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1. ORACIONES
Páginas: 1. Oraciones | 2. Cien réquiem | 3. Novena | 4. Rosario de los difuntos
5. Rosario "Milagrosa" | 6. Mes de noviembre | 7. A nuestros difuntos
Que las almas de los fieles difuntos por la misericordia de Dios descansen en paz.
Amén.
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ORACIÓN DE RECOMENDACIÓN
DEL ALMA A CRISTO
Porque, aunque haya pecado, jamás negó al Padre, ni al Hijo, ni al Espíritu Santo;
antes bien, creyó, fue celoso de la honra de Dios y adoró fielmente al Dios que lo hizo
todo.
¡Oh glorioso Taumaturgo y Protector de las almas del purgatorio, San Nicolás de
Tolentino! Con todo el afecto de mi alma te ruego que interpongas tu poderosa
intercesión en favor de esas almas benditas, consiguiendo de la divina clemencia la
condonación de todos sus delitos y sus penas, para que saliendo de aquella
tenebrosa cárcel de dolores, vayan a gozar en el cielo de la visión beatífica de Dios.
Y a mi, tu devoto siervo, alcánzame, ¡oh gran santo!, la más viva compasión y la
más ardiente caridad hacia aquellas almas queridas. Amén
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Dulcísimo Jesús mío, que para redimir al mundo quisisteis nacer, ser circuncidado,
desechado de los judíos, entregado con el beso de Judas, atado con cordeles,
llevado al suplicio, como inocente cordero; presentado ante Anás, Caifás, Pilato y
Herodes; escupido y acusado con falsos testigos; abofeteado, cargado de oprobios,
desgarrado con azotes, coronado de espinas, golpeado con la caña, cubierto el
rostro con una púrpura por burla; desnudado afrentosamente, clavado en la cruz y
levantado en ella, puesto entre ladrones, como uno de ellos, dándoos a beber hiel y
vinagres y herido el costado con la lanza. Librad, Señor, por tantos y tan
acerbísimos dolores como habéis padecido por nosotros, a las almas del Purgatorio
de las penas en que están; llevadlas a descansar a vuestra santísima Gloria, y
salvadnos, por los méritos de vuestra sagrada Pasión y por vuestra muerte de cruz,
de las penas del infierno para que seamos dignos de entrar en la posesión de aquel
Reino, adonde llevasteis al buen ladrón, que fue crucificado con Vos, que vivís y
reináis con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.
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Juan 15, 1-8. Pascua. Cristo quiere que esté unido a Él, para que yo
pueda seguir vivo, y para que mi testimonio como cristiano sea
verdadero.
Oración introductoria
Señor, tú me has dicho que si no estoy unido a la vid no puedo dar
fruto. Yo sé que tú eres esa vid, y que la oración es lo que me une a
ti. Ayúdame en esta meditación a conocerte más para estar tan unido
a ti que no pueda separarme jamás y así pueda llevar mucho fruto de
amor en mi vida.
Petición
Señor, que jamás me separe de ti.
Meditación del Papa
Para realizar esto, debéis permanecer unidos a Cristo. Sus palabras
son la base de vuestra eficacia: "Yo soy la vid. Vosotros los
sarmientos... porque sin mí no podéis hacer nada" (Jn 15,5). Él os
llama también hoy a un mayor amor, porque os invita a una
permanente conversión del corazón. Os llama a una mayor unión con
El en su Iglesia, pues es allí donde le encontráis. Y la unión con Cristo
en su Iglesia es la condición esencial de toda vuestra eficacia
apostólica. Es Cristo quien os confía vuestra misión, una misión que,
sin embargo, está coordinada dentro de la unidad de su Cuerpo
mediante los Pastores de la Iglesia. Esto explica el gran valor que
tiene una amorosa comunión de fe y disciplina con vuestros obispos
quienes, como dice la Carta a los Hebreos, "velan sobre vuestras
almas, como quien ha de dar cuenta de ellas" (He 13,17).
Habéis escuchado la Buena Noticia de la salvación y la habéis
abrazado con alegría, produciendo frutos de justicia y santidad de
vida. Pero es importante que la gracia de la fe se desarrolle en
vosotros y en todos los creyentes con la ayuda de Dios, y os
conduzca a un conocimiento más profundo de la persona y del
mensaje de nuestro Señor Jesucristo (cf. Catechesi tradendae CTR
19). La necesidad de una catequesis sistemática es una de las
mayores necesidades de la Iglesia en este momento. Es un gran reto
para vosotros como católicos. Como seglares, estáis llamados,
individual y colectivamente, a hacer frente a este reto.
Entre todas las oportunidades que tenéis abiertas para el ejercicio del
apostolado individual, la familia ocupa un lugar de primordial
importancia. La familia puede proporcionar una respuesta eficaz a la
secularización del mundo; la familia tiene un carisma especial para
transmitir la fe y para estimular en su desarrollo una evangelización
inicial. Dentro de la intimidad de la familia, cada individuo puede
encontrar la oportunidad para dar un testimonio personal del amor de
Cristo. Los padres tienen el derecho y el deber de catequizar a sus
hijos; tienen el inmenso privilegio de ser los primeros en enseñar a
sus hijos a rezar. Con palabras de mi predecesor Juan Pablo I, me
gustaría "estimular a los padres en su papel de educadores de los
hijos; ellos son los primeros catequistas y los mejores. ¡Qué gran
tarea tienen y qué reto! Enseñar a sus hijos a amar a Dios, a hacer
de este amor una realidad de su vida. Y, por gracia de Dios, qué
fácilmente aciertan algunas familias a cumplir la misión de ser
primum seminarium; el germen de una vocación al sacerdocio se
alimenta a través de la oración familiar, el ejemplo de fe y apoyo de
amor" (Discurso en Filipinas de Juan Pablo II el 20 de febrero de
1981)
Propósito
Buscar unirme a Dios a lo largo de este día para que sea Él quien
actúe a través de mí en cada uno de mis actos.
