gobernadas" (Butler' 200 e libres que consienten
· 1a·· 34 )· De e ste modo
SUJeto coherente permite la la _exis · tencia
· de un 17 No se debe enlender que Butler rechace la conformación de una "política feminis­
re ivindicación de una .
l�s mujeres, que e l feminismo id entidad común para ta" o que perciba la representación como un aclo imposible. Más bien le interesa mostrar
represe ntaría.
. Existe una correspon los efectos excluyentes y normativos que genera una política feminista poco atenta a sus
cia entre la descripción y , den-
la r epresentac10n
que el ge,nero se con stituye . No obstante , B ut1er · ·
. md1c a
supuestos. "Las es1ructuras jurídicas del lenguaje y de la política constituyen el campo ac­
en dº" i,ere ntes contextos s tual de poder; no hay ninguna posición fuera de este campo. sino sólo una genealogía crí­
cruces específicos con otra . ocio
· hºistóncos, en
. s id en ti"dade s -dire
mos. que �o s61o i.d .
tica de sus propias prácticas legitimadoras" (2001a: 37). En una línea semejante se perfila
dades, smo determ inacione s social e s enti- la reflexión de Gayle Rubin en ·Thinking Sex: No1es for a Radical Theory of the Politics
y region al es-. ¿S e pue d e clase, et111a,
raciales, sexuales of Sexuality" (1984), revisión de sus propios análisis en "El Jráfico de mujeres" (1996).
de sostener, entonces,
que más allá de estos se- Insistamos con la genealogía: Nietzsche anola que "un mismo e idéntico procedimiento se
puede utilizar, inlerprelar, reajuslar para propósitos radicalmente distintos" ( 1997: 91).
40 PANÓPTICOS y LABERJNTOS
UNA DELGADA LINEA: GÉNERO, PERFOMATTVIDAD Y SUBJETIVACIÓN 41
disolución. No obstante, para
la autora "el sexo s
"quizás -nos dice- esta iempre fue género",
const.1ucc1.6n 11amada 'se ' trucción que uno se enfunda al igual que se viste cada mañana" (Butler,
mente construida como el xo esté tan cultu ral-
género" ("b .d. 40). H 2002b: 63). La asunción de un género que se elige, tal como se escoge la
antes, si se puede referir un � preguntado, unas líneas
sexo "diadto ;; a un gener ropa en una tienda o el desayuno en un café, supone la preexistencia de
e1 , sexo , a fin de cuentas?", o "dado" - "¿ Qué es
.
interrooa- . ¿Qu ,� es a �n de cuentas?, un alguien que precede la elección y que "va al guardarropa del género
vez sólo una palabra entre tal
comillas"p ro aq y deliberadamente decide qué género va a ser ese día" (ibid.: 63-64). Al­
de Butler: poner entre comi e det ene la radicalidad
llas al s�x: deJªw �mtact i gunos lectores de Butler esbozaron algo así como una "percepción cali­
nealogía que ha iniciado se ; o _al género; la ge­
suspende e/1 os 1m tes ep1_stém 1cos de una forniana del género", que interceptaba las identidades con los anaqueles
com�nidad Pero esta lógica ! t
. es implacab· le , de un supermercado. Quizás la consigna del New Age, "sé tú mismo",
su ongen sup uesto, en su fortaleza fin · ' que ha sido detectado en adquiría nuevos bríos una vez que ese ser se tornaba tan elegible como
do" genealógica mente exige g1 da, aquello que ha sido
conceptos, nuevos avata�e
" can
que se I e o,rez "nuevas vrct1 . "devela- el color del pelo.
, mas", otros
. s·· debemos otorgarle Hay un matiz de la teoría de Butler que abre la puerta para esos
corrullas, romper su identid . el "gene
, ro", prop1c . .1ar sus
ad y su seme3anza "malentendidos":20 la noción de estilizaci6n. La esgrime en un capítulo
En este sentido, tal vez la .
tarea pendient sea romper � n la semejan­ sobre los "actos corporales subversivos"; dice que el género es un "es­
za entre género y género, entre
construcció� y construcc1 � tilo corporal" actuado por cuerpos individuales "que llevan a cabo estas
bra y palabra. En el cuerpo de on, entre pala-
· 1as consecuen ·
Hercu1 111e significaciones -de género- al estilizarse en modos de género" (But­
a la vez que se restringen· · . an
c1as se mu1 t1phc
· puede s·1gn1.fi car cuerpo · ler, 2001a: 171). Si existe tal estilización, entonces los actos y atributos
como cuerpo de hombre y ma de m ,
UJer y ,emenino,
· nes, sus des scur1110, puede mutar . de género no pueden consignarse como verdaderos o falsos, ni reales ni
tenc1o eos · en sus nombres, sus 111-
, . . ' ella el género no conserva su · za con distorsionados, de modo que la identidad de género debería entenderse
genero, 111 siquier a el cuerpo con el cuerp . is s eme3an el
o como "una ficción reglamentada". Ciertos lectores de Butler trucaron los
términos y hablaron de la ilusión de un género con un yo constante, pa­
rodia ficcional que se podía representar en diversos modos . Es el mode­
LA PERFORMATIVI DAD. ENTR
E LA ACTUACJÓN y LA lo Drag Queen: de mañana un pulcro oficinista, de noche una diva que
REPETICIÓN
dobla a Madonna sobre un escenario; hombre y mujer según me quito la
La teoría de la performatividad
de géncro se encuentra ropa y me maquillo el rostro. El yo ilusorio era un yo escénico, rutilante
lac1-6n. Ha sido, . al menos en la obra de e11 Pena
1 ,
,ormu -
B utler un trayecto d e · en sus contorsiones y en sus equívocos. Ya no la versión desgraciada de
.
mres. Su primera form ulación en . lfes y ve-
, Gender ,roub .,., · [e'9 suscitó un . Herculine Barbin, tan pesada en su cuerpo, tan ella misma como para ser
de cnt1ca . s, y la propia autora som . con3unto
etió 1 o escrit o a una otro u otra; no esa determinación obsesiva de la anatomía con la que fas­
ese pnm . er libr
. o escribió Cuerpos que . revis· ,
ion. L uego de
. importan' en el que 111 · tentab tidiaban los médicos decimonónicos, sino la liviandad tardo capitalista de
pttular su concepción del cue a reca-
rpo y 1a re1ac1. 6n entre · · los estilos, de la parodia inmaculada e inocente, del brillo cadencioso
1a materialidad (Butler' 200Za) la pertiormat1v1d ad y
. Se de los movimientos y los gestos. Ya no el dolor de el o la hermafrodita,
citó Gender Trouble: "que el gén excusa por •Jn. malentend"d I o que sus-
ero es una elecc1011, , un rol, o una cons- su ingenuo sufrimiento; más bien el desliz y la risa, la teatralización tera­
péutica de mis esbozos, el juego acalorado de mis máscaras.21
18 "[E)sla identidad, bien débil .
bajo una máscara. no es más que u por otra ' p_ arte,
. od rn: el que intentamos asegurar y ensamblar
pe 1ean en ella; los sistemas se entrecru na p,lr plural la hab"t· 20 ¿Cómo se establece, en una teoría que impugna el origen y la causalidad, que una
' a, numerosas almas
1987: 28). zan y se dominan . los unos a los otros" (Fouc se lectura es correcta o no lo es? Pedir una comprensión atingente es solicitar, de alguna for­
ault ma, verdad y coherencia. Nadie podría evitar que los libros de la Butler se leyeran en las
l9 Publicado en 1990 en inglés .
tarde. y , "
l"'d uc,do y public ado en español diez años más "estéticas" y en un futuro se les comentara como libros de amor.
21 Lipovestky (2002) analiza en la Era del vado la subjetividad que emerge de estas
coordenadas.
42
PANÓPTICOS Y LABERIN
TOS
UNA DELGADA LINEA: GÉNERO, PERFOMATIVIDAD y SUBJET!VACIÓN 43
Este malentendido se vi
ncula c o n l as dos
performatividad de género direcciones que adqu iere l .
en la formulación de Butler. 2 a procedimiento s normativos de re1. terac1ón. La matriz de todo acto , en esta
orient ación teatral, qu e 2 Po r un lado una
postula que lo s acto s per perfo nnatividad de género, es un discurso autoritario que perrrute . encar­
tuyen el género "ofrecen fo rm a tivos que consti­ . c�1ante. La performatividad mism a
similitudes con actos perfo nar la acción y ejercer un po der vm_
teatra l" (Butler, 1998: 299 rmativos en el sentido .
). El cuerpo lleva un s ign es Ut�a t:orma de actuación y de eJerc1c10 del p oder, por lo tant o' ha y una
dament almente dramático ificado de modo fun­ ,
: es "una continua e inces relación entre el poder Y ¡ perfo rmatividad que es bidirecciona l, por as1
ª
de po sibilidades" Manifi an te materializació ú --"
est a que el género debe ent n dect. r1 o; por u n lado, el poder act a peuormativ amente al "encam arse" en
. enderse como un es­
til o corporal (ver supra),
un acto que es intencional discurso, por otro, la performat1.v1 . d d sól o es posible dada una reiterac1.ón
el doble sentido, dice But y performativo, "en _
ler, de 'dramático ' y de 'n de no rmas, que correspondería al eJerc � 1c1. 0 deI poder
reproducción sucede me o -referencia l"', cuy .
diante la s divers as forma s a El po der actúa de m.o do meucu 1oso , en palabras de Foucault. C omo
Este camino permite co de actu ar l o s cuerpos. .
mprender las forma s en que n o tiene un lugar de existencia . espec1'fico opera metódicamente, re1te-
tural es corporeizada, c una convención cu l­ \
omo un libreto que
es actuado por actores ind rativamente, como ritual y como proced1·m ento '· podríamo s decir: opera
viduales, a unque los sobre
vive; cada ac tor actúa su i­ perfo rmatlv . amente -lo ha . dicho Butier-. Esto se vincula con la inser-
actuación en conciert o propio género, "una
-y- en a cuerdo" (307). ción del cuerpo en un camp l'tico · también sometido a la norma -an-
es performance. Acto que en este sentido
tes que a la ley-, a la repe:�fó� m�ticulosa, a la reiteración monótona.
La segu nda forma rem .
arca el carácter repetitivo E ntonces, establecer u n� inte nción en e 1 acto performa tivo es morderse
nal de tod o act , ritua l y convencio ­
o performa tivo: "[e la co 1a; n o se puede deluruta r u n ac tor que a v oluntad rea liz a los act os
l] género se produce perfor
y es impuesto por la s prá mativamente . ma de "acto " es pr oblemática). Exp1.ica
cticas reglamentadoras de performativos (la categon,a mis
ro" (Butler, 2001 a: 58). Ad la coherencia de géne­ .
vierte en otr o texto que "l Butler que s1 u n enu nciado performat1v . o t·1ene éxito "no se debe al he-
es pues un 'acto ' singula a performativida
r, p orque siempre es la reit d no ch o de qu e un a intención g obº1erne con éxito la acción del discurso , sino
o un conjunto de normas eraci6n de una norma . es el eco de u na acción anterior y acumula el poderte
y, en la medida en que adq a qu e esa acción ¡
acto en el presente, ocul uiera la condición de
ta y disimula las convencio la autoridad .
a través de la repet1.c º6n cita de un conjunto de prácticas
repetición" (Butler, 200 nes de las que es una 12 00 2ob·· 58-59· las cursivas son de la
2b: 34). Si el género es pr autoritarias preced.en tes" (Bu t ler' '
mente, su operación a lc oducido perform .
a tiva­
anza do s lo gro s:
generar una coherencia y a utora). Entre acción y repelleión se est ablece un modelo de resonancia,
su carácter normativo; ocu ltar
pero es en la repetición de vincula do a l model� es pecu_lar que articula el sexo , el género y el deseo :
funcionamiento. El acto normas donde traza su
es más bien un disimulo, el "eco " de u na acción anter�or_se despliega en u na acción presente, eco a
un ocultamiento de los · ·
su vez de u n conJunto de practicas auton·tanas precedentes. Dicho eco es
22 Es necesario consider . ,
lo que leem os c om_o intención, a s1 como se lee como sexo J o que ideo-
rencian de modo tajante. En ar que ambas direcciones no son incompatibles ni se dife­ . .
ambas permanece la orientación lógicamente se p�s1� JOna como un " antes" del géner o. El poder se repite
de la constmcción de las subj performativa del género y
etiv
caminos analíticos distintos, con idades y las relaciones Sin embargo, creo que sí marcan y se replica, multJph�a en eco s sus efecto s para regresar h asta él mismo,
_
. deno
énfasis diferentes: lo que
tral" remarca de modo más inte minamos orientación "tea­ como origen de la re1terac1ón.
nso el carácter actuado de toda
y se aproxima a la performanc performatividad de género
e. Si bien Butler nunca post
performatividad misma -ya ula un
lo hemos visto-, esta orientación sujeto preexistente a la
posibilidades del "actor" para otorga mayor espacio a las
desplazar las formas preestablecid ¿SE PUEDEN HACER COSAS CON PALABRAS?
género. La otra orientación, que as en la performatividad de
hemos llamado "ritual", insiste
la performatividad de género en el carácter repetitivo de
y
se vincula de modo más agud en su estructura convencional; creo que en alguna medida Hemo s llegado a u_ na conclusión central: el gé nero se construye perfor­
o con los procesos de subjetivació .
individuo a un orden simbólic n
o o una ideología, como lo anal mediante la sujeción del mativamen�e , me�tante la repe c "ón y la reiter ación de un conj unto de
��
Althusser y su teoría de la interpel izamos en el apartado sobre norm a s y ntuales imbncados e na trama de relaciones de po der. Per o
ación.
ahora recapitularemo s: deJaremo s Ia teo ría de Butler y nos dirigiremo s a
r
44
PANÓPTICOS Y LABER
INTOS
UNA DELGADA LfNEA: GÉNERO, PERFOMATIVIDAD YSUBJETIVACIÓN 45
algunas de sus fuentes. Nos
interesa'Por un lado, traza
mentativa que evite conv· r una línea argu- se pide para que sean pronunciadas las palabras que desposan a determi­
meentemente las "malas .
han experimentado sus . ·
interp retaciones" que nado hombre con cierta mujer. No es intención del filósofo inglés, pero
planteam,entos . Por otro
e1 derrot ero 'queremos profu ndizar los actos performativos nacieron marcados por el género; es su lectura
. . , . que nos orienta por 1 os senderos del len · ,1
pemut1ra vinc ular esta teoría de la erfo . . gua1e o que nos censurada, su "otra escena", en palabras de Freud.25
de la subjetivación. P rmat,v,dad de género con e
otra De las expresiones p rformativas no se podría sostener que son
Primero, la teoría de la .. verdaderas o falsas. Austin las diferencia en un primer momento de los
per�ormat1v1d ad tal cual fue fonnulada
J.L. Austin en C6mo ha por enunciados que darían cuenta de algo que existe mtís allá de ellos ofuera
cer cosas con palabra 2
cosas. La línea permanece . s. 3 Otra vez palabras y de ellos; y cita otro ejemplo que forma parte de esta escena sexual que
. y qu1zás nos acompañe
está interesado en investi has ta eI fina1. Austin hemos mencionado: el matrimonio; dice que "l U)no de nuestros ejem­
gar aqueII. os actos de habla
al decirse hacen cosas·.
los deno _mma performativo
(speech acts) que plos fue la expresión (ullerance) 'Sí, la acepto'62 -/ do- ('tomar esta
inglés). Aclara que un pe'" -'-' s (performatives, en mujer como mi esposa legal. ..') formulada durante una ceremonia matri­
. ormatJ vo es una expresion ·, que no desc
registra nada. Agrega que . ribe 0 monial. En este caso·diríamos que al decir esas palabras estamos hacien­
. emi·u· r una sentencia -o expresión .
mat1va (performative sent - perfor- do algo: a saber, casándonos y no dando cuen1a de algo, o sea, de que
ence or performative utt
una acción que no se . . er ance) 24 es realiz ar estamos casándonos" (Austin, 1962: 12-13; las cursivas son del autor).
reduce al mero decJT algo (47[7-8)). Cita algun
ejemplos: bautizo este barco os Austin indica que las expresiones performativas deben estudiarse según
' le�'o este ObJeto, te apues
tizar, tal como le suced ,·ó , to tanto,juro. Bau- sean afortunadas o infortunadas y no según sean verdaderas o falsas. En
a a hermafrod'º ta" tirance
maron Adélai"de Herculine . sa: primero la lla- sus conferencias observa que se estudiarán con mayor énfasis los infor­
, nac,.da mu1er ·' luego, conocr·da su anom
cambiaron su nombre por alía tunios, aquellas veces en que una expresión fracasa en sus objetivos, por
B onnegen s, hombre. Austin
(to marry) es "decir unas apunta que casa; diversas razones. La denomina doctrina "de las cosas que pueden andar
pocas palabras"' las que
nunca pudo escu char- el . nunca supo decir -o mal y salir mal[ ... ] la doctrina de los infortunios" (ibid.: 55(14]). En la
Joven de1 cuento de Highs
pa1 abra -un acto pertio . m,t . h· As,, como una formulación de esta doctrina anota que los infortunios son una afección
rmat·ivo- rnstaura un nom
dena cierta anatomía (com bre en un cuerpo y or- que perturba todos los actos que poseen el carácter general de ser ritua­
o queda de sobra mostra
na B)'otras inauguran do en e¡ caso deAlexi- les o ceremoniales, todos los actos convencionales (conventional acts).
una relación o establecen
un contrato: la "mano" Luego, sostiene que "[T]iene que existir un procedimiento convencional
23
. El título original es How ro do Thi11gr. wirh w,o,ds.
De/1ver ed ar Han•ard i . •The W1/lia11 1 James Le ru aceptado, que posea cierto efecto convencional, y que debe incluir la
n 1955·
urrnson .En adelante citare mospubl",cad O por Harvar d Press. en 1962 co c res expresión (ullering) de ciertas palabras por ciertas personas en ciertas
de Pa1dós. y las páginas del texto la traducci ón de G carri6 y E. Raboss1 (n la edición de J.O.
'
circunstancias" (ibid.: 67(27]). Esto lo diferenciará, más adelante, como
1982),
he mos preferido utiliz ar ambos en su edic'ó , n rng . ;esa. Dado el carácter técnic con el sello
texto s. o d e la ob ra
42 En 1a versión
· española se traduce erfo 52 Curiosame nte, un destacado discípulo de Austi n replic a esta escena sexual. Busca
mantener el térmi no
en inglés ' dad o que se usa exten como rea/izatorio. Hemos preferido
P m,ar,ve
"justificar" sus intenciones lingüísticas en su canícter de hablante nativo de una ciena len·
te mantener cierta unidad
terrni no16g1ca. . .same nte en c astella no y nos perrni- gua y dice "la única respuest a que puedo dar a la cuestión ¿cómo lo sabes? (por ejemplo,
Butler, como lo hemos visto Las traduccio nes de l"b I ros Y ar t
' utilizan la ículos de Judith que '"l as mujeres son hembras" es analítico) con,i,te en proporcionar otras caracterizacio­
de los vocabu ¡ano · s especializados. En pal abra.per .
jiormarivo. El t'
. .
· ya forma p arte
ern11no nes lingüísticas ('mujer ' significa hembra humana adulta)" y co ntinúa su razonamie nto
su S
de/ /engu aje, Greim
as y Cour t' fi e11116//ca. o·. ,cc, ona r, o ra zonado de la teo ría (Searle, 1980: 23). Cuando se instala el tema del "saber", la ejemplificación se construye
desen.ben 1a acción del que losés espec1· .can que 1os verbos per �orrnat1v . os
u na acc1ºón en sí misma" (1982 utT I iza, smo que
también' y al mism .
o . "no solamente co n el caso más "cl aro·· de aquello que puede ser sabido: las mujeres son hembras de la
· 302)· , en otro . . . llempo . implic arían especie.
"[U ]so de 1 1engu aje no deslin d1cc1o nano se ind·,ca que perfor mativo
ado a entreg ar in�om1ac1ón . es un 26 E n la traducción española se remplazó .. 1 do" por "Juro", porque las formulas ma­
dad o fal sedad, más desti nado a o decl
(Thm ' r e I acto enunc1ado por el h aración. susceptible de ver-
hace trimo niales i nglesas no se correspond en con las hispánicas. No obstante, no s hemos re­
º,es y Lampereur, 1975·· 71 5, . . . ec 110 mis mo de enunciarlo" mitido al texto origin al en i nglés, y para nuestro razonamiento es preferible mantener el
· Iraduc1do del ong mal en francés).
eje mplo matrimonial, aunque no coi ncida exactame nte.
46 PANÓPTICOS Y LABERIN
TOS
UNA DELGADA LINEA: GilNERO, PERFOMATIVIDAD Y SUBJETIVACIÓN 47
a cto ilocucionari o (ilocutionarie
·t)·. un acto convencion
conformida d con una conv al r ealizado en
ención�c cipar; d os vo luntades s e interc eptan: la d e quien llama y la de quien es
Austin construye una argum .,1 . llama do . El acto es un intervalo entre una int ención y otra. No obst ant e,
ent ac10
de delimitar un tipo de enu _ 1 in crescendo: empieza tratando
a grega Austin, quien rechaza un procedimi ento se expone a ser sa nciona­
· nciado que no s e refiere, en ·
c1a, a l a verdad O falsedad p · mera 111st
de 1 ue _se p_ostula (preocu n an- do , "los o tro s pu eden rehus arse a jugar co n él, o pu eden d ecir que no es
cierta filosofía del lenguaje � ( _ p ación capital de
un hombre de honor (ibid.: 71 (29])".27 Sin embargo, el carácter conven­
d c1 11c1�), s1110 que intenta h
No se trata de enunciar dic acer algo .
:el fil;so ;o, s1110 de hacer cional de ciertos actos performativ os impide que alguien se cas e con un
o de ha cerlo en tanto lo que se enuncia, mono, nombre cónsul a su caballo o bautic e a un niiio como 2 740 (todos
s: dice Pero, fi� almente, ter
distinción entre enunciados� m111a por cuestionar
ons tatat1vos (que des
la ejemplos del mismo Austin).
v�rdad ero o falso) Y perf r criben a1go , segun sea
o mativos (que hacen �lg�). Postu Detengámonos en otro ejemplo: si alguien está en una isla d esierta
ciertas conclusiones genera la, entonces, con otr a p ersona y ésta le da un a ord en, le puede contestar que no piensa
les s br e 1 1 enguaJ e. p�1mero
fenómeno real" que s e trata , que el "único cumplirla . En cambio, si esa misma orden l a dicta el capitán de un b ar­
. de eº,uc1�dar "es el acto hngu1s "' t'ico t o ta1, en J a
situación lingüística total"· . . co -y "ti en e una autoridad genuina", en p alabr as de Austin-, quien
lu g qu
d os nombres" que designa� l : a°' � descnb1r, �nunciar, etc. "sólo son la recibe debe cumplirla, so pena de recibir sanciones graves. ¿Qué deja
o etos i I�c_uc1011anos; estos
diversos nombr es' no ocup actos, con sus
a11 una p os1c1ón única, espe de funci onar en una isla desi erta que manti ene su fu erz a en la cubi erta de
relación que t endrían con cia
· 1mente en J a un b arc o ? Demo s o tr o ejemplo, p ero ya no de Austin sino de Althusser:
lo h h_os _Y que los determi
daderos o falsos (true or fal na ría n como ver­
s:).:s1m1_smo, postula que algui en camina po r una call e y un p olicía -atendamos a que l a p olicía
lo "normativo y valorativo el contraste entre estaba inmiscuida en el cu ento d e la mano y en el caso de Herculin e
" ( or '.at
(factual) debe ser eli min ado ; : ';;;; evaluative) con lo "fáctico" B arbin- lo llama: " ¡ Eh, ust ed, oiga!", entonc es qui en es llam ado se da
( us 111: .-· 196 (147-148]). Por último
sostiene que se debe cons·1 , vuelta , "el individuo interpelado se vuelve", indica Althuss er. "En algu­
derar , a s1tuac1ón total en que .
(utterance) es emitida (95¡52 una expresión na parte resuena la interpelación: ' ¡ Eh, usted, oiga!'. Un individuo (en
]).
90% de los ca sos aquel a qui en va dirigida) se vu elv e creyendo-supo­
niendo -sabiendo que se tr ata de él, rec onociendo que ' es precisam ente a
ALGUCEN LLAMA. LA VOZ DE él' a quien apunta l a interpela ción" (Althusser, 1977: 69). El individuo
LA IDE OLOGÍA
de l ejemplo de Austin es lla ma do , pero responde que no desea jugar, y el
En las conferencias de Austin trans eúnt e de Althusser se reconoce en la voz que lo conmina y da vuel­
p erman ece un tr�z- o . cuand
plos siempre se remite a algui o propone ejem­
. en qu� hace o dice algo : "Sí ta par a responder o atender a la v oz que lo llam a. En el primer caso, el
tizo este barc o"' "Lego m1 . , juro", "B au- emplaz amiento aparentement e ha fr acasad o, y en el se gundo h a tenido
re1OJ a m1 hermano"· Tal com
teoría necesita que algui en o 1a esboza, esta éxito. P ero ver em os qu e no nec esariame nt e es así y que en ambos c asos,
qllle
. ra ha cer algo para que sea hec
un sujeto como tr asfondo, ho ; n ecesita independi entem ente de la respu esta dad a, si empre ha habid o éxito en lo
una vo luntad qu e desee jura
lncluso, alguien -cualqu r, Iegar o bautiz ar.
iera- P ued_e hacer sa ltar por que Althuss er denomina "int erpelación" (interpellation). 28
performativo (que ' en últi . los aires un acto ¿Por qué ha habido éxito ?, ¿qué asegura la respuesta al llamado ?
ma mstancia' como hemos
característica del lenguaJ·e) . vis· to, es 1a forma
· Aust·111 pone un eJ empl A nuestro entend er, la noción clave en el p ensami ento de Althuss er es
que en una reunión social o .· "fS ].upongamos
se decide �·ugar a un Ju .
no, se eligen compañeros ego en el qu e, p or
de e_qui tur­ 27 Los ejemplos vuelven a instalar la escena generizada que hemos mencionado: 111011
_ ,po, un? de 1 os encargados de
dice : ' elijo a Jorge '. Jorge , ha cerlo o/honour, dice Austin.
gru�e. �o no Juego . ¿Ha
Sin duda -dice Austin sido elegido Jorge? 28 Vimos que Butler aborda el problema del éxito en su formulación de la perfor­
tua c1ón es esafortuna da" matividad de género como reiteración de normas. El éxito corresponde a la capacidad de
69(28)). El a cto ha falla-;;-o';;• _ : (Austin, 1982:
r qu e quien ue convocad o resonancia de acciones pasadas, que sedimentan la operación y los objetivos de un poder
no quiso parti-
que se despliega mediante discursos.
r
ACIÓN 49
, PERFOMATtVIDAD Y SUBJETIV
48 PANÓPTICOS Y LABERINTOS UNA DELGADA LÍNEA: GloNERO

e luego retomarán
o de una operación qu
�u e la ideo log ía interpela a los indivi duos como suJ·etos, "tra nsfo . rma" mos a que Althusser ha h ablad o s xual según una de­
eto de v drá suje
,
md1v1duo s en sujetos; él es ecifica qu e "la �ategon a d e SuJ eto es con s-
. Butler y otras feministas: el suj estructura familiar.
t e

en la id eolog ía y en la
en

tit utiva de toda ideolo ía s¿¡ ª º º ª de �lo?í � tiene por fu nció n signación anticipada que reside por efecto del l ugar
siempre ha sido, pero
/
(función qu e la de finer la 'cin:�t�c��n '. :e os mdividuos concretos en Llega a ser - deviene - lo que d con su ej emplo, no elige
ne , co ntin u
.
suj etos" (ibid·.· 64) · LIama interpelación a la. Op eraci·6n mediante la cual que le ha sido asignado . Her culi la nomi­
a o designado como tal; per o es
an o

la i deología "reclu . ta " SUJ·etos entre los rn


.
. d1v1du o s ' " o 'transfor ma ' a 1os ser mujer u hombre, e s designad lo que la d s uye . Es como
. ..d debe ser no siéndolo,
n ació n posterior, lo que eto y lo
e tr
111d 1v1 uos en SUJ eto s" Agrega "(L] e x,·stencia de la ide?logía y la i cos le quitara su sta uto d suj
.:
interpelac ión de l os individuo: c�;o SUJ tos so11 una sol a Y rrusma cos_a" si el trayecto signado por los méd
e

o , Herculine sólo po­


e t

. com o i divi duo . C omo siempre-ya sujet


deja ra sól
Cbi l·d : 69) . Pe ro previene un razonam iento de carácte r te que ?1 s­
e ya er a p or ant icipa do
, en palabras de Althusser,
n
:
día ser mujer fue lo qu
o

pondría pri mero a l os in divi duos y lu ego a los suj etos id::i�g:;
r

. edian-
m
y no podía ser otra cosa. rma
te. No e xis te tal sucesión tempo ra l. Althusser habl; de u n siempre-ya jo, Althusser se refi ere a la fo
' · í) .
(tou!J·ours-, de1a ' qu e permite sos ten er que ,,los. indiv
.
. . iduos son si empr e- Ya en la conclusión d e su tr aba to imp o rt , pu es
eolog ía.30 Es un pun
, doblemente e specular de la id
ante
ya sujetos, indi stinguibles "unos" de "otros ; 111d1ca que " J a I·d�o1ogia ha l ció
constituirs e en una re
este reflejo permiti rá al sujeto 1
suje ción
. .
de

3 a la ve z que posibilitará la "intersub­


a n
siempre-ya inte rpe lado a los indiv iduos como sujeto t q 1
n nt pel;d�: ;:r J�
;�
�� �:�: : ::��J;� � pos 1c16n. los tnd1v1duos
0 i �;!�_�:;� con el Sujeto Úni c o y Abs olut
jet ividad", por así decirlo , y la
o,
"interioridad" y la "conciencia".
Será en
luces
�:;! :j��;/�: ::�;� 1 to adquirirá cierta sub j ivi ad:
un jue go de reílejos como un suje
et d

. (ibid.·· 70-71., 1as cursivas son del aut or)


·. proyectadas desde el Suj eto.32
son siempre ya sujetos"
Alth uss er atiende a los modos p or los qu e un .llld'1v1.duo es si empre- os co nsiderar en esta
e xp osición y
Ya' sUJe · tO en e¡ s eno de una ideología fa m1T,ar (:n este punto reto ma a Pero e xiste otro matiz que debem ne é xito,
por qué un llamado siempre tie
.
Fr eud) .Dice que se sabe de a te ano q e un_ nrno por nacer "llevará el que permite, también , entender do con l c áct terativo
� � tenido ante s, rela ciona
' / tal como l o h e mos sos
er rei

'Apelli do del Padre ' tendr pu"'s una iden tidad y s erá irremplaz a bl e" í como
ar
as
e

mativ idad d gé ro . Otr v z,


sobre el que se sustenta la pe rf or
29
(.1b.1d.· 71)·, en esa estr uctura " el antiguo futuro -suJ.eto (l ,anc1enfutur-su-.
e
da con
a
ula
ne
a, vinc
e
a p s bl d ctur
· . en Austin y Butler, de
stacamos una líne
jet) debe ' enco ntrar''su '1ugar, es d ecir, 'de venir ' el suje to s exual (var on , u fu n cio­
e e le
ti
i
ía
o

afirma que la ideolog


·- la repetición y el r itual. Althuss er
n
itual,
ene
o n ma) qu e ya es p or anti cipad o" (ibid... 72): s·' ate ?de mos a e�ta parte ial s de ca ác r
en p rácticas mater
namiento material, sostenido
r ter
del razo na mient o de Alt husser v emos n tan�o 111terp� la
e

:�: J�;�:�: !'�.;


a los individuos como siempre-ya suj
º
J erenc1a_ gen érica
iduos
logía, al interpelar a los indiv
30 "Observamos que la estn1ctura de toda ideo
y
o está signada por e lla: en la id eolooía fa�T ' , ar -¡° en l a farruha como como sujetos en nombre de un
Suje to Únic o Abso luto es especular, es decir en fom1a de
es constitutivo de la ideolo­
apara to id eológi co - s e di spone de �n 1uga� s_exu a para cada nu evo in- espejo, y dobleme11te especular
: este redoblamiento especular

d ivi duo, s e J e asionan un 11 n pos1c16n entre las dos posibles:


" (ibid.: 76-77).
31 Notemos que este "Sujeto Único y Absoluto" cuyas redes se conforman los sujetos
gía y asegura su funcionamiento
�: ;/ � :
ia­
es semejante al "Gran Otro" lacan
varón o niñ a. Po&fa mo s de q e g ner o es un apa rato 1d eológico, o
br

. .
orde n simb ólico en
no, posibilitador y garante de un
que - dado que los apar ato s son formas más o menos 111st1tucionalizad as ión entre el sujeto y el Gran Otro
es más ambivalente que en
, (no obsrnnte. en L.1can la relac
de reproduci r la ideo !og, a - 1os aparatos, en sus diver sas � 173-174, 350-351 ).
Althusser; véase Zizek, 2001, pp. " asegura a
32 Althusser expone que la "estnictura especomo sujetos; 2) su sujeción al Sujeto ('no
cular redoblada de la ideología
c readores y re productores de relacio nes e identidades de géne ��t�n�:�
JJ el reconocimiento mutuo
los 'indi vidu os'
la vez: "/) la interpelación de
sujeción', dice en otra parte);
. hay sujetos sino por y para su
entre los sujetos y el Sujeto, y entre
mente el reconocimiento del
como está y de que, con la
29 En francés dice "portera le Nom de son Pere" ( 1976·. l l 5), que equivale al Nom- los sujetos mism os, y final
,
bre del Padre Jacaniano. Ahhusser
. seguia aten1amentc las ens ena,uas
- d e Lacan y publi- tía absoluta de que todo está bien
,
co varios escritos sobre psicoanálisis
' ' -entre otros uno que se titula "Freud Y Lacan" -. sujeto por él mismo; 4) la garan son y se cond uzca n en consecuencia, todo
ozca n lo que
.
Cons1deramos que este término es más adec,ndo' q�e "Apelhdo. del Padre" utilizado en Ja condición de que los sujetos recon
traducción. irá bien" (ibid.: 77-78).
SUBJETlVAClÓN 51
ERO, PERFOMATIVIDAD y
50 PANÓPTICOS Y LABERINTOS UNA DELGADA LINEA: Gt\N
ente, con toda
deas que él ha e legido libre m
"p re scribe pr áctica s ritua les ma teria les reguladas por un ritual material" gico del cual "de�nden" las .i h bla perfo rm a­
ad de su!et?," ( 'b 'd .
.. 59) El acto
c onciencia, en calid t rac ta, por el
a
(ibid.: 63). U na visión co mo la de Althusse r permit e reconocer la cifra
de

si pos1'bl� , n form abs


mat eria l de toda ideología, p ero también de todo ac to ; las ideas mi smas, . .. · " "lego" "bauttzo - 'e
e a

;�c :n�:��to mate�ial,_práctico Y r!t��/; �:��;��;�:�:� 1�: d


ª z
las que ron dan en el limbo d e nuestra "espiritua lidad" "son actos mate­ i�: �:
enuncm
actos de habla performat1vos, or la par ticipa­
i
p sibl s
individuos concretos
(siempre-ya sujetos) son .
riales insertos en prácticas materiales, reguladas por riruales materiales
adas de una
e
tre gl
o

., cas reguladas, ep t� 1. o�e


de cada un o en pr ácti
definidos, a su vez, por el aparato ideol6gico material del que proceden
las ideas de ese sujeto" (ibid.: 61; las cursivas son del aut or). Po r un lado c 1on
e c

1 h , usted , oiga !
en r

gía q i t rp la y c onvoca.. "·E


la ma te ri ali dad de las ideas e n tan to actos; p or otro, su rep etición en tan to ideo lo ue n e e

prácti ca s ri tua le s. Althusser indica que la ideología, que esconde su fu n­


ci on amiento mismo como ope ración ideológica fundamental, se remite OS y LOS TROPOS
a ac tos; "no sotro s hablamo s de ac tos inse rt os en prácticas. Y desta cam os
ALIDAD: LOS DISPOSITIV
SUBJETIVACIÓN y CORPOR
que tal e s prác tic as e stán reguladas po r ritua le s en l o s c uales se inscriben" ¿da vuelta
. . . d es llamad.o por un policía?;
·"Qué gir a en el i ndivid·uo cuan
°
(ídem). Destacamos, nosotros tambi én, esa regulación ritua l en la que se
· c1on , ,_ su moral o todo Junto Y a 1a vez?· E Althusse
su cabe za, su ima gma
r
é
n
inscribe n los actos en tan to prá ctica s ma te ri ales; e s la relació n de so me­
ed e en el len gua j urr t mbi
que
y en Austin no _sabemos s1 lo
a n

zan botellas y
e oc e
tim iento que ma nti ene un acto (y una intenc ión) con los acto s pasados, q �:\ ran br azos que lan
en el cuerpo. S1 bie
n h y b�
en tanto reiteracione s de un di scur so que dispone norm a s. La diferenc ia _ he� s lu i a una corpo­
; s1 b'�
a cas

que bautizan, cuerpos que giran . te, aparece


toda
entre el act o y la prácti ca se fudam entar ía en l a sedim entac ión de rei te ­
do

l lenguaje, el cu�rpo n o obst


i n o a d

ralidad del funciona1rne.nto de oc 1· 1Tll· ento ·


an
ra cione s que sup one la segunda. He aquí la c onfusio n que, o bse rva mos, t ' su d s
, pero median
como un re siduo P en;::t� 1 :�e�:�:· n huesos ni
e con
afecta ba a cie rtos le ctore s de Butler: entienden actos cuando se ha bla de gí si
e

id arnad y n d l
Tenemos una pe,,,orm
a
prác tic as, suponen elecc iones c uando se ano tan repeticio nes, avizoran
.:., a u a i eo o

una intención do nde se urde una tra ma regulatoria.


¿Por qué juran lo s suje to s (o ind ividuo s) que enuncia Austi n?, ¿por
qué Jorge pudo decir que él no pa rticipab a en e l jue go , mi entras el tran­
sudores. .

duciión di scursiva? U na teoría


¡· .
. Cómo evitar 1 a e 1s1o, n del cuerpo • a la
vez que se atien.de a· la pro-
de la s �je tiv�ci �:;�t=��
� :".
. ��c�: d �::�
o otr a
se únte de Althusser volteó cuando un pol ic ía lo llamó -" i Eh, ust ed, to una dimensión corpor�l com ; binarismo /que dife ­
r

sami to d _ tóm1 co que r p o�:�� �\:�


o iga !" - ? Ya sa be mos que la ideo logía tie ne co mo funció n i n ter pelar un pe : � id ea de la mate ria, el
dis­
te \ cuerp alm a l a
en i co

rencia de modo t aJ�


n

a los indiv iduos co mo siempre-ya sujeto s. Pero la interpelació n no e s � � d q ue Fouca ult


d e �a noc ió'
curso de la c rpor hda
osit ivo,
ludiendo la
disp
meramente abstracta; más bien, dice el filós o fo fr a ncés, "toda ideolo­ de mantener una di stinción, e
n e

lla, �rece �a_pos1bi : ;���¿


gía interpela a los individuos concretos como sujetos concretos, por el desarr i n s y configu­
d icotomfa.33 Es po
sible tr az� una�:fl::;'ón de imb
o o

ero que, al
o e
p
c
fun cionam iento de la cate goría de sujeto" (ibid.: 68; las cursiva s son bada,
rica

total n o r d y a
del auto r) . Cuando atende mos a individuos conc retos, en ton ces pode­ raciones que ta l vez no e ste a s enun cia el di scur
so,
a a ca

s rte n una m ano a1 e uerp;mientr


mos desbrozar en sus prácticas las tramas de una ideología, de actos menos, d D s sitiv : fo m
ro amando u s
y co n la otr a birle al género p t
no e ca co a
r
� ;ios disc!sos i mbricán­
i o o
repetido s en pr ácticas ritua les, tan to en rel aci ón con o tros (ind ividuo s o
o

cen os cuerpo
instituc ione s) co mo co ns igo mismos. Cada individuo concre to , en este hi stórica en la que se produ ' r�os. H emos
. u so d l s u rpo s y corpor al Idad de los discu
dol os. D 1s
marco , debe gi ra r sobre sí, como part e de la suj eción a la q ue es some­ .. levantes para nuestro e stud i . Disposi ti-
c e

delimitado dos dispos1t1vos re


c r e o
o
ti do po r la ideo logía, par a constitui rse en un siempre-ya suje to : deb e
subje tivarse. ·, habría
rían una operac1on semejante Tal vez
De todo s modo s, J orge se niega o e l transeúnt e se vuelve, p orque 33 Las máquinas deleuzianas posibilita
ositivos.
"p articipa de ciertas práctica s reguladas, que son las del apar at o ideoló - que combinar las máquinas y los disp
y SUBJETIVACIÓ 53
GÉNERO, PERFOMATlVIDAD
52 PANÓPTICOS Y LABERINTOS u A DELGADALI EA·. N

que, en tanto siempre ·


a su. propia interpelación
vo s disc u rsivo co rpor ales. No sólo p erformativo s, no sólo id eológicos. lo que hace es resp·onder vu e lta se tr ansfor ma
da vuelta sobre s1, y en esa ,
Foucault lo s d esarroll a en distinto s mo mentos y en diversos tra bajos. ya su jeto, Jo :onmma. Se . · tivac ión es na v lta s obre SI que
So n dispo sitivo s de s ubjetivación, no estrictamente distintos. La disci­ en su jeto. As1 lo
111d1ca ButleL 1,a subje . . y alguien
ue

sujeCi6n. Alguien llama


u

. 0 m diante la .
plina y la sexu alidad supone n una cierta política co rporal, una direcció n inaugura al suje to, pe ceptan do la conm1-
stan d o atc11ci ón , .
e

abeza' pr
r

deseante, una conformación histó rica de las s ubj etividades, una forma responde tornando ¡ a c jetivac1ón Y
a

y responde ,al poder. Sub


e

de actuación del poder. No o bstante , son tecnológicamente distintas: la ión que s l e hace. Se vuelve
nac
. .6n en u11 mismo movim iento
e

disciplina captura la superficie y genera conductas; la sexualidad esbo za sujec1 . . , n. n a "dependencia fundamenta1 ante
etim ien t c ns1 stm a� �
una profundidad e incita la imaginació n . Son acci one s a la vez que deli­ El som , En este
os elegid o ero ue nos constituye.
o o

mitacio ne s. Mapas y jaulas. un dis cur s qu n hem . 011 s o de "dev enir


s q
t ant o el pro c
. · rte qu e la su1ec1'. f e · . ,,
o e o

Lo s dispo sitivos me nci onados permiten co mprender la subjetivación se ntido, But1er ad vie "devenir sujeto, . En-
e

. , m el pr oceso mismo de
1 p d er , , c
no como un proceso familia r, psíquic o e individual; la subj etivación re­ subo rd111ado a sobre sí' inauo "'u rando. se,
·eto que se "da .vucIta"
o o o

mite, ante to do, a la producción socia l de las subjetividades; no la esc ena tonces, al hablar de u n suj .
. e1 sentido estricto, n xis t un s uj·eto previo a
del diván, lo s sueños y las diminutas d esgracias individuales; no el deseo propiciamos u na fi cc1· ón, "dilema tro-
e

omina a e sto un
o e

q e l rna ugura . ButIer den


po r un lado y el poder po r el otro . Cuando Deleuz e y G uatta.ri manifiestan la misma vuelta para d scribi r lo que
· rtas figuras -tropos-
u o

p o16gico": son necesaria · s c1e n de causa


e
que la sexualidad es un asunto de ec ono mía no sólo dicen q ue es nece­ . e na lació
oral
o en un ej e temp
sario vinc ularla co n cie rtas relaciones econ ómicas, sino que es pre ciso no puede ser, representad la subje-
re

anente en el estudio de
o n u

á n p r blema perm .
comprend e rla como un producto social más, co mo otra re lación social, y y efecto.36 Este ser un leng aje qu e exige
obli gact os por
o
os ,
u

sacarla de las pudo rosas alcobas o las sinuo sas mentalidades.34 s siem pre star em
tivación, p s un dilema sobre el
u
.
n� ana , iuca Tendremo
e

temporalidades y sucesio �
ue

A su vez, los dispositiv os permiten imbricar la co rporalidad y la s ub­


y sujec1 \ n - y otr sobre el objeto que
je tivación. N o es que haya cuerpo y sujeto, o sujeto y luego cuerpo . N o es ·o -el de subjeuvacion . 37
o

, par adó jica me nte , llamaremos sujeto.


que uno y o tro ca minen p or se ndero s distantes. Tampoco que uno y otro 1;;;:�: de él -q ue

se remitan, que el sujeto "explique" el cuerpo o que el cuerpo dé cuenta


del suj eto. Los dispositivos fouca ultianos son formas ta nto de subjeti­
vación co mo de corporalidad; tecno logías pa r a prod ucir sujeto s y cu er­
po s. O debiéram os d ecir sujeto s/c uerpos, ju ntando las palabras que al
separarse arrastran a la s cosas. N o es fácil eludir la distinción. Tampoco
esta -afirmauva . o ne ,ativa g - sino el gesto mismo de
es fácil evita r otorgarle materialidad a los c uerpo s y disc urso a lo s suj e­
miento. No es la calidad ele la respu
ivac1ón.
tos. Fo ucault tensa la dic otomía: así como los sujetos so n materiales, los tornarse el que sustenta la subjcl e y Guattan- . se e x, t'e ,,de sobre el conlorno cuyo
centro
cuerpos so n discursivo s. Y viceversa. 36"EI sujeto -dicen Deleuz
Cuando el transe únte al que llama el p olicía se da vuelta -"se vu el­ abandonó el yo" (1985: 29). ,, ..
. . se utl111a de modo indistin sujeto "como
to junto con las
37 Butler indica que la noc1on . � de "suJeto nsid erar al
rte ql . se d b c
ve", dic e Althusser - re aliza la oper ación fundamental d e la subj e tiva­
de "persona" e "ind�ivid uo". No obstant e, advi e ' u ller, 2001 b: 21).
cstructu1 a en formación" (B
e e e o

ción: tornar so bre sí.35 Antes de respo nder al llamado del otro, a su voz, una categoría ling
ü1suca, un comodín ' una · nos remit e a s u suJec16n
. .
de 1 a noca'6n de. SllJ c to
.
·ldo doble
De Lauretis obs. erva que. el senl también . a su aprop1ac . 16n y transformación de
la cultura.
.
anle las restncc 1one s soci a1 s, pe . .6n" (1991a: 178). As1,, podemos en-
..6n y la' auto, det enrnn ac1 . nes que
e ro

"empeñado en la autodefi mc, múltiples determinacio


34 "Mientras nos contentemos con colocar paralelamente, por una parte, el dinero,
el oro, el capital y el lriáng ulo capilalisla, y por olra pa rte , la libido, el ano. el falo y el
lriángulo familiar, nos entregar emos a un agradable pasatiempo" (Dele uze y Guanari, tender que su noc.ión de conc,en .� cia <le si ' sustentada ,en las tanto sujeto social: . " es una
. .,én una vuelta sobre s,, pero en ivos, q ue se produce en e1
1985: 31). constituyen un suJelo. es 1amb . t1v1 subjet
ar d la s ubJe . . dad o de los 1ími1es
35 Es lo que, también, hace Jorge c uando lo invitan a participar en un juego y él se Configuración part icul . · 'ficado y la expen.enc1·a" (.1 /J1·•,¡· ··. 176).
el s,gm
e

ni ega. Escucha la invitación, s e da vuelta hacia q u ien lo llama, y lue go rechaza el ofrecí- punto de intersección e ntre
55
UNA DELGADA LINEA: GÉNERO, PERFOMATIVIDAD Y SUBJETIVACIÓN
54 PANÓPTICOS Y LABERINTOS

una analítica del poder que permita entender su funcionamiento contem-


DESEOS, FUERZAS Y MULTIPLICIDADES. EL DISPOSITIVO DISCIPLINARIO
poráneo y sus características específicas. 39
Foucault denomina "disciplinas" a aquellos métodos "que permiten
Desde 1� pu�licación de Vigilar y castigar en J 975, hasta el primer tomo el control minucioso de las operaciones del cuerpo, que garantizan la
de la Historia de la sexualidad. la voluntad de saber en 1978, Foucault sujeción constante de sus fuerzas y las imponen en una relación de do­
desarrolló su teoría de la sociedad disciplinaria, el poder disciplinario las cilidad-utilidad" (Foucault, 2003: 141). Como dijimos, según el autor
tec ��logías de subjetivación, la normalización, el biopoder y la anato:no­ se produce un cambio en el funcionamiento del poder, que abandona la
poht1ca. Es todo un engranaje teórico que entre sus objetivos intenta dar soberanía en pos de la microfísica, y que opera una transformación en
cuenta de la �mergencia de formas específicas de subjetividad en Europa las formas de individualización y subjetivación. Las disciplinas marcan
a partir del siglo XVlll.38 Es, también, un esfuerzo razonado para esbozar el momento, explica Foucault, de inversión del "eje político de la indi­
vidualización", cuyo funcionamiento es ahora "descendente" (Foucault,
38 La discusión sobre la modernidad en América Latina, y en México panicularmente, 2003). Refiere un tipo de poder "disciplinario" cuyo objetivo es "pro­
es muy amplia Y apona una sene de matices a lo que se debate sobre este tema en los países ducir un ser humano que pudiera ser tratado como 'cuerpo dócil "' . Es
centrales (Brunner, 1992; García Canclini, 1995; Hopenhayn, 1994; Larraín, 2004; Mato, un poder capilar, que "encuentra el núcleo mismo de los individuos, al­
l 99 �, Y Ottone, 2000). Muchos de los elementos que se ponen en liza tienden a cuestionar ta
canza su cuerpo, se inserta en sus gestos, sus actitudes, sus discursos,
su aprendizaje, su vida cotidiana" (Foucault, 1987: 97). Como el Dios
penmenc1a de utilizar las categorías que se elaboraron para examinar ta modernidad occiden­
tal en un contexto como �I l atinoamericano. No pretendemos dar cuenta aquí de este debate,
.
puesto que supera los Objetivos de nuestro trabajo, pero creemos que es pertinente mencio­ de Giordano Bruno, el poder se encuentra más adentro del sujeto que el
narlo ante el posible cuestionamiento que se podría realizar al uso de la teoría foucaultiana sujeto mismo; es su última estancia, por así decirlo. Si bien ya no se ejer­
del poder Y la subjetivación para el estudio de un espacio como la cárcel en México. Argüi­ ce de modo externo, lo ciñe todo en su funcionamiento. Foucault rompe
mos, ante esta obJec1ón. que los usos de un pensamiento deben abarcar tanto su rigurosidad
con una visión mecánica del poder y esgrime otra que podríamos llamar
fluida: el poder no aplasta, concita; no estáfuera, sino den1ro; no obliga,
como su modificación y su desplazamiento. A este tipo de uso apunta el mismo Foucault en
un diálogo con Deleuze (1987). Exponen que sus trabajos deben considerarse -y ta teoría
en general- como una caja de herramientas, un lugar del que se pueden tomar ciertas cosas incita. Tal vez en este modelo la interpelación ya no sea necesaria como
para pensar, pero que no exige la adherencia a un sistema; como una práctica en sí misma y escena, pues la direccionalidad que supone Althusser está suspendida,
no como la acción de una conciencia iluminada y abstracta, desarraigada de la trama misma esa relación binaria y jerárquica que se establece en medio del ajetreo de
de relaciones sociales y de poder que se intenta diferenciar y dilucidar.
una calle. Nadie llama ni nadie responde en esta otra escena; hay inci­
taciones pequeñas, fuerzas que se acomodan, deseos que se programan.
Por otra parte, las instituciones que se crearon en la Europa de tos siglos XVIII y XIX
Y que estudió Foucault fueron traspasadas a América Latina; una historia que es un intento
.
por seguir el curso de una modernidad deseada, y también una adaptación a las realidades Redes, conexiones, tramas, formas livianas y precisas, en vez de máqui­
nas, estructuras y aparatos.
.
locales (Agu1rre Y Buffington, 2000; Buffington, 2001; Padilla, 2001 y 1995; Salvatore y
Ag�me, 1 � 96). Las cárceles que hoy conocemos funcionan aún según el modelo europeo En otro momento Foucault advierte que las disciplinas tienen su dis­
decimonórnco, al que se suma la mfluencia de la experiencia penitenciaria estadunidense.
. curso, que son productoras de saber y que "definirán un código que no
será el de la ley sino el de la normalización" (Foucault, 1987). Asimismo,
El sistema penal opera todavía, según condenas privativas de libertad, y los objetivos del
. '.
sistema perntencia�io tienden, formalmente, a la corrección de los individuos que te son
encargados Y su reintegración a la sociedad con la que están en pleito (Foucault, 2003).
Incluso el debate actual sobre estos temas entre los especialistas gira en torno a una men­ 39 Entretanto Foucault dicta sus cursos anuales en el College de France; de ellos es­
.'
tada cns1s de la pnsi�11 (aquella prisión que Foucault analiza en Vigilar y castigar). Entre tán editados los que expuso entre los años 1974 y 1975 -"Los anonnales"-, 1975-1976
otras razones �e esgrimen el fracaso de los objetivos resocializadores de la institución, -"Defender la sociedad"-, y entre 1980 y 1981 -"La hermenéutica del sujeto"-. En
sus efectos est1gmatizantes para los individuos que la viven, su carácter reproductor de la dichos cursos Foucault realizó una detallada labor de análisis y de presentación de sus
.
subcultura delictiva, la relación costo beneficio, la reincidencia, el aumento sostenido
. ideas. que se centraban en ese momento en la constitución del sujeto . Dirá luego, casi al
de la población carcelaria y su hacinamiento, la violencia endémica en el interior de tos final de su trabajo. que su preocupación fundamental había sido el sujeto, antes que el poder
penales, Y la corrupción de su administración (Carranza, 1995; Rodríguez, 1998; Roldán Y y cualquier otro concepto o tema (Foucault. 1988).
Hernández, 1999; Zaffaroni, 1995).

L.
56 PANÓPTICOS Y LABERINTOS
UNA DELGADA LÍNEA: GÉNERO, PERFOMATIVIDAD Y SUBJETIVACIÓN 57

como observan Dreyfus y Rabinow, "la 'disciplina' no es la expresión de


herméticos; la tortura al castigo minúsculo pero constante, al control de­
un 'tipo ideal' (el del 'hombre disciplinado'); es la generalización y la co­
tallado y preciso; el espectáculo al afán reformador.
nexión de técnicas diferentes que son ellas mismas respuesta s a objetivos
La cárcel es una solución entre el espacio, el cuerpo y el tiempo.
!ocales (el aprendizaje escolar, la formación de tropas capaces de mane­ Distribuye los cuerpos en un espacio determinado, de modo específico
Jar un fu sil)" (1988: 153). Por e so no constituyen un nuevo sistema de
y durante cierto tiempo. Asimismo atiende las individualidade� de un
dete �minaciones ni una interpretación racional y totalizadora. En algún
modo extraño: grandes in stituciones que aglomeran a gran cantid ad de
sentido la s disciplinas s ólo s on efectos, locales y específicos. Asimis­
individuos , podría decir se, a una masa. Pero las disciplinas son técnicas
mo, Foucault piensa que las disciplinas son "bloques" que articulan tres
individualizantes , formas específicas de un poder (ibid.: 175). A su vez,
campos diferenciados : las relaciones de poder, las relaciones de comu­
la pena tiene una duración porque la ordena un objetiv�: la correcci?n.
nicación y las capacidades objetivas -traslapadas, apoyadas recíproca­
Ya no se trata de un encierro indefinido, sino de uno preciso que organiza
mente- que constituyen "sistemas regulados y concertados" (Foucault,
su s resultados con antel ación. Por lo mismo, debe operar tanto s obre la
1988: 236-237). En este sentido la disciplina es una técnica y no una ins ­
masa como sobre los individuo s. Observa Foucault que las institucio­
titución; es un procedimiento y no una estructura. E sto le permite "colo­
nes disciplinarias son herederas de la transformación de los leprosos en
nizar" e "investir" las antiguas formas de poder existentes "extendiendo
"apestados", mutación que dio origen a las dos formas d � ���trol m�_ ­
su dominio, aumentando su eficacia, y, sobre todo, permitiendo conducir _
vidual propias de dichas instituciones.40 Por un lado, la d1v1S1on bmana
los efectos de poder hasta los elementos más sutiles y más lejanos" (Dre­
y la marcación ("loco-no loco, peligroso-inofensivo, normal-anormal");
yfus Y Rabinow, 1988: 173). ¿Elementos sutiles y lejanos ? Indiquemos,
_ s y lejanos como la s ubjetividad misma. Otro laberinto: tenemos por el otro, la asignación coercitiva, la distribución diferencial ("quién
tan sutile
es ; dónde debe estar; por qué caracterizarlo, cómo reconocerlo, cómo
núcleos , identidades y cuerpos, pero también hilvanados, multiplicida­
ejercer sobre él, de manera individual, una vigilancia const��te..."). Por
d�s, gestos . Líneas ascendentes y descendentes, docilidades y resisten­ _
un lado, los colectivos y sus clasificaciones ; por otro, los 111d1v1duos y s us
c '.as. Un camino que conduce hacia elementos sutiles y lejanos, como el
dispos iciones , sus señas y sus destinos (ibid.: 202-203).
hilo -hilvanado, ha dicho Foucault- de Ariadna que permitía llegar al
centro del laberinto, donde estaba el mon struo amenazante; salvo una pe­
queña vari ación, puesto que en este recinto no hay centro posible, ni hilo
SABER QUIÉNES SOMOS. EL DISPOSITIVO DE LA SEXUALIDAD
que conduzca hasta él. Sólo h ay pasillos, puertas y esquinas, variaciones
infinitas de una misma monotonía.
Si bien las di sciplinas no se pueden identificar con una in stitución ni
�o obstante, si bien las di sciplinas son una técnica, s u operación con un aparato, pueden leerse como una serie de efectos diversos, di�u­
reqmere, o permite, instituciones nuevas. Una de ellas, la cárcel -ma­
minados y e specíficos. La disciplina tiende a una sujeción no necesana­
triz de todas las disciplinas modernas-, que inaugura una "materialidad
mente violenta, que no será exterior al sujeto mismo, s ino a una sujeción
completamente distinta, una fí sica del poder completamente distinta, una _
"interior", que opere con independencia de cualquier dispositivo parti­
manera de dominar el cuerpo de los condenados completamente distinta"
cular. ¿Qué tipo de dispositivo sería ése que pennitiera al pode� a�tuar
(Foucault, 2003: 119). Recuérdese el célebre pasaje que cita Foucault al
sin amenazas, producir ante s que prohibir, incitar antes que elunmar?
pr �ncipio de Vigilar y castigar, los 18 días que duró el suplicio de De­
m1ens , un regicida francés , la exhibición pública de sus dolores y tortu­ 40 "En el fondo, el reemplazo del modelo de la lepra por el modelo de la peste corres­
ras ; el teatro magnífico del poder que respondía así al desafío lanzado por ponde a un proceso histórico muy importante que, en una palabra, yo llamaría la invención
uno d � s us súbdito�. Todo eso desaparece entrado el siglo XIX, y las penas de las tecnologías positivas del poder [... ] Pasamos de una tecnología que expulsa, exclu­
_
se dmmen tras recmto s cerrado s por cierta cantidad de tiempo, con un fin ye, prohíbe, margina y reprime, a un poder que es por fin un poder positivo, un poder qu�
moralizador y transformador. El teatro al aire libre da paso a los edificios fabrica, que observa, un poder que sabe y se multiplica a partir de sus propios efectos
(Foucault, 2002a: 55).
58 PANÓPTICOS Y LABERINTOS
UNA DELGADA LINEA: GloNERO, PERFOMAT!VIDAD Y SUBJETIVACIÓN 59

Tendría que ser uno que respondiera la pregunta: ¿quiénes somos?, que Foucault explica que en este desplazamien to de lo que el llama
dirimiera una subjetividad en su propio funcionamien to, que la delinea­ "poder soberano" a lo que denomina "poder microfísico" �2002b) se
ra. Un dispositivo como éste es el que Foucault analiz a en su Historia _ . .
experimenta un cambio histórico en las formas de const1tuc10n de 1� tn­
de la sexualidad. Gran aparato de subjetivación, gran diagrama de los dividualidad: de los mecan ismos histórico-rituales se pasa a otros cien­
cuerpos y de los deseos, gran máqui n a de distribución y atribución.41 Po­ tífico-técnicos (Foucault, 2003). El poder producirá, en su ?perac1ón, al
demos preguntar: ¿cómo llegó a vin cularse la identidad con el cuerpo, el sujeto mismo: "[E]I individuo, con sus características, su t� enttdad, en
deseo, las pequefias manías, las costumbres, los desvaríos, los órgan os, su hilvanado co nsigo mismo, es el producto de una relac1on de poder
las alianzas y los destinos?; ¿por qué todo lo que en otros tiempos pudo _ .
que se ejerce sobre los cuerpos, las multiplicidades, los mov1m1entos,
estar disperso hoy se aglutina en torno al talismán sexual? Lo vimos, los deseos, las fuerzas" (Foucault, J 987: 129). Atendamos a que el. p� der
un dispositivo es una forma de conducir los efectos del poder h ast a los generaría tanto especificid ades -cuerpos, multiplicidades, �10: 1rruen­
elementos "sutiles y lej anos", aumentando su eficaci a y su productividad tos- como totalidades -una identidad, un hilvanado, un s1 mismo-.
mediante "una inte nsificació n de los poderes, con una multiplicació n de Dispersa y atomiza, así como condensa y aglutina. Produce �artes Y to-
los deseos" (Foucault, 1989: 40). ,
dos, secciones y estruct uras. Los resultados del poder son diversos: � s1
La imbricación de la subjetividad y el poder permitirá estudiar las como genera cuerpos y subjetividades, tambié� incita deseos, concita
formas específicas de subjetivación que han elaborado las sociedades movimientos y propicia fuerzas. Al lado de la 1dentJdad, en Foucault,
modernas. Estas formas responden a tecnologías disciplinarias particu­ yacen las multiplicidades; junto co n el sí mismo ' l os deseos. Pero no­
lares, locales y diversas; sus presas y bazas fi nales son el cuerpo y la . .
temos que el poder opera primero sobre las mult1phc1dades.' los deseos
població n : para uno la anátomo-política, para la otra el bio-poder. Ya y las fuerzas para conseguir identidad e hilvanado. � rop1c1a partes, se
hemos me ncionado que no se trata, ante todo, de un poder que prohíba, ejerce sobre ellas para suscitar totalidades y engran a� es. Poder, de este
.
sino de uno que incita y produce Tampoco de un poder abstracto, que modo, molecular, como observan Deleuze y Gu�ttar'. ( 1 988; l 9� 5). El
sólo se extienda por estructuras y ap aratos, y que no se intercepte con el poder que Foucault describe es anterior a la constitución de la m� s�ara,
cuerpo y no ten ga, él mismo, una dime nsión corporal, un decurso físi­ en términos genealógicos; del mismo modo, no pretende co�stttuir .un
co. La anátomo-política y el bio-poder, especificaciones del poder que "sistema de determinaciones" que entregue una "interpretación racio­
Foucault describe, no se remiten sólo a las conciencias, sino que atravie­ nal" y que implique relacion es de causa y efe� to (Chartier, l 998). No
san el cuerpo mismo de los sujetos, atendie ndo a sus gestos y a sus incli­ .
dará una nueva prelación y nuevas deterrrunac1ones a lo que no puede
naciones: "nad a es más natural, másfísico, más corporal que el ejercicio 0 no debe ten erlas. No basta con enun ciar multiplicidades p a�a que las
del poder" (Foucault, 1987: 113; las cursivas son nuest ras). Cuerpos que relaciones entre causa y efecto, las preceden cias y las obhgac1ones, de-
son sometidos a ciertos regímenes de verdad, no sólo sobre el sexo, sino jen de ordenar. .
sobre sí mismos. Verdad estricta de la carne que debe ser develada me­ . .
En particular, el dispositivo de la sexualidad opera mediante la vrn-
diante el escalpelo de los médicos. Cuerpos, pero también almas, juntas .
culación del sujeto con la verdad Lo men cionamos antes: se trata del
por la determinació n biológica y anatómica del sexo y por la insistencia sexo verdadero como forma de ligar la subjetividad co n la verdad Y la
minuciosa sobre los hábitos y las elecciones. Juntos de manera contin­ anatomía con el destino. Por esto, el dispositivo de la sexualidad no
gen te, de forma histórica. excluye al sexo, no Jo conmina a perm anecer en un terr!torio salvaje Y
41 Refiere Foucault que la sexualidad fue importante para el despliegue de las técni­ lejano, sino que lo incorpora y lo somete a "una red sutil de d'.scursos,
. .
cas disciplinarias porque agrupaba, por un lado, los procesos corporales a los que atien­ de saberes, de placeres, de poderes" (ibid.: 91). 42 El d1spos1t1vo implanta
de la anáromo-polírica y, por otro, a las poblaciones que interesaban al bio-poder: "La 42 Por eso Foucault rechaza la hip6tesis represiva, como la denomina, porque el sexo
sexualidad, dice, está exactamente en la encrucijada entre cuerpo y población" (Foucaull, no ha sido, ante todo, prohibido o excluido, sino incitado y concitado. Si se le repnme. es
2002b: 227). para que hable, no para que calle ni para que desaparezca. Lo que ha marcado la relación
r
60 PANÓP11COS Y LABERINTOS UNA DELGADA LÍNEA: GÉNERO, PERFOMATIVIDAD Y SUBJETIVACIÓN 61

el sexo en lo real, conminándolo a decir la verdad, dice Foucault; a restaron un género. Con las impecables palabras de su profesión realiza­
él
le preguntamos la verdad sobre nosotros mismos, agrega (96). El sexo ron un "cambio de sexo". Vieron género, pero lo llamaron "sexo". Pro­
es el punto por el qui! debemos pasar "para alcanzar nuestra propia clamaron su verdad sobre el incierto modo de los cuerpos. La re spuesta
_ _ _ in­
teligibilidad" ( 189). l>ero no creamos que el sexo nos dice la "verdad" que los médicos esbozaron no estaba en el cuerpo de Herculine, sino en
P�rque sea lo más real del dispositivo. Al contrario, el sexo sería, se­ sus propios discursos; hicieron transitar la anatomía desdichada de la
gun Fou�ault, el elen1ento más "especulativo", el más ideal y también hermafrodita hasta sus propias inteligibilidades, hasta su propia verdad
el mas ' " mtenor ,, sostenida, especulativamente, en el "sexo verdadero".
· · 43 E ste carácter e speculativo permite al dispositivo de
la sexualidad realiza� tres operaciones fundamentales: reunir elemen­ Una técnica corporal que posibilite una individualidad, el anonimato
tos heterogéneos Y di�persos en una "unidad artificial"; trazar una línea del poder que enuncia Foucault, se despliega mediante una acentuación
entre el saber sobre la sexualidad humana y las ciencias biológicas de de aquello que se estima constituye y delimita a los individuos. Las tec­
�a repr� ducción, _dad,1_ esta entidad unitaria llamada sexo que vincula nologías de subjetivación conforman un cuerpo intensamente individua­
t mias con di�po�1ones, falta con exceso, instinto y significación. lizado, sustentan un teatro del yo que permite su despliegue. La oscura
/ª � _
or ultimo, permite �fectuar una operación capital: "invertir la repre­ semiótica de lo que consideramos "alguien", de lo que imaginamos es
�entación de las relac iones del poder con la sexualidad", de modo que un "cuerpo". Pero no se busca producir cualquier sujeto: no es lo mismo
�sta aparezca como " tma instancia específica e irreductible que el poder incitar mujeres que posibilitar hombres. Las tecnologías deben compren­
mtenta dominar como puede" (ibid.: 188). derse diferenciadamente en su operación misma. En algún libro Foucault
las denomina "tecnologías del yo". Coexisten con las tecnologías de
producción, de sistemas de signos y de poder. Su particularidad es que
¿TIEN E CU E�PO EL GÉNERO?, ¿TIENE SEXO EL ALMA? permiten a los sujetos "realizar cierto número de operaciones sobre su
cuerpo y su alma, pensamientos, conducta, o cualquier forma de ser, ob­
np teniendo así una transformación de sí mismos" (1990: 48). Repitamos,
� �nel de médicos !se acerca al cuerpo de Herculine Barbin; Jo miran,
0 revisan, lo palpan, _v�n sus partes; tratan de discernir su sexo -¿es hom­ "cierto número de operaciones". La pregunta es: ¿Qué tipo de operacio­
bre o es muJ�r?-. D1s_icuten, polemizan, razonan y dictaminan: aquel que nes, sobre el cuerpo y el alma, hará un sujeto mujer o uno hombre?; ¿qué
_ operaciones llevarán a un individuo por los intrincados laberintos hasta
creimos muJer es, Y Sfompre lo fue, un hombre. ¿Qué han leído?, ¿qué
vieron cuando �uscultll}ron el cuerpo de Herculine?, ¿qué les dijo la carne denominarse mujer u hombre?; ¿cuáles otras le permitirán enunciarse
que no les podia contau- el espíritu? Vieron lo que podían ver; éste es el como heterosexual u homosexual, entre un abanico de posibilidades? Es
punto de Butler (y de C)tras autora s, por cierto): dicen que en la anatomía necesario esbozar una trama genérica y sexual para la producción históri­
encontraron la verdad del alma, pero estaba antes dispuesta en los ojos, ca de las subjetividades; debatir las palabras de Rubin cuando indica que
en el degradé de la m irada. Discernieron, cortaron la carne con los es­ una mujer es una mujer sólo en determinadas relaciones sociales; así lo
calpelos de una ideolorgía, con los elegantes cuchillos de una cultura y de mismo con un hombre. Tal como el esclavo de Marx. El poder incitador
una moral. Diremos: l(Qs médicos crearon en Herculine un sexo, pero le del que habla Foucault, productor de efectos, generador de actitude s, ten­
drá señas específicas en cuanto al género. La pretendida docilidad de los
con la sexualidad en los úlli1mos dos siglos ha sido un incesante parloteo en torno al sexo· cuerpos no será equivalente para hombres y mujeres; a unos y a otras se
mcluso � uando se reclama SI¡¡ liberación o se denuncia su represión. les pide, se les conmina a cierta docilidad y a determinada prestancia.
43 . El sexo. esa instan<c,a ·
· que parece dommarnos y ese secreto que nos parece sub- No sabemos cuánto cuerpo tiene el género ni cuánto sexo tiene el
yacente en todo lo que som"- -,s, ese punto que nos · por el poder que manifiesta y el
fasc111a
. alma. La performatividad que analizamos antes puede eludir la boca que
sentido que esconde• al que �"'"'-d·11110s que nos revele lo que somos y nos libere de lo que nos
define, el sexo, fuera de dud"- · un punto ·Ideal vuelto necesario
· por el dispositivo enuncia las palabras y atender sólo al decir des-carnado. Ya lo vimos. Un
. . "''• no es s1110
de la sexuahdad Y su func,on,amiento" (Foucault. 1989: 188). problema semejante afectó a la primera formulación de la performativi-
62 PANÓPTICOS Y LABERINTOS

dad de género que elaboró Butler en Género en disputa. Luego, recapi­


tuló algunas ideas y escribió Cuerpos que importan (2002a). Agobiada
por la materialidad de los cuerpos, Butler regresa sobre sus ideas y las
medita a la luz de su estatuto paradójico y vacilante. Otra vez el género
y el sexo, como un acertijo funesto que no puede ser resuelto. El cuerpo,
la discreta verdad de las anatomías, la secreta prestancia de las formas. II. TIEMPO, ESPACIO Y PODER:
Los discursos, el fragor material de las palabras, las batallas cotidianas EL ORDEN SOCIAL CARCELARIO
de los sentidos.
No se avizoran un acuerdo ni una solución fácil a estos problemas:
¿cuál es el estatuto del cuerpo?, ¿cómo se vinculan la subjetivación y la Dada la tensión entre significados y prácticas, entre lo que se dice y lo
sujeción?, ¿cuál es la relación de ambas con la corporalidad? Hay mu­ que se hace, para el análisis del tema central de este libro -la masculi­
chos callejones sin salida y falsas direcciones. Tampoco se necesita un nidad, leída como una forma específica de subjetivación que sucede en
acuerdo ni es perentoria la verdad. Pero sí es necesario, nos parece, com­ una institución disciplinaria particular como la cárcel- hemos recurrido
prender que un pensamiento binario no sólo separa el cuerpo del alma, a dos estrategias diferenciadas. La primera es directa y corresponde a un
así como el sujeto y el objeto. También nos conduce por sinuosos cami­ abordaje de los significados que los internos construyen sobre la masculi­
nos hasta parajes más confusos. Cuerpos que son discursivamente ma­ nidad, el ser hombre y la hombría, entre otros temas. La otra es indirecta
teriales, por ejemplo. Tautología y reiteración. Subjetividades que son y se centra en el ejercicio de dicha masculinidad en una multiplicidad
corporalmente discursivas. ldern. Nosotros seguiremos una pista. No hay de prácticas y relaciones sociales. De este modo abarcamos las formas de
certeza de que sea la correcta ni pretendemos que lo sea. Sirve para pro­ vida que establecen los internos dentro del Reclusorio, las relaciones que
bar determinadas estrategias y luego refinarlas o desecharlas. Reiteramos construyen, las diferentes identidades que se pueden distinguir. Hemos
la pregunta: ¿tiene sexo el alma?, ¿tiene cuerpo el género? Veamos. atendido también a las rutinas que estructuran la vida cotidiana, a los
deberes que se asignan o que les son asignados a los internos. Nos deten­
dremos en los contextos que ordenan las relaciones y en los principales
factores organizadores de la experiencia carcelaria. Asimismo, en otros
apartados hemos atendido a las formas en que se vive y se construye la
sexualidad en la cárcel, sus diferentes ámbitos de realización y los suje­
tos involucrados.
En las secciones que presentamos a continuación hemos utilizado
extensamente el material transcrito de las entrevistas. Corresponde a un
discurso hablado y muestra en su transcripción las características de la
oralidad: vacilaciones, repeticiones, cacofonías; así mismo, el lenguaje
que emplean los entrevistados es idiosincrático en muchos de sus aspec­
tos, por lo cual se encontrarán términos del argot carcelario o del habla
popular mexicana, al menos de la zona central del país. Por otra parte,
hemos utilizado citas de extensión variable, según lo ameritara el análi­
sis, de ahí que cuando lo creímos conveniente mantuvimos algunas citas
bastante extensas de modo íntegro.

