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RESPONSABILIDAD EXTRACONTRACTUAL.
PROFESOR: NELSON CASTRO ESPINOZA.
Esta disparidad de conceptos entre el derecho civil y penal produce varias consecuencias:
a) Puede suceder que un mismo hecho constituya a la vez delito o cuasidelito penal y civil, lo que va
a suceder cuando el hecho ilícito esté penado por la ley y cause un daño a otro, lo que sucede en el
caso de las lesiones, en el homicidio, en el hurto, robo, etc.
b) Otra consecuencia es que un hecho puede constituir sólo delito o cuasidelito penal y no ser
delito o cuasidelito civil. Ello va a suceder cuando el hecho esté penado por la ley pero no cause
daño a la persona o propiedad de otro, por ejemplo: delito de manejo en estado de ebriedad, en los
delitos tentados o frustrados. Es por esta razón que en el CP se dice que de todo delito nace una
acción penal para el castigo del culpable y puede nacer una acción civil para obtener la reparación
del daño, esto es, la restitución de la cosa o su valor y la indemnización de perjuicios. Esta acción
civil va a nacer cuando el hecho ilícito sea a la vez delito o cuasidelito penal y civil.
c) La última consecuencia es que un hecho ilícito puede constituir delito o cuasidelito civil sin
constituir delito o cuasidelito penal, lo que va a suceder cuando se trate de un hecho que cause un
daño pero que no está penado por la ley.
Esta última situación es la que se presenta con mayor frecuencia porque el concepto de delito o
cuasidelito civil es más amplio que el de delito o cuasidelito penal. Así por ejemplo: son de esta
calidad la ingratitud del donatario (art.1428), la injuria atroz del alimentario (art.324), el fraude
pauliano (art.2468).
La responsabilidad extracontractual emanada de los delitos y cuasidelitos civiles tiene especial
importancia en los tiempos modernos y ella deriva del desarrollo industrial, de los diversos medios
de transporte, del uso de fuentes de energía, etc.; ello porque el problema de la responsabilidad civil
es obtener que todo daño causado a la persona o propiedad de otro sea reparado.
En definitiva, el problema se reduce a determinar quién tiene que soportar el daño: el autor, la
víctima u otra persona.
II.- Teoría moderna o de la responsabilidad objetiva o sin culpa: (Teoría del Riesgo Creado)
También se la llama teoría del riesgo, ello porque no se atiende a la conducta, a la culpabilidad del
agente, sino que al resultado material de esa conducta, es decir, al daño que se causa. Para esta
teoría, la obligación de indemnizar exige fundamentalmente la existencia de un perjuicio ocasionado
a una persona por la conducta del autor del daño. Se la denomina teoría del riesgo porque a falta de
culpa se funda en la idea de que toda persona que desarrolla una actividad crea un riesgo de daño
para los demás (piénsese en un empresario de buses). Ahora, si ese riesgo se concreta, es decir, si
se produce el daño perjudicando a una persona, el que creó la posibilidad de riesgo tiene que
indemnizar a la persona dañada, exista o no culpa, porque la obligación de indemnizar se origina por
el riesgo creado y no por el acto que provoca el daño.
El problema que plantea esta teoría es la extensión que debe dársele a esta noción, y al respecto
hay diversas opiniones:
Algunos diferencian entre actos normales y anormales, originando la obligación de indemnizar
sólo los anormales.
Otros consideran el problema desde un punto de vista distinto y hablan del riesgo-beneficio,
sosteniendo que toda persona que desarrolla una actividad para obtener beneficios para ella, tiene
que responder, como contrapartida de esos beneficios, de los daños que le cause a otra persona.
Esta teoría es también criticada, siendo la principal el hecho de que ella es peligrosa, porque si hay
que reparar de todas maneras el daño, puede producirse la idea de que ante el derecho es
indiferente actuar con o sin diligencia.
De modo que aún la persona más diligente, si causa un daño a otro, va a tener que indemnizarlo, y
para defenderse de esta posibilidad de indemnizar todos estos daños y no actuar con la diligencia
debida, puede contratar seguros sobre la materia.
Por otro lado, hay que tener presente que el derecho civil se funda principalmente en la teorías
subjetivas, y en estas materias no puede dejar de considerarse a la persona y a su accionar para
adoptar un criterio meramente material, considerándose sólo el efecto que se ha producido.
