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El Ajo y la Cebolla

PROFESOR: Mike Benton

GENERALIDADES

Aunque es cierto que estos productos se venden en todos


los comercios y son muchas las personas que utilizan los
ajos o las cebollas plantadas en su jardín, debemos señalar
que ambos productos contienen sustancias tóxicas que
perturban el proceso metabólico del organismo, fomentado el
desarrollo de una condición toxémica.

Basándose en falsas premisas terapéuticas, los


facultativos han recomendado durante años su ingestión para
evitar la aparición de condiciones patológicas. No obstante,
debemos señalar que las enfermedades no son más que medidas
desintoxicadoras iniciadas y controladas por el propio
organismo para expulsar de sus dominios aquellas sustancias
que alteran su armonía funcional.

CONCEPTOS CLAVE

1.- La allicina contenida en el ajo es la responsable de su


olor y sabor, así como de las condiciones patológicas
que origina su ingestión.

2.- Aunque es cierto que esta sustancia suprime diversos


síntomas patológicos, debemos señalar que la inhibición
sintomatológica es perjudicial para su salud.

3.- Puesto que el ajo es una sustancia tóxica, su ingestión


podría originar trastornos digestivos que contribuyan
al desarrollo de una toxicosis.
4.- Al igual que sucede con el ajo, las cebollas contienen
en su interior una sustancia perniciosa (aceite de
mostaza) que provoca numerosas condiciones morbosas.

5.- El consumo de cebollas puede originar el desarrollo de


una anemia o un bocio.

HECHOS DESTACABLES

1.- El ajo y la cebolla pertenecen a la familia liliáceas,


genero de plantas herbáceas con tallo en forma de bulbo
a la que pertenecen también el puerro, los cebollinos y
el ajo chalote.

2.- Además de utilizarse como antihelmíntico, la allicina


contenida en el ajo puede enrojecer la piel cuando se
aplica masivamente y originar trastornos estomacales o
intestinales cuando se ingiere.

3.- El ajo actúa como un producto farmacológico cuando


suprime los síntomas patológicos de la hipertensión, la
arteriosclerosis o la artritis.

4.- El organismo metaboliza el aceite de mostaza contenido


en la cebolla y el ajo hasta convertirlo en un
tiocianato. Puesto que esta sustancia puede inhibir la
síntesis de tiroxina en el organismo, su ingestión
podría provocar el desarrollo de un bocio.

5.- Recientes estudios han demostrado que la ingestión de


estos productos puede originar una condición anémica.
En algunos experimentos, los niveles de glóbulos rojos
y hemoglobina descendieron en un cincuenta por ciento.

6.- El ajo es tan peligroso que puede utilizarse


efectivamente como pesticida. En pequeñas dosis, este
producto puede eliminar las larvas de mosquitos en un
cien por cien. También puede utilizarse como plaguicida
en las plantaciones.
INTRODUCCIÓN

Aunque es cierto que los ajos y las cebollas no


pertenecen al grupo de alimentos analizados en la lección
anterior, debemos señalar que sus componentes tóxicos los
convierten en sustancias antinaturales y perniciosas para la
salud humana. Lejos de reportar beneficio alguno a nuestro
bienestar, la ingestión de estos alimentos herbáceos podría
originar el desarrollo de una condición morbosa en nuestro
organismo.

HISTORIA DEL AJO

Planta perenne de hojas ensiformes y tallo en forma de


bulbo originario de la región mediterránea. El ajo se usó
antiguamente como sustancia terapéutica frotando los labios
del recién nacido o formando un collar que cubría el cuello.
Considerado por los egipcios y los griegos como una
sustancia con poderes sobrenaturales, pronto adquirió un
lugar destacado en la literatura vampiresca ─junto con la
cruz, el sol y el agua bendita, el ajo protegía a los
mortales del ataque sanguinario del vampiro─.

Durante el siglo diecisiete, la sociedad europea


utilizó esta sustancia para evitar la expansión de la Gran
Plaga y la población colonial de Nueva Inglaterra comenzó a
colocar dientes de ajo en los pies de las personas aquejadas
de viruela y tos ferina. Como afirman los propios
herbólogos, su ingestión evita el desarrollo de vida
parasitaria en los intestinos y la combinación con miel
alivia los dolores reumáticos.