63
64 PANÓPTICOS Y LABERINTOS TIEMPO, ESPACIO Y PODER: EL ORDEN SOCIAL CARCELARIO 65

EL INCESANTE RUMOR DE LAS CÁRCELES individuos que observé vestían de negro, pero al entrar al edificio pululan
otros vestidos de color beige o crema. A un costado un pasillo, varios es­
El Reclusorio Preventivo Varonil Norte es uno de los principales penales critorios, señoras detrás de máquinas de escribir, muchachos jóvenes con
del país y uno de los mayores de América Latina. Se ubica en la parte ropa color crema que hojean unos legajos y anotan en cuadernos. Gente
norte del Distrito Federal, en la colonia Cuautepec Barrio Bajo. Ocupa sentada en unas bancas. Gente que va de un lado a otro, hacia oficinas
un amplio espacio en los deslindes de la ciudad; está a los pies de las co­ que no alcanzo a divisar. En medio del edificio un pequeño jardín, otras
linas que marcan el límite del Distrito y casi al final de los asentamientos puertas. Detrás de una pared de vidrio, una larga fila de internos (luego
que integran la ciudad. Se halla en una colonia popular. El Reclusorio supe que tenían cita con sus abogados). Gritos: el rumor permanente de
se construyó antes de que se edificaran las casas, se establecieran los la cárcel. En otra esquina, un puesto donde venden café y pasteles aten­
comercios y se trazaran las calles, producto de la migración del interior dido por tres internos. Me acerco a la secretaria y le digo los motivos de
del país a la capital (extraña intersección entre una cárcel y la búsqueda de mi visita, tomo asiento como lo haré otras tantas veces en los bancos del
una vida mejor; entre la pobreza y el encierro). Es un edificio macizo que pasillo y espero. Miro, sigue pasando gente vestida de color crema, unos
cubre toda una manzana, con paredes altas y cerradas; entre las colinas muy jóvenes que transformaron el uniforme en una teñida rapera, otros
Y en medio de una explanada que sirve de estacionamiento. Especie de mayores muy pulcros, algunos con la ropa raída o sucia. Una semiótica
fortaleza aciaga. temprana de la propia cárcel.
Llegué a este lugar en forma casual. Una destacada investigadora Me recibe la directora, le cuento mis motivos. Me indica qué debo
mexicana dedicada a temas de delincuencia y encierro me recomendó hacer para pedir permiso. Me presta su apoyo. Me recomienda bibliogra­
que conversara con la entonces directora del penal, interesada en temas fía. Me relata su experiencia como directora de una cárcel. Me marcho
de género como los que yo quería investigar. La llamé desde un teléfono contento por los resultados. Debo preparar cartas y peticiones. Al poco
público Y me dio una cita. Primer viaje de muchos que realizaría a través tiempo me entrevisto con un funcionario de la Dirección General de Pre­
de la ciudad desde el sur, donde vivía, hasta el norte, territorio de�co­ vención y Readaptación Social del Gobierno del Distrito Federal. Lleva
nocido en ese entonces para mí. Viaje en muchos sentidos: viaje por un mucho tiempo trabajando en el rubro y conoce todas las cárceles de la
país en el que vivía desde hace menos de un año, viaje por una ciudad ciudad. Me habla extensamente de la vida en el interior de los penales.
que parece, a ratos, infinita, viaje hasta mis propias intenciones. Trayecto Escucho por primera vez un argot que luego se repetirá insistentemente
hasta una institución y sus procedimientos: mostrar una identificación durante las entrevistas: mamás, monstruos, borregas.fajinas ... Me indica
en la entrada, anotarse en un registro, pasar unas rejas, ir hasta un mos­ los trámites que debo realizar. A las dos semanas, luego de cumplir con
trador y abrir la mochila para que la revisen -no se permiten objetos éstos, tengo una autorización para entrevistar a 15 internos y para ingre­
electrónicos ni magnéticos-, entregar una carta permiso para pasar con sar una grabadora marca Sony. Es mi capital.
una grabadora magnetofónica marca Sony. Dejar la mochila, ir hasta un Empieza la parte más interesante. No conozco a nadie en la cárcel,
puesto de guardias, pasar a un pequeño cuarto para ser revisado -no el país en el que estoy me es extraño en muchos aspectos. El viaje hasta
se aceptan identificaciones en la cartera-. Recoger la mochila, caminar Ja cárcel es largo y agotador. Debo ser prudente con las energías y los
por unas estancias vacías, luego un pasillo con rejas, otro mostrador con movimientos. Regreso el día estipulado en la autorización para empezar
guardias: "su identificación" -un documento migratorio de color ver­ con las entrevistas. Hablo nuevamente con la directora y me dice que to­
de-, el guardia mira la foto y la compara con mi cara. Me entregan una davía no está habilitado el Salón Verde que me facilitarán para hacerlas.
ficha Y sigo. Subo unas escaleras, otro puesto de guardia. Digo adónde Salón Verde, pienso, como las estancias de algún hotel. Lo desconozco.
voy y entro al edificio de gobierno del Reclusorio; un recinto parecido Me dice que puedo hacer un recorrido por la cárcel y le pide a un guardia
a tantos otros edificios públicos: de dos pisos, ancho, pintado de blanco, que me acompañe. Partimos, cruzando puertas, hasta el ki/6metro, un
con puertas de vidrio. Primer rumor de la cárcel. Hasta ahora todos los pasillo que une los diferentes dormitorios del recinto y que mide exac-
66 PANÓPTICOS Y LABERINTOS TIEMPO, ESPACIO Y PODER: EL ORDEN SOCIAL CARCELARIO 67

tamente l 000 metros: un kilómetro. Es un largo paseo peatonal por el quedo pensando en esa insistencia en la igualdad de todos. El guardia me
que camina mucha gente, unos lentamente, otros de prisa. Algunos están vuelve a aclarar que el muchacho que se adelantó cuando llegamos era
parados en las orillas de este camino. Pienso que camino tiene un sentido la mamá de la celda. Más dormitorios, más celdas, otras preguntas Y más
escatológico que tal vez se pueda aplicar a este tramo de cemento y re­ igualdad. Otra vez el guardia.
.
jas. Otros tienen pequeños puestos en el suelo con comida o artículos de Luego vamos hasta los talleres donde fabrican cuadros Y reJas o ela­
aseo. Siempre me llamó la atención la facilidad con que todo se transfor­ boran papel. Hay tornos, máquinas, sierras, cables. Poca gente dentro,
ma en mercado en este país, la capacidad de la gente para ocupar ciertos mucha fuera. Un pequeño distrito industrial sin obreros a esa hora. Lue­
espacios con comida, objetos y música. No será este lugar la excepción. go, Ja escuela y las cocinas. La panadería, la bodega. De regreso al kiló­
Un kilómetro, un tianguis. metro. He visto varios cientos de internos durante este rato. Algunos van
El guardia, un señor algo gordo vestido de negro, me explica que la pausadamente, otros caminan como si fueran hacia el lugar o el momento
cárcel se divide en dormitorios y cada dormitorio en celdas. La arqui­ más importante de sus vidas. Muchos están parados y hablan de un modo
tectura de este lugar es la de un panal muy grande con muchas peque­ particular entre ellos: de forma lateral, sin mirarse ni tocarse, pe�o muy
ñas habitaciones-celdas. Los internos se distribuyen en los dormitorios cerca unos de otros. Una intimidad solapada. Vamos hasta el recinto de
según su clasificación en el Centro de Observación y Clasificación (en las visitas (se me autorizaron los días contrarios a los de visita, porque
adelante COC). En unos se agrupan los reincidentes peligrosos, en otro nadie estaría dispuesto a aceptar una entrevista en un día así). Luego, al
los primerizos, en el de más allá los licenciados y los funcionarios públi­ de las "visitas conyugales": un pequeño hotel en medio de la cárcel. Una
cos (que son una multitud en esta cárcel). Por ahí, quienes pasaron por cama ventanas oscuras, un baño. Ese día todo está vacío.
las correccionales de menores, conocidos como corregendos. Anexo 5: Vamos hacia la saJida. Han transcurrido más de dos horas. El guardia
homosexuales, adultos mayores, indígenas y discapacitados. El jardín de se despide de mí y me dice que si necesito aJgo le pregunte. Todos somos
las especies con sus ramas y sus derivaciones. Entramos a un dormitorio; iguaJes. Me marcho.
el olor a excremento y basura es penetrante: por unas canaletas al borde Al siguiente día ya pude entrevistar. La directora le encarga a � n tec­
de la pared corre agua sucia. Largos pasillos y puertas abiertas. Ropa col­ nico45 que busque a los posibles entrevistados. Me pregunta qué Upo de
gada. Olor a comida. Gente apoyada en las paredes. El guardia se acerca interno "necesito" y Je refiero algunas características que me interesan.
a una celda y detrás de la ropa tendida y de unas mantas aparecen varios va hasta la guardia y habla con alguien. Subo aJ Salón Verde, una sala
internos. Pregunta cuántos viven y los interrogados llaman a alguien que derruida con una mesa larga de madera y algunas sillas. Ventanas al fon­
tarda en llegar; cuando arriba le pregunta quién es la mamá44 y él dice do por las que se ve el kilómetro, el coc. Se escucha el incesante rumor
_ _
que no hay 11i11g1111a en esa celda porque todos son iguales. Nos alejamos; de la cárcel. Pasan 20 minutos y llega un guardia con cinco internos. Les
el guardia me aclara que el interno al que llamaron, y que respondió a hablo a todos acerca de mis propósitos y les digo que necesito entrevistar
las preguntas, ése era la mamá. Es como el representante de la celda, a uno. Están un rato en silencio, luego alguien acepta. Esto se repetirá
me cuenta. Salimos, otro dormitorio, esta vez más limpio, ropa colgada, cinco veces. Las otras, buscarán a un interno en particular. Se correrá la
gente apoyada en las paredes. El incesante rumor de la cárcel. Se acerca voz. Yo le pediré a mis entrevistados que me recomienden a otro. A aJ�u­
a una celda y repite la pregunta, sale un muchacho de unos 25 años y no Jo abordaré conversando en el pasillo, mientras espero que me deJen
nos dice que nadie está a cargo de esa celda y que todos son iguales. M e pasar aJ Salón Verde. Todos somos iguales.
Luego el Salón Verde fue ocupado por otras visitas. Los técnicos, me
44 Mamá se le llama al individuo que tiene una posición de mando en una celda. Es _
dicen. Debo hacerme de una mesa y unas sillas. Las ponemos en el pasillo
quien ordena las tareas. resuelve los conílictos y torna las decisiones relevantes en la convi­ que conduce al archivo del Reclusorio. Un comedor improvisado que con-
vencia cotidiana. Habitualmente la mamá es el interno más antiguo en una celda, y en caso
de que se marche lo sucede quien le sigue en orden de antigüedad. Esto se analiza con más 45 Los técnicos son funcionarios que cumplen labores de clasificación y rehabilitación
detalle en otro capítulo. dentro del penal.
68 PANÓPTICOS Y LABERINTOS
TIEMPO, ESPACIO Y PODER: EL ORDEN SOCIAL CARCELARIO 69
seguirnos en un pequeño restaurante que está en el mismo piso. Lo carga
algún interno. Cinco pesos de recompensa. Creo que nunca había dado A los (o Jas) dos entrevista dos que se definían como travestis les
_
tanto ({linero como en esos días de entrevista: pesos a algunos guardias, pregunté si querían que los tratar a con su nombre femeni�o o m�sculino.
pesos a algunos internos. No h a y mucha diferencia . Intentan venderme !º
Ambos prefirieron que los llamara por su nombre de n:iuJer Y ast hice.
_

imágeJ11es de la Virgen de Guadalupe talladas en unas plantillas de zapa­ Lejos de J as sofistic aciones teó ric as, el mundo parec1a más vanado de
.
tos, costureros, rosarios, ca jitas de mader a con rosas de plástico pega das lo que hemos sido capaces de pensar -al menos de lo que yo he sido
en la tapa . El tianguis me sigue por donde vaya. Extraiia intersección entre capaz-, lleno de matices tan valiosos como los contras tes. Luego, a lo
.
la meodicidad y el regateo. Una vez puesto el comedor en su p asillo, bajo largo de las entrevista s, reafirmé esta percepción: de pronto una pa1 abr a
a comprar café o refrescos al pequeiio comercio que está en l a pl anta ba j a. llev ab a hacia luga res insospechados, en un a frase se a firmab� �o que se
Dispongo mis cosas en la mesa: grabadora, un cuaderno, casetes. Ya no estaba negando, el argot desprendía los hechos de su cauce oficial o nor­
me podré mover, porque me han advertido que aquí todo "desaparece" y mativo; de pronto el silencio se transformaba en una verdadera frontera
que seirá mi respons abilidad. AJ fina l de cuentas, esto es una cárcel. entre mi mundo y el de ellos, entre mi interés y sus defensas.
Eo algún momento llega el entrevistado. Le explico mis razones y le Luego de cada entrevista , el ritual de la entrada se repet1�, pero al
pregunto s i está de acuerdo. En caso afirm ativo, le entrego una hoja para revés. En algún punto del trayecto, cuando rngresaba, me poman un se­

que dé su "consentimiento informado". Hubo quienes creyeron que era llo invisible en la mano derecha. Cuando salía, tenía que poner la man �
_
integra nte de alguna orga nización de derechos humanos o que era "licen­ en una caja con una luz que algún guardia auscultaba. Me devolvian mi
_
ciado" . 46 Tuve que explicarles mis motivos y quién era para que no espe­ documento migratorio a ca mbio de la ficha que me h ab1a n e�tregado.
raran n:ada distinto a una entrevista. Algunos me llevaron papeles que leí: Subo esc aleras, regreso al cuarto donde me revis aron ª' entrar. Sigo. Otra
.
cita ciones, arraigos. También les explicaba que yo sólo quería hacer una puerta metálica giratoria, pero esta vez la muevo hacia fuera . La entra da,
entrevi1>ta. Er a una posición extraña y tal vez incómoda: estaba senta do una puerta de 5 0 6 metros de altura. La calle. La libertad tal vez. Me
_ ;
en un pasillo, en una silla de plástico, con una grabadora y venía gente detuve a escuchar el incesa nte rumor de las carcele s. ¿Segu1amos siendo
que no había visto antes. Además, escuchaban mi acento extranjero. Me iguales?
decían licenciado. Les hací a firmar un documento. Preguntaba cosas en
forma rnuy directa; t al vez cuestionaba sob re asuntos de los que no se ha­
bla públicamente. Y, para sumar estigmas, grababa todo. Tuve que insistir UNA SINTAXIS DEL ENCIERRO. EL LENGUAJE EN LA CÁRCEL
reiteradamente en que la conversación era confidencial, que el material
no lo conocerían l a s autoridades, que no llevaría sus nombres. Los 15 Súbase usted a un barco y av ance hacia altamar en un día de tm'.11en­
entrevis tados confi a ron en todo lo que les dije, que además he respetado ta. Pe rmanezca ahí, atento a las constantes variacion �s d� la estab1ltdad.
-
y respet aré estrictamente, pero no sé por qué lo hicieron. No fue por mi Piense que usted no es marinero y percibe en su equ1ltbno todos los al­
simpatfal ni por a mor a la academi a y sus reclamos. Mi sensación es que la tibajos. El barco es mecido por las olas, baja profundamente y s��e de
_
entrevista les brindó una oportunidad para hablar sob re lo que no le inte­ igual modo. Se agita, se cimbra . Un m ar tormentoso, una ag1t acwn ro­
_
resa a n,tdie y de lo que no se pregunta habitualmente. Era un momento de deada de un completo silencio. Usted va en ese barco y envia a un puerto
cierta intimidad en el aba rrotamiento de la cárcel. Era también una opor­ cercano señales de radio que son contesta das en un interv a lo constante.
tunidad para ser escuchados. Finalmente, yo casi no hablaba, apenas decía Mientras el m ar se agita y la tormenta se hace más espesa y oscura, su
na da; preguntaba de vez en cuando y seguía atentamente lo que me iban línea de flotación son sólo esas señ ales: los intervalos y l�s respuestas.
_
contando. Me detení a en ciertas palabras. Retornaba lo que ellos decían. Ésa fue mi sensación permanente ante lo que me dec1an los entr�v1s­
t ados. Un mar que se a gita y en el que apenas me sostengo. Tal vez dich a
46 ü,enciado �e le dice a un abogado. sensación 110 sea muy relevante, pero creo que era s1ntorn áttc� del len­
_ _
guaje que ellos utilizab an, de la densidad simbólico-1mag111 ana que las
N SOCIAL CARCELARIO 71
70 PANÓPTICOS Y LABERJNTOS TIEMPO, ESPACIO Y PODER: EL ORDE

médico; y regresan prOíltO a sus


preguntas trataban de elucidar. Alguno me relata cómo asesinó a un rival· tos del lenguaje jurídico, psicológico,
a un costado la muere, al otro
otro me cuenta de los golpes que recibió a su llegada a la cárcel. Otr� señales, al orden semiótico del encierro:
más, de los viajes de su familia hasta el Reclusorio desde un estado del la libertad.
El lenguaje en la cárcel es
s�r del país. Alguno me dice que no recibe visita y que intenta sobrevi­ Preguntar es seducir, pero entre comillas.
rvivencia, junto con el silencio
vir como puede en la escasez de la cárcel. Alguien me habla de sus hijos una de las principales estrategias de supe
de la comunicación). La gramá­
que no ve o de las horas que pasa con su pareja durante los días de visita (todo es información, dicen los teóricos
iten crear otro código, una dirección
en las cabañas.47 Palabras que traen el dolor de los golpes, el calor de tica y la sintaxis del español perm
dos, otra dens idad para las intenciones. Es como
los cuerpos, el enigma de la muerte. Palabras que apenas alcanzan para distinta para los senti
a; lenguaje que se crea en los
relatar lo que se ha visto y lo que se ha vivido. Palabras que son como si detrás del español se plegara otro idiom
cárce les, en los pasillos, durante el
cosas, que se pueden palpar una vez dichas, que cruzan el aire como ob­ espacios saturados de gente como las
en las señas que no son comprens bles para
jetos hasta mi propia intemperie y mi escozor. A veces tenía la sensación intercambio de mercaderías,
cido por varios insul:os -"yo
de que h�bía cosas que no se debían preguntar, que era mejor dejarlas en un lego. Un tono amable de pronto es reme
_ una risa corta una ¡:regunta Y
su s1lenc10 y en su oscuridad. Luego transcribiré lo dicho, pero lo vivido Je dije: sabe hijo de su pinche madre... "-,
mano s dan otro énfasis a lo qLe se dice.
quedará pendiente. Palabras como cosas que reclaman, que insisten. deja el silencio. Los brazos y las
es lo que se calla, qué es lo que
Qu !zás el lenguaje y el mar tengan elementos en común, homologías Es difícil determinar de qué se habla, qué
ras a su mayor po.encial de
Y parecidos. Ante la agitación del lenguaje, hilvanado por un sujeto, sedi­ no puede decirse. El énfasis envía las palab
aje, nos enfrenta con una emoción
mentado en una historia, en un relato, en un dolor y en un guiño, ciertas sentido, pero también corta el lengu
expl ota sobr e sí y que se esparce Una gra­
P eguntas son semejantes al intento de hacer pasar una ventolera por las que no requiere palabras, que
: encierro.
d1sc etas formas de un remolino de papel. Conceptos que atan figuras, mática del sofocamiento, una sintaxis del
:
sentJdos que salen a capturar a otros sentidos en el oleaje furioso de un
mar en tormenta. Porque, finalmente, ¿cuál es la distancia entre la incita­
MEMORIA Y CONDENfl
ción de un ha�la y la subjetividad que es convocada por ella? Entre quien UN ROSTRO FUNESTO: TIEMPO,
responde y quien pregunta, ¿cuál es la distancia? Pedí que me dijeran las
s sus internos: imaginar quié­
palabras que forman este texto, nadie las inventó -ni ellos ni yo-, pero La cárcel impone un desafío curioso a todo
de ella. La cárce l es como una máquina de sue­
tienen un determinado orden, tal vez un sentido, que purga el silencio nes serán cuando salgan
lver un rostro funesto Memoria
de una e�perienci�. Pedí que hablaran, que dijeran lo que pensaban y lo ños, que deglute la imaginación para devo
que no se tuvo, de laque no se
que sent1an. Les hice unas preguntas y ellos respondieron o callaron. Me y tiempo de Jo que nunca se fue, de la vida la
. se es viejo y la condena cubre .c1s1 toda
parece que todo era un juego de imaginaciones: la mía que inventaba un será J amás. i· Qué sucede si ya .
que no se pued e mag inar �u
probl�ma, que disponía teorías, dudas, torpezas, deseos; la de ellos, que vida que resta?, ¿o si la condena es tan larga la mem ona
liber tad? Ento nces,
se deJaba convocar. Preguntar es seducir. término ni quién se será al momento de la
o, al sí mismo. Memoria�ue es una
Preguntar para encontrar una respuesta. Señalar un camino y seguir colapsa en su referencia al afuera, al pasad
de la subjetivación, q.ie supone
las pistas. Saber por anticipado lo que no sabemos. Incitar una historia. La estrategia de escape ante este grado cero
rable y, tal vez, posible
v!da tiene cierta liviandad que le permite ser narrada; las preguntas, un la captación del tiempo estimable, espe
ia que reverbera en la me­
cierto peso que logra capturar esa bestia remolona que es la memoria. El tiempo, en sí mismo, es una advertenc
la disci plina y la subjetivació1 no sean,
Los presos se parapetan en un lenguaje cifrado y circulan por los recin- moria: no serás otro. Tal vez
y de transformar, sino modos de
como dice Foucault, formas de corregir
ctiva de la cárcel se levanta
mantener e insistir. Contra la voluntad corre
47 Armazones de madera y mantas que sirven como dormitoriopara que los internos
tengan vida íntima con sus pacejas. "Íntima" porque no sólo se refiere al sexo, sino a lapo­ una repet ición precisa.que anula
s1bil1dad de estar con alguien sin que nadie más mire ni observe. esta temporalidad paradójica que pide
72 PANÓ!YflCOS Y LABERINTOS
TIEMPO, ESPACIO Y PODER: EL ORDEN SOCIAL CARCELARIO 73

el futuro como un momcnt


bs 1 qu torna imposible una imagi-
nación sobre sí. No inc ita, �o:fi �;� �/p ; _ cárcel-, de un aprendizaje y de un quiebre. Memori a, también, en la
seca. Como _ s , p�-a que
hu�ie�a tiempo fuera necesaria su 'fra rei ncidencia: la cárcel se relata c omo una déja vu. Lo visto que volvemos
g �:nt�:�'-on, su cond1cwnaJ 1 dad y
su 111s1 stenc ia. Cuando sólo ha ti a ver, o que vemos en tanto ya visto. Memoria de una trayectoria fatal
o, ento n ces
hay tiempo. La condena se tra�sf;:;a d -otra paradoja- no que empieza en la cárcel y termina en ella.
e este modo en una especie de
eternidad fallida, que no se sustenta fu
. . n damentalmen te en que o
repita, smo en que nada suceda. El t do se
suceder mismo se trunca, se ago ta.
O scuridad lateral del sentido y d 1a . . . El tiempo de los internos. Viejo y nuevo
s mstit�c1ones. La _repe
cárcel t iene la virtud de desaparee:r en tición de la
su misma operación.
.
La temporalidad en la prisión sigue O tra línea es el tiempo de los mismos intern os; tiempo exten so y asi­
dos l'mea s, con secuti. vas y pa-
ralelas: m ilatorio. Dispone de una "llegada", que implica una mayor vulnera­
bilidad, y una asimilación progresiva de los individuos a los códi gos
y vínculos de los internos. En una celda habrá algunos que son nuevos y
El tiempo de la institución. Antes y desp otros que ya son viejos: unos recién llegados y otros que están allí des­
ués
de hace tiempo. ¿Respecto a quién alguien es "nuevo" o "viejo"? Cada
Existe una línea temporal d 1 .1 s . c ual respec to al otro. Es un orden siempre variable que dispone
una
1tuc1ón qu� tiene tres m om entos: el sucesi ón, pero no de inte rval s strictos. Si l más a tiguo se va libre,
intern o llega e ingresa al c:nt:0 � ; O n_ entac 1on o e e n
y Clasificació n (COC) aquel que lo si gue -en tiempo de permanenc ia en la cárcel- lo rem­
ah'I permanece durante u n tiempo varia '
ble hasta que se elabora su p erfil
psicosoc ial y se l e asignan un dormitono . plaza; tal vez no lleve mucho tiempo en términos cronológicos, pero
Y una celda. El rnterno se i nte - no importa: es el más a n tiguo en la celda y eso es lo relevante .
Si la
1!
gra a ellos en un se und 1 m e se
una vez cumplida con�:���; :� 1��:�: �� �:;� . ��ento e s la s_ali _da, antigüe dad es una acumulació n, el noviciado es u na pérd i da; siempr
· 1tucion es compmmdo será más antiguo -llegan otros, pasan los días, lo s meses, los año
s-,
Y Procedimenta¡; consta de tres actos -ad · ·
· m 1 tir, clas .1 fi�ar y lib .
un intennedi o; no importa cuánto dur , erar- y pero siempre se será menos nuevo: por las mismas razones, pero en un
e, s1empr_e es un mter m
los actos o los procedimientos Se edio entre sentido in verso. Éste es un rasgo de la temporalidad en la cárcel: se
y c erran las _puer�as : gestos
de la in stitución ante sus intem�s . E ���:: :� ; _ difumina en su equivalencia obse siva y aplastante, y se densifica en la
.
este modo' de dos dist111 . P ª
e mst1 tuc 1ón dispone, de
trayectoria posible hacia la salida, el término de la condena o la liber­
. · c1ones fundamentales: antes d
es tanto histórico como bioor
º áfi co,. se examma . Y espués.. El antes tad. Se densifica de atributos, de experiencias, de espacios y relaciones,
. a los mtern os para saber de saberes y adscripciones; pero se aplana en este mismo suceder. La
quiénes son o qu1 enes , eran antes de llegat r -es_tu_d.'.ºs de pe r_ sonalidad,
pruebas psicológicas, expedientes - El pérdida de novedad implica una asimilación c on si stente, el desvaneci­
n s se m'.c ia con el mgreso a la
misma cárcel: un antes de la calle ' de .l ªvi.; miento de las diferencias: m ientras más viejo, más igual; en cambi o,
de los proyectos El . t . e na especie
a ª propia, de las c ostumbres,
mientras más nuevo, más diferente. Subjetivación por saturación: la cár­
de red que atrapa todo lo que se de
¡ ;n e 1
, : �
fue, todo lo suc did ' y qu pera como un c el no busca que lo s i ntern os sean otros distinto s -como se derivaría
c orte radical·. ante
ant s y de5pués. El después empieza tamb .
. s. y ahora, sus objetivos readaptativos, resoci alizadores y r eeduc adores-; busca,
� . ién ahí co n e 1 mgr
sostiene en el término de la condena · · es o, y se en cambio, que sean completamente ellos mismos, que se plieguen de
La 111st1tuc1. o'. n dispone un fiempo
paradóji co que es tambié n el tiempo d . tal modo sobre sí, en esta repetición extenuante y estricta, que n o pue­
e la memoria, pero que func
futuro; tiempo que tran sforma la care , 1 iona en dan ser otra cosa, ni otros. Fouc ault (2003) apuntaba que los objetivos
e en un mtervalo entre un antes y
un después de ella. El después tambié . . tran sformadores de las instituciones correccionales buscaban, más que
n es m e
rec obrada y reco nstruida, memoria antic
ª ª
la mutación, el des vanecimiento de cualquier particularidad y de toda
ipad:�: �,�:,:i�: �:�v�
�:;�: singularidad. Tabula rasa del encierro.
74 T TIEMPO, ESPACIO y PODER: EL ORDEN SOCIAL CARCELARIO
75
PANÓP ICOS Y LABERINTOS

Sea en una línea o en otra, cabe pr eguntar si transcurre el tiempo en la Si la condena es sólo tiempo, diremos que es un tiempo replegado,
cárcel. La pregunta puede parecer de !Perogrullo, pero la respuesta es tan­ de carácter anticipatorio, en tanto se sabe lo que suc e derá Y a pesa� de
to sí como no. Sí, po rqu e el tiempo opera como el sedimento de posicio­ todo debe suc e der. Es el tiempo de la inevitabilídad de lo ya sabido:
nes y de tradiciones, dir íamos; es el stustento de un sistema de relaciones tiempo fatal.
y de pre rrogativas. Luego, transcurre en forrna de expectativa, marcado
por el periodo de condena y su términ10, por sus posibles acortamientos. De todas formas, entre algunos internos la cárcel conforma _una me� od a
Es un tiempo de espe ra, entre un pasadlo que se rememora de modo más 0 histórica, más amplia que la experiencia personal. Memon� const1tu1da
menos nostálgico y qu e s e esgrime corno blasón de dignidad y de certeza por referencias familiar es que hablan de pariente s que cstuv1� ron pre�?s,
-el tiempo de la libertad anterior, cuaindo se e jercía la voluntad y se ha­ que enseñaron las primeras le cciones en este mu� do. Memona, � ambi� n,
cía lo que se quisiera- y un futuro quce sostie ne la promesa de una liber­ de la desgracia de esos familiares, de su progres1v� deca� encia: � ecc1ón
tad próxima o posible, el término del periodo de reclusión. El presente, sobre los efectos de la cárce l, vinculada con una b1ografia farruhar. Pe­
en este encabalgamiento, se pierde o s:edimenta en una rep e tición. ¿Qué queñas historias de desgracias y dolores que, de algún � odo, s� �erpe­
es el pre sente en la cárcel? El tiempo dce la condena, un tiempo enajenado túan e n el mismo e ntrevistado: "soy de la Ro�ero Rub'.� Y rru tio me
_
por la pena (en un sentido jurídico). ponía a correr con una pistola 22... me empece a male ar . H1stona, e n­
Asimismo, el tiempo no transcurre, en cierto modo, por la misma tonces, de uno mismo, genealogía de las costumbres y de las 111tenc10nes
condena, po r la repetición infinita d e fos hechos y las rutinas. Hasta Jo que se reconstruy e y se revisa.
excepcional e ine sperado es regla. No sucede, y tal vez ésta sea una di­
m ensión radical de la subjetivación en la cárc el, por la imposibilidad de Entonces yo tenía un tío, tengo un tío que él desde Lecumberri ha e� tado
sí mismo qu e supon e un tiempo absorto , plegado a sus detalles. Los inter­ en estas cosas ¿no? entonces él también era, es matón. Él se de dicaba
nos saben perfectam ente cuánto tiempo llevan y cuánto les falta, cuán ex­ a matar gente, tien e apenas poco, pero él ya salió loco de Santa Marta.
Por pus, él ya trae balazos en la cabeza, en to� o su c� erpo trae, to�as las
tensa es la condena y cómo la pueden r'educir. En los juzgados lo que s e . ,
golpizas que l e dio, pus porque él mató a un Lad1d _ �uando era t1emp?
negocia es tiempo. Pueden desmenuza r· un día tras otro en ese plano del de la DIO mató. Entonces, yo me acuerdo cuando m1 tlo pus andaba ah1,
cumplimiento, de tiempo agotado, que es cada día. ¿Qué es una conde­ yo soy de allá de la Romero Rubio, allá del barrio de Chile, entonces, ª
na, finalm ente? Una temporalidad defi...ida, discreta: tantos años, tantos ,
mí me ponía a correr toda la vuelta con una pistola, una 22, me poma
meses, tantos días; y un lugar espe cificado (la cá rce l misma: máquina del ,
a correr a la vuelta a todos los niños y de ahí empece yo a ag �rrar esas
tiempo que no se interesa por ningún devenir particular, sino apenas por mañas de empezar con la pistola a tirar para arnba y me empece a malear
un intervalo regular de unidades). Tie mpo y espacio, la condena es una (Nico, 32 años).
esp ecie de fenómeno físico: suced e en el tiempo y se despliega en el es­
pacio, tiene su propia inercia y su direccionalidad. Es un objeto lanzado Memoria, asimismo, de las cárceles y de los internos: qu!enes re­
al aire que sigue una tray e ctoria y del qtJe se conoce su destino final. Es inciden re fieren las diferencias entre la cárce l actual Y la antigua. Un
un corte que dispon e un inicio y fija un término; abstractos, no obstante, entrevistado que estuvo en Le cumberri dice que "ésa sí era � árce l". Re­
como si se disecara un trozo de devenir y se embalsamara. Los internos memora un ritual: la re cepción de los internos acusado_s de v1?lac1ón, su
están adhe ridos tanto a su inicio -cuántos años, meses o días han pasa­ "recibimiento" y su destino en la cárce l. Recu erda una Jerarqu1a e ntr l�s
n
do desde qu e llegaron- como a su final -cuánto tiempo queda, cuánto internos, los antiguos comandos -p resos que cumplían la�ores de v1g1-
falta-. La condena es un régimen de acumulación y de falta: s e acumula lancia- y Ja fama de algunos -el más cabrón, la concubina-. Cesura
tie mpo y lo que siempre falta es el mismo tiempo. Se restan días y se en los relatos: antes -Lecumberri, la cárcel de veras "pesá" Y ª hora
_ --:- . ,
suma estancia. Se e s siempre más viejo y siempre menos nuevo. Falta -la protección: beso y apapacho-. Una _ gradiente de la 111st1tuc1on e n
tiempo, sobra tiempo. su implantación histórica y en su trayectona.
76 l'A NÓPTICOS Y LABERINTOS TIEMPO, ESPACIO Y PODER: EL ORDEN SOCLALCARCELARIO 77
i �h,.� í! no, en Lecu,' n rri, en Lecu
mbcrri había una cámara donde le de­ a l a cárcel. De alguna forma, el ingreso es un fin y un comienzo; el fi n
cian vapor general.', � tu llegabas a Lecumberri y entrabas
luego, luego, inmediatame nte te registraba a Lecumberri y de la vida anterior en muchos sentidos, pero especialmente en un pl ano
n en el pe ntágono, después del cotidiano, y el inicio de la vida carcelaria que tiene sus rutinas, sus de­
pentáo " ono hab'1a un cuarto que era un vapor [
· ·J Se bana- uno todos Jun-
· beres, sus peligros y sus exigencias, sui generis e n gran parte respecto
t os, todos encuerados, entonces los que ·
. e ntraban se ban-'aban, pero e1 cus-
tod10 o e ¡ comando, en ese entonces 110 al exterior.
' era• 110 era como aqui, no era una
autori·dad como estos custo
dios, ah í era el mismo personal de. l os .
se Je pon,,� aqu1, un comando o mayor, p1 esos, Estuve 15 días en ingreso, en pelear por la comida, eso es también algo
entonces ellos mismos decían "ah'
te va el violín" y el violín, ya cuando o sea, yo no tenía, me ve nían a ver, pero no me traía n comida, tienes que
entraba a ese vapor, nos teníam o�
que encuerar todos y entrar pegados casi bajar a la comida que te da la institució n y es pelearse para co nseguir u n
· todos con todos, ento nces, este
entre risa broma, pasaba el viol ador en pedacito de comida, en un bote que está por ahí botado o una botella de
medio de todos y e l más, el má;
cabrón, digamos el que ya estaba preso agua, que la tienes que cortar para que te sirva de algo, para que te echen
por años ah1', se met'1 a i aoárren-
'.

me a este ca�rón! y ah 1, m1s� .


o se lo cogía y ya después él ya lo a:a ah í Lú comida y comer así iCÓmo animal, con las manos en un rincón! Es
como te dec1a como eoncubma ¿no? eso rraba bastante deprimente y doloroso (Yenustiano, 33 a1ios).
· nte, todav1a, pasó también y todo, cuando estuvo
en e¡ orie eso ¿no? En los baños es cua,ndo siem .

a"0arran p or viola pre te No pus, cu ando estuve en ingreso es cuando se siente uno más triste y
dor. Ahora no , ahora ya están protegido
dan apapacho y beso y pórtese bien, a s, ahor a ya les
pus de lo que u no le digan, tienes que barrer, tienes que hacerlo, tienes
pesar de que vienen violadores
que dan ¡asco vivir con el los! ¿no? (Chin que hacerlo.
o, 55 años).
-¿ Y quién le decía eso?
�emor!a, p or último, que conforma -Pus, los custodios, encargados que son, ahí tienes que hace r lim-
una tradición literaria. Lecturas pieza, duré creo dos me�es aqu í, luego me pasaron para coc. Igual, tie ne
de la_ �ans'.ón del delit o", s�beres de
la cárcel en voz de sus representan­ que hacer uno limpieza (Adrián, 62 años).
tes d1st111gu1dos y famosos, mcluso
rrútic os: el hombre del corbatón
ayudaba a la gente. Versión particular ue
de la cárcel' retruéca110 de los dq1s-
. Existe una trayectoria de integración que empieza en el lugar de in ­
cursos ofi c1a
· J es. "S,,, y qué cree que yo, yo le ía ahí
lo de Goyito Cárdenas greso, donde el interno pasa algunos días. Luego, el Centro de Orienta­
lo del Sapo, lo del Doña Nacha, la del
hombre el corbatón que ayudaba� ció n y Clasificació n (coc), donde puede permanecer varios meses. Ahí se
la gente y est o yo no l o veo com o un
Centro de Readaptac,·6n, yo 1 o veo le clasifica y se le asignan un dormitorio y una celda. Éste es el trayecto
como d.icen Jos ¡·I b ros , un a mansión del
delito'" (Nico, 32 an-os). institucio nal, pero se pliega en su cumplimiento a otro que es subjetivo y
vinculatorio, y que requiere la integración del interno recién llegado a los
códigos y prácticas de la cárcel, no sólo institucionales sino relaciona les y
"¿QUIÉN LLEGA?" TRAYECTORIA
S específicas de los mismos internos. Esta última dimensión es la más difícil
de superar y de resolver: gran parte de la vulnerabilidad que los internos
A muchos de los que ingresan a ell a, la
cárcel l os recibe de forma brutal nuevos experimentan proviene de actos o intenciones de otros internos,
am31:ga. E_I prime r momento, el ingreso, es u
na disy unti va crucial de más antiguos o más avezados. Se genera un cruce entre dos requerimien­
perv1venc1a y otra de adapt ación al su�
. nuevo contexto Los ·
, nternos cruzan
tos, uno del interno que i ngresa y trata de adaptarse al nuevo contexto,
un �mbra¡ que los s1tua ·
, completamente en la cárcel y que y otro de los internos que ya están ahí y que visualizan al recién llegado
en�1erro como una realidad tajante e confo e1
ineludible. Ese momento de:: _ como una fuente pote ncial de ingresos. La supervive ncia en el interior del
tac1611 está marc�do, fundamentalm penal, y lo que los internos llaman generar,48 son actividades primordia-
ente, por emociones como l a triste
el miedo o la rabia, y por desafíos que z�
se deben resolver·· l a adaptac1.6n
es una opc1·6 n srno
· una impo no
. sición para cualquier individuo que
48 Generar comprende el conjunto de aclividadcs que un interno puede realizar para
ingrese conseguir el dinero que le permitirá sobrevivir. Incluye ac1ividades lícitas, como vender
78 PANÓPTICOS Y LABERINTOS TIEMPO, ESPACIO Y PODER: EL ORDEN SOCIAL CARCELARIO 79

les para una p:arte significativa de los presos. Constituyen una fuente de les puede agredir sexualmente. Luego, los internos despliegan formas
ingresos todos los inte rnos a quienes se puede extorsionar mediante ame­ específicas de violencia, signadas también por esta percepción de las
nazas a su seg1uridad física, con ataques directos, y también mediante la particularidades de los recién llegados y que conforman una especie de
extracción de sm trabajo. Se establece un régimen rústico de plusvalía. estimación de su vulnerabilidad posible (además de la utilidad potencial
que ofrecen en términos económicos). Las agresiones son diversas, desde
Lo que pas,a es que en ingreso no te separan, no te clasifican, ni nada, amenazas y golpes para extorsionar, hasta agresiones sexuales -contra
o sea, com .O llegas así te meten, y ¡ay, pues sí es muy feo! y entonces, quienes ingresan acusados de violación, a quienes los internos, en su
cuando lle !)las a ingreso no tienes ropa, no tienes dinero, no tienes nada, argot, denominan violines, y contra los que son identificados como "ho­
te quitan to>do, o sea, te encueran cuando entras en la aduana, te quitan
toda la rop�. toda la ropa, te quitan todo, y ya ellos te dan lo que tienes mosexuales" - , además de asaltos mediante estrangulamiento -chinear
que ponertie , o sea, te quitan todo. Entonces, lógicamente, que no tie­ en el argot- o con armas punzantes. Anotemos que desde el ingreso, y
nes nada de dinero, entonces llegas ahí ¡ay!, pues ya para todo te piden lo veremos más adelante, la sexualidad es una forma de ejercer violencia
dinero, y ltJego te quieren extorsionar, te quieren robar, no sé (Esther, contra ciertos internos.
19 años).
Pus ahí también la primera noche, la primera noche que pasa uno para
De ingreso nos pasan al área de coc, clasificación, es una clasificación, allá, ahí los compañe ros luego lo golpean a uno, bueno le hacen a uno
ahí todaví a es un poquito más deprimente, porque es una zona que está muchas cosas... (Adrián, 62 años).
¡bastante as,querosa! ¡Muy sucia! Aquí en ingreso por lo menos uno la­
vaba su pedazo de su celda, pero ya en coc es imposible, el tipo de piso Tienes que lidiar mucho con custodia, con internos de que ya llevan
y la cañería hacen que tod � el �gua, cuando llueve, se te meta a la celda y tiempo ahí, era cárcel y ya se la saben y te quieren extorsionar, te quie­
o sea, nunc/1 puede estar hmp1a. Muy sucia esa zona y hay más proble­ ren quitar lo que te llevas, bueno, lo que te trae la familia en la visita, se
mas porque ya hay más población (Venustiano, 33 años). meten a las estancias y "¿sabes qué? ¡Vengo por, o me das dinero o me
robo lo que encuentre!"
Entonces, n os tienen parados aquí en ingreso, nos tienen parados nada Eso es bastante, pus molesto y a la vez, con una inquietud de que no
más, duré c1Jatro días sin comer, toda la ropa me la rompieron, llegué con sabes qué puede pasar, en cualquier momento te pueden hacer algo ¿no?
ch �marra y ;e la qued �ron en la entrada, me dejaron o sea en puras garras, (Venustiano, 33 años).
¿s,. Dormm'>e en el piso, fue en época de fríos, estar en el piso con la zo­
zobra de ¿q1Jé será?, ¿qué irá a pasar? ¿No? (Leandro, 30 años).
ANTES Y DESPUÉS: FORMAS DE
Varias de 1/IS transiciones que suceden entre los distintos espacios INTEGRACIÓN Y DE VULNERABILIDAD
están signadas por los recibimientos violentos de los mismos internos.
Se conforma un contexto de violencia generalizada. Por una parte Ja Hemos distinguido dos formas de integración inicial en la cárcel. Una
institución, especialmente los custodios, pueden actuar de modo violen­ corresponde a quienes llegan por primera vez a ella y no conocen a nadie
to contra un interno de manera esporádica o sistemática, violencia que dentro. Esta integración supone la máxima vulnerabilidad, tanto porque
tendrá distintas características según las particularidades del interno: a se siente temor de lo que pueda suceder, como porque se desconocen los
algunos se les golpea, pero a quienes son identificados como "homo­ códigos -formales e informales- que organizan la vida en el interior
sexuales" (fund11mentalmente por su vestimenta, aspecto o actitudes) se de un penal. El ingreso a la institución está marcado más intensamente
por una encrucijada emocional -que se evalúa retrospectivamente du­
comida, lavar ropa, ,tyudar con los mandados; e ilícitas, como vender drogas, asaltar a otros rante la entrevista- que por una evaluación racional de la situación; se
internos o extorsion�rlos, entre otras. da cuenta de ciertas emociones que condensan la vivencia en el relato:
80 PANÓPTICOS Y LABERJNTOS TIEMPO, ESPACIO Y PODER: EL ORDEN SOCIAL CARCELARIO 81

t �mor, pánico, tristeza. Además, se establece la excepcionalidad de la internos que se identifican como homosexuales están expuestos a ciertas
_
v1venc1a entre el ahora que la determina -estar preso- y el 1111nca que formas de violencia que ejercen los internos o custodios y que no se limi­
forma parte del pasado que se refiere en el relato. Los internos describen tan sólo a su ingreso, sino que permanecen como amenaza durante toda
la experie �cia �orno un corte en sus vidas, signado, como lo dijimos, por su estadía (ésta es una de las razones institucionales por las que se les
su excepc1onal1dad y por la interrupción que establece entre un antes y agrupa en un anexo, que se estipula como separado y aislado del resto de
un después. En este primer momento, alwra y nunca serán los sentidos las estancias, aunque de hecho no lo es. Véase el anexo 2).
que _ ordenarán la experiencia en términos de su irrupción ineludible en
la v '.da de cada c u�l. Polaridad entre lo que ahora sucede y Jo que nunca Pues una experiencia muy, ¿cómo le podría decir?, muy fea, muy espan­
,
hab1a pasado. Reg1men temprano ele la excepcionalidad. tosa ¿no? De entrada llegar en la tarde, que te traten como cualquiera, o
sea, todavía no sabían si uno era culpable o no de lo que lo estaban acu­
O sea, yo llegué y la verdad, yo estaba bien nervioso ¿no? porque nunca sando y ya te estaban tratando mal [ ...] los custodios, los mismos civiles
había Hegado aquí [... J y pus la verdad, pus la verdad me saqué ele onda que trabajan ahí en las mesas, todos, o sea, la gente que está muy alle­
¿no? [ ...] la verdad pus yo cuando llegué aquí, pus no fue grato para gada a los custodios, los llamados monstruos de aquí, queriéndote ver la
,
m1 ¿no? (Demetrio, 18 años). cara, quitarte la ropa que traías, pidiéndote dinero, si no te iban a hacer
algo ¡puras amena¿as! Pus, en el tiempo que estuve ahí fue bastante duro
Pus la verdad sí me sacó de la jugada ¿no? porque nunca había estado (Venustiano, 33 años).
aquí ¡chale hijo reclusorio, pero nunca he estado! O sea, no me espanto
¿no? �o sé que cometí un error y es como cualquiera ¿no? ora sí que ¡Ah! Pues te digo, te humillan demasiado[... ] Pues a nosotros es que nos
comet1 �n �;ror, pero lo tengo que pagar. Más que nada, dije antes de hacen hacer que nos quitemos la ropa, que hagamos cosas, los mismos
entrar, d1Je la tengo que echar ganar", ¡ni modo que me vaya pa'bajo! custodios.
(Cnsóstomo, 22 años). -¿Cómo que hagan cosas?
- Pues sí ¿no?
�us, cuando caí la primera vez aquí, yo me acuerdo que fue un día de vi­ -¿A qué cosas te refieres?
sita, en la tardecita llegué aquí, yo no lo creía, y pus todo sacado de onda -Pus, a sexo cuando estás en ingreso.
ni sabía ni cómo era aquí, ni cómo se vivía aquí, porque nunca habí; -¿Ya ti te tocó eso?
estado en una cárcel, hasta ese día que caí (Rolando, 36 años). -No, a mí nada más con los de la estancia que tenía, pero sí veía
luego que se querían pasar de listos, abusar de su autoridad (Esther, 19
Entre los internos se pueden distinguir en esta primera etapa vulnera­ años).
..
bilidades que dependen de determinadas características. Algunas corres­
ponden al ongen social del individuo, de modo que son más vulnerables A estas dos vulnerabilidades se agrega otra por origen étnico. Quie­
los de clase media o con mayor nivel educativo49 por dos razones funda­ nes son identificados como indígenas, ya sea por su aspecto o por su
mentales: no responden en su apariencia ni en sus modos a las caracte­ lengua, son abiertamente discriminados por los internos y experimentan
rístic�s típic�s _de un interno (al menos en el Distrito Federal); Juego, no dificultades en su relación con la institución y la justicia en general.51
han sido socializados en ambientes delictivos, lo que marca una distancia "Pus por mi parte, pus muy cruel, muy cruel, no te saben comprender,
experiencia] definitiva con la cárcel. Otra causa puede ser la orientación no te saben entender, lo que uno necesita, ellos te tratan como un delin­
sexual, expresada en un aspecto o en modos específicos;so es así como los cuente, así. Para ellos no somos nada, tanto los internos te piden, te extor­
sionan, si no los apoyas hasta te andan matando" (Fulgencio, 33 afios).
49 Entre los entrevis1ados, Esteban y Venustiano.
50 En las entrcvisias Sara y Esther se au1oidentiticaron como travestis. Dado que prefi- 51 De los entrevistados, Fulgencio y Anastasio. ambos de origen mixe.Anastasio ha­
.
neron que los tratáramos según su apodo femenino, respetamos esta opción en los análisis. blaba el castellano en forma muy deficiente y además era analfabeto.
82 PANÓPTICOS Y LABERINTOS TIEMPO, ESPACIO Y PODER: EL ORDEN SOCIAL CARCELARIO 83

�or último, hemos distinguido otra forma de vulnerabilidad que tiene Te digo que con suerte ahí tenía conocidos, llegué a una estancia y la
su ongen en el tipo de delito cometido; esto se expresa claramente en el verdad, unos amigos míos " ¡ Qué onda güey!, ¿cómo estás?" ¡Chido!
caso de los internos acusados de violación:52 se les golpea al llegar, una "¿Eres familiar de este güey?" ¿Sí o no? ¡Sí! "¡No, pus aquí eres bien
vez que se sabe el delito por el que ingresan, y se les puede violar a su vez recibido, acá no hay pedo, chingón!" (Boris, 28 años).
-"pagar con la misma moneda", dicen los internos-. Uno de los entre­
vista�o s que ingresó por este delito no sufrió una agresión sexual porque Nos pasaron directamente a coc, afortunadamente aquí había unos com­
_ pañeros [ ... ] me echaron la mano, porque cuando yo llegué me quisieron
era viejo. Otro, tuvo que pagar protección a un interno para evitar que
extorsionar, inclusive me tumbaron un diente, estuvo fuerte (Esteban,
sucediera. Un tercero, militar de profesión, ha sido protegido por algunos
28 años).
compañeros que encontró dentro del penal.
En ingreso, pues fue algo normal, porque de hecho ya había yo estado
Pus ahí también la primera noche, la primera noche que pasa uno para
en el 97 en el Sur y llegué a este lugar y entonces ya no fue tan fácil de
allá, ahí los compañeros luego lo golpean a uno, bueno le hacen a uno
que me metieran miedo, como llegas a un lugar por primera vez Y llegas
muchas cosas, nomás que yo, pues eso bendito sea Dios, dice i no, pus ya
con temor ¿no? no conociendo (Sara, 35 años).
déjenlo, ya es un señor grande! Y ya no me hicieron nada, pero de hacer
limpieza sí... (Adrián, 62 años).
EL ENCIERRO Y LA EXTRAÑEZA: UN PROCESO DE ADAPTACIÓN
Yo cuando llegué aquí como llegué con el delito fuerte, un custodio, o
sea lo tomé a mal ¿no?, empezó a gritarles a todos "no es que éste vie­
ne por violación", como llegó aquí la televisión y todo, "éste viene por La adaptación no es un proceso que concluya con la integración paula­
violación" y que hijo de su quién sabe qué, los mismos compañeros se tina a la institución y a los internos. El primer efecto de esta adaptación
molest �ban y me mandan al servicio médico y recibí una golpiza de siete será Jo que los internos llaman el carcelazo, descrito como el impacto
companeros ¿no? (Leandro, 30 aiios). del encierro sobre el preso. El carcelazo se genera por múltiples suce­
sos y transformaciones que ya antes describimos, pero también por una
Otra forma de integración corresponde a aquellos internos que tienen sensación de extrañamiento respecto al mundo en que se está obligado
,
algun conocido dentro del penal o que ya han estado presos con anterio­ a vivir. Sobre las dimensiones físicas de la incomodidad se ciernen la
_
ridad. Ambas son formas de defensa, bien porque cuentan con un grupo soledad y la extrañeza, intensificadas por la constatación de que lo que
que los respalda y protege, aunque sean primerizos, o porque conocen se vive es, ante todo, la realidad. Realidad que conduce a la extrañeza
las reglas y las estrategias de supervivencia necesarias. Aquí funciona un y que adquiere vigor en los límites del sueño y la vigilia. Orden onírico
reconocimiento más cognitivo que emocional de la situación: se tienen de la realidad y el encierro. En esta disyuntiva se "pierde la mente" y el
relaciones o �e refiere una experiencia anterior que entrega saberes prác­ riesgo es el suicidio; pero la muerte, si se concreta, es precedida por esa
ticos para la 111tegración. Para algunos internos la cárcel es una extensión enajenación que experimenta el interno respecto a sí mismo. Doble ex­
de sus vínculos familiares o vecinales; la referencia a conocidos O la trañeza: con relación al mundo y en relación con uno mismo. He aquí el
convivencia en las colonias de la ciudad serán los principales factores de carcelazo. Pero la palabra tiene en su propia enunciación un peso mayor
reconocimiento entre internos. que el semántico: la cárcel cae sobre el recién llegado, lo aplasta con
el peso de su ineludibilidad y su repetición. La realidad opera como un
trauma que es tanto herida como corte y que se establece en esta frontera
52 De lo entrevistados, Leandro, Adrián, Esteban y Anastasio. No hubo ninguna in­ entre los espacios. Por un lado, el encierro como ámbito real en donde
. �
tención especifica de entrevistar a internos acusados de violación, de ahí que provinieran se vive; por otro, el hogar o la casa, como lugar imaginario en donde se
de d1st1ntos dormitorios. desea estar. El carcelazo es el enfrentamiento entre los hechos tangibles
85
84 EL ORDEN SOCIAL CARCELARIO
PANÓPTICOS Y LABERINTOS TIEMPO, ESPACJOY PODER:
o,
tas ganas me dan de, por ejempl
:�::;::[¡:b�:s ; �:� � s;?s. En esta disyuntiva se visu aliza el horror, yo tengo una hija o sea, vieras cuán por ejemplo (Boris, 28 años).
lla,
1 .n s JUStament� en el p unto en que lo ubica Freud:
. orit a en este mo mento de estar con
e

lo cotidiano y 1 o comente, q ue adquie ren un signo fu nesto y u0 d ¡mal


. nte, me sentía yo rebién triste pus
'"'.;"'º oo sólo co::::•; Pues, orita, de primero pus se sie a llorar, porq
ces hasta se pone uno
:::::::�::.:::',;;;:;",�:��:;�
'��·;:,'.:' o feo más bien! Pero luego, a ve
ue

pus aquí n ha un o nada y


trabajo y
Eso es exactan�e�te el caree/azo: �i�;i;un:;:;:�: ��;c:� pues deja uno todo, la familia y
º o ce

s ior (Adrián, 62 años ).


;�;:����¡�: , luego que nadie te viene a ver pu p
� o asu mido subjetivamente, contrastado frente al deseo En e l
d
l' ·'t e que he mos des cr ito , se espera estar en la casa -al dcs pert� por tarte ¡ay! pues adaptarte ¡ ay ! pue
s
No, pues es difícil, es difícil de adap co ¡Pues sí!, bueno yo llevo ya
J mp lo -, pero se constata el encierro. umáti
:; .
que no eres lib re. eso es muy tra
. m s quí ... fue terr ible en el aspecto que , que me hagan cosas
och casa o con tu fa­
Aquí se le llama el carcelazo que uno I da, el e nc1 err? de que lue go ! no sé, no estar en tu
feas o algo así ¿no? sino que ¡a y
o e es a

_
uno es tá así, pre�ionado y dices 1·híj ole•' �o' no sa bes que hacer, llega el años ).
s (Est h r, 19
· milia, ves muchas cosa
mo mento de eª h�rcar o haces algo
e

¡pierdes la m���e� ::�;�:: 1: �:�t� �� que tices ¡áJala! ¿No? (Nic o,


1 ª ieres

e soledad puede ser u


na ventaja que
32 años). 1ncluso la expe riencia anterior d solo en
ando relata que por muc h i m p vivió
o
. ami nore el trau ma, Rol di stint a.
o t e

P ues sí, para mí es difícil el simpJe hec ho de dormir en un camarote soledad d l árc l no muy
hoteles y que, en ese �e ntido, la ta s
es
visi
e

de las relaciones en la cárcel -l


a c

pues es difícil ¿Por qué?· Porque de estar acostumbrado a do mir


e
· co 1� 1 a
. Ahora bien, la misma din ámica
as
/ xp rim a.
e posa, senllr otro calor, otro am bie nte pues. s í es di fíci l, s m uy f eo,
tienen una gran importa
ncia- confirma la soledad que
ent

e
enera-
se e

estar dormido y esta r bien rela 'ad des. rtar, y d': refente sentir q ue s a a s ci g
� µe , como una f alt
uno está en su casa y ver tod� elº reJado, pues si, s1 es una presión El desarraigo se vive , entonces
a en e t u en a

lizada que s l i .
muy horrible · no?. pero pues esta mos aqu í, es la realidad, ¿ no? (Lean-
e e enc erro

pus,
dro, 30 años/' a cárcel, hasta ese día que caí, y
Porq ue nu nca había estado en un h s tado s olo ¿no? así en
sí yo i mp
pasó el tiem po, porque de por ,
E n este sent'Jdo, e¡ encierro es la principal causa del mal esta'r · En ­ la soledad, pero de repe n te sí sentía
s e re e e

.
cierro que se establece co mo lejanía de la fafilTia y de 1 os c?ntextos los hoteles y acá y no sentí a ta nto o n ti n visi -
os que tienen visita y un
. porque luego se siente feo , much
o e e

afectivos. La familia se construye como 1 parte del encierro, su


: :�� ::orno el ele mento ce n­ tas (Rolando, 36 ñ ).
antípo da. Los inter nos re fi e re n en p rim er t r
a os

. . El
tral en s u male star la s dificu ltad es que expcnme nt an pa ra rel ac ionar se
s un proceso de transformación
.
1 ia s. Entonces la cárc I es un desarra1�0 r,especto a
y estar con su s fa m·1· La ada ptación será par a alguno a. Es n sí mi s­
� encie rro conmina y
obliga a ser de determin ada form
e
los vínculos y los afectos. De este 'modo otr n x s);
tilizare mos también
mo u na orto pedia (noción que u
te to
e s upo­
co
1 e r;encia traumática, tanto �o: :i"��:7e c�� 1� ���� ::1::���
º ª e a os

manera efectiva, sino por lo qu


en

;::: ,;s r:f:c 0 nes cercanas ' como no tanto por lo q pret nd d
, por 1 o que se encuentr a y se vive la lejanía que he mos encio­ m
e

convivencia forzada,
ue e e
. · · ne por añadidura: la
en la cá rcel misma. Trauma por perdida y tr a um p?r : 1venc1a . Doble proceso como de
: nado, el riesgo perma
nente . Venustiano describe este
trau ma p ar a este doble extrañamiento Trauma' d s1 mismo en el con­ obligad a, a unque q ida, y con fi nes
" aco plamiento": u na adaptación en su funciona­
uer
texto del encierro ; tra uma de la realid�d que no se p uede so slayar, pero
no

nci . L árc l,
tic os y d e superviv
e strictamen te prag má
. Es una máquina
c e
que desespe ra.
e a a

miento , ig la, lim ina diferencias, esgrime similitudes


lo que se
·· de lo que se puede ni menos de
de medidas, de ajustes: no más
ua e

iEl encierro! El encierro, el no poder estar con m1. f 11 a1 , es_lo má s fu�r- l s r l cion s: h ay una
n permane nte d e
te , no poder dispone r de, no disponer, si no no p�: r, por e1emp lo onta debe. Disyuntiva de calibració
a e a e
87
ORD EN SOCIAL CARCELARIO
86 TIEMPO, ESPACIO y PODER: EL
PANÓPTICOS Y LABERINTOS

uno se pasa al 1
Fue as í como indíge_n� que es y� ���
xo

medida justa qu e evita los problemas y otra que los g enera o posibilita . ién, pero ya � ���� ;;ti �:a� :�
tuve como un año v1v1endo tamb la rtes ní , mue h as
S e conforma una ética que mide las p alabras y los gestos, que d etermina
. el a, tenía .yo mis cons tancias, aprendí
yo a la escu , mo 1 o d..IJe, 5,t l o aproveché (Fulgen-
a a a

un deber y un decir precisos; una adaptación del ser a las circuns tancias. co
cos as, aproveché el ti empo, as1
Una té cnica de la so brevivencia y una ética de la elusión. cio, 35 años).
es el
les nos tienen que mandar ahí,
[P]ero como en todos lados, te tienes que acoplar ¿no? Lo que me ha Porque a noso tros co mo homosexua
costad o trabajo es acoplarme en este sentido de la forma de ser de aquí y único (Esther, 19 años).
yo tengo una forma de ser muy diferente, y aquí tienes que sobrellevar a
pesado
do, e_l dormi�orio 13 ':s el más
la gente, tra tar de, pus ora sí, como dicen "bajarte a su nivel" ¿no? para El dormitorio 13 es muy respeta , 32 an ).
y hom1c1da (N1c
sobrellevar lo, no expresar más de lo que puedes y menos de lo que debes, porque ahí meten a puro violín
o os

por que te puedes echar muchos enemigos encima (Venustiano, 33 años).


os, se les dicen corr
egendos por
En el dormitorio 6 son corregend . M o res' y vienen a c1��:
ct0n a 1 p ra
ésos ya estuvieron en l a eorrec ·
seJO Tutel ar, por el Tribu-
en

20 30 años ya pasaron por Con


a

s (Chino,
, ya vienen recorriendo cárcele
EL JARDÍN DE LAS ESPECIES:
CLASIFICACIÓN Y PASO A LOS DORMITORIOS �:��;: 1;;:1�ore�, y ya vienen
SS años).
Durante l a esta día d e los internos en el coc se l es aplica n entrevistas y se uno.
que es el dormitorio 4, en la zona
realizan estudios de personalidad que, junto con sus antecedentes y el de­ En un dormitorio, en pobl ación,
lito que cometieron, resultan en una clasificación (véase el anexo 2 para _. y ahí qué tipo de gente hay?
sionistas (Esteban, 28 an_ os·) .
su distribución dentro d el r ecinto según sus características sicosocial es) -�ay servidores públicos y profe
y en una distribución en los distintos dormitorios y anexos del penal.
na do es el momento
de finitivo de !�1-
Hay do rmitorios que agrupan a los i nte rnos primerizos, o tros a los que La lleoada al do rmitorio asig ern os. �n �te
'
colectivo d_e lo� int
tienen mayor e ducación o eran funcionarios públic os, algunos a los tegración ; la institución y al des f1 � iv ::�: S�
ne , pues ,mphca�á
reincidentes, uno reú ne a los internos que estuvieron con anterioridad será cruci al el lugar que se asig
e

nces h;brá º
a os

más �, le�= º· w
en correccion ales para menores (y que en el argot carce lario se conocen el des tino es un dorm
itorio conflic tivo o
on y �a 111te gra c1 ón
o e

como corregendos). En el Anexo 5 se ubica a los internos may ores de .


difi cult d s sp 'fi
ct as que enfrent ar. Esta clas1fi cac1
rán otra forma de vu I nerabT t tda ' pues quien e.s no
d
e e c

a l os dormitorios se
a e
edad, a quienes se identifican o son identificados por la institución como . . e�
c ad ecu�das para 1v1
o caract erísti
homosexuales, a los discapacitados y a quienes se identifica o se autoi­ dispongan de las capa cidades � a _c;as_1-
sos de otros 111ternos.
as

den tifi can como indígen as . l rimentarán más viole ncia o abu la p
mo mento significativo par
Es una topografía de l a institución, pe ro también un mapa de referen­ � !:�i��r:s, de este modo , un
a ex ene nc1a

cias para los mis mos internos. Ca da dormitorio tendrá su particularidad: posterior del inter no en el penal.
algunos serán más ha bitables que otros; en unos se que rrá estar, y otros
será mejor evitarlos. Distribución de peligros, de historias, de amenazas . Qué gente está en el dormitorio 6? ,,
1, s o s , de l os que ya vienen d
e la "corre .
y de virtudes. Orden social que se pliega a la clasifi cación institucional: - -C rr gend
. y cómo es ese dormitorio?
o e o ea

acá los de mejor origen, los más ed uca dos; allá los más pobres o los más luego hay chavos q�e se � g�r���
= · pus está pesadote, porque
�o nc1 a ·
peligrosos. Indígenas y mestizos, h eterosexuales y homose xuales, jóve ­ dad a mí no me gusta l a viole 1,
nes y viejos. La vida de los mismos internos se traza en estos espacios,
a fierrazos, a trancazos, 1a ver
(Demetrio, 18 años).
se pasa de uno a otro, se sale y se re gresa. En unos se estuvo m ejor, en
otros se está mal.
88 PANÓPTICOS Y LABERINTOS TIEMPO, ESPACIO y PODER: EL ORDEN SOC1AL CARCELARJO 89

r
Bue no, estuve con ellos como seis meses ahí, en el 3, y pus les hacía - Pus la misma estancia, y pus lógico, uno se tiene que �guanta
la comida ¿no? Yo hacía todo, subía agua, lavaba los trastes, este hacía la . no? por ser por primera vez pus [ ··· 1 Y si, pus llegué y pus me dieron m1
comida, el almuerzo para ellos, y aun así, pus no, no te agradecían, sino tienvenida (Demetrio, 18 años).
todo lo contrario, llegaban y a golpear, llegaban y a golpear, tirabas una
gotita de agua y también, lo mismo. No les parecía nada, de ahí pedí mi ¡No, pues a todos! Así cuando vas entrando envuelto en una cobija y
cambio a los seis meses, vine hablar con la licenci ada, tengo problemas entre todos te pegan.
.
así y así, no soy persona d e problemas y en realidad pus yo quiero re­ - . Pero en el dormitorio donde tu, vives.?
adaptarme y quiero estudiar, quiero seguir mis constancias, pus para mis _�En todos los dormitorios!
propios bene ficios (Fulgencio . 35 años). _·Y a ti te pasó eso?
esta ban
-�o. porque yo llegué en la madrugada, no te digo que ya
Asimismo, la llegada a la celda de un interno nuevo es acompañada durmie ndo todos.
en muchos casos de una recepción viole nta de los internos antiguos. En la _¿y de los que han llegado después?
trayectoria de integración que he mos descrito, e sta violencia primera es -Sí (risas) sí.
una advertencia y una forma de vencer las posibles resistencias del interno -¿Y tú les has pegado? , van
nuevo ante las decisiones cole ctivas de la celda y su orde n. La viol encia se - ·1 Ay• pues· sí'· Pues porque si me lo hacen a m1, ellos ,_,o se
razón y no pegarm , y aparte si no les pegas a t i te hacen
ejerce en forma colectiva: es toda la estancia la que golpe a al recién llega­ a tentar el co e

tambi én, por no haberle pegado.


do, y se estructura casi como un ritual en el que se debe participar aunque
-¿y cómo queda la gente?
no se quie ra. Es una forma también primaria de intercambio: se da lo qrue -¡Ay! (risas) pues se ponen a llorar.
se ha recibido, en una secuencia histórica de re ce pcione s y viole ncias, y se -¿Con qué les pegan?
dona al colectivo una disposición a respetar sus reglas y procedimientos . -Con los puños, con los pies, con lo que puedan.
Esta dimensión cole ctiva de la violencia se expresa, también, e n la forma -y después de que les pegan ¿qué pasa?
anos).
en que se inmoviliza al interno: tirándole una cobija encima, que lo deja -Pues ya. ya párate, tienes que hacer esto y esto (Esther, 19
inmóvil y, a la vez, no l e permite ver quién lo golpea y quién no lo hace,
si fue ra el caso. La cobija re pre senta, en este sentido, la totalidad de los Cuando llegué ahí, pue s, y me recibieron con g?lpes y todo_ eso, er n
internos: nadi e golpea, todos golpean. Es, asimismo, una forma procedi­ c 18 internos ahí, y pus me empiezan a rec1b1r a �olpe�, an'.es � e
mental, en tanto no se pregunta quién llega, ni impo11an sus características �:�ntarme por qué venía yo, qué había hecho, por 4ue hab1a ca1do e
ia c�rcel ellos con sus marihuanos, con sus drogas y me dicen, n pus �
ni opiniones: se aplica de modo estándar a todo rec i én llegado antes de
cualquier voz, como una forma, también, de delimitar la palabra y la iden­ bi envenido y casi me matan, e mpiezan a gol�ear, me tiraron, me ec�aron
una cobija y me aventaron (Fulgenc10, 35 anos).
tidad. La violencia e s una anticipada voz que le dice al interno nuevo quién
será en estas circunstancias. La cobija, entonces, representa también una
forma de ocultar al interno ante el colectivo, de cubrir su rostro velándolo
y escondiéndolo, de manera que se golpea un cuerpo sin señas, sin ras­
LAS CELDAS, LOS CAMAROTES: CONSTRUCCIONES DEL ESPACIO

gos. De metrio nos re mite a una "lógica", que luego de sarrollare mos más
extensamente, pero que e stipula la naturalidad de los acontecimientos: él Así como el tiempo, el espacio es otro eje que organiz� la �xpe�iencia e
asegura que es lógico que cuando alguien arriba a una celda se le golpee. la cárcel. Lo hace de forma inmed i ata, distrib�yendo amb1tos_ y lug_a:es�,
de forma simbólica, atribuyendo ciertos sig111ficados. Una d_1n:1ens1on y
Como a todo, como a todo chavo que llega ahí le dan su bienvenida ¿no? �tra están plegadas: el espacio que se organiza de forma co�1dia1� a
Le empiezan a pegar, pus lógico. bién se ordena en sus sentidos. y viceve rsa. Cunosa dmám1ca s1m:��: 1
_
-¿Quién te comenzó a pegar? ca, apresurada ante los he chos, abarrotada corno el mismo espacio de
90 PANÓPTICOS Y LABERINTOS TIEMPO, ESPACIO Y PODER: EL ORDEN SOCIAL CARCELARIO 91

la cárcel. Si existe algo así como un nivel microfísico en un análisis es Dent•ro o fuera
éste: pasillos, miradas, camas, obligaciones, sueños y comidas; que se
interceptan y se transforman. Se obliga a ciertas dimensiones, intensa­ Este orden se desenvuelve en sentido inverso al del tiempo: mientras más
mente físicas -el suelo, las puertas, los camarotes-, a sumarse a la tiemfPo, más dentro, pero a la vez más fuera en tanto transcurre la con­
imaginación incesante, como el rumor mismo, de cualquier comunidad denai. Mientras menos tiempo, menos dentro; pero también menosfuera,
humana. Todo como si fuera tan sólo lo que es y a su vez se reformulara, en tamto la condena se extiende casi completa. Es un orden de subjeti­
se recreara, y también se desplazara. vaci(()n, pues permite la conformación de una disposición ante sí mis�o
en el encierro. El fuera será el espacio extracarcelario, tanto de la propia
historia de los individuos como de sus movimientos y de sus expecta­
Los ÓRDENES DEL ESPACIO tivas;. Ambos términos representan una liminaridad, no sólo subjetiva,
sino también social. De este modo, dentro no sólo es una ubicación en el
El espacio en la cárcel se construye mediante la conformación de dos interior de la cárcel, sino que entrega una densidad al espacio: se avanza
órdenes y a la vez los permite; funcionan según dos pares de distinciones desde las puertas, o los límites, hacia dentro, hasta los dormitorios, las
fundamentales: arriba o abajo, y dentro o fuera. celdas y los espacios de gobierno. En este sentido, la cotidianidad es un
dentro y la excepcionalidad un fuera (salir de la cárcel por alguna r�zón
y, finalmente, la libertad). Se duerme, se conversa, se come, se camma Y
Arriba o abajo se trabaja dentro.
A la vez, en la misma cárcel hay un degradé entre dentro Y fuera.
Este orden se asocia al del tiempo, en tanto arriba se vinculará con an­ Corno dijimos, las celdas son el punto culminante del dentro -física,
tigüedad y abajo con novedad; es un punto para comprender algunas de cotidiana y culturalmente- y son el espacio de reproducción cotidiana
las relaciones de poder entre los internos. La estructura es piramidal en y de convivencia permanente. Se establece un primer fuera: más allá de
su construcción simbólica, pero no en su dinámica. Piramidal en tanto la la celda; luego, otro que distingue los dormitorios, el kilómetro; las insta­
parte superior -arriba- no sólo corresponde a un lugar físico -lo es laciones donde se realizan ciertas actividades programadas, como la es­
también-, sino a un espacio de acción y de vinculación que otorga pri­ cuela o los talleres. Más afuera están las instituciones de gobierno, donde
vilegios y prerrogativas. Arriba será una posición de poder y también una se cumple con algunos trámites y se gestionan beneficios: las oficinas de
ubicación física, pues la ocupación de los lugares para dormir será la ex­ los técnicos, el refectorio para las citas con los abogados. Más afuera, la
periencia que ordene estos espacios: los camarotes -'-arriba- o el suelo libertad y el mundo.
-abajo-. Arriba constituirá también una prerrogativa, la posibilidad Asimismo, dentro y fuera son un punto de estructuración de la sub­
de dar órdenes, de evitar algunas rutinas. Es coincidente en alguna de sus jetividad en la cárcel: aunque se esté dentro en términos corporales, se
formulaciones con la simbolización de las clases sociales: los ricos están puede estar fuera en los subjetivos. Fuera y dentro son una fo�a � e
arriba, los pobres abajo; específicamente en tanto quienes tienen dinero penenencia y de arraigo a la vida en la prisión. Si se tiene exp� nenc1�
o quienes acumulan cierto capital cultural están arriba; a más pobre y delictiva y se conoce gente en el penal, se está más dentro; lo mismo s1
menos educado, más abajo. ya ;e ha cumplido otra condena. Pero si se proviene de un contexto so­
Abajo será el espacio del suelo, donde se duerme al llegar, salvo que cia distinto al habitual entre los internos, o no se tiene experiencia en la
se disponga de dinero. Abajo en la vida carcelaria, porque se tiene una cár.:el, se está fuera. En este plano, la distinción opera como una forma
capacidad de decisión limitada y se deben obedecer las órdenes de otros. de adscripción: dentro es pertenencia y fuera extranjería, que se pliega
Abajo ante la institución y los presos, porque no se tiene experiencia en coa otro orden de claridad y de extrañeza. Este orden, que podríamos de­
los códigos de la prisión o no se aprende de ella. noininar "de lo mismo y lo otro", se estructura según la apariencia física
92 PANÓPTICOS Y LABERINTOS TIEMPO, ESPACIO Y PODER: EL ORDEN SOCIAL CARCELARIO 93

del indivi ?uo, sus antecedentes, sus modos y costumbres, su estilo, su experienciales, o por opción individual, pero exige estar dentro de la ins­
_
expenenc1a c �rcelaria, su lenguaje, el uso de su cuerpo. La norma corres­ titución y cumplir co n sus requisitos y demandas.
pon �e a un SUJeto de aspecto popular mestizo, con alguna experiencia en En sus resultados subjetivantes tales estrategias muestra n una para­
_ _ _
los amb1tos del1ct1vos, que tiene ciertos conocidos en el penal (especial­ doja, pues una y otra requiere n un proceso de transformación individual.
mente ª" ;1 �os ?e su c ?lonia), que sabe comportarse según los códigos No queda opción si el objetivo es la supervivencia. Lo que esta encru­
del cabron. altivo, valie nte, audaz (estos códigos los analizaremos más cijada no permite es que se estéfi1era tanto del colectivo de los inter nos
adelante), que maneja el arg�t carcelario y que tiene los usos corporales como de la institución. Pero optar por uno u otro producirá resultados
de los ho�1bres populares. Mientras más distinto sea el individuo, según difere ntes. Mientras el dentro de los mismos internos es intensivo y ca­
estos parametros, más fuera estará de la cárcel y será más vulnerable rismático, el de la institución es procedimental y formal. Uno exige una
en algún se �tido. Al co ntrario, mie ntras más parecido sea respecto a Jo¡ semiótica de pertenencia, la adquisición de comportamientos, estilos y
_ ,
mismos parametros, mas dentro estará en la cárcel. estéticas; el otro, obediencia y sig nos formales de adscripción. Uno re­
A su vez estos puntos de estructuración de la subjetividad operan clama lenguaje, humor, corporalidad; el otro, movimientos y tiempos de
como estra�eg1as _ de resistencia. Fuera y dentro son también coorde nadas acatamiento: llevar el uniforme, obedecer las órden es, cumplir con la
de integración a la institución, paralelas a las que ordenan la integración lista, participar en actividades.
ª( colect1vo de los internos.
_ Se puede estar integrado intensamente a Ja Pero no so n estados permanentes, no son tipologías de personalidad,
_
vida de los internos pe �o est�r fuera respecto a la institución y vicever­ sino estrategias. Se pertenece a la institución de forma estratégica, pues
sa. No obstante, esta misma integración será un eje de disciplinamiento para ciertos fines conviene y es lo indicado (para reducir la condena,
pues los procedimientos para acceder a una reducció n de condena exi� por ejemplo), pero no se pertenece para otros (por ejemplo, mediante la
g � n que lo� i �dividuos esté n integrados e n forma co nsistente a Ja institu­ realizació n de conductas delictivas prohibidas por la institución , como
ción _y se d1stin �a� de _ la población de internos. La integración se logrará el tráfico y la venta de drogas). Un individuo, en detei-minadas circuns­
g�acias a la part1c1pac1ó n del i nterno en las actividades que la institució n tancias y para ciertos fines, utilizará una u otra indistintamente. La única
ofre �e: escuela, trabajo, talleres; y la distinción se construirá mediante condición es no traicio nar a los propios compañeros, mantener entre la
un calculo del compromiso del individuo con la "cultura carcelaria" en un institución y el colectivo de los interno� ciertos procedimientos de co­
sentido inverso: �uanto menos esté i ntegrado a esa cultura, más Jo estará municación, orga nizados en torno a una norma de silencio que emana
a los fines de la institución. Cuanto más fuera esté de esa cultura, más del colectivo de los internos: no se habla acerca de lo que sucede entre
dentro se hallará de los parámetros institucionales. ellos, no se denu ncian los delitos que puedan suceder, no se reclama ante
. .Diremos, entonces, que existen dos forrnas de pertene ncia en una las autoridades. Es un régimen de las palabras -que las controla y las
pnsión . Una, que es idiosincrásica y que implica una pertenencia al co­ delimita-, y uno de las miradas -que prescribe discreció n y elusió n :
_ de los prisio neros, en tanto presos. Otra. que es institucional y
lectivo ver sin ver, escuchar sin escuchar, saber sin saber nada-. Un sistema de
que supone una pertenencia_ formal en tanto internos. En ambas operan desconocimiento permanente. Este régime n es, también, punitivo, pues
l �s coordena ��s de u n dentro y unfuera, pues suponen espacios de inclu­ se sostiene en una amenaza de venganza que podría concretarse en la
sión Y exclus1on mutuos; no tajantes, sino ambivalentes y dinámicos. Es­ muerte, s i fuera necesario. Por lo tanto, un interno que de nuncie a otro
_
ta� formas d � pertenencia son en sí mismas modos de subjetivación. La o que entregue información a las autoridades deberá quedar bajo la pro­
pnmera requ1�re _que se esté dentro del colectivo de los presos y de sus tección de la institución y separado del resto de la población. En tal sen­
_
formas de sociab1h _dad, lenguaje y comportamiento; pero es interceptada tido, este régime n de palabras y miradas es una fro ntera y un código de
con una �o �mmac1ón a permanecer fuera de la institución en sus fines tránsito entre estrategias de pertenencias distintas. Esto lo analizaremos
Y �roced1m1entos resocializadores y readaptadores. La segunda permite más adelante.
ubicarse fi1era del colectivo, ya sea por marcadas diferencias sociales 0
94 PANÓPTICOS Y LABERINTOS TIEMPO, ESPACIO Y PODER: EL ORDEN SOCIAL CARCELARIO 95

UNA CELDA, UN INFIERNO Y UN CAMINO. porales o la elusión del contacto. Kristeva anota que entre una sociedad
LAS CONSTRUCCIONES DEL ESPACIO y cierta naturaleza se constituyen líneas de demarcación "a partir de una
simple lógica de exclusi6n de lo sucio que, promovido así al estatuto ri­
Hemos diferenciado cuatro formas de construir el espacio en la cárcel tual de impureza, fundaría lo 'propio' de cada grupo social, cuando no de
que se vinculan entre ellas pero se diferencian en térm inos discursivos. cada sujeto" (1989: 88).
Cuerpo de los condenados puesto aparte, como se pone aparte la im­
pureza para permitir una racionalidad social; espacio liminar que cons­
Espacio "escatol6gico"
tituye un afuera del sistema. Vimos que el afuera es un articulador del
discurso de los internos: un afuera en este afuera generalizado que es
Los internos describen la cárcel como un infierno por las condiciones de la cárcel (los condenados quedan sometidos a la interdicción de ciertos
vida en que sobreviven, por los sucesos que acaecen, por el tipo de re­ derechos durante su condena, por ejemplo, al voto). Pero en este caso
laciones que se pueden establecer en este lugar. Es un infierno, también, estamos ante una paradoja, pues lo que funda lo propio es aquello que se
porque es un lugar de expulsión: quienes allí habitan y los que se encuen­ expulsa, en palabras de Kristeva, a la vez que los límites son formas de
tran en ese otro lugar, en el más allá, están, unos y otros, condenados. En elusión y de lejanía, según Douglas. La impureza es tanto el límite como
estos discursos se intercepta una escatología con una topología. Un in­ lo expulsado; es contenido y forma, de alguna manera, El espacio so­
fierno es un lugar situado en alguna parte y que habitan los condenados, cial se constituye según una lógica de exclusión y aversión. Pero, ¿cómo
los que han perdido la gracia de Dios.53 Una cárcel es un lugar ubicado en se constituye a sí mismo aquello que se expulsa, lo caído de una cierta
algún lugar -habitualmente en la superficie de la tierra- y que habitan racionalidad y orden social? Hemos visto que el infierno es este lugar
los condenados que no han perdido ninguna gracia, pero que se estima conformado mediante una referencia al orden social, pero que no sólo
tienen una deuda que saldar. se constituye como un afuera, que hemos llamado "generalizado", sino
Como lugar de expulsión, como más allá de la vida social, la com­ que tal vez se conforme como un no lugar54 en algún sentido, como un
prensión de la cárcel como un infierno es en cierta forma escatológica, espacio que se impide a sí mismo. La escatología se intercepta con una
y la constituye como un espacio de abyecci6n: la cárcel como infierno topología, como indicamos, pero para impedir cualquier mapa posible,
es un lugar de impureza. Kristeva ( 1989), siguiendo a Douglas ( 1973), sea real o ficticio. Pero anotemos que la cárcel, en tanto infierno, resulta
dice que la impureza permite constituir un sistema clasificatorio, pero de una posicion subjetiva, en tanto son los "condenados" quienes la des­
mediante su caída (de la propia impureza): su abyección, de abiectio en criben de este modo: están dentro, pero la miran desde fuera, se alejan
latín, literalmente rechazo. Indica Kristeva que la impureza "Es aquello de ella mediante este recurso escatológico. El lugar que se funda es un
que se escapa a [la] racionalidad social, a este orden lógico sobre el cual lugar discursivo, un topos en el lenguaje que permite cierta forma de
reposa un conjunto social" (Kristeva, 1989: 89). En este sentido, en tan­
to infierno -más allá, excremento e impureza- la cárcel es un afuera 54 Marc Augé acuñó este término para referirse a los espacios urbanos en donde pre­
del sistema social mismo, pero no en términos de marginalidad, sino de domina el anonimato y no es posible interceptar la historia, la identidad y el vínculo. No­
liminaridad. La impureza, explica Douglas ( 1973), permite el estableci­ sotros queremos recalcar esta situación paradójica de la cárcel como un lugar no existente
que se remite. de manera mítica. a un mtís al/tí de este mundo, como un lugar en el que
miento de fronteras sociales y de límites entre grupos de una sociedad nadie quiere estar y con el que nadie se identifica. En este sentido hablamos de un 110 lu­
mediante, por ejemplo, la prohibición del intercambio de sustancias cor- gar. Véase Augé, 1993. Butler menciona la existencia de no-lugares que se vinculan con
la intelegibilidad subjetiva en el campo de la sexualidad e indica que se trata de no-lugares
53 Del infierno dicen los teólogos que es un lugar que ha ubicado la imaginación ju­ "donde una se halla a sí misma pese a una misma; se trata, sin duda, de no-lugares donde el
deo-cristiana debajo de la tierra (así como el Hades griego). Un diccionario de teología Jo reconocimiento, incluido el autorreconocimiento, resulta precario cuando no escurridizo,
define como un "lugar de castigo a los condenados en la otra vida (del latín infemu.,, infe­ aunque hagamos nuestro mejor esfuerzo por ser sujetos en un sentido reconocible" (Butler,
rior, de abajo)" (Bauer, 1985: 512). 2005: 10).
96 T
PANÓP ICOS Y LABERINTOS
llEMI'() ESPACIO Y PODER: EL ORDEN SOCIAL CARCELARIO 97

habitabil_idad de este lugar físico, real, por así llamarlo. Pero el lenguaje una fractura y un intersticio, en tanto permite establecer durante la con­
de los mismos presos reproduce el proceso de exclusión y caída que he­ dena un itinerario particular definido autónomamente. Pequeñas ganan­
mos mencionado, en tanto la cárcel se significa como un afuera, incluso
cias de libertad mediante la construcción de metáforas. Ante el camino
para quienes la habitan. Están sin estar, moran sin morar en este Jugar
institucional se esboza este camino personal, por así decirlo, que cada
semeJante al Averno. A partir de tal exclusión generalizada del espacio
_ interno puede trazar. Se cruza el espacio físico del encierro con el espacio
carcelario eJecutada por un orden social, se genera esta otra exclusión
subjetivo de la imaginación, que sustenta, primero, un grado de integri­
específica y particular que realizan sus propios habitantes, quizás como
dad y autonomía, y segundo, un proyecto desasido de la misma cárcel.
una forma de evitar la contaminacion, de trazar nuevos límites y nuevas
El camino tiene cierta disposición en el tiempo, se avanza por él y se le
fron�eras, pero es ta vez en el lugar mismo, desde su interior. En algún
_ _ cubre. Se sale de la cárcel, se termina la condena y se finaliza el camino.
sentido nadie habita la cárcel, nadie se la apropia como un Jugar personal.
Ésta es la segunda operación, correlativa a la de continuidad: realizar un
Lo veremos luego, cuando la estadía en ella se intercepte con dos dimen­ corte, que está marcado por esta topología metafórica. La cárcel tiene
siones que ya esbozamos: la muerte subjetiva y la caída identitaria.
término, la condena finaliza. Pero -continuidad y corte- permanece
un sí mismo, de algún modo, caminando, agente aunque sea de su propio
Espacio moral camino, por aciago que éste parezca. Caminar es una forma de salir y
de reducir la omnipotencia de la cárcel, pues es posible vincular el ca­
mino que aquí se recorre con los otros que se han seguido mediante un
Los internos significan la cárcel como un camino que debe recorrerse
uso estratégico de la biografía que esboza un drama -o una tragedia-.
solo. Camino es un término que intercepta, en sí, el tiempo y el espacio: pero que la dispone en un lugar propio y no en uno institucional. Forma
es la "tierra hollada por la que se transita", dice el Diccionario de la Real
estratégica, porque la cárcel. en este relato, se ubica como un punto en
Academia Española, y es la ''jornada que toma ir de un Jugar a otro".
un mapa, que se puede esquivar o que resultará inevitable; pero no en sus
Tiene también un sentido moral (RAE, 1983: 237). El camino se consti­
términos, sino en los propios, en los de una vicia narrada para sí, en los ele
tuye por la confluencia de un espacio -la cárcel- con un tiempo -la
cierta intencionalidad. Los métodos clásicos ele la subjctivación -exa­
condena-. Una primera regla de la subjetivación en la cárcel prescribe
men de sí, recriminación moral, relato ele sí- ss se utilizan para enfrentar
que se experimente la prisión como un camino que parte de uno mismo
su misma operación.
para terminar en uno mismo. Lo importante es que el trayecto se perfila
Luego, los internos dicen que la cárcel hay que tomarla por su dere­
sobre la propia subjetividad. Como espacio moral, tiene un estatuto para­
cha. Hay un lado correcto para transitar por este lugar. La derecha es el
dójico: el encierro se define como una limitación del espacio, a la vez que
costado donde se so�layan lm, problemas, se mantienen buenas relacio­
se construye como el momento de un aprendizaje. La condena tiene una
nes y se evita agregar pesares a la estancia. El lado derecho es un lugar,
función rehabilitante, no sólo punitiva, y supone una transformación mo­
o un espacio, en el que se combinan cierta autonomía -en tanto puedo
ral Y subjetiva de quienes la sufren. Nuevamente el tiempo y el espacio se
eleoir el lado que me conviene y que estimo más pertinente-. y cierta
interceptan en este objetivo rcsocializador: la cárcel debiera ser un Juoar
su;isión -pues es el lado que se acopla mejor a las direcciones de la
que re-habilitara a sus integrantes para la vida social normal y corre�ta
institución, a su propia formulación del camino-. Esto se vincula con
en el intervalo temporal de una condena.
otra característica que los internos destacan en el orden carcelario: los
Por otra parte, la noción de camino lleva a dos operaciones subjeti­
problemas llegan solos y no es necesario salir a buscarlos; entonces, el
vas. Pnmero, dar una continuidad anticipada a la estancia en la cárcel,
lado derecho representa el lugar donde los problemas llegarán de modo
que es definida por esta trayectoria moral y pedagógica. No se vincula
con l ?s obj�tivos re-socializadores de la cárcel, sino con la propia expe­ SS Foucault llaim\ a estos métodos "prácticas de si"' y los a11ali1cí ampliamente cn el
_ curso que dio entre 1980 y 1981 en el College de France, que posteriormente fue publicado
nencia obligada del encierro. De alguna forma, un camino es también
como La ltermenéutirn del sujeto (Foucault, 2002c).
98 PANÓPTICOS Y LABERJNTOS 99
TIEMPO, ESPACIO Y PODER: EL ORDEN SOCIAL CARCELARIO

inevitable, pero no provocado. La voluntad los ha esquivado con ante­ una posición vertical que suponga desplazamiento, salvo el � amino que
lación, en la medida de lo posible, roma11do la derecha en este camino. hemos mencionado, pero que no tiene referente de sustenta�1ón. En este
Si se toma el lado contrario, entonces se les busca, lo que implica sumar _
sentido, el suelo y los camarotes -lugares ambos para dor� r- replrc�
dos tipos de conflictos: los que necesariamente llegan, porque el orden esta escatología al establecer, otra vez, un arriba y un aba10, � n espac10
carcelario los trae de manera autónoma a cualquier voluntad, y los que se _
inferior y otro superior. Sólo hay una dirección ve�'.cal en la carcel: s�blf
eligen al optar por un camino equivocado en este contexto. desde el suelo hasta los camarotes. Camino tamb1en de tra� sformac1ón,
pues supone Ja acumulacón de años, experien� ia, prerro? ativas; supone
_
la integración al adentro carcelario en un particular camino de purifica­
Espacio social
ción: ascender desde los suelos, de lo inferior a lo superior.