Hoy en día existen algunas leyes que se rigen por la responsabilidad objetiva, como sucede con el
caso de algunas sustancias peligrosas o de energía nuclear, en que generándose el daño, se
responde inmediatamente sin probar la culpa o dolo del deudor.
a) En la culpa objetiva o en abstracto se compara la actitud del autor del daño con la actitud que
habría tenido una persona prudente expuesta a la misma situación, es decir, aquí se adopta un tipo
ideal y se determina cómo habría reaccionado éste enfrentado a la misma situación que dio origen al
daño.
b) En tanto que, en la culpa subjetiva o en concreto se procede a determinar la situación
personal del autor del daño al tiempo del hecho que lo originó. (Para cada caso en concreto)
El CC chileno adopta la primera posición, esto es, la de la culpa en abstracto, y establece también
cuál es el sujeto ideal de comparación, siendo éste el del buen padre de familia (art.44). Es decir, en
el sistema del CC lo que debe hacerse es comparar la conducta del autor del daño con la que habría
tenido un hombre prudente de la misma profesión u oficio, colocado en el mismo lugar, tiempo y
circunstancias externas que el autor del daño, y lo que habrá que determinar es si este tipo ideal
habría actuado o no en igual forma o habría tomado otras precauciones que el autor del daño. Si se
concluye que habría actuado de modo diferente al autor del daño, hay culpa, en caso contrario no.
Hay ciertas obligaciones que están establecidas por la ley o en algún reglamento. Si el daño se
produce por infracción a esta obligación, no es necesario proceder a la apreciación de la culpa del
autor, porque en ese caso estamos ante lo que se denomina "culpa contra la legalidad". (Ej. las
que se dan en el ámbito municipal, como las infracciones de tránsito, u ordenanzas municipales
como mantener perros sueltos).
Lo que sucede es que es frecuente que el legislador o la autoridad, con el fin de precaver accidentes
o daños, dicte ciertas normas prohibiendo la ejecución de determinados actos. En tales casos,
cuando una persona infringe esa prohibición, va a existir culpa por el solo hecho de realizar el acto
prohibido, o bien, por no haber realizado lo ordenado por la ley, significando aquello que no se ha
dado cumplimiento por el autor del daño a las medidas de prudencia o precaución establecidas por
el legislador para evitar la producción de un daño.
En materia de cuasidelitos civiles la culpa no admite graduaciones, es decir, no se diferencian en
esta materia entre culpa grave, leve o levísima, como sucede en materia de responsabilidad
contractual. En este campo, cualquiera que sea la culpa, hace al autor del daño responsable de la
totalidad de éste.
En cuanto a la prueba de la culpa, la regla general en materia de responsabilidad extracontractual,
es que ella tiene que ser probada por la víctima. La regla es diferente de aquella que se aplica en
responsabilidad contractual, en la cual la culpa se presume y corresponde al deudor probar que no
ha incurrido en culpa (art.1547 inc.3).
En materia de responsabilidad extracontractual no existe una norma similar a la del art.1547 inc.3,
por consiguiente, tiene que aplicarse la regla general en materia probatoria que es el art.1698. Este
hecho hace que sea difícil para la víctima obtener la reparación del daño causado, ya que la prueba
de la culpa presenta dificultades, no obstante que aquí no existen limitaciones en materia de prueba
porque se trata de probar hechos, pudiendo por consiguiente, recurrirse a todos y cada uno de los
medios probatorios. No existen en este campo limitaciones a la prueba testimonial, como sucede en
la responsabilidad contractual. (1708 y 1709).
En relación con esto, hay que detenerse en 2 temas, que son:
a) El abuso de derecho:
La regla en esta materia es que si una persona actúa ejerciendo un derecho que le corresponde,
aunque cause daño a otro no tiene responsabilidad. Pero, en ciertos casos, el ejercicio de un
derecho puede hacer responsable al titular de ese derecho cuando lo ejerce en forma abusiva. Esto
es lo que configura la llamada "teoría del abuso de derecho".
El Derecho tiene un fin, por tanto cuando el titular de este Derecho se escapa o se aleja de este fin,
ocasionando daño a otro, existiría un abuso del Derecho. Ej. el caso de los pozos de agua.