Ante la ausencia de antisépticos farmacológicos, los


médicos utilizaron durante la Primera Guerra Mundial moho de
esfagno esterilizado y empapado en ajo como vendas.
LA PLANTA DEL AJO

Conocido científicamente bajo el nombre de allium


sativum, esta planta hortense de la familia liliácea
(puerro, cebollinos, ajo chalote y cebollas) posee un tallo
blanquecino en forma de bulbo cuyas partes o «dientes» se
emplean como condimento o semilla. Su cultivo se hace por
bulbillos, que se plantan en otoño o primavera en terrenos
arenosos, siendo la recolección en verano. Una vez trenzados
en grandes hileras, los agricultores proceden a su venta en
el mercado. Estos productos pueden a su vez comercializarse
en forma líquida o triturados.

EL SABOR ACRE DEL AJO

Esta planta de hojas ensiformes y bulbo dividido se


caracteriza por su sabor acre, una cualidad que explica su
utilización como condimento. La allicina contenida en su
composición estructural le aporta ese sabor y olor tan
característico.

UN AGENTE BACTERICIDA

Al igual que sucede con el resto de sustancias


farmacológicas, la allicina presente en el ajo actúa en el
interior del organismo como un agente bactericida que inhibe
el desarrollo de la flora intestinal. Puesto que el ser
humano requiere la presencia de estos microorganismos para
garantizar el pleno desarrollo de sus actividades
funcionales, cualquier elemento que prevenga el crecimiento
de la vida bacteriana debe considerarse como nocivo y
perjudicial.

A lo largo de este curso, hemos elogiado reiteradas


veces el papel constructivo de estas pequeñas formas de
vida. Lejos de provocar enfermedades o condiciones morbosas,
las bacterias juegan un papel fundamental en la
descomposición y posterior eliminación de los residuos
celulares. Asimismo, se encargan de expulsar los residuos
tóxicos eliminados por el propio organismo, algo que explica
su presencia durante los procesos mórbidos.
Puesto que estos microorganismos participan activamente
en la desintegración de los residuos tóxicos acumulados en
el interior del organismo, así como en la descomposición de
las materias orgánicas inertes, no es de extrañar que los
facultativos denuncien su presencia durante el transcurso de
una enfermedad. Desgraciadamente, la comunidad científica
comete un grave error al relacionar el desarrollo de una
condición patológica con la presencia de estas formas de
vida. Lejos de originar la enfermedad, las bacterias forman
parte de los resultados de la condición. En este sentido,
podemos afirmar que los productos bactericidas no hacen más
que destruir una de las principales funciones que tienen
lugar en el interior del organismo.

UN ANTIHELMÍNTICO Y RUBEFACIENTE

Según el diccionario médico Stedman´s Medical


Dictionary, el aceite volátil contenido en la planta del ajo
actúa en el interior del organismo como un antihelmíntico
─elemento que combate la parasitación por gusanos en el
intestino─ y rubefaciente ─que produce enrojecimiento en la
piel─.

Lejos de prevenir el desarrollo de estos pequeños


parásitos con la utilización de fármacos u otras sustancias
perniciosas, le recomiendo adopte unos hábitos de vida sanos
y acuda rápidamente a la consulta de un higienista. Recuerde
que la ingestión de un producto que elimina la vida de un
microorganismo nunca puede ser beneficiosa para su salud. Si
este aceite es tan poderoso como para prevenir el desarrollo
de los gusanos parásitos o el crecimiento de las bacterias,
¿acaso puede ser menos peligroso para su organismo?
Al igual que sucede con el resto de productos
alimenticios, el organismo descompone sus elementos
constitutivos durante el proceso de digestión, absorbe sus
componentes a través del intestino y distribuye las
sustancias asimiladas por los vasos sanguíneos y la linfa.
Cuando el cuerpo humano presiente la existencia de
sustancias perniciosas e inútiles en su interior, inicia un
proceso de desintoxicación para proceder a su inmediata
expulsión. No obstante, la presencia de estos elementos en
el sistema circulatorio y su combinación con otros productos
químicos almacenados en sus tejidos podrían originar una
condición morbosa de consecuencias irreversibles.

Como ya indicamos con anterioridad, las sustancias


rubefacientes se caracterizan por su cualidad para enrojecer
la piel cuando se aplica sobre la capa epidérmica. En su
esfuerzo por aislar este elemento nocivo y evitar su entrada
en el sistema circulatorio, el organismo inicia una medida
defensiva que se manifiesta por la inflamación y
enrojecimiento de la piel. Puesto que esta sustancia origina
una condición inflamatoria al aplicarse sobre la capa
externa del cuerpo, no es de extrañar que su ingestión
origine una alteración funcional al entrar en contacto con
la fina capa que reviste el tracto gastrointestinal.
De igual forma que el organismo elimina de forma
inmediata los elementos tóxicos presentes en su interior,
también intenta expulsar los componentes perniciosos que se
derivan de la ingestión del ajo. En este sentido, podemos
afirmar que el cuerpo humano utiliza como vías de expulsión
la piel y los pulmones, órganos que emanan el olor
característico de este producto antinatural.