Está constituido por diversos lugares; la celda en primer término, luego


el dormitorio entero (compuesto por muchas celdas), los otros dormito­ Espacio imaginario
rios, los pasillos, el kilómetro, los talleres, la escuela, los edificios de Ja
administración, la cocina, el gimnasio, las canchas de fútbol. Es un espa­ En el conjunto de coordenadas físico-espaciales, de sus elabora� ion�s
cio, como veremos en el punto siguiente, gobernado por ciertas reglas; socioculturales, queda un remanente que es esp�cíficamente imaginario
por lo tanto, de él se han apropiado los internos estableciendo ciertos y que responde a las elaboraciones de cada SUJeto. 56 Ante la pregunta
usos y procedimientos. Dado esto, es un ámbito de intersección del or­ _ _
. dónde estoy? las respuestas pueden ser diversas: estoy leJOS de los m10s,
den institucional del espacio con su orden idiosincrásico que, a su vez, �n la continuación de mi colonia, en un lugar de castigo Más ª!lá de_la
permite interceptar los órdenes temporales que hemos analizado antes. :
impronta objetiva de un espacio se reconstruye su propia cons1stencrn,
De este modo, el espacio y el tiempo de pertenencia corresponden a los transformando los lugares en topos de deseo y de cierta autonomí�: se
Jugares en donde predominan los internos: todos los edificios que sirven ponen fotos, se decora, se apropian las celdas y �os pasi� los, se despl ega
de habitación y para la supervivencia diaria o el esparcimiento (celdas, una gastronomía, se intercambian objetos La mst1tuc1ón es aprop1� da
'.

dormitorios, pasillos, canchas, comedores). Luego, un espacio interme­ : _


mediante su uso intensivo. El espacio 1magmano es una fo_rm_a de habit�
dio corresponde a los lugares en que predominan los internos, pero para este mundo, de encontrar un lugar psíquico dentro ? e las lrm1tac1ones f1-
funciones institucionales: los talleres, la escuela. En cambio la pertenen­ sicas y de construir una imagen que refleje al propio yo y favorez� a una
cia institucional se construye en los espacios administrativos o bajo el relación con los otros inmediatos. De alguna forma, la � ons�cció� de
control de los custodios (edificios administrativos, pasillos de salida, en­ este espacio es una estrategia para escapar a la determmac'.ón es� ncta
fermería, refectorios). de la vida individual que supone la cárcel, tanto en su func10na�1e�to
Dijimos que la celda conforma el espacio social por excelencia. Agre­ institucional como en el socia.!. Este espacio intercepta :n lo subJet1vo
guemos que en el discurso de los internos se le construye como un hogar, Ja pertenencia con la apropiación, de modo que hace posible una forma
y al colectivo de sus integrantes como una especie de familia (goberna­
dos por una mamá). Orden familiar del encierro, espacio hogarerio de la
56 Laplanche y Pontalis definen el imaginario: a) como un punto d� vista intrasubje­
celda. Luego, este espacio se organiza según dos coordenadas fundamen­ tivo, que permite la relación del sujeto con su propio yo: b) _una perspectiva 101erst1bJetiva,
tales: los camarotes -arriba- y el suelo -abajo-. Uno y otro son los en tanto relación dual sustentada en la imagen de un semcJante_; e) la prevalencia de una
espacios relevantes para definir el estatus dentro de una celda, vinculado determinada Gestalt en el desencadenamiento de los comportanuentos -un punto de vista
_
con la novedad o antigüedad de un interno o con su poder económico, etológico-; y, d) "en cuanto a las significaciones, un tipo de aprehensión en el que dese
:�
como ya lo vimos. Si observamos, ambas coordenadas remiten a una peñan un papel determinante factores tales como_ la semejanza, el_ ho_meom?,rfismo lo q
_
demuestra una especie de coalescencia entre el s1g111ficante y el s1g111ficado (Lapl,mche Y
.'
posición horizontal, de descanso, de inmovilidad o de sueño. No hay Pontalis, 1996: 191).
100 PANÓPTICOS Y LABERINTOS

específica de pertenencia -susten


TIEMPO, ESPACIO y PODER: EL ORDEN SOCIAL CARCELARIO 101
tada en ciertas coordenadas imag
rias- y una manera particular de ina­
apropiación -mediante el uso y la utilización de un espacio extremadamente pequeño y saturado,
transformación del espacio que se la
habita. :�í :;t�o cotidiano y permanente, según dos polaridades fundamentales:
r
Esto se intercepta con lo que dijim
os sobre la cárcel como espa­ viejo O nuevo y arriba o abajo.
cio escatológico, como lugar que
nadie habita. El espacio imaginari
como lo hemos llamado, es la form o,
a específica y particular ele habitar
que elaboran los internos, el mod
o subjetivo de purgar el infierno
canícter subjetivo y de procurarse con Regla de la antigüedad
una vida más llevadera. Si la c¡frc
como infierno es un lugar de expl el
usión, un espacio abyecto e imp La antigüedad de un interno determina la cantidad ele espacio del que
para confrontar esta dimensión los uro,
internos salen de ella cliscursivame dispone y el poder que tiene sobre las áreas comunes de una celda Esto
te, creando una doble distancia: n­ .
ele ellos respecto a la cárcel, tran se vincula con lo que hemos dicho antes sobre las pre �rogat1vas de los
mándola en un no lugar, pero a sfor­
la vez habitándola según sus prop viejos sobre los nuevos. Asimismo, en la celda el espacio al que se atn­
modos e intereses: construyendo ios
un espacio propio que los distancia buye mayor valor son los camarotes; los más antiguos duermen en ellos
espacio mismo en que moran. Dos del
límites: uno ético, que se traza so­ -lo que supone mayor comodidad- y pueden poner unas mantas y con­
bre la institución desmintiéndola;
otro estético, que se dibuja sobre seguir cierta privacidad en el espacio. Quien es más antiguo tiene mayo�
concreción física, transformándola su
. Apropiarse ele un espacio como poder y está "arriba", física Y simból !came_ �1te; quien es más nuevo esta
infernal como lo hemos visto, es éste, , _
ante todo crear un lugar subjetivo "abajo", también de manera f1s1ca y s1mbohca.
estas dos operaciones permiten: un , que
lopos discursivo de expulsión, ele
habitabilidad, y un gesto subjetivo in­
ele recreación del espacio obligato
y conminatorio. rio
Regla de la verticalidad
Inferno, celda, camino e imaginari
o se unen en este punto, pues la cons El acceso al espacio con mayor valor -los camarotes- es vertical: se
trucción del espacio se vincula de ­
algún modo con la conformación sube desde el suelo hasta los camarotes. y este ascenso es conc � mltante
ejercicio ele cierta autonomía subj y el
etiva mediante la creación de un con la atribución de un mayor poder: los camarotes son un arrcba sim­
cio fundamental para la vida hum espa­
ana: el espacio propio, un cuarto prop bólico a la vez que físico, y el suelo un abajo en las dos cl1m �� s1 �ne �.
como habría dicho Virginia Woolf, io ,
aunque dicho cuarto sea un mapa He aquí cierta materialidad del poder: el suelo, los camarotes; arnb a '
la imaginación, Jugares por donde en _ _
se camina, una foto en la pared o " b ·o" El paso del tiempo va a permitir que se suba en esta d1v1s16n
mantas en el suelo. Luego veremos unas
las cabañas y la construcción ele
cómo se concreta esto en el caso
de d: t;;se.spacios. Conforme se acumulen meses y años, y algunos de los
espacios de intimidad y privacidad. habitantes de la celda salgan en libertad, es más probable que se �lcance
-
un camarote. Un camarote no es sólo un lugar que ofrece, en te1mrnos
_
relativos, mayor comodidad para dormir; es ante todo un lugar en deter­
LAS REGLAS DE USO minadas relaciones. Es signo ele antigüedad y ele cierto poder. Es cas , el
_
único territorio privado que se puede tener en este orden de los espacios.
Hemos determinado tres reglas para
el uso del espacio y su distribución Si a un interno lo cambian de celda, entonces puede perd �r tanto el ca-
en la cárcel. Se vinculan estrechamente .
con lo que hemos expuesto sobre marote como la ant 1gue.. dad y todo vuelve a empezar.No existe, por tanto,
la construcción de los espacios, pero
se refieren a una forma procedim una regla horizontal que determine que el trasladarse de una celda a otra
tal. La regla atiende no sólo a la sign en­
ificación sino al empleo, y por tanto mejore la posición en ciertas relaciones de poder. Todo vuelve a empezar
a la práctica mediante la que se
conforma un espacio. Son reglas y es esp ecífico de cada celda·' si alguien se traslada, el rntervalo vertical
que
que había ganado mediante la acumulac,on . , de anos
- . se
. p1er
· d e.
102 PANÓPTICOS Y LABERINTOS
TIEMPO, ESPACIO Y PODER: EL ORDEN SOCIAL CARCELARIO 103
Regla de la administraci6n
su tray ec toria tempora l de ntro del penal, sus ten tada en 1� a�um �la ció n
La celda e s la unidad básica paula tina de antigüedad. Ade má s, ta mpoco supo ne n una d1st nbuc 1ó n ge­
de pertenencia y de s uperviv _
la c�cel, lo hemos dicho ya en cia den tro d e
. Si bi en se pueden tener múltip neral del poder en l a prisión y advierten, más bi e n, sobre la forma e n q ue
c on internos en otr
as celdas, la c otidian
les relaciones es tá compartiment ada, según los espac ios so ciale s donde se co1 �figura.
idad obligada de la con vive n
e� la celda exige e l
establec imiento de c ia De modo que el poder que se ejerce e n la ce lda n� tr as pasa su radio Y no
ciertos vínc ulos y c _
cidades . Buena parte del bi ene iertas recipro­
star o e l mal estar qu implica su distribución en co nglomerados y re lac io nes_ sociales ma�or e s
en l a c árcel depend e se pueda conseg u
erá de las re lac iones ir -como los dormit orios y el pe nal completo o el con1unto de los 1�t�r­
_
s onas que viven en
que se establezcan con las per­
la misma celda. Se prod uce nos-; fuera de ella las relac iones podría n se r otras, distintas. La pos 1c10-
el esp acio que se habita y la una inter secc ión en
tre _
solidaridad que se nalidad d e la que hablamos favor ece cierta fijeza e n las trayect on�s de
_
pen� I. Aun considerando las p uede c onse g uir en
un
_ jerarquías, esta regla dicta qu los internos d e ntro de la pobl ac ión carcelaria, organiza d e d etermmada
part1c1par d e alguna forma en e todos deben
la manutención de la celda. La forma las relacio nes cotidianas e n las celdas, y además pe rmite una gr an
t án divididas -lo v s tar eas es­
eremos- según ant
igüedad, pe ro nadie puede d flexibilid ad en las relacion es, según los esp ac ios y lo s grados d e agrega-
_
e nte �erse _del des tin es­
� o de la ce lda, que i ncluye s u ción que se estipu len.
s u v1g1lanci a - los rob
limpieza, pero también
os ent re los mismos internos De modo ge neral, cualqui er inte rno pu ed e se r mon �truo o ma, �a, d e­
tes- Y cierta coordinación d son sucesos frecuen
e las ac ciones que p
­ pendie ndo del tiempo q ue lleve pr eso: un monstruo es siempre un mtcrno
ermita la convivenc
uso del baño, la utilización d ia: el recién llegado y la mamá es el inte rno más antiguo ? e u_na celda. Uno _Y
e l s ue lo para dormir
los con � ictos permanen tes. Si , alguna forma de evitar
alguien no quiere particip ar d otro responde n, principalmen te, a formas de organ'.za c1ón de la convi­
se margina de la celda y debe e esta regla,
permanecer fuera de ella todo venc ia e n el interior de las celdas y de las tareas cotidianas de manute n­
la hora de la lista y el momen el día hasta ción. De esta form a, mamá y monstru o representan una división "sexual"
to de su cierre.
del trab ajo que pese a se r sui generis es ef ec tiva y oper an te, en tanto el
_,
monstruo realiza todas las labore s de limpieza, asco, pr eparac1on de los
MONSTRUOS Y MAMÁS:
LAS POSICIONES alimentos y cuidado de las que se encargan las mujeres ha �itu almen'.c; de
modo inverso, la mamá funge como jefe d e hogar: e s qmcn organiza la
La vida en el in teri r del pen dis trib ución d e las ta reas, resuelve los conflictos y dirime la orga111zac1ón
? al se organiza en torn
cen�al�s, q e explican ran o a algu nas posiciones
� parte de las relaciones cotidia del espacio en la celda.

la d1s tr1buc1ón d�I trabaJo y d nas de poder y
e l as pre rrogativas.
nes_ por� ue lo pnmero que n Hablamos de posicio­
os sorpren dió fu e la falta de
vanab11Jdad de estos puntos iden tidad y Ja DUEÑO Y SEÑOR: LAS MAMÁS
de organización de las r elacio
1� cárcel. No hay algo as í com nes soci ales en
o un "personaje ", q ue sedimen
t1ca_s ? deba mostrar te caracterís­ Como referimos, la mamá es el interno más antiguo en una celda Y q u ien
determinadas cualidades. De
pos1c10nes que hemos encon este modo, l as únicas
trado en la investigación, a sab organiz a la vida dentro de ella. Cu ando lo s interno s hablan d e la mamá,
Y el ":onst�uo, son e xtremas en er, la mamá me ncionan dos rasgos: es el más viejo y es quien manda. Así como se le
un orden de distrib
trabaJ o cotidi.•ano d ución del poder y d
supervivencia ; ambas resultan el at ribu ye el máximo poder, se indica que t iene capacid d par a dictar las
_ e
de la organización d e � _
l�s mJsmos mternos, no de una norma s que rigen la conviv enc ia en una celda. La le galid�d que permit e
atribución institucional; los nom
v1e n�n del got carcelario. bres pro­ esta posición es general en el ordenamiento de las relaciones entre los
� Asimismo consideramos que
una1erarqu1a, pue aunque sup no constituyen internos . Las normas q ue puede dictar e n su celda dependen de esta nor­
� onen poderes diferenciales y
te en las pre rrogativas, las deten una gradi en­ mativa mayor, que posiciona al interno más antiguo como mamá e1; e se
tan los internos en ciertos mom
entos de esp ac io. Por lo tant o, s i bi e n el ejercic io del pode r es local Y esp ecific o,
104 PANÓPTICOS Y LABERINTOS TJEMl'O, ESPACIO Y PODER: EL ORDEN SOCIAL CARCELARIO !05

la legalidad es ,?loba/ y general. Las relaciones de poder. en este sentido. "madre" que hace de "padre", con un jefe de familia y un dueño de casa.
aparecen sancionadas procedimental, pero no expresivamente: determi­ Hogar en tanto espacio de convivencia cotidiana; familia en tanto orga­
nan quién pero no cómo. La legalidad, esta pequeña normativa de la con­ nización de las relaciones. Una "madre" y sus subordinados. Una familia
vivencia, de las tareas y de los recursos, funciona como un diagrama, que y sus monstruos.
esboza con precisión ciertos aspectos en determinados espacios -tales
como quién debe ser mamá o monstruo y cómo se realiza la sucesión en -¿Cuáles son sus atribuciones?
. ,
una u otra posiciones- y deja indeterminados muchos otros, sujetos a -Pues él se encarga de todo, lo que se le ttene que dar a el, bueno,
acuerdos específicos y a regímenes diferentes. si rentas una televisión se le tiene que dar a él lo de la renta de una tele­
visión (Esther. 19 años).
Tiene el poder, se puede decir que ¡es el máximo poder en la celda,
La mamá resulta de una acumulación de tiempo, y el tiempo es una
porque es el más viejo' o sea, yo llevo tantos años aquí, entonces, todo
lo que está, todo cómo se maneja la celda, todas esas normas yo las forma de acumular prestigio. Poder y tiempo, en este orden, se encuen­
he puesto, todas esas reglas yo las he puesto, entonces tienes que aca­ tran vinculados. A más tiempo, más poder. Poder impuesto, resultado de
tar las cosas, tú como vas llegando, tú no me puedes decir qué vamos determinada oroanización social que estipula la antigüedad como funda­
hacer, o sea, tú no puedes poner condiciones en una celda. ¡Tú vas mento de las p;en-ogativas, pero poder también consensual y modifica­
llegando! ¡Al contrario! Debes de acatar y ganarte a la gente (Boris, ble. Ser más antiguo no significa, en este sentido, acumular superioridad
28 aiíos). sobre los otros internos; es una característica contingente y también va­
riable en la medida en que otros elementos pueden entrar en liza para
La mamá es el que organiza todo, la que organiza toda la estancia, res­ modificar el orden, por ejemplo, mediante el uso de la fuerza y el dinero,
pecto de que "¿Sabes qué? Mira tú vas a hacer eso, tú vas hacer lo otro" como ya lo expusimos.
(Leandro, 30 aiíos).
Por ejemplo, eres nuevo, tienes que acatar las reglas que hay en cada
¡Ah, ésas son las mamás! Los más viejos de las celdas, así se les dicen celda ¿no? Cada celda, cada dormitorio tiene sus normas, sus reglas. Por
aquí, los más viejos de las celdas. ejemplo, tú en tu celda, por la antigüedad que llevas, aquí lo mane jan
-¿Pero qué características tiene una mamá? _
así, haz de cuenta tú llevas "¿cuánto llevas, cuánto ttempo llevas aqu, en
-Es el que manda, es el que manda, es el que dice quién hace el la celda?" " ¡ No pus yo llevo cuatro años!" "¿Eres el más viejo?" "¡Sí'"
cantón, quién acarrea el agua (Rolando, 36 años). Entonces por lo tal como lo manejan aquí, eres la mamá del cantón. de
la celda, o sea, eres el que da las órdene;;. Realmente la prisión no es
Por otro lado, la mamá detenta una cierta capacidad de decisión y de nadie, la prisión no es de nadie, pero se ha creado una idea de que el
de gestión y combina las atribuciones de un jefe de familia con las de un más viejo es el bueno del cantón (Boris, 28 aiíos).
propietario. De este modo, no sólo organiza la vida cotidiana en lo refe­
La mamá es el más viejo de la celda. Él no hace nada ahí, él es el que
rente a las funciones y las tareas de los habitantes de una celda, sino que
manda todo, ése es el que manda a todos.
es "dueño" de la celda como espacio físico y puede vender los camarotes
-¿ Y por qué puede mandar a todos? .
y rentar los artefactos. También puede vender antigüedad, de modo que
-Porque él es el de más tiempo, por eso se le llama, se le d,ce ma-
si algún interno nuevo quiere evitar ser monstruo compra una exención dre o mamá ¿no?
a la mamá. Si bien un interno asegura que "la cárcel no es de nadie", -¿Sólo porque tiene más tiempo?
se forma cierto régimen de propiedad sustentado en la antigüedad. La . ,
-Sí, sí pus, al del tiempo se le respeta porque casi, aqu1 en todas las
mamá, de este modo, es "jefe" de hogar porque es "dueño" de casa. De canas, por su tiempo nomás, pero quizá uno puede ser más que él, que le
esta manera, la celda se constituye en una especie de familia, con una pone en la madre a todos y es el mero, mero ahí ¿no? Por eso, porque se
107
CARCELARIO
PODE R: EL ORDEN SOCIAL
TIEMPO, ESPAClO y
106 PANÓPTICOS Y LABERINTOS
a lavar la
i, p e s el que los man
da , "1,. sabes qué? ' tú vas tes"·y '
lleg a h, lo ras
Cuando u, te vas a po ner a lavar
a us s t
ha visto, yo en las celdas que he es tado, bueno que convivo, no que he a poner a �a:�r � t lo s tras-
ta za y tú te v as ece di ario , l var
di as iano, digo dos v
s a
estado, que convivo, yo he visto que llegan nuevecitos y le dan en la
ya 1· Nada más, dos , dos l m an 2 ana y a mediod
ía y en la tarde,
madre hasta la mamá y ¡pum! pu s se quedan los chavos de mero, mero vec e , en a
tos , los tr astes son tre s s
barrer, que e s té lim pio, la celd.ita,
¿no? (Nico, 32 años).
pu , nom , s-l ª� ªr l a taza y a
y el otro a
62 años).
mos , nad� más (Adrián,
s

donde ora sí donde v1v1


S e distingue , así, una polarida d en las relaciones de poder y en las dormi·ton·0, en el canton ,
hacer tú l as cosas en el
atribuciones éticas; por una parte, el mero mero es quien puede imponer -¿y por qué tenías que
su vol unta d a los internos en una celda ( tal como lo veremos más a delan ­ al que llegaste? . .
digo, s1empre el más nuevo hace las cosas.
-Porque pus, como le 'I
-
te con el cabrón) median te la fuerza si es n e cesario, y pue de trastornar el tenías qu� hac e rlas ,
orden de sucesión temporal y de jerarquías contingentes. Por otra parte, - . y quién te dijo que mpo ahi.
vo que ya ll v a el m ayor tie
la mamá, en tanto interno más antiguo, es el "bueno" d e la ce lda , no por EI �ha e

-¿Por qué él? en una estancia,


virtuoso, sino por su poder de decisión y gestión. El mero mero, esta nta, en un dormitorio,
-O sea, porque, haga de cue . que es la mama, del
reiteración performativa de un poder n o cuestionable ni enfren table , y la ue y a llev a mas , t em o ahí dicen
s iempr e h y uno q nces él fue el que me
nar � ; os �e;ás ento
a
bondad de la mamá (bo ndad de su poder) s e interceptan en tan to formas ne q e o rde
cantón, el que tie aban o me castigaban.
u
no lo haci a pus me p�g
de construir determin ada s relaciones d e poder en tre los internos. Nico empezó a decir eso y _si ?
dice , no obstan te, qu e el mero mero le pued e dar en la madre a la mamá -¿Cómo te castigaban . 'I
.
de un a celda, de stituyéndola mediante lo que le es propio: su mat ernidad -Toda l a noche parado .
o h bía en : se dorm1tono .
social, que obliga a sus pr otegido s a obed ecerl e. Le da a la mamá en su -¿ C uánt s a
.
madre. Otra reiteración del poder, pero para una operación inv ersa: .des­ -14 (Demetrio, 18 anos)
udo.
titu ir a la mamá de su posición y permitir al mero mero ocuparla e n su
mo una fa milia la
c elda es un pequeño fe
Así amb ién, ta n to co . ' s c ión q se
· · n tes . Tamb1e, n hay un orden de
ue
remplazo. Lo que tenemos es una nueva mamá; la reiter ación del poder t u es

st n señ ores y sirv ie . sale libr l suc ede


empieza don de ter mina, generan do los mismos resultados . Exi mamá e e
, el ti.emp o· si una .
e
gun alquier i�ter-
organiza, otra vez, se g ü d�d . De es te modo, a cu
en de : y se despeJ e el
quien sigue en el ord
ntl e
Ya dijimos que la mamá p uede v end er una exención a un interno nue­
r mama, basta
con que acumule años
pu ede to car se mpo r alidad acu ­
vo y e vitar que cumpla las funciones de monstruo. Pero pu ede venderla no le
está resuelta p
l respeto a la te
camino. La sucesión ú sus reg l s y permit_e
�::ciona seg
a
porque es prerrogativa suya instaurar a un interno -o a varios - como os h abla
n

monstruos. Esto sucede en un momento específico, cuando u n interno mul ativa de la q ue h �� :� p erma n ente y re solv e la organ�­ r
ic10 nes e do
ner mb s pos lidad propia
mante 1rma y sostiene la lega
a a
aca ba de llegar a u na celda , sea porque ingresó a l a cárcel poco a nt es o s10?, co nfi
La suc i, como h a-y
zación de la celda.
e n
. . Ent o c s as
porque lo cambiaron de celda. En este sentido, como lo anotamos , pa ra eferim os antes
n e
la q s r ' na pequena
de los internos .
no
, n y su desempeño. U .
a ue
ubica rse en u na p o sición o en o tra todos los procesos de acumulación
hay nor mas P ara su asunc1o . mam1·ento.
Posicion . es, a el hac
funcion an sólo dentro de cada celda y no son traspa sable s a las demás.
n
.
el encier r o, un
orden fu ncionarial p ar n deternu-
.
Podría suce der q ue un inter no antigu o en una celda fue ra trasladado a bur ocr ac i a e . . arn b. , n com o car gos e
.
er cad � pos1c1
,
o n t ie
otra, cuyos habitantes tendrían más antigü edad q ue él, y así fungiría Podríamos comprend -feudal , como expusi ·
mos- que dispone
ació n d el t rabaj o onst ruo
como monstruo. O que en una celda llegaran constantemente internos nada organiz . co leta de su fuerza de trabaJ o - el m
lg os l x acc1o , n m? ,
. total de Otro sobre dic ha fu za - 1 a
nuevos o salieran en libertad los antiguos. No obs tan te las posiciones son P ara a un a e
. er
. de
sirv iente - y 1 a d ispos1c1on el s pacio
fijas; quienes cambiarían permanentemente serían los individuos que l as co m o
t sólo fu ncio n a e n e
No ob�tan ,
mamá como señor-. v e z que
te
ocupan y su ubica ción en el diagrama d e posiciones. go as1 como �: �a
sta de las mamás; una
p s h y l
la celda, ue no a a
TIEMPO, ESPACIO Y PODER: EL0ROENS0CIALCARCELARl0
109
108 PA 'ÓPTICOS Y LABERIJ\:TOS
parentesco pa ra decir que "no es mamá de nadie". Si no hay manuí, no
el inte rno tra nsita a espacios mayores se enfrenta con otros regímenes de hay hijos. y c a da cual debe asumir un p apel adulto y autónomo. En vez de
pod er Y otros "sistemas
· económic os" · Po r eJ·emplo · en el espa cio may or familia, se constituye un colectivo de igua les, en términos relativos. En
¡ · .
· ' ba sad o e,1 la venta permanente
de pen al existe uno de trpo capitalil"ta otra c eld a, si bien n o hay mamá, se ma ntiene la ascen dencia d el tiempo
.
de drogas, que mstaura � algunos c omo padrinos -l o s duefios del trá­ en la orga nit.ación de las tareas, c omún a las otras celdas.
_
fico Y gen era una red mtensa de ven dedores y consumidores asiduos
:-
un sistema de prést a mo, de intereses y de pago. Es distint o y funciona d� - ¿Y uno de ellos es la mam á?
a él no le gusta pues,
mo do mdep end re nt e del que hemos descrito para las celda s. -Sí, se le menciona así como la mamá, pero
le digan la mam á, porqu e él dice que él no es mamá de
no le gusta que razonamos o
nos, todos pens mos,
na die, que todos somos seres huma
a
-Y cuando se fue libre ¿qué pasó?
est rle iciend o a la gente ¡qué hacer y qué no ha-
Pus se queda e! que le sigue, haz de cuenta que usted, un suponer, sea , no tiene por qué a d
-: ·
que usted es la ma ma que lleva más años 1,· no?• y Juego yo ¡e sigo, que cer! (Yenustiano, 33 afi os).
vengo tras1to e el, uste se va yo me que como m má y es iou
O alito
. ,
a d d do a
com� �sted que nos trató, que "tú vas hacer esto", que' as/bueno, asi yo -¿No hay mamá?
re está el más viejo
tamb1en los trato. -No hay mamá, con nosotros no, pero siemp
-¿A usted no le ha toca do ser mamá? (Esteba n. 28 años).
-No, no, porque ha bía otros que llevaban más tiempo y que tenía n
_
más sentencia más gran des que yo (Rolando, 36 años). Otra posibilid ad es que la igualda d resulte d e un equilibrio de p oder
entre los internos que habita n una c elda y de relaci ones anteriores al en­
-Y la � a má de tu cantón ¿cuánto tiempo lleva? cierro. En este ca so, tal equilibrio y tal c onocimiento previo favorecen
-Cmco años, ya está por irse en agosto.
una organiza ción igualitaria de l a s tareas y de l as prerrogativas. En con­
-¿Y qué pasa cuando ella se vaya?
tra ste, las posicione s de mamá y momJruo resuelven la convivencia entre
-Cua ndo ella se vaya, la segunda persona que queda en su lug a r
pues de hecho sigo yo, de hecho sigo yo. sujetos desc onocidos qu e no necesariamente quieren estar juntos, y p ara
-¿Te va tocar ser ma má? e llo dispone de un orden oblig a torio y no evitable.

-Según sí, aquí, sí claro.


-¿Cómo te parece eso? -¿Pero tú eres la mamá ahí?
no por no querer decir sí
-Pues es a lgo ya este, más gr ande, es algo que tienes que ver, por- -No, no ¿cómo te lo diré? no por querer,
_ ¿sí entiendes? Y todos co­
lo
que de hecho también aquí los c ustodios saben o sea,, q u1en·, JIeva ¡l\ b a- ¡no! En mi celda , todos nos organizamos
, o o sea, hasta han llegado los custodios ¿quién
tuta ,de cada canton ¿no? o sea , quién es el más viejo de ca da cantón y operamos para lo mism
ninguna mamá! Aquí todos
aqu1 las reglas ,se respeta n y se siguen, de hecho, y ya yéndose ella, p�es es la mamá de aquí? ¡No. pus aquí no hay
hacemos por igual las cosa s.
�o me quedan a a cargo de la estancia y viendo de que Ja estancia si a
igual de tranquila como hasta orita, eso es en lo que me cae a mí' de q�e -¿ Y por qué no tiene n mamá?
_ que vivimos en mi cel-
siga igual (Sara, 35 años). -¿Por qué? porque más que nada todos los
pero los que vivimos en mi
da, es un punto a tocar ¿no? no te lo dije
que nos conoc emos de la calle, por coincidencia
No obstante, pu ede suceder que una celda se organice de mod os d is­ celda somos personas
son de la colonia Argentina,
.
tmtos. Esto lo encontr amos especialment e en las celdas q ue agrupan a llegaron a la celda ¿no? unos amigos que
. s, hay unos amig os que son de la siguiente calle don­
mtcrn? s de clase m edia, quienes elig en formas más igua litari a s de dis­ que nos conocemo
de aquí, sino que nos conoce­
_
trrbuc1ón del pode r e incluso rechazan el uso de los términos del argot de yo vivía, o sea, somos conocidos no
l calle y enton ces, por tal razón convivimos bien.
ca rcelano marr�á y monstruo-. En una celda la mamd 110 quiere que mos del exterior, de a
la escoba y me
yo he agarr ado
-_ yo por ejemplo si veo sucia mi celda,
la llamen as,, segun el relato de un intern o, y se remite a las rela ciones de
l 10 PANÓPTICOS Y LABERINTOS TIEMPO, ESPACIO Y PODER: EL ORDEN SOCIAL CARCELARIO 111

pongo a limpiar, veo afuera de mi celda que hay trastes, los meto en el -¿ Y quién lo puso a hacer eso?
bote de los trastes, o sea, vaya que todos, todos organizamos la celda -Pu es el que ya tiene más tiempo ahí, que le dicen la mamá o sea,
_
(Bons, 28 años). el que, suponemos el que ya tien e más tiempo, unos 4, 3 años, 5 años,
ése es el que manda ahí, los manda a todos (Adrián, 62 años).

LIMPIAR Y OBEDECER: LOS MONSTRUOS -¿ Y qué pasó cuando llegast e al cantón donde estás, cómo te recibieron?
-¡Ah, no pus! Bu eno, cuando yo llegué me recibieron bien ¿no?
Debemos anota r que este análisis se conforma con relatos y versiones me dijeron "¿de qué barrio eres y de dónde eres?" Ya le em pecé a decir,
_ dic e "no ¡ya te la sabes!" "¿No? pus, ¿de qué se trata o qué?", "hay que
elab �rados por mternos que se encuentran en distintas posiciones en las
mantene r limpio el cantón, cubetas ll enas y todo llenas y trastes limpios,
r elaciones de pod �r y la distribución de los trabajos que hemos descri­
_ _ cantón limpio" ¡órale ! "Mañana te va decir el chavo que hacía todo esto
to antes. S1 bien nmguno reconoció abiertamente que fuera la mamá de para que", entons el chavo ya me empi eza a decir, esto va así y esto va
una celd�, algunos �e los entrevistados eran los más antiguos y les co­ acá, y esto se lava y esto no se lava y esto se acomoda y esto ¡órale ! Em­
rresp�1 �d1a oc�par dicha posición dentro de la legalidad y las formas de piezo ya al siguient e día, al tercer día sin que me digan ellos, entons yo
suces1on analizadas. A la inversa, varios de los entre vistados cumplían ya sé lo que tengo que hacer ¿no? (Crisóstomo, 22 años).
co� las labores asignadas al monstruo en este contexto y Jo declararon
abiertamente. Para analizar esta última posición hemos comparado las Un interno que es mamá de su celda dice que la instauración del
_
ver�i ��es de mternos que ocupan -sea efectiva o simbólicamente- la monstruo corresponde a un "bautizo". Adquiere la forma de un ritual
pos1c10n de mamá con las de los monstruos. En muchos puntos los re­ de paso, que adentra al interno nuevo en e l mundo al que ha llegado,
latos son semeJ �ntes a los anteriores y dicen cosas parecidas; el énfasis, posicionándolo de una manera específica durante un tiempo; especie de
no ?�stante, esta en la especificidad que otorga al discurso elaborado la periodo de transición entre el ingreso y la integración consistente al colec­
pos1c1ón que se ocupa. tivo de los internos. Curiosamente el "bautizo" se resuelve en agua: lavar
la ropa, las cobijas; añadir limpieza -y pureza, como en todo bautizo­
El monstr �o se instaura apenas llega a una celda un interno nuevo. Es un ª la suciedad previa. 57 "Por nuevo, como decimos 'es el bautizo', es tie­
resu !tado mmedia�o y macizo d e la "novedad" de un interno entre Ja po­ nes que lavar las cobijas de todos, tienes que lavar la ropa de todos, y eso
_
bl �cion. La :e�epc1ón, además de la violencia que referimos en puntos an­ nada más lo vas hacer durante un mes, dos meses" (Chino, 55 años).
tenor �s, esta signada por una orientación instructiva. Los otros internos, y Si bien existen formas para e vitar ser monstruo (según la voluntad
espec1ficamente la mamá, le dicen al nuevo lo que debe hacer. Resalta de la mamá de una celda) que p e rmiten ciertos márgenes de negociación,
en este punto que la mamá ejerce un poder consentido por los otros in­ cuando éstas no funcionan o el interno nuevo no las puede gestionar (pa­
ternos de una celda; en la medida en que "representa" los intereses de la gando, por ejemplo), la imposición de los que se encuentran ya en la cel-
celda, los ?tros se suman a sus decisiones y las apoyan. En este sentido se
puede decir que �¡ monstruo es una creación colectiva y una imposición 57 Como dijimos, citando a Douglas, nuevamente se trata de situaciones Jiminares y
_ se requieren ciertos procedimientos para sancionarlas y transformarlas. Otra vez se juega la
de los mternos mas �ntiguos en su conjunto sobre los más nuevos. Vimos
_ impureza mediante el juego entre el agua y el bauti:o. Si la cárcel es un infierno, y contiene
que este c'.11"1z colectivo también era propio de la violencia que se ejercía en sí misma un potencial de abyección que se debe resolver, el monstruo es una especifica­
contra un mterno que acababa de llegar a una celda. ción de este cariz avernal. Tal vez una primera respuesta a la pregunta sobre el nombre que
se le impone -monstruo- esté relacionada con esta escatología y teratología del espacio
m � pasaron para el dormitorio, ahí sí ya no me golpearon carcelario. Por otra parte, la monstruosidad del monstruo puede radicar en alguna medida
�cá cuando_ en su distancia respecto al orden carcelario, al que se debe integrar obligatoriamente. La
¡ me reganaron. Pero y luego, luego me pusieron hacer algo que hiciera
monstruosidad es una estrategia del mismo orden para reclamar su hegemonía y su domi­
yo, lavar trastes, lavar el cuartito, ahí on'tamos. nio. Véase Braidotti, 1996.
112 PANÓPTICOS Y LABERINTOS TIEMPO, ESPACIO Y PODER: EL ORDEN SOCIAL CARCELARIO 113

da y de la mamá sobre quien ocupe la posición de monstruo se sustenta, dijeran, al siguiente día me levanté, agarré, ahora sí que agarré mi desa­
en último término, en la violencia. No obstante, el interno puede aceptar yuno, llegué, lavé los trastes, lavé el cantón, limpié y acá lavé cobijas y
de forma voluntaria hacer lo que se le ordena; casi no tiene la opción de ropa y vieron ellos que acá y ¡ al contrario! Me dijeron, "mira ¡ vientos
elegir otra cosa. Es una elección relativa y que se sustenta, más bien, en por ti cabrón! Ahí luego, luego se ve que tienes empeño" (Crisóstomo,
formas de remplazar la obligación o de comprarla. Pero la voluntad que 22 años).
dispone a un interno como monstruo no es personal, sino colectiva, y
forma parte de la legalidad que hemos referido; sobre quien se niegue se Quien es conminado a ocupar una posición puede aceptarla e incluso
yergue la amenaza del castigo que ejecutarán la mamá y otros internos asumir la tarea según un derrotero ético: el bien de la celda. De alguna
de la misma celda. Podría suceder que fuera expulsado de allí, lo que no forma, la posición se establece mediante un contrato, que no siendo es­
altera la legalidad, sino que la exime de resolver una confrontación es­ trictamente voluntario, sí está signado por la legalidad referida y una
pecífica. La ley sigue imperando: acatamiento, compra o expulsión son cierta adhesión entre los "contrayentes". Si bien la violencia es un mé­
sus resoluciones. todo para lograr el acatamiento, la posición se sustenta, ante todo, en las
palabras que se pronuncian, que así como distribuyen las tareas, otorgan
-¿ Ypor qué ha tenido que hacer usted la comida y la estancia? cierta densidad a las relaciones y a los destinos dentro de la cárcel. In­
-Porque, ellos dicen que no estoy ahí todo el día, que tengo que sisto: el punto es marcar que las posiciones no se pueden sustentar sólo
recuperar su día, "no estás todo el día, te haces la comida, lavas los tras­ en la violencia y que existe, en alguna medida, una forma ritual para es­
tes, subes algunos botes", y pus yo no les digo nada, no les contesto, tablecerlas y conminarlas. Como en un matrimonio, el marido puede ser
está bien. violento, pero no es la violencia la que sustenta el contrato. Asimismo,
-¿Ypor qué no lo hacen ellos? como uno de los entrevistados reconoce: "finalmente, esto es una cárcel".
-Pus porque dicen que, pus aquí se les llama mamá a los que ya
El contexto determina el contrato que se puede establecer. En la celda se
tienen antigüedad, que ya tienen años aquí y se les respeta, pus no se les
produce una intersección de los significados y prácticas que remiten al
dice nada ni se les contesta.
-¿Ypor qué se les respeta? espacio familiar con otras que provienen de formas políticas de asocia­
--Pus porque si uno les contesta te agarran a golpes, o sea, te hacen ción: un vínculo cotidiano de supervivencia y un contrato que ordena las
cualquier cosa, nunca te tratan bien. relaciones. Violencia y palabra; gesto y destino. De este modo, una posi­
-¿Cómo cualquier cosa? ción es la cristalización y especificación de una trama y una red de rela­
-Pus ya te avientan el agua, te queman, pus está uno descuidado, ciones de poder que no pertenecen ni se limitan a un individuo particular,
está uno lavando los trastes, por atrás te llegan te empiezan a prender sino que pasan por él, con un énfasis colectivo y anónimo. Un individuo,
una servilleta y te empiezas a quemar, entons, uno por no tener proble­ ocupe la posición que ocupe, será sólo un nodo en estas relaciones.
mas yo digo ¿qué me cuesta hacerlo? y ya lo hago, ponen la mesa, co­ Como se menciona en otra cita, se apela a una lógica del sistema
men tranquilos y ellos están comiendo bien y uno está ahí calentando las
que es en sí misma incuestionable, y que es lógica en tanto natural y
tortillas (Fulgencio, 35 años).
evidente. Si algo que es estrictamente social en su construcción aparece
Ora sí, como dicen los chavos ¿no? dicen que estamos en la cárcel ¿no? como natural en su justificación, entonces estamos ante una ideología o
pussss, es lógico unos golpes o si no, o sabes qué, si no quieres hacer ante cierta operación ideológica. Una ideología de la cárcel, que desglo­
nada, búscale, búscale otra estancia donde te acomodes. sa posiciones y legitimaciones y que es recursiva en sus aseveraciones:
-¿Ya ti te golpearon? una cárcel es una cárcel, así como el mero es mero. La recursividad es
-No, no, porque cuando me dijeron " ¡ sabes qué tienes que hacer un proceso de naturalización. La cárcel es cárcel y, por lo tanto, violen­
esto y esto y esto va aquí y esto va acá y esto se lava y esto no se lava cia, insultos, fajinas, deberes... El mero es mero: la identidad precede
y esto se limpia y acá y allá!" y vieron ellos mismos, sin que ellos me a la acción y la constriñe. Identidad de la cárcel consigo misma y del
!14
PANÓPTICOS Y LABER
INTOS
TIEMPO, ESPACIO y PODER: EL ORDEN SOCIAL CARCELARIO 115
mero consigo mismo. Ve
mos que el poder opera
y l a identidad, afirman media nte la recursividad . .
do lo que sostiene, , ocurre, quien era monstruo "escap a y descans�"- Se e�tabl ece
la suc es1on
ante cualquie r anticipando una aseve
descripción posible. ración una pequena - caree
, 1 den tro de la caree
, l , formas concén tncas de mterna-
monstruo como una deuda Esta lógica esgrime la .
con e l colectivo, que "novedad" del
doméstico e identifi se pag a mediante trab miento y de encierro; grados consecutivos de li bertad vin culad os con el
ca al orden señalado ajo tiempo de permane ncia.
para c ualquier posición como un acreedor ge
y destino (no sólo el neralizado
mama'). Orden social que monstruo sino ta mbién .
se pliega sobre sí para la -¿ y qué pasa s1 llega a1 gu1e· n nuevo a la celda ?
entre sus propi
as form ulacio
surgir denso y compacto
nes, l ógico en
sus formas y rel acione -¡Ah, no pus me quitan a m1, de I os deberes que se deben de hacer!,
de todos sus efectos s, causa
. Todos l e deben su su en tons, me toca a mí .corregirlo al chavo.
e rte y sus avat
El monstruo, lo hemo
s visto en muchas cit a res.
_ 1.,. Cómo corregirlo·?
res d entro de l a celd as, rea liza div . · mplo ' que no está haciendo bien .
a, todas relacio ersas l abo­ -Sí, sí de decirle, por eJe el aseo.
y la supervivencia nadas con la reprodu .
Es lo qu e hemos entend cción cotidiana "No estás haciendo bien e1 as e0' esto se hace as1, y así, esto y con esto se
fica de división "se. xu
al" del trabajo
ido como una forma
esp ecí­ lava los tr astes y con este bote se usa" t.,. no?. ya le empiezo a decir todo
sólo con posiciones cr . Una división sexual, p eso (Crisóstomo, 22 afias).
e ro sin se xo,
ead as p erform
ativamente. Si
nar dicha divisi tiene se ntido m encio­
ón y su carácter sexu
mayor qu e sucede en al es porq ue r y pues, y ora s1, que a como van lle gando, pus, si yo llegué p�imero, yo
eplica otra e
torno a la reproducci xterior y
labores a las mujer ón social, que
destina ciertas soy el que lo voy a ordenar lo que van ha ce r' llega otro, lo irnsmo, pero
es y otras a los hombre si llega otro, ya entons ya, Ya cuando ya son tres, entons van cambiando
está n comi en s - "comen tranquilos
do bien y uno e stá y ellos
a hí cal entando a como va llegando, lo van porn. endo, ento ns el otro ya se escapa, ya
ante todo, es
una forma de distrib las tortillas" - , y que,
uir el pod er medi descansa (Adrián, 62 años).
acatami ento. ante el m ando
El monstruo la va, y el
sacude, desinfecta... cocina, tiende, ordena,
Curiosamente, los intern carga , acarrea, . .
las cosas, frente a las os dicen que le toca Pero tamb ién se habla de una pasion. , Rolando dice que cuando lle-
pal abras pronunciada hacer ga otro más nuevo, entonees el monstruo que lo precede se desafana de
palabras ante cosas, s: un hacer fren te a un .
volu ntad ante trabajo. decir, La fajina. Tenemos la corr ecci? . n de un monstruo por otro, pero tamb1en ,
cosas se hacen El pod Las órdenes se emite
er sigue este d n , las
pero los resulta. dos so errotero p arl
anchí n e n su
Pasión -afecto- en el tra�aJo, que finaliza c uando ocurr e la su cesió n
n muy concreto operación, entre los monstruos. Una virtud ' como lo hemos mencionado, qu e se
se trapean, comidas s: camas que se tien
que se preparan. d en, pisos que .
de spli e ga como voluntad an te un ord en me . ludi"b]
· e ,· una correccion , que
Ahora bien, también
encontramos un orden suste nta la continuidad del orden -Ia _s ecuencia de los mandatos y de1
monstruos. Orden inverso de sucesión para los
respecto al que rige p control, como refiere S ara- y u na pasión que vincula al suj eto con sus
más se conforman por ara las mamás
. Si las ma­ . .
una celd a, así como
antigü edad, el
monstruo lo hace por accion es -la fi . . - y que otorga al hacer una d ensidad emociona1 ' un
a¡ma
y otros comienzan
llegan in ternos nue vos novedad. En
unos dejan de ser monstr afán. Las palabras se une n eon las cos as se gu
.
,n e stos modos: virtud de 1 ª
a serlo. Sin e
mbargo, quien era monst uos voluntad , corrección de las conduct as y pasió n de la s acciones.
labor de enseñanza ruo asume una .
sobre qui e n lo remplaz Si de sglosamos los te,rrru· nos tenemos.. v1·rtud' corrección y p asión,
El monstruo nuevo here a. Un interno dice ,
da una ortopedia para corregir. así como voluntad, conduct as y accmnes. . Un a ética y una pragmat1c . a;
para sus tareas. Porqu su labor y una pragm . . .
e l a posición
del monstruo es de ática en la intersección d e amb as, la subJet1vac1 . ·ón qu e' como lo vimos an-
vo y disciplinario: carácter correc .
debe acatar, pero ta ti­ tes suc ede engarzada con la SUJ� . ci. ón. En este sentido la ortopedia de 1
las órdenes; se l e pide mbién debe aprende r
un modelamiento an a obed ecer
adscripción q te el régim e n de la mo,nstruo: su desig nación col ec tiv a y su entrenamiento individual son
ue supera la mera re celda, una . ·
alización de dos artefactos subJ ettva nt e8 , dos operaciones que esbozan una subjeti-
datos se traspasan de ciertas labores. Los m .
monstruo a monstruo. Otro an­
interno dice que cu a ndo vidad específica -v1r · tud y pasión- med·ante I un dispositivo de poder
-correcc1on- ., p ara delinear aspectos sub"Jet"vos i y corporales: voluntad,
1 l7
ORDEN SOCIAL CARCELARIO
116 PANÓPTICOS Y LABERJNTOS TIEMPO, ESPACIO y PODER: EL
su­
la cel da s� e�,nforma un orden que sustenta la
conductas, acción. Vimos antes que las disciplinas son técnicas; es a sí E n el int erior de ,
de qui ' h sta ese
esta má s abaJ·o"
en a
,
como el orde namiento carcelario crea un monstruo: técnica e individual­ . n. Ex1s
ce s1o · te suce sión si alguien º
s antes ' dicho orden só1o
·
n5tr· uo. C orn o diJ imo ·
mente. Est a tecno logía del tra bajo impone esfuerzos y tarea s a algunos, momento, fun gi'a como mo .
del mon5truo está asegu-
y a otros ocio. Tal vez éste sea un matiz in esp erado para un dispositivo estipula qui. én de
be hac' ·er qué cosa· L a "v1r tud" e senta como
. es el orden se pr
ad qu .1o erea pu
disciplin ario: prod ucir utilida d, pero tambié n desc anso, m aximizar el tr a­ rada por la misma legalid � e s m�nstruo por vol un t ad, en pri me r
ableci do. N a ie_
bajo para reducir las cargas. Lo que con una ma no se da c on la otra se nece sario y pre est nto los pro pios in-
. · o prescn be e i ordena mi e de
quita . Específicam e nte, e ntre los interno s no se trata sólo de un régime n tér mmo, smo Porque así l . ún a cualquier int rno , dado
ª
e
a expene nci. a com
de producción de bene ficios, sino de e xcepciones y de facili dades L a ternos; por 1o t 1,to, es un . alid d me .
cio nada
sido nuevo. A su vez , l a leg
a n
.
disciplina busca, e n este sentido, que unos h ag an lo que otros no quieren que en a1 gun , momen to ha . l pso sp ecífico de
sición, un e
mp oralidad para dicha po
a
hacer. La p asión, la voluntad y la virtud se encuentran dist ribuidas entre e stablece u na te cuando en una
. f o rm s e suc es1º6 n. N o obstante '
a mbos segmentos, o se concretan de mo dos particulares según de quien duración ava1 adO po r las
' a d
. . no o algu-
· u· edades cam bia p or la sal i da de alou
celda el ord. en de 1 as anug ·
0
se trate: para la mamá, no h acer nada y ord enarlo todo, p ara el monstruo ü d d s r el ativa s Y
ho orden opera sobre antio
a e
º e
obedecer y h acer lo tod o. La virtud del otro, su voluntad y su pasión. son n os de sus 111tegrante s , dic la pos ic ón d e monstruo.
vo en 1 ª ceId cup e i
determina que el más nue
el negativo de los propios: mamds ante monstruos. Pero, nuev ament e, los
individuos sólo son nodo s en e stas relaciones, no las de termin an Entonces, 1 a nov e da d qu. hace
e ª.,º
a 1 mons ruo no e
s estricta sino relativa;
e he mos men-
. dependiente d el .
orden de antigüedade s qu
es una novedad sign ació basada en el
se mantien e es es·ta de
n
-¿Yeso porque eres nuevo? cionado. Lo que s·1empre p r st ble c r qui én h ace las
ado en 1 a ca , ree1 ' a a e a e
-Porque soy nuevo, sí, nada más, llegando otra persona nueva a la tiempo de e stadía acumul
que, o sea, a mí que ya me había tocado haber hecho eso, ya a mí me toca cosas en una celda.
mandar a la que va llegando. o sea, decirle cómo es el control de ahí,
s cosa
cómo se hacen las cosas para que no haya errores y nada más. -¿Todavía te toca hacer la ;� mí que h ace las cosas, si se llegan a
no, hay g nte ab aJO
-¿Yquién te leyó el cartel? -Orita e
ya no es com o al
. , er otra vez, l as cos· as· , pero .
-Otro, otro gay antes que yo, otra persona igual antes que yo, ir ltbre s1 ya me t ocaría hac · do ciue s fue ron var ios hbres,
. _ Pasa
e1 ano e
cuando yo llegué, o sea, que había llegado anteriormente que yo, sí, pnnc1p1 . . 0, porque ya me pas· ·ó' mos
o 'lt"mo
u i de la estanc.1a.. de 11 c¡ue llegamos a ser baJa
nada más. yo que dé com ento nce s m e tocaban a m1
o en ta esta nci a,
-Yahora, en el año que ha pasado, ¿ha llegado gente nueva ? hasta 7, y yo quedé como u'!tim son tos que se
-¡Cl aro de que sí! tanto han llegado como se han ido, per o sí, yo as [ ... ] ont a que a h rente nueva, pus ya
hac er las cos
lo de los tras tes y tod o eso, pero
1ez� y t:;
ya no tengo que hacer nada. encargan de hacer ta hmp nus tian o, 33 años).
z me va a tocar a mí (Ve
-¿Quién lo hace? se llegan a ir libres, otra ve
-El más nuevo, por supuesto, sí (S ara, 35 años). nstruos
. do en e1 a cápite sobre los mo
os cita
Los f ragmentos que hem me nte h bí n sido
-¿Ycómo se organizan denlro del dormitorio las tareas, las cosas que nternos que era
n o reciente a a

corresponden todos a i r qu r mo s util izar frag-


hay que hacer, las fajinas? de la en tre v1s. ·t a. Aho a e e
monstruos en el mom ento , má en sus celdas o que,
-Bueno, cuando llegas aquí decoca dormitorio, son tres meses de s stan an en un a p s1·ción ele ma
fajinas, todos los nuevos, ya cumpliendo tus tres meses sales y los que mentos de quiene e .
; ente para habl ar desde otro
lugar
n l a antigüedad
su,ci
van llegando van haciendo la fajina; ahí en mi celda uno tie ne qu e hacer al menos ' tiene nstruo s.
m an,do _ sobre lo s mo
el cantón, tiene que lavar los trastes, acarrear agua para dentro allá de la -específicamente uno de re la distribución
de
A un i nterno, que e s ma ma, le p.re guntamos sob ie
celda, y también de tanto tiempo como van llegan do también los nuevos en qu e se po sicion a a algu n
l relata l a f or ma .
ahí en l a celda, vas, como quien dice, desafanando la fajina (Rolando, las tareas en su ceIda Y é . le toca h c e r l a faj ina con
al mterno a quien
a
36 años). c omo monstruo. Compara
118
PANÓPTICOS Y LABER
INTOS
TIEMPO, ESPACIO Y PODER: EL ORDEN SOCIAL CARCELARIO
la mamá, que es el "mer
119
o mero" d I
con insistencia, consiste celda. El comraste, lo
en que a7 ;º n .iruo -el hemos visto y va disolviéndose en tanto pasa el tiempo. Un preso antiguo e s men os
así le llaman- le toca interno reconoce que
,
hacer las cosas, � acarrear "corregible", en este orden, que uno nuevo . La disciplina -en su sen­
1ado, que al monstruo le el agua". n·ice, por un
toca todo el trabaJ.o, en tido lato- funciona como una forma de capturar mano de obra gratui­
de deberes para la mamá contraste con la ausencia
• qu1·en, no obstante es el ta que asegure la manutención de la celda; en su sentido estrictamente
da. Ante el trabajo, los ' " ":ero mero_ ,, de la cel-
internos orden " a � foucaultiano, opera como una forma de maximizar el rendimiento de los
no hace "nada" hasta e o.nas a PartIT de
quien
quien lo hace to:� · ;;r : individuos en el trabajo -régimen específico de adie stramiento de la
s

Virtud del "mero mero"• m nto es no hacer nada.


comO ya d'"'
IJlmos. ec onomía capitalista-. En la cárcel la disciplina, en ambos sentidos,
funcio na como una forma de disp oner de una fuerza de trabajo que se
-¿Usted dice que los mand
ó? dedique a las tareas de repr oducción, pero invierte el funcio namiento
- "La fajina" se le llama
. disciplinario y correctivo de la cárcel como institución: dispone la dis­
-¿Por qué?
-Porque van llegando. ciplina en el inicio y ordena una correctividad menor y difusa con la
-¿ y tienen algún nombr acumulación de años. En este sentido, un interno nuevo estaría mejor
e ellos? engarzado con el régimen disciplinario de la cárcel -al men os, el que se
-�o, ¡ah, bueno! Sí, se les
dicen "los monstros"
-¡, Y por qué monstruos? esboza en sus pronunciamientos formales- que uno antiguo, per o me­
-Porque son los que tiene .. diante la acción misma de los interno s antiguos. Los más viejos, quienes
n que hacer tod la faJrna
ª
los monstros, a Ja mamá , así se les dice: so n meno s corregibles según su propio ordenamiento, corrigen a los más
es el mero mero os mons
andan acarreando el agua . ? ( ' 3 2 , � tros son los que pus nuevos para convertirlos, finalmente -dada la legalidad y el orden de la
1, no • N1co,
anos).
temporalidad de los mismo s internos-, en "incorregible s". Vemos un
Relaci onemos esto con lo funcionamiento fantasmal de la disciplina, que en tanto se ejerce comien­
que hemos dicho sobre la . ,
!ataremos que tal mérito ideologia y cons- za a disiparse y a modificarse. Por una parte, el colectivo de los internos
. es, tarnb'1 én, una forma
zac1ón y de recursividad progr e s1va
· de naturali-
. . El mero mero no hace nada - dobl asume la disciplina para sus propios fine s , y po r otra, ellos mismos la
o negaci ón recur
siva del hacer- Ent nc e negaci. ón disgregan con el tran scurso del tiempo. Es como si los añ os disolvieran a
forma de diferenciaci ón s, p r un lado el poder es una
progresi�a d �os � eberes y la cárcel como in stitución.
o

del hacer en pos del : un abandono parcial


-
decir d ó�
misma cárcel, que empieza es-; p or otro, el trayecto
con: v_1 �� de la volunt de la Por otra parte, las mamás atribuyen a los monstruos una voluntad de ser­
las conductas y la pasión ad, la corrección de
de I as acciones term. lo, como antes vimos que se les pedía voluntad para cumplir y realizar
como destino final de ina por �ntr
· od UCJT . la nada
cualquier oder .'Poder las lab ores que se les ordenaban. El origen impuesto, que encontram os en
pero p oder de nada en tant de_ �ue? ��der de nada,
o p ode� de ,;Jo. otros relatos , aparece aquí invertido. No hay "creación" del monstruo por
que colapsa por saturació . . Imploswn nihilista del po
n e instauración der parte de la mamá, sino petici6n de un interno para co nstituirse en mons­
nada y en el que hacer es no de este vacw , en e1 que todo es
hacer. truo. "Haz de cuenta que, por ejemplo, fíjate, los más nuevos saben, ellos
Éste es un modo de co hasta saben o sea, llegan y, 'pus la verdad, sí quiero quedarme en tu celda
nstruir I s é nt . os est�1cta�ente opue
l o que la cárcel prom sto a
ueve entre s u; fi : es rehab 1l1tato nos, susten y pus dime qué e s lo que se tiene que hacer'" (Boris, 28 años).
en parte en el trabai ,o de l os 1'nternos. Antes tados Asimismo hay un saber que solucio na e stos trances: los más nuevos
. vimos que_a1 monstruo
deJa de serlo le toca correg . que saben -conocen la legalidad de los internos- y ellos mismos asumen
ir al q ue empieza . Entre l os internos el o
correctivo funciona' de m . rden
. odo inverso al que sostie . . . dicho saber como un deber y como un destin o -"quiero quedarme"-.
tiempo menos deberes ' . ne 1 a mst1tu c16n: a más
a meno s tiem po más Es un saber positivo, que permite comprender la legalidad carcelaria y
Ios propios internos . tare as · La corrección de
opera como un castigo a las pos iciones que dispone. Verem os que en el caso de la prostitución se
la novedad de un reclu
so produce una inversión de esta relación entre saber y poder, de modo que
ARIO 121
ELOROEN SOCIALCARCEL
120 PANÓPTICOS Y LABERINTOS TIEMPO, ESPACIO Y PODER:

individuos que se
pasan de listos, 11:g an d�
para quien es p rostituido se estipula un no-saber que lo hace se xua lmente Po rque much as veces haY na da" , enton ces no te dcJan otra
. , pues yo no h ago
nuevos y d.,ce11 "no er
atr ac tivo. Pe r o, en ambas operacio nes, es siempre u n sujeto u bicado e n
cosa más que aqu1 hay una ob .
r1gación cuando tú llegas,s tiepueness tequeobhac ligan
un lugar hegemónico quien establece esta gradiente de saberes. No hay un a c . '
.' y si tú t nieg a
d1st
ciertos queh aceres de l arga � ue �on obligaciones
e

golpeen ¿no· 1, p or. qué'I· porq


n a
saber de finitivo, sino estipulaciones específicas: en ciertas circunstanc ias
o 1os obl'1gan a que te . que ser tam-
1rncer 1 as [ J Entonces tiene
se estipula saber y en otras no. Pero en una y otra el saber permite una que tú como nu evo uenes que a y te g; tam b ié n la buena
1a, sea as·�ad
relación de poder y el pod er exige un saber (o lo contrario). En este caso, bién una persona que sea hmp
n

cuando se pide saber, cuando el sab er se supone y se estima prev io a cual­ voluntad de obedecer.
quier poder, es e l mismo poder el que dispone su positividad, así corno en ·Cómo l a buena voluntad? . ,
yo s q
to de ser positivo, dig amos,
el ca so d e la prostitu c ión esti pu al su negatividad. Si el sujeto que enunci a =bigamos tu compor,tamien vengo ;e i�1�
a sé de antemano, desde que
Althusser es prev iamente interpela do y es, por tanto, sujeto por esa misma voy a lleg ar de nuevo aqu;, y que h y que aca rrea
e hay allá adent r o
greso, y a sé de an ttman� o
r

ene ¿Por
a
anticipación de la interpelación, el sujeto carcela r io, da da esta positividad que hay que ma .t ner u a higi
agua, que hay que av ar a ce��' ya vienes
n

. elo , entonces ' si tú sabes,


n e
del saber, es p revi amente inter pelado por la c á r cel misma. Es como si es­ en e 1 su
tuviera preso antes de estarlo , de modo que se le puede exigir lo que no qué'I. po rque me voy a dorm1r . vol unta d de s ' por un uempo,
nuen es a la . .
con eso Y obedeces y te ma . . s1 no uenes
e a
es' P ro
necesaria mente conoce, sa ber lo que no tendría por qué sa ber. por s1empre I pues lo hac �
que es por u n tiempo, no es ahora aquí
e

l er o,. como de imos


pe eon
De este modo, si u n in terno nuevo no se asumiera como monstruo
por moru proprio, lo que se le impone es l a legalidad dura del encierro.
esa b?ndad y �r es..agresivo ' eres.
t
uY león", en to nce
tamb 1én y se dice co mo eres , . que pro vocas es que te lleves una
o u11 ; 1c
s lo ú n ico que pro vo-
Un interno aseg u ra que es "obligación" de los interno s nuevos hacer las cas es que te den en l a madre, n ada, es como
e p ue no quieres hacer
cosas, quiéranlo o no, y que d icha o bligación ha de imponerse media nte patiza y no de un o, de �.os o �� �� �: ventando la chamarr a, te echas en
g.
la violen cia si es necesar io -la violencia, entonces , aparece como un si tú llegas a tu casa Y s,emp
(Ch1110. 55 anos).
a

mec anismo co nsensualmen te aceptado para posicionar a un interno nue­ el sofá ¡pues qué vid a de rey!
vo como monstruo, l o dijimos ante s -. No obstante, ei mi smo interno ias a un a fan
aliza mediante las referenc ��
observa que "debe" existir una vol untad del intern o n uevo para ac ata r la Otra vez el orden se natur es y spe rables y que
. ' l ci n coti d as nor mal
legal idad que ri ge la vida de la c elda y p ara re alizar las tareas sin que se ha o un'hoº ºar, a l as . . a y avientas
e

u 5 "lleg as a tu cas
ian

111 d.
re a o es

le golpee. Habla asimismo de un saber previo que infor ma a lo s rec ién su pone c ualquier a conoce: �� : ::! :1 �o hacer nada-, tien es "u na
tr
lle gado s ace rc a de sus de b eres; pero exige, también, la "bonda d" d e ellos la chamarra y no h aces nad . llevar en l a cárcel.
e v1'da no se puede
a

este tip - d
para cumplir sus tareas. Otro matiz , de la disciplina que no funciona obli­ vida de rey"' pero que h ce n ada y ése es
su mérito:
o

gando en primer lugar, si no que espera un convencimiento "interio r", Un rey, como la mamá y el m:;: :::�:; :�:pre cual�uier hacer (feuda­
so st enerse en las
palabras P
una "bondad", del sujeto pa ra hacerla operar en sí mismo y sobre sí. Se interceptarse,
b ras 1 ª osas qu e vimos
entrecruzan un razonamie n to "legal" y otro pragmático: la voluntad d el lismo del lenguaje). Las pal� d de u sab er y un cierto
edian t ia �s�tivid
interno nuevo para realizar las tareas coopera con el b ienestar gen era l de en el �aso del monstruo, m ;e 1tmamá y el rey, de forma negativa:
a n

c
la celda , y específicamente con e l suyo propio, mediante la consecución emocionar, �e cruzan, en el labras -órdenes ,
p ::�en sostener ciertas pa
de la higiene del recinto. La celda se dispone como una especie de cuer­ sólo no haciendo nada se form tivi dad se requiere
l escena d e la per
po inerte que tiene "an imales" y plagas, y q ue debe ser asea da y man­ manda tos - · E nt onces ' en as en ciertas circuns -
a

puede hacer cosas e011 palabr


a
.
ten ida. Pero, otra vez, el espacio que sirve como referente es e l hogar: esta pregu nta·. l,quién. . lo hemos visto insistentemente . Pero no
duda'
nad ie puede llegar a su c asa a senta rse y no hac er nada . De esta forma , el tancias? No cualquiera, sm edan
ubi. ca en determm . ada po sición e l que se pu
acata miento corre por parte d el m onsrruo, q ue pod r ía negarse a realizar es un atributo d e quien se a - no h cerlas- · sino que
. r algunas cos
lo qu e se le encomienda, pero q ue reci biría como respuesta una golpiza. decir ci. ertas Pª1ªbras y hace . ar e la
a
estu d
o
ue 110 puede
s

at1v a , de modo q
la posic ión misma es perform
i s

Vo luntad y bo ndad contra los puntapiés posibles.