La doctrina no está de acuerdo en cuáles son los requisitos que deben concurrir para que haya
abuso de derecho, pero en general se aceptan los siguientes requisitos:
1. - Tiene que existir un derecho: si una persona actúa sin que exista un derecho y causa daño a
otro, se está ante los casos generales de responsabilidad.
2. - Ese derecho tiene que ser de ejercicio relativo, lo cual constituye la regla general. Pero, hay
algunos casos en que la ley le da a ciertos derechos el carácter de absolutos, es decir, no les señala
limitación alguna: en estos derechos absolutos no cabe el abuso de derecho. Como ejemplos de
derechos absolutos, podemos citar los siguientes:
El derecho del padre o de la madre de autorizar el matrimonio: estos no tienen que dar
razones para fundar su negativa.
En materia de condición resolutoria tácita (art.1489): el acreedor tiene un derecho absoluto,
en cuanto puede demandar el cumplimiento o la resolución del contrato a su arbitrio, en caso de no
cumplirse por el otro contratante lo pactado.
3.- Que el ejercicio del derecho sea abusivo: aquí es donde se plantea el grave problema de esta
teoría porque es sumamente difícil precisar cuándo hay abuso en el ejercicio de un derecho. Hay
autores que incluso sostienen que no puede hablarse de abuso de derecho, sino que lo que habría
sería un exceso en su ejercicio. Pero, hay legislaciones que señalan en qué casos puede entenderse
que hay abuso de derecho; así, en Alemania el CC en su art.226 dice que: "el ejercicio de un
derecho no está permitido cuando no pueda tener otro fin que causar daño a otro". Esto
prácticamente equivale al dolo, porque se entiende que habría abuso de derecho cuando ese
derecho se ejerce con el solo fin de causar perjuicios a otra persona y sin reportarle utilidad al titular
de ese derecho.
Otros, en doctrina, señalan que los derechos deben ejercerse de buena fe, en el sentido de que el
ejercicio del derecho no debe sobrepasar el objeto en cuya consideración se otorgó ese derecho al
titular.
Otras legislaciones siguen un camino diverso, limitándose a sancionar el abuso de derecho, y dejan
al juez la calificación de si hay o no abuso de derecho.
En la doctrina francesa, seguida entre nosotros por Alessandri, se estima que el abuso de derecho
no difiere de otros casos de responsabilidad extracontractual, y sostiene que habrá lugar a él
siempre que concurran los requisitos de la responsabilidad extracontractual, esto es, una acción u
omisión, dolosa o culposa, que cause daño a otro y con la particularidad que la acción va a
corresponder al ejercicio de un derecho.
b) Los dementes: estas son personas las que al tiempo de ejecutar el hecho, están privados de
razón por causas patológicas.
Requisitos:
1.- Que la demencia sea actual; al momento de ejecutarse el hecho el autor debe estar
imposibilitado de deliberar normalmente.
En este sentido se plantea el problema --totalmente teórico-- de si el demente es siempre
irresponsable o si tendría responsabilidad en el caso de haber actuado en un intervalo lúcido, porque
aquí no hay una regla como el art.465 en materia contractual, que establece que el demente
declarado en interdicción no responde ni siquiera de los actos o contratos ejecutados o celebrados
en un intervalo lúcido. Pero, ésta es una discusión teórica, porque la psiquiatría no acepta la
existencia de los intervalos lúcidos.
2.- Que la demencia sea total: El agente debe estar absolutamente impedido de darse cuenta del
acto y de sus consecuencias.
3.- Que la demencia no sea imputable a la voluntad del sujeto; Aquí cobra importancia la
responsabilidad del ebrio: el ebrio responde de los daños que haya causado aún cuando la ebriedad
lo tenga en un estado de privación de razón (art.2318). Aquí se plantea también una discusión de
carácter doctrinaria, porque la ley establece esta norma tomando como base el que el ebrio es el
responsable de su ebriedad, pero qué sucede si el estado de ebriedad se debe a obra de terceros y
el ebrio ha sido colocado en esta situación en contra de su voluntad?. Tendrá o no responsabilidad
en este caso? La doctrina estima que no, pero la ley no hace distinción alguna.
Ahora, la misma regla del art.2318 se aplica o debe aplicarse a las personas que actúan bajo
influencia de estupefacientes.