LOS SANADORES RECOMIENDAN SU INGESTIÓN

Considerado por muchos herbólogos y especialistas como


un «alimento milagroso» que mitiga los síntomas de numerosas
enfermedades, cada vez son más los autores que elogian sus
cualidades terapéuticas. Como afirmara Paavo Airola, «nos
encontramos ante una planta medicinal que se caracteriza por
su valor nutritivo y sus cualidades sanativas». En su obra
Herbal Medicine (Plantas medicinales), Dian Dincin Buchman
afirma que «[...] sólo su escaso valor en el mercado, lo
convierte en una sustancia menos valiosa que el oro. Además
de mitigar el dolor, inhibir el desarrollo de los
resfriados, eliminar las lombrices intestinales y combatir
la hipertensión, el ajo actúa como un tranquilizante, reduce
el grosor de las verrugas, controla la disentería amébica y
puede combatir los casos menos graves de mononucleosis.»

Aunque es cierto que esta sustancia reduce parcialmente


los síntomas de la enfermedad, debemos señalar que su
ingestión no hace más que inhibir el proceso sanativo
iniciado y controlado por el propio organismo. Es esta
paralización y no la acción «milagrosa» del ajo la que
mitiga el sufrimiento de los síntomas.

REDUCE LA PRESIÓN SANGUÍNEA

«A lo largo de mi dilatada experiencia profesional


─afirma Paavo Airola─, he observado como el ajo puede
reducir la presión sanguínea de mis pacientes entre veinte y
treinta milímetros en tan sólo una semana.»

Sin lugar a dudas, se trata de un descenso bastante


pronunciado en muy poco margen de tiempo. ¿Acaso podemos
pensar que se trata de una sustancia milagrosa? Como ya
indicamos con anterioridad, el cuerpo humano está capacitado
fisiológica y biológicamente para expulsar de sus dominios
toda sustancia perniciosa que perturbe su armonía funcional.
Recuerde que es el organismo, y no la sustancia tóxica
ingerida, la que posee las cualidades inherentes para
iniciar una medida de emergencia.

Cuando el cuerpo humano presiente la existencia de un


elemento tóxico en la circulación ─al igual que sucede con
el resto de productos alimenticios, el ajo soporta todos los
mecanismos del proceso digestivo─, dirige todas sus fuerzas
y energías para expulsar los componentes perniciosos de su
dominio, reduciendo con ello la funcionalidad de sus
procesos orgánicos. Puesto que el centro de control paraliza
todas las funciones sanativas para concluir la medida
desintoxicadora, no es de extrañar que las personas
aquejadas de trastornos cardiovasculares sientan una mejoría
sintomática tras la ingestión de este producto antinatural.
Ahora bien, si el consumo se prolonga hasta rebasar los
límites de la tolerancia orgánica, los órganos afectados
previamente ─especialmente el corazón, ya que se trata de la
parte más débil en aquellos individuos que padecen
hipertensión─ podrían sufrir un estado de agotamiento y
debilidad. Aunque los médicos intenten hacernos creer lo
contrario, recuerde que son las causas y nos los síntomas
los responsables de la enfermedad.

PREVIENE LA FORMACIÓN DE PLACAS EN LAS ARTERIAS

Son muchos los especialistas que defienden el carácter


terapéutico del ajo, alegando su importancia en la
prevención de las placas arteriales y el desarrollo de los
trastornos arterioscleróticos. Después de administrar cien
gramos de mantequilla a cinco voluntarios, Paavo Airola
advirtió que sus niveles de colesterol oscilaban entre 221,4
y 237,4. Varias horas después, estos mismos voluntarios
recibieron una segunda dosis de mantequilla mezclada con
cincuenta gramos de ajo en forma líquida. Curiosamente, sus
niveles de colesterina, lejos de aumentar nuevamente,
descendieron hasta situarse en unos porcentajes que
oscilaban entre 228,7 y 212,7.