SOCIAL CARCELARIO 123
122 PANÓPTICOS Y LABERINTOS TIEMPO, ESPACIO y PODER: EL ORDEN
la
lo haga. Es una ley, una norma de
perform atividad del lengu aje sin estudia r l a perfo rmatividad del pod er, hacer, pus que pague y ya que no
imbricada en y con ella. Otra vez el o rde n en su especificación performa­ estancia. · qui· én sea?.
r qué deli· to, m
tiva, dist ribuyendo cos as y pala bras, sitúa a los individuos como nodos - . No im orta por qué venga, po presidente, pues más
ad , s lame nte si es el
-�o, no �mporta, n a o
y no co mo ag ent es, por así deci rlo; el orden pronunci a ciertas ó rdenes
gacho que pague una lana ¿no?
a ntes de que cu alquiera las diga, así co mo los internos estaba n "pre­
_¿Y pagando?
sos" antes del encie rro mismo. Todo está orden ado con antelación y la -No hace nada (Aníbal, 25 años).
performatividad, tanto del lenguaje co mo del poder, se fundamenta en
hacer!o?
cie rtas conve nci ones que s on actualizada s por dete r min ados individuos, -¿y qué pasaba si tú no que rías
pero que los anteceden. D e alguna mane ra, sólo se puede o rd enar l o que -P ues, paga ba dine ro y ya lo hacia otra persona.
se pu ed e ordenar y d ecir lo que se pued e d ecir. Como advierten D elueze -¿A ti te toca hace r la fajin a?
y Gu attari, el lenguaje va de lo que se dice a lo dicho y estipul a un con­ -Me tocaba.
junto de consignas que se engarzan al devenir de los individuos. _·Por qué ya no? 11 evo
u és de ocho meses que
-�orque h an llegado muchos desp
aquí, pu es ya llegaron.
N o obstante, c ualquier orden en la cárc el está llen o de excepci ones. Ésta
-¿ y cuánto tiempo te toco?
es, más bien, l a regla : disp on er salidas para todo s los mandato s, especi­ -Como dos meses.
ficidades p ara todas las norm as. D e este modo, existen algunas fo r mas _. y cómo fue h acer todo eso?
hicieran.
que permiten a un interno nuevo no ser monstruo en su celda -válidas -�o, pues yo pagaba para que lo
para su celda , exclusivam ente -. Primero, pag ando por que se le exima -¿A q ién le p gab a s? ,
as y ella l o hac1�, pues para tener
u a

de l os d eberes: un interno asegura que así como es una ley asumir las -A una de ahí que no tiene visit
la lista (Esther, 19 anos).
tareas cotidi anas, u na ley que se aplica a todo el que lleg a sin importar dinero, porque se tiene que pagar
quién sea, para quien paga la ley deja de funcionar. O más bi en, la misma
a u n acuerd?, que resulta en la ��
e
ley incluye una excepció n sustentad a e n el dinero. Se le puede pag ar a l a Otra posibilidad es que se llegue mo nu ev hast a
y con siste nt del mte
pulsión de la celda , cotidiana � da
e
mamá, que eximirá d e los deb eres, o se le pu ede pagar a ot ro i nterno para _
o mterno se va e can
erra . Se indica que dich
que l os asuma en vez del recién llegado . ra n u e ést a se ci o se po e
en el que debe regresar:_ cuand �
�� e: r!ere nci a al momento uye l mte rn o nu evo e
. Es un form a en que se excl a
-¿Y tú eres nuevo en el cantón? ca�dado a la celd a a
por sus
se le asignó; él debe resolver
-No, pues nadie me dice nada, no hago nada, no lavo trastes, no la vida cotidiana de la celda que n l cá cel. No hace
. a su supervivenci a
r
propios med'1os todo l o relativo
e a
acarreo agua, nada, nadie me dice nada. .
tiv est á d' isp onib l e p ara l os
recib e nada. Esta altern
nada, p ero t ampoco
a
-¿Por qué? a
. el inte rior del p enal
-Pues ya pasé por ahí, más bien llegué yo y pues la verdad, "sabes Pr esos que y t n un conocimi ento de la vid. a en. . .
nt os n0
ie en
'ó n. Un prime, nzo sm conocnrue
a
qué no voy hacer esto, esto, esto ni esto", " ¡ ah sí, pues sabes qué, pues es y pueden resolver su manutenc1 e un i s p erm ane nte
tanto !", "Sí, no hay bronca", 300 pesos me pidieron, "sí ahí están". pues se pondn o
pod rí a optar por este acuerdo,
n r e
a
_ J
t s d1fic ul a es p ara su ali­
-¿Quién te pidió eso? os internos y t nd ía fuer � .
ante el ata ue de otr
e r e
aJO,
-El más viejo del cantón " ¡ sabes qué ¡son 300 pesos!", ahí están siste mas de intercamb1os �ntre t r;b
y háganse bolas, pero yo no hago nada, llego a la ho ra que quiero, me mentación�, queda.ría fuera de los _
erv1venc1a. D e orma
n y medios de sup
due rmo a la ho ra que quiero, tengo mi camarote, tengo ahí una televi­ esp acio para habitar, protecc1'6 un a manera de evitar
la cárc el pue de se
seme·ante tene r conocidos en
r
sioncita chiquita o sea, llego a la h ora qu e sea y no me dicen nada, nada
res entan una antigüe
d ad qu e se dona al
de nada. P us ora sí que es, ya es una como una ley aqu í de la cá rcel, ser �onst;uo· l os conocidos rep n de monstruo es una
avala . E n contraste,
la posició
algo que se tiene, lo tiene que hacer de una u otra forma, si no lo quiere recién llegad� y lo
124
PANóPTrc
os y LA BE
f;orm a
RINTOS
de rec onoce r
12'.
a .en lle a
TIEMPO, ESPACIO Y PODER: EL ORDEN SOCIAL CARCELARIO 125
c alib rar sus
pe comporta :;z g , al cual se d eseo
n o� e ; es
de �on fücto en tos y un modo d e
irr p ara la cel costum bres dete rminadas en alguna medida por la misma institución y sus tecnolo­
gías, pero que también la recrean, la de splazan y la transforman.
i:,:;;�::�yd:i�,;,:,: �: :':::·:� :u��:�:i:�:v:�::::;, :;;;;;,c�:
ti,
d
º

Es así como el orden social que los mismos internos han creado (me­
I

�ran las c eld ·' . ,es llamado candado· p ar en su repro duc


as. La r s ción diante una acción cotidiana, y también producto de un sedimento históri­
y
n correspo
el º nento
nstan te; pe ro n d e r í a, p � : '. en que se c - co) tiene dos característica s centrales: es circular e ineludible. Es circular
c � ie
aJ
�e s uenfa �� a e
no, a se
u tiemp o y de ac10 interme re ciso porque todo da vueltas en él y ninguna posición está asegurada, y es
a
�� �¡ dio : �:; � ?
1

p sus acti d e ne
podna dis
es en forma ineludibl e porque funciona según una ley -la Ley de Herodes- que dic­
e relat.iva. p oner
-· l Le h a tocado tamina que de algún modo se cobran las deudas de cualquier tipo que se
·- Obede obedecer?
cer, sí, me h 'a contraen, y que el pago no se puede evitar. La circularidad y la inevitabi­
-¿ y qué p as toca?o obedecer. lidad de este orden se sustentan, por un lado, en un régimen de silencio
a si h b a
-Pus haga ª l pleito? ·
haz a¡ go,, y' de c uenta qu e, que obliga a los internos a no delatar ante la institución lo que sucede que
no, nu nca no que ust ed es
r a, pus todo ma
la entre ellos; y por otro, vinculada de manera estrecha con este régimen,
;:;; q
r h ay que s a
carlo, ,,que ir s pl atic:�:n.'.11,; decía: "aquí en la muerte como modo final de pago y de cobro de cualquier tipo de
u1e re hacer na g í
ue al candado ¿s abes qué?
dª· Yque se v ay a' a1 ·, deuda, y como forma de castigo y advertencia .
e

-· l Co'mo que se v candado


- -A la ho ra q aya a1 ca
n d ado ? Esto nos p ermite aproximarnos a una configuración de la disciplina
u e �os desp
n anit a, te salí
as v erta ban ue distinta de la descrita por Foucault. Si bien la institución funciona con
p or que no qu e ce una disciplina más bien lata, que "deja hacer" a los internos y no intervie­
erias �::�� 1�a r h:sta'q:e a;��::;� �t :: �d a, en Ja ma-
a

d: �o an do, v ez en la noc ne de modo sistemático en su vida cotidiana, ellos organizan un régimen


36 años)· he'
Cu an do lle disciplinario específico que se sustenta en esta obligación del silencio y
g ué yo , ya me
y as,1, y buen toco, 1as dos c
o osas en la muerte como garantía final de su ordenamiento. Ya lo comenzamos
nada más du llefó �t.;o, nomás qu e a él !�lav:: los trastes , subir el
er me aq no s a ron o s ea, agua a e sbozar cuando examinamos las posiciones que organizan la conviv en­
noche, y
él no hacía n :ªs h acer nad le dijeron , tú
se iba todo eJ ' , ad a, s no ,
a, te vas por a
hí y cia y la reproducción social en el interior de cada celda.
dla, don de ib r . que nomas dorrnía ah,I y llega s h asta la
yo estab a ahí se ib a a b añ
recibien do Jo quién sabe, llegab a h , ar y
j;
a
s golpes por n� che, mientr as
él (Fulgen:¡
�ª, anos). UN RÉGIMEN DE SILENCIO: LA BORREGA

EL SILENCIO y
LA MUERTE:
COORDENAD De este modo podemos afirmar que si bien existen tecnologías institucio­
nales, también hay otras creadas por los mismos internos. Una de ellas,
AS DE UN OR
�o que hemo DEN SOCIAL
n a que estud
s analiza
do h�sta ahor y es la que nos intere sa aquí, corresponde a cierto régimen de habla y de
iamos o s in d ic .
silencio que los internos instauran y administran. Tiene una figura cen­
n r
Institución carcela­
a
d��crib e en s
n

us an :i�s:�. fo °:1ª d e m anera mu:��:/ª nta a la que F tral, que permite su operación y que los presos llaman la borrega. Una
Casi nada co
b1?;_ no obsta
n te pan in cid e con l z oucauJt
t e�nco, es ici de s s
i
os ras os q
ue descri­
borrega es un interno que denuncia a otro -cualquiera que se a el mo­
más bien me � f , tui .
ciones El p g
tivo- ante las autoridades. Los castigos que se disponen para él son la

un to no e s ant
n

�s l�Verso al d e F ou olog1co, pue


s el cam
�nstitucion a caul� empeza
in º q ue h e e todo
muerte o el maltrato físico grave.
liz a dos, en s
t. -
mos y ternu mos reali zad
mstitución en us r lat os en los s
o
tre ellos a pa � os y experien cias :e - ujetos
n

rtJr d e sus °:1os en con tra -¿Qué es una borrega?


propias pro do la - Es una persona que es, vamos a decir para que me entiendas ¡ chis-
ducc10nes d
iscurs1vas,
moso! ¿no? que yo te golpeo a ti, tú vas a decir que yo te golpié, es un
TIEMPO, ESPACIO Y PODER: EL ORDEN SOCIAL CARCELARIO 127
126 PANÓPTICOS Y LABERINTOS

chismoso ¿no? O sea que vas de puto,como decimos aquí ¿no? Es que por cercar el habla y disponer de muros tras los muros, un encierro lin­
tenemos un léxico muy variado, aquí decimos vas de puto, a chivatear güístico tras los encierros materiales. La borrega es una figura liminar,
con el pinche custodio y dice que le dijiste que te pegué, que te golpié. pues en su denuncia no sólo desmorona el orden que en alguna medida
-¿Qué puede pasar con alguien que sea borrega? es propio y autónomo de los internos, sino que también impugna una
-Pues se puede morir, se puede morir, y si tardan tiempo, pero sí ética que reclama una distancia táctica respecto a la institución y sus
llega, ya sea aquí, ya sea en otro penal (Chino, 55 años). procedimientos. La denuncia que transforma a un interno en borrega
-su balido, digamos- no sólo lo convierte en un traidor ante sus pro­
Una vez andaba con un chavo vendiendo dulces y andaba tras de él 0 pios compañeros, sino que lo expulsa de su ámbito de pertenencia y de
sea, lo chinearon y yo nada más dije ¡qué transa! Y pus o sea, lo empeza­
sus relaciones sociales. Ante el habla de alguien, lo que se impone es el
_
ron a trasculcar, le quitaron sus cosas y yo pus ya no dije nada.
-¿Por qué no dijiste nada tú? silencio de otros. Balido y ostracismo.
-O sea,más que nada por el miedo ¿no? o sea, porque ahí a los que Vemos que lo que se juega en la conformación y el mantenimiento
van con los custodios les dicen los borrega. de un régimen de comunicaciones, que interpone entre los presos y la
-¿ Y qué pasa? institución -y sus autoridades- una obligación de silencio, y que per­
-Y o sea, y a_mí me dijeron,como yo vi todo, a mí me dijeron "vas mite en su operación la constitución de un campo autónomo de habla,
con el mono a decir y te vamos a dar en la madre saliendo del castigo y es la posibilidad de cierta libertad, sustentada en el lenguaje y sus usos.
te vamos a tener que ver" o sea x cosa ¿no? Por eso emerge la muerte como castigo,porque es la forma de imponer
-¿Qué es borrega? un silencio absoluto y radical, pero un silencio que permite un habla me­
-O sea, �az de cuenta, ves alguien que están robando ¿no? y tú diante su coacción. Este silencio obligatorio es un agujero en el cuerpo
ves to�a la acción y todo eso y piensan ¿no? pus orita voy y le digo al disciplinario de la institución, pues interrumpe sus estrategias de escucha
custodio quiénes son: a ésos dicen que se les llama borrega, a ellos (De­
y de auscultación y favorece la constitución de un espacio propio.
metno, 18 años).
El castigo de la borrega, su muerte o su maltrato, se sostienen en un
orden ético que enseña que todo da vueltas, que todo camina, y que los
Se ven cosas o suceden cosas de las que no se debe hablar sobre las
acontecimientos pueden cambiar de signo en cualquier momento, sólo
� se impone un silencio. Si la institución funciona como � 11 panóp­
ue
hay que saber e�perar. Chino dice que la institución núsma, y el sistema
tico, que procede no sólo por miradas sino también por comentarios y
_ p una captura del habla que entrega información y permite legal, enseñan a esperar, y que esta lección se aplica para conseguir el
den �nc1as,
_ �: castigo de la borrega, la venganza por su habla y su denuncia. Como si
_
la v1gilanc1a, la borrega -su castigo y su estigma- representa una
el tiempo mismo -su espera- trajera en su seno la venganza. Al tiem­
forma de velar dicho panóptico, de entorpecer su funcionamiento. Ante
po, dice Chino,hay que saber esperarlo. Su espera -la espera del tiempo
el pan ?ptico se conforman estos laberintos que reproducen, en el habla
en el tiempo mismo- permite y trae la justicia, la que interesa en estos
Y el discurso, la trama enrevesada de pasillos y estancias del edificio
casos: una justicia cuerpo a cuerpo, por así decirlo. Orden circular de
carcelario, como si se pretendiera que ciertas palabras se perdieran en
los acontecimientos, que parten de sí mismos para llegar a sí mismos. Si
sus meandros permitiendo el establecimiento de un campo de habla par­
_ hay justicia en estos casos no es por mérito individual, sino por un orden
ticular para los presos, delimitado por esta figura liminar de la borrega
_ que, en su circularidad, vuelve a repetirlo todo en algún momento; pone
Y por los usos espec1ficos de un argot y una gestualidad. Lenguaje so­
a unos frente a otros tal como lo estuvieron algún día y permite que esta
terrado del encierro. Tras el balido de la borrega se esboza un intento
memoria de la venganza y el encono se actualice y cobre sus deudas.
58 Foucault (2003) expone que el panóptico induce en el detenido "un estado cons-
.
ciente Y permanente de visibilidad que garantiza el funcionamiento automático del poder" [C]omo decimos todos: al tiempo hay que saber esperar, aquí te enseñan
(204). El panóptico pretende 111clependizar el poder de los sujetos que Jo ejercen de modo
a esperar muchas cosas, desde el primer momento que te enseñan a espe-
que sean los mismos detenidos los "portadores" del poder.
128
PANÓPTICOS Y LABERINTOS
TIEMPO, ESPACIO Y PODER: EL ORDEN SOCIAL CARCELARIO 129
rar el proceso, te enseña
na
te la hi,:o, en cierto mom espera,r los. �, no - s, te ensenan a espera
r a quien
ento ' aqui_ dccimos, aquí curso[ ... 1 en un momento determinado" (84). Consideran que toda la teo­
dicen ¡todo da vueltas' hay muchas frases que
• • ·1 todo camrna '· h ay que esperar, ría de l a perfor matividad debe entenderse como la producción social de
tiempo, entonces, llega el saber esperar al
. momento en que ac¡ueJ enunciados, de forma tal que "ciertos enunciados están socialmente con­
ciertas circu nsta ncias' en tú 1o vas a encontrar en
cierto momento y en ciert sagrados a la ejecución de ciertas acciones". El lenguaje, dicen, es un
vas a poder tumbar (Chin 0 ¡ugar, donde tú ¡0
o, 55 años). conjunto de consignas insertas en convenciones, moduladas por reglas; es
.
Todo �a vuelta, dice Chino este entramado de mand atos el que permite la subjetiv ación, que emerge
. enunciando un orde .
n1 progresivo, sino c . . n que no es lineal de la sujeción misma a la autoridad que el lenguaje despliega y actúa: "el
ircular y recursivo . ,odo
a1gun , modo, tiene que ,, da vuelta _p�rque todo, lenguaje ni siquiera está hecho para que se crea en él, sino para obedecer
ser de-vuelto·. las of�n�a . de
bores, las deudas y los c �, las lflJUn as, los sinsa­ y hacer que se le obedezca" (ibid.: 81). Puntualizan: no hay significancia
astioos. I nt� rca
mb10 rnrnterru
perar; esa actitud que º mpido. Saber es- independiente de las significaciones do minantes, y "no hay subjetiva­
Chino enuncia ante los · .
,. ac ont ec1 m 1ento
· .
,orma de participar de
inevitable . Pero si todo da vuelta
º"
este den recursivo
.
.
sumá nd ose
s es una
a su repetición
ción independiente de un orden establecido de sujeción" (ibid.: 85).
Llegamos a este punto para exponer lo siguiente: tiene sentido ha­
' y la c1rculandad es la .
un orden, entonces ' "dirección" de bla r de disciplina, porque supera una visión binaria del poder que dispone
estrictame11te, no sucede ·
e 1 que regresa a sí mism nada, 110 hay tiempo , sa lvo de un lado a los disciplinados y de otro a los disc:ipli11antes; causas y
. o y que se sabr á espera
cuando descnb1mos este régimen . .
. r. efectos, dominantes y subordinados. La disciplina permite pensar en el
tancia, refiriéndonos a de �1lenc 10 estamos, en
. un orden pe11o última ins- poder según su carácter fluido. Vemos que estos dos órdenes perfonnati­
m1smo, permitiendo c . .,. rm at1vo que opera
sobre e1 lenguaje
iertos enunciados y castig . vos, rel acionados con lo que se puede decir o no en la cárcel, son a mbos
se entrecruzan dos ando otros. En este caso disciplinarios y ambos subjetivantes -en tanto suponen sujeción a una
normat·1vas, por así llam
promueve la denu ncia arlas.. una, 1a institu . .
de con duetas consid . cional, nor m a-. La borrega es un producto de las relaciones de poder que los
generada por los m1·sm . erad a s delictivas; y otra la
os rnternos ' castiga ¡a · ' mismos internos construyen y est ablecen. Como ya anotamos, Fouc ault
des. Del cruce de amba . de¡ ación ante las autorid
. . s, de su operae1ón . a- observ a que "[EJl individuo, con sus características, su identidad, en su
sub�etJvación, suroe esta . . v1nculªda de subordrnación
0 figu r 11mrnar de la borrega, y hilvanado consigo mis mo, es el producto de una relación de poder que
tors1·on
a
, en un ex actamente como
· si�tem'a de regI as. E11 el se ejerce sobre los cuerpos, las multiplicidades, los movimientos, los de­
apartado sobre
vimos que un individuo . ¡a performatividad seos, las fuerzas" (Fouc ault, J 987: J 20). Es a rel ación productiva del po­
-Austin lo menciona en un ejemplo- puede
negarse a p articipar en . der es lo que llama "disciplin a", pero consider a su ocurrencia sobre el
un Juego, o que cada .
se halla n en una isla uno de ¡ os dos SUJeto s que
desierta no está oblioado habla misma y desde el lengua je, tal como lo indic an Deleuze y Guattari,
otro -al contrario de . . a obed ecer las órdenes del
. . d os SUJetos vrnculados º . y no sólo sobre los cuerpos. "Métodos -dice- que permiten el con­
rnstuución determüiada . . por una Jer arquía en una ,
. -, son casos rnfor trol minucioso de las operaciones del cuerpo, que garantizan la sujeción
�at1vo fracasa. Ahora tene tunad os en lo_s que el perfor-
sm querer hacerlo, de
·
mos un e emp I de lo
estar involu¿rado srn la
º. contrano: de participar
constante de sus fuerzas y las imponen en una relación de docilidad-utili­
dad" (Fou cault, 2003: 141). Métodos que imponen un control minucioso
borrega es liminar exac voluntad de estarlo. La
tamente p rque surge sobre el habla, diremos nosotros. Lenguaje que es en sí mismo disci­
órdenes perfo rm at1vos · · · 1· ? del contacto e111re los
· el ins I tuc1onal y e ¡ i·dios11 · · 1crásico. dos plinario, y que opera por una redundancia, vinculada a la circularidad
un sujeto que no se plieg
a a uno 111. a 1 otro' sino Surge como del orden que ya hemos mencionado. Parte de sí mismo para llegar a sí
dos. No es autoridad que permanece entre
• es inte.1no,. pero tam los mis mo, "el lenguaje no se establece entre algo visto (o percibido) y algo
1os presos, porque lo poco pertenece a 1 colec
traiciona. tivo de dicho, sino que va siempre de algo dicho a algo que se dice" (Deleuze y
Deleuze y Guattari ( 1988)
ase uran que el Guattari, 1988: 82).
definir por los presup
uestos i mpl' .f
ic1 os, o actos de palab
lenguaje sólo se puede
ra, "que están en
Tal vez debiéramos distinguir las disciplinas instituciona les de las
sociales o rela cionales, o las endodisciplinas de las exodisciplinas; pero
130
PANóPTreos
y LABERINT
.
nos im OS
porta de stacar q e su
y permane
nte sino d � operación no TIEMPO, ESPACIO Y PODER: EL ORDEN SOCIAL CARCELARIO l 31
e mt_ichos, parte d e un
de l a institu específicos y punto deter
ción h
a ci=��s camb1a
minable
porque final SUJetos, sino . ntes. No su habla y una trama de relaciones de poder aglutinada en su boca, tam0
mente ha , br de lo s sul/eto
sólo va
n
mismos ' habr an generado s haci a
ellos bién tenemos un orden genérico, una especificación de las identidades.
án consegu1 el h·1·¡vana mi·smos
detrás de /a v ·do e/ grado do d e ¿os sujetos Subjetivación y suje ción, subjetivación del habla y suje ción del cuerpo.
olunt apar más inte o d consi ;
Hilv_anado qu ente _ de los e/ pod La borrega va de puto porque rechaza ambos procesos y los de smiente.
e será� in div er: desapare
nto de SUJeci id:; s , �ctuar _no a c!r
un hilvanado ón como de c tuando
Pero anuncia otra liminaridad, tal vez más radical que la suya. Se dice
,
pero . un trazo. sub(/etivaci
u
ón. n suje
.59 que la borrega va de puto; no nece sariamente que lo sea. De pronto actúa
s 1 com
o ind icam to:
d�ras de m �s antes, /as de cierto modo y se le asigna una cualidad: lo puto. Cuando c ruza el lí­
ultiplicid. ad e� hilv disciplinas O
bncado y anando /o pera n como mite entre los regímenes de habla institucionales e idiosincráticos, acción
est ab/ ec ue no bnecesa . ag/ut·
fior
ma de conde
1endo identi.
dades, entonq namente est ma­ que es constitutiva de su identidad y su posicionalidad, atraviesa también
n sació , c es la á im-
su boca, en _por_ así /Jam orrega opera un orden de género que estipula silencio y fidelidad para los hombres y
su hab/a·. e� ar/a. Conde como una
ren este tra u1st1tucional n s � �mbos reg delación para los putos. La borrega va de puto, avanza sobre los Límites
zo limin q y e/ idiosi ímenes e n
los regímen u� los conf
_ crat 1co.
es son : or ma. E/ hil : Los dos requie de estos regímenes, contrariando los mandatos y las prerrogativas, para
pr�senta. �n1tidos por esta fr anado y la id ­
La borre� ont entidad llegar a un deslinde: hombre o puto, silencio o delación, pertenencia o
la mevitabi g s e l punto
era q u la borrega de
en e/ que se
e
ajenitud, fidelidad o traición. Vemos que se despliega un mapa ético sobre
lidad de los
órdenes �n re nuev an 1 . mism a re-
Entonces, es /a cárc el.
a circula rid estas fronteras, pero que emerge de un orden genérico. Antes estuvo la
producto al i ad y
antes dijim m smo tiem identidad; primero fue ella y luego se esbozaron los valores. Primero se
os qu con u
bre su habla : d �nsa en su boc q e vector de fue hombre y después se actuó como tal. Primero se fue puto, luego surgió
y qu perm a lof�i.lv a n un orden·' s1·
ahora dir · emos 1t en ¡os d os s ados .que_ se la borrega, su boca torcida, su cu erpo expuesto, sus palabras fallidas.
que sólo s istemas de trazan so-
los monstru u co un1cac
os, en tran as � n punto o un nodo , t a7 ión re ferido
s
cas , que nec i e r ela c
iones de O co m� las
es ita n P der mamá s ;
ene r un p
:�;1- porque disp! :
i vanan car en e�e ntos dis i c i n-
e
unto de espe c fi ?c � relaciones se mió -
la borrega
ti LA LEY DE HERODES: LA MUERTE COMO UNA DOBLE FRONTERA
acterísticas pares sorne mi s­
gura genealó y �unensio nten _fuerzas
: gica una m nes dive;sas distintas La mue rte es una experiencia cotidiana en la cárcel: todos nuestros en­
enguaje mi ascara conf . Es, eminen
smo y � ormada temente un; trevistados hablaron de algún episodio e n el que alguien murió durante
Orden como su fa �::;!enami entos. Indic ia�::��abras inscrita ;n su permanencia en el penal. Asimismo, constituye una frontera doble.
máscara, per nta
ad, _tanto su a e/
persi'.stencia
mite a ¡ . n _ unidad c
o de un Por un lado, es un límite para la propia experiencia subj etiva, una forma
p ropios órd
e nes ; s ;: stituc1ón y a los inte :::: u eclosión. y como s
de t erminar con lo que se considera insoportable. Resolución tajante que
itu e en u r en
A su vez , .
lo h� dic ho
n pun to
de este mapa m ascararse en sus resta el cuerpo, como último espacio de alguna libertad posible. Salir de
de/ata a sus Ch in o, /a bo parlanchín.
companero rrega es tamb la cárcel aunque sea mediante la muerte. Primera prenda de la institu­
s. Si ten ién puto60
emos un or ción: el cuerpo; última propiedad del interno: su cuerpo. Anatomopolí­
;e:
59 Fouc ault den perfor porque
der ha pasado lo d' muy claramenre e mafrvo soste
nido en tica de la muerte que se decide en los pasillos, en los lugares solitarios
al otro a O n Vigilar Y cas
a un campo de ... . al . r (200
Y1s1b1l1dad y-quela do de su supe rficie .
de aplicación-J)· ..la eficacia del po- dentro de una institución atestada, en los arrebatos o en la desesperación
1tga
las hace jug lo sabe r
a El que esr so ri profunda. La institución tiene el deber de conservar al interno con vida;
/ ... ,. se conv:;;;J)Onláneamenre sobre si �:rs oduce por su cuema las �oacCIO á me do
en mo ne
60 En esle pu111 Pnnc1pio de su pro�io som , rnscnbe en s( mismo la rela s de/ poder; en un sentido estricto, ése es el castigo: la duración de la pena, la inter-
. 0 u1i/i er, m,en ción de poder
del•m" 11ar las posiciones ¿o las denommaciones de ro" (206)
de las que hab neutro -como homosexual- se le resra densidad a la construcción que describimos. No
lamos.Consi que se v,1/e . n. los mism
os interno
dero que al JJJtr obstante, se debe entender como una denominación que se utiliza analíticamente, pero que
oduc,r.un térm s par a no supone un acuerdo del autor con ella ni menos su avenencia con su utilización insultante
ino más
o discriminatoria.
133
132 T
PANÓP ICOS Y LABERINTOS
TIEMPO, ESPACIO Y PODER: EL ORDEN SOCIAL CARCELARIO

sí mis�o insistiendo en lo
dicción del cuerpo entre los muros.61 El suicidio es una contrapena, una ci rculación y su sintagm a para regresar sobre
e tipula d a también, como promesa
forma de a comodar el tiempo a la propia subjetividad, de disponer de ya dicho. Muerte performativ amente s

-si habl s t m to- y ante los deu dores


cie rt o espacio de autonomía. N o o bsta nte, para terminarlo todo , para po­ que se elev a ante la borre ga a e a

br as, lue�o gest�s. Entre uno Y


ner fin a todo. Inmola ción deseante: ante el deseo de la institución de que -si no pagas te asesino -. Primero pala pa ­
s e perm ane zca por años vivo, el d ese o del pro pio interno de inmolars e otro, el cue rpo ; como front
era, como punto de art1culac1on entre las. .
cuerp o, te avien tan una cob11aY
co ntra él. labras y Jas cosas -dos fierra:os en el
te apuñalan.
-¿A usted le ha tocado ver?
-Pues, luego hay veces cuando va uno a la escuela, no que ahí fu- Aquí sí ¡cómo no ! hace 15 días un chavo aquí, sí aquí en la escuela,
lano ya está colgado (Chino, 55 afios). atrás de ta escuela, colgado, con todas tas venas, hay otro muerto en el
dormitorio, en la visita, llega el que se la debe y ¡pum, pum! lo mata a
Porque hay muchas cosas ¿no? que ¡pum! ya está ahorcado allá en la puñaladas, es cotidiano. Aquí no existe otra ley más que la Ley de� e­
.
escuela, que ya se ahorcó en el patio. rodes · no? aquí pagas o pagas. Aquí no es de que ¡espér ate tanuto . Y
-¿Por qué se ahorcan ? ya cuai.ido se pagan en ta misma visita, pasando, pasando, ya con dos
-Pus le digo, le vuelvo a repetir, muchas veces uno pierde la mente fierrazos en el cuerpo pus está difícil que te salves ¿no? o � ntras a un
y yo he tratado de hacer eso, yo he tratado. yo el otro día, entons yo el día dormitorio donde traes problemas, pues te avientan una cobtJa Y te em­
que tuve el problem a con mi esposa y todo, pus iba bien, iba yo caminan­ pieza n apufialar ¿quién fue ? ¡quién sabe! Es un sistema de cá� cel ¿ no?
do bien, pero de repente se me metió algo en la cabeza y me quería meter siempre ha existido en la cárcel ¿no ? el que ta hace la p aga aqu1 adentro,
.
por ahí, dije ¡ah! voy ir a buscar ahorcarme y si no es por un muchacho no tienes pa dónde correr, si debes algo no te puedes esconder abaJO de
ahí sentado y me dice ¡ adónde vas! y me quedo así, dije, no a ningún las piedras porque te encuentran (Chino, 55 afios).
lado, yo le doy las gracias a ese muchacho porque de repente perdí yo
osa definición. La muerte
todo. me metí en otro mu ndo de que ya quería irme ahorcar, porque es La cárcel e s u n sistema, dice Chino . Herm
a estab leci en�o su ley fun�amental:
muy duro esto ¿no? (Nico, 32 afios). participa de la circularidad del sistem
t nto, t mbié n e uev dicha c1rculanda.d. P or
" agas O pagas". P or lo a a r n a

Menci on am os ya que la muerte es cotidiana en la cárcel. No es ex­ l: in augur a y renueva un sistema


e�o toda muerte en la cárcel es sacrificia o,
ard ( 1983). La mu erte, lueg
cepción, sino regla. Chino lo corro bora, y dice que responde a una ley. mediante la violencia, en palabr as de Gir deba )O
He aquí la se gunda frontera que la muerte pliega y despliega. Frontera ilid d t t l: pued es escon der
dispone de un espacio de visib a o a no te
para cualquier relación y para todo vínculo. Ley fun damental que orga­ te buscan para m ta te? No h y
de fas piedras. ¿Dónde te guarecerás si �
a a

niza las co nductas y las intenci o nes: Herodes, dice Chino, es la Ley de econ ozcá m sl , 1 p p tec­
escapatoria, no hay escondite. Incluso, r
o o s ides ro

Herodes. No existe otr a ley más importante que ésta: pagas o pagas. Di­ asegura que �rde o temp
ción, 62 dad a la circularidad del orden, que
rano

jimos que el l enguaje, p ara ser performativo , es convencional y recursivo deud r, n h y esc apatori a . La mue rte e s
te encontrarás con tu o fen sor o o o a

dentro del orden ci rcular que distribuye las experiencias, los va lores y los .
una front era y un destino inexpugnable do
en la muert e, o pera de mo
destin o s. Pagas o pagas: recursividad del ma n dato, no h ay alternativa ;
Anotemos que esta legalidad, sostenida
por lo tanto, la muerte sucede primero en e l lenguaje, que interrumpe su c ntr n con lguie n y l os deudo res son
anónimo. Si bien las deuda s se o ae a

en funcionamiento -pagas o pa-


i dentificables, una ve z que la ley e ntra
61 Plantea Foucault que ·'[Alllí donde ha desaparecido el cuerpo marcado, quemado, carcelari a a petición de un
aniquilado del suplicio ha aparec i do el cuerpo del preso, aume111ado con la indi vidualidad 62 La protección es una medida que toma la autoridad
vide �. lmpli�a su _traslad
o a una
del delincuente, la pequeña alma del crimin al que el aparato mismo del castigo ha fabricado
ntiza su a1slam1ento de la ¡>O-
o un riesgo inmin ente sobre su
gara
za
que
amena
2-
interno, dada una
como punto de aplicación del poder de castigar y como objeto de lo que todavía se llama t1 del penal - D
zona espec'fica - 10 , véase anexo
ciencia penitenciaria" (2003: 258). blación general.
TIEMPO, ESPACIO Y PODER: ELORDE SOCIAL CARCELARIO 135
134 PANÓPTICOS Y LABERJNTOS

gas- todos pierden sus identidades y sólo se disciernen la voluntad de -¿Cómo te cobran?
del
venganza Y el peligro: ¿Quién fue? ¡Quién sabe!, dice Chino . Doble ne­ -Haz de cuenta que si no pagas te cobran réditos, pero réditos
si no pagas el día que quedas te, o sea,
gación, otra vez, porque nadie fue y nadie sabe. No hay sujeto que ejerza 200%, 100% que tienes que pagar,
no, te hacen
el doble o lo triple al otro, y si no te pegan, te pican o ¡ay
la ley, smo un derecho que se aplica de modo anónimo (recordemos ¡0
muchas cosas!
que sucede con quienes denuncian, las borregas del apartado anterior). -¿Le ha pasado a gente en tu anexo?
. fierro!
Pero s1 el poder se expresa de ese modo extremo, no genera ni necesita -Sí, por cinco pesos, seis pesos ¡ay, pues te pican con el
un saber: ¡�uién sabe! Si nadie sabe, entonces, ¿quién fue? La respuesta -¿Y qué ha pasado con esa gente, la han matado?
solitos, no
es una: nadie; entonces sólo la ley que mencionamos, su rigor y sus pre­ -Pues no, y pues sí, bueno pero unos se matan ellos
_ ¡ay no sé! pues se sienten tan mal que deben dinero
rrogativas. Como la violencia con la que se recibía a un interno recién sé, yo creo que
ose (Esther,
lle�ado _ Y que no tenía sino un autor colectivo, la muerte que resulta de la no sé, también al igual el paniqueado, pues terminan matánd
aplicación de una ley sólo se ejerce de modo incógnito y secreto. 19 años).
La muerte como una doble frontera, lo mencionamos antes tiene
Todo da vuelta, el propio Chino lo ha dicho antes. Él mismo dice: "el
�quí u _� ma �iz, p�esto que detrás del anonimato debemos supon�r una que la hace la paga", la muerte es el dispositivo que vuelve a juntar las
mtenc1on; s1 alguien se quiere cobrar sus deudas debe tener la voluntad
palabras con las cosas, el hacer con el decir, asegurando tanto la circula­
d� hacerlo, pero al momento de ejecutar su cobro, desaparece y se difu­
ridad como la recursividad. Modo final de cobro, la muerte garantiza toda
mina en esta legalidad descrita. Doble frontera y doble negación. ·Qué
la economía carcelaria y el funcionamiento del orden. Pagas o pagas no
tenemos? Una operación paradójica que sólo identifica como resp�nsa­
sólo remite a deudas monetarias, sino a todas las que se puedan adquirir
ble de una muerte a quien se suicida, pero a nadie más. Dijimos que la
en la misma cárcel: relacionales, simbólicas, afectivas, sexuales.
muerte es una frontera para la experiencia subjetiva, pero en este caso,
no como la desesperación del suicida sino como el temor del deudor.
Luego, frontera para cualquier relación, incluso con uno mismo. Modo
LO QUE SIEMPRE HA EXISTIDO: LA CÁRCEL COMO MITO
de Y garantía del funcionamiento de una ley implacable (¿podría 110
Piº .
serlo.). En esta segunda frontera se aplica la doble negación: nadie fue,
El orden que comenzamos a esbozar se sustenta, por tanto, en un acata­
nadie sabe. Sólo se sabe que quien se suicidó lo hizo. Del resto de las
miento y una gestión colectiva de sus mandatos, así como en el anoni­
muertes no se sabe. La muerte es siempre una incógnita en la cárcel, los mato de su funcionamiento. A esto se suman la recursividad del orden y
.
gestos siempre son colectivos. Por eso tenemos estos pliegues, que co­ su naturalidad sostenida ideológicamente. El trasfondo lo conforma una
'.responden a relaciones sociales. El lenguaje capturado de la borrega se referencia a la cárcel no sólo como lugar físico, sino como determinación
mtercepta aquí con el vacío anticipado de la muerte. Nunca hay sujeto de un orden que no necesita particularidades para funcionar, cuya ope­
.
de las palabras, 111 de las cosas, ni de lo que se hace, ni de lo que se deja de ración se sustenta en su propia primacía y antelación. La cárcel, como
hacer. Hay avatares, circunstancias, desvaríos. En el fondo un sistema la ideología, se vincula con el tiempo en su justificación y explicación
circular Y recursivo y su legalidad fantasmal y anónima. El s'ilencio es el según un decurso eterno: está allí desde siempre, sólida en sus caracterís­
gran e�cen�rio de las muertes; por eso es siempre un lenguaje, así sea en ticas y en sus antecedentes -siempre ha existido-; previa a cualquier
su obliteración, el que las sostiene. intención y a cualquier historia; deshistorizada, por así decirlo, tal como
Althusser describe la ideología; inmune a la acción de los individuos que
Se colgaron, sí se mataron. la habitan.
-¿ Y por qué, qué se comentaba?
Mitificada en muchos sentidos, la cdrcel es una cdrcel, así como un
-Pues que debían dinero, es que aquí son, si debes dinero es 1· Ay
dios es un dios; sólo funciona como antecedente y no amerita explicación
no! aquí es, te cobran bien feo.
136 PANÓPTICOS Y LABERINTOS TIEMPO, ESPACIO Y PODER: EL ORDEN SOCIAL CARCELARIO 137

ni justificación. Barthes aclara que el mito '"tiene a su cargo fundamentar, que el mito "trastoca lo real, lo vacía de historia y lo llena de naturaleza".
como naturaleza, lo que es intención histórica: como eternidad, Jo que La naturaleza que sale por una justificación entra por un cuerpo. La his­
es contingencia" (2002: 237); agrega que si el mundo entra al lenguaje toria se vacía en el cuerpo mismo. La operación ideológica fundamental
"como una relación dialéctica, de actos humanos; sale del mito como un aquí es situar al cuerpo fuera del orden social y fuera de las relaciones
cuadro armonioso de esencias" (238). Asimismo, especifica que la fun­ de poder, para ir a capturarlo ahí: en su naturalidad, en su lejanía, en su
ción del mito es "eliminar lo real" mediante una operación que "trastoca ahistoricidad radical.
lo real, lo vacía de historia y lo llena de naturaleza, despoja de su sentido Pero al mito se le debe aplicar un método genealógico, ya lo hemos
humano a las cosas de modo tal, que las hace significar que no tienen consignado. Foucault observa que se piensa que el cuerpo "no tiene más
significado humano" (idem). En este sentido la cárcel, en tanto mito, es que leyes de su fisiología y que escapa a la historia"; no obstante, la ge­
un tipo de metaorden:63 un orden que justifica todos los que existen en su nealogía muestra el craso error en el que se incurre: "el cuerpo está apri­
interior, otorgándoles un "fondo naturalizado". sionado en una serie de regímenes que lo atraviesan" ( 1987: 20). Como
La escena de la interpelación de Althusser es también, en muchos la borrega, que tal vez no exista como sujeto pero sí como posición, el
sentidos, mítica. Alguien es llamado por un policía y responde a su cla­ cuerpo surge como vector de un orden naturalizado, mediante su propia
mor. Un origen teórico para lo que no puede tener origen. Lo mismo po­ naturalización y su deshistorización consistente. No sólo está atravesa­
dríamos decir sobre la supuesta vuelta que el sujeto realiza sobre sí para do por ciertos regímenes, sino que él mismo los distribuye: llegan hasta
subjetivarse. No hay tal vuelta, en términos efectivos; como tampoco hay él para conformarse. El cuerpo, en este sentido, construido como soma,
alguien que llame. Son escenas que se construyen para arribar a expli­ como pura materia maleable, opera como una máscara, tal como la bo­
caciones posibles o aproximadas. Los internos hacen lo mismo. El mito. rrega. Incluso cuando hablamos de la muerte el cuerpo sólo es superficie
dice Barthes, es un habla; pero más aún, dice que "si el mito es un habla, para determinadas intenciones y para algunos intercambios: sólo forma,
todo lo que justifique un discurso puede ser mito" (2002: 199). Todo lo como califica Barthes al mito. Pero forma que esconde, en su operación,
que justifique un discurso: un origen supuesto para el sujeto, una vuelta que los contenidos no existen o que no son más reales que ella. Vemos
inaugural o un orden recursivo e inevitable. Una cárcel que siempre ha escaparse a la historia, a la contingencia y a la realidad, en el punto más
existido. histórico, más contingente y más real, que sería el cuerpo mismo.64
Pero queda un remanente en este mito. Hemos visto que la legalidad Mito y cuerpo, ¿qué tiene que ver uno con el otro? La cárcel como
carcelaria, tanto en su organización detallada de las posiciones, los debe­ un espacio sin historia, como un lugar siempre existente. Su orden recur­
res y los privilegios, como en la delimitación de una inevitabilidad que sivo y naturalizado mediante la circularidad de sus axiomas. Su legalidad
la refrenda como legalidad, tiene como su presa final al cuerpo. Traza anónima y mortífera. Máscaras y anonimatos. Secretos y desvíos. Fron­
enunciados para llegar finalmente al cuerpo mismo y capturarlo: el cuer­ teras, negaciones, cuerpos muertos, amenazas. Piezas diversas de lo que
po del monstruo para que trabaje y el del deudor para que pague. Por otra podría ser una novela policial. El mito sólo es forma, y el cuerpo, en este
parte, el orden mismo, su recursividad, su signo colectivo y anónimo se contexto, es sólo materia. Superficies ambos. Mito y cuerpo, creemos, se
asientan sobre el cuerpo, en tanto la muerte se expresa sobre él y en él, topan en un punto significativo: el mito opera mediante las máscaras y
así como los regímenes de habla lo hacían en la boca de la borrega. Ob­ favorece un régimen de desconocimiento y de anonimato. El cuerpo es su
servamos que el cuerpo es tanto una garantía -esto lo veremos con más
detalle luego- como un remanente. Está dentro del orden y de la legali­ 64 Refiere Merleau-Ponty que la tradición cartesiana define al cuerpo "como una suma
dad permitiéndolos; pero, a la vez, está fuera de ellos como un elemento de partes•· y al alma "como un ser presente a sí mismo sin distancia". Agrega que estas defi­
que se debe capturar. Por eso hemos mencionado a Barthes, quien afirma niciones correlativas "establecen la claridad en nosotros mismos y fuera de nosotros: trans­
parencia de un objeto sin repliegues, transparencia de un sujeto que no es otra cosa sino lo
que piensa ser". El objeto, considera el autor, "es objeto de punta a cabo y la conciencia,
63 Así como el mito sería un meralenguaje, en palab ras de Barthes (idem). conciencia de punta a cabo" (Merleau-Ponty, 1957: 218).
138 PANÓPTICOS Y LABERINTOS

e u ado desnudo, la más


;; � cara caída o imposible. Todos se escon
r s todos para dejar sólo al cuer den de
� po -ninguno en panicular todos e1�
especifico , expuesto como la baza
fin al del poder, com o su ;resa su
ªr,a�te. D-:-:: mos qu e el cuerpo er a
f una máscara , pero debiér amos d{ci
a u_111ca m ¡'scara que se muestra como tal, una r
máscar a desnuda or así
ec1 o. S1 el m1to tiene
1 : como función, en pal abras de Bart
o re , en �ste caso, �uan do habla hes 1 minar
mos de la cárcel como un ntito tien
;f III. ALMAS DÓCILES:
mo función present1ficar lo real, e CONFIGURACIÓN DE LA MASCULINIDAD
7 xponerlo y exponenciarlo m edian
e

cuer po, pero no como natur aleza, sino te


� como prenda, com o vestigio .65
n cuerpo muerto es, tal vez, el más
social de todos los cuerpos. Lo vi­
mos an tes. Luego, un cuerpo escl aviz Este capítul o lo dedicamos al análisis de lo que dijeron lo s internos de
ado, otro some ti do uno
ahor�ado . Cuerpos que exponen sus herido otro manera específic a y direc ta sobre la masculinidad en los tr es ámbitos so­
dolores y el dolor �ene
los ClfCUnda. r aliz ad¿ que br e los que preguntamo s: 1) los significados de ser hombre, 2) los "efec­
tos" que el encierro ha tenido sobre dichos significados y 3) las nociones
de masculinidad propias de los internos, específicas del espacio y la so­
ciabilidad carcelarios. Digamos que fuimos avanz ando en círculos con­
céntricos que paradójicamente se ordenan al revés, de modo tal que la
primera referenci a fue la perso nal, que resultó ser l a más l ej ana respecto
a las construcciones de la masculinidad particular es de la cárcel; luego,
un punto interme dio que intercep ta los significados e nunciado s y la expe­
riencia en prisión; y en tercer lugar, la form a en que los otros conform an
l a m asculinidad.
De est a m anera, l a m a sculinidad se organizaba según un a gr adiente
de extr añamiento que p arte desde los sujetos, en su menor nivel de ex­
trañamiento, por así decirlo, hast a llegar a los otros, su máxim o nivel
si continuamos con esta figur a . Un punto intermedio lo constituye la
experiencia, que intercept a un ámbito subjetivo con otro contex tual,
gener ando ese terreno difuso , pero denso, que es lo vivido . Se va de
"dentro" hacia "afuera" a la vez que se par te desde lo que se co nsidera
válido, y en lo que c ad a cual se recono ce, hasta lo que se verific a en
lo s colect ivos y en lo s otr os sujetos co n los que se convive, pero que
se estima ajeno.
La m asculinidad responderá, en este sentido, a un or den de lo propio
. 65 El genealogista, dice Foucault, debe "moslJ".r al cuerpo impregn y lo ajeno que estimamos central para comprender la subjetivación en la
la h1stona como destructora del cuerpo" (1987 . de h1sto
ado . na. . y
.. IS). "\!olumen en perpetuo derrumbamie a cárcel. El sí mismo será un punto de difer encia respecto a los otros en este
to". llama al cuerpo en ese mism n-
.
aparecer [al cuerpo] en un análisis donde
.
o escnto En otra 1:d '..e e que "se trata de '.rncerlo
Ío biol6gi�:; �,'.st:neo .
contexto específico, aunque responda, al menos en sus definiciones y en
sino que se ligarían con arreglo a una com . no se sucedenan l... ] sus operaciones identitarias, a saberes y prácticas culturales más amplios,
tienen "de más material y viviente'" (1989: Je'id. ad creciente para poder asirlos en lo que y tal vez hegemónicos en el esp acio exterior (por llam ar así a lo que está
�8�)
fu era de la cárc el). La difer encia que mencionamos es relev ante porque

139
140 PANÓPTICOS Y LABERINTOS
ALMAS DÓCILES: CONFIGURACIÓN DE LA MASCULINIDAD 141

�ermi te _ constr�ir un a dist ancia entre lo que s e estim a propio y Jo que s e ¿Ser hombre? Pus yo creo que ser hombre es ser responsable ¿no? dedi­
Juzga a1eno, as1 como entre lo qu e se consid era perm anente p ara sí mis- carse al cien por ciento a la familia, bueno cuando uno está casado, tratar
1 �0 Y lo que �s c�ntingente . Entre est as distancias se inserta la experi en­ a la muj er con re sp eto [... ] o sea yo siento que orientando a mi familia es
_
cia com _ o u � a mb1to que no puede ser re sue lto con la aquiescencia ni con ser hombre. No andar golpeando, no andar matando, no andar haciendo
l a r �s�st �nc1a e n tanto supone múltiples relaciones, diversas ex igencias nada, yo creo que ése es mi concepto de ser hombre (Leandro, 30 años).
_
Y dm aJTIJc as mte nsa ment e contextual e s y particula res que si bien no se
pueden soslayar, ta mpoco ameritan gener ar "contenidos" nuevos. Los Pues, aquí uno no es hombre casi aquí, un hombre de estar allá fuera y
"contenidos" son lo s propios y permanentes en este juego de distancias trabajar para vivir bien con la familia, hay que trabajar para c? mer con
qu_ e tra tamos d e dilucidar, y son el vector qu e pe rmi t e le er la experien­ toda la familia, y pues sobrellevar la y respeta r la muJer o los h 1JOS y tie­
ne que trabajar uno para sostener la mujer y los hijos [... ] ora sí que un
cia Y a daptarse a ella d e modo táctico y estratégico; cont enidos aglutina­
trabajador, pus nomás (Adrián, 62 afios).
dos y conden sados en el sí mismo -punto en est a topografía.
Eh, pus ser responsable ¿no? en la vida, ser responsable en cuant _o a la
familia, en cuanto al trabajo, pus eso, ser responsable (Fulgencw, 35
MÍNIMA MASCULINIDAD: SIGNIFICADOS DE SER HOMBRE años).

Las respue st a s a la pregunt a sobre el significado de ser hombre fueron l,· Pa ra mí qué significa ser hombr e? Pues, para mí qué significaría ser
cldsica s: 66 ser trabajador, tener una fa m ilia , ser honesto y r e spon sable, hombre, pues una persona que pues sí mantiene . . ·1·1a ¿no.,
a su tam1 ? una
_ persona que sí pue s realmente, pues quiere estar bien ¿no? una persona
ten er ci erto poder. Un dechado d e vi rtud es y una actitud correcta y pro­
duct1v �. Cuando l e s pr egunta mos por un significa do, nos re spondieron que se anda dr ooando y se anda destruy endo él solo es porque no se
con atributos. La pre gunt a fu e conte stada con un a d escripción de lo que quiere, pero sí, y� me imagino que par a mí una persona qu e sí es hombre
_ es alguien que sí ve por su familia (Aníbal, 25 años).
e (los er an alta fuera, de lo qu e habían sido alguna vez, o d e lo que de­

bieron o d eb erían ser; tam bién, con l as expect ativas de lo que quisie ran Definición mínima de la m asculinidad: alguno s debere s, ciertas rela­
ser c �ando salie ran libre s. Ma sculinidad desplaz ada, por definición, del
cione s, determinadas virtude s; nada más. Lu ego, un contraste: la r espon­
espac�o Y de l contexto e n el que se responde la pregunta. Especie de co­
_ sabilidad a nt e la vagancia, el cui dado fre nte a los golpes, el am or por sí
fre �a g1co en e l que se guard an los contenidos valiosos, las aspiracione s
m ismo ante la autod estrucción. S e gen era c asi un or den de equivalencias:
sentidas , la s esperanzas secretas, los buenos recuerdos, los afectos. L a
m asculinidad igual a tr abajo, a familia, a re sponsabilidad. Casi como si
pregunta Y sus respuestas son un agujero que atraviesa la institución para
uno fu era lo otro. Tal vez debiér a mos decir que l a masculinida d no sig­
declarar que nada d e lo que ella concita y permite se considera valioso.
nifica nada indep endientem ente d e sus atributos y sus mandatos. No e s
Lo que se valora está juera, supone liberta d, recl a m a salir d e la cárce l.
un contenido, sino una forma qu e vincula dive rsas posicione s, conductas
M asculinidad qu e opera, nu e vamente, por extrafiami ento: m a sculinidad
e intencione s.
que no pe rt�n ece ni se identifica con el contexto y que reclama un afuera,
Ahora bien, en la diná mica que h emos mencionado, entre intimidad
�na d1stanc1a. Tenemos ya dos puntos parecidos: e l sí mismo y la mascu­ y extrafia mie nto, el significado que interrogaba la intimid ad -¿qué sig­
lm1d ad. Luego ve remos có mo se articulan.
nifica para usted?- fue construido como una ext erioridad, como u na
form a d e extrafiamiento. La pregunta misma podía pr oducir cierto des­
66 Entendemos por "clásicas" conc ierto. Bori s se d etiene y s e sorprende . Dice que no sabe qué conte s­
_ las respuestas que coinciden con las
estud10s empíricos que arrojan otros
sobre masculinidad en México y Amér tar. Repite la pregunta, se la formula a él mismo y esboza un esquema
Fuller, 1997 Y 1998; Gutmann, 1997 ica Latina (Fachel Leal, 1998;
y 1996; Olavarría, Benavcntc y Mella sobre l a división sexual de l trabajo, la igualdad y el poder. Hombres Y
y Olavarría, 1998; Viveros, 1998). do' 1998·' Va!dés
mujer es son iguales, s alvo que ellos tiene n m ás poder en algunas cosas.
142 PANÓPTICOS Y LABERINTOS ALMAS DÓCILES: CONFIGURACIÓN DE LA MASCULINIDAD 143

¡Híjole! [silencio] ¿par a mí qué significa ser hombre? Híjole, hom­ Tiene mucho s sentidos. Número uno, par a ser hombre, ser hombre es
bre, hombre ¡te lo juro, que nu nc a me h abían preguntado eso! ¡híjole! un ser hu mano más, que es pa rte de l a huma nidad, qu e es u no de los
¿Cómo podría explic ar para mí qué significa ser hombre? No sé, no sé, sexos de la raza hu mana que es el que lleva a cabo algunas t areas, el
no sé cómo responderte, no sé. O sea , ser hombre o mujeres o sea, yo que es pa rte de un a familia y qu e dependiendo vari as culturas se le da o
soy hombre porque pus me tocó ser hombre, y apa rte pues ¿cómo te tiene ciert as tareas, te estoy ha bl a ndo muy general.
diré? pues sí me gust a ser hombre [... ] son casos di stintos , pero a fin al de -¿Y personalme nte?
cuent as todos h a cemo s, el hombre o la mujer llega ser lo mismo ¿no? o -Ser hombre pers onalmente, ser hombre pers onalmente pa� a mi es
se a, por ejempl o un hombre tr abaja, una mujer también trab aja, ent on­ ser un buen ser hu mano, tener mis respons a bilidade s, saber cu ales son
ces, pue s no sé, la preferenci a de ser ho mbre es de qu e, pus tien es , no sé, mis responsabilid ades, cumplir con mis oblig aciones, llev ar a cabo las
tienes más poder en algun as c o sas (Boris, 28 a ño s). meta s, ser p arte de una sociedad.
-¿Como qué puede ser? .
..
Para responder, Boris realiz a una operación que será dev el ado ra, y -Como tener mi familia, ser la c abeza de la familia, llev ar lo s ah-
,
que con sidera mos aclara lo escueto de las res pu estas: debe posicio na rse mentos y el diner o a una famili a, tener mi trabajo, eso es lo que par a mi
es ser hombre (Esteb an, 28 años).
a sí mismo como objeto de sí, trazar una distanci a en lo que estaba ple­
gado y ju nto, ati sbar un entre que no se conside rab a. La pregunta gene ra
La definición norma tiva i ndica qu e a un hombre lo a compañan su
una escisión donde no l a había y obliga a las palabras a coincidir con las
esposa y sus hijos ; no está solo: tie ne familia . Curioso c�ntraste , � orque
cosas. Zizek asegura que esta oper ación es un desatino "[al] sacar a la
en la cá rcel se nos h a dicho que ca d a cual hace su ca m1� 0 solo. la so­
luz lo que d e be pe rm a necer tácito, pa ra que conserve su consiste nci a
ledad y la individu alida d ante las dificultades y l a de sgracia se recl am a n
la red intersubjetiva exi ste nte" (2003: 25). D e este modo, con l a pregunta
como las posiciones subjetivas y éticas que un hombre deb� sostener en
propiciamos una fisu ra que requiere del interpel ado un fino cort e sobre _
l a cárcel. Si un hombre tiene compa ñía será la de su farruha , no l a de
sí para sepa rarse y mir arse. Provoc amos, t a mbién, l a peor d e las posicio­ _
otros hombre s, ni la de sus pares. Con ellos está en competencia Y ante
nes para l a subjetivida d m asculina: tr ansformarse en objeto, sea de los
otros o de sí mismo. La pregunta es una estrategi a de objetu alización que
ellos está solo y no dispon e sino de sí mismo. Por otra parte, l a
�ascu ­
linidad s e construye como un a ilusión que se debe alcanzar: muJ er her­
la masculinida d re pele con ahínco. Digamos, l a m asculinid a d oblite ra l a
mosa , hijos, buena posición económic a. La m asculinidad pertenece, pero
interpel ación de su campo, no res ponde a l llamado cua ndo se le convoc a
ta mbién se obtiene ; está más allá de uno mismo, cla m a ndo porque se la
a ell a misma. Y nos otros, citando la escena althu sseri a n a, la revertimos:
alcance. Es, a de más, una posición moral o u na dirección e n la cond�� ­
a hora es el sujeto el que ll am a a l policía (l a ma sculinidad): ¡eh, usted! _
ta : el hombre va sie mpre hacia delante, ta nto pa ra conquista r l a 1lu sion
También por eso Esteban debe proceder por alejamie nto. Re sponde
que Jo recla ma , como para e nfre ntar los problem as que se le prese ntan
si n contest ar. No permite que lo interpelemos y nos contest a con una _
_ "no se echa pa ra atrás" -. Es un cuerpo sólido en una trayectona, �na
descripción que no lo compromete : se objetualiza para finalizar como _
condens ación de virtudes e n el marasmo, qu e atraviesa su p� op 1 0 ?eSUn�
sujeto -cabeza de su familia, el que lleva el dinero... -. H abl a de l a
con decisión y co n valor. Vemos que la m asculinid� d se distanci a de si
raza hum ana y sus ramific aciones, una antropología de lo s deberes y l as
misma como ilusión -ante el futuro- o como actitud -frente al pre­
tar eas. Opera por desglose: primero la hum a nidad y sus particularidades ;
sente -. Se distancia de sí para confirmarse, p a ra rest ablece rse. Busc a lo
luego, las diferenci as de l a raza hum a na, des pués, la socied ad y su luga r
que ya e s .
en ell a ; por último, l a familia y su posición: la cabeza. Empieza por un a
referencia a la huma nid ad y termi na con la delimitación de s us debere s ¿Ser hombre? Pus par a mí ser hombre es, ¿cómo le puedo decir., pus
' ?

y su lugar. Como una muñeca rusa, cada definición contiene otra má s el que ma nd a a hí en l a casa ¿no ? el que tie ne q u e d ar es te g a sto, llevar,
pequeña, pero se mejante. sí, el mando d la c ¿n ? ten r t rid d y ver de su esposa , de
ahora e asa o e au o a
.
su s hijo s, de ser un hombre, ser, como dicen, ser cumplido de s us cosas,
144 PANÓPTICOS Y LABERINTOS ALMAS DÓCILES: CONFIGURACIÓN DE LA MASCULINIDAD 145

de su esposa, de sus hijos y enseñarle lo mejor a sus hijos ¿no? Es ser Por un camino o por el otro, la masculinidad es siempre un régimen
hombre, no ser como uno fue ¿no? ser hombre, bueno eso para mí es de recursividad, se es machista en tanto hombre y se es hombre en tanto
ser hombre (Rolando, 36 años). sí mismo. Está al principio y al final y cubre todo el espacio de la subje­
tividad y el devenir. Los entrevistados han dicho, a fin de cuentas, que un
Una persona responsable, una persona que desde pequeño tienes la ilusión hombre es un hombre, así como la Ley de Herodes manifiesta que pagas
de ser papá, de tener una mujer hermosa, una mujer que te comprenda [... J o pagas. Pero, ya lo mencionamos, no contestaron a la pregunta con señas
una compañera digna para toda tu vida, y lo que decía como hombre, de identidad ni de intimi dad; las respuestas remiten a una presentación
es que todo lo que trates tú de hacer te resulte bueno, y como hombre, la externa y relacional de la masculinidad. Como dijimos, preguntamos por
ilusión de todo hombre es tener posición económica buena, vivir pues
tranquilo ¿verdad? para dar tranquilidad a los que te rodean, eso es lo que significados y respondieron con atributos; pero esta respuesta se sustenta
significa para mí ser hombre (Chino, 55 años). en la recursividad que mencionamos: la identidad está plegada sobre sí
y coincide con ella misma; el principio es el final. La masculinidad for­
¿Para mí ser hombre? ¡No, pus decir la verdad! O sea, honesto más que ma parte de lo obvio, de lo que no se pregunta ni se interroga, de lo que
nada ¿no? ser honesto y sincero, ser hombre y no echarse pa' tras tam­ permanece igual a sí mismo, porque tampoco se quita, como lo veremos.
bién ¿no? Demetrio lo establece: ser hombre es ser normal. nada más .
-No echarse pa' tras ¿cuándo? Estamos ante un procedimiento paradójico, porque así como las res­
-Cuando uno tiene problemas de que diga "¡ chale ya la regué y ora puestas remiten a una ex terioridad de sí, a un extrañamiento en atributos,
qué voy hacer!" ¿No? Sino al contrario, "no pus ya la regué le tengo que su posición subjetiva corresponde a la intimidad más intensa, aquella que
echar pa' delante, salir de ese problema" (Crisóstomo, 22 años). ni siquiera puede ser develada ni mencionada. Identidad que, en tanto
intimidad, está plegada sobre sí, pero cuyos contenidos remiten todos
Nico dice que si él fuera un hombre ... Es varón, sí, pero no cumple a una exterioridad primera. Ambos, y tal vez esto aclare la paradoja, se
con los requisitos para ser un hombre: estudiar, trabajar, estar lúcido, ser fundamentan en la recursi vidad y circularidad de la masculinidad misma:
responsable. El hombre, el que Nico refiere, es un ideal, y como ideal es lo que es y lo que debe ser; se busca porque ya se encontró.
indica una distancia entre lo que se quisiera ser y lo que se es (Rolando
ha dicho: "no ser como uno fue"). Venustiano anuncia que el ideal ha caí­ ¿Para mí que significa ser hombre? Nunca me he hecho esa pregunta,
do, al menos en su caso, y menciona una/alta de su parte. Diferencia dos para mí sería ser hombre, ser alguien que tiene bien cimentados sus va­
polos, uno en el que priman la animalidad y la irracionalidad, sostenidas lores, sus principios y que sabe responder ¿no? En mi caso pus estoy
en una definición machista del ser hombre: tener muchas mujeres, gol­ casado, pus ya orita se puede decir que le fallé a mi esposa, esto � aquí
pear, beber; en el otro prevalecen la cordura, los valores. la responsabili­ [... ] o sea, ya en este caso mi hija cuando nació y tengo que cumplir [ .. . l
dad y la congruencia: un hombre es quien sabe ser siempre él mismo. sin llegar al machismo, a mí los machismos son, o los que dicen ser '.11uy
hombres porque tienen muchas mujeres, toman, golpean, para m1 eso
no es ser hombre, para mí eso es ser un animal irracional. Para mí hombre
¿Cómo le diré? Hombre para mí, si yo fuera un hombre, un hombre, por­
que, bueno soy varón, pero para mí un hombre ser, pus cumplir con sus es eso, cumplir con sus obligaciones, tener unos valores, unos principios
obligaciones ¿no? cómo le diré más, cumplir con sus obligaciones. y siempre ir de acuerdo a tu forma de pensar, no desviarte por el qué
-¿Qué obligaciones? dirán, siempre ser tú mismo (Venustiano, 33 años).
-De uno mismo, de estudiar, trabajar, estar con sus padres, si tienes
¿Hombre? Pu s, un ser normal ¿no? un ser normal, que anda en la calle,
hijos con sus hijos, familiar, su trabajo, vivir la vida bien, estar conscien­
que no tiene conílictos, que no anda en drogas, que no anda en malos
te, no enviciarse, irse a pasear, estar con los niños, con los familiares,
estar un rato bien divirtiendo, eso es ser una persona, un hombre que pasos, eso es ser hombre (Demetrio, 18 años).
conviva bien (Nico, 32 años).
146 PANÓPTICOS y LABERlNTOS
ALMAS DÓCILES: CONFIGURACIÓN DE LA MASCULINIDAD 147
.
Pero' si el ideal es un 111te rva1o en1 re lo qu e se es y lo que se debe ser,
. , . HOMBRE VIVO, HOMBRE MUERTO. MASCULINIDAD Y ENCIERRO
tenemos dos distancias: ésta y 1a qu e mencionamos entre el s1 mismo Y 1a
.
.
cá rce 1 . En este caso, I a d istancia , se constituy e con re lación. al s1, mismo,
. p or lo tanto• el extrañamiento no Mencionamos antes q ue la masculinidad en su d efinición se construye
dentro d e los sujetos, por as1 d ecirlo.
· · .
. , al 111tenor . como un antagonismo con la cárcel y, a v eces, con la propia biografía.
es sólo respecto a la realtdad o al exterior, sino con. relac1on
, es la ,
umca qu permit . 1 a .
tn- Luego de la pregunta sobre el significado, a partir de las respuestas de
y a1 yo. La pos1c1on. . d e doble extrañam .
iento e e
los mismos entrevistados interrogamos sobre el impacto de la prisión en
limidad, construida, lo hemos visto: como.ext rañeza. Si definimos la sub­
la masculinidad. Una vez reconstruido el itinerario, constatamos que la
jetivación como una vuelta sobre s1 del suJeto, que es fundant e del sujeto
. , , constru cción de la masculinidad que realizan los internos esboza, por un
mismo (B uti e r, 2001b) -en la vuelta que da sobre s1 -, entonces aqu1
tenemos una vuelta sobre la vuelta, doble saltO nortal 1 qu e nos pone a salvo lado, un yo, que condensa los significados qu e expusimos en la sección
· . anterior y, por otr o, un ellos, que analizaremos en la siguiente. La mas­
del extrañamiento radical. que s1g111·fi ca J a cá rcel y que 1 e permite a 1os
, aunque todo Io desm1enta o lo desbarate . ' culinidad cor recta, virtuosa, cargada de futuro y de responsabilidades,
internos sostener un s1 mismo, . ·
. e s·•- familiar, laboral y normal, ésa es la masculinidad del yo. La ot ra será
Parapeto refl exivo, distancias táct1cas · que construyen un. esp esor de,en
. s1, misma. violenta, arbitraria, defectuosa y sangrante; y es la masculinidad de los
vo sob re Ia subJe1·1v1ºdad, que traza laberintos sobre .
. . otros, de los internos, la qu e impera en la cá rcel y que se presenta como
Asimismo, 1 as e�1ran_e zas que h e.mos mencionado son ambas pan6p-
. . el contra-ideal de la mascu linidad que h emos analizado. Entre una y
ticas: muestran al suJeto como 111d 1 v1duo en el sistema carce lario y al sí
. . otra, en el trazo mismo de esta distancia que se explicita de mane ra
mismo como conte m.do en la expe riencia del encierro. Pero, a la vez,
interponen un laberinto . -las d.istancia · s a que nos re,enmos- e · que ·1 nte - clara e insistente, encontramos una torsión que, como lo vimos, es en sí
· · uesto a las borregas. Ca da cua1 misma subjetivante: torsión entre el ideal que se formula y que en algún
rrumpe el panóptico, como el si·1 encJO imp
- ·
extiende sobr e sí los velos del extranami· ento para f undar una 111 · 1-1mldad, sentido orienta, y las posibilidades contextuales en que s e puede d espl e­
que se rá siemp re ext rañamiento · por eso mismo· Los velos suponen una gar o alcanzar aquél. No obstant e, mencionamos que el ideal, para ser
mirada' y aunque la desv1an, , tamb.ien , 1a requieren· La mi.rada es const·tu
.1 - tal, debe pertenece r a una esfera distinta a la del yo, debe representar
tiva' fundante, por as1, llamarla. por eso, � tal vez' <letras , de los conte mdos un afuera subjetivo que amerite ser alcanzado, que cómo se construye
enunciados no hay nada, un lugar vac10. , ¿izek asegura que 1 a v erdad del como una distancia: eso es lo que debería ser, pero que no soy o que no
. . ' . .
SUJeto es siemp re ."I a ver_dad .del 'gr.an Ot.ro simbólico; no se pr oduce en puedo ser. De alguna forma, lo que se enuncia como masculinidad del
la intimidad de 111J experiencia 111terior, srno q . ue re sulta d el modo en que yo, en contraste con la de los otros, es la masculinidad del ideal, nunca la
· ' . .
mi actividad s e inscribe en el campo ' pu'blico de las relaciones 111tersub- actual -distancia de la distancia, extrañamiento del extrañamiento- .
·
Jetivas" (2003: 102·' las cursivas - son nuestras). Ahora analizamos los vínculos entre ese ideal y la experi encia de la
Pero esta doble extraneza es, tambie . 'n• un doble fracaso Porque
, . . cárcel.
cuando s e instaura la d1stanc1a · · entre Ja cárcel y el s1 mismo,. lo que se
, · .111t1m1dad
.
espera es que el si nusmo permanezca - como un punto de .
y per- Tal vez sea Leand ro qui en me jor entienda de subjetivación; sin duda más
. ,
tenencia. No _su�e de as 1 . la seounda "' , xt añeza desmiente ese punto Y,
- e r que nosotros y nuestros autores. Habla de va rias personas que él mismo
entonces' el s1 mismo es extrano a si mi.smo en la distancia . entre el ideal. . rep rese nta según las circunstancias, lados de su subjetividad a los que re­
· . ,
y el yo que se sitúa dentro del suJ eto. pero la mascuhmdad .
sera e1 princ1 - curre para sobrevivir. M enciona rostros vivos y muertos que se alternan,
Pal parapeto pa ra desconocer tanto e1 doble ext ranarruento _ como e1 doble caras que s e traslapan entre la vida y la muerte. "Mi cara por enfrente es
. , .
fracaso ' porque los vela rá con atri·b utos, se mantendra, Junto a s1 misma una persona viva y atrás es una persona mue rta", dice. Dos caras para un
· .
(separándose)' ao)ut111ará
"' una pos 1· c1·6n que desmienta .
su o bºJ etuaJºd I ad.
mismo rostro, una persona múltiple pa ra una sola vida. Su brazo derecho
P ero para d esconoce r es necesario · saber por ant1c1pado' . (lo veremos 1ue- es un roble porque e stá plantado: principio de la realidad corporal, espe­
go en el tema d e la seducción). cie de conexión obligada con lo real y con el contexto -aquí uno está
ALMAS DÓCILES: CONFIGURACIÓN DE LA MASCULINIDAD 149
148 PANÓPTICOS Y LABERINTOS

plantado, dice (en este huerto amargo que es la cárcel), y así tengo que Jugares colectivos que reúnen a multitudes de individuos. "Pus yo digo
baj ar, agrega, a recibir a mi familia durante las visitas-. Un árbol acia­ que si éste es el mismo infierno del purgatorio o sea, este sí es un infierno
go que camina por la prisión, plantado sobre sí mismo en su desventura. en vida" (Fulgencio, 35 años).
Un brazo izquierdo que es una golondrina, que desea volar. Principio del Esboza una topografía de las r elaciones humanas y de los espacios
place r, volátil y ansioso. Dice que se siente una persona muerta que no sociales y refiere un adentro infernal, que es consecutivo al traslape de la
puede hacer lo que le gustaría ni estar con quien desea. Esto no es vida, muerte en la propia subjetividad de Leandro. Sus dos personas, la viva y
ase gura. ¿Se puede estar muerto estando vivo? Sí, al menos en la cárcel. la muerta, son flancos de estos lado s sociales que delimita el infierno. En
Tenemos un duelo permanente, una institución mortuoria y sus restos. ambos el gesto es semejante: situar la muerte como una experiencia de
Las partes que hemos mencionado antes, de manera insistente, explotan la vida misma y durante la vida misma; no como un más allá, sino como
dentro del sujeto mismo: un laberinto en penumbras, trozos de lo que se un aquí y un ah.ora. Ésta es una tercera forma de muerte, que se agrega a
desearía ser y de lo que se es, fragmentos de la realidad y del deseo. Un las dos que mencionamos antes: muerte suspendida y que se administra
braz o y otro; una y otra caras. Un rostro sombrío por la muerte, un saber sobre sí mismo en vida -no es un suicidio-. Forma de borronear todos
. los límites y cualquier orden, bor rándose a sí mismo en la operación.
tácito sobre la vida. Bajar, subir, esperar.
Indefinición radical de la subjetividad. Diremos que ésta es una muerte
subjetiva.
Yo oí en un libro que decía: "Mi brazo derecho es un roble, mi brazo
izquierdo es una golondrina. Mi cara por enfrente es una persona viva y Lo veremos luego con mayor detalle, pero consideramos que Lean­
por atrás es una persona muerta". Yo creo que es así ¿no? un roble, por­ dro se seduce a sí mismo entre estas dos personas que menciona -la
que aquí uno está plantado y no se puede ... porque yo quisiera volar y no viva y la mue1ta-. Para hacerlo, realiza la operación que Boris y Este­
puedo, si estoy aquí y soy una persona vi va por enfrente. ban negaban o rechazaban: se fragmenta a sí mismo y se duplica -dos
-¿Por qué? caras, dos personas, dos miradas -. Un juego de alternancias: baja la
. -Porque tengo que poner ese tipo de cara enfrente de mi familia, persona viva y sube la muerta. Dos brazos: un árbol y una golondrina.
tengo que bajar así, tengo que bajar bien y por atrás soy una persona La realidad y el deseo. Y él mis mo se revierte a sí mismo, viviendo y
muerta, porque pues me siento así ¿no? porque no puedo hacer nada de muriendo a la vez, volando y plantándose en un mismo gesto, sobre un
lo que quisiera hacer, entonces yo me siento así como ese pensamiento mismo cuerpo. 67
que yo leí en un libro que dice así.
-¿Y cómo es que se siente como una persona muerta? Esta conformación de los lados en uno mismo -y sobre uno mismo­
-Porque esto no es vida o sea el simple hecho de estar encerrado
aquí no es vida ¿no? a sabiendas de que yo pudiera, como quien dice, puede suceder de modos diversos. Venustiano dice que él se ha adaptado
hacer algo, o sea allá afuera, estar trabajando y sacar adelante a mi fa­ al sistema y actúa como éste exig e que se actúe. Dice que se adaptó a la
milia y aquí no [...] entonces yo me siento así como una persona muerta forma de ser, aunque no la comp arte ni es la suya. Adaptación táctica,
(Leandro, 30 años). que es subjetivante en sí misma. Antes, dice, era muy pacífico, ahora si
me gritan respondo. Venustiano puede leer esta disyunción a partir de un
Leandro ubicó esta disyunción entre muerte y vida en sí mismo. Una punto de permanencia y de aglutinación, por así llamarlo, que correspon­
persona muerta tras una persona viva. Fulgencio, monstruo en su celda e de a sus principios y la valoración de sí mismo; así como para Leandro lo
tndígena en la cárcel, habla del infierno, de este lugar de muerte en vida. era una nostalgia de la vida anterior que esperaba recobrar. La cárcel es
Aún más, dice el infierno del purgatorio. La muerte no es, entonces, una un intertanto y la adaptación es una estrategia que aplica sobre sí, trans­
fronte ra, sino que delimita el espacio en el que se habita: et infierno. En formando su modo de ser para sobrevivir en ella. A su modo, Venustiano
la cara de Leandro se esbozan dos lados para la subjetividad, que la frag­ 67 Pero quizás estemos ante múltiples cuerpos y no uno, como damos por descontado.
mentan y la suspenden, en algún sentido; Fulgencio los transforma en L o veremos también en el caso de la Paz, que analizaremos más ade lante.
150 PANÓPTICOS Y LABERINTOS ALMAS DÓCILES: CONFIGURACIÓN DE LA MASCULINIDAD 151

también es dos personas al mismo tiempo: una adaptada que grita, la otra llevado a un camino donde posiblemente pienso que la vida ya tiene
pacífica y suspendida por ahora. muy pocas oportunidades a la edad o al tiempo que ha pasado sobre mi
vida (Chino, 55 años).
-¿Y el llegar a la cárcel afectó esa definición para ti?
-Pues yo aquí me he llegado a adaptar, yo me adapté a lo que es el Adrián indica que en la cárcel no se es hombre porque no se puede
sistema penitenciario. trabajar. Contraideal masculino, cotidiano y permanente. Asegura que
-¿En qué sentido te adaptaste? aquí, en la cárcel, se está de huev6n, sin hacer nada. La cárcel opera un
-En tener que hablar como hablan aquí, aquí no es de ¡ hola amigo! olvido, dice, una vez que transcurre el tiempo: hasta de trabajar 11110 se
No, nada, aquí te dicen "carnal, vale ¿qué onda? guarro" o sea, muchos olvida, afirma. Si el gesto de Chino es uno de memoria, que lo lleva a
seudónimos. Me tuve que adaptar, me adapté a la forma de ser o sea,
condensarse a sí mismo en un recuerdo específico acerca de quien fue,
te digo, yo soy una persona muy pacífica y aquí me tuve que adaptar
a que si te gritan, tú también tienes que gritar más fuerte ¿sí? eso sería para Adrián el presente:; se traga la memoria, la colapsa, en su repetición
en lo único en lo que me han cambiado [... ] Porque yo sigo guardando permanente. Esta vez la circularidad -paseas para allá y para acá- es
mis mismos principios, para mí uno de mis principios es valorarme a mí un modo de suspensión de la subjetividad. La repetición imposibilita las
mismo, yo me valoro aquí aunque esté donde estoy, para mí ¡yo valgo distinciones temporales y subjetivas que el trabajo propicia; distincio­
mucho, para mí! (Venustiano, 33 años). nes vinculadas, profundamente, con la masculinidad y su conformación.
Atendamos a que el trabajo permite que la masculinidad se aglutine,
Mencionamos antes que una polaridad sobre la que se construía la porque dispone tanto de sus atributos como de un tempo subjetivo y so­
masculinidad disponía de razón e irracionalidad. Chino relata que los cial, que además otorga justificación y sentido. En la triada familia/tra­
cambios que han acaecido en su carácter lo han vuelto agresivo, pese a bajo/poder que se ha enunciado antes, el trabajo es el vector que permite
que antes era una persona razonable y con criterio. Los lados se cons­ vincular a la familia con el poder, posibilitando una posición subjetiva
truyen, en este caso, sobre el tiempo y la biografía. Si Leandro está vivo masculina. Si se le quita, dice Adrián, no se es nada y sólo cabe el olvido.
y muerto en el presente, Chino es agresivo ahora, así como antes fue
razonable. La torsión sucede en un intervalo de vida, transformación me­ -¿Y por qué dice que acá en la cárcel casi no se es hombre?
diante, y se sedimenta en un carácter (otra forma de aglutinar la subjeti­ -No aquí, pero aquí ¡qué hombre se siente uno aquí! Aquí en la
vidad). La masculinidad para Chino se extiende en un tiempo de fracaso cárcel, yo digo que aquí no es hombre uno, porque no hace uno nada
aquí [... ] aquí en unos dos o tres años hasta el trabajo lo olvidas y te
vinculado estrechamente con la edad y con la condena. Dice que el tiem­
po ha pasado sobre su vida como un tropel, como un flujo que no se vuelves güevón aquí.
-¿Por qué?
controla, pero que se padece. La memoria opera aquí como dispositivo
-Porque nunca hace uno, ya no trabaja como trabajaba uno allá
de subjetivación, en tanto habla de dos personas: la que sefue -y que se afuera, aquí nomás te paseas pa'lla y te paseas para acá y nomás anda
puede recordar- y la que se es -y que se padece-. Chino emite un jui­ uno de güevón, porque aquí no hace uno nada (Adrián, 62 años).
cio sobre sí, y así como Leandro, se escinde en dos personas. Al parecer,
la subjetividad requiere siempre de, al menos, dos para expresarse. En cierto sentido también lo dice Esteban: la cárcel somete la volun­
tad, por lo tanto colapsa la disposición subjetiva que se esgrime como
Sí, sí, me ha afectado bastante porque mi carácter ha cambiado.
central para la masculinidad: ser responsable, proveer, mandar, producir.
-¿En qué sentido ha cambiado su carácter?
-En que mi carácter, era una persona razonable, una persona con Masculinidad caída, diremos; Esteban refiere que muchas cosas se caen
un criterio, si no amplio, al menos con un buen criterio de los demás en la cárcel (Venustiano también habló de ca(da). Habla de una men­
hacia el modo de vivir, el modo de ser y ahora yo juzgo y creo que he te débil: ¿podría estar en otra parte la masculinidad si no en la mente
sido y soy tan agresivo para juzgar que no admito un error y se me ha misma? No, por eso se quebranta la voluntad en la cárcel, mediante el
ALMAS DÓCILES: CONFIGURACIÓN DE LA MASCULINIDAD 153
152 PANÓPTICOS Y LABERINTOS

caree/azo del que nos habló Nico al comienzo de estos análisis. Carce­ Tenemos, al final del trayecto, dos personas -reiteradas en las citas- y
law, quebranto: perder la mente, nos dijeron. Perder la mente: perder la dos sí mismos, que se alternan. Pero unos y otros hablan de un mismo
masculinidad. Estos entrevistados nos dicen que lo hombre lo tienen en tiempo: el de la reflexividad de sí mismos sobre sí mismos, sea ahora o
su mente y que lo pierden en su cuerpo, quebranto mediante. Olvido. No antes. Es el tiempo de una vuelta, en la que una persona se encontró con
se es hombre en la cárcel, aseguró Adrián. Pero no se es hombre en su de­ la otra, en la que ambas se '·fundaron" para escindirse y bifurcarse. Pero
finición ideal y pragmática: lo que se debe ser y lo que se debe hacer. El es una separación que evita que la masculinidad se convierta en objeto,
mismo Nico dice que sigue siendo varón (como lo veremos, si le dijeran porque, finalmente, las dos personas siempre reivindican un estatuto de
lo contrario no tardaría en reaccionar), pero que no es hombre. Debiéra­ sujeto. Duplicación en algún sentido táctica para sostener dicho estatuto,
mos escribirlo con mayúscula: no es Hombre, no satisface el ideal que elusión consistente de la objetualidad de lo masculino.
ordena la identidad.