Responsabilidad del guardián del incapaz: los incapaces no responden de los daños causados
por ellos, pero pueden ser responsables de esos daños la persona a cuyo cuidado estén; así lo dice
el art.2319 inc.1. La persona a cuyo cuidado está el incapaz es responsable siempre y cuando
pueda atribuírsele a culpa de esa persona el origen del daño, esto es, a la falta de cuidado o
vigilancia que debió guardar respecto del incapaz.
Cuando hay responsabilidad de la persona a cuyo cuidado está el incapaz, presenta la particularidad
de que esta persona va a poder repetir lo que se haya pagado en contra del incapaz. La posibilidad
de repetir lo que se ha pagado por un daño causado, se concede sólo al que responde de un daño
ajeno en el caso que el autor del daño esté dotado de capacidad para cometer un delito o cuasidelito
civil (art.2325).
Ahora, en materia de responsabilidad civil debe tenerse presente que hay una norma diferente de la
que existe en materia penal respecto de las personas jurídicas, porque éstas son incapaces de delito
o cuasidelito penal, ello, sin perjuicio de la responsabilidad de la persona natural que haya actuado
en el delito; pero, si hay responsabilidad civil de las personas jurídicas (art.39 CPP).
Cabe consignar que hay ciertas materias muy especiales en que las personas jurídicas son
responsables de delitos o cuasidelitos penales, como ocurre en materia de cambios internacionales
b).- El daño no tiene que haber sido indemnizado, es decir, es improcedente el cúmulo de
indemnizaciones. El principio en esta materia es que no puede pedirse la indemnización o
reparación de un perjuicio ya reparado, porque hay ciertos casos en que la víctima tiene sólo acción
por el total de los perjuicios en contra de varias personas, como sucede con la acción solidaria
contemplada en el art.2317. En estos casos, una vez obtenida la reparación o indemnización total
del daño de una de esas personas, no pueden volverse a cobrar los daños a otra de las personas
obligadas.
Se plantea aquí el problema del cúmulo de indemnizaciones, esto es, aquel caso en que la víctima
ha obtenido de un tercero ajeno al hecho ilícito la reparación total o parcial del daño que ha sufrido,
como por ejemplo: cuando ha sido indemnizado por una compañía de seguros. La duda es si podrá
en este caso dirigirse también por los daños en contra del autor del hecho ilícito. La solución más
aceptada en esta materia es que si la indemnización obtenida del tercero extraño al hecho ilícito ha
reparado totalmente el daño sufrido, la obligación de indemnizar se extingue y no puede exigirse
nuevamente su reparación, aún cuando esto signifique un beneficio para el autor del daño, ya que
éste se libera en todo o parte de la obligación de indemnizar, porque, la regla general es que el
tercero que ha pagado no puede repetir en contra del autor del daño, a menos que la víctima le ceda
las acciones correspondientes o la ley se las confiera (es justamente esto último lo que sucede en
materia de seguros). Sin embargo en materia de seguros opera la subrogación, por lo tanto la
indemnización pagada por la compañía pasa a tomar el lugar del hechor del daño.
c).- El daño tiene que lesionar un derecho o interés legítimo: el hecho ilícito puede lesionar derechos
patrimoniales (como el derecho de dominio) o extrapatrimoniales (como el honor de una persona).
Puede ser que una persona víctima de un hecho ilícito sobreviva a ese hecho ilícito y muera con
posterioridad sin haber cobrado su indemnización; en este caso, el derecho a demandar la
indemnización es transmitido a sus herederos, porque la víctima adquirió el derecho a ser
indemnizada, de modo que ese derecho estaba en su patrimonio y por eso pasa a sus herederos.
Pero, si la víctima del hecho ilícito fallece instantáneamente, nada transmite a sus herederos, porque
nada alcanzó a adquirir; pero, en este caso, los herederos, personalmente ahora, podrían haber
sufrido un daño como consecuencia del fallecimiento de la víctima y, en este caso, si concurren los
requisitos legales para la indemnización de perjuicios, los herederos podrán demandar perjuicios,
pero no los cobran en su calidad de herederos sino que en su calidad de víctimas del daño personal
que ellos han experimentado.