Aunque es cierto que el experimento del señor Airola


resulta un tanto sorprendente, debemos señalar que nadie
consume tal cantidad de mantequilla de una sola vez. A menos
que se ingiera una sobredosis de productos animales, el
cuerpo humano eliminará los excesos de colesterina de forma
natural, permitiendo que el resto fluya libremente por los
vasos sanguíneos.

Cuando los voluntarios consumieron ajo con mantequilla,


los niveles de colesterol redujeron su porcentaje de forma
considerable. No obstante, debemos señalar que la grasa no
desapareció del organismo, sino todo lo contrario, su
presencia se hizo más evidente en los tejidos. Puesto que la
allicina contenida en el ajo permeabiliza las células y los
tejidos orgánicos, no es de extrañar que una parte
importante del colesterol presente en la sangre decidiera
penetrar en la estructura constitutiva de estos órganos
corporales.

Además de perturbar la estabilidad funcional de


nuestras células, el ajo inhibe la síntesis y la
descomposición de los lípidos en el hígado ─un proceso que
afecta directamente a la funcionalidad celular─. Esto
explica por qué las personas que ingieren ajo reducen
temporalmente sus niveles de colesterol. En este sentido,
podemos afirmar que las sustancias que alteran la armonía
del organismo deben considerarse como elementos perniciosos
y nocivos para la salud.

El cuerpo humano puede controlar la cantidad de


colesterina presente en el plasma con la ayuda de la
tiroxina, una hormona secretada por el tiroides que estimula
la síntesis metabólica del colesterol, así como el mecanismo
hepático que permite la destrucción de este esteroide. La
glándula pituitaria anterior secreta a su vez una hormona
estimulante de la tiroides (TSH) que controla la producción
de tiroxina. Todos estos procesos forman parte del mecanismo
homeostático que mantiene el equilibrio interno del
organismo.

El aceite de mostaza contenido en las cebollas y el ajo


se transforma en el interior del cuerpo humano en
tiocianato, una sustancia que estimula la formación de
bocios al disminuir la síntesis de tiroxina que tiene lugar
en la glándula tiroides. Como resultado de este descenso
hormonal, la síntesis metabólica del colesterol sufre un
descenso paulatino. Puesto que el organismo se caracteriza
por su funcionalidad sinergética, basta una simple
alteración en su mecanismo homeostático para desatar una
serie de efectos perniciosos para nuestra salud.
Muchas personas creen haber descubierto un producto
milagroso sólo porque su ingestión vaya acompañada por una
ilusoria reducción sintomática ─en este caso el descenso en
los niveles de colesterina─. Aunque son muchos los
individuos que relacionan los trastornos cardiovasculares
con la presencia masiva de sustancias lípidas en los vasos
sanguíneas, debemos señalar que el responsable de la
condición morbosa se encuentra en la acumulación de residuos
tóxicos derivados de la ingestión antinatural de alimentos
grasos.

EL AJO «CURA» LAS CONDICIONES ANÉMICAS

Cada día que pasa son más las personas que defienden la
utilización de este producto herbáceo, defendiendo su valor
terapéutico en la prevención de la anemia. No obstante,
debemos dejar bien claro que la allicina contenida en el ajo
destruye los glóbulos rojos originando condiciones anémicas.

UNA «CURA» PARA LA ARTRITIS

Aunque es cierto que el ajo se caracteriza por sus


cualidades antiinflamatorias, reduciendo por ello las
hinchazones propias de los trastornos artríticos, debemos
señalar que las inflamaciones no son más que condiciones
sanativas controladas por el propio organismo para evitar el
desenlace fatal de una infección leve. En este sentido,
podemos afirmar que la supresión de los síntomas
inflamatorios, lejos de eliminar la condición mórbida,
aumenta la peligrosidad de la enfermedad.

LAS INFLAMACIONES

Como acabamos de mencionar, las hinchazones no son más


que respuestas sanativas iniciadas y controladas por el
propio organismo. Cuando un tejido sufre una alteración
funcional como resultado de una herida o una infección, las
células secretan histamina para estimular la secreción de
fagocitos ─tienen la propiedad de englobar sustancias
extrañas ─ y fibrinógenos ─se encargan de efectuar la
coagulación sanguínea─. Con la ayuda de las fibrinas, el
cuerpo humano separa la zona infectada del resto del
organismo para evitar la pérdida de fluidos corporales,
creando con ello una inflamación o hinchazón. Evidentemente,
antes de iniciar una medida de estas características, las
células encargadas de la coagulación y posterior separación
deben comprobar la existencia de una obstrucción o agente
patológico que perturbe la estabilidad funcional. En este
sentido, podemos afirmar que la inflamación forma parte del
proceso sanativo iniciado por los propios constituyentes
corporales.