-¿ Y estar en la cárcel ha afectado eso? LO MORADO SE QUITA ... MASCULINLDAD EN LA CÁRCEL


-Me afectó, porque algunas veces se siente uno traicionado des-
moralizado y que se caen muchas cosas. Yo en la calle decía: "en l; cár­ ¿Qué significa ser hombre en la cárcel? Aquí comenzamos a adentrarnos
cel, va la gente mala, y la gente que necesita una readaptación"[... ] Hay en la masculinidad de los otros, según la topografía que expusimos an­
muchos que yo he visto que tienen una mente débil. tes. Sara nos dice que en la cárcel opera un régimen machista agresivo.
-¿Débil en qué aspecto? Explica que dicho régimen se fundamenta en un orden de exclusividad:
-En que sus voluntades se quebrantan, pues, ya estoy aquí en la en un reclusorio varonil hay puros varones, dice. Entonces, la masculi­
cárcel, pus ni modo que diga que nunca probé nada en la cárcel, la vo­
nidad de la cárcel, la que los internos dicen que los otros construyen en
luntad se le quebranta (Esteban, 28 aiios).
este espacio es, primero, un régimen de recursividad, como ya indicamos
antes. En un reclusorio de varones sólo hay varones. En la definición se
Entonces, la misma masculinidad se escinde entre su definición ideal
intercepta dicha recursividad con la circularidad del orden social que re­
Y su concreción real. Vemos que no es más que este espacio entre ambos,
ferimos y se establece un régimen que parte de sí mismo para terminar en
entre sus insignias y aspiraciones y la experiencia cotidiana y biográfi­
sí mismo. El machismo, notémoslo, califica el vínculo entre hombres, Y
ca. Pero esta operación requiere que la masculinidad se objetualice: se
debe leerse como esta circularidad y recursividad autopoiética de lo mas­
l e observa en su fracaso y en su caída. Ellos lo están diciendo: sólo una
culino. "Es un régimen machista, agresivo""-¿Por qué un régimen ma­
ve z que hemos caído podemos observar y estimar lo que somos y lo que
_ chista?" "Pues porque estamos en un reclusorio varonil, exclusivo para
fuunos. Esto permite diferenciar entre la posición de Boris y la de estos
puros varones" (Sara, 35 años).
otros entrevistados: Boris estima que no hay traspié ni discontinuidad;
Si entre puros hombres se va, en sí mismo, de lo hombre a lo hom­
está asido a su masculinidad porque no la considera caída. Los otros, ya
bre, entonces la cárcel no te puede comer. Desde uno mismo, dice Ro­
caídos, la observan -mediante la memoria, el olvido, la escisión o la
lando, en tanto hombre, se debe salir adelante, pero hasta lo hombre. La
adaptación-, distantes de sí mismos por esta imposibilidad del ideal que
circularidad no nos abandona. Todo sucede sobre lo ya sucedido. Hay
los constriiie. De algún modo, veámoslo, la caída es siempre interior, es
dos alternativas claras: o eres hombre o eres maricón, dice. Eres uno u
íntima: dirime entre quién se es y quién se fue, entre lo que se anhelaba y
otro, pero no ambos. Como las dos caras de Leandro, aquí tenemos los
�o que efectivamente se hizo. Finalmente, entre la vida tal cual se puede dos rostros masculinos, los únicos posibles: hombre o puto. Ante la so­
Juzgar y evaluar y los contenidos ideales que orientaban su decurso. Para
ledad que algunos enfrentan, explica, comienzan a tristear, a cavilar, a
Boris la masculinidad está en sí mismo, adherida a sí, por lo que no puede
sufrir; dice que se ponen la corbata, lo que en el argot carcelario signifi­
siquiera observarla ni mencionarla como tema; para ellos, en cambio, la
ca que piensan en el suicidio (corba1a como soga con la que alguien se
masculinidad está en otra parte, lejos de sí.
154
PANÓPTICOS Y LABERIN
TOS

podría ahorcar). Increpación


AL.MAS DÓCILES: CONFIGURACIÓN DE LA MASCULINIDAD 155
.· · 11, af¡ r fu1�te suficie
bre, debes serlo aquí dentro ª ntememe hom­
, t:;b. , . �a �o vimos, la mascu
1en lo que permanece. Lo morado se quita porque se borra; con lo hombre y lo
un régimen moral sobre tod linidad es puto no sucede lo mismo. Pero si lo puto se puede adquirir -al elegír­
· ' o, rep1 eto de atributos y ma
dJrección para la con nda tos. Es una
duc ta y el des tino·. sena
- _la u� adelante permanen sele en vez de lo morado-, entonces lo que se puede quitar es la hom­
generalizado que se debe se . te y bría. Una piel o un deseo. Sólo lo puto no se quita, el resto sí; y tanto lo
gu1 ante cualquier CJrcunstanc
idea de la muerte -corbat � ia. Frente a la
e pa abra� de Rol morado como la hombría se quitan: uno por valentía -te avientas unos
es la decisión de vivir de s:; ando-, la hombría
:;i:r tas a� vers1dades y de tiros-, la otra por retracción - ¡no, pus, eres puto!
dirección mencionada.' continuar en la
Tenemos un doble régimen de inscripción: inscripción de la hom­
bría en la carne como no extirpable, e inscripción de lo puto en la misma
-Pus ser hombre aquí, vale .
mismo.
rse por sí mis mo, sali.r adelante por uno carne como conseguible. Pero, consecutivamente, si lo puto se consigue,
-Salir adelante ¿en qué sen lo lwmbre se extirpa. Entonces lo único definitivo sería lo puto, como lo
tido? que no se quita nunca. Pero la hombría se quita en sí misma, no en el
-Que no te coma la cárcel·
muchas veces 1 uego, aquí en cuerpo, no e n la anatomía, sino en la identidad, en sus atributos. Lo puto,
te llega una presión muy fue la cárcel,
1te. '
-¿Presión por qué? que parecía lo único no quitable, surge como un punto en est as vueltas:
-Luego ya te encuentras mu entre lo hombre y lo hombre, entre lo morado y lo quitable. Lo puto es
muchas personas que vienen y solo 1 a so1 edad, porque he
a verlo y d¡ repente lo deJan visto un resto, lo caído por definición, el afuera del ideal que hemos analiza­
vienen abajo así• y pus ora s' de ver y se do. Est amos ante un razonamiento semejante al de pagas o pagas: o eres
1, sea hombre o no seas mane · ón.
andan pensando, andan tristean ada más
do se quedan pensando más, N hombre o eres hombre. Otra vez los dobles. Masculinidad de la masculi­
rna, aquí corno dicen "ya te ' en una for- nidad, debiéramos decir; la recursividad que hemos descrito ordena sus
está .
s corbateando"• ya aquí¡e dicen
este,s corbateando" no te que "no te
des corbateando, mejor sea hom atributos.
adelante (Rolando, 36 años). bre, échale
Porque, lo dice Rolando, si no te avientas, si te retractas o te retraes,
O eres hombre o eres puto entonces ni hombre eres. Dicen exactamente: "eres puto, hasta ni hombre
No hay alternat1_v . eres cabrón". Léase: eres puto, no eres nada. Lo hombre es lo primero
permanente. Los internos dic a, pero la elección es
. en:. lo morado se qwta, lo . que hay que ser, pero también lo que se debe ser hasta el final. Después
c16n corporal de la masculin" puto no. lnscnp-
. 1d d , su ventura definitiva· de todo, lo peor es no ser ni hombre. No ser nada, insistimos. Si la mascu­
quua, entonces el cue es el ª espac10
. s·1 ¡o morado se
dad, el tablero sobre e?:ue de n�gocia�ión de la mascu linidad es un conjunto de atributos y, a la vez, una disposición moral ante
se traz_an su cons1stenc1a o su lini­
Lo puto no se quita pero se difuminación. el destino, que orienta hacia adelante, entonces lo hombre es el primero
a dquiere; por lo tanto, la ma y el último de sus atributos y la condición misma de su dirección. Nóte­
quiere su demostrac'.ó sculinidad re­
1 ª e te, sa coloración se que antes de que se impugne la hombría ha acaecido una retractación
que da pruebas de la h�!;r: � � � morada sobre la piel
e,end Ida Y conservada. -no te avientas, no la haces-, que se lee como un cambio en esa direc­
Aqu1' en 1 a care
, e! ¡ay no! pues no es que ción: se va de lo hombre hacia lo hombre, hasta lo hombre, y siempre es
eres puto ¿eh? aquí tu palabr a�u1, s1.· no te avie
.
ntas un tiro, un delante de sí lo que hay que conquistar, tanto como mantener. Nueva
a de que dicen ilo morado se
puto ya no!" y sí es cierto, Io . quita, pero lo paradoja: está adelante, pero ya es. No se llega, se permanece. Direccio­
morado se quH a'pero 1o puto no, entonces
por eso es que dicen ·no, p . nalidad moral que se demuestra mediante la disposición del cuerpo; a
1 us un tiro y acá'· 1· 110 que no., ¡No
puto! (Aníbal, 25 años). pus eres través de un cuerpo a cuerpo de la masculinidad consigo misma.

Es cierto, dice AnibaJ, lo mo


rado se qui. ta,. entonces no Porque muchas veces luego tienen sus broncas y muchos te dicen " ¡ ya
posible a es ta agónica mascu . hay escape échale, pus vete!" Pero muchas veces no la haces, porque pa' no tener
lina, que Jue ga con lo que se adquiere y
con problemas es cuando dicen "eres puto, hasta ni hombre eres cabrón", por
156 PANÓP"llCOS Y LABERINTOS ALMAS DÓCILES: CONFIGURACIÓN DE LA MASCULINIDAD 157

eso muchas veces mejor aguantamos el coraje, es cuando dicen "qué, -¿ Y cómo sabes que eres cabrón?) [se ríe]
porque no eres hombre" (Rolando, 36 años). -O sea ¡si quieres te lo demuestro! [se ríe].
-¿Tú lo dices?
Crisóstomo dice que él no es un cabr6n, pero sí cabroncito. Es un -¡Ah, no sí! O sea, cabrón, cabrón, cabrón no soy, sí o sea, que no
cahr6n en pequeño, porque no es del o/ro bando, pero no le gusta enfren­ me meto en problemas o sea que estoy "picudeando" al otro y "¡qué, qué
tarse cuando lo desafían. No elige lo morado ni lo puto, pero se diminu­ te quieres aventar un tiro y tú me caes gordo y acá!" No, no, no, o sea,
gente pacífica y rela, rela, claro que si te buscan problemas y acá ¡V ámo­
tiza: cahroncilo. �e da gracias a Dios por serlo: ¿quién podría garantizar
nos recio! Claro, primero se habla como la gente ¿no? por eso tenemos
la hombría si no El? Y luego esboza una gradiente en el cuerpo para esta boca ¿no? primero se habla (Crisóstomo, 22 años).
agónica de la masculinidad: primero, dice, está la boca, para hablar como
la gente; luego los golpes, que son una forma de hablar, pero con otros Tenemos, entonces, un color para la masculinidad -morado-, una
órganos. Lo cabroncilo es una cualidad demostrable, Crisóstomo nos de­ agónica -te avientas- y un saber -te lo demuestro-. Un régimen de
safía durante la entrevista. El relato no puede reproducir la escena, pero inscripción y otro de mutación. Inscripción en la carne y en el cuerpo y
cuando le preguntamos "-¿cómo sabes que eres cabrón?", él se levanta mutación de las identidades. Crisóstomo le da gracias a Dios, eleva su
de su silla y hace un gesto como de bajarse los pantalones y mostrar los suerte hasta el cielo para demostrar gratitud. Agradece que él no sea nada
genitales; hace el gesto y luego se vuelve a sentar. Ésa es la demostración y que todo sea demostrable. Agradece, de algún modo, su cuerpo. Enton­
final de la hombría, se pasa de las palabras al cuerpo, porque si pedimos ces, en este mantra soterrado que se extiende por la cárcel, la hombría es
saber "¿cómo sabes que... ?" se nos responde con el cuerpo mismo, con la también un atributo teológico o escatológico. De ahí, desde ese lugar de
inscripción anatómica de cualquier saber y de toda identidad discernible. "arriba" proviene la verdad sobre sí mismo. Crisóstomo mira al ciclo y
Como lo morado que se quita, Crisóstomo actúa la inscripción corporal luego baja la mirada y pretende mostrar su carne. Luego de mirar a Dios,
de la masculinidad, la devela y la muestra. Él mismo está dispuesto a des­ de invocarlo mediante sus gracias, él se mira a sí mismo y se expone.
nudarse para demostrar que es un cabr6n, para aplacar cualquier desafío Subjetivación: vuelta sobre sí. Relación de sujeción. Crisóstomo primero
Y toda duda. Rompe el sintagma con su gesto. Nos dice que nos callemos, se sujeta a Dios, agradeciéndole, y luego se torna sobre sí, exponiéndose.
porque ante nosotros tenemos las pruebas, las evidencias de lo que dice. Es como si hubiera una conexión sagrada entre Dios, garantía final de la
Evidencia carnal y discreta. Verdad reluciente. El sexo verdadero que an­ identidad, y la carne, blasón último de la subjetividad. El gesto es seme­
tes mencionamos encuentra aquí otro gesto. Ya no de auscultación, sino jante: agradecer y mostrar. Tornar la cabeza y saltar de la silla. Otra vez
de develación. En la anatomía encontraremos la verdad del sexo y la seña la agónica, esa lucha constante contra cualquier impugnación o duda,
precisa de la identidad. Crisóstomo no es muy distinto que Herculine. Él esa lid con los desafíos y con las pruebas. "Lo morado se quita pero lo
sabe que su cuerpo contiene la verdad por la que se pregunta, sabe que puto ya no", ha dicho Aníbal. Vemos que se despliega una delgada línea
mostrar es herir cualquier pregunta y una forma de suspender una inte­ ante nosotros, que vemos cruzar gramaticalmente a los entrevistados: ya
rrogación de por sí insoportable. Ante él nosotros exponemos la nada que no. Punto de no regreso y final del camino. De algún modo, el adelan­
_
h�mos mencionado, ese espacio vacío y abyecto del que todos huyen (de te del que hablaba Rolando tiene aquí su término. Delgada línea que se
diversas formas) y en el que no sólo no se tiene identidad, sino tampoco traza sobre el cuerpo mismo, en sus gestos y en sus disposiciones. Ya no
cuerpo: "lo morado se quita ... ". que también alude a la muerte. Como Leandro que está vivo y muerto,
los hombres en la cárcel experimentan una agonía identitaria semejante:
-Pus gracias a Dios, soy cabroncito ¿no? ahora sí, pero luego ya no. Se alternan las posiciones ontológicas: soy
-¿Cómo cabroncito? -hombre-, luego ya no -soy puto-. Esta agónica no es conceptual;
-O sea que, no soy del otro bando, o sea que ¡qué onda y acá! ¿No? se dirime en palabras, sí, pero se despliega sobre el cuerpo. Si la verdad
[se ríe] por qué no, no, no. del sexo tiene su garantía última en la anatomía: ¿dónde, si no en el cuer-
158 PANÓPTICOS Y LABERINTOS ALMAS DÓCILES: CONFIGURACIÓN DE LA MASCULINIDAD 159

po, podrían suceder su pugna, su defensa y su comprobación? No es una -¿Qué es ser cabrón?
agónica conceptual, sino emocional: golpes, desafíos, respuestas. Rolan­ -Ser cabrón, en sí muy ¿cómo se dice?, muy fuerte, muy agresivo,
do, que prefiere a veces evitar los desafíos, anuncia el coraje: "lo aguan­ que se hace respetar por medio de la violencia.
tamos", dice. Anuncia un aguante colectivo de la rabia, una suspensión -¿Yalguien que no?
de la respuesta, a la vez que el nacimiento de una emoción: el coraje. -Y alguien que no es un hombre aquí es una persona que se deni-
gra perdiendo todos sus valores [... ] tiende a ser una, un paria (Chino,
Porque también la hombría dirime casi toda la vivencia en el encierro. El 55 años).
coraje que se aguanta es consecuente con una serie de acontecimientos
Para ellos el que sea más fuerte es el más hombre, entonces, para mí no,
y desafíos, fundamentalmente con el guardar un lugar en la trama de para aquí en la cárcel sí, el que más grita, el que más pega (Venustiano,
relaciones sociales, mantener una posición, darse un respeto. Si no eres 33 años).
agresivo, dice Sara, te hacen de lo peor. Hay una transición entre lo que
se es para sí mismo y lo que se es para los otros. Aquí estamos en este Tenemos una ortopedia masculina para establecer hombres totales:
terreno demostrativo y locuaz. Chino sostiene que "ser hombre" es ser aquí te vas a enseñar a ser hombrecito, dice Fulgencio, golpes y vio­
agresivo y hacerse respetar por medio de la violencia. Atendamos a que lencia de por medio. Ortopedia que se aplica sobre sí mismo -te vas
si no lo eres, entonces te denigras, dice Chino, pierdes los valores. La a enseiiar-, pero conminado por los otros -sus gritos, sus golpes-.
violencia inaugura y permite una ética: aquí están los valores de la hom­ La operación para establecer la masculinidad es metonímica (la parte
bría en la cárcel, su demostración. Tenemos otro matiz en la agónica que por el todo), tal como lo veremos luego, cuando se conformen mujeres
analizamos: si es una batalla sobre el cuerpo, pero por la identidad, no parciales en el caso de la prostitución. Esteban refiere que los hombres
obstante, en último término sustenta ciertos valores. Los valores evitan en la cárcel dicen: "lo que mis pantalones digan". Pantalones parlantes,
la caída, la denigración posible. Pero en este caso la ética y los golpes se que representan a la masculinidad toda en sus enunciados y que esta­
interceptan. Cuando se deja de golpear se pierden los valores, cuando blecen un régimen performativo para la masculinidad: lo que el hombre
se responde se confirma una ética específica. El resultado de esta inter­ dice es lo que se hace. Los pantalones que Crisóstomo estuvo dispuesto
cepción, de su colapso, es un paria. En este orden de castas, violento y a bajarse para demostrar que era un cabrón, aquí dan órdenes. Por eso
agresivo, la parte superior la ocupan los cabrones y la inferior los putos decimos: los golpes son una forma específica de habla sin palabras,
y los parias; y su mapa se traspone y se construye en el cuerpo mismo, sólo con cosas, pero con resultados performativos, con la consecución
en tanto lo que determinará la posición será la capacidad para ejercer de un hacer.
violencia y agredir. El que más grita, el que más pega, dice Yenustiano. Ortopedia que se conforma en un gradiente, entre el más que aglu­
La boca otra vez; las manos. tina los gritos y los golpes, y el menos de quien los recibe. Este ordena­
miento es correlativo al del espacio; tal vez le dé un sentido más acabado,
-¿Yes importante acá adentro ser así agresivo? pues arriba y abajo, que eran las formas de organizar fáctica y simbó­
-Pues yo pienso que para ellos sí, porque ahí supuestamente se licamente los espacios, son consecutivas a más y a menos en el orden
guardan, se dan un respeto, se ganan su lugar, el ser machista.
social. Pero asimismo vimos que al organizar las posiciones dentro de
-Y si no eres así ¿qué pasa?
-Pues te pegan, te hacen de, te humillan, te hacen de lo peor aquí las celdas y establecerse una división sexual del trabajo se constituía un
(Sara, 35 años). menos paradójico, pues el mérito era no hacer nada. El que más grita y el
que más pega, menos hace; y a la inversa: el que menos pega y menos gri­
Aquí dentro de la cárcel se entiende por ser hombre una persona que se ta, más hace. La ortopedia se entrecruza con una forma de acumulación
sabe defender, que es muy cabrón. de prerrogativas, con una forma de organizar gradientes de poder vincu­
lados directamente con el ejercicio de la violencia. En algún momento lo
160 PANÓPTICOS Y LABERINTOS
ALMAS DÓClLES: CONFIGURACIÓN DE LA MASCULINIDAD 161

vimos cuando analizamos las formas en que se construye un monstruo: la ética en la cárcel empieza con la violencia, que el respeto se gana a
depende, en último término, de la violencia que se ejerza o que se anun­ golpes; he aquí la demostración de lo dicho:
cie como amenaza; pero dicha violencia se leía como una disposición
interior del monstruo para cumplir con las tareas que se le encargaban. Como te dije hace rato, a todos cuando llegue el momento todos vamos a
Era una violencia a la vez que una ortopedia, pero se diferenciaban y se caer. Ya me pasó a mí, por muy tranquilo que soy, ya me pasó una vez, o
distinguían. Tenemos la misma operación en este caso: se aprenderá a ser sea, llegó el momento en que dije: "ok ¡ basta, quieres pleito! ¡pus vamos
hombre mediante golpes y gritos, pero el aprendizaje se atribuirá a una a pelearnos!" Fue tanta la insistencia que me estaba buscando este tipo
disposición interior del aprendiz. [... ] me decía de cosas y me decía de cosas y me decía de cosas y me de­
cía de cosas. hasta que un día le digo: '· ¡ bueno, qué traes!", " ¡ No es que
Para ellos ser hombre es ser maldad más que nada, ser duro con la gente me caes mal!" Le digo: "porque te caigo mal estás jode y jode ¿qué es
Y as � te dicen: "aquí te vas enseñar a ser hombrecito" quién sabe qué, te lo que realmente quieres?" Dice: " ¡ pues romperte la madre!", "¿Quieres
empiezan a golpear, cualquier interno (Fulgencio, 35 años). romperte la madre conmigo? ¡Pus vamos a rompérnosla!". Pero así nos
empezamos a trenzar a golpes, él es un poco más alto que yo y más largo
-¿Por ser hombre? Hay muchos que dicen ¡yo soy el sexo fuerte! lo y pues obviamente iba ganando, de hecho si nos vamos al box él hubiera
que mis pantalones digan. ganado. la verdad él hubiera ganado, pero no sé si con los golpe� que me
-Cómo lo que mis pantalones digan? dio desquitó su coraje o sintió que yo lo podía prender con algun golpe
-Sí, lo que el hombre dice es lo que se hace (Esteban, 28 años). que lo pudiera noquear y quedar mal ante toda la gente que estaba ya
rodeándonos que dijo: " ¡ pus ya estuvo! ¡Pus ya estuvo!"
Yenustiano nos enseña cómo se aprende y se ejerce esta ortopedia -¿ Y qué pasó en adelante?
Y cómo se consigue un lugar en el régimen performativo. Dice que una -De ahí me saluda, sí dice: "¿qué paso güero?, ¿cómo estás?"
vez le llegó el momento y se cansó de aguantar los desafíos de un com­ Gente que también no me saludaba a partir de eso me saluda, por �ue
pañero, que lo incitaba a pelear y lo insultaba. Se cansó y se trenzó a demostraste que eres hombre, porque te agarraste a golpes con otro, esa
es la mentalidad de aquí.
golpes con él. Venustiano refiere que le decía cosas y cosas, y le tuvo que
-¿Te tienen más respeto ahora?
responder con golpes. Le lanzaba palabras como cosas que ameritaban -Me tienen más respeto ahora ¡ haya ganado o no haya ganado
ser contestadas con cosas como palabras. Lo que se debía enunciar era: como me agarré a golpes con otro! Ya es un poco más de respeto porque
soy cabrón. La escena que relata Yenustiano es ante todo demostrativa· ¡eres hombre! (Yenustiano, 33 años).
no se trataba de establecer quién podía golpear más o menos _ "en Jo�
hechos habría perdido", dice-, sino de manifestar que sí podía pelear y Hemos explicado que la masculinidad se conforma en una dinámica
que estaba dispuesto a defenderse. Se trataba de demostrar que era hom­ agónica en la cárcel. Se prueba y defiende ante los otros, siempre pues­
bre. Para ocupar un lugar, Venustiano tenía que desplegar una identidad ta en liza mediante conminaciones: la hombría llama a la hombría para
gestual ante los otros; hacer cosas para conseguir una posición en las que se confirme y se rectifique. Vimos que lo morado, en tanto quitable,
palabras: eres hombre. Se establece una escena entre él y su contrin­ es preferible a la retracción, que conduce a lo puto -no quitable, por
cante: la pelea sucede delante de otros, ante sus ojos. Ambos ponían su cierto-. Ahora bien, como ya expusimos, todo esto es también reversi­
masculinidad en escena, la exhibían. Yenustiano dice que un cálculo de ble. Aníbal dice que si lo incitan a pelear y lo insultan diciéndole '"eres
su contrincante lo hizo suspender la pelea: "podía darle un golpe que puto", él rechaza el desafío y se marcha -"sí, soy puto Y el más puto
lo noqueara y quedar mal ante los otros". Después de la demostración, de todo el Reclusorio", concede-. Ante la misma encrucijada, Rolando
Yenustiano tiene un lugar entre las palabras: lo saluda su contendiente y reconoce una temporalidad para la hombría: soy hombre, pero de ve�
algunos que antes no lo hacían. Recompensa. Consiguió "un poco más en cuando. El reto, lo quitable de l a hombría, conmina a serlo siempre,
de respeto", asegura, porque demostró que era hombre. Hemos dicho que pero él introduce un ínterin y una forma alterna de construir su identi-
162 PANÓPTICOS Y LABERINTOS

dad: de vez en rnando. Como Aníbal, prefiere dejar la masculinidad y


evitar la pelea.

Por ejemplo yo te digo, orita yo con mi pensar, yo la verdad sí le daría


vuelta, sí me daría vuelta.
-¿Aunque te digan puto?
-Sí, sí soy puto y soy el más puto de todo el reclusorio, pero pen- IV. EL CUERPO, LA INTIMIDAD,
sando que yo la neta no quiero problemas. Hubo apenas un problema, LOS DESEOS: MASCULINIDAD Y EROTISMO
un güey que le dijeron puto y que eres puto y que acá, él por regresarse
y ¡pum, pum! y lo mataron al chavo, y estaba en la íntima con su esposa
¡imagínate! O sea, yo la verdad mejor llevársela tranquila, sin ningún Ya mencionamos que las respuestas a las preguntas sobre la masculinidad
problema (Aníbal, 25 años). fueron escuetas. Tal vez no haya un modo menos efectivo para estudiar la
masculinidad que abordar el tema directamente, como si fuera un "conte­
Sí soy hombre, pero de vez en cuando (Rolando, 36 años). nido", una unidad discreta y un todo. Otra estrategia consistiría en empe­
zar por los costados, por donde pareciera no estar. Las preguntas directas
Atendamos a que Aníbal dice que le daría vueltas, como la defini­ no son las más eficaces porque en este contexto se avizora una distancia
ción que dimos de subjetivación: darse vueltas sobre sí, para fundarse. crucial entre lo que se piensa y lo que se hace, entre lo que se considera
Entonces, si bien la masculinidad exige una respuesta directa y específi­ justo y lo que se estima necesario y, en términos generales, entre los sig­
ca, la misma subjetivación permite otras: escabullirse, darse vueltas. Esta nificados y las prácticas. Si pedimos respuestas a una dimensión sobre la
vuelta, lo manifestamos ahora, será consecutiva, pero inversa a la que otra, únicamente tendremos incongruencias aparentes o traspiés constan­
efectuará el cabr6n cuando alguien le diga puto. Es consecutiva por­ tes. Si queremos seguir una linea que las vincule de modo estricto, sólo
que suceden ambas sobre la masculinidad: ella es su vector. Es inversa encontraremos callejones sin salida, fracturas en este supuesto mapa de
porque el cabr6n defiende frontalmente su hombría y responde; mientras coincidencias, ajustes rumiantes entre lo que se significa y lo que se hace.
que Aníbal se marcha. Aunque hemos sostenido que la noción de discurso exige que no
se realice una distinción tajante entre los aspectos "lingüísticos" y los
"prácticos" (siguiendo la propuesta de Laclau y Mouffe) y hemos di­
cho que ningún fenómeno ocurre fuera de una "superficie discursiva de
emergencia", consideramos que ésta en particular, la de la masculinidad,
debe comprenderse como una superficie estriada y fracturada en que la
distancia entre la "práctica" y el "discurso" no se soluciona declarando
que pertenecen, ambos, a una misma superficie, pues tal vez ni siquiera
se correspondan. Laclau y Mouffe (1987) indican que las diferencias que
puedan surgir deben estimarse como "distinciones incorrectas" o como
"diferenciaciones internas a la producción social de sentido, que se es­
tructura bajo la forma de totalidades discursivas" ( 119). Pero para nues­
tro caso, y atendiendo a lo que hemos encontrado, estimamos que no
se puede considerar esta diferencia como "distinción incorrecta" ni se le
puede subsumir en la "producción social de sentido", que sería como re­
gresarla, de algún modo, al plano de los significados.

163
164
PANÓPTICOS Y LABERINTOS EL CUERPO, LA INTIMIDAD, LOS DESEOS: MASCULINIDAD Y EROTISMO 165

Por. el contrario, esta mos a nte una disyunción entre las prácticas y cual se suma al fund amentado en el tr ab ajo y al que se organiza en torno
los sent�dos Y entende�os que dicha disyunción se explica, en parte, por a la droga .
'.
el extranam1ento mencionado. Las prácticas, de esta manera, resultan de Asimismo estimamos que en su intercepción con los regímenes de
un acomod � al extr�ñ a miento: hago lo que hago, pero resultándome a.je­ identidades que operan en el interior del pena l, la sexualidad conforma
.
no.1?1stancta subJct1v a que evita la identificación con el contexto. Luego, una erótica, en tanto en la dimensión de la subjetivid ad vincula el deseo,
. .
los s,gmficados -que c1m1entan una parte importante de lo que es rele­ con el poder, el saber y ciertos ordena mientos corporales. En este sentido
vante para estos SUJetos- se organizan de modo defensivo, guardando encontramos una polaridad fundamental que organiza esta erótic a y que
su �alor f �cra de l a degr adación que el encierro supone. Otro modo de se enla za fuertemente con la conform ación de la masculinid ad que ex­
subJetivac1ón: el primero por distancia, el segundo por defensa; a unque ploramos. Dicha polaridad tiene dos posiciones: el hombre cabrón, en su
uno y otro sean casi el mismo proceso. definición más hegemónic a, y el puto.
Al respecto estimamos que las nociones performativas sobre las iden­
Por lo anterior, en esta sección exploraremos la masculinidad por sus tidades de género adquieren especial relevancia, pues permiten analizar
costados, como una form a de enriquecer y profundizar su comprensión. una serie de desplazamientos subjetivos e identitarios -de negociacio­
Uno de ellos, Y tal vez el más relevante, lo conforman el erotismo y la nes y de quiebres- que ciertas nociones sustantivas impiden visualiz ar.
sexua lidad; dos aspectos o dimensiones que habitua lmente están ausen­ No obstante, el uso de esta mir ada responde a una estr ategia analític a y
te � en los estudios sobre el encierro, pero que tienen una relevancia de no a una asunción de los mismos entrevistados. En t al sentido debemos
pnmer orden para los estudios de género.68 indicar que los sujetos entrevistados no cuestionan sus identidades ni
Un primer hallazgo. al respecto corresponde a la multiplicidad de consideran que sean menos sólidas que sus mismos cuerpos . La perfor­
formas en que se orgamza la sexualidad dentro del penal. Incluye formas matividad, sin embargo, no es una perspectiva ingenua ni natur al sobre
hetero Y homosexuales d � vinculación, intensivas o esporádicas, con per­ estos puntos, sino un enfoque teórico que podría tener algún asidero en
sonas que están en el mismo reclusorio o que a cuden como visitas; así ciertas relaciones sociales y en ciertas prácticas cultur a les. A ellas hemos
como al menos dos modos de prostitución, �egún sea intermitente O per­ atendido.
. .
manente. Al mismo tiempo, esta organiza ción intercepta las relaciones
afectivas, corporales y de trabajo con otras monetarias y de intercambio.
Hemos observado que en algunas de sus manifesta ciones la sexualidad INTIMIDAD Y SEXUALIDAD: VISITAS, AMIGAS Y ESPOSAS
conforma un sistema consolid ado de intercambio entre los internos, el
En la cárcel existe un ejercicio de la sexualidad establecido y permanen­
68 . Un conj unto de estudios relevan1es y complejos ,obre identidades y sexualidades te vincul ado estrechamente con el arribo de las visitas los días martes y
en México, de onentac1ón cualitativa. facilita nuestra investigacion y Ja complementa; no ju�ves y el fin de semana completo. Hay dos formas de organiza ción de
obstante hemos elegido un camino analítico que sólo nos remita H los materiales empíricos
.
de los que disponemos Y a ciertas esta sexualid ad: un a institucional, mediante lo que se denomina "visit a
referencias leóricas. Queda pendiente una discusión aca­
bada que cruce, contraste y vincule los hallazgos de este campo de investigación en el país. conyugal", y otra informal, cre ada por los propios internos y que tiene
Véase AmucMstegu1, 2001; Bronfman e1 al., 1999; Castro, 1998: Gulmann, 1996; Huerta, Jugar en las ca.bañas: construcciones de mader a y mantas que se levan­
1999: Liguon Y Aggle1on, 1998: Módena y Mendoza, 200 J: Rodríguez y De Keijzer, 2001. tan los dí as de visitas en l a explanada del recinto destin ado a recibirlas
lvonne Szasz Y Susana Lerner compilaron dos volúmenes que presentan investigaciones y donde perm anecen dur ante su estanci a en la cárcel. Hemos analizado
sobre sexuaiJdad, reproducción y erotismo en México ( J 998 y 1996). lvonne Szasz ( 1998)
expone en u � artículo''" panorama muy interesante y completo sobre este campo. Asimis­ cada una por separado .
mo, en dos_ hbros pubiJcados
. por El Colegio de México se reúnen materiales que abordan
eStos tem �s desde la perspectiva de los hombres y las masculinidades (Lerner. 1998; Snsz
y Amuehastegu1, en prensa).
166 PANÓPTICOS Y LABERINTOS
EL CUERPO, LA INTIMIDAD, LOS DESEOS: MASCULINIDAD Y EROTISMO 167

Una intimidad vigilada: la visita conyugal


fil is, y a la mujer, en particular, el que permite diagnosticar el cáncer cér­
vico-uterino. El interno debe resultar libre de drogas en sus exámenes.
Los internos la llaman la "íntima" y es un tipo de visita en el que Ja pareja
legal o estable de un interno se aloja con él en el cuarto de un recinto es­ -¿A su novia le pidieron algún tipo de examen médico?
pecialmente habilitado -una especie de hotel con muchas habitaciones, -Sí, le pidieron un VRL, que es estudios generales y el papanicolao
cada una con una cama y un baño- durante cierta cantidad de horas. y nada más, y a mí me mandaron hacer un estudio de sangre, al servicio
Este tipo de visita ofrece al interno la posibilidad de mantener una vida médico, me dieron un pase, una cita y me sacaron sangre, entonces si
sexual con su pareja y preservar algún tipo de intimidad. Está institucio­ aparezco con alguna droga o algo malo, pues sí me suspenden, igual para
nalmente establecida y es la única solución oficial para el tema sexual en la mujer, alguna enfermedad, o algo, la suspenden (Esteban, 28 años).
la cárcel. Dado este rasgo institucional, para acceder a ella los internos
deben comprobar que quien los visita es su pareja, sea que estén casados Dos intenciones se aúnan en este ordenamiento. Por una parte, una
? que vi �an en un !ón libre. No se permite el acceso de novias o de pare­ intención familiar, reflejada ya en el nombre "conyugal" de la visita,
Jas ocasionales, ni de parejas del mismo sexo. Se ordena en turnos que una cierta tendencia a refrendar los lazos debidos entre las parejas y a
cubren todo un día. Dos turnos diurnos: el primero dura entre las siete de deslegitimar otros -los menos sólidos, los que no están signados por
la mañana y la una de la tarde, el otro entre la una y las seis de la tarde; la ley, los casuales, los desviantes-. Asimismo se establece una volun­
Y un � nocturno, que es el más extenso: empieza a las nueve de la noche y tad higiénica: la intimidad y la conyugalidad de la visita dependen de
termina a las siete de la mañana del día siguiente. la sanidad sexocorpórea de las parejas, de su sangre no contaminada.
Se genera este pequeño espacio físico que intenta replicar la recámara
-¿Cómo accede usted a la íntima? matrimonial -cama, mesas de noche, una lámpara, cortinas-, a la vez
- Necesito estar en algún aspecto legal unido con mi pareja,
: _ ya sea que se interpone un orden social en su funcionamiento: orden vincular
por unión libre, que lo compruebe un documento, o casado, que lo
pruebe y orden higiénico. La intercepción de estos dos órdenes convoca formas
un documento, y yo tengo un documento que lo avaló en
unión libre. científico técnicas de subjetivación con otras histórico rituales, ya des­
-¿Con su actual pareja?
critas; se estipulan un orden matrimonial y familiar, que permite la visi­
. -Con mi actual pareja, entonces por eso voy a la íntima, porque ta y garantiza su moralidad, y otro higiénico, que ausculta en la sangre
s1 no, no la dan, no la dan, puras parejas, que sea unión
libre o casados
nada más (Esteban, 28 años). para reconocer las conductas. La higiene, dice Vigarello (1995), es una
forma técnica para explorar la subjetividad y un modo moderno de re­
P �r ejemplo aquí gente que quiera tener, o sea, ¡todos con su pareja lación del sujeto consigo mismo. Requiere cierta inspección analítica de
guey! Y hay gente que sí se aplica a la visita conyugal, a la visita íntima, los cuerpos y de sus procesos "internos", supone un "dentro" que se pue­
hay varios turnos en que ¡puta madre! creo que hay tres turnos y es a las, de conocer y revisar. La sexualidad, en este sentido, ya no se exploraría
es a las siete, sales, entras, ffjate, en la mañana es a las siete sales a la una mediante algunos rasgos físicos como lo hacían ciertos médicos en los
luego de ahí de la una sales a las seis y de la siete sales h;sta el otro dí� siglos anteriores, sino mediante determinados resultados. La moral corre
en la mañana, son tres turnos, se agrupan, hay varias gentes, hay mucha por la sangre, se podría decir, y se Je pregunta a ella, testigo infalible de
gente que va a la íntima, pues ésa es la, llevan su vida, su íntima, su vi­ las conductas, acerca de la prestancia de los sujetos. Pero, por otra parte,
_
sita conyugal (Boris, 28 años). esta auscultación higiénica se suma a otra que se interesa por las alianzas,
formas clásicas para evaluar la conducta y la moral de alguien. Sangre
A su vez, para acceder a la visita conyugal tanto el interno como su más matrimonio, higiene más alcobas. Examen y alianza.
pareja deben someterse a una serie de exámenes que prueben su sanidad Otra vez la intimidad es aquí un punto de extrañamiento: las alcobas
al menos en términos sexuales. Se les pide el examen para detectar la sí� son asunto público en la cárcel -las alcobas efectivas y las ficticias, las
168 PANÓPTICOS Y LABERINTOS EL CUERPO, LA INTlMIDAD, LOS DESEOS: MASCULINIDAD Y EROTISMO L 69

formales y las precarias-. Donde los internos construyan un espacio de No obstante, detectamos dos resistencias que se articulan en torno a la
intimidad, ahí mismo se erigirá un orden social atento y vigilante, sea visita conyugal. Una, destaca el régimen de intimidad vigilada que sirve
institucional o idiosincrásico. El panóptico, que Foucault (2003, 2002b) de molde a la visita y plantea una desconfianza acerca de su secreto. Boris
recupera como modelo del ejercicio del poder a partir del siglo XIX, no dice que no la ha pedido para estar con su esposa debido a ciertos rumores
requiere, en este caso, estructuras arquitectónicas de visibilidad. En mu­ que circulan entre los internos respecto a que las parejas son observadas
chos sentidos la cárcel es un laberinto apenas dominable por la vista, durante su estancia en las habitaciones destinadas a la visita conyugal. Él
como ya hemos dicho, pero en cambio establece este otro régimen de habla de tabúes sobre el tema, que funcionan sobre la norma misma: el
visibilidad que permite auscultar la intimidad, atender a las conductas, tabú pesa sobre los procedimientos institucionales y su honradez. Enun­
controlar los comportamientos; régimen sostenido no en dispositivos fí­ cia un ambiente en el que la intimidad está signada por las miradas Y el
sicos de observación, sino en dipositivos sociales de vigilancia: mirada interés de los otros -que babosean-. Curiosamente, confirma la imagen
de los custodios, exámenes de sangre, atención de los internos, rumor y del panóptico, pues supone una mirada que todo lo penetra, que devela
comentario. Una vigilancia glosada; estricta, pero no maciza. todos los espacios y que es mejor evitar dada su capacidad de intromi­
Asimismo, la visita conyugal es considerada un ·'premio" a la buena sión. Pero aquí el panóptico funciona como rumor: dicen que ven. Mirada
conducta: sólo se le autoriza a los internos que mantienen una conducta
supuesta, que se prefiere soslayar; pudor que se superpone sobre la inti­
acorde con los lineamientos de la institución y que no tienen problemas
midad propuesta por la institución. Es en esta instancia, que corresponde
disciplinarios. Como premio, y en tanto no todos los internos pueden
institucionalmente a la mayor intimidad permitida dentro del penal, donde
acceder a este tipo de visita, sea porque no cumplen con los requisitos
se supone una ·'mirada" despótica, aunque indebida, que se asoma a las
formales en lo relativo al tipo de unión o porque tienen problemas dis­
alcob as para gozar con sus escenas -goce baboso, dice Boris.
ciplinarios, constituye un "privilegio" en el ordenamiento carcelario, del
que sólo pueden disfrutar algunos.
-¿Y tú tienes visita conyugal?
-No, porque te voy a decir, es algo que a ella no le gusta, no le
Los demás requisitos es que durante el tiempo que uno está ahí, pues gusta, por los tabús que se escuchan de que "¡es que hay gente que te
mantener buena conducta y en algunos casos estudiar y trabajar y como ve en la íntima!" O están de babosos, etcétera, etcétera. Yo nunca me he
premio dan el doble turno, hay tres turnos al día (Esteban, 28 años). metido a la íntima y la verdad no me consta si te babosean o no, pero yo
la respeto, si ella no quiere, pus la respeto ¿no? (Boris, 28 años).
Pues, los que tienen el privilegio de la íntima, en la íntima con su pareja
(Yenustiano, 33 años).
Otra resistencia cuestiona el carácter de premio de la visita conyugal,
en tanto la percibe como una forma de integración a la vida carcelaria y
De este modo, la vigilancia higiénico familiar se engarza con la otra
de aceptación subjetiva de la condena. Leandro dice que la evita porque
que se realiza sobre las trayectorias y las disposiciones personales. He
lo que él quiere es salir de la cárcel. Pedirla sería, en este sentido, asumir
aquí el punto en que la visita conyugal sirve de premio. Como recompen­
la condena y aceptarla. En otra parte el mismo entrevistado ha referido el
sa, una intimidad vigilada; como premio, algunas horas de soledad con la
horror que le produce despertar creyendo que está en su casa para cons­
pareja. Insistimos: intimidad que resulta de un proceso previo de trans­
tatar, finalmente, que está encerrado. La visita conyugal, de este modo,
parencia, mediante el cumplimiento de los requisitos, la confo1midad de
funciona como una forma de traer las relaciones familiares hasta la cár­
la unión, la sanidad de la sangre, y por el provecho de las conductas y las
cel, al menos algunos de sus aspectos, pues no sólo se remite a lo sexual;
intenciones de los internos. Al acuerdo con la institución y sus mandatos,
pero traer el hogar a la cárcel implica asumir que se le remeda y que se
un cuarto y una cama. Al trabajo y el estudio, dádiva sexual.
está preso y no en la casa propia. Son pequeños intersticios de negación
mediante los cuales un interno puede negociar consigo mismo el lugar
170
PANÓPTICOS Y LABERJNTOS
EL CUERPO, LA INTIMIDAD, LOS DESEOS: MASCULINIDAD Y EROTISMO 171
que habita, la soHdez de
la situación y su decurso;
de forma tal que sea la formular los hechos
liberta d esperada la que los que no tiene íntima o cosas así, pues toda la gente se mete a las cabañas,
encierro asumido y co, . orie nte, antes que el toda la gente, toda la gente, hay como unas 2000 cabañas, yo creo ahí
ns1stente. A Ja vez, en com · e,.dencia.
con algo que
hemos dicho antes' la
...mt·uru"dad " que se ofrece · en toda la explanada, menos, como unas 300 o 400 sí hay, cabañas por
como una pérdida ante . como v1s1· ta es estimada dondequiera.
la rnumJ
. ,: dad deseada• que es I r
-
noce, en este punto' que 1 a . · · ; se reco-
a ,am1liar -¿ Y se meten con quién?
. rntun
. . 1dad carcelana· es una :f;orma -Sí con la esposa, la novia, no aquí se ven cosas, infinidad de co-
namiento, pues funciona , de extra-
mediante la asunc1. on de las condiciones que la sas, que ya llegó la esposa, que ya llegó la novia y que, ora sí que aquí se
hacen posible en una
cárcel. han agarrado hasta golpes las viejas, porque " ¡ ay que anda mi viejo con
otra!" (Aníbal, 25 años).
-¿Usted tiene vista conyu
gal?
- No, todav ía no la saco
' he estado ahorita tratándola El mismo interno que recela de la intimidad de la visita conyugal
no sé [ ... J Pues yo sé que de sacar' pero
es normal' yo s·iento que es -Boris- asegura que en las cabañas sí se consigue privacidad y que a
me da miedo' o sea' para normal, pero no sé
dec·lf sabes que voy a sacar · · ta conyugal, su esposa le gusta más estar ahí que en los recintos destinados a ese tipo
o sea, ya bien quitado una v1s1
de la pena
- , o sea yo todavía no
estar aquí ¿no? (Leandro, 3 me doy la idea de de visita. La privacidad se construye a partir de las características de las
0 anos ) .
cabañas: están bien tapadas. Son espacios de clausura efectiva de la mi­
rada exterior, tal vez los únicos permitidos en la cárcel.
Un cuarto propio: las
cabaiias -¿Nunca han mantenido relaciones en el reclusorio?
Si la visita conyugal -Sí, sí hemos tenido relaciones.
es la forma' rnst. . aJ que per
sexual, las cabañas son 1tuc
. 1on mite la intimidad -¿En dónde entonces?
eI med10 que los mis · mos inte · -Por ejemplo, fíjate, me dice ella, le digo, no te gusta, para mí
conse guirla. Es una form rnos crean para
a establecido de facto par tener la visita íntima es algo mejor, es privacidad, por ejemplo, los días
nes y que toleran las . a estos fi­ de visita ponen unas cabañitas con cobijas ¿no sé si has escuchado eso?
aut;r���;: : l recinto, p�r
de la organización o que no forma parte
oficial-de Ia eárce�. Al �ontrar En una cabaña y ella se siente más a gusto ahí, porque la verdad sí hay
la intimi dad de las ca 10 de la visita conyugal privacidad la neta sí, y la verdad está bien tapado y todo ¿no?, pero sí es
banas no esgrime nrnguna .
armarlas o alquilarlas · ex1genc1a, . salvo poder algo incómodo, pero sí he tenido relaciones con ella (Boris, 28 años)
. Tr,.,
vuos 1os intern
.
se d1scm. nine el tipo ,
. , de vinc
os pueden acceder a ellas, srn . que .
de pareJa ulo, O 1a one
entrevistados que tenía . s hombre · ntac 1ón sex ual. Los Los internos significan estos espacios como una forma momentánea
n p areJa s que los visitaban en la
-Ani bal y Sara- ocupab cár cel de libertad, leída como un derecho. Ante el régimen del encierro, un es­
an las cabañ s para esta
bañas, en su con1·unto, "o � r con ellos. Las ca- pacio virtual de libertad; en este sentido, las cabañas son como un agu­
1' rman un espacio de . ,n
mente sexual·' digamos, . vrn· cu1 ac1o no exclusiva- jero en la cárcel -otro más- que permite un escape a quienes las usan.
permiten todo tipo . ·
cerrado respecto al colect d e rntu
· · �1� ad. Son un espacio Los internos ocupan un espacio institucional para construir sus propias
ivo de los , internos y las VISJtas, y rec
algo así como un hoga onstruyen coordenadas de vinculamiento, formas de convivencia y modos de sig­
r m omentáneo en algu
producen un espacio nos. casos. As1.rrus .
mo, re- nificación. Lo que se levanta, cuando se estiran las mantas y se disponen
social de re1 ac1. ones sexoafe
infidelidad y las disputas ctiv as signadas por la los maderos, es más que una simple construcción, es un lugar propio
por una misma pareja.
-un cuarto propio, debiéramos decir-, espacio que se completa con la
-¿Tú dices que hay cabañ imaginación, con los afectos y los deseos de cada cual, con sus conflic­
as?
-Sí, ahí se meten a las
pus tienen su íntima' pus ª
cabañas, h'1 t'.e� . en relaciones, gente que
tos y sus esperanzas. No se pueden comprender las formas mediante las
cuales los sujetos institucionalizados desplazan y transforman las institu­
va y se mete a la mt1ma, per
o sí mucha gente
ciones que habitan, sin atender a estos procesos sociales de creación de
172 PANÓPTICOS Y LABERINTOS EL CUERPO, LA INTIMIDAD, LOS DESEOS: MASCULINIDAD Y EROTISMO 173

espacios propio s, liminaridades ent re el ord en institucional y l os req ue­ libert ad que se quiere; sostenidas en un gesto colectivo qu e se adueña de
ri mientos y aspiraci ones d e los internos. M o ntar las cabañas cada día de un espacio por c ierto tie mp o, qu e tra za sus propios fragmentos de histona
visita es una operación sobre el entramado d e la institución, sob re sus y de deseo so b re las líneas de la institución.
mandatos y conminacio nes, que co rt a su cue rpo para dispon er un mod o . .
Asimismo, son expresión de formas floridas de s e xualidad y vinc ula­
prov isi on al de estar y d e c onvivir. Las re sistencias, en este c aso, se ha­ ción.Las visitas no sólo son una instanc ia de relación famil iar, sino q ue
rán p atent es mediante práctic as cultu rales y s ocia les específic as, situad as traen hasta la cárcel ot ros vínculos y se transforman en esp acio de se­
materialme nte, y con fines parti cul ar es. No hay un discurso articul ado de ducción. Dijimos que las cabañas se utiliz an sin que se cons idere el tipo
resistencia, ant e todo hay formas de rec rear l as relacio ne s y lo s espa cios de relación entre sus po sibles ocupantes. Lleg an hasta ellas hombres Y
con fines d istintos a los institucio nales, construidos a p ar tir d e lo s imagi ­ mujeres, matrimon ios, no vios, ama ntes, hete ro y homose xuales. Los in­
_
nari os d e los internos y de su p ro pia dinámica so cial. Todo el espacio de ternos hablan de las amiguitas, es e vínc ulo q ue soluciona la ausenci a de
l as visitas es un ejemplo de esto. pare ja, pero que no l a supone. Amistades colectivas qu_e r_ eplican ci� rtas
relaci on es que se tenían en el e xterior.Se crea una acuvidad esp ecifica,
Mira de hech o, para mí el tener, por ejemplo, las cabañas y todo eso, o l a de echarse un cabañaza, tener relaciones s exuales en l as cabañas: pro­
sea que la población tenga el derecho a estar con sus esp osas [ ... ] porque
posición y gesto en este contexto.Pero el cabaña-;.o es producto de cierta
como está la libertad y usan las c abañas tienen la libertad de ell os de te­
dinámica grup a l de los hombres, que se pasan entre ell os -la �anda- a
ner a sus esposas o a una amiguita o x cosa (Sa ra, 35 años).
l as mujer es para tener r elacion e s sexuales; ellas so n una es�cie d� pro­
Hay otros que tienen el escape de, e n día de visita, lo que se llama caba­ pieda d o bien colectivo trasp asable entre homb res, como si fu�c1 o� ara
_
ñas, son cobijas que te hacen como un cuartito con puras cobijas y ahí el más antiguo de lo s sistemas de intercambios, ése que const1tuma el
hacen su desahogo sexual con la pa reja o con la qu e venga a verlos que "or ioen" de La cultura. Intercambio, en este caso, endogámico, entre los
se preste a eso (Venusti ano, 33 años). ho;bres de l a banda, que a quí toma un matiz antropológic o inesp erado:
hay cabañas, hay banda, hay mujeres que se pasan.
Las cabañas de ste rritorializan el espacio carcelario, vuelven difuso s
sus límit es, obtu ran agujeros en sus c ometidos y desavienen sus mand ato s Cuando vienen sus amiguitas se van a una cabañita, hecha de puras co­
al mismo tiempo que territorializan un espacio part ic ular, lleno d e señ as bijitas, ahí se meten.
idiosincrásicas, armado y d esarmado po r l os mism os intern os, adminis­ -¿Qué es una amiguita? .
trado por ell os, utilizado para sus fines y destina do a sus d es eos. Escape y -Pues una conocida que se tuvo en la calle, que fue su amiga, no
Lib ertad esb ozan, entre l as mantas, un a topog rafía tamb ale ante d e las rela­ es prostituta, no hay aquí, y se tien e aquí y ya se avientan ahí su ratito
ciones sociales d e los int erno s, de sus mundos afectivos y d e convive ncia, (Esteban, 28 años).
d e sus ámbitos de p e rtenencia y arraigo.Te rritorio que se co mpo ne de
múltiples pequeii os territori os -mantas, mad eros y cob ijas-, que atra­ Pus han venido algunas amigas de allá de la calle y aquí, luego me meto
viesan el régimen de las miradas con aperturas y ci erres nuevo s, pro pio s. con' ellas, aquí hay cabañas [ ... ! vamos echarnos un cabañazo, un caba-
Territorio que permite dosis importantes de libertad ante las re st ricciones iiaz o, en una cabaña.
-¿Eso es con la visita?
que exige la int imi dad instit ucional, y que replic a l os mismo s pro cedi­
-Sí con la visita, sí con la visita.
mientos de la institución, pero sob repo niéndose a ellos, revirtiéndolo s. El -P:ro a esas mujeres ¿usted les ha pagado?
espacio de las cabañas e s, en este sentido, un ámb ito cat extiz ado , impli­
-No' son amioasb que conozco de la calle,. que vienen.
cado en dinámicas d eseant es que so n cla ra mente c olectivas y sociales y -¿Pero lo vienen a v er a usted o han vemdo a ver a ot ra gent� ..
?

no i ndividuales y psíquicas (o no en p rimer luga r y ante to do). L ascaba­ -Pus vienen a ver a la banda, a varios que conocemos y aqu1 vie-
ñas son peq ueños recipi entes para cada cual, vent anas esboz adas hacia la nen y se la pasan (Roland o, 36 años).
174 PANÓPTICOS Y LABERINTOS EL CUERPO, LA INTIMIDAD, LOS DESEOS: MASCULINIDAD Y EROTISMO 175

No obstante, otro matiz en este cuadro nos advierte que las cabañas Asimismo se indica, lo acabamos de ver, que las cabañas no ase­
son, para algunos internos, espacios de rebajamiento y degradación. La guran un espacio higiénico para tener relaciones sexuales, en tanto las
duda que se levanta concierne a su higiene, dado que una misma cabaña ocupan múltiples personas. Aquí también se aplica un razonam i ento hi­
puede ser ocupada por diversas parejas durante un día. Algunos internos giénico, pero inverso al que opera para la visita conyugal: los otros, por
indican que hay "animalejos" por ahí y que se pueden contraer enferme­ sus conductas, por sus vicios, o por sus relaciones, pueden traer hasta mí
dades. Si bien las cobijas permiten cierta intimidad, al menos visual, todo enfermedades si comparto su mismo espac i o; ya no es el propio interno
sucede, de alguna manera, a la vi sta de los otros: la entrada y la sal ida de quien podría traer enfermedades y que es auscultado para evitarlo. Un
las cabañas es un asunto público, los "muros" no son muy sólidos. Lue­ imaginario de infecciones que ci rculan, que se adhieren a los objetos, que
go, la den.i graci ón se asemeja a una de las resistencias específicas que se "saltan" sobre los cuerpos, y que aúnan comportamientos y destinos en
despliegan en torno a la visita conyugal: la cabaña replica un hogar de­ las latitudes de las mantas y las cobijas. Nótese que la enfermedad tiene
gradado, una falsa intimidad familiar, que cuestiona, en última instancia, dos orígenes posibles: o las traen las mujeres que vienen de fuera, o los
la hombrí a del ocupante, vinculada a su incapacidad para establecer y putos con los que se relacionan algunos internos. Quien contrapone a la
mantener un hogar de buena forma, en condiciones óptimas. enfermedad una atención higiénica es el hombre; la baza final que se debe
cui dar de la degradación. Porque, en definitiva, se está compartiendo la
-¿Ha tenido relaci ones con su señora? cama; en este sentido, una cabaña puede ser un espacio que replique el
-No. Sí hay pos i bilidad ¿no? porque luego aquí se alquilan caba- hogar, pero también otro que simule la alcoba. La higiene es una vi rtud
ñas y todo eso, sí pero no, no me quiero rebajar a esa índole, pues yo el masculina; es el hombre el que la propicia, pero no sólo al evitar ciertas
_
simple hecho de pensar que la cabaña, pus hay muchos animalejos por conductas o sujetos -vicios o putos-, sino por medio de una moral que
ahí, no me quiero, como quien dice, rebajarme así (Leandro, 30 años). sostiene al hogar como referente de una intimidad "digna" y correcta y
que especifica ciertas costumbres -un ethos- que se contraponen a los
-Es bastante difícil la sexualidad, porque aquí te enseñan a ser, a
arreglos carcelarios. La denigración es esa pendiente que conduce desde
denigrarte.
-¿En qué sentido? las asunciones positivas, que resguardan la higiene, hasta los compor­
-Eh, porque por ejemplo, desde el momento en que tú entras a tamientos que la contravienen y que, por lo tanto, la degradan. Ambos
la cárcel hay cierta exper iencia que te dan las relaciones sexuales con entrevistados insisten: no hay que rebajarse ni degradarse.
tu esposa [ ... ) tienes que denigrar a tu esposa, tienes que denigrarte a ti Lo que se reclama es una posición subjetiva ante los hechos de la
mismo, porque tienes que buscar, aquí hay unas cobijas que hacen cuar­ cárcel, ante sus soluciones y artefactos, que se sost iene en lo que se fue,
tos, como cabañi tas, los cuales metes a tu esposa ahí, casi a la mirada de en el hogar o en el matrimonio que se tuvo. Doble coincidencia con la
todos, tienes que hacer el sexo ahí con tu esposa o con la amiga, con la voluntad higiénica familiar de la visita conyugal que ya hemos referido.
persona que [...] nada más con el cubo que hacen con las cobijas. Enton­ Pero es también una forma de resistencia a la institución y sus rutinas,
ces para mí es denigrante, porque no estás acostumbrado a eso, tú tienes a sus soluc iones formales e informales; un rechazo a un aprendizaje de
una casa, una cama, una recámara, un cuarto[... ] Porque no solamente tú rebajamiento y denigración que se sostiene sobre el cuerpo mismo. Pe­
vas usar esa mentada cabaña, la van usar todos, y que realmente muchas
dagogía de la corporalidad que es leída como degradación, porque es el
personas no tienen la higiene, o no tratan de tener esa higiene, a ellos les
vale madres por estar drogados con la mujer que viene enferma o el i ndi­ cuerpo m ismo lo que se pone en juego durante la estadía en las cabañas.
viduo que está aquí ya se metió con los putos y tiene enfermedades y en­ La posición subjet iva que mencionamos se encarna en una disposición
tonces vas tú y ocupas el mismo lugar, la misma cobija y pus ¡ahí vienen del cuerpo, también aledaña a la que analizamos en la construcción del
las enfermedades! ¿no? y enfermedades graves, ésa es la denigración espacio carcelario. Tenderse en las cabañas es ubicarse, literalmente, en
que existe para ti como hombre, para con tu familia (Chino, 55 años). el nivel del suelo, como en las celdas cuando no se tiene camarote; por
lo tanto, es descender -re-bajarse- en el trayecto que entrecruza es-
EL CUERPO, LA INTIMIDAD, LOS DESEOS: MASCULINIDAD Y EROTISMO 177
176 PANÓPTICOS Y LABERINTOS

La lógica que analizamos anteriormente utiliza como recurso de


pacios con jerarquías, lugares para dormir con posiciones sociales. Las comprensión, y como posición subjetiva, una molestia moral -rebaja­
cabañas representan el camino inverso: ir de los camarotes al suelo tute- miento o denigración- ante el uso de las cabañas y constituye una for­
lados por la institución misma en su vista gorda. ma de rechazo. En cambio, la lógica de apropiación recurre a una reacción
Esta defensa de cierta posición subjetiva se expresa también en la emotiva -la exaltación- ante el manejo que otros hacen de las cabañas
val�ración de la intimidad de la cabaña y, digamos, su inviolabilidad. -los custodios, en este caso-. Boris reclama el desconocimiento con
Ind1 �amos que las cabañas son permitidas informalmente por la insti­ que actuarían los custodios en ciertos momentos, sabiendo lo que sucede
.
tucio�, se les acepta de manera implícita, pero no son reglamentarias; en las cabañas. Atendamos a un punto: dice que sabiendo lo que ocurre
podna su�eder, entonces, que un custodio levantara las mantas y pusiera tienen los huevos para levantar las cobijas: otra vez el operador es la
al descubierto la intimidad que se supone ofrece la cabaña. Sería una hombría -condensada en estos huevos de los que habla Boris-, tanto
disrupción de este acuerdo no escrito entre la institución y los internos, en el rechazo como en la apropiación de este espacio (vimos que Chino
sustentado
, en un saber común: todos saben para qué están las cabañas y cuidaba su hombría al evitar las cabañas). Es la hombría la que se aven­
que hace la gente dentro de ellas, y si interrumpen la intimidad lo hacen tura a levantar las cobijas y develar lo que sucede "dentro". Boris pide
de manera premeditada. Los custodios saben que las cabañas son limina­ respeto por este régimen de miradas que ha clausurado ciertos espacios
res respecto a la legalidad carcelaria, y que podrían constituir una falta a y permite construir una intimidad precaria y momentánea. Pero, otra vez
,�ª cond�cta reglamen�ad�; por lo tanto, les brindan una oportunidad para también, la exigencia misma de respeto hacia esta intimidad la devela
co �rar su desconoc1m1ento y su distancia. Boris asegura que si le su­ construida como extrañamiento: sólo se podrá conseguir si los otros la
cediera algo así -que un custodio levantara las mantas cuando está con respetan y la consienten, viendo sin ver lo que hay tras las cobijas. Un
su esposa� �e exal�arta; dice: no es cualquier mujer, es mi esposa. Otra régimen de saber-poder tan local como éste -entre cuerpos, mantas y
.
vez la pos1c1on subJetiva, sea de evitar la cabaña en tanto degradante, o miradas- entrecruza un saber velado -como la intimidad que se de­
de darle un uso marital, se sostiene en este referente conyugal familiar fiende- y un poder perentorio, que puede des-cubrir lo que sucede den­
que otorga respe�abilidad social a las relaciones y a uno mismo, y que tro, o que puede permitirlo como si nada pasara. Poder que se sostiene,
debe ser reconocido por los otros. Si unos no quieren llevar a sus parejas en último término, en la hombría de los participantes, porque así como
hasta las cabañas porque son sus esposas, otros las llevan exactamente un custodio puede tener los huevos para levantar las mantas, Boris indica
por la misma razón. Un razonamiento colinda con el otro en este punto que si esto sucediera él se exaltaría y le daría en su pinche madre al cus­
vinculatorio y moral. todio -estoy con mi esposa, dice.

-¿Incómodo por qué?


-Pues porque no vayan a llegar los custodios y vayan a levantarte CHAMACOS Y TRAVEST!S: DOS SISTEMAS DE PROSTITUCIÓN
Y algo, porque hay custodios que llegan y levantan, no te respetan güey, y
se �upone que deberían de respetarlo, si lo ponen es porque ¡ saben para
que las ponen.1 No van a poner una cabaña porque van a comer adentro o Hemos encontrado dos formas de prostitución frecuentes en el recluso­
. rio y que se dan entre los mismos internos. Una corresponde a hombres
algo,
. s1 ponen una cabaña es porque vas a tener ¡intimidad con tu pareja
g�ey! Ento?s, por tal razón debes de respetar ¿no? y hay custodios que jóvenes que se prostituyen con la intención de tener dinero para comprar
. �st, �e hue :os, te le �antan la cortina ¿no? y yo creo que eso no
SI l�eg an droga, y otra la ejercen algunos internos que se encuentran en el anexo 5
esta bien 1, 110. te lo Juro. A m1 nunca me ha pasado, pero el día, y espero y que se identifican como travestis. Una y otra operan de modo indepen­
que no me pase, porque te lo juro que el día que me pase soy capaz de diente y se pueden superponer.
pararme Y darle en su pinche madre al custodio " ¡ chinga tu madre güey, Algunos entrevistados hablaron de manera detallada del tema, pero
no mames,, estoy con mi esposa, no es cualquier mujer!" La verdad yo sí mi impresión es que se trata de un asunto delicado acerca del cual va-
me exaltana ¡cabrón! (Boris, 28 años).
178 PANÓPTICOS Y LABERINTOS
EL CUERPO, LA INTIMIDAD, LOS DESEOS: MASCULINIDAD Y EROTISMO 179
ríos sintieron temor de platicar
, dada la desconfi anza que me
en otro capít ulo· Sucedió alg . ncionamos Hay otros que por sexo o por cinco pesos ya andan queriendo el?� sexo
o semeJante con el con
puesto que a un que todos lo me s u mo de d rogas, por esa situación.
recta mente sobre esto el udían
incluida dentro de la pauta de
1:
n cionaban ' euan do se
1 tema . Aunque J� prostituci
entr�v1s. .
les pregunta ba di­
ón no estaba
-¿Qué sexo dan por cinco pesos?
-Pus el que uno les proponga, yo creo, yo nunca lo he visto ¿no?
ta, surg10 muy claramen te en a Pero me han comentado que hay compañeros, no de mi estancia sino de
gunos relatos En l-
t1t u� 1ón travestí, los párrafos otras estancias, que con tal de que le den para una piedra cinco, quince
provienen, fu�da;!1�:1�1��:: i;;� citados
, os internos que se a utoidentifi pesos, según lo que uno vea así, se dej an hacer lo que quieran. No sé si
co mo tales (Sara y Esther) q . caron
. Y ue vi v en en el anexo 5 q ue �� ,un� a 1 sea cierto o no, pero ten go entendido que sí (Leandro, 30 años).
blac1ón clasifica da institucion a po­
a lmente como "homos
an exos J y 2). exua J (vea nse los
¡Ay! es que aquí se venden h asta de 2, 3 pesos (Esther, 19 años).