Prueba del daño: corresponde a la víctima la prueba del daño, siendo la determinación del monto
del mismo una cuestión de hecho.
Con respecto al daño moral, existe una tasación distinta según el grado de parentesco con la
víctima.
Las dos causas han concurrido a la producción del daño y la falta de vigilancia o cuidado del
civilmente responsable ha sido tan necesaria para la producción del daño que, si esta persona
hubiese tenido la debida diligencia o cuidado, el daño no se habría producido.
En general, la jurisprudencia ha seguido esta teoría, la cual presenta algunas ventajas:
1. juega en su favor la sencillez que ella presenta.
2. juega en su favor el que a través de ella se favorece a la víctima, la cual no va a tener que estar
analizando una por una las condiciones que produjeron el daño.
No obstante, esta teoría también ha sido objeto de críticas, principalmente porque su aplicación
pudiera conducir en ciertas circunstancias a situaciones absurdas; así, si hay muchas causas de un
mismo daño, algunas de mayor relevancia que otras, por aplicación de esta teoría podría suceder
que una causa insignificante culpable o dolosa, entre varias otras de mayor relevancia, pudiera llevar
a la indemnización total del daño.
Por eso ha surgido otra teoría, la llamada "teoría de la causa eficiente, adecuada o
determinante". Su autor es Von Kries, quien planteó que entre todas las causas que concurran a la
producción de un daño, debe elegirse aquella que normalmente ha de producir el daño, es decir,
aquella que entre varias causas ha desempeñado un papel preponderante en la ocurrencia del
perjuicio. Sin embargo, esta teoría no ha sido generalmente aceptada.
Ahora bien, la relación de causalidad puede ser mediata o inmediata:
1.- Es inmediata cuando el daño deriva directamente del hecho ilícito, es decir, cuando entre el
hecho y el daño no se interpone otra causa, como sería el caso de la persona que manejando su
automóvil atropella a otra y le da muerte inmediatamente.
2.- Es mediata cuando entre el hecho ilícito y el daño se interponen otras causas, las cuales
también han influido en la producción del daño, como sería el caso en que un vehículo atropella a
una persona a cuyas expensas vive otro individuo y la víctima muere con posterioridad.
Cronológicamente, aquí se dan las siguientes situaciones:
- el atropello con consecuencia de lesiones,
- la muerte de la víctima,
- la pérdida que experimenta la persona que vivía a expensas de la víctima.
En el hecho, el que la relación de causalidad sea mediata o inmediata, no tiene mayor relevancia,
porque lo que importa es que el daño sea la consecuencia directa y necesaria del hecho ilícito, de tal
suerte que si el hecho ilícito no se hubiere presentado, el daño no se hubiere producido. La relación
de causalidad existe por mediato o alejado que sea el hecho ilícito, de tal suerte que la relación de
causalidad desaparece cuando el daño no tenía por causa el hecho ilícito. Es lo que sucede cuando
con posterioridad al hecho ilícito, como el caso fortuito, el hecho de la víctima o el hecho de un
tercero, siendo esta causa extraña la que en definitiva produce el daño. Así por ejemplo, sucedería
en el caso de una persona que ha sufrido lesiones leves por un hecho ilícito, y esa persona muere
porque no se cuidó o porque hubo una negligencia médica. En este caso, hubo hecho ilícito, pero la
causa del daño (muerte) no es el hecho ilícito, sino que es esta causa extraña (el no haberse
cuidado o la negligencia médica, en su caso).
3.- La comisión de un hecho ilícito por la persona de cuyos actos responde el guardián: en la
responsabilidad por el hecho ajeno se está respondiendo por el daño causado por la persona por
quien se responde derivado de un delito o cuasidelito civil, es decir, respecto del hecho cometido por
la persona por quien se responde, tienen que concurrir todos los elementos de la responsabilidad
delictual o cuasidelictual civil.
4.- La víctima va a tener que probar la culpa del subordinado o dependiente: esto es así porque
lo que la ley presume es la culpa del guardián, es decir, de la persona que tiene a su cargo a otra
persona, pero no se presume la culpa del hechor y por eso la víctima, para que se configure la otra
presunción, debe probar la culpa del hechor.