El organismo no pondrá fin al crecimiento y desarrollo


de los gérmenes patológicos hasta que se eliminen
definitivamente los elementos que garantizan su subsistencia
(sustancias tóxicas) y el proceso inflamatorio finalice su
proceso sanativo. La utilización de sustancias
farmacológicas y otros productos antiinflamatorios para
suprimir la actividad microbiológica no hará más que
retrasar el proceso sanativo y provocar el desarrollo de una
enfermedad degenerativa de naturaleza crónica.

EL AJO ES UN VERDADERO DESINTOXICANTE ORGÁNICO

¿Cómo es posible que un producto tóxico cuyos


componentes estructurales son peligrosos para la salud
humana pueda recibir el apelativo de desintoxicante
orgánico? Lo que muchas personas confunden con una
estimulación hepática, circulatoria y nerviosa no es más que
una respuesta defensiva provocada por el propio cuerpo ante
la presencia de este elemento en sus dominios. De acuerdo
con la ley de los efectos secundarios, La ingestión de este
producto alimenticio como un estimulante terminará por
destruir la estabilidad funcional y estructural de los
órganos anteriormente mencionados.

UN AGENTE ANTICOAGULANTE
Uno de los efectos «terapéuticos» que los defensores
del ajo elogian con mayor ímpetu es su cualidad
antigoagulante. No obstante, debemos señalar que el cuerpo
humano requiere la presencia de estos elementos coaguladores
(fibrina) para evitar hemorragias que originen una sangría
letal. Aunque es cierto que los vasos sanguíneos pueden
sufrir trombosis en determinadas condiciones morbosas, el
cuerpo humano cuenta con la presencia de un elemento natural
(heparina) que bloquea la transformación de protrombina en
trombina ─enzima encargada de la formación del ingrediente
estructural en los coágulos sanguíneos, la fibrina─. Cuando
el organismo presiente la existencia de una coagulación en
sus vasos, estimula la acción del sistema fibrinolítico que
descompone los coágulos de fibrina en fragmentos solubles.

PROPIEDADES PESTICIDAS

A continuación, enumeramos sólo algunas de las


propiedades pesticidas del ajo:

1.- Esta sustancia provoca la muerte de cinco especies


diferentes de mosquito con una dosis que no supera las
doscientas partes por millón.

2.- Esta planta herbácea protege a las rosas, los tomates,


las patatas, las coles y otros productos vulnerables a
los ataques de insectos de sufrir una plaga.

3.- El ajo elimina las garrapatas de los perros en tan sólo


media hora.

¿De veras desea ingerir este producto antinatural o


prefiere dejarlo en su jardín como plaguicida?

LAS CEBOLLAS

La cebolla es uno de los productos vegetales que el


hombre ha utilizado prácticamente desde los albores de la
humanidad, como se desprende de la literatura hebrea y
sánscrita. Los propios egipcios utilizaban esta planta
hortense como pago a los trabajadores de las pirámides. En
este sentido, una inscripción hallada en la Gran Pirámide
afirma que el faraón pagó con cebollas los trabajos de los
constructores. Algunas sectas religiosas prohibían el
consumo de estos productos al considerarlo impuro.

LAS PLANTAS

Procedente de Asia, esta planta herbácea bianual se


cultiva principalmente en los Estados Unidos, Canadá,
Méjico, Austria, España e Italia. La cebolla común, de tallo
hueco, hojas cilíndricas y flores de color blanco verdoso se
caracteriza por su bulbo globoso y tunicado, de sabor y olor
fuertes y picantes. La raíz de esta planta alcanza
profundidades poco profundas.

El cultivo de esta especie ha originado variedades que


se clasifican principalmente de acuerdo con su sabor (dulces
y picantes), su color (blanco, rojo o amarillo) y tamaño.
Variedades bien conocidas de bulbo seco son la globosa
amarilla de Brigham, la australiana Brown y la dulce
española.

Este producto se caracteriza por su escaso valor


vitamínico o energético.