Esta prostit ución es posible dada la valoración de los hombres jóve­


nes como potenciales objetos sexuales. Lo q ue favorece que se prostitu­
MUJERES PARCIALES: PRO
STITUCIÓN DE HOMBRE
S JÓVENES
os i
yan y que establezcan un trato con otros internos, habit ualmente mayores
1
h i q ue ello s, es ante todo s u j uventud. No es un tipo de prostitución abierta,
��::� u : ::��: ;0�;�:i: �;g�::;:�e :���:�� :� �:i:o mbres jó-
º º

ta to, a i y que, por sino que res ulta de una interacción determinad a entre un interno joven y
permanentemente necesitan di n
ero · Son mueh achos q ue no se
n
otro que tiene interés e n sus servicios sexuales: el más jov en le pide dinero
!0
identifican como homosex ual
es y ue enc uentran en la pro y éste le propone que se "gane unos peso s" teniendo sexo con él. S ucede,
cuente o esporádica una fuente d � stitución fre-
e mgresos. habitualmente, en las celdas, cuando llega el "chamaco" y se realiza la
Son indi vid uos ubicados en una .,
ten�1on entre el cons umo intensivo p roposición. En el relato q ue más extensamente trata este punto destacan
de d roga, especialmente aquella
. que los mternos conocen como "piedra" algunos rasgos: primero, el intercambio de dinero por sexo se justifica por
(considerada aItamente a dictiva
y q ue ¡1ace imp· erativo un consumo cons- la larga duración de las condenas -15, 20 años, dice el entre vistado- y
tante)69 y J a escasez de recursos mon
etarios para a dq uirirla. La dr por la falta de otras formas de satisfacción sex ual. Chino dice que esos
compra den tro del mismo pe oga se
na l d n d s fi2ª
tiene costos variables -en la ��anera intensi va, i nternos "están deseosos de una mujer", pero no la pueden conseguir, y en
catie :na :os�s�: pie�ra cue.
aproximadamente- y se 'v en.d , . sta 20 pesos su remplazo "prostituyen a los chamacos". Éste es otro rasgo, p u es quien
e a cred 1 to. N o obstan te, si
se con trae una realiza la proposición constituye al prostituto mediante una forma de se­
deuda por 100 pesos ' al dia sigu
iente el monto adeudado aseien · de a 300 ducción basada en el dinero. Como lo vimos con el monstruo, las posicio­
pesos y al subsig uiente a 500
. El interes , q ue se aplica a la deuda es nes subordinadas son siempre establecidas desde las hegemónic as en las
perior a 100% diar· A . . . s u-
, n no paga el din�ro relaciones de poder, sea por la posición en la celda, por la antigüedad en
a q ue lo golpeen d���m:��: se arriesga
�� :�e:i' ��:. Como hemos visto el penal o por l a disponibilidad de dinero. Así, se est ablece un tercer rasgo
, la m uerte
opera como "aval"
d 1 pago y obli. ga a los internos
de de udas e intereses� a respetar el sistema destacable en el relato: q uien se prostit u ye siempre ocupa una posición
"pas iva" en el sexo: debe reali zar el sexo oral o es penetrado analmente, y
69 La llamada "piedra" es una form quien paga ocupa la posición "activa". No obstante, lo q ue se haga espe­
a relativam
' ente nueva de presentación
cíficamente no es lo más importante en este ordenamiento.
caína, conocida en Estados de la co-
U1,1·d os. como crack Es un .
· almo
. s61'ido cnst
el alcaloide de cocaína en su que consiste en
�orm '
a de base 1·b
I re . . msoluble en agua, pero se
Es
en solventes orgánicos. Se cons disuelve
ume P ?r su..
-¿Qué tipo de prostitución es?
bf'1mac . 16n �1edrante la aplicación de
una mezcla de la base y ceni calor a
za e n un d ispos1t1vo espe .
-Pues el sexo, el sexo, hay ch amaquillos que meten aquí de 19, 18
. .cial
' o "pipa
. para pied
eufonzante, así como el desa . ra,' Su efecto
rrollo de Ia dependencia, es
años, 19, 20 años, sus padres los botan, la desintegración familiar, no
inhalación nasal. mucho más rápido que con la

vienen a verlos, mendigan, andan en la basura buscando latas, buscan-


180
PANÓPTICOS Y LABERINTOS
EL CUERPO, LA INTIMlDAD, LOS DESEOS: MASCULINIDAD Y EROTISMO 181
do, pu s qué sé yo, cosas que pu
e da n ser ve ndible s e n
mue i�as veces piden comida a la uno o dos pesos
� visita y l a venden, pero no ta nto p prostituto -él mismo ejerce la acción de prostituir-, así también quie n
la cosa el h ambr�, no tanto por or es prostituido adqui ere como "vicio" e sta a ctivida d, consecutiva a su
� la cosa de gana r, sino por la cos
ellos dese�n enviciarse par a perder a ue
se. Eso tiene una situación bast a dic ción a la droga. En e se mome nto se transform a e n un suje to reco ­
probl�mállca, porque mucha s ve a�te
ces un chamaco de 19 o 20 a - nocible por su mismo "vicio", adquie re una fama y es conocido por los
. c b cillas ' om . .
o nosotros, que por eJe mplo orita nos, hay
otros como prosti tuto. "En l a c árc el", dic e Chino, "se conoce a quienes se
a e
e stamos platicando tú
c
y yo, estamos en una estancia y
entra un chavito y me dice·. "reg prostituye n". Este conocimiento colec tivo p erm ite p e ns a r l a prostitución
un peso ¿no? o regálame un pan álame
' un bo111· 10", "no, no tengo pero por 0 5 como un conjunto de vínc ulo s que superan la mera iniciati va i ndi vidual,
pesos, p ues yo t� meto la verga".
El chavo se queda pensando y o la casualidad, como una práctic a social refrend ada y sostenida colec­
veces se mete dice "· va.,,, 0 "por muchas
1 0
5 O 20 pesos !ámeme la ver a"
c ha v_o se queda pensan
do y dice "¡ va !" ¡Ay cabrón! y dic e1 tivame nte. Si bie n todo sucede en la celda entre dos sujetos e spec íficos,
escurncle, sáquese a chinga r a su e s tú�-P¡'n�he tanto por el c ontexto físico que supone la aquiesce nci a de los o tros habi­
madre ·' Cuando eres, eorno dec1m 1 .
.
1· c ábuIa .t" ¡,·No ?. O sea vac ilas os t antes d e la estanc ia pa ra que el contac to se xu al se desa rrolle , como por
con la gente, pero cu ando hay dorm
que' hay cabrones que tenemos itorios el saber colectivo que me nc ionamos, la prostitución, como forma de vin­
a quí' orita tienen 12 ,
es·tán de seosos de una mu1.er, está 1 5 anos
- y pues
n dese osos de l sexo entonces ag c ulación posible, es un a sunto soc ial. Digamos, l a i ntimidad del sexo per­
al chamaco ¡ya lo prostit uyeron! arran
El chamaco ya entró.al v1c10 · .· , ya no va tenece a los pasillos de la c árcel y se c onstruye, en este ca so, de sde fuera.
ser la eosa de � ue 1e gustaron 20 p
e sos, 20 pesos para él
es una fortuna
La ma yor intimidad es exac tame nte el punto de mayor extr a ñamiento;
porque se consigu e desde milpa
, chochos, drogas que existen aquí cuando suponemos un grado i ntenso de individualiz ación pre senciamos,
é , un rato de, pues una' se ganó y par�
20 pesos, 0 5 pesos ya se prostituye ya al contra rio, una inserción de pautas e strict ame nte c olectiva s, de forma s
d · a a 1o q�e venga. Pero en la cárc
el se conoce q�iénes se prostit u�
(��i� o, 5 5 anos ) . en sociales p a ra resolver cie rtos conflictos y de procedimientos soc ioc ultu­
rales para crear un orden de género sui generis, en e l que se "produce n"
Segunda estrategia para esta blec mujeres secc io nadas y e spec íficas.
e r "mu1·e res" ortop 'd'
m�d'i_ant 1 a creac1. n de l monstru e 1camente · una Podríamos aplicar estric tamente l a pre gunta que h ace Gayle Rubin
� � o que se encru·g ará de las labo re
mesticas otra, mediante la pro st � do- en El tráfico de mujeres (l 996): "¿Qué es una muje r?", pero i nvirtie ndo
i tuc ión, qu e produc e
sexo, vali'.éndose de un hombre una "mujer" para e l su re spuesta. Ella dice que una mujer e s una hembra de la especie que
que será utilizado como "muje r" .
ortope dia e n el se ntido de una educ D se transforma en tal sólo en determinada s re l aciones soc iales, y noso­
ac i ón corporal correc tiv
a c�n :�:��: tros diremos que en la c árcel una mujer es un macho de la e specie que
fi nes. p ero e s una orto
ped·ia de 1as p a rtes, es decir, .
lo que se modela en
1a cárce I son pa rtes de una muJ se transforma e n tal sólo en determinadas relaciones. Podemos avizorar
. er, sus trozos funcionales: c ue
limp ie za, y la c ocrn rpo p a ra la el despla zamie nto que realiza Butler cuando afirma que el género e s lo
a ; c ue rpo para e l sex
o . Pero detrás de esta
xu aJ e2c ont�a mo� una di syunción ortopedia que construye a l sexo, y no al revés, y que, sin embargo, es una cons­
:�en significativa: e ntre deseo y sexo tru c ción di spersa que puede te ner múltiples resulta dos.7º Así también,
se prostituye , al chama co porq Si
' e, lo que co,n di ue se de sea una mujer y no s� se h a n produc ido dos de las disyunciones que Butler me nc io na e n sus
tie c ha ope raci ón se c ons
la
i gue e s tener se xo, qu
se � esea. Podn amos aventura e también a rgume ntos: s e ha bifurcado e l de seo e ntre el objeto e nunci ado h ete ro­
r que la libido se toma a s1' mis
ob· t a ¡a _ve z que se nala - ma como se xual ("deseoso s de una mujer", dice Chino ) y el se xo mismo como
1 ;. �, un obje to -en e ste caso hete rose
xual en un ac tivida d ("deseosos de sexo" ) ; se han escindido la s a natomías y e l orde n
sen tro sexo-. E l se xo en sí mismo
un "�b�e��'.�;� �e:�;
o
se c onstituye e n de géne ro me diante la "creación" de est a mujer parcial que resulta de la

Ahora bien ' así como el que d 70 "IClon la consecuencia de que hombre y masculino pueden significar 1anto un
e se mpena un rol a ctiv cuerpo de mujer como uno de hombre, y m11¡er y femenino tanto uno de hombre como uno
.
c1.6n como e n el rnt o, tanto en Ja seduc-
e rcambio sexual, e s de mujer" (Butler, 2001 a: 39; las cursivas son de la autora). Véase nuestra exposición en el
quie n inaugura al jove n c omo
capítulo dedicado al género. la performatividad y la subjetivación .
182 PANÓPTICOS Y LABERINTOS EL CUERPO, LA INTIMIDAD, LOS DESEOS: MASCULINIDAD Y EROTISMO 183

prostitución de los muchachos. La naturalidad del deseo heterosexual, abrió de modo indebido se traslapa aquí entre los sujetos ("por boca mía,
una vez adjudicada al sexo mismo antes que al objeto, permite la am­ tuya, de otro", dice Chino). Cada boca, todas las bocas, que pronuncian
pliación del rango de elección y el establecimiento de estas parcialidades las mismas palabras, que replican un saber semejante: fulano de tal que
genéricas y estos acuerdos anatómicos. De alguna forma el muchacho hace tal cosa. Una especificación de las conductas y de los atributos. Un
que se prostituye es una "mujer" metonímicamente,71 pues es una parte soterrado rumor, como ya antes lo encontramos, que se extiende entre
de la mujer total la que le permite constituirse en mujer parcial: su po­ los internos y que lleva a configurar un diagrama de disponibilidades y
sición culturalmente refrendada en el intercurso sexual. Es una parte de de "talentos".
las características que se ordenan para las mujeres -ser receptivas en el
sexo con los hombres- la que hace advenir una "mujer" específica en -¿Cuántos habrá que se prostituyen?
-¿Aquí? En su mayoría de los chamacos, vienen siendo digamos el
este tipo de prostitución; operación que permite consumar, por un lado, el 40%, ponle tú el 30%, y de ésos ¿cuántos pueden ser entonces?, es que
deseo heterosexual en tanto deseo de una cierta posición en el intercurso somos 8 500, podrían ser 100, podrían ser 50.
sexual -la activa- y de un objeto desplazado -la mujer-, y por otro, -¿ Y hay uno que sea más conocido?
conformar un orden genérico y sexual particular, fundamentado en el -Chamaquillos, sí, hay chamaquillos que realmente tú ya los ves y
todo masculino -el hombre como totalidad que organiza el mundo- y por boca tuya, por boca mía, por boca de otro "mira, ese chavo ya te lame
las partes de una mujer -no sólo el muchacho que se prostituye, sino la verga por 50 pesos, te lame la verga por 20 pesos y está tiernito".
también el monstruo-. Es un orden genérico que se bifurca y prolifera -¿Qué significa que está tiernito?
a partir de un punto de aglutinación que es lo masculino; también, y lo -Tiernito que está chamaquito, está chaval, todavía está ¡fresco!
veremos más adelante, están el puto y otros trozos de una mujer. Vamos a decirlo así.
En el relato de Chino los muchachos que se prostituyen forman un -¿Qué características aprecian para que alguien se prostituya?
-¡Que esté más chamaco! que esté más joven, o sea, casi entero,
colectivo, y su proporción en el total de la población recluida se puede
que no sabe. Porque el joto, el puto, ése ya sabe cómo tratarte y el cha­
estimar porcentualmente. Esto pertenece a la conformación colectiva, maquito no, el chamaquito lo vas a desmadrar, lo vas a coger como tú
que ya mencionamos, de las relaciones de prostitución en el penal. En el quieras y te va hacer lo que tú quieras y como tú quieras. El puto no, el
relato, la fama se encuentra en la boca de los internos; forma parte, diga­ puto tiene sus restricciones, el puto tiene sus modos de hacerlo, el puto
mos, de una erótica de las identidades y de las señas que se sostiene en tiene su manía ya, sus mañas para hacértelo y el chavo no, entonces, ésa
las palabras, en los comentarios y en los chismes. Unos a otros se "reco­ es la diferencia, de que tú prefieres un chamaquito de esos ¡pa'qué un
miendan" a un muchacho, lo describen, señalan qué hace y a qué precio. puto! (Chino, 55 años).
Atendamos a que nuevamente la boca sostiene un régimen de palabras
y de relaciones. Para la borrega, condenando su delación y ordenando Mencionamos ya que el "chamaco" tiene por virtud central su juven­
el silencio. En el caso de los chamacos que se prostituyen, elaborando tud. Acerca de esto Chino añade que "está tiernito", pero no sólo por su
un saber colectivo de comentarios y chismes. La boca que la borrega corta edad, sino por su inexperiencia sexual. Otra característica valorada
en contraste con las "manías" del puto. Se destaca que el "chamaco" esté
71 "Tropo que consiste en designar algo con el nombre de otra cosa tomando el efecto
entero y que no sepa. Se le atribuye un cierto desconocimiento sexual
por la causa o viceversa, el autor por sus obras, el signo por la cosa significada" (RAE, 1983:
873). Cuddon (1984) define metonimia como "una figura del discurso, en la cual el nombre
que coopera en su completitud. Está "entero" en vista de una virginidad
de un atributo o de una cosa es substituido por la cosa misma" (394; la traducción y las cur­ posible; se le atribuyen las virtudes de una mujer virgen -que guarda,
sivas son nuestras). Estrictamente, la operación corresponde a una sinécdoque: "figura del mediante su virginidad, su completitud-. Pero se opone conocimiento a
discurso en la cual la parte sustituye al todo" (ibid.: 676). Algunos autores consideran que la completitud: el conocimiento se atisba en las partes, en la incompletitud.
sinécdoque es un tipo particular de metonimia. Le Guern observa que "[E]n la sinécdoque
El saber desmorona al todo. Y el puto, dice Chino, sabe sobre sexo, tiene
de la parte por el todo o del todo por la parte -las que nos interesan aquí- [ ... ] hemos visto
que el proceso es el mismo que en el caso de la metonimia" (Le Guem, 1985: 18). un saber de manías y mañas, modos aprendidos de hacerlo que se con-
184 PANÓPTICOS Y LABERINTOS EL CUERPO, LA INTIMIDAD, LOS DESEOS: MASCULINIDAD Y EROTISMO 185

traponen a la voluntad del contratante. El "chamaco" está tierno en este y subjetivo que interceptaría en su operación poder y saber, completitud Y
sen tido, �orque no sabe -cualidad de inocencia- y no puede oponer falta, disposición y mandato.
_
res1stenc1as a las decisiones de su partenaire que, entonces, puede hacer Hemos dicho que el contexto de la sexualidad debe leerse en los már­
lo que quiera -cualidad de aquiescencia-. Ante las restricciones del genes de una erótica. Aquí no sólo están en juego ciertas conductas, sino
_
puto se levanta esta disponibilidad total del "chamaco", sustentada en su formas de vinculación, valores, imaginarios y estrategias de superviven­
completitud inicial; este derrotero que permite "desmadrarlo", hacerle en cia. Es sexo, sí, pero inmerso en -y con- diversos órdenes y prácticas
el sexo lo que su contraparte desee. Si la maña y la manía es recoveco la sociales. Sexualidad y género se cruzan en este ámbito que llamamos
completitud es indefensión. El saber es un proceso de partición subjeti�a, erotismo, que permite la circulación del deseo más allá de los comporta­
en el plano de la sexualidad, que quiebra cualquier "virginidad epistemo­ mientos y que transforma los espacios sociales en contextos eróticame� te
lógica" y cualquier inocencia simbólica; el saber se vincula directamente investidos. Por eso, como dijimos, la intimidad es un punto de extrana­
con el poder en esta escena, mediante la creación de laberintos de defen­ miento y no de individuación; lugar de subjetivación por excelencia, deja
�a Y estrategias de resistencias que suponen ya una subjetividad partida, avizorar las tramas sociales que permiten cualquier acto del sujeto sobre
mcompleta -la del puto, en primer lugar. sí mismo.n Un sujeto solo, ante sus propios desvaríos, es un sujeto in­
Pero estamos ante una contradicción. Si por un lado hemos dicho tensamente social.
que en -y sobre- los chavos que se prostituyen se conforman mujeres En este sentido la sexualidad opera como un dispositivo, como lo
parciales mediante una ortopedia de los cuerpos, al igual que sucede con vimos antes; es una herramienta de subjetivación, una forma de trans­
los ''.wnstruos, ahora vemos que dicha parcialidad depende, en alguna parentar las subjetividades y dotarlas de cierto decurso. �odo de ! nte­
medida, de la completitud inicial que se invoca como signo de atracti­ ligibilidad y de predictibilidad. No obstante, en las relaciones s? c'. ales
vo sexual. Pueden ser parcializados exactamente porque están enteros concretas y cambiantes dicho dispositivo se transforma en al� o d'.stmt�,
_ _
como dice Chino. Pero, ¿por qué se requiere la integridad para poder par� en una creación intermedia que mezcla la transparencia y la mtehg1b1h­
cializar? El �uto ya está fragmentado y puede ubicarse de mejor forma,
_ dad con la espesura y las formas deseantes. 73 No es sólo un dispositivo
de modo mas conciso y autónomo, en estos laberintos que constituyen que opera como forma de dominio, sino uno que p� r�te ciertas � anan­
los fragm�nt�s y sus junturas. La completitud del chamaco representa cias, que deja espacio a ciertos arreglos y que pos1b1hta la creac1ó� de
.
una 1mpos1b1!1dad para construir un lugar en este laberinto, no cabe en él, todo un saber sobre sí y sobre los otros. Esta tensión entre un dispos1t1vo
Y es su partenaire quien lo acomoda -desmadre mediante, tanto en un de subjetivación, construido sobre y en relaciones de poder, y unos rema­
sentido explícito como en otro metafórico- en un conjunto de relacio­ nentes deseantes, por así llamarlos, incide, por un lado, en el saber que
nes sociales. Tenemos, por una parte, una totalidad que incomoda, y por se pone en liza, en los acomodos entre un conocimiento que se sostiene
otra, un no saber que atrae. Tenemos algo que sobra y algo que falta, y y un desconocimiento que se manipula, en el uso estratégico de un sa­
_
ambos, resto y totalidad, operan en un mismo sentido: fragmentar Jo que ber, por parte del chamaco y de su cliente, que permite que la relación
permanecía completo, desmadrar lo que no lo estaba. Si esto es así, su­ se establezca (y se cumplan los "intereses" de ambos). Por otro lado, la
cede, por una parte, en el cuerpo mismo del chamaco mediante la acción parcialización del chamaco exige del "todo" sólo un fragmento, un trozo,
de su partenaire no sujeta a restricciones, y por otra, en su subjetividad
_
misma, en tanto comienza a saber lo que supuestamente no sabía. El des­ 72 Como hemos visto, la subjetivación es una torsión entre extrañamiento e intm1idad,
madre del que habla Chino puede ocurrir sólo una vez, como sólo una entre interior y exterior. Sin embargo, la relación entre un interior y un exterior, entre un
vez se puede perder la virginidad, porque luego ya sabe y el chamaco dentro y un Juera, muestra que el extrañamiento -y no la intimidad- es el "primer" mo ­
comienza a parecerse al puto, adquiere su Jama y tiene conocimientos. mento del sujeto. Véase la exposición sobre la subjetivación en el capítulo l.
73 En un sentido semejante, Deleuze y Guallari observan que la analítica del poder de
En este sentido, aunque continúa siendo tiernito en términos de edad, ya Foucault no considera el deseo en su formulación y que éste constituye un elemento central
no lo es en cuanto al saber. La fragmentación sería un régimen corporal para cualquier analítica semejante ( 1988: 153).
186 PANÓPTICOS Y LABERINTOS EL CUERPO, LA INTIMIDAD, LOS DESEOS: MASCULINIDAD Y EROTISMO 187

el que permita posicionarlo como mujer, y no necesita del resto. No se identidades. Por lo tanto, el dispositivo aglutina ciertas partes Y dese�ha
pi �en afectos, ni deseo,
_ ni identidad. Tal vez sólo una representación pau­ el todo al menos en estas relaciones. Es un dispositivo también parcial.
latrna Y perentona sobre su cuerpo y en su cuerpo. Es una subjetivación Las int�nciones son limitadas: tener el sexo que se quiere con los objetos
que opera por parcialidades y que actúa sobre fragmentos: los de unos que se construyen en remplazo de los que no se consiguen, Y disponer del
_
-los chamacos-, y los de los otros -sus clientes. dinero que no se tiene para consumir la droga que se quiere. : odas las
e algún modo estamos ante una escena contraria a la que esbozó intenciones remiten a deseos desplazados y a una doble negación Y una
. ?
Cnsos�omo con palabras y gestos cuando se levantó de su silla y amenazó doble afirmación -no objeto y no dinero, querer sexo y querer droga-.
con bajarse los pantalones para demostrar que sí es un cabrón. En esa es­ Dispositivo de fracasos consecutivos y de deseos acoplados.
cena el gesto aglutina la identidad sobre una parte del cuerpo. En esta otra,
la de los chamacos y sus clientes, la dispersa, también sobre una parte Lo que planteamos anteriormente lo podemos cons�atar aquí. Esther re­
del cuerpo. En ambos casos una parte sostiene un todo, que se parcializa lata la relación de un interno mayor de edad, que vive en el Anexo S en
o se refrenda. Toda identidad sería, en ese sentido, metonímica. Todo la parte destinada a quienes la institución clasifica como "tercera edad",
sujeto una sinécdoque. Pero, a la vez, en ambos casos el cuerpo mismo con cuatro internos que ella describe como "chamaquitos". Es una de las
opera sobre una fragmentación inversa: Crisóstomo que sitúa en los geni­ formas posibles de prostitución en el penal, puesto que agrega a lo que
_
tales su i?e�tidad, al menos en tanto cabrón; el chamaco y su partenaire hemos descrito un elemento de permanencia y de vinculación cot1d1ana
que parcializan sus cuerpos para encontrar un acomodo. No podemos que estaba ausente hasta ahora: el "señor", como lo llama Esther, man­
suponer, ya lo habíamos anotado, la unidad del cuerpo, la solidez de su tiene a los cuatro "chavos". Dice que no son "gays", aunque el señor los
referencia. Crisóstomo crea su cuerpo con su gesto, le otorga un centro penetra, porque lo hacen por la droga: el señor les da piedr� . En este
subjetivo Y distribuye sus partes. Cuando se levanta, no muestra el codo punto, el dispositivo de la sexualidad es una forma de d1syunc1ón que no
o la �alma de l �s pies: señala sus genitales, como diciendo "aquí está Jo responde sobre quién se es, puesto que la respuesta puede ser elaborada
cabron que soy . El chamaco acomoda su cuerpo, lo re-crea con ciertos de otro modo: hacen algo pero no lo son. La necesidad se antepone a la
objetivos: conseguir dinero y consumir drogas; los del cliente: encontrar identidad: son lo que necesitan y no lo que desean. Tal vez el deseo no
_
una m�jer Y tener la satisfacción sexual que se le ha impedido en el encie­ se sedimente en ninguna identidad posible. Luego aparece un tér1� 11no
_
rro. Cnsóstomo señalaba las garantías del sexo verdadero· los chamacos ausente hasta el momento: Esther dice que los "chavitos" son "ch1ch1-
Y sus clientes las difuminan. Todos parciales, todos oper�ndo sobre sus fos", hombres que cobran por tener sexo con otros hombres -identi�ad
cuerpos identidades y acomodos, sea por acuerdo o por olvido. "laboral" que corresponde a un oficio que se ejerce en la calle-. Ella dice
Pero det �ngámonos en algo que vimos antes. Si el dispositivo de la que el señor los cela y que se enoja cu� ndo se acercan a conversar con las
,
sexualidad vrncula elementos parciales y genera una unidad artificial en­ travestís del pabellón: siente que los pierde. He aqm otro elemento nuevo.
tre p �es distintas, en este caso permite la parcialidad misma y no exige a la permanencia de la relación y a la caracterización de lo� jóvenes como
la unidad de las partes. El dispositivo que operaría por condensación, aquí chichifos se suma un vínculo afectivo clásico de las parejas: los celos Y
fun�10 �a por fragmentación.74 No pide ni otorga verdad a quienes operan el temor consecutivo a la pérdida. Aquí nadie es homosexual, no hay per­
en el, srno deterrrunadas ganancias y ciertos beneficios. Aquí estamos ante sonajes ni una forma de descifrar la subjetividad mediant� la sexualidad.
el reverso del sexo verdadero. No hay sexo verdadero, no se necesita ni Todo es extraño y común a la vez: una escena sexual comente que se re­
se pide. No hay tampoco género verdadero, por así decirlo. Lo que suce­ pite, con intercambio de favores, temores y celos, y quizás amor Y deseo.
de sólo se rerrute a los cuerpos y a las conductas, sin exigir finalidades ni Una erótica cotidiana en los pasillos, estructurada sobre el orden de las
74 Foucault anota que la sexualidad corresponde "al conjunto de efectos producidos
generaciones y sobre trozos del sistema de género hegemónico. Imitación
en los cuerpos, los com ?<_>rtamientos y las relaciones sociales por cierto dispositivo depen­ y recreación. Pastiche de afectos y de espacios,
_ de nombres y de terrenos
_
diente de una técnica poht1ca compleja" (Foucault, 1989: 154; las cursivas son nuestras). sin identidad. Pocas palabras y mucho silenc10.
188 PANÓPTICOS Y LABERJNTOS EL CUERPO, LA INTIMIDAD, LOS DESEOS: MASCULINIDAD Y EROTISMO 189

-¿Pero también hay gente que se prostituye para conseguir la droga? ofrecen sus servicios. Hay dos lugares específicos en los que se ejerce la
-Pues sí, hombres que se prostituyen. prostitución en este anexo: las mismas celdas y una parte del kilómetro
-¿También? Pero no en el Anexo 5.
cerca del recinto. Digamos, hay una prostitución callejera, con las ofe­
-No, en otros, o sea, aunque no sean gay se dejan; por ejemplo, ahí
hay un señor, bueno ya está grande, ya es un viejito y él tiene así a varios rentes paradas en la calle principal del reclusorio, y otra hogareña, que
niños, bueno no niños, pero sí están, tienen corno 18 años, 19 y los tiene se ejerce en los mismos dormitorios.
a ellos, pero él les da así piedra, pero él pues los hace que tengan relacio­ La prostitución que hemos denominado callejera se basa en el ligue
nes con �I, y ya los pone que a lavar, que hacerle sus cosas. que cada interno -o interna- pueda realizar entre los hombres que tran­
-¿El vive en el Anexo? sitan por los pasillos. En cambio la hogareña se sustenta en la iniciativa
-En el Anexo 5... Muchos chavitos aquí se prostituyen por la droga. de los clientes hacia los o las que se prostituyen. Sin embargo, indepen­
-¿Tienen algún nombre en especial los chavos que se prostituyen? dientemente de la forma de captación, el servicio se realiza siempre en
-Pues "chichifos" se les dice aquí. Sí, chichifos se les dice a los la celda del interno -o interna -: las celdas donde viven los internos
hombres que cobran por sexo. Pues yo he escuchado que el señor se los pe­ travestís que se prostituyen tienen un camarote destinado a prestar servi­
netra a ellos, pero ellos no son gay, pero lo hacen por la droga.
cios, que puede ser alquilado a la mamá de la celda; además, se le paga
-¿A cuántos chavos tiene este señor? a otro interno para que vigile mientras tanto la presencia de custodios.
-Corno cuatro.
Dicho camarote cuenta con una cortina que permite cierta intimidad en
-¿Y qué características tienen ellos?
-No, son diferentes. el trato y separa de la vista de los demás internos a quienes tienen sexo
-¿Pero por qué eligió a ésos y no a otros? en ese momento. Toda esta operación y su infraestructura han recibido la
-No sé, no, pero si ve que nos habla a una de nosotras ¡ay el viejo aprobación de los internos o internas que comparten la misma celda con
se pone loco! quien se prostituye o con quien trabaja en un momento determinado.
-¿Qué les dice?
-¡ Ay, pues que no nos hablen! Y que no sé qué y que nos va a -¿Ésas también se prostituyen?
pegar. -Sí, se paran en el kilómetro, pero del otro lado.
-¿Y por qué crees tú? -¿Cuál es el otro lacto?
-Pues no sé, se encela el hombre ¡siente que los pierde! (Esther, -Atrás de esto (señala un lugar con la mano) hay otro kilómetro y
19 años). ahí se paran, afuera del Anexo 5.
-¿Y se paran ahí?
-Pues ahí es donde pasan todos los hombres, y pues al que te li-
CAMINAR POR LOS PASILLOS: PROSTITUCIÓN TRAVESTJ gues, pues ya le dices que se meta o que te siga y ya, pues tú carninas y
ya te metes a tu estancia y luego llega el hombre atrás [... ] Hay un cama­
rote, o sea, que nada más se usa para eso, pero haz de cuenta que tú le
Otra forma de prostitución la ejercen los internos travestis. Es de tipo
tienes que pagar a la del camarote.
permanente y supone una cierta profesionalización en su ejercicio, con -¿Lo alquila?
tarifas más o menos establecidas, según el servicio. Todo sucede en el -Lo alquilan.
mismo Anexo 5 o en sus alrededores: los internos de la población general -¿Qué hacen cuando llegan con el tipo ahí al dormitorio?
van hasta dicho lugar y buscan a quien les guste más, entre los o las7s que -Pues, ya lo metes al camarote y tiene una cortina, sí está tapado.
-Pero ¿se desnudan?
75 Como advertimos en otra nota, algunos de los entrevistados, específicamente los
que se autoidentifica ron como travestís y que vivían en el Anexo 5, utilizab an el género mantenido la ambivalencia, porque nos interesa relevar y destacar las conformaciones ge­
femenino, en términos gramaticales, para referirse a sí mismos y sus compañeros. En algu­ néricas, así como las subjetivas, y su intrincada red de transformaciones y cambios en un
nas partes hemos asumido directamente su lenguaje y en otras, como en este caso, hemos penal de hombres.
190 EL CUERPO, LA INTIMIDAD, LOS DESEOS: MASCULINIDAD Y EROTISMO 191
PANÓPTICOS Y LABERINTOS

-Ajá, bueno, algunas, no todas, haz de cuenta que las que fuman
-Pues sí.
piedra, y todo eso, son las que más andan así, movidas pues para tener
-¿Y qué hace la gente que está en el dormitorio? ¿se van o se
quedan? más dinero (Esther, 19 años).
-No, se quedan ahí, tú lógicamente que nadie te vea' o sea' está
quieren algún
tapado todo. Pues luego hay personas que llegan de otros dormitorios y
servicio, de hecho también las chicas que se dedican a eso.
-¿Pero saben que estás ahí?
Ajá, pues lógicamente que para eso le pagas a la chica para que -¿Pagado digamos?
con
-:- de que no venga un
te cu:de custodio, de que nadie te molest� (Esther ' -Sí, van al anexo y ya van directamente con quien, ellos saben
19 anos). quien sí.
-¿Dónde tienen el contacto, digamos, la relación?
Los·mt ernos -o. mternas- que describen con detalle la prostitución -¡Ahí mismo! En su misma estancia.
. -¿Pero delante de toda la gente?
travesti en la árcel viven ellos mismos en el A nexo 5 y se autoidentifican
� -¡No, por supuesto que no! usted no ha ido a población.
como trav st1 s (Sara Y Esther). Una de ellas reconoce abiertamente que
� . -Fui a otras partes, pero a esa parte no.
se ha proSl!tuido en alguna ocasión. Para ambas esta actividad constituye te tie-
. -Lo llevo ... Para que conozca [risas]. No o sea, cada camaro
una forma de conseguir el dinero que necesitan para sobrevivir en el pe­ mi camarote
ne su cortina y todo, no se ve nada, está todo. Por ejemplo,
nal. Es un modo posible de trabajo.
lo tengo cubierto con cortinas y todo.
-¿Pero no todos los dormitorios son así, no?
- y de las que viven contigo ¿cuántas se prostituyen? -Sí, claro, por supuesto, sí, ahí cuidas tu privacidad tú.
-Todas . -Entonces ¿el contacto lo tienen ahí?
-En el kilómetro ¿cuántas hay? -Sí.
-¿Paradas? -¿ Y cuánto cobran?
-Sí. -No, no sabría decirle, no.
-Pues es que no todas se paran ahí, las que no tienen mucho valor -¿Pero no hay tarifa?
son las que se paran ahí. -¡No, claro que no! (Sara, 35 años).
-¿En qué sentido tienen mucho valor?
-:-¡Ay, pues es que todo mundo! O sea, que vean ahí que te estás Otro criterio que distingue el ejercicio de la prostitución travestí es la
prostituyendo, porque ahí son las que todo mundo sabe que son las que belleza de la involucrada, establecida según su parecido con una mujer.
se prostituyen, o sea, no todos saben que nos prostituimos' eso sólo las
Esto determinará el tipo de prostitución que se ejerza, pues las más boni­
que están paradas ahí.
-¿Cuántas se paran ahí? tas, o las que tengan los mejores atributos físicos de mujer serán preferi­
-Como seis, siete, pero que son las más feas. das por los mismos internos, tendrán mayor demanda y ejercerán el tipo
-Las que están más bonitas ¿no van ahí? de prostitución que llamamos hogareña. Ellas no tienen necesidad de salir
-No, ésas están en la estancia, pues te van a buscar' lógicamente a buscar clientes: éstos llegan hasta sus celdas para solicitar sus servicios.
sabes qué, ellas salen a buscar y otras no, otras se quedan y esperan ahí Las que sean más feas, mayores de edad o que estén deterioradas por el
a que lleguen. consumo intensivo de droga, ejercerán el tipo callejero de prostitución y
-Y si todas las que están en tu dormitorio se prostituyen 1,· cuánta deberán buscar a sus clientes por sí mismas, ofreciendo sus servicios en el
gente pasa durante el día, clientes? kilómetro. A simismo, la belleza y los atributos femeninos determinarán la
-¡Ay, pues un buen! Son, una, dos, siete, ocho, nueve ' doce ' son tarifa, pues, aunque en general el costo de un servicio es bajo por la esca­
.
seis estancias , son se1s · en cada uno vive como JO o J 2 y todas
· estanc1as,
. sa disponibilidad de dinero entre los internos, las más "cotizadas" por sus
ésas se prostituyen.
atributos pueden seleccionar a sus clientes y cobrar más caro; en cambio
-¿Y tienen clientes todos los días?
EL CUERPO, LA INTIMIDAD, LOS DESEOS: MASCULINIDAD Y EROTISMO 193
192 PANÓPTICOS Y LABERINTOS

oenérico va desde los cuerpos para traspasar las identidades y las :ela­
las que no son consideradas "apetecibles" los mismos internos no podrán
�iones sociales y regresar, finalmente, a los mismos cuerpos mediante
hacer una selección de clientes y deberán cobrar más barato para lograr
su transformación; legitimando, en última instancia, el mismo orde� en
alguna ventaja en la oferta de servicios sexuales.
su versión más estricta y hegemónica: la diferencia sexual se sostiene
-¿Hay alguna de las compañeras que sea más cotizada que otra? en una diferencia anatómica.
-¡Claro!
-¿Por qué razón? -¿Hay algunos que cobran más caro que otros?
-Yo le digo que la misma población como te ven te tratan, porque -¡Pues sí!
hay personas que estamos aquí, pero nos gusta andar bien vestidas, nos -¿ Y de qué depende?
gusta andar que oliendo, usted sabe que una mujer es vanidosa, que a -Pues de cómo estés.
perfumito, que andar arregladita y todo eso ¿no? y hay otras chicas como -¿En qué sentido?
son viciosas, andan así de lo peor, hasta en chanclas. Depende, depende, -Físicamente.
a esas personas pues no les dan más (Sara, 35 años). -¿Pero qué es lo que se valora?
que
_ Pues todo, o sea. lógicamente que yo no voy a cobrar más
En esta oferta de servicios sexuales de los internos travestís destaca una que ya está operada o algo así.
la coincidencia entre el deseo de los internos de la población en general -¿Operada es mejor?
y la identidad y los arreglos corporales de aquéllos. Los internos buscan -Pues sí.
una mujer y los internos travestís destacan la feminidad como un rasgo -¿Operada es más cara?
--Pues sí, aquí hay.
central en su atractivo sexual. Si vimos, en el caso de la prostitución de
-¿Te refieres a alguien ya transexual?
los muchachos, que el deseo que se presenta como fundamento de la la
-Ajá, hay transexuales aquí, haz de cuenta que ya cuando llegó
prostitución es el de una mujer (que se desplaza hacia el deseo por el llevaron al femenil pensand o que era mujer, pero ya después la cacharo n
sexo mismo, dadas las condiciones de encierro y el aislamiento de mu­ y la trajeron para acá.
chos internos respecto al mundo exterior), aquí encontramos una inter­ -¿Hay una, es una sola? .
-¡Sí! o sea, hay muchas que están inyectadas, inyectadas y
sección contingente del deseo -que se esgrime como motivación- y ope-
bubis o de acá. o sea, que más o menos como muJcres , pero
el ideal estético que se busca, con la anatomía que se construye. Los tra­ radas de las
vestís internos realizan una serie de transformaciones en su cuerpo para que no están operadas, que no están castradas. . .
conseguir uno de mujer .7 6 En uno de los casos mencionados se trata de -¿Pero ella sí? y ¿ella se dedica a la prosttluc1611?
un interno -o interna- que se cambió quirúrgicamente de sexo; dicen -Sí.
-¿Y cómo le va?
que está "operada", y que es la más cotizada por los internos, pues es lo
-Pues muy bien ¡imagínate! (Esther. 19 anos).
más cercano a una mujer que pueden conseguir dentro del penal. Esther
menciona que dicha interna, a diferencia de las otras que pueden tener
Sin embargo, un matiz coloca este orden más en el terreno �e la se­
"bubis" artificiales y haber moldeado un cuerpo de mujer, está "castra­
ducción que en el de la anatomía o, más bien, reenvía la anatom1a po� � I
da". El punto de la máxima feminidad, en este orden, se logra cuando
sendero de la seducción, pues ya no son los signos vtS1bles de la femrn1-
un interno se ha castrado para ser mujer, cuando opera sobre su cuerpo
dad los que permiten un tipo de vinculación, sino � ue es la representa­
la castración que algunos ubican en un plano simbólico. Todo un orden
ción de Ja mujer, y de lo femenino, la que lo pos1b1ltta . Lo femenmo se
76 Las transformaciones que mencionamos suceden habitualmente fuera de la cárcel y conforma en el espacio del ver -"como te ven te tratan", dice Sara-; la
los internos travestís las traen cuando caen presos. De hecho, son uno de los signos que se mirada que es sostenida sobre un interno -o interna- es devuelta con
verifican para clasificarlos como homosexuales. Pero aquí sólo nos interesa lo que sucede
las señas de lo femenino -un olor, el arreglo de la ropa.
dentro de la cárcel.
194 PANÓPTICOS Y LABERINTOS EL CUERPO, LA INTIMIDAD, LOS DESEOS: MASCULINIDAD Y EROTISMO 195

Más que la verificabilidad de la anatomía y su transformación -la El deseo, en este caso, opera sobre las partes, se deslinda en los trozos Y
castración de la transexual-, aquí encontramos una estrategia de se­ en los simulacros.
ducción mediante una representación lograda de lo femenino; pero, a la Otra vez estamos ante una ortopedia, pero diferenciada para los ca­
vez, siempre equívoca y artificial, pues todos saben que nadie es mujer sos del muchacho prostituido, del monstruo, o del travesti. En los prime­
en verdad. Tal vez ni en un caso ni en el otro el asunto sea la verdad· de ros la ortopedia se aplica desde el exterior, sin que exista una adscripción
alguna manera la castración es siempre una representación de la dife;en­ identitaria a su ejecución, pero sí un acuerdo funcional (de alguna ma­
cia sexual (más o menos patentizada en un cuerpo) y la seducción tiende nera el interno sobre el que se conforma una mujer parcial no tiene al­
a subvertir los regímenes de la verdad por otros de la simulación. Lo que ternativa u obtiene un beneficio significativo). En el segundo caso la
nos interesa destacar es que tanto en la prostitución de los muchachos ortopedia se opera desde el "interior" y se genera una mujer p� rcial, que
_
como en la travestí, lo que se captura es el deseo, pero en dos dinámicas pretende alcanzar una totalidad y que responde al deseo de quien practi­
_
distintas: si para el caso de los muchachos el deseo se sitúa, como lo vi­ ca la ortopedia sobre sí; hay un acuerdo y un proceso en el que se mtenta
mos, en quien formula la oferta -para que el muchacho se prostituya-, plegar identidad y anatomía, gesto y énfasis, apariencia y compo�a­
en el del travestí el deseo es "incitado", es registrado en su cuerpo y en miento, según un deseo: deseo de ser mujer. Mientras la Justificación
una semiótica corporal vinculada con lo femenino. En uno, el deseo se­ que enarbolan los internos para recurrir a la prostitución de los mucha­
duce mediante el dinero; en otro, se deja seducir por las apariencias. Lo chos es el deseo de una mujer y el deseo de sexo, el deseo que motiva
que hace el travestí es investirse de un deseo, traspasarlo por su cuerpo la ortopedia, en el caso de los travestís, es también un deseo de mujer,
y transformarse en su virtud: curiosa confirmación de que el deseo es pero ya no de poseerla sexualmente, sino de serla, de encarnarla -con
siempre el deseo del otro, que se dispone en dinámicas vinculares ima­ los sentidos escatológicos del término-. La mujer siempre responderá
ginarias. Esto lo analizamos con más detalle en la sección dedicada al a una dinámica deseante que va obturando cuerpos, modificando subje­
intercambio. tividades, estableciendo vínculos; que parte desde algún hombre -al
En otra parte expusimos que la prostitución de los muchachos co­ menos anatómicamente- para construir una mujer, sea sobre el otro o
rresponde a la conformación de una mujer parcial, consecutiva en algu­ sobre sí mismo. La mujer de carne y hueso, la mujer real, si quisiéra­
nos de sus sentidos a la que sucede con el monstruo. Aquí la mujer sigue mos, está siempre ausente. La falta, sea en el otro -no ha� mujeres-�
siendo parcial, pues o reside en la castración de la anatomía masculina la faJta en mí - la castración que me aplico o la adecuación que reali­
devuelta como mujer en el orden genérico que analizamos -y no com� zo sobre mi cuerpo- es el punto donde se inicia la ortopedia que he­
un término tercero que lo bifurcara-, o reside en la representación de mos mencionado. Pero no para reconstruir una diferencia -lo femenino
p�es de la feminidad que conforman lo que se supone es una mujer. permanecerá excluido siempre en este orden-, sino para "cum� lir" un
Siempre se opera por agregación: o de actividades y roles, o de gestos, deseo masculino, intensamente masculino, que no duda en modificar la
apariencia y atuendos; aunque sea la castración, que es una sustracción realidad, sea de los cuerpos o de las subjetividades, para conseguir su
de anatomía para generar un efecto identitario y deseante semejante -o satisfacción. Es como si lo femenino, y la mujer, en este orden, operaran
una coincidencia entre el deseo y la anatomía-, lo que se hace es agre­ como un fantasma: no está, pero se le siente; no existe, pero se cree en él
gar al cuerpo masculino atributos que le permitan funcionar y representar -o en ella-; está ausente de lo real, pero lo determina mediante su
otra cosa: una mujer. A la vez, siempre se opera por parcialidades, pues presencia tachada.
, ,
se estima que la suma de las partes modificadas consigue el todo que se El sexo, lo más preciso de la anatomía en un orden de genero, sosten
busca. Digamos: añádase la parcialidad de un gesto a la parcialidad de empírico de una identidad, se transforma en el punto más esquivo, °: enos
_
un cuerpo, o a la de una posición durante el sexo, o de un rol estipulado, tangible.77 De algún modo, las anatomías no son destmos: lo son las 1den-
Y tendremos, poco a poco, y siempre deshilachada y titubeante, a una 11 Como vimos, el sexo "es el elemento más especulativo, más ideal y también más
mujer posible. Pero partes de ella, porque no se necesita nada completo. interior en un dispositivo de sexualidad" (Foucauh, 1989: 188).
196 T
PANÓP ICOS Y LABERINTOS
EL CUERPO, LA INTIMIDAD, LOS DESEOS: MASCULINIDAD Y EROTISMO 197
tidades, su p rseverante lrabajo sobre sí
� y sobre el otro en esta ortopedia
loc�I y especifica que hemos mencionad aquí detenidamente, pero opera de manera permanente en la cárcel, de­
. o. En la cárcel el sexo se cspec­
trahza, recorre las celdas y los dormitorio termina una parte significativa de las actividades de algunos internos y da
s (todos los nombres nos rem1·_
ten a una mt1m
· 1·dad sesgada), los cuerpos y las actitudes, origen a la organización de un sistema de pago y de cobro fundamentado
. para explotar en en último término en la amenaza de muerte ante el adeudo. Este sistema
diversos a�011:1odos, para deslindar pequ
eños espacios de pertenencia y
de reconoc1m1ento y para instaurar otros tiene sus propias figuras específicas, entre las que destacan la del padri­
de opacidad y extrañamiento.
no y la del traficante; ambos sujetos son poderosos en el ordenamiento
-¿Qué buscan los presos, los que van allá, qué buscan? carcelario porque poseen dinero y disponen de grupos de individuos para
cobrar sus deudas y protegerse, dispuestos, entre otras cosas, a matar si
� Pues a una niña, bueno, a una mujer, bueno según ellos pero 110 fuera necesario. La tercera forma de intercambio se organiza en torno a
es muJer, pero también hay muchos que están así en otros territ�rios que
también son gay, pero como son de clóset, imagínate (Esther, 19 años). la prostitución.
Si bien los "bienes" intercambiados pueden ser distintos, las tres for­
Hicimos una pregunta casi freudiana, nos damo mas disponen del cuerpo como objeto principal de intercambio o como
. s cuenta ahora: "·qué
quieren los p1esos?", como el mismo garante último de su funcionamiento. Cuerpo del monstruo que trabaja y
_ Freud se preguntó "·qué qiiere
una muJer?", al final de su vida. Esthe realiza los quehaceres de la celda y cuya fuerza de trabajo es confiscada
r nos responde: "quier�n una niña
bueno, a una '.11ujer" lu go se refiere por la mamá y sus compañeros a cambio de un espacio en la cárcel, de
_ � � a otros "territorios" que ella d��
nom111a de closet, terntonos encerrados protección y de comida. Cuerpo del consumidor de drogas que lo ofrece,
o cubiertos. En el punto en que
preguntamos "¿qué quieren?" se nos respo en último término, como aval para sus deudas, y que le entrega al padrino
nde que muchas cosas pero
que el deseo -el querer interrogado- o al traficante un poder sobre su propia vida como signo evidente y mul­
_ se presenta de diversas m�neras
a la mirada. Entre la prostitución callejera tiplicado de una voluntad taxativa que cobrará sus dineros y no permitirá
que describirnos, las cortinas
que cubren los camarotes a la hora de que nadie escape a las cláusulas de su "contrato". Cuerpo, también, de
realizar un servicio sexual las
anatomías que. se. ex111·ben y Jos d eseos que se confiesan, entre todo esto y quienes se prostituyen, que lo convierten en el único objeto transable den­
aquellos ternton s de clóset, cerrados, tro de la cárcel y que les permite conseguir dinero mediante su venta.
? que menciona la entrevistada, se
conforma un régime de ' mirada que Este estatuto del cuerpo como objeto transable se vincula con un ter­
n -� opera sobre la sexualidad y que
esboza recovecos y v1s1b1Itdades, cierres cer término en el orden social carcelario, tan importante como el silencio
y aperturas, como si el mismo
deseo, que vemos circular como moneda, y la muerte, que no hemos analizado antes y que hasta ahora sólo hemos
fuera una topografía llena de
det�lle� Y de aJustes, de señas y de desli mencionado de paso: el dinero. El dinero será un factor de reversibili­
ndes, y la sexualidad misma un
terntono -o. muchos -, un mapa acc1 dad que alterará cada una de las disposiciones referidas y que permitirá
. . . ·dentado en el que se encaraman
destinos, subJet1v1d ades, cuerpos y esperanzas, vínculos y dolor comprar todo lo que la cárcel contiene: espacios, privilegios, protección,
es.
personas (internos y custodios), comidas, aparatos, etc. Pero, por otra
COMPRAR CÁRCEL: FETICHISMO, INTER
parte, el dinero, que todo lo compra, es el vehículo privilegiado para
CAMBIO y DESEO evitar una sola transacción: comprar cárcel. Los internos dicen que "no
Hem�s d.ISCerrn·do que en la cárcel son tres hay que comprar cárcel". ¿Se vende la cárcel? No estrictamente, pero se
las formas de intercambio que paga; de alguna forma la cárcel se compra gratis ; no es necesario pagar
permiten que ciertos "bienes" pasen de unos
sujetos a otros y que algunos por ella y, más bien, se paga por no comprarla. Ante la gratuidad de la
vayan d� éstos a aquéllos. Una primera
forma corresponde al intercambio
de trabaJo por hospedaje, comida y prote cárcel como mercancía (los términos son contradictorios), el dinero per­
cción, y fue analizada cuando mite otorgarle un precio exacto y pagar por ella, eludir comprarla y evi­
ab�rdamos el lema de los monslruos y
_ las mamds. Una segunda forrna tar el intercambio; tal como lo vimos en el caso de un interno nuevo que
esta ligada con el intercambio de diner
o por droga; no la analizaremos le paga a la mamá de una celda para que lo exima de ser monstruo. La
EL CUERPO, LA INTIMIDAD, LOS DESEOS: MASCULINIDAD Y EROTISMO 199
198 PANÓPTICOS Y LABERINTOS

cárcel es un sistema de acumulación trastornado: acumula repeticiones, dinero, vinculándose y separándose. Veremos, de este modo, que el o la
suma años, agrega tiempo sobre un tiempo perdido; cobra por Jo que da travesti pone en su cuerpo el deseo del otro -su cliente-; en cambio,
gratis y quita sin pedir. el muchacho que se prostituye pone su cuerpo para el deseo del otro,
El dinero es el elemento que hace posible el intercambio, el silencio y su partenaire pone su deseo sobre su cuerpo o en su cuerpo -del
Y la muerte en su funcionamiento; la pieza que falta para comprender la chamaco-; deseo alterizado mediante el dinero, que no sólo concita y
operación del sistema carcelario como forma de subjetivación y sujeción. permite, sino que distancia y media. En el caso de la prostitución tra­
Como lo dijimos, es el factor de reversibilidad, el elemento que altera vestí, el deseo sería anterior a los sucesos de la prostitución; en el de los
cualquier orden y que, por tanto, lo determina como su excepción. Se muchachos, es el comercio en sí lo que permite el deseo: nadie desea de
evita comprar cárcel y hacer las labores domésticas, se logran privile­ verdad lo que parece desear; ni el partenaire que incita, porque desea
una mujer o el sexo que no tiene; ni el muchacho, porque quiere el dine­
gios, se pagan favores, se adquieren cosas, se compran personas.
Pero si la cárcel se puede comprar, adquiere el estatuto de cosa, ro para consumir drogas (por ejemplo), pero tampoco lo tiene. En tanto,
de mercancía. Una cosa que se puede comprar, pero que tras su velo el travesti tiene el deseo anclado a su cuerpo, trasunto en su piel y en sus
cubre las relaciones sociales que la sustentan. Observa Marx que a pri­ gestos. Pero ambos simulan y seducen; el muchacho se deja seducir por
mera vista "una mercancía parece algo trivial y que se entiende por sí el dinero, desplazando su deseo sexual por su deseo de droga (en caso de
misma" (2000: 87); pero al analizar, se detecta que tiene "una realidad que fueran estrictamente diferentes); el partenaire, por su propio deseo
puramente social" (74). No podemos detenernos en el análisis de la imposibilitado (dada la ausencia de mujeres y de sexo); y el travesti, que
cárcel como mercancía, pues supera nuestras capacidades y objetivos, se deja seducir por su propio deseo del deseo del otro, y su cliente por el
pero lo mencionamos para indicar que si la cárcel, en tanto mercancía, deseo, también desplazado, de una mujer, aunque sea en ciernes.
Por un lado tenemos una prostitución que se ejerce "sin" deseo, como
se constituye como una cosa (el juego entre palabras y cosas ha sido
permanente en nuestros análisis) que puede ser comprada, estamos ante sería la de los chamacos, a la que todos llegan arrastrados por otros moti­
Jo que Marx denominó fetichismo: "Se trata -dice- de una relación vos y por ciertas imposibilidades, todas consecuencias del encierro -no
social determinada de los hombres entre sí, que aquí adquiere para ellos se pueden tener mujeres, sexo, ni dinero-. Cada cual porta una necesi­
dad insatisfecha y se encuentra con este arreglo particular en el que todo
laformafantástica de una relación de cosas entre sf' (ibid.: 87; las cur­
se hace como si no se hiciera y en el que se puede suspender una mención
sivas son nuestras). Laformafantástica a la que se refiere Marx sucede
a un deseo subjetivo, externalizándolo en las circunstancias contextuales.
entre dos cosas, como si ellas mismas se relacionaran entre sí, ocul­
tando las relaciones sociales que sustentan dicho vínculo, velándolo. Por otro lado tenemos al travesti que no niega su propio deseo y lo inter­
cepta con una forma de intercambio que se fundamenta en el sexo y en el
Tenernos una de las dos: la misma cárcel. Falta la otra en esta relación.
dinero. Uno por otro y viceversa. Luego está el cliente del travestí que, al
No hay que comprar cárcel: transacción suspendida y evitada. ¿Con
igual que el que contrata al muchacho, busca una mujer que no encuentra
qué se compra cárcel? Con el cuerpo mismo. Ésta es la segunda cosa
y acepta este simulacro que se le ofrece en los pasillos o en las estancias.
de una relación que tiene como tercero al dinero, como lo que permite
De igual manera, quienes participan lo hacen sabiendo, aunque el saber
no comprar, salvar al cuerpo.
En este sentido podemos plantear que la prostitución es un sistema esté tachado -en el caso del chamaco- o negado -en el del cliente-.
La escena preexiste a cualquier intención y a cualquier gesto: se puede
de intercambio entre sexo y dinero que tiene al cuerpo como la cosa que
comprar sexo y se puede vender y no es necesario desearlo; tampoco
se compra y que se vende. En un lado está el dinero, en el otro el sexo.
En medio el deseo, como lo que se moviliza y se concita mediante la tiene consecuencias identitarias o sociales. El intercambio sucede sobre
un telón fantasmático que permite que los hechos desaparezcan detrás de
operación del dinero. Los vectores, de todos modos, son inversos entre
sus justificaciones y que devuelve, como acto, la justificación misma Y
los participantes. Lo apreciaremos de manera más clara si analizamos el
no la conducta.
intercambio desde el deseo, a partir del lugar donde se torsionan sexo y
/

200 PANÓPTICOS Y LABERINTOS EL CUERPO, LA INTIMIDAD, LOS DESEOS: MASCULINIDAD Y EROTISMO 201

No obstante, retengamos lo que dijimos sobre el fetichismo. Tene­ que permite el intercambio, y otro real y material que sostiene un funcio­
mos dos cosas que se relacionan entre sí de manera "autónoma", como namiento rrútico para el orden social carcelario. En ambos, no obstante,
una forma fantástica que oculta o vela la relación efectiva de "hombres el cuerpo condensa ciertas operaciones o es un nodo por el que pasan
entre sí". La prostitución será una relación fetichista en este sistema de regímenes deseantes, económicos, semióticos y sociales (si bien unos y
intercambio generalizado que es la cárcel. Lo vimos cuando analiza­ otros se traslapan). El mito, como justificación naturali4ada del orden
mos las motivaciones de los participantes: unos buscan sexo -primera social carcelario, y el intercambio, como dinámica económico deseante
cosa-; los otros, dinero -segunda cosa-. La relación efectiva de los entre los internos del penal, se anclan en último término en el cuerpo.
"hombres entre sf' se difumina tras esta relación de las cosas: el sexo y Pero perviven dos preguntas, al menos: ¿hablamos del mismo cuerpo?,
el dinero. ¿Cuál sería la relación efectiva de los "hombres entre sí"? Una ¿por qué, aunque es la baza final de estos ordenamientos, se construye el
relación de deseo; lo que se intercambia es el deseo mismo, pero siempre cuerpo de modo diferenciado?, ¿por qué uno lo espectraliza y el otro lo
desplazado. A su vez, el deseo es, ante todo, circulación y no una adscrip­ presentifica? Podríamos aventurar que en el fondo no se trata del mismo
ción objetual -mujeres, hombres, sexo, dinero-; por eso el travestí no cuerpo, o que tal vez nunca se trata del cuerpo. Pero allí permanece un
desconoce su deseo, porque él o ella devela el sistema de intercambios en conflicto, o una imposibilidad, pues incluso la genealogía foucaultia­
su funcionamiento y se pone en medio de él. El travestí devela las cosas na -no obstante que esparce los motivos y las causas- desordena las
que se intercambian al situar el deseo en sí mismo, al hacerse sujeto de su linealidades y trastoca los alfabetos, mantiene incólume, a nuestro en­
deseo, aunque lo comercie. El resto participa del intercambio, pero como tender, la unidad del cuerpo; aunque se diga que está sometido, oculto,
si no existiera; todos saben de antemano, pero sin saberlo. Lo relevante desterrado o desasido. Siempre se piensa en un cuerpo. Se desglosan
no es que se participe o no directamente; lo importante es que correspon­ las justificaciones, pero se conservan los objetos. 78 Pensar en más de un
de a un orden en el que, de una u otra forma, todos están involucrados. cuerpo, o en un cuerpo múltiple es un asunto delicado y difícil. No obs­
Están ya dentro del intercambio, él los antecede en las intenciones o en tante, el problema no es la existencia de muchos cuerpos materiales - lo
las conductas. Cuando hablemos de la seducción nos encontraremos con vimos en el caso del mito-, sino la multiplicidad de cuerpos sociales y
algo semejante. semióticos.79 Es como si una misma superficie estuviese atravesada por
Pero notemos que otra vez el cuerpo es el garante último del funcio­ diversos regímenes que no son coherentes ni coincidentes entre sí, sino
namiento del intercambio. El fetichismo, al fantasmalizar "la relación que pululan sobre su plano estriado mediante palabras, razonamientos
determinada de hombres entre sf', vela, en último término, al cuerpo y mitificaciones. Cuando sobre el cuerpo operan ciertos procedimientos
mismo como sostén de las relaciones sociales efectivas, como su punto
de anclaje; en la prostitución es el cuerpo mismo lo que se intercambia: 78 Baudrillard sospecha del estatuto del objeto en El utro por sí mismo, y anota que
"IT]odo ha partido de los objetos, pero hoy ya no existe el sistema de los objetos. Su crítica
el deseo circula atado a él. Pero, a la vez, cosifica el cuerpo, lo transforma siempre fue la de un signo cargado de sentido, con su lógica fantasmática e inconsciente y
en una cosa que se intercambia, pero no sólo velando las relaciones efec­ su lógica diferencial y prestigiosa. Detrás de estas dos lógicas, un sueño antropológico: el
tivas, sino desglosando el cuerpo de la subjetividad; estableciendo una de un estatuto del objeto más allá del cambio y el uso, más allá del valor y la equivalencia"
nueva línea entre éste y el alma que posiciona al cuerpo como una cosa (Baudrillard, 2001: 9).
intercambiable. Entonces, el fetichismo puede leerse como la fantasma­ 7 9 Tal vez Foucault apuntaba a esto cuando decía que mediante el sexo - "punto ima­
ginario fijado por el dispositivo de la sexualidad" - cada cual debe pasar "a la totalidad de
gorización tanto de las relaciones sociales, como de la subjetividad y del su cuerpo" (1989: 189). Si es necesario un punto imaginario para pasar a la totalidad del
cuerpo mismo, paradójicamente, en tanto cosa. cuerpo, podríamos suponer que dicho punto permite tanto el tránsito como la totalidad mis­
Pero tenemos, a estas alturas, un cuerpo espectralizado mediante ma, y que ésta es, más bien, un efecto del punto en cuestión. Emerge, digamos, de la ope­
el intercambio y otro presentificado por el mito. No obstante, mito y fe­ ración performativa del dispositivo de la sexualidad que, mediante un punto determinado,
permite una totalidad; como los juramentos que crean cierta relación social o una institu­
tichismo tienen como baza final al cuerpo. Es como si habláramos de
cion (contratos, matrimonios, jerarquías). No hay totalidad -por lo tanto, "cuerpo" - a_n­
cuerpos distintos, en algún sentido: un cuerpo fantasmático del deseo tes de esa operación del dispositivo, que instaura un punto imaginario: dijimos "sexo".
202 PANÓPTICOS Y LABERINTOS EL CUERPO, LA INTIMIDAD, LOS DESEOS: MASCULINIDAD Y EROTISMO 203

ideológicos, otros deseantes, unos más económicos, todos articulados directamente o lo mencionen espontáneamente, esta sexualidad se en­
como relaciones de poder, entonces cada uno construye su propio cuer­ cuentra instalada en el corazón de la vida carcelaria. Hablamos de ho­
po, moldea su propia materia y se desdice de sus propios enunciados. moer6tica porque nos permite de enfatizar que no sólo involucra a los
Así como Foucault sostiene que aunque el sexo se presenta como el sus­ individuos que por nacimiento fueron considerados hombres, sin impor­
trato material de la sexualidad no es sino su elemento "más especulati­ tar que todo lo hayan cambiado en sus cuerpos y en sus identidades, sino
vo", nosotros diremos que el cuerpo es el componente más especulativo destacar que se trata de una forma de circulación del deseo entre hombres
de las relaciones de poder, cualesquiera que sean su régimen y su confi­ y por hombres, en sus diversas versiones y acomodos. Veremos que se
guración específica. Elemento especulativo que, mediante un rodeo par­ conforma más en un régimen de miradas y deducciones que en uno de
lanchín, se apodera de la carne silente esparcida en órganos, sometida a conductas y prácticas. Por tanto, no estamos analizando en primer lugar
la identidad y a la palabra; muda, profundamente muda. Foucault escri­ los comportamientos, sino una escena social en la que el deseo adquiere
be: "El sexo [ ... ] es el elemento más especulativo, más ideal y también ciertos ribetes y determinadas connotaciones que ponen en juego, a su
más interior en un dispositivo de sexualidad que el poder organiza en su vez, órdenes genéricos y corporales: cuerpos e identidades, sueños y re­
apoderamiento de los cuerpos, su maternidad, sus fuerzas, sus energías, pugnancias.80
sus sensaciones y sus placeres" (1989: 188). Los cuerpos son atrapados No debemos considerar distante de la heterosexual esa forma de
por este "elemento especulativo" como si estuvieran ahí solos, ocultos, sexualidad, como si fueran dos mundos completamente diferenciados en
plácidos en una libertad ahora confiscada. Tal vez dicho "apoderamien­ que participaran sujetos distintos, sino como órbitas de una erótica que
to" tenga la virtud de establecer una totalidad sobre elementos discretos, toma diversas formas que se superponen, que se especifican y se adaptan,
como el mismo dispositivo de la sexualidad lo hace con los afectos, la siempre según un decurso estratégico y puntual. Por eso manifestamos al
verdad del sujeto, sus placeres, su destino y sus traumas, creando una inicio de este capítulo que debemos atender a una erótica antes que a una
totalidad en su misma operación, así como los médicos que auscultaron sexualidad carcelaria: más que a divisiones psicopatológicas y compor­
a Herculine crearon un cuerpo distinto sobre su cuerpo extraviado. Si el tamentales, a formas contingentes de circulación del deseo sostenidas en
cuerpo fuera el elemento más ideal, pero también más interior de las re­ modos múltiples de relación; a elementos subjetivos diversos, a dimen­
laciones de poder, podríamos dilucidar la doble operación de un cuerpo siones sociales variadas.
espectral izado mediante el intercambio y otro presentificado por el mito, No se trata, y éste es un equívoco central que podríamos cometer,
pues en un punto es su elemento ideal y en otro su elemento interior. de sostener que la "homosexualidad" es muy común en la cárcel, por­
Ideal, mediante la fantasmalización del cuerpo en el intercambio, que que ni siquiera existe como entidad, tal como la presentan los sexólogos,
no obstante se sostiene en él, garantía de su funcionamiento; interior, psicólogos y epidemiólogos. No hemos determinado las frecuencias de
mediante la naturalización que realiza el mito, la deshistorización que una conducta ni hemos realizado estimaciones estadísticas para su pre­
efectúa para justificar y perpetuar un orden y que atraviesa al cuerpo valencia. No nos importan en lo más mínimo. Este tema no se resuelve
como máscara, para constituirlo como materia, como puro "real".
80 En México y en América Latina se ha elaborado un conjunto de investigaciones
importantes y significativas sobre estos temas, no obstante que los términos utilizados pue­
MIRADAS, GESTOS Y PALABRAS. HOMOEROTISMO EN LA CÁRCEL dan ser diversos -homosexualidad, sexo entre hombres, entre otros-. Como indicamos
en otra nota, en nuestro trabajo nos remitimos sólo a los análisis del material empírico del
Todos los relatos muestran abundantes referencias a una sexualidad ho­ que disponemos; no obstante es necesaria una discusión basada en los diversos hallazgos,
caminos teóricos, reflexiones políticas, metodologías y conclusiones a las que arriban estas
moerótica en la cárcel. Se sepa de oídas, se haya visto o se participe
investigaciones. Yeáse Almaguer, 1995; Cáceres, Pecheny y Terto, 2002; Caro y Guajardo,
directamente, todos hablan de ella, tienen algo que decir, distinguen a 1996; Carrier, 1995; Carrillo, 2002; Guajardo, 2002; Lancaster, 1997 y 1992; Miano, 1998;
los involucrados, avizoran razones y consecuencias. Bien se les pregunte Murray, 1995; Núñez, 2000; Parker, 1999 y 1991: Prieur, 1998 y 1996.
204 PANÓPTICOS Y LABERINTOS EL CUERPO, LA INTIMIDAD, LOS DESEOS: MASCULINIDAD Y EROTISMO 205

política ni teóricamente en ese ámbito; como si la clave fuera decir que resta sexual de los sujetos y los grupos. Es una versión de lo que Foucault
no se trata de una conducta marginal sino extendida, que no es particular (1989) denomina un modelo legal de la sexualidad, su versión soberana.
sino generalizada. En el fondo, que no es rara, sino muy normal. Pero En cambio, y he aquí el interés de este ámbito para nuestra investiga­
la normalidad sigue siendo el corsé de un sentido común pudoroso que ción, se trata de un universo de relaciones y de prácticas, de identidades
se tranquiliza si le dicen que lo que estimaba extraño y anormal en ver­ y de simulacros. Espacio en el que se interceptan algunos órdenes cor­
dad está dentro de los parámetros esperables. Además, es un argumento porales con otros sociales; relaciones de poder y resistencias; ciertas mo­
que asume los parámetros de la ley, del Estado y de la ciencia como las rales con sus herejías; algunos deseos y sus circuitos. Pero no como un
formas correctas y legítimas para establecer cierta ética (¿sexual?) y un fenómeno marginal o sólo sexual: erótico en tanto refiere otros ámbitos
modo de vinculación entre los sujetos; como si sus dictámenes antece­ y deslinda campos de poder y prácticas subjetivas y colectivas, estrate­
dieran y fueran más relevantes que la vida misma, que las múltiples ex­ gias identitarias y apropiaciones específicas del cuerpo. En este sentido,
periencias cotidianas, colectivas e individuales, para sustentar un deseo y no hay algo así como "lo" heterosexual y "lo" homosexual como re­
transformarlo en prácticas sociales y culturales diversas. Aquí, como en ferentes fijos y prístinos, entidades claramente diferenciadas que no se
el apartado sobre las cabañas, debemos considerar los modos mediante entrecruzan. Nada de eso. Lo que hay. a nuestro entender, son estrategias
los cuales los sujetos -en gestos individuales y colectivos- se apro­ deseantes y eróticas en la cárcel, relaciones sociales múltiples y cambian­
pian de los espacios, de los límites de una institución, de los desgloses tes, formas diversas de vinculación, una microfísica del poder efectiva y
de una moral; no en una dirección heroica ni libertaria, pero sí en formas concreta; pero también una microffsica del deseo. Puede ser que algunos
muy específicas de resistencia -ni siquiera buscadas, tal vez sólo nece­ sólo tengan relaciones sexuales con mujeres y no les interese en lo más
sarias-. Dijimos que las cabañas constituyen un "agujero" en la trama mínimo vincularse con otro u otros hombres; puede, también, que otros
institucional -un agujero en un sentido literal y metafórico-; digamos, sólo lo hagan con hombres y quieran conformar una anatomía de mujer
las múltiples formas en que el deseo homoerótico se despliega en la cár­ sobre su cuerpo. Eso no es lo fundamental. Lo relevante es que de una u
cel constituyen otra fractura, otro espacio que la institución en ningún otra manera todos participan de esta erótica, de estas estrategias descan­
modo ha intentado crear, pero que resuma en sus paredes. Atendamos: tes, porque responden a formas de intercambio social y económico, de
en la resistencia no se construye un ideal, como si la instituc.ión fuera afirmación identitaria, de diferenciación y consolidación de posiciones
"mala" y los internos un "dechado de bonhomía"; otra vez construi­ de poder, así como a una configuración de saberes y de estimaciones
ríamos límites morales -más acd o más allá, da lo mismo-. La re­ sobre las conductas, las intenciones y las identidades. Participan en la
sistencia es una forma tangible y viva de convertir la institución en otra medida en que una erótica no es una colección de conductas, sino una
cosa, de apropiarse de ella, de salir de sus márgenes para construir los articulación de relaciones sociales y de prácticas culturales; una forma
propios: no mejores, tal vez tampoco peores. La resistencia será, en este particular en que se vinculan el deseo y el poder, la subjetividad y la so­
contexto, un modo específico de libertad. ciabilidad. Cuerpo y alma, por así decirlo.
Asimismo no se trata de incitar la fantasía de una homosexualidad
generalizada, que sería una forma primaria del deseo masculino -pre­
sente en todos sus "actores" -, y que sólo estaría reprimida por una moral HUIR POR LOS PASILLOS. SEDUCCIÓN Y MIRADA
heterosexual, monogámica y conyugal; como si bastara levantar la repre­
sión específica para que aflorara un sinfín de conductas e intenciones, por Sopesábamos la forma más pertinente de iniciar estos análisis. En un
ahora silenciadas o prohibidas. Ni prohibición, ni abundancia, ni estadís­ primer momento creímos que correspondía empezar por las taxonomías
tica. De todos modos seguiríamos apegados a un modelo legal, que pide de sujetos que encontramos en los relatos. Después nos pareció que la
reformular las nonnas para transformar las conductas, a una especie de mejor manera era comenzar con el tema de la seducción, porque revela
cvangelismo sexológico que proclama naturalezas escondidas en la ílo- la densidad extendida del erotismo que tratamos de describir, evitando
206 PANÓPTICOS Y LABERINTOS EL CUERPO, LA INTIMIDAD, LOS DESEOS: MASCULINIDAD Y EROTISMO 207

la colección de comportamientos. Esto permite sostener la perspectiva un solo proceder, un orden corporal donde cada cual se excluye -y ex­
que hemos enunciado antes: aquí se trata de dinámicas deseantes, an­ cluye al otro- de la sexualidad y lo pone en la pureza de la semejanza
tes que de conductas; no son formas adscriptivas de sexualidad, sino enunciada. Orden de la similitud. En un caso y en otro la opción es la hui­
flotantes. da: abandonar la estancia, bañarse rápido, escapar a la insinuación que se
capta, romper con la seducción mediante la sustracción.
Sí, porque digamos uno se mete a bañar, entre todos en bola meternos a Otro interno relata que alguna vez se top6 con un muro, con un obs­
bañar y todo eso. Pero ¿qué es lo que pasa? que luego nos vemos cada táculo que impedía la huida. Esta vez la insinuación fue directa: un in­
cuate que se nos queda viendo y así luego se les ve hasta los ojos raros. terno lo toma por atrás y le pregunta si no quiere darle un masaje. Boris
No pues, uno se baña rápido y vámonos ¿no? refiere que no sabe por qué lo abordó aquel interno; de todas formas el
-¿Cuál y en dónde? inicio es la mirada: me vio solo y se me acerc6. Lanza la proposición y
-Sí, se nos queda viendo a los miembros, o sea luego su cara así, se le responde con rechazo. Se esgrime una topografía: no voy sobre ese
hasta un cuate se mete con su cigarrito a andar viéndonos nada más, todo lado, le dice Boris al interesado. Exige respeto, indica que él respeta las
eso sí es incómodo. O sea, hay puro hombre ahí y de repente que se nos
"preferencias sexuales", pero pide respeto por la suya -los lados, de
queden viendo y todo eso pues sí es raro. Me comenta un cuate que un
los que habla-. Entre un lado y otro, un punto y aparte que los separa
compañero tenía que de repente él se paraba así en calzones y todo eso,
no más se le quedaba viendo, hasta para hacer del baño se le quedaba y los distingue.
viendo, por eso se salió de esa estancia, porque dice que con su simple
mirada lo acosaba, pues sí, sí hemos visto varias personas que sí se ve Una vez me topé con un muro, por decirlo así, me meto a coc, yo iba
luego, luego que tienen un problema. a ver un amigo, llega un güey... ¡llega un güey y me dice! Me agarra
-¿Cómo lo acosaba? de aquí ¿no? cuando vi la manera que me agarró me hice pa' tras, dice:
-Sí, sí, con la mirada (Leandro, 30 años). "no, no me quieres dar un masaje", le digo: "pus dónde dice que soy
masajista", le digo "¿respeta no?". La verdad a mí me gusta respetar,
yo respeto por ejemplo a la gente homosexual para mí no son menos,
Seducción es, ante todo, mirada: alguien observa y devela una inten­ ni más, yo no te puedo decir " ¡ ay pinche puto me caes!" No, no, no, la
ción. Leandro relata algunas escenas: hombres desnudos en los baños y verdad, sus preferencias sexuales para mí yo las respeto, pero respéta­
alguien, o algunos, que miran sin disimulo -los miembros-. Ojos ra­ me, le digo: "no, yo no vengo a dar masajes aquí ¡cabrón!"
ros, dice el interno, entre puros hombres. La pureza de los participantes, -¿Y él por qué creía que tú venías?
su semejanza estricta, es lo que otorga rareza a los ojos, lo que revela la - ¡ Pus quién sabe, no sé! Me vio, me vio solo y se acercó "¿no me
particularidad de una mirada. Entre puros hombres corresponde un tipo puedes dar un masajito o algo? Yo te enseño cómo se dan los masajes",
de mirada que en ningún caso indique "deseo". Entre puros hombres, un me empezó a decir así ¡no! la verdad, ¿sabes qué? te respeto y, pero la
régimen viril de la mirada que evita ciertas partes, que no insiste ni se verdad a mí, yo no, yo no, yo no voy sobre de ese lado, o sea, a mí no me
detiene. gustan las personas homosexuales ¿no? Las respeto ¡ hasta ese día se lo
dije! Le digo, las respeto, pero no, punto y aparte (Boris, 28 años).
Asimismo, hay historias relatadas por otros respecto a huidas para
evitar el acoso, sostenido siempre en miradas que se consideran impru­
dentes o demasiado sugerentes. Simples miradas que ponen en aprietos Visto desde el "otro lado", continuando con la metáfora enunciada
y que atemorizan. Casi no hay conducta, no hay gesto; basta dilucidar por el interno, un entrevistado dice que aquí, en la cárcel, es más fácil
cómo se mira para saber qué se quiere. Orden de las intenciones. La ser "homosexual". Primero, porque hay abundancia, paras todas hay,
mirada es una presentificación del cuerpo del hombre como objeto de dice Esther; luego, porque se evitan las dificultades habituales en la calle
deseo, es la creación de una escena sexual de seducción donde no se le -mujeres y niños-: el campo está libre.
espera. En este sentido, puros hombres implica las mismas intenciones,
208 PANÓPTICOS Y LABERINTOS EL CUERPO, LA INTIMIDAD, LOS DESEOS: MASCULINfDAD Y EROTISMO 209