1.- La responsabilidad del padre o la madre por los hijos menores que habiten con ellos. Para
que se configure esta responsabilidad tienen que concurrir los siguientes requisitos:
a).- Esta responsabilidad afecta al padre y, a falta de éste, a la madre. Ello es así porque
corresponde a los padres el cuidado personal y la educación de sus hijos (arts.222, 233 y 237). El
legislador parte de la base que si el hijo menor de edad ha cometido un hecho ilícito, ello se debe a
1
Este artículo establece una presunción simplemente legal, a diferencia del artículo 2321 que establece una
presunción de derecho.
que los padres no han cumplido su obligación de cuidado y educación y, en este caso, la
responsabilidad le corresponde en primer lugar al padre, porque a él están subordinados los hijos
(art.219) y, en su defecto, a la madre.
b).- Tienen que ser hijos menores de 18 años. Por los hijos mayores de edad no responden los
padres, sino que personalmente el autor del daño. Por esta razón, si el hijo de familia comete un
delito o cuasidelito civil y tiene peculio profesional o industrial, no va a responder el padre, porque
cuando es así, ese hijo se mira como mayor de edad (art.240) (respecto sólo del peculio
profesional).
Esta institución de la patria potestad (conjunto de derechos que la ley confiere al padre sobre los
bienes del hijo) termina por la emancipación y no con la obligación de cuidado del hijo, por
consiguiente, no elimina la responsabilidad por los hechos ilícitos de él.
c).- Que el hijo habite en la misma casa del padre o madre: esta exigencia de la ley se basa en
que solamente puede exigirse esta obligación de vigilancia o cuidado del padre o la madre en el
caso que el hijo conviva con ellos, ya que si no viven juntos es difícil que el padre o la madre puedan
dar cumplimiento a esa obligación. De tal suerte que si el hijo no habita en la casa de su padre o
madre, no va a existir la presunción de responsabilidad, es decir, el padre o la madre no van a
responder de los delitos o cuasidelitos civiles cometidos por el hijo menor, salvo la situación
excepcional que se contempla en el art.2321, en el cual hay responsabilidad de los padres por los
actos del hijo, no obstante que no habiten en la misma casa. (Presunción de derecho).
d).- Que el padre, con la autoridad que le corresponde y a través del ejercicio de ésta, haya
podido evitar el hecho ilícito, porque si no fuere así no hay responsabilidad para ellos (art.2320
inc. final).
De estos requisitos, tan solo el peso de la prueba le corresponde a los padres en el último caso y, lo
que ellos deberán probar allí es que no obstante su diligencia y cuidado no pudieron impedir el
hecho ilícito, prueba que no le es admisible en la situación que contempla el art.2321. Las demás
condiciones tienen que ser probadas por la víctima del hecho ilícito.
Por lo tanto, la forma de que los padres se eximan de responsabilidad es probando de que tuvieron
toda la diligencia y cuidado, sin embargo no les fue posible evitar el hecho.
2.- La responsabilidad del guardador (tutor o curador) por los hechos del pupilo: para que se
configure esta responsabilidad es necesario que el pupilo viva bajo la dependencia de éste. De tal
manera que esta responsabilidad afecta a aquellos guardadores a quienes se encomienda la tuición
o el cuidado personal del pupilo, porque no todo guardador tiene tuición o el cuidado personal del
pupilo, ya que hay algunos a quienes lo que se encarga es la administración de los bienes del pupilo,
tal es la situación que se presenta con los curadores de bienes, los curadores especiales y los
curadores adjuntos.
De tal suerte que un curador de bienes no va a tener responsabilidad por los hechos ilícitos que
hubiere cometido el pupilo por la sencilla razón de que él no tiene el cuidado personal de éste (la
curaduría de bienes está tratada en los arts.473 y sgtes.).
Si el pupilo no tiene capacidad delictual o cuasidelictual civil, no existe la responsabilidad por hecho
ajeno, es decir, no opera la presunción de culpa y el guardador sólo va a responder si se prueba su
culpa conforme a las reglas generales (art.2319).
Ahora bien, no obstante existir esta presunción, el guardador puede liberarse de la responsabilidad
que recae sobre él probando que no pudo evitar el hecho ilícito no obstante haber ejercido la
autoridad que le corresponde y haber empleado el cuidado a que estaba obligado en su calidad de
tal (art.2320 inc. final). (Presunción simplemente legal).