UNA SUSTANCIA TÓXICA

La cebolla contiene un aceite volátil ─aceite de


mostaza─, de sabor acre, que irrita los ojos y hace llorar.
La aplicación de esta sustancia tóxica sobre la piel desnuda
podría originar una condición abrasadora sobre la epidermis
acompañada por una coloración rojiza. Al igual que sucede
con el ajo, la acción desintoxicadora iniciada por el propio
organismo para expulsar esta sustancia nociva a través de la
respiración explica el desagradable olor que desprende el
aliento de las personas que ingieren este elemento tóxico.
CONTRIBUYE AL DESARROLLO DE BOCIOS

Como ya explicamos con anterioridad, la acción


metabólica transforma el aceite de mostaza en tiocianato,
una sustancia perniciosa que, en grandes cantidades, puede
originar el desarrollo de enfermedades tumorosas como los
bocios al disminuir la síntesis de tiroxina en el tiroides.
Además de incrementar la combustión celular de glucosa y
aumentar el ritmo cardiaco, la tiroxina disminuye en
colaboración con el cortisol ─hormona secretada por las
glándulas suprarrenales─ el estrés originado por el hambre,
el frío o los trastornos emocionales. Cuando se sintetiza en
el interior del tiroides, esta hormona forma parte de la
tiroglobulina hasta que el cuerpo humano requiere su
presencia. Llegado el momento, el organismo pone en marcha
una reacción que engloba la proteolisis (hidrólisis) de la
tiroglobulina y la síntesis de la tiroxina. Puesto que el
tiocianato inhibe este proceso metabólico, no es de extrañar
que la ingestión de esta sustancia perniciosa contribuya al
desarrollo de condiciones mórbidas.

LAS CEBOLLAS Y LA ANEMIA

En su libro The Complete Book of Food and Nutrition (La


obra completa sobre la nutrición y los alimentos), J. I.
Rodale analiza algunos de los experimentos que demuestran la
peligrosidad de la cebolla como producto alimenticio. Entre
los muchos estudios que aparecen en sus páginas, merece la
pena desglosar el caso del doctor M. Kalser, un profesor de
medicina en la Universidad de Illinois que decidió analizar
desde su propia experiencia la relación existente entre la
cebolla y la anemia.

Después de utilizar esta sustancia con varios perros,


el doctor Kalser advirtió que una cucharadita diaria de este
condimento comercial podía originar en los animales síntomas
agudos relacionados con la anemia. Una vez finalizado el
experimento, el científico norteamericano concluyó que el
aceite volátil contenido en este aderezo podía ser
perjudicial para nuestro organismo aun cuando se utilizara
en dosis moderadas.

Como paso intermedio en su investigación, el profesor


Kasler eligió a un grupo de estudiantes para que ingirieran
junto a él dos kilos diarios de cebollas cocinadas en
combinación con una dieta regular. Transcurridos cinco días,
el doctor advirtió que todos sus alumnos exhibían, al igual
que él, síntomas evidentes de una condición anémica ─palidez
en los dedos, cansancio generalizado, descenso de los
glóbulos rojos (hasta un millón) y disminución en la
cantidad de hemoglobina─. Después de cotejar los resultados
de su investigación con los datos obtenidos tras el análisis
efectuado a los perros, el doctor Kasler advirtió que la
prolongación durante quince días de la dieta había
pronunciado los síntomas anémicos de los animales (los
niveles de glóbulos rojo y hemoglobina descendieron en un
cincuenta por ciento).

Puesto que los glóbulos rojos juegan un papel


primordial en la estabilidad funcional del organismo, la
destrucción de estas células y la subsecuente pérdida de
hemoglobina originan en el ser humano condiciones
patológicas de consecuencias irreversibles. A continuación,
enumeramos algunas de las funciones más importantes de las
hematíes:

1.- Estos corpúsculos transportan el oxígeno desde los


pulmones a los tejidos.

2.- De igual forma, se encargan de transportar el dióxido de


carbono (CO2) desde los tejidos a los pulmones.

3.- Después de la absorción intestinal, estas células se


encargan de transportar los nutrientes a los tejidos.

4.- Los glóbulos rojos son los encargados de transportar a


los riñones los derivados orgánicos de la
descomposición metabólica para su posterior expulsión.
5.- Los vasos sanguíneos se encargan de transportar las
hormonas ─secreciones endocrinas de las glándulas─ a
través de todo el organismo.

6.- La sangre fluye desde las regiones más profundas y


cálidas a las extremidades, transmitiendo
equitativamente el calor corporal.

7.- Los glóbulos sanguíneos juegan un papel muy importante


en el mantenimiento homeostático (ácido/alcalino) de
los tejidos.

8.- Existe una relación continua entre el volumen sanguíneo


y el contenido líquido de los tejidos.

9.- La capacidad coaguladora de la sangre impide el


desarrollo de hemorragias letales para el ser humano y
los animales.