-¿A ellas no les es difícil elllonces conseguir otra pareja? tificable, formado por ·'los hombres", reunidos en bolas -o en bandas,
-No, pues para todas hay. como dijo Rolando-, y que comparten un mismo objetivo: conseguir su
-¿Cómo sabes que le gustas a alguien? deseo, atraer sus miradas. Tal vez en dicho imaginario el espacio de lo
-¡Ay, pues se te quedan viendo' No sé, te sonríen, te hacen algo, femenino corresponda a este lugar de pugna por el deseo de los hombres,
quieren llamar tu atención. un territorio común en el que se ubican tanto las mujeres como algunos
-¿ Y cómo la llaman? hombres. Si lo masculino es un punto de aglutinamiento y condensación,
-Pues haciendo algo, no falta que esté con su bola de amigos y el
Jo femenino es otro de pugna y de dispersión. Pero la mención de Esther
querer hacer algo, así para que lo voltees a ver, no sé.
-¿Pero tú crees que es más fácil ser homosexual aquí o en la calle? permite invertir el sistema de intercambio y aventurar que, en este caso,
-Aquí ¿más fácil? Aquí. hav un intercambio de hombres entre dos colectivos femeninos, y que esta
-¿Por qué? po�ición permitiría la circulación de hombres entre mujeres. Los travestís
-Más fácil, pues sí es fácil porque aquí no es tanto, en la calle tam- lo saben, y despliegan una estrategia que les pennite posicionarse en este
bién te molestan más y aparte, en la calle también las mujeres son bien intercambio al reunir dos ventajas -en el caso de la cárcel-: pueden es­
liosas con nosotras, las mujeres son muy molestas muchas veces, o se te tar donde sólo hay hombres porque también lo son -al menos para fines
quedan viendo así, muy raro, niños, no sé, es más difícil, que no puedes oficiales y burocráticos-, pero habitan este lugar exclusivo como muje­
salir, y aquí no, aquí sí te dicen, pero para molestarte, no por otra cosa res, al menos para fines sexuales y descantes. El beneficio del encien-o,
(Esther, 19 años). para su participación en el intercambio de hombres entre mujeres, es que
no tienen competencia como en la calle, según ha dicho Esther.
Ella ubica la seducción entre los internos; son ellos quienes les son­
ríen -a ella y a sus compañeras-, quienes intentan llamar su atención. Hagamos algunas preguntas: ¿cómo se puede estimar la "extrafieza" de
Punto de inversión de la mirada: si antes irrumpe entre puros hombres una mirada?, ¿cómo se puede saber que cierta mirada intenta algo y, en
desde unos ojos raros, ahora surge desde el colectivo -la bola de ami­ cambio, otras no? No sólo hay seducciones directas, sino una serie de si­
gos- para convocar al interno -o la interna, como se quiera-. Mirada mulacros -se vacila, cotorreos, dice Leandro- en los que se intercepta
masculina que atraviesa los espacios hasta un objeto particular entre la el deseo con el juego, formas festivas de seducciones supuestas. Son más
masa o la bola que la rodea. Si antes dicha mirada planteaba una diferen­ abiertas que las miradas en las duchas, en tanto se enuncian los gustos: a
cia en la semejanza y alteraba el régimen de complicidad que se esgrime ti te gusta tal persona, pero se estiman sanas y sin capacidad para lasti­
entre puros hombres, ahora rescata la diferencia sosteniéndose en dicho mar. Es el tono festivo y juguetón el que resta las intenciones. Como si
régimen de complicidad masculina. Entre uno y otro, la seducción como el humor quitara deseo, pero permitiera ciertas conductas, determinadas
corte, como incitación, como configuración de un espacio y de unas re­ aproximaciones.
laciones. No hay interrupciones, dice Esther, no hay mujeres que hagan
líos. Otro matiz para los puros hombres: dijimos abundancia, pero tam­ -Pero sí se vacila, sí se vacilan entre ellos.
bién facilidad. No hay escollos ni competencia. Esta vez no se huye, no -"Se vacila" ¿Qué significa?
hay muro con el cual toparse, sino un espacio llano para las miradas y -Sí, que se dicen entre cosas, "oye que me gustas así', pero entre
cotorreo y cotorreo, pero uno ve cuando un cotorreo es así nada más en­
sus recovecos.
tre cábulas, no es así serio, pero hay veces que sí se ven las miradas muy
Asimismo, Esther enuncia dos colectivos en conflicto por el mismo fue1tes, decidimos no hacer caso de eso, cada quien a lo suyo ¿no?
objeto -los hombres-: habla de nosotras -las travestís- y de ellas -¿Los cotorreos son en torno a este tema?
-las mujeres-. Dos colectivos femeninos, aunque no de mujeres. Dos -Sí, o sea que luego que eres homosexual y todo eso, que a ti te
trazos en este espacio de lo femenino que pugnan por alcanzar una po­ gusta, que el otro, pero o sea cotorreo sano, nunca nos agredimos fuer­
sición y un lugar ante ese otro colectivo, que parece delimitado e iden- temente, nada más sale ahí un cotorreo y ya, o que te gusta éste, que te
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gusta tal persona, pero no, o sea, ¿cómo se llama?, sin lastimar a nadie se decide sobrellevar y eludir. En un momento, huida; en otro, elusión y
(Leandro, 30 años). velamiento. El saber confirma la liminaridad de la que hemos hablado: la
seducción es un territorio fronterizo, pero que se constituye en torno a un
Pero si hay miradas muy fuertes, entonces se recurre a un desen­ saber común sobre el deseo. Tal vez el erotismo sea la torsión que vincula
tendimiento: no hacer caso. Cdbulas que se vacilan, pero sin agredirse. territorios, los lados mencionados ya, que los intercepta sin mezclarlos,
¿Cuál es el punto donde todo esto resulta agresivo y puede lastimar? que les provee de un saber y de salidas. Erotismo de mirada y de escape,
Pregunta consecutiva a las otras, porque para estimar si algo daña o no, de pureza y diferencia, de gesto y de remedo.
si algo es en serio o en juego, los límites deben conocerse con antelación.
Se requiere un saber escénico y relacional para juzgar los vínculos y los Resta la pregunta: ¿por qué todo se sostiene en la mirada: un lado y
comportamientos y calibrar su intención y su decurso. En un punto, se­ otro, una forma de seducción y la otra? No se huele, no se escucha, no
ducción y acoso; en otro, cotorreo. Entre uno y otro, la violencia que se se toca; sólo se ve. Todos estos movimientos, en un sentido o en otro, se
ejerce y que se supone permite una diferencia: ante ella se huye. En un fundamentan en los ojos, conforman un campo visual erotizado. La mi­
lado, la rareza y la agresión; en el otro, el juego. Tal vez ésta sea la clave: rada enuncia un territorio, lo demarca y le otorga límites; es un modo
en el cotorreo narrado, aunque se representa una escena de seducción en­ de conformación de subjetividades y de relaciones sociales: enuncia­
tre hombres, todos permanecen en un lado -supondremos que el hetero­ ción de una escena, señalamiento de los hechos, trazo particular para los
sexual- deseándose sin desearse; o haciendo como si se desearan, pero vínculos. Mirada que abre y cierra; que es, en este sentido, un obturador
desmintiéndolo de inmediato; acosándose sin intenciones. Se realiza un de los cuerpos. Nada es objeto si no se le mira, nada ni nadie puede ser
simulacro de seducción; simulacro festivo y juguetón. En el otro lado, objetivado si no es por la mirada. La mirada es, a la vez, el punto de ma­
la seducción es un intento efectivo, que traspasa lo imaginario del juego yor subjetivación y de la más intensa objetivación (quizás de eso huyan
para entrar en lo real de los cuerpos (entre puros hombres, en el orden los internos, corriendo por los baños y las estancias). Relacionemos esto
inmaculado de la masculinidad). En un lado, una seducción fantasmática con lo que hemos dicho sobre la intimidad, punto de mayor extrañamien­
-sombras y trazos de lo que podría ser, pero no es-; en el otro, una to cuando se intenta cerrar al campo social las conductas individuales,
seducción real, verificable. Éste es el muro con que se encontró Boris. y veremos, otra vez, que los panópticos son muchos y no uno, Y que
Deleuze y Guattari indican que los fantasmas "son fenómenos de límite son más bien microfísicos que monumentales. Entre las seducciones
o de orilla preparados para verterse por un lado o por el otro" (! 985: que hemos descrito se levanta un régimen panóptico particular: mirar las
131; las cursivas son nuestras). Demos, entonces, otra vuelta: tal vez una miradas, discernirlas y estimarlas, ver lo visto con atención. La mirada
Y otra formas de seducción constituyan un límite, sean una forma liminar queda presa de su propio lente para ser juzgada. Pequeños panópticos en
de convivencia y de vinculación; no estén de un lado ni del otro, sino las celdas y en los baños. Panóptico que permite dilucidar los lados; si
entre ambos registros, entre el fantasma y lo real. La seducción sería un la seducción es liminar, de un costado y del otro encontraremos técnicas
ámbito liminar, fronterizo entre deseos y conductas, cuerpos y miradas, visuales, tácticas de visibilidad y de estimación. 'Zoom preciso sobre los
intenciones y respuestas. ojos y sus profundidades.
Así también, para juzgar si algo es simulacro o es efectivo, si es jue­ Hemos dicho extrañamiento y objetivación porque en dos momen­
go o intención, se debe compartir un saber que anuncie que los límites tos diferentes en los que se quiere reposar sobre sí mismo, en la segu­
se han traspasado y estipule las reacciones: huidas, desconocimientos, ridad de los velos que cubren e impiden la mirada o de la semejanza
evasiones. Leandro dice que cuando las miradas son muy fuertes, en los que vuelve puros a los cuerpos, en estos dos instantes la mirada corta
simulacros que suceden de este lado, los participantes deciden no hacer la intención y la hace imposible. Sólo quedan la huida o la retracción.
caso: desconocimiento que implica, necesariamente, un conocimiento Intimidad inalcanzable, pertenencia saboteada. Pero, también, régimen
previo al cual se le aplique un "des". Saber sabido, caso ya hecho que particular de la mirada entre los hombres -panóptico de la masculini-
212 PANÓPTICOS Y LABERINTOS EL CUERPO, LA INTIMIDAD, LOS DESEOS: MASCULINIDAD Y EROTISMO 213

dad, diremos- que imenta evitar la captura del cuerpo en una dirección rado, 0 simplemente no existente, y para los fines que se persiguen da lo
deseante y que pretende dejar a cada cuerpo para sí mismo, darle a cada mismo. Más que un dispositivo de verdad, éste sería uno de efectividad:
anatomía su identidad y su deseo y no saber más, salvo que se simulen cada cual parte tras su deseo y sus necesidades y encuentra satisfacciones
conatos y repliegues. Lo que permite este panóptico es cierta forma de postergadas o sustitutas. Las encuentra, ése es el punto.
propiedad sobre sí mismo: no me puedes mirar porque me pertenezco; Sin embargo, lo que hemos dicho sobre el dispositivo de la sexuali­
si me miras, me enajenas. En lo real: un hombre; en lo simulado: mu­ dad en el ámbito de la prostitución nos lleva a pensar en acomodos es­
chas cosas. tratégicos. Tal vez no exista "un" dispositivo, sino muchos, y más bien
Vimos que dos de las formas de crear mujeres parciales dependen de sea la noción de "sexualidad"' la que siga operando como un origen y
esta captura -parcial, también- de la propiedad del otro sobre sí y su como una causa, aunque el dispositivo trate de desmentirla. No obstan­
repartición colectiva. Se captura un trozo y se le entrega a la comunidad; te, en estos regímenes de la mirada tenemos otro acomodo, pues aquí el
se retiene una capacidad y se le dona al colectivo. Propiedad fundamental dispositivo sí opera una condensación específica, posible gracias a ella.
sobre el cuerpo: lo que se apropia es el cuerpo y también lo que enajena. Atendamos a que la mirada, una vez discernida, conduce a deducciones
Ante todo, no importan las identidades, sino la integridad corporal que globales: si sé cómo miran, sé quiénes son; y a la inversa, si sé cómo me
sostiene la propiedad del sujeto sobre sí.81 Pero aquí tenemos otro matiz miran, sé quién soy, sea por retracción o por acuerdo. En el caso de la
de la parcialidad. pues para evitar la seducción se sustrae el cuerpo a la prostitución, no era posible establecer identidades; en éste sí lo es.
mirada, se le retira, se le resta y se le parcializa en su participación es­ La cuestión, insistimos, es saber qué mira la mirada y dilucidar su
cénica: cuerpo sólo para la pureza de la semejanza, sustraído de la dife­ funcionamiento como un dispositivo de subjetivación. Notemos que en
rencia de la seducción. Corte en el paisaje para velar un cuerpo ante una las miradas que hemos descrito y en las escenas de seducción referidas
mirada. Parcialidad, también, de los flujos del deseo: un lado y no otro existen un vínculo y una variación interesantes. Por un lado hay una
-punto y aparte. Trozos de un mundo, pedazos de vida. El mundo car­ mirada que pone frente a frente a un colectivo y un sujeto. Es el caso de
celario se va formando de dichos trozos, como un enorme rompecabezas, los baños. relatado por Leandro, cuando alguien se pasea mirando a los
sumando parcialidades para no conseguir nunca un todo. O, más bien, hombres que se bañan desnudos; pero en un sentido inverso también es
cuyo único punto global sería la masculinidad, como eje de organización el de las bolas que miran a algún travestí que camina por los pasillos.
y de visibilidad. En uno, un sujeto mira a un colectivo; en el otro, un sujeto es mirado
Antes, cuando hablamos de la prostitución, mencionamos que todo por un colectivo. Por otro lado, las miradas enfrentaban a dos sujetos
funciona según una lógica fragmentaria, que se dota de objetos, pero entre sí, como en el caso del amigo de Leandro que deja su celda cuan­
sin modificar las justificaciones ni las intenciones. Dijimos que de algún do un compañero lo observa insistentemente; y en el de Boris cuando
modo los sujetos involucrados se excluyen de la escena participando en un interno intenta seducirlo y le propone ser su masajista. Un sujeto
ella. En este sentido, el dispositivo de sexualidad operaría más por frag­ frente a otro, una escena privada y discreta. En ambos, atendamos, la
mentación que por condensación. Se transforma en un gran diagrama mirada tiene un efecto subjetivante e individualizante. Quien es mira­
de parcialidades, sin requerir una totalidad, como sí la exigen la mas­ do no obstante las diferencias anotadas, es siempre Uno. Alguien entre
culinidad y sus derroteros. En este dispositivo, dado su funcionamiento lo; colectivos, uno por la bola, unos frente a otros en las habitaciones
disperso, las prácticas y los significados se escinden y no requieren co­ y los pasillos. A diferencia de lo que mencionamos para la prostitución,
incidencia ni acuerdo. Y, por esto mismo, el dispositivo no pide verdad, en estos regímenes de miradas es la acción del otro la que conforma la
y el sexo verdadero del que hablamos podría ser un sexo simulado, alte- mismidad, por así llamarla. Vemos que se alteran el eje del interés Y el
énfasis de la conducta y de las intenciones. Entre chamacos, travestís
81 Una discusión muy interesante sobre las relaciones entre propiedad de sí, propiedad y sus clientes, cada cual buscaba algo que necesitaba: fueran mujeres,
privada y propiedad social se puede encontrar en Castel y Haroche, 2003. sexo. dinero o deseo. En la escena de la seducción, y esto es tal vez lo
214 PANÓPTICOS Y LABERINTOS EL CUERPO, LA INTIMIDAD, LOS DESEOS: MASCULINIDAD Y EROTISMO 215

que la hace tan perturbadora para algunos, es el otro el que determina modo más o menos clandestino. Hablamos de figuras en un sentido literal
la escena y la dispone. Si el interés en la prostitución era el "propio", -trazos sobre cierto fondo, que permite distinguirlas- y en otro más
en la seducción es el "ajeno". Si el énfasis estaba en lo que cada uno elusivo, como presencias en determinados espacios. Otra vez eludimos
buscaba, ahora se sitúa en lo que el otro requiere. Si las intenciones la noción de personajes para no sedimentar un contenido sólido y espe­
eran particulares, específicas y delimitadas, ahora son externas, difusas cífico o una delimitación taxativa de las identidades. Asimismo, tampo­
y generales. co hablamos de posiciones, porque a nuestro entender no responden al
Es llamativo que el dispositivo se fragmente a partir de esta referen­ ordenamiento táctico y preciso de las celdas -que hemos descrito en
cia al "dentro", a lo propio y específico, y se aglutine cuando la mención otro apartado-, y suponen un espesor subjetivo e identitario mayor que
inv �lucra el "fuera", lo ajeno y lo general. El sexo verdadero, en algún el encontrado entre mamás y monstruos. Al menos en algunas de estas
_
sentido, es siempre una alteridad y una disyunción. Como en el caso de figuras no se entra y se sale, como lo vimos con esos dos habitantes de
Herculine, cuyo sexo lo encontraron otros y lo asignaron otros. Mirada las celdas, sino que se permanece, sea porque la institución o el colectivo
externa que se vuelve sobre el cuerpo, definiéndolo; atenta a la subjeti­ obligan, o porque se desea otra alternativa o ésta no existe.
vidad, señalándola. Entonces, tal vez la propiedad de la que hablábamos Así también, hemos encontrado una polaridad entre las dos figuras
no sea tanto un asunto de apropiación como de relación. El eje nunca centrales en la sexualidad homoerótica -el pwo y el caquín, según las
está en el sujeto, eso es lo que nos interesa remarcar y, por lo mismo, es denominaciones de los mismos internos-. 83 Dicha polaridad transcu­
necesario aproximarse a sus territorios estimando que ha resultado de de­ rre entre el parecer y el hacer, vinculados a la sexualidad. El puto, ante
terminadas relaciones de poder y de ciertos dispositivos subjetivantes. El todo, es alguien que lo parece: su sexualidad se trasunta en su apariencia
punto donde se sitúa imaginariamente la sujeción diferencia al dispositi­ y expone signos "evidentes" de su deseo: ropa, modos, gestos, nombre,
vo fragmentado del aglutinante: en el primero, es el sujeto quien somete entre otros. En cambio, el caquín es un sujeto que participa en esta sexua­
a otro, en los términos que sean; en el segundo, el sujeto es sometido por lidad mediante un hacer, pero que no esgrime formas identificables de
otro, dada la mirada que lo ex-propia y lo alteriza. su deseo; ni siquiera se le adjudica un deseo tal -homosexual en este
Debemos considerar que la mirada exige que el sujeto se mire a sí caso-, sino que establece una relación de conveniencia con el puto, fun­
mismo siendo mirado, de modo semejante a como lo hacía la pregunta damentada en la búsqueda de una satisfacción postergada por el encierro
so�re los significados de la masculinidad. En este sentido lo obliga a -como lo vimos en el caso de la prostitución- o por el intercambio de
_
O� J�tualtzarse, a autoseducirse de alguna manera, pero también a par­ favores. De alguna manera, la pregunta colectiva que circunda a ambos
c1al1zarse en tanto objeto, y a alterizarse. Todas operaciones rechazadas puede referirse al conjunto de la población: ¿qué quiere cada cual, qué le
por la subjetividad masculina y sus estrategias. Y, asimismo, ambos pi­ gusta en el sexo, qué desea? La respuesta es siempre del orden del pare­
den verdad, coincidencia entre significados y prácticas, cierta coheren­ cer más que del ser.
cia "interna". Esta figura del puto se construye con diversos materiales y referen­
cias y es tal vez la más densa de todas las que se puedan analizar en la
cárcel. Si buscamos identidad la encontraremos aquí, tanto en los suje-
Lo QUE SE ES y LO QUE SE PARECE. Los SUJETOS INVOLUCRADOS
masculinidad" que conforman una máscara bajo la cual se "presenta el sujeto". Aunque no
En este punto queremos avanzar con los análisis de ciertas figuras que intentamos realizar un análisis psicoanalítico de nuestros materiales, la noción de insignia
surgen en la sexualidad homoerótica, sujetos que pasan o se quedan en y la operación de enmascarar al sujeto que porta las insignias mediante una máscara, cons­
estas relaciones, que las portan como insigniass2 o que acceden a ellas de tituida exactamente por la masculinidad, nos parecen muy interesantes y sugerentes.
83 Insistimos, como ya lo hicimos antes, en que tales términos se utilizan para permitir
82 Lacan habla de insignias para referirse a formas mediante las cuales se establece la interpretación de los ordenamientos genéricos y sexuales que se construyen en la cárcel
la identificación. En un texto citado por Bleichmar ( 1984) menciona las "insignias de la según sus propias formulaciones y topologías.
216 PANÓIYrJCOS Y LABERINTOS EL CUERPO, LA INTIMIDAD, LOS DESEOS: MASCULINIDAD Y EROTISMO 217

tos que la portan como entre quienes los rodean; un trabajo colectivo, frazar una intimidad. Habría que preguntarse si acaso, en este orden, no
minucioso y consistente para establecer trazos identitarios, para saber estamos ante formas de vestir al cuerpo -velándolo- y de desnudarlo
quién es el otro y adjudicarle virtudes y, sobre todo, abyecciones. Pero, -también velándolo-, como lo vimos en el apartado sobre la cárcel
y esto nos parece relevante para uno y otro, tanto para esta figura fulgu­ como mito y en el de la seducción. Por esto el cuerpo es un espacio y un
rante y notoria del puto como para la más opaca y difusa del caqu(n -y lugar tan equívoco, porque cuando llegamos hasta él reclamando las se­
en general para todos los involucrados en la sexualidad homoerótica-, ñas discretas de su anatomía, el gesto preciso de sus verdades, en ese mo­
el orden dominante, la matriz en la que se construyen los trazos y las mento se vela con estas máscaras diversas, simulando su propia desnudez
identidades, es siempre el parecer. No se trata de una ontología, sino en la desnudez misma, otorgando la "verdad" de su anatomía mediante
de un régimen sofisticado del simulacro y la simulación que se engarza juegos de espejos que se multiplican en los ojos, los deseos y los temores,
en primero y último términos a los cuerpos mismos. Si preguntan por entre los pasillos y los camarotes de la cárcel. 84
el deseo, responderán los cuerpos, porque ellos estarán obturados por él, De lo que se haga o no, de todo eso, ni siquiera rastros, sólo supo­
transformados por sus flujos, connotados por sus exigencias, revelados siciones y conjeturas. Pero sí trama probatoria de las subjetividades, de
para los otros en su fuero íntimo -otra vez la intimidad es el punto de lo que se ha visto. Las causas siempre coinciden con sus efectos en este
mayor extrañeza-. Parecer, porque sólo hay signos que circulan: los orden simulado de las identidades. Tal vez ésta sea su mayor fortaleza:
cuerpos de los travestis que pasean entre la población, siempre en el simular pára establecer pequeñas verdades -pedestres y cotidianas-,
límite entre la fascinación y el asco, pequeñas estrellas caídas en su pro­ trazar vínculos para sostener relaciones necesarias. Generar una lógica
pio ronroneo pero deslumbrantes en la verdad que enuncian, en la ttans­ que conduzca desde sus opacas causas hasta sus triviales efectos.
parencia que suponen. Signos para el caqu(n que develan sus relaciones,
los vínculos que mantiene, secretos placeres que surcan los espacios
abarrotados de la cárcel, de boca en boca, adheridos a un rumor soterra­ PLIEGUES, AROMAS Y VANIDADES: LOS PUTOS
do pero preciso: a ése se le vio con tal, anda con la... Otra vez la mirada,
el gran artefacto de la subjetividad; no podremos nunca destacar toda Dijimos antes que los lados que enuncian los internos constituyen una
su importancia, la potencia creadora de sus gestos y sus torsiones: se topografía del deseo y un orden corporal, sostenidos en un régimen de
dice, porque se ha visto. Se dice del travesti porque se le ve, es evidente: la mirada. Un lado y otro toman ahora un nuevo cariz. Si por una parte
del caqu(n se dice, también. porque se le ha visto, paseos furtivos por corresponden a distribuciones colectivas de ciertas formas de apropia­
el Anexo 5, conversaciones más o menos ocultas, salidas sospechosas: ción de los cuerpos y de los espacios de organización de las relaciones
todo lo ha de(ve)/ado, lo ha puesto ante los otros en la evidencia de sus posibles -sea en su simulación o en su efectividad-, por otra encon­
prácticas, si no de su deseo. traremos que los lados se traslapan en el "interior" del cuerpo, obturando
Si la seducción permitía enunciar un deseo velándolo, cubriéndo­ desde ahí subjetividades y ordenando identidades. Pliegues, dice Cri-
lo mediante el juego -que es la forma misma en que se enuncia-, la 84 Asimismo. velar es una forma ritual ante la muerte, un modo de asir la muerte me­
identidad lo devela, otorgándole su lado, ubicando su lugar en este mapa diante la presencia, acompañando al mue,10 en su misma muerte (velar. según el dicciona­
aciago. Pero identidad sostenida en la mirada. Nótese que esta pala­ no. tiene al menos dos acepciones: una que deriva del latín vigilare -correspondiente al
bra -de(ve)lado- permite un hermoso juego con los lados de los que primer sentido que h,·mos citado- y otra de re/are y velum, en el mismo idioma, según el
hablamos en otra parte, los lados del deseo, geografía perentoria de la segundo sentido al que nos hemos referido. Véase RAE. 1983: 1327). De(1•c)/ar. entonces,
sexualidad. Lados que se ven y que en ese mirar son transparentados JJO<lría entend�rse como un modo de convocar al cuerpo tanto en las verdades lri1adas que
enuncia como en su límite extremo, que es la muerte mi sma. y que, lo hemos destacado.
-quitándoles los velos que los cubren-. Además, los velos nos con­ tiene una densidad experiencia) y subjetiva muy relevante en la cárcel. Otra topografía para
ducen por estos caminos semánticos, pero tan intensamente vivos, hasta los lados enunciados, pues ya no sólo otorga una consistencia al deseo, sino que ordena la
los camarotes y sus mantos. los "velos" que cubren los cuerpos para dis- vida y la muerte en su trarn.
218 PANÓPTICOS Y LABERINTOS EL CUERPO, LA INTIMIDAD, LOS DESEOS: MASCULINIDAD Y EROTISMO 219

sóstomo, el hombre tiene pliegues que pueden ser desquintados; traza -¿Pero cómo es eso de los pliegues?, no entiendo bien.
una comparación con la virginidad de las mujeres y dice: si el hombre -Sí, es como una chava cuando es virgen ¿Sí me entiendes? Ya
tiene pliegues, también puede perder su virginidad. Luego, una vez suce­ más o menos me vas entendiendo, entons, pus el chavo éste, claro que
dido esto, el hombre que ha perdido los pliegues comienza a tirar algo: también es virgen, pus le rompen los pliegues, vas tirando los gusanos,
dice gusanos y aceite. El cuerpo del hombre tenía una cierta constitución, eso de los pliegues. " ¡ No, es que no, cómo es posible que ande aquí en
formas que lo sostenían como tal, pliegues que guardaban su virginidad. la visita éste!" Te digo que hasta la misma visita se saca de onda ¡ chale!
Una vez rotos estos pliegues, una vez perdida la virginidad, el cuerpo Te digo que el otro día vi a una chava que dice: " ¡ mira, tiene más busto
expulsa productos de sí mismo, gusanos de algo que tal vez se pudra. que tú, tiene más trasero que tú, no manches!" Es por lo mismo, que se
operan allá afuera, se puede decir así, porque llegan unos con pechos y
Este mapa anatómico versa sobre el ano y el aparato digestivo; he ahí los
acá ¡ay qué onda! (Crisóstomo, 22 años).
pliegues y la virginidad finalizados, he ahí también la vía de expulsión
de gusanos -de aceite- que, en otras circunstancias, permanecerían en
Vemos que el cuerpo, en este relato, es como un recipiente que tiene
el vientre, si se conservaran los pliegues. Atendamos: los pliegues son
una disposición correcta -la que permite conservar los pliegues- y
un lado y los gusanos otro; entre ambos, la virginidad como camino no
que si se le desquinta, pierde la entereza que se le atribuía y comienza a
obturado, su rompimiento y las sustancias expulsadas.85 Tres términos
expulsar sustancias; vinculadas, creemos, a la podredumbre.86 Notemos
consecutivos: pliegue, virginidad, gusano.
que nuevamente es un régimen de miradas el que funciona: Crisósto­
-¿Y cómo los ve el resto de la población? mo relata que los ven en la visita -a ciertos internos que habitan en el
-¡Ah! es que dicen que cuando andan ahí en la visita: " ¡ no, pus Anexo 5- y les dicen que "andan tirando gusanos"; luego dice que se
cómo te vas a bajar así! Andas tirando gusanos", y el resto. les ve mal por eso mismo. Lo que la vista evidencia, y es algo que indi­
-¿Cómo tirando gusanos? camos más arriba, es una cierta identidad para los involucrados: pasan
-Sí, o sea que claro que se ve mal, bueno, más bien cada quien su y los ven, y cuando los ven, dicen que tiran gusanos. ¿Qué han visto?
rollo. La otra vez escuché un chavo que le dice a uno de esos: " ¡ andas Un hombre con rasgos y características de mujer -pechos, trasero-.
tirando gusanos, que acá!" Y le pregunté: "¿oye, qué es gusanos güey?" Digamos, si lo que se ve revela este "entuerto" -por el que Crisóstomo
Dice: "sí, güey, el aceite, güey, ¡tú ya sabes!", empieza a decir. prefiere "no salir" de su celda-, lo que se tira como gusanos o como
-¿Pero qué quería decir? aceite, luego de la desfloración que se menciona, es la hombría perdida.
-O sea, que anda tirando aceite, si se puede decir así, los pliegues Eso es lo que se desquinta, lo que se pudre y lo que se expulsa desde
¿no? los pliegues.
dentro del cuerpo.
-¿Cómo los pliegues?
Contraparte de las versiones de los internos travestís que vimos en
-Sí, los pliegues de uno, ya ves que el hombre tiene pliegues.
-¿Pliegues dónde? otro apartado -con las que nos volveremos a encontrar-, en las que
-En, bueno eso es lo que me quiso a dar a entender el chavo: ¡ que la mirada era capturada por ellas a partir de las señas de su cuerpo, los
ya no tiene pliegues ese güey, que ya lo desquintaron y que no sé, que se gestos, las anatomías modificadas y realzadas que exponen ante los otros.
los han quitado todos! y que acá ¡ chale cabrón! Contraparte en cuanto al régimen de la mirada, pero coincidencia en el
-¿Y a quién se lo decía? punto en que se conforma la identidad, que siempre es el "interior": el in­
-A unos chavos de los de ahí del Anexo 5, luego por eso no me terior del cuerpo y del deseo -me gusta que me traten como una dama,
gusta salir porque digo " ¡ chale". nos dijo Sara-. Olor, vanidad y manierismo. Sólo desde "dentro" so-
86 Mary Douglas plantea que los orificios del cuerpo "simbolizan" puntos especial­
85 Para un extenso, detallado y muy completo estudio sobre la virginidad y su vínculo mente vulnerables, y agrega que la materia que brota de ellos "es evidentemente un elemen·
con los significados que se construyen en torno a la sexualidad véase Amuchástegui, 200 J, to marginal" que por el solo hecho de brotar atraviesa "las fronteras del cuerpo" (Douglas,
especialmente pp. 327-406. 1973: 164).
220 PANÓPTICOS Y LABERINTOS EL CUERPO, LA INTIMIDAD, LOS DESEOS: MASCUUN!DAD Y EROTISMO 221

mos quienes somos. Pero si los gusanos salen desde dentro, revelando que pennite deducir el adentro: vemos una feminidad enunciada o una
la identidad de los sujetos y enunciando sus derroteros -pliegues per­ masculinidad expulsada, vemos signos de lo que podría ser un ..dentro".
didos-, la mirada que capturan los internos travestís se despliega sobre Se aplica una lógica espectral entre las causas y los efectos: "te veo y sé
su cuerpo, sobre los signos sinuosos de sus intenciones. Una mirada es quién eres; me veo y sé quién soy". Ésta será una dinámica permanente.
inquisitiva, la otra es expositiva. Una deduce, la otra induce. Una estable­ El reconocimiento siempre será visual. Pero se esboza otro matiz en di­
ce una genealogía entre gusanos, pliegues y miradas; la otra elabora una cha trama: algunos no se tapan y otros se ocultan. Evidencia y secreto.
semiología entre gestos, ropas y perfumes. Los que no se tapan -otra vez los velos- llevan el pelo pintado, las
La operación es inversa: si en los relatos de Sara y de Esther la iden­ uñas acicaladas, se depilan, dice Doris. Él comenta que quisieran vestir­
tidad se establece por saturación, dotando al cuerpo de signos de inte­ se como mujer: faldas, blusas; como la Diana que se arregla como una
ligibilidad y de deseo para obturarlo mediante una intención subjetiva mujer, con un conjunto y su pelo largo, botas grandes. Dice que se ve
y particular, y proporcionarle todas las señas que el otro busca para su como tal y los otros la observan con morbo: un hombre transformado en
de�eo, de modo que a ellas les permita también sostener su propioB1 de­ mujer. Interés circense por la naturaleza y sus avatares en este escaparate
seo (deseo del deseo del otro, dicen por ahí), en el relato de Crisóstomo singular que es la cárcel.
la identidad se genera mediante el vacío y el rompimiento: se desquin­
-¿Pero cómo reconocen a un gay acá?
tan pliegues y se fractura el cuerpo, dejando que de él salgan sustancias
-Luego luego se ve.
enunciativas, especie de gritos identitarios que reclaman a todos, y ante -¿Por qué?
todos, lo que cada cual es -y. tal vez, lo que desea-. Mira, tiene más -O sea ¡no lo tapan!, no ocultan, se ve por el cabello pintado, por-
busto que ttÍ, escuchó Crisóstomo que le decía una mujer a otra en la vi­ que ya se depilaron o porque traen las uñas largas o la manera como te
sita al observar a algunos de los internos travestís que caminaban por ahí. arreglas, ¿me entiendes?, el pantalón ajustado. Y así hay muchos así
Ellas vieron un superlativo de la anatomía: bustos crecidos, grandes tra­ ¡güey! ¡Así hay muchos aquí!
seros. El interno, ante el mismo sujeto observado, vio gusanos y aceites -¿Pero todos los que están en el Anexo 5 son así, en esa zona?
que caían del cuerpo. Las mujeres percibieron la ganancia, el logro; los -No todos, los de la zona 2 nada más.
hombres la pérdida y la falta. Las mujeres, tal vez, vieron a otra mujer, -¿Todos andarían vestidos como mujer?
más maciza, más enfática; los hombres, a un par desquintado, los plie­ -¡Si pudieran se visten como mujeres güey! Si les dieran faldas
y todo esto ¡lo juro que sí!, zapatos de mujeres, te lo juro que sí. Por
gues raídos de la hombría.
ejemplo, el que te digo, que se llama Diana, él se vi5te como mujer, no
con falda ni nada, blusas de mujer, pantalones así bonitos, luego se pone
Pero insistamos en un punto: dijimos que ambas operaciones suponen unos conjuntos con botas grandes ¡se arregla bien gücy! Se pinta y sus
un "dentro" que expone la identidad y el deseo de cada cual. A los pe­ gatitas, cabello largo, y se ve como mujer.
chos y los gestos se les superponen los pliegues y los gusanos. Belleza -Entonces, ¿la andan buscando?
y asco abrazados. Sin embargo, notemos que siempre es el parecer el -Pues no tanto que anden detrás de él, sino que sí están ahí con él,
pero por morbo, de que están viendo cómo un hombre está transformado
87 Le damos al deseo, de manera no taxativa, esta propiedad que J)<:rmite enunciar "su
en mujer y " ¡ qué onda!, ¿tú a qué te dedicas en la calle?" O sea, cono­
deseo" o "el propio deseo". No <;<! trata de "" deseo que ))<'rtenezca a w, sujelo particular.
d1s1into de los deseos de otros SUJCtos. de modo que el deseo sería algo así como la suma de
ciendo a la gente ¿no?
los deseos de los individuos. Más bien se 1rata de destacar que el deseo presenta flujos es­ -¿ Y por qué no está en la cárcel de mujeres, crees tú?
pecíficos en distintos sujelos y colectivos. con configuraciones y señas particulares, pero si­ -¡Porque es hombre! O sea, el simple hecho de que te vengas así
gue siendo el deseo, sin que se le pueda asignar a un 111dividuo su propiedad. Tal vez, como operado y todo, no te quita el que tú seas hombre ¿no crees? Y como tal
algunos describen el mismo inconsciente, el deseo sea ante todo un espacio entre sujelos. pus tienes que llegar a un reclusorio masculino, vaya (Boris, 28 años).
En este sentido quizás debiéramos hablar de lo deseo, como se habla de lo incon,ciente:
lérmino neutro e in,tpropiahle. Véase Dcleuze y Gual!ari, 1985 y 1988.
222 PANÓPTICOS Y LABERINTOS EL CUERPO, LA INTIMIDAD, LOS DESEOS: MASCULINIDAD Y EROTISMO 223

Manipulación fallida, no obstante, porque "aunque te operes no de­ momento. Antes sostuvimos que si lo morado se quitaba pero lo puto no,
jas de ser hombre", dice Boris. Vemos un cruce entre la naturaleza y la entonces la hombría se podía perder y lo puto adquirir; ahora ni lo uno
razón institucional: la cárcel tiene entre sus paredes lo que la naturaleza ni lo otro puede suceder: ni se adquiere lo puto ni se pierde lo hombre.
determina en cierta forma -hombres a un lado, mujeres al otro-; no Tal vez la primera operación establecía una dicotomía tajante entre lo
admite simulacros ni falsas apariencias. Debajo del maquillaje, de la hombre y lo puto, que pasaba por el cuerpo -lo morado- y la demos­
ropa bonita y los ademanes, tras todo eso, una verdad, una verdad sexual tración de valentía y de presteza. Lo puto, en este sentido, se adquiría y
estricta: se es hombre. Digamos, si los internos operan según una lógica ya no se quitaba; indicaba una disposición moral ante la masculinidad: se
de la apariencia y la reconocen con claridad, atribuyen a la institución debían elegir los golpes y las magulladuras. En esta segunda operación,
otra del ser. No es que se deslinden entre una y otra, sino que recono­ de la que nos habla Boris, la dicotomía se difumina en algún sentido, y lo
cen sus límites y sus intercepciones: un hombre que se transforma en único que hay es lo hombre y sus avatares; operación que concuerda con
mujer -operación mediante- termina recluido en una cárcel de hom­ aquella en la que se increpaba a un interno diciéndole: ni hombre eres, y
bres, pero vestido de mujer. Cronología: hombre-mujer-hombre, primer situaba lo puto como un resto. Lo que existe, y lo que no se puede quitar,
movimiento; luego, hombre-mujer, segundo compás en esta danza. Otra es la masculinidad misma. Lo puto se adquiere porque la masculinidad
vez estamos ante las escenas de seducción descritas más arriba: hombres falla, cae; y una vez adquirido, no se puede quitar.
que miran con morbo ("Interés malsano por personas o cosas", dice el Digamos, no se puede quitar lo puto porque la masculinidad misma
diccionario) a un hombre que se transforma en mujer, habitantes todos tampoco se puede extirpar -ni siquiera mediante la castración-. La
de una cárcel de hombres. El morbo es similar al juego que encontramos masculinidad no admite negación; sólo fallas, caídas y restos. En este
en las escenas de la seducción: permite una distancia a la vez que una sentido, y según esta lógica, lo puto forma parte de un régimen mascu­
complicidad, estar sin estar, participar de modo elusivo. Y se constru­ lino, es una torsión de su propio funcionamiento; régimen que funciona
ye, entonces, la escena; por eso hablamos de interés circense: señores con prestancia y exactitud -como en el caso del cabr6n-, y también con
y señores, honorable ... Pasa el hombre transformado en mujer enmedio "errores", desvíos y caídas. La misma noción de masculinidad caída,
de los hombres que lo miran, con sus botas grandes, su ropa bonita y su que hemos analizado antes, nos habla de una construcción escatológica
pelo largo. Femme fatale y espectáculo. Pasa un orden de género conto­ en que la naturaleza cae de su estado ideal para desplegarse de modo con­
neándose y citándose a sí mismo, burlándose de sus propios enunciados tingente y fallido. El puto representa en tal sentido, para esta escatología,
y reafirmándolos. la caída definitiva de lo hombre, su error más radical y definitivo; por lo
Otro matiz en este escenario de una masculinidad sugerida: Cri­ mismo, permanece atada a él, asida como una confirmación del ideal en
sóstomo hablaba de pliegues que se rompen y entre los que algo cae, su menosprecio y en su burla. Asimismo, la masculinidad no admite ne­
consecuentemente; Boris, en cambio, menciona la transformación de un gación, porque su régimen se sostiene en dos operaciones fundamentales
hombre en mujer que, sin embargo, no logra -ni siquiera la castración, que ya hemos apuntado: evitar la objetualización y mantener la totalidad.
dicha como operaci6n- quitar lo masculino. Apariencia que debe ser Y la castración, en este sentido, realiza estos dos gestos que se rechazan:
remitida siempre a la anatomía, pero más allá, a una ontología: es hom­ objetualiza la masculinidad en la anatomía y la parcializa al extirparla o
bre y punto, aunque mucho haga, hombre se queda. La masculinidad no al intentar hacerlo.
es castrable, porque está trasunta en una naturaleza inmodificable, última
seña para cualquier identidad, último decurso para cualquier destino. Por otra parte, la inscripción corporal de la masculinidad, que ahora se
Relatamos que nuestros entrevistados aseguraron que lo morado se bifurca entre lo no extirpable y lo quitable -la castración y lo mora­
quita y lo puto no; ahora dicen que lo hombre no se puede quitar, inclu­ do-, muestra que la anatomía se construye como un punto de significa­
so de quienes son considerados o catalogados como putos -la Diana, ción para las identidades; que se dirigen hasta la carne para obturarla de
por ejemplo-. Se produce una inversión de algo que analizamos en su signos, estableciendo verdades y destinos. Entonces, el régimen mascu-
224 PANÓP'llCOS Y LABER11'TOS EL CUERPO, LA INTIMIDAD, LOS DESEOS: MASCULINIDAD Y EROTISMO 225

lino citado, que no admite negación a su estatuto, permite este sistema y sus desvaríos. Si la anatomía coincide con el destino en el tráfago acia­
de apariencias que la Diana pasea entre los presos. Apariencias de una go de los hechos y de las vidas que nos interesan -entre los cuerpos y
verdad innegable y de una anatomía no quitable. Las apariencias reme­ sus almas- es porque nunca han coincidido. Unión imposible y fallida.
dan la verdad de dicho régimen, lo simulan, pero lo devuelven a sus El cuerpo teridrá este trasfondo centelleante, esta verdad gritona que
partícipes, confirmado y reafirmado. En algún sentido opera como los mencionamos, como si detrás del cuerpo hubiese otro cuerpo, como si
momentos de carnaval en que se transgrede un orden para fundamentar detrás de los gestos un ric111s estricto nos convocara. Diana, como la
su funcionamiento.88 reina malograda, pasa entre los hombres simulando la mujer que no es,
Vemos entonces que anatomía sí es destino. El cuerpo se deslinda; ya caminando por los largos pasillos de una cárcel. .. de hombres. Como
no se trata de ropas puestas o de pinturas aplicadas. ni de modo o de gesto, Herculine Barbin que intimaba con sus tímidas compañeras en un ill­
sino de algo sustancioso que la institución no tarda en reconocer: verdad ternado de señoritas, y que cruzaba los patios de los conventos con una
estricta de las identidades y de las pertenencias. Verdad que, lo hemos di­ verdad a cuestas, trizando el horizonte de inteligibilidad con su ropa de
cho, permite el simulacro, su enunciación festiva, su circo y su escena. Tal mujer, sus pelos, su pene incipiente que terminaría clevclándola (otra vez
vez estemos ante un régimen de citas, de menciones y retruécanos. Pero, los velos y los lados). Sexo verdadero, de eso se trata, el envés de cual­
¿es otra cosa un sistema de género?, ¿quién le pide verdad a la verdad?, quier simulacro. Pero no sólo sexo, sino cuerpo verdadero: nada puede
¿quién le pide cuerpo al cuerpo? No es necesario: anatomía sí es destino. esconder que un hombre es un hombre, ningún maquillaje, ningún atuen­
do, ni siquiera un gesto.
Pero, ¿cuál destino y qué anatomía? Así como le pedimos a Foucault que
nos dijera de qué alma nos hablaba y a cuál cuerpo se refería en esas her­ No obstante, Boris y Crisóstomo representan dos operaciones inversas en
mosas primeras páginas de la Historia de la sexualidad,8 9 le hacemos la la relación del cuerpo y la identidad. Porque para Crisóstomo los pliegues
misma pregunta a estos presos:9() ¿de qué cuerpo hablan?, ¿de cuál alma? pueden ser vaciados ele su sustancia, que luego se expulsa y se repulsa; el
Porque no se trata de que una anatomía real, la estricta distribución de los cuerpo pierde su idenlidad mediante la expulsión y la identidad pierde su
órganos sobre la carne, responda por el cuerpo, ni de que sus identidades cuerpo mediante el vaciado. Boris, en cambio, dice que "lo" hombre no
nos digan algo sobre sus almas. No se trata de eso. No se trata, remar­ se puede qui/ar, que permanece a pesar de todos los esfuerzos por vaciar
quémoslo, de volver a juntar lo que alguna vez estuvo unido -a fuerza al cuerpo de su identidad y a la identidad de su cuerpo -la "operación"'
de golpes y de conminaciones, por cierto-, sino de radicalizar, por así de Diana, nuestra reina-. El cuerpo está lleno de una identidad inexpug­
decirlo, la separación que los distancia, la ficción en las líneas que los nable y la identidad de un cuerpo reiterativo. Si los travestís que pasean
unen, para regresar a la carne misma y a sus estimaciones, al alma misma entre las visitas en el relato de Crisóstomo van perdiendo poco a poco, o
de modo permanente, mediante la expulsión de suslancias. su identidad
88 Bajtin elabora en su análisis de Rabelais una noción del carnaval como espacio de y también su cuerpo, los travestís que menciona Boris no pueden per­
tnmsgresión del orden social. Véase Bajtin, 1998, pp. 273-331. der nada, porque lo que desean ·'quitar" no es extirpable. Dos modos de
89 Cuando todo lo que parecía ir en una dirección, sostenida por la gravedad de lo construir la hombría: uno por saturación, el otro por vacío. Pero de todas
dicho y la concupiscencia de los participantes, cuando todo eso toma un curso inesperado
formas ambos coinciden en situar un "dentro" masculino -sea que se
Y son las propias palabras sobre la represión y su liberación concomitante las que tejen esta
tela de armia parlante que es la sexualidad misma. pierda o que no se pueda quitar-, un den/ro que será, en última instan­
9() Tan reales como los niños avispados, los furiosos y los hermafroditas de los siglos cia, explicativo y develador: expulsan gusanos porque fueron hombres
XVIII y XIX que Foucault convoca para que nos digan sus particulares verdades. y tan tenues y luego los desquintaron; se pintan y se arreglan porque son hombres,
como estos mismos '·personajes", sostenidos y recreados ad i11Jinit11111 por las tecnologías de
pero lo evitan. La masculinidad es siempre primera: otra vez la lógica
poder y de subjetivación que el mismo Foucault analiza; tan propios, en cierto sentido, en
los furores que los convocan, en los pequeños placeres que los retienen, en las verdades que
que mencionamos antes, las causas se unen con sus efectos en este orden,
esconden, y tan ajenos -por lo mismo-; tan fugaces y tan históricos a la vez. los cuerpos siempre regresan a sus identidades y éstas a sus anatomías.
226 PANÓPTICOS Y LABERINTOS EL CUERPO, LA INTIMIDAD, LOS DESEOS: MASCULINIDAD Y EROTISMO 227

Detrás de las apariencias, una verdad -de pérdida o de imposibilidad-, de lo que se remeda; no intenta quitar lo que no se puede quitar, tan sólo
pero una verdad de(ve)ladora. desplazarlo.
Atendamos a que esto vincula la posición de Boris con la de los Todo esto se sustenta en la mirada, como ya lo hemos dicho Y repe-
travestís, al menos aparentemente. Lo vimos cuando contrastamos sus tido. Pero ésta sólo se puede constituir desde un saber: miramos lo que
versiones con la de Crisóstomo. Éste quitaba y vaciaba, ellas saturaban. ya sabemos mirar; no se puede mirar lo que no se conoce. En esos casos,
Boris asegura que la identidad no se puede quitar, ni siquiera mediante el como ante la Medusa y sus encantamientos, hay que retirar la mirada,
expediente de la anatomía. Pero Boris y los travestís suponen dos com­ porque sus ojos no nos revelarán un saber ya establecido, sino su vacío
pletitudes distintas: la de él es una entereza primigenia; la de ellos, una anticipado. Entonces, un orden de género opera por anticipación, da las
certeza oscilante. Ellos saturan el cuerpo de identidad, porque le restan la respuestas antes de que se formulen las preguntas, menciona los paisa­
anatomía, que ni siquiera necesitan. Él satura la identidad de anatomía, jes y las escenas antes de que SL abran los ojos. Por eso su lógica es tan
pero le resta el cuerpo. Por eso la Diana, enfundada en los modos y los aplastante y resulta difícil determinar su operación, porque cuando esta­
artefactos de una mujer y además castrada, no deja nunca de ser hombre. mos preguntando ya hemos respondido, porque cuando vemos ya hemos
Aquí no es su cuerpo el que determina su identidad, sino la anatomía la mirado. Como el hombre ante la ley de Kafka, nunca supimos que ya es­
que constriñe al cuerpo y especifica la identidad definitiva en tanto pri­ tábamos dentro y cuando nos dimos cuenta era demasiado tarde; y siem­
migenia. En cambio los travestís hacen pasar su identidad por su cuer­ pre lo será en esta lógica, anticipatoria y parlanchina, que nos atenaza.
po, omiten la anatomía y aluden a algo significativo a nuestro entender:
que ni el cuerpo, ni la identidad, ni siquiera la anatomía, son elementos Luego, y así lo vemos en las siguientes citas, se conforma una genealo­
definitivos. Por lo tanto, Boris y Crisóstomo coinciden en una cuestión gía para el puto. Una historia, sea de la naturaleza o de la biografía, se
capital: por pérdida o por persistencia, los elementos en juego son peren­ engarza con los efectos constatados -el puto es puto- para explicar su
torios y taxativos. "origen" y su constitución.
No obstante, anotemos otra divergencia importante en las citas de
Crisóstomo y Boris. El desquinte del primero y la expulsión consecutiva -¿Qué entiende usted por homosexual?
,
de la masculinidad en forma de gusanos, a la vez que termina con algo -¿Por homosexual qué entiendo? Entiendo que es un se� humano
atracción distinta del sexo y sexualidad y que
-la hombría- da inicio a otra cosa: lo puto. Es el final y el principio, una persona, que tiene una
lo traiga
más allá de los gusanos, de la anatomía hiperbólica de los travestís, de pudo haber sido biológico, o que puede ser biológico, que ya
haber hecho a causa de algo, puede ser una
sus gestos y sus contorneos. Un "origen histórico" para sus deslices. En una persona o que se pudo
eso es
cambio Boris dice que aunque se empiece, nunca se puede llegar; todo adicción o puede ser una plática de amigos o puede ser x cosa,
lo que se hace -la Diana- es remedo de lo que se es, es su parodia, para mí un homosexual.
porque lo hombre no se puede quitar. Pero para ambos el principio es el -¿Y adentro de la cárcel cómo puede usted identificar a u�o? .
m-
-¡Ah, pues andan! Algunos e�tán operados, se ponen bub1s, se
final, aunque con resultados distintos. Curiosamente, cuando Boris sos­ c mo
yectan, andan con el pelo largo, andan arreglados así con chongos_ �
tiene la verdad de lo masculino -no quitab/e mediante ninguna opera­ d1stmto
las mujeres, caminan distinto, se ve, se pintan la cara, hablan
ción, sea semiótica o quirúrgica-, permite el simulacro, la escena de (Esteban, 28 años).
la Diana desplazándose y concitando el morbo de sus compañeros. En
cambio Crisóstomo va de una verdad a otra y no permite este simulacro; -Pero ¿a qué le dice usted maricón?
una vez que la hombría se pierde ya no se puede conseguir nuevamente -Pus a los gay ¿no?
y se es radicalmente otra cosa. Se formula una nueva verdad, que tiene -¿Cómo los reconoce usted?
su garantía, en último término, en la anatomía destrozada y desmoronada Pus aquí luego hasta se visten de viejas, se pintan, aquí están pintados.
del travestí. De algún modo el simulacro depende de la inmodificabilidad -A los que andan como vestidos de mujer ¿se les dice maricón?
228
T
PANÓP ICOS Y LABERINTOS EL CUERPO, LA INTIMIDAD, LOS DESEOS: MASCULINIDAD Y EROTISMO 229

-Sí, porque allá hay, pus luego se da uno cuenta cuando uno es debe existir por una parte un campo de igualdad y, por otra, uno de di­
mari<.:ón. cuando un hombre es maricón. ferencia.
-¿ Y cómo se da cuenta usted? En el apartado sobre la seducción vimos que la mirada se constituye,
-Pus en su forma de caminar, como te hablan y todo, porque ahí o puede ser discernida, a partir de la igualdad de los hombres involucra­
en el Anexo 5 mandan exclusivos a puro maricón, a puro maricón en el dos -puros hombres, decía Leandro-; dicha igualdad, que supone una
Anexo 5. homogeneidad en las miradas, permite identificar las que son "raras" y
-Pero ¿todos están vestidos de mujer ahí? rompen con el orden de equivalencia92 entre los cuerpos . Ahora, Rolando
-No, pus están vestidos de hombre, pero salen, en el Anexo 5 ahí vi-
habla de puros putos, que viven en el Anexo 5, juntos y reunidos en ra­
ven, porque les hacen estudios, cuando uno llega aquí les hacen estudios.
zón de su pureza inicial; pureza que permite, en primera instancia, iden­
-¿A usted le hicieron estudios?
-A todos, a todos nos hacen. tificar a un individuo -mediante exámenes y entrevistas realizadas por
-¿Y en qué consistió? la institución- y establecer un colectivo -por medio de la agregación
-¿Cómo? Así como qué, como mujer o hombre, acá y ellos ponen espacial de los sujetos identificados-. Aquí se pliegan dos operaciones,
que son gay, que les gustan los hombres y los mandan al Anexo 5, ahí en una que es institucional, que refieren los mismos internos, de clasifica­
el Anexo 5 son puro maricón, puro gay, que les gustan los hombres. ción y reconocimiento, y otra, digamos que idiosincrásica de los presos,
-¿Y sólo hay gay s ahí? fundamentada en la percepción de ciertas características -lo hemos di­
-No hay en otro lado, m,ís que en el Anexo 5, por eso los clasifican cho repetidamente: se ve que son putos-. La institución ausculta, pero
a cada quien en su dormilorio y los maricones los mandan al Anexo 5, a también pide confesiones: "dijeron que les gustaban los hombres"; en
todos los que les gustan los homhres (Rolando. 36 años). cambio, los presos establecen criterios visuales de identificación, no re­
quieren testimonios para generar un orden. Orden de la pureza -puros
Primero se menciona que es un ser humano -acto de inclu5ión­
hombres y puros putos-, ni mezclas ni intersecciones, sino señas discre­
pero que tiene una "atracción distinta en el �exo" -acto de exclu�ión-:
tas y diferenciales; orden de la igualdad clasificatoria que destina a cada
Puede traerlo o haberlo adquirido; en este sentido. es naturaleza o bio­
cual a su dormitorio y que, lo vemos con Rolando, dirime las "atraccio­
grafía: un origen definitivo que radica en la biología o uno contingen­
nes", los lados que nos acompañan, insistentemente, en este trayecto.
te. pero con efectos permanentes, que radica en la historia personal del
. Orden, en el mismo sentido, de la diferencia escrutadora, que también
SUJeto. � orque aun que sean personas o seres humanos lo claro es que
. recalca los lados y los distingue.
son d1st111tos: se prntan, caminan de cierto modo, tienen determinadas
En un capítulo anterior vimos que la masculinidad se organiza según
intervenciones sobre su cuerpo. Son diferentes, sabemos cómo los reco­
una topografía que distingue lo propio de lo ajeno: la masculinidad que
nocen. Pero, ¿ante qué son distintos?, ¿cuál es el parámetro que permite
se estimaba propia, aunque caída, de aquella que se consideraba ajena,
a �a vez mantenerlos en el campo de lo humano -son personas- y
de los otros. Dijimos que eran puntos de identificación y de pertenen­
senalarlos con una "atracción" particular? El vector es lo masculino; lo
cia, a la vez que líneas de diferenciación. Ahora podemos anotar que
hemos destacado insistentemente, un hombre ve a otro y distingue en él
dicha disyunción opera sobre un régimen de igualdad -todos somos
las señas de su "diferencia". Esto, ¿debiera resultamos obvio, evidente?
hombres- y que la diferenciación sucede en torno al ideal, que conden­
Sí, en tanto participemos del mismo régimen de la mirada que hemos
sa las virtudes masculinas y su curso ético. En cambio, entre el puto y el
descnto, artefacto de un orden sexual y genérico, y en la operación de
hombre se establece un sistema de diferencias más radical: el puto es
su ló gica. No, en tanto nos alejemos de él, mediante la descripción de su
. lo otro. Por lo tanto, si bien se distingue entre puros hombres y puros
tunc1onam1ento.91 Porque para que el otro sea distinto yo debo ser igual:
putos, no son espacios equivalentes. Lo hemos dicho antes, el régimen de
91 La verdad. observa Zi,ek. es eMrictarnente un.1 cuestión de coyunturas particulares,
que emergerán "en el nivel puro de las palabras" (2003: 77; las cursivas ,on nue,lra;), así 92 Utilizarnos estas palabras -igualdad y equivalencia- corno sinónimos aunque no
como la seducción ,ucede entre "puros hombres". Jo sean estrictamente. Véase Laclau y Mouffe. 1987, especialmente las páginas 147 a 194.
230 PANÓT'fJCOS Y LABERINTOS EL CUERPO, LA INTIMIDAD, LOS DESEOS: MASCULINIDAD Y EROTISMO 231

la masculinidad no admite negación ni provisionalidad. En este sentido la de la vigilancia estricta de las miradas sobre los cuerpos desnudos; des­
pureza de los putos es su propia caída respecto a dicho régimen. Sólo los pués, de la lectura de los gestos y el establecimiento de una causalidad y
hombres pueden ser iguales entre sí. de ciertas identidades (la evidencia es lo que facilita la d<Itección). Pero
Por otra parte, dijimos que la institución opera por auscultación y por aquí la mirada ya está configurada en el otro, ése es su descaro: interrum­
_
confesión; de una u otra manera, el puto emerge como personaje de sus pir la escena con sus atributos. marcar visiblemente su diferencia: ya no
mismos gestos, y en ambos modos el fundamento es performativo. Ya sea es la mirada solapada ele algún sujeto sobre la desnudez de los cuerpos,
que alguien diga "soy homosexual" o que se indique "es homosexual", sino la enunciación precisa de los gustos -les gusta11 los hombres, dice
al ?una forma declaratoria y enunciativa establece una identidad y Ja deli­ Rolando- en el cuerpo. El primer deseo es solapado, oblicuo; el se­
mtta -le otorga características y le asigna un espacio-. Puede ser que el gundo, descarado, directo. Pero si la "rareza" ele la mirada suponía la
individuo lo esté diciendo desde antes, que para él mismo sea evidente, 0 igualdad de los hombres desnudos -tal vez más iguales que nunca en
que no lo sepa o no lo haya dicho nunca; en uno u otro casos se requiere tanto desnudos-, la "rareza" del puto, su descaro -que es como una es­
de este acto inaugural que instala a dicho sujeto como homosexual o puto pecie de irrupción intencionada en un régimen de signos- se conforma
en la cárcel. Como lo referimos en una cita, el lenguaje va siempre de lo en la diferencia que expone, o que es leída en sus avatares. En sentido
dicho a lo que se dice. inverso, la mirada es rara en tanto diferente y el descaro enuncia la es­
tricta igualdad de los putos.
-¿Cómo los puedes reconocer?
-Pues son fáciles ¿no? Aquí es porque de entrada ahí en coc los Pues muchas veces ves a un interno que te dice ¡ah, ese sí es un homo­
clasifican, se dan cuenta que son homosexuales. sexual! Está platicando con otros internos y dices "¿será o no será?" No
-¿Se dan cuenta cómo? Je ves tanto los rasgos, son de los llamados de clóset, que no se descaran
-Pues no sé cómo, yo creo que por las entrevistas que les hacen se tanto, que no quieren adquirir facciones femeninas. Parecen hombres,
dan cuenta que son de tendencia homosexual o de plano ellos mismos pero son homosexuales, tienes que identificarlos un poco más.
lo declaran: "soy homosexual", y los ubican en el Anexo 5, que es para -¿ Y cómo te puedes dar cuenta identificándolos?
homosexuales, pero los que ya son muy descarados los homosexuales -Por su manera de ser, o sea, por su forma de expresarse, ele ac
ya muy descarados. tuar; aquí es muy difícil que estés clasificado en el Anexo 5 y quieras
-¿A qué te refieres con descarados? aparentar otras cosas [... ] Yo tengo un compañero en bolsa de trabajo
-Que se maquillan, se visten, traen implantes de senos, son los que que vive en el Anexo 5, pero no es homosexual o, al menos, si lo es lo
más andan en el kilómetro o en los pasillos, son los que más detectas si cubre muy bien.
tú entras al anexo [ ... J a simple vista te das cuenta si son (Vcnustiano -Tú dices que lo cubren muy bien ¿por qué?
33 años). -O sea, si es homosexual lo cubre muy bien, porque no da caracte-
rísticas de serlo; de hecho ahí donde estamos tenemos la vista de cuando
Sin embargo, esta enunciación puede estar antecedida o influida por va la visita acoco algo o a otros dormitorios, y se sale a mirar a la visi­
ta, Ja visita femenina, sale a verla, entons por eso digo que si es lo cubre
un descaro previo, una escenificación anterior que se prolonga en la pri­
_ muy bien, porque no da ninguna seña, y hay otros que no, sí lo aparentan
sión. El descaro es un modo de insertarse en el régimen de ta mirada,
y todo (Venustiano, 33 años).
pues opera por demostración, indica lo que se es, haciéndolo patente de­
lante de los ojos -otra vez, con pinturas, modales y atuendos-. Si en Por un lado el descaro, por otro, el clóset. Lo abierto y lo cerrado,
la escena de la seducción que hemos descrito la mirada se devela como Jo que se ve y lo que se oculta. Sigue una dinámica de la sospecha -no
"rara" entre la pureza de los hombres, el descaro es otro modo de estable­ parecen, pero son-. Unos son descarados -se les ve-; otros no se
cer una "rareza": salta la vista, es evidente, porque pronto se le de1ecta. descaran, no se develan. El clósel que se menciona indica un cierre de
Otro matiz detectivesco que aparece en nuestras historias parte primero la mirada, un ocultamiento del rostro tras ciertos rasgos que es difícil
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discernir: parecen hombres pero son homosexuales. Aquí se invierte la gativo? Miradas que funcionan como espejos, que retienen una identidad
operación del sistema de diferencias -entre puros hombres y puros pu­ en un punto, la disciernen y luego la regresan como reflejo, como flexión
ros-, porque aunque no hay señas que indiquen una distinción, detrás se del otro sobre mí mismo; como una torsión, mediante la diferencia, del
halla una identidad que permanece oculta. Entonces, tenemos un régimen sujeto sobre sí para señalar sus propias delimitaciones. Si unos parecen
de apertura de la mirada, mediante el descaro, y otro de cierre, mediante hombres pero no lo son, otros lo son y también lo parecen. En algunos las
el velamiento. Venustiano habla de un amigo suyo que es homosexual, señas coinciden con lo que develan; a �u modo son descarados en tanto
pero se cubre. Él, en su relato, Jo devela. ¿Qué velos ha tendido sobre sí anuncian claramente su identidad, la pasean ante la mirada de los otros.
dicho interno que le permiten cubrirse y que posibilitan, asimismo, esta El tapado cs. en este sentido, más disruptivo que el descarado, pues
operación de develamiento? Sobre sí ha tendido los mantos de la hom­ no anuncia ni enuncia su caída, por lo que no niega su masculinidad y
bría -"parecen hombres", "no adquieren facciones femeninas"-; sutil quiebra el régimen de purezas que nos interesa. Siendo resro, en tanto
nueva paradoja, porque la hombría es exactamente lo que lo de-vela: es, puto, aparece como todo, en tanto hombre. Si el puro no esta caído, en­
pero no parece, no da ninguna seña, aparenta, se cubre bien. tonces el problema será determinar el ideal, delimitarlo. Desaparece el
Se interceptan los mapas de la institución con este régimen de la elemento que lo permite en tanto resto. La mirada, su régimen, requiere
mirada, porque aquel interno vive en el Anexo 5, pero no parece. La ins­ siempre señas para funcionar; si no las tiene, colapsa y se difumina. Cla­
titución lo muestra en lo que "es", pero él cierra el sintagma de signos y ridad, eso requiere la masculinidad. Panópticos, lo hemos dicho. El tapa­
confunde las apariencias. Si el "descarado" declara abiertamente la iden­ do es otro laberinto, que interpone en su cuerpo y su identidad un velo de
tidad, la restriega en su cuerpo y la extiende ante los otros, abriéndola, el desconocimiento y de indeterminabilidad borroneando el orden de sexo
"cubierto", ·'de clóset", interrumpe la cadena, no ofrece señas y detiene y género que nos interesa.
la mirada del otro para devolverle un rostro opaco. La mirada, que espera
algo -señas, una semiótica precisa de la masculinidad-. obtiene una Otra vez de la mano de Crisóstomo regresamos a nuestra topografía de
respuesta descarada y otra cuhierra; recibe en su propio funcionamiento identidades y deseos. Él dice que a un "homosexual" se le ha "volteado
su confirmación o su confusión. Pero finalmente, lo hemos dicho, la mi­ el calcetín", como en otra ocasión expuso que se le habían roro los plie­
rada depende de un saber -a la vez que lo ejercita-, porque en un caso gues. Nuevamente se trastoca algo que tendría un estado correcto: como
le seráfáci/ (a la mirada misma) saber que alguien es puto; en otro será los pliegues se rompen, el "calcetín" se voltea. Declara que si esto suce­
dif(cil -"tienes que identificarlos un poco más", dice Venustiano. de, entonces el sujeto es del otro ''bando", así como Boris nos dijo que él
¿Qué es identificar? Es conseguir una coincidencia entre Jo que se es le iba a un lado y no a otro. Si lado nos remitía a una topografía, bando
y lo que se parece, entre los signos y las esencias, entre lo cubierro y Jo nos advierte de una sociografía. Enuncia formas de adscripción colecti­
descarado. Lo que no puede coincidir, en este caso, es la "homosexua­ va: un bando o el otro. Grupos disjuntos de pertenencia y un suceso de
lidad" con la hombría -parecen hombres, pero son lzonzose.wales-. por medio, que algo da vuelta sobre sí para resultar en una ubicación
Mirada y saber conducen a un resultado, que se busca mediante el pro­ precisa. Retengamos "voltear": dar vuelta, tornar. Giro sobre sí que tiene
cedimiento detectivesco: estimar si las apariencias corresponden a las un efecto, como el reflejo del otro que me permite tornar sobre mí para
esencias, si los cuerpos remiten a identidades, y viceversa. Porque -vol­ determinar quién soy -no por su�tancia, sino por diferencia-; giro que
vemos a un punto anterior- el problema es siempre el de la diferencia, establece identidad y pertenencia, que organiza colectivos y dirime es­
sea evidente (en tanto descarada) o cubierta; delimitar entre los puros pacios. El otro que gira sobre sí, volteándose, me señala un bando, traza
hombres y los puros puros para mantener la discreción de los conjuntos y el límite -como vimos con los lados-, se voltea para que yo siga en la
la pureza de las alteridades. La pureza del otro es mi propia pureza, pero posición correcta, en esta coincidencia estricta entre parecer y ser. Giro,
por diferencia: si el otro es puramente distinto a mí, yo soy puramenre lo ya lo hemos dicho, que es subjetivante. "-¿Qué significa que se volteó
que soy. ¿Soy lo que soy o soy lo que el otro me devuelve como mi ne- el calcetín?" "-O sea, de ser del otro bando, ser homosexual. Se puede
234 PANÓPTICOS Y LABERINTOS EL CUERPO, LA INTIMIDAD, LOS DESEOS: MASCULINIDAD Y EROTISMO 235

decir: ' ¡ ah, ya se te volteó el calcetín, ya andas ahí en el Anexo 5! "' (Cri­ modifica el curso de los enunciados para dirigirlos hacía sí mismos -la
sóstomo, 22 años). Paz- y contra sí mismos -es un cabr6n- (lo puto lo tengo en el culo;
Pero cada cual puede girar y volver a girar, en una dirección y en si te quieres dar en la madre, pues vamos a darnos). Veamos, porque
otra, hacia un bando o el otro, entre ambos. Nico relata que la Paz, com­ Crisóstomo decía que la identidad salía por el culo mediante gusanos y
pañera de la Diana, ella es un cabr6n; anda vestido de mujer, pero es aceite, Boris aseguraba que no se podía quitar, y la Paz ambas cosas: la
"bueno para los madrazos".9 3 Ella enuncia el lugar en el que se realizan identidad sale y también entra por el culo, puede ir en una dirección o en
las torsiones: "lo puto lo traigo en el culo", le dice a todos; ahí se rompen otra. Tal vez ni siquiera debiéramos hablar de identidad: ¿qué hay de
los pliegues y se voltea el calcetín. El culo, lugar por el que se pasa de ella? Sólo vemos estrategias y posiciones, permitidas por este punto
un bando a otro, de un lado a otro. Por el culo pasa lo puto, pero tam­ de transformación que es el culo mismo. La Paz dice: si tengo una identi­
bién retorna lo cabr6n. La Paz, si es necesario, se trenza a golpes con sus dad, o algo así como eso, la tengo ubicada en cierta parte. Identidad como
atuendos y sus vanidades. Hace pasar por su culo lo puto para responder arrinconada en el cuerpo, pero que depende para enunciarse del cuerpo
con golpes a quien la -o lo- provoque. Esta vez los signos van en mismo, de sus operaciones. Pero dice: no se confundan, soy lo que parez­
sentido inverso, porque si Yenustiano decía que parecían hombres, pero co y también lo que soy. De algún modo reafirma a Boris; lo hombre no
son homosexuales, la Paz nos dice que parecen homosexuales pero son se quita, pero sí se fractura. El culo es la fractura misma, donde lo puto
hombres. Ella delimita los signos, pero no las conductas; responde a las reside por derecho; pero dicha fractura nos reenvía a otro espacio, tal vez
apariencias, pero no a las expectativas. Nico puede decir sin problemas de las manos y de las palabras, donde lo hombre permanece, aunque sea
que la Paz es un cabr6n, llevarla desde su nombre femenino a sus carac­ (ve)lado.
terísticas masculinas, volver el calcetín sobre sí para regresar a la hom­ Entonces, la operación constante de develarniento y velamiento de la
bría, madrazas mediante. que hablamos antes es realizada ahora -dijimos que performativamen­
te- por un sujeto que se vela y se desvela tácticamente, repartiendo sus
-¿A qué se le dice maricón aquí? identidades en el cuerpo y recuperando trozos de ellas según lo requiera,
-A los jotos, a los homosexuales. transformando al culo en un gran demiurgo de su propia identidad y de
-Pero ¿tienen características específicas?
su subjetividad. La Paz dice eso y reafirma a Boris, pero también con­
-Sí, sí, como una mujer, ahí está la Diana, la Cherry, la Paz. ¡La
Paz sí es un cabrón! Un homosexual que él dice, cómo nos dice " ¡ lo cuerda con Crisóstomo, porque: ¿dónde está lo puto, en última instancia?
puto lo traigo aquí en el culo!" Pero la Paz es bueno pa' los madrazos, En el mismo culo, lo han dicho ambos, mediante expulsión o retención,
el güey ese, "lo puto es acá, pero si quieres dar en la madre, pus vamos pero siempre por repartición de atributos. Los pliegues que Crisóstomo
a darnos". mencionaba como rotos y Boris como no extirpables, la Paz los rompe
-¿Pero anda vestido de mujer? y los recompone; los reconoce rotos -lo puto-, pero los estima rever­
-Sí, aquí, todos, sí, todos (Nico, 32 años). sibles -lo hombre-. Otra vez los lados son una topografía, así como
los bandos una sociografía, pero ahora ambos esbozados "dentro" del
En el relato de Nico, la Paz opera la performatividad de modo estra­ sujeto, que replica y opera en sí todo lo que vemos en los espacios y
tégico; cabe aquí preguntar, como lo hace Austin: ¿Se pueden hacer cosas las relaciones sociales; fronteras porosas que nos develan la subjetividad
con palabras? Y responder que sí, pero con el culo, como interruptor que como una intercepción y como una reformulación específica. Teníamos
estos dos indicios de un mapa -lados y bandos-, pero ahora también
93 Nunca entrevistamos a la Paz. pero consideramos que esta mención de Nico refiere sabemos dónde está el punto en que los límites se interceptan y cambian
una "voz" colectiva que reproduce lo que ella ha dicho alguna vez, y Jo convierte, en cierto
de régimen. Lo repetimos: el culo; especie de talismán que permite los
modo, en ejemplar y citable. El que sea por boca de otro que la Paz nos hable da mayor
relevancia a su propio decir, lo refiere a conversaciones colectivas y flotantes que van de cambios, última garantía y primera pérdida, punto de condensación de la
boca en boca reconstituyendo una o muchas historias. masculinidad y lugar de su disolución.
236 PANÓPTICOS Y LABERINTOS EL CUERPO, LA INTIMIDAD, LOS DESEOS: MASCULINIDAD Y EROTrSMO 237

ÜTRA VUELTA DE TUERCA: EL CAQUÍN -¿Qué es caquín?