3.- La responsabilidad de los jefes de escuelas y colegios por sus discípulos: estas personas
están afectadas por una responsabilidad por los hechos ilícitos de sus discípulos mayores o
menores de edad (la ley no hace distinción). Pero, esta responsabilidad existe y subsiste sólo
mientras el discípulo esté al cuidado del jefe de la escuela o colegio respectivo.
También en este caso, los jefes de escuelas o colegios pueden liberarse de su responsabilidad
probando que no obstante su autoridad no pudieron impedir el hecho.
4.- La responsabilidad de los artesanos y empresarios: según el CC, se entiende por artesano la
persona que ejerce un oficio o arte meramente mecánico y, por empresario, la persona que se
encarga de la ejecución de una obra o explotación de un determinado servicio o espectáculo.
Los artesanos y empresarios responden de los hechos ilícitos de sus aprendices o dependientes.
Por aprendiz se entiende aquella persona que se está iniciando en el conocimiento de un
determinado oficio y, por dependiente, la persona que está al servicio de otra y sujeta a su autoridad.
La responsabilidad de los artesanos y empresarios por los hechos de los aprendices o dependientes
se refiere o comprende solamente los hechos ejecutados por el aprendiz o dependiente mientras se
encuentra bajo la vigilancia o cuidado del artesano o empresario. Esto implica que la víctima va a
tener que probar que el delito o cuasidelito civil se cometió mientras el aprendiz o dependiente se
encontraba bajo el cuidado del artesano o empresario. Pero, aún cuando el hecho ilícito se
cometiera mientras el aprendiz o dependiente esté bajo la vigilancia del artesano o empresario,
éstos van a poder liberarse de responsabilidad probando que no obstante su autoridad y cuidado, no
pudieron impedir el hecho ilícito.
(La responsabilidad del empresario por hechos del dependiente: artículos 2320 y 2322, materia que
actualmente es muy estudiada por ser la más recurrida, porque quien tiene dinero para responder es
el empresario2). El empresario responde tanto por el hecho propio como por el hecho de sus
dependientes. La responsabilidad por el hecho propio se funda en las reglas generales: artículos
2314 y 2329 y por hecho ajeno en los artículos 2320 y 2322. El que el empresario responda por el
hecho de sus dependientes tiene su fundamento legal en normas de distinta generalidad, en los
artículos 2320, 2322 y otras fuera del Código Civil, como por ej. en la Ley del Tránsito. En cuanto a
las diferencias de los artículos 2320 inciso 4º y 2322, se señala que si bien el artículo 2322 se refiere
a la relación de amos y criados, la jurisprudencia ha extendido su aplicación a toda relación de
dependencia en el ámbito laboral. Pero tanto conceptualmente como en la práctica no tiene mucho
sentido ver la diferencia de ambas disposiciones, puesto que estableciéndose estos supuestos de
2
Para profundizar el tema ver libro de responsabilidad por hechos del dependiente de don Pedro Zelaya.
cuidado y dependencias habrá lugar a esta presunción por hecho ajeno, y el empresario sólo podrá
eximirse probando que ha tenido el debido cuidado y vigilancia y sin embargo no ha podido evitar el
hecho ilícito.
Estas disposiciones han dado lugar a la denominada responsabilidad objetiva, por cuanto es él quien
ha generado el riesgo con el desarrollo de su actividad.
5.- Otros casos fuera del art.2320: existe uno muy particular en el art.2322, aquí el legislador
emplea la expresión "amo", entendiéndose por tal la persona que tiene a sus servicios a empleados
domésticos; y por "criados" o "sirvientes", las personas empleadas en esos menesteres. El amo
responde sólo de los actos ejecutados por el sirviente o criado que se realicen mientras este último
desempeñe sus funcione, labores o cumple las órdenes que se le han impartido.
No hay si responsabilidad por los actos ejecutados por éstos y que sean ajenos a las funciones que
les corresponden, ni tampoco por los actos que importen un abuso de las funciones que le
corresponden al criado o dependiente.
El civilmente responsable, en este caso, puede liberarse de responsabilidad por los hechos de sus
criados o dependientes, aún cuando lo hayan cometido en el ejercicio de sus funciones, si prueba
que esas funciones fueron ejercidas de un modo impropio, que el civilmente responsable no podía
prever ni impedir empleando el cuidado ordinario y la autoridad que le compete. Esto no significa que
en esta situación no haya responsabilidad, sino que significa que el amo no va a responder, siendo
el criado o dependiente el civilmente responsable.
Ver responsabilidad del empresario en Abeliuk.
Culpa organizacional o culpa anónima: tanto la doctrina como la jurisprudencia han introducido este
concepto, en relación a que de acuerdo a las complejidades de la producción, pueden ser
responsables varios agentes, que por regla general se desconoce quién es el culpable. Por tanto si
se desconoce, responde la empresa en su totalidad, como hecho propio.
Descarga de la presunción:
Cumplidos los requisitos señalados, se presume la responsabilidad del empresario. Para
descargarse de la presunción, el empresario deberá probar que realizó todas las debidas diligencias
para evitar el accidente, y que la culpa del dependiente no resulte atribuible a la culpa del
empresario, y que ha tomado todas las precauciones de capacitación, vigilancia, elementos técnicos,
etc, deberá probarse cada uno de los deberes de cuidado. Exige que además se pruebe que aún
probándose el cuidado debido, no se hubiera podido impedir el accidente.
Cúmulo de responsabilidades:
La del dependiente que ha provocado directamente el daño y la del empresario que responde por el
hecho de su dependiente.
Aunque en principio la víctima puede demandar al empresario, al dependiente o a ambos,
usualmente será suficiente iniciar la acción indemnizatoria en contra del empresario.
En el evento de que el empresario sólo responda por el hecho ajeno (sin culpa directa), se aplicará
lo dispuesto en el artículo 2325, sin embargo si ha existido culpa efectiva de ambos, no tiene
aplicación dicha disposición.
6.- Casos fuera del CC: por ejemplo, en la Ley del Tránsito se establece la responsabilidad del
propietario del vehículo por los hechos ilícitos que haya cometido el conductor.
1.- Responsabilidad por hecho de los animales: está tratada en los arts.2326 y 2327,
disposiciones que establecen la responsabilidad del dueño o de la persona que se sirve de un
animal ajeno por el daño causado por éstos, e incluso por aquellos daños que causaren después de
haberse soltado o extraviado.
La responsabilidad se funda en estos casos en el deber de vigilancia de esas personas que deben
mantener con el objeto de evitar que el animal cause daño a otro. De tal suerte que si el animal
causa daño a un tercero, se presume que el dueño o el que lo tenía bajo su responsabilidad no
emplearon la debida vigilancia o cuidado y les corresponde entrar a probar la ausencia de culpa. La
víctima nada deberá probar, porque la culpa se presume.
Hay ciertos casos en que la prueba de culpa por parte del dueño o del que tenía el animal bajo su
responsabilidad ni siquiera es admisible, como sucede en la situación contemplada en el art.2327
respecto del animal fiero del que no se reporta utilidad para la guarda o servicio de un predio.
2.- La responsabilidad por ruina de un edificio: está tratada en los arts.2323 y 2324. En estas
disposiciones las expresiones "edificio" y "ruina" están tratadas en un sentido muy amplio. La palabra
"edificio" se refiere a toda construcción que se adhiera al suelo en forma permanente y "ruina" no
implica necesariamente la destrucción total de la obra.
Esta responsabilidad recae sobre el propietario cuando ha omitido las reparaciones necesarias o ha
faltado de alguna manera al cuidado de un buen padre de familia. Esto es así porque al propietario
de un edificio le corresponde mantenerlo en buenas condiciones y, si no lo hace, el incumplimiento
de esta obligación se mira como una culpa del propietario.
Ahora, si la ruina del edificio se debe, no a la falta de cuidado del propietario, sino que a defectos en
la construcción del mismo, la responsabilidad va a recaer sobre el constructor y, para hacerla
efectiva, habrá que considerar el respectivo contrato de construcción.
3.- El daño causado por una cosa que cae o se arroja de la parte superior de un edificio:
(art.2338)
Aquí debe tratarse de una cosa que no forma parte del edificio (no debe estar adherida a éste),
porque si así fuera no se estaría en esta situación, sino que en la anterior, esto es, en el caso de la
ruina de un edificio con la consiguiente responsabilidad del dueño. En este caso, la responsabilidad
no es del dueño.