10.- Estos elementos sanguíneos desempeñan un papel muy


importante en la limpieza interna del organismo.

Como bien podemos observar, cualquier alteración que


perturbe la estabilidad orgánica puede desestabilizar la
armonía funcional. Evite la ingestión de estas sustancias
tóxicas y consuma simplemente una dieta natural que
satisfaga sus verdaderas necesidades nutritivas.

SUPUESTOS BENEFICIOS TERAPÉUTICOS

Durante años, los curanderos han elogiado el papel


terapéutico que las cebollas juegan en la curación de los
resfriados, la gripe, la tos, la sinusitis, los hematomas,
las hemorroides o los sabañones. Sin embargo, debemos
señalar que esta supresión sintomática no beneficia en
absoluto al desarrollo funcional del cuerpo humano, sino
todo lo contrario. Puesto que el organismo es el único
responsable de nuestra sanación, debemos evitar el consumo
de sustancias artificiales y antinaturales, ya que esta
medida no hará más que inhibir los procesos desintoxicadores
iniciados y dirigidos por el propio cuerpo.

¿PUEDEN CONSIDERARSE COMO ALIMENTOS?

Como ya indicamos con anterioridad, aquellos alimentos


que conformen nuestra dieta natural deben estar exentos de
sustancias tóxicas y evitar el desarrollo de trastornos
digestivos o eliminativos. Además de satisfacer nuestros
sentidos gustativos, los productos naturales deben digerirse
y asimilarse con facilidad, saciar nuestras necesidades
nutritivas y copar estrictamente nuestra dieta como lo hacen
los melones, los mangos, las uvas, los melocotones, las
cerezas o las naranjas. Lejos de reunir algunos de estos
requisitos, las cebollas y los ajos se caracterizan por su
escaso valor nutritivo y los efectos colaterales que
acompañan a su ingestión. Puesto que estos productos tóxicos
actúan en el interior del organismo como cualquier otro
elemento pernicioso, le recomiendo elimine estas sustancias
de su dieta ante el riesgo que su ingestión conlleva para el
bienestar de su salud.

RESUMEN

Las cebollas y los ajos proceden de la misma familia


liliácea, una planta hortense que se utiliza comercialmente
como aderezo y producto terapéutico.

El ajo contiene en su interior una sustancia tóxica


conocida científicamente con el nombre de allicina. Este
elemento, responsable de su sabor característico, origina en
el interior del organismo numerosos trastornos funcionales
como consecuencia de sus propiedades irritantes. A pesar de
los esfuerzos de algunos curanderos por reivindicar el papel
terapéutico de este producto herbáceo, debemos señalar que
la supresión sintomática que acompaña a su ingestión no
evidencia ninguna mejoría, sino todo lo contrario, el
desarrollo de una medida desintoxicadora iniciada por el
propio organismo.

Al igual que sucede con el ajo, la cebolla se


caracteriza por la presencia en su interior de una sustancia
tóxica ─aceite de mostaza─ que inhibe la síntesis de
tiroxina en la glándula tiroidal, provocando con ello el
desarrollo de un bocio. Recientes estudios, han demostrado
que la ingestión de esta sustancia puede incidir
negativamente en la supresión de glóbulos rojos y hematíes,
desarrollando como resultado una condición anémica.

Puesto que estos productos no reúnen ninguno de los


requisitos propios de los alimentos naturales, debemos
evitar su ingestión y mantenernos al margen de su
utilización.

PREGUNTAS SOBRE LA LECCIÓN

PREGUNTA: ¿Podríamos consumir cebollas cocinadas?

RESPUESTA: Aunque es cierto que el aceite volátil contenido


en su composición estructural se evaporará en parte
como consecuencia del calor, debemos señalar que la
porción restante sigue siendo igual de peligrosa.
Además de eliminar los constituyentes alimenticios, la
cocción de los productos contribuye al desarrollo de
sustancias tóxicas en el interior del organismo. Inicie
un programa dietético basado exclusivamente en el
consumo de productos naturales y pronto advertirá la
intrascendencia de los aderezos.

PREGUNTA: Siempre he pensado que los ajos prevenían el


desarrollo de los resfriados, ¿tiene alguna explicación
racional o se trata simplemente de un «cuento de
viejas»?
RESPUESTA: Evidentemente, se trata de un remedio casero que
ha sobrevivido durante varias generaciones a pesar de
su inconsistencia.

PREGUNTA: ¿Acaso son menos peligrosas las cebollas dulces


que las fuertes?