-Sí. caquín, o sea cuando uno tiene relaciones, pus es sexo anal
Otra vuelta en estas parcialidades. Una segunda figura a escena, menos ¿no? entons es por eso que le dicen a uno caquín ¿no?
-Pero ¿eso es mal visto entre la población?
reluciente y densa que el puto, pero tan parcial como el resto. Tal vez la
Un poco, no mucho, pero sí, pues lógico, llegas y te metes a una ca­
figura que esgrime de modo más intenso la parcialidad de las identidades baña con un hombre, que casi no parece hombre, pero todos saben que
y de los deseos. He aquí al caquín, que ya nombramos antes. No encon­ es hombre, ya llevo un año aquí y medio metiéndome diario con él, o
traremos en él los trazos fulgurantes del puto y la apretada descripción sea, ya no me dicen nada (Aníbal, 25 años).
que amerita, tampoco el tráfago espectacular de sus palabras y gestos; en
cambio hallaremos más de lo mismo, pero en otro tono. Hablaremos del Rolando indica que varios internos del Anexo 5 tienen sus chavos acá
caquín, a quien también le llaman cacorro o puñal. No sabemos si cada "adentro"; a estos chavos -los caquines- les gustan los hombres... los
cual se refiere a la misma figura, pero si no lo son, al menos presentan maricones, asegura. A ésos se les dice caquín. Esboza, primero, un ellos
muchas coincidencias. Nuevamente tenemos voces diversas: algunos que y un nosotros topológico -el Anexo 5 y el adentro-; Juego establece
hablan de muy cerca, otros que parecen hacerlo desde lejos -nuevamen­ una homología: a estos chavos les gustan los hombres y, posteriormente,
te lo propio y lo ajeno-. Procedemos a interceptarlos donde corresponde vuelve a extender una diferencia: los hombres ... los maricones. Sigue un
y a dejarlos en sus lugares cuando sea necesario. Seguimos avanzando recorrido inverso al que tomó Nico en su relato sobre la Paz; él ha dicho:
por los laberintos. la Paz es un cabr6n, Rolando argumenta: los hombres ... los maricones.
Nico parte de la diferencia -la Pa::,- para regresar a la igualdad -es
Aníbal tiene como pareja a un hombre, que lo acompaña en la cárcel un cabr6n-; Rolando parte de la igualdad -los hombres- para obturar
durante los días de visita. Lo conoció un día cuando iba caminando por una diferencia -los maricones-, así como ha dicho "adentro" y "afue­
el Zócalo de la ciudad de México: él vendía globos y su futuro novio ca­ ra" (el Anexo 5).
minaba deprimido por un amor fallido. Se hicieron pareja; era la primera
vez que él tenía una relación de este tipo, pero le gustó, se sintió cómodo, Sí, ahí en el Anexo 5 hay varios que tienen a sus chavos aquí.
vivieron juntos, y luego, cuando él cayó preso, su pareja lo acompañó -¿Adentro?
hasta el encierro, como una especie de Penélope mestiza y agraviada. -Adentro, como hay varios aquí que les gustan también los hom-
bres, que les gusta tener relación con ellos, aquí les decimos "caquincs".
Mencionamos esto porque Aníbal relata que a él le dicen caquín, e inclu­
-¿Qué es un caquín?
so se Jo gritan por los pasillos. Se lo gritan porque lo han visto entrar en -Pus que les gusta tener relación con los hombres, con los marico-
las cabañas con su pareja, que es hombre, pero no parece. nes, aquí les decimos caquín.
Cuando le preguntamos qué es un caquín, responde que un hombre -¿ Y por qué caquín?
que tiene relaciones... sexo anal con otro. La Paz nos dijo que lo puto -Pus no sé, yo desde que llegué aquí oí esa palabra, les oí esa pa-
lo tenía en el culo; ahora Aníbal dice lo mismo, pero esta vez el culo labra de caquín (Rolando, 36 años).
del otro lo convierte a él en una figura particular. Caquú1, intercepción
entre lo puto que está en el culo del otro y este orden excrementicio de El Anexo 5 y "adentro", dos puntos en este mapa. Rolando dice que
las identidades y el erotismo. Atendamos a que el calcetín, que ha dicho los caquines son de "adentro", pero se relacionan con los de "afuera": el
Crisóstomo se voltea y hace pasar a los individuos a otro bando, hace una Anexo. Esther nos dice: son de .fuera pero se relacionan con los de Jen­
torsión especial en este caso, porque el caquín, que ejecuta la voltereta en Lro, sólo que ahora el "dentro" es el mismo Anexo. Topografía, dijimos,
el ano del otro, se gira a sí mismo para quedar en una posición específica. de los lados y sociografía de los bandos; esta vez debiéramos hablar de
Voltea al otro, tornándose a sí mismo en esa vuelta. topología: intercepción de los lados y los bandos, los ropos y los socius.
Entre uno y otro, lo que se conforma es un sistema de pertenencias y alte-
238 PANÓPTICOS Y LABERINTOS
.
EL CUERPO, LA INTIMIDAD, LOS DESEOS: MASCULINIDAD Y EROTISMO 239

ridades: dentro o fuera, ellos o nosotros, hombres o maricones. Una larga -No.
lista de "oposiciones" y también de fracturas. Una topología también es -¿Qué pasa si se sabe que van?
una forma para hablar de posiciones, porque depende del lugar que se -¡Ay, no! aunque vayas, haz de cuenta que aunque vayas al Anexo
habite, en términos específicos y generales -el lugar asignado institu­ y aunque no vayan justamente a eso y los vean ¡ay, no! les empiezan a
decir de cosas.
cionalmente y el espacio socialmente adjudicado-, para que los relatos
-¿Qué les dicen?
vayan en una dirección u otra, tal vez refiriéndose a lo mismo -eso no -¡Ay, pues "cacorros"! Qué, no sé qué.
es lo más importante-, pero indicando señas particulares, matices, va­ -"Cacorros", ¿qué es "cacorros"?
riaciones y transformaciones. Otra vez el movimiento es el de la vuelta, -Pues así les dicen a los hombres que tienen relaciones con no-
pero ahora reproducido en el texto mismo que escribimos: vamos de un sotros.
lado a otro, de un relato al siguiente, tornando y regresando, girando y -¿Qué les pasa con que les digan cacorros?
avanzando. Rolando ha dicho los maricones, Esther habló de nosotras, -¡Ay, pues se trauman!, bueno hay unos, hay otros que no.
él ha dicho ellos y ella también lo dice, pero son inversos. Nosotros o -¿ Y de qué dependerá que unos se traumen y otros no?
nosotras, ellos o ellas; ellos o ellas y nosotros o nosotras: topología de las -¡Ay! Pues los que te digo que se trauman si están seguros ¿no?
pertenencias, punto de arranque de las subjetivaciones. porque digo, si tú eres hombre y te dicen "cacorro" y tú estas seguro de
que eres hombre, pues te debe valer ¿no?, pero si te enojas y todo eso,
Pero esta topología nos permite comprender mejor de qué hablamos
porque al igual y puede que sí [risas].
cuando nos referimos al cacorro o al caquín. Estamos ante una figura y -Pero ¿qué significaría estar seguro de ser hombre?
ante ciertos sujetos que son, como el culo de la Paz, puntos de intersec­ -O sea, el hecho de que hablen con nosotros no quiere decir jus-
ción entre pertenencias y subjetividades, entre adscripciones y descrip­ tamente que tienen que tener sexo con nosotros o tener algo, y muchos
ciones. El caqu(n va de un lado a otro, pasa de un bando a otro, parte del sí se espantan.
nosotros para llegar al ellos y viceversa. Por eso, lo dice Esther, es un -¿Y los que tienen sexo con ustedes?
lugar de trauma, herida que lastima una subjetividad oscilante y tal vez -Pues esos sí.
sin pertenencia. Un entre medio permanente e indescifrable. Trauma, ha -¿Sí qué?
dicho Esther, y luego lo explica: si te dicen cacorro y tú eres hombre, ¿de -Son cacorros Irisas].
qué te traumas?, de que digan cacorro siendo hombre y resten la parte -Pero, ¿serían menos hombres?
-No (Esther, 19 años).
que estás seguro que tienes, de que desconozcan tu lugar y lo borroneen,
luego de observar tus movimientos entre los pasillos y las celdas. De que
pareciendo te quiten el ser, que se supone no se puede quitar. El cacorro Otra torsión en los argumentos. Chino dice que el puñal, tercer tér­
se acerca hasta los travestis, habitantes del Anexo 5, y su aproximación mino, usa a los putos, dado el encierro. Por muy cabrón que seas, si tie­
permita realizar una atribución; Rolando lo ha dicho: chavos a los que nes 12, 15 años, ya se hace normal coger a un puto. Primera torsión: en
les gustan los hombres, los maricones. La atribución se realiza, lo hemos el tiempo los regímenes de normalidad y anormalidad se modifican: lo
notado frecuentemente, por lo que se ve, por la conducta observable. El que antes no era normal termina siéndolo. El encierro, en este sentido, es
poder no sólo produce, sino también deduce: deduce deseos de conduc­ como un túnel profundo en el que se va entrando paulatinamente en tanto
tas, establece identidades, reconstruye trayectorias según los movimien­ se acumulan años, y cuya profundidad corresponde a un mundo distinto
tos que anota, entre ellos y nosotros, entre adentro y afuera, para producir del que se conocía, una forma particular de normalidad y anormalidad. El
identidades. cabrón, años mediante, termina con un puto. No era lo normal, al menos
fuera de la cárcel; dentro sí lo es. Gran nosotros que reúne a todos en es­
-Oye, y tú dices que algunos que van tapados al Anexo ¿y esos no quie­ tos avatares, cabrones y putos buscándose mutamente en las profundida­
ren que el resto de la población los vea? des del encierro. Segunda torsión: dice Chino que hay putos que buscan a
240 PANÓPTICOS Y LABERINTOS EL CUERPO, LA INTIMIDAD, LOS DESEOS: MASCULINIDAD Y EROTISMO 241

los cabrones, todos tatuados, todo cabrón; primer anuncio del cabrón en chinga con otros dos o tres cabrones ¡ no, ésa es una ofensa! Es como una
su estética, en su orden corporal y ético. Aquí sí hay una figura contras­ mentada de madre, aquí la mentada de madre también son duras no, le
tante, una presencia visual de las junturas entre sexo y género, ante los mientas a alguien la madre y pus ¡olvídate!, es una chinga que te va dar
fulgores del puto que hemos descrito. Si a los travestís se les reconocía hasta con la cubeta (Chino, 55 años).
por sus gestos, sus pinturas y sus ropas (entre tantos otros detalles), al
Pero escuchemos. como se oye el sonido del mar en un caracol, de­
cabrán se le reconoce por sus tatuajes -pintura de la hombría sobre el
cir a Chino que el cabrán se coge a los putos porque es la mamá de la
cuerpo, imagen de la masculinidad grabada en la piel-; pero, también,
estancia. Nico decía: la Paz es un cabrón, Chino refiere que el cabrón es
por una atribución de prestigio, el respeto que refiere Chino, pero de
una mamá y como mamá se coge a los putos. La Paz pasa de lo femenino
prestigio macizo y total, como la cualidad del cabrán mismo.
a lo masculino, va de lo puto a lo hombre; el cabrán, el hombre por an­
Atendamos, tanto los putos que cruzan los pasillos hasta el cabrón,
tonomasia, se coge como una mamá a los putos. ¿De qué lados estamos
como los cabrones son ambos descarados: su identidad es evidente. Por
hablando? Pasan de un lado a otro, van de lo femenino a lo masculino
lo tanto, ambos participan del régimen de apariencias del que hablamos:
y parten en la dirección inversa -nuestros internos, por supuesto-. El
son lo que parecen. El tapado, del que nos habló Venustiano, se adhiere
cabrón, en última instancia, se coge a los putos en tanto mamá. ¿No será
a una ontología sexual: se tapa, paradójicamente, para no develar lo que la mamá la figura más acabada de la masculinidad en la cárcel? Más aún
es; pero para no ser, evita parecer. Al taparse impide que ser y parecer
que el cabrán, porque ésa es la verdadera seña de respeto -no hay quien
coincidan. En cambio, el cabrán es descarado en los signos que señalan le diga nada-; corta cualquier palabra en su presencia. Mamá absoluta
lo que es y lo que.parece: exige que ambos coincidan. Hasta esta coin­ de sus territorios, se Je busca detrás de los tatuajes. ¿Qué tipo de mamá es
cidencia, que es una estrategia de verdad, llega el puto caminando por ésta o qué tipo de masculinidad es la que se construye sobre una madre,
los pasillos. violenta y taxativa? Tal vez ni siquiera se logren conformar los lados,
-A la persona que por ejemplo que va al Anexo 5 que se mete con esos sino que permite configuraciones tácticas, así como difusas y frágiles.
chamacos ¿no le dicen que es puto? Tercera torsión, si alguien le dice puto al puñal, Chino asegura que
-No, se dice puñal, o sea. tú dices a la persona que va hacer uso se da vuelta: se voltea. Se voltea y responde con violencia, porque de­
de los homosexuales, a ése se le dice "pufial", pufial quiere decir que tú cir puto es una ofensa, es como mentar la madre. Otra vez el calcetín,
te amias cogiendo a los putos, que te gusta ir con los putos. Aquí, por pero al revés -vuelta de la vuelta-, porque el puñal-cabrán-mamá se
ejemplo, eres el cabrón, el más cabrón porque tienes 12, 15. 17. 20 afios voltea a sí mismo frente a otro, respondiendo a una ofensa, defendiendo
aquí adentro, entonces tú usas a los putos, porque volvemos a lo mismo, su masculinidad, volteada a su vez en el insulto: puto. Lo dice Chino:
la misma pregunta: ¿qué haría yo a los 3, 4 años?, pero entonces ellos a cuidado porque tomará un fierro y picará al ofensor o le dará una chinga
los 3, 4 años pus se les hace normal irse a coger un puto. Hay putos que con otros. La ofensa no quedará sin respuesta, pero la respuesta es otra
hasta porque te ven todo tatuado, todo cabrón, que los demás te respeten, vuelta ... de estas tuercas que son las junturas entre sexo y género, entre
hay putos que se acercan a ti y te dicen ¡pus vente no! voy a tu estancia,
identidades y cuerpos.
se los cogen sin que nadie les diga nada. porque es el cabrón de la estan­
cia, es la mamá, no hay quien Je diga nada, a ése se le dice pui'íal o sea, Vemos cómo se interceptan en el cuerpo del cabrón una ética y una
es un cabrón que coge putos. estética: la ética de la respuesta rápida y precisa a los insultos; la estética
-¿Pero a ése no le dicen puto? de una masculinidad trasunta y gesticulante. Se interceptan, pero no por­
-No, no, no, se Je dice puñal. que sean opuestas y distintas, sino porque son torsiones de una identidad
-¿Y qué pasaría si Je dijeran puto? declamativa y exhibitoria que muestra los signos en un despliegue que
-¡Ah, pus se te voltea! Sí, se te voltea porque aquel cabrón viene es tanto seductor -llegan los putos ofreciéndose- como intimidatorio
de agresivo y Juego con el fierro en la mano " ¡ a mí no me diga puto, -te empieza a picar ... -. O podríamos aventurar que es seductora en
hijo de su pinche madre!" y ¡pum, pum! te empieza a picar o te da una tanto intimidatoria. No es que el deseo busque los remansos de una car-
242 PANÓPTICOS Y LABERINTOS EL CUERPO, LA INTIMIDAD, LOS DESEOS: MASCULINIDAD Y EROTISMO 243

ne dulce y de una subjetividad apaciguada; tal vez busca esta violencia menino; abandonan al hombre para encontrar a la mujer. Pero van de un
pronta que se asoma entre los tatuajes, en los gestos enfáticos, en los punto a otro, reconociendo las vueltas, intentando conformar una mujer
cuerpos prestos, que también podría ser intimidatoria en tanto seductora, total -castración mediante- que no amerite disimulos, aunque sólo re­
y el deseo sería el vector de la violencia y no la violencia en sí. Pequeña sulte de ellos. Asimismo, el puñal va de lo normal a lo anormal, de las
intersección entre Eros y Tanathos: uno clama por el otro entre los pasi­ mujeres a los putos -encierro mediante-, pero sosteniendo sus proce­
llos, en el fragor de la vida cotidiana de una cárcel de hombres. Tal vez dimientos en una totalidad previa y sólida, no conmovible, no quitable:
se trate de otra forma específica de muerte, pero esta vez no como una la masculinidad; seña final del cabr6n, que puede ser muchas cosas a la
resolución ni como un acto, sino como una tensión permanente, como un vez, pero que ante todo es un hombre.
modo en que se desplaza el deseo entre ciertas relaciones sociales y algu­ Lo que el puñal castiga con presteza es que se le envíe a los senderos
nos imaginarios, saturando a los cuerpos de signos equívocos, seducien­ pedregosos de la parcialidad, huyendo de ella como nuestros internos
do mediante la repulsión, abrazando por medio de golpes e insultos. seducidos, pero, como ellos mismos, participando de las parcialidades
¿Cuál será la relación entre ética, estética y deseo? Esta pregunta que hemos esbozado, reconociéndolas y velándolas tras los golpes y las
está en cierta forma minada porque nos puede conducir a conclusiones heridas. Esther nos dijo que era traumático que dudaran de su hombría,
"incorrectas", pero es relevant(? porque quizás todo el campo del erotis­ quitándoles lo que no se quita, restando la parte al todo para desmoronar­
mo y de las relaciones de género esté atravesado por ella, clamando algu­ lo dolorosamente.95 Trauma que constituye al ofendido en resto, como
na respuesta. Cierto pensamiento ha resuelto esta relación abrevando de los putos -al cabrón lo insultan diciéndole puto-, como elemento caí­
las mansas aguas de la sexualidad, en la que se espera encontrar -una do del todo: el insulto es un intento de desmoronar la totalidad; la vuelta
vez apartados los funuestos prejuicios y las vetustas prohibiciones- un y la violencia son una forma de impedir la caída y el derrumbe. La re­
"paraíso" personal y colectivo, un edén descante y placentero. Lo dice ferencia, veámoslo, es a un cuerpo dañado, vulnerado en su integridad;
Foucault: gran escenario moral, sortilegio para todas las incomodidades un cuerpo que sostiene metafórica y metonímicamente una identidad. Lo
e incongruencias, la sexualidad devela la verdad del sujeto, pero también hemos visto antes.
desborda su bondad primigenia, su talante civilizado. Pasamos tímida­ Sucede así una operación paradójica, semejante a la que inaugura
mente por los bosques oscuros del deseo para regresar a los remansos de una mujer metonímica, y que conforma, ahora, un hombre metonímico.
la civilización y sus arreglos. Pero la pregunta permanece sin respuesta, Operación fantasmática mediante la cual se conforma un trayecto de rea­
porque ética, estética y deseo se podrían vincular en formas muy diver­ lidad y de solidez. La masculinidad surge como la seña última de lo que
sas, aunque incorrectas y denostadas.9 4 siempre ha sido confuso y endeble, cuyo único trayecto es el regreso
Anotemos algo. Dijimos que el caquín y el puñal son figuras parcia­ permanente y constante a sus abrevaderos, a los estrictos signos de su
les. Atendamos ahora a que el puñal esgrime una totalidad como recurso pertenencia y de su virtud. Porque el individuo que le dice puto al cabrón
de identidad y de identificación. Los travestís salían de sus cuerpos mas­ o puñal lo voltea, hace con palabras lo que Crisóstomo ha dicho que su­
culinos hacia cuerpos que imaginaban de mujer y que eran asumidos por cede con el calcetín y los bandos. El cabr6n del relato de Chino reconoce
los otros como lo más parecido a una mujer que se podía encontrar en la el intento y le opone su fuerza y su furia; regresa esta voltereta mediante
cárcel; sostenían así una totalidad invertida para esbozar sus identidades una voltereta literal del otro, del insultante, entre golpes y puñales (me­
y sus deseos, para trazar una trayectoria sobre sí mismos y sus destinos. tálicos, esta vez). Como nuestros internos seducidos, el cabrón reconoce
Totalidad invertida porque desechan lo masculino para esgrimir lo fe- que está entre los lados y que adscribirse a uno o a otro, y permanecer en

94 Tal vez el erotismo sólo se pueda estudiar a partir de esta pregunta -mientras que 95 Dice Teresa de Lauretis que ··et género, al igual que lo real, no es únicamente el
la sexualidad se puede dirimir en compoitamientos-, como ya lo esbozó Bataille (1997). efecto de la representación, sino también su excedente, aquello que queda fuera del discur­
El problema, a nuestro entender. es que se discuta la pe11inencia moral de la pregunta antes so como un trauma en potencia, capaz de producir una rnptura o de desestabilizar cualquier
que su valor teórico. representación si no se le reprime" (Lauretis, 1991b: 35; las cursivas son nuestras).
T EL CUERPO, LA INTIMIDAD, LOS DESEOS: MASCULINIDAD Y EROTISMO 245
244 PANÓPICOS Y LABERINTOS

un borde o en su contrario es un asunto de todos los días, que se debe de­ y la voltea; pues el cabrón ha salido de esa escena, o se ha apartado de
mostrar y gesticular ante los otros para que no se confundan, para que no ella, sosteniéndose como sujeto ante un objeto que usa: el puto. Revela
mienten la madre que no deben mentar. Sabe. cuando responde al insulto la trama intersubjetiva implícita, en palabras de Zizek (2003). El cabrón
y vocifera, cuando impide que las palabras hagan cosas con su cuerpo y que usa a los putos es un sujeto que, en el plano del deseo, sólo está en
en su identidad, destruyendo pcrformativamente lo que también lo acosa calidad de ausente; como vimos en los apartados sobre la prostitución y
performativamente, que sexo y género coinciden y nunca se topan, que la seducción, se sabe sin saber, se desea sin desear. La masculinidad se
anatomía es destino, pero a través de estas palabras que cortan el aire y fantasmagoriza cuando se cruzan los límites -los lados- sobre los que
los cuerpos, que obturan gestos y asumen devenires específicos. Sabe se traza una subjetividad: el cabr6n cruza al otro lado al usar a los putos,
que para tener una identidad en un ámbito como la cárcel no hay sino pero exige que se le considere siempre en el mismo lugar, del mismo
1111 cuerpo, y que el cuerpo es el lugar en el que se constituyen los senti­
lado.96 De este modo, quien le dice puto al cabrón, volteándolo, rompe
dos; para salir de él en diversas direcciones, para regresar a él volteados, el silencio que permite esta escena de seducción, así como las miradas
transformados y heridos, por así decirlo. f1tertes de Leandro rompían el cotorreo sano.
Vemos que en el relato de Chino la 'escena que mencionó Esther de Rompe el silencio y desdibuja la pureza, tanto de los hombres cabro­
hombres que intentan seducirlas desde sus grupos o bolas, cruzando el nes como de los putos, creando este territorio difuso -im-puro- de la
aire con gestos y llamadas, se invierte: ahora son los putos quienes cru­ seducción o, más bien, enunciándolo, transformando a todos en objetos,
zan los espacios para llegar hasta el cabr6n, hasta su cuerpo tatuado, has­ unos de otros: a los cabrones de los putos, a los p1ttos de los cabrones...
ta su hombría y su respeto, hasta la violencia misma que puede desplegar Exhibe lo que es intolerable para la totalidad del cabr6n -sostenida y
ante cualquier asomo de duda -sobre su misma hombría, por cierto-. ejercitada como respeto-: que todos están fragmentados y que todos son
Cruzan los pasillos hasta la masculinidad declarada del cabrón para lla­ parciales, que la totalidad es una ilusión de las partes que se desplazan
marlo, para decirle que irán hasta su estancia porque lo desean. Chino en esta escena, entre pasillos y estancias, entre tatuajes y culos. La única
dice que el cabrón usa a los putos, como Rolando dijo que se pasaban respuesta posible a este saber insoportable es voltearse para voltear al
entre ellos a las mujeres que visitaban a la banda. El uso se sostiene en la otro mediante la violencia; restaurar el silencio silenciando, distanciando
totalidad que hemos mencionado. Notemos que Chino dice que el cabr6n este saber del poder que cuestiona, para reafirmarlo y restablecerlo.
se coge a los putos, sin que nadie diga nada. Nuevo privilegio para el En esta voltereta, lo que el cabrón hace finalmente es optar por el
cabr6n, que se suma al mérito de no hacer nada. Ahora impide la palabra dispositivo de fragmentación que antes mencionamos. Evita que las co­
Y colisiona cosas con palabras, evitando que las cosas del sexo se jun­ sas se junten con las palabras y se aglutinen, exigiendo la verdad y la
ten con las palabras del deseo. Interrumpe el sintagma para proclamar y coherencia; el acuerdo entre las prácticas y los significados, entre "den­
ordenar un silencio. Otra estrategia local del saber y el poder: se evita el tro" y "fuera". Pero esto desliza una paradoja, pues la totalidad que de­
saber para sostener un poder, se suspende el saber -la palabra- con un fendería el cabrón ante las palabras que lo suman a la escena de la que se
poder enfático -los fierros-. Los colectivos parlanchines, de los que aparta sólo sería posible por la fragmentación referida.
hemos hablado insistentemente, esta vez callan. Silencio.
Pero hay otro matiz: si el cabr6n usa a los putos, que a su vez lo han
LA TIERRA PROMETIDA: CUERPO, GÉNERO E IDENTIDAD
buscando para seducirlo -transitando por sus estancias, alcanzándolo
en sus celdas-, si su gesto y su disposición es el uso, se debe a que él
Dijimos que anatomía sí es destino, que en su punto de máxima expre­
mismo se pone fuera de la escena de seducci6n, no participa en ella par­
sión el cuerpo se vela tras diversas máscaras, simulando una desnudez
ticipando, como nuestros internos que huían por los pasillos. El silencio
que impone proclama eso: no hay escena, no hay seducción. Pero el su­ % En sentido estricto, es el puto quien cruza hacia el lado del cabrd11, por lo que éste
jeto que le dice al cabr6n que es un puto devela la escena de seducción nunca se cambia de lado.
246 PANÓPTICOS Y LABERINTOS EL CUERPO, LA INTIMIDAD, LOS DESEOS: MASCULINIDAD Y EROTISMO 247

en la desnudez. También preguntamos: ¿quién le pide cuerpo al cuerpo? entran esencias, donde se negocia vaciando el cuerpo y llenándolo, expul­
Ahora sostenemos que la Paz lo hace para revertir y voltear sus signos, sando el alma y reteniéndola.
trazar sobre su anatomía otra anatomía, y esgrimir sobre la verdad de Así también, lo que ella hace sobre su cuerpo lo opera sobre el de los
la naturaleza, la verdad enfática de sus movimientos. Cruza su cuerpo, otros, porque en su gesto y en su vuelta desmiente a la vez la igualdad y
tornándose sobre sí, haciendo del cuerpo el único garante de un sí mis­ la diferencia, las cita y las borronea. Es igual a sí misma y es diferente
mo. Enmascarando su anatomía y develándola a la vez. ¿Dónde podría de y en una sola vez; es igual siendo diferente, por así decirlo. Es igual y
encontrarse otro destino si no en esta anatomía ambivalente y oscilante? ya se ha volteado para ser otra. Pero atendamos a que no se inserta en un
Pero atendamos a que la operación de reversibilidad, la vuelta de este régimen de indiferencia, sino que transita de la igualdad a la diferencia
calcetín identitario y subjetivo, permite que no "tenga" uno sino varios sin reposar en ninguna. Asimismo expone a todos a esta transformación
cuerpos -o al menos dos-: el del puto y el del hombre. El que se conden­ inmediata y reversible mostrándoles que tampoco sus cuerpos son Uno ni
sa en el culo y el que gesticula en las manos, ofreciendo golpes. Va de sus identidades discretas; por eso Nico puede decir: la Pa;:, es un cabrón,
un cuerpo a otro, así como de una identidad a otra, haciendo estallar el volteando su propio calcetín en sus relatos, tornando al otro -o la otra­
mapa pudibundo del cuerpo propio, el sello conspicuo de lo Uno sobre entre sus palabras, que necesitan voltearse ellas mismas para enunciar
su anatomía; para extraer múltiples posibilidades, para esbozar diversas este estatuto mudable que atisbamos; tal como ella les dice que lo pLllo
estrategias y tácticas. lo tiene en el culo y que el resto -de sí misma- no queda determinado
El calcentín que se da vuelta y el culo, que le permite a la Paz pasar por ello. Rompe, entonces, con la consecución de las deducciones: si es
de una "identidad" a otra, nos llevan a las puertas de ese recinto extra­ puto entonces... ; para trazar un espacio de incertidumbre, porque también
ño y hermético que hemos denominado subjetivación: vuelta sobre sí, es un cabrón.
ha dicho Butler (2001b), vinculada con la forma que asume el poder,
"inexorablemente marcada por la figura del darse la vuelta, una vuelta Debiéramos considerar que tal vez por esto mismo el único cuerpo maci­
sobre uno/a mismo o incluso contra uno/a mismo/a"; y agrega que di­ zo sea el de los travestís, que permanece asido a sí mismo en sus manie­
cha vuelta es la que inaugura tropológicamente al sujeto. Indica que "No rismos y sus gestos, en los pliegues y sus roturas. Cuerpo sólido de una
existe sujeto que se dé vuelta", sino sólo vueltas ... y vueltas de un sujeto intención, carne entre fantasmas; cuerpo estricto, deseoso y centelleante.
que "surge" entre estas torsiones. Como emerge la Venus del mar, aquí Cuerpo que torna la mirada hacia sí y se recrea velándose. La masculi­
vemos ascender, de las profundidades de su cuerpo, a la Paz giratoria y nidad, esa pieza de herrero, siempre estará, finalmente, en otra parte;
paulatina, calcetín mediante. siempre sostenida y reclamada con presteza, pero también extraña a sí.
Pero este tropo luminoso que ha enunciado y anunciado la Paz -este En la masculinidad se inaugura un cierto régimen de la mirada, lo hemos
lugar específico por el que pasa y vuelve a pasar para ser ella misma y dicho, pero excluyéndose a sí misma como objeto (en los sentidos poli­
muchas otras, para parecer y ser a la vez- revela que el poder tendrá sus valentes de la palabra) de dicha mirada. Tenemos tres exclusiones: una
traspiés en el camino, que no sólo "produce", como postula Foucault, sino primera, que vimos en un capítulo anterior y que excluye a la masculini­
también reduce y deduce. La Paz hace pasar el poder por su culo para dad como objeto de reílexión; una segunda, que analizamos en la sección
citarlo y maniobrarlo, no para ser más libre en una cárcel, sino para estar sobre la seducción y que aparta a la masculinidad como objeto de deseo y
más viva, diríamos; transitando por sí misma en idas y vueltas, retocando de mirada; y, finalmente, una tercera, que separa a la masculinidad como
su subjetividad, reduciendo los efectos y multiplicándolos, deduciendo su objeto de opinión.
identidad y esparciéndola, a la vez que la "sujeta" en su culo. Otro agujero Vuelta sobre sí misma, la masculinidad permanece prístina; en estos
en las tramas de poder y de subjetivación -tal como lo vimos con el régi­ laberintos de deseos, identidades y cuerpos (y de tantas otras cosas más)
men de habla que permite la borrega, con las cabañas y con la sexualidad la masculinidad sostiene un orden de pureza -su virtud- mediante su
homoerótica-, pero esta vez literal: un culo por el que salen sustancias y clausura. Como los cuerpos que escapaban de las miradas cerrando el
248 PANÓPTICOS Y LABERINTOS EL CUERPO, LA INTIMIDAD, LOS DESEOS: MASCULINIDAD Y EROTISMO 249

paso, levantando muros entre las intenciones y los juegos, entre las ver­ siempre coincide con el género no coincidiendo nunca, mediante su fra­
dades y los simulacros, la masculinidad también se vela a sí misma, ob­ caso y traspié. Sexo, género e identidad forman una trinidad discreta de
turándose, trazando en torno a sí un círculo mágico que la hace invisible lo imposible. No se trata de que no coincidan y cada cual se combine
y la conduce hasta la razón más profunda de los cuerpos. de modo contingente con el otro en un festín de azares e intercepciones.
Se trata de que sí coinciden, como una promesa dada y debida, pero que
El cuerpo en la cárcel es como una pintura barroca: no tiene espacios siempre fue.
vacíos, lo cubre todo en el delicado afán de cubrirlo todo -sea mediante Vemos entonces al pueblo de travestís, pueblo elegido de la identi­
descaro o velamiento, obturación o transparencia-. Tras el lleno total dad y del sexo, cruzar su desierto desde el sexo hasta el género y desde
del cuerpo -sus pliegues-, como en la pintura, vemos trasponerse un el género hasta el sexo para no encontrar a uno ni a otro, sino sólo este
calidoscopio, como si se procediera llenándolo todo para señalar un va­ trayecto obligado y sudoroso (hablamos de desiertos). Pueblo que parte
cío más radical, como si se mostrara para ocultar. El cuerpo del travestí, en la búsqueda de una identidad, de una verdad provisional que se pueda
historizado en sus transformaciones, en los candentes contornos de una inscribir sobre la carne; en la búsqueda de una juntura definitiva entre
anatomía, revertido en gestos -pintura, retoques y trazos-, cuerpo asi­ "sexo" y "género", entre "alma" y ·'cuerpo". Para constatar que todo está
do a cierta pasión que rasga su superficie para asirla, como si todos los fuera de quicio, pero no porque no coincidan, sino porque la juntura mis­
gestos correspondieran a una pe1tenencia prematura y vacilante, como ma es una trizadura, un "quicio" fuera de sí; sea que se diga que no une
si el mismo travestí quisiera apropiarse de sí transformando su cuerpo, nada -al sexo con el género- o que Jo une todo -idem-. Juntura que
obturándolo con una verdad ciega, pero justamente a partir de esa disyun­ es prueba, para ellas, de una promesa sexual, de la plenitud deseada de
ción91 entre un cuerpo y una subjetividad. una identidad (o de la identidad en tanto plenitud de un deseo) y de su
Tal vez la identidad se nos devele sólo como una tierra prometida coincidencia anhelada; y, para tocios los que no cruzan estos parajes, de
y heredada que hubiese que conquistar afanosamente con una precisión la insinuación dolorosa y permanente de la subjetividad.
táctica sobre el mapa enceguecido de la carne: la ropa bonita, el pelo lar­ Pueblo que avanza por la juntura misma, trazando en su cuerpo la
go, las botas grandes de la Diana y su maquillaje. Como si el cuerpo no travesía: pechos, ropas, castraciones, pinturas, vueltas y vueltas; dibujan­
fuera nada sino una disyunción entre lo que se desea y lo que se es. De do la topografía ele estos trances y sus pliegues.
este modo el travestí conduce su cuerpo hasta la identidad deseada; nin­ Dijimos: cuerpo como las pinturas barrocas. Pero no sólo el de los
guno, ni identidad ni cuerpo, están ya en y con él o ella, sino que ambos travestís, sino el de todos, porque en la seducción que describimos antes,
constituyen una promesa -de lo ya dado- que se conquista en la carne entre las miradas, los juegos y los escarceos, los guiños y las elusiones,
misma, que la carne misma ofrece. en los meandros de una alteridad que relumbra ante la pureza de los
Este pueblo de deseos aciagos y de gestos centelleantes, esta peque­ hombres, también se devela una superficie totalmente llena, sugerente y
ña nación deseante, cruza su propio desierto para llegar hasta sí misma sugerible, mencionable. Cuando la mirada cruza la distancia entre quien
conducida por una fascinación; pero no por lo que es, sino por lo que mira y Jo observado, cuando atraviesa el espacio social para asirse a los
nunca será. ¿No son acaso los travestís quienes enuncian la imposibili­ cuerpos, cuando eso sucede, nos muestra que el cuerpo estaba lleno pre­
dad del género y de la identidad de manera más patente? No se trata de viamente de Jo que la mirada buscaba. El cuerpo y el sujeto tuvieron que
que el sexo no coincida con el género, como sostiene la Butler. Eso es haber siclo ya seducidos para ser seducidos. Una seducción, en este sen­
poco decir: una rabieta ante los límites estrictos, una patada en el tablero tido, no es algo que suceda de pronto, sino que ya ha sucedido cuando
para tirar sus piezas. No se trata de eso, sino, más bien, de que el sexo sucede. Si no fuera así y no hubiese esta disyunción cómplice entre la
seducción seducida y la mirada, entonces la mirada no "miraría" nada.
97 En esta pa,te nos "inspiramos" en el primer capítulo del libro Espectros de Marx Mira tanto quien ve como quien es mirado, ambos lados operan la mirada
de Jacques Derr ida ( 1995). para establecer la seducción. Dijimos en una nota que el deseo se debe-
250 PANÓPTICOS Y LABERINTOS EL CUERPO, LA INTIMIDAD, LOS DESEOS: MASCULINIDAD Y EROTISMO 251

ría pensar como un entre, tal cual se hace con lo inconsciente; he aquí Cabe ahora decir que sólo estamos entre el sexo y el género no como con­
su demostración. Entre miradas, y tal vez no entre sujetos, se desliza un tenidos, sino como torsiones de la línea que hemos mencionado, como
deseo. Si no se mirara la mirada seductora, si aquel a quien se intenta versiones de la juntura. Por eso aquí mismo debemos estimar que la sexua­
seducir no participara huyendo de la seducción y no se "diera cuenta" de lidad y el género tampoco son las entidades sólidas -aunque construi­
la mirada, entonces no habría nada. Pureza tal vez, pero que también se das- que considerábamos, sino formas de organización de este entre.
1
rompe mediante la rareza de unos ojos, como ya lo vimos.
Lo mismo diremos para la coincidencia entre el sexo y el género: sin Fuimos convergiendo paulatinamente desde los lados hasta esta juntura
ella no podrían bifurcarse, pero sólo concuerdan en tanto disjuntos, como espaciosa de la que ahora hablamos, atendiendo a la lógica que permite
las miradas. Si no estuviesen uno y otro tan sólidamente sellados, no ha­ distinguir los lados como entidades discretas, y considerando sus fallas,
bría fractura posible; si cada uno estuviera tan distante del otro, no habría sus versiones erradas y sus reformulaciones. Tal lógica compromete a un
ningún afán por hacerlos concordar. Pero no coinciden, como se nos pre­ cúmulo significativo de investigaciones en este campo difuso que son
tende mostrar, por la estricta determinación de la naturaleza, ni por la ac­ los estudios de género, y así como considera la adscripción de los lados
ción cabal de una construcción social -sólida en sus efectos y fantasmal como una operación cultural y un artefacto social, vuelve a regresar al
en sus procedimientos-. Sexo y género coinciden precisamente porque punto de partida -incluso en medio de llamamientos radicales- para
no son más que esta juntura; límite y trazo en el que, como dirían Deleu­ de nuevo dejarnos de un lado u otro, sin atender a la juntura que permite
ze y Guattari, máquinas deseantes se interceptan con máquinas sociales la disyunción entre sexo y género y esgrime justamente la artificialidad
(por eso mismo hay naturaleza y cultura, no en tanto una dicotomía que de ambos, su contingencia.
sostenga por un lado sólidas esencias y por otro construcciones contin­ Boris detiene los avances de su pretendiente y le dice: ¡no voy de
gentes, sino como torsiones de esta juntura). ese lado!; cuando lo enuncia, exclama: mira, yo estoy acá, de este lado,
No hay unidades discretas, eso es lo relevante, sólo juntura. Porque y tú del otro -sobre el que no iré-; le dice también: veo los dos lados,
cuando Butler le anuncia a su pueblo queer que el sexo y el género no los re-conozco, y me quedo en éste. Pero si ve los dos lados y dice que
tienen por qué corresponderse uno con el otro, lo que hace finalmente es de uno va y del otro no: ¿dónde está, exactamente? Como lo vimos en la
desconocer la juntura y liberar estas falsas esencias en sus respectivos escena de la seducción, que se conforma en un entre, lo que hay es esta
"continentes", que nunca debieron estar juntos y que, ahora sí, pueden juntura que ordena las miradas y también las posiciones. Si hay un lado y
marchar en sus particulares derivas. Dice, aun más, que el sexo es cons­ otro, y alguien dice desde este lado que no quiere habitar el otro, es por­
truido por el género y que debemos olvidar el lugar cierto del sexo y su que los lados son artificios de una línea, están entre y no a los costados;
diferencia (también sexual), sobre la que se erguiría el género. Pero de luego se pueden discernir los flancos. Están en su juntura, por eso discri­
un lado y del otro permanecen estos terrenos discretos, ya tambaleantes minan un lado del otro, tal como dirimen miradas, viéndose en su propio
y cubiertos de retoques burlescos, pero macizos en su disyunción. Frente mirar. Otra vez: si los lados que enunciaba Boris -así como su versión
a eso nuestro pueblo travestí y estos colectivos que se seducen eludién­ "interna", que Crisóstomo llamaba pliegues- son una topografía para
dose nos dicen que el género sí responde por el sexo (y viceversa), que el deseo, al igual que una sociografía de las identidades, un mapa para el
uno y otro sí se corresponden, pero en esta disyunción que es la línea sexo y el género, tenemos una línea que permite distinguirlos y percibir­
mencionada. No porque uno diga los "contenidos" del otro, o porque los como unidades discretas, sea para consentir su unión o su disyunción.
preguntando por uno sepamos del otro, sino porque no son más que la No importa. Lo relevante es que son un efecto de la línea, de la juntura
línea que los une. misma que los constituye. Lo discreto permanece (ve)lado. Tal como las
Algunos se deshicieron del sexo para quedarse sólo con el género, miradas, que son efecto de este espacio entre (ellas), y se remiten unas a
otros enuncian repetidamente al género para terminar hablando sólo de otras mediante un juego de conocimiento y desconocimiento subsiguien­
sexo. El equívoco es permanente y nunca sabremos de qué lado estamos. te, creando un salón de espejos infinitos.
252 PA\IÓl'TICOS Y LABERINTOS EL CUERPO, LA INTIMIDAD, LOS DESEOS: MASCUUNIDAD Y EROTISMO 253

Regresemos a la Paz, a su culo y sus madrazas. Lo que ella devela cla­ así como la Diana se pasea pareciendo lo que no es, desvirtuando el lugar
ramente es el espacio entre sobre el que hemos insistido. Si puede ir, seguro que, tras los muros, algunos habían construido para sí, para sus
"dentro" de ella misma y "a través" de ella misma de lo puto a lo hombre, deslindes y sus conceptos.
pasando por un culo metafísico y demiúrgico, es porque ella no está de Pero aquí encontramos una pista para comprender la parcialidad a
ningún lado, sino entre ellos o, más bien, reconoce que los lados son un que nos referimos en el caso del monstruo y del muchacho que se pros­
entre -sea en "uno" mismo, o en un colectivo- que permite su distin­ tituye, así como la de los cuerpos en los escarceos de la seducción. Di­
ción y su retruécano. Crisóstomo especificó que la operación consistía en jimos que uno y otro -monstruo y muchacho- son constituidos en
voltear un calcetín, así como en romper pliegues, pero la Paz agrega mujeres parciales, a la vez que una mujer fantasmal se reparte en peda­
que el calcetín se voltea y se vuelve a voltear, que ésa en su condición, que zos en la cárcel. En un primer momento percibimos la parcialidad refe­
nunca permanece en un lado o en otro, sino volteándose. ¿Qué es una rida a una totalidad que se parte y que se desmenuza fragmentándose,
voltereta, qué es una torsión? Es un espacio entre, no es lado alguno; a la pero más bien, nunca ha existido dicha totalidad, pues la operación de
vez que va de uno a otro, constituyéndolos. Va del sexo al género y del conformación de mujeres parciales es equivalente a la de voltear y vol­
género al sexo, volteándose, tornando una identidad y una anatomía, un ver a voltear el calcetín que ha expuesto la Paz; es un ir y venir entre la
cuerpo y una subjetividad. identidad, el cuerpo y el deseo, que no supone ninguna sustancia, sino
Asimismo la Paz se vela y se des-vela, se descara y se cubre, en un funcionamiento específico, sea en el trabajo doméstico o en el sexo.
operaciones que ya examinamos y que se realizan en este entre macha­ No es que ante mujeres parciales tengamos a hombres totales que cortan
cón del que hablamos. Pero no hay nadie que sepa tan bien de este lugar un -y el- cuerpo y lo trozan. No, ante ellas y con ellas, tenemos otras
oculto, que pueda describir con tanta precisión los lados y el funciona­ tantas parcialidades que se desplazan en este entre. Porque cada cual, lo
miento de la lógica indicada para su constitución en entidades discretas vimos, puede ser mamcí o monstruo -dos tipos de mujeres parciales,
y distintas, como un travesti; porque él o ella es un entre permanente e ahora lo vemos, pero una "subordinada" y la otra "dominante" - y tiene
insistente: entre su cuerpo y su anatomía, entre su deseo y su identidad, que voltear su propio calcetín para pasar de una posición a otra, que son
entre otros y ella misma, entre velos y miradas. entre pinturas, ropas y otros equivalentes de los lados que refería Boris y de los pliegues de Cri­
pliegues. Boris puede elegir un lado, des-conociendo que conoce ambos, sóstomo. Asimismo, en el caso del muchacho que se prostituye y quien
y que está entre, o Crisóstomo considerar que el calcet{n se voltea de una lo contrata cada cual actúa su parcialidad: la del muchacho que "ocupa"
vez para siempre, porque ambos estiman que están en el -y pertenecen una posición pasiva en el sexo, concomitante a una posición femenina,
al- campo discreto y diferenciado de la masculinidad, que no es más acicateado por la urgencia de tener dinero para consumir droga (por men­
que una operación de deslinde y de desconocimiento del entre, un intento cionar el caso más común), y la de su partenaire que parcializa su de­
fallido para conformar un territorio cierto y preciso a la vez que sólido y seo en un cuerpo a la vez fragmentado, esgrimiendo la privación de su
consistente. La Paz, ella que es un cabrón y que sabe muy bien lo que es sexualidad "normal" por el encierro y la falta de mujeres (reconociendo
un hombre, les recuerda que el calcetíí1 se voltea y se vuelve a voltear, claramente su parcialidad vital y experiencia!), y parcializando el deseo
que cada cual participa en esta ruleta enunciando lados y vo/rerecas; pero de mujeres en el deseo de sexo y viceversa.
entre ellos, al medio de todo. Por eso, y este punto es relevante, la opera­
ción de diferenciación es siempre una de semejanza; cuando los hombres
ven distinto al puto, leyendo sus señas y sus movimientos, cuando hacen
eso y van del parecer al ser, lo que pretenden es deslindar lados y esta­
blecer territorios y bandos, claridad en la confusión de los pareceres y de
las identidades, pureza en los cuerpos y en las miradas, en los deseos y
en las intenciones. Ya lo dijimos, la Paz corre en una dirección y en otra,
V. SEDUCCIÓN, MASCULINIDAD
Y CUERPO: A MANERA DE EPÍLOGO

Hemos elaborado algunas conclusiones, pero sin el afán de resumir lo


que se ha dicho a lo largo de los análisis que acabamos de cerrar. Nos
interesa, al contrario, relacionarlas con ciertas discusiones teóricas y des­
tacar algunos puntos para continuar tales debates. De este modo, hemos
evitado el estilo conclusivo porque desde el principio rechazarnos esta­
blecer una "verdad".
Escribimos tres secciones finales. Una la dedicamos a la seducción,
advirtiendo que constituye una escena que se contrapone a la de la iden­
tidad y que representa una forma distinta de aproximarse a los objetos
que comprometen a los estudios de género y de sexualidad. Como lo
indicamos en algún momento, tal vez aquí una mirada oblicua sea mejor
que una directa. De alguna forma proponemos una aproximación me­
todológica y teórica que reivindica los rodeos, los dobles sentidos, así
como los entuertos y las imposibilidades. La escena de la seducción tiene
una característica central: admite la reversibilidad de los órdenes. Hasta
ella nos condujeron la Paz y su culo, ya largamente citados, para esbozar
como posibilidad no sólo la subversión o la inversión de un orden sexo
genérico, por ejemplo, sino también su reversibilidad. Este rasgo permi­
te, a nuestro entender, realizar una genealogía de la masculinidad que no
suponga sus orígenes ni determine por anticipado sus contenidos.
Luego expusimos que la masculinidad debe entenderse como un
"punto nodal", es decir, como una forma de condensar contenidos y de
totalizarlos. Esto se vincula con las dos características centrales de la
masculinidad que hemos encontrado: primero, su pugna por mantener
siempre un estatuto de sujeto -los hombres que la portan, más exacta­
mente-, objetualizando a los otros para conseguirlo; segundo, su fun­
cionamiento siempre por totalización. Su principal amenaza, junto con
ser objetualizada, consiste en la parcialización. La masculinidad debe
leerse como un esfuerzo permanente y cotidiano, urgente y agónico en

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256 PANÓPTICOS Y LABERINTOS SEDUCCIÓN, MASCULINIDAD Y CUERPO: A MANERA DE EPÍLOGO 257

muchos sentidos, por mantener la totalidad y la posición de sujeto en sean construidos e históricos. Tales estudios participan suavemente de
cualquier relación social. Hablamos de puntos nodales porque consisten una lógica que intentan impugnar, ya lo hemos dicho, y salen a buscar
sólo en una forma de fijación, por eso hemos sostenido que más allá de lo que en cierto modo ya encontraron. En este viaje sinuoso y respetable
esta forma, la masculinidad es un conjunto vacío. Asimismo cabe desta­ quedan atrapados en un sinnúmero de callejones sin salida y enredados
car que puede funcionar como punto nodal dada una exclusión radical: en sus propias formulaciones, como arafias que no supieran tejer sino
la que se ejerce sobre el puto y lo puto en la cárcel, que es su elemento su desvarío. Tal vez, y ésta es nuestra apuesta, el error más craso que se
caído, su fracaso más radical y consistente, y un límite que constituye a comete es participar en esta escena de la identidad, que es vecina de otra
la masculinidad misma. Está más allá de ella -como resto-, pero con­ escena de la verdad, y reproducirla. Es la verdad del sexo y del género
formando el centro de su funcionamiento. lo que se ha buscado afanosamente entre cuerpos y afirmaciones, entre
Por último nos abocamos al tema del cuerpo. Tres partes del cuerpo supuestos y axiomas, entre silencios y mentiras. Verdad que nos debiera
son el soporte para los puntos más relevantes en estos análisis, según decir cómo se corresponden los significados con las prácticas, los senti­
nuestra consideración: la boca, la cara y el culo. Los órdenes sociales dos con las éticas, las construcciones con su historia; el cuerpo con sus
que hemos estudiado -el social, el genérico y el sexual- se condensan palabras. Si retomáramos lo que expusimos antes sobre la genealogía,
en estas partes para desplegar su funcionamiento. No obstante, conside­ deberíamos indicar que estos estudios han operado convencidos acerca
ramos que subyace un resto que no puede ser analizado y que responde· de la verdad del género y la determinabilidad de su origen. Por eso parti­
al estatuto material del cuerpo, independientemente de las significacio­ cipan de la escena de la identidad, tan precaria como la de la seducción,
ne �. �uizás este1:1os ante la misma disyunción que observamos para las tan real también como ella, pero repleta de pretensiones y de certezas que
practicas y los significados, pero esta vez el cuerpo permanece en una aquélla evita o desmiente.
condición silente. Tal vez nos refiramos en último término a la carne Por otra parte, estimamos que la estrategia de Butler de separar al
por utilizar esta palabra tan bellamente atiborrada de sentidos y de usos'. sexo del género para dejar que éste prolifere y se multiplique no elude esta
No somos presa de una ingenuidad epistemológica que pretenda conocer escena de la identidad, pues sólo expande los referentes para permanecer
la "cosa en sf"; sólo anotamos como un fracaso y una imposibilidad de atada, aunque sea por contradicción y separación, a la verdad del sexo.
nuestros anábsis que el cuerpo permanezca transido de un silencio per­ De alguna forma Butler es otro capítulo de la historia del sexo verdadero
_ ya mencionada, de esta empecinada lucha por la verdad de la carne y la
sistente, que tenga en cierto modo un estatuto inanalizable.
discreción de la anatomía; episodio tal vez hilarante porque ya nada coinci­
de con nada, y los cuerpos liberados de sus identidades -pero también las
LA ESCENA DE LA SEDUCCIÓN identidades de sus cuerpos- pueden vagar por el espeso bosque de las sub­
jetividades al fin descarnadas, tal como lo hacen los ángeles en el Paraíso,
Si atendemos a lo que ya se ha mencionado a lo largo de estos análisis sin sexo y sin carne. Como plantea De Lauretis, "no podemos resolver
veremos que hemos esbozado un régimen de la mirada que opera como ni disipar la incómoda condición de estar simultáneamente dentro y fue­
marco semiótico para el erotismo y la subjetividad, y que hemos descrito ra del género mediante el expediente de despojarlo del sexo" (Lauretis,
una escena, estrechamente vinculada con este régimen, que llamaremos 1991 b: 248; las cursivas son nuestras). La advertencia es clara y tiene casi
de la seducción. Una escena de la seducción que deslinda, en sus propias veinte afios de haberse formulado. No podemos salir del género creyendo
fo�mas y acuerdos, erotismo e identidades, deseos y rechazos, acopla­ que sólo estamos en él -sólo hay género y ya no sexo- sin sostener una
illlentos y huidas. Consideramos que los estudios de género en general, escena tanto de identidad como de verdad. Expandir al género, subsumir
Y los de masculinidad en particular, han elaborado y participan de una en él al sexo para quedar igual que siempre: buscando coincidencias y
escena de la identidad en la que el todo coincide con sus partes, los con­ verdades, mesándonos los cabellos cuando las prácticas parecen tan dís­
tenidos remiten siempre a formas y los enunciados a verdades, aunque colas ante sus significados, y cuando los cuerpos regresan cargando la
258. PANÓPTICOS Y LABERINTOS SEDUCCIÓN, MASCULJNIDAD Y CUERPO: A MANERA DE E PILOGO 259

densidad de su carne. Regresemos a De Lauretis y sus advertencias; ella capacidad de elección y de seducción, subyace una regla que permite un
sostiene en ese mismo escrito que "el género no es una propiedad de los juego (Leandro lo ha dicho: la seducción es un juego, un cotorreo). El
cuerpos, ni algo existente desde el origen en los seres humanos, sino que género es también norma o regla, forma de ordenar un juego entre identi­
es 'el conjunto de efectos producidos en los cuerpos, los comportamientos dades y adscripciones, entre cuerpos y subjetividades, entre individuos y
y las relaciones [...]' por el despliegue de 'una compleja tecnología polí­ grupos. La seducción es un orden, tal como lo es el mismo género; orden,
tica "' (ibid.: 234). Entonces, no es necesario restar a los cuerpos algo que sin embargo, de la reversibilidad de todo orden.
no es de su propiedad, ni borronear orígenes que no son tales; es preciso Butler (2001b) observa que la constitución del sujeto puede leerse
estudiar los efectos producidos por una tecnología política sobre los cuer­ como un proceso que intercepta sujeción y subjetivación, imbricadas en
pos, sobre las conductas, en los imaginarios y en las relaciones. una relación inaugural con el poder. Ya lo citamos: sujeto como vuelta
sobre sí, posibilitada por esa relación con el poder que es tanto sujeción
En el libro que dedica a la seducción, Baudrillard explica que "toda es­ como subjetivación. El género será uno de los modos en que se pliega
tructura se acomoda a la inversión o a la subversión, pero no a la rever­ el poder en la vuelta del sujeto sobre sí y que lo constituye en su misma
sión de sus términos. Esta forma reversible es la de la seducción" (1986: operación, con resultados tanto de sujeción como de subjetivación. Tal
27). De haber una tecnología que produjera y administrara efectos, sería vez Butler y De Lauretis coincidan en esto: la operación de un orden de
tanto política como seductiva, al menos en el ámbito que aquí nos intere­ género es en sí misma creadora de sus propios efectos, que no anteceden
sa. Para nuestros fines no basta con decir que existe dicha tecnología, si nunca a su propia operación, la cual, a la vez, sólo consiste en dichos
suponemos de inmediato que sus efectos serán sólo de producción y que efectos. Digamos: es un orden de efectos, no de causas. Como el sujeto
admitirá en su funcionamiento la inversión -el sexo es género- o la del que habla Althusser, que está siempre-ya interpelado, no hay estric­
subversión -sólo hay género-, pero no la reversibilidad -del sexo y tamente un antes y un después sino en tanto distinciones que el mismo
del género-. Ésta es la escena de la seducción, y su tecnología, que he­ orden consiente y que, además, le permiten ocultar su funcionamiento.
mos analizado ya insistentemente. En esta escena caben la Paz y su culo, De esto nos hablan los presos: orden circular que intercepta causas con
los cabrones, los puñales, los putos, las idas y venidas, las huidas y los efectos en el retorno del tiempo sobre sí, en la obligada repetición que
acercamientos, el amor y la furia. En esta escena transitan los travestis y supone. Las causas y los efectos serán, en este sentido, distinciones con­
sus clientes, los monstruos y sus mamás. Es la escena de las cabañas, de ceptuales y lingüísticas.98
los velos que se corren y se descorren, de los silencios y de los retruéca­ Anotemos: la reversibilidad es siempre la de un orden. En la Paz era
nos. Una escena que, en su rasgo más sorprendente, estipula la reversi­ un orden sexual y de género el que se reversibilizaba en su culo; en el
bilidad de los signos y de las identidades. Como mostraba la genealogía, caso de la borrega, un orden del habla lo hacía en su boca, mediante su
la verdad es siempre un acuerdo, y la seducción lo rebate: "ser seducido, muerte o su castigo. No para instaurar libertades crecientes ni para esta­
dice Baudrillard, es ser desviado de la verdad". blecer un régimen de habla o sexo genéricos menos opresivos. No. Más
Tenemos la reversibilidad de las identidades y de las posiciones, lue­ bien para permitir que los dos coexistan y convivan. La borrega y los
go, la del deseo, que vimos en el caso de la prostitución; así también travestís, ya lo hemos dicho, surgen de la colisión de los dos órdenes. Y
la reversibilidad de la suerte y del destino cuando hablamos del silen­ los hacen reversibles a los dos, al mismo tiempo. Los seducen, transitan
cio. Tenemos este oráculo que dice: la seducción es la reversibilidad de entre ellos, los alteran. Por supuesto que sacrificialmente, ofreciéndose
cualquier orden (semiótico, corporal, institucional, genérico, sexual...). a sí mismos para permitir que la seducción suceda, entregando su propia
De algún modo la seducción, y la escena que tratamos de reconstruir vida a este sistema de intercambios reversible y circular.
para describirla, operan de la misma manera que hemos descrito para el
98 Humberto Maturana ( 1995) observa que el lenguaje permite realizar distinciones
género. Hay seducción porque existen lados, que son discernibles sólo que figuran como externas a él, pero que son generadas por su propia operación. Por eso
en tanto se está entre ellos. Tras la libertad aparente de los sujetos, su recalca que no existe realidad fuera de estas distinciones.
260 PANÓPTICOS Y LABERINTOS
SEDUCCIÓN, MASCULINIDAD Y CUERPO: A MANERA DE EPÍLOGO 261
Pero, en tanto vector de seducción, la borrega y el travestí cons­
tituyen una línea de fuga; 99 atraviesan su propia carne para repartirse diversas, a resoluciones distintas y contradictorias. Bastaba con que no le
en múltiples direcciones. Estas dos figuras posibilitan el espacio que los solicitáramos verdad a esas palabras, ni tampoco congruencia, para que
presos consiguen para su propio orden; surge en los límites que ellas tra­ pudiéramos seguir su curso sinuoso, como el de un río o el de un ritual.
zan con su cuerpo y su habla. Tenemos, otra vez, un entre; Baudrillard Dejarnos llevar, para llegar a estas nebulosas orillas de la masculinidad
advierte que en la seducción no hay activo o pasivo, "tampoco hay sujeto y sus procedimientos.
y objeto, interior o exterior: actúa en las dos vertientes y ningún límite
las separa" (1986: 78-79; las cursivas son nuestras). Si no hay interior ni
exterior, ni tampoco sujeto y objeto, la seducción actúa en "las dos ver­ MASCULINIDAD Y PUNTOS NODALES
tientes" -la del sujeto y la del objeto, la del interior y la del exterior- y
"ningún límite las separa", entonces no son más que un límite en sí, un Hagamos algunas preguntas relativas a los temas que nos interesaron.
entre infinito y sostenido. Tal como la sujeción y la subjetivación. Primero, ¿qué es un sujeto, dado lo que hemos analizado antes? Res­
ponderemos que el trauma mismo que Esther refirió, ese afán siempre
Debemos volver a la escena ele la seducción que ames mencionamos. fallido y precario por conseguir una totalidad que se difumina entre las
Porque serán características centrales de la masculinidad en la cárcel su partes y por desconocer la parcialidad constitutiva de cualquier intento
oposición y su pugna, con esta escena y su reclamo de una escena de la de totalidad. Luego, ¿qué es subjctivación entonces? Es este trayecto re­
identidad. Vimos insistentemente que nuestros entrevistados, al menos cursivo mediante el cual los sujetos conforman un trozo de sí, un esbozo
aquellos que se remitían a una noción hegemónica de la masculinidad, de mismidad y de destino. El problema, debiéramos decirlo, no es que el
escapaban de la escena de la seducción o la clausuraban, participando en destino sea una imposición o que resida en un cuerpo más o menos sólido
ella, sin embargo. Hemos encontrado la trama performativa que permite y discreto, en las encantadoras señas de su anatomía, sino que un destino
todo esto; la distancia que se reclama entre las palabras y las cosas para es siempre intensamente precario y elusivo.
construir una identidad y una posición dentro de un ordenamiento ge­ Tantas veces se nos habla de los sujetos, de su supuesta construcción
nérico y sexual. Otra vez, y no será suficiente repetirlo muchas más, los y de sus azares, con la seguridad diáfana de un predicador, aludiendo a
significados se conforman en un espacio diferente al ele las prácticas, no su precariedad pero sosteniendo en el gesto analítico e interpretativo su
sólo para no coincidir con ellas; sino que, y esto es lo más relevante, para solidez, esgrimiendo partes para terminar siempre -una y otra vez- en
consentir las prácticas mismas, para generar el hiato que permita mante­ el todo, bestia remolona y consentida de nuestros propios derroteros.
ner Y sostener una posición subjetiva y social que se estime conveniente Por eso hemos insistido en que la pregunta se debe lanzar sobre este
-el plano ele los significados-, a la vez que se despliegan conductas trayecto oscuro y equívoco que denominamos subjetivación (siguiendo
que contradicen, que impugnan o que no coinciden con dicha posición a Foucault) para evitar las unidades discretas, las identidades sólidas y
-el plano de las prácticas. aglutinadas que atraviesan los estudios de género, aunque se repita que
Diremos que nuestro interés era entender cómo sucedían ciertas co­ todo es construcción. Paradójicamente, tenemos la sensación de que si
sas sin remitirnos en primer término a las palabras. Pero, ¿teníamos algo bien tratamos de hablar de un sujeto ("masculino", en nuestro caso), es lo
más que palabras para conocer? No. Entonces, lo crucial era entender que menos encontramos: donde preguntamos por la solidez hallamos es­
las palabras en este funcionamiento seductivo que hemos analizado y trategias y coordinaciones específicas; donde supusimos entereza y uni­
comprender que ellas no remitían a una verdad necesaria -como lo pos­ vocidad nos enfrentamos a la parcialidad y la polivocidad. No sólo entre
tula la escena de la identidad- sino a estrategias múltiples, a tácticas sujetos, sino en los sujetos mismos. Idas y vueltas.
Lo mismo diremos respecto a la masculinidad en particular. Parece
99 Dcleuze y Guatlari aseguran que un campo social "no se define tanto por sus con­
flictos y sus contradicciones, como por las líneas de fuga que lo atraviesan" ( 1988: 94). tan precisa en sus contenidos y en sus adscripciones, tan entera en sus
partes y en sus gestos. Pero lo que tenemos al final del recorrido es algo
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que funciona como un punto nodal, que permite anudar procesos y sen­ lugar, y por lo tanto, se produce a posteriori" (200 l b: 22). Asimismo,
tidos, simulando que son los suyos propios; ante todo, es un lugar en el el punto nodal es el lugar "donde el sujeto es 'cosido' al significante,
que se organizan dinámicas, aunque se sustenta él mismo como un ori­ y al mismo tiempo, el punto que interpela al individuo a transformarse
gen estricto y aplastante. Genealogía de la masculinidad, eso es lo que en sujeto (... ) es el punto de subjetivación de la cadena significante"
intentamos hacer mediante topologías y retruécanos. Genealogía de un (Zizek, 1992: 140). Ya hablamos de la interpelación en Althusser: él
origen inexistente y que, como todo origen, es sólo un punto en los ma­ afirma que es la manera de transformar a los individuos en sujetos. Sin
pas posibles de lo real. esta interpelación, que Zizek lee como una "cosedura" a la cadena sig­
nificante, no hay sujeto, sólo individuo. Es el lenguaje, la cadena signi­
Punto nodal es un término acuñado por Lacan para explicar el funciona­ ficante que menciona el autor, lo que permite que el individuo devenga
miento privilegiado de un significante sobre los otros. 100 Ha sido utiliza­ sujeto.
do ampliamente desde su formulación. Laclau y Mouffe (1987) plantean
que todo discurso se constituye "como un intento por dominar el campo Esto lo hemos visto frecuentemente. La masculinidad opera según dos
de la discursividad, por detener el flujo de las diferencias, por constituir estrategias fundamentales: asegurar su totalidad, aunque sea mediante
un centro" ( 129). Esta parcialización, mediante la constitución de un cen­ la parcialización de el o los otros, y sostener siempre un estatlllo de
tro discursivo, sucede mediante los puntos nodales, que se constituyen en sujeto, objetualizando a los otros si es necesario. Ambas están estrecha­
puntos discursivos privilegiados de esta fijación parcial (idem). mente vinculadas, pues la totalidad resguardada -léase: el punto nodal
Zizek describe cómo sucede esta operación en el sujeto. Dice que: masculino- es lo que permite sostener el estatuto de sujeto y viceversa.
"el sujeto atrapado al principio en sus presupuestos sustanciales [ ... ] Pero si atendemos a la masculinidad que hemos analizado en la cárcel,
retroactivamente los 'postula', o 'pone', los subordina a la forma de queda por responder una pregunta: si debe ordenarse como totalidad y
él, hace de ellos su propio objeto pasivo" (2003: 62; las cursivas son sostener un estatuto de sujeto, ¿por qué se habla de una masculinidad
nuestras). El sujeto entero opera como un punto nodal, lo cual le per­ caída?, ¿por qué se esbozan las distancias y los extrañamientos que he­
mite realizar dos operaciones fundamentales para comprender la mas­ mos referido? Miller asegura que para que exista el conjunto "el elemen­
culinidad: vjncular retroactivamente los contenidos y darles un estatuto to tiene que salir, tiene que excluirse, exceptuarse, aparecer como déficit
sustancial. Zizek dice que transforma sus atributos en resultados de su o exceso" (citado por Zizek, 2003: 63). Para que el conjunto exista tiene
propia operación y se constituye como antecedente, siendo un conse­ que haber un déficit, digamos, una caída que lo permita. En esta antago­
cuente. io1 Luego, y estrechamente relacionado con esto, el sujeto -y nía entre el ideal y la experiencia, entre lo que se es y lo que se debiera
la masculinidad- invierte la relación de pasividad y de objetualidad: al ser, la masculinidad misma es lo que aparece como déficit: es el ele­
subordinar retroactivamente sus propios atributos constitutivos como mento que permite el conjunto que, paradójicamente, es la masculinidad
conformados por él mismo, se constituye en sujeto de sus presupuestos, misma. El déficit surge mediante la caída de la masculinidad, luego del
lo que difumina y vela la operación de sujeción inaugural que lo permi­ encierro. Desde la masculinidad caída se ven los pies del "ídolo"IOZ Y se
te. La operación se oculta en su retroactividad: el sujeto, que es un re­ le describe. Se sigue el trayecto de derrumbamiento -la caída- para
sultado, aparece como "causa"; Butler observa que la "narración de la identificar las "cumbres" desde donde se ha precipitado la masculinidad
constitución del sujeto presupone que dicha construcción ya ha tenido en la cárcel. Alturas en las que nunca ha estado -ni adentro ni afuera
de la cárcel- y que por eso funcionan como ideal.1º3
100 El término francés es poi111 de capito11, y Lacan lo tomó del argot de los mueblis­
tas. Un poim de capiton permite que diversos hilos en la costura de un tapiz se unan, pero 102 El ídolo y el ideal remiten, en alguna medida, a la imagen y la representación.
por debajo, y que continúen hacia otros puntos. I03 El ideal del yo se puede entender como una identificación simbólica, que es "la
IOI "[El l sujeto se transforma en [ ... J 'lo que era ya siempre': un efecto retroactivo se identificación con el lugar desde el que nos observan, desde el que nos miramos" (Zitek.
vive como algo que ya estaba allí desde el comienzo" (Ziiek, 1992: 146). 1992: 147).
264 PANÓPTICOS Y LABERINTOS SEDUCCIÓN, MASCULINIDAD Y CUERPO: A MANERA DE EPILOGO 265

También se dice que es por exceso que el conjunto existe -por ex­ EL CUERPO COMO UN "RESTO": LOS FANTASMAS
ceso del elemento-. Esther aseguró que en la cárcel "sobran hombres".
"Sobra" debiera leerse como saturación de un mismo objeto -hay de­ Consideramos que los argumentos que hemos planteado a lo largo de este
masiados hombres-, pero también como un resto. Las sobras son un trabajo guardan un remanente -otro resto- que no se puede explicar
exceso de lo queja/ta. Ésta es la dinámica del ideal: siempre falta, siem­ por sí mismo. Desde el principio hablamos de parcialidad y de fantas­
pre genera restos. Falta masculinidad respecto al ideal, y también sobra. mática. Parcialidad de los cuerpos y fantasmática de las identidades. Un
El excedente, dice Zizek, es la forma de aparición de la falta (ibid.: orden que nunca se puede cerrar sobre sí porque siempre lo amenaza la
63). Lo vemos cuando los internos interrumpen cierto discurso median­ muerte, sea en forma de disolución o de fragmentación. También habla­
te golpes o puñaladas, cuando se presentifica la falta que nunca debe mos de un orden reversible, circular y recursivo. Para el intercambio y
enunciarse. la muerte, la baza final, su lugar de inscripción primero y último es el
Pero esto nos conduce nuevamente hasta el puto, que es construido cuerpo mismo; como prenda del intercambio, "objeto" que se traspasa,
como un resto por una masculinidad que no permite negación, como la se vende y se compra, y como garantía fatal del sistema entero de présta­
caída definitiva del régimen masculino de la identidad. Pero también vi­ mos y pagos. El cuerpo es el resto que no se puede explicar por sí mismo
mos que al puto se le atribuye un exceso, un descaro. Sea como resto o en estos análisis. Nos aproximamos a él, lo rodeamos, pero siempre se
como descaro, el pllto, en tanto límite de la masculinidad y caída radical escabulle, constantemente hay que hablar de él como si fuera un conjun­
del ideal que la sostiene, es el elemento que posibilita el conjunto, su to de significados, y la carne debe pasar por nuestro afán parlanchín. No
déficit y su exceso. Lo que debe ser excluido de dicho conjunto para que obstante, la corporalidad del cuerpo, su densidad material queda velada:
éste pueda existir. no logramos alcanzarla mediante palabras. El cuerpo en la cárcel se par­
Por otra parte dijimos que la masculinidad es un espacio vacío, que cializa y se totaliza alternadamente, se le envía en diversas direcciones
no se define ante todo por sus contenidos, sino por su forma. En un sen­ y vuelve sobre sí, opaco y frágil. El cuerpo, en muchos sentidos, perma­
tido semejante, Zizek advierte que el punto nodal no debe considerarse nece en silencio.
como la palabra en la que se condensa "toda la riqueza de significados",
sino que más bien "[ ... ] es la palabra que en tanto palab ra [ ... ] unifica Si esto es así: ¿qué es el cuerpo?, ¿cuál es su estatuto? El cuerpo ha ron­
un campo determinado constituyendo su identidad: es, por así decirlo, dado todos nuestros análisis y ha sido el pivote de una parte importante
la palabra a la que las 'cosas' se refieren para reconocerse en su unidad" de lo que hemos desbrozado lentamente. Apareció ya en el primer mo­
( 1992: 136). Por eso hemos dicho que la masculinidad sólo sirve como mento como punto de intersección entre el tiempo y el espacio, como su­
palabra aglutinante. Es un punto nodal en el que se articulan los signi­ perficie sobre la que se inscribe una ortopedia (moral, identitaria, laboral,
ficados de manera retroactiva "unificando un campo". Esta unificación subjetiva), como punto de reversibilización de los órdenes, como espacio
-hablamos de totalización- surge como una operación que distingue en el que se juega la muerte y como territorio en el que se conforma y
entre lados, pero en sí misma sólo es posible por estar entre medio de lo recrea la masculinidad. A nuestro juicio hubo tres momentos capitales
que distingue. Zizek aclara que el punto nodal no es más que'" la pura di­ en los análisis: el primero sucedió en la boca de la borrega que torsionaba
ferencia': su papel es puramente estructural, su naturaleza es puramente los dos sistemas discursivos de la institución, inaugurando un espacio de
performativa -su significación coincide con su propio acto de enuncia­ silencio; el segundo tuvo lugar en la cara de Leandro, cuando se escindía
ción-" (ibid.: 140). Es un "error de perspectiva", dice, el que hace apa­ en dos personas y trazaba un entre la vida y la muerte sobre sí mismo El
recer como un punto del supremo sentido al elemento "que sólo detenta tercero ocurrió en el culo de la Paz, que revertía sobre sí y en su cuerpo
el lugar de una falta". -mediante él- un orden genérico y sexual, y un régimen performativo
sustentado en la recursividad y la circularidad. Tres partes del cuerpo:
boca, cara y culo. Tres operaciones: recursivizar, escindir y revertir. Será
SEDUCCIÓN, MASCULINIDAD Y CUERPO: A MANERA DE EPILOGO 267
266 PANÓPTICOS Y LABERINTOS

entonces en el cuerpo donde se traspase la masculinidad y donde se difu­ ciones, las borronean en su cuerpo y transitan sobre ellas. No quedan
mine. Los orificios serán atalayas de las certezas masculinas y puntos de "atrapados" al "espíritu", por así decirlo, ni tampoco a la carne. Leandro
su disolución: boca, ano, ojos. Orificios, cavidades, geografías sinuosas y los otros entrevistados, sus escisiones y sus duplicidades, �e fundan
de los cuerpos y sus usos. Fronteras. en una "elección" entre los términos, en la insistencia por eleglf un lado
¿Tenemos tres cuerpos, uno solo, múltiples o ninguno? No lo sa­ -el correcto, por cierto-. Intentan evitar la seducción y, al hacerlo,
bemos; tal vez cada proposición tenga su razón y su necesidad. Pero si participan del régimen fantasmal que hemos descrito. En el intento por
recordamos lo que antes se ha dicho sobre el fetichismo, lo que tenemos mantener su estatuto de sujetos (entendido como una noción sólida Y sus­
es un orden fantasmal. Espectros. Derrida explica que el fantasma "tie­ tantiva) se transforman en objetos, en espectros. Por esto el pulo, co�o lo
ne una especie de cuerpo, pero sin propiedad, sin derecho de propiedad hemos dicho, es un resto en la escena de la identidad de la que part.Ic1pa
'real' o 'personal"' (1995: 55). Para que exista un fantasma es necesa­ la masculinidad; en esta otra escena es el único sujeto.
rio un retomo al cuerpo, pero a un cuerpo "más abstracto que nunca",
dice Derrida (144). Cuerpo abstracto, curiosa paradoja en nuestro caso, Por eso tiene sentido hablar de subjetivación, porque así se evita men­
porque se transforma en cosa. Lo que supondría una concreción más in­ cionar algún contenido previo y tautologizar los análisis (de modo que se
tensa es, ante todo, una abstracción radical: del cuerpo mismo mediante empiece en la identidad para terminar en la identidad misma� . Siem�re
su cosificación. Fetichismo: detrás de él deberemos encontrar relaciones se encuentra lo que se está buscando, pero el trayecto es otro s1 se empie­
determinadas de los hombres -literalmente, en este caso- entre sí. En za sin saber muy bien lo que se busca ni lo que se encontrará. Decimos:
algún momento preguntamos ¿quién le pide cuerpo al cuerpo?, y respon­ se requieren investigadores tan precarios como los sujetos a inv�stigar
dimos que la Paz. Ahora lo sostenemos: ella se lo pide, le pide cosa a la para poder seguir este derrotero. Precariedad que empezamos refinendo:
cosa, radicalizando su abstracción. Su estrategia, que de algún modo es otro país, otro mundo, otra gente. Distancia. Casi no encontra� os nada
la de los travestís en la cárcel, consiste en volver al cuerpo una cosa para de lo que buscábamos, pero sí muchas cosas que nos han parecido rele­
sí mismos y no atender a su anatomía ni a sus ontologías. Transcorpora­ vantes. Eso es lo de menos. Pero en términos teóricos lo importante es
lidad travestí, que se apropia del cuerpo "propio", extremando su obje­ que la noción de subjetivación permitía atender al entre en el que hemos
tualidad para poder subjetivarse. Leandro está vivo y muerto porque no insistido tanto, sopesar el trayecto y los quiebres, las idas y las vueltas, el
puede anclarse en su cuerpo para subjetivarse en él; ha perdido su cuerpo traspié y la fractura; así como la plena operatividad de un orden de sexo
como cosa, sólo habita como espectro en sí mismo y en la cárcel. Como género, su impecable demostración y certeza.
el fantasma derrideano, no tiene derecho a propiedad "personal" sobre él. Porque, también destaquémoslo, sólo hemos seguido un tray� c�o:
La Paz y los travestís se apropian de su cuerpo simulándolo, extenuan­ entre el sexo y el género- podrían recorrerse muchos otros, con d1st.111-
do sus signos y sus gestos. En cambio Leandro y todos los hombres que tas preguntas y técnicas-, trayecto que se nos devela él mismo como el
.
reclaman un lugar no quitable, no simulable, real, por así decirlo, ellos contenido y la forma. Pero sólo se puede hacer esto s1 se entiende como
se espectralizan y quedan entre ambos lados (sexuales, experienciales y punto nodal, como genealogía de orígenes que nunca fuero11, co�o expli­
.
ontológicos). cación de causas y efectos que flotan a la deriva en estas h1stonas.
En último término, será la seducción la que permita esta apropiación,
la que le pida cuerpo al cuerpo, morigerando la cosa abstracta, que está
viva y muerta a la vez. La seducción, que en su trazo vincula cuerpo y
muerte ritualizando sus espacios, y que permite la reversibilidad de cual­
quier orden y cualquier posición, no admite, ya lo dijimos, la distinción
entre sujeto y objeto, ni entre interior y exterior, así como tampoco entre
pasivo y activo. La Paz y los travestís, ellos o ellas, eliminan las distin-
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ANEXO 1

Datos generales de los entrevistados (según seudónimo)

Seudónimo Edad Lugar de Escolaridad Estado Número Oficio Motivo de A,ios de Tiempo Condenas
nacimiento civil de hijos encarcelamiento condena de reclusión o estadías
anteriores

Adrián 62 años Villa Sin estudios, Unión libre Dos Albañil Violación 14 años 4 años Ninguna
Victoria analfabeto de entenada y 3 meses
Aníbal 25 años Distrito Secundaria Soltero Ninguno Comerciante Robo 4 años, l año 5 años
Federal de auto 2 meses 6 meses 3 meses
y 9 días 15 días por robo
con violencia
(R. Sur)
Boris 28 años Distrito Secundaria Unión libre Uno Comerciante Robos 7 afios 5 años Ninguna
Federal de 6 años diversos. 6 meses y 2 meses
Portación y 1 año
de armas 9 meses
Chino 55 afios Distrito Segundo Unión libre Tres Comerciante Homicidio 20 años l año 2 meses
Federal preparatoria (una de 3 años, calificado (14 años por 5 meses por lesiones
una de 19 y y robo homicidio (Lecumberri)
uno de 23) con violencia y 6 años 3 meses por
por robo) allanamiento
Seud6nimo Edad Lugar de Escolaridad Estado Número Oficio Motivo de Alios de Tiempo Condenas
nacimiento civil de hijos encarcelamiento condena de reclusi6n o estadías

----
anteriores

de morada
(Lecumberri)
2 años por
violación
y robo
(R. Oriente)
Crisóstomo 22 años Distrito Primaria Soltero Ninguno Comerciante Lesiones 3 años 10 meses Correccional
Federal ambulante 2 meses de menores
7 días varias veces
Demetrio 18 años Distrito Primero Soltero Uno de Comerciante Robo 4 años 3 meses 1 mes por
Federal secundaria 3 meses a transeúnte y 9 meses robo
(Tutelar
de menores)
Esther 19 años Distrito Cuarto Soltero Ninguno Dependiente Robo Sin 8 meses Ninguna
Federal preparatoria de auto condena
Esteban 28 años Durango Preparatoria Unión libre Ninguno Militar Violación 9 años 4 años y Ninguna
6 meses 10 meses
y 4 días

Seud6nimo Edad Lugar de Escolaridad Estado Número Oficio Motivo de Alios de Tiempo Condenas
nacimiento civil de hijos encarcelamiento condena de reclusi6n o estadías
anteriores

Fulgencio 35 años Oaxaca Primaria Casado Dos Campesino Homicidio I4 años 2 años y Ninguna
(uno de 9 7 meses
y uno de 2)
Gastón 58 años Oaxaca Sin instrucción Casado Tres Molinero Abuso 9 años 2 años Ninguna
(una de 9 sexual y 1 mes
una de 8 diverso
y uno de 6)

Leandro 30 años Distrito Secundaria Casado Tres Empleado Violación 16 años 10 meses Ninguna
Federal completa (10 años) (una de 3, federal y abuso
uno de 8 sexual
y una de 4) de menores
Nico 32 años Distrito Tercero Unión libre Una de Comerciante Homicidio 20 años 2 años y 3 años
Federal secundaria (7 años) 3 años calificado 8 meses por homicidio
calificado
(Reclusorio
sur) 2 años
calificado
(R. Oriente)
Se11dó11i11w Edad ú,gar de Escalaridad Esrado NIÍmero Oficio Morivo de Años de Tiempo Co11de11as
11acimiemo civil de hijos e11carcelamie1110 co11de11a de reclusión o estadías
a/lleriores
Rolando 36 años Distri10 Tercero Soltero Ninguno Obrero Asalto a 10 años 8 meses 5 años
Federal preparatoria mano annada y 8 meses
por robo
a 1ranseúnte
(R. Norte)
Sara 35 años Veracruz Segundo Soltero Ninguno Estilisla Robo 4años 1 año 3 años
secundaria por robo
(R. Sur)
Venustiano 33 años Distrilo 4° semestre Casado Uno Empleado Fraude 3 años 1 año Ninguna
Federal licenciatura de 6 años 5 meses
en banca y 28 días
y finanzas

ANEXO 2

Mapa de dormitorios y anexos del Reclusorio Norte segtin la clasificación de los internos
(es una transcripción exacta de un documento institucional que se nos facilitó
para que eligiéramos a los entrevistados; el original está mecanografiado)

D-3 D-4 D-5 D-6 D-7 D-8 D-/0


Co11ducras
especiales

Deli1os sexuales y Zona 1-2 Zona 1-2 Escolaridad Escolaridad Reincidenles lnlernos que han
homicidio primaria o primaria o habituales infringido el
Nivel social medio Sujetos con nivel
secundaria secundaria reglamento
Peligrosidad baja y y alto medio-bajo Personalidad
y arneri1an
media Nivel cultural Primodelincuenles antisocial y
Escolaridad media Nivel sociocultural aislamiento
bajo trastornos
Pronóstico y superior medio-bajo Rasgos de carác1er lemporal
antisociales
favorable o Reincidentes en niveles medio-
Primodelicuentes Primodelincuentes
reservado con menores bajo Rasgos de carácler
Sin asimilación Fannacodependencia infrac1ores o en niveles bajos Internos que
Niveles socio Conduelas
de conduelas en Reclusorios. por manejo
cultural bajo y Contaminables parasociales Contaminantes
parasociales institucional
medio Preventivos con con F.D. y
Peligrosidad media Peligrosidad alta quedan
Mayoría en delitos es1ancia corta 0.H., en grado
y baja de manera
con fraude, abuso experimen1al u Pronóstico
temporal en este
ocasional desfavorable
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