Oración introductoria
Señor, gracias por indicarme tan claramente el camino para poder
alcanzar la dicha, la alegría que me hará saltar de contento por toda la
eternidad. Guía mi oración para que este día esté orientando hacia mi
meta final.
Petición
Dios mío, que las bienaventuranzas sean mi criterio de vida, mi forma
de pensar y de comportarme.
Meditación del Papa Francisco
La palabra bienaventurados (felices), aparece nueve veces en esta
primera gran predicación de Jesús. Es como un estribillo que nos
recuerda la llamada del Señor a recorrer con Él un camino que, a pesar
de todas las dificultades, conduce a la verdadera felicidad.
Queridos jóvenes, todas las personas de todos los tiempos y de
cualquier edad buscan la felicidad. Dios ha puesto en el corazón del
hombre y de la mujer un profundo anhelo de felicidad, de plenitud. ¿No
notáis que vuestros corazones están inquietos y en continua búsqueda
de un bien que pueda saciar su sed de infinito?
[…]Y así, en Cristo, queridos jóvenes, encontrarán el pleno cumplimiento
de sus sueños de bondad y felicidad. Sólo Él puede satisfacer sus
expectativas, muchas veces frustradas por las falsas promesas
mundanas. Como dijo san Juan Pablo II: “Es Él la belleza que tanto les
atrae; es Él quien les provoca con esa sed de radicalidad que no les
permite dejarse llevar del conformismo; es Él quien les empuja a dejar
las máscaras que falsean la vida; es Él quien les lee en el corazón las
decisiones más auténticas que otros querrían sofocar. Es Jesús el que
suscita en ustedes el deseo de hacer de su vida algo grande”» (S.S.
Francisco, Mensaje para la Jornada Mundial de la Juventud 2015).
Reflexión
Jesús, como en tantas otras ocasiones ha salido a predicar en
descampado. Sus apóstoles y el gentío le siguen gustosos, porque saben
que el Maestro tiene palabras de vida eterna. El pueblo de Israel,
vagaba desconcertado por sus propios guías, los escribas, fariseos y
saduceos, a quienes Jesús calificó de guías ciegos. Ahora que aparece
Jesús, ¿será el Mesías? se preguntan muchos para sus adentros, pero no
encuentran en El nada de la figura de un libertador terreno, lleno de
poder y castigador de sus adversarios, tan prometido por sus maestros.
Al contrario, para quienes venían buscando liberación política para
Israel, topan con un Mesías que les propone el camino de la abnegación,
de la humildad, de la pobreza, del sufrimiento... Pero todo esto basado
en una recompensa grande en el Reino de los Cielos.
Propósito
Como cristianos nos toca testimoniar este mensaje, viviéndolo en la
sencillez y cotidianidad de nuestra vida profesional y familiar, dejando a
Dios la posibilidad de iluminar al mundo con la luz que emane de
nuestras vidas.
Señor, si quieres, puedes limpiarme
Milagros
Oración introductoria
Señor, si Tú quieres esta meditación puede hacer la diferencia en mi día,
y en mi vida. Vengo ante Ti como el leproso, necesito de tu gracia.
Tócame y sáname de todas mis iniquidades, de mi egoísmo, de mi
soberbia, de mi vanidad, de mi indiferencia.
Petición
Ayúdame, Jesús, a vivir tu Evangelio al convertirme en un apóstol fiel y
esforzado de tu Reino.
Reflexión
El Evangelio nos presenta una vez más a uno de esos hombres que se
acercó a Jesús para que le curase. Como los demás, reconoció en Cristo
al Salvador. Pasó por su vida y creyó en él como en él único que podía
remediar sus males. En esta ocasión se trata de un leproso. Para Jesús
el caso no presentaba novedad. Lo que sí impresiona es que el leproso
se expresa en unos términos inauditos: "Si quieres, puedes curarme".
¿Sería posible que Cristo no quisiese? Si así sucediera estaríamos
perdidos. Fuera de Cristo, ¿dónde puede encontrarse la salud?
Propósito
Revisar mi programa de vida espiritual para concretar medios que me
acerquen más a Cristo.
Oración introductoria
Señor, así como María supo acoger el anuncio del ángel, permite que yo sepa
escuchar y aceptar lo que hoy quieres decirme en mi oración, porque mi
anhelo es que la verdad de tu Evangelio impregne mi modo de ver, pensar y
de actuar.
Petición
Jesús, permite que siempre diga un «sí», alegre y confiado, a lo que Tú quieras
pedirme.
María se dejó guiar por la fe. Ésta la llevó a creer a pesar que parecía
imposible lo anunciado. El Misterio se encarnó en ella de la manera más radical
que se podía imaginar.
Propósito
Rechazar preocupaciones sobre las que no puedo hacer nada, para actuar
confiadamente sobre lo que sí puedo cambiar.
Oración preparatoria
Dios mío, ayúdame a escucharte en este rato de oración, porque Tú me
das vida, y en abundancia. Concédeme amarte más a Ti que a mí
mismo, dame la gracia de saber entrar por la puerta que me señalas y
que en definitiva seas Tú realmente el Señor de mi vida entera.
Petición
Jesús, que sepa reconocer tu voz. Y reconocerte en mis hermanos.
Propósito
Renovar mi compromiso de meditar diariamente, para vivir de acuerdo a
la Palabra de Dios.