RESPUESTA: Aunque el aceite de mostaza contenido en su


interior no es tan fuerte, su acción sobre el organismo
sigue siendo igual de perjudicial.

PREGUNTA: ¿Por qué sufro problemas digestivos tras la


ingestión de alimentos que contienen cebollas o ajo?

RESPUESTA: Al igual que sucede con el puerro, las


cebolletas, los ajos chalotes o el rábano ─miembros de
la familia liliácea─, las cebollas y el ajo suelen
inhibir el proceso digestivo. Su presencia en el
interior del organismo provoca la irritación de las
paredes estomacales e intestinales.

TEXTOS COMPLEMENTARIOS

¿PUEDEN PREVENIR EL AJO Y LAS CEBOLLAS


LAS APOPLEJÍAS?

No hace mucho llegó a nuestra mesa de redacción un


artículo periodístico que elogiaba el papel del ajo y las
cebollas en la prevención de las apoplejías. Como se
desprende de un informe redactado por dos científicos (cuyos
nombre permanecen en el anonimato), estos productos
aromáticos contienen unas sustancias que, además de
«intervenir en la prevención de numerosas enfermedades»,
inhiben la coagulación sanguínea evitando con ello el
desarrollo de apoplejías.

Aunque los responsables periodísticos ocultan el nombre


de estos componentes, debemos señalar que los responsables
de estas condiciones antinaturales son la allicina ─una
sustancia tóxica cuya naturaleza es similar al digitalis
(extracto de la dedalera)─ y el aceite de mostaza ─aceite
volátil que atraviesa las paredes celulares con gran
facilidad─. Puesto que el organismo no puede digerir estos
productos perniciosos, inicia una medida de emergencia con
la única finalidad de expulsar de sus dominios los
compuestos tóxicos almacenados en los riñones, los pulmones
y el hígado. Cuando la presencia de estos elementos supera
la capacidad de tolerancia del organismo, el cuerpo humano
pierde su capacidad desintoxicadora.

Desgraciadamente, los responsables de su publicación


cometen un grave error al relacionar la prevención de las
enfermedades (apoplejías) con el consumo de sustancias
tóxicas. Lejos de mitigar los síntomas del malestar, debemos
eliminar las causas originales de su aparición y evitar el
desarrollo de la condición mórbida. En este sentido, debemos
señalar que los productos farmacológicos y las sustancias
antinaturales no mejoran nuestra situación fisiológica, sino
todo lo contrario. Si de veras desea gozar de una vida sana,
evite la ingestión de estas sustancias, consuma una dieta
natural, inhale aire fresco, descanse profundamente y
utilice agua pura. Recuerde que el ser humano disfrutará de
un perfecto bienestar físico y psicológico siempre que no se
provoque un estado patológico.

EL AJO ES UNA SUSTANCIA MARAVILLOSA

Evidentemente, el concepto de belleza difiere


ostensiblemente de una criatura a otra. Mientras el ser
humano considera apetitosa una manzana brillante y colorada,
un tigre centrará su atención en un trozo de carne
sangrienta.

Basta analizar brevemente un artículo publicado en


noviembre de 1978 por la revista estadounidense Reader´s
Digest sobre las cualidades terapéuticas del ajo, para
desconfiar del móvil que encierra la publicación de un
informe que difícilmente podría beneficiar a ningún
colectivo industrial. No en vano, debemos recordar que las
revistas no dedican una sola línea de sus páginas sin contar
con el beneplácito comercial.
Cuando leemos el artículo por primera vez, advertimos
que los responsables de su publicación alaban las cualidades
intrínsecas de esta sustancia herbácea, pero olvidan matizar
su escaso valor nutritivo. Considerado por los especialistas
como un aderezo, lo cierto es que este producto actúa en el
interior del cuerpo humano como cualquier otra sustancia
tóxica.

Puesto que el ajo siempre se ha caracterizado por sus


propiedades insecticidas y antibióticas (los agricultores
orgánicos suelen utilizar este componente como plaguicida
natural para combatir la presencia de mosquitos, áfidos,
moscas y orugas en sus cosechas), le recomendamos evite su
consumo. De igual forma que la nicotina del tabaco, la
solanina de la belladona y el pimiento de la pimienta son
perjudiciales para nuestra salud, el aceite de mostaza
contenido en el ajo perturba la estabilidad funcional del
organismo.

Llegará un día en el que las personas analicen las


cualidades perniciosas del ajo y otras sustancias herbáceas
que en la actualidad reciben el apelativo de sustancias
medicinales